Cartas de Caldas

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ACADEMIA COLOMBIANA

DE CIENCIAS EXACTAS, FISICAS Y NATURALES

CARTAS DE CALDAS

BOGO T A - COLOMBIA
1978
ACADEMIA COLOMBIA N A
DE CIENCIAS EXACTAS, FISICAS Y NATURALES

/
/ CARTAS DE CALDAS/

BOGOT A - COLOMBIA
1978

©Biblioteca Nacional de Colombia


ESTE UBRO SE PUBLICA
CON LA COLABORACION ESPECIAL
DEL FONDO COLOMBIANO
DE INVESTIGACIONES CIENTIFICAS
Y PROYECTOS ESPECIALES
"FRANCISCO JOSE DE CALDAS" \
COLCIENCIAS

©Biblioteca Nacional de Colombia


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¿.j_ .

PREFACION

La Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas 'Y Naturalu, . con


el patrocinio económico del Fondo Colombiano de In-vestigaciones Científicas
'Y Pro'Yectos Especiales Francisco ]osé de Caldas, CoLCIENCIAS, presenta esta
obra que contiene prácticamente la totalidad de las cartas conocidas, .escritas
p~r el sabio granadino durante los años de su existencia acti-va.
Esté librf? -viene a complementar el que bajo el mote de "Obras co;,pletas
de Francisco ]osé de Caldas" publicó la Uni-versidad Nacional de Colombia
como homenaje en el sesquicentenario de su muerte.
. Hace 'Ya muchos años que el doctor Eduardo Posada, con paciencia bene-
dictina, recopiló los trabajos 'Y cartas de Caldas, que fueron publicados por la
Academia Colombiana de Historia como -volúmenes IX 'Y xv de la Biblioteca
de Historia Natural.
La comisión designada por la Academia de Ciencias para este objeti-vo
quedó integrada por quienes suscriben el presente Prefacio 'Y contó inicial~
mente con la colaboración del doctor Al-varo Fernández., distinguido botánico,
'Y del científico e historiador Andrés Soriano Lleras (q.e.p.d.).
Se tomó como base la colección presentada por Posada, agregándole nu-
merosas otras cartas que se han logrado conseguir, colocándolas en estricto
orden cronológico, cualquiera fuere su destinatario. Aquellas que aparecen sin
/echa han sido colocadas en el sitio que les corresponde teniendo en cuenta su
contenido. ·
En la transcripción de las cartas, especialmente las que aparecen en Po-
sada, se ha conservado la grafía de los nombres propios 'Y apellidos, con el
· objeto de no traer confusiones o correcciones incompletas.
No se ha contentado la comisión con presentar simplemente las cartas,
como documentos fríos, sino que cada una de ellas aparece comentada, en
notas al pie de la carta, que pudiera decirse, así como con la identificación de
los personajes que menciona Caldas.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Esta ide.ntificación de personajes ha sido tal ,e~ la labor más ardua, pues
hubo de consultarse numerosos textos, entre los que merece citarse el "Dic-
cionario Biográfico 'J Genealógico del antiguo Departamento del Cauca", de
Gusta,o Arboleda.
Se han hecho comentarios a las cartas para coordinarlas, especialmente en
el aspecto científico, no solamente entre sí sino con los trabajos que escribió
Caldas, haciendo las correspondientes citas.
Al final se presenta una relación de las cartas incluidas en esta obra, con
indicación de su origen, para permitir su consulta por parte de quienes deseen
proseguir nuestras in,estigaciones.
Igualmente bajo el mote de "lndice onomástico" se citan no solamente
los personajes que menciona Caldas en sus cartas, sino también los que apa-
recen en las notas de comentario, con exclusión de autores posteriores en las
citas meramente bibliográficas.
En este mismo índice se introduce una bre,e noticia biográfica de los
personajes identificados, haciendo especial hincapié en las relaciones que hu-
bieren tenido con Caldas 'J sin pretender hacer alarde de erudición, especial-
mente de aquellos nombres extranjeros CU'JOS datos aparecen con ma'Jores de-
talles en las enciclopedias de uso común.
En los casos que no fue posible hacer la identificación, se menciona sim-
plemente el nombre con la referencia únicamente de la carta o cartas en que
aparece.
La Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas 'J Naturales pre-
tende con la publicación de este libro rendir un nue,o homenaje a la memoria
de quien ·puede considerarse como el símbolo de la Ciencia Colombiana.
Bogotá, 1978.

ALFREDO D. BATEMAN JORGE ARIAs DE GREIFF


Presidente. Secretario.

©Biblioteca Nacional de Colombia


INDICE

Prefael6n
1 . Al Colegio Mayor del Rosario. Agosto 11 de 1788 . . . . . . . . . . . . 13
· 2 . Al Gobernador y Comandante. General. Popayán, febrero f de 1793 13
3 . Al Teniente de Gobernación. i>opayán, septiembre 17 de .1793 . 20
-4 . A Camilo Torres. La Plata, julio 2-4 de 179f . . . . . . 21
· f . A Santiago Arroyo. Sin lugar ni fecha . . . . . . . . . . 22
6 . A Santiago Arroyo. Pital, octubre 31 de 179f . . . . 23
7 . A Santiago Arroyo. La Jagua, diciembre 9 de 179f 2-4
8 . A Santiago Arroyo. El Gigante, noviembre de 1796 27
9 . A Santiago Arroyo. Sin lugar ni fecha . . . . . . . . . 28
10 . A Santiago Arroyo. Pital, diciembre 16 de 1796 . . . 29
11. A Camilo Torres. Pital, diciembre 16 de 1796 ..... . ... 1 • • 30
12 . A Sa~tiago Arroyo. Popayán, marzo. f de 1797 . . . 31
13 . A Santiago Arro)'o. Popayán, marzo 20 de 1797 . . . 33
14 . A Santiago Arroyo. Sin lugar. Abril f de 1797 3-4
1 S . A Santiago Arroyo. Somos, 27 de abril de 1797 H
16 . A Santiago Arroyo. Popayán, mayo f de 1797 . 3f
17 . A Santiago Arroyo. ~opayán, mayo 20 de 1797 . . . . 37
18 . A Santiago Arroyo. ·Popay.án, junio f de 1797 ... . 38
19 . A Santiago Arroyo. Gigante, octubre 1f de 1797 . . . 39
20 . A Santiago Arroyo. Gigante, diciembre 2 de 1797 39
21 . A Santiago Arroyo. Sin lugar ni fecha . . . . . . . .. -40
22 . A Santiago Arroyo. Gigante, febrero 1 f de 1798 . . . . . . ~1

23 . A Santiago Arroyo. Popayán, diciembre 3 de 1798 . . . -42

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2-4 . A Santiago Arroyo. Popayán, enero S de 1799 . . . 43
) 2S . A Santiago Arroyo. Popayán, marzo 20 de 1799 .. . -48
26 . A Santiago Arroyo. Popayán, junio 20 de 1799 .. . 49
27 . A Antonio Arboleda. Popayán, agosto 28 de 1800 .. . .. . so
28 . A Santiago Arroyo. Popayán, noviembre 20 de 1800 S2
29 . A Santiago Arroyo. Popayán, enero 20 de 1801 f-4
30 . A Santiago Arroyo. Popayán, febrero S de 1801 . . . S6
31. A Santiago Arroyo. Popayán, marzo S de 1801 . . . S7
32 . A Santiago Arroyo. Popayán, marzo 20 de 1801 .. . S9
33 . A Santiago Arroyo. Popayán, abril S de 1801 .. . 63
34 . A Santiago Arroyo. Popayán, mayo S de 1801 .. . 67
H . A Santiago Arroyo. Popayán, mayo 20 de 1801 .. . 69
36. A Santiago Arroyo. Popayán, junio S de 1801 72
37 . A Santiago Arroyo. Popayán, junio 20 de 1801 .. . ... 76
38 . A Santiago Arroyo. Popayán, julio S de 1801 . . . 80
39 . A Santiago Arroyo. Popayán, julio 20 de 1801 .. . SS
40 . A Santiago Arroyo. Popayán, agosto S de 1801 .. . 89
41 . A José Celestino Mutis. Popayán, agosto S de 1801 ..... . 98
-42 . A Santiago Arro'fO. Popayán, agosto 11 de 1801 . . . . .. 102
43 . A Santiago Arroyo. Quito, septiembre 21 de 1801 ... 102
H . A Santiago Arroyo. Q\tito, octubre 6 de 1801 . 106
4S. A Antonio Arboleda. Quito,- octubre 6 de 1801 .. . 110
-46 . A Santiago Arroyo. Quito, octubre 21 de 1801 .. . 113
47 . A Antonio Arboleda. Quito, octubre 28 de 1801 .. . 117
48. A Santiago Arroyo. Quito, noviembre 6 de 1801 .. . 120
49. Al Fiscal Francisco José de lriarte. Quito, noviembre it de 1801 122
so . Al Fiscal Francisco Jasé de lriarte. Quito, diciembre 2 de 1801 124
H. A Antonio Arboleda. Quito, diciembre 6 de 1801 12S
S2 . A Santiago Arroyo. Quito, diciembre 21 de 1801 127
H . A Santiago Arroyo. Quito, enero 21 de 1802 . .· . 130
H . A Antonio Arboleda. Quito, enero ·21 de 1802 ... 13S
H . A José Celestino Mutis. Quito, febrero 6 de 1802 139
S6 . A Santiago Arroyo. Quito, febrero 6 de 1802 .. . 143
S7 , A Antonio Arboleda. Quito, febrero 6 de 1802 . . . . . . . . . 14-4
SS . A Santiago Arroyo. Qllito, marzo 6 de 1802 .. . 148
S9 . A Antonio Arboleda. Chillo, marzo 6 de 1802 .. . 149
60. A Santiago Arroyo. Quito, marzo 21 de 1802 .. . H4

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61. A Antonio Arboleda. Quito, marzo 21 de 1802 160
62 . A Camilo Torres. Quito, marzo 28 de 1802 163
63. A José Celestino Mutis. Quito, abril 6 de 1802 . . 164
64 . A José Celestino Mutis. Quito, abril21 de 1802 . . 169
65. A José Celestino Mutis. Quito, mayo 6 de 1802 . . 174
66 . A Juan José Hurtado y Antonio Arboleda. Quito, mayo 6 de 1802 178
67 . A Juan José Hurtado y Antonio Arboleda. Quito, junio 3 de 1802 180
68 . A José Celestino Mutis. Quito, junio 21 de 1802 . . . 181
69 . A José Celestino Mutis. Quito, julio 6 de 1802 . . . . 185
70. A José Celestino Mutis. Quito, julio 21 de 1802 . . . 190
71 . A José Celestino Mutis. !barra, agosto 8 de 1802 . . 193
72 . A José Celestino Mutis. !barra, septiembre 23 de 1802 . . 194
73. A José Celestino Mutis. Otavalo, noviembre 7 de 1802 199
74 . A Santiago Arroyo. Otavalo, noviembre 7 de 1802 . . . . 205
75 . Al Barón de Humboldt. Otavalo, noviembre 17 de 1802 207
76 . A José Celestino Mutis. Otavalo, noviembre 22 de 1802 . 211
77 . A José Celestino Mutis. Quito, enero 6 de 1803 . . . 212
78 . A Santiago Arroyo. Quito, enero 6 de 1803 . . . 214
79. A José Celestino Mutis. Quito, febrero 20 de 1803 216
80. A José Celestino Mutis. Quito, abril 21 de 1803 . . 218
81 . A José Celestino Mutis. Quito, mayo 6 de 1803 . . 220
82 . A José Celestino Mutis. Quito, mayo 21 de 1803 . . 221
83. A José Celestino Mutis. Quito, julio 6 de 1803 . . . 222
84 . A José Celestino Mutis. lbarra, octubre 6 de 1803 224
85 . A José Celestino Mutis. Quito, noviembre 21 de 1803 . . 227
86 . A José Celestino Mutis. Quito, enero 6 de 1804 . . . . . . 230
87 . A José Celestino Mutis. Quito, febrero 6 de 1804 234
88 . A Santiago Arroyo. Sin lugar ni fecha .. . 236
89 . A José Celestino Mutis. Quito, marzo 5 de 1804 237
90 . A Antonio Arboleda. Quito, abril 20 de 1804 . .. 238
91 . A Santiago Arroyo. Quito, mayo 6 de 1804 240
92 . A Camilo Torres. Quito, junio 6 de 1804 ... 241
93 . A Santiago Arroyo. Quito, junio 6 de 1804 242
94 . A José Celestino Mutis. Quito, julio 6 de 1804 .. 242
95 . A José Celestino Mutis. Cuenca, agosto 28 de 1804 244
96 . A José Celestino Mutis. Cuenca, septiembre 28 de 1804 . 245
97 . A José Celestino Mutis. Quito, enero 3 de 1805 ..... . 247

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98 . A José Celestino Mutis. Quito, marzo 6 de 180S . .. 248
99 . A José Celestino Mutis. Quito, marzo 21 de 180S . 248
100 . A José Celestino Mutis. Pasto, abril 28 de 180S ... 249
101 . A José Celestino Mutis. Popayán, mayo 20 de 180S 2SO
102 . A José Celestino Mutis. Popayán, junio S de 180S .... . 2~1
103 . A Antonio Arboleda. Santa María, julio 28 de 180S .. . 251
104 . A Santiago Arroyo. Popayán, septiembre S de 180S . . . 2S2
105 . A Antonio Arboleda. Real Observatorio de San Carlos, febrero 28
de 1806 . . . . . . ... ... ... ... ... ... 253
106 . A Jerónimo Torres. Real Observatorio de San Carlos, marzo 28 de
1806 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2S6
107 . A Santiago Arroyo. Santafé, abril 6 de 1806 . . . 2S7
108 . A Antonio Arboleda. Santafé, abril 6 de 1806 258
109 . A Jerónimo Torres. Sin lugar ni fecha . . . . . . . . . . . . 2S9
110 . A Santiago Arroyo. Santafé, agosto 6 de 1806 . . 261
111 . Al Real Consulado de Cartagena. Santafé, diciembre 9 de 1806 261
112 . A Santiago Arroyo. Santafé, julio 21 de 1807 . . . . 262
113 . A Santiago Arroyo. Santafé, agosto 6 de 1807 . . . 262
114 . A Santiago Arroyo. Santafé, septiembre 21 de 1807 263
115 . A Santiago Arroyo. Santafé, noviembre 6 de 1807 264
116 . A Santiago Arroyo. Santafé, diciembre 6 de 1807 . 266
117 . A Santiago Arroyo. Santafé, enero 6 de 1808 . . . . . 267
118 . A Santiago Arroyo. Santafé, febrero 6 de 1808 . . . 268
119 . A José Manuel Restrepo. Santafé, febrero 19 de 1808 269
120 . A Santiago Arroyo. Santafé, febrero 21 de 1808 . . . 270
121 . A Santiago Arroyo. Santafé, mayo 21 de 1808 270
122 . A Jerónimo Torres. Sin lugar, junio 6 de 1808 271
123 . A Santiago Arro'fo. Santafé, junio 21 de 1808 272
124 . A Santiago Arroyo. Santafé, julio 21 de 1808 273
12S . Al Secretario del Virreinato. Santafé, septiembre 30 de 1808 274
126 . A Jerónimo Torres. Santafé, octubre 6 de 1808 . . . 283
127 . A Santiago Arroyo. Santafé, noviembre 6 de 1808 284
128 . A Santiago Arroyo. Santafé, enero 21 de 1809 284
129 . A Santiago Arroyo. Santafé, febrero 6 de 1809 28S
130 . A Santiago Arroyo. Santafé, marzo 6 de 1809 286
131. A Santiago Arroyo. Santafé, junio 6 de 1809 . 286
132 . Al Virrey Antonio Amar y Borbón. Santafé, julio 19 de 1809 287
133 . A Santiago Arro'/O. Santafé, agosto 21 de 18 09 . . . . . 296

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134. Al Virrey Amar y Borbón. Santafé, noviembre 19 de 1809 297
135 . A Diego Martín Tanco. Santafé, diciembre 15 de 1809 300
136 . A José Casamayor. Santafé, enero 12 de 1810 300
13 7 . A Manuela Barahona. Febrero 6 de 181 O . . 3O1
138 . A Manuela Barahona. Febrero 20 de 1810 301
139. Al Juez Subdelegado de la Silla Apostólica. Santafé, febrero 27 de
1810 . . . . . . 302
140 . Al Provisor Gobernador del Arzobispado. Sin lugar ni fecha 303
141 . A Antonio Narváez Latorre. Santafé, marzo 9 de 1810 304
142 . A Jorge Wallis. Santafé, marzo 20 de 1810 305
143 . A Manuela Barahona. Santafé, abril 6 de 1810 . . 306
144. A Santiago Arroyo. Bogotá, abril 20 de 181 O . . 307
145 . A Manuela Barahona. Sant~fé, abril 21 de 1810 308
146 . A Manuela Barahona. Santafé, mayo 6 de 181 O 309
147 . Al Real Consulado de Cartagena. Santafé, mayo 12 de 1810 . . 310
148 . A Manuela Barahona. Santafé, mayo 21 de 181 O 3 11
149 . A Sanguineto. Sin lugar ni fecha 312
15 O. A Manuela Barahona. Santafé, junio 6 de 181 O . . 3 12
151. A Manuela Barahona. Santafé, junio 20 de 1810 313
152 . A Manuel Varela. Santafé, julio 20 de 1810 . . 314
15 3 . A Manuela Barahona. Santafé, agosto 6 de 181 O . . 314
15 4 . A Manuela Barahona. Santafé, septiembre 7 de 181 O 315
15 5 . A Salvador Rizo. Enero 19 de 1811 316
156 . A Benedicto Domínguez. Santafé, marzo 12 de 1811 3 16
157. A Santiago Arroyo. Santafé, agosto 5 de 1811 317
158 . A Benedicto Domínguez. Tunja, marzo 16 de 1812 318
159 . A Benedicto Domínguez. Tunja, marzo 28 de 1812 318
160. A Benedicto Domínguez. Tunja, marzo 31 de 1812 321
161 . A Benedicto Domínguez y Francisco Urquinaona. Tunja, abril 15
de 1812 323
162 . A Antonio Arboleda. Tunja, abril 15 de 1812 324
163 . A Benedicto Domínguez y Francisco Urquinaona. Sogamoso, abril
28 de 1812 326
164 . A Manuela Barahona. Sogamoso, mayo 12 de 1812 . . . 327
165 . A Benedicto Domínguez y Francisco Urquinaona. Sogamoso, mayo
12 de 1812 328
166 . A Manuela Barahona. Sogamoso, mayo 21 de 1812 329
167 . A Camilo Torres. Sogamoso, mayo 23 de 1812 329

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168. A Manuela Barahona. Tunja, junio 3 de 1812 . 332
169. A Manuela Barahona. (Fragmento) . ... . . 332
170 . A Manuela Barahona. Sin lugar ni fecha 333
171 . A Manuela Barahona. Sin lugar ni fecha 333
172 . A Manuela Barahona. Tunja, sin fecha . . . . .. . .. . 334
173 . A Manuela Barahona. San Gil, julio 15 de 1812 . . .. . . . 335
174 . A Antonio Nariño. (Fragmento) . . . ... ... 336
175 . A Benedicto Domínguez. Tunja, agosto 12 de 1812 . 336
176 . ·A Manuela Barahona. Sin lugar ni fecha .. . 337
177 . A Manuela Barahona. Sin lugar ni fecha . . . . .. 338
178 . A Benedicto Domínguez. Tunja, 1812 .. . .. : 338
179 . A Miguel Pombo. Tunja, agosto 22 de 1813 .. . 339
180. A Manuela Barahona. Tunja, agosto 24 de 1812 342
181 . A Manuela Barahona. Sin lugar ni fecha . . . . . . . . . 342
182 . A Manuela Barahona. Tunja, septiembre 18 de 1812 343
18 3 . A Manuela Barahona. Cartago, febrero 4 de 1813 344
184 . Sin destinatario. Cartago, mayo 5 de 1813 . . . . . . . . . 344
18 5 . A Juan del Corral. Bufú, septiembre 2 8 de 1813 . . . 34 5
18 6 . A Juan del Corral. Arma, octubre 1O de 1813 346
187 . Sin destinatario. (Fragmento) . . . . . . . . . 348
188 . A .Alejandro Vélez. Rionegro, junio 6 de 1814 .. . . . . . . 348
189 . A Francisco Montoya Zapata. Medellín, agosto 9 de 1814 . . 349
190. A Francisco Montoya Zapata. Medellín, agosto 12 de 1814 . 350
191 . A Manuela Barahona. Mesa de Juan Díaz, marzo 31 de 1816 . . . 350
19 2 . A T oribio Montes. Popayán, julio 21 de 18 16 . . . . . . . . . . . . 35 2
193 . A Toribio Montes. Popayán, agosto 21 de 1816 . . . 353
194 . A Toribio Montes. Popayán, septiembre 6 de 1816 35 4
19 5 . A Pascual Enrile. Santafé, octubre 27 de 1816 . . . 3H
Indice Onomástico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359
Ubicación de los originales y publicaciones previas . . . . . . 417

39551- 71

12

©Biblioteca Nacional de Colombia


1
Don Francisco josef de Caldas y Tenorio, vecino de esta ciudad, ante
usted, en la mejor forma que haya lugar en derecho parezco, y digo: que para
acreditar y calificar mi persona y de ser hijo legítimo de señor regidor don
Josef de caldas y de doña María Vicenta Thenorio/ vecinos de esta ciudad,
mis legítimos padres: se ha de sen-ir la justificación de usted manda que se
me dé una certificación auténtica de manera que haga fe, con vista de los
papeles, que con la so.lemnidad~ y juramento necesario presenta, y con citación,
o vista de ellos al Señor Procurador Síndico General, por los que constan mis
ascendientes, y de ser Hijos Dalgos notorios, en cuya posesión se han mante-
nido hasta la presente sin variación, como también los empleos, que han obteni-
do honoríficos, así políticos como militares, y hecho que sea, que se me entre-
guen todos los originales por convenirme as~ por tanto y con testimonio de
las diligencias que se actúen.
A usted pido y suplico lo provea, y lo mande, y lo necesario, etc.
FR.-.NCISco JosÉ DE CA!.oAS.

1
José de Caldas Rodríguez de Camba y María Vicenta Tenorio Arboleda. Este memorial
fue elevado por Caldas para acreditar su hidalguía y tener así derecho a la beca de Colegial Mayor
en el Colegio del Rosario en Sanrafé. Fue radicado con fecha 11 de agosto de 1788.

2
Señor Gobernador y Comandante General 1 •
No pudiendo el Padre General de Menores,2 sin gran dolor y sentimiento
de su corazón, ver tantos jóvenes de ambos sexos entregados a una vergon-
zosa ociosidad, madre verdadera y origen fecundo de todos los vicios, ya·
sea por la indolencia y descuido de sus padres, o ya en fin por no
tener una mano robusta que los dirija en sus primeros años, ha juzgado por
muy útil a la Religión, al Estado y al cumplimiento de su oficio, hacer pre-
1
El Gobernador de Popayán Diego Antonio Nieto.
• Cargo que desempeñ6 Caldas a partir de ese año ( 1793) .
13

©Biblioteca Nacional de Colombia


sente a la paternal benignidad de Vuestra Señoría un medio seguro para ocu-
rrir a estos inconvenientes y daños que experimentamos con dolor. Vuestra
Señoría, con ese piadoso corazón y tino político con que le ha dotado la
naturaleza, puede juzgar si es o no útil a la sociedad lo que voy a exponer.
Muchas veces, señor Gobernador, he entrado conmigo mismo en serias
reflexiones sobre el modo de dar ocupación útil y honesta a esta parte del
pueblo, que es en gran número, en especial las mujeres. Yo he puesto los ojos
sobre los monasterios, sobre aquellas casas que ha erigido la piedad para asilo
seguro de la virtud; pero éstos son solamente dos: el uno, por constitución
particular, ha cerrado sus puertas a toda joven que no entre a profesar la
vida religiosa; el otro, aunque no tan severo en este particular, no puede re-
coger entre su recinto el crecido número de niñas que se hallan sin oficio y
destino. He buscado casas de recogidas, y no las he hallado. He preguntado
por el hospicio, y aunque no le he encontrado erigido, a lo menos veo ya
vestigios de él, y he concebido dulces esperanzas de que la Divina Pr;ovidencia,
tomando por instrumento tan buen Jefe, en breve nos presentará construida
esta casa que el vicio mira con horror y que la virtud espera con impaciencia.
El corazón y el ánimo menos patriótico se llenan de sentimiento y de dolor
al ver los gremios desiertos y las calles, trucos, garitas, etc., pobladas de jóve-
nes lozanos, cuyos brazos ociosos podían ser de mucha utilidad a la República.
De aquí tomé la idea de proponer a Vuestra Señoría un medio para impedir
los tristes progresos que hace cada día la pereza. Este es entregar a aquellos
jó-..enes que toda-..ía se hallan en su minoridad (pues a Vuestra Señoría y demás
justicias pertenece proveer acerca de los demás), entregarlos, digo, a los maes-
tros 'J artesanos honrados, escriturados de tal modo que éstos se constitu'Jan
por 'Verdaderos padres de sus discípulos 'J aprendices, teniendo el cuidado de
ru educación, de su -..estido 'J alimentos.
Confieso que aun este medio tiene algunos obstáculos que vencer. Los
maestros no quieren tener la pensión de velar sobre su conducta, que es el
objeto principal, y no quieren hacerse cargo de sus alimentos y vestidos. Mu-
chos de ellos, aunque por una parte los asisten la honradez y hombría de bien,
tienen que mantener sus propios hijos y parientes huérfanos; unos temen las
malas inclinaciones de los discípulos, y no quieren exponer sus propios y aje-
nos intereses a· la perversidad de algunos jóvenes ya viciados. Otros se resisten
a recogerlos por no exponerse a las importunidades y muchas veces a las insO-
lencias de las madres, que no quieren se corrijan y castiguen, por una compa-
sión mal entendida, los desvíos de los hijos, y procuran insolentarlos y sacarlos
del poder del maestro, anteponiendo los verdaderos intereses de la educación
al corto que sacan de las ocupaciones domésticas que ordinariamente le5 dan,
y éstas, en vez de conducirlos al bien, les corrompen los bellos naturales que
recibieron de manos de la naturaleza, o más propiamente del Criador. Aquí.

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aquí, señor Gobernador, está el cáncer; y aquí, aquí suplico se apliquen los
remedios. Las madres son la verdadera causa de la ociosidad y de la perdición
de los hijos, pues si éstas se mostraran severas y castigaran con rigor la falta
del hijo al oficio, éstos se aplicarían y no se abandonarían a la pereza. Llega
a tanto la pasión de estas madres, que si se han animado por un efecto extra-
ordinario (no hablo de todas) a entregarlos a algún .artesano o menestral para
su enseñanza, y por algún accidente se escapan de sus manos, las madres los
ocultan y los roban de la vista del maestro cuando éste los busca para volver-
los al oficio y sujeción. La casa de la madre se puede juzgar como un asilo de
la iniquidad del hijo, y a las madres, como protectoras de su perdición ·y ma-
quinadoras de su ruina. Ellas saben muy bien pintar bajo el colorido de virtud
sus fines depravados y peligrosos. Lágrimas, lamentos, miseria, vejez, enferme-
dades, crueldad, hambre, desnudez, etc., todo viene a su socorro, y todo lo
disponen de tal modo, para sacar al joven aprendiz de la autoridad del maestro,
que es capaz de ablandar el severo corazón de Catón. Ultimamente, señor Go-
bernador, se obstinan los maestros en no recibirlos, porque la experiencia les
ha enseñado que así que el joven ha medianamente aprendido el oficio, sacude
el yugo y va a dar a otra parte el fruto que cogió bajo la dirección y a expen-
sas de los sudores de éste. No dudo que la caridad cristiana y el amor que
Vuestra Séñoría profesa a este lugar disiparán estos que parecen inconvenien-
tes graves, y que . en la realidad son muy débiles para impedir los progresos
de la educación, cuando caen en las manos de un Juez que empuña la espada
de la justicia, y que sin distinguir colores hiere a la iniquidad dondequiera
que la encuentra.
No quisiera hablar a Vuestra Señoría ·de los medios que son practicables
para desvanecer estos obstáculos. Sé que su penetración los tiene ya previstos,
y que es superfluo explicarlos; pero a lo menos me permitirá Vuestra Señoría
hacer una sucinta relación de lo que ya tengo practicado en este particular, y
de lo que desean los maestros para llevar _a l fin el asunto de la enseñanza.. He
pasado personalmente a las oficinas de todos los gremios a proponer a los
maestros que reciban a los menores que se hallen sin oficio y destino. Unos
han accedido gustosos a mi pretensión, admitiéndome uno o más, como lo
puede Vuestra Señoría ver por la lista que presento con el nombre del maestro
y número de .niños que recibe; otros se han denegado, y otros, en fin, han
cedido después de reiteradas insinuaciones. En vista de esta lista verá Vuestra
Señoría qúe tenemos ocupados sesenta y seis jóvenes, y espero que en lo su-
cesivo se ocuparán muchos más, pues viendo que los discípulos aprovechan y
son de utilidad al maestro, se aplicarán a enseñar, y las madres darán gracias
al Señor por semejante beneficio.
Para ·que pueda subsistir la educación del joven contra los esfuerzos de
las madres y pasiones de los hijos, he tenido a bien pedir a Vuestra Señoría
se den bajo las condiciones siguientes:
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1' Que se entreguen formalmente por medio de escritura pública;
2' Que en ésta se niegue toda protección, separándolos del todo de las
madres, parientes y deudos para impedir de este modo los disgustos que se
podrán ocasionar a los maestros;
3' Que a éstos se les dé dominio sobre ellos, y acción para traerlos y qui-
tarlos de otro poder si alguna vez hacen fuga y se arriman a otro, aunque sean
del mismo oficio;
"
4' Que se entreguen por un espacio de tiempo competente para que pue-
dan aprender con perfección el oficio;
5' Que después que hayan aprendido el oficio se mantengan en casa del
mismo maestro por uno o dos años, trabajando en utilidad de dicho maestro,
para que de este modo se recompensen las fatigas y gastos de su enseñanza y
alimentos; y que los artesanos, viendo que cogen el fruto de su trabajo, se
apliquen a la educación de los jóvenes. Vuestra Señoría verá si conviene mo-
dificar esta condición mandando se les dé la mitad o cuarta parte de lo que
ganen, para socorrer a sus madres o hermanos, o para sí;
6' Que lo maestros deban dar cuenta a este Gobierno, si alguna vez hace
fuga el joven, para que se les auxilie a fin · de volverlo al trabajo y suj~ón;
7' Que si las madres van con. insolencias a donde los maestros por algún
castigo hecho justamente a sus hijos, se les castigue con la pena que Vuestra
Señoría tenga por conveniente señalar;
8' Que sólo en caso de sevicia se les oiga a las madres y se saquen los
jóvenes del poder de los maestros crueles, para entregarlos .a otro;
9' Que siempre que se pruebe esta sevicia de parte del maestro, se castigue
a éste con las penas que establezca Vuestra Señoría;
10. Que si el joven aprendiz es orgulloso y altivo, y no quiere sujetarse,
se le remache un grillete o se sujete del modo más apto.
Estas me han parecido las condiciones o capítulos más necesarios para
que pueda permanecer la enseñanza; a éstos podrá añadir o quitar la pruden-
cia de Vuestra Señoría, según halle por conveniente, .y mandar se celebren las
escrituras bajo las más acomodadas para el asunto presente.
Pienso que el número de niños que hay existentes sin oficio, exceden al
número que reciben los maestros; y como quedan sin destino, he juzgado por
conveniente entregarlos a los sujetos, hombres de. bien, que necesitan de pajes,
para que cuidando de su educación, oficio y alimentos, les sirvan a la mano.
No me parece difícil este medio para acomodar los sobrantes, porque ya ha
habido quien me los pida, y los he puesto al fin de la lista de los maestros para
satisfacer a Vuestra Señoría.

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Para entresacar del pueblo a los menores sin oficio, y poner en práctica lo
dicho, suplico encarecidamente a Vuestra Señoría se sirva pasar cuanto antes or-
den secreta a los señores Alcaldes de barrio para que con el mayor cuidado y vi-
gilancia formen cada uno de su cuartel una lista de todos los jóYenes menores de
ambos sexos que se hallen sin ocupación ni oficio, desde la edad de siete años
hasta la de 'Veinticinco, sin distinción de clases ni condición, sean nobles, sean
plebeyos. Después de este conocimiento se ha de dignar Vuestra Señoría dar las·
órdenes necesarias para que arreglándose a dicha lista, se cojan y saquen 'del
lado de la madre o parientes, y se haga la entrega a los maestros o sujetos
ya dichos.
Bien sé que muchos se admirarán al oír decir que el Padre General de
Menores pide que los jóvenes nobles se recojan para aplicarlos a los oficios.
Admírense tl,orabuena todos aquellos soberbios que poseídos de los dictados y
títulos pomposos de caballería, se juzgan hombres de otra especie, y que no se
ocupan sino en estudiar sus genealogías, en llevar su ascendencia hasta el fun-
dador del género humano y en esculpir en bronce o piedra los escudos y armas
de su casa. Admírense aquellos vanos que, figurándose divinidades, reputan
por nada a los demás hombres, y no juzgan que existen sino para servir a su
orgullo y vanidad. Estoy seguro no se admirarán aquellos que tienen una
idea justa de lo que es la verdadera nobleza. A nosotros mismos debemos im-
putamos los daños ocasionados por la ociosidad de los jóvenes distinguidos,
provenidos únicamente de la idea fantástica que se han formado algunos de
su nacimiento. juzgan que es incompatible la hidalguía con los oficios, y
apartando de sí con una mano las artes, con la otra abrazan la pereza e inac-
ción; y se puede asegurar sin temeridad (no hablo de todos, pues bien sé que
muchos se ocupan en mantener sus obligaciones) que han venido a ser sinóni-
mos el noble y el ocioso. Y o quisiera destruir esta idea falsa del ánimo de mis
compatriotas, y en su lugar substituir otras verdaderas, poniéndoles delante
de sus ojos los hombres grandes de todos los siglos y de todas las naciones
que han honrado las artes profesándolas; pero esto sería demasiado largo. Me
contentaré con nombrar, pasando en silencio infinitos verdaderamente gran-
des, algunos de la augusta casa de Borbón, que dignamente ocupan muchos
tronos de la Europa. Solo el nombre de Luis XIV, tercero abuelo de nuestro
augusto Soberano Carlos IV, basta para llenar de gloria a los labradores, al
ver a su frente empuñando la azada aquellas manos acostumbradas a llevar
el cetro de la Francia. El piadoso Carlos m en todo el tiempo de su reinado
tuvo cuidado de dar a sus ilustres hijos y nietos, enseñándolos no sólo en la
religión y en la moral, sino también en las ciencias y en las artes proporcionadas
a su clase. Buen ejemplo de esto tenemos en el Serenísimo señor Infante don
Gabriel. No contento con el paternal amor de Carlos, con dar ejemplo en su
real familia del aprecio que hacía de las artes, quisiera damos las lecciones

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CARTAS DE CALDAS- 2

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en su real cédula de 18 de marzo de 1783, cédula que llenará de gloria el
reinado de este Soberano y que hará época en los fastos de nuestra legislación.
Su Majestad declara que no solo (estas son sus palabras) uel oficio de curti-
dor, sino también las demás artes y oficios de herrero, sastre, zapatero y otras
de este modo, son honestas y honradas; que el uso de ellos no envilece la fami·
lia ni las personas de los que los ejercen, ni la inhabilitan para obtener los
empleos municipales de la República en que estén avecindados los artesanos o
menestrales que los ejerciten, y que tampoco han de perjudicar las artes para
el goce y prerrogativas de la hidalguía a los que la tuvieren legítimamente,
conforme a lo declarado en las Ordenanzas de reemplazos de Ejército de 7 de
noviembre de 1770, aunque los ejerciten por sus mismas personas; siendo
exceptuados de esta regla los artistas o menestrales y sus hijos que abandonaren
su oficio o el de sus padres, y no se dedicasen a otro o a cualquiera arte o pro·
fesión, con aplicación y aprovechamiento, aunque el abandono sea por causa
de riqueza y abundancia, pues en tal caso, viviendo ociosos y sin destino, quie-
ren ser obste los oficios y estatutos como de presente, en inteligencia de que
el Consejo, cuando hallare que entre generaciones de padre, hijo y nieto ha
ejercitado y sigue ejercitando el comercio o las fábricas con adelantamiento
notable y de utilidad al Estado, propondrá (según está prevenido por SuMa-
jestad) la distinción que podrá concederse al que le supiere y justificare ser
director o cabeza de tal familia, y conserva su aplicación sin exceptuar la
concesión y privilegio de nobleza, si le considerase acreedor por la calidad a
los adelantamientos del comercio o fábricas". Esta es la formal declaración
de Su Majestad a favor de los oficios. A vista de esto, ¿podrán niños nobles
ver con desdén una profesión que las leyes aprueban y que abrazan las prime-
ras personas de la Monarquía? Aun cuando no tuviéramos estos motivos de
autoridad, la razón sólo basta para hacer amar las artes y ocupación. Pues que
porque son nobles ¿han de ser viciosos, jugadores, holgazanes? ¿Han de más
bien pedir limosna que trabajar? o lo. que es más regular, ¿han de sostenerse
con decencia y esplendor a costa del mercader o pulpero que fía, ya sea el
vestido, ya el alimento? ¡Ah! esta conducta injuria la razón y escandaliza el
mundo. Bien se podía repetir continuamente esta especie noble lo que ha dicho
de ellos uno de los más grandes poetas de nuestros días:
De todas estas gentes la razón admirada,
Detesta nuestros nobles, que no sirven de nada.
Entretanto nosotros, con soberbia fiereza,
El ocio consagramos a la antigua nobleza.
Sus celebrados padres, que tan útiles fueron,
Derecho de no serlo por herencia les dieron.
Inútiles estorbos entre los ciudadanos,
Nacieron solo para adorarse así vanos;

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Porque no se degrade tan sublime excelencia,
Renuncian a las ARTES, renuncian a la ciencia,
Y a los plebeyos dejan enteramente ociosos,
El bajo y vil empleo de sernos provechosos.
TRIGUEROS 3 •

En vista de todas estas cosas, señor Gobernador, suplico a Vuestra Seño-


ría humildemente mande recoger a los nobles menores que se hallaren sin ofi-
cio, y que se entreguen a los maestros lo mismo que hemos dicho de los ple-
beyos, supuesto no se les priva de su hidalguía y estimación, y pueden al mis-
mo tiempo manejar sus manos el bastón y el buril, estar ya en el Tribunal, ya
en su taller. Este será quizá el medio de destruir en lo sucesivo la ociosidad
en los jóvenes nobles, y que ya no veamos la flor de la juventud ocupada en
menear naipes, en sostener tertulias indecorosas, en vegetar sin fruto, en _.. ;
pero mejor es dejarlo a la penetración de Vuestra Señoría. Quizá, repito, será
un medio seguro para que desvaneciéndose del capricho de muchos la idea falsa
de bajeza que tienen de las artes, y viendo no han perdido nada de su hidal-
guía y nobleza, los padres mismos los apliquen al trabajo y ocupación y acaben
de entender que solo aquel es hombre de bien que cumple con las obligaciones
que le impone nuestra sagrada religión y el Estado, estando útil y honestamente
entretenidos.
Las jóvenes, que no son en poco número, piden quizá con más justicia
recogimiento y ocupación. El ánimo se horroriza al contemplar las funestas
consecuencia que vienen a esta mitad del género humano cuando se le deja sin
freno y sujeción. De la ociosidad viene la miseria, de aquí la prostitución, y
¿de ésta? ¡Ah! separemos de nuestros ánimos objetos tan tristes, ocasionados
únicamente del poco caso que se hizo de su educación en los primeros años.
Las pasiones se avivan con satisfacerlas, y poco a poco van adormeciendo y
perdiendo los sentimientos de religión y honestidad, y cuando menos lo pensa-
mos nos hallamos con unas viciosas y escandalosas, que pasan sus días alimen-
tadas de delitos, y vienen a reducirse al infeliz estado de granjear el sustento a
costa de la virtud y honestidad. ¡Tan grandes son los daños que ocasiona la
mala educación! No es posible que el ánimo paternal de Vuestra Señoría deje
sin remedio a esta parte del pueblo. Y a oigo que me dice que es cierto todo lo
dicho, y que me manda le exponga el medio de evitar estos daños. No hay gre-
mios; no hay, ya lo he dicho, suficientes monasterios; no hay casa de recogidas;
no hay hospicio. Confieso que no hay todo esto. ¿Será éste bastante motivo
para que abandonemos al desorden al sexo que con más justicia es acreedor
por su delicadeza a nuestro cuidado y vigilancia? Nada menos. No puedo
sobrellevar, señor Gobernador, con ánimo sereno, el ver a los jóvenes remedia·
dos, y a las jóvenes quedarse en medio de la ociosidad, para pasar, cuando

• Cándido María Trigueros.


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oprima la miseria, a alistarse entre las del séquito de Venus. Para evitar esto
he pensado hacer presente a Vuestra Señoría un medio que puede servir de
provisional mientras tenemos hospicio, esto es, que Vuestra Señoría mande que
los señores Alcaldes de barrio, al mismo tiempo que forman la lista de los
niños, formen otra de las mujeres menores sin destino. Conocido el número
que haya de éstas, y de qué calidad, edad y condición, he pensado pasar, con
venia y orden de Vuestra Señoría, en compañía del señor Procurador General,
don Mateo Fernández Moure, con quien lo hemos acordado y a quien le toca
este asunto, quizá con más título que a mí, a casa de las señoras de distin-
ción, a ver qué número de jóvenes necesitan para ocuparlas en su servicio, con
solo la obligación de cuidar de su conducta, de su oficio y alimentación. Me
parece que ya veo desaprobar en el ánimo de Vuestra Señoría mi proyecto,
porque juzgará quizá no haya señora que admita a estas jóvenes en sus recá-
maras. Convengo que en la mayor parte no las admitirán, si sólo se hace una
simple entrega de la niña, sin las formalidades necesarias, porque todas las
señoras temen trabajar en su educación, alimentarlas y vestirlas, y que cuando
esperaban coger fruto de ellas, se vaya la joven, sin arbitrios para volverla a
la educación y sujeción. Entréguense como he dicho de los jóvenes por el tiem-
po necesario para su educación, y que no puedan salir del lado de la señora sin
tomar antes el estado de casada, de modo que solo ésta y la servicia sean las
puertas de salir de la sujeción; últimamente, que en caso de fuga se observe
lo mismo que en los jóvenes. De este modo, señor Gobernador, no dudo halla-
remos quien ampare a estas pobres jóvenes que a cada momento piden con
más ansia su remedio. El Padre General desea se hiciera lo mismo con aquellas
viudas desarregladas que han perdido al mismo tiempo la honestidad y al
marido.
Esto es lo que el Padre General ha tenido a bien representar a Vuestra
Señoría, pidiendo humildemente se digne reflexionar sobre el asunto, y aprue-
be lo que halle por conveniente, olvidando todo aquello que juzgue no conven-
ga al público, y en que como principalmente me haya desviado en carrera tan
espinosa.
FRANCISco JosÉ DE CALDAS.
Popayáp y febrero 5 de 1793.

3
Señor Teniente de Gobernación.
Desde que este Ilustre Cabildo confió en mis manos la defensa y cuidado
de los menores, he deseado con ansia apartar de ellos la ociosidad y pereza.
Para conseguir esto no hallé otro medio más conveniente y adaptable a la
constitución del país que habitamos, que el aplicar a la juventud ociosa a los
oficios, entregándola a los maestros de sus respectivas clases. Destituido el
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Padre General de autoridad y jurisdicción para poner en práctica este medio
verdaderamente útil, le será de indispensable necesidad valerse de la autoridad
del Jefe de la Provincia. En efecto, hice una representación al Gobierno, des-
pués de haber practicado personalmente la diligencia de ver a los maestros de
los oficios, para que me admitiesen los jóvenes ociosos y se ocupasen en sus
oficios. Las piadosas intenciones del Gobierno aprobaron mi modo de pensar,1
y se ordenó que los señores Alcaldes de barrio formasen el padrón de sus res-
. pectivos cuarteles dentro del término de quince días, ajustándose en todo a mi
representación. Ignoro si se han concluido los referidos padrones; pero sí sé
que no se ha dado el cumplimiento debido al Decreto del Gobierno y a mi
representación. He tenido por conveniente poner en manos de Vuestra Señoría
este papel, para que considerando la importancia del asunto, ordene se cum-
pla con un Decreto tan justo y tan útil al bien público.
FRANCISco JosÉ DE CALDAS.
Popayán y septiembre 17 de 1793.

1
No se conoce ese documento, contestación a la exposición de Caldas del 5 de febrero
anterior.

4
Mi amado y estimado don Camilo: 1
Así que pensé aliviar a mi casa de algún modo y yo restablecerme en mi
enfermedad, dejando a Popayán, me han seguido los trabajos.2 El 14 de éste
salí con ropas para Neiva y Timaná, y el 20, pasando por las laderas del río
Páez, estaba por los montes, se me rodó la carga de baúles llena de intereses,
ropas y alhajas, que aprecio el todo en cuasi tres mil pesos. Temiendo esto,
mi hermano Camilo3 advirtió al arriero trajese la mula de diestro para evitar
este fracaso. Este haragán no lo obedeció, y en una estrechura peligrosa se
desbarrancó la mula con carga y todo, de la que no hay ni noticia, a pesar de
los cuidados que hemos puesto para su busca.
Y o no atribuyo la culpa tanto al arriero cuanto al maldito camino y al
descuido del comisionado del Cabildo de Popayán para componerle, y tam-
bién al mismo Cabildo y propios por la confianza suma que han puesto en el
1
Camilo Torres Tenorio.
• Con esta carta se inicia la correspondencia de Caldas; corresponde a la etapa en que,
luego de haber renunciado al cargo de Padre de Menores que ejercía en Popayán y a la cátedra
de Derecho Civil, se dedicó al comercio con lo cual ayudaba también a su familia, cuya situa-
ción económica era estrecha. Véase también la carta N~' 7.
°Camilo Caldas Tenorio.
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comisionado. En el pueblo de Inzá se nos exige por la mula y por la carga dos
reales solamente, con el fin de la composición del camino; el común sufre esta
carga, y el camino ha cosa de un año no se compone. Y o haré ver esto con el
señor Obispo/ que está quejosísimo del camino, con toda su familia y con todo
el vecindario de Plata, Neiva y Timaná, sin saber en qué se ha invertido el
dinero, que asciende cada año a cosa de mil pesos. Esto lo comprobaré con
todos los dueños de recua de ésta, de Timaná y Neiva. Sólo dos sujetos de
éstos, Serrano y Buendía, han dado por su parte cosa de doscientos pesos en
un año. ¿Qué será de todas las Provincias? Bajo de todas estas circunstancias
vea usted si me asiste razón para repetir contra la caja de propios de Popayán,
o contra su Cabildo, o contra su comisionado, por la negligencia de componer
el camino. Una vez que la haya, mándeme usted instrucción del modo que
debo comenzar el litis, los pasos que debo seguir, las informaciones que debo
practicar. Yo quiero poner este asunto ante Su Excelencia,5 y no ante el Go-
bemador,6 temiendo no se haga nada y se empeore; vea usted si es corriente, y
mande a su afectísimo amigo, que besa su mano,
FRANCISco JosEPH DE CALDAs.
Julio 24 de 1795- Plata.

• Angel Velarde y Bustamante.


• José de Ezpeleta.
• Diego Antonio Nieto.

5
Señor don Santiago Arroyo y Valencia 1 - Bogotá.
Mi estimado don Santiago:
Muchos días ha que hemos interrumpido nu~stra correspondencia.2 Yo he
tenido la culpa, y yo soy el que he perdido más en nuestro silencio. Mis viajes,
enfermedades, cuidados, y mil otras cosas han sido la causa de todo esto; pero
hoy reparo esta falta del mejor modo que me es posible.
Ya estoy otra vez en Timaná, y ya he vuelto a mi soledad. De trabajos
matemáticos y demás que ofrecen estos países, daré a usted cuenta cuando lo
permita mi cabeza.3

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia. Esta carta no está fechada ni tiene indicación de
dónde fue escrita. El texto sugiere que fue escrita en Timaná y anterior a la carta NQ 3.
2
La correspondencia previa con Santiago Arroyo no se conoce.
3
Inicia en esta carta Caldas una serie de noticias sobre mediciones que está llevando a
cabo en la provincia de Timaná.

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A Rebollo'' dé usted mil expresiones, y dígale no me olvido de su encargo
de semillas, las que tendrá dentro de pocos días en su poder.
Considero, sí, esa capital asombrada con la conducta extraordinaria y loca
de Nariño. 5 Por fortuna, que no merecemos, gozamos en estas partes de una
paz inalterable, en medio de las mayores revoluciones del universo.
Soy siempre de usted, y nunca variará en el afecto que le ha profesado
su verdadero amigo, que besa su mano,
CALDAS.

P. D.-No miro con indiferencia los progresos de usted, para que guarde
un silencio profundo de ellos en sus cartas. Dígame usted cómo va de grados,
y la altura en que se hallan los estudios de nuestro colegio.6 Salude usted con
las mayores expresiones a mi amadísimo don Camilo7 y a don Fernando Cai-
cedo.8

' Manuel Benito Revollo Marte.


• Se refiere a la publicación de "Los Derechos del Hombre" por Antonio Nariño en
Sanrafé, y a la prisión de que fue objeto el 29 de agosto de 1794.
• Debe referirse al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, donde Caldas inició
estudios de Derecho, alcanzando únicamente el grado de Bachiller.
• Camilo Torres Tenorio.
8
Fernando Caicedo y Flórez.

6
Mi querido y estimado amigo don Santiago 1 :
En el correo antepasado escribí a usted suplicándole me avisase si acaso
había en aquella ciudad los libros de arquitectura que le insinué entonces.2
Hasta ahora no he tenido respuesta sobre este asunto, ni sobre otra que man-
dé rotulada a don Camilo Torres,3 y en su ausencia a usted, en la que incluía
una para mi cuñado don Antonio Sánchez, y otra para el Padre Frutos de la
Candelaria. El asunto de éstas era importante, y he deseado saber del destino
de ellas. Y o pienso que don Camilo no me responde por no haber negocio;
hágalo usted diciéndome el estado de mi cuñado, y de lo demás que guste, y
mande a su afectísimo amigo y servidor, que besa la mano,
FRANCISco JosEPH DE CALDAS.
Pital y octubre 31 - 95.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• La carta a que alude, haciéndole el encargo de libros de arquitectura, no se conoce.
3
Camilo Torres Tenorio.

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1
Jagua y diciembre 9-9)
Mi querido y estimado amigo don Santiago: 1
Recibí la de usted de 20 de noviembre, por donde conocí que no había
Uegado a sus manos mi primera carta. Conozco que debí haber reiterado la
noticia de los libros que quería, en mi segunda, y que fue inadvertencia no
hacerlo. Aunque extrañé que usted no me contestase la carta que se perdió
nunca creí que lo hiciese por desafecto o por poco aprecio de eUa. Y o imagi-
naba que usted estuviese en algún deseo fuera de la capital, pues era tiempo
de vacaciones, o que se tomara tiempo para imponerse de los precios, edicio-
nes, etc., de los libros que le encargaba, o en fin, que estuviese ocupado o en-
fermo. Jamás me podría persuadir de otra manera de obrar de un amigo que
amo tiernamente y de cuya buena conducta estoy satisfecho.
En la carta perdida imponía a usted de mi modo último de pensar acerca
de mi carrera, la que no ignora; pero quizá no sabrá los motivos que me obli-
garon a seguir un rumbo bien ajeno de mi educación y modos de pensar an-
teriores.
Y a sabría usted la prohibición que los médicos, en especial el doctor don
Mariano,2 me hicieron de cualquiera lectura sólida o seria que pidiese mucha
atención y en que trabajase la mente. Yo jamás he podido apagar aquel gusto,
aqueUa satisfacción que se experimenta en el estudio. Sólo la sepultura es ca-
paz de agotar la inclinación a la lectura. ¡Qué dolorosa me sería esta deter-
minación! Tengo la satisfacción que hablo con quien sabe lo que digo, y
penetra el peso de la materia. No obstante mis males, me inquietaron a la
lectura de la cátedra de Derecho Civil, el señor Gobemador3 y el doctor Gri-
jalba.4 Como me tocaron en mi pasión dominante, atropellé cuantos obstáculos
se me opusieron. Y a me consideraba robusto, ya fingía modos de suavizar la
tarea que pide el desempeño de esa cátedra, ya haUaba máximas, en fin, yo
hice callar a la conciencia y a la razón, y puse sobre mis hombros una carga
que no podía soportar. Tanto ciega una pasión desenfrenada. Presto experi-
menté el castigo de mi temeridad. No pasaron ocho meses cuando me hallé en
situación incapaz de ver la corta tarea de uno o dos folios de Instituta cada
día. Me fue preciso ceder y renunciar la dicha cátedra. El poderoso motivo
que me hizo desistir de la cátedra, me impedía seguir práctica para recibirme;

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia. Esta carta es respuesta a la de Santiago Arroyo,
que a su vez respondía a la de Caldas del 31 de octubre (NQ 6) .
• Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
• Diego Antonio Nieto.
• Juan Mariano Grijalba.

24

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en dos palabras, toda ocupación de libros me era gravosa por la debilidad ex-
tremada de mi cabeza. Cuasi desesperado, cansado de una vida inútil, y de la
ociosidad más dura que la muerte, me resolví a tomar la ocupación de tratar
con ropas, y ser de utilidad a mi casa, divertir mi imaginación y ocuparme.
Al tiempo que tomé esta determinación estaba la nación divertida en la terri-
ble guerra que se finaliza actual, y Cartagena en postura poco ventajosa al
comercio. Me apliqué al de ropas de Quito en esta jurisdicción de Timaná.
Aquí me hallo desde julio de este de 95 con utilidad, pues ofrece ganancia
regular. La feria se hace los domingos y demás días de fiesta, y en el resto de
la semana se está en calma, hasta el domingo siguiente. Para llenar estos días
vacíos de negocios, y separado de las conversaciones de los ciudadanos, me ha
llamado la naturaleza: ella me encanta, me arrebata, y ya estoy hecho un ob~
servador común: todo me llama la atención y mueve mi curiosidad. Esta ocu-
pación no grava mi cabeza con lecturas, no ocupa demasiado, agrada, divierte,
instruye sin la menor pensión. La multitud de plantas nuevas para mí y ver-
daderamente raras me han llenado muchas horas; los peces, animales, ríos,
colinas, genios, usos, costumbres, comercio, población, vicios y virtudes de sus
habitantes llenan todos mis momentos. Una cadena de observaciones y discur-
sos me divierten mis flatos, de que estoy bien mejor. Ojalá hubiera hallado este
medio diez años antes. 5 De esto ha renacido en mi corazón el deseo de ver
los autores que hayan escrito de nuestras Provincias. Aunque hay algunos de
poca crítica y de estilo poco agradable, me divierten porque esparcen muchas
luces en el asunto. Tengo al P. Gumilla,6 al P. Julián 7 y a M. La Condamine
en s~ ~iaje hecho de Quito por el Marañón.8 Deseo tener el que hizo este
academ1co desde Europa hasta Quito. Y o lo vi en la Biblioteca de ésa en el
estante de los filósofos. Hágame usted el favor de buscarlo y comprarlo por
cualquier dinero. Si usted sabe de algunos autores que traten de este Nuevo
Reino, de América o de las cosas que nos pertenecen, no deje usted de avisar-
me. De esto me nació una idea que le comunico, y es que estoy haciendo mis
apuntamientos, y quisiera tener guía por lo perteneciente a la parte botánica. 0
Usted no deja de saber las pocas luces que tengo en esta materia. Ignoro los

" En esta ~arta se encuentra la primera referencia a interés en trabajos astronómicos. Es


~na carta muy un portante pues da la clave de cómo se inició en tareas científicas: el tiempo
li?r.e de sus actividades mercantiles le permitió dedicarse a trabajos científicos y el continuo
VlllJar por el país desarrolló en él magníficas capacidades de observador de la variada naturaleza
Y de sus habitantes .. Las condiciones de salud y la actividad comercial que se vio obligado a em-
prender, que han ~~~o tomadas com~ de~ventura, _deben verse como feliz circunstancia que llevó
a Caldas a una acttvtdad en la que el mtsmo hubtera querido estar desde diez años atrás. Alude
a la guerra entre España e Inglaterra.
• Padre }osé Gumilla, autor de "El Orinoco Ilustrado".
7
Padre Julián, autor de "La Perla de la América", descripción de la provincia de Santa Marta.
8
Carlos María de La Condamine.
• Primera alusión a su interés por la Botánica.

25

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sistemas de Linneo 10 y Tournefort; 11 apenas sé distinguir las partes de una
planta; lo que más deseo es conocer sus nombres y llegar a discernir si son
conocidas ya en la botánica, o son nuevas. ¡Qué plantas no habrá en nuestros
campos que por sólo no saber que son tal o tal, no nos aprovechamos de sus
virtudes, y tal vez las compramos por mucho dinero! En nuestro Popayán se
vendía en botica el sándalo cetrino por adarmes, hasta que se vio que era el
amarillo de peña, de que estamos abundantes. Búsqueme a Quer 12 en su Flora
española y diga su precio. En el que está próximo remitiré una onza de oro
para Condamine.
Ya conoce mi pasión por la arquitectura y la escasez de medios para con-
seguir los escritores principales de ella. La carta que se ahogó daba a usted
noticia de muchos de ellos, tomados del prólogo del artículo de España, de
Ponz; 13 el principal es Vitrubio,14 de la traducción de Ortiz, y el otro era un
autor que describió el Vaticano, obra, dice el dicho Ponz, completa de arqui-
tectura. No me acuerdo de él; pero busque este autor, y allí hallará mucho.
Usted avíseme si lo hay, el valor de ellos, pero con puntualidad; indague por
los Principios de Pintura, Escultura y Agricultura de Mr. De Felibien/ y
cómpremelo.
En esta Provincia se dejan decir novedades sobre los presos de los pas-
.
qumes. Me cuentan y aseguran que a N armo, ·~ 16 Zea, 17 etc., 1os baJan
. a Car.
18
tagena. Cuénteme de mis paisanos don Nicolás y Juan Joseph/ y adviér- 9

tame quién ocupa e~ lugar de Zea de primer agente u oficial en la Expedición


Botánica, y en qué auge se encuentra esto. Usted se admirará cómo pido libros
y no puedo leer: acá tengo uno que me lea, y voy oyendo y escribiendo lo que
me convenga, y muy despacio. Saludo a don Camilo,20 mi hermano don Anto-
nio,21 y pido a Dios que me lo guarde los años que apetezco. Usted ocúpeme
así y del mismo modo que yo lo hago con usted, que con alegría y agrado lo
servirá su finísimo amigo y servidor,
FRANCisco JosEPH DE CALDAS.
Mándeme un almanaque o calendario.22
1
°Carlos
11
de Linneo.
José Pitton de Toumefort.
10
José Quer y Martínez.
13
Antonio Ponz.
"Marco Polión Vitrubio.
10
Andrés de Felibien.
16
Antonio Nariño Alvarez.
17
Francisco Antonio Zea, llevado preso a España, con Nariño, quien fue encarcelado en
Cartagena.
18
Nicolás Hurtado Arboleda.
19
Juan José Hurtado Arboleda.
""Camao Torres Tenorio.
21
Antonio Sánchez.
22
Primera indicación de su interés en enterarse de la mejor manera posible sobre la geografía
del reino, así como de la necesidad de poseer la información astronómica de un "almanaque o
calendario".

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©Biblioteca Nacional de Colombia


8
Mi estimado don Santiago: 1
Después de haber gastado treinta y tres días en pasar un camino que se
hace en doce, llegué a éste, El Gigante, algo quebrantado de salud. Justo es
que participe a usted todas las aventuras y trabajos de este viaje.
Salí ya, usted bien lo sabe, el 19 de octubre por la tarde; vine al Bogotá,
y el 2 aún no alcancé a La Mesa, por lo mojado del camino, y porque salí
tarde de este pueblo; el 3 llegué a La Mesa, en la que, aunque me esperaban
ya con mulas, vivía su dueño bien lejos de ésta, y mientras se le avisó, vino, se
ajustó, volvió por ellas y me sacó de aquí, gastó nueve o diez días. No los
perdí absolutamente, porque monté el barómetro 2 y se mantenía el mercurio
a 24 pulgadas, 3 líneas, en la mayor altura; la brújula declinaba al número 70,
y por mis cálculos la juzgué a 22' al occidente de esa ciudad; ya remitiré una
minuta de todo mi tránsito. El 11 salí de La Mesa, vine a Las Juntas, y bajé
cuanto podía bajar en mi viaje, y puedo asegurar que en todos los lugares en
que he estado durante mi vida, ninguno es tan bajo, pues no ignora la curiosi-
dad que tuve y he tenido de saber la grande profundidad de este lugar con
respecto a la explanada de ésa,3 o la copa de Guadalupe; monté el baróme-
tro, y se mantuvo a 26 pulgadas 3 líneas. El termómetro indicaba 22Yz gra-
dos, en el mayor calor, y éste se ha observado en todo el valle, que es segura-
mente igual. Salí de este sitio el 12, pasé el río Bogotá segunda vez, ya con el
nombre de T ocaima, bien grande, y dormí de este lado. Por la madrugada
medí su anchura, que está en datos, porque no se ha podido calcular por falta
de tablas logarítmicas. Este día, al empezar mi jornada, tenía que pasar una
ladera bastante parecida a las de Páez; como ya he experimentado lo que es
esto, comencé a tener algún efecto triste, y seguramente se hubiera verificado
si no me hubiera instruido en las orillas de ese río. A lo pésimo de estos luga-
res se había de añadir lo vil de las mulas. Un bribón, avaro de fletes, engañó
al Teniente Camacho y a mí, suponiendo eran fuertes sus caballerías; el pri-
mer día no noté nada; el segundo, tampoco; pero en el tercero comencé a expe-
rimentar cuantos peligros y riesgos se pueden esperar en estos tránsitos. Fuime
al mal paso llamado Peñón de T ocaima a ver pasar mis cargas; pero a pesar

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia. Por el texto se infiere que esta carta fue escrita en
El Gigante, en los primeros días de noviembre de 1796, pues el relato continúa en la siguiente y
concluye en la NQ 7, que sí está fechada.
• Es la primera indicación a medidas barométricas de la presión atmosférica a lo largo de
las rutas de viaje.
• Se refiere a la Sabana de Bogotá y al cerro de Guadalupe, en el cual ya había hecho una
medida barométrica. Sobre este tema escribió su primer artículo científico que fue publicado en
los números 23, 24 y 25 del "Correo Curioso" de Santafé de Bogotá, correspondientes al 21 y
28 de julio y 4 de agosto de 1801.

27

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de las precauciones y cuidado que puse, rodó una mula, y poco le faltó para
caer en el mismo río; por fortuna había árboles a la orilla, y quedó engarzada
la carga en ellos con la mula; algo padeció, pero no murió, ni sucedió otra
cosa notable en esta jornada, en que fui a Agua de Dios. En. este estado llegó
el correo, y no hay más tiempo; y a Dios, que le guarde más añoo.
Su amigo,
CALDAS.
4
Saludo a Rebollo en especial; en el venidero le escribiré a él, y seguiré
nuestra relación. Diga usted si vino T anco. 5

' Manuel Benito Revollo Marte.


• Diego Martín Tanco.

9
1
Mi Santiago:
Sigamos nuestro viaje. Salí de Agua de Dios, en que comienza una cordi-
llera paralela siempre al río Magdalena y al camino; aquí siguen varios puntos
a la serie de rumbos que componen la base, para colocar los que se van hacia
uno y otro lado de mi ruta; 2 entre éstos está el páramo del Quindío, uno de los
más hermosos; yo lo computo a 1 grado 20 minutos al occidente de esa ca-
pital;3 salí, como digo, de Agua de Dios, y pasé al Arrayán; en este sitio ya
no podían las mulas con la carga, y me fue preciso el siguiente apresurar los
pasos, y pasar a Santa Rosa a solicitar por mulas, pues ya era imposible que
las que traía las condujesen al destino. No las hallé en este pueblo, y en este
día seguí a Prado en la misma solicitud, en donde paré nueve días mientras
cogían las mulas y las mandaba a encontrar mis cargas al Arrayán. No per-
dí el tiempo: ligué este pueblo a mi base, coloqué la villa, levanté la carta del
río desde esta parroquia hasta la embocadura de él en el Magdalena; 4 adquirí
algunas noticias de su industria y comercio con Honda; pueda ser que después
me extienda en estas relaciones. Salí de aquí y pasé a Las Damas, siempre
usando de la aguja para levantar la carta del tránsito; al siguiente vine al Re-
molino: aquí hay un paso bien peligroso, y es que se estrechan dos cordilleras
a las orillas del Magdalena, forman un estrecho que es necesario pasar por
la misma orilla del río, con peligro evidente de perecer; llaman Barandillas.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia. Esta carta es una continuación de la anterior.
• Primera indicación explícita de que ha venido tomando rumbos para ubicar lugares a uno
y otro lado del camino.
• Se refiere al hoy llamado nevado del Tolima, al que, por lo demás, ubica correctamente
con respecto a Santafé.
'Indica que ha levantado un mapa de la región del río Prado hasta su boca.

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El riesgo crece cuando el río aumenta su velocidad con la estrechez . . . Y a
seguiré; estoy cansado y necesito de reposo. Mándeme usted con el correo un
calendario, con debe, que acá satisfaré. Saludo a mi estimado don Camilo5 y
a Rebollo. 6
Adiós mi querido don Santiago; usted ocupe a su verdadero amigo,
CALDAS.

• Camilo Torres Tenorio.


8
Manuel Benito Revollo Marte.

10
Pital y diciembre 16 de 1796
Señor don Santiago Arroyo y Valencia- Bogotá.
Mi amado Santiago:
Y a habrá usted seguido mi ruta hasta el Remolino de Cabrera o hasta
Barandillas, según hago memoria que le escribí en mi antecedente; 1 pues oiga
usted lo que resta: salí de aquí y pasé por una vega cubierta de tacamaco,2
árbol medicinal, y después de algunas horas de camino encontramos con el río
Cabrera, que pasé a barqueta. Al siguiente fui a San Nicolás.3 Aquí me acor-
dé de Buffon/ de Bourguet5 y de usted el ver capillas, torres, cúpulas, ciu-
dades, ruinas, murallas, en todas partes. ¡Qué objeto tan nuevo y tan raro-
para mí, para mí que había pasado tres veces por estos lugares, que tanto me
divertían y me admiraban, y no lo había notado! Aquí conocí más lo que vale
la ilustración y ver con ojos filosóficos. Antes no tenía noticia de las capas,
de los ángulos de . . . en una palabra, de la teoría de la tierra, del Conde de
Buffon, pero ahora todo me llama, todo me ocupa. En una relación por ex-
tenso, fruto de mi diario, y lentitud de mi tránsito, le diré a la larga; esto es
un abrégé de ella, por dar gusto a usted anticipadamente. Sigamos. La abun-
dancia de coyas 6 me puso en estado de hacer una tentativa, o repetir las de

1
Esta carta es continuación de la anterior, y en ella prosigue el relato iniciado en la carta N9 8.
"Tacamaco (también Tatamaco) Bursera gra'l'eolens. Con las ramas jóvenes de este árbol
hacen en el Cauca una maceración alcohólica usada como untura contra los dolores reumáticos.
3
Puede referirse a la actual vereda San Nicolás del Municipio de Villavieja.
• Jorge Luis Leclerc, conde de Buffon.
• Pedro Bouguer.
• Coya: Latrodectus Cora (fide A . Posada Arango, 1909). "Araña de vientre rojo con algunas
manchitas negras . . . dicen que no pica pero si se la destripa sobre la piel del hombre, se absorbe
el líquido del vientre, y obra como veneno activísimo". No se conocen trabajos científicos que
confirmen o nieguen la noticia aludida, aunque Caldas pone en duda lo del veneno y habla de
experiencias negativas.

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Bourguet y de Baché: 7 hice amarrar un cabrito y le hice refregar una, le hice
comer dos, y nada aconteció al animalito; ya había ejecutado otro tanto en
Las Damas en el caballo madrino, y tuvo el mismo efecto. ¿Y que en este siglo
nuestro Alcedo8 nos dé la historia de este insecto y de este veneno imaginario
en su Diccionario antiguo de Neiva? A la derecha dejé las piedras pintadas 11
de M. Bourguet, 5 y con la tarde entré a Villavieja, parroquia recientemente
fundada, y que crece todos los días, a orillas del Magdalena; al frente tiene
a Aipe, a la ribera occidental del mismo río. Por la mañana dejé este lugar,
el más ardiente de todo mi camino, porque en día toldado y lluvioso el termó-
metro subio a 22 ~lz grados, y ocupé este tránsito en algunas observaciones de
la brújula, las que comunicaré después con la carta que he levantado ya de
estas partes. Salude usted a mi amado Rebollo/ 0 léale mis majaderías y ob-
servaciones. No me prive de las noticias que tenga acerca de libros, etc., y
sobre su modo de pensar en el asunto viaje a Quito, cómo y cuándo. Adiós, mi
estimado Santiago, adiós y ocupe al pobre de su amigo,
CALDAS.

Las Juntas, respecto de la explanada, están 2,349 varas 3 cuartas bajo su


nivel, y bajo la cima de Guadalupe, 3,092 varas 3 cuartas, que casi hacen las
3, 100 varas. 11
Póngale usted nombre a esa esquela y entréguesela al Padre Tejada, y
con Benítez 12 remítame el termómetro.

7
Baché es un río en el hoy departamento del Huila, afluente del Magdalena, que pasa por
los Municipios de Palerrno y Aipe y donde Bouguer hizo las experiencias, también negativas, con
el veneno de las coyas.
8
Antonio Alcedo.
• Piedras con jeroglíficos abajo de Aipe.
10
Manuel Benito Revollo Marte.
u Toma el nivel de la Sabana de Bogotá, y de la cima de Guadalupe, como referencias para
la elevación de Las Juntas (Apulo o Rafael Reyes) .
"' Emigdio Benítez Plata.

11
Piral y diciembre 16 de 1796
Señor don Camilo Torres.
Mi estimado don Camilo:
He visto la de usted y conozco no le molestan mis cartas; en esta inteli-
gencia le repito ésta, diciendo que quedo encargado de remitir a Hurtado1 el

' Juan José Hurtado Arboleda.

30

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Cicerón, porque Benítez 2 no lo recibió y lo dejó en mi poder cuando siguió
para ésa, adonde va actualmente. Con él le mando un poco de canela de An-
daquíes;3 ya se ve, sin el beneficio de la de Ceilán; pero puede hacer juicio
de ella aun sin esto. Remito otro a don Fernando Cayzedo y Flórez, que usted
me le dará con grandes expresiones de mi cariño. A Barreiro4 lo veré, y si a él
no le encargó el pellón, lo buscaré con prontitud. Y a se ha encargado el be-
que, y el barba seguirá cuanto antes.
Usted ocúpeme sin reserva, porque a pocas personas serviré con más gusto
que a usted.
Y o le respondí la esquelita que me mandó a La Mesa; y escribí a Morales
y a doña Manuela 5 para que le diesen la satisfacción correspondiente a Ver-
gara6 y Cabres.7 El pliego (era grande) sospecho se perdió, porque doña Ma-
nuela ni Morales me han dicho una palabra; dígame y dígale a estos señores
si recibieron dichas cartas.
Adiós, mi querido don Camilo, y no olvide al mayor estimador de sus
prendas, que besa su mano,
CALDAS.

• Emigdio Benítez Plata.


• Canela de Andaquíes: Ocotea cínnamomídes. Originario de Belén de los Andaquíes, mu·
nicipio de la intendencia del Caquetá. Fue unb de los árboles que Mutis cultivó en el Jardín
Botánico que estableció en Mariquita en el año 1783 (primero en Colombia) . Desafortunadamente,
cuando la Expedición Botánica se ttasladó a Santafé, este jardín fue abandonado y hoy no existe.
• José Antonio Barreiro.
• Manuela Santamaría de Manrique.
• Fernando Vergara Caicedo.
7
Carlos Francisco Cabree.

12
Popayán, 5 de marzo de 179/
Mi estimado don Santiago: 1
Un ataque o especie de perlesía2 me obligó a pasar a ésta a principios
del pasado, lo que me impidió le contestase a usted su última, y le diese mu-
chas, mil gracias por los calendarios. Mis enfermedades no me han permitido
el continuar escribiéndole sobre los asuntos que usted sabe me ocupan, des-
pués habrá lugar para ello, que ahora voy a hacerle a usted una recomen-
dación.3
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Perlesía: debilidad muscular producida por la mucha edad, o por otra causa, y acompañada
de temblor.
• El relato de viaje de la carta anterior a Arroyo, la NQ 10, no continúa en ésta; al parecer
fue interrumpida la correspondencia por el mal estado de salud que cuenta.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


Ya sabe usted soy deudor a don Fernando Benjumea 4 de cantidad de
patacones, por vale que le hice antes de mi salida, y siendo cumplido el plazo,
voy a satisfacerlo en la parte que me es posible, para cuyo fin remito a usted,
por balija, doscientos patacones en doblones, los que me hará usted el favor
de cambiarlos por el 1Yz, 2 o más por 100 que se pueda, y verificada que sea
la plata, entregársela usted a dicho don Fernando Benjumea, percibiéndole
recibo de ellos, y haciéndole abonar esta cantidad al pie de mi vale, de cuyo
efecto me dará usted noticia.
Por mano de don José Antonio Barreiro remití a manos de nuestro don
Camilo5 ocho patacones, escribiéndole yo que me los mantuviese en su poder
hasta mi aviso. Cójalos usted y entrégueselos a mi nombre al Reverendo Padre
fray José María de los Dolores, de la Candelaria, y dígale que en el siguiente
le escribiré.
También juzgo en poder del mismo don Camilo por dirección del dicho
Barreiro, veintidós patacones, sobre lo que le escribo. De todo deme usted avi-
so, y entregue las adjuntas, esperando por su mano la respuesta de la de don
Camilo.
Y a sabrá usted las desgracias de Quito,a y en especial de Latacunga, Aro-
bato y Ríobamba con otros pueblos inmediatos. En este correo no puedo pun-
tualizarle todos los desastres y calamidades de esta preciosa porción del Reino,
causado por el volcán de Cotopaxi en una violenta erupción acaecida el 4 del
pasado a las siete de la mañana. Se sintió un terrible terremoto seguido de
hundimiento del terreno y avenidas de ríos de lodo, de manera que asoló la
mayor parte de los hombres, ganado y obrajes, sumergiéndose algunos de ellos.
Se dice pasan de trece mil almas las que perecieron.
No hay tiempo para más, reservando para el siguiente algunas cositas que
divertirán a usted.
Dé usted mis expresiones a Rebollo/ y a mi señora doña Manuela Santa·
maría8 dígale usted que en el siguiente responderé a la suya, y mande a satis-
facción al mejor de sus amigos,
CALDAS.

• Fernando Benjumca y Mora.


°Camilo Torres y Tenorio.
• El terremoto del 4 de febrero de 1797 azotó una región que hoy forma parte de la
República del Ecuador. La indicación del volcátt, que en esta carta da erradamente Caldas, está
corregida en la siguiente.
< Manuel Benito Revollo Marte.
8
Manuela Santamaría de Manrique.

32

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13
Popayán, mano 20 de 97
Mi amado don Santiago: 1
En el correo pasado escribí a usted llenándolo de molestias, y ahora solo
lo hago por comunicarle algunas noticias que nos han venido de Quito y que
son dignas de ello. No ha sido Cotopaxi sino Tunguragua2 el que ha .arruina-
do a Latacunga, Ambato y Riobamba el día 4 de febrero; después de haber
vomitado agua, lodo y lava encendida, tapó aquella boca que está a su pie,
por donde pasa el segundo camino que nombra M. de La Condamine3 y que
comunica al Marañón. Por esta gorge desaguan los ríos Pelileo y Ambato y
todos los ríos que hay desde Cotopaxi e Iliniza hasta Alausí, que comprenden
más de un grado y medio de terreno, norte y sur, entre las dos cadenas de
montaña que forman el valle espacioso de Quito. Estas aguas, reunidas en
Tunguragua, pierden sus nombres, y tomando el de Patate van a desembocar
al Pastasa, que navegó y levantó su carta don Pedro Maldonado, desde su
origen hasta su desembocadura en el Marañón. Las agu.as ·rebalsadas cubren
ya tres y media leguas de terreno, y ha treinta y seis días que están detenidas,
pues hasta el seis del presente, en que salió el último correo, no habían desta-
pado la angostura. .
Y a comunicaré a usted mil cosas más despacio. Averigüe usted quién fue
un caballero llamado don ·Eugenio de Alvarado y don José de Iturriaga, quie-
nes en tiempo del Virrey señor Solís4 vinieron a un reconocimiento en el Ori-
noco. Impóngase usted del motivo de esta comisión, su objeto y fines; 11 es
muy importante esta solicitud, porque estos caballeros fijaron el origen de ese
famoso río e introdujeron en la Geografía una novedad bien extraña contra
el sentir común de los mejores geógrafos que le daban su origen en el Caquetá.
D' Ambille,6 La Condamine, Maggnin, Gumilla,7 todos le dan este origen.
Todos han tenido que alterar sus cartas. Averigüe usted si formaron alguna
esos caballeros.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
1
Corrige la información errada sobre el volcán, que da en la carta anterior.
• Carlos María de La Condamine.
• José Solís Folch de Cardona.
• La expedición demarcadora de límites trabajó entre 1754 y 1761 en nuestras actuales fron·
teras del Orinoco y Río Negro a raíz de las negociaciones de 1750 entre los reinos de España
y Portugal. Además de los comisionados citados por Caldas, la comisión incluía al capitán José
Solano, futuro Marqués del Socorro.
• Juan Bautista Bourgignon D'Anville.
• Padre José Gumilla.

33
CARTAS DE CALDAS - 3

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No soy más largo por falta de tiempo. Salude a mi estimado don Camilo11
y a doña Manuela,9 a quien leerá estas noticias. No olvide usted comunicár-
selas a Rebollo. 10 Usted mande lo que guste, que siempre soy suyo, etc.,
CALDAS.

1
Camilo Torres Tenorio.
' Manuela Santamaría de Manrique.
" Manuel Benito Revollo Marte.

14
Mi querido Santiago1 :
En este correo aguardaba la respuesta de mis encargos y principalmente
del recibo de los doscientos patacones que dirigí a usted. Y o sé que llegaron y
que al otro día iba usted a hacer la entrega, por carta de Benjumea,2 a quien
entregará usted la adjunta.
De Quito no nos han dicho cosa nueva en este correo, y juzgo hayan ce-
sado las calamidades, aunque algunos temen las haya. habido mayores, por
tres fuertes remezones que hemos sentido en la madrugada de hoy.
Pombo -don Juan Antonio-8 murió en Patía de un fuerte tabardillo,'
y don José Joaquín Tenorio,11 de fríos, 8 en Barbacoas. De Honda nos avisan
que tuvo la misma el Proveedor Robles Cepeda.
Usted avíseme del estado de sus cosas, estudios y grados, y de la última·
resolución que haya tomado en estos últimos. , ·
Salúdeme usted de corazón a Rebollo, 7 a quien escribiré en el siguiente, a
don Camilo8 y a todos los amigos. Usted mándeme, que deseo servirlo en lo
que sea de su agrado, y esté seguro del fino afecto que le profesa su mayor
amigo,
CALDAS.
Abril y 5 de 1797.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
1
Fe~do Benjumea Mora.
1
Juan Antonio Pombo Gómez.
'Malaria.
5
José Joaquín Tenorio Carvajal.
1
Paludismo.
• Manuel Benito Revollo Marte.
• Camilo Torres Tenorio.

34

©Biblioteca Nacional de Colombia


15
Mi querido don Santiago: 1
Aunque no he tenido respuesta de tres que le he escrito, ni tampoco del
recibo de doscientos patacones que dirigí a usted, aunque por parte de Ben-
jumea2 he sabido de su entrega, envío ahora cien patacones para que usted
se moleste en sacarlos de balija, con la adjunta libranza, y cambiarlos, perci-
biendo .usted el premio y manteniéndolo en su poder, le eptregue a mi tío el
doctor don Tomás Tenorio,3 que así se lo tengo escrito et:1 la adjunta,' que
prontamente entregará usted con la plata a dicho doctor. Ponga usted en ma-
nos de Benjumea la carta que va rotulada para él. Saludo de corazón a don
Camilo,11 Rebollo11 y demás amigos, y usted mande al mayor suyo, que besa su
mano.
CALoAS.
Somos, 27 de abril de 97.
La carta que expreso para el doctor Tenorio3 -a quien le entregará usted
con prontitud los dichos cien patacones en plata- va bajo la cubierta de don
Camilo,11 pues me la mandó pedir mi señora doña Teresa,7 su madre.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
2
Fernando Benjumea y Mora.
• Tomás Tenorio Carvajal.
• La carta a que alude Caldas no se conoce.
• Camilo Torres Tenorio.
• Manuel Benito Revollo Marte.
• María Teresa Tenorio Carvajal de Torres.

16
Popayán, mayo ~ de 1797
1
Mi querido don Santiago:
No puedo negar había extrañado mucho el silencio de usted a tres o
cuatro cartas mías, algunas con negocio; pero actualmente acabo de ver que
no ha sido defecto de U$ted, sino qué sé yo qué casualidad que extravió la que
acabo de recibir de usted, fecha veinte de marzo de este año.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.

©Biblioteca Nacional de Colombia


Y a veo lo acalorada que está su fantasía con el nuevo camino de Cali,2
proyectado por los Caicedos.a Y o no sé más que lo que usted me dice, porque
han andado con misterios en el particular. Espero conseguir uria representa-
ción que he hecho al doctor Cuero,4 la que copiaré a la letra y remitiré.
Se concluyó la refección del colegio con magnificencia; El día que le vi
no pude pegar medio golpe. .Se han fijado sobre el arco de la escalera las
armas de Su Ilustrísima/' con la iriscripción siguiente, de cuyo mérito juzgará
Usted: l. D. D. Angelum Velarde et Bustamante. Dignitam sapientiae Do-
mum, ipse sapiens, refert, perfecit mil setecientos nó'Yenta 'Y siete.
La ferina de este seminario está en el pie en qtie usted la dejó.
Yo agradezco infinito todos los servicios que ha hecho usted ·en mi obse-
quio, y ia grande satisfacción que tengo de. usted me anima a continuar mis
molestias. Por este correo remito a usted otros cien patacones en doblones, con
más cuatrocientos que a mi nombre le ha de dirigir el señoz:: Cura actual de La
Plata, doctor Andrés Ordóñez, para que junto con los primeros cien patacones
ios ponga en manos del doctor Tenorio6 con la adjunta . .. Cámbiemelo usted
en plata para poder yo reembolsar los costos de conducción.
Usted mande con satisfacción, y sería más largo si me hubieran entregado
antes la suya; pero sepa usted que le hablaré a la larga por el venidero y le
contaré mis aventuras. El mayor amigo,
CALDAS.

El año de la inscripción de las armas y la fechá están en números, y no en


letras, como las puso el amanuense.

1
Se refiere al camino de Cali a Buenaventura, cuya apertura estudió el cabildo de Cali,
en 1796 y 1797, por la ruta de Anchicayá acogiendo favorablemente la propuesta presentada para
su construcción por el caleño Manuel Joaquín de Caicedo y Cuero, quien i.'lició los trabajos hacia
1802, y los continuó hasta su muerte. Había hecho venir para esta obra al ingeniero francés
G~briel Ambrosio de l~ Roche, quien estudió la ruta y levantó el mapa de la región de Raposo.
Su padre, don Manuel de Caicedo y Tenorio, continuó los trabajos y recomendó a su otro hijo,
Joaquín de Caicedo y Cuero, que pr05iguiera la obra hacia el Valle del Salado, y pasando la
montafÍa Calabazas, al río Ancliicayá. Los trabajos continuaron liasta 1808 y .1809, cuando, en
~ísperas de la Independencia, los patricios caleños derivaron sus actividades hacia otros caminos.
1
Manuel Jóaquín de Caicedo y Cuero, Manuel de Caicedo y Tenorio, Joaquín de Caicedo
y Cuero.
• José Cuero y Caicedo.
• Angel Velarde y Bustamante.
• Tomás Tenorio Carvajal.

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17
Popayán, mayo 20 de 1797
Señor don Santiago Arroyo y Valencia - Santafé.
Mi querido don Santiago:
N o he recibido de usted más que una carta antes de la que contesto, y
usted me expresa en plural las que me ha escrito. Mucho agradezco a usted
las molestias que en obsequio mío se ha tomaqo. Quedo enterado de la entrega
de los doblones a los sujetos que le he ordenado. A don Juan José Hurtado1
aún no le he visto, y le avisaré .lo que usted ·me ordena.
En una de sus anteriores me avisó usted que iba a recaudar del poder de
Galvis el termómetro que dejé prestado al Padre Tejada; dígame si lo verificó,
y si no, haga sus esfuerzos a fin de recogérmelo, y bien acondicionado, entre-
gárselo a don Nicolás Tanco,2 para ·que, con el mozo del correo, me lo remita
a Neiva, dirigido a nuestro paisano don Juan Mesa.
En Quito aún continúan los temblores,3 y quién sabe en lo que vendremos
a parar. Nada digo a usted de observaciones, por estar ·escaso de tiempo. Usted
no olvide los encargos relativos a la .Geografía, que le tengo ·hechos.
· He leído una noticia bien plausible para los que queremos conocer el Rei-
no. Ya tiene usted noticia del arte de relojería de Cerella;• éste, en la página
317, dice que· en estos últimos años ha hecho, de orden de Su Majestad, don
Francisco de la Cruz un mapa de la América Meridional,11 que tiene tres varas
y media de alto y dos y media de ancho; se mandaron dos ejemplares a la
Academia de Ciencias de París y a la Real Sociedad de Londres, por manos
del Conde de Aranda6 y el Príncipe Maserano,7 y ·mereció la aprobación y los
elogios de estos dos sabios Cuerpos. A usted dejo la consider~ción de los de-
seos que debe tener todo buen regnícola de poseer esta preciosa carta. No deje
usted de hacer algunas diligencias para su consecución, e insinúeselo a su her-
mano, a fin de que la pida a España.
Dios Nuestro Señor guarde a usted muchos años, y mande en cuanto
guste a su mayor amigo, que su mano besa, ·
CALDAS.

1
Juan José Hurtado Arboleda.
2
Nicolás Tanco.
"Ver las cartas N~' 12 y N~' 13.
' Manuel de Zerella y lcoaga.
• Se refiere al Mapa de la América Meridional, en ocho hojas, de Juan Francisco de la
Cruz Cano y Olmedilla, realizado por orden de Fernando VI, publicado en 1771.
• Pedro Pablo Abarca y Bolea, Coride de Aranda.
7
Carlos Perrero Frieschi, príncipe de Masserano, embajador de España en .Londres, nieto
de Jacinto Perrero conde de Bena Masscrano.

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18
Popayán, j~o 5 de 1797
Mi querido don Santiago: 1
Recibí la de usted, y no hay cosa más juiciosa que no acalorarse por nada;
el camino ponderado por los Caicedos2 no es otra cosa que un camino más
breve a las costas del mar Pacífico que los antiguos. Es preciso no tener cono-
cimiento de la situación del Chocó, para hacerlos pasar a Cartagena en ocho
días. El Istmo de Panamá es una barrera inaccesible, por otra parte que por el
Arrastradero de San Pablo. Este tránsito era digno de inmortalizar a cual-
quiera, rompiendo la pequeña bolonid que separa los ríos Atrato y San Juan;
lo demás es calcular al aire, deslumbrar la plebe y hacer reír a los sabios.
Incluyo a usted una carta levantada con afán y conforme a la memoria
adjunta que· usted verá; limará la expresión y corregirá la ortografía, siempre
que quiera enseñarla a mis camaradas.3
Entregará usted la adjunta a Rebollo/ a quien enseñará usted la carta
y memoria con todo lo demás que voy a decir a usted. Antes de mi par-
tida de esta ciudad he comenzado algunas observaciones de latitud, después
de haber tirado con el mayor escrúpulo una meridiana. En ella observé la
declinación de la brújula, punto de la mayor importancia para levantar la
carta de esta ciudad y para la que proyecto desde Popayán hasta Fortalecillas,
en que acaba la que incluyo. Hallé que declinaba 8° 10' nordeste. El 23 de
mayo comencé una observación de latitud,11 y su resultado me llenó de satisfac-
ción al verla casi coincidir con la que hizo en años pasados M. Buiver; 8 éste
halló 20Z7' y yo 2°30' y algunos segundos.
En el siguiente irán otras observaciones relativas al calor, al frío, canti-
dad de lluvia y variaciones del barómetro, que quizás lo divertirán más que
todo lo pasado. Doy a usted mil gracias por los servicios que me ha hecho.
¡Quién pudiera recompensado dignamente! Pero mientras llega este feliz mo-
mento, mande usted con imperio a su mayor amigo, que besa su mano,
CALDAS.

1
Santiago Péru de Arroyo y Valencia.
1
Manuel Joaquín de Caicedo y Cuero, Manuel de Caicedo y Tenorio, Joaquín de Caicedo
1 Cuero. Véue la carta NQ 13 ~ la que hace referencia a este camino, del que parece haberse
hecho UDa propaganda incorrecta, a juzgar por esta carta.
1
No ae conocen la memoria y el mapa citados.
• Manuel Benito Revollo Marte.
1
La observación de latitud hecha en Popayán, el 23 de mayo de 1797, solo se conoce
por esta referencia.
~ Pedro Bouguer.

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P. D.-5alúdeme usted a don Camilo.1
El Cura de La Plata8 me avisa no remitió a usted por balija los cuatro-
cientos patacones por remitirlos con don Antonio Polanco, el que está en ca-
mino, y los conducen con orden de entregarlos a usted, que me hará el favor
de inmediatamente ponerlos en manos de Tenorio.9
• Camilo Torres y Tenorio.
1
Andrés Ordóñez.
• Tomás Tenorio Carvajal.

19
Gigante y octubre 15 de 1797
Mi estimado don Santiago: 1
Espero rompa usted el silencio tan largo que ha guardado, en el correo
inmediato, contestando a mi antecedente.
Es preciso se arme usted de paciencia para sobrellevar las molestias de un
amigo importuno que le proporciona las ocasiones más propias para ejercerla.
La presente le hará hacer algunos viajes a Las Nieves en solicitud de Batioja,
a fin de que me consiga treinta libros de oro,2 cuyo importe, a razón de diez
reales, remito por mano de nuestro amigo don Joaquín Camacho.3 No estoy
seguro del valor de cada libro, pero con su aviso remitiré lo más que cuesten.
Si por fot:tuna los hay prontos, se ha de tomar usted la molestia de remitír-
melos por el correo.
No olvide usted hacer presente a nuestro amado don Camilo" las expre-
siones más vivas de mi afecto y reconocimiento. Salude usted a todos los ami-
gos, y ocupe el mayor de ellos, que besa su mano,
CALoAS.
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Es una indicación de que al comercio de telas había agregado el de oro.
1
Joaquín Camacho.
• Camilo Torres Tenorio.

20
Gigante y diciembre 2 de 1797
Amadísimo don Santiago: 1
Recibí en este correo dos de usted y quince libros de oro, lo que agradezco
como los merece, y doy las debidas gracias a su actividad y exactitud.
En ésta he de ser corto, porque estamos en la víspera de un eclipse de
luna total/ preparándonos para observarlo, con el fin de tener un punto bien
conocido en longitud y poder corregir la posición de muchos lugares de mi
carta; o digamos mejor, de los trozos de carta que he levantado; de ésa a Nei-
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia. .
• Anuncia el eclipse de Luna del 3 de diciembre de 1797. Es la primera indicación de una
observación de longirud, así como de los trabajos que está realizando para dirimir un litigio entre
los Cabildos que cita .

39

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va, de Popayán a La Plata, y ahora la de la jurisdicción del Cabildo de Tima-
ná. Los resultados los comunicaré con prontitud, si no se les pone a las señoras
nubes impedir la observación.
Usted salude a todos, pero con particularidad a nuestros amados don Ca-
milo8 y Rebollo.~
Usted ocupe a su triste y verdadero amigo,
CALDAS.
1
Camilo Torres Tenorio.
• Manuel Benito Revollo Marte.

21
Señor don Santiago Arroyo y Valencia- Bogotá.
Mi querido don Santiago: 1
No atribuya usted a inacción mía lo que es defecto de los correos y sus
Administradores; tengo escrito a usted acusándole recibo de los quince prime-
ros libros de oro, y ahora lo hago de los quince segundos. Y o supongo no
querrá usted recibir la gratificación por los trabajos que le habrá costado esa
recomendación, atendiendo a que no quiere que le haga yo encargos con la sal-
va de favor. El que sigue es sin este requisito: es de la misma especie del ante-
cedente, y se reduce a siete libros más. Para este efecto remito a usted 5 Y2 pe-
sos, que unidos a los 20 reales, hay bastante para comprarlos y acondicionarlos.
El porte de correo no lo mando, porque espero me haga usted su remisión por
mano de don Martín Montalvo, como lo ejecutó con los últimos.
Si usted desea una visita mía, más suspiro yo por tener unos buenos ratos
con mi querido Santiago. No pierdo la esperanza de revolver el mundo con
usted, de reformarlo, echar cortes y reveses, proyectos y más proyectos, y que
todo se quede como se estaba. A lo menos habremos pasado nuestros ratos di-
vertidos con agricultura, botánica, observaciones astronómicas, mapas, arqui-
tectura, y cien otras cositas que no ofenden ni a Dios ni al Estado.
La observación del eclipse del 3 del pasado se hizo a toda satisfacción,
porque se define el principio y el fin en atmósfera limpia, y tiene usted ya
determinado astronómicamente un punto en longitud, por medio de la inmer-
sión y emersión, de un gran número de lugares, y manchas de la luna. No
nos falta otra cosa que verificar los cálculos, lo que aún no ha permitido la
debilidad de mi cabeza; puede ser que en el siguiente o subsiguiente remita a
usted una relación circunstanciada de los trabajos de ese día y de los resulta-
dos de los cálculos, en junta de un gran número de determinaciones astronó-

1 Sin ·lugar ni fecha. Fue esaita en enero de 1798, posiblemente en Gigante, a juzgar por

las expresiones que envía el Dr. Pedro María Borda.

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micas, de latitud, del sol y de las estrellas.2 Y a sabe usted que los astrónomos
señalan las estrellas con caracteres griegos, desde su inventor Bayeno: 3 yo conoz-
co la figura de estos caracteres, y no sé el nombre de ellos para poderlos enun-
ciar. Espero me remita usted un alfabeto griego, bien formado, trayendo cada
letra su nombre al lado y su correspondiente en nuestro alfabeto. No soy más
largo porque tengo ánimo de serlo después. Usted salude a nuestro don Cami-
lo~ y entréguele la adjunta de Rebollo. 5 Reciba expresiones del señor doctor
don Pedro José María Borda,6 y mande lo que guste a su afectísimo amigo,
que besa su mano,
CALDAS.

• Copia manuscrita de estcs ttabajos entregó Caldas a Humboldt' en Quito.


1
Johann Bayer, quien denominó con letra$ del alfabeto griego las esttellas de cada conste·
!ación en orden decreciente de brillo, en su atlas.
' Camilo Torres Tenorio.
• Manuel Benito Revollo Marte.
• Pedro José María Borda, cura de Gigante, quien ayudó a Caldas en 'la · observación del .
aludido edipse de Luna.

22
Mi estimado amigo don Santiago: 1
Recibí la del 8 y los libros de oro, aunque debiera haber cortado su cuen-
tecita, porque yo estaré siempre a su dicho, no en frioleras, sino en cantidades
de consideración. He estimado a usted mucho el alfabeto griego, que me ser-
virá para los fines que ya he significado.
Aún no he tenido tiempo de verificar los cálculos del eclipse; luego que
se hagan se los remitiré en junta de los demás resultados. Ahora no pienso en
otra cosa que en delinear la carta topográfica de esta jurisdicción de Timaná,
la que usted seguramente verá, porque tengo entendido la remiten a manos de
nuestro don Camilo,2 a quien saludará usted de corazón.
Avíseme usted si Rebollo3 recibió las semillas. Nada me dice usted de sus
grados, y esto me hace pensar que usted me considere como interesado en sus
cosas. Cuente usted conmigo, y mande a su afectísimo estimador, que besa su
mano,
CALDAS.
Gigante y febrero 15 de 1798.
P. D.-Me fue preciso romper esta carta después de cerrada, para hacerle
la siguiente molestia: vea usted si Jiménez tiene un ejemplar del Compendio
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Camilo Torres Tenorio.
8
Manuel Benito Revollo Marte.

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de Matemáticas de don Benito Baíls;4 tómelo y avíseme lo que pide, que lo
remitiré prontamente. Ocupe siempre a su amigo,
CALDAS.

• "Los Principios de Matemáticas" en 3 volúmenes, de Benito Bails, publicado en 1776,


posiblemente; Bails no escribió Compendio de Matemáticas.

23
Popayán y diciembre 5 de 1798
Mi querido don Santiago: 1
¡Qué buzo tan excelente soy yo! Al cabo seis meses saco la cabeza, y ¿se
persuadirá usted que me he olvidado de un amigo que tánto ~e estimado y
querido? Nada menos. La falta de salud y la de asunto tienen la culpa: qué-
jese usted de ellas y no de mí.
Y a considero a usted inscrito en el canon de los doctores, con la ida de
Blaya2 a Caracas, y con haberse resuelto a no contar con los estudios de este
seminario3 ya esqueleto y próximo a expirar: bien puede usted componer el
epitafio.
Y o, prescindiendo de todo, no tratando sino con los amigos y con mis
libros, observando el cielo y calculando, he conseguido un poco de reposo, qui-
zá envidiado de los poderosos, si lo conocieran. Con motivo de haberme man-
dado Tanquito4 el Almanaque Náutico 5 de este año, he podido hacer mis ob-
servaciones, que pueden ser útiles para reformar la geografía de estos países
abandonados de los sabios y desconocidos de la Europa. Puede ser que con el
tiempo recoja bastantes materiales y un número suficiente de observaciones
para levantar una carta correcta del Virreinato, objeto de mis deseos y que
sólo la muerte acabará.6 Yo me aflijo cuando veo tan poca astronomía en toda
la extensión de la Nueva Granada, y que no hay uno a quien se le pueda en-
cargar observe una latitud. Todo ha de salir de los libros, y ¿los libros no los
han formado el descuido y la ignorancia de estas materias? Por un ejemplo
podrá usted juzgar. Piedrahita,7 en su historia de este Reino, coloca a la villa

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
2
Manuel Mariano de Blaya.
• Parece ser el propio Seminario de Popayán.
• Diego Martín Tanco.
• El "Almanaque Náutico", publicado anualmente desde 1792 por el Observatorio de Marina
de San Fernando, Isla de León, Cádiz, que fundara Don Jorge Juan.
• Es la primera indicación que da Caldas del ambicioso proyecto de elaborar la carta del
Virreinato.
7
Lucas Femández de Piedrahita.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


de Timaná a los 2°30' de latitud norte; y yo, por cuatro observaciones acor-
des, dos con el sol, y por diferentes métodos, y dos con las estrellas, le hallé
de 1°58', es decir, 72' más corta. Después de esto, ¿qué confianza podré tener
de unas determinaciones tan absurdas? ¿Y si no echamos mano de estos datos,
de qué nos serviremos para formar la carta_proyectada? Es preciso observar, es
necesario levantar al cielo los ojos para poder ver la tierra, según expresión de
Juan Andrés. 8 Al fin de este año le daré a usted cuenta de todos mis resulta-
dos, y quizá tendré la satisfacción de presentarle a Popayán bien determinado
astronómicamente en longitud y latitud. Actualmente me preparo a observar
diez y seis eclipses de los satélites de Júpiter, que hay en este mes, calculados
para el meridiano del Observatorio Real de Cádiz y reducidos al de Popayán.9
Lo que me había impedido observar estos eclipses era la falta de un buen teles-
copio, y ya la tengo casi vencida a fuerza de trabajo, de combinaciones y del
estudio de catóptrica. He llegado a formar uno con que veo con toda perfec-
ción el anillo de Saturno, los satélites de Júpiter y las zonas oscuras de este
planeta; pero no me doy por victorioso hasta que el buen suceso corone mis
trabajos. Solicite usted en cúyas manos cayó el telescopio del Padre López,
porque ahora se me presenta la ocasión de hacérselo tomar al doctor don Ma-
nuel María Arboleda,10 que se ha decidido por las ciencias, y que tiene golpe
de dinero desocupado. Con esto le haría un gran servicio a la geografía, a la
astronomía y a la patria: espero no perdonará usted diligencia ni trabajo a
fin de que traigamos esta pieza a Popayán.
Salude usted a mi don Camilo/ 1 Rebollo12 y a Pombito/3 y ocupe en lo
que guste a su estimador y amigo,

Don Toribioa saluda a usted.


1
Juan Andrés.
1
Como dispone ya del "Almanaque Náutico" en el cual aparecen calculados para Cádiz
los instantes de inmersiones y emersiones de los Satélites de Júpiter, y con el telescopio que en
esta misma carta dice poseer, está en disposición de iniciar las observaciones que anuncia para
fijar la posición de Popayán y, en general, las necesarias para elaborar la carta proyectada.
10
Es la primera mención al Dr. Manuel María Arboleda Arraechea, y a su interés por la
astronomía.
11
Camilo Torres Tenorio.
,. Manuel Benito Revollo Marte.
10
Miguel Pombo Pombo.
" Toribio Rodríguez.

24
Popayán y enero 5 de 1799
Mi querido don Santiago: 1
No privaré a usted del gusto que tiene de mis cartas, ya que le divierten
más que todas las conversaciones y placeres que ofrece Santafé. Y o tengo esta
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
43

©Biblioteca Nacional de Colombia


fortuna -singular, que atribuyo al deseo ardiente de algo de ciencias que devora
a usted, y no a mérito alguno mío.
Yo ofrecí en mi antecedente darle parte de mis trabajos astronómicos y
de mis determinaciones geográficas. De los diez y seis eclipses de los satélites
de Júpiter no he podido observar más que uno a satisfacción, cuyos datos y
resultados van en el cálculo adjunto.2 La estaciótt está poco favorable a la
astronomía, por las nubes y lluvias, y lo que es más, por las guerras que no·
nos dejan venir los correos que deben conducir los almanaques.3 ¡Ah, mi que-
rido Santiago, si yo tuviera unas tablas astronómicas, ya tendría usted muchos
puntos bien determinados en longitud, porque aprovecharía las inmersiones y
emersiones de los satélites que hay desde ahora hasta agosto, y quién sabe si
hasta noviembre del año pasado! ¡Qué dolor para mí ver salir a Júpiter rodea-
do de sus lunas rodar sobre mi cabeza, tener todo lo necesario, y no poder ob-
servar un solo eclipse por falta de unas tablas astronómicas! 4 Tanto más me
acongojo cuando sé (y yo las he tenido en mis manos) que las hay en Santafé,
y que sólo por falta de un genio lleno de calor por los progresos de la geo-
grafía del Reino, no las he conseguido. Pero por fortuna mía, ya veo a usted
lleno del fuego sagrado que inspira Urania, digamos mejor, del fuego que ins-
pira la grandeza del universo, el único que nos da una idea del poder de su
Hacedor; sí, ya tengo a usted para que sacrifique cualquiera cosa por conse-
guirme las tablas astronómicas por que suspiro y de que tánto necesito. Oiga
ahora dónde están: están en el segundo tomo de la Astronomía de M. de La-
lande,5 que .posee don Fernando Vergara6 en dos tomos, pasta. Yo quiero que
usted (interese con esto a mi don Camilo7 ) haga sus últimos esfuerzos a fin
de arrancarle esta obra a V ergara, comprándosela. Y o pienso que quizá no
hará mucha resistencia, supuesto que para su destino le es inútil. Haga usted
este sacrificio en honor de la astronomía, de la Patria y de mí. Redímame para
siempre de la esclavitud en que estoy del almanaque de Cádiz, y tendrá mil
puntos conocidos, sabrá la porción del país en que hemos nacido y que aún no
conocemos. ¡Qué gloria para usted haber sido el protector de la geografía del
Reino! A Tanquito,8 a este precioso joven, debemos la carta de Timaná y la

• La observación de un satélite de Júpiter, a que hace referencia, es la efectuada el 22 de


diciembre anterior; es la misma que Humboldt conoció al paso por Popayán y que anotó en su
diario dando motivo para el elogio a Caldas que allí aparece. El cálculo que adjuntó Caldas a esta
carta no se conserva.
8
Alude a la Guerra entre España e Inglaterra, que ocasionó la pérdida de Trinidad.
• La diferencia entre la hora de observación del eclipse de un satélite de Júpiter y la que
aparece en el "Almanaque Náutico" calculada para Cádiz, es la diferencia de longitud entre el
lugar de observación y Cádiz. Si, además, dispusiera Caldas de unas "tablas" para predecir
directamente el tiempo de ocurrencia de los eclipses en Popayán, no estaría sujeto a las contin·
gencias de los correos ni a limitarse a aquellos eclipses visibles simultáneamente en Cádiz y en
Popayán; de ahí su empeño en conseguir las "tablas".
• La "Astronomía" de José Jerónimo Le Franr;ais de Lalandc, más tarde adquirido por Caldas.
• Fernando Vergara y Caicedo.
7
Camilo Torres Tenorio.
8
Diego Martín Tanco.
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posición de Popayán; él es quien me ha dado cálculos formados; pero no basta,
son necesarias tablas, y a usted le toca no dejar a otro esta gloria. Si yo supie-
ra que Vergara las ha de dar, y si supiera cuál es su valor, lo remitiría; así
puede usted tomarlas, que con su aviso remitiré lo que pida. A Tanquito le
escribo que se interese en lo mismo, con el fin de que sin dilación se me trai-
gan con el mozo del correo. También he hecho que don Cristóbal Vergara9 le
escriba interesándote en que, caso que no las quiera vender, nos las preste por
seis meses, que con la oportunidad de Tanquito puedo traerlas y volverlas con
la mayor comodidad.
Usted se ha hallado en las mismas funciones que nosotros, y mientras
veía allá el anillo de Saturno, veíamos aquí los mismos objetos con mi telesco-
pio. Este hecho hará siempre época en mis estudios, y necesita que yo se lo
cuente con algún pormenor. Luego que me llegó el almanaque en el correo del
18 de noviembre, se acaloró mi furor astronómico y comencé a trabajar en
rectificar la posición del anteojo de mi pequeño cuarto de círculo,10 a arreglar
la marcha de mi péndola, y sobre todo, a idear un telescopio astronómico, ca-
paz de alcanzar a percibir las inmersiones y emersiones de los satélites de J úpi-
ter. Los principios de dióptrica (ciencia esencial y precisa al que quiera hacer
progre5os en astronomía) me fueron de un socorro imponderable. Y o me decía
a mí mismo: el telescopio astronómico no se compone sino de dos lentes con•
vexos, él amplifica los objetos en razón del foco de la objetiva con el de la
ocular; luego procurándome una lente del mayor foco que me sea posible y
otra del menor, uniéndolas en un tubo y a la distancia de la suma de sus
focos, tendré un buen telescopio astronómico. Con estos pensamientos comencé
a prestar cuantos anteojos sabía eran de la mayor longitud, y entre ellos con-
seguí uno que posee don Marcelino Mosquera,11 de siete cuartas de longitud,
cuya ocular acromática, de 'cinco pulgadas de diámetro, era la de mayor foco
y menor iris que tenía. La primera diligencia fue quitarle cuatro oculares que
tenía; le dejé solo una y la del menor foco, y esperé la nod1e. Llegó ésta, y
dirigí mi anteojo hacia Júpiter: le vi aumentado considerablemente, y percibí
sus cuatro satélites;-pero éstos a ratos desaparecían y a ratos volvían a dejarse
ver, y era necesario fijar mucho la atención, y como dice Bailly/2 pegar el
alma a la pupila. Poco satisfecho de mi telescopio, y guiado del principio que
arriba expresé, le quité la ocular del mismo anteojo que le había dejado, y le
sustituí otra de un foco que sería la mitad menor y de una transparencia gran-
de; salgo, vuelvo mi telescopio a Júpiter, ¡qué claridad! ¡Qué determinado el
limbo del planeta! Veo por la primera vez las zonas oscuras de Júpiter, que

• Cistóbal Vergara y Caicedo.


:IDEl "Cuarto de Círculo", que por esta época usó Caldas, había sido fabricado por él mismo,
tomando como guía las láminas de las "Observaciones Astronómicas" de don Jorge Juan.
"' Marcelino Mosquera Arboleda.
u Juan Silvano Bailly.

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solo conocía en perspectiva, y lo que fue para mí de la mayor complacencia,
vi con toda claridad y facilidad los satélites. Y a estaba algo levantado Saturno;
vuelvo a él mi anteojo, y veo primero una figura elíptica y dos gruesas man-
chas, me sorprendo, vuelvo el anteojo, le fijo y espero que entre en su campo
Saturno; afoco el anteojo proporcional a su distancia (pues ya sabe usted que
a proporción que se miran objetos más distantes, se acorta el foco de la obje-
tiva, y por consiguiente es necesario disminuir la distancia de las lentes para
que siempre se halle a la distancia de la suma de los focos), cuando esa figura
elíptica se transforma en un anillo bien determinado, los puntos o manchas ne-
gras en espacios vacíos que hay entre el anillo y el globo de Saturno que hallé
en medio. Juzgue usted cuál sería mi contento, cuál mi arrebatamiento, al ver
coronadas mis sospechas y mis trabajos. La una de la mañana era y no podía
dejar el cielo ni mi telescopio. Saturno y Júpiter volvían y revolvían en mi
imaginación; sus zonas o fajas, el anillo, los satélites, todo llenaba mi alma
de placer y de contento. ¡Ah! créamelo usted, no me habría trocado en la no-
che del último de no..-iembre por César después de la batalla de Farsalia. ¡Qué
pueriles se me hacían los gustos 'J placeres de los poderosos! Sólo el contento
de la ..-irtud superan al que proporcionan las ciencias a un aficionado, 'J ¿cuán-
to sir..-en éstas para ele..-ar nuestra alma al que las ha creado todas? Si el a..-aro,
el lasci..-o, el .Yengati..-o, el guerrero, el conquistador supieran que sin tántos
afanes, disgustos, cuidados 'Y fatigas había placeres puros 'Y sin remordimien-
tos, ¿no se transf ormarJan e ·· e
, esos Jn· fe1·Jces en asmss,1S aJ·1les,14 M ontuelas,u
11
Delissees? Convengamos en que el cultivo de alguna ciencia es una barrera
casi insuperable para el vicio. ¡Ojalá conocieran esto bien los padres y los
ayos! ¡Ojalá que en vez de amenazar y castigar a los niños, les hicieran tomar
gusto por cualquier ramo de la física o de las ciencias exactas! Entonces Yería-
mos menos jó..-enes ..-iciosos, menos atolondrados 'Y más sabios. Sí, mi Santia-
go: démonos el parabién mutuamente de haber sido nosotros privilegiados en
esta parte, es decir, de que nuestros padres y maestros nos hayan puesto en es-
tado de poder disfrutar de estos gustos puros y de esta honesta ocupación. Sí,
amigo, heureux ceux qui se di..-ertisent en s'instruissant, el qui se plaisent a
culti..-er leur sprit par les sciences! (Telém., lib. 29).
La longitud de Popayán que dio mi observación de la emersión del primer
satélite, se acordó extremadamente con la que yo había deducido de las obser-
vaciones hechas en Quito por don Jorge Juan,17 que se hallan en sus observa-
ciones astronómicas; de las de don Vicente Tofiño18 en el Observatorio Real

"" César Franciaco Cassini.


"Nicolás Luis Lacaille.
10
Juan Esteban Mantuda.
10
José Nicolás Deliale.
10
Jorge Juan Santacilia.
18
Vicente Tofino de Sanmipel.

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de Cádiz, y de la estima de M. Bouger/9 cuando pasó el año de 43 por aquí.
Vea usted el cálculo:
Quito está 80°40'30" al occidente de París, por las observaciones de don
J. J. (ObserYaciones Astronómicas, libro 3, capítulo 3, folio 82) . . 8°40'30"
Por estar Cádiz al occidente de París, si quitamos su diferencia
de meridianos, quedará la longitud de Quito al occidente de Cádiz.
Cádiz está en 8°38' del meridiano de París ( . . . de MM. V erdun
de la Crene, Borda20 y Pingre,21 tomo 29 , página 23) . . . . . . . . . 8°38' O"
Popayán está al oriente de Quito: luego si de 72°2'30" quita-
mos la diferencia de meridianos entre Popayán y Quito, nos queda-
rá la longitud de aquélla al occidente de Cádiz. Popayán está 1°5'4"
al oriente de Quito. (Boyage au Pérou de M. Bouguer) . . . . 1°54' O"

Luego la longitud de Popayán al occidente de Cádiz es . . . 70° 8'30"


Compare usted ahora este cálculo, en el cual no hay más que un dato es-
timado y dos observaciones astronómicas, con el resultado de mi observación,
y verá que poco difiere; quiero hacerlo:
Longitud de Popayán por el cálculo . . . . . . 70°8'30"
Longitud de Popayán por mi observación ... 70°8'56"

Diferencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 00°0'26"
Solo difiere en 26", que es cuanto podía deseai:. 22 Vamos ahora a hablar
de telescopio.
Aquí le incluyo a usted el tamaño aparente bajo el cual veo por mi teles-
copio a Júpiter y a Saturno; si acaso usted le ve mayor por ése, o con mayor
claridad, trataremos de que venga, y si no, no. Observe usted en él y vea si
percibe las dos zonas oscuras que ahora tiene Júpiter; si el limbo del planeta
está bien determinado y libre de aquella radiación que le hace perder la figura
y línea circular, que es una especie de orla, que tánto perjudica a las observa-
ciones; si tiene iris considerable, si es acromático, si tiene micrómetro objetivo
u ocular, si tiene lentes propias para armarlo astronómico, y dígame si usted
observó con todas las oculares ordinarias; y en fin, observe usted cuánto tiem-
po se mantiene un planeta o estrella en el campo del telescopio, es decir, qué

11
Pedro Bouguer.
10
Juan Carlos Borda.
11
Alejandro Guido Pingré.
11
Compara Caldas su resultado de la longirud de Popayán con datos que ha encontrado en
sus libros, entre ellos el de Bouguer, obtenido en el viaje de regreso con instrumentos de muy poca
euctirud, de modo que la concordancia que enrusiasmó a Caldas poco significa. A Humboldt, que
conoció el cálculo de Caldas, le fue útil este trabajo, como lo consignó en su diario, para ganar
confianza en sus propias observaciones de latirud obtenidas con el cronómetro.

47

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tiempo gasta un astro en pasar por él teniéndolo firme y en una misma posi-
24
ción. Ya se acabó el papel. Salude usted a don Camilo,7 Rebollo,23 y Pombo.
Su amigo afectísimo,
CALDAS •

.. Manuel Benito Revollo Marte .


.. Miguel Pombo Pombo.
25
Popayán y marzo 20 de 1799
Mi amado y querido don Santiago: 1 .
Con estudio no quise escribir a usted en el correo pasado, por no ser el
conductor de noticias que debían serle muy dolorosas; ahora, que ya habrá
usted medio enjugado sus lágrimas, voy a cumplir con el amor y la amistad,
no renovando pesares inútiles, sino procurando que usted ponga fin a los sen-
timientos que inspira la naturaleza. Si nosotros fuéramos paganos, si no tuvié-
ramos la dicha de vivir bajo una religión cuyo espíritu es todo esperanzas más
allá de la muerte, seríamos excusables de llorar por muchos días a nuestros .
de.udos; pero estando persuadidos de que nuestra muerte no es más que me-
jorar de estado; que es el fin de los trabajos, del dolor y la miseria, debemos
consolarnos, y después de satisfecha la parte carnal de nuestro sér, es necesario
elevarse a sentimientos más nobles y más dignos de un hon:ilire ilustrado. Sí,
mi amado Santiago, deje usted sus lágrimas, demasiado justas por otros res-
pectos; consuélese: su hermano era honesto, religioso, inocente, y esto basta
¡;:ua quien sabe el valor de estas voces. ¡Dichoso si pudiera de cerca contribuir
a serenar a usted con mis dicursos! Pero mejor pensado, conozco lo inútil de
un deseo que inspira la amistad. Sé cuáles son las disposiciones de su corazón,
que no necesita de unos discursos que mil veces habrá formado. Pero amigo,
la amistad y el amor tienen su excesos, excesos que por sí mismos piden su
indulgencia.2
Usted sabe cuánto amo todo lo que tiene conexión con su familia e inte-
reses; esto me empeña en que a mi nombre haga .usted con sus hermanos don
Mariano8 y don Joseph Antonio4 los mismos oficios que acaba de hacer con
usted su afectísimo y verdadero amigo, que besa su mano,
CALDAS.
Saludo con todo mi afecto a nuestro don Camilo" y a nuestro paisano
Pombo.6
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Carta escrita con ocasión de la muerte de un ser querido para los Arroyos, un hermano
posiblemente. .
. • Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
• José Antonio Pérez de Arroyo y Vale~.
1
Camilo Torres Tenorio.
• Miguel Pombo Pombo.

48

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26
Popayán y junio 20 de 1799
Querido don Santiago:
Nada me ha respondido usted sobre lo mejor que usted haya visto en el
telescopio del doctor Isla1 al planeta Júpiter. No sea usted tan reservado con
un amigo que nada tiene oculto para usted. Comunique algo a este país soli-
tario y aislado.
En este correo escribe don Manuel María2 a nuestro don Camilo3, encar-
gándole reconozca la Flora de don Joseph Quer: que a ¡ersuasiones mías ha-
bía pedido a don Luis Ayala,11 sabiendo la tenía Lozano, para que vea si vale
los 60 pesos que pide por ella. Este sujeto2 -Arboleda- tiene las más bellas
disposiciones, es amante de las ciencias, hay dinero y puede servimos infinito,
así para ilustrarse él, como para ilustramos. Yo le he hecho comprar la Parte
Práctica de Linneo1 en nueve tomos, y desea tener la Flora de Quer• con otros
libros. Ojalá que usted, en beneficio de su Patria y de sus amigos, se interese
en que venga este libro útil, y me mande noticia de otros, así en este género
como en otros. Especialmente le encargo me solicite, de concierto con Tanqui-
to,8 a quien le tengo hechos los mismos encargos, unos dos elemplares de la
Explicación de la Filosofía'! fundamentos botánicos de Linneo, etc., traducida
por don Antonio Paláu,9 un tomo, 89 mayor; cuatro ejemplares del Curso de
Botánica, por Ortega10 y Paláu; unos cuatro o seis lentes propios para las ob-
servaciones de las partes de los planetas; y si usted sabe de algunos libros
buenos que nos sean ut1 , 'les para f ormamos en la botantea,
, . 11 av1senos.
,

Quizá usted extrañará este furor botánico; pero si supiera usted que hace
muchos días le hago mi único estudio, convencido de la falta que me ha hecho
en mis correrías, no se admirará. ¡Cuánto me he arrepentido de no haber cul-
tivado este estudio un poco antes! ¡Cuántas riquezas y bellezas han pasado
por mis manos sin conocerlas! Este dolor no lo puedo mitigar, sino aprovechan-
do el tiempo para lo sucesivo. Este tiempo precioso es el que me obliga a em-

1
Padre Miguel de Isla.
1
Manuel María Arboleda Arraechea.
1
Camilo Torres Tenorio.
• "La Flora Española" de José Quer y Martínez.
• Luis Ayala y Vergara.
• Jorge Tadeo Lozano.
7
Carlos de Línneo.
• Diego Martín Tanco.
• Antonio Palau y Verdera.
10
Casimiro G6mez Ortega.
u A partir de esta carta se nota que el int~rrés de Caldas se centra en los estudios de la
Botánica.

49
CARTAS DE CALDAS - 4

©Biblioteca Nacional de Colombia


peñar a Arboleda para que tome en Santafé el Quer, y no perder dos años por
ahorrar 10 pesos. Haga usted sus esfuerzos, y ocupe a su estimador y amigo,
CALDAS.
Saludo a nuestro don Camilo;3 y Toribio12 hace lo mismo con usted, ofre-
ciéndole una carta en el venidero.

Al _doctor don Santia~o Pére~ de Valencia y Arroyo - Santafé.

,. T oribio Rodríguez.

27
Popayán y agosto 28 d~ 1800
Mi amado Antonio: 1
He visto la de usted con placer, así por saber de un ami:go que con since-
ridad, como por su contenido. El bálsamo me ha encantado, y he quedado
satisfecho del celo de usted por el adelantamiento de una ciencia que puede
hacernos conocer algún día del resto de los hombres, con tal que le cultivemos
con esmero. Y o no puedo dar a usted mejor instrucción sobre el particular que
copiarle a Linneo. 2 El género Toluifera es muy semejante al Miroxylon, y
esto nos debe empeñar más en su determinación: lo cierto es que por su carta
estoy seguro de que es uno de los dos géneros. Voy a poner a usted -por ex-
tenso lo que dice Mutis3 en Linneo sobre el Miroxylon. Cáliz. Periantio de
una pieza, a manera de camparia, persistente, con cinco dientes muy pequeños
y poco manifiestos. Corola. Pétalos cinco, insertos en el receptáculo, desigua-
les, irregulares, con uñas angostas, lineares, del largo 'del cáliz; la lámina del
pétalo superior ancha, redoblada, aovada, o de figura del corazón al revés; la
lámina de los demás pétalos angosta, lanceolada, recta y algo extendida. Es-
tambe. Filamentos diez, apretados al germen, del largo del cáliz, filiformes,
lampiños; con las ante·ras fuera del cáliz, derechas, lanceoladas, señaladas con
un surco, y terminadas en una .puntita corta. Pistilo. Germen encima del cáliz,
más largo que la flor, y que cuelga fuera de ella, a manera de cuchilla, y com-
primido, con el estigma obtuso y sencillo. Pericarpio. Legumbre en forma de
espada angosta por su base, ensanchada hacia su ápice, .redondeada, compri-
mida y puesta en remate de la legumbre~ .
Es árbol muy hermoso, con la corteza lisa, crasa y muy resinosa como todas
sus demás partes. Produce las hojas alternas, pinadas y que rematan . en par,
con dos pares de hojuelas, casi opuestas, pecioladas, entre aovadas y lanceola-
1
Antonio Arboleda Arraechea. Se inicia con esta carta la ~orrespondencia conocida con
Arboleda, su compañero de muchos trabajos, a quien había iniciado en la ciencia botánica. ·
· • Carlos de . Linneo.
1
José Celestino Mutis.

50

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das, enteras, venosas, muy lampiñas, con su ápice alargado, obtuso y escotado
y un nervio elevado y velloso; los racimos axilares derechos, ladeados, más lar-
gos-que las hojas, con el pedúnculo algo rollizo y velloso; las flores esparcidas,
con sus piececitos derechos; una bráctea que apoya a cada pedúnculo, muy pe-
queña, aovada, derecha, cóncava y que se asemeja a un tubérculo; el cáliz a
manera de campana, entre verde y blanquecino; ceñido, fuera de su orificio,
con anteras y pétalos blancos, y que contiene dentro de la legumbre verde,
representando una forma singular en la flor. La sustancia de las hojas está
llena de puntos lineares, transparentes y resinosos. T oluifera. Cáliz. Periantio
de una pieza a m~era de campana, casi igual, coh cinco dientes, y el uno
más apartado. Corola. Pétalos cinco, insertos en el receptáculo; cuatro de los
cuales son iguales, lineares, poco más largos que el cáliz, pero el quinto al do-
ble mayor, de figura de corazón al revés, con su uña de la longitud del cáliz.
Estambre. Filamentos 10, cortísimos, con las anteras más largas que el cáliz.
Pistilo. Germen oblongo; estilo ninguno, estigma agudo. Nada se sabe del pe-
ricarpio y semilla; las hojas semejantes a las del algarrobo. Aparte no vaya
usted a confundir el germen con el pistilo, pues me parece que usted equivoca
estas dos partes. Lo del estigma mellizo, observe más flores si el extremo o
puntita está dividido en dos partes, y con el mayor cuidado; la corola y el
cáliz es preciso que les vea y revea, lo mismo que las demás partes, cuyas des-
cripciones van.
He visto los dos pedazos de piedra que me remitió; a mí me parecen legí-
timo yeso de espejuelo; lo haré calcinar y avisaré a usted por el correo; yo no
me acuerdo cuánto fue el dinero que usted me remitió para Trujillo; pero es
seguramente lo que usted dice: de $ 360. El peón no me ha dado tiempo de
buscar las cartas de usted, pero por el correo le avisaré. Doña Rafaela4 está
en Novirado con Manuelito;5 Vicente6 muy donoso con su abuela. Se hizo la
rifa de los libros, y la sacó don Martín Borrero. Si ve a don Martín mi tío7
dígale que yo puse $ 5 por él a cuenta del pico que le restó; que si pasa por
ellos que me avise, y si no me diré: toma por comedido. Siento concluir ésta
dejando mil cositas pendientes, pero en el correo despicaré.
Solo añado que voy a emprender una cosa en que usted tiene influjo y
me ha de ayudar a conseguir. Júpiter llega a la mejor situación para observarlo
en el mes que entra, y quisiera de una vez saber el lugar que ocupamos en el
universo; 8 para esto se necesita de un telescopio fuerte; ·el de don Marcelino9

' Rafaela Valencia y Valencia de Arboleda.


• Manuel Esteban Arboleda Valencia.
"Vicente Javier Arboleda Valencia.
• Martín Tenorio Arboleda.
1
Se refiere a la determinación de la longitud de Popayán, la que espera lograr con la
observación de los satélites de Júpiter. ·
• Marceüno Mosquera Arboleda.

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no es tanto que no me deje algunas dudas sobre el momento de la inserción;
así he resuelto exponerme a un nones con el Alférez R.10 de Cali, a quien voy
a pedir prestado, por lo que falta de este año, su telescopio; si bien, bien, y si
no, también. Si usted tiene algún influjo en esto hágalo usted en obsequio de
la astronomía y de la ciencia. Si usted pone dos letras al doctor V ergara,11 no
dudo que nos lo prestará. Me voy valerme de Fernando.12
Adiós mi amadísimo Antonio.
CALDAS.

"'Alférez Real de Cali, Manuel de Caicedo Tenorio.


u Felipe Vergara y Caicedo.
11
Fernando Vergara y Caicedo.

28
Popayán y noviembre 20 de 1800
Mi amado don Santiago: 1
¡Qué placer he sentido al ver letra de usted después de casi un año de
silencio! Ojalá usted, siempre que mi pereza me retraiga de escribirle, me ani-
mase y probase a ello. Si algunas veces no lo he hecho, no ha sido tanto por
eso, cuanto por no quitar a usted un tiempo precioso para ocupaciones serias
e importantes. Y o no trato sino de estudios amenos y compatibles con el temple
de mi genio, que mira con horror a los Vinios, Digestos y Murillos, a pesar del
aprecio que hago de un buen jurisconsulto; pero no nací para abogado, y las
matemáticas, la física, la historia natural, las bellas artes, no permiten en mí
otra ocupación. Si usted quiere que conversemos sobre esto, lo haré con el ma-
yor gusto, y en esto satisfaré su buen afecto, y yo mi genio.
Es verdad que ha mucho tiempo que hago mi principal ocupación de la bo-
tánica en un país virgen y que ofrece un campo inmenso en qué cebarse, ser
útil y divertirse. Pero ¡cuántos obstáculos hay que vencer para llegar a una
medianía! Sin libros, sin maestros, todo se ha de sacar de los pocos que a fuer-
za de fatigas he podido conseguir. No tengo a mi disposición, ni hay más en
Popayán, que el Curso escaso de Ortega,2 la Parte Práctica de Linneo,3 las
Instituciones de Toumeford" y el Quer. 5 Estos forman mi biblioteca: y ya ve
usted lo poco que hay en esto, y cuánto falta para tener lo más necesario. Vi-
vimos, mi Santiago, en un país casi bárbaro, a 3,000 leguas de las naciones
cultas y de la ilustración. Si en Roma, París, Londres, Madrid, se dijera que
en el último año del siglo xvm, de este siglo de las luces, no se ha hallado en

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Casimiro Gómez Ortega.
1
Carlos de Linneo.
• José Pitton de Toumefort.
• José Quer y Martínez.

52

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toda la extensión del Virreinato un ejemplar de la Filosofía Botánica de Lin-
neo, se pondría en duda. Pero debemos confesarlo con rubor, que en Cartage-
na, Quito, Santafé y Popayán, no se ha hallado este libro clásico y fundamen-
tal. Todo el que no haya leído esta producción del botánico del Norte, esté
seguro de hallarse muy atrasado. Y o desespero y deliro por encontrarlo, pero
nuestra situación no lo permite, y es preciso conformarse con la Providencia,
que así lo dispone, porque así nos conviene. No es por falta de recursos que
carecemos de libros, pues el doctor don Manuel María Arboleda6 se ha decla-
rado mi protector y amigo: a su generosidad debo la Parte Práctica de Lin-
neo y el Qúer, con otras muchas cosas que me ha proporcionado, por mis influ-
jos, para nuestra instrucción. En esta atención abra usted los ojos sobre todo
Santafé, enganche libros buenos de Botánica, Historia Natural, etc., etc., y
avíseme para tratar de su compra. Ojalá asome una Filosofía Botánica, M.
Du-Hamel de Monceau, 7 sobre la física de los árboles; en fin, usted sabe mi
gusto y entiende las materias.
Nuestro don Toribio8 es incorruptible, y nadie le contagiará; su carácter
es inflexible y nunca sale de su paso. Su aula y sus Partidas, para la profe-
sión que espera tomar, y nada más; no es posible que se derrame a otros estu·
dios, y para él no hay botánica. Los aficionados a quienes he contagiado son
don Antonio Arboleda,0 don Chomo,10 hermano de nuestro don Camilo, 11 don
Juan José Hurtado/ 2 y yo. En saliendo de aquí, no se entiende de plantas sino
para la cocina.
Hace algunos días que he cesado con la botánica para formar los diseños
de un retablo mayor que se está construyendo en Santo Domingo, todo bajo
la corrección de nuestro don Marcelino,13 cuyos conocimientos y gusto en esta
materia les son a usted bien conocidos. Luego que le hayamos dado la última
mano, irá un ejemplar, pues ya sabe usted que yo deliro sobre esto bastante, y
hago columnas y cornisas a roso y velloso.
Un secreto que confié a Tanquito14 en el pasado, quiero confiarlo también
a usted, mandando guardar silencio, sobre todo, y es que pienso ir otra vez a
ésa; pero de muy diverso modo que la antecedente. En ésta ha de ser como un
relámpago, de modo que dentro de tres o cuatro meses me he de volver a ver
en ésta sin falta, por estar así acorde con mis intereses. Usted no diga nada
hasta su tiempo.

6
Manuel María Arboleda Arraechea.
• Enrique Luis du Hamel de Monceau.
1
Toribio Rodríguez.
0
Antonio Arboleda Arraechea.
10
Jerónimo Torres Tenorio.
11
Camilo Torres Tenorio.
12
Juan José Hurtado Arbol~da.
u Andris Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
"Diego Martín Tanco.

53

©Biblioteca Nacional de Colombia


Y o quisiera hablar a usted mucho acerca de mis observaciones botánicas,
y sobre el número incalculable de plantas que daría ocupación por muchos años
a una docena de profesores. De paso le diré que he rectificado un uso bárbaro
acerca de la calahuala. 16 Esta se usaba con solo la autoridad de un indio que
hacía negocio en cogerla, y a tontas y a ciegas tomaba la raíz de muchos hele·
chos de un hábito muy semejante y capaces de equivocar al más advertido. Y o
entré en vehementes sospechas de que se daba gato por liebre, hice que los
indios cogedores de esta raíz la trajesen con fronda, y hallé que se ha tomado
aquí tina raíz absolutamente distinta de la calahuala. Usted verá de qué con-
secuencias es conocer bien un simple para administrarlo, y cuán arriesgada ha
estado la salud de nuestros enfermos, que en vez de tomar un antídoto, han
tomado raíces que, por la mejor parte, no harían efecto ni curarían sus dolen-
cias. Esto se agrava sabiendo que las plantas de esta clase -que es la 24
chriptogamia- son sospechosas y las · más venenosas. ¿Cuántos golpeados
gravemente, habrán muerto apostemados por no habérseles administrado la
verdadera calahuala? Usted crea que no se puede ser médico sin una mediana
tintura de botánica; pero yo no lo he de ser, y sí su afectísimo y verdadero ami-
go que besa su mano,
FRANCISco JosEPH DE CALDAS.

Salúdeme usted con todo afecto a nuestro don Camilo,11 mis S. S. sus her-
manos, don Miguel Pombo/6 don Pacho Ulloa,17 don Manuel Joseph Hurta-
do18 y demas
, amtgos.
.

11
Helecho del género polypodium, principalmente p. glaurophyllum.
18
Miguel Pombo Pombo.
11
Francisco Antonio Ulloa.
10
Manuel José Hurtado Arboleda.

29
Popayán y enero 20 de 1801
Mi amado don Santiago: 1
Usted quiere que yo le escriba mucho, y se pasan meses sin ver letra suya
y sin saber nada. Yo he estado en el campo y no he contestado a Tanquito2 una
suya de ahora dos correos, en la que me dice que se iba p~ra La Habana, y
dudo si en este intervalo haya marchado, motivo por que no aventuro mi carta
y encargos. Si aún está allí, signifíquele usted mi duda y motivo de no escri-
birle en éste y haberle faltado en los anteriores; si no, avíseme de su partida y
miras. ¡Cuánto siento, mi Santiago, la ausencia, o más bien, la retirada de este

1
Sántiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Diego Martín Tanco.

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buen amigo! Y o sé lo que le debo, y si aún está allí, ofrézcale mi contestación
para el venidero.
Desde que estuve allá vi entre los libros de Nariño3 el tratado de Jardines
y Huertas, de M. de la Quintinie,4 en dos tomos 49, en francés, de cuyo mé-
rito no tiene que dudar. He persuadido a don Manuel María Arboleda~ que
lo tome, y libre a favor de usted el dinero necesario a cargo de qon Manuel
Joseph Hurtado. 6 Yo me intereso que usted se tome el trabajo de recibir el. di-
nero, lo compre, y si aún Tanquito está allí, entregárselo para que me lo re-
mita; si no, usted se encargará de ello. La botánica me ocupa todo, y haría
algunos progresos si tuviera la Filosofía Botánica de Linneo. 7
¿Es posible que en toda la extensión de la Nueva Granada no haya un
ejemplar de este libro clásic.o? Si Mutis8 no lo posee, dudo que lo haya; pero
usted haga sus esfuerzos por él.
Mucho he deseado saber el juicio que ha hecho Mutis de los tres esque-
letos que le remitimos, 0 y esperamos con impaciencia la respuesta que nos ha
ofrecido por mano de don Camilo. 10
. Me muelen los timanejos y plateños por nuevas cartas de estos países, 11
con motivo de un auto último de esa audiencia sobre la formación de un nuevo
mapa: sé que no se ha hecho uso del que en años pasados formé a expensas de
muchos trabajos. Confieso a usted que me ha sorprendido esta noticia, y no
puedo adivinar la causa de este procedimiento; si usted sabe, comuníquemelo,
seguro del sigilo, si tiene consecuencias. El no será digno de un geógrafo; pero
a lo menos el mérito de la exactitud y fidelidad no la podrán negar don Ca-
milo, los timanejos, ni los comisionados. Siento que el trabajo de tres meses, de
un cúmulo espantoso de observaciones astronómicas, geodésicas, odepóricas se
haya quedado en la oscuridad y sin uso; pero ya veo las cosas de otro modo y
con serenidad, y no llega mi cuidado a inquietarme. Después será más largo,
y usted ocupe a su afectísimo amigo que besa su mano;
CALDAS.
0 2 3
Saludo a nuestro don Camilo/ don Miguel Pombo/ Ulloa/ Hurta-
• l a su hermano don M anano.
do, 14 etc., y en especta . 15

1
Antonio Nariño Alvarez.
'Juan de la Quintinie.
• Manuel María Arboleda Arraechea.
• Manuel José Hurtado Arboleda.
7
Carlos de Linneo.
8
José Celestino Mutis.
• Es la primera indicación de haber enviado a Mutis ejemplares de herbario.
1

11
° Camilo Torres Tenorio.
El pleito de límites entre Timaná y La Plata, motivo de los trabajos cartográficos de Caldas
en 1797 y 1798, continúa y allora le piden nuevos mapas.
"' Miguel Pombo Pombo.
13
Francisco Antonio Ulloa.
,. Juan José Hurtado Arboleda.
"' Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
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30
Popayán y febrero 5 de 1801
Señor don Santiago Arroyo- Santafé.

Mi don Santiago:
En el correo pasado escribí a usted sobre la Quintinie,1 y ahora lo hago
por el Mengs.2 Cuando estuve en ésa lo vi en casa de Jiménez, en un tomo
folio, o más bien 49 mayor. Usted conoce demasiado el mérito de este pintor
filósofo, y las luces de Azara3 su publicador; quiero tenerlo, y usted ha de bus-
carlo: así que me avise que lo hay, y su valor se lo remitiré; ojalá viniera con
el primero.
Considero todavía en ésa a don Joaquín Caycedo," a quien me saludará
y le dirá que me avise cuál es el nom~re de las señoras a quienes pertenece el
valor de la saya de brocato verde que me trajo, para remitirles el producto,
que son 80 pesos, porque no se ha podido vender en más; que si gusta recibir-
los allá, en el siguiente los remitiré a manos de usted con el valor del Mengs.
Entregue usted la adjunta a doña Manuela/1 y deme noticia del estado de
esta señora. Es muy tarde, y en el siguiente hablaremos largo de observaciones
y botánica. Repito mis encargos, y que usted, persuadido del amor y verdadera
amistad que le profeso, mande a su afectísimo estimador,
CALDAS.

Saludo a nuestro don Camilo, sus hermanos, Ulloa, Hurtado,8 Pom-


6 7

bo,9 etc.
Me acuerdo que en la tienda en que vendían los libros de Ricaurte 10 había
una colección de viajes de Mr. Harpe11 en muchos tomos, en pasta y con su
atlas; si aún existe, estimaré me lo diga, porque tengo ánimo de que venga.
No olvide mi encargo de un ejemplar del Bu/fon. 11
¿Es creíble que no haya podido leer de este naturalista más que once to-
mos de los traducidos?

1
Juan de la Quintinie.
'Antonio Rafael Mengs.
1
Félix de Azara.
• Joaquín de Caicedo y Cuero.
1
Manuela Santamaría de Manrique.
1
Can.Uo Torres Tenorio.
' Francisco Antonio Ulloa.
1
Juan José Hurtado Arboleda.
• Miguel Pombo Pombo.
10
José Antonio Ricaurte.
u Juan Francisco de La Harpe.
12
Se refiere a la "Histoire Naturelle" escrita por Jorge Luis de Buffon.

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31
Popayán, marzo 5 de 1801
Mi amado don Santiago:
Recibí la apreciable de usted y el prospecto que se sirvió remitirme. 1 Este
me ha llenado de gusto y complacencia al ver se resucita, o más bien se le da
nacimiento a establecimiento necesario en una sociedad. El plan me parece jui-
cioso, si no se limitara a medio pliego: es muy estrecho campo para a.nécdotas,
política, historia, agricultura, artes, ciencias, economía, etc., etc., tres páginas;
y demasiado para actos literarios, fiestas, promoción y vacantes, lo restante. A
esta crítica podrían responder sus autores que ofrecen aumentarlo si crece el
número de buenos papeles que se les remitan. Sobre todo merecen mis elogios
esos señores, y solo con un an1igo puede uno producirse de este modo. Yo,
como un individuo del Reino, les prodigaré mis alabanzas. ¡Qué raro es entre
nosotros pensar con sublimidad y patriotismo! Y cuando· vemos una centella
de esta virtud, ¿qué elogios no se merecen sus autores?
Y a lo he leído a todos mis amigos, los he entusiasmado a fin de que ha-
gan algo y bueno; pues cosas medianas, en lugar de redundar en honor, des-
acreditan la patria. Por lo que mira a mí, me considero el último de todos, y
siento en mi alma cierto temor, cierta desconfianza, cierto no sé qué, que me
hace abandonar cualquier pensamiento por feliz y nuevo que parezca. El pú-
blico es inexorable, y le tiemblo: mi fibra es delicada y mi corazón muy sen-
sible a las críticas que se harían a mis producciones. Soy enemigo de disputas
por carácter y por principios; tengo cerrada la puerta de Jano, y no puedo
olvidar un dicho de Newton hablando de esta materia: Me reprendería -de-
cía este genio profundo- la imprudencia de perder un bien real como el re-
poso, por correr tras de una sombra.! En fin, si algo bueno ocurriese y llegase
a producir algún rasgo, lo remitiré a usted para que, más inexorable que
el público, lo juzgue y lo sentencie a las llamas o a la luz pública, pues este
público no puede sufrir sino cosas dignas de él. Basta de Correo Curioso, po-
lítico, etc.
He leído mucho la serie de libros que usted me pinta: ¡qué suerte la de
los grandes hombres, verse en manos de ignorantes de este calibre! ¡Pobre
Saint Real,8 en cambio de bayetones! Me apunta usted que Jirnénez tiene 6
tomos del Conde de Buffon, y he entrado en sospechas de que pueda ser la
Historia Natural de las A ves, que le conocí cuando estuve allá, en dichos seis
1
Se refiere al prospecto, que ha recibido de Santiago Ar.royo, de la fundación del "Correo
Curioso", que comenzó a publiéarsc en Santafé, en 1801, bajo la dirección de Jorge Tadeo Lozano
y Luis Azuola, y donde apareció el primer trabajo publicado de Caldas, de ciencias físicas, sobre
la altura de Guadalu"e sobre la Sabana.
• Cita Caldas a ·la deidad romana }ano, cuyo templo sólo se abría en tiempo de guerra; con
ésta, y con la cita de Isaac Newton, indica Caldas que desea la tranquilidad y la paz.
• César Vichard, Abate de Saint Real.

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tomos en 49 mayor, en francés; si es ésta, he resuelto a don Manuel María4
a que· la sustituya a la Quintinie,5 para lo cual da órdenes de dinero.
Nada me dice usted del viaje de Tanquito,6 sus miras y vuelta; espero
me comunique algo.
Mi viaje a ésa se frustró del todo, y en mi lugar va mi hermano RafaeV
en compañía de don José María Bolaños y de don José M. Romero; éste sigue
a Caracas, y los dos primeros con miras de comercio. Bien sabe usted que no
tengo valimiento, y menos conocidos fuera de usted, don Camilo8 y Tanqui-
to: 6 éste se fue, aquél, anegado en asuntos del foro, y el único residuo es mi
Santiago. Así a él me dirijo a fin de que me les solicite un alojamiento cómo-
do para tres sujetos con su correspondiente equipaje. Ellos salen el 30 de éste,
con esperanzas en usted, y yo los animo a ello, con el conocimiento que tengo
de su carácter. No serán molestos, y ellos y yo reconoceremos este servicio.
Si usted no fuera mi amigo, no se tomara estos chascos; así lo quiere, aguante.
Mi casa tomó sobre sus bienes$ 4.000, y los queremos poner en giro por
medio del comercio: a este fin va mi hermano en la compañía de Bolaños, para
que lo instruya y dirija la compra. Usted reserve esto, porque en la negocia-
ción de Timaná quedé alcanzado, y debo aún algunos pesos. Temo que se
quiera hacer algún movimiento, y para evitarlo es necesario silenciarlo, pues
yo no puedo pagar con lo que es de mis hermanos.
. Quedo preparándome para observar el eclipse de luna del 28,9 y si logro
un cielo sereno, tendremos bien establecida la posición de nuestra patria. Si
estos asuntos tuvieren lugar en el nuevo periódico, me esforzaría en presentar
mis observaciones con pureza y dignidad, a fin de hacer conocer al mundo el
lugar que ocupamos en el globo; pero parece que son materias muy abstractas
para el común, que no gusta de observaciones, cálculos y longitudes. Usted vea
si tendrán lugar, y dígame su modo de pensar en la materia, que en un caso
o en otro lo remitiré para diversión de usted, que no es de la multitud.
Por lo tocante al mapa de Timaná, me admira que se deje la verdad por la
mentira, y se sustituya a un buen retrato una copia de mano de aprendiz. 10
Amigo, jamás había comprendido hasta qué punto llegan las consecuencias de
nuestra mala educación. Si a ese Inclán, etc., etc., se le hubiese sustituido a la
miserable jerga que le leería en su colegio, un curso sensato y lleno de cono-
cimientos útiles, ¿prostituirían tan vilmente a la geometría y geografía? ¿le

' Manuel Mario Arboleda Arraechea.


• Juan de la Quintinie.
• Diego Martín T anco.
7
Rafael Caldas Tenorio.
8
Camilo Torres Tenorio.
• Se trata del eclipse de Luna de la noche del 29 al 30 de marzo, que Caldas anunció
para el 28.
10
No se conoce el mapa a que alude Caldas, una copia, en sustitución del suyo.

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pospondrían a cuatro garabatos infelices hechos por un bárbaro? Me avergüen-
zo que en el Reino, y en el siglo XIX, mientras los Tribunales Superiores de Eu-
ropa mantienen geómetras asalariados para casos iguales, nuestros primeros
magistrados detenten el juicio, la razón, la verdadera figura del país, para
poner otra en su lugar. Quizá éste es caso único en su especie; pero yo me
acaloro demasiado. Usted esté seguro de mi afecto y de la verdadera amistad
de su afectísimo,
CALDAS.
1 2 3
Saludo a nuestro don Camilo8 y don Mariano/ a Hurtado/ Ulloa/
Pombito,14 etc.
Señor don Santiago Pérez de Valencia y Arroyo- Santafé.

11
Mariano Pérez: de Arroyo y Valencia.
u Juan José Hurtado Arboleda.
u Francisco Antonio Ulloa.
" Miguel Pombo Pombo.

32
Popayán y marzo 20 de 1801
Mi amado don Santiago: 1
En el pasado escribí a usted con pretensiones de encargos de libros, y
sobre todo, sobre aquellos tomos del Conde de Buffon,' que sospecho sea la
Historia de las A'Yes, de este genio original y profundo. ¡Que no pueda con-
seguir un ejemplar completo de su Historia Natural! Vivimos, amigo, en un
país en que se nos ha cerrado el camino a la sabiduría. Si contáramos en la
Europa que había un pueblo con cerca de 300 años de fundación, bajo la do-
minación de una nación culta, que todos los días pasa a los primeros puestos
la parte más ilustrada de ella, que hay colegios, Universidad, doctores que
inundan los pueblos, y se dijera que no se halla en él un ejemplar de la Filo-
sofía Botánica de Linneo,:' que es raro el Conde de Buffon, que apenas se ven
las obras maestras en todo género, ¿no creyeran que les hablábamos de los
calmucos y de los tártaros y a buen escapar de los lapones? La imposibilidad
de instruimos parace invencible. A cuatro mil leguas de distancia de la metró-
poli, añada fuerzas marítimas de la Gran Bretaña que cierran la comunica-
ción de España con sus colonias,4 y casi desesperaremos de poder algún día
saber lo que un niño europeo. Dejemos estas ideas tristes y hablemos de otra
cosa.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
2
Jorge Luis Leclerc, Conde de Buffon.
• Carlos de Linnco.
• Alude a la guerra entre España e Inglaterra.

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5
Partió de ésta mi hermano Rafael el 12 de éste con indiferencia sobre
su destino. Se nos asegura que. Santa Marta ofrece grandes ventajas en el día,
y si se confirman, puede no tocar en ésa y seguir derecho a otro puerto. Si usted
aún no ha dado paso dirigido a la solicitación de su habitación, suspéndalo
hasta nueva orden. 7
Arboleda6 me ha hablado sobre los dos números de El Correo 9 Curioso
8
que usted o mi amado don Mariano han remitido al señor su padre y se me
han ofrecido.
En la profunda paz, y puede ser letargo de nuestra patria, no hay cosa
que merezca contarse y que interese. Se me ha dicho que don Tomás Quija-
no10 piensa en remitir a ese nuevo periódico unas composiciones poéticas, y
que son fábulas morales; que el Padre Fuentes trabaja sobre lo mismo. Mucho
desconfío del buen suceso: usted conoce ya el carácter de la musa del segundo,
y su lira suena más a carrasca y a marimba que a Coro, Pegaso,- Parnaso o
Apolo. Quién sabe si esos señores tendrán abundante material para reír con
las producciones de nuestro Pindo, y en qué cebar la emulación que nos pro-
fesan. Ha habido en ésa hombre que escribiese a Fuentes pidiéndole sus pro-
ducciones para el Correo Curioso, diciendo que no había poetas allá y que
hacía falta este género de composiciones. Y o dudo que los haya en el Reino,
si entendemos por tal lo que su voz significa. Siento en mi corazón que Popa-
yán vaya a hacer un papel despreciable y ridículo. Si usted tiene amistad con
los editores, procure que no se divulguen, pues estoy seguro que no se impri-
mirán. De Quijano puede ir algo razonable y que merezca aprecio, aunque no
lo fío. El amor y gana de ser autores, de verse en letra de molde, precipita
a muchos y los hace delirar; por fortuna presto se desengañan, pero a expen-
sas de su reputación y del honor de la patria. Si no hemos de producir cosas
nuevas, útiles e interesantes, ¿no es mejor estarse quedo en su agujero? Por lo
que mira a mí me veré mucho en ello, lo pensaré despacio, trabajaré con len-
titud, consultaré a mis amigos imparciales, no olvidaré el nonumque prematu-
1
rin annum de Horacio/ con otras precauciones que dicta la prudencia.
Confieso a usted que El Correo Curioso me ha hecho rever mis cartapa-
cios antiguos y empolvados. Las observaciones de más de seis años en Timaná,
Neiva, Santafé y Popayán y todos los lugares intermedios, sobre geografía,
posición de los pueblos, curso de los ríos, producciones naturales en los tres
reinos, comercio, industria, carácter, usos y costumbres de sus habitantes, mo-
• Rafael Caldas Tenorio.
• Antonio Arboleda Arraed1ea.
• Publicación aparecida en Santafé en ese año. Caldas duda de la calidad literaria de la
publicación.
8
Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
• Andrés José Pérez de Arroyo.
10
Tomás Antonio Quijano García de Lemos.
11
Flaco Quinto Horacio.

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nwnentos de los indios, etc., dan material inmenso; pero es preciso ordenar,
digerir, rectificar y muchas veces volver a consultar a las personas ilustradas
y capaces de repetirlas, que se hallen en los mismos lugares de que se piensa
hablar. Para no ocultar nada a un amigo que merece toda mi confianza, estoy
dando a mis trabajos la forma de viaje, con este título: Viajes de Caldas hechos
en diferentes tiempos/' no aseguro a usted que no varíe aún éste; pero por
ahora lo conservo. .He suprimido mi viaje a ésa en 1788, como hecho en un
tiempo en que nada veía con reflexión ni con luces: la misma suerte le ha to-
cado al que hice de Popayán a Timaná en 1795, y al de ésta a Santafé en
1796, aunque contienen observaciones no tan despreciables. He comenzado mis
relaciones desde mi salida de ésa en octubre de 796; seguirá mi mansión en
Timaná; mi viaje a ésta, y una descripción completa de nuestra patria. Si en
lo sucesivo salgo, como pienso, se aumentarán seguramente.
He comenzado a extender la descripción de ésa, como lugar de mi parti-
da; he hallado muchas cosas en mis apuntes, dudo de algunas y necesito otras
que se escaparon. Más de una vez he suspendido y dejado lagunas que solo
usted puede llenar. No se asuste usted: es preciso contribuir a pintar y dar a
conocer la capital del Virreinato; no será mal correspondido, yo sabré agrade-
cer y separar lo que a usted pertenezca; no me apropiaré la gloria y el mérito
. . . l e toque: no se trata entre Bouguer13 y L
que de JUStlcta a cond · H ru
amme, ·
estaremos en el caso de que uno de nosotros diga:
Neque enim bene facta, maligne
Deletreare meum est; modo ne communia solus occupet.
Entremos en materia. Usted fue testigo del número crecido de observa-
ciones del termómetro que hice con varios de ellos en mi última mansión en
ésa: tengo tablas numerosas de sus indicaciones, y el resultado es de 13° sobre
la congelación en la escala de Mr. de Reamur/ 5 en el mayor calor, situado el
instrumento en una sala con puertas y ventanas abiertas, y 0° en el mayor frío,
a cielo raso, en las mañanas de verano, en que suele caer eScarcha. Estos re-
sultados, principalmente el primero, me parecen cortos, comparados con las
elevaciones del mercurio en el barómetro y creo que la altura de la casa que
habité y la separación de las demás haya contribuido a no darme el verdadero
calor de la ciudad. Estoy seguro que las casas de San Victorino son más fres-
cas que las del Colegio; usted habrá notado que cuando se entra en el puente,
después de haber pasado la Alameda, se percibe con la mayor distit}ción el
calor del aire de las casas, calles, etc., del interior de la ciudad. Y no puede
11
Es interesante notar cómo la publicación del "Correo Curioso" despierta en Caldas el
entusiasmo hacia sus pasados rrabajos y le incita a darles la fonña de una relación de viaje.
11
Pedro Bouguer.
" Carloa M. de La Conclamine.
""Renato Antonio Ferchault de Réaumur.

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ser de otro modo para la transpiración de 22.000 almas: las cocinas, anima·
les, etc., han de calentar la atmósfera. Necesito, pues, que se solicite usted un
termómetro de construcción inglesa y no los enlutados de Cádiz; que haga
muchas experiencias en él, antes de nacer el sol por la mañana, dejándole en
·un pilar a cielo raso; y por la tarde dentro de su sala a las 3, con puertas
y ventanas abiertas, con nota de lluvia, verano, etc., del tiempo que haga. Así
nos aseguraremos del verdadero tempfe de esa atmósfera. 16 Y o voy a comen-
zar otra serie fuera de las que tengo, desde el 19 del que entra por el espacio
siquiera de un año; ojalá me acompañe usted en ésa, para después compararlas
y sacar sabias consecuencias. V a cerca de dos años que llevo un diario circuns-
tanciado de todas las variaciones de nuestra atmósfera, sus truenos, lluvias y
sequedad; usted puede hacer lo mismo con un poco de cuidado: poner todos
los días por la noche una notita del día pasado, si amaneció claro, si fue muy
asoleado, nublado, seco, lluvioso, truenos, rayos, granizo, escarcha, etc., que
no piden mucha atención.
En el mismo día comienzo otras observaciones sobre la cantidad de lluvia,
a que no convido a usted porque quizá le sería difícil conseguir los aparatos.
El segundo encargo, y que me hace mucha falta en la relación de mi
viaje, es una copia del plan de estudios de Moreno17 y un tanto de la última
resolución de la Junta de Estudios sobre la restitución de Gouden18 al trono,
con motivo de las bullas de Vallecillas y Burgos.19 De paso dígame algo del
catedrático actual y del modo de enseñar en el día bajo la dirección de don
Fernando20 y de las obras que haya emprendido en beneficio de nuestro colegio.
El tercero es sobre el esparto; impóngase usted de dónde le traen a San-
tafé; si es de temperamento cálido o frío; si se da en terreno seco o en lugares
pantanosos; si lo siembran o nace espontáneamente; el valor de él en ésa, para
enteramos; los muebles y usos a que le destinan. Si usted sabe que lo haya en
otra parte del Reino, comuníquemelo. Los apuntes que tengo sobre esto son
cortos y defectuosos.
El cuarto es noticia de una real cédula en que se manda sembrar el cáña-
mo en América y llevarlo en crudo a las fábricas de la Península.
No eXijo de usted una respuesta acelerada, porque esto pide algún tiem-
po; también advierto a usted que no serán éstas las únicas noticias que le pe-
diré; a proporción que extienda mi relación las iré necesitando y pidiendo.

11
Propone a su corresponsal haga una serie de observaciones de temperatura, similares a las
que dice ha venido haciendo en Popayán.
17
El plan de estudios a que se refiere fue preparado por el Fiscal Francisco Antonio Moreno
y Escand6n, luego de la expulsi6n de los jesuiras.
18
Fray Antonio Goudin.
11
Manuel Santiago V allecilla y Caicedo y Santiago Gregorio de Burgos.
• Fernando Vergara y Caicedo.

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No se quejará usted de brevedad, y me parece le he dado gusto. Avíseme
algo de doña Manuela,21 y oculte mis designios y trabajos literarios hasta su
tiempo.
Don Toribio22 está en ejercicios, y no .puedo decir a usted nada de él.
Usted cuente con el amor y afecto de su apasionado y verdadero amigo,
. CALD.AS.
8 23
Salude a mi don Mariano, don Camilo, etc., etc. Sigo mis preparativos
de observación del eclipse de luna del 29 de éste; en el siguiente avisaré a usted
sus resultados; yo me los prometo no muy favorables, porque está muy metido
en aguas, y las nubes son los mayores enemigos de la astronomía.
Se me olvidaba decir a usted que tenemos ya en Honda cuarenta y dos
tomos de la Enciclopedia que fue del Virrey Ezpeleta,24 que trae excelentes
materias.

n Manuela Santamaría de Manrique.


22
Toribio Rodríguez .
.. Camilo Torres Tenorio.
"'José de Ezpeleta.

33
Popayán y abril 5 de 1801
Señor doctor don Santiago Arroyo - Santafé.
Mi querido y amadísimo Santiago:
¡Qué placer, qué satisfacción para nuestros paisanos, para Rieux,1 para
2
Zea! La inocencia tarde o temprano triunfa de la calumnia. ¿No hemos me-·
jorado con las desgracias de éstos? ¿No han mejorado ellos mismos? Figúrese
usted que Rieux promueva el cultivo, la extracción de la quina y canela; que
Zea forme un número considerable de jóvenes en la botánica, que estas luces
se difundan a todo el Reino, que en toda su extensión se trabaje, se herborice,
se descubra y se aumente el número de más producciones vegetales. ¡Qué cú-
m~lo de conocimientos! ¡Qué riquezas! Y a no serán raros los libros de botá-
nica, ni las buenas producciones; ya no se buscará la Filosofía Botánica · de
Linneo sin hallarla; se acercan, mi amigo, los días de ilustración y de gloria
para la Nueva Granada. ¿Veremos nosotros esta feliz revolución ?3 Si el nue-

1
Lúis Rieuz.
• FranciSco Antonio Zea.
1
Las noticias de la libertad de Rieux y de su nombramiento como inspector de la Quina,
por una parte, y de la de Zea· con 'el inmediato encargo por el Rey de dirigirse a París a conseguir
elementos científicos y los planes de regreso al Virreinato, debieron motivar este comentario de
Caldas.

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vo periódico4 no nos embrutece, como lo cree un crítico de este papel, si no se
oprimen los talentos con ideas y juramentos dignos de los siglos de los godos,
estoy seguro que al expirar el siglo XIX no tendremos que envidiar a la metró-
poli su ilustración y sus talentos literarios; dejemos estas ideas venideras y
ocupémonos en lo que se nos ofrece en el día.
No. he visto los números 4 y 5 de El Correo Curioso; he oído hablar a
Guadalupe y a Monserrate, y en fin, he visto una crítica que se hace de este
diálogo cerril, que me ha parecido juiciosa y fundada. Dejo a los literatos pro-
nunciar sentencias sobre esta producción, pero como tinturado en matemáticas,
digo que no se sabe a dónde van bolas cuando dan 488 varas a Monserrate y
438 a Guadalupe. 5 Es preciso ignorar las operaciones geométricas de Esquia-
qui,6 que como se sabe era el fuerte de este artillero, y que sabía medir; es ne-
cesario no haber visto a Guadalupe y tener borradas las ideas de la extensión.
Y a se acordará usted de mis determinaciones con el barómetro, que saqué
casi otro tanto de elevación sobre el nivel de Santafé; advierta que vivimos en
un país en el que las variaciones no pasan 1Yz líneas, pero dejemos que publi-
quen lo que quieran esos señores.
Y o sigo con tesón en digerir mis observaciones y darles forma de vía je; 7
mil cosas necesito, y sin el apoyo de usted, renunciaré sin duda a mi empresa.
Por ahora me limito a encargarle que pase a la Biblioteca, registre con· el ma-
yor cuidado la Figura de la Tierra de M. Bouguer, y vea si se imprimió la
tabla que compuso este académico de las alturas de las montañas por el baró-
metro, y sobre el método de hallarlas con una sola observación.8 V ea usted la
página 28 de El Viaje al Marañón, de M. de La Condamine,9 y también la
22, y allí verá por extenso cuál es la tabla que busco y necesito. Espero del
celo y actividad de usted que hará este sacrificio en honor mío y de las cien-
cias. ¿Si pudiéramos alcanzar que me lo prestaran por un poco de tiempo?
Basta: oiga el resultado de mi observación del eclipse de luna pasado.10

'"El Correo Curioso".


• Un artículo publicado en los números 4 y 5 de "El Correo Curioso" motivó un trabajo
de Caldas, "Observaciones sobre la verdadera altura del cerro de Guadalupe que domina esta
ciudad", dirigidas a los editores de "El Correo Curioso", y que fue publicado allí mismo en
los números 23, 24 y 25, correspondientes a los días 21 y 23 de julio y 4 de agosto de 1801.
• Domingo de Esquiaqui.
1
La idea de recoger aus observaciones en forma de "narración de viaje" data del mea de
marzo de 1801, ver carta NI> 32.
1
Pedro Bouguer en su obra "Figure de la Terre" describe el viaje de regreso por nuestro
territorio, de Pasto al mar Caribe, una vez terminadas las tareas de la misión de Académicos
Franceses en los Andes equinocciales.
1
Carlos M. de La Condarnine. La obra citada por Caldas es la crónica de su regreso a
Europa por el Amazonas.
liJ Ver carta NI> 31, nota NI> 9.

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Me preparé con todo el cuidado que pide este género de observaciones,
tomé alturas correspondientes el 18, el 27 y el 28, arreglé mi péndola exacta-
mente al tiempo verdadero, preparé todas mis cajas de telescopio, planisferio,
coobservadores a Chomo11 y a don Antonio Arboleda: 12 la noche comenzó
clara y serena: se ac::erca el momento suspirado, y una densa nube me robó la
luna, el cielo y la esperanza de sacar fruto alguno de un mes de preparativos
y de trabajos. ¿Se acuerda usted de Gentil13 en Batavia? ¿Tiene presente el
dolor de este astrónomo cuando vio frustradas sus fatigas y viaje al Oriente?
Pues éste es mi retrato, y no puedo dar a usted idea más clara de la situación
de mi espíritu en esos tristes momentos.
Para vengarme de este adverso suceso he digerido los cálculos de los
eclipses de los cuatro satélites de Júpiter, y he comenzado con terquedad una
serie de observaciones; hasta el día las nubes han triunfado de mis cuidados,
y no he podido hacer nada de provecho. Si La Condamine dijo que Lima es
el purgatorio de los astrónomos, yo digo que Popayán es el infierno de ellos.
En fin, la estación bella se acerca y podré entonces salirme con mi intento.
Usted me dice que esa noche en que me escribió la que contesto, vería
Lozano14 mis determinaciones de latitud. Usted me asusta: no piense, no, en
dar a luz esas pequeñeces; deje que forme un cuerpo de ellas, y entonces las
daremos a luz. Popayán merece alguna cosa más, y lo que den sus hijos debe
ser digno de ella: sufra usted, tenga paciencia, que día llegará en que demos
algo bueno.
Remito a usted doce pesos, diez para que los entregue a doña María An-
tonia Silva, por mano de don Joaquín Caicedo,15 a quien me saludará, y cua-
e
tro para que me suscriba al orreo urioso. e
A mi don Camilo16 dé usted mil expresiones de mi parte; que estimo sus
parabienes por los certámenes de mis niños; 17 que en lo sucesivo quizá podrán
presentar algo importante; que ahora se ocupan en la segunda parte del ca-
tecismo y en tomar los primeros rudimentos de gramática latina y castellana.
¡Quién tuviera a mi don Santiago aquí, para que me ayudase algo en esta
parte de la educación, sin disputa la más ingrata y fastidiosa. Usted sabe que
mis conocimientos en lengua no pasan de lo de primera necesidad, y quién
sabe: no conozco en qué consiste lo puro, lo bueno de la bella latinidad y
camino a tientas. Yo les pusiera en el colegio; pero ¿están allí mejor instruidos

u Jerónimo Torres Tenorio.


1ll Antonio Arboleda Arraechea.
11
Guillermo José Jacinto Gentil de la Galaisiere; se refiere a las frustraciones de este astró-
nomo en las apediciolles al Océano Indico para observar el paso de Venus por delante del disco
del Sol, en 1761 y en 1769.
"Jorge Tadeo Lozano.
111
Joaquín Caicedo y Cuero.
11
Camilo Torres Tenorio.
11
Los hermanos menores de Caldas.
65
CARTAS DE CALDAS - 5

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que en mi casa? Yo dudo a lo menos, y busco lo mejor; allí se enseña por
costumbre. Nebrija 18 con todos sus defectos, San Jerónimo, Concilio y nada
más. ¿Cuándo se enseñará latín en más aulas? No quiero decir más disparates.
Usted cuidará de que se me remita mi suscripción todos los correos a pa-
sar al destino, con que acompañará su cartica, que para mí es de mucho
placer leer sus escritos: lo que sobre de los 13 reales de suscripción inviértalo
en copia del plan de estudios que le pedí. Usted necesita paciencia para aguan-
tarme, pues son tantas las cosas que se me ocurren, que temo abusar de nuestra
amistad: solo el conocimiento profundo que tengo de su carácter y fuego cien-
tífico que lo anima, me da confianza en todas mis bobadas. Vaya otra por
por si acaso.
No dudo que Mutis, instruido en astronomía, provisto de buenos instru-
mentos y con tiempo necesario, no haya determinado la posición geográfica de
Santafé;19 lo mismo .digo de la elevación del mercurio en el barómetro, y me
acuerdo que el mismo Mutis se lo dijo a Jiménez y éste a mí; pero la memoria
de este viejo no se supo fijar bien. De aquí infiero, mi querido don Santiago,
que no hace misterio este hombre de este género de observaciones, y que las
franquea sin dificultad. Y o conjuro a usted para que interponga a mi don
Camilo a fin de sacar de este tesoro escondido estos tres datos preciosos. Y a
se acordará que por nuestras eternas observaciones hallamos la altura de 20
pulgadas 7 líneas, medio entre todas. ¿Si será la misma la de Mutis? De lati-
tud y longitud nada hice que merezca aprecio, e ignoro absolutamente su
posición. Es inconcebible el grado de perfección que daría yo a mi carta to-
pográfica del terreno que media entre Santafé y Timaná; aquí he sido más
feliz, pues el eclipse de luna de 797 me fijó mi longitud en estas partes, como
lo habrá visto por la carta inútil para la determinación de ese pleito. ¡Ah! si
don Camilo, si usted me pusieran en posesión de esta determinación! Haga
sus últimos esfuerzos, que la geografía del Reino le será agradecida. Esquiaqui
nos dio una que, Dios me perdone mi juicio, es arbitraria.
Salude usted a mi amado don Mariano20 y siempre a mi don Camilo,16
a todos, todos, y usted cuente con el afecto y amor de su afectísimo amigo,
CALDAS.
21
NoTA -El barómetro de don Jorge Lozano sube a 12Yz pulgadas, o ésta
es su elevación media. El termómetro al medio día da 10 y 29 grados, en el
mayor calor a 15; en el mayor frío debajo del O.
18
Elio Antonio de Nebrija.
18
José Celestino Mutis había hecho estas determinaciones: la longitud mediante la obser·
vación de un satélite de Júpiter que fue simultáneamente observado por Jorge Juan en Cádiz;
también había determinado la latitud.
"" Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
11
Esta nota es evidentemente del destinatario, en ella anota los datos que le ha pedido Caldas.

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Llegó a Cartagena, como lo hemos sabido, el 12 de abril de 1801 en
Santafé, el Barón de Humboldt/ 2 prusiano, acompañado de Mr. Bonpland/3
con el objeto de hacer observaciones de minas, plantas, etc., y de astronomía,
química, etc.; debiendo agregar preciosidades para el Gabinete de España, de
cuyo Soberano trae ya pasaportes francos. Debe unirse en Lima a la expedi-
ción de Mr. Bodin.24

.. Federico Alejandro, Barón de Humboldt .


• Aimé Bonpland.
.. Baudín, Humboldt debía unirse a este marino francés en un puerto del Océano Pacífico.
Luego de desistir en Cartagena de hacerlo por mar, por la vía de Panamá, decidió atravesar el
virreinato de Nueva Granada y encontrar a Baudín en el Perú, como en fin ocurrió.

34
Popayán, mayo 5 de 1801
Señor don Santiago Arroyo- Santafé.
Amado don Santiago:
¿Qué piensa usted, que allá no más se dan censuras y críticas a El Correo
Curioso? No, amigo mío, no; también Popayán ha producido las suyas, de
que se remite una en este correo, y que seguramente deshonrará a su autor y
a su patria; véase con Lozano; 1 supriman esta locura literaria. Para que vea
cómo es, oiga usted unos trozos de esta pieza original y única: el texto es Proh
seculis miserere'J dignes scorie 'l'ocari! sin citar el lugar ni autor de donde lo
tomó. Después sigue: «Señores periodistas, muy señores míos: no bien tocó en
mis manos un papel que denominaré cerrilogo, que ustedes, por una especie
de philotimia, se movieron a comunicar a esta ciudad, cuando acordó mi me-
moria un pasaje de Mr. Clauberg2 en los preliminares de su lógica. Conocí,
asegura este autor, dos sujetos que habiendo leído en su niñez las fábulas de
Esopo, creían después haber sido los brutos capaces de razón e inteligencia.
Esta idea, en vista de un apólogo o ficción llena de ingenio, cuya verosimilitud
de los raciocinios con las respectivas especies de animales se manifiesta al pri-
mer golpe de vista, no es tan extraña que la debamos llamar hija de un ep.ten-
dimiento delirante, mayormente si por una parte se pone a la sombra de un
siglo lleno de oscuridad, y por otra se esfuerza con la opinión de los anticar-
tesianos ... ". Sigue con mil sandeces, y continúa hablando de sí. «Yo, aunque
sin otra preeminencia que la de racional, y desnudo de la cualidad ruidosa de

1
Jorge Tadeo Lozano.
• Johann Oauberg.

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periodista, pero de un genío vivo y bullicioso, y sintiendo excitada mi natural
sensibilidad al reconocer, aunque en bosquejo muy imperfecto, cierto espíritu
amigo de reforma, en dos trozos de materia a mi parecer insensible, no puedo
hacer otra gracia a estas moles, que concederles aquella tercera entidad que
con artificio pretendió constituir entre el espíritu y la materia nuestro inteli-
gente español don F. Benito Jerónimo Feijoo.3 Confieso a usted con franqueza
que habría sido más que ordinaria la impresión del diálogo, si sus autores, como
del otro siglo, no estuviesen decrépitos, y según frase vulgar chochos, o como
de éste en la lactancia, y apurando un poco a gatas".
En este tono continúa: ¿qué tal? ¿No se le podría dar el epíteto de su
texto a este siglo, solo por haber producido esta pieza? Si no lo palpáramos,
¿se podría creer que el primer año del siglo XIX había de dar Popayán cosas
tan bonitas? ¡Vaya! Y dirá usted ahora que pasó el siglo de Vieyra; pero,
sobre todo, lo que interesa es que se suprima, y que a nombre de los editores
le pongan un anónimo en el correo a don Antonio Carvajal/ autor de esta
pieza, para hacerle abrir los ojos. No hablemos más de Correo.
Usted se humilla demasiado conmigo, y no podré jamás oír con indife-
rencia de boca de un amigo, que conozco a fondo, el que no sea capaz de tomar
parte y de servirme de apoyo, de luz y de socorro en mis cosas, que quedarían
oscuras sin esto: dejémonos de párrafos, y sepa que así lo siento y así lo digo.
Me parecen muy fuertes sus resultados del termómetro, y no .dudo que
es malo y que exige corrección. Allá carecen de la nieve, único modo de ase-
gurarse de la bondad de este instrumento, pero no debe desmayar; he aquí
lo que he pensado sobre esto: observe con cuidado sus indicaciones, y espere
una de aquellas famosas granizadas que se experimentan en ésa; entonces tome
usted gran porción de ella, la muele y cubre bien la bola de su termómetro;
dentro de un cuarto de hora habrá tomado el licor todo el frío de que es capaz,
y nota si baja a O-cero; si esto es así, puede estar seguro de que el término
inferior de su escala está bueno. Por lo que mira al otro término, le hablaré
, porque necestto
despues, . revo1ver mamotretos. 5
Espero con impaciencia la razón que a usted pedí sobre El Correo, y en el
siguiente le remitiré un papelucho sobre la elevación de Guadalupe6 sobre San-
tafé, que he extractado de mi Relación de Viaje. 7 Lo ha de juzgar con impar-

1
Benito Jerónimo Feijoo.
'Anronio Carvajal Tenorio.
• Esta es una muy interesante anotación, pues ea la primera indicación de que Caldas tiene
dudas sobre la fijación del término superior de la escala termométrica, la de ebullición del agua;
y es ro antes de que le ocurra el tan conocido accidente en su excursión al Puracé. Véase nota NQ
15 de la carta NQ 35.
• Se trata del trabajo de Caldas a que se hace referencia en la nota NQ 1 de la carta NQ 31.
• Y a se ha visto cómo esta "Relación de Viaje" la comenzó a formar Caldas con las observa·
dones hechas en viajes realizados con varios años de anterioridad, y precisamente movido por el
entusiasmo que en él despertó la publicación del "Correo Curioso".

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©Biblioteca Nacional de Colombia


cialidad, le ha de suprimir cuanto sea de su gusto; usted es el árbitro y el due-
ño de esta brochure. 8
Por una necia equivocación entendí que 10 y 14 eran 82. No se ría usted;
pero me consuela que estas boberas me suceden con un amigo, y por cuentas
usted ha tenido que suplir dinero para la suscripción. Ahora le remito tres es-
cudos para que se pague de lo suplido, y me tome dos tubos de barómetro de
los de Jiménez, y me los remita cuanto antes, si puede, bien acondicionados y
a cubierto de golpes.
No soy más largo, porque ya estoy aburrido de tanto escribir boberas. Pá-
selo bien, y mande cuanto quiera a su afectísimo estimador,
CALDAS.

El eorreo eurioso no ha llegado, se ha extraviado un paquete de cartas,


y creo que entre ellas la de don Camilo,9 pues no la ha recibido su casa.
El barómetro de Caicedo10 se rompió desde el año de 97, y estoy privado
de este instrumento desde ese tiempo. Los de Jiménez tengo modo de hacerlos
inquebrables; las diferencias también se pueden corregir con que no hay
sino comprarlos y mandarlos; vea usted cuántos tiene todavía, y avíseme a ver
si por junto nos salen más baratos; cuide mucho que estén aquí para principios
de julio, en que proyecto expedición.

8
Emplea el término brochure, que se ha puesto de moda recientemente.
• Camllo Torres Tenorio.
10
Manuel Joaquín Caicedo y Cuero.

35
Popayán, mayo 20 de 1801
Señor doctor don Santiago Arroyo - Santafé.
Amado, y permita usted que le diga exactísimo don Santiago: he visto la
bella carta de usted, llena de preciosas noticias y de buenas reflexiones. Mi
alegría con lo que usted me dice de Humboldt1 y de Bonpland2 puede haber
igualado a la suya; yo suscribo gustoso a todo lo que usted dice de estos via-
jeros. Nosotros, que conocemos el carácter de la nación, que jamás ha dejado
dé acompañar sabios españoles en todas las expediciones que se han hecho en
sus dominios, ¿no debemos extrañar que no acompañen a los pJ;USianos un
botánico, un mineralogista y un astrónomo de casa? Si no es así, lo siento
en mi corazón, porque ¿qué gloria no resultó a la nación de la asociación de
los dos Oficiales españoles en el viaje al Ecuador? Ya sabe usted que Ulloa3
1
Federico Alejandro Barón de Humboldt.
" Aimé Bonpland.
1
Antonio de Ulloa.
69

©Biblioteca Nacional de Colombia


y Juan4 no podían, cuando vinieron a América, ponerse al lado de Godin, 5 de
Bouguer6 y de La Condamine;7 pero volvieron a Europa dignos de ocupar un
lugar en la Academia de las Ciencias. Usted me lisonjea cuando se imagina
que podría acompañar a estos sabios y hacer el papel de Ulloa para con éstos:
no me hallo capaz de desempeñar la confianza de la nación en caso que se
efectuase; pero juzgando por mis sentimientos, ¡qué placer, qué gloria para
mí verme al lado de un astrónomo, de un botánico, de qn minero ilustrado!
Confieso a usted que un par de años de esta escuela me formaría, y pudiera
quedar en estado de servir al Gobierno Soberano y al Reino; pero creo que
si ese Virrey8 fuera literato, pensara en asociarle dos o tres jóvenes de luces,
para que conociesen sus países y sirviesen estos conocimientos de algo: yo creo
que nada de esto habrá. 9
¿Qué agradecimientos no debo dar a usted por el plan de Moreno10 y de-
más piezas anexas que he recibido? Reciba usted, sí, amigo, reciba los senti-
mientos más puros de gratitud, y jamás he sentido hallarme tan mal situado
para poder contribuir con algo que fuese de su gusto, y recompensar de algún
modo el placer y actividad que usted muestra en servirme. Confieso ~ usted
que no he sentido la falta de T anquito,11 de este querido amigo, cuya vuelta
deseo con impaciencia: usted le ha reemplazado con ventaja.
En fin, me he resuelto a remitir a manos de usted un trozo que he extrac-
tado de mi relación de viaje, y su apéndice, relativo a la elevación de Santafé
y de Guadalupe sobre el mar, y de éste sobre Santafé: 12 en él verán un
pequeño rasgo de la inmensa relación y de los cálculos que le siguen, del es-
tilo, ideas, etc., que reinan en ella. Y o creo que usted es mi verdadero amigo, y
como tal, interesado en mi reputación; espero que, como dueño de este retazo,
le quite, le corrija, le añada en el fondo, en la expresión y ortografía13 antes
de publicarle, y si usted quiere puede suprimirle. ·
No deje de llamar en nuestro favor a don Camilo/4 cuyo talento no
puedo admirar bastante; no publique mi nombre, y en fin, haga lo que quiera
de esta pieza; vamos a asuntos más importantes:

• Jorge Juan y Santacilia.


1
Luis Godin.
• Pedro Bouguer.
7
Carlos M. de La Condamine.
8
Pedro Mendinueta y Muzquiz.
• Por eare párrafo se ve cómo la idea de que Caldas acompañe a Humboldt y Bonpland en
su viaje a través del virreinato, salió de Santiago Pérez de Arroyo y Valencia. La idea es acep-
tada por Caldas en términos generales y en lo que le concierne personalmente.
1
11
°Francisco Antonio Moreno y Escandón. Autor de un plan para reformar la educación.
Diego Martín Tanco.
13
Ver notas 6 y 7 de la carta N9 34.
18
Acertada la autorización, pues no era muy buena la ortografía de Caldas; por otra parte
esos tiempos no fueron muy exigentes al respecto.
" Camilo Torres Tenorio.

70

©Biblioteca Nacional de Colombia


Estamos en vísperas de un descubrimiento que hará honor a mi país.1r>
Este capítulo es reservadísimo, y tanto más, cuanto se acercan Humboldt y
Bonpland, capaces de penetrar mis ideas, si no somos cautos. Oiga usted el
fruto de mis horas de meditación, y mucho más de operaciones químicas, físi-
cas, geométricas y de las mayores combinaciones de hechos.
He hallado, amigo querido; el medio de hallar la altura de todos los lu-
gares con solo el termómetro y con tal grado de precisión, que no difiere de
las indicaciones del barómetro ni en media línea, precisión que no me habría
osado esperar si el suceso no hubiera confirmado mis ideas. Si las experiencias
ulteriores que voy a emprender en varias elevaciones de la cordillera vecina
a esta ciudad, me salen tan felices como las hechas hasta aquí, si salen lo mis-
mo las que usted tiene que practicar en ésa,16 puedo asegurar a usted que aun
cuando no se inutilice el barómetro, perderá seguramente la mitad de su mé-
rito para los viajeros. No puedo en los estrechos límites de una carta manifes-
tar mis ideas, y he resuelto formar ~a memoria con el fin de remitirla a usted
en el venidero correo, para que entrando en mis ide.as me ayude a obrar, que
partiremos la gloria. Ahora solo digo a usted que se procure recoger una bue-
na cantidad de agua de lluvia en vasijas limpias y con el auxilio de doña Ma-
nuela17 (a quien ocultará usted su designio y miras); destilar con cuidado un
frasco regular del agua más pura que le sea a usted posible; cuide usted de
echar en el matraz que ha de servir a la destilación seis tantos a ocho de la
que pueda contener el frasco; é~te debe taparse con tapa de vidrio y no de
corcho, cera, etc. Prevenga usted esto, y en el siguiente entrará usted a traba-
jar conmigo en esta importante materia. No puedo expresar a usted la falta
que me ha hecho en esta ocasión un barómetro: despechado, cogí el trozo que
me quedaba del de don Fernando 18 y otro de los residuos de los de Jiménez, los
uní del mejor modo que pude, y después de mil fatigas lo llené y se suspendió
el mercurio precisamente en la misma altura enunciada por Bouguer19 de 22 p.
10% líneas: lo llené, volví a llenar, y siempre lo mismo: éste es el que me ha
servido y debe servirme en mi expedición futura, pero lo miro con descon-
fianza y conjuro a usted para que, sea del cielo o de la tierra, saque usted un
barómetro: ármese usted de daga y espada, y arrostre al que lo tenga: se me
ha dicho que en el espolio del señor Compañón20 quedó uno, y usted me habla

15
Las dudas anotadas en la carta anterior, nota NQ 5, referentes a la graduación de la
escala termométrica, aparecen aquí ya como el anuncio de un descubrimiento; teme que en caso
de ser una idea nueva se apropien de ella.
18
No se conocen las observaciones que, a pedido de Cald~ por esta carta, debió hacer
en Santafé don Santiago Arroyo; Caldas no las menciona en su memoria definitiva.
17
Manuela Santamaría de Manrique.
18
Fernando Vergara y Caicedo.
10
Pedro Bouguer. En su obra "Figure de la Terre" relacionó las experiencias hechas en
territorios del virreinato, a su regreso a Europa.
"Baltasar Jaime Martínez de Compañón, Arzobispo de Santafé.

71

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de otro de Lozano;21 válgase usted de todos los recursos de su genio para con-
seguirlo; para este fin le remito una onza, que es lo más que puede valer. El
de don Femando18 era excelente, y no me pidió sino doce pesos; vea usted si
Jiménez quiere venderlos todos; ajústelos, cómprelos, y avíseme.
No puedo pasar por 12Yz pulgadas de altura del mercurio en Santafé: no
ha habido mortal que lo vea tan bajo. Bouguer6 y La Condamine7 en la cima
del Corazón,22 a 40 toesas sobre el término de la nieve permanente, solo le vie-
ron en 15 pulgadas 10 líneas, y aseguran que ninguno le ha visto tan bajo.
Quizá trocó usted las cifras, y en vez de 21Yz dijo 12~~; sea como fuere, la
otra es excesiva y anuncia impericia en Lozano; 21 ya hablaremos sobre esto en
el siguiente, ahora es tarde.
Adiós, mi amigo querido, y mande cuanto quiera a su afectísimo,
CAz.oAS.
Cómpreme usted seis ejemplares del Compendio de las indulgencias del
Cinto, en una de las imprentas, que son para servir a un amigo.

n Jorge Tadeo Lozano.


22
Corazón, cumbre andina en el actual territorio del Ecuador.

36
Popayán y junio 5 de 1801
Señor doctor don Santiago Arroyo- Santafé.
Mi amado don Santiago: he visto su censura al diálogo de Monserrate y
Guadalupe del número 4 de El Correo Curioso, y sin saber todavía que era de
usted, porque recibí después su carta/ he podido juzgarle con imparcialidad y
sin preocupación, ya por el estilo, por la materia, y también por alguna cosa
que usted ya me había dicho, quería creer que era la censura de usted, pero lo
dudaba y no me resolvía. Voy a decir a usted con ingenuidad mi juicio sobre
esta producción, y a darle ejemplo para que haga lo mismo con la que remití
sobre la elevación de Guadalupe.
El estilo lo reputo por puro, claro, sencillo y elegante; no me choca en
toda la pieza sino esta expresión: Poetas de la naturaleza, que no sé su signi-
ficado ni valor. También me ha parecido poco digna la alegoría de las censu-
ras literarias con la aduana y pasaportes. Ultimamente, me huele a galicismo
el período que comienza: Este es el arte del Apólogo manejar. En cuanto al
plan, no me desagrada; las críticas que hace usted del diálogo de los cerros son
1
No es bien conocido el escrito de Santiago Pérez de Arroyo, tras el seudónimo Polifilo,
que comenta Caldas, haciendo, caso quizá único en él, crítica literaria.

72

©Biblioteca Nacional de Colombia


cabalmente las que debe formar todo hombre de gusto que ha leído a Hora-
do/ a Boileau,3 a Bossuet4 y Batteux,5 y en una palabra, las que dictan el
juicio y la razón. Las leyes del Apólogo están expresadas con rapidez y con
un laconismo matemático, permítame usted este epíteto; el lugar de La Fon-
taine6 está en su lugar, y es feliz la traducción a nuestro idioma. La expresión
canes rabiosos no me gusta, lo mismo que la introducción, por ser un poco di-
latada respecto de la extensión de la pieza, pero este defecto, si lo es, es propio
de los espíritus ricos y abundantes. En lo demás, me ha gustado la pieza y
apruebo las reflexiones y anécdota final de la carta. Cuando yo veo estos pa-
peles no me olvido de Horado: Parvis non ofendar maculis, les veo el todo y
lo$ juzgo por mayor. Este es mi parecer, y solo el amor y las sagradas obliga-
ciones de la amistad me han hecho formar este juicio: yo conozco demasiado
que las materias de bellas letras no me pertenecen, que meto la hoz en mies
ajena cuando dejo las cartas, las latitudes, las longitudes, la física y la botá-
nica; pero es preciso ser ingenuo, es necesario no adular a los verdaderos ami-
gos; ¡qué dolor para mí, qué traición decir que nada me desagradaba, cuando
mi conciencia me decía lo contrario! No, no adularé jamás a los que merezcan
mi confianza y mi gratitud. Conozco su gusto, sus luces, y nunca lo juzgaré a
usted por esta brochure apreciable: esto sería ver la medalla por su reverso.
Oiga ahora lo que han dicho los amigos de ella: unos la atribuían a don Ca-
milo,7 fundándose en la voz griega Poli filo, otros, la elogiaban con entusiasmo,
aquélla decía ju5ta, éste bella, y ese otro le mordía, quizá, lo que merecía elo-
gio; en fin, se ha reputado por una de las mejores piezas de El Correo Cu-
rioso.
Estimo a usted mucho la compra y acomodo de los dos tubos, que me han
de servir demasiado; ojalá se consiga el que pedí en el pasado; pero en caso de
que no se verifique, es preciso que a lo menos me busque un par de buenos
termómetros, no de los enlutados, porque los detesto.
Supongo habrá tenido usted paciencia de recoger agua llovediza, y que
se haya resuelto a destilarla: supongo también que ha logrado granizo, y que
está ya señalado en su termómetro el término de la congelación; pues el otro
extremo de la escala no le puede dar el agua hirviendo en Santafé, porque
éste varía conforme se sube de la superficie del mar, y en Santafé debe quedar
muy bajo el término de la ebullición del agua. Me parece que este punto debe
usted conservarlo, y verificar la división entre uno y otro punto de 80 partes
para Reaumur. 8 Confieso a usted que quedo desconfiadísimo de este modo de
• Flaco Quinto Horacio.
• Nicolás Boileau Despreux.
• Jacobo Benigno Bossuet.
• Carlos Batteaux.
• Juan de la Fontaine.
'Camilo Torres Tenorio.
8
Renato Antonio Ferchault de Réaumur.
73

©Biblioteca Nacional de Colombia


proceder, para la formación de la escala de su termómetro, y esto me ha hecho
pensar otro método mil veces más seguro, con tal que usted pueda conseguir
un buen termómetro, prestado para el efecto, de alguno de sus amigos. Proce-
da así: borre del todo la escala; señale el término del hielo con el granizo; co-
loque su termómetro al lado del prestado, aguarde usted que el bueno se colo-
que en un grado cualquiera, pero sin fracción; señale usted entonces en el suyo
la elevación en que se halla; divida, en fin, el espacio comprendido, en tantos
grados cuantos indicaba el termómetro que le sirve de guía: cuide usted de
que estén largo tiempo juntos y muy cerca uno de otro. Y a ve usted que este
método se puede verificar en Santafé desde 0° hasta 14 o 15 grados sobre la
congelación. Todavía se me ocurre otro, y es: que así colocado el punto del
hielo, lo sumerja en agua hirviendo, señale el punto en que se pare después de
3 o 4 minutos de inmersión; haga lo mismo con el otro, vea en qué grados se
fija después de un tiempo conveniente, y divida en este número el espacio de
su termómetro.
Lo que quiero que usted me haga con el agua destilada, es que la ponga
a hervir en vasija abierta y no tapada, que luego que esté hirviendo a borbotón,
sumerja un buen termómetro y note el grado en que se fija a una hora que
señalará en la observación; esto me basta para determinar la elevación del
suelo en Santafé con toda la precisión posible, y esto es a lo que yo llamo des-
cubrimiento. Oigame usted, y quedará convencido:
Sabemos que el agua no puede hervir sin levantar la columna de aire que
grava sobre su superficie, y es tan cierto esto, que en Europa no cierran los
termómetros mientras el mercurio en el barómetro no esté en las 28 pulgadas,
pues una pulgada de este instrumento hace variar el calor del agua cerca de
2 grados en el termómetro; luego (atienda usted estas consecuencias), el calor
del agua hirviendo sigue las leyes de la gravedad del aire; luego es siempre
proporcional a su peso; luego a proporción que se eleve sobre el mar debe dis-
minuir el calor del agua, y esto en razón al peso del aire. En suma, el calor de!
agua destilada cuando hierve, sigue las leyes de la gravedad del aire, lo mismo
que la columna del mercurio en el barómetro. Si a · esto añade usted que el
agua, en cualquier elevación que sea, esté con las mezclas que estuviere, una
vez hirviendo no se calienta más; que el agua llovediza da el mismo grado de
calor que la destilada, y en fin, que una atmósfera no varía en su peso más
que 1Y2 línea del barómetro, hallará usted que no se puede desear cosa más
exacta y cómoda en este género. Esta es mi teoría, y ésta es la que me ha
resuelto a trabajar hasta confirmarla con un número grande de experiencias•.
V ea usted ahora los primeros ensayos de mis observaciones.
Un buen termómetro en agua llovediza hirviendo se suspende en Popa-
yán a los 75°8' de la escala de Reaumur, determinado por un gran número de
experiencias, y el cálculo, que sería !argo y fastidioso intenta.rlo aquí, me da

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©Biblioteca Nacional de Colombia


22 p. 10 l. de altura en el mercurio del barómetro, y ya sabe usted que Mr.
Bouguer9 dice, y yo lo he observado mil veces, que éste se sostiene a 22 p.
10* l.; ya ve usted que solo difiere en * de línea, precisipn que no me habría
osado esperar si la experiencia no me lo estuviera enseñando. Con esto ¿no son
ya en una buena parte inútiles los barómetros, y a un viajero no le será ya
un peso incómodo? Cuanto más fácil y cómodo es transportar un termómetro
respecto de un barómetro, tanto le hace ventajas mi método al antiguo. ¿No
es cosa asombrosa que una idea tan clara, tan sencilla, tan segura, no se haya
presentado todavía a los físicos europeos? Y sube de punto mi admiración
cuando sé que se ha emprendido medir la elevación de !as montañas por medio
del termómetro. Mr. Reberden, inglés, emprendió medir el pico Rierwo, pero
usando solamente del frío que se observa en las alturas. ¡Qué precauciones tan
delicadas no se necesitan para colocar el termómetro en las mismas circunstan-
cias en la cima de una montaña, y en un valle! Las variaciones que sufre el
aire en un mismo lugar son grandes, pues usted sabe que Santafé varía desde
O" hasta 14 y 15 grados, y ¿cuál de éstos se debería tomar por el verdadero?
Confieso a usted que el método de Reberden es insuficiente, vario y sin fijeza
ninguna; en una palabra, es imposible ponerlo en práctica. En la memoria que
he ofrecido a usted, y de que esta carta será un ligero extracto, verá qué des-
atinos tan terribles nos enseña Mr. Reberden. Si esta idea, a mi parecer nueva,
nos puede atraer algún honor a los del mundo americano, no quiero que ceda
en honor de los europeos, sino en el de nuestros paisanos; quiero que reserve
usted hasta la sombra de esta teoría, y que madurada que sea, la presente-
mos en el Correo Curioso.
V ea usted si se pueden conseguir los libros siguientes: Química de Lavoi-
sier/0 en dos tomos; Química de M. de Berthollet,11 dos tomos; Lecciones de
Química, por la Academia de Dijon, por M. M. Morveau/ 2 etc., y en fin,
Diccionar'io de Química de Macquer/ 3 cuatro tomos. Usted no pierda de vista
los buenos libros en todo género, y avíseme; ahora tengo la comodidad de un
amigo poderoso, don Manuel María Arboleda,14 que los compra para mí, Eues
me los entrega. Ojalá apareciera por allí la Filosofía Botánica de Linneo, 5 la
Física de los Arboles de Du-Ramel de Moncau16 y otras como el Diccionario

9
Pedro Bouguer.
10
Antonio Lorenzo Lavoisier.
11
Oaudio Luis, Conde de Berthollet.
12
Luis Bernardo Guyton de Morveau.
13
Pedro José Macquer.
" Manuel María Arboleda Arraechea.
u Carlos de Linneo.
18
Enrique Luis Du Hamel de Monceau.

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de Historia Natural de Bomare,17 última edición, en nueve tomos; esté usted
a la mita.
Y a se acaba el papel y estoy cansado; mande lo que guste, y no prive de
su correspondencia a su afectísimo,
CALDAS.
17
Jacobo Cristóbal Valmont de Bomare.

37
Popayán y junio 20 de 1801
Señor doctor don Santiago Arroyo - Santafé.
Mi estimado don Santiago: mucho siento la indisposición de usted, y
deseo saber su restablecimiento. Ojalá haya sido ese dolor de cabeza y calen-
tura efecto de un catarro de los comunes de Santafé, y no de otra indispo-
sición de consecuencia. Y a usted, en compañía de mis otros amigos, me quiere
echar al público: 1 yo aprecio su afecto y la estimación que hacen de mis cosas;
pero no era tiempo de quitarme la máscara y aparecer en el mundo literario.
Mejor habría sido mantenerme algunos años más a la sombra de un nombre
griego o de unas iniciales, hasta haberme formado y representar en el país de
las letras mi papel con alguna dignidad. Usted debió oponerse a esta presen-
tación temeraria con todas sus fuerzas; usted, que acaba de pasar por el mismo
camino, que se ha puesto a cubierto bajo la voz Polifilo: debía haber apete-
cido y procurádome la misma satisfacción; ya no podré, como usted, oír la
censura de mis producciones en mi presencia, censuras tanto más apreciables
cuanto las dictan la razón y la verdad, lejos de toda preocupación, respeto
y amor hacia su autor. Si acaso no se ha impreso todavía, es necesario me
evite usted mil cuidados y me dé la satisfacción de probar por esta y por otras
piezas que tengo en bosquejo, el juicio que forma el público de un nuevo ciu-
dadano que de repente aparece en el mundo literario. No estoy contento con
que se dé mi nombre, y mucho menos con que se me elogie. Todos los
hombres somos orgullosos y vemos con repugnancia, y quizá con pena, los
elogios que se prodigan a otro. Es verdad que este vicio es propio de las almas
bajas y pequeñas; ¿pero el común de los hombres no la tiene de este temple?
Las almas grandes, las almas generosas son pocas, porque lo bueno siempre
es raro; en fin, temblando aguardo los correos siguientes y las lluvias de crí-
ticas, murmuraciones y censuras; yo estoy bien seguro que no me tomaré el
trabajo de responder; pero vamos a otra cosa.
1
Podría pensarse que se trata del trabajo sobre la altura de Guadalupe, que Caldas hubiera
preferido apareciera bajo un seudónimo.
• Se refiere al seudónimo con que apareció el trabajo que Caldas comenta en la Carta
anterior.

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Espero con impaciencia que llegue el Barón de Humboldt,3 no para con-
tribuir con nada a este sabio, sino para aprovecharme de sus luces. Voy a re-
correr mis estudios favoritos, tales como la astronomía, la botánica, la geogra-
fía, en general la historia natural, apuntar todas mis dudas y proponerlas;
quizá daremos un paso a nuestra ilustración, y los estudios de América comen-
zarán a parecer algo con estas luces. Pero he aquí que cuando menos lo pensaba,
cuando aguardaba en mi retiro a este prusiano, los cuidados de familia, los
intereses domésticos me van a sacar de Popayán y a botarme más allá de la
línea, en compañía de nuestro don Toribio4 y de don Juan José Hurtado.¡;
Oiga usted la historia de esta novedad: yo he seguido aquí expediente con los
herederos de don José Tenorio,6 abuelo materno de nuestro don Camilo/ por
el seguro de$ 10.000 de un patronato de legos que fundó mi abuelo don Juan
Tenorio. 8 Don Chomo,9 hermano del mismo don Camilo,7 ha sostenido los
derechos de sus tíal 0 con calor; yo no he sostenido los míos con debilidad, y
gané sentencia a mi favor en este Gobierno; la parte contraria ha apelado para
ante la Audiencia de Quito, y se va a conceder la apelación.
He tirado mis cuentas y he hallado que más cuesta sostener esta instancia
en Quito por medio de un apoderado y abogado, que pasando personalmente
a esta ciudad: 11 he visto que ninguno puede tomar las medidas y el interés
que puedo tomar yo en esta causa, que después de uno o dos años de haber
gastado $ 300 o $ 400 en el recurso, tendré el dolor de ver mis derechos re-
presentados con debilidad, y quién sabe si perdidos: en esta atención me voy,
mi querido don Santiago; no siento sino ponerme más distante de un amigo
que amo con entusiasmo; pero nada pueden cien leguas sobre nuestro amor.
La contestación usted la ha de remitir a Popayán a entregar a mi casa, de
donde me han de escribir todos los correos, y no será a usted gravosa la con-
testación de un amigo.
Otro sentimiento llevo en mi corazón, y es que voy a sostener un pleito
contra una casa que me está ligada por amistad, por sangre y por reconoci-
miento; sé que toca de algún modo a nuestro amadísimo don Camilo. ¡Qué
triste situación es la mía, verme obligado a litigar con un amigo! Sólo me
consuela saber que don Camilo tiene razón y juicio, sabe que no le ofendo

1
Federico Alejandro Barón de Humboldt.
' Toribio Rodríguez.
• Juan José Hurtado Arboleda.
• José Tenorio Torijano.
'Camilo Torres Tenorio.
• Juan Tenorio Torijano.
• Jerónimo Torres Tenorio.
10
Las aludidas tías de Camilo Torres eran Bárbara, casada con José Montenegro; Josefa,
casada con el Alférez Real de Cali Nicolás Caicedo; María, casada con Miguel Hemández de
Madrid, español; Beatriz Rosa, casada con Lorenzo Lazo y Antonia casada con Matías Rivera.
u A pesar de que Caldas viajó a Quito, finalmente hubo de recurrir a un abogado como
apoderado.

77

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cuando uso de unos derechos que a juicio de nuestro don T oribio son incon-
testables, que no tienen duda, y gradúa de temeraria la pretensión contraria;
usted sabe y conoce la solidez con que piensa este nuestro amigo, y no
creerá que le hablo como parte apasionada.
Los señores plateños y timanejos, si quieren que les forme su nueva carta,
ha de ser muy pronto y sin necesidad de pasar a ver unos países que he me-
dido y que conozco a palmos, que diseñé en mi primera carta con toda exac-
titud y buena fe que cabe en semejantes asuntos. Si estos Cabildos se convie-
nen, seguiré el consejo de usted, haré un mapa patán, se le desnudará de toda
la parte científica y se formará una cosa acomodada a nuestros góticos ma-
gistrados; es necesario acomodar hasta las ciencias a la preocupación, o mejor
a nuestra ignorancia. ¡Qué vergüenza para nuestra edad tener que quitar de
una carta lo bueno y lo apreciable que tiene! Las cenizas de D'Anville/ 2 de
Mentelle13. o D. Liste14 se reanimarían si supieran estos grandes hombres que
había un pueblo en que era preciso volver atrás la geografía, reducirla a la edad
de Kilderico/ 5 para que la entiendan nuestros licenciados. ¡O tempora, o mores!
He recibido los impresos del cinto, de que recibirá usted mis gracias, así
como de los tubos de barómetro, que espero con impaciencia. Si no se puede
conseguir el barómetro, haga usted con esa onza lo que quiera y juzgue me
pueda ser útil; ojalá se hallaren algunos de los libros que encargué en el an-
tecedente.
Espero me tome en esa botica unas cuatro onzas de sal de tártaro, que
acondicionadas en un frasquito, vendrán, que son necesarias para nuestro via-
je: oiga usted algo de nuestros proyectos y de nuestras miras. Estos son muy
vastos:
La geografía, la astronomía, la botánica, zoología, ornitología, mineralo-
gía, química, meteoros, agricultura, arquitectura, pintura, música, escultura,
grabado, artes, comercio, política, rentas, estudios, elocuencia, lengua, medici-
na, educación, carácter, usos, vestido, casas, muebles, milicia, tribunales, mo-
numentos antiguos, todo cuando quepa en nuestros cortos conocimientos, todo
cuanto se ofrezca a nuestros ojos, va a observarse; volúmenes inmensos verá
usted dentro de pocos años, porque es necesario digerir el inmenso material
que preparamos y que acopiaremos en nuestro viaje. ¡Ah, si pudiera ser usted
uno de los viajeros al Ecuador! Voy, mi amigo, a ver uno de los países más
célebres del Reino; estos lugares honrados con la presencia de los mejores
astrónomos del siglo xvm, de los héroes de la astronomía. N,o puedo expresar
todo lo que siento, y es necesario que usted supla lo que yo no pueda decir.
Mis cartas serán un compendio, un resumen de nuestras operaciones, que
1llJuan Bautista Bourgignon D'Anville.
11
Edmundo Mentelle.
" José Nicolás Delisle.
15
Childerico.
78

©Biblioteca Nacional de Colombia


usted solo merecerá ver anticipadamente; no puedo reservar nada al mejor de
mis amigos. Sí, mi amigo: yo atrio a usted en el grado del pequeño número
de mis verdaderos amigos; yo me dedicaré a dar a usted gusto y a satisfacer su
curiosidad completamente. Mis compañeros, cuyo juicio, luces y carácter cono-
ce, me ayudarán a desempeñar esta empresa, que tomada en toda su extensión,
parece superior a nuestras fuerzas; pero lo que se resista se dejará, y nos guar-
daremos de hablar sin conocimiento.
En gran parte tengo digerida la Relación de mi viaje de Santafé a Popa-
yán en 1796, y quisiera se publicaran mis observaciones sobre la coca, sobre
las capas de tierra y organización del terreno del valle de Neiva, bajo el título
dé Observaciones geológicas, con otros mil puntos que divertirían a usted. Si
tengo tiempo le remitiré en el siguiente el de la coca. 16
Ya dije a usted mi teoría sobre el modo de hallar la altura del terreno
y suelo por medio del termómetro y del agua hirviendo; espero que usted obre
ahora y me remita los resultados que halle. Y o he pensado no publicar este
descubrimiento hasta mi vuelta de Quito. Ya sabe usted que están fijadas las
elevaciones de casi todos los puntos de esta Provincia, que puedo probar mi
teoría desde el término de la nieve sobre el Pichincha, adonde he de empren-
der subir, hasta casi el nivel del mar, en el valle abrasador de Patía. Si mis
observaciones del termómetro corresponden a la altura de estos puntos extre-
mos y de los medios, podemos presentar una memoria que nos haga honor: yo
tendré cuidado de hacer valer sus trabajos en esta materia y los auxilios que
se ha dignado prestarme: soy agradecido, y no puedo arrogarme el mérito ajeno.
Ahora estoy todo ocupado en preparativos de instrumentos, reactivos quí-
micos para las aguas minerales y, en fin, en una larga memoria, para que nos
sirva de plan en nuestras observaciones. Los artículos que he dicho arriba son
los que comprende, pero razonados; si hubiera tiempo, ya habría sacado una
copia para que le sirviera a usted de gobierno y pudiera notar lo que sobra y
lo que falta.
Nada quiero reservar a usted: con preferencia a todas mis obritas, voy a
remitir a usted una sobre el estado de nuestra geografía, lo poco que tenemos
y lo mucho que nos falta, con un proyecto de una carta soberbia y muestra de
una pequeña parte de los alrededores de Popayán. 17 Aquí hago ver la impor-
tancia de este proyecto; su influjo sobre el comercio, caminos, gobierno, agri-
cultura, y en una palabra, su importancia en la política; no olvide su necesi-
dad, para cortar de un golpe tantos litigios en términos de jurisdicciones, de
audiencias, obispados, cabildos y particulares; concluyo haciendo varias re-

10
No se conoce el trabajo sobre la Coca.
11
No se conoce este Mapa, pero se sabe de la existencia de una descripción geográfica de la
provincia de Popayán, que es posiblemente el trabajo que cita.

79

©Biblioteca Nacional de Colombia


flexiones sobre el modo como se podría llevar a efecto, a imitación de la Penín-
sula, una carta de tal extensión y claridad, tan rica, que no cedería a las más
soberbias de la Europa. ¡Qué gloria para mí si llegara a entusiasmar al Go-
bierno sobre este particular! ¡Qué honor para mí si se me encargare una parte
de este negocio importante! Si llegara el Gobierno a sostenerme y ayudarme,
quizá hiciéramos algo que mereciera la aprobación de la Europa.- ¿Qué costaba
al Gobierno darme un corto salario que me bastase para desempeñar esta em-
presa? ¿Qué si me asociase a Mr. Humboldt y conmigo a otros jóvenes de la
nación? En fin, usted verá la memoria y dirá lo que conviene practicar para
realizar nuestras ideas. Ojalá tengan el buen efecto que espero.1
No se quejará usted de cortedad; reservo mis discursos para otra ocasión;
dé usted mis memorias a nuestro don Camilo,7 y dígale qué siente sobre el
objeto principal de mi viaje a Quito. Saludo a mi don Mariano19 y demás
hermanos. A Pombito20 démele usted mis agradecimientos por los buenos ofi-
cios que hizo con el doctor Mutis sobre mis pretensiones.
Deseo lo pase usted bien y que mande lo que guste a su verdadero amigo,
CALDAS.

18
Parece que redactó la memoria con el fin de impresionar a las autoridades Virreinales
para que lo designaran como acompañante del Barón.
10
Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
00
Miguel Pombo Pombo, quien ha intercedido ante José Celestino Mutis para el éxito del
Proyecto de Caldas.

38
Popayán y jullo 5 de 1801
Señor don Santiago Arroyo - Santafé.
Mi amadísimo don Santiago: dejo a su penetración el júbilo que exitarían
en mi alma la carta de usted y la de nuestro don Miguel Pombo. 1 No dejó de
mezclarse una buena dosis de amargura al verme juzgado del único hombre
que quizá haya en Santafé capaz de entrar en el pormenor de un cálculo de
esta especie y formar juicio. Soy tan cobarde, que confieso a usted que si
hubiera previsto de mi papel sobre la elevación de Guadalupe había de haber
ido a este supremo tribunal, quizá no lo remito. El amor que usted me tiene
lo ciega, mi Santiago; confía demasiado en las luces que supone en un amigo,
y me hace pasar per ignem et aquam. Pero, en fin, lo hace usted por servirme,
por hacer valer mis cosas, por sacarme de la oscuridad en que vivo, y hacerme
conocer. Estos sentimientos son propios de las almas grandes, de esas almas
privilegiadas y exentas del egoísmo y del amor propio. ¡Que no pueda yo
hacer lo mismo con usted! ¡Que viva en un rincón del mundo, en donde cono-
1
Miguel Pombo Pombo.

80

©Biblioteca Nacional de Colombia


cer a la naturaleza es un delito! ¡Ah! ¡Yo quisiera que usted entrara en mi
interior para que viese las llamaradas de gratitud y de amor para con usted!
¡Qué feliz soy en tener a usted por amigo! Le digo y le repito que usted es mi
primer amigo. Quisiera suprimir las cien leguas que nos separan, estrecharlo
entre mis brazos y testificarle mi reconocimiento. Me avergüenzo de lo poco
que hago por usted; perdóneme, mi Santiago, mi inacción y mi tibieza; no
merezco un amigo tan completo. Sí, mi amigo; usted es mi mejor amigo. ¿En
dónde están esos que se sacrifican, que se olvidan de sí, y solo piensan en su
amigo? Un hombre de este temple es muy raro, y esta cualidad lo hace pre-
cioso. Tan lleno de usted me hallo, que veo que no acabaría, y esto basta para
que suponga todo lo que pasa en mí, seguro que siempre quedará corto.
Santafé, el Reino entero, va a conocerme. Mutis/ el sabio Mutis, me es-
tima, me ofrece su contestación y sus auxilios; todos bienes adquiridos por
mano de usted, y que por sí solos bastan para asegurarme un establecimiento
ventajoso y para hacerme feliz. Si este caso llega, mi fortuna mejora, y llego
a ser algo, todo se debe a usted, y usted será el árbitro supremo de todo. Usted
dispondrá de Caldas y de su fortuna.
Jamás pensé que mi carta sobre la elevación de Guadalupe había de hacer
tan profundas sensaciones en usted, y oiga lo que pienso sobre el particular:
Esta observación, como usted sabe, ha sido mi primer ensayo en el baró-
metro, y Guadalupe el primer cerro que medí; por consiguiente, no es de ex-
trañar que incluyese algunos defectos. Y o estoy contentísimo de saber que mis
primeros resultados se acercan a la verdad, y he adquirido confianza en las
otras determinaciones que he hecho. A Pombo le digo por menor lo que debe
tener presente para juzgar de la altura que yo fijo, y es parte que se debe
contar, no sobre la plaza, sino sobre el nivel de la casa3 en que hice mis ob-
servaciones, que como usted sabe, está muchas varas sobre la plaza, y quizá
son justamente las treinta varas que le faltan a mi determinación. En lo de-
más, vea la carta de Pombo que incluyo abierta.
Nuestro viaje a Quito puede detenerse algunos días más, porque don José
Hurtado,4 uno de nuestros compañeros, está malo, y no saldremos de aquí
hasta bien avanzado agosto. Ya dije a usted algo sobre mis miras, y ahora
hablaremos solamente de las que tengo sobre la comprobación, por un número
crecido de experiencias, de la teoría para hacer servir el termómetro en la de-
terminación de las alturas de los lugares. En el tránsito de Popayán a Quito
hay una variedad increíble de niveles diferentes; y de Quito a la cima del Pi-
chincha, ¿cuántos puede haber desde el término de la congelación hasta casi el
1 José Celestino Mutis. Entre la fecha de esta carta y el 5 de agosto siguiente recibió

Caldas el primer envío de Mutis, ver carta N9 41.


3
No se conoce la ubicación de la casa en que vivió Caldas en Santafé y a la que se
refiere aquí.
'Juan José Hurtado Arboleda.

81
CARTAS DE CALDAS - 6

©Biblioteca Nacional de Colombia


nivel del mar? Si estas observaciones se hicieran con buenos tubos cerrados her-
méticamente, con la práctica que en estos años he adquirido del uso del baró-
metro, con buenos termómetros, ¿qué memoria tan bella no podría remitir a
usted desde Quito? Quizá este hecho solo bastaría; este descubrimiento, per-
mítame usted nombrarlo así, nos haría conocer de la Europa, haría nacer ideas
nuevas a los sabios, y produciría un género nuevo de termómetros y una es-
cala absolutamente diferente de la que usamos hoy. Por lo que a mí toca, soy
de parecer que sería mejor un termómetro cuya bola fuese de una pulgada y
un tubo dob~emente más largo que los comunes; la caja con charnela, y la
escala de otra división que tengo entre manos. Y a daré a usted parte de mis
ideas por mayor, a medida que las digiera, como también de la máquina por-
tátil para hacer hervir el agua con facilidad en cualquier lugar. Todo hará
mi memoria; usted debe ayudarme y debe ocultar de cuantos modos le sea
5
posible nuestras ideas, y sobre todo, nuestra teoría. Temo que Isla nos penetre
y descubra; manéjese usted con cautela y reserva; basta un genio vivo e ins-
truido para descubrir nuestros modos de pensar; ya se ve, yo no puedo formar
juicio de las luces físicas y matemáticas de Isla, y como usted sabe, son abso-
lutamente necesarias para entender la teoría, y mucho más para calcularla.
Nosotros seremos correspondidos y haremos honrosa mención de este compa-
triota aplicado y útil por sus talentos médicos, y por sus instrumentos le deja-
remos sin envidia toda la parte que tenga. Usted, que va a tenerla grande, tiene
que dejar la pereza y subir a Guadalupe con todo el aparato de termómetro
y vasija para hervir el agua destilada; si este Isla fuera tan generoso que con-
fiara a usted ese termómetro, sería lo mejor. Mi Santiago: es necesario comen-
zar a manejar el compás con finura y con escrupulosidad; no basta anunciar
70Yz, 70Yl; es preciso descender a cosas más exactas. El poco uso que ha
tenido usted en estas materias quizá le embarazarán; pero sabe bien la teoría
de la escala geométrica para que entienda lo que voy a advertirle sobre el modo
de tomar las fracciones en la elevación del mercurio en el termómetro. V amos
por partes:
El primer cuidado que ha de tener usted es poner el termómetro de que
se va a hacer uso sobre una mesa; tomar un compás firme y de puntas bien
finas, abrirlo el espacio de 10 grados y pasarlo sobre la graduación de Reau-
mur6 y observar si se ajusta con precisión en las divisiones 20, 30, 40, 50, etc.,
hasta 80. Si esto no sucede, es preciso reformar la escala del modo que diré en
breve; y si estos números corresponden bien, entonces tenemos que descender
a examinar los últimos 20 grados comprendidos entre 60 y 80, que son los
únicos que sirven en este género de operaciones. El examen se reduce a ver si
• Miguel de Isla. Teme que se entere del descubrimiento de Caldas.
• Renato Antonio Ferchault de Réaumur; la escala termométrica que lleva su nombre era de
wo corriente.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


están iguales: si lo están, no hallamos qué hacer en. la graduación; pero si así
éstos como los de las decenas están desiguales, como es muy probable, tenemos
que comenzar la operación por tomar el espacio comprendido entre O" y 80"
y dividirlo en 8 partes iguales; tomar de éstas las dos últimas y dividirlas en
20 partes iguales, que serán los grados; esto se hace sobre un trocito de papel
que abrace poco más de 20 grados, fijado a la parte superior de la escala. Voy
a hablar a usted sobre el modo de tomar la fracción.
Se hace formar a un carpintero una tablita de 2 pulgadas de ancho y de
3 o 4 de largo, con un grueso proporcional, y que no deje flexibilidad; se pega
con cola un pliego de papel fino sobre ella, cuidando que quede sin arrugas;
cuando esté seco se tira una línea fina por uno de sus lados más largos, se
levanta en su extremidad una perpendicular; en ésta se ponen 10 partes de una
magnitud arbitraria y proporcionadas a que quepan en el ancho de la tablita;
en la línea primera se pasan 1O partes no arbitrarias, como en la primera, sino
justamente iguales a 10 grados de la escala. En este momento se me ocurre
otro método todavía más sencillo y seguro. V ea usted, para mayor claridad, la
figura adjunta.
Tírese primero la línea ab; en ella pónganse 10 partes de magnitud arbi-
traria; en el extremo b levántese la perpendicular be, igual a un grado de la
escala del termómetro. Del punto e al punto a tírese la transversal ac; luego
de los puntos 1, 2, 3, 4, etc., levántense las perpendiculares 11, 22, 23, etc., y
está preparada la escala de fracciones. Si usted quiere, que será lo mejor, di-
vidir el grado en 20 partes, no hay sino dividir la línea ba en 20 partes, y le-
vantar de cada una de sus divisiones 20 perpendiculares; he aquí su uso:
Sumergido el termómetro en el agua hirviendo y en vaso destapado, por-
que si se impide la evaporación toma un grado de calor mucho mayor que el
que tiene y necesitamos; una escudilla común de ioza ordinaria es la mejor
figura; sumergido el termómetro, digo, se nota con un papelito, puntillo u otra
cosa que le sugiera su genio, el punto a que subió el mercurio en el agua. Su-
pongamos que haya sido a 73 y un poco más: apunta usted en un papel el día,
lugar, hora y los 73°; luego toma con un compás de puntos finos esa porcion-
cita que hay de más sobre los 73°, la pasa a la escala y ve a cuál de las líneas de
ella se ajusta; supongamos sea a las 7,7; pues diré que el calor del agua hir-
viendo es de 73o¡,10, si la línea ab está dividida en 10 partes, y de 73°7,20, si
está la misma línea dividida en 20 partes.
Perdone, don Santiago, estas menudencias que ofenden a sus luces y a
su instrucción: conozco que me excedo y que trato a usted como a niño; pero
el amor a la exactitud, y aún más, el evitar a usted el trabajo de la combina-
ción, me obligan a esto; sé que luego que usted piense un instante daría en
estos recursos para tomar la elevación verdadera del mercurio en el termó-
metro.

83

©Biblioteca Nacional de Colombia


Por lo que usted verá en la de Pombito,1 se impondrá del proyecto que
tengo de formar el esqueleto de la quina de Esmeraldas,7 pedida por el doctor
Mutis a nuestro don Camilo,8 y por éste a don Manuel/) mi cuñado, que re-
side en Barbacoas. Estoy tan reconocido a este sabio, que haría entrada a Bar-
bacoas para formar estos esqueletos y darle esta pequeña prueba de mi agrade-
cimiento. Sé que sería del mayor agrado de él este presente; pero por lo que
digo a Pombito,1 se hará usted cargo del riesgo que hay en que tome una cosa
por otra, y quede infructuoso mi desvío a Barbacoas. Pero cuando no consi-
guiera hacer este obsequio a Mutis, ¿sería infructuosa mi entrada a esta patria
del oro? Es verdad que no merece este metallas fatigas de un apasionado ob-
servador de la naturaleza. La longitud y la latitud de este punto, la posición
de una parte de la costa en obsequio de nuestros navegantes, mis experiencias
sobre el termómetro en el agua hirviendo al nivel del mar mismo, la organiza-
ción del terreno, una carta de estos terrenos desconocidos, miras sobre estos
caminos, población, carácter de sus habitantes, etc., etc., tienen más atractivos
para mí que todas las arrobas de oro que pueda producir y que ha producido
este país desde su descubrimiento. Mi don Santiago: si tuviéramos los instru-
mentos más necesarios, haríamos mucho; trabajamos en un terreno virgen, en
que podemos ser originales. ¡Si Mutis se franqueara, si nos ayudara con uno u
otro instrumento que sobran en su casa, si nos diera algunos libros necesarios!
¡Ah! yo deliro en este punto, y es mejor que lo dejemos.
Recibí buenos los dos tubos que trajo Jironza, 10 y voy a trabajar en ce-
rrarlos. Si lo consigo, no dude usted qué haré en mi expedición a Quito; si no
es necesario sufrir, es preciso ver abortar nuestros más preciosos pensamientos
y escaparse las más bellas ocasiones. Si Mutis se resolviera de una vez a darnos
los tubos que ofreció a Pombo, ¡qué servicio tan notable nos haría! Pero si
esto no puede ser, es necesario aguardar.
Mi memoria sobre la carta del Reino, sobre el estado de nuestra geogra-
fía, 11 sobre lo que nos falta en este género, abraza algo: ella saldrá un poco
larga, y dudo la quieran insertar en su papel nuestros editores de su Correo.
Pero me alegraría que a lo menos la extractaran para desimpresionar al Reino
y sacarlo del letargo en que se halla sobre esta materia importante. Y o he te-
nido por fin principal hacer interesante mi carta proyectada haciéndola servir
a la política, al comercio, a la navegación, a la minería, botánica, caminos, ríos
navegables, etc., etc. Contiene pormenores brillantes y puede ser que agrade.

7
Es la primera alusión al interés de Caldas por recolectar Quinas.
• Camilo Tattes Tenorio.
• Manuel Ignacio Torres Tenorio.
10
Manuel José Jironza.
11
Podría ser la misma aparecida en 1808 en los números 1 a 7 del Semanario (3 de enero
al 7 de febrero de ese año) .

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©Biblioteca Nacional de Colombia


Y o había pensado remitir a Pombo12 una copia a Cartagena, como al tesorero
del Consulado, para que la presentase a este Tribunal. Usted sabe que por la
real cédula de su creación está el Consulado13 obligado a promover el comer-
cio, la agricultura, la apertura de caminos, de ríos navegables, y a asegurar la
navegación; y ¿qué objeto más importante debía promover, ni más conforme
a su institución? Aconséjeme usted en este punto, y cuanto sepa usted relativo
a este asunto dígamelo, principalmente sobre qué ramos y arbitrios se podrían
destinar a los gastos de su ejecución. Usted, que está metido en el foro, nues-
tro don Camilo, que tiene bastantes conocimientos sobre impuestos, ramos rea-
les, propios, etc., pueden sugerirme buenas especies. No defraudaré nada, todo
hará un cuerpo y se conocerá a sus autores. Dígame: las ciudades en cuyo be-
neficio redunda inmediatamente esta carta soberbia verdaderamente, que va a
hacer conocer sus minerales, sus producciones en los tres reinos, sus ríos, sus
caminos, su posición, etc., etc., ¿no deberían contribuir con parte de sus pro-
pios? El Gobierno, que tanto interés tiene en unos conocimientos de esta natu-
raleza, ¿no debería también promover, apoyar y auxiliar la ejecución? Los
Obispos, que poseen rentas considerables, como que esta empresa va a sacar
a más de cuatro, y quizá a toda una Diócesis de la miseria, parece que podían
contribuir con alguna suma; lo mismo digo de los Cabildos eclesiásticos, y, en
fin, del Consulado, que tiene el2 por 100 para invertirlo en empresas dirigidas
al bien común. Ayúdeme usted, hable con nuestro don Camilo, estudie y tra-
baje, que no perderá éste.
No se quejará usted de que soy corto, y concluyo ésta diciendo que no
puedo reservar a nuestro don Miguel Pombo estas miras ni las del uso del
termómetro en lugar del barómetro. Me parece que no correspondo a sus fines
si no le participo todas mis cosas. Usted haga lo que guste, y descargo en
usted esta obligación. Si se resuelve usted a comunicarlo, como creo lo hará,
será con todas las recomendaciones de sigilo.
Saludo de corazón a nuestro don Mariano,14 don Camilo8 y demás herma-
nos, y usted ocupe; en cuanto quiera, a su afectísimo y estimador,
CALDAS.

"' José Ignacio Pombo, Prior del Consulado en Cartagena.


10
Creado por Real Cédula de junio de 1795.
u Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.

39
Popayán y julio 20 de 1801
Señor don Santiago Arroyo - Santafé.
Mi amadísimo Santiago: usted me ha tenido ayer inquieto y con mucho
cuidado; desde que no vi letra suya en el correo, comencé a pensar que usted

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me había dicho en el anterior que me escribía con dolor de cabeza y aun con .
calentura, y aquí ~ene usted a su amigo sin sosiego: comencé a preguntar a
personas de entrada en casa del señor don Andrés, 1 y me respondieron que no
había novedad; entonces lo atribuí a paseo o a conclusiones. Por la noche me
remitió nuestro don Marcelino2 la de usted, y tuve gran placer en ver letra de
mi mejor amigo. ¡Qué dulce es tenerlos del temple de usted! Confieso que los
más abundantes correos, que aquellos en que nos llenan la cabeza de acciones
y de hechos que han mudado la faz de la tierra, tienen poco imperio sobre
mi corazón, comparados con los que me traen letras de mis amigos. No, mi
Santiago, no deje de escribirme, no me prive de esta satisfacción; y si yo su-
piera que mis cartas son de usted tan deseadas como las de usted para. mí,
jamás le faltarían; a pesar de esto, siempre he de escribirle para obligarlo a
que nunca se calle.
Mucho celebro que nuestra doña Manuela3 se haya restituido a Santafé,
y que se halle encargada de procuramos el agua destilada; pero a pesar de la
confianza y de todo el cúmulo de prendas de esta señora, no descubra usted
la teoría; es necesario reservarla hasta que la hayamos comprobado con buen
número de observaciones; no faltará a usted modo de ocultar el objeto prin-
cipal y presentarle ideas de que no pueda hacer uso ni sondear nuestro presente
asunto: usted conoce los talentos de esta señora, única y admirable. Solo el
deseo del correo me ha mantenido en ésta hasta hoy; mañana parto a mi ha-
cienda de Paispamba4 a pasar unos días con mis padres, armado de mi baró-
metro, termómetro, agua destilada, brújula y gnomon, con algunos reactivos
químicos; voy a reconocer este trozo de terreno, a levantar la carta de él para
llevarla a Quito, y que me sirva en el ruidoso pleito que sostiene mi padre5 con
don Tomás Quijano.6 De paso voy a observar nuestras elevaciones con el
calor del agua y a hacer el análisis de algunas fuentes saladas y ferruginosas
de que abunda; si se ofrece, como es regular, alguna planta útil, no dejaré de
examinarla. Camacho7 me ha ofrecido remitir la Filosofía Botánica de Lin-
neo.8 ¡Qué hallazgo! Alégrese usted conmigo de que haya conseguido esr.
producción maestra y clásica del naturalista del norte, producción de primera
necesidad para saber botánica. El mismo Camacho dice que Socorro9 ha en-
gañado a usted diciéndole que él tenía el Bouguer.10 Vamos a nuestro Hum-
1
Andrés José Pérez de Arroyo.
• Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
3
Manuela Santamaría de Manrique.
• Paispamba queda al oriente de Popayán.
6
José de Caldas Rodríguez de Camba.
• Tomás Antonio Quijano Garda de Lemos. Se infiere aquí que eran dos los pleitos que
lo llevaban a Quito; el que aquí se menciona es diferente del citado en la carta NQ 37.
• Joaquín Camacho.
8
Carlos de Linneo.
• Manuel del Socorro Rodríguez.
lD Pedro Bouguer. Se refiere a su obra "Figure de la Terre".

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boldt: 11 dígame usted: ¿podemos esperar algo de útil y sabio de un hombre
que va a atravesar el Reino con la mayor velocidad? ¿Es de creer que haga
buenas observaciones astronómicas, físicas, mineralógicas y botánicas en tres o
cuatro meses? Quién sabe si va a llenar de preocupaciones y de falsas noticias
a la Europa, como lo han hecho casi todos los viajeros. Pero suspendamos
nuestros juicios hasta que veamos las producciones de este prusiano.
Cuando usted me trate de aquellos objetos que hacen mi delirio y me
arrebatan, como son instrumentos, no se contente con cuatro palabras: explane
y cuénteme todo: la línea de su carta que dice: "y si puede ser una cajita con
tubos de barómetro, su escala o tabla graduada propia para caminos, no sé si
me la darán", me ha dado mucho qué pensar, y ardo en deseos de saber qué
conquista habrá hecho usted en beneficio de las ciencias y de su amigo. Dis-
pense usted esta reprensión, pues soy disculpable de ello: un viaje que me va
a hacer pasar por todos los niveles, una teoría sólida y fundada sobre prin-
cipios incontestables, que exige confirmarse con buenas observaciones, me ha-
cen necio y molesto para con mis amigos, los expongo a' mil fracasos, y exijo
de ellos tal vez lo que no pueden suministrarme. Pero usted tiene prudencia
y juicio, y sabrá hacerse cargo de todo. ¡Qué ventaja para mí si usted me
remite este tubo, esta cajita y esta escala para que ~e sirvan en mi viaje! ¡Ah!
Solo usted es capaz de juzgar rectamente sobre este particular, y solo usted
sabe mis miras.
Seguiría el consejo de usted y aguardaría al Barón para seguir .con él a
Quito, si este sabio estuviera en ésta en todo julio; pero esto no puede ser,
habiendo entrado a Santafé el 5 del mismo mes; 12 don Toribio13 tal vez no
accediera a esta propuesta; en fin, deje usted llegar el siguiente, y hablaremos.
Usted ha entendido mal mi carta sobre el número de viajeros que segui-
remos a Quito. Chomo14 no ha pensado en ir, y queda encargado de continuar
en la cátedra de filosofía mientras vuelve nuestro don Toribio; pero tiene usted
razón de decir: "seré desde hoy matemático, botánico, etc., si es tanto el poder
de estas ciencias". Nuestra amistad con Chomo no se ha variado ni enfriado
un punto: viene a casa todas las noches, le comunico cuanto sé, me sirve y le
sirvo en cuanto nos ocupamos, me ayuda a observar con inteligencia y ha
concurrido a las observaciones preliminares de mi viaje. Este es uno de aquellos
pocos ejemplares de litigantes amigos: si usted atribuye esto a la botánica y a
las'matemáticas, tiene sobrada razón de aplicarse a ellas; en efecto, hablo se-

11
La frase con la que Caldas pone de presente sus dudas sobre el fugaz paso de Federico
Alejandro Barón de Humboldt, abre una polémica que aún no ha conduido.
12
Humboldt entró en Santafé el 8 y no el 5 de julio corno anota Caldas.
13
Toribio Rodríguez. Parece que Caldas piensa en aplazar el viaje a Quito para viajar en
compañía de Humboldt.
u Jerónimo Torres Tenorio.

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riamente, debe usted aplicarse a la botánica: ninguno puede hacer mayores
progresos que usted, estando en Santafé, pudiendo adquirir, aunque sea pres-
tados, libros de botánica de Mutis, consultar a viva voz a este sabio, ver sus
láminas, y tratar a Zea cuando venga. 15 Sí, mi Santiago, consagre sus grandes
talentos a esta ciencia encantadora. ¡Qué dolor para mí verlos tantos años
ocupados en leer mamotrejos de litigantes, y sepultados en Martínez, Febre-
ros, etc.! No repruebo el estudio de la jurisprudencia: conozco su necesidad y
sus ventajas; pero para cuatro procesos en que se disputa una cuadra de te-
rreno, un derecho ridículo, cuatro matas y otras tantas frioleras, tiene ya usted
un cúmulo de conocimientos superiores a cuantos asuntos forenses se pueden
presentar en nuestros países. Sí, deje usted ya a esos jurisconsultos y vamos a
hacer algo que pueda sernos útil y haga honor a nuestra patria; pero dejemos
un asunto que usted conoce demasiado, y oiga ahora todo lo acaecido con nues-
tros estudios y el fin de ellos.
Se nos han querido atribuir las impiedades y demás delirios de Voltaire,16
Diderot, 17 Rousseau,18 etc., y de todos los que hoy se conocen con el nombre
de filósofos modernos, y como este mismo nombre se da a los físicos experi-
mentales, a distinción de los escolásticos, todo lo que estos buenos hombres leen
en Jamin, Bergier/9 Paulian29, etc., contra los filósofos modernos, lo entienden
del Sigot,20 Nollet,21 Muschembock,22 etc.: ya ve usted qué equivocación tan
grosera y qué consecuencias: se llegó a predicar contra la filosofía moderna, y
el vulgo creyó que era contra nosotros; se miró como herejía el ángulo y los nú-
meros. Uno de los asertos cuyo original remito, hizo decir a alguno que allí
estaba el veneno. Estas circunstancias obligaron a Toribio13 a poner las pre-
guntas que incluyo, y éstas las que obligaron a Torres -Chom~, 14 a Arbo-
leda23 y a mí, que replicamos los tres días, a decir las tres arengas, que tam-
bién remito para que usted se divierta con ellas y las comunique a los paisanos,
en particular a nuestro don Mariano24 que hace dos años presenció otra des-
25
carga contra los detractores de las matemáticas, a nuestro don Camilo y a
Pombito,26 a este paisano querido y virtuoso a quien testificará usted mi reco-
nocimiento. La vista de los papeles anuncia más de lo que hay en realidad;

10
Zea había presentado en Madrid un proyecto para regresar con equipos de laboratorio
al virreinato.
16
Francisco María Arouet de Voltaire.
17
Dionisia Diderot.
lB Juan Jacobo Rousseau.
•• Nicolás Bergier.
"" M. Sigaud de la Fond.
"'Juan Antonio Nollet.
22
Pedro van Muschenbrock.
"" Manuel María Arboleda Arraechea.
"' Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
20
Camilo Torres Tenorio.
16
Miguel Pombo Pombo.

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pero es necesario hablar con vigor para que les haga impresión a unas gentes
que se gobiernan por autoridad de viejos, que ignoran hasta el significado de
la voz filosofía moderna. Usted no propague estas piezas, que hacen poco
honor a nuestra literatura, y que quede todo entre paisanos.2 7
Ahora me hallo muy de prisa, y es preciso escribir a otros amigos, como
Camacho.7 A doña Manuela28 dígale que ayer recibí una suya del 5 de abril,
que celebro su restitución a Santafé, y que en el siguiente le escribiré muy
largo.
Estoy desesperado por ver sus producciones sobre mendigos y agricultura;
no deje de remitirme una copia, que todas sus cosas me agradan y divierten.
Corresponda usted al placer que tiene de manifestarle cuanto es y piensa su
afectísimo,
CALDAS.

"'No se tienen mayores noticias, ni se conocen los escritos y réplicas que cita esta carta,
referentes a una equívoca polémica en contra de los cultivadores de las Ciencias Naturales.
28
Manuela Santamaría de Manrique.
""Enrique Paulian.

40
Popayán y agosto 5 de 1801
Mi amadísimo Santiago:
En el correo pasado1 anuncié a usted un pequeño viaje que iba a hacer a
mi hacienda de Paispamba, y ahora le digo que se verificó con el más feliz
suceso. Usted es el depositario de mis ideas y de mis trabajos científicos, y es
necesario participarle sin reserva todas mis operaciones. El 22 de julio por la
mañana partí; pero el 21 me había ocupado en una observación decisiva so-
bre el calor del agua en el nivel de Popayán para que me sirviese de término
de comparación con las que proyectaba hacer en las montañas vecinas a Pais-
pamba. En efecto, cuando el barómetro señalaba 22P11 \2, el termómetro su-
mergido en el agua destilada hirviendo a borbotón, el mayor que se puede
conseguir avivando el fuego cuanto es posible, me señaló 75°,65; se repitió la
operación, y siempre se fijó en los mismos 75°,65. Con esta observación preli-
minar partí con mi barómetro, termómetro y agua destilada, de tal pureza,
que resistió la prueba de la solución de plata en ácido nitroso; el viaje duró
desde el 22 hasta el 30; no hubo en estos días un momento de ociosidad, se
consagraron todos a las ciencias, y he aquí los ramos sobre que he trabajado:
Botánica-Describí con la mayor extensión posible el árbol llamado vul-
garmente tiguo, cuya madera es tan abundante, y de la que se hace tanto uso en
nuestras carpinterías; lo mismo hice con el carne·fiambre, del que se forma el

1
Carta NQ 39, también dirigida a Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.

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mejor carbón, y con la achupalla, descrita por Ulloa2 de un modo imperfectí-
simo. No pude determinar estas plantas, porque no llevé a Linneo,S y aún
no lo he podido verificar por el montón de cosas que me ocupan actualmente
para mi viaje a Quito. 4
Química-Hice el análisis de dos fuentes saladas que hay en las inme-
diaciones de Paispamba, y que engordan toda especie de ganado. Están car-
gadas de hierro en estado de cal o de ocre, disuelto por el gas mefítico, y de
sal marina de base alcalina: los reactivos de que usé fueron nueces de agalla
-y sepa usted que las bayas del árbol llamado totocal producen iguales o aun
mejores efectos con el hierro-, solución de plata en ácido nitroso, jarabe de
violetas, álcali fijo en licor y vinagre de Saturno. Pero todas estas operaciones
de paso no pueden indicar las dosis de las diferentes materias de que se com-
ponen estas aguas; para ello se necesitaba de otras vasijas, de otros instru-
mentos y de tiempo; no obstante, ya a la menos, he indicado los principios de
que se componen, y no se puede esperar otra cosa de un viajero.
Astronomía-Observé la amplitud del sol tres días consecutivos en el ho-
rizonte occiduo, y deduje la declinación de la aguja; 5 también observé por la
noche la amplitud de Arturus_, y de a y f3 de la Osa Mayor,6 y todas acordaron
en dar la misma declinación de la aguja, observación tanto más importante
cuanto debía influir sobre todas mis operaciones geográficas. No pude en
ningún día ver el sol descubierto al medio día para determinar mi latitud
astronómicamente, y como solo llevé un gnomon, me fueron inútiles todas las
estrellas para este fin.
Geografía-Arrumbé todos los puntos principales, medí todas las dis-
tancias principales, y acopié las observaciones y todo el material para mi nueva
carta de Paispamba; ella ha empezado a dar luces sobre la disposición de mojo-
nes y linderos, y demuestra que los mapas hechos hasta el día por unos hombres
que saben tanto de geografía como usted de arte de zapatero, son imper-
fectísimos; que el juez, el asesor y las partes mismas, no han sabido la dispo-
posición del terreno sobre que tanto han disputado y decidido: esta nueva carta
hace conocer los errores a que está expuesto un juez que no se haya ilustrado
con buenas cartas geográficas, y que las cartas de alcaldes partidarios son más
propias para confundir que para dar luz y hallar la verdad: yo espero vencer
en Quito este pleito solo con los robustos argumentos que me suministra mi
carta. En todas estas operaciones no he perdido de vista mi carta de Popayán

• Antonio de Ulloa.
• Carlos de LinQeo.
• Ver cartas Nos. 37, 38 y 39.
• En estas latitudes bajas puede conocerse la declinación magnética si se mide con la brújula
el acimut del Sol al ocultarse y si se conoce, por las efemérides astronómicas, o por "tablas", la
declinación del Sol.
6
Realizó igual operación con las estrellas a del Boyero (Arturus) y a y fJ de la Osa Mayor.

90

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a Quito, pues me he impuesto del curso de muchos ríos, de la disposición de
las ramas de la cordillera principa~ he avanzado mis operaciones hasta el cora-
zón del Patía, y he echado los fundamentos de este trabajo importante.7
Física-Pero el fruto más importante que he traído de mi viaje, fruto que
ha llenado mi alma de contento y va a arrebatar la de un amigo que toma
tanto interés en la gloria de Caldas, son mis observaciones del barómetro, uni-
das a las del termómetro sumergido en el agua destilada. Sepa usted, mi San-
tiago, alégrese, felicítese, que la experiencia acaba de confirmar del modo
más completo y satisfactorio nuestra teoría sobre la manera de hallar la eleva-
ción de los lugares por medio del termómetro. Este asunto es muy importante
y muy nuevo, merece que· le analice y le· cuente el pormenor de todas mis ob-
servaciones sobre él.
El 23 traté de observar sobre el nivel de Paispamba así el barómetro como
el termómetro en el agua: el día siguiente subí a un cerro muy elevado, llama-
do Tambores, y no desmintieron las operaciones practicadas en . Popayán y en
Paispamba; el siguiente subí a otro nombrado las Estrellas, y en los días con-
secutivos subí a otro llamado Sombreros, y bajé a un lugar llamado Las ]un-
tas. Todas estas observaciones en niveles tan diferentes se acuerdan en dar
0°974 de menos en el termómetro por una pulgada en el barómetro; este nú-
mero precioso, buscado a fuerza de tantos trabajos y fatigas, es el medio arit-
mético entre cinco operaciones diferentes que no difieren entre sí sino en al-
gunas milésimas, cantidad verdaderamente despreciable, que proviene de la
imperfección de nuestros instrumentos actuales, y de la corta extensión de
nuestros sentidos. Confieso a usted que, a pesar de lo feliz de estos resultados,
nci me atrevo a presentar todavía en público mi teoría, mis observaciones y
mis cálculos: es necesario en estas materias usar de un sabio pirronismo, y no
exponerse a que los sabios la desmientan, y haga yo tm papel ridículo en el
mundo científico. Hasta mi vuelta de Quito, hasta que no haya hecho siquiera
cien observaciones desde el nivel del mar hasta el término de la nive perma-
nente, no pienso decir nada: un golpe bien dado vale más que mil débiles, y
cuando yo presente esta memoria ha de estar agotada la materia, y no he de
dejar nada que desear; y ¡cuánto se necesita para llegar a este grado de per-
fección! La subdivisión de la nueva escala, los elementos del cálculo, el arreglo
de los términos fijos del termómetro, su variación, el modo de hallar la altura
media, con mil otros artículos que piden largas y profundas meditaciones:
mientras llega este tiempo, le incluyo a usted una tabla de cuatro o cinco co-
lumnas;8 en la primera van los lugares en que he observado; la segunda ex-
• No se conoce esta carta de Popayán a Quito que anuncia va a elaborar.
8
Una copia de esta tabla se encuentra incorporada al "Diario Inédito" del barón Federico
Alejandro de Humboldt, Libro VII a et b, página 117. La tabla también se encuentra en la
"Memoria sobre un nuevo método de medir las montañas", pero algo más completa, y con los
cálculos aritméticos que aquí presenta. Las temperaturas están en grados Réaumur (Renato
Antonio Ferchault de Réaumur).
91

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presa la altura en que se sostuvo el mercurio en el barómetro; la tercera, el
grado de calor del agua hirviendo; la cuarta la altura calculada del mercurio
en el barómetro por solo los grados de calor, y la quinta expresa las diferencias
entre la elevación del barómetro y el cálculo por el termómetro. Y a verá
usted que la mayor diferencia no llega a 1Yz líneas sino a 1,1 solamente, dife-
rencia despreciable de que el mismo barómetro no está exento.
Quiero que usted ya entre también en los cálculos y tenga la satisfacción
de juzgar por sí mismo de mis observaciones; voy a manifestarle los modos:
supuesto que el termómetro varía 0°974 por pulgada, se comienza el cálculo
por restar el grado de calor del agua del lugar de la observación de aquel en
que se colocó el termómetro en el nivel más bajo de mis observarciones -ya
le diré a usted por qué no tomo el nivel del mar-: el residuo es un término
de esta proporción: 0°974: 12:: tal número: x. Este cuarto proporcional se
quita de la altura del mercurio del lugar de la primera observación, y el re-
sultado es la altura del mercurio en el lugar de la observación. Un ejemplo
hará esto más claro y le dará un modelo para lo sucesivo. Y a vio usted que
comencé por establecer la altura del barómetro y el calor del agua al mismo
tiempo en Popayán; y éstas fueron: 22Pl1 1.2 del barómetro cuando 75°,65 del
termómetro; observo que sobre el cerro de los Tambores el calor del agua es
de 71°,75, y he aquí cómo deduzco con solo este dato, la elevación que debe
tener el mercurio en el barómetro:
Alturas del Calor Alturas calcu-
Lugares barómetro del ladas por el Diferencias
observadas agua calor del agua
Tambores ... 18P 111 60 71°,75 18P 11' 15 -QP O' 45
Sombreros ... 19 6 05 72,40 19 7 15 +1 10
Paispamba ... 20 9 10 73,50 20 8 72 -0 o 38
Estrellas . ... 20 7 00 73,30 20 6 25 -0 o 75
Las Juntas 21 9 00 74,50 21 9 04 +O o 04
La observación fundamental en Popayán:
Popayán . . . . . . . 22P 11 1 2 75 o ,65
Calor del agua en Popayán . . . 75,65
Calor del agua en Tambores 71,75
Diferencia .. . 3,90

Ahora hago esta proporción: 0°974 : 1210 : : 3°90 : x.


3,90 X 12 46,80
- - - - = - - =: 481049 = 4P0,049
0°,974 0°,974
Si quitamos ahora este último número de la altura del mercurio
en Popayán, quedará la altura del barómetro en Tambores.
92

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Altura del mercurio en Popayán . . . . . . . . . 22P.11 1,200
Cuarto proporcional ... 4. o,049
Altura del mercurio en Tambores . . .. 18. 11,151

Esta altura observada es de 18P,ll\6 y no difiere de la calculada sino en


0°449 milésimas, o 45 centésimas, o lo que es lo mismo, menos de media línea,
que es cuanta exactitud se puede desear. Bajo estos mismos principios he for-
mado la tabla adjunta, en donde de una ojeada puede usted juzgar de la con-
formidad de los resultados del cálculo por el termómetro con las alturas in-
dicadas por el barómetro.
No he comenzado, ni he querido calcular sobre el nivel del mar, porque
es indispensable hacer observaciones en la costa misma, y sin este requisito no
pienso publicar nada; y como espero bajar a Barbacoas, se me ofrece la más
bella ocasión de completar y dar la última mano a esta teoría confirmada con
la experiencia del modo más satisfactorio. Si el doctor Mutis me hubiera dado
ya la elevación media del mercurio en Santafé,9 yo le diría positivamente al
grado a que debía subir el termómetro, sumergido en el agua destilada hir-
viendo, dentro de una vigésima de grado, y esto por las variaciones del baró-
metro diurnas y periódicas que usted sabe tiene. El termómetro sumergido de
ocho a diez de la mañana en el agua, debe subir una décima más que sumer-
gido a las tres o cuatro de la tarde, porque como el calor del agua depende del
peso de la atmósfera, debe tener las mismas variaciones. Y o todavía no he
verificado estas variaciones con buenas observaciones, por falta de tiempo; pero
espero hacerlas en Quito, en donde pararé seis meses, y adonde debe usted
escribirme con frecuencia. Ojalá se pueda que usted me haga la suscripción
para Quito por este tiempo desde el correo siguiente.
Ya habrá visto usted nuestros papeles y nuestras descargas en Conclu-
siones, pero amigo, ha hecho demasiada sensación en el ánimo de algunos su-
jetos que amo y que respeto; me he arrepentido de haber escrito principal-
mente aquella que dice: ces¡ cinco o seis años se adelanta mi nacimiento, habría
quedado infaliblemente envuelto en la barbarie". Se ha pensado que yo
he dicho que todos los que han estudiado cinco o seis años antes que yo, están
envueltos en la barbarie; pero créame, mi Santiago, que de nada estaba tan
ajeno como de hacer esta injuria a mis paisanos ilustrados; y bien ve usted
que lo que yo he dicho es que la educación antigua era bárbara, y esta es una
verdad incontestable. Me han obligado a poner una nota que dice: «Esto no

• La primera carta de Caldas a José Celestino Mutis fue escrita el mismo día que ésta y
es la siguiente (N9 41) de esta colección. Caldas debió haber solicitado el dato a través de
Miguel Pombo Pombo o de Santiago Arroyo.

93

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quiere decir que los sujetos que han hecho sus estudios antes de esta época
estén envueltos en la barbarie. Sería hacer una injuria a tantos hombres inte-
ligentes e ilustrados que tenemos en química, física, jurisprudencia, oratoria,
poesía, bellas artes, etc. Pero debemos confesar que estos conocimientos no los
deben a la educación pública que se les dio, la que verdaderamente fue bár-
bara, sino a los esfuerzos que han hecho para despreciar las preocupaciones de
sus maestros, por lo que merecen dobles elogios que aquellos que han logrado
tiempos más felices y mejores preceptores; y como yo no me considero con tan
grandes talentos, si hubiera nacido en aquellos tiempos, infaliblemente habría
quedado envuelto en la barbarie" .10
Me parece que es satisfactoria esta nota, y tanto más me lo parece, cuan-
to ha nacido del fondo de la verdad. Sería un zote si pensara que Quijano,11
, 12 T enono,
V a Ides, . 1a M osquera 14 y sobre to d os estos
, nuestro don M arce1mo,
. t5
están envueltos en la barbarie. ¿Preguntará usted a qué viene esta historia?
Yo se lo diré: don Marcelino no asistió el día que pronuncié mi arenga; se
corrieron las voces de mis expresiones y llegaron a sus oídos adulteradas; se le
dijo que yo había asegurado que todos los que habían nacido cinco o seis años
antes que yo, estaban envueltos en la barbarie; ya ve usted que es una calum-
nia, o mejor un zoquete el que me oyó sin entenderme, y llevó alteradas mis
expresiones; él, como era natural, sintió esto como debe hacerlo todo hombre
de juicio y razón, y no dejó de insinuarse y explicar su dolor con uno de mis
más íntimos amigos; éste, no por chisme, sino porque lo satisficiese, me dijo lo
que pasaba, y entonces dejé correr el papel con la nota que le he copiado a
usted arriba. Este ha sido mi modo de pensar, y la pureza de mis intenciones
la demuestra la sencillez y candor con que remití a usted el papel. Por otra
parte, ¿se puede creer que yo hubiera querido envolver en la barbarie a un
hermano de mi mejor amigo? ¿Y cuándo? En el tiempo en que ardía mi cora-
zón en amor y reconocimiento de usted. Me horrorizo al considerar que pudie-
ra yo ofender a un hombre que le toca a usted tan de cerca, cuando estaba
recibiendo las pruebas más brillantes de su amor; ¡qué ingratitud! No, mi
Santiago, no he pensado en ofender con mi papel a nuestro don Marcelino.
Conozco la extensión y profundidad de sus conocimientos en las ciencias y en
las artes; conozco que hace honor por sus luces a Popayán y a su clero; conozco
que no merezco ser su discípulo, y que todo se lo debe a sí mismo y a sus gran-
des talentos. Espero que usted se convenza de mi inocencia en esta parte, y
10
No se conoce la arenga de Caldas que dio lugar a estas malas interpretaciones.
11
Tomás Antonio Quijano García de Lemos.
12
Mariano Valdés y Bonilla.
u Tomás Tenorio Carvajal.
t< Joaquín Mosquera y Figueroa.
10
Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.

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que no se dejará impresionar de ninguna especie contraria a lo que digo. Pue-
de ser que a esta hora haya visto ya nuestro don Marcelino mi papel y también
la nota, y que esté satisfecho del amor, respeto y aprecio que hago de sus talen-
tos, de sus luces y aún más, de las cualidades de su corazón.
Hasta aquí tenía escrito cuando llegó el correo, vi su bella carta, me arre-
baté, y créame usted que no he tenido en mi vida día más feliz y más completo.
Estoy aturdido, no sé por dónde comenzar, ni puedo hallar expresiones para
hacerle sentir a usted mi gratitud y ·mi reconocimiento. ¡Ah! deseo la elocuen-
cia de Bossuet o de T omás;16 pero el idioma de la naturaleza, mis sentimientos,
mi corazón, me suministrarán, si no voces, a lo menos hechos: soy pobre, paso
una vida oscura acá en un rincón de América, sin valimiento, sin autoridad,
incapaz de recompensar a usted dignamente, y he aquí mi tormento y mi su-
plicio. Reciba, mi Santiago, a lo menos este vivo dolor que padezco, en sacrifi-
cio de su amor, de su actividad y de su generosidad. Y a me veo con cinco tubos
de barómetro, con el libro inmortal, con el libro maestro de la botánica, con
esperanzas fundadas de saber algo en esta ciencia importante, con la amistad de
Mutis/ 7 y con preliminares de la de Humboldt y Bonpland. ¡Qué bienes! Pues
todo lo debo a mi Santiago, a este amable, a este amigo querido y generoso, a
este tutor de mi reputación. Soy muy sensible, yo he derramado dulces lágri-
mas de contento al leer la carta de usted y la de mi querido Pombo. 18 Dispén-
seme usted esta debilidad, que hace en cierto modo honor a mi corazón. No son
los bienes preciosos que usted me procura los que me han arrancado mis lá-
grimas, son la idea colosal, la posición de una amistad más preciosa que el oro
y que todas las riquezas del Oriente. ¡Qué pena! ¡Qué profunda melancolía si
yo por mi imprudencia llegase a perderla! No, mi Santiago, no haré cosa que
pueda disgustado. Y ¿podré olvidar a este amigo querido? Si tal hiciera, no
merecería el aire que respiro; que se me borre del número de los hombres, que
se me proscriba para siempre si llego a cometer tal vileza. ¡Dichoso si pudiera
vivir al lado de usted! La losa de mi sepulcro será la que nos divida. Si mi for-
tuna me arroja a la extremidad de la tierra, allá tendré presente la imagen
preciosa de mi amigo: es preciso violentarme y hacer callar a este corazón vio-
lentamente conmovido por amor hacia usted, pues no acabaría de hablar si le
diera gusto a esta dulce pasión.
Los tres tubos de barómetro han llegado con toda felicidad, tan bien aco-
modados venían. Aquel delgadito, cerrado por ambos extremos, es el que más
me ha gustado y por el que me decido para mis más delicadas observaciones:
los otros los aprecio mucho por el dueño de quien fueron, por lo que me han
de servir, y sobre todo por el amigo que los consiguió y me los remitió; reciba

10
Jacobo Benigno Bossuet y Tomás de Aquino.
17
Arroyo le anunció los obsequios que habría de mandarle José Celestino Mutis. Humboldt
y Aimé Bonpland se encontraban a la sazón en Santafé.
18
Miguel Pombo Pombo.
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usted mis agradecimientos. Ahora sí que obraré con alguna confianza: les haré
dar todo el fruto que prometen, y no quedará lugar ni cerro considerable que
no los determine. De todo me he propuesto dar a usted una cuenta circunstan-
ciada, fiel y exacta: un diario de todas mis operaciones, y de cuanto pase en
mi viaje irá de correo a correo. De este modo podré desahogar una pequeña
parte del volcán que abrasa mi corazón en amor de un amigo que tanto me
ha servido. Y ¿qué diré de los pasos que ha dado usted con mi amado Pom-
bito/8 y con Mutis, para procurarme a Linneo? Esta obra, la única en su gé-
nero, la base y el fundamento de la botánica, el código en que se encierran los
conocimientos y leyes de esta ciencia, la he visto ayer, 3 de agosto, a las nueve
de la noche; día, hora feliz, que va a hacer época en la historia de mis estudios
botánicos. Considere usted a un hombre que ha tres años lucha con el misera-
gle arte de Ortega/9 que ha hecho los últimos esfuerzos por entender más de
una docena de definiciones vagas, y que a pesar de mis meditaciones largas y
profundas, ignoraba la figura de las hojas liraty, deltoidey, oblongy, hartaty,
runcinaty, etc., etc.; que la inflorescencia completa apenas la entendía, y de
golpe, en un instante, sale de sus dudas, penetra en el sentido de Linneo, y
sabe la lengua de la botánica. Confieso a usted que he hecho acciones de loco
en estos momentos de júbilo, y en todos miraba con la mayor viveza la mano
que me los procuraba: yo me he convertido en el panegirista de Arroyo y de
Pombo: no me impongan ustedes silencio sobre estos hechos generosos, pues sé
que los desobedezco en esta parte, y déjenme desahogar, contar a todo el
mundo que soy botánico por la generosidad de Arroyo y de Pombo, nombres
preciosos para mí y para todos mis amigos; he leído sus cartas a don Manuel
María20 y a don Antonio Arboleda,21 a Chomo,22 a Toribio,23 a don Juan José
Hurtado,24 los he electrizado, y he pasado a ellos una parte del calor que me
abrasa; sí, ellos son ya estimadores entusiastas de ustedes. Voy a remitir al doc-
tor Mutis, por mano de ustedes, más de media docena de plantas que no he
hallado en la parte práctica de Linneo, y creo son nuevas, para que me diga
si las ha incluido en su flora y observado antes, y si son verdaderamente nue-
vas. Si así sucede, por lo menos con dos, he aquí que tengo con qué inmortali-
zar el nombre de dos amigos: la primera se llamará Arroyea, y la segunda
Pombea. ¿Y dirá la moderación de ustedes que no obre de este modo? Bien
pueden no perder tiempo en estas reconvenciones, que yo nunca les oiré en esta
parte, y porque ustedes sean modestos no he de ser yo ingrato y desconocido.
19
Casimiro Gómez Ortega.
20
Manuel María Arboleda Arraechea.
01
Antonio Arboleda Arraechea.
""Jerónimo Torres Tenorio.
"" Toribio Rodríguez .
.. Juan José Hurtado Arboleda.

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Cuando no tuviera una afición innata a la botánica, me consagraría a ella con
todas mis fuerzas por hallar dos plantas nuevas con qué honrar el nombre de
ustedes.
Me tienen asombrado la sabiduría y la modestia del Barón de Humboldt
y de su compañero Bonpland; espero con ansia a este ilustre prusiano, y tengo
fundadas esperanzas de instruirme algo con su trato: allí veré lo que son ins-
trumentos exactos, y le pediré ese método nuevo superior al de M. Bouguer,25
para por él manejarme en mis observaciones; ya ve usted de qué importancia
me será para perfeccionar mi teoría sobre el termómetro sumergido en el agua.
Pero no es ya posible esperarlo en Popayán;26 estamos con los avíos preveni-
dos, mulas ajustadas, y comenzados a despedir: se reirían de nosotros, y Tori-
bio23 perdería el verano y no podría volver para enero; él es imposible que se
detenga, y es también imposible que lo deje ir solo y faltarle a mi palabra.
Póngase usted en mi lugar, y decidirá como lo he hecho. En la Villa lo aguar-
do, y lo acompañaré a Guayaquil más bien, o a lo menos en gran parte de la
Provincia de Quito. Si ustedes me hacen conocer de este viajero, y si lleva al-
gunas ideas de mis estudios, no hay duda que me mirará con atención y se
dignará darme algunas lecciones: Aquí dejo en poder de don Antonio Arbole-
da27 un manuscrito que contiene mis observaciones astronómicas, del termóme-
tro, del barómetro, de las declinaciones de la aguja, algunos análisis de aguas
minerales, como las del río Vinagre y Hedionda, con otras cositas para que las
muestre al Barón y las rectifique. En Quito le manifestaré lo que haya traba-
jado en mi camino, y así nos uniremos.
Aquí se ha pensado también en Sociedad Patriótica, y se habían acalorado
mucho sobre este particular. El Padre Fuentes y don Tomás Quijano la han
promovido mucho, y yo no he dejado de ayudar, haciendo alistar a mis amigos;
pero apenas son pensamientos, y dudo pueda tomar forma y llegarse a estable-
cer. Con lo que usted me ordena he visto a los sujetos siguientes: don Manuel
María Arboleda y don Antonio su hermano, don Toribio, el doctor Restrepo,2 "
don 1uan 1osé Hurtado, don Chomo, y cuénteme usted a mí en este número.
Y o aceptaré gustoso cuanto sea del agrado de usted, y no tiene ya que consul-
tarme para nada; haga y deshaga como quiera de mis cosas.
El lunes 10, mi Santiago, parto para Quito con nuestro don Toribio; sien-
to alejarme de usted, pero las frecuentes cartas que recibirá usted de mí, y yo
de usted, nos disminuirán la distancia.
Hoy se ha predicado aquí uno de aquellos pocos panegíricos que merecen
pasar a la posteridad. El Padre Valdés29 ha hecho el de Santo Domingo: me

.., Pedro Bouguer .


.. La llegada de Humboldt a Popayán se demoró hasta el mes de noviembre.
"' Antonio Arboleda tampoco se halló en Popayán al paso del Barón por esa ciudad.
18
José Félix de Restrepo.
20
José María Valdés, franciscano.
97
CARTAS Dl CALDAS - 7

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ha gustado tanto, que he concebido el proyecto de copiarlo y mandárselo; y si
he de hablar a usted la verdad, don Antonio Arboleda, entusiasmado por us-
ted, me ha sugerido la especie, y él queda encargado de remitírselo en el si-
guiente. ¡Qué joven tan amable es éste! Si usted le tratara de cerca, si fondea-
ra su corazón, estaríamos acordes sobre este particular.
Adiós, mi Santiago, usted mande cuanto guste a su afectítimo estimador,
CALDAS

41
Popayán y agosto 5 de 1801
Señor doctor don José Celestino Mutis 1 •
Muy señor mío de toda mi estimación: recibí la primera carta de usted
¿pero qué carta? Dos buenos tubos de barómetro y las obras maestras de Lin-
neo. 2 Este modo de escribir es singular y nuevo; es en un idioma que lo entien-
den las naciones más bárbaras y de que no usan sino las almas generosas.
Confieso que estoy tan asombrado como reconocido. No puedo admirar bas-
tante que un hombre del mérito de usted haya acogido tan favorablemente un
rasgo que remití a mis amigos, que desee escribirme, que sienta no haberme
conocido, que comience a protegerme sin saberlo yo mismo y me dé libros e
instrumentos, esto me hace sospechar que mis amigos, deslumbrados por el
amor que me tienen, han ponderado demasiado los cortos conocimientos que
tengo. Ellos tal vez piensan que van a hacer conocer a un hombre ilustrado y
capaz de tomar parte en las sabias y profundas investigaciones de la natu-
raleza que ha tantos años hacen su única ocupación. Pero yo pienso de un
modo muy diferente. ¡Qué contraste no hay entre los dos! Usted sabio, cono-
cido de la Europa entera, elogiado en el Norte por el digno hijo de Linneo,
apreciado de la Nación, que ha merecido la confianza de nuestro augusto
Soberano, jefe de una brillante expedición cuyos frutos preciosos espera con
impaciencia el mundo sabio; yo, ignorante, desconocido de mis paisanos mis-
mos, pasando en un rincón de la América una vida oscura y a veces miserable,
sin libros, sin instrumentos, sin medios de saber y sin poder servir en alguna
cosa a mi Patria. Esta espantosa diferencia de fortuna y de luces me acobarda,
y solo el conocimiento que tengo de la bondad de usted, unido a la sinceridad
y buena fe con que voy a hablar de mis estudios, pueden animarme. No pre-
tendo parecer sabio, porque no lo soy: no quiero que usted se forme una idea
falsa de mí, juzgándome por los informes apasionados de mis amigos. Esto
perjudicaría demasiado a mi instrucción, porque no podría usted aconsejarme
con acierto. Es preciso que deponiendo todas las ideas que tenga usted de mis
conocimientos, sustituya la descripción siguiente que voy a hacer de ellos.
1
Con esta carta se inicia la importante correspondencia de Caldas con José Celestino Mutis.
• Los libros de Carlos de Linneo, que tanto anhelaba poseer.

98

©Biblioteca Nacional de Colombia


Mi primera educación fue adocenada: a los diez y seis años de edad vi
unas figuras de geometría y unos globos, y sentí una vehemente inclinación
hacia estas cosas. Por fortuna me tocó un catedrático ilustrado,3 que detestaba
esa jerga escolástica que ha corrompido los más bellos entendimientos: me
apliqué bajo su dirección al estudio de la aritmética, geometría, trigonometría,
álgebra y física experimental, porque nuestro curso de filosofía fue verdadera-
mente un curso de física y de matemáticas. Los que disponían de mis estudios
y de mi persona me remitieron a esa capital, me encerraron en uno de esos
colegios en que no se veía otra cosa que desatinos de materia prima, me pusie-
ron a Vinio en las manos; pero yo no había nacido para jurisconsulto. A pesar
de los castigos, reconvenciones y ejemplos, yo no pude tomar gusto a las leyes
ni a Justiniano;' y perdí los tres años más preciosos de mi vida. 11 Así que
recobré mi libertad por medio de un grado que no exige conocimientos0 me
restituí a mi lugar; aquí dueño de mis acciones, me entregué a cultivar los ele-
mentos que había recibido en el curso de filosofía. Conocí que éstos no eran
sino las semillas de las ciencias, que era preciso fomentarlos, multiplicarlos de
todos modos, comenzar a observar y poner en práctica los principios. Nada
tocaba más vivamente mi gusto que la astronomía; su relación con la navega-
ción, con la geografía, con la cronología, lo brillante y magnífico del espec-
táculo me decidieron por ella. ¿Pero qué podía hacer en un país en que se
ignoran hasta los nombre de cuarto de círculo, telescopio y péndola? Cuatro
libros que una feliz casualidad arrojó a esta ciudad, me daban nociones de esta
ciencia y de sus instrumentos;7 mis deseos, mi furor por la astronomía me su-
gerían recursos. Un pequeño gnomon que hice construir me entretenía; tiraba
meridianos, observaba alturas del sol, fijaba latitud, calculaba azimudes,· y
emprendí conocer la amplitud de la eclíptica por la observación de los solsti-
cios; con solo este instrumento estaban para mí como aniquiladas las estrellas
y los planetas, y no podía dar un paso más en la ciencia que hacía mis deli-
cias. La necesidad de buscar la subsistencia, que en otros sufoca el amor a la
sabiduría en mí fue una ocasión para adelantar algo en mis estudios. Volví el
año de 796 a Santafé con: miras de mercader: aquí vi por la primera vez y de
paso la astronomía de Lalande8 y los elementos del Abate Besout9 para los
guardias marinas de Francia. Estos dos libros, al tiempo que me instruían, me

1
José Félix de Restrepo.
• Flavio Antonio Justiniano.
a Caldas estudió en el Colegio del Rosario en Bogotá, desde 1788 hasta 1792.
• Logró apenas el grado de Bachiller en derecho; aqul reconoce el bajo nivel del grado
obtenido.
1
Entre ellos las "Observaciones Astronómicas" de Jorge Juan.
8
José Jerónimo Le Fran~rais de Lalande. "Astronomla", en 3 tomos, obra que mú tarde
adquirió.
1
Étienne Bézout.

99

©Biblioteca Nacional de Colombia


manifestaban que era imposible ser astrónomo en América. Copié del último
las tablas del sol. para calcular sus declinaciones y hacerlas servir en mis obser-
vaciones de latitud; compré una brújula, un barómetro de mar, dos termóme-
tros y un octante de reflexión. Mis intereses mercantiles me llamaban a Timaná,
y emprendí hacer una Relación de 'Viaje. 10 Entonces fue que subí a Gua-
dalupe y tomé el material para el papel que ha visto vuestra merced de la
elevación de este cerro. 11 Partí de Santafé en octubre del mismo año y em-
prendí levantar la carta del país que iba a atravesar; observé la elevación del
mercurio en el barómetro en La Mesa, Tocaima, Gigante, Pital; aquí se rom-
pió el instrumento. A mi llegada a Timaná se disputaban los límites de juris-
dicción este Cabildo y el de La Plata; se me encargó levantar la carta de su
jurisdicción, que también ha visto usted. Yo quería establecer un punto en
longitud por alguna observación astronómica; el eclipse de luna del 3 de
diciembre de 1797 me ofrecía una ocasión muy ventajosa. Aunque no tenía
péndola, sabía que con solo la altura de una estrella podía concluir el tiempo
verdadero de mi observación. Y o había hecho construir un cuarto de círculo
de madera de 17 pulgadas francesas de radio, le había dividido con cuanta
exactitud me fue posible/2 poseía un anteojo de cuatro palmos y una muestra
de segundos, regular; pero me faltaba un coobservador. El Cura de Gigante/ 3
hombre de talento, se encargó de ayudarme. Antes del eclipse observé la altura
de dos estrellas y noté el instante que señalaba mi muestra; el cálculo me en-
señó lo que atrasaba o adelantaba sobre el tiempo verdadero. Poco después
comenzó la inmersión, y noté por mi muestra la hora y segundos en que se
verificó; lo mismo hice con veinticinco lugares del disco lunar. Concluida la
inmersión, tomé la altura de otras estrellas para poder juzgar del estado de la
muestra. Diez y siete lugares observé en la emersión, y concluí por volver a
tomar alturas de estrellas para corregir la muestra. De este modo comencé la
carta de Timaná, que concluí en febrero de 798. 14
Dejé este país miserable y volví a Popayán con el conocimiento que no
era para mercader; aquí he trabajado en cultivar la astronomía. Emprendí fi-
jar la longitud de mi patria: sabía que en Cali existía un telescopio acromático
de cuatro pies e hice todos mis esfuerzos para que me lo prestasen. Lo con-
seguí, y he logrado observar cuatro emersiones del primer satélite de Júpiter. 1:;
Fijado en un lugar con unos instrumentos miserables no podía la astrono-
10
No es exacto aquí Caldas, pues la "Relación de Viaje" comenzó a formarla años des-
pués, en 1801, recopilando sus observaciones previas, entusiasmado por la apartción de "El Correo
Curioso" en Santafé.
u Véase nota N9 5 de la carta N9 33.
12
En las "Observaciones Astronómicas" de Jorge Juan, existen planchas descriptivas de la
construcción de este instrumento.
"' Pedro José María Borda.
"Véanse las cartas Nos. 20 y 21.
14
V éanse las cartas Nos. 23 y 24.

100

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mía llenar mi tiempo, 16 y fue preciso buscar una ciencia que no exigiese el
aparato de aquélla; tal me pareció la botánica antes que supiera qué era bo-
tánica. Contento con el pequeño curso de Ortega, 17 me dediqué a estudiarlo;
pero bien pronto conocí que era ·insuficiente. Busqué en todas las bibliotecas
de Popayán otros libros que pudiesen satisfacer mis deseos, y no hallé en todas
ellas sino las Instituciones de T oumefort. 18 Y a había gustado la belleza del
sistema de Linneo en el de Ortega, y fue preciso que me desagradase el Tour-
nefort; pero no había más libros, y era preciso estudiarlo. Al cabo de algún
tiempo un amigo generoso pidió la Parte Práctica de Linneo, traducida por
Paláu, 19 y me cedió su uso. Esta es la época de mis pequeños progresos en la
ciencia de los vegetales. Con esta obra inmortal pude determinar muchas plan-
tas, y picaron mi gusto por la botánica como Lalande lo había hecho por la
astronomía. Pero la parte científica, la filosofía botánica de este autor me
faltaba. Y o he hecho los últimos esfuerzos para conseguirla; la he pedido a
esa capital, a Cartagena, a Quito, y han sido infructuosas todas mis diligencias.
De repente, cuando menos lo pensaba, me hallo con este libro precioso entre
las manos, remitido por el primer botánico de la Nación como su primera car-
ta. A usted dejo la consideración de lo que pasaría en mi alma cuando leí las
cartas de mis amigos y vi la Filosofía Botánica. Toda mi vida le conservaré
como el más bello monumento de su generosidad, y como el mejor título de
honor que pueda adquirir. Y o no puedo recompensar a usted sino con un eter-
no reconocimiento. Sí, jamás olvidaré el 3 de agosto de 1801, día en que he
recibido este presente, presente digno de un sabio. ·
Cuando pensaba dedicarme con más ardor al conocimiento de las plantas en
medio de la paz de mi familia, un pleito temerario, ganado por mí en esta ciu-
dad, me llama a Quito; y he aquí renacida mi pasión por la astronomía. Este
país visitado por los héroes de esta ciencia, que han determinado la elevación y
posición de estos lugares y que han dejado los monumentos más preciosos. Estos
me arrastraban con más violencia que el oro y todas las riquezas: este país es
un libro abierto en que puede estudiar un aficionado a las matemáticas. Es
verdad que la botánica puede cultivarse en este viaje, y estoy resuelto a con-
sagrarme a ella. Y o no correspondería a usted sus finezas si no le diese una
razón circunstanciada de mis operaciones en los géneros que puedo hacer algo.
¡Dichoso si merezco la acogida de usted y mil veces más dichoso si usted se
digna corregir mis defectos. De este modo podré hacer algo de provecho en
lo sucesivo, me instruiré y tendré el honor de contarme entre el número de los
discípulos de usted.

16
Interesante indicación del porqué de su primer interés por la botánica.
17
Casimiro Gómez Ortega.
18
José Pitton de Toumefort.
10
Antonio Palau y Verdera.

101

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Mi partida para Quito es el 10 de agosto, y no me ha sido posible esperar
en ésta al Barón de Humboldt; 20 en Quito tendré la satisfacción de conocerlo
y de aprender algo.
Si usted juzga que puedo por mi parte desempeñar el encargo de los es·
queletos de quina de Esmeraldas, puede usted mandarme sus instrucciones para
no errado. ¡Ojalá pudiera dar a usted esta pequeña muestra de mi reconoci-
miento! En ninguna ocasión se juzgaría más honrado su afectísimo estimador
y vivamente reconocido,
FRANCISCO JosÉ DE CALDAS

'"' Federico Alejandro Barón de Humboldt demoró su llegada a Popayán hasta el 4 de


noviembre de ese año.

42
Popayán y agosto 11 de 1801
1
Amadísimo Santiago: Con el pie en el estribo pongo a usted cuatro letras
para que en el correo inmediato le dirijan a usted ocho pesos en doblones, a
fin de que se pague lo que haya gastado por servirme con tanta fineza; me
llenó tanto en el pasado la Filcsofía Botánica de Linneo,2 y los tubos, que me
olvidé de todo; ahora que estoy más tranquilo, voy a cumplir con esta obli-
gación.
Salude usted de veras a mi Pombito3 y a todos mis amadísimos amigos;
hasta Pasto, de donde espero escribirles. Sepa de paso que va a servir el tubo
de nuestra donación. En fin, manden con la mayor franqueza a su agradecido
y verdadero amigo,
CALDAS

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
1 La obra de Carlos de Linneo y los tubos fueron el envío de Mutis. Ver carta NQ 41.
1
Miguel Pombo Pombo.

43
Quito y septiembre 21 de 1801
Señor don Santiago Arroyo y Valencia - Santafé.
Mi amadísimo Santiago:
Y a estamos separados por doscientas leguas, y la preciosa contestación de
usted retardada; hace mes y medio que no sé del amigo más querido. Si usted
penetrara lo que le amo, si usted supiera hasta qué punto ha llegado mi entu-
siasmo en esta parte, comprendería la incomodidad en que vivo. Pero, ¿qué nos
impide ver nuestras letras con la misma frecuencia que antes? No necesito
sino de que usted corresponda a mi afecto, de que tome el mismo interés por

102

©Biblioteca Nacional de Colombia


mis cartas que yo de las suyas. En Popayán existe Arboleda, don Antonio; 1
ama a usted, me ama a mí, sirve de centro de nuestra correspondencia; a él
dirijo yo mis cartas y debe remitirlas a usted: haga usted lo mismo, y no prive
a su mayor amigo, a este hombre abrasado en afecto de un amigo que existe en
Santafé.
Oiga usted algo de mi viaje al Ecuador, y digo algo, porque necesitaría
un tomo para referir a usted cuanto he visto y cuanto he reflexionado en él:
quizá tendría gusto en oírme, y yo mayor en complacer a la persona más ama-
ble. Si usted tiene cuidado de unir mis cartas, y leerlas después de seguido,
tendrá un compendio abreviado de mi viaje a Quito; o hablando con más
precisión, tendrá el material de este viaje, porque bien sabe usted qué diferen-
cia hay entre el material de un libro y un libro digno de aparecer en público.
La amistad, este deseo de agradar a usted, me precipita y me hace producir
sin digestión; pero esta misma amistad sabrá ocultar a los otros unas cosas que
aún no pueden publicarse sin que se mediten con atención. Y o me reservo el
derecho de añadir, de alterar, y aun de suprimir hechos y observaciones que
ahora diga, sin que conceda a usted el de reconvenirme por ellas. Y o no pu-
blicaré nada hasta que no me restituya a Popayán, reitere las observaciones que
he hecho de venida, y una tranquila meditación me ponga en estado de digerir
este inmenso material.
Partimos de Popayán el 11 de agosto de 1801, don Toribio Rodríguez 2
y yo: después de dos días de camino que no ofrecieron cosa notable a nuestras
indagaciones, comenzamos a bajar al valle de Patía; el calor se aumentaba
por momentos, y ambos empezamos a caer en un entorpecimiento y una lan-
guidez, que no apetecíamos más que estar en perpetua inacción, y dormir; yo
no me conocía: todos los proyectos que antes de nuestra partida nos habían
ocupado tanto, los miraba con fastidio siempre que exigiesen sacarnos del le-
targo y del lecho. Un baño de 40 a 50 grados de calor en el que nos hallába-
mos sumergidos, nos agotaba las fuerzas con el continuo sudor; pero por fortuna
nuestra, y de nuestras observaciones, a los dos días sentí que se dismi-
nuía mi pereza, que mis miembros comenzaban a adquirir algún vigor, al tiem-
po que mi compañero se abatía más: yo me apresuré a observar en el centro de
este valle, y en el lugar más bajo, la elevación del mercurio en el barómetro,
y lo que es más terrible, la del termómetro sumergido en el agua destilada, de
la que traía muy buena provisión. Era preciso duplicar el calor en que vivía
acercándome a un brasero y a los ardientes vapores que exhalaba el agua; era
preciso arrostrar todos los horrores del Senegal, para poder fijar el grado y
fracción en que se sostenía el licor del termómetro, y esto muchas veces para
asegurarme bien. Este lugar era el más bajo de todo mi camino, y, por consi-

1
Antonio Arboleda Arraechea.
2
Toribio Rodríguez.
103

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guiente, el más importante para perfeccionar mi teoría sobre las elevaciones
deducidas por el calor del agua, objeto principal de mi viaje. A las cuatro de
la tarde comencé a obrar, y a las nueve de la noche concluí esta pesada obser-
vación en una hacienda llamada La Herradura. Mi inquietud por saber el
resultado me puso la pluma en la mano, y comencé a calcular inmediatamente:
todos mis trabajos quedaron recompensados viendo que el resultado era feliz, y
que se acordaba bien con. las observaciones hechas sobre los elevados cerros de
Paispamba, de que remití a usted una noticia circunstanciada;3 y lo haría ahora
con ésta, si los molestos cumplimientos de este Quito no me robaran el tiempo
más precioso, y si no me ocupara ya en los preparativos para la observación
del eclipse de luna de esta noche,4 por lo que ésta no podrá extenderse mucho,
y solo llegará a Patía.
Las observaciones geológicas, las que confirmen o destruyan la teoría de
la tierra, del conde de Buffon,5 me ocupaban todos los instantes de mi trán-
sito. ¡Qué cosas tan bellas presenta en este género el valle de Patía! ¡Que no
pueda yo con solo las palabras manifestar a . usted mis observaciones y mis
consecuencias legítimamente deducidas de ellas, sin el auxilio del diseño! Sepa
por ahora que el valle de Patía no es obra de la creación; que toda la masa
de tierra que es necesaria para hacer subir el barómetro tres pulgadas, la han
arrasado las aguas, y éstas han cavado este país abrasador. ¡Qué catástrofes,
qué revoluciones nos han precedido! Vivimos en un mundo arruinado y sobre
las reliquias de grandes revoluciones. Para deducir estas verdades no hay más
que saber ver y medir. Tiempo vendrá en que yo manifieste a usted por menor
todas las pruebas que tengo en apoyo de todas estas ideas; pero a pesar de la
profundidad de este valle, a pesar de su ardentía, no llega a Villavieja ni a
Tocaima: el suelo de Patía es mucho más elevado que el de aquellos lugares.
El barómetro se sostiene en veintiséis pulgadas en Patía, y en T ocaima es mu-
cho más. El termómetro a la sombra, a las tres de la tarde, señaló 24°, y bien
se sabe que en el valle de Neiva es mucho mayor esta indicación. En este trán-
sito he tomado noticias sobre el origen, curso y embocadura de muchos ríos,
tales como Guachicono, Timbío, Quilcacé que después es Patía; la dirección
de cordilleras, montañas, posiciones de pueblos, etc., todo en aumento y en
perfección de nuestra geografía. La astronomía ha sacado también sus venta-
jas, y sobre todo la botánica. ¿Qué montón de plantas desconocidas no he
descrito en mi diario? ¡Ah! mi Santiago, si Dios me concede salud y reposo
para ordenar mis esqueletos y mis descripciones, me parece que esto solo haría
mi relación interesante. A proporción que digiera iré remitiendo a usted mis

1
Véase la carta NO 40.
• Se refiere al eclipse total de Luna del 22 de septiembre de 1801, ocurrido en Quito
pasada la media noche del 21.
• José Luis Leclerc, conde de Buffon,

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trabajos; si logro agradar a usted, si logro divertirlo, he aquí recompensadas
mis fatigas, he aquí feliz a su amigo. Cuando me he hallado hoy sin letra de
usted, ¿qué despecho no he sentido en el fondo de mi alma? Usted, sus cosas,
sus cartas, forman mi felicidad, ¿y se atrevería a hacerme desgraciado negán-
domelas? No, mi Santiago, no, escriba usted con el furor que lo hago yo; pero
me distraigo.
No puedo ahora seguir con el pormenor de mi viaje: sepa solo que llega-
mos con felicidad a Pasto; que levanté el plano de este pueblo,6 mayor de lo
que comúnmente se cree: agricultor, industrioso y feliz en medio de su oscu-
ridad. Después de nueve días de un camino divertido y ocupado llegamos a
!barra, levantamos el plano y conduje mis rumbos hasta aquí con felicidad.
Este pueblo son las tristes reliquias de una villa rica y floreciente. He visto
en ella copia de edificios suntuosos, que no los tiene mejores esa capital; no
se asombre usted: la Merced es un edificio de bella arquitectura; el orden
dórico es el que se empleó y el claustro es de columna nata de buena piedra;
la escalera estaría sin vergüenza en el palacio de los Virreyes: aseguro a usted
que en este género no he visto cosa más majestuosa y bella. Pero toda esta mag-
nificencia está en vísperas de perecer y de acabarse; las goteras, el desgreño
y el descuido, reinan aquí como en propio imperio. El temple de su atmósfera
poco difiere del de Popayán; pero he de hablar después de esto con extensión,
y pasemos a Quito.
Todo lo que nos han dicho de esta ciudad, todas las ideas que tenemos de
ella por los informes apasionados, merecen reformarse. Su situación es en un
lugar algo desigual, pero no tanto como se ha ponderado; las calles más an-
chas que las de ésa, bien -empedradas; las casas de buen alto, blanqueadas y
aseadas. Los templos, en medio de tanto mal gusto, tienen magnificencia y
hacen grande ventaja a Santafé y a Popayán. El traje es indecente; pero por
fortuna quieren ya entrar en la española: un grande aro de ballena u otra ma-
teria semejante infla a las mujeres hasta darles cuádrupe ancho del que tienen.
Apenas se puede discurrir cosa más contraria a la hermosura: el cuerpo más
bien formado se desfigura, y no tiene -a juicio del petrimetre- atractivo. Las
sayas o polleras son de bayeta de pellón, todas ellas menudamente prensadas
de alto a bajo, y con muchos anchos fajones de la misma tela y de diferente
color; el lujo es considerable, y ya observaré y avisaré a usted despacio.
Nada he dicho a usted acerca de la impresión del papel sobre la elevación
de Guadalupe. 7 Las correcciones que le ha hecho usted al primer número son
justas, y me han agradado mucho. Los otros no los he visto, y con mi salida
de Popayán se han extraviado. Dígame usted qué juicio se ha formado de él
por el público, que siempre es inexorable. Aquí apenas conocen este papel, han

• No se conoce este plano.


7
Véase la carta N O 33 . Nota N ? 5.
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visto uno u otro número, y nada más. Y a hablaré a usted despacio sobre la
literatura de Quito.
De Humboldt nada sé desde que salí de Popayán, a excepción de una que
otra cosita que Arboleda me comunica. Y a habrá recibido usted una que dejé
en poder de don Juan José 8 con unos pesos para usted. ¿Cuál ha sido, mi San-
tiago, la causa de su silencio? ¿Me dejará usted penar más sobre este punto?
Pues yo le doy a usted buenos ejemplos, yo le hablo a la larga y le hablaré
mucho más cuando las visitas me dejen respirar.
Estoy resuelto a seguir al Barón a Guayaquil y esperarlo en Ibarra, 0 pro-
curando instruirme y chupar cuanto me sea posible a este sabio viajero, para
ilustramos alguna cosita y salir de la barbarie. Usted no deje de insinuársele
y recomendarme para que me trate con distinción y me enseñe.
A mi amado Pombo10 que tenga ésta como escrita a él mismo, que ya le
diré mil cositas de mi viaje; que mi amor y mi reconocimiento son invariables;
y así él como usted ocupen a su verdadero amigo,
CALDAS

8
Juan José Hurtado Arboleda.
"Ciertamente Caldas salió al e.;cuentro de Federico A lejandro Barón de Humboldt en !barra,
pero no habría de acompañarlo hasta Guayaquil.
10
M iguel Pombo Pombo.

44
Quito y octubre 6 de 1801
Amadísimo Santiago: 1
N o puede usted concebir el gusto que tuve al cabo de dos y medio meses
al ver letra de usted. Este tiempo me ha parecido dilatado sobremanera, y ya
tocaba mi disgusto en el despecho. Si el mayor placer que tengo sobre la tierra
es hablar con mis amigos presentes, y escribir y leer cartas de los ausentes, se
compensa muy bien con el dolor de no saber nada de ellos. No me atormente
usted, escríbame mucho y con frecuencia, yo corresponderé a usted con prodi-
galidad: no habrá idea, pensamiento, observación de que no sea usted mi depo-
sitario. Hablemos de su carta de 6 de agosto, y luego seguiremos con mi viaje.
La noticia que usted me comunica de que el Barón de Humboldt sumerge
en el agua hirviendo el termómetro, y rectifica con él la altura del barómetro,
me hace pensar con fundamento que le es conocida la ley de las elevaciones del
licor del termómetro en el agua, y que sabe aplicarla al cálculo de las eleva-
ciones de los lugares. 2 ¡Qué cierto es que nosotros vamos dos siglos atrás de la
Europa! Cuando se nos presenta una idea feliz, que no la hemos visto en los
pocos y viejos libros que llegan a nuestras manos, nos parece que hacemos algo
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• En el diario inédito de observaciones de Federico Alejandro Barón de Humboldt, no apa·
rece anotada la temperatura del agua hirviendo al lado de los registros barométricos.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


nuevo, y ya hace doscientos años que se puso en practica entre las naciones
cultas. ¿Ya ve usted lo necesario que es en nuestras circunstancias actuales ser
casi rirrónicos en nuestros descubrimientos? ¿Quién al ver en Sigod de la
Fond un método incierto propuesto, y deseando este físico se perfeccionen y
reiteren las experiencias de este género, no había de creer que había hecho un
descubrimiento, atendiendo a la época en que escribe? No obstante, no doy
por nulos todavía mis pensamientos; esperemos a este Barón sabio, sondeemos
el fin y principios con que observa el calor del agua, y entonces le diré a usted
si hay en mis observaciones y en nuestra teoría algo nuevo, o si solo he adivi-
nado lo que ha muchos años se sabe en Europa.
El perfil de la nivelación barométrica que usted ha tenido la bondad de
delinear y remitirme, me ha dado una idea grande de los conocimientos, de la
exactitud y extensión del plan del Barón. 4 ¡Qué grandes esperanzas tengo de
aprender algo en química, en geografía, astronomía, minería, botánica, etc.!
No dudo que usted y demás amigos se habrán insinuado para que me trate
con afabilidad, y para que me enseñe; es verdad que el fondo de su carácter
es la bondad. Ese perfil es un tesoro para mí, tiene cuanto se puede desear en
su línea, me ha consolado por la casi ninguna diferencia de mis determinacio-
nes con las del Barón, así en medida como en elevación del barómetro en San-
tafé y en Guadalupe, y me han hecho crear confianza para mis posteriores de-
terminaciones. Las latitudes de Mompós y Honda difieren en más de 31 de
las establecidas por Mr. Bourguer,5 y creo que lo mismo sucederá a la de Po-
payán, pues siempre han estado mis resultados un poco separados de los de
Bouguer; aquel astrónomo viajero nos desengañará, aprobará o dará por in-
útiles mis trabajos en esta parte, pero siempre con aprovechamiento mío.
La noticia que usted me ha dado de la rectificación del barómetro por la
temperatura del agua, me ha hecho cesar en mis trabajos y suspender dos cor-
tos viajes, el uno a Guayabamba, y el otro a la cima del Pichincha; pero espero
al Barón, me impondré del fin y del objeto, y decidiremos. Ahora oiga usted
algo de mi viaje.
En el correo pasado llegamos a Patía, y ahora, pasando rápidamente por
lo restante, lo voy a traer a usted a este Quito. A más de algunas descripciones
de plantas, entre ellas el brasil que usamos en Popayán, que no me pareció tal
sino una especie de poinciantt, trabajé en la continuación de mi carta hasta
Pasto. Este pueblo oscuro y feliz me llamó la atención, y no cesé de observarlo
en los días que me mantuve en él: comencemos por su vista del alto que llaman
8
M . Sigaud de la Fond.
• Se refiere al perfil desde Cartagcna hasta Santafé, elaborado durante el viaje por Humboldt.
Ver la carta siguiente N9 45.
6
Anota Caldas las diferencias entre las latitudes obtenidas por Humboldt a lo largo del
viaje y las de Pedro Bouguer, que fueron cbtenidas con un instrumento de muy poca exactitud;
confiesa ahora Caldas la discrepancia de sus resultados propios con los del francés.

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Aranda. ¡Qué espectáculo tan risueño y magnífico el que presenta la campiña
de sus alrededores, la ciudad misma, su horizonte! Fínjase usted una llanura
espaciosa de dos a tres leguas, con una ligera inclinación, terminada por colinas
de pendiente suave en toda la redondez del horizonte, excepto por el Noroeste,
en donde se ve el volcán de tanta elevación, que toca el término de la nieve
permanente en la zona tórrida, y que aún humea; todo este terreno cortado por
fuentes que reuniéndose·forman lo que llaman el río de Pasto; no hay un palmo
que no esté cultivado: aquí se ven cuadros dorados, allí verdes, más allá otros
actualmente arados; toda la campaña sembrada de casas de campo; cercos
vivos, algunos grupos de árboles frutales, acequias, molinos y, en fin, la ciu-
dad en el centro; son estos campos verdaderamente poéticos, y Rafael6 copián-
dolos habría pintado a la bella naturaleza. Y o me dejo arrebatar de mi entu-
siasmo y de la sensación que experimenté en el momento que vi a Pasto; con-
fieso a usted que me creí transportado a la antigua Bética, pomposamente
descrita por Fenelón;7 pero no quiero suprimir las sombras de este cuadro, es
preciso ser fiel en las narraciones. Tan bella como es la campaña, tan encan-
tadores como son los alrededores de la ciudad, es deforme, desgreñada y puer-
ca ésta; sus casas malísimamente construidas, oscuras y llenas de inmundicias.
Confieso a usted que hace un terrible contraste con su campaña. Un vecino de
Pasto trasladado a Popayán me parece que es un inglés en Holanda. El tempe-
ramento es bueno, y mi termómetro en el tiempo que paré varió de 7Y2 a 12°.
Las aguas, aunque cristalinas, tienen la propiedad de dañar el estómago de
los pasajeros; yo sentí demasiado los malos efectos de ella, y si, como me duró
el accidente veinticuatro horas, me dura cuarenta y ocho, me pone en el se-
pulcro. Del mismo modo se vieron varios que por casualidad habían llegado de
diferentes partes. Hice mis observaciones del barómetro y termómetro que con-
firman nuestra teoría, y están acordes con las anteriores de que he dado a
usted parte desde Popayán; pero dejemos a Pasto y tantas observaciones de
todo género que he hecho en él, para decir a usted algo de Quito.
Y a habrá usted oído la perpetua disputa que hay entre quiteños y santa-
fereños sobre la superioridad de la una o la otra ciudad. Y o he emprendido
decidir esta disputa, inútil en sí misma, pero importante por los ramos que
abraza y por las incidencias. Es verdad que aún no conozco a Quito en el grado
que a esa capital, y no estoy todavía en estado de hacer el paralelo; en su lugar
le iré describiendo y diciendo lo que he visto hasta hoy. Así tomará usted parte
en el asunto, y me dará la mayor complacencia proporcionándome una ocasión
brillante de hacer representar al amigo amado, a este hombre querido, un papel
distinguido en la Relación de mi 'Viaje de Popayán a Quito: ya lo nombro con
el honor a que es usted acreedor cuando hablo de los instrumentos que traje
6
Rafael Sanzio.
7
Francisco de Salignac de la Motbe Fenelón.

108

©Biblioteca Nacional de Colombia


y del modo como los conseguí en un país en que son tan raros como un filó-
sofo entre los hotentotes. Mi reconocimiento no puede evitar esto, a pesar de
la modestia de usted, y he aquí el punto en que usted no podrá nada conmigo,
en que no será oído ni obedecido por su mayor amigo: en esto es usted parte
y no se le debe atender. Cuando mi relación de viaje no contuviera otra cosa
que hacer conocer una parte del mérito de usted, la formaría y la publicaría,
y yo daría por bien empleados mis trabajos y mis fatigas. Vamos a Quito.
El plano de la ciudad, si merece este nombre un espacio de tres cuartos a
una legua, todo él quebrado e inclinado sobre las faldas del Pichincha, no tie-
ne nada de bello ni es propio para sostener la ciudad más populosa del Reino.
Por el Occidente tiene el volcán apagado de Pichincha y el ramo más occi-
dental de los Andes; por el Sur, por el Este y Norte, está cercada de colinas
que sirven de base a la gran cordillera; nada se ve de su recinto hasta que se
toca con sus arrabales; las calles son más anchas que las de Santafé, empe-
dradas del mismo modo, y algunas tan inmundas como muchas de allá; no
obstante, me parece que se ha ponderado el desaseo de esta· ciudad. Las casas
son de buen alto, los techos debilísimos en extremo, pues la madera de que
usan son los magués; adornan las salas de respeto con magnificencia y aun
con lujo, pero sin gusto; no se ha llegado aquí a la finura de esa capital. Los
templos son también por el gusto de las casas, y se conoce que han tenido
fondos ricos; hay algunas fachadas en que ha puesto la mano un arquitecto, y
su descripción las reservo para mi Relación, en donde verá usted por menor
esta parte. El temperamento es bello, pues mi termómetro aún no ha subido
de 13°, y en esto hace ventajas a ésa. Las gentes son por naturaleza afables,
obsequiosas y entusiastas por el forastero; sus modales suaves hasta el abati-
miento; sus costumbres no son de lo más puro, ni su traje decente; ya veré con
más tiempo y reflexión, y avisaré a usted.
Se me pasaba contestar a usted sobre nuestras arengas de conclusiones. Si
usted supiera que hubo ya estudiante que escrupulizaba y hacía caso de con-
ciencia estudiar geometría; si no ha olvidado usted que Gutiérrez y cualquier
fraile tienen más autoridad en Popayán que en Delfos el oráculo; si supiera
que el descrédito de nuestros estudios había llegado hasta las mujeres, no ex-
trañaría usted que Toribio, 8 Torres,t' Arboleda10 y yo hubiéramos hablado con
calor; en otras circunstancias esté seguro que no habría abierto mis labios.
Cuando escribía precipitadamente ese rasgo, la víspera y antevíspera de con-
clusiones, conocía que Grijalva11 no merecía ese elogio, y quise suprimir los
tres años del curso de usted; pero los amigos a quienes lo comuniqué me dije-

8
Toribio Rodríguez.
• Camilo Torres Tenorio.
10
Antonio Arboleda Arraechea.
u Juan Mariano Grijalba.

109

©Biblioteca Nacional de Colombia


ron que no, y que atendidas las circunstancias del día, la íntima amistad de
Grijalva y de Gutiérrez entre sí y con el Obispo/2 era necesario hacerle más
honor del que merecía. Pero amigo, siempre me arrepentiré de haber condes-
cendido y no prostituiré en mi vida mi pluma de ese modo; yo seré equitativo
y justo en mis elogios y nos los recibirá sino el que los merezca. Perdóneme, mi
Santiago, esta debilidad, queme esa copia, que yo haré otro tanto con las que
pueda haber a mis manos; y hablemos de otra cosa.
He visto aquí exquisitos libros y en gran copia: no hay particular que no
los tenga en mucha o en corta cantidad, y me parece que en esto hace ventajas
a Santafé. Y o no conocí allá las Memorias de la Academia Real de las Cien-
cias, y aquí hay tres ejemplares; el uno llega hasta muy cerca de nosotros;
muchas obras de Linneo y de otros botánicos; en fin, hay libros buenos en
todo género.
Pensaba remitir a usted una lista de los precios de comestibles, como se
hallan ahora, para que tenga usted la satisfacción de compararlos con los de
ésa, y me la dé a mí, remitiéndome una semejante de los de Santafé; si la
acabo, irá.
Diga usted a mi amado, a mi querido Pombo, 13 que lea ésta como escrita
a él mismo, que el tiempo me impide hacerlo por separado, que espere una bien
larga en el siguiente, y que cuente con mi amor y mi reconocimiento, que ni el
tiempo ni la distancia pueden nada sobre mi corazón. Saludo a mi don Ma-
riano14 y hermanos, a nuestro don Camilo,9 y diga usted algo de mi parte a
doña Manuela. 15
No deje de decirme qué suerte tuvo mi carta a Mutis/ 6 y lo más que
tenga por conveniente. Entregué a Toribio8 su inclusa, y lo saluda con afecto.
Usted cuente con mi amor y mande a su afectísimo amigo,
CALDAS
12
Angel Velarde y Bustamante.
,. Miguel Pombo Pombo.
u Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
15
Manuela Santamaría de Manrique.
10
La NQ 41, inicial de la correspondencia de Caldas con José Celestino Mutis.

45
Quito y octubre 6 de 1801
1
Querido Antonio mío:
¿Con qué recompensaré a usted los cuidados e interés que toma usted por
mis cosas? Yo no tengo oro, ni plata, pero poseo un corazón reconocido, y éste
es el premio que ofrezco a usted por sus servicios; usted conoce demasiado mi
carácter, y son inútiles todas las protestas que pudiera hacerle.
1
Se inicia aquí la correspondencia desde Quito con Antonio Arboleda Arraechea, quien
será su correaponsal en Popayán.

110

©Biblioteca Nacional de Colombia


Arroyo2 me escribe y me habla del Barón, me dice que salía el 9 de agos-
to para ésa,3 me incluye un perfil de una nivelación barométrica desde Carta-
gena hasta Santafé4 con expresión de las latitudes, elevación del terreno, natu-
raleza de minerales, con otras cosas muy curiosas; me dice que midió a Gua-
dalupe, 5 y que le dio solo seis toesas menos que la nuestra; que el mercurio se
sostuvo casi en las mismas elevaciones que yo había establecido, y, en fin, que
este sabio confirma con honor mío una determinación que fue la primera que
hice en mi vida. 6 Me dice que midió el Salto del T equendama,7 y que las
trescientas once varas de Esquiaqui8 se han reducido a ciento noventa, o a dos-
cientas varas, riéndose de aquella medida; ya ve usted que nosotros hemos
pasado por el examen de Mutis9 y de Humboldt con nuestro Guadalupe sin
este bochorno literario; yo me alegro no por mí sino por Popayán, que me ha
dado nacimiento.
Siento mucho la conducta de Chomo10 en mi asunto, y que anda con
retardamiento& frívolos en una causa que es necesario que venga. Espero de la
amistad de usted ayude a mi amado padre11 con sus luces y dirección, y ya le
digo que se haga todo bajo de su dirección. Usted apure por sustanciar el artícu-
lo de apelación, y que cuanto antes se libre el testimonio; ya tiene aquí Chomo
libranzas y poder para sostener esta causa; pero el abogado Salazar, a quien
vino, se ha descargado de la defensa por afecto a mí, y lo mismo le sucede con
el mayor empeño que tenía aquí, con quien me adelanté a contraer estrecha
amistad, y me ha dicho que se mantendrá en perfecta neutralidad temiendo
y sintiendo cualquiera determinación. Y o estoy muy agradecido a estos señores
quiteños, me aman y me sirven. Algunas conexiones ventajosas he adquirido
con el nuevo matrimonio de mi hermano. 12 Esta liga me ha hecho conocer de
toda su familia, y heme aquí con tantos conocimientos como en mi misma
patria.
No ha dejado de incomodarme la novedad de mi tío Lucas/ 3 y he dado
algunos pasos sobre el particular. La cédula la hay aquí; pero todos los abo-
gados con quienes he consultado el asunto piensan como usted. Me dicen, y es
punto que lo saben hasta los niños, que la ley no tiene fuerza de tal hasta su

• Santiago Pérez de Arroyo y Valencia, el corresponsal en Santafé.


• La salida hacia Popayán, por la vía del Quindío, del Barón Federico Alejandro de Humboldt
fue en la tarde del 8 de septiembre.
• El perfil mencionado fue publicado en el "Atlas del Viaje a las Regiones Equinocciales".
Véase nota N9 4 de la carta N9 44.
• La excursión de Humboldt a Guadalupe se realizó el 4 de agosto.
• Trabajo publicado en el "Correo Curioso".
• Humboldt viajó el 26 de agosto a Soacha y el día 27 visitó el Tequendama.
8
Domingo de Esquiaqui.
0
Se refiere a una determinación de altura de Guadalupe realizada por José Celestino Mutis.
10
Jerónimo Torres Tenorio.
11
José de Caldas Rodríguez de Camba.
12
Camilo Caldas Tenorio.
10
Fray Pedro Lucas Tenorio Arboleda.
111

©Biblioteca Nacional de Colombia


publicación; que ésta no incluye los casos anteriores; que cuando se me puso
en posesión del patronato, fray Lucas era incapaz de obtenerlo, pues no había
la cédula que ahora lo habilita, que yo he entrado en el patronato con el mejor
deseo, y que no hay retroceso, ni se pueden alterar las cosas anteriores a su
publicación. Don Manuel V entura14 fundó el patronato el año de 95 o 96, estan-
do yo en Timaná, de que usted me dio aviso, y ya sabe usted el tiempo en que
se aclaró solamente la cláusula de colativa sin variar aquella fundación; en
' expresamente exc luye a f ray Lucas13 como mcapaz,
esta • y me nombra a mt; '
mi padre tiene el testimonio de fundación, y en la escribanía de Sánchez está
todo lo actuado para su aprobación ante Restrepo; 15 recoja usted este material,
y estese a la mira hasta que resuelle mi tío por donde quiera. Si las leyes tu-
vieran efecto o abrazaran los hechos anteriores a su promulgación, ¿qué podía
haber seguro? Y o estoy en posesión del modo más solemne y con el título más
legítimo. Por otra parte, ¿qué trastorno no se originara en las familias con el
retroceso y despojo de los poseedores actuales? En fin, hable usted con mi pa-
dre y que le franquee todos los papeles necesarios; encárguese usted por nues-
tra amistad de esta defensa. Y o quedo aquietado sabiendo están en su mano
mis asuntos. Dejemos esto, y vamos a hablar algo de mis operaciones. A don
Juan le escribo y doy noticia de algunas cosas que les lea en comunidad.
Parece que las nubes me persiguen hasta abajo de la línea. Yo vine acele-
rando mi marcha cuanto me fue posible para llegar a tiempo de observar el
eclipse de luna; 16 ya sabe usted el mal suceso de la péndola de Graham, 17 en
fin, arreglé otro, y esperé mi eclipse; no me pude asegurar el principio por
las nubes, y en toda la inmersión solo vi entrar en sombra a Platón. 18 En
recompensa observé toda la emersión a mi satisfacción. ¿Y creerá usted que
hasta hoy no he podido verificar el estado de la péndola con alturas corres-
pondientes por las nubes? Mis trabajos siguen y tendremos que mostrar al
Barón. Usted copie cuanto pueda y chúpelo como sanguijuela, que yo haré
acá otro tanto. 19 Arroyo2 me dice que este viajero sumerge el termómetro en
agua hirviendo, y me hace sospechar que quizá ya conoce mis pensamientos
en esta materia; usted resérvese en este punto cuanto sepa, pregunte con par-
ticularidad el fin, el cálculo de esta inmersión y comuníquemelo con el mayor
escrúpulo. Todos mis trabajos están de parada hasta saber si es conocida la

" Manuel Ventura Hurtado Arboleda.


16
José Félix de Restrepo.
10
Se refiere al eclipse total de Luna del 22 de septiembre de 1801. Ver nota NQ 4 en la
carta N9 43.
17
El péndulo astronómico fabricado por Jorge Graham y que perteneció a los académicos
franceses en su trabajo de medida del arco del meridiano en la vecindad de Quito.
18
Uno de los cráteres lunares designado con el nombre del filósofo griego.
10
Arboleda no pudo cumplir esta recomendación pues hubo de ausentarse de Popayán en
los días en que allí permaneció el Barón.

112

©Biblioteca Nacional de Colombia


ley de la temperatura en Europa; nosotros en un rincón del mundo nos parece
que hemos descubierto por primera vez lo que es conocido en Europa, por falta
de libros, y no somos menos inventores que aquéllos, supuesto que lo ignora-
mos. Sea como fuere, usted observe, copie y aprenda; saquemos todas las ven-
tajas posibles de esta ocasión, quizá única en nuestra vida.
Recibí la Filosofía Botánica, o su esqueleto; pero no me pesa porque un
amigo amado use del original. Si cuando nos veamos no está usted profundo
en ·ta botánica, no tendrá disculpa, ni yo se la admitiré. Apéchese con don
Juan y formarse; yo quedo aquí lleno de libros exquisitos sin saber a qué· echar
mano. Considéreme usted con nuevos tomos de Buffon,20 con Bouguer/1 con
las Memorias de la Academia de París, etc., etc., todos libros de mi gusto.
Aquí ha· comenzado el invierno con benignidad, y hoy hemos tenido gra-
nizo; los truenos no faltan, pero como en ésa, en donde los considero con
el trisagio en la mano.
Y a es tarde, amado Antonio; en otra ocasión le diré más; por ahora adiós:
sa1udo a mt. dona• Rafae1a,22 v·tcente,2a M anue1'tto24 y D ommgo.
. 25 y o soy t odo

de usted y debe ocupar a su afectísimo,


CALDAS
20
José Luis Leclerc, conde de Buffon.
"'Pedro Bouguer.
.. Rafaela Valencia y Valencia de Arboleda.
23
Vicente Javier Arboleda Valencia.
•• Manuel Esteban Arboleda y Valencia.
"" Domingo León Arboleda Valencia.

46
Quito y octubre 21 de. 1801
Santiago1 mío: usted ha puesto toda su atención en complacer a un amigo
que no puede corresponder con otra cosa que con largas y enfadosas descrip-
ciones de lo que ha visto, de lo que piensa, .y aun de lo que lee. La bondad de
usted recibe con placer estas cosas y me recompensa así el tal cual trabajo que
tengo en formarlas y escribirlas. ¡Ah! Santiago, si estuviera yo bien situado,
si tuviera los instrumentos necesarios, si tuviera luces, tendría usted los correos.
más completos y divertidos. ¿Creerá usted que mi reconocimiento, qtle mi en-
tusiasmo por usted ha llegado al punto de no considerar otro espectador en
mis operaciones científicas y en todos mis trabajos? Usted es mi depositario
universal; no hay bajo del sol a quién le hable con más franqueza, ni a quién
le abra con tanta amplitud mi corazón y mis designios. ¿No sería yo un
monstruo si no obrara de este modo con mi mejor amigo? ¿Con un amigo que

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.

113
CARTAS DE CAlDAS - 8

©Biblioteca Nacional de Colombia


me llena de noticias útiles conforme a mis ideas, y de todo punto interesantes?
Tales son las que acabo de recibir del Barón de Humboldt. 2 ¡Qué tesoro el
que usted me presenta! ¡Qué material tan fecundo para largas y preciosas
meditaciones! ¿Con qué recompensaré yo estos servicios? ¡Qué situación tan
triste es la de un amigo que arde en renocimiento y en amor, y no tiene
modos de corresponder y de satisfacer esta dulce y terrible pasión! Si las cosas
me faltan, a lo menos reciba usted las efusiones de este corazón sensible y
agradecido. El amor es muy descontentadizo, nada me inquieta y todo cuanto
hago me parece nada comparado con sus servicios. ¡Ah! si pudiera yo inmor-
talizar, si pudiera llenar de gloria este nombre Pérez de Arroyo, nombre pre-
cioso, nombre augusto para mí. Cuando pienso en usted, cuando hablo de mi
Santiago, salgo fuera de mí y comienzo a delirar. Yo pienso que mis amigos
comienzan ya a fastidiarse de mí cuando hablo de mi amigo y cuando me
inflama mi manía. Hablemos de otra cosa, pues si me dejo llevar de mi pasión,
no acabaremos jamás.
Estoy en fuertes sospechas que se ha perdido una larga carta que escribí
a usted de Popayán, que me parece fue la penúltima: en ella le daba noticia
circunstanciada de mis traba jos en botánica, geografía, astronomía, y sobre
todo de las observaciones del barómetro comparadas con las del termómetro en
diferentes lugares de la cordillera, sobre la que está mi haciendita de Pais-
pamba. También remití una larga carta para el doctor Mutis,8 en la que le
daba los debidos agradecimientos por la buena acogida que dio a ese papel, por
los dos tubos de barómetro, por la Filosofía Botánica y por el sistema Nature
de Linneo; 4 también le doy en ella una idea del género de estudios a que me
he dedicado; esta carta fue abierta para que usted la viese, y si no era de su
agrado, la suprimiese. Confieso a usted que sentiré mucho no hayan llegado a
sus manos estos papeles, y espero contestación en esta materia.
El último extracto de las observaciones de Humboldt ha conmovido mi
alma, de tal modo, que creo ya formarme al lado de este sabio en los géneros
en que he adquirido algunos conocimientos. La astronomía, la geografía, la
botánica, la química, serán mis objetos favoritos, y beberé con ansia cuanto se
digne enseñarme este hombre célebre. Estoy resuelto a pasar a !barra a espe-
rarlo, acompañarlo hasta aquí, recorrer con él los alrededores de esta ciudad
y seguirlo a Guayaquil; esta es, mi Santiago, la ocasión de saber algo y de
tomar ideas fundamentales en todos los géneros; ahora conoceré la brújula de

• Desafortunadamente se han perdido· las cartas de Santiago Arroyo a Calda., pueo las
noticias referentes a la visita a Santafé del Barón Federico Alejandro de Humboldt serían de
gran valor.
• La carta a Arroyo, que Caldas cree aquí perdida es la N9 40, penúltima de las enviadas
desde Popayán. La que menciona, enviada a José Celestino Mutis, eo la N9 41.
• Las obras de Carlos de Linneo que Caldas recibiera como obsequio de Mutis.

114

©Biblioteca Nacional de Colombia


La Borda,5 para las inclinaciones; el cronómetro de Berthoud6 y el Gardetems,7
del que ni aún idea tengo; ahota tomaré noticias de esas operaciones trigono-
métricas de MM. Fran~ois8 y Félix le Maur, 9 y de la expedición de M. Fidal-
10
go, cuyas primeras nociones he tomado por el extracto que usted me remite.
Si acaso sabe usted algo más sobre esto, comuníquemelo, lo mismo q\le sobre
el uso que hace el Barón del agua hirviendo y su calor en el termómetro.
Por lo que mira a la elevación del mercurio en el barómetro al nivel del
mar, asignada por el Barón, de 338,9 líneas, no equivale a 28Yz pulgadas sino
a 28 pulgadas. 2,9 líneas y no difiere de la elevación que M. Bouguer11 le
da sino en 1,9 líneas, o casi dos líneas, pues este académico dice en su Figura
de la Tierra que el mercurio al nivel del mar Pacífico se sostenía en 28 pul-
gadas 1 línea. Y a ve usted que no es· de tanta consideración la diferencia, pero
a lo menos equivale a 24 o 25 toesas, o a 56 varas.
He repasado en el perfil o nivelación barométrica que las latitudes ex-
presadas al pie no guardan proporción, debiéndole observar sea el corte por el
meridiano o por cualquiera otra dirección inclinada a éste; observe usted que
de Cartagena a Mompós hay de diferencia en latitud 1°10'39", y de Mompós
a la Angostura de Carare 3°1'18", y no obstante la diferencia expresada entre
Cartagena y Mompós, parece casi triple de la que hay entre Mompós y la
Angostura. La misma deformidad observé entre este punto y Honda, el valle
de Villeta y Santafé; considere usted este reparo, y vamos a decir algo de este
Quito.
Apenas conozco el exterior y la superficie de este inmenso pueblo, de este
océano de indios, permítame usted esta expresión. Pero ya que no le puedo dar
todavía una idea exacta, a lo menos le diré algo de su arquitectura, del gusto
y de los libros que se hallan, comenzando por estos que son del gusto de usted.
Y o no acabo de admirar cómo ha podido venir tanto libro bueno a esta ciudad;
apenas hay particular que no los tenga, y libros que no pude ver en Santafé
los he hallado aquí. Las Memorias de la Academia Real de las Ciencias, de
París, hasta muy avanzado este siglo, las he visto, y me he aprovechado de
ellas en muchos puntos importantes de astronomía, de que tratan los autores
particulares con ligereza: el Buffón en dos ediciones, Maupertuis, Cassini de

• Brújula de inclinación ideada por Juan Carlos Borda, de la dotación instrumental de


Humboldt.
1
Fernando Berthoud.
7
Cronómetro o guarda tiempo, al que Humboldt se refería con ese nombre usando la
grafía antigua (tems en vez de temps) .
• Jean Fran~ois.
• Le Maur, autor de "Elementos de Mat~mática Pura", dos tomos, Madrid, 1778.
10
Es interesante notar cómo Caldas se entera por las informaciones que a Santafé llevó
Humboldt, donde tampoco se conocía, de la importante expedición hidrográfica de los bergantines
"Empresa" y "Alerta", encomendada al capitán Joaquín Francisco Fidalgo, la que desde 1794
tenía por centro de operaciones a Cartagena.
11
Pedro Bouguer.

115

©Biblioteca Nacional de Colombia


Thury, Flora Lapónica de Linneo, Reaumur, Historia de los Insectos, Baker
de Polipor, Rumford, etc., etc., todos se hallan y los consigo con facilidad. A
mí me parece que hay más copia de buenos libros aquí que en Santafé; quizá
me engañaré en esto. La biblioteca pública es la que fue de los Jesuitas, y es
preciso confesar que es pieza magníficamente adornada. El salón es espacio-
so, 12 claro y bastante semejante al de ésa, con la diferencia que éste es un poco
menor y recibe la luz por ambos costados. Alrededor corre un gran pedestal con
resaltes, de trecho en trecho, de una vara o poco más de alto; entre los resaltes
están dos órdenes de libros, y hace como los primeros escalones. A este pedes-
tal se sube por gradas puestas de trecho en trecho, y corre sobre él una balaus-
trada para impedir que caiga el que ande por arriba. Sobre los resaltes de este
pedestal y arrimadas a las pilastras de la balaustrada hay estatuas como de
tres cuartas de alto, todas alusivas a las ciencias de que tratan los libros del
estante a que pertenecen. Me acuerdo que la astronomía está simbolizada en
un hombre desnudo cubierto todo su cuerpo de ojos, con un anteojo en lama-
no, un globo celeste a los pies y dos libros al otro lado; en el uno se lee Co-
pérnico y en el otro Tycho. A usted dejo el que juzgue del gusto de esta as-
tronomía, pues yo no hago sino contar lo que he visto. El pedestal tiene un
ancho proporcionado para recibir los estantes en el fondo, y dejar espacio su-
ficiente para el tránsito entre ellos y la balaustrada. Sobre el vivo de los resal-
tes del pedest;¡l inferior se elevan otras tantas pilastras, que se acercan al corin-
tio, y corre su cornisamiento sobre ellas. Entre estas pilastras están los libros1
y sobre la cornisa, si merecen este nombre unos miembros que semejan a esto,
están los retratos de los jesuitas escritores; entre ellos vi a Bourdaloue.13 Sobre
cada estante hay una tarjeta con la expresión de la ciencia a que pertenecen los
libros que contiene; todo el costado derecho está lleno de escritores únicamente
de la Compañía. Acerca de lo formal de ella aún no puedo hablar, ·pues solo he
visto una pequeña parte, y su noticia me dará materia para hablar a usted en
las siguientes.
Estoy tomando noticias circunstanciadas sobre el estado de las letras de
Quito, y creo que no hace ventajas a esa capital. Yo diría a usted cosas terri-
bles y capaces de hacerle formar el juicio más bajo de estas letras; pero es pre-
ciso confesar que hay algunos sujetos de luces y de literatura, con quienes he
tratado y de quienes espero tomar luz sobre las cosas de Quito. He ofrecido
decir a usted en ésta algo sobre la arquitectura de la ciudad: comencemos por
orden.

"'En la actualidad la Biblioteca de Quito funciona en este mismo lugar, y el recinto se


conserva tal como Caldas lo describe. Caldas encontró allí obras de Jorge Luis Leclerc, conde
de Buffon, Pedro Luis Moreau de Maupertius, César Francisco Cassini, Renato Antonio Ferchault
de Réamur, Henry Baker, Benjamín Thomson,, conde de Rumford y las citas alegóricas a
Nicolás Copémico y Tycho Brahe.
11
Luis Bourdaloue.

116

©Biblioteca Nacional de Colombia


La plaza tiene una pila elevada en el medio, con dos tazas y el gran pilón;
la corona un ángel, y por entre sus piernas, cosa ridícula, sale el agua que se
estrella en el ropaje y derrama sin orden; tiene bastante elevación, y a pesar
de los grandes defectos· de gusto, adorna la plaza mayor y tiene el primer
golpe de vista agradable. La acera occidental la ocupan el Palacio del Presi-
dente y la Audiencia, con dos fachadas iguales; al frente tiene este edificio un
pretil o lonja, altozano en idioma de Santafé, de buen alto y mediano gusto;
a ella se sube por cuatro gradas, dos a los extremos mirando a dos calles, y las
otras dos al frente de las dos fachadas referidas; su altura sufre covachas de-
bajo, y todo es de piedra. El edificio es mediano y de mal gusto. Mejor, aun-
que con exterior más humilde, es el Palacio de los Obispos; tiene un gran pa-
tio cercado de columnas de piedra, y sobre ellas arcadas; la grada es la mejor
de Quito, y los salones espaciosos y majestuosos; ésta es la acera del Norte. En
la del Sur está la Catedral, edificio mezquino y oscuro, que no puede compa-
rar~e en nada con la de esa capital. ¿No es perder tiempo describir a usted
los caprichos de una imaginación acalorada, las hojarascas ridículas de que es-
tán llenos los altares y demás partes de este templo? Sí, y mejor será guardar
el calor, el papel y la paciencia para cosas de importancia. Basta, pues estoy
cansado, y solo digo que nuestro don Toribio~' corresponde sus expresiones, y
yo me ofrezco como su verdadero amigo, ·
CALDAS

11
Toribio Rodríguez.

47
Quito y octubre 28: 1801.
1
Mi Antonio: ¿cómo quiere usted que sea insensible con un amigo gene-
roso? ¿Podré yo, podrá mi alma sensible ver con frialdad que usted me fran-
quea sus intereses, que me va a hacer un suplemento de consideración y a qui-
tarme uno de los mayores cuidados? No, Antonio mío, no me imponga usted
este terrible precepto, déjeme este dulce desahogo a mi corazón agradecido.
Y o concederé a usted cuanto quiera de mí, menos el mostrarme indiferente
cuando nos separe algún espacio: si usted quiere un silencio eterno, si quiere
que aun parezca estúpido, no tiene usted más que hacer que ponerse cerca de
mí: entonces toda mi gratitud se concentra, mi corazón arde, y mi situación
es terrible; pero cuando estamos separados mi carácter es otro, y necesito des-
ahogarme. Usted es mi amigo y mi grande amigo: ¿Qué pruebas tan grandes
no puedo yo alegar de esta verdad? Usted sabe, mi Antonio, cuánto debo a
usted, y a su casa, y apelo al testimonio de nuestras conciencias. Dejemos este
punto que no acabaría, y tenemos que hablar mucho.

1
Antonio Arboleda Arraechea.
117

©Biblioteca Nacional de Colombia


Cuando esperaba por este · correo los autos de nuestro buen Chomo,2
salimos con escritos llenos de mentiras, y en un tono que le hace poco honor:
yo he rabiado por hallarme en Popayán y responderle, haciéndole ver que no
trunco autos, que yo no fui el que pedí las cabezas de las hijuelas, y que mien-
tras más autos vengan estoy mejor, porque no hay una línea en ellos contra mí,
y, en fin, que se lea mi último escrito y verá usted cuánto abundo yo de testi-
monios y él se limitó a un auto de chiqueros y la cabeza de las hijuelas. Cho-
mo, Antonio mío, anda con entorpecimientos, no anda en este punto con senci-
llez. Lea usted el pequeño expediente, y verá que después de dado traslado del
escrito de apelación se mantuvo por desidia mía el expediente sin adelantarse
muchos meses; que por un escrito de don Manuel Veptura3 se resucita y por
un otrosí se pide se entienda conmigo el asunto como patrono, que entonces
sale Chomo pidiendo que por su parte se entreguen cuatro frioleras: entonces
presento mi largo escrito y comienza mi Chomo a inquietarse, presenta otro
escrito, pide se le franqueen los autos desde Pascua de Espíritu Santo de este
año para ver qué era lo que debía pedir. Confieso a usted que me desagrada
esta conducta, y para romper mañana, que sea hoy. Y o estaría inquieto si no
tuviera a usted allí, porque mi padre4 no tiene luc;es de derecho y le suplico
por nuestra amistad, tome el asunto con calor, dirija y haga los pedimentos
para que mi petición, prestando voz y caución para que Chomo no diga de
nulidad, se agite el asunto con la mayor brevedad y calor posible. Y a llevo un
mes de Quito, no he hecho nada en mi objeto principal. Y o deseo restituirme
a mi patria, al seno de mi familia y de mis amigos. ¡Qué falta tan terrible
me han hecho cuatro jóvenes de luces popayaneses! Ni todo el lujo, ni toda la
multitud de Quito pueden suplir a nuestra compañía: todas las tardes suspiro
por nuestra compañía.
Mi tío Lucas5 parece no ha resollado por allí con sus patronatos. ¿Sí
esperará que yo asegure las principales? Sea como fuere, que venga, que se le
contestará. No me pierda usted de vista a mi Chomo, que de lo demás ni me
da cuidado.
Acabo de recibir un resumen de las observaciones que el Barón6 ha hecho
de Cartagena a Santafé, remitidas por mi amado Santiago,7 por este amigo
querido, que quisiera fuera de los dos en el mismo grado. Si yo consigo que
usted lo ame en el punto que yo, y que él le corresponda, nada tengo que ·de-
sear ni más dulce, ni más precioso Antonio; si hay acá sobre la tierra alguna
félicidad es el amor de nuestros buenos amigos, ya sabe usted el significado

• Jerónimo Torres Tenorio.


3
Manuel Ventura Hurtado.
• José de Caldas Rodríguez de Camba.
• Fray Pedro Lucas Tenorio.
• Federico Alejandro Barón de Humboldt.
7
Santiago Pére:z: de Arroyo y Valencia.

118

©Biblioteca Nacional de Colombia


de esta voz sagrada amigo, vilmente prostituida hoy a hombres que no merecen
el de prójimo. ¡Ah! el amor dulce y tranquilo de un amigo, nada tiene de co-
mún con aquel fuego turbulento y devorador de las almas prostitutas y car-
nales: éstas son víctimas de una loca pasión, y no pueden existir largo tiempo
sin consumir las fuerzas del espíritu y del cuerpo: nosotros nos amamos con
pureza, con tranquilidad y con nobleza: nuestros corazones se vivifican con la
memoria de un amigo, jamás nos turba, jamás nos sacia y siempre somos feli-
ces. Dichosa amistad pero más dichoso yo que cuento en el número pequeño
de mis amigos a Antonio, a Santiago, al Abate. Pero yo me distraigo y deliro
cuando comienzo con mis amigos. Las observaciones de Humboldt son un ver-
dadero tesoro para mí; contienen las distancias entre los lugares que ha atra-
vesado, la anchura del Magdalena en varios puntos; en Mompós dice tiene
554 toesas y en Angostura de Carare 72; las velocidades de la corriente, su
calor en todas situaciones; las comparaciones con el Orinoco: siguen las con-
tenidas en el Ni'llellement Barométrique que usted me remitió y que ya yo
había recibido de mano de nuestro Santiago: las declinaciones de la aguja y
sus inclinaciones, y, en fin, una tabla copiosa de las latitudes y longitudes,
éstas determinadas por el cronómetro de M. Berthoud. 8 Y a puede usted con-
siderarme qué ocupado me tendrán estos datos y cuanto calculare: créame
usted que deseo con ansia a este sabio viajero para aprender algo y aspirar a
ser alguna cosa importante. Y o creo que me tratará con distinción atendiendo
a lo que dice mi Santiago, cuyas palabras son éstas: "El (Humboldt) va de-
seosísimo de conocer a usted. Mutis le ha hablado a su favor, y puede contar
con un amigo franco que no le ocultará sus conocimientos, cuanto pueda con-
tribuir para las ideas que de usted tiene formadas sobre la carta del Reino".
Pero todas estas dulces esperanzas me las ha llenado de luto y de tristeza la
pérdida de un amigo, y de un joven de esperanza: nada somos Antonio, un
soplo nos hace desaparecer, todo es vanidad, fuera de servir al autor de nuestro
sér; adoremos sus juicios, corrijamos nuestra conducta y hagamos útil el lance
más adverso.
Saludo a mi señora doña Rafaela, 9 a Vicente, Manuelito, Domingo; 10 dé
.
ust ed m1s .
expres1ones a1 pad re, 11 d on F .
ranc1sco, 12
d~Ph
ona ac a, 13 y usted ocupe
a su amigo verdadero,
CALDAS

8
Fernando Berthoud.
0
Rafaela Valencia y Valencia de Arboleda.
10
Vicente Javier, Manuel Esteban y Domingo León Arboleda Valencia.
u Juan José Hurtado Arboleda.
"" Francisco José Arboleda Arraechea.
13
Juana Francisca Arraechta de Arboleda.

119

©Biblioteca Nacional de Colombia


48
Quito y noviembre 6 de 1801
1
Mi amado Santiago: ha llegado el correo y no he visto carta de usted:
¿qué sombra enemiga de mi intranquilidad presidirá a su correspondencia para
privarme de lo que más apetezco? Si yo hubiera nacido en el siglo en que ha-
cían papel los consultores de las estrellas para leer en ellas la suerte de los
hombres, ya habría hallado una constelación enemiga de mis gustos, de la
íntima amistad que nos une y de las cartas de usted. Pero dejemos este idioma
fantástico, hablemos el lenguaje del amor, de esta pasión que me devora por un
amigo que hace mi felicidad. Santiago, ¿por qué escasea sus letras a un amigo
que se las prodiga sin interrupción? Yo entro en furor cuando no veo su firma;
y todos los sucesos del universo, aquellos que transforman la faz de la Europa,
que elevan y deprimen los imperios, me son indiferentes cuando no veo letra
de usted. Y a que no tengo esta satisfacción, no quiero privarme de la que hallo
en escribir a usted todas mis cosas, todas mis ideas y todos mis proyectos: oiga,
pues, usted algo más de Quito:
Me acuerdo que en. el pasado quedamos en la Catedral, y ahora seguirá
el colegio que fue de jesuitas. Este ocupa más de una manzana, porque de frente
tiene ciento cincuenta varas y cien de costado en un área cuadrilonga. Todo
este terreno está cercado de un buen edificio, uniforme, de un alto competente,
y en el que tiene qué observar un ojo inteligente; .se elevan de trecho en trecho
pilastras pareadas y proporcionalmente resaltadas con sus basas y capiteles dó-
ricos de gusto; sobre ellas corre su correspondiente cornisamiento; cuyo friso
carece de triglifos; sobre el vivo de las pilastras del cuerpo inferior se elevan
otras tantas hasta la cornisa superior, del mismo orden; en los claros inferiores
o interpilastros -permítame usted esta. voz- hay ventanas con sus jambas
correspondientes, y lo mismo en el superior. El frente occidental es el principal,
y tiene una portada de gusto; sobre dos pedestales se elevan dos columnas co-
rintias con bellos capiteles; encima su correspondiente cornisamiento; que está
al peso de la imposta del edificio; sobre ella se eleva un ático, el menos dispa-
ratado que hay aquí, con las armas reales en el lugar principal; la puerta, que
está entre las columnas corintias, es en arco y correspondiente al orden; da en-
trada al primer claustro que hoy sirve de universidad; éste es espacioso, com~
puesto de columnas dóricas, y sobre ellas una arcada con su cornisita a la impos-
ta; sobre ésta se eleva un muro con tantas ventanas cuantos arcos hay en el
inferior; a pesar de que éstas son grandes y de una elegante proporción, afean
un poco este hermoso claustro; el patio está sin empedrado y tiene una fuente
en el medio, seca casi siempre. La grande área de este colegio está cortada con
muchos claustros semejantes a ése, y algunos de mejor construcción, aunque no

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.

120

©Biblioteca Nacional de Colombia


tan grandes; sería cansar a usted hacerle una descripción de cada uno; esto lo
dejo para mi Relación de viaje, y voy ahora a decir a usted algo de la iglesia.
La fachada tan ponderada por los quiteños me ha parecido un conjunto
de bueno y de malo: al lado de un bello capitel se ve una facharrinada hija de
la imaginación delirante de estos arquitectos. V ea usted por menor de qué se
compone la obra maestra de Quito en este género. Sobre un zócalo se levanta
un pedestal de buenas proporciones que corre todo el ámbito de la fachada, con
sus resaltes para recibir las pilastras y columnas de que vamos a hablar; tiene
tres puertas y a cada lado de la principal hay tres columnas corintias, cuyas ba-
sas y capiteles son de lo más bien hecho que he visto; pero es de lo más cho-
cante verles unidos a unas columnas retorcidas que llaman salomónicas, como
si el sabio hubiera tenido tan mal gusto; estas espiras están estriadas con varie-
dad, porque el primero y último tercio son efe una especie, y el del medio de
otra. Al lado de las puertas laterales hay dos pilastras del mismo orden; y como
en ellas no han podido poner todos los disparates que pusieron en las columnas,
tiene una vista agradable y acaban de afear el fuste de aquéllas. Sobre ellas
corre el cornisamiento de bellísimas proporciones; pero su friso, así como los
recuadros del pedestal e intercolumnios, están llenos de florones caprichosos y
delirantes que presentan un todo poco bello. Sobre el cuerpo de columnas, que
abraza en ancho todo el cañón principal, se eleva un segundo cuerpo compuesto
de pilastras del mismo orden, que corresponden al vicio de las columnas; en los
interpilastros hay dos estatuas menores que el natural, la una de San Ignacio y
la otra de otro santo jesuita; en el medio está la ventana del coro con adornos
que no conocieron los romanos; encima de las pilastras corre su cornisamiento,
y sobre él su frontispicio circular; en el tímpano hay una tarjeta con esta ins-
cripción en letras de oro: Di-vo lgnatio Sacro. 2 Si le hubieran suprimido el Sacro,
que está demás y echa a perder la inscripción, pues dice lo que se está .viendo,
y en su lugar le hubieran puesto el año de su dedicación, ¿no habría quedado
con un laconismo y dignidad propios de Roma? Acuérdese usted de esas ins-
cripciones del mejor tiempo de la República que no incluían sino un dativo, y
los cónsules como época; pero me desvío, volvamos a nuestra portada. Este se-
gundo cuerpo está sostenido de su correspondiente estribaje y voluta que va a
finalizar sobre el vivo de las pilastras exteriores. A un lado de éstas se eleva
desde el suelo un pilastrón, o un columnón, pues no sé qué nombre darle, lo
más extravagante y ridículo, hasta un poco más arriba de la cornisa, y sobre ella
está en cada lado un ángel con tarjeta en la mano y en ellas un texto de la
Escritura que no tengo presente. ¿No era el lugar propio de estas dos últimas
estatuas el vivo de las pilastras exteriores? Confieso a usted que me han dis-
gustado mucho estos ángeles, que echan a perder toda la majestad de la facha-

" Ignacio de Loyola.

121

©Biblioteca Nacional de Colombia


da. A todo lo dicho añada usted ángeles, grupos, bustos, bandejas, colgajos,
hojarasca por todas partes, y este es el jefe de obra de Quito. En todas estas
menudencias verdaderamente góticas no puede uno dejar de admirar la paciencia
y destreza del artífice, que pudo cortar con tanta facilidad una piedra de ex-
tremada dureza; esos pequeños caprichos tienen toda la perfección posible que
se les podría dar en cera. También se admira con razón un barniz blanquecino
de que está toda ella cubierta, y que el aire, la lluvia, ni el tiempo han podido
nada sobre él: el secreto se perdió, o más bien lo reservaron los jesuitas. ¿No
merecen estos avaros del saber el anatema de la posteridad? Sí, y cuando ma-
nifestemos nuestro reconocimiento a Franklin,3 a Priestley4 y a tantos amigos
de la humanidad, no olvidemos a esos monstruos que se sepultaron con algún
secreto importante. No hablo ahora de la iglesia, cúpula y adornos; ya soy muy
largo, y no quiero abusar de la paciencia de un amigo querido; vamos a otra
cosa.
Arboleda 5 me dice que ha sabido que el Barón aún se halla en Ibagué6
examinando una mina de azogue por comisión del Virrey/ y así no lo aguardo
aquí hasta enero.
No olvide usted decirme de qué termómetro usó el Barón, o más bien, esos
grados del calor del agua en Santafé y en Guadalupe, de qué escala son, porque
sin esto no la puedo reducir a ninguna otra, y queda la noticia sin utilidad.
Escribo a mi querido Pombo: 8 en ésa verá algunas otras noticias de Quito,
que es lo que deseo hacer conocer a usted, y que ocupe a su amantísimo amigo,

CALDAS
Toribio9 lo saluda, igualmente a Camilo10 y a Pombo. 8

• Benjamín Franldin.
• José Priestley.
• Antonio Arboleda Arraechea.
• El Barón Federico Alejandro de Humboldt permaneció en lbagué del 21 al 29 de
septiembre de 180 l.
• Pedro Mendinueta y Muzquiz.
8
Miguel Pombo Pombo.
• Toribio Rodríguez.
1
° Camilo Torres Tenorio.
49
Don Francisco Josef de Caldas y Tenorio, vecino de Popayán, ante V. A. 1
con el debido respeto parezco y digo: que después de haber concluido mis estu-
dios de latinidad y filosofía en el Seminario de Popayán pasé a Santafé de

1
Este memorial de Caldas, dirigido al Fiscal, Francisco José de Iriarte, forma parte del
expediente en que solicita licencia para tramitar sus causas sin necesidad de recurrir a un Abogado.
Los tí.tulos que con este memorial remitió fueron radicados el 21 de noviembre de 1801.

122

©Biblioteca Nacional de Colombia


Bogotá a hacer los de Derecho Civil, Canónico y Público, lo que verifiqué en
el Colegio Real Mayor de Nuestra Señora del Rosario, cuya beca tuve el honor
de vestir. Con las formalidades y actos literarios necesarios obtuve los grados
de Bachiller en Filosofía y en Derecho en la Universidad de esa capital; pero
las enfermedades que en aquella época casi arruinaron mi salud, no me permi-
tieron seguir en la consecución de los grados de Licenciado y de Doctor. Me
restituí a mi Patria consolado a los menos con verme habilitado con el grado
de Badúller para poder comenzar mi práctica, para recibirme de Abogado, para
oposiciones o cátedras, para la opción de ellas, y sobre todo, para poder defender
mis asuntos, y los de mis padres en todos los Tribunales, sin necesidad de ocu-
rrir a las luces de ningún abogado. En la larga mansión que hice en Popayán
desde principios del año de setecientos noventa y dos, asistí por mucho tiempo
al estudio de uno de éstos, y el Cabildo de esa ciudad me confió la defensa de
los menores del año de setecientos noventa y tres, época en que así el juzgado
de gobierno, como el de los Jueces Ordinarios y Eclesiásticos estaban inundados
de expedientes que exigían el conocimiento, y la voz del Padre general de Me-
nores. Apliqué todas mis fuerzas al desempeño de esta noble y humana obliga-
ción: desenterré causas olvidadas, promoví las que se estaban siguiendo en los
diversos Juzgados de esta ciudad y entablé muchas de nuevo. En este año ad-
quirí más expedición, más conocimientos y uso de los asuntos forenses, que el
practicante más estudioso y aplicado puede conseguir en muchos años al lado
de un Abogado laborioso; el año de noventa y cuatro se me eligió Juez de
la Hermandad en cuyo Juzgado no faltaron asuntos criminales en que ejerci-
tarme.
Después comencé a manejar asuntos que aunque no tan importantes a la
causa pública me tocaban muy de cerca, pues se trataba de defender mis pro-
pios intereses. Con las facultades que dan nuestras leyes y la práctica universal
e inveterada de la Capital del Virreinato, sostuve mis derechos sin necesidad de
Abogado. ante el Gobernador de Popayán y gané sentencia favorable, de que ha
apelado mi contrario para ante esta Real Audiencia. La necesidad de defender
unos derechos justos en presencia de V. A. contra las pretensiones de la parte
contraria, y el conocimiento que tengo de que ninguno puede hablar con más
calor y vehemencia que la parte misma en unos asuntos que tanto le interesan,
me ha sacado del seno de mi familia, y con gastos superiores a mis fuerzas he
pasado a esta capital en busca de la Justicia que ha comenzado a favorecerme
en los Tribunales inferiores de Popayán. Para verificar el fin de mi penoso y
largo viaje para poder hacer presente a V. A. los fundamentos en que estriban
mis pretensiones, necesito que este Tribunal Superior me conceda subscribir mis
pedimentos y hacer todas las funciones de Abogado en mis asuntos con declara-
ción de los estrados, atendiendo a que he hecho mis estudios de Jurisprudencia
en un Colegio en que el vestir su beca es un acto positivo de nobleza, que c0n

123

©Biblioteca Nacional de Colombia


este requisito se les dispensa de la información de hidalguía para obtener la
Cruz de las Ordenes Militares, que he obtenido en una Universidad aprobada
el grado que es bastante para ser Abogado, como lo manifiestan los títulos que
con las solemnidades necesarias presento, y pido se me devuelvan originales, que
tengo algún manejo de papeles por los empleos públicos que me han encargado
por el Cabildo de Popayán, que mis facultades son cortas, que el abogado más
instruido no ama más en estos asuntos, y en fin, que la costumbre de la capital
y nuestras leyes no se oponen a mi pretensión, y antes favorecen el que un gra-
duado en derecho pueda defender sus causas y las de sus padres, se ha de ser-
vir V. A. declararlo así, que es justo a la que mediante a V. A. pido y suplico
provea, y mande como llevo pedido.2
FRANCisco JosEPH DE CALDAS

• Con fecha diciembre 28 de 1801 el Fiscal aceptó que se le permitiera defender su propia
causa por su grado de Bachiller en Derecho, pero no actptó que tuviera asiento en loa estrados.

50
Don Francisco Joseph de Caldas Tenorio y Arboleda, vecino de Popayán,
con el debido respeto parezco y digo: 1 Que por una inadvertencia natural no
presenté ante V. A. con los Títulos de grados que he recibido en la Universidad
de Santafé, los documentos por donde consta la limpieza e hidalguía de mi
nacimiento,2 que me hacen acreedor a que V. A. me declare los estrados. Ahora
lo hago para que se tengan presentes en la resolución que se digne V. A. tomar
en el asunto presente.
La Ley Municipal que deniega los estrados al simple Bachiller que no ha
sido examinado por V. A., no habla del que alega y defiende causas del público
y ajenas, no del que representa sus propios derechos; no estoy, pues, en el caso
de esta Ley. Por otra parte, las mismas Leyes así municipales como de Castilla,
en virtud del grado de Bachiller me conceden el honor de defender personal-
mente ante V. A. por escrito y de viva voz las causas que me sean propias: ¿qué
cosa más repugnante e irregular que en la ocasión en que tenga que alegar en
este Superior Tribunal lo haga fuera del lugar honroso en que se vea el Abo-
gado de mi parte contraria? Parece claro que desde que la Ley me da como
Bachiller la facultad de hablar por mí y por mis padres en calidad de Abogado,
me declara los estrados en estas ocasiones.

1
Memorial complementario del anterior, dirigido al Fiscal lriarte, radicado el 2 de di'
ciembre de 1801.
• Documentos que ya había presentado en 1888 para que se le otorgara el privilegio de
recibir la beca del Colegio del Rosario.

124

©Biblioteca Nacional de Colombia


Cuando a pesar de estas poderosas reflexiones se me considere sin derecho
a ellos, los tengo por descender de unos padres de la primera distinción que han
derramado gloriosamente su sangre en las conquistas y pacificación de estos do-
minios, que han obtenido los empleos más distinguidos y hecho servicios seña-
lados al Estado y a nuestros Augustos Soberanos como lo acreditan los docu-
mentos que llevo presentados y que pido se me devuelvan juntamente con los
títulos de grados que en atención a todo lo dicho a V. A. suplico que a más de
declarar que puedo hacer todas las funciones de Abogado en mis causas y en
las de mis padres se ha de dignar V. A. hacerlo también con los estrados.3
FRANCISCO JosEPH DE CALDAS

1
Con fecha 7 de diciembre el Fiscal lriarte responde que por ser bachiller no recibido de
Abogado se le puede permitir defender su propia causa de pie, sin asiento en los estrados.

51
Quito y diciembre 6: 1801
1
Mi Antonio, mi querido Antonio: he visto su preciosa y dolorosa carta:
no es paradoja. Es preciosa toda letra de usted para mí, y es dolorosa al ver
frustradas todas nuestras esperanzas con el Barón. ¿Es posible que no haya
conocido usted a este hombre grande? ¿que no le haya acompañado a todas
partes? ¡Ah! ¡qué dolor para mí y para usted! ¿qué espíritu, qué genio enemigo
de nuestra instrucción habrá dispuesto las cosas de un modo tan contrario a
nuestras ideas? El colmo de nuestras desgracias ha sido que usted no haya estado
en Popayán;2 pero paciencia que yo acá me vengaré, yo le copiaré todo, yo lo
acompañaré a todos los alrededores de Quito y remitiré cuanto pille.
Los encargos de usted avanzan: Samaniego, pintor de genio, ha formado
los diseños de los santos, bien contrastados, equilibrados con sus niños, aptitudes
naturales y expresiones propias; en fin, no perdonó cuidado para que tenga dos
santos buenos o a lo menos que salgamos de la rutina antigua.
¡Que no se me presente una ocasión brillante para hacer sentir a usted el
amor que le profeso! ¡Ah! ¡si mis facultades correspondieran a la llama que
inflama mi alma! Entonces vería usted qué valor tiene una amistad antigua,
sincera, fundada no en el interés, sino en la conformidad de caracteres. Antonio,
yo soy feliz por mis amigos. El cielo me ha dado media docena de ellos; mi
corazón siente las más dulces conmociones cuando hablo, cuando escribo y cuan-

1
Antonio Arboleda Arraechea.
1
Arboleda debió esperar en Popayán el puo de Alejandro de Humboldt, pero hubo de
ausentarse durante los días de la permanencia del Barón en esa ciudad (del 4 al 29 de noviembre).

125

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de pienso en estos objetos de mi amor. Antonio, 1 el Padre, don Juan,3 Arroyo/
Pombo,5 Toribio6 ¡qué nombres! éstos son mis amigos. Si aspiro a ser algo en la
república de las letras, no tengo otro fin que inmortalizar estos nombres ¡Quién
tuviera el entusiasmo de Milton/ el genio de Bosuet,8 los conocimientos de New-
ton ... !0 yo deliro, dejemos esto porque me pongo furioso de amor, en tal grado
que no cedo en intensidad al más deschavetado enamorado, ni oiga usted este
disparate. Telémaco en la isla de Calipso; pero ¡qué diferencia entre la llama
pura, inocente y noble que me anima sin turbarme, y aquella abrasadora, in-
quieta, turbulenta y criminal del joven griego! Y a he vuelto a mi manía sin sen-
tirlo, dejemos este exabrupto porque si no no acabo.
No deje usted de comunicarme la respuesta del Barón; él ha escrito una
valiente carta al Presidente/0 cuya copia tengo y verá usted en el venidero; yo
también le dirijo una a Pasto: 11 es un poco larga y no la puedo remitir, pero un
corto análisis le dará a usted idea de ella. Me introduzco pintando la grande
idea que he formado de sus luces y de la bondad de su corazón por las cartas
de mis amigos; que éstas me han encendido un vivísimo deseo de conocerle, de
admirarle de cerca su sabiduría y sus virtudes; que no extrañe el que le hable
con entusiasmo un hombre que ha nacido en el centro de la América, que recibió
de la naturaleza un amor insaciable de saber, que he creído de mi obligación
manifestarle mis sentimientos y el aprecio que hago de su persona. Después
hablo de las ventajas que resultarán a la Nueva Granada de la visita que ha
hecho el sabio autor de la Flora de Bogotá; aquí despliego mis ideas e inte-
rrumpiendo el discurso digo: "Daos priesa, yo espero con impaciencia el día de
vuestra llegada a esta capital. ¡Que no pueda suprimir las leguas que nos se-
paran y el tiempo que necesitáis para caminadas! Si esto no puedo, a lo menos
voy a minorar nuestra distancia, voy a transportarme a !barra . . . Si acaso las
grandes y poderosas recomendaciones que os han precedido por todas partes no
han incluido esta villa, avisadme para prepararos una habitación no digna del
mártir voluntario del galvanismo/ 2 sino proporcionada a la pobreza de los habi-
tantes del país que recorréis. ¡Dichoso si puedo serviros en alguna cosa mientras
permanecéis entre nosotros! ¡Mil veces más dichoso si libre de la cadena que me

• Juan José Hurtado Arboleda.


' Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Miguel Pombo Pombo.
• Toríbío Rodríguez.
7
Juan Mllton.
8
Jacobo Benigno Bossuet.
0
Isaac Newton.
10
Luis Francisco Héctor, Barón de Carondelet, Presidente de Quito.
u Sí bien esta carta no se conoce, Caldas da a continuación un resumen de ella, y copia
algunas frases.
u Alude a las consecuencias físicas que sufrió Humboldt al hacer experimentos de galYanismo
en su propio cuerpo.

126

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ata a este suelo enemigo de las ciencias, pudiera seguiros a las regiones más
distantes adonde os arrastra esa sed insaciable de saber!
unustre viajero, sed feliz: que la prosperidad que os ha acompañado hasta
aquí os siga hasta las extremidades de la tierra adonde os dirigís, que después
de haber recorrido todas las partes del globo, de haber observado todas las
naciones que le habitan, de haber visto a la Naturaleza en grande y en todos
sus aspectos, os restituyáis a vuestra patria, que aquí lleno de reconocimientos
y de gloria cojáis los frutos de vuestros largos trabajos, que la imprenta lleve
por todas partes vuestro nombre y vuestra sabiduría, y el mármol y el bronce
os pasen a la más remota posteridad. Iguales felicidades deseo a vuestro amigo
y compañero de viaje Mr. Bonpland/3 a quien testificarés de mi parte el amor
y el afecto que le profeso, y ambos podéis contar con todo lo que puede vuestro
amirador,
up. J C."
Por acá 'no hay otra novedad ·sino que murió la Marquesa de Villarocha,
y el pobre Molina de resultas de una ictericia: su Corregimiento lo obtiene
interinamente don Javier Montúfar, hijo del Marqués.H
En este correo no puedo contestar a nuestro Abate; dígale usted que lo
haré en el siguiente, que tenga ésta suya y que se ponga bueno; que Toribio6
le escribe, que mande, que así que llegue Humboldt tendrá nuestras noticias.
Saludo a todos, y que usted cuente con el aprecio y la amistad de,
CALDAS
11
Aimé Bonpland.
u Francisco Javier Montúfar, hijo de Juan Pío, Marqués de Selva Alegre.

52
Quito y diciembre 21 de 1801
Amadísimo Santiago1 mío:
Usted me dice que estaré rabiando porque no me ha escrito en el pasado,
y aseguro a usted que hace mes y medio que nada sé de usted, hasta llegar a
creer que quizá habría enfermado. Y o pienso que nuestras cartas se extravían,
pues hasta El Correo Curioso ha desaparecido: apenas hay correo que me trae
uno u otro número y lo tengo todo trunco. Y o atribuyo esto a que la sus-
cripción está tal vez hecha para Popayán, y allí quedan rezagados: cuide usted
de hacerla para Quito.
En el pasado escribí una muy larga a la ligera, porque se les ocurrió a cua-
tro majaderos meterse en casa casi todo el día del despacho. El objeto de ella
es terrible:. co.ntiene la pérdida de un hermano. Tod:wía echaba sangre la heiida
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
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3
de don Pedro José/ y ahora se renueva en nuestro don Jacinto. La muerte, este
triste destino inevitable, no respeta edad, ni condición: el soberano y el pastor,
el joven y el anciano, están bajo su imperio. ¿Cuántos no han perecido en los
más bellos días de su vida? ¿Cuántos no han sido detenidos en la mitad de
una carrera brillante? No somos formados para poseer la tierra; tenemos un
destino más noble y divino. Los sentidos, este trozo de barro que nos arrastra,
nos quiere pegar a este país de lágrimas y de miseria, nos impide salir del
tiempo, pensar en el siglo futuro y en nuestra verdadera felicidad. Si Dios no
nos despertara de cuando en cuando con estas terribles lecciones de nuestra nada,
fijaríamos aquí nuestro tabernáculo; la virtud cedería su puesto a los placeres y
a todas las pasiones; el vicio reinaría, y se acabarían de borrar esos rasgos pre-
ciosos que escaparon de nuestro naufragio. ¡Qué monstruo sería el hombre sobre
la tierra! La muerte es el freno poderoso que le contiene en sus justos límites.
Adoremos los decretos del Señor, bendigamos la mano que nos castiga de este
modo, saquemos de ello las ventajas que desea, aprovechémonos, conozcamos
nuestra nada y nuestro destino, mejoremos de conducta y seamos más virtuosos.
Por lo que mira a Jacinto, le creo en la región de la paz, libre de las calamidades
que nos rodean. En lugar de abatimos y derramar unas lágrimas que honran
la humanidad cuando son moderadas, e injurian la religión cuando nos entre-
gamos al dolor; en lugar, digo, de abatimos, pensemos en ofrecer a Dios sacri-
ficios y oraciones, que es el sabio modo de honrar a nuestros difuntos. Por lo
demás, consuélese usted, y oiga con docilidad los consejos de su amigo. ¿Para
qué le he de decir a usted lo que he sentido esta muerte? Usted sabe el interés
que tengo en cuanto se relaciona con mi Santiago. Dejemos este triste asunto
para tratar de otros menos funestos aunque no tan importantes.
El Barón de Humboldt está muy cerca de nosotros, salió de Popayán el 27
de noviembre,4 y yo me hallo afanado con el viaje a !barra. Quiero tratar a so-
las, y libre del tropel de aduladores, a este hombre grande; quiero manifestarle
mis observaciones en todo género y recibir sabias lecciones sobre ellas. ¡Qué
esperanzas tan fundadas tengo de formarme astrónomo! Y o sé que no se ha ol-
5
vidado de las buenas ausencias que usted y Mutis le hicieron de mí;6 que pre-
guntó por mí y por mis papeles, que mi padre le manifestó algunos, bien7 que
unos simples apuntamientos, ·y que desea conocerme; yo le escribí a Pasto ma-
nifestándole mis sentimientos, y espero que me trate con alguna distinción. Ten-
go prevenida la carta de la parte superior del Magdalena, desde T ocaima hasta

• Pedro José Pérez de Arroyo y Valencia.


• Jacinto Pérez de Arroyo y Valencia.
• Alejandro de Humboldt salió de Popayán el 29 de noviembre.
• Se recuerda aquí que la idea de que Caldas acompañase al Barón fue de Santiago Pérez
de Arroyo quien intercedió a través de José Celestino Mutis.
1
Entre ellos la observación del primer satélite de Jupiter hecha el 22 de diciembre de 1798.
7
Esta carta no se conoce.

128

©Biblioteca Nacional de Colombia


su origen, con las observaciones y métodos de que me he valido para levantarla.
Por una casualidad sin ejemplo, el Barón no conoce sino hasta este punto, y
creo que le dará lugar a este trozo, que me costó tantos trabajos y fatigas, en
su gran carta.8 ¡Qué honor para mí ver mis trabajos geográficos al lado de los
de un geógrafo consumado! ¡Ver que se publicarán unos rasgos que estaban
condenados al olvido! Y o le voy a seguir a todas partes, voy hasta Guayaquil.
¡Que me sea necesario dejarlo aquí! ¡Ah! si hoy fuera poseedor del dinero nece-
sario, me haría insensible aun a las lágrimas de mis padres y dejaría seguramente
a América; seguiría a este sabio hasta el polo si fuera necesario, no me deten-
drían los horrores de la zona glacial ni los calores excesivos del Senegal. ¡Qué
hombre sería yo después de haber dado la vuelta al globo! Entonces sí merecería
el aprecio de mi Santiago, entonces serviría de algo. Vea usted en la carta de
Miguel9 lo. que me ha acalorado esta materia.
Cuando haya tratado al Barón, cuando haya viajado con él, tendré un in-
menso material para comunicar a usted y recompensar las noticias que me ha
dado de este viajero. Las esperanzas más lisonjeras me animan y me hacen
creer que he de aprender alguna cosa; todo lo sabrá usted con la mayor exten-
sión. Espero la Memoria sobre la Salina de Zipaquirá,10 porque tengo grandes
deseos de ver alguna producción de este hombre grande.
Y a habrá sabido por el conducto de nuestro don Marcelino11 lo que ha
hecho en Popayán. Me escriben que viene muy disgustado de Grijalba12 por esa
reserva odiosa de las cosas más triviales. Si la sabiduría de este hombre fuera
de medicina, ¿será negativa? ¿Si nos habrá engañado juzgándolo por su selecta
librería? Yo he vuelto atrás mis ojos, he buscado una producción de este coloso
de reputación, y no la he hallado en ningún ramo dt; la física. ¿Creerá usted
que el mismo que pronunció el desmedido elogio que ha visto, está arrepentido,
aunque lo hubiera hecho moderado? Desengañémosnos, Grijalba no es sabio, y
solo el haber vivido en medio de un pueblo bárbaro y en una edad en que Bus-
tamente, Hurtado/ 8 estos montones de inepcias, ocupaban en la opinión de
nuestros sencillos paisanos el lugar de Bossuetu o Newton/ 5 le pudieron gran-
jear la reputación que tiene. Me dicen que ha calificado de pórfido aquellas
piedras que están para guardar las esquinas, con otras cositas que ya sabrá usted.

1
Caldas entregó a Humboldt este mapa y con él completó el Barón su carta del Río Mag-
dalena. En esta forma apareció publicada en el Adas, en litografía de Michaelis. (Plancha N9 24).
'Miguel Pombo Pombo.
10
Informe de Humboldt al Virrey, resultado de la visita practicada el 18 de julio.
11
Marcelino Pérez: de Arroyo y Valencia.
11
Juan Mariano Grijalba.
u Puede referirse a Marcelino Hurtado.
u Jacobo Benigno Bossuet.
11
Isaac Newton.

129
CARTAS DE CALDAS - 9

©Biblioteca Nacional de Colombia


No puedo hablar a usted más largo, porque el viaje a la villa de Ibarra
es mañana, 16 y me tiene alborotado. Saludo a todos, y espero muchas noticias de
Mutis, de Fidalgo 17 y de cátedra de química y matemáticas con sus cátedras.
Adiós.
CALDAS

1
°Caldas salió al encuentro de Humboldt en lbarra.
17
Joaquín Francisco Fidalgo.

53
·Quito y enero 21 de 1802
1
Mi amadísimo amigo: ¡qué ingrato sería yo si no le comunicase cuanto me
ha pasado, y cuanto me ha enseñado el Barón de Humboldt, este joven prusiano,
superior a cuantos elogios se pueden hacer! Me transporté a Ibarra, como anun-
cié a usted, por antelar el momento de conocerlo; salí algún trecho de aquí, y
le hallé el 31 de diciembre de 1801, a las once del día.2 ¡Qué momento tan fe-
liz para un amante entusiasta de las ciencias! Y o fui el primero que me le
presenté, y sin detenerse un instante me preguntó: ¿usted es el señor Caldas? A
lo que contesté lo que correspondía. Desde este instante me comenzó a tratar
con una franqueza y liberalidad sin igual. ¡Qué noticias tan exactas trae de mí
y de mis cosas! ¡qué opinión tan ventajosa formada por los informes de mis
amigos! Y o confieso a usted que mi amor propio nunca me habría sugerido ex-
presiones más honrosas a mis conocimientos. Así que llegamos a Ibarra comí con
él, y públicamente se volvió a mí y me dijo: He -visto Los preciosos trabajos de
usted en astronomía 'Y geografía. Me los han enseñado en Popayán. He -visto
alturas correspondientes tomadas con tal precisión, que la mayor diferencia no
pasa de cuatro segundos. Después que abrió sus cofres, me mostró el manus-
crito de observaciones astronómicas: me hizo notar la que había hallado de Po-
payán con su famoso cronómetro, y luego me dijo: el padre de usted, sin su
consentimiento, me ha enseñado un libro manuscrito, en que hallé una obser-va-
ción de la inmersión del primer satélite de ]úpiter,S calculada; 'Y da La misma

1
Dirigida a Santiago Pérez de Arroyo y Valencia, a Santafé. Se infiere del texto y de las
recomendaciones para José Celestino Mutis, Camilo Torres Tenorio y Miguel Pombo Pombo.
Es la primera carta en que da cuenta de sus relaciones personales con Humboldt.
• Federico Alejandro de Humboldt había salido desde el 22 de diciembre de Pasto, pues
decidió no pasar navidades allí.
• A esta observación de la longitud de Popayán, facilitada por José de Caldas Rodríguez
de Camba, padre de Caldas, ya se ha hecho mención en la carta N9 52, nota N9 6. Humboldt
la comparó con la longitud medida con respecto a su cronómetro y la concordancia a que alude
le dio confianza en las longitudes que venía tomando en la ruta. Ver diario inédito, Libro VII
a et VII b, página 216. Ver "Revista de la Academia Colombiana de Ciencias", N9 51, pá-
ginas 393 a 398.

130

©Biblioteca Nacional de Colombia


longitud que mi cronómetro: lea usted. He visto un elogio en francés 4 que no
merzeco. En sustancia le diré su contenido; ya se ve lleno de rubor; pero que
con un amigo como usted, depositario de todos mis pensamientos, no puedo
ocultar nada, aunque se ofenda la modestia. Después de referir su observación
del cronómetro añade: el doctor Caldas ha hecho en tanto una bella observación
del primer satélite de Júpiter: él ha hallado 5h. 14' 16": y yo 5h. 14' 13". Il est
étonnant que ce jeune américain se haya elevado hasta las más delicadas obser-
vaciones de la astronomía por sí mismo, y con unos instrumentos hechos de sus
manos; con otro montón de cosas que no quiero referir. Así escribió en Popa-
yán por una simple observación aislada, que dejé por casualidad en esa ciudad.
Es preciso que le haya tocado más una serie de ellas que le he presentado, en
que las diferencias de altura correspondientes no pasan de un segundo, con mi
cuarto de círculo de madera dividivi que conoce MigueP. En esta colección de
observaciones astronómicas que le he dado, está la del eclipse de luna de 1797,
y un número grande de latitudes en la parte alta del Magdalena, hechas con el
sol y diferentes estrellas. 5 Le enseñé mi carta de Timaná y otro trozo que levan-
té en 1796 de Tocaima a Neiva; de modo que unidos estos materiales a los del
Barón, tenemos ya una carta de todo el Magdalena. Este sabio me ha pedido un
ejemplar de todo, y lo ha añadido a la gran carta del Reino. 6 ¡Qué honor para
mí el ver mis primeros trabajos al lado de los de un hombre grande! Estos pe-
queños ensayos, condenados a permanecer en los autos sobre límites de Timaná,
y en m:i cuarto, van a ver la luz pública. ¡Ojalá yo hubiera trabajado más en este
género! Pero me consuelo, y he criado una satisfacción en mis operaciones,
viendo que han merecido la aprobación de este hombre grande. Cuando acabó
de ver mi carta, volvió a mí y me dijo: he visto muchas cartas en las Secretarías
de Caracas, Cartagena y Santafé; y la única que merece este nombre, la única
astronómicamente levantada es la de Timaná. 7 Después de leer mis manuscritos
dijo en una tertulia que mis observaciones astronómicas están más bien ejecu-
tadas que las de don Jorge Juan. 8 ¡Qué honor para mí oírme preferir a este
hombre admirado de la Europa! Tanto más sensible a este elogio, cuanto no lo
dijo en mi presencia. Le di una serie de mis observaciones barométricas,9 y com-

' El famoso elogio en francés, que Caldas continuará mencionando o transcribiendo en


español o francés, y que los biógrafos han tomado de estas referencias, está consignado en el
"Diario Inédito" de Humboldt, Libro VII a et VII b, página 206. Ver "Revista de la Academia
Colombiana de Ciencias" NQ 51, páginas 393 a 398.
• El manuscrito original, que Caldas entregó a Humboldt, más tarde fue analizado por
Oltmanns, quien dio gran valor a la observación del eclipse de Luna mencionado.
"Ver nota NQ 8 a la carta N\> 52 en lo referente al mapa del Río Magdalena.
7
Se pone de manifiesto el carácter adulador de Humboldt; en Cartagena elogió igualmente
los trabajos astronómicos y cartográficos de Fidalgo.
8
Jorge Juan y Santacilia.
• Las observaciones barométricas de Caldas están incorporadas al "Diario Inédito" de
Humboldt, Libro VII a et VII b, página 117, ver "Revista de la Academia Colombiana de
Ciencias", NQ 51, páginas 393 a 398.

131

©Biblioteca Nacional de Colombia


paradas las hechas en lugares comunes, como Guadalupe, Santafé, Popayán,
Pasto, los Pastos, Chota, !barra y Quito, les ha hallado justas y conformes a
las suyas. Esto le ha inspirado una confianza completa para las de La Mesa, T o-
caima, Gigante, Pital, Patía, Ventaquemada, etc., etc. y se insertan en el viaje
de este sabio. Me ha dicho que quiere me conozca todo el mundo, y no dudo
que en más de un lugar me haga representar algún papel. Aún no he entrado
en materia sobre nuestro asunto del termómetro en agua hirviendo y yo avisaré
lo que resulte. ¡Que no pueda en los estrechos límites de esta carta decir a us-
ted cuanto me ha dicho y cuanto me ha enseñado este hombre singular y raro!
El uso y la forma de todos sus instrumentos; las experiencias, y sobre todo sus
discursos, me arrebatan y me hacen sentir anticipadamente el dolor mortal de
perderlo. ¡Ah! mi amigo, esta es una luz efímera que se nos escapa casi sin
disfrutar .de su influjo y beneficios. ¡Quién sabe si semejante al relámpago nos
ilumina fuertemente en un instante, para dejarnos caer en tinieblas más espe-
sas! Y o ardo en deseos de seguirlo, y sólo la falta de comodidad me detiene. Si
hoy me hallara con mil pesos desahogados, le seguiría siquiera hasta Lima, adon-
de marcha de aquí. V ería toda la parte austral del Reino, la célebre meridiana la
recorrería del uno al otro extremo, y conocería la capital del Perú. ¡Cuánto
aprendería con Humboldt! Pero mi suerte, mi destino me ata a este suelo ene-
migo de las ciencias. Y o lloro mi desgracia, y el Barón, que debía hacer mi feli-
cidad, me ha sumergido en un abismo de tristezas. Este amor de la sabiduría,
esta sed insaciable de saber ha llegado en mí a tal punto, que ya se equivoca
con el furor y con la desesperación; jamás había sabido mi corazón qué era el
deseo del oro y de la plata, hasta que he sentido su necesidad para ser sabio.
¿Qué destino más noble se le podía dar a esos cofres plenos de numerosos pai-
sanos? Por desgracia de las ciencias no se conoce su mérito, y se juzga que el
protegerlas es botar el dinero en fruslerías. En fin, amigo, yo me hallo en me-
dio de las esperanzas y del valor. Creo aprender algo, y pienso que quedo en
la barbari~. ¡Que nuestros jefes sean tan insensibles! ¿Habrá, mi amigo, algún
medio de hallar apoyo siquiera por recorrer la América con Humboldt? El se-
ñor Mutis/ el protector de las ciencias en el Reino, ¿no tendrá algún influjo
sobre el Virrey10 para que a lo menos se me permitiera recorrer algún tiempo
con este hombre sabio? Si mi amor propio no me engaña, me parece que sacaría
grandes utilidades el Reino entero, si éste me sostuviese en una correría seme-
jante. El Consulado de Cartagena,11 que está encargado por Su Majestad de
aumentar la agricultura y el comerciodeestos países,¿no podría auxiliarme·para
ir a Lima, regresar por Guayaquil, seguir la costa a Panamá, de allí a Acapulco,
luego a México, a Veracruz, y de allí a Habana, Jamaica, Santo Domingo, y

10
Pedro Mendinueta y Muzquiz.
u Creado en el mes de junio de 1795, por la Real Cédula de Carlos IV de España.

132

©Biblioteca Nacional de Colombia


en fin, Cartagena ?12 Considere usted cuánto aprendería sobre hornos, trapiches,
añil, cochinilla, cacao, etc.; todos ramos importantes para el Reino. La botánica,
la astronomía, la geografía, la historia natural~ todo se aumentaría en mí, y todo
cedería a beneficio de nuestros hogares. Medite usted esto, consúltelo con mi
amado Miguel, 1 quien puede apoyar el pensamiento con su tío don José Igna-
cio, 13 haciéndole los informes necesarios de mis disposiciones para estos ramos,
de mi edad, estudios, etc. Hable usted con nuestro don Camilo/ y si a usted le
parece que Miguel1 le hable al doctor Mutis, y pongan el asunto en candela,
como dicen, con la mayor velocidad. Usted tiene genio, tiene juicio, y tomará
todas las medidas para que se logre este gran proyecto. Estoy tan acalorado
sobre este particular, que a pesar de lo tarde y estrechez del tiempo voy a escri-
bir al señor Mutis 14 proponiéndole mis modos de pensar y los planes que me he
figurado. A más de esto tengo un primo de mi padre comerciante en Guaya-
quil; en Lima está mi tía doña Rosa 15 y don Miguel; en México está Mosque-
ra, 16 y es probable me auxilien en alguna cosa, viéndome consagrado a la común
utilidad. Y o no he dicho al Barón nada de mis proyectos y modo de pensar,
porque no tengo medios de realizarlos; y si acaso se efectúa esta empresa, espe-
raría a que se lo dijese el señor Mutis o don José Ignacio Pombo. Pero, amigo,
el tiempo vuela; que se tomen todas las medidas con la mayor velocidad; con-
ságrese, amigo, a poner este asunto en movimiento; añada a mi plan cuanto
quiera, y haga cuanto juzgue oportuno para efectuarlo.
¡Cuánto he aprendido en diez y ocho días de un trato interrumpido con mil
visitas importunas! En astronomía ya no me conozco; un velo espeso de dificul-
tad se· ha disipado delante de mis ojos, y como yo tenía muchos objetos traba-
jados y cuasi concluidos, solo faltaba una mano maestra que les diese la última
perfección. Con un poco más de tiempo y de trato con el Barón puedo gloriarme
de haber entrado en los más profundos misterios de esta ciencia preciosa; y ya
puede contar con su amigo astrónomo. En la geografía, no hay voces para ex-
plicarle cuánto he aprovechado; nuevos métodos, nuevas agujas, nuevos cálcu-
los, nuevos . . . qué sé yo que diga a usted. Me ha ofrecido sus libros, sus ins-
trumentos y el famoso cronómetro ha estado a mi disposición. En la meteoro-
logía he visto el higrómetro de Luc; 17 el antracómetro, el eirómetro, el eudió-
metro; sé su uso y sus resultados. En atracciones he visto su obra maestra, la
aguja de Bogda/8 de inclinaciones, sus maravillosas propiedades; las observa-

1!! El proyecto de que Caldas acompañe a Humboldt, idea de Santiago Arroyo (ver cartas
N~' 35 y 52) ha crecido notoriamente en la acalorada imaginación del entusiasmado Caldas.
13
José Ignacio Pombo, Prior del Consulado en Cartagena.
10
Ver carta NI' 55 a José Celestino Mutis. En ella Caldas justifica su proyecto en forma
dtferentc.
'"Rosa Tenor[o Torijano de Lazo Mogrovejo.
10
Joaquín Mosquera y Figueroa.
17
Juan Andrés de Luc.
18
Juan Carlos Borda; Caldas lo e~cribe como lo oyó de Humboldt.

133

©Biblioteca Nacional de Colombia


clones hechas desde los 75° hasta la línea; los resultados y combinaciones subli-
mes de este sabio. En química, ¡cuántas luces sobre los asombrosos descubrí-
.
mtentos . . 19 M orveau,2o La pace,
d e Lavo1s1er, 1 21, etc..' S e1s
. meses con este sab.to,
me formaba. En ninguna época de mi vida podía haber llegado más oportuna-
mente que en ésta, en que mi ansia de saber había como desflorado los objetos
más importantes. En botánica, ¡ay, amigo querido! no sé lo que pasa en mi al-
ma; no sé hasta dónde se han aumentado mis conocimientos. Bonpland,22 el
sabio y profundo Bonpland, me ha franqueado sus libros, su herbario inmenso,
y su voz viva; me ha honrado permitiéndome que tome un lugar en su estudio,
que vea y copie cuanto quiera. ¿Y es posible que por un poco de dinero no per-
feccione esta obra, no acabe de entrar en los santuarios de la Flora? ¡Feliz, mil
veces feliz, si puedo seguir a estos genios privilegiados, no a la Asia, ni a la
Europa, pero siquiera a Lima y a México! ¿Qué hombre volvería al seno de
mis amigos al fin de dos años? Amigo querido, más de lo que puedo expresar
con mis voces, tome usted este asunto con toda la intensidad que merece; no
malogremos esta brillante ocasión de hacer mi fortuna y mi instrucción. Y o no
quiero sueldos, ni pensiones; solo apetezco lo necesario para transportarme, para
unos instrumentos los más preciosos, para poder servir a mi patria y a mi So-
berano, y para ser útil; he aquí el objeto de mi ambición; ¡con qué poco podría
yo hacer este brillante viaje! Una sabia economía me haría menos gravoso a
mis protectores. ¡Quién sabe si una sola insinuación del señor Mutis bastaría
para facilitarlo todo! Haga usted que éste sepa mis disposiciones, porque el
asunto es grande, y no me ha sido posible poner una carta buena sobre mis
ideas, lo que reservo para el venidero sin la menor falta. Entre tanto ya tendrá
algunas noticias, y entrará en mejor lugar mi carta. El Barón piensa ir por
Cuenca, Loja, Trujillo; etc., a Lima; de aquí volver, reconociendo por mar la
costa a Guayaquil; de aquí atravesar la línea por la costa de Esmeraldas, Bar-
bacoas, Chocó, Panamá; seguir a V eraguas hasta Acapulco; entrar en el con-
tinente, y después de muchas correrías en este Reino volver a Acapulco, y tomar
la ruta de Filipinas. Mi proyecto es acompañarle desde Quito hasta México, y
separarme; tomar la vía de Veracruz, embarcarme aquí, pasar a La Habana,
Santo Domingo, Jamaica, etc., y volver a Cartagena, y de aquí a Santafé a dar
cuenta de mi misión. ¡Qué felicidad para mí después de este viaje estrechar en
mis brazos a mis amigos, a estos ídolos, a estos dueños de mi corazón! Déjeme
usted desahogar y pintar los movimientos de mi alma, y no me mande callar.
A Miguel1 léale usted ésta; que la tenga por suya, que obre de concierto con

u Antonio Lorenzo Lavoisier.


""Luis Bernardo Guyton de Morveau.
:n Pedro Simón, Marqués de Laplace.
22
Aimé Bonpland.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


usted, que despliegue su valimiento con el señor Mutis/ y su tío. Llame usted a
nuestro socorro a nuestro Camilo 1 que conmueva a todos a fin de verificar este
proyecto interesante. ¡Adiós!
CALDAS

54
Quito y enero 21 de 1802
Mi Antonio/ mi querido Antonio, ¡qué satisfacción por mí saber que este
amigo amado con entusiasmo está ya en Popayán y en el seno de su familia! 2
Y o no podré expresar bastante el gusto que tengo de poseer su confianza y su
amistad, esta amistad fundada en la uniformidad de caracteres, solidada por
una serie de años pasados en medio de la paz y de la buena correspondencia,
y llevada al más alto punto de estrechez por tanta bondad y beneficios que he
recibido de su mano y de su casa. ¡Ah, si mi voz tuviera la fuerza de Jacob en
los últimos momentos para llenar a usted de bendiciones en su posteridad, como
lo hizo ese Patriarca hebreo con la tribu de Judá y con Judá mismo! Ya podría
contar con todas las prosperidades y con todas las coronas del universo. Pero yo
no soy sino un rien entre los hombres; todos mis tesoros se limitan a un corazón,
sensible y agradecido, y esto que poseo, esto pongo en manos del más querido
y del más bello de todos mis amigos. Mi alma está agitada en este momento,
yo siento en mi pecho un volcán de gratitud que me arranca lágrimas de con-
tento sobre este papel. He aquí mi felicidad; pero ésta se disipa cuando me
hallo sin poder derramar sobre esa casa querida cuanto hay de grande sobre la
tierra: esta es mi cruz. Me consuelo al considerar que mi Antonio posee un alma
generosa y grande, que imitador de la Garaye aprecia más el sublime placer de
hacer bien y un sentimiento de una gratitud pura que todas las riquezas del
Oriente. Si yo diera curso a mi imaginación, si dejara desahogar a mi corazón
conforme al temple en que se halla, llenaría volúmenes, y esto sería en perjuicio
de lo mucho, de lo inmenso que tengo que decir a usted del Barón de Humboldt,
de este genio original y raro que ha venido a ilustrar nuestros hogares. Confieso
a usted que cuanto se ha dicho de este hombre grande es muy inferior a lo que
es en realidad. Y o ensancho los límites de mi pobre imaginación, y a pesar de
mis últimos esfuerzos no cabe en mi cabeza el mártir voluntario del galbanismo.
¡Qué astrónomo tan delicado y tan sagaz! He visto gran parte de sus bellos ins-.
trumentos, se ha dignado enseñarme su uso y he tenido el honor de ser su coob-
servador. ¡Cuánto he crecido en esta ciencia predilecta en los pocos días que ha
trato a este Newton, a este Casini3 de nuestra edad! Apenas me conozco. En
1
Antonio Arboleda Arraechea.
• Arboleda estuvo ausente de Popayán en los días de la estadía de Humboldt en esa ciudad.
3
Los trabajos astronómicos del Barón Federico Alejandro de Humboldt, en su calidad
de viajero explorador, se limitaron a la determinación astronómica de la posición geográfica de
los lugares que visitó y al estudio de las refracciones atmosféricas. La comparación con Isaac
Newton o con alguno de los Cassini, parece hoy exagerada.
135

©Biblioteca Nacional de Colombia


lugar de 120 estrellas que tenía en mi catálogo, soy dueño de 560, todas fijadas
por el ciudadano Michel Franc;ois Lalande; este precioso tesoro me lo ha fran-
queado el Barón: 4 todos sus libros están a mi disposición, la Guía de Navegan-
tes, el Atlas Celeste de Flamsted, 11 y el famoso cronómetro de 1.000 duros en
Londres, me lo ha franqueado con una generosidad que no tiene igual. He visto
el cúmulo inmenso de observaciones astronómicas hechas en toda la extensión
de su viaje, y espero quedar formado en este precioso ramo, para el cual he te-
nido una ardiente aplicación. Mis trabajos astronómicos han sido coronados de
gloria con el aprecio y aprobación de Humboldt. Nunca había imaginado que en
Popayán, en medio de la miseria de mis instrumentos, pudiera haber llegado a
merecer no solo la aprobación, sino el elogio de este viajero ilustre.
He visto en sus diarios mi elogio, y me hace representar un papel que yo
mismo no me había imaginado, y que mi amor propio no se había atrevido a su-
gerir. Al Padre6 le dije de !barra lo que contenía en sustancia.
Así pensaba antes de conocerme, y con solo una observación del primer
satélite de Júpiter que vio en un libro que dejé en poder de mi padre. 7 Juzgue
usted ahora de lo que pensará después que le he presentado una serie de mis más
preciosas observaciones, que tienen un grado infinitamente mayor de precisión. 8
Me ha dicho que en todas las Secretarías de América le han mostrado cartas geo-
gráficas que tenían guardadas como tesoros; pero que solo la carta de Timaná
merece este nombre, que es la única astronómicamente construida, y le ha dado
un lugar distinguido en su gran carta. Me ha dicho que quiere que me conozca
el mundo entero. ¡Qué honor, qué gloria para mí, Antonio querido, ver mis
trabajos parecer a la faz del universo acompañados de los del Barón! Tanto más
me ha conmovido esto cuanto jamás creí que viesen la luz pública nuestras tras-
nochadas, ni que se grabase a Timaná. Qué trabajos tan bien empleados, mi
Antonio; felicitémonos, sí, felicitémonos. He comparado mis alturas del baró-
metro con las de Barón hechas en Guadalupe, Santafé, Popayán, Pasto, Pastos,
Chota, !barra y Quito, y hemos hallado una conformidad prodigiosa. He me-
recido el honor de que en Santafé preguntase por la casa en que hice mis obser-
vaciones en 1796; y se trasportase a ella con su barómetro para compararlas con
las mías. Tanto es la confianza que le han merecido nús trabajos. Otra cosa bien
singular, y que ha de agradar a usted, es que el Barón conoce al Magdalena

• Caldas no perdi6 el tiempo durante su relación con Humboldt y Aimé Bonpland. Los
apuntes, las tablas, las listas de estrellas que copió, y qu~ aquí menciona, se conservan en el
manuscrito original que posee la Universidad de Antioquia y que publicó en edición facs!mll su
bibliotecario Marceliano Posada.
1
Juan Flamsted.
1
Juan José Hurtado Arboleda. La carta enviada desde !barra no se conoce. En cuanto al
elogio, ver carta NQ 53, nota NQ 4.
• Sobre la observación que José de Caldas Rodríguez de Camba mostró a Humboldt en
Popayán, véase la carta NQ 53, nota NQ 3.
1
Ver nota NQ 5 a la carta NQ 53.

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desde su embocadura hasta T ocaima, y yo le he presentado la carta de este río
desde este punto hasta su origen,9 y en suma, toda la parte alta va conforme a
mis determinaciones. ¡Qué impresión le ha hecho a este sabio que pudiese llegar
al grado de perfección que ha visto con un cuarto de círculo de madera hecho
en Popayán! Ha dicho en una tertulia aquí que mis observaciones están mejor
ejecutadas que las de Jorge Juan/ 0 y que nunca habría creído que en América
hubiera ido la astronomía tan adelante. Estos son los honores que hasta aquí he
merecido a este viajero, y ellos hacen mi panegírico; pero yo los sepultaría
eternamente en el fondo de mi corazón si no hablase con un amigo que tiene
tanta parte en mis observaciones y que el fondo de confianza que nos profe-
samos me quita la nota de vano; cuanto calle usted sobre este punto, y solo a
mi Páter,6 a mi don Francisco11 comunique estos primeros frutos, y estos triun-
fos; con los demás guarde un eterno silencio. Cuente usted en el número de los
primeros al Abate y Buchón. ¡Cómo pudiera volar y transportarme a su casa
para contar un pormenor de que tanto me ha enseñado este sabio prusiano! No
es posible mi Antonio decir a usted cuánto me ha dicho: esto hará el objeto de
nuestras cartas en lo sucesivo. Pero no es posible resistirme a decir algo de bo-
, .
tantea. . . como 1o habr1a
P ro f esa esta oenc1a . l:l o Lamark .13 N o
' hec ho J us1eu
hay planta que le pregunte que no le señale su género y muchas veces hasta la
especie. Sabe de nuestros trabajos botánicos, y en especial de usted. Le he
hablado del Miroxylon, le he dicho mi juicio sobre su especie, y se ha admirado
del impar de las hojas. ¡Qué dolor el haber usted malogrado el lance de mos-
trárselo vivo y personalmente! 2 Y o le he dicho tenemos esqueletos, y desea ver-
los, y he aquí usted en la obligación de remitirme dos de ellos por lo menos.
¡Ah! ¡Ojalá este sabio quiera publicarlo con el nombre de usted y llamarlo Mi-
roxylon Arboledeum! A usted toca el examen y conocimiento de este precioso ve-
getal, y yo haré todo mi posible por hacérselo entender así al Barón. Mucho ha
sentido no haber conocido a usted y a Julián14 y toda la amable familia de Ar-
boledas, estas fueron sus expresiones.
El nogal ( uglans) de la tierra dice ser especie nueva y que Mutis no la
conoce. Me habló del Cuichunchullo, que le mostró numerosos esqueletos el
mismo Mutis en junta de la V alerk:ma, o Palomilla, y chupó nuestro Chomo15
un buen chasco presentándosela como trabajo propio en Popayán. Yo había es-
crito al Padre sobre esto, y había dicho sic ?los non Yobis, y me he alegrado de
esta acogida para que no sea charlatán. Mutis piensa que es su parviflora, y el

• Ver nota N ? 8 a la carta N O 5Z.


10
Jorge Juan y Santacilia.
u Francisco José Arboleda.
'-'José de Jussieu.
10
Juan Bautista Pedro Antonio de Monet de Lamarclc
14
Francisco Julián María Arboleda Arraechea.
15
Jerónimo Torres Tenorio.

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Barón no 'piensa así: yo le hice notar la cápsula vilocular, y cree que es carácter
muy fuerte de la fructificación para confundirlo con la parviflora. Y a ve usted
que aunque hemos trabajado poco ha sido con acierto. Yo he manifestado mi
juicio sobre cerca de 200 géneros que he llegado a conocer; no he errado uno.
Esto me anima a seguir en trabajar. Me ha franqueado M. Bonpland su in-
menso herbario, y apenas podré verlo una vez, bien que ha tenido la bondad
de permitirme apuntar. El lechero, que tanto se resistió a· mis inquisiciones, es
del género Eufon•ia: apunto esto a usted para que se empeñe .en examinarlo
e ir adquiriendo el hábito y el expediente más necesario que la ciencia: misma,
y hacer una sabia resolución de formar un herbario. ¡Qué prodigios no me
ha enseñado este hombre en los vasos de las plantas! Es mortal el dolor que
tengo de no haber traído conmigo mi microscopio y mi octante: empéñese usted
en que venga cuanto antes, y con seguridad. Y a nos veremos, y yo tendré el ho-
nor de ser el conducto de comunicar a mis amigos cuanto pueda chupar a este
hombre único. Yo estoy resuelto a seguirlo a Guayaquil y a un viaje minera-
lógico a pie, que emprende alrededor de Quito. ¡Cuántas maravillas me ha
enseñado en química y en mineralogía! ¡Ah, mi amadísimo Antonio, mi amigo
querido! ¿Creerá usted lo que voy a decir? ¿Se podrá usted persuadir que con
todo este cúmulo de conocimientos el Barón me ha sumergido en el despecho
y en la melancolía? Y o no me lo prometía así; pero al ver que en tres meses
que para aquí no soy capaz de formarme, que se me escapa de entre las manos
esta luz efímera y vuelvo a sumergirme en la ignorancia, me consume y me
hace delirar. ¡Qué terrible situación es la mía! Recibir de manos de la Natura-
leza el amor más 'terrible para la sabiduría y verme obligado a permanecer en
medio de estos bárbaros quiteños. No poder seguir a este hombre a los extre-
mos de la tierra, estar condenado a ser ignorante! ¡Oh suerte desgraciada!
¿Para qué es la vida si no he de poder contribuir a la felicidad de nuestra es-
pecie? Mi genio, mi destino es la sabiduría. ¿Y me he de quedar oscuro y
sepultado en la barbarie? ¡Ah! mi Antonio. Yo salgo de mí y entro en un furor
que se equivoca con la desesperación. Y o estoy conmovido y no puedo aquie-
tarme. ¡Qué proyectos tan temerarios me inspira la pasión de saber! Me aver-
güenzo yo mismo y caigo en no sé qué deliquios, cuando repaso mis ideas.
Dejemos estos pensamientos como los de un delirante entusiasta de las ciencias,
y no hablemos más del Barón. V ea usted la del Padre,6 a quien comunico otras
cosas: yo escribo sin tino, y mis cláusulas son las de la pasión que me agita,
y cuento lo que primero me viene a mi memoria de tanto como he oído en diez
y seis o diez y ocho días. Dispense usted el desorden de mis ideas, la pasión
no conoce el método que está reservado al matemático. Y a me avisa Pombo16
de Santafé que ha remitido con Gironza17 el Sistema Nature de Linné. Lea
10
Miguel Pombo Pombo.
17
Manuel José Jironza.

138

©Biblioteca Nacional de Colombia


usted la carta del Padre y concebirá cuánto nos importa que venga cuanto
antes este libro a Quito, para que vuelva a ésa mejorado. Yo quedo trabajan-
do con la parte de los vegetales, y así que llegue el Sistema haré lo mismo con
los animales y minerales.
Avíseme usted del estado de las dependencias de Castaño, y si Fernando
Caycedo18 ha remitido al poder de usted el valor de las suelas que le remití
de Popayán.
Los oficiales de Quito se parecen a esos en lo maulas, y los santos caminan
a pasos de plomo; así que se concluya la talla verá usted los diseños de Sa-
maniego que sirven para el escultor. A Buchón dígale usted que recibí los
$ 32, que quedo con el cuidado de sus encargos, que después le escribiré dán-
dole aviso del estado de todo. Salude usted a mi amadísima doña Rafaela, 10
.
V tcente, 2o M
anue li to21 y D ommgo,
. 22
y cuente con cuanto pued e su amtgo
· ver-
dadero.
CALDAS

18
Fernando Caicedo y Flórez.
10
Rafaela Valencia y Valencia de Arboleda.
'"'Vicente Javier Arboleda Valencia.
21
Manuel Esteban Arboleda Valencia.
""Domingo León Arboleda Val<ncia.

55
Quito y febrero 6 de 1802
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Amadísimo señor y benefactor mío: la llegada del señor Barón de Hum-
boldt a esta ciudad1 ha hecho que mi alma se inflame de nuevo en el más vivo
reconocimiento de usted. Este sabio viajero me ha dado expresivas memorias, me
ha dicho el aprecio que ha hecho usted de mis pequeñas producciones. Y o no
soy capaz de dar a usted una idea justa de lo que ha pasado y de lo que ac-
tualmente siente mi corazón. Mi amor y mi gratitud para con usted han lle-
gado a un grado tan eminente, que ya no son capaces de ningún aumento.
Sería yo un ingrato si no lo hiciera presente así al sabio, al generoso Mutis.
Y o no tengo otras riquezas que un corazón sensible y agradecido, y esto que
poseo, esto pongo en las manos de mi benefactor. Sí, este epíteto glorioso le
conviene a usted por todos títulos. No quiero ahora descender al pormenor
de las acciones que lo comprueban; usted, mis amigos y yo las sabemos dema-
siado. Otro objeto más grande en el mismo género me ocupa enteramente:
él exige todo el celo y toda la protección del primer botánico del Rey católico

1
Federico Alejandro Barón de Humboldt llegó a Quito el 2 de enero de 1802.

139

©Biblioteca Nacional de Colombia


para poderlo ejecutar con ventajas de la Nación y del Reino. El deseo ardiente
que ha manifestado usted para desterrar de nuestra patria la ignorancia, los
cuidados que le ha costado damos las primeras nociones de las ciencias en una
edad en que ni aun el nombre habíamos oído de ellas, la uniforme conducta
de tantos años con que constantemente ha procurado derramar por toda la
Nueva Granada, el cúmulo inmenso de luces y de conocimientos que posee
usted, me han animado a proponerle un proyecto que tal vez hará honor al
Reino y que puede ser útil a la nación entera: he aquí mi modo de pensar:
El señor Barón de Humboldt, este sabio admirador y panegirista de usted,
va a hacer una mansión considerable en esta capital; a principios de junio de este
año sigue por tierra a Lima reconociendo, si se puede, parte de las misiones de
Mainas y todo el país que hay entre Quito y la capital del Perú. Después de
recorridas las cercanías de esta ciudad puede internar al Cuzco, y haciendo un
gran círculo, o volviendo sobre sus pasos, pasar a la costa y embarcarse para
Guayaquil; visitar aquí a Tafalla,2 continuador de los trabajos de Ruiz3 y de
Pavón; 4 seguir por mar hacia el Norte, atravesar la línea, verificar aquí sus
observaciones sobre el magnetismo, que hacen uno de los más grandes objetos
de su viaje; tocar en Panamá y seguir la costa hasta Acapulco: internar en el
continente hasta Méjico, recorrer muchas partes de la América Septentrional;
subir hasta el Nuevo México y volver a la costa occidental para seguir a Ma-
nila, China, etc. Este es el plan de los viajes que ha emprendido en nuestro
hemisferio el digno sucesor de Byronr; y de Cook.11 ¿No sería de la mayor
utilidad para la botánica, para la astronomía, para la navegación, para el co-
mercio, etc. de la América, y en particular del Nuevo Reino, unirle a este sabio
un joven7 iniciado en las ciencias para que se formase en esta escuela a que
no tendrían vergüenza de asistir Toumefort8 y Thicho Brahe?9 No quiero
que le siga al Asia, sino solamente a todas las partes de la América adonde
le arrastra la sed insaciable de saber; que separándose de su mentor en las cos-
tas occidentales de Méjico vuelva a esta capital, de aquí a Veracruz; embar-
carse en este puerto, visitar, si se quiere, La Habana, Santo Domingo, Jamaica,
Puerto Rico y regresar por Cartagena a Santafé a dar cuenta de su misión.
Y o me confundo y no sé por dónde comenzar para manifestar los pro-

• Juan Tafalla.
• Hipólito Ruiz.
• José Pavón.
• Juan Byron.
• Jaime Cook.
• Es interesante notar la forma impersonal en la que Caldas presenta a Mutis el plan de
designar un joven para que acompañe a Humboldt. pero una vez que deja ver sus aspiraciones
no pone límite a su ambición, pues de fracasar el plan, propone sea enviado a Santafé a trabajar
con Mutis. Esta parece ser la primera idea de algo que se realizó más tarde.
8
José Pitton de Toumefort.
• Tycho Brahe.

140

©Biblioteca Nacional de Colombia


gresos y las ventajas que resultarían a nuestra patria. ¿Qué profundos cono-
cimientos de las producciones naturales traería este joven como fruto de su
viaje? Las minas del Perú y de Méjico visitadas aliado del Consejero supremo
de las minas de Prusia, le pondrían en estado de dirigir con inteligencia las
nuestras. El cultivo del cacao en Guayaquil y en las Antillas, el de la cochini-
lla, y del añil en Méjico, formarían a un hombre para dar luces importantes
en su propio país. ¡Qué aumento y perfección adquirirían nuestras manufac-
turas y nuestros ingenios de ~úcar visitando los de La Habana! La caña de
Otaití se trasplantaría a nuestros campos. La botánica, ¿cuántas ventajas no
debía esperar de una correría semejante verificada bajo los ojos de Bon-
pland10 y bajo la dirección del sabio Mutis? ¡Qué herbario tan copioso se pon-
dría en las manos de este digno sucesor de Loefling,11 de Plumier12 y de Jae-
quin!13 ¡Cuántas noticias traería consigo de los progresos de Tafalla! 2 Las
conchas, los peces, los insectos, las aves, los animales, la zoología de nuestros
países tomaría grandes aumentos, y tal vez las colecciones de estos seres echa-
rían los fundamentos de un gabinete de historj.a natural en la capital del Reino.
Nuestra geografía, tan defectuosa hasta ahora, daría un paso importante;
nuestras costas del Sur adquirirían un grado de precisión conocido; en el in-
terior se conocerían mejor nuestros ríos navegables, las distancias, las monta-
ñas y los caminos más ventajosos, que los que la casualidad abrió y mantene-
mos. La meteorología, la química, la astronomía, la física tendrían en este
joven viajero un hombre instruido en sus principios y en el uso de sus instru-
mentos. ¡Cómo se difundirían estas luces en nuestros colegios y en todos los
lugares! Y a me olvidaba que estaba hablando con el primer genio de la nación
cuando he descendido a un pormenor de las utilidades comunes de este viaje.
Sí, usted sabe demasiado qué importante sería esta expedición en todos ramos.
Pero cuando el joven agregado a Humboldt no pensase en otra cosa que en
copiar las observaciones de este franco y generoso viajero, en diseñar sus car·
tas, sus animales, tomar un ejemplar de las plantas que pone en su herbario,
y de los minerales que recoge, oírlo discurrir sobre nuestras manufacturas, eco-
nomía, rentas, agricultura y apuntes; esto solo puesto en nuestra lengua y pu-
blicarlo en la Nación, con el consentimiento y bajo del nombre de Humboldt,14
esto solo, digo, recompensaría altamente los costos impendidos en este viaje. Si
esto es así, ¡qué apoyo no debe esperar este proyecto de un hombre que ha
consagrado los más bellos días de su vida en connaturalizar en nuestra patria

10
Aimé Bonpland.
u Pedro Loefling.
12
Carlos Plunier.
12
Nicolás José, Barón de }acquin.
"Nótese el punto hasta donde llega Caldas en esta parte de ese proyecto: la publicación
en el virreinato de los diarios y observaciones, la tarea que incompleta, realizó Humboldt en Paría,
luego de más de veinte años de estudio y documentación adicional.

141

©Biblioteca Nacional de Colombia


las ciencias, las artes y todos los conocimientos útiles! Una palabra del célebre
Mutis al Jefe del Reino17 y al Consulado de Cartagena bastarían para hallar
los pequeños fondos que se necesitan para esta expedición. Sí, lo repito, pe-
queños fondos, siempre que la comisión caiga en un joven de educación y fru-
gal. Una ocasión particular y preciosa se presenta ahora para armar a nuestro
viajero de buenos instrumentos, sin costo alguno. Actualmente se conducen de
Mainas, por orden del Presidente Barón de Carondelet, 15 a .Quito muchos ca-
jones de instrumentos que de orden de Su Majestad vinieron al Marañón para
la expedición de límites con Portugal, y que ha tantos años se hallan abando-
nados allí, por haberse concluido o disipado esta empresa. 16 Una orden del
Virrey del Reino17 para que se tomasen de ellos los precisos, bastarían para
armar a nuestro viajero.
¿Pero cuál es el joven que entre nosotros se halla adornado de .los cono-
cimientos necesarios para desempeñar dignamente esta comisión? ¿Cuál es el
que quiere entregarse a una vida laboriosa y a los peligros de este viaje sin
una gruesa pensión y solo por el noble deseo de instruirse y ser útil a los demás
hombres? Confieso a usted con mi mayor ingenuidad que he temblado al con-
siderar que había de llegar a esta línea de mi carta. Por lo que mira a la segunda
parte, estoy seguro que Caldas no ambiciona otra cosa que instruirse y ser útil;
no quiere rentas sino honor y el dulce placer de servir a sus semejantes. Pero
no puede hablar con igual firmeza cuando se trata de los conocimientos nece-
sarios para hacer con ventajas este viaje. Conoce la escasez de sus luces, sabe
que se reducen a una tintura de matemáticas, de botánica y de física; pero
sabe también que tiene un amor ardiente a la sabiduría, un deseo devorador de
instruirse, que irá al polo; que arrostrará todos los horrores de la zona glacial
y de la tórrida; que atravesará con coraje los desiertos espantosos de la Arabia
por seguir al mártir voluntario del galvanismo. 18 ¡Dichoso si hallo protección
en el Gobierno para verificarlo, y mil veces más dichoso si después de haber
recorrido el Méjico y el Perú puedo volver a presentar mis trabajos al autor
de la flora de Bogotá! Si acaso llegaran éstos a merecer su aprobación, he aquí
el colmo de mi gloria.

lll Luis Francisco Héctor, Barón de Carondelet.


1
Para dar cumplimiento a la delimitación de los reinos de España y Portugal en América

según el acuerdo de 1750, que no ' llegó a tener vigencia, las coronas designaron tres comisiones
de límites; ya se ha hecho mención a la que trabajó en los ríos Orinoco y Río Negro (Ver
carta N9 13) ; una segunda, que trabajó en la zona del Río Amazonas, es a la que aquí se
refiere Caldas; la tercera trabajó en la delin1itación de lo que hoy son Brasil y Argentina.
17
Pedro Mendinueta y Muzquiz, quien, como Virrey del Nuevo Reino de Granada, tenía
jurisdicción sobre Presidencia de Quito, adscrita a Santafé en las postrimerías del período Colo·
nial, desde 17 . . .
18
Nombre con el que designa a Humboldt, quien realizó experimentos con corrientes eléc-
tricas en su propio cuerpo.

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Es verdad que preveo las inmensas dificultades que se oponen para reali-
zar mis modos de pensar; pero cuando se frustre el proyecto de seguir al sabio
prusiano, ¿no debo tener fundadas esperanzas de ir a formarme en Santafé en
el templo de Flora y bajo la dirección de su hijo amado? La pregunta que hizo
usted a mi querido amigo Pombo, 19 concebida en estos términos: ¿qué hace-
mos. para traer a Caldas a Santafé?, me ha llenado de regocijo, ha hecho rena-
cer en mi corazón la esperanza lisonjera de que tal vez la humanidad de usted
proporcionará un destino análogo a mis ideas para sacarme de la oscuridad
y de la ignorancia en que vivo. Todo lo debo esperar del alma generosa, hu-
mana y sabia del ilustre Mutis. Y o quedo pidiendo al Señor prolongue los
días de su vida preciosa, para que tenga el tiempo necesario de acabar de
ilustrarnos, colmarnos de · beneficios y de dar la última· mano a sus grandes
y gloriosos trabajos. Usted cuente siempre con el amor y con el reconocimien-
to de su admirador y panegirista, que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

19
Miguel Pombo Pombo.

56
Quito y febrero 6 de 1802
Amadísimo Santiago: 1
Con el más vivo dolor de mi corazón no puedo escribir cuanto hay en mi
cabeza ni contestar a mi querido Miguel.2 He recibido las de ustedes y la Me-
moria:3 esto es llenarme de beneficios sin recompensa; esto aumenta mi pena
al ver que no puedo ahora contestar del modo que ellas merecen.
Todo el tiempo me lo ha absorbido en este correo don Manuel María4
·con un ·proyecto que lo va a inmortalizar a él, a su casa y a Popayán. Ha pedido
por mi mano al Barón una lista de libros y una colección de instrumentos; la
ha formado de lo más soberbio que puede imaginarse, y me ha hecho planes
de trabajos futuros que me pueden inmortalizar. Yo estoy fuera de mí, no soy
capaz de pintar mis ideas y mis proyectos. 5

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
2
Miguel Pombo Pombo.
• Puede referirse a la memoria sobre la salina de Zipaquirá, escrita por Humboldt.
• Manuel María Arboleda Arraechea.
• Ver las cartas siguientes, números 57 y 59; información adicional sobre este proyecto se
encuentra en cartas de Arboleda a Arroyo. Ver "Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia"
N9 101, páginas 3 a 15. ·

143

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Va la carta para Mutis,6 que ofrecí, va abierta; póngale usted cubierta y
obre conforme a ella. Comuníquela a mi amado Miguel2 y obren de concierto.
En el venidero tendrán ambos una bien amplia. Ahora no quedo sino lleno de
amargura por no poderlo hacer.
Su afectísimo y verdadero amigo,
CALDAS

Encargo a Arboleda7 le remita a usted copia de estas listas soberbias.

• La carta NI' 55, de la fecha, dirigida a José Celestino Mutis.


'El encargo a Antonio Arboleda Arraechea está c011signado en la carta NI' 57.

57
Quito y febrero 6 de 1802
1
Amadísimo Antonio mío: He visto la carta de usted, y quedo lleno de
satisfacción sabiendo de la paz y de sus bellas posiciones para armamos de
libros y de instrumentos. ¿Pero son acaso nuevos en usted estos sentimientos?
¡Ah, mi amado Antonio, que son muy cortos los que poseen el entusiasmo por
la sabiduría! No son dignos de ella los que no tienen alma para desearla como
la hemos suspirado nosotros. Sí, mi Antonio, es preciso trabajar, es necesario
sudar, es necesario suspirar por la posesión de este Bien. Dejemos estas refle-
xiones, pues me llaman con imperio las cosas del Barón.
He observado con este astrónomo profundo,2 he visto a Júpiter, a sus sa-
télites, a Saturno, ¿y puede usted persuadirse que nuestros telescopios com-
puestos con nuestras lentes microscópicas son mejores? No hay que dudarlo;
yo vi con los míos duplicado el diámetro de Júpiter y el anillo de Saturno.
¡Ah, que no me hubiera yo traído a pesar del cielo, de la tierra y de Cali entero
esa pieza digna de mejor dueño! ¡Qué genio enemigo de las ciencias presidirá
en la venta de estos instrumentos! Haga usted todos los esfuerzos de que es
capaz un hombre que se precia de amante de la sabiduría para conseguir este
telescopio. 3 Ni García, ni Michaeli, ni Caicedo~ saben lo que tienen. Y o mis-
mo no había formado todo el concepto que él se merece hasta que he visto el
del Barón: a éste le costó el suyo en Londres cien pesos, y no tiene sino dos

1
Antonio Arboleda Arraechea.
1
Hay noticias de la determinaci6n barométrica de la elevaci6n de Quito, hecha conjunta·
mente por Caldas y el Bar6n Federico Alejandro de Humboldt, realizada el 26 de marzo de
1802. "Diario Inédito" Libro VII a et b, página 131.
1
Y a se ha visto el empeño de Caldas en conseguir el anteojo de tres pies de distancia
focal que se encontraba en Cali en poder del Alférez Real. Ver carta NI' 27.
• Manuel José Caicedo y Cuero.

144

©Biblioteca Nacional de Colombia


pies. ¿Cuánto valdrá el de Cali teniendo tres? Reserve usted esta noticia, no
la comunique sino al Padre,¡¡ que no abran los ojos y vayan a pedir un sentido.
El suegro de usted, don Domingo Arroyo, tiene imperio sobre el Alférez
Real; 6 conmueva hasta los fundamentos de la tierra por poner en Popayán y
en nuestro observatorio esta pieza maestra.
El Barón me ha ofrecido una completa lista de los libros más bellos que
se han escrito sobre todos los ramos de las ciendas;7 pero es imposible ha-
cerlo en este correo; suspenda usted el remitir listas precipitadas, de los que en
su particular haya formado; es preciso me consulte sobre todo. 8 En ésa solo
uno le puede aconsejar bien en algunos, y es Arroyo; 9 de todos los demás des-
confíe usted, principalmente del orgulloso Chomo, de este charlatán con más-
cara de sabio. 10 No me anima el resentimiento sobrado, justo, que tengo con
este que se vendió por amigo, y ha obrado con tanta perfidia. ¿Es conducta
digna del sagrado nombre de amigo, formar partido con F. Lucas11 para dispu-
tarme la legítima posesión de mi patronato? ¡Ah! mi Antonio, la sangre me
hierve, y el resentimiento me arrebata con este pérfido. ¿Son estos los justos
medios de sostener su causa? Esto manifiesta lo desesperado de ella y lo falso
de su amistad. Pero al momento que me afligen estas cosas, qué júbilo no
siento en mi corazón al saber que poseo la amistad de mi Antonio, del fiel, del
generoso Antonio, del más antiguo y del más querido de todos mis amigos.
¡Qué contraste tan terrible hiere mi imaginación entre usted y Chomo! ¡Qué
cúmulo de reconocimientos me agitan! Y o leo el bello y juicioso escrito que
usted ha producido en mi favor contra ese abogado de la mentira y del error,
y salto de contento. ¡Qué gloria para mí tener un amigo digno de este nom-
bre! Mi Antonio, yo me turbo, no sé cómo expresar mi reconocimiento. Parece
que usted señala todos los días nuestra amistad con actos de una generosidad
sin ejemplar. Confieso que no soy digno de un amigo tal. ¿Podré olvidar al-
guna vez este nombre precioso, de Antonio Arboleda? ¡Qué execraciones iba a
pronunciar contra mí mismo si fuera cap~ de esta vileza, ni la distancia, ni
el tiempo, nada obrará sobre mi reconocimiento, éste será eterno. Auxilie usted
a mi pobre padre, sostenga la causa justa, y haga las funciones del defensor
de la verdad y de su amigo. Volvamos al Barón.
Ya anuncié a usted en el pasado mis trabajos botánicos; y ahora le parti-
cipo que después de partido el correo me dio este sabio el Species plantarum

• Juan José Hurtado Arboleda.


0
Alférez Real Manuel Caicedo y Tenorio.
• Los libros e instrumentos indicados por Humboldt serían adquiridos para Caldas por
suscripción pública en Popayán. Ver cartas N~' 56 y 59.
8
Al parecer Arboleda preparaba también listas de libros.
• Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
10
Jerónimo Torres Tenorio, a quien Caldas adscribirá años más tarde como miembro de la
Expedición Botánica.
11
Fray Pedro Lucas Tenorio Arboleda.

145
CARTAS DE CALDAS - 10

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de Carlos Luis Willdenow / 2 libro clásico en su género, para que tome de él to-
dos los géneros y todas las especies que omitió Paláu 13 en su informe edición de
Linneo. En estos pocos días he trabajado de un modo que no es creíble; tengo
escritas ciento seis páginas de las especies nuevas que he hallado, y solo he
llegado a los tres cuartos de la Diandria. Espero en un mes tener un libro
clásico, y comenzar a reformar el reino animal y el mineral, para comunicar
a usted y a mi generoso Páter todos mis nuevos conocimientos en botánica.
¡Ah! si fuera Willdenow12 o Bonpland, nada tendrían que desear en este
género. El último me ha enseñado su herbario hasta la Tetrandia; allí he
visto la palma de corozo, que es de un género incierto y muy afín al Caryota
urens, y esto debe empeñar a usted en examinarlo con cuidado cuando se res-
tituya a su hacienda. Vi allí mismo la cabeza de negro, palma muy común en
Timaná, que no sé si he oído decir a usted la hay en Caloto, es Phytelephas
macrocarpa. El bijao, que es su género indeterminado y afín al Thalia. Pero
oiga usted una particularidad que le ha de tocar a usted mud1o. Nues-
tro caucho es del mismo género del higo y de la breva que regala nuestras
mesas: es el Ficus pertusa. En fin, entre otro sinnúmero vi el yarumo de que
hacen por allá los alfandoques, instrumento músico, es Cecropia peltata. Y o
desciendo a estas menudencias, porque son útiles a mis amigos. Es necesario
que se comuniquen al abate don Juan, para que las observe y forme esqueletos
en la mansión que haga en Matarredondo o San Vicente. Usted verá la del
Padre,6 en donde le hablé de la paja de las capas de paja, de la paja del pára-
mo y de la triste suerte de la Aloysia citrodora. Fuera de estos señalados be-
neficios me ha animado a que haga un copioso herbario para ponerme en él
todas las especies, y que me sirva para estudiar en lo sucesivo. Considere usted
mi arrepentimiento de no haberlo antes, considere el ardor con que trabajaré
ahora en formarlo. Por fortuna han caído en mis manos unas partidas del
abuelo de mi cuñada, y están próximas al sacrificio tan glorioso para un aman-
te de las ciencias, y un fanático enemigo de la jurisprudencia! 14 No paran aquí
los beneficios que he recibido de este sabio. Me ha enseñado el tomo de la
Flora peruana y su Compendio; me dice que luego que concluya con Willde-
now, me señalará los géneros que no han errado los A. A. de este libro/11 para
que los añada a mi Linneo, o mejor, de mi Páter.11 Vea usted qué paso tan
importante hemos dado en la botánica. Iguales podemos hacer en la zoología
y en la mineralogía; que venga cuanto antes el sistema nature, para añadirlo
por el famoso de Gmellin 16 que está a mi disposición.
11
Carlos Luis Willdenow.
"'Antonio Palau y Verdera, publicó en Madrid, en 1784, una traducción de la "Parte
práctica de Botánica" de Carlos de Linneo.
"Ver sobre los estudios de Caldas las cartas 49 y 50.
16
Los autores de la Flora Peruana fueron Hipólito Ruiz y José Pavón.
1
°Federico Gmellin.
146

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El 9 de éste salgo con el Barón a nuestra primera expedición alrededor de
Quito; ya puede usted considerar cómo estaré preparándome para esta corre-
ría. La botánica sacará mucho. Se preparan el Barón y Bonpland a hacer la
disección de la llama, y yo de testigo de esta operación.
No puedo, no es posible meter en la corta extensión de una carta el cúmulo
inmenso de luces y de conocimientos que he adquirido en varios ramos, y sobre
todo en mi amada astronomía. ¡Ah! Si yo hubiera traído conmigo los instru-
mentos que tenía allá, mi octante, el telescopio, entonces sí trabajaría como un
Hércules. Cuide usted con un celo digno de un amante de las ciencias que
venga mi octante y microscopio, 11 con la mayor velocidad.
Ayer he visto el M. S. del Barón sobre las alturas del barómetro hechas
en Santafé; tiene agregado mi papel sobre Guadalupe, y una noticia circuns-
tanciada de mi cálculo.18 ¡Ah! mi Antonio, ¡qué reconocimiento no debo yo
tener con este hombre que tanto aprecio ha hecho de mis observaciones! El
ha recogido cuanto ha podido de mis cosas, y yo no le he reservado nada. Y o
hice mi viaje a Quito con mucha precipitación y dejé en mi casa papeles que
me podían servir y que necesito. Y a se ve, son unos apuntamientos informes y
que solo en mis manos se pueden hacer útiles: éstos están en poder de mi
padre 19 y quiero que vengan con el octante, tales son un libro con forro de
pergamino, en que hay mucho de los Guanches, de las Canarias, hay otras co-
sas, y sobre todo unas observaciones del primer satélite de Júpiter; otro cua-
derno en folio de un diario en que dentro de mil tontunas tengo mis medidas
por el barómetro, y algunas noticias importantes de Timaná, y en fin, otro de
observaciones astronómicas, estas tres piezas que vengan, mi Antonio. Y o no
puedo tolerar la dilación de quince días para la lista de los libros e instrumen-
tos.20 El Padre con su carta me ha sacado de mí mismo, corrí a la casa del
Barón, le manifesté nuestro calor, y a las siete de la noche recibí la primera,
y a las once del día siguiente la segunda. V a ver usted una pieza maestra en
su género. V ea usted la carta del Padre.11 Su asunto con don Cristóbal está de-
terminado por Toribio21 a su favor, él sale el 10.
Adiós mi amigo.
CALDAS

17
Sobre el envío de estos instrumentos véase la carta N9 59.
18
En el "Diario Inédito" de Humboldt se encuentra incorporado un cuadro de altura
barométricas de Caldas, Libro V, folio 113, recto y verso.
1
• José de Caldas Rodríguez de Camba.

"'Véase nota N9 5 a la carta N9 56, sobre esta lista de instrumentos y libros.


• Toribio Rodríguez.

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58
Quito y marzo 6 de 1802
1
Amadísimo Santiago: ¡Qué satisfacción he tenido al ver letra de usted,
pero qué carta tan pequeña! ¿Es posible que al tiempo que deseo saber de
usted, de sus cosas, de Pombo,2 de Mutis, de nuevos establecimientos y de
muchas otras cosas hechas en Santafé, usted me escriba como un relámpago
que cuando empieza acaba? Enmiéndese usted, escríbame largo y tome el ejem-
plo de su amigo.
Usted quiere saber qué suerte han corrido mis cosas con el Barón. Sepa
que han tenido un efecto que · yo mismo no me habría osado esperar; me ha
elogiado sobre mis conocimientos astronómicos más allá de lo que mi amor
propio podía apetecer. Y o me avergüenzo al ver este panegírico, y como usted
toma tanta parte en mis cosas, como estoy fuera de la nota de vano con un
amigo que me conoce tan a fondo, voy a verter a nuestro castellano las palabras
de este ilustre viajero. Después de referir los resultados de mis observaciones
astron9micas hechas en, Popayán, y compararlas. con las suyas, dice: "Este Mr.
Caldas es un prodigio en la astronomía. Nacido en las tinieblas de Popayán
ha sabido elevarse, formar barómetros, sectores, cuartos de círculo; medir lati-
tudes con gnomones de quince a veinte pies: yo he visto alturas correspondien-
tes tomadas con estos instrumentos, que apenas difieren de cuatro a cinco
líneas. ¡Qué habría hecho este genio en medio de un pueblo culto, y qué no
debíamos esperar de él en un país en que no se necesitase hacerlo todo por sí
mismo! El genio no puede extinguirse: él se abre las puertas para seguir la
gloriosa carrera que los Bouguer y los La Condamines han abierto. La Audien-
cia de Quito ha podido destruir las pirámides, pero no sofocar el genio que
parece propio de este suelo".3 He aquí, mi amigo, una corona superior a mi
mérito, y usted guardará reserva absoluta en este particular, excepto cqn mi
amado Miguel, 2 a quien le dirá usted que ahora sí tengo sólidos motivos de
queja contra él, pues no se ha acordado de poner unas memorias en la carta
de usted. .
Con inquietud imponderable espero la respuesta sobre mi proyecto de re-
correr una parte de la América; pero cuando esto no fuese ·posible, ¿no hará
usted sus últimos esfuerzos para llevarme a Santafé? ¿No acalorará usted a
Mutis~, en sociedad con mi Miguel, para ir a ese templo de la botánica? ¡~h!
2

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Miguel Pombo Pombo.
8
En referencia a este elogio del Barón Federico Alejandro de Humboldt, que por lo demás
Caldas ya había comunicado a Arroyo, véase la nota NI' 4 de la carta NI' 53. En el tiempo
en que Pedro Bouguer v Carlos M. de La Condamine, trabajaron en Quito, la Audiencia estaba
adscrita al Virreinato del Perú. ·
• El proyecto en mención había sido expuesto en la carta N~' 53 dirigida a Arroyo y en
la NI' 55 enviada al propio José Celestino Mutis.

148

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¡qué gloria para mí vivir al lado de ustedes! Sí, mi Santiago; promueva usted
este proyecto, acaloren a ese sabio botánico. Bonpland,5 el amable Bonpland,
me ha dicho que ese hombre sabi~ necesita de un joven que le ayude en la par-
te científica; Zea6 está destinado a París, y el sobrino7 quiere seguirlo; ¿no
es ésta la ocasión para que yo me ocupe dignamente en un lugar en que puedo
distinguirme e inmortalizar a mis amigos? En las manos de ustedes está el
asunto, y yo suscribo desde ahora a cuanto hagan mis más querido amigos.
Vamos al Barón.
Aunque la data de esta carta está en Quito, es equivocación: yo me hallo
en Chillo,8 bella casa de campo del Marqués de Selva Alegre, 9 en compañía
del Barón y de Bonpland; vivo en un mismo cuarto con éste, tengo sus ma-
nuscritos a mi disposición. ¡Qué honra! Considere usted qué pasos habré dado
en la botánica; salgo a herborizar con este joven ainable; actualmente hace la
disección de la maná, y es preciso asistir a ella, por lo que no puedo ser más
largo.
Saludo a mi Miguel 2 y a Camilo. 10 Adiós, mi amado amigo.
CALDAS

• Aimé Bonpland.
• Francisco Antonio Zea, enviado por el rey en misión científica poco después de salir de
la prisión de Cádiz.
• Sinforoso Mutis.
8
Localidad situada al sur de Quito.
• Juan Pío Montúfar.
1
°Camilo Torres Tenorio.

59
Chillo y marzo 6 de 1802
Mi amadísimo Antonio:¡.
Usted estará rabiando contra mí porque no le escribí en el anterior: así
piensa su mejor amigo, porque así le sucede a él cuando le faltan las letras de
sus amigos. El progreso de las ciencias entre nosotros, el deseo de que queden
en nuestros hogares algunas luces de las inmensas del .Barón, me ha hecho de-
jar a Quito y seguirlo a esta bellísima casa de campo en que escribo. He aquí
el origen de mi silencio forzado y el motivo de no haber contestado a usted en
el anterior; ahora lo hago aun antes de haber visto en éste carta· de mi Antonio.
V amos a hablar algo de botánica.
La dificultad fundada que usted me propone sobre la clara alias caraqueld;
de ser ésta dioica y su género de 1a monoesia, dejará de serlo cuando sepa usted
que se han suprimidó ya las clases ginandria, monoesia, dioesia y poligámia;
porque es necesario ser Dios para determinarlas por sus caracteres clásicos.
Nuestra planta, que en Popayán es dioica, si usted multiplica las observacio-
1
Antonio Arboleda Arraechea.
149

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nes, hallará muchos individuos que en un mismo pie poseen floJ:' masculina y
femenina, carácter que le volteará la cabeza y le hará perder mucho tiempo.
Así los sexos en tálamo distinto son ya inútiles en la botánica, y no debemos
acordarnos de ellos cuando tengamos a Willdenow, Screb2 y otros autores pos-
teriores. Por ahora, mientras no tengamos otra luz que la escasa y miserable de
Paláu,8 es necesario seguir las antiguas ideas y en el siglo XIX ser botánicos tan
rancios que olamos a Tournefort' y a Rumphio. ¡Qué malo es el Paláu! Más
propio para inducimos en error y desviamos, que para guiar hoy al conocimiento
de las plantas. No obstante, en los intervalos que me han dejado las continuas
inquisiciones con nuestro amable Bonpland,¡; he reformado infinito por el V/ill-
denow,2 Gmellin20 y Flora peruana. Ahora nos podrá ser más útil. Cuando me
desembarace de las continuas ocupaciones que tengo, copiando, diseñando, oyen-
do y caminando, entonces le iré comunicando a usted todo lo que ahora devoro,
sin reserva. ¿Puede mi corazón acaso ocultar nada a mi Antonio? ¡Ah! La
lengua se me pegará primero a las fauces, dejaré primero de vivir que ocultar
nada, que reservar algo al generoso, al fiel, al noble amigo que me glorío
poseer. Todo lo tendrá usted; mi gloria y la de usted deben ir acompañadas,
supuesto que nuestros corazones están unidos.
Acabo de ver la bella carta de usted. ¡Qué honor para Popayán tener
hijos tan grandes y tan nobles! ¡Qué gloria para mí poseer a mi Páter,6 a mi
Antonio! Sí, querido amigo, esta edad va a ser la época de la gloria de Popa-
yán. Yo, que soy el más oscuro de sus hijos, estoy ya inmortalizado por la plu-
ma de Humboldt. Por un camino impensado, y sobre lo que usted guardará
una entera reserva, excepto al Padre, he conseguido copia de una gran parte
de los manuscritos del Barón; la memoria sobre los caimanes y los asombrosos
descubrimientos de este sabio sobre su organización interna, sobre su respi-
ración,7 etc.; el viaje a Guadalupe, en que hago con mi medida un papel hon-
roso. Considéreme usted en concurrencia con Esquiaqui, con Mutis, con el
grande Mutis, con Nariño (éste hizo una medida barométrica en el tiempo de
su prosperidad), y mi medida; las alturas del mercurio que yo asigné son las
que se aproximan más. El mismo Barón casi no sube a Guadalupe, atendiendo
la armonía que da al mercurio en Santafé este joven físico con mi barómetro,
1 Carloe Luía Willdenow, Juan Christian Daniel von Schreber.
1
Antonio Palau y Verdera.
• Joeé Pitton de Toumefort.
1
Aimé Bonpland, con quien Caldas tuvo estrecha amistad, especialmente durante el viaje
a autlo.
• Juan Joeé Hurtado Arboleda.
• Da aquí Caldas una relación del contenido del "Diario" del Barón Federico Alejandro de
Humboldt en la parte inédita pertinente al viaje por el río Magdalena, la que no alcanzó a ser
desarrollada y publicada en el famoso "Viaje a las Regiones Equinocciales de América" que
apenas llega hasta las costas colombianas. La mt>moria sobre los caimanes está en las páginas
17 a 22 del Libro VII a et b. Ver "Revista de la Academia Colombiana de Ciencias" NQ 51,
páginas 393 a 398.

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son sus palabras. Impugna las de Mutis, Esquiaqui y Nariño, y yo reino.8
Esto lisonjea mi amor propio, pero cuando se me voltea la cabeza, y si no
viviera en una religión en que nada nos toca, me ensoberbecería cuando habla
de mi astronomía. Y o mismo me avergüenzo, y si no tratara con la mitad de
mi alma, nada diría. Mi honor y mi gloria son gratas a usted, pues oiga las
mismas palabras del Barón traducidas a nuestra lengua. Después de referir mis
datos y resultados astronómicos, dice: Este Mr. Caldas es un prodigio en la
astronomía. Nacido en las tinieblas de Popayán, ha sabido ele'Yarse, formarse
barómetros, octantes, sectores, cuartos de círculos de madera; mide latitudes
con gnomones de 15 o 20 pies. ¡Qué habría hecho este genio en medio de un
pueblo culto y qué no debíamos esperar de él en un país en que no se necesita
hacerlo todo por sí mismo! El genio no puede extinguirse y se abre las puertas
para seguir la gloriosa carrera que los Bouguers y de La Condamines han abier-
to La Audiencia de Quito ha podido destruir las pirámides, pero no sufocar
el genio, que parece propio de este suelo. 9 ¿Puedo desear corona más gloriosa
ni premio más grande de mis pequeños trabajos? ¿Qué dirá este viajero cuan-
do complete su carta del Magdalena con mis observaciones? 10 Estas le arran-
caron la expresión de hacerme en esta parte superior a Jorge Juan.11 ¡Qué
honor!
Tengo también sus observaciones sobre el zancudo; 12 aquí admirará los
vastos, los profundos conocimientos de este sabio. A un amigo virtuoso, ins-
truido y modesto con que el cielo ha consolado en parte la ausencia de los que
tengo en Popayán y Santafé, ha dado su memoria sobre la olatina, que esos
viles, esos bajos espíritus han querido hacer misterio infame de lo que la gene-
rosidad del. Barón les dio. Pero ya tendrán allá toda la memoria, y quizá más
completa que la simple receta que les dejó. Este amigo es don Juan de Larrea,
no de los que han pasado ahora años por Popayán, sino otro que ha viajado a
Europa, que tiene genio, luces y grandes conocimientos en química, artes y .
hoy Director del Hospicio, obra que ha adquirido entre sus manos un grado
de perfección que no se habrían osado esperar sus compatriotas; este amigo ge-
neroso me la ha franqueado, digo más, ha escrito al Padre y remitídola a uste-
des, porque ninguno que me ama puede dejar de amar a los Arboledas. El sabe
el espíritu y las virtudes de ustedes, y yo he sido el panegerista, mejor, el pla-

8
Domingo Esquiaqui, Antonio Nariño y José Celestino Mutis.
• Sobre este elogio, ver nota N9 4 a la carta N9 53.
10
La carta de Caldas del alto Magdalena fue incorporada por Humboldt a su Atlas y aparece
en la plancha N9 24.
n Jorge Juan y Santacilia.
J:J Ver neta N 9 7. La memoria sobre los mosquitos está en los folios 24 a 29 del Libro

VII a et b del "Diario Inédito" de Humboldt.

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ticador de sus brillantes cualidades. Amenle ustedes, porque él los ama y lo
merece. 13
Pero me desviaba del Barón. Tengo sus observaciones astronómicas, una
excelente instrucción sobre los pararrayos, tan fáciles de ejecutar y tan diversos
de los miserables del Sigod,14 que no acabo de admirar los progresos que ha
hecho el espíritu humano en estos últimos años. ¡Qué ideas tan grandes, tan
varias y riuevas tengo sobre la electricidad! Y a irá la memoria; pero no puedo
dejar de decir ahora estas asombrosas verdades, que admirarán a nuestro abate
(a quien no es posible escribir ahora y a quien testificará mi amor invariable).
El humo es el mayor conductor de la electricidad. Canon luminoso y funda-
mental en la teoría de este flúido misterioso. Dejará al oro, al hierro y a todos
los metales por el humo. He aquí que es la última imprudencia encender com-
bustibles húmedos en tiempo de tormenta; he aquí por qué cayó el rayo más
bien en la chimenea de Restrepo que en su cuarto, que está más elevado; he
aquí quitadas mil dificultades. ¡Si usted viera las victoriosas pruebas que lo
confirman! Pero no hay tiempo; oiga otro principio luminoso. Hasta ahora se
había creído que la electricidad negativa era una carencia de electricidad; pero
ya hemos salido de este error. Son dos flúidos distintísimos que tienen iguales
y contrarias propiedades; ¡qué paradoja!, pero ¡qué verdad física tan bien
establecida! Oiga otra novedad. Hay rayos negativos y los hay positivos, y
todos sus efectos son análogos a la especie de electricidad. La atmósfera unas
veces se carga de una y otras de otra; unos cuerpos producen por la frotación
ésta y otros aquélla. Hay rayos, y el Barón es testigo de uno que cayó en V e-
necia y no tocó ningún metal, habiendo arruinado el mármol, la madera y todos
los cuerpos no metálicos. ¡Qué novedad! ¡Qué objeto de profundas investiga-
ciones! Los fenómenos eléctricos, como los polos magnéticos, se destruyen, se
atraen, y presentan los dos flúidos la más completa analogía con los fenóme-
nos magnéticos. La electricidad tiene períodos como los tiene el barómetro, y
tan arreglados al movimiento del sol, que dada la hora se da el maximum, el
medium y el mínimum de la electricidad. Y o no puedo en una carta decir a
usted el cúmulo y la inmensidad de conocimientos que la bondad de estos via-
jeros ilustres me ha suministrado; 15 pero consolémonos, todo irá poco a poco,
y teniéndolos yo los tiene usted. ¿Qué diré a usted de la lluvia, de la forma-
ción del agua, de las partes que la constituyen? ¿Qué de todos los grandes
conocimientos magnéticos? ¿De los geológicos, de los geográficos, de minas,
de piedras, de aguas minerales, etc. etc.? Y o no me conozco. El estado de las

"' La memoria sobre la Platina, motivo de este párrafo sobre el que falta más información,
y que Caldas ha conseguido por obra de Juan de Larrea, se encuentra incluida en el "Diario
Inédito" de Humboldt.
"M. Sigaud de la Fond autor de la "Física Experimental".
"'El manuscrito sobre electricidad está en la página 132, Libro Vll a et b del "Diario
Inédito" de Humboldt.

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ciencias en España, en Europa, en América. ¡Ah! mi Antonio, un año apenas
bastará para comunicarle todo lo que he visto y aprendido! Contémpleme usted
ahora que ha diez y ocho días que estoy con él en Chillo, viviendo con Bon-
pland5 en un mismo cuarto y todos sus manuscritos a mi disposición. 15 El Ma-
yo, todas las plantas que han visto desde Cartagena, todo lo veo y todo tengo
facultad de copiarlo. Salgo con este amable y sabio botánico a herborizar; estoy
formando un excelente herbario, él le pone los nombres y me ha franqueado
papeles para secarlas. ¡Oh, Dios, qué feliz soy yo! Parece que la Providencia
quiere premiar mi ardor por las ciencias con tan augusta compañía. Y o espero
formarme botánico, y ya he comenzado a hacer descripciones latinas, a que es
necesario acostumbrarse. Me ha hecho un plan de estudio y de práctica de
botánica. Es preciso trabajar, es necesario estudiar. ¡Qué felicidad! Pero en
medio de esta gloria una nube negra oprime mi corazón. Esta es la enferme-
dad del abate, de este amigo querido y virtuoso. No me atrevo a decir a él
mismo el juicio terrible que ha formado Bonpland de su espantosa enferme-
dad. Contribuyamos a salvar a este amigo, mostremos que lo somos haciendo
los oficios humanos que en otro tiempo hicieron usted y él con mi hipocondría.
Usted insinúesele con prudencia, pues yo le amo hasta no atreverme a darle
este coup de foudre directamente. ¡Cuánto siento esta desgracia de mi abate!
La amistad es el gran bien de los mortales, y en este momento estoy por creer
que también nos producen los más crueles dolores. Nada hay en esta región
de miseria que no sea una mezcla de gozo y de pena.
Dejemos estas reflexiones tenebrosas, no insistamos en ellas sino para ali-
viarlo. Volvamos al Barón.
He dicho las últimas resoluciones del Padre sobre libros e instrumentos. 16
La ha recibido como es preciso que lo haga un sabio. Es cosa extraordinaria y
admirable, dijo, que un americano piense en hacer grandes gastos por cultivar
y connaturalizar las ciencias en su patria. Superior al Conde de Gijón,11 no
mira sus intereses ni la sórdida ganancia. Generoso, quiere ilustrar a sus con-
ciudadanos sin enriquecerse. ¡Qué bello elogio de la boca de un sabio!
Para el correo venidero va la lista proporcionada a los mil doblones 18
que me dice ha resuelto por último remitir, con las cartas para Lalande y Mas-
cheline.10 Y a está el Padre inmortalizado. ¡Cuánto admirará La/ande, el de-
cano de los astrónomos, este proyecto colosal! dijo el Barón. Todos los papeles

18
V cr la carta N° 56.
17
Conde de Gijón.
18
Copias manuscritas de la lista definitiva se encuentran en el Archivo Central del Cauca
(Colección Mosquera) y en la Universidad Javeriana . La primera de ellas fue publicada en el
Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia, NI> 101.
10
Los instrumentos y libros deberían ser adquiridos en Europa por recomendación de
Humboldt y mediante los buenos oficios de Neville Maskeline en Londres, José Jerónimo Le
Franc;ois de Lalande en París, y Brodhagen en Hamburgo.

153

©Biblioteca Nacional de Colombia


públicos de Europa van a llevar el nombre de Arboleda por todas partes. Po-
payán va a distinguirse entre todas las ciudades de América.
A nadie escribo porque no hay tiempo, y usted pasará a mi casa, impondrá
a mis venerados padres de este paseo científico con Humboldt; que estoy con
la salud más lozana; que en el venidero escribiré a la larga. Al Padre que é:.ta
es igualmente para él, que en el siguiente tendrá un correo grande y científico.
Mañana estamos de disección anatómica de la llama; pobre, qué bella es la
destinada al sacrificio; pero las ciencias lo exigen. El octante que venga volan-
do, aunque sea por el correo.
Saludo a todos y que usted me ame como lo ama,
CALDAS

60
Quito y marzo 21 de 1802
1
Amadísimo Santiago: ¿querrá usted, después de todo lo que hace en ho-
nor y en favor mío, que sea insensible, que no dé este pequeño desahogo a mi
alma conmovida? ¿Pretenderá usted que no use de tiernas expresiones? Quí-
teme usted el corazón que tengo, fúndame en otro molde, y entonces conseguirá
que no diga que Santiago, que el generoso Santiago es mi mejor amigo, que no
soy digno de él, que nada hago capaz de manifestar mi reconocimiento. Cada
correo es un golpe de generosidad, un ejemplo. ¡Ah! Santiago mío, qué bueno
es usted conmigo, qué bueno es mi Miguel! 2 ¡qué bueno es mi Camilo! 3 ¿Para
qué envidio yo la suerte de ningún mortal? Poseo el amor y la amistad de este
triunvirato de la virtud, y esto vale más que el dominio del universo. ¡Qué
feliz soy yo teniendo a ustedes por amigos! Mi garganta se anuda, y comien-
zan mis lágrimas a empapar la carta de usted y la de mi Miguel. Mis amigos
de Quito vieron mi turbación, y me retiré a un aposento solo con las cartas de
ustedes; allí di curso libre a mis lágrimas, y permití este desahogo a este cora-
zón, teatro del amor y del reconocimiento. Doscientas leguas nos separan, y
doscientos puñales atraviesan mi corazón. Jamás he pensado en ser Blanchart,
y hoy miro al arte de este físico como al más necesario para mí, para dejar a
Quito, volar a Santafé, unirme a mi Santiago, a mi Camilo, a mi Miguel. Esta
imaginación me saca de mí mismo, caigo en delirio y comienzo a olvidarme de
mí mismo. Es preciso reprimir a este corazón, es preciso hacer callar a esta
alma abrasada, para poder hablar de otra cosa.
Un verdadero amigo no tiene precio; él es ingenioso para servir a su ami-
go aun en los casos imposibles. Y o intereso a usted en una cosa, es imposible

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Miguel Pombo Pombo.
8
Camilo Torres T enorio.

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conseguirlo, y usted toma otro rumbo posible; yo pido protección al Gobierno, 4
éste no puede, y Santiago imagina una suscripción; no solo imagina, obra5
conmueve a cuantos le rodean: no se contenta, vuela cartas a Popayán, a Car-
tagena, se vuelve avaro. ¡Ah! esto es mucho, mi Santiago, esto es sacrificarse
por un amigo, por un amigo que aún no ha servido de nada, y de quien no
tiene que esperar. Pero el carácter distintivo de la verdadera amistad es éste,
es ser noble y desinteresado, ser oficioso y activo. Pero en medio de este ardor
que honra a nuestra especie, ¿se conseguirán nuestros fines? ¿Iré a Lima, visi-
taré a Méjico? Esto es lo que no puedo saber: esta incertidumbre me agita. Lo
que sé es que los Arboledas, 6 estos hombres dignos de nuestra amistad, han
recibido con entusiasmo la cosa; que Chomo7 mismo, actualmente enemigo mío,
ha alborotado y suscrito con treinta pesos anuales; pero me dicen que Grijal-
ba8 se halla tranquilo, y deja pasear en su mollera el proyecto; estas son las
palabras de un amigo de Popayán (el Provisor) .9 ¡Quién sabe la suerte que le
habrá tocado en Santafé! Pero supongamos por un momento que por una ca-
sualidad inesperada y rara se desnuden de su egoísmo mis paisanos, y den para
mi viático; ¿hasta dónde se elevará la gloria de los tres amigos, de estos tres
ídolos de mi amistad? ¡Ah! yo los veo ya inmortalizados. Autores de un viaje
sabio, autores de la felicidad de su patria, ¡qué gloria! ¡qué honor! Una es-
tatua a Pombo,2 a Santiago/ a Camilo,3 sería una pequeña recompensa, y el
mejor destino que se daría a los primeros metales que produjeran nuestras
minas, de estas minas cultivadas y llevadas a su perfección por la sabiduría y
por la generosidad de tres ciudadanos ilustres. ¡Ah! si mis días alcanzaran a
erigirlas! ¡Si esta mano que pone estas líneas formara los diseños! Este sería
el día de mis triunfos y de mi gloria. Por lo que a mí toca, estoy seguro que
si doy vuelta a la América, si lleno de conocimientos vuelvo al seno de mi pa-
tria, si estos conocimientos mejoran nuestras minas, el primer destino que ins-
piraré a mis compatriotas será grabar la imagen cara de mis tres amigos sobre
el bronce. Así dejaremos a la posteridad tres modelos de sabios y de generosos
ciudadanos. ¿Pero una estatua satisfará mi amor? No, Santiago, no; ustedes
harán el papel más glorioso en la relación que forme de mis viajes; las plantas
nuevas que he de hallar llevarán los nombres de Perecía, Torrecia, Pombea;

• No se conoce petición de Caldas al Gobierno distinta de las recomendaciones hechas en


las cartas Nos. 55 y 58 a su corresponsal en Santafé tendientes a interesar al Virrey y al
consulado en Cartagena en proyecto de acompañar a Humboldt.
• Sobre esta suscripción para el viaje de Caldas no hay más referencias.
• Los Arboledas Arraecheas por su parte habían abierto suscripción para la compra de
instrumentos y libros según las listas elaboradas por Humboldt, ver cartas NO 56, 57 y 59.
• Jerónimo Torres Tenorio.
• Juan Mariano Grijalba.
• Manuel María Arboleda Arraechea. V éase en la carta 56, la primera alusión al proyecto
de compra de dotación científica para Caldas.

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en fin, todo deben ustedes esperarlo de su Caldas. Cuando no viera otro fin
en mis indagaciones botánicas, me consagraría a ellas con todas mis fuerzas.
Pero fuera de la perfección de nuestras minas, ¿qué inmensos beneficios
no debemos esperar en otros ramos? Nuestra agricultura, esta madre de las
artes y del hombre, la haríamos dar un paso importante. ¿Cuántas plantas
cultivamos torpemente y sin inteligencia? ¿Cuántas no cultivamos por pereza
y por una indolencia reprensible? ¿Cuántas exóticas de primera necesidad no
nos procuramos? El cacao, la caña de azúcar, el maíz, el trigo, el arroz, apenas
conocemos los principios de su cultivo. Imitadores de los indios en unas, y de
los españoles en las otras, nada hemos mejorado. Tres siglos no han podido
sacarnos de nuestra barbarie, y contentos con nuestra agricultura tradicional,
dormimos tranquilos en medio de tinieblas. Voy a decir a usted una cosa que
le ha de costar trabajo el creerla. Ya sabe usted el ruido que ha hecho en Eu-
ropa el arroz de secano, ha visto en los escritos de Gómez y Ortega10 los cui-
dados que se tomaron para connaturalizarle en España trayendo las semillas
de Oriente. ¿Puede usted persuadirse que a diez leguas de Popayán, en Patía,
no se cultiva otro que el de secano? Este es uno de los más preciosos frutos de
mi viaje a Quito, y sobre lo que estaba formando una memoria para imprimirla
en El Correo Curioso, que merece el título de efímero. ¡Hasta dónde llega nues-
tro letargo y nuestra poca reflexión! Los mismos que poseen el secano en Patía,
le inundan en Caloto, sin caer en cuenta que llevando a ésta las semillas de aquél
se librarían de todas las malas consecuencias del primero. Somos bárbaros, mi
Santiago, ni lo mismo que poseemos conocemos. Y o soy testigo que en Patía
se cultiva el arroz de esta manera: sobre una loma árida, como es casi todo este
valle abrasador, se cerca un trozo de terreno, se introducen algunas reses para
que descuajen, ya comiendo, ya estropeando, y ya para el abono; rozan lo que
el ganado no ha podido destruir, y a fines de septiembre riegan el arroz, lo
cubren y lo ponen en manos de la simple naturaleza; no se vuelven a acordar de
él hasta coger el fruto sazonado, pues no tiene enemigos; no recibe más humedad
que la de la lluvia y el rocío. ¿Y después se anuncia en la Gaceta que el Arzobis-
po de Valencia cogió cuatroespigasde secano a fuerza de cuidado? Los botánicos
no conocen otra especie que la oriza sativa, y el secano no se diferencia del ane-
gado sino por la propiedad de criarse éste sobre el lodo y aquél sobre la arena.
¡Qué bellas reflexiones había hecho en mi Memoria! Y o he mirado la materia
por todos sus aspectos, y.creo haber hecho un descubrimiento, si no más precioso,
igual al hallazgo de la quina en el Reino; a éste se le dan 2.000 pesos, y yo no
hallo quién apoye un viaje que pudiera ser útil. 11
El azúcar, que nos es tan útil y que hace el fondo de la subsistencia de
nuestras provincias, ¿en qué estado lo tenemos? En La Habana se ha connatu-
10
Cuimiro Gómez Ortega.
11
La memoria sobre el arroz secano nunca fue publicada ni escrita.

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ralizado la caña de Otaití, y nosotros no la conocemos. Bosques inmensos con-
sumimos en nuestros ingenios,12 y los habitantes de esa isla industriosa no em-
plean más combustible que la hoja y el bagazo, y esto basta para enriquecerse
y. ser uno de los pueblos más felices. Nosotros no conocemos la teoría del fuego,
ni la construcción de los hornos. ¿Qué conocimientos no traería de mi viaje he-
cho con Humboldt, sabio profundo en esta materia, y con la vista de sus hor-
nos?13 Los ingenios que han llegado a su perfección en las islas me instruirían
del modo de construir los nuestros.
El cacao: este grano, origen de la mayor parte de nuestras riquezas y nues-
tros placeres, está a medio cultiYar. No conocemos la poda, ni los mejores modos
de plantarle y educarle, y es sin contradicción lo más perfecto que tenemos en
este género. Y o he vivido muchos meses en unos pueblos que no tienen otra ocu-
pación, y sé a fondo el estado en que está esta materia.
Del maíz, ¿sacamos las ventajas que saca el turco, el francés, el gallego?
No hacemos más que lo que hacía un vasallo de Atahualpa.
La papa, el dón más precioso que ha hecho la América al antiguo Conti-
nente, no la cultivamos mejor.
El trigo, ¿conocemos siquiera sus infinitas especies? A dos o tres de las
menos ventajosas se reducen nuestras sementeras; ni el nombre hemos oído de la
especie del milagro. Si así estamos en lo que cultivamos, ¿estaremos mejor en
las que nuestra desidia abandona? Inmensas sumas van a Guateque y vienen a
Ibarra (hablo contraído a Popayán), por el anís, cuando se da tan bien en mi
patria, que parece su suelo nativo, y pudiera dar la subsistencia a muchas fami-
lias que hoy mueren en la miseria e inacción.
El añil, que se da silvestre, y yo lo he visto en las cercanías de Popayán,
que vienen cantidades inmensas de Guatemala a las fábricas de Quito, ¿no po-
dríamos pagar con este ramo de industria las grandes cantidades que vienen por
la bayeta y por el lienzo?
De las exóticas no tenemos una, bajo del clima feliz del universo. Si excep-
tuamos las que los españoles al tiempo de la conquista trajeron, no conocemos
otras. Cuántas legumbres, cuántas hortalizas, cuántas medicinales posee un pue-
blo culto de Europa, y aun otros de la América, y nosotros por indolentes no
las conocemos, y las compramos a gran precio. Aún hay más, ¡cosa asombrosa!
la· jalapa, la mirabilis jalapa, conocida entre nosotros por los nombres de buenas
tardes, trompetilla, propia de la América, se lleva a Europa de Méjico, y sin
más beneficio que el haberviajadoa:esaparte del globo, nos la vuelven por Cádiz,
la pagamos muy bien, y la tenemos en Neiva, en Caloto y en Popayán. Y o la he

10
Interesante indicación de la depredación "industrial" de la riqueza.
"' Sin embargo, la visita de Federico Alejandro Humboldt a la isla de Cuba ya se había
realizado.

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determinado mil veces, y ni aun sabemos que esa es la mirabilis jalapa. ¡Qué
bárbaros estamos, mi Santiago! Esta materia es inagotable para mí. ¡Cómo
será cuando vuelva con las lecciones del amable Bonpland! 14 Si me pongo a ha-
blar sobre nuestro comercio, ¿bastará una resma de papel? Estoy seguro que no.
¿Qué conocimientos no traería del imperio del Inca y Moctezuma? ¡Ah! no
caben en mi imaginación las ideas colosales que formo sobre estas materias.
¿Qué plan tan profundo de comercio no formaría después de mi correría? Los
intereses de cada provincia con sus vecinas y los del Reino con el universo serían
el resultado de mis indagaciones y de mis viajes. Nuestros caminos, nuestros ríos
navegables, ¡qué materia tan amplia para sabias indagaciones! Las ideas se me
atropellan en este momento, y no sé por dónde he de partir. Un carta política
del Reino, este objeto que tanto me ha ocupado, y de que ni los pueblos más
cultos tienen una, sería tal vez la primera en este género. Sobre cartas minera-
lógicas, cartas geológicas, son inacabables mis conjeturas. Usted sabe qué lugar
ocupa en mi alma este ramo de las ciencias, que él ha sido mi tema y mi delirio,
y a usted dejo lo que yo me imaginaré. La astronomía, ¡oh Dios! ya llegué a mi
furor. Sé que he de delirar, no quiero decir nada, por decir algo de lo que
se ha hecho en el viaje a Chillo y a Antisana. El primer lugar es una bella casa
de campo de Montúfar/11 y el segundo, la montaña tercera en el orden de las
elevaciones. Y o acompañé en esta expedición al Barón; he pasado treinta y siete
días con este genio original y grande. Aquí le he visto observar, medir. A Bon-
pland determinar plantas y formar herbarios. Y a he comenzado el mío, y tiene
más de doscientas secas y mucha parte descritas. En descripciones he adelantado
mucho, porque formaba solo mi descripción, y con vista de la planta la corregía
Bonpland, y he llegado a formarlas que han merecido la aprobación de este
botánico, todas latinas. Si usted cultivara este ramo con el ardor que otros, ya
le mandaría mis muestras; pero temo asesinarlo con estas cosas, y lo omito. He-
mos medido una base para la determinación de la altura de Pichincha sobre el
nivel del Chillo, y el Barón subió en Antisana hasta ver su barómetro en 14 pul-
gadas y 11 líneas, elevación prodigiosa a que ningún mortal ha subido. La Con-
damine16 se gloriaba con justicia que él era el hombre que más se había elevado
sobre el mar, estando su barómetro en 15 pulgadas y 10 líneas, es decir, lllíneas
más alto que el del Barón; por consiguiente, éste subió cerca de doscientas
varas más que el astrónomo de París, y es sin disputa el mortal que más se ha
elevado. ¿Será también el genio más sublime de nuestra edad? Y o quiero per-
suadirme a ello: si me engaño, nada pierdo. Bonpland halló en esta montaña

" Aimé Bonpland.


~Juan Pío MontMar.
10
Carlos M. de La Condamine, quien sin embargo no actuó como "Astrónomo de Paría",
es decir director del observatorio de esa capital.

158

©Biblioteca Nacional de Colombia


más de cincuenta plantas nuevas; se hizo con la mayor felicidad esta primera
expedición. Se prepara otra a Cotopaxi, adonde sigo al Barón hasta el mismo
cráter: quiero ver ~ste abismo, quiero contemplar a la naturaleza grande y her-
mosa, quiero ver esta hoguera espantosa de bien cerca. Que no tengamos la
suerte de Plinio en el V esubio, es lo que deseo.
Usted me dice que su hermano José Antonio17 me remite el Diccionario de
V almont. 18 Santiago mío, usted no piensa en otra cosa que en colmarme de be-
neficios, ésta parece su pasión dominante, así como la bondad de usted ha hecho
que la mía sea su amor.
Usted me hace muchas preguntas que yo quisiera satisfacer, pero ahora es
imposible; sepa usted solamente que mi teoría sobre el termómetro se la dije con
la mayor confianza, y el resultado fue éste: M. Saussure19 imaginó medir las
montañas por medio del termómetro sumergido en el agua hirviendo: ¡bello
principio! Hizo muchos experimentos sobre las montañas de Suiza, y halló que
seiscientos cuarenta pies correspondían a un grado de Reaumur. El Barón no
suscribe a este modo de pensar de M. Saussure, porque este célebre físico forma
tma progresión aritmética, siendo así que la ley de las densidades del aire es en
progresión logarítima o geométrica. M. Saussure con los mismos principios ha
seguido un rumbo bien diferente, pues olvidando esta ley, ha perdido su trabajo,
cuando yo he tenido por objeto principal esta ley; a ella se reduce mi fórmula.
Ya se acordará usted que le remití un ejemplar del cálculo,20 y todo él se dirige
a calcular elevación del barómetro por el termómetro en agua hirviendo; 21 co-
nocida la del barómetro, está resuelto el problema de medir las montañas por
el termómetro. Saussure me ha precedido en la teoría; pero soy original en la
fórmula, y tengo la gloria de haber resuelto este problema físico de un modo
elegante, y lo que es más, que mi método, absolutamente diferente del de Saus-
sure, es tan exacto, que las mayores diferencias en los resultados del cálculo no
pasan de 1Yz líneas, exactitud a que no ha podido llegar M. Saussure ni otro
europeo. El Barón me dice que se ha abandonado del todo el método de este
físico por su inexactitud. Ahora sí debe usted felicitarme; ya sé lo que Europa
sabe en otra materia, y si yo por mis libros miserables adiviné la teoría funda-
mental, he llevado el cálculo por un camino bien diferente, y he dado un grado
de perfección al método, no conseguido en Europa. Consulte usted mis cartas
sobre esta materia, y verá qué exactitud tan asombrosa en los resultados. Así

•• José Antonio Pérez de Arroyo y Valencia.


l.8 Jacobo Cristóbal Valmont de Bomare.
10
Horacio Benedicto Saussure. Sucio, como lo denomina Caldas en la Memoria sobre la
Altura de las Montañas.
1#J Véase carta N9 40.
111
Caldas en su método encuentra una relación lineal entre la temperatura de ebullición y la
presión atmosférica o la altura de la columna barométrica, ligada ésta con la elevación por una
relación diferente.

159

©Biblioteca Nacional de Colombia


observaba en Popayán antes de conocer a Humboldt. ¿Qué haré después de
haberlo consultado? ¡Ah! si se verifican nuestros grandes proyectos, ¡a qué
punto de perfección llevaré este objeto interesante! Estoy ahora seguro que tiene
algún mérito la cosa, y que merece el perfeccionarse; tengo las observaciones
hechas en Guadalupe y Santafé por este viajero, y son en Popayán 203°3 Fahr.;
Santafé, 198°2; Puracé, 198°2. El resultado de Guadalupe y Monserrate se me
ha confundido, y en el siguiente irá con mis meditaciones y cálculos. Y a está
usted servido en este asunto. Acerca de nuestras cosas no hay duda que padecerá
muchas equivocaciones; yo lo desengañara; pero en materia de usos y costumbres
es absolutamente reservado; todo lo escribe en alemán, 22 para ocultarlo más.
Solo me dijo, en honor de Popayán, que es la más bella situación; que su cielo
es encantador; que sus campos son unos jardines; que en ninguna parte de
América había hallado más número de gentes instruidas y que deseasen instruir-
se, que el Prebendado Arroyo23 fueron sus palabras: era uno de los hombres más
instruidos, y que al bello talento unía juicio y conocimientos. ¡Qué amable es
la familia de Arroyos! Todor, así los que conocí en Santafé como en Popayán,
están formados bajo un mismo modelo: amables todos. De Quijano24 dice que
a pesar de sus conocimientos químicos no tiene carácter, todo lo abraza, nada
concluye. De Grijalba8 se queja por taciturnidad, y dice que no sabe lo que es.
De Mutis, el sabio Mutis, ¡qué elogios no hace este sabio! Este sí es hombre,
éste sí merece nuestro respeto: vaya reservado. Las observaciones del barómetro
de este sabio, me ha dicho, son de lo más defectuoso; yo he leído su diario, y he
visto que el barómetro de Mutis es un termómetro de Ammotons, que ha enga-
ñado a este sabio treinta años, y que sus inmensos trabajos son inútiles absoluta-
mente.2~ El papel se acaba y yo con gana de hablar a usted más; tanto me
deleito escribiendo a mi Santiago. No puedo ahora remitir la parte alta del Mag-
dalena,26 porque el único borrón que poseo lo tiene Humboldt; así que lo de-
vuelva tendrá usted lo que apetece; y mande al más grande de sus amigos,
CunAS
"" En el "Diario" de viaje de Humboldt los estudios científicos y las observaciones y medi-
ciones y comentarios a éstas están en francés. Las anotaciones referentes al país, sus usos y
costumbres lo están en alemán.
"" Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
"'Tomás Antonio Quijano García de Lemos.
15
La anotación referente a los trabajos de José Celestino Mutis está en la página del
"Diario Inédito".
""Ver carta NQ 52, nota N9 8.

61
Quito y marzo 21 de 1802
Antonio1 querido: me avergüenzo al creer que usted me sospeche de reserva.
¿Puedo reservar algo al más grande, al más generoso y al más antiguo de mis
fieles amigos? No, mi Antonio, no es capaz mi corazón agradecido de estaba-
1
Antonio Arboleda Arraechea.

160

©Biblioteca Nacional de Colombia


jeza. Oiga usted el plan y el orden de mis ideas, convénzase y absuelva al mayor
de sus amigos.
Esta sed, este furor de saber y de ser útil me devora: usted conoce bastante
a Caldas para convencerse de ello sin prueba. Las cadenas, la más fuerte de
todas, la pobrez.a, me ata a este suelo desgraciado para las ciencias: yo, seme-
jante a un león de Numidia en el parque del Gran Señor, que prueba todos los
modos de libertarse, dejar la prisión y restituirse a sus bosques nativos; que
cansado de esfuerzos inútiles, queda debilitado y tendido sobre la arena por
largo tiempo; que de repente se aviva de nuevo en su corazón el amor de la
libertad, que lleno de furor e indignado contra su debilidad reúne sus fuerzas
y hace espantosos movimientos, estremece el vivar y parece que va a dar fin a
cuanto lo rodea: Esta es la fiel pintura de mi alma. En un momento de furor
y de desesperación tomo la pluma y emprendo cosas que a los ocho días miro
como quimeras.
Un día, el 28 de enero de 1802, agitado mi pobre corazón, revolvía en
él los modos de ilustrarme y de seguir a Humboldt; por todas partes no veía
sino muros de bronce y obstáculos insuperables. De repente imagino que Mutis
podía apoyar mis ideas, que quizá sería útil para la misma expedición de que
se halla encargado, y puse a mi amadísimo Arroyo la que usted ha visto.2 Y o
no imaginé jamás suscripción alguna, y solo pensé en que Mutis y el Consula-
do me apoyasen por interposición de los amigos. Jamás pensé que se realizase
ni que tomase el cuerpo que ha tomado; 3 solo se trataba de tocar con el Virrey
y el Consulado, e ignorando todavía el suceso ¿para qué había de ocupar mis
cartas con asuntos que miraba en perspectiva y con perjuicio de las noticias de
Humboldt? ¿Si yo me hubiera dilatado en esto, sabría usted lo que le he escri-
to? Por otra parte, estando usted en Popayán y no pudiendo apoyar mis ideas,
¿para qué ocuparlo con esto? En fin, el tropel de cartas, de estudios y de libros
no me han dejado tiempo para decir todo lo que sé y todo lo que he aprendido
del sabio viajero que hoy poseemos. Concluyamos que debe estar usted seguro
de que mi confianza es completa, que si callo algo es por no cantar inútilmente o
por una inadvertencia inocente. Esté usted seguro que soy fiel en mi amistad y
sincero en mis expresiones. Absuélvame usted y vamos a tratar de lo mucho,
de lo inmenso que he aprendido de Humboldt y de Bonpland.
Vamos por partes.
La botánica, ¡qué progresos tan reales no he hecho en treinta y un días
que he consagrado a esta ciencia preciosa, bajo la dirección del amable Bon-

•ver carta NQ 55 en la que recomienda a Santiago Pérez Arroyo y Valencia para que
él y sus amigos intercedan en Santafé ante .losé Celestino Mutis, ante el Virrey Pedro Men-
dinueta y Muzquiz y ante el Consulado de Cartagena para la realización de su proyecto de viaje
en compañía de Federico Alejandro de Humboldt.
• Ver la carta N 9 60 sobre la colecta abierta para costear el viaje de Caldas.

161
CARTAS DE CALDAS - 11

©Biblioteca Nacional de Colombia


pland! Una rica colección de plantas disecadas y descritas, sus nombres y· sus
hábitos, una copia de géneros nuevos, un montón de conocimientos útiles en
este género, es el fruto de mi paseo a Chillo.4 De aquí he vuelto descriptor de
plantas en latín; le incluyo a usted una, la de la yerbamora, hecha por mí y
corregida ligeramente por Bonpland, de quien ya tengo la aprobación para este
ramo importante, como una pequeña prueba de mi aplicación.
¡Cuántas plantas determinadas! V aya algo para que usted se divierta con
el páter y el abate, ¡qué digo divierta! para que se estudie, se describa, se dise-
quen plantas.
El Asnayuyu es un T agetes que tengo descrito y disecado. He aquí una
planta que propongo a usted como ensayo de una descripción latina, que deben
ustedes hacer y remitirme para prueba de sus adelantamientos; yo mandaré la
mía como muestra de los míos. El encenillo es la V eimannia pinnata; el cara-
colí es el Anacardium; el chusque de Santafé y carrizo de tierra fría en ésa, es
del género Agnostis; la cabeza de negro Phytelephas macrocarpa; la badea,
Pasiflora quadrangularis; la pringamosa, Urtica baccifera; el cedro, Cedrella
odorata; el madroño, Calophillum; la granadilla, Pasiflora cunnea; el chocho,
Erythrinea cornea, etc. He aquí con esto solo un campo inmenso para sus estu-
dios de botánica, para descripciones y para esqueletos. Estudie mi Antonio, con
calor, este precioso ramo de historia natural; las luces que yo adquiera son de
usted, y no cedo en generoso a Humboldt mismo.
Defraudemos a la botánica por algo de otras cosas. V aya de meteorolo-
gía y geología.
Se ha subido a Antisana a una prodigiosa elevación. Condamine se gloriaba
de haber estado en una altura a que ningún mortal había llegado; su barómetro
en ella se sostuvo en 15 pulgadas, 10 líneas, y el de Humboldt en 14 pulgadas,
11 líneas más bajo que el de aquél; por consiguiente, este sabio y valeroso via-
jero excedió al astrónomo de París5 en cerca de 200 toesas o 470 varas; hoy es
el mortal que se ha elevado más sobre el nivel del mar, ¿será acaso el que se
haya también elevado más en las especulaciones científicas? ¿Será el genio
primero de nuestro siglo? Y o le acompañé en la medida de una base para la
determinación de la altura del Pichincha, y a otras observaciones diversas. To-
mó aire en aquella enorme elevación; su análisis se hará en Quito, y él segura-
mente nos dará materia para una larga carta. Por ahora conténtese usted con
esta pequeña, que he venido cansado y tengo que escribir mucho. Usted cuente
con todo lo que puede y ámeme como lo ama~
CALDAS

• Durante la visita a Chillo Caldas aprovechó especialmente la amistad de Aimé Bonpland,


con quien compartió la habitación.
• Como "Astrónomo de París" designó aquí Caldas a Carlos M. de La Condamine.

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62
Quito y marzo 28 de 1802
Mi amadísimo y generoso don Camilo: 1 el correo del 19 de marzo de 1802
jamás se borrará de mi memoria. Las cartas de mis Santiago2 y Pombo3 han
conmovido de tal modo mi corazón, que, lo confieso sin vergüenza, he derra-
mado lágrimas de gratitud y de reconocimiento sobre ellas. Es verdad que estas
lágrimas honran a mi corazón; pero ¿cuánto más honran a los amigos gene-
rosos que con sus acciones virtuosas me las han arrancado? ¡Ah!, me falta
corazón para reconocer y para amar! Cuando yo pensaba, atendidos los in-
mensos obstáculos que cercaban mi proyecto, que se me contestaría de Santafé
por mi Santiago, que era imposible, que era preciso ceder y conformarnos con
nuestra fortuna, veo que tres amigos virtuosos, inflamados por el amor de las
ciencias y de la patria, proyectan, acaloran, escriben y conmueven los funda-
mentos de Popayán, de Santafé, de Cartagena. No contentos con estos servicios
señalados, capaces de serenar a la ternura de un padre, contribuyen con sumas
quizá superiores a sus facultades. 4 ¡Oh Dios, que no pueda yo anunciar a todas
las naciones esta conducta! ¡Que no pueda llevar a las extremidades de la
tierra estas lecciones de patriotismo y de virtud! Estoy seguro que el patagón
y el tártaro, el bárbaro africano y el parisiense culto les admirarían igualmen-
te. No se diga ya que el patriotismo, esta virtud preciosa, es propia de las
repúblicas; en el seno de una vasta monarquía acabo de ver acciones dignas de
Atenas y de Roma. Bruto,5 Catón6 mismo cubrían de gloria a sus autores.
Pueda ser que mis expresiones sean fuertes, pero mi alma así lo siente.
¿Qué puedo ofrecer yo en recompensa? El oro y las riquezas están muy
lejos de mí; pero cuando las tuviese, ¿son acaso recompensa para un alma
grande y generosa? Yo tengo un dón precioso, despreciado del avaro y del
fanático, y digno solo del sabio, del virtuoso Camilo. Mi corazón, este corazón
inundado de amor, de gratitud, de admiración, es el que ofrezco. El amor,
siendo vehemente y verdadero, ¿puede acaso estar un momento quieto? No,
él es activo, y está en continuo movimiento. Hace muchos días que revuelvo en
mi imaginación los modos dignos de honrar, no de pagar los beneficios, que
han derramado sobre mí Torres, Pombo, Arroyo; ¡qué nombres! Las plantas,
los animales, las conchas, los insectos nuevos, que mi aplicación y estudio me
descubran, llevarán fijados sobre ellos estos nombres tan preciosos para mí.
Ellos los esparcirán sobre la superficie del globo, en el seno mismo de las

1
Camilo Torres Tenorio.
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
3
Miguel Pombo Pombo.
• Ver carta NQ 60 y 61 en lo referente a la suscripción de fondos para el viaje de Caldas.
• Lucio Junio Bruto.
• Marro Porcio Catón.

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aguas los llevarán a todas las naciones y les dirán: !(yo me llamo T orretia, yo
Perecía, yo Pombea; ¿sabéis el origen de estas ilustres denominaciones? La
virtud de tres hombres que honran vuestra especie, hizo que Caldas nos quitase
los que el uso, y muchas veces la superstición de los pueblos, nos habían dado:
nos dio estos con que ya nos conocéis, para daros lecciones de virtud, y al mis-
mo tiempo de reconocimiento. Nosotras, más duraderas que las pirámides, los
arcos triunfales y las estatuas, los pasaremos a los siglos venideros; contaremos
a nuestros nietos que en la edad de sus padres hubo virtud sobre la tierra".
Sí, mi Camilo, el deseo de inmortalizar a mis amigos me hará encanecer
sobre Linneo,7 sobre las rocas, en los abismos, en la mar, en la tierra. He aquí
el más fuerte motivo de mi aplicación y de mis desvelos.
Reciba usted estas expresiones, nacidas en el seno del más vivo recono-
cimiento, como la efusión de mi corazón agradecido. ¿Para qué he de protestar
que le deseo a usted salud, felicidad? Esto sería inútil, sabiendo usted cuánto
le ama su amigo, su paisano, su pariente, su admirador,
FRANCISCO JosÉ DE CALDAS
• Carlos de Linneo.

63
Quito y abril 6 de 1802
Mi protector, mi padre: 1 no hallo un epíteto que corresponda a la bondad,
a la virtud del alma grande y generosa del ilustre Mutis. ¡Oh Dios! ¡qué pre-
sente tan grande hicisteis a la América cuando arrojasteis a nuestro continente
al generoso Mutis! Somos unos estúpidos, merecemos el anatema de todo el
universo si el nombre augusto de Mutis se separa en adelante de nuetros labios,
si no le fijamos en todos los lugares. Si su imagen respetable no se ve sobre el
mármol y el bronce en todas las ciudades~ en todos los colegios, en todas las
plazas de nuestra América. ¡Ah! ¡qué grande es Mutis! ¡Que no tenga en mis
manos todas las coronas del universo para acumularlas sobre· su cabeza! Mi
corazón está agitado: yo no como, no duermo; en todos los momentos se pre-
senta a mi imaginación Mutis, el sabio, el virtuoso Mutis. Y a es pequeño mi
corazón para amar a hombre tan grande. ¿Quién pudiera ir de nación en na-
ción a publicar una generosidad de que no tenemos ejemplos en la historia?
Ilustre sabio: recibe estas cláusulas concebidas en los transportes de mi alma
conmovida, como la efusión de un corazón tiernamente agradecido. Padre mío:
sí, lo repito; padre mío, acabo de recibir de vuestra mano bneficios dignos
del padre más amante y tierno. Y a no puedo decir que no tengo protectores.
Si no soy sabio, si no sostengo con honor la gloria del hombre único que tiene
la nación, no tengo de qué quejarme; toda la culpa se imputará a mi pereza.

Muti~.
1
José Celestino

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©Biblioteca Nacional de Colombia


Esto sí, ilustre sabio, es proteger las ciencias, es amar a la patria y a la poste-
ridad. ¿Cuál es el hombre que derrama el oro y la plata a manos llenas para
que un joven viaje, se instruya y vuelva a ser útil al común?2 ¡Ah! ¡qué raros
son estos genios bienhechores! ¡Qué ingratos hemos sido con este ángel tutelar
de la Nueva Granada! ¡Cuántos años ha que trabaja en ilustrarnos, en hacer-
nos felices! Ignorantes hasta no percibir vuestro mérito, vuestra sabiduría, una
sabiduría que ha resonado en los ángulos más retirados de la Europa. Bárba-
ros, hemos creído que el ilustre Mutis era un hombre común. ¡Ah! qué suerte
la de los hombres grandes! No conocemos su mérito sino en su ocaso, y el colmo
de su gloria está decretada a los cien años de enterrados. Sí, ilustre protector
de los genios americanos; sí, padre de las luces que hoy poseemos, esta es vues-
tra suerte. ¡Ojalá nos hubiéramos contentado con una indiferente estupidez!
habríais seguido tranquilo en colmar de beneficios a unos ingratos; pero se os
ha disputado la gloria, se ha querido arrebatar de vuestras manos el más bello
de vuestros descubrimientos. Y o me irrito y me anima el furor cuando me
acuerdo de esta traición hecha por un hombre que no merece ser vuestro discí-
pulo; pero me desvío del grande asunto que hoy nos ocupa.
¡Ah! día 3 de abril de 802, ¿te borrarás alguna vez de mi memoria? Este
día, día glorioso y terrible, hará época en mi vida. A las dos de la tarde se apa-
rece en mi ca!:a un criado del Barón de Humboldt, me entrega un pliego, co-
no?!CO la letra del ilustre Mutis, mi corazón se conmueve, abro, veo este nom-
bre: ]. C. Mutis, mis lágrimas asoman, no puedo contenerme, beso esta firma
respetable, leo ¡cielo santo! solo tú eres testigo de lo que pasó en mi alma;
mis ojos se anegan; mi garganta se anuda; corro como loco; no hallo a un ami-
go a quién dar parte de mi felicidad y con quién disipar una parte del fuego
que me abrasa; voy a casa de Humboldt, no le hallo; vuelvo a la mía; no atino,
no puedo fijarme en nada; todo es amar a Mutis, todo es admirar su genero-
sidad. ¡Qué cúmulo de ideas se me presentan! ¡Qué gloriosos trabajos los que
voy a emprender! He aquí al mortal más feliz. Vuelvo a la casa del Barón;
le hallo; pregunto por el sabio Mutis, por sus cartas. Me contesta este viajero
con frialdad; me suprime el as'unto principal; ·me lo niega directamente. En
los primeros momentos de mi sorpresa creo al prusiano. ¡Qué asombro el mío!
Veo de letra del ilustre Mutis estas cláusulas, que quedarán eternamente gra-
badas en mi corazón: Se cumplirán los ardientísimos deseos de usted si mi
amadísimo el señor Barón de Humboldt nos franquea su consentimiento; ten-
go en mis manos un cuantioso libramiento. Oigo de boca de este sabio joven:
no me dice nada el señor Mutis, no me ha escrito sobre el Yiaje de usted. ¡Qué
distracción tan espantosa la de mi ilustre protector, decía dentro de mí! No

• Caldas recibió de Mutis como auxilio una libranza y en comunicación llegada a sus
manos el 3 de abril aceptó el proyecto de viaje condicionado a la aceptación por parte del
Barón Federico Alejandro de Humboldt.

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puede ser: vuelvo a reconvenir y a preguntar, reconvengo con mi carta, con el
libramiento.2 La fuerza de la verdad le oprime y me dice: Mi amigo, yo he
mentido a usted: el señor Mutis me habla a la larga del asunto, pero yo, que
he resuelto -viajar solo, no quería dar a usted esta presadumbre. ¡Qué rayo, qué
golpe tan terrible sufre mi corazón! Del colmo de mi gloria en un momento
paso a la melancolía más profunda y a la desesperación. ¡Qué reflexiones tan
espantosas me oprimen! Todo el vasto edificio de mis proyectos se desploma;
todo desaparece como el humo. ¡Qué contraste el que se presenta a mi imagi-
nación! Mutis, celoso, amante de las ciencias, abre sus tesoros. Humboldt,
amante de un desembarazo pueril, le oprime el modesto equipaje de Caldas, le
parece complicado el aparato de una persona más. Mutis se pone en movimien-
to, escribe, empeña su respeto por ilustrarme. Humboldt sacrifica mi fortuna,
mi gloria a una comodidad imaginaria. Mutis, amante de su especie, quiere
prolongar sus beneficios más allá de la muerte, reproduciendo sus conocimien-
tos en jóvenes aplicados. Humboldt me deja con tranquilidad en medio de mis
cadenas. Sí, ilustre protector mío, estas son las ideas bajo de las cuales me re-
presentaré toda mi vida al ilustre Mutis y a Humboldt. Jamás pensé que un
hombre que me había apreciado tanto; que recogía mis pequeños trabajos con
ardor; que los ponía al lado de los suyos; que me había hecho un elogio en
sus diarios superior a mis méritos; que más de una vez había dicho que era
lástima no se me protegiera y que se me armase de instrumentos; que había
escrito a Popayán para que se me costease a Europa, sin saberlo yo mismo; que
me inspiraba ideas gigantescas y gloriosas de trabajos futuros, jamás, digo,
creí que me negase su lado y que no me permitiese acompañarlo al Perú y a
Méjico, acabando por franquear oficiosamente este favor a un joven ignoran·
te,3 sin principios y disipado. Corramos de una vez el velo a este misterio. Y o
hablo con el hombre prudente y reservado que ocultará eternamente lo que voy
a escribir. El carácter de Humboldt y el de Caldas son muy diferentes. El pri-
mero tiene una viveza que ya toca en inquietud, locuaz, amante de la diversión
y de la sociedad; el segundo, con un fondo de actividad, conserva un cierto
grado de lentitud en sus operaciones, taciturno, de una vida un poco austera,
y amante del retiro; su semblante frecuentemente tranquilo; rara vez risueiÍo,
no salta, no canta, no corre, no lucha. Este es el origen, diga lo que quiera el
Barón de Humboldt de su negativa: así lo dijo a un amigo. Si no es así, ¿de
dónde la estrechez, las satisfacciones con unos jóvenes que no saben sumar, que
no conocen :un ángulo? La amistad más viva, el amor más verdadero no pue·
de igualar al que el Barón ha manifestado en Quito con esta especie de gentes.
Este es un hecho público y de que darán testimonio todos estos habitantes. Es
joven, es extranjero, no es inglés. Una conducta severa y tranquila no es del

• Carlos Montúfar.

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gusto del Barón. Bien presto conocí que el modo de agradarle era hablar, reír,
correr. Pero yo no puedo contrahacer mi carácter: paso antes por disgutar al
Barón. Y o he entrado dentro de mí, he examinado mi conciencia, y me he
preguntado, ¿qué has hecho al Brón para que no quiera llevarte a su lado? No
he hallado, ilustre protector mío, no he hallado sino elogios, admiración, peque-
ños servicios, porque no soy capaz de grandes obsequios. Todo lo que alega
para eximirse me ha parecido más excusas que razones, me ha avergonzado y
he resuelto no volver a hablar sobre el particular con este viajero.
La conducta que he guardado con él ha sido esta. Y o le he mirado como
joven, no he querido abrirle mi corazón, ni mi genio; le he manifestado aque-
llas cosas que me parecían análogas a sus trabajos sin otro fin que el que me
advirtiese mis errores y me pusiese en el camino; he hablado cuanto menos ha
sido posible, porque no quería pasar la plaza de charlatán; le he hecho mu-
chas preguntas, y me he retirado. Y o conocí desde el primer día que nos co-
nocimos que nuestros genios no eran análogos, y he procurado no sede moles-
to: estoy bien seguro que no me conoce, y si aventurara sus juicios son por
algunas observaciones que le he dado, y nada más. Un día, recién llegado,
me leyó un elogio que había hecho de mí en sus diarios, me franqueó su libro,
le copié. Quiero insertarlo a usted, no para que lo crea verdadero, sino para
que vea cómo pensaba de mí este viajero. Después de referir una observación
de longitud hecha en Popayán con el primer satélite de Júpiter, perfectamente
acorde con la de su cronómetro; dice: "Ce Mr. Caldas est un prodige dans
l'astronomie. Né dans les ténebres de Popayan n'ayant jamais voyagé plus
loin que juzq'a S. Fe; il se est construit lui meme des barometres, un secteur, un
quart de cercle du bois. Il tire des meridiennes, mensure la lat. par de gno-
mones de 12-15 pies. ¡Que ne ferait pas ce jeune homme dans ·un país ou il y
a des moyens, ou il ne faut pas tout apprendre par soi meme! Les ouvrages
de Bouguer et de La Condamine ont eu une influence singuliere sur les amé-
ricains depuis Quito a Popayán. Le sol de ce país est devenu clasique et on
est tenté de dire quise rapporte au sol natal. L'audience de Quito a pu détruire
les pyramides; mais elle n'a pas réalisé d'étouffer cet étincelle de génie qui re-
nait de temps en temps dans ce país et qui étraine dans le carriere que les
Bouguer et La Condamine ont ouvert". 5 Esto escribía en Popayán por un sim-
ple M. S. antes de conocerme. Pienso que mi moderación lo ha hecho mudar
de concepto: no estoy plenamente seguro de este punto. Pero hoy mismo entró
un amigo en mi casa, y me dice: "No se confíe usted del Barón: yo he oído

'Ver nota N9 3 a la carta N9 53 .


• Ver nota N9 4 a la carta N 9 53. Las obras de Pedro Bouguer y Carlos M. de La
Condamine relatan el viaje de regreso del Primero de Quito a Europa por la vía de Pasto,
Popayán, La Plata, Honda, etc. y del segundo descendiendo el río de las Amazonas.

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que decía a N. a N. (jóvenes ignorantes y los mismos de que he hablado)
.Caldas es un tonto y otras cosas de esta especie". No quiero creerlo por ahora,
porque apenas conoce mi interior, y este pueblo es abundante de chismes.
No será así mi conducta con mi amado protector; a él abriré plenamente
mi corazón, yo le diré cuanto pienso y le remitiré mis trabajos. Por ellos y no
por juicios siempre osados debe usted conocerme. Y o seré tonto, no lo negaré
al Barón, pero no tiene en sus manos tontera dada por mí. Jamás le he ma-
nifestado mis modos de pensar, y siempre he oído con respeto los suyos, y he
corregido los míos. ¡Ojalá me hubiera ocultado de él para siempre! Pero ya
no hay remedio.
Confieso que la noche del 3 fue noche tan espantosa para mí como gloriosa
la tardeque le precedió; le paséen medio de las más tristes reflexiones, meabatí.
Pero estoy repuesto, he vuelto sobre mí, y en el seno de mi desgracia me he
consolado, he enjugado mis lágrimas con mi generoso, mi ·sabio Mutis. Nues-
tros caracteres parecen análogos, y creo que una paz eterna reinará entre nos-
otros. Todo lo que sé de la vida pública y privada del virtuoso Mutis, me en-
canta, me arrebata. Tan agradecido de usted como resentido del desaire de este
viajero, me vuelvo a mi padre, a mi protector, le muestro mis cadenas y quiero
que añada a estos títulos gloriosos el ·de mi libertador. Sí, sabio, generoso Mu-
tis, sacadme del abatimiento, de la ignorancia y de la oscuridad en que vivo.
Y o envejezco en medio de un pueblo bárbaro, y treinta y dos años de esfuerzos
para ilustrarme deben compadecer al virtuoso Mutis. Esta pasión de saber, sin
los medios de conseguirlo, es mi cruz y mi suplicio; entro en furor que se equi-
voca con la desesperación. ¿Porqué me ha dado la Naturaleza este amor a la
sabiduría, si me había de privar de los medios de conseguirla? Yo soy un ne-
cio. ¿No me ha dado al generoso Mutis? Sí, y he aquí el fin de mis angustias.
Con las lágrimas en los ojos he formado otro plan de trabajos y de ope-
raciones que debía seguir aquí. El tiempo se me ha estrechado de tal modo
que es imposible copiarlo: él seguirá en el venidero; allí abro a usted todo mi
genio, le manifiesto mi interior, todos mis trabajos, todos mis proyectos; el
lenguaje de la verdad se habla en él. Remito una muestra de mis operaciones
para que usted las juzgue con rigor, para que decida de la limitación y estu-
pidez de su autor, para que vea si merezco se auxilien unos trabajos que mis
émulos sin motivo quieren calificar de tonteras. No soy sabio, este es mi pri-
mer conocimiento; pero me parece que lo poco que sé, lo poco que he hecho
hasta ahora está trabajado con cuidado y con verdad.
Ya no existo para mí, todo pertenezco a mi generoso protector, de él de-
pende hoy toda mi fortuna y mi gloria. Y estando en manos tan benéficas,
¿puedo dudar un momento de que ya tengo un destino análogo a mis ideas y
a mi genio? ¿Que ya expiró para mí el abatamiento y la miseria? ¡Cielo santo!
conservad esta vida tan preciosa, prolongad unos días que nos labran nuestra

168

©Biblioteca Nacional de Colombia


felicidad. Y a que habéis sido tan benigno en dárnosle, no nos le quitéis apre-
suradamente. Sí, yo quedo pidiendo al Señor esta gracia singular, y usted debe
estar convencido que a nadie cede en amor, en respeto, en reconocimiento para
con usted, su afectísimo y tiernamente agradecido,
FRANCisco JosÉ DE CALDAS

P. D.-No devuelvo el libramiento de que no hé hecho uso, hasta que vea


usted mi nuevo plan en el siguiente. Si merece su aprobación, evitaremos el trans-
porte; si no haré fielmente lo que me .ordene el sabio Mutis.

64
Quito y abril 21 de 1802
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi padre: permítame usted este dulce tratamiento. Son tantos los bene-
ficios que he recibido de sus manos, que exceden a los que pudiera haber recibido
del más tierno padre. Mi alma está abrasada con el más vivo reconocimiento;
no puedo separar un instante al generoso Mutis de mi memoria. ¡Qué fiel es
mi corazón! Cuando estuve en: esa ciudad en 796, que vi a usted en muchas
concurrencias sagradas, olvidando la santidad de los lugares fijaba mis ojos,
meditaba sobre el exterior del sabio Mutis: un secreto placer me arrebataba y
no me cansaba de mirar al padre de nuestros conocimientos. Si fuera estatuario
o pintor, creo formaría en Quito el retrato del ilustre Mutis. Tan fijos tengo
en mi memoria los rasgos de ese rostro tranquilo y venerable. Cuando comienzo
a hablar de usted me vuelvo inagotable, y es necesario hacer callar a esta alma
agitada, a este corazón reconocido para poder hablar de otros asuntos.
Ya sabrá usted la suerte desgraciada de nuestros proyectos. ¡Pero qué le-
jos están del sabio Mutis las causas que han arruinado esta empresa! En mi
anterior, por efecto de moderación y de mi crianza, manifesté a usted la dife-
rencia del carácter del señor Barón1 y del mío: es verdadera, no quise adelan-
tar el paralelo, y me contenté con esto. Pero pensando con más reflexión sobre
el asunto, he creído debo hablar al autor de mi fortuna con una franqueza
digna de un hijo agradecido. Confieso que mi pluma se resiste, y solo el amor .
de mi honor y el de la verdad me hacen revelar a usted un secreto abominable.
¡Qué diferente es la conducta que el señor Barón ha llevado en Santafé
y Popayán de la que lleva en Quito! En las dos primeras ciudades fue digna
de un sabio; en la última es indigna de un hombre ordinario. El aire de Quito
está envenenado: no se respiran sino placeres; los precipicios, los escollos de
la virtud se multiplican, y se puede creer que el templo de Venus se ha tras-

1
Federico Alejandro Barón de Humboldt.

169

©Biblioteca Nacional de Colombia


ladado de Chipre a esta ciudad. Entra el señor Barón en"esta Bibilonia, contrae
por su desgracia amistad con unos jóvenes obscenos, disolutos; le arrastran a
las casas en que reina el amor impuro; se apodera esta pasión vergonzosa de su
corazón, y ciega a este sabio joven hasta un punto que no se puede creer. Este
es Telémaco en la isla de Calipso.2 Los trabajos matemáticos se entibian, no
se visitan las pirámides, y cuando el amor a la gloria reanima a este viajero,
quiere mezclar sus debilidades con las sublimes funciones de las ciencias. Mide
una base en las llanuras de Quito, aquí viene el objeto de sus amores, o el de
los cómplices de sus fragilidades. A veces compadezco a este joven, a veces me
irrito. Cuando me anima esta última pasión, me parece que veo reanimarse
las cenizas de Newton,3 de N~wton que no llegó a mujer, y con un semblante
airado y terrible decir al joven prusiano: ¿Así imitas el ejemplo de pureza que
dejé a mis sucesores? ¿Quieres que vuestro nombre se fije en el templo de la
gloria y en el de la diosa de Atharea? 4 No, la gloria no es debida a un corazón
que no sabe vencer a esa pasión que os domina. Deponed esos instrumentos,
ved a pasar una vida oscura y afeminada en medio de los placeres. El senti-
miento de esta desgracia me arrastra a estas imaginaciones. V amos al asunto.
Como yo he frecuentado la casa de este sabio, como hemos vivido un mes
juntos en una bella hacienda, hemos tenido ocasiones repetidas de que él conozca
mi diverso modo de pensar en materia de placeres. Cuando se hablaba de ellos
yo no podía sino mostrar en mi semblante mi disgusto y en cierto modo mi
indignación. La Providencia me dio unos padres celosos de la pureza de sus
hijos, éstos a fuerza de desvelos enfocaron mis pasiones, y puedo decir que me
oprimieron. A los diez y nueve años me mandaron a esa capital a continuar
mis estudios; cuidaron de darme unos que hicieran sus veces en Santafé que
nos les cedían en celo; entré en otra feliz opresión. Mis años se aumentaban,
y yo contraía un hábito dichoso de retiro y cierto gusto a la pureza; la religión
completó esta obra. Violento hago a usted esta relación de conducta, pero hablo
a mi padre, a quien debo hablar con sencillez y con franqueza.
A usted debo la comparación de nuestros caracteres y las más ocasiones
de diferencias. El señor Barón me juzga severo, inflexible, triste. ¿Cómo puedo
aprobar sin hacerme cómplice? ¿Cómo puedo reprobar mostrando un semblante
risueño? Este es el origen de la aversión, si así se puede llamar el disgusto que
tiene el señor Barón de mi compañía; este es el origen de su negativa, diga lo
que quiera, este es el origen de la idea que se ha formado sin motivo de mi
debilidad y de mis aprensiones. Usted tiene en Santafé a Torres,~ a Pombo6

• UtiliZa estos personajes de la Odisea como punto de comparación.


3
Isaac Newton.
'Athared.
• Camilo Torres Tenorio.
"i.Jigucí Pombo Pombo.

170

©Biblioteca Nacional de Colombia


y a Arroyo; 7 éstos me conocen, son hombres de bien, ellos dirán a usted si mi
constitución es débil. El señor Barón se desmayó en Pichincha ¿esta es prueba
de fortaleza? Desengañémonos: un viaje que lo han hecho muchas damas de-
licadas ¿no lo podrá hacer Caldas? Yo no he probado mis fuerzas con este
viajero: ¿cómo sabe si soy débil? No quiere a un compañero silencioso que le
reprenda sin hablar. Si yo viviera en el paganismo, habría creído que Venus,
irritada porque no había querido sacrificar en tantos templos como tiene en
Quito, había excitado esta borrasca contra mí; pero vivo en el seno de la ver-
dad, reconozco una providencia paternal en esta negativa. ¿Quién sabe si mi
ilustración sería a expensas de mis costumbres? Este es el momento en que
comienzo a amar mis tinieblas. ¿Pero mi instrucción está vinculada a la compa·
ñía del Barón de Humboldt? ¡Qué triste suerte si fuese esto verdad! No, no
está vinculada a su sociedad. ¡Qué verdad tan consoladora! Persuadido de ella
he formado una memoria sobre un nuevo plan de viaje,8 que ofrecí a usted en
mi anterior, y ahora remito, con otra sobre un pequeño descubrimiento que me
parece haber hecho en el termómetro. Si merece la aprobación del sabio Mu-
tis, 9 no apetezco la de la Europa.
El plan del nuevo viaje está concebido y ejecutado con velocidad; debe
tener mil defectos de orden, de expresión y de objetos. El va a buenas manos,
en ellas se rectificará. Presenta los proyectos de un joven inflamado por la sabi-
duría, y por aumentar la gloria de su protector. No he puesto en él sino lo que
juzgo proporcionado a mis alcances; puede ser que me engañe, y que no los
desempeñe dignamente. Contiene algunos reparos sobre los descuidos del se-
ñor Barón; no me ha animado el resentimiento para escribirlos, la cosa es cla-
ra y usted puede juzgar por sí mismo. Desde el principio vi los dejos: no he
querido formarme de este sabio un rival poderoso; he disimulado mi sentimien-
to en el seno de mi despecho, le he manifestado el mismo amor, pues se lo
tengo, el mismo cariño que antes. Si emprendo el viaje proyectado, no creerá
jamás este sabio que lo hace un censor de sus operaciones; nuestros descubri-
mientos, si se verifican, se anunciarán al público simplemente y sin nombrar a
Humboldt. Si restablecemos la base, este hecho hará la materia de una carta
en que se lo comuniquemos, y así mantendremos una amistad útil y evitaremos
4n enemigo temible. Mis reparos en la memoria que dirijo son solamente ins-
tructivos, y reservados a usted y a mis más íntimos amigos, que son Arroyo y
Pombo, de cuya confianza no podemos dudar. Sus debilidades son solo para
usted y no las sabrá _por mi boca ni el que me dio el sér.

'Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.


8
La ilusión del nuevo proyecto, que sí se hizo realidad, consoló rápidamente del desengaño
a Caldas.
• Se refiere a la "Memoria sobre el plan de un viaje proyectado de Quito a la América
Septentrional" y a la copia dedicada del "Ensayo de una memoria sobre un nuevo método
de medtr ias montañas". El manuscrito de esta copia está incorporado al Códice que conserva
la Universidad de Antioquia. Ver nota N 9 4 a la carta N <.> 54.
171

©Biblioteca Nacional de Colombia


Si mi plan agrada al sabio Mutis, si hago mi expedición, le daremos a en-
tender al Humboldt que usted insiste en el loable pensamiento de que visite
las minas de Méjico y oiga al sabio minero don Faustino D'Elhuyart/0 que
los demás objetos son accesorios y los presenta la ocasión. Así hablamos la ver-
dad, y no creerá el señor Barón que se forme una expedición a despecho de su
negativa. Si nos vemos en Méjico, le trataré con franqueza y sin rivalidad,
pues no la tengo. En nuestra relación de viaje no hablaremos de él sino con
el respeto y veneración que se merece.
Yo he suprimido el viaje a Lima porque me ha parecido no tan intere-
sante como el de Méjico, y por evitar costos. La minas en esta parte están
quizá en más alto punto de perfección, y sobre todo está don Faustino D'El-
huyart. He variado de ruta, he preferido la de Sonsonete a la de Acapulco, por
evitar el temperamento destructor de ésta, y por visitar a Guatemala, y sus
añiles; en todo lo demás, el mismo que anuncié en mis anteriores.
He reflexionado sobre los costos de esta expedición sobre el tiempo que
se necesite para concluirla y sobre los instrumentos precisos. No he olvidado
la posibilidad de ejecutarla, y el modo, y sobre todo, he liado lo siguiente:
Usted es astrónomo, es físico, es geógrafo, es botánico, es todo, posee los
ramos de que trata mi plan, y sabe mejor que yo lo necesario que es un co-
observador. ¿Cómo atender al telescopio, al cuarto de círculo y tomar el mo-
mento en la péndola? ¿Cómo hacer fuego en un cerro y observar a una o dos
leguas de distancia? Es de absoluta necesidad un compañero. En caso de una
enfermedad, en caso de muerte, ¿en manos de quién quedaban M. S. S., libros,
instrumentos, colecciones? Los trabajos son inmensos, y sin una ayuda no es
posible desempeñarlos. Los costos no se aumentan considerablemente, y puedo
decir que en nada, porque suprimiendo el viaje a Lima se evitan más gastos
que se emplearían en el coobservador, el viático sería lo mismo, y así sin au-
mentar costos se podría darme un compañero de mi genio, y laborioso. ¡Ah,
ilustre Mutis, si uno de esos dos virtuosos amigos Arroyo 8 o Pombo7 quisieran
venir a partir conmigo la gloria de servir a Mutis, al generoso Mutis! Esta
sería la noticia más brillante, la más grande que se me podría anunciar! No
necesito de otro apoyo que de un joven de este calibre. Nuestra economía,
nuestra moderación será digna de unos jóvenes amantes de saber, y no de lu-
cir en la sociedad; los costos serán los menos que nos sea posible.
He meditado mucho sobre los instrumentos que exige mi plan, y hallo
que para las refracciones y posiciones de las estrellas australes es necesario un
cuarto de círculo de un diámetro considerable, y de un cronómetro. La falta
de este último instrumento hizo malograr las más bellas ocasiones de observar

'° Faustino D'Elnuyart.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


a G odin,u Bouguer, 12 La eond atrune. 1 1c1·1 es montar sobre una mon-
· 13 ¡Que, d.f,
taña una péndola! ¡qué difícil es arreglarlo en medio de unos torbellinos de
vientos continuados! A más de esto, ¿cómo determinar con velocidad, con se-
guridad las longitudes de los pueblos, sin tener que esperar una emersión, un
eclipse, raros, y que pocas veces se consigue un cielo descubierto? El cronó-
metro es indispensable. Mi atrevimiento, mi furor por trabajar, la idea colo-
sal que usted me ha inspirado de su generosidad, me han sugerido los medios.
Y o me he dicho a mí mismo: el sabio Mutis posee estos instrumentos, pueden
servir en esta correría, pueden volver a su soberbia colección sin alteración, y
con el mérito de haber aumentado la gloria de su dueño; no tendrá este sabio
embarazo de confiarnos estas alhajas por el tiempo de nuestra expedición, de
una expedición dirigida, emprendida por el mismo y para utilidad común.
Yo no tengo telescopio, pero los hay muy buenos entre la colección de
Mainas, 14 cuya lista incluyo. En ella se hallan dos, una péndola, y un pequeño
cuarto de círculo con otros menos importantes. Si el sabio Mutis hace presente
a ese Virrey111 el objeto y la importancia de esta expedición, si hace ver que
hace muchos años que están abandonados, que no se piensa ya en división de
límites, se podrá obtener una orden para que nos confíen estos instrumentos
en calidad de empréstito.
Y o poseo algunos pocos que pueden servir: un microscopio, un octante,
dos termómetros, algunos tubos de barómetros, una aguja; si a éstos se añade
algo, no tenemos qué apetecer, ni qué desear. 1 6
Lo mismo digo de algunos libros preciosos, ellos volverían coh aseo a la
inmensa biblioteca del generoso Mutis. Una astronomía de Lalande/ 7 un doc-
tor Luc/ 8 algunas tablas, los trabajos de la Caille19 en el cielo austral, el al-
manaque náutico, algo de botánica, principalmente en la parte científica para
perfeccionar nuestras descripciones, un Buffón,20 algunos mapas.
Estas son mis ideas, estos los pensamiento que me ocupan. En ellos verá
usted mi calor, verá el amor verdadero que le profeso. Conozco que soy joven,
que mi entusiasmo me puede arrebatar y proponer delirios; usted, lleno de
prudencia y de sabiduría, refrenará mi actividad, quitará, añadirá, o arruinará
mis imaginaciones. Como dé gusto a mi benefactor, todo lo demás lo miro co-

1.1 Luis Godin.


12
Pedro Bouguer.
13
Carlos M . de La Condamine.
"Ver nota N O 16 a la carta N O 51.
10
Pedro Mendinueta y Muzquiz. Ver nota NO 17 a la carta N O 55 .
11
Aunque los había pedido a Antonio Arboleda (en la carta NO 59), no indica si ya los
tiene en Quito.
< José Jerónimo Le Fran~ais de Lalande.
1

18
Juan Andrés de Luc.
10
Nicolás Luis Lacaille.
20
Jorge Luis Leclerc, conde de Buffon.
173

©Biblioteca Nacional de Colombia


mo nada; este es mi objeto principal, aquel porque suspiro. La letra, el des-
orden de las ideas todo le manifestarán a usted la velocidad con que formo
estos borrones, el correo parte y yo no puedo hablar más con mi protector, mi
padre a quien profesa un amor digno de este nombre su afectísimo, su admi-
rador, su tiernamente agradecido,
FRANCisco JosÉ DE CALDAS
Señor doctor don José Celestino Mutis.

65
Quito y mayo 6 de 1802
Mi protector: 1 cuando usted vea ésta sabrá las verdaderas causas de mi
desgracia, sabrá el plan de mis nuevas ideas, de estas ideas que me arrebatan
y que me inflaman. Ahora añadiría otras muchas bien importantes a las que
contiene mi Memoria sobre el plan de 'lliaje, pero usted es demasiado sabio
para penetrarlas, y no necesita de que yo las apunte.
El señor Barón de Humboldt me propuso compra de su excelente cuarto
de círculo que mantiene en Guayaquil. El corazón me palpitó al oír esta oferta
ventajosa. Un montón de pensamientos se apiñan en mi cabeza en ese mo-
mento. ¿Llegaré a poseer esta obra maestra de Brid?! He aquí un instrumen-
to necesario a mi plan, ya no se necesita que el sabio Mutis se deshaga del que
posee,3 se ha ahorrado un transporte difícil y costoso, yo puedo comenzar mis
trabajos sobre el cielo austral, sobre las refracciones astronómicas, puedo lle-
gar antes del 20 de junio, puedo hacer una observación solsticial, puedo ...
¡Ah! ¡qué grande pensamiento! Puedo observar por mucho tiempo la distancia
de E de Orión al zenit de la torre de la Merced de Quito con un instrumento
que da las alturas dentro de dos segundos; puedo hacer igual observación en
la torre de la Catedral de Cuenca. La importancia de estas dos observaciones
debe conmover a Mutis. Los Observatorios de Mira y de Cotchesqui, igualmen-
te que el de T arqui, se perdieron para siempre. Situados en unos pueblos mi-
serables, que mudan de forma todos los años, se ignora el lugar en que ad-
quirieron tanta gloria Godin, Bouguer, de La Condamine, Juan, Ulloa. ·En
toda la extensión de la meridiana no hay más que dos puntos conocidos, la
torre de la Merced de Quito y la torre de la Catedral de Cuenca. Por fortuna

>José Celestino Mutis.


0
El Cuarto de Círculo, obra del artista inglés John Bird, y que Federico Alejandro de
Humboldt había comprado en Madrid a Megnie, y llevado consigo al interior de la Orinoquia
y a Cuba, había sido despachado desde Cartagena, por la vía de Panamá, a Guayaquil, con otr01
equipos pesados que el Barón recogería al finalizar su viaje por tierra.
• Se hicieron dos despachos de instrumentos para las tareas astronómicas de la "Expedición
Botánica", el segundo para reemplazar al primero perdido durante el embarque en Cádiz; ins-
trumental adquirido principalmente en Inglaterra.

174

©Biblioteca Nacional de Colombia


para las ciencias ligaron estos astrónomos a su serie de triángulos estos dos
edificios; están ventajosamente situados, el uno al extremo austral, el otro al
boreal del arco medido. Se puede, casi sin trabajo, restablecer la medida as-
tronómica con un instrumento aunque de menor radio que el sector de que se
usó, pero de mayor precisión. Si restablecemos la base de Y aruqui, si observa-
mos la distancia de E de Orión, y la mano de Antinoo al zenit de las dos torres;
si fijamos la altura de Caraburú y la elevación media del mercurio al nivel del
mar Pacífico, puede creer el sabio Mutis que ha hecho más que esos cinco hé-
roes de la astronomía, y puede añadir a su corona este nuevo laurel. 4 Se dice que
el Obispo5 y el Cabildo de Cuenca piensan en erigir una nueva catedral en el
lugar de la antigua. Y o he temblado con esta noticia terrible para las ciencias.
Perdida la torre de Cuenca, se perdió para siempre la medida astronómica. Y o
habría ya hablado a su prelado, habría formado una memoria sobre la im-
portancia de conservar la torre, pero no se me oiría sino como a un visionario.
Los que no cultivan las ciencias, los que apenas han oído a sus abuelos que allá
en la antigüedad vinieron unos franceses, que subían a todos los cerros a bus-
car minas, que hallaron el punto fijo, que midieron la plaza, con otro montón
de desatinos, ¿cómo pueden oirme con interés y con agrado? Un Obispo que
cree que la tierra es un plano inmenso, porque en su niñez se lo dijo así un
piloto de San Buenaventura, que aconseja barómetros de espíritu de vino como
más sensibles ¿conservará la torre de Cuenca? ¡Ah! ilustre sabio, las tinieblas
se espesan en la Nueva Granada en razón de la distancia de los lugares en que
ha existido Mutis, la parte meridional del Virreinato está más bárbara que la
boreal.6 Yo los disculpo; cuando hicieron sus estudios aún no había venido
Mutis, el padre de nuestros conocimientos, al Reino. Sería del cuidado de los
ejecutores de este viaje hacer presente al gobierno la necesidad que hay de
conservar esta torre, más preciosa, más interesante, más célebre que las de Pisa
y Sevilla. Nuestra medida astronómica estaría dentro de dos segundos de dife-
rencia con este cuarto de círculo, cuando la de los astrónomos va hasta 5"
con un sector de 12, y otro de 20 pies de radio.
Este precioso instrumento tiene otra cualidad digna de la mayor atención.
El brazo en que está el anteojo fijo tiene un gran nivel de aire, para ponerle

• En otras palabras, Caldas desea repetir las observaciones astronómicas que los académicos
franceses Luis Godin, Pedro Bouguer y Carlos M. de La Condamine, y sus compañeros españoles
Jorge Juan y Santacilia y Antonio d~ Ulloa, realizaron durante la medida del arco del Me-
ridiano en la vecindad del Ecuador. Se refiere a la estrella • Orionis, y a "la mano de Antinoo",
(J de Antinoo. La denominación Antinoo ha desaparecido del uso astronómico; las estrellas de
esta constelación están hoy incluidas en la constelación del Aguila; 6 de Antinoo es hoy (J Aquilae.
• Francisco Javier de la Fita y Carrión. La "Catedral antigua" como se le llama hoy, no
fue derribada; se conserva como \·aliosa joya histórica, si bien sólo en calidad de iglesia
parroquial.
• En los días de Caldas la Presidencia de Quito pertenecía al Virreinato de la Nueva
Granada; en los tiempos de la medida del arco de Meridiano (1736 a 1754), ese territorio
estaba adscrito al virreinato del Perú.

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horizontal, y todo el cuerpo del cuadrante se fija sólidamente a un pie robusto
por una máquina cuya descripción estaría aquí de más. Una alidada armada de
otro anteojo rueda sobre el limbo con doble nonio y doble división, una de 90°,
otra de 95°. Esta alidada con el nivel inutiliza el perpendículo o aplomo siem-
pre undulante. He aquí un instrumento a cubierto de los insultos del viento;
en medio de los más impetuosos se puede observar con tranquilidad y firmeza;
he aquí burlado el mayor enemigo de las obser'Yaciones, según la expresión de
La Condamine. Unamos un cronómetro a este cuarto de círculo; podemos de-
safiar a los más fuertes torbellinos; nada turbará nuestras observaciones, y nos
admiraremos al ver nuestra tranquilidad en los mismos lugares, y bajo las mis-
mas circunstancias en que casi desesperaron los mayores astrónomos del siglo
pasado. ¡Qué seguridad, qué ventajas las que ofrecen estos instrumentos para
perfeccionar las refracciones astronómicas en todos los niveles!
En vista de todo esto consideré de la mayor importancia tomar este cuarto
de círculo, porque sirviese en nuestra expedición en caso de aprobarse por el
sabio Mutis. Contesté al señor Barón que lo tomaba; pregunté su precio, me
respondió que en Europa le había costado 300 pesos, y que había impedido
mucho en su transporte; que por 400 pesos lo dejaría en mis manos. En el
momento le habría entregado esta suma si mis facultades fueran capaces de
ella; pedí tiempo para solicitar el dinero, y por pronto remedio ocurrí a un
amigo a Popayán mientras tenía tiempo de dar esta noticia a usted; aún no es
tiempo de recibir su contestación, y temo mucho no me socorra. En todo lance
creo consentirá el señor Barón en dejarme esta alhaja ofreciéndole poner su
valor en Lima o Guayaquil. A pesar de estos apuros no me he atrevido a hacer
uso de la libranza que tengo en mi poder, sin una orden expresa de usted. 7
Y a habrá visto usted por mi antecedente lo necesario que me es un com-
pañero para el desempeño de esta comisión; yo apunto a usted uno de mis
virtuosos amigos Arroyo, 8 Pombo;9 he considerado las dificultades y las di-
versas carreras de estos dos jóvenes amables e ilustrados, y creo que no es po-
sible quieran venir a partir conmigo la gloria de servir a usted. Acabo de reci-
bir una de Cartagena en que me avisan que el sobrino de usted, 10 este amable
y modesto joven, acababa de llegar a este puerto, y que partía para Santafé.
. Y o felicito a usted de la suerte de esta víctima de la calumnia escapada, y
felizmente restituida a casa de su virtuoso y sabio tío. ¿No sería ventajoso a
la expedición botánica que este miembro suyo viniese a desempeñar en mi com-
pañía una comisión tan honrosa? Yo recibiría muchas luces de este joven, le

7
El Cuarto de Círculo de John Bird fue principalmente pagado con fondos de Josr
Ignacio de Pombo.
• Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Migueí Pombo Pombo.
10
Sinforoso Mutis.

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amaría como a una persona que toca tan de cerca a mi ilustre protector, se aca-
baría de formar, no con mis luces, sino con la vista de lo más grande y más
suntuoso que tiene la América, y con el trato de D'Elhuyart. 11 Usted tendría
la dulce satisfacción de ver volver al fin de dos años a unos jóvenes cargados
de los despojos de ambas Américas, a ponerlos a los pies de su protector, y a
completar la grande obra de su ilustración al lado de un hombre tan grande
y tan virtuoso. Quién sabe si al fin de una carrera tan ilustre pudiera usted
dejar al Nuevo Reino en herencia dos sabios jóvenes, que imitadores de los
talentos y de las virtudes de usted prolongasen sus beneficios más allá del se-
pulcro. Y o quizá frustraré estas dulces esperanzas; pero debemos ponerlas en
mi amado Sinforoso; a mí me quedaría a lo menos el honor de haberle acom-
pañado.
Cuando me acuerdo que usted ha dicho al señor Barón que si no tiene
por conveniente llevarme a su lado, me llamaría a Santafé para unirme a Zea12
y a su amable sobrino, incorporándome en su expedición, comienzo a ver mis
proyectos con tibieza, y el viaje a Méjico se me presenta como una eternidad;
yo quisiera abandonarlo todo por poseer a Mutis. ¡Ah! ¿si esta fortuna que
hasta aquí ha sido tan contraria a mi ilustración estará esperando elevarme al
lado de este Linneo13 del Nuevo Mundo? ¿Tendré el honor, tendré la gloria
de servir a esta alma grande y generosa? Dichoso si lo consigo, y mil veces
más dichoso si acierto a dar gusto a un hombre tan grande y tan amado para
mí. Estas pasiones contrarias, estos deseos incompatibles me agitan. Y o quiero
volar a Santafé, quiero trabajar en Quito, en Méjico, en La Habana; quiero
gozar de la presencia de Mutis, quiero viajar. Usted es mi apoyo, en esas
manos sabias pongo mi suerte, yo haré lo que se me ordene, y como obre, como
mis operaciones agraden a mi benefactor, me es indiferente todo lo demás. Us-
ted es el árbitro absoluto de mi fortuna, y de mis acciones, mande usted que
será obedecido, y respetadas sus · órdenes por el más agradecido y entusiasta
admirador,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS
Señor doctor don José Celestino Mutis.

u Faustino D'Eihuyart.
12
Francisco Antonio Zea no regresó de España a reintegrarse a la Expedición Botánica; fue
poco después nombrado Director del Jardín Botánico de Madrid 'en reemplazo de Cavanilles.
Véase la nota NI' 1 a la carta NI' 69 para la fecha de agregación de Caldas a la Expedición
Botánica; Caldas llegó finalmente a Santafé en enero de 1805.
'" Carlos de Linneo honró el nombre de Mutis al designar así la Mutisia.

177
CARTAS DE CALDAS - 12

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66
Quito, mayo 6 de 1802
Mi páter/ mi Antonio,2 amigos amadísimos: los momentos me son pre-
ciosos; es necesario aprovecharlos; ahora no puedo ser largo, y ustedes me dis-
pensarán mi laconismo y la reunión de dos cartas en una.
El Barón se prepara para su marcha; yo trabajo sin intermisión en com-
pletar la corrección del Paláu y systema nature; no hay uno en Quito que sepa
qué es pétalo, ni el nombre científico de una planta; todo lo he de hacer por
mí mismo. Más he trabajado en cuatro meses en Quito que en muchos años
en Popayán. Hasta la pentandria, que es la clase inmensa y que tiene infinitos
géneros nuevos, tengo corregida; todos los cuadrúpedos y casi todas las aves
lo están también. Uno de los trabajos más preciosos que he hecho ha sido
ilustrar por la zoología del ciudadano Cuvier, el sistema de los insectos de
Linneo,3 que por sí es oscuro y difícil. He creído será del gusto de ustedes ver-
lo, y comenzar a trabajar por él en recoger cuantos insectos se presenten, y
ordenarlos según este bello sistema. No es necesario tener libros para trabajar
con fruto en la historia natural; basta la clave, bastan las voces científicas para
ordenar, describir y ser útil. Cuando haya libros y tiempos se determinan los
géneros. Animo, generosos amigos. Las ciencias, como la guerra, necesitan de
valor e intrepidez; un ánimo apocado, un tímido que no conoce esos dichosos
atrevimientos, es un soldado cobarde, no merece entrar en el templo de la glo-
ria; ésta se debe a esas almas fogosas que salen del camino ordinario, y que
dejan al común con sus cosas comunes. Animo, amigos, lo repito. Con solo el
sistema que acompaño y las voces científicas que así que me desembarace de
Humboldt remitiré, voy a poner a ustedes en el verdadero camino de la gloria.
Puede ser que ustedes, unidos al abate, hallen géneros nuevos, y que se puedan
poner al lado de Reaumur4 unos nombres tan amados para mí. Para que a uste-
des les sea más fácil el sistema, he añadido en cada orden un ejemplo con el
nombre vulgar de Popayán; ustedes se reirán, y yo me alegraré de ahorrar a
ustedes un poco de trabajo; con esto estoy recompensado.
Reservado . . . Y a habrán visto mis Memorias, ya sabrán el desaire de
Humboldt. ¡Si ustedes supieran las causas! ¡Ah! ¡qué difícil es conocer a los
hombres! ¡Cémo nos deslumbró este hombre en los primeros momentos! Se-
pan, mis amigos, que el carácter severo, humilde y moderado de su amigo, es

1
Juan José Hurtado Arboleda.
• Antonio Arboleda Arraechea.
• En el códice que conserva la Universidad de Antioquia, formado con manuscritos de
Caldas, se encuentran los apuntes mencionados aquí, que en Quito copió de los libros de
Federico "Alejandro Barón de Humboldt y de Aimé Bonpland. Los autores citados son Antonio
Palau y Verdera, Jorge Leopoldo Cristino Federico Dagoberto Cuvier y Carlos de Linneo.
• Renato Antonio Ferchault de .. Réaumur.

178

©Biblioteca Nacional de Colombia


el que ha obrado mi desgracia; un joven currutaco/1 ignorante y disipado le ha
merecido toda la confianza, y lo lleva el qtce me dice que ha resuelto 'lliajar
solo. ¡Qué lección tan sublime de conducta y de moral! Aprovechémonos de
nuestra desgracia y consolémonos. Si Mutis/1 si este hombre, si este monstruo
de virtud y de ciencia aprueba mis planes, yo volveré al seno de mi patria
ilustrado, yo seré el canal de comunicación; ¡qué honor! y no tendremos que
mendigar de Humboldt; no es éste el único que sabe; no está en él encerrada
nuestra felicidad e ilustración. Confieso a ustedes que miro su retrato con un
secreto pesar y me mortifica su presencia, y creo que a no estar hecho, no ha-
bría dado a ustedes el gusto de tener la imagen de un sabio ingrato. No son,
mis amigos, las cualidades del espíritu las que más honran al hombre, si no
van unidas a un buen corazón. No quiero decir que Humboldt lo tenga corrom-
pido, pero lo tiene ingrato a los grandes beneficios de Mutis, y a nuestro amor.
¿Es amar a su especie, sofocar, hacer abortar la más brillante ocasión de hacer
felices a dos millones de hombres por puras puerilidades? ¡Ah!, mis amigos,
esto me inflama, entro en furor y una casi indignación. Que tengo un rostro
se'llero, que soy moderado. ¡Qué causas tan sólidas para arruinar la fortuna de
un joven! Dejemos este asunto demasiado doloroso.
Luego que ustedes vean ésta, me solicitan en la tienda de Asaonita unos
cuatro o seis vidrios o lentes cóncavos, de aquellos que ustedes vieron usaba
yo, que he roto los "dos que tenía, y estoy ciego de lejos; tienen sus cajas de
cuerno con sus dos agujeritos, y vienen sin falta en el siguiente. Otro encar-
go que hago a ustedes, es que en el día se formen dos esqueletos de borrachera,
uno de la blanca y el otro de la amarilla o roja; que se junte el páter, Antonio
y el abate, y formen una descripción de cada una y una comparación de ellas
y de sus diferencias. El caso es que yo he hallado dos, diferentísimas, de esas
que hay allá; he visto la flora del Perú/ el Wildenow8 y todos los libros del
Barón, y no hay estas especies de daturas arboráceas en tanto número y todas
con cápsulas sin erizo. Voy en el correo que viene a remitir las que tengo yo
acá, con sus descripciones, para que unidas con las dos de allá, vayan a Mutis.
Bonpland ha tomado las mismas; pero yo las vi y las describí en Pasto, en
agosto de 1801, antes que él; y como ya no es digno de que yo guarde conse-
cuencia con un ingrato, quiero usar de los derechos que me da la antelación de
tiempo, y voy a tratar de que Mutis las inserte en su Flora como propias.

1
Carlos Montúfar.
• Ver las cartas Nos. 63, 64 y 65, dirigidas a José Celestino Mutis en lo referente
a los planes de viaje propuestos a raíz de la negativa de Humboldt de llevarle como acom·
pañante científico.
1
Flora .del Perú, por Hipólito Ruiz y José Pavón.
8
Carlos Luis Willdenow.

179

©Biblioteca Nacional de Colombia


Al abate, que le debo dos; a Cristóbal,9 una; a mi don Francisco/ 0 dos;
satisfagan ustedes a estos amigos con mis inmensas ocupaciones, que les soy
reconocido, y que contestaré luego que parta Humboldt. Adiós, amadísimos
amigos. Su

• Cristóbal Vergara y Caicedo.


1
°Francisco
José Arboleda Arraechea.
u La familia Caldas procedía de Galicia.

67
Quito, junio 3 de 1802
Mis amados páter 1 y Antonio: 2 ¡Qué correo el que acabo de recibir! Está
mi alma oprimida de dolor. Mi Antonio sin su padre político,3 mi amada doña
Rafaela4 huérfana, el abate . . . mis ojos se anegan. ¡Oh amistad! si eres el su-
premo bien sobre la tierra, arrastras consigo los dolores más acerbos. ¿Perde-
remos a este virtuoso, a este querido amigo? ¡Mi abate, mi abate! Ahora siento
el peso de mi amor. ¿Cuándo saldré de este estado de incertidumbre y desespe-
ración? Las horas se me vuelven siglos. ¡Ah día 19 de junio! Yo tiemblo,
deseo que llegue con precipitación; le temo. ¡Qué suerte, mis amigos! Estaba
para poner fin al número de los que tengo, por no padecer con sus desgracias.
No han corrido nueve meses que dejé mi patria, y ya me veo con TomásCi
menos, y el abate en las puertas de la muerte. Cien leguas me separan, cien
leguas me privan del consuelo doloroso de verlo padecer. No me es permitido
regar con mis lágrimas las ceni:ias . . . ¡Oh Dios! ¿seré tan desgraciado que le
pierda? Detén, Dios de bondad, este golpe terrible~ No castiguéis nuestras
miserias sacrificándoos esta víctima inocente. Permitan ustedes esta efusión de
mi corazón, debida a la amistad.
Estoy tan abatido, que no quisiera hablar sino llorar sobre mi abate. Esta
sensibilidad de mi alma hace mi suplicio. Pero dejemos un momento este objeto
de ternura y de dolor, para decir a ustedes cuatro palabras de Humboldt.
Este ingrato pueril parte el 8 de éste para Lima.6 Yo me alegro de perder
de vista a este despreciador de su amigo. Algún día sabrán ustedes las causas
y se asombrarán al ver que los hombres más grandes tienen debilidades. Por
ahora no es posible decir nada; dos días me restan, y en ellos he de copiar

1
Juan José Hurtado Arboleda.
1
Antonio Arboleda Arraechea.
·a Joaquín Francisco Valencia Sáenz del Pontón.
• Rafaela Petrona Valencia Valencia de Arboleda.
• Tomás Antonio Quijano García de Lemos.
• Federico Alejandro de Humboldt continuó por tierra el viaje al Perú.

180

©Biblioteca Nacional de Colombia


ciento cincuenta géneros nuevos de gmelim que me faltan. ¡Cuánto he traba-
jado, mis amigos! ¡Qué riquezas las que he adquirido en los cinco meses pa-
sados! Ustedes son los dueños absolutos de ellas; dejen que parta, entonces
todos mis cuidados serán comunicar a ustedes lo que sé; nada hay reservado
para ustedes.
Mi ánimo excede a mis facultades; yo he echado mano del dinero que
tenía de ustedes; aquí me he entrampeado con otros para tomar el famoso
cuarto de círculo, mientras me contesta Mutis para reponer este dinero. 7 Y o
he quedado sin un real por ser astrónomo. Está en Ambato ya esta preciosa
prenda; estará aquí dentro de seis días. El solsticio se acerca, y voy a abrir mis
trabajos por una observación solsticial, observación capital que puede darme
reputación y nombre. Ella dará un material para una memoria sobre la am-
plitud de eclipse, en 1802,8 dedicada a dos generosos amigos que me han ayu-
dado a adquirir este instrumento; ustedes no sabrán quiénes son éstos hasta
que vean volar sus .nombres por ese mundo literario.
He subido a Pichincha. ¡Qué prodigios han visto mis ojos! Ahora no pue-
do decir más, ni satisfacer sus encargos. Del ocho en adelante todo soy de
ustedes; yo me consagraré a darles gusto en santos, ángeles, figuritas, baúles,
cédulas, etc., etc., pues todo pertenece a ustedes. Su
CALDAS
7
Ver carta N O 65. notas Nos. 2 y 7. c~~.ld3S no hizo uso de la libranza que le envió
José Celestino Mutis para la compra de este instrumento.
8
En las fechas de solsticio (de verano o de invierno) la declinación del Sol es igual a la
inclinación de la eclíptica; lo que Caldas se apresta a medir es la distancia del Sol al cenit,
al paso por el meridiano en esa fecha; como conoce la latitud de Quito, puede conocer la
inclinación de la eclíptica. (Ver ilota N O 2 a la carta NO 69).

68
Quito y junio 21 de 1802
1
Mi padre: sí, a usted conviene en todos sentidos este dulce tratamiento.
Sería yo un ingrato si lo rehusara al generoso Mutis. ¡Ah! no puedo traer a
mi memoria lo que debo a usted sin conmoverme. ¡Qué grata me es la me-
moria de Mutis! El fuego que me anima lo he comunicado a cuantos me ro-
dean. Y a tiene usted a todos mis amigos y a todos mis conocidos por sus ado-
radores. No puedo dejar de hablar y de pensar sobre el objeto de mi amor. Este
acaba de inflamarse con la última de usted de 21 de mayo. ¡Cuánta es la bon-
dad, cuánta es la sabiduría de esta preciosa carta! La leo, la releo, no me canso
de leerla y quiero grabar sus expresiones sobre mi corazón. Ilustre sabio, ¿cómo

1
José Celestino Mutis.· ·Esta carta es la contestación a la fechada . en 21 de mayo en la
que recomienda el estudio de las fluctuaciones barométricas. La carta de Mutis se conoce frag-
mentariamente.
181

©Biblioteca Nacional de Colombia


pudiera volar a Santafé a besar esa mano bienhechora y autora de mi felicidad?
¿Cómo pudiera pintar sobre este papel el amor, el reconocimiento, y el fuego
que me anima? Yo escribo, y no quedo contento; toda expresión es inferior a
mis sentimientos. ¿Yo sabré reconocer y sabré corresponder a tanta bondad?
Tiemblo, me irrito contra mí mismo al verme tan inútil y tan nada para recom-
pensar al virtuoso Mutis. Mi caudal, con el que pagaré esta inmensa deuda,
es mi corazón. Dispón de él, sabio generoso, yo no existo ya sino para Mutis.
Voy a hacer callar a mi corazón para poder hablar sobre los otros objetos que
nos ocupan hoy. ·
El señor Barón de Humboldt partió de aquí el 8 del corriente con Mr.
Bonpland y su Adonis,2 que no le estorba, para viajar como Caldas. Yo he
mantenido hasta el momento de nuestra despedida una buena armonía con este
viajero. Creo no tendrá de qué quejarse, si no me hace injusticia. Yo he ob-
servado con el mayor cuidado sus pasos, y he visto gran parte de sus M. SS.
En las vísperas de salir de aquí visitó una pirámide (la de Caraburú), con
una velocidad increíble. En veintiséis horas se hizo toda la expedición, y solo
se trajo por fruto que existía el cuadro de los cimientos, ignorando si en su
centro se halla la muela de molino, que es el asunto principal. El señor Barón
ha escrito mucho sobre este punto, y creo que el exacto y verdadero de La
Condamine8 no sale muy bien. Y o deseo leer la causa que existe en el archivo
secreto de esta Audiencia y que no se franqueó al Barón para rectificar mis
ideas falsas de que está inmbuido este prusiano.
Como la causal que ha dado para no franquerme su lado ha sido que mi
semblante es severo, y mi trato poco afectuoso y seco, no quise molestar su
delicadeza con mi presencia, y me excusé acompañarlo en su primera subida a
Pichincha y Cotopaxi. Creyó el señor Barón que eran efectos de mi sentimiento
por su negativa, y procuró de todos modos contentarme, de modo que al fin
de su mansión en Quito me ha hecho mil expresiones, visitas, elogios, y procu·
rando dejarme satisfecho. Y o le amo, pero he sentido este desaire, que no cu·
rará con nada este sabio.
Pasó un día personalmente a mi casa a convidarme para una segunda su-
bida a Pichincha; ponderándome la importancia de ver de cerca a este volcán.
Esta habría sido la ocasión de explicarme con él; pero no quise, acepté el con·
vite y lo seguí. Jamás me pesará haber hecho esta pequeña expedición. ¡Qué
espectáculo! Figúrese usted una boca de cerca de 2.000 varas de diámetro, cu-
yos bordes destrozados y negros presentan la imagen del Chttos; que a qui-

• Alejandro de Humboldt, Aimé Bonpland y Carlos Montúfar se dirigieron hacia Lima por
la vía de Cuenca, Cajamarca y Trujillo.
• Carlos M . de La Condamine.
• Esta excursión al Pichincha mvo lugar el 28 di' mayo, la anterior, en la que Caldas no
acompañó al Barón había tenido lugar dos días antes.

182

©Biblioteca Nacional de Colombia


nientas o seiscientas varas de profundidad se ve elevarse una llama azul con
mucho humo; que de rato en rato tiemblan las rocas. Apenas hay por dónde
acercarse a este lugar de horror y de espanto, que no se vea al observador
cercado de peligros. Es necesario subir sobre la nieve, porque toda la boca está
cercada de ella, y en más de una parte se forma en falso entre dos rocas veci-
nas. Y o he visto al Barón en punto de perecer, y dar mis pasos sobre una bó-
veda de nieve en la orilla del precipio. Un indio que le precedía libró esta
preciosa vida de la muerte. Y o seguía de cerca al Barón, y los dos fuimos los
primeros que tomamos la cima. Este viajero tiene coraje, pero lo vi temblat
en la extremidad de la roca. Y o partía con él el peligro, no menos temeroso;
le ayudé a hacer ·la observación del barómetro, y descendí. Mr. Bonpland cayó
en deliquio tres veces, y me acordé que éste me había dicho que no se me lle-
vaba a Lima y Méjico por débil. Tuve la satisfacción de que viese el Barón
que no era dama y sabía escalar las montañas más terribles, pero yo me des-
vío de los asuntos que hoy deben ocupamos.
Mi memoria sobre el plan de viaj~ no la debe usted considerar sino como
los proyectos de un joven fogoso que desespera por trabajar en el progreso de
las ciencias, y que la pone en mano de un padre prudente para que les limite,
corrija y suprima. 5 Las sabias reflexiones de usted; los conocimientos políticos
de las cosas de la Corte; las grandes miras de un segundo viaje a las islas ·y
Nueva España, con todo lo más que contiene la bella carta de usted, está lleno
de sensatez y de prudencia. Y o le acepto con todo mi corazón, y he resuelto
ponerle en práctica cuanto antes; cada cláusula es un canon de conducta pre-
ciosa. Sí, ilustre sabio, Caldas le va a observar con escrupulosidad, no se sepa-
rará de ella en nada, sin un orden expreso de su generoso benefactor.
Actualmente me ocupo en la observación del solsticio que se verifica den-
tro de dos días. 6 Así que le concluya comienzo sin la menor dilación a recorrer
todas las cercanías de Quito, y a acopiar y describir todas las plantas que se
me presenten. La botánica hará el primer objeto de mis investigaciones, y que
no cederá a ninguno de tantos como contiene mi memoria. Las observaciones
barométricas, así las que tienen por objeto el período nocturno como las del
calor del agua, ocuparán el segundo. Por lo que mira a aquél ha muchos años
que había notado que de seis a ocho y aun nueve de la noche comenzaba a
subir; pero no había pasado de aquí hasta que el señor Barón me habló sobre
el asunto; Mi genio, amigo de verificar con una experiencia seguida y constan~
te cuantas ideas leo y me dicen, me empeñó en velar al lado de mi barómetro, y·
vi que es fuera de toda duda el período nocturno, y que se verifica como el
diurno. No estoy bien determinado sobre la hora; de su mayor elevación y de
su menor; pero una serie de observaciones me lo enseñará dentro de poco tiem-

• Ver nota N9 9 a la carta N9 64.


• Ver nota N9 8 a la carta N9 67.
1.83

©Biblioteca Nacional de Colombia


po, y de todo daré a usted cuenta en forma de memoria para el depósito de la
expedición, como usted me insinúa, o como parezca mejor a mi generoso bene-
factor. Usted es dueño absoluto de hacer lo que quiera de los materiales que
remito; yo no deseo otra cosa sino que cedan en honor del sabio que les protege
y sostiene. Si soy capaz con mis esfuerzos de añadir un átomo a la gloria de
Mutis, están recompensados mis trabajos, y no quiero otro premio, Hablo a
usted con toda la sinceridad de mi alma.
Estoy contento con el plan de viaje que usted se ha dignado proponerme;
no veré a Méjico, y no partiré de Quito hasta que usted me lo mande. Nada
tema usted de mi obediencia, ésta es ciega. En el plan modificado puedo verifi-
car casi todos los grandes objetos que me he propuesto. Las elevaciones del
mercurio al nivel del mar, en una palabra, todo lo relativo a este género, queda
perfectamente desempeñado en Guayaquil, Panamá, Portobelo y Cartagena. Y o
creo que sería más ventajoso a esta expedición no partir de Guayaquil directa-
mente a Panamá, sino a San Buenaventura, e internar algún tanto en el Chocó,
por el número inmenso de plantas, y en especial de palmas que se dice hay en
estas regiones. Este pequeño desvío nos pondría en posesión de unas riquezas
considerables, y todo se reduce a un mes más. Me parece que invirtiendo los
seis meses próximos en Quito y sus alrededores, puedo, después de observar el
solsticio del invierno en diciembre, partir a Guayaquil, y en otros seis meses
estar en Santafé, y en junio de 1803 presentarme a mi benefactor. ¿Seré tan
feliz que se conceda esta gloria? ¡Ah! deseo este momento con una intención
que no puedo explicar.7
La astronomía, este precioso ramo, nada tiene de incompatible con la botá-
nica, y esta circunstancia me hace amar estos trabajos con entusiasmo. Las no-
ches consagradas al descanso me llaman a grandes e importantes trabajos. El
cielo austral está sobre mi horizonte, y puedo perfeccionar y fijar muchas es-
trellas. Si hallo una nueva que no pertenezca a alguna constelación, le pondré
el corazón de Mutis. ¿No tenemos el corazón de Carlos? 8 Pues ¿por qué no ha
de haber en el cielo el corazón del sabio y del virtuoso Mutis? Yo habría co-
menzado ya a trabajar sobre esto, si la partida del señor Barón no me hubiera
privado del bello atlas celeste, que traía. El pequeño planisferio de Lacaille0
no basta, · es necesario el grande que publicó este sabio astrónomo, reducido a
un gran pliego. Y o suplico a usted que si lo hay en su famosa biblioteca, me lo
confíe para mi expedición.
• Este plan, bastante modesto si se compara con las ambiciones iniciales de Caldas, se
cumplió apenas en parte, pero la llegada a Santaft' se dilató hasta fines de 1805. El plan debió
serie comunicado en la Carta de Mutis del 21 de mayo que no se conoce en su totalidad. El
19 de julio Mutis le indica a Cavanilles desde Santafé que Caldas "se apartaría (de Humboldt)
para venir de Panamá a Cartagena y a esta capital ... ".
8
El "Corazón de Carlos", Cor caroli, es la estrella más brillante de la constelación "Los
Perros de Caza", a Canum venaticorum.
• Nicolás Luis Lacaille.

184

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Está ya en mi poder el cuarto de círculo del señor Barón, y estoy traba-
jando con él. Con este bello instrumento, con mi octante y con dos más ins-
trumentos que voy a decir, tengo cuanto necesito para hacer con honor mi ex-
pedición.10 No se puede creer cuánto he trabajado por conseguir una péndola.
Un relojero de esta ciudad posee el de Mr. Graham, que sirvió para la divi-
sión, digo, determinación del grado antiguo al Ecuador; le compró por un hue-
vo, y cree tener la bienaventuranza en él. No quiso prestarlo/ 1 a pesar de los
empeños que he hecho, y para no estar ocioso y perder la ocasión de observar
el solsticio bajo del ecuador, me he valido de una péndula inglesa en que supri-
mí el rodaje de la campana y diario y le dejé verdaderamente astronómica. Con
ésta observo actualmente. Me es, pues, de la mayor necesidad una medida del
tiempo. Las péndolas, por buenas que sean, no se pueden arreglar sino con mu-
cho tiempo y trabajo, son del transporte más difícil, e inútiles en muchos casos.
Usted posee dos cronómetros; confíe uno a mis manos, él volverá con la misma
integridad a Santafé; bien acondicionado, dentro de una gruesa atmósfera de
lana o algodón puede llegar ileso aquí.
Con el más vivo dolor veo perderse centenares de eclipses de los satélites
de Júpiter por falta de un telescopio de mediana fuerza. ¡Ah! si usted se re-
solviese a unir al cronómetro un telescopio, no tendría qué desear. Con estos
dos instrumentos y los que poseo estaba yo bien provisto. Medite usted este
punto, y no dudo que se resolverá a hacer este sacrificio en beneficio de nues-
tra geografía.
El correo va a cerrarse, y no puedo ser más largo; en el venidero daré
cuenta de todo lo que haya trabajado.
Deseo que Dios Nuestro Señor guarde la importante vida de usted, y que
que me mande como al más afecto y reconocido, que besa su mano,
FRANCisco JosÉ DE CALDAS
10
Con el Cuarto de Círculo de John Bird que tiene ya en su poder, más los instrumentos
que ya poseía y que cita aquí, complementados con otros que recibírá próximamente de Mutis,
se encuentra Caldas equipado con instrumental astronómico que, al menos dentro de los de tipo
portátil, es lo mejor que en su época se conocíd. No se puede de aquí en adelante seguir
diciendo que tuvo que trabajar con instrumentos de su propia fabricación.
u Calda, dice que no consiguió prestado el péndulo de Graham, que perteneciera a los
académicos franceses, sin embargo, parece que lo usó en una ocasión anterior, ver carta NI'
45; más tarde habría de adquirirlo.

69
Quito y julio 6 de 1802
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi padre tierno: este será el tratamiento con que me honre toda mi vida,
y éste el que daré a usted mientras viva. ¡Ah! sería un monstruo de ingratitud
si no obrase de esta manera. Cada correo está señalado con un beneficio de

185

©Biblioteca Nacional de Colombia


sus manos, y parece que el ilustre Mutis no se ocupa sino en hacer feliz a Cal-
das. Virtuoso sabio, ha quince días que lo soy, y no cambio mi suerte por la de
Humboldt. Sí, quince días ha que trabajo para la expedición de Bogotá, quince
días que vivo ya unido para siempre con mi amado, con mi respetado Mutis. 1
Voy a dar a usted cuenta de mis operaciones y de cuanto ha hecho Caldas en
estos pocos días. Esta cuenta, a más de imponer a usted de mis ideas y de mis
trabajos, tiene otra utilidad importante, y es el que usted las corrija, el que
me dirija desde Santafé para que esta expedición sea digna del autor de la
Flora de Bogotá.
Ya dije a usted en el pasado que me hallaba ocupado con el solsticio del
verano, y ahora pongo en noticia de usted que le concluí felizmente. Aún no
puedo sacar todas las consecuencias de que es susceptible esta observación, por-
que aún no he tenido tiempo de calcular, y porque me son desconocidas las
refracciones al nivel de Quito. Espero hacer muchas de este género en las be-
llas noches de julio y agosto, y completar esta obra con la observación del
solsticio del invierno próximo. Usted sabe que aun ahora podría concluir la
máxima declinación de la eclíptica, pues me es bien conocida la latitud de
Quito, por las observaciones de los académicos y por las mías; pero este método
no satisface a un astrónomo escrupuloso, y me expondría a objeciones funda-
das; yo me reservo para diciembre, y no ocuparé ahora la atención de usted
con esto. 2
Así que le di fin a mis trabajos solsticiales, entré dentro de mí mismo y
me dije. Hasta hoy has trabajado por afición y por gusto; desde hoy es ya una
ocupación necesaria; ya no puedes disponer de tu tiempo a tu gusto; éste y
todo yo pertenezco al sabio Mutis; es preciso aprovechar el tiempo y dedicar-
me a los objetos que este sabio ama con preferencia. Con estas disposiciones
tomé la libranza e hice uso de ella. El primer gasto que he hecho fue tomar
una resma del mejor papel que he podido conseguir, porque está caro y escaso.
Hice encuadernar mis libros en blanco; al primero he puesto por título Descrip-
ciones de plantas; al segundo, Relaciones de un 'Yiaje proyectado y a expen-
sas del célebre Director de la Expedición Botánica de Santafé a Quito, Gua-
yaquil, Panamá, Portobelo, Cartagena y Santafe. 3 En este ha comenzado la
1
Mutis comunicó a Caldas la aceptación del plan de \'iaje y la incorporación a la Expedición
Botánica en carta fechada el 21 de mayo. Desde esta fecha, o desde una próxima al 20 de junio,
al recibo de la misiva, puede considerarse que data el trabajo de Cald:!s como miembro de la
Expedición Botánica de Santafé. (Ver r.arta NQ 68, nota NQ 1) . En carta de Mutis· a Cavanilles
del 19 de julio de 1802 le comunica que tiene a Caldas en Quito como "agregado a mi Expedi·
ción en calidad de Meritorio".
• Ver la nota NQ 8 a la carta NV 67. Si Caldas mide la dista!tcia al cenit al paso del Sol
por el meridiano, en las fechas de dos solsticios conseauivos (de junio y diciembre), no necesita
hacer intervenir la latitud de Quito para calcular la inclinación de la eclíptica.
• En diversas copilaciones de las Obras de Caldas han sido publicados algunos de los relatos
de los viajes realizados en el territorio de lo que hoy es Ecuador. Por ejemplo: "Viaje de Quito
a las Costas del Océano Pacífico por Malbucho"; "Viaje al Corazón de Bamucvo".

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historia y el origen de este viaje, y continúo con el diario circunstanciado de
mis operaciones y observaciones en usos, costumbres, carácter, política, tempe-
ramento y producciones naturales de los pueblos por donde voy a transitar. El
tercero tiene por título Obser'Yaciones meteorológicas. Aquí va todo lo relativo
a meteoros, y nuestras observaciones favoritas sobre el termómetro y baróme-
tro. No puedo dejar de decir lo que he hecho hasta aquí en este particular.
Arreglé una péndola astronómica que he podido conseguir por alturas corres-
pondientes del sol; rectifiqué mi barómetro, y el1 9 de julio lo destiné a mi obser-
vación sobre las mareds atmosféricas; coloqué un termómetro al lado del ba-
rómetro, y otro comparado con el primero al aire libre y a la sombra. Dadas las
12 de la noche del 30 de junio consulté a estos instrumentos, y seguí haciendo
lo mismo de hora en hora hasta las 12 de la noche siguiente; yo tengo ahora
la satisfacción de remitir a usted una tabla de esta observación, y que vea el
sabio Mutis verificados en Quito sus modos de pensar: 4
Obser'Yaciones hechas el 19 de julio de 1802 en Quito . .
Horas verdaderas Alturas del B. Termómetro ane. Termómetro lib.

12 n. 2QP 11,30 57 °,5 6° ,9


l m. 1,30 57,0 6,9
2m. 1,10 57,0 6,5
3 m. 1,05 56,5 6,2
4 m. 0,95 56,6 6,2
5 m. 0,90 56,0 6,0
6 m. 0,90 54,9 5,8
7 m. 1,10 55,7 6,5
8 m. 1,10 56,0 7,8
9 m. 1,30 56,0 10,5
10 m. 1,30 56,5 11,2
11 m. 1,30 57,0 11,8
12 del día. 1,1 5 58,0 12,4
1 t. 1,00 58,5 13,2
2 t. 0,90 59,0 14,0
3 t. 0,75 59,3 12,9
4 t. 0,70 58,8 11,9
5 t. 0,70 58,9 11,6
6 t. 0,80 57,5 10,4
7 n. 0,90 57,8 9,5
8 n. 1,10 57,0 9,0
9 n. 1,30 57,0 8,2
10 n. 1,30 57,0 8,0
11 n. 1,30 56,8 7,5
12 n. 1,30 57,0 7,8

' José Celestino Mutis había realizado previamente en Santafé observaciones de estas fluc·
tuaciones horarias de la presión atmosférica. Véase el estuclio de Juan de Dios Carrasquilla.

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Esta observación la he querido hacer con este rigor, por ser en una materia
nueva. De ella se infiere que en el período de veinticuatro .horas hay dos flujos
y dos reflujos, el uno de día y el otro por la noche; que el mayor abatimiento
es a las cinco de la mañana y a las cinco de la tarde; que la mayor elevación
se verifica a las nueve de la mañana y a las nueve de la noche. Parece, pues,
que estos flujos y reflujos se verifican a iguales distancias del sol al meridiano;
es decir, al círculo entero, y no como comúnmente se entiende al semicírculo
que está sobre nuestro horizonte. A las nueve de la mañana dista el sol del
meridiano superior tres horas, y a las nueve de la· noche dista también tres ho•
ras del meridiano inferior; a las cinco de la mañana dista del meridiano inferior
cinco horas, y a la misma cantidad dista del superior a las cinco de la tarde. ¿Ten-
drá el sol influjo en estas mareas? Estas son las consecuencias que legítimamente
se infieren de los hechos, y las que pongo en manos de usted. La experiencia nos
dirá aún más, y tal vez suministraré hechos seguros y experiencias exactas porque
el sabio Mutis nos dé teoría verdadera de estas mareas. ¡Ojalá usted se dignase
comunicarme sus ideas sobre este bello punto de física! Ellas me servirían de
guía en mis trabajos, y quedarían absolutamente reservadas~ hasta que usted
las publicase. Como la bondad de usted para conmigo es tanta que no le hallo
límites, cómo un sabio del orden de usted se ha dignado comunicarme sus pla-
nes y sus miras sobre varios puntos en la carta última, que me honrará eter-
namente, yo quiero tratar a usted con la misma franqueza de que me ha dado
el ejemplo, y voy a proponer a usted lo que he pensado sobre este punto. Creo
que debemos averiguar también la dirección de las corrientes de estas mareas.
Yo ignoro si vienen de Oriente hacia Occidente, o de Occidente a Oriente. No
creo que se verifiquen de Norte a Sur, o de Sur a Norte; pero no puedo hablar
con firmeza hasta que buenas observaciones no nos den luz. El modo más
fácil y quizá único de averiguarlo sería que un observador inteligente arreglase
por alturas correspondientes una péndola en Santafé, o ajustándola a una me-
ridiana (pues 1' no es de consecuencia en este género de observaciones, porque
el barómetro no varía cantidad sensible en este espacio) , y seguir por un con-
venio anterior la marcha del barómetro en esa ciudad y en Quito. Es claro que
estando Santafé más oriental que Quito, si se verifican, como lo creo, a la mis-
ma hora por nuestras péndolas ajustadas a nuestros meridianos, las variaciones
en el barómetro, la marea atmosférica ha arribado primero a Santafé que a Qui-
to, porque primero fue mediodía y todas las horas en ésa que en ésta; por
consiguiente, la marea tiene su curso de Oriente a Occidente. No puede suce-
der esto sí su curso es de Occidente a Oriente. En este caso primero debe llegar
a Quito, y mucho después a Santafé, y las horas lo indicarán seguramente.
Si acaso, lo que no espero, se hacen de Sur a Norte, la marea llegará primero
a Quito en 13' de latitud austral que a Santafé en 4°36' de latitud boreal, y
al contrario, sí la marea corre de Norte a Sur. Sería de mucha importancia

188

©Biblioteca Nacional de Colombia


que hiciésemos estas observaciones correspondientes, y me parece que es fácil
que se verifiquen en ésa. Es cierto que un hombre solo no puede llevarlas más
allá de veinticuatro horas consecutivas, pero en la casa de la expedición hay
más que se podían encargar de continuar la experiencia. Por si acaso es de la
aprobación de usted este pensamiento, he resuelto velar todos los primeros y
todos los quinces de ·los meses siguientes desde las cinco de la tarde de estos
mismos días hasta el 2 y 16 siguiente a la misma hora. 5
La tercera columna contiene los grados de calor en que estuvo la columrta
del barómetro expresada en la escala de Fahrenheit, para poder reducir las
veinticuatro observaciones a una misma temperatura; pero como sea muy poca
esta diferencia, no he querido tomarme por ahora el trabajo de calcular los erro·
res cortísimos que pueden haber producido 4° de Fahrenheit.6 La cuarta ex-
presa el calor de la atmósfera en cielo libre y a la sombra en grados de la es-
cala de Reaumur. 7
El libro cuarto de los blancos que he hecho encuadernar está consagrado
a las obser'Yaciones astronómicas. 8 Yo he dado principio por mi observación del
solsticio, a muchas de las distancias de la luna al sol,9 etc., etc., que aún no he
calculado reservando este trabajo para después, y lograr los momentos en amon-
tonar hecbos y observaciones. El quinto está dedicado a las descripciones de
animales, y en fin, otro para los materiales geográficos de mi carta'. Tales son,
en general, mis operaciones hasta el día. ·· ·.
Las plantas que llevan a usted su primera atención, me la llevan también
a mí. He aquí lo que he trabajado en estos quince días. Tengo descrita una
especie de Phytolacca, con todas las flores hermafroditas, y que me parece dis-
tinta de todas las que hay en mis pocos libros. La Scrophularia meridionalis
de usted abunda mucho aquí, y constantemente le he hallado las Bracteas
aserradas, y no enterissimas como las que usted ha visto para describirla; varía
aquí con las corolas moradas y blancas. Tengo preparados tres esqueletos de
otras tantas especies de .Daturas arbores todas y con la cápsula lampiña. Es
necesario que algunas de ellas sean nuevas. En mi pequeño herbario de Popa-
yán ha de haber otras dos, aunque no puedo decidirme sobre si son distintas de
las de aquí.

• Se destaca aquí la concepción global que Caldas tenía de los fenómenos de la naturaleza,
bien distinta de la simple recolección local de datos.
• La escala de temperatura, aún usada en algunos países, que lleva el nombre de Gabriel
Daniel Fahrenheit.
7
· Renato Antonio Ferchault de Réaumur.
8
No ha sido posible localizar este manuscrito; sin embargo, algunas de las observaciones,
calculadas posteriormente en · el Observatorio de Santafé, fueron publicadas por Caldas en el
Semanario.
• La observación de la medida angular, reducida al centro de la Tierra, entre la Luna y el
Sol, e'dis_tancia" de la Luna al Sol), comparada con unas efemérides, permite conocer el instante
de la observación y de éste la · longitud del lugar. Era uno de los métodos usados en la nave·
gación de alta mar.

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Ya tengo encargado a un amigo mío para que se tome el trabajo de es-
queletarlas y unirlas a las que remita a usted a Santafé. Tengo otras más des-
cripciones de plantas que no he podido conocer; todas irán esqueletadas.
Y o insisto sobre que usted se digne franquearme un D'Luc,10 u otro libro
maestro sobre el barómetro y termómetro, una química moderna, un tratado
de astronomía de Lalande,11 y algo de botánica. En materia de instrumentos
con algunos tubos de barómetro, un par más de termómetros, el telescopio y
el cronómetro, tengo cuanto necesito para mis operaciones y para desempeñar
la comisión presente. 12
Voy a concluir ésta diciendo que el quince parto para Ibarra a visitar a
Cotacache, lmbabura y Cayambe con todas sus cercanías. Usted diríjame siem-
pre mi contestación a Quito, que es el centro de mis operaciones, y en donde
estaré de regreso dentro de tres semanas. Espero venir cargado de plantas y de
observaciones; de todo daré a usted cuenta con el venidero.
Y o deseo reunirme a usted cuanto antes, amarle de cerca y no a doscien-
tas leguas de distancia. Dios, que me ha dado a este tierno padre, me lo con-
serve sano y le conceda el honor de servirlo y de aumentar su gloria a
FRANCISco JosÉ DE CAr.oAS
10
Juan Andrés de Luc.
uJosé Jerónimo Le Fran~ois de Lalande.
uver nota N9 9 a la carta N9 64.

10
Quito y julio 21 de 1802
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Padre amadísimo: he leído con el mayor respeto la de usted de 21 de junio,
que miro como un código de preceptos que cumpliré con la mayor fidelidad.
Ya habrá visto usted a la fecha mis modos de pensar sobre el viaje pro-
yectado, y que no se hará de otro modo, sino como agrade y prescriba usted.
No veré a Méjico; pero tendré un inmenso material que poner en manos de
usted, recogidos en esta Provincia, en Guayaquil, Barbacoas, San Buenaventu-
ra, Panamá, Portobelo, Cartagena y Santafé, y esto me par.ece un gran círculo
para ensayo de mis observaciones. 1 La botánica tiene en él la mejor parte, pues
son países fecundísimos, y que muy pocos han visitado. Y o me detendré, como
usted quiere, todo el tiempo necesario para re.cbger las producciones vegetales
de esta Provincia, lo que ya he comenzado a verificar, y sobre lo que voy a ha-
blar a usted largamente.
1
Tampoco habría de realizarse en au rotalidad este plan reducido de viaje que fiDalmente
Mutis aprobó.

190

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Como Mr. Bonpland2 hizo su centro a Quito y salió muy poco a sus alre-
dedores, se puede decir que ha agotado las plantas de las cercanías de esta
ciudad, y no ha tocado las de la villa, adonde pensó regresar desde aquí, y que
no verificó nunca. Y o he gastado estos quince días últimos en hacer algunas
pequeñas salidas a las faldas de Pichincha y Panecillo, y he traído muchas yer-
bas con que he dado principio a mis trabajos botánicos. Yo he adoptado para
desempeñar con seguridad el plan siguiente; si usted le halla defectuoso, espero
que con aquella franqueza característica de usted y propia de un padre que
quiere formar a un hijo, corrija sus defectos. Todo vegetal que viene a mis
manos conozca o no su género; si lo primero, no me detengo en una larga
descripción sobre sus fructificaciones, y solo describo la inflorencia, tallo, ho-
jas, raíz, etc.; si no le conozco procuro determinarle por los pocos libros que
poseo; si le hallo en ellos hago lo mismo que en los antecedentes; pero si me
es desconocido y no le hallo en mis libros, hago una amplia descripción de
todas sus partes; en todas anoto los lugares de su nacimiento, y como la ele-
vación de éstos ya me es conocida por mis operaciones del barómetro, les añado
la zona en que habitan, conforme a las ideas que he comunicado a ustéd en
mi primer plan. Añado el nombre vulgar, el que le dan en lengua del inca, y,
en fin, concluyo por las virtudes médicas y usos a que las aplican en las artes.
A pesar de la escasez de papel en que me hallo, tengo esqueletadas todas
las plantas que he descrito. Hasta ahora no puedo· dar a usted grandes y agra-
dables noticias botánicas, porque a más de haber estado un poco enfermo del
estómago, me ha sido preciso dedicarme a los preparativos de mi primera salida
al Norte de Quito. Yo me he propuesto visitar en ella a Cotacache, Imbabura,
y el inmenso Coyambe, ver las ruinas de las pirámides, y volver a Quito dentro
de un mes. Estas tres masas locales presentan grandes proporciones para veri-
ficar nuestras observaciones del barómetro y termómetro desde el término de
la nieve permanente hasta 23 pulgadas. A más de esto tienen una vegetación
vigorosa, y sobre quienes aún no han subido, un botánico. Tengo fundadas
esperanzas de traer una riqueza inmensa de este género. Pienso levantar la
carta topográfica del país que voy a atravesar, y hacer en Ibarra mis obser-
vaciones de refracciones astronómicas, como las tengo ya verificadas al nivel
de Quito.
Muchas son las ideas, y muchas las observaciones que hay que añadir a
la memoria sobre el método de medir las montañas por el termómetro.8 Y o
deseara que usted suspendiese su remisión al señor Cavaniles4 hasta haber con-
• Aimé Bonpland, durante el viaje, no siempre dispuso del tiempo necesario para hacer
recolecciones botánicas en todos los' lugares visitados, por ejemplo en la "villa" de !barra.
1
Caldas había mandado copia manuscrita de esta Memoria a Mutis. Ver nota N9 9 a
la carta NQ 64.
'Antonio José Cavanilles, en esos días Director del Jardín Botánico de Madrid, a quien
Mutis debía enviar materiales y memorias de la Ezpedición Botánica. Una copia de la Memoria
de Caldas reposa en los Archivos del Jardín matritense. ·
191

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cluido yo mis operaciones en Quito y Guayaquil, y poder presentar de este
modo una obra acabada digna de ponérsele al frente el nombre ilustre de
Mutis, y que hiciese honor a este sabio protector de los americanos y al discí-
pulo suyo que las ha verificado. Creo que en más de seis u ocho meses podré
poner en manos de usted todo el material, y toda la memoria, para que usted
se digne corregirla, y ponerla en estado de ver la luz pública. Conozco que el
ensayo que remito a usted tiene muchos defectos de expresión, de ortografía,
y a no saber que iban a manos de mi bueno y sabio padre habría suprimido,
o a lo menos retardado su remisión. La cosa ha salido como lo había pensado,
y ninguna cláusula de las cartas de usted he leído con más complacencia y
fruto que aquellas en que nota mis errores. ¡Qué esperanzas tan fundadas he
concebido de mi futura ilustración! Sí, ilustre sabio, yo conozco en usted no
un padre condescendiente que disimula los defectos de su hijo, sino un celoso
de la reputación, y aprovechamiento de su hijo. Una corrección de la boca del
grande Mutis me es más útil, y me anima más en los trabajos que si mereciera
sus elogios; pero yo me desvío.
Mucho siento no poder indicar a usted por ahora todas mis ideas sobre
la elevación media del mercurio al nivel del mar, y en todas las elevaciones. El
señor Barón de Humboldt5 me regaló dos juegos de barómetro, y con los dos
con que usted me honró he montado cuatro barómetros. Como usted sabe, se
ha sostenido el licor a diferentes elevaciones. He formado tablas de cuatro
columnas en que van indicadas las elevaciones y períodos de cada uno de ellos;
lo mismo pienso hacer en Ibarra y en Caraturo.
Ya he dicho a usted que todo mi aparato en materia de termómetros se
reducían a dos. El primero, el más precioso, aquel que me había servido en
todas mis observaciones del agua hirviendo, se me acaba de romper; y solo
quedo dependiente de uno, expuesto a la misma desgracia, y sin recurso. Y o
tiemblo al considerar que puedo perderlo, y con él las más brillantes ocasiones
de dar la última mano a esta materia importante. Dígnese usted socorrerme en
esta grande necesidad con algunos buenos termómetros y demás instrumentos
que he indicado a usted en mis antecedentes, y, principalmente, el cronómetro
y telescopio. Por falta del primero dejo de citar en longitud tantos puntos in-
teresantes para mi carta, y tengo que trasladar a Ibarra una péndola fastidiosa.
Mañana 22 parto para Ibarra a la expedición que tengo comunicada a
usted, y de donde remitiré a usted todas las noticias, y cuanto ocurre de este
viaje. Usted no olvide a Caldas, como él no pierde un momento de vista a su
ilustre protector a quien le desea la salud completa, y una larga vida, y que
ocupe en cuanto fuese de su agrado a su afectísimo y tiernamente amante de
usted.
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

• Federico Alejandro Barón de Humboldt.

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71
!barra y .agosto 8 de 1802
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi padre y mi benefactor: sin ver cartas, e ignorando cuanto usted se
haya dignado comunicarme en este correo, voy a poner a usted cuatro letras
precipitadamente, dando parte de los progresos de mis operaciones.
Y a anuncié a usted que salia de Quito el 22, lo que verifiqué el 23 del
pasado,1 y lentamente me he transportado a esta villa. En mi tránsito he colec-
tado muchas plantas de diferentísimos niveles, y entre ellas no conozco un gran
número. Todas están esqueletadas y descritas. Subí al cerro de Cotacache, en
un día terrible y horroroso. Un viento glacial, acompañado de granizo, nos
helaba; las nieblas nos cercaban por todas partes, y nos robaban todos los ob-
jetos. Este obstáculo invencible me privó de mis operadones topográficas qué
me preparaba a ejecutar desde una elevación tan prodigiosa, y seguramente
con utilidad de nuestra geografía, principalmente de la parte occidéntal de la
gran cordillera por donde se trata hoy, restablecer el camino de Malbucho, que
comunica estas provincias con las costa del Pacífico. 2 A fuerza de valor y
constancia pudimos subir hasta las 17 pulgadas 6 líneas de nuestro barómetro,
6 líneas menos que el término de la nieve permanente. Aquí verifiqué mi obser-
vación del agua hirviendo, que aún no he calculado, ni verificado en !barra
mis correspondientes para que me sirvan de puntos de comparación. Y o habría
repetido esta observación a las 18, 19, 20, etc. pulgadas del barómetro, pero la
noche nos instaba a bajar con precipitación, so pena de dormir entre los rigores
de la nieve y de todos los meteoros. Hay más particularidades que notar en esta
montaña. La vegetación, que hace mi primer objeto, no guarda las léyes del
nivel que he observado constantemente en todos los cerros elevados que conoz-
co y he escalado. Ya se sabe que el bosque existe hasta cerca de 19 pulgadas;
que después sigue la paja hasta las 17, que desde aquí hasta las 16 es arena,
estéril, y de las 16 hasta el extremo se mantiene la nieve permanente. Pero en
Cotacache está todo bien diferente. No hay bosque en: sus faldas, y todo él no
contiene sino paja desde las 20 pulgadas hasta las 16, en que comienza la nieve.
Apenas se hallará sobre la tierra montaña más pobre de vegetación. El fraile-
jón (que el señor Barón me dice ser una de las plantas de la Flora de Bogotá

1
Caldas, que ha.bía pedido ya a Mutis un acompañante para el viaje, omite en ésta contarle
que partió de Quito "acompañado de D. Manuel Aguilar, cadete abanderado, de las compañías
de esta ciudad, joven de bellísima índole, educación y amante a instruirse en mis ramos. Este
bello joven ha tenido la bondad de acompañarme en mis más penosas observaciones, y en todas
las que exigen un (observador ... ) ", como lo consigna reconocidamente en su diario de viaje.
• Una empresa en que estaba empeñada la progresista administración del Presidente de la
Audiencia, Barón de Carondelet, y a la que Caldas prestaría colabora-ción.

193
CARTAS DE CALDAS- 13

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con el nombre de Ezpeletecia) ,3 no se halla sobre esta montaña. No obstante
he bajado una Genciana, un Ranúnculo, mis Singenesias, una Valeriana, una
Si-vertia, un Lupino, dos Geranios, etc., etc., y una Triandria monogynia, que
tiene caracteres bien particulares, y que creo no está entre mis libros, ¿será aca-
so un género nuevo? En el mismo caso creo a otra Triandria digynia. Mucho
siento la estrechez del tiempo, que no me permite unir a ésta sus descripciones,
y hablar a usted largamente sobre botánica. Y o he resuelto formar en Quito
muchas memorias, una sobre botánica, en que manifieste a usted todos mis
trabajos sobre este ramo, y todas mis dudas. Entonces desahogaré mi pasión
por este bello ramo de historia natural.
He fijado en latitud astronómicamente todos los lugares de mi tránsito,
he levantado la carta del país que he recorrido, he formado las vistas de Ca-
yambe, Cotacache e Imbabura, tengo bosquejada la nivelación de mi camino,
las alturas del mercurio en todos los puntos principales, y, en fin, otras más
cosas que comunicaré a usted de Quito. Actualmente me ocupo en medir una
base en las inmediaciones de !barra con más miras; la primera es determinar
geométricamente la altura perpendicular de varios puntos en las faldas de Im-
babura, para verificar en ellos mis observaciones del barómetro, y examinar si
las fórmulas de Schevrbuch4 y Tralles5 convienen también en la zona tórrida
y grandes elevaciones como en la zona templada y a medianas alturas. Y o
creo que aún no se ha pensado en sujetarlas a este examen bajo de la línea. Yo
siento no tener a mano una obra de estos sabios para dirigir mis operaciones.
La segunda mira con mi base, es un plano geométrico de estos países, y, en fin,
la velocidad del sonido, y rectificaciones de mis instrumentos.
El correo se cierra; yo deseo que usted se mantenga con una salud perfecta
y que mande con imperio al más agradecido y amante de usted,
FRANCISco JosÉ DE CALDAs

• El nombre correcto de la planta mencionada por Alejandro de Humboldt es Ezpeletia,


denominada en recuerdo del Virrey José de Ezpeleta.
• Schuclcburg, citado por Humboldt.
• Baltaaar Luis Tralles, en compañía de Borda, rectificaron en París los instrumentos de
Humboldt antes de la partida hacia la América.

72
!barra y septiembre 23 de 1802
1
Mi amadísimo y generoso benefactor: considero a usted deseoso de saber
de mí y de los progresos de mi expedición, y yo no lo estoy menos de dar cuen-
ta exacta de mis operaciones. No es posible mantener una contestación sin in-
1
José Celestino Mutis.

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terrupción en el tiempo de mis correrías botánicas. Es preciso retirarse en paz
de nuestras amadas plantas a lugares miserables, y de donde no hay comuni-
cación. Esta ha sido la causa de la falta de mis cartas en los dos correos an-
teriores. Ahora voy a reparar esta falta del modo posible.
He recibido bien atrasada la apreciabilísima de usted de 21 de julio. ¿Cómo
explicaré a usted los movimientos de mi alma cuando veo letra de mi buen
p::dre? Yo confieso con sinceridad que no me canso de verlas. Usted parece
que quiere acumular sobre mí todos los beneficios de que es capaz; ya me ofrece
un cronómetro y el telescopio,2 y ya estoy en el pie de no envidiar a nadie en
materia de instrumentos por sola la bondad del generoso Mutis. Y o no hallo
voces para expresar a usted mi reconocimiento; pero espero que ya que mi voz
no lo puede, lo puedan mis trabajos. Todos, ilustre sabio, si algo valen, están
a los pies del autor de mi fortuna, yo no trabajo sino para mi protector, yo no
existo sino para Mutis, y si consigo darle gusto ya están coronadas mis fatigas.
Yo he ofrecido a usted que la botánica será el objeto favorito de mi viaje,
y ya he comenzado a cumplir esta ley dictada por usted en una de las cartas
con que me ha honrado. Yo voy a dar cuenta de mis trabajos en este género.
Mis conocimientos botánicos son cortos, mis libros son pocos, y la vegeta-
ción inmensa. El camino que he tomado para salir con felicidad de este labe-
rinto, es recogerlo todo, describirlo todo, y diseñar lo más. Sé que gran parte
será conocido, sé también que habrá mucho nuevo. A juzgar por miserables
libros ya he hallado más géneros nuevos. He resuelto ir remitiendo a usted por
los correos mis descripciones y diseños para que me consuele e ilustre el primer
botánico de la nación. ¿No deben tener envidia de mí los discípulos de Jusieu3
y de Lamark? 4 Y o quisiera, virtuoso sabio, remitir cuanto he trabajado en
cerca de cien plantas que he podido recoger, diseñar y describir en los días
que llevo de expedición; pero lo haré consecutivamente, como digo, por los
correos.
Sobre Imbabura, montaña de que tengo tanto que decir a usted he hallado
una Syngenesia poligamia igual, que me ha parecido nueva. Ella es del orden
dicho, y posee diez cordas en la base de las anteras, como en la Inula, cuyo
carácter se había creído distintivo de este género respecto a todos los conocidos.
Me ha parecido singular, y remito a usted un diseño imperfecto,5 hecho a lápiz
sobre esta montaña y la descripción que he podido. Y o espero que usted se
digne corregirme ésta para enmendarme y formarme, y hacerlo mejor en lo su-

• Caldas no recibió los instrumentos de la antigua comisión de límites que había solicitado
pero Mutis le envió algunos de los que tenía en Santafé.
1
}Olé de Jussieu.
' Juan Bautista Pedro Antonio de Monee de Lamardc.
1
El dibujo de la montaña de lmbabura está m el original de esta carta que se conserva
en el Jardín Botánico de Madrid; no fue publicada en las recopilaciones epistolares de Mendoza
Posada o Hemández de Alba.

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cesivo. Tan generoso como es usted con el dinero y con los instrumentos, séalo
también del inmenso tesoro de sus conocimientos, instrúyame, fórmeme bo-
tánico. ' ·
Oiga usted ahora algo de mis trabajos sobre otros ramos. Concluí la base
en las inmediaciones de !barra de mil ochocientos cincuenta y cinco varas, he
medido el volcán apagado de Imbabura, sobre cuyas faldas está esta villa, y
un número considerable de poblaciones; por una red de triángulos he levantado
la carta de este país y el plano del volcán, de quien he tomado cuatro vistas
de los puntos cardinales. Y o he puesto mi atención con preferencia sobre esta
montaña, porque nada se sabe hasta el día de ella. Los señores académicos6 y
el señor Barón le despreciaron absolutamente. He subido dos veces, y he esca-
lado este espantoso cerro. El asunto es serio y merece referirse con alguna
extensión. Yo voy a copiar mis diarios/ y si usted me ama creo se estremecerá:
"Así que dieron aviso que nuestras cabañas estaban construidas no pen-
samos en otra cosa que en verificar nuestra subida. El 14 de septiembre de
1802 fue el destinado para un viaje que me tocaba tanto y me llenaba de en-
tusiasmo. Armado de mi barómetro, termómetro, octante y brújula, partimos
con mis indios prácticos de la montaña. Gastamos cinco horas en montar hasta
nuestras cabañas que estaban en 17 grados 11 líneas. Era ya medio día, y no
pudimos emprender la subida, y resolvimos dejarla para el día siguiente. En-
vueltos en nubes y penetrados de frío pasamos la tarde, y yo la ocupé en des-
cribir y diseñar algunas plantas. Mi termómetro no subió de 4 Y2 grados sobre
la congelación. Las cabañas no tenían toda la capacidad necesaria para man-
tenerse un hombre en pie, y estaban muy mal cubiertas por los indios . . . Y o
esper_aba con impaciencia la venida de la luz, en el instante que la percibí es-
taba en pie y comencé a disponerme para un vi.aje que tanto deseaba. Con un
báculo en la mano, y precedido de tres indios, cargados ligeramente de mis
instrumentos, partí de nuestras cabañas con una alegría y un entusiasmo extra-
ordinario. Comenzamos a escalar esta terrible montaña. El cráter es inaccesible
por todas partes, excepto por la del Este, que seguramente fue por donde arro-
jó todo el material al tiempo de su erupción. Este lado no se compone de otra
cosa que de grandes trozos de roca despedazada y amontonados confusamente
unos sobre otros. No se puede dar un paso sin horror, y en la orilla de espanto-
sos precipicios. El sendero apenas tiene YJ de ancho, y no es otra cosa que esca-
lones cavados en la roca por los indios que tienen el triste y terrible empleo de
bajar nieve a !barra. En algunas partes es preciso asirse de las pajas con las

• Carlos M. de La Conclamine, con Pedro Bouguer y Luis Godin, integró la comisión de


Académicos Franceses enviados a la medida del arco de Meridiano en la vecindad del Ecuador.
7
Este relato hace parte de sus diarios de viaje no completamente conocidos.

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manos para no precipitarse en doscientas o trescientas varas de profundidad.
Y o he visto con espanto el lugar en que se precipitó uno de estos infelices cuan-
do volvía cargado de nieve. Desde nuestras cabañas comenzamos a caminar
sobre nieve, por la mucha que había caído la noche precedente. El frío era
penetrante, y mi termómetro, al nacer el sol, señaló Yz grado bajo de la con-
gelación. Todos los escalones estaban cubiertos de granizo, y hacía más terrible
la subida por lo poco firme del paso, y sobre todo por habérseme entorpecido
los pies con el frío que se aumentaba por momentos. Y o deseaba con ardor ver
este cráter desconocido, y desprecié todos los peligros. De precipio en precipicio
llegamos a las nueve de la mañana a la orilla del cráter, agotado de sudor y
de cansancio. ¡Qué espectáculo! El horror, y un secreto placer se apoderaron
de mi alma. No me cansaba de ver y de admirar de cerca a esta naturaleza .es-
pantosa. Bocas quemadas y destrozadas, puntas, pómez, arena, azufre, niev~,
greda, precipicios y confusión eran los objetos que se presentaban a mis ojos. y o
me mantuve largo tiempo en considerarlos, y en compararlos con los que había
visto en Pichincha. Si la inmensa boca de éste presentó a Mr. de La Conda-
mine6 una viva imagen del caos de los poetas, ¿qué le habría parecido la de
Imbabura, ·que aunque menor en su diámetro, es, sin comparación, más horro-
rosa que la de Pichincha? Imbabura es una montaña aislada y solitaria, que se
acerca a la figura de un cono truncado. Toda esta inmensa masa está compacta
de piedra suelta y de cascajo amontonado desde su base hasta 17Yz pulgadas de
elevación, sin ninguna organización y sin seña de capas. Sobre esto sienta la
roca de la cima, de un bello pórfido y en que está excavado el cráter. Esto
ocupa toda la cima de la montaña, tiene la figura de un anfiteatro circular, y
no está roto sino por la parte del Este. El bordo es de rocas despedazadas,
y tienen la figura de una cresta circular, que tendrá tres mil cuatrocientas
varas de diámetro. Las paredes interiores del cráter no están tajadas perpen-
dicularmente; tienen una pendiente rápida, que se van a unir en un punto,
acercándose a la figura de un cono inverso. Por la parte occidental hay un
plano .entre la cresta y el punto en que comienza la inclinación. Se distingue
muy bien por esta parte una roca que parece precipitada sobre el cráter al tiem-
po, o después de la erupción. ¿Quién sabe si fue la parte superior de este vol-
cán, que faltándole apoyo por el material arrojado en la erupción se precipitó
dentro de la boca? Esta parte es de roca o pórfido hecha pedazos, y conglome-
rados por medio de una materia que parece azufre convertido ya en hígado por
alguna materia alcalina, y de que tengo muestras. Lo restante de la boca es de
arena y greda mezclada con azufre. En parte se ve la piedra pómez en pequeños
y en grandes trozos. Y o conocía la altura de la cresta por mi medida geométri-
ca, y deseaba conocer la profundidad de este cráter por medio del barómetro
llevado al fondo, y tomar muestras de las diversas materias de que se componía,
y resolví bajar a este abismo. Cuando estaba en estas consideraciones, y pro-

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yectando el modo de descender, se precipitó gran cantidad de piedras y arena
del borde del sur en el fondo de esta boca, lo que me hizo advertir un nuevo
peligro, que no había tenido presente hasta este momento. Nosotros íbamos al
punto más peligroso y en que iban a parar todas las materias desprendidas de
la circunferencia; yo lo veía, pero el deseo de medir su profundidad, y de tocar
de cerca este lugar de horror, me resolvió a arriesgarlo todo, y comenzamos a
bajar por el lugar que nos pareció menos rápido y peligroso. Me precedía un
indio práctico de la montaña cargado con mi barómetro, y yo le seguía a tres
o cuatro pasos de distancia. Ya habíamos bajado como YJ de profundidad
cuando se presenta una pendiente rapidísima de piedra pómez, reducida a pe-
queños pedazos; yo vi que mi guía la atravesaba con facilidad para buscar en el
lado opuesto una canal hecha por las aguas que facilitaba el descenso. Esta pen-
diente de pómez era peligrosa, porque tenía como cien varas de longitud, que
iba a terminar en rocas terribles, al fondo mismo del cráter. Y o temí, pero la
facilidad con que había pasado mi guía me animó y entré en el peligro. Ape-
nas había dado tres pasos sobre la pómez cuando veo que todo se remueve, y
no pudiendo sostenerme en pie me siento, y aun en esta situación comienzo a
precipitarme hacia el fondo de este espantoso cráter; creo llegado el fin de mi
vida, y doy una voz a mi guía. Este indio generoso vuelve la vista, me ve per-
dido, se avanza hacia mí con una intrepidez inaudita, se arroja al mismo peli-
gro en que me veía, me ase del brazo derecho, me arroja a dos varas del pre-
cipio, y me da la vida. Mi alma pasó en este momento de todos los horrores
de la muerte a los sentimientos del más dulce y vivo reconocimiento. ¡Ah!
transportado, beso la mano de mi libertador y le testifico de todos modos mi
agradecimiento. Este indio se llama, porque es justo nombrarle, Salvador
Chuquín.
"Repuesto de la aventura pasada no pensé sino en continuar mi descenso,
lo que conseguí con felicidad. Yo temblaba en el fondo de este cráter, porque
por todas partes nos amenazaban las rocas, y creo que al menor viento habría-
mos todos perecido bajo de algunas de ellas. Por fortuna nuestra cesó mientras
nos mantuvimos en esta región del espanto y del horror, y no pensé en otra
cosa que en hacer mi observación del barómetro, que se sostuvo en 17 pulgadas
justas. Inmediatamente comenzamos a subir por el lado opuesto para recono-
cer completamente el cráter. Era necesario ponernos a grandes distancias unos
de otros y subir con el mayor pulso, porque todo se desmoronaba, y una im-
prudencia del primero habría h~cho perecer a los que le seguían con alguna
piedra que rodase. Subimos paso a paso hasta los 7), y en esta elevación se
resistió mi guía y me advirtió que era preciso volver sobre nuestros pasos al
fondo del cráter para tomar el mismo sendero que nos había conducido a él.
Tenía, lo escribo con horror, que volver a pasar por el mismo precipicio en
donde había estado para perecer. Y o hice presente a mi Chuquín el horror que

198

©Biblioteca Nacional de Colombia


me causaba volver por el mismo lugar, y lo empeñé en buscar otro camino
cualquiera. El gastó algún tiempo en reconocer el terreno, y volvió diciendo que
no quedaba otro recurso para salir de este lugar que tomar el mismo camino
u otro más peligroso que el primero, pero de piedra solidísima. Y o medité, vi
mi nuevo sendero y temblé. Estaba entre Syla y Caribdes; pero era preciso
resolverse con prontitud antes de perecer por alguna roca desprendida de lo alto
por el viento. Elegí a todo riesgo el camino de piedra y comenzamos a salir.
Una profundidad espantosa a la derecha, otra, aunque menor a la izquierda,
me esperaban al menor desliz de mis pasos. Con manos y con pies nos afirmá-
bamos para subir esta terrible roca, llenos de sudor y de cansancio ganamos con
felicidad el labio de la boca por donde habíamos entrado. Aquí descansamos
para poder atravesar los precipios que nos esperaban. Para el colmo de nuestros
trabajos .comenzó a nevar y a caer unas pequeñas telas de hielo de 2.3 líneas
en cuadro que en el país llaman Papacara. Este granizo nos mojó el sendero,
y lo puso en estado de no poder dar paso sin riesgo de la vida. Y o conocí esto
temprano, y por consejo de mi Chuquín amado dejé el calzado, y a pie des-
nudo empezamos a bajar los terribles precipicios que habíamos subido por la
mañana. En algunas partes era necesario caminar sentado para no perecer. En
fin, a fuerza de constancia y de maña volvimos bien tarde a nuestras chozas;
que no distaban del cráter más de media legua por el aire".
Y o concluyo esto recordando a usted los termómetros, pues no tengo uno
bueno para las observaciones del calor del agua, y que usted cuente con cuanto
puede su admirador y eternamente reconocido,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

73
Otavalo y noviembre 7 de 1802
1
Mi amadísimo protector: concluidas mis operaciones en diversos géneros,
y al parecer agotados los vegetales de Ibarra, dejé a esta villa, y me transporté
a Otavalo, para reconocer la montaña de Mojanda, abundante de plantas, y que
creo es la base de un volcán apagado, y tal vez primitivo; por ver el lago de
Cuicocha; y al mismo Cotacache por el Sur. Ha como tres semanas que existo
en este bello asiento trabajando en los objetos de nuestra expedición. No he
avanzado como pensé, porque llueve casi sin interrupción; los caminos son de
lo más malo de América, en un terreno gredoso y desigual, las nubes me roban
las montañas y los astros, y apenas puedo dar un paso en la astronomía y la
geografía. Pero por fortuna los rigores del invierno no dañan al objeto favo-

1
José Celestino Mutis.

199

©Biblioteca Nacional de Colombia


rito, a la botánica. Y o voy a dar a usted cuenta de mis ocupaciones desde
que bajé de los horrores de Imbabura.
He nivelado todos los alrededores de !barra, y he hallado por fruto de· mis
trabajos que todos son más elevados que el plano en que existe esta villa, y que
las aguas de todas sus inmediaciones refluyen sobre ella sin otra salida que por
el profundo lecho de Taguando, pequeño río a cuyas orillas está situada. He
visto con admiración que éste se ha abierto paso por medio de una colina de
quien aún existe la mitad en la orilla oriental, y la otra mitad en la occidental.
Estoy íntimamente convencido que antes que T aguando se abriese este paso,
toda la explanada sobre que existe !barra ha estado sumergida bajo de las
aguas, o lo que es lo mismo, Ibarra está fundada en el fondo de una antigua
laguna desecada. Tal vez sucedió esta revolución en el momento de la erupción
de lmbabura, porque el paso que hoy tienen las aguas es violento, y manifiesta
que es obra de fuertes sacudimientos. Y o he diseñado esta colina partida, por
que me ha parecido merecerlo.
Mis proyectos de refracciones astronómicas en Ibar~a, casi dos pulgadas
del barómetro más baja que Quito, han abortado miserablemente por falta de
un bárbaro, de un idiota que leyera sobre mi péndola los momentos, y los es-
cribiese en un papel. ¡Qué raros son los hombres que aman las ciencias y el
trabajo! Todos temblaban al oír mis propuestas, y han creído imposible man-
tenerse seis y ocho horas al pie de la péndola contando los momentos. ¿Cuánto
me costó tomar alturas correspondientes para el último eclipse de luna? 2 Jamás
he sentido la unidad en nuestro sér sino en Ibarra, y si me comparo a Gentil3
e~ el despecho no exagero.
Logré el fin del eclipse último de luna para deducir la longitud de !barra,
el punto más oriental de mi expedición.
En Otavalo he medido una base, y sobre ella he formado mi sistema de
triángulos para continuar mi topografía, y medir el bello y encantador lago de
San Pablo, que le he hallado por una operación gráfica de 3.500-3.600 varas
de diámetro. Digo una operación gráfica, porque no he querido calcular eco-
noptizando el tiempo, y reservando estos trabajos para Santafé. Todos los re-
sultados y números que remita a usted en mis cartas son todos aproximados
solamente, reservándome el derecho de disminuirlos o aumentarlos por mis
cálculos futuros.
Remito a usted un monumento de los antiguos peruanos que he hallado
en las orillas del lago de San Pablo, y que creo se ha escapado a las investiga-

2
Se refiere al eclipse parcial de Luna del 11 de septiembre.
3
Guillermo José Jacinto Juan Bautista Gentil de la Galaisiere.

200

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4
ciones de Ulloa. No tengo el viaje de este oficial a mano para decidirme, ·pero
no tengo especie de haberlo visto en él. Es un edificio circular, de piedra bruta,
labrada únicamente por el frente, y unida sólidamente con una argamaza en
que no ha entrado cal. Está en gran parte arruinado no por los temblores, ni
por el tiempo, sino por la mano bárbara del Cura de Otavalo. 5 Este eclesiástico
ha creído útil deshacer este monumento precioso, capaz por sí solo de darnos
luces sobre la arquitectura, y sobre los ritos de este pueblo, el más célebre del
nuevo continente, y con su material construir una mala capilla, que no excitará
en lo futuro sino la indignación y las críticas de todos los que tengan algún
gusto en el arte de edificar. Tiene 46 pies del rey de diámetro interior; el
grueso de muro 4 pies, la altura 14 pies. No existe sino una sola puerta, y los
indios me han asegurado había otra diametralmente opuesta, y en efecto, hay
una abertura en este lado. Véase el plano. Seguramente conocieron el plomo,
pues lo está la parte que existe. Parece que no llegaron a conocer el arte de las
bóvedas o cañones, pues aun cuando daban esta figura a sus puertas no colo-
caban las piedras en la dirección del radio, sino que buscaban las piedras chatas
y largas, enlazándolas del modo que manifiesta el diseño, y llenando las cavi-
dades que dejaban con la mezcla de que he hablado. Todo lo que va de negro
en el perfil de la puerta, es lo que ocupa la argamasa. ¿Con qué maderos cu-
brirían este ancho edificio, en un país en que un gran árbol es tan precioso
como las piedras en el bajo Amazonas? Confieso ingenuamente que no alcanzo
a penetrar este misterio. Si acaso le traían de los valles inmediatos, no hay
voces para ponderar los esfuerzos y el valor de este pueblo laborioso.
El estado de las artes en general, y de la industria en particular entre estos
pueblos, me ha ocupado algunos ratos. Los obrajes (así llaman aquí lo que en
otras partes se conoce con el nombre de fábricas}, me han parecido unas gran-
des máquinas que influyen mucho s·obre el comercio, la política y las costum-
bres de esta provincia, y me he aplicado a conocerlas fundamentalmente en su
economía y en sus máquinas. He formado el plano de uno de ellos, el diseño
de tornos, telares, perchas, batanes, que difieren mucho de los que usan los
pueblos civilizados. He penetrado todas las· operaciones porque hacen pasar la-
lana y el algodón, y sobre todo la materia de tintes en que tiene gran parte
la botánica. He esqueletado, diseñado y descrito todos los vegetales que sirven
para dar color a nuestras telas. El resultado de todo ha sido el conocimiento
de nuestros indios, y de una parte de su carácter. Estos hombres han fundido,
por decirlo así, las artes y la industria en la simplicidad de sus almas. Todo lo
que tiene visos de complicado lo han desterrado de sus maniobras, y han sabido

• El original del dibujo se encuentra en el Jardín Botánico de Madrid. Mendoza lo repro·


dujo en su obra sobre la Expedición Botánica, pero con las leyendas levantadas en imprenta. Alude
a Antonio Ulloa.
• Mariano Jácome.

201

©Biblioteca Nacional de Colombia


sustituir instrumentos sencillos y análogos a su genio. Usted verá con placet
sus tornos, la supresión de la aspa de cuenta, y muchas piezas de telar común,
sin faltar a la exactitud de la maniobra. No negaré que los indios han degra·
dado las artes del punto en que las recibieron de sus conquistadores en general,
pero ninguno me podrá disputar en vista de mis trabajos y observaciones, que
más sabios que sus maestros han sabido simplificar muchas máquinas y muchas
operaciones.
La labranza y sus instrumentos han llamado también mi atención. ¡Qué
simplicidad en sus arados! Y o les he diseñado y he descrito las operaciones del
campo como se ven al presente. Los granos, las raíces, en fin, todas las plantas
que cultivan, y que hacen el fondo de su alimento, las he reconocido, con el
tiempo y modos que observan en su cultivo:
En la zoología he trabajado bastante, principalmente en el ramo de aves.
Tengo diseñados, descritos y esqueletados muchos oriolas, un tántalo, un bello
ánade de la laguna de San Pablo, tres especies de trochilas y otros que no he
podido determinar. Yo he comenzado a formar una especie de herbario de pá-
jaros, permítame usted esta expresión, pues me faltan las palabras. La cosa es
así. Después que he descrito y diseñado la ave, alas, cola y pies, y extendién-
dolas entre papeles como se hace con las plantas, presentaré al sabio Mutis una
vistosa colección de lo más rico y más bello que tiene la Naturaleza.
En la botánica he trabajado sin límites. Yo no acabaría si quisiese decir
a usted todo lo que he colectado en este género, y sería en perjuicio de este
ramo predilecto. De Quito, adonde me restituiré a principios de diciembre a
completar mi observación de la amplitud de la eclíptica con la del solsticio del
invierno próximo,6 remitiré a usted mi primera colección y el tomo de descrip-
ciones, con todos los diseños. Necesito formar una especie de memoria sobre
mis trabajos botánicos para manifestar al primer botánico de la nación mis
dudas y mis ignorancias, y así ilustrado por tan grande hombre, partir a la otra
parte de esta provincia en conquista de los demás vegetales y de las quinas. Y o
espero que usted me conteste a todos los puntos que contenga, y me forme a
doscientas leguas de distancia. Sí, ilustre sabio, Caldas espera sacar por fruto
de sus trabajos la ilustración de mano del ilustre Mutis. No quiero otra cosa
que aprender y aumentar, si es posible, vuestra gloria. Todo lo sacrifico a la
bondad de vuestro generoso corazón. Dichoso si consigo agradaros y si mis
fatigas merecen la aprobación del padre de nuestros conocimientos.
Usted me habla del observatorio astronómico que está erigiendo en esa
capital/ y se expresa del modo más honorífico que puede apetecer mi amor

• Ver carta NQ 69, nota NQ 2.


7
Es la primera referencia al Observatorio cuya construcción se había iniciado en mayo anterior.
Mutis, en carta a CavanUies fechada el 19 de julio.

202

©Biblioteca Nacional de Colombia


propio. Pero no me deslumbro; mi primero y capital conocimiento es que no
soy sabio. Conozco la extensión de este epíteto, y me conozco; no lo merezco,
no me lo dé usted en adelante. Deme usted el de discípulo, y quedaré honrado
y cuando usted me negase esta gracia yo me la usurparé. ¡Qué esperanzas tan
lisonjeras se excitan en mi corazón cuando imagino que algún día he de obser-
var al lado del sabio Mutis! Casini, 8 Lalande9 mismo envidiarían mi suerte.
Y o comumco · a mts · amad'tstmos
· s·m f oroso10 y P ombou m1s· modos de
pensar sobre las observaciones que deben ejecutarse en el observatorio en todo
el discurso de mi viaje. Creo que será de la mayor importancia que usted haga
trabajar a estos dos preciosos jóvenes en fijar la latitud del observatorio dentro
de 5" por observaciones rigurosas al Norte y al Sur, con pequeñas estrellas bien
conocidas. Usted sabe mejor que ninguno que no conoce hasta ahora la astro-
nomía mejor método para las latitudes; en él se halla la suma de los errores del
instrumento, que provienen del paralelismo del anteojo y de las divisiones. Si
se corrigen las refracciones por el calor y por la elevación del suelo sobre el
mar, combinada con las variaciones del barómetro e higrómetro, nada deja que
desear. Después de esta operación preliminar, y si se quiere antes de ella, debe
usted hacer arreglar una péndola, o el otro cronómetro con alturas correspon-
dientes del sol, y que dirigidos por usted estos bellos y apreciables jóvenes, ob-
serven todos los eclipses de los satélites de Júpiter. A usted dejo la con-
sideración del grado de precisión que adquirirían las observaciones que yo haga
en el discurso del viaje sobre la costa occidental del Virreinato. ¡Qué diferen-
cia no hay entre la determinación de una longitud por el cálculo y por dos
observaciones correspondientes! Bajo la sabia dirección de usted, ¿de qué no
son capaces estos dos jóvenes ilustrados y laboriosos? Si el virtuoso y amable
Arroyo12 toma parte en estos bellos e importantes trabajos, tendrá usted la
dulce satisfacción de haber formado a cuatro jóvenes astrónomos, tres a su
lado, uno a doscientas o trescientas leguas de distancia. A mí me toca esta
suerte, ella es dura, lo conozco, no por los trabajos inseparables de un viaje,
sino por estar ausente y retirado del generoso y sabio padre que nos ilustra.
¡Ah! ¡qué gloria para mí poder fijar mi primer mcridiano 13 en el observatorio
del ilustre sabio director y protector de mi viaje! Y o tendría la satisfacción de

8
Juan Domingo Cassini.
0
Jorge Jerónimo Le Frans;o!s de Lab.nde.
10
Sinforoso Mutis.
11
Miguel Pombo Pombo.
u Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
13
Se designaba como "primer meridiano" aquel al que se habrían de referir las longitudes
astronómicas en la carta de un país. El meridiano del Observatorio de Santafé cumplió ese
cometido en los días de la Comisión Corográfica y en los mapas elaborados por la Oficina de
Longitudes. Hoy día lo cumple como origen de las coordenadas rectangulares para las cartas
del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, en las que, naturalmente, las longitudes están refe-
ridas al "meridiano de Greenwich".

203

©Biblioteca Nacional de Colombia


mirar la casa de Mutis, esta casa en que hacen su residencia las ciencias, y· la
virtud, como el centro a que se refieran mis trabajos astronómicos y mi corazón.
He aquí un nuevo motivo para amar la astronomía. ¡Qué consuelo para Caldas
en medio de las soledades fijar sus ojos sobre el mismo objeto en que tienen los
suyos Mutis, Sinforoso, Pombo y Arroyo! ¡Qué nombres! ¿No es este Casini
rodeado de sus discípulos en San Petronio? Yo me desvío, mi corazón sensible
me arrastra y me hace expresar de este modo. Perdone usted estas distracciones
del amor.
¿Cómo pintaré a usted mi reconocimiento y mi felicidad el día dichoso en
que he recibido el telescopio y el cronómetro? ¡Qué grande es Mutis! ¡Qué
generoso es Mutis! ¡Qué bueno es Mutis! Estas eran mis palabras, este era mi
delirio. ¡Oh Dios! ¿Por qué hacerme conocer tan tarde a hombr.e tan grande?
Y o mismo me irrito contra mi encogimiento de no haberme llegado a tan buen
padre en 796, en que pude hacerlo en Santafé. Entonces sí merecería los elo-
gios que hoy me prodiga el amor y amistad. Ilustre sabio, recibe mi alma, recibe
mi corazón: esto tengo, esto os doy.
El telescopio llegó perfectamente bueno; el termómetro lo rompieron los
conductores, y el mercurio manchó la caja del cronómetro, y me asustó a pri-
mera vista temiendo hubiese calado y echado a petder el instrumento. Por for-
tuna todo quedó en la caja, y la máquina ilesa. Lo que me ha admirado es que
no manchase o se amalgamase con el pie y demás piezas del telescopio a quienes
no ha tocado el mercurio. ¿Tal vez el bruñido y lo terso de la superficie ha
impedido que se una al latón? ¿O tal vez es alguna mezcla sobre quien no
obra el mercurio? El microscopio llegó también bueno. 14
Mucho he sentido la pérdida del termómetro, por la gran falta que me
hacen un par de estos instrumentos. Tal vez será mejor que yo los pida a Car-
tagena al generoso ciudadano Pombo, ¡¡¡ que ha querido partir con usted la
gloria de proteger esta expedición; él me ha escrito unas cartas que le honrarán
eternamente, y me ha facilitado muchos medios útiles. Si es así, es decir, si a
usted agrada, haremos que vengan por Guayaquil; pero pierdo las mejores pro-
porciones, las más brillantes ocasiones de perfeccionar la teoría de mi memoria
sobre medir las montañas por medio del termómetro. En Quito es casi impo-
sible hallar un instrumento semejante. Por aquí conocerá usted el estado de la
física y de las ciencias útiles en esta populosa ciudad. 16
Usted me dice que es preciso formar una completa colección de quinas
para responder a las injurias que han vertido contra usted los peruanos, de

" Con la llegada del telescopio y demás instrumentos enviados por Mutis desde Santafé
está Caldas en posesión de un instrumental de primera categoría. Ver nota N Q 1O a la carta
NQ 68 . .
'" José Ignacio de Pombo.
0
' El microscopio que acaba de recibir Caldas fue el primero introducido al Ecuador.

204

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~
acuer do con e1 senor ortega.17 y o qu1s1era una copla d e 1a memona d e zea,18
o o o o

que las ha ocasionado, de la contestación de esos botánicos, lo que éstos han


publicado sobre el generoso chinchona, para imponerme a fondo de los puntos
controvertidos, y poder obrar conforme a ellos. Usted ve que voy a recorrer
unos países abundantes de especies de este género, y que puedo poner en manos
de mi benefactor un material con que pueda vindicarse con conocimiento de
causa. El primer tomo de la Flora del Perú que vi con misterios en manos de
Bonpland/ 9 me sería útil y quién sabe si necesario.
Usted cuente con el amor y con el reconocimiento del menor de sus discí-
pulos, que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS
17
Casimiro Gómez Ortega. ·
18
Francisco Antonio Zea publicó en Madrid la Memoria titulada "Memoria sobre las Quinas",
que fue replicada ásperamente por Ruiz y Pavón en un folleto titulado "Defensa que hacen de
las quinas finas peruvianas y las de la Loja de los Bot.inicos de la Expedición al Perú".
10
Aimé Bonpland.

74
Otavalo y noviembre 7 de 1802
Señor don Santiago Pérez de Arroyo y Valencia - Santafé.
Santiago amado: después de tres meses de un absoluto olvido de usted, he
visto letra de un amigo tan amado. Parece que Santiago no se ha formado la
idea verdadera del amor . que le tiene Caldas. ¿Sabe usted cuánto le amo? Si
lo supiéra correspondería usted, me escribiría despacio y con frecuencia. ¿Por
qué es usted tan cruel conmigo negándome o escaseándome unas letras que
hacen mi felicidad? Si Caldas no escribe alguna vez, debe usted suponerlo ane-
gado en ocupaciones que no puede posponer. Usted mismo me reprendería
si obrase de otro modo. Enmiéndese usted, y espero cartas bien largas todos
los correos.
Usted tiene sobrada razón para indignarse contra los peruanos que han
dado a Godoy, Porlier 1 y a tantos majaderos el honor que solo merecen Mutis,
Jussieu,2 Wildenow.3 ¡Qué abuso poner los nombres de unos hombres ignoran-
tes y oscuros en la república de las letras en general, aliado de Buffón,4 Tour-
nefort," Linneo! 6 Pero consolémonos, el mundo sabio hace justicia, y todos los

1
Hipólito Ruiz y José Pavón, de la Expedición Botánica del Perú, siempre más acuciosos que
José Celestino Mutis, lograron la publicación de la "Flora del Perú y Chile" y mantuvieron más
estrecha relación con España, no dejando de honrar a los políticos Manuel Godoy y Antonio
Porlier.
~ José de Jussieu.
3
Carlos Luis Willdenow.
'Jorge Luis Lederc, conde de Buffon.
• José Pinon de Toumefort.
• Carlos de Linneo.

205

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extranjeros están ya prontos a vengar este insulto hecho a los sabios y a la bo-
tánica. ¿No sabe usted que Wildenow no ha respetado en su Species plantary,
ni el augusto nombre de nuestra presente Reina? 7 ¿No sabe usted que la Aloi-
sia citrodora la suprimió este sabio? El ingrato Humboldt8 me habló mucho
sobre este abuso, y me dijo las disposiciones en que estaban Jussieu, Lamarck0
y .Wildenow. En todas las futuras ediciones de Linneo saldrán la Godoya, la
Porliera, etc., etc., con nombres que correspondan a sus caracteres, o con el
nombre de algún célebre botánico que lo merezca. Y a desapareció el nombre
de Escallón del mundo vegetal. ¿No hizo una justicia a la botánica Gimelin? 10
Pero usted se excede, mi Santiago; tanta justicia tiene usted para reprobar la
dedicación a Godoy, como injusticia para hacer lo mismo con la Buffonia, y
T ournefortia. No, amigo, no se puede rehusar este honor a unos hombres que
han elevado la botánica al punto en que la vemos. Acuérdese usted de este
canon del ilustre sueco: 6 Nomina generica at botanici benemeriti memoria con-
servanda constructa, sanctae servo. Sí, Santiago, conservemos la Linnea, Tour-
nefortia, Mutisia, Bonplandia, suprimamos para siempre la Alontia, Porlieria,
Godoya, etc. ¿No sabe usted que el ilustre Cabanilles11 iba a cometer el desati-
no de publicar dos plantas, la una dedicada a Restrepo/ 2 con el nombre de
Restrepea, y la otra a Quijano/3 con el de Quijanea? Usted conoce a estos dos
hombres, por otros respectos apreciables, pero que ignoran hasta la definición
de la botánica. Restrepo ha hecho mucho bien a Popayán, lo conozco; ¿pero
merece ponerse al lado de Jussieu? No nos deslumbremos, ellos han sido gran-
des porque nosotros éramos pequeños. Restrepo tiene un alma grande, pero en-
vejecida en los primeros principios; no ha dado un paso, y creo que al fin de
cada curso está al nivel de sus discípulos.
Compadezco la situación de Zea. 14 ¡Qué imprudencia de joven, comenzar
su carrera por crearse enemigos! ¿No habría sido más acertado mantenerse en
silencio hasta la publicación de la Flora de Bogotá? En este intermedio se ha-
brían tomado todas las medidas, se habría formado una colección completa de
quinas diseñadas y descritas, como usted dice, al pie del árbol, y Mutis se ha-

7
María Luisa.
8
Federico Alejandro Barón de Humboldt.
0
Juan Bautista Pedro Antonio de Mcnet de Lamarck.
1
°Federico Gmellin, anotador de Linneo. Alude a un género botánico bautizado por Linneo,
por sugerencia de Mutis, para recordar a Antonio Escallón y Flórez, discípulo de Mutis. Ver
correspondencia de Mutis a Linneo.
u Antonio José Cavanilles.
1!1 José Félix de Restrepo.
18
Tomás Antonio Quijano García de Lemos.
"Todo lo contrario de lo que juzgó Caldas; la intervención en favor de Mutis le abrió a
Francisco Antonio Zea el nombramiento de segundo botánico en el Jardín Botánico de Madrid y,
a la muerte de Cavanilles, el nombramiento como director de aquel establecimiento. La memoria
de Zea fue publicada en Madrid en 1800 y la "Flora de Bogotá" no se publicó nunca.

206

©Biblioteca Nacional de Colombia


bría puesto en estado de dar un golpe maestro, capaz de asegurar su gloria en
la posteridad. Pero este amor de una gloria prematura, este deseo de ser escri-
tor a los treinta años, ha hecho abortar los más bellos pensamientos. A todo
joven que anda la carrera de las ciencias se le debería escribir sobre la frente
el precepto de Horado: Nonumque prematur in annum, y acordarles que Rous-
seau no se presentó en el mundo sabio hasta los cuarenta años de edad.
Confieso a usted que yo me hallo en las circunstancias más ventajosas
para poder trabajar sobre el asunto de quinas, y vindicar al sabio Mutis. Me
sería de la mayor importancia tener la ruidosa Memoria de Zea, la contestación
de los peruanos, lo que éstos han escrito sobre este género --Cinchona- y a
lo menos el primer tomo de la Flora, que he visto en las manos de Bonpland.u;
Este desprecia altamente esos trabajos, y se ríe de nuestros peruanos. Entre
muchos otros errores capitales, me acuerdo del siguiente: estos señores han for-
mado del lchu o pala de páramo, un género en la Monandria, con el nombre
de Sara'Va -otra de las dedicaciones absurdas-; Bonpland le ha hallado sobre
Guadalupe, y en muchas partes de la Provincia de Quito, constantemente
triandria; y lo que es más, está decidido que es el Pappofory, o una especie de
este género. Este joven viajero dará golpes terribles como los ha dado ya M.
Jussieu2 en su carta inmortal sobre la Flora del Perú. 1
Lea usted la de nuestro amado MigueP 6 y la de Mutis, que incluyo aper-
torias, y se impondrá usted de mis trabajos y de mis pensamientos. Escríbame
con frecuencia, y ámeme como le ama,
CALDAS
Mi hermano Camilo 17 va a esa; espero de ustedes oficios que correspon-
dan a nuestra amistad.

"' Aimé Bonpland.


"'Miguel Pombo Pombo.
11
Camilo Caldas Tenorio.

75
Otavalo y noviembre 17 de 1802
Mi amadísimo y respetable amigo: 1 yo jamás puedo atribuir la falta de
contestación de parte de V.S. a otra causa que a los sabios, complicados e im-
portantes trabajos que le ocupan todos los momentos. La preciosa carta que
acabo de recibir es la mejor prueba de lo que digo. V.S. se sacrifica por el

1
Federico Alejandro, barón de Humboldt. Caldas debió escribir a Humboldt otra carta que
este contestó, al parecer con retardo, desde Trujillo, con fecha 30 de septiembre, cuya existencia
se conoce por referencias solamente. Se transcribe esta carra en la forma fragmentaria, le falta el
final, tal como se conserva entre los papeles del "Diario Inédito" de Humboldt.

207

©Biblioteca Nacional de Colombia


progreso de las ciencias y hace cosas que apenas podemos creer. Cuánto puede
el entusiasmo y la gloria sobre el corazón de los hombres grandes! Me parece
que con justicia podemos añadir al glorioso título de Mártir voluntario del gal-
vanismo2 el de Mártir voluntario de los conocimientos humanos. Mi admiración
y mi respeto para con V.S. se aumenta por instantes, y desespero por saber las
observaciones y trabajos que haya verificado en la capital del Perú. ¿Pero seré
yo tan feliz que lo consiga? Conozco demasiado la desproporción de luces y de
mérito que hay entre los dos, y estoy íntimamente persuadido que solo debo
esperar estas cosas de la bondad del corazón de V .S.
Y o no he observado el equinoccio pasado, sino el solsticio del verano,
pienso partir para Quito a principios del mes de diciembre para verificar el del
solsticio del invierno, y sacar el fruto de estos trabajos. 3 No imagine V.S. que
pienso en publicar estas cosas: no las verifico sino como un ensayo, como una
prueba de mis operaciones comparándolas con las de los grandes astrónomos.
Si se acordan, si se aproximan a sus resultados me alegro y creo que he an-
dado por el camino verdadero; pero si los resultados son diferentes no concluyo
otra cosa sino que no sé observar, y comienzo mis trabajos. Cuando vaya a
Quito, cuando verifique la observación del próximo solsticio, cuando calcule,
remitiré a V.S. mis resultados y modos de obrar para que corrija mis defectos
y me advierta.
V.S. me da una cuenta exacta de cuanto ha hecho hasta Trujillo. ¿Cómo
agradeceré a V.S. dignamente tal bondad? Creo que sería un ingrato si no
correspondiera dando razón de mis ocupaciones en los tres últimos meses. Pero
qué diferencia de trabajos! Humboldt lleno de luces, sabio, provisto de exce-
lentes instrumentos y acompañado de Bonpland,4 es decir, asociado a Linneo;
Caldas ignorante, obscuro, con instrumentos miserables5 y solo.6 No obstante,
como me contemplo el último de los discípulos de V.S. en los meses que tuvi-
mos la fortuna de tenerle entre nosotros, me atrevo a decir con sencillez mis
trabajos y mis miras.
Mr. Bonpland me había dicho que deseaba volver a !barra por muchas
plantas que se le habían escapado; yo soy testigo de la velocidad con que pasó
V.S. por estos países; Ulloa, Bouguer, de La Condamine7 apenas, y ni apenas,

----
• Humboldt, durante la permanencia de Bayreuth había hecho experimentos sobre el gal·
vanismo, llegando hasta aplicarse electrodos en su propio cuerpo, para explicar la naturaleza de la
llamada "electricidad animal" pero sin alcanzar los resultados a que llegó Volea en 1795. El trabajo
de Humboldt "Experimentos en el Músculo excitado y fibras nerviosas con Conjeturas sobre el
Proceso Químico de la vida en el Mundo Animal y Vegetal", apareció en 1797.
0
Ver nota N9 8 a la carta N9 67.
' Aimé Bonpland.
r. Ver nota· NQ 10 a la carta NQ 68.
•su acompañante científico (Ver nota N<:> 1 a la carta NQ 71), había enfermado y muy
seguramente dejó a Caldas.
7
Antonio de Ulloa, Pedro Bouguer y Carlos M . de La Condamíne.

208

©Biblioteca Nacional de Colombia


nombran a Imbabura, el lago Mojanda y de Cuicocha; en fin, creí que venía
a un país casi virgen y dejé a Quito a fines de julio pasado: mis ocupasiones
han sido:
Medir en el ejido de !barra en un plano a perfecto nivel una base de 795
toesas con un cuidado nada común: le he medido con toesas de madera bien
seca en ambos sentidos, y no llegó la diferencia a tres pulgadas. La dirigí de
modo que el picacho más alto de Imbabura, y los dos extremos de mi base se
hallasen en un plano vertical: tomé ángulos de altura con el cuarto de círculo
que V.S. tuvo la bondad de dejar en mis manos, y he calculado su altura. Sobre
esta base he formado un sistema de triángulos, y he emprendido una escrupu-
losa topografía de todo el país que he recorrido, y recorreré. Otra base más pe-
queña he medido en las orillas de Y aguarcoche, he levantado su plano y la he
medido. Lo mismo he verificado con la de San Pablo y estoy próximo para
partir a Cuicocha y Mojanda. Añada V.S. un número prodigioso de ángulos
con la brújula, y más determinaciones astronómicas de latitud y tendrá lo que
he hecho en materia de geografía.
Por conocer la suma de los errores de mi cuarto de círculo11 he multiplicado
mis observaciones al N. y al S. con las estrellas y con el Sol. Me he ensayado
con más observaciones de las distancias de la Luna al Sol con mi octante, pero
sin consecuencia, porque conozco su inferioridad, y porque espero de Cartagena
un buen sextante. Este trabajo no ha tenido otro fin que ejercitarme en el ma-
nejo y en el cálculo, según el método de Mr. Borda.8 Logré observar con felici-
dad el fin del eclipse último de luna y el resultado no me desagrada. Aún no
he podido conseguir ninguna inmersión de los satélites de Júpiter, a pesar de los
cuidados que he impedido para ello. El sabio y generoso Mutis me ha provisto
de algunos instrumentos9 y entre ellos de un telescopio del tamaño y fuerza del
que lleva V.S. Pueda ser que en diciembre, enero, etc., en que Júpiter se aparta
del Sol, logre observar algunos. No siento otra cosa sino que mi almanaque
expira con el año; pero yo me sé aproximar y calcular los eclipses de estos saté-
lites para poderlos observar, y cada observación me sirve de época para los
siguientes. Cuando me llegue el almanaque de 803 sacaré mis consecuencias.
Pero la más importante observación que he hecho en este pequeño viaje ha sido
el paso de Mercurio por el disco del Sol.10 La mañana fue la más bella del
mundo; cuando salió el Sol estaba Mercurio como en el número 1, y logré el mo-
mento del contacto interior número 2, y el contacto exterior número 3. Había
1
Juan Carloa Borda.
'En carta (NO 73) Caldaa acusa rea"bo de los irutrumentoa que le envió Joaé Celestino
Mutis desde Santafé.
10
El paso de Mercurio frente del Sol, el 9 de noviembre de 1802, fue simultáneamente
observado por loa marinoa de la Expedición de Fidalgo en Cartagena, por Humboldt en el
Callao y por Caldaa en Otavalo. T odoa elloa observaron el egreso del planeta pues en estas
longitudes de la América Meridional el in¡reso ocurrió antes de la salida del Sol. Ver también
la carta NO 76 dirigida a Mutis.

209
CARTAS DE CALDAS - 14

©Biblioteca Nacional de Colombia


tenido cuidado de arreglar antes mi péndola por alturas correspondientes y lo
mismo hice después de la observación, concluyendo al mediodía entre 1Yz
Aún no he calculado el momento del contacto en tiempo verdadero, por lo que
no lo indico a V .S.
He subido a Cotacache por el N. hasta la nieve y de allí arriba es ya abso-
lutamente inaccesible. Verifiqué mi observación del barómetro y agua hirvien-
do, y bajé un número considerable de plantas. Por esta parte no hay el más
pequeño vestigio de erupción. Tengo determinados barométricamente muchos
puntos que remitiría a V.S. ahora si no .hubiese que decir otras cosas más in-
teresantes.
La jornada más terrible y atrevida de mi vida ha sido la que he hecho sobre
lmbabura. 11 Y o escalé esta montaña el 15 de septiembre último, y lo que es
más he descendido a su espantoso cráter. Confieso a V.S. con toda la sinceridad
de mi alma que aún me estremezco al acordarme de ese día terrible. Y o me he
visto precipitado, y habría perecido sin remedio si un indio12 intrépido y vale-
roso que me acompañaba cargado de mi barómetro no me hubiera tomado y
arrojado a 3 varas del peligro de un modo y con una prontitud que no podré
explicar. El cráter no es tan grande como el de Pichincha, pero horroroso;
rocas quemadas, y despedazadas, greda, azufre, arena, pómez, nieve y confu-
sión eran los objetos que se presentaron a mis ojos: tiene la figura de un cono
inverso, o de un embudo, y ocupa toda la parte alta de la montaña: yo he lle-
vado el barómetro al fondo mismo de este embudo. Tengo señaladas dos cres-
tas que terminan esta boca, diametralmente opuestas, y visibles de Otavalo, y
ahora me ocupo en medir geométricamente su distancia horizontal y por con-
siguiente el diámetro de este cráter desconocido.
Es verdad que la botánica hace hoy mi primera ocupación, porque el señor
Mutis así lo ha querido y el plan de mis trabajos en este género es inmenso.
Como no tengo las luces de Humboldt, ni de Bonpland me he visto precisado
a no dejar vegetal ninguno en el campo, describirlos todos, esqueletarlos teidos
y diseñar los que no estén en mis miserables libros. Un botánico experimentado
desecharía todo lo conocido y solo aplicaría su trabajo a lo nuevo y descono-
cido; pero yo que apenas conoceré 3-400 géneros me veo en la triste necesidad
de trabajar aún lo más vulgar y conocido temiendo dejar algo que merezca
saberse. Este inmenso material, que crece por momentos es inútil entre mis
manos; pero él va a tomar nueva forma y regularidad entre las sabias manos
del ilustre Mutis. En enero próximo haré mi primera remisión por lo menos de
mil esqueletos. A juzgar por mis libros .y por los géne~os que copié13 de Will-
u Ver carta N9 72.
11
Salvador Chuquín. .
11
Copiados por Caldas durante la permanencia en Quito, cuando tuvo en sus manos los
libros de Humboldt y Bonpland. Ver nota N9 3 a la carta N9 66, menciona a los botánicos
Luis Willdenow, Federico Gmellin y Juan Cristian Daniel Schreber.

210

©Biblioteca Nacional de Colombia


denow, Gmelin, Schreber, y compendio de la Flora del Perú, tengo mucho
nuevo, que he ido remitiendo por los correos a mi generoso benefactor. No sé
cómo se me escapó tomar de estos autores los caracteres del género Drihondra
que no tiene ni Paláu: dígnese V.S. copiarlo y remitírmelo. Creo que en ésa
habrá buenos libros de botánica, si se hallase un Schreber yo . . .

76
Ota valo y noviembre 22 de 1802
Señor doctor don José -Celestino Mutis.
Mi amadísimo y generoso benefactor: precipitadamente voy a decir a usted
mis ocupaciones en estos quince días últimos, porque el correo en estos pueblos
miserables apenas se detiene una o dos horas.
Verifiqué ya mi subida a Mojanda, montaña al sur de Otavalo que toca
ya con el término de la vegetación; todo él erizado y despedazado. Desde que
le vi sospeché que fuesen las reliquias de un antiguo volcán, y acabo de confir.
marme en mi pensamiento. El cráter es manifiesto a todos los que sepan ver a
la naturaleza, y no sus apariencias. Toda la cima está cercada de una cresta
de piedra que hoy sirve de bordas a una espaciosa laguna, y que en los siglos
anteriores fue el foco del volcán. M. M. Bouguer, de La Condamine1 ni le
nombran, ni le pintan en sus cartas. Y o la he medido geométricamente; aún
no he calculado, pero a mi estima no baja de diez varas de diámetro. Y o
estoy hallando arroyos, montañas, lagos, volcanes mismos que han olvidado
estos sabios.
He bajado una abundante cosecha de plantas que actualmente describo
y esqueleto. Creo que el género Loasa merece reformarse en más partes. El es
formado sobre una sola especie; yo acabo de hallar una en Mojanda, con los
nectarios tan diferentes de la descripción, que apenas se parecen; tiene tres
estigmas, y las hojas aovadas y opuestas en arpa; no pincha. ¿Quién sabe si los
peruanos le han hallado? Ella habita en una grande elevación; yo le vi entre
18 y 19 pulgadas de mi barómetro. Abunda una especie de Molina sin hojas,
el tallo alado, con tres de éstas semiovales y semicirculares altemadamente, los
ramos alternos, erectos; las flores sentadas, la más veces solitarias, rara vez
de dos en dos. He bajado dos Andrómedas, un V acciniez.• un Plantago suma-
mente pequeño con otras muchas que aún no he examinado.
La astronomía ha dado un paso. El telescopio que usted ha confiado a mis
manos se ha estrenado con el paso de Mercurio por el disco del Sol.2 Usted

1
En la carta N9 75 se alude a que Pedro Bouguer, Carlos M. de La Condamine y otros
viajeros no pusieron atención al territorio que Caldu uplora ahora.
"Ver nota N9 10 a la carta N9 75.

211

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sabe la importancia de esta observación. Cuando nació el Sol sobre el horizonte
de Otavalo estaba Mercurio como en el norte 1.3 La mañana fue de las más
bellas y claras que puede desear un amante de la astronomía. Logré con la
mayor felicidad el momento del contacto interior n. 2, y el del contacto exte-
rior n. 3 a la salida. Y o había tenido cuidado de arreglar el cronómetro por
alturas correspondientes los días anteriores, lo que hice también en los que
siguieron a este fenómeno importante. ¿Si habrá usted hecho igual observación
en Santafé? El señor Barón de Humboldt me escribe de Trujillo una carta
larguísima,4 llena de expresiones de cariño y de noticias de su viaje; ella me
recomienda esta observación, que él pensaba verificar en Lima; tal vez ese cielo
nebuloso y oscuro no se lo habrá permitido.
Las terribles dudas en que nos han arrojado Bouguer, de La Condamine
y Juan, sobre la longitud de Quito, me han empeñado en decidirla por mis
propias observaciones. El cielo ha estado favorable a mis deseos. Y o he logrado
a toda mi satisfacción la inmersión del primer satélite de Júpiter, sucedida el
19 de éste a la madrugada. Aún no he calculado, reservando este trabajo para
Quito.
No hay tiempo para más; usted cuente y mande con imposición sobre cuan-
to puede su más reconocido,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

• En el original hay un dibujo del disco del Sol con las posiciones de Mercurio numeradas
en concordancia con el tezto.
' La aquí consignada, y una referencia en el estudio sobre la importancia de la cochinilla,
página 267 de la edición de la Universidad Nacional, son las únicas alusiones de Caldas a esta
carta del Barón Federico Alejandro de Humboldt. Ver nota N~' 1 a la carta 75.

77
Quito y enero 6 de 1803
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi amadísimo y generoso benefactor: cuatro meses ha que vivo en una
duda continua y absoluta de usted, y de cuanto pasa en Santafé. ¿Se ha olvi-
dado de mí el ilustre Mutis? ¿No sabe que Caldas está consagrado y ya no
existe sino para aumentar, si es posible, su gloria? ¿Por qué un silencio tan gran-
de y tan dilatado? No sé si han llegado a sus manos muchas larguísimas que
son un extracto de mis operaciones y de mis trabajos/ y no sé si vive mi ilustre
benefactor. ¡Qué duda tan cruel para un corazón que ama a usted con entu-

1
A juzgar por la fecha de la carta anterior a Mutis es probable que se hayan perdido dos
cartas de Caldas. ·

212

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siasmo! Mi vida me es poco apreciable si la comparo con la del sabio Mutis.
¡Qué ansias, qué deseos de saber del estado de su salud! Ilustre sabio, consuela
al menor de vuestros discípulos, al mayor de vuestros admiradores, y al pri-
mero de vuestros amantes, que trabaja bajo de la línea, sobre las mayores ele-
vaciones del globo para vuestra gloria, ausente, y a doscientas leguas del objeto
de sus amores. Y a me es odiosa la llegada del correo. Estos días, que antes me
llenaban de consuelo y de placeres, hoy me llenan de disgustos y aun de des-
esperación. Mis amigos, mis fieles amigos Arroyo y Pombo2 parece que se han
olvidado de mí, y creería que han perecido. Conozco las grandes e importantes
ocupaciones de usted, sé que no le queda tiempo para nada, y esto me consuela.
Pero, ¿por qué no me ponen cuatro letras mis amadísimos Sinforoso y Rizo? 3
ViYe Mutis, ha recibido sus cartas; he aquí cuanto apetezco, he aquí cuatro pa-
labras que labrarían mi felicidad. ¿Y me negará usted esta satisfacción? Haga
usted que su digno sobriño, o don Salvador Rizo me pongan cuatro letras todos
los correos. Perdone usted estas quejas, hijas de .mi reconocimiento y de mi
amor.
El 19 de diciembre regresé a Quito, y terminé mi primer viaje al norte de
esta capital. 4 Aún me habría mantenido en Otavalo ocupado con nuestras ama-
das plantas; pero el solsticio del invierno se acercaba, y puedo decir que se pa-
saba, y usted sabe me era precisa esta observación para acompañar la que hice
en junio pasado antes de comenzar mi expedición, del solsticio del verano. 5
Aquí me ocupé el 20 hasta el 27 en trabajos astronómicos y atenciones socia-
les. Ahora arreglo el material que he traído, y me dispongo para otras salidas
a las montañas inmediatas, comenzando por el inmenso Pichincha, principal-
mente por el Norte, que no reconoció Mr. Bonpland.6 El 2 de enero hice una
subida hasta el término de la vegetación fue por bajar las plantas que contiene
el Guagua Pichincha (Pichincha el mozo), y en efecto, bajé más que hasta
hoy me ocupan. Vi con admiración sobre la roca misma una planta: femenina
de Ephedra, de quien acababa de ver otra en Guaillabamba, a 22Yz pulgadas
del barómetro. Sé que la hay en Guayaquil, y si esto es así, tenemos que la
Ephedra es una de aquellas plantas que pueden vegetar en todas las elevacio-
nes posibles. La parte más elevada de esta punta es de pórfido ordinario esqui-
toso, con sus capas colocadas casi verticalmente.7
En Otavalo he logrado muy bellas observaciones astronómicas. Dos inmer-
siones del primer satélite de Júpiter me han fijado el meridiano de este pueblo

• Santiago Pérez de Arroyo y Valencia y Miguel Pombo Pombo, los fieles corresponsales
de Santafé.
• Sinforoso Mutis y Salvador Rizo.
• La salida de Otavalo hacia Quito fue el día 18 de diciembre.
• La observación de la distancia cenital del Sol fue hecha el 21 de diciembre.
• Aimé Bonpland.
7
Esta excursión al Pichincha se realizó el día 2 de enero. Caldas la hizo en compañía de
José Mejía del Valle y Anastasia Guzmán.
213

©Biblioteca Nacional de Colombia


de un modo satisfactorio, y a él viene ajustado el cronómetro, con cuyo auxilio
he determinado la longitud relativa de Cuicocha, Cayamba, Guaillabamba. El
barómetro me ha ocupado mucho en estos últimos días. He emprendido hallar
sus variaciones relativas, y para ello he montado tres tubos, los he llenado en
Otavalo, los he transportado llenos a Guicocha, a Cayamba, a Guaillabamba,
a Quito, y mis resultados parecen importantes y curiosos. Ojalá los límites de
una carta permitieran aclarar y analizar mis ideas sobre este punto; pero bien
tendré la satisfacción de comunicar a usted todos mis resultados.
Yo trabajo con ardor en el ramo favorito de nuestro viaje, en la botánica;
he acopiado mucho, y estoy acopiando continuamente. Cuando haya visto y
recorrido a Nono, Lloa, Machache, Antisana, etc., etc., cuando haya agotado
las plantas de las cinco leguas de Quito, pienso hacer mi primera remisión con
todos los demás objetos de historia natural. Entretanto consuéleme usted en
mi destierro, dígame los modos de ejecutar mis proyectos, y mande con abso-
luto imperio sobre cuanto puede el más reconocido, admirador y amante de
usted.
FRANCisco JosÉ DE CALDAS

P. D.-Cotopaxi nos ha asustado el 4 de éste; a las 7 de la mañana co-


menzó a arrojar una nube espesa de polvo menudísimo, que llegó a las tres
leguas de su circunferencia; es de color cinereo, con olor de azufre, y parece
pómez pulverizada; fundió alguna nieve y aumentó los ríos; pero gracias a la
Divina Providencia, sin malas consecuencias.
Señor doctor don José Celestino Mutis.

78
Quito y enero 6 de 1803
Amadísimo Santiago: 1
¿Es posible que usted, Pombo,2 toda la casa de Mutis8 y todo Santafé se
hayan olvidado absolutamente de Caldas? ¿Se puede creer que unos amigos
tiernamente amados no me hayan puesto una letra en el espacio de cuatro me-
ses? ¿Que a pesar de haber escrito yo tantas, no se me haya contestado una
sola? ¿Para qué apoyar con tanto calor mi expedición en su origen? ¿Para qué
apoyar todos los esfuerzos de una amistad verdadera, y caer en una apatía, en

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
1
Miguel Pombo Pombo.
1
José Celestino Mutis.

214

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una indiferencia indigna de Arroyo y de Pombo? Mejor hubiera sido dejarme
en la oscuridad y en el olvido en que yacía, que ponerme sobre un brillante
teatro y abandonarme, y aun privarme de la satisfacción que antes tenía de ver
letras de los dos ídolos de mi corazón, de estos dos amigos amados con exceso,
si cabe exceso en el amor de un amigo. No me den ustedes disculpa alguna,
porque no la admito. Pombo y Arroyo se han olvidado de Caldas; ¡qué perfi-
dia! ¿Estas son las promesas de amistad? ¿Así se quebrantan sus sagrados de-
rechos? No lo creyera si no lo palpara. ¿Qué imperio tienen sobre el corazón
de ustedes doscientas leguas de distancia? ¿Si me olvidan en Quito, se acor-
darán de mí cuando esté en Guayaquil?
No pido a ustedes perdón de estas quejas demasiado justas. Yo creía que
nuestra amistad, fundada sobre la comunidad de caracteres, fiel, desinteresada,
generosa, iba a ser en lo futuro un modelo de amistad; pero me engañé. Arroyo
y Pombo han olvidado a Caldas. Este es mi tema, estas serán las palabras que
perpetuamente repetiré en el seno de mi abandono y de mi dolor. Que un ami-
go común olvide en cuatro meses, nada tiene de extraordinario; pero que Pom-
bo y Arroyo, unidos a Caldas con unos lazos que parecían indisolubles, que ni
la misma muerte debía disolver, me hayan olvidado en pocos días, es un senti-
miento que se equivoca con la desesperación. El testimonio de mi conciencia,
este testimonio que es el consuelo en medio de nuestras mayores desgracias, es
mi verdugo y envenena todos mis momentos en la presente. Al considerarme
abandonado injustamente por dos amigos que acumularon sobre mi cabeza
todos los beneficios de que eran capaces, sin haberles faltado al reconocimiento,
y puedo decir sin vanidad, que correspondiendo dignamente, es asunto que me
saca de juicio, es desgracia que casi no puedo sobrellevar. Mi dolor iguala a
la magnitud del amor que he profesado a ustedes; solo yo soy capaz de juzgar
del punto a que ha llegado éste, y solo yo puedo saber el grado de mi pena. Si
he faltado en algo, si no he correspondido a la bondad de ustedes, ¿por qué no
se me ha reconvenido? ¿Tienen ustedes alguna moral que les es particular para
violar unos derechos que observan el hotentote y el amazona bárbaro? No quie-
ro decir más por no avivar el sentimiento, este sentimiento que bajará conmigo
al sepulcro. Sus conciencias serán las vengadoras; ellas vindicarán a Caldas.
¡Arroyo y Pombo han olvidado a Caldas! .. .
Lea usted esta carta, léala usted a Pombo, medítenla: si Caldas no tiene
justicia para escribirla, bórrenle ustedes del número de sus amigos, que consi-
dera la suprema pena que se le puede imponer por su atrevimiento. Si tiene
justicia, confiesen ustedes que no han correspondido a mi amor, y esta sincera
confesión será lo único que pueda consolar mis desgracias.
Vea usted la adjunta, 4 y entréguela a Mutis. Ustedes manden con imperio
absoluto sobre cuanto puede Caldas, que aunque profundamente sentido, no

• Se trata de la carta NQ 77 de esta serie.


215

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ha rebajado un punto del amor y del reconocimiento que tantas veces les tiene
testificado.
CALDAS

79
Quito y febrero 20 de 1803
Mi generoso benefactor: muchas he escrito a usted, y ha más de siete
meses que ignoro el estado de su salud y miras científicas. Este largo silencio,
que tanto me aflige, lo atribuyo a las graves e importantes ocupaciones de
usted; la Divina Providencia permita sea esto solo, y no tengan en esto ninguna
parte las enfermedades.
Yo trabajo sin intermisión en todos los ramos que hacen el objeto de mi
viaje. Desde el mes de diciembre del año pasado me restituí a Quito, en donde
me he mantenido hasta el día, haciendo salidas a los lugares más abundantes
de plantas, y aprovechando los instantes que dejan libres las nubes, en mis ob-
servaciones astronómicas. En esta parte he sido más feliz que el señor Barón
de Humboldt. Este sabio apenas consiguió en su larga residencia aquí dos in-
mersiones de los satélites de Júpiter, y yo ya puedo gloriarme de muchas.
Actualmente trabajo en los preparativos para la observación del eclipe de sol
q:ue se verificará mañana. Si el cielo me es favorable, tendré un hecho de qué
concluir la longitud de esta ciudad de un modo satisfactorio, si usted en San-
tafé, si Tíscar en Cartagena y Humboldt en Guayaquil consiguen el mismo
fenómeno. 1
Las noticias que frecuentemente hemos recibido del señor Barón de Hum-
belde nos enseñan que la fama del Perú y de su capital ha sido exagerada por
todos los viajeros que le han precedido, y qué no merece la visita de un filósofo;
él se halla al presente en Guayaquil próximo a embarcarse para Acapulco; dice
que el suelo es fecundo en producciones naturales, que casi han agotado Tafalla
· y Manzanilla,3 continuadores de la Flora del Perú. Estas noticias y mis nuevas
reflexiones sobre los países por donde debo transitar, me han hecho variar con-
siderablemente de plan de viaje, que voy a proponer a usted y que espero se
aprobará.

1
El eclipse del Sol del 21 de febrero de 1803 fue visible como parcial en estas regiones de
la América. Ciertamente Juan de Tiscar y Valle, oficial de la Expedición de Fidalgo lo observó
en Cartagena, y como Fcrrer lo observó en La Habana. pudo calcular la longitud de Cartagena.
En lo que respecta a las observaciones de satélites de Júpiter hechas en Quito en 1803, estas fueron
publicadas en el Semanario. (Preliminares para el Almanaque de 1811).
2
Por esre comentario puede pensarse que el Barón Federico Alejandro de Humboldt escribió
a Caldas con posterioridad al 30 de septiembre.
1
Juan Tafalla y Juan Agustín Manzanilla.

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Y o quiero salir a la costa del Mar del Sur por Malbucho, o por Barbacoas
e Iscuandé; embarcarme aquí, costear todo el Chocó hasta San Buenaventura,
internar alguna parte, y volver a la costa, seguirla hasta la embocadura del
río San Juan; subir éste hasta Calima, atravesar el Arrastradero de San Pablo,
embarcarme en el Atrato, y descenderlo hasta su embocadura en el golfo del
Darién; pasar por mar a Cartagena, o si se quiere por tierra, visitando al Sinú
y Tolú. De Cartagena pasar a Santa Marta, ver la Sierra Nevada, y si es posi-
ble por el Valle de Upar regresar a Santafé. Este viaje, a más de ser más corto,
se verifica por países vírgenes, y de una feracidad admirable. Los objetos prin-
cipales relativos a él son bien interesantes.
19 Actualmente se trata por este Presidente4 de la apertura del camino de
Malbucho, que comunica el interior de la Provincia de Quito con la costa. El
señor Obispo Calamaú trabajó mucho sobre este objeto interesante, que no
pudo verificar, a pesar de sus esfuerzos y de su celo. Carondelet, que ama estos
países, ha obtenido de la piedad del Rey6 que se tomen 40 pesos a un 5 por
100 sobre sus reales cajas, quedando el erario cargado con esta deuda, para
que se inviertan en este camino. Si las luces de este jefe correspondieran a las
cualidades virtuosas de su corazón, nada faltaría para hacer revivir la industria
y el comercio de estos pueblos agonizantes. Pero por desgracia nuestra, se ha
puesto este asunto en unas manos absolutamente ineptas. El comisionado7 es
el hombre más ignorante que podía hallarse en toda la extensión de la Provin-
cia; ha hecho un viaje a la costa para su reconocimiento a expensas del erario;
ha hecho un diario miserable, y un borrón del camino, que ha dejado al jefe
sumergido en la incertidumbre. Bajando yo a la costa por él, podré levantar
una carta del país y de los ríos navegables que contiene, apoyado sobre buenas
observaciones astronómicas, formar un diario que contenga todo lo relativo a
este camino, que puesto en manos de Carondelet o del Virrey,8 podría dar luces
para dirigirlo con acierto. El país es muy rico de plantas, y todas las produc-
ciones naturales: fijaría astronómicamente la posición del puerto desconocÍ·
da hoy.
Todos saben la abundancia de culebras que hay en Barbacoas y el Chocó,
y también que en ningún país del mundo se cura mejor el veneno de sus mor-
deduras con vegetales que produce el país con abundancia. ¡Qué servicio tan

• Luis Francisco Hécror, barón de Carondelet. En oficio del 21 de julio de 1802 comunicó
al corregidor de lbarra José Posse Pardo que ha comisionado a Antonio Melo para la e:rploración
del Camino de Malbucho.
• José Pérez Calama. También el Corregidor de !barra, José Posse Pardo, tuvo que ver en
la promoción de esta empresa.
• Carlos IV de España.
7
Antonio Melo.
1
La Presidencia de Quito estaba bajo la jurisdicción del Virrey en Santafé, en ese entonces
Pedro Mendinueta y Muzquiz. ·

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señalado sería el conocimiento de todas estas yerbas, y de las culebras que pro·
ducen el daño!
El Arrastradero de San Pablo, que ha dado tanto que pensar a los polí-
ticos, y al señor conde Gijón9 en particular, merece una atención distingui-
da; por él se pueden unir los dos mares/ 0 y causar una de aquellas revoluciones
que hacen época. Hasta hoy no se conoce sino a medias el terreno que divide
las aguas del Atrato y de San Juan, no se han hecho buenas nivelaciones, ni
medidas exactas para poder decidir sobre este gran problema político. Si se ve-
rifican, si de ellas resulta la posibilidad, si la nación las adopta, y se realiza
este canal, ¿cuál será la gloria, cuál el reconocimiento de la Monarquía y en
especial de la América para con Mutis, autor y promovedor de este viaje? Una
estatua apenas serviría de recompensa. ·
A ustedes dejo la consideración de tantos otros objetos que encierran estos
países desconocidos y feraces. Solo la botánica podía ocupar a mis viajeros.
Y o sería más largo si el correo me diera tiempo; en el siguiente satisfaré
mis deseos.
Ruego a Dios conserve su vida tan preciosa para nosotros, y conceda verle
y estrecharle en sus brazos al más reconocido y amante de todos sus discípulos,
que besa su mano,
Señor don José Celestino Mutis.
FRANCISCo JosÉ DE CALDAS

• Conde de Gijón.
10
Ya en 1788 el Cura de Nóvita, Gabriel Arrachatagui, había abierto una zanja entre las
quebradas Perico y Raspadera uniendo así las cuencas del Atrato y del San Juan. Caldas se interesó
en varias ocasiones (Humboldt también) en la posibllidad de esta vía fluvial interior que comu-
nicaría dos océanos.

80
Quito y abril 21 de 1803
Mi sabio protector: ha ocho meses que no veo letra de usted. ¡Qué aflicción
para un joven que ama con ternura a usted! Muchos puntos de la mayor im-
portancia están todavía indecisos. El último plan de viaje que propuse a usted
aún no tiene la aprobación. El verano se acerca, y me expongo a perder la más
bella estación del año, y he resuelto salir de Quito en los primeros días de junio
para Barbacoas, Iscuandé, etc., etc. Pienso pasar a Pasto, y detenerme aquí al-
gunos días por ser país muy abundante de plantas. En él recogeré las últimas
que formarán mi primera colección que remitiré por mano del doctor Arbole-
da, provisor de Popayán. 1
1
Manuel María Arboleda Arraechea; se refiere al nuevo "plan de viaje" que formuló a
Mutis en la carta N9 79.

218

©Biblioteca Nacional de Colombia


El señor Barón de Humboldt, que partió ha dos meses de Guayaquil, re-
mitió a manos del señor Marqués de Selva Alegre un cañón de lata, que con-
tenía una memoria sobre la geografía de las plantas. Este no sé por qué motivo
la retuvo en su poder mucho tiempo, y no me la entregó para su remisión por
mi mano, según la voluntad del mismo Barón. Y o la he detenido quince días
para tomar una copia, y la remito ahora acompañada de una friolera mía, casi
en el mismo género, que espero la reciba usted con bondad. 2
Tampoco parece todavía de Guayaquil la colección de plantas que Hum-
boldt remite a usted por mi mano. Ojalá vengan a tiempo para unirlas con las
mías. En el siguiente remitiré a usted la descripción y diseños de algunas plan-
tas que me han parecido particulares, con una memoria sobre Imbabura.
Considerando que ya yo era demasiado gravoso a la expedición, que me
era absolutamente necesario un compañero, propuso al señor don José Ignacio
Pombo agregar a mi expedición a un hermanito mío de trece a catorce años.3
Y o he echado los primeros fundamentos de su educación en Popayán, y él ha
sido un coobservador en todo lo que he trabajado en esta ciudad. Pombo, este
paisano ilustrado, me ha franqueado todo lo necesario para que me acompañe,
y creo que faltaría a mi obligación si no diese a usted parte de esto. Espero no
desagradará a usted, y que, por el contrario, merezca su aprobación, en inteli-
gencia de que no lo haré siempre que usted me haga entendér que no le agrada.
El señor Barón de Humboldt4 me ha escrito misivas llenas de expresiones
de cariño, y me manda a presentar un cajón de libros de historia natural y de
matemáticas, entre ellos muchos alemanes. Y o no entiendo esta lengua, y he
pensado remitírselos a usted, en compañía de las plantas. Aún no llegan, y
quién sabe si se perderán con las revoluciones de Riobamba.
Espero que usted me conteste a Pasto antes de hundirme en las soledades
del Chocó. En el siguiente seré más largo. Deseo que usted goce de una salud
constante, y que la Providencia me conceda la satisfacción de hallarle en este
estado cuando llegue a Santafé el más reconocido de sus discípulos que besa
su mano,
FRANCisco JosÉ DE CALDAS
Señor doctor don José Celestino Mutis- Santafé.

• La Memoria sobre la Geografía de las Plantas que Federico Alejandro de Humboldt envió
a Mutis a través de Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, y de Caldas, fue publicada
en el Semanario de Santafé con una "Prefación" de Caldas, escrita en noviembre de 1810. El
trabajo de Caldas "en el mismo género" es la "Memoria sobre la Nivelación de las Plantas
que se cultivan en la Vecindad del Ecuador", fechada en Quito el 6 de abril.
1
Camilo Caldas Tenorio.
'No se conocen estas cartas de Federico Alejandro de Humboldt, quien hizo los despachos
a Mutis que se mencionan, desde Guayaquil, antes de embarcar hacia Acapulco el 15 de febrero
de 1803 .

219

©Biblioteca Nacional de Colombia


81
Quito y mayo 6 de 1803
Mi amadísimo protector: jamás he desconfiado de la generosa protección
de usted para llevar al cabo mis trabajos. Ellos se han emprendido bajo de su
sabia dirección, y todos van a ceder en su gloria. Es verdad que ocho meses de
silencio me afligían, pero yo adivinaba las causas, las mismas que usted in-
sinúa.
Recibí el pasaporte de ese señor Virrey/ que me hacía una falta conside-
rable para empeñar a las justicias a que me presten los auxilios necesarios de
que tanto he carecido hasta hoy. Usted me aconseja a continuación que no deje
estas provincias hasta no haber agotado sus vegetales, y yo tampoco he preten-
dido otra cosa. Este punto es importante, y merece que yo imponga a usted en
él por extenso. He subido a muchas montañas de los alrededores de Quito, y
en todas se reproduce la misma vegetación, llegando a iguales niveles. Puede
decirse sin exageración que examinando bien una de estas montañas, se ha
examinado casi toda la vegetación de la provincia. El fondo del valle de Quito
es muy elevado y casi toca en el término superior de la quina, y todavía no he
hallado una planta de este género. Solo Antisana hace la excepción de esta
regla general. Mr. Bonpland2 ha quedado asombrado a la vista de tanta fecun-
didad. Así que se componga el tiempo, voy a pasar muchos días sobre Anti-
sana, y estoy seguro que he agotado las plantas de esta región. Yo pienso in-
mediatamente partir para los Pastos, y Pasto, países fecundísimos, y aún más
elevados que los de Quito, y acercarme de este modo a las entradas de Barba-
coas. Antes que el verano expire quiero entrar a esta ciudad, en donde abundan
las quinas y todo género de plantas. Aquí pasaré muchos meses en la colección
de plantas y de semillas, y tal vez se acabará este año sin que haya salido de
Barbacoas. En todo este tiempo puede usted cómodamente auxiliarme antes de
mi partida. Poco más se aumentan los gastos estando de camino que haciendo
pequeñas excursiones en las cercanías de Quito. Todos los víveres se hallan ex-
cesivamente caros, y basta la cualidad de forastero para que se le aumente una
tercera o cuarta parte más del valor. En vista de todo he resuelto, en agosto o
septiembre, meterme en Barbacoas, porque lo juzgo más importante a la expe-
dición, siempre que sea del beneplácito de usted, cuyos consejos son para mí
órdenes inviolables. Y o espero a vuelta de correo la última resolución de usted.
El señor don José Ignacio Pombo ha contribuido a los laudables fines de
usted, dándome libranzas de que no he hecho uso todavía, y que haré para

1
Pedro Mendinueta y Muzquiz.
• Aimé Bonpland.

220

©Biblioteca Nacional de Colombia


tr¡p¡sportarme y sostenerme en Barbacoas. Este país necesita de mucho trabajo
y de mucho tiempo para reconocerlo. En él hay muchas quinas, y apenas se
hallan en Quito. Espero remitir a usted en agosto una copiosa colección de
plantas con sus descripciones y diseños, y otra de Barbacoas. Y o creo muy
importante mi residencia por algunos meses en esa ciudad; pero a pesar de
todo, yo renuncio a mis luces, al conocimiento que tengo de estos países, y me
atengo a lo que usted me ordene.
Mi alma rebosa de contento al saber que ya está concluido el observatorio
del sabio Mutis.3 ¡Cuándo llegará el día en que entre yo en este templo de
Urania, el primero que se le ha erigido en el Nuevo Mundo, al lado y bajo las
luces de su hijo amado, del celoso Mutis! Yo deseo que todos mis trabajos
astronómicos sean relativos al observatorio de Mutis, y por consiguiente qui-
siera que usted o Pombo4 el joven bajo de su dirección observasen las inmer-
siones y emersiones de los dos primeros satélites de Júpiter. De este modo po-
díamos, a más de fijar de un modo incontrastable el meridiano del observatorio,
el de todos los puntos de mi ruta, y publicar una carta del Reino, tomando por
primer meridiano el observatorio del ilustre Mutis. 6 Ya yo he hablado otras
veces sobre este particular, y suplico a usted humildemente no sea todo de
Flora, y reserve algunos instantes por la noche para hacer algunos homenajes
a Urania en el soberbio edificio que acaba de erigirle. Y o sería más largo, pero
me hallo con algunas indisposiciones, que no me permiten escribir de mi puño.
Deseo a usted la más perfecta salud y una larga vida. Usted cuente y
mande con imperio sobre cuanto puede el más agradecido y el menor de los
discípulos que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS
Señor doctor don José Celestino Mutis- Santafé.

• La construcción sólo se cond1•yó el 20 de agosto de ese año. Ver nota N9 7 de la carta


N9 73, en la cual Mutis le anuncia la construcción del observatorio.
• Miguel Pombo Pombo. Mutis, por su parte, había desde un principio pensado en Caldas
para que realizara la parte astronómica de la Expedición, según lo manifestó a Cavanilles en carta
del 19 de julio.
"Ver nota N9 13 a la carta N9 73 .

82
Quito y mayo 21 de 1803
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi generoso protector: acaba de entregarme el señor Marqués de Selva
Alegre la adjunta del señor Barón de Humboldt/ que ha traído el barco que
lo lleva a Acapulco. Este sabio ha llegado con felicidad, y a la fecha le consi-
dero en Méjico.
1
La carta de Federico Alejandro Barón de Humboldt a Mutis, que Caldas recibió de
manos de Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, no se conoce.

221

©Biblioteca Nacional de Colombia


No tenía ánimo de escribir a usted en éste, reservándolo para el venidero,
y solo pongo a usted estas cuatro letras para incluir la del señor Barón. Solo
digo ahora que se digne usted contestarme sobre el objeto de mi antecedente,
y principalmente sobre mi salida de Quito, que es lo único que espero para
ponerla en ejecución.
Deseo que usted se mantenga con salud, y que ocupe al más reconocido de
sus discípulos, que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

83
Quito y julio 6 de 1803
Mi generoso protector: aunque no me hallo todavía bien restablecido de
la enfermedad de que he hablado a usted en mis antecedentes,1 parto dentro
de cinco o seis días para Malbucho2 en solicitud de las quinas que se crían en
estos bosques. Y o me veo obligado por mi honor, y mucho más por la gloria de
usted, a dar este paso violento en las circunstancias presentes, porque los botá-
nicos3 continuadores de la Flora del Perú caminan de Guayaquil para ésta en
solicitud de las mismas quinas, y sería vergonzoso que estando un depen-
diente de la expedición de Bogotá en Quito, viniesen los peruanos a desflorar
estas selvas. ¡Qué insultos, qué injurias no vomitarían Ruiz y Pavón contra
nosotros si se verificasen mis temores! Con menos motivo han querido deprimir
el mérito y la gloria que con tanta justicia tributan a usted los sabios, en la
infame producción que acaba de ver la luz con el título de Continuación a la
Quinología. Los resultados de este pequeño viaje los verá usted con la mayor
prontitud.
El catedrático de filosofía del Colegio Seminario de San Luis,• adorador
del mérito y de las producciones de usted, joven de luces, de un talento vasto,
y propio para las ciencias naturales me consultó acerca de una dedica~ón que
quería hacer a usted de un acto de conclusiones de física y de botánica. Me
alegaba que no había tiempo para consultar a usted y pedir su consentimien~

1
Se infiere de aquí que se ha perdido la correspondencia a Mutis de los dos correoa de
junio en la que comunicó la novedad de salud.
• En las dos cartas anteriores (82 y 89) Caldas manifiesta su interés en definir la salida
hacia Pasto y Barbacoas, viaje en que utilizará los fondos enviados por José Ignacio de Pombo.
Aquí indica que ha tomado por su cuenta una determinación diferente, la justifica ante Mutis,
pero omite contarle que ha solicitado a Carondelet permiso para unirse a una expedición oficial
que va a reconocer el camino de Malbucho y que, con el permiso, ha recibido el encargo de
levantar la carta del camino.
• Juan Tafalla y Juan Agustín Manzanilla, desde 1788, continuadores de la tarea enco-
mendada a Hipólito Ruiz y José Pavón, a raiz del regreso a España de estos últimos.
• José Mejía del Valle.

222

©Biblioteca Nacional de Colombia


to; yo, que no puedo mirar con indiferencia nada de lo que pueda ceder en
honor del sabio Mutis, convine gustoso en que se verificase atendiendo a los
secuaces que se ha criado el Canónigo López, hermano del rival de usted5 a
los alucinados con el folleto que éste ha impreso, y a la fanática contestación
de Ruiz y de Pavón a la memoria de don Francisco Zea.6 A mí se me encargó
la primer réplica como agregado a esa expedición, y con este motivo pronuncié
el discurso que remito. 7 Puede ser que haya algunas equivocaciones, pues yo no
conozco a fondo las acciones, los trabajos ni los descubrimientos de usted. En
todo lo que digo no soy sino el órgano de la voz pública, y ésta puede equivo-
carse. Yo tengo la satisfacción de haber abierto los ojos a este público sobre el
aprecio que debe hacer de usted y de las insulsas producciones del triunvirato
Ruiz, Pavón y López, a quien sin vergüenza, y contra la confesión ingenua del
último, le han dado los dos primeros el glorioso título de botánico. ¡Cuánto
puede la rivalidad! El concurso fue lucidísimo; asistió en cuerpo la Universi-
dad, las comunidades religiosas y nobleza, españoles y americanos, grandes y
pequeños, ignorantes y sabios, todos han aplaudido y se han regocijado al ver
publicadas las glorias de Mutis, y que se le tributen los honores que se merece.
Actualmente se trabaja en imprimr los Asertos y las Dedicatorias que pronun-
ciaron el catedrático4 y el joven estudiante don Manuel Espinosa y Ponce.
Esperan éstos que se concluya este trabajo y el de la lámina, para escribir a
usted como corresponde.
Se me pasaba decir a usted que Tafalla y Manzanilla meten ya la hoz en
mies ajena, viniendo a explorar las selvas de Malbucho, que pertenecen al Vi-
rreinato de Santafé; yo no hablaría una palabra si supiese que solo se trataba
del progreso de las ciencias; pero sospecho que todas las indagaciones que ha-
gan estos botánicos, las han de convertir en insultos contra usted. Y o creo, salvo
el parecer de usted, que se les debe impedir por el Gobierno el que trabajen en
esta Provincia, supuesto que existe en ella un agregado a la expedición de Bo-
gotá. Usted verá lo que más convenga, y mande con imperio sobre cuanto
pueda al más agradecido de todos sus discípulos, que besa su mano,

FRANCISco JosÉ DE CALDAS

Señor doctor don José Celestino Mutis.

1
Sebastián José López Ruiz, hermano del canónigo López.
• Ver la nora N9 18 a la carta N9 73 referente a la memoria de Francisco Antonio Zea.
7
Es el "Discurso pronunciado en elogio del doctor don José Celestino Mutis, Director de
la Expedición Botánica de Santafé", publicado en Obras de Caldas, por el Dr. Eduardo Posada,
páginas 97 a 105. Bogotá, 1912.

223

©Biblioteca Nacional de Colombia


84
Ibarra y octubre 6 de 1803
Mi amadísimo protector: en mi antecedente avisé a M. que partía para
Malbucho en busca de unas quinas que no han existido sino en la imaginación
de los quiteños. El 14 de julio salí a recorrer esos bosques, en donde me he
mantenido hasta el 3 de octubre, en que llegué a esta villa con mi salud suma-
mente quebrantada, después de una cadena continuada de fatigas, de trabajos,
y puedo decir que de miseria. Esta sería demasiado larga, y enternecería el
corazón de usted si entrase en una relación circunstanciada de todo lo que he
tenido que sufrir en este viaje. Pero ya pasaron estos días de amargura consa-
grados a la gloria del mayor botánico. Oiga usted la relación abreviada de mis
tareas en estos tres meses.
El 17 de julio llegué a !barra, el 24 del mismo salí para Malbucho, en
donde estuve el 26. En este tránsito verifiqué muchas observaciones del baró-
metro, con el objeto de formar una nivelación barométrica del nuevo camino,
y hacer ver por ella el fácil descenso desde !barra hasta las costas del Mar del
Sur; 1 muchas latitudes astronómicamente determinadas, un número inmenso de
ángulos con la aguja para levantar la carta interesante del país; he recogido,
he descrito y he diseñdo y esqueletado un número considerable de plantas, como
que es el objeto principal de mi misión. En Malbucho me detuve doce días ocu-
pados en estos mismos objetos, y hallé una vegetación del todo diferente a la
de la cordillera. Este pueblo reciente se halla ya por las 3.007 líneas del baró-
metro. El 6 de agosto partí de Malbucho acompañado del Corregidor Bello,2
comisionado en jefe para la apertura de este camino, y comencé a atravesar
este bosque inmenso a pie, con la brújula en la mano. Había grandes disputas
sobre la longitud de esta montaña, y me resolví a decidirlas encargándome del
largo e ímprobo trabajo de medirla a cordel, porque todos los métodos geomé-
tricos son impracticables en estos lugares cubiertos de un bosque tan antiguo
como el mundo. Siete días de fatigas, de cansancio, de calor y de lodo, apenas
bastaron para llegar a las orillas del río Bogotá. Todas las noches y todas las
tardes llovía sin intermisión; la humedad no tiene límites, todo se corrompe, y
nada puede resistir a un clima tan contrario a la salud del hombre, como al
progreso de las ciencias. En tres meses que he existido en estos tristes lugares
no he podido tomar la altura de una estrella sola, a pesar del continuo cuidado
que he tenido. El sol ha sido mi recurso en estos apuros geográficos. Un día
pasamos en Bogotá, y el siguiente nos embarcamos con nuestros instrumentos;
1
Caldas omite informar a Mutis del encargo que ha reábido de Carondelet para elaborar
el mapa del camino que se va a construir.
• Miguel Femández Bello.

224

©Biblioteca Nacional de Colombia


bajamos este río hasta su embocadura en el de Santiago, que bajamos hasta la
costa. No me detengo en manifestar a usted los ríos que entran en éste, así por
el lado del Norte como por el del Sur, sus anchuras, velocidades, islas, mareas,
fondos, bajos, etc., etc., porque todo lo verá usted por extenso en una larga
memoria que estoy formando sobre este viaje, y los objetos de historia natural
que produce el país y que pienso, siempre que sea del beneplácito de usted, de-
dicarla al ilustre Cabanilles,8 supuesto que usted quiere presentar a la Europa
alguna producción mía. Y o también lo deseo, no por vanidad, sino porque se
me emplee y se me confirme por el Rey en la plaza que usted ha determinado
proponerme! Concluidos nuestros trabajos a la costa regresé al puerto de Bo-
gotá subiendo el mismo río de Santiago. El Corregidor, mi compañero de viaje,
regresaba inmediatamente a !barra, y yo debía seguirlo según mi primer plan
que comuniqué a usted en mi antecedente. Entré en largas y serias reflexiones;
los trabajos pasados de la montaña, los costos de transporte y los que debía
ocasionar de nuevo, el tiempo que perdía no consagrándolo a la botánica, y
resolví no volver a ver a Quito. Como había salido de esta ciudad sin esta
última resolución, había dejado en ella mucha parte de mis instrumentos y
libros: no había traído ninguna ropa, ni las provisiones necesarias para mi ali-
mento. Y o me hallaba casi sin dinero, y tomé las resoluciones siguientes:
Pedí a don Pedro Montúfar la cantidad de ochocientos pesos, en virtud
de la libranza de don José Ignacio Pombo; llamé a mi hermanito5 que acababa
de llegar a Quito, que debía traerme todo lo que necesitaba para seguir inme-
diatamente mi viaje a Tumaco, Iscuandé, San Buenaventura, etc. El Corregidor
fue el encargado para remitirme todo lo dicho, y yo quedé en el nuevo puerto
ocupado únicamente en la botánica. Todos los alimentos se acabaron, y quedé
cercado de mise~ia. Los que podíamos conseguir, se reducían a plátano y carne
de zaíno, cuyo uso, unido a la malignidad del clima y al género del traba jo a
que estaba reducido, quebrantaron mi salud hasta el punto de hacerme variar
de resoluciones y regresar a !barra a repararme, y a proveerme de lo necesario
para emprender con toda seriedad un viaje que va a enriquecer a la expedición
con las más bellas producciones naturales. Y o había colectado un número con-
siderable de plantas preciosas que creía nuevas. Pero en Malbucho hallé a
Tafalla y Manzanilla,6 botánicos del Perú, a quienes traté y pedí me manifes-
tasen los tomos que tuviesen de la Flora del Perú. Satisfacieron mis deseos, y

• Antonio José Cavanilles, a quien piensa dedicar una "memoria". Caldas la escribió con el
título de "Viaje de Quito a las costas del Océano Pacífico, por Malbucho, hecho en julio y
agosto de 1803", publicada por primera vez en el libro de Diego Mendoza. Esta carta es un
resumen del relato de dicho viaje.
• Caldas trabaja desde mediados de 1802 como agregado en calidad de Meritorio a la
Ezpedición; lo que aquí gestiona, con confirmación de Carlos IV, es la plaza que ocupará en
Santafé al regrao.
• Camilo Caldas Tenorio.
• Juan Tafalla y Juan Agustín Manzanilla.
225
CARTAS DE CALDAS - 15

©Biblioteca Nacional de Colombia


yo quedé verdaderamente afligido al ver que había perdido los dos tercios de
mi trabajo, por carecer de esta obra absolutamente necesaria para un botánico
en la América. Si yo la hubiera tenido no habría malgastado el tiempo y mi
salud describiendo y diseñando plantas conocidas y publicadas, y habría con-
tentado con esqueletarlas para completar la colección. Y o voy a hablar a usted
con aquella franqueza, noble ingenuidad de que usted me ha dado tantos
ejemplos.
Si usted desea poseer una colección completa de todos los vegetales que
produce el Nuevo Reino desde el término de la nieve hasta el mar, es indispen-
sable que usted me provea de una Flora peruana, sea del modo que se fuese,
y de un Schreber.9 Este auxilio me dispensará de un trabajo indefenso, con
utilidad notoria de la expedición, pues no agotaré mis fuerzas en diseñar y en
describir lo que está bien diseñado y descrito, empleando este tiempo en las que
lo merecen.
El segundo auxilio que espero de usted para poder sacar todo el fruto que
me prometo en este viaje, es que me remita un pintor. Son tantas las plantas
que me rodean y tan corto el tiempo, que me veo obligado a no diseñar sino a
una u otra, y abreviar demasiado las descripciones, tal vez con perjuicio de la
expedición. Usted ha dado dos a mi amadísimo Sinforoso, que está recorriendo
unos países sin contradicción, menos interesantes que los que yo voy a visitar.
Y o trabajo sin intermisión, me agoto las fuerzas, y no puedo ni aun desflorar
la fecundidad de estos bosques. ¡Qué dolor para mí ver plantas bellas y no
alcanzarme las fuerzas para describirlas y para diseñarlas! Y o voy a apuntar a
usted en pocas palabras lo que me pasa. Veo una planta, la busco en los pocos
libros que tengo, no la hallo, y entro en la duda de si se incluirá en la Flora
peruana, y obligado a no solamente describirla, sino también diseñarla; dos
horas, y muchas veces tres, apenas alcanzan para concluir todo lo relativo a
esta sola planta. Cuando en un día de buen trabajo se pongan en el mismo
estado tres o cuatro especies, se ha hecho demasiado. El tiempo y las fatigas
de la herborización frecuente quita, si no la mitad, a lo menos una tercera parte
del tiempo. Hablemos con claridad; yo no me alcanzo, y mi salud tal vez va
a quebrantarse hasta el punto de no poderse restablecer. Medite usted seriamente
sobre esto, y no dudo que convendrá en remitirme no solamente el pintor que
pido sino también otro. Estoy íntimamente persuadido que es mil veces más
útil a la expedición el que vengan a mi lado los dos pintores que hoy tiene don
Sinforoso7 en Girón. El Chocó es de una fecundidad sin límites, y en que aún
no ha puesto sus pies ningún inteligente. ¡Qué dolor sería recorrer estos lugares,
tener en las manos tantas riquezas, y llegar pobre a Santafé! No creo que usted
se resista a unas razones tan poderosas, y trate seriamente de darle una nueva

7
Sinforoso Mutis.

226

©Biblioteca Nacional de Colombia


forma, y los auxiilos que pido para esta expedición. La gloria de usted, pues yo
no trabajo sino para ella, se halla demasiadamente interesada en que vengan los
dos pintores con la Flora. Lo que he visto de la costa me ha demostrado que son
necesarios estos apoyos. La contestación de usted debe ser pronta, y el envío
de los pintores con la mayor velocidad, pues yo pienso salir de Quito en enero,
y gastar todo el año de ochocientos cuatro en el reconocimiento del Chocó, para
poder estar en ésa a principios de ochocientos cinco, cargado de los despojos de
esta patria del oro.
A pesar de haber recogido cuanto papel me ha sido posible en Quito, en
!barra, y aun en Popayán, me veo sumamente escaso, pues el herbario va a ser
inmenso. Espero que usted remita con los pintores todo el que se pueda conseguir.
Una barra de tinta de la China no se puede conseguir aquí por ningún precio.
Me hallo sin termómetro, porque el único que me quedaba se acaba de romper
en este viaje. Los lápices no se encuentran, y me hace una falta indecible una
aguja pequeña, o teodolite semejante al que usted regaló al señor Barón.8 No
dudo que usted me remita con los pintores este instrumento, dos termómetros
y provisión de lápices y tinta de la China.
En el siguiente escribiré a usted muy largo, y le remitiré todo lo que haya
digerido de mi último viaje, y tendrá usted todas las quinas que he recogido en
él, con sus descripciones, diseños y esqueletos, y largas noticias de Tafalla y
Manzanilla,6 nuestros rivales.
Y o me hallo un poco restablecido, y espero reponerme dentro de pocos
días. Deseo con todas las ansias de mi corazón el que goce de salud perfecta, y
que mande con imperio sobre cuanto pueda al más reconocido y admirador de
todos sus discípulos, que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

P. D.-Dispénseme usted vaya esta de otra letra, pues no me hallo con


fuerzas para hacerlo por mí mismo; dispense los yerros, y no olvide pintores, la
Flora, etc., etc.
Señor doctor don José Celestino Mutis.

8
Federico Alejandro Barón de Humboldt.
• Juan Cristian Daniel von Schreber.

85
Quito y noviembre 21 de 1803
Amadísimo protector mío: de !barra escribí a usted sobre mi salida de
Malbucho y sobre mis observaciones sobre diferentes géneros. Después de esa
época y antes de convalecer partí para lntac, pueblo situado fuera de la cordi·

227

©Biblioteca Nacional de Colombia


llera y a tres días de mal camino de Ibarra. Aquí contraje unas fuertes tercianas
que corté a los once días, y de que me hallo restablecido, gracias a la Divina
Providencia. Este último viaje ha sido oprimido y forzado por los émulos de
usted, Tafalla y Mananilla. 1 Estos, desconsolados por no haber hallado quinas
en Malbucho, regresaban a lbarra en solicitud de las mismas que se sabía con
certeza existían en lntac. Y a yo había visto las cortezas, y me hallé antes que
ellos en lbarra. No dudé marchar medio agonizante a este bosque tan áspero
y más maligno que el de Malbucho; me veía sobre el Nevado de Cota~ache,
y no lo creía. ¡Cuánto imperio tiene sobre mi corazón el honor del ilustre Mutis,
vulnerado con tanta injusticia por Ruiz y Pavón! 2 Entré en lntac, saqué mis
plantas y una especie de cinchona. A mi regreso a Ibarra hallé allí ya a nuestros
botánicos rabiando porque el discípulo de Mutis había tomado posesión de esta
quina. Llenos de urbanidad me visitaron, y preguntaron por mis hallazgos en
lntac. Y o no dudé decirles que tenía yo la única especie de cinchona que pro·
ducen los bosques de lntac. Así aseguraba para nuestra expedición más y más
de esta especie. A mí me ha parecido muy afín a la pallescesis, aunque tiene ca·
racteres que la separan, como usted verá dentro de quince días por los esqueletos,
descripción y diseño que apronto para remitirlos. Nuestros enemigos desistieron
de su proyecto de visitar a lntac cuando supieron que ya yo lo había ejecutado.
Como este último viaje ha sido quinológico puro, he averiguado y me he
asegurado de mis cosas, que serán muy gratas a usted acerca de las quinas. Sí, y
lo ignoran nuestros enemigos, que en Huaca, a seis días de ésta, y en el mismo
camino de Popayán, hay dos especies de cinchona; que dos días más allá de
lntac hay una diferente de la que poseo; que en Jalupana, a un día de Quito,
hay una; que en Lloa y Chillugalli hay dos de que he visto muestras; que en los
bosques dentro de Aloa y Mochacha hay tres especies; que en los Colorados hay
un número prodigioso de especies de este género. Y o me hallaba resuelto a vol-
ver a Malbucho en enero, internar en el Chocó, y a fines de 804 estar en Santafé.
Pero he variado de plan por el honor de usted.
Los botánicos, nuestros émulos, son más propios para damas de corte que
para el oficio que ejercen. La más ligera indisposición los encierra en su gabi·
nete. ¡Qué ventajas las que yo sé sacar de su flojera! Nadie sabe mis miras, y
las pondré en práctica, como no me falten los auxilios. Creo que entonces sí
podremos responder a las injurias de Ruiz y Pavón; oiga pues usted los proyectos
de Caldas. Me mantendré hasta enero en Quito pillando quinas inmediatas y
otras plantas; en este mes parto a Huaca y montaña de lntac, sigo a Mochacha,
Aloa, Colorados, Riobamba, Cuenca, Loja. ¡Ah! qué golpe el que vamos a dar
siendo los primeros que vamos a reconocer estas quinas imperfectamente des-

1
Juan Tafalla y Juan Agustín Manzanilla.
1
Hipólito Ruiz y José Pav6n, de la Expedid6n Botánica del Perú.

228

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critas por La Condamine.3 Sé de positivo que Tafalla y el otro4 tienen orden
de recoger todas las quinas de la Presidencia de Quito; que estos señores van a
Loja en el agosto inmediato, porque no pueden salir en invierno. Y o voy a tomar
la delantera sin remedio. Estoy tan encaprichado en este punto, que voy a veri·
ficarlo aunque cueste mi vida. ¿Qué vale ésta en paralelo con el honor del ilustre
Mutis? ¡Ah, protector mío, si usted viera de cerca las llamaradas de mi corazón!
Las quinas son el grande objeto de mi viaje, y para desempeñarlo dignamente
necesito de la Flora del Perú y de un pintor por lo menos. Sí, que venga acele-
radamente uno de tantos que hay allá; tal vez jamás se ha ocupado con más
interés que en esta expedición ninguno de los pintores. Imagínese usted con
todas las quinas de esta Presidencia, con todas las de Loja, Guayaquil, costa,
etc., bien diseñadas, esqueletadas, descritas, que reunidas a las de la Flora perua·
na y a las de usted, se halla en estado de dar un golpe maestro en el punto más
interesante que tiene hoy la botánica. La producción que se formaría de este
material colmaría a usted de gloria y triunfaría de nuestros enemigos. Ilustre
sabio, no perdamos ocasión tan brillante, ocasión única y que si nos descuidamos
puede que pase a nuestros émulos. Incorpórese usted, reanime mi expedición
con libros, con instrumentos que me faltan, con pintores y con los auxilios ne·
cesarios para nuestros transportes y mantención. Este señor Presidente5 me ama,
me distingue y se ofrece a auxiliarme en todo lo que sea de mando. Y o vuelvo
a insistir, y ruego a usted mire por su honor vulnerado, y me auxilie para des-
empeñarlo.
La coya va con la quina y con la noticia circunstanciada de los instrumentos
de Mainas. 6
Recibí por mano de mi amadísimo Rizo7 la libranza de 500 pesos que guar·
do para la colección de quinas que comenzará en la semana entrante.
Y o no pienso en otra cosa que en desempeñar dignamente el encargo, y la
confianza que usted lia hecho de mí, a quien debe usted mandar con el imperio
de presidente y de maestro, y contar con cuanto puede el más agradecido de
todos sus súbditos, que besa su mano,
FRANCisco JosÉ DE CALDAS

Señor doctor don José Celestino Mutis.

• Carloa M. de la Condamine.
• Juan Ag114tín Manzanilla.
• Luis Francisco Héctor, Barón de Carondelet, quien por su parte encargaría a Caldas el
estudio de las Quinas de Loja.
• No se conserva esta lista de instrumentos.
• Salvador Rizo, Mayordomo de la Ezpedición Botánica en Santafé.

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86
Quito y enero 6 de 1804
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Amadísimo protector y padre mío: cuando hallase títulos más dulces que
los que me atrevo a usar con usted, no correspondería a la ternura de su última
carta. ¡Qué carta! Una tormenta de pasiones contrarias, de sentimientos opues-
tos, ha excitado su lectura en mi corazón. El dolor, el reconocimiento, la ter-
nura, el amor, las lágrimas, los temores, todo se ha sucedido rápidamente. He
temblado al leer el riesgo en que se vio la vida del sabio Mutis, vida preciosa,
vida que compraría con la mía si estuviese en nuestras manos. ¿Cómo reparar
esta pérdida? Muchas docenas de hombres puestos en el lugar que deja no le
llenarían dignamente. ¡Qué desgracia para Caldas! No me acuerdo de su colo-
cación, de sus planes, proyectos, viajes y trabajos que quedarían arruinados en
un momento con este golpe; hablo sí de mi dolor, del cáliz de amargura que
habría tenido que agotar, de mi despecho, despecho generoso, pues se fundaba
en el arrepentimiento de no haber volado a Santafé a servir, a aliviar los últi-
mos días del mejor de los sabios, a besar, a bañar con mis lágrimas, con estas
lágrimas de amor, y de reconocimiento, la mano generosa y bienhechora del vir-
tuoso Mutis. ¡Ah! padre generoso, humano y compasivo, mi alma se turba y no
podrá aquietarse hasta que abrace las rodillas del sabio ilustre a quien tengo la
gloria de obedecer. Me hallo en el estado más violento que puede imaginarse.
Mutis no se separa un instante de su memoria; la vuelta a Santafé, el término
a que aspiro, todo me disgusta; las dulzuras de Flora y de Urania, que tanto
imperio han tenido sobre mi corazón en otro tiempo, me son insípidas; el teles-
copio cae de mis manos cuando imagino que estoy a doscientas leguas de Mutis.
Usted se explica del modo más fuerte y positivo sobre esta pronta reunión; el
joven Pombo 1 me hace una larga relación de cuanto ha pasado en la funesta
enfermedad: ambos reflexionan sobre la importancia de mi residencia en ésa y
de que logre, que recoja las últimas palabras del hijo más querido de Flora. ¡Ah!
Ilustre sabio, yo no podré vivir si no consigo estar al lado y bajo la dirección de
Mutis. Tenga usted compasión del mayor idólatra de sus virtudes, de sus luces
y de todo lo que pueda pertenecer de algún modo a usted. Sáqueme usted
de este estado de amargura, de abatimiento y de temores. Concédame usted la
dulce satisfacción de servirle de cerca, satisfacción que miro como el colmo de
mi gloria. Desespero por hallarme en Santafé para arrebatar sus trabajos, para
encargarme del arreglo de las cosas bajo de su sabia dirección, para aliviar los
días de uno que miro como a padre por . . . pero mi alma está conmovida en este
instante; yo no vivo, me hallo lejos de Mutis. Mutis se halla enfermo. ¡Qué

1
Miguel Pombo Pombo.

230

©Biblioteca Nacional de Colombia


triste situación! Y o voy a regresar precipitadamente a Santafé, voy a acortar
mis trabajos, y dentro de algunos meses me voy a presentar en la casa del ilustre
Mutis. ¡Gran Dios! ¿Seré tan feliz que se me conceda este consuelo como premio
de mi amor y de mi ternura? Acuérdese usted de mi corazón y de mis penas, y
no se oponga a lo que voy a proponer.
En enero presente paso al norte de Quito y lugares circunvecinos, iré a
Loja por Cuenca en solicitud de quinas, bajaré por Tumbes a Guayaquil, regre-
saré a Quito por Guaranda, y tomaré la ruta de Santafé a Popayán. Es necesario
variar de plan, es preciso no ver el Chocó ni a Cartagena. Este viaje está con-
cluido en ocho o doce meses; hemos visto cuanto tienen las cercanías del Ecua·
dor, y al paso hay prodigios, en especial Timaná, Cali, Almaguer, Pasto, Loja,
Guayaquil. Usted conoce bien la importancia de esta aceleración. Es cierto que
quedan intactos los bosques de la parte oriental y occidental de la cordillera,
pero yo voy a proponer a usted un medio que lo creo de la mayor importancia.
He observado que Mejía2 ha tomado muy de veras los consejos que usted
le dio en su última; desde ese día no piensa, no habla, no respira sino botánica;
hace frecuentes salidas a los alrededores, se oculta de mí, pues teme con funda-
mento que yo posea las yerbas de estas cercanías. Y o le hablé positivamente
diciéndole que tenía, si no todo, lo más, que no duplicase, que corriese más lejos,
que todas las plantas que remite las tengo en mi herbario, y que mi honor no
me permite callar sobre este punto. ¿Qué hará usted con esqueletos, con des-
cripciones y diseños de una misma planta remitida por Mejía, y también por
Caldas? Le añadí que yo avisaría a usted las que desde el año pasado poseía,
no porque tenga yo interés en que vayan con mi nombre o con el suyo, sino para
hacer ver a usted que he trabajado con honor y con actividad. Yo veo con dolor
que él echa mano de una mies que desfloré ha más de un año. A pesar de esto
conozco que es para el caso, que tiene un buen talento, más que medianos cono-
cimientos botánicos, que sabe latín, con su tintura del griego, que es activo,
constante, mozo, con salud, y sobre todo que ama a usted. Por otra parte, sus
émulos, pues a ninguno que tenga mérito le faltan, han dispuesto de tal modo
las cosas que lo han privado de la cátedra que poseía, lo han arruinado y redu-
cido a miseria, alegando que ha hecho perder el tiempo a los jóvenes enseñán-
doles a conocer la col, el apio, el orégano, etc., y olvidado el ergo, el ente de ra-
zón y las categorías.3 Creo, pues, muy útil a la expedición el que se le agregue,
si usted lo tiene por conveniente, y fijarlo para recorrer a Macas, Canelos, Mai-
nas, etc., etc., al mismo tiempo que yo aliado de usted trabajo en cosas de mi
interés. El se insinuó conmigo acerca de esta propuesta, y no lo he verificado
sino después de un maduro examen; usted hará lo mejor, y me contestará con

• José Mejía del Valle.


• Desde 1800 Mejía había sido designado Catedrático de Filosofía en la Universidad.

231

©Biblioteca Nacional de Colombia


prontitud sobre éste, y sobre el acortamiento de mi viaje, atendidas las circuns-
tancias presentes.
Añada usted a todo que aún me veo acometido de la terciana, que Malbu-
cho ha estropeado mi salud hasta el punto de sospechar que ya no podrá sufrir
la malignidad del Chocó sin una larga y sólida reposición. Todo parece que
concuerda en obligar a usted a que suscriba a mi pronto regreso a Santafé.
Y o no tengo interés en la agregación de Mejía, y solo lo propongo porque
se lo ofrecí y porque conozco que nos puede ser muy útil. Pero todo esto bajo
la inteligencia de que usted lo crea así, usted que conoce las cosas, que las
tiene presentes y penetra las circunstancias actuales.
No soy más largo porque el tiempo es corto; y concluyo diciendo que en
ésta sigue un cajón con mis esqueletos, diseños y descripciones de plantas y de
aves, entre ellas la cinchona de Intac, sus cortezas, con las semillas de la Polym-
nia. Remito también unos esqueletos de una V alea, que no difiere de la de usted
sino en la falta de estípulas. Mejía incluye a usted cuatro esqueletos de plantas
que poseo, con descripciones y diseños, unas raíces de Crotón con semillas.
Deseo con las más vivas ansias que Dios conserve a usted con salud, y lleve
a su lado cuanto antes a su afectísimo admirador, amante y reconocido discípulo,
que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

P. D.-Se me olvidaba advertir a usted que Mejía es casado con una vieja"
de quien no tiene hijos.
Lo que encierra el cajón de mi primera remisión.
Láminas.
23 láminas de plantas mías.
5 láminas de Mejía.
14 láminas de aves mías.
Mss.
Descripciones de plantas, en 30 fojas mías.
Descripciones de Mejía.
Razón de los instrumentos de Mainas.
Raíces, cortezas, etc.
Raíz del Crotón número 43.
Jugo del mismo en frasco.
Corteza de Crotón.
Corteza de la Cinchona número l.
Semillas de la Polimnia número 42.

'Hermana de Francisco Javier Espejo, uno de los revolucionarios del año 1809.

232

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Esqueletos de aves.
15 pieles de aves.
Esqueletos de plantas.
4 Polimnia número 42.
4 Sida? número 48.
3 Convolvulus número 72.
Raíces Pentali monogamia número 49.
1 Didynia angiosp. número 162.
3 Eehites número 68.
3 Anothera número 92.
2 Penta monogya número 78.
3 Pitcamia número 51.
Ms. Penta monog. (melloco) número 147.
2 Lobelia número 131.
M. Genciana número 29.
M. Plantago número 138.
M. Ranunculus número 189.
3 Crotón número 43.
3 Loara número 137.
3 Coriaria número 134.
3 Collumellia (flor peruv.) número 160.
2 Loranthus número 152.
3 Manettia número 153.
3 Manettia número 156.
3 Manettia número 172.
3 Molina (flor peruv.) número 142.
2 Malina número 146.
6 Molina número 149 (chilquilla) .
Singa cuya descripción y diseño tengo remitidos número 39.
3 Cedrela odorata número 128.
3 Dodecia monogy número 144.
6 Monoecias dodecia número 181 (pombea) .
7 Cinchona número 1 (segunda colección) .
Quito y enero 6 de 1804.
FRANciSco J~sÉ DE CALDAs
He añadido:
6 V alea sin estípulas número 42 (segunda colección).

233

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87
Quito y febrero 6 de 1804
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Amadísimo protector mío: acabado de salir de la séptima recaída de mi
rebelde terciana, y pongo a usted ésta por pedir a usted un remedio,· o un mé-
todo curativo para librarme de esta cruz que ha tres meses que me oprime.
Recaer y levantar han sido los dos estados de que no salgo: cada recaída va mi-
nando mi sér y me va dejando reliquias bien molestas.
Usted se habrá confundido con mi carta y falta de cajón. Pero sepa usted
que después de entregadas mis cartas en el correo, llevé el dicho cajón, me pi-
dieron una suma exorbitante que me desanimó, lo dejé, y ahora van los diseños,
descripciones y los esqueletos solamente de la quina de Intac, y otra especie de
liliácea que me ha parecido rara por sus caracteres; tiene seis filamentos glan-
dulosos y seis anteras unidas fuertemente en cilindro, cosa bien nueva para mí.
Don José Ignacio Pombo me ha escrito cosas que me han inquietado dema-
siado, y que es preciso que usted sepa. 1 Me dice que yo me detengo aquí contra
la voluntad de usted. Si usted hace memoria de sus cartas se acordará que me
tiene ordenado me mantenga hasta dejar explorada esta Provincia, y que yo
insté a usted para que me permitiese salir de ella, cuyo permiso no obtuve hasta
septiembre de 803, época en que salía moribundo de Malbucho, de cuya enfer-
medad aún no convalezco. ¿Cómo, pues, se me puede reprender morosidad aquí?
Confieso a usted que estas cosas enfrían de tal modo mi corazón, que desearía
hallarme en otras circunstancias. Añade que gasto el tiempo en trabajos largos,
costosos y aun inútiles. Esto me ha llenado de amargura; he vuelto mis ojos
sobre mis trabajos, y no he hallado cosa que merezca el epíteto de inútil. Un
herbario, descripciones, diseños, acopios de semillas, latitudes, longitudes, cartas
geográficas, nivelaciones barométricas, algunas aves, una u otra antigüedad,
algunos animales, es el material que se cree inútil. Obediente a las órdenes de
usted hasta la religiosidad, he ahogado mi genio en inclinaciones y casi abando-
nado todo por la botánica. ¡Ah, qué contraste el que esto ha causado en mi
imaginación! Cuando a los ojos de mi conciencia me hallaba justificado, cuando
creía que usted se hallaba contento con una conducta semejante saber que Mutis,
este objeto idolatrado a quien me haUaba sacrificado enteramente, no se hallaba
contento con mi conducta, es cosa que me ha abatido más que la terciana de
!barra. ¿Por qué usted no se ha explicado positivamente conmigo? ¿Por qué no
me ha dicho, esto es inútil, aquello útil?

1
En varias ocasiones envió José Ignacio de Pombo, desde Cartagena, dineros a Caldas, la
comunicación a que aquí se alude no se conoce.

234

©Biblioteca Nacional de Colombia


Me habla sobre socorros prestados, y añade que ya son más que triplicados
los que se me han prestado. Y o entro en un pormenor de cuenta, le hago ver
el estado en que se halla esta Provincia en asunto a víveres, me hago cargo de
1.500 pesos que usted me ha librado, y 800 por su parte, entro en gastos mensua-
les ordinarios y los extraordinarios, le incluyo los que he causado en enero de
este año estando quieto, para que se forme juicio de los que se harán en campa-
ña, y en fin, después de un dilatado pormenor le hago ver que conforme a la
voluntad de usted y de él, salgo a fines de éste aún no libre de la terciana, para
Loja, colectando quinas en los diferentes sitios que las producen con solo unos
500 pesos. A usted también incluyo una planillita de mis gastos mensuales, sin
andar. Se deduce de todo lo que digo que más que me estreche no puedo soste-
nerme con menos de 50 pesos mensuales cuando pare y muchos más cuando
camine. De toda la cuenta de mis gastos resultan existentes en mi poder como
500 pesos, los únicos con que parto de ésta dentro de un mes para Cuenca y
Loj~ en acopios de quinas, que van a ser el grande objeto de esta expedición. La
contestación de ésta no me alcanzará en Quito seguramente, pero usted escríba-
me con rótulo a ésta, que un amigo queda encargado de tomarlas del correo
y dirigirlas a mi destino. Y o no habría entrado jamás en menudencias de coci-
na, etc., etc., si no me dijese don José Ignacio Pombo que se me han dado más
que triplicados los auxilios de todo género. Y o jamás he asignado a usted canti-
dad ninguna que pudiese impender en esta expedición; usted me mandó man·
tenerme aquí, en donde he gastado mis pesos en un tiempo de extremada escasez.
Los víveres se han más que duplicado en su precio; baste decir que la harina
valía antes siete pesos carga, y hoy diez y siete y diez y ocho pesos; el maíz antes
tres pesos, hoy cinco; el azúcar antes veinte reales, hoy seis pesos; la papa antes
diez reales, hoy tres pesos; una gallina antes dos reales, hoy cuatro; los huevos
antes ocho, hoy tres o cuatro.
El diseño y la descripción de la liliácea no va ahora, irá el venidero con la
carta de Malbucho y nivelación. 2
Avíseme usted positivamente si he de seguir al Chocó o no. Mis ·fuerzas
las ha acabado la terciana; ¿quién sabe si perezco en esos desiertos sin auxilios,
mayormente habiendo ya mi constitución padecido tanto, y manifestando una
naturaleza tan propensa a terciana? Considere usted esto, y avíseme cuanto
antes, pues si falta salud, el ánimo no falta; yo daré gustoso mi vida por el
ilustre Mutis, de quien es adorador e idólatra el menor de sus discípulos, que
besa su mano,
FRANCisco JosÉ DE CALDAs

• La descripción del viaje por Malbucho y una nota al mapa, fechada el mismo 6 de
febrero de 1804 está publicada en la recopilación de Posada, páginas 107 a 127.

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Gastos de enero de 1804
Por seis pesos a la cocinera para la primera semana, del 19 hasta el
día 7 .................... . . . ... .. . . . . .. . . . .. . . .... . . . 006,0
Por un real de pan diario .. . . .. . . .... . . . ... ....... ... . . . .... . 003,7
Por medio real diario de luz ......... . .. . ... . . .. . . . . . . . . ... . . . 001,7Yz
Por dos cajas de dulce, a· seis reales . . . . . . . . . . . ....... . . 001,4
Por un real diario de chocolate . . . . . . . . . . . . . . . .. . . ... . . .. . 003,7
Por seis reales de un queso . . . . . . . . . . . . . . . ............... 000,6
Por dos pesos de varias medicinas ..... . ..... . . . .. . .. . . . ... . . . . 002,0
Por dos reales al barbero . . . . . . . . . . . . . . . . . .. ... ....... . 000,2
Por cuatro reales de jabón ..... . .. . . .. . .... . . . .. . ..... . .... . . 000,4
Por seis pesos de cocina hasta el 14 . ... . . . .... ... .. . . . .... . . . . . 006,0
Por otros íd. para íd. hasta el 21 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 006,0
Por otros íd. para íd. hasta el 28 . .............. . ....... . ..... . 006,0
Por veinte reales íd. para íd. hasta el 31 . ...... . .... . . 002,4
Por diez reales a la cocinera por su trabajo .. . . . . .. . ..... . .. . 001,2
Por diez reales a la lavandera y costurera ..... .. . ...... . ....... . 001,2
Por un par de zapatos para mí, en diez reales ................. . . 001,2
Por otro para mi hermanito, en ocho reales .. . .... .. ........... . 000,8
Por cinco pesos de la casa, a razón de sesenta pesos anuales ...... . . 005,0

Suma ............... . .. .. . . ... .. . . . . ... . ...... $ 50,7

88
,.
Amadtsuno Santtago:
. 1

¿Es posible que usted me haya olvidado? Pero usted dirá que yo no le he
escrito. Es cierto; mis enfermedades, el montón de objetos que me rodean, que
apenas puedo respirar, me impiden, a pesar mío, escribir a mis amigos, y a un
amigo tan distinguido, tan virtuoso, tan digno de este nombre sagrado. Y o me
consuelo con saber que al fin de este año nos reuniremos, y verá usted por
experiencia que Caldas sabe amar y agradecer los beneficios.
He estado en los umbrales de la mina de usted, me he hallado a dos le-
guas del digno hermano de usted, don Manuel Jósé,2 y no nos hemos visto.
Las circunstancias no nos permitieron esta dulce satisfacción. ¡Un hermano de

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia. Esta carta no tiene fecha; por el texto se ve que
es posterior al viaje a Malbucho y por el anuncio del envío a Mutis de la nivelación del camino
se consideró le corresponde esta colocación.
• Manuel José Pérez de Arroyo y Valencia, establecido en la costa norte de la Presidencia
de Quito.

236

©Biblioteca Nacional de Colombia


Santiago entre mis brazos! ¡Ah! ¡qué dulce, qué respetable es para mí cuanto
está sellado con el nombre de Arroyo! No olvide usted a su mayor amigo,
escríbame con frecuenóa, dígame, cuénteme las cosas de ese mundo tan des-
prendido de éste. De doña Manuela:; nada sé ha mucho tiempo; de Tanquito4
ignoro su paradero.
Se me pasó hablar a Miguel5 sobre el estado de mi agregaóón. Y a ve
usted que si muere Mutis, como lo debemos temer, estoy perdido. Tal vez se
suprime la expedición, tal vez se nos aparece algún chapetón sucesor, y si no
estoy agregado, no tendrá embarazo en enseñarme las puertas. ¿Se ha hecho
la propuesta al Ministro sobre que se me coloque en la plaza de Zea ?6 ¿Qué
se ha ejecutado en este particular? ¿Hay esperanza de conseguirlo? Cuestiones
son éstas que usted y Miguel deben resolver de acuerdo; yo no tengo en ésa
más apoyo que ustedes; no me abandonen, no miren con indiferenóa las cosas
de Caldas. ·
En el venidero remitiré una memoria sobre mi nivelación de Malbucho,7
para el señor Mutis, encargándole la dé a ustedes para que la vean. Y o quisie-
ra tener tiempo y la veloódad de una imprenta para comunicar todo a Santiago
y a Miguel; pero veo que esto perjudica al material que pretendo colectar, y
no es posible; ya nos veremos, y nada habrá reservado entre nosotros; nuestros
corazones, unidos para siempre, solo pensarán en amar.
Usted no me olvide, lo repito; ámeme como le ama el mayor de sus amigos,
CALDAS

1
Manuela Santamaría de Manrique.
• Diego Martín T anco.
• Miguel Pombo Pombo.
• Francisco Antonio Zea, nombrado segundo botánico del Jardín Botánico de Madrid el
13 de enero de 1803, había dejado vacante su plaza de primer oficial de la Expedición, en Santafé.
• Ver carta N Q 87.

89
Quito y marzo 5 de 1804
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Generoso protector mío: seis correos ha que espero los sabios consejos que
usted me ofrece en la última que recibí en noviembre de 803. Desespero por
saberlos y aún más por obedecerlos con el respeto profundo con que he obser-
vado los que la bondad de usted me ha comunicado.
Y o creí que mi antecedente era la última que escribía de Quito; pero la
terciana, esta terrible enfermedad, triste fruto de mi viaje a Malbucho, me ha
detenido hasta hoy. Ha tres semanas que no me ataca, y siento que la apeten-
cia y las fuerzas se van restableciendo poco a poco, y voy a cumplir con mi
promesa dentro de quince días, para lo que me hallo preparado.

237

©Biblioteca Nacional de Colombia


Comienzo por sacar las quinas de T agualó, voy a Riobamba, Cuenca, Loja,
Guayaquil, en donde estaré en principios de junio. En este espacio de tiempo
espero su última resolución sobre las propuestas que posteriormente le he he-
cho. Es cierto que la terciana, mi naturaleza adicta a contraer con facilidad y
retener con obstinación esta enfermedad, me acobarda, y casi veo mi sepulcro
en el maligno clima del Chocó. No obstante, y suplico a usted haga -alto sobre
esta expresión que nace del fondo de mi corazón, si usted quiere que entre en
esta Provincia, Caldas sabe morir y su vida vale poco cuando se trata de obe-
decer al sabio Mutis.
Toda mi colección queda encajonada en poder de don Vicente Arroyo/
para que la dirija a Popayán al doctor don Manuel María Arboleda,2 quien
la pondrá en manos de usted. Van los esqueletos de todas las plantas que he
colectado hasta aquí, van semillas de cuanto ha sido posible, pero no van des-
cripciones ni diseños, porque no tengo ni fuerzas, ni tiempo para enmendar mis
borrones.
Usted debe estar persuadido que la botánica hace mi primera ocupación;
que las nivelaciones botánicas, el segundo; que la perfección de la memoria so-
bre el calor del agua, el tercero, y la carta del país, el cuarto, suplico a usted se
desimpresione de cualesquiera otras ideas que se hayan formado sobre mis tra-
bajos. Si alguna vez me he distraído en otros objetos menos interesantes, ha
sido por momentos pasajeros que no exigen ni tiempo ni fatiga.
Y a he dicho a usted el estado de esta Provincia y de mis gastos, que no es
posible cercenar; ya he avisado a usted que parto de Quito con solo 500 pesos,
y que me voy a ver con necesidades en países extraños y lejanos. Usted puede
escribirme directamente a Quito en donde don Vicente Arroyo, queda encar-
gado de sacarlas del correo y remitírmelas a mi paradero. Espero de su bondad
que me honrará con sus letras y con sus auxilios cuanto antes, que no olvidará
y que estará seguro del amor y del reconocimiento del menor de sus discípulos,
que besa su mano,
FRANciSco JosÉ DE CALDAs

1
Vicente Arroyo.
• Manuel María Arboleda Arraechea.

90
Quito y abril 20 de 1804
1
Mi Antonio querido: yo creí cuando perdimos al abate, 2 que había ago-
tado hasta las heces del cáliz. Pero este no fue sino un ensayo de los golpes

1
Antonio Arboleda Arraechea.
• No se ha logrado identificar la persona que Caldas designa como el abate.

238

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que ·me restaban recibir. ¡Ay! ¡Qué dolor el que oprime en este momento este
triste corazón, corazón hecho para sentir! Las lágrimas, este dulce y melancólico
tributo debido a la amistad, a la más verdadera, noble, generosa que ha habido
jamás, han comenzado a derramarse por el fiel, el igual, el sincero, el paciente,
. , 3
e1 v1rtuoso pater.
¡Qué suerte la nuestra mi Antonio! ¿Nosotros hemos de sepultar a nues·
tros más caros amigos? Feliz la muerte que los dispensa a ellos de estos doloro-
sos oficios. ¡Qué nada somos! ¡Feliz usted que ya no piensa sino en su Cruci-
fijo! Sí, mi amigo, un adorable Crucifijo es la gran medicina, es el remedio de
todos nuestros males; sus pies son el depósito de nuestras penas, y en él solo se
puede enjugar nuestras lágrimas. Sí, mi Antonio, elevemos nuestro espíritu so-
bre la carne, fijemos nuestras miradas más allá del sepulcro, ensanchemos
nuestros proyectos hasta la eternidad; miremos la vida como un sueño, pon-
gamos con San Pablo nuestra gloria en Jesucristo crucificado. Así ¡qué gran-
des somos! La muerte, este término fatal, este terrible de los paganos y de!
libertino, es el término de nuestros males y principio de nuestras felicidades.
Pero yo predico mi Antonio. Usted tendrá la bondad de perdonarme estas cláu-
sulas como la pinta de mi corazón, afligido por el mejor de mis amigos.
Ya Larrea4 está impuesto de todos sus encargos porque mira al Crucifijo,
y lo hará con gusto y exactitud, pues se lo he suplicado encarecidamente. Es
verdad, mi amigo, que voy a Guayaquil, y espero volver a Santafé por Popa-
yán, si mis males no se mejoran. Pero sano sigo al Chocó. Buscaré el lagarto
que usted me apunta; pregunte usted el nombre bajo que se conoce cuanto sea
relativo al asunto. Sería un descubrimiento bien interesante, y bien útil si la cosa
sale como se piensa. Pero yo desconfío mucho de la verdad. Envidio la suerte
de usted que ya ha visto a Brisson. 5 ¡Ah! qué maravillas rodarán por su ima-
ginación! Y o no he visto sino la sombra y los elogios de este gran hombre. Y a
que no puedo verlo, a lo menos impondré a usted un precepto que debe observar
religiosamente en obsequio de las ciencias y de la amistad. Leerá usted los ar-
tículos siguientes con pausa y reflexión: barómetro, termómetro, higrómetro,
electrómetro de Volta,6 meteoros acuos y en ellos la nieve, granizo, heladas, se-
reno, rocío, nubes, lluvia, trueno, relámpago, montañas, volcanes, frío, calor,
vientos, etc., etc., y de todos me dará usted un extractico que irá viniendo por
correo. Nada que sea número omita usted en ellos. Daría lo que me pidiesen
por un libro de esta naturaleza. Insisto sobre que usted vea al Padre Pugnet,7

3
Juan J05é Hurtado Arboleda.
• Juan de Larrea.
• Jacobo Brisson.
• Alejandro Volta.
7
Fray Francisco Pugnet.

239

©Biblioteca Nacional de Colombia


a fin de que dé orden a La Plata para que saque mis libros y los remita a usted
sin dilación el Cura; 8 haga usted lo que juzgue necesario para que vengan
cuanto antes.
Saludo a mi respetada doña Rafaelita9 y usted ocupe al mayor de sus
Mnigos,
CALDAS

8
Andrés Ordóñez.
• Rafaela Valencia y Valencia de Arboleda.

91
Quito y mayo 6 de 1804
Santiago1 querido:
Cansado de escribir y de remitir a Santafé cartas y otras cosas por mano
de nuestro común amigo Miguel; 2 cansado de esperar contestación de él, de
usted y del señor Mutis,8 por el espacio de siete meses, pongo ahora ésta a
usted por saber si existe alguno de mis amigos, y si se acuerdan de un hombre
a quien han colocado en una carrera brillante, y que han desamparado en las
circunstancias más tristes de su vida. Si yo no palpara lo que veo, no lo creería,
Santiago mío. ¿Cómo me había de persuadir que Mutis, que Pombo, que usted,
se habrían de olvidar tan pronto de mí? ¿Que habían de llegar hasta el punto
de negarme la contestación a docenas de cartas, escritas siempre con objetos
interesantes? Confieso a usted que me hallo despechado, supuesto que no se
hace el menor caso de mí y de mis cosas.
Y o no sano de la terciana y de mil funestas resultas de esta enfermedad
cruel, motivo porque me hallo aún en ésta, sin poder decir el día de mi salida,
a pesar de mis anteriores, en que lo había fijado, y ya pasó.
Yo conjuro a usted, yo le ruego y le pido por nuestra amistad, por lo que
tiene usted más amable sobre la tierra, que me conteste positivamente a los
puntos de mi anterior, y a los siguientes:
¿Se han recibido mis cartas? ¿Ha llegado un cajón con diseños y descrip-
ciones de plantas? ¿El señor Mutis desprecia estos trabajos? ¿Suscribe a mi
última propuesta de dispensarme del viaje al Chocó, atendiendo a las actuales
enfermedades que me oprimen? ¿He cometido algún crimen que me haya hecho
indigno de la amistad de usted, de Pombo y del señor Mutis?

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Miguel Pombo Pombo.
• José Celestino Mutis.

240

©Biblioteca Nacional de Colombia


Si usted amó alguna vez a Caldas, sírvale en esta ocasión, y cuente con
cuanto pueda su amigo verdadero, que besa su mano,
CALDAS

Un español andaluz, botánico, que está aquí, ha formado una obra cuyo
prospecto incluyo. Y o no salgo de fiador de si satisfará lo que propone: no
obstante, si usted quiere riegue la especie, y vea si puede conseguir alguna
suscripción.

92
Quito y junio 6 de 1804
Mi querido amigo don Camilo: 1
Aunque nuestra correspondencia ha tanto tiempo que cesó, no creo que
se haya disminuido el afecto que siempre me profesó. Contando con él le hago
a usted la siguiente recomendación:
El señor doctor don José Salvador, Regidor de este Cabildo y el presente
año Procurador Genera~ mi amigo, y de quien he recibido servicios señalados,
necesita en esa capital de un abogado de las luces, del honor, y de la actividad
de usted a quien dirigirle su poder para cierto asunto que tiene que ventilar
ante ese señor Virrey.2 Yo suplico a usted lo acepte, y lo desempeñe como usted
acostumbra en todos los negocios que se le encargan.
Y o me hallo muy enfermo medicinándome las resultas de la terciana que
contraje en Malbucho y que después de ocho meses de padecimientos no puedo
contar todavía con mi restablecimiento. Esto me ha detenido a pesar mío hasta
hoy en esta ciudad de donde aún no sé qué día partiré para Cuenca, Loja y
Guayaquil. Mis fuerzas están abatidas, y sin una larga y sólida reposición no
podré entrar sin temeridad en el Chocó. Esto, y o~ros mil objetos tengo comu-
nicados al señor Mutis, a mis queridos Pombito y Santiago8 en casi todos los
correos que han habido desde octubre del año pasado, y de nadie he tenido
la más ligera contestación. Por mallo de don Antonio Arboleda a Popayán, y
con don Mariano Lemos de ésta a Santafé remití ha muchos meses un cajón
de diseños y descripciones de plantas con los esqueletos de una especie de quina,
y de un género nuevo, y hasta hoy ignoro su paradero. Sírvase usted, mi amigo
averiguar con Pombito, con Rizo,• y con Santiago si han recibido mis cartas,
y los motivos de su silencio. Ruegue usted al señor Mutis me conteste princi-

1
Camilo Torres Tenorio.
1
En esoa díu Pedro Mendinueta y Muzquiz.
1
Joaé Celestino Mutis, Miguel Pombo Pombo y Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Salvador Rizo.

241
CA.RTA.S DE CA.LDA.S - 16

©Biblioteca Nacional de Colombia


palmente sol?re la dispensa de mi viaje al Chocó atendiendo a mis enfermeda-
des que seguramente me sepultarían en ese clima envenenado.
Puede ser que la contestación de ésta no. me halle en Quito: diríjame usted
bajo cubierta del doctor Salvador, que así viene segura, y llegará a mis manos.
Deseo lo pase usted bien con su esposa, y que mande cuanto guste a su
afectísimo amigo, pariente y paisano que besa su mano,
FRANCISco JosEPH DE CALDAS

93
Quito y junio 6 de 1804
Mi querido Santiago: 1
Recibí la apreciabilísima de usted, la que me ha sacado de tantas incer-
tidumbres y dudas. Jamás podrá usted hacerme servicio más señalado; sí, mi
Santiago, yo he vivido nueve meses lleno de sospechas y de temores, y usted
ha serenado es~a borrasca.
Quedo impuesto de los deseos ardientes que tiene el señor Mutis2 de mi
llegada a Santafé, la que verificaré en diciembre de este año. Y o parto el lunes
inmediato 9 para Cuenca y Loja, a colectar las muchas quinas que producen
estos lugares, de donde regresaré como un rayo a tener la satisfacción de es-
trechar a usted entre mis brazos y de reconvenir seriamente a Pombo3 por su
inconstancia y por el olvido que ha hecho de mí.
Remito en este correo al señor Mutis el mapa que levanté de Malbucho,
con otras frioleras, y le encargo lo franquee todo a usted, a fin de que tome una
copia y se la remita a don José Ignacio Pombo a Cartagena.
No me escasee usted sus letras, pues las estimo como ellas lo merecen.
Usted tendrá, en recompensa, noticia de mi paradero y correrías. Los afanes
de viaje no me dejan ser más largo. Salude usted a todos, ·y mande cuanto
guste a su más reconocido y verdadero amigo,
CALDAS
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
1
1
José Celestino Mutis.
Miguel Pombo Pombo.

94
Quito y julio 6 de 1804
Mi generoso benefactor: al cabo de nueve meses de un silencio absoluto de
todos los de Santafé, he recibido ayer una de don Santiago Arroyo,1 acom-

1
La contestación a la carta que ha reabido de Santiago . Pérez de Arroyo y ValenCia es 11
carta N9 93.

242

©Biblioteca Nacional de Colombia


pañada de una esquela de mi estimadísimo don Salvador Rizo, dirigida a aquél.
Por ellas sé que usted vive y goza de salud, y también veo los ardentísimos
deseos de usted por mi pronta llegada a esa capital, y los sentimientos que
usted ha concebido P'?r mi larga residencia en ésta. Puedo atestiguar a usted,
con todos estos habitantes, el estado triste de mi salud en todo este espacio de
tiempo. La terciana rebelde me ha oprimido de tal modo desde que salí de
Malbucho, que me ha sido imposible, a pesar de mis ardentísimos deseos, se-
guir adelante, temiendo recaer y morir en un desierto; no atribuya usted a otra
cosa mi tardanza tan forzada para mí como para usted.
Ahora que entra el verano, que los días son secos, salgo infaliblemente
para Cuenca y Loja en pos de las muchas quinas que producen estos lugares,
y regreso de Loja con la mayor velocidad para Santafé, de modo que me halle
en esa capital en diciembre sin falta. He creído que estando tan inmediato a
las quinas tan deseadas de usted, no debo partir sin llevarlas; en los meses de
julio y agosto estará evacuada esta diligencia importante, y yo próximo a seguir
a esa capital; deponga usted sus temores, y cuente conmigo en diciembre infa-
liblemente. Seis meses son, y en ellos haré tal vez más que en todo el tiempo
antecedente, atendiendo a las circunstancias. A pesar de todo esto, si en la carta
que me anuncia don Salvador Rizo me ordena usted otra cosa, será obedecido.
Muchas cartas he escrito a usted en todo el tiempo de mi enfermedad, y
tal vez ninguna ha llegado a sus manos; yo he tenido la imprudencia de diri-
girlas bajo el conducto de Pombo el joven,2 y según acabo de saber no reside
en Santafé, y mis cartas habrán estado bien guardadas, lo mismo que un cajon-
cito con diseños que remití a usted ahora seis meses. Y o me enmendaré en
adelante, y todas mis cartas irán directamente a usted por estafeta.
Remito a usted en este correo un cañón de lata que contiene la carta del
camino de Malbucho,3 con un trozo de la memoria sobre mi viaje, que la ter-
ciana no me ha dejado concluir. No puedo en el día poner mano en ella, pues
me hallo próximo a partir dentro de dos días, y pienso no tener uno desocupado
hasta el momento feliz en que me presente a usted. Van también los diseños de
una Didelphis y del Mono ohnarine del conde de Buffon que no vio este na-
turalista.•
Sería más largo si las ocupaciones y afanes de salida no me lo impidiesen,
y concluyo deseando a usted una larga vida y perfecta salud, y que cuente con
el amor y reconocimiento del último de sus discípulos, que besa su mano,

FRANCISco JosÉ DE CALDAS


1
Miguel Pombo Pombo.
1
La carta del Camino de Malbucho, cuyo envío viene anunciando desde hace varios meses
(ver cartas Nos. 87 y 88).
• Descrito en la "Histoire Naturelle" de Buffon.

243

©Biblioteca Nacional de Colombia


P. D.-Suplico a usted franquee los materiales del cañón de lata a don ·
Santiago Arroyo, para que tomando una copia la remita a Cartagena a don
José Ignacio Pamba, mi favorecedor. La correspondencia de usted que venga a
Quito, pues aquí queda encargado don Vicente Arroyo5 de tecogerla y remi-
tirla a mi destino.
Señor doctor don José Celestino Mutis.

1
Vicente Arroyo. Los Arroyo poseían una hacienda en la región noroeste de la Presidencia
de Quito. Este es un pariente no identificado de Santiago Arroyo.

95
Cuenca y agosto 28 de 1804
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi generoso benefactor: desde que salí de Quito espero con ansia los
correos por letras del sabio Mutis, letras tan suspiradas y tan escasas. Mi ama-
do don Salvador Rizo me ofreció por mano de don Santiago Arroyo1 una larga
de usted para el inmediato que correspondió al del15 de junio, y hasta ahora
no aparece. ¡Qué angustias las que padece mi corazón con este eterno silencio
de la casa de la expedición! Todos los padecimientos de la terciana rebelde que
me oprime, todos los trabajos inevitables de los caminos me serían gustosos si
supiera del hombre más querido, del virtuoso y generoso Mutis. Pero mi suerte
me tiene condenado a pasar largos .espacios de tiempo en una perfecta igno-
rancia del estado de usted y de sus cosas. Me he resignado y espero con pa-
ciencia.
Salí de Quito a principios de julio, me desvié a Occidente, a Tagualó y
Macuchi, en solicitud de las quinas que se decía producían esos bosques. En
efecto, las hallé. Creen estos moradores poseer tres especies diferentes. Pero yo
no pude hallar caracteres que las separen, y las he creído como una y sola es-
pecie. No obstante, temiendo que mis luces no alcancen a distinguirlas, he to-
mado cantidad de esqueletos de cada una, corteza y he diseñado y descrito con
cuanta precisión me ha sido posible.
En Alausí, por 2°10 de latitud austral he visto otra bien diferente de la
de Tagualó. Las hojas lanceoladas con pecíolos de 1-1 Yz pulgadas de largo,
lampiñas y lustrosas p~r encima y vellosas blanquecinas por debajo. Tengo co-
pia de esqueletos, corteza, diseño y descripción.
Llegué a este Cuenca asaltado de la terciana, en donde he pasado diez días
entre lavativas, vomitivo y quina. Me hallo casi restablecido y en vísperas de

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.

244

©Biblioteca Nacional de Colombia


partir a sus· alrededores, en donde me aguardan muchas quinas cuyas muestras
he visto. A mi regreso las acondicionaré y remitiré aceleradamente.
Muchos son los vegetales que produce este suelo, y mis fuerzas pocas para
poder describirlos todos. Lo que hago es describir lo que me parece bello y me-
jor, y llevar esqueletos y semillas de los demás.
A mediados de septiembre estaré en Loja, y en octubre habré regresado a
Quito para marchar a Santafé, en donde creo estar en enero.
Mis males y ocupaciones no me permiten ser más largo; lo seré en el si-
guiente. Deseo con todas las fuerzas de mi corazón una salud perfecta y todas
las prosperidades para usted, quien debe mandar con imperio sobre cuanto
puede su amante y reconocido discípulo que besa su mano,

FRANasco JosÉ DE CALDAS

96
Cuenca y septiembre 28 de 1804
Señor doctor José Celestino Mutis.
Mi amadísimo y generoso benefactor: con fecha 28 de agosto escribí a
usted de ésta casi acabado de llegar, y recién salido de mi terciana. Le anuncié
a usted mi pequeña expedición a los alrededores de esta ciudad, la que tengo
felizmente concluida. Mr. de La Condamine1 ha sido mi guía en esta excursión
de quinas. En su Introducción histórica al 'lliaje al Ecuador, página 83, dice que
bajando de la señal del Yasuay fue a visitar un terreno en quien se había des-
cubierto hacía poco tiempo (en 1739) árboles de quina. Añade que la hoja y
la flor le parecieron mayores que la de Loja, y que la corola era de un rojo más
subido que la de esta ciudad. Hacía reflexión que desde aquella época hasta
aquí no había visitado estos lugares ningún botánico; que Ruiz y Pavón2 no
llegaron con sus indicaciones a esta latitud; que Bonpland3 no salió de Cuenca
ni vio a T aday, Paute, Gaulaceo, ni el Pan, en cuyos bosques he colectado tres
especies de Cinchona distintísimas, que a pesar de mis libros miserables y cor-
tísimos conocimientos las creo desconocidas. La Corolano roja, si no de un mo-
rado púrpura oscuro, el tubo ensanchado hacia su mitad y muy grande. La 'hoja
de la primera, oblonga; de la segunda, subrotonda, y lanceolada la de la ter-
cera. Las he diseñado con cuanto cuidado me ha sido posible, y las he descrito
del mismo modo. He visto una especie de canelo bien diferente del de Anda-
quíes, que usted conoce demasiado, con otras cosas que he podido colectar pre-
cipitadamente.

1
Carlos M. de La Condamine.
• Hipólito Ruiz y José Pavón.
• Aimé Bonpland

245

©Biblioteca Nacional de Colombia


Debo anunciar a usted que nada hay más voluntario que los términos que
estableció el señor Barón de Humboldt a la vegetación del precioso género
Cinchona, en su geografía de las plantas.~ Ambos términos los tengo falsifi-
cados con pruebas incontrastables. Mi primera quina (Foliis oblongis) se co-
mienza a ver por 24iO del barómetro y la he hallado a los 234° del mismo ba-
rómetro. Este instrumento, el mismo, se mantenía en Quito en 243 10, antes de
mi partida. Humboldt establece el término superior de la Cinchona a las 243,0
en Quito, y yo le acabo de ver abundante y florida 400 varas más elevada que
aquella ciudad. Lo mismo puedo decir de su término inferior. Pero me reservo
para mi mansión en Guayaquil.
No olvido nuestras variaciones barométricas nocturnas, ni todo cuanto
contribuya a perfeccionar la bella idea de mareas atmosféricas que usted con-
cibió el primero. 5 Creo haber dado un paso en este precioso objeto. MM. los
académicos creen que las variaciones del barómetro dentro de los trópicos no
pasa de 1 ~ línea, esto es verdad en los lugares bajos en que la columna mercu-
rial es de 27-28 pulgadas. Pero no así en los países altos como Quito. Diga lo que
quiera Mr. de La Condamine, alegue años enteros de observaciones, jamás suscri-
biré a 1~ líneas la variación en Quito. Mis barómetros cerrados herméticamen-
te, llenos con la última precisión de cuanto es capaz un hombre, aprobados por
Humboldt, mejor divididos, con su Nonio o Vernier dispuesto del modo más
conveniente, llevando diarios escrupulosos, no me dan más que O líneas 6 de
variación entre el maximez. y el minimez. de la columna mercurial. Pero esto
sería solamente alterar la variación. El punto principal es y aquel en que creo
haber hecho un pequeño descubrimiento; que no solo la elevación del lugar
tiene relación con las variaciones barométricas, sino también las latitudes; que
el minimez. de las variaciones está bajo el ecuador en el punto más alto de
nuestra atmósfera; que en una línea perpendicular considerada en el plano del
ecuador crecen éstas hasta el nivel del mar, pero son siempre los mínimos de
las variaciones a la misma elevación comparadas con las que se verifican a 1°,
2°, 3°, etc. grados de latitud que dos lugares, por ejemplo, Quito y la Nueva
Riobamba, la primera a 13' latitud y la segunda a 1°, 30', pero a igual altura
sobre el mar tienen variaciones barométricas bien diferentes, es pues necesario
atender a la elevación y también a latitud del lugar para valuar la cantidad
de las variaciones atmosféricas. Con esta nueva idea he vuelto sobre mis pasos,
he desenterrado mis antiguas observaciones hechas en Santafé, Neiva, Popa-
yán, Pasto y Quito, las he comparado con los resultados de mis últimas opera-

'La memoria sobre la Geografía de las Plantas, del Barón Federico Alejandro de Humboldt,
enviada a Mutis por su autor, fue publicada por Caldas en el Semanario con una introducción o
prefación suya.
6
Ver la carta N9 69, nota N9 4, en lo pertinente a las observaciones de las variaciones
diurnas y nocturnas de la presión atmosférica.

246

©Biblioteca Nacional de Colombia


ciones. ¡Qué armonía la que se ha presentado a mis ojos! Aquella inconstancia
que parecía capricharse en las variaciones, viene a ser una ley constante y arre-
glada. Pero una carta es espacio muy limitado para explanar todas mis ideas
sobre este punto interesante. Concluyo rogando a usted haga se verifiquen
observaciones barométricas en Santafé, mientras yo las hago en mi viaje. Cuán-
to es desear que hallásemos sujetos inteligentes en toda la extensión de la zona
tórrida que las verificasen al mismo tiempo. Encargue usted a nuestro Sinfo-
roso6 a La Habana recoja algunas, o verifique por sí mismo el período baro-
métrico en aquella ciudad situada bajo del mismo trópico.
El 19 de octubre parto a Loja, en donde pasaré doce o quince días viendo
la más célebre de las Cinchonas. De aquí escribiré a usted y de todas partes es
su agradecido y amante entusiasta que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

• Sinforoso Mutis.

97
Quito y enero 3 de 1805
señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi generoso benefactor: el 25 del pasado diciembre llegué a esta capital
de regreso de Loja. A pesar de la grave enfermedad que me atacó en esa
ciudad, y cuyas reliquias me han oprimido en todo el camino, he venido rico
de vegetales, principalmente de quinas. Diez y seis especies diferentes de éstas
tengo concitadas y descritas; diez hallé en Loja; tres en Cuenca; dos en Alausí,
y una en Tagualó. Creo que tengo agotada la materia de quinas en esta Pro-
vincia,1 cumpliendo con las instrucciones de usted, y procurando que por mi
parte se disminuya la melancolía en que usted se halla sumergido según se ex-
presa usted.
Mañana 4 parto para el Nanegal, bosque situado al norte de Quito, a sa-
car la única y última especie de quina que me falta. Este viaje se concluirá
dentro de seis u ocho días, y yo no pienso en otra cosa que en partir para. esa
capital. Del 25 al 30 dejaré a Quito, y no dudo a fines de marzo o principios
de abril me reuniré a la persona que más amo y respeto sobre la tierra. D~ehoso
yo si consigo esta felicidad.
Nada digo de los otros objetos que me han ocupado en esta expedición,
porque los afanes del presente viaje no me lo permiten. Deseo a usted una salud
robusta, y que cuente con el amor y con el reconocimiento del más pequeño de
sus discípulos que besa su mano.
FRANCISco JosÉ DE CALDAS
1
Este trabajo de Caldas quedó consignado en la memoria que preparó, a pedido del Barón
de Carondeler, con el título "Memoria sobre el Estado de las Quinas en General y en Particular
aobre las de Loja", que fue publicado por primera vez por el Obispo González Suárez en un
folleto titulado "Un Opúsculo de Caldas".

247

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98
Quito y marzo 6 de 1805
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi amadísimo benefactor: he visto con suma complacencia la apreciabilí-
sima de usted que creí no recibir en Quito. La grande dificultad de conseguir
caballerías me ha detenido hasta hoy. Pero salgo sin ninguna falta el 11 de ésta
para Pasto. 1 ¡Ah! el corazón st; me dilata en el pecho cuando considero que
cada día me acerco al ilustre Mutis. ¡Dichoso yo si llego a ver, a besar esa mano
bienhechora, instrumento de mi felicidad!
Quedo advertido de la colección de gramas; no dejaré ninguna de cuantas
se me presenten en mi tránsito. No tenga usted cuidado sobre el número de
esqueletos de quinas, porque he formado cuantas he podido y me lo han permi-
tido las circunstancias.
Olmedo existe ha trece años en Loja. Sumergido en asuntos bien diferen-
tes de los de su instituto, no ha descrito una sola planta en este número de
años. El comercio, las haciendas, los pleitos han tomado en su corazón el lugar
de las plantas, minerales, animales y química. Creo que aun ha olvidado hasta
los primeros elementos. Y o le he enseñado el número de quinas que nacen al
lado de la oficina. ¡Cómo se engaña al Rey2 y a la Nación!
Por lo que mira a Mejía/ debo decir a usted que todas las circunstancias
han variado desde la época en que propuse a usted su agregación. Me he creído
autorizado para retener en mi poder la carta de usted, reservándome imponer
a usted a nuestra vista. Ahora me hallo ahogado en preparativos para arran-
car de este Quito, y no soy capaz de nada.
Saludo con todo mi afecto a Salvador Rizo, y usted cuente con el amor y
eterno reconocimiento de su discípulo que besa su mano,
FRANasco JosÉ DE CALDAS

1
La aalida ee demor6; ver carta N9 99.
1
En ese momento Carlos IV de España.
• Joeé Mejla del Valle.

99
Quito y marzo 21 de 1805
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi generoso benefactor: creí salir el 11 de éste de aquí, pero las fuertes
lluvias casi sin intermisión me han detenido hasta el25, en el que salgo sin duda
alguna.

248

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Este Presidente me pasó un oficio preguntándome el estado de los bosques
de Loja,1 y si podrían proveer de quina para siempre a la botica real, con todo
lo demás que yo supiese y condujese al mejor servicio del Rey en este ramo.
Para satisfacerlo del mejor modo que me fuese posible, formé una memoria
sobre las quinas de la Provincia de Quito en general, y principalmente sobre
la de Loja, cuya copia remito a usted en el presente correo, suplicándole que
después de verla la entregue a don Miguel Pombo2 para que tome una copia
para su tío3 en Cartagena, a quien la tengo ofrecida. A más del interés que
tengo en que este sujeto la vea, es fruto de un viaje en que él tiene no pequeña
parte. En este correo escribo al dicho· Pombo y le digo que de Santafé remitirá
su sobrino una copia de la memoria de que hablamos. Ruego a usted que si
halla, como es demasiado seguro, defectos en este trabajo, sírvase usted corre-
girlos, para que la copia salga perfecta, pues creo que don José Ignacio Pombo
piensa en remitirla a España para que sirva de apoyo a mi agregación.4 Y o
deseo cuanto antes se verifique esta resolución para en cierto modo asegurarme,
porque creo que hasta que no consiga la real aprobación, todo está en el aire.
En esta inteligencia, sírvase usted corregir mis defectos.
No tenga usted cuidado, que me hallo resuelto a duplicar todos mis esfuer-
zos, a fin de llevar a esa expedición cuantas plantas me sean posibles colectar,
mirando casi con indiferencia los demás objetos que me puedan distraer de
éste. Usted tendrá mis cartas de todas las partes de mi camino.
Deseo goce de perfecta salud, y que mande lo que quiera a su efectísimo
y reconocido discípulo que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

1
Luis Francisco Hécror, Barón de Carondelet, Presidente de la Audiencia de Quito, por
Oficio del 9 de enero de ese afio había solicitado a Caldas un informe sobre las Quinas. Ver nota
NO 1 a la carta NO 97.
• Miguel Pombo Pombo.
• José Ignacio de Pombo, quien por su parte también escribió sobre las Quinas.
•ver carta NO 88, nota NO 6, en lo referente al nombramiento de Caldas para una plaza
en la Ezpedición Botánica en Santafé.

lOO
·Pasto y abril 28 de 1805
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi generoso benefactor: ha unos días que estoy detenido en ésta por las
continuas e interminables lluvias. Los caminos se hallan intransitables, y los
ríos demasiado crecidos. Solo espero unos pocos días buenos para pasar a Po-
payán, de donde escribiré también. Mi felicidad crece en razón de la menor
distancia que hay entre el Celestino Mutis y Caldas. ¡Cuánto deseo ver y tocar
a una persona tan generosa, tan sabia, tan virtuosa! Dichoso yo si merezco
tanta felicidad.

249

©Biblioteca Nacional de Colombia


No me he ocupado en todo este tránsito sino en colectar cuantos vegetales
hemos visto. No he olvidado el encargo de las gramíneas. He visto con placer
el árbol que aquí llaman palo de rosa, que exhala un olor gratísimo, y es el
único que tornean y de que forman toda especie de vasos y otros utensilios. El
Barón de Humboldt y Bonpland1 no le vieron; es un Loranthus enorme por su
elevación y diámetro. Aquí abunda la Vallea stipal, y hacen de ella el mismo
uso que del antecedente; le llaman rosas colorado. Tiene eminentemente la vir-
tud catártica que quizá no es conocida por allá. Toman las hojas y forman de
ellas una especie de extracto. Este excede con mucho al sen, jalapa, etc. En los
bosques inmediatos abunda una especie de Cinchona que llevaremos así que
serene el tiempo.
Y a se habrían multiplicado mucho mis observaciones sobre el calor del
agua hirviendo si tuviese un termómetro. El último que me restaba se quebró
en una de las observaciones. Siento perder tan bellas ocasiones como las que se
me van a presentar de Popayán a ésa. Esto me anima a pedir a usted que por
mano de mi amado don Salvador Rizo o de Pombo2 me remita uno o dos a
Popayán por el correo. Mucho deseo dar la última mano a este objeto que pue-
de ser importante.
Deseo a usted una salud robusta, y que mande con imperio a su afectísimo
y reconocido discípulo que besa su mano,
FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
1
Federico Alejandro de Humboldt y Aimé Bonpland.
• Miguel Pombo Pombo.

101
Popayán y mayo 20 de 1805
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi generoso benefactor: ya estoy en Popayán, ya no me separan de usted
sino cien leguas. ¡Qué satisfacción para mí! ¡Cuándo se aniquilará esta distan-
cia! Creo que será dentro de pocas semanas.
Daría a usted ahora cuenta de mis trabajos dentro de Quito y Popayán.
Pero una lluvia de visitas importunas me oprimen y ha sido necesario robar
estos pequeños momentos para avisar a usted de mi llegada a ésta ayer 19. Es-
pere usted en el siguiente una larga, y cuente usted con el amor y con el más
profundo reconocimiento de su admirador y panegirista que besa su mano,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

P. D.-Mil expresiones a nuestro don Salvador Rizo, que recibí la suya


y libranza; que en el siguiente le contestaré. No olvide usted mi súplica y en-
cargo del termómetro que pedí a usted en mi anterior.

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102
Popayán y junio 5 de 1805
Señor doctor don José Celestino Mutis.
Mi generoso benefactor: en el pasado avisé a usted mi llegada a ésta, y
ahora comunico que me hallo bastante agravado en mis enfermedades, tristes
reliquias que aún me quedan de Malbucho. Estoy actualmente verificando los
remedios que estos médicos han conceptuado útiles. Jamás he sentido tanto la
falta de salud que en la ocasión presente. ¡Cuánto hubiera ya colectado de la
vegetación de mi patria! Este suelo es rico en producciones, y creo hace gran-
des ventajas al de Quito. Nacen en las goteras de esta ciudad tres especies de
quinas que no he visto en los países que he recorrido. Tal vez existen otras, que
no han llegado a mi noticia. Luego que me mejore y las lluvias lo permitan,
haré la colección de ellas. He visto a una legua del norte de Popayán una
Passiflora arborea que no acabo de admirar. Creo, igualmente, haber encontra-
do el Laurus camphora en las mismas cercanías de esta ciudad. Apenas he sa-
lido una vez al campo, y percibo una vegetación bien diferente a la de Quito.
Es imponderable la falta que me hace el papel para las desecaciones de las
plantas. Todo el que saqué de Quito se ocupó, y me hallo en la necesidad de
estar mendigando libros viejos, cartas y retazos de papel. Si esto no alcanza a
envolver la vegetación de Popayán echaré mano del papel común, aunque este
recurso le sea costoso a la expedición.
Esperaba en este correo el termómetro que pedí a usted desde Pasto.
¡Cuántas ocasiones perdidas para perfeccionar una teórica, que tal vez será
interesante!
Deseo a usted una salud perfecta, y que ocupe y mande con imperio sobre
cuanto puede su afectísimo y reconocido discípulo que besa su mano,
FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS

103
Santa María y julio 28 de 1805
1
Mi amado Antonio: ¡cuánto pienso en usted! ¡con cuánto cuidado me
tiene su enfermedad! Creo que es tiempo de tomar la Pareira, aquí abunda en
extremo, y debe tener virtud más decidida que la de allá. Voy a interesar a don
Francisco2 a fin de que haga sacar mucha y remitirla. Dichoso yo. Dichosa la
botánica si restablece la salud del mejor de mis amigos.
El Medina, ese don, ese insensato, me ha ocasionado un número incalcula-
ble de males y de perjuicios. No he visto mis cargas desde que salí de ésa

1
Antonio Arboleda Arraechea.
• Francisco José Arboleda.

251

©Biblioteca Nacional de Colombia


hasta aquí, en donde he probado el avío que saqué de mi casa. Nada pude ob-
servar, nada pude esqueletar, nada hice en mi tránsito. Pero lo que sentiré
toda mi vida fue la parada del cronómetro que venía en mis baúles. ¡Qué
desgracia para las ciencias depender de un caloteño vil e indigno de vivir!
¡Qué vejetación tan brillante y tan varia! Alabo por momentos al Criador
de tantas maravillas. Y a he visto bosques de quina blanca, que creo muy su-
perior. He visto el Miroxylon y otros muchos de que hablaremos después.
Santa María está en 298,1 línea del barómetro=24P1017, cuando Popa-
yán está en 22P11 \0, cuya diferencia es solamente de jPjj10 está más alta: que
La Plata. Anoche determiné su latitud por muchas alturas de las estrellas, y
principalmente por la de la Corona Boreal, y le hallé en 3°,00'50". Popayán
está en 2°26,08 cuya diferencia es 0.34'42", que equivalen a llYz leguas ma-
rinas de distancia directa. Después hablaré de longitudes.
Don Francisco acaba de llegar de la Bolsa, y dice contestará a usted por
el correo. Murió don Manuel Joaquín Caicedo el 19 de éste.
Esta es también para el Pater3 y Buchón, a quienes saludo, lo mismo que
a mi neófito Joaquín, a quien considero muy astrónomo. Mis abrazos a los tres
niños y mis respetos a doña Rafaela/ y usted cuente con el corazón de su
CALDAS
El Le Pugnet se quedó con un libro M SS en que tengo la fórmula del
barómetro, que me hace falta, pídasele y con seguridad mándemelo. Y o paso
aquí hasta el lunes venidero, porque hay mucho que hacer.

• Juan José Hurtado Arboleda.


'Vicente Javier, Manuel Esteban y Domingo León Arboleda Valencia; Rafaela Valencia
y Valencia de Arboleda.

104
Popayán y septiembre 5 de 1805
Señor don Santiago Pérez de Arroyo y Valencia- Santafé.
Mi querido don Santiago: ¡Qué distante estará usted de recibir esta carta,
después de casi un año de un silencio indigno de nuestra antigua y sólida amis-
tad! Mis tareas, mis viajes, y sobre todo mis graves enfermedades, me han impe-
dido hasta hoy continuar con una correspondencia que tanto me honra. Y o
creo que en nada se habrá d.ebilitado en el corazón de usted el amor que me
profesaba; por lo que mira a mí, puede usted vivir seguro de que un año de
silencio no ha alterado en la menor parte el amor y el aprecio que he hecho
de usted.
Acabo de regresar del valle de Cali con una terciana rebelde que aún no
me deja, pero espero que dentro de dos semanas podré ponerme en camino.

252

©Biblioteca Nacional de Colombia


¡Qué satisfacción para mí saber que dentro de pocas semanas he de estrechar a
usted entre mis brazos!
Sería más largo si no tuviera esperanzas de tratar a usted en Santafé.
Saludo al doctor don Mariano/ con don Camilo/ y a todos los amigos. Usted
cuente conmigo, y esté seguro de la amistad y amor que le profesa su verdadero
amigo, que besa su mano.
FRANCisco JosÉ DE CALDAS
1
Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
• Camilo Torres Tenorio.

105
Real Observatorio de San Carlos y febrero 28 de 1806
1
Mi Antonio: la de usted serenó mi corazón sobre el estado de su salud.
Búrlese usted de esos nublados tempestuosos que presenta la hipocondría a la
imaginación débil y conmovible del paciente. Tantos ejemplares, en que ha
espantado sin consecuencias deben serenar a usted y no partir para ir a morir
en el seno de su familia. Acuérdese usted que temía ser de vidrio. ¡Qué locu-
ras no hace ver esta cruel y terrible enfermedad! Conjuro a usted para que
desprecie altamente los delirios de su imaginación; loquor expertus, y usted fue
mil veces mi recurso y mi consuelo, escarmiente en mi cabeza.
Espero con ansia los esqueletos de las guaduas cuyas descripciones he vis-
to. El señor Mutis/ amigo de usted, y el padre,8 agradecen estos servicios, y yo
creo que se inmortalizarán mis dos mayores amigos en la Flora de Bogotá. La
Arboledea . . . Y o deliro cuando trato de usted con el Canónigo Mutis. Este
grande y perspicaz ingenio se ha inflamado con mis discursos en honor de las
prendas y virtudes de mi Antonio y de mi páter.8 El primer golpe es agregar
a ustedes a la expedición. Es verdad que García se precipitó y no aguardó el
estado que se trabajaba para 1806; pero se remedió añadiendo por apéndice
los nuevamente agregados como usted lo verá en la Guía que aún no sale a luz.4
Y o me hallo con mediana salud sepultado en el observatorio y entregado
a la contemplación de los cielos, de esta bóveda que publica a todos los momen-
tos la gloria de su Autor. Y o soy feliz en esta soledad, nada turba un reposo
fundado en unos conocimientos sublimes y vjrtuosos. Trabajo sin testigos, y
esta ventaja me proporciona la inestimable de la humildad. El orgullo, hijo de
los elogios y de la admiración, arrastra consigo mil inquietudes, mil espinas

1
Antonio Arboleda Arraechea.
• José Celestino Mutis.
· • Juan José Hurtado Arboleda.
• No hay noticias de que haya sido publicada la guía a que se hace referencia.

253

©Biblioteca Nacional de Colombia


que no se recompensan con las satisfacciones que produce. Dichoso el sabio que
no se hincha, dichoso aquel que lee en todas las criaturas el nombre de su Ha-
cedor, y mil veces más dichoso si le alaba, si le ama y reconoce sus beneficios
con una conducta irreprensible. Estas son, mi Antonio, las dulces y sublimes
ideas que inspiran el trato y el ejemplo del hombre grande, del sabio virtuoso
a quien tengo el honor de servir. ¡Qué dulce es la virtud! ¡Qué respetables son
los conocimientos cuando están unidos a la práctica del cristianismo! ¡Ah! esta
es la escuela más virtuosa que la de Sócrates, más austera que la Academia y
el Liceo, más dulce que el panal, más . . . Y o salgo de. mí cuando contemplo
mi felicidad. Si usted oyera hacer el panegírico de López,5 si usted oyera dis-
culpar sus errores, si usted presenciara el perdón de las injurias que este aso-
ciado a Ruiz y a Pavón6 han vertido contra su honor, ¡ah! entonces conociera
el fondo de virtud de este hombre grande, y entonces besara el Evangelio que
ha traído tantos bienes a la tierra.
Más de uno envidia mi suerte en Santafé, más de uno cree injusto a Mu-
tis en haberme preferido a su sobrino,7 y todos están espantados con su suce-
sor. Todo el mundo pone sus ojos sobre mí, todos quieren conocer a este popa-
yanejo que arrebató el amor y la confianza de un hombre que creen inaccesible
y la misma desconfianza. No acaban de creer que un mueble oscuro, sin do-
blones y sin reputación pueda entrar en este santuario. Su sorpresa se aumentó
el 9 de febrero de este año, día memorable para mí, y el día de mi gloria, si hay
gloria sobre la tierra, fuera de la virtud. Este día fue el destinado para presen-
tarme a Su Excelencia,8 y para darme este sabio un testimonio público del
aprecio que hacía de mí. Nada sabía, ni esperaba, creía, sí, que era una simple
ceremonia de atención. Entramos en Palacio, ya. el Virrey advertido se presentó
en su salón y nos dio asiento. Mutis, recobrando aquel aire severo y en tono
majestuoso dijo: "He cumplido setenta y cinco años gastados en el progreso de
las ciencias, mis fuerzas siento que se debilitan y mis trabajos se aumentan.
Para poner a cubierto al Soberano, a la Nación y a mi honor me he procurado
un apoyo, un báculo en mi ancianidad, un hombre en quien pueda depositar
mis descubrimientos y mis luces, un hombre que sea mi confidente, mi consuelo
y mi apoyo, y el heredero de mis tales cuales conocimientos. Este es don F. J.
de Caldas, que tiene Vuestra Excelencia presente y a quien tengo el honor de
presentar. Cuatro años ha que le tengo en la Provincia de Quito, y ahora le he
llamado a mi lado. Yo imploro la protección de Vuestra Excelencia para que

• Sebastián López Ruiz.


• Hipólito Ruiz y José Pavón.
1
Sinforoso Mutis. Pocos años más tarde la decisión testamentaria de Mutis será distinta.
• El Virrey Antonio Amar y Borbón.

254

©Biblioteca Nacional de Colombia


eleve mis deseos al ilustre Ministro de Indias,9 y que yo muera con el consuelo de
dejar a mi Nación un sucesor10 que sabrá sostener su honor y mi reputación",
etcétera, etcétera.
¡Cuántas acciones de la más viva ternura contara a usted si el tiempo y
mis ocupaciones me lo permitieran! Pero en lo sucesivo pueda ser que se me
vayan proporcionando las ocasiones. Nada quiero ofrecer a usted tan exacto en
el cumplimiento de sus promesas, y que exige de mí igual fidelidad.
Amo mucho a usted y a mis hijos para poder pasar en silencio una obra
que acaba de venir a mis manos. Esta producción de la virtuosa Genlis . . . 11 ya
está hecho el elogio. ¿Ha salido de su pluma algo que no sea digno de esta
heroína de la virtud? Respira la más sólida piedad, tiene todo el nervio y toda
la firmeza de Bossuet,12 truena contra los incrédulos, su título es: La Religión
es la base única de la felicidad y de la filosofía, obra escrita para completar la
educación del hijo primogénito del Duque de Orleans. 13 Su objeto es poner a
cubierto a este joven príncipe de los lazos y seducciones de los impíos y hacer
triunfar el Evangelio. Aquí sí que se corre la máscara a esos monstruos que
vomitó el infierno para arrebatarnos nuestra felicidad. Un tomo en 8Q, un
pequeño volumen ha bastado a esta dama filósofa para arruinar el detestable
edificio de la incredulidad y sofocar esta hidra; ésta es la Judit de la Francia,
que puede obtener un lugar distinguido y que puede sentarse aliado de Abadía,
Pascal, Bossuet y Bergier,14 y que ha aumentado el número de los celosos de-
fensores del cristianismo. ¡Qué mies tan rica y tan saludable para los tres pre-
ciosos renuevos de mi mejor amigo! ¡Qué lección, qué tesoro para depositarlo
en esos corazones inocentes! Dichoso usted, mi amigo, que puede perpetuar
y reproducir la virtud sobre la tierra! Sus cenizas estarán heladas, tal vez su
nombre habrá desaparecido para siempre, y no obstante se ejecutarán acciones
virtuosas por sus últimos descendientes, debida a su virtuoso padre. Esta es la
sólida gloria del matrimonio y la que debe llevar a usted con alegrías al sepul-
cro. Dichoso usted, lo repito, a quien la Providencia ha puesto al frente de una
familia afortunada, que es el autor de la felicidad de toda ella. Y o quedo en-
cargado de solicitar en propiedad esta producción para presentarla a Vicente,

• Por esta época ya habían desaparecido, suprimidas por Carlos IV, las dos secretarías del
despacho de Indias: la Universal de Gracia y Justicia, y la de Guerra, Hacienda, Comercio y
Navegación. Los asuntos se tramitaban por las cuatro restantes.
ll> Ya desde 1802, desde el momento de la agregación de Caldas a la Expedición Botánica
de Santafé, vio Mutis cuál sería su sucesor, tal como lo comunicó en carta de julio de ese año
a Cavanilles.
n Estefanía Felicidad Du Crest de Saint-Aubin, Condesa de Genlis.
10
Jacobo Benigno Bossuet.
18
Se refiere al hijo del Duque de Orleans quien más tarde llegó a ser Luis Felipe 1, rey de
Francia. El Duque de Orleans fue el llamado Felipe Igualdad.
16
Crisóstomo Abadía, Bias Pascal, Nicolás Bergier.

255

©Biblioteca Nacional de Colombia


a Manuelito y a Domingo,15 sí, lo ofrezco a usted en el mismo momen'i:_, que
temo prometer.
La péndola de Graham, 16 que está en Quito, viene a este observatorio. V ea
usted la de Larrea 17 que incluyo abierta, y dé usted las órdenes a Pasto para
que las reciba don Simón de la Barrera y las remita a Popayán a poder de usted,
y en caso necesario, y sin duda, libre usted el dinero necesario para costos de
peones de Pasto a Popayán, que todo paga el observatorio de San Carlos.
El tiempo nos estrecha, conténtese usted por ahora y mande lo que guste
a su mayor amigo,
CALDAS

P. D.-Mi hermana Baltasara/ 8 a quien amo con ternura, me pide la


friolera de diez y seis pesos para qué sé yo qué puerilidades mujeriles. No pue-
do negarle esta pequeñez, y pido a usted se los mande con la adjunta. Cuando se
integre a usted de los gastos de la péndola que se hagan en Pasto y en Popa-
yán, irán también los diez y seis pesos.
De capellanías no olvide usted que la real cédula que habilita a los reli-
giosos es posteriot; a la fundación, y que don Manuel Ventura19 dice en ella que
siendo fray Lucas20 religioso incapaz del goce, me nombra a mí. Acuérdese
usted que en capellanías no hay retroceso, y el caso de don Matías Fajardo
.. 21
con QulJano.

"'Vicente Javier, Manuel Esteban y Domingo León Arboleda Valencia.


10
Jorge Graham, ver carra N? 45, nota N9 17.
17
Juan de Larrea.
10
Baltasara Caldas de W allis.
111
Manuel V entura Hurrado Arboleda.
10
Fray Lucas Tenorio.
e Tomás Antonio Quijano García de Lemos.

106
Real Observatorio de San Carlos y marzo 28 de 1806
Al señor don Gerónimo Antonio de Torres- Popayán.
Mi amado Chomo: ya Camilo1 ha dado parte a usted de su agregación
y yo no he podido comunicársela. Ahora que tengo un momento libre, ahora
que está el cielo nublado y las estrellas nulas para mí, quiero acordarme de
mis amigos. Sepa usted que ha más de un mes es usted mi socio y mi compa-

1
Camilo Torr~ Tenorio, hermano de Jerónimo Antonio (Chomo).

256

©Biblioteca Nacional de Colombia


ñero. 2 No he hecho más para obtener esta gracia del virtuoso Mutis, que pintar
a usted a su imaginación como usted vive en la mía, y añadir que a usted le
debía el conocimiento de dos Quinas. La longiflora (la de los Cerrillos) y la
grandiflora (la de Manchique) a usted se deben y merecen mi reconocimiento.
Es muy justo escriba usted a este venerable anciano y apreciado de usted.
Agradezco los esqueletos de Quina que usted forma para esta Expedición,
y me alegro de los bellísimos trabajos botánicos de usted que Camilo me ha
comunicado. Celebro también que ya haya recibido la Filosofía Botánica de
Linneo3 y más celebraré se aproveche usted de este libro clásico en su género.
El día se abre, el cielo me lo restituyen las nubes, el equinoccio vernal está
a punto de verificarse, ya no pertenezco a la tierra y corro a la azotea. Adiós
mi Chomo, hasta que tenga el gusto de abrazar a usted en este templo de
Urania.
CALDAS

1
Una vez instalado Caldas en Santafé cons1gu1o que sus colaboradores y amigos, cuyos
primeros pasos en la ciencia había él guiado, fueran vinculados a la Expedición Botánica en calidad
de Ar,egados (Ver la carta N9 105) .
Carlos de Linneo.

107
Santafé y abril 6 de 1806
Señor don Santiago Pérez de Arroyo y Valencia- La Mesa.
Mi estimadísimo Santiago: usted tiene mucha razón en quejarse de mi
lentitud en contestar sus cartas; pero sepa usted que no ·lo hice en el correo
pasado, porque me dijeron que se había ido de La Mesa no sé dónde. Mi
afecto, el tierno amor que de veras profeso a usted, los cuidados en que me ha
puesto su salud, las continuas preguntas con cuantos vienen, y cien otras co-
sas, deben asegurar a usted de que Caldas es su verdadero amigo. No correrá
un año sin que usted vea por sus ojos el monumento más victorioso de mi amor.
No puedo revelar ahora este misterio, con harto sentimiento de mi corazón, y
me contento con anunciarlo. Si yo no amase a usted de este modo, sería el
hombre más ingrato que pisa la tierra; usted bien sabe cuánto le debo yo para
lograr la presente situación.
Trabajamos en tirar la meridiana que usted hallará ya en su lugar/ aun-
que el sol se ha ausentado hace muchas semanas; salúdelo de mi parte, pues
por acá no parece -este planeta. El cielo de Santafé es muy parecido al de Lon-
dres, y Maskelyne, 2 Férgusson3 y yo nos hallamos iguales en esta parte. A

1
La meridiana del Observatorio Astronómico, materializada en una cinta de plomo, fundida
para fabricar balas durante el sitio de San Agustín, fue años más tarde reemplazada por otra
de bronce, siendo director del Observatorio Indalecio Liévano.
• Neva Maskeline.
1
Jacobo Fergusson.
257
CARTAS DE CALDAS - 17

©Biblioteca Nacional de Colombia


pesar de esto, no llueve cosa mayor, y a su regreso, que suspiro con ansia, verá
usted nuestras observaciones en este género y se admirará de la pequeña canti-
dad que hemos recogido. Yo profetizo un año abundante para las cosechas ·de
la Sabana.
Agradezco mucho los cocuyos (Eieater phosphoricus de Linneo). Conoz-
co, y lo he observado hace más de once años, el maravilloso resorte de que usted
habla; es uno .de los más célebres insectos de la naturaleza.
Nada puedo decir a usted sobre Apacua, porque apenas le conozco por
noticias; pero yo creo que habrá mucha preocupación en cuanto a la actividad
de su veneno. Sea como fuese, usted póngase a cubierto de sus emanaciones
pestilentes, verdaderas o fingidas, porque yo amo más a Santiago y a su salud
que a todas las plantas de la tierra.
Las aleluyas nos alborotan, los repiques nos aturden, y es preciso ceder
al regocijo público de la memoria de nuestro Divino Redentor y de su resu-
rrección.4 Cúmplalas usted con felicidad y venga cuanto antes a hacer las de-
licias de su amigo. ¡Ay! No sé qué cosas percibo entre nubes y tinieblas, no sé
qué funestos presagios de su retirada a Popayán, y por consiguiente, de una
separación eterna. Esta última cláusula arranca lágrimas de mis ojos, pues
cuando yo me creía unido para siempre a mi Santiago, voy a sufrir . . . Dejo
gustoso estas ideas que oprimen el corazón de su mayor y más tierno amigo,
CALDAS

Saludo a nuestro buen amigo Escobar; ¡cuánta falta me hacen ustedes!


Les rogaría que viniesen pronto, si no amase más su salud que mi satisfacción.

• La carta está fechada el domingo de resurrección.

108
Santafé y abril 6 de 1806
Mi Antonio: 1 usted no comprenderá jamás el fondo insondable de virtud
que posee su amigo y admirador Mutis.2 ¿Se admira usted de estos epítetos?
¿Sabe usted lo que le ama Caldas? No; usted está muy distante de saberlo. Si
yo fuera soberano, si poseyera grandes bienes y grandes fortunas, si pudiera
disponer de su suerte, comenzaría a sentir mi amor y la sinceridad de mi amis-
tad. No puedo en mi condición privada dar a usted pruebas del lugar que
usted y el Padre8 tienen en mi corazón, pruebas que desahogarán mi pecho, prue-
bas que correspondiesen a sus virtudes. Conténtese usted ahora con las efusio-

1
Antonio Arboleda Arraechea.
1
José Celatino Mutis.
1
Juan Joaé Hurtado Arboleda.

258

©Biblioteca Nacional de Colombia


nes de mi alma y con inspirar al ilustre Mutis mis sentimientos. Sí, mi amigo,
ya él ama a usted y a su familia. Creo que ya el tiempo que así usted como el
Padre escriban a este sabio generoso, dándole las gracias por el retrato, agre-
gación, contestación, y Diccionario de Buchoz;' advirtiéndole que no exigen
ninguna contestación, sino de palabra por mi conducto. Esto le quitaría tiempo
y lo fatigaría. Este punto es muy interesante, y deben ustedes esforzarlo y de-
cirle que bajo de esta condición sin dispensa se han tomado ustedes la libertad
de escribirle. Y o sé lo que aconsejo a usted.
La valeriana de que habla el Padre creo tenerla en mi herbario, pero que
venga. No creo que es la oficina! sino la connata que no tiene el pobre Paláu,6
es decir, que las hojas se reúnen por la base y abrazan el tallo. Vean la voz
connatum folliis en la filosofía de Linneo. 6 Tal vez yo me engaño.
Siento que mi Negro haga partido con Curtes, y ¿por qué usted no lo lla-
ma y con imperio le manda un silencio completo? Es canalla, y no se puede es-
perar honor de que no conoce esta dulce y sublime pasión. Pero ¿qué le puede
ilustrar un hombre bruto, que apenas conoce el hábito de pocas, sin saber sus
nombres?
Mil disparates ha comunicado a Rafael, sobre quinas, en que podía saber
algo, pues las ha colectado todas, y tal vez hará gastar mal algunos pesos con
sus nociones empíricas.
No pierdo de vista a Genlis,' pero no lo hallo; explíqueme qué especie de
oficios cuotidianos desea usted para mis tres amigos: Vicente, Manuelito y Do-
mingo. 8 He buscado y no hallo más que esos comunes con estampitas detesta-
bles de la misa. No pierdo de vista sus encargos.
Esta no puede ser muy larga, pues el tiempo es muy corto, y usted se
contentará con esto hasta el venidero, y siempre cuente con el afecto y con el
corazón de su amigo,
CALDAS
• Pedro Joaé Buchoz.
• Antonio Palau Verdera.
• Carlos de Linneo.
7
Se refiere a una de las obras de Estefanía Felicidad Du Crest de Saint·Aubin, Condesa
de Genlis.
1
Vicente Javier, Manuel Esteban y Domingo León Arboleda Valencia.

109
Mi amadísimo Chomo: 1 la de usted me llenaría de orgullo si yo no me
conociera, y si los elogios de un amigo entusiasta no recayeran sobre el testi-

1
Jerónimo Torres Tenorio. Esta carta, ain lugar ni fecha, ae coloca aquí, pues por su
tezto ae ve que el destinatario ya ha aido notificado de su agregación a la E:r:pedición Botánica
y ha contestado a la carta en que se le comunicó dicha noticia (ver carta N9 105) .. •

2S9

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monio de mi conciencia. Sea, pues, usted más moderado en elogiar a mozalbe·
tes principiantes.
Usted no debe fiar a nadie su filosofía botánica. Usted la necesita como
el pan; el respetable Grijalva2 no está ya en estado de tomar elementos casi
al momento, en que va a terminar su carrera verdaderamente gloriosa. Pero si
usted lo quiere así, yo no lo puedo remediar.
El ilustre Mutis comienza a amar a usted y a fundar esperanzas en la ac-
tividad de usted. ¡CuántQ deseo su venida! Recoja usted un semillero copioso,
una fuerte colección de todo, y particularmente de gramas, y éste será el más
rico presente que usted puede hacer a nuestro sabio Director.3
La pregunta del Gobernador nace de una que escribí a don Agustín
Sarasti, respondiendo a una larga consulta que me hizo sobre quinas. Mi contes-
tación fue que en Popayán no había más que dos especies oficinales, la Ama-
rilla, la Cordifolia Mut. (vulgo cascarilla de flor blanca). Que la primera ocu-
paba el segundo lugar entre las oficinales, y que por consiguiente no podía
entrar en concurrencia cori la Lanceifolia Mut. (vulgo tunita), que obtiene el
primer lugar. Que la roja, aunque excelente en sus efectos, la preocupación de
los negociantes ignorantes le había hecho despreciable hasta el punto d~ que-
marla en Cádiz. Esta especie, que ha hecho tantos prodigios en ésa, es la única
apreciable con preferencia a todas en el Norte de América, y aquí asegura su
salida.
Don Jorge Lozano,"' mi amigo y compañero, encargado de la presente zoo-
logía de esta expedición, tiene el mayor interés en poseer un tr~tado de Con-
chas en dos tomos, cuarto mayor, que tiene el doctor Grijalva.2 Yo me inÚreso
con usted a fin de que haga usted todos sus esfuerzos por conseguirla, sea por
el dinero, o sea por otros libros que apetezca ese sabio médico. A este fin escribe
el doctor Alvarez al mismo Grijalva, y es el contenido de la adjunta que usted
entregará y apoyará nuestra solicitud.
Estoy cansado, adiós mi Chomo, hasta otra ocasión.
Su afectísimo amigo,
CALDAS

P. D.-Si se consigue el tratado de Concha, que venga a vuelta de correo


en valija, que respondemos de su coste.

2
Juan Mariano Gríjalba.
1
José Celestino Mutis.
• Jorge 'radeo Lozano.

260

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110
Santafé y agosto 6 de 1806
Señor don Santiago Pérez de Arroyo y Valencia -La Mesa.
Mi amadísimo Santiago: ya veo que la Providencia nos quiere mantener
separados. Cuando he creído reunirme a un amigo idolatrado, mil accidentes
diversos nos han obligado a mantenernos separados; apenas comenzaba a gustar
las delicias de nuestra antigua amistad, se vio usted obligado a buscar un tem-
peramento más benigno que el de Santafé; apenas pienso en seguirlo, usted se
halla· a punto de regresar a su querido hogar y desaparecer de esta capital para
siempre. He aquí un asunto bien doloroso para un hombre que ama a usted
con ternura, y aun con entusiasmo; pero si ha de ceder en bien de usted, sus-
cribo gustosísimo.
Y o salgo el 11 para ésa por Anolaima, y seguiré a Fusagasugá a indaga-
ciones sobre quinas y otras observaciones. Ojalá nos veamos antes de su mar-
cha, ojalá lo halle restablecido y ojalá me siguiera. Y o sería feliz con una com-
pañía tan de mi gusto. En fin, cuente con el corazón de
CALDAS

111
Por el oficio de Vuestra Señoría de 20 del proxtmo pasado noviembre
quedo enterado haber tomado esa Real Junta la resolución de suspender el
proyecto del reconocimiento de los caminos y ríos que puedan dar salida al de
la Magdalena, 1 conforme a la contestación que ha dado el Excelentísimo señor
Virrey del Reino 2 al aviso que se le comunicó sobre este particular, y que Vues-
tra Señoría se ha servido acompañarme en copia.3
En su virtud espero que Vuestra Señoría disponga de los documentos y
papeles que me tenían remitidos acerca de este objeto para que obren donde
se tenga por conveniente.
Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.
Santafé, diciembre 9 de 1806.
FRANCisco JosÉ DE CALDAS
Señores de la Junta del Real Consulado de Cartagena.

1
Caldas había sido comisionado en agosto de ese año por el Consulado de Cartagena para
estudiar vías que comunicaran con el río Magdalena; la comisión, aprobada por Mutis, fue can-
celada más tarde.
2
Antonio Amar y Barbón.
3
La comunicación de fecha 20 de noviembre de 1806 no se conoce; en otra, del 20 de
octubre anterior, la Junta del Consulado da respuesta a la comunicación de Mutis del 19 de sep-
tiembre en la que comunicaba su aprobación al proyecto.

261

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112
Santafé y julio 21 de 1807
Señor don Santiago Pérez de Arroyo y Valencia- Popayán.
Mi amado Santiago: cuatro letras será lo que puedo poner a usted ahora.
En el que viene escribiré a usted largo y sobre todo.
He visto con gusto las observaciones termométricas de usted, y las apre-
cio; es necesario completarlas. Espero el mapita que me ofreció de la villa, que
me es necesario.
En el siguiente hablaremos de Andes y de tantas cosas. Celebraré en mi
corazón haya sacudido usted impresiones que no tienen otra consecuencia que
mortificar algún tiempo. Ojalá la vista de su familia, de sus amigos, de su
país, hayan causado en usted emociones más fuertes que las enfermedades que,
gracias a Dios, no tiene.
Saludo a Manuel María,1 y usted dé mis respetos a nuestro don Marce-
lino,2 quien sé está alborotado con los nuevos planes de catedral. Feliz obra si
se pone en mano de este ilustrado Canónigo; si no, todo se lo llevará la trampa.
Adiós. Y o soy su amigo verdadero,
CALDAS

1
Manuel María Arboleda Arraechea.
• Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.

113
Santafé y agosto 6 de 1807
1
Mi Santiago: ya vio usted a su patria, ya está en el seno de su familia y
de sus amigos; disfrute usted de los dulces e inocentes placeres que le ofrecen
por todas partes; coseche a manos llenas satisfacciones y gustos. El amor casto
y legítimo de su nueva esposa2 tendrá a su corazón contento. Yo lo estoy al
contemplar a mi constante y fiel Santiago anegado en felicidades. ¡Quién pu-
diera por un momento olvidar a los cielos y a mi torre para ser testigo de sus
triunfos! Me complazco, me alegro, y a todos cuento su estado presente. La
esposa, con quien me liga la sangre, ha estado bien distante del corazón del
astrónomo, y la unión con usted me la hace ahora amable. ¡Qué imperio el de
una amistad sincera!

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• María Teresa Mosquera de Arroyo.

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Los Arboledas8 rebosan de alegría por su enlace, y creo que todas las fa-
milias lo aplaudirán igualmente. El señor Mutis,~ a quien he saludado en su
nombre, lo felicita a usted, y se ha alegrado mucho.
En el siguiente, cuando haya ya calmado el primer alborozo que lleva
siempre mezcla de turbación, cuando una dulce y tranquila paz haya sucedido
al tropel, entonces hablaremos de perfiles y de proyectos. Ahora haga la corte
a su Teresita,2 adómela, entre en las puerilidades femeniles, diviértala, y dígale
que ahora tiene en un astrónomo un adorador.
Salude usted a nuestro silencioso Manuel María,6 a nuestro don Marce-
lino6 ·y a todos. Usted viva seguro de que, aunque vague por esos mundos,
aunque me hunda en los espacios, siempre se acordará de Santiago su

CALDAS
1
Arboledas Arraechu.
' José Celestino Mutis.
• Manuel María Arboleda Arraechea.
• Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.

114
Santafé y septiembre 21 de 1807
A don Santiago Arroyo - Popayán.
Mi amadísimo Santiago: 1 usted me da pruebas seguras de lo que me ama,
y yo quisiera corresponder; pero ¿qué ha de hacer un astrónomo con la cabeza
llena de ángulos, de estrellas y de alturas? Ahora no puedo distraerme; el
equinoccio de hoy, esta situación importante del sol, ocupa todos mis momen-
tos, y apenas tengo tiempo para mostrar a usted que aun en el centro de este
planeta me acuerdo de Santiago y-de su T eresita,2 a quien dará las expresiones
más finas. ·
En el que sigue tendrá usted una larga y científica sobre todas las cosas
que ahora me ocupan.
Salude usted a nuestro don Marcelino,8 a Manuel María,4 y dígale que
celebro su galería. Adiós, mi amadísimo Santiago. Su
CALDAS

1
. Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
1
María Teresa Mosquera de Arroyo.
0
Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
• Manuel María Arboleda Arraechea.

263

©Biblioteca Nacional de Colombia


115
Santafé y noviembre 6 de 1807
Santiago1 amado: ¡Cuánto me alegro de su bella unión y de que usted
esté satisfecho con su Teresitaf ¿Con que es la medidora del agua? ¿Con que
conoce los números y entiende el termómetro? Que sea la primera popayaneja
que saluda las ciencias, y he aquí un nuevo lazo que me une a esta preciosa
niña, después de ser esposa de Santiago. Si ella se acuerda de mí, yo también
me acuerdo de ella, y dígale que aunque en las extremidades del universo, y en
la cola del cometa,3 me acuerdo de una paisana ilustrada.
Es verdad que este nuevo astro ha llenado mis momentos ha más de un
mes, y creo no le dejaré hasta su total desaparición. El tiempo falta para calcu-
lar todos los elementos de mis observaciones; pero las verá con el tiempo. Des-
de su aparición ha disminuido constantemente de diámetro y de luz. La cola que
estaba en la inclinación de la eclíptica el 23 de septiembre, está hoy al contra·
rio y vuelta al Norte. El abanico que formaba se ha dilatado más; esta es la
forma que hoy tiene. Su curso es bien caprichoso; se vio en Virgo, cortó el
ecuador entre el 28 y 29 de septiembre, pasó al Monte Menelao, tocó en la
cabeza del Serpentario, ·Y está ahora sobre el dorso de Hércules. ¡Quién sabe en
donde desaparecerá!
El nuevo periódico4 ha comenzado mal. Un bello prospecto se había com-
puesto por S. Cruz, se presentó, y lo fundió, del modo que usted lo ha visto,
un hombre educado en el cañón y con las balas. La libertad literaria expiró
si el magistrado se arroga la autoridad desconocida de corregir las obras de
los hombres de letras. Y o espero que cuando publique la latitud de este obser-
vatorio, me diga que suprima o añada un minuto, porque así le acomoda. ¿Có-
mo ha de prosperar el Reino con estas trabas?
A mí me ha tocado el enero y yo debo romper la escena. Mi asunto es el
"Estado de la geografía del Reino por lo que mira a la economía y al comer-
cio".5 Una mirada rápida y general sobre el Virreinato; una descripción de
nuestras montañas y de los ríos navegables; miras particulares sobre cada pun-
to, hacen el todo de este papilogio. Creo se cercenará, y de un cuerpo regular
se hará un monstruo; pero estoy resuelto a suprimirlo a la primera enmienda,
y retirarme a mi agujero. Que el mundo corra o se pare, poco me importa. Mis
intenciones han sido puras al proyectarlo; si les hallan malicias que no tiene
mi corazón, que las sufra otro, no yo.
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
'María Teresa Mosquera de Arroyo.
• El Cometa N Q IZO del catálogo de Arago.
'El nuevo periódico a que alude es el "Semanario del Nuevo Reino de Granada".
• El trabajo titulado "Estado de la Geografía del Virreinato de Santafé de Bogotá, con
relación a la Economía y al Comercio", fue publicado en los primeros números de "El Semanario
del Nuevo Reino de Granada", entre el 3 de enero y el 7 de febrero de 1808.

264

©Biblioteca Nacional de Colombia


Aún no concluyo mis Perfiles de los Andes,6 pero ya vamos llegando a
ésa. Este proyecto largo me ha absorbido la mejor parte de mi tiempo, y no me
ha dejado concluir mi traducción ni leer la preciosa obrita de Leroix. Creo
que no tendrá usted la crueldad de quitármela hasta que no concluya.
Entre los bienes de Isla7 hay un barómetro que he dicho a Mariano8 se
tome para usted y que lo lleve; se avaluó en 16 pesos, y se puede tomar en 12.
De lista estamos atrasados todavía. Mil ocupaciones no me dejan pensar
en este objeto interesante.
Bueno es que se inicien esos niños en el diseño; pero creo poco acertado
que lea en Viñola9 uno de ellos. Esta obra la creo superior a los alcances de
un niño. Mejor sería que se ejercitase en el diseño del desnudo, vistas, etc., por
ahora; que cuando supiese geometría, estudiase principios de arquitectura; en
fin, yo me meto a predicar sin saber en dónde.
He concluido mis cálculos de las observaciones hechas en mis viajes al
mediodía del Reino, y tengo los resultados que tocan a Popayán. Por modo de
delirio .se me ha clavado en la testa que sería bien útil a esta juventud que se
grabasen en una piedra y se pusiesen a los ojos de todos en el Seminario. Esto los
familiarizaría con unos objetos tan interesantes, excitaría a los niños a pregun-
tar y a imponerse, y los viejos sabrían el lugar que ocupan en el globo, y sus
relaciones con todos los pueblos sus . vecinos. La latitud, la longitud, la altura
sobre el mar, la declinación del imán, la presión atmosférica, el calor del agua
en ebullición, la temperatura, etc., etc., merecen fijarse de un modo estable y
público.
Usted les pondría en un buen latín que yo no poseo, pues creo que es la
lengua de las inscripciones; a lo menos, nuestro oído está ejercitado en ésta y
no en otra. Si de acuerdo con Grijalva10 se resolviesen a perpetuar en ese colegio
la memoria de mis trabajos, los remitiré. El primer objeto que tengo en este
proyecto es la ilustración de ese país, y no me mueve la loca vanidad. Será un
precepto inviolable que impongo a usted el que se suprima mi nombre; la ex-
presión de él haría mirar con desprecio y con mofa unos resultados preciosos,
por los preocupados escolásticos.
Quedo con el cuidado de la cartilla. Mil saludes, mil expresiones a mi se-
ñora Teresita, 11 a nuestro don Marcelino/ 2 Manuel María13 y a todos.
Adiós mi generoso y buen amigo.
CALDAS
• A estos "Perfiles de los Andes" se refiere Caldas en loa informes al Virrey del ¡o de
julio y 4 de noviembre de 1809. Forman parte de la "Phytografía o Geografía de las Plantas",
obra en la que trabaja, según anuncia al Virrey.
1
Miguel de Isla.
8
Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.
• Jarobo Barroizo, llamado Vignola.
10
Juan Mariano Grijalba.
u María Teresa Mosquera de Arroyo.
12
Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
13
Manuel María Arboleda Arraechea.
265

©Biblioteca Nacional de Colombia


116
Santafé y diciembre 6 de 1807
Mi querido Santiago: 1 usted se ha acalorado con el impreso del Virrey; 2
aquí lo hemos visto con aquella serenidad que ello merece. El objeto del Go-
bierno es formar Intendencias, según yo entiendo, y éle paso recoger lo que
pueda a Dios y a ventura. Esto no difiere de la comisión dada a Salvani8 para
hacer más observaciones que las que pudiera haber hecho la Academia de las
Ciencias viajando. España quiere arrancar las ciencias de las cabezas miserables
de los Corregidores y Jefes, y usted ve que esto es el colmo del delirio y pedir
peras al espino.
Por otra parte, mis trabajos geográficos, fruto de tantas fatigas y gastos,
hacen mi patrimonio y mis riquezas, y no sería justo que los entregase para
que se confundan con la escoria y con los absurdos que han de venir de todos
los puntos del Virreinato. La mano a quien se ha confiado la empresa es poco
diestra; usted conoce a Talledo4 y sus luces geográficas; pero para que usted
se admire más del buen sentido de este Virrey, sepa que uno de los geógrafos
encargados es Carito.11 ¿Qué podemos esperar de esta mano? Conmigo no se ha
tocado directamente, y se me han querido arrancar mis luces por segundas
manos, y aun por las del señor Mutis, 6 a quien me le he sostenido con una
integridad de que no me creía capaz. Mis trabajos se publicarán a su tiempo y
de un modo que me aseguren mi subsistencia. Cuando usted quiera mis tra·
bajos como Santiago, nada hay reservado, y usted es dueño de mi corazón; pero
éstos para servir a un jefe que no sabe aprovecharlos ni atraerme, están absolu-
tamente encerrados. Y o tengo una grande idea de su juicio para temer que
usted lleve a mal mi negativa.
Creo que la respuesta más sabia q~e se debía dar al Gobierno por los Jefes
de las Provincias, era hacerle entender que necesita de las luces de los inteli-
gentes y que el camino que ha tomado para ilustrarse es disparatado. Y~ vesti-
ría mi informe dándole las noticias que no exigen conocimientos, tales como el
número de habitantes, su comercio, agricultura, estado de sus estudios, etc., y
terminaría diciendo que la nomenclatura de las plantas, animales y minerales;
que la carta y posición geográfica de los lugares, elevación de los puntos, me-

1
Santiago Pérez ele Arroyo y Valencia.
1
Antonio Amar y Borb6n.
1
]Olé Salvani, comiaionado para la vacuna.
'Vicente Talleclo y Rivera, quien hizo trabajos uttonómicos, el primero, en el Obeervatorio
de Santafé antes de la llegada ele Caldas, recibió el encargo de rectificar el mapa del Río Mag·
dalena que Humboldt entregó al Virrey Mendinueta y potteriormente, en 1808, elaboró un mapa
del Virreinato, en cuatro hojas, resultado de la tarea que, Caldas comunica, M le encomendó.
• Franciaco Javier Caro.
• Joaé Celestino Mutis.

266

©Biblioteca Nacional de Colombia


teoros, etc., necesitan de un inteligente que, provisto de ios instrumentos nece·
sarios, pase a reconocer la Provincia. Así quedaría usted bien y no se dirían
desatino5.
La longitud y latitud de Popayán son próximas y pueden decentemente
presentarse. Hable usted en general de las producciones más preciosas que te·
menos, como la quina amarilla, roja y blanca, reconocidas por mí, de la vareira,
y de otras muchas plantas de que son testigos nuestros amigos Arboledas. La
temperatura media es buena fijada en quince grados.
El correo ha llegado tarde y se va muy pronto. Saludo a mi señora T ere·
sita,1 don Marcelino,8 y a todos. Usted mande cuanto guste a su afectísimo
amigo, que besa su mano,
CALDAS
Mariano11 salió el 3.

7
María Tereaa Moequera de Arroyo.
1
Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
'Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.

117
Santafé, 6 de enero de 1808
Al doctor don Santiago Pérez de Arroyo - Popayán.
Mi Santiago amado: mi corazón está profundamente herido con la desgra-
ciada muerte de Julián. 1 Usted perdió un buen hermano y yo un amigo y un
primo generoso. Bendigamos al Señor que así quiere afligirnos para nuestro
bien. Estos tristes sentimientos manifiéstelos usted a su hermana y señora inía
doña Gabriela, 2 y a todos sus hermanos.
En este correo va el primer número de El Semanario,8 y extraño mucho
que usted no se haya suscrito.
Estoy acabando de leer la Geografía que ha cedido a usted Ulloa;' es be-
lla y no hay duda que agradará a usted mucho. Y o me hallo sumamente fatal
de la cabeza, por lo que no soy más largo. Adiós mi querido amigo.
P. D.-Don Jorge Lozano, 6 que está aquí curándome la cabeza con pro-
yectos alegres, saluda a usted. Su

1
Franciaco Julián María Arboleda Arraechea.
1
María Gabriela Pérez de Arroyo y Valencia, esposa de Julián Arboleda Arraechea.
1
El "Semanario del Nuevo Reino de Granada" apareci6 por primera vez el 3 de enero
de ese año.
• Francisco Antonio Ulloa.
~Jorge Tadeo Lozano.

267

©Biblioteca Nacional de Colombia


118
Santafé y febrero 6 de 1808
1
Mi Santiago: he visto la de usted, que voy a contestar con rapidez, porque
no hay tiempo para más.
El proyecto de agregación de Neiva a Popayán me parece tan útil a los
Canónigos como perjudicial a los particulares. Lo que importa es subdividir y
criar muchos pastores que cuiden bien sus rebaños. ¿Qué importa que un deán
tenga cinco mil pesos? En fin, usted hará lo que mejor le parezca.
En cuanto a la carta que usted me pide del obispado de Popayán, y del
modo ingeográfico que me propone, no puedo menos que reprender a usted
su manera de pensar, que no hace honor a usted ni a mí. Mandarme dislocar
los puntos, mandarme contrahacer el país, es lo mismo que pedir a usted me
haga un escrito y que altere las leyes y su espíritu. N o, mi Santiago, no sus-
cribiré yo a este despropósito. Si ese Obispo,2 si esos Canónigos, quieren carta,
la haré exacta; pero tendrán que pagar al astrónomo que ha sacrificado su
salud, que ha sufrido las censuras y aun los insultos de esos mismos que ahora
me necesitan, que mil veces me trataron de fanático y demente porque no me
dedicaba a sembrar y a mercader. En suma, si no me dan esos señores pendientes
mil pesos por la carta del obispado, no la doy. Este es mi patrimonio y mis
riquezas.
Y o veo que usted y todos mis paisanos arrugarán la ceja al ver la unidad
con tres ceros por un pedazo de papel; pero ella ha costado más a usted, a mí,
a Pombo8 y a Mutis.4 A más de esto, se ha de publicar bajo mi nombre, y como
tal se ha de presentar al Gobierno. Esos señores, mi Santiago, creen que la
geografía, las cartas, las determinaciones astronómicas, etc., son juguetes, son
curiosidades que apenas merecen honrarse con ocuparlas, semejantes a las ca-
ñitas de Javierito Delgado. Usted no lleve a mal esta ingenuidad de un amigo
cuyo corazón conoce usted demasiado. Don Camilo5 es de este parecer, y yo
suscribo.
Mi cabeza padeció con el cometa6 y ya estoy restableciéndome.
La carta de Boche vino por encargo de Antonio7 y por su mano remití el
papel; yo no me he ·comprometido a remitir a don Mariano8 la de Timaná.
Es verdad que él me dio la noticia de la existencia de esta carta, y él tal vez

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Angel Velarde y Bustamante.
8
José Ignacio de Pombo.
• José Celestino Mutis.
• Camilo Torres Tenorio.
"Ver la carta N9 115 nota N9 3.
• Antonio Arboleda Arraechea. La carta de la región del Río Baché.
1
Mariano Pérez de Arroyo y Valencia.

268

©Biblioteca Nacional de Colombia


escribió a Cali por ella. La parte del valle es mediana; pero la costa tiene erro-
res enormes y capitales. No merece el aprecio que creí al principio. No está
apoyada sobre observaciones astronómicas como las que fabrico yo.
Deseo salud a usted y a mi señora doña T eresita,9 a quien dará mis me•
morías. Adiós. Su
CALDAS

• María Teresa Mosqucra de Arroyo.

119
Santafé y febrero 19 de 1808
1
Mi amadísimo Restrepo: he visto con un placer mezclado de admiración
la carta de la Provincia de Antioquia2 • Es bella y conozco los progresos rápidos
que ha hecho usted en la ·geografía. La presenté al señor Mutis, 3 quien está tan
complacido como yo de sus progresos, y no dudo que escriba a usted dándole
las gracias por la dedicación.
Y o deseo que usted forme otra con el mismo material astronómico y geo-
désicó con las advertencias siguientes. Los ríos caudalosos como el Cauca de-
ben expresarse con cuatro líneas paralelas; los menores, con tres; los que siguen
a éstos, con dos, y en fin, los arroyos con una. Los límites de las provincias,
así: .-.-.- Los caminos. . . . . Los lugares fijados por observaciones astro-
nómicas de latitud deben indicarse con una estrellita. Los en longitud que usted
no tiene. Las montañas no me gustan sino de plano o a 'Yista de pájaro. Usted
descuida mucho lo físico del país; es necesario que señale con signos los mine-
rales de sal, de hierro, mármoles, canteras, los países cubiertos de selvas, de los
de pastos cultivados. Los pasos difíciles del Cauca que usted me ha comunica-
do en su bella carta, es preciso que me los señale sobre el plano con el mayor
cuidado. Los minerales, las plantas útiles, etc., debe usted incluirlas; aumente
la escala y todo se remedia.
Deseo ya ver a usted con ansia; deseo estrecharlo en mis brazos, pero
mientras llega el momento deseado, cuente usted con el corazón de su
CALDAS
4
Salazar y los amigos saludan a usted.

1
José Manuel Restrepo.
• El original se conserva en el Archivo Nacional, Una Memocia sobre la Geografía de la
Provincia de Antioquia fue publicada por Caldas en el "Semanario".
• José Celestino Mutis.
'José María Salazar.

269

©Biblioteca Nacional de Colombia


120
Santafé, 21 de febrero de 1808
1
Mi querido Santiago: aunque usted no me escribe, voy yo a hacerlo. Don
Camilo2 me dice que usted se aviaba para Aguas Blancas. ¿En dónde son
Aguas Blancas? No quiera Dios que sea en Patía, en este valle sangriento y
abrasador. Cuidado; la hipocondría se cura con baños y con paseos; pero los
tabardillos y fiebres pútridas llevan al sepulcro.
En el pasado estaba de muy mal humor, y ni aun le indiqué los límites que
me parecían más convenientes para la nueva división del obispado. Y o creo
que aumentándole por el lado de Neiva, es necesario aumentarle por el lado
de Pasto. Mi parecer es que los límites del obispado deben ser: el río de Guái.
tara por el Sur, hasta su em~dura en el Patía, y por acá hasta el Salclaña y
su embocadura en el Magdalena.
. DonJfrgeLozano3 está aquí presente, y me dice le avise que halló el tomo
de los Anales de Química, que a usted le falta, por haberlo tirado el mozo que
lo llevó en la puerta de su cuarto. Estoy encargado de remitirlo con Valdés,
que será el primero que se irá.
Saludamos a don Marcelino/ don Mariano¡¡ y a todos sus hermanos, y
pónganos a los pies de su T eresita.6
En el siguiente le escribiré a usted más largo, por hoy ya es tarde; y adiós.
CALDAS
No se olvide usted, ni el amigo don Mariano, de mis encargos de semillas
y animalejos, y manden con satisfacción a su afectísimo amigo, que besa su
mano,
Jorge T. Loz.ano.
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Camilo Torres Tenorio.
1
Jorge Tadeo Lozano.
' Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
• Mariano Pérez Arroyo y Valencia.
0
María Teresa Ma~quera de Arroyo.

121
Santafé y mayo 21 de 1808
1
Mi querido Santiago: ¿con que usted ha tenido ánimo de vertirme ex-
presiones que ofendan nuestra amistad? ¿Por qué? ¿Cuáles son esas expresio·
nes agrias '1 durísimas con que usted se cree ofendido? Hablar a usted con fran-
queza, abrirle mi corazón, ser ingenuo, no creo que debe ofender a un hombre
filósofo y de las luces de ust~. Jamás esperé este golpe, y apenas puedo creer
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.

270

©Biblioteca Nacional de Colombia


que usted esté resentido. Santiago, Santiago amigo, usted me conoce de atrás,
usted sabe mis inclinaciones y aun mis defectos. ¿Cómo juzgarme con ligereza
y con tanta injusticia? ¿Soy yo capaz de agriar a uno de mis mayores amigos?
Deponga . usted esos delirios, esos sueños de su demasiada sensibilidad y crea
que Caldas tiene a lo menos esta virtud: es constante con la amistad. Basta.
He visto con placer las observaciones de la lluvia; pienso reunirlas y pu-
blicarlas al llenarse el año. ¿Ya se contestó al Gobierno? ¿Qué población sacó
Popayán? ¿Cuál fue el informe que se dio? 2 He aquí un bello material para
El Semanario.
Mis expresiones a su Teresita,S a mi don Marcelino; Mariano,'; etc. ¿Cuál
es el resultado de la operación?
Páselo usted bien, deponga aprensiones hipocondríacas, y cuente con
cuanto puede su

2
Se refiere a la encuesta geográfica que el Virrey solicitó. Ver la carta N? 116.
• María Teresa Mosquera de Arroyo.
• Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
• Mariano Pérez de Arroyo y Valenci.1.

122
Junio 6 de 1808
1
Mi querido Chomo: Me complazco de que usted posea ya un buen sex-
tante, un octante, una aguja azimutal, y tenga esperanza de un telescopio acro-
mático. Y a renacen en mi corazón las dulces esperanzas de tener un correspon-
diente en Popayán. ¡Cuánta falta ya hacen en mi patria! Si usted llega a poseer
el telescopio para el año que viene, tengo miras vastas con usted, miras que le
harán honor y que ilustrarán ese suelo. Las ocultaciones de las estrellas por la
Luna, los eclipses de Sol, los de los satélites de Júpiter son objetos demasiado
importantes para fijar longitudes. Permita usted que le dé mis consejos. 16
años de astronomía y de una antigua amistad deben autorizarme para esto.
Nada existe en la astronomía sin el tiempo: esta es la llave, este el funda-
mento de esa ciencia inmensa. El péndulo que usted posee ea malo, y, necesita
otro mejor. Doña Bárbara Asprilla tiene uno nuevo, Ulloa2 y otros tienen de
esas péndolas inglesas comunes que quitada la campana, y toda comunicación
con su rodaje, sirven como un péndulo astronómico. El arreglo del péndulo
por alturas correspondientes o por alturas absolutas del sol, es en lo que usted
debe ejercitarse demasiado. Para esto, ya posee usted un sextante. El uso de este

1
Jerónimo Torres Tenorio.
• Francisco AntODio UUoa.

271

©Biblioteca Nacional de Colombia


bello instrumento a quien debe el último siglo todos .los progresos en la Náutica
y en la Geografía, es un poco complicado y se necesita de mucho tiempo para
escribir una Memoria. No obstante voy a procurar decir a usted por ahora
lo más esencial en su rectificación3 . ..
Si usted se pone en estado de hacer buen uso de su .sextante, si me remite
alturas bien tomadas entonces pensaremos en remitir los eclipses de los satéli-
tes. Si ocurriese duda escríbame.
Saludo a Ignacio/ a Manuel/' y usted cuente con cuanto puede su afec-
tísimo amigo que besa su mano,
FRANCISCO JosÉ DE CALDAS

• Se omite aquí la instrucción referente al manejo del sextante.


• Ignacio Torres Tenorio.
• Manuel Ignacio Torres Tenorio.

123
Santafé y junio 21 de 1808
1
Mi Santiago: ¿No conoce usted mi genio chocarrero? ¿No ha fondeado
el corazón de su amigo? No, usted no tiene razón de sentirse sobre mis expresio-
nes. Ellas nacieron en un corazón limpio y sincero, y no me habría jamás per-
suadido que usted se resintiera. Al penetrarlo, las habría suprimido. ¿No está
usted tocando mis fanfarronadas en esas palabras? Olvide usted para siempre
esas cláusulas, que no dicté sino para jugar y moler a usted, y nada más. No
) sea usted delicado con sus verdaderos amigos.
Don Jorge2 me dio la adjunta y un libro de química para usted. Es el tomo
42 de los Anales de Química, que lo remitiré en primera ocasión con el baró-
metro. Dudo que éste llegue con felicidad, a pesar de mis cuidados; le estoy
haciendo uil cajón y rectificándolo en todas sus partes para que le sirva a usted.
Aún no he visto nada de lo que usted ha remitido al Gobierno. A mí no
me gusta que en asuntos de esta naturaleza me hagan depender de otro, y yo
tengo derecho a exigir de usted una copia para mi uso. ¿Si éstos serán fruto
del arrugamiento de las cejas? Bote usted esta idea, que no hace honor a sus
luces, ni a mi corazón.
El Lacroix3 lo tendrá usted al fin de este año; lo estoy leyendo con mucho
aprovechamiento mío. Creo este libro demasiado largo y profundo para un
aficionado; más parece para formar profesores. Sea como fuese, usted lo reci-
birá cuando digo.
Es tarde, y el solsticio me ocupa. Adiós mi Santiago. Su
CALDAS
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
1
Jorge Tadeo Lozano.
3
Silvestre Francisco Lacroix, autor de una "Geografía", que poseía Caldas.

272

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124
Santafé .y julio 21 de 1808
1
Mi Santiago: aprecio las noticias de usted y la memoria sobre el añil.
¿Qué quiere usted que se haga con ella?
Las quejas de usted sobre El Semanario son muy justas; pero es mal sin
remedio. Es verdad que hay paja, y paja que no se puede quitar; a lo menos,
no está en mi arbitrio. Si yo no estuviera al frente, creo que ya hubiera dado
al traste este bello establecimiento. ¡Cuántas tonterías he quitado! Ahora quie-
re Tanco2 publicar una dúplica, en estilo forense, del Influjo del clima sobre
los, etc. He aquí un delirio. Y o he amenizado, en cuanto ha estado de mi parte,
esta memoria, que ya veo es de la desaprobación de usted. Pero ¡cómo ha de
ser! Es preciso que se toleren bobadas para coger algún fruto.
No me gusta que usted dé mucho crédito a Angulo3 sobre el Patías. Así lo
escriben los más antiguos escritores, y no Patía. Este es un ignorante, y la· causa
pública se interesa en no resolver este problema sin que preceda un examen de
un. hombre de luces e inteligente en hidrografía. ¡Angulo! ¿qué sabe este bo-
nus 'llir? Haciendo usted innavegable este río, decide una causa sin conocerla,
y hace traición a muchos pueblos y a su felicidad. Mejor sería que usted se
atuviese a mis sólidas razones para la probabilidad de su navegación, y que
estimulase a los habitantes de ésa y de Pasto a que se formalice un reconoci-
miento formal. ¿Qué podía costar esta empresa? Muy poco.
Bueno es que se piense en el que usted ahora proyecta. Como todos esos
ríos me son desconocidos, necesito que usted se explique más y aun forme un
proyecto de carta. Deseo que me dé luces sobre este punto, y con profundidad.
Puede ser que reforme el discurso primero4 de El Semanario, y corrija algunos
defectos añadiendo otros proyectos.
Muy conveniente sería que se formasen buenos esqueletos de todas las
maderas que no devora el comején, esqueletos con flor y fruto, que Antonio5 o
el Provisor6 los describiesen, y aun pintasen su flor; son Laurus, no hay que
dudarlo. Se puede formar una memoria preciosa para el Reino con éste y con
la descripción del insecto. ¿Cuál es el tiempo de su cópula y ovación? ¿Qué
caracteres distinguen al macho de la hembra? ¿Hay individuos neutros en la
familia, como en las hormigas? Una lámina del insecto, otras de sus maderas,
darían mucha luz sobre este objeto. Un .análisis de las maderas que aborrece,

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
2
Diego Martín Tanco.
3
Francisco Gregorio Angulo Lemus. .
' "Estado de la Geografía del Virreinato de Santafé de Bogotá, con relación a la Economía
y al Comercio". (Ver nota N9 5 a la carta N9 115).
• Antonio Arboleda Arraechea.
• Manuel María Arboleda Arraechea.

CARTAS DE CALDAS - 18

.273

©Biblioteca Nacional de Colombia


daría a conocer tal vez el principio que debe destruirlo. Yo conjuro a usted a
fin de que trabaje sobre esto.
Mucho insté a fin de que se escribiese la historia de la última langosta,
que ha desolado esos campos; que se señalase la época de su aparición, de los
lugares adonde ha llevado su diente roedor, el nivel hasta donde ha subido en
los Andes, noticia de los daños, y arbitrios para atajarlos, su figura, y en fin,
su extinción. Pero nada se ha hecho. Usted que tiene luces, juicio, filosofía,
humanidades y posibles, debe empeñarse en esto para que no se pierdan las
noticias.
Tal vez El Semanario1 cae en mis manos en el año entrante, y publicare-
mos todo esto.
Adiós, mi amigo.
CALDAS
Don Sinforoso Mutis está muy cerca de ésta, y creo viene seducido, y con-
tra mí.

' Caldas dice estar al frente del "Semanario", y también que este tal vez caerá en sus manos.

125
Señor Secretario del Virreinato y Juez Comisionado para los Asuntos
de la Expedición Botánica de Santafé. 1 ·
Los informes oficiosos del Barón de Humboldt y algunos trabajos que yo
había mandado al señor Mutis, comenzaron a hacerme conocer de este botánico.
En 1802 me agregó a su Expedición con las esperanzas y con las expresiones
más lisonjeras, como lo puedo justificar con su correspondencia.2 A mí se me
dijo que yo era un individuo de la Expedición Botánica y no un astrónomo de
ella; se me hizo entender que la botánica era mi primera obligación, y que la
geografía, las observaciones astronómicas, barométricas, etc., ocupaban el se-
gundo lugar: así consta de una de sus cartas y así lo puse en ejecución.8
Bajo este concepto empecé mis excursiones en julio de 1802. Salí de Quito
y me trasladé a !barra y a Otavalo; recorrí estos dos Corregimientos; levanté
la carta apoyada sobre observaciones astronómicas y geodésicas; medí las mon-
tañas de Cotacache, Mojanda e Imbabura; entré en el cráter de este último
volcán, y sobre todo colecté cuantas plantas se me presentaban, las describí y

1
José Ramón Leyva.
• Ver nora NI> 1 a la carta NI> 69 para lo referente a la agregación de Caldas por José
Celestino Mutis a la Expedición Botánica.
• Es cierto que la botánica debía ser la principal actividad de Caldas en la Presidencia de
Quito, pero Mutis, desde el comienzo, pensó en Caldas para las tareas astronómicas del obser-
vatorio de Santafé.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


diseñé pór mi mano. Aquí fue donde comencé a recoger los materiales para
mi grande obra, que debe intitular Geografía de las plantas del Virreinato de
Santafé, obra inmensa, complicada y original, obra que exige profundos cono-
cimientos en la geografía, en la astronomía, en los meteoros y sobre todo en el
barómetro y sus medidas. De aquí el cuidado de perfeccionar este instrumento,
de aquí mis indagaciones y tal vez descubrimientos, de aquí el haberlo trans-
portado a espaldas a todos los lugares, y de ha~er señalado con él en la mano
todos los puntos en que vegeta cada planta. Entre los manuscritos de Mutis
debe existir una Memoria sobre la ni'l'elación de las plantas que se culti'l'an en
la 'l'ecindad del ecuador/ que formé en 1802, fruto de mi viaje de Popayán a
Quito en 1801, y que remití y dediqué a Mutis. Esta pequeña obra es como un
ensayo ligerísimo de la que posteriormente he emprendido con nuevos viajes,
nuevos libros y nuevos conocimientos. En ella se hallarán observaciones origi-
nales y bien importantes al cultivo del trigo y a otros frutos. ¡Cuánto se han
ensanchado mis ideas sobre este objeto favorito de mis indagaciones! Si hallo
apoyo y tengo el tiempo necesario, verá la Nación una Carta Botánica del Rei-
no; verá todos los Andes en perfiles desde 40Yz grados de latitud austral hasta

1 9Yz de latitud boreal; verá a qué altura nace cada planta, qué clima necesita
para vivir, y cuál es el en que prospera mejor. Mutis ni todos sus dependientes
podrán negar que este modo general y filosófico de mirar la vegetación no lo
he aprendido en su casa, en donde jamás se ha pensado en salir del camino
común y trillado.
Seis meses gasté en esta correría y volví a Quito en diciembre de aquel año.
Y o había observado el solsticio de junio antes de mi partida para !barra, y
necesitaba observar el de diciembre, para fijar irrevocablemente la latitud de
Quito, que miraba como el centro de mis operaciones científicas, para deducir
la oblicuidad de la eclíptica· y compararla con la que habían hecho Jorge Juan,
Ulloa, La Condamine y demás sabios del viaje al ecuador. Este elemento y su
variación anual es un punto capital en la astronomía, y que merecía bien mis
cuidados. Mantengo en mi poder las observaciones originales verificadas con
un cuarto de círculo que don José Ignacio Pombo, mi generoso protector, com-
pró a Humboldt para mí. 11 ·
Después de estas operaciones comencé a organizar mis trabajos botánicos,
a corregir mis diseños y a continuar mis observaciones. Mi salud, bastante que-
brantada con las fatigas pasadas, necesitaba de algún sosiego. Pero el honor
y la necesidad que tenía el Gobierno de mis luces me arrancaron mi reposo. En

'Véase obras de Caldas, páginas 335 a 344. Universidad Nadonal de Colombia. 1966.
• El instrumento fabricado por John Bird, fue instalado por Caldas en el recinto más alto
de la torre en la escalera del Observatorio en Santafé, recinto que tenía en su cubierta un_a
ranura meridiana. El instrumento, según Acosra, hacia 1840 se conservaba en el Museo Nacional
de Bogotá.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


esta época se trataba de romper un camino que comunicase del interior de la
Provincia de Quito a las costas del Océano Pacífico. Mil dudas agitaban al
Presidente, Barón Carondelet, sobre la bondad, longitud y gastos del camino
de Malbucho: dos comisionados ignorantes estaban en contradicción, y se decía
que estas regiones eran ricas en producciones y en quinas. El encargo de Mutis
sobre este punto6 y la comisión que merecí de Carondelee para reconocer estos
países,7 me p bligaron a dejar a Quito en junio de 1803. Yo entré en estas so-
ledades a~ientes y malsanas; pasé trabajos imponderables; levanté una carta
coreográfica de estos bosques; fijé la posición de muchos puntos astronómica·
mente; describí el curso de Mira, de Bogotá, Santiago, Cayapas; sondeé el
puerto, y lo establecí para siempre en 1°29' latitud boreal; colecté y diseñé un
herbario respetable; avancé mis trabajos sobre la Geografía de Las plantas;
formé un perfil barométrico desde el Océano hasta las nieves eternas de lm-
babura; fijé los términos del oro, del agua salada, de las mareas, del cocodrilo,
fundados todos estos trabajos en más de trescientas observaciones barométri·
cas; establecí la altura del mercurio al nivel del Océano y el calor del agua hir-
viendo. Permítaseme una ligera digresión sobre este punto importante y en que
creo he verificado un descubrimiento.
En 1799 y principios de 1800 se presentaron a mi espíritu muchas ideas
sobre la constancia del calor del agua en ebullición en una misma altura, y sobre
su variación mudando de .nivel. Estas ideas se pusieron en práctica, y subí cua-
tro veces sobre los Andes de Popayán. Cargado de mis barómetros, termóme-
tros y de una lámpara de ebullición, verifiqué una larga serie de observaciones.
El resultado fue que la altura de las montañas se puede medir con el termóme-
tro como se hace con el barómetro. Este resultado, verdaderamente nuevo e
importante, me agitaba, y resolví verificarlo siempre que se me presentasen
ocasiones. Ninguna más propia que mi viaje a Quito.
En Patías, valle profundo, en Pasto, en los Pastos, en Ibarra, y ·en Quito,
repetí observaciones que confirmaron las primeras. Entonces formé una Me-
moria que dediqué a Mutis y que debe existir entre sus papeles. 8 Y o he seguido
hasta hoy este género de observaciones, de las que se puede formar una obra
original.
Restituido a Quito, levanté la carta del camino del Malbucho, que a jui-
cio de los inteligentes es preciosa e importante. Con ella se fijaron las incer-
tidumbres del Jefe, y merecí las gracias más expresivas por la carta original
que acompañé.

• Caldas quería reconocer las Quinas de la Presidencia de Quito antes que lo hicieran los
botánicos Juan Tafalla y Juan Manzanilla, de la Expedición Botánica del Perú.
• Caldas realizó este encargo del Presidente de Quito, Luis Francisco Héctor, Barón de
Carondelet, sin informar de ello a Mutis.
8
Este manuscrito, dedicado a Mutis, ahora en la Biblioteca de la Universidad de Antioquia.

276

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Y o me hundí en los bosques de Intac en busca de las quinas. Levanté la
carta, colecté muchas plantas, hallé mi primera especie de quina y saqué ricos
materiales para la Geografía de las plantas.
Concluidos y ordenados estos trabajos, visité el bello y. espacioso valle de
Chillo. Aumenté considerablemente mi herbario, levanté la carta, vi las reli-
quias de las famosas pirámides, diseñé los despojos de estos monumentos des-
graciados, y comparé mi barómetro con el de los ilustres Juan, Ulloa, La Con-
damine,9 etc. En este viaje visité varios monumentos de los antiguos habitantes
de estas regiones, y aumenté mis luces.
Tres veces subí a Pichincha, reconocí el cráter inmenso de este volcán;
sobre esta montaña, y a una prodigiosa elevación, verifiqué observaciones im-
portantes sobre la presión de la atmósfera, el calor del agua, el término cons-
tante de la nieve y el fin de la vegetación de nuestro globo bajo el ecuador.
En los intervalos de mi residencia en Quito me consagré a fijar de un modo
invariable la posición de esta ciudad célebre. Los trabajos de los astrónomos del
ecuador, lejos de disipar nuestras dudas, las aumentaron. Un grado y medio
hay de incertidumbre entre los resultados de esos sabios, y era necesario saber
a qué atenerse. A pesar de haber perdido el eclipse de sol de 1804 y de la ocul-
tación de Antares por la luna del mismo año, fenómenos los más interesantes
para la longitud, yo puse toda mi atención sobre los satélites de Júpiter. Los
eclipses de estos planetas me pusieron en estado de pronunciar sobre este punto
de tanta consideración para le geografía del Reino. Y o puedo manifestar mis
manuscritos, las observaciones, los cálculos, los resultados. ¡Cuántos trabajos
tengo amontonados sobre las refracciones de los Andes! Añádase a esto la ob-
servación del último paso de Mercurio, que logré felizmente en Otavalo. 10
En junio de 1804 salí para el sur de Quito; recorrí los Corregimientos de
Latagumba, Ambato, Riobamba, Anausí, la Gobernación de Cuenca y el De-
partamento de Loja. En este largo y penoso viaje levanté la carta de todos estos
países, la apoyé sobre buenas y multiplicadas observaciones astronómicas y geo-
désicas, fijé la elevación sobre el mar de todos los puntos que pisé, el calor del
·agua, la temperatura, los meteoros y sobre todo las plantas.
Entré en los desiertos de Pilaró, Tagualó, Macuchi; recogí dos especies de
quinas; reconocí los antiguos socavones de las minas del Conde, y volví a Am-
bato a esperar un eclipse de sol. La vista de los Andes, la fisonomía de los vol-
canes, la altura de Tunguragua, Chimborazo, Capac-urcu, me ocuparon. Visité
también el occidente de Alausí, de donde saqué muchas plantas y dos quinas
diferentes. He diseñado y medido las bellas fortalezas o palacios de los antiguos
in'cas, situados en Callo, Tatuncañar, Curcuduma, Saraguru y otros.

• Jorge Juan y Santacilia, Antonio de Ulloa y Carlos M . de La Condamine.


10
Ver carta N9 71.

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(

El paso del Azuay, paso temido por todos los viajeros, me detuvo algunos
días en Alausí, esperando el momento favorable. Arrostré esta montañ~ te-
rrible, la escalé, y descendí lleno de conocimientos sobre mis objetos favoritos,
es decir, las plantas, la geografía y el barómetro. En Cuenca me consagré a
rectificar el plano y la topografía, a recorrer los bosques de los alrededores y a
colectar la vegetación de esta bella porción del Virreinato. Y o recorrí a Cañar,
Bueste, Delec, Azogues, Taday, Paute, Gualaceo, Baños, Tarqui, etc. Cinco
especies de quinas, centenares de plantas, determinaciones barométricas y as-
tronómicas, la carta del país y una lápida de los astrónomos de ecuador fueron
los frutos de estas correrías. En Cuenca observé más de cincuenta veces la lati-
tud y el paso de 8 de Antinoo.11 Esta observación era capital, era la consig-
nada en la lápida y la que decidió sobre la figura de la tierra. En Loja me
consagré a su geografía y a determinar la posición, altura sobre el mar, tem-
peratura, etc., de esta ciudad célebre por la producción de las más bellas quinas
que conocemos. Uritosinga, Caxamisna, Malacatos, Vilcabamba y otros depar-
tamentos fueron el teatro de mis operaciones astronómicas y botánicas. En estos
lugares formé los diseños en colores de todas las quinas que produce Loja. Aquí
describí menuda y escrupulosamente; aquí formé el bello herbario de ellas y
la colección completa de las cortezas, cuyos sacos, como también los diseños y
esqueletos, existen en la biblioteca de Mutis, y que por olvido no se inventa-
riaron. ¡Ojalá se reconociesen y agregasen a las diligencias practicadas por el
Gobierno!
Mil veces se le ha echado en cara a Mutis el no haber reconocido las qui-
nas de Loja, y mil veces ha callado. Las disputas entre los botánicos de la Ex-
pedición del Perú y don Francisco Antonio Zea habían derramado grandes
tinieblas sobre si la anaranjada de este Reino era la misma que las de Loja.
Humboldt aumentó la incertidumbre con sus pareceres contrarios. Se pueden
manifestar tres cartas de este viajero en que asienta tres dictámenes diferentes
sobre la quina anaranjada de Santafé. Al Excelentísimo señor Mendinueta/2
en la carta fecha en Lima a 7 de noviembre de 1802, le dice:
««Las quinas de Uritosinga y otras especies de Loja son lo mismo que la
anaranjada, roja y amarilla que el célebre Mutis descubrió y determinó en
Santafé; crecen en las mismas alturas, en el mismo clima y rodeadas de los
mismos vegetales; de modo que dudo mucho que las cortezas de Loja tengan otra
ventaja sobre las del Virreinato de Vuestra Excelencia, que las que ha querido
dar la charlatanería médica".
Al señor Mutis, en otra carta que no he visto, y cuyo sentido me lo refirió
varias veces él mismo, dice: que la anaranjada es una variedad de la de Loja;

11
Estrella hoy conocida como e Aquilae.
12
Pedro Mendinueta y Muzquiz, Virrey del Nuevo Reino de Granada.

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en otra, dirigida a mí, fecha en Trujillo a 30 de septiembre de 1802, y cuyo
original mantengo en mi poder/3 dice:
"La quina de Loja, la fina, es verdaderamente diferente de la naranjada
o cinchona lanceifolia de Mutis, por el tamaño de los estambres y los tubércu-
los axilares (glandules ;,. axillis -venarum folii)".
He aquí las dudas perpetuadas por un sabio que debía disiparlas; he aquí
una duda en que están interesados el comercio, el crédito de este específico y
la salud pública. Y o me creí en la obligación de recoger religiosamente todas
las noticias y todo cuanto contribuyese a fijar las ideas sobre este punto intere-
sante. Bien lo sabe la familia de Mutis, y bien puedo manifestar mis descrip-
ciones, cortezas, esqueletos y diseños en color de esta preciosa colección, colec-
ción que sosegó a Mutis y extendió sus conocimientos.
En agosto de 1806, después de mi llegada a esta capital, recorrí los montes
de Zipacón, Anolaima, Mesa de Juan Díaz, de Limones, Melgar, Cunday, Pan-
di y Fusagasugá, para completar mis conocimientos sobre este ramo. Ahora
puedo afirmar que he visto todas las quinas del Virreinato, vivas y en sus luga-
res nativos, que todas las he estudiado cuidadosamente y que en este punto
hago ventajas al mismo Mutis. Por mis diseños se formaron las grandiosas lá-
minas de las quinas de la Provincia de Quito que existen con las demás de la
Flora. No tengo la menor duda de que sin mis trabajos la Quinologia de Mutis
contendría mil dudas y se habría reducido a menos de la mitad. A pesar de su
prevención y de los derechos de la sangre para con su sobrino,u ha mandado
que se publique este tratado en nombre de Mutis, de Caldas y del sobrino. ¡Tan
señalados eran mis servicios en este punto!
En diciembre de 1804 volví a Quito a digerir y ordenar los materiales co-
lectados en estos últimos viajes. En tres meses me puse en estado de dejar
a esta ciudad con toda mi colección y observaciones. Comencé nuevos trabajos
del mismo género en Guaca, Tusa, Provincia de los Pastos, Pasto, Popayán,
Quilichao, cercanías de Cali, Guanacas, Plata, Timaná, Neiva y entré en San-
tafé ellO de diciembre de 1805. En esta dilatada expedición reconocí las quinas
de Guaca, de Berruecos, de Popayán, de Quilichao, las bellas de La Ceja, Plata,
Aguabendita y Neiva. En mi colección total de quinas que puse en manos de
Mutis vinieron todas las que este botánico había descubierto en Santafé, y a
más las numerosas de la Provincia de Quito, Cuenca y Loja.
Y o he corregido, en mis viajes, la posición en longitud de Ambato, T a-
gualó, Otavalo, !barra, Guaca, Guachucal, Santa Lucía, Popayán y Matarre-
donda, corrección que hace variar la carta de Maldonado15 y de La Condami-

u A esta carta de Federico Alejandro Barón de Humboldt, contestó Caldas con la catta
NQ 71 de esta colección.
" Sinforoso Mutis.
'" Pedro Maldonado.

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0
ne, y que reduce estos países a su verdadera figura y extensión. La astronomía
ha formado la base de estas determinaciones, como la constituye para un nú-
mero grande de determinaciones en latitud.
Los trabajos del barómetro, ebullición del agua, Geografía de las plantas,
perfiles, cartas, etc., los he sostenido hasta esta capital con el mismo interés y
actividad que los comencé. A todo esto debe añadirse la numerosa colección
de eptipas o impresiones de las plantas 'YÍ'Yas sobre el papel con el auxilio de la
prensa portátil que llevé a todas partes. Y o mantengo en mi poder esta nume-
rosa colección y puedo ponerla de manifiesto.
Los usos, las costumbres, la industria, la agricultura, los tintes, la pobla-
ción, las enfermedades, los vicios, las letras, etc., hicieron también un objeto
para mis indagaciones. Casi dos volúmenes tengo escritos sobre estas materias,
y que puedo manifestar.
El resumen de todos mis trabajos hechos desde 1802 hasta fines de 1805,
se reduce a un herbario respetable de cinco a seis mil esqueletos disecados en
medio de las angustias y de la velocidad de un viaje; dos volúmenes de descrip·
dones, muchos diseños de las plantas más notables hechos de mi propia mano,
porque no se me quiso dar ni aun un pintor; semillas, cortezas de las útiles,
algunos minerales, el material necesario para formar la carta geográfica del
Virreinato, los necesarios para la carta botánica, para la carta zoográfica, los
perfiles de los Andes en más de 9°; la altura geométrica de las montañas más
célebres; más de 1.500 alturas de los diferentes pueblos y montañas deducidas
barométricamente; . un número prodigioso de observaciones meteorológicas; dos
volúmenes de observaciones astronómicas y magnéticas, algunos animales y
aves. Con este material contenido en 16 cargas me presenté a Mutis. Todo lo
puse en sus manos, todo lo consagré a su gloria, con una generosidad y con un
desinterés que no me supo corresponder.
Los gastos de esta dilatada y difícil expedición no salieron todos de los
fondos que el Rey tiene destinados para estos objetos. Dos mil setecientos pesos
fueron los únicos que me libró Mutis sobre las cajas de Quito en diferentes
partidas~ como consta de las cuentas de es.t a casa y de mi recibo. Si don José
Ignacio Pombo, mi amigo y declarado protector, no me hubiera apoyado con
más de tres mil pesos, jamás hubiera podido verificar tantos viajes, tantas
colecciones y tantas observaciones. Tengo, pues, un derecho indisputable sobre
mis trabajos, porque ellos se han ejecutado en la mayor parte a mis expensas.
En los tres años y meses que duró mi expedición a la Provincia ·de Quito, no
exigí sueldo alguno, y solo me contenté con que se me suministrasen de la Ex-
pedición Botánica una parte de los gastos indispensables para mis transportes
y los de las colecciones.
Restituido a esta capital, se me hicieron las ofertas más lisonjeras y se me
entregó como un objeto secundario el Observatorio Astronómico que se acaba-

280

©Biblioteca Nacional de Colombia


ha de erigir, con los instrumentos que el Rey había dado a nuestra Expedición.
Estos no habían salido de las cajas que los contenían, y yo los estrené lo mismo
que el edificio. En éste he tirado una exacta meridiana, que me hizo conocer
la poca inteligencia con que se habían formado los planos y puesto los cimien-
tos; he notado todas las faltas y defectos que contiene este establecimiento, y
he verificado una serie escrupulosa de todas las observaciones de que es capaz
el edificio y los instrumentos. Y o he hecho sacrificios generosos de mi tiempo,
de mi salud y de mi reposo, por darle gloria a Mutis y honor a su Expedición y
al Rey. Yo puedo manifestar los diarios en que están consignadas mis obser-
vaciones, de que ya ha visto el público una pequeña parte. Añado que jamás
pude conseguir se me diese un coobservador, y me he visto en la triste necesi·
dad de enseñar algunos principios de astronomía a mi sirviente.
Estos son mis trabajos y los méritos que he contraído con el Rey y con
mi Patria en la Expedición de que era Director don José Celestino Mutis. Este
sabio siempre me alimentó con esperanzas y ofertas que no supo cumplir mien-
tras vivió. Y o no pude conseguir que pusiese un solo oficio a mi favor, que
cumpliese con lo que solemnemente ofreció en mi presencia al Excelentísimo
16
señor que hoy nos manda; ni que diese el menor paso para mi colocación.
Muchas veces le insté para que siquiera me asegurase la plaza vacante que ha-
bía ocupado don Francisco Antonio Zea, y no lo pude conseguir. En fin, murió
y me dejó sin ninguna recompensa de tantos trabajos hechos con el mayor celo
y honor, y en su última voluntad me separó con la mayor ingratitud e injusticia
de la parte botánica en que había hecho tanto mérito. Muchas veces, me dijo,
de palabra y por escrito, que yo sería su digno sucesor; que yo sería su confesor
político y el depositario de todos sus conocimientos, de todos sus manuscritos,
de todos sus libros y de todas sus riquezas. ¡Cuántas veces me lisonjeó llamán-
dome el afortunado Caldas! Pero su carácter misterioso y desconfiado, de que
no podía prescindir, lo mantuvieron siempre en silencio y en su retiro. Jamás
comenzó la confesión prometida, jamás levantó el velo, ni me introdujo en su
santuario. Siempre me mantuvo en la ignorancia del estado de sus cosas, y solo
las he venido a conocer superficialmente después de su muerte.
Ahora he penetrado las lagunas y los vacíos que encierra la Flora de Bo-
gotá, ahora he visto que no existen dos o tres palmas, que la criptogamia casi
está en blanco enteramente; que las láminas sin números, sin determinaciones,
no tienen siquiera un duplicado; que faltan más de la mitad de las negras para
el grabado; que faltan muchas anatomías; que los manuscritos se hallan en la
mayor confusión; que no son otra. cosa que borrones; que 48 cuadernillos hacen
el fondo de la Flora de Bogotá; que las demás obrillas que ha emprendido du-

10
El Virrey Antonio Amar y Borbón.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


rante su vida no son sino apuntamientos; que el tratado de la quina no está
concluido sino en la parte médica; que las descripciones de estas plantas im-
portantes se hallan en borradores miserables; que las ponderadas y largas ob-
servaciones barométricas se han hecho con un instrumento defectuoso, y, en
fin, que Mutis, ese hombre tan justamente elogiado en la Europa, no ha po·
seído, sin embargo, un barómetro perfecto hasta que yo entré en su casa. Y o
pongo por garantes de esta verdad los mismos manuscritos originales y la com-
paración de la altura verdadera del barómetro en Santafé con lo que Mutis
expresa en estos diarios.
Y o dejo a la consideración de los inteligentes si estos materiales correspon-
den a las esperanzas, y si necesitan de una mano bien inteligente para ponerlos
en orden y formar un edificio regular de los escombros que ha dejado Mutis.
Y o veo que un hombre solo no puede con este peso, y que el resultado no será
seguramente feliz. Y o quiero salvar de esta ruina que amenaza a la Flora de
Bogotá siquiera mis trabajos botánicos de la parte meridional del Virreinato.
Y o tengo un derecho indispuesto sobre ellos, me han costado mi dinero, mil
fatigas y mi salud; solo yo he visto vivas las plantas de mi herbario, solo yo
poseo la clave y solo yo puedo poner en orden mis trabajos. El mismo Mutis me
consultaba con la mayor frecuencia, y al fin ordenó que se contase solamente
conmigo para los trabajos de Quito. Bajo de mis ojos y dirección se han pintado
las quinas y las pocas láminas que se han hecho de mi herbario.
Nada pido contra don Sinforoso Mutis. Y o no quiero elevar mi fortuna
sobre las ruinas de otro. Su tío le puso al frente de la Expedición, él sabría
cómo. Yo quedo satisfecho con que se pongan mis colecciones de Quito bajo
mi dirección, y que yo solo sea dueño de organizarlas. No quiero confundir
mis trabajos con los de Mutis, ni.tener la parte menor en los que ha dejado este
botánico. Este me separó de ellos en su última voluntad, y me hizo un servicio
que no conoció. Gracias infinitas doy a la Providencia por haberme libertado
de este laberinto, y de sacrificar lo más precioso de mis años a ordenar borro-
nes, y a llenar los grandes vacíos que comienzo a ver en la Flora de Bogotá.
Después de muchos años de sudores ¿creería la Europa que yo era el autor de
tantos trabajos? El nombre de Mutis arrastraría con la gloria y con las fatigas
que debían pertenecerme en propiedad. Y a preveo el asombro que van a causar
a la Nación y al mundo sabio los manuscritos de Mutis. ¿Quién puede creer
que un hombre lleno de virtudes, de conocimientos, de sosiego y de comodida-
des haya dejado unos vacíos inmensos y difíciles de llenar? Es verdad que yo
todavía no he visto sus escritos sino rápidamente en el momento de los inven-
tarios; pero me han parecido desordenados, y todo confundido. Si yo lograse
reconocerlos con reposo, entonces formaría el verdadero juicio de este botánico.
Yo concluyo mi relato ya demasiado largo: que se tengan presentes mis
méritos al tiempo que usted haga el informe a Su Excelencia sobre el estado

282

©Biblioteca Nacional de Colombia


de esta expedición botánica; que se me entreguen mis trabajos botánicos de
Quito para organizarlos y publicarlos en honor del Rey, de la Nación y del
Reino, y, en fin, que se me presten los auxilios necesarios para su consecución,
es decir, que se me dé el papel, los colores y unos pocos pintores de la Expe-
dición con el libre uso de la Biblioteca. Y o me ofrezco a mantener al mismo
tiempo el decoro y los trabajos del Observatorio Astronómico con un moderado
pero regular sueldo para mi subsistencia.
Santafé y septiembre 30 de 1808.
FRANCISCO JosÉ DE CALDAS

126
Santafé y octubre 6 de 1808 1
Don Jernimo de Torres.
Muy señor mío: por el adjunto prospecto2 verá usted que estoy encargado
de la publicación del Semanario del Nuevo Reino de Granada para el año pró-
ximo de 1809. También verá usted los grandes objetos a que está reducido este
papel, y la dificultad de desempeñarlos dignamente sin los auxilios de los hom-
bres de más que tiene el Reino. Contando a usted en este número, me tomo la
satisfacción de dirigirle ésta, y suplicarle en nombre de la Patria, se digne co-
municarme sus observaciones, memorias, noticias, etc., del país que usted habita;
sus miras políticas, económicas, etc. La agricultura, la industria, el comercio, la
población, las producciones en los tres reinos, los ríos, la naturaleza de las aguas,
las plantas medicinales, el clima, la geografía de los diversos territorios que usted
conoce forman la mies abundante en que usted puede cosechar a manos llenas
gloria y servicios a su país y al Reino. Un borroncito de carta o mapa, según
las mejores noticias, haría la base a todos los discursos de usted y completaría
los vastos trabajos que he hecho para levantar la costa del Reino.
En nada defraudaremos la gloria que debe resultar a usted de su aplica-
ción y de sus trabajos; por el contrario, le haremos todo el honor que usted
merece, y el público quedará siempre enterado de la mano que le proporciona
luces y conocimientos.
Dios Nuestro Señor guarde a usted muchos años.
FRANCisco JosEPH DE CALDAS

P. D.-No trato a usted en el número de los N . N., tiene mucho lugar en


mi corazón un amigo ilustrado y generoso, y para que se conozca añado cuatro
líneas dictadas por la amistad de su
CALDAS
1
Esta es una circular en la que Caldas solicitó colaboración para el "Semanario del Nuevo
Reino de Granada", publicación periódica cuy:t dirección se le encomendó a partir de 1809. En
la carta NO 124 del 21 de julio ya indica que el "Semanario" caerá en sus manos.
• El prospecto a que alude, fechado el S de agosto de 1808, fue publicado en "Obras de
Caldas", editadas por E. Posada en 1912, página 343, y en "Obras de Caldas", Universidad
Nacional de Colombia, 1966, páginas 411-413.

283

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127
Santafé y noviembre 6 de 1808
A don Santiago Arroyo- Popayán.
Mi querido Santiago: 1 en el correo pasado, por un olvido, causado segura-
mente por tantas agitaciones que afligen mi corazón, no contesté su bella carta.
No contiene disparates, sino muy buenas y sólidas reflexiones sobre los conteni-
dos y las aguas del Cauca. Y o me alegro de haber publicado ese sistema, porque
me ha proporcionado las noticias que usted me comunica. Y o sabré aprovechar-
me de ellas y publicarlas con su nombre en el año entrante.
Mis cosas y mi suerte en esta expedición las oirá usted de boca de don
Antonio Arboleda,2 a quien se las comunico.
No admito la excusa que usted alega para no escribir. Espero buenos pape-
les, buenas miras y buenos proyectos.
Salúdeme usted a mi amada Teresita,3 a don Marcelino~ y a toda su fami-
lia, y usted cuente con el afecto de su verdadero amigo, que besa su mano,
CALDAS

P. D .-Carbonell, 5 que se hallá aquí encasquetado de un gorro de provin~


cial, lo saluda a usted. También saluda a usted nuestro común amig~ don Sin-
foroso Mutis.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
2
La comunicación citada a Antonio Arboleda Arraechea no se conoce; se refiere Caldas a
su situación futura por causa de la muerte de José Celestino Mutis, ocurrida el 11 de septiembre
anterior.
• María Teresa .Mosquera de Arroyo.
' Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia.
• José María Carbonell.

128
Santafé, 21 de enero de 1809
1
Mi Santiago: recibí la de usted acompañada del estado de nacidos y ·casa-
dos para un quinquenio, que lo publicaré cuanto antes.2 Temo mucho que El
Semanario pare por falta de suscripciones, pues no llegan todavía a cincuenta.
Si dentro de un mes no se aumentan, se concluirá como todas las cosas de San-
tafé.

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Publicada en el "Semanario" en el N I'

284

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Las cosas de la expedición están todavía en suspenso; el Virrey 3 nada ha
resuelto.
Sé que está ya usted en Consulado. Dios le dé a usted luces para sostener
esa carga y desembarazarse de los asuntos delicados del día. Mi salud no es la
mejor; mil pesares han minado bastante mi corazón y abatido mi espíritu. Di-
choso usted cuando fijado no depende de nadie, ni espera el pan de los decretos
del Virrey.
Salude usted a mi señora T eresita/ y mande cuanto guste a su afectísimo y
verdadero amigo, que besa su mano,
CAl.oAS
3
• El Virrey, Antonio Amar y Borbón, quien no ha definido la situación de la Expedición
Botánica, a raíz de la muerte de José Celestino Mutis.
'María Teresa Mosquera de Arroyo.

129
Santafé, 6 de febrero de 1809
1
Mi querido Santiago: recibí su esquelita con la cantidad de lluvia y noti-
cias de langosta, que estimo infinito y que publicaré cuanto antes.
Conozco que usted me ama, pues desea saber mi colocación. Hasta hoy nada
sabemos; el Virrey2 cerró la casa, y ha cinco meses que esperamos el nuevo
plan y nuestro destino. Se dice que yo quedaré encargado del Observatorio y
asociado en la parte botánica para la edición de la Flora. El señor Mutis3 pidió
se me asignaran mil pesos; quién sabe lo que hará el Virrey. Mi estado presente
es lamentable; se me privó de los auxilios de casa, mesa, criados, luz, lavandera,
y se puso en problema mi sueldo de cuatrocientos pesos, hasta el punto de ne-
cesitar de una declaración del Juez. Sin los socorros que me han prestado los
amigos, no habría podido subsistir. Por no llorar lástimas, no he querido hablar
a usted de mi suerte; sépalas, y calle.
Felicítolo, y siento a un mismo tiempo su Alcaldía! Dios quiera no vayan
a resucitar los nervios con el demasiado trabajo. Los míos se han abatido, y ha
resultado la hipocondría con tantas calumnias y con tantas adversidades que he
sufrido en los últimos cinco meses.
Usted salude a mi señora Teresita,5 y mande cuanto quiera a su afectísimo
amigo, que besa su mano,
CALDAS
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
2
José Celestino Mutis murió el 11 de septiembre de 1808. Caldas esperó respuesta a la
comunicación que el 30 de septiembre envió al secretario del Virrey, carta N Q 125, y conocer la
determinación final del Virrey Antonio Amar y Borbón.
3
Se refiere Caldas a las disposiciones testamentarias de José Celestino Mutis, las que dic-
tadas por Salvador Rizo siguiendo instrucciones verbales de Mutis, tienen fecha de 17 de no·
viembre de 1808. ·
' Arroyo fue designado alcalde de Popayán.
• María Teresa Mosquera de Arroyo.
285

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130
Santafé., 6 de marzo de 1809
Al señor don Santiago Pérez de Arroyo - Popayán.
Mi amadísimo Santiago: usted tiene parte en todas mis penas; téngala tam-
bién en todas mis prosperidades. Aún no había enjugado las lágrimas de la
pérdida de mi padre,1 cuando el Virrey nos hizo saber un plan dilatado para la
continuación de esta Expedición Botánica.2 A mí me deja Jefe independiente en
el Observatorio, y me asocia a la continuación de la Flora de Bogotá, con mil
pesos. También me dio con elogio la cátedra de matemáticas,3 que hoy tiene
doscientos pesos de renta. De este modo, mi Santiago, he asegurado el pan a los
treinta y nueve años de trabajos. ¡Con qué lentitud y con qué miseria se pagan
los conocimientos! 4 . . . ·Y a es tarde; después escribiré a usted más largo. Salude
usted a mi señora Teresita5 y a todos, y mande cuanto guste a su afectísimo y
verdadero amigo, que besa su mano,
CALDAS
1
José de Caldas Rodríguez de Camba, falleció en Popayán el día 24 de enero de 1809.
• La insrrucción del Virrey Amar y Borbón.
3
Al tomar posesión de la cátedra de Matemáticas Elementales se dice que Caldas, a conti-
nuación del discurso inaugural de un catedrático de jurisprudencia, elijo sencillamente: "Señores
el ángulo al centro es el duplo del ángulo a la periferia", no propiamente es el estilo usual de
Caldas que esta compilación muestra a lo largo de su vida. ·
'Hasta ese momento el salario de Caldas en Santafé era de cuatrocientos pesos; desde
su agregación en calidad de Meritorio en 1802 había recibido dineros _para sus gastos personales,
de viaje y para adquisición de instrumentos, tanto de Mutis, dos mil setecientos pesos en libranzas,
como de José Ignacio de Pombo, más de tres mil pesos. (Ver la carta N<:> 12.5) .
• María Teresa Mosquera de Arroyo.

131
Santafé, 6 de junio de 1809
1
Mi querido Santiago: se trata ya de ocurrir a la Corte por la confirmación
de mis empleos, y necesito de buenos informes de esos Cabildos y demás cuer-
pos. Y o espero que usted, que está hoy en el Consulado, se interese, a fin de
que los obtenga favorables. Espero también que con acuerdo de don Antonio
Arboleda2 contribuya a sacármelos buenos de los demás cuerpos. De aquí de-
pende mi acomodo y mi felicidad, y yo no dudo que usted ahora me acreditará
la sincera amistad que me profesa.
Con don Ignacio Torres3 irá su barómetro.
4
No hay tiempo para más. Salúdeme usted a mi señora Teresita, y cuente
usted con el afecto de su verdadero amigo, que besa su mano,
CALDAS
1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
• Antonio Arboleda Arraechea.
"Ignacio Torres Tenorio.
• María Teresa Mosqueta de Arroyo.

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132
1
Excelentísimo señor:
Cumpliendo con la superior orden de Vuestra Excelencia, en que se me
manda dar cuenta cada cuatro meses del estado de los trabajos que se hayan
verificado en este real Observatorio, y siendo esta la primera vez que tengo el
honor de hablar al Jefe del Reino sobre mis ocupaciones y destino, he creído
que debía hacerlo desde que comencé a servir a Su Majestad en esta Expedición
Botánica.2 Tenga Vuestra Excelencia la bondad de leer este relato verdadero
y comprobado con los hechos. El no tiene otro objeto que imponer a Vuestra
Excelencia del estado en que se hallan los trabajos de un hombre que ha catorce
años no tiene otra ocupación que el progreso de las ciencias. Y o tengo la for-
tuna, poco común, de hablar con un Jefe ilustrado, con un Jefe que conoce la
importancia y los pormenores de los ramos de los conocimientos humanos, que
hacen hoy, por la bondad de Vuestra Excelencia, el objeto único de mis ocu-
paciones.
Nacido con una inclinación irresistible por las Matemáticas, y en especial
por la Geografía y por la Astronomía, me dediqué desde mis primeros años a
'ese estudio. La falta absoluta de libros, de instrumentos y de maestros, detuvo
mis primeros pasos. Y o quería suplir esta falta con 1a obstinación y con cua-
tro libros anticuados. En 1796 hice un viaje a esta capital para buscar algunos
libros, algunas luces y algunos instrumentos. Y o vi que era necesario concen-
trarme dentro de mí mismo, y que en la capital, como en mi patria, no había
instrumentos y mucho menos astrónomos. En el silencio, en la oscuridad de
Popayán traté de formarme un Cuarto de círculo conforme al que describe el
Excelentísimo señor don Jorge Juan en sus Observaciones Astronómicas. Este
sabio español, honor de la Nación y de las ciencias, fue mi guía en medio de
las densas tinieblas que me rodeaban. A fuerza de una constancia obstinada,
formé mi Cuadrante de madera, que aún conservo en Popayán, y con él comen-
cé el curso de mis observaciones. Y o fijé en latitud a Popayán; hice muchas
observaciones; levanté la carta de Timaná y el origen del Magdalena, con otras
muchas que verá Vuestra Excelencia en mi Colección de obserYaciones que ac-
tualmente organizo y preparo para ponerla bajo la protección ilustrada de
Vuestra Excelencia así que la concluya.
En 1800 hice un viaje al volcán de los Coconucos, montaña elevada y cu-
bierta de nieves eternas. Aquí comencé mis colecciones botánicas y mis
primeras observaciones sobre la Geografía de las plantas. Este viaje, dictado
por mi afición a estos objetos, me valió un descubrimiento. Y o hallé, y después

1
Antonio Amar y Borbón.
'Desde mayo de 1!102 . (Ver carta N 9 69, nota N9 1) .

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he comprobado muchas veces, un método para medir las montañas por medio
del calor del agua hirYiendo; descubrimiento que comuniqué al célebre Mutis,
y que aprobó en todas sus partes. Ahora trabajo por darle la última mano o el
último grado de perfección de que son capaces mis luces y mis fuerzas. Con este
objeto he comenzado medidas geométricas en los alrededores de esta capital,
y espero concluirlo dentro de pocos meses. Entonces tendré el honor de consa-
grarlo a la memoria del ilustre nombre de Vuestra Excelencia. Un descubri-
miento verificado sobre las montañas del Nuevo Reino de Granada, perfeccio-
nado bajo el sabio y pacífico Gobierno de Vuestra Excelencia y mediante las
liberalidades de un Jefe que sostiene y vivifica este Observatorio Astronómico,
merece bien consagrarse al nombre querido de A mar y Barbón.
Este descubrimiento y algunas otras producciones me valieron la amistad
y la protección del ilustre Mutis. Este sabio me agregó a la Expedición de que
era Director, en marzo de 1802,3 y me comisionó para recoger la vegetación de
la Provincia de Quito, y para describir, diseñar y esqueletar todas las especies
de Quinas que producen esas regiones feraces; para determinar astronómica-
mente la posición geográfica de esos pueblos; para confirmar con nuevas obser-
vaciones el descubrimiento de que he hablado; para levantar la carta geográfica
y corregir las equivocaciones de Pedro Maldonado y de La Condamine; para
describir los usos, las costumbres, el comercio y las producciones de esa bella
porción del Virreinato de Vuestra Excelencia. Para el desempeño de tan gran-
de y complicada comisión me dio un telescopio acromático, un cronómetro, al-
gunos tubos de barómetro, tres termómetros, algunos libros, y para los gastos
de transportes y mi honesta manutención, me libró en diferentes épocas, sobre
las reales cajas de Quito y Popayán, la cantidad de mil y setecientos pesos.
Con estos auxilios, y con los que el patriotismo de don Jph. Ignacio Pombo
franqueó, recorrí los distritos de !barra, Otavalo, cercanos de Quito; las selvas
ardientes y deletéreas de Malbucho y de Santiago; los desiertos de Inta, Ta-
gualó, Riobamba, Alausí, la Gobernación de Cuenca, el Corregimiento de Loja
hasta los confines del Virreinato de Vuestra Excelencia, con los del Perú; las
Provincias de Pasto, Patía, Popayán, inmediaciones de Cali y Buga, La Plata,
Timaná y Neiva. Cerca de cuatro años gasté en esta penosa expedición sin
percibir ningún sueldo, y con solo los gastos necesarios para mi transporte y
manutención. Yo dirigí el camino de Malbucho, s~ interés ninguno;• yo le
medí a cadena, levanté la carta topográfica y fijé el puerto astronómicamente
en beneficio de los navegantes y de la humanidad.

• Ver nota N <> 2 de esta carta.


• Caldas elaboró el mapa del camino por encargo del Presidente de Quito, Luis Francisco
Héctor, Barón de Carondelet.

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La elección de plantas, la preciosa de todas las quinas con descripciones
completas, con diseño de mi propia mano; más de 1.000 observaciones baromé-
tricas, muchas del calor del agua en ebullición a diferentes niveles; un número
considerable de Heptipas.• es decir, impresiones de las plantas vivas sobre el
papel a modo de imprenta; medidas geométricas; observaciones numerosas en
astronomía, en geografía; declinaciones magnéticas; muchas teorías; muchos
materiales sobre artes, agricultura, comercio, genio y costumbres de esos pue-
blos, etc., prueban bien que trabajé con ardor, y que en cuanto estuvo de mi
parte, correspondí a la confianza y a las esperanzas del ilustre Mutis. Estos
materiales reunidos han dado origen a tres obras principales, que actualmente
ocupan todos mis momentos. Permítame la bondad de Vuestra Excelencia que
yo manifieste el plan y las miras de estas producciones, frutos de mi aplicación
y del amor que profeso a la generosa Nación de que soy parte.

PRIMERA
Colección de obser'Yaciones astronómicas hechas en el Virreinato de Santafé
de Bogotá desde 1797 hasta 1805, con todas las que se han 'Verificado en el real
obser'Yatorio de esta capital, desde 180 . .. hasta . .. 1
No son teorías inútiles o curiosas, Excelentísimo señor, las que llenan este
grueso volumen. La posición geográfica de un gran número de puntos del
Virreinato de Vuestra Excelencia, la de las ciudades principales, la longitud de
Quito sobre que tanto se ha dudado, las distancias recíprocas, etc., son los
objetos importantes de esta obra. Vuestra Excelencia sabe mejor que yo cuánto
valen esas cosas. ¡Qué gloria para mí hablar con un Jefe que posee y conoce
estas materias! Con otro menos ilustrado que Vuestra Excelencia, tendría que
entrar en pormenores fastidiosos para hacerle entender el objeto y el fin de
todos estos trabajos; pero hablando con Vuestra Excelencia, hablando con un
Jefe geógrafo que protege, que ama, que cultiva las ciencias, que obra por sí
mismo, no tengo sino enunciar los hechos para ser comprendido.
La carta geográfica del Virreinato de Vuestra Excelencia aún está muy
imperfecta a pesar de los grandes trabajos de don Pedro Maldonado, de La
Condamine, del señor Fidalgo, de Humboldt y de otros pocos que han puesto
mano sobre este grande proyecto. Y o puedo lisonjearme de haber quitado al-
gunos lunares, de haber aclarado muchos trozos y de haber contribuido con
todas mis fuerzas a la perfección de la carta geográfica del Nuevo Reino de
Granada.
Bien sé, Excelentísimo señor, que mis émulos han querido desacreditar es-
tos trabajos sin conocerlos, y sé que los han juzgado malos porque los he re-
servado. En medio de una suerte tan desgraciada solo me ha sostenido el dulce

• Este manuscrito no ae ha encontrado.

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CARTAS DE CALDAS - 19

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consuelo de vivir y de trabajar bajo el ilustrado Gobierno de Vuestra Excelen-
cia; bajo la protección de un Jefe que conoce las pasiones del corazón humano,
y que, siempre circunspecto y siempre prudente en su conducta, se atiene a los
hechos y cierra los oídos a los informes dictados muchas veces por la envidia.
¡Qué dulce es, señor, obedecer a un Jefe dotado de prendas tan preciosas! Per-
done, Vuestra Excelencia, estas cláusulas, dictadas por un corazón oprimido,
y que solo respira por la esperanza consoladora de tener un Jefe que sabe co-
nocer por sí mismo el mérito de las producciones literarias.
Estos acopios geográficos habrían ya dado todo el fruto que prometen, si
hubiera tenido el tiempo y la quietud necesarios para digerir en el silencio los
largos y complicados cálculos que exigen. En 1807 gasté algunas semanas en
calcular todos los eclipses, así de la luna como los de le>s satélites de Júpiter que
observé en mis excursiones de la Provincia de Quito, para deducir la longitud
de esta ciudad, célebre por su posición y centro de todas las operaciones de
los ilustres Juan, Ulloa, Godin, Bourguer, de La Condamine y Maldonado. La
enorme diferencia que hay entre los resultados de estos sabios (llega al 1°30'
que equivalen a 30 leguas geográficas) y la importancia de este punto para la
situación de todo el continente del Virreinato de Vuestra Excelencia, me han
empeñado en observaciones delicadas, y en cálculos complicados, para decidir
definitivamente la posición de Quito, y rectificar, en grande, la carta de esta
bella porción de la Monarquía española. Vuestra Excelencia hallará en mi
Colección de observaciones astronómicas, una Memoria sobre la verdadera lon-
gitud de Quito, en donde expongo los principios y también los errores de los
astrónomos del Ecuador, manifestando que nuestros oficiales españoles son los
que se han acercado más a la verdad. Lo mismo he verificado con Cuenca, Loja
y con otros muchos lugares de la parte meridional del Virreinato. Necesito,
Excelentísimo señor, de la protección de un Jefe ilustrado como Vuestra Ex-
celencia para llevar adel~nte mis proyectos geográficos y levantar el soberbio
edificio de la Carta del Virreinato de Vuestra Excelencia. Con un apoyo tan
poderoso recogería las luces que me faltan y me consagraría enteramente a esta
grande obra que inmortalizaría el ilustre nombre de Vuestra Excelencia. Sí,
Excelentísimo señor: la posteridad no podrá acordarse de Vuestra Excelencia
sin reconocimiento y sin bendecir la mano de quien recibe tantos bienes. No
son estas las exageraciones de una imaginación acalorada. Vuestra Excelencia
sabe mejor que ninguno que una buena geografía es la base de una buena
política y de la felicidad de un pueblo. Me lisonjeo de hablar con un Virrey
geógrafo; con un Virrey que ha trazado con su propia mano los países que
manda .con tanta gloria; con un Virrey que consulta a Robert, a Bonne, a
D'Anville, y que sabe separar el grano de la paja en las obras de estos grandes
hombres. ¡Dichoso yo si merezco la protección de Vuestra Excelencia, y dicho-

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©Biblioteca Nacional de Colombia


so si tengo la gloria de presentar al mejor de los Jefes la carta entera y correcta
del Virreinato de Santafé de Bogotá.

SEGUNDA
Cinchografía o la geografía de los árboles de quina, formada sobre
las observaciones y medidas hechas desde 1800 hasta . . .
No es la nomenclatura, no son áridas descripciones las que hacen el objeto
de esta obra, interesante al comercio, a la agricultura y a la medicina. Las qui-
nas, consideradas en sí mismas, y con relación al globo en que vegetan, los espa-
cios que ocupan sobre la tierra, los límites en latitud, o para decirlo así, los
trópicos de cada especie, su temperatura, la zona vertical, los términos de ésta,
la presión atmosférica, etc., hacen el fondo de esta obra dilatada y difícil. En
ella se resuelven los problemas botánicos-económicos siguientes:
19 Dado el lugar de los Andes ecuatoriales, señalar las especies de quinas
que se producen.
29 Dado el lugar de los Andes, decir si hay o no quinas en sus bosques.
39 Dado el lugar de los Andes, decir qtté quina prospera mejor por el cul-
tivo.
49 Dada la latitud del lugar, decir si puede vivir en ella la quina.
5 9 Dada la quina, señalar el lugar en que prospera mejor.
69 Calcular la extensión que ocupa cada especie.
7 9 Señalar los lugares del Reino más propios para el cultivo de cada es-
pecie.
A éstos se pueden añadir otros muchos tan importantes como éstos para
la economía y para la curación de nuestra salud. Por ejemplo, se hallará una
discusión profunda y metódica sobre la identidad o diferencia de nuestra quina
naranjada con la quina fina de Loja que va a manos de Su Majestad, duda
que ha excitado las más vivas disputas en grave perjuicio de los habitantes del
Reino y de su comercio. De aquí ¡cuánta luz, cuántas utilidades futuras! ¡Cuán-
tas excursiones difíciles y costosas evitadas! Esta obra, puramente geográfica,
establecida sobre elevaciones astronómicas, geodésicas, medidas geométricas,
barométricas, hechas bajo de la línea o en sus inmediaciones, me pertenece
enteramente en propiedad. Y o comuniqué al sabio Mutis mis ideas, mis planes
y los fundamentos de este vasto edificio y tuve la satisfacción de verlos apro-
bados enteramente y de que mandase ejecutar los perfiles y los planes de la
geografía de las lunas. Por una desgracia que jamás lloraré dignamente, la
muerte me arrebató este apoyo de mis empresas científicas. Cuando meditaba
darme los últimos auxilios, cuando disponía hacer una excursión a los Andes
de Quindío, excursión necesaria, y excursión importante para el complemento

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©Biblioteca Nacional de Colombia


de mis indagaciones y para darle todo el grado de perfección a esta geografía,
fue atacado de la enfermedad que lo llevó al sepulcro. Los perfiles comenza-
dos no se continuaron, los planes, los cálculos, las meditaciones, todo se suspen-
dió con la muerte de este hombre grande y virtuoso. En esta desolación solo
me queda la firme esperanza de que Vuestra Excelencia, que conoce la impor-
tancia de estas materias, que es padre de los pueblos que manda, con tanto
acierto, que es amigo de las ciencias y de la humanidad, tomará, bajo su alta
y poderosa protección, una obra original e importante. Espero que Vuestra
Excelencia me autorice para realizar el viaje a los Andes de Quindío, viaje de
un mes o cuando más de dos, viaje corto, viaje poco costoso, viaje de la última
importancia a la geografía de las quinas, a la geografía del Reino, a la econo-
mía, a lá agricultura, etc. ¡Ojalá los estrechos límites de un oficio me permitie-
ran descender en pormenores sobre estos grandes objetos! Puede Vuestra Ex-
celencia estar seguro de que jamás se arrepentirá de haber auxiliado este viaje
ni de haber protegido la conclusión ·de la Cinchografía. No quiero molestar
más la atención de Vuestra Excelencia sobre una obra que ha muchos años
trabajo, y que espero merezca la aprobación de Vuestra Excelencia.

TERCERA
Phytografía o geografía de las plantas del Ecuador comparadas con las pro-
ducciones -vegetales de todas las zonas y del globo entero, formada sobre medi-
das y obserYaciones hechas en la Yecindad del ecuador, desde 1800 hasta . . .
Tres partes principales contiene esa obra levantada sobre un vasto plan:
1' las plantas medicinales o la Geografía médica de los vegetales; 2~ las plaptas
útiles a las Artes, las que sirven a nuestra subsistencia, o la Geografía econó-
mica de los Yegetales; 3~ plantas cuyos usos no caneemos, o la Geografía de
la Yegetación en general. A estas tres partes procede una introducción o discur-
so sobre los grandes fenómenos del globo acerca de la congelación, del término
constante de las nieves eternas, los límites de la vegetación, la temperatura,
electricidad, meteoros, etc., con relación a la Geografía universal de la vegeta-
ción de nuestro planeta. Esta obra, inmensa, complicada, difícil, que exige pro-
fundos conocimientos en la Astronomía, en la Geografía, en la Botánica, en
la Física y en el Cálculo, ha dado algunos pasos importantes en estos últimos
meses. A pesar de esto, confieso que aún está atrasada, y que necesito muchos
meses de meditaciones y de cálculos para poderla presentar a Vuestra Excelen-
cia. Ella aguarda el viaje a los Andes de Quindío para adquirir todo su esplen-
dor y correr a la perfección deseada.
El fondo de esta obra lo hace una Carta Botánica del Reino. El lugar que
ocupan los pueblos, las villas, las ciudades, las colinas, los arroyos, lo llenan las
producciones vegetales del Virreinato. Poco contento con manifestar la locali-
dad de las plantas que hacen el objeto de mis indagaciones he formado perfiles

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de los Andes desde 4°30' latitud austral hasta 40°30' latitud boreal. Suponiendo
el ojo del observador a muchas leguas de distancia al Occidente de esta famosa
cadena de montañas, las proyecta al Oriente sobre un fondo azulado mezclado
de nubes. Aquí se ve la fisonomía de las puntas más elevadas, los volcanes, los
pueblos, las ciudades, los valles, las plantas proyectadas a la altura en que nacen.
Basta una simple ojeada para saber qué altura sobre el nivel del Océano y qué
latitud tiene cada ciudad, cada punto de estos perfiles. Las plantas sujetas
a estas indagaciones presentan el término superior y el término inferior, la
zona, el ancho, el centro de su vegetación. ¡Cuántos problemas importantes a
la agricultura y al comercio se hallan resueltos satisfactoriamente! Sobre el
trigo, el cacao, el café, por ejemplo, señalo la línea, el nivel, la altura a que
prospera mejor aquella región en que estos frutos son más abundantes, más
aromáticos, más sustanciales y más deliciosos. Estos principios matemáticos,
estos cálculos aplicados a la vegetación y a la agricultura, son la única guía que
tiene el labrador en las operaciones campestres hasta hoy abandonadas entre
nosotros a una ciega práctica y a los hombres más rústicos de la sociedad. Diez
y ocho grandes láminas contienen estos perfiles, ajustados rigurosamente a las
medidas astronómicas, geodésicas y barométricas. Cada perfil tiene su plano, o
lo que es lo mismo, topografía de cada trozo de los Andes, de modo que re-
unidos presentan la carta de los Andes Ecuatoriales a vista de pájaro. Cuando
murió el ilustre Mutis, que todavía lloramos, apenas estaban formados diez de
estos perfiles. Yo espero en la ilustrada proteción de Vuestra Excelencia que
mande se concluya esta obra comenzada.
He aquí, Excelentísimo señor, los planes sobre que trabajo y las ideas que
me animan. Estos son los objetos a que consagro todos mis momentos desde que
sirvo a Su Majestad, y más desde que Vuestra Excelencia se dignó encargarme
este Real Observatorio. Aquí paso mis días en el seno de la paz y entregado a
la contemplación de objetos tan grandes, tan útiles a la sociedad, y tan ino-
centes. Y o no puedo gustar bienes tan dulces sin acordarme, con el más vivo
reconocimiento, de la mano bienhechora de Vuestra Excelencia, que me ha
proporcionado el destino más brillante y el más análogo a mis inclinaciones.
En los últimos cuatro meses he verificado largos trabajos sobre las refrac-
ciones astronómicas al nivel y latitud de este Observatorio. Vuestra Excelencia
sabe que este elemento es capital en la Astronomía, y que jamás se trabaja
mucho cuando se trabaja con utilidad. Vuestra Excelencia hallará en mi Co-
lección de Observaciones Astronómicas una Memoria sobre las refracciones en
Santafé. Todas las alturas meridianas del sol, tan interesantes para las refrac-
ciones y tan necesarias para todo cuanto se ejecute en esta ciencia inmensa y
sublime, las alturas de las estrellas en las noches que lo han permitido las nu-
bes, el último eclipse de luna, las inmersiones 'Y emersiones de los satélites de
Júpiter, las ocultaciones de las estrellas por la luna, distancias de estos planetas,

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el último solsticio felizmente observado, las 'Variaciones del barómetro, termó-
metro e higrómetro tres veces cada día, cálculos dilatados, organización de ob-
servaciones y de manuscritos, para adelantar las obras de que he hablado a
Vuestra Excelencia, son las ocupaciones que he tenido desde que merecí el
encargo de este establecimiento, que hace tanto honor al sabio que lo proyectó,
al Reino, a la América, y sobre todo, al ilustre 1efe que sabe apreciarlo, y que
le sostiene ha jo su poderosa protección.
La rica colección de plantas que produce la parte meridional del Virrei-
nato de Vuestra Excelencia, colección que costó tantos miles a Su Majestad,
tantas fatigas, tantos viajes y mi salud, va a perecer si la bondad de Vuestra
Excelencia no la salva de la ruina que la amenaza. Los esqueletos, materia
corruptible y pasto deleitoso de la polilla, perecen todos los días, y este insecto
devorador arruina por momentos los más preciosos conocimientos, a pesar del
cuidado y vigilancia que se ponen en su conservación. Por otra parte, parece
justo que la Nación recoja el fruto de tantos gastos y de tantas fatigas, y el
único medio de asegurar estos conocimientos es pintar este herbario. No pre-
tendo, Excelentísimo señor, que se pinten con la magnificencia de la Flora de
Bogotá. Esta grandiosidad, y si me es permitido decir, este lujo literario, poco
contribuye, y hablando con verdad, retarda los progresos de las ciencias. Unas
láminas pequeñas, a simple lavado, sin miniatura, y aun solamente en negro,
bastan para ilustramos y para sacar todas las utilidades que promete un vege-
tal. Con un solo pintor que se destinase a esta operación, de aquellos menos
necesarios, creo que dentro de algunos meses se asegurarían los frutos de un
copioso herbario que va a perecer. Vuestra Excelencia se sirvió asignar un pin-
tor para que sirviese a don 1orge T adeo Lozano en la parte zoológica que está
a su cargo, parte que ni con mucho promete las ventajas de un herbario selecto
de la Provincia de Quito. El respetable Mutis solo alcanzó a ver veintisiete
plantas de esta rica colección, y todas le fueron desconocidas y nuevas, y como
tales las insertó en su Flora, y que yo presentaré cuanto antes a Vuestra Exce-
lencia. Dígnese la bondad de Vuestra Excelencia destinar un pintor a formar
pequeños diseños al lavado de todas las plantas que recogí en mis excursiones
de Quito.
Este Real Observatorio Astronómico, erigido a expensas de Su Majestad,
dotado de bellos instrumentos por la real magnificencia y sostenido por el
brazo poderoso de Vuestra Excelencia, es ya un establecimiento público. Nece-
sita de las Efemérides astronómicas que todos los años6 publica con anticipa-
ción el Observatorio Real de la Isla de León y vienen al Depósito de Ma.rina de
Cartagena. Parece justo, Excelentísimo señor, que tratándose del servicio del
Rey y del público, se remita un ejemplar de esta obra, así que llegue de España,

• A partir del año 1792.

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como también un ejemplar de todas las cartas e impresos que existen en dicho
Depósito. Sería bien extraño que un Observatorio de Su Majestad tuviese que
mendigar de manos de los particulares unos impresos que el Rey Nuestro Señor
amontona en Cartagena para el uso de sus amados vasallos de América.
Este Observatorio consume una cantidad considerable de azogue en ho-
rizontes artificiales, en rectificaciones del barómetro y en la reposición de este
instrumento necesario y fundamental. La casa de la Exposición Botánica posee
muchas botellas de este metal, al cuidado de don Salvador Rizo, de donde se ha
provisto hasta la muerte de nuestro amado Director. Ruego a la bondad de
Vuestra Excelencia mande al referido don Salvador Rizo me entregue a lo me-
nos dos botellas para no molestar todos los días la superior atención de V uesrra
Excelencia.
Termino este relato, ya demasiado largo, suplicando reverentemente a
Vuestra Excelencia que, atendiendo el gran consumo de papel que hace este
Observatorio en borrones, en cálculos dilatados y frecuentes, en libros matrices,
que deben quedar siempre depositados en este establecimiento científico, y los
libros en limpio que formo para presentar a Vuestra Excelencia, se me pase una
pequeña suma a juicio de un inteligente. Por otra parte, Excelentísimo señor,
el mayor peso que hoy carga sobre mí, peso material y que retarda los progre-
sos de las observaciones, de los cálculos y de la parte científica y formal, es
que yo tengo que hacer por mí mismo las copias, los apuntamientos, los libros
matrices, y los que hago para entregar a Vuestra Excelencia. Este trabajo ma-
terial me quita la mejor parte del tiempo que debía emplear en las especula-
ciones científicas, y ruego humildemente a la alta peneración de Vuestra Exce-
lencia que se me pase por los señores Oficiales reales una suma moderada para
papel y para un copista de buena letra.
En fin, Excelentísimo señor, suplico a Vuestra Excelencia se me dispense
de hacer entregas de los trabajos astronómicos cada cuatro meses. Este género
de observaciones valen poco si solo abrazan el período de los referidos cuatro
meses; para conocer su mérito, para poder sacar todo el fruto que prometen,
se necesita una revolución entera del sol, es decir, de un año, contado del sols-
ticio del estío al mismo punto. Por lo que mira a los trabajos que haga en mi
particular, en la botánica, los entregaré a Vuestra Excelencia cada cuatro me-
ses, como un testimonio de mi aplicación y del tierno amor que profeso al país
en que he nacido, y del que profeso al Rey nuestro señor, a la generosa Nación
de que soy parte, y como un testimonio del respeto, obediencia y amor que
igualmente profeso a Vuestra Excelencia.
Perdone Vuestra Excelencia este largo relato de un hombre que procura
con sus débiles fuerzas contribuir a la gloria del feliz Gobierno de Vuestra
Excelencia, de quien es su admirador y respetuoso súbdito.

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Dios guarde, Nuestro Señor guarde la importante vida de Vuestra Ex-
celencia.
Excelentísimo señor,
FRANCISco JosEPH DE CALDAS
Santafé y julio 1° de 1809.
Al Excelentísimo señor Virrey del Reino.

133 .
Santafé, 21 de agosto de 1809
Al señor doctor don Santiago Pérez de Arroyo y Valencia- Popayán.
Mi Santiago: doy a usted las más expresivas gracias por el interés q1,1e ha
tomado en mis papeles y en mi fortuna. Ahora más que nunca necesito del favor
de mis amigos para asegurar mi subsistencia y mi destino. Mosquera1 ya partió
de Caracas para Sevilla, a representar esta Provincia, y pienso remitirle copia
de mis papeles. Agite usted ahora en su Consulado2 la suerte de su amigo
Caldas.
Agradezco también a usted el recuento que ha hecho de mis trabajos geo-
gráficos y de mí, para la división de los Obispados de Popayán y Antioquia.3
Esto lisonjea mis ideas, y me presenta un campo abundante en que puedo re·
coger conocimientos y gloria.
Es bien juiciosa y aun necesaria la agregación de Pasto a la mitra de Po-
payán; pero la división no debe pasar de Guáitara. Creo también difícil de
conseguir, y aun perjudicial, el otro límite que se pretende en el río Baché. El
valle de Neiva está arrancado por las manos de la naturaleza del Obispado
de Popayán, por medio de la enorme cordillera de Guanacas. A pesar de esto,
yo contribuiré, por mi parte, a esta pretensión.
Me alegro que usted piense con tanta solidez y juicio sobre las instruccio-
nes que se le deben dar al comisionado. En efecto, la base de toda buena polí-
tica es una buena geografía, y me lisonjeo de que usted se haya acordado de
mis trabajos para recomendarlos al Gobierno.
Es tarde, mi amigo: a Arboleda4 le comunico algunas noticias de Hum-
boldt5 y de Cabal;6 puede usted hablar con él.

1
Joaquín Mosquera y Figueroa. •
1
La provincia de Popayán, así como la Presidencia de Quito, estaba fuera de la jurisdicci6n
del Consulado de Carragena creado en julio de 1795.
• Ver las cartas Nos. 118 y 120 en lo referente a la propuesta de delimitación hecha por
Caldas.
• Antonio Arboleda Arraechea.
• Federico Alejandro Barón de Humboldt.
• José María Cabal.

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Saludo a mi señora Teresita,7 y usted cuente con el afecto de su verdadero
amigo, que besa su mano,
CALDAS

1
María Teresa Mosquera de Arrayo.

134
Al Excelentísimo señor Virrey del Reino.
Excelentísimo señor: 1
Comienzo dando a Vuestra Excelencia las gracias más respetuosas por la
protección que dispensa a este establecimiento científico. Y o he recibido el
papel, el azogue y el almanaque náutico para 1810, aquellos efectos de mano
de don Salvador Rizo, y éste, de la de don Miguel Antonio Irigoyen.2
Los últimos cuatro meses los he empleado en adelantar los cálculos de la
colección de observaciones astronómicas hechas en el Virreinato de Santafé de
Bogotá desde 1797 hasta8 .. . de que hablé a Vuestra Excelencia en mi anterior.
Los objetos y las utilidades de esta copiosa colección los sabe ya Vuestra Ex-
celencia, y me dispenso de entrar en pormenores.
También avanzo en las otras dos obras de que hablé a Vuestra Excelencia
sobre la geografía de las plantas en general, y en particular sobre las quinas;
pero como este objeto es vasto, complicado y difícil, es necesario marchar a
paso lento, y siempre con la sonda en la mano. Nada perdono para dar a estas
producciones toda la extensión, firmeza y utilidad de que son capaces. Pero
ellas no adquirirán el grado de esplendor y de belleza de que son susceptibles,
hasta que yo no visite los Andes de Quindío, observe sobre esta inmensa mon-
taña. Entonces tal vez formaría una producción que hiciese honor a la Patria y
al glorioso Virreinato de Vuestra Excelencia. Pero conozco las urgencias y las
aflicciones del Estado en esta época desgraciada, y espero que serenada la bo-
rrasca que ha excitado la tiranía de Napoleón, pueda nuestro ilustrado Gobier-
no proteger los conocimientos útiles, como lo ha verificado siempre.
Hablé ya a Vuestra Excelencia de los perfiles de los Andes desde 4°30'
latitud austral hasta 40°30' latitud boreal. Estos perfiles, verdaderamente im-
portantes, y que hacen el fondo de la fotografía, se suspendieron por la muerte
de nuestro amado Director, y sería digno de Vuestra Excelencia el que mandase
se concluyan. Diez y ocho son las láminas que constituyen esta obra, de las

1
Antonio Amar y Borbón.
1
Miguel Antonio lrigayen, en estos días comandante de marina en el Apostadero de Guar-
dacostas de Cartagena de Indias. El Almanaque Náutico enviado, publicado por el Observatorio
de San Fernando, Cádiz, a partir del año de 1792.
1
Este manuscrito de los cálculos de las observaciones no se ha encontrado.

297

©Biblioteca Nacional de Colombia


cuales están ejecutadas nueve, y sería bien doloroso que se abandonase en este
estado. Uno de los jóvenes pintores las hizo; sírvase Vuestra Excelencia man-
dar que las continúe.
Permita Vuestra Excelencia que vuelva a ocupar la atención del primer
Jefe del Reino con el bello y rico herbario que colecté sobre las montañas de
Quito. Mi corazón se parte de dolor al imaginarse que va a ser pasto de la
polilla, que el Rey y la Nación van a perder mucha utilidad, mucho dinero y
mucha gloria. Y o repliqué a Vuestra Excelencia en mi anterior el que se man-
dase asegurar esta preciosa colección en láminas pequeñas y en negro solamente,
y que para este fin se destinase uno de los pintores de esta Expedición. Vuestra
Excelencia se dignó contestarme que era necesario consultar sobre este particu-
lar a los encargados de la parte botánica. Y o formé las descripciones en las
selvas de Quito, yo las diseñé, yo las vi vivas en sus lugares nativos, y yo las
esqueleté. Nadie conoce sino yo ese herbario, hasta el punto que el mismo sabio
Director que hemos perdido me consultase con la mayor frecuencia sobre todos
los puntos relativos a las pocas plantas de Quito que se alcanzaron a pintar en
sus días. Esto me autoriza a suplicar a la poderosa protección de Vuestra Ex-
celencia que con solo el dictamen de don Salvador Rizo, que es el que ha for-
mado y conoce a fondo el carácter de los pintores y el estado de las láminas
de la flora, se digne la bondad de Vuestra Excelencia resolver sobre este punto
interesante. Un solo pintor puede en poco tiempo asegurar la vegetación entera
de la parte meridional del Virreinato de Vuestra Excelencia, y salvar tantos
miles y tantas fatigas emprendidas.
Me he apresurado a describir las pocas plantas que se han pintado de este
bello herbario. Vuestra Excelencia verá con placer las plantas más caprichosas
y las más bellas en esta pequeña muestra. Tengo muy adelantado el trabajo, y
creo que en el discurso de este mes entregaré a Vuestra Excelencia la primera
década de las plantas ecuatoriales, colectadas desde 1802 hasta 1805 por F. J.
de C. La que hace frente a todas ellas es un género nuevo, reconocido tal por
el profundo Mutis, y después confirmado muchas veces por mí. El lleva el
ilustre nombre de Vuestra Excelencia. Yo la he llamado amaria; tiene dos es-
pecies: la una, con flores de color de oro, y he nombrado amaria puctea; y la
otra con flores de color violeta, que llamo amaria violácea. Linneo y todos los
grandes botánicos han inmortalizado los nombres de sus protectores, tal vez con
menos razones que yo tengo para pasar a la posteridad el ilustre nombre de
Vuestra Excelencia. En las circunstancias más críticas de la Nación, cuando
parecía que todo un Jefe apenas alcanzaba a desempeñar los graves y espinosos
asuntos del Gobierno, Vuestra Excelencia ha tenido tiempo bastante para des-
empeñarlos con gloria, y también para sostener y reanimar las ciencias. Animado
del más vivo reconocimiento, quiero cumplir con esta obligación sagrada, y
anunciar al mundo sabio que Vuestra Excelencia es su protector y amigo. Re-

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©Biblioteca Nacional de Colombia


ciba Vuestra Excelencia con agrado esta dedicatoria, debida a sus virtudes, a
su mérito y al amor que profesa a los conocimientos útiles. Sí, Excelentísimo se-
ñor, la posteridad admirará, al ver a Vuestra Excelencia al frente de tres millo-
nes de hombres, conservando la paz, el orden, las leyes, al mismo tiempo que
reanima este Observatorio, el primero y el único que existe en el Nuevo Con-
tinente.
Todos los fenómenos que ha presentado el cielo en estos cuatro últimos
meses se han observado cuidadosamente, y enriquecen la numerosa colección
de observaciones de que he hablado ya a Vuestra Excelencia y que presentaré
así que la termine.
La Memoria sobre el método de medir las montañas por medio del calor
de agua hirviendo, aún no la he podido terminar. Mil objetos que no podía pos-
poner y los rigurosos temporales que llaman páramos, que han reinado en julio,
agosto y septiembre, han impedido su conclusión. Pero la terminaré cuanto
antes. 4
Ahora tengo el honor de presentar a Vuestra Excelencia otra Memoria so-
bre un objeto bien interesante. Las refracciones astronómicas, este origen fe-
cundo de errores y de ilusiones que disloca todo el cielo, ha llamado toda mi
atención. No creía que desempeñaba dignamente mi plaza si no me aseguraba
sobre este punto importante. He trabajado mucho, pero he puesto los funda-
mentos de las refracciones en tres Memorias, de las cuales la primera es la que
hoy presento a Vuestra Excelencia. Me he tomado la libertad, libertad que ins-
pira el reconocimiento, de consagrarla al ilustre Jefe que protege mis desvelos,
al que ha llenado mis momentos de paz y de los placeres más inocentes, y bajo
de cuya sombra prospera la astronomía en el Nuevo Continente. Dígnese Vues-
tra Excelencia aceptarla con aquella bondad que le caracteriza.ú
Estos grandes objetos han llenado todos mis momentos, y creo haber co-
rrespondido a la confianza de Vuestra Excelencia, a la del Rey y a la de la
Nación generosa de que tengo la gloria de ser parte. Vuestra Excelencia viva
per&uadido de que en mí tiene un súbdito reconocido y un hombre adicto a la
Religión, al Gobierno español, al Monarca y a la causa de su Madre Patria, y
que está pronto a verificar los más grandes sacrificios por estos objetos sa-
grados.
Santafé y noviembre 19 de 1809. Dios Nuestro Señor guarde la importante
vida de Vuestra Excelencia.
Excelentísimo señor.
FRANCISco JosEPH DE CALDAS
Santafé, 19 de noviembre de 1809 6 •

'Esto indicaría que Caldas estaba ampliando su conocida memoria de 1802, escrita en Quito.
• Esta Memoria sobre refracciones no se conserva.
• Con fecha 4 de ese mes se consignó el parecer del Virrey sobre el informe de Caldas.

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135
Señor don Diego Martín T anco.
Muy señor mío:
Año y ocho meses ha que usted y yo propusimos el programa contenido
en el número 21 del Semanario para 1808. Se señaló el 19 de enero de 1809
para que se presentasen las Memorias, cuyo término pasó sin que se recibiese
ninguna. Con este motivo se volvió a señalar el 19 de enero de 1810 en el nú-
mero 15 del año presente, y hasta hoy no hemos recibido sino una. Esta escasez
me ha animado a formar la que remito,1 para que usted la juzgue y decida si
merece el premio ofrecido. Yo tengo dos votos en este juicio: el uno como Juez
Censor del Semanario, y el otro por haber sido nombrado con usted por el
señor don José Casamayor para examinar las Memorias que se presentasen. Pero
como es incompatible aspirar al premio con cualidad de Juez, renuncio mis
facultades en usted, para que nombrando a su arbitrio dos conjueces,2 se le
adjudique el premio al que mejor haya desempeñado la materia.
Dios guarde a usted muchos años,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS
Santafé y diciembre 15 de 1809.

1
Titulada "Memoria sobre la importancia del cultivo de la Cochinilla que produce el Reino,
etc.", la primera publicada en el tercer año del Semanario.
• Diego Martín Tanco designó a Manuel del Socorro Rodríguez cuyo veredícto favoreció
la memoria presentada por Caldas. (Ver las comunicaciones publicadas en "Obras de Caldas" al
encabezamiento de la memoria citada).

136
A don José Casamayor.
Esta Memoria1 se debe al generoso patrtonsmo de usted, y es justo se
consagre a un compatriota celoso por el progreso de nuestros conocimientos,
y por la felicidad común. Permita, pues, usted, que yo ponga su nombre al fren-
te de este pequeño trabajo, y que así manifieste los sentimientos de respeto que
tengo para con usted.
FRANCISco JosÉ DE CALDAs
Santafé y enero 12 de 1810.

1
Se refiere al trabajo titulado "Memoria sobre la importancia del cultivo de la Cochinilla
que produce el Reino . .. ", la cual ganó el concurso propuesto en el "Semanario" por el señor
Joaé Casamayor. Publicada en el rercer año del "Semanario".

300

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137
Febrero 6 de 1810
Señora: 1 tengo practicadas ya todas las diligencias necesarias para verifi-
car nuestra feliz unión. En este correo remito a don Antonio Arboleda,2 mi ín-
timo y fiel amigo, mi poder especial para que a mi nombre contraiga y celebre
nuestro matrimonio. Y o había pensado mandarlo a don Agustín Barahona,3
su digno tío y uno de mis mayores amigos; pero él quiso que fuese a donAn-
tonio. Y o espero que esta elección será aprobada por usted. También remito
al mismo don Antonio la información de soltería y la dispensa de nuestro pa-
rentesco.' Todo está hecho, mi adorada señora. El amor es activo y vuela en
sus acciones. Ahora todo está en sus manos; usted puede fijar el día dichoso,
día memorable, día feliz en que Caldas pertenezca enteramente a usted. Sí, se-
ñora, ponga usted cuanto antes la cadena a nuestros corazones; únalos y fíjelos
para siempre. A usted le dejo la libertad de elegir nuestros padrinos y el Mi-
nistro que debe autorizar nuestro contrato. Si quisiere que mi dulce y respetada
madre11 fuese la madrina, y si usted lo aprueba, me habrá usted dado un placer
que lo sabré agradecer.
Hoy mismo comienzo a purificar mi corazón delante de Dios, y a repasar
los años de mi vida para obtener su gracia a la celebración de nuestra unión
santa y pura. Purifique usted también el suyo, y reunámonos en la inocencia
y la virtud.
Remito a usted un cajón con cuatro bagatelas, que usted recibirá, no por
lo que valen, sino por el inmenso amor con que las ofrece mi corazón.
Póngame usted a los pies de mi señora doña Ignacia,6 y usted mande con
imperio sobre el amante corazón de su adorador, que besa sus pies,
FRANCISco JosÉ DE CALDAS
1
María Manuela Barahona, es la primera carta que Caldas le envía.
• Antonio Arboleda Arraechea.
1
Agustín Barahona .Escobar.
• El expediente se encuentra en el archivo de la Catedral de Popayán; los documentos que
ofrece fueron apenas solicitados el 27 de febrero. (Ver cartas Nos. 139 y 140) .
• Vicenta Tenorio de Caldas.
• María Ignacia Barahona Fajardo.

138
Febrero 20 de 1810
Señora: 1 la Divina Providencia por caminos inesperados ha rodeado de tal
modo las cosas, que parece se declara por nuestra unión. Y o, confieso a usted
con toda sinceridad de mi corazón, que ahora cinco meses ignoraba que existía

1
María Manuela Barahona.

301

©Biblioteca Nacional de Colombia


una joven de las prendas de usted. Su digno tío, mi generoso y fiel amigo don
Agustín Barahona,2 desenterró para mi felicidad este tesoro escondido; él me
avisó que usted era la que más convenía a mi carácter y situación; él me hizo
la descripción más fiel y circunstanciada de usted; él encendió por la primera
vez la llama pura, la llama casta del amor conyugal; él ha dado pasos impor-
tantes; él ha conquistado a usted, y me ha dado mi felicidad. Sí, señora, yo
soy feliz desde el momento en que leí en su carta; la Manuelita ha prestado su
consentimiento. Esto se aumentará cuando yo lo vea ratificado por usted en
una carta que dicte su corazón y escriba su misma mano. ¡Ah, cuándo verán
mis ojos, cuándo besarán mis labios ese papel, esa letra que usted haya formado!
¡Cuántos suspiros ha arrancado usted de mi pecho, de este pecho que no
ha amado sino a doña María Manuela Barahona! No he tenido que derribar
ídolos para colocar a usted. Usted es la primera que posee mi corazón en toda
su plenitud, usted sola y usted-para siempre lo poseerá. ¡Qué dulce es unir-
se por la religión y por la virtud! Sí, señora, II)i amor no es esa llama devora-
dora, cruel, que ciega, que embrutece; es un fuego sagrado, tranquilo, puro,
casto, luminoso, que dilata el corazón sin oprimirlo. Este es el que profeso a
usted ha muchos meses.
Usted me ha costado mucho. Cuántas dudas, cuántos pasos, cuántos días
de incertidumbre, de pena; para que usted lo sepa todo, cuántas lágrimas he
derramado por usted. ¿Cuándo imaginó usted que un hombre que ha mirado
con la más fría indiferencia a todas las mujeres de la tierra, un hombre a quien
usted no ha saludado, un hombre sumergido entre libros, entre instrumentos,
que tiene sus ojos fijos en el cielo, que vive a cien leguas de usted, podía de-
rramar lágrimas copiosas por usted en el Observatorio de Santafé.
Señora, reciba usted estas lágrimas, oiga usted mis suspiros, lágrimas, sus-
piros preciosos que usted ha recompensado dignamente. ¿Usted me ama? ¡Qué
pregunta! Creo que sí, y esta ilus. . . (aquí falta el resto de la carta).

• Agustín Barahona Escobar.

139
Señor Juez Subdelegado de la Silla Apostólica.
Don Francisco José de Caldas, oriundo de Popayán y domiciliado en este
Arzobispado ante usted, con todo mi respeto, parezco y digo: que deseando con-
traer matrimonio con doña María Manuela Barahona, vecina de Popayán, nos
hallamos con el impedimento de consanguinidad en los grados de tercero con
cuarto. El señor Provisor sede-vacante de ese Obispado está pronto a dispensar
por su parte, y yo espero igual gracia del que posee las facultades aquí, funda-
do en las razones que expondré:

302

©Biblioteca Nacional de Colombia


El tronco común de donde descendemos fue don Francisco José Arbole-
da;1 de este salieron doña Mariana de Arboleda, mi abuela, y doña María
Josefa Arboleda, bisabuela de la pretendiente; de doña Mariana de Arboleda
provino doña María Vicenta Tenorio, mi madre y de doña María Josefa Ar-
boleda salió doña Ana J oaquina Hurtado, abuela de mi futura esposa; de ésta
nació doña Josefa Barahona y en fin doña María Manuela. Para hacer esto
más claro voy a figurar el árbol de nuestra descendencia, como ~igue:
D. Francisco José Arboleda1
Doña Mariana Arboleda2 Doña María Josefa Arboleda
Doña María Vicenta Tenorio Doña Ana Joaquina Hurtado
D. Francisco José de Caldas Doña Josefa Barahona3
Doña María Manuela Barahona.
La niña que pretendo es pobre y oscurecida en Popayán. Sus padres, para
que recibiese educación cristiana la entregaron a una tía quien generosamente
la ha criado. Por otra parte tiene de 19 a 20 años, según me han informado y
tiene el riesgo de que por su pobreza y por la abundancia de mujeres, y falta
de hombres que se advierte en Popayán no pueda acomodarse en un matrimonio
honesto como el que pretendo. En esta virtud: A usted pido y suplico humil-
demente que teniendo por bastantes las causas que alego se sirva usar de las
facultades concedidas por Su Santidad para estos casos y darme un certificado
para hacerlo constar así al señor Provisor Sede-vacante de Popayán y para po-
der proceder legítimamente a nuestra unión.
FRANCISco JosÉ DE CALDAS
Santafé, febrero 27 de 1810.

1
Francisco José Arboleda Salazar y Hurtado del Aguila.
• Mariana Arboleda Vergara.
• Josefa Barahona de Barahona, esposa de Félix Barahona.

140
Señor Provisor Gobernador del Arzobispado.
D. Francisco José de Caldas, oriundo de Popayán y domiciliado en este Ar-
zobispado con mi mayor respeto, parezco y digo: Que para servir a Dios he re-
suelto contraer matrimonio con doña María Manuela Barahona, vecina de Po-
payán, y necesitando acreditar mi soltería se ha de servir usted mandar se me
reciba información de tres testigos que presente; y que hecha se me devuelva
original, o se me dé una certificación para acreditarlo ante el señor Provisor

303

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Sede-vacante de Popayán, en donde se celebra el contrato por apoderado. En esta
virtud: a usted pido y suplico, provea y mande como llevo pedido.
FRANCISCO JosÉ DE CALDAS

Otro sí digo que siendo notoria mi conducta y recogimiento se ha de ser-


vir usted dispensarme enteramente las proclamas acostumbradas, en lo que re-
cibiré especial gracia: pido UT SUPRA.
CALDAS

1
Rafnel Araos, Notario Mayor de la Curia Metropolitana, autorizó en Santafé, con fecha
27 de febrero de 1810, se recibiese la información ofrecida.
• La declaración juramentada de Caldas fue recibida el 28 de febrero por el Notario Mayor.
1
El apoderado fue Antonio Arboleda Arraechea.

141
Excelentísimo señor: 1

Yo haría una injuria a Vuestra Excelencia si me justificase para dirigir


a Vuestra Excelencia un ejemplar del Semanario del Nue'Yo Reino de Granada.
Todo objeto científico, toda materia interesante a la ilustración y a la prospe-
ridad pública es agradable a Vuestra Excelencia. Este convencimiento me llena
de confianza para ofrecer a Vuestra Excelencia los dos primeros números o
memorias que han salido en este año. Yo creo que Vuestra Excelencia las reci-
birá con agrado, y habrá recompensado superabundantemente el pequeño tra-
bajo de formarlas.
Sirvo al Rey y a la Patria ha muchos años en calidad de astrónomo y de
botánico. Recorrí la parte meridional del Reino, colecté un herbario precioso,
levanté su carta sobre observaciones astronómicas, fijé la elevación sobre el
mar de casi todos sus puntos, y desde 805 estoy encargado de este Real Obser-
vatorio Astronómico. Le ofrezco a Vuestra Excelencia estos trabajos y este
destino, y ofreciéndolo imploro la alta protección de Vuestra Excelencia para
su conservación. Cuando Vuestra Excelencia se halle en el centro de la Junta
soberana, cuando dependa de sus manos la suerte de tres millones de hombres,
acuérdese Vuestra Excelencia de este Observatorio, el único que posee el Nuevo
Continente, y que hace tanto honor a la patria de Vuestra Excelencia. El se
le debe al ilustre Mutis~2 se conserva por la protección que le dispensa el ilus-

1
Antonio Narváez Latorre.
• No sólo a su iniciativa se debe el Observatorio, pues también las cuentas pendientes de
la obra fueron cubiertas por la mortuoria de José Celestino Mutis.

304

©Biblioteca Nacional de Colombia


trado Jefe que hoy nos manda/ y aun carece de la aprobación del Soberano!
Tenga Vuestra Excelencia la gloria de haber consolidado este bello estableci-
miento y de haberle dado la última mano. Las ciencias, y en especial la astro-
nomía, la geografía y el comercio inmortalizarán el nombre de Vuestra Exce-
lencia, ya célebre por tantos títulos.
Y o me haré un honor de dirigir a Vuestra Excelencia todos los números
que salgan en lo sucesivo. Ellos tratan de las necesidades del Reino, de sus
ventajas, de su agricultura, de sus riquezas, de sus habitantes. ¿Qué materia
más digna del representante del Reino, digamos mejor de su ·ángel tutelar en
esta época calamitosa y desgraciada?
Cuénteme Vuestra Excelencia en el núme.ro de sus admiradores y de sus
panegeristas, y viva Vuestra Excelencia persuadido que mi pluma, mis fuerzas,
mis conocimientos jamás se hallarán tan honrados que sirviendo a la gloria de
Vuestra Excelencia.
Dios Nuestro Señor guarde la vida de Vuestra Excelencia muchos años.
Santafé y marzo 9 de 1810.
Excelentísimo señor.
FRANCisco JosÉ DE CALDAS
Excelentísimo señor don Antonio de Narváez.

1
El Virrey Antooio Amar y Borbón.
• Se refiere a la disposición del Virrey que reorganizó la Expedición Bocánica, ver carta
N9 130.

142
1
Mi hermano: aunque usted haya mantenido una indiferencia inglesa con
quien le ha amado de veras, yo soy ese botánico, astrónomo, que usted curó en
2
Loja. Y o sé sentir, pero no olvidar los beneficios, ni la amistad. El día que
usted casó con la hermana que más he querido, ese día se borraron para siem-
pre mis quejas. Sea usted feliz, ame usted a quien tanto amó mi corazón; sí,
ámela, hágala feliz, que yo lo seré si usted la aprecia, la estima y si ella le
sabe corresponder.
Déla usted mil abrazos a mi nombre, y usted crea que tiene un hermano
que sabe apreciar su mérito y sus talentos.
Su hermano,
FRANCISCo JosÉ DE CALDAS
A Cortés, mis respetos y mi reconocimiento.
Santafé, marzo 20 de 1810.
1
1
Jora• Wallis. uposo de Baltasara Caldas Tenorio, hermana menor de Caldea.
Caldea lo conoció durante el viaje a Cuenca y Loja en 1804. El médico siguió a Caldas
hasta Popayán donde se radicó hasta su muerte el 15 de enero de 1828.

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CARTAS Di CALDAS- 20

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143
Santafé y abril 6 de 1810
Señora doña María Manuela Barahona.
Mi adorada señora: ¡con qué placer escribo a la que es el.dulce objeto de
mis amores! ¿Cuándo estrecharé entre mis brazos, cuándo verán mis ojos a
la que me ha robado el corazón, a este corazón que ha sido siempre libre, y
que no ha adorado a ninguna sino a mi suspirada Manuelita?
Sí; ya me tomo la libertad de dar a usted este tratamiento de amor y de
estimación. Perdone usted, señora, estos delirios de un corazón amor.oso y que
delira con su Manuelita. Este nombre más dulce que el panal para mis labios,
este nombre querido, idolatrado, este nombre que no puedo apartar de mi me-
moria, y que está .profundamente grabado en mi corazón, hace mis delicias y
embalsap:1a todos mis momentos. ¡Ah! ¡Qué feliz soy! Y a conozco su letra, ya
he besado mil veces esa firma suspirada, esa firma que hace hoy mi felicidad,
y que he puesto sobre mi corazón. Dulce, amada Manuelita: usted ha antici-
pado mis dichas. ¡Qué dulce es ver la letra de su amada! Pero más dulce es
ver pintada su alma con sus sentimientos, con estos sentimientos que dicta el
corazón inflamado. Sí, idolatrada Manuelita mía, yo ruego, yo suplico a usted
que abandonando temores y maestros, se abandone a lo que le dicte su corazón.
Y o amo a usted, yo le abro mi pecho y le escribo lo que me sugiere mi amor.
Haga usted lo mismo,..ábrame ese corazón puro, ese corazón inocente. Una
palabra, una cláusula dictada por usted es inestimable para mí. Dé usted este
dulce placer a su Caldas, a este Caldas que la adora.
Permita usted que interrumpa mis amores con ideas de tristeza y de amar-
gura. Y a sabe usted que mi querida madre,1 por sentimientos dignos del amor
que me tiene, se ha obstinado en no prestar su consentimiento ni ver a usted,
hasta que de esa parte no se le avise nuestro matrimonio. Conozco que son de-
licadezas de madre; pero es madre, y solo este título augusto basta para que
condescendamos con todo. Usted sabe lo que es amar a la que nos alimentó
con sus pechos, usted conoce bien la dignidad de madre y sabrá por esto los
dolores de mi corazón al verla disgustada. Y o voy a pedir a usted una gracia
que me la hará más amada; yo le ruego a usted, señora, que se resuelva a ha-
cerle una visita a mi adorada y respetada madre, a esta madre que ya es tam-
bién de usted, y a quien no he disgustado hasta ahora. Deme usted este gusto,
después que ha hecho mi felicidad; complete usted sus dones, sus favores con
su Caldas. Así se lo ruego por sus madres mis señoras doña Ignacia2 y doña
María Josefa. 8 ·

1
Vicenta Tenorio de Caldas. Manuela Barahona debió atender la solicitud ya que la madre
de Caldas fue la madrina de matrimonio.
1
María lgnacia Barahona Fajardo.
1
María Josefa Barahona de Barahona.

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¡Qué cosas tan preciosas me ha contado mi amigo don Antonio Arboleda! 4
¿Con que usted se ha revestido ya del título de astrónoma de Bogotá? ¿Con
que llama usted a mi Antonio con el nombre de José? ¡Qué bella es a mis ojos
la astrónoma de Bogotá! Torrentes de placer y de júbilo inundan a mi corazón,
y nada desearía si mi madre no se hubiera sentido por mi silencio. Hágame,
pues, usted feliz completamente, y ámeme como la ama su esposo que ansía,
que suspira por besar amorosamente sus pies, y darle personalmente las prue-
bas de que es su adorador, su amante, su idólatra entusiasta, y su siervo de co-
razón.
FRANCISco JosÉ Í>E CALDAS

P. D.-Solo poseo de usted una carta y una firma que beso con frecuen-
cia. Arranque usted de su cabeza cuatro pelos, y en una carta remítamelos.
Presente será este más precioso que los diamantes. Perdone usted estas pretensio-
nes de mi amor; disculpe usted a un corazón encendido y que ama con vehe.
mencia.

' Antonio Arboleda Arraechea.

144
Santafé y abril 20 de 1810
1
Mi Santiago: los vínculos sagrados de nuestra amistad, y los que usted
ha contraído con mi familia por su matrimonio, me imponen la obligación de
comunicarle mi próximo enlace con doña Máría Manuela Barahona. Creo que
no avergonzará esta unión a ninguno de mis amigos, y que usted, que la cono-
ce, aprobará mi elección. No he querido elegirla en Santafé, ni cometer la in-
justicia de olvidar a las jóvenes de nuestro país por las extrañas. Ellas tienen
un derecho fundado sobre nosotros, y son acreedoras a nuestro amor por su
modestia y por sus virtudes. No he buscado bellezas ni riquezas: virtud, naci-
miento, esto basta a todo corazón bien formado.
Dé usted parte a mi nombre a mis señoras doña María Josefa2 y Teresi-
ta,8 y usted cuente con su
CALDAS

1
Santiago Pérez de Arroyo y Valencia.
1
María Josefa Hurtado de Mosquera.
1
María Teresa Mosquera de Arroyo.

307

©Biblioteca Nacional de Colombia


145
Santafé y abril 21 de 1810
Señora doña María Manuela Barahona.
Mi amada Manuelita: mi adorada esposa; me parece que cuando usted
reciba ésta ya estarán nuestros corazones enlazados para siempre, y que ya puedo
sin temores llamar a usted con el dulce nombre de esposa. Y a creo que usted
es dueña, señora, que manda con imperio sobre mi corazón amoroso, sobre este
corazón ya feliz, venturoso, pues posee el objeto de sus deseos y de sus suspiros.
Dulce Manuelita mía, ¿cómo pudiera dar a usted una idea de las sensaciones,
de los dulces recuerdos, de los torrentes de júbilo en que se inunda mi alma con
su memoria? Mi memoria es la fuent~ inagotable de mis placeres. La memoria
de mi Manuelita me produce preciosos y dulces momentos. ¡Qué largos se me
hacen los días que separan los correos! ¡Qué dilatadas las semanas que deben
correr antes de vernos y de estrechamos! ¡Ah! ¡momento deseado, momento
venturoso, momento feliz! Acelere usted este momento por mi felicidad. Mi
corazón es verdad descansa sabiendo que usted quiere ser mi esposa; pero se
agita al considerar que tiene que devorar muchos meses de ausencia, de suspi-
ros y de deseos. Mi dulce Manuelita, venga usted cuanto antes al seno de su
Caldas, al seno del amor, del respeto y de la estimación. Un corazón amoroso,
un tierno amante, un idólatra la espera, y la espera con inquietud y con ansia.
¡Cuántos suspiros ha arrancado usted a mi pecho! Y o no puedo olvidar un
momento a mi Manuelita, y esta memoria me acompaña a todos los lugares.
¿Usted se acordará de mí? ¿Viviré en su pecho inocente como usted vive en el
mío? ¿Ser~ amado como es amada usted? Dichoso mil veces feliz si he mere-
cido un suspiro, un recuerdo de mi adorada, de mi dulce Manuelita. Una son-
risa, una mirada halagüeña, una simple palabra de usted haría mi gloria y mi
felicidad. Viva usted segura que es amada con vehemencia y con verdad. Ma.
nuelita, amiga, compañera, esposa, mitad de mi sér, objeto único de mis amo-
res, señora, dueña, imperiosa, yo ruego a usted que me ame como la ama Caldas.
Remito a usted un cajoncito que contiene un sombrerito de paja para el
camino. Es de copa un poco grande para usted; pero como se lo ha de poner
sobre mantilla, o sobre paño, le ajustará bien. La copa de este sombrerito la he
llenado con un pañuelo grande de muselineta para que se cobije en el camino;
de dos pañuelos arrengados para el pecho; de seis pañuelos para las narices;
de tres pares de guantes de camino. A más va un par de guantes de seda para
que se despida usted, tres cortes de zapatos bordados de seda para lo mismo,
Un anillo de esmeraldas, otro de un rubí con esmeraldas, y en fin, otro de un
diamantico y esmeraldas.
Necesito y espero que usted me mande la medida del largo de su pie y del
grueso tomado en el empeine en unas dos tiritas de papel para prepararle los

308

©Biblioteca Nacional de Colombia


zapatos que deben servirle para presentarse al Virrey1 y Virreina.2 Esta ya le
ama a usted, me pregunta por mi Manuelita y me ha mandado que la salude
a su nombre y que desea conocerla.
Supuesto que usted posee mi corazón, supuesto que usted está segura de
mi amor, supuesto que ya tal vez .es mi esposa, yo voy a pedir a usted una
confianza de esposo. Quiero que usted, deponiendo todo embarazo y todo rubor,
propio de su sexo, me abra la puerta de su corazón y sin valerse de nadie me
diga qué le falta en vestido, en muebles para su viaje, qué desea, qué quiere;
usted me dará así una prueba de confianza y de esposa. Sí, mi Manuelita, s~
ábrame ese corazón que idolatro, manifiéstemelo sin empacho. Acuérdese usted
que habla con su amigo, con su compañero, con su esposo, con su amante, con
este amante enérgico y vehemente que la adora. El mayor placer que puede
usted proporcionarme será seguramente ·tratarme con confianza. S~ téngala
usted conmigo; no tenga dudas, deseche usted todo temor y toda timidez. Mi
corazón es franco, sincero y siente las más dulces delicias en hacer algo para
usted, en hablar de usted, en escribir a mi adorada Manuelita. ¿Qué recelos
puede usted tener en un corazón e~ que usted tiene el imperio, el mando, en
que es señora, y en que es amada con entusiasmo?
Aún no ha llegado el correo y no he visto letra de ninguno de Popayán.
Salúdeme respetuosamente a mi señora doña Ignacia,3 ofreciéndole una carta
para el venidero.
Adiós, mi dulce Manuelita, adiós. Reciba usted el corazón del que besa
amorosamente sus pies.
FRANCISCO JosÉ DE CALDAS
1
Antonio Amar y Borbón.
• María Francisca Va!anova (o Va!anueva) .
1
María lgnacia Barahona Fajardo.

146
Santafé y mayo 6 de 1810
Mi dulce Manuelita: ¿podré ya decir a usted sin temores y a boca lletia
mi erpora? 1 ¿Se habrá ya celeb~ado nuestro contrato? ¿Estará ya echado este
lazo, esta cadena tan deseada? ¿Para qué dilatar un día lo que hace nuestra fe-
licidad? ¿No sería más justo que yo ya fuese esposo y usted esposa? MiMa-
nuelita, no dilatemos más lo que hemos de hacer mañana. Ojalá sea esta la
última carta que escribo a usted como amante y que comience las de esposo.
No extrañe usted, mi bella Manuelita, que no le haya hablado de mi viaje
a conducirla. Una cadena inmensa de obligaciones me liga a este suelo. Ardo
1
María Manuela Barahona. La ceremonia hubo de demorarse por las diligencias para lu
dispensas por el parentesco con Caldas y el permiso por ser ella menor de edad.

309

©Biblioteca Nacional de Colombia


en deseos los más vivos, de ver, de abrazar, de besar sus manos y sus pies y de
unirme a usted hasta la muerte. A su tío don Agustín2 y mi amigo comunico
los motivos que me impiden complacer a la dueña de mi corazón. Usted tiene
talento, hable con él y quedará convencida de que no es posible que vaya a
Popayán. Usted me hallará en el camino sí, pero no en Popayán. Perdone, mi
bella Manuelita, esta resistencia. Los obsequios, las atenciones, los preparativos
que debo a usted, a su cuna, a mi amor, me impiden retirarme de Santafé. Lo
que importa es que usted salga con velocidad y venga a reposar en los brazos
de su Caldas ainoroso.
He visto ya el retrato de usted. Esa ceja, ese entrecejo, esos ojos, esa boca,
ese lunar han tocado de tal modo mi corazón, que deliro con mi bella Manue-
lita. Usted fue hecha a la medida de mi gusto, y nada tengo qué desear sobre
belleza. Todas las mujeres me son indiferentes, y solo Manuelita roba, toca,
conmueve y reina en mi corazón.
Espero que usted me hable de viaje cuanto antes. No ceda usted en punto
de dilaciones. Abandone usted todo, padres, patria, amigos, por su Caldas.
Todo lo hallará en mi amor y en mi ternura. Sea usted compasiva conmigo, y
parta usted a primero de junio a consolar a un corazón que no puede aquietarse
hasta que descanse en el de usted.
Una fluxión me impide ser más largo y escribir a mi amada señora doña
Ignacia.3 Póngame usted a sus pies, protéstele mis respetos como a madre y mi
profundo reconocimiento. Y usted, bella Manuelita, reciba los suspiros y el
alma amorosa de su
CALDAS

• Agustín Barahona.
• María lgnacia Barahona Fajardo.

147
A los señores Prior y Cónsules del Real Consulado de Comercio de Car-
tagena.1 _
Un objeto importante y que puede hacer la felicidad del Reino es el que
ofrezco hoy a Vuestra Señoría. Y o estoy seguro que ese cuerpo de ciudadanos
ilustrados y patriotas no podrá ver con indiferencia el proyecto de hacer trans-
migrar la vicuña del Perú a nuestros Andes. Vuestra Señoría conoce mejor que
ninguno el valor de esta lana, los ramos de industria a que provoca, la ocupa-
ción que puede dar a tantos infelices, el comercio que se puede establecer y los
inmensos productos de su extracción. ¿Qué motivos más poderosos se pueden

1
El Consulado de Cartagena fue creado por Cédula Real de junio de 1795 y su primer
Prior fue el señor Tomás de A . de Torres.

310

©Biblioteca Nacional de Colombia


proponer a ese ilustre Cuerpo, que mira como la primera de sus qbligaciones la
felicidad pública y que desde la época de su existencia ha dado pruebas irre-
fragables de esta verdad? Estos, no el mérito de este escrito,2 son los que me
aseguran que será bien acogido y que se realizará este proyecto bajo la protec-
ción del Consulado.
Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años.
Santafé, 12 de mayo de 1810.
FRANCISco JosEF DE CALDAS

• El escrito remitido en esta carta es el trabajo titulado "Memoria sobre la importancia de


connaturalizar en el Reino la vicuña del Perú y Chile", que fue publicado en el tercer año del
"Semanario", Memoria 5~

148
Santafé y mayo 21 de 1810
Mi esposa, mi adorada Manuelita: yo creo que usted es mía y yo de usted.
Mi corazón nada en placeres y en júbilo. ¿Yo dueño de la bella y virtuosa Ma-
nuelita? El día 13 de mayo hará época en el discurso de mi vida. 1 Este día he
jurado fe, amor, estimación a mi dulce Manuelita a la faz de la Iglesia, y en
este día me la ha jurado usted a mí. Ya tenemos, ya nos une un lazo que
ninguno puede cortar. Feliz cadena la que me liga a mi adorada Manuelita.
Solo suspiro ya por abrazar y unirme a mi esposa, a mi amada. Rompa .de
todos la cadena y marche a donde la espera su amoroso José. No vivo, miMa-
nuelita, hasta que no descanse en sus brazos.
Haré todo lo que usted me manda, y no perdonaré diligencia para el asun-
to de Valdés.2
Y~ doy mis órdenes a don Antonio Arboleda8 para que le dé a usted
cuanto necesita para su viaje. Usted no tenga la menor cortedad para proveer-
se de todo. Y o quiero que usted venga con comodidad y con decencia. Usted'
és dueña de mi corazón y lo será de cuanto tengo. ·
Dulce, deseada Manuelita, adiós, que no hay tiempo para más. Salude
usted con todas las veras de mi alma a mi señora doña Ignacia, 4 que respeto
~a~~ .
Su fiel y amoroso esposo,
JosÉ
1
El día 13 de mayo de 1810 se celebró el matrimonio por poder de Francisco José de
Caldas y María Manuela Barahona.
• Mariano V aldés y Bonilla.
8
Antonio Arboleda Arraechea.
'María lgnacia Barahona Fajardo.

311

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149
Doctor Sanguineto:
Necesito saber el resultado del empeño sobre la casa de las señoras Las-
guetis para redoblar por mi parte los empeños. Gutiérrez me dijo que ya yo ·la
había conseguido ¿para mí?, ¿para usted?, ¿para otro?, disipe cuanto antes
estas apariencias de felonía, y cuente.
El Astrónomo.
1
Se asume que la caaa a que se refiere es la destinada a su futuro estado como casado,
pues hasta esos días Caldas se alojó en el primer piso del Observatorio. En tal caso sería la
casa de la carrera 8i NO 6-87, donde hay una placa conmemorativa.

150
Santafé y junio 6 de 1810
1
Mi esposa, mi Manuelita: ya puedo decir esposa sin temores. Lo eres,
perdona, perdona a tu esposo que trate ya sin señorías, ni ustedes. Eres mía,
¡Gran Dios! ¡Qué conquista! Y o quiero desde hoy tratarte con la igualdad de
esposo, y quiero gustoso renunciar a estos tratamientos que no inspira el amor
puro, casto, noble, espiritual, santo que te profeso. Manuelita, dulce Manueli-
ta, trátame del mismo modo. Permite que te corrija un error que lo has recibido
de mis P. P. y de todo Popayán. Mi nombre es Francisco, y por devoción José.
Yo quiero que desde hoy me llames mi Franco, que me trates de tú, que tengas
conmigo la misma confianza que yo tengo con mi Manuelita. Y a somos igua-
~es, ya somos dos almas en un cuerpo, dos corazones unidos por el amor sagra-
do de la virtud: pensamientos, deseos, miras, bienes, nombres, glorias, espinas,
aflicciones, lágrimas, todo es común, todo uniforme. Y a te llaman mis conoci-
das y mis amigas la Cttlda.r, ya te desean, ya se preparan a abrazarte, a estimarte
y a serVirte. Aquí tienes también una madre que te estima con ternura y que te
espera con ansia, doña Josefa Santacruz,2 mi tía política y mujer de Tenorio8
es la que trabaja sin cesar, y la que tú mirarás como a tu madre. Esta señora
llena de virtud tiene cuatro hijas, de las cuales la mayor es ya nuestra madrina
en nuestro velorio; se llama Teresita! Quisiera que tú le escribieses una car-
tica afectuosa. Hazlo así con la doña María Josefa Santacruz, y saluda en ella
a tus primas Teresita, M~elita, Pepita y Mariquita.» En su casa te apearás y
allí te voy a festejar a tu llegada.

1
María Manuela Barahona.
• Ana Josefa Santacruz de Tenorio.
• Tomás Tenorio Carvajal.
•Teresa Tenorio Santacruz.
6
Teresa, Josefa, Manuela y Mariquita Tenorio Santacruz.

312

©Biblioteca Nacional de Colombia


Doña Angela Gama es la otra que te sale a recibir con doña Marcdina
Lagos, y con tu amiga Nacha Alvarez, que tú conoces. Todos te aman y te
esperan.6
Por lo que mira al asunto de Valdés, ya está concluido, aunque no favo-
rable. Sobre los deseos que tienes de traer a un hermanito, ya comunico mi
modo de pensar a mi don Antonio Arboleda. 7
Ya es tiempo que dejes a los directores de cartas. Cuando éramos pre-
tendientes, cuando solo éramos amantes, no parecía tan mal que te valieses de
alguno para poner borradores, pero hoy que eres mitad de mi sér, hoy que
eres mía, que debes reinar sola en mi pecho, hoy que has jurado fe sobre los
altares debes dejar esa aprensión y solita tomar la pluma y escribir a tu marido.
Yo no gusto de que así sean mis cartas, ni nuestros amores, y dejo de decirte
tantas cosas porque sé que las han de ver otros.
Dulce esposa, bella, noble Manuelita, ven breve a consolar a tu esposo
que te ama.
FRANCISCO JosÉ DE CALDAS

0
Angela Gama de Mutis, Marcelina Lagos de Camacho (esposa de Joaquin Camacho) y
María lgnacia Alvarez Lozano.
1
No ae conoce la carta a Antonio Arboleda Arraechea en la que Caldas da su opinión
sobre el viaje de una hermana de la esposa.

151
Santafé y junio 20 de 1810
1
Manuelita amada: mucho gusto me has dado con escribirme de tu nota
misma. Con esto he conocido tu docilidad y te amo más.
Y o te considero en camino y remito ésta a manos del señor Cura de La
Plata,2 para que te la entregue: a él te recomiendo, y te encarezco que me espe-
res allí. Mucho puedes, hija mía, sobre mi corazón; voy por fin a La Plata a
recibirte, y a que nos reunamos hasta la muerte. La virtud debe ser el fin de
nuestro matrimonio; los dos nos vamos a santificar mutuamente. Que en nues-
tros corazones reine Jesucristo, la pureza y la santidad. Tú vienes a ser mi espo-
sa, y ya lo eres; tú debes ser una esposa cristiana, y fundar una familia santa
y religiosa. La virtud es dulce, pues es el amor y la castidad. ¡Ah, mi Manue-
lita! ¡Cuándo alabaremos al Señor los dos! ¡Cuándo, enlazando nuestras ma-
nos, las levantaremos al cielo para bendecir sus bondades! Nuestros corazones

1
María Manuela Barahona.
• Andrés Ordóñez.

313

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deben estar siempre ,nadando en amor de Jesucristo, y en el mutuo que nos
debemos profesar; todo debe ser amor; amor en el cielo, amor en la casa, amor
en nuestros hijos, amor en nuestra familia; amor en todos nuestros momentos.
¡Qué felicidad, vivir para amar!
Yo salgo de aquí el día 7 de julio con nuestro primo Marcelino,3 y te
veré en La Plata. ¡Ah! ¡Día feliz! ¡Adiós, las lágrimas saltan de mis ojos! Tu

FRANCISCO JosÉ
• Marcelino Hurtado Arboleda.

152
Santafé, 20 de julio de 1810
Señor don Manuel Varela.
Muy señor mío y respetado señor:
Mi señora madre1 me dice en este correo que ha invitado a usted para el
ajuste de nuestra cuenta: me añade que nada se le debe por mi parte y que
todo está satisfecho, yo ruego a vuestra majestad encarecidamente para la
quietud de mi conciencia que tenga una entrevista con mi señora madre; 2 que
se ajuste la cuenta que pues no temo pagar lo que justamente debo. Le ruego
a vuestra majestad también que no me mortifique con libranzas que jamás
he de pagar sin ajustarle la cuenta. Yo espero de su honradez y buena fe este
paso; y que cuente con la satisfacción en caso de alcance como se lo tengo
ofrecido.
Pásela vuestra majestad bien y mande a su verdadero amigo, que besa
su mano.
J. CALDA~
1
N6tese la fecha de esta carta, una indicación de que Caldas estaba en Santafé contrario
a lo dicho por don Lino de Pombo.
• María Vicenta Tenorio Arboleda.

153
Santafé y agosto 6 de 1810
1
Mi amada Manuelita: ya te considero en La Plata, y yo sin poder salir
a recibirte como te lo habría ofrecido. Y a sabrás la revolución terrible que ha
habido en el Gobierno. Yo he salido ileso, gracias al Señor,2 y solo te deseo para
resolver sobre mi suerte. V en breve, pues estoy muy arriesgado a que la Junta

1
María Manuela Barahona.
• Este comentario no indica propiamente que Caldas estuviese muy comprometido con la
revolución.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


Suprema nos mande en comisión a muchas partes. ¿Tendrás, ídolo de mi co·
razón, valor para seguirme en mi correría? Nada sé de positivo; pero lo preveo.
Se trata ahora de reforma en el Observatorio y en la Expedición, se trata de
elevarme o de quedar en la calle.3 ¿Cómo puedo dejar a Santafé en estas te-
rribles circunstancias? No puede ser, Manuelita mía. Tú tienes talento y cono-
ces la urgencia de tu esposo. Serénate, no te enojes porque no vaya a La Pla-
ta. Perdona hija de mi corazón, a tu Francisco que te idolatra. Que esto te
sirva de' estímulo para acelerar tu marcha cuanto antes. Y o saldré a La Mesa,
en donde nos verás. Escríbeme de todas partes, y de La Mesa hazme un propio.
Y a todo está quieto, ven sin cuidado, y ámame como te ama tu
FRANCISCO JosÉ

• La posición de Caldas en la Expedición parece ser su principal preocupación.

154
Santafé y septiembre 5 de 1810
1
Mi Manuelita.: ya se acerca el momento deseado de conocerte y de estre-
charte en mis brazos. El mozo correo me ha avisado que el lunes estaría en La
Mesa. Así lo creo, y en esta inteligencia te dirijo ésta dándote cuenta de mi
situación y lo que haré.
Las noticias sangrientas de Quito2 han llenado de espanto al Gobierno y
a esta capital. Y o estoy encargado del Diario3 que remito para que lean. El
viernes ha de salir otro con las cosas de Quito, y tengo que imprimirlo y publi-
carlo. No puedo ir a La Mesa, no puedo ir a besar tu mano a ese lugar; pero oye
lo que puede mi amor. Este peón estará hoy miércoles allá o el jueves de ma-
ñana. Tú sales el viernes sin falta; yo saldré a encontrarte este mismo día, y
te hallaré en el monte. Allí pasaremos la noche y el sábado entraremos a esta
tu casita que te espera con alegría.
Tú tienes talento, hija de mi corazón, no te enojes; mi alma está violenta
por verte; mi oficio y mi suerte me encadenan en ésta; ni el dulce amor me
puede sacar; perdona esta imposibilidad a tu amante.
FRANCISco JosÉ

1
María Manuela Barahona.
2
Los jefes de la revolución del año anterior, el 10 de agosto de 1809, entre los cuales
figuraba Juan de Dios Morales, de Rionegro (Antioquia) , y el capitán Juan Salinas de Rojas,
fueron asesinados en la prisión el día 2 de agosto de 1810.
• Se refiere Caldas al "Diario Político", redactado en compañía de Joaquín Camacho. El
primer número apareció el 27 de agosto.

315

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155
Enero 19 de 1811
Señor don Salvador Rizo.
Muy señor mío:
Por la adjunta verá usted que estoy para dos tercios de papel que he pe-
dido ha muchos meses y que debe estar en Honda. A su arribo entregaré a
usted las resmas que se me prestaron por ser el señor don Josef Leyva1 con
consentimiento de usted.
V ea usted en qué puedo servirle.
Su afectísimo que besa su mano,
J. CALDAS
1
José Ramón de Leyva.

156
1
Benedicto:
Atónito me ha dejado M. Perri2 contándome las calumnias que me han
hecho para con usted, pero estoy más asombrado de ver que un hombre de luces,
que conoce mi corazón, que me ha tratado largamente, que tiene amargas ex-
periencias del carácter chismoso de este pueblo, haya dado crédito a tantas
infamias contra mí, de cuyos labios no han salido sirio elogios de sus talentos
y más de la pureza de sus costumbres. Hablo delante de Dios, que sondea el
fondo de mi corazón, y aseguro que en todo el discurso de mi confesión no he
nombrado a usted ni se ha traído a colación. Y aun cuando esto hubiera suce-
dido, ¿habría contádolo a mujeres? Era preciso que hubiera perdido la cabeza,
y solo en una embriaguez total podía haber dicho lo que se me imputa. Si usted
hubiera correspondido a la sincera y fiel amistad que le he protesado y que
le profeso, debía haberse visto conmigo y reconvenídome, señalando con el dedo
al pícaro calumniador. Así he obrado con otro malvado que vino a decirme los
horrores que usted había vomitado contra mi honor literario y moral. Mi con-
testación fue: ..¿Puede usted sostener todo esto a la faz de don Benedicto?"
Se denegó...Pues yo me deniego, añadí, a creer estos errores contra un hombre
cuyas costumbres conozco". Desprecie todo y no varíe en un punto el concepto
que siempre he formado de usted. Así obran los hombres cuando conocen a
sus amigos. Es preciso confesarlo, usted me ha agraviado cruelmente dando
crédito a chismosos infames que tanto abundan aquí. A creerse usted de los
chismes con Bazo, con la señora doña Teresa,8 con . . . y acabe usted de cono-

1
Benedicto Domínguez.
• ¿El miamo oficial de caballería que llevaba el estandarte en el desfile del 12 de marzo
de 1813 en Santafé, al celebrar los triunfos de Bolívar en Cúcuta?
3
Teresa Domínguez del Castillo.

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cer las víboras entre quienes vivimos. El testimonio de mi conciencia me tran-
quiliza, y si doy este paso, no es otro el motivo sino recordar a usted que lo he
amado de veras, por sus cualidades personales y por su corazón. Ningún inte-
rés ha mediado; usted lo sabe, y no puedo mentir. Mi retiro tiene otros motivos;
es general. Y si algo he sentido en este silencio, ha sido el trato de usted. Si
usted quiere creerme, hará justicia, si no, sabré que más imperio tienen en el
espíritu de usted los chismes que las protestas de los hombres de bien. ¡Ojalá
usted desafiase al calumniador a una entrevista conmigo, y en presencia de us-
ted! Deseo a usted salud y más firmeza para rechazar las ~alumnias de sus
amigos, en cuyo mundo está.
FRANCISCO ANTONIO J. CALDAS
Santafé, 12 de marzo de 1811.

157
Santafé, 5 de agosto de 1811
Al señor doctor Santiago Arroyo- Popayán.
Mi querido Santiago: es verdad que ya no soy novio; pero ya soy padre,
dignidad que exige cuidados más serios que los de la galantería. Mi Manuelita1
me dio a luz el 23 de julio un niño a quien impuse el nombre de Liborio María.
Tiene usted ya un renuevo astronómico y un heredero del cuadrante y del
telescopio, y ahora también del cañón y del mortero. No extrañe usted que
reúna estas máquinas destructoras a aquellos instrumentos pacíficos. Soy in-
geniero, y para la defensa de la patria me he visto precisado a consagrarme
seriamente al estudio de la fortificación y artillería.2 Es verdad que tienen en-
canto estas ciencias horribles; pero nada de la majestad y de la grandeza de
los cielos. Por fortuna, son ciencias circunscritas, que para conquistarlas bastan
dos o tres meses de un estudio metódico. En la semana entrante vamos a veri-
ficar nuestros primeros ensayos con las bombas.
Usted me habla de proyectos científicos muy halagüeños para mí, y que
creo que jamás se realizarán. Popayán no puede entrar dentro de muchos años
en miras científicas capaces de hacerla feliz. Y o tengo puesta mi pretensión
en Caracas, y espero también que nuestro Congreso que va a formarse, que
solo espera a los diputados de ésta para instalarse, tenga miras menos rateras
y menos insensatas que las que ha mostrado este Presidente bárbaro,3 para casi
arruinar el Observatorio y la Expedición Botánica. Y o espero que se piense en
formar la carta geográfica del Reino, en subdividirlo juiciosamente, en hacer
navegable el Cauca, en fortificar muchos puntos, etc., etc., y en todo esto espero
tener una colocación. No por esto me denegaré a servir a mi patria, siempre

1
María Manuela Barahona de Caldas.
1
Ea ata la primera aluai6n a la actividad de Caldas como ingeniero militar.
1
Jorge Tadeo Lozano.

317

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que ésta provea a mi decente y cómoda subsistencia, es decir, un sueldo que
no baje de 2.000 pesos. En fin, decidirá de mi suerte el tiempo.
Doy a usted las gracias por las observaciones del agua de lluvia, que pu-
blicaré en la memoria 12 y última de El Semanario, que voy a dejar por falta
de imprenta y de suscriptores. 4
Salúdeme usted a mi señora Teresita11 y a todos sus hermanos, y usted
cuente siempre con su verdadero amigo,
CALDAS

• La última memoria del "Semanario" fue la NI' 11 "Elogio Histórico de don Miguel Cabal".
• María Teresa Mosquera de Arroyo.

158
Tunja y marzo 16 de 1812
Mi generoso Benedicto: 1 ayer llegué a la afamada Tunja y merece segu-
ramente renombre por sus edificios y bella situación. Nada puedo decir de
localidad geográfica. Ayer llegué, y hoy he tomado alturas para arreglar el
cronómetro y deducir su longitud; en el que sigue tendrá usted mi primera
carta científica. Deseo que usted active el negocio de imprenta,2 y que me
ayude a soportar el peso de mi familia. Se me olvidó pedir a usted un nuevo
favor a más de los que ya le debo, y es: a Dávila8 le debo ciento y un pico de
pesos y de di palabra de dejar a usted encargado de su pago. Se me olvidó,
y para volver por mi honor me hallo obligado a suplicar a usted se tome la mo-
lestia de pagar este débito, que yo pignoro la imprenta hasta satisfacerle.
Perdone usted, mi buen amigo, estas molestias del astrónomo, que sabrá reco-
nocerlas mientras viva. Al serio Lacedemonio4 mis afectos, y lo mismo al clé-
rigo ]arana. Adiós, el astrónomo,
FRANCISCO JosÉ DE CALDAS
Al señor don Benedicto Domínguez - Santafé.

1
Benedicto Domínguez y Casrillo.
• Ver en las cartas Nos. 161, 163 y 165, otras referencias a la imprenta de Caldas.
1
José María Dávila.
• Francisco Urquinaona.

159
Mi amigo: 1 Se ha obstinado usted en que le he de remitir por el correo la
relación de mis observaciones sobre los países que visito actualmente; a mí no
me gusta desagradar a mis amigos cuando está en mis manos complacerlos.
1
Benedicto Domínguez.

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Oiga, pues, usted lo que he visto, los juicios que he formado y lo que he he-
cho desde que nos separamos.
No quiero hablar a usted de la parte septentrional de la explanada de Bo-
gotá, ni del país que media entre Tilatá y Chocontá, que usted conoce, y que
pertenece a nuestro Cundinamarca. Solo diré que Chocontá es el último pueblo
de ese Estado, que se compone de muchas casas de paja, de una mala iglesia;
que es fértil en todo género de frutos, propios de su temperatura; que la po-
blación es numerosa; que está casi en la mitad del camino entre Santafé y
Tunja, a 5°9' de latitud boreal y a 0°19' al este del Observatorio Astronómico
de esa capital. El barómetro se sostuvo a 247,2 líneas, y no manifiesta que el
nivel de este pueblo está muy poco elevado sobre el nivel de Santafé. Al Nor-
deste tiene una llanura de una legua de largo y media de ancho; es célebre en la
historia esta explanada, porque sobre ella se dio la famosa batalla entre Michua
y Saguamachica, aquél, Zaque de Tunja, y éste, Zipa de Bogotá.
Así que se sale de lo que es hoy Cundinamarca se avista la parroquia de
Santa Bárbara de Hatoviejo, que se deja a la derecha del camino. Tiene al-
gunas casas cubiertas de paja, muy bien agrupadas, y una iglesia decente. Su
situación y el campo que la rodea es agradable. El río de Chocontá, que es una
de las fuentes del río Funza, corre por sus inmediaciones, le suministra aguas
puras, y con los giros caprichosos y variados que hace da vida y movimiento a
estos lugares. El barómetro se sostuvo en 247,2 es decir, una línea más abajo
que el salón de nuestro Observatorio. Admire usted el pequeño descenso del
terreno y de las aguas en el espacio de veinticinco leguas que median entre este
punto y el de Tequendama, en que se precipita el Bogotá. Y o no dudo, mi
amigo, que nuestra espaciosa explanada no haya sido algún día el fondo de un
lago, y que Suba, Tibitó Grande, Tibitó Chico y todos los montecillos que
existen en su medio no hayan sido otros tantos islotes habitados por los hom-
bres o por las aves acuátiles que debió alimentar este gran lago.
Esta parroquia está a 5°18' latitud boreal, y a 0°27' al este del meridiano
de nuestro Observatorio. Es fértil su terreno y muy semejante al de Chocontá.
Según el último censo:, verificado por el Gobierno de Tunja en 1811, tiene
2.259 almas. Con estas noticias se podía formar su artículo para el Dicciona-
rio Geográfico del señor Alcedo,2 que la suprimió.
He visto una de las fuentes principales del Funza o Bogotá, que sitúo en
5°16' latitud boreal, y en 0°31' al este del Observatorio, en una colina, o más
bien, en un cordón de colinas que dividen las aguas entre el Magdalena y Ori-
noco, y que los habitantes llaman Alto de los Arrayanes o Tierra-negra. El mer-
curio se sostuvo a 240 líneas, u 8 líneas más bajo que en el Observatorio.
Desde aquí se avista el alto o montaña de Albarracín, a quien solo nom-
bra el señor Alcedo2 para decir que es una montaña muy alta cubierta siempre

• Antonio Alcedo.
319

©Biblioteca Nacional de Colombia


de nie-ve en el Nue-vo Reino de Granada. No sabemos de dónde tomó ese geó-
grafo este despropósito. La montaña de Albarracín es una montaña de mediana
elevación, más baja que nuestro Guadalupe, y cuya cima está cubierta de una
vigorosa vegetación. El mercurio se sostuvo a 238 líneas, es decir, que necesitaba
de que bajase 56 líneas más para tocar con el término inferior de la vegetación.
Los Andes de Bantafé y de Tunja son bajos y no presentan ninguna punta
nevada. El Chingasa mismo, tan celebrado por su elevación, está cubierto de
plantas, y se engaña Humboldt3 cuando le da 2.400 toesas de altura, en su
nivelación barométrica. La montaña de Albarracín está a 5°23' de latitud bo-
real y a 0°31' al este del Observatorio.
Al pie de esta montaña, de parte del Norte, está la parroquia de Venta-
quemada, sobre un plano de corta extensión y cercada de montañas. Tiene al-
gunas casas pajizas, una mala iglesia y 1.267 almas de población. El terreno es
fértil y es punto de escala preciso a todos los que trafican de Tunja a Santafé.
El barómetro se mantuvo a 249 líneas, casi al nivel del Observatorio, y está a
5°24' latitud boreal y a 0°33' al este del meridiano de Santafé. No sabemos
por qué la suprimió el señor Alcedo en su Diccionario Geográfico.
Desde Ventaquemada hasta la ciudad de Tunja no vi cosa que pudiese
merecer la atención de usted. Colinas áridas, puentes mezquinos, una vegeta-
ción moribunda fue lo que se me presentó en estas últimas leguas de mi camino.
Es verdad que ha cinco meses que no llueve en estos lugares, y una sequedad
inesperada le ha dado este triste aspecto. En la estación de las lluvias segura-
mente mudará la escena y se presentarán al viajero los pastos, las fuentes, las
mieses, los rebaños y las flores.
El camino que une a Tunja con Santafé se extiende constantemente al
Norte; no tiene esas desigualdades enormes de los Andes del Quindío, de Gua-
nacas y de Quito. Pero las montañas que hay que subir y bajar son conside·
rabies.
Los ríos que se atraviesan son pequeños, y los más tienen puentes de madera.
A excepción de el del Común sobre el Bogotá y el de Sopó, todos los demás
son miserables y ruinosos. El sendero está conducido sin inteligencia, y segura-
mente es el mismo que usaron los Zipas y los Zaques en los siglos de barbarie.
Hay algunas posadas que tienen el nombre de 'Yentar. Pero éstas no son otra cosa
que unas chozas miserables que apenas pueden abrigar a las familias que las
habitan. Chicha, guarapo, pan grosero, rara vez un pollo y algunos huevos, son
los únicos alimentos sobre que debe contar el que trafica por estos lugares.
Para dar a usted una idea de las distancias y de las jornadas que se pue-
den hacer con comodidad, yo gasté, a un paso moderado, pero constante e igual,
27 horas 24 minutos desde Santafé a Tunja. Hay, pues, desde ésa a ésta unas

1
El Barón Federico Alejandro de Humboldt no visitó el páramo de Cl!ingaza.

320

©Biblioteca Nacional de Colombia


veintisiete leguas y media de las horarias. de 20 al grado. Esta estima se con-
firma con el resultado de mis observaciones astronómicas que acabo de verifi-
car en esta ciudad, y de que hablaré en mi siguiente. El modo con que están
repartidas las leguas de que he hablado es el siguiente:
Leguas
De Santafé a Fusca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5~
De Fusca a T ocancipá . . . . . . 3Yz
De Tocancipá a Chocontá . . . 6Yz
De .Chocontá a Ventaquemada 6Yz
De Ventaquemada a Tunja . . . . . . 6* .
La temperatura de todos estos lugares se puede deducir de las alturas
barométricas que he referido. Poco se varía de nivel, y poco se aumenta el frío
o el calor que en la vecindad de la línea es siempre proporcionado a la altura.
Mi termómetro no varió en todos estos puntos sino de 10° a 14° de Reaumur.
Solo me falta decir a usted algo de vegetación. La que he visto es dema-
siado semejante a la de los alrededores de esa capital. Arbustus, bamadecidas,
philanthus, espelecias, cartilejas, melastomas, alchemillas, y todo cuanto reco-
gió el célebre Mutis para. su Flora de Bogotá, cubre estas montañas y estos
campos. Nada he visto nuevo, y lo atribuyo a la estación poco favorable
para las herborizaciones.
El cielo se obstinó en cubrirse todas las noches, y no pude obtener ninguna
latitud intermedia para rectificar mis distancias. Ahora me ocupo en fijar la
latitud de esta ciudad de un modo invariable, que a pesar de las visitas que le
hicieron los ingenieros Cabrer4 y Talledo,5 es todavía incierta.
Conténtese usted con esto, y espere una larga carta sobre Tunja en el si-
guiente. Salude usted a nuestros tertulios, y mande con confianza a su afec-
tísimo amigo, que besa su mano,
F. J. C.
Tunja, 28 de marzo de 1812.

'Carlos Cabrer.
• Vicente Talledo.

160
Mi amado Benedicto: 1 doy las gracias más expresivas por los servicios
señalados que usted me hace, y que sabré reconocer. Siento que Núñez haya
dilatado el modelo y mármol y que nos atrase por esta bobada. Con las diligen-
cias que usted iba a practicar no dudo que se conseguirá su llegada pronto.

1
Benedicto Domínguez.

321
CARTAS DE CALDAS- 21

©Biblioteca Nacional de Colombia


Remito mi primera carta, y ya está bien adelantada la de Tunja, que se-
guirá prontamente. Corrija usted la ortografía y la expresión siempre que pa-
rezca necesario. Creo que sería bueno hacer un prospectito diciendo que en
forma de cartas se daría la relación de mi viaje2 y que aparecerán incesante-
mente (algo de francés).
Aquí corre la noticia que Cartagena manda una gruesa expedición para
sostener el Congreso en Ibaguetown, y se teme una revolución de ideas en la
· política de Santafetown. Como éstas se redujeran a restituírseme a mi familia,
a mis amigos, y mi observatorio, yo pasaría por todo y me reiría de los im-
prescriptibles que agitan tanto a nuestros políticos y a nuestros chisperos. La
felicidad está en la paz del corazón, y no en los ejércitos ni en los imprescrip-
tibles de que usted se ríe con bastante fundamento.
En una de mis posadas di con un orejón de mucha chaveta, y me hizo re-
flexiones que tal vez no han venido a las cabezas de nuestros acalorados es-
tadistas.
-¿A dónde va sumerced? me dijo.
-Yo voy a la expedición a donde va Baraya;8 soy ingeniero y sigo esa
tropa que pasó ha tres días.
-Dicen que va a conquistar a Tunja, Pamplona, los Llanos, así como el
amo Ricaurte4 ha conquistado al Socorro. Así dicen malas lenguas.
-Así dicen todos los que saben.
-Yo no sé.
-Pues yo sí sé que desde que nos engañaron con la libertad que creíamos
que íbamos a ser bienaventurados derribando al amo Virrey y a los señores
Oidores, no somos sino desgraciados. Setenta años tengo, y mis lágrimas no
se habían derramado hasta ahora. Tengo un hijo, el único consuelo de ~i
vejez, el que cuida de mis cuatro vaquitas, mis ovejas, el que me hacía el m~r­
cado en Zipaquirá, el que ponía en orden todo mi pobre rancho, el que me
calentaba los pies por la noche, y a éste me lo arrancaron para soldado . ..
Al buen viejo se le anudó la garganta, no pudo hablarme sino con sollozos
y con lágrimas. Mi corazón partido, desgarrado de dolor, no pudo contenerse
y lloró con el viejo. Mis lágrimas consolaron más que mis razones a este an-
ciano desgraciado.
-¿Sumerced tiene hijos?
-Sí, tengo uno en la cuna.
-Dios se lo guarde no para que lo vea ir a la guerra de· cristianos contra
cristianos.

1
Se refiere a la carta N Q 159.
1
Antonio Baraya.
' Joaquín Ricaurte Torrijos.

322

©Biblioteca Nacional de Colombia


Y o le ofrecí interponer mi valimento con Baraya y cuidar del mozo en
la expedición, lo que se recompensó con el reconocimiento más sincero. Y o qui-
5
siera que Nariño y los conquistadores hubieran presenciado esta escena cruel
antes de inquietar con las armas a nuestros hermanos.
Saludo al Lacedemonio.6
CALDAS
Tunja, 31 de marzo de 1812.

6
Antonio Nariño.
1
Francisco Urquinaona.
161
Tunja y abril 15 de 1812
Ilwtrísimo doctor don Benedicto Domínguez y Castillo,
y señor Fiel Ejecutor doctor don Francisco: 1
Señores de todos mis respetos: así se comienza una carta digna del siglo
pacífico y urbano de Bavasorda y Mena. Este siglo de sencillez y de los im-
prescriptibles, es un siglo de turbación y de amargura. No hay paz aunque
abundan los escritos y los libros. Dichosos esos días en que se hacía penitencia
porque se eclipsaba el sol; dichosas las equipotencias, el bárbara, el ente de
razón. Entonces se pateaba en conclusiones, se atronaban los templos, se ergo-
lizaba muchas horas por probar que sí; adamo non peccante, etc. Pero todos
tomaban tintos buenos, bizéochos, mistelas, aguas, chocolate y dulce cuando se
serenaban esos fuegos fatuos que no pasaban al corazón. Hoy han sucedido
a esas inocentes ocupaciones, a esas guerras de pico, los odios, las persecuciones,
las conmociones públicas, la subyugación: hoy se calumnia con la misma fres-
cura que en el siglo de nuestros padres se ponían cuatro silogismos. ¡Qué di-
ferencia! ¡Oh tempora! ¡Oh mores!
Celebro haya usted recibido el modelo y mármol, y que se haya valido de
las del Gobierno para la muestra. Es verdad que ajusté el Tórculo y prensa
de encuadernar, con Molano, en treinta y dos pesos, y usted puede dá!."selos
recibiendo en la imprenta dichas máquinas.2 Nada me dijo usted de la carta
primera que le remití;3 estoy por concluir la segunda que irá pronto. Celebro
la llegada del padre del serio Lacedemonio/ y que tenga el dulce placer de
besarle la mano y de recibir la bendición como se hacía en el siglo de Bava-
5
sorda. Y a sabrán ustedes las desgracias dolorosas de Mérida, y la muerte de ese
1
Francisco Urquinaona.
• El tórculo es una prensa usada para estampar los grabados.
"Ver la carta N9 159.
• Andrés Urquinaona.
• El terremoto de Mérida (Venezuela) ocurrió el 26 de marzo de 1812, a las S p. m.
en un jueves santo. El terremoto también afectó a Caracu, La Guaira y Barquiaimeto. Los
realiscu lo vier011 como cutigo de Dioo por la independencia y Bolívar dijo: "Si se opone la
naturaleza lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca".

323

©Biblioteca Nacional de Colombia


virtuoso Obispo6 con su clero. El terremoto fue terrible, y han perecido más
de mil novecientas personas. Acá no hay novedad. Manténganse los señores La-
cedemonios serios,7 circunspectos, graves, llenos de todas las atenciones y eti-
quetas que hacen honor a los días afortunados de Mena. Sí, no olvidemos la
honradez, la fe, el honor y las virtudes de esos héroes que deben vivir en nues·
tros corazones como viven los dos Lacedemonios en el del
Astrónomo.
B.L.M.D.U.S.J.M.
Se me olvidaba el cumplimiento de B. L. M. acostumbrado, a este siglo
soez, bárbaro, inatento.

• Santiago Hemández Milanés.


• Domínguez y Urquinaona.

162
Tunja y abril 15 de 1812
1
Mi amado Antonio: Ha más de un mes que nos tienen acantonados en
esta ciudad, por intrigas ambiciosas de Nariño/ que no quiere sino diYidir
para reinar. Este a quien engañados hemos llamado mártir de la libertad, no es
otra cosa que un tirano disfrazado. Teme la opinión pública, teme no la alar·
ma, sino la rabia de las Provincias y el furor de todos los hombres de bien. El
ha pretextado ocupar a Salazar de Palmas para oponerse a los progresos de
Santa Marta; pero ignorante de nuestra geografía ha dado la carta con esta
grosera estratagema. ¿Quiere usted saber los planes depravados de este hombre
digno de los calabozos en que ha vivido? Oigalos usted y que tiemblen las
Provincias, si con oportunidad no sufocan a . esta hidra en la cuna.
Pretexta concentrar la fuerza en Salazar, sin saber que es un rincón ais-
lado, solitario y arruinado del Reino, y sin comunicaciones con Santa Marta;
pero el fin es pedir paso para Tunja, sentar con pretextos frívolos la fuerza
para proteger a los chisperos malcontentos y criminales a fin de que pidan su
agregación a Santafé a la sombra de nuestras armas. He aquí el destino que
ha dado este tirano a los hombres más libres y más justificados en la causa de
nuestra independencia. Cree usted que el autor del Diario Político y el héroe
de Palacé ejecutemos este plan pérfido que prepara nuestras cadenas.3 Ustedes
los popayanejos tienen la culpa de que yo haya prostituido la dignidad de hom-
bre libre. Si menos mezquinos y conociendo sus intenciones hubieran abierto los
brazos a todos sus hijos, ya los Pombos, Torres, Caldas estaríamos en el seno

• Antonio Arboleda Arraechea.


1
Antonio Nariño, Presidente de Cundinamarca.
1
Francisco José de Caldas y Antonio Baraya.

324

©Biblioteca Nacional de Colombia


de nuestra patria querida obrando por la libertad y no hiriendo por violencia
a los tiranos. Pero hallo mil razones sólidas para hacer acallar esta queja, pero
déjeme usted este triste consuelo. Es cierto que tengo otra más sólida, y es que
no he tenido parte en estos proyectos de esclavitud, que vengo forzado y opri-
mido, y que no he dado un solo paso para seducir la simplicidad de estos pue-
blos inocentes. Por el contrario, he hablado sin embozo el idioma de la verdad
4
a nuestro condiscípulo Niño, que está de Gobernador aquí. Esto calma mis
inquietudes y serena mi corazón. En vez de corromper la opinión la afirma, y
ocupo mis momentos en levantar el plano y describir el país para que sirva al
Congreso.
Ahora mismo nos hallamos cercados de amarguras las más dolorosas. Las
noticias del Perú son tristes, las de Santa Marta son dolorosas, las de Carta-
gena terribles, lamentables las del Socorro subyugado, terribles también las
de Tunja y horrorosas las de Mérida, que va a oír usted con lágrimas.11
El Jueves Santo, a las cinco de la tarde, cuando todos salían del sermón y
lavatorio, sobrevino un temblor de tierra que en un instante redujo en ruinas
los .edificios, sepultando por lo menos mil quinientos hombres. El virtuoso Obis-
po6 pereció bajo los muros de su palacio con los canónigos, clero, colegio que
le habían asistido al lavatorio. La mayor parte de las casas cayó y las otras
amenazan próxima ruina. Las monjas quedaron aisladas y sin convento, y se
han trasladado a una hacienda. El fuego de las cocinas resolló el Sábado San-
to, reduciendo a cenizas lo que había perdonado el terremoto. Aquí en Tunja
lo sentí y no fue considerable. En Santafé también se sintió, pero sin daño. En
Pamplona desplomó dos iglesias, y creo que el foco es el nevado de las inmedia-
ciones de Mérida, que seguramente es un furioso volcán. Mucho temo del Ca-
conucos, y que de repente sepulte a Popayán. La vecindad de los volcanes es
tan terrible, y en menos de quince años hemos visto las tres escenas lamentables
7
de Riobamba, Honda y Mérida.
Apure usted por Congreso, si no somos víctima de Molina, Abarcal,8 Ta-
cón0 y Santa Marta. De Santafé no espere usted sino ambición, corona, injusti-
cias, y todos los furores de las pasiones irritadas. No hay virtudes, y sin virtudes
no puede haber libertad. Canon precioso pero que nos anuncia esclavitud y crí-
menes. Este es el fruto de nuestra educación mimada y corrompida; vea usted el
fruto del lujo y de la afeminación, vea usted los robustos renuevos de las semi-
llas de orgullo sembradas en nuestros colegios bajo el pomposo nombre de noble

'Juan Nepomuceno Niño.


• Ver la carta N9 161.
0
Santiago Hernández Milanés.
7
El terremoto que asoló a Riobamba ocurrió el 4 de febrero de 1797 a las 7 h. 30 m.
a. m., y el que afectó a Honda el 16 de junio de 1805 a las 3 y 15 a. m.
• José Fernando Abascal, Virrey del Perú.
• Miguel Tacón y Rosique.

325

©Biblioteca Nacional de Colombia


emulación. ¡Ah, qué justo es Dios! Dios venga nuestros delitos, y nuestra am-
bición es el suplicio que su justicia ha decretado a nuestro orgullo, a nuestra
avaricia, a nuestras liviandades. Adoremos sus augustos decretos, y a lo menos
desarmemos su brazo vengador con nuestras lágrimas, con nuestro arrepenti-
miento, y sobre todo, con el sacrificio de nuestras pasiones más violentas. Este
es el único bálsamo que podemos aplicar a las heridas profundas que nuestras
pasiones han hecho a la Patria mía. ¡Patria! ¡dulce patria! ¡Posteridad! ¡ama-
ble posteridad! perdona a unos ciudadanos indignos de este nombre, por sus
crímenes; perdona nuestras sombras y dejadnos reposar a lo menos en el silen-
cio del sepulcro. Pero ¡ay! la posteridad es inexorable, ella desenterrará nues-
tros huesos, y nuestros hijos nos dirán: salid del reposo de la tumba malvados,
salid. Vuestras cenizas no deben mezclarse con las nuestras. Vosotros viciosos
vendisteis a vuestras pasiones criminales la patria y nuestra libertad, vosotros
habéis agravado nuestro yugo y habéis esclavizado a todas las generaciones que
han tenido la desgracia de teneros por padres. Nuestros nombres serán nom-
bres de oprobio. La historia . . . Este espectáculo me oprime. Quién sabe si los
nombres de Arboledas, Torres, Pombos, Caldas . . . van a ser tan odiosos como
los de Nerón/ 0 Domiciano, 11 Calígula12 y todos los viciosos. ¡Qué herencia la
que vamos a dejar a nuestros hijos!
14
Salude usted al Páter13 y póngame a los pies de mi señora doña Rafaela,
11
con mil expresiones, a sus niños y a Manuelito, ' nuestro observador de eclipses.
¡Adiós!
CAIDAS
4
Niño saluda a usted y dice que es un Peloticas.

1D Lucio Domicio Nerón.


11
Tito Flavio Sabino Dorniciano.
12
Cayo Julio César Germano Calígula.
18
Juan Joaé Hurtado Arboleda.
"Rafaela Valencia y Valencia de Arboleda.
14
Manuel Esteban Arboleda Valencia.

163
Sogamoso y abril 28 de 1812
Serios Lacedemonios: 1
No quiero más ilustrísimas ni reverencias con unos Lacedemonios que
han olvidado su lengua por la de los imprescriptibles. ¿Quién creyera que los
adoradores del siglo de Mena y Bavasorda habían de hablar en francés? Esta
lengua no la entendían dos en esos días de paz y de tranquilidad. Contentos con
su mal castellano y peor latín, no leían sino a Larvagá, al Quijote y aPalanco y

1
Benedicto Domínguez y Francisco Urquinaona.

326

©Biblioteca Nacional de Colombia


Reinfetuel. Ellos no se apuraban por libritos de gusto, de esas frívolas produc-
ciones que llenan hoy nuestro corazón y nuestros momentos. ¡Días felices! Días
que no veremos nosotros ni nuestros nietos.
Me gusta que se active el asunto de la imprenta y que Molano se pase
cuanto antes a la casa. Y o creí que ya la habitaba. Apuren ustedes, ilustres La-
cedemonios, a fin de ver algo impreso en esa imprenta.2
Y o trabajo mi larga carta de Tunja, y diré algo de su literatura, no para
retardar el Congreso, que es la última áncora que nos queda en esta tempestad,
sino para que abran los ojos y estudien.
¿Con que Pombo,3 el honrado Pombo, sale ignominiosamente desterrado y
depuesto con siete hijos y una mujer virtuosa? ¿Con que Castillo~ ha de mar-
char' dentro de tres días? La causal, el proceso y la sentencia de esos virtuoso!!
ciudadanos es la voluntad de Nariño. 5
. ¡Qué libertad! ¿Hacían más Alba, Amar y Mendinueta? 8 ¡Y vivimos bajo
una Constitución que mira como sobrada la persona, el honor y los bienes de
los ciudadanos! ¡Oh temporal ¡Oh mores! ¡Quién sabe qué otros males espe-
ran a Pombito, a . . . !!! Pero en medio de esta crisis yo observo, yo calculo y yo
pinto, y solo el flujo político me hace decir cosas que no son de geografía y
astronomía. Que ese Presidente~ haga lo que quiera, que mi felicidad no está
en sus decretos y prescripciones sino en el testimonio de mi conciencia, y en
cumplir con los deberes de cristiano, de ciudadano de Cundinamarca, de espo-
so, de padre y de cosmógrafo que es la última de mis obligaciones. Vivan us-
tedes quietos, no tomen partido, y ruede la bola hasta que la causa de la libertad
pida muchos socorros. No expongamos nuestro reposo por facciosos, y estudie-
mos para servir a esta patria querida.
Adiós.
CALDAS

• Juan Rodríguez Molina. Ver las cartas Nos. 158 y 161 en lo referente a la imprenta.
• Miguel Pombo Pombo.
• José María del Castillo y Rada.
• Antonio Nariño.
• El oidor Juan Hemández de Alba y los Virreyes Antonio Amar y Borbón y Pedro
Mendinueta y Muzquiz.

164
Sogamoso y mayo 12 de 1812
Mi Manuelita: 1 ni Sánchez2 ni tú entienden mis cartas. Hurtado3 se de-
negó a prestarte las asistencias, porque es tan puerco como Groot,~ y siendo que
1
María Manuela Barahona.
2
Antonio Sánchez.
3
Marcelino Hurtado Arboleda.
• Pedro Groot.

327

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le hubiesen admitido los veinticinco pesos que por una vez me ofrece dar. Es
popayanejo y es ruin como todos los de su familia. Groot ha ofrecido suplir
cuatro meses,. y yo estaré antes en ésa, porque voy a pedir mi licencia, supuesto
que para dormir en Sogamoso no necesitan de ingeniero.
Recibí los tabacos y ningunas noticias. He oído decir que Villavicencio11
salió con artillería para Popayán, y otros escándalos sobre el reconocimiento
de la nueva Constitución, y nada me dice Sánchez. Que no (ilegible) tanto, y
que escriba todo porque me interesa.
Mil abrazos a Liborio,6 y saludos a todos.
Estoy algo cansado. Adiós. Tu
CALDAS

• Antonio Villavicencio.
1
Liborio María Caldas Barahona.

165
Sogamoso y mayo 21 de 1812
Serios Lacedemonios: 1
Creo que al epíteto de serios deben añadir el de lacónicos cuando no se
necesita. Sus cartas son efímeras, y perecen como los insectos del Nilo. ¡Pobres
diablos! ¿Por qué no me hablan con detención en un asunto tan grave como la
pintura del sol, son soleil? Epaminondas, aunque era espartano, hablaba dete·
nidamente cuando se trataba de asados, pollas y cocina. Qué, ¿pintar un sol al
frente de las clava$ es acaso un juguete? ¿Imprimir una esquela de convite para
las honras de Mena y Bavasorda, es negocio de dos palabras? Más juicio, se·
ríos, más atención con un astrónomo que fija la posición de Sogamoso, de esta
antigua soberanía, tan efímera como los amigos de las artes, y que no tiene
sino barro en las calles, pobreza y miseria.
Celebro que la imprenta esté concluida,2 y que en el siguiente me remitan
3
una señal o muestra. Los patianos me han asustado, y Tenorio me ha hecho
llorar de risa con la majestuosa intimación que hizo a los popayanejos.
Salud, y trabajar para que se imprima algo bueno como Los mil 'Y un
cuentos, El Lazarillo, Los dos pares de Francia, y otras cosas dignas del siglo
de Mena y Bavasorda. Amén. Adiós.
El Astrónomo.

1
Benedicto Domínguez y Francisco Urquínaona.
• Ver las cartas Nos. 158, 161 y 163.
• Antonio Tenorio Carvajal.

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166
Sogamoso y mayo 21 ·de 1812
Mi amada Manuelita: 1 ya vino la orden para regresar a Santafé, y Ba-
raya2 dice que no tiene caudales para menear la tropa.
Para esto ha ofrecido, ha oficiado con Nariño3 para que mande dinero.
¡Quién sabe en qué parare, porque Pamplona pide nuestro socorro últimamen-
te! En fin, Dios nos dará lo que más acomode a sus miras soberanas.
Por la Gaceta veo que ya no puede nuestro Presidente3 mandar tropas a
provincias libres sin el consentimiento del Congreso. Y o me alegro de esta pro-
videncia saludable, y creo que nos darán la paz que tanto necesitamos.
Me he horrorizado al ver los peligros en que se vio Popayán por la rela-
ción que me hace Sánchez/ y por otra que vi de Baraya.2 Me he reído a car-
cajadas con nuestro loco Tenorio5 de Gobernador Supremo de Popayán y su
provincia. ¿Y perdonarán a este malvado atrevido? ¿Y perdonarán a Diago?6
Es increíble que el tuerto haya prevaricado tan vergonzosamente. Me alegro
que ya se impriman y que me manden muestras de todo para ver cómo va el
cuento. Santa Marta remite con frecuencia peones a Baraya, y por este medio
me pueden mandar Sánchez y Benedicto7 cartas y papeles.
A Sánchez, que escriba a mi madre,8 que me diga lo que sepa de casa. Y o
estoy bueno, mil abrazos a Liborio,9 y mil saludes a las señoras Alvarez, Luisa
Vicenta, y a todos.
Adiós.
CALDAS
1
María Manuela Barahona de Caldas.
2
Antonio Baraya.
• Antonio Nariño Alvarez.
• Antonio Sánchez.
0
Antonio Tenorio Carvajal.
• Francisco Diago.
• Benedicto Domínguez.
8
María Vicenta Tenorio Arboleda de Caldas.
• Liborio María Caldas Barahona.

167
Sogamoso y mayo 23 de 1812
1
Don Camilo: usted sabría que fui destinado en calidad de ingeniero en
la expedición de nuestro Baraya;2 pero no sabría mi disgusto al verme en el
número de los opresores de Tunja y de Pamplona. Yo no sabía a dónde ca-
minaba, y Dios me conducía a que contribuyese a la formación del Congreso
con mis débiles fuerzas. Así que llegué a Tunja me hospedó el Gobernador,

1
Camilo Torres Tenorio .
• Antonio Baraya.

329

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nuestro condiscípulo Niño, 3 y, sin pensarlo, me hallé en la mejor disposición
para influir sobre su corazón, y también sobre el de Baraya, a quien le merecí
confianza. Y o exhorté a aquél a que no fuese a prostituir la confianza de los
pueblos, y que primero permitiese dejarse amarrar, que reunirse y reforzar con
doscientos mil hombres el imperio del tirano. A éste le hablé con una energía
de que no me creí capaz, pero Baraya estaba bien dispuesto, y está dotado de
un corazón sano, franco, noble y sobre todo libre y sin ambición. El comenzó
por manifestarme sus ideas liberales y dignas de un alma vigorosa y libre. Co-
menzó por suspirar por el Congreso y por decirme que venía violento y que
Nariño era un hombre ambicioso, emprendedor, inmoral, y que entregaría al
Reino como sacase algún partido. Entonces le dije que en sus manos estaba la
suerte de Tunja, del Socorro, de Pamplona y del Reino entero; que volviese
sus armas contra el opresor; que instalase el Congreso; que diese la libertad
a Neiva, a Mariquita, y que se cubriese de gloria. El se halló bien inclinado a
esta solución; pero no tomó partido por entonces. Todos los días hablábamos,
y más de una vez dejé mi sextante, por ir a acalorar al justamente ilustre Ba-
raya.
Así partimos para Sogamoso, y así nos mantuvimos hasta que llegó a
nuestras manos la representación de Ricaurte,5 y supimos el resultado en el
débil Senado de Cundinamarca, con los decretos sanguinarios y crueles del
Presidente,4 de éste que se llamó libre, humano, y que en 1794 publicó los
Derechos del Hombre para violarlos escandalosamente en 1812. Con una carta
de Ricaurte en que nos avisa los atentados de Nariño, se prendió la llama que
ardía sordamente en el corazón de Baraya, de su excelente oficialidad. Enton-
ces me comisionó para que manifestase sus designios al Gobierno de Tunja, y
partí para esa capital lleno de confianza y de celo por nuestra libertad. Y o
hallé en todos los funcionarios de Tunja cuanto se podía esperar de un alma
libre. Personas, caudales, armas, víveres, celo, actividad, todo hallé en Tunja,
y satisfecho del buen éxito, volví a dar cuenta de mi comisión.
El Gobierno de Tunja ofició a Pamplona pidiéndole armas y dinero, al
momento mismo que estaba reunida para tratar de agregación a Venezuela, y
ésta, transportada en júbilo, publicó nuestros planes, repicó e iluminó su ca-
pital, imprudencia que pudo costar caro a Baraya y a todos los que tenían
parte en estos misterios de salud y de libertad, si las cosas pudiesen haber re-
trogradado. Pamplona nos ha mandado seis mil pesos, y habría puesto libranza
sobre todo su Tesoro, si en aquel momento no hubiera temido las falsas ame-
nazas de Bailadores y Maracaibo.

• Juan Nepomuceno Niño.


• Antonio Nariño.
• Joaquín Ricaurte Torrijos.

330

©Biblioteca Nacional de Colombia


Cuando llegó nuestra contestación al Socorro, ya nuestro Ricaurte había
largado el mando, desgracia que nos contristó y que dio más energía a nues-
tras operaciones. Se despachó otro expreso para que Girardot6 amarrase a Sal-
cedo,7 a Cancino,8 criado del tirano, y al pérfido Ley;9 pero el gran número
de chapetones lo intimidó, y pidió que fuese nuestro Brigadier en persona.
Pero no pudiendo ser esto, nos hemos valido del descontento general del Soco-
rro con el yugo cundinamarqués, y hemos ganado al Subpresidente de esa villa,
y al de V élez, que van a obrar de concierto con el bello Girardot. Ha cuatro
días salió el último, comisionado para echarse sobre esos enemigos de nuestra
libertad y amigos de Nariño. Esperamos el resultado de estas medidas, que
creemos felices.
Ayer supimos que viene Pe/' a tomar el mando de las armas del Socorro
y de esta expedición, y a activar a Baraya, a Baraya que ya no reconoce más
autoridad que la del Congreso, como lo verá por el oficio que con esta fecha
dirige a los Diputados que están en !bagué. Baraya le mandó a Pey una carta
expresiva para que se reuniese a sus planes, y que no manchase su reputación
y su gloria, y que siguiese su ejemplo. Aún no sabemos cómo recibirá este
buenazo este convite de honor, de libertad, de gloria. Pero sea como se fuese,
tenemos diez y seis mil pesos, muchos víveres, más de diez mil hombres, valor
y un corazón encendido por la libertad. Nada hará retroceder a Baraya ni a
su excelente Oficialidad.
Ya el tirano4 sabe nuestros designios y, lejos de animarse, se le ha caído
el cetro de las manos. Dicen que está abatido y desconsolado, porque van a des-
aparecer la Pro'l'incia legal, las conquistas, los latrocinios y las ideas lisonjeras
del imperio. Ojalá que Gutiérrez10 y Castillo11 hubieran rehusado la última
capitulación, que muestra su debilidad, y creo que usted ni sus compañeros
aprobarán esta infamia.
Nuestro Baraya saluda a usted, y que se acuerde de lo que le ofreció antes
de su salida para !bagué. Ojalá se pensase en trasladar el Congreso a Santafé,
y que solo y apoyado por todas las armas diese gloria y engrandecimiento a
esa bella ciudad. Ojalá que, desechos de Groot/ 2 Carbonell/3 Otero14 y de-
más chisperos malvados, organicemos y demos la paz a nuestros hermanos. ¡Qué
gloria para ustedes, para Baraya, para todos los justos!

• Atanasio Girardot.
• Ignacio Salcedo.
8
José María Cancino.
• José Miguel Pey.
10
Frutos Joaquín Gutiérrez.
11
José María del Castillo y Rada.
12
Pedro Groot.
'" José María Carbonell.
,. Luis Otero.

331

©Biblioteca Nacional de Colombia


Su amigo antiguo, el doctor don Marcelino Gutiérrez, me encarga salude
a usted, quien perdonará esta larga carta, y contará con el afecto y amistad de
su verdadero amigo,
J. CALDAS

Incluyo una proclama que Baraya ha hecho para que se fije ~n las esquinas
de Santafé, y disipe las calumnias de los pícaros que nos tiran a volver odiosos.

168
Tunja, junio 3 de 1812
1 2
Mi adorada Manuelita: no dudo que el tirano te oprima porque eres
esposa de un hombre que ama la libertad; pero no temas, que pronto será libre.
Cuídame a mi Liborito,3 no te asustes por nada, que allá iré pronto a resti-
tuirte a tu sér. Te remito cien pesos en oro con el amigo Rubio, porque creo
que no te darán nada en cajas. A Pombito4 que te asista, que estás expuesta
por salvar la patria. Rubio es mi amigo, y puedes confiarte a él. Si es preciso
esconderte, escóndete, lo mismo que mis papeles y libros. No des las llaves del
Observatorio, y di que yo las tengo.
Adiós, valor, adiós. Tu
CALDAS T.
1
María Manuela Barahona.
• El Presidente Antonio Nariño.
• Liborio María Caldas Barahona.
' Miguel Pombo Pombo.

169
(Fragmento)

... Ni puedo creer que me faltasen.


Por lo que mira a Tenorio,1 se me informó que no pisaba mi casa porque
era de los libres de Baraya,2 olvidando todas las relaciones de sangre y de
amistad. También se aseguró que había votado por la dictadura escandalosa
y criminal de Nariño.3 Ayer vi la nueva Constitución, y leí el artículo que dice
que no se suspenderá el imperio de ella por ninguna autoridad 'Y en .

1
Tomás Tenorio Carvajal.
• Antonio Baraya.
• Antonio Narifio Alvarez.

332

©Biblioteca Nacional de Colombia


170
1
· Mi amada Manuelita: creo que te inquietas porque el gran pícaro de
Carbonell2 ha embargado mis bienes; pero consuélate que pronto los desembar-
gará y tú veras a tu Caldas. Las cosas pueden variar por medio de los comi-
sionados, y que se instale el Congreso. Y o estoy sano y más gordo que salí;
yo no dejo de comer y de dormir; solo me aflige el verte triste. Si yo supiera
que tienes corazón grande para reírte de las viles venganzas de Nariño3 y Car-
bone!!, y otros pícaros, yo estaría en mis gustos. Te encargo, te ruego y te
mando que no vuelvas a poner tus pies en casa de Tenorio! Este es un egoísta
abominable, y no volveré a saludar. Si pares antes que se terminen estas turba-
ciones, harás que carguen la Nacha5 y Pombo,6 y que bautice el doctor Esté-
vez. 7 N o te mando más dinero porque no lo pille el tirano,3 y porque creo que
con los cien pesos que te mandé y suplementos que te ha hecho Hurtado8 y
Barona,9 tendrás lo suficiente.
Saludo a Vicenta, doña Luisa y a todos. No temas nada, y cuenta con
el corazón de tu
CALDAS T.
Mil besitos a Liborio. 10

1
María Manuela Barahona.
• José María Carbonell.
3
Antonio Nariño.
' Tomás Tenorio Carvajal.
" María lgnacia Alvarez Lozano.
• Miguel Pombo Pombo.
7
José María Estévez.
8
Marcelino Hurtado Arboleda.
• José Agustín Barahona.
10
Liborio María Caldas Barahona.

171
Mi amada Manuelita: 1 recibí el telescopio, zamarros y el incroyable. Y o
estoy con salud y con mis granos que no se empeoran y que no se quitan.
Ha quince días que estamos aquí sin saber cuándo parriremos, ni cuánto
durará la expedición. Puede ser que las cosas muden y que Dios me restituya
a mi casa, que lo deseo con ansia.
Cuidado con Liborito2 y con el que tienes en el vientre; cuídate mucho y
has ejercicio desde que te sientas en los siete meses, para tener un parto fácil
y no como el pasado. Cuida mucho de la familia, que todo esté arreglado y
cristiano, pues tenemos que dar cuenta a Dios de la conducta.
1
María Manuela Barahona.
• Liborio María Caldas Barahona.

333

©Biblioteca Nacional de Colombia


Saluda a Sánchez,3 mil abrazos a Liborio, mis expresiones a mamá Che-
pa," Tenorio,5 comadre Teresita.6 Mis memorias a la señora Nacha,7 don Ma-
nuel,8 Vicenta, Luisa. A Pombo9 que he visto su Constitución de venta en ésta,
que quiero la mía. Que se ha recibido con mucho gusto de todos, que lo llaman
el federalista del Reino.
A Sánchez3 que me escriba muy largo, aunque no le conteste sino en la
tuya; que me diga todo sobre imprenta y política.
A don Pedro Groot hazle una visita, a la Manuelita, y que lo saludo.
En fin, vive segura que no te trocará por ninguna mujer tu esposo fiel que
te ama con todo su corazón.
CALDAS
1
Antonio Sánchez.
• Ana Josefa Santacruz de Tenorio.
• Tomás Tenorio Carvajal.
• Teresa Tenorio Santacruz.
• María lgnacía Alvarez Lozano.
8
Manuel Bernardo Alvarez.
• Miguel Pombo Pombo.

172
Tunja .. .
Mi amada y perseguida Manuelita: 1
Por mano de don Camilo Torres2 te he librado setenta pesos para tus gas-
tos. Aquí he sabido que Nariño3 te ha retenido en calidad de rehenes, lo mismo
que a la hija de este Gobemador.4 Es necesario que te armes de paciencia, hasta
que Dios te libre de ese hombre y de la cuadrilla de chisperos que te abominan
porque eres esposa querida de un hombre que aborrece a los tiranos. Ahora sé
que el Congreso, a reclamaciones mías, te ha pedido al usurpador3 de la Presi-
dencia de Santafé, y ordena que te unas a tu marido. Si este hombre cruel no
desatiende las órdenes del Congreso y te permite salir, deja inmediatamente ese
suelo desgraciado, esa ciudad preciosa pero plagada de chisperos corrompidos
y criminales. Y o te mando que vendas los muebles de casa, como mesas, sillas,
canapés, etc., etc.; que me traigas la Virgen, mis libros y mis instrumentos, con
todo lo que se pueda conducir. Te encargo especialmente mis papeles, y que
Sánchez5 pida mis bienes y mis instrumentos que están en el Observatorio.
Tú no temas nada, aquí no se ha pensado en declarar guerra a Santafé;
esto no cabe sino en la cabeza del miserable Nariño; él es el que, por fines que
no alcanzo, ha alborotado a ese pueblo crédulo, voluble y viciado con la pre-
1
María Manuela Barahona.
• Camilo Torres Tenorio.
• Antonio Nariño.
• Juan Nepomuceno Niño.
• Antonio Sánchez.

334

©Biblioteca Nacional de Colombia


dicación de los chisperos infernales. Acá se piensa con otra moralidad, otra reli-
gión que la que tiene Nariño y su cuadrilla; acá solo se dan pasos a la paz y
allá todo es calentar a esos habitantes con mentiras. Serénate, amada hija mía;
aprovéchate de los momentos, y sal con Sánchez y con toda la familia. Acá vivi-
remos pobres, pero en paz, y con la dulce satisfacción de haber padecido por la
patria.
Saludo a Sánchez y a Liborito;" saludo también a la comadre Nacha7 y a
todos. Tu
CALDAS

• Liborio María Caldas Barahona.


7
María lgnacia Alvarez Lozano.

173
Mi amada Manuelita: 1 yo estoy bueno, gracias a Dios, aunque muy aborre-
cido del tirano2 de Santafé. Esta carta será larga y común para ti y para Sán-
chez.3
Los bienes que me pertenecen y son míos en el Observatorio, son: una
grande aguja que está en una caja grande que parece frasquera con agarraderas
de cobre, como papelera; un teodolito pequeño en caja de pino y no de caoba;
un sextante, caja de caoba; un cuadrante en dos cajas de pino, de que hablé en
mi anterior, y Barona4 me dice que el pícaro de Carbonell11 le dejó sacar; una
mesa de camino, el barómetro que balancea en tres pies y un grueso peso de
cobre; el otro que está en la pared clavado y que balancea también; el retrato
del señor Mutis; 6 y una Uranita en un cuadrito de pintura quiteña. Es nece-
sario pedirlos al tirano por una representación fuerte.
Nariño2 y Carbonell11 tiran a vengarse de mí con bajeza y con crueldad;
ellos quieren tragarse mi imprenta y mis bienes; y es necesario defenderlos, y si
no se puede otra cosa, recompensarse del modo que sea posible. Para esto yo
tengo acá algunos instrumentos que valen más que la imprenta, y quiero que los
globos, telescopio chico, libros que dejé en mi cuarto se escondan con todo esme-
ro, lo mismo que todos mis papeles y manuscritos. Barona4 me dijo que habían
embargado mis libros que se hallaban en mi cuarto, y lo siento en mi alma, por-
que veo que cayó mi Lalande.7 Pero veo que en la última de Sánchez me
dice que todo lo de casa lo tenía .asegurado. ¿Cómo, pues, han embargado el

1
María Manuela Barahona.
• Antonio Nariño.
3
Antonio Sánchez.
• José Agustín Barahona.
• José María Carbonell.
• José Celestino Mutis.
7
La Astronomía de José Jerónimo Le Frano;ois de Lalande, en tres tomos .

335

©Biblioteca Nacional de Colombia


8
Racine y demás? Sea lo que fuere, es preciso que se oculte cuanto se pueda, y
de todos modos, encomendarse a la Virgen y que venga todo.
El mozo parte y no puedo ser más largo. A Sánchez8 que me escriba todo,
todo, todo. Tú no tengas cuidado, estoy bueno, y no corro peligros. Tu
CALDAS T.
San Gil y julio 15 de 1812.

• Juan Bautista Racine.

174
(Fragmento)
1
Bien puede usted afligir, intimidar y degollar a esa niña inocente y virtuo-
sa;2 bien puede usted hacer lo mismo con mi hijito,8 y con todo lo que puede
tener conmigo relación en esa ciudad desgraciada; nada me intimida. Si muere
a manos de la facción, morirá con honor, y con virtudes, y yo no habré mancha-
do mi reputación por debilidad. La sangre que va usted a derramar por capricho,
por obstinación y por ceguedad, subirá al cielo a pedir venganza contra los au-
tores de nuestros males; esta sangre cerrará nuestros corazones a la piedad, y
nada perdonaremos; la vida de una de nuestras mujeres costará mil vidas. No
crea usted que amenazamos en vago, amenazamos con justicia, con fuerzas, con
superioridad.

1
Antonio Nariño Alvarez.
• María Manuela Barahona de Caldas.
• Liborio María Caldas Barahona.

175
Tunja y agosto 6 de 1812·
1
Mi amado Benedicto: la carta de usted me ha sorprendido y amargado
hasta un punto que no puede imaginar usted. París no ha entendido mi carta y
ha ejecutado una cosa que jamás aprobaré. Y o no he mandado que se le arran-
que la imprenta de manos de usted; no, yo amo a usted mucho, yo debo a usted
servicios señalados. Y o me debo a mí mismo otra conducta y otra corresponden-
cia a los beneficios. Me hallo tan incómodo, que no he podido sufrir, y hago un
expreso sólo a reparar este agravio hecho a usted y a mi amistad. La cosa ha
sido así:

1
Benedicto Domínguez.

336

©Biblioteca Nacional de Colombia


Barona,2 Sánchez3 y otros me avisan que el frenético Carbonell' concluirá
ya el expediente que me ha seguido por deudor al Erario de ese Estado; me de-
negó la audiencia ese revoltoso envenenado, y poco faltó para que hubiera pues-
to mis bienes a la subasta pública. Entonces concebí el proyecto de desembar-
gada a todo trance; puse yo una representación al Poder Ejecutivo;11 Baraya6
y este Gobernador7 oficiaron con el mismo objeto. Y o para dar más energía y
calor a esta empresa, escribí a París suplicándole presentase él mismo a Castro8
esos documentos, y exigiese contestación. Le comunico el plan de sacar esa im-
prenta de Santafé y llevarla al lugar del Congreso a quienes pertenecen los
(ininteligible); le digo (oiga usted bien) que así que se consiga el desembargo,
con anuencia de mi sobrino, se trate de sacarla con la mayor cautela. A mi sobri-
no le digo que si no hay tiempo de avisarme y corre peligro de un nuevo embar-
go, se lo avise a usted, le pida, no cuenta, sino una razón de lo que le reste para
satisfacerlo. Pero que si la cosa no urgía, que no hablase a usted una sola pala-
bra hasta que yo lo impusiese.
Ahora he dado órdenes contrarias y no pienso sacar la imprenta hasta saber
sobre el lugar estable del Congreso, y doy mandato formal de que en el momento
vuelva a usted la imprenta, la que debe usted recibir por su honor y por el mío.
Siento estas novedades, y debe usted estar seguro de que hago más estima-
ción de usted que de todas las im~rentas del universo. Olvide usted esta ?teci?i-
tación de París, y disponga en jefe de esa imprenta y del corazón de
CALDAS

• José Agustín Barahona.


3
Antonio Sánchez.
• José María Carbonell.
• Se conoce un fragmento (carta N~' 174) de una comunicación de Caldas a Antonio Nariño.
• Antonio Baraya.
• Juan Nepomuceno Niño.
8
Manuel Benito de Castro.

176
Mi querida Manuelita: 1 repito que dejes a Santafé en el instante que Na-
riño2 te lo permita. Sé que el tío Manuel Santos viene y que estará ya en ésa;
ojalá que te traslades con él y que te vengas a Tunja, en donde nos guardare-
mos de las venganzas de ese gran pícaro. Que se pierda todo como te salves con
Liborito,3 Sánchez4 y mi familia.

1
María Manuela Barahona.
• Antonio Nariño.
1
Liborio María Caldas Barahona.
• Antonio Sánchez.

337
CARTAS DE CALDAS - 22

©Biblioteca Nacional de Colombia


4
A Sánchez que pida al tirano2 mi cuadrante y todas mis cosas, que recoja
todos mis libros, y cuanto sea cargable y me lo remita o me lo traiga todo.
El amigo Narváez5 te dirá todo; yo me hallo con salud. Salúdame a Ba-
8
rona y principalmente a nuestro don Manuel Santos.

1
Juan Salvador Narváez.
• Joaé Agustín Barahona.

177
1
Mi Manuelita amada: he visto a tu tío2 y me consuela saber que no te
afliges por las picardías del Presidente8 y de Carbonell! Bien pronto me verás
y bien pronto me restituirán lo que me han usurpado esos grandes malvados.
Como yo sepa que no te abates, todo lo demás está corriente. No vuelvas a la
casa de Tenorio,5 que será sentimiento que no te olvidaré.
No te digo nada porque tu tío te contará todo y te serenará. Y o estoy sano
y nada temo, sino tus aprensiones. Descansa hija, que Dios es justo, y Dios nos
volverá a unir pronto.
Mil besitos a mi Liborito/1 y saludes a mi querida Nacha, 7 Vicenta, Luisa
y a mi querido Sánchez.8 Julio lleva las instrucciones para el desembargo de mis
bienes. Advierto a Sánchez que el retrato de Mutis9 y otra pintura que se hallan
en el Observatorio son mías.
Adiós; que me escriba largo Sánchez, de quien estoy contento por los pasos
que ha dado. Tu
CALDAS

1
María Manuela Barahoaa.
1
Manuel Santos.
• Antonio Nariño.
• José María Carbonell.
1
Tomás Tenorio Carvajal.
• Liborio María Caldas Barahona.
• María lgnacia Alvarez Lozano.
• Antonio Sándtez.
• José Celestino Mutit.

178'
Tunja .•• 1812
E~ el campamento de Baraya, a quien se enfrentó Pey, leí con dolor los
2 8

reproches que me dirigió por haber abrazado yo la causa de la Nueva Granada.


Firme en mis convicciones, detestaré siempre al tirano de Cundinamarca4
1
Esta es la traducción al español de la versión alemana que incluyó Schumadter en su obra.
Está dirigida a Benedicto Domínguez.
• Antonio Baraya.
1
José Miguel Pey.
'Antonio Nariño Alvarez.

338

©Biblioteca Nacional de Colombia


y procederé siempre como hombre libre. La ternura con que amo a mi esposa, a
mis hijos, a Bogotá y a los amigos, no puede variar ni mis opiniones ni mis actos.
Bien puede vuestro dictador herir a mi familia con aflicciones y hacer embar-
gar tres o cuatro muebles viejos adquiridos en tertulias literarias y no por el
despojo de los diezmos; bien pueden robarme mis instrumentos que debo a la
generosidad de Pombo; 5 bien puede tratárseme a mi familia como traidor a la
Patria.
Nada me arredrará. He jurado ser libre y morir libre. El odio personal se
ha levantado contra todos mis bienes; a instigaciones de un hombre miserable
se me ha quitado la imprenta; yo sé esto, y solo me duele que vosotros no ten-
gáis tiempo de suplir la pequeña suma de aquel anticipo para su traída.
Por lo demás, le fingiré estar tan satisfecho como sea posible. No se me
atendió y se afirmó que yo debía dinero al fisco. Dirigí a la primera autoridad
una representación, otra a Baraya y una tercera al Gobemdor de aquí,6 ahora
me dirijo también al Congreso.
Creo que 'vosotros como leales nariñenses, habéis resuelto no. volver a es-
cribirme y no hacerme dar una prueba siquiera de mi imprenta, pues hasta hoy
no habría sabido nada de sus producciones, si por casualidad no hubiera visto
los documentos correspondientes al manifiesto del tirano, procedentes de mi
imprenta del Sol. ¡Qué desgracia!
¿Habéis abandonado mi familia porque soy un soldado de la libertad? ¿Mi
tío7 --ese esclavo-- ha detractado nuevamente mi casa? En una palabra: si
el anhelo hacia una verdadera representación nacional, si el amor a la unión y
el odio al centralismo me hacen indigno de vuestra amistad, decídmelo tan fran-
camente como yo os hablo. Estoy en Tunja y podéis dirigiros aquí a vuestro
leal amigo,
CALDAS

• José Ignacio de Pombo.


• Juan Nepomuceno Niño.
• Tomás Tenorio Carvajal.

179
Tunja, 22 de agosto de 1813 1
2
Amado Miguel:
Qué tormenta la que se ha excitado por un puñado de malvados contra
los hombres de bien y de luces. ¿Quién habría creído en 1810 que Carbonell,
el ratero Carbonell,8 Mutis, el estúpido Mutis,4 Otero,5 Groot, 6 Tobar, Nari-
1
Aunque en el original aparece esta fecha, se ve por el texto que es del año 1812.
1
Miguel Pombo Pombo.
• José María Carbonell.
• Sinforoso Mutis.
• Luis Otero.
• Pedro Groot.

33·9

©Biblioteca Nacional de Colombia


ño, 1 el necio Panela, Mogollón, Murcia, Pase . . . habían de oprimir y escarne-
cer a los Torres, a los Camachos, a los Castillos, tres Pombos, Gutiérrez, Do-
mínguez, Ricaurtes, Barayas, Restrepos, Corrales, T orices y a todos los buenos
del Reyno? 8 ¿Quién había de creer que la Federación, este sistema bajado del
cielo para consolar a los mortales de las maldades de los reyes, el único que
puede ponernos a cubierto de los furores de la tiranía, había de ser la manzana
de la discordia entre hermanos? Y a lo hemos visto y también lo hemos llorado.
¿Serán .inútiles nuestros esfuerzos generosos? ¿Triunfará Nariño y los
feroces jacobinos? ¿Arrastrarán a las prisiones otra vez a los amigos de la
libertad y a los virtuosos? Yo creo que sí; la frialdad con que se han manejado
los Diputados de Ibagué,9 los términos humillantes con que se han expresado
con Baraya y con el firme Gobierno de Tunja me dan malas esperanzas. Yo no
conozco ya en esos documentos la firmeza romana de Camilo, de Camacho, de
Castillo. El primer oficio son réplicas al ilustre Baraya para que no ataque a
los opresores de la libertad. Este oficio vergonzoso lo recibimos al frente del
ejército de Pey, 10 cuando esperaba el general a lo menos una aprobación de la
resolución heroica que había tomado por los que estaban destinados a ser pa-
dres de esta Patria dilacerada por un tirano abominable. 7 Se necesitaba toda
la energía de nuestro corazones para sostenerse con un oficio tan helado y de-
gradante de los Diputados. ¡En qué peligro no pusieron estos hombres la liber-
tad! Tu dirás que es un atrevimiento el mío ponerme a censurar ·una conducta
moderada de los hombres más sabios del Reyno; es verdad; pero yo he visto
lo que influyó en el corazón de Baraya, de Ricaurte y de toda su oficialidad
y puedo mejor que nadie apreciar los malos efectos de este oficio de que siem-
pre se deben avergonzar los Diputados.
El segundo no es mejor que el primero. En él le aseguran a Baraya que
se retiran a llorar las desgracias del Reyno, porque no dejaba impune a Pey,
porque no abandonaba a Tunja a discreción de Nariño, porque no dejaba aban-
donada a Santafé en manos de esa turba de criminales, porque no olvidaba al
Congreso, a la organización del Reyno, y porque olvidándolo todo se hundía
en Cúcuta con toda su fuerza.
Ahora acaban de ponernos en la desesperación con un tercer oficio. Cuan-
do esperábamos que con la energía de hombres libres se trasladasen a Leiva
para instalar el Congreso,11 llaman tranquilamente a los de Santafé para de-
terminar lo que convenga. ¡Qué flema! ¿No irrita el ánimo más flemático esta

7
Antonio Nariño.
8
Alude a Camilo Torres .Tenorio, Joaquín Camacho, José María Domínguez, Antonio
Baraya, Manuel Rodríguez Torices, José María del Castillo y Rada, Joaquín Ricaurte, Frutos
Joaquín Gutiérrez, etc.
• El Congreso de las Provincias Unidas se reunió en !bagué.
10
José Miguel Pey.
u El Congreso se instaló en la Villa de Leiva el .4 de ocrubre de 1812.

340

©Biblioteca Nacional de Colombia


conducta? ¡Qué peligros a los que nos exponen! Supón que Tunja agotada no
puede sostener ya los gastos enormes que hace con las tropas; supón que Na-
riño se rehace; supón que nos ataque. ¿En qué viene a parar el Congreso, la
libertad y la Patria? A estos males, a esos extremos nos ha reducido la flema
criminal de los señores Diputados. Tú eres mi amigo, en tu corazón puedo
depositar mis temores y mis acaloramientos. Tú te hallas con esos señores, aca-
lóralos, exáltalos y da movimiento a esas masas frías, inertes y sin impulso.
Mucho habrás reído con mi gobierno y con mi ínsula. Pero yo, que no
nací para político, vi que era una temeridad aceptar un empleo que no podía
desempeñar dignamente. Mil veces les recomendé que te eligiesen, que tú po-
días hacerlos felices, que tu tradición y constitución del Norte probaba dema-
siado; que tenías talentos y conocimientos políticos. Y o salí por garante de tus
intenciones y de tu corazón, afirmaron nos habíamos criado juntos, que te ha-
bía tratado desde tu infancia y que te conocía a fondo. Yo me recibí bajo tales
condiciones: 12
1~ Que no había de dejar el ejército, en donde hacía falta como ingeniero.
2~ Que solo había de ser hasta la formación del Colegio. 3~ Que me habían de
dar un teniente de mi confianza en quien depositar la autoridad. Se convino y
me hallé Gobernador entre las manos y sin las responsabilidades y desatinos
que había yo hecho. Robira13 fue el que pedí para teniente. Espero que el Co-
legio, si sigue mi consejo, te nombre Gobernador, de esos pueblos industriosos
y enérgicos.
También te recomendé para uno de sus Diputados al Congreso que deben
estar ya nombrados. El12 de éste se reunió en el Valle, presidido por Robira.u
Mucho he padecido, mi querido Miguelito, mucho he trabajado por arrui-
nar al tirano, muchos sacrificios ha hecho mi corazón a esta libertad y a esta
Patria. Y o he visto ya todos los horrores de la guerra, y creo que no fue inútil
mi presencia el 19 de julio. Ya sabrás que el tirano embargó mis muebles, mi
impr~nta, mis libros y lo que más me duele, mis instrumentos debidos a la ge-
nerosidad de tu ilustre y venerable tío. 15 Y o lo sacrifico todo con gusto, como
vea formado el Congreso y feliz esta patria para que nací.
Adiós.
FRANCISco JosÉ DE CALDAS

u Unica noticia de que Caldas haya sido nombrado Gobernador.


13
Custodio García Rovira.
14
El Congreso se reunió en el Valle de San Luis, cerca de !bagué.
10
José Ignacio de Pombo.

341

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180
Tunja y agosto 24 de 1812
Mi amada Manuelita: 1 Recibe el corazón de tu Caldas. Gracias a Dios ya
estás fuera de un parto que ha costado más dolores a tu marido que a ti mis-
ma. Día y noche me has tenido en marguras y en sobresalto. Creí que habías
malogrado esa niña2 cuando el ratero Carbonell8 embargó mis bienes, y más
cuando el criminal Tobar4 prendió a mi querido Sánchez.11 Veo que no eres
cobarde y que sabes sufrir las desgracias como mujer fuerte.
Mil besitos a mi nueva hijita,2 que aunque chancleta, la quiero como a
Liborito,6 a quien le darás mil abrazos. Saludo con todo mi afecto y agrade-
qmiento a mi amada comadre la virtuosa Nacha. 7 Le escribo, lo mismo que a
mt. compadre Estevez.
' 8
Salúdame a Vicenta, a doña Luisa y a todos, y tú cuenta con el amor de tu
CALDAS

1
María Manuela Barahona.
1
lgnacia Caldas Barahona.
1
Jos~ María Carbonell.
• Miguel Tobar.
1
Antonio Sánchez.
• Liborio María Caldas Barahona.
7
María lgnacia Alvarez Lozano, madrina de bautizo de lgnacia Caldas.
1
José María Estévez, padrino de lgnacia Caldas.

181
Mi Manuelita: 1 si yo no escribo no eres para mandarme ni unas saludes,
y ninguno se acuerda de mí. No obstante yo sí pienso mucho en mi familia y
en Liborito,2 que tú debes cuidar como una joya preciosa para que no vea ni
oiga cosas que debe ignorar. Yo pienso ir a abrazarlos a todos el lunes, y ahora
va este peón a traerme la brújula de caja de cobre que quedó allí en mi mesa,
y a saber de tu vida. No vayas a mandar una brújula que quedó envuelta en
papeles sobre la mesa. Hasta el lunes. Adiós. Que Sánchez3 entregue las ad-
juntas.
CALDAS

1
María Manuela Barahona de Caldas. Posiblemente escrita a principios de septiembre,
ver carta N9 182.
• Liborio María Caldas Barahona.
1
Antonio Sánchez.

342

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182
Tunja y septiembre 18 de 1812
Mi amada Manuelita: 1 ha nueve días que mandé un peón con cartas para
Sánchez,2 Lastra,3 Benedicto; París y Tenorio,5 y más con sesenta pesos en
plata para comenzar el pago de Rubias.
Veo que no vuelve, y creo que se perdió con este dinero. ¿Cómo ha de
ser, cuando estamos más pobres, más adversidades? Dicen que cuando el pobre
lava la camisa, llueve.
Consuélate con la pérdida de nuestra Ignacita,8 ella está en la patria de
los justos; está en la región de la paz, rodeada de gloria y nadando en felici-
dad; ya se libró del odio de los chisperos que a pesar de su inocencia, más de
uno la aborrecería porque era hija de un ciudadano libre. Yo me he alegrado en
lugar de llorar.
Acá han llegado noticias bien tristes sobre el estado en que se halla esa
ciudad desgraciada y la consternación en que se hallan todas las familias ho-
nestas. Y o no dudo que Dios tenga misericordia de ese pueblo, lo limpie de
la hidra de los chisperos abominales, y le vuelva la paz que no ha gustado
hasta ahora. Tú lleva una conducta cristiana y digna de tu cuna y de tu
esposo. Trata con desprecio y aun con ceño a esos chisperos; no comuniques
sino con los señores Alvares,7 Tenorios8 y Casís;9 que nadie tenga qué decir
de ti; tu labor, tu retiro, el cumplimiento de tus obligaciones, el temor de Dios
y la frecuencia de los sacramentos te harán respetable y el objeto de mi esti-
mación.
A Sánchez, que las cartas perdidas no tenían otro objeto que la devolución
de la imprenta a Benedicto. Este es un buen amigo; me ha servido, y es nece-
sario agradecer. Así, que inmediatamente se la den, porque ha sido una pe-
sadumbre para mí el que París, sin orden mía, se la hubiese quitado.
Escribir todo; yo estoy bueno y te deseo salud, y sacarte del medio de los
chisperos.
Saluda a mi comadre Nacha10 y a todos. Tu
CALDAS

1
María Manuela Barahona.
• Antonio Sánchez.
1
Pedro de la Lastra.
' Benedicto Domínguez del Castillo.
1
Tomás Tenorio Carvajal.
0
lgnacia Caldas Barahona.
7
Manuel Bernardo Alvarez.
• Familia de Tomás Tenorio.
• Pedro Casís.
10
María Ignacia Alvarez Lozano, madrina de bautizo de Ignacia Caldas.

343

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183
Cartago, febrero 4 de 1813
1
Mi amada Manuelita: en este correo escribo a Nariño2 para que te per-
mita salir de Santafé y reunirte a tu marido. Así que · ese señor me conteste
favorablemente, te avisaré la ruta que debes tomar y te remitiré los auxilios
que pueda. Es necesario, hija mía, abandonar esta patria que no puede ser
libre e ir a buscar lejos de aquí un asilo en que no vea corona ni oiga el nom-
bre de reyes.
Y o me hallo en Cartago esperando la contestación de Nacha3 y buscando
algún fondo para trasladarte a Cartagena, en donde nos daremos a la vela para
olvidar este suelo que nos vio nacer y que no podemos ver libre. Adiós.
(No tiene firma).
1
María Manuela Barahona de Caldas.
1
Antonio Nariño Alvarez.
• María Ignacia Alvarez Lozano.
184
Cartago, 5 de mayo de 1813
Ahora 1 he reconocido con la mayor claridad que todo es viento, humo,
vanidad, excepto dos cosas: servir a Dios -el Altísimo- y conservar la paz,
dón del cielo. Tristes desengaños me han abierto los ojos; los golpes de la des-
gracia me han enseñado más que mis cuarenta años de vida. Me siento feliz de
que, por mi educación, no desconozca las elocuentes y enérgkas enseñanzas de
que la Providencia me ha deparado en los últimos meses, tan aflictivos y de-
plorables. Nunca hubiera creído que el Congreso tratara con semejante indife-
rencia y con tal aspereza a un hombre que, como yo, se ha sacrificado comple-
tamente. El Congreso me ha olvidado, no ha contestado mi memorial2 ni ha
dado, por el dinero ql!e me adeuda, un mendrugo de pan a mi familia; no ·me
han recomendado al Gobierno de Popayán para una colocación y ha dispuesto
de mi propiedad sin que yo pudiera replicar una palabra. Pero ahora, no soy
ya ingeniero de Cundinamarca3 ni tampoco empleado del Congreso; soy sim-
1
Se transcribe esta carta en la traducción al español de la versión alemana que Schumacher
induyó en su obra "Mutis, Caldas, Codazzi".
• No se conoce este memorial.
• En la obra "La Expedición Botánica" de Florentino Vezga, aparecieron los siguientes frag-
mentos de esta carta, posiblemente tomados del original: "Ya no soy ingeniero, ya no soy oficial
de la Unión, ya soy un simple F. ]. de Caldas, y nada más: en este correo dirijo la renuncia,
y con cuatro renglones he adquirido mis verdaderos imprescriptibles, que son mi paz, mi libertad,
mis matemáticas y mi quietud. . . Después que Baraya tuvo el arrojo de atacar temerariamente a
Santafé, contra mi voto expreso y contra el de los mejores oficiales de la Unión, yo no puedo
vivir en ese suelo querido, pero manchado con la sangre inocente de tantas víctimas sacrificadas
a la obstinación y a la ignorancia. Bendito sea Dios; mis votos fueron pacíficos; no debo ninguna
de las muertes ejecutadas el día 9 en Santafé . . Y a el observatorio se acabó para mí, y deseo
que caiga en sus manos para que escapen los instrumentos de su ruina . . . Haga usted este ser-
vicio a la posteridad, y aplíquese seriamente a la ciencia de Cassini, Képler, Copémico y Newton:
continúe lo que he comenzado, y sostenga por esfuerzos generosos y repetidos el honor de ese
establecimiento, que hace más para la gloria de su patria que esos ejércitos, esos plumajes, esas
bandas, esos escudos insensatos, necios, vanos y pueriles . "

344

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plemente Francisco Caldas. Este correo lleva allá mi renuncia. Con cuatro
líneas he recuperado libertad, matemáticas y tranquilidad. Desde que Baraya4
tuvo la osadía de atacar arbitrariamente a Bogotá con el consejo de los mejores
oficiales congresistas, no podré ya vivir en ese caro suelo. Estoy tan manchado
de sangre inocente,5 de víctimas sacrificadas por la obstinación y por la impru-
dencia! Bendito sea Dios que mi voto fue por la paz; yo no soy responsable de
la vida de ningún hombre que haya sido asesinado el 9 de enero pasado.6
El Observatorio Astronómico está perdido para mí y perdido está también
mi misión científica. Estando a la disposición de un asesino de ciudadanos,7
enemigo irreconciliable de Bogotá y Cundinamarca, debo buscar un asilo en
Antioquia, a donde marcho el 9. Benedicto: 8 yo deseo que el Observatorio vaya
a tus manos para que así se salven de la ruina los instrumentos. Presta tú este
servicio a la posteridad; conságrate seriamente a la ciencia de Képler, de Co-
pérnico y de Newton; prosigue lo que yo he comenzado en beneficio de la na-
vegación, del comercio y de la geografía. Sostén noblemente en pie con esfuerzos
asiduos, la honra de ese establecimiento, que vale más para la gloria de la
Patria que los ejércitos, los penachos y los galones, que las narraciones necias,
fatuas, baladís y pueriles.

• Antonio Baraya.
• Hay aquí un error de traducción que deforma totalmente el sentido del original (ver nota 3) .
• Fecha del ataque de Baraya a Bogotá.
7
Antonio Nariño.
8
Benedicto Domínguez.

185
Dirijo a Vuestra Excelencia1 el plano del fuerte de Bufú,2 bajo el número
19 ;el de la batería alta del mismo, bajo el número 2. Van también los planos
de la Cana3 número 3, del fuerte del Telégrafo4 número 4, y el del 29 de Reti-
rada número 5. He omitido el 19 de Retirada por ser lo mismo que el 29 Todos
están trazados por una misma escala, y por ella puede Vuestra Excelencia co-
menzar a juzgar de los trabajos militares que he emprendido por orden y bajo
la protección de Vuestra Excelencia.
No van estos planos con solo el carácter de parte que da un ingeniero al
Jefe de la República; van también en consulta como a un inteligente y profesor.
Yo exhorto a Vuestra Excelencia a que los medite y le ruego por la patria

1
Juan del Corral, Jefe del Gobierno de Antioquia.
• Bufú, en la margen derecha del Cauca, entre las bocas de las quebradas Campania y Pácora.
• También en la margen derecha del Cauca, abajo de la boca del Río Poso.
'Telégrafo: alguna instalación de señales visuales para pasar mensajes de un lado al otro
del Cauca.

345

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que hoy tiene en sus manos, a que me diga con la franqueza de un ciudadano
libre los defectos que note, sin ninguna otra consideración que la seguridad
del Estado.
Me desnudo enteramente de todas las ilusiones del amor propio, y solo
quiero ver en estos trabajos la seguridad de esta patria querida.
Las reflexiones de Vuestra Excelencia sobre los flancos del fuerte de la
Cana los creo justos, y éste será mi primer motivo de confianza y de acelerar
los planos para que se revisen por Vuestra Excelencia. Es cierto que son fuertes
las escarpas y malezas de los dichos flancos; pero si Vuestra Excelencia quiere,
se podrán cubrir con baterías o con parapetos dobles que rasén sus fuegos
sobre los flancos. Esta idea de Vuestra Excelencia es fecunda y creo que se debe
hacer lo mismo en los demás.
Hasta que no concluya la carta militar de nuestras fronteras del Sur11 no
puede Vuestra Excelencia ver sino miembros sueltos y nada del sistema y rela-
ciones de un fuerte con otro. Este trabajo exige más quietud, otra habitación
y otros muebles que los que tiene Bufú, en donde apenas he podido delinear
los borrones que dirijo tan toscos y tan rústicos como las montañas de Bufú
mismo. Vea Vuestra Excelencia las líneas funda~ entales, vea Vuestra Exce-
lencia al ingeniero y no al pintor.
Hoy se han comenzado los trabajos de Arquía y los fuertes de retirada
de este punto.
Están en nuestro poder los cobres del C. Valencia a la disposición de Vues-
tra Excelencia. De Popayán nada se sabe y ayer mandé dos espías.
Salud y libertad.
Bufú y septiembre 28 de 1813.
Excelentísimo señor Francisco Caldas, ingeniero del Estado.
Excelentísimo señor Presidente Dictador, C. J. B. del Corral.

• Se refiere a la frontera entre Antioquia y Cauca.

186
El día 8 de éste terminé todos los trabajos de Bufú y Arquía, y licencié
a los peones que los ejecutaban. Ahora remitiría a Vuestra Excelencia1 los
planos de los últimos fuertes~ pero el correo no me da el tiempo necesario para
este género de trabajos. Lo haré sí, en el inmediato, lo mismo que del borrón
de la carta militar de la frontera del Sur, de que necesita Vuestra Excelencia
para juzgar debidamente del grado de seguridad en que está hoy la República

1
El presidente de Antioquia, don Juan del Corral.

346

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por esta parte. Y o creo, y no sin fundamento, que hemos opuesto a los salteado·
res de España barreras más difíciles de vencer que los muros de Babilonia.2 La
naturaleza, ayudada del arte, ha hecho de Bufú un fuerte inexpugnable, capaz
de sostenerse con gloria por un puñado de antioqueños republicanos, libres,
independientes, contra legiones de españoles esclavos, viles, corrompidos, y
solo diestros en el arte de devastar sin remordimiento. ¡Dichoso yo si los pe-
queños trabajos que acabo de ejecutar dan algún día prepotencia y victorias a
esta patria querida, y si elevan a Vuestra Excelencia al rango glorioso de los
activos y celosos magistrados! Nada he omitido de cuanto mi genio ha podido
sugerirme para asegurar a la patria, y para corresponder a sus caricias mater-
nales. Si no he acertado, si falta algo, culpe Vuestra Excelencia a mis talentos
y jamás a mi corazón, a este corazón que concentra el odio más negro y más
implacable contra la raza española, contra esta nación infame, cruel, injusta,
opresora y estúpida.
Yo termino este oficio recomendando a Vuestra Excelencia nuevamente
a los ciudadanos Salvador lsaza, Antonio Villegas e Isidoro Villegas.3 Este ha
cerrado a V elásquez y construido los fuertes de la Cana y Arquía, y aquél
cerró a Caramanta, y sucedió al primero en todas las atenciones de que estaba
encargado, construyendo las baterías .de Bufú y fuertes de retirada, cuyos pla-
nos verá Vuestra Excelencia bien pronto.
El Alcalde de Arma, ciudadano Narciso Estrada, ha trabajado con celo
y actividad en prestarnos todos los auxilios que le hemos pedido. Igualmente
los Alcaldes del Abejorral. y Sonsón, ciudadanos José María Villegas y José
María Bemal, han activado las remisiones de víveres, correspondencia, peones,
a mi satisfacción.
Hasta este momento he callado los servicios de mi compañero ciudadano
Liborio Mejía, por hacerlo al terminar nuestros trabajos. Este joven de talen-
tos y de esperanzas ha desempeñado todas las comisiones que le he confiado,
con gusto, con inteligencia y con amor, y él me ha sido de un gran socorro en
mis ausencias necesarias de los puntos que abandonaba para ocurrir a otros. Lo
recomiendo especialmente a Vuestra Excelencia.
He puesto en la Cana un destacamento de diez hombres, y otro igual en
Arquía, al mando de sargentos y dependientes del de Bufú en que reside un
oficial. Estos tienen instrucciones mías para su manejo, y para la conservación
de los fuertes que debe hoy hacer una de sus más sagradas obligaciones.
Toda la fuerza de Bufú y fuertes de aquí como los accesorios, quedan hoy
al cuidado del Subteniente José María Jaramillo/ por enfermedad del Capi-

• Los fuertes mencionados defendían la frontera de Antioquía con el Cauca; se esperaba


una acción desde el sur por los realistas, pero finalmente Antioquía fue conquistada por fuerzas
de la reconquista que entraron por el noreste.
• Isidoro Villegas Restrepo,

347

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tán Salazar,5 que he mandado retirar al Abejorral para su reposición, y para
que cuiden en su convalecencia de la tropa de aquí mientras el ciudadano Her-
mógenes Isaza6 pasa a encargarse de Bufú.
Mis fuerzas, casi agotadas, me han precisado a abandonar a Bufú y trasla-
darme a este sitio de Arma a esperar la última resolución de Vuestra Exce-
lencia.
En fin, yo aprovechándome de las luces de Vuestra Excelencia, he puesto
en los fuertes de la Cana parapetos que cierran los flancos, y dan fuegos ra-
sontes (sic) sobre aquéllos, desmontándolos conforme a las ideas de Vuestra
Excelencia. Creo, pues, que he terminado esta comisión, y que ya puede el
Gobierno disponer de mí absolutamente.
Salud y libertad, ciudadano Presidente.
Arma y octubre 10 de 1813.
Excelentísimo señor.
FRANCISCO CALDAS, Ingeniero del Estado.
'José María Jaramillo y Romero.
• Diego Gómez Salazar de Salazar.
• Hermógenes Isaza Palacio.

187
(Fragmento).
Espero que a mi salida, ya venga a verlos a Rionegro, y que así mi Ma-
nuelita1 amada, como toda mi pequeña familia, vengan a gozar de paz y de
contento. Actividad, viveza, secreto, celo y obrar con velocidad.
Ahora más que nunca pido a usted el cuidado de esos objetos queridos
para evitar fríos y otras enfermedades. Si Vicenta quisiese seguimos, que ven-
ga, y si no, dígale que a mi regreso de Urrao le ajustaré la cuenta y pagaré su
servicio. Adiós.
(Está rota la firma).
1
María Manuela Barahona de Caldas.

188
El Secretario de Guerra y Hacienda1 con fecha 3 del presente me comu-
nica lo que sigue:
"Vista por el Supremo Gobierno de la República la propuesta de los ca-

1
Francisco Antonio Ulloa.

348

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detes, que con oficio 27 del pasado le dirige Vuestra Señoría,2 ha pronunciado
el decreto siguiente:
'Palacio del Supremo Gobierno de la República, Antioquia, junio 3 de
1814. Se aprueba la propuesta que hace el Ingeniero General de los nueve in-
dividuos para el complemento de los doce cadetes del Cuerpo, a saber: Ciuda-
danos Pedro Uribe, Alejandro Vélez, Manuel López, Hermenegildo Correa,
Indalecio Mejía, Alejo Escobar, Félix Escobar, José María Córdoba, y Luis
Salazar.3 Y se autoriza al mismo Ingeniero General para que les comunique
este decreto que servirá de título bastante, mientras que con el auxilio de la
imprenta, se les despacha por el Departamento correspondiente. Hay una rú-
brica. Ulloa, Secretario' ".
Y lo comunico a usted para su inteligencia y satisfacción, debiendo pre-
sentarse en la Escuela establecida en esta ciudad el día 13 del corriente en que
se da principio a la lecciones militares.
Dios guarde a usted, Rionegro/ junio 6 de 1814.
(Firmado) FRANCISCO CALDAS
Ciudadano Alejandro V élez.

• El oficio del Ingeniero General Caldas no se conoce.


1
De estos cadetes aquí convocados se sabe, por los registros del cuerpo de ingenieros, que en
septiembre del año siguiente Juan María Gómez, Manuel López, V alerio Pontón, Mariano Res-
trepo, Pedro Uribe y Alejandro Vélez, estaban en la Escuela que funcionaba en Medellín.
• Esto indica que la Escuela de Ingenieros Militares se inició en Rionegro; más tarde se
establecería en Medellín. ·

189
Sírvase usted1 remitirme once arrobas de cobre, a la mayor brevedad, por-
que se necesitan con urgencia, lo mismo que doce hojas de lata, que no las hay
en Medellín.
Tengo fuertes sospechas que el conductor del cobre anterior ha perdido
un oficio para usted y otro para el Excelentísimo señor Presidente.2 Lo aviso
a usted para que no se crea que he faltado a la contestación y para que se so-
liciten.
Dios guarde a usted muchos ·años.
Medellín, agosto 9 de 1814.
FRANCISCO CALDAS
Señor Comisario Interino de Guerra, ciudadano Francisco Montoya.

1
Francisco Montoya Zapata, Comisario Interino de Guerra de Antioquia, quien contestó el
13 de ese mes y envió lo pedido.
• Dionisio Tejada, quien sucedió a Juan del Corral.

349

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190
El no haber mandado usted1 inmediatamente el cobre y latas que pedí en
mi anterior, ha retardado con perjuicio de la República los trabajos de que
estoy encargado. Repito, pues, por medio de éste la petición de dichos mate-
riales, que deben venir a la mayor brevedad.
Dios guarde a usted muchos años.
Medellín, 12 de agosto de 1814.
FRANCISCO CALDAS
Ciudadano Francisco Monroya, Comisario Interino de Guerra.
1
Francisco Montoya Zapata.

191
Mesa de Juan Díaz y marzo 31 de 1816
(Muy reservada).
Mi querida y amada Manuelita: 1 el adiós que te di puede ser el último
si los españoles nos subyugan, porque estoy en la firme resolución de aban-
donar esta patria que me dio el sér, antes que sufrir los escarnios, calabozos y
suplicios que nos preparan nuestros enemigos. En este caso yo debo abrirte mi
corazón, y como esposo y como padre debo darte mis últimos consejos. Oyeme
bién, óyeme con la mayor atención: lee muchas veces esta carta y si puedes
léela todos los días de tu vida y muéstrasela a Juliana2 y al fruto que tienes
todavía en las entrañas.8 Mi corazón se despedaza, y mis ojos, anegados en
lágrimas, forman estos renglones, y esta última prenda de mi amor y de mi
fidelidad.
Teme a Dios: guarda sus santos mandamientos; seme fiel a los juramentos
que nos prestamos delante de los altares el día de nuestro matrimonio; la fide-
lidad conyugal es la primera virtud de los esposos, y es la base de todos los
bienes que se. pueden esperar de dos casados. Por lo que mira a mí, te he sido
escrupulosamente fiel, y desde el momento que te recibí por esposa, todas las
mujeres me han sido indiferentes. No solo he procurado ser fiel a mi mujer,
sino también quitarle todo motivo de la más ligera inquietud, o de la sospecha
más ligera.
En esto tú no has sido muy prudente, y tu conducta en mi ausencia no
deja de darme motivos de inquietud, que han amargado mi corazón delicado
y sensible. Es verdad que no te condeno, y si ahora te hablo con esta claridad
es para hacerte más prudente y más celosa de tu buena reputación. Te hablo
1
María Manuela Barahona de Caldas.
1
Juliana Caldas Barahona.
1
Ana María Caldas Barahona.

350

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más claro: yo no puedo sufrir la amistad de mozos que aún no han probado su
conducta, y esas visitas de confianza en los últimos rincones me son abomina-
bles; en una palabra: yo deseo que visites, que trates, pero con personas bien
acreditadas y de una vida sin tacha; quiero que veles sobre la conducta de tu
familia, y que no te olvides jamás que tu primera obligación, la más sagrada,
y sobre la que te tomará la más estrecha cuenta es el cuidado de la familia.
Cela mucho y cela sin descanso sobre la honestidad de tus criadas; separa toda
mezcla de mozos; cuida de oír misa todos los días; cuida de rezar, en especial
la doctrina cristiana todas las noches; cuida de confesarte con frecuencia y de
que lo haga la familia. Y o esperaba salir de las agonías que me han oprimido
en los últimos meses, para establecer una vida quieta, santa y arreglada y dar
yo el ejemplo; pero ya que Dios me arroja del seno de mi familia, tú debes
hacer mis veces, y formar un plan de vida cristiana.
Acuérdate, amada Manuelita; acuérdate de la santa educación que te dio
tu buena tía, y sigue sus máximas y sus ejemplos: teme a Dios, hija de mi co-
razón; teme a Dios, guarda su· ley santa; cuida tus hijitos; ora con asiduidad;
sed cristiana; ama la pureza de conciencia; tiembla de los mozos seductores;
teme menos morir que cometer un adulterio horrible, que no te dejará sino
crueles remordimientos y amarguras espantosas; ama a Dios, entrégate tu co-
razón, y cuida de entregarlo puro y sin pecado. Tú vive bien segura que siem-
pre vivirás en mi triste corazón; que te guardaré la fidelidad más completa, y
que cuando nos reunamos en la eternidad hallarás a tu esposo puro de adulte-
rio; así lo espero de la misericordia del Señor.
Cuida, hija mía muy amada; cuida de la educación de Julianita y del hijo
que tienes en el vientre; enséñales a temer a Dios, y aunque huérfanos y po-
bres, que sean virtuosos; esto lo conseguirás con darles tú el ejemplo. Si Dios
mejora las cosas, y si quiere que yo te vuelva a ver, éste será mi único cuidado.
Todos mis bienes son para pagar lo que deba, y lo que sobre para ti y para
que te alimentes.
Es mi voluntad que así que se calmen las turbaciones actuales, te traslades
a tu familia y aliado de tu tía.4 Oye bien este precepto que te impone tu espo-
so, y cúmplelo fielmente.
Guárdame en tu corazón, ámame, que yo te guardo en el mío, y te amaré
hasta la muerte.
Adiós, recibe el alma atribulada de tu esposo,
CALDAS

(Al reverso: he presentado al amigo Ordóñez las gallinas de Guinea para


que propaguen en Popayán; si van por ellas en su nombre las entregarás).

'María Ignacia Barahona Fajardo.

351

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192
Excelentísimo señor:
Desde esta prisión elevamos a Vuestra Excelencia nuestras súplicas con-
fiados en la clemencia del Rey Nuestro Señor/ y la bondad tan caracterizada
del corazón de Vuestra Excelencia. La· fama ha llevado por toda la Nueva
Granada la noticia de la dulzura con que Vuestra Excelencia ha tratado a
todos los prisioneros y presos que tuvieron la dicha de poner su suerte en ma-
nos tan clementes. ¡Dichosos nosotros si conseguimos igual fortuna! fortuna
que pedimos encarecidamente a Vuestra Excelencia. Nosotros, Excelentísimo
señor, creemos enjugadas nuestras lágrimas si llegamos a alcanzar el que Vues-
tra Excelencia nos mande trasladar a Quito2 para juzgar nuestros errores, y
nuestros delirios en la causa de la revolución, delirios que detestamos altamente,
y por los que reclamamos la piedad del Rey y la innata bondad de Vuestra
Excelencia.
Nosotros dejamos a Santafé en los días de las disputas del francés Ser-
viez8 y retirados en Popayán resolvimos escondernos en un bosque hasta que
pasados los días de la efervescencia pudiésemos presentamos al señor Briga·
dier y General el señor Sámano, o seguir por la vía de Almaguer a hacerlo a
Vuestra Excelencia en Quito. Pero la desgracia nos privó del consuelo de pre-
sentamos, porque fuimos sorprendidos en nuestro retiro/ y nos entregamos sin
la menor resistencia a las armas del Rey.
Nosotros, Excelentísimo señor, hemos errado: lo confesamos en la since-
ridad de nuestros corazones, y en la misma protestamos a la faz del cielo y de
la tierra una enmienda absoluta de nuestros delirios anteriores, y ofrecemos
hacer en lo que nos reste de vida obras capaces de lavar nuestras culpas, y de
satisfacer al Rey reparando así nuestras faltas con utilidad de todos. Dios se
desarma con la penitencia: imítelo Vuestra Excelencia con nosotros verda.de-
ramente arrepentidos.
Nos consuela señor el que ninguno de nosotros ha tomado jamás las ar·
mas, ni ha sido cabeza de revolución, y concluimos repitiendo nuestra súplica,
es decir que Vuestra Excelencia nos haga trasladar a ésa para juzgamos.
Dios Nuestro Señor guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Popayán
y julio 21 de 1816.
Excelentísimo señor.
1
Fernando Vll de España había promulgado el indulto para quienes se entregasen y some-
tiesen a la autoridad del Rey, previo juicio sobre su conducta. Esta carta indica que la posición
de Caldas al pedir demencia no es una reacción de última hora, ante la inminencia del cadalso,
sino una actitud generalizada, y temida desde meses atrás por otras facciones de mayor espíritu
revolucionario.
• La provincia de Popayán estaba ocupada por las fuerzas realistas de Juan Sámano, oficial
bajo las órdenes de Toribio Montes, Presidente de Quito.
• Miguel Serviez.
• La hacienda de la familia de Caldas en Paispamba.

352

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(Firmado) FRANCISco CALDAS
Manuel R. T orices.
] osé María Dá,i/a.
Excelentísimo señor don
Toribio Montes, Teniente General
de los Reales Ejércitos y Presidente
de Quito.

193
Excelentísimo señor:
Mi virtuosa madre,1 fue víctima de su dolor, y expiró de congoja al verme
en esta prisión, y en medio de los peligros que amenazan a mi vida. Ella no
alcanzó a gustar el dulce consuelo de leer la generosa y magnánima contesta-
ción de Vuestra Excelencia que yo abrí,2 y no pude leer sin emoción y sin
<lerramar lágrimas de júbilo hacia un Jefe clemente, y generoso, para con un
desgraciado que pecó, y que arrepentido ofrece emplear todos los días de su
vida en reparar sus locuras revolucionarias, en satisfacer al Rey, y en amar y
admirar al clemente Montes. Dichoso yo si se realiza el contenido de esa carta
preciosa y si un día puedo besar la mano que la firmó y emplear todo cuanto
yo pueda en contribuir a la gloria de Montes, del misericordioso Montes.
Señor Excelentísimo, no olvide Vuestra Excelencia a este desgraciado, sál-
veme de esta borrasca horrorosa y continúe Vuestra Excelencia sus órdenes
benéficas para conservar los días de un hombre que puede ser de alguna uti-
lidad.
Y o aún quedo preso y no sé qué determinaciones tomará acerca de mí el
bondadoso y humano General el señor Don Juan Sámano. Ojalá sea la de
remitirme a esa ciudad que tiene la dicha de obedecer a Vuestra Excelencia.
Dios Nuestro Señor guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Popayán
y agosto 21 de 1816.
Excelentísimo señor.
FRANCISco JosEF DE CALDAS
Excelentísimo señor don
Toribio Montes, Teniente General
y Presidente de Quito.

1
La única referencia al fallecimiento de Vicenta Tenorio Arboleda, madre de Caldas, es
esta carta. La fecha debe estar comprendida entre el 21 de julio, en que ella escribió a Montes
pidiendo clemencia para su hijo, y el 21 de agosto de 1816.
1
Montes contestó a la madre de Caldas el día 6 de agosto: en esa carta accede a la ele·
mencia para Caldas y dice que ha ordenado a Sámano el envío de. Caldas a Quito, en donde
vivirá tranquilo al lado de su hermano Camilo.

353
CARTAS DE CALDAS - 23

©Biblioteca Nacional de Colombia


194
Excelentísimo señor:
Mi reconocimiento para con Vuestra Excelencia no tiene límites, y siem-
pre tendré presente la clemencia paternal con que Vuestra Excelencia ha que-
rido salvarme de esta terrible borrasca. Es Cierto que me llevan a Santafé,1 y
que no puedo tener el dulce placer de besar la mano bienhechora de Vuestra
Excelencia, y el consuelo de ser juzgado por el más benigno de nuestros Jefes;
pero, señor, que el influjo de sus bondades se extienda hasta la capital a donde
voy a ser conducido dentro de pocos días. Señor, yo ruego a Vuestra Excelen-
cia que interponga sus poderosos respetos para con el Excelentísimo señor Ge-
neral Morillo, y para con el Brigadier Sámano a fin de que se me juzgue con
misericordia, y salvada mi vida se me remita a ésa en donde quiero consagrar-
me al servicio de Vuestra Excelencia y contribuir a sus glorias. Compadezca
Vuestra Excelencia la suerte desgraCiada de un Astrónomo y de un Geógrafo,
que puede ser útil a la Nación, al Rey, y contribuir con mis trabajos científi-
cos a hacer más glorioso el nombre ya tan amado de Vuestra Excelencia. Ten-
ga Vuestra Excelencia piedad de este literato, que solo desea ·la vida para co-
rregir sus errores pasados, y satisfacer a los que ofendí en los delirios de esta
detestable revolución. Y o imploro la clemencia de Vuestra Excelencia y su
poderosa mediación. Señor, mis culpas se reducen a cuatro papeles exaltados:
2
yo no he tomado las armas jamás, yo no he perseguido a ningún español, yo
no he incendiado, ni robado. Hablo a Vuestra Excelencia en la sinceridad de
mi corazón, y concluyo elevando mi voz e implorando la misericordia de la
bondad del corazón de Vuestra Excelencia.
Dios Nuestro Señor guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Popayán
y septiembre 6 de 1816.
Excelentísimo señor.
FRANCISCo JosEPH .DE CALDAS

Excelentísimo señor don


Toribio Montes, Teniente General de los Reales Ejércitos
y Presidente de la Provincia de Quito.

1
Sámano no atendió las órdenes de Montes; habiendo preferido acatar a Morülo en Santafé,
-Morülo tenía facultad especial para conceder ascensos a los oficiales, Montes debía tramitarlos
rutinariamente ante la. corte-. Cumplió los deseos de Morülo de enviarle los reos para que los
juzgase en Santafé.
• Caldas no está mintiendo aquí. Las luchas en que participó eran las de la guerra civll entre
lcis criollos de las provincias. realistas y los criollos de las provincias republicanas, o entre los
criollos centralistas y los criollos federalistas.

3~4

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195
Santafé, octubre 27 de 1816
Carta del Excelentísimo señor Francisco José de Caldas al Excelentísimo
señor don Pascual Enriles. 1
Un astrónomo desgraciado se dirige directamente a Vuestra Excelencia
sin otro mérito que el saber que Vuestra Excelencia profesa las ciencias exac-
tas y que conoce su importancia y su mérito. 2 Esta es una ventaja para mí, y
confiado en ella, ruego a Vuestra Excelencia preste por un momento su aten-
ción a un profesor desgraciado y afligido.
Es verdad, señor, que me dejé arrebatar del torrente contagioso de esta
desastrosa revolución, y que he cometido en ella algunos errores; pero también
es verdad que mi conducta ha sido la más moderada; que no he perseguido a
ningún español; que no les he ocasionado ningún perjuicio; que no he sido
funcionario, ni en el Gobierno General, ni en ninguna Provincia; que no he
tomado las armas ni salido a campaña contra las tropas del Rey; 3 que no he
incendiado, asesinado, robado, ni cometido ninguno de esos delitos que llaman
la venganza pública. Siempre pacífico, amigo de las ciencias y ardiente culti-
vador, he amado el trabajo y el retiro, y he puesto los fundamentos a muchas
obras originales que habrían hecho honor a la Expedición Botánica .de quien
dependía, y si mi amor propio no me engaña, creo que habrían llamado la
atención de la Europa si las turbaciones políticas no hubieran. venido a turbar
mi reposo.
Toda mi vida la he consumido, señor, en cultivar la astronomía aplicada
a la geografía y la navegación, a la física y a la historia natural; comencé a
persuadirme que había acertado en esta carrera espinosa cuando vi el aprecio
que hicieron de mis trabajos el señor don José Celestino Mutis y el Barón d~
Humboldt, y comenzaron a dispensarme su protección y favores. Estos se re-
ducen en compendio a lo siguiente:
He levantado la carta de casi toda la parte meridional de la Nueva Gra-
nada, no sobre conjeturas, relaciones vagas o borrones ajenos, sino sobre me-
didas, rumbos, operaciones geométricas, determinaciones astronómicas de lati-
tud, y sobre todo en longitud y aprovechando los eclipses de luna y sol; ya
las inmersiones y emersiones de los satélites de Júpiter; ya los apulsos de las
estrellas por la Luna; ya las distancias lunares; ya los azimutes de la Luna, y
ya por el tiempo, o marcha de un cronómetro de Emery, tengo la satisfacción

1
Pascual Enrile y Alcedo.
1
Caldas conocía los méritos científicos de este marino que había realizado importantes tareas
astronómicas en la península.
'Fernando Vll de España. Ver las cartas 192, 193 . y 194.

35S

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de haber fijado de un modo preciso la longitud absoluta y relativa de Quito,
y de haber sacado, por decirlo así, de sus antiguos quicios a la carta de la N ue-
va Granada el meridiano del Observatorio de Santafé, la longitud de Popayán,
y la de otros muchos puntos del Reino han sido determinados, y cuando pre-
paraba la reforma de la geografía de esta parte de la América, me sobrecogió
la época triste de la revolución.
· En la geografía creo haber hecho progresos, y puedo decir a Vuestra Ex-
celencia que han nacido en mi espíritu ideas nuevas y originales sobre las car-
tas geográficas, ideas que dando un grado de interés a este género de produc-
ciones, las hacen más interesantes a las ciencias y a la sociedad. Las agitaciones
políticas todo lo suspendieron, y solo existen en mi espíritu inventos tan inte-
resantes y preciosos, lo mismo que- todo lo que quemé en mi emigración. Es
imposible, señor, que un infeliz preso, en camino, y sin comodidad alguna,
pueda dar a Vuestra Excelencia una idea de cuanto ha trabajado en este género;
pero si yo llego a tener la dicha de hablar a Vuestra Excelencia, entonces yo
manifestaré mis pensamientos.
En la física he hecho algunos descubrimientos que seguramente compla-
cerían a Vuestra Excelencia: el termómetro, las medidas con este instrumento,
las mareas atmosféricas, la meteorología ecuatorial, etc., han dado algunos
pasos entre mis manos. ¡Qué dolor ver todo esto perdido con mis desgracias!
Pero lo que más interesa y sobre lo que ruego a Vuestra Excelencia fije su
atención, es sobre mis largos y numerosos trabajos sobre la historia natural.
Destinado por el señor Mutis a la Provincia de Quito, recorrí esas regiones y
colecté un herbario que ascendió a cerca de seis mil ejemplares de plantas
ecuatoriales que están depositadas en la casa de la Expedición Botánica; este
viaje me dio ocasión de comenzar a realizar una obra grandiosa titulada Phi-
tographia ecuatorialis (geografía de las plantas). Este era un corte del globo
en el sentido del meridiano, pasando por Quito y abrazando 9° en latitud, 4°,5
al norte, y 4°,5 al sur del Ecuador. Esta obra, cuya idea pide un largo detalle,
quedó iniciada, y yo tendré el honor de presentar fragmentos a Vuestra Ex-
celencia. Los volcanes y montes nevados de la Nueva Granada, el nivel de la
nieve perpetua, los niveles de los valles y del continente de la Nueva Granada,
la altura del mercurio en el mar, y sobre tantos objetos que me sería muy largo
a Vuestra Excelencia, forman otras tantas obras, y cuyos pormenores y planes
van a perecer con su autor si Vuestra Excelencia no lo socorre.
El señor Mutis fue un sabio que más meditaba que escribía, y es un dolor
ver tantas láminas preciosas sin los escritos que las corresponden. Este botánico
conoció bien este vacío y resolvió llenarlo de esta manera. En 1805 me llama
con rapidez de Quito, en donde me ocupaba en herborizar, medir y observar,
y en la primera conferencia me explica sus miras y ·eran el de ocuparse seria-
mente en trasladar a mi espíritu todos sus descubrimientos y todas sus ideas.

356

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Tres años y medio gastó ese sabio en imponerme de su Flora y en comunicarme
su ciencia botánica. Sus grandes ideas sobre la reforma del sistema, sobre sus
apotelogamas, sobre las quinas, etc., solo están depositadas en mi corazón. Qué
diré a Vuestra Excelencia sobre mi grande obra intitulada Cinchonae, en que
la quina se presenta bajo de los aspectos más nuevos y grandiosos capaces de
hacer honor a la Nación; perdone Vuestra Excelencia que tome este estilo
elogiador de mis cosas, no es la vanidad el que me lo inspira, es el deseo de que
Vuestra Excelencia conozca lo que tiene encerrado mi corazón, apenas puedo
apuntar a Vuestra Excelencia mis ideas; pueda ser que tenga oportunidad de
hacerlo con más reposo en esa capital.
Señor, Jefe ilustrado y sabio de un ejército victorioso, señor, salve Vues-
tra Excelencia, en este desgraciado un cúmulo numeroso de descubrimientos de
ideas felices, y las semillas de tantas obras importantes que harían honor al
nombre español, y más a Vuestra Excelencia que había sido su salvador. Arrán-
queme Vuestra Excelencia con su autoridad del seno de esta borrasca formi-
dable. Y o serviré a Vuestra Excelencia, yo seguiré a Vuestra Excelencia a todos
los puntos de la tierra adonde lo lleve su gloria y su deber, yo consagraré todas
mis fuerzas y todo mi genio en contribuir a la gloria de un Jefe tan ilustrado.
Señor, socorra Vuestra Excelencia a un desgraciado que está penetrado del más
vivo arrepentimiento de haber tomado una parte en esta abominable revolución;
señor, yo conozco la parte más sublime del pilotaje,4 y en el primer viaje habrá
formado Vuestra Excelencia un piloto que pueda servir a Su Majestad, con
utilidad; tenga Vuestra Excelencia piedad de mí, téngala de mi desgraciada
familia y sálveme por el Rey y por su honor.
Dios Nuestro Señor guarde a Vuestra Excelencia muchos años.
Mesa de Juan Díaz y octubre 22 de 1816.
Excelentísimo señor.
FRANCISco JosÉ DE CALDAS
(Hay una rúbrica).

' Se refiere a la astronomía, fundamento de la navegación, y al hecho que Enrile, marino


al comando de la escuadra que transportó a Morillo y su ejército, podría emplear a Caldas en
algunos de los barcos.

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INDICE ONOMASTIC O

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INDICE ONOMASTICO

Crisóstomo ABADIA.-105.
Predicador español, nacido en el Burgo. En 1774 profesó en la religión de
Clérigos Regulares de San Cayetano. Viajó por Italia y Francia. Murió en Madrid
en 1800.
]osé Fernando ABASCAL.- 162.
(1743-1821).-Nacido en Oviedo. En 1804 fue designado virrey del Perú donde
desplegó dotes de buen administrador y gobernante, por lo cual las Cortes le die-
ron el título de "Marqués de la Concordia". Como sus tropas _sufrieron algunos
reveses, fue destituido por Fernando VII.
ABATE.-47, 51, 54, 59, 61, 67, 80.
Ha sido imposible identificar este personaje. Parece era de la familia Valencia,
pariente de la esposa de Santiago Arroyo, doña Rafaela Valencia de Arroyo.
Manuel AGUILAR.- 71, 75.
Antonio ALCEDO.- 10, 159.
Geógrafo español nacido en América. Coronel de la Guardia Real. Autor de un
"Diccionario histórico geográfico" y de una importante obra sobre cuestiones ame-
ricanas, expresamente destruida por orden del gobierno español para que los
extranjeros no se aprovecharan de sus datos y revelaciones.
Eugenio de ALVARADO.- 13.
Segundo comisario de la comisión nombrada por España para delimitar las fron·
teras de sus colonias con las de Portugal en la región del Orinoco y el Rionegro.
1

Nacido en Barbacoas. Gobernador de Popayán.


ALVAREZ.- 109.
Manuel Bernardo ALVAREZ.- 171, 182.
Natural de Bogotá. Participó en el Cabildo del 20 de julio de 1810 y en el Con-
greso de 1812. Elegido Dictador-Presidente de Cundinamarca cuando Nariño cayó
preso en Pasto. Tras la toma de Bogotá por Bolívar reconoció al Congreso. Fusi-
lado por Morillo en Bogotá el 10 de septiembre de 1816.

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María lgnacia ALV AREZ Lozano. -150, 170, 171, 172, 177, 180, 182, 183.
Hija mayor del prócer doctor Manuel Bernardo Alvarez y Casal y de doña Josefa
Lozano y Manrique, hija de los marqueses de San Jorge. Fue bautizada en Po-
payán el 25 de julio de 1780.
Antonio AMAR y Borbón.-105, 111, 116, 125, 128, 129, 130, 132, 134, 141,
145, 160, 163.
Virrey de la Nueva Granada desde 1803 hasta el 20 de julio de 1810, en que fue
depuesto por el movimiento revolucionario. Expulsado de Bogotá siguió en com-
pañía de su esposa para España.
Juan ANDRES.- 23.
(1740-1817) .--Sabio jesuita español. Retirado a Italia fue bibliotecario real en
Nápoles. Dejó muchas obras inéditas.
Francisco Gregario ANGULO Lemos.- 114.
(1759-1818) .-Nació y murió en Popayán, ciudad de la cual fue· Alca,lde, síndico
procurador y regidor perpetuo del cabildo. Ingresó a la milicia y debido a la de-
rrota de Cuchilla del Tambo regresó a su ciudad natal como superintendente de
la Casa de Moneda, cargo que ocupó hasta su muerte.
Santo Tomás de AQUIN0.-49.
(1227~1274) .-Célebre dominico, doctor escolástico. Autor entre otras obras de la
Summa theologiae.
Pedro Pablo Abarca y Bolea, Conde de ARANDA. -17.
(1718-1798) .-Una brillante carrera militar lo llevó al grado de teniente general.
Embajador de España en Lisboa, Polonia y Francia. Gobernó como Capitán Ge-
neral los reinos de Valencia y Castilla la Nueva. Fue destituido del cargo de Mi-
nistro por haberse opuesto a la guerra con Francia.
Rafael ARA OS.- 140.
Notario Mayor de la Curia Metropolitana.
ARBOLEDAS Arraechea.- 59, 60, 113, 162.
Hijos de Francisco Antonio Arboleda y Vergara y Juana Francisca Arraechea y
Mosquera Prieto de Tobar, que fueron María lgnacia Romualda, mujer del doc-
tor Vicente Hurtado; Francisco José, casado con Francisca Vergara; Manuel
María Paulino, sacerdote; Francisco Julián María, casado ·con Gabriela Pérez de
Arroyo y Valencia; y Antonio, el amigo y corresponsal de Caldas. Además, muer-
tos en tierna edad, Pedro María, Pedro Miguel, Mariano y María Francisca.
Antonio ARBOLEDA Arraechea.- 27, 28, 32, 33, 40, 43, 44, 45, ·47, 48, 51, 54, 56,
57, 59, 61, 64, 66, 67, 90, 92, 103, 105,, 108, 118, 124, 127, 131, 133, 137, 140,
143, 148, 150, 162.
Natural de Popayán donde inició estudios que continuó en Santafé, donde se gra-
duó de doctor en derecho. Regresó a Popayán en 1793. Mostró inclinación a la
poesía y estudios científicos. Tomó parte en la revolución. En 1812 .viajó a An-
tioquia de cuyo Congreso fue vicepresidente. Después de la Cuchilla del Tambo

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le correspondió entregar la plaza de Cali de la cual era comandante. Fue enviado
a Bogotá y luego desterrado a España de donde regresó en 1820. Murió en 1825.
Fue íntimo amigo de Caldas a quien acompañó en su famosa expedición al Puracé
que dio origen al sistema de medir las monrañas por medio del termómetro. Sirvió
de apoderado de Caldas para su matrimonio. Fue casado con doña Rafaela Valen-
cia y Valencia.

Domingo León ARBOLEDA Valencia.- 27, 45, 47, 54, 103, 105, 108.
Hijo de Antonio. Nacido en Popayán, hizo estudios bajo la dirección de don José
Félix de Resrrepo. Prestó servicios en las filas republicanas. Fue asesinado en 1818
en el valle del Patía por guerrilleros realistas.
Francisco ]osé ARBOLEDA Arraechea.- 47, 54, 66, 103.
Nacido en Popayán en 1752. Estudió en el Seminario y luego de recibir las órde-
nes sagradas abandonó los hábitos y pasó a Bogotá donde obtuvo el título de doctor
en jurisprudencia. Abrazó la causa republicana. Casó con su prima Francisca
Vergara, sin descendencia. Murió en 1814, luego de tres años de parálisis.
Francisco ]osé ARBOLEDA Salax.ar y Hurtado del Aguila.- 139.
Casado con doña Francisca Vergara y Gómez de Sandoval. Su hija Mariana, ca-
sada con Juan Tenorio Torijano fue la abuela de Caldas. Su hija María Josefa,
casada con Manuel Hurtado de Olarte, fue la bisabuela de Mariana Manuela
Barahona, esposa de Caldas.
Frdncisco ]ulián María ARBOLEDA Arraechea.- 54, 117.
Profesor de derecho canónico en el Seminario de Popayán en 1786. Casó con doña
Gabriela Pérez de Arroyo y Valencia. Murió repentinamente en la hacienda de
Japio a fines de 1807.
Manuel Estebdn ARBOLEDA Valencia.- 27, 45, 47, 54, 103, 105, 108. 162.
(1800-1871) .-Hijo menor de Antonio. Natural de Popayán. Presidente de la
cámara provincial de Popayán; miembro de la Asamblea de 1857. Casado en 1820
con su prima Paula Arboleda Arroyo, tuvo varios hijos, de los cuales la menor,
María Ignacia Florencia, fue la segunda esposa del general Tomás Cipriano de
Mosqucra.
Manuel María ARBOLEDA. Arraechea.- 23, 26, 28, 29, 31, 36, 39, 40, 56, 60, 80,
88, 112, 113, 114, 115, 124.
(1767-1818) .-Recibió el sacerdocio en 1787. Ocupó diversos cargos eclesiásticos,
entre ellos vicario general de la Diócesis de Popayán. Profesor de derecho en el
Colegio Real y Seminario de San Francisco de Asís, del cual fue rector. Muy
versado en matemáticas y ciencias naturales.
María Josefa ARBOLEDA Vergara de Hurtado. -139.
Hija de Francisco José Arboleda Salazar y Hurtado del Aguila y de Francisca
Vergara y Gómez de Sandoval. Casó con Manuel Hurtado de Olarte, marrimo-
nio del cual hubo varios hijos entre ellos Ana Joaquina, esposa de Manuel Sánchez
Barahona, y abuela de María Manuela Barahona, esposa de Caldas.

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Mariana ARBOLEDA Vergara de Tenorio.-139.
Hermana de la anterior. Casó con Juan Tenorio Torijano, de cuyo matrimonio
hubo a María Vicente, madre de Caldas.
Vicente ]aYier ARBOLEDA Valencia.-27, 45, 47, 54, 103, 105, 108.
(1796-1864) .-Hijo de Antonio. Nació y murió en Popayán. Miembro de· la pri-
mera municipalidad republicana en 1821; ascendido a coronel de milicias en 1824
por Bolívar de quien era admirador; diputado a 'las cámaras y legislaturas provin-
ciales; jefe político y gobernador de Popayán. Fue de los vencidos en La Ladera.
Casado con su prima hermana María Manuela Mosquera Arboleda.
ARZOBISPO de Valencia.- 60.
Gabriel ARRACHAT AGUI.- 79.
Como administrador de las propiedades de la familia Mosquera en Nóvita y cura
de esta población, resolvió un día cortar por lo sano situaciones de permanente
litigio e invitó al mayordomo de los Salinas a cavar una fosa de demarcación entre
los ríos o quebradas Perico y Raspadura, uniendo así, por primera vez, las aguas
de los ríos Atrato y San Juan.
Juana Francisca ARRAECHEA de Arboleda.- 47.
Hija del español Martín Arraechea y de Ignacia Mosquera Prieto de Tobar. Casó
en 1751 con Francisco Antonio Arboleda y Vergara. Murió en 1800.
Andrés ]osé Pérez de ARROYO.- 39.
Nacido en Santo Domingo, donde su padre Juan Pérez García era oidor. Su ma-
dre era Rafaela Arroyo y Márquez, hija de Juan de Arroyo y Márquez. Obtuvo
el grado de bachiller en filosofía en la universidad de los jesuitas en Panamá.
Casado con Francisca Antonia Valencia. Murió repentinamente en Cali, en la
iglesia de San Francisco en 1804. Sus hijos fueron autorizados más tarde por el
gobierno republicano para adoptar el apellido Arroyo para distinguirse de otros
Pérez que liabía en Popayán.
Andrés Marcelino Pérez de ARROYO 'Y Valencia.-28, 32, 39, 40, 52, 60, 112, 113,
114, 115, 116, 120, 121, 127.
(1764-1833) .-Nació y murió en Popayán, donde adelantó primeros estudios, que
continuó en el Rosario de Bogotá del cual fue profesor, vicerrector y primer con-
ciliario. Recibió el sacerdocio en Cartagena. Por concurso fue magistral de la
catedral de Popayán. Miembro de la junta de gobierno establecida en Popayán
en agosto de 1810. Fue hábil arquitecto, levantó los planos del altar mayor del
templo del Rosario de Popayán y Ios de San Francisco de Cali.
Domingo Pérez de ARROYO 'Y Valencia.- 57.
(1767-1847) .-Actuó en la guerra de la Independencia al servicio de los republi-
canos. Ocupó varios cargos en la provincia de Buenaventura, entre otros el de
presidente de una asamblea electoral cantonal. Casó en primeras nupcias con su
prima Josefa Valencia Valencia y en segunda con María Dolores, hija de Cristó-
bal Sendoya e Inés Cáceres.
Jacinto Pérez de ARROYO 'Y Valencia.- 52.
Igualmente hermano de Santiago. Nació en Popayán en 1767.

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]osé Antonio Pérez de ARROYO 'J Valencia.- 25, 60.
(1778-1848) .-Nació y murió en Popayán. Se graduó de abogado en 1801. Con
Manuel María Quijano redactó "La Aurora", primer periódico publicado en el
Cauca. Fue uno de los comisionados en 1813 para entregar Popayán a Sámano.
Ocupó importantes cargos como dos veces Rector de la Universidad, prefecto del
Cauca, gobernador de Popayán, miembro del Congreso en 1827.
Manuel ]osé Pérez de ARROYO 'J Valencia.- 88.
Igualmente hermano de Santiago. Nacido en 1770.
María Gabriela Pérez de ARROYO y Valencia de Arboleda Arraechea. -117.
Nacida en 1779. Esposa de Francisco Julián María Arboleda Arraechea. Se dis-
tinguió por tener una forma de 1etra que aún hoy llama la atención por su ele-
gancia.
Mariano Rafael Pérez de ARROYO y Valencia. -7, 25, 29, 31, 32, 33, 37, 38, 39,
. 44, 104, 115, 116, 118, 120, 121.
Conocido como el Prebendado. Nació en Popayán en 1771. Ingresó al Seminario
en 1785 y en 1809 fue su Vicerrector. En 1811 siendo Provisor del Obispo tomó
parte activa en favor de la causa republicana. En 1813 fue llevado prisionero a
Pasto y condenado al destierro por la vía de Barbacoas, en diciembre de ese año.
Poco después murió en Nicaragua.
Pedro ]osé Pérez de ARROYO y Valencia.- 52.
Hermano de Santiago. Nació en Popayán en 1775.
Santiago Pérez de ARROYO 'J Valencia.- 5, 6, 7, 8, 9, 10, 12, 14, 15, 16, 17, 18,
19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40,
43, 44, 45, 46, 47, 48, 51, 52, 53, 56, 57, 58, 60, 61, 62, 64, 65, 73, 74, 77, 78,
88, ~1, 92, 93, 94, 95, 104, 110, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118, 120, 121,
123, 124, 127, 128, 129, 130, 131, 144, 157.
( 1775-1845) .--Nació y murió en Popayán. Su nombre original era Jacobo Inocen-
cia María. Adelantó estudios en Popayán que culminó en el Rosario. Obtuvo luego
los grados de bachiller, licenciado y doctor en cánones en la Universidad de Santo
Tomás. Vicerrector del Rosario en 1804. Bajo la República fue en su ciudad natal
juez, letrado de hacienda, diputado, Presidente de la Cámara Provincial, encarga-
do del mando en el Departamento y miembro del Congreso Nacional. Hizo ob-
servaciones meteorológicas y escribió obras didácticas y una historia de Popayán
durante la guerra de independencia. Casó en 1807 con María Teresa, hija de
Marcelino Mosquera y María Josefa Hurtado, quien murió en operación cesárea.
Casó de nuevo con Juana Francisca Hurtado, hermana de su suegra. Fue asiduo
corresponsal de Caldas.
V~te ARROYO.- 88, 94.
ASAONITA.- 66.
Bárbara ASPRILLA.- 122.
ATAHUALPA o Atabalipa.-60.
Ultimo rey inca del Perú.

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ATHARED.- 64.
Diosa de las ciencias y de las artes en la mitología arábiga.
Luis A Y ALA y V ergara. - 26.
( 1768-1839) .-Hijo de Antonio de Ayala y Tamayo y de Josefa Vergara y Cai-
cedo. Secretario del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Formó parte
de la comisión nombrada por Nariño para tratar con Baraya cuando éste se rebeló
contra el gobierno de Cundinamarca. Firmó el acta de independencia absoluta de
Cundinamarca. En asocio de Manuel Benito de Castro fue encargado del mando
en Santafé cuando Nariño partió a su campaña sobre Tunja.
Félix de AZARA.- 30.
(1746-1811) .-Sabio naturalista e ilustre marino español. En 178i fue encargado
de trazar límites de las posesiones españolas y portuguesas en América, donde
permaneció vein~e años. Escribió varios libros, entre ellos "Viaje a través de la
América Meridional desde 1781 a 1801", que contiene datos de gran valor histó-
rico y científico, así como varios "·Ensayos de histeria natural".
Benito BAILS.- 22.
(1743-1797) .-Matemático e historiador español nacido en Barcelona. Dirigió la
Academia de San Fe mando y la publicación "Mercurio Histórico-Político", Indi-
viduo de las Reales Academias Española y de la Historia y de la de Ciencias Natu-
rales y Artes de Barcelona. Autor de obras sobre matemáticas, física, astronomía,
geografía, arquitectura.
Juan Sil,ano BAILLY.-24.
(1730-1793).-Astrónomo, literato y político francés. Presidente de la Asamblea
Constituyente de 1789 y corregidor de París. Fue guillotinado en 1793 como ami-
go de los Girondinos. Publicó una "Historia de 'la Astronomía". Su nombre se
perpetúa en un fenómeno óptico que se presenta durante los eclipses de sol.
Henry BAKER.- 46.
(1698-1774) .-Naturalista inglés. Miembro de la Sociedad de Anticuarios y de la
Real Sociedad. Hizo observaciones microscópicas de la cristalización de partículas
salinas. Publicó varias obras.
Félix BARAHONA {o Barona). -139
Hijo de José María Barona y María Rita Escobar. Casó con su prima Josefa Ba-
rona, siendo los padres de María Manuela, la esposa de Caldas.
]osé Agustín BARAHONA (o Barona).-137, 138, 146, 170, 173, 176.
(1780-1852) .-Hermano del anterior. Nació en Llanogrande, hoy Palmira. Se
graduó en derecho civil en Bogotá en 1804. Luego de residir en CaH viajó a Bo-
gotá a abrazar el sacerdocio, ·lo que no realizó casándose con Rosa Escobar, de
quien tuvo cinco hijos. Firmó el acta del 20 de julio de 1810. Senador de la Re-
pública, asesor de la Intendencia del Cauca, rector del Colegio de Santa Librada
de Cali. Es célebre por haber sido quien ofreció a su sobrina María Manuela como
esposa a Caldas.

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]ose/a BARAHONA (o Barona) de Barakona (o Barona).- 139, 143.
Hija ·de Manuel Sánchez Barona y María Josefa Hurtado. Esposa de Félix Barona
Escobar y madre de María Manuela, esposa· de Caldas. Figura también como Ma-
ría Josefa.
María lg11acia BARAHONA (o Barona) Fajardo.-137, 143, 145, 146, 148, 191.
Entr¡dos parientes de María Manuela Barahona la única que aparece con el nom-
.bre de lgnacia es María lgnacia Barahona Fajardo, hija de Manuel José Barona
Hurtado, hermano de Marí·a Jo:u:fa, la suegra de Caldas. Fue casada con Cristóbal
Nicolás Mosquera Polo.
María Manuela BA.RAHONA (o Barona).-137, 138, 139, 143, 144, 145, 146, 148,
150, 151, 153; 154, 157, 164, 166, 168, 170, 171, 172, 173, 174, 175, 176,
177, 180, 181, 182, 183, 187, 191. .
Nació .e n la antigua hacienda de Perodias (entonces en jurisdicción de Caloto),
el 3 de enero de 1790. Fuera de su matrimonio con Caldas es poco lo que· de ella
se sabe.
Antonio BARA Y A.
(1791-1816) .-Natural de Girón. El 20 de julio de 1810 era Capitán del Bata-
llón · Auxiliar y se adhirió a la causa republicana. Vencedor en la batalla del Bajo
Palacé coritra Tacón. Enviado por Nariño al Norte lo desconoció poniéndose bajo la
autoridad del C...ongreso de Tunja. Venció a Nariño en Ventaquemada para luego
ser derrotado el 9 de enero de 1813 en Bogotá, derrota que obligó a Caldas a huir
a Antioquia. Luego de un período de vida privada fue jefe del ejército de reserva.
Al acercarse los españoles a Bogotá se retiró a Neiva donde fue preso y traído a
presencia de Morillo, fue fusilado en Bogotá.
José Antonio BARREIRO. - 11, 12.
Simón de la BARRERA. -102.
BATIOJA.-19.
Carlos BATTEUX.- 36.
(1713-1780) .-Sacerdote, humanista y literato francés. Individuo de la Academia
Francesa. Muy conocido por su libro de retórica "Principios de Literatura".
BAVASORDA.-161, 163, 165.
]ohann BAYER.-21.
Alemán, autor del libro "Uranometría", publicado en 1603, en el cual agregó doce
constelaciones, todas en el hemisferio sur, a las de Tolomeo. Es notable por haber
establecido el método técnico de denominar las estrellas por medio de una letra
griega. en orden de su brillo, dentro de cada constelación. Uranometría fue el
primer atlas de estrellas de gran valor.
]osé BAZO y Berry.- 156.
Nombrado el 19 de agosto de 1808 como Superintendente del camino del norte,
por muerte del señor Andrés Portocarrero, siendo Oidor de la Real Audiencia.
Para resolver la falta · de 'fondos propuso se echara mano de los pertenecientes
al "ramo de camellón".

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©Biblioteca Nacional de Colombia


Miguel Fernándex. BELLO.- 84.
Corregidor de !barra, comisionado para lo relacionado con el camino a Malbucho.
Posteriormente fue Corregidor de Latacunga. Caldas lo menciona en su 'Viaje de
Quito a las costas del Océano Pacífico por Malbucho".
Emigdio BENIT EZ Plata.- 10, 11.
Natura:l del Socorro. Estudió jurisprudencia en el Colegio de San Bartolomé, del
cual fue luego profesor, teniendo entre sus alumnos a Santander. Firmó el acta
del 20 de julio de 1810. Miembro de la Junta de Gobierno en la sección de Gra-
cia, Justicia y Gobierno. Diputado al Congreso de las Provincias Unidas. Gober-
nador del Socorro organizó fuerzas para tratar de recuperar el desastre de Cachirí.
Cayó en poder de Morillo quien lo hizo fusilar el6 de julio de 1816.
Fernando de BEN]UMEA 'Y Mora.-12, 14, 15.
-Español. Regidor del Cabildo de Bogotá. Firmó el acta de independencia. Miem-
bro de 'la Junta· de Gobierno en la Sección de Policía y Comercio. A la entrada
de Morillo pasó a servirle y fue Mcalde ordinario de Santafé en 1818. Murió siendo
Cura de Engativá.
Nicolás SilYestre BERGIER.- 39, 105.
(1718-1790) .-Teólogo francés. Publicó muchas obras de importancia, entre ellas
un "Diccionario teológico".
]osé María BERNAL.--'-186.
En 1820 era alcalde ordinario de Rionegro. Comisionado por Córdoba, conjunta-
mente con Manuel Antonio J aramillo, para cumplir la orden del Libertador de
reclutar esclavos en Rionegro.
Claudio Luis Conde de BERTHOLLET.- 36.
( 1748-1822) .-Químico francés. Miembro del Instituto, Senador y luego par.
Descubridor de las propiedades decolorantes del cloro y la clarificación del agua
por el carbón. Contribuyó con Lavoisier y Guyton de Morveau a establecer la nue-
va nomenclatura química.
Fernando BERTHOUD.- 46, 47.
(1727-1807) .-Hábil relojero suizo. Miembro del Instituto de Francia. Fue el pri-
mero que construyó relojes marinos en Francia, por lo cual fue nombrado cons-
tructor e inspector de relojes de longitudes.
Etienne BEZOUT.-41.
(1730-1783) .-Matemático francés nacido en Nemours. Miembro de la Academia
de Ciencias, reputado por sus investigaciones sobre resoluciones de ecuaciones alge-
braicas y por sus publicaciones de índole didáctica. Entre sus obras figura "Cours
de mathématiques a l'usage des Gardes de Pavillon et de la Marine" (París, 1775).
]ohn BIRD.- 65, 68, 125.
Inglés, fabricante de instrumentos astronómicos; nació en 1709. Sus famosos cua-
drantes murales construidos para Greenwich y París, sirvieron a Bradley y a Je-
rónimo de Lalande para la elaboració~ de sus catálogos estelares. Publicó varias
obras; murió en Londres en 1776.

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BLANCHART.- 60.
Manuel Mariano de HLAY A.- 23.
Como Fiscal apoyó la determinación de E:lpeleta de suspender la enstñanza de la
teoría de Copérnico en el Colegio c:lel Roeario, aolicitada por el rector Santiago
Gregorio . de Burgos. En las postrimeríáa dél gobiemo de Mendlnutt'a corno Fiscal
aconsejó al Virrey tomar medidas represivas para impedir la propagación de opi-
niones políticas entre los colonos.
Nicolás BOILEAU-Despreux.- 36.
Notable poeta y crítico francés. Una de las primeras autoridades entre los precep-
tistas clásicos de su tiempo. Ingresó en la Academia en 1684.
José María BOLAI'Q'OS. - 31.
BONNE.- 132.
Amado Goujeau, llamado BONPLAND.-33, 35, 40, 51, 53, "• ,8, 59, 60, 61, 66,
68, 70, 73, 74, 75, 77, 81, 96, 100.
(1773-1858) .--Célebre viajero y naturalista francés nacido en La Rochela. Acom-
pañó a Humboldt en su viaje por las regiones de América. Profe5or de historia
.natural en Buenos Aires. En sus corrtrías entró al Paraguay donde fue confinado
más de diez años por el dictador Francia. Luego se radicó en el Uruguay, murien.
do en Santa Ana.
Juan Carlos BORDA.- 24, 46, 53, 71, 75.
(1733-1799) .-Matemático y astrónomo náutico francés. Entró al ejército y pronto
pasó a la Marina. En 1782 fue prisionero de los ingleses. Contribuyó con una larga
serie de memorial a la Academia de Ciencias. Los círculos reflectivos repetidos,
mejorados por él, fueron de utilidad a la astronomía náutica.
Pedro ]osé María BORDA.-21, 41.
Hijo de don Miguel de la Borda y Castaño, vecino de La Plata y de Catarina
Mateos Polanco. Preabítero, Cura del Gigante, Presidente del Serenísimo Colegio
Revisor Electoral de Neiva en 1813. Falleció en su parroquia en 1848.
Martín BORRER0.-27.
Hijo de Juan Borrero Ramírez y de Magdalena Pontón Gur:mendi. Casó en Cali
en 1793 con María del Carmen Dorronsoro, hija del español Juan Antonio Do-
rronsoro, administrador de aguardientes y de la francesa Mariana Obetrirt y l;a.
costa. Fue administrador de correos de Cali.
]acobo Benigno· BOSSUET. - · 36, 40, 51, 52, 105.
(1627-1704) .--Célebre orador, ObiJpo de Meau:'{, teólogo, historiador y filósofo
fraucét. Preceptor del delfín, para cuya educación compuso varias obru.
Pedro BOUGUER.- 10, 18, 24, 32, 33, 35, 36, 39, 40, 44, 45, 46, 58, 63, 64, 65,
72, 75, 76, 132.
(1698-17,8).-Geómetra, hidr6grafo y astrónomo francés. Acompañó a Godin y
La Condamine en la expedición al Ecuador para determinar la figura de la tierra.

CARTAS DE CAJ.DAS - 24

©Biblioteca Nacional de Colombia


·En su regreso a Francia recorrió nuestro territorio siguiendo la ruta de Pasto,
Popayán, La Plata, Honda y Cartagena. Autor de notables escritos científicos.
Luis BOURDALOUE.-46.
(1632-1704) .-Jesuita y célebre predicador francés. Por su extraordinaria elocuen-
cia, fue llamado "predicador de los reyes y rey de los predicadores".
]acobo BRISSON.- 90.
(1751-1806).-Naturalista y físico francés. Miembro de la Academia de Ciencias.
Estuvo encargado de colocar pararrayos en los principales edificios públicos. · ·
Lucio Junio BRUTO.- 62.
Promotor principal de la revolución que expulsó a los T arquinos y fundó la re-
pública en Roma. El Poder Ejecutivo fue confiado a dos magistrados, uno de los
cuales fue Bruto. Condenó a muerte a sus hijos por haber conjurado contra la
República. Murió en un combate singular contra Arnus, hijo de Tarquino (año 507
antes de J. C.).
BUCHON.- 54, 103.
Pedro ]osé BUCHOZ.- 108.
(1731-i807) .-Naturalista y médico francés, autor de numerosas obras, nacido en
Metz.
BUENDIA.- 4.
Jorge Luis Lec/ere, conde de BUFFON. ~ 10, 30, 32, 43, 45, 46, 64, 74, 94.
(1707-1788) .-Célebre naturalista y escritor francés. En 1737 ingresó a la Aca-
demia de Ciencias y fue director del Jardín Botánico de París; desde entonces se
dedicó enteramente al estudio de la historia natural. En 1753 fue llevado a la
Academia Francesa sin previa solicitud. Le ha dado la inmortalidad su. "Historia
Natural".
Santiago Gregorio de BURGOS.- 32. ,.
Natural de Pamplona. Como Rector del Colegio del Rosario obtuvo del Virrey
Ezpeleta la prohibición de que se siguieran enseñando las teorías de Copérnico y
de Newton.
BUSTAMANTE.- 52.
Juan BYRON.- 55.
(1723-1786) .-Vicealmirante inglés. Siendo muy joven embarcó con George An-
son hacia el Pacífico, en misión de _ataque a las posesiones españolas, simultáneo
con los de Vernon, habiendo naufragado en el "Wager" cerca de Chile. En 1768
publicó una narración de sus aventuras, incluyendo el naufragio, cuya descripción
aprovechó su nieto, el célebre poeta Lord Byron, en su "Don Juan". En 1769 fue
nombrado gobernador de Terranova. En 1778 llegó al vicealmirantazgo.
]osé María CABAL.- 133.
(1769-1816) .-Nacido en Llanogrande, hoy Palmira. Estudió en el seminario de
Popayán y el Rosario de Bogotá. Complicado en el proceso de la publicación de

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©Biblioteca Nacional de Colombia


los "Derechos del Hombre" fue desterrado a España. Al serie favorable el resultado
del proceso, viajó a París donde se profundizó en química y mineralogía. A su re-
greso trajo de Jamaica algunas plantas útiles. Asistió a la junta provisional de
gobierno de las seis ciudades confederadas del Valle, de la cual fue vicepresidente.
Participó en otros actos revolucionarios. Después de la Cuchilla del Tambo fue
fusilado en Popayán.
Miguel CABAL.-157.
(1771-1811) .-Hijo de Manuel Antonio Cabal y Margarita Barona nació en la
hacienda· de la Concepción de Anaime, siendo bautizado Miguel Bernardino. Es-
tudió en San Bartolomé d~ Bogotá. Heredó las haciendas del Hato Vilela y Caloto
Arriba, mas no vaciló en abandonar las comodidades que le proporcionaba su cuan-
tiosa fortuna para alistarse en las filas de la República. Acudió llevando a su costa
un cuerpo de caballería a la batalla de Palacé, donde perdió la vida.
Carlos Francisco CABRER. --11, 159.
Español. Levantó uno de los primeros planos de Santafé. Comisionado en 1797
por el Virrey para fortificar la capital, aconsejó diversas medidas, entre otras, la
barricada del atrio de la Catedral. En 1796 se encargó del camino del Norte.
Fernando CAl CEDO y Flárez.- 5, 11, 54.
( 1756-1832) .-Natural de Suaita. Estudió en el Rosario. Recibió las órdenes sa-
gradas del Arzobispo Caballero y Góngora. Vicerrector del Rosario. Abrazó con
entusiasmo la causa de la Independencia. Diputado al Colegio Electoral de Cun-
dinamarca, finnó el acta de independencia. Desterrado por Morillo regresó en
1821. Tras de ocupar algunos cargos en la Arquidiócesis fue consagrado Arzobis-
po de Bogotá, en 1828.
Joaquín CAICEDO 'Y Cuero.- 16, 18, 30, 33.
(1773-1813) .-Natural de Cali. Estudió en Popayán y Bogotá hasta obtener el
título de doctor en jurisprudencia. Alférez Real de Cali en 1810. Organizó una
junta revolucionaria en dicha ciudad. En 1811 marchó contra Tacón. Apresado por
los realistas fue liberado por el norteamericano Alejandro Macaulay. Se aprestaba
a regresar al norte cuando fue hecho prisionero y fusilado juntamente con Macau-
lay y diez individuos de tropa.
Manuel de CAICEDO 'Y Tenorio.- 16, 27, 57.
(1734-1808) .-Estudió en el seminario de Popayán. Obtuvo el alferazgo real a la
muerte de su padre Nicolás Caicedo Jiménez, cargo que desempeñó hasta su muer-
te, siendo sucedido por su hijo Joaquín. Hombre de vasta cultura, muy pagado
de abolengo y tesoros. Protagonista de la novela "El AHérez Real" de Eustaquio
Palacios. A la muerte de su hijo Manuel Joaquín continuó la apertura de1 camino
a la costa y a su muerte recomendó a su otro hijo y albacea Joaquín siguiera la
obra al valle del Salado, de donde debería salir por la montaña al sitio de Calaba-
zos en el río Anchicayá.
Manuel Joaquín de CAl CEDO 'Y Cuero.- 16, 18, 34.
(1763-1805) .-Primogénito del Alférez Real Manuel Caicedo y Tenorio. Empren-
dió ·la construcción de un camino a la Costa, que dejó apenas iniciado cuando le
sorprendió la muerte.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


Manuel ]osé de CAl CEDO 'Y Cuero.- 57.
(1769-1852) .-Hijo de Manuel Cairedo Tenorio. Estudió en San Francisco de
Asís de Popayán y en Quito, donde se graduó de doctor en derecho, y luego abra-
zó el estado eclesiástico. Por sus actividades en favor de la independencia fue des-
terrado a las Filipinas. A su regreso fue alguacil mayor de Cali y uno de los fun-
dadores de la Universidad del Cauca. De 1834 a 1837 rector de Santa Librada
de Ca'li.
Nicolás CAICEDO ]IMENEZ.- 37.
(1700-1758) .-Hijo de Nicolás Caicedo Hinestrosa, asumió en 1744 el cargo de
Alférez Real de Cali que conservó hasta su muerte. Casó con Josefa Petrona Te-
. ·norio Torijano, tía abuela de Caldas.
]osé Pérez CALAMA.-79.
Obispo de Quito, antecesor inmediato de Cuero y Caicedo. Fundador de la "Es-
cuela de la Concordia".
Ana María CALDAS Barahona.- 191.
Ultima hija de Caldas. Nació en 1816 en vísperas de ir Caldas al patíbulo. Murió
célibe en Popayán en 1893.
Baltasara CALDAS Tenorio de Wallis.-105, 142.
(1784-1862).-Hermana de Caldas. En octubre de 1809 casó con el médico inglés
Jorge Wallis a quien Caldas conoció en Guayaquil e invitó a ir a Popayán. Entre
sus de;scendientes se cuentan don José María Quijano Wallis y su hijo José Jorge,
esposo de Comelia Obando Espinosa, hija del primer matrimonio del General
Obando.
Camilo CALDAS Tenorio.-4, 45, 74, 80, 84, 193.
Herm~o de Caldas a: quien seguía ~n orden cronológico. Su nombre completo era
Mariano Alberto Camilo. Nació en 1769. Se trasladó a Quito llamado por Caldas,
y en esta ciudad ocupó importantes posiciones en el ramo de Hacienda y Tabaco,
nombrado por el Presidente Carondelet, liabiendo casado y dejado descendencia.
Luego de la batalla de la Cuchilla del Tambo, Montes buscó que Caldas se radi-
cara en Quito al lado de éste su hermano.
lgnacia CALDAS Barahona.- 180, 182.
Hija de Caldas, que falleció de tierna edad.
]osé de CALDAS Rodríguez. de Camba. -1, 39, 34, 47, 52, 53, 54, 57, 150.
Esposo de María Vicenta Tenorio Arboleda y padre de Caldas. Baurizado en 1738
en Santa María de Arcos de Condesa, cerca de la villa de Caldas de Reyes. Ocupó
. en Santafé el cargo de Alférez de la Compañía de Forasteros y en Popayán fue
sucesivamente Teniente de una de las Compañías de Milicianos Montañses, Ca-
pitán de la misma Compañía, regidor perpetuo del Cabildo y juez subdelegado de
las tierras de la Provincia. Murió en Popayán el 24 de enero de 1809.
]ulidna' CALDAS Barahona. -191.
Hija de Caldas. Tuvo en Popayán una hija, Dolores, que dejó desce.ndencia legí-

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tima con Miguel Caldas Caicedo, hijo éste de Miguel Caldas Pacheco y María
Dolores Caicedo Quintero. Miguel era a su vez hijo de Vicente, hermano del sabio.
Liborio Maria CALDAS Barahona.- 157, 164, 166. 168, 170, 171, 172, 174, 176,
177, 180, 181.
Unico hijo varón de Caldas. Murió de tierna edad.
Rafael CALDAS Tenorio.- 31, 32.
Su nombre completo era Lino Rafael. Casó con Joaquina Grueso Rodríguez, con
descendencia.
Cayo julio César Germ4no CALIGULA . - 162. .
Tercer emperador romano. Fue cruel y licencioso en extremo, asesinado después de
cuatro años de gobiemo.
CALIPSO.- 51, 64.
Figura mitológica. Diosa y reina de la isla Ogigis, donde recibió a Ulises y de
quien se enamoró por su sabiduría. Fenelon la menciona en su obra "Telémaco".
Joaquín CAMACHO.- 19, 39, 154, 179.
(1776.1816).-Natural de Pamplona. Estudió en el Rosario donde se graduó de
abogado. Con Camilo Torres fueron los dos jurisconsultos más notables de su
época. Miembro del Cabildo de 1810. Coautor con Caldas del "Diario Político".
Desempeñó varios cargos y contribuyó con su talento a ia revolución. Ciego y pa·
ralítico se le condujo en brazos al Consejo de Guerra que lo condenó a muerte,
siendo fusilado por la espalda en la plazuela de San Francisco.
Teniente CAMACHO.- 8.
]osé Maria CANCINO. -167.
(1799-1843) .-Nacido en Bogotá. Estuvo con Baraya en la campaña del Sur y
con Nariño en la batalla de Bogotá del 9 de enero de 1813. Luego de la Cuchilla
del Tambo, se fugó a los llanos y participó en la campaña libertadora. Ocupó va-
rios cargos, entre ellos, por tres veces, el de Gobernador del Chocó. Murió en la
hacienda de Barragán.
]osé María CARBONELL. -127, 167, 170, 173, 175, 177, 179, 180.
(1778-1816) .-Natural de Bogotá. Fue una de las figuras importantes en ei mo-
. vimiento dd 20 de julio. Condenado por Morillo a morir en la horca, por inexpe-
riencia del verdugo no murió en el acto, por lo cual fue rematado a tiros.
CARLOS IV.-41, 53, 55, 79, 98, 105, 125, 132, 134.
(1748-1819) .-Hijo segundo y heredero de Carlos III a los cuarenta años. Se
entregó en Manuel Godoy, favorito de la reina María Luisa, dándole el título
de Príncipe de la Paz. En guerra con Francia perdió la isla de Santo Domingo y en
guerra con Inglaterra perdió Trinidad y Menorca y la flota española que fue des-
truida en Trafalgar. Ante la ocupación de España por los franceses, abdicó en favor
de su hijo Femando VII. En Bayona anuló esta renuncia y cedió la corona a Na-
poleón. Murió en Italia.

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Francisco Javier CAR0.-116.
(1750-1826) .-Natural de la isla de León. Fue invitado por el Virrey Flórez a
servir la plaza de oficial mayor de la Secretaría del Virreinato de Santafé. Era un
literato muy versado en griego, latín y castellano y poseía una magnífica letra
española, de la que sacaba abundante partido. Escribió muchos versos, casi siempre
de corte clásico, algunos satíricos, otros mordaces. Detestó la causa de la indepen-
dencia. Casó en Santafé con doña María del Carmen Fernández Sanjurjo, y fue el
tronco de la familia Caro.
Luis Francisco Héctor, Barón de CARONDELET.- 51, 55, 71, 79, 83, 84, 85, 97,
99, 125, 132.
Muy joven ingresó a la milicia. Participó en la expedición a Argel y en !la toma
de Panzacola (hoy Pensacola, Florida). De 1788 a 1792 fue gobernador de San
Salvador y luego de la Luisiana, donde arrostró la presión de los Estados Unidos.
A fines de 1797 fue nombrado vigesimonono Presidente de la Audiencia de Quito.
A él se debe la reconstrucción de Riobamba, de la Catedral de Quito, la construc-
ción del camino a la Costa por Malbucho. Durante su gobiemo recibió la visita de
Humboldt y Bonpland, así como la estadía de Caldas. Falleció en agosto de 1807.
Antonio CARV A]AL Tenorio.- 34.
(1783-1848) .-Se recibió como abogado en el Seminario de Popayán en 1806. Al-
calde y Gobernador en 1819. Su madre era Josefa Tenorio Carvajal, hermana de
Teresa, la madre de Camilo Torres y prima hermana de María Vicenta, la madre
de Caldas.
]osé CASAMAYOR.-136.
Secretario del Virreinato durante el gobierno de Caballero y Góngora, comandante
del regimiento de caballería.
Pedro CASIS.- 182.
Figuró entre los condenados por el Tribunal de Purificación a contribuir con dos
mil pesos como castigo por sus servicios a la causa de la independencia. Caldas
quiso salvar su biblioteca y sus manuscritos y para esto los puso en su poder; Enrile
ordenó los secuestraran a pesar de la protesta de Casís, que dijo tenerlo en depósito
como prenda de una suma de dinero que le había prestado.
César Francisco CASSINI (Cassini de Thury).- 24, 26, 184.
(1714-1784) .--Sucedió a su padre Jacques Cassini en la dirección del observatorio
de París y continuó las operaciones de levantamiento iniciando la construcción de
un gran mapa topográfico de Francia. En 1771 fue creado a su favor el cargo de di-
rector del Observatorio, cuando éste dejó de ser dependencia de la Academia de
Ciencias. Sus trabajos principales fueron "Méridlen de l'observatoire de Paris"
(1744). "Description géométrique de la terre" (1775) y "Description géométriquc
de la France" (1784).
Juan Domingo CASSINI.- 73.
(1625-1712) .-Célebre astrónomo italiano. Padre de Jacques Cassino y por tan-
to abuelo de César Francisco.

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CASTAL'l'O.- 54.
]osé María del CASTILLO 'Y Rada. -163, 167, 179.
(1766-1835) .-Natural de Cartagena. Vistió la beca del R!)Sal'io donde obtuvo
varios' títulos y luego el de licenciado y doctor en derecho en Santo Tomás. Trasla-
dado a Cartagena adhirió a la causa de la independencia. Gobernador de Tunja
en 1813 y de Cundinamarca en 1815. Desterrado a los presidios de Omoa, fue in-
dultado en 1817. Consolidada la República fue Vicepresidente de la Gran Colom-
bia; Secretario de Hacienda de Bolívar y de Santander; Presidente de la Conven-
ción de Ocaña; Rector del Colegio del Rosario donde se guardan sus restos.
Manuel Benito de CASTRO 'Y Arcaya. -175.
(1751-1826) .-Nació y murió en Bogotá. Estudió como novicio con los jesuitas,
y después de la expulsión estudió medicina. Soldado de la compañía de caballeros
corazas en la sublevación de 1781; segundo comandante, capitán de la 5' compañía
de milicias de caballería, ascendido a teniente coronel del regimiento en febrero de
1789, Alcalde de Santafé en 1783; Tesorero de Diezmos y Consultor de la l~quisi­
ción. Fue uno de los vecinos de Santafé que rechazó título de Castilla en 1805. En
la época republicana fue consejero de Nariño y en dos ocasiones Presidente del
Estado. Fue desterrado de la capital por Morillo.
Marco Porcio CATO N.- 62.
(234-149 a. de J. C.) .-Célebre orador romano por su severidad y austeridad de
costumbres. Representante de las antiguas costumbres se mostró contrario a toda
~ovación, buena o mala, durante su célebre censura. Sirvió en la guerra contra
Aníhat
Antonio ]osé CAV ANILLES.- 69, 70, 73, 74, 83, 84, 105.
(1745-1804) .-Jesuita, célebre botánico español. Autor de varias importantes obras
sobre botánica. Director del Jardín Botánico de Madrid, cargo en el cual lo reem-
plazó Francisco Antonio Zea, a quien había llevado a colaborar. Durante su ges-
tión aumentó el herbario hasta 12.000 especies. Estableció el género Caldasia. Ami-
go de Mutis y defensor de su obra. El Jardín Botánico de Madrid Heva su nombre.
Ca,o Julio CESAR.- 24.
( 100 - 44 a. de J. C.) .-Celeberrimo general romano, orador elocuente, historiador
correcto y eminente hom-bre político. Luego de eliminar a sus adversarios obtuvo la
dictadura perpetua y el poder absoluto que le sirvió para hacer reformas que fue-
ron fa base del imperio romano. Fue asesinado en pleno Senado.
Marco Tulio CICERON.- 11.
(106-43 a. de J. C.) .-El más célebre de los oradores romanos. Elegido cónsw
descubrió y sofocó la conspiración de Catilina, mereciendo que el Senado lo procla-
mase "Padre de la Patria". Participó en varias guerras civiles. Murió decapitado
por orden de Antonio.
]ohann CLAUBERG.- 34.
( 1622-1665) .-Filósofo alemán nacido en Solinger, Westfalia. Profesor de filoso-
fía y teología en Herborn, pasó a Duisburgo donde duró trece años hasta su muerte.
Estudió la fi'losofía cartesiana y fue uno de los primeros maestros de las nuevas
doctrinas en Alemania.

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Baltasar Jaime Martínez de COMPAÑON.- 35.
(1738-1797) .-Natural de Cabrado en Navarra. Chantre en Lima, y luego duran-
te nueve años Obispo de Trujillo. En 1791 fue promovido al Arzobispado de San-
tafé que desempeñó hasta su muerte. Consagró las iglesias de San Francisco y de
los Capuchinos.
Carlos María de La CONDAMINE.- 7, 13, 32, 33, 35, 58, 60, 61, 63, 64, 65, 68,
72, 75, 85, 96, 125, 13~.
(1701-1774) .--Ilustre sabio y escritor francés, na,cido en París. Dejó las armas por
las ciencias y luego de recorrer las costas del Mediterráneo, en 1736 presidió la co-
misión al Ecuador para determinar la figura y el volu¡pen de la tierra. Matemático
insigne y hombre de ciencia, ingresó en la Academia Francesa en 1761.
Jaime COOK. ~55.
(1728-1779) .-Célebre n,tvegante inglés. Realizó viajes por el continente artu:o
y por el Océano Pacífico. Murió asesinado por los indígenas en las Islas Sand-
wich.
Nicoltis COPERNICO.- 46, l84.
Célebre astrónomo polaco. Formuló la teoría heliocéntrica.
}osé María CORDOBA.- 188.
( 1799-1829) .-Nacido en Concepción (Antioquia). Cadete de la Escuela de Inge-
nieros que dirigió Caldas; desde m,uy temprana edad empezó la carrera de las ar-
mas en el combate del Palo; luchó aliado de Páez en Venezuela; con Bolívar en
el Pantano de Vargas y Boyacá, y con Sucre en Pichincha y en Ayacucho, donde
se inmortalizó. Luego de haber sido Ministro de Guert;l de Bolívar a raíz de la
conspiración septembrina, se alzó en armas contra el Gobierno, siendo derrotado y
sacrificado en El Santuario (Antioquia).
CORTES.- 142.
Hennenegildo CORREA.- 188.'
Cadete de la Escuela de Ingenieros que dirigió Caldas.
CRISTOBAL.- 57.
Juan de la CRUZ Cano y Olmedillo. -17.
Autor de un U\Apa de la América Meridional, en ocho hojas, realizado por orden
de Femando VI y publicado en 1771.
]osé CUERO y Caiceáo.-16.
(1734.1815) .-Natural de CalL Adelantó estudios en el Seminario de Popayán,
ciudad en la cual recibió las órdenes sagradas. Ocupó en Quito la canonjía peni-
tenciaria; y luego en Popayan ocupó ·las dignidades de tesórero, maestrescuela y
deán. Preconizado Obispo de Cuenca se consagró en Popayán el 13 de agosto de
1799. En 1802 fue promovido a Quito. Fue partidario de la independencia y pre-
sidió la junta fonnada a ra~ del 19 de agosto de 1809; dos años después fue
Presidente de la Junta Suprema de Gobiem_o. Con el restablecimiento del gobier-
no realista, Montes lo desterró a España, viajando primero a Lima donde enfermó
gravamente y murió.

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CURTES.- 108.
Jorge Leopoldo Cristina Federico Dagoberto CUVIER.- 66.
(1769-1832).-Célebre naturalista francés, autor de la clasificación zoológica que
ha servido de base a todas las hechas posteriormente. Profesor de la Escuela Cen-
tral del Panteón y del Museo, miembro del Instituto, profesor en el Colegio de
Francia, miembro de la Academia.
CHILDERICO.- 47.
(456-481).-Hijo de Meroveo y padre de Clodoveq, Rey de los francos.
Salvador CHUQUIN. -- 72, 75.
Acompañó a Caldas en su ascenso al volcán de Imbabura.
Juan Bautista Bourgignon D'ANVILLE. -13, 37, 132.
(1697-1782) .--Primer geógrafo del rey de Francia, miembro de la Academia de
Inscripciones y Bellas Artes. Entre sus más importantes obras pueden citarse el
"Adas de la China", la "Geografía antigua compendiada", ."los Estados formados
en Europa después de la caída del imperio de Occidente".
]osé María DA VIL~.- 158, 192.
( 1780.1816) .-Natural de Rionegro (Antioquia). Tomó parte en el movimiento
del 20 de julio de 1810; miembro del Congreso de Villa de Leiva en 1812; Vice-
presidente del de Tunja en 1813. Compañero de prisión de Caldas en Popayán. Fir-
mó con éste y con Rodríguez T orkes la petición de indulto. Fusilado en Bogotá.
Juan del CORRAL.- 185, 186.
Natural de Mompós. Residía en Antioquia cuando la revolución de 1810. Viajó
a Santafé como diputado regresando a Antioquia en 1812. Ante el ataque de Sá-
mano fue nombrado dictador de Antioquia y defendió la provincia de los españo-
les. Empleó a Caldas como ingeniero. Terminado el período dictatorial la legisla-
tura le confirió el Gobierno constituciona'l que solo ejerció poco tiempo, pues mu-
rió en abril de 1814.
Javiercito DELGADO.- 118.
Faustino D'ELHUY AR.- 64, 65.
Nacido en ·Rioja. Estudió en París. En compañía de su hermano Juan José viajó
a los países escandinavos; luego de adelantar estudios en la Academia de Minas
de Freiberg p~ron a Awtria. Regresó solo en 1781 a España donde dictó clases
de mineralogía. En experimentos que hízo descubrió el tungsteno. Juan José vino
a la Nueva Granada donde casó y dejó descendencia. Faustino o Fawto viajó a
México como Director de las Minas.
]osé Nicolás DELISLE. - .24, 37.
( 1688-1768) .-Matemático y astrónomo francés. Profesor de Lalande. Llamado a
a Rusia por la emperatriz Catalina, fundó allí una escuela de astronomía.
Francisc.o . DIAGO. -- 166.
Vino ·con sus hermanos de España a Popayán hacia el último tercio del siglo
XVIII. Administrador de la renta de tabaco. Casó con María Manuela Angula.

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Por no haber querido firmar el acta de independencia fue expulsado de Popayán
y se trasladó a Honda donde vivían sus hermanos. Regresó en 1816 con su hijo
José. En 1819 emigró hacia Pasto, muriendo en el Patía. En su casa de Popayán
se alojaron Humboldt y Bonpland.
Dionisio DIDEROT.- 39.
(1713-1784) .-Filósofo, literato y autor francés. Tomó parte en los trabajos de
la "Enciclopedia". Publicó un sinnúmero de escritos sobre crítica de arte, filosofía,
dramaturgia, así como algunas novelas.
Tito Fla'Yio Sabino DOMICIANO. -162.
Emperador romano sucedió a Tito. Tipo de perfidia y crueldad. Perseguidor de los
cristianos.
Benedicto DOMINGUEZ del Castillo. -156, 158, 159, 160, 161, 163, 165, 166, 175,
178, 182, 184.
(1783-1868) .-Nació y murió en Bogotá. Adelantó estudios de derecho en San
Bartolomé, pero no ejerció esta profesión. Ingresó a la Expedición Botánica en
calidad de astrónomo. Estudió Ciencias Físicas y Matemáticas en la escuela que
dirigió don Bernardo Anillo. Colaboró en el "Semanario" de Caldas. Milagrosa-
mente ·salvó la vida en la reconquista. A partir de 1813 calculó almanaques para
la Nueva Granada. Formó parte de la Academia Nacional de Colombia. Desem-
peñó la dirección del Observatorio Astronómico.
]osé María DOMINGUEZ del Castillo. -179.
(1765-1817) .-Nació y murió en Bogotá. Viajó a España en su juventud. Alcalde
de •la capital en 1797 y regidor de su cabildo en 1802, en cuyo carácter firmó el
"Memorial de Agravios". Miembro de la Junta Suprema en la comisión de poli-
cía y gobierno. Vicepresidente de Cundinamarca en 1811. Secretario de Hacien-
da del Gobierno General en 1815. En la reconquista sufrió persecuciones y pri·
sión.
Teresa DOMINGUEZ del Castillo.- 156.
(1766-1827) .-Esposa de don Fernando Zuleta y Córdoba.
Pascual de EN RILE y Alsedo. -195.
(1772-1839) .-Mariscal de Campo. Natural de Cádiz. Luego de haber servido en
la marina, en 1809 pasó al ejército durante la guerra de independencia española.
Formó parte de la Expedición de Reconquista como Jefe de la Escuadra, Jefe del
Estado Mayor y segundo del Pacificador Morillo. Como científico se destacó du-
rante las operaciones geodésicas de medidas en Cataluña. Fue más tarde gobernador
de Filipinas.
EPAMINONDAS. -165.
Célebre general romano que venció a los lacedemonios en la batalla de Leuctra
(371 a. de J. C.).
Antonio ESCALLON y Flórez..- 74.
Botánico español que vivió en el Ecuador. Su nombre fue dado a varias especies,
como la escallonia, de la familia de las sazifragaceae, orden de los rosales, subclase
dicotiledoneae, clase de las angiospermae.

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ESCOBAR. -107. ·
Alejo' ESCOBAR.- 188.
Cadete de la Escuela de Ingenieros que dirigió Caldas.
Félix ESCOBAR. -188.
Cadete de la Escuela de Ingenieros que dirigió Caldas.
ESOP0.-34.
Célebre fabulista nacido en Frigia en el siglo VI antes de Cristo. Sus fábulas fue-
ron recopiladas por vez primera por Demetrio Faléreo, 230 años después de su
muerte.
Francisco ]ttYier Eugenio de Santa Cruz y ESPEJO.- 86.
Nacido en Quito en 1747. Obtuvo •los títulos de doctor en medicina a los veinte
años y de licenciado en los Derechos Civil y Canónico. Bibliotecario en su ciudad
natal, se hizo notar por varios trabajos de literatura y de ciencia y como propa·
gador de ideas republicanas. El Presidente de Quito don Juan José Villalonga lo
envió a la capital del Virreinato, donde llegó en 1788 acusado de ser el autor de
escritos satíricos. El gobierno lo dejó en libertad y se relacionó con los hombres
más distinguidos por su saber, vasta erudición y avanzados principios liberales. Tres
años después regresó a Quito donde sufrió nueva prisión y salió de ella para morir.
N. N. ESPEjO.- 86.
Hermana del anterior. Esposa de José Mejía del Valle.
Manuel ESPINOSA y Ponce.- 83.
Domingo de ESQUIAQUI. - 33, 45, 59.
Ingeniero español que vino a Santafé durante •la Colonia. Construyó varias obras
entre -las que se destacan el Puente del Común, la reconstrucción del templo de
San Francisco y el primer coliseo inaugurado en 1793, en el mismo sitio donde está
el Teatro de Colón. Siguió la causa de la independencia por lo cual fue perseguido
por Morillo. Falleció a fines de 1820.
]osé Mttría ESTE VEZ y Ruiz de Cote.- 170, 180.
(1780-1834) .-Natural de Bucaramanga. Graduado en Teología y Cánones en
San Bartolomé. Ordenado sacerdote, fue Cura de Nimaima y Choachí, cargo que
desempeñaba el 20 de julio de 1810. Ocupó diversos cargos. Obispo de Santa
Marta, consagrado en 1828. Miembro del Congreso Constituyente de 1830 y de
la convención de 1831. Promovido a la sede de Antioquia no alcanzó a posesionar-
se pues la muerte lo sorprendió.
Narciso ESTRADA. - - 186.
Natural de Arma, ciudad de la cual fue Alcalde y como tal prestó toda clase de
auxilios a Caldas en sus trabajos de fortificación del sur de Antioquia.
]osé de EZPELET A . - 4, 32, 71.
De la Orden de San Juan y Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos. Tomó

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posesión del Virreinato de .¡a Nueva Granada en julio de 1789 e hizo una admi-
nistración muy progresista. A él se deben obras como el camino del Norte y el Puen-
te del Común. Hizo venir a don Manuel del Socorro Rodríguez para fundar el pri-
mer periódico llamado "Papel Periódico de Santafé de Bogotá". Al. terminar su
gobierno en 1797 fue ascendido a Capitán General y Virrey de Navarra, con el
título de Conde de Ezpeleta.
Gabriel Daniel FAHRENHEIT.- 69.
(1690-1740).-Físico alemán. Inventor de la escala termométrica y del aerómetro
que llevan su nombre.
Matías FA]ARD0.-105.
Hijo de Santiago Fajardo Belalcázar y de Clara Hurtado Pontón y Barasarda.
Casó con Francisca Javiera Barahona, hija de Manuel Sánchez Barahona y Ana
Joaquina Hurtado y Arboleda, por tanto, parienta de la esposa de Caldas, Prócer
de la Independencia. Una de sus hijas fue la primera esposa del General José
Hilario López.
FEBREROS.- 39.
Fray Benito Jerónimo FEI]OO y Monte~gro.- 34.
(1701-1764) .-Célebre escritor español, religioso de la Orden de los Benedictinos,
de la cual fue maestre general.
Andrés de FELIBIEN.- 10.
(1619-1695) .-Literato francés. Cronista del Rey. Secretario de la Academia de
Arquitectura y de Inscripciones. Escribió varias obras de pintura y escultura.
Duque de Orleans (FELIPE Igualdad). -105.
(1747-1793) .-Luis Felipe José, quinto duque de la segunda casa de Orleans. Irri-
tado por haber sido destituido del mando de una escuadra en Ouessant, se hizo
jefe de los descontentos lo que le vaHó ser desterrado de Francia. Regresó en· 1788
y formó parte de la segunda Asamblea de los Notables. Miembro de la Conven-
ción Nacional tomó el nombre de Felipe Igualdad y votó la muerte del Rey. Acu-
sado de aspirar a la corona fue condenado a ser guillotinado.
Francisco de Salignac de la Mothe (FENELON).-44.
(1651-1715) .-Célebre prelado y escritor francés clásico. Luis XIV le confió la
educación de tres de sus nietos. El Papa Inocencio XII lo condenó a alejarse de
·la corte francesa y retirarse a la Diócesis de Cambray. Entre sus obras sobre diver-
sos temas se destaca "Aventuras de Telémaco".
]acobo FERGUSSON.- 107.
Mecánico y astrónomo escocés. Individuo de la Sociedad Real de Londres. Autor
,de importantes obras.
FERNANDO VII. -141, 192, 195.
Rey de España. Hijo de Carlos IV y Maria Luisa de Parma. Proclamado Prínci-
pe de Asturias en 1789, comenzó a reinar por abdicación de su padre en 1808.

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Marchó a Bayona, donde puso su corona a los pies de Napoleón. A su regreso a
España en 1814 abolió las instituciones y estableció la monarquía absoluta. Le tocó
afrontar la independencia de las colonias en América. Abolió la ley sálica por lo
cual le sucedió su hija Isabel II, lo que dio lugar a guerra civil.
FERRER.- 79.
Joaquín Francisco FIDALGO.- 46, 52, 75, 79, 132.
Marino español, nacido en Urgel, murió en Sevilla ( 1820). Profesor de la Aca-
demia de Guardias Marinas. Se halló en el bloqueo de Gibraltar y en la batalla sos-
tenida por la armada española contra la inglesa del almirante Howe en la desem-
bocadura del Estrecho. Encargado de la formación de las cartas de las costas del
Caribe desde Trinidad hasta el golfo de México. Durante su permanencia en Car-
tagena de Indias, desempeñó la comandancia del apostadero de Guarda Costas de
Tierra firme. De regreso a España en 1810 regentó el Colegio de San Telmo en
Sevilla. Autor de "Lecciones de Geomerría práctica, dispuestas para la instrucción
de 1os guardias marinas del Departamento de Cádiz-Isla de León" ( 1790).
Francisco ]a'l'ier de la FIT A '1 Carrión.- 65.
Oriundo de Sibambe. Elegido Obispo de Cuenca (Ecuador), el 3 de febrero de
1802. Murió en dicha ciudad el 31 de mayo de 1804.
Juan FLAMSTEED.- 54.
(1646-1719) .-Asrrónomo inglés. Se distinguió por los minuciosos pormenores de
sus cartas celestes. Dejó una "Historia celestial británica" y un catálogo de las
esrrellas que han inmortalizado su nombre. Fue el primer "Asrrónomo Real"; ini-
ció las labores del Observatorio de Greenwich.
lean FRANc;ors.- 46.
(1582-1668) .-Jesuita y matemático francés, profesor en varios colegios de su Or-
- den. Maesrro de Descartes. Autor de obras muy notables.
Benjamín FRANKLIN.- 48.
(1706-1790).-Político, físico, escritor, economista y filósofo norteamericano. Vi-
sitó a Inglaterra con carácter oficial pera presentar al rey un primer proyecto de
congreso norteamericano. Empleó todos sus esfuerzos en favor de la independencia.
En 1776 fue enviado a Francia en busca de recursos y firmó el primer rratado.
Presidente del Estado de Pensilvania y delegado al Congreso que aprobó la Cons-
titución. Al mismo tiempo se enrregó al estudio de las ciencias, e hizo preciosos
descubrimientos sobre la electricidad e inventó el pararrayo.
Padre FRUTOS de la Candelaria. - 6.
Padre FUENTES.- 32, 40.
GABRIEL (infante).- 2.
GALVIS.-17.
Angela GAMA de Mutis.- 150.
Eapo.a. de Sinforoso Mutis. Fue desterrada por Morillo, con au familia, a Guasca,
llamada la "Habanera". Sobrevivió a au eaposo.

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GARAYA.- 54.
GARCIA.- 57, 105.
Custodio GARCIA ROVIRA.- 179.
Natural de Cartagena. Estudió en San Bartolomé de Bogotá, donde se graduó en
teología y leyes. Siguió la carrera de las armas y alcanzó el grado de General. En
1814 en que se reformó el Poder Ejecutivo para ser ejercido por un triunvirato,
fue uno de los tres, reelegido al año siguiente. Al reducirse a un solo Presidente,
fue nombrado en reemplazo de Fernández Madrid siendo, por tanto, el último Pre-
sidente de Cundinamarca. Caído en poder de los españoles después de la Cuchilla
del Tambo fue fusilado en agosto de 1816 en la Huerta de Jaime en Bogotá.
Estefanía Felicidad Du Crest de Saint Aubin-Condesa de GEN LIS.- 105, 108.
(1746-1830) .-Escritora y educadora francesa nacida en Champcéry. A los 16 años
casó con Carlos Brüart de Genlis, coronel de granaderos, más tarde Marqués de
Sillery. Por influencia de su tía M adame de Montesson, casada clandestinamente
con el Duque de Orleans, fue nombrada dama de compañía de la Duquesa de
Chartres, y más tarde tuvo a su cargo la educación de los hijos de ésta, así como
de los hijos del Duque de Orleans. Escribió varios libros para uso de sus alumnos,
como ''Theatre d'education", "Les Annales de la vertu" y "Adele et Théodore".
Aunque amiga de la revolución se vio obligada a refugiarse en Suiza después de la
caída de los girondinos. Fijó luego su residencia en Berlín y volvió a Francia des-
pués del 18 de brumario. Napoleón le fijó una pensión que fue descontinuada por
Luis XVIII.
Guillermo ]osé Jacinto Juan Bautista Le GENTIL de la Galaisiere.- 33, 73.
Astrónomo francés dedicado a la observación de tránsitos de Mercurio y de Venus
frente al disco del Sol. Se le encomendó la observación del paso de Venus frente
al Sol en 1761 y 1769 'por lo cual viajó a las Indias Orientales. Falló en ambas
observaciones, la primera por circunstancias políticas (toma de Pondichosy por los
ingleses) y la segunda por cielo nublado.
Atanasia GIRARDOT.- 167.
Natural de Medellín. Adelantó en Santafé estudios de derecho. Al estallar la re·
volución se incorporó al ejército de Baraya que venció en Palacé a Tacón. Formó
parte de las tropas dadas por Cundinamarca a Bolívar para la campaña de Vene·
zuela. Murió gloriosamente al dominar, vencedor, la altura del Bárbula.
Conde de Gl]ON.- 59, 79.
Personaje que incrementó la industria textil en la Presidencia de Quito; su em·
presa, sin embargo, fracasó. Caldas visitó sus propiedades.
Federico GMELLIN.- 57, 59, 74, 75.
Médico, químico y naturalista alemán.
GOBERNADOR.- 109.
Luis GODIN.- 35, 64, 65, 72, 132.
(1704-1769) .-Astrónomo francés. Fue uno de los sabios enviados a Quito en la
expedición de La Condamine para determinar · la figura. y medida de la Tierra.

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Manuel GODOY.- 74.
{1767-1851).-Ingresó en el cuerpo de Guardias de Corps, se granjeó pronto el
afecto de los reyes que le encumbraron a altas posiciones y lo hicieron "Príncipe de
la Paz". Como primer ministro sostuvo la guerra contra la República francesa,
pero •luego se entregó en brazos de Napoleón. La enemistad del príncipe de As-
turias y el odio nacional que había excitado fueron causa del movimiento de Aran·
juez de cuyas resultas abdicó Carlos IV y Godoy tuvo que emigrar de España, acom-
pañando a los reyes hasta su muerte en Italia y luego pasó el resto de sus días en
París, donde recibía una pensión de Luis Felipe.
Casimiro GOMEZ Ortega.- 26, 28, 40, 41. 60, 73.
{1740-1818) .-Botánico español, catedrático del Jardín Botánico de Madrid, que
dirigió por espacio de treinta años, habiéndole sucedido Cavanilles. Fue enemigo
de Mutis.
Fray Antonio GOUDIN.- 32.
. Fraile dominico del siglo XVII, autor de un texto de filosofía inspirado en el to·
mismo, con destino al mundo hispano.
Jorge GRAHAM.- 45, 68, 105.
Célebre relojero y mecánico inglés. Inventó una pénd~la de compensac1on y el
escape de cilindro para los relojes de bolsillo. Construyó excelentes instrumentos
de astronomía y de matemáticas, principalmente el "secror" y un planetario co·
nocido con el nombre de "Orrery" por haber sido hecho para el conde de este
nombre.
Juan Mariano GRI]ALBA. -7, 44, 52, 60, 109, 115.
Natural de !barra. Sacerdote. Rector del Real Seminario de Popayán, propugnó
por los estudios de aritmética y astronomía, hidráulica, estática, óptica y demás
disciplinas físico-matemáticas con las cuales "se redime la juventud de la pérdida
irreparable del tiempo que se perdía en el vano y eterno ergotismo de las antiguas
escuelas".
Pedro GROOT. -164, 167, 171, 179.
(1759.1821) .-Nació y murió en Bogotá. Formó parte del cabildo del 20 de julio
de 1810. Participó en varios cargos durante la primera república. Astutamente se
libró de Morillo al fingir ser mudo ante el Consejo de Purificación.
Padre ]osé GUMILLA.- 7, 13.
Jesuita español del siglo XVIII. Autor del interesante libro "El Orinoco Ilus-
trado".
GUTIERREZ.- 44.
Frutos Joaquín GUTIERREZ.- 167, 169.
Participó en la tertulia "Del Buen Gusto" de doña Manuela Santamaría de Man-
rique. En junta convocada por el Virrey en 1809 defendió el derecho de los ha-
bitantes de Quito para formar junta. Firmó el acta del 20 de julio de 1810 y for-
mó parte de la Junta Suprema. Cuando la reconquista huyó hacia los Llanos, pero

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fue capturado por el Coronel español Matías Escuté, quien lo hizo fusilar ·-c:on-
juntamente con otros oficiales en Pore en octubre de 1816.
Marcelino GUTIERREZ. -149, 167.
Anastasio GUZMAN.- 77.
Juan Francisco de La HARPE.- 30.
(1739-1803) .-Crítico francés. Alumno del Colegio de Harcourt, fue preso a los
21 años acusado de haber escrito una sátira contra sus profesores. Ingresó a la
Academia en 1776. En abril de 1794 fue puesto preso por sospechoso revoluciona-
rio y en la prisión sufrió crisis espiritual saliendo como ardiente católico.
Juan HERNANDEZ de Alba.-163.
Oidor. Presidente de la Junta de Policía por nombramiento de Ezpdeta. Perse-
guidor de los criollos, lo cual le atrajo el odio popular. Se hizo célebre por sus
palabras del19 de julio de 1810: "Los americanos son perros sin dientes; laten, pero
no muerden". El 20 de julio el pueblo atacó su casa y -lo puso preso. El 19 de
agosto fue enviado al Socorro en acémila montado como mujer. Juzgado con el
oidor Frías, fue autorizado con éste en marzo de 1811 para regresar a España.
Miguel HERNANDEZ de Madrid.-37.
Español. Casado con María Tenorio Torijano, hermana de Juan el abuelo de Cal-
das. Fue padre del sacerdote Javier Hemández de Madrid.
Santiago HERNANDEZ Milanés.-161, 162.
Español, natural de Salamanca. Consagrado Obispo de Mérida el 25 de septiem-
bre de 1802. Pereció en el terremoto del Jueves Santo de 1812.
Flaco Quinto HORACIO.- 32, 35, 36, 74.
(66-9 a. de J. C.) . - El primero de los poetas líricos latinos. Espantado de los
horrores de la guerra se retiró a Roma donde se dedicó por completo a la litera-
tura; contrajo amistad con Virgilio y con Mercenas y contó con la protección de
Augusto.
Fedfrico Alejandro Barón de HUMBOLDT.- 33, 35, 37, 39, 40, 41, 43, 44, 45, 46,
-47, -48, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 63, 64, 65, 66, 67, 68, 70, 71,
74, 75, 76, 79, 80, 82, 84, 96, 100, 116, 125, 133, 159, 195.
(1769-1859) .-Sabio alemán nacido en Berlín. Luego de algunos viajes por Eu-
ropa, en 1799 en compañía de Aimé Bonpland, emprendió un viaje por América,
la que recorrió durante cinco años, regresando con gratt acopio de observaciones
muy útiles a la geografía, etnografía e historia natural. Residió cerca de 20 años
en París dedicado a ampliar y documentar la re'lación de su viaje americáno, que
así completó en forma que entonces hoy asombra. Tras corta estancia en Berlín,
en 1829 emprendió viaje al Asia Central, en el cual empleó nueve meses. Escribió
luego numerosas obras en las que manifestó sus conocimientos universaies. Cono-
ctdor de las teorías de Galvani sobre conducción de la electricidad hizo experi-
mentos en su propio cuerpo. Mantuvo buenas relaciones con Caldas, con quien com-
partió algunos de los trabajos durante su estadía en el Ecuador.

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Ana ]oaquina HURTADO de Sánchez Barahona;- 139.
Hija de Manuel Hurtado de Olarte y de María Josefa Arboleda. Casada con
Manuel Sánchez Barahona. Entre sus hijos está Josefa Barahona, madre de María
Manuela Barahona, esposa de Caldas.
Juan ]osé HURTADO Arboleda. -7, 11, 17, 28, 29, 30, 31, 37, 38, 40, 43, 47, 51,
5~, 57, 59, 66, 67, 90, 103, 105, 108, 162. .
·(1773-1804).-Hijo de Vicente Hurtado Arboleda y de María Ignacia Arboleda
Arraechea. Nació en Popayán donde inició estudio! que culminaron en el Rosario
de Santafé. Estuvo comprometido en el proceso de la publicación de los ..Derechos
del Hombre", pero no corrió la suerte de sus compañeros, pues se le permitió re-
gresar al 'lado de su familia. Acompañó a Caldas en su célebre excursión al Puracé,
donde la ruptura del termómetro dio 1lugar a la teoría de la hipsometría. ·Murió
de un enorme 5arcocele, luego de haber sido sometido a. dolorosa mutilación.
Man~l ]osé HURTA.DO Arboleda.- 28, 29.
(1784-1845) .-Hermano del anterior. Tras estudios en Popayán y Bogotá Obtuvo
el título de abogado en 1807. De sentiniientos realistas, luego de Boyacá emigró
a Panamá, donde aceptó la idea republicana tomando parte en el movimiento de
noviembre de 1821. De r~$reso a su ciudad natal fue elegido Senador. Ministro
de primera clase .en Londres de 1826 a 1829. ~adicado en Panamá ocupó impor-
tantes cargos en la administración de justicia; al morir era Magistrado del Tribu-
nal Superior.
Manuel Ventura HUR.TADO Arboleda.-45, 47, 105 ..
Hijo de Manuel Hurtado de Olarte y. de María Josefa Arboleda y Vergara. Es-
tudió en el' Seminario de Popayán hasta recibir las órdenes sagradas en enero de
1760. Secretario del mismo Seminario hasta 1767, cuando fueron expulsados los
Jesuitas. Por oposición obtuvo el cargo de Canónigo Magistral y luego las digni-
dades de Tesorero y ¿e Maestrescuela. Murió en abril de 1807. Fue el iniciador de
las famosas procesiones de Popayán.
Marcelino HURTADO Arboleda.- 52, 151, 164, 170.
Hermano de Juan José y de Manuel José. Estudió en el Rosario donde se graduó
de médico en 1809. Vocal del Cabildo de 1810 salvó la vida del español Lorenzo
Marroquín. Fue uno de los fundadores de .la Universidad del Cauca. En 1839
entró como alumno a dicho plantel y poco después se ordenó de sacerdote. Fue
Rector del Seminario y mediorracionero de la Catedral. Murió en Popayán en enero
de 1844.
María Josefa HURTADO. -144.
Nicolás HUR'f ADO Arboleda.- 7.
(1771-1840) .-Adelantó estudios en Popayán, su ciudad natal, que culminó en el
Rosario de Santafé; Se halló comprometido en el proceso de "Los Derechos del
Hombre", pero se •le dio libertad y permiso para tomar al hogar. Fue Alcalde
ordinario, Procurador y Capitán de Milicias, cabildante en 1813. Fue uno de los
primeros que otorgaron carta de iibertad a. varios esclavos con ocasión de celebrar
las victorias republicanas en el Perú. Fue jefe político de Popayán, donde murió.

385
CARTAS DE CALDAS - 25

©Biblioteca Nacional de Colombia


Estuvo casado con su prima hermana Vicenta Mosquera y Arboleda con descen-
dencia.
Francisco }osé de IRIARTE.- 49, 50.
Fiscal en Quito.
Miguel Antonio IRIGOYEN.- 134.
Marino e~ol, comandante de marina en Cartagena de Indias, en los últimos
años de la dominación española.
Hermógenes ISAZA Palacio.- 186.
En 1806 fue condenado a diez años de presidio en el Morro de La Habana, jun-
tamente con sus hermanos Domingo y Joaquín por el atentado a doña Juana Gu-
tiérrez, esposa de Domingo y por la muerte de un esclavo. El proceso se revisó
en 1809 y se le condenó a destierro perpetuo en Rionegro. Formó parte dei grupo
de rionegreros de la expedición al Gauca bajo el mando del Capitán Diego Gómez
de Salazar. A principios de 1820 fue encargado de la Alcaldía de Santa Rosa y en
mayo del mismo año Córdoba lo nombró proveedor de las tropas parriotas que
marchaban para la campaña del Magdalena.
Sal,ador }. de ISAZA.- 186.
Formó parte, igualmente, de la expedición de rionegreros al Cauca, bajo el mando
del Capitán Diego Gómez de Salazar.
Miguel de ISLA.- 26, 38, 115.
Miembro de la Sociedad Parriótica del Nuevo Reino de Granada fundada en 1801
por Mutis, quien le confió la enseñanza de ia medicina, habiendo iniciado la cá-
tedra el 18 de octubre de 1802. Tuvo catorce discípulos, enrre ellos Vicente Gil
de Tejada. Médico encargado del servicio científico, nombrado por Mendinueta,
Director de los Servicios de Enfermería del Hospital de San Juan de Dios. Se
ordenó de fraile hospitalario de San Juan de Dios. FQJ1dador de los estudios de
anatomía práctica. Murió súbitamente el 11 de junio de 1807.
]osé de ITURRAGA.- 13.
Comisario de la comisión española de límites con las P<>sesiones portuguesas, que
salió de Cádiz el 13 de febrero de 1754 en "La Veneciana" y llegó a Cumaná el
9 de abril siguiente. Durante el desempeño de la comisión enrró en conflicto con
Eugenio de Alvarado. Más tarde fue Gobernador de la Guayana.
}ACOB.-54.
Hijo de Isaac y nieto de Abraham, rronco del pueblo hebreo.
Mariano JACOME.- 73.
Nicolás }osé, Barón de }ACQUIN. -.55. -!-
(1727-1817) .-Botánico holandés nacido en Leyden. Discípulo de Bernardo de
J ussieu. Por encargo del gobierno ausrríaco recorrió las Antillas y la -América del
Sur para recoger plantas destinadas a enriquecer los jardines botánicos de Viena
y Schoenbrunn, misión .que desempeñó con todo éxito. En 1806 recibió el título de
Barón. Descubrió unos cincuenta nuevos géneros botánicos y Linneo perpetuó su

386

©Biblioteca Nacional de Colombia


nombre en una de las familias de las primuláceas, la "Jacquinis". Publicó varias
obras, entre ellas "Florae austriacae".
JAMIN.-39.
]osé· María ]ARAMILI.O 'J Romero. -=--186.
Firmante del acta ele independencia de Rionegro el 7 de febrero de ·1813, año en
que figuró como Subteniente del Fijo de Medellín.
JARANA.-158.
San ]ERONIMO. -- 33.
(331-420) .-Célebre doctor de la Iglesia. Entre sus principales escritos figura la
versión latina de la Biblia, conocida con el nombre de Vulgata.
JIMENEZ.- 22, 30, 31, 33, 34, 35.
Manud ]osé ]!RONZA.- 38, 54.
CQlaboró e.n la Expedición Botánica.
Fray JOSE María de los Dolores.- 12.
Don JUAN.- 4~. ~

Abate don JUAN.-· 57.


Jorge JUAN 'J Santacilla.- 24, 35, 41, 53, 54, 59,. 65, 125, 132.
(1714-1773).-General de la marina española, matemático, geógrafo, astrónomo y
ezplorador, nacido en Orihuela. Con Antonio de U1loa fue designado para acom-
pañar a .Jos académicos franceses enviados a América para determinar la figura ,
de la tierra. Pasó a Inglaterra a estudiar los adelantos de la marina. Dirigió la
construcción del Observatorio Astronómico de San Fernando. Se le conoció como
"el sabio español" ,por antonomasia. Autor de "Viaje a la América Meridional",
"Resumen de nave'gación", "Examen marítimo" y "Estado de la astronomía en
Europa".
]UDA.-54.
Cuarto hijo de Jacob que dio su nombre a Ja más poderosa tribu del pueblo he-
breo.
JUEZ Subdelegado de la Silla Apostólica. -139.
Padre ]ULIAN.- 7.
Autor de la obra "Perla de América" donde trata de la historia de la fundación y
primeros años de Sanra Marta.
JULIO.- 177.
]osé de ]USSÍ1:.U.- 54, 72, 74.
(1704-1799) .-Naturalista francés Excelente médico, buen matemático e inteli·
gente botánico. Ingresó a la Academia de Ciencias en 1743. Acompañó a La Con-
damine en su vía je a América, donde pasó treinta años en las regiones inexplo-
radas del sur. Regresó a Europa en 1771 con la salud quebrantada, por lo cual no

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©Biblioteca Nacional de Colombia


pudo publicar la historia de su viaje. Introdujo a Europa el heliotropo. Nació en
Lyon y murió en París.
F/a,io Antonio ]USTINIAN0.-41.
(483-565) .-Emperador de Oriente. Debe su nombradía a la gran obra legislativa
realizada bajo su reinado con la publicación del "Código", el "Digesto" o "Pan-
dectas", las ''Novelas" y ·la "lnstituta".
]uan KEPLER.- 184.
(1571-1630) .-Célebre matemático y astrónomo alemán. Formuló las tres leyes
que llevan su nombre que explican el movimiento del sistema solar.
Nicolás Luis LACAILLE.- 24, 64. 68.
(1713-1762).-Astrónomo francés. Profesor de matemáticas en el Colegio Maza.
rino; individuo de la Academia de Ciencias. Hizo la triangulación de parte de
Francia; rectificó los catálogos de estrellas del hemisferio austral, en lo cual em·
pleó ciento veintisiete noches formando constelaciones a las que puso nombres que
aún se conservan. Publicó obras de enseñanza y numerosas memorias, entre las
cuales sobresale "Astronomiae fundamenta" (1757) • .
SilYestre Francisco LACRO IX. -123. ~
(1765-1843).-Matemático francés, individuo del Instituto, profesor del Colegio
de Francia, fue uno de los sabios que más contribuyó al progreso de las matemá-
ticas en Francia. Publicó importantes obras. En la lista de libros de Caldas figura
"Geografía de Lacroix".
]uan de LA FONT AINE.- 36.
( 1621-1695) .-El más notable de los fabulistas franceses. Entre sus varias obras
se distinguen sus "Fábulas", modelo inimitable de pureza de estilo y a las cuales
debe principalmente su fama. ·
Marcelina LAGOS de Camacho.-150.
Su nombre completo era Marcelina Rodríguez de Lago y Castillo. Casó el 13 de
junio de 1793 con su pariente Joaquín Camacho y Lago. Al fusilamiento de éste
le fueron secuestrados todos sus bienes, quedando en la mayo~ miseria.
]osé Jerónimo Le Franrois de LALANDE.- 24, 41, 59, 64, 69, 73, 173.
(1732-1807).-Célebre astrónomo y matemático francés, enviado por la Academia
a Berlín en 1751 para determinar la paralaje de la Luna, al mismo tiempo que
Lacaille viajó al Cabo de Buena Esperanza con el mismo objeto. Ingresó luego a
la Academia de Ciencias y desde 1762 desempeñó hasta su muerte una cátedra de
astronomía en el Colegio de Francia. Escribió importantes obras, una de las cuales la
astronomía en tres tomos fue estudiaaa por Caldas, y figura en la lista de los libros
de éste que le fueron secuestrados por Enrile.

Michel Franrois LALANDE.- 54.


( 1766-1839) .-Sobrino del anterior a quien sustitUyó en la cátedra de astronomía
del Colegio de Las Damas. Ingresó al Instituto en 1801; miembro de la Dirección
de Longitudes y Director del Observatorio de la Escuela Militar.

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Juan Bautista Pedro Antonio de Monet de LAMARCK.- 54, 72, 74.
(1744-1829) .-Naturalista francés. Abandonó la carrera eclesiástica para ingre-
sar en el ejército, para participar en la guerra de .¡os Siete Años. Inutilizado por
un accidente se dedicó al estudio de la medicina y de las ciencias físicas. Botánico
del Jardín del Rey y catedrático de zoología y botánica. Entre otras obras publicó
la "Zoología filosófica" donde expuso la teoría de la evolución.
Pedro Sim6n Marqués de LAPLACE.- 53.
(1749-1827) .-Matemático y astrónomo francés. Bajo la dirección de D'Aiambert
se distinguió con el descubrimiento de la invariabilidad de las distancias medias
de los planetas al Sol. A los 24 años fue admitido en ·l a Academia de Ciencias.
Republicano exaltado, en 1799 fue Ministro del Interior. Napoleón lo nombró
Presidente del Senado y lo elevó a la categoría de Conde del Imperio. A la caída
de Napoleón siguió la causa de los Borbones habiendo recibido el título de Mar-
qués. En 1816 fue individuo de la Academia Francesa. Escribió importantes libros
de astronomía y otras ciencias.

LARVAGA.- 163.
Juan de LARREA.- 59, 9{l, 105.
Sacerdote quiteño que se destacó por su incansable acción en favor de la beneficen-
cia y asistencia de enfermos, servicios que se encontraban en gran decadencia.

LASGUETIS. -149.
Pedro de la LASTRA.- 18i.
Bogotano. Uno de los principales promotores del entusiasmo del pueblo el 20 de
julio. Como Juez del Tribunal de Cuentas tuvo al Virrey Amar y Borbón preso
bajo su custodia. Fue comisionado para ir a los Estados Unidos a comprar fusiles,
en compañía del doctor Nicolás Maudcio de Omaña, Cura de la Catedral, y trajo
también dos imprentas, una de las cuales fue la Imprenta del Estado, que reem-
plazó la muy deteriorada Imprenta Real y que continuó dirigiendo García de Mi-
randa y la otra fue la imprenta El Sol, de Caldas, dirigida por Juan Rodríguez Mo-
lano. Fue fusilado por orden de Morillo en Bogotá el 20 de julio de 1816.

Antonio Lorenzo LAVOISIER.- 36, 53.


(1743-1794) .-Célebre químico francés nacido en París. A los 25 años ingresó a
la Academia de Ciencias, gracias a sus trabajos científicos. En 1775 demostró que
la combustión de los cuerpos era producida por su combinación con el oxígeno;
reconoció y comprobó la composición del agua; demostró que el aire está formado
de oxígeno y nitrógeno y descubrió el oxígeno. En unión de Guyton de Morveau
estableció una nueva nomenclatura química. El tribunal revolucionario lo condenó
a ser guillotinado. Se dice que cuando pidieron gracia por su vida debido a su
ciencia -!~autoridades dijeron "Francia no necesita de sabios". La tradición ha
atribuido, sin fundamento esta frase a Enrile, cuando Caldas le pidió merced de
su vida.
Antonio LAZO Mogrovejo.- 37.
Casado con Rosa Tenorio Torijano, hermana de Juan, abuelo de Caldas.

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Félix LE MAUR.-46.
Autor de "Elementos de Matemática Pura", en dos volúmenes: l; Aritmética Uni-
versal; 11, Geometría elemental y trigonometría, publicado en Madrid en 1778.
LEROIX.-97.
]osé Ramón de LEYVA.- 125, 155.
Español. Secretario del Virrey desde tiempos de Ezpeleta. A consecuencia del 20
de julio de 1810 fue puesto preso, pero liberado poco después abrazó la causa
republicana, habiendo ocupado el puesto de Jefe de Estado Mayor. Participó co-
mo Brigadier en la campaña de Nariño contra Tunja. Vicepresidente del Colegio
Electoral de Cundinamarca que proclamó ·la independencia absoluta. Acompañó a
Nariño en su desgraciada campaña del Sur. Fue de los defensores de Bogotá cuan-
do' Bolívar la atacó en nombre del Congreso de Tunja. Cuando la Reconquista ayu-
dó a Sinforoso Mutis a empacar los dibujos, objetos, etc., de la Expedición Botá-
nica y fue fwilado el 19 de junio de 1816.
Carlos de LINNEO. -7, 26, 27, 28, 29, 32, 33, 36, 39, 40, 41, 46, 54, 62, 65, 66, 74,
106, 108, 154. ' •
(1707-1778) .-Sueco. El más grande naturalista de~ época. Estudió en las Uni-
versidades de Lund y de Upsala. Con ayuda de la Academia de Ciencias de dicha
ciudad viajó a la Laponia. Se graduó de médico en la Universidad de Harderwyck,
Holanda. En 1741 fue nombrado catedrático de medicina en Upsala y luego de
botánica e historia natural. Se destacada por su clasificación metódica de las plan-
tas según un sistema sencillo de afinidades sexuales, preparando así el camino para
e1 sistema más moderno y racional que ha swtituido al suyo. Cultivó frecuente
correspondencia con Mutis.
Pedro LOEFLING.- 55 . .
(1729~1756) .-Botánico sueco, discípulo de Linneo. La Corte Española lo en-
cargó de acompañar la expedición científica enviada en íl751 para estudiar las
producciones de las colonias españolas.
Canónigo LOPEZ.- 83.
Hermano de Sebastián López Ruiz. Residió en Quito.
Padre LOPEZ.- 23.
Manuel LOPEZ.- 188.
Cadete de la Escuela de Ingenieros que dirigió Caldas.
Sebastián ]osé LOPEZ Ruiz.- 83, 105.
Botánico, nativo de Panamá, se graduó de médico en la Universidad de Lima. Es-
tuvo algún tiempo en Santafé. Proporcionó a Humboldt los documentos sobre el
descubrimiento de las quinas neogranadinas. Sostuvo querella juditial con Mutis,
pues quería arrebatar a éste el honor de haber descubierto las quinas en el Nuevo
Reino.
San Ignacio de LOYOLA.- 48.
(1491-155.6 ).-Caballero español. Fundador de la Compañía de Jesús.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


Jorge T aJeo LOZANO.- 26, 33, 34, 35, 109, 117, 120, 123, 132, 157.
( 1771-1816) .-Natural de Bogotá. Hermano del Marqués de San Jorge. Estudió
filosofía y medicina en el Rosario, siendo discípulo de Mutis. En España fue
guardia de Corps e hizo la campaña del Rosellón. De regreso en 1797 casó con
una sobrina. Se dedicó al cultivo de las ciencias y en asocio de Luis Azuola publi-
có el "Correo Curioso". Formó parte de la Expedición Botánica ocupándose del
ramo de la zoología. Participó en el movimiento revolucionario. Presidente de
Cundinamarca, cargo que renunció ante la presión de Nariño. Fue fusilado por los
pacificadores.
Juan Andrés De LUC.- 53, 64, 69.
(1727-1817) .-Célebre físico y naturalista suizo, Profesor honorario de la Uni-
versidad de Gotinga. Autor de importantes obras, entre ellas "Recherches sur les
modifications de l'atmosphere" (París, 1784), en 4 volúmenes.
LUIS XIV.- 2.
(1638-1715) .-Rey de Francia. Ayudó a su nieto a ocupar d trono de España con
el nombre de Felipe V. Su reinado se considera como la época clásica de la litera-
tura francesa.
LUIS Felipe.- 105.
(1773-1850).-Hijo del Duque de Orleans (Felipe Igualdad). Ocupó el trono de
Francia a consecuencia de la revolución de 1830 y gobernó durante 18 años hasta
que una nueva revolución en 1848 lo arrojó del trono.
LUISA. -166, 170, 171, 177, 181.
M.-84.
Pedro ]osé MACQUER.- 36.
(1718-1784).-Químico francés, hizo numerosos descubrimientos. Luis XV lo
nombró director de lp fábrica de porcelana de sevres. En 1745 ingresó a la Acade-
mia de Ciencias. Profesor de química en el Jardín del Rey. Escribió varias obras,
entre ellas "Plan de un curso de química experimental y razonada" y en asocio de
Baumé "Diccionario de Química".
MAGGNIN.-13.
Pedro MALDONADO.- 13, 125, 132.
Geógrafo ecuatoriano que participó en el levantamiento del mapa dei Ecuador,
especialmente en la parte más elevada, entre 1740 y 1750. Llevó sus mapas a Pa-
rís y Londres con ánimo de publicarlos, pero la muerte se lo impidió.
MANUELITA.- 171.
Juan Agustín MANZANILLA.- 79, 83, 84, 85, 125.
Acompañó a T afaHa en la búsqueda de la Cinchona y otros materiales botánicos,
en tierras de la Presidencia de Quito. Trabajó para la Expedición Botánica del Perú.
M ARIA Luisa de Parma.- 74.
(1754-1819) .-Reina de España, esposa de Carlos IV. Su vida desarreglada in-
trodujo en la Corte costumbres licenciosas y su ciego afecto por Godoy hizo que

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©Biblioteca Nacional de Colombia


se le colmase de honores, poniendo el país en sus manos, lo que concluyó. con la
ent~ga a Napoleón. Después de la muerte de su esposo se radicó en Roma donde
pasó sus últimos días.
MARTINEZ.- 39.
Ne'Yil MASKELINE.- 59, 107.
(1732-1811) .-Astrónomo inglés. Perfeccionó varios instrumentos de astronomía e
hizo adoptar en su país el ..Almanaque náutico" propuesto por Lacaille, cuya pu.
blicación dirigió por más de cuarenta años. Fue el Astrónomo Real de Greenwich,
contemporáneo de Caldas.
Carlos Perrero Fieschi, Príncipe de MASSERANO.- 17.
Diplo~ático español descendiente de Jacinto Perrero, Conde de .Bena Masserano,
marino español de origen ita.Uano. En 1805 fue embajador cerca de Napoleón; en
1808 recibió nuevas credenciales de Fernando VII que no le fueron admitidas y
pidió sus pasaportes para Bayona donde estaba su soberano. En 1809 fue nom-
brado por el rey José Bonaparte gra.n maestro de ceremonias.
Pedro Luis Moreau de MAUPERTIUS.-46.
(1698-1759) .-Geómetra francés. Individuo de la Academia de Ciencias. Jefe de
la expedición enviada ~ la Laponia para medir un grado del meridiano terrestre.
Federico II lo nombró luego director de ·la Academia de Berlín. Tuvo desavenen-
cias con Koenig que le disputaba el honor de haber descubierto el principio .de la
menor acción en que Maupertius fundaba toda la mecánica; y después con Vol-
taire que le hizo blanco de sus sarcasmos.
MEDINA.- 103.
MENGS.-30.
Indalecio ME]IA.- 188.
Cadete de la Escuela de Ingenieros que dirigió Cald~s.
]osé ME]IA del Valle.- 77, 83, 86, 98.
Nació en Quito en 1776 o 1777. Catedrático de filosofía en la Universidad de
Quito, inclinado hacia las ciencias naturales colaboró con Caldas en botánica. Fue
agregado a la Expedición Botánica como individuo meritorio. Asistió a las Cortes
españolas como diputado suplente p(>r Santafé. Catedrático de filosofía en Quito.
Murió en Cádiz en 1813. · ·
Liborio MEllA.- 186.
Natural de Rionegro. Participó en la campaña del Sur. Recibió el mando de las
tropas republicanas que fueron derrotadas en la batalla de la Cuchilla del · Tambo,
donde fue hecho prisionero. Trasladado a Santafé fue fusilado ·ej 3 de septiembre
de 1816.

Antonio MELO.- 79.


MENA. -161, 163, 165.

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..

©Biblioteca Nacional de Colombia


Pedro MENDINUET A 'J Muzquiz.- 35, 48, 53, 55, 61, 64, 79, 81, 92, 125, 163.
Teniente General de los Reales Ejércitos. Virrey de la Nueva Granada de 1797 a
1803. Construyó un acueducto del río del Arzobispo a la plazuela de San Victorino;
fundó cátedra de medicina en el Colegio del Rosario; apoyó la Expedición Botá-
nica y cooperó para la iniciación de la obra del Observatorio; protegió las impor-
taciones y exportaciones; continuó la fortificación de Cartagena y mejoró la de
Santa Marta.
Antonio Rafael MENGS.- 30.
(1718-1779) .-Pintor bohernio de la escuela italiana, uno de los mejores artistas
de su época. Director honorario de ·la Academia de Madrid y miembro de la
Academia de San Fernando.
Edmundo MENTELLE.- 37.
(1730-1815) .-Geógrafo e historiador francés. Miembro del Instituto. Profesor
de geografía e historia en la Escuela Militar. Publicó importantes obras de vulga-
rización.
Juan MESA.- 17.
Español radicado en Popayán donde casó con Micaela Sánchez Bueno, padres de
Joaquín Mariano Mesa y Sánchez, prócer de la independencia.
MICHAELI.- 57.
MICHUA. -159.
Zaque de Hunsa, a quien Saguanmachica le declaró la guerra habiendo empeñado
reñida batalla cerca de Chocontá, muriendo ambos en ella, aunque vencieron los ba-
cataes.
Juan MILTON.- 51.
(1608-1674) .-Célebre poeta inglés. Secretario intérprete de la lengua latina en el
Consejo de Estado durante el gobierno de Cromwell. A la vuelta de los Estuardos ~
fue preso. Habiendo salvado la vida se retiró a la soledad y vivió pobre, olvidado
y ciego. Dictó a su mujer y a sus hijos su obra "Paraíso perdido".
MOCTEZUMA.- 60.
Emperador de los aztecas en el momento de la conquista española. Prisionero de
Hemán Cortés fue herido en una sublevación de sus súbditos para librarle. No
queriendo soportar más sus desgracias se arrancó las vendas que cubrían sus heri-
das y se dejó morir de hambre en 1520.
MOLANO.- 161.
MOLINA.- 51, 162.
Enrique Luis áu HameZ du MONCEAU.- 28, 36.
(1700-1781) .-Agrónomo francés. Miembro de la Academia de Ciencias. Con-
sagró su vida a la propagación de los · conocimientos agrícolas, cotnerciales, marí-
timos y mecánicos. '
Martín MONTALV0.-21.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


]osé MONTENEGRO. -77.
Esposo de Bárbara Tenorio Torijana, hermana de Juan el abuelo ·de Caldas. Fue
padre del Presbítero José Montenegro.
Toribio MONTES.-192, 193, 194.
Mariscal de Campo nombrado por la Regencia de Cádiz como Presidente y Ca-
pitán General de Quito. Ordenó a Aymerich el fusilamiento de Nariño, orden que
aquél no quiso cumplir por lo cual Montes la cambió por prisión en España. Trató
de salvar la vida de Caldas ordenando fuese enviado a Quito para que viviera con
su hermano.
Francisco MONTOY A Zapata.- 189, 190.
Diputado por Antioquia en 1820 al Congreso de Colombia. Natural de Rionegro.
Prefecto del Departamento de Antioquia nombrado por el Vicepresidente Caicedo
en 1831. Desde temprana edad había servido a las armas con Serviez en 1815 y
aliado de Córdoba y de Liborio Mejía, participó en la batalla de la Cuchilla del
Tambo. Hubo de ocultarse y pasó a Jamaica donde se ocupó de operaciones co-
merciales que le dieron buen capital. A su regreso fue organizador en gran parte
. de la navegación a vapor por el río Magdalena.
Juan Esteban MONTUCLA.- 24.
(1725-1799) .-Matemático y erudito francés. Miembro del Instituto. Autor de
varias obras entre ellas "Historie des mathématiques", en 4 volúmenes.

Carlos MONTUFAR.-63, 66, 68.


Hijo del Marqués de Selva Alegre. Humboldt fue huésped de éste durante su
estadía en Quito, quien le pidió llevara a su hijo en su compañía, l9 que causó serio
disgusto a Caldas. Educado en España, regresó como Comisionado Regio para
mantener la autoridad y principios de la Junta de Sevilla contra Napoleón. Des-
pués de 'los asesinatos del 2 de agosto de 1810 en Quito, formó parte de la Junta
de Gobierno adhiriéndose a la causa republicana. En su lucha contra los españoles
fue hecho prisionero y desterrado a España en compañía de Nariño, pero se escapó
en Panamá habiendo regresado e incorporado al ejército de Cabal. Asistió a la ba-
talla de la Cuchilla del Tambo. Fusilado en Popayán el 3 de septiembre de 1816.
Francisco Javier MONTUFAR.- 51.
Dueño de la casa donde Caldas se hospedó en Riobamba, ciudad que estaba enton-
ces en reconstrucción luego de ser destruida por un terremoto.
Juan Pío MONTUFAR.- 51, 58, 60, 80, 82.
Quinto Marqués de Selva Alegre. Recibió a Humboldt en su casa en Quito. Par-
ticipó en los movimientos preliminares para la independencia. Habiendo sido dela-
tado fue aprisionado en unión de otros patriotas, pero en juicio fue absuelto.
Constituida ;la Junta Suprema entró en arreglos con el Presidente Ruiz de Castillo,
quien mandó a la cárcel a los miembros de la Junta. No obstante haber recla-
mado el Virrey el envío de la causa con los presos, se provocó un conato de motín
y todos los miembros de la Junta fueron degollados el 2 de agosto de 1810 así
como otros presos políticos.

394

©Biblioteca Nacional de Colombia


Pedro MONTUFAR.- 24.
MORALES. -11.
Juan de Dios MORALES.- 154.
Fue uno de los jefes del movimiento revolucionario de Quito del 10 de agosto de
1809. Hecho prisionero fue degollado en las matanzas del 2 de agosto de 1810.

Francisco Antonio MORENO y Escandón.- 32, 35.


Natural de Mariquita. Fiscal de la Rearl Audiencia. Fue el autor del famoso plan
de estudios con que se pretendió llenar el vacío dejado por la expulsión de los je-
suitas. En 1780 fue promovido a la Audiencia de Lima y cinco años más tarde a
Chile a desempeñar el cargo de Regente, donde murió en febrero de 1792.
Pablo MORILL0.-194, 195.
(1778-1837) .-Natural de Fuentesecas, provincia de Zamora, España. Hizo una
brillante carrera militar que empezó sirviendo como soldado hasta llegar a Mariscal
de Campo y Teniente General. Nombrado jefe de las fuerzas de ia reconquista se
distinguió por su carácter sanguinario que provocó la reacción de los pueblos en
favor de la independencia. Luego de sufrir la derrota de manos de Bolívar regresó
a España con los títulos de Conde de Cartagena y Marqués de La Puerta y fue
Capitán General de Madrid y de Castilla tia Nueva. Murió en Baréges (Francia).
Luis Bernardo Guyon de MORVEAU.- 36, 53.
( 1737-1816) .-Químico francés nacido en Dijon. Luego de formar parte del par-
lamento se dedicó a la química habiendo publicado en 1772 "Oigressions acadé-
miques". En compañía de Lavoisier, Berthol:let y Fourcroy estableció los princi-
pios de una nueva nomenclatura química. En 1791 fue miembro de la Asamblea
Legislativa y en 1792 y 1795 de la Convención. En 1811 fue elevado a la catego-
ría de Barón del Imperio francés. Murió en París.
Joaquín MOSQUERA y Figueroa.- 40, 53, 133.
( 1748-1830) .-Natural de Popayán donde inició estudios que culminó en Bogotá
al recibir el título de abogado. Oidor de las Audiencias de Santafé y de México.
En julio de 1809 fue elegido diputado por Venezuela y vocal de la Junta Supre-
ma Central. Formó parte de la Junta de Regencia elegida en 1812, que bajo la
Presidencia de Mosquera sancionó la Constitución. En 1814 el Rey lo nombró
Ministro del Consejo de Indias. De ideas muy realistas se distinguió por su proceso
contra Nariño y por haber actuado en México en la causa contra Pedro Portilla y
compañeros. Murió en Madrid.
Marcelino MOSQUERA Arboleda.- 24, 27.
(1741-1803) .-Hijo de José Patricio Mosquera y Figueroa y de María Teresa
Arboleda y Vergara. Natural de Popayán. Regidor y depositario de la municipa-
lidad de Popayán y Alcalde de primer voto. Construyó el camino que unía la ciu-
dad con el río Cauca. Se encargó de la Gobernación por ausencia del titular
Manuel Chiquero. Casó con María Josefa Hurtado, hija de su prima hermana
María Ignacia Arboleda Arraechea y de Vicente Hurtado.

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©Biblioteca Nacional de Colombia


María Teresa MOSQUERA Hurtado.- 113, 114, 115, 116, 118, 120, 121, 127,
128, 129, 130, 131, 133, 144, 157.
Hija de Marcelino Mosquera y de María Josefa Hurtado. En 1802 casó con San-
tiago Pérez de Arroyo y Valencia. Murió en una operación cesárea.
Mateo (o Matías) Fernández de MOURE.-2.
Español. Casado en Pi>payán con Juana Sánchez Caldas, sobrina del sabio.
MURCIA.- 179.
MURILLO.- 28.
Pedro van MUSCHENBROCK.- 39.
( 1692-1761) .-Físico holandés. Contribuyó a introducir en su país la física expe-
rimenta:!. Se hizo célebre por sus sabias investigaciones sobre la electricidad, la
coherencia de los cuerpos, el magnetismo mineral, etc. Autor de "Ensayo de física
con una descripción de nuevas máquinas neumá·ticas y un recuento de experimen-
tos" traducido del holandés al francés por Massuet, que fue publicada en Leinden
en 1739 en 2 volúmenes
]osé Celestino MUTIS.- 27, 29, 33, 38, 40, 41, 44, 45, 46, 52, 53, 56, 58, 59, 60,
61, 63, 64, 65, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 76, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 83, 84,
85, 86, 87, 88, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 105, 108, 109, 111
113, 116, 118, 119, 125, 127, 128, 129, 132, 134, 141, 159, 173, 177, 179, 195.
(1733-1808) .-Natural de Cádiz Acompañó como médico al Virrey Messía de la
Zerda, prefiriendo quedarse en la Nueva Granada al regreso de éste para estudiar
sus riquezas naturales. Se ordenó de sacerdote en diciembre de 1772. Descubridor
de las quinas de la Nueva Granada. Organizó la Expedición Botánica que dirigió
hasta su muerte, en la cual orientó los estudios de la juventud granadina. Protector
de Caldas a quien incorporó en la Expedición y con quien mantuvo nutrida corres-
pondencia, y a quien encargó de la dirección del Observatorio Astronómico. Su obra
recibió elogios de Linneo y de Humboldt.
Sinforoso MUTIS.- 58, 65, 73, 77, 96, 105, 125, 127, 179.
(1773-1822) .-Natural de Bucaramanga. Sobrino de D. José Celestino, quien le
asignó por disposición testamentaria la dirección de la Expedición Botánica, lo que
causó algunos recelos. Prisionero en la reconquista fue obligado a arreglar los ar·
chivos y herbarios de la Expedición para enviarlos a España. Fue enviado preso a
Cartagena de donde fue liberado después de Boyacá; residió algún tiemi>o en Cú-
cuta, y murió en Bogotá.
NAPOLEON.-134.
Emperador de los franceses. Su ocupación de España provocó la reacc10n del
pueblo y fue causa indirecta de la independencia de las colonias españolas en Amé-
rica.
Antonio NARI'ÑO Alvarez.- 5, 7, 29, 59, 160, 162, 163, 166, 167, 168, 169, 170,
172, 173, 174, 175, 176, 177, 178, 179, 183, 184.
( 1765-1823) .--Natural de Bogotá. Precursor de la Independencia. Tradujo los
Derechos del Hombre 'lo cual •le causó sinsabores y penalidades. Mantuvo en su

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©Biblioteca Nacional de Colombia


casa una tertulia donde mostró su interés por las ciencias. Presidente de Cundi-
namarca sostuvo lucha con el Congreso de Tunja, habiendo enviado tropas al man-
do de Baraya, en las cuales se incorporó Caldas. La guerra civil terminó con el
triunfo de Nariño, lo que movió a Caldas a huir a Antioquia. Partió luego a la
campaña del Sur donde fue aprisionado por los españoles y remitido a España. A
su regreso en 1821 fue nombrado Vicepresidente y como tal instaló el Congreso
Constituyente de Cúcuta. Murió en Villa de Leyva.
Antonio de NARVAEZ La!orre.-141, 175.
( 1733-1812) .-Natural de Cartagena. Ingeniero de las murallas y de la obra del
Canal del Dique. Estuvo en la campaña de Argel (1775). Defendió a Santa Mar-
ta de los ingleses ( 1779). Brigadier y Gobernador de Panamá y luego de Santa
Marta. Mariscal de Campo (1802) y Comandante General de Cartagena (1808).
Elegido representante a la Junta Suprema de España e Indias se trasladó a dicho
país donde fue nombrado Teniente General de Milicias. De regreso a Cartagena en
1810 participó en la reunión que proclamó la independencia. Murió en su ciudad
natal.
Elio Antonio de NEBRI]A.- 33.
( 1444-1522) .-Célebre gramático español. Hizo estudios de matemáticas. Profesor
de retórica en Salamanca y Alcalá. de Henares. Tuvo a su cargo la educación del
Príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos. Compuso gran número de obras sobre
gramática, poesía; matemáticas, historia, geografía. Se considera como el restaura-
dor del idioma latino y el más famoso humanista de España.
NEGRO.- 108.
Lucio Domicio NERON.-162.
(37-81) .-Emperador de los romanos. Célebre por sus crueldades. Promovió la
primera persecución contra los cristianos.
Isaac NEWTON.- 31, 51, 52, 54, 64, 184;
(1643-1727).--qlebre matemático inglés. Formuló la ley de la gravitación uni·
versal, y el cálculo infinitesimal. Perfeccionó la óptica y sus instrumentos. Inventó
la ley de los coeficientes que lleva su nombre como "binomio de Newton". Autor
de numerosas obras. Está enterrado en la Abadía de Westminster.
NICOLAS.- 7.
Diego Antonio NIETO.-· 2, 4, 7.
Teniente Coronel de Infantería. Gobernador de Popayán del 2 de marzo de 1793
en que se posesionó "como propietario en virtud de nombramiento que le hizo el
Rey" hasta el 6 de noviembre de 1806 en que lo reemplazó el Caballero de San-
tiago don Miguel Tacón y Rosique.
Juan Nepomuceno NIFIO.- 162, 167, 172, 175, 178.
Natural de Tunja. No obstante ocupar importante posición en el gobierno colo-
nial se adhirió al movimiento revolucionario. Nombrado Gobernador de Tunja se
vio enfrentado a Nariño, quien logró hacerlo prisionero en la batalla de San Diego.
Terminadas las diferencias civiles regresó a su gobierno y atendió a la formación

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©Biblioteca Nacional de Colombia


de milicias para la lucha con ,}os españoles. Prisionero de éstos fue fusilado en su
ciudad natal el 29 de noviembre de 1816.
Juan Antonio NOLLET. -- 39.
(1700-1770) .-Físico francés. Unido a Dufay hizo numerosos descubrimientos en
el campo de la electricidad. En 1734 ingresó a la Real Sociedad de Ciencias de
Londres. Sus obras le dieron merecida celebridad.
NUI'í'EZ.- 160.
OLMEDO.- 98.
Andrés ORDOFIEZ. -16, 18, 90, 151. .
Cura de La Plata. Prestó toda su ayuda a la causa de la Independencia. Miembro
del Congreso reunido en Villa de Leyva. Preso por el Tribunal de Pacificación de
Neiva fue enviado a Popayán donde estuvo preso con Caldas y desde donde escri-
bió a Montes pidiendo indulto. Fue enviado a Cádiz donde murió.
ORTIZ.-7.
Luis OTERO.-- 167, 179.
Formó parte del cuerpo de caballería organizado en julio de 1810 bajo las órdenes
de don Pantaleón Gutiérrez como Coronel y de Primo Groot como segundo, en
el cual alcanzó el grado de Mayor. En enero de 1815 fue elegido segundo Alcaide
de Santafé en compañfa de Mariano Tobar, que fue elegido primer Alcalde.
PADRE (oPATER).-51, 54, 57, 59.
De las referencias que hace Caldas en sus cartas a Padre o al Páter, se deduce
distinguió con este mote a Juan José Hurtado Arboleda.
PALANCO.- 163.
]osé Antonio PALAU 'J Verdera.-26, 41, 57, 59, 66, 108.
Médico y naturalista español del siglo XVIII. Tradujo al español muchos escritos
de Linneo, los que comentó; publicó monografías sobre diversas plantas, y en
1773, previa oposición, obtuvo la plaza de segundo catedrático del Jardín Botánico
de Madrid.
PANELA.- 179.
PARIS. -175, 182.
Bias PASCAL. -105.
( 1623-1663) .-Célebre geómetra, filósofo y literato francés. Autor de importantes
obras como "Tratado de las secciones cónicas" que compuso a los diez y seis años,
"Experimentos sobre el vacío y sobre la gravedad del aire", "Tratado de equilibrio
de los líquidos". Pascal se considera como uno de los fundadores de la moderna
prosa francesa y muchas de sus frases se han hecho proverbiales.
Enrique PAULIAN.- 39.
( 1722-1802) .-Jesuita francés, profesor de física en la Universidad de Aviiión y
autor, entre otras obras, de un "Diccionario de física" y de un "Diccionario de los
nuevos descubrimientos hechos en física".

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©Biblioteca Nacional de Colombia


]osé PAVON.-55, 57, 66, 73, 74, 83, 96, 105.
Botánico español, amigo y compañero de Ruiz en la comisión científica que en 1777
recorrió el Perú y Chile. Reunió un herbario y escribió notables obras de botánica.

PEREZ de Arroyo y Valencia.


Los hijos de Andrés José Pérez de Arroyo y de Francisca Antonia Valencia, que se
casaron e'l 20 de julio de 1763, fueron autorizados por ei gobierno republicano
para adoptar el apellido Arroyo, para distinguirse de otros Pérez que había en Po-
payán. Ellos fueron Andrés Marcelino; Jacinto, nacido en 1767; Domingo; Ma-
nuel José; Mariano Rafael; Jacobo Inocencio María, que cambió su nombre por
el de Santiago y fue el amigo de Caldas; María Francisca; María Gabriela, es-
posa de Julián Arboleda Arraeche.a; María Micaela, muerta de tierna edad; Ma-
nuel María y Manuel Antonio.

N. PERRY.- 136.
Ibáñez dice que con motivo de las no~icias de 'los triunfos de Bolívar en Venezuela,
Nariño "salió en paseo a caballo por toda la ciudád, llevando el inglés Perry, que
era oficial de artillería, el estandarte de la libertad, y con el gorro puesto y la
música regando plata, echando muchos voladores y vivas a la libertad".

]osé Miguel PEY.- 167, 178, 179.


Natural de Santafé. Alcalde de la ciudad el 20 de julio, fue elegido Vicepresi-
dente de la Junta Suprema. Gestor de la reunión del Colegio Constituyente de
Cundinamarca de 1812. Reemplazó al dictador Alvarez en la Jefatura del Estado.
Se ocultó en las vecindades de la Mesa de Juan Díaz a la llegada de Morillo.
Partidario de Bolívar fue Secretario de Guerra en el Gobierno de Urdaneta de
1830. Se alejó de la política a la muerte del Libertador.

Lucas Fernández de PIEDRAHIT A.- 23.


(1624-1668) .-Natural de Santafé. Estudió en el Colegio de San Bartolomé y
luego en la Universidad Tomística recibiendo las órdenes sagradas de manos del
Arzobispo Fray Cristóbal de Torres. Ocupó diversos cargos en la Arquidiócesis
de Santafé. Habiendo sido llamado a España para responder de ciertas quejas
formuladas contra él se defendió brillantemente lo que ocasionó su nombramiento
como Obispo de Santa Marta, cargo que asumió en 1669. En 1676 fue promovido
al Obispado de Panamá, de donde lo sacaron unos piratas dependientes de Mor-
gan, quien lo libertó y lo hizo llevar a Tierra Firme. De regreso a Panamá asumió
la Presidencia por nombramiento que le hizo el Virrey del Perú, habiendo muerto
en dicha ciudad. Se recuerda por su "Historia general de las Conquistas" que no
alcanzó a ver impresa.

Alejandro Guido PINGRE.- 24.


(1711-1796).--Célebre astrónomo francés. Abrazó la orden de los genoveses a los
diez y siete años. Canciller de la Universidad de París y bibliotecario de Santa
Genoveva. Perteneció a la Academia de Ciencias y formó parte del Instituto. En-
tre sus obras se destaca la "Cometografía" o "Tratado histórico y teórico de los
cometas" (1783).

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©Biblioteca Nacional de Colombia


PLATON.- 45.
(430 a. de J. C.- 347 a. de J. C.) .-Célebre filósofo griego. Deista y espiritualis-
ta. Escribió numerosas obras.
Cayo PLINIO.- 60.
(23 a. de J. C.- 79) .-Célebre escritor, erudito y naturalista latino. Se distinguió
en las ciencias y en las letras así como en la milicia. Autor de varias obras entre
ellas su "Historia Natural".
Carlos PLUMIER.- 55.
(1646-1707).-Botánico francés. Religioso de la orden de los Mínimos. Comisio-
nado por Luis XIV hizo viajes científicos; herborizó en las Antillas y México y
murió en el puerto de Santa María (España), cuando iba a emprender el cuarto
viaje.
Antonio POLANCO.- 18.
José Ignacio de POMBO.- 38, 53, 65, 73, 81, 83, 84, 87, 94, 99, 118, 125, 130, 132,
178, 179.
Nacido en Popayán, hijo del español Esteban Pombo y Gómez y de Beatriz
O'DonneU, hermano, por tanto, de Lino, el primer biógrafo de Caldas. Se tras-
ladó a Cartagena donde se dedicó a empresas de comercio en las cuales amasó su
fortuna. Empleó su dinero e influencia en la creación del Tribunal del Consulado,
del cual fue prior, en el fomento del Canal del Dique, en la introducción de una
imprenta para el servicio del Consulado, en e1 estudio y comercio de la quina, en
la mejora de las razas de animales, en la navegación del Atrato y en la explora·
ción para un canal interoceánico. Ayudó a Mutis, a la Expedición Botánica y es-
pecialmente a Caldas, a quien costeó viajes, instrumentos y estudios. Murió en
Cartagena de Indias.
Juan Antonio POMBO Góme~.- 14.
Casó con su prima Petrona Agustina Pombo, hermana mayor de José Ignacio y,
por tanto, su sobrina. Entre sus hijos figura Ana Joaquina, esposa de Toribio
Migüez Rodríguez (conocido como Toribio Rodríguez), compañero de Caldas en
m~a~~ ·
Miguel POMBO Pombo.- 23, 24, 25, 28, 29, 30, 31, 37, 38, 39, 40, 43, 44, 48, 51,
52, 53, 54, 55, 56, 58, 60, 62, 64, 65, 73, 74, 77, 78, 81, 86, 88, 91, 93, 94,
99, 100, 163, 168, 170, 171, 179.
( 1779-1816) .-Hijo del anterior. Nacido en Popayán. Empezó estudios en Popa-
yán que concluyó en Bogotá al graduarse como abogado y naturalista. Ayudante
de la Expedición Botánica. Miembro de la Junta Suprema el 20 de julio. Cola-
boró en el "Diario Político" de Caldas y Camacho. Teniente Gobernador de Bo-
gotá en 1811, Fiscal del Tribunal de Gobierno y Hacienda, miembro de los Con-
gresos de 1812 y 1813. Fusi:lado en Bogotá por los españoles.
Antonio PONZ.- 7.
(1725-1792) .-Pintor y anticuario español, nacido en Florencia. Luego de estudiar
en Roma las grandes obras de arte, hizo investigaciones en Herculano y otras pobla-

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©Biblioteca Nacional de Colombia


dones sepultadas por el Vesubio. Adelantó estudios científicos, artísticos y literarios
en España, los que le dieron gran celebridad. Individuo de la Academia de San Lu-
cas y de la de San Fernando, de la cual fue Secretario. Escribió varias obras entre
las cuales merecen citarse "Viaje general de España" y "Comentarios de la Pin-
tura".
Antonio PORLIER.- 74.
( 1722-1783) .~Jurisconsulto español nacido en Tenerife. Nombrado en 1757 Fis-
cal Protector de Indios en la Audiencia de Charcas y en 1765 Fiscal en Lima. Al
regresar a España fue Fiscal del Tribunal Supremo y de la Cámara de Indias.
Individuo de la Real Academia Española. Publicó importantes obras, entre ellas
"Anales de las Islas Canarias".
]osé PRIESTLEY.- 48.
(1733-1804) .-Teólogo, físico y químico inglés. Luego de actividades teológicas se
consagró a estudios físico-químicos. Se le debe el descubrimiento de'l oxígeno, al
que llamó "aire desflogisticado", el del bióxido de nitrógeno, el del nitrógeno y
otros que le valieron el título de padre de la química neumática. A consecuencia de
un escrito sobre la Revolución Francesa tuvo que emigrar a los Estados Unidos.
Fray Francisco PUGNET.- 90, 103.
Superior de los Franciscanos de Popayán, en la época de la visita de Humboldt y
Bonpland, a quienes acompañó en su ascenso al Puracé.
]osé QUER y Martínez. -7, 26, 28.
(1695-1764) .-Médico y naturalista español. Recorrió el Norte de Africa y recogió
hierbas y semillas que pueden conskierarse la base del Jardín Botánico del Prado
de Madrid. Fruto de su viaje fueron "Flora española" o "Historia de las plantas
que se crían en España".
Tomás Antonio QUI]ANO García de Lemos.- 32, 39, 40, 60, 67, 74, 105.
(1750-1803) .-Natural de Popayán, hijo de Tomás Ruiz de Quijano y Juana
García de Lemos. Muy versado en metalurgia, química, medicina y botánica.
Miembro de la sociedad patriótica "Escuela de la Concordia" de Quito. Juez de
balanza de la Casa de Moneda. Casado con Josefa Carvajal e !barra.
Juan de la QUINTINIE.- 29, 30, 31.
(1626-1688) .-Agrónomo francés nacido en Chabanais. Abandonó la carrera de
abogado, luego de ejercerla en Poitieres, para dedicarse al estudio del cultivo de
los árboles frutales. Bajo el título de "Instrucciones para los jardines frutales",
dejó un manuscrito que ha sido objeto de muchas ediciones.
Juan Bautista RACINE. -173.
(1630-1699) .-Célebre poeta trágico y clásico francés. Se dio a conocer como poe-
ta en su oda titulada "La Ninfa del Sena" escrita a los veinte años. Escribió varias
tragedias y alcanzó éxito completo y se granjeó el título de "primer poeta fran-
cés". Luis XIV le ordenó escribir la historia de su reinado. Miembro de la Aca-
demia Francesa.

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CARTAS DE CALDAS- 26

©Biblioteca Nacional de Colombia


RAFAEL Sanzio.-- 44, 108.
(1483-1520) .-El más célebre de los pintores italianos.
Renato Antonio Ferchault de REAUMUR.-32, 36, 38, 40, 46, 60, 66, 69,159.
(1683-1757) .-Célebre físico y naturalista francés. Miembro de la Academia de
Ciencias. · Hizo importantes descubrimientos en historia natural y algunos traba jos
sobre el uso del hierro, fabricación del acero, invención del vidrio blanco conocido
con el nombre de "porcelana de Reaumur". Perfeccionó los termómetros e ideó
:la escala de 809 que lleva su nombre. Autor del primer sistema reformado de bo-
tánica.
REBERDEN.- 36.
REINFETUEL.- 163.
]osé Félix de RESTREPO.- 40, 41, 45, 59, 74.
(1760-1832) .-Nacido en Envigado (hoy Sabaneta). En Popayán fue profesor en
el Seminario. Tiene el mérito de haber despertado en Caldas la afición a las cien-
cias. Formó parte del primer Congreso de Antioquia, donde propuso la liberación
de los esclavos. Presidió en algunos períodos el Congreso Constituyente de Villa
del Rosario de Cúcuta. Magistrado de la Corte Suprema. Murió en Bogotá.
]osé Manuel RESTREPO.- 119.
(1780-1864) .-Nacido en Envigado (hoy Sabaneta). Trabajó en el gobierno de
don Juan del Corral, a cuya muerte formó parte del triunvirato. Participó en el
Congreso de Villa del Rosario de Cúcuta. Ministro de Bolívar. Autor de importan·
tes libros de historia relacionados con hechos que presenció. Murió en Bogotá.
Manuel Benito REVOLLO Marte.- 5, 8, 9, 10, 12, 13, 14, 15, 18, 20, 21, 22, 23, 24.
(1776-1856) .-Nació y murió en Cartagena. Se graduó de doctor en Derecho y
Ciencias Políticas en Santafé. En Cartagena recibió las órdenes sagradas y fue
Cura de Mompós. Prestó servicios al Arzobispado en Santafé, pero regresó a los
dos años a Cartagena, donde fue Cura de la Catedral. Formó parte de la Junta
Suprema Provincial que se constituyó a la expulsión del Gobernador Montes. Era
Secretario de Gobierno de Rodríguez T orices al proclamarse la independencia ab-
soluta en 1811. Escapó a Jamaica cuando la reconquista y regresó después de la
Independencia. Senador. Tomó parte activa en la reestructuración del Colegio del
Rosario. Desde su nombramiento por Rodríguez Torices no volvió a ejercer las
funciones eclesiásticas. Miembro de la Convención de Ocaña. No aceptó el Obis.
pado de Cartagena por considerar tenía las manos manchadas de sangre.
Joaquín RICAURTE Torrijas. -160, 167, 179.
Formó parte del grupo de patriotas que se reunía con Caldas en los salones del
Observatorio para conspirar contra el gobierno español. Tuvo que ausentarse de
Santafé por haber denunciado al Virrey la conspiración de los Oidores. Conjun-
tamente con Baraya fue jefe del batallón de voluntarios organizado por la Junta
Suprema. Comandó la expedición militar enviada para cortar las disensiones polí·
ticas que se habían suscitado en Socorro, San Gil y Vélez, habiendo defeccionado
y desconocido la autoridad de Nariño. Gobernador de Popayán cuando la batalla
de la Cuchi:lla del Tambo. Venció al jefe español Sebastián de la Calzada en la
batalla de Chire. Murió en Bogotá en julio de 1820.
402

©Biblioteca Nacional de Colombia


]osé Antonio RICA URT E.- 30.
Asido a las tertulias de Nariño. Cuando éste fue acusado < lo nombró abogado de-
fensor, lo que le valió ser preso y enviado a Cartagena, fue encerrado en un cala-
bozo de Bocachica, donde murió al cabo de ocho años.
Luis Francisco de RIEUX.- 33.
( 1755-1840) .-Francés. Médico profesional y naturalista vocacional. Por orden del
gobierno adelantó investigaciones botánicas en la Isla de Santo Domingo, de donde
pasó a la Nueva Granada. Por orden de Ezpeleta adelantó estudios sobre las qui-
nas en la hoya del Magdalena y Provincia de Quito. Implicado en el movimiento
de "Los Pasquines" fue enviado preso a España, en compañía de Nariño. Liberado
por falta de pruebas fue nombrado jefe de las minas de Santafé. En 1800 regresó
a España a arreglar su licencia de permanecer en América, volviendo con nombra-
miento del Rey para salvar 'los restos del Jardín Botánico de Mariquita. Acompañó
a Humboldt en su viaje por el Magdalena. Ocupó luego algunos cargos civi:les.
Matías RIVERA.-27.
Esposo de Antonia Tenorio Torijano, hermana de Juan, el abuelo de Caldas. Hijo
de Ambrosio de Rivera y Guzmán y de Micaela Londoño. Falleció en Popayán el
28 de octubre de 1779.
Sal-vador RIZO.- 77, 85, 94, 95, lOO, 101, 129, 132, 134, 155.
Natural de Bogotá. Primer pintor y mayordomo de la Expedición Botánica, en la
cual colaboró en el ramo de la botánica. Se adhirió entusiasta al movimiento de
la independencia y participó en varias batallas. Fusilado en Bogotá el 12 de octu-
bre de 1816.
ROBERT.- 132.
ROBLES CEPEDA.-14.
Manuel del Socorro RODRIGUEZ.- 39, 135.
Cubano. Traído por Ezpeleta para fundar el "Papel Periódico de Santafé de Bo-
gotá". Dirigió también "El Alternativo del Redactor Americano". Bibliotecario
Real organizó la biblioteca que sirvió de núcleo a la Biblioteca Nacional. Falleció
en Bogotá a fines de 1819 o principios de 1820.
Manuel RODRIGUEZ Torices.-179, 192.
Firmante del acta de independencia de Cartagena. Presidente de esta Provincia.
Envió a Bolívar a la campaña del río Magdalena, con lo cual éste inició su bri-
llante carrera militar en la Nueva Granada. Presidente de las Provincias Unidas.
Caído en poder de los españoles fue fusilado por orden de Morillo en Bogotá el
5 de octubre de 1816, simultáneamente con Torres, Dávila y Pedro Felipe Con-
de de la Casa Valencia.
Toribio RODRIGUEZ.-23, 26, 28, 32, 37, 39, 40, 43, 44, 46, 48, 51, 57.
Su verdadero nombre era T oribio Migüez Rodríguez. Profesor de filoso'fía en el
Seminario de Popayán a cuya cátedra se opuso, en competencia, con don José
Félix de Restrepo. Viajó a Quito en compañía de Caldas y allí fue asesor del
cabildo, posición que le sirvió para salvar a varios republicanos. De regreso a Po-

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payán fue procurador y síndico general. Diputado de . la Junta Superior de Go-
bierno en 1811. Apresado por Sámano fue enviado a Pasto donde estuvo preso has-
ta diciembre de 1813 en que fue enviado al ostracismo en compañía de otros
distinguidos patriotas, pereciendo en el camino. Casado con Joaquina Pombo, her-
mana de Miguel y de Francisco Antonio Pombo Pombo.
José María ROMERO.- 31.
Juan ]acabo ROUSSEA U.- 39, 74.
(1712-1778) .-Notable filósofo y publicista francés. Por sus escritos se vio obli-
gado a refugirase en Inglaterra, habiendo regresado a Francia en 1770. Su "Con-
trato social" sentó tesis muy avanzadas para la época, habiendo sido tal vez el
hombre que más honda influencia ha ejercido en la sociedad moderna y sus doc-
trinas las que más profundamente han penetrado en la política liberal.
RUBIO.- 168.
Hipólito RUIZ.- 55, 57, 66, 73, 74, 83, 85, 96, 105.
Botánico de la expedición del Perú. En compañía de José Pavón recorrió este país
y Chile.
Salvador RUIZ. - 92.
Benjamín Thomson, Conde de RUMFORD.- 46, 59.
(1753-1814) .-Norteamericano. Físico, químico y hombre de Estado que se de-
claró a favor de Inglaterra en la guerra de independencia. Secretario General y
Ministro de la Guerra y de Policía del elector de Baviera Carlos Teodoro. A la
muerte de éste se estableció en Francia donde casó con la viudad de Lavoisier.
Inventor del fotómetro que lleva su nombre, un calorímetro, ~n termómetro de
aire, etc., y formuló varias leyes sobre diferentes fenómenos del calor y la luz. En
la lista de libros secuestrados a Caldas figuran sus "Ensayos políricos" en dos
tomos.
SAGUANMACHICA. -159.
El Zipa chibcha más antiguo que se conoce. Se supone comenzó a reinar en el año
de 1470. Declaró la guerra a Michúa, Zaque de Hunza, y los dos rivales empeña-
ron reñida batalla cerca de Chocontá, muriendo ambos en ella, aunque vencieron
los bacataes. Lo sucedió Nemequeme, que se distinguió como guerrero y hábil ad-
ministrador.
César Vichard, abate de SAINT-REAL ..- 31.
(1639-1692) .-Historiador y controvertista saboyano nacido en Chambery. Luego
de estar en Londres se ordenó de sacerdote y fue nombrado historiógrafo de Sa-
boya. Se le deben importantes obras, tales como "Don Carlos"; "La conjuración
de los españoles contra la República de Venecia"; "Vida de Jesucrito" que dedicó
a Luis XIV, etc.
SALAZAR.- 45.
Diego Gómez de SALA ZAR.- 186.
Nacido en Santafé, residió en Rionegro. En los primeros años de la Independencia
fue enviado al Nordeste a contener una invasión de realistas de Santa Marta, lo

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que logró luego de permanecer por un año en 1a región 'del Nechí. A su regreso
fue nombrado Coronel efectivo y Jefe del Estado Mayor Generalísimo. Warleta,
al invadir a Antioquia, lo envió preso a Cartagena, pero logró fugarse en Zaragoza
y empleó dos años en llegar a Bogotá. Murió en diciembre de 1825.
]osé María SALAZAR. -119.
De familia bogotana, nacido en Rionegro ( Antioquia) • Estudiante de San Barto-
lomé. Tenía apreciables dotes poéticas; brilló como biógrafo de los mártires de la
Independencia y en las páginas de nuestra historia diplomática. Formó parte de la
Expedición Botánica. Colaboró en el "Semanario de Caldas". Cuando la reconquista
se retiró a los Llanos. Asistió al Congreso de Angostura. Ministro del Tribuna·! de
Justicia de Venezuela.
Ignacio SALCEDO.- 167.
Con el grado de Capitán acompañó al Coronel Joaquín Ricaurte Torrijos en enero
de 1812 en la expedición para cortar las disensiones políticas de Socorro, San Gil
y Vélez, expedición que defeccionó y desconoció la autoridad de Nariño.
Juan SALINAS de Rojas.- 154.
Uno de los jefes de la revuelta en Quito del 10 de agosto de 1809. Fue asesinado
con sus compañeros en la cárcel el 2 de agosto de 1810.
]osé SAL V ANI.- 116.
Segundo Jefe de la Expedición de la vacuna enviada a fines de 1803 y que llegó
hasta Santafé donde permaneció hasta marzo de 1805.
Juan SAMANO.- 192, 193, 194.
Jefe dd Regimiento Auxiliar ofreció al Virrey acabar con el movimiento del 20
de julio, pero el Virrey no se atrevió a proceder contra el pueblo. Adelantó cam-
paña contra la revolución en el sur del país. Fue nombrado Virrey en la época de
la Reconquista y salió huyendo de Santafé al conocer el triunfo de Bolívar en Bo-
yacá. Se apoyó en Cartagena y luego siguió a Panamá donde se le reconoció como
Virrey, muriendo poco después.
SAMANIEGO.- 51, 54.
Pintor, residente en Quito en los días de la visita de Caldas a esa ciudad.
Antonio SANCHEZ.- 6, 7, 45, 164, 166, 171, 172, 173, 175, 176, 177, 180, 181, 182.
Esposo de María Teresa Caldas, la hermana mayor de Caldas. Fueron padres de
Juana, esposa del Capitán español Mateo Fernández de Moure, ascendientes del
conocido historiador José María Cordovez Moure; José Joaquín, director de la
escuela de varones de Popayán, y Manuel Ventura, casado con Trinidad Torres.
SANGUINET0.-149.
Ana ]ose/a SANTACRUZ de Tenorio.-150. 171.
Esposa de Tomás Tenorio Carvajal.
Manuela SANT AMAR/.4 de Manrique.- 11, 12, 13, 30, 32, 35, 39, 44, 88.
Bogotana. Hija de Francisco Sanz de Santamaría y de Petronila Prieto y Ricaurte,
casada con Francisco González Manrique, hijo del Gobernador, Capitán General

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y Presidente de la Real Audiencia Francisco González Manrique y de María Jo-
sefa Flórez. Se distinguió por las tertulias en su casa que se denominaron de "El
Buen Gusto", donde se estimularon las ideas revolucionarias y a las cuales asistieron
los próceres de la Independencia, entre ellos Caldas.
Manuel SANTOS.- 176, 177.
Agustín SARASTI. -109.
Horacio Benedicto SAUSSURE.-60.
(1740-1799) .-Geólogo y físico suizo. Catedrático de filosofía a los veintidós años
de edad y miembro de diversas corporaciones científicas. Para estudiar la estruc-
tura del globo terrestre y las altas montañas, recorrió varios países y atravesó ca-
torce veces los Alpes por ocho puntos distintos, ascendiendo en agosto· de 1787 a
la cima del Monte Blanco y al monte Rosa en 1789. Sus observaciones se dirigie-
ron principalmente sobre los minerales, de los cuales descubrió más de quince es-
pecies. Perfeccionó el termómetro para medir Ia temperatura del agua a todas las
profundidades, así como otros instrumentos. Caldas lo cita en su "Memoria sobre
la medición de las montañas por medio de la temperatura del agua en ebullición"
llamándolo Sucio (v. edición de Posada).
SCHEVRBUCH.- 71.
Juan Christian Daniel -von SCHREBER.- 59, 75, 84.
( 1739-181 O) .--Naturalista alemán nacido en W eissensee. Catedrático universitario,
comentador de Linneo y autor de la obra "Naturgeschichte der Saugetiere" que
no terminó por su muerte ocurrida mientras regentaba una cátedra de medicina
en Erlanger.
Miguel SERVIEZ. -192.
Militar francés que prestó sus servicios a la causa de la Independencia. Cuando la
reconquista española comandó las tropas que se dirigieron hacia los Llanos Orien-
tales. Fue asesinado cerca de Achaguas, sin saberse nunca quiénes fueron los
autores.
SERRANO.- 4.
SIGA UD de la Fond.- 39, 44, 59.
Autor de "Description et usage d'un Cabinet de Physique expérimentale" (Pa-
rís, 1784), y de una "Física experimental" que Caldas cita en su "Memoria sobre
un nuevo método de medir la altura de las montañas por medio del termómetro y
el agua hirviendo".
María Antonia SILV A. - 33.
SOBRINO.- 175.
SOCRATES. -105.
( 470-400 a. de J. C.) .-Filósofo griego, fundador de 'la moral, sentó las bases del
derecho natural. Acusado de corromper Ia juventud fue condenado a beber la
cicuta.

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]osé SO LIS Folch de Cardona. -13.
Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos. Virrey de la Nueva Granada de no-
viembre de 1753 a febrero de 1761. Emprendió importantes obras como el camino
de Santafé a San Martín, el del Opón, del Quindío; el puente de Bosa que pagó
con fondos propios. Durante su mandato trabajaron los comisionados de demar-
cación de límites entre las posesiones españolas y portuguesas. Sorprendió a la
sociedad cuando al concluir su mandato se retiró al convento de San Francisco.
Murió en 1770.
Miguel T ACON y Rosique.- 162.
Caballero de Santiago. Gobernador de Popayán desde noviembre de 1806. Derro-
tado por Baraya en la batalla del Bajo Palacé. En 1812, contando con auxilios que
le enviaron de Guayaquil trató de recuperar la Provincia de Popayán, pero fue
derrotado cerca del río Iscuandé, lo que le hizo abandonar sus propósitos retirán-
dose a Lima (Perú). Fue Gobernador de Cuba y más tarde de las Baleares, Sena-
dor en 1815. Murió en Madrid, en 1855.
Juan T AF ALLA.- 55, 79, 83, 84, 85, 125.
Botánico de la Expedición Botánica del Perú. En desempeño de sus funciones visitó
los bosques de la Presidencia de Quito, en competencia con Caldas.
Vicente T ALLEDO y Ri'Yera. -116.
A principios del siglo XIX elaboró un mapa general del país en varias hojas y
con gran detalle, trabajo que ejecutó como Teniente Coronel del Real Cuerpo
de Ingenieros, por disposición del Virrey Amar y Borbón, quien, además, le había
encargado verificase el mapa del río Magdalena que había hecho Humboldt du-
rante su permanencia en Santafé.
Diego Martín T ANCO.- 8, 23, 24, 26, 28, 29, 31, 35, 88, 124, 135.
Criticó algunas expresiones de Caldas en su Memoria sobre Geografía, lo que dio
lugar a que el sabio payanés publicara su memoria "Del influjo del clima sobre
los seres organizados". Formó parte de la Sociedad Patriótica del Nuevo Reino
de Granada.
Nicolás Manuel TANCO. -17.
(1774-1851) .-Hijo de Diego María Tanco y María Josefa Bossamiel y Fieschi,
nació en La Habana. Vicepresidente de la Junta Patriótica de Mariquita, en cuya
representación asistió al Congreso de las Provincias Unidas. Preso por los recon-
quistadores fue condenado a 1O años de presidio en Puerto Cabello, siéndole con-
mutada la pena por destierro a España. Regresó en 1823. Administrador de Co-
reos, fue Secretario de Hacienda de Bolívar en reemplazo de Castillo y Rada.
Dionisia TE] ADA.- 189.
Participó en la Sociedad Patriótica del Nuevo Reino de Granada. Oficial del
Batallón Auxiliar el 20 de julio. Formó parte de la Comisión Militar creada por el
Congreso de Villa de Leiva. Murió fusilado por los españoles.
Padre TEJADA.- 17.

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TELEMAC0.-51, 64.
Personaje mitológico. Protagonista de la célebre obra de Fenelon.
TENIENTE de Gobernación.- 3.
Antonia TENORIO Torijano. -77.
Hija del español Diego Tenorio, nativo de Toledo y de María Torijano. Esposa
del Marqués Matías Rivera. Tía abue'la de Caldas.
Antonio TENORIO Can'ajal. -165, 166.
Hijo de José Tenorio Torijano. En 1811 encabezó la reacción realista con los mo-
radores del valle del Patía y lo derrotaron en La Ladera en 1813, cuando hacía
de Gobernador, en su carácter de Alférez Real, cargo del cual fue exonerado. Mu-
rió hacia 1830. Hermano de la madre de Camilo Torres. Casado con Mariana Fa-
jardo y Hurtado.
Bárbara TENORIO Torijano.- 37.
Hermana de Juan y de José Tenorio Torijano. Casada con José Montenegro, pa-
dres del Presbítero José .
. Beatriz TENORIO Torijano.- 37.
Hermana de la anterior. Murió célibe.
]osé TENORIO Torijano.- 37.
Hijo de Diego Tenorio y María Torijano. Casado con Teresa Carvajal Bernaldo
de Quirós. Padres de José Joaquín, Presbítero; Ignacio; María Francisca; María
Carmela; Juana Francisca, casada con Antonio Monserrate; Josefa, con Javier
Carvajal; Antonio, con Mariana Fajardo y Hurtado; Tomás Miguel, y Teresa,
casada con Jerónimo Torres, padres a su vez de Camilo, Jerónimo y otros. Era her-
mano de Juan, abuelo materno de Caldas.
]osé Joaquín TENORIO Car'Yajal.- 14.
Presbítero. Hijo del anterior.
Josefa TENORIO Santacruz. -150. .
Vulgarmente llamada Pepita. Hija de Tomás Tenorio Carvajal y de María Jo·
sefa Santacruz.
Josefa TENORIO Torijano.- 37.
Hermana de José y de Juan. Casada con el Alférez Real de Cali, Nicolás Caicedo
Jiménez.
Juan TENORIO Torijano.- 37.
Hijo de Diego Tenorio, nativo de Toledo, Teniente de Caballería en La Habana,
que se trasladó a Popayán en 1707, y de María Torijano, hija del español Sebas-
tián Torijano y de Beatriz Pérez de Ubillúa. Casado con Mariana Arboleda y
Vergara, cuyos hijos fueron María Vicenta, casada con José de Caldas Rodríguez
de Camba, padres del sabio; Martín, casado con Juana Francisca Fajardo y Hur-
tado; María Asunción, y Pedro Lucas.

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Manuela TENORIO Santacruz.- 150.
Hija de Tomás Tenorio Carvajal y de María Josefa Santacruz.
María TENORIO Torijano.- 37.
Hija de Diego Tenorio. Casada con el español Miguel Hernández de Madrid, pa-
dres de Javier, sacerdote payanés.
María Teresa TENORIO Carvajal de Torres.-15.
Hija de José Tenorio Torijano. Casada con Jerónimo Torres, fueron padres de
Camilo, Ignacio y Jerónimo Torres. Era prima hermana de Vicenta Tenorio Ar-
boleda, madre de Caldas.
María Vicenta TENORIO Arboleda de Caldas.-!, 137, 139, 143, 150, 152, 193.
Hija de Juan Tenorio Torijano. Casó con José de Caldas Rodríguez y Camba y
fueron sus hijos: María Teresa, casada con Antonio Sánchez; María Manuela;
María Nicolasa, monja de la Encarnación; Gertrudis, casada con Gregorio Angulo;
FRANOSCO JOSE; Camilo, casado en Quito; Isabel, esposa de Manuel Igna-
cio Torres Tenorio; Rosalía, casada con José María del Campo Larraondo; Rafael,
casado con Joaquina Grueso Rodríguez; Josefa; Gabriela, casada con Juan Anto-
nio !barra; Vicente, casado con Ana María Pacheco; Baltasara, casada con Jorge
Wallis; José Joaquín, casado con María Vicenta Villaquirán, y José Antonio. Mu-
rió en Popayán poco después de que Caldas fue hecho prisionero en Paispamba,
como consecuencia de la Cuchilla del Tambo.
Mariquita TENORIO Santacruz. -150.
Hija de Tomás Tenorio Carvajal y de María Josefa Santacruz.
Martín TENORIO Arboleda.- 37.
Hermano de María Vicenta, la madre de Caldas. Por dar gusto a su padre casó
con Juana Francisca Fajardo y Hurtado, pero debido a su mal carácter no recibió
dote.
Fray Pedro Lucas TENORIO Arboleda.- 45, 47, 57, 105.
Hermano de María Vicenta, la madre de Caldas. Nació en Popayán hacia 1750.
Se hizo clérigo. Más tarde ingresó a la Orden Dominicana y fue Prior en Popa-
yán y Cali. Contribuyó al movimiento revolucionario de 1810 y tomó parte en las
deliberaciones de algunas asambleas, especialmente la del 29 de octubre de ese año
en su convento en Popayán. Murió poco después de terminada la guerra magna.
Rosa TENORIO Torijano de Mogrovejo.- 37, 53.
Hermana de Juan Tenorio Torijano, abuelo materno de Caldas. Casó con Lo-
renzo Lazo Mogrovejo. Su nombre completo era Beatriz Rosa.
Teresa TENORIO Santacruz. -150, 171.
Hija de Tomás Tenorio Carvajal y de María Josefa Santacruz.
Tomás TENORIO CARVA]AL. -15, 16, 18, 40, 150, 169. 170, 171, 177, 178, 182.
( 1758-1827) .-Nacido en Popayán. Hijo de José Tenorio Torijano. Se educó en
su ciudad natal y fue pasante en filosofía y clérigo de menores en 1777. Dejó la

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sotana y se trasladó a Santafé a estudiar jurisprudencia, habiéndose radicado en
esta ciudad donde casó con María Josefa Santacruz y fue padre de Josefa, ·Ma-
nuela, Mariquita y Teresa. Formó parte de la Junta de Gobierno como pertene-
ciente a la Comisión de Gracia, Justicia y Gobierno. En la reconquista ocupó los
cargos de Auditor y Asesor de Guerra y Fiscal' del Tribunal de Pacificación. Ci-
mentada Ia República fue representante al Congreso, Magistrado de la Corte Su-
prema, miembro de la Academia de Abogados y profesor del Rosario hasta su
muerte.
Juan de TISCAR 'Y Valle. -79.
Marino y astrónomo, participó en la expedición de Fidalgo y fue Comandante de
Puerto Cabello, durante las luchas de independencia de Venezueia.
Miguel TOBAR. --179, 180.
Participó en la preparación del proyecto de constitución de Cundinamarca. Auditor
de Guerra en la expedición militar comandada por don José Ramón de Leiva; Fis-
cal del Tribunal de residencias para juzgar la conducta de algunos oficiales des-
pués del 9 de enero de 1813; con Benedicto Domínguez y Francisco Urquinaona
estuvo en el Observatorio vigilando los movimientos de las tropas de la Unión cuan-
do Bolívar tomó a Santafé y los hizo prisioneros. El Consejo de Purificación lo
condenó a servir como recluta en las filas del Ejército del Rey. Miembro del Con-
greso Constituyente de Cúcuta; abuelo materno de don Miguel Antonio Caro.
Vicente TOFIÑO de Sanmiguel.- 24.
(1740-1806) .-Astrónomo y matemático español, nacido en Cartagena de España.
Ingresó muy joven a la marina de guerra y adquirió grandes conocimientos en las
ciencias exactas, profesor de la Academia de Guardias Marinas desde 1778 en la
Isla de León. Realizó importantes trabajos en el Observatorio de Cádiz. Llegó a
Brigadier de la Armada. Miembro de la Real Academia de Historia y correspon-
diente de la de Ciencias de París. Se le deben importantes obras como "Compendio
de geometría elemental y trigonometría rectilínea".
Camilo TORRES Tenorio.- 4, 5, 6, 7, 9, 11, 12, 13, 14, 15, 18, 19, 20, 21, 22, 23,
24, 25, 26, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 44, 48, 53, 58, 60,
62, 64, 92, 104, 106, 118, 120, 167, 172, 179.
(1766-1816) .-El cerebro más poderoso de la emancipación colombiana. Nacido
en Popayán, hijo de Francisco Jerónimo de Torres y de María Teresa Tenorio,
prima de María Vicenta, la madre de Caldas. Inició estudios en Popayán que
culminó en el Rosario de Bogotá, del cual fue Vicerrector en 1792. Autor del
célebre "Memorial de Agravios". Miembro de la Junta Suprema de Bogotá, pos-
teriormente, Presidente del Congreso de las Provincias Unidas y en tal carácter
reconoció el genio de Bolívar. A la caída de Bogotá viajó al Cauca y con otros
próceres trató de embarcarse en Buenaventura. Traído a Bogotá fue fusilado por
la espalda y le cortaron Ia cabeza, la que pusieron en picota. Casado con Francisca
Prieto.
Ignacio TORRES Tenorio.-122, 131.
(1776-1840) .-Hermano menor de Camilo. Participó en la organizaaon de las
tropas que llevó Baraya al Cauca y tomó parte en la acción de Palacé y algunas

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otras. Ascendido a Coronel por Caicedo y Cuero. Acompañó a Nariño en la cam-
paña del Sur, después de lo cual vino a Bogotá. Preso después de la Cuchilla del
Tambo fue condenado a presidio en Puerto Cabello, libertado en 1821. Miembro
del Estado Mayor General nombrado por Bolívar. En 1825 fue ascendido a Gene-
ral y recibió una de las nueve medallas de oro concedidas por el Perú a sus liber-
tadores. Se radicó en Cuenca, donde casó con Angela Belliani y vivió el resto de
su vida. Candidato a la Vicepresidencia del Ecuador.
]erórzimo TORRES Tenorio.- 28, 33, 37, 39, 40, 45, 47, 54, 57, 60, 106, 109, 122, 126.
(1771-1839) .-Hermano de Camilo. Estudió en el Seminario de Popayán, su ciu-
dad natal y se recibió como abogado en Quito. Ocupó varios cargos en el gobierno
republicano de Popayán y fue miembro del Congreso. Regresó a Popayán al entrar
Morillo a Bogotá. Apresado por Montes logró sólo se le impusiera la pena de con-
finamiento. Después de Boyacá se le confió la restauración de la Casa de Moneda.
Miembro de los Congresos de 1823 a 1828; de la Comisión Liquidadora de la
Deuda Interior y Exterior, conjuez de la Corte Suprema; Consejero de Estado.
Se le conoció ordinariamente con el nombre de "Chomo".
Manuel Ignacio TORRES Tenorio.- 38, 122.
Hermano de los anteriores. Casó con Isabel Caldas Tenorio, hermana del sabio, y
fue padre de María Teresa y María Antonia.
Tomás A. de TORRES.-147.
Primer Prior del Consulado de Cartagena.
]osé Pitton de TOURNEFORT. -7, 28, 41, 55, 74.
(1656-1708) .-Botánico francés. Exploró ias montañas del Delfinado, Saboya y
las de Cataluña. Recorrió Andalucía, Portugal, Inglaterra y Holanda. En 1694
publicó su primera obra "Elementos de botánica" o "Método para conocer las
plantas" que le dio gran reputación. Por comisión de Luis XIV visitó varias re-
giones orientales de donde trajo a Francia 1.756 plantas, la mayor parte nuevas.
Profesor de medicina en el Colegio de Francia, miembro de la Academia de Cien-
cias. Estableció una clasificación de las plantas, basada en la fructificación, que
aunque sustituida por la de Linneo fue defendida por varidos sabios.
Baltasar Luis TRALLES. -71.
( 1708-1797) .-Médico alemán, que no quiso aceptar el título de Médico del Rey
de Polonia. Perteneció a la Academia Imperial de Viena, a la Sociedad Real de
Berlín y a la Academia de Curiosos de la Naturaleza. Se le deben numerosas
obras, escritas unas en alemán y otras en latín.
Cándido María TRIGUEROS.- 2.
Poeta español. Dedicado desde muy joven al cultivo de la poesía. Miembro de la
Academia de Bellas Artes y de las Sociedades Económicas de Sanlúcar y de Se-
villa, así como también del Jardín Real de Madrid.
TRUJILLO.- l.
TYCHO-Brahe.
(1546-1601) .-Célebre astrónomo danés. Federico II le encargó la enseñanza de
la astronomía y le facilitó establecer un observatorio en la Isla de Haven. Después

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de la muerte del Rey pasó a Bohemia donde fue acogido favorablemnte por Ro-
dolfo II. Autor de un sistema cosmológico que participa de los de T olomeo y Co-
pérnico, hizo numerosas observaciones que sirvieron a Képler para formular sus
leyes.
Antonio de ULLOA.- 35, 40, 65, 73, 75, 125, 132.
( 1716-1795) .-Sabio marino español. Designado con Jorge Juan para acompañar
la expedición de astrónomos franceses para medir el meridiano en el Ecuador. Por
encargo del Virrey del Perú viajó por los mares de Chile para organizar la defens~
contra los ataques del Vicealmirante Anson. En 1774 cayó prisionero de un corsario
inglés que lo condujo a Londres donde se le acogió con ia mayor distinción, se le
nombró miembro de la Sociedad Real y se le permitió regresar a España. Ocupado
en asuntos científicos descuidó algunas operaciones militares, lo que le ocasionó
un juicio donde fue absuelto, habiéndose retirado del servicio para dedicarse a es-
tudios geográficos y astronómicos.
Francisco Antonio ULLOA.- 28, 29, 30, 31, 117, 122, 188.
(1783-1816) .-Natural de Popayán donde estudió y luego continuó en Bogotá
donde adquirió vastos conocimientos en matemáticas, filosofía, ciencias naturales,
derecho civil y cánones. Practicó el derecho al lado de Santiago Arroyo, colaboró
en el "Semanario" de Caldas donde publicó un "Ensayo sobre el influjo del clima
en la educación física y moral del hombre del Nuevo Reino de Granada". Formó
parte de la Junta de Gobierno constituida en Popayán en agosto de 1810. Secre-
tario del dictador Del Corral. Después de la Cuchilla del Tambo fue apresado y
conducido a Bogotá, fue fusilado el 30 de octubre de 1816, conjuntamente ccn
Caldas, Montalvo y Buch.
Pedro URIBE Restrepo.- 188.
Alumno de la Escuela de Ingenieros que dirigió Caldas. Posteriormente estudió
medicina en Europa, habiendo sido un distinguido profesional.
Andrés URQUINAONA. -161.
Al referirse Caldas al padre de Lacedemonio necesariamente hubo de referirse al
padre de Francisco Urquinaona, ya que el padre de Benedicto Domínguez, don
Gregorio Domínguez de Tejada y Herreros, había fallecido en Bogotá el 14 de
diciembre de 1810. Andrés Urquinaona era español y es de suponer llegó a San-
tafé por los años de 1812 cuando está escrita la carta de Caldas. Su nombre figuró
entre los componentes de la Junta de Secuestros.
Francisco URQUINA.ON A.- 158, 160, 163, 165.
Educado en la Escuela de Ciencias Físicas y Matemáticas organizada por Bernar-
do Anillo, primera de su dase en el Nuevo Reino de Granada. Cuando en 1814
se supo la derrota de las tropas en Venezuela el gobierno lo comisionó en asocio
de Manuel Pardo y Antonio del Castillo para recaudar un empréstito de $ 200.000.
Comisionado con Miguel Tobar y Benedicto Domínguez para vigilar desde el Ob-
servatorio el movimiento de las tropas de la Unión, comandadas por Bolívar en
su ataque a Santafé. Casado con Juana Pardo. Murió poco antes de la ocupación
de Bogotá por Morillo.

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]osé María V ALDES.- 40.
Religioso franciscano payanés, orador, poeta que improvisaba con extraordinaria
facilidad, epigramático, de genio festivo y de vasta cultura. José María Grueso lo
relacionó con literatos de Santafé y fue miembro de la tertulia Eutropélica.
Mariano V ALDES 'Y Bonilla.- 40, 148.
Natural de Popayán. Intervino en varios de los acontecimientos cumplidos en su
ciudad al estallar la guerra magna. Formó parte de la Junta Superior de Gobierno
instalada el 26 de junio de 1811.

Joaquín Francisco VALENCIA Sáenz del Pontón.- 67.


(1743-1802) .-Hijo de Pedro Agustín Valencia y Jerónima Rosa Sáenz del Pon-
tón. Nació y murió en Popayán. Superintendente y Tesorero de la Casa de Mone-
da, contador ordenador del Tribuna·! y Real Audiencia de Cuentas en Santafé;
Alcalde ordinario de Popayán, condecorado por Carlos IV. Casado con Joaquina
Valencia Hurtado, fue padre de Mariano; Jerónima Joaquina; Rafaela Perrona
Fernanda, casada con Antonio Arboleda; Josefa Joaquina Antonia, mujer de Do-
mingo Arroyo; Antonio; y Josefa Petrona Micaela, mujer de José Antonio Arroyo.
Rafaela Petrona VALENCIA Valencia de Arboleda.-27, 45, 47, 54, 67, 90, 103, 162.
Hija del anterior. Casada con Antonio Arboleda Arraechea. Hijos suyos fueron
Vicente Javier, María Andrea, Domingo León y Manuel Esteban.
]acabo Cristóbal V ALMONT de Bomare.- 36, 60.
(1731-1807) .-Naturalista francés. Miembro de los centros científicos más im-
portantes de Europa. Autor de obras notables como "Mineralogía (1794) y
"Diccionario razonado universal de la Historia Natural" (1800).

Manuel Santiago V ALLECILLA 'Y Caicedo.- 32.


Nacido en Cali en mayo de 1766. Hijo de Andrés Francisco Vallecilla, regidor
perpetuo y depositario general de Ca'li; y de Teresa Rosa Augustina Caicedo Teno-
rio. Casó con su sobrina Pe trona Caicedo V aHecilla. Trasladado a Santafé, ocupó
importantes posiciones y fue uno de los más acérrimos enemigos del plan de edu-
cación de Moreno y Escandón.
Manuela VARELA.-152.
Angel YELARDE 'Y Bustamante.- 4, 16, 44, 118.
Español. Tomó posesión de la Diócesis de Popayán el 6 de julio de 1789, luego de
haber sido consagrado en Cartagena. Hizo la visita eclesiástica a su feligresía en
lo que empleó más de tres años. Durante su episcopado fue creada por Pío VII
la Diócesis de Antioquia, con la condición de que no se llevara a efecto sino des-
pués de la muerte o traslado del señor Velarde. Murió repentinamente en julio
de 1809.
Alejandro VELEZ. -188.
Natural de Envigado, donde nació en noviembre de 1794. Discípulo de Caldas.
Fue enviado a fortificar la angostura de Nare y pasó a Bogotá. Enrile en vista

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©Biblioteca Nacional de Colombia


de sus conocimientos lo empleó en la elaboración de planos que debía enviar a
Madrid. Después de Boyacá se reincorporó a las tropas republicanas. Fue oficial
del Estado Mayor General. Trabajó en el periodismo en Bogotá entre 1825 y 1826.
Cónsul en los Estados Unidos y encargado de negocios hasta 1829 en que regresó
para ocupar una curul en el Congreso por Antioquia. Prefecto del Departamento
de Antioquia tomó posesión el 20 de julio de 1830 y por no estar de acuerdo con
los hechos cumplidos en Bogotá en diciembre del mismo año resignó el mando, el
que entregó al Coronel Juan Nepomuceno Santana.
VERDUN de la Créme.- 25.
Cristóbal VERGARA y Caicedo.- 24, 66.
(1766-1831) .-Nacido y muerto en Bogotá. Hijo de Francisco de Vergara y Vela
Patiño y de doña Petronia Caicedo Vélez Ladrón de Guevara. Estudió en el Ro-
sario. Pasó luego a Popayán donde casó con Francisca Nates y Rebolledo. Oficial
Real de la Caja de Popayán; Juez de Diezmos de los partidos de Ubaté y Zipa-
quirá. Perseguido por los pacificadores se refugió en la hacienda del Novi1lero,
regresando luego de Boyacá. Secretario Intendente (Gobernador del Cauca) . Pre-
fecto de Cundinamarca, cargo que abandonó en 1830 al caer el gobierno de Joa-
quín Mosqueta.
Felipe VERGARA y Caicedo.- 27.
(1745-1818) .-Hermano del anterior. Nació y murió en Bogotá. Colegial del Ro-
sario donde obtuvo el título de doctor en Derecho Canónico. Vicerrector del Co-
legio. Viajó a España acompañando al Virrey Messía de la Zerda, al terminar
éste su mandato. Por más de cinco años, contador oficial de las Reales Cajas en
Panamá. Miembro de la Junta de Comisarios de Instrucción creada por la Junta
Suprema a raíz del 20 de julio. Apoderado del Virrey Amar y Borbón para de-
fender sus intereses. Rector del Colegio del Rosario en 1811. Llevado ante el Con-
sejo de Purificación se le perdonó la vida y se le dio la libertad por su "buena
conducta". Autor de varias obras, entre ellas "El amiguísimo de los niños al amigo
de los niños" que fue una serie de cartas dirigidas a Caldas.
Fernando VERGARA y Caicedo.-11, 24, 27, 32, 35.
(1763-1804) .-Hermano de los anteriores. Colegial del Rosario. Bachiller en Fi-
losofía; bachiller en Derecho Canónico y Licenciado en Cánones. Catedrático in-
terino de Derecho Canónico; profesor de Filosofía por oposición, cátedra que
renunció en 1786 para encargarse de la de matemáticas, vacante desde hacía al-
gunos años cuando Mutis se retiró. Por su reconocida probidad, su ilustración y
su talento gozó de general estimación. Víctima de tristezas y melancolía en julio
de 1801 salió de Santafé a retirarse al monasterio de la Trapa en Aragón, donde
pasó sus últimos días.
VICENTA.-170, 171, 177, 187.
VIEIRA.- 34.
]acabo Barozzio, llamado VIGNOLE o VIÑ'OLA.- 115.
(1507-1573) .-Arquitecto italiano nacido en Vignola. Estudió arquitectura y vi-
sitó varias ciudades para conocer mejor las obras de la antigüedad. Arquitecto de
Julio III sucedió a Miguel Angel como arquitecto de San Pedro, habiendo cons-

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©Biblioteca Nacional de Colombia


truido las dos cúpulas laterales. Publicó sus "Reglas de las cinco órdenes de la
arquitectura", que le dio gran renombre, y es el tratado más célebre sobre la ma-
teria.
María Francisca VILLANO V A (o Villanueva). -145.
Natural de Aragón, España, hija de don Eusebio Villanova y de una señora de
apellido Marco. Esposa de don Antonio Amar y Borbón, a quien acompañó du-
rante su gobierno como Virrey. Sufrió vejámenes de la multitud cuando fue puesta
presa después del 20 de julio, y acompañó a su marido en su destierro y vuelta a
España.
Marquesa de VILLAROCHA. -51.
Su casa en Quito fue posteriormente propiedad del Mariscal de Ayacucho.
Antonio VILLAVICENCIO.- 164.
Natural de Quito. Se educó en España donde gozó de influencia en la Corte.
Comisionado Regio a obtener el reconocimiento de la autoridad del Rey, enviado
por la Junta de Sevilla. Participó en varios actos del gobierno independiente. Go-
hernador de Tunja en 1815 fue designado para formar el triunvirato del Poder
Ejecutivo en asocio de Pey y de Rodríguez Torices. Vencido por los españoles fue
traído a Bogotá y fue el primero de los fusilados por Morillo el 6 de junio de 1816.
Antonio VILLEGAS.- 186.
Isidoro VILLEGAS Restrepo. -186.
Natural de Rionegro donde nació en 1778. Capitán de Milicias. En 1820 Córdoba
lo nombró Comandante accidental del Batallón de Milicias. Posteriormente se es·
tableció en Abejorral y luego en Bogotá.
]osé María VILLEGAS.- 186.
De Abejorral. Capitán encargado por Córdoba de reunir las canoas en el paso de
Bufú en febrero de 1820, cuando se temía la invasión de la provincia por parte de
las tropas españolas comandadas por Calzada.
VINI0.-28, 41.
Marco Polión VITRUBI0.-7.
Célebre arquitecto romano del siglo I antes de Cristo. Su "Tratado de Arqui-
tectura" es obra que encierra importantes nociones para la historia del arte, por
haber sido escrito en la época en que la arquitectura romana había llegado al más
alto grado de prefección.
Alejandro VOLT A.- 75, 90.
(1745-1827) .-Célebre físico italiano. Alcanzó gran nombradía por sus trabajos
sobre eiectricidad. Visitó diversos países de Europa para ponerse en contacto con
los hombres más ilustres. En 1801 repitió sus experimentos ante Bonaparte que lo
colmó de honores y 1o elevó a Senador con el título de Conde. En 1819 regresó a
Como, su ciudad natal. Su nombre se recuerda en la pila que lleva su nombre y
en el "voltio", unidad eléctrica.

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Francisco María Arouet de VOLT AIRE.- 39.
(1694-1778) .-Poeta épico y satírico, historiador, filósofo y uno de los hombres
más ilustres de Francia en el siglo XVII. Sufrió persecuciones por sus escritos, por
lo cual se retiró a Inglaterra y luego a Berlín al amparo de Federico II, cuya
voluntad enajenó pronto. Pasó a Ginebra y luego a Perney donde pasó sus últimos
años. Ejerció durante medio siglo verdadera dictadura en el terreno filosófico y
literario, no solo en Francia sino en las demás naciones de Europa.
Jorge W ALLIS.- 142.
Médico inglés. Enviado por el Rey de Inglaterra como hombre de ciencia en una
expedición que debía recorrer el mundo, en Guayaquil enfermó gravemente por
lo cual se separó de sus compañeros. Como los violentos calores de dicha ciudad
lo afectaron, viajó a Cuenca donde entró en contacto con Caldas, a quien siguió
a Popayán, alojándose en su casa. Casó con Baltasara, hermana menor del sabio.
Se estableció en dicha ciudad donde fundó una farmacia. Se distinguió por su saber
e inmensa caridad.
Carlos Luís WILLDENOW.-57, 59, 66, i4, 75.
(1765-1812) .-Botánico alemán. Miembro de la Academia de Ciencias de Berlín,
profesor de historia natural en el Colegio Real de Medicina, botánico de la Uni-
versidad y director (en 1806) del Jardín Botánico. Maestro de Humboldt. Em-
prendió diferentes excursiones científicas, particularmente por Austria y norte de
Italia y pasó a París llamado por Humboldt para confiarle la clasificación de las
plantas que había llevado de América. Murió al regresar a Alemania. Se le con-
sidera como uno de los fundadores de la deontología alemana.

Francisco Antonio Zea.- 7, 33, 39, 58, 65, 73, 74, 83, 88, 125.
(1770-1822) .--Natural de Medelín. Estudió en Santafé y en 1786 fue nombrado
catedrático de historia natural en San Bartolomé. Formó parte de la Expedición
Botánica, de la cual se separó al ser enviado preso a España por considerarlo com-
plicado en el proceso de Nariño. Dos años después fue puesto en libertad y enviado
a Francia en misión científica. A su regreso a España pidió permiso para viajar
a América, el que no le fue concedido al ser nombrado Segundo Profesor de Bo-
tánica y luego Director del Jardín Botánico de Madrid (1804). Participó en el
gobierno de José Bonaparte y a ·la salida de los franceses viajó a Inglaterra y de
allí a las Guayanas. En 1819 fue Presidente del Congreso de Angostura y como a
tal le correspondió declarar fundada la República de Colombia. Ministro en Eu-
ropa donde su actuación fue muy criticada por la negociación de los empréstitos.
Murió en Bath (Inglaterra).
Manuel de ZERELLA e lcoaga.-17.
Relojero de la época de Carlos III, compuso un libro sobre su profesión, probable-
mente la primera de importancia escrita en España sobre la materia, titulada
"Tratado general y matemático de relojería, etc." (Madrid, 1789). Relojero de
Cámara de Fernando VI e individuo de las Reales Sociedades Matricense y Vas-
congada. Con el concurso de Felipe y Pedro Charost y de Manuel Gutiérrez or-
ganizó la Real Escuela de Relojería de Madrid, en acatamiento a la Real Cédula
de 28 de noviembre de 1771 de Carlos III.

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UBICACION DE LOS ORIGINALES Y PUBLICACIONES PREVlAS

l. En expediente radicado por Caldas en Quito, en 1801. Archivo de la Corte


Suprema de Justicia, Quito. Publicada por BANH, número 99, 1962.
2. Remisoria de un informe sobre Educación de Menores. Publicada en LI, julio
de 18l0; en ODC; publicada en ODC (UN).
3. Incluida en informe sobre Educación de Menores. Publicada en LI, julio de
1810; en ODC; en ODC (UN).
4. Publicada en RC, 1897; en EP (número 1).
5. Publicada en RC, 1897; en EP (número 2).
6. Publicada en RC, 1897; en EP (número 3).
7. Publicada en RC, 1897; en EP (número 4) .
8. Publicada en RC, 1897; en EP (número 5).
9. Publicada en RC, 1897; en EP (número 6).
10. Publicada en RC, 1897; en EP (número 7).
11. Publicada en RC, 1897; en EP (númerq 8).
12. Publicada en RC, 1897; en EP (número 9).
13. Publicada en RC, 1897; en EP (número 10).
14. El original es propiedad de Pilar Moreno de Angel; publicada en RC, 1897; en
EP (número 11).
15. Publicada en RC, 1897; en EP (número 12).
16. Publicada en RC, 1897.; en EP (número 13).
17. Publicada en RC, 1897; en EP (número 14).
·18. Publicada en RC, 1897; en EP (número 15).
19. Publicada en RC, 1897; en EP (número 16).
20. El original es propiedad de Pilar Moreno de Angel; publicada en RC; en ·EP
(número 17).
21. Públicada en RC, 1897; en EP (número 18).
22. Publbda en RC, 1897; en EP (número 19).

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CARTAS DE CALDAS - 27

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23. El original perteneció a Eduardo Posada; publicada en RC; en EP (número 20).
24. Publicada en RC; en EP (número 21).
25. Publicada en RC; en EP (número 22).
26. Publicada en RC; en EP (número 23).
27. El original perteneció a Alfredo Garcés; publicada en EP (número 1).
28. Publicada en RC; en EP (número 24).
29. Publicada en RC; en EP (número 25).
30. Publicada en RC; en EP (número 26).
31. Publicada en RC; en EP (número 27).
32. Publicada en RC; en EP (número 28).
33. Publicada en RC; en EP (número 29).
34. Publicada en RC; en EP (número 30).
35. Publicada en EP (número 31).
36. Publicada en EP (nÍ!mero 32).
37. Publicada en EP (n(uner~ 33).
38. Publicada. en EP (número 34) . .
39. Publicada en EP (número 35).
40. Publicada en EP (número 36).
41. El original está en el Archivo _del Jardín Botánico de _Madrid (JBM); publica-
da en la "Revista Latinoamericana" de París, 1874; por Diego Mendoza en
EBJCM, Madrid, 1809; en EP (número 37); en AEM (número 81).
42. Publicada en RC; en EP (número 38).
43. Publicada en RC; en EP (número 39).
44. Publicada en RC; en EP (número 40).
45. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz"; publicada en LI, 1910; en
EP (número 41).
46. Publicada en RC; en EP (número 42).
47. El original pertenece al doctor Juan Ja~obo Muñoz; publicada en EP (N'~ III).
48. Publicada en RC; en EP (número 43).
49. Expediente radicado por Caldas en Quito, 1801. Archivo de la Corte Suprema
de Justicia, Quito; publicada en BANH, número 99, 1962.
50. Expediente radicado por Caldas en Quito, 1801, Archivo de la Corte Suprema
de Justicia, Quito; publicada en BANH, número 99, 1962.
51. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en EP (N~ IV).
52. Publicada en RC; en EP (número 44).
53. Copia de la carta enviada por Caldas a Mutis existe en el Archivo de JBM;
publicada en RC, en EBJCM, 1909; en EP (número 45). ·
54. El original perteneció a Alfredo Garcés; publicada en EP (número II).
55. El original se conserva en el Archivo de JBM; publicada en EBJCM; en EP
(número 46).
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©Biblioteca Nacional de Colombia


56. Publicada en EP (número 47).
57. El original perteneció a Alfredo Garcés; publicada en EP (número VII).
58. Publicada en RC; 'en EP (número 48).
59. Publicada enRP, 1909; en EP (n(!Jnero 49).
60. Publicada en RC; en EP (número 50).
61. El original perteneció a Alfredo Garcés; publicada en RC, 1907; en EP (nú-
mero 51 y número IX) .
62. Publicada en RC; en EP . (número 52).
63. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 53); en AEM (nú-
mero 82).
64. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 54); en AEM (nú-
mero 83).
65. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 55); en AEM (nú-
mero 84).
66. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en LI; en EP
(número 56).
67. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en LI; en EP
(número 57). ·
68. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 58); en AEM (nú-
mero 85).
69. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 59); en AEM (nú-
mero 86).
70. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 60); en AEM (nú-
mero 87).
71. El ·original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 61); en AEM
(número 88).
72. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 62); en AEM
(número 89).
73. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 63); en AEM
(número 90).
74. Publicada en RC; en EP · (nítmero 64).
75. El manuscrito original (incompleto) está en la "Deutsche Staatsbibliotek", Ber-
lín; fragmentos, vertidos al alemán, aparecieron en la obra de Schumacher, Ber-
lín, 1884 y traduc;ido.~ nuevamente al español en las traducciones de esa obra;
publicada en facsímil en "Archivos" número 2, Bogotá, 1968, y en "Boletín de
la Sociedad Geográfica de Colombia", número 99, Bogotá, 1968.
76. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 65); en AEM
(número 91).
77. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 66); en AEM
(número 92).
78. Publicada en RC; en EP (número 67) •
79. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 69); en AEM
(número 93).
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©Biblioteca Nacional de Colombia


80. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 70); en AEM
(número 94) •
81. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 71); en AEM
(número 95).
82. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 72); en AEM
(número 96).
83. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 73); en AEM
(número 97).
84. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 74); en AEM
(número 98).
85. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 75); en AEM
(número 99}.
86. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 76); en AEM
(número 99-A).
87. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 77); en AEM
(número 100).
88. Publicada en RC; en EP (número 68).
89 . El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 78).
90. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en EP (número
152).
91. Publicada en RC; en EP (número 79).
92. El original está en el Archivo de la Academia de Historia de Bogotá.
93. Publicada en RC; en EP (número 80).
94. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 81); en AEM
(número 101).
95. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 82); en AEM
(número 102).
96. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 83); en AEM
(número 103).
97. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 84); en AEM
(número 104).
98. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 85); en AEM
(número 105).
99. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 86); en AEM
(número 106).
100. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 87); en AEM
(número 107).
101. El .original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 88); en AEM
(número 108).
102. El original en JBM; publicada en EBJCM; en EP (número 89); en AEM
(número 109).

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©Biblioteca Nacional de Colombia


103. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en EP (núme-
mero X).
104. El original es propiedad de Pilar Moreno de Anjel; publicada en RC; en EP
(número 99).
Hl5. Publicada en LI, 1910; en EP (número 91).
106. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en BHA, nú-
mero 704, 1974.
107. Publicada en RC; en EP (número 92).
108. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en EP (nú-
mero XI).
109. El original pertenece al doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en EP (nú-
mero V).
llO. Publicada en RC; en EP (número 93).
111. Publicada en EP (número 15 3) .
ll2. Publicada en RC; ert EP (número 94).
113. Publicada en RC; en EP (número 95).
ll4. Publicada en RC; en EP (número 96) . .
ll5. Publicada en RC; en EP (número 97).
ll6. Publicada en RC; en EP (número 98).
117. Publicada en RC; en EP (número 99).
ll8. Publicada en RC; en EP (número 100).
ll9. El original en el .Archivo JMR; publicada en EP (número 101).
120. Publicada en RC; en EP (número 102).
121. Publicada en RC; en EP (número 103).
122. Posee el original el doctor Juan Jacobo Muñoz; publicada en BHA, número
704, 1974.
123. Publicada en RC; en EP (número 104).
124. Publicada en RC; en EP (número 105).
125. Poseyó el original el General Joaquín Acosta; publicada en "Semanario de la
Nueva Granada", París, 1849; en "El Día", Bogotá, en ODC; en ODC (UN).
126. El manuscrito original, sobre la hoja circular impresa, está en AAH; inédita.
127. Publicada én RC; en EP (número 106).
128. Publicada en RC; en EP (número 107).
129. Publicada en RC; en EP (número 108)".
130. Publicada en RC; en EP (número 109).
131. Publicada en RC; en EP (número 110).
132. Algunos fragmentos fueron publicados por Lino de Pombo en "Vida de Cal-
das" por Vesga en "Historia de la Botánica de la Nueva Granada", y por
Vargas Reyes en "Memoria sobre las Quinas"; publicado en "Anales de Ins-
trucción Pública", Bogotá, 1880; en ODC y en ODC (UN).

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133. Publicada en RC; en EP (número 111).
134. El original está en el AN; publicado en ODC y en ODC (UN).
135. Publicada en "El Semanario", Santafé, 1810; en "El Semanario de la Nueva
Granada", París, 1849; en ODC; en ODC (UN).
136. Remisoria de la "Memoria sobre ·la importancia del cultivo de la cochinilla",
publicada en "El Semanario", 1810; en el "Semanario de la Nueva Granada",
París, 1849; en ODC; en ODC (UN).
137. El original perteneció a Fernando de ·eaycedo; publicada ·en LC, 1874; en EP
(número 112}.
138. El original perteneció a Fernando de Caycedo; publi~ada en LC, 1874; en EP
(número 113).
139. Publicada en RP. (agosto 1946).
140. Publicada en RP.
141. Publicada en "Papel Periódico Ilustrado", Bogotá, 1882; en EP (número 114).
142. El original perteneció al doctor Andrés Posada Arango; publicada en EP (nú·
mero 115).
143. El original perteneció a Miguel Caldas de !bagué; en EP (número 116).
144. Publicado en RC; en EP (número 117).
145. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 118).
146. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 119).
147. Publicada en ES, Santafé, 1810; en ODC; en ODC (UN).
148. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 120).
149. Posee el original Monseñor Mario Germán Romero. (Inédita).
150. El original perteneció a Miguel Caldas; publieada en EP (número 121).
151. El original perteneció a Pedro María Ibáñez; publicada en "El Debate", 1881;
en RC; en EP (número 122).
152. Posee el original el doctor J. León Helguera. (Inédita).
153. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 123).
154. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 124).
155. El original en JBM. (Inédita).
156. El original en AN; publicada en EP (número 125).
157. El original perteneció a Eduardo Posada; publicada en EP (número 126).
158. El original está en AN; publicada en EP (número 127).
159. Publicada en "Anales de Ingeniería", Bogotá, 1896; con el nombre de "Viaje
al Norte de Santafé de Bogotá" en ODC y en ODC (UN) .
160. El original en JMR; publicada en EP (número 128).
161. El original en AN; publicada en EP (número 129).
162. El original perteneció a Alfredo Garcés; publicada en EP (número VI).
163. El original en AN; publicada en EP (número 130).
164. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 131).

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16~. El original en AN; publicada en EP (número 132).
166. El original perteneció a Alfredo Garcés; publicada en EP (número XII).
167. Publicada en RC; en EP (número 133).
168. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 134).
169. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 1:54).
170. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 13~).
171. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 136).
172. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 139).
173. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 137).
174. Fragmento publicado en "Manifiesto de la Conducta del Gobiemo de Cundi-
namarca, 1813; luego en "El Precursor", por Eduardo Posada; en EP (nú-
mero XIII).
1n. El original en AN; publicada en EP (número 138).
176. El original perteneció a Miguel Caldas; pueblicada en EP (número 140).
177. El original perteneció a Miguel Caldas; publicada en EP (número 140).
178. Ver nota número 1 a la carta 178.
179. El original está en la "Colección de Documentos Latinoamericanos" de la Uni-
versidad de Indiana; publicada por "Lecturas Dominicales", Bogotá, 9 de mayo
de 1965.
180. El original perteneció a Alfredo Garcés; publicada en EP (número VIII).
181. El original perteneció a Fernando de Caycedo; publicada en EP (número 142).
182. El original perteneció a Fernando de Caycedo; publicada en EP (número 141).
183. El original perteneció a Femando de Caycedo; publicada en EP (número 143).
184. Ver notas 1 y 3 a la carta número 184.
185. El original está en JMR; publicada en EP (número 146).
186. El original está en JMR; publicada en EP (número 147).
187. Publicada en EP (número 144).
188. El original en JMR; publicada en BHA, número 704, 1974.
189. El original perteneció a Pedro María Ibáñez; publicada en EP (número 148).
190. El original perteneció a Pedro María Ibáñez; publicada en EP (número 149).
191. El original está en el Museo "Guillermo Valencia", Popayán; publicada frag-
mentariamente en "El Nuevo Tiempo Literario", Bogotá, 1913; en EP (núme·
ro 150).
192. El original en BEEP; publicada en "Boletín Cultural y Bibliográfico" de la Bi-
blioteca "Luis Agel Arango", 1967; en BHA, número 704, 1974.
193. El original en BEEP; publicada fragmentariamente en "Relieves" de Celiano
Monge, Quito, 1936; en su totalidad en BHA, número 704, 1974.
194. El original en BEEP; publicada en "Relieves" por Celiano Monge, Quito, 1936;
en BHA, número 704, 1974.
195. El original en el "Archivo de Indias", Sevilla, España; publicada fragmentaria·
mente en "Cultura", 1915; en su totalidad, en "España y América", 1916 y en
"Diario Nacional", Bogotá, 1916; en EP (número 151).

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ABREVIATURAS

AAH Archivo ele la Academia Colombiana de Historia, Bogotá.


AEM Archivo Epistolar del sabio naturalista don José Celestino Mutis, To-
mo III, Bogotá, 1975, copilación de Guillermo Hemández de Alba.
AN Archivo Nacional, Bogotá.
BANH Boletín de la Academia Nacional de Historia, Quito.
BEEP Biblioteca Ecuatoriana Espinosa Polit, Cotocollao, Ecuador.
BHA Boletín de Historia y Antigüedades, Bogotá.
EBJCM "Expedición Botánica de José Celestino Mutis . etc.", Madrid, 1909,
por Diego Mendoza.
EP "Cartas de Caldas", por Eduardo Posada, Biblioteca de Historia Na-
cional, Bogotá, 1916.
ES "El Semanario", Santafé, 1808, 1809, 1810.
JBM Archivo del Jardín Botánico ele Madrid.
JMR Archivo del Historiador José Manuel Restrepo, Bogotá.
LC "La Caridad".
LI "La Información", Popayán.
ODC "Obras de Caldas", por Eduardo Posada, Biblioteca ele Historia Na-
cional, IX, Bogotá, 1912.
ODC (UN) "Obras Completas de Francisco José de Caldas", Bogotá, 1966, edi-
tadas por la Universidad Nacional de Colombia.
RC "Repertorio Colombiano", Bogotá.
RP Revista "Popayán".
SNG "Semanario de la Nueva Granada", A. Lasserre, París, 1849.

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EN lOS TAllERES EDITORIAlES DE lA
IMPRENTA NACIONAl DE COlOMBIA
SE TERMINO lA IMPRESION DE ESTE
liBRO EN AGOSTO DE 1978.

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