Problemas Que Aborda La Politica

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PROBLEMAS QUE ABORDA LA

POLÍTICA
Lean y analizan el texto y luego en sus cuadernos van a
escribir que entendieron de cada uno de los problemas
que aborda la política, con sus palabras no quiero que
copien al pie de la letra.

¿Cuáles son los principales problemas?


 La falta de voluntad política y liderazgo: La experiencia sugiere que
se requiere compromiso político sostenido de la comunidad
internacional, los dirigentes nacionales y el personal directivo superior
para garantizar que las instituciones de seguridad respeten los
derechos de la mujer y aborden el problema de la violencia contra
ellas. Sostener esta voluntad política es difícil debido a la comprensión
limitada de la repercusión que la violencia contra la mujer puede tener
en los resultados en materia de seguridad (como la estabilidad de la
comunidad). Además, los gobiernos tal vez no consideren que la
violencia de género reviste carácter prioritario en relación con otras
cuestiones de seguridad debido a restricciones financieras u otras
limitaciones de capacidad. La falta de voluntad política podría
traducirse en una asignación inadecuada de recursos para las
instituciones de seguridad y los mecanismos especializados para que el
personal de seguridad aborde la violencia contra la mujer. Esto
también menoscaba los derechos de las supervivientes al acceso a la
protección básica y perpetúa un entorno político y social en que se
tolera este tipo de violencia (Naciones Unidas, 2006 ).

 Inversiones de corto plazo y fragmentadas: Las iniciativas para


abordar la violencia contra la mujer en este sector suelen formularse y
ejecutarse con un plazo y un presupuesto de corto plazo. La
financiación insuficiente de la respuesta a la violencia contra las
mujeres y niñas es característica de muchos presupuestos nacionales y
de los presupuestos de instituciones de seguridad en particular.
Especialmente en entornos posteriores a los conflictos, la mayor parte
de la financiación de las iniciativas de seguridad que abordan el
problema de la violencia de género proviene de la comunidad
internacional o de donantes. Esto crea problemas específicos de
continuidad y sostenibilidad, habida cuenta de las prioridades de corto
plazo y con frecuencia impulsadas desde el exterior en que se
fundamentan las iniciativas. Las políticas y los programas centrados en
la violencia de género tal vez también estén aislados de los procesos
institucionales y sectoriales, lo que reduce aún más su posible
repercusión y sostenibilidad. Así pues, la experiencia de
las dependencias especializadas  (por ejemplo, comisarías de la mujer y
oficinas de género), que son medidas de corto plazo importantes en
entornos de bajos recursos, ha puesto de relieve el riesgo de que las
iniciativas selectivas queden marginadas de las políticas de seguridad y
las prácticas institucionales generales. Una vez que se han establecido,
las dependencias no siempre cuentan con los recursos suficientes para
funcionar satisfactoriamente ni tienen el alcance adecuado para
abarcar a toda la población. Además, la falta de una programación
sostenida e institucionalizada perpetúa la rotación frecuente de
personal familiarizado con la cuestión, frena las iniciativas de
normalización de reglas y prácticas e impide la ampliación de
iniciativas piloto prometedoras y la maximización de su eficacia
(Saferworld, 2010 , Villalva, 2006 ).

 Prioridades cambiantes en un mandato amplio: La policía debe


responder a todo tipo de delitos y cuestiones de orden público todos
los días, lo cual crea dificultades para equilibrar los compromisos
relativos a la violencia contra la mujer con las respuestas a los delitos a
que hace frente la institución habitualmente. Además, impartir
formación permanente a la policía para dotarla de los conocimientos y
competencias necesarios para responder adecuadamente a la violencia
contra la mujer (incluida la comprensión de la igualdad de género) es
difícil debido al alcance y la profundidad de la capacitación necesaria
en todos los ámbitos de respuesta. 

 Falta de competencias y conocimientos de la policía y otros actores


del orden: En general, hay una gran escasez de personal de seguridad
(en todas las categorías, desde funcionarios administrativos hasta
directivos) que tenga una comprensión profunda de la desigualdad de
género y la forma en que esto se relaciona con los abusos contra la
mujer. Hay aún menos actores de seguridad con la competencia
técnica suficiente para abordar la violencia de género (a nivel tanto
normativo como operacional). Esta falta de competencias ha tenido
repercusiones considerables en la eficacia del sector para cumplir su
mandato de proteger el derecho fundamental de las mujeres y las
niñas de vivir libres de violencia. En muchos entornos, el personal de
seguridad tiene formación limitada sobre la violencia de género, o
carece totalmente de ella; y aun en los casos en que el personal recibe
formación específica, las instituciones de seguridad suelen tener una
gran rotación de personal debido a entornos de trabajo difíciles.
Además, con frecuencia las oportunidades de ascenso del personal
especializado en esta esfera son limitadas. En su conjunto, estos
factores podrían constituirse en un desincentivo para recibir formación
en relación con el problema y reducen la retención de funcionarios
capacitados, que con frecuencia dejan sus puestos para trabajar en
dependencias o funciones que reciben mayor apoyo y reconocimiento
dentro de la institución (Barnes, 2009 ).

 Comunicación y colaboración deficiente entre los actores de


seguridad y los de otros sectores: Una respuesta eficaz a la violencia
contra las mujeres y las niñas exige que el sector coopere
estrechamente con otros actores de los sectores de la salud y la
justicia, con la participación de las autoridades locales, asesores
jurídicos y otros grupos y organizaciones de apoyo a las supervivientes
a fin de suministrar la máxima protección y atención a estas, al tiempo
que promueve el enjuiciamiento potencial de los autores. En la
práctica, con frecuencia los recursos son limitados y no hay
cooperación alguna entre los actores encargados de la seguridad y
otros proveedores de servicios (por ejemplo, de salud, de vivienda y
judiciales) u organizaciones de la sociedad civil que prestan apoyo a las
mujeres y las niñas. La cooperación entre distintos sectores y entre
actores tal vez sea tensa debido a la falta de mecanismos oficiales de
cooperación a nivel tanto nacional  como de la comunidad ; diferentes
protocolos de respuesta y políticas de remisión de los proveedores; y
relaciones débiles entre particulares o desconfianza del personal de
seguridad, especialmente si participan en actos de violencia o son
cómplices al responder a los casos de que se les informa.

 Predominio de los sistemas de justicia informales y el derecho


consuetudinario: En muchas comunidades de distintas regiones,
especialmente en las comunidades indígenas, en las zonas rurales y en
entornos en que los sistemas de justicia formales  son débiles,
predominan los sistemas de justicia informal  y el derecho tribal y
consuetudinario. Tal vez las mujeres dependan de los sistemas de
justicia informales y los prefieran o consideren que son la única opción
a la que pueden recurrir o que defienden los valores tradicionales, o tal
vez estos sistemas sean más fácilmente accesibles dentro de la
comunidad que los mecanismos de justicia formales. Además, las
mujeres tal vez recurran a la justicia informal por temor a la
estigmatización dentro de la familia y la comunidad o a la pérdida de
apoyo económico y oportunidades en caso de usar un recurso judicial
oficial (por ejemplo, en caso de que sus esposos o parejas o un
dirigente comunitario o figura de autoridad resulten encarcelado como
resultado de un proceso judicial formal) (Swaine, 2003 ; Ladbury, 2009 ).
En algunas zonas, la policía tal vez remita el caso a un sistema informal
o desaliente a las mujeres y las niñas a que interpongan un recurso por
conducto del sistema formal. Esto limita el acceso de las mujeres a las
medidas de protección que surgen de la aplicación de la ley (órdenes
de protección, detención o separación del autor en casos de violencia
doméstica) y limita sus oportunidades de obtener reparación por actos
de violencia contra ellas (Barnes, 2009 ). Los sistemas de justicia
informal ejercen menos supervisión sobre la adhesión a las normas
internacionales de derechos humanos y sobre el respeto de los
derechos de la mujer en la práctica. A veces, estos sistemas discriminan
contra las mujeres víctimas, y se llega a acuerdos sin la participación o
el consentimiento de la mujer o la niña afectadas. En el peor de los
casos, el proceso puede perpetuar la violencia que la mujer ha
experimentado, por ejemplo, obligando a la víctima de una violación a
contraer matrimonio con el autor (para más información, véase el
módulo de Justicia  y ONU-Mujeres, 2011, El progreso de las mujeres en
el mundo. Pluralismo jurídico  y justicia para las mujeres).

 Normas socioculturales discriminatorias y estereotipos de


género: La mayoría de las sociedades siguen dominadas por hombres
y en muchas comunidades la violencia contra las mujeres y niñas es
una norma aceptada en forma generalizada. La estigmatización social
de las supervivientes de la violencia de género por parte de los
familiares, las autoridades, los proveedores de servicios y la policía u
otros actores encargados de hacer cumplir la ley pueden disuadir a las
mujeres y niñas de denunciar casos de abuso. Las creencias y actitudes
discriminatorias de la policía respecto de los derechos y funciones de
las mujeres y las niñas dentro de la familia y la comunidad plantean un
obstáculo importante para mejorar el papel del sector en relación con
la cuestión. El personal de seguridad y de gestión tal vez considere la
violencia contra la mujer una cuestión privada que no requiere la
intervención del Estado, lo cual puede impedir el establecimiento, la
aplicación (incluido el cumplimiento) de políticas, protocolos y otras
prácticas en apoyo de los derechos de las mujeres y las niñas. Así pues,
en casos de violencia doméstica, la policía podría tratar de mediar
entre la mujer y el autor con objeto de lograr la reconciliación de la
pareja. Esto podría llevar a una intensificación de la violencia y disuadir
a las supervivientes de ponerse nuevamente en contacto con la policía.
En otros casos, las investigaciones han demostrado que los agentes de
policía se niegan a tomar denuncias de casos y envían a las mujeres de
regreso a situaciones de abuso, que con frecuencia desencadenan
nuevos abusos y estigmatización o, en casos extremos, el femicidio
(CAD/OCDE, 2009 , Sequeira y otros , 2007; Spraos , 2008; Hamilton,
2009 ; USAID, 2006 ).

 Discriminación y limitaciones a la presencia y las funciones de la


mujer en el sector de la seguridad: Pese a las crecientes iniciativas
por aumentar la contratación y retención  de mujeres, sigue habiendo
un porcentaje pequeño de estas en el sector. En algunos contextos se
ha prohibido a la mujer trabajar en instituciones de seguridad, que
están dominadas en su totalidad por hombres (Kaplan,
2000; Whitworth, 2005 ). Por ejemplo, en 2011 las mujeres
representaban en promedio el 9% de las fuerzas de policía en todo el
mundo (ONU-Mujeres , 2011). Cuando pueden obtener trabajo en esas
instituciones, otras formas de discriminación en materia de educación,
formación y oportunidades profesionales relegan a las mujeres a
funciones administrativas de menor categoría, con frecuencia peor
remuneradas por su labor. Aunque la experiencia de cada mujer es
única, los entornos institucionales que promueven actitudes
discriminatorias y las percepciones negativas sobre las mujeres que
desempeñan funciones en el sector de la seguridad y que perpetúan
los estereotipos de personal femenino pueden desalentar a las mujeres
a incorporarse y participar en el sector y afectan su capacidad para
contribuir plenamente a las instituciones en que trabajan. Esto reviste
consecuencias decisivas para las supervivientes, que con frecuencia
prefieren revelar su experiencia a una funcionaria mujer, aunque estas
también requieren formación  para proporcionar una respuesta
centrada en las supervivientes.

 Impunidad de los actores del sector de la seguridad que perpetran


actos de violencia contra las mujeres y niñas:  En algunos contextos,
los actores de seguridad se encuentran entre los principales
abusadores de los derechos de las mujeres y las niñas y son, a su vez,
perpetradores. Los informes de derechos humanos documentan
muchos casos de abuso policial y militar de civiles, especialmente
mujeres y niñas (por ejemplo, véanse los informes de Human Rights
Watch ; Amnesty International ; y los informes  de la Relatora Especial
sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias). Cuando
los agentes de policía y los oficiales militares trabajan en una cultura
en que la violencia contra la mujer es considerada aceptable y es
tolerada por la mayoría de sus colegas, es probable que el personal
uniformado no deba rendir cuentas de estos abusos. Estos delitos
contribuyen a la impunidad de los perpetradores y reducen el número
de mujeres entre el personal policial y militar, lo que a su vez afecta las
oportunidades de denunciar abusos y el acceso a la protección, y limita
la eficacia general de las instituciones de seguridad (UNODC, 2010c ).
 Recursos e infraestructura limitados: Aunque haya voluntad política,
en muchos contextos, especialmente en entornos frágiles y afectados
por los conflictos, las instituciones de seguridad tal vez carezcan de la
infraestructura, incluidos el equipo básico o el transporte, o los
recursos financieros para proteger a las mujeres y las niñas o para
responder a las supervivientes (UNODC, 2010 ; Saferworld, 2010 ). Esto
afecta a la capacidad de la policía para aplicar medidas preventivas de
seguridad, como patrullas de rutina, así como su capacidad para
investigar, responder adecuadamente y suministrar remisiones a las
supervivientes. En entornos de bajos recursos, especialmente en zonas
rurales, hay comunidades con escasa o ninguna protección policial o
en que la comisaría más cercana está a varias horas de distancia. Esto
crea obstáculos adicionales a la denuncia de incidentes de violencia
(por ejemplo, gastos de transporte, tiempo de viaje, capacidad para
alejarse de la familia o responsabilidades laborales, etc.) y permite a los
perpetradores actuar con impunidad. Las estrechas relaciones y
conexiones en comunidades pequeñas también podrían impedir a las
mujeres presentar denuncias a la policía, por ejemplo, si el autor de un
delito es un conocido o un pariente de un miembro de la fuerza de
policía.

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