Pompeya, La Casa de Marco Lucrecio Frontón

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La vanidad de Narciso

En un dormitorio de la casa de Lucrecio Frontón


se encuentra esta pintura dedicada al mito de
Narciso, enamorado de su propia imagen
reflejada en el agua.
Historia National Geographic 03 de noviembre de 2016 · 22:00

UIG / ALBUM

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Fuentes y pozos

Para las casas más pobres que no contaban con agua corriente se construían fuentes públicas, como
muestra este óleo de Edoardo Forti. Siglo XIX.
En un dormitorio de la casa de Lucrecio Frontón se encuentra esta
pintura dedicada al mito de Narciso, enamorado de su propia imagen
reflejada en el agua.

Para saber más

Se calcula que, justo antes de la erupción del Vesubio,


el 24 de agosto de 79 d.C., había en Pompeya unas
1.500 viviendas, en las que vivían entre 8.000 y
10.000 personas, el 40 por ciento de ellas esclavos.
Naturalmente, no todas estas residencias eran del mismo
tipo. Los más pobres vivían en pequeñas habitaciones
instaladas en la trastienda de un
TEST taller o negocio, o sobre un altillo
TEST NG: ¿Cuánto sabes sobre emperadores (pergula) que no superaba los 50
romanos?
metros cuadrados. Los domicilios
El Imperio romano se desarrolló a lo largo de
de los pequeños comerciantes,
500 años. ¡Demuestra lo que sabes sobre sus
mandatarios! libertos y artesanos tenían entre
Leer artículo 120 y 350 metros cuadrados de
superficie y se componían de una
serie de habitaciones dispuestas en torno a un atrio cubierto, a un
jardín interno (xystus) o a un pasillo. Luego estaban las casas
señoriales, ocupadas por la aristocracia local, los comerciantes ricos y la
alta burguesía pompeyana, ciertamente las más conocidas y atractivas
para los visitantes y los estudiosos.

En la mitad oeste de la ciudad (las regiones o distritos VI-VII y VIII) se


alzaban decenas de residencias señoriales, de extensión considerable –
entre 450 y 2.950 metros cuadrados– y provistas de todos los
refinamientos y comodidades. Una de las mejor conservadas es la
atribuida a Marco Lucrecio Frontón. Está situada en una calle
perpendicular a la vía de Nola, en la regio V, insula IV, y conocemos el
nombre de su propietario porque aparece mencionado en un grafito en
el jardín y en cuatro letreros electorales pintados sobre la fachada de su
casa. Aunque no era de las más extensas –tenía 460 metros cuadrados–,
es conocida por poseer algunas de las pinturas más exquisitas de la
ciudad.

Como en otras casas lujosas de Pompeya, la fachada de la de Lucrecio


Frontón era sencilla, pero bastaba cruzar la puerta de entrada para ver
los signos de la riqueza del propietario. Su estructura originaria
remonta al siglo II a.C., momento en que la población todavía no
plenamente romanizada que habitaba Pompeya se abrió a los influjos
del Oriente helenizado, que penetraban a través del cercano puerto de
Puteolum (Pozzuoli). Desde ese momento, las viviendas tradicionales
itálicas (con atrio cubierto y habitaciones agrupadas en torno a él)
incorporaron, en el centro de un atrio descubierto, el impluvium (una
pequeña fuente donde se recogían las aguas pluviales que se
almacenaban en un aljibe subterráneo) y un jardín porticado en la parte
trasera de la casa (peristylium, núcleo de la casa helenística, en lugar del
atrio).

Asimismo, disponía de salas destinadas a la recepción de invitados


(oecus), a las comidas (triclinium) y al descanso (diaeta). Al ser trasladado
el comedor al área del peristilo, la cocina se colocó también en la parte
posterior de la casa. El tablinum, la suntuosa sala en la que el dueño de
la casa recibía a libertos y clientes, quedaba, por tanto, en mitad de la
vivienda, entre el atrio y el peristilo. De este modo se convertía en
centro de la sugerente perspectiva arquitectónica que se creaba desde la
puerta de entrada.
Ventanas y lámparas

Como en la casa árabe, heredera de la casa romana en el norte de


África, en las viviendas pompeyanas no se abrían ventanas a la calle, al
menos hasta que en época de Augusto comenzaron a llegar a Italia –
desde las minas hispanas de Segóbriga– los primeros cristales de lapis
specularis, un tipo de yeso traslúcido. Las habitaciones recibían la luz y
el aire de los amplios patios y jardines interiores. Durante la noche, los
pompeyanos usaban lámparas de aceite (lucernae) fabricadas con
diversos materiales, sobre todo en barro y bronce, que colocaban en
todos los rincones de la casa. En la de Lucrecio Frontón se han hallado
varios ejemplares de lucernas, aunque no tantas como en la de Julio
Polibio, donde han aparecido 70 lámparas de cerámica.

¿Casas sin muebles?

Pompeya no tenía acceso a materiales constructivos de calidad, ya que


estaba asentada sobre un banco de lava. Para resolver esa limitación sin
renunciar al lujo, las paredes se decoraban con las más refinadas
pinturas al fresco, cuyos colores y motivos fueron evolucionando con el
transcurrir de los años. Aunque la estructura de la casa de Lucrecio
Frontón se remonta al siglo II a.C., sus pinturas fueron realizadas entre
35 y 45 d.C. y responden al final del Tercer Estilo pompeyano, que se
caracteriza por el uso de colores unitarios, principalmente el rojo
cinabrio, el amarillo y el negro. Las paredes se dividen en paneles con
escenas figuradas de tema mitológico y cuadros con paisajes en
miniatura, separados por motivos decorativos como tirsos, guirnaldas,
candelabros fantasiosos y tallos entrelazados, preludio del barroquismo
propio del Cuarto Estilo.
Para saber más

A consecuencia de la destrucción provocada por el


seísmo del año 62 d.C., muchos aristócratas
abandonaron Pompeya y trasladaron a sus nuevas
residencias los ajuares y enseres más preciados, lo que
explica los escasos bienes muebles hallados en las
excavaciones pompeyanas. Así sucede en la casa de
Lucrecio Frontón, que justo antes
Historia del año 79 d.C. estaba
¿Fue Nerón tan malo como se piensa? probablemente deshabitada y en
Mató a dos esposas y es posible que a su proceso de restauración. Aparte
madre. Quizás estuvo detrás del incendio de
de numerosas lucernas y cerámica
Roma, pero desde luego no tocó la lira mientras
ardía la ciudad, y algunos expertos creen que de cocina, se halló en el atrio un
no fue tan malo como lo pintan… magnífico cartibulum, una mesa
Leer artículo en mármol con patas de león que
los romanos solían colocar junto al impluvium del atrio, con vasos de
cobre, de bronce y de plata, como signo de la riqueza de la familia.
Hubo asimismo ladrones y saqueadores que volvieron a las casas poco
después de la erupción para robar los objetos abandonados durante la
huida de sus habitantes. Un recuerdo de estas incursiones de cuniculari
o buscadores de tesoros en la casa de Lucrecio Frontón es el agujero
abierto en el lado sur de la pared del peristilo.

En las casas más antiguas de Pompeya, en los siglos IV y III a.C., se


cocinaba en el atrio cubierto, sede del hogar, con braseros portátiles; se
colocaban los platos sobre el cartibulum y se comía en el tablinum. Con
las innovaciones que comportó la helenización de la arquitectura
doméstica, el lugar de las comidas se trasladó al triclinio, situado junto
al peristilo, y la cocina se instaló en sus inmediaciones.
Cocinas y baños

La casa de Lucrecio Frontón cuenta con una cocina típica, situada en un


ángulo del peristilo: estaba integrada por una sala amplia destinada a
preparar y almacenar los alimentos, y un espacio más reducido para
cocinarlos, dotado de un banco de obra recubierto con ladrillos
refractarios, sobre los que se preparaban las ascuas. Se utilizaban
trípodes de hierro y puntas de ánforas para apoyar los calderos y las
cacerolas. Asimismo, las casas ricas contaban ya desde época samnita
con un pequeño baño privado (por lo general, una habitación con
bañera y brasero en el centro) y con un retrete situado en el mismo
espacio de la cocina. A partir del siglo I a.C. las letrinas se aislaron y los
baños se ampliaron con salas calientes, en las que se instaló el
novedoso sistema de calefacción «radiante», inventado por Sergius
Orata (el hipocausto o suelo sobreelevado bajo el cual circulaba aire
calentado en los hornos).

Sin duda, la casa de Lucrecio Frontón no era una de las grandes


mansiones que describe Vitruvio, con «altos vestíbulos regios, atrios y
peristilos amplísimos, jardines y pórticos lujosos e imponentes,
bibliotecas, pinacotecas y basílicas, cuya magnificencia es comparable
con la de las obras públicas». En Pompeya, este tipo de casas se
encontraban en la bajada hacia el valle del Sarno y el mar (regio VIII).
Por sus dimensiones, la domus de Frontón se situaba en un escalón
inferior. Pero el hecho de que sea una de las pocas casas que conserva
las pinturas del Tercer Estilo –un ochenta por ciento de éstas se han
perdido desde los inicios de la excavación de Pompeya– le otorga un
valor incalculable.

Para saber más


Pompeya: historia y leyenda. de una ciudad romana. Mary Beard. Crítica,
Barcelona, 2014.
La casa romana. Pedro Ángel Fernández Vega. Akal, Madrid, 2003.

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