Lo Que Vendrá Número 4
Lo Que Vendrá Número 4
Lo Que Vendrá Número 4
Sede Centenario:
Ramos Mejía 841 y Franklin 54 (1405). Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Argentina.
Teléfonos: (54-11) 4958- 6391/ 7870/ 7899 y 4982-3411/ 5002/ 0521 (Conmutador)
www.cienciapolitica.fsoc.uba.ar e-mail: [email protected]
Diseño &
diagramación EL GRABADO:
DEDICAMOS LAS ILUSTRACIONES de éste número a
*
aurelia rivera
GRUPOEDITORIAL
un oficio que -como tantos otros- es la
resultante del esfuerzo, la obsesión, la
tendencia a la calidad y a la forma. Es el
www.aurelialibros.com.ar método más antiguo de la reproducción en
serie, y en su época ha revolucionado
radicalmente la forma de popularizar el arte.
Esta técnica tiene la impronta de la
persistencia del artista que talla y talla sobre
ISSN 1668-7167 la madera, apropiándose de una idea y
EJEMPLARES DE moldeándola, sometiéndola a un escrutinio
DISTRIBUCIÓN permanente; la misma que tiene la
GRATUITA. comunidad académica que forja desde hace
20 años la ciencia política en la Universidad
de Buenos Aires.
C I E N C I A P O L Í T I C A . (74)
Veinte años en la historia
de una idea
Recordando 1984
•|• Carlos Strasser
Presidente de la Comisión para el Estudio de la Creación de la Carrera
A TANTO TIEMPO de distancia (hablamos de las últi- biéndose de abogados, pero entre quienes nos co-
mas semanas de 1983 y los primeros meses de 1984) nocimos, fuimos compañeros de estudios y (o) del
mis recuerdos de la creación de la Carrera de Cien- bar y nos hicimos amigos en la Facultad de la aveni-
cia Política en la UBA son ya pocos y muy determi- da Figueroa Alcorta (sin perjuicio de ser,
nados. El primero de ellos es de cuando, apenas algunos,“reformistas”, y otros, “humanistas”, y al
designado Francisco Delich como Rector margen de Delich mismo, que cursó en Córdoba)
normalizador de la Universidad, fui a verlo para pro- estaban Guillermo O’Donnell, Natalio Botana, José
ponerle la idea. Llevaba dos días en el cargo. Nun, Manuel Mora y Araujo, Moisés Ikonicoff y
Con Delich nos conocíamos de la militancia uni- Alberto Ciria. Por ahí andaban también Roberto
versitaria reformista desde 1956 y habíamos Quieto, el Bebe Righi, Eduardo Luis Duhalde, Elías
retomado y estrechado el contacto cuando, durante Semán, Eduardo Jozami, Ricardo Monner Sans y
la dictadura militar, ya vuelto él de sus estudios en Horacio Sanguinetti, cuya militancia e intereses po-
Francia, a finales de los años 1970 “bajó” de Cór- líticos o académicos tuvieron otros desemboques,
doba a Buenos Aires para hacerse cargo de la Se- no menos conocidos.
cretaría Ejecutiva de CLACSO. Para ese entonces, Retomando el hilo, creo que Delich tardó cator-
por mi parte, ante la casi seguridad de que —por ce segundos en aceptar mi propuesta y algo así como
decisión de sus autoridades regionales y según las un día en designarme Presidente de la Comisión de
circunstancias que vivía— FLACSO se iba del país, Creación de la Carrera de Ciencia Política de la
y con el propósito de evitarlo, yo me había lanzado Universidad de Buenos Aires. Aparte de semejante
a crear su Maestría en Ciencias Sociales. título, me otorgó plenas facultades para “armarla”.
La Maestría en cualquier caso hacía buena falta, Es el segundo de mis recuerdos. El tercero es que
lo prueba la cantidad de colegas de otros centros luego y ante todo pensé en conformar una Comi-
que me acompañaron a construirla y el destino que sión verdaderamente representativa y por ello ca-
tuvo. Como estaba haciendo buena falta la carrera paz de legitimar al máximo la creación. Al efecto
de Ciencia Política. Baste decir que, en ausencia de pensé incluso en figuras de otras disciplinas, pero
ellas (con la carrera de Sociología creada recién en mayormente de disciplinas en todo caso afines sino
1957, para algunos de nosotros ya muy tarde), mu- de insumo necesario en un Plan de ciencia política.
chos de los sociólogos y politólogos argentinos de Así conté, en suma, con la colaboración de, entre
esa generación habíamos debido realizar nuestros otros académicos, Juan Carlos Portantiero (recién
estudios universitarios de grado en Derecho y suce- vuelto del exilio), Oscar Landi, Roberto Martínez
sivamente tenido que viajar al exterior para formar- Nogueira, Edgardo Catterberg, Eduardo Rabossi,
nos. Dicho sea de paso, no todos concluyeron reci- Eugenio Bulygin, creo que Liliana De Riz y Enri-
que Tandeter, no estoy seguro… Fue a ellos, enton-
C I E N C I A P O L Í T I C A . (76)
ces, que sometí y con quienes discutimos los docu- y al cabo pero pronto coincidimos en el perfil de
mentos de fundamentación y el plan de estudios, Edgardo Catterberg. Que, efectivamente, muy poco
etc., y de quienes obtuve como especialistas, cada después se constituyó en el primer Delegado
uno en lo suyo, las definiciones de los contenidos Rectoral y se puso a implementar todo lo que había
de las materias incluidas en el plan. El proceso fue que implementar (no poco, precisamente) para que
de labor acelerada, intensa, y llevó desde los últi- la Carrera de Ciencia Política de la UBA pudiera
mos días de 1983 hasta mayo de 1984, en que en arrancar en forma, ya en 1985. En el ínterin hubo
nombre propio y de la Comisión presenté todo al que resolver y quedó resuelto (toda una disputa) que
Rectorado. la Carrera no sería parte de la Facultad de Derecho
Luego, Delich obtuvo la aprobación del proyec- y Ciencias Sociales sino que dependería directamente
to por el Consejo Superior en un plazo corto, allá del Rectorado. Más adelante se creó la Facultad de
por septiembre de 1984, momento en el que me Ciencias Sociales y allí, finalmente, quedó instalada
ofreció la Dirección de la nueva carrera, un honor Ciencia Política. Meses más tarde, Norberto Bobbio
que le agradecí pero decliné. Hablando de nombres vino a dictarnos una conferencia. Es mi cuarto re-
para el cargo, “cambiamos figuritas”, como se dice, cuerdo, inolvidable.
SE ME HA PEDIDO UN TESTIMONIO relacionado con sión. En ella participaban profesores que adherían
la creación y los primeros tiempos de nuestra Ca- a diferentes tendencias políticas y a disímiles
rrera, la Licenciatura en Ciencia Política de la Uni- paradigmas y corrientes teóricas. Los únicos crite-
versidad de Buenos Aires, así que trataré de cum- rios que demarcaban la posibilidad de participa-
plir tal objetivo haciendo tanto una descripción ción en la comisión fueron la vocación democráti-
como una valoración de algunos de los hechos que ca y la búsqueda de la excelencia académica. A la
dejaron en mí una impresión duradera y que tras- reunión quincenal de trabajo, concurrían los miem-
cienden el plano personal. Me referiré a cuestio- bros permanentes de la misma y, a veces, también
nes en las que participé y que se correspondieron profesores en calidad de invitados. Por ello, puedo
a distintos momentos de la etapa fundacional de la testimoniar el empeño y la seriedad con la que,
Carrera. académicos de la talla de Mario Dos Santos, Juan
En primer lugar debo señalar que mi temprana Carlos Rubinstein, Rafael Braun, Edgardo
intervención en el proceso de creación de la Ca- Catterberg, Atilio Borón, Carlos Strasser, Leandro
rrera se debió a los principios reformistas que ins- Gutiérrez y Carlos Floria, entre otros, asistían a las
piraban la acción del gobierno de la Universidad sesiones “con los deberes hechos”: los borradores
de Buenos Aires en esos momentos. Fue por res- de los contenidos mínimos de las asignaturas que
peto a ellos que se constituyó una comisión redac- se habían acordado previamente. Fue extraordi-
tora del proyecto de carrera con carácter nario para mi formación en política académica uni-
pluriestamental: conformé parte de la misma por versitaria participar en esas reuniones donde se dis-
ser graduada en Ciencia Política de la Universidad cutía álgidamente cada contenido que se agrega-
Nacional de Rosario, la más antigua de las univer- ba, se revisaba o se suprimía, recurriendo a
sidades nacionales con un programa de estudios fundamentaciones epistemológicas, cuando se tra-
en el área. Dado que la Carrera no tenía inserción taba de diferenciar a la ciencia política entre las
institucional en Facultad alguna, dependía directa- ciencias sociales; a la historia de la ciencia, para
mente del Rectorado de la Universidad, y no con- delimitarla entre el derecho y la sociología; a argu-
taba con representación estudiantil. De todas for- mentos relacionados al posible campo laboral, o
mas, la participación del claustro de alumnos esta- cuando se sostenía la necesidad de determinada
ría asegurada a través de las comisiones del Con- especialización. La organización del currículo
sejo Superior de la Universidad, ámbito en el que también fue motivo de debate. Se intentó compa-
más tarde se discutiría el proyecto. tibilizar una formación común (asignaturas obli-
gatorias) y general con la búsqueda de la especiali-
La vocación reformista también se manifesta- zación. Los contenidos curriculares más flexibles
ba en el pluralismo con que se integró la Comi- (optativas, seminarios y talleres) fueron pensados
C I E N C I A P O L Í T I C A . (78)
para poder analizar problemas sin suponer la cris- momento, por ejemplo, impactaban los avances he-
talización de los mismos y también, para invitar a chos por la ciencia política italiana).
profesores externos para que difundieran sus in- A su vez, se pensaba que desde la Dirección de
vestigaciones sobre temas ubicados en la frontera la Carrera se debían establecer vínculos con las
del conocimiento, o para poder compartir asigna- instituciones estatales nacionales e internacionales
turas y seminarios de otras carreras de la universi- a fin de favorecer la inserción de los graduados a
dad (mientras estuve a cargo de la Carrera este úl- quienes se pretendía formar como politólogos ca-
timo argumento se utilizó, por ejemplo, para que paces de desempeñarse en cualquier lugar del mun-
los estudiantes cursaran Derecho Internacional do. Por ello, también se consideró que era necesa-
Público en la Facultad de Derecho, y de esta for- rio prever el modo en que los estudiantes y los
ma, se diera lugar al reclamo de los estudiantes sin docentes contarían con bibliografía actualizada y
entrar en costos innecesarios). vinculación con los centros internacionales de pro-
El diseño del currículo siguió los criterios más ducción del conocimiento. De allí que se integró a
actualizados de la época: recién diez años después la agenda de trabajo la realización de convenios
se discutiría en la UBA y en el conjunto de las uni- con centros nacionales y extranjeros, a fin de po-
versidades argentinas estrategias de flexibilización der resolver rápidamente dos problemas: la falta
curricular. En este aspecto, fueron muy valiosas de una biblioteca actualizada y la formación en
las experiencias adquiridas sobre el tema por aque- investigación. Por ello, desde los inicios del fun-
llos profesores que, por los exilios de 1966 y de cionamiento de la Carrera se buscó realizar con-
1976, habían enseñado e investigado en universi- venios institucionales que le permitieran a los es-
dades extranjeras y, por tanto, conocido formas tudiantes y a los docentes suplir las carencias ini-
diferentes de organización curricular. ciales. Así, se establecieron acuerdos con la escue-
La conciencia de las dificultades que deberían la de la Cancillería, el ISEN, a fin de poder acceder
enfrentar los egresados, que tendrían que abrir un a su biblioteca y se crearon vínculos con las emba-
campo profesional nuevo frente a la experiencia jadas (por ejemplo, eran tiempos en que la Emba-
de sociólogos y abogados, nos llevó a la conclu- jada de Estados Unidos contaba con el Centro
sión que la Carrera debía ser muy exigente. Sólo Lincoln, una biblioteca con una importante colec-
así se podía proveer a los estudiantes los recursos ción de publicaciones periódicas en ciencias so-
necesarios para afrontar la vida en el mundo del ciales). Al respecto, cabe señalar que como toda-
trabajo, que no se pensaba relacionada únicamen- vía no estaban desarrolladas las políticas de
te a la actividad académica. Esta creencia implica- posgrado y era muy reciente la creación de la Se-
ba que quienes ejercieran la gestión curricular de- cretaría de Relaciones Internacionales de la UBA,
bían tener un estricto control sobre la actualiza- la única forma de conocer a fondo los programas
ción de los programas de estudio alentando, por de becas de maestría y doctorado de otros países
ejemplo, a que los profesores adoptasen inclusive era visitando las embajadas.
bibliografía en idioma extranjero si no había tra- En esas reuniones, en donde se logró armar la
ducción disponible. También se debía contar con propuesta que se elevó al Consejo Superior, se
un régimen académico que no pusiera obstáculos destacó en todo momento la figura de Edgardo
temporales a la graduación de los alumnos, con el Catterberg, quien luego sería el encargado de or-
fin de facilitar su competencia en los programas ganizar los primeros pasos de la Carrera. En ellos,
nacionales e internacionales de becas. El conoci- como una de las preocupaciones de Catterberg era
miento y la práctica de los dos idiomas extranjeros la de estabilizar rápidamente a la Carrera, gestionó
aparecían como una necesidad, dados los desarro- y obtuvo un presupuesto adecuado para contar con
llos contemporáneos de la ciencia política (en ese
C I E N C I A P O L Í T I C A . (80)
A veinte años de la creación de la Carrera de Ciencia Política
SÓLO COMO MARCO o perspectiva para las argumen- cerlo en la extensión asignada para estas líneas. Me
taciones que siguen con respecto a la creación y quedo entonces con una apretada descripción de
dinámica de Ciencia Política en la Universidad de aquella que considero la experiencia más intere-
Buenos Aires señalemos, por ejemplo, que muchos sante que se emprendió bajo mi gestión con el
de nuestros actuales alumnos, los más jóvenes, apoyo de la Junta de la Carrera: la reforma del plan
apenas habían nacido cuando la Carrera comenzó de estudios. Y también con el detalle de un aporte
a funcionar hace ya veinte años. de nuestra institución al debate sobre la situación
La idea original, discutida y criticada en su mo- del país en esos años: el libro Política y sociedad en los
mento, como sabemos, tanto por grupos conser- años del menemismo.
vadores como pseudo-progresistas, fue desarrolla- Brevemente, la reforma del plan consistió en
da exitosamente gracias al empeño de Edgardo introducir una serie de modificaciones para adap-
Catterberg y al esfuerzo de un grupo de profeso- tar la currícula a las incumbencias y el perfil profe-
res e investigadores que, a pesar de sus diferencias, sional del politólogo reconocidos oficialmente
lograron crear un ámbito de pluralidad y seriedad apenas un poco antes. Los cambios, que se man-
académica. Esto fue complementado por el inte- tienen vigentes aún hoy, establecieron como asig-
rés y el trabajo de las primeras camadas de estu- naturas obligatorias a las ahora denominadas “ca-
diantes, sobre las que volveré más adelante. beceras de orientación”, Administración y Políti-
Me desempeñé como Director de la Carrera cas Públicas, Teoría de las Relaciones Internacio-
durante poco más de cinco años, a comienzos de nales, y Opinión Pública. Estas materias hasta ese
los noventa, cuando como unidad académica Cien- entonces eran de cursada optativa y estaban a car-
cia Política daba sus primeros pasos en la recién go, respectivamente, de Oscar Oszlak, Roberto
creada Facultad de Ciencias Sociales, vivía de cer- Russell y Manuel Mora y Araujo. La reforma tam-
ca la experiencia de un congreso internacional de bién incorporó como obligatoria, en reemplazo de
la IPSA y participaba activamente en los primeros la asignatura Derecho y Sistemas Normativos, la
encuentros convocados por la Sociedad Argenti- cursada de una materia pensada como una intro-
na de Ciencia Política (SAAP) y por la Organiza- ducción sistemática a la disciplina, Fundamentos
ción Iberoamericana de Ciencia Política (la OICP, de Ciencia Política. Y, por último, estos cambios
lejano antecedente de ALACIP). Tengo, por tan- se complementaron con variaciones en la carga
to, un abultado bagaje de recuerdos y anécdotas horaria de los cursos, para reforzar la extensión de
que sería muy pertinente describir en un número aquellos considerados centrales para la formación
aniversario sobre Ciencia Política en la UBA pero de los alumnos.
que, por cuestiones de espacio, es imposible ha-
C I E N C I A P O L Í T I C A . (82)
ca se deben una discusión deliberada y deliberativa Con prepotencia, irracionalidades e ignorancia
sobre esta temática y sus derivaciones epistemológi- —la mayoría de las veces real y en algunos casos
cas, empíricas y prácticas. fingida (esta última tan parecida a la mala fe)—
Como sabemos, la consecuencia primera de la algunos podrán coyunturalmente tratar de ganar
mala política es el sufrimiento de la gente. El or- adeptos. Pero terminarán irremediablemente fra-
den político y las discusiones sobre el buen go- casando, sin poder convencer realmente a nadie,
bierno son cuestiones clásicas de la filosofía polí- en la discusión teórica y por lo tanto también en la
tica y el estudio histórico y empírico de la dinámi- discusión práctica y verdaderamente política.
ca de los regímenes políticos existentes, de sus ca- Los próximos años de y en la Carrera de Cien-
racterísticas institucionales y de sus consecuencias cia Política de la Universidad de Buenos Aires se-
para las oportunidades vitales de las poblaciones rán por lo tanto interesantes —como lo afirmaría
son problemas que deben ser enfrentados por la un filósofo político chino—porque transcurrirán
ciencia política. Articuladamente, con seriedad, sin duda en un contexto de crisis y transforma-
conocimiento y disciplina lógico-metodológica, la ción.
filosofía política y la ciencia política se potencian
en sus mejores rasgos y tradiciones.
Balances y gestión
•|• Franco Castiglioni
Director de la Carrera entre abril de 1996 y abril de 2000
EN 1986 YO VIVÍA AÚN en el exterior. Internet esta- de los jóvenes? Eso parecía traducir el preocupa-
ba todavía por llegar, por lo que mi conocimiento do editorial del diario La Nación (¿cómo no recor-
acerca del proceso de institucionalización de la darlo en este aniversario?) que alertaba sobre las
ciencia política como carrera académica en la Uni- consecuencias que traería la creación de la licen-
versidad de Buenos Aires se circunscribía a encuen- ciatura en ciencia política. Debo admitir que, leído
tros ocasionales con colegas que llegaban para par- a miles de kilómetros, produjo el “efecto lupa” por
ticipar en seminarios y congresos y a los recortes el que sus letras se deforman proyectando una
de diarios y revistas que generosamente infaltables imagen irreal: quiero decir que me parecía que el
amigos enviaban por correo. La impresión que me diario más que una dura crítica estaba testeando
transmitían era la de un proceso encarado con fir- su capacidad de veto. ¿Qué decía el editorial?
me convicción, rigor académico y mucho trabajo Resumidamente razonaba de la siguiente forma:
de parte de un conjunto de excelentes profesores considerando el fervor participativo desplegado
convocados por el Consejo Superior para dar vida desde el retorno a la democracia cabía esperar una
al proyecto. ¡Cómo no contagiarse de ese entu- inscripción masiva de estudiantes a la nueva carre-
siasmo! Se estaba por saldar de una vez esa deuda ra de ciencia política. Como al graduarse difícil-
injustificada que excluía la ciencia política de la mente encontrarían una salida laboral, por ser el
universidad más poblada del continente, mientras de ciencia política un perfil profesional indefinido
ésta ya gozaba de ciudadanía en otras universida- de cara a otras carreras tradicionales, se generaría
des públicas y privadas del país; y, sobre todo, te- terreno fértil para el activismo debido a la
niendo en cuenta el reconocimiento académico politización de éstos jóvenes, alimentada por los
internacional sólidamente ganado por politólogos años en la carrera de ciencia política, y el resenti-
argentinos con estudios sobre el desarrollo del miento por no conseguir empleo. Así, el editoria-
Estado, la emergencia del autoritarismo militar, o lista concluía que si la ciencia política debía estu-
el surgimiento del populismo en América Latina, diarse en Buenos Aires, mejor que fuera entonces
y posteriormente contribuyendo al debate de las a nivel de posgrado. Debo decir que hasta ese
transiciones democráticas y las refor mas momento las críticas más difundidas a la ciencia
institucionales, entre otros. Pero si la ciencia polí- política apuntaban, sobre todo, a la tendencia ex-
tica argentina estaba ya en vía de maduración, se- tendida en la disciplina a creer que el conocimien-
guía habiendo voces contrarias a su desembarco to político puede equipararse al conocimiento téc-
como carrera de grado en la UBA. ¿Se trataría po- nico —y sobre la base de la neutralidad científica
siblemente del temor reflejo de los sectores con- aducir razones concluyentes a expensas de la re-
servadores tradicionales del país a que se exten- flexión y la valoración— por lo que la opinión de
diera masivamente en los claustros la politización La Nación, admitámoslo, agregaba al debate un
C I E N C I A P O L Í T I C A . (84)
enfoque del todo singular, sólo que culturalmente restricciones nacionales, para progresar en la in-
primitivo y políticamente reaccionario. vestigación y la vida académica. Para estos últimos,
Cuando volví definitivamente al país, pocos además, las perspectivas no eran estimulantes en
años después, constaté con satisfacción que la Ca- esos años 90, cuando los gobernantes hacían del
rrera de Ciencia Política en la UBA ya no podía presupuesto educativo la medida de su prédica para
volver atrás, estaba en marcha, y ya celebraba su que los investigadores abandonaran sus estudios y
primera camada de egresados, algunos de ellos in- fueran a lavar platos.
mediatamente admitidos en las mejores universi- Como Director de Ciencia Política no se dis-
dades del mundo para proseguir con maestrías y ponen herramientas para resolver semejantes pro-
doctorados. Esa impresión positiva sobre la carre- blemas, pero al menos, si se cuenta con un diag-
ra la verifiqué durante el dictado de mi primer nóstico de la situación al comenzar la gestión, se
materia optativa sobre “Las teorías del cambio en pueden fijar prioridades para encararlos. En otras
América Latina”, a la que concurrían en mayoría palabras, en aquel momento de inicio de gestión,
alumnos del último año de la licenciatura. Compa- conocíamos los problemas, por lo que había que
rativamente con mi experiencia en la universidad decidir acerca de los fines y los medios, de acuer-
italiana, mientras había una sustancial equiparación do tanto a los recursos materiales y simbólicos dis-
en el nivel de conocimientos del promedio de aque- ponibles como a la calidad de apoyo político uni-
llos estudiantes, el del 10 por ciento más destaca- versitario realmente existente en los tres claustros
do era superior entre los argentinos. Superioridad (profesores, graduados y estudiantes). Llamé a un
que asumía mayor valor por las condiciones en la profesor de la carrera, Fabián Bosoer a acompa-
que se estudiaba aquí: muchos trabajaban y cursa- ñarme como Secretario Académico mientras el
ban, la infraestructura edilicia era precaria, y el ac- resto del equipo provenía de la gestión anterior
ceso a la bibliografía requería invertir tiempo y re- de Luis Aznar, todos exigentes y creativos. Como
cursos recorriendo bibliotecas extra muros así como Coordinadora Técnica María Inés Tula siguió en
de la voluntad de algunos estudiantes para tradu- el cargo un año y luego, tras sendos concurso de
cir textos, fotocopiarlos y distribuirlos democráti- antecedentes y oposición, se sucedieron Gisela
camente a sus compañeros. Gómez y María Laura “Laly” Arrascada, ésta últi-
En 1996, al ser designado Director de la Carre- ma con amplia experiencia y conocimiento de la
ra, ya había 1.500 estudiantes regulares y un nú- carrera. Como secretaria y organizadora de la ofi-
mero creciente de graduados de excelencia. Sin cina, durante los cuatro años de mis dos manda-
embargo, ya se observaba, según las primeras en- tos, trabajó eficazmente Laura Escuder.
cuestas sobre el perfil laboral de los graduados, las Es siempre difícil y sesgada hacer una evalua-
dificultades de trabajar “como politólogos”. No ción sobre el resultado de la propia actividad (ya
resultaba, por cierto, que se estuvieran volcando a sea para mejor o para peor, según el nivel de
algún activismo o movilización revolucionaria, sino “autoestima”, diría el psicoanalista). Lo cierto es
que sufrían más bien de los mismos problemas que que empezamos planteándonos que para enfren-
muchos colegas en otras latitudes, tanto en ciencia tar los problemas que habíamos diagnosticado de-
política como en otras disciplinas sociales y bíamos lograr una mayor proyección pública para
humanísticas (y no sólo en éstas). Algunos, debe- la politología asociándola a la Carrera de Ciencia
rían enfrentar al desafío de especializarse según las Política de la UBA. Instalar, donde fuera necesa-
demandas cambiantes de la administración públi- rio, un mayor conocimiento en la sociedad del
ca y de las asociaciones autónomas de la sociedad “politólogo”, de su potencialidad profesional, y de
civil; otros, el de competir por becas y admisiones su producción académica de investigación, de sus
a posgrados en universidades extranjeras, dadas las publicaciones y sus opiniones. Las actividades fue-
C I E N C I A P O L Í T I C A . (86)
A veinte años de la creación de la Carrera de Ciencia Política
Notas y reflexiones
•|• Arturo Fernández
Director de la Carrera entre abril de 2000 y abril de 2002
C I E N C I A P O L Í T I C A . (88)
A veinte años de la creación de la Carrera de Ciencia Política
YA PASARON veinte años... Mi debut en la vida aca- cuantitativos, sondeos, entrevistas y otros. Pese a
démica y los inicios de la Carrera de Ciencia Polí- la utilización de una metodología científica, resul-
tica en la UBA fueron, al mismo tiempo, en las ta notorio que está muy lejos de hacer previsiones
“catacumbas” (aulas en el subsuelo) de la Facultad o realizar predicciones como lo hacen las ciencias
de Derecho; luego en el primer piso de una galería “duras” (véase la caída del Muro de Berlín, acon-
comercial en la calle Florida donde se escuchaba tecimiento impensado sólo una semana antes, o el
todo lo que sucedía en la peatonal; más tarde en la resultado de las elecciones en Misiones en octubre
pequeña polis de Ayacucho (una vieja casona con de este año). En este sentido, la pura descripción
patio) donde todos nos veíamos y conocíamos en empírica, neutra y avalorativa que copia el método
una especie de infancia feliz de la Carrera; pasan- de alguna ciencia natural, evitando juicios norma-
do por Marcelo T. de Alvear donde tuve que dic- tivos y tratando de obtener leyes a través de he-
tar clases hasta en el pasillo al lado del Decanato chos observables con la mayor cuantificación po-
debido a la falta de espacio; para recalar finalmen- sible, no logra el objetivo último mencionado; esto
te en la sede de Parque Centenario, vieja fábrica y es, la predicción, que es —como sabemos— es-
mercado reciclados para formar politólogos y quiva y poco convincente en la ciencia política.
comunicólogos. Por otro lado, en esta clásica contraposición, la
Proviniendo del campo de la filosofía, surgía filosofía política está más interesada en el estudio
en mi interior una primera cuestión acerca de la de las ideas políticas tratando de prescribir la “bue-
naturaleza misma de la “ciencia política”, sabien- na sociedad”, especulando acerca del orden, el lu-
do que podemos encontrar tantas definiciones de gar de los valores, los principios de la obligación
“filosofía” como filósofos. Además no siempre política, la naturaleza de la justicia, la libertad y
resultaba clara la distinción entre conceptos tales otros conceptos relacionados a lo político. Apun-
como pensamiento político, teoría política, filoso- ta a una totalidad y a una normativa y está más
fía política y —por qué no— ciencia política. relacionada con el deber ser que con la mera des-
Norberto Bobbio, siempre tan claro, sencillo y pre- cripción de hechos.
ciso, ayuda a ver la diferencia en un sentido am- Estas distinciones, a veces, resultan forzadas,
plio y otro más estricto, pero que no nos resulta ya que el más empírico de los politólogos utiliza
del todo convincente. postulados “filosóficos” no verificados; y el más
Es indudable que la ciencia política debe reali- filosófico de los investigadores emplea informa-
zar el análisis de los fenómenos políticos con una ciones obtenidas de datos fácticos. En otras pala-
metodología empírica adecuada a través de reco- bras, no deberíamos ver la existencia de un anta-
lección de datos, observación de campo, métodos gonismo entre una ciencia política a-filosófica (se-
C I E N C I A P O L Í T I C A . (90)
A veinte años de la creación de la Carrera de Ciencia Política
C I E N C I A P O L Í T I C A . (92)
los primeros sociólogos norteamericanos (Coser o desde alguna actividad ligada al Estado, lo que
1988). no permitía la construcción de espacios que de-
Durante los años 20 y 30 la tradición formalis- mandaran una actividad profesional específica de-
ta predomina en los estudios políticos. En la déca- nominada “ciencia política”. Era una rama del de-
da del 20 se iniciaron en la Universidad Nacional recho, o en todo caso una reflexión intelectual pa-
de Litoral los primeros estudios sobre ciencia po- recida a un hobby de exquisita hechura (Bulcourf
lítica y relaciones internacionales bajo la denomi- 2006).
nación de “Derecho Consular y de Diplomacia”.
En 1937 se funda el Instituto Argentino de Estudios La ciencia política en las décadas del
Políticos y en 1938 la Academia Nacional de Ciencias 40 y el 50
Morales y Políticas. Entre los estudiosos del derecho Hacia fines de los años 30 se crea en la Facul-
político podemos destacar a Horacio Storni y Jor- tad de Filosofía y Letras el Instituto de Sociología
ge Tristán Bosch. En lo concerniente a la sociolo- bajo la dirección de Ricardo Levene (h). Entre sus
gía se destacan Raúl Orgaz en Córdoba y Ricardo principales colaboradores se encuentran Gino
Levene (h) en Buenos Aires. Por otro lado, el estu- Germani y Alfredo Poviña (González Bollo 1999),
dio de los actores políticos y de sus comportamien- quienes influenciados por teorías provenientes
tos y vinculaciones con intereses extranjeros co- principalmente de Estados Unidos (y en parte de
menzará aproximadamente a partir de los años 30, Europa), años más tarde iniciarían los estudios de
desde el formato del ensayo político. sociología científica en la Argentina y cambiarían
A pesar de la creación de instituciones —tanto el estilo profesional. Es en esta época cuando nace
de formación superior como de investigación—, una nueva profesión intelectual, que otorga
la publicación de libros y la propia continuidad de centralidad a la investigación empírica. Ello reque-
la Revista Argentina de Ciencias Políticas, no podría- ría un nuevo rol para la epistemología y la meto-
mos afirmar que se hubiera constituido claramen- dología, para lo cual era necesario a su vez un nue-
te una comunidad científica ni mucho menos su vo modelo de universidad. A pesar de estos avan-
institucionalización. Por un lado, las condiciones ces, el rol científico de las ciencias sociales no lle-
de la propia vida política argentina se vieron trun- gaba a lograr el reconocimiento por parte de la
cadas a partir del golpe de Estado de 1930; aquí se sociedad.
frustra un ideario de república democrática, lo que La labor intelectual bajo el influjo de Gino
trae aparejada la disminución de la libertad políti- Germani constituye el programa científico-intelec-
ca y por lo tanto de toda reflexión con cierta auto- tual más importante de las ciencias sociales en la
nomía por parte de los que estudian el fenómeno. Argentina. Durante los años del peronismo,
Otro elemento, más ideológico y cognitivo a la vez, Germani se convierte en un fuerte militante opo-
es la creciente desvalorización hacia la propia acti- sitor, lo que lo mantiene por fuera de los círculos
vidad científica que se fue perfilando en los mis- sociológicos institucionalizados. El “modelo
mos años del mencionado golpe. En muchos cír- Germani” de investigación empírica de dedicación
culos se fue creando un clima autoritario que des- exclusiva con financiación de la universidad, el
confiaba de la ciencia y construía una dicotomía Conicet y fundaciones estadounidenses se plasma
manifiesta entre fe y ciencia, donde la seculariza- definitivamente con la creación en 1957 de la Ca-
ción del conocimiento científico era vista como rrera de Sociología en la Facultad de Filosofía y
una herejía a combatir. Desde un ángulo más liga- Letras de la UBA. A pesar de los aportes realiza-
do a la actividad profesional, los cultores de la cien- dos por Alfredo Poviña en Córdoba, la capacidad
cia política eran principalmente abogados que ejer- organizativa y el manejo de los recursos por parte
cían el derecho, ya sea en sus estudios particulares
C I E N C I A P O L Í T I C A . (94)
Si bien ya en los años 60 comenzaba una im- ción de saber es posible sin el marco básico de la
portante tarea de investigación en centros de in- libertad (Graciarena 1974). Específicamente, nin-
vestigación independientes, ellos concentran casi guna disciplina más que la ciencia política se vería
la totalidad del trabajo científico de las ciencias afectada, dada la circularidad entre la política como
sociales con posterioridad al golpe militar de 1966, objeto de indagación y la propia actividad política.
que destruye casi por completo un proyecto cien- El golpe de 1976 trajo consigo el cierre de
tífico universitario y modernizante. En este con- muchas de las carreras de ciencia política y la diso-
texto, por supuesto, era una tarea casi imposible lución de las pequeñas y precarias comunidades
publicar trabajos. Sólo Desarrollo Económico ofrecía científicas que se habían constituido, así como la
esa posibilidad de una manera abierta al público. persecución de muchísimos científicos sociales ar-
Los centros independientes, entonces, dieron aco- gentinos. Para el Proceso, toda actividad intelectual
gida a una gran cantidad de científicos sociales, que no estuviera al servicio del régimen era sospe-
muchos de los cuales orientarían sus estudios ha- chada de subversión, y por lo tanto, sus cultores
cia la ciencia política a su regreso de sus estudios corrían riesgo de muerte, desaparición o tortura.
de posgrado en el exterior. En ese éxodo se ha- Esto provocó un nuevo éxodo y una terrible para-
bían enrolado Guillermo O’Donnell, Oscar Oszlak, lización de la actividad. Los centros de investiga-
Atilio Boron, Edgardo Catterberg, Jorge Roulet, ción se vieron en muchos casos presos de la
Dante Caputo, Marcelo Cavarozzi, José Nun y autocensura, o necesitados de recurrir a la
Liliana De Riz, entre otros (Guiñazú y Gutiérrez consultoría sobre temas desligados de los grandes
1991-1992: 57 n. 18). En cuanto a los temas de debates políticos e ideológicos para poder sobre-
investigación, en esta época hubo un corrimiento vivir. Durante las dos últimas dictaduras, las uni-
desde el interés por los determinantes externos del versidades se convirtieron en “las universidades de
subdesarrollo hacia el estudio del Estado y el au- las catacumbas” —la expresión pertenece a
toritarismo. Si bien la disciplina más importante Gregorio Klimovsky— en las que, a pesar de todo,
entre las que se desarrollaban en estos centros de se logró mantener alguna reflexión social crítica.
investigación era la sociología, una parte de los so- Pero en esas condiciones, la “comunidad” acadé-
ciólogos se dedicó a temáticas propias de la cien- mico-intelectual se reinstitucionalizaría en la me-
cia política: Juan Carlos Portantiero, Miguel dida de lo posible por fuera del Estado, e incluso,
Murmis, Darío Canton, José Nun, Torcuato Di por supuesto, por fuera del país.
Tella, Alberto Ciria, Juan Carlos Torre, y más tar-
de Alcira Argumedo, Horacio González y Ricardo A partir de 1976, entonces, los centros priva-
Sidicaro. También lo hicieron algunos juristas como dos se convirtieron nuevamente en prácticamente
Carlos Fayt o Juan Carlos Rubinstein. Muchos de los únicos ámbitos de trabajo para los científicos
ellos, sin ser peronistas, abordaron como objeto políticos. Cabe mencionar, como ejemplos, a Car-
de estudio el fenómeno peronista contribuyendo los Strasser en FLACSO, a Francisco Delich y
enormemente a su comprensión. Mario Dos Santos en CLACSO —Delich dirigió
entre 1978 y 1989 la revista Crítica y Utopía—, a
Guillermo O’Donnell y Oscar Oszlak en el CE-
La dictadura y la reapertura DES, a Natalio Botana en el Instituto Di Tella, a
democrática Darío Canton en el CICSO y a Dante Caputo en
Los golpes militares, y particularmente la des- el CISEA. La Universidad de Belgrano también
carnada dictadura del autodenominado Proceso de cumplió en esos momentos un importante rol. La
Reorganización Nacional, pusieron freno al desarro- Facultad de Estudios para Graduados organizó los
llo de las ciencias sociales y a toda actividad cientí- doctorados en Sociología, Historia y Ciencia Polí-
fica en general. En principio, ninguna construc- tica, y las maestrías en Relaciones Internacionales,
C I E N C I A P O L Í T I C A . (96)
en ciencias políticas, administración pública o dis- do un diseño original. Edgardo Catterberg tuvo a
ciplinas afines. Casi no existe país latinoamericano cargo la primera gestión de la Carrera a principios
que no ofrezca carreras de este tipo en varias de de 1985. En abril de ese mismo año el Consejo
sus universidades nacionales, que no haya organi- Superior Provisorio de la UBA aprobó la creación
zado posgrados o apoyado la investigación y pu- de la carrera de “Licenciatura en Ciencias Políti-
blicación regular de revistas y obras científicas. En cas” sin haber aprobado su plan de estudios ni tam-
la Argentina son escasas las carreras y centros de poco su ubicación en una unidad académica. Fi-
investigación universitarios en ciencias sociales que nalmente, el plan propuesto se aprobaría en julio,
han sobrevivido a la represión, el desaliento y la con algunas modificaciones hechas por la Comi-
falta de horizonte (...) Ni los partidos políticos ni sión de Enseñanza del Consejo Provisorio —en-
los organismos gubernamentales disponen de los tre ellas, el nombre en singular—, y la Carrera abri-
cuadros técnicos y científicos dedicados a reflexio- ría sus puertas en abril de 1986, con una célebre
nar, sistemáticamente, acerca de los innumerables conferencia inaugural —el luego famoso texto “El
problemas que compondrán la agenda de un futu- futuro de la democracia”— a cargo de Norberto
ro régimen democrático (...) Corresponde al Esta- Bobbio.
do un decidido cambio de actitud que permita crear A pesar de las dificultades encontradas —el
el interlocutor académico de la gestión guberna- cambio de rector parece haber desacelerado el
mental”. En febrero de 1984, el Rector impulso del proceso inicial, a lo que se sumaría el
Normalizador de la UBA, Francisco Delich, nom- hecho de que algunos prestigiosos intelectuales no
bró una comisión que presidió Carlos Strasser con se sumarían a los concursos realizados, además de
el objetivo de diseñar un plan de estudios para la las dificultades de la integración dentro de la nue-
creación de una carrera de ciencia política. La “Co- va facultad—, esta apertura intentaba, por un lado,
misión Strasser” produjo el “Informe de la Comi- concentrar la actividad académica que se encon-
sión para el estudio de la creación de la Carrera de traba tan dispersa en centros de investigación no
Ciencia Política y sus planes de estudio”, conoci- universitarios, y por otro, la formación de una masa
do como el “Informe Strasser”, que fundamentó intelectual democrática e influyente en la dirección
el plan de estudios propuesto en la necesidad de la de la política a través de la transmisión del conoci-
política democrática y sus instituciones, y de su miento científico de la política (Pinto 2002). En
conocimiento teórico e intelectual . este sentido la tarea ha sido exitosa: la Carrera de
La interacción interdisciplinaria y el hecho de Ciencia Política de la UBA ha generado un impul-
que la mayoría de los miembros de la “Comisión so de dimensiones y celeridad nunca antes conoci-
Strasser” —y también de los intelectuales que fue- do por la disciplina en cuanto a la cantidad de alum-
ron citados a comentar sus resultados— había es- nos, graduados, investigadores, profesores y pu-
tudiado en el exterior del país4 , dio como resulta- blicaciones de su ámbito disciplinar5 . En térmi-
4 5
Además de Strasser, participaron regularmente en la Existen hoy en Argentina 33 programas de grado
Comisión Waldo Ansaldi, Hugo Alvarez Natale, Natalio (licenciaturas) y 42 programas de posgrado (15 doctora-
Botana, Eugenio Bulygin, Edgardo Catterberg, Mario Dos dos y 27 maestrías) en ciencia política. En 2002, los
Santos, Osvaldo Guariglia, Carlos Herran, Oscar Landi, estudiantes de ciencia política y relaciones internacionales
Mario Justo López, Roberto Martínez Nogueira, Oscar representaban el 0,9 por ciento del total de los estudian-
Oszlak, Carlos Pérez Llana, Eduardo Rabossi y Beatriz tes universitarios del país, el 76 por ciento de los cuales lo
Rajland. El documento final se encuentra disponible en la hacía en universidades nacionales (Leiras, Abal Medina y
página web de la Carrera de Ciencia Política. D’Alessandro 2005). De las carreras de grado, la más
numerosa es la de la UBA, que tiene a fines de 2006 un
total de 4.416 alumnos inscriptos y 1.773 graduados.
Conclusión
Parados ya en el año 2006 y tratando de realizar
un balance, podemos observar claramente una fuer-
te y sostenida institucionalización y profesiona-
lización de la ciencia política en la Argentina a partir
de 1983. Posiblemente uno de los hitos más im-
portantes de su institucionalización lo haya cons-
tituido la creación de la carrera de grado en la
Universidad de Buenos Aires, dado su centro de
gravedad y su repercusión internacional. La densi-
dad de profesores, alumnos, investigaciones y ca-
rreras profesionales hace de la Carrera de Ciencia
Política de la UBA el núcleo de politólogos más
poblado y rico de nuestro país.
C I E N C I A P O L Í T I C A . (98)
Bibliografía Coser, L. (1988) “Corrientes sociológicas de los Estados
Acuña, C. (2000) “Entrevista”, en POSTData, Nº 6, Unidos”, en Bottomore, T. y R. Nisbet (comps.) Historia del
Buenos Aires, julio. análisis sociológico, Buenos Aires, Amorrortu.
Arias Pelerano, F. (1981) La crisis actual de las Ciencias D’Alessandro, M. (1999) “Algunas notas introductorias
Políticas, Buenos Aires, FEPA. sobre la ciencia política”, en POSTData, Nº 5, Buenos
Aires, noviembre.
Aznar, L. y L. Tonelli (1993) “La ciencia política en el fin
de siglo. Aportes para (re) iniciar una discusión”, en De Luca, M. (2006) “Ciencia política en Córdoba capital:
Sociedad, Nº 3, Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales, un balance sobre el VII Congreso Nacional de la SAAP”,
UBA. en Revista SAAP. Vol. 2, Nº 3, Buenos Aires.
Blanco, A. (2006) Razón y modernidad. Gino Germani y la Fernández, A. (2001) “Entrevista”, en POSTData, Nº 7,
sociología en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI. Buenos Aires, mayo.
Bulcourf, P. (2004) “El árbol y sus frutos: la ciencia política Fernández, A. (2002) “El desarrollo de la ciencia política
y la construcción del conocimiento social en la Argentina en Argentina”, en Fernández, A. (comp.) Ciencia política en
reciente”, en Revista Argentina de Ciencia Política, Buenos Argentina. Dos siglos de historia, Buenos Aires, Biebel.
Aires, Eudeba. Fernández Ramil, M. (2005) “La ciencia política en el
Bulcourf, P (2005a) “La ciencia política en busca de diván: la instrospección disciplinar”, en Revista de Investiga-
sentido”, en Espacios Políticos, Año 5, Nº 2, Córdoba, ciones Políticas y Sociológicas, Vol. 4, Nº 2, Santiago de
noviembre. Compostela.
Bulcourf, P. (2005b) “El desarrollo de los estudios interna- Floria, C. (2002) Entrevista, febrero.
cionales en la Argentina: su historia y perspectiva”, en Floria, C. y C. García Belsunce (1975) Historia de los
Arrosa Soarez, María Susana (comp.) Sociología y relaciones argentinos, vol. II, Buenos Aires, Kapeluz.
internacionales, Porto Alegre, Universidade Federal do Rio
González Bollo, H. (1999) El nacimiento de la sociología
Grande do Sul.
empírica en la Argentina: El Instituto de Sociología, Facultad de
Bulcourf, P. (2006) “¡Cuidado! Edificio en construcción”, Filosofía y Letras (UBA, 1940-54), Buenos Aires, Dunken.
en Espacios Políticos, Año 6, Nº 3, Buenos Aires.
Graciarena, J. (1974) Formación de postgrado en ciencias sociales
Bulcourf, P. y M. D’Alessandro (2001) “Haciendo cami- en América Latina, Buenos Aires, Paidós.
no… la intrincada construcción de la ciencia política
Guiñazú, M. C. y M. A. Gutiérrez (1991-1992) “La ciencia
argentina”, en Espacios Políticos, Año 1, Nº 1, Río Cuarto,
política en Argentina: de la inestabilidad a la transición”,
noviembre.
en Doxa, Nº 6, Buenos Aires, verano.
Bulcourf, P. y M. D’Alessandro (2002) “La ciencia política
Kandel, V. (2001) “La enseñanza de la ciencia política en la
en la Argentina. Desde sus comienzos hasta ls años 80”, en
Argentina”, Trabajo presentado en el V Congreso Nacio-
Revista de ciencias sociales, Universidad Nacional de Quilmes,
nal de Ciencia Política, SAAP, 14 al 17 de noviembre.
Bernal, noviembre.
Kerz, M. (2002) Entrevista, abril.
Bulcourf, P. y M. D’Alessandro (2003) “La ciencia política
en la Argentina”, en Pinto, Julio (comp.) Introducción a la King, J. (1985) El Di Tella, Buenos Aires, Ediciones de
ciencia política, Buenos Aires, Eudeba. Arte Gaglianone.
Bulcourf, P. y J. C. Vazquez (2004) “La ciencia política La Nación (5/05/1986) comentario editorial.
como profesión”, en POSTData, Nº 10, Buenos Aires, La Nación (19/02/2002) “Intelectuales critican su escaso
diciembre. papel en la crisis”.
Bulcourf, P. y L. Jolias (2006) “La historia de la ciencia Leiras, M., J. M. Abal Medina y M. D’Alessandro (2005)
política en la Universidad del Salvador”, en VV.AA. La “La ciencia política en la Argentina: el camino de la
ciencia política en la Argentina–2006, Buenos Aires, Universi- institucionalización dentro y fuera de las aulas universita-
dad del Salvador. rias”, en Revista de Ciencia Política, Vol. 25, Nº 1, Santiago de
Catterberg, E. (1990) “Entrevista inédita”, octubre. Chile.
Cavarozzi, M. y R. Martínez Nogueira (s.a.) “Ciencia
política”, s.e.
C I E N C I A P O L Í T I C A . (100)
“Elecciones en la ciudad 1864-2003. Tomo I (1864-1910)”
de Darío Canton y Jorge Raúl Jorrat, Instituto Histórico de la
Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2005, 512 páginas
RESEÑAS &
Las viejas preferencias de los porteños
REVISIONES
LA RELACIÓN CLASE-VOTO, aun en torno a los amplios elecciones efectuadas entre 1864 y 1879, donde el
cuestionamientos recientes respecto de la subsistencia del mitrismo demostró una correlación negativa con las
primer término en las sociedades contemporáneas, ha sido, categorías de ocupación más bajas (manuales) así como
desde largos años, un tópico central en los estudios con los niveles de analfabetismo, y positiva con las más
impulsados en el campo de las ciencias sociales. Poner a altas (comerciantes y empresarios-profesionales); siendo
prueba tal vinculación respecto de los acontecimientos totalmente inversas las correlaciones del autonomismo. A
electorales desarrollados en la Ciudad de Buenos Aires nivel global, el 78 por ciento del apoyo de los trabajadores
durante el período 1864-1910 constituye el desafío central manuales fue para el PAN, con un 56 por ciento de los no
de esta obra, tomo inicial de una ambiciosa empresa que manuales. Si bien la composición del caudal electoral
pretende arribar a los tiempos contiguos a 2003. autonomista era fundamentalmente no manual dado el
Contra las voces que enunciaban un apoyo social homogé- mayor peso poblacional de esta categoría, igualmente
neo a los diversos partidos que protagonizaron los sobrerrepresentada en los padrones, contaba con un
comicios anteriores a la ley Sáenz Peña, Canton y Jorrat componente manual importante que variaba entre el 29 y
demostraron, con sobradas pruebas, extraídas de la el 50,2 por ciento, diferenciándose claramente del
información contenida en fuentes primarias de difícil mitrismo, con porcentajes muy inferiores (entre el 0,1 y el
localización y acceso —como Registros Cívicos, censos, 30,8 por ciento).
actas de debates legislativos, resultados electorales, Una vez más, los comicios comprendidos entre 1890 y
archivos de patentes, avaluación de manzanas edificadas, 1895 arrojaron un caudal de votos principalmente manual
normas legales electorales, periódicos de la época y para el oficialismo (PN, UCN, Acuerdo) y no manual para
declaraciones de los actores—, la existencia de bases la oposición (UC, PRAD, UCR). Las dimensiones
socioespaciales diferenciales del voto en la Capital. socioeconómicas consideradas (analfabetismo, valor del
Partiendo de una controvertida hipótesis, varias veces inmueble, densidad de población), corroboraron tales
cuestionada en función del supuesto anacronismo de los resultados.
términos de clase y partido en la Argentina de entonces, En 1904, las elecciones celebradas reforzaron el perfil
así como de la influencia desvirtuadora ejercida por las popular del apoyo al partido oficialista (PAN); el que fue
“maquinarias electorales” sobre el sufragio, los autores se luego disputado, aunque con tendencias menos definidas,
embarcaron en la minuciosa tarea de indagar acerca de la por el Partido Autonomista (fracción desprendida de
relación existente entre las categorías de ocupación de los aquél); dando un soporte más de clase alta al Partido
inscriptos en los padrones electorales (como indicador Republicano. Tanto las variables sociodemográficas
principal de clase social) y el correspondiente voto por los (enfermedades epidémicas, analfabetismo, hacinamiento,
partidos políticos en disputa, impugnando directamente la propietarios argentinos de inmuebles) como las categorías
aleatoriedad atribuida a este último. ocupacionales, apoyaron tal aserción.
Tras largos años de una comprometida búsqueda, donde la Finalmente, y como otro de sus principales blancos de
meta perseguida superaba ampliamente la de una mera discusión, los autores identificaron los años comprendidos
historicidad político-partidaria y/o electoral porteña, las entre 1904 y 1910 como testigos de la coexistencia de tres
conclusiones arribadas dan cuenta de la presencia de grupos diferenciales de fuerzas: uno del sector “conserva-
nítidas bases sociales distintivas de las configuraciones de dor-popular”, ligado al oficialismo y constituido por el
partido emergentes. Tal conexión pudo ser comprobada ya PAN, la Unión Electoral, el Partido Autonomista y
en forma temprana respecto de los resultados de las Nacional, la Unión Nacional y el PA, con una conjunción
RESEÑAS &
Entre el estallido y la audiencia.
REVISIONES
Ambivalencias e incertidumbre de la
presencia ciudadana.
•|• Federico Montero
(Politólogo. UBA)
LOS TEMAS DE LA CIUDADANÍA, los procesos políticos, las que en nuestro tiempo atraviesan las identidades políticas y
elecciones y la configuración del espacio público y la sociales, signadas por la contingencia y la fragilidad de lo
sociedad civil en las sociedades contemporáneas son el político.
foco de interés del equipo “Las nuevas formas políticas” Cheresky abre el juego con una introducción y un primer
que dirige Isidoro Cheresky (profesor de Teoría Política ensayo donde nos retrotrae a la crisis de 2001, para asistir a
Contemporánea en la UBA e investigador del Conicet en la aparición de una “presencia cívica multiforme” que se
el Instituto Gino Germani). Su última publicación, autoinstituye en el espacio público en paralelo a la repre-
Ciudadanía, sociedad civil y participación política, reúne ensayos sentación social y política formal. Enigmática e impredeci-
de veintidós especialistas que se proponen interpretar las ble, esta ciudadanía enarbola la crítica a la “clase política” y
manifestaciones de estas nuevas formas de irrupción de la como contrapartida resulta propicia a reconocer liderazgos
ciudadanía como signos de las profundas transformaciones de nuevo tipo, construidos sobre la relación directa con la
C I E N C I A P O L Í T I C A . (102)
opinión pública. Asimismo, aunque reconoce en las crisis de representación. La emergencia de la figura de Juan
elecciones y la democracia el “bálsamo” capaz de despla- Carlos Blumberg, los debates en la Ciudad de Buenos
zar y resignificar el conflicto, esta ciudadanía autónoma Aires alrededor del Código de Convivencia y Cromañón, la
mantiene una relación ambivalente con los dispositivos protesta santiagueña por el “crimen de la dársena”, la
institucionales de representación, siendo capaz de repre- configuración del espacio público en las localidades de La
sentarse a sí misma y apelar por la vigencia de sus deman- Plata y Rosario, y los análisis de los modos de acción
das. Cierran la primera sección —de carácter conceptual— colectiva de los movimientos piqueteros son reconstruidos
los trabajos de Hugo Quiroga, que porta una reflexión en su singularidad por Rocío Annunziata, Sebastián Mauro,
sobre las transformaciones del espacio público, el déficit Daniela Slipak, Darío Rodríguez, María Laura Pagani,
de ciudadanía y los interrogantes sobre la democracia que Marisa Silveti, María Soledad Delgado, Maricel Rodríguez
abren estos procesos, y de Manuel Antonio Garretón, que Blanco, José Natanson y Javier Auyero. Sus trabajos
presenta una visión superadora de los enfoques clásicos pretenden desentrañar el sentido y las limitaciones de
sobre la sociedad civil y la participación política y se acciones colectivas que, toda vez que no impugnan a la
pregunta sobre las condiciones para recrear la comunidad democracia sino que se formulan generalmente bajo la
política a partir de la reconfiguración de la relación entre forma de demandas de derechos, resultan en la ampliación
Estado y sociedad. el espacio público y la puesta en escena de legítimos
Ahora bien, quizás uno de los planteos más lúcidos e reclamos.
inquietantes de Cheresky sea que esta ciudadanía En la segunda sección del libro, estos análisis se amplían al
polisémica y capaz de poner en juego la legitimidad de los escenario latinoamericano, con los estudios de los casos de
representantes ha llegado para quedarse: la crisis de 2001 Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia y México a cargo de
puso en escena un proceso de metamorfosis del vínculo de investigadores de la talla de Evelina Dagnino, Gonzalo
representación que acentúa la incertidumbre propia de las Delamaza, Javier Gallardo, Jean-Pierre Lavaud y Marie-
sociedades democráticas. Así, se configura un espacio France Prévôt Schapira. Finalmente, en la tercera sección,
público habitado por una presencia ciudadana autónoma y bajo el título de “Ciudadanía y globalización”, Carlos
oscilante entre la pasividad de la audiencia escrutada por Waisman, Joseph Yvon Thériault, Jules Duschatel y
los sondeos, las encuestas y los medios de comunicación, y Douglas Chalmers aportan una interesante mirada sobre
la fugaz “presencia” ciudadana en el espacio público, capaz los debates del multiculturalismo, la democracia cosmopo-
de operar la dramatización de un reclamo o de un veto lita y su incidencia en la configuración de las instituciones
bajo la forma del “estallido”. y la representación.
Desde esta clave interpretativa, los autores de los trabajos Extenso, profundo y estimulante, Ciudadanía, sociedad civil y
sobre la realidad argentina asumen el desafío de desandar participación política resulta una expresión acabada de una
los caminos tradicionales del análisis de la sociedad civil y corriente del análisis político que abandona las pretensio-
la participación política para dar cuenta de la novedad que nes clasificatorias, las series y las regularidades y, sin
supone una escena pública “unipolar” en la que, por fuera desconocer la incidencia de estructuras de la economía y
de la acción del gobierno, sólo se registra la presencia en del Estado, pone su eje en el carácter instituyente y dador
las calles de diversas formas de expresión más o menos de sentido de la acción política.
directa de la protesta social, protagonistas y herederas de la
RESEÑAS &
El influjo de la teoría política alemana
REVISIONES
ESTA ERUDITA OBRA COLECTIVA puede ser aprehendida a de Eduardo Hernando Nieto que marca su influencia
partir de dos tipos de lectura. El primero es el convencio- sobre la elite política estadounidense, y otro de Claudia
nal que refiere al autor, tema y apartado en el que se Hilb, quien luego de su tesis doctoral continúa explorando
encuentra. El segundo es el modelo del ágora ateniense, la posición straussiana entre la filosofía política clásica
del debate interactivo entre pares que refleja verdadera- ateniense y la teología política nacida en Jerusalén. Por su
mente lo que fueron las “Jornadas sobre la Teoría Política parte, el diseño burocrático de Max Weber y su influencia
del siglo XX” realizadas en octubre de 2003 en la Facultad en la configuración estatal son observados por César Peón
de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires: un y por Humberto Quiroga Lavié, en este último caso en
ámbito de reflexión compartida. Este es el procedimiento relación a nuestro país.
sugerido por los compiladores de la obra en la introduc- Eminentes constituyentes del pensamiento germano son
ción: exponer diversos horizontes de sentido y enriquecer Theodor Adorno, como reflejan los comentarios que del
las posturas propias mediante la complementación con las mismo efectúa Ricardo Forster; Oswald Spengler,
ajenas. Por ende, el presupuesto del libro es eminentemen- revisitado por Vicente Massot; Hermann Heller visto por
te democrático, respaldando el pluralismo de ideas y Claudio Contreras, Friedrich Nietzsche a través del claro y
cosmovisiones. Actitud que hubiese sido más que necesa- sólido estudio de Miguel Ángel Rossi; Georg Mosse y
ria en determinados momentos del turbulento siglo Ernst Nolte desde la disertación de Horacio Cagni y
pasado. Wilhelm Ropke valorado por Jerónimo Molina Cano. La
Comencemos nuestro estudio de acuerdo al primer patrón presencia de historiadores y economistas no debería
de lectura. Luego de la introducción, nos encontramos con sorprendernos porque, al igual que en el caso de Pasquino,
la disertación inaugural de un importantísimo teórico la interrelación entre las diversas disciplinas es estrecha
político: Gianfranco Pasquino. Y que no sorprenda esta para favorecer el mutuo enriquecimiento.
calificación, ya que en toda su labor politológica, y en esta A la vez, intelectuales con una fuerte impronta de la teoría
conferencia en particular, realiza continuas referencias a las germánica son Vilfredo Pareto, quien mediante la aguda
teorías de la democracia, de la accountability y a la emisión interpretación de Norberto Bobbio es presentado en
de juicios de valor frente a los datos arrojados por su forma ejemplar por Julio Pinto sin los preconceptos que
exposición de los regímenes democráticos comparados. provocan una errónea asimilación de su postura ideológi-
No es posible entonces, según Pasquino, una política co-política; Jean Paul Sartre a la luz del texto de Héctor
comparada ajena a la teoría política, y viceversa, la última Zimerman; Julien Freund y su revalorización de la esencia
debe ser adecuada para analizar la realidad. conflictual de la política en el detallado esbozo de Juan
Finalizando con la primera variante de análisis, existen en Carlos Corbetta; Raymond Aron y su énfasis en enfrentar
total cuatro apartados temáticos. “La irrupción de la teoría la realidad política más allá de los ideales que tengamos de
política en el debate institucional”, “La presencia del poder la misma, como denota el relato autobiográfico del final
en el discurso político”, “La historicidad de lo político” y del artículo de Arturo Fernández, y por último, Ortega y
“La arquitectura del poder”. Gasset y el compromiso que todo intelectual manifiesta
Ahora bien, demos paso a la polis discursiva que tenemos entre su postura teórica y sus preferencias políticas
por delante. Existe un núcleo vertebrador de todos los coyunturales, como enuncia Enrique Aguilar.
trabajos: sus autores provienen de o han sido influenciados Mención aparte merecen en primera instancia el excepcio-
directamente por la filosofía política alemana. Respecto al nal trabajo de Diego Hernán Boriosi y Gabriela Rodríguez,
primer grupo, se hallan dos escritos sobre Leo Strauss, uno que constituye un aporte único en su especie al estudio de
C I E N C I A P O L Í T I C A . (104)
la filósofa política más destacada del siglo XX, Hannah Y a pesar de la exhaustiva lista comentada, resta aún un
Arendt (única representante del género femenino estudia- nombre por mencionar. Carl Schmitt es citado en numero-
da en la compilación), a través de una perspectiva inédita: sas ocasiones a lo largo de los textos, y uno de sus concep-
la filología. Este original encuadre es uno de los mejores tos es útil para finalizar esta reseña, enmarcando a los
homenajes que pueden hacerse a esta ilustre erudita en el diversos autores en esa gran complexio oppositorum, ese
año en que se conmemora el centenario de su nacimiento. cuerpo colectivo multifacético que es la teoría política en
En segundo lugar, es destacable la labor de Cecilia Lesgart general, que al igual que el modelo de ágora mencionado,
al remarcar la importancia del contexto histórico a la hora admite las más variadas posturas en su interior, siempre y
de estudiar a los filósofos políticos, ya que es imposible cuando aspiren al mismo cometido de Reflexiones sobre la
analizar a estos acreditados pensadores sin ubicarlos en la teoría política del siglo XX: una plural y amplia comprensión
comunidad con la cual debatían. del mundo circundante.
Clase Inaugural
El viernes 25 de abril de 1986, en el Aula Magna de la
entonces Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, el
profesor Norberto Bobbio disertó sobre “El futuro de la
democracia”. Esta conferencia dictada por el célebre
filósofo italiano fue la clase inaugural de la Carrera de
Ciencia Política.
IN MEMORIAM
Delegados Rectorales
Edgardo Catterberg (julio 1985 - mayo 1988)
Lilia Puig de Stubrin (mayo 1988 - diciembre 1990)
Directores
Luis Aznar (diciembre 1990 - abril 1996)
Franco Castiglioni (abril 1996 - abril 2000)
Arturo Fernández (abril 2000 - abril 2002)
Tomás Várnagy (abril 2002 - abril 2004)
Jorge Mayer (abril 2004 - presente)
www.cienciapolitica.fsoc.uba.ar
e-mail: [email protected]
C I E N C I A P O L Í T I C A . (106)