Alison Fraser - El Ultimo Verano ROM

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Alison Fraser Página 1 EL ÚLTIMO VERANO

EL ÚLTIMO VERANO
Alison Fraser

El último verano (1995)  


Título Original: Love without reason ()
Editorial: Harlequin Ibérica Sello / Colección: Jazmín 1085
Género: Contemporáneo
Protagonistas: Cameron Adams y Riona Macleod
Argumento:

Riona Macleod era una joven huérfana que luchaba por salir adelante en
una tierra inhóspita, Cameron Adams era el heredero del terrateniente
local y el nuevo dueño de las tierras que ella trabajaba. Riona
representaba la naturalidad y la fuerza de la tierra; Cameron, la vida
refinada y el lujo. No tenían nada en común... nada excepto esa atracción
irresistible que empujaba al uno hacia el otro.
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Riona MacLeod era una joven huérfana que luchaba por salir adelante en una tierra inhóspita,
Cameron Hadáis era el heredero del terrateniente local y el nuevo dueño de las tierras que ella
trabajaba. Riona representaba la naturalidad y la fuerza de la tierra; Cameron, la vida refinada y el
lujo, No tenían nada en común… nada excepto esa atracción irresistible que empujaba al uno hacia
el otro.
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CAPÍTULO 1

—¿Es mío? —fueron sus primeras palabras —. Entonces ha venido aquí para ayudarte.
cuando los dos se encontraron fuera de la Estaba seguro de que lo haría. Si me hubieras
tienda del pueblo. Riona se detuvo, presa de permitido escribirle...
sus recuerdos. Ya había pasado más de un año —No, doctor. No sé por qué ha venido, pero
y había perdido la esperanza verlo de nuevo. no es para ayudarme. Parece más bien asustado
No estaba lista para eso y murmuró «¿qué?», de la responsabilidad que puede venírsele
como respuesta. encima.
—El hijo que tuviste, ¿es mío? —repitió él con —¡Ah, Riona! —el anciano médico suspiró—.
frialdad. No puedo creerme eso; es verdad que se
No fue un «me alegro de volver a verte», ni un aprovechó de ti, pero no es un mal hombre.
«cómo estás», sino que fue directo al grano; así Ahora sabe que es el padre de Rory...
era Cameron Adams. —Pero no lo sabe —asentó Riona antes de que
—No, no lo es —le respondió. Fue una el doctor se dejara llevar por el optimismo.
sorpresa que él añadiera: —Pero dijiste...
—¿Estás segura?
—Alguien le contó que tuve un hijo —le
Ella asintió. Se quedaron un momento más explicó Riona—. Él quería saber si era suyo y
mirándose uno al otro, recordando... Entonces le dije que no.
Riona se volvió para alejarse y él le cortó el —¿Qué? —el anciano estaba impresionado.
paso.
—Le dije lo que quería oír, doctor —se
—En ese caso... —sus labios mostraron desdén justificó Riona—. No me desmentirá, ¿verdad?
—... creo que Fergus Ross es el hombre
afortunado. —Sabes que no puedo —como doctor, no
podía traicionar una confidencia, aunque
—Puedes creer lo que quieras —le respondió quisiera—, pero, niña, no escaparás de eso. Él
Riona y lo empujó para pasar. Él la dejó ir y sólo tiene que ver a Rory...
ella apresuró el paso, volviéndose una o dos
veces para comprobar que no la seguía. Él Riona frunció el ceño ante la mención del
permaneció fuera de la tienda, observando su parecido entre el niño y su padre.
retirada. Probablemente pensaba que huía de —Me aseguraré de que no lo haga —apretó la
él, y, tenía razón. mandíbula con determinación mientras vestía
Estaba sin aliento cuando llegó a la casa del al bebé con su ropa de salir y lo colocaba en la
doctor MacNab y tocó el timbre con cierta sillita. El doctor MacNab la detuvo para
urgencia. decirle:
—Ha vuelto, doctor —jadeó cuando él abrió —Vamos, niña, yo te llevo.
—. Acabo de encontrarlo en la tienda y ha oído Ella aceptó el ofrecimiento, porque tenía que
hablar de Rory. Tengo que ir... regresar a su granja y no quería arriesgarse a
—Tranquila, chica —le aconsejó el doctor un encuentro con Cameron Adams.
MacNab y la condujo hacia el interior—. ¿Te Desafortunadamente, el doctor aprovechó el
refieres a Cameron Adams? trayecto para tratar de persuadirla de que le
Ella asintió antes de coger en brazos al niño dijera la verdad al estadounidense. Lo escuchó
que estaba sentado en la alfombra y que le con cortesía y al despedirse, aceptó pensarlo,
correspondió con una hermosa sonrisa aunque sabía que no lo haría. Hacía un año,
desdentada. Cameron Adams había regresado a Boston sin
despedirse ni verla. La dejó embarazada y con
—Cameron sabe lo del niño —el doctor el alma rota. Con el tiempo, su corazón se
MacNab no parecía tan perturbado como ella endureció y ahora centraba su vida en su hijo.
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No necesitaban ayuda del padre. su viaje semanal a Inverness y había cogido el


autobús para ir hasta Achnagair. Caminaba las
Llevó al pequeño Rory hasta la granja y lo
seis millas que faltaban hasta Invergair,
metió en la cuna.
esperando que alguien se ofreciera a llevarla,
Desanimada, Riona miró su maltratada cocina, cuando un coche se detuvo junto a ella. Era
amueblada con una colección de estantes y muy moderno, un elegante BMW negro. La
mesas de la época de su abuela. El apoderado ventanilla se abrió automáticamente y el
había hecho algún trabajo recientemente para conductor se inclinó hacia el asiento del
tratar de erradicar la humedad de las paredes y pasajero para hablar. Ella dio un paso hacia la
calentar la fría piedra de los pisos, puerta, con cautela.
cubriéndolos con linóleo, pero todavía las
—Oye chico, ¿voy bien para Invergair? —le
condiciones no eran las ideales. Ahora
preguntó al conductor, y ella asintió sin decir
comprendía lo poco que tenía que ofrecerle a
nada más—. ¿Sabes si está muy lejos? —
Rory. Ni siquiera poseía una casa cómoda, y
prosiguió él, y Riona le contestó que a seis
apenas podía mantenerse trabajando la granja.
millas, procurando no alzar la voz. Llevaba
Llevaba a Rory con ella cuando pastoreaba el
vaqueros y una chaqueta con capucha; él la
rebaño de ovejas y, a pesar de lo que el médico
había confundido con un muchacho y le
le aseguraba, le preocupaba que el aire frío
pareció sensato mantener la ilusión.
fuera demasiado duro para un bebé de cinco
meses. —¿Es todo recto? —en respuesta ella volvió a
asentir, se alejó del coche y siguió caminando.
No eran solamente dificultades prácticas. Por
El conductor, en lugar de continuar, volvió a
ella, podía soportar las murmuraciones y
detener el coche junto a ella y se bajó,
miradas de reproche, pero ¿qué sucedería
diciéndole:
cuando el niño fuera mayor? La península de
Invergair tenía una sociedad muy cerrada. Un —Si quieres puedo llevarte, chico.
hijo ilegítimo era motivo de habladurías, —Yo... —Riona vaciló entre ahorrarse la
especialmente cuando la identidad del padre caminata o arriesgarse.
era incierta, y con el tiempo, sería Rory quien
lo sufriera. Era el hombre más atractivo que ella había
visto en su vida. Con la mirada recorrió desde
Era evidente que no le sería posible mantener a sus ropas hasta su rostro y se detuvo ahí. Tenía
su hijo perpetuamente escondido de los ojos
espeso pelo negro sobre cejas oscuras, una
curiosos. Sólo esperaba que, con el tiempo, el nariz larga y recta; iba sin afeitar, y parecía
parecido con su padre se desvaneciera lo apuesto y peligroso. Entonces, de pronto, su
suficiente para pasar desapercibido. hermosa boca se torció en una media sonrisa y
Sin embargo, era una esperanza vana. Al sus ojos brillaron con cínica diversión.
acunar a su hijo en los brazos, miró su pelo —¿Quieres referencias? —sugirió ante su
oscuro, sus ojos de color azul intenso y su escrutinio—. Todo lo que ofrezco es llevarte.
hoyuelo en la barbilla. Le habían dicho que Tómalo o déjalo.
todos los bebés nacían con ojos azules, pero
los de su hijo permanecerían así. Lo sabía, —Está bien —Riona abrió la puerta del
porque él era una diminuta réplica de su padre. pasajero y se deslizó en el asiento, apretando
su maletín.
Cameron Adams. Al pensar en su encuentro de
ese día, se estremeció. Su forma directa de ser —Relájate, chico. Los hombres no me
siempre la había desconcertado, y ahora le interesan —dijo, sonriendo. Ella se sonrojó y
parecía brutal. sintió agrado de que su chaqueta y capucha
ocultaran su rostro. Decidió mantenerla puesta,
Los recuerdos de Riona se remontaron hasta el aunque él no pareció notarlo. Arrancó el coche
último verano. Fue una buena temporada, antes de preguntar:
cálida y seca, pero no el día de junio en que se
conocieron. Entonces llovía y ella regresaba de —¿Eres de Invergair?
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—Sí —respondió. La lluvia había cesado, y cuando llegaron a la


cima de la colina tuvieron una vista clara de la
—¿Es muy grande?
casa. Estaba construida con piedras y tejas; no
—No mucho. podía describirse como agradable o pintoresca.
—«Un pueblo de un solo caballo» —masculló Era un edificio simple, con una cocina y un
—. Así los llamamos en los Estados Unidos. salón abajo y dos dormitorios en el ático. La
rodeaba un muro de piedra medio derruido y
—¿Ah, sí? —Riona no parecía interesada en lo un jardín lleno de yerbas. Tenía un aire de
que un estadounidense pudiera pensar de descuido, enfatizado por el hecho de que
Invergair. Su reticencia fue notada. estaba desierta.
—Y dime, ¿son todos sus habitantes tan —¿Dónde están tus padres? —preguntó el
locuaces como tú? estadounidense al detenerse y notar que nadie
—Yo... —buscó una respuesta mientras lo salía a saludarlos.
miraba; entonces él, burlón, levantó una ceja. —No tengo —los padres de Riona habían
Riona comprendió que tenía razón y que se muerto en un accidente cuando ella era tan
estaba comportando de una forma muy joven que apenas podía recordarlos. El abuelo
descortés. que se había hecho cargo de ella, había
Se hizo de nuevo el silencio entre ellos hasta fallecido el año anterior.
que se aproximaron a Invergair; entonces, —Entonces, ¿quién te cuida? —Riona se
Riona preguntó, con voz grave: preguntaba qué edad pensaba él que tenia. Él la
—¿Me podría dejar aquí? Mi granja está un miró fijamente por primera vez y ella devolvió
poco más adelante. la mirada, lo que fue un error. Antes de que
pudiera detenerlo, él le quitó la capucha y
—¿A qué distancia? —preguntó, exclamó, incrédulo:
disminuyendo la velocidad.
—¡Rayos, eres una chica!
—Como a una milla —señaló el camino.
Riona no podía negarlo. Bajo la capucha, su
—Entonces te llevo —y antes de que ella cabello rubio estaba atado en una gruesa y
pudiera protestar, aumentó la velocidad. larga trenza, y aunque no usaba maquillaje, su
—Gracias —murmuró, reacia. No quería piel era suave, y la curva de su boca,
recibir su generosidad, particularmente cuando extremadamente femenina.
se había comportado tan groseramente—. —También hermosa —añadió él sin aliento.
Puede dejarme aquí, por favor —dijo cuando
ya habían viajado una milla, y él volvió a —También tengo veinte años y soy capaz de
disminuir la velocidad, pero al no ver señales cuidarme, gracias —anunció con un poco de
de vivienda preguntó: brusquedad mientras buscaba el seguro de la
puerta para abrirla. Él la agarró del brazo y la
—¿Dónde vives, chico? detuvo.
—En la colina —señaló el camino de tierra que —¿Vives sola aquí? —ella frunció el ceño; no
conducía hacia su granja—. ¡No, no suba! estaba segura de querer responder. Él era un
—¿Por qué no? —ya había dado vuelta en el extraño y no admitiría que estaba sola.
camino. —En realidad no. Está Jo. Él vive conmigo.
—Bueno... —Riona buscaba una razón que no —¿Jo? ¿Tu marido? —Riona no lo contradijo,
fuera su deseo de que no viera su casa—. El pero el rubor en sus mejillas la descubrió—.
camino no está asfaltado. Puede hacerle daño No es tu marido —concluyó él secamente—.
al coche. No importa. ¿Quién se casa en estos días? —si
—¿Sí? Es alquilado —dijo y continuó por el intentaba no abochornarla, ella no tenía por
camino hasta la granja. qué agradecérselo. Riona no necesitaba su
aprobación por vivir con un hombre,
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especialmente cuando no era así. Jo era su Entonces, mientras Riona todavía pensaba en
perro collie—. ¿He dicho algo equivocado? — una respuesta, él saludó con su mano y regresó
continuó él ante su silencio hostil—. Tú al coche. Lo observó bajar por el camino, más
quieres casarte y él no. ¿Es eso? veloz de lo debido, y casi deseó que tuviera un
accidente. No un gran accidente, sólo uno
—¿Qué? —no podía creer tanta osadía.
donde él y su flamante coche cayeran en la
—Bueno, si deseas mi opinión, él necesita que zanja.
le examinen la cabeza... y la vista también —
La presunción de ese individuo la enfurecía
una vez más admiraba la belleza de ella, con
profundamente. Ahora que estaba sola, se le
mirada cálida y aprobadora, pero el halago se
ocurrían muchas cosas ingeniosas que pudo
perdió.
decirle y no dijo, y por un momento, deseó que
Riona, apretando los dientes, replicó: volvieran a encontrarse. Entonces negó la
—De hecho, quizá sea una sorpresa para usted, posibilidad. En un par de días el estadouniden-
señor... se habría conocido Invergair y estaría en
camino hacia el norte rumbo a Gairloch, o de
—Cameron —terminó él. regreso hacia el sur para quedarse en algún
—Señor Cameron, pero... —trató de continuar, hotel elegante. Ningún turista se quedaba
pero él la interrumpió. mucho tiempo en esa zona.
—No, Cameron es mi nombre. Pero se equivocó. Cameron Adams no estaba
de paso. Se quedó un mes entero... lo suficiente
—¡Entonces señor Lo Que Sea! — estalló para cambiar su vida para siempre.
Riona—. El caso es que yo no deseo su
opinión ni ahora ni nunca. De hecho, sería lo La siguiente vez que lo vio fue una noche en el
último que yo querría —declaró con tono ceilidh, en el teatro local. Era un
estridente y liberó su brazo—. ¡Gracias por acontecimiento que se celebraba semanalmente
traerme! —añadió con un gruñido, y salió del en verano; una mezcla de canto, baile y
coche antes de que él pudiera detenerla. El recitación que llevaba a los granjeros de todas
hombre también salió, pero permaneció del la península hacia Invergair.
lado del conductor, mirándola sonriente. La Riona asistió porque, cuando su abuelo
sonrisa sugería que no estaba ofendido y Riona enfermó, ella tomó su lugar en el piano de la
pensó que era una lástima. banda. Los otros miembros eran dos
—¿Oye, alguna vez alguien te ha dicho lo pescadores de la localidad, uno al violín y el
hermosa que estás cuando te enfadas? Porque otro con el acordeón. Su repertorio estaba
si lo han hecho, me temo que te han mentido compuesto exclusivamente por danzas
—declaró, divertido—. Esa boca escocesas.
increíblemente sensual se convierte en una Había terminado el Dashing White Sergeant y
raya y tus ojos... bajó del escenario para tomar un descanso;
—¡Esto es absurdo! —le interrumpió Riona—. entonces vio al estadounidense.
Mire, le agradezco el favor, pero eso no le da —He pasado la última media hora buscándote
derecho a discutir sobre mi vida privada o mi —dijo él sin preámbulo. Riona igualó su forma
aspecto. Así que si no le importa... directa de hablar respondiéndole:
Ella dirigió su mirada hacia el camino y esperó —¿Sí? ¿Por qué?
que aceptara la insinuación; el hombre lo hizo
al fin, concluyendo: Ignoraba su brusquedad, Cameron paseó su
mirada por el rostro de la joven y por el vestido
—Creo que eso significa que no me invitarás que llevaba. Era recto, de algodón blanco, y
un café. dejaba los brazos y hombros desnudos; la
—Muy agudo —musitó ella, y él rió. mantenía fresca en el cálido y atestado salón.
También insinuaba la curva de sus senos, un
—Bueno, no importa, otra vez será. hecho que no había notado hasta que la mirada
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del estadounidense quedó presa en ellos. palabras apresuradas. De hecho, quizá se rió de
ellas. Me han dicho que tiene un fino sentido
Riona se sintió molesta ante el escrutinio de él.
del humor —Riona resopló de forma poco
—Perdone que interrumpa su inspección, pero delicada. «Fino» no era la palabra que ella
tengo cosas que hacer. Buenas noches. hubiera usado.
Sonriendo con sarcasmo, se alejó de él. Volvió —¿Quién le ha dicho eso? —preguntó.
a ser interceptada, pero en esta ocasión por el
—La señora Ross —el doctor nombró a su ama
doctor MacNab.
de llaves—. Su sobrina, Morag, ayuda en la
—Buenas noches, Riona —la saludó—. Veo limpieza de la Casa.
que ya lo conoces.
La Casa era la forma en que se referían a la
—¿A quién? mansión señorial de Invergair, el asiento de la
—Al estadounidense. familia Munro. No era un castillo, pero tenía
una torre o dos y era imponente de tamaño.
—¡Oh, él!
—De todas formas, Morag piensa que él es
—¿No te gusta? —el doctor frunció el ceño. encantador —continuó el doctor MacNab.
—No mucho. Sólo espero que el nuevo —Sí, bueno... —Riona no estaba tan
terrateniente no sea así. impresionada por la opinión de Morag
El médico suspiró. MacKinnon. Una buena chica que perdía la
cabeza con facilidad por cualquier hombre
—Me temo que es él, Riona. atractivo.
A Riona le costó unos segundos asimilarlo. Miró hacia el salón y lo localizó sin dificultad.
Habían esperado meses la llegada del nuevo Era el hombre más alto, y su atractivo rostro se
terrateniente, desde que sir Héctor había inclinaba para charlar con Isobel Fraser, la
muerto a la edad de noventa y cinco años. secretaria de la finca y la coqueta de Invergair.
Supieron que era un estadounidense, un tal A los treinta y tres años, se había divorciado ya
C.H. Adams, de Boston, y eso era todo. dos veces.
Dilucidaron que no estaba demasiado
interesado en su herencia, al no presentarse —A Isobel también parece agradarle —rió el
para reclamarla en persona. doctor MacNab—. Quizá le esté tomando la
medida para que sea su esposo número tres.
—No querrá decir... —empezó Riona,
deseando haber entendido mal. —Pues adelante —respondió Riona, cortante.
—Oh, sí, él es el hombre. El bisnieto de sir Sintiendo que ya había desperdiciado mucho
Héctor. tiempo hablando de ese hombre, Riona se
disculpó y regresó al escenario con el resto de
—¡Oh, Dios! —Riona cerró los ojos, la banda. Continuaron con su repertorio de
desesperada. Se había peleado dos veces con el números para bailar. Era música que Riona
dueño de la casa donde vivía y de la granja que podía tocar hasta dormida, por lo que su mente
trabajaba. vagó de nuevo hacia Cameron Adams.
—¿Qué sucede? —preguntó el doctor. Lo vio bailar con Isobel Fraser. Ambos lo
—En realidad nada —Riona hizo un gesto—. hicieron de forma espléndida. Isobel era de las
He estado a punto de insultarlo. tierras bajas, de Strathclyde, y se consideraba a
sí misma demasiado refinada para acudir al
—¡Cielos! —exclamó el doctor MacNab—.
ceüidh semanal. No era difícil adivinar lo que
Eso no pareces muy normal en ti. Debió de
la había llevado a ése.
decir algo que te molestara.
Más tarde, cuando el baile terminó y Riona fue
—Qué más da. Él es el terrateniente y yo sólo
a buscar al doctor MacNab para que la llevara
soy una pequeña arrendataria... bueno, lo era.
a casa, se encontró con que el médico estaba
—Vamos, Riona, no va a echarte por algunas
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sentado con Cameron Adams en una esquina orden, no sugerencia.


apartada del salón. Se detuvo e iba a retroceder —¿Por qué? ¿Voy a necesitarlo? Riona no
cuando el anciano la descubrió. estaba muy dispuesta a obedecer, así que
—¡Ah, Riona! —la llamó, y ella, reacia, se Cameron se inclinó sobre ella para abrocharle
acercó—. Iba a ir a buscarte. ¿Quieres que te el cinturón. Al hacerlo, el dorso de su mano
lleve? rozó su seno. La chica sintió pánico ante el
contacto que él pareció no notar, ya que volvió
—Si no es mucho problema, doctor —
a agarrar tranquilamente el volante y arrancó el
contestó, molesta por la presencia del otro. No
coche.
tenía que mirarlo a los ojos para saber que la
observaba, pero de todas formas lo hizo y de Ella ardía de ira en silencio. Nunca había
inmediato lo lamentó. conocido a nadie tan arrogante. ¿Quién se creía
que era? Se hizo la pregunta y la respondió de
—Yo la llevo —dijo él, en un tono que no
inmediato. Él era el terrateniente. ¿Por qué
admitía rechazo. El corazón de Riona se
discutía con él? ¿Quería ser arrojada de su
paralizó. Prefería caminar descalza los seis
granja después de trabajar tan duramente para
kilómetros de distancia, pero fue el doctor
mantenerla durante los dos últimos años?
MacNab quien respondió con calidez.
Había vivido ahí casi toda su vida. Sus padres,
—Qué amable de tu parte, Cameron —Riona que eran maestros de música, murieron en un
permaneció en silencio. accidente automovilístico cuando ella tenía dos
—Me queda de camino —Cameron Adams años y sus abuelos la llevaron a vivir con ellos.
rechazó que hubiera bondad en su ofrecimiento Tenía diez años cuando su abuela murió y
y se dirigió a Riona—. ¿Ya estás lista? entonces quedaron sólo ella y su abuelo. Más
tarde, tuvo la oportunidad de obtener un
¿Qué podía decir? Recordó la primera vez que trabajo en el conservatorio de Edimburgo, pero
la llevó y no sintió deseos de repetir la eligió quedarse con él, que ya tenía más de
experiencia, pero era el nuevo terrateniente, setenta años y estaba cada vez más débil. Ella
mientras que ella era uno de sus arrendatarios. lo cuidó hasta su muerte. Fue una etapa muy
—Es muy amable —repitió ella—, pero no le penosa, en la que el anciano sufrió varios
pílla tan de camino. Si va al oeste desde el infartos; pese a ello, su muerte no supuso una
pueblo, le queda la Casa a más de siete liberación para Riona. Habían pasado seis
kilómetros. Tendría que hacer un círculo para meses y todavía lo echaba mucho de menos.
pasar por mi granja, lo que le desviaría mucho. —¿Y dónde está Jo esta noche? —preguntó
—Sí, lo sé —fue su única respuesta mientras la Cameron, haciéndola volver al presente.
cogía del brazo. Se despidió del médico y —¿Jo?
empezó a conducirla hacia la puerta.
—Ya sabes... tu novio. ¿Es que no le gusta
El salón estaba todavía ocupado con gente que bailar?
se despedía y Riona sintió que todos miraban
en su dirección. Al día siguiente se sabría en —Pues... no.
todo el pueblo que Riona MacLeod había —Debe de ser difícil, con cuatro patas —
salido del ceilidh con el nuevo terrateniente. repuso él, y pasaron unos segundos antes de
Ya podía imaginar las murmuraciones a que que Riona comprendiera que sabía la verdad.
eso daría lugar.
—¿Quién se lo ha contado?
Cameron abrió la puerta del coche y Riona
—El doctor MacNab... después de cierta
entró en él. Rápidamente, él rodeó el vehículo
confusión, ciertamente divertida, comprendí
para subir por el otro lado y encendió el motor.
que a Jo le gustaba más corretear detrás de los
Entonces, antes de proseguir, se volvió para
borregos que bailar.
decirle:
—Supongo que debo disculparme —dijo
—Ponte el cinturón de seguridad —era una
Riona, recordando con quién estaba hablando.
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—No, si eso puede matarme —dijo ante su desafío a hacer algún comentario.
expresión forzada—. Con una explicación sería —Si quieres preparar una taza de café para
suficiente, como por ejemplo ¿por qué me ambos, te prometo que no lo tomaré como una
dejaste creer que vivías con un hombre? invitación.
—¡No lo hice! —protestó Riona con rapidez, —Solamente tengo té —dijo sin cortesía.
olvidando quién era él—. Me preguntó si yo
vivía sola y mencioné a Jo, y su imaginación —Será suficiente —respondió él,
hizo el resto. encogiéndose de hombros. Sin poder hacer otra
cosa, Riona se dirigió a la cocina, donde el
—Pudiste haberlo aclarado —señaló. perro que había pertenecido a su abuelo la
—¡Oh, sí! Habría sido muy inteligente decirle saludó moviendo la cola antes de alertarse ante
a un completo extraño que yo vivía sola en esa la presencia de un extraño.
granja aislada del mundo —replicó, molesta, y —Supongo que es Jo —dijo Cameron,
añadió—: Me puede dejar aquí. inclinándose para que el animal le oliera la
—Puedo, pero no voy a hacerlo —fue su mano.
respuesta mientras subía la colina y conducía —Sí, pero no le gustan los extraños —
hasta la puerta de la granja. En cuanto el coche respondió cuando el perro regresó al rincón.
se detuvo, Riona salió.
—De tal amo, tal perro —masculló el
—Gracias por traerme —dijo, pero él también americano. Riona se negó a justificarse.
salió y rodeó el coche.
—Jo es el perro de mi abuelo —aclaró con
—Tienes razón al decir que es un lugar muy frialdad.
solitario. Te acompañaré para comprobar que
no hay intrusos. —Tu abuelo —repitió—. Sí, el doctor MacNab
dijo que murió recientemente.
—No hay necesidad —quería que se fuera,
porque la ponía más nerviosa que cualquier Ocupada con la preparación del té, Riona
intruso. Él lo percibió, ya que dijo: asintió esperando desanimarlo, pero Cameron
parecía inaccesible al desaliento.
—Relájate, que no es un plan para seducirte.
Aunque supusieras que me gustan las mujeres —Debe de ser difícil atender este lugar tú sola
difíciles, que no es así, eres demasiado joven —continuó.
para mí. —Me las arreglo. No me retrasaré en el pago
—O quizá tú seas demasiado viejo para mí — del alquiler, señor Adams, si eso es lo que lo
dijo, intentando ofenderlo, sin éxito. Él se preocupa.
limitó a sonreír. —Cameron —insistió—, y no, no me preocupo
—Quita eso de «difíciles», y conviértelo en por tu renta. Según las cuentas que he visto,
«completamente imposibles» —la agarró por dudo que valga la pena preocuparse —añadió
el brazo y la condujo hacia la puerta de la casa. sonriendo. Pero Riona no sonrió. ¿Qué querría
decir? ¿Consideraría muy bajo el alquiler? Ella
Él respiraba sobre su cuello mientras ella abría apenas podía pagarlo.
el cerrojo, y no le dio la oportunidad de cerrar
la puerta ante él. Resignada lo guió a través del Su rostro reveló sus pensamientos y Cameron
pasillo hacia el salón, encendiendo las luces al Adams dijo:
pasar. —Relájate, chica. Lo que pagas por este lugar
Se volvió y vio que él revisaba el cuarto con es demasiado.
incredulidad en el rostro. Riona lo comprendió. Lanzó una mirada desdeñosa hacia la cocina.
La pobreza se reflejaba en los muebles Riona vaciló entre sentirse aliviada por saber
desgastados y las alfombras, en el estado que el alquiler no aumentaría o furiosa ante el
general de descuido, pero ella no se sentía insulto a su hogar. Incapaz de discutir, se
avergonzada por ello. Levantó la cabeza y lo limitó a preguntarle cómo le gustaba el té,
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antes de ponerlo sin ceremonias ante él, sobre ¿Echarte a la calle? —expuesto de esa forma
el aparador. No lo invitó a sentarse y tampoco sonaba absurdo, y Riona se defendió.
ella lo hizo, sino que se quedó de pie apoyada —No lo sé. Tu tío abuelo no era muy sutil con
contra la pila, tan lejos de él como le fue la gente que no estaba de acuerdo con él.
posible. Como era una cocina pequeña, se
sentía abrumada por su presencia. —Eso me han dicho. Pero entre sir Héctor y yo
hay algunas diferencias... no sé si te habrás
—¿Te ayuda tu novio? —preguntó él de dado cuenta.
pronto.
Mientras hablaba, Cameron se acercó
—¿Quién dice que tengo novio? —No es un lentamente a ella. Riona se dijo que no debía
secreto, ¿verdad? Él está en la Marina, ¿no? — asustarse, que todo aquello era un simple
continuó Cameron, y entonces Riona compren- juego. El problema era que ella no conocía las
dió a quién se refería: a Fergus Ross; pero, reglas. De pronto él se detuvo y ella, sin mucha
¿quién se lo habría dicho? originalidad, comentó:
—Yo... —su forma directa de hablar era —Ya es tarde, creo que debes irte ahora.
increíble—. ¿Por qué quieres saberlo? —de
repente lo tuteó y él se encogió de hombros. —Probablemente —la sorprendió al aceptar,
pero no hizo ningún movimiento; en cambio,
—Creo que, después de todo, estoy interesado.
extendió una mano y le tocó el pelo—. Es un
—¿En qué? hermoso color. ¿Es natural o teñido?
—En ti —respondió sinceramente. Tenía que —Yo... —Riona jadeó ante el descaro de la
estar bromeando, decidió Riona mirándolo con pregunta.
rabia, mientras él le ofrecía una radiante —Yo diría que es natural —se contestó a sí
sonrisa a cambio. Sólo trataba de mismo antes de bajar la mano del pelo hasta el
desconcertarla. hombro, acariciando la piel que el vestido de
—Es algo que a mí mismo me sorprende — verano dejaba al descubierto.
continuó él—. Quiero decir, que tú no eres en —Yo creo que no deberías...
realidad mi tipo, y no quiero decir con eso que
no seas hermosa. Lo eres y mucho —hizo una —Yo creo que sí —extendió los dedos en la
pausa para mirarla y Riona deseó haber base del cuello y sintió el pulso de ella latir
conservado el abrigo. rápidamente. Frunció el ceño—. No me tienes
miedo, ¿verdad?
—¿Esperas que me sienta halagada?
—¡No, por supuesto que no! —exclamó Riona,
—En absoluto. Me figuro que los hombres demasiado orgullosa para admitirlo. Eso hizo
habrán tenido que hacer cola desde hace varios que Cameron sonriera al sugerir:
años para decirte lo hermosa que eres...
Supongo que toda esa práctica te ha ayudado a —Entonces debe de ser amor.
perfeccionar esa forma de ser tan insultante. —¡No seas absurdo! —ahora Riona estaba más
—¡Tú... esto no es justo! —protestó. molesta que asustada.
—¿Justo? —repitió. —Está bien, digamos atracción, si lo prefieres
—sonriendo, agarró su mano y la apretó contra
—Puedes entrar en mi casa y decir lo que su pecho—. Sea lo que sea, mi corazón late tan
quieras —continuó Riona—, y yo tengo que fuerte como un tambor. Siéntelo.
quedarme aquí y aguantando porque tú eres el
terrateniente y yo no. Por un momento, Riona no pudo hacer nada.
Sintió su pulso como él decía y sus propios
—¿Qué? —era obvio que no se había puesto a latidos aumentaron. Retiró su mano sólo para
pensarlo desde esa perspectiva y cuando lo que él la tomara por la cintura.
hizo, rió con fuerza—. ¡Qué feudal! Piensas
que no puedes discutir porque soy tu Su mirada voló hacia sus ojos, suplicante, llena
arrendador. ¿Qué imaginas que voy a hacer? de pánico. Él la miró a su vez y ya no sonreía.
Alison Fraser Página 11 EL ÚLTIMO VERANO

El deseo velaba sus facciones y ella movió la despedida, a la que siguió una advertencia—:
cabeza, aunque él no lo notó. Cierra bien tus puertas, chica —y se dirigió al
coche. Riona se quedó en el umbral
El primer beso. La boca de él bajó hasta la de
observándolo mientras retrocedía por el
ella, despacio. Pudo escapar, pero no lo
camino bajando la colina. Debía sentir alivio
intentó. Ya tenía los labios sobre los de la
de que se fuera, contenta de que él se engañara.
chica, al principio como una caricia tierna, tan
ligera que apenas la sentía. Ella se traicionó y Y realmente sentía alivio, porque sabía que ella
abrió los suyos para él; abrió su corazón, su no podría manejar a ese hombre. Era
vida. completamente diferente a los demás.
Diferente a Fergus Ross y los otros jóvenes de
Él gimió en respuesta, antes de que su boca la
Invergair. Diferente a cualquiera que hubiera
cubriera, saboreando su dulzura; el deseo se
conocido.
tornó en una pasión que exigía más, todo. Ella
gimió, asustada, excitada. Él la atrajo, la Hacía que sus sentimientos giraran y el alivio
aproximó más hasta que ya no fue suficiente y no era nada comparado con la ansiedad de que
sus manos se deslizaron hasta la cadera de ella, tocara sus labios. Le provocaba sensaciones
levantando su cuerpo hasta el suyo, forzándola peligrosas, que tenía que dominar para evitarse
a reconocer la necesidad que tenía de ella. un dolor aún más grande que el sufrido a
manos de Fergus Ross.
—¡No! ¡No! —se retorció entre sus brazos y lo
empujó en un súbito rechazo. Pasó un segundo Se forzó a recordar ese primer y último
antes de que él comprendiera, luego una desastroso intento de amor. Lo llamaba amor,
expresión de ira y frustración cruzó su por supuesto, aunque había sido una
atractivo rostro y ella ya no tuvo que luchar. La decepción. Quizá se había imaginado
dejó ir—. Lo siento —se disculpó Riona, enamorada de Fergus porque se sentía sola y
aunque no sabía por qué—. No puedo... yo asustada. En cuanto a él, había fingido amor
no... —movió la cabeza y sus balbuceos fueron hasta que se fueron juntos a la cama; después,
interpretados por él, de forma equivocada. Su mostró un desinterés absoluto.
expresión sombría se atenuó para expresar Dejó escapar un enorme suspiro de alivio
asombro. cuando Fergus tuvo que regresar a su barco al
—Lo siento, yo no me había dado cuenta... — día siguiente e hizo lo posible para olvidar todo
al observarla vio pánico en sus ojos—. Yo el doloroso episodio. Se las arregló muy bien,
supuse... muy pocas chicas lo son en estos días. lo que en realidad probaba lo poco que le
importaba él. Todo eso dejó una huella en ella
«¿Son qué?» Riona pudo preguntarle, pero lo
que la hacía desconfiar de los sentimientos
entendió muy bien.
propios o ajenos.
—Debí saberlo. Está escrito en todo tu cuerpo;
Aunque su corazón todavía latía
simplemente, no quise verlo.
apresuradamente, Riona se negaba a pensar
—Yo no soy... —intentó explicarle Riona, que se tratara de amor. La verdad era más
avergonzada. Él no le dio oportunidad. básica.
—No tienes que decir nada. Sólo acompáñame Cameron Adams la había deseado. Ella lo
a la puerta —sugirió con una sonrisa burlona. había deseado. Así de simple; así de peligroso,
Se portó de forma tan agradable, tan razonable, y no había duda de lo que ella debía hacer.
que Riona se sintió peor. Abrió la boca, pero Poner todos los medios a su alcance para
no salieron palabras. Era más fácil hacer lo que evitarlo.
él había sugerido y lo escoltó hasta la salida—.
Sólo una tonta haría lo contrario.
Bueno, fue divertido mientras duró —fue su

CAPÍTULO 2
Alison Fraser Página 12 EL ÚLTIMO VERANO

Invergair cubría un territorio extenso, y en Adams, sin embargo, no necesitaba que lo


teoría debía ser fácil evitar a Cameron Adams, alentaran. Al llegar a la granja, se volvió para
pero las cosas no funcionaron así. decirle—: Comprendo que anoche fui un poco
brusco, pero no volverá a suceder. Así que
Al día siguiente, Riona fue al pueblo a comprar
puedes relajarte, ¿de acuerdo?
en bicicleta. A la vuelta, se le salió la cadena.
Vació la cesta y dio la vuelta a la bicicleta para —Sí, de acuerdo —repitió Riona, reacia.
arreglarla. Entonces apareció el BMW. Ella lo —¿Amigos? —le ofreció su mano.
vio primero y mantuvo baja la cabeza, pero él
se detuvo y gritó: —Amigos —aceptó ella, y sufrió un fuerte
apretón—. Con una condición.
—¿Necesita ayuda?
—¡Dímela! —sonreía.
—No, gracias. Yo puedo hacerlo —respondió
sin volverse. —Deja de llamarme «niña» —dijo con
seriedad, y la sonrisa de él se amplió.
—¿Riona? —no la había reconocido vestida
con vaqueros, una camisa y el pelo recogido —De acuerdo... cariño.
bajo una gorra de béisbol. Se sintió obligado a —¡No, por favor! «Cariño» es todavía peor —
aparcar el coche y cruzar el camino para exclamó Riona, disgustada.
ayudarla.
—Está bien ¿cómo debo llamarte? ¿Señorita
—En realidad puedo hacerlo sola —insistió, MacLeod? —sugirió.
pero él la ignoró. Se acuclilló junto a la
bicicleta, levantó la grasienta cadena y le llevó —Exactamente —contestó Riona con aspereza
un minuto hacer lo que ella llevaba cinco y salió del coche. Él la siguió para sacar su
intentando. bicicleta del maletero.
—No quedará fija porque necesita tensarse. —Ya nos veremos, señorita MacLeod.
Me sorprende que no te haya sucedido antes — «No si yo te veo primero», pensó Riona, pero
dijo, y Riona reconoció para sí que ya le había no lo dijo.
sucedido cuatro veces, pero decidió no
comentarlo porque ya la consideraba bastante Estaba firmemente decidida a mantenerse fuera
incompetente—. Te llevaré a tu casa —añadió, de su camino, pero cada día le resultaba más
y antes de que ella protestara, cogió la bicicleta difícil. A la mañana siguiente, cuando tocaba
y la llevó al coche. Riona lo alcanzó. el órgano de la iglesia, ahí estaba él sentado en
el banco de su tío abuelo Héctor, justo enfrente
—No creo que la bicicleta quepa —protestó, y de ella. Cada vez que cometía el error de
deseó no haberlo dicho al ver que Cameron la levantar la vista del instrumento, él hacía una
metía sin dificultad en el maletero. pausa en su canto y le sonreía. Se dio cuenta de
—¿Quieres entrar? —sugirió él, después de que se reía de ella, disfrutaba de su
recoger su compra y meterla también en el incomodidad, consciente de que no sabía cómo
maletero. enfrentarse a él.
No, Riona no quería entrar, pero tampoco Cuando la misa terminó y parecía que él iba a
quería montar una escena, así que, reacia, se aproximarse, ella se deslizó por la puerta
subió al coche y en silencio, observó sus trasera de la iglesia y cruzó el prado hasta la
maniobras para dar la vuelta y conducirla a la casa del doctor. Desde la muerte de su abuelo,
granja. el doctor MacNab había insistido en que se
uniera a él en la comida dominical.
—¿Estás molesta conmigo, niña?
El asado lo había preparado su ama de llaves,
—¡Por supuesto que no! la señora Ross, una dama viuda que a veces los
—Entonces, ¿por qué no te animas un poco? acompañaba.
—continuó, divertido, y obtuvo un —Hoy habrá tres para comer —informó el
desalentador gruñido de Riona. Cameron doctor MacNab cuando ella se quitó el abrigo y
Alison Fraser Página 13 EL ÚLTIMO VERANO

él la escoltó por el pasillo. Riona sonrió al ama —En la construcción —respondió Cameron
de llaves cuando apareció en la puerta del Adams.
comedor. —¿Eres constructor? —se atrevió a sugerir
—¿Se queda, señora Ross? Riona.
—Ah, no, niña. La compañía será demasiado —Podría llamarse así —respondió sin dar
para alguien como yo —respondió la mujer—. mayor información.
Ya se lo he dicho al doctor y me voy ahora. —¿Qué construyes? —insistió, y él se encogió
—¿Demasiado? —Riona sintió un de hombros.
estremecimiento en la boca del estómago y fue —Centros comerciales en su mayoría.
el anciano quien respondió:
—Ya —replicó Riona, intentando disimular el
—Eso dice la señora Ross —y al sonar el hecho de que no había visto un centro
timbre añadió—: Debe de ser él. comercial en toda su vida.
¿Él? Riona no necesitó preguntar, porque ya —Veo que no la he impresionado —remarcó
había adivinado. Incluso antes de oír al doctor Cameron Adams al doctor.
decir: «Adelante, Cameron» y ver la alta figura
del estadounidense en el umbral. Él se —Al contrario —el anciano trató de suplir su
sorprendió al verla también. Era claro que el falta de respuesta—. Estoy seguro de que es un
anfitrión no le había advertido. trabajo muy interesante.
—Ya conoces a Riona —dijo el doctor —Me temo que no, doctor —rió el
MacNab. estadounidense—. Cuando se ha construido un
centro comercial, se han construido todos.
—La señorita MacLeod —corrigió Cameron, Quizá sea el momento de cambiar.
inclinando la cabeza a modo de saludo.
—¿Quieres decir mudarte a Invergair? —
—Señor Adams —replicó Riona, y el doctor preguntó Riona, alarmada.
levantó una ceja ante tal formalidad, pero no
dijo nada y los condujo al comedor. —Vaya, no parece agradarte semejante
posibilidad. Empiezo a sospechar que los
Aunque ella había comido ahí muchas veces, nativos no me aceptan y existe la opinión de
se sintió desplazada, mientras el doctor que aumentaré los alquileres y luego echaré a
MacNab y Cameron Adams charlaban tanto de quienes no puedan pagar. Piensan que por ser
asuntos locales, como mundiales. Varias veces estadounidense voy tras el dinero rápido y
el médico intentó meterla en la conversación, nada más.
pero ella se sentía completamente inhibida por
la presencia del otro. Sin embargo, escuchaba, Riona no pudo evitar sonrojarse, porque era
y se enteró de que el individuo no intentaba exactamente lo que pensaban. Que su interés
vender la finca como todos habían supuesto. en la herencia era monetario.
—Al principio, tendré que emplear un gerente —Estoy seguro de que no es nada personal —
para que la administre —informó—. Aparte de le aseguró el doctor MacNab—. Están
no tener experiencia, tengo compromisos en preocupados por su futuro. No han pasado cien
América. años desde el momento en que los campesinos
fueron expulsados para obtener espacio para
—¿Así que regresarás a casa pronto? — los rebaños de ovejas.
preguntó Riona.
—Ya lo sé, pero seguramente, la gente no
—¿Es eso un deseo? —sugirió él con sequedad piensa que eso volverá a suceder. En estos
—. No hasta dentro de unas semanas. Me las días, existen leyes que lo impiden.
he arreglado para tener un mes de vacaciones.
—Posiblemente —aceptó el doctor—, sólo que
—¿Puedo preguntarle en qué trabajas? — no hablamos de ley o lógica, sino de
intercaló el doctor. desconfianza enraizada durante generaciones.
Alison Fraser Página 14 EL ÚLTIMO VERANO

Y, con tantos terratenientes ausentes, las ningún lado. Mi único problema es abordarlas
actitudes cambian con mucha lentitud. —el doctor MacNab asintió.
—Ya —musitó Cameron, pensativo—. Y es —Temo que así será. Las mujeres de Invergair
una lástima, porque estoy realmente interesado son buenas trabajadoras, pero son lentas para
en esta zona. Creo que tiene grandes aceptar nuevas ideas, especialmente...
posibilidades. Por ejemplo, existen las —...viniendo de alguien que ha estado aquí
industrias de hilados y artesanías. Con un poco sólo cinco minutos —concluyó Cameron
de organización, podrían convertirse en minas Adams, y los dos rieron. Riona sintió que debía
de oro. defender a sus amigas y vecinas.
—¿Cómo? —preguntó Riona, recelosa. Ella no —No se las puede culpar. Algunas de ellas
hilaba, pero conocía a muchas mujeres que dependen enteramente del tejido para vivir.
subsistían con esa labor. No les gustaría que
hubiera cambios radicales. —¿De verdad? —el estadounidense estaba
obviamente sorprendido—. En ese caso, hay
—Bueno, según he entendido —respondió más razones para intentar mejorar su situación.
Cameron—, un buen número de mujeres hacen Quizá tú pudieras ayudar.
trabajos en sus hogares para una fábrica de
tejidos en Glasgow. Ellos, a su vez, exportan —¿Yo? —repitió Riona con sorpresa.
las prendas hechas a mano a tiendas que las —Sí, podrías dar una vuelta por el área
ponen a la venta a precios exorbitantes. Me conmigo y presentarme a las tejedoras,
parece que sería posible eliminar uno o dos ayudarme a venderles la idea.
puntos del proceso y disfrutar de mayores
ganancias. —Lo siento —negó—, pero no es posible. No
puedo quitarle tiempo a la granja.
Parecía demasiado sencillo, y Riona se sentía
escéptica. —No hay problema —la rechazó—. Yo haré
que uno de los obreros de la casa te reemplace;
—¿Quieres decir, con etiqueta propia, como quizás haga algunas reparaciones mientras esté
«Tejidos Invergair»? —preguntó el médico. ahí.
—Ésa es la idea —sonrió Cameron—. —Si, bueno... —Riona buscaba otra excusa,
Podríamos buscar un buen diseñador de sin encontrarla. El doctor MacNab intervino:
Londres para hacer los patrones y ya sólo
quedaría hacerse con un mercado. ¿Qué —Creo que Riona vacila porque ella misma no
piensas? —le preguntó a Riona y la está completamente convencida con la idea.
desconcertó. ¿Es eso, niña? —Eso es, sí —sintió
agradecimiento por la sugerencia del doctor.
—No... no sé mucho sobre ese tema —admitió. Suspiró de alivio cuando Cameron Adams dijo:
—Tampoco yo. Lo importante es organizar a la —Es justo. Lo comprendo, pero yo diría que
gente que lo sabe y hacer que trabajen para ti. ésa es una razón aún más fuerte para venir
—Temo que tampoco sé nada sobre negocios conmigo. Porque imagino que si te interesas de
—confesó ella. corazón por ellas —continuó secamente no
vacilarás en interferir para mostrar tu
—También para mí es territorio extraño y desacuerdo.
tengo que admitir que me parece una aventura
excitante. ¿Por dónde empezarías tú? — —Yo... —Riona frunció el ceño, desesperada
preguntó el doctor. al no encontrar una excusa válida—. ¿Y no
podría Isobel Fraser acompañarte? Ella sería
—Bueno, un primer paso sería contratar a un mejor. Conoce más a las tejedoras y tiene más
consultor para ver la viabilidad del proyecto — idea de lo que son los negocios.
explicó el americano—. Sin embargo, antes de
eso, tengo que hablar con las tejedoras, porque —Posiblemente —concedió Cameron—, pero
si la idea no les parece bien, no iremos a Isobel no estaría en desacuerdo conmigo. Es
una chica demasiado dulce para eso —añadió
Alison Fraser Página 15 EL ÚLTIMO VERANO

con una sonrisa torcida. ¡Dulce! ¿Isobel Fraser Dicho eso, se cruzó de brazos y miró por la
dulce? Riona estuvo a punto de explotar ante ventanilla del Land Rover. Estaba segura de
semejante descripción. ¿Cómo podía estar tan que podía aguantar más que él.
equivocado? ¡Qué fácil había sido engañarlo! Él tomó el camino hacia el pueblo y aparcó
Afortunadamente, el doctor MacNab cambió delante de la tienda, donde la señora Ross y
de tema, preguntándole a Cameron acerca de Jean MacPherson charlaban.
sus planes sobre la cría de salmón.
—¿Hacia dónde... —revisó una lista—... para
Cameron explicó que visitaría unos viveros ir a la casa de la señora Annie Fackerson?
para juzgar si podía implantar algo similar en
Loch Gair. Confesó su ignorancia en cuanto a —¿Quién te ha dado esa lista?
pesca y el doctor, un entusiasta pescador de —Isobel, ¿por qué?
caña, lo tomó como invitación para exponer
sus conocimientos y sus consejos. Riona estaba —Por nada.
callada, porque había decidido no intervenir y —Vamos —la apuró al ver su expresión—.
esperaba que la idea de que lo ayudara hubiera ¿Qué sucede? Annie es una de las tejedoras,
sido abandonada. Supuso que sí cuando al ¿verdad?
terminar de comer, ella se excusó y se marchó,
expresando su deseo de volver a pie hasta su —Lo era —concedió Riona.
granja. La caminata a paso rápido le sirvió para —Pero ya no lo es —adivinó.
disipar las tensiones de la comida.
—Puedes decirlo así. La vieja Annie
Cameron llegó a la mañana siguiente Fackerson murió hace un mes. Parece que
acompañado de Rob MacKay, uno de los Isobel no se ha enterado, a menos que se
granjeros de la Casa. No sería verdad decir que refiera a la joven Annie.
la pusieron en un dilema, porque eso implicaba
—Eso debe de ser —leyó la dirección—.
elegir, y a ella no le dieron oportunidad.
Braeside, Ardgair.
Apenas tuvo tiempo de decirle a Rob lo que
necesitaba reparación antes de que Cameron la —Sí, ésa es la dirección de la joven Annie,
llevara apresuradamente hacia el Land Rover. pero no creo que sepa tejer, aunque podría
Él la instaló en el asiento del pasajero y luego estar equivocada —Riona fingió considerar esa
bajó la puerta trasera para que lo pudiera posibilidad—. No, lo dudo. A los cinco años se
brincar dentro. es muy joven...
Cuando al fin tuvo la oportunidad de protestar, —¿La joven Annie tiene cinco años? —
estaban en la carretera. concluyó, exasperado.
—¿Se te ha ocurrido pensar que yo no quiero —Acabo de decirlo.
hacerlo? —le preguntó con el tono más frío Él tachó el nombre de Annie Fackerson.
que pudo, sólo para obtener a cambio una
sonrisa. —Seguimos con Jean MacPherson. Primero,
¿está viva o muerta?
—Claro. ¿Por qué crees que he venido tan
temprano? —Viva —confirmó Riona. La veía charlar con
la señora Ross.
—¿De qué sirve eso? Si decido no cooperar...
—Bien. ¿Sabe tejer? —preguntó en tono seco,
—Lo harás... —continuaba riendo—, porque si y ella asintió.
no, pasaré el día conduciendo en círculos,
porque no sé dónde viven esas señoras —creía —Pero...
tenerla atrapada, pero Riona, sin darle —Sabía que habría un pero... —la interrumpió
importancia, respondió: —. No me lo digas. ¿Se ha roto un brazo?
—¿Y qué? Rob está haciendo mi trabajo del ¿Navega por el Atlántico? ¿Ha emigrado a
día. Nueva Guinea?
—No, sólo está fuera de momento —le
Alison Fraser Página 16 EL ÚLTIMO VERANO

informó Riona. Por la tarde, cuando ya habían visitado seis


casas, Riona pensó que era suficiente. Ellas
—¿Fuera? —repitió.
pasarían sus ideas al resto, y así se lo dijo
—No está en casa —exageró la lentitud y él cuando regresaron a su propia granja.
apretó los labios.
—Posiblemente —concedió—, pero habiendo
—¿Cómo lo sabes? —preguntó él, sugiriendo visitado a unas pocas, me siento obligado a
que mentía. visitarlas a todas. De otra forma, ofenderé a las
—Quizá soy adivina —Riona se traicionó al demás —concluyó, y Riona reconoció que
mirar a las mujeres. tenía razón.

—Está bien ¿cuál de las dos es ella? —le —Bueno, yo no puedo ayudar. Tengo mucho
exigió. que hacer en la granja.

—La del vestido azul. —No hay problema, de nuevo te dejaré a Rob
—respondió—. Puedes darle una lista de lo
—Podemos hablarle ahora o puedes llevarme que tiene que hacer, y si le sobra tiempo, puede
con la siguiente... realizar algunas reparaciones.
—Yo... —Riona vaciló. No le agradaba tratar —No, gracias —rechazó, descortés—. Puedo
el tema con Jean MacPherson en mitad de la hacerlas yo misma.
calle principal de Invergair y anunciar
públicamente su asociación con el —¿Puedes? —preguntó, mirando su patio. Los
estadounidense. Tampoco se rendiría. Tuvo cobertizos estaban derruidos, la puerta colgaba
que decidir cuando él quiso salir del coche y de una bisagra.
ella lo detuvo. —Hago lo que puedo —balbuceó Riona, y
—Mejor la visitamos en su casa —y revisó la trató de bajar del Land Rover, pero él la retuvo
lista, buscando la persona más fácil de por el brazo.
convencer, y añadió—: Podemos ir con Betty —Oye, yo no he dicho lo contrario, sólo que es
MacLean ahora. Está a sólo tres kilómetros del demasiado para ti.
pueblo.
Se mostró compasivo, aunque Riona estaba
—Bien —asintió, y siguió la dirección que ella muy dolida para notarlo.
señalaba.
—Puedo hacerlo —insistió—, así que si
Una sonrisa reapareció en su rostro, y no era piensas reclamar mi granja por esa causa,
sorprendente, porque él había ganado. puedes olvidarte de ello.
Mantuvo ese gesto cuando lo presentó a Betty.
—¿Qué? —era obvio que le había sorprendido
Se sentaron en silencio y finalmente Cameron
su respuesta. De hecho, el mejor de los actores
se las arregló para que la mujer le diese su
no habría podido fingir su sorpresa.
conformidad.
Riona supo entonces que había sido injusta e
La situación se repitió en las casas siguientes.
irrazonable, pero no se pudo detener. No sabía
Riona no podía creerlo. Pensó que su
comportarse cuando él estaba cerca. Lo miró
insolencia desagradaría a las mujeres, que
con una mezcla de ruego y acusación antes de
desconfiarían de sus grandes planes y se
liberar su brazo y salir del coche. Jo saltó
sentirían ofendidas por su aguda y abrumadora
detrás de ella.
confianza.
Cameron alcanzó a Riona en la casa y la volvió
Pero al contrario, se sintieron atraídas por su
para obligarla a mirarlo.
entusiasmo y encanto. El que las invitara a
contribuir con las ideas que tuvieran fue —¿Qué te sucede? ¿De verdad crees que voy a
definitivo en su éxito. Fue Riona la que echarte? —indagó.
terminó tratando de aconsejar cierta precaución Se miraron uno al otro durante un interminable
y aunque Cameron Adams se lo permitió, las momento y Riona quiso retirar todo lo que
mujeres no quisieron hacerle caso.
Alison Fraser Página 17 EL ÚLTIMO VERANO

había dicho, pero las palabras no llegaron y él mirar hacia atrás. Las lágrimas surgieron en
finalmente la soltó y se dio la vuelta. sus ojos y las limpió. Ella había causado la
discusión. Había querido que la dejara sola, así
Ella lo observó regresar al Land Rover, cerrar
que ¿por qué lloraba?
dando un portazo y conducir sin volverse a

CAPITULO 3

Y por qué sintió felicidad cuando lo vio rea- preparado un discurso de gratitud y disculpa,
parecer en el Land Rover por la colina al día pero se convirtió en un confuso lío en el
siguiente? No era lógico, pero no se detuvo a momento en que se acercó a él.
analizar sus emociones antes de bajar y salir a Al principio él no la sintió. Trabajaba, desnudo
saludarlo. Se detuvo cuando vio que Rob hasta la cintura, bajo el brillante sol de junio.
MacKay estaba con él y la saludaba. Cameron
virtualmente la ignoró. Ambos fueron a la Cuando se dio cuenta de su presencia,
parte trasera del camión para sacar madera, Cameron se enderezó y se dio la vuelta; ella se
alambre y una colección de herramientas. Pa- sonrojó como si fuera culpable de algo. Él
recía que iban a hacer reparaciones sin pedir su señaló el sobre.
autorización. —¿Ya lo has firmado?
Cuando terminaron de descargar, Rob empezó —Yo... no, está bien —balbuceó—. No hay
a arreglar la puerta del cobertizo. Cameron fue necesidad. Ayer... me comporté como una
hacia donde ella estaba. Le entregó un sobre de tonta. Ya he comprendido que no pretendes
color amarillo. echarme.
—¿Qué es? —la felicidad de la chica se —¿Sí? —parecía sospechar de su tono
evaporó. humilde. Ella asintió.
—No te preocupes, no es un aviso de desalojo. —Supongo que sólo... bueno, como dijiste, soy
Léelo con cuidado antes de firmarlo —se alejó difícil de tratar.
y Riona pensó que se iba, pero fue hasta el
muro y, para su asombro, empezó a Él levantó una ceja, sorprendido ante la
desmantelar lo derruido. disculpa, y concedió generosamente:
Riona entró en la casa, se sentó a la mesa de la —No lo sé, quizá sea fallo mío también.
cocina y observó el sobre sin atreverse a Cuando tengo una idea tiendo a esperar que los
abrirlo. El agradable Cameron del día anterior otros estén de acuerdo. Creo que no estoy
no era quien le había entregado el sobre, sino acostumbrado a las chicas escocesas de cabeza
su arrendador. Había tratado de ser amistoso y dura e ideas firmes.
ella se había mostrado intratable. Lo que Una sonrisa acompañó el último comentario y
contuviera el sobre, se lo merecía. Riona le sonrió, pero fue una respuesta
Estaba equivocada. No lo merecía. Leyó dos automática. Los ojos de ambos expresaron
veces el documento buscando la trampa y no la más, se mantuvieron fijos en los del otro y
encontró. Era un acuerdo ofreciéndole admitieron la realidad de sus sentimientos.
arrendamiento de por vida de la granja, con el Fue algo físico, no simple atracción; algo como
alquiler fijo con aumentos limitados a la tasa un tirón violento. La forma en que él la miraba
de inflación, no afectados por cualquier le provocó un nudo en el estómago e hizo que
mejoría que se hiciera a la propiedad. Le el corazón le latiera apresuradamente; de forma
otorgaba la seguridad total sin costo alguno y instintiva, quiso volver a discutir con él.
era más generoso de lo que tenía derecho a Quería hacerlo porque era lo más seguro.
esperar después de su comportamiento.
—Así que en esta ocasión te lo pido —dijo él
Pasó tiempo antes de que saliera. Había suavemente—, ¿quieres por favor venir
Alison Fraser Página 18 EL ÚLTIMO VERANO

conmigo y presentarme a las otras señoras esta entonces él volvería al coche y se iría, pero
tarde? Riona no quería negarse. Deseaba sólo un día
más, un día que no echara a perder y que
Lo puso fácil para ella. Sólo tenía que decir
pudiera disfrutar antes de que finalmente
que no y así él no volvería a molestarla de
rompiera la amistad con ese hombre.
nuevo.
Asintió y luego indicó su gastado pantalón
—Yo... sí, está bien —dijo deprisa, cansada de
vaquero y su camiseta:
ser sensata y estar a salvo—. Bueno, no,
pienso... —trató de arrepentirse y él no la dejó. —¿Debo cambiarme?
—¡Shh! No pienses. Es mejor que te dejes —No, así estás bien —le respondió mirando su
llevar por tus instintos. rostro, no la ropa.
—Yo... —Riona abrió la boca para discutir, La cogió del brazo antes de que cambiara de
pero no pudo pensar en una excusa que no opinión y la instaló en el asiento del pasajero
sonara inaceptable. del BMW.
—Bueno, será mejor que termine esto —dijo Al decidir darse ese día, Riona se convirtió en
él, señalando la parte del muro que estaba una chica diferente. Viajaban con las
reconstruyendo. Sin añadir más, se volvió ventanillas bajadas, y una fresca brisa
hacia el muro para continuar su tarea. Ella acariciaba sus rostros mientras él charlaba
comprendió que había sido una despedida y se sobre sus proyectos de piscicultura, y se olvidó
encaminó hacia la granja; luego cambió de por un momento de que él era el señor
opinión y silbó llamando al perro para ir a las arrendador y ella una simple arrendataria.
colinas. Subió hasta donde estaba su principal Llegaron a su destino por la mañana, y después
rebaño de ovejas y lo guió hacia un campo de visitar un vivero de salmón pobremente
anexo para pastar. No le llevó mucho tiempo, administrado, iniciaron el regreso a casa. Riona
porque aunque Jo se estaba haciendo viejo, no cuestionó el hecho de que no le preguntara
todavía era un excelente perro ovejero, que por dónde ir, ni tampoco su aviso de que se
requería de un mínimo de guía. detendrían para comer en el camino, hasta que
Riona bajó de la colina decidida a rechazar el salieron de la carretera y aparcaron junto a las
encanto de Cameron. Cocinó para él y Rob y arenosas playas de Loch Gair.
se mantuvo fría durante la comida. No acortó —No hay ningún lugar para comer por aquí —
la distancia cuando lo acompañó a las casas de comentó, pensando que quería que caminaran
las tejedoras, pero él no lo notó o no le hasta el hotel más cercano.
importó. Usaba su encanto con las mujeres al
discutir ideas para la etiqueta y las dejó —No importa. La señora MacKenzie nos ha
impresionadas con su personalidad. preparado comida —le explicó, y sacó una
cesta que el ama de llaves había guardado en el
Riona no las culpaba, porque él era un hombre maletero.
difícil de resistir.
La subió hasta la loma y la chica lo siguió,
Cuando la llevó de regreso a la granja no quitándose las sandalias cuando llegaron a la
quedó en verla al día siguiente, se limitó a playa. Era un hermoso día, el sol estaba alto en
aparecer por la mañana en el BMW alquilado, el cielo y se reflejaba sobre las claras aguas del
con Rob. Riona de nuevo sintió felicidad por lago. Un lugar perfecto para pasar un día de
su regreso. Era absurdo tratar de alejarlo. campo, sentados sobre la suave arena, con el
—He concertado una cita para ver una granja silencio roto sólo por el suave movimiento del
de cría de salmón cerca de Gairloch —dijo agua en la playa.
cuando Rob desapareció hacia los otros De pronto, Riona se sintió muy nerviosa.
edificios—. No estoy seguro del camino y me Arrodillada sobre la manta que él había
preguntaba si podrías guiarme. extendido en el suelo, lo observó sacar la
Sólo tenía que pronunciar una palabra y comida y descorchar la botella de champán.
Alison Fraser Página 19 EL ÚLTIMO VERANO

Hizo un movimiento negativo con la cabeza nuestra.


cuando él le ofreció un vaso. —Por eso está en ese estado —concluyó
—Yo no bebo —dijo. Cameron—, y por eso rechazas mi ayuda.
¿Porque soy el sobrino nieto de sir Héctor?
—¿Nunca? —hizo un gesto burlón y ella
reaccionó diciendo: Riona se encogió de hombros, ya que no era
tan sencillo y no tenía intención de explicarle
—Mi abuelo pensaba que el alcohol embrutece
sus sentimientos hacia él. Él no la presionó y
la mente, hace morir la conciencia y destruye
volvió su atención a la cesta, le pasó un plato y
el alma.
dejó que ella se sirviera.
—¡Cielos! —Cameron trató de ocultar una
—Es una verdadera novedad estar con una
sonrisa ante tan tajante afirmación—. Supongo
mujer que no está constantemente preocupada
que era un hombre religioso.
por su peso —comentó Cameron, y Riona se
—En absoluto —negó ella—. Pensaba que la sintió complacida, aunque luego se preguntó si
religión era una muleta para los débiles y una no sería un velado insulto sugiriendo que quizá
excusa para los rectos. ella debería vigilar su peso.
—Tu abuelo era un hombre de opiniones —Supongo que la mayoría de tus amigas son
fuertes. mucho más delgadas, como las modelos de las
No había crítica en el tono de Cameron, pero revistas —respondió con desdén.
Riona todavía estaba a la defensiva. —¿Por qué supones que tengo amigas, en
—Quizá, pero respetaba las opiniones de los plural? —Yo... No lo sé. Sólo imaginé que las
demás también —declaró. tendrías, ya que todavía estás soltero.

—Lo que lo pone por encima de mi tío abuelo, —Bueno, he de admitir que tengo algo de
sir Héctor —comentó Cameron como experiencia con las mujeres —comentó en
respuesta y preguntó—: ¿Se conocieron ellos broma—. Me habría resultado muy difícil
dos? llegar a los treinta y cinco años sin tenerla.

—¡Oh, sí! Molesta, Riona decidió que era hora de dejar el


tema de su vida amorosa y volver su atención a
—¿Y quién ganó? —preguntó, malicioso, y la comida. Comió pollo frío y una ensalada
Riona sonrió. verde deliciosa, pero el calor había secado su
—Yo diría que fue un empate. Sir Héctor tenía garganta y tenía mucha sed.
huéspedes en Londres y decidió llevar a cabo Cameron se dio cuenta de que Riona miraba
un ceilidh en la Casa. Esperaba que mi abuelo, con envidia el champán que él bebía y le sirvió
Roddy y sus amigos tocaran gratis. Bueno, mi un poco.
abuelo le dijo que él tocaría el órgano gratis en
su funeral, pero en ningún otro lado, y sir Riona cogió el vaso y lo olió antes de
Héctor estuvo a punto de sufrir un infarto. llevárselo a los labios. Era la primera vez que
probaba el champán francés, y le supo
—¿Y le pagó? —Cameron sonreía. delicioso.
—¡Oh, sí! Sesenta libras. Después de todo, no —¿Te gusta? —Cameron sonrió ante su
podía hacer otra cosa, porque había prometido expresión. Ella asintió.
a sus amigos una verdadera noche escocesa.
—Es una limonada para adultos —dijo,
—Eso no parece un empate sino una victoria impulsivamente.
total para tu abuelo —juzgó él, admirado, y
Riona negó con la cabeza. —Eso es exactamente —aceptó él, y se sirvió
otro vaso. Sedienta, Riona terminó su propia
—No; sir Héctor se desquitó. Verás, los bebida y él llenó su vaso, advirtiéndole—: Sólo
siguientes años mandó a los constructores a que no lo es, así que no lo bebas muy deprisa.
reparar todas las casas de la finca excepto la
La chica hizo un gesto, porque no se sentía
Alison Fraser Página 20 EL ÚLTIMO VERANO

borracha ni siquiera levemente. Sólo se sentía ojos para evitarlas y se sintió como una tonta.
bien, y cuando terminó el segundo vaso, se Normalmente no lloraba.
sintió mejor y lo extendió para que lo volviera Él levantó su barbilla y ladeó su rostro hacia el
a llenar. Él vaciló, pero cuando ella le brindó suyo. Ella intentó parecer molesta, pero su
una sonrisa de felicidad, él vació la botella en labio tembló al observar la compasión en los
su vaso. Riona charló bastante después de eso, ojos de él. Trató de bajar la cabeza, pero la
pero al cabo de un rato comenzó a sentirse mano de Cameron lo evitó.
mareada.
—Puedes llorar conmigo —la mano masculina
—Creo que daré un paseo —al ponerse de pie le acarició la cara y después el pelo. Riona
se balanceó un poco y se sorprendió al sentir sintió su piedad, pero no la quería. Lo
ligera la cabeza. rechazaba, aunque cada sentido gritaba su
—Iré contigo —anunció Cameron, sonriendo, necesidad. Abrió los labios para protestar, pero
y la siguió. Riona quiso negarse, pero no pudo las palabras quedaron cautivas en su garganta
y él la cogió de la mano y la guió. mientras él, con la otra mano, acariciaba su
cabeza. De pronto le pareció difícil respirar.
Con otros hombres, Riona era muy consciente
Humedeció sus labios secos,
de su talla y estatura de un metro setenta y
inconscientemente provocativa, y los ojos de él
ocho, descalza. Con Cameron Adams, se daba
siguieron el movimiento; luego sus dedos
cuenta de la de él, porque su cabeza apenas le
siguieron la línea de su boca mientras la
llegaba al mentón. Su mano desaparecía en la
observaba al hacerlo. Despacio, inclinó la
suya y se sentía femenina y muy vulnerable.
cabeza hacia ella.
Caminaron por la playa en silencio y se
Y, aunque su mente le decía que no lo
detuvieron ante una roca, donde se volvieron
permitiera, su corazón enviaba un mensaje
para mirar el agua que lamía sus pies y las
diferente. Los labios de él tocaron los suyos
colinas de la orilla opuesta.
con suavidad. Quizá eso habría sido todo,
—¿Existe un lugar más hermoso? —preguntó besarla con ternura, si la boca de ella no se
Cameron en voz alta. hubiera abierto como una flor en busca de la
—No lo sé —admitió Riona—. Sólo he vivido frescura de su aliento, deseando saborear la
en las Highlands. cálida y húmeda lengua.

—¿Y nunca pensaste en dejarlas para ir a la Cameron la besó con una sensualidad que la
universidad o a trabajar? —la chica pensó que hizo desear más; sus brazos rodearon el cuello
podría hablarle sobre el Conservatorio Real de masculino y sus manos sostuvieron la cabeza
Música, aunque quizá no la creería, porque de él y la atrajeron hacia abajo.
sólo la había oído interpretar danzas escocesas. Él la besó una y otra vez, pero no era suficiente
—No fue posible —su rostro se nubló. para satisfacer la necesidad en ella. Cayó con
él sobre la arena y quedaron tendidos de lado,
—Por tu abuelo —concluyó Cameron—. El todavía besándose. Luego él la hizo girar para
doctor Hamish dijo que lo cuidaste hasta el que quedara sobre su espalda y una dura pierna
final. Debió de ser duro —dijo, y Riona negó atrapó las de ella y la boca masculina
con la cabeza. descendió. Los dedos hábiles desabrocharon su
—Lo quería —dijo sencillamente, y se dio la blusa e hicieron a un lado el sujetador, y la
vuelta. Él la cogió por el brazo y volvió a chica se tensó al contacto. No esperaba el
girarla con suavidad. Vio lágrimas en sus placer cuando su boca, no su mano, cubrió el
hermosos ojos verdes. pico de su seno y empezó a jugar, a succionar
y mordisquear su pezón; ella, impresionada, se
—No he querido herirte. arqueó hacia él llena de placer.
—No lo has hecho —respondió, pero las Él pudo hacerle el amor ahí, en esa solitaria
lágrimas se deslizaban silenciosas por su playa, ya que Riona era incapaz de detenerlo,
mejilla. Él las secó con un dedo. Ella cerró los pero se detuvo y se apartó de ella mirando
Alison Fraser Página 21 EL ÚLTIMO VERANO

brevemente sus hermosos senos llenos, antes —No podré ayudarte. Tengo que ir a
de unir los dos lados de su blusa. Inverness.
Tuvo una sensación de hundimiento, de —Oye, qué coincidencia —su sonrisa se
rechazo, cuando él se sentó y se alejó de ella amplió—. Adivina a dónde voy mañana —
mirando hacia el lago. Riona podía adivinar, aunque esperaba estar
equivocada—. Voy a ver otro vivero de peces
Riona apenas lo oyó musitar algo como «te
cerca de Inverness.
deseo, pero no así» y eso no disminuyó su
humillación. Ella debió detenerlo. Nunca debió —¿Ah, sí? —Riona esperaba que no le
permitirle que la besara, ni que la acostara en ofreciera llevarla.
la arena, ni dejarlo... —Así que ¿a qué hora te recojo?
Estaba enfadada consigo misma y con él. Se —No tienes que molestarte; yo puedo coger el
levantó y lo dejó ahí sentado. Él gritó su autobús.
nombre, pero ella siguió caminando. Él la
siguió hasta que llegaron a donde estaban sus —Eso es una locura. Yo iré a Inverness ¿por
cosas. Se inclinó a recoger sus sandalias y se qué no ir conmigo?
habría alejado, si él no la hubiera agarrado del —Yo... me mareo en el coche... en viajes
brazo. largos —era una excusa tonta porque había
Se negó a mirarlo. Él suspiró y dijo: pasado los últimos días viajando con él.
—Me he aprovechado y lo siento —no era lo —¿Y qué? Si te mareas en coche, también lo
que Riona esperaba, y se volvió a mirarlo, harás en el autobús. Yo iré equipado con
sorprendida. bolsas de plástico.
—Sé que el champán te ha puesto un poco —No, en realidad yo... —buscaba
sensible y no he debido abusar de eso. frenéticamente otra excusa.
Riona olvidó su enfado y empezó a sentirse —No quieres ir conmigo. Ya he recibido "el
culpable. mensaje, pero ¿por qué?
—Yo no luché contigo —admitió, —Yo... —su forma franca de hablar la
avergonzada, y él sonrió. perturbaba.
—No, estuviste deliciosa, pero cuánto se debía —No espero que te acuestes conmigo a
al champán y cuánto a mí, ésa es la cuestión — cambio, ya lo sabes —dijo.
la chica se sonrojó al oírse llamar «deliciosa». —Yo no creo... —se sonrojó. ¿Tenía que ser
Cameron sonrió al ver su sonrojo y le soltó el tan áspero?
brazo. Luego se inclinó a recoger las cosas y —¿No? Después de la forma en que actué en la
Riona hizo lo mismo para ayudarlo. playa, tienes motivos para sospechar. Sin
De vuelta a casa no fueron como amigos embargo, te doy mi palabra; si vas conmigo a
exactamente, pero tampoco en silencio. Él Inverness, mantendré las manos apartadas y
habló de sus planes para convertir la Casa me limitaré a temas impersonales, como el
Invergair en un hogar habitable sin destruir su tiempo... ¿A qué hora paso a por ti?
esencia. Riona estuvo de acuerdo con sus Riona desistió. Cameron era imposible.
ideas, sólo que no sabía cómo se sentiría
cuando él viviera allí de forma permanente. —A las nueve —sugirió él y ella aceptó.
Cuando llegaron a la granja, el efecto del —Está bien —su capitulación debió hacerlo
champán se había esfumado y Riona volvió a sospechar, aunque su gesto de disgusto fue
ser intratable. reemplazado por una sonrisa de satisfacción.
—Acerca de mañana... —ella lo interrumpió Cameron Adams estaba acostumbrado a salirse
de forma abrupta. con la suya. Una mirada de esos ojos azules,
junto con esa maliciosa sonrisa, y las mujeres
Alison Fraser Página 22 EL ÚLTIMO VERANO

caían de rodillas. El problema era que Riona se negaba a ser una de ellas.

CAPÍTULO 4

Riona quedó con él a las nueve, y a las ocho y El viaje duró poco más de una hora. Riona se
media ya estaba delante de la tienda esperando sintió tensa todo el camino, pero los otros no.
el autobús, y no estaba sola. El viejo Donald Cameron Adams tranquilizó a Betty y ella
MacIver iba a ver a su hija a Inverness, y Betty charló incansablemente mientras Donald
MacLean hacía su viaje mensual al médico. disfrutaba del viaje en el BMW. Cuando
llegaron a Inverness, el estadounidense los
Estaba comenzando a sentirse libre, cuando
llevó hasta su destino.
apareció el BMW desde la otra dirección.
—Cómo ganar amigos e influir en la gente —
—¿No es él? Pero ¿por qué se detiene...? —
musitó Riona cuando se alejaban de la
dijo Betty.
sonriente Betty, de pie ante el domicilio del
Riona se sintió furiosa. Él se detuvo y bajó del pedicuro.
coche.
—¿Qué tiene eso de malo? —preguntó—. Si
—Pensé que aquí te alcanzaría. Creo que uno me mudo a Invergair, me hará la vida mucho
de los dos ha cometido un error. más fácil ser aceptado por los lugareños.
Por supuesto, sabía que no. Lo decía en —Bueno, creo que ya has convencido a
beneficio de la audiencia, pero sus ojos Betty... Señor —hizo alusión a la otra mujer.
mandaban otro mensaje: había ganado. Riona Él rió antes de responder:
quiso discutir, pero él no le dio la oportunidad
—Ya nos conoces a los americanos. Nos
al dirigirse a los otros;
encantan los títulos.
—¿También están esperando el autobús? —
Era obvio que había leído sus pensamientos y
Donald asintió y se habría quitado la gorra si la
se divertía. La chica quedó en silencio hasta
hubiera llevado, por su parte, Betty le lanzó
que llegaron al centro del pueblo, y entonces
una sonrisa aduladora.
ella anunció:
—Sí, señor —respondió, y Riona apretó los
—Puedes dejarme aquí.
dientes. El estadounidense se divertía y los
invitó a todos. —¿Por qué? ¿A dónde vas? —preguntó él,
aparcando. Riona decidió que no era asunto
—Suban a bordo —Betty vaciló, sonrojada por
suyo.
la idea de viajar en el coche del señor, pero ella
y Donald entraron en la parte trasera. Con los —A ningún lado en particular.
otros pasajeros dentro, él abrió la puerta —Sólo vas de compras —concluyó él. Ésa
delantera para ella, que permaneció donde parece la ocupación universal de las mujeres
estaba. —el comentario molestó mucho a Riona.
—Vamos —dijo en voz baja—, ahora no hay —No he venido de compras. Nunca vengo de
peligro. compras, estoy aquí para trabajar —le informó
—¿Qué quieres decir? con tono frío.
—Te he conseguido dos acompañantes — —¿A trabajar? —levantó las cejas . ¿En qué?
señaló hacia Betty y Donald en la parte trasera —Doy lecciones de piano.
del coche. Riona de nuevo apretó los dientes
ante su ironía, pero él la obligó a entrar al —¡No me digas! —la miró un poco
coche y ella no opuso resistencia. Era impresionado—. ¿En una escuela?
demasiado consciente de Betty, cuyo apodo en —No, enseño en las propias casas de la gente.
Invergair era «Betty la Cotilla». No quería
darle motivos para murmurar. —Bueno, espero que tus clientes sean todas
Alison Fraser Página 23 EL ÚLTIMO VERANO

mujeres. —Tengo la impresión de que me ocultas algo


—dijo Cameron—. ¿Qué es?
—¿Por qué? —Riona frunció el ceño ante su
tono. Cameron se estaba comportando con su osadía
habitual, pero su sospecha era cierta. Sí
—No puedes ser tan ingenua —ladeó la cabeza
ocultaba algo, aunque no era malo y no quería
y dejó que sus ojos vagaran por su rostro y por
que él lo supiera.
su cuerpo, cuyas curvas eran evidentes incluso
con su sencilla indumentaria de camisa y falda —Mira, tengo que irme. Gracias por traerme
de algodón. —liberó su brazo y salió del coche. Unos
segundos después, él la siguió y ella entró en la
Riona apretó los labios, molesta ante el
tienda más cercana. Era la librería de Melven y
escrutinio de él. Recogió el bolso que estaba a
se mezcló entre la multitud de turistas,
sus pies, y con un vago movimiento de
desapareciendo por la puerta trasera. Creyó oír
despedida, abrió la puerta. Él la cogió del
que la llamaba y aumentó la velocidad,
brazo.
corriendo por el callejón, dio vuelta a la
—¿A qué hora paso por ti y dónde? —ella izquierda y luego de inmediato a la derecha.
negó con la cabeza.
Fue una reacción estúpida, como ella misma
—Me quedaré a pasar aquí la noche —le reconoció después. Sólo tenía que haber
indicó su bolso. admitido lo que hacía por las noches.
—¿Te quedarás dónde? —a ella le molestó su Había empezado a dar clases de piano poco
curiosidad. después de la muerte del abuelo, y había
—Siempre me quedo en un lugar junto al río, obtenido el trabajo nocturno a través de una
con cama y desayuno. alumna, Mary Mathieson. El padre de la chica
era el director del Royal Caledonian, el hotel
—¿Y qué hay de la cena? —la sorprendió. donde Cameron Adams sugirió que cenaran.
—Pensé que tú regresarías a Invergair. Era uno de los hoteles más grandes de
Inverness, con varios salones públicos,
—No hay prisa, puedo irme a casa después... incluyendo uno para actos sociales que contaba
¿Qué piensas? Me han dicho que el Royal con la actuación de un pianista. Éste tenía su
Caledonian sirve una buena cena. noche de descanso los jueves, y ahí entraba
—¡No, ahí no! —se horrorizó Riona ante su Riona. Entre las ocho y las doce de la noche,
elección. ella proporcionaba la música de fondo.
—¿Por qué? ¿Hay algo malo en ese lugar? Fue un día muy ocupado para ella. Aunque le
gustaba dar clases de piano, había bastante
—Yo... no. Quiero decir que no puedo cenar en
distancia entre sus citas y ya eran casi las siete
ningún lado. Estaré trabajando.
cuando llegó a la pensión. El propietario era
—¿Trabajando? —levantó la ceja—. ¿También amigo de los Mathieson y siempre le reservaba
por la noche? un cuartito para que Riona lo usara a mitad de
—Bueno, sí —le confirmó en tono cortante. semana. También le permitían dejar allí sus
vestidos de actuación. Uno era un vestido de
—¿Dando clases de piano? —insistió él. noche negro, con un corpiño ajustado y una
—Bueno... algo así —evitó responder y él la falda de vuelo hasta la rodilla. El otro era una
miró con recelo; después, con su acostumbrada versión en blanco del mismo modelo. Riona se
franqueza, le preguntó: cubrió con una gabardina para caminar la
pequeña distancia hasta el Royal Caledonian.
—No estarás viendo a algún hombre, ¿verdad?
Si es así, no tienes por qué mentir, porque no Dejó la gabardina en la recepción y fue hasta el
voy a publicar el hecho por todo Invergair. bar. Estaba casi vacío, porque la mayoría de
los huéspedes estaban cenando.
—No, no lo hago —replicó Riona—. Aunque
no es asunto tuyo si lo hiciera, señor Adams. —Hola, cariño —la saludó Eric, uno de los
Alison Fraser Página 24 EL ÚLTIMO VERANO

camareros—. ¿Vienes a entretener a las masas? pensión y desplomarse en la cama. Recogió su


gabardina en la recepción, se la puso y bajó por
—No precisamente —Riona miró a su
los escalones de la entrada. Estaba oscuro, pero
alrededor y contó seis personas en total: dos
la calle estaba iluminada. Había una distancia
clientes, Eric y los tres camareros que
relativamente corta hasta la casa y Riona no
trabajaban con él.
veía la necesidad de pedir un taxi. No se dio
Se acercó al piano y se sentó frente a él. No cuenta de que la seguían hasta que una voz la
necesitaba partitura, ya que sólo necesitaba oír llamó:
una canción un par de veces y podía tocarla.
—Oye, espera, cariño... te acompañaré a casa.
Para las diez, el salón estaba lleno, y como de
Era uno de los comerciantes borrachos, que iba
costumbre, la audiencia no se mostraba atenta.
a pocos pasos de ella. Era calvo, de unos
Las parejas estaban sumergidas en su mundo y
cuarenta y cinco años, con paso vacilante y una
los grupos eran demasiado ruidosos para notar
sonrisa tonta en el rostro. Parecía bastante
la música de fondo. Normalmente, algún
inofensivo.
hombre le prestaba atención, aunque era
bastante cuestionable que lo hiciera por su —Está bien —dijo Riona cuando él se acercó
música. —. No voy lejos.
Esa noche también tuvo un admirador. No —Debo acompañarte —repitió, y la sujetó del
reparó en él hasta que uno de los camareros brazo—. Las niñas bonitas no deben caminar
apareció con una bebida para ella. solas. Hay tipos desagradables por ahí.
—Es para ti —informó Tommy, el sonriente —En realidad, prefiero ir sola.
camarero, presentándole una copa alta con un —¿Por qué? ¿No confías en mí? —su tono
líquido incoloro. cambió de juguetón a amenazador—. ¿Qué
—¿Qué es? piensas que voy a hacer? ¿Arrastrarte a un
callejón o algo así? —añadió con una risa que
—¡Champán, por supuesto! —Tommy se
a ella le pareció falsa.
molestó ante su ignorancia—. Eso es lo que me
han pedido que te sirva: el mejor champán. —Por supuesto que no —Riona se dijo que no
¿Quieres saber cuánto cuesta la botella? debería tener miedo y forzó una sonrisa—.
Sólo que no quiero molestarlo.
—No especialmente —Riona apretó los labios.
—No es molestia —repitió, y la miró de una
—Bueno, ¿no quieres saber quién te lo envía?
forma que le hizo desear haberse abrochado la
—En absoluto —negó, y entonces él continuó: gabardina—. Las chicas bonitas como tú...
—No es el tipo acostumbrado de hombre, ¿Por dónde vamos?
quiero decir, que está relativamente sobrio, y Riona señaló la acera de enfrente. Entonces, al
además, bebe champán, que no es barato. Si caminar por la orilla del río, lejos de las luces
quieres mi opinión... brillantes, empezó a sentir miedo. Se detuvo
—No —lo interrumpió Riona en vano. frente a una casa grande y dijo:

—Yo no lo rechazaría tan apresuradamente — —Bueno, gracias por acompañarme a casa —


la aconsejó Tommy antes de ir a servirle a otro él no le soltó el brazo.
cliente. Riona dejó el champán intacto sobre el —¿Es aquí donde vives? —ella asintió y él
piano. miró la casa sin luces.
El salón estaba bastante lleno cuando terminó. —No parece que nadie viva aquí.
Pasó al lado de una mesa con comerciantes
—Yo... mis padres se habrán acostado ya —
medio borrachos y uno la llamó. Adivinó que
mintió.
sería el comprador del champán, y como no lo
había bebido, sintió que no le debía nada. —Entonces puedes invitarme a... una taza de
café.
Todo lo que quería hacer era regresar a la
Alison Fraser Página 25 EL ÚLTIMO VERANO

—No... en realidad no puedo. Podrían suelta al miedo que la había mantenido muda
despertarse. durante el ataque.
—Al menos, podemos ir a la parte trasera. Él la retuvo y no dijo nada hasta que las
¿Qué te parece? lágrimas se convirtieron en sollozos, y luego,
con ternura, la levantó y le puso la gabardina
—¿Qué? —Riona no podía creer lo que estaba
sobre el vestido roto y sucio. Le arregló el pelo
oyendo.
y le preguntó:
—Tú y yo, cariño, detrás —gruñó, y antes de
—¿Puedes caminar? —ella asintió, e
que Riona pudiera responder, la agarró.
ignorando el dolor de su tobillo, dio dos
Por un momento se sintió tan impresionada, pequeños saltos hacia el camino. Él la detuvo
que no pudo reaccionar cuando una mano torpe ahí y la hizo sentarse en el muro del jardín,
apretó su seno; inmediatamente, el tipo la mientras le examinaba el pie.
empujó contra la verja del jardín y trató de
—No creo que esté roto —afirmó, tocando el
besarla. Se defendió salvajemente con brazos y
tobillo inflamado—, pero definitivamente, está
piernas dispuesta a golpear y dar patadas hasta
torcido... te llevaré en brazos.
que él la dejara ir.
—Está bien, trataré de caminar —Riona movió
Cuando el pie de ella hizo contacto con su
la cabeza.
espinilla, sólo logró enojarlo más. La arrastró
contra sí y puso su palma sudada sobre la boca —No puedes —le levantó el rostro—. No
de ella para que no gritara. tienes por qué asustarte de mí. Yo no te haré
daño, nunca lo haré —lo prometió con una
—Te gusta jugar duro, ¿verdad? —sonreía al
mirada que le llegó al corazón, y en ese
ver el pánico en los ojos de la chica, y usando
momento, le dio su confianza y, casi sin darse
su otra mano, le subió el vestido.
cuenta su amor.
Riona no podía hacer nada; se quedó ahí,
Cuando la cogió en brazos, ella volvió la
jadeando, gritando por dentro. Sintió que la
cabeza sobre su hombro y sollozó. Él la llevó
levantaban y la empujaban hacia la verja, y de
todo el camino de regreso y Riona no preguntó
repente, que la dejaban libre. Trató de gritar,
a dónde iban hasta que se aproximaban al
pero aunque ya no tenia cubierta la boca, el
hotel. Entonces ella movió la cabeza, se retiró
sonido murió en su garganta. Esperaba que el
de él y lo obligó a bajarla.
peso de él le cayera encima, y en cambio lo vio
sacudirse hacia atrás. —Podemos llamar a un médico desde aquí —
dijo él—, y a la policía.
Había un brazo cerrado alrededor de la
garganta del agresor, que tiraba de él, y a —A la policía no —se negó, enérgica.
Riona le llevó un momento comprender que —Tienes que denunciarlo, Riona —insistió
alguien había llegado en su ayuda. Permaneció con suavidad—. Sabes lo que habría sucedido
donde estaba, desplomada contra la verja, si no te hubiera seguido —Riona se
oyendo el ruido de nudillos contra la carne, el estremeció. Lo sabía bien y no quería
gemido que siguió a un golpe en el estómago y imaginarlo.
luego el eco de alguien que corría en retirada.
—¿Me seguiste? —repitió.
Cuando una figura reapareció de rodillas ante
ella, se encogió, y una voz suave le aseguró: —Decidí cenar en el pueblo. Después fui a
tomar una copa al bar y ¿adivina a quién me
—Soy yo, Riona. ¿Estás bien? Ya se ha ido. encontré como pianista? Supuse que no
La voz maravillosamente familiar la hizo estarías complacida de ser descubierta cuando
mirarlo, incrédula. Pero era él, realmente era no aceptaste mi oferta de paz, así que yo...
él, y ella gritó de alivio cuando los brazos de —¿Oferta de paz?
Cameron Adams la envolvieron. Se apretó
contra él, llorando temblorosa, dando rienda —El champán que te envié.
Alison Fraser Página 26 EL ÚLTIMO VERANO

—¡Oh, eras tú! Yo pensé... —Riona se puedes hacer que salga el doctor por una
interrumpió cuando comprendió cómo se había simple luxación.
confundido. —No estoy seguro de que sea tan simple —se
—Pensaste que había sido ese tipo —concluyó arrodillo para revisar el tobillo inflamado y ella
Cameron por ella con dureza—. ¿Es por eso se estremeció de nuevo.
por lo que le permitiste acompañarte? —Bueno, el hecho de que lo toques no le hace
—No lo dejé. Simplemente apareció —él mucho bien —musitó, y comprendió al punto
frunció el ceño. que su comentario sonaba un tanto
desagradecido. El la miró con frialdad.
—¿No lo conocías? —Riona volvió a negar
con la cabeza—. ¿Y normalmente vuelves sola —No has perdido nada de tu belicosidad. No
a casa? —añadió, incrédulo. En esta ocasión es que me guste, pero ya me estoy
ella no respondió, pero su silencio lo decía acostumbrando a ella. Aunque agradecería un
todo—. Eres la chica más loca del mundo — poco de sentido común también —lo último lo
suspiró—. Cuando te vi alejándote con ese dijo completamente en serio y miró su cara
tipo, pensé que tú habías aceptado la cita. Si te bañada en lágrimas.
seguí fue sólo porque... bueno, no importa por Riona comprendió lo que quería decir, y
qué. Sólo piensa en lo que pudo suceder si no aunque retiró su mirada, admitió, avergonzada:
lo hubiera hecho.
—Lo sé. Fue mi culpa. Debí coger un taxi en
Riona inclinó la cabeza, porque no tenía lugar de caminar. No me di cuenta de que
defensa. Había actuado de forma estúpida. cosas como ésas sucedían en Inverness.
—Ahora estás a salvo y me aseguraré de que —Bueno, ya está bien —él le cogió la mano y
ese cerdo lamente haber puesto un dedo sobre la apretó—. Necesitas descansar. Traeré una
ti. Creo que la policía podría encontrarlo con compresa fría para tu tobillo, mientras te
suma facilidad... cambias para acostarte. ¿Estás bien?
—No, por favor —lo interrumpió Riona, Riona asintió, demasiado cansada para discutir.
molesta—. No quiero ir a la policía. No quiero Él salió del cuarto y ella se quitó el abrigo y el
regresar al hotel. Sólo quiero ir a casa. vestido sucio de tierra, y se puso la camisa
—¿A Invergair? —adivinó lo que quiso decir vieja con la que solía dormir. Era de su abuelo,
mientras las lágrimas volvían a rodar por su que se la dio cuando le comenzaron a quedar
rostro y se rindió—. Está bien, te llevaré a pequeños sus camisones infantiles.
casa. Podemos llamar a la policía mañana — Posteriormente, Cameron Adams reapareció,
murmuró, y de nuevo la cogió en brazos y se llevando un par de toallas mojadas.
dirigió al coche aparcado en el hotel.
—No tienes frigorífico —comentó con
El coche estaba cálido y oscuro, y Riona cerró incredulidad—, así que no he podido
los ojos, exhausta. Él no intentó charlar y ella prepararte un paquete con hielo.
se lo agradeció. Sólo quería olvidarse de todo
el incidente. —Nunca lo hemos necesitado —se estremeció
un poco cuando el enrolló la toalla en su
Él condujo con rapidez y llegaron a la granja tobillo. En un momento, la palpitación de la
de ella en poco más de una hora. Habría inflamación desapareció.
querido que la dejara ante su puerta, pero él
ignoró sus protestas y la llevó en brazos hasta Él cambió las toallas cuando el efecto frío se
el piso de arriba. La depositó sobre su cama y perdió y se dirigió al baño para volverlas a
ella se estremeció cuando él rozó su tobillo. mojar en agua fría. Actuaba con la
impersonalidad de un médico, repitiendo la
—Llamaré al médico. rutina, hasta que notó que ella casi se había
—¡No seas tonto! —replicó con su ánimo quedado dormida. Arregló las mantas, la ayudó
acostumbrado—. Son las dos de la mañana. No a recostarse y la arropó.
Alison Fraser Página 27 EL ÚLTIMO VERANO

Riona no sintió temor de su presencia, sólo era un mundo distante del de la noche anterior,
gratitud; pero estaba demasiado cansada para sin brutalidad en el beso, y las manos
expresarla y él sonrió, se sentó en una silla acariciantes no deseaban humillar ni lastimar.
junto a la cama y la observó hasta que se La besó primero con suavidad; la pasión
durmió. todavía dormía, y por un momento, Riona
Se despertó por la noche gritando. Lo que no yació ahí, pasiva. Luego las caderas de él
había revivido despierta, volvió en sus sueños, empezaron a moverse, buscando, probando,
pero esta vez nadie la salvó. Tuvo que soportar necesitando más, hasta que ella sintió que el
el hedor del cuerpo sudoroso del hombre, la deseo fluía como un río a través de sus venas.
vileza de su aliento, el peso que la aplastaba Abrió los labios para él, que emitió un sonido
contra el suelo. Gritó y gritó, pero nadie venía, de satisfacción antes de lanzarse dentro del
y lo golpeó con las manos hasta que él también cálido y dulce refugio de su boca con una
gritó: intimidad que impresionó sus sentidos.
—¡Riona, despierta! Riona, soy yo. Está bien, Ya fuera dolor o placer lo que él ofrecía, Riona
despierta. era incapaz de resistirlo. Cuando Cameron
finalmente se apartó de su boca, respirando con
Le enmarcó el rostro con las manos para
dificultad, susurró su nombre y ella supo que
obligarla a mirarlo, a que se diera cuenta de
ya no soñaba. No le pidió que la dejara, y
que no era su atacante sino su salvador, y los
cuando él se dio la vuelta para quedar de
gritos cesaron. Quedó en silencio un momento
costado y mirarla, ella devolvió la mirada,
y luego sollozó de alivio cuando él la abrazó
aceptándolo.
para darle seguridad. La apretaba como a una
niña, le acariciaba el pelo y la arrullaba: Él sacó una mano para acariciar su mejilla y
dijo:
—Ya, ya, es sólo un sueño, un sueño. Vuelve a
dormirte. —Creo que me estoy enamorando de ti, Riona
MacLeod.
Libre de su pesadilla, se durmió en sus brazos
sintiéndose cálida, a salvo y protegida. A Riona no le preocupó que la afirmación
sonara convincente o no. No le importaba,
Despertó al alba con la misma sensación, y
porque estaba segura de una cosa: contra todo
cuando los primeros rayos de sol se filtraron
sentido o razón, estaba enamorada de él, y por
entre las cortinas, lo encontró junto a ella.
eso se quedaba ahí, acostada junto a él,
Tenía su brazo sobre el pecho desnudo de él y
esperando, deseando.
apoyaba la cabeza en su hombro. Él estaba
desnudo, excepto su ropa interior, pero no sin- Su rostro reflejaba sus sentimientos cuando la
tió pánico. En ese momento le pareció algo tan mano de él trazaba la curva de su cuello y
natural como respirar. hombro antes de detenerse en la camisa. La
desabrochó sin prisa, sin tocarla apenas,
Cameron no se despertó, pero la estrechó entre
dándole todo el tiempo del mundo para
sus brazos y una mano se deslizó por la cadera
protestar, para retirarse.
femenina. Riona contuvo el aliento, porque aún
llevaba su camisa de dormir y sentía el calor de Riona se estremeció cuando los extremos de la
él a través de la tela. Gimió con suavidad y se camisa se separaron, pero no trató de ocultarse.
convirtió en parte de los sueños de Cameron, La mano de él se retiró y fue con los ojos con
porque él gimió en respuesta y, al darse la lo que tocó la desnudez de su carne, y éstos se
vuelta, la apretó de espaldas, contra el colchón. pusieron opacos por el deseo ante la vista de
sus senos, suaves y llenos, con su punta rosada,
—Cameron —susurró, jadeante, un segundo
totalmente femeninos al sobresalir fuera de la
antes de que la boca de él cayera sobre la suya.
camisa masculina. Entonces levantó de nuevo
Con su cuerpo cubriendo el de ella, la tenía
su mano para quitarle la prenda, bajó una
atrapada contra la cama, y Riona pudo haberse
manga y quedó casi desnuda. Una vez más la
sentido dentro de la pesadilla de su ataque,
miró, y sin necesidad de palabras, sus ojos le
pero no fue así. Ni siquiera pensó en eso. Ése
Alison Fraser Página 28 EL ÚLTIMO VERANO

dijeron que la encontraba hermosa y la chica le dijo lo mucho que lo deseaba. Él gimió de
comprendió que él ya le hacía el amor satisfacción cuando dejó su boca para acariciar
mentalmente. Le asustaba la forma en que la su mejilla, mordisquear su oreja, moverse
miraba, la fuerza de su deseo, que llegaba en hacia la suavidad de su garganta buscando
oleadas, y sin embargo, se quedó ahí, sin excitarla una vez más de forma lenta y
moverse, sin fuerza, deseando ser arrastrada atormentadora. Cuando con los labios tocó la
por ellas. pulsación en su garganta, ella curvó el cuerpo
en instintiva invitación y él bajó la mano hasta
Lentamente, él la tocó con increíble suavidad,
su cadera para estrecharla. Sintió la dureza del
siguiendo la curva de la cintura, buscando la
cuerpo masculino y su propia excitación se
carne más suave, más llena. Cuando le tocó el
mezcló con temor, aunque era demasiado tarde
seno, con la caricia más ligera, apenas rozando
para detenerlo ahora, porque sus labios
su piel, subiendo por la clavícula, un
iniciaban una lenta travesía por el valle entre
estremecimiento de deseo la recorrió. Ansiaba
sus senos y la mano se deslizó entre las bragas
y temía su siguiente movimiento y se sintió
que todavía llevaba, empujándolas hacia abajo
casi engañada cuando en lugar de volver a
por la cadera, sobre los muslos, hasta dejarla
tocar su seno, bajó la mano por el brazo hasta
desnuda. Y todo el tiempo la besaba con
el muslo. Ella no comprendió su intención
conocimiento, lamiendo la capa de
hasta que inclinó la cabeza.
transpiración sobre su suave piel, bajando
Riona gimió, no pudo evitarlo. Él tomó el seno hasta su estómago liso y de nuevo hacia arriba
en su boca y rodeó la punta endurecida con su para succionar sus pezones crecidos y hacerla
lengua, enviando sensaciones tan intensas que gritar de deseo.
la hizo gemir de nuevo. Su respuesta era todo
La dejó por un momento y Riona abrió sus
lo que Cameron quería y más. La acostó sobre
ojos para verlo de pie junto a la cama,
la espalda en la cama, y quitándole
mirándola. En ese instante no se avergonzó. Se
completamente la camisa, empezó a satisfacer
sintió amada y deseada. Lo vio quitarse la ropa
sus necesidades. Rudo y sensual jugó,
interior sin sentir tampoco vergüenza; sólo se
mordisqueó y succionó con la boca, dándole
maravilló ante la poderosa belleza de su
placer hasta que sus suaves y dulces gemidos
cuerpo. Cuando se acostó de nuevo a su lado,
de deseo amenazaron su control.
puso una mano sobre su musculoso pecho.
Cuando él retiró la cabeza, fue para mirarla Siguió la línea hasta su estómago, luego
con el pelo húmedo por el sudor, los labios extendió la mano sobre su abdomen plano,
entreabiertos y los ojos grandes que lo hasta el áspero vello de abajo, aunque era
miraban. La chica se convirtió en una mujer demasiado tímida para tocarlo, detalle que él
tan deseable, que podía tomarla ahí mismo sin percibió y le hizo reír antes de llevar su mano a
considerar la diferencia de edades y de mundos la boca y besarle la palma.
que los separaba.
—Esta vez será para ti —murmuró con
—Riona... Necesito oírlo. Di que me deseas. suavidad, y la hizo tenderse sobre la espalda
—¿Desearte? —repitió las palabras sin para besarla con suave pasión en la boca.
significado. Y fue para ella esa primera vez. La trató como
—O pídeme que me detenga, pero ¡hazlo a una virgen. La besó hasta que ella suspiró su
ahora! nombre. La sujetó contra sí hasta que cualquier
temor se desvaneció, tocó su cuerpo hasta que
—Yo... —Riona estaba confundida por su cada parte de ella lo conoció y deseó; y sólo
cambio. No comprendía lo que en realidad le entonces, cuando ya estuvo lista, tomó lo que
pedía, no sabía que su inexperiencia lo hacía tan deseosa le ofrecía.
dudar, hasta que se acostó y apresó su boca.
La trató como a una virgen, solo que no lo era.
La besaba como si deseara castigarla por algo Cuando se posó sobre ella, su rostro se
y ella protestó, pero cuando él intentó retirarse, convirtió en otro más joven y delgado. Pensó
dejarla, la chica se adhirió a él y, sin palabras, en Fergus, su primer amante, y, en ese preciso
Alison Fraser Página 29 EL ÚLTIMO VERANO

momento, Cameron entró en ella y cerró los liberación, dejando atrás las realidades que le
ojos ante el dolor del recuerdo. Él lo vio y lo decían que estar con él era una locura.
interpretó mal, sosteniéndola entre sus brazos. Permaneció en ese estado tres maravillosas
—¡Oh, Dios, te he hecho daño! Traté de no semanas. Le dijo que la quería una y otra vez,
hacerlo, no debí... y lo creyó.
—No, no —Riona movió la cabeza, y antes de Quiso apropiarse de su vida y se lo permitió.
que él dijera palabras que no merecía, lo besó La hizo dejar su trabajo en Inverness,
con fuerza, urgiéndolo a continuar, a hacerla despreocuparse de su necesidad de dinero, y le
olvidar que alguna vez había existido otro rogó que regresara a América con él, hasta que,
hombre, y, cuando apretó su hombro, él se cautivada por ese sueño, aceptó. Lo peor fue
impulsó dentro de ella una vez más. que le hizo el amor de forma continua, donde
fuera, la hizo necesitarlo como una droga,
Lo hizo con fuerza y Riona gimió ante el
tanto, que se sintió morir de pena cuando se
inmenso placer que sintió. Se arqueó y él se
fue.
movió de nuevo, empujando con fuerza,
llenándola, retrocediendo cuando ella gemía, No la aviso. Una mañana él fue a Glasgow a
elevándose. Una y otra vez sus cuerpos ver a los abogados de la propiedad y ya no
brillantes por el sudor se movieron al ritmo del regresó. Esperó un par de días, temiendo que le
amor, en una perfecta ofrenda, y prolongaron hubiera sucedido un accidente, y entonces oyó
el placer hasta que se convirtió en una dulce en la tienda que el terrateniente había
agonía que ya no pudieron soportar más. regresado a América. Dejó pasar otras dos
semanas, esperando una carta, hasta que
Para Riona fue como ahogarse, perderse dentro
finalmente aceptó la verdad.
de él. Gritó su nombre y él derramó su semilla
en ella. Fue como morir, una completa Él se había ido y no iba a regresar.

CAPÍTULO 5

Riona volvió al presente y al bebé que dormía —Supongo que es del estadounidense —
entre sus brazos, y lo llevó a su cuna, arriba, añadió el doctor, y eso la sorprendió.
junto a su cama y lo cubrió con la manta. Se Ni ella ni Cameron habían anunciado su breve
sentó a observarlo: era tan perfecto, tan relación. Pasaron casi todo el tiempo en la
hermoso, que era difícil creer que hubiera granja, dentro o fuera de la cama. Fueron a
nacido de tanto dolor. Edimburgo unos días, pero no vieron más que
Pasaron dos meses antes de descubrir que el cuarto del hotel. Sólo se negó a quedarse a
estaba embarazada. Era demasiado desdichada pasar la noche en la Casa Invergair, porque ahí
para comer y perdió peso. Trató de ignorar las él era el señor y ella la arrendataria.
necesidades de su cuerpo y sus cambios. Mantuvieron en secreto su relación para no ser
Trabajaba desde el alba al ocaso en la granja, objeto de murmuraciones.
hasta que estaba demasiado cansada para —¿Por qué piensa que fue Cameron Adams?
soñar, castigándose por ser tan estúpida. —esperaba que el doctor estuviera lanzando
Un día el doctor pasó por la granja, y al una hipótesis. Pero no era así.
observar su lastimosa apariencia insistió en —Un día vine a revisar tu tobillo luxado. No
examinarla. Aunque lo presentía, se estabas en la casa, pero el perro te encontró por
sorprendió. mí... arriba entre los brazos, con él. Yo no te
—Bueno, chica, estás embarazada. Yo diría vi, pero os oí reír y me alejé.
que ya estás de tres meses. Riona enrojeció. Era obvio que había supuesto
Aceptó el diagnóstico en silencio, porque era que hacían algo mas que reír.
culpa suya. —No te preocupes —añadió el doctor—. No se
Alison Fraser Página 30 EL ÚLTIMO VERANO

lo conté a nadie, y en lo que a mí respecta, no enfermería con el tobillo luxado cubierto por
ha habido murmuraciones sobre vosotros. una venda, y eso fue todo. Dejó que Cameron
¿Regresará? creyera otra cosa y se quedó embarazada. Ante
sus ojos, el bebé era problema de ella.
Ella negó con la cabeza, aunque no lo sabía. Él
había puesto un representante a administrar la Aún ahora sentía lo mismo después del regreso
finca, y había rumores de que una mujer de Cameron. El bebé era suyo y nada más.
vendría de Edimburgo para ayudar a organizar Podría ser el vivo retrato de su padre, pero los
la cooperativa de tejedoras. Podría regresar al murmuradores no lo sabían porque mantenía a
día siguiente o nunca. De lo único que estaba Rory apartado de sus curiosas miradas. Sólo el
segura, era de que no regresaría con ella. doctor MacNab y la señora Ross podían
traicionarla, y no lo harían. Debía mantener a
—Bien, entonces tendrás que escribirle.
su hijo fuera del camino de Cameron, y eso
—No puedo —el doctor la interpretó mal y sería muy sencillo si se quedaba en la granja.
declaró: Estaba segura de que no iría a buscarla.
—Entonces yo lo haré por ti, chica. Pero se equivocó. Nunca había podido predecir
—No, no quiero que lo sepa. Es mi problema, las acciones de Cameron. Éste llegó no esa
no el suyo. noche, sino a la siguiente. Eran casi las diez
cuando oyó la llamada en la puerta y supo al
—¡Eso es absurdo! Se necesitan dos para hacer instante quién estaba allí.
un bebé y es su responsabilidad. Es más, si
Cameron es la mitad del hombre que pienso Atravesó el pasillo para verificar que la puerta
que es, regresará en el primer avión para estuviera cerrada con llave. Él debió de oírla,
casarse contigo. porque gritó:

Riona cerró los ojos ante la sugerencia. El —¡Abre la puerta, Riona! —no se movió; ella
doctor podía ser adorable, pero vivía en otro no lo quería en su casa, ya que evocarían
mundo. Ya había pasado la época en que las demasiados recuerdos—. ¡Ábrela o la echo
parejas se casaban porque tenían que nacerlo y abajo! —la amenazó. Permaneció en silencio,
ella no quería tal solución. porque no creía que llevara a cabo su amenaza,
y se equivocó—. Abre, Riona —repitió, le dio
Cameron, desde el principio de su relación unos segundos y luego actuó. Usó un pie para
aclaró que no estaba listo para la paternidad. golpear con fuerza la cerradura. Al tercer
Lo disfrazó un poco al decir que ella era golpe, astilló la madera.
demasiado joven para ser madre y que apenas
había empezado a vivir, que la quería toda para —Está bien —dijo ella, pensando que otro
él durante un tiempo. Entonces le pareció que golpe soltaría la puerta de sus bisagras—. La
se preocupaba por ella, pero cuando se fue, abriré; dame un minuto —su súplica funcionó
Riona comprendió la verdad. Era él quien no y el ataque contra la puerta cesó.
deseaba ataduras y las evitaba. A pesar de lo Corrió hacia arriba para ver a Rory, que
espontáneo de su amor, se había preocupado de dormía a pesar del ruido. Cerró la puerta de su
que no hubiera consecuencias. Incluso esa cuarto y bajó rápidamente al salón, donde tenía
primera vez, la llevó al día siguiente al un retrato de el sobre la chimenea, y lo
consultorio del doctor para solicitar lo que escondió en un cajón.
llamaban «la pildora del día siguiente».
—¿Riona? —le llegó la voz de Cameron. Se
Lo que le parecía normal a un hombre de apresuró para llegar a la puerta y la abrió. No
mundo como Cameron fue un acto bochornoso esperó una invitación y se entró en la casa.
para ella cuando se encontró frente al doctor
—¿Dónde está? —miraba la estrecha escalera
MacNab. Esperaba que estuviera su joven
que conducía al dormitorio.
socio, y en cambio lo encontró sentado tras el
escritorio, a un hombre que siempre la había —¿Quién? —preguntó, aunque la respuesta era
tratado como su sobrina favorita, y salió de la obvia.
Alison Fraser Página 31 EL ÚLTIMO VERANO

—El bebé —contestó, cortante, y habría subido —Eso es gracioso, viniendo de ti.
si ella no lo hubiera sujetado del brazo, con —¿Ah, sí? ¿Cuándo te mentí? —contraatacó
fuerza, desesperada; aunque él habría podido con osadía. La chica lo miró, incrédula. ¿Se
soltarse si lo hubiera deseado. En cambio, se había olvidado de que una vez le dijo que la
volvió para cogerla por los brazos y la amaba? ¿Se había olvidado de que la había
aproximó lo suficiente para que pudiera ver la abandonado sólo unos días después?
furia de sus ojos.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le exigió con
—Es mío, ¿verdad? —gruñó—. El bebé es dureza—. No puedes desear que el bebé sea
mío... tuyo, así que ¿por qué no aceptas mi palabra y
—No —movió la cabeza—. No lo es. Te dije... te vas? —él negó con la cabeza.
—Maldita mentirosa —la interrumpió—. Sé lo —Tienes razón. No quiero que sea mío. No
que me dijiste, pero eso no es lo que MacNab quiero que nada que tenga relación contigo sea
dice. mío, pero si lo es ¿crees que voy a dejar que tú
lo críes? —la miró con desdén y luego observó
—¿El doctor? —Riona estaba impresionada.
la pobreza del lugar—. Así que dime, ¿dónde
¿La había traicionado? ¡No podía ser!—. Tú
está? ¿En tu dormitorio?
eres quien miente. El doctor no te diría nada.
Hizo nuevamente el intento de subir y ella lo
—No de forma directa —respondió—, pero
sujetó por una manga.
cuando le pregunté si recibías ayuda de Fergus
Ross, se quedó pasmado por la idea. Está claro —No puedes subir ahí. ¡Está dormido! —le
que no cree que la responsabilidad sea suya, y gritó.
eso lo aclara todo. —Por el lío que armas, me da la impresión de
—Pudo haber alguien más —replicó Riona, y que es mentira —gruñó, le quitó la mano y
deseó no haberlo hecho, porque la réplica de él subió por la escalera a grandes pasos. Riona lo
fue violenta. siguió, pero no pudo detenerlo.
—Pudo haber varios, por lo que sé. Entró en el cuarto y lo atravesó hacia la cuna,
Ciertamente, parecías ansiosa. visible bajo el brillo de la lamparita de noche.
Ella se quedó en la puerta. Rogó porque Rory
—Tú... —trató de liberar una mano para
todavía estuviera dormido porque, si lo estaba,
abofetearlo, pero él la apretó y la apoyó contra
Cameron sólo podría mirar la parte trasera de
la pared.
su oscura cabeza.
—Vamos a dejarnos de orgullos ofendidos. El
Sus plegarias no fueron oídas. Un sonido salió
bebé, es todo lo que me interesa. ¿Quieres
de la cuna. Rory raras veces lloraba al
saber lo que dijo el doctor cuando le pregunté
despertar, aun cuando un extraño estuviera
si yo era el padre? —Riona negó con la cabeza.
junto a su cuna. Tenía la misma confianza que
—Él no te lo dijo. Sé que no lo hizo —insistió su padre.
ella.
También el color del pelo y ojos, y la boca de
—¡Oh, no me lo dijo! —repitió—. El anciano su padre. Seguramente, Cameron lo notaría.
no dijo nada, absolutamente nada, lo que es Supuso que sí cuando él se inclinó y cogió al
bastante revelador. MacNab puede estar niño. Sostuvo a su hijo con los brazos
convencido de que eres una criatura inocente extendidos y lo miró fijamente, luego lo llevó
—continuó con rudeza—, pero no mentiría por hasta donde Riona estaba de pie.
ti, y es bastante obvio que él cree que soy el
La miró con intenso disgusto y ella retrocedió
padre.
un poco cuando le entregó al bebé. Esperó
—¿Y? —Riona trató de fanfarronear—. Eso no acusaciones y recriminaciones, pero no llegó
te convierte en el padre, quizá yo le mentí. ninguna. En cambio, se apartó y bajó por la
—Quizá. Eres capaz de hacerlo. escalera. Ella no comprendió su intención
hasta que oyó el ruido de la puerta al cerrarse.
Alison Fraser Página 32 EL ÚLTIMO VERANO

Se había ido. Había hecho lo que tenía que puede ser concluyentemente establecida.
hacer y se había ido. No se había dado cuenta. —Eso, aparte de que es evidente que el niño es
Había mirado a su hijo sin reconocerlo y de mío —añadió Cameron sin calidez en la voz ni
nuevo había salido de su vida. en la mirada. Riona no podía creer que una vez
Eso pensó Riona, pero de nuevo se equivocó al hubiera amado a ese hombre.
encontrarlo dos días después. Era domingo. —Mira —le rogó el doctor—, ¿por qué no
Aunque había dejado de tocar en los ceilidh y entramos a la sala y discutimos el asunto en la
en la iglesia desde el embarazo, todavía iba a comida? Estoy seguro de que llegaréis a algún
comer con el doctor. El día era agradable y tipo de arreglo... —Riona negó con la cabeza.
cálido y caminó las tres millas a la villa con
Rory en su viejo cochecito. Estaba dormido —No quiero nada de ti —dijo, con tono
cuando llegó, y Riona dejó el cochecito delante desdeñoso.
de la puerta. —Lo que tú quieras no me interesa —repuso él
El doctor debía de estar pendiente, porque de con frialdad—. Son las necesidades del niño
inmediato abrió cuando ella llamó. Riona le las que me conciernen.
dijo: —¿Y no crees que también me conciernen a
—Rory está dormido y creo que lo dejaré fuera mí? —dijo, poniéndose a la defensiva.
un rato. —Yo no he dicho eso. Estoy seguro de que lo
—Sí, el aire fresco le hará bien —aceptó el cuidas de forma adecuada, pero no has
doctor MacNab, y la dejó entrar en la casa. Ya considerado el futuro... su futuro.
estaba dentro cuando él añadió—: Tenemos —Por supuesto que sí —repuso, molesta.
visita.
—¿Y? —levantó una ceja, interrogante, y
—¿Visita? —no captó la idea hasta que vio un Riona abrió la boca sin encontrar una respuesta
segunda figura aparecer en el umbral de la adecuada.
sala. Sus ojos se encontraron y se miraron
durante un momento. Él no parecía Sabía bien a qué quería llegar él.
sorprendido y era obvio que sabía que ella iba —Corrígeme si estoy equivocado —continuó
a ir. Trató de marcharse, pero el doctor la él—. No tienes dinero ni hay ninguna
detuvo. perspectiva de que llegues a tenerlo. Lo que
—Vamos, chica, sé cómo te sientes, pero no significa que estás planeando criar a mi hijo
puedes huir así —la sujetaba—. El orgullo es con la miseria que obtienes de la granja y
una cosa, pero tienes que considerar al bebé. Si algunos donativos.
Cameron está dispuesto a ayudaros a los dos... —Cameron, hombre —lo urgió el doctor
—¿Por qué iba a hacerlo? —preguntó Riona al cuando Riona retrocedió, pero él ignoró al
anciano, pero volvió la mirada hacia Cameron. anciano y añadió:
Él parecía indiferente—. Le dije que el bebé no —¿Bien?
es suyo. Es todo lo que él necesita saber.
—Yo... —Riona estaba indefensa, sin armas
—Niña, niña —el doctor movió la cabeza—. para luchar. Él había resumido su vida con
No puedes seguir así. Tienes que aceptar que... precisión—. Tengo planes para mudarme a
—Que el bebé es mío —lo interrumpió Edimburgo.
Cameron—. Lo sé y tú lo sabes y una prueba —¿Para hacer qué? —presionó el hombre—.
lo demostrará, así que acabemos con las ¿Vivir en un apartamento de alquiler bajo?
mentiras... ¿Llevar a Rory al cuidado de cualquiera
Ella parpadeó ante sus palabras y el doctor mientras tú trabajas? ¿Y en qué trabajo?
añadió con suavidad: —Yo... —Riona se había hecho esas mismas
—Tiene razón, Riona. Ahora la paternidad preguntas miles de veces y no necesitaba que
le señalaran sus limitaciones—. Eso es asunto
Alison Fraser Página 33 EL ÚLTIMO VERANO

mío. —Vamos, hombre, Riona y tú podéis arreglar


las cosas sin involucrar a los abogados —dijo
—Oh, no. No desde que decidiste seguir con el
el doctor MacNab, esperando que el asunto se
embarazo y tener a mi hijo —Riona entornó
arreglara de forma amistosa—. Los únicos que
los ojos ante lo que implicaban esas palabras.
se beneficiarían con eso serían los mismos
—Supongo que tú habrías preferido que yo no abogados.
siguiera con él, si lo hubieras sabido —
—Exactamente —apoyó Cameron.
concluyó.
—En ese caso... —el doctor iba a hablar pero
—Riona —intercedió el doctor—. Cameron no
Riona lo interrumpió.
ha querido decir eso.
—¿Qué es lo que quieres?
—¿No? —miró acusadora al hombre y él le
devolvió la mirada. —Varias cosas: Primero, quiero que el niño
tenga mi nombre.
—Si esa es tu justificación para no decírmelo,
bórrala. Yo tenía derecho a saberlo. —¿Tu nombre? —repitió Riona, asombrada.
—¿Qué esperabas? ¿Una noticia informándote —Sí.
del inminente evento? Supongo que habría —Pero... ¿esperas que lo vuelva a registrar
podido hacerlo si hubiera tenido tu dirección.
como Adams? —el tono de Riona le dijo lo
Pero como te fuiste con tanta prisa... —la furia ridícula que le parecía la idea.
contrajo las facciones de Cameron.
—Difícilmente —replicó—. Cuando digo que
—¿De quién fue la culpa? quiero tenga mi nombre, quiero decir legitimar
—¿Cómo te atreves...? su estado.
—Y no me salgas con eso de no saber mi —¿Legitimar su estado? —repitió Riona, sin
dirección. Pudiste enviarla a Invergair Hall y captar el sentido de sus palabras. El doctor fue
me habría sido remitida. más rápido y apareció una sonrisa en su
arrugado rostro al decir:
—¿Y qué? —Riona no podía creer que le diera
el papel de villana—. ¿Qué se suponía que —Cameron, hombre, ya le dije yo que harías lo
debía escribir? «Querido Cameron ¿recuerdas correcto. Habría preferido que le hubieras
a la chica escocesa con la que tuviste una breve escrito antes. No importa; está bien.
aventura? Pues voy a tener un hijo tuyo. Con —¿Qué? —Riona no comprendía y el médico
mucho cariño. Riona». ¿Eso habría complacido la ayudó.
al señor?
—Él quiere casarse contigo, chica —ella miró
—Posiblemente no —admitió con voz de hielo incrédula a Cameron, buscando su negativa.
—, pero eso es irrelevante. Como padre del Pero él lo confirmó.
niño, tengo derechos y responsabilidades.
—Sí estoy dispuesto a casarme contigo. Creo
—No tienes derechos —declaró, insegura, que bajo la ley de Escocia, al hacerlo,
sonriendo con frialdad. automáticamente legítimo a Rory, a pesar del
—Crees que no, pero podría luchar por la lapso entre el nacimiento y la boda.
custodia —continuó Cameron inexorable—, y —Sí, eso es —asintió entusiasta el doctor
existe una oportunidad de que yo ganara; al mientras Riona continuaba mirando a
menos, en Estados Unidos me otorgarían Cameron, preguntándose si él creía que ella
derecho de visita. Sin embargo, no creo que estaba dispuesta a casarse con él. ¿Podía ser
una batalla legal fuera en beneficio de Rory, tan arrogante? ¿Se imaginaba que le estaría
¿verdad? agradecida?
Esperó una respuesta, pero Riona no se la dio. —¿Y bien? —exigió una respuesta.
Percibía que vendría algo peor que amenazas
de conflictos legales. —No me casaré contigo —no ocultó su
Alison Fraser Página 34 EL ÚLTIMO VERANO

disgusto ante la idea—. No me casaría contigo, Riona asintió, aunque aquella charla no le
aunque te pusieras de rodillas para pedírmelo. parecía real.
—¡Riona! —se desesperó el doctor ante su —Hay otras condiciones inherentes —añadió
brusca respuesta. Cameron Adams quedó él con la misma calma.
menos desconcertado y le informó con —¿Cómo cuáles? —ella presintió que no iba a
rotundidad: gustarle.
—Lo que te propongo es un matrimonio de —Si te vuelves a casar o deseas convivir con
conveniencia. Nos casamos en Escocia con alguien antes de que Rory cumpla dieciocho
licencia especial y regresaremos a los Estados años, la posesión de la Casa y la custodia del
Unidos. Te quedas allí un tiempo, digamos seis niño volverán a mí —asentó—. Tú, por
meses, para darle la apariencia de un supuesto, tendrías derecho a visitas.
matrimonio convencional, y luego regresas
aquí reclamando incompatibilidad. Yo volaré —¡Eso es monstruoso! —protestó Riona,
de forma periódica para visitar a Rory hasta airada, aunque no pensaba casarse—. ¿Por qué
que tenga la edad suficiente para pasar sus tratas de castigarme, Cameron? ¿Qué te he
vacaciones conmigo en los Estados Unidos. hecho?
—¿Y por qué debo aceptar eso? —Riona —No entremos en eso —su voz reflejaba
supuso que él trataría de convencerla y tenía indiferencia—. Simplemente me aseguro de
razón. que Rory no tenga un padrastro o un «tío» en
alguna etapa vulnerable de su vida.
—Si lo haces, te garantizo el uso de por vida
de Invergair Hall, una suma adecuada para su —Vamos, Cameron, eres injusto —intervino el
administración y una asignación para ti y para doctor cuando el ambiente se volvía tenso—.
Rory; de esa forma, crecerá apreciando su No le ofreces a Riona un matrimonio en toda la
herencia. extensión de la palabra y al mismo tiempo la
condenas a una vida solitaria.
—¿Su qué? —él iba demasiado rápido para
Riona. Los labios de Cameron se tensaron ante el
análisis del doctor.
—Abandoné los planes de vender Invergair y
decidí, en cambio, cedérsela a Roy cuando —Estoy salvaguardando los intereses de mi
cumpla veinticinco años. hijo y su futura posición como terrateniente. Si
ella siente que necesita un hombre, siempre
—¿La Casa Solariega? puede irse a pasar un discreto fin de semana a
—Y la finca —Riona evitó que su boca se Edimburgo.
abriera. Hablaba de regalar lo que valía seis —Un momento, Cameron —el doctor MacNab
millones de libras, según rumores, a un bebé salió en su defensa—. He conocido a esta chica
que apenas había visto. Tenía que reconocer toda su vida y aunque quizá se fue contigo, ella
que no lo conocía ni lo entendía. no es de las que se acuestan con cualquiera.
—¿Vas a cederle Invergair a Rory? —quería —¿No lo es? —Cameron miraba a Riona—.
asegurarse de que había entendido bien, y él Eso es lo que yo pensé, Doc, pero abrí los ojos.
asintió. Sugiero que usted haga lo mismo. ¿Por qué no
—A menos que él demuestre que no es capaz le pregunta sobre Fergus Ross? Pregúntele
de administrarla. cuántas veces ha estado con él.
—¿Cómo? —No, no —el doctor movió la cabeza—.
Tienes una idea equivocada. Fergus y Riona
—Si fuera drogadicto, si tuviera problemas de
han sido amigos desde la niñez, pero eso es
alcoholismo o simplemente fuera incompetente
todo. Si alguien te dijo algo diferente...
—detalló las posibilidades—. Ciertamente que
no entregaría Invergair a alguien que fuera a —Oh, alguien lo hizo —lo interrumpió
arruinarla. Cameron—, sólo que fui demasiado estúpido
Alison Fraser Página 35 EL ÚLTIMO VERANO

para hacer caso. Isabel Fraser me dijo que Supuse que te había informado de nuestra
Fergus Ross había vivido prácticamente en tu reunión accidental —le lanzó a Riona y ella
granja antes de su última partida —se dirigió a continuó mirándolo, hasta que de pronto la
Riona—, pero prefería creer que todo había verdad la golpeó con fuerza. Fergus estaba en
sido un asunto inocente. Después de todo, alta mar cuando Cameron apareció en escena.
todavía eras virgen cuando nos conocimos, Ella no lo esperaba de regreso cuando de
¿verdad? pronto pasó a verla un fin de semana. Fue la
noche en que Cameron fue a Glasgow, y ella se
—Yo nunca te dije eso —exclamó Riona en su
sintió aliviada por su ausencia, ya que Fergus
defensa, y él rió con amargura.
llegó a su puerta algo tarde. Había hecho
—No, sólo me lo dejaste pensar, seguiste autoestop y ya había anochecido cuando un
adelante y te burlaste de mí —el doctor turista lo recogió y lo dejó al pie de su camino.
MacNab miraba de uno a otra, y pensando «Un turista americano», recordó Riona las
todavía que se trataba de un malentendido, palabras de Fergus, pero sólo ahora
volvió a intervenir. comprendía su importancia. ¡Qué estúpida fue
—Calma los dos. No sé quién ha hablado ni lo al no captar entonces la relación!
que ha dicho, pero yo no me fiaría de las Cameron se dio cuenta de que ella había
palabras de Isobel Fraser. Por si no lo sabías, comprendido y siguió hablando.
Isobel puso sus ojos en ti, Cameron. Por eso se
—Verás, decidí no quedarme a pasar la noche
fue después de que tú te marchaste.
fuera, conduje desde Glasgow y recogí a ese
—Quizá —concedió Cameron, reteniendo la chico en el camino. Estaba ansioso por llegar a
mirada de Riona—, pero todavía decía la casa de su novia y lo llevé hasta el pie de la
verdad en este caso. Ella ni siquiera sabía de colina. Ya era tarde, pero él estaba seguro de
nosotros. Yo mencioné el hecho de que tú que sería bienvenido. Yo esperé dos, tres
luchabas por sacar adelante la granja y que yo horas, pero él tenía razón. Pasé a la mañana si-
necesitaba a un obrero que te ayudara con las guiente y lo vi en el camino. El sol ya estaba
reparaciones. Ella sugirió que tus dificultades muy arriba y continué conduciendo —hablaba
serían temporales, ya que Fergus Ross volvería con dureza y decisión, como si ya no le
pronto a casa, de permiso, y probablemente, se importara. Su orgullo había sido herido y eso
mudaría contigo de nuevo. No la creí. Estaba era todo.
tan seguro de ti, que pensé que si Fergus
Para Riona, al saber ahora la verdad, fue como
regresaba, tú me escogerías a mí. ¡Qué
si acabara de suceder. Se imaginó a Fergus,
equivocado puede estar un hombre!
complacido de sí, mostrándose ufano,
Riona movió la cabeza y se traicionó al confiándole a un extranjero lo que debía haber
responder: sido privado. Quizá hasta mencionó su nombre
—Lo habría hecho. Sabes que lo... y fue alentado a decir más. Imaginaba a
Cameron sentado al final del camino, dándole
—¡No mientas! —explotó—. Escogiste a una oportunidad, esperando unas horas,
Fergus. Ambos sabemos que... ¿Y por qué no? esperando que ella lo rechazara, sólo que no lo
Después de todo, fue tu primer amante ¿no? Y hizo.
antes de que lo niegues, te diré que eso no lo
supe por Isobel, sino por Fergus mismo. —¿No te quiso cuando supo que el bebé era
mío? —dijo con crueldad.
Riona lo miró sin comprender y el doctor
concluyó: —Yo... —Riona no podía hablar, porque le
dolía demasiado.
—Fergus te lo dijo —Cameron asintió.
—Quizá no fue tan incauto como yo. Quizá no
—No sólo me lo dijo; se ufanó de tener a la tendría que preguntarse quién sería el siguiente
chica más bonita de Invergair, poniendo con quien lo engañarías.
énfasis en «tener...»
Riona apeló a su comprensión, porque no fue
Alison Fraser Página 36 EL ÚLTIMO VERANO

como pensaba; quizá había sido culpa suya por Demasiado tarde, porque Cameron ya había
no contarle nada acerca de Fergus. cogido a Rory y lo sostenía en lo alto. El niño
cesó de llorar y miraba con sus ojos redondos
—Creo que es mejor que te vayas —intervino
al hombre. El corazón de Riona se congeló.
el doctor MacNab, y viendo que Riona había
empezado a llorar, se volvió para abrazarla—. El temor debió mostrarse en su rostro, ya que
Ya, ya, lo sé, lo sé. No es verdad... ya, ya. Cameron bajó al bebé hasta su hombro.
Sus palabras la hicieron llorar con más fuerza —Toma —dijo, devolviéndole al niño—. No
mientras Cameron gruñía disgustado, pasaba intento secuestrarlo. Ya has oído mi
frente a ellos y salía dando un portazo. proposición y espero tu respuesta.
Transcurrió un minuto o dos antes de que —Puedes tenerla ahora —se sentía segura con
Riona oyera el llanto de Rory, y cuando lo Rory en los brazos—. No me casaré contigo
hizo, se olvidó de su tristeza y se liberó de los bajo ninguna circunstancia.
consoladores brazos del doctor, apresurándose —De acuerdo. Entonces, te veré en el tribunal
a salir. —dijo, antes de alejarse.

CAPITULO 6

Riona miraba por la ventanilla del avión, aun- —¿Qué? —Cameron, desconcertado, bajó el
que no había nada que ver, excepto nubes. La periódico que leía.
idea de que pronto aterrizarían la hizo palide- —Me casaré contigo, bajo las condiciones
cer. ¿Alguien la recibiría? ¿Su familia? estipuladas, suponiendo que todavía quieras
Suponía que él les había informado acerca del hacerlo.
bebé y la novia que llevaría a casa. ¿Cómo
habrían reaccionado? —Yo... por supuesto —se levantó y,
desconcertado, se volvió hacia la señora
Pasaron casi dos semanas después de que él MacKenzie, que estaba en la puerta. El ama de
hiciera su absurda proposición, y durante días llaves había intentado detener a Riona sin
no hizo más que esperar con temor la carta del lograrlo y la había seguido. Ahora, tenía la
abogado. Entonces Rory cayó enfermo. El boca abierta por lo que acababa de oír.
doctor MacNab diagnosticó un virus, pero le
advirtió que el bebé era propenso a enfermeda- —Tal vez pudiera usted prepararnos café,
des respiratorias y, para que estuviera más señora MacKenzie —el ama de llaves lo miró
seguro, lo hizo llevar al hospital. unos instantes más, antes de asentir.
Riona supo entonces que no podría llevar a —Oh, si, señor —y salió del cuarto.
Rory a la granja. Había hecho reparaciones el —¿Te gustaría sentarte? —invitó a Riona—.
año anterior, pero la humedad de las paredes ¿O vendrá otro anuncio más dramático? —ella
era imposible de erradicar. Imaginaba cómo apretó los labios. No había pretendido hacer
afectaría eso la salud del bebé en el invierno. una escena. Sólo quería terminar pronto, y no
Se sentó junto a la cuna del niño en el pequeño había planeado tener a la señora MacKenzie
hospital buscando una salida y encontró una. A como testigo y, en consecuencia, a todo
la mañana siguiente fue a la Casa Invergair. Invergair.
Había dormido poco, y confusa, pero decidida, —No, no hay más —ignoró el asiento que le
pasó al lado de la señora MacKenzie, el ama de señalaba—. Podemos irnos cuando Rory
llaves, y encontró a Cameron frente a la mesa mejore. Por el momento está enfermo —
del desayuno, donde le anunció sin añadió.
preámbulos. —Sí, lo sé —reveló Cameron—. MacNab me
—Está bien, lo haré. lo dijo. ¿Esta enfermedad tuvo que ver con tu
decisión? —la chica se encogió de hombros.
Alison Fraser Página 37 EL ÚLTIMO VERANO

—Quizá. ¿Importa? Una semana después se marcharon. Rory había


sido dado de alta por el doctor MacNab.
—No de forma particular —había frialdad en
su tono—. Podré obtener la licencia especial en En el avión, Cameron se sentó separado de
un par de días. Estoy seguro de que el doctor Riona y del niño. No necesitaron hablar y no lo
MacNab se alegrará de ser el padrino —Riona hicieron. Ocasionalmente, ella desaparecía
se estremeció ante la idea. para amamantar a Rory en el baño, pero
Cameron nunca preguntó a dónde iba y ella no
—Acepté casarme contigo y lo haré, pero no
se lo dijo.
en Invergair.
Ahora, sobre el Aeropuerto Internacional
—¿Ah, sí? —su rostro era inexpresivo—.
Logan, se preparaban para aterrizar y la chica
¿Podrías darme una razón?
deseaba haberle hecho unas cuantas preguntas
—Para ser sincera, sería muy bochornoso — básicas, como ¿qué explicación había dado
admitió Riona. acerca de la existencia de Rory a su familia?
—Ya veo —su voz parecía de hielo—. ¿Y cómo habían reaccionado? ¿Estaban
Encuentras humillante el hecho de casarte preparados para darle al bebé la bienvenida,
conmigo en público. aunque no a ella? No podía imaginar si estaban
complacidos de tenerla ahí, aun cuando fuera
—No he dicho eso. De todas formas, el trato temporalmente, y si la noticia de Cameron les
fue casarme contigo para legitimar a Rory, y había alegrado.
puede hacerse en Boston.
Cameron le había contado que se quedarían en
—Así, el bochorno sería mío —la atacó, y la casa de su padre y su madrastra. Suponía
Riona preguntó: que sus padres habían aceptado ese arreglo,
—¿Tuyo? pero eso no significaba que les complaciera
tener a una persona extraña con ellos. Y Rory,
—Si nos casamos en Boston a mi familia le aunque era nieto de Charles Adams, no tenía
gustará asistir —le señaló, y dejó que Riona relación de sangre con Bárbara, la madrastra de
concluyera que, como novia, sería una Cameron, o con Melissa, su hermanastra.
desilusión.
Cuando salieron del avión, Cameron llevaba a
Sus ojos verdes se oscurecieron por la ira, pero Rory en su sillita y ella caminaba con la cabeza
se controló. Tenia seis largos meses por erguida a través de la multitud que les daba la
delante y, para sobrevivir, tenía que aparentar bienvenida a los que llegaban. Buscó entre los
indiferencia. rostros, en espera de que alguien se les
—Bueno, si ésa es tu única condición — aproximara, pero nadie lo hizo, suspiró,
concedió Cameron—. De todas formas, nuestra aliviada. Cameron hizo arreglos para que su
boda no será un secreto en Invergair por equipaje les fuera enviado y luego salió de la
mucho tiempo; no, a menos que la señora terminal hacia la fresca noche.
MacKenzie se controle. Riona suponía que pedirían un taxi y se
Riona lo dudaba, y aceptaría las sorprendió cuando una enorme limusina negra
murmuraciones y las especulaciones cuando se acercó. Un chófer uniformado salió y vaciló
regresara de América. un segundo cuando vio a Riona y al bebé, y en
seguida, con una actitud profesional, abrió las
—Tan pronto como mejore Rory, viajaremos a
puertas traseras y cogió su equipaje de mano.
los Estados Unidos.
—Bienvenido a casa, señor Adams —dijo
—Sí, está bien —el tono inexpresivo de Riona
cuando Cameron la hizo pasar primero a ella.
ocultaba el temor que sentía. En otras
circunstancias, ir a Boston habría sido una —Gracias, Stevens —contestó él. El chófer,
aventura, pero así, era más bien observando al niño, se ofreció de forma
automática:
una condena a prisión que tenía que cumplir
para asegurar el futuro de su hijo. —¿Debo coger... al bebé, señor?
Alison Fraser Página 38 EL ÚLTIMO VERANO

—No, eso no será necesario. Viajará atrás con oportunidad de conocer su apartamento, y dio
nosotros. orden a Stevens de que diera vueltas a la
manzana.
Ya instalada, Riona observó a Stevens presto
para servir. Suponía que era su costumbre Sorprendió a Stevens observándola a través del
encargarse de esas pequeñas tareas, aunque espejo y le ofreció una cauta sonrisa. Fue
esta situación era nueva para él. Nadie le había agradable ver que sus facciones se arrugaban
dicho que llevaban un bebé. en una sonrisa de respuesta. Al menos, los
sirvientes serían agradables.
Al alejarse del aeropuerto, Cameron dio
instrucciones: Daban la tercera vuelta cuando Cameron
reapareció con un par de maletas. Stevens se
—Llévanos primero a mi apartamento, por
detuvo y saltó para abrir puertas y guardar el
favor, Stevens.
equipaje adicional.
La pantalla de cristal entre los asientos
Continuaron hacia el oeste, fuera de la ciudad,
permanecía en su lugar y el mensaje pasó a
por el condado de Arlington, hacia Lexington,
través de un micrófono interno. El chófer
nombres que recordó haber leído en los libros;
respondió «sí, señor», antes de que Cameron
luego viajaron hacia un área residencial y
cortara la comunicación.
finalmente se detuvieron ante un par de rejas
Riona trató de ocultar su estupefacción y falló. de hierro encajadas en una alta pared de
Él le había contado que su familia tenía un ladrillo. Las rejas se abrieron de forma auto-
negocio de construcción y se había imaginado mática y se deslizaron silenciosas para cerrarse
una pequeña firma de unos veinte o treinta tras ellos.
empleados que él administraba representando a
Riona casi sentía pánico, como si las rejas la
su padre. No esperaba que una empresa
aprisionaran. Se sintió mejor cuando miró al
medianamente próspera pudiera tener brillantes
frente hacia la casa que se encontraba al final
limosinas negras y amables chóferes.
del camino. Era una mansión moderna, de tres
—¿Qué sucede? —él observó el ceño fruncido plantas. Se volvió y vio que Cameron la
de ella. observaba con una cínica expresión que
—¿Es éste tu coche? sugería que ella se impresionaría con la
grandeza de su hogar familiar.
—Técnicamente no. El coche y el chófer están
a mi disposición como ejecutivo de la Harcourt —Sugiero que me dejes a mí hablar —le dijo
Adams Corporation. Cameron cuando Stevens abrió la puerta del
coche; Riona no discutió. Temía esa primera
—¿Tu padre es dueño de la Harcourt Adams reunión y no deseaba decir nada. Lo siguió y
Corporation? rodeó el coche para quitar las cintas del asiento
—Sólo de un porcentaje —la corrigió sin del bebé. Cameron lo interceptó.
señalar cuánto. —Rory duerme. Sería mejor que lo dejaras,
Riona no preguntó, aunque ya sospechaba que Stevens lo vigilará.
Cameron Adams y su familia entraban en la —¿Podría buscarme si el bebé despierta? —
categoría de los verdaderos ricos. No quiso pidió Riona.
continuar con el tema para que no pensara que
se interesaba en su riqueza. Quizá por eso no —Claro, señori... señora —dudó sobre la
se lo había contado durante el verano. forma de dirigírsela ella y quedó claro que no
sabía quién era. Riona supuso que dentro de la
Siguieron silenciosos, pasaron por un túnel casa las cosas serían diferentes. Abrió la puerta
antes de seguir al centro de Boston. De una doncella que también la miró asombrada
repente, Stevens se detuvo ante un edificio de antes de darle la bienvenida formal a Cameron.
ladrillo, donde un portero uniformado se
aproximó sonriente. Le informó que la familia estaba en la sala y él
cruzó el pasillo de mármol, con Riona a la
—No tardaré —dijo Cameron sin darle la
Alison Fraser Página 39 EL ÚLTIMO VERANO

zaga. Abrió una de las muchas puertas y entró. Obligada a acercarse, la señora se levantó y
Ella estaba pocos pasos detrás, tímida y ofreció una mano fría a Riona. La otra chica se
preocupada por conocer a su familia. levantó, pero permaneció donde estaba, con
una sonrisa fría. Un tenso y horrible silencio
Las voces callaron a su entrada y por un
cayó sobre ellos, porque ninguna de ellas
momento, tres personas ya sentadas
expresó ningún saludo y Riona hizo lo mismo.
permanecieron inmóviles donde estaban. El
Entonces, Charles Adams continuó:
hombre, presumiblemente el padre de
Cameron, aunque había poco parecido, miró —Bárbara ha preparado cuartos para ti y el
primero a su hijo con una media sonrisa en los bebé —miró interrogante a Cameron.
labios. Las dos mujeres lo miraron antes de —Está dormido en el coche, papá. ¿Quieres
deslizar la mirada hacia Riona, calculadoras, verlo?
evaluando y rechazando.
—¿Que si quiero verlo? —preguntó,
La mirada de Riona los recorrió a todos. sonriendo. Era obvio que Charles Adams no
Charles Adams, más delgado que Cameron, era podía esperar para ver a Rory y la chica lo
todavía un hombre apuesto de pelo gris, miró con calidez. Que el niño apareciera de
distinguido y con una expresión que sugería forma poco convencional no parecía importarle
que le complacía ver a su hijo. —. Todavía no puedo creerlo —apretó el
Bárbara Adams resultaba sorprendentemente hombro de Cameron con felicidad.
joven para rondar los cincuenta. Tenía el pelo —Entonces ven a conocerlo —sugirió el hijo
cobrizo y la piel tersa. Había una expresión de sonriendo, y salió con él.
frío desdén en sus ojos cuando miró a Riona.
Bárbara Adams miró con un frío escrutinio a
La última fue Melissa Adams. Con pelo negro, Riona, antes de seguir a su marido. La chica
facciones y piel perfectas; parecía una vaciló antes de reunirse con ellos, aunque era
Elizabeth Taylor joven. Llevaba un pantalón la madre del bebé. Fue hacia la puerta y una
negro y una blusa de seda de vivos colores que voz la detuvo:
flotaba suelta sobre su esbelto cuello. Ni su
belleza ni su gusto podían negarse, y cuando —Yo los dejaría, si fuera tú. A menos, por
revisó a Riona de arriba abajo, la chica escoce- supuesto, que seas muy sentimental.
sa se sintió grande y plana bajo su traje de —No precisamente —Riona se volvió hacia
algodón. Melissa Adams, que estaba sentada y bebía su
En seguida Charles Adams se levantó de la coctail. Estaba claro que Rory no le interesaba.
silla y cruzó para darle a Cameron un fuerte y —No, no pensé que lo fueras —replicó
masculino abrazo. Melissa, en un tono que parecía un insulto—.
—¡Qué alegría tenerte en casa, hijo! —dijo con Puedes estar segura de que mi padrastro estará
obvio afecto antes de mirar a la chica—. Y tú impresionado por tu retoño, sin importar a
debes de ser Riona. Es un placer conocerte. quién se parezca, mientras que mi querida
madre albergará ciertas dudas acerca de la
—Gracias —ella se sorprendió ante su sincera paternidad de Cameron.
bienvenida, se aproximó y con timidez le
ofreció la mano, que él cogió y estrechó. Riona no contestó y la miró con estudiada
frialdad. Melissa se sorprendió ante su
—¿Qué tal el viaje desde Escocia? indiferencia.
—Largo —respondió la chica con una tenue —No es que yo dude de la paternidad de
sonrisa, y obtuvo una indulgente mirada a Cameron —continuó Melissa—. Como
cambio. cualquier hombre, él es capaz de dejarse guiar
—Sí, debes de estar exhausta. Terminemos con por impulsos sexuales, pero fuera de la cama
las presentaciones. Éstas son Bárbara, mi no es tan tonto. De hecho, me apostaría
esposa, y mi hija Melissa. cualquier cosa a que ya ha hecho las pruebas
pertinentes.
Alison Fraser Página 40 EL ÚLTIMO VERANO

—Pues no, no se ha molestado —dijo Riona, Charles Adams sonrió ante el cuadro y dijo con
igualando la calma de la otra mujer—. No gratitud:
había necesidad. Verás, Rory, nuestro hijo, es —Es el retrato de Cameron de pequeño —
la viva imagen de su padre. Riona le sonrió, contenta de tener al menos un
Fue la primera vez que ella se complacía en aliado en la casa.
ufanarse del hecho. Lo hizo porque sabía que Cuando al fin Bárbara Adams habló, su tono
el parecido molestaría a la chica, que estaba era frío y práctico.
celosa. También sabía que, si no luchaba,
Melissa Adams convertiría su vida en Boston —Le he dado a la señora MacLeod y al niño el
en un infierno. cuarto de los niños, y Cameron, a ti te asignaré
tu cuarto acostumbrado.
Melissa sonrió maliciosamente.
—Pero están en alas opuestas —objetó Charles
—Piensas que lo tienes, ¿verdad? No te Adams.
engañes. Se necesita más que un chiquillo
bastardo para retener a Cam. —Está bien, papá —Cameron no deseaba estar
cerca de Riona, aunque no pudo evitar burlarse
—¿Sí? —Riona dudó con estudiada dignidad de su madrastra—: Supongo que patrullarás los
—. ¿Debo suponer que hablas así por algún corredores también, o se guardan las
interés en particular? —Melissa apretó sus
apariencias al tener cuartos separados...—
delgados labios. Había pensado que Riona Bárbara lo miró, ceñuda.
sería una fácil conquista y encontró que no, y
entonces perdió el humor y la sutileza. —Ya sabemos que nunca te ha preocupado lo
que la gente piense de ti, Cameron; sin
—Si deseo a Cam, sólo tengo que levantar un embargo, tu padre y yo tenemos una posición
dedo —el rostro de Melissa se tornó grotesco que mantener en esta ciudad. Ya es vergonzoso
por la ira—. Tú no podrás hacer nada. Ya lo tener la súbita materialización de un bebé de
verás. seis meses, como para encima darles a nuestros
—Si tú lo dices —Riona aparentó indiferencia sirvientes más motivos para chismorrear con la
antes de salir al pasillo. Ahí respiró servidumbre de los amigos.
profundamente para desembarazarse del —Las cosas no son tan malas, Bárbara —
disgusto. Charles Adams sentía que exageraba—. En
Vio al resto de la familia de pie frente a la estos días nadie se preocupa de esas cosas. De
puerta. Charles Adams sostenía a Rory todas formas, Cameron y Riona estarán
despierto y los dos, abuelo y nieto, se casados dentro de un mes, tendrán su propio
conocían. El niño parecía feliz en los brazos de hogar y ¿quién lo recordará en un par de años?
aquel hombre; quizá podía leer la adoración en ¿Verdad, hijo?
el rostro del abuelo. Bárbara Adams estaba —Claro, papá —aseguró Cameron. Riona se
separada de ellos, con los labios comprimidos sintió incómoda, porque Charles Adams la
hasta formar una tenue línea; era obvio que no había aceptado como su futura nuera, en lugar
disfrutaba con esa pequeña adición a la familia. de juzgarla por no ser lo suficientemente
Cameron miró hacia Riona, interrogante. Ella buena. Sintió culpa al planear quedarse sólo
respondió con una sonrisa y se preguntó cómo mientras la tinta del acta matrimonial se
reaccionaría si supiera del enfrentamiento que secaba.
acababa de tener con su hermanastra. No podía Charles captó su expresión de desdicha y la
imaginar que se pusiera de su lado. interpretó mal.
La joven caminó y la cabeza de Rory se volvió —Por supuesto, la boda y elección de casa
ante el sonido de sus pisadas sobre el mármol. dependen de Riona.
Soltó un gritito al ver a su madre y Charles
tuvo la sabiduría de dárselo. Se acomodó
contra el cuello de Riona.
Alison Fraser Página 41 EL ÚLTIMO VERANO

—Hasta cierto límite —intercaló Bárbara —Mi madre nunca hubiera vivido en un sitio
Adams—. Ella no puede cruzar la iglesia entre así. Cuando yo era joven vivíamos en un
nubes de encaje blanco, ¿verdad? apartamento en Boston, cerca del parque.
Bastante grande, pero no era ostentoso.
Riona comprendió que tenía que crear una
segunda piel para sobrevivir a los ataques de la El rostro de Cameron se nubló, quizá
dueña de esa casa. lamentando haberle hecho tal confidencia. La
condujo al dormitorio vecino. Estaba
—No se preocupe, cinco minutos ante el
alfombrado, con un armario, una cama y un
Registro Civil serán suficientes para mí.
tocador, funcional más que lujoso, pero
—Seguro que no —agregó Charles tanto a ella adecuado a las necesidades de Riona.
como a Cameron—. Es verdad que os habéis
—Era el cuarto de la niña. No tendrás que
apresurado un poco; muchas parejas lo hacen
quedarte aquí. Haré que te cambien a un lugar
estos días y eso no significa que no puedan
mejor —dijo Cameron, pero Riona negó con la
tener un día para recordar toda su vida. Y
cabeza.
Riona será la novia más hermosa ¿no crees,
Cameron? —él ni aceptó, ni negó, y dijo en —Es bueno para mí. No es peor que la granja.
cambio: —No, supongo que no —aceptó él, y por un
—Depende de ella —Riona le lanzó una momento sus miradas se encontraron y así se
mirada hostil. Él debía saber que ella no mantuvieron pensando en lo mismo,
deseaba una gran ceremonia. Tenía que frustrar recordando un tiempo en que ninguno de ellos
la idea—. Y ahora, creo que debemos se preocupaba por el desastroso estado de la
refrescarnos —añadió, decidiendo no depender granja. Estaban demasiado absortos el uno en
de la habilidad de actuación de Riona por más el otro.
tiempo. Riona sintió su corazón preso por el dolor y
—Sí, hijo, claro. Subid y acomodaos; bajó la mirada. Se sentó en la cama y acomodó
retrasaremos un poco la cena —le aseguró a Rory sobre la colcha.
Charles cuando Cameron cogió del brazo a —De todas formas estaré bien, así que si
Riona y la guió hacia la escalera. quieres regresar y reunirte con tu familia, no
Permanecieron en silencio aun cuando llegaron importa.
al piso superior, fuera de la vista de los demás, —No precisamente —hizo un gesto—, pero
y caminaron a través del largo corredor hasta supongo que tendré que enfrentarme al
otro antes de llegar a las habitaciones que una interrogatorio en algún momento. Al menos,
vez fueron de los niños. Estaban aislados de la parece que hemos complacido a mi padre —
parte principal de la casa, hecho que complació añadió, irónico; Riona recordó el deleite del
a Riona. anciano y se sintió culpable.
Observó lo que sería el dormitorio de Rory. —Bueno... ¿no crees que debemos decirle la
Una cama antigua de madera había sido verdad?
recuperada de algún sitio y colocada junto a
una cama pequeña. El papel de las paredes era —¿Y cuál sería la verdad? —preguntó
de ositos con fondo rosa, y las colchas también Cameron, burlón.
eran del mismo color. —Que no planeamos permanecer casados —le
—¿Quién la usó por última vez? —preguntó recordó—. Que simplemente lo hacemos por el
Riona, curiosa. bienestar de Rory.
—Melissa —respondió Cameron—. Tenía sólo —Acordamos que nos casaríamos y
dos años cuando mi padre se casó con Bárbara fingiríamos ante el mundo.
y vinieron a esta casa. —Ante la gente de Invergair, sí —aceptó—,
—Tu madre no vivió aquí —concluyó Riona pero seguramente no deseas engañar a tu
en voz alta, y el negó con la cabeza. familia.
Alison Fraser Página 42 EL ÚLTIMO VERANO

—Conozco a mi padre. Preferiría creer que ya cenar aquí —quizás él notó el cansancio en su
me he establecido, aunque sea por seis meses. voz, porque no discutió.
A mi madrastra no le importará, de una u otra —Está bien, supongo que puedo alegar la
forma. diferencia de horario y hacer que te suban algo
—¿Y Melissa? —no pudo evitar preguntar, y hasta aquí, por esta noche —concedió.
observó su reacción. —Bien —aceptó. Se las arregló para parecer
—¿Melissa? ¿Qué podría interesarle a ella? despreocupada, mientras por dentro sentía la
terrible soledad que sería suya esos seis meses.
Riona no contestó, desconcertada ante la
Mantuvo inexpresivo su rostro en lugar de
posibilidad de que Cameron quisiera ocultarle
mostrar debilidad.
su relación con su hermanastra. Él cambió de
tema. —Nunca te perturba nada, ¿verdad, Riona? —
afirmó Cameron, admirado—. En realidad,
—Bien, ahora bajaré. Te dejo para que te
nada te afecta.
cambies.
Si eso quería pensar, a Riona no le importaba.
—¿Cambiarme? —repitió Riona.
No iba a decirle que el abandonarla el verano
—Para la cena —le recordó, y ella rió. De pasado no sólo la había perturbado, sino que la
nuevo en su territorio, pareció olvidar la había dejado con el corazón roto.
realidad de ella.
Permanecieron en silencio y cogió a Rory, que
—¿Cambiarme con qué? —miró su sencilla empezaba a inquietarse y a hacer pequeñas
falda y blusa de algodón—. Nuestro equipaje protestas por el hambre. Le dirigió una mirada
todavía no está aquí, y además, llevo puesto lo impaciente a Cameron, deseando que se fuera.
mejor que tengo —miró su ropa arrugada. El Él lo entendió y musitó:
verano pasado nunca lo había notado o al
—Haré que te envíen la cena —salió por donde
menos no le había importado cómo vestía.
habían entrado, a través del cuarto de niños.
—Cómo no me di cuenta —musitó—. Debí
Cuando se fue, Riona se desabrochó la blusa y
llevarte de compras cuando estuvimos en
puso al bebé junto a su pecho. Se alimentó
Londres —Riona se encogió de hombros,
contento, mirándola con perfecto amor y
porque no le importaba. No quería que él la
confianza. Ella besó su suave frente y se
vistiera para que se adecuara a su estilo de
recordó que estaba ahí para asegurar su futuro,
vida.
aunque ni con Rory en sus brazos podía disipar
—No importa. La verdad es que preferiría la sensación de soledad.

CAPITULO 7

Riona durmió inquieta y se despertó temprano, La chica tenía ojos y pelo oscuros, y facciones
como de costumbre, para amamantar a Rory. que delataban su origen hispano. Tenía una
Se asomó a la ventana y juzgó que sería un día adorable sonrisa que dirigió a Rory al
cálido. Se puso una blusa ligera y una falda de arrodillarse a su lado en el suelo.
algodón con una caída fresca y suelta. Se sentó Rory pareció aceptarla de inmediato cuando
en espera de que la buscaran. ella emitió algunos sonidos para llamar su
Una doncella apareció llevando una bandeja atención y le ofreció un dedo para que se
con el desayuno. Iba con otra chica que se sujetara
presentó con timidez: Riona también aceptó a la chica, aunque dijo:
—Soy Gloria. Mi madre es la cocinera, y el —Es muy amable por tu parte, Gloria, pero yo
señor Adams, el joven, me preguntó si podía puedo atenderlo.
ayudarla con el bebé.
—El señor Adams desea que yo vaya de
Alison Fraser Página 43 EL ÚLTIMO VERANO

compras con usted —le comunicó la muchacha empleados que estaban felices de atenderla.
—. Dice que necesita comprar ropa y cosas Fue sólo cuando Stevens la recogió en la
para el bebé. limosina, para llevarlas al edificio de la
Riona frunció el ceño porque era verdad. Rory Harcourt Adams, cuando revisó las cuentas
había crecido y ya no le servía la ropa. que le habían entregado. Entonces comprendió
que había gastado una pequeña fortuna en un
—Veremos —Riona le sonrió—. Yo hablaré
par de horas. Se preguntaba lo que Cameron
con el señor Adams —se irguió, levantó a
pensaría. ¿Creería que, después de todo, ella
Rory y Gloria la detuvo, diciéndole:
era una cazafortunas?
—Creo que ya se fue a trabajar con su padre.
El edificio Harcourt Adams era bastante
—Riona miró su reloj y vio que apenas eran modesto en comparación con otros de la zona,
las ocho. ya que sólo tenía veinticinco pisos y estaba
—Stevens, el chófer, nos llevará a Boston construido con líneas simétricas. Sin embargo,
después de que usted desayune. distaba mucho de aquella pequeña firma que
Riona había imaginado, y su propia ingenuidad
—Yo... —Riona quiso rechazar esos planes la hizo sonreír.
hechos sin consultar con ella, pero notó la
expresión preocupada de la otra y comprendió Mientras Gloria permanecía en el coche con
que era injusta, porque Gloria era una Rory, Stevens escoltó a Riona hacia el interior.
empleada que obedecía las instrucciones del Ella lo siguió al paso frente a dos elegantes
patrón—. Está bien. Supongo que el señor recepcionistas en el escritorio central,
Adams no te dijo específicamente dónde debía anunciando:
hacer las compras. —La señorita MacLeod viene a ver al señor
Gloria sonrió, asintiendo. Cameron Adams.

—Él sugirió las tiendas grandes como Filene o Las recepcionistas estudiaron a Riona lo
Jordán Marsh. Todas tienen departamentos suficiente para observar su sencillo atuendo,
para bebé. El señor Adam dice que compre que no era como el de los familiares, amigas ni
todo lo que desee y que lo carguen en su colegas. Rápidamente ocultaron su curiosidad
cuenta. y notificaron a Cameron su presencia. Después
de una breve conversación telefónica, una de
—Ya —replicó. ellas informó a Stevens:
—Si quiere, yo sostengo al bebé mientras —La señorita MacLeod, puede esperar en la
desayuna —indicó la bandeja con el café y recepción y el señor Adams bajará pronto.
unos bollos recién horneados. Riona vaciló y
luego le pasó a Rory, que lloró, aunque Gloria Steven avisó y le indicó a Riona unos sillones
lo distrajo pronto. y mesitas que se encontraban en el amplio
salón de recepción.
Era obvio que la muchacha tenía experiencia
con bebés y, cuando salieron para hacer las —Si llora el bebé ¿podría traérmelo, por favor?
compras, resultó indispensable. Conocía las —le pidió Riona con cortesía, y él respondió
tiendas adecuadas, sabía dónde cambiar los con calidez:
pañales de Rory y dónde podía amamantarlo —Claro, señorita. Haré que Gloria traiga al
con comodidad. pequeñin.
Sin su consejo, Riona quizás habría gastado Consciente del interés que despertaba, Riona
menos dinero. Habría comprado un cochecito se sentó y cogió una revista para aparentar
de menor precio en lugar del mejor del naturalidad. ¿Cómo serían las elegantes amigas
mercado. Habría decidido que un bebé de seis de Cameron que lo esperaban habitualmente en
meses no necesitaba juguetes para la cuna, así esas sillas? Hizo un gesto de desagrado al
como muchas otras cosas. Pero era muy fácil pensarlo y en ese justo instante apareció él.
decir: «Cárguelo a la cuenta Adams» a los
Alison Fraser Página 44 EL ÚLTIMO VERANO

—¿Qué sucede? Era la pareja perfecta. La hermosa Melissa y el


apuesto Cameron con el ochenta por ciento de
—Nada —se sonrojó y ocultó sus
Harcourt Adams entre los dos.
pensamientos—. Simplemente pensaba en lo
importante que debes de ser, al dirigir este —Supongo que Melissa heredará las acciones
lugar. de su madre —preguntó sin mucha sutileza, y
los ojos de Cameron se entornaron.
—En realidad no. Mi padre lo hace y yo
simplemente soy un ejecutivo. —Eso imagino, sí... y sí a lo que estás
pensando también.
—Pero un día tú lo harás —insistió Riona.
—¿Qué estoy pensando? —Riona fingió
—No es un asunto de simple sucesión —Riona
inocencia.
frunció el ceño.
—Que yo debería casarme con Melissa y así
—Pero si tu padre es dueño de la compañía, al
Harcourt Adams sería mía —Riona se sintió
fin será tuya.
molesta por ser tan transparente.
—Mi padre posee el treinta por ciento de
—¡Tú lo has dicho, no yo!
Harcourt Adams —la corrigió Cameron— Yo
poseo un diez por ciento que me dejó mi —Pues puedes olvidarlo. Me voy a casar
abuelo. Bárbara tiene otro cuarenta por ciento contigo, te guste o no.
de las acciones y el resto está dividido entre —¿No quieres todo esto? —miró la elegante
pequeños accionistas. sala, un símbolo del éxito e importancia de
—No comprendo —admitió Riona—. ¿Por qué Harcourt Adams.
tu padre le otorgó a Bárbara el cuarenta por —¿Quieres decir poder, prestigio, riqueza...?
ciento de la compañía? ¿Debería? —fue enigmático.
—Él no lo hizo —Cameron sonrió ante la idea —Yo... —Riona lo miraba sin saber la
—. respuesta, porque en realidad no conocía a
Bárbara era Harcourt antes de casarse. Mi aquel hombre, ni tampoco sus esperanzas,
abuelo y su padre fusionaron sus respectivos sueños y ambiciones. ¿Qué quería de la vida?
negocios hace veinticinco años. —No importa —la dejó en la ignorancia—.
—Antes de que tu padre se casara con Bárbara Vamos, tenemos cosas que hacer.
—concluyó Riona sin mucho tacto, y Cameron —¿Por qué? ¿A dónde vamos? —preguntó
lo aceptó con cinismo. Riona yendo hacia la limosina.
—Así es. Puede decirse que su matrimonio —A comer, a menos que ya lo hayas hecho —
consolidó la fusión —Riona se preguntaba qué respondió Cameron brevemente.
significaba exactamente. ¿Fue el matrimonio
más un acto de conveniencia que de amor? Riona movió la cabeza, pero permaneció
Cameron lo confirmó: intrigada. ¿Por qué querría Cameron llevarla a
comer?
—Con el control de la mayoría de las acciones,
mi padre se aseguró el puesto de presidente —Tenemos cosas que discutir. Un restaurante
cuando la generación mayor desapareció. nos dará más intimidad que la casa de mi
padre.
Riona empezaba a comprender. Con el apoyo
de su segunda mujer Charles Adams poseía Cameron preguntó a Stevens si conocía un
más de la mitad de las acciones. ¿Y en el restaurante en la zona; el chófer mantuvo
futuro? ¿Podría Cameron contar con el apoyo abierta la puerta para que ellos entraran,
de su madrastra? ¿O más tarde con el de confirmó que sí y pronto condujo hasta llegar a
Melissa? su destino.
Sí, si se casaba con ella... El pensamiento Cuando llegaron al restaurante, Cameron
apareció en su mente y se negó a salir de ahí. ordenó a Stevens y a Gloria que esperaran en
Alison Fraser Página 45 EL ÚLTIMO VERANO

el coche con Rory. Riona iba a protestar, pero —No me importa —exclamó Riona,
no le dio la oportunidad, ya que la sujetó del desafiante.
codo y la guió dentro de la pequeña pizzería. —Posiblemente a ti no, pero a mí sí, de modo
—¿Conseguiste todo lo que necesitabas para el que esta tarde visitaremos varias tiendas de
bebé? —preguntó Cameron cuando el ropa —contraatacó Cameron.
camarero ya les había tomado nota. Riona —¿Nosotros?
asintió y confesó:
—Tú y yo.
—Me temo que he gastado mucho.
—Bromeas —Riona aceptó que podría
—¿Sí? —Cameron levantó una ceja, necesitar un vestido adecuado, pero no con él
interrogante. como compañero de compras—. ¿No tienes
—No quería hacerlo —continuó Riona—. Me nada que hacer?
dejé llevar porque había tantas cosas tan —Tres escritorios llenos de trabajo, pero
bonitas para bebés —empezó a sacar las notas esperarán. Vestirte es una prioridad.
de las compras. El le indicó con un gesto que
las guardara. —¡Qué halagador! —Riona hizo un gesto, y
comprendió que él lo hacía para no quedar
—Sólo dame el total —sugirió con frialdad. mal. No pudo responder antes de que llegara el
—Yo... pues... como mil dólares —admitió, camarero con la comida y se concentró en
avergonzada. Esperaba su reacción y se asustó comer su pizza.
cuando lo oyó reír con fuerza. Casi había terminado cuando Gloria apareció
—¿Tanto? —comentó con burlona seriedad y en el restaurante con Rory llorando en sus
volvió a reír—. Realmente no sabes nada, brazos. El llanto aminoró un poco cuando
¿verdad? Riona lo cogió, aunque era obvio que tenía
hambre.
—¿De que? —la chica estaba molesta porque
él se reía de su ingenuidad. —Regresaré al coche para amamantarlo —le
informó a Cameron, y él captó la idea de
—Dinero. Riqueza. Vida... todo —resumió,
inmediato, porque le pidió que le enviara a
todavía divertido—. Prácticamente .tienes carta
Stevens.
abierta para comprar lo que quieras y te
preocupas por gastar una gran... ¿Tienes idea Riona lo hizo antes de instalarse en el asiento
de a cuánto asciende mi fortuna? trasero de la espaciosa limosina y darle el
pecho a Rory. Tenía una relativa intimidad
—No, y no quiero tenerla —le lanzó Riona—.
gracias a los cristales oscurecidos de las
No todos se impresionan con tu dinero, ¿sabes?
ventanas; sin embargo, no contaba con que
—No, casi todos —comentó él con cinismo, Cameron la siguiera. Subió con ella y se sentó
aunque su buen humor continuaba—. Supongo en el asiento opuesto, y cuando trató de
que no has gastado nada en ti misma. cubrirse, él la urgió:
—No hay nada que yo necesite. —No lo hagas. Deseo observar —el rostro de
—Piensa de nuevo —le informó con seriedad ella se ruborizó ante su franqueza, pero hizo lo
—. Dentro de una semana, mi padre y Bárbara que le decía y continuó alimentando a su hijo.
harán una pequeña reunión para la familia y Mantuvo la cabeza inclinada y su pelo rubio
amigos, para que conozcan a la novia. Cuando caía como una cortina sobre el rostro,
digo «pequeña», significa unas treinta consciente de la mirada de Cameron clavada en
personas. Cuando digo «reunión», significa ella y Rory, que mamaba hambriento de su
traje de etiqueta y vestidos de diseño. Ahora, seno. Sabía que era el bebé quien retenía su
según recuerdo, no creo que tu guardarropa interés, pero no podía evitar albergar
contenga nada para cenas formales, y supongo sentimientos contradictorios hacia el hombre al
que no querrás asistir con tu pantalón vaquero. que en tiempos había amado.
Alison Fraser Página 46 EL ÚLTIMO VERANO

Quizá él también lo recordaba, porque cuando y cálido que se reía de sí mismo en Invergair.
el bebé finalmente soltó el pezón, una mano —No tiene sentido fingir cuando todos saben
capturó la suya antes de que se abrochara la por qué te casas conmigo. Vestirme
blusa. Levantó hacia Cameron los ojos con elegantemente no servirá para nada. Aún así,
gesto interrogante, pero él tenía la mirada fija no soy de tu clase.
en su seno, pesado y húmedo por la leche. Ella
no pensaba que ella o su cuerpo fuera sensual —¿Sí? ¿Y cuál imaginas que es «mi clase»?
desde el nacimiento, pero la expresión del —No quise decir la tuya específicamente —
rostro masculino sugería lo contrario. Cuando interpretaba mal sus palabras de forma
él levantó su cabeza, vio su propio deseo deliberada. Debía saber lo que quería decir—.
reflejado en los oscuros ojos azules. Quise decir de tu familia y sus amigos. Buenas
Cualquier protesta quedó atrapada en su relaciones, buenos colegios, dinero —su tono
garganta cuando él se inclinó, y la chica supo decía que ella no era nada de eso y no deseaba
que la besaría. Cerró los ojos deseándolo y serlo.
sintió su aliento en la mejilla. De pronto la —Bueno, si ésa es mi clase también, entonces
sirena de un coche de policía rompió el ¿podrías explicarme qué hacía yo contigo? —
encanto y Riona, al abrir los ojos, captó la ira Riona no tuvo dificultad en responder. Ya lo
en el rostro de Cameron, antes de salir y había hecho tiempo atrás.
quitarle a Rory, musitando:
—¿La verdad? Ambos lo sabemos, Cameron.
—Vístete —Riona lo hizo con torpeza, Te divertías en los barrios bajos —la expresión
avergonzada por el incidente. del rostro de él se acentuó, pero no lo negó y
Esperaron en silencio a Stevens y Gloria, que señaló:
comían en el restaurante. Cameron abrazaba a —Si piensas eso, tampoco tienes una opinión
Rory, que jugaba con la corbata de seda, y muy alta de ti.
luego le dio un llavero para hacerlo tintinear.
Riona sentía que el afecto de él hacia su hijo —Por el contrario —respondió—. Creo que mi
crecía. Apartó la mirada de la escena. Quizá gente y yo somos mejores que tú y la tuya. No
parecieran una familia perfecta y feliz, pero era necesitamos vestirnos, ni tener automóviles
una farsa. lujosos y hacer grandes fiestas para demostrar
lo buenos que somos.
Cuando los otros regresaron, Cameron le pidió
a Stevens que fuera hacia los jardines públicos —Siempre tan terca y orgullosa —dijo
y a ella le explicó: Cameron. Riona abrió la boca para discutir
pero no pudo hacerlo, ya que el coche se había
—Gloria puede pasear a Rory mientras detenido y, sin esperar a que Stevens abriera la
compramos la ropa. puerta, Cameron la sacó literalmente del
—Tengo ropa —afirmó Riona, obstinada. asiento trasero.
—Sí, bueno... —deslizó su mirada crítica sobre —¿Y Rory? —protestó, casi corriendo para
la blusa y la falda de algodón—. Algo más mantener el paso suyo.
adecuado a tu posición. —Rory estará bien. No escogí a Gloria al azar.
—¿Posición? ¿Qué posición? —lo desafió, Ella sabe tratar a los niños. Has estado con ella
desdeñosa. toda la mañana. ¿Tienes alguna razón para
pensar lo contrario? —preguntó. Riona negó
—Como mi prometida, naturalmente —Riona con la cabeza, no sólo porque Gloria fuera
soltó una risa poco elegante. ¿Creía que agradable, sino porque había demostrado ser
vistiéndola engañaría a alguien?—. Me competente en atender a Rory—. Bien, vamos,
complace que al menos uno de nosotros porque tengo que regresar a la oficina —le
encuentre divertida la situación —respondió informó antes de entrar en la primera de las
con frialdad, y Riona se preguntó una vez más muchas boutiques de la calle Newbury.
que había sucedido con el Cameron ingenioso
Alison Fraser Página 47 EL ÚLTIMO VERANO

Cuando apareció una vendedora para ofrecer estremeció, no por el vestido sino por la
su ayuda, él pidió que seleccionara vestidos de frialdad que captó en su mirada.
día y de noche que pudieran sentarle bien a su —Ella tiene razón —dijo al fin—. El vestido te
compañera. Riona pensó que él no iba a transforma de una chica campesina en una
permitirle escoger. La vendedora, de forma belleza refinada —añadió sonriente, pero
cortés, la revisó de arriba abajo y le preguntó Riona no respondió, porque no sintió el
su talla. cumplido.
Apenas había dicho «doce», cuando Cameron —Si no te gusta —respondió—, no lo
la contradijo: compres.
—Diez, las tallas en Estados Unidos son —Al contrario —la mirada la recorrió de
diferentes. nuevo—, la mayoría de los hombres te
Riona se preguntó cómo sabría eso. Parecía tan desearán con ese vestido y me admirarían por
a gusto en la tienda, que supuso que no era su ser yo tu dueño —habló con suavidad en su
primera experiencia en comprar ropa para una oído, sin importarle la vendedora, y Riona
mujer. mantuvo su voz baja para decir:
La vendedora decidió que Cameron era el —Tú no me posees.
cliente y procedió a consultarlo a él de forma
—Lo sé —puso una mano en su cintura—,
exclusiva. Cuando ella sacó una selección de pero otros hombres no lo saben y creerán que
vestidos y ropa interior complementaria, fue él soy muy afortunado al casarme con una chica
quien la aceptó o rechazó. tan hermosa.
Todo lo que Riona tuvo que hacer fue —¿Y tú? ¿Qué piensas? —le preguntó Riona.
probárselos. Primero se sintió molesta, pero la
vanidad finalmente venció. Cómo podría no —En alguna ocasión pensé que era el hombre
ser de ese modo, si cuando se miró al espejo, más afortunado del mundo —quiso decir el
no vio a una chica sino a una mujer con un último verano, y por un breve momento, Riona
vestido de seda que la hizo sentir complacida viajó hacia el pasado. Él parecía amarla
al ver que su figura tenía curvas en los lugares entonces, y ella lo amaba con locura. Si tan
correctos. ¿Y no era natural que se preguntara sólo...
si podía rivalizar con la hermosa Melissa con Él la atrajo hacia él y ella se resistió. Las voces
un vestido como ése? se desvanecieron y todo desapareció, excepto
Salió del probador con timidez y no miró en Cameron. Quería refugiarse entre sus brazos,
dirección de Cameron. La vendedora la decirle que todavía existía esa posibilidad, pero
condujo hacia un espejo de cuerpo entero y él destruyó la magia del momento al musitar:
Riona vio su imagen una vez más, aunque —Eso fue antes de que abriera los ojos —la
surgieron dudas sobre su apariencia, en empujó y ella cerró los suyos. Él sólo jugaba
especial porque Cameron no hizo comentarios. con ella y trataba de lastimarla, con éxito—.
Fue la vendedora quien le aseguró: Lo llevaremos —le informó a la vendedora y
cuando Riona fue hacia el probador, sugirió
—Ese vestido le queda asombrosamente bien, con frialdad—: Pruébate el verde.
señorita. ¿No lo cree así, señor?
Más tarde Riona deseó rebelarse, aunque se
Cameron no se apresuró a expresar su acuerdo sentía demasiado vencida. Se puso las prendas
con la vendedora. que él sugirió y le permitió decidir qué
Fue a pararse detrás de Riona y ella vio su comprar. No le importaba. Perdió todo interés
reflejo en el espejo. Sus ojos recorrieron el en su nueva apariencia, porque la ropa elegante
vestido antes de encontrar los suyos en el no alteraría la baja opinión que él tenía de ella.
cristal. Se miraron uno al otro por un
momento, mientras que la vendedora, discreta-
mente, desaparecía por el fondo. Riona se
Alison Fraser Página 48 EL ÚLTIMO VERANO

Lo siguió de tienda en tienda permitiéndole madrastra y la temible Melissa. Todos la


seleccionar y no dijo nada cuando él aceptaba miraron cuando entró al salón y sintió como si
o rechazaba lo que se probaba. hubiera invadido terreno enemigo. Deseó huir
escaleras arriba, y quizá lo habría hecho si el
Les llevó cerca de tres horas comprar tres
padre de Cameron no se hubiera levantado a
vestidos de noche con adecuada ropa interior,
saludarla con un cálido:
seis vestidos de calle que también podía usar
para comer, una colección de zapatos de tacón —Riona, entra. Déjame mirarte... Estás
alto en varios colores y jersey y pantalones preciosa —declaró, sonriente, mientras la
vaqueros de diseño. No se hizo mención al admiraba con su ropa nueva.
precio, ya que él simplemente arregló lo —Gracias —murmuró Riona con timidez, sin
necesario, firmó por todo y solicitó, ya que tomarlo en serio. Charles Adams era un
compraron mucho, que se lo llevaran a casa. hombre agradable, y al notar su falta de
—Necesitas más —anunció Cameron al confianza, quiso hacerla sentir mejor.
caminar por la Calle Newbury—. Trataré de Riona pensó que las reacciones de las mujeres
tomar tiempo libre el fin de semana —Riona eran más reales. Melissa Adams, con un
negó. vestido rojo oscuro de seda la observó y luego
—No, está bien. Ya me has comprado hizo un gesto de rechazo. Era obvio que hasta
suficiente. No me quedaré en Boston tanto con ropa cara, todavía era alguien sin
tiempo. importancia para la hermanastra. En cuanto a
Bárbara Adams, simplemente levantó una ceja.
—No —aceptó cortante—, pero cuando
regreses a Invergair, la gente esperará verte De hecho, la mujer mayor se dirigió muy poco
vestida de acuerdo a tu nueva posición. a Riona durante la cena, mientras que Charles
Adams hizo lo posible por incluirla en la
Riona hizo un gesto. Para ella vestirse era
charla, pero su mujer la siguió tratando como
presumir, y sabía que eso la haría menos
si fuera invisible. Era bastante antipática,
popular entre sus antiguos vecinos. Ellos no
aunque Riona prefería eso a los comentarios
olvidarían que era simplemente la nieta del
sarcásticos de Melissa y sus intentos por hacer
viejo Roddy MacLeod, y, si era sensata,
quedar a Riona como una tonta.
tampoco ella lo haría.
Empezaban el segundo plato cuando Cameron
No discutió pensando en Rory. Se aproximaron
apareció. Riona se sintió aliviada al ver su
al coche, para encontrarlo dormido en el
rostro familiar, aunque no amistoso. Se sentó a
asiento trasero, y ella olvidó la inquietud que
su lado, donde estaba puesto su lugar.
había sentido desde el momento en que lo dejó.
—Siento llegar tarde. He tenido mucho trabajo
Regresaron a Harcourt Adams, donde Cameron
—explicó.
salió del coche; ya pasaban de las cinco de la
tarde, pero decidió regresar al trabajo. Se —No te preocupes, hijo. Estoy seguro de que
despidió con un breve: Riona lo entiende —Charles Adams hizo notar
que la disculpa era para ella y Riona sonrió,
—Te veré en la cena. Quizá puedas usar uno
reacia a jugar el papel de prometida. Sin
de tus nuevos trajes.
embargo, Melissa no iba a dejarlo pasar con
Después de arreglar a Rory para la noche, se tanta facilidad.
puso una blusa de seda blanca y una falda
—¿Sí? Yo no lo habría pensado.
negra. Con el pelo recogido y cuidadosamente
maquillada, adquirió una sorprendente —Melissa —la amonestó Cameron, pero ella
elegancia. Se miró en el espejo y vio a una lo ignoró.
chica diferente, alguien a quien no conocía. Se —Quiero decir, ¿cómo puede ella
sentía como una extraña cuando bajaba a comprenderlo? No creo que haya muchas
cenar. compañías multimillonarias entre los pantanos
Cameron no estaba ahí, sólo su padre, su y los brezos. Corrígeme si me equivoco —se
Alison Fraser Página 49 EL ÚLTIMO VERANO

dirigió a Riona con dulzura. Cameron no la hubiera alcanzado en la escalera


—. ¿Qué haces? —la sujetó por el brazo y la
—No, no hay muchas —confirmó Riona,
hizo girar.
cortante.
—¿Qué te parece? —replicó con ira—. Voy a
—Y, presumiblemente, Cameron es el primer
mi cuarto. Será más fácil para tu familia hablar
ejecutivo de alto nivel al que conoces... Qué
si no estoy ahí y no estaré.
palabra tan inadecuada, dadas las
circunstancias —bromeó Melissa. —¿Qué? No seas absurda.
—Tienes toda la razón —interrumpió Cameron —¿Absurda? Bueno, quizá no sea tan sensata
—. Así que, Mel, si tienes algo que decir como crees; posiblemente me afecte que me
¿puedes hacerlo de una vez? Entonces llamen gorda.
podríamos cenar. —¿Gorda? Nadie te ha llamado así —trató de
—Aguafiestas —Melissa hizo una mueca—. apaciguarla.
No seas estirado. Yo, de hecho, trataba de —Oh, sí. Ponte de su lado. Sólo que no me
simpatizar con la pobre chica —trató de tomes por tonta.
engañarlos.
—No lo hago, nunca lo he hecho —declaró
—¿Eso hacías? con seriedad—, y no estoy del lado de Melissa.
—Debió de ser difícil para ella —miró a Riona Entiendo que a veces se comporta como una
con lástima—, aceptar un ambiente totalmente bruja y si quieres que le diga...
nuevo y tener que cambiar sus hábitos... Por —¿Y hacerla pensar que no lo aguanto? No,
cierto, ¿ese traje lo ha elegido Cameron? ¿O lo gracias —lo interrumpió.
has hecho tú?
—Entonces, ¿qué quieres? —le preguntó con
—Cameron —admitió Riona, apretando los paciencia.
dientes.
—Un billete de regreso a Escocia.
—Eso pensé. Debo felicitarte por tu elección.
Corte sencillo, colores básicos, mucho más Él pareció impresionado, como si no esperara
adecuados para su figura... llena. esa respuesta.
—Puedes decir lo que quieras, Mel —Cameron —Olvídalo, tenemos un acuerdo: seis meses
rió ante el insulto sin darle importancia—. No como mínimo —le recordó.
molestarás a Riona. Ella es demasiado sensata —¿Un acuerdo? —Riona se mofó de palabra
para considerar la delgadez excesiva como —. ¿En realidad lo ves así? Señalas lo poco
algo bueno —Riona frunció el ceño. No le que tengo que ofrecer a Rory y luego dices que
gustó ni el «sensata» de él ni el comentario de le darás Invergair y que si no estoy de acuerdo,
Melissa. nos arrastrarás a una batalla legal. ¿Qué
—Mentira —continuó Melissa sin elegancia—. elección tenía yo?
Todas las mujeres ansían ser esbeltas, y —¿Qué elección querías? Supongo que a
algunas somos más afortunadas que otras. Fergus Ross. Un marino que se pasaría fuera la
Quizá si comieras un poco menos... mitad del año y que te dejaría con un bebé en
Riona había vuelto su atención a la cena. Por tu vientre cada vez que estuviera de permiso.
un instante quedó demasiado asombrada por la ¿Eso quieres?
grosería de la otra para reaccionar; luego, bajó —Sí, eso quiero. ¿Por qué no?
el cuchillo y el tenedor.
—¡Bruja...! —subió tras ella, que trató de
—Buena idea —se levantó de la mesa antes liberarse.
que nadie adivinara su intención. Cameron la
llamó. —¡Suéltame! —le lanzó—. Suéltame o gritaré.
—¿Riona? —siguió caminando, cruzó el —Grita —la invitó, sin preocuparse de que los
comedor y salió al pasillo. Hubiera seguido si oyeran.
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—No... —estaba furiosa, pero era demasiado Él se quedó parado un momento, mirando su
tarde cuando él bajó su boca sobre la suya. La boca lastimada y sus ojos asombrados, y luego
besó con dureza, queriendo hacerle daño, maldijo con violencia:
necesitando hacerlo y forzándola a aceptar, a —¡Maldición! ¿Qué me estás haciendo? —
abrir los labios para él. Jadeó irritada, Riona movió la cabeza, porque no hacía nada.
impresionada, y él impulsó su lengua dentro Él lo hacía, la estaba destruyendo. De nuevo
del cálido recinto de su boca. Lo empujó y negó cuando él la tocó—. No, Ree...
trató de liberarse de la mano que la sujetaba,
pero el era demasiado fuerte. La atrapó contra —¡No! —retrocedió y corrió.
la barandilla y continuó besándola, —Ree... —la llamó, pero ella siguió corriendo.
castigándola por preferir a otro hombre. ¿Por qué la llamaba así? ¿Por qué la había
Y todo el tiempo que la mente de Riona gritaba besado como si la odiara? ¿Por qué, si acababa
protestando, el deseo fluía a través de su de matar a la chica llamada Ree, la que el
cuerpo como fuego. Continuó luchando contra amaba?
él contra la terrible fuerza que lo oprimía, hasta Corrió hasta llegar a su cuarto y se lanzó sobre
que finalmente, Cameron se apartó y la empujó la cama llorando de nuevo por el hombre al
fuera de su camino. que ella amaba y que se había ido para
siempre.

CAPÍTULO 8

Riona no volvió a ver a Cameron hasta la culpable.


noche siguiente. Apareció en el cuarto de Rory —Claro que sí —le respondió optimista—. Ya
cuando estaba terminando de bañar al bebe. reconoce tu voz, tu rostro, y cuando sea mayor
—Vengo a ver a Rory —informó, fijando la y venga a Boston para sus vacaciones,
vista en su hijo. aprenderéis a conoceros mejor —Cameron
parecía escéptico.
—Sí, está bien —sacó al bebé de la bañera y lo
envolvió en una toalla grande y suave. —Lo dudo; para entonces seremos dos
Cameron se sentó en una silla mientras ella le extraños amables y nada más.
ponía su ropa de dormir, después rompió el —Yo le hablaré de ti —le prometió Riona al
silencio al preguntar: comprender su egoísmo por mantener al padre
—¿Puedo cogerlo? —su tono fue cortés, pero y al hijo separados.
desconcertó a Riona. La noche anterior había —¿Tú harás eso? —preguntó Cameron—. ¿Y
sido muy brusco y ahora se mostraba suave. exactamente qué le contarás Riona? ¿Que soy
No confiaba en el cambio, pero le pasó al bebé el canalla que arruinó tu vida? —ella lo miró
y observó a padre e hijo juntos. incrédula. ¿De verdad creía él que ella fuera
Físicamente eran tan parecidos, que le dolía. tan vengativa?
Rory se agarró de las solapas y se puso de pie —No piensas bien de mí, ¿verdad?
sobre la rodilla de él. Cameron cogió sus
manitas y lo ayudó a soportar su peso, y el —Así lo ves tú.
niño sonrió mostrando sus dos dientes antes de —Por favor, Cameron, no volvamos de nuevo
caer sentado. a lo mismo. No puedo soportar otra pelea —
El juego continuó un rato antes de que Rory se había verdadero cansancio en su voz.
cansara y mirara ansioso a su madre. Cameron —Lo siento. Lo creas o no, no quise que las
comprendió y se lo entregó. cosas salieran así —metió las manos en sus
—Nunca me conocerá en realidad —expresaba bolsillos y caminó hasta la ventana—. Me
en voz alta sus pensamientos y Riona se sintió prometí estar tranquilo y ser sensato, pero las
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cosas nunca funcionaron así —Riona lo Charles entonces presionó a su hijo acerca del
comprendía. A ella le pasaba lo mismo. Cada tipo de casa que pensaban comprar. Cameron
vez que él entraba en un cuarto donde ella la sorprendió al decir que planeaban comprar
estuviera, su cuerpo se tensaba y sus una casa en la ciudad. Apenas pudo evitar abrir
pensamientos se convertían en un caos—. la boca y, mientras el señor discutía los pros y
Mira, me gustaría visitar a Rory todas las contras de tal elección, se maravilló de la
noches. Podemos llamarlo una tregua. calma con que Cameron mentía.
—Yo... —vacilaba, pues no creía que una Más tarde, cuando su padre insistió en que
situación así fuera posible entre ellos. tuvieran un poco de tiempo a solas, sintió que
tenía que decir algo.
—No creo que ninguno de nosotros pueda
soportar seis meses de peleas —añadió él con —Cameron, me doy cuenta de que tu padre te
un tono que revelaba su tensión. puso en aprietos, pero no tenías que inventar lo
de la casa.
—Está bien —murmuró Riona y señaló la
inquietud de Rory—. Tengo que amamantarlo, —No lo hice —respondió él.
darle su última comida del día. —No hiciste, ¿qué?
—Sí, está bien —Cameron reconoció que lo —No lo inventé... pensé que podíamos buscar
despedía y lo aceptó—. Te veré en la cena —le
una casa este fin de semana —en esta ocasión
dijo, tocó la cabeza de su hijo como despedida Riona sí abrió la boca.
y salió antes de que ella lo contradijera.
—¿Quieres decir para comprarla?
Después de la última noche, Riona se había
sentido feliz de cenar en su cuarto, pero como —O alquilarla. Lo que sea más rápido —le
no era cobarde, y Rory ya estaba acomodado explicó.
para dormir, se cambió para ponerse una blusa —Pero... ¿quieres irte de aquí? —ella había
de seda verde y un elegante pantalón negro. creído que permanecerían en la casa de su
Reacia, bajó a cenar. padre en lugar de establecer un hogar temporal
Se preguntaba qué podía esperar de Melissa, en otro lado.
pero antes de una mirada hostil cuando entró, —Supuse que tú querías hacerlo. No puede ser
la chica la ignoró. Y lo mismo hizo Bárbara fácil para ti vivir en una casa ajena, en especial
Adams, pero Riona estaba acostumbrada a ello. en la de mi madrastra. Después de todo, ella no
Era una mujer fría y distante cuya hace todo lo posible para que mi prometida se
conversación con su marido se limitaba a los sienta bienvenida —añadió con sequedad.
requerimientos de la casa y a eventos sociales.
De haber existido amor entre ella y el padre de —No... —Riona no sabía qué responder. El
Cameron, debió de morir hacía mucho tiempo. pensar en su propia casa, donde no tuviera que
Se trataban uno al otro como dos conocidos y caminar de puntillas para evitar a Bárbara y
nada más. Melissa, era muy tentador, pero pensar en ella
y Cameron solos, sin restricciones, era menos
Riona pensó que no era asunto suyo. No tenía excitante.
sentido preocuparse por una familia a la que no
pertenecía. De hecho, no era la hostilidad de —No te preocupes —interpretó mal su
Melissa ni la frialdad de Bárbara las que la expresión—. Hablamos de un arreglo
hacían sentir mal, sino el entusiasmo de estrictamente impersonal. Un dormitorio para
Charles Adams por el matrimonio. cada uno.
Fue él quién habló de los planes para la boda y —No quise decir eso —negó—. Simplemente
preguntó si querían una ceremonia civil o me preguntaba si podríamos vivir en armonía.
religiosa y Cameron le cedió el derecho a ella, —Quizá no —concedió Cameron—, pero
que se decidió por una civil, la menos podemos intentarlo; además, no me verás
hipócrita, dadas las circunstancias. mucho, considerando mi horario de trabajo.
Alison Fraser Página 52 EL ÚLTIMO VERANO

—Pero ¿no será un gasto... —Riona se sentía —No estoy segura de que sea una buena idea.
incómoda por su generosidad—, comprar una Nunca antes he amueblado una casa —Riona
casa para sólo seis meses? —él negó. dudaba de que su gusto lo complaciera.
—Necesitaré un lugar más grande para cuando —Compra lo que te guste. Será tu casa.
venga Rory de visita... ¿Qué piensas? El agente de la inmobiliaria les enseñó las
—Creo que es una maravillosa idea —Riona cinco casas. Todas parecían hermosas, no muy
decidió ser sincera. grandes e imponentes como la del padre de él,
pero bien diseñadas y decoradas. No podía
—Está bien, iremos a buscar casa este fin de
evitar pensar en el contraste entre ellas y su
semana —sonrió ante el entusiasmo de ella.
pequeña y oscura granja.
Ella devolvió la sonrisa y por un momento,
imaginó que empezaban una nueva vida juntos. Al final, dejó que Cameron eligiera. Él escogió
una de tres plantas, situada cerca del parque, y
Permaneció con ese humor durante el resto de
ya disponible para su ocupación inmediata. En
la semana hasta el viernes por la noche, cuando
quince días, podrían mudarse.
Melissa supo de su proyectada mudanza y
esperó a que estuvieran a solas para recordarle Como sugirió, Riona fue a comprar muebles la
que sus derechos sobre Cameron eran semana siguiente. Insistió en viajar en tren en
temporales. lugar de ir en coche con Stevens, y se llevó a
Gloria para que la ayudara con Rory. La chica
Riona nunca sabía qué pensar de lo que la
disfrutó al formarse una imagen de su sala,
hermanastra decía. Seguía pensando que era la
dormitorios y cocina, pero no perdió de vista la
verdadera elección de Cameron y que sólo por
realidad. Mentalmente escogió cada mueble
Rory estaba obligado a casarse con ella. Sin
para la casa, pero no compró ninguno.
embargo, Riona no veía evidencias que
apoyaran esa idea. Melissa podía flirtear con Era un sueño y lo sabía. Aun cuando Cameron
Cameron, pero él se reía de eso. y ella de pronto volvían a charlar, planear y a
reír un poco, sabía que no iba durar. Algo
Sin embargo, el desagrado que le produjo la
estropearía el sueño y la obligaría a despertar.
conversación de Melissa duró hasta el día
siguiente, cuando Riona fue a Boston con Ese algo sucedió el viernes por la noche. El
Cameron y con Rory. padre de Cameron decidió dar una cena para
que los amigos pudieran conocer a la futura
—Ya he seleccionado cinco casas para visitar,
esposa de su hijo. Riona temía ese evento y se
todas cerca del parque —le comunicó y le pasó
sorprendió al ver que Melissa parecía esperarlo
los folletos. Como ella no dijo nada, añadió—:
con ansiedad, pero en seguida comprendió por
Supongo que prefieres una casa, pero podemos
qué. Se enfrentaría al refinamiento de los
buscar apartamentos, si quieres.
huéspedes y la hermanastra tenía esperanzas de
—No, una casa estaría bien —respondió que ella resultara un desastre.
Riona.
Melissa quizá tuviera razón, pensó Riona
—Si tienes otra idea, dímela. cuando bajaba por la amplia escalera de
—No es eso, sólo que... —podía preguntarle si mármol para cenar, con la cabeza erguida y
Melissa tenía razón; que si al estar libre de tratando de ocultar su nerviosismo.
obligaciones, se casaría con la americana, pero Cameron la esperaba al pie de la escalera y la
¿quería saber la respuesta?—. No es nada, sólo miraba sin sonreír. Se preguntaba si estaría mal
me preguntaba sobre los muebles. vestida. Llevaba por primera vez un vestido
—No hay problema. Ya he arreglado un negro de seda, con el pelo arreglado en un
crédito para ti. Si encontramos una casa moño que le había hecho Gloria con habilidad.
adecuada, puedes comprarlos la próxima La otra chica declaró que era la última moda
semana y fijar la entrega para la fecha en que en la elegancia y Riona se sintió complacida
recibamos la casa. con su imagen en el espejo. Ahora, al ver el
ceño fruncido de Cameron, no estaba muy
Alison Fraser Página 53 EL ÚLTIMO VERANO

segura. No esperaba cumplidos cuando llegó a Ella no objetó, ya que empezaba a relajarse en
su lado y le sorprendió que dijera: compañía de una pareja que Cameron le había
presentado como sus mejores amigos. Blair, la
—Nunca te he visto tan hermosa.
mujer, parecía diferente del resto, hablaba más
—Gracias —respondió con suavidad. de su joven familia que de los tratamientos de
—¿Nerviosa? —los huéspedes se reunían para belleza que la favorecieran, y no mostró
tomar una bebida antes de cenar. bochorno cuando le preguntó a Riona por
Rory. Muy pronto intercambiaban historias de
—Petrificada —admitió con franqueza. bebés y Riona olvidó los nervios.
—No tienes por qué estarlo. Ninguno de ellos La mujer sugería una cita para comer cuando
es realmente importante. se acercó Charles Adams y se excusó con
Comprendió lo que quería decir. Después de cortesía por llevarse a Cameron a un lado. Él
todo ¿qué importaba si se comportaba como frunció el ceño ante lo que su padre le decía y
una tonta? también se excusó y salió a la terraza.
Nunca sería parte de su mundo. Y en realidad, Riona no comprendía lo que sucedía, aunque
no quería serlo, decidió Riona al sentarse ante posiblemente sus acompañantes sí, porque
la interminable mesa. Tenía poco en común ambos empezaron a hablar al mismo tiempo en
con mujeres que hablaban de ropa, clínicas de un obvio intento de mantenerla distraída. Sin
salud y dietas, y dedicaban toda su vida a embargo, no pudieron eclipsar a Melissa, cuya
permanecer jóvenes y hermosas. Y los voz venía desde la terraza, atrayendo las
hombres hablaban de negocios y de formas de miradas curiosas.
hacer dinero como si fuera una religión. Cameron estaba a su lado. De hecho, la
Al no saber nada de esas cosas, Riona no sostenía por la cintura con la intención de
contribuyó mucho a la conversación, aunque llevarla hacia la puerta, pero la mujer,
no se esperaba que lo hiciera. Forzó una obviamente bastante borracha, resistió cuando
sonrisa cuando los nombres la halagaron a ella se aproximaron a Riona.
o a Cameron, por su belleza, y perdió el gusto Lanzando una mirada de desafío a Riona,
por su aspecto cuando la trataron como una deslizó su brazo por el cuello de Cameron y se
adquisición. Las mujeres no eran mejores, alejó con él, profiriendo unos sonidos que
porque en su mayoría venían de la misma estaban a medio camino entre una canción y
escuela de frío encanto que Bárbara Adams. una carcajada. Y entonces vino lo peor, cuando
Melissa tenía un cortejo entre los huéspedes las voces subieron de tono en la terraza.
más jóvenes. Riona podía oírla levantar la voz —La astuta Melissa —aplaudió una voz
desde el otro extremo de la mesa, y cuando femenina—. Dijo que ella iba a conseguirlo y
miraba, encontró dos o tres pares de ojos lo hizo.
curiosos. Quizá estaba paranoica, pero sentía
que era la causa de esa risa burlona. —Casi parecía al contrario —remarcó su
compañero.
No fue en realidad una sorpresa después,
cuando sus sospechas se confirmaron. Fue al —No te engañes. Ella se las ingenió para
terminar la cena; los huéspedes regresaron a la alejarlo de esa campesina, ¿no? —el
sala. Como era una noche cálida, las ventanas comentario fue saludado por la risa general.
estaban abiertas y los más jóvenes y ruidosos Riona se quedó donde estaba y escuchó. Podía
se reunieron en la terraza, con los ánimos percibir a Blair Van Sykes, desesperado por
exaltados por las bebidas que les servían con distraerla, pero nada penetraba en ella.
abundancia dos camareros. —¿Quién quiere apostar por el resultado? —
Aunque quizá también eran los amigos de surgió una nueva voz.
Cameron, él permaneció alejado de esa —Bueno, yo doy diez a uno a que se casa con
multitud y mantuvo a Riona a su lado. Melissa al final —dijo la mujer.
Alison Fraser Página 54 EL ÚLTIMO VERANO

—¿Eso piensas? —la voz de hombre lo dudaba al cuarto sin llamar. Cerró la puerta tras de sí y
—. Puede ser una campesina, pero yo no la se apoyó contra el marco, bloqueando la salida.
echaría de mi cama en una fría mañana. —¡Sal de mi cuarto! —susurró Riona con
En cierta forma era un cumplido, pero Riona se ferocidad, incapaz de gritar con Rory en la
sintió atacada por el, aunque siguió habitación vecina. Él la ignoró.
escuchando. Necesitó de esas personas —Tenemos que hablar. Por tu súbita partida,
enfermas, sarcásticas y maliciosas, para supongo que has llegado a razonables, pero
despertarla a la realidad. equivocadas conclusiones —él seleccionó sus
—Mira, ignóralos —Blair trató de alejarla—. palabras con cuidado. Parecía tan tranquilo que
Están borrachos y son estúpidos. No debes... Riona sintió deseos de arañarle.
—se interrumpió cuando comprendió que —Oh, sí. ¿Y a qué conclusiones pude llegar
Riona no la escuchaba. con Melissa colgada de tu cuello? No me
De nuevo hablaba la mujer. digas, tenías algo en un ojo —él tensó el
mentón ante su sarcasmo.
—Vamos, chicos, veamos la realidad. Un
rostro bonito con un bastardo a la zaga, contra —Mira, no tenia que subir. No tengo que
cerebro, belleza y mayoría de acciones en HA. explicarte nada.
No hay competencia.
—¡Bien! ¡No lo hagas! —Riona no quería que
No hay competencia. Las palabras hicieron eco le mintiera. Sólo quería que se fuera, pero él
en la cabeza de Riona cuando finalmente se parecía no tener prisa por nacerlo.
alejó de la escena y cruzó entre la multitud. —Sabes, Ree, si no te conociera mejor, yo
Los Van Sykeses la llamaron, pero ella siguió diría que estás celosa.
caminando por el pasillo. Tenía la intención de
continuar hasta estar en su cuarto, pero oyó —¡Celosa! —explotó Riona—. No te halagues.
otras voces: la de Melissa que rogaba y Si quieres a Melissa, la tienes y que ambos
regañaba, y la de Cameron demasiado gruñona viváis felices para siempre —fingió
y baja para entenderla. Salían del salón de indiferencia, pero su tono era demasiado
música. «Sube», la instó su propia voz interna, airado.
pero se sintió impulsada a escucharlos. —Oh, eso te agradaría, ¿verdad? —se quitó de
La puerta estaba abierta. La escena no la puerta y caminó hacia ella—. Te dejaría a ti
necesitaba explicación. Melissa rodeaba con por Melissa, pero todavía le daría Invergair a
ambos brazos el cuello de Cameron, y tenía su Rory. Pues olvídalo. Nos casaremos como lo
cuerpo presionado al suyo. Él no protestaba. planeamos.
Era sorprendente que ni siquiera notaran que —¡Esto es absurdo! —Riona se alejó de el y
ella estaba parada en el umbral. llegó hasta la ventana. Miro hacia el patio y vio
—Riona —Cameron frunció el ceño al verla y a los primeros invitados que se iban—.
ella se dio la vuelta—: ¡Espera! —en esta Ninguno de los dos lo desea; entonces, ¿por
ocasión Riona no caminó, sino corrió, y corrió qué casarnos? ¿por el resto del mundo? Ellos
hasta encontrarse en la seguridad de su propio están abajo y piensan que estás loco por casarte
cuarto. con una campesina como yo. Probablemente
estén de acuerdo con Melissa en que voy tras
Buscó el aislamiento para romperse en pedazos tu dinero —añadió, y lo miró de nuevo. Él
por el dolor, pero había olvidado que Gloria parecía inconmovible.
todavía estaba ahí, por si acaso Rory se
despertaba. Pudo controlar sus emociones y —¿Y qué? ¿Lo que piensan es lo que cuenta?
darle las gracias antes de hacerla salir del —¿Y tú qué piensas? —Riona sospechaba que
cuarto. él también la creía una cazafortunas, pero él
Aun entonces, no tuvo oportunidad de hurgar evitó una respuesta directa.
entre sus sentimientos, ya que Cameron entró —Nos casaremos como acordamos. Ya he
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hecho los arreglos. La ceremonia es dentro de que expresaba. Le tocó la mejilla y ella tembló.
tres semanas en el Registro Civil. Primero, Presionó sus labios sobre su ceja con toda la
necesitamos las pruebas de sangre —su tono antigua ternura, y toda la vieja añoranza surgió
era práctico, como si hablaran de la cita con el como una ola.
dentista o una visita al doctor, algo que era —Sólo una vez más —habló con la urgencia
desagradable, pero tenía que hacerse. de la necesidad—. Tengo que hacerlo, Ree...
—No me casaré contigo, Cameron. No puedo, sólo una vez más...
ni siquiera por Invergair —apeló para que el Ella pudo fingir que no entendía, y que
reconociera lo que se hacían uno al otro—. No tampoco sentía lo mismo, pero no pudo
es correcto, ¿no lo ves? evitarlo. Aunque le rogó:
—¿Correcto? ¿Desde cuándo te preocupas por —No me hagas esto, Cam —no se movió para
lo que es correcto? Te acostabas conmigo, evitar que la boca de él encontrara la suya.
también con tu marinero y luego tuviste un Sabía que era una senda al dolor y, sin
bebé sin saber ni preocuparte de quién era; y embargo, se fue por ella. Al momento que los
de pronto eres una autoridad en lo que es labios de él tocaron los suyos, su cabeza
correcto. empezó a flotar y gritó, protestando—: ¡No
—¡No fue así! —Riona luchaba por liberarse otra vez! —las palabras parecieron un gemido
—. Sé de quién es el bebé. Lo supe desde el que la traicionó. Él la besó, suave y persuasivo,
principio. Sólo quería... y luego con más profundidad, hasta que el
deseo llenó su cabeza y ella abrió la boca para
—Rory podría ser suyo —concluyó él con
él, rendida.
aspereza—. Lo sé. ¿Crees que no lo sé? Pero él
es mi hijo, así como tú vas a ser mi mujer y Pero eso no fue suficiente, nunca fue
Fergus Ross nunca volverá a verte. suficiente. Mientras la besaba, la empujó
contra la pared y levantó una mano hasta su
—¡Cameron! —lo miraba y notaba la
seno. Sus dedos se movieron sobre la seda del
amargura en su voz apasionada y vio lo que
vestido, recordando, deseando, necesitando la
reflejaban sus ojos—. Estás equivocado, yo...
suave calidez de su piel.
—trató de razonar con él, pero la interrumpió.
Él atrajo el cuerpo de ella y con urgencia bajó
—Primero te mataría, Ree. ¿Lo entiendes? ¡Te
la cremallera del vestido. Ella sintió que la
mataría! —apretó las manos en sus brazos,
seda se deslizaba, avergonzada de la facilidad
para que entendiera sus palabras.
con que él la seducía. Él empezó a besarla de
—Yo... —Riona trató de buscar una respuesta, nuevo, con la mano en su pelo, llevando
pero su boca se secó. Sentía el latir apresurado suavemente su cabeza hacia atrás y tocando
de su corazón y se dijo que era temor por sus con sus labios la garganta, hasta que ella se
celos, pero en realidad sabía la verdad. Ella ya sintió débil de ansiedad por él.
no era una chica inocente. Reconocía la
Gimió en voz alta y buscó la boca de Cam con
excitación de él tan bien como la propia. Sentía
la suya, cuando la necesidad eclipsó la
el deseo físico tan agudo como cualquier dolor
vergüenza. Él la besó con fuerza, como si
y sabía que él sentía lo mismo. Él no quería
deseara dejar su marca en los labios femeninos
matarla, él deseaba...
para siempre, pero sus manos eran suaves y se
—No —susurró, tratando de alejarse de él. deslizaban por sus brazos desnudos, empu-
—Sí —sus dedos se relajaron, pero no la jando despacio los tirantes del vestido hasta
soltaron—. Esto es lo correcto, Ree. El resto que la seda cayó de su cuerpo.
no significa nada. Entonces se separó de ella, sosteniendo sus
Riona cerró los ojos para no ver su rostro; no brazos para que no se ocultara.
podía confundir la súbita intensidad de su —Eres tan hermosa —fue un susurro, y el
deseo de amar. No era correcto que él la dolor atenazó su corazón cuando recordó el
deseara así, aunque la odiara con cada palabra amor que el había sentido por ella alguna vez.
Alison Fraser Página 56 EL ÚLTIMO VERANO

Cuando él extendió una mano para quitarle el mismo horrible ciclo, su amor seguiría y
sujetador, se quedó ahí parada, temblorosa. seguiría mientras que él había probado que el
Cerró los ojos ante el deseo que sentía por ese suyo era algo transitorio. ¿Quería eso, un
hombre. Los mantuvo cerrados cuando los recuerdo más vivido para tratar de olvidar?
dedos masculinos apenas rozaron su piel. —¡No, no puedo! —las palabras salieron sin
Ella era suya una vez más y el lo sabía. Vio la aliento, casi inaudibles, pero él estaba tan cerca
sensual curva de la boca femenina, lastimada que debió de oírlas, aunque eligió no hacerlo.
por sus besos, y la mirada ofuscada en sus En cambio, respondió a su propia compulsión
ojos. No dijo nada, quizá temeroso de que sus y sus labios se apoyaron sobre los de ella
palabras le devolvieran la cordura; se quitó la callando el siguiente grito.
corbata y empezó a desabrocharse la camisa. Riona sentía que se ahogaba con la feroz
Ella levantó los brazos para cubrir sus senos. oleada de su deseo y trató de salvarse. Empujó
Él volvió a buscarla, la hizo girar para besar la sus hombros desnudos y clavó las uñas en su
suave piel de su cuello y hombros. Ella se espalda, pero no tuvo efecto. Aunque buscaba
estremeció un poco, pero no se retiró cuando lastimarlo, abrió la boca ante la suya y aceptó
los brazos de él rodearon su cintura, la pulsante intimidad de su lengua.
aproximando la espalda desnuda contra su La besó y tocó y la hizo desearlo en todas las
pecho; Él la retuvo ahí, al calor de su piel, y
formas que sabía, hasta que fue ella quien se
ella cerró los ojos a la realidad. Cameron era su arqueó hacia él, ofreciéndole su cuerpo y su
amante. Él siempre lo sería. El resto era un amor. Fue ella quien gimió cuando la boca de
sueño. ¿Como podría ser diferente con lo que él dejó la suya, buscando una vez más sus
se habían hecho el uno al otro? senos, lamiendo y perturbando cada pezón
Se dio la vuelta entre sus brazos. No hasta que ella apresó su oscura cabeza y, sin
importaba, porque lo deseaba. Le permitió palabras, le rogó que succionara con fuerza su
mirarla y los ojos de él viajaron por la pálida y dolorida carne.
traslúcida piel de sus hombros, hacia los Cameron la complació hasta que ya no pudo
desnudos senos, todavía llenos y hermosos, no soportar sus gemidos de dulce deseo y se
alterados por la lactancia. Él la miró, le hizo el levantó de la cama para quitarse el resto de la
amor con la mente y su aliento quedó ropa.
aprisionado en su garganta. Despacio, le quitó
las horquillas del pelo y lo dejó caer por su Él llegó hasta ella y se acostaron un momento,
espalda. Luego se acercó de nuevo, inclinó su maravillados de estar así nuevamente. Luego
cabeza y antes de que ella comprendiera su se besaron con esa dulzura que iba más allá del
intención, tomó el duro y dolorido pico de su sexo, antes de que el deseo se posesionara de
seno en la boca. ellos nuevamente. La boca de él trazó un
sendero hacia abajo, tocando su garganta, sus
Ella gritó, sorprendida por el dolor y el placer, senos, cada curva de su cuerpo, antes de llegar
cuando él empezó a jugar, a mordisquear y a la parte más íntima de ella y hacerla
chupar su carne, y Cameron gimió por su estremecerse con ese placer casi medio
propia necesidad de ella, cuando recordó a la olvidado. Gritó en voz alta, pero él continuó
suave y sensual chica de quien una vez había haciéndole el amor en esa forma hasta que ella
pensado que estaba enamorado. Lo recordaba gimió su necesidad y se deslizó en la cama
todo, los días y las noches juntos, su amor, y el para enredar su cuerpo al de él.
pasado y el presente se fundieron con facilidad.
El deslizó un brazo bajo las rodillas de ella y la Cameron sintió que su propio control se perdía,
llevó en vilo hasta su cama. La acostó y la y presionándola contra la cama, se levantó
retuvo por un momento. sobre ella. Sus ojos se encontraron un
momento y él saboreó el tenerla debajo de sí
Con la última cordura que le quedaba, Riona una vez más. Luego se impulsó dentro de ella
comprendió que estaban en un punto sin con una pasión que era casi ira. Ella retrocedió
regreso. Vio que su futuro se repetía en el y él, consciente de cada movimiento de su
Alison Fraser Página 57 EL ÚLTIMO VERANO

cuerpo, se quedó quieto. en su vida.


—Te he hecho daño —Riona negó con la Movió la cabeza, y antes de que él pudiera
cabeza, aunque él sabía que ella estaba atraerla, dijo:
mintiendo—. El bebé... nuestro bebé quizá... —Es mejor que te vayas ahora, antes de que
—expresó la idea de por qué podría estar alguien nos descubra.
dolorida y empezó a retraerse. Riona movió la
cabeza y lo retuvo, deseándolo más que nunca, —¿Importa? —respondió, y ella notó la
porque las palabras «nuestro bebé» habían diversión en su voz cuando se sentaba a su
derretido su corazón. Era la primera vez que él lado en la cama—. Pronto estaremos casados.
llamaba a Rory así. Quizá las cosas pudieron Ella quitó la mano que empezaba a acariciarle
ser diferentes, quizá... un hombro y endureció su corazón.
Ese pensamiento desapareció cuando él se —Parece que no me has oído antes. No me
movió dentro de ella y en esta ocasión le casaré contigo, Cameron.
produjo más deseo que dolor.
—¿Qué? No hablarás en serio —extendió un
Riona nunca lo había deseado tanto, su calor, brazo para encender la lámpara y se volvió
su olor, tenerlo dentro de sí, solamente a él. Lo para mirarla. Ella levantó la cabeza un poco,
apresó, clamó por él, se ahogó en él, y se dio con gesto orgulloso e inconsciente de su
de forma tan completa que Cameron gritó su belleza, con la rubia cascada que no ocultaba
propia necesidad de ella, cuando su semilla se su rostro, en el que resaltaban los grandes ojos
derramaba. verdes y su boca un poco fruncida. Sabía que
—Dios, te necesito, te necesito...—las palabras iba a provocar una discusión, pero le pareció la
se repitieron dentro de la cabeza de Riona mejor salida.
cuando dejaba la realidad por los sueños, —¿Por qué no puedo? ¿Pensaste que
sueños que podían ser realidad. Cameron y ella haciéndome el amor ibas a cambiar las cosas?
juntos, atados por la pasión y por el amor,
atados por toda una vida porque ¿cómo podría —Tú... —Cameron la interrumpió y le agarró
ser de otra forma? el brazo, pero ella estaba lista para salir de la
cama. La siguió y la capturó antes de que
Era un hermoso sueño. Ella deseaba que pudiera buscar resguardo en el cuarto de Rory.
continuara para siempre, pero sus corazones Le dio vuelta y la aplastó contra la pared.
bajaron la velocidad de sus latidos, sus cuerpos Asustada, Riona trató de soltarse, pero él
se enfriaron y los sueños se desvanecieron con atrapó su cuerpo. Comprendió su intención y
facilidad. La realidad era que ella era Riona con violencia movió la cabeza tratando de
MacLeod, una mujer inadecuada en ese mundo escapar de la boca que buscaba la suya, pero él
refinado. Y Cameron Adams, rico y triunfador, sujetó un mechón de su pelo y la inmovilizó.
la necesitaba sólo de una forma.
Era un beso de castigo, que quería herirla por
Riona se enfrentó a ello y lo aceptó, y sacó sus palabras crueles. Entonces, gradualmente,
orgullo de esa humillación. Se obligó a se tornó en algo más cuando el calor del
desprenderse del brazo que la rodeaba y, cuerpo masculino, duro y desnudo, encendió
sosteniendo una manta contra sus senos, se fuego en el de ella. Sintió el deseo golpear su
sentó en la estrecha cama. estómago cuando los labios de él recorrieron la
—Es mejor que te vayas —pidió con algo de húmeda seda de su piel. En un momento
frialdad—. Alguien podría estar buscándote. volvería a estar perdida.
—¿Y? —parecía indiferente hacia su familia; —No... —gimió y empujó sus hombros. Su
con una mano perezosa tocó la espalda de ella. rechazo fue inconfundible y él maldijo en voz
Riona se estremeció y sintió que su resolución baja. Dio un paso hacia atrás y ella vio la ira y
se debilitaba. En cualquier momento la frustración en su rostro.
buscaría y volverían a hacer el amor y ella —Me deseas, Ree. Siempre me desearás. ¿Por
olvidaría de nuevo que no tenía un lugar real
Alison Fraser Página 58 EL ÚLTIMO VERANO

qué luchar contra eso? un llanto en el cuarto vecino. Habían


despertado a Rory.
—Porque es sólo sexo, Cameron —replicó,
enojada por haber estado tan cerca de —Él me necesita —lo miró con un desdén que
permitirle usarla de nuevo—. ¡Sólo eso, y no exigía la liberara y la dejara ir. Cubrió su
significa nada! desnudez con una bata y, sin decir más, se
dirigió al cuarto de su hijo.
Lo gritó tan fuerte, que en toda la casa debió
oírse. Él retrocedió y parecía dispuesto a Regresó treinta minutos después y él ya se
golpearla. Levantó una mano y dio un golpe había ido. Trató de decirse que había ganado,
contra la pared. pero el orgullo no podía quitarle el dolor de su
corazón.
Riona se asustó, luego sintió ira cuando se oyó

CAPÍTULO 9

Riona se fue al día siguiente, aunque no lo Él esperó mientras ella comía un poco, y luego
había planeado. Simplemente lo hizo. Vio a le preguntó:
Cameron alejarse en su coche con Melissa en —¿Has vuelto para quedarte, chica?
el asiento del pasajero y supo que no soportaría
el dolor. —Sí, eso creo —respondió, y añadió—: Las
cosas no han ido bien, doctor.
No se detuvo a pensar en Rory e Invergair.
Casi no había dormido y ya no pensaba con —No —el anciano asintió, comprensivo, y
sensatez ni lógica. dejó de presionarla. Riona recordó por qué le
gustaba tanto el doctor.
Metió la ropa en una maleta, la que había
llevado consigo, y simplemente bajó y salió —Lo he echado de menos, doctor.
por la puerta. Nadie la detuvo. Nadie la vio. —Yo también, niña —le confirmó su cariño en
Caminó hasta que llegó a la estación, llevando su seca forma escocesa, antes de volver a ser el
la maleta en una mano y empujando el mismo gruñón de siempre e insistir en que
cochecito de Rory con la otra. Todo fue pasara la noche en su casa.
relativamente fácil; un tren a Boston, un taxi al Riona no discutió porque estaba demasiado
aeropuerto, un vuelo a Nueva York y luego cansada para hacerlo, y admitió, cuando el
otro a Londres. Para cuando llegó a Heathrow, doctor se lo señaló, que su granja podría
el horario de sueño de Rory estaba tan necesitar ventilarse.
alterado, que pensó que bien podía continuar.
Cogió dos trenes más y finalmente el viejo Él utilizó el mismo argumento al día siguiente
autobús a Invergair. para persuadirla de que dejara a Rory con la
señora Ross, su ama de llaves, mientras él la
Llegó a Invergair el domingo por la tarde, llevaba hasta Braeside, antes de iniciar sus
muerta de cansancio. Había viajado durante visitas, y la dejaba para que revisara el lugar.
treinta y seis horas.
Al subir la colina, Riona sintió su ánimo
Caminó de la estación en la Costa Oeste hasta decaer. La granja parecía más desastrosa que
la casa del doctor MacNab, con Rory dormido nunca. En Boston, la nostalgia le hizo recordar
en sus brazos. Estaba completamente agotada sólo las cosas buenas de Invergair, la vida
cuando el doctor abrió la puerta. sencilla, la honradez de la gente. Su infelicidad
Si esperaba una reacción de sorpresa del viejo la hizo olvidar lo poco que tenía que ofrecerle
doctor, se desilusionó, porque no fue así. Para a Rory.
su alivio, no la acribilló con preguntas, sino Caminaba con la cabeza baja hasta que rodeó
que la sentó, le preguntó a qué hora había un lado de la granja. Esperaba que Jo
comido por última vez y desapareció para apareciera, aunque un vecino cuidaba de él y
preparar unos bocadillos.
Alison Fraser Página 59 EL ÚLTIMO VERANO

sabía que el perro no estaba allí. No había Riona no se impresionó con la amenaza.
señales de él cuando se acercó a la puerta Conocía demasiado bien a Cameron y él nunca
trasera y buscó la llave bajo la piedra donde la había herido de forma física y no lo haría.
siempre la dejaba. La encontró, pero cuando Continuó luchando y él se sentó a horcajadas
trató de darle vuelta en la cerradura, la puerta sobre ella, sujetándole un brazo a cada lado de
permaneció cerrada. Lo intentó otra vez y la la cabeza. Riona se dio cuenta de que él la
puerta se abrió. No comprendió lo que sucedía había atrapado y el pánico se convirtió en
hasta que entró en la cocina, y entonces ya era furia, y siguió tratando de liberarse hasta que
demasiado tarde. quedó exhausta.
Él estaba parado junto al fregadero, con una Entonces se quedó quieta debajo de él,
taza en la mano. respirando con fuerza, pero sin admitir la
—Hola, Ree —por un momento Riona sintió derrota, mientras sus ojos ardían por la ira.
que había regresado al último verano. Entonces Sus miradas se encontraron y Riona sintió que
él tenía el derecho de entrar en su hogar, en su la furia empezaba a desvanecerse. En su lugar
vida, pero no ahora. surgió la familiar debilidad, el primer indicio
Iba a preguntarle qué hacía ahí, pero las de otra pasión que retenía el aliento en su
palabras murieron en su garganta. Era obvio garganta.
para qué estaba allí: para llevarlos de vuelta a —No —movió la cabeza cuando su boca
América. descendió hacia la suya y gritó—: ¡No,
—No iré contigo. Cameron! ¡No!
—Mira, Ree, tenemos que... —se movió hacia No podía permitir que volviera a pasar. Si lo
ella y le entró pánico. Abrió la puerta y corrió. dejaba tomarla una vez más, no le quedaría
Oyó que le gritaba—: Vamos, Riona. ¡No seas orgullo, y sin orgullo, ¿cómo podría continuar?
estúpida! Tenemos que hablar. ¿Qué lo detuvo? No fueron palabras, quizá
Pero ella no quería sentarse a hablar. No quería fueron las lágrimas que relucían en sus ojos o
escuchar las razones por las que tenía que el comprender que se estaban destruyendo uno
continuar con su matrimonio, ni todas las cosas al otro.
que él le daría a su hijo y que ella nunca podría Fuera lo que fuese, él se apartó de ella, se
darle. levantó y extendió una mano para ayudarla a
Continuó corriendo por la colina, abriéndose hacer lo mismo.
paso entre los brezos, ignorando sus gritos de Mantuvo la mano de ella entre las suyas hasta
que se detuviera y el ruido que él hacía al que llegaron a la granja y de nuevo estuvieron
perseguirla. en la cocina, lo que era bueno para Riona
La capturó a medio camino, sujetándola por la porque, de pronto, se sintió demasiado cansada
chaqueta. La desesperación le dio fuerza y se para permanecer sostenida sobre sus dos
liberó, golpeándolo con el otro brazo. Lo hizo piernas.
con fuerza, y sorprendido por el ataque, él la —Siéntate. Tienes mal aspecto —dijo
soltó. Pero su libertad fue temporal, ya que la Cameron sin halagos.
persiguió por la colina y la tiró al suelo al
sujetarla por una pierna. Riona no discutió y se sentó en una de las
antiguas sillas tambaleantes de la cocina.
El brezo amortiguó su caída, pero el aliento se Cameron procedió a comportarse de forma
le escapó. Mientras luchaba por respirar, él le normal, llenando la tetera para ponerla en el
dio vuelta y la mantuvo allí. fuego.
—Pequeña tonta... —se interrumpió cuando Notó una pequeña caja con comida sobre un
ella libró un brazo y trató de golpearlo—. aparador.
¡Basta ya! ¡Basta o me olvidaré de que eres
una mujer! —¿Cuándo llegaste?
Alison Fraser Página 60 EL ÚLTIMO VERANO

—Ayer por la tarde —buscó en la alacena las rendido... hasta ayer.


tazas y platos—. Volé en el Concorde por la Los ojos de Riona volvieron a su rostro.
mañana, tomé un avión de Heathrow a
Inverness y alquilé un coche para venir aquí — —¿Qué quieres decir?
Riona frunció el ceño. Entendía que la había —Lo que he dicho —respondió, y la dejó en
aventajado en su viaje, pero se molestó al darse suspenso al dirigirse al fuego para levantar la
cuenta de que no había visto señales del coche tetera y verter el agua caliente sobre el té. Lo
alquilado—. Dejé el coche en casa del doctor llevó hasta una bandeja con las tazas y platitos
MacNab —le explicó. Riona asintió, y y se sentó en una silla al otro lado de la mesa,
entonces volvió a fruncir el ceño cuando frente a ella.
asimiló la situación. Si él había llegado el día
anterior por la tarde, el doctor sabía que estaba Sirvió el té para ambos antes de continuar.
ahí y la esperaba. Se sintió traicionada—. No —Por supuesto, tendríamos que llegar a un
lo culpes —Cameron leyó su mente y le dio la arreglo.
espalda al volverse hacia el fregadero—. Le
dije lo que sucedió y él, a su vez, me comentó —¿Arreglo?
unas cuantas cosas. Luego ambos decidimos —Creo que es justo que yo tenga a Rory los
que yo tendría una oportunidad de arreglar las fines de semana —dijo con sorprendente
cosas entre nosotros sin que tú huyeras de compostura. Riona estalló de inmediato.
nuevo.
—¡Pero no voy a regresar a Boston!
La boca de Riona se frunció obstinada, cuando
—¿No? Yo tampoco.
repitió:
—¿Melissa y tú os instalaréis en la mansión de
—No regresaré, Cameron —pero si esperaba
Invergair?
una discusión, él simplemente asintió.
—¿Melissa? —la miraba sorprendido,
—Está bien, lo entiendo. Creo que estaba loco
entonces soltó una risa—. ¿Puedes imaginar a
al pensar que pudieras acomodarte en Boston,
Melissa viviendo ahí?
aunque fuera por poco tiempo... Me di cuenta
de eso el último verano. —Entonces, construirás una casa nueva —
concluyó Riona, y trató de parecer indiferente,
—¿Por eso inventaste todas esas historias? —
mientras que por dentro se sentía desvastada.
preguntó Riona en tono acusador.
Él se encogió de hombros:
—¿Historias?
—No lo sé. Podría ser factible transformar la
—Sobre asentarte en Invergair y administrar la mansión Invergair al siglo veinte sin que
finca. pierda su carácter. ¿Qué piensas? —levantó
—No eran historias, Ree —respondió—. Yo vi una ceja interrogante en su dirección.
mi futuro contigo, con los dos administrando —Yo... —Riona no quería discutir sobre el
juntos la propiedad. hogar que él planeaba compartir con otra mujer
Riona movió la cabeza, negándose a creer lo —. No creo que sea asunto mío.
que le parecía un sueño. —No, probablemente no —aceptó—, aunque
—¿Ibas a dejar tu vida en Boston y tu puesto eso no te impide expresar una opinión.
en Harcourt Adams, sólo por Invergair? Riona apretó la boca hasta formar una línea
—No, no sólo por Invergair —una mirada le tenue.
dijo que entonces él habría dado todo por ella. —No estoy en posición de hacer eso. Después
Ella retiró la mirada. Ahora era demasiado de todo, parece que volveré a ser tu inquilina.
tarde y no quería acordarse de lo que había
—Cierto —concedió—. Lo que, por supuesto,
perdido.
significa que yo tengo algún interés en tus
—De todas formas —comentó él—. Me había futuras intenciones. Por ejemplo, ¿tienes
Alison Fraser Página 61 EL ÚLTIMO VERANO

planes de administrar tú misma la granja o hay —¿Y tú? —Cameron observaba las
algún hombre en espera? conflictivas emociones que cruzaban por el
rostro de ella.
—¿Hombre? ¿Qué hombre? —Riona se
asombró de tal absurdo. —Pensé que sí —admitió—, pero no era real.
Me acosté con él y creo que eso es lo que
—No lo sé —su tono permanecía neutral—.
quieres saber. Estaba agradecida y sola, y lo
Quizá Fergus Ross. Posiblemente regrese a
hice. ¿Es eso tan terrible? —preguntó cuando
casa de nuevo y entonces...
las lágrimas anegaban sus ojos.
—¡Olvídalo! —lo interrumpió Riona, molesta
Esperó la condena de Cameron y no llegó; en
—. Fergus y yo terminamos definitivamente.
cambio, extendió una mano para tocarle el
Sólo tú sigues sacando su nombre a colación.
rostro con ternura.
—Porque tú nunca me dijiste nada acerca de él
—No, no es tan terrible —aceptó—. Sólo
—la contraatacó como respuesta. Pero si era
quería que me lo dijeras.
una invitación para que Riona revelara todo, la
ignoró. Hablar de Fergus simplemente causaría —Lo intenté —una lágrima se deslizó por su
más amargura entre ellos. rostro y un dedo largo la atajó—. Lo intenté,
pero tú pensaste que yo era virgen y creí que si
Cameron, sin embargo, no iba a dejarlo pasar.
sabías la verdad ya no me desearías —confesó.
—De hecho, el doctor MacNab trató de
—¿Desearte? —cerró los ojos en un gesto de
abrirme los ojos sobre tu amigo el marinero. O
desesperación. Ree, te deseo desde el primer
al menos, sobre la noche en que yo lo traje
día que nos conocimos y nunca he dejado de
hasta aquí. El doctor dice que tú lo dejaste
hacerlo. Créeme. ¿De qué pensaste que se
dormir en el sofá, porque era demasiado tarde
trataba la otra noche? Quise esperar, pero te
para que se fuera a su casa. Él dice que, en
necesitaba. No he podido tocar a otra mujer
realidad, nunca hubo nada serio con Fergus,
desde entonces.
sólo obligación.
—¿Y Melissa? —Riona quiso protestar.
—¿Y tú lo creíste? —Riona lo dudaba.
—¡Dios! ¿Quieres dejarla en paz? —Cameron
—No lo sé —sus ojos reposaron en el rostro de
al fin perdió la paciencia, empujó la mesa y
ella como si quisiera leer la verdad en él—.
regresó al fregadero. Sólo cuando puso alguna
Dímelo tú.
distancia entre ellos continuó—: ¿De verdad
Riona se negó a seguirle el juego, cualquiera piensas que ella me importa?
que fuera.
—Sé que sí —Riona se preguntaba por qué
—¿Qué más da? No... fingía que no—. Melissa me dijo...
—Por favor, Riona, hablemos claramente por —Eso es demasiado —la interrumpió
una vez —la interrumpió Cameron—. ¿Qué es exasperado—, ¿pero quién puede culparla
Fergus Ross para ti? —exigió en un tono que cuando ha tenido una audiencia tan receptiva?
le advirtió que ya no lo presionara más. Esa mujer juega con la gente. ¿No entiendes
—Nada. Fui a la escuela con Fergus y sólo lo eso?
conocía de vista. El invierno que mi abuelo —No soy tan estúpida —explotó Riona—. Sé
enfermó, vino a casa de vacaciones —hizo una que le gusta manipular a la gente, lastimarla,
pausa para respirar—. Mi abuelo quería morir pero eso no cambia el hecho de que desea
en casa y yo no podía con todo sola. Fergus me casarse contigo y tú no puedes negarlo.
ayudó.
—Si es así —admitió la posibilidad—, no es
—Él estaba enamorado de ti —concluyó por algo que yo haya hecho. En lo que a mí
Cameron. Riona asintió. concierne, ella es mi hermanastra y punto. Sí,
—Él dijo que lo estaba, pero eran sólo está bien, nos sorprendiste juntos ese viernes
palabras. por la noche, pero en realidad no viste nada.
Alison Fraser Página 62 EL ÚLTIMO VERANO

Yo alejé a Melissa de la fiesta porque estaba socialmente aceptable o... —la interrumpió con
borracha y haciendo cosas que me una ruda risa.
molestaban... ¿Satisfecha? —¡Oh! Lo entiendo. Quieres decir la pobre e
—Pero si te casas con ella... tendrías el control indefensa Riona sin nadie que la proteja del
de Harcourt Adams. americano malo. ¿Así nos ves en realidad? —
volvió a reír y ella trató de soltarse. Él la
—¿Y? No se te ha ocurrido que yo quizá no
empujó contra el aparador—. Bueno, no te
quiera Harcourt Adams —comentó,
engañes —le dijo—. Eres tan buena como te
exasperado—. Mi padre vendió su alma y se
crees, Riona MacLeod, y yo tengo cicatrices
casó con Bárbara por el control del negocio.
para probarlo. Es obvio que me equivoqué con
¿Crees que yo quiero hacer lo mismo?
respecto a Fergus, lo admito. Pero no fue
—No lo sé —Riona no se convencía. agradable. Ahí estaba yo, actuando como un
—Cielos, ¿qué tengo que hacer para probarlo? adolescente enamorado, planeando nuestra
—preguntó, frustrado, y sin darle oportunidad vida juntos; y todo el tiempo, tú tirabas de las
de responder, sugirió—: Me podría casar riendas sin decirme qué sentías en realidad —
contigo, como planeamos, y entonces tendrías terminó, molesto.
que creerme. —Pero... —Riona balbuceó—... tú me dejaste.
—¡Eso no tiene gracia! —la chica se levantó y —¿Por qué crees? —exigió, pero no esperó
empezó a recoger las cosas del té, mientras un una respuesta—. No te creas que fue por haber
mechón rubio ocultaba su rostro. encontrado a Fergus. Él me hizo ver, eso es
Él se quitó del camino cuando ella se acercó al todo. Ahí estaba pidiendo que lo llevaran en la
fregadero y le permitió dejar los cacharros oscuridad, desesperado por llegar a casa, para
antes de sujetarla por el brazo. ver a su chica, tan seguro de ti, como yo lo
estaba. Entonces comprendí que nunca lo
—No pretendo ser gracioso, Ree —suspiró—. habías dicho. Yo te dije una docena de veces
¿No lo entiendes? Ven aquí —con suavidad la que te amaba y tú ni una sola vez me
atrajo y la abrazó, pero Riona se resistió. respondiste.
—No empieces de nuevo. No es justo. Riona movió la cabeza. Lo había dicho. Debió
—¿Por qué no? —levantó una mano para de hacerlo. Por lo menos lo demostró. ¿No fue
acariciarle el cuello y la hizo estremecer—. Si obvio? No para Cameron.
es la única forma para que tú... —Bueno, creo que tendré que vivir con ese
—No —se apartó y se dirigió hacia el aparador hecho porque vas a casarte conmigo te guste o
—. No quiero. Ya no más. no, Riona MacLeod.
—¿No? —se movió hacia ella y colocó un —Yo... —ella lo miró, esperanzada—. ¿Estás
brazo a cada lado de ella sin tocarla—. diciendo... dices que...?
Siempre me has deseado, Ree, así como yo a ti. —Yo no estoy diciendo nada —la interrumpió
Así son las cosas —sin lugar a dónde escapar, con rudeza, pero Riona necesitaba oírlo.
Riona le imploró:
—¿Dices que deseas casarte conmigo?
—Deja de hacerme esto, Cameron.
—¿Qué más? —gruñó en tono nada amoroso.
—¿Hacerte qué? —levantó una mano para Las dudas de Riona regresaron.
tocarle la mejilla y ella se estremeció.
—Es por Rory, ¿verdad? Te casas conmigo por
—¡De usarme! —protestó—. Piensas que su bienestar.
porque soy insignificante está bien que me
trates así. —¡Dios! ¿Todavía no lo entiendes? —
Cameron maldijo por su torpeza—. Entonces
—¿Insignificante? —repitió él, incrédulo. déjame deletrearlo. Te dejé aquí, odiándote.
—No soy rica como tu familia —explicó—, o Pasé un año tratando de borrarte de mi mente
Alison Fraser Página 63 EL ÚLTIMO VERANO

y, sin embargo, me encontré en un avión hacia una de sus peores ofensas, aunque su tono
Gran Bretaña cuando supe que habías tenido sugería que la había perdonado.
un niño. —Porque pensé que no lo querías —confesó
—¿Lo supiste antes de regresar? —Riona no lo Riona.
sabía. —Sí lo quería, pero te quería más a ti —le
—Sí, lo supe —admitió—. ¿Qué crees que me acunó el rostro entre sus manos—. Verás,
trajo de regreso? Y no fue para jugar al papá. Riona MacLeod, estás en mi sangre y en mi
Pensé «la tengo». Si es mío, la tengo. corazón y sin ti, sé que no soy nada —decía
con sinceridad cada palabra confesándose
—Pero tú me dejaste —Riona todavía no lo
vulnerable, y sin embargo, veía en Riona su
entendía.
fuerza y era esa fuerza la que ella amaba.
—Por supuesto que te dejé —casi le gritaba—.
—Entonces sé sincero —le rogó—. Me tienes
Si no lo hubiera hecho, te habría matado, o
ahora y para siempre. El resto lo decides tú:
peor, me habría puesto de rodillas y te habría
Boston o Invergair.
rogado que me eligieras a mí y no a Ross. Así
que me fui, porque todavía tenía algo de —¿Regresarías?
orgullo y de dignidad. Pero entonces supe lo de —Sí, regresaría. Comprendo que no soy la
Rory y eso me dio la oportunidad de regresar,
mejor esposa de un ejecutivo —sonrió—, pero
de exigir, no rogar, creyendo que estabas en haría todo lo posible para ser adecuada.
una posición indefensa. Pensé que podía
tenerte sin admitir que te quería. —No serías adecuada, ni en un millón de años
—exclamó, pero su amplia sonrisa le dijo que
—Creo, Cameron —dijo ella con suavidad—, la amaba por ese hecho—. Y no quiero que lo
que es mi turno de decirlo. Te amé el verano seas. Ya desperdicié doce años de mi vida con
pasado y cuando te fuiste, pensé que moriría. Harcourt Adams haciendo un trabajo que me
Te amo ahora y siempre te amaré. aburre, por complacer a mi padre. Y todo el
Los ojos de él recorrieron el hermoso rostro y tiempo mi herencia me esperaba aquí, en una
vieron su amor tan real y sencillo como el tierra que la familia de mi madre trabajó
propio. durante cientos años antes de que Harcourt
Adams fuera siquiera fundada.
—Lo digo en serio —le aseguró—. Te amo, te
amo, te... —¿Estás seguro? —a Riona le asustaba creer
que era parte de un sueño.
Las palabras se perdieron cuando él inclinó la
cabeza para tocar con sus labios los de ella. —Tan seguro como de mi amor por ti —le
Fue un beso especial de amor en lugar de besó una ceja con una ternura que conmovió su
pasión, un beso para sellar toda una vida que al corazón. Y ella luchó por atenerse a la
fin comprendían que pasarían juntos. Cuando realidad.
amenazó en convertirse en algo más, él se —Pero ¿y tu familia?
separó, a la distancia de su brazo.
—Puedes estar segura de que Bárbara no
—Tú me amas —repitió, y ante su llorará —comentó, seco—, y Melissa se casará
confirmación, rió en voz alta—. Me haces con otro pobre tonto y hará su vida miserable.
pasar un infierno y luego me dices que me Mi padre, bueno, ya hablé con él. Él me dijo
amas. que yo eligiera y me transferiría ahora la
—¿Yo te hice pasar un infierno? —Riona administración de Harcourt Adams, esperando
protestó ante su osadía y probó que el amor no asegurarla para mi sucesor... o me daría sus
la había suavizado—. ¿Quién sacó beneficios y me desearía lo mejor. Tomé sus
conclusiones y se fue de regreso a América? bendiciones.
¿Y quién...? —¿No le importó? —la chica se maravilló ante
—Me dijiste que Rory no era mío —le recordó la generosidad de su padre.
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—Sí —admitió Cameron—, pero comprendió. Invergair? —sugirió, y extendió una mano
Creo que recuerda lo que fue amar a una chica hacia ella.
escocesa, tanto que apenas pudo soportar vivir Riona vaciló un momento al comprender lo
sin ella. que él le pedía. Si se iba a casar con él ahora,
Era la primera vez que él mencionaba la pena todo Invergair estaría hablando de eso al día
de su padre por la pérdida de su madre y Riona siguiente. ¿Importaba? Deslizó su mano en la
sintió una terrible tristeza por ambos, suya y se decidió: no, no importa. Nada
consciente de que el segundo matrimonio importaba, excepto que no pasarían más tiem-
nunca contó. po separados.
—Te echará de menos —comentó con Cerraron la granja y tomaron el camino de la
suavidad. colina hacia el pueblo. Charlaron del pasado y
del futuro y rieron juntos como lo hacían antes.
—Yo también lo echaré de menos —respondió
Cameron—, pero mi vida está aquí contigo y Luego se detuvieron junto a la casa de Gair; él
Rory, y cuanto antes empecemos, mejor. Así la hizo sentarse sobre los brezos y se abrazaron
que, ¿por qué no vamos por nuestro hijo y lo e hicieron el amor despacio, sabiendo ahora
llevamos a nuestro hogar, la mansión de que tendrían toda una vida juntos.

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