Schwarzböck - Los-Espantos PDF
Schwarzböck - Los-Espantos PDF
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Estética y postdictadura
Los espantos
Estética y postdictadura
Silvia Schwarzböck
ISBN 978-987-1501-77-9
Los espantos
Estética y postdictadura
Silvia Schwarzböck
© Cuarenta Ríos, 2015
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
I.
II.
III.
luz del día. Para que los espantos espanten con seriedad justo
en el momento histórico en el que ya no necesitan ocultarse,
se tiene que abandonar, en la operación de representarlos, el
lenguaje negativo, antiexplícito, que fue característico del arte
post Auschwitz.
La seriedad de lo terrorífico, si no, si fracasa por exceso de as-
cetismo, resulta kitsch, porque su objeto, más allá de cómo se lo
represente, linda de suyo con lo ridículo. Lo que aterroriza a un
adulto siempre se parece, aunque sea recónditamente, al hom-
bre de la bolsa, al camión de la perrera y a la oscuridad de la pie-
za cuando se apaga la luz. Es decir, al campo de concentración.
Pero incluso el campo de concentración entra, no sin tras-
tocarse su significado, en el régimen de lo explícito: su mo-
delo pasa a ser, en poco tiempo, Guantánamo, un lugar del
que se sabe de su clandestinidad sobre todo por las imágenes.
Clandestinidad y explicitud, en el campo de concentración
contemporáneo, se convierten en un solo concepto. La exhibi-
ción de imágenes de la tortura es parte intrínseca de la tortura.
El Estado, tras deshacerse del fantasma del comunismo, no
necesita ocultar, para producir terror, su clandestinidad estruc-
tural. Por eso la deja ver. Y la deja ver en imágenes eminente-
mente superficiales, que se detienen en la retina y se pueden
guardar fuera del cerebro, en memorias portátiles, después de
haberlas compartido e, incluso, comentado, con personas ma-
yormente desconocidas.
Cuando finalmente la tecnología, con internet, se adecua a
los deseos humanos, la estética explícita ya es, de manera os-
tensible, la estética hegemónica de la sociabilidad contempo-
ránea. De hecho la estética, como disciplina filosófica, nace
para pensar una forma de sociabilidad (el gusto), que aspira a
universalizarse en el preciso momento en que la burguesía (a
mediados del siglo XVIII), con su ascenso social, la imita de la
aristocracia.
Introducción 27
La vida verdadera
4
Fuente: www.bernardoneustadt.org/contenido_25.htm
Estética y derrota 33
5
Rozitchner, León, Acerca de la derrota y de los vencidos, Buenos Aires,
Quadrata y Biblioteca Nacional, 2011, p. 42.
34 Silvia Schwarzböck
La inexistencia de la muerte
8
Vertov, Dziga, Artículos, proyectos y diarios de trabajo, trad. V. Goldstein,
Buenos Aires, De la Flor, 1974, pp. 16-17.
40 Silvia Schwarzböck
Sa(n)tanismo
Buenos Aires por Siglo XXI editores, en una nueva edición ampliada y
con otro subtítulo: Juicio al mal absoluto. ¿Hasta dónde debe llegar la jus-
ticia retroactiva en casos de violaciones masivas a los derechos humanos?
Estética y derrota 45
vo, con que la dictadura nombraba a todo aquel que podía ser
llevado a un campo de concentración, borró para siempre las
diferencias entre los sujetos de la militancia.
Que no se pueda hablar de la militancia pre76 si no es con
universales abstractos es parte de la victoria simbólica de la
dictadura, de lo que ella tiene de diferente de la mera repre-
sión material y psicológica, del puro acto de torturar y hacer
desaparecer personas, y de lo que tiene de común con el clima
de negocios de la posguerra fría: frente a esa actividad irrepre-
sentable que es la militancia revolucionaria, lo que los jóvenes
de la postdictadura encuentran en su lugar, como actividad re-
presentable y representada por viejos, es la política a secas, la
política “como algo del otro lado, como cosa de burgueses”. Lo
cual no quita que a buena parte de la juventud le vaya a gustar
precisamente por eso.
17
Lindner, Lux, y Fernández Rajoy, Mariángeles, Departamento de
Producción Textual del COMARGIN (Comisariado de Argentinidad
Inmanente), “El libro Gordo del Niño Mierda 1978”, en: Otra parte.
Revista de letras y artes, N° 15, primavera 2008, pp. 63-64. El título de la
obra remite a El libro Gordo de Petete, una enciclopedia infantil publicada
por García Ferré en los años de la dictadura.
50 Silvia Schwarzböck
18
Gambarotta, Martín, Punctum, Buenos Aires / Bahía Blanca, Mansalva
/ Vox, 2011, p. 69. La edición original es de 1996.
19
Rozitchner, León, Acerca de la derrota y de los vencidos, op. cit., p. 77.
Estética y derrota 53
Los ex
el enemigo de la leche
que se toma en barrios enemigos
apreciando la arquitectura enemiga,
el enemigo puso una confitería enemiga
el enemigo sabe que no quedan
ideas enemigas, el enemigo anota
que anduviste en una pick-up
embarrada por el camino negro
buscando el local donde tocaba _____,
que pediste la vuelta del número 8 herniado
y que te ahogás de noche,
el enemigo no usa la palabra
enemigo, el enemigo
sabe que nadie juega
con la palabra enemigo,
que no se puede definir,
el enemigo
tiene en claro
cuáles son las luces
enemigas, los planetas
enemigos, las piedras
enemigas, las zonas
enemigas, el enemigo
compagina las ideas enemigas,
por ejemplo, compagina la rendición
de tal y tal para el noticiero de la tarde
ambientando las tomas del allanamiento final
con una música clásica
donde los graves van
más rápido que los agudos.21
21
Gambarotta, Martín, Punctum, op. cit., pp. 77-78.
Estética y derrota 57
El salón literario
La ilustración oscura
22
Fogwill, Rodolfo Enrique, “La herencia semántica del Proceso”
(Primera Plana, abril 1984), en: Los libros de la guerra, Buenos Aires,
Mansalva, 2ª ed. (corregida y aumentada), 2010, p. 69. La edición origi-
nal es de 2008.
23
Fogwill, Rodolfo Enrique, “Diálogos en el campo enemigo. Entrevista
de Horacio González, Christian Ferrer, Eduardo Rinesi, María Pía López
y Felipe Rinesi”, en El ojo mocho, Nº 11, 1997, en: Los libros de la guerra,
op. cit., p. 316.
Estética y derrota 61
25
Fogwill, Rodolfo Enrique, “La guerra sucia: un negocio limpio de la
industria editorial” (El Porteño, agosto 1984), en: Los libros de la guerra,
op. cit., pp. 82-84.
64 Silvia Schwarzböck
La vida no verdadera
26
“… ni siquiera en el considerando 12 y el punto 30 (…), que ordenó
el enjuiciamiento no sólo de los ex Comandantes sino también ‘de los
oficiales superiores que ocuparon los Comandos de Zonas y Subzonas de
Defensa’, de ‘todos aquellos que tuvieron responsabilidad operativa en las
acciones’, de ‘quienes por su ubicación en la cadena de mandos conocie-
ron de la ilicitud del sistema’, o cometieron hechos aberrantes o atroces”.
Verbitsky, Horacio, “El marasmo de la justicia”, en: Página 12, 3/5/15,
p. 5.
66 Silvia Schwarzböck
La no familia
Los rebeldes
Socialdemocracia
Postrotskismo
28
Benesdra, Salvador, El traductor, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 1ª.
reimpresión, 2013, p. 292. La edición original, publicada por Ediciones
de la Flor, es de 1996.
78 Silvia Schwarzböck
qué “el único que tuvo apoyo popular fue Perón, por derecha,
no los partidos obreristas, por izquierda”.29 No lo desespera, en
absoluto, comprender la máquina simbólica del peronismo. El
peronismo, para él, es la no verdad absoluta, con lo cual no le
interesa comprenderlo. Sí le interesa la no verdad relativa, la no
verdad de los ismos que se creen la verdad absoluta: el estalinis-
mo y el maoísmo.
Zevi ha leído a Foucault y, a través de él, a Nietzsche. El
poder sádico al que aspira el burgués –después de esas lectu-
ras– le resulta menos peligroso, en términos políticos, que la
imposición de la verdad a la manera estalinista. Si el burgués
quiere tener esclavos –razona Zevi– todos los que no caen bajo
su látigo le son indiferentes: no los piensa como oponentes ni
desea exterminarlos. El estalinista, en cambio, quiere el control
de las mentes: piensa en términos de normalidad o demencia,
de reeducación o exterminio físico, y no le basta con imponerse
–látigo mediante– a un grupo reducido de hombres.30 Cuando
Zevi se entera de que los candidatos de la otra lista, en la elec-
ción de delegados para la comisión interna de Turba, lo llaman
“el loco”, dice:
–Es natural. Todos estos canallas pasaron por el PC o estruc-
turas parecidas, nunca abandonarán el sueño de poder ence-
rrar en manicomios a sus oponentes.31
29
Rozitchner, León, Acerca de la derrota y de los vencidos, op. cit., p. 49.
30
Benesdra, Salvador, El traductor, op. cit., pp. 582-583.
31
Idem, p. 282.
La no verdad 79
Los ismos de la postdictadura
Burocratismo
cia. Es algo por lo cual matar y por lo cual todos se matan: los
que escriben literatura, los que escriben sobre literatura, y los
que hacen ambas cosas.
A falta de sistemas filosóficos que destituir, de una moder-
nidad argentina en sentido fuerte (que empiece con un “yo
pienso”, para construir sistemas, y termine con un Espíritu
Absoluto, que haga querer dejar de construirlos), se santifica
el ensayismo. Pero la santificación del ensayo no sólo no cues-
tiona la departamentalización del espíritu en vigencia, sino que
hace que el ensayismo argentino ocupe dentro de ella, con la
ayuda de los estudios culturales, el lugar más conveniente para
la Gran Filosofía europea.
Al convertir al ensayo en la tradición filosófica argentina, se
hace valer, para el caso de la filosofía, lo que Sarmiento dice
en el Facundo para el caso de la literatura: se pondera como
original –como originario de América– lo que se ve como ori-
ginal desde el espíritu europeo. El ensayismo ocuparía el lugar
de nuestra épica: otra sublime barbarie sublimada. Porque sólo
contra una gran filosofía sistemática el ensayo puede ser el mar-
gen del concepto y, a su vez, su superación: puede significar
libertad para el objeto, en lugar de libertad para el sujeto, y pue-
de dar lugar a una filosofía antisistemática que, no obstante, no
renuncie a la filosofía.
Ahora bien: aún si se aceptara como un factum que la he-
rencia de la filosofía argentina es el ensayismo, su problema
sería, en ese caso, su objeto casi excluyente: la Argentina. Este
objeto es lo que explica, sin justificarlo del todo, que quienes
se dedican a la filosofía en Argentina le hayan cedido la filoso-
fía argentina, sin demasiado forcejeo, a los historiadores de las
ideas o a los sociólogos: quien lee a Alberdi, a José Ingenieros o
a Ezequiel Martínez Estrada, pero también quien lee a Carlos
Astrada, a Rodolfo Kusch, o a Enrique Dussel, busca explicar
algo distinto que quien lee a Kant, a Hegel o a Marx. Ningún
La no verdad 85
Los ismos de la postdictadura
Protosociología
Antibuenismo
38
Rubio, Alejandro, La enfermedad mental. Poesía reunida, Buenos Aires,
Gog y Magog, 2012, p. 397.
La no verdad 89
Los ismos de la postdictadura
Interpretacionismo
39
La relación del menemismo con la estética explícita se retoma en el ca-
pítulo 3, en los puntos “Estética explícita”, “La política y el mal” y “El no
fundamento”.
La no verdad 97
Los ismos de la postdictadura
Alfonsinismo
Inteligencia de la inteligencia
Postcontrainteligencia
debe entender por qué son otros los que lo tienen sino cómo
podría él llegar a tenerlo.
Entre estos dos momentos (el de entender por qué el poder
es ajeno y el de descubrir cómo podría ser propio) hay un abis-
mo y la estrategia para saltarlo –dice el filósofo– es la política.
Este sería, en última instancia, el ardid de la razón, sobre todo
si lo piensa, a la manera de un joven hegeliano, un hegeliano jo-
ven: hacer que los seres humanos hagan política, es decir, hacer
que jueguen a que son arrastrados por una razón que, en este
momento (no para siempre), está de su parte. Recién cuando
los jóvenes triunfan –y si triunfan– se dan cuenta de que era ése,
precisamente, el momento propicio para actuar.
A diferencia de la política, la economía requiere, de parte
de quien la piensa, un descentramiento del yo tan completo
que incluso para entender su momento político (la lucha de
clases) no alcanza, en el capitalismo tardío, con la sustitución
de identidades: no hay comedia ni, mucho menos, imitación
del espíritu, en el escenario económico; para eso debería haber,
como condición mínima, identidades de amos y esclavos que
puedan intercambiarse, a fin de poder pensar, en cada posición
relativa, como el respectivo opuesto. Para pensar la lógica de
quien vence y calla no alcanza, siquiera, con un pensamiento
paranoico.
3. Estética postparanoica
Walshismo (I)
44
Walsh, Rodolfo, “Juegos de guerra” [julio de 1965], en: El violento oficio
de escribir, op. cit., pp. 246-249.
Estética postparanoica 113
Pensamiento paraestatal
Walshismo (II)
Postwalshismo
La patria no socialista
48
Maggiori, Germán, Entre hombres, Buenos Aires, Edhasa, 2013, pp.
171-175. La edición original es de 2001.
122 Silvia Schwarzböck
Arriba de ellos
49
Fogwill, Rodolfo Enrique, Vivir afuera, op. cit., pp. 334-338.
124 Silvia Schwarzböck
Postparanoia
Estética explícita
La política y el mal
El no fundamento
50
Rubio, Alejandro, “Televisión”, en: “Novela elegíaca en cuatro tomos:
tomo uno”, en: La enfermedad mental. Poesía reunida, op. cit., p. 150 (La
edición original de Novela elegíaca en cuatro tomos: tomo uno, publicada
por editorial Vox, Bahía Blanca, es de 2004).
Estética postparanoica 133
Celebramos el décimo
aniversario de la editorial fundada
en la Ciudad de Buenos Aires
en el mes de septiembre
del año dos mil seis