Granizadas, Bautizos y Despachos1 PDF
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Diseño de tapa:
Pablo Bocángel y Patricia Montes
Cuadro de la tapa:
Figure and Lake. Fernando Montes Peñaranda, 2001.
Témpera al huevo sobre lienzo.
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Contenido
Presentación ................................................................................................................ 7
Prólogo.......................................................................................................................... 9
Capítulo 1. Introducción.............................................................................................. 13
Algunos antecedentes.......................................................................................... 13
Principales abordajes y debates ........................................................................... 15
La Iglesia católica y la moral respecto al aborto............................................. 15
El aborto desde el punto de vista de los derechos de las mujeres................. 18
El aborto clandestino como problema de salud pública.................................. 21
Marco legal ....................................................................................................... 25
Capítulo 3. Hallazgos.................................................................................................. 39
Sexualidad y salud reproductiva ......................................................................... 39
Contenido
Sexualidad ........................................................................................................ 39
Anticoncepción................................................................................................. 56
Violencia sexual ................................................................................................ 65
Adolescentes embarazadas ............................................................................ 68 5
El aborto................................................................................................................ 70
Introducción...................................................................................................... 70
Los duendes...................................................................................................... 73
La granizada...................................................................................................... 75
Los fetos sin bautizar........................................................................................ 82
El despacho o la waxt’a................................................................................... 90
El fracaso o malparto....................................................................................... 94
La detección de los abortos............................................................................ 101
Adolescentes................................................................................................... 106
Mujeres adultas................................................................................................ 119
Formas de abortar y percepciones de riesgo................................................. 121
La legislación boliviana................................................................................... 136
Conceptos espirituales y/o éticos.................................................................... 141
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Presentación
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Prólogo
Alguna vez hemos escuchado decir que el aborto no existe en el área rural, que es
algo que se da solo en las ciudades; sin embargo, en los hechos el aborto siempre
ha existido en los pueblos indígenas.
Lo que sucede es que desde pequeñas se nos enseña a las mujeres que debe-
mos ser madres, que nuestro futuro es tener hijos. La familia, la iglesia, la educa-
ción, el Estado nos van inculcando la maternidad desde la infancia, y este aprendi-
zaje muchas veces nos lleva a ser madres sin plantearnos si queremos serlo o no.
Muchas mujeres no quieren tener relaciones sexuales pero son forzadas a ellas, y
así también hay gestaciones con violencia, cuando en realidad las relaciones sexua-
les no son únicamente para tener hijos.
Existen muchos imperativos sociales impuestos a las mujeres, y a quienes más
nos afectan son a las mujeres indígenas. Esta cuestión se agrava por el hecho de que
como mujeres ni siquiera tenemos el derecho a decidir cuándo y cuántos hijos que-
remos tener, ni tampoco tenemos derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo.
Antes las abuelas tenían 8, 10, hasta 12 hijos porque estaban enseñadas por lo
que decían los españoles y la Iglesia, que señalaban que las mujeres tenían que te-
ner 12 hijos así como los 12 discípulos del Señor. Lo hacían con la idea de colonizar a
los indígenas para que existan más obreros que trabajen en las minas. Esa idea que
tenían en el campo, también se ha vuelto una forma de dominio del varón sobre la
mujer, porque con tantos hijos éste se aseguraba de que la mujer no pueda hacer
nada más que criar a sus hijos y se olvide de estudiar o trabajar. Ahora las expec-
tativas que muchas mujeres tenemos van más allá de ser solo madres, queremos
estudiar y trabajar para darle un mejor futuro a nuestros hijos e hijas.
Prólogo
Elisa Vega
Jefa de la Unidad de Despatriarcalización
Viceministerio de Descolonización
Prólogo
11
Capítulo 1
Introducción
Algunos antecedentes
1 En 1994 el aborto inseguro pasa a ser reconocido como un problema de salud pública en el
Programa de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo realizada en
El Cairo. En 1995, en la Plataforma de Acción de la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer,
Introducción
Asimismo, la cesárea ya era una práctica más común, lo cual planteaba otro pro-
blema a la Iglesia: existía en mayor medida la posibilidad de salvar la vida de la em-
barazada sacrificando la del feto. Todavía en 1869, la Iglesia católica tolera el aborto
cuando había razones fundadas para creer que el feto tampoco iba a sobrevivir,
inclusive después de la infusión del alma. Sin embargo, 25 años después, en 1894, se
declara que en estos casos tampoco se justifica el aborto, que pasa a ser considera-
do el asesinato premeditado de un ser inocente. A consecuencia de esta posición,
miles de mujeres han muerto, y esta norma se continúa aplicando especialmente en
hospitales católicos. En la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe Pública
16 (1974) y en la Encíclica Evangelium Vitae (1995) se mantiene la consideración de que
la salud de la mujer no puede ser motivo alguno para realizar el aborto: “no es justi-
ficable como fin ni como medio para un fin bueno”.
Desde la óptica del avance de la ciencia, la posibilidad de menor riesgo para las
mujeres, tanto en los casos de abortos provocados sin razones médicas como en los
de mujeres embarazadas que sufrían complicaciones, esta determinación eclesiásti-
ca solamente se puede entender de la siguiente manera: en épocas en que las muje-
res, por embarazos complicados y abortos provocados, morían en gran porcentaje,
a la Iglesia no le preocupaba tanto el debate sobre el comienzo de la vida y fue más
flexible al respecto. Dicho de otra manera: cuando para las mujeres disminuye el
riesgo para su vida, la Iglesia se vuelve más rígida.
Como posición dentro de la propia Iglesia católica, pero encontrada con aquella
oficial, conocemos en América Latina el movimiento de las Católicas por el Derecho
a Decidir. Esta organización trabaja en defensa de los derechos humanos de las mu-
jeres y, en especial, de los derechos sexuales y reproductivos. Es así que promueve
la despenalización del aborto, impugnando la idea de que un feto puede conside-
rarse un ser humano: “hay problemas para demostrar que un grupo de células son
una persona humana real, no en potencia (Dombrowski et al. 2007). Estos autores y
autoras añaden al respecto: “Un rasgo contundente para que se pueda considerar
que un organismo es una persona humana, es la capacidad de sentir dolor, que está
presente una vez que se ha formado el sistema nervioso central, entre las semanas
25 y 32 del embarazo. Asimismo, argumentan que “Si para ser persona es necesa-
rio ser consciente, racional y tener sentido moral, entonces el feto de las primeras
etapas del embarazo es, cuando mucho, una probabilidad de ser persona. El valor
humano del embrión es potencial y futuro, ni real ni presente” (op. cit.).
Últimamente las Católicas por el Derecho a Decidir de muchos países, para jus-
tificar la medida de la despenalización del aborto, se apoyan en sus Constituciones
cuando en éstas se establece que el Estado es laico, puesto que esta posición im-
plica que se debe garantizar el ejercicio de la libertad de conciencia de todos los
ciudadanos, por lo cual nadie puede decidir por otra persona, ni imponerle sus con-
vicciones.
De todas maneras la disputa gira, la mayoría de las veces, en torno a la pregunta
Introducción
laciones sexuales, elección del estado civil, elección del modelo de familia,
contraer matrimonio y divorciarse, decidir acerca del número de hijos, ele-
gir el uso de anticonceptivos. En este espacio cada quién obra de acuerdo
a su conciencia, a su credo político y religioso y el Estado y las instituciones,
la pareja, o simplemente los otros/as no pueden imponernos sus puntos de
vista, su forma de vivir la sexualidad y la reproducción (Londoño 2006: 5).
6 Con el fin de evitar la sobrecarga gráfica que supondría utilizar o/a para marcar la existencia
de ambos sexos, hemos optado por emplear el masculino genérico clásico, en el entendido
18 de que todas las menciones en tal género representan siempre a hombres y mujeres.
En los hechos, sin embargo, se ha visto que el ejercicio de la autonomía de la
mujer sobre su cuerpo no constituye una tarea fácil, dadas las relaciones de poder
que tienden a subordinarla7. En este sentido, la decisión de abortar implica la sub-
versión de cierto orden social, que vincula el rol de la mujer exclusivamente con la
maternidad, según el cual no se justifica la sexualidad femenina por el placer sexual
si es que éste no tiene como fin la procreación:
Cuando una mujer piensa en interrumpir voluntariamente su embarazo,
está ejerciendo un derecho sobre su propio cuerpo. En la situación actual,
esto constituye un acto de trastocamiento de un orden social que precisa-
mente atribuye un poder patrimonial sobre la sexualidad y la reproducción
[...] Este orden social dado, establece una homologación de la mujer con
la madre, presentando la maternidad como algo natural, instintivo; invi-
sibilizando la idea de la maternidad como fenómeno histórico, afectivo y
volitivo (Rostagnol 2005: 8).
Al respecto, Rance llama a la reflexión respecto a por qué el aborto inducido
se encuentra dentro de la categoría “mortalidad materna” cuando dice: “nos debe
llamar la atención la atribución de materno a un evento que se caracteriza, en el
mejor de los casos, por la decisión de la mujer de no ejercer la maternidad en ese
embarazo específico” (citada en Doria Bilac et al. 1998: 101).
Es precisamente esta ideología de que solo se es mujer en función al rol materno
que se ejerce la que, desde el movimiento de mujeres, y en el marco de los derechos
sexuales y reproductivos, se busca deconstruir. Al respecto, Rozée aclara que en los
hechos hay derechos sexuales sin base reproductiva, y a la inversa:
Hoy en día, existe una reproducción sin sexualidad (la fecundación in vitro
en particular), y una sexualidad sin reproducción (con los anticonceptivos
por ejemplo). Así hay derechos reproductivos sin base sexual y derechos
sexuales sin base reproductiva (Rozée 2008: 235).
7 Bourdieu señala cómo este orden social funciona, describiéndolo como “una inmensa
máquina simbólica que tiende a ratificar la dominación masculina en la que se apoya. De
Introducción
modo que las mujeres —como cualquier grupo dominado— aplican en su vida cotidiana
esquemas de acción y pensamiento que son producto de la dominación, aplicándolos a
cualquier realidad y, en especial, a las relaciones de poder en las que están atrapadas, unos
esquemas mentales que son el producto de la asimilación de estas relaciones de poder”
(citado en Rostagnol 2000: 8). 19
Por otro lado, para las defensoras de los derechos de las mujeres, en la disyunti-
va que trae consigo la práctica del aborto inducido o provocado8, se debe privilegiar
el derecho de la mujer que está embarazada ante el proyecto de vida del feto. Así,
cuando desde el discurso feminista se hace referencia a la importancia del produc-
to9, es en el marco de la necesidad de que todos los niños que nazcan realmente
sean deseados. Desde esta perspectiva, Lamas expone este otro argumento por el
cual el aborto debiera ser despenalizado:
[en los nuevos contextos] los encuentros sexuales se multiplican y los obs-
táculos, ideológicos y materiales, [hacia] una responsabilización de la vida
sexual, conducen no solo a cientos de miles de abortos, sino también a
miles de nacimientos de hijos no deseados. Estas criaturas, antes bienveni-
das como un seguro para la vejez, son vividas como lastre en una sociedad
que no ofrece apoyo al difícil trabajo de la crianza infantil (Lamas 2003: 7).
Un reciente estudio desarrollado en cinco ciudades capitales de departamento
de Bolivia establece los costos emocionales, económicos y sociales que los embara-
zos no planeados y/o no deseados generan en la vida de las mujeres y sus familias,
cuando:
Una de cada dos mujeres afirma haber enfrentado al menos un embarazo
no deseado en su vida. Más de una de cada diez revela haberse realizado
un aborto inducido. No estamos hablando de casos excepcionales, esta-
mos hablando de la vida cotidiana de miles de mujeres en Bolivia (Aliaga
et al. 2011: 3).
En el mismo estudio se plantea la necesidad de despenalizar el aborto por ser
poco efectiva su penalización en el contexto actual:
La ilegalidad del aborto no impidió en el pasado, no impide en el presente
Granizadas, bautizos y despachos
nas de embarazo (que varía de país en país) para la práctica del aborto con menor
riesgo para la mujer y sin sufrimiento para el feto14.
Marco legal
La legislación del aborto ha dado origen a múltiples e intensos debates y controver-
sias nacionales e internacionales, y entre diversos actores sociales, como grupos
religiosos y laicos, médicos, juristas, políticos y representantes de la sociedad civil.
Como mencionábamos, la situación legal del aborto tiene relación con las políti-
cas públicas de salud, y en este sentido buena parte del debate y la discusión sobre
su penalización-despenalización ha girado en torno al impacto que su prohibición o
legalización podrían tener en la salud de las mujeres. Para quienes están en contra,
la despenalización del aborto generaría una sociedad en la cual la vida humana no
sería valorada y una mayor cantidad de mujeres decidiría practicarlo. Por otro lado,
quienes abogan por su despenalización arguyen que la prohibición legal no tiene
efectos sobre las tasas de aborto, y que en los países en los que el aborto es ilegal
no tienen una tasa de aborto mucho más baja que la que los países en los que el
aborto es legal (Faúndes 2004: 45).
Lo anterior demuestra que el hecho de que el aborto sea ilegal no incide en
gran medida en la decisión de que la mujer lo practique, y legalizarlo no daría lugar a
que las mujeres se lo practiquen compulsivamente. En algunos países se evidenció Introducción
de lo que sucede con aborto con aspiración manual endouterina (AMEU) y el aborto con
medicamentos que son ambulatorios. La interrupción del embarazo puede realizarse con
AMEU hasta las 12 semanas gestacionales en todos los niveles de la atención en salud
(primario, secundario y terciario), sin necesitar atención médica de alta complejidad.
Asimismo, en Bolivia existen protocolos y normas para que este procedimiento se lleve a
cabo sin intervenciones quirúrgicas (Ministerio de Salud y Deportes 2009). 25
que después de su legalización los abortos aumentaron, aunque esto también pudo
deberse al hecho de que al dejar de ser algo oculto y clandestino pudo obtenerse
registros más precisos sobre la cantidad de abortos.
En esta lógica, el principal argumento que se sostiene desde las posturas defen-
soras de la despenalización es que, si bien con la legalización no se puede aseverar
que se disminuya la cantidad de abortos, sí se ha comprobado que existe un im-
pacto directo en la reducción de casos de mujeres con complicaciones por abortos
inseguros, lo cual significa una disminución de la mortalidad materna.
En Bolivia, con relación a la legislación actual en relación al aborto, el Código
Penal establece que éste solo es permitido (aborto impune) cuando el embarazo es
el resultado de una violación, de un incesto o estupro que no es seguido de matri-
monio, o cuando la salud o la vida de la mujer corren peligro15. La ley también con-
templa algunas atenuantes a las penas contempladas, siempre y cuando el aborto
se practique para salvar el honor de una mujer soltera16.
Como requisito adicional, se establece que el aborto debe ser practicado por un
médico con licencia, y autorizado por un funcionario del Gobierno. En el caso de viola-
ción se requiere de una autorización judicial y de una denuncia legal contra el culpable17.
La principal crítica de las defensoras de los derechos de las mujeres es que ni
siquiera en los casos en los que el aborto es impune esta legislación se cumple. Al
respecto, Kimbal señala:
[…] el aborto impune en Bolivia es una farsa, o sea que tampoco funciona
como debería. Desde el año 1973 en que se promulgó la ley del aborto im-
15 Código Penal, artículo 266: “Cuando el aborto hubiere sido consecuencia de un delito de
Granizadas, bautizos y despachos
18 En Bolivia existe la figura legal de la objeción de conciencia; sin embargo en ella no queda
claro qué otro mecanismo legal debe proceder para derivar el caso a otro juez o médico. 27
Finalmente, otras normativas relacionadas con el aborto son el Código de Sa-
lud, en su Reglamento para la Ejecución de Actividades de Salud Familiar, el cual
indica que todo profesional que vulnere los reglamentos del ejercicio de la profe-
sión o ejerza mala práctica médica sobre la madre, el niño, el escolar y el adolescen-
te, será sometido a sanciones administrativas o penales (Código de Salud, artículo
13). Asimismo, el Código de Seguridad Social Boliviano menciona que en caso de un
aborto provocado sin prescripción médica solo procede el derecho a las prestacio-
nes sanitarias indispensables (artículo 25), y que los servicios médicos de la Caja, en
conocimiento de un caso de aborto provocado sin prescripción médica, tienen la
obligación de denunciar a la mujer ante el Ministerio Público (artículo 72).
El nuevo marco legal con el que cuenta el país, desde la aprobación de la actual
Constitución Política del Estado el año 2009, ha dado pie a que varias instituciones y
organizaciones que trabajan a favor de los derechos de las mujeres busquen incidir
de manera directa en la redacción de las normativas que hoy por hoy se plantean
(entre ellas un nuevo Código Penal y un anteproyecto de ley de derechos sexuales
y derechos reproductivos), para que éstas vayan en sintonía con lo que estipula la
Constitución, particularmente en lo referido a los derechos sexuales y reproducti-
vos, reconocidos en el artículo 66: “Se garantiza a las mujeres y a los hombres el
ejercicio de sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos” (Estado Plurina-
cional de Bolivia 2009).
La propuesta en relación al Código Penal, trabajada hasta ahora por una alian-
za de instituciones, establece las doce semanas como el tiempo máximo para rea-
lizar la práctica del aborto impune; luego de este tiempo el aborto sería punible
(sancionado). Asimismo, se amplían las causales para el aborto impune (entre ellas:
cuando el embarazo sea consecuencia de un delito contra los derechos sexuales;
Granizadas, bautizos y despachos
Marco conceptual
Nuestro deseo de impulsar un debate sobre el aborto que incluya como un nuevo
punto de vista el de la cultura aymara no implica que conceptuemos a las culturas
como homogéneas y/o estáticas. En este sentido, coincidimos con Albó cuando sos-
tiene que:
cada grupo cultural es como un ser vivo que con el tiempo se va trans-
formando por crecimiento y adaptación, sin perder por ello su identidad.
[…] Por evolución interna y por los contactos entre diversos pueblos y
grupos culturales, lo que fue fundamental en un momento pierde relevan-
19 Restrepo (2007), en base a aseveraciones de Foucault, sostiene que “debemos tener presente
que las relaciones de poder y las de resistencia están estrechamente imbricadas. De ahí que
cualquier identidad no es una entidad monolítica de puro poder o de pura resistencia”. 29
El ser humano vive en su cultura y tiene derecho a ella; pero tiene dere-
cho a ella no meramente como su reproductor mecánico sino justo como
su creador y posible transformador. Pues la cultura no anula la libertad.
De esta suerte las culturas se hacen y rehacen sobre el trasfondo de in-
determinación o de libertad humana que permanece en sus creaciones
concretas como posibilidad histórica de innovación, de transformación, de
corrección (2001: 378).
En este sentido, desde la teoría de género, coincidimos con Butler (1990) cuan-
do sostiene que la identidad de género es el resultado de un proceso mediante el
cual las personas recibimos significados culturales, pero también los innovamos.
Si comprendemos la cultura como un sistema de referencias que se comparten,
debemos precisar también qué entendemos por la identidad cultural. Para este tra-
bajo nos parece importante destacar que las identidades son relacionales, es decir,
se forman a través de la diferencia y no al margen de ella, pues “remiten a una serie
de prácticas de diferenciación y marcación de un ‘nosotros’ con respecto a unos
‘otros’” (Restrepo: 2007). Pero cabe puntualizar que, al mismo tiempo, las identi-
dades son múltiples, y entre ellas destacan las identidades en base a lo étnico, al
género, a la opción sexual, la generación, la clase social, la localidad, etc. De esta
manera, para los fines de la investigación es oportuno citar nuevamente a Restrepo:
del hecho que las identidades sean múltiples se deriva que en un individuo
o colectividad específica siempre operan diferentes identidades al mismo
tiempo. En ocasiones de manera más o menos articulada, en otras en fran-
ca tensión y hasta abierto antagonismo. Además, en una situación parti-
cular, unas identidades adquieren mayor relevancia haciendo que otras
graviten o aparezcan como latentes con respecto a éstas. De ahí que en
Granizadas, bautizos y despachos
20 Exponentes importantes de esta corriente feminista son Chandra Talpade Mohanty, Uma
Naravan y Gayatri Spivak. 31
en una distinción pertinente dentro de las relaciones sociales?, y ¿cómo
se construyen relaciones de subordinación a través de tal distinción? Todo
el falso dilema de la igualdad versus la diferencia se derrumba desde el
momento en que no tenemos una entidad homogénea ‘mujer’ enfrentada
con otra entidad homogénea ‘varón’, sino una multiplicidad de relaciones
sociales en las que la diferencia sexual está construida siempre de muy
diversos modos, y donde la lucha en contra de la subordinación tiene que
plantearse de formas específicas y diferenciales” (Mouffe, citada en Suá-
rez et al. 2008).
Sin embargo, no se trata de renunciar a buscar los nexos entre lo local y lo uni-
versal. Al conocer las diferencias y particularidades, podemos ver mejor las conexio-
nes y elementos en común porque no existe frontera o límite que sea total o que
nos determine de forma rígida. El obstáculo a superar es ver cómo las diferencias
nos permiten explicar las conexiones y los cruces de fronteras de mejor manera y
con más precisión. Así también, especificar la diferencia nos ayuda a teorizar los
problemas universales de modo más integral.
ciones para la producción del conocimiento. En este sentido, si bien teníamos ideas
previas en cuanto a los aspectos más relevantes a abordar, conforme nos adentra-
mos en el contexto local fuimos descubriendo nuevas necesidades y oportunidades
metodológicas.
Aplicamos la metodología de la investigación cualitativa, puesto que la misma
nos lleva a obtener explicaciones y descripciones que captan la cronología de los
eventos dentro del contexto mismo en el que se producen, proporcionando un me-
jor entendimiento de los fenómenos sociales desde la propia perspectiva del actor
y la actora, y enfatizando la necesidad de prestar atención a “las voces”, es decir,
32 a quién habla, para quién y con qué propósito. De modo que el objetivo central del
análisis cualitativo no es la generalización estadística sino la aprehensión de las par-
ticularidades y significados dentro de sus propios contextos (Heggenhougen 1995).
Sin embargo, es importante tener presente que las realidades se construyen y, por
tanto, existen muchas lecturas posibles al respecto. De modo que, si bien se intenta
reflejar la información recogida de manera rigurosa y analizarla dentro de su contex-
to, no solamente se incluyen interpretaciones de los y las actoras sobre las diferen-
tes temáticas tocadas, sino también —y con la mayor transparencia— las nuestras.
Asimismo, recurrimos al enfoque participativo-dialógico, en el entendido de
que buscamos “una comunicación efectiva entre personas cuyos aportes son mu-
tuamente respetados y valorados” (Salinas 2000). Por ende, no nos ceñimos a mol-
des o cuestionarios predeterminados; más bien trabajamos con guías (en el caso
de las entrevistas, que son semiestructuradas), las que paulatinamente fuimos ade-
cuando al encontrarnos con nuevos temas por explorar.
El objetivo general de este estudio fue:
22 En el documento mencionado se cita un Informe del PNUD (s/f) en que se señala que “para
los altiplánicos, la única forma de salir del estancamiento económico en el que se hallan y
así beneficiarse de los auges cíclicos de las actividades extractivas de recursos naturales
no renovables, es la migración temporal o permanente a las ciudades. Una vez en ellas, los
nuevos alteños se dedican al comercio, el transporte y los servicios. De ahí que El Alto sea el
más poderoso mercado minorista (de compra-venta informal) de Bolivia”. 35
micas y culturales con sus comunidades de origen, tales como el cumplimiento de
cargos, y mantiene residencia en la ciudad para acceder a servicios y a los mercados
de trabajo urbano y de bienes (Mayta en Galindo 2010).
El municipio de Desaguadero cuenta con alrededor de 5.500 habitantes. Es
también una localidad con características muy propias, por ser paso fronterizo en-
tre la República del Perú y Bolivia, lo que determina un intenso flujo migratorio. El
centro urbano vivió en los últimos años una explosión demográfica producto de la
importancia comercial de esta población, principalmente los días martes y viernes
cuando, por la feria internacional, arriba tanto al Desaguadero peruano como al
boliviano arriba una población flotante de origen boliviano de entre 4.500 a 6.000
personas por día, proveniente principalmente de las ciudades de La Paz y El Alto. De
modo que el grueso de las personas que llegan a Desaguadero son comerciantes
que se quedan en la localidad entre algunas horas y un máximo de dos días.
Por otro lado, es importante indicar que existe una creciente inmigración po-
blacional dentro del municipio, del sector rural al pueblo, motivada la búsqueda de
mejores condiciones de vida (el comercio y/o acceso a los servicios básicos) y estu-
dios (principalmente entre la gente joven), lo que ha dado lugar a la formación de
nuevas urbanizaciones.
El trabajo de campo se realizó entre el mes de mayo de 2011 y mayo de 2012. Efectua-
mos entrevistas a profundidad (algunas fueron realizadas a parejas y a grupos de
3 o 4 personas) a todos los actores nombrados anteriormente y también llevamos
adelante grupos focales con profesores y adolescentes de los diferentes munici-
pios. Para la grabación de las entrevistas y los grupos focales, solicitamos el permiso
respectivo, garantizando el anonimato. 37
También recogimos impresiones de los actores y del contexto a través de la
observación de campo, tomamos apuntes de algunos hechos que nos llamaron la
atención y sostuvimos conversaciones informales, surgidas de manera espontánea,
y que no consideramos oportuno grabar.
Algunas entrevistas fueron realizadas en aymara, mediante el apoyo de una
traductora, lo que facilitó el proceso de comunicación con algunos comunarios y
autoridades.
Para cada uno de los actores hombres y mujeres (adolescentes, adultos, autori-
dades y proveedores de salud) se diseñaron guías de entrevistas semiestructuradas
que se fueron enriqueciendo durante el proceso.
Transcribimos las entrevistas teniendo el cuidado de no quitar ni omitir en ellas
las expresiones propias de los actores para nombrar las cosas. La información se
procesó de forma manual; preferimos no recurrir a ningún programa informático
porque para el análisis resultaba importante poner atención a palabras y frases di-
chas, que podían ser interpretadas solo desde la propia percepción y sentido de los
temas.
El análisis del discurso24 fue importante en el proceso de interpretación de
las conversaciones y comentarios recogidos de los diferentes actores, y
durante todo el proceso se realizó una exhaustiva revisión de bibliografía
sobre múltiples temas asociados25.
Sexualidad
Para conocer el contexto en que se da la práctica del aborto abordaremos en primer
lugar aspectos relacionados con la sexualidad y la reproducción26, pues el concen-
trarnos especialmente en los cambios que se están dando en los modos de vida y
las prácticas sexuales en la última generación, es decir, entre los adolescentes, nos
permite ilustrar las complejidades que hoy en día se presentan en el área de estudio
respecto a diferentes facetas de la salud sexual y reproductiva y, en particular, res-
pecto a la problemática de los embarazos no deseados.
Hablar sobre la sexualidad es hablar de una construcción sociocultural. Des-
pués de decenas de siglos en que en Occidente han sido los teólogos, los moralistas,
los filósofos y legisladores quienes se ocuparon del tema, desde el surgimiento y el
creciente poder de la ciencia médica ésta pasó a ser asunto de biólogos, psicólogos
y psiquiatras, para que en este siglo sean los sexólogos la primera autoridad al res-
pecto. No hace falta mencionar que fueron casi exclusivamente varones los que se
dedicaban a aquello, siendo la sexualidad de la mujer el objeto de estudio lo que
Hallazgos
26 Debemos subrayar que la investigación no tiene el alcance como para profundizar estas
temáticas; que se trata de una aproximación con el acento puesto en la sexualidad de
adolescentes. 39
más satisfacción producía: intrigaba, daba lugar a especulaciones muy controver-
siales y muchas veces se la consideraba un misterio. Las dicotomías alrededor de las
cuales giraban las diferentes orientaciones eran ser humano-animal, cultura-natura-
leza, mente-cuerpo y heterosexualidad-homosexualidad, considerando siempre a
uno de ambos superior al otro.
La ideología dominante de Occidente sugiere que la actividad sexual es “na-
tural”, innata, instintiva. Existe un rechazo a admitir que la sexualidad tiene una
historia, olvidando que, como dice Knauft:
Los conceptos culturales del cuerpo, al estar tan mezclados con la realidad
de cómo se percibe y experimenta ésta, parecen absolutamente naturales
y básicos. Aunque el cuerpo sea eminentemente ‘natural’, es precisamente
el hecho de percibirlo así lo que hace que estén tan arraigados en la psique
colectiva conceptos de él culturalmente variables. En realidad, en todas
partes son factores sociales y culturales los que generan las imágenes del
cuerpo (1991: 199).
De manera que, si bien el “sexo”, lo innato, remite a lo biológico, a las hormo-
nas y a la genitalidad, “la sexualidad” difiere de un contexto sociocultural a otro, y
también según la edad y la construcción de roles de género. Una experiencia se con-
vierte en sexual por la aplicación de significados socialmente aprendidos: “Nuestra
cabeza […] es nuestra zona más erógena” (Caplan 1989: 2).
La sexualidad y la reproducción constituyen dimensiones sustanciales en la vida
de las personas, y aunque aquellas se determinan por una diversidad de caracterís-
ticas, es fundamental que se las considere desde el ámbito del ejercicio de los de-
rechos humanos. Pues muy pronto, durante el trabajo de campo, experimentamos
Granizadas, bautizos y despachos
27 En los grupos focales con adolescentes se los invitó a que hagan por escrito toda clase
de preguntas relacionadas con el enamoramiento y la sexualidad. Resultó muy evidente
el uso del internet y el acceso a los diferentes medios de comunicación cuando se nos
preguntó, por ejemplo, qué era la bisexualidad, qué la homosexualidad. En una comunidad
de Desaguadero chicas de 15 años a la pregunta: “¿cómo se llama una mujer que se siente
atraída sexualmente por las mujeres y cómo se llama un hombre que se siente atraído por
los hombres?” respondieron sin titubear y con una perfecta pronunciación, “lesbiana y
gay”. También nos llamó la atención el que reiteradamente se distinguiera entre relaciones
sexuales y relaciones coitales, y que se hacía referencia a películas porno.
28 Según Burman, es imposible hacer una distinción estricta entre los aymaras urbanos de El
Alto y los de las provincias rurales: “Esto sucede porque la mayor parte de los supuestos
aymaras urbanos todavía tienen casas y terrenos en sus lugares de origen y vuelven a
ellos para sembrar y cosechar y para las fiestas anuales, y también porque muchos de
los supuestos aymaras rurales viajan regularmente a El Alto por razones comerciales o
administrativas y aunque carecen de una casa propia en El Alto, siempre hay parientes donde
Hallazgos
se pueden alojar” (2011: 50). Timmer sostiene algo similar cuando señala que “por una parte
se puede hablar de una ´urbanización del campo´ y por otra, se reconoce una ´ruralización
de la ciudad´. La urbanización comprende el proceso en que se incorporan elementos
occidentales en la cultura rural, mientras que la ruralización significa que el migrante rural
conserva determinadas estructuras mentales procedentes de su propia tradición” (2011: 57). 41
Así, la etapa de la adolescencia es descrita por las personas mayores como muy
distinta a la suya propia. Destacan especialmente que ahora los adolescentes se
enamoran y “andan en pareja, sin esconderse”, calificando este hecho la mayoría de
las veces como una pérdida de valores29, a causa del contacto con la ciudad:
Antes uno tenía respeto, una pareja nunca debía andar tomado del brazo;
ahora eso se sabe ver, a veces se piensa que solo en la ciudad se ve, pero tam-
bién ha cambiado en el campo. (Mallku, comunidad, municipio de Tiwanaku.)
Ahora es muy diferente, así delante de la gente agarradito de la manito,
abrazadito; ya no tienen miedo de la gente, ya nada pues, ni saludan. Ni a
las autoridades, así “hola tío”, sin ganas saludan. (Mujer, comunidad, mu-
nicipio de Viacha.)
Eso de tocar la mano en vía pública ya se hace, ahora este tiempo los mu-
chachos ya quieren hacer eso. Van decayendo los valores personales, in-
clusive en los saludos, la juventud ya no saluda a la gente […] Acá en el
campo, más que todo [en] la cultura aymara, el saludo es esencial, a un
mallku antes se saludaba, de lejos, incluso quitándose el sombrero, ahora
la juventud te trata igual nomás, ya no hay eso de respetar a los mayores.
(Mallku, comunidad, municipio de Jesús de Machaca.)
Estas alusiones, especialmente a la falta de pudor, tan criticada por las perso-
nas mayores, se explican de alguna manera a partir de la lectura de un texto de
Fernández, que analiza en la cultura aymara la simbología y el paralelo entre las
concepciones del cuerpo humano y el cuerpo social:
La casa es el espacio íntimo de máxima privacidad cuyo carácter se mues-
tra físicamente con los recintos amurallados que protegen las diferentes
edificaciones y el conjunto común compartido por los miembros de la mis-
Granizadas, bautizos y despachos
besos:
Sería pasable un abrazo, un beso, pero hasta más allá y en un lugar público
no es agradable […] siempre había una pareja que venía y pedía un helado,
43
solo uno y después de dos horas sabe bajar, sabemos ir a mirar [en el segun-
do piso del local] y saben estar abrazados, luego ya besándose, después ya
encima de las sillas. Les hemos llamado la atención porque ya era demasiado
y les hemos dicho que tienen que retirarse y se han retirado. (Mujer joven,
pueblo de Viacha.)
Estos cambios tendrán que ver también, en alguna medida, con que en un pue-
blo como Viacha existen lugares y formas de diversión que anteriormente no se
conocían:
Antes era más diferente, ahora ya no es así, ahora, digamos, se conocen, ya
vienen nomás los niños; antes no era pues así, tampoco había ni discotecas,
nada, solo se veía matiné, alguna fiestita de colegio nomás. (Mujer, pueblo
de Viacha.)
Si en la mayoría de los municipios los y las adolescentes tienen como referente
principal a la ciudad de El Alto como lugar de diversión, en Desaguadero se destaca
la importancia del lado peruano de la frontera30. Un proveedor de salud de esta lo-
calidad lo describe de esta manera:
Acuden al lado peruano, donde hay una infinidad de lenocinios donde ellos
acuden. Estos locales nocturnos atienden las 24 horas, pese que la pobla-
ción se ha opuesto, entonces, más son el medio de diversión, se podría
decir, entre paréntesis, la bebida, el baile, los malos estilos de vida, ¿no?, que
están influenciando mucho y los night clubs que existen en el lado perua-
no. (Proveedor de salud, pueblo de Desaguadero.)
Una pareja de adolescentes del municipio de Viacha (ella de 18 años y él de 19),
que viven juntos y tienen una wawa, relatan cómo se conocieron en una discoteca
de El Alto, haciendo relucir el modus operandi, que se asocia claramente con un
Granizadas, bautizos y despachos
ambiente citadino:
Ad.m: Rápido nos hemos chequeado en una fiesta.
Ad.v: Una vez que he venido a pasear y he consumido bebidas con mi primo
y me he ido a bailar, ahí le he conocido.
Ad.m: Yo salía también a bailar con mis amigas […] y así él me miraba,
“me conocerá”, decía, y así nos hemos conocido […] de pronto ya nos han
presentado […].
31 El ayni es un sistema de trabajo de reciprocidad familiar entre los miembros del ayllu,
Hallazgos
32 En el texto hemos ido incorporado fragmentos de las entrevistas que tienen relación con el
tema tratado. Nos ha parecido importante incorporar las preguntas que el entrevistador ha
46 planteado al entrevistado, y para diferenciarlas les ponemos ‘P: ’ por delante.
No llegan a su casa, sino que aquí pasan tiempo, en la plaza así, ¡sentados!!!,
con su pareja y hablando, charlando, jugando y no sé, a su casa a qué hora
llegarán, ¿no? Entonces, al papá, la mamá, qué dirán, ¿no?, “he pasado cla-
ses”, dirán. (Autoridad municipal hombre, pueblo de Taraco.)
También a la pregunta “¿en qué se nota que un hermano o una hermana está
enamorando con alguien?”, que se hizo a un grupo focal de adolescentes de 14 y 15
años, en una comunidad del municipio de Desaguadero, la respuesta espontánea
fue “en que empieza a mentir”. La influencia del área urbana en los adolescentes de
la provincia Ingavi también se dejó notar en este grupo cuando se mencionó como
otro síntoma del enamoramiento el que las chicas empiezan a pintarse y a vestirse
más bonitas, más a la moda.
Aunque el derecho al estudio que las adolescentes mujeres hoy en día ejercen
es un avance importantísimo en términos de equidad de género, con la mayor movi-
lidad extrahogareña y extracomunitaria que implica para ellas el estar en el colegio
también aumenta la incertidumbre respecto a un posible abandono del enamorado
después de haber iniciado una relación sexual33. Uno de los hombres mayores en-
trevistados ilustra que él cuando era joven ya transgredió la norma al enamorarse
de alguien ajena a su propio entorno. Una mujer del municipio de Jesús de Machaca
comentó igualmente cómo antes, mediante el control social, se trataba de evitar de
alguna manera el engaño en relación a la elección de la pareja:
Los padres y las madres se encargaban, “no hay que hablar con hombres
desconocidos, este lugar conocido es, desconocidos no, ellos dicen “soy
soltero”, pero en cambio no es así. (Mujer, comunidad, municipio de Jesús
de Machaca.)
Antes la pareja teníamos que conocernos en la comunidad nomás, ¿no?
[…]; no, no se casaban de una comunidad a otro, menos de la ciudad a
la comunidad, pero hoy en día ya… yo tengo mis 66 años, yo me fui a La
33 Un estudio del UNFPA, realizado el año pasado en el municipio de San Andrés de Machaca,
dice: “Los y las adolescentes tienen otros espacios para el enamoramiento el cual ya no se
rige únicamente por pautas culturales de la comunidad, ya que existen espacios globalizados,
Hallazgos
34 Carrasco (2007), que realizó varias investigaciones al respecto entre la población aymara del
norte de Chile, afirma: “Estos antecedentes muestran cierta aceptación de la sexualidad de
mujeres y hombres. La iniciación sexual temprana en el caso de las comunidades campesinas
pareciera seguir un imperativo normal del ciclo vital de mujeres y hombres. Los hijos nacidos
de estas relaciones pre-maritales no parecen acarrear consecuencias morales como ocurre
normalmente en la población no indígena. El pastoreo es una actividad que propicia las
relaciones sexuales entre los jóvenes como un estado “normal” de la humanidad. Si dos
personas, de sexo y género opuesto que no son considerados parientes, permanecen
juntos pueden excitarse eróticamente y tener relaciones sexuales por las características
biológicas de sus cuerpos. ‘El cuerpo pide’ es una expresión común para referirse a las
posibilidades de expresión sexual”. María Raguz (en Cáceres et al. 2011: 32) opina algo
similar, cuando afirma que “en la pareja andina las primeras relaciones con el otro sexo se
darían de manera espontánea, furtiva, apasionada; se recurre a la analogía con las llamas,
que los indígenas creen están en perpetuo celo. Si bien esta pasión ‘salvaje’ tiene visos de
prohibida, la sociedad solo se opone formalmente, ya que hay una aceptación de fondo a
los amores juveniles fugaces. Para la pareja institucionalizada, por el contrario, se espera
una sexualidad domesticada, ‘mesurada’. Cabe puntualizar también que en quechua el
Granizadas, bautizos y despachos
36 Hacemos notar que han sido especialmente las personas de fuera de la comunidad las que
han manifestado tanta sorpresa respecto a estas prácticas sexuales. 49
Pero también algunas personas adultas mencionan que los cambios de pareja
tienen que ver con “un gusto” del momento, como señala un comunario del mu-
nicipio de San Andrés de Machaca, abordando el tema del placer de las relaciones
sexuales:
P: Y cómo enamoran ahora, ¿qué ha podido percibir en relación al enamo-
ramiento?
No es como antes, antes era un poquito oculto eso, pero ahora como han
visto en la ciudad de brazo, chotoj chotoj, se besan, más o menos ya están,
eso ya es abierto ya. Pero eso no es con el fin de que si se enamoran van a
vivir con ella, ¿no? No, un ratito, relación al gusto, después otro también,
eso nomás es la juventud ahora. (Hombre, comunidad, municipio de San
Andrés de Machaca.)
Está mal el aborto porque, mira, un ser que has creado vos, no sé si será por
amor, por placer, no sé. (Hombre adolescente, pueblo de Guaqui.)
Por otra parte, cabe destacar que, aunque no hemos podido profundizar mu-
cho al respecto, por lo general no se hace muchas diferencias entre el comporta-
miento de mujeres y varones. Inclusive hay referencias a que también las chicas
toman la iniciativa:
Antes no era así, ahora las chicas a los chicos ellas se están molestando, así
yo lo noto […] Porque yo ahora sé estar viendo en colegio, están man-
50
dando cartas, llamando de celular, “a tal hora que nos vamos a encontrar”.
(Autoridad mujer, comunidad, municipio de San Andrés de Machaca.)37
Asimismo, en ocasiones se deja traslucir algunas nociones sobre la equidad de
género, y no solamente por parte de las adolescentes mujeres. Así, por ejemplo,
nos llamó la atención que un adolescente varón expresara el deseo de que su pareja
tenga buena autoestima:
Yo…, bueno, si de aquí a un tiempo tuviera mi mujer, quisiera que ella sea…,
que se valore ella misma, que haga lo que ella quiera y que se sienta bien
como es ella, sí. Eso sería para mí. (Hombre adolescente, pueblo de Guaqui.)
Pero siempre una mujer tiene que darse su valor, no estar siempre en su casa
con los hijos, también tendrían que estar los hombres con los hijos, vién-
doles crecer a sus hijos, porque son sus hijos, ¿no? Yo digo. (Adolescente
mujer, pueblo de Guaqui.)
Debemos destacar también que no todas las personas mayores expresan un
rechazo a cómo viven sus hijos/as la sexualidad y la etapa de la adolescencia. Encon-
tramos un ejemplo de cómo paulatinamente cambian las ideas al respecto en las
palabras de dos mujeres del municipio de Taraco:
para comenzar una relación de pareja generalmente la iniciativa es del hombre. En la actualidad
esto ha ido cambiando, ya que es frecuente que las mujeres busquen una relación de pareja.
[…] muchos hombres [adolescentes], manifiestan que son actualmente las mujeres quienes
coquetean y molestan a los hombres pretendiendo entablar una relación de pareja” (2011: 34, 35). 51
Observamos cómo estas mujeres apelan en su argumentación a los derechos
de niños y adolescentes, que en el contexto se suelen calificar en muchos casos
como un factor negativo que conlleva la “degradación” de la juventud. Pero a pesar
de ello y de otras señales alentadoras, nos ha llamado la atención que especialmen-
te las mujeres adolescentes expresan con mucha frecuencia una visión pesimista y
trágica respecto al enamoramiento y la sexualidad, dejando entrever que existe un
fuerte sentimiento de inseguridad y de amenaza respecto a las experiencias amoro-
sas, ya que el enamoramiento se asocia directamente con la reproducción y/o la trai-
ción. Al parecer, esto tiene que ver con todo el bagaje de mensajes que les llegan de
los padres y, en general, de las personas mayores. Este rechazo al despertar sexual,
por las consecuencias supuestamente ineludibles, lo manifiesta una de las madres
adolescentes cuando trasmite un consejo a otras compañeras adolescentes:
Este… podría decir que caminen solas, que no busquen pareja, porque así
criar de pequeño es difícil. (Madre adolescente, pueblo de Viacha.)
Si bien esta actitud proviene de haber pasado por la experiencia de la mater-
nidad, también son esclarecedoras las múltiples preguntas que nos hicieron (por
escrito) adolescentes mujeres de grupos focales de colegios:
¿Por qué los varones solo se divierten con las chicas?
¿Cómo podemos hacer para no enamorarnos?
¿Por qué será que la mayoría de las chicas, conociendo a un chico, sufren
mucho y dicen que es el único?
¿Cómo nos daríamos cuenta si la pareja nos engaña con otra?
¿Por qué nos duele el corazón cuando alguien nos humilla?
¿Por qué el amor y la traición siempre van juntos?
Granizadas, bautizos y despachos
guntas al respecto:
¿Es bueno estar con prostitutas?
¿Qué es el VIH?
38 Cabe destacar que ninguna chica de los cinco colegios preguntó sobre la masturbación.
También hicieron muy pocas preguntas sobre las ITS.
39 En el estudio de UNFPA se señala algo similar, tratándose de las mujeres adolescentes: “Los/
as adolescentes presentan diferentes reacciones cuando los educadores hablan sobre el
tema de ITS; las adolescentes se quedan calladas, pensativas frente a la información que van
brindando los/as profesores/as, los adolescentes hombres son más abiertos para preguntar
54 a los profesores sobre estos temas” (2011: 68).
¿Qué es el sida?
Las ITS, ¿qué consecuencias traen y cómo las podemos evitar?
¿Por qué escuece el pene?
¿Por qué hay grano en el pene? ¡SOLICITO SABER!
(Adolescentes varones de 5 colegios en los municipios de Tiwanaku, Gua-
qui, Viacha, San Andrés de Machaca y Desaguadero.)
Cabe preguntarnos al respecto si las alusiones a los temores de contagio de
una ITS o a “la 12”, es decir, al ejercicio sexual con trabajadoras sexuales, tiene la
magnitud de lo que se insinúa o si simplemente se trata de demostrar que se cum-
ple con un modelo de masculinidad que en la ciudad se estaría socializando como
hegemónico.
De todas maneras, no cabe duda de que en el área existen normas diferencia-
das para el ejercicio de la sexualidad masculina y la femenina, en este caso, de los
adolescentes, y, por tanto, sanciones sociales diferentes. La nueva generación, de
alguna manera, ha construido mecanismos de desacato a los códigos establecidos,
que dictaban que la sexualidad no se debe ejercer sin la intención de vida conyugal
—por lo menos si se descubre o se produce un embarazo—. Hemos podido cons-
tatar que los padres ya no se sienten con la autoridad de exigir la unión; en última
instancia, porque temen la separación, que sería un “mal peor”:
Lo llaman como una conciliación entre familiares, papá y mamá de los dos
[…] les hacen juntar, estén de acuerdo o no estén de acuerdo, ahora más
allá de que eso funcione o se lleguen a casar realmente, o la separación
después de un año; ocurre como en este caso, el joven se va. (Hombre ado-
lescente, municipio de Guaqui)
Sin embargo, hemos podido constatar que las mujeres adolescentes, a pesar de
que ya no se someten al control social sobre su sexualidad, se apegan aún a lo que
se suele llamar “la secuencia normativa” de las anteriores generaciones, es decir:
atracción/enamoramiento-relación sexual coital-embarazo:
Las chicas, por ellas podrían tener sexo, pero solo tienen miedo a quedar
embarazadas, nada más, ese es su miedo de ellas. (Adolescente mujer, mu-
Hallazgos
nicipio de Guaqui.)
Es así que el no reconocimiento de su deseo sexual, por el control interiorizado
sobre su sexualidad, conlleva a que muchas adolescentes mujeres no se reconozcan 55
como sujetos de derechos sexuales40. Por consiguiente, el uso efectivo de métodos
anticonceptivos es aún una práctica incipiente, como veremos a continuación.
Anticoncepción
Uno de los derechos sexuales y reproductivos fundamentales es aquel de disfrutar
de una vida sexual plena y de la libertad para decidir tener o no tener relaciones
sexuales, cuándo y con qué frecuencia. Desde esta perspectiva abordaremos en
este acápite aspectos ideológicos/subjetivos del acceso a métodos de anticoncep-
ción y su uso, su relación con los roles de género, aspectos intergeneracionales y/o
etarios, y la información que se tiene sobre los mismos.
Respecto a los conocimientos que tienen los y las adolescentes sobre métodos
anticonceptivos, nos encontramos con escenarios muy diversos, pero por lo general
hubo más información de la que sospechábamos. Así, por ejemplo, al preguntarles
en los colegios qué métodos anticonceptivos conocían, se nos dio las siguientes res-
puestas en dos grupos de adolescentes varones, uno de Guaqui y otro de Tiwanaku:
P: ¿Ustedes qué métodos conocen?
El spray…
El condón…
Preservativo…
Pastillas anticonceptivas…
Las espumas…
También hay inyecciones…
Granizadas, bautizos y despachos
40 Los varones tampoco lo suelen tener muy claro, pero como no asumen la paternidad como
ellas la maternidad, el conflicto, si es que lo hay, se plantea de otra manera. Inclusive,
respecto a ellos, cabe destacar que no se menciona el hecho de que antes un varón no podía
juntarse con una mujer sin haber hecho el cuartel, norma que, de alguna manera, apuntaba a
garantizar una paternidad a una edad más avanzada. Pareciera ser que esta condición ya no
56 se considera primordial, ya que ni siquiera las personas mayores la han mencionado.
P: ¿Qué han escuchado sobre métodos anticonceptivos?
Calendario…
Condón…
El collar…
Inyectables, las pastillas…
Píldoras…
Días después, creo…
(Adolescentes mujeres, comunidad, municipio de Tiwanaku.)
Que tanto adolescentes varones como mujeres nombrasen de manera tan ve-
loz una gran variedad de métodos anticonceptivos indica sin duda que no se en-
cuentran desinformados. Es más, como se puede apreciar, algunos de ellos no solo
tienen un conocimiento de los métodos más comunes, como el condón o las píldo-
ras, sino también de métodos menos convencionales, como el spray, las espumas, el
collar e, incluso una adolescente mujer menciona la anticoncepción de emergencia.
Si bien hemos podido captar que no en todos los municipios hay estos niveles
de información, en Guaqui nos ha llamado la atención que también se están rom-
piendo esquemas tradicionales en relación a roles de género. Un claro ejemplo fue-
ron las respuestas que recibimos cuando preguntamos a un grupo de varones “¿Y
qué dirían ustedes de una chica que tiene un condón en el bolsillo del pantalón?”:
Precavida…
Precavida pues…
Sí, es una precavida…
Mujer precavida, ¡¡¡vale por tres!!!!
(Adolescentes hombres, municipio de Guaqui.)
La mayoría de las personas adultas expresan que, evidentemente, las y los ado-
lescentes de hoy en día “saben bastante más” de lo que ellas sabían en su momen-
to. Sin embargo, no se asocia esta información con la prevención de embarazos
no deseados o de ITS. El comentario de una comunaria de Guaqui es emblemático
en cuanto a los discursos que se manejan al respecto, pues si “ser despiertas”, en
Hallazgos
el caso de las mujeres, sugiere una valoración positiva, al fin y al cabo se utiliza el
término como sinónimo de “lisa”, es decir, con la connotación de desvergonzada o
atrevida:
57
A mi parecer, las chiquitas son bien despiertas, ya no son como antes, no-
sotros no sabíamos lisotear pero ahora ellas ya son más despiertas. (Mujer,
comunidad, municipio de Guaqui.)
Sin embargo, muchos adolescentes nos dejaron en claro que no era el colegio
el lugar en el cual se habían enterado de estos métodos41. En la siguiente narración
resalta la sensatez de una adolescente cuando comenta cómo discute con la profe-
sora de biología:
No nos informamos en el colegio, sino en otras partes, hay personas que
somos responsables y buscamos la información por nosotras mismas y para
no meter la pata.
[…] más que todo las profesoras no hablan acerca del sexo, no nos hablan
acerca de nada, apenas…, nuestra profesora de biología no nos..., o sea,
“ustedes están muy chicos para estar hablando de eso”. Yo le digo a la pro-
fesora, “usted ya tiene que hablar, más vale prevenir que lamentar”, y así, no
nos habla; ya estamos en tercero medio […] ya tenemos que saber de eso,
es bien importante hablar de eso. (Adolescente mujer, pueblo de Guaqui.)
Lo reiteramos —como sostiene esta adolescente, y también por las entrevistas
que hemos realizado con grupos de profesores—, el colegio, en muchos casos, no
se constituye en fuente de información para las y los adolescentes. Una primera
barrera es la creencia de los profesores —al igual que la de muchos padres de fami-
lia— de que informándoles se estaría “abriéndoles los ojos” e incitándolos a iniciar
relaciones sexuales42. Así lo expresaban profesores y profesaras en Viacha y Guaqui:
41 Son sobre todo los profesores de biología y educación física los que brindan alguna
Granizadas, bautizos y despachos
años pasados han venido al colegio así a hablarnos de eso y al mes creo, a la
semana les había repartido condones a los chicos de a uno y dice que al mes
o la semana en una fiesta habían violado a las chicas, el profesor desde ahí no
quiere que hagan”. (Pasante de Medicina, comunidad, Jesús de Machaca.) 59
Es interesante que muchos padres y madres, sin embargo, tienen la impresión
de que los adolescentes saben mucho sobre lo que ellos creen que es educación
sexual, y lo poco que se aprende en el colegio ya les parece demasiado, como señala
una autoridad mujer de Tiwanaku:
Yo me he admirado, cuando mi hija estaba en quinto curso ya sabía las par-
tes genitales. Somos todos mayores aquí, ¿no?, ya sabía y yo me sorprendía,
porque entonces no se puede, porque ya han leído todo, ya los profesores,
mismo de ciencias naturales o de cursos superiores, ya enseñan de biología
todo, entonces ya saben, entonces, en esa parte corrompen también a los
jóvenes, corrompen […]. (Autoridad local mujer, comunidad, municipio
de Tiwanaku.)
Por otra parte, se debe destacar que un argumento recurrente de “los profes”
para eludir la responsabilidad de la educación sexual “práctica”, es que no es pri-
mordial la enseñanza de métodos anticonceptivos sino de valores. Estos valores, sin
embargo, consisten, en la mayoría de los casos —ya lo mencionamos— en el simple
valor de la abstención43. En una ocasión en que se tocaba el tema de otro tipo de
mensajes, un profesor afirmaba:
[…] no, no, esos valores no, no, no lo atacamos siempre, qué es enamorar-
se, qué es el amor, qué es compartir, esas preguntas tan básicas, elementales,
nosotros no, no los tocamos. Por eso yo digo, yo nunca les he hablado de
amor, de algo así, les digo: “ya, ustedes, sí, porque relaciones van a tener, si
tienen wawa van a ser responsables de ese bebé, después de tener el bebé no
hace falta o más peor si lo has matado […]. (Profesor, comunidad, muni-
cipio de Viacha.)
Para un proveedor de salud de Viacha la falta de atención que se da a la educa-
Granizadas, bautizos y despachos
ción sexual tendría que ver con que ninguno de los sectores involucrados (salud y
educación) ha trabajado de manera integral. Lo expresaba de la siguiente manera,
dirigiéndose a los profesores presentes:
[…] el joven sabe más porque ha buscado información, ha recopilado in-
formación a través del internet, de toda la información que existe y que
hay, y tiene buena información. Lo que no sabe es usarla, y el que tiene que
ayudar a usar es el padre, y si el padre no sabe, sabe menos que el joven, no
45 Se recabó información en tres de las farmacias más grandes de Viacha sobre el tipo de
métodos que son adquiridos por adolescentes y jóvenes. Salvo en Desaguadero, no existen
otras farmacias en la provincia que no formen parte de la red de salud pública. 63
En promedio 10 jóvenes piden AE?? en las fiestas y 2 que las piden en días
normales. Las marcas requeridas son TACE (49 Bs.) y Postinor (55 Bs.),
pero yo solo vendo a personas mayores de 20 años; cuando son menores
de edad les pido receta médica. (Farmacia 2, pueblo de Viacha.)
Aquí yo todas esas pastillas (anticoncepción de emergencia) yo vendo con
receta, así nomás no, porque saben querer para otras cosas, así que así no-
más no les vendo, por eso hay veces se van a conseguir a El Alto”. (Farmacia
3, pueblo de Viacha.)
Estos comentarios muestran que hay adolescentes que cuentan con informa-
ción. Asimismo, en estas farmacias se nos comentó que también se solicitan pasti-
llas para abortar.
En relación a las personas adultas, hemos podido percibir cambios sobre el co-
nocimiento y uso de anticonceptivos, sobre todo en mujeres y parejas, relativamen-
te jóvenes, de 20 a 35 años:
[…] anteriormente, como le decía, la parte rural, por ejemplo, era un poco
más cerrada, o sea, era más… esta noticia no salía afuera. En cambio hoy
en día ya más o menos se está viendo que las mamás de las comunidades
mismas, los jóvenes mismos, un poco ya están asistiendo a la parte de las
postas sanitarias donde también les dan charlas, digamos, de reproducción,
de uso de preservativos, de todas esas cosas. (Hombre, comunidad, muni-
cipio de Guaqui.)
Los motivos más mencionados para “cuidarse” se relacionan con la falta de re-
cursos económicos, pero paulatinamente hay mujeres que expresan que no quieren
tener tantas wawas por las preocupaciones, es decir, por la carga emocional que
conllevan. Además, la mujer que citamos a continuación deja traslucir que, en com-
Granizadas, bautizos y despachos
paración con sus padres, desea satisfacer los gustos de sus hijas, haciendo notar las
transformaciones en patrones de consumo que aparecen en la actualidad:
Yo pienso que mi mamá, tantos hijos, el uno le hace doler la cabeza, el
otro…, es una preocupación para todo, yo eso mismo veo, porque todavía
la vida no es muy corta, es larga, todo cuesta caro, ahora las wawas quieren
vestirse lo mejor, para darle a uno y al otro hijo ya no hay dinero, tampoco
hay trabajo, mejor ahora si tengo dos hijos, la ropa que quiero le pongo a
mis hijos, mientras otro hijo ya no hay caso, y entre niñas se miran pues,
y porque yo me he crecido así, siempre deseaba antes colocarme una ropa
64 bien pero no podía, sé que tenía mis hermanos y también tenía que alcanzar
el dinero para todos, y ahora que tengo mis dos hijas, ¡¡¡uh¡¡¡, mis dos hijas
ahora gozan de todo. (Mujer, comunidad de Guaqui.)
Carrasco señala, respecto al conocimiento y al uso de métodos anticonceptivos
en el área rural, que éste es uno de los mayores cambios que se observa en relación
a anteriores generaciones. Pero afirma también que aún hay mujeres que no logran
consensuar las decisiones respecto a la salud sexual y reproductiva con sus parejas:
Actualmente esto ha cambiado, las mujeres más jóvenes, las que han mi-
grado a las ciudades o las que asisten con mayor regularidad a atenciones
del servicio de salud; es decir aquellas que por distintas vías han adquirido
conocimientos sobre métodos anticonceptivos modernos, se cuidan con
éstos, sin que la decisión sea generalmente conocida por sus esposos o
parejas (Carrasco 2007: 19).
Así también lo deja entrever una mujer, autoridad municipal de Taraco, que se
expresa con palabras de mucha indignación con respecto a la violencia sexual:
Chachatxay amuyt’xañapax wakisxchixa qawqha wawanïñas, jan wawanïñas,
chachatix jan munkaspaxa jan wawanïñaxa janiy wawax utjkaspatix, war-
mix janiw wawanïkaspati janiti qullqi utjchi ukjaxa chachas warmis
amuyt’asxañasawa ukxa, nayrax ukanakax janiw amuyasiptanti. [Los hom-
bres tienen que darse cuenta de cuántos hijos tener o no tener, si el hombre
no quiere tener hijos no habría hijos, las mujeres no podemos tener hijos
si no engendra el hombre, y si no hay plata, tanto el hombre como mujer
tenemos que darnos cuenta eso, porque antes no se daban cuenta.] (Auto-
ridad municipal mujer, Taraco.)
Violencia sexual
Por toda la información recogida, podemos afirmar que el acoso y la violencia se-
xual hacia niñas y mujeres adolescentes y adultas está a la orden del día. Tanto
profesores como proveedores de salud lo mencionan cuando se tocan temas de
sexualidad. Así también se mencionan abusos sexuales cometidos por los propios
familiares, como se puede apreciar en los relatos de una proveedora de salud y de
una profesora46:
Hallazgos
46 Hacemos notar que son sobre todo personas externas a la comunidad las que se han referido
a los hechos de violencia más brutales. 65
Lo que más bien hay que inculcar a los jóvenes es de que debe haber respeto
entre padres, hijos y primos para que no haya violación, porque por eso yo
decía que parece nomás que los mayores siguen manteniendo eso de que
pueden nomás tener a las hijas, a las sobrinas… (Profesora, municipio de
San Andrés de Machaca.)
Tuvo una jovencita para su hermano mayor que le había abusado y el papá
se enteró ese ratito, porque ella vino con dolor de estómago; “anoche he
comido algo” dice ¿no?, y ya en expulsivo, y nació pues…, pasando a sala de
parto, ahí nació ya el bebé, y su dolor de estómago era pues un bebecito,
se había fajado todo con la faja, ¿no?, y, la chiquita lloró pues, lloró harto.
[…] Tenía sus 15 años, 15… y estaba con su mamá felizmente, y como
hay que anotar el nombre del padre, el nombre de la madre, de la recién
nacida yo le pregunté, pues, “¿y ahora, quién es el papá?”, la chiquita entre
lágrimas me dijo, es mi hermano mayor, y su mamá escuchó también pues,
a veces los padres son los cómplices, ¿no? (Proveedora de salud, municipio
de Tiwanaku.).
También se mencionan abusos de profesores, aunque los abusos en el colegio
no se restringen a ellos; se puede ser víctima de acoso o violencia sexual por parte
de los mismos compañeros de curso47. Asimismo, se sugieren noviazgos violentos
cuando en las preguntas que nos hicieron adolescentes mujeres de los distintos
colegios figura la palabra “humillación”. Igualmente, las consultas sobre la “prueba
de amor” nos indican la existencia de chantajes y presiones en la relación de pareja.
A continuación trascribimos algunos ejemplos de las preguntas al respecto:
48 Cabe referirnos también en cuanto a este aspecto a una de las conclusiones del estudio de
UNFPA, que señala que: “[…] las autoridades municipales exigen la presentación de informes
a los directores de los colegios sobre casos de embarazos, acoso sexual o violaciones en
Hallazgos
Adolescentes embarazadas
Por lo visto anteriormente, un número importante de embarazos adolescentes son
resultado de diversas formas de violencia sexual. Pero cuando una adolescente se
embaraza, solamente en casos muy extremos se indaga sobre las circunstancias en
que se produjo, pues la mayoría de las veces la atención se desvía hacia la reacción
de la familia49, si se aborta o no, si se queda en el colegio o no, etc. Hemos visto
que a los futuros padres adolescentes se les perdona con mucha facilidad, y por lo
general la familia les brinda su apoyo y consentimiento para que sigan con su vida
tal como se planificó.
Por lo general, se menciona que en los últimos años habrían aumentado los em-
barazos adolescentes. Si bien diferentes estudios50 corroboran la existencia de un
mayor porcentaje de adolescentes embarazadas en el área rural, nos ha llamado la
atención que cuando se hacen preguntas que necesitan de una respuesta más pre-
cisa, por ejemplo, “¿cuántas alumnas se han embarazado este año en el colegio?”,
el número suele ser mucho más moderado del que se insinúa cuando se habla sobre
simples percepciones. Las respuestas referidas a casos concretos mencionaban una
o dos, o bien que ninguna, y se hacía referencia a años anteriores. Sin embargo,
tuvimos la impresión de que los embarazos adolescentes se dan en muchos casos
antes de los 16 o 17 años, aunque esto merece una investigación aparte. El motivo
podría ser que pasada cierta edad sea más usual usar métodos anticonceptivos y/o,
Granizadas, bautizos y despachos
49 Como veremos más adelante, en muchos casos la propia familia no suele tener reparos en
hacer notar que ellas representan una vergüenza, pues una hija que se vuelve madre “a
destiempo”, y no importa en qué circunstancias, pierde el derecho a su desarrollo personal.
Aunque los hallazgos de Carrasco en población aymara del norte de Chile difieren de esta
afirmación, la investigación del UNFPA señala que “Las percepciones de la comunidad, así
como de los y las adolescentes respecto al embarazo en adolescentes se asumen como una
equivocación, por tanto, es negativa y perjudicial para las mismas, ya que a partir de este
hecho muchas mujeres adolescentes quedan solas, como madres solteras, siendo blanco de
críticas y censura, además de ser estigmatizadas por la comunidad” (2011: 45)
68 50 OPS/OMS 2008.
ya teniendo más referencias sobre lugares donde se realizan abortos, se recurra
con “más facilidad” a esta práctica51. Esta impresión en sentido de que hoy en día
las adolescentes o las parejas de adolescentes tendrían más acceso a la práctica del
aborto (en la ciudad), o que utilizarían desde cierta edad métodos anticonceptivos,
la dejan traslucir varias entrevistas:
P: ¿Y en su época se cuidaban con métodos?
No, no, no había información, si había wawa, había nomás, no había tanto
eso. Los ricos nomás también a veces se hacían; le digo, cuando no querían
tener hijos se hacían extraer. (Mujer, comunidad, municipio de Viacha.)
P: ¿Usted ve muchos embarazos en chicas adolescentes?
Más antes había, en mi época había, pero ahora que ya veo, más están usan-
do la depo, las pastillas, eso es lo que veo a las colegialas. (Mujer, comuni-
dad, municipio de Guaqui.)
Respecto a la posición de profesores y profesoras sobre la permanencia en el
colegio de alumnas embarazadas, quedamos sorprendidas cuando no pocos expre-
saron su desagrado, de manera directa y abierta, respecto a las normativas que no
permiten que se las expulse52:
Es que contagian a las otras chicas. El año pasado unita nomás sabe haber;
este año, como si se hubiesen puesto de acuerdo, ya tres hay, y ahora la
nueva ley no permite expulsarlas del colegio. (Profesora, comunidad, mu-
nicipio de Viacha.)
El “contagio del embarazo”, resultado del “mal ejemplo”, es un argumento
que se utiliza con bastante frecuencia. Observamos nuevamente que los varones
quedan fuera del esquema de análisis.
El aborto
Introducción
Como mencionamos, la práctica del aborto ha existido en todas las sociedades.
También en documentos históricos de la región andina se aborda el fenómeno. Por
ejemplo, en los diccionarios aymaras que se elaboraron durante la Colonia aparece
el concepto y la práctica del aborto. Así también, Guamán Poma de Ayala (1987)
menciona los castigos para las mujeres que se hacían un aborto. Cuando el bebé era
Granizadas, bautizos y despachos
un niño, la madre habría de morir, y si era una niña ella habría de recibir 200 latiga-
zos (1987: 181). Pero existen serios indicios de que estos castigos correspondían a
53 Bien podría ser que esta profesora resalta la actitud de los alumnos para disfrazar las actitudes
de los profesores, pues el UNFPA concluye en su estudio de San Andrés de Machaca que “En
años pasados, cuando se presentaban casos de embarazos en adolescentes era motivo de
expulsión de la unidad educativa; si bien en la actualidad la legislación ampara a la mujer
embarazada, la situación no ha cambiado, ya que los padres y madres de familia, profesores/
as y los mismos estudiantes manifiestan que es un mal ejemplo que una estudiante
embarazada asista al colegio, por lo que se presiona al Director y a la Junta Escolar para que
se realice el retiro de la adolescente embarazada, esto para evitar que otras adolescentes
70 sigan su ejemplo” (2011: 48).
las leyes españolas (Drachinsky, 2008), pues en ese entonces, en relación al aborto,
regía en la Iglesia católica la “doctrina de la hominización retardada”, doctrina que
ya describimos, y según la cual se consideraba prudente calificar el aborto como un
homicidio recién a partir de los 40 días de embarazo en el caso los fetos varones, y
de los 80 días en el de los fetos mujeres, ya que se creía que el desarrollo de estos
últimos era más lento. Esta diferencia en el castigo podría asociarse con esta doctri-
na, pues lo más probable era que un aborto se produjese después de los 40 días, lo
que consistía en un homicidio en el caso de un feto varón54.
Resulta interesante mencionar al respecto lo que refiere Arnold sobre las actua-
les creencias sobre el desarrollo de los fetos en el área Qaqachaqa, departamento
de Oruro, y que son diametralmente opuestas a las ideas aristotélicas y a la doctrina
católica mencionada:
Se diferencia entre el período de gestación de un niño y el de una niña. Así,
se describe el desarrollo de los niños en el útero como más prolongado,
más de un mes. Asimismo, los varones son considerados “sobredesarrolla-
dos” en relación a las niñas, a causa del período de gestación más largo en
el que se forman las partes “más sólidas (Arnold y Yapita 1996: 316).
Volviendo a los elementos históricos, encontramos más información sobre el
período colonial en un documento elaborado por Chávez Hualpa, que recolectó re-
ferencias de cronistas de los siglos XVI-XVII en su “Carta annua mission de chacha-
poyas (1612)”. La siguiente cita es un ejemplo:
Vna muger bien emparentada que estaba en possecion de donzella viendo-
se preñada avia empecado a tomar remedios para abortar la criatura que
ya era de tres meses (ARSI, tomo II 1606-1612, 1613, fol. 2i, p.126).
En este documento se registran también interrogatorios a parteras ante la sos-
pecha de que estaban proporcionando remedios para abortar o para el infanticidio.
En la bibliografía que se refiere a la actualidad apenas encontramos algo sobre
la existencia del aborto provocado en localidades del área rural y, cuando las hay,
son principalmente en estudios sobre la cosmovisión, los rituales agrícolas, etc.55 La
54 Aunque no podemos descartar que estos conceptos simplemente tuvieran que ver con la
Hallazgos
existe, ni el feto tiene una valoración humana e individual mientras no se haya bauti-
zado”56. De modo que la preocupación central no es el hecho del aborto, sino cómo
se enterró al feto57.
56 Asimismo, Ana María Carrasco, a partir de un estudio entre aymaras del norte de Chile,
sostiene que el término “suyu corresponde al feto durante su permanencia en el vientre
materno, desde la concepción y hasta el nacimiento; refiere a la condición aún no humana
del individuo en desarrollo” (1998). Destacamos, sin embargo, que en la mayoría de las
fuentes bibliográficas se suele escribir sullu.
57 Platt (2001) explica al respecto que en Macha se considera que hay peligro cuando se entierra
al feto sin sal, sin nombre y sin bautizo. Esto se aplica también para la placenta, que debe ser
72 quemada o enterrada con los rituales establecidos.
Encontramos otras referencias respecto a la práctica del aborto en una serie
de estudios sobre órdenes normativos e interlegalidad encargados a varias autoras
por la Coordinadora de la Mujer en 2009, en los cuales también se menciona que
los abortos se realizan con bastante frecuencia. Las siguientes citas corresponden
al estudio del departamento de Cochabamba y al del Altiplano, respectivamente:
Si bien las comunidades contribuyen a través de las creencias a generar
temores sobre el peligro del aborto, lo cierto es que también se inclinan
por soluciones prácticas frente al caso de niños no deseados. Así, el aborto
exhibe, en las comunidades de estudio, niveles de tolerancia que lo con-
vierten en una práctica relativamente común de regulación contraceptiva,
sobre todo cuando se trata de jóvenes solteras, que por temor a sus pa-
dres o porque quieren evitar convertirse en “madres solteras” acuden con
mayor frecuencia al uso de este método” (Zabala 2009: 83).
Algunas [mujeres] practican el aborto intencionalmente utilizando yerbas
y píldoras. Se dice que esto lo hace quien tiene muchos hijos o aquellas que
esperan un hijo que no es de su esposo y que han quedado embarazadas
cuando su pareja no estaba en la comunidad. El aborto es una práctica más
común en las solteras, que también acuden a inyecciones abortivas o reali-
zan trabajos que implican mucha fuerza y que contribuyen a interrumpir la
gestación” (Nina 2009: 72).
En base a estas fuentes podemos colegir que la práctica del aborto es un secre-
to a voces también en el área rural de Bolivia. Asimismo, hemos podido constatar
que esta práctica se relaciona especialmente con las madres solteras.
Los duendes
En la literatura correspondiente se identifican principalmente dos tipos de repercu-
siones a cuando los fetos se entierran sin bautizar: en primer lugar, éstos pueden
(re)aparecer en forma de duendes y, en segundo lugar, porque pueden causar algu-
na desgracia relacionada con fenómenos naturales, principalmente la granizada58.
A continuación describiremos algunos aspectos de lo que encontramos en la biblio-
grafía, en primera instancia, sobre los peligros que encierran los duendes.
Hallazgos
58 Llama la atención que en ningún documento revisado se informa que en el área del estudio
se tema a los dos fenómenos a la vez: o se menciona el peligro de los duendes o el de la
granizada, pero no a ambos. 73
Tristan Platt, citando a Morgan (1997), refiere que se piensa que el feto se con-
vierte en “un pequeño ser presocial en la forma de duende ancestral, que termina-
ría comiendo la sangre de las parturientas de la comunidad” (2001). De modo que
estos duendes son especialmente peligrosos para las mujeres en el momento de
dar a luz:
Los fetos abortados son furiosos y vengativos, porque se les ha expulsado
de su cómoda morada dentro del vientre, donde podían comer sangre ma-
terna en abundancia. Ansiosos por recuperar la nutrición perdida, salen a
vagar en la noche, olfateando el lugar donde puede estar dando a luz una
mujer, sobre todo si el parto va acompañado por una abundante pérdida
de sangre. Visitan la casa, y empiezan a comer la sangre con la mirada de
sus grandes ojos fetales […] antes de entrar por su vagina para abrirse ca-
mino hacia arriba; si llegan a su corazón (kurasun), la mujer muere. La ma-
dre es particularmente vulnerable si está sola y soñolienta; despierta con
violentos dolores de estómago que le hacen crujir los dientes, mientras
que los duendes matan en la sangre (yawarpi wañuchin). Pero se les puede
mantener alejados con la presencia tranquilizante de varios hombres mas-
cando coca y vigilando, y con el ordenamiento de elementos simbólicos
en el umbral de la puerta: semillas de quínoa (que representan a mucha
gente), un peine (ñajcha, que representa el monte espinoso, que no puede
pasarse por los duendes), un espejo (que representa un peñasco resbalo-
so, llusk’a qaqa), o un látigo de piel de vaca (lasu, que inspira el miedo de
los cuernos de la vaca) (Platt 2001).
En cada región (Bolivia, Perú, Argentina, etc.) se describen diferentes caracte-
rísticas de los duendes; en la mayoría de los casos se menciona que son pequeños
Granizadas, bautizos y despachos
y que usan sombreros. Chávez, cuando contextualiza la figura de los duendes con
sus particularidades descritas durante la Colonia, tiene la siguiente interpretación:
El duende, por su característica de perseguir mujeres, representa el sexo no cul-
turizado, una sexualidad no-reproductiva porque su unión con las mujeres es in-
fecunda, y en la mentalidad andina el sexo sin procreación es anormal. Además,
la identificación del duende con un “hombre enano”— y éste como un ser de
desbordante sexualidad— refuerza la creencia de la persecución de mujeres.
Por otro lado, la descripción de su atuendo: un sombrero grande de paja, pareci-
do a los que usaban los hacendados, unido a la imagen de un “hombre enano”,
puede haber llevado a que inconscientemente se asociara al duende con un ha-
74
cendado. Recordemos que los hacendados de la sierra norte tenían el derecho de
desvirginar a toda mujer que hubiera en su propiedad, por lo que eran temidos
por ellas (1996: 103).
Al margen de la creencia de que los fetos abortados intentarían tomar vengan-
za con las mujeres parturientas, en la bibliografía se menciona de forma reitera-
da que, igualmente, sienten atracción por los niños, como también menciona Platt
(2001) en otros acápites.
La granizada
En la provincia Ingavi no se ha mencionado la existencia de duendes en relación a
los abortos o a los fetos enterrados sin bautizo. En realidad, se asocia el aborto casi
exclusivamente con los perjuicios de una granizada. Pero debemos mencionar que
no toda granizada se interpreta como señal de un aborto; se lo hace sobre todo
cuando se produce en una época del año no habitual o cuando el granizo es muy
grande y causa muchos destrozos.
En la bibliografía correspondiente se menciona que hay una autoridad respon-
sable, el yapu kamani59, que vela por los sembradíos60. Cada comunidad tiene mo-
mentos del año61 en que se realizan rituales para alejar el peligro de la granizada, la
helada u otras calamidades naturales:
En el mundo aymara, la helada y el granizo son personas naturales que
habitan el ayllu y como tal tienen sus cualidades y defectos. En una tempo-
rada se muestran bondadosos apoyando en la elaboración del chuño, en
otro momento, cuando no se les trata respetuosamente, son caprichosos.
contra la helada, la granizada, las sequías e inundaciones. El control social está, además,
dirigido hacia los comunarios para que éstos no cometan actos que, por ejemplo, puedan
atraer granizadas” (Carrasco et al. 2003: 39).
61 Se mencionan sobre todo los meses de diciembre a febrero (Timmer 2011: 103, 178). 75
Entonces los aymaras, para conversar en equivalencia, establecen lugares
de culto destinados para las deidades del granizo y de la helada (Cutipa
2005)62.
Concordando con la concepción de que para los aymaras todo tiene un lado
bueno y un lado malo, Van Kessel y Condori Cruz explican que: “cuando cae en vera-
nillo una granizada menuda es muy bienvenida, porque este granizo no hace daño
al cultivo y mata los pestes de la papa. Aumenta en mucho la humedad del suelo,
mejor que una lluvia: esta agua corre, pero el agua de la granizada derretida penetra
profundamente en la tierra” (2004: 7).
También se describe en varios estudios cómo se interpreta en las diferentes
comunidades que está por llegar una granizada, y la variedad de métodos para ale-
jar esta amenaza. La siguiente referencia se ha extraído del documento, ya antes
citado, de la comunidad de Yanarico63.
Asimismo, algunas personas entrevistadas por nosotras han descrito técnicas
para que pase la granizada y a los pagos “preventivos” a la Pachamama para que no
haya ninguna calamidad:
P: ¿Kunäpachas jichhaxa, aka qhip qhipa maranakan chhijchhix purix?
Janiy jichhax kunawrasas purkitix, jutañxa muniw ¿no? Ukatx janiw aka ji-
chha maranx purkitix, jut jutañ muniya ukat mallkunakax inirutxay ukax
yatirinakampi luqtayatachi, ukat pitartunakampixay qhuntayataxarakchixa,
ukampiw jark’ataxa.
[P: ¿En este año cuándo ha sido la última granizada?
No, no ha caído granizada, pero quiere venir, ¿no? No ha caído granizada
este año, quiere venir, pero no llega porque las autoridades ya prevén desde
Granizadas, bautizos y despachos
enero haciendo ofrendas con los yatiris, después también se hace reventar
petardos para alejar la granizada.] (Mallku, comunidad, municipio de Des-
aguadero.)
Se da, pues, como una ofrenda, como permiso, como agradeciendo, se da
una ofrenda para Madre Tierra, a los que nos cuidan; tienen sus cuatro la-
dos, positivo, negativo, izquierda y derecha, creo que piden eso, como di-
62 Van Kessel y Condori Cruz observaron en su área de estudio que: “Antes del sembrío de
todos los cultivos, se realiza el pago con mesa a la Pachamama, para que no haya heladas ni
granizadas y bendiga la producción agrícola que se emprenderá” (1992: 111).
76 63 Véase también Fernández 2004b: 47,48.
cen, hay que pedir permiso, una ofrenda le dan para que no pase nada. Con
un amauta […] le hacen un despacho64. (Mujer, comunidad, municipio de
Taraco.)
Aunque se asocia la granizada sobre todo con un aborto o con la muerte de un
bebé recién nacido, también puede deberse a otros factores65, como a un animal
muerto que no ha sido enterrado:
A veces la granizada viene nomás también por muerto de perros u otros
animales muertos. Hay que buscar siempre hasta encontrar, para conven-
cerse. Las autoridades tienen que estar al tanto de toda esas cosas, porque
tienen sus respectivas funciones como, por ejemplo, el secretario de agri-
cultor, su misión es prevenir de las granizadas, y es muy diferente a otras au-
toridades su vestimenta, cargado su mantel blanco que está siempre con los
maestros curacas para saber qué tiempo más o menos va a caer la granizada,
si va a ser bien su gestión o no. Está pendiente el secretario de agricultor que
es encargado de todo esas cosas, como de costumbre. (Mujer, comunidad
del municipio de Jesús de Machaca.)
Solamente en algunas ocasiones se ha señalado que la granizada o alguna tem-
pestad se atribuye también a trasgresiones como la infidelidad, lo cual se menciona
en algunas fuentes bibliográficas66. Cabe preguntarnos si es simplemente una ca-
sualidad el hecho de que la mujer diera el ejemplo de un hombre infiel y el hombre
el de una mujer infiel:
Antes se veía y dicen que sigue pasando, que cuando una de las muchachas
o había una mujer, no siempre muchacha […] tenía aborto, justamente en
esa comunidad había granizo, había helada, había algo fuera de lo que tenía
tienen que irse”, así, “¿cuántas veces ya habrán hecho?, por eso siempre hay
tanta granizada, eso es una prueba, nadie nos puede quitar de la mente, eso
es prueba”, decían ellos. (Proveedora de salud, municipio de Desaguadero.)
En los documentos revisados se interpreta, entre otras explicaciones, que la
granizada a consecuencia del aborto se produce porque se corta el normal proceso
de la fecundidad humana. La granizada, de manera análoga, corta el proceso pro-
ductivo de la chacra. Una de las pocas personas entrevistadas que da las razones
de por qué la granizada se relaciona con los abortos y los fetos no bautizados, se
expresa de manera similar:
78
Hay esta creencia tan fuerte de que cuando un niño muere ocurren desas-
tres naturales que impiden la producción, como dicen, ¿no? Si nosotros nos
podemos reproducir par, vida, lo mismo hace la tierra, nos da alimento que
nos da vida también y al negar la vida a estos seres tan pequeños, nos quie-
bra la vida, no solamente a la persona que ha hecho, sino a toda la comuni-
dad. La comunidad debe proteger y cuidar la vida de cada uno de ellos, no
solamente de la comunidad, sino tanto animales, producción, en general
todo, porque es nuestra vida, ellos llaman Pachamama, nuestro ayllu, nues-
tra ciudad donde nosotros vivimos, ¿no? (Mujer, participante taller Viacha.)
Asimismo, se explica en algunas regiones que “el Chijchi67 Achachila atrae a los
niños que no han llegado a esta vida, de todos los pueblos los recoge […]. Para lle-
varse comida de las chacras, para que coman, porque sus padres no les dieron tiem-
po de comer en esta vida” (Jiménez Sardón 1995: 124)68. Encontramos otra interpre-
tación sobre la relación entre el aborto y la granizada, cuando se menciona que el
Chijjchi “es considerado un espíritu que acompaña a las almas de los niños muertos
que no fueron bautizados, son estas almitas quienes amasan las bolitas de hielo”69.
Pero la gran mayoría de personas que participaron en la investigación no ex-
plican con mucha profundidad cuál es la relación entre el aborto y la granizada;
simplemente hablan de un castigo:
Cuando un aborto hay, justamente también la granizada cae ahí, no sé qué
será, el Dios sabrá, no lo puedo decir, hay caso de creer también, de una
parte, por ley no, no se cree eso, no se cree, no hay tal. “Abortó, abortó”,
67 Chijchi: Granizo.
68 El Achachila es el espíritu del cerro que ejerce su tutela y protección sobre la comunidad;
los más poderosos son las grandes montañas de la Cordillera Oriental de los Andes. Cada
comunidad posee su propio Achachila de menor prestigio que los más prestigiosos nevados,
pero de mayor incidencia en la vida cotidiana de la comunidad altiplánica (Fernández 1998b:
265). “Los Achachilas, como espíritus protectores de las comunidades, controlan también
las fuerzas de la naturaleza: los rayos (relámpagos), el granizo, la helada, las lluvias y todas
las fuerzas sobrenaturales. Por ejemplo, el granizo y la helada destruyen los cultivos de los
productores agrícolas, pero cuando se invoca la protección de los espíritus ancestrales, éstos
acuden solidariamente para ayudar a las comunidades andinas. Son asimismo considerados
Hallazgos
como seres vivientes, a quienes hay que dar de comer y beber para luego en un acto de
reciprocidad recibir buena producción y buena alimentación” (Huanca, citada en Estermann
2006: 176). De esta manera, “los Achachilas controlan las nubes, el agua, el granizo y la
nevada. La Pachamama es la madre que protege la vida de todo ser viviente” (op. cit.: 178).
69 http: //www.ucb.edu.bo/aymara/index.php?title=Chhijchhi 79
ya, así por ley. Pero por usos y costumbres siempre ese ya, siempre la gente
dice, las autoridades sancionan, “por el aborto están viniendo estas graniza-
das, está cayendo la granizada, la helada, o la sequía”, así, por X motivo nos
ha castigado la Pachamama, el fenómeno nos está atacando, así también
creen. (Mallku, comunidad, municipio de Tiwanaku)
Sí, cuando las chicas abortaban había, los mallkus más que todo cuando
había granizo buscaban, hasta el hospital llegaban, “¿quién ha abortado?,
por eso castigo está” (Proveedora de salud, comunidad, municipio de Jesús
de Machaca)
Ha llamado la atención que la mayoría de las personas dejan entrever que en la
actualidad puede haber una granizada y ya no surge la sospecha de que sea por un
aborto70. Inclusive hay autoridades locales que son escépticas y ellas mismas utili-
zan el término “creencia” en el sentido de superstición:
Pasa eso, pero no siempre, hay una creencia, sí, dicen eso, pero no sé si será
muy cierto, verídico, casi no voy a eso, no me inclino. (Mallku, pueblo de
Jesús de Machaca.)
En cuanto a la granizada y otras cosas, sinceramente yo no creo, son cosas
de la naturaleza, ¿no?, en todo caso tendría que granizar diez veces, porque
muchas situaciones de esa índole debe haber, yo no creo, sinceramente.
(Mallku, comunidad, municipio de Viacha.)
Sin embargo, como ya señalamos en el caso de Desaguadero, ocasionalmen-
te ocurre todavía que cuando cae una granizada fuerte se hacen esfuerzos para
encontrar al feto y/o la persona que abortó, y en última instancia se suele acudir al
establecimiento de salud más cercano para averiguar si ha habido un aborto o si se
sabe de alguna mujer que estaba haciendo control prenatal de la cual el personal de
Granizadas, bautizos y despachos
salud podría sospechar que haya abortado. Así lo comenta también una proveedora
de salud del municipio de Tiwanaku:
El año pasado, no, el 2009, granizó pues en la bajada de X, esa bajada y
parte de Y, granizó fuerte, ¡todo!!!!, todo los sembradíos había destrozado
70 Nina (2009: 7) afirma también que en muchos lugares ya no se asocia el granizo con el
aborto. Nos ha llamado la atención que, especialmente en San Andrés de Machaca y Jesús de
Machaca, se refiere que ya no se presta mucha atención a las granizadas. En estos municipios
se hace referencia reiteradamente a Guaqui y Desaguadero, señalando que la creencia de las
80 granizadas a causa de los fetos sin bautizar está aún muy vigente en estos municipios.
y dijeron: “¿qué pasó?”, y un mallku vino aquí, con un esposo más, o sea,
con un hombre que había sido esposo de una señora que vino de X a hacer
su prenatal aquí. (…) nos preguntó el mallku, ¿no?; nos dijo: “quiero saber
si…”, trajo el nombre más, ¿no?, “de esta señora, si está embarazada o no,
porque ha granizado y nosotros pensamos que ella ha abortado y por eso
es que ha granizado tanto; quiero saber”. Porque habían ido a la casa de la
señora y le habían dicho: “usted, señora, ha abortado y por culpa de usted
estamos así y tiene que hacer despachar y todo”. Bueno, le habían reñido
a la señora y la señora había dicho: “yo hago mi control prenatal en Tiwa-
naku, vayan y pregunten nomás si quieren saber”. Les había dicho: “yo, sí
estoy embarazada y el anterior domingo incluso fui, recién nomás”, dijo.
Entonces, vinieron los mallkus acompañado del esposo, porque del esposo
se había separado, ¿no?, la pareja. Entonces el esposo le había dicho: “estaba
esperando mi esposa y entonces tenía ganas de abortar y ella ha debido
abortar”, así vino el esposo. (Proveedora de salud, municipio de Tiwanaku.)
Asimismo, una proveedora de salud de Jesús de Machaca explica que se suele
acudir al centro de salud e inclusive al colegio para investigar. Sin embargo, debe-
mos señalar que en varios casos se refieren hechos que han pasado hace bastante
tiempo atrás:
Sí, cuando las chicas abortaban había los mallkus, más que todo, cuando
había granizo buscaban, hasta el hospital llegaban, “¿quién ha abortado?”;
por eso castigo está, “tienen que hacer despachar”, dicen. Pero tratan de en-
contrar, hasta en el colegio le preguntan al director quién está mal; siempre
por eso nos hablaba el director: “tu periodo, ¿de qué fecha?, ¿de qué fecha
es?” (Proveedora de salud, comunidad, municipio de Jesús de Machaca.)
Si bien muchas personas de las mismas comunidades se expresan con escepti-
cismo respecto a la relación entre granizada y aborto, el mismo personal de salud
de origen más citadino encuentra a momentos alguna coherencia en esta creencia:
Con relación al granizo también pienso que, no sé si es coincidencia o es...,
pero es parte de nuestra cultura, qué se yo; el pasado viernes, por ejemplo,
[vino al centro] una señorita, una de diecinueve años, había estado emba-
Hallazgos
Por temor al castigo, los kaateños entierran en secreto a los bebés que se mueren sin ser
bautizados en el cementerio sin los secretarios que, por costumbre, están presentes en
todos los funerales. Los secretarios tienen que pagar una multa al comisario de Charazani
(continúa en la siguiente página) 83
Un médico tradicional de una comunidad de Tiwanaku describe cómo él fue
testigo cuando joven del entierro y despacho de fetos en el cerro y constata que
esta costumbre se está perdiendo:
De nuestra comunidad hay un cerro, nombrado, entonces, hay llevaban a
quemar; algunos quemaban, algunos estes también así enterraban al sue-
lo; entonces, ahora ya no, ha cambiado; entonces, todos los fetos que han
abortado ya le entierran al cementerio. Antiguo hacían eso en mi comuni-
dad; como mi abuelo era partero, entonces, siempre sabía qué hay que hacer
y yo mismo sabía llevar a ese cerro y entonces, con una waxt’a, como se dice,
hay que pagar y todo ese pago hay que hacer con un rezo; un amauta tiene
que dar, entonces, lo enterraban pues, como un cementerio de alma, le lla-
maban pues y la llamada era en el cerro, eso había, existía, pero ahora, como
decían, ya no existe, ¿no? (Médico tradicional, participante taller Tiwanaku.)
Una de las proveedoras de salud que trabaja en una comunidad del municipio
de Viacha también se refiere al hecho de que se suele llevar a los fetos al cerro. En
su narración, sin embargo, aborda sobre todo el pragmatismo que habría detrás
de esta costumbre. Por otra parte, llama la atención la expresión “botar”, dejando
traslucir un trato que manifiesta mucha indiferencia:
Comentarios hay, pero no he visto, ¿no?, comentarios, un cerro ¡grande!!!!,
encima, hay lo botan, dicen: “como es cerro, granizada va pasando”. Como
no hay chacras, nada, no dan mucha importancia.
P: Ahhh, ya… ¿El cerro no afecta tanto?
No, nada afecta tanto, en pampa sí, casi no reclaman tanto, un cerro grande
no produce nada, hay encima hay hartos, dicen, hay lo llevan, lo botan […]
donde no hay casas, no hay ni animales, desierto, hay van a botar esos, y
Granizadas, bautizos y despachos
cada vez que un bebé muere sin ser bautizado. Utilizando este poder destructivo para su
propia ventaja, los kallawayas a veces entierran a los bebés sin bautizar en los campos de
sus enemigos para que el granizo destruya sus cosechas” (1996: 130). También Fernández
remite al hecho de que se lleva fetos al territorio de otras comunidades: “En los casos en que
se produce algún aborto o muere algún niño sin bautizar es preciso enterrar el cuerpo en el
dominio de los achachila […]. Cuando la situación supone un serio engorro para la madre,
quien trata de ocultar el suceso, el feto es enterrado en los lindes de la comunidad vecina,
84 para que sobre ésta recaiga la desgracia y no sobre su propia comunidad” (2002b: 185).
Igualmente, una mujer de una comunidad de Taraco comenta que se suele en-
terrar el feto en los cerros, aunque ella lo explica sobre todo por la ventaja de que
es un lugar donde no se lo descubre fácilmente. Pareciera ser, además, que las per-
sonas más jóvenes ya no conocen el sentido del entierro en los cerros:
O sea que a veces las chicas que se embarazan, por vergüenza a veces ya no le
dice pues nada; a veces, papá, mamá también lo ocultan, ¿no? y dicen, pues,
no está naciendo la wawa normal y a veces entonces, otros “¡fucha!, mátale”,
le dicen, pues, ¿no? “La gente qué me va a decir”, dice, ¿no?
P: Hum…
[…] ya, entonces, para no hacerse ver con la comunidad llevan a algunos
cerros, por ejemplo, aquí tenemos cerros, ¿no ve?
P: Sí…
[…] ahí lo botan, pues.
P: ¿A los cerros siempre lo llevan a botar…
[…] así siempre, así siempre.
P: No en planito sino en los cerros…
Sí.
P: Por qué será en los cerros, ¿no?
Porque no quieren hacerse ver, para que se sepa el lugar. (Mujer joven, co-
munidad, municipio de Taraco.)
Con el trasfondo de nuestra propia extracción cultural73, nos ha llamado la aten-
ción que en la mayoría de las narraciones no se haga la distinción clara entre el abor-
to y el infanticidio, como nosotras lo hacemos. Este es otro ejemplo al respecto:
P: ¿A raíz del aborto se habla de la granizada?
Sí, se ha dado, sí, hemos encontrado, eso, por ejemplo, la madre lo asfixia,
¿no? Por no estar criando.
P: ¿Y cuando se encuentra la wawa cómo tenemos que proceder?
Nosotros bautizamos, le ponemos nombre y después, como si fuera per-
sona, le bautizamos antes de que se dé la granizada. (Mallku, comunidad,
municipio de Tiwanaku.)
Hallazgos
73 La frontera entre lo cultural y lo religioso es muy difusa, de modo que no podemos negar
que la socialización religiosa cristiana/católica, aunque no nos definamos hoy en día como
tales, por ser parte de nuestra construcción cultural, ha tenido su impacto para nuestro
razonamiento occidental respecto al tema. 85
Cabe destacar la expresión de esta autoridad de Tiwanaku cuando dice: “como
si fuera persona”. Por lo que comenta una autoridad del municipio de Viacha que
citamos más adelante, podríamos deducir que se quiere decir “persona mayor”.
Pero si la referencia alude sobre todo al bautizo, es posible pensar que se haya que-
rido decir “persona viva”. Otro participante de la investigación se refiere al mismo
tiempo a los fetos y a los niños y niñas vivos:
El bebé que ha muerto o ha sido abortado tiene que ser sí o sí bautizado
por un catequista que existe en las comunidades, por un padre bendecido,
y luego se entierra al cementerio, caso contrario granizada cae […] a ese
niño abortado que puede ser de cuatro, cinco meses, que puede ser también
vivito, puede ser, pero sí o sí debe ser bautizado con su papel74. (Hombre,
participante taller Viacha.)
Alison Spedding aborda los bautizos de fetos o bebés muertos haciendo notar
que son actos rituales que no corresponden a la Iglesia católica, pero que ante la
percepción de la población —en nuestro caso, aymara— son rituales esenciales en
términos de garantía para la producción agrícola:
El ejemplo más frecuente es la petición de bautizar a una wawa (bebé) que
acaba de fallecer, para evitar que se convierta en muru wawa o limpu y
atraiga granizadas y otros daños sobre la comunidad. Algunos curas están
dispuestos a bendecir el cadáver, acto que los padres aceptan como equi-
valente al bautizo y suficiente para alejar los peligros, pero otros sacerdo-
tes simplemente se rehúsan (Spedding 2004: 43)75.
74 En el taller de San Andrés de Machaca se nos aseguró que, por lo menos en el pasado, se
utilizaba para este fin un formulario del registro civil. Otra referencia respecto a los modos
Granizadas, bautizos y despachos
para el indígena que un niño muera sin bautizar. No por temor a que el infante no pueda
entrar al cielo, sino porque la omisión del rito bautismal acarreará a los familiares toda clase
Hallazgos
de calamidades. Para conjurarlas, los padres harán lo imposible por bautizarlo, aún después
de muerto, y en último caso se llega a bautizar las cenizas. Este proceder se confirma con el
llamado rito de protección, según el cual, en cada peligro piden la renovación del bautismo y
se disgustan cuando el sacerdote se niega a administrarlo” (Vellard en Arancibia s/f).
87
La religión católica ha causado durante siglos mucha incertidumbre respecto
al destino de las personas que no han sido bautizadas, y especialmente de los ni-
ños y fetos. Aparentemente, por la importancia que se le da hasta hoy al ritual del
bautismo, la idea de que podrían arder eternamente en las llamas del infierno ha
generado una gran impresión en los pueblos indígenas de los Andes76. Sin embargo,
la preocupación de los aymaras no es la del posible infierno o, como alternativa, el
limbo77, sino, la de la granizada por el enojo del achachila, cuya consecuencia puede
significar la falta de comida, por no decir, hambruna78:
Un aborto es muy peligroso para la población […] implicaría que no habría
mucha alimentación y muchas cosas. Entonces, en ese sentido de que no
es consentido y no practican prácticamente. (Autoridad municipal, Tiwa-
naku.)
Como tenemos sembradío y todo de hay comemos, ¿no ve?, nuestro fruto
de hay es, entonces, tenemos que ya pues despachar eso, de usos y costum-
bres tenemos que cumplir pues. (Hombre, participante taller Taraco.)
El granizo era como un castigo de los antepasados, ¿no? […] cuando abor-
taban, entonces, como tenían qué comer, entonces, tenían sus chacras, ve-
76 Bastien describe que en Kaata, como parte de los días festivos por Todos Santos, se bautiza
a las t’anta wawas que representan a todos niños y niñas vivos de la comunidad: se elije para
cada una un nombre cualquiera, se nombran padrinos y el catequista es el responsable de
bautizarles: “Las madrinas y padrinos hicieron un círculo alrededor de Mario [el catequista],
sujetando a sus bebés con sus brazos derechos. Después de rezar un Padrenuestro y un Ave
María, Mario roció la frente de cada bebé con agua, hizo la señal de la cruz, y pronunció el
nombre de cada bebé. Los bautizó a todos y acabó el oficio con una bendición. Los padrinos
devolvieron los bebés a sus madres, que les dieron alcohol, coca y azúcar. Nos abrazamos y
comenzamos a bailar […]” (1996: 221).
Granizadas, bautizos y despachos
costumbre aymara de la qhispiya (traducido como robo o liberación), que consiste en hurtar
o ejecutar cualquier acto prohibido durante el viernes y sábado santos: aprovechando
que Dios (símbolo de la autoridad y del opresor) ha muerto y no vigila, pueden cometer
impunemente los pecados que se abstienen de cometer durante el resto del año, cuando
Dios sí observa y puede castigar” (1999: 290). Véase también Fernández 1996. 89
(…) y de lo que yo sé, es que tiene que darse una waxt’a a la Pachamama
para que no haya granizo y poniéndole un nombre al feto que ha sido mo-
tivo de aborto. (Mallku, comunidad, municipio de Tiwanaku.)
En la comunidad de Viacha todas las personas se acordaban que se le había
dado el nombre de María al bebé que se encontró muerto81, y que se le había pues-
to un apellido, pero ya no se acordaban cuál era. Donnat (2001) subraya también el
hecho de que no solamente es el miedo a la granizada el motivo por el cual se da
mucho valor a la realización del bautizo, sino que es de mucha importancia que ten-
ga un nombre: “Hemos notado en nuestra experiencia otra motivación dada por los
padres o los padrinos para pedir el bautismo: “para que tenga nombre”82.
El despacho o la waxt’a
Ya en varias ocasiones hemos podido notar que al margen del bautizo, cuando se
encuentra un feto o un bebé muerto, se habla también sobre la costumbre de reali-
zar un “despacho”. El despacho, waxt’a83 o “pago”, como ya vimos, se suele realizar
anualmente para prevenir granizadas muy dañinas, generalmente al inicio de la épo-
ca de lluvias84. Asimismo, cuando existe una amenaza de granizada se realizan diver-
sas maniobras para alejarla, además de este ritual. Cuando ha ocurrido un aborto
81 No se pone nombre cuando no se distingue aún el sexo: “El aborto, hay veces es de menor
tiempo y no distinguen si es varón o mujer. Se lleva lejos, a las pampas desiertas, nuestros
abuelos nos contaban. Cuando es más grande podemos poner nombre, bautizar”. (Mallku,
comunidad, municipio de Jesús de Machaca).
82 Varios estudios dan cuenta de la delicadeza con que en la región andina se nombra todo
lo que existe. Una ilustración de aquello la encontramos en un estudio de PRACTEC/Perú.
En uno de los pasajes de este documento se explica respecto a los rituales para la buena
Granizadas, bautizos y despachos
cosecha: “Los Mallku Maranis, los Luwaranis, la Pachamama, los Phujo Awichas, el Tata Inti,
el Phajhsi Awicha, son nuestros parientes mayores a quienes permanentemente invocamos
para que nos ayuden en nuestras crianzas, se les invoca por sus propios nombres, de los que
nos hemos olvidado, se les dice a todos aquellos que no hemos podido nombrar y que bien
saben ellos quienes son, para ellos diciendo se hacen las ch’uwas” (1999: 157,158).
83 También se le llama mesa: “Para lo que produce la tierra, el campesino tiene que pagar un
tributo en forma simbólica con mesas, pagos y despachos. Solamente de esta manera la
tierra sigue produciendo con toda seguridad” (Van Kessel 2003).
84 Parece ser que en algunas comunidades se acompaña el ritual con una reflexión,
especialmente dirigida a las mujeres, por ser la época en que hay más amenaza de granizada,
como nos comentó una mujer joven de Taraco: “Aquí en el campo en época de lluvia no tiene
que haber eso, porque dice que va a granizar y va a afectar a nuestras chacras, todo dicen,
90 ¿no?, los abuelos o nuestros padres. (Mujer joven, comunidad, municipio de Taraco.)
y no se encuentra el feto85, la comunidad o la familia tienen de todas maneras que
responsabilizarse del despacho86:
Le han hecho despachar todo y después ya no ha habido castigo.
P: ¿Y cómo hacen para despachar?
Con una misa, está la familia nomás, su familia tiene que preocuparse, tiene
que pasar una misa. (Proveedora de salud, comunidad, municipio de Jesús
de Machaca.)
Cuando hay granizada en las comunidades la gente, o sea los mallkus, lla-
man a reunión, entonces en ahí, persona por persona, casa por casa, así, en
coca, buscan, ¿no?, quién es el culpable. Entonces, ahí sacan, algunos saben
de lo que es el aborto, entonces, directamente echan la culpa a él por lo que
no hace despachar, como dicen en aquí, achachila; entonces, justamente
hacen esa actuación; entonces, cuando una vez que hacen despacho, di-
gamos, ya no viene la granizada, cuando no hacen eso, entonces, siempre
viene, maltrata a las chacras la granizada. (Hombre, participante taller Des-
aguadero.)
No podemos ahondar aquí sobre los rituales de la muerte. Pero cabe señalar
que, también en relación al entierro de un feto, advertimos que se incluyen elemen-
tos que aseguren un viaje tranquilo al “otro lugar”87 y que no pase penurias88:
Esos yatiris ya es lo que le despachan ya, ¡todo eses...!; como nosotros te-
nemos nuestras herramientas, por ejemplo, un agricultor tiene su yunta, su
arado, su yugo, todo eso ya; entonces, así ya con eso, además este de las
85 Se deja entrever que a veces es suficiente reconocer el hecho (aborto intencional o no), y al
realizar el despacho las autoridades y la comunidad quedan conformes.
86 Waxt’a significa ofrenda o regalo. Puede ser una libación para apagar la sed de los seres
sobrenaturales, una simple ofrenda o un sacrificio de corderos, etc. (Van den Berg 1985: 204.
Véase también Nina 2009: 72).
87 Policarpio Flores sostiene al respecto: “Para nosotros no hay muerte, simplemente es una
transformación, es un viaje a otro lugar, es un descanso eterno. Desde la llegada de los
españoles existe la muerte, por eso creen en un infierno, en un Juicio Final; ellos esperan el
Juicio Final y creen que van a ser juzgados entre los buenos y los malos. A los malos dicen
que Dios los envía al infierno para consumirse en el fuego eterno, y después dicen: ‘Dios es
amor’”. (1999: 99).
Hallazgos
88 Fernández describe los elementos con que se entierra a los fetos o a algún niño sin bautizar,
de la siguiente manera: “[…] un ajuar en miniatura. Si el feto o la criatura era un varoncito
es preciso fabricarle su yuntita y todas las herramientas que precisa para desempeñar su
labor. Si la criatura era mujercita, igualmente hay que alistar su qhiri (fogoncito), sus ollitas,
ropita…, etc.” (2002b: 185). 91
mujeres, igual también, usarán tijeras, sus camas, ¿no ve?, sus tierras, sus ara-
dos, ¿no ve?, con eso, le juntan con eso, si es mujer, con esas cosas de mujer,
de tejer, le entierran; si es hombre, con sus arados y todo eso ya hacen, pues,
comidita, animalitos, también hacen sus ropitas, sus camas, y ahora, con-
siguen un maestro y ya despachan ya, se lo llevan ¡al cerro!!!, ya, donde no
hay nada se lo llevan y lo queman eso. (Hombre, participante taller Guaqui)
Le dan todo siempre; comida, quinua, papitas, todo siempre se le da pues,
hasta ropas; todo, todo. (Hombre, participante taller Desaguadero)
Le damos mesa, le ponemos florcitas, todo, ¿no ve?, le hacemos rezar, todo,
entonces, así también tiene que ser dice ese limphu, hace mesada, pone sus
florcitas, así, su velita prende, así tiene que ser, dice. (Mujer, participante
taller Guaqui)
Cabe destacar, de esta manera, que igualmente en el caso de los fetos, de los
cuales no se ha podido conocer ninguna característica propia más allá del sexo, se
considera que su entierro no significa el final, pues su ser continúa dentro de la to-
talidad existencial y universal.
La waxt’a, en base a las diferentes narraciones, tiene la finalidad de restablecer
el equilibrio, y la familia involucrada en el aborto intencionalmente o no, cumpliendo
con su pago, ya no queda “señalada con el dedo”. Recordamos lo que decía una mu-
jer de Taraco y, asimismo, lo que comentan otros participantes de la investigación:
Siempre viene el castigo... granizada llega, después ya hablan, ellos mismos
saben despachar y normal nomás también.
P: ¿Y nadie se enoja?
No se enojan... (Mujer joven, comunidad, municipio de Taraco.)
Granizadas, bautizos y despachos
Hasta ahora hemos podido notar que los conceptos del bien y el mal, como
solemos manejarlos en las esferas más occidentales, no son aplicados de la misma
manera en el área de estudio. Sin embargo, en el relato de esta proveedora de salud
Hallazgos
vemos que la comunidad decide que la culpable de una posible granizada y, por tan-
to, la responsable de restablecer el equilibrio mediante un despacho, es la enferme-
ra que no pudo salvar la vida de un bebé. Es decir, se deja entrever que se pretende
93
castigar la incompetencia de la enfermera, quien debe aportar con su dinero para
que, a su vez, no se castigue a toda la comunidad. Pero si el parto hubiera sido en
casa, la familia tendría que haber ofrecido la waxt’a. De modo que es posible que
la identificación de la persona responsable se maneje en ocasiones con bastante
flexibilidad y según las circunstancias.
El fracaso o malparto
Por todo lo que se ha expuesto hasta ahora, hemos comprendido que no se hace
una distinción entre un aborto provocado, un aborto espontáneo o un óbito fetal,
pues el peligro radica en que en todos estos casos el feto, en palabras de Albó, es
reclamado por el Chijchi Achachila. Sin embargo, nos ha llamado la atención que al
igual que el aborto provocado, se oculta el malparto o fracaso:
Yo, el año pasado vi de que una muchacha, una señora tuvo fracaso pero no
lo dijo a nadie, me parece, lo ocultaron así y granizó casualmente.
P: ¿Pero no era intencional?
No se sabe exactamente cuál ha sido el motivo de su fracaso, no se sabe.
P: ¿Y las autoridades también han intervenido en esto? (…)
Sí, cuando nosotros, digamos, las autoridades se enteran que una X persona
tuvo fracaso por cualquier circunstancia, las autoridades intervienen en eso,
porque eso también daña a la comunidad y puede ocasionar, como usted
dice, un granizo. (Mallku, comunidad, municipio de Tiwanaku.)
Desde nuestro punto de vista, no habría por qué ocultarlo. Si el feto estuviera
ya más formado, se podría comunicar el hecho a las autoridades y realizar un des-
pacho para restablecer el equilibrio. Sin embargo, hemos podido notar que no se
Granizadas, bautizos y despachos
sea muy traumático, ¿no? […] La salida del bebé tiene que ser más trau-
mático; el otro, ya está preparada para perderlo, ¿no? (Mujer, participante
taller Viacha.)
95 También Arnold ilustra un escenario penoso para las mujeres que pierden a sus bebés, aun-
que no está claro si se refiere al malparto, a bebés que nacen muertos o a los que mueren ya
crecidos: “En lo general, en el norte de Potosí, la gente culpa a la mujer cuando sus wawas
suelen morir. Le apodan “Mamala que sabe matar a las flores” (panqhar jiwayir Mamala) y
piensan que ella va a acostumbrarse a matar a todas sus wawas. “Flores” en este sentido
alude a las wawas. El remedio para esto, es excavar y coger tierra de tres profundidades
diferentes y se le da de tomar disuelta en agua” (Arnold 2002: 100). Llama la atención que en
el Vocabulario de la Lengua Qquíchua, de Gonzáles Holguín también se encuentra un término
específico para “una mujer que pare los hijos muertos”, llamándola “mio huarmi”. Pérez y
Fuertes, en relación a Tinguipaya, departamento de Potosí, señalan lo siguiente respecto a
una mujer que tiene un fracaso: “En algunas comunidades se pone en duda la calidad del
vientre de esa mujer, considerándolo como débil porque no puede aguantar la wawa. Las
mujeres que abortan [malparto] son mal vistas en su medio y subestimadas por su pareja
como por la familia de él” (2006: 53). Asimismo, Arnold et al. mencionan, al igual que algunos
actores y actoras de esta investigación, que se le llama machura o machorra (castellano) a
la mujer estéril o la que no tiene hijos. Estos autores refieren también que se suele insultar
a la mujer estéril con la expresión: “Mula, denle cebada” (1999: 149). Carrasco, en el caso
de la población aymara del norte de Chile, refiere que “la esterilidad es, frecuentemente,
motivo de disgusto entre la pareja y la sanción social generalmente hacia la mujer, a quien se
culpa. Existe incluso un término despectivo utilizado habitualmente en el ganado camélido,
“machorrota”, para designar a aquellas mujeres imposibilitadas de tener hijos (2007). Llama
la atención que en la bibliografía consultada no hemos encontrado referencias respecto a
las burlas que se emplean hacia los hombres que no tienen hijos o hijas. Valentina Chipana,
partera y originaria del municipio de Achacachi, nos ha narrado que al hombre que no tie-
ne hijos se le llama chacha q’ullu (chacha, recordamos, significa “hombre” y q’ullu significa
huevo huero o podrido). De modo que pareciera que también los hombres pueden sufrir las
Hallazgos
consecuencias del rechazo social por esta causa. Esta partera supo de una mujer que para
“solucionar” el problema de esterilidad de su cónyuge se embarazó de otro hombre. A su
esposo le comunicó que era de él. Este y otros aspectos relacionados con la esterilidad ape-
nas se mencionan en los estudios de salud sexual y reproductiva, y por lo poco que hemos
podido descubrir, merece un estudio serio en los diversos pueblos de nuestro territorio. 99
Un proveedor de salud, también de Viacha, narra, en base a su experiencia,
algo similar a lo que se afirma en la última cita en relación a los sentimientos ante un
fracaso cuando ya se tiene muchos hijos. Pero, asimismo, deja entrever la desgracia
que puede significar para una mujer aymara el saberse imposibilitada a ser madre.
Pues, al margen del trauma personal, común a la mayoría de mujeres que desean la
maternidad, se debe someter al desprecio de la familia y de la comunidad, aprecia-
ción, por cierto, coincidente con los documentos revisados:
Dependiendo de la cantidad de hijos, ¿no? […] es como la solución a su
problema, a partir de tres, cuatro hijos, ellos sienten que ha sido la solución
del problema y están de acuerdo, están felices, pero si […] es el único hijo
deseado, que quieren tener hijos, entonces, se vuelve todo un problema,
¿no? He conocido gente que tres veces ha fracasado, ha deseado los hijos
pero no ha tenido un hijo y ya estaba separándose del esposo. (Proveedor
de salud, participante taller Viacha.)
Otra proveedora de Tiwanaku (el personal de salud es una fuente importante
de información en relación a todo tipo de problemáticas) describe el proceso de
deterioro de la vida de pareja cuando no hay hijos:
Se quieren mucho y se casan y no tienen en cuatro, cinco años hijo, em-
piezan a pelear, dice: “vos eres… mula eres, no tienes hijos vos, por qué no
puedes tener hijo, o estás con alguien, por eso, o utilizas algún anticon-
ceptivo […] o algún aborto haces, ¿por qué no puedes tener hijo?”, dice.
Hay problemas grandes […], van al médico, algunos, ¿no?, algunos no
van al médico, pero algunos van a los curanderos, “¿cómo puedo tener el
hijo?”, o “¿cómo puedo hacer para tener hijos?, tengo problemas con mi
pareja”. […] para salvar su pareja, ¿no? (Proveedora de salud, municipio de
Granizadas, bautizos y despachos
Tiwanaku.)
De esta manera, no queda más que afirmar que no se asigna el mismo valor a la
fertilidad y a la maternidad, pues, al saberse fértiles, pareciera ser que las mujeres
del ámbito del estudio pueden decidir postergar su maternidad con relativa tran-
quilidad. De modo que la opinión de Chávez respecto a que en las culturas andinas
el sexo sin procreación es anormal resulta, en base a nuestros hallazgos, bastante
discutible. Podemos afirmar que en el imaginario de muchas mujeres, adolescentes
y adultas, no está totalmente ausente el concepto de maternidad voluntaria. Tam-
poco entre los hombres hemos podido notar mayor censura respecto a la realidad
100 actual en sentido de que hoy en día se decide interrumpir un número considerable
de embarazos, y que la utilización de métodos anticonceptivos por parte de las pa-
rejas adultas es vista también por parte de ellos como una práctica cada vez más
común y acertada.
tos simbólicos del “procedimiento”, etc. Fernández (1997a) aborda en un artículo muy in-
teresante el hecho de que se prohíbe a las mujeres aymaras, niñas y adultas, que toquen
instrumentos musicales de viento, ya que produciría la apertura, el “reventón” de sus senos
y la consiguiente pérdida de la leche materna. 101
Ukataw uka markachirinakax tantachasipxiri, warminakar ukjamraki tawaqu-
nakaru ukat ukanaw amuyata, mayata uka ñuñunaka ch’awarapxataynaxa,
ukjamata katjañataki, ukat “kawkniriy tawaqunakax lichinichini” sasa, ukat
katjapxapunirakitaynay, ukat uka wawxa thakhiru liwtawayapxatayna-
xa, ukat ukanakax saxpxarakiya. Ukanakaxa chiqapuniskiwa, aka Chukiwu
markanxa ukjamanakax wawanakxa jaqusipkapuniya, ukat ukanakarux janiy
khitis kamskitixa, kunayman q’añu t’unanaka taypirusa, uka parkinakarusa,
ukatay ukax chhijchhix purintaskixa, ukanakax janiy ukjam jaqtañakaspa-
tixa, ukanakax wali llakixiya. [Se reúnen los pobladores las mujeres como
también las jóvenes, ahí parece que han exprimido las mamas, una por una,
para saber quien de las jóvenes tenía leche en las mamas, luego habían lo-
grado encontrar. Después esa wawa lo habían votado en el camino, luego
han dicho, “esas cosas pasan, es la verdad”. En la ciudad las jóvenes están
botando siempre, a esas no le dicen nada nadie, botan en los basurales, en
los parques, por eso cae la granizada. Esas cosas no había que botar así, eso
causa muchas penas.] (Chiflera 3, El Alto.)
Definitivamente, se deja entrever que esta práctica ya no se realiza; incluso se la
percibe como una especie de leyenda, que se repite y repite como algo anecdótico.
Solamente en una oportunidad, al hacer la pregunta de forma directa a una autori-
dad local, ésta respondió de manera seria, con una perspectiva actual:
P: Antes decían que investigaban en todas las mujeres, ¿no?
De acuerdo a nuestra justicia comunitaria, bueno, pues, todas las señoras,
jóvenes, ya, “a venir a una reunión, todas a sacar la leche”. Eso era, diga-
mos, la justicia comunitaria. Ahora, esto ya no se practica, simplemente
sale como información, hasta ahí nomás, ahora ya no hay caso de actuar,
Granizadas, bautizos y despachos
porque muchas…
P: ¿Por qué no hay caso de actuar?
Porque quizá un poco los derechos humanos tienen influencia, digamos,
¿qué tal si una hermana no quiere saber nada?, listo, se opone; la gente […]
ya está atropellando, ¿no?, son cosas que a veces ya no hay caso de llegar a
eso, ¿no? (Mallku, comunidad, municipio de Viacha.)
Cuando esta autoridad originaria señala “simplemente sale como información”,
podría ser que se refiere a que se hace una reflexión, unas recomendaciones, para
que se eviten este tipo de actos. Otras personas también lo sugieren:
102
Ya no se hace, antes sí, sí, dicen los abuelos bien severos, los pasados los que
le llaman, sí. […] no tanto el mallku sino la mallku tayq’a, que era la esposa
[…] hace tiempo, ahora ya no, ahora se charla solamente así, se cuestionan
entre ellos, se lleva a la reunión y ahí se encaran algunas veces, sí, ya han
pasado algunas situaciones. (Proveedora de salud, comunidad, municipio
de Jesús de Machaca.)
Una mujer joven de una comunidad de Guaqui nos confirma que ya no es de
estos tiempos obligar a las mujeres a que se les revise los senos. Asimismo, es inte-
resante que comentara que, en su momento, ella misma pasó por la experiencia de
ser vista como sospechosa de un aborto:
P: Antes se decía que cuando había granizada, a las jovencitas se les revisaba
los pechos. ¿Se sigue haciendo esto?
[Risa] No, en este tiempo ¿qué se van a dejar eso?, porque a lo que yo vivo
aquí en el campo 3 años, yo la única cholita jovencita, ya nos miraban a
mí y a mi amiga; éramos dos cholitas solteras y nos miraban, “ella es jo-
ven, otra clase está”, y justo ha caído granizada por la casa de mi amiguita;
entonces, mi amiguita había pasado eso, pero ella se había lastimado, en-
tonces había caído con fuerza y ella se ha lastimado, parece que ha ido al
hospital, no sé muy bien. (Mujer, comunidad, municipio de Guaqui.)
En casos aislados se trasmite que además del “despacho”, la familia, la pareja
o la mujer, reciben chicotazos o tienen que pagar una multa para compensar las
pérdidas de las cosechas; este hecho les puede significar también la expulsión de la
comunidad. Pero, como decíamos, no ha sido muy frecuente que se comentara al
respecto; claramente, se trata sobre todo de historias “de los abuelos”.
Hemos podido constatar que ya no existe la práctica de la revisión de los senos
de las mujeres en caso de una granizada. Las pocas personas que se han expresado
sobre el por qué de ello dejan traslucir que las mujeres de hoy ya no lo permitirían,
ni las propias autoridades hombres, que lo perciben como una humillación que ya
no se justifica. Hoy en día las averiguaciones se pueden hacer en el centro de salud
más cercano, o indagar entre las mujeres adolescentes y jóvenes, solteras, o, lo que
parece más frecuente, leer en coca.
Hallazgos
Sin embargo, si son especialmente los y las adolescentes los que opinan que
una granizada no se puede asociar con un aborto, una excepción fueron aquellos
con quienes conversamos en Guaqui97, ya que unos meses atrás, en una comuni- 103
dad cercana, hubo una granizada muy dañina que obligó a que se tomen medidas.
En sus narraciones notamos que registraron el hecho con mucho detalle. En este
caso se explica que la misma granizada avisó quién había abortado, aunque debe-
mos destacar que una de las adolescentes que participa en la conversación habla de
“una bebita”:
Ad.1.: Cuando una persona joven ha abortado, en ese lugar del cerro va a
granizar harto, y las chacras todo van a estar así, y la granizada va a ir bien
perforado y directo a su casa van a ir y le van a decir “has abortado”, y le
van a pegar hasta que hable, después de que lo pescan, al bebé lo queman
[el despacho] y lo despachan con misa, así.
Ad.2: Cuando uno aborta pasa por ese lado la granizada.
Ad.3: Porque la granizada ha pasado por un sector nomás y han visto por
esos lugares.
Ad.1: Sí, y han encontrado el año pasado en el cerro. De ahí arriba han
encontrado a la bebita, la han recogido y la han llevado al cementerio.
(Adolescentes mujeres, municipio de Guaqui.)
Se confirma que se trató de un infanticidio o de un óbito fetal por varios de-
talles en la narración. Una de las participantes del grupo comenta que la mujer se
estaba cuidando del sobreparto98, lo que se constató porque usaba guantes:
Ad.3: Han visto que estaba la señora mal [estaba embarazada] y luego le-
vanta todo con guantes, así.
Ad.1: A veces cuando uno esta mal, supongo que deben darse cuenta más
fácil, después de tener un niño, se supone que deben estar en cama. (Ado-
lescentes mujeres, municipio de Guaqui.)
Granizadas, bautizos y despachos
97 De alguna manera, se evidencia que en Guaqui se lo toma muy en serio, tal como opinaban
en otros municipios.
98 Más adelante abordaremos el tema de esta enfermedad y sus consecuencias, que también
104 se produce por el poco cuidado (no evitar hacerse entrar el frío) después de un aborto.
Con relación a que la granizada ya no movilizaría a las comunidades como en
épocas anteriores, nos ha llamado la atención la historia de una proveedora de sa-
lud que trabajaba en una comunidad de Tiwanaku, y que fue obligada a revisar a las
chicas del colegio hace pocos años atrás:
Cuando estaba yo recién empezando a trabajar y vinieron pues un grupo
de mallkus. Ha granizado ese día, casi ya era muy continuo el granizo y
han encontrado ya un feto, así botado, que el chanchito se lo había estado
comiendo y los mallkus allá han decidido buscar y me pidieron a mí y yo
me negué a eso, pero me obligaron […] los que estaban menstruando con
un algodón me hacían revisar y hemos encontrado que ese mes más o me-
nos será, o esas semanas, que habían hecho cinco chicas el aborto, cinco se
ha pescado de ese colegio, de todo el colegio, ¿no? […] Me han dado una
nota, escrita, firmada con todos los mallkus, que sí están autorizando y los
profesores también, […] y de ahí hemos procedido y hemos buscado y han
encontrado. (Proveedora de salud, participante taller Tiwanaku.)
Consideramos que estos y otros hechos —aunque aislados— relacionados con
el involucramiento del personal de salud en la identificación de mujeres que han
abortado deben ser analizados desde el punto de vista de la ética, desde el punto
de vista del cumplimiento del derecho a la confidencialidad, por parte del personal
de salud.
Finalmente, debemos llamar la atención sobre el hecho de que las personas han
mencionado repetidamente que, en el caso de una granizada de gran envergadura,
se actúa según las costumbres y en el marco de la justicia comunitaria. Una de las
participantes de la investigación, sin embargo, insinúa que el modo de proceder
puede depender mucho del mallku de turno:
Es parte de la justicia comunitaria, si se encuentra que una mujer ha ocul-
tado este producto del aborto, sí, le obligan a decir donde está, de ahí van,
lo desentierran. […] Y algunos de los mallkus, eso es lo malo, ¿no?, nues-
tras comunidades están llenas de familias enteras, entonces si pasa, si pasa
de una familia que tiene cierta rivalidad con otra, el mallku es bien severo,
pero si pasa en su familia él lo va a ocultar, no lo va a mencionar, o sea que
Hallazgos
105
Adolescentes
Una gran parte de las personas entrevistadas, adolescentes y adultas, señala que el
abandono de la pareja es un motivo comprensible para hacerse un aborto, ya que
ser madre soltera constituye una vergüenza para ella y su familia aunque el embara-
zo haya sido el resultado del uso de la violencia:
P: ¿Y cuál es la opinión de usted sobre el aborto?
Bueno, el aborto para mí, por ejemplo, desde mi punto de vista, para mí
puede que sea favorable, puede que no también. Cuando ya una familia, di-
gamos, es estable, ya toma matrimonio con una persona seriamente, toda
esa situación, no se podría hablar nada de aborto. Yo creo que el hombre,
tanto la mujer como el hombre hacen, digamos, que el niño crezca […]
en una jovencita. Para mí a veces estaría bien, porque a veces las jovencitas
lo han hecho sin querer, sin saber, entonces, en su vida misma un hijo a
veces les puede truncar su vida de adelante, su futuro, ¿no? (Hombre joven,
comunidad, municipio de Guaqui.)
Cuando te abusan o te pasa una desgracia tendrías nomás que irte a eso del
aborto, pero cuando uno está con una persona que quiere o ya está casado,
no, porque es un niño deseado, que Dios nos ha enviado, porque los niños
son enviados de Dios, ¿no? Que no, pues. (Proveedora de salud, municipio
de Guaqui.)
Sí, sí, muchas hacen porque tienen miedo a sus padres, avisarse, así; no
tienen su marido, los jóvenes le abusan, aparecen embarazadas, después se
niegan, después, por tener miedo, sin avisar a sus padres, van a hacer esas
cosas. (Mujer joven, comunidad, municipio de Taraco.)
Granizadas, bautizos y despachos
100 Asimismo, estos autores señalan que, cuando ella es muy joven, “sus padres criarán al niño
como si fuera suyo”, pero ella perderá todos los derechos a herencia directa; “lo que le hu-
108 biera correspondido, pasa a corresponderle al niño” (op. cit.).
incurriendo en perjudicar a nuestra hija. (Proveedor de salud, participante
taller Tiwanaku.)
En algunos lugares pasa eso porque la madre ha tenido, digamos, hijo, en-
tonces, el abuelo ha criado, entonces, la mamá ha tenido otro esposo, se va
y hasta el último ha criado, digamos, el abuelo. En eso, en mi comunidad
hay que algunos ya heredan ese lugar como nieto, el lugar de la mamá que
le correspondía […]. [En el caso de que] la mamá se lo lleve […], cerca del
padrastro el niño también sufre violencias, maltratos, y en algunos lugares,
hoy en día se escucha en La Paz que el padrastro se aprovecha de la chica
sexualmente […] así el niño sufre. Entonces, en algunos lugares están cerca
del abuelo y el abuelo también lo esclaviza al niño, entonces, muchas cosas
hay de hablar de este caso […]. (Mujer, participante taller Tiwanaku.)
Por lo visto, respecto al proceso de toma de decisiones por una interrupción
del embarazo, también se razona desde el punto de vista del futuro del niño y de la
niña. En cuanto al futuro que se prevé para la madre soltera, se describen escena-
rios muy similares entre sí:
[Dicen] “ºnos va a criticar la comadre, el compadre, entonces, mejor no”.
Entonces, deciden los padres más que la niña, porque la niña está todavía
en formación, no está consciente muchas veces de lo que ha sucedido, en-
tonces, y peor aún cuando acá, en nuestra región, si una mujer ha tenido su
hijo de solterío ya está como marcada por siempre, porque o se va a casar
con un viudo o con una persona mayor o con una persona que finalmente
va a tener hasta problemas, ¿no?, de tipo social, ¿no? (Proveedor de salud,
municipio de Desaguadero.)
Las mamás, nosotras mismos, las mujeres a veces somos las que les deci-
mos, ¿no?, no quiero que me traigas una mujer que tenga hijos porque eso
te va a perjudicar, así. Entonces de ahí mismo empieza ya la discriminación
hacia una mujer que tiene un hijo, dos hijos, ¿no? (Mujer, participante
taller Taraco.)
En varios talleres, en los diferentes municipios, al discutir los hallazgos de la
investigación nos llamó la atención que especialmente las mujeres adultas respon-
Hallazgos
dían con mucha autocrítica respecto a los errores que se cometen al educar a las
hijas adolescentes con amenazas.
109
Dentro de esa realidad, los y las adolescentes, al hablar sobre la posibilidad del
aborto, mencionan que se suele tomar esa decisión en el caso de que el padre no
reconozca al bebé, principalmente por el temor a la reacción de sus padres. Tam-
bién reconocen las personas adultas que en esto no se advierte mucho cambio en
relación con las anteriores generaciones:
Sé escuchar yo que el padre a la hija le riñe […] la hija solo piensa en sacar al
bebé porque cree que no va a estar bien para el padre, que no le va a recibir
bien. (Hombre adolescente, municipio de Guaqui.)
Mi amiga, porque su papá era malo, ella no quería que su papá sepa, sabe
querer abortar, pero en vano, ¿no? No sabe de eso y ya estaba mal también,
no ha podido. Ha buscado métodos, tomaba hierbas, pastillas, de todo to-
maba, pero en vano; ha tenido a su bebé, ha sido sanita. (Mujer adolescen-
te, municipio de Viacha.)
Es indiscutible que el principio del chachawarmi y la organización social en base
al género, a la que ya nos referimos, es el trasfondo de la actitud de las personas
mayores. Rösing señala al respecto:
El género (biológico y simbólico) es el principio de la organización social y
del orden cosmológico. La máxima es que “todo debe estar pareado, ca-
sado” —cada cosa con su contraparte: ofrendas, chacras, aguas, rituales,
dirigentes, etc.— para que sea completa, estable y equilibrada, operativa,
eficiente y fértil. Sin su contraparte, las cosas no tienen sentido y no SON
realmente (2003: 636).
De manera que esta autora nos sugiere que el concepto de “honor” que se
menciona en muchas oportunidades en referencia a la madre soltera —y que, con
Granizadas, bautizos y despachos
101 Timmer afirma al respecto que “la mujer [aymara] sin el hombre se encuentra a la deriva y
viceversa” (2011: 106). Debemos hacer notar, sin embargo, que el principio andino de com-
plementariedad de la pareja, muchas veces enfocado con cierto desdén por algunas cor-
rientes feministas, no es tan ajeno a lo que la mayoría de las mujeres desean en el caso de
tener hijos: contar con una pareja y con un padre (presente) para el bebé. Pues en el mundo
entero (no conocemos datos precisos al respecto) el no tener pareja es un motivo bastante
110 “normal” para recurrir al aborto.
En relación al estigma de la madre soltera, debemos precisar que éste no sola-
mente cae sobre la adolescente madre soltera, sino también sobre el entorno más
cercano102. De modo que no se toman decisiones solamente en función de una mis-
ma, sino, pensando en las consecuencias para los papás, los hermanos, etc.; lo cual
no pareciera ser un aspecto trivial para la adolescente en cuestión:
P: Y aquí, en esta comunidad, ¿cómo les ven a las chicas cuando están em-
barazadas, así, adolescentes como ustedes?
Ad.1: Hablan mal de ellas, pueden criticarles…
Ad.2: Sí, hablan mal hasta de la familia; digamos, yo voy a estar ya en la
Promo y voy a estar embarazada, hablan mal, dicen, “esa familia así es”,
ya le incluyen de paso a todos, no le incluyen solamente a una. (Mujeres
adolescentes, comunidad, municipio de Tiwanaku.)
Si su hija no sale, cuarto medio, digamos, a veces esa familia misma, ín-
tegra, está mal visto, entonces, humillada a veces. (Hombre adolescente,
municipio de Guaqui.)
Critican, pues, a su papá, diciendo que “mira, no te haces respetar con tu
hija”, eso dicen pues. (Mujer, participante, taller Taraco.)
Especialmente en el taller de Tiwanaku hubo consenso en que, por todo lo
mencionado, las chicas futuras madres solteras abortan sobre todo por temor a los
padres. Entre las personas adultas, padres de familia —como ya mencionamos—,
se habló con mucha sinceridad y se reconoció la necesidad de cambiar actitudes y
formas de abordar el tema con los hijos e hijas:
Mis mayores o a mis edades no han sabido... […] no saben qué es la au-
toestima, digamos, los valores. Entonces ellos se han educado en la vio-
lencia, como nuestros padres eran amenazadores… Yo incluso, en mi ado-
lescencia he salido del colegio por mi caso, porque yo cuando he estado
102 En el estudio del UNFPA, se señala al respecto: “[…] la crítica de la comunidad a la familia de
la adolescente embarazada se expresa en la reprobación del hecho, a través de comentarios
mal intencionados y el chisme que afecta no solo la dignidad de la adolescente embaraza-
da, sino de la familia, constituyéndose en una sanción moral que afecta al prestigio social
Hallazgos
adquirido por la familia” (2011: 50). Fuller, por su parte, llama la atención sobre un código
ético diferente para hombres y mujeres en relación al concepto del honor: “Si en la mujer
la conducta sexual desordenada es un atentado contra su honor y del grupo, en el caso del
hombre no lo es, se trata simplemente de una falta que no cae sobre él, sino sobre la honra
de la mujer agraviada y de su familia” (1994: 242). 111
en segundo medio, mi papá era maldito, mi mamá igual. Porque soy hija
mayor, me decían, “si algún problema del colegio de ti escucharía, ¡pucha!!!
Ahí, en el mismo colegio con tu trenza mismo te voy a ahorcar!!!!”. Así, en
esa amenaza nos tenían, pues, nuestros padres. Entonces, en eso nos hemos
criado, pues. […] los papás somos culpables de así amenazar a los hijos.
(Mujer, participante taller Tiwanaku.)
Es pertinente contrastar esta experiencia con lo que nos trasmiten dos adoles-
centes de Guaqui, ya que desde su punto de vista existiría hoy en día un cambio bas-
tante radical en relación al uso de la violencia contra los hijos e hijas adolescentes.
Además, debemos destacar que hacen notar —algo que es bastante evidente, pero
que las personas mayores suelen pasar por alto— que es falso que en las anteriores
generaciones no existieran los embarazos a temprana edad103. Asimismo, llama la
atención que la adolescente cuyo comentario trascribimos a continuación transmi-
te una serie de valores, como es el del derecho a “disfrutar”, que reflejan que de
algún modo se están dando transformaciones en el modo de concebir la etapa de
la adolescencia:
Antes, nuestros papás tenían una juventud más dura, más restringida a mu-
chas cosas y en todo este tema había el tema del tabú, enamorar era muy
malo a temprana edad, era terrible y bueno eran privados de mucha infor-
mación; por eso es que ha habido prematuros, no deseados, ha habido muje-
res que han tenido a muy temprana edad a sus hijos, que tal vez ahora quie-
ren disfrutar de su juventud y es imposible, porque ya están en otra etapa y
de nosotros es algo diferente ya. (Mujer adolescente, municipio de Guaqui.)
Eran cerrados, o sea que no comprendían a sus hijos, todo era en base
a golpes; ahora ha mejorado en esos aspectos, más que todo iban a los
Granizadas, bautizos y despachos
golpes, a las riñas, ahora no, ahora ya te hablan, conversan con sus hijos.
(Hombre adolescentes, municipio de Guaqui.)
103 Un ejemplo al respecto es lo que nos contó una mujer de una comunidad de Viacha: “Nos
hemos conocido, yo chica era esa vez, con 16 años. […] sí, joven también era, de cinco años
o seis años me lleva, sí. […] charlábamos y en colegio, pues, un amigo nos ha empujado,
así, ese sabe empujar, después, sabe charlar mi esposo, de ahí… de así nomás nos hemos
charlado […] mi papá con fuete me ha sonado. (Mujer, comunidad, municipio de Viacha.) A
una de las participantes del taller de Tiwanaku preocupada por los valores de la juventud, los
embarazos no deseados, etc., le preguntamos a qué edad se había juntado. La respuesta era:
“Yo tenía… cuando tenía 15 años nomás yo tenía pareja”. Obviamente, la reacción del grupo
112 fue una carcajada generalizada.
Aunque la libertad de los y las adolescentes de hoy en día es algo lamentable
para la gran mayoría de las personas mayores, hay las que aplauden el cambio. Este
es el comentario de una mujer de Taraco que tuvo diez hijos sin poder establecer un
diálogo con su esposo para el uso de algún método anticonceptivo:
Janiw jupax amuyt’askiti uka yatiqañ tukuyaytha ukatsa. Jupati amu-
yasxasphanxa janiw ukataqi wawanipkiriskäti. Jichha timpux antisasinsa
waliw utjxarakix wawanakan taqikunas amuyt’asxañatakix, ukapi jichhax
amuyt’asxañasaxa kunati taqikunansa, janiw ch’amakxiti amuyt’asiñatakixa,
ukjamawa aka jakañanxa qamawixa wali ch’amawa. [Él no se da cuenta, in-
cluso después de que le he hecho terminar el estudio. Si él se hubiera dado
cuenta no hubiéramos tenido tantos hijos. Ahora más bien hay todo para
que los hijos empiecen a pensar. Por eso ahora tenemos que pensar en
todo, ya no es difícil darnos cuenta. Así es la vida en este tiempo. Es muy
difícil.* (Mujer, comunidad, municipio de Taraco.)
Pero, de todas maneras, pareciera ser que las prácticas relacionadas con la
sexualidad de los y las adolescentes deben ser “castigadas”, aunque ritualmente,
cuando se conocen públicamente. Al respecto cabe destacar lo que señala Bolton
—que realizó un estudio antropológico entre población aymara del departamento
de Puno, Perú— en relación al descubrimiento del embarazo de una hija soltera:
“[…] los padres le darán una paliza, no por estar disgustados con ella, sino porque
deben reñirla como es la costumbre” (citado en Burgos 1995: 115)104.
Si nos referimos a la bibliografía y a los testimonios de las personas entrevista-
das sobre la normalidad de las relaciones sexuales eventuales en la edad adolescen-
te, nos llama la atención que un componente importante del ritual de la irpaqa (pe-
dida de mano) consiste en un diálogo de reprimenda por parte de los padres, para
que a continuación la pareja pida perdón. Inclusive algunas fuentes mencionan que
se hace de rodillas. Sin embargo, en ese mismo instante se suelen estar alistando los
músicos, la bebida y todo lo que se necesita para una gran celebración105.
104 Véase también Nina (2009: 72), que menciona que inclusive puede haber castigos físicos.
105 Aquí no cabe redundar en los diversos rituales que se realizan en relación a la conformación
de la pareja, pero es oportuno precisar lo que aporta Albó sobre la trascendencia de cada
momento en el pasaje de adolescente a integrante pleno de la comunidad, es decir, para ser
reconocido y reconocida con todos los derechos y obligaciones que corresponden al cha-
Hallazgos
106 Carter y Mamani hacen notar, respecto al concepto del “robo”, que “En la mayoría de los
casos hoy en día, son los jóvenes mismos quienes deciden cuál va a ser su pareja. Comienzan
con lo que comúnmente se llama ‘el robo de la novia’. Pero puesto que el robo se efectúa
con el consentimiento de la chica, y que en realidad es algo que ella exige de su novio, el acto
difícilmente se puede llamar robo” (1982: 198). Fernández afirma: “La irpaqa es un rapto
consentido que hace el varón de la joven, llevándola a su casa paterna con sumo cuidado y
secreto; literalmente, ’se la lleva’. El joven esconde a su amada en alguna parte hasta la hora
de la cena, en que alguna de sus hermanas conocedora del problema se lo comenta a su ma-
dre quien, a su vez, se lo hace saber a su marido. El padre suele reaccionar encolerizado gol-
peando con un látigo o chicote a su hijo y preguntando a la joven el motivo de su presencia
en la casa. A partir de este momento comienza una dura pugna entre los padres del varón y
Granizadas, bautizos y despachos
los de la joven por concretar la unión de la pareja. Se tiene muy presente la conveniencia eco-
nómica de la unión, circunstancia que facilitará o complicará el proceso de forma notable.
Es preciso avisar a los padres de la joven esa misma noche, quienes reaccionan con sorpresa
y profunda indignación. Los padres del varón acuden a casa de los padres de la mujer con
abundancia de coca y alcohol para pedir disculpas y empezar a tratar del próximo enlace de
la pareja. Por humilde que sea, la familia de la chica no aceptará en primera instancia, reac-
cionando con desprecio ante el comportamiento de su hija. La visita puede repetirse tres
veces, al cabo de las cuales se llega a cierto entendimiento. Se fija una fecha para la solicitud
formal del enlace, sart’a, en aymara. Para entonces, los padres del novio preparan bebida y
comida especial con la que agasajar a los padres de la novia y a cada uno de los miembros
de su familia extensa. Con frecuencia contratan una comparsa de músicos para celebrar la
ocasión y ‘traerse’ definitivamente a la futura novia” (Fernández 2002b: 42). Véase también
114 Van den Berg 1986: 68.
La mayoría de las mamás entienden, entienden, claro que cuando pasa, diga-
mos, aparece una niña embarazada, la mamá llora, le riñe, pero no la golpea,
la comprende; y tal vez incluso va a hacer que […] entienda el papá. (Pro-
veedora de salud, comunidad, municipio de Jesús de Machaca.)
Ante el tormento que encierra un embarazo no deseado para una adolescente,
se ha podido entrever que existe mucha empatía respecto a la situación por parte
de sus amigas. La solidaridad se expresaría, entre otros, en la ayuda para realizar el
aborto:
Mi hijita mayorcita no es de mi esposo. He escondido mi embarazo durante
tanto tiempo; mis amigas me decían “hazte sacar, vamos al hospital, con-
seguí 500 Bs. y nos vamos a ir, te voy a sacar”, decía mi amiga, pero yo no
[…]. (Mujer joven, comunidad, municipio de Guaqui.)
Tenía el caso de una de las niñas de uno de los colegios, donde todas las
niñas sabían que estaba embarazada y mientras ella esperaba o buscaba un
lugar donde librarse del asunto todas las niñas se le cubrían. Cuando ellas
usan polleritas ¿no?, se les baja un poquito la pollerita cuando están gorditas,
entonces se cubren con una mantilla, todas sus compañeritas se cubrían, en-
tonces la han cubierto hasta que ha pasado; cuando los padres, los profesores
ya quisieron investigar qué ha pasado o algo así, la niña ya no tenía nada.
(Proveedora de salud, comunidad, municipio de Jesús de Machaca.)
También hemos podido apreciar que se comparte información respecto a dón-
de se puede acudir y el costo, tanto entre amigos como entre amigas:
Mi amiga me ha dicho que es quinientos, quinientos ochenta, por ahí, cuan-
do su chico le ha hecho abortar… (Adolescente, grupo focal, comunidad,
municipio de Viacha.)
Pero también se trasluce que en el caso de que los padres se enteren del em-
barazo de su hija y que ésta no cuenta con un enamorado que se responsabiliza,
trasluce que muchos abortos podrían realizarse por iniciativa o incluso por decisión
de ellos:
De mi amiga, su amiga había abortado […] su papá no había querido que
Hallazgos
tenga su hijo y había dicho que aborte, “sino, caso contrario, mueren los
dos, madre, hijo”, lo había amenazado el papá. (Mujer, comunidad, muni-
cipio de Desaguadero.)
115
Hay abortos que son apoyados por los mismos padres. Por ejemplo, se ha
llegado un caso donde los padres no quieren que sus hijas les hagan ver
mal y apoyan a sus hijas. (Mujer adolescente, grupo focal, municipio de
Guaqui.)
Ad.1: Sus padres no pueden aceptar eso, que nazca.
Ad.2: Porque sus papás reniegan, sí, y ellos no quieren aceptar que ella, que
su hija tiene un hijo; después, su hija…, su hija ya está muy resentida y va
a decir a su chico que está embarazada de él; después, su chico también no
lo quiere aceptar, ni modo, no lo quiere tener y por esa razón toman la
decisión de que la chica va a abortar, sí. Después, a veces lo hacen en oculto
o algo, algunos con sus padres van.
Ad.3: Sí, algunos, algunos padres lo prohíben tenerlo a su bebé. (Hombres
adolescentes, comunidad, municipio de Tiwanaku.)
Su padre qué es lo que primero que se fija, “¿qué es lo que te van a decir,
tus tías, tus tíos?, ¿qué es lo que me van a decir en la comunidad?” […] y
ellos mismos les llevan, porque la chica de dónde va a sacar dinero y ellos
mismos les hacen recurrir y no pasó nada. […] a veces ocultan su emba-
razo, aparecen cuando ya está con dolores de parto, recién, y ellos dicen:
“¿por qué no me ha avisado?, yo le hubiese llevado”. (Proveedor de salud,
participante taller Tiwanaku.)
Por otra parte, los y las adolescentes mencionan que en algunas oportunidades
piensan en la interrupción del embarazo por el temor a que sus padres los obliguen
a juntarse con su pareja, con el propósito de que la joven embarazada no sea madre
soltera:
Para algunos padres, algunas madres, dice, para no hacerse mirar con la gente
Granizadas, bautizos y despachos
dicen que tienes que juntarte con él o con ella, ¿y qué pasa al final? Pelean,
andan ¡ucha!, todo pegado. Nos ha pasado en nuestra comunidad, o sea que
le ha obligado su papá, su mamá, han ido donde la mamá del joven, “así que
se ha embarazado mi hija para tu hijo, entonces, tiene que estar con tu hijo”.
¿Y qué decía su mamá del hijo?, decía, “cuando ya van a estar juntados, en-
tonces cuando le va a estar pegando mi hijo, le va a estar pegando nomás, yo
no le voy a defender […], porque vos te lo estás trayendo a tu hija”. (Mujer
joven, comunidad, municipio de Taraco.)
Que se enteren mis papás que estaba enamorando; antes dice que había que
te juntaban, ahora ya no tanto eso, pero sí, me daba miedo. (Mujer adoles-
116 cente, municipio de Guaqui.)
Sin embargo, advertimos también que las costumbres y las ideas no son está-
ticas y que debemos ser cautelosas respecto a una interpretación esquemática de
la realidad:
Pero algunos [padres] piensan, entonces, “háblense entre los dos y entién-
danse, si no hay entendimiento, ni modo, ¿qué van a hacer?, cuídenles am-
bos”, dicen así, “¿con quién se va a quedar?”. Entonces, el este, el hombre que
pague pensión a su hija. En eso quedan, “¿para qué así te vamos a obligar?,
obligando peor van a pelear nomás, para nosotros preocupado va a ser, en-
tonces, háblense, piénsate bien”, dicen, “conversen”, dicen algunos papás.
Así, ¿no? (Mujer joven, comunidad, municipio de Taraco.)
A propósito de algunas transformaciones que vamos observando hoy por hoy,
se podría suponer que para las adolescentes y para sus padres la aflicción ante el he-
cho del embarazo está relacionada sobre todo con las nuevas expectativas de que
las hijas mujeres estudien. En repetidas ocasiones, tanto las propias mujeres ado-
lescentes como las personas adultas, hablando sobre el futuro de las hijas, transmi-
ten que su mayor ilusión es que puedan estudiar hasta adquirir una profesión. Esta
meta, obviamente, se hace mucho más difícil de lograr siendo madres, como expre-
saba también anteriormente un hombre joven de Guaqui. Sin embargo, en pocas
ocasiones se menciona el que se pueda truncar el plan de vida como motivo para
pensar en el aborto. Llama la atención que hayan sido sobre todo los proveedores
de salud los que, aparentemente en base a su experiencia, incluyeron este factor en
el análisis de la problemática:
[Dicen] “se va a perjudicar en su estudio, ¿qué va a decir la gente?, ¿qué va a
decir su padrino?”, etc., etc. […] Ellos dicen: “dice que hay sueritos, dice que
hay inyecciones, por favor, colóquenmelo, pues, ese suerito, esas inyeccio-
nes, por favor” Yo creo que es comprensible, o “¿dónde tengo que recurrir?”,
preguntan los papás […]. (Proveedora de salud, municipio de Desaguadero).
¿Por qué la mamá decide por su hija?, porque en cierta forma ve también la
vida, la vivencia misma de las mamás, ¿por qué le está apoyando su mamá a
su hija en el querer abortar?, ¿por qué?, ¿por qué?, […] ella ya piensa, ¿no?,
que directamente va a ser igual que yo, se va a retrasar, no se va a formar,
se va a escapar del colegio, o sea, eso es particularmente donde debemos
Hallazgos
concibe con mucha frecuencia que es una decisión que también se puede tomar en
pareja. Un participante de la investigación de San Andrés de Machaca y una mujer
de Guaqui son las excepciones:
Sí, hay aborto, o sea, son jóvenes, pues, que están en colegio, se embarazan,
mucha consecuencia de la bebida, se toman, después de eso se embarazan y
eso pasa, es un hijo no deseado; los dos lo hacen. (Mujer, comunidad, mu-
nicipio de Guaqui.)
P: ¿Hay abortos por acá?
Por acá no hay tanto, jóvenes que van a La Paz, hay médicos que ofrecen
118 eso, algún dinerito o alguien dice: “lo haremos sacar”. “Ya”, dice la pareja,
“hazme sacar”, no sé cual es el sentimiento, oculto es todo. (Hombre, co-
munidad, municipio de San Andrés de Machaca.)
Debemos destacar la expresión de este hombre cuando dice “no sé cuál será su
sentimiento”. Muy pocas personas, adolescentes y mayores, se han referido espon-
táneamente a este aspecto.
El personal de salud, por la relación de confianza que a veces construye con
las adolescentes, es el que con mayor certeza nos puede afirmar que no es tan ex-
cepcional que la decisión se tome en pareja. Una proveedora nos brinda además
información sobre una de las formas de costear un aborto:
El año pasado una de las chicocas… justo ha desaparecido el producto,
entonces ella dijo que no había […] y al final confesó, que sí se había
ido a hacer con su amigo, que habían vendido dos ovejitas, eso es más o
menos doscientos, cuatrocientos a quinientos bolivianos […] cuando son
pequeñitos, así como estos niños, ya los papás, algunas familias les dan ya
sus ovejas, entonces o sea, “esa es tu ovejita, tú vas a cuidar y esa ovejita, te
va a dar plata para tus gastos, tus cuadernos, si se reproducen, esas son tus
ovejitas”. Entonces, hay muchos jovencitos que tienen su vaquita, tienen
sus ovejitas, entonces agarran esa ovejita y dicen “para tal trabajo necesito
papá”, y lo venden […] y acceden a dinero fácil. (Proveedora de salud, co-
munidad, municipio de Jesús de Machaca.)
Hemos visto que el tema de la vergüenza, del honor de la familia es el que más
se menciona en relación con la decisión de un aborto, ya sea ésta decisión de la ado-
lescente, de la pareja, de ésta y los padres o por simple decisión de ellos. Es notable
que, aparentemente, no se aborde en la educación sexual el tema de la paternidad y
de la maternidad en un sentido amplio, es decir, en términos de madurez para criar,
educar. En una sola ocasión, en el municipio de Tiwanaku, facilitando un grupo focal
de varones adolescentes, a la pregunta “¿cuáles pueden ser los motivos para abor-
tar?” se obtuvo como primera respuesta “No estar preparados aún como padres”.
Mujeres adultas
Cuando se hace referencia a las mujeres adultas que abortan, se suele pensar en
Hallazgos
de muy joven:
Entre 15 a 17 años […] también mamás que son jóvenes han venido al
Centro por esta misma razón, o sea a decir que “mi hijo está muy chiquito
y ya estoy embarazada otra vez”. (Proveedora de salud, comunidad, mu-
nicipio de Viacha.)
Es sobre todo el personal de salud el que subraya que no solamente son las ado-
lescentes las que abortan. En varias oportunidades menciona que son más bien las
mujeres mayores las que les consultan sobre la posibilidad del aborto. Es probable
que aquellas no tengan una red de información sobre lugares donde acudir, como
120 suelen tener las y los adolescentes:
P: ¿Se da más en mujeres adultas o en jovencitas?
Más por acá, que estoy ya 7 años trabajando, he visto en las señoras que
tienen más de 7, 8 hijos, se desesperan cuando están otra vez embarazadas
y ellas vienen a pedir, digamos, “quiero abortar, quiero abortar, así, como
sea”, o sino quieren que nosotros les refiramos donde alguien que conoce-
mos […]. Las jovencitas creo que más por escondidas lo hacen, porque no
nos comunican […] Las jovencitas generalmente no se acercan a nosotros,
pero sí las señoras mayores se acercan. (Proveedora de salud, comunidad,
municipio de Taraco.)
Así, aunque existe más censura hacia la mujer o la pareja estable que decide
recurrir al aborto, la violencia sexual o problemas de diversa índole sobre el uso de
métodos anticonceptivos suelen ser las principales causas para que también muje-
res adultas, en algún momento dado, decidan interrumpir el embarazo.
[riendo], me dijo, ¿no? Lo malo es que tal vez pensaba que había un deter-
minado número para abortar, sí. Y yo le dije: “¡ni una vez!, si es posible”,
¿no? (Profesor, pueblo de Guaqui.)
121
Las formas de abortar que se transmiten son muy variadas. En primer lugar, se
refiere que las mismas mujeres se hacen daño para provocar el aborto. Uno de los
participantes de la investigación denominaba a este método el “autoaborto”:
Ukaxa ususchjasipxa, ukat mayaxa kunak awtunsa jaqsusipxaspa, mayax sa-
ñäni, jan uka quranak umasinxa, jan qulliri ukarus sarkani ukapachaxa uka-
xa aliqatxay usuchjasisinay sullsxaspaxa, ukat awispachanakaxa tawaqunakax
yamasa kuna jathi q’ipimpis, jan ukax kuna garafanakampis purakxatxa
itxatasxapxakirakiya, ukatmay sullsupxarakixa. Ukanakax janiya walikitixa
ukax jupanakpachaya ukax jan wali lurakiskarakixa, ukat juk’ampi jach’a
chijinakarus purxakirakispaya. [Pueden lastimarse, otro se pueden caer en
el auto, si no toman las medicinas y no van donde el doctor, pueden las-
timarse adrede, así pueden abortar y a veces, las jóvenes se lastiman mane-
jando bultos pesados, a veces se colocan incluso garrafas encima la barriga;
así abortan. Esas cosas no está bien; ellas mismas se hacen daño y a veces
pueden llegar a tener problemas más grandes.] (Chiflera 3, El Alto.)
Al final hasta ha tenido que saltar del ¿qué se llama?, del muro, alzando
piedras, todo […] inclusive creo que ha ido hasta La Paz a hacerse poner
inyección, pero nada; al final hemos tenido que concientizar nosotros, que
un hijo más qué, si hace algo más se va a morir y qué va a ser de sus cinco
hijos que tenía; y al final ha tenido que tener […], a pesar de hacer tantas
cosas. (Proveedora de salud, municipio de San Andrés de Machaca.)
Se habla también de mates, aunque se deja traslucir que hoy en día no es el
recurso más utilizado, pues esta práctica se relaciona generalmente con los abuelos
y las abuelas:
Ukat quranakas utjarakiw, ukat nayra achachila awichanakax sapxarakiw uka
Granizadas, bautizos y despachos
Tiwanaku.)
Otras plantas que se mencionan son andrés huaylla, floripondio, hierba luisa,
kishwara, altamisa, romero e inclusive manzanilla. Pero las y los naturistas hablan
123
sobre todo de hierbas calientes para elaborar mates107. En ellos notamos mucho
recelo cuando se les pregunta por plantas específicas apropiadas para provocar un
aborto. Por eso se habla casi exclusivamente de forma genérica sobre estas hierbas:
Janiw nanakax wakichapkti, nanakaxa quranakkamakiw aljt’apxthxa
uka junt’u quranaka ukat nanakaxa sapxakthwa, “jumanakax
wallxt’ayasipxakitawa” sasin iwxt’apxthxa, janiw nanakax kunsa wakiyapkti.
[No preparamos nosotras, nosotras vendemos solo las hierbas, esas hierbas
calientes, a veces les indicamos también, “ustedes, van hacer hervir”, dicien-
do, les recomendamos, nosotras no preparamos nada.] (Naturista 2, feria
de Qurpa, municipio de Jesús de Machaca.)
Las afirmaciones de naturistas que se trascriben a continuación son otro ejem-
plo de las respuestas evasivas respecto a las plantas medicinales abortivas, pues es
evidente la incomodidad ante la pregunta:
Ukaxa apapxiwa jupanakaxa, ukax may sapxiwa mayaxa uka luriphunti laphi,
siw, ukatxa mayaxa uka kawkniritixa, sañäni kunatix kawkniriti jaxukaspa
jay ukanaka, uka ajinku ukata waljaspaw parlañaxa kullaka. […] ukjamaw
kullaka ukatxa janikiw añcha jasakiti akanaka parlañaxa mä juk’ita, janikiw
ukax taqi markachirinakatakisa ast jinikiw ukaxa askikiti, jan ukaxa uka pa-
chpas lurxapxakirakirischi ukatxa janikiw askikiti. [Ellas llevan, uno que di-
cen hoja de floripondio, dicen que les puede hacer botar, esas cosas que son
picantes, esas cosas como el ajenco, hablar de eso sería harto hermana. […]
así es hermana, no es tan fácil hablar sobre esos temas, porque no es bueno
para todos los pobladores, no es bueno, porque también pueden hacer lo
Granizadas, bautizos y despachos
107 Según el modelo terapéutico andino, “la salud de las personas depende del equilibrio entre
los elementos fríos y cálidos que predominan en un momento dado. Uno de los principios
que se deriva de este concepto es el de la utilización de elementos contrarios. Cuando la per-
sona sufre algún mal o se encuentra en un período en que se considera el estado del cuerpo
de determinada propiedad (la salud no es ausencia de enfermedad en la medicina andina)
se deben ingerir alimentos o remedios cuyas propiedades son opuestas a las del cuerpo;
propiedades que no necesariamente se refieren a la temperatura en sí. En relación al cuidado
de la salud durante el embarazo, parto y post parto es necesario que relacionemos este con-
cepto con el fluido de la sangre, sabiendo que los elementos cálidos y calientes hacen perder
sangre, mientras que las frescas y frías evitan la salida de la sangre. De este modo, la mujer
embarazada debe evitar los alimentos cálidos, porque pueden provocar hemorragias y, por
tanto, un aborto” (Dibbits y Terrazas 2003: 61,62). Véase también Arnold et al. 2002: 231 y
124 Fernández 2002b: 185.
mismo, y no es bueno esas cosas. Sí, toman esas hierbas calientes, como
manzanilla, después como andrés huaylla; ahora podemos denominar, ¿por
qué no?, no es tan fácil hablar. (Naturista 2, feria de Qorpa, municipio de
Jesús de Machaca.)
Utjarakiy yaqhanakaxa, ukanakaxa janiy arskaraksnatix taqpachaxa yaqhi-
pax ukanakaxa mä juk’a juchawa ukanaka parlañaxa. [En su mayoría com-
pran hierba luisa, después otro kiswara y después también tengo otras co-
sas, porque no podemos mencionar todo, porque un poco es delito hablar
sobre estas cosas. (Chiflera 1, El Alto.)
Yaqhipanakaxa ukjama jan wali tawaqunakas ist’asxarakiti, ukax awki taykana
iwxat’atas janiw ist’asxapxarakiti ukat uka arunakatsa kuna juchanakarus pu-
ripxarakixa, ukata jutapxiwa, ukata ukatakix awispachanakax uka rumiru uka-
nakax junt’uchixaya ukat “ukach walispa” sasin nanakax sapxarakthxa, ukat
ukax kunjamarakichiya janiw nanakax sapkarakiristi, “ukapun umam” sasaxa
ukax jupanakataxiwa, ukjam nanakax churapxiritha ukaxa nanakax juchxay
yanasxapxarakchiristhxa, wali juchanixapxarachiristhxaya ukatxa, nanakax ja-
nixay qullirinakapkthsa kunas ukax, nanakax qullanaka aljirikipsthxaya, na-
nakax qullanakakiw aljasipxarakthxa ukat ukax janiw wakiskarakispatixa. [Así
algunas jóvenes no tan buenas ya no escuchan, es que cuando la madre y el
padre les recomiendan, ya no escuchan, por no escuchar sus recomendacio-
nes llegan a cometer errores. A veces vienen aquí a comprarse las hierbas y se
compran como ese romero; es caliente. “Tal vez puede ser bueno”, decimos.
No sé cómo será también, nosotros ya no sabemos, no podemos decir que
tome ese siempre y si nosotros podemos dar sería también un pecado, po-
demos ser muy pecadores, porque nosotras no somos doctores ni mucho
menos, naturistas, sólo vendemos las hierbas.] (Chiflera 2, El Alto.)
La mayoría de las personas considera que los abortos se practican en la ciudad,
en las clínicas clandestinas. Son sobre todo los y las adolescentes quienes parecen
tener información al respecto. Una adolescente incluso nombra el método de la as-
piración manual endouterina, una de las últimas técnicas para la práctica del aborto:
P: ¿Qué otras formas hay?
Hallazgos
Por succión, método de succión. […] tipo una jeringa que entra y lo va
absorbiendo poco a poco, sí, primero dice que el líquido amniótico y des-
pués ya va saliendo entero, dicen, el bebé. (Mujer adolescente, comunidad,
municipio de Viacha.) 125
Sin embargo, la mayoría de los y las adolescentes ha visto videos o imágenes en
que se sugiere que el feto sale a pedazos:
Al ser humano le cortan de aquí pues, su cara… De pedazos ya lo sacan…
(Hombre adolescente, comunidad de Viacha.)
Cabe destacar con relación a esta última afirmación que en el contexto de los
videos y las imágenes que se difunden entre adolescentes —aparentemente rela-
cionados con el enfoque del movimiento Pro Vida— se habla del feto como de un
“ser humano”. Por las respuestas sobre el tema del aborto en un grupo focal de
Guaqui, concluimos que existe una variedad de ideas sobre cómo se practican los
abortos y sobre los engaños y los peligros que encierran:
P: ¿Han escuchado en qué lugares se aborta?
Ad.1: En clínicas clandestinas donde se hace aborto, pero eso es algo muy
peligroso para una mujer y más cuando es de más tiempo, cuando es de 4,
5 meses es muy peligroso.
P: ¿Y dónde han obtenido información sobre el aborto?
Ad.2: Yo lo leo en periódicos, revistas, en televisión.
P: ¿Aparte de las clínicas, han escuchado de algún otro lugar donde practican?
Ad.1: Otras personas solamente para ganar dinero, hay lugares donde dicen
supuestamente que hay mates, que hay pastillas que hacen abortar, pero
eso no es cierto, hay casos donde eso no es recomendable, porque nos hace
daño a nosotros mismos.
P: ¿Les han mostrado algunas imágenes sobre abortos?
Ad.3: Si. (…)
Ad.4: [Sobre las imágenes que ha visto]. Este es el bebé y como en la licua-
Granizadas, bautizos y despachos
de las mujeres. En los talleres no hemos podido notar que provoque mucho debate
cuando alguien toca este aspecto aisladamente:
127
Por causa de ese aborto hay ratos puede causar muerte, ¿no?, a esa chica
o algo, porque tampoco no es seguro el aborto que lo practican. (Mujer,
participante taller Tiwanaku.)
Cuando se aborda la problemática, más que los riesgos para la salud de la mu-
jer, hemos constatado que en el centro de la atención está el posible castigo de la
granizada a consecuencia de un aborto, independientemente de si se cree o no en
la relación entre ambos. Pero hay personas —casi exclusivamente adultas, y en es-
pecial las mujeres adultas— que mencionan también otras secuelas en la salud de
la mujer que ha abortado. El problema al que más se alude es el sobreparto, aunque
llama la atención que no se menciona el término en sí.
Cuando anteriormente abordamos el caso de un bebé fallecido que fue en-
contrado en una comunidad de Guaqui después de una fuerte granizada, ya nos
referimos a esta enfermedad. Según las personas que comentaron sobre aquello,
contribuyó a detectar a la mujer que habría abortado o habría perdido a su bebé
recién nacido el haber encontrado a una comunaria que estaba usando guantes,
pues aparentemente hay la costumbre de usar guantes solamente para evitar el
sobreparto después de un parto o un aborto108.
Según la fisiología andina, uno de los peligros de contraer el sobreparto se fun-
damenta en la idea de que
[…] después del parto109 la mujer está con todos los poros del cuerpo —
como también la vagina— abiertos. En este estado, se tiene especial cui-
dado para que no pueda entrar ni el frío ni el viento; por eso se tienen
las ventanas y la puerta de la habitación cerradas, la mujer está cubierta
con mantas, que si es posible, han sido calentadas antes por el sol; está
abrigada, inclusive con guantes y gorra, quedando prácticamente nada del
Granizadas, bautizos y despachos
108 Se usa guantes de lana, y si no se puede evitar tocar agua (para lavar o cocinar), se usa guan-
tes de goma.
109 El estudio ha ayudado a constatar que se tiene los mismos cuidados, según el modelo médi-
co andino, después de un aborto. En la bibliografía se habla generalmente de una enferme-
dad (síndrome cultural) solamente relacionada con el período postparto. En Loza y Álvarez
Quispe se menciona brevemente que “Algunas mujeres repiten la experiencia del sobrepar-
to varias veces en la vida, tanto por haber experimentado algún aborto o un parto, pues son
esas las ocasiones propicias para que el cuerpo se halle totalmente predispuesto y suscep-
128 tible a los cambios de temperatura […]” (2011: 170).
Para evitar el sobreparto, la mujer se debe quedar en la casa tomando todas las
precauciones mencionadas por lo menos unas dos semanas. Vuelve poco a poco a
la normalidad exponiéndose al frío de forma paulatina. En un primer momento se
deja que la mujer se levante de la cama y esté en el cuarto, luego puede empezar a
cocinar sin tocar agua fría, después empieza a lavar ropa, pero al principio con agua
tibia o con guantes de goma (op. cit. 200-203).
Los síntomas del sobreparto pueden presentarse meses después del parto o
enseguida, y si éste no causa la muerte, puede tener consecuencias para el resto de
la vida. Muchas mujeres atribuyen el dolor de huesos, reumatismo o artritis, inclu-
sive siendo ya ancianas, a algún sobreparto que en su momento no se curó debida-
mente (op. cit.: 200).
Muchas personas que aludieron a aspectos del sobreparto no se expresan con
mucha coherencia respecto a sus causas y consecuencias. Así, por ejemplo, la chi-
flera cuya narración que trascribimos a continuación, habla sin lugar a dudas sobre
la enfermedad del sobreparto, por el tipo de cuidados que, según ella, no se han
tenido, pero la asocia con un tumor:
kunaymana usunakaw ukaxa sartarakispaxa, kunjamatixa uka tumur usus-
nakampi “maligno, benigno” sapxarakchixaya, ukjamanakampiy ukax uñs-
tarakispaxa, kunjamati mä iwisax wawachaski ukapachaxa mayakxay jal-
tawaychixa ukat niyas usur uñtatarakiy uka mä kullakax jaltawayarakixa.
Ukatay ukax kuna thayanakampis thayt’ayasixa, ukat ukjamataya ukax uka
wila pultu usunakampis usuntarakixa uka kullakaxa. [Toda clase de enfer-
medades podemos tener, como los tumores que puede ser maligno o be-
nigno; con eso se puede enfermar una, como cuando una oveja tiene cría,
se levanta rápido lo mismo también es cuando abortan. Por no cuidarse
se hacer penetrar con frío. Por eso se enferman con esas enfermedades de
quiste o tumores se enferman esas hermanas.] (Chiflera 2, El Alto.)
Muchas mujeres hacen notar que cuidarse del sobreparto es más difícil después
de un aborto, ya que se delataría la causa:
La chica que puede abortar, porque no se cuida pues, como puede ser ma-
dre soltera, algunas chicas no se hacen ver con gente, entonces abortan y
directamente caminan, algunas que tienen wawas nos cuidamos, pues, en la
casa, una vez que nazca la wawa no caminamos una o dos semanitas.
Hallazgos
110 Orellana de Quineche sostiene que: “La palabra aimara adaptada no siempre tiene el mismo
significado que la voz española de la cual procede; por ejemplo, limbo, palabra de la que
deriva limphu”. Según este texto limphu es una “enfermedad sicológica producida por fetos
mal enterrados sin bautizar” (citado en Calvo Pérez 2001: 573, 574).
111 “Según las representaciones andinas los ángeles son todas y cada una de las wawas con vida
o las que han muerto a temprana edad. Las wawas son ángeles principalmente porque son
inocentes, que implica el no hacer daño a nadie y no conocer nada sobre el sexo, además no
han sufrido ninguna desgracia, no son pecadoras y no trituran carne porque tienen dientes
de leche. Por ser ángeles, existe una estrecha correspondencia entre las wawas y las lluvias,
razón por la cual estas participan en el rito para pedir lluvia. La ocasión que retrata la noción
de las wawas ángeles son los entierros de los infantes, los cuales son vestidos de ángeles,
Hallazgos
por la creencia de que el uso de las alas de papel apoyan al espíritu de la wawa a volar como
palomas hasta el cielo. La costumbre de enterrar a las wawas con una escoba pequeña re-
fuerza la creencia de que las wawas-ángeles barren el limbo” (Arnold y Yapita citados en
Arteaga y Domic 2007). Cabe precisar que en este caso se trata de wawas bautizadas.
112 También se llama limphu al feto sin bautizar. 131
Como sucede con el sobreparto, la enfermedad del limphu se describe de varias
maneras. No hay mucha coincidencia en sus causas —al margen de que está relacio-
nada con los fetos sin bautizar— ni en sus síntomas:
Yo, digamos, que he abortado de tres meses un bebé, y eso, “limphu”,
dicen. Entonces, yo ni he hecho dar misa a ese bebé que le he abortado,
entonces, siempre dicen antiguos, cuando ya está viniendo la lluvia, la gra-
nizada, está correteando ese bebé, sus cabellos hasta los pies, ese sube a la
mamá o a la persona y a ese le cae rayo, dicen. Después ese limphu entra a
la persona, a su misma mamá, dicen (…).
P: ¿Y qué se sentirá con esta enfermedad?
Dolor, dolor, harto, se hincha, pues, su cuello puede dar hasta otro lado,
de sus manos se puede encogerse así, así; he visto eso hacerse curar. Sí, los
curanderos curan eso, no doctores; análisis, vas a ir a un lado, todo sano te
va a ser, pero te va a doler tu cuerpo, pero si te curan los curanderos te vas
a sanar. Así es eso. (Mujer, participante, taller Viacha.)
En algunos lugares se ha manifestado que el limphu también puede afectar al
padre del feto o de la wawa:
Por un aborto entra a la mamá, dicen; mujer, varón aborto, entra al papá,
dicen, esa enfermedad viene, dice.
P: ¿Al papá también? (risas)
M: Eso he escuchado…
P: El limphu entra al papá cuando es mujer…
M: Sí.
Granizadas, bautizos y despachos
113 También Loza y Álvarez mencionan que el dolor del limphu va recorriendo el cuerpo de un
lugar a otro (2011: 192). 133
En esta última entrevista se introduce el fenómeno del reproche por parte del
feto. La mujer cuya narración se trascribe a continuación pareciera referirse a algo
similar, aunque no menciona la enfermedad del limphu:
Cuando ya está en etapa de fecundación ya tiene su ajayu, ¿no?, todo. En-
tonces, cuando a un niño, cuando no es deseado, digamos, que ha aborta-
do, digamos, o se ha hecho practicar ese aborto con los doctores clandesti-
nos, entonces, ese niño dice que entra dentro del vientre de la madre, grita,
entonces […], no es bueno eso, dice, porque el niño dice: “¿por qué no me
quiere mi mamá, mi papá?, ¿por qué no me aceptan de que yo nazca?”, así.
Llora, dicen, la wawa grita. […] yo no he visto, sino, me han dicho y un
poquito interesante yo veo de esa parte. (Mujer, participante taller Viacha.)
Lo que se trasmite respecto al limphu puede parecer algo confuso, pero surgen
las asociaciones con las imágenes que menciona Platt114 sobre los fetos abortados
que se convierten en duendes:
Uka limphux aka kurpu janchisanaw ukax sarnaqasiri kuna mä jaqikaspasa
ukjamaw. Ukaxa usuchixaya.
Ese limphu en nuestro cuerpo, en los nuestros muslos camina como una
persona, así es. Esa es una enfermedad. (Mujer, participante taller Guaqui.)
La venganza o el reclamo de los fetos abortados como característica de los
duendes se advierte también en la narración de una proveedora de salud, que en-
fatiza —al contrario de la mujer de la anterior entrevista, que habla de fetos que
claman cariño y aceptación—, que los fetos exigirían lo material:
Seguramente el limphu le está haciendo doler, le está cobrando todo lo
que le debía, dicen. […] La herencia, digamos; le tenía que hacer estudiar,
si era varón, le tenía que casarle, le tenía que llevar al cuartel, entonces,
Granizadas, bautizos y despachos
esos gastos, todo le está comiendo a ella mismo, “ahora le está comiendo”,
dicen, empieza a enflaquecer, a eso le dicen limphu […] después [con el
despacho] le va a dejar a la madre tranquila ya, dicen. Entonces, ya puede
estar bien. (Proveedora de salud, comunidad, municipio de Taraco.)
114 También podemos establecer una asociación con un dato extraído de Guamán Poma, en que
se hace referencia a los gentilpayakusqan, término que se refiere a los gentiles introducidos
en el cuerpo. Según Alberdi Vallejo (2010), la palabra “gentil”, que se ha prestado del castel-
lano, designa a los habitantes originarios que no recibieron el bautismo cristiano. Es intere-
sante también que Guamán Poma mencione una denominación para “los entierros antiguos
134 introducido en el cuerpo”, que en quechua se llama “guacavilca yacusca”.
También una mujer de San Andrés de Machaca asocia el limphu con aquello
de que se ha privado al feto, y, por tanto, éste reclama lo que hubiera obtenido si
hubiese sido “gente”:
En el cuerpo camina… como una bola que camina en el cuerpo, le hace
enfermar. […] Mi mamá se ha lastimado, entonces, ahí sabe hacerse aten-
der mi mamá, unas misas, así, hacerse cambiar, despachar. Sabe perderse
también. Pide, tiene que ser gente, dicen, ¿no vé?, esa wawa. Lo atiende,
le despachan, bien lo atienden, todos sus dotes le dan, sus ropas, su catre,
todo le dan. (Mujer, participante taller San Andrés de Machaca.)
Finalmente, destacamos algo que ya tocamos: apenas hubo personas que men-
cionaron como posible secuela de un aborto provocado algún problema psicológi-
co, emocional115. Entre los adolescentes se aludió en una sola oportunidad a este
tema:
P: ¿Qué otras consecuencias puede haber? Puede haber enfermedad, puede
haber cáncer, ¿qué más?
Ad.1: Remordimiento…
Ad.2: Remordimiento también. (Mujeres adolescentes, comunidad, mu-
nicipio de Viacha.)
Asimismo, hemos podido constatar que los proveedores de salud transmiten
percepciones muy variadas respecto al peso que para una mujer puede significar el
haber recurrido al aborto:
Hay mucha gente que ha hecho esta práctica y que ha vuelto después: “doc-
tor, nunca más me voy a embarazar, esto me ha pasado, así, asá”, es todo
un… el primer aborto, ¿no? […] nunca más querían saber de un embarazo
o de esa situación de volver a hacerlo; preferían tener. (Proveedor de salud,
participante taller Viacha.)
Cuando ya tiene seis, siete hijos, ya no quieren tenerlo, se embarazan ¿y?,
se van a buscar aborto; “ya he sacado”, me dicen. “¿Cómo has sacado?” “Fa-
cilito”, me dicen, “facilito…” (Proveedora de salud, comunidad, municipio
de Viacha.)
Hallazgos
115 Tomando en cuenta que, desde el punto de vista holístico de la cultura aymara, no se suelen
hacer las distinciones como nosotras hacemos. 135
En varias oportunidades, como ya constatamos, hay personal de salud al que
no le es indiferente la situación de mujeres que quisieran abortar por algún motivo
y que dejan entrever cierto conflicto. Aunque la mayoría del personal de salud en-
trevistado deja traslucir que a fin de cuentas es la mujer, adolescente o adulta, la
que va a decidir, una proveedora menciona explícitamente que a veces orienta al
respecto:
Uno no sabe incluso como puede aconsejarles a ese nivel, puede decirles
“puedes ir a un lugar con más seguridad”, o “mejor no vayas”, porque al final
también ahí la mamá decide sobre el hijo que están esperando. […] Había
una muchacha que el año pasado vino con esas dudas, estaba aproximada-
mente de casi dos meses, pero no, uno le trata de aconsejar hay tales méto-
dos, esto y esto, por el tema del aborto, y por referencias de estas personas
yo conocía que una clínica hacía, y como era una clínica yo veía que era la
mejor forma de hacerlo, porque ella tenía 17 años, estaba en último año de
colegio […]. (Proveedora de salud, comunidad, municipio de Viacha.)
Se percibe que la mayoría de proveedores entrevistados no expresan juicios
morales muy categóricos cuando alguien les plantea la posibilidad del aborto, aun-
que se sienten en la obligación de desanimarlos, sin dejar de interesarse por las
circunstancias de la mujer o la pareja en cuestión. Asimismo, muchos reconocen la
angustia por la que la adolescente o la mujer están pasando cuando les confían los
motivos que los llevan a considerar interrumpir el embarazo.
La legislación boliviana
Las leyes al respecto y el hecho de que el aborto es considerado en la legislación
boliviana como un delito (salvo por las excepciones mencionadas) no se mencionan
Granizadas, bautizos y despachos
116 Según Montes, “a diferencia de los idiomas indoeuropeos, que son bivalentes, el aymara
opera con tres valores de verdad: uno afirmativo (jisa: sí), otro negativo (jani: no) y un ter-
cero ambivalente, que niega y afirma a la vez (ina: quizá si y quizá no), el cual corresponde al
término mediador” (1999: 143). 139
Otras personas piensan que las razones económicas deberían ser incluidas
como motivo para acceder a un aborto legal:
Hay que ser realista, si no tienes recursos económicos, ¿cómo puedes pen-
sar querer tener más hijos?, porque a la larga su futuro, no es nomás traer
tantos hijos, porque nuestros padres hasta 12 hijos han tenido; a mis 15
años yo he tenido que tenerme que ganar la vida, porque ya somos 8 her-
manos.
P: ¿Sabe de alguna ley sobre el aborto?
Sabemos que es prohibido, pero pienso que debía de ser legal, digo yo, para
que los niños no nazcan sin planificarse, pienso así yo, si no hay planifica-
ción, legal debía ser el aborto, no traer al mundo para que los niños sufran,
sin papá, sin mamá peor sufren. (Mujer, comunidad, municipio de Taraco.)
A fin de cuentas, esta mujer expresa, como lo hacen otras, que en todos los ca-
sos en que el embarazo no es deseado se debería poder optar por un aborto. Pero
cabe destacar que no se ha escuchado el término “aborto sin riesgo” o “seguro”; se
lo aborda como un tema de legalidad y no de salud y de mortalidad materna.
Asimismo, algunas mujeres dejan traslucir que el Estado debería ejercer más
presión para que la planificación familiar sea una norma, interpretando que de algu-
na manera se esperan políticas más activas para que las mujeres puedan ejercer su
derecho a decidir sobre su cuerpo y sobre su vida.
Especialmente en los talleres hubo mujeres que se expresaron con mucha de-
terminación sobre sus derechos. Estas son las palabras de dos de ellas, que repre-
sentan a organizaciones sociales de Viacha y Guaqui, respectivamente:
Está prohibido, según la Biblia hemos visto de que el aborto está prohibido
Granizadas, bautizos y despachos
117 Según uno de los diccionarios consultados, pecado es jucha, pero se añaden también los
142 sinónimos: culpa, falta, delito e infracción a la ley (Layme 2004: 86).
usu118. Puesto que un aborto hace desaparecer el embarazo, realizar un aborto se
concibe como un tipo de curación (de una enfermedad). Sin embargo, al entrevistar
a estos naturistas, nos da la impresión de que solamente en este grupo se trasmite
la sensación de que estamos indagando sobre un tema tabú:
Ukatuqit arusiñax mä juk’ita sañäni janiw jasakiti, kunatixa wali ch’amawa,
kawkit ukanakax arusxaraksnaxa ch’amachiya. [Hablar sobre ese tema es
muy delicado, no es tan normal hablar, es muy difícil y ¿cómo vamos a es-
tar hablando sobre ese tema? es complicado] (Naturista 2, feria de Qurpa,
municipio de Jesús de Machaca.)
Pero reiteramos que el pecado del aborto no se relaciona en ningún caso con
el castigo eterno, la excomunión de la Iglesia católica o el infierno. El castigo por el
hecho de haber cometido un pecado se asocia con la enfermedad del sobreparto o
limphu:
¿Y qué opina usted sobre el aborto?
Es una maldad al bebé y a la madre que se hacen ellos a su cuerpo, porque
abortar no es así nomás fácil; se meten una enfermedad. Además, por estar
sanas ellas ya lo abortan al bebé. (Mujer, comunidad, municipio de Guaqui.)
Una mujer del municipio de Desaguadero fue la única que precisó en cierto
modo las consecuencias que, según la Iglesia católica, conlleva un aborto en el más
allá. Pero terminó dando mayor peso a la consecuencia en términos de enfermedad,
es decir, a un castigo aquí y ahora:
Ukat nayan masijax sataynawa “jan jiwaykamti janiw suma awkisan ajanup-
sa uñt’katati” sasinwa satayana, “ukax wali jach’a juchachixaya” sasina, ukat
ukjampacha jiwayaskakiriw siwa, “uka awkixay jan munkchiti” sasinwa
sawayatayna, “janiti jiwaykatax paninpachaw jiwapxäta” sasinwa sawaya-
tayna. Ukat jichhakiw wal amtasix “amanutapuniw jiwaythxa” sasina, ukat
jichhax uka warmix usutawa janipuniw kunatakis walikiti q’ala usurmukta-
tawa. Janiw wawa sullskan ukjax kuyrasxataynati, ukatxay wawachasipki uk-
118 En muchos lugares del Altiplano, así como en El Alto, se usa frecuentemente el término “cu-
Hallazgos
rar”, ya que a la mujer embarazada se le llama usur warmi, es decir, “enferma”. Arnold y
Yapita (1999: 25) señalan que el verbo usuña cubre el significado de adquirir una enfermedad
(usu) y opinan que es “muy posible que la condición de estar embarazada, con la suspensión
del flujo de la sangre menstrual y los síntomas del parto, sea concebida por la gente en tér-
minos de una enfermedad”. 143
jax kuyrasipchixa. [Después, mi amiga había dicho que no le mate “porque
no lo vas a conocer al Señor”, diciendo, “porque eso es un gran pecado”,
diciendo, asimismo le había matado. Su padre no quiere pues, diciendo. “Si
no le matas, los dos van a morir” así le había dicho. Ahora recién se arre-
piente “Sin motivo le he matado” diciendo; ahora esa mujer está enferma y
no sirve para nada y es enfermiza. Porque cuando abortó no se había cuida-
do. Por eso habían sabido cuidarse cuando dan a luz] (Mujer, comunidad,
municipio de Desaguadero.)
De todas maneras, aunque se menciona el concepto de pecado y se hace re-
ferencia a que el aborto es quitar una vida, hemos podido constatar a lo largo del
texto que estos conceptos respecto al aborto no corresponden a una convicción o
apropiación plena. Al interpretar las narraciones va surgiendo sobre todo la noción
de “error”, que además es remediable119:
P: Nayrapachaxa mallkunakaxa taqi warminakar tawaqunakar tantachtha-
pisaw yatxatañataki khitipunisa sullspacha uka yatxatañataki ukat ñuñunak
ch’awarapxirïna sapxiwa ukanakax utjaskakiti jan ukax janicha utjxarakixa?
Jisa uka sarawixa sarayatakiskiwa, ukaxa mä sarawichixaya janiwa armata-
kiti. Mallkunakaw ukax lurayxapxi “chhijñanakas tispachañamawa” sasinxa
qhanstayxapxixa juchaniruxa.
[P: Hace mucho tiempo las autoridades originarias reunían a todas las mu-
jeres jóvenes y mayores para verificar si tenían leche en sus pechos, para
saber si habían abortado, ¿existe todavía esa práctica o ya no?
Sí, todavía se mantienen esas cosas, porque es una costumbre, no se ha
olvidado. Las autoridades hacen los rituales para alejar el granizo.] (Mallku,
comunidad, municipio de Guaqui.)
Granizadas, bautizos y despachos
Hay abortos aquí, igual hacen; yo he visto y hay veces nosotros tomamos
atención y entonces, algunas señoras que no tienen su esposo, eso ma-
yormente […] Algunos también tienen hijos, ¿no? (Mallku, comunidad,
municipio de Tiwanaku.)
119 Jolicoeur opina, asimismo, que los castigos de los seres tutelares necesitan de la aplicación
del “correctivo exacto” para restablecer el equilibrio. “Sin embargo, de acuerdo a testimo-
nios claros que pude conocer, no se trata propiamente de castigos, sino más bien de llama-
144 das de atención, de advertencias” (1997: 37).
Tiene que ir don de el Padre, a la iglesia tiene que llevar, tiene que hacerlo
bautizar ahí; después se lleva al cementerio, tranquilo se entierra. (Hombre,
participante taller Guaqui.)
Una mujer joven, soltera, de una comunidad del municipio de Taraco, insinúa
que en la actualidad habría aun menos problema en reconocer el hecho:
Siempre viene el castigo... granizada llega, después ya hablan, ellos mismos
saben despachar y normal nomás también. Más antes no hablaban. las cho-
litas… a las cholitas todo le revisaban, dicen.
P: Antes, dicen, ¿y ahora ya no?
Ahora ya no, es lo que te estoy contando.
P: ¿Y qué revisaban en las chicas?
Revisaban sus... sus... tetas, si tienen leche, dicen.
P: ¿Pero ahora ya no hacen?
Ya no hacen, solo ellos mismos ya dicen, “yo he hecho”, consciente ya
hablan.
P: ¿Y nadie se enoja?
No se enojan... (Mujer joven, comunidad, municipio de Taraco.)
De este modo, tratándose de un error, se hace referencia a consejos o reflexio-
nes para evitar un castigo mayor para la comunidad, como ya hemos podido cons-
120
120 Palacios señala también, en base a su experiencia, que “los fetos de los abortos humanos cu-
ando se encuentran son objeto de conjuros, exigiendo a la mujer sorprendida que prometa
no volver a abortar […]” (2004-2005).
Hallazgos
121 Este pragmatismo se refleja también en el hecho de que, siendo el incesto la trasgresión más
abominable y, por tanto, más castigada, el problema se suscita sobre todo cuando se revela
mediante un embarazo, y no tanto por el acto sexual (es decir, la violencia sexual), ya que el
(continúa en la siguiente página) 145
cas que no es tolerado socialmente. De esta manera, “se soluciona” con un aborto.
Hemos constatado que puede surgir otro problema cuando el aborto se realiza en
la comunidad. Si se oculta y, por tanto, no se realiza el bautizo correspondiente,
puede atraer la granizada. Cuando eso sucede y afecta a la producción de los culti-
vos, se hace lo posible para encontrar al feto, y el inconveniente se arregla desente-
rrándolo y dándole una “cristiana” sepultura. Finalmente, si no se encuentra el feto,
se apacigua la ira del achachila con un despacho, lo cual permite una reconciliación
y el reestablecimiento del orden cósmico: la armonía.
Muchos estudiosos de la ética aymara subrayan que en el mundo aymara una
falta o un pecado tiene poco o nada de valor moral en sí mismo. El valor de una ac-
ción depende básicamente de las consecuencias que ésta trae. En este sentido se
habla de una ética de las situaciones prácticas. Se observan las consecuencias y lue-
go se reflexiona sobre lo que es bueno y lo que es malo. En el marco de esta aproxi-
mación a la ética, podría ser que tranquiliza el hecho de que los abortos se practican
hoy en día sobre todo en la ciudad de El Alto, como sugiere este entrevistado:
Aquí la gente, mayores de edad como nosotros prohibimos eso, “no hay
que hacer eso, van a haber castigos”; hay un poquito de creencia, si por hay
algún aborto, viene la granizada, eso, un poquito tímidos de eso y se van a
La Paz para deshacerse de ese problema. (Hombre, comunidad, San Andrés
de Machaca.)
En ocasiones indagamos sobre el hecho de que en El Alto no graniza todos los
días. Pues, desde una racionalidad occidental, sería la consecuencia de las creencias
aymaras en relación a los fetos enterrados sin haber sido bautizados:
En las ciudades evidentemente no graniza, ahí se practica todos los días un
aborto; son varios abortos. Es que en las grandes ciudades ya no se siem-
Granizadas, bautizos y despachos
conflicto mayor es el del “enredo” respecto a la consanguinidad, es decir, al linaje del niño
o la niña por nacer (Estermann 2006: 273,274). En concordancia con esta afirmación, no sor-
prende lo que señala Platt (2001) sobre el Norte de Potosí: “El incesto fue mencionado como
un motivo justificado para el aborto (como lo es también según la ley boliviana)”.
146 122 Ya antes alguien había manifestado que es un delito.
El granizo, en palabras de este comunario de Guaqui, no cumple ninguna fun-
ción en las ciudades, ya que las consecuencias no son tangibles, por lo que en ese
contexto no se va a dar el fenómeno. Esta creencia tiene sentido solamente donde,
como advertencia, se llama a la reflexión sobre el deber del cuidado de la vida. Ob-
servamos que, según cada circunstancia, se pueden “arreglar” problemas de moral.
Si bien es necesario reflexionar sobre los errores, se puede tomar decisiones con-
trarias, que a fin de cuentas no terminan de afectar excesivamente a la comunidad,
cuando, mediante el ritual, se da muestras de respeto a la relación de reciprocidad
con el achachila. En el texto de Donnat (1998) se nos aclara al respecto:
El pecado para el Aymara se resume en una falta a la ley de la reproducción
de la vida o en una falta a la ley de la reciprocidad. El mismo Van Den Berg
considera que la noción de castigo es el producto de la primera evangeliza-
ción. En efecto, la lengua aymara no posee palabra para designar un castigo
de parte de una divinidad. Cuando el campesino habla con frecuencia de
castigo de Dios, en caso del granizo por ejemplo, resultado de un aborto o
del entierro de un niño sin ser bautizado, se trata más bien de “signos” que
recuerdan al hombre sus deberes de reciprocidad.
Es así que una de las proveedoras de salud, desde su propia perspectiva citadi-
na, expone los argumentos que utiliza para persuadir a no abortar, dejando traslucir
que no existen muchos mecanismos que convenzan a la persona a cambiar esta
decisión:
Algunas veces uno trata de buscar medios o por lo menos las cosas, algunas
situaciones que les llamen a la atención; por ejemplo, aquí la religión no
está muy, muy arraigada, y decirles, por ejemplo, que Dios te va a castigar
o que es un pecado, no se mellan en su conciencia, no se mella […] ahora,
hablarles de la Pachamama, algo, alguna vez se les ha mencionado, les había
mencionado de que cae como maldición, “quencherío es hacer esas cosas”.
Algo se queda en su cabecita, pero no es tanto, ¿no? Ahora, hay también
otro mito que es el del sobreparto, ¿no? O de las abuelitas que tienen el
reumatismo ahora avanzado, entonces, algunas veces, a modo de asustarlas
[…] ya sabemos de que no, médicamente no pasa esto, pero a modo de
asustarlas se les dice, ¿no?, de que muchas de esas señoras tal vez han tenido
Hallazgos
estos problemas de jóvenes y esa sangre inocente no es así nomás, así que
eso es como castigo, así. (Proveedora de salud, comunidad, municipio de
Jesús de Machaca.)
147
Tal como esta proveedora, nos preguntamos, después de analizar toda la infor-
mación recogida, cuál será el argumento de mayor peso para hacer que alguien de-
sista de la decisión de hacerse un aborto. Sin afán de hacer afirmaciones definitivas
al respecto, pareciera ser que las consecuencias a nivel individual, el riesgo de sufrir
la enfermedad del sobreparto o el limphu, son las que más podrían pesar, como deja
entrever esta mujer, que nos cuenta sobre su propia decisión siendo adolescente:
Me han dicho a mí que saca enfermedades, se alza mismo, dice la gente ma-
yor, ‘limphu’, dice que se llama cuando uno aborta, y el limphu de tiempo
te busca dice, entonces a que nos hagamos eso… Mi amiga conoce una
viejita, tiene ese limphu, que maneja su pie así [muestra pie temblando].
Todas las personas me han dicho así, yo he salido adelante con fuerza, con
la ayuda de mis amigas, todo eso, he salido, he tenido a mi hijita, ya está
grande mi hijita. (Mujer joven, comunidad, municipio de Guaqui.)123
Así se nos presenta la paradoja de que, al margen de todo lo que se ha expuesto
sobre la dimensión comunitaria y cósmica de la ética aymara, las mujeres o parejas
que recurren al aborto también barajan la posibilidad de sufrir las consecuencias por
sí solas. En el caso de mujeres estériles, sin embargo, no se vislumbra un horizonte
de reconciliación que les permita vivir en armonía, protegidas por el entorno. Son
éstas algunas preguntas que quedan en el tapete y que deben ser profundizadas en
estudios posteriores, probablemente rompiendo esquemas y abordando también
dinámicas individualistas, que en ninguna cultura están (totalmente) ausentes.
Granizadas, bautizos y despachos
123 También se alude al dolor de pies en el contexto del bebé fallecido en una comunidad del mu-
nicipio de Viacha, cuando al preguntar a dos mallkus si se había encontrado a la madre, uno
de ellos respondió: “No, hasta el momento no se sabe, tal vez, hemos estado diciendo siem-
pre va a llegar la madre, le van a doler sus pies, de ese motivo se va a enterar, pero nada”.
(Mallku, comunidad, municipio de Viacha.) En una investigación realizada en El Alto, se nos
ha mencionado en relación a los cuidados luego del parto que, como ritual para retomar las
actividades normales, se lava todo el cuerpo con agua de romero; el romero tiene la función
de “cerrar” con mayor seguridad el cuerpo (que estaba) abierto. En aquella oportunidad
148 también se mencionó la importancia de no olvidarse de “cerrar” los pies.
A modo de conclusión
Los resultados del estudio visibilizan varias paradojas ante nuestros ojos. En primer
lugar está aquella relacionada con el concepto del honor o la honra, concepto que,
aparentemente, ha calado fuerte en el imaginario aymara, y que se puede presumir
que fue introducido durante la Colonia. Por otra parte, sabemos que en el mundo
aymara la necesidad de la complementariedad de la pareja —el chachawarmi— es
imperiosa para vivir en equilibrio y ser considerado o considerada como integrante
pleno (jaqi) de la comunidad. De modo que pareciera que en la herencia colonial y
patriarcal —de la cual se deriva el mandato de “la honra”— se ha encontrado una
explicación más “convincente” para que el entorno no aymara acepte la rigurosi-
dad con que, hasta hoy en día, se mantienen los valores asociados a la convivencia
en pareja. De todas maneras, sobre este proceso histórico de solapamiento entre
uno y otro concepto, cabría realizar una investigación específica.
En el continuo de esta apropiación del concepto de honra —ya se lo haga de for-
ma pragmática o no— llama la atención que, ciertamente, en lo discursivo se advierte
un vínculo con lo que sería el concepto de pureza sexual como normativa para la mujer
soltera. Pues a pesar de las múltiples evidencias de que en la cultura aymara no se le
da importancia a la virginidad, las mujeres adolescentes no conciben tener relaciones
sexuales (coitales) premeditadas. Visto esquemáticamente, observamos que muchísi-
mas adolescentes mujeres —no mencionamos a los varones, porque en su caso “no
A modo de conclusión
les corresponde” preocuparse de la honra y la pureza sexual—, a pesar de contar con
información sobre métodos anticonceptivos, la mayoría de las veces no los usan por
no poder desconectar la sexualidad de la procreación, hecho que, por cierto, tampoco
es muy distinto en el ámbito urbano en muchos contextos latinoamericanos.
De esta manera, las relaciones sexuales, no importando los motivos, se tienen
todavía en medio de la incertidumbre y con la probabilidad de tener que asumir las
consecuencias de un embarazo. 149
A continuación se grafica lo que consideramos son las asociaciones que se en-
cuentran en la subjetividad de muchos actores y actoras, tanto adolescentes como
adultos, en relación a los temas abordados por el estudio:
Cultura más
Cultura aymara
occidental/citadina
A modo de conclusión
cesos (Harris en Fuller 1994).
Sin embargo, entendemos que cada cultura, con sus particularidades en cuanto
a las construcciones de género, tiene sus más y sus menos en términos de estigmas
hacia las mujeres. Las mujeres que forman parte de la cultura aymara, como sostie-
ne Harris, tienen el mandato de garantizar la fertilidad y la continuidad de la vida.
Por tal razón, si muchas mujeres citadinas se debaten entre la culpa y la imposibi-
lidad de poder ser madres en determinado momento, durante el proceso de toma 151
de decisiones acerca de la interrupción del embarazo, en el caso de las mujeres de
la provincia Ingavi la culpa y la vergüenza aparecen cuando tienen un fracaso o mal-
parto o, peor aún, cuando no son fértiles.
Cultura más
Cultura aymara occidental/citadina
Malparto o fracaso
Secuelas profundas, asociadas al Malparto o fracaso
castigo por haber infringido alguna
norma de reciprocidad/estigma No existe estigma/no hay culpa
de la (posible) infertilidad.
mujeres, un adjetivo criminalizador hacia la mujer que aborta, como los solemos es-
cuchar repetidamente en el área urbana por parte de personas más socializadas en
cánones de la cultura occidental/citadina. Es más, encontramos que en la provincia
Ingavi las sanciones o castigos impuestos a la práctica del aborto recaen en primer
lugar sobre la comunidad y la responsabilidad respecto a “la reparación”, sobre la
familia cercana de la mujer que se practicó un aborto y —hallazgo no menos impor-
tante— también de aquella que tuvo un fracaso o malparto.
Desde esta perspectiva, se comprende el hecho de que para los actores de la
investigación el debate hoy existente sobre la penalización/despenalización del
152 aborto no resulte muy relevante cuando su práctica es percibida como un accidente
o error que puede ser enmendado, siempre que se cumpla con “el pago” corres-
pondiente, según los usos y costumbres de la justicia comunitaria. Y, más aún, si
tampoco se tiene referencias de sanción alguna por parte de la justicia ordinaria.
Por otra parte, si este debate está íntimamente relacionado con las consecuen-
cias para la salud de las mujeres, en el área en que se investigó no se contempla el
problema en el marco de los factores de riesgo, identificados mediante los estudios
de la biomedicina. Hemos podido constatar que el sobreparto y el limphu son “los
factores de riesgo” más mencionados por los actores de la investigación, y estas en-
fermedades deben resolverse, en todo caso, en el ámbito doméstico o a través de
quienes ejercen la medicina tradicional. De este modo, no resulta tan extraño que
no se establezca la relación entre el marco legal y su impacto en la morbimortalidad
materna, aspecto que nos “mueve” más a nosotras al analizar la problemática.
Finalmente, cabe reiterar que al comparar el área de estudio con el ámbito cita-
dino se constatan diferencias y especificidades muy marcadas, en términos del “de-
ber ser” de las mujeres. Al confrontarnos en las comunidades con el tabú respecto a
los abortos en caso de un embarazo deseado, respetamos los silencios al inicio. Sin
embargo, los sentimientos de desconcierto, que presumimos eran su origen, nos
obligaron, con la mayor sensibilidad posible, a hacer las preguntas más apropiadas
para que se desvelara el sufrimiento que puede implicar para una mujer aymara el
no poder ser madre y/o cumplir con las expectativas de maternidad de su entorno.
Si esta es una experiencia de por sí dolorosa, pero que además se traduce en el des-
precio y la estigmatización por parte de las personas de las mismas comunidades,
tenemos la responsabilidad de plantearnos que “nuestras hermanas” necesitan de
espacios de análisis respecto al sufrimiento silencioso que se ocasiona en no sabe-
mos cuántas mujeres del entorno cercano. Y es así que este trabajo tiene además el
propósito de forjar solidaridades informadas y autorreflexivas entre nosotras para
poder ejercer el derecho a vivir bien.
Asimismo, los hallazgos de esta investigación nos dan elementos para nuevos
A modo de conclusión
diálogos y articulaciones —diálogos incluyentes— al analizar cómo ejercemos el
derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y cuáles serían las condiciones para que
estas decisiones sean respetadas y garantizadas, sin costos añadidos en términos
de riesgo para la salud física, psíquica, social y espiritual.
153
Granizadas, bautizos y despachos
154
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Granizadas, bautizos y despachos
Bibliografía
169
Granizadas, bautizos y despachos
170
Anexo
Actoras de la investigación
tes técnicas para el recojo de la información ya que, sobre todo con los hombres
adolescentes, nos resultaba muy difícil hablar sobre el tema. De modo que el re-
gistro de información con ellos y ellas fue realizado de manera grupal, en unidades 171
educativas del nivel secundario1. En un primer momento captamos sus demandas
de información y principales inquietudes, sin haber realizado ninguna introducción
previa al tema. Esta metodología resultó bastante productiva, puesto que nos brin-
dó una idea del grado de conocimiento que tenían sobre ciertos temas (incluido el
aborto) y, asimismo, permitió captar las diferencias en inquietudes entre chicas y
chicos.
Asimismo, se llevaron a cabo nueve talleres de socialización y retroalimentación
de los principales hallazgos, en los que participaron un total de 260 personas.
• Siete de estos talleres se llevaron a cabo en cada uno de los municipios de la
provincia, en los que se contó con la presencia de autoridades locales y muni-
cipales, proveedores de salud, comunarios de las localidades, mujeres líderes,
profesores/as y adolescentes.
• Un taller de socialización, dirigido a representantes de las principales organiza-
ciones indígenas del país (Confederación Bartolina Sisa, CSUTCB, Intercultura-
les, Juana Azurduy de Padilla).
• Un taller de socialización, dirigido a autoridades del Ministerio de Salud, Justicia
y Educación, responsables de SEDES y SEDUCA, así como representantes loca-
les y municipales de los siete municipios.
Granizadas, bautizos y despachos
Ximena Pabón es boliviana y activista por los derechos de las mujeres. Comunica-
dora social de profesión, tiene con un postítulo en Género y Sociedad de la Universi-
dad Academia de Humanismo de Santiago de Chile y es egresada de la Maestría de
Desarrollo Humano del CIDES de La Paz. Fue seleccionada investigadora junior en
la IV Convocatoria de Investigadores, auspiciada por la Fundación PIEB, habiendo
publicado en coautoría el libro Los dueños del micrófono.
Mucha de su trayectoria laboral está dedicada al trabajo en temas relacionados
al derecho a la salud de las mujeres y los derechos sexuales y reproductivos, habién-
dose desempeñado como responsable de Comunicación en el Centro de Investiga-
Las autoras
173
Granizadas, bautizos y despachos
174