Caso Clinico 1
Caso Clinico 1
Caso Clinico 1
Presentado por:
Cantillo Andry
Presentado A:
Olaiza Lobato
Psicología
Valledupar – Cesar
2019
CATEGRORIA: CLASIFICACION, PORQUE APUNTA A UN DIAGNOSTICO
CLARO SEGÚN EL DSM 5
María (M) es una niña de 3,1 años de edad adoptada en Nepal y llega a España a la edad
de 11 meses. Tiene un hermano, también adoptado, de 6 años y ambos padres de 40
años. El nivel sociocultural de la familia es medio-alto y los padres muestran una
relación positiva entre ellos, siendo una familia bien organizada y unida.
Motivo de consulta
Los padres acuden a consulta derivados por su pediatra por los problemas de ansiedad
de separación y de conducta especialmente durante el último año Estas dificultades
interfieren negativamente en la dinámica familiar, asimismo presenta problemas de
lenguaje.
Al mes de nacer M. ingresa en una institución donde convivía junto con otros 30 niños.
A los 9 meses, estuvo con una familia de acogida hasta el momento de la adopción. Los
padres indican que no parecía haber establecido vínculo con una figura de referencia, ni
en el orfanato ni con la familia de acogida. Al llegar a España, la exploración médica
realizada refleja un buen estado de salud. No ha sufrido enfermedades relevantes.
En los hitos evolutivos, el desarrollo motor fue lento, anduvo a los 18 meses,
actualmente, es ágil tanto en la motricidad fina como en la gruesa. respecto a los hábitos
de autonomía, fueron adquiridos con normalidad (esfínteres, alimentación, sueño y
vestido). En el área de la comunicación y el lenguaje, en el momento de la adopción los
padres no apreciaban problemas en la comprensión y, a nivel expresivo, producía
vocalizaciones y su evolución fue lenta. Actualmente continúa con retraso y recibe
estimulación en su centro escolar. A lo largo del proceso de adaptación a la familia
presentó problemas de conducta, y actualmente, continúa manifestándolos, aunque en
menor medida: es retadora, se frustra con facilidad y utiliza el silencio como forma de
llamar la atención. A nivel social, la describen como una niña tímida, retraída, miedosa,
meticulosa y ordenada. Los cambios le cuestan, mostrándose poco flexible. Además,
informan de la dificultad para separarse de la madre limitando la vida social de la niña y
de la familia. Ante estas situaciones la madre se angustia y la atiende y coge en brazos
porque atribuye que su hija "se siente poco querida" tiene "falta de afecto" y "tiene
miedo de que la abandonen".
Por otro lado, se les expuso que los comportamientos problemáticos de la menor se
estaban manteniendo en el tiempo por las consecuencias que obtenía. Estas
consecuencias son las respuestas y actitudes que los padres emitían, sin ánimo de que
provocaran este efecto. De esta forma, involuntariamente podían favorecer que la niña
volviera a reiterarlos en situaciones similares. Asimismo, las actitudes de protección
permitían a la niña evadir las exigencias cuando no se la considera capaz de afrontar
estas peticiones. Este era un claro paradigma del estilo protector que los progenitores
mostraban favoreciendo conductas dependientes, reduciendo posibilidad de resolver
problemas de forma autónoma y reforzando la ansiedad de la niña. Además, la propia
ansiedad que ellos manifestaban dificultaba el manejo adecuado del problema. Por
tanto, se proporcionaron recursos para manejar su ansiedad, con base en la información
recogida por los propios padres en los registros de conducta, que realizaban
semanalmente desde el comienzo de la intervención.
Técnicas operantes
Se enseñó a los padres a reforzar positivamente las conductas adecuadas de la niña con
los reforzadores específicos. Asimismo, ante el comportamiento inadecuado se les
indicó cómo seleccionar otra conducta apropiada incompatible.
Igualmente, se les mostró el uso de la extinción para disminuir o eliminar las conductas
inadecuadas, indicando cuándo utilizarla.
También se les hizo reflexionar sobre la necesidad de poner límites a la niña, ya que de
esa forma tendría claro qué podía hacer en cada situación. Se dieron pautas por escrito:
- Ser firmes: mostrarse cariñosos pero firmes es la forma de decirle que deje de realizar
ese comportamiento inadecuado.
- Poner normas claras para que la niña comprenda qué es lo que se espera de ella.
- Formular las pautas de manera positiva, es decir, informar sobre lo que se puede hacer
y no sobre lo que no se puede realizar.
- Ser consistentes. Los límites deben cumplirse siempre que las circunstancias sean las
mismas.
4. Resultados
Objetivos
Diagnostico
6. Tratamiento
• Listado de refuerzos:
Se usaron estímulos discriminativos sociales y verbales como "venga, vamos que eres
muy mayor”, “mamá viene enseguida", o físicos, como "ayudarla a mantenerse sentada"
o "establecer contacto corporal en el traslado de un lugar a otro".
Evaluación
La valoración se lleva a cabo tanto con los padres como con la niña. El análisis de las
características familiares (ansiedad, manejo del estrés, estilo educativo, atribuciones y
expectativas parentales, etc.) permite establecer un tratamiento ajustado e
individualizado a la familia y descartar otras patologías que puedan acentuar el
problema inicial o interferir en el tratamiento.
En los test que se le realizaron indicaban que las situaciones que generaban ansiedad en
la niña estaban relacionadas con la ausencia de la madre, ir al colegio, quedarse con el
padre en casa, ir a casa de sus abuelos y quedarse sola jugando con otros niños en fiestas
familiares o de amigos, incluso estando la madre presente. Los comportamientos de la
niña eran sistemáticos y similares en todas las situaciones, como llorar, no hablar,
buscar contacto físico, no separarse, aunque variaban en intensidad, frecuencia y
duración en función de la familiaridad del contexto.
Asimismo, los padres bajo condiciones de estrés tenían dificultades en ayudar a la niña
a sentirse segura y cuando los problemas de conducta aumentaban se incrementaba el
estrés de los padres y les llevaba a percibirla como "difícil".
Por otro lado, al considerar a su hija como frágil y vulnerable se genera un estilo de
protección, limitando su conducta de manera inapropiada y dificultando la adquisición
de habilidades autónomas que debía adquirir durante su desarrollo.
Desde el tercer mes de tratamiento, los padres reconocieron como las orientaciones y
pautas habían mejorado la percepción de la dificultad de la niña, que disminuyó
progresivamente de una media de 8 hasta alcanzar una media de 2 (en la escala de 0 a
10). Esta reducción les permitió controlar su preocupación e inseguridad ante los
comportamientos de su hija. La frecuencia de las conductas de ansiedad e inhibición de
la niña disminuyeron quedando recogidas en los registros.
9. Seguimiento
A partir de este momento, se inició otra fase de tratamiento, donde se plantearían otras
jerarquías de situaciones de ansiedad con el fin de continuar favoreciendo el desarrollo
social de la niña es otros contextos poco familiares.