Selección de Lectura PDF
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UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA
Vicerrectorado Académico
Subprograma de Áreas y Carreras
Área de Educación
Carrera: Educación/Mención: Dificultades de Aprendizaje
SELECCIÓN DE LECTURAS
Código 591
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Universidad Nacional Abierta
Apartado Postal Nº 2096
Caracas 1010 A, Carmelitas, Venezuela
Registro de Publicaciones de la
Universidad Nacional Abierta
Nº UNA-SL-08-055
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UNIVERSIDAD NACIONAL ABIERTA
ÁREA DE EDUCACIÓN
MENCIÓN DIFICULTADES DE APRENDIZAJE
COMPILADORA
Dra. Yanida Rodríguez Rengifo
COMITÉ TÉCNICO
Lic. Lesvia Roa
Prof. Antonio Alfonso
Dra. Egleé Arellano Rojas
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TABLA DE CONTENIDO
Orientar de manera ética, crítica, responsable y comprometida la integración escolar efectiva de los
niños, jóvenes y adultos con necesidades educativas especiales, a través de acciones docentes orientadas
al trabajo interdisciplinario con la escuela, familia y la comunidad.
UNIDAD 1
Integración de personas con necesidades especiales:
fundamentos y principios básicos.
Objetivo: Analizar los principios básicos que susten-
tan la integración social de personas con necesidades
MÓDULOI especiales.
UNIDAD 3
Conceptualización y política para la integración
social de personas con necesidades especiales en
Venezuela.
Objetivo: Analizar el marco político-legal que fun-
damenta la integración de personas con necesidades
especiales en Venezuela.
MÓDULO II UNIDAD 4
Integración educativa de personas con necesidades
La integración Educativa de niños, jóvenes y especiales.
adultos con necesidades especiales Objetivo: Identificar las condiciones ambientales,
pedagógicas y profesionales de la integración edu-
Objetivo: Analizar de manera integral los as- cativa de personas con necesidades especiales.
pectos pedagógicos, institucionales y profesio-
nales que fundamentan la integración escolar,
como estrategia para lograr la integración
UNIDAD 5
social efectiva de las personas con necesidades
Retos de la integración escolar de personas con
educativas especiales.
necesidades educativas especiales.
Objetivo: Analizar las exigencias que plantea a la
escuela, al docente, a la familia y a la comunidad, la
integración educativa de personas con NE.
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ÍNDICE GENERAL
Pág.
Presentación 15
Lecturas complementarias
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UNIDAD 2. Objetivo 2. Marco político-legal de la integración de personas
con necesidades especiales 131
Lecturas obligatorias
Lecturas complementarias
Lecturas obligatorias
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15. Ministerio de Educación Resolución N° 2005, Normas para la
integración escolar de la población con necesidades educativas
especiales. (1996, diciembre 02). Gaceta Oficial de la República de
Venezuela 2759, diciembre 02, 1996 283
Lectura complementaria
Lecturas obligatorias
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22. López, R. (2002). ¿Qué es la integración escolar? 437
Lecturas complementarias
Lecturas obligatorias
Lecturas complementarias
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30. Correa, I. (2001). La formación de docentes: una estrategia para
acceder a una pedagogía que propicie la integración.
http://spin.com.mx/ 535
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PRESENTACIÓN
Las lecturas han sido organizadas de acuerdo con los objetivos y contenidos es-
tablecidos para cada unidad. El material ofrece información relevante y actualizada, pro-
porcionada por desatacados autores e investigadores del campo, de alcance nacional e
internacional.
Para finalizar, es importante destacar que la selección de lecturas impresas para este
plan de curso se enriquecerán gradualmente con el fin de mantener actualizado al estudiante
de nuestra mención.
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MÓDULO I
La integración de personas con necesidades especiales: aspectos
fundamentales y principios básicos
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UNIDAD 1. OBJETIVO 1
La integración de personas con necesidades especiales: aspectos
fundamentales y principios básicos
Contenido
Comentario
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LECTURA N° 1
Candel Gil, Isidoro. Bases de la integración:
familiar, escolar y social (Tornado de internet.
Originalmente publicado en Revista Síndrome
de Down, N° 15, 1998).
Introducción
Hace casi veinte años, Bank Mikkelssen, uno de los padres de la normalización, se
sorprendía de no haber visto, en sus paseos por las calles de Madrid, a ninguna persona
discapacitada, señal inequívoca, según él, de que en nuestro país no teníamos claro todavía
lo de la integración social. Bank Mikkelssen murió hace un par de años. Si hubiera tenido la
oportunidad devolver a España, seguramente se habría sorprendido de lo contrario. Cuando
se vuelve la vista atrás y se compara la situación de hace unos años con la actual, creo que
podemos sentirnos satisfechos de lo mucho que hemos hecho entre todos; pero esta
autocomplacencia no debe convertirse en inmovilismo, ya que nos queda mucho por hacer.
Seamos, pues, realistas, reconociendo lo bueno realizado, aprendiendo de los errores y
estando dispuestos a rectificar y a mejorar para seguir adelante en el camino que estamos
recorriendo.
Adaptación familiar
Si, tal como se ha demostrado, los primeros años constituyen un período de vital
importancia para el desarrollo posterior, los programas de atención temprana deben
resaltar, todavía más, esta faceta de apoyo familiar, habida cuenta de la influencia que
tiene la dinámica familiar en el desarrollo global del niño, con o sin deficiencia. Y, dentro
de esta parcela, hay que hacer una referencia obligada al capítulo de las relaciones padres-
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hijo, que se instauran en el mismo momento del nacimiento y que son la base sabre la que
se edifican los comportamientos cognitivos, comunicativos, efectivos, sociales. Sabemos
que, en el caso de los niños discapacitados, los patrones de interacción pueden estar
distorsionados, unas veces por las conductas poco reforzadoras de los propios niños, y
otras porque los padres están especialmente perturbados. Lo cierto es que con mucha
frecuencia se instalan, desde el principio, unas pautas socio-comunicativas que no son
beneficiosas para nadie.
A veces nos preocupamos demasiado por ayudar a nuestros niños con necesidades
especiales a adquirir habilidades y conocimientos, y nos olvidamos de aspectos adaptativos
que afectan a la raíz de todos los comportamientos: habilidades de competencia social,
adquisición de hábitos de autonomía e independencia personal, habilidades de comu-
nicación, etc. Al mismo tiempo, no caemos en la cuenta de que la ayuda a la familia en su
proceso de aproximación y adaptación al niño resulta vital para el buen funcionamiento de
esta y del propio niño. Por tanto, hemos de insistir más en esta faceta de trabajo con la
familia, cualquiera que sea la edad del niño que tenemos entre manos, de manera que
padres y profesionales vayamos, de verdad, en la misma dirección. Es evidente que este
planteamiento no está exento de dificultades, pero es la única manera de conseguir nuestros
objetivos. ¿Cómo podemos pretender que haya integración escolar y social, si no hay
integración familiar?
Quisiera llamar la atención acerca de la enorme importancia que tiene para los
profesionales de la Educación la prevención de las necesidades especiales. No se trata,
solamente, de detectar los problemas que puede presentar un niño en sus primeros años y
tratar de remediarlos, sino, sobre todo, de ayudar a su familia a enfocar correctamente la
cuestión para influir positivamente en el desarrollo integral de su hijo. Esto cobra especial
relieve en el caso de los niños llamados de alto riesgo o de los niños sin patología evidente,
ya que sus déficits no son muy llamativos y suelen pasar inadvertidos, dando la cara a
edades más avanzadas, lo cual provoca un notable desajuste en el ámbito familiar y en las
relaciones de los padres con su hijo y con los profesionales.
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Actitudes de los profesionales y tolerancia a la diversidad
Los alumnos con necesidades especiales tienen derecho a recibir una educación
normalizada. Sin embargo la manifestación práctica de esta afirmación pasa por un
convencimiento de todos de que esto no sólo es beneficioso, sino que es posible. A veces se
habla de integración escolar de una forma superficial, con la boca pequeña, con-
formándonos con la simple ubicación física del niño en el centro escolar, sin más. Para
algunos profesionales, tener alumnos con necesidades especiales en su aula supone una
forma de aceptación de la realidad, con la que no están de acuerdo pero que tratan de
asumir de forma resignada; para los padres supone un alivio y un consuelo el poder
comprobar que su hijo discapacitado está con chicos normales. Hemos de dar un paso
adelante y no quedamos ahí: el niño con necesidades es un alumno del centro, y sus padres
forman parte de la comunidad educativa, con todo lo que ello conlleva.
Generalmente las actitudes suelen cambiarse con formación y con información. Desde
un punto de vista general, podemos decir que la sociedad ha ido cambiando, haciéndose
más tolerante hacia la integración de las personas con discapacidad, precisamente porque
ha podido comprobar que esa discapacidad es, muchas veces, más teórica que práctica.
Hace dos semanas tuve la oportunidad de visitar un Programa de Garantía Social que se
está realizando en una fábrica de pantalones. Allí están juntos los trabajadores de la
empresa y un grupo de 10-12 jóvenes discapacitados, compartiendo actividades laborales y
momentos de descanso. No ha habido ninguna actitud de rechazo ni de compasión lastimera
hacia los chicos del Programa de Garantía, que están plenamente integrados en el equipo y
que desarrollan su labor, cada uno de acuerdo con sus posibilidades.
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Conocimiento de las características de los alumnos con necesidades especiales
Tal vez este aspecto pueda resultar un tanto sorprendente, por novedoso. Pero los
trabajos de investigación están siendo muy concluyentes acerca de la importancia de tener
en cuenta estas diferencias. Los profesionales de la Educación con más experiencia habrán
podido comprobar que no es lo mismo un niño con síndrome de Down, por ejemplo, que
otro con un síndrome X frágil o con un síndrome de Williams. No podemos hacer foto-
copias de adaptaciones curriculares, de actividades o de propuestas de intervención. Y todo
ello sin perder de vista la presencia de diferencias individuales de que hacen gala los niños
con discapacidad del mismo grupo etiológico.
Asimismo, la respuesta educativa tampoco puede ser uniforme para todas las familias,
debido a las diferentes características de cada una de ellas. Viene bien recordar en este
punto los principios de igualdad (todos somos iguales), y de equidad (dar a cada uno lo que
necesita).
Está claro que no podemos llevar adelante nuestra tarea de una forma razonable si no
contamos con recursos personales y materiales. Me consta el esfuerzo de la Administración
para dotar adecuadamente los centros en su intento por responder de forma responsable a
los alumnos con necesidades y a sus familias. Pese a todo, da la impresión de que siempre
andamos escasos, unas veces porque las necesidades son muchas, y otras porque no somos
capaces de rentabilizar esos recursos con una mejor organización. En cualquier caso, resulta
evidente que la atención a la diversidad requiere un mayor esfuerzo, tanto presupuestario
para ampliar recursos, como de planificación, ya que a veces naufragamos en la ambi-
güedad y en la dispersión.
En este sentido, sería muy útil que pudiéramos mejorar la coordinación entre las
distintas instancias de la administración. Frecuentemente se plantean problemas en un
centro escolar que desbordan los aspectos meramente educativos, y convendría, entonces,
que otros estamentos (servicios sociales, sanidad, ayuntamientos) colaborasen en una
solución que debe ser global. No podemos seguir con actuaciones parciales, de acuerdo con
las competencias de cada organismo, sino que hemos de ser conscientes de que la respuesta
al alumno con necesidades especiales debe ser generalizada.
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lado, la flexibilidad que debe mostrar la Administración, la familia y el profesorado,
entendida como capacidad de adaptación a las necesidades del alumno, a las posibilidades
reales del Centro, a los recursos con que cuenta el profesor, a las circunstancias indi-
viduales de la familia, etc.; por otro lado, la importancia que tiene en todo este proceso
educativo el hacer un análisis del proyecto de vida de cada niño.
La verdad es que es difícil hablar de aspectos básicos en algo tan complejo como la
integración, donde todo parece fundamental. Pero en esta dificultad reside, a la vez, la
grandeza de nuestro trabajo con personas que tienen necesidades especiales: trabajar día a
día, cada vez con más ilusión y empeño por ayudar a unos niños y sus familias que precisan
nuestro apoyo para conseguir una mejor calidad de vida. Esta apasionante labor, que
engancha de verdad, empieza en el momento del nacimiento o cuando se detecta la
necesidad, y perdura toda la vida. Pero no pensemos que estamos haciendo un favor a estas
personas. Para comprender mejor las verdaderas bases de la integración, conviene recordar
lo que se lee en el artículo 49 de nuestra Constitución: Los poderes públicos realizarán una
política de prevención, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos,
sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los
ampararan especialmente para el disfrute de los derechos que este Título (se refiere al
Título 1, De los derechos y deberes fundamentales) otorga a todos los ciudadanos.
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LECTURA N° 2
Klinger, Cynthia y Vadillo, Guadalupe (1999)
Psicología cognitiva. Estrategias en la práctica
docente. Capítulo 10 (pags. 157-177) México.
McGraw Hill.
Un país que no sabe leer, hablar y escribir es un país que no puede comunicarse, no
puede hablarle a los demás ni, lo que es peor, hablarse a si mismo.
CARLOS FUENTES
27
Los niños con tales dificultades se denominan niños con necesidades educativas
especiales (NEE).
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definición de las NEE indica que son: "las limitaciones físicas o motoras que
presentan los alumnos y alumnas, así como las minorías étnicas, grupos marginados o
también, en forma general, se refiere a personas con retraso escolar o de conducta
problemática" (Analo y Bastida, 1994, en Morales, 1998, p. 4). "La fundamentación
de la integración es que quienes tienen necesidades especiales deben tener acceso a
las escuelas regulares, integradas en una pedagogía centrada en el niño, capaz de
satisfacer esas necesidades" (p.4).
En los países que firmaron el acuerdo, las autoridades del área buscan la manera de
facilitar la colaboración entre el maestro del salón regular y los servicios de la educación
especial, que actualmente no implican una separación de recursos, sino un interés por
compartir y cooperar tanto en lo que respecta a los conocimientos como a los materiales
(Reid, Hresko y Swanson, 1996).
Es importante que para atender las necesidades de los alumnos con NEE se unan
esfuerzos, tanto de profesores de educación regular y de educación especial, directores de
las escuelas, así como de terapeutas y psicólogos, sin descartar, desde luego, la
participación de los padres de familia, cuya colaboración es imprescindible en este proceso.
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integración, el cual tiene los mismos objetivos: acoplar la educación de estas personas,
quienes necesitan de una adaptación en el currículum para poder desarrollar su potencial,
con la educación de los niños que históricamente han funcionado bien en la clase regular,
mediante programas que las autoridades educativas y los especialistas en varias áreas han
implementado.
Cada país que desea poner en marcha programas de integración educativa ha tenido
que adaptar sus modelos de acuerdo con su propia situación. Sudáfrica, México y Estados
Unidos son tres naciones muy diferentes en términos de su historia, gobierno, cultura y
recursos. Por lo tanto, sus gestiones educativas y sus modelos de integración han tenido
que adaptarse en cuanto a las posibilidades que cada uno posee. Uno de los países con más
cambios en relación con el concepto de igualdad y con la acción de gobierno que refleja
dichas modificaciones es Sudáfrica. Con el final del Apartheid, es decir, la separación de
cada grupo racial, el nuevo gobierno formuló nuevas políticas. A finales de 1997, se
formaron la Comisión Nacional sobre las Necesidades y Entrenamiento de la Educación
Especial y el Comité Nacional sobre los Servicios Educativos de Apoyo (Naiker, 1998).
Hay esperanzas de que antes del siglo XXI la legislación apropiada sea una realidad.
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fuertemente por la integración educativa. La infraestructura que utilizó el gobierno de
Sudáfrica y las acciones que llevaron a cabo incluyeron investigación, planeación y
estrategias para la educación de los alumnos con necesidades especiales; así como la
capacitación de especialistas, la realización de servicios de apoyo, la organización y
financiamiento de escuelas especiales. Por lo tanto, también tomaron en cuenta los
problemas que implica la integración para la educación regular: Además desarrollaron
tanto una política para comunicar el proyecto a las comunidades, como un plan para la
puesta en marcha de todo el programa.
Para poder involucrar a todos los ciudadanos se formaron varios comités, cuyos
miembros representaban a grupos importantes. Los medios de comunicación igualmente
difundieron la participación ciudadana. Se realizaron audiencias y debates públicos en todas
las provincias. Finalmente, las conclusiones fueron remitidas al Ministro de Educación
Pública.
Cabe mencionar que este esfuerzo es importante para el éxito de cualquier proyecto
que desea cambiar un sistema tan complejo como el de educación pública. Con esta
finalidad, la Comisión Nacional para las Necesidades de Educación Especial y
Entrenamiento y el Comité para Servicios Educativos de Apoyo se encargaron de investigar
todas las etapas, formaron equipos multidisciplinarios para estudiar diversas facetas del
proceso como un análisis de la historia; la legislación y la política; la situación y las
necesidades; la visión del futuro; principios y estrategias; el currículum y la institución; el
financiamiento y su organización, así como un plan estratégico para la implementación de
servicios (Naiker, 1998).
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Algunos modelos de Estados Unidos y sus estrategias
Por otro lado, en Estados Unidos, donde ya la política de inclusión tiene tiempo de
estarse realizando, Kennedy, Shukla y Fryxell (1997) hacen hincapié en que se necesita la
experiencia empírica para poder implementar decisiones que marquen un cambio en las
políticas públicas. A la unión de la educación especial con la educación regular le faltan las
aportaciones de la investigación empírica. La controversia tiene que ver, en parte, con el
hecho de que no se conocen aun los resultados ni efectos de la colaboración necesaria entre
los educadores regulares y los especiales. Estos investigadores mencionan estudios que han
realizado: el funcionamiento de grupos de apoyo, las percepciones de especialistas y
familiares de los grupos de apoyo, y sus efectos en los educandos. Destacan que se necesita
más investigación para poder clarificar puntos clave como el desarrollo social de los
estudiantes con NEE, y la aceptación de estos por parte de sus compañeros. La selección de
modelos de servicio no se ha sustentado necesariamente con la experiencia.
b) Este nivel implica que el alumno pasa, quizá, 45 minutos diarios en un lugar
diferente y con un maestro especial.
c) El escolar debe permanecer medio día con el maestro especial para las cuestiones
académicas, y medio día en la clase regular para las materias no académicas.
d) En este nivel se ubican los alumnos con necesidades más específicas, quienes
deberán estar todo el día en un salón especial.
e) Aquí es necesaria una estancia continua en una institución para personas con NEE.
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Ysseldyke, 1997). Recientemente, muchas organizaciones de educación especial y regular
han manifestado públicamente su apoyo a un sistema robusto de educación especial. La
Federación Estadounidense de Maestros solicitó una investigación exhaustiva acerca de las
necesidades de ambos tipos de alumnos, antes de poner en práctica los programas de
inclusión.
Cuadro 10.1
31 mil (0,7%)
Hospital/casa 38 mil (0,8%)
Residencias 233 mil (4,94%)
Instalaciones separadas 1194 millones (25.2%)
Clases separadas 1638 millones (34.6%)
Sala de recursos 1596 millones (32.7%)
Clase regular
Bricker (1995, en Bennett et al., 1997) describe tres factores importantes que influyen
en el éxito de los programas de inclusión: actitudes, recursos y currículum. Los problemas a
los que se han enfrentado los maestros han sido la falta de tiempo, capacitación y
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materiales para implementar con éxito un programa de inclusión. En Estados Unidos,
muchos autores han cuestionado la preparación y realización de estos programas para
atender a menores que necesitan educación especial.
Logan, Bakeman y Keefe (1997) afirman que la educación de estudiantes con NEE de
leves a severas en salones regulares comprende un proceso complejo. Primero, porque los
maestros emplean muchas estrategias de instrucción como: la enseñanza dirigida a la clase
completa, el aprendizaje colaborativo, la instrucción en pequeños grupos con base en
proyectos, la instrucción en grupos pequeños dirigidos por el maestro, el trabajo
independiente y la instrucción uno a uno. Se tiene que adaptar la instrucción a estas
estrategias. Segundo, los alumnos con NEE intelectuales tienen varios maestros: de
educación regular, de educación especial, terapeutas, y compañeros sin NEE. Los
programas que comprenden dichas estrategias diferentes requieren de diversas
consideraciones para su realización.
Logan y Malone, y Logan y Keefe. (I997 y 1997 en Logan et al., 1997), por medio de
esta evaluación estudiaron un modelo de integración en una escuela primaria. La muestra
estuvo compuesta por 29 estudiantes, con NEE severas, integrados a la clase regular, uno
por aula en cuatro escuelas diferentes. Estos alumnos habían pasada un año en la clase
regular. Diez de ellos fueron incluidos porque sus padres lo solicitaron, y 19 por
recomendación del investigador, Los 29 maestros tuvieron el apoyo de seis especialistas y
seis asistentes de educación especial. Cada uno fue certificado en el área de deficiencia
mental. El especialista enseñó conjuntamente con el maestro regular, entre 2 y 3 horas
diarias. El profesor regular se responsabilizó del niño el resto del día mientras que a los
estudiantes se les mantuvo en observación durante las actividades que realizaron. La
evaluación incluyó respuestas, manejo de tareas y comportamiento de competencia. Se
observó que el mejor desempeño estuvo asociado con la instrucción uno a uno, en grupos y
trabajos pequeños y en forma independiente. Par lo tanto, los resultados indican la
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necesidad de impartir clases con grupos pequeños o de manera individual. Otro factor
esencial es la colaboración conjunta de la educación especial con la regular.
En este misma modelo se habla de asistentes de maestros; contar con éstos implica
ventajas, pero también riesgos: 1) los estudiantes se vuelven dependientes y 2) surgen
cuestiones relativas a responsabilidad y poder en algunos salones. Como vimos en el
estudio, los asistentes juegan un papel importante. Sin embargo, Giancreco, Edelman y
MacFarland (1997) encontraron que en muchas escuelas se abusó de este recurso, lo cual
provoca una confusión acerca de la actividad de los maestros. Por su parte, los padres
presionan para asegurar que sus hijos reciban ayuda suficiente y los maestros de educación
regular quieren asistencia. Lo anterior genera una falta de claridad. Este estudio demuestra
que, en algunos casos, puede generarse una interferencia por parte de las asistentes y una
tendencia por los maestros a dejar todo el trabajo a aquéllos, incluso la instrucción
académica para la cual el asistente no está preparado. También, la toma de decisiones
muchas veces queda delegada al asistente, quien justifica este privilegio, debido a que está
con el niño todo el día. De esta forma la instrucción no siempre es competente.
El concepto de la integración implica que el estudiante esté con sus compañeros. Sin
embargo, trabajar con asistentes genera la separación del estudiante con los demás. Implica
que el estudiante esté físicamente aislado de sus compañeros. Además, la presencia
frecuente de un ayudante lleva consigo un estigma. Los asistentes crean una barrera física y
psicológica entre el estudiante y sus compañeros.
Hay una preocupación justificada en el sentido de que estos estudiantes con NEE
están desarrollando una dependencia de los adultos para realizar su trabajo. Se observó
también, durante este estudio, que los niños con NEE miran hacia los asistentes cada vez
que tienen que responder.
Otro resultado desconcertante fue que los asistentes, además de estar omnipresentes
en la vida de los estudiantes, tocaran o abrazaran a los alumnos en momentos inapropiados;
y también los acompañaron a todo lugar. Los estudiantes pierden autonomía porque no
toman decisiones; están forzados a quedarse con el adulto para realizar actividades que
quizá preferirían realizar con otros niños.
Por lo tanto, los autores concluyeron que, aunque los asistentes juegan un papel
importante, es imperativo que revisen y aclaren sus tareas; el cuidado excesivo es
contraproducente para los alumnos con NEE y desvanece la responsabilidad del maestro de
educación regular. Se concluye que el desarrollo de modelos de atención requiere
deliberación, cooperación, colaboración y tolerancia. En Estados Unidos, como en otros
países, este proceso todavía se muestra de forma incipiente.
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de asistencia. Más tarde pasó a ser un modelo médico, es decir, terapéutico, y a la postre se
convirtió en un modelo pedagógico que responde a las necesidades para las que fue creado.
Las reformas en el sistema educativo Wicional y en educación especial, incluidas en el
Acuerdo Nacional para la Modemización de la Educación Básica y en la Ley General de
Educación, junto con la Declaración de Salamanca, han fomentado cambios y movimientos
para el inicio de la integración educativa de los alumnos con NEE. Para el sistema
mexicano, dicha integración no significa un movimiento que agreda las características de
los alumnos, sino más bien el hecho de dar a los alumnos con NEE la oportunidad de
educarse junto a los demás; y participar en las experiencias educativas que los beneficiarán
(Morales, 1998). Según Morales Garza, el modelo para el siglo XXI debe incluir los
principios básicos de la organización y gestión escolar:
Es así que México, junto con Colombia, Uruguay, Argentina, Nicaragua, Chile y
Estados Unidos, con el apoyo de la Organización de Estados Americanos, está impulsando
la integración de los niños con NEE a las escuelas regulares.
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diferentes maneras de tomar la decisión de integrar a los niños con este tipo de problemas.
Ahora, el especialista, quien antes era miembro del equipo de apoyo que veía al niño fuera
de la clase o en una escuela especial, está realizando un programa muchas veces sui
generis: algunos organizan clases especiales y otros atienden a los niños en su clase. En el
caso de preescolar, los especialistas que brindan atención a los niños en los centros para
atención a los niños con problemas (CAPEP) se integran a las clases con los niños y los
maestros; cada quien tiene que definir su papel (Morales, 1998).
La integración de los estudiantes con NEE a clases regulares trae consigo cambios en
actitudes y prácticas de los profesionistas. Esta evolución educativa implica la influencia de
muchos factores. Miles y Huberman (1984, en Janney, Snell, Beers y Raynes, 1995)
encontraron que depende mucho de quién inicie el cambio; por ejemplo, si es una
autoridad, los maestros lo aceptan. Los mismos investigadores encontraron que cuando los
profesores recibieron ayuda para mejorar las habilidades necesarias para comprender una
innovación, se comprometieron más al cambio y a incrementar sus destrezas para
enfrentarlo.
Por otro lado, se ha encontrado que la realización del cambio, a escala pequeña,
primero es preferible que sea mayor porque involucra todo el sistema y genera menos con-
flictos, respeta la autonomía de los maestros y quienes no están inmersos pueden observar
la participación positiva de sus colegas (Bredo y Bredo, 1975 en Janney el al., 1995).
¿Por qué los maestros desconfían de cualquier cambio en el sistema? Temen que se
incremente su trabajo —normalmente tienen demasiado— y dudan del beneficio para los
alumnos. Piensan en el coste versus los beneficios. Puesto que se adoptan muchas
innovaciones sin consultar a los profesores y sin darles más recursos, los costos, muchas
veces, son mayores que los beneficios (Fullan, 1991 en Janney et al., 1995). Por lo tanto,
las actitudes de los educadores son un factor de suma importancia en cualquier cambio, y la
integración educativa conlleva reformas fundamentales.
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De esta manera, Jones (1984) en Janney et al (1995) notó, hace mucho tiempo, que:
• La política que permitió mayor flexibilidad en las actividades del cuerpo docente y
un número reducido de alumnos para los salones con estudiantes integrados.
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• Una pedagogía con base en la colaboración y un curriculum individualizado.
• Mejores actitudes hacia los estudiantes con NEE. Las posturas cambiaron, sobre la
marcha, de resistencia a cooperación (p. 1).
Salisbury está de acuerdo con Miles y Huberman (1984 en Salisbury et aI., 1993 en
Janney et al., 1995) en que "el progreso sostenido ocurrió como resultado del éxito que
experimentaron los maestros para cumplir con los requerimientos de los estudiantes con
NEE, del sentido de apoyo y del hecho de poder darse a conocer las conexiones entre sus
valores y sus prácticas" (p. 3).
Los problemas surgieron cuando el plan de integración fue adoptado a nivel superior
(distrito) y después a nivel de cada escuela. Los administradores querían que cada edificio
implementara la integración a su nivel pero, a su vez, deseaban ejercer el liderazgo; este fue
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interpretado, en muchos casos, como una imposición. Los entrevistados destacaron la
importancia de los directores de la escuela como personas clave para promover
exitosamente la integración, porque tienen la responsabilidad de proveer capacitación,
recursos y transporte, etcétera. Para los entrevistados, las actitudes de los directores son de
suma importancia, pues afectan las de los demás. Su discurso debe incluir frases positivas y
subrayar que el esfuerzo es conjunto. El clima organizacional debe ser de respeto y
tratamiento profesional, todos los maestros tienen que involucrarse en la planeación y
preparación. Algunos de los entrevistados sugirieron la inclusión de voluntarios para
empezar la integración. Hicieron hincapié en la importancia de las actividades
profesionales como talleres, observaciones y acceso a la información necesaria.
Una opción interesante es iniciar la transformación de las actitudes antes de que los
maestros empiecen a ejercer como tales (Beattie, Anderson y Antonak, 1997). La
Universidad de Carolina del Norte (en EUA) requiere que todos los estudiantes del
Departamento de Educación cumplan con competencias específicas sobre la naturaleza y
características de los estudiantes con NEE y los requerimientos de los servicios necesarios
para ellos. Existe un curso especial introductorio con tres objetivos:
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El curso consiste en una combinación de estudio y experiencia. Los alumnos leen un
texto, asisten a unas conferencias y también tienen que trabajar con estudiantes que tienen
NEE, durante 15 o 20 horas semanales. Pueden colaborar en una variedad de ambientes.
Por ejemplo, pueden laborar en una escuela, en una residencia o en la casa del estudiante,
desempeñando su actividad como tutor.
Sin embargo, según Beattie (1997), a causa del número de estudiantes, no siempre se
tiene la oportunidad de trabajar con alumnos que tienen NEE. A veces los estudiantes
deben esperar mucho y, en ocasiones, terminan por estar en un lugar que no les agrada o
tienen que realizar sus actividades con los estudiantes con NEE severas, los cuales no se
parecen a los alumnos con quienes van a trabajar en un contexto escolar regular. Se han
identificado algunos tipos de manejos que han modificado actitudes. Por ejemplo, mensajes
positivos, simulaciones, contactos directos, contactos indirectos (películas, transparencias y
videos, etcétera). Beattie y sus colegas preguntaron si los estudiantes que vieran videos que
presentan a personas con NEE en forma favorable cambiarían sus actitudes, y que si
tomaran cursos con profesores con NEE tendrían actitudes más favorables hacia la
integración. Utilizaron la escala de Antonak (1982), llamada Opinions Relative to
Mainstreaming Scale. Los resultados revelaron que los alumnos a quienes les enseñó un
profesor con NEE tuvieron mejores actitudes. Además, observar a una persona competente
con habilidades sociales y comunicativas ayudó a los estudiantes a que cambiaran sus
posturas. Sin embargo, ninguno de los otros métodos —como ver videos— cambió la
actitud hacia la integración. Estos estudiantes vieron a las personas con NEE en su forma
más favorable, pero no como competentes para ser integradas. Estos resultados generan
preocupación, pues estos alumnos son quienes posiblemente llegarán a ser maestros.
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• Los objetivos de la terapia deben ser inmediatamente útiles para el niño (Norris y
Hoffman, 1990 en McWllliam y Bailey, 1994).
• El especialista requiere fungir como asesor del maestro de clase (Johnson, Pugach
y Hammitte, 1988, en McWilliam y Bailey, 1994).
Por lo anterior, se percibe que las actitudes son importantes tanto en el nivel
preescolar como en la educación básica, media, preparatoria y superior, en cualquiera
donde se dé la integración educativa. Rose y Smith (1993) en Stafford y Green, (1996)
presentaron una encuesta, en Estados Unidos, sobre padres, personas que dirigen la política
y directores de programas Head Start, un programa de educación inicial para familias de
bajos recursos, e insistieron en que las actitudes negativas son responsables de los fracasos
en los intentos por integrar los centros preescolares. Citaron razones, tales como la falta de
conocimiento sobre las NEE y una incertidumbre de cómo portarse con los niños que las
presentan. También expresaron temores acerca de la pérdida de poder, la cantidad de
capacitación y la comunicación y el respeto (Rose y Smith, 1993, p. 59 en Stafford y
Green, 1996). Otras preocupaciones tienen que ver con las diferencias filosóficas entre los
maestros de educación temprana regular y los especialistas, en cuanto a la planeación de la
instrucción, las estrategias y el manejo de la clase, puesto que estos programas se centran
en el menor: los niños exploran, descubren y asimilan el ambiente de aprendizaje de
acuerdo con su nivel. La disciplina también es diferente, pues el programa de educación
especial es más estructurado, mientras que los regulares utilizan aspectos lúdicos aunque el
programa sea individual. Los maestros regulares utilizan relaciones y destrezas auditivas
para ordenar; mientras los de educación especial, premios, castigos y reglas.
Odom y McEvoy (1990) en Stafford y Green, (1996) sugieren utilizar los apoyos
verbales que los funcionarios de asociaciones de educación temprana usan públicamente, y
otras aportaciones en favor de la integración. Recomiendan que se lleven a cabo programas
de capacitación y una relación maestro-alumno realista, así como apoyo de instrucción.
Estas medidas han mostrado generar cambios de actitudes.
42
Según Stafford y Green (1996) la integración exitosa de los programas preescolares o
de intervención temprana necesita una planeación cuidadosa, flexibilidad y ayuda de los
maestros. Se pueden combinar los programas basados en la exploración y el
descubrimiento; pero es necesario que exista una estructuración.
¿Cómo sienten los clientes de los servicios especiales en relación con la eficacia de los
servicios que han recibido, y el éxito de la integración para ellos? Un estudio cualitativo de
Guterman (1995) examinó el punto de vista de nueve estudiantes de educación media
superior, a quienes se les otorgaron servicios especiales fuera del aula regular. Los temas
incluyeron aceptación de los compañeros sin NEE, percepciones de ellos mismos y la
eficacia de los programas para estudiantes con problemas de aprendizaje. Los educadores
que promueven el cambio culpan a los servicios especiales por bajar el nivel de desempeño,
graduar a personas mal preparadas y enviarlas a trabajar. Los servicios de educación
especial para estudiantes con problemas de aprendizaje han sido criticados fuertemente por
la falta de preparación que ofrecen para la vida laboral. Afirman que estos programas han
dañado a los estudiantes socialmente, y hasta académicamente (Vaughn y Bos, 1987, Aune,
1991, Edgar, 1987, todos en Guterman, 1995).
En este caso, la escuela de educación media superior ofreció dos tipos de servicios a
estudiantes con problemas de aprendizaje, problemas de desarrollo o con NEE múltiples:
de tutoría y ayuda en centros fuera del aula regular. El servicio de tutoría apoyó la clase
regular e incluyó ayuda con las tareas y con los exámenes realizados bajo condiciones
especiales. Los maestros regulares evaluaron y calificaron a los alumnos. No llevaron a
cabo la tutoría durante las horas de clases regulares, sino durante el horario destinado para
estudiar.
43
La muestra consistió de sólo nueve estudiantes. Sus coeficientes intelectuales variaron
entre 81 y 113. Todos habían recibido ayuda tutorial con anterioridad y todos habían sido
seleccionados para recibir ayuda especial durante la escuela primaria. Las preguntas se
relacionaron con la aceptación por parte de sus compañeros de la clase regular, la
autoestima y la efectividad del programa. La investigadora (Guterman, 1995) aplicó una
evaluación de cinco preguntas sobre: 1) cuáles fueron sus experiencias en la escuela
primaria; 2) sus recuerdos de éxito o fracaso; 3) sus sentimientos al momento de ser
canalizados a la clase especial; 4) sus relaciones con sus compañeros, y 5) las actitudes de
sus compañeros hacia los otros compañeros que tenían dificultades o recibieron servicios
especiales. También podía incluir cualquier otro recuerdo o experiencia. El análisis de los
datos integró la búsqueda de categorías emergentes y una reducción a subcategorías en
función de temas y términos empleados, etcétera. Una tercera etapa incluyó una
codificación según áreas de interés especial como relaciones especiales, realidades de los
estudiantes en relación con ellos mismos y cuestiones vinculadas con su presencia en clases
especiales. Los datos fueron triangulados, utilizando a otros estudiantes, administradores,
maestros de educación especial y regular, y otros alumnos que recibieron servicios sólo de
centros tutoriales.
Desde luego, no es posible generalizar los datos debido al tamaño de la muestra. Sin
embargo, los resultados nos pueden dar una idea de las relaciones y la efectividad de la
educación especial y la integración educativa. Según las conclusiones, sí hay un estigma
relacionado con la ubicación de alumnos en un grupo especial. Todos los estudiantes
recordaron que se sintieron muy infelices cuando sabían que iban a cambiarse a clases
especiales; se preocuparon porque perderían a sus amigos y porque sufrirían burlas de parte
de los demás. Dijeron que sus compañeros no entendían para qué existen clases especiales
y piensan que los usuarios de estas son "tontos". En algunos, casos, desmienten su
necesidad de tener clases especiales, en frente de todos, salvo de sus mejores amigos.
Aunque afirman que ellos mismos pueden distinguir entre la necesidad de ayuda académica
y su potencial intelectual, todos revelaron tener un problema de autoestima. Mencionaron
que sus compañeros de las clases especiales no les hablan cuando están en las clases
regulares.
44
Los resultados indican que las relaciones sociales son de suma importancia para los
alumnos de educación media superior. Tanto en este estudio como en otros, según los
autores, la educación especial se aprecia en forma negativa. Los estudiantes que podían
minimizar los efectos del estigma eran aquellos que tenían amigos e intentaron compensar
su necesidad en otras áreas diferentes a las académicas. El estudio demostró la incapacidad
del sistema regular para servir a los alumnos con NEE: la integración educativa ha tenido
que enfrentar problemas difíciles. Gardner (1991) en Guterman, (1995) identifica cuatro
factores en la transformación de las escuelas:
• Currículum
• Evaluación
• Formación de maestros
• Apoyo en la comunidad
Los sujetos de este estudio indicaron que su escuela era deficiente en relación con los
primeros tres factores.
Este estudio confirma que cualquier innovación para implementar cambios en las
escuelas tendrá que enfocarse, junto con los educadores regulares, en el desarrollo de
estrategias reales para acomodar a los estudiantes con NEE. El movimiento hacia la
integración busca la inclusión de los alumnos con NEE por medio de llevar los servicios
especiales al salón regular, y establecer relaciones de colaboración entre los dos tipos de
maestros. Sin embargo, si los estudiantes son vistos como especiales, el programa
fracasará. A su vez, si los maestros regulares van a responsabilizarse por los alumnos con
NEE, tendrían que recibir apoyo y las expectativas dentro de salón habría que trans-
formarse.
Según Guterman (1995) la capacitación para todos los maestros debe comprender lo
siguiente:
La autora afirma que las decisiones apropiadas necesitan ser compartidas por todos
—profesionistas, estudiantes y padres—.
Otros estudios sobre alumnos de los niveles más altos también se enfocaron en las
relaciones sociales. Por ejemplo, Kennedy, Shukla y Fryxell (1997) estudiaron dos grupos
de educación media durante un año. Un grupo participó durante tiempo completo en
educación regular; el otro, en una clase especial. Kennedy y sus colegas evaluaron las
45
relaciones y las conductas sociales, y las redes de amistades. Sus resultados coincidieron en
muchos aspectos con el estudio de Guterman. Hubo beneficios sociales importantes para el
grupo integrado: había más interacción social con los compañeros sin NEE, más apoyo
social y más redes de amistades sin NEE. Sin embargo, este estudio sólo tomó en cuenta
los beneficios sociales y no mencionó los logros académicos. Muchos de esos estudiantes
tienen NEE severas. Los investigadores tampoco definieron el tipo de amistad que puede
tener este grupo de alumnos. Mencionaron que había planeación extensiva y capacitación
antes de empezar con la integración de estos escolares, e hicieron hincapié en este punto: la
planeación es esencial para la transformación de la práctica.
¿Qué efectos tiene la reintegración de estudiantes que han estado en clases especiales
o un programa de pull-out (45 minutos diarios en un centro especial)? Recientemente
diversos investigadores han estudiado los resultados de la reintegración, en particular con
alumnos que presentan deficiencia mental leve o problemas de aprendizaje (Shinn,
Powell-Smith, Good y Baker 1997). Ha sido difícil interpretar sus resultados, porque en
apariencia están en función de los instrumentos utilizados para medirlos. Por ejemplo,
muchos autores han reportado un mejoramiento mínimo en lectura y en las matemáticas por
estudiantes con NEE leves que fueron reintegrados (Zigmond, 1990 en Shinn et al., 1997).
Otros indican muy poca mejoría en el nivel de lectura, menor que en los estudiantes sin
NEE (Fuchs, Fuchs, Hamlett, Walz y Germann, 1993, Marston, 1988 en Shinn et al., 1997).
Shinn y sus colegas reportaron que los estudios no son con fiables debido al mal uso de los
instrumentos, la carencia de un grupo de comparación, y una mala interpretación de
puntajes. Fuchs, Fuchs y Fenstrom (1993 en Shinn et al., 1997) encontraron, a la inversa,
que los estudiantes reintegrados durante cinco meses en clases regulares mejoraron más que
los escolares que permanecieron en las clases especiales. En los otros estudios, los
estudiantes utilizaron paquetes especiales para la instrucción. Shinn investigó los efectos de
la reintegración en un contexto más natural, sin instrumentos especiales para la instrucción.
Los estudiantes que estuvieron recibiendo instrucción especial en lectura fueron
reintegrados para lectura a las clases regulares. Su progreso y sus destrezas se compararon
con las de sus compañeros con problemas de lectura. Esta evaluación se monitoreó por
medio de un instrumento computarizado, a través de mediciones de destrezas en lectura y
encuestas a los padres y maestros. Las conclusiones fueron comparadas en las semanas 1, 4,
8 y al final del programa. Los investigadores preguntaron a los maestros regulares, a los
especiales y a los padres acerca de su confianza en el mejoramiento, y sobre cómo era el
programa más apropiado para los estudiantes. Los resultados indicaron que los maestros
regulares pensaron que los estudiantes deben estar en la educación regular, mientras que
46
por lo menos 10% de los padres de los alumnos de educación especial opinaron que sus
hijos estarían mejor en las clases de educación especial.
Los autores concluyeron que es importante evaluar los efectos de la reintegración en las
destrezas académicas en forma continua, y durante un lapso después de la reintegración, debido
al hecho de que los efectos cambian con el tiempo, los maestros y los padres no son muy
sensibles a los efectos de la reintegración y, contrario a las expectativas, los maestros de
educación regular fueron los más optimistas y tuvieron más confianza en las habilidades de los
estudiantes. Según estos estudios, es muy importante seguir investigando los efectos de la
reintegración, incluyendo una investigación referente al progreso de los alumnos antes de que
se incorporen a este proceso.
Por otro lado, en otro análisis acerca de los efectos de la reintegración, Fox y y Ysseldyke
(1997) estudiaron a 14 niños de una escuela, de sexto, séptimo y octavo grados, clasificados
con deficiencia mental leve. Los estudiantes de sexto y séptimo grados habían pasado tiempo
en clases regulares, mientras que los de octavo grado estuvieron en clases especiales. Para
preparar la integración, formaron equipos cuyos miembros incluyeron administradores de
educación especial, un comité sobre inclusión, el director de la escuela, personal de educación
especial y educación regular. Entrevistaron a todos los participantes, incluso a los compañeros.
El modelo de evaluación fue el de Stake (1967 en Fox y Ysseldyke, (997), que mide actitudes y
relaciones sociales por medio de una escala. Los resultados revelaron que, a pesar de la
preparación extensiva y el apoyo de todo el personal, talleres sobre el aprendizaje cooperativo,
aprendizaje colaborativo, círculos de amigos (una técnica para inducir a los compañeros ayudar
a otros) y una reunión para los alumnos con NEE, no hubo entusiasmo entre el personal.
Al comparar las conclusiones con las de otras investigaciones, se encontró que, tomando
en cuenta el estudio de Miles (1987 en Fox y Ysseldyke, 1997), un proyecto, para tener éxito,
requiere de una visión compartida. En este estudio, averiguaron que el personal no se sintió
dueño del proyecto. Para generar cambios, hay que exigirlos. En este caso, los maestros de
educación regular pensaron que los de educación especial eran los responsables del proyecto.
No se les exigieron cambios: no cambiaron sus actitudes. Durante la fase de la preparación, el
manejo fue top-down, en vez de un manejo con una amplia base de apoyo.
47
Los autores concluyeron que:
• Hay que utilizar suficientes recursos; la inclusión implica gastos adicionales para
capacitación, personal, etcétera.
• El liderazgo es fundamental. Las personas que verdaderamente creen en el plan
tienen que persuadir a los demás.
• La integración de todo el personal en la planeación es importante, pues ayuda a
convencer a todos de que la inclusión no es sólo la responsabilidad de los
maestros de educación especial.
• El establecimiento de mecanismos para aprender el proceso es imprescindible. La
planeación debe incluir la generación y el mantenimiento del proceso de
aprendizaje. La capacitación debe ser suficiente para implementar el plan.
Existen riesgos importantes cuando no existe una formación efectiva.
• Los actores deben tener una visión compartida. Ningún plan puede funcionar si
las personas involucradas tienen objetivos diferentes.
• Hay que promover activamente la aceptación de los estudiantes integrados. No es
suficiente impartir pláticas a los compañeros sobre los beneficios de la
integración sin talleres educativos y reuniones en común, etcétera.
• Hay que involucrar a los padres de todos los estudiantes. Si existen dudas entre
ellos, se trasmiten a sus hijos.
Fox y Ysseldyke concluyeron, después del segundo año del proyecto, que mientras el
primer año fue poco exitoso, en el segundo se incluyeron a más estudiantes integrados y
hubo menos en clases especiales, lo cual representó una ganancia. Ni el aprendizaje
colaborativo ni cooperativo se mantuvieron activos; pero los maestros de educación regular
empezaron a aceptar mas responsabilidades. En suma, se dio alguna modificación aunque
no se generaron todas las deseadas.
48
que contar con un entorno que facilite el desarrollo de talentos es vital para atender
adecuadamente a cada estudiante. De hecho, modelos como el de Renzulli han generado
beneficios a una gran cantidad de instituciones en donde se han implantado. Tal modelo,
por ejemplo, parte de la base de tener tres tipos distintos de actividades en la escuela, que
permitan, por un lado, la identificación de quienes son sobresalientes, a la vez que les
ofrecen a ellos, y a los demás alumnos, actividades de enriquecimiento (Renzulli, 1986).
Los estudiantes, en general, se ven beneficiados con las aportaciones del programa, en
tanto que se incluyen conferencias, visitas y experiencias vivenciales que se ofrecen a toda
población escolar. Aquellos alumnos que muestran un interés especial o que demuestran un
talento al entrar en contacto con estas actividades, se incluyen en el porcentaje que
participa en actividades de compactación del curriculum (aceleración a través de métodos
instruccionales más efectivos) o en actividades de enriquecimiento. Participan en las
actividades de tipo III aquellos alumnos que demuestran un desempeño superior.
49
Síntesis del capítulo
Al analizar los diversos modelos de integración educativa, nos damos cuenta de que
este concepto de servicio, diseñado para dar una educación equitativa a todos los menores,
todavía está en proceso de desarrollo: los profesionistas tienen que estudiar, y probar,
diferentes métodos para llevar a cabo con éxito los modelos que mejor se acomodan a su
situación particular, y a la cultura y costumbres de sus países.
Autoexamen
a) Carencia de servicios,
b) Falta de capacitación de alumnos,
c) Ausencia de capacitación a los directores,
d) Falta de capacitación a los maestros de educación regular,
e) Escasez de recursos,
f) Metas comunes de los actores,
g) Edificios dañados.
5. Los niños sobresalientes deben estar en una escuela separada ¿cierto o falso?
50
Para reflexionar
Términos clave
51
Respuesta al autoexamen
52
LECTURA N° 3
Marchesi, A. y Martín, E. (1994). Del lenguaje del
trastorno a las necesidades educativas espe-ciales.
En: Desarrollo y Educación. Cap. I (págs. 15-33).
México: McGraw Hill.
Esta visión existente durante estas primeras décadas trajo consigo dos conse-cuencias
significativas. La primera era la necesidad de una detección precisa del trastorno, para lo
que resultaba muy útil el enorme desarrollo de las pruebas de inteligencia, a través de
cuyas mediciones llegaron a delimitarse los distintos niveles del retraso mental. La
segunda aparece vinculada con la conciencia de una atención educativa especializada,
distinta y de la organización educativa ordinaria. Surgen así las escuelas de educación
especial, que van extendiéndose y consolidándose paralelamente con el desarrollo del
moderno.
53
intelectual, reforzándose las posibilidades de intervención. La distinción entre causas
“endógenas” y “exógenas” para explicar los retrasos detectados fue, sin duda, un paso más
hacia la revisión definitiva de la “incurabilidad” como criterio básico de todo tipo de
deficiencias.
54
Paralelamente, las escuelas de educación especial continuaron extendiéndose. La
universalización de la oferta educativa en los países desarrollados condujo a considerar
más positiva la existencia de clases o escuelas específicas para los alumnos con
deficiencias, debido al menor número de alumnos por aula, a la existencia de edificios
específicos y adaptados a los alumnos, y a la posibilidad de una atención educativa más
individualizada.
55
deficiencia y a situarlas en el marco de las demandas educativas y de las posibi-
lidades de aprendizaje.
5. Los cambios que se produjeron en las escuelas normales que se enfrentaron con la
tarea de tener que enseñar a todos los alumnos que a ellas accedían, a pesar de sus
diferencias en capacidades e intereses. La generalización de la educación secundaria
condujo a un replanteamiento de las funciones de una escuela que debía ser
“comprensiva”, es decir, integradora y no segregadora.
7. Los limitados resultados que gran parte de las escuelas especiales obtenían con un
significativo número de alumnos. La heterogeneidad de alumnos que recibían obligó
a una definición más precisa de sus objetivos, de sus funciones y de sus relaciones
con el sistema educativo ordinario. Al mismo tiempo, las dificultades de integración
social posterior de sus alumnos contribuyeron a que se pensara que podrían existir
otras formas de escolarización, con las debidas garantías, para un sector de estos
alumnos que no estaban gravemente afectados.
56
los factores del entorno ambiental, en el papel creciente de los servicios propios de la
comunidad, en los que participaban también hombres y mujeres voluntarios, y en la
relevancia que el enfoque comunitario estaba alcanzando en las distintas disciplinas
relacionadas con la salud: todo ello hablaba a favor de que todos los ciudadanos se
beneficiaran por igual de los mismos servicios, lo que suponía evitar que existieran
sistemas paralelos que diferenciaran a unos pocos en relación con la mayoría.
10. La mayor sensibilidad social al derecho de todos a una educación planteada sobre
supuestos integradores y no segregadores. Este cambio de actitud hacia las minorías
de los minusválidos se vio favorecido no sólo por la presión de los padres y las
asociaciones de adultos reclamando sus derechos, sino también por movimientos
sociales mucho más amplios que defendían los derechos civiles de aquellos que
constituían étnicas; lingüística o específicamente sociales.
Todos estos factores, impulsores del cambio pero expresión al mismo tiempo del
proceso de transformación, han ido constituyendo una nueva forma de entender la
deficiencia desde la perspectiva educativa. Los dos elementos más relevantes de esta nueva
aproximación pueden encontrarse, desde el punto de vista conceptual, en el término
emergente de “necesidades educativas especiales”, que intenta sustituir al tradicional
lenguaje de la deficiencia y, desde el punto de vista práctico, en la realidad de la
integración educativa que ha impulsado cambios notables en la concepción del currículo,
en la formación del profesorado, en los métodos de enseñanza y, también, en las
actuaciones y responsabilidades de las administraciones educativas.
57
Al hablar ya de problemas de aprendizaje y evitar el lenguaje de la deficiencia, el
énfasis se sitúa en la escuela, en la respuesta educativa. Sin duda, esta nueva concepción
no niega que los alumnos tienen problemas específicamente vinculados a su propio
desarrollo. Un niño ciego, sordo, o con parálisis cerebral, presenta inicialmente unas
dificultades que no tienen sus compañeros. Sin embargo, el acento está ahora en la
capacidad del centro educativo para ofrecer una respuesta a sus demandas.
58
utilizar nuevas metodologías. La conjunción y complementariedad de todos estos recursos
permite que las necesidades educativas, una vez detectadas, sean abordadas de una manera
más eficaz.
59
a la media tendrían necesidades educativas especiales, aunque en este caso su demanda
apuntaría hacia ritmos más rápidos o contenidos más amplios y profundos. Si esto fuera
así, cabría preguntarse cuál es la utilidad de la nueva terminología si la mayoría de los
alumnos se encuentran dentro de ella.
Una tercera línea de cuestionamiento se encuentra en aquéllos que consideran que las
necesidades educativas especiales no diferencian entre aquellos problemas que son directa
responsabilidad del sistema educativo de aquellos otros que se producen en ámbitos de
experiencia diferentes (familia, clase social, minoría étnica...), pudiendo suceder que
muchos niños tuvieran necesidades especiales sin que ello supusiera que necesariamente
tuvieran necesidades educativas.
3. La integración educativa
Las razones que se señalaban han sido, y siguen siendo, de muy diverso tipo. Tal vez
la más general y básica es la que se asienta en criterios de justicia e igualdad. Todos los
alumnos tienen derecho a que se les ofrezcan posibilidades educativas, en las condiciones
60
más normalizadoras posibles, que favorezcan el contacto y la socialización con sus
compañeros de edad, y que les permitan en el futuro integrarse y participar mejor en la
sociedad.
Junto con este primer tipo de argumentos, se fueron planteando otros de carácter más
específicamente educativo. La integración, realizada en las debidas condiciones y con los
recursos necesarios, es positiva con los alumnos con algún tipo de deficiencia, contribuye a
su mejor desarrollo y a una más completa y normal socialización. Además, la integración
también es beneficiosa para el resto de los alumnos, ya que aprenden con una metodología
más individualizada, disponen de más recursos y adquieren actitudes de respeto y
solidaridad hacia sus compañeros menos dotados.
Estas razones se han enfrentado en numerosas ocasiones con otras de signo contrario
que ponían en cuestión los prometidos beneficios que la integración iba a aportar al sistema
educativo y a los alumnos en general. Habitualmente estas posiciones críticas aceptan el
derecho de todos a la educación en el ambiente educativo menos restrictivo posible y
asumen, en líneas generales, lo que se podría denominar “la utopia de la integración”. En lo
que discrepan principalmente es que la integración pueda contribuir eficazmente al
desarrollo de los alumnos con alguna deficiencia, y que favorezca al mismo tiempo la
evolución y el aprendizaje del resto de los alumnos. Su aceptación de la integración teórica
no les impide ser detractores de la integración en la práctica.
Todas estas objeciones se han visto reforzadas en muchas ocasiones por una serie de
exposiciones e interpretaciones desajustadas en relación con el significado específico de la
integración educativa. A veces se ha señalado que la integración es un fin en sí misma, que
el objetivo principal es que todos los alumnos estén juntos en la misma escuela. En muchas
61
otras se ha planteado la integración como un proceso que afecta solamente a los alumnos
con alguna minusvalía, es decir, 2% con necesidades educativas más permanentes. En estas
posiciones subyace la idea de que la integración es un movimiento que trata de incorporar
a la escuela ordinaria a los alumnos de los centros específicos, junto con todos los recursos
técnicos y materiales que en ellos existían: ausencia de barreras arquitectónicas, sistemas
de comunicación, equipos de fisioterapia, etc. La educación especial se trasladaría sin más
a la escuela normal.
Este concepto de integración educativa no es algo rígido, con límites bien precisos y
definidos. Por el contrario, la integración es más bien un proceso dinámico y cambiante,
cuyo objetivo central es encontrar la mejor situación para que un alumno se desarrolle lo
mejor posible, por lo que puede variar según las necesidades de los alumnos, según los
lugares y según la oferta educativa existente.
Estas formas distintas de concretar la integración deben ser elegidas en función de las
posibilidades de los alumnos y de las características del centro educativo, y pueden ir
cambiando en la medida en que la situación de los niños y niñas vaya modificándose.
62
cuatro formas de integración: física, funcional, social y comunitaria. Cada una de ellas
supone una mayor aproximación entre el grupo de alumnos con necesidades especiales y el
grupo de alumnos sin ellas. Mientras que la integración física y social coincide con la
física y funcional del informe Warnock, la denominada ahora funcional aporta una mayor
elaboración y diferenciación, y es definida como la progresiva reducción de la distancia
funcional en la utilización conjunta de los recursos educativos. Existirían tres niveles: 1.
utilización compartida: se comparten los mismos medios pero en horario diferente; 2.
utilización simultanea: en el mismo momento pero de forma separada; 3. cooperación: los
recursos se utilizan al mismo tiempo y con objetivos educativos comunes.
63
jornada al mismo grupo de alumnos, la opción elegida es la D, cuyas dos alternativas
ponen el acento bien en el aula de educación especial, o bien en el aula ordinaria.
La opción F, parte del tiempo en la escuela especial y parte del tiempo en la escuela
ordinaria, trata de conjugar la atención especializada al alumno en el centro específico con
su integración en el centro ordinario. Sus ventajas frente al tipo G no deben hacer olvidar
los problemas que se le plantean al alumno para integrarse en un aula o en unas actividades
en las que sólo participa unas horas. Esta misma dificultad debe tenerse en cuenta en
aquellas otras opciones indicadas anteriormente, en las que el tiempo del alumno se
distribuye entre dos aulas, aunque aquí las posibilidades de interacción social son mayores
al compartir todas las horas de ocio, deportivas, culturales, comedor, etc.
Finalmente, las opciones E y G son las menos integradoras para un alumno con
necesidades especiales.
A partir de estos modelos queda más patente que la integración educativa no es una
decisión de todo o nada, sino que es un proceso con varios niveles, a través del cual se
pretende que el sistema educativo tenga los medios adecuados para responder a las
necesidades de los alumnos. Esta gama de posibilidades de integración debe conducir a
que cada alumno se sitúe, en la más conveniente para su educación pudiendo cambiar
cuando sus condiciones frente al aprendizaje cambien. La información que nos permite
decidir cuál de los posibles modelos de escolarización es el adecuado para estos alumnos
es la información curricular. Es necesario saber, por una parte, qué currículo es el
adecuado para el alumno, en función de sus necesidades especiales, y, por otro, qué centro
escolar es el que ofrece o puede llegar a ofrecer ese tipo de educación. El ajuste entre
ambas partes puede dar muchas combinaciones, pero hay que tener presente que debe ser
la determinación del tipo de enseñanza que necesita el alumno la que conduzca a la
decisión del centro educativo y no al revés. El nivel de integración más adecuado es, por
tanto, aquel que mejor favorece en un momento determinado el desarrollo personal,
64
intelectual y social de cada alumno. Una escuela abierta a la integración de alumnos con
necesidades especiales debe ser enormemente flexible en su organización y en la provisión
de sus recursos para atender a la heterogeneidad de sus alumnos.
4. La práctica de la integración
Los cambios legales para favorecer la integración educativa han supuesto, de hecho,
un respaldo importante a esta línea de actuación. Sin embargo la nueva normativa jurídica
no produce directa ni necesariamente modificaciones relevantes en la práctica docente. En
general, se puede afirmar que los cambios legislativos suponen, por una parte, un
reconocimiento de lo que ya se está realizando de forma aislada o dispersa en el sistema
educativo y, por otra, el establecimiento de un marco más amplio que orienta e impulsa en
una determinada dirección las actuaciones de los distintos agentes educativos. La
educación de los alumnos con necesidades especiales en la escuela ordinaria no es, por
tanto, un asunto que pueda resolverse a través de formulaciones legales. Es, además y
principalmente, un objetivo que ha de abordarse desde todas las perspectivas, no sólo las
que tienen relación con el sistema educativo, sino también con el conjunto de la sociedad.
La integración así entendida es un largo y laborioso proceso que exige un esfuerzo
sostenido para que todos los factores que están en acción contribuyan positivamente al
resultado global.
65
La determinación de los objetivos educativos es una labor inicial fundamental. Se
trata de buscar el máximo de metas comunes con el conjunto de los compañeros, evitando
tanto ignorar las diferencias que presentan estos alumnos, buscando una uniformidad
forzada, cuanto subrayar la desigualdad y recelar las actividades educativas comunes.
Sin embargo, las actitudes son procesos complejos que se van generando a lo largo
del tiempo, que se modifican de acuerdo con las experiencias que se van viviendo y que a
su vez están moldeando los propios resultados de estas experiencias. En muchas ocasiones,
la actitud inicial del profesor se forma a través de informaciones de otros profesores, sin
que haya habido una relación directa con estos alumnos. En otros casos, es el conocimiento
o la práctica educativa con estos alumnos lo que es más determinante. En ambos casos, la
variable posiblemente más importante para entender la actitud inicial del profesor es su
66
concepción del proceso educativo y de la tarea del profesor en el mismo. Aquellos
profesores que valoran sobre todo el desarrollo de los conocimientos y los progresos
académicos tienen más dificultades en aceptar a los alumnos que no van a progresar con un
ritmo normal en esta dimensión.
Esta predisposición inicial influye también en las expectativas que el profesor tiene
sobre el rendimiento de sus alumnos, así como en las atribuciones que realiza para explicar
sus retrasos, lo que a su vez condiciona los resultados que el alumno obtiene. Existe una
clara relación entre el comportamiento de los alumnos y lo que se espera de ellos. La baja
expectativa hacia los alumnos con necesidades educativas especiales en el campo del
aprendizaje o de la conducta social va a tener influencia en sus ritmos de aprendizaje.
Ciertamente, las actitudes iniciales pueden modificarse. El factor más decisivo para
el cambio es la propia experiencia, que puede hacer ver que la integración es posible en la
práctica. En cualquier caso, una cierta conciencia de éxito educativo o de logro de los
objetivos es necesaria. De ahí la importancia de que la integración se realice con las
máximas garantías y el máximo rigor en el cumplimiento de los compromisos contraídos y
de las ayudas prometidas. No se trata de que el profesor perciba que el alumno con
dificultades no le va a crear problemas para mantener su clase como siempre ha hecho. Se
trata, por el contrario, de que el profesor valore positivamente una manera distinta de
entender la educación, más diferenciada y adaptada a sus alumnos, y que encuentre los
apoyos medios e instrumentos de formación para que su práctica profesional sea
satisfactoria.
EI problema más difícil al que se enfrentan los profesores, y que influye en las
dimensiones que se acaban de señalar, es cómo llevar a la práctica la educación de los
alumnos con necesidades educativas: cómo organizar el aula, cómo propiciar su desarrollo
y su aprendizaje, cómo manejar eficazmente las distintas, y en muchos casos inesperadas,
demandas que plantean estos alumnos.
67
estrategias para planificar convenientemente el trabajo en el aula: programaciones
específicas, adaptaciones curriculares, metodología, organización de la clase, evaluación,
técnicas de trabajo en grupo, diferentes estrategias de intervención en función de los
problemas de aprendizaje de los alumnos, etc.
La confianza del profesor en su tarea es una variable fundamental que favorece las
actitudes positivas hacia la integración y que tiene indudables repercusiones en todo el
progreso educativo de los alumnos con necesidades especiales.
Dos aspectos deben ser los puntos de referencia constantes para el profesor cuando
toma decisiones educativas que afectan a estos alumnos: cuál es el nivel de interacción
social que establece con sus compañeros y cuál es la estima que el alumno va teniendo de
sí mismo. Las actividades programadas para ellos deben no sólo favorecer sus
aprendizajes, sino también la relación con sus compañeros y el sentimiento del propio
valor personal. La toma en consideración de estos factores complica la tarea docente, pero
no pierde de vista objetivos educativos importantes. El profesor debe saber evaluar estas
dimensiones y actuar en consecuencia.
Esta valoración puede aconsejar, en ocasiones, que alumnos con problemas similares
trabajen juntos en tareas comunes, lo que puede permitirles una mayor relación y
comunicación, un mejor conocimiento de sí mismos y una mayor seguridad y satisfacción
al realizar tareas con compañeros de su mismo nivel.
EI papel del profesor en su aula no está centrado únicamente en las actividades con
los alumnos. También ha de coordinar el trabajo con otros profesionales del centro,
especialmente con los profesores de apoyo, lo cual a su vez remite a la función de esos
últimos: preparar material, trabajar dentro de la clase con algunos alumnos, trabajar en el
aula de apoyo, etc. La clarificación de estas funciones en el proyecto educativo del centro,
y su concreción flexible en cada aula, dependiendo de las características de los alumnos y
del estilo, más específico de enseñanza del profesor, facilitara esta labor común.
68
recursos disponibles en los centros para ofrecer una respuesta satisfactoria; y los deseos y
expectativas de los padres en relación con la educación de su hijo. En bastantes casos, se
produce alguna distorsión en el proceso de toma de decisión, bien porque los padres no
coinciden con la valoración técnica, bien porque no hay recursos disponibles para cumplir
satisfactoriamente la propuesta inicialmente planteada. En ambos supuestos, ¿cuáles son
los derechos de los padres?
Las administraciones educativas tienen una gran responsabilidad para hacer posible
la integración de los alumnos con necesidades especiales. Deben, como paso inicial y
fundamental, fijar el marco legal y los criterios que van a orientar las actuaciones de los
distintos servicios presentes en el ámbito educativo: profesores, directores, inspectores,
equipos psicopedagógicos, etc. Posteriormente, deben proporcionar los recursos y los
medios para que la integración de los alumnos con necesidades especiales en la escuela
ordinaria sea algo progresivamente más habitual y general.
Algunas actuaciones han de tener una atención prioritaria para que la integración
progrese. En primer lugar, formar al profesorado, con el fin de conseguir que adquiera las
habilidades a las que se ha hecho mención anteriormente. En segundo lugar, producir
materiales diversos que orienten el trabajo de centros y profesores. En tercer lugar,
favorecer la estabilidad de los equipos docentes, condición necesaria para favorecer la
elaboración de proyectos educativos más permanentes y, finalmente, proporcionar los
recursos suficientes para garantizar una educación satisfactoria.
69
Todas estas iniciativas, que pueden llegar a configurar, y así sería lo deseable, un
proyecto educativo coordinado, han de ser impulsadas con una gran flexibilidad,
adecuándolas a las situaciones específicas de los centros. La educación de los alumnos con
necesidades especiales demanda normas y criterios que se adecuen a sus peculiaridades
específicas. Esta flexibilidad tiene que estar presente en los proyectos y adaptaciones
curriculares, en los criterios de evaluación y de promoción, en los materiales y; en general,
en las actividades que el alumno realiza.
70
LECTURA N° 4
Shea, T. y Bauer, H. (2000) Educación especial.
Un enfoque ecológico. 2da Ed. McGraw Hill
Objetivos
Un joven que estaba de visita en la casa del primo abusó físicamente de Jonathan
porque no dejaba de llorar. Cuando su madre llegó a recogerlo después de trabajar, al verlo
con golpes lo llevó al hospital. Como lo requiere la ley, el personal del hospital, ante la
sospecha de abuso, informó a las autoridades. EI Departamento de Servicios Humanos
investigó el caso y las autoridades le prohibieron a la madre dejarlo en la casa en que lo
agredieron. Durante las tres semanas que un asistente social buscó un lugar apropiado en
donde cuidaran a Jonathan durante el día, su madre faltó a su trabajo. Al final de la tercera
semana, cuando llamó a su patrón para avisarle que aún debía faltar unos días, le
informaron que debía regresar a trabajar de inmediato o perdería su empleo.
71
hijo permaneciera en cuidado adoptivo. Después de que Jonathan pasó 30 días en un hogar
adoptivo de emergencia, los tribunales decretaron un compromiso temporal para la
custodia del Departamento de Servicios Humanos. En consecuencia, el hogar transitorio de
Jonathan fue cambiado por un hogar adoptivo a largo plazo; sin embargo, a causa de su
desarrollo demorado y de sus problemas conductuales, era cambiado con frecuencia de
hogares adoptivos.
.
Cuando el pequeño tenía cinco años de edad, su madre se volvió a casar. Su esposo
asumió la responsabilidad de sus otros dos hijos, pero se negó a criar a un hijo con una
NEE. Apremió a la madre para que renunciara a sus derechos de paternidad sobre Jonathan,
quien fue puesto bajo la custodia permanente de los tribunales y se le asignó una
trabajadora social para que le encontrara un hogar adoptivo.
Para cuando Jonathan tenía siete años de edad ya había vivido en cinco hogares
adoptivos diferentes. Ninguna familia se había presentado todavía para adoptarlo. En la
actualidad, Jonathan es socialmente retraído, tiene frecuentes arrebatos de berrinches, su
participación en juegos es limitada a unos cuantos juguetes y su vocabulario se limita a dos
palabras: "no" y "más".
Isaac es un niño de siete años con síndrome de Down cuyo nacimiento no fue
planeado. Su madre, con dos hijos en edad escolar, suspendió su carrera cuando él nació.
Ello le permitió cuidarlo todo el tiempo y participar en estimulación y servicios de
intervención temprana con Isaac.
Mientras aún estaba en el hospital, se enteró de que Isaac tenía síndrome de Down,
así que se puso en contacto con la Asociación de Síndrome de Down de su localidad, la
cual le asignó un padre compañero, quien no sólo le proporcionó apoyo social y emocional,
sino también información sobre las NEE y los servicios disponibles para el caso en la
comunidad. Los abuelos paternos de Isaac, emocionados por tener otro nieto, lo cuidaban
de buena gana al menos un fin de semana al mes para que los otros miembros de la familia
pudieran tener tiempo para sí mismos, y la madre y el padre disfrutaran una "noche libre".
72
INTRODUCCIÓN
Este libro versa sobre aprendices con NEE y educación especial. Los aprendices con
NEE son individuos que, por diversas razones, son vistos por los demás como "diferentes".
Pueden diferir en relación con sus iguales en apariencia, en la forma en que se comunican y
en el modo en que se mueven. También en la manera en que interactúan o se relacionan
con los demás, en la forma en que acceden a la información del entorno o en el ritmo y
modo en que aprenden.
Los "aprendices con NEE" son, ante todo, seres humanos; no obstante sus
requerimientos, a menudo se les considera tan diferentes de sus semejantes que se les
suministra algo más de lo que por lo general se ofrece en el hogar, el salón de clases y la
comunidad, con el fin de que logren el éxito. En el sistema educativo, ese "algo" lo
suministra la educación especial. En el hogar y la comunidad, ese "algo" puede ser
cualquiera de una amplia gama de servicios educativos, terapéuticos y de rehabilitación
ofrecidos por las instituciones de servicios médicos y de asistencia, pública y privadas.
73
Entre las otras perspectivas disponibles para el estudio del desarrollo y de los
aprendices con NEE están las teorías conductual, psicoeducativa y biofísica. Desde la
perspectiva conductual, se percibe cómo los estímulos en el ambiente inmediato en el cual
está funcionando el individuo determinan su conducta. La enseñanza implica la
manipulación de dichos estímulos y el manejo de las contingencias en el entorno inmediato
para facilitar el cambio en la conducta del individuo. Desde esta perspectiva, se muestra
poca consideración a los factores internos, al individuo o a su entorno general. Por ejemplo,
si un estudiante no entregara sus tareas, el maestro se las arreglaría para ofrecerle una
recompensa cada vez que cumpliera con ellas.
La perspectiva biofísica resalta los factores neurológicos y los orgánicos como los
responsables de la conducta. La enseñanza implica proporcionar ambientes ordenados y
controlados para asistir al individuo en el procesamiento neurológico de los estímulos. Este
enfoque, además, implica preocupación por la nutrición, medicación y otras intervenciones
terapéuticas. Por consiguiente el hecho de que el individuo dejara de entregar la tarea, se
consideraría un problema de memoria a corto plazo y se emplearían estrategias para
mejorar la capacidad de retención.
El enfoque ecológico
74
El entorno rara vez se adapta, y nunca lo hace por completo, a las necesidades
específicas de un individuo con una desventaja. Por consiguiente, el propósito último
de cualquier programa de educación especial es asistir a ese individuo para que se
adapte lo mejor posible a su entorno (p. 16).
75
con éste, y de la capacidad creciente de la persona para descubrir, mantener o cambiar
ciertos aspectos de ese entorno.
Cualquier cambio individual debe verse dentro del contexto del sistema social y
cultural más amplio (Riegel, 1975). Desde una perspectiva de la educación especial, los
escenarios específicos de mayor relevancia para el desarrollo del aprendiz con NEE son la
escuela, la familia, el vecindario y la comunidad.
Relaciones interpersonales
En el hogar, las relaciones ocurren entre el padre y el hijo, el hijo y cada hermano, y
entre otros iguales de la misma familia. En la escuela, las relaciones suceden entre el niño y
el maestro, así como entre el niño y cada uno de sus semejantes. La canalización a
educación especial por lo general comienza cuando se presenta un problema o falta de
congruencia en la interacción niño-maestro o niño-semejante en el ámbito de tales
relaciones interpersonales.
Las relaciones entre escenarios pueden incluir las interrelaciones entre el hogar y la
escuela, el hogar y una institución de servicio, el hogar y el vecindario, y la escuela y el
76
grupo de iguales. Por ejemplo, los estudiantes de diversos grupos culturales, étnicos y
lingüísticos pueden ser desafiados por las interrelaciones entre la cultura de su hogar y la de
la escuela, y, en consecuencia, estar representados en exceso como grupo en la educación
especial. La colaboración entre padres y maestros y la participación de la familia y los
servicios comunitarios se incluyen dentro de este contexto. Las relaciones entre escenarios
incorporan la consideración de las transiciones, o los movimientos del aprendiz con NEE
entre escenarios de aprendizaje.
Integración grupal
Sociedad
La sociedad incluye la mayor parte del sistema de creencias de la cultura. Esto comprende
amplios factores sociales que afectan los escenarios en los que está contenido el individuo.
La perspectiva general que la sociedad tiene de los aprendices con NEE, los maestros, la
educación especial, la función social de los estudiantes y los valores de la comunidad, por
ejemplo, repercuten en la educación de cada estudiante (Riegel, 1975).
El aprendiz
77
Al incluir al aprendiz en la perspectiva, el desarrollo humano no debe verse como una
serie de relaciones de causa y efecto entre el individuo y el entorno, sino como
transacciones entre ambos. Sameroff (1975) sostiene que el contacto entre el individuo y el
entorno es una transacción, o intercambio comunicativo, donde cada uno es alterado por el
otro. Por ejemplo, el bebé influye en el entorno donde recibe atención, al mismo tiempo
que el entorno influye en el bebé. Las madres con hijos que se comportan de manera
parecida pueden variar en sus respuestas hacia cada niño y, por tanto, causar diferentes
resultados ambientales. El desarrollo de un niño no puede explicarse de manera completa
por factores biológicos o ambientales. Más bien, el desarrollo resultante y la conducta se
deben a las interacciones recíprocas en curso entre el organismo individual y el entorno
(Sameroffy Chandler, 1975).
78
La perspectiva ecológica en el texto
Las siguientes tres secciones del libro (capítulos 7-17) se enfocan, sobre todo, en el
aprendiz. Las secciones están dedicadas a exposiciones de aprendices con NEE que
difieren en relación con sus semejantes en la forma en que interactúan con el entorno, en
la manera en que acceden a éste y en la manera en que aprenden. Sin embargo, como lo
implica la perspectiva ecológica, es imposible describir a los individuos sin hacer lo
mismo con el contexto en el que se desarrollan. Por tanto, en cada capítulo se proporciona
información específica para las diferencias individuales.
Con la finalidad de asistir al lector, se usa un formato estándar para estos capítulos.
Cada uno de ellos comienza con una introducción, la cual describe la escena para la
información proporcionada en el capítulo. La introducción presenta problemas básicos
respecto al grupo específico de aprendices con NEE que se está describiendo. A
continuación, en cada capítulo se abordan los contextos ecológicos del desarrollo
aplicables al grupo de individuos. En la figura 1.2 se presenta un esquema que describe
los contextos del desarrollo según se exponen en cada capítulo.
79
apariencia, en la forma en que se comunican y en la manera en que se mueven. Las
formas en que interactúan y se relacionan con otros, en cómo accedan al ambiente, o en el
ritmo y manera en que aprenden pueden también ser diferentes. En este capítulo, los
autores enfatizamos que los individuos con NEE son ante todo aprendices que difieren de
sus semejantes de alguna manera. La educación especial se presenta como el subsistema
de la educación general responsable de apoyar a los aprendices con NEE. Éstos
representan un desafío para el sistema de educación general, el cual está diseñado sobre
todo para estudiantes que pueden moverse en él con rapidez y sin impedimentos.
El capítulo concluyó con una panorama sobre la estructura de este libro y su relación
con la perspectiva ecológica. En esencia, el libro es una mezcla de la perspectiva ecológica
(capítulos 1-6) con información más tradicional acerca de los aprendices con NEE y la
educación especial (capítulos 7-17). La información en los capítulos 7-17 se presenta
usando como marco conceptual los contextos ecológicos.
Los siguientes cinco capítulos están dedicados a la exposición detallada de cada uno
de los contextos ecológicos introducidos en este capítulo. En el capítulo 2 el interés se
enfoca hacia las percepciones sociales de los aprendices con NEE.
80
Resumen
Los siguientes cinco capítulos están dedicados a la exposición detallada de cada uno
de los contextos ecológicos introducidos en este capítulo. En el capítulo 2 el interés se
enfoca hacia las percepciones sociales de los aprendices con NEE.
81
Formación de su vocabulario profesional
Verifique su comprensión
a) la perspectiva psicoeducativa.
b) la perspectiva ecológica.
c) la perspectiva biofísica.
82
4. Desde el punto de vista ecológico, el aprendiz con NEE
Referencias
Gatlin, H. (1980). "Dialectics and family interaction". Human Development, 23, 245-253.
83
Poplin, M. S. y Stone, S. (1992). "Paradigm shifts in instructional strategies". En W,
Stainback y S. Stainback (editores), Controversial issues confronting special
education. Boston: Allyn & Bacon.
Scott, M. (1980). "Ecological theory and methods of research in special education". Joumal
of Special Education, 4, 279-294.
84
Capítulo 2
Objetivos
desventaja
educación compensatoria
educación inclusiva
el niño salvaje de Aveyron
estigma
ley de estudiantes con necesidades educativas especiales de 1990 (ADA)
necesidad educativa especial (NEE)
Introducción
85
administradores educativos, escuelas (incluyendo programas de educación especial) y
empresas e industrias. De acuerdo con Riegel (1975), la perspectiva general de la sociedad
respecto a los maestros, de la función social de los estudiantes y de los valores
comunitarios afectan la educación de cada estudiante.
En 1975, la Ley Pública 94-142 de Estados Unidos definió a los "niños con
desventajas" como aquellos que tenían deficiencia mental, eran hipoacúsicos, sordos, con
trastomos del habla, con debilidad visual, personas con perturbación emocional severa, con
necesidades ortopédicas, con otros daños de la salud, sordos y ciegos, o multiminusválidos,
o que tenían problemas de aprendizaje específicos. [En 1990, la Ley Pública 101-476, la
Ley de educación de individuos con necesidades educativas especiales (IDEA, individuales
with Disabilities Education Act) agregó a los aprendices con autismo y daño cerebral
traumático a las categorías de necesidad educativa especial]. Para ser considerado un
individuo con desventaja de acuerdo con la Ley Pública 94-142, los estudiantes tenían que
requerir educación especial y servicios relacionados como consecuencia de sus NEE.
Este prerrequisito para la identificación de una persona con desventaja, es decir, con
requerimientos de educación especial y servicios relacionados, trazó una cuidadosa línea de
demarcación entre necesidad educativa especial y desventaja. Necesidad educativa
especial se refería a una reducción de la función o a la ausencia de una parte u órgano
particular del cuerpo, como la pérdida de una extremidad (Blackhurst, 1985). Una
desventaja era vista como un inconveniente que resultaba de una necesidad educativa
especial que limitaba o impedía el realizar un papel (McCarthy, 1984). Esta diferenciación
es consistente con la posición de Bronfenbrenner con respecto al desarrollo en la sociedad,
es decir, "La dirección y grado de crecimiento psicológico se rigen por la medida en que las
oportunidades para entrar en escenarios conducentes al desarrollo en diversos dominios
están abiertas o cerradas para la persona en desarrollo" (1979, p. 288). Esta afirmación es
apoyada por Knowlen (1995), quien tenía NEE físicas y lo apoya en el párrafo
introductorio de este capítulo. La forma misma en que se establece la estructura de apoyo
de la sociedad limita las oportunidades disponibles para las personas con NEE.
86
En un esfuerzo por eliminar el estigma del término "desventaja", el Congreso cambió
la terminología a "necesidades educativas especiales" con la aprobación de la Ley Pública
101-476. Estas enmiendas a la Ley Pública 94-142 cambiaron el nombre de la legislación
de "Ley para la educación de todos los niños minusválidos" a "Ley de educación de los
individuos con necesidades educativas especiales". (La Ley Pública 94-142, la Ley Pública
101-476 y otras legislaciones, así como varias decisiones judiciales que tienen un impacto
significativo en la educación de aprendices con NEE, se exponen en el capítulo 3).
87
estadounidenses con NEE. Buscaba determinar la repercusión de las NEE de los individuos
en la calidad de sus vidas, incluyendo el trabajo, la vida social, las actividades diarias, la
educación y la vida personal. Exploró las barreras que enfrentan las personas con estas
necesidades en sus esfuerzos por llevar vidas plenas y productivas.
Aunque la gran mayoría de los encuestados creía que sus vidas habían mejorado
durante la década anterior, sus respuestas también indicaron que las NEE tienen amplias y
variadas repercusiones. Como grupo, estas personas gozan de menos oportunidades de
educación que otros estadounidenses y son más pobres. Los individuos con NEE por lo
general no pueden viajar como quisieran y tienen dificultad para asistir a eventos sociales
fuera del hogar, como teatro, conciertos y eventos deportivos. Tienen menos facilidades
que las personas sin NEE para ir al cine, comer en restaurantes, comprar sus comestibles o
participar en la vida comunitaria general. Las barreras para una vida social plena incluyen
el temor de que su NEE los ponga en riesgo de enfermar, herirse o ser víctimas de un
crimen; el depender de la ayuda de otras personas para salir; la dificultad para tener acceso
al transporte público o para localizara alguien que los lleve, y el no poder acceder a los
edificios públicos y a los sanitarios.
Según los resultados de la encuesta, hay indicios precisos del surgimiento de una
conciencia de grupo entre las personas con NEE. Ahora se perciben como una minoría y
creen que debería legislarse para conceder igualdad de derechos a las personas con NEE, de
la misma manera que se ha hecho con otras minorías.
La familiaridad de la sociedad con los individuos con NEE ha sido desafiada por la
conciencia creciente de estas personas de que tienen derechos. El niño del cartel, antes
percibido como símbolo de esperanza, ahora es considerado por muchos individuos con
NEE como símbolo de opresión, pues la necesidad educativa especial, que repercute
diariamente en el individuo, se mostraba en las campañas mediante carteles como algo que
debía prevenirse, curarse o que merecía compasión.
Shapiro (1993) traza un paralelismo entre la evolución del niño del cartel y la
evolución del movimiento de los derechos de personas con NEE. Las primeras campañas
del niño del cartel fueron diseñadas para sugerir que la NEE, trágica en niños inocentes
pero indecible en adultos, podía ser curada. No obstante, las curas no llegaron, y los
programas de prevención sólo crearon la impresión de que quienes tenían NEE eran "bienes
dañados". Mediante un arduo trabajo y determinación, estos individuos continuarían
tratando de eliminar ese estigma y de ganarse el respeto de la sociedad.
88
Conforme la realidad permitió ser optimista respecto a su prevención y cura, la
necesidad educativa especial se convirtió en algo a vencer, y surgieron imágenes de
"personas con NEE inspiradoras". Shapiro indica, sin embargo, que el movimiento de los
derechos de personas con NEE descarta la idea de que quienes las presentan sean
superejecutantes valerosos o heroicos, pues la mayoría tan sólo trata de conducir sus
propias vidas, no de inspirar a nadie. De hecho, dentro de la cultura de los derechos de las
personas con NEE, ha surgido el término plusválido para referirse a los individuos que
intentan hazañas extraordinarias para demostrar que pueden "vencer" sus NEE.
Schafer, Rice, Metzler y Haring (1989) aplicaron encuestas a trabajadores sin NEE
que laboraban con personas con NEE y a otros que, aunque en forma indirecta, trabajaban
en la misma empresa con personas con NEE. Los compañeros de trabajo de personas con
NEE expresaron comodidad y aceptación en cuanto a trabajar con personas con deficiencia
mental, y estuvieron firmemente de acuerdo en que dichas personas eran más competentes
y amigables en el trabajo desde el punto de vista social y vocacional que los empleados sin
NEE que no trabajaban en forma directa con personas con NEE. Los encuestadores
encontraron que las percepciones de los compañeros respecto a las capacidades sociales y
vocacionales de los trabajadores con NEE severas eran iguales, y en muchos casos
superiores, a las percepciones de los compañeros de trabajo de los trabajadores con niveles
leves y moderados de deficiencia mental. Schafer y asociados informaron que los
trabajadores expresaron comodidad relativa y disposición de trabajar con individuos
identificados como con deficiencia mental. Sin embargo, la mayor parte del contacto entre
trabajadores con NEE y quienes no las presentan se limitaba al desempeño del trabajo; ya
que se reportó muy poco contacto entre estos grupos de empleados durante los descansos y
después del trabajo.
En 1986, Louis Harris y asociados realizó una encuesta nacional a 920 patrones para
el ICO sobre el empleo de estadounidenses con NEE (ICO, 1987). Esta encuesta, que sigue
siendo el estudio a gran escala más reciente sobre el empleo de personas con NEE, se basó
en entrevistas telefónicas con 210 gerentes ejecutivos o ejecutivos corporativos, 301
gerentes de igualdad de oportunidades en el empleo, 210 jefes de departamento o gerentes
de línea y 200 gerentes ejecutivos de compañías muy pequeñas. Los resultados de la
encuesta no pueden generalizarse a grupos particulares, pero proporcionan un panorama de
la situación de las personas con NEE en los centros de trabajo.
La encuesta de 1986 fue una consecuencia de otra encuesta realizada en 1985 para el
ICD y el Consejo Nacional de los Minusválidos (ICD, 1986) en la cual se encontró que dos
tercios de las personas en edad laboral con NEE no estaban trabajando, aunque la mayoría
afirmó estar dispuesto a trabajar. Los resultados de la encuesta indican que el acceso al
trabajo modifica en forma considerable las vidas de las personas con NEE. Los trabajadores
con estas necesidades se muestran más satisfechos con la vida, y tienen menor probabilidad
de considerarse a sí mismos discapacitados y de percibir su necesidad educativa especial
como una barrera para desarrollar todo su potencial como personas.
89
Los resultados de la encuesta también sugieren que el costo no debería ser una barrera
para emplear a personas con NEE. Tres cuartas partes de los gerentes afirmaron que el
costo de emplear a una persona con NEE era más o menos el mismo que el erogado para
emplear a una persona sin NEE. Los gerentes indicaron que hacer adaptaciones para los
empleados con NEE no era costoso; estaba, de hecho, dentro del rango del costo de los
ajustes necesarios para todos los empleados. Alrededor de 50% de los gerentes declaró que
su compañía había hecho acomodos para empleados con NEE, incluyendo la eliminación
de barreras arquitectónicas, la compra de equipo especial, la adaptación de las horas de
trabajo y la reestructuración de puestos.
Aun cuando las personas con NEE han demostrado un excelente desempeño en el
trabajo, y emplearlos parece implicar un costo adicional bajo, las compañías no las han
contratado en gran número. Sólo 43% de los 301 gerentes de igualdad de oportunidad en el
empleo que fueron encuestados afirmaron que su compañía había contratado a un
trabajador con NEE en el año anterior a la encuesta. Las corporaciones y compañías
grandes con contratos federales, los cuales obligan a emplear a personas con NEE, tuvieron
mayor probabilidad de emplear a tales personas que las compañías más pequeñas.
Los resultados de la encuesta indican que las barreras para emplear personas con NEE
son: a) una falta de solicitantes calificados; b) la ausencia de programas de las compañías
relacionadas con el empleo de personas con NEE; c) una falta de conciencia entre la
administración media de los patrones acerca del empleo de personas con NEE o de las
políticas de la compañía concernientes a este respecto; y d) la falta de conciencia de los
gerentes para concebir a las personas con NEE como un grupo. La encuesta revela que la
discriminación en el trabajo es una barrera básica para el empleo de personas con NEE.
Tres de cada cuatro gerentes consideraron que las personas con NEE serían
discriminadas en el trabajo.
Aproximadamente siete de cada diez gerentes creían que su compañía estaba haciendo
el esfuerzo suficiente para emplear a personas con NEE y no debería hacer un esfuerzo
mayor para emplearlas. De manera interesante, los gerentes también pensaban que su
compañía haría un esfuerzo mayor para emplear a trabajadores con NEE en los siguientes
tres años; pero anticipaban que las instituciones de rehabilitación y las agencias de
colocación asumirían la responsabilidad de capacitar a solicitantes calificados. Los gerentes
apoyaban mucho las iniciativas propuestas y los cambios de política sugeridos por los
patrones, las instituciones estatales y federales, las legislaturas y las instituciones y
fundaciones de rehabilitación y colocación privadas. Favorecían: a) los programas de
capacitación colaborativos entre compañía y escuela o institución de formación; b) empleos
de tiempo parcial y puestos provisionales antes de la contratación de planta; c)
descripciones funcionales de puestos presentados por el patrón en vez de por el maestro o
por personal del programa vocacional; d) deducciones de impuestos para los gastos
erogados por la compañía para acomodar a trabajadores con NEE; e) subsidios salariales
para el empleo a prueba de personas con NEE severas; f) asistencia técnica y consejería
para empleados con NEE, y g) metas de empleo voluntario. Todos los gerentes estuvieron
90
de acuerdo en que las leyes de derechos civiles que protegen a las minorías contra la
discriminación deberían aplicarse a las personas con NEE. Los gerentes de igualdad de
oportunidad en el empleo fueron quienes más apoyaron este concepto; los altos directivos
fueron quienes menos lo hicieron.
La aceptación de los trabajadores con NEE en los centros de trabajo muestra una
paradoja. Aunque tanto los compañeros de trabajo como los patrones indican sentirse
cómodos y dispuestos a trabajar con individuos con NEE, dos tercios de los individuos de
este grupo, de acuerdo con una encuesta, no tienen trabajo. Si bien los gerentes informaron
un desempeño laboral bueno o excelente, el empleo de personas con NEE es limitado. A
pesar de que los ejecutivos y patrones expresan una apertura para el empleo de personas
con NEE, al parecer esta disposición rara vez se pone en práctica.
Conseguir empleo sigue siendo muy difícil para los individuos con NEE. Trabajar en
Estados Unidos significa la pérdida de los beneficios esenciales del seguro de salud y de la
Seguridad Social (Shapiro, 1993). El cheque mensual para un individuo en el Ingreso
Complementario de Seguridad es de más o menos 400 dólares; el cheque para un individuo
en el Seguro de Discapacidad es de alrededor de 600 dólares. Ambos programas dejan de
proporcionar ingresos cuando un individuo gana en forma consistente 500 dólares o más al
mes. Además, los problemas de apoyo al ingreso público están vinculados con la
elegibilidad para el seguro de salud (Medicare y Medicaid). El sistema de apoyo de la
sociedad crea en sí mismo frenos para que las personas con NEE trabajen, y en muchos
casos hace imposible el empleo (Greenbaum, 1995).
Las percepciones que los profesionales tienen respecto de las personas con NEE y sus
familias están afectadas por las funciones que aquellos asumen. Marsh, Stoughton y
Williams (1985) encontraron diferencias significativas en las estimaciones de la
repercusión de la NEE en el individuo y en la familia entre los psicólogos clínicos,
psicólogos escolares, maestros y padres de familia. Los psicólogos clínicos y los escolares
tienden a interpretar muchos comportamientos infantiles con un significado psicológico
mayor que los maestros o los padres. De acuerdo con Marsh y sus colegas, tanto la función
como la edad del profesional que evalúa la conducta de un niño pueden influir de manera
significativa su valoración del estado de la salud mental del niño.
91
Quizá los profesionales realicen inferencias injustificadas con respecto a la magnitud
de los desafíos que enfrentan las familias de niños con NEE. Blackard y Barsch (1982)
examinaron el grado en que los profesionales podían predecir con precisión las respuestas
de los padres a reactivos de un cuestionario respecto a las repercusiones de un niño con
NEE en la familia, y encontraron diferencias significativas entre las respuestas de los
padres y las predicciones de los profesionales. Cuando se compararon ambas respuestas, las
de los profesionales tendieron a sobrestimar el impacto negativo del niño con NEE en las
relaciones familiares. Sobrestimaron el grado en que los padres reportaban rechazo y falta
de apoyo de la comunidad y la capacidad de los padres para usar técnicas de enseñanza y
manejo de conducta apropiada en el hogar. Los profesionales exageraron el impacto del
niño con NEE en todos los aspectos del funcionamiento de la familia presentados en el
cuestionario: cambios en las relaciones matrimoniales, modificaciones en las metas de la
familia, restricción de las actividades familiares, efectos sobre otros niños de la familia y
consideraciones financieras. Aunque es necesaria la evaluación directa de la familia,
Blackard y Barsch advierten a los profesionales que eviten suposiciones injustificadas con
respecto a la repercusión negativa del niño con NEE en la familia.
Stefans (1993) proporciona una respuesta irónica a los hallazgos expresados por
Blackard y Barsch. Afirma que los profesionales deben concentrarse en trabajar "más allá
del profesionalismo". Y en relación con esto les ofrece los siguientes consejos:
• Reconocer que si existe una falta de correspondencia entre su capacitación y la
realidad, deben aceptar la realidad.
• Aprender de sus clientes y estudiantes.
• Desarrollar traducciones claras de la jerga profesional.
• Pensar en los clientes y estudiantes primero como personas.
• Buscar y dar apoyo a otros profesionales.
92
cuanto a incluir estudiantes que exhibieran un comportamiento perturbador. Un hallazgo
interesante fue que quienes no habían tenido un hijo en la escuela desde 1975 favorecieron
menos la inclusión que quienes sí tuvieron un hijo en la escuela después de ese año. Las
personas más jóvenes manifestaron una actitud más favorable hacía la inclusión de
estudiantes con potencial de aprendizaje normal que las personas mayores.
En 1987, Louis Harris y asociados realizó una encuesta para el ICD y el Consejo
Nacional para la Necesidad Educativa Especial (ICD, 1989) sobre la posición de la
educación especial en los Estados Unidos. Esta fue la primera y más reciente encuesta
diseñada para evaluar las percepciones de los educadores de escuelas públicas, de los
aprendices con NEE y de sus padres respecto de la efectividad de la educación especial en
la satisfacción de las necesidades de los alumnos con NEE. Educadores, padres y
aprendices con NEE fueron entrevistados vía telefónica, y se les pidió evaluar los cambios
en el sistema educativo y dar una "boleta de calificaciones" sobre los servicios educativos
actuales y los servicios relacionados, que incluyera la valoración de la calidad y la
metodología con que se imparte la instrucción, las colocaciones educativas y la integración,
y el impacto de esta última en los estudiantes sin NEE, la interacción social entre
estudiantes con y sin NEE, el plan de educación individualizada, la transición de la escuela
al empleo o a una educación adicional, y las proyecciones futuras.
La población de la encuesta incluyó a 702 educadores, 1000 padres y 200 jóvenes con
NEE. Los educadores incluían cuatro submuestras representativas de directores distritales
de educación especial, directores y maestros de educación regular y especial. La muestra de
padres fue ponderada para ser representativa de las diez condiciones de desventaja
definidas en la Ley Pública 94-142. En general, los resultados sugieren que los estudiantes
con NEE reciben mejores servicios en la actualidad que hace diez o doce años. Los padres
indicaron que habían luchado duro por obtener servicios apropiados para sus hijos; pero
que estaban razonablemente satisfechos con lo logrado. Sin embargo, los resultados de la
93
encuesta indican que las escuelas aun no son adecuadas para la preparación de los
aprendices con NEE para el empleo y la educación superior.
Tanto los educadores como los padres estuvieron de acuerdo en que los servicios en
las escuelas públicas para estudiantes con NEE habían mejorado desde la aprobación de la
Ley Pública 94-142 en 1975. Sin embargo, la mayoría de los directores y maestros no
contaban con capacitación adecuada en educación especial y no se sentían seguros al tomar
decisiones con respecto a la educación de estudiantes con NEE. Sólo 40% de los maestros
de educación general tenía alguna capacitación en educación especial; no obstante, en
promedio, tenían tres o cuatro estudiantes con NEE en el salón de clases. La mayoría de los
educadores indicó haber modificado los procedimientos de enseñanza y exámenes para
ajustarlos a aprendices con NEE. Los maestros afirmaban, sin embargo, que tenían menos
éxito con personas con NEE que con personas sin NEE.
La ADA define de manera amplia a una persona con NEE como alguien que tiene un
impedimento físico o mental (o que tiene un expediente de un impedimento así o que se
considera que tiene dicho impedimento), que limita de manera considerable su
participación en alguna actividad importante de la vida. La definición abarca tres grupos de
individuos con NEE: 1) individuos con impedimentos físicos o mentales reales, como
problemas de aprendizaje, deterioros visuales o deficiencia mental; 2) personas
discriminadas como consecuencia de su experiencia pasada con una condición
discapacitante, por ejemplo, quienes tienen un expediente de impedimento como una
discapacidad medica o enfermedad mental previas, y 3) individuos que no tienen un
impedimento real pero que se consideran impedidos como resultado de una desfiguración.
La ADA se aplica tanto al transporte público como al particular entre ciudades y a los
ferrocarriles. Todos los nuevos autobuses de transporte deben ser accesibles para
individuos con NEE; no se requiere la adaptación de los autobuses públicos existentes. Se
requiere servicios de paratránsito para personas con NEE a menos que el suministro de
estos servicios cause una carga financiera excesiva. Las comunidades pequeñas y rurales
deben hacer un esfuerzo de "buena fe" para cumplir con los requerimientos de
transportación. Los proveedores de vehículos de tránsito privados tienen que volver
94
accesibles sus autobuses dentro de un período de seis o siete años, según el tamaño de la
compañía. Todos los nuevos vehículos de tránsito ferroviario se deben de construir para ser
accesibles y un vagón por tren debe ser accesible dentro de cinco anos. Las estaciones
ferroviarias clave también deben serlo dentro de tres años, con excepciones a veinte años en
casos extraordinarios, como el caso de las estaciones de Amtrak.
La ley también protege contra la discriminación a las personas con SIDA o VIH. Esta
protección se percibe como una herramienta de salud pública esencial en la lucha contra el
aumento en la incidencia de SIDA y VIH.
Según la ADA, las personas con NEE deben tener acceso a edificios públicos. Éstos
se definen como los negocios y servicios usados cotidianamente por todas las personas,
como las tiendas departamentales y los restaurantes. Los edificios nuevos deben diseñarse y
construirse con accesos fáciles para todos. Volver accesibles los sitios públicos de edificios
ya existentes sólo se requiere si los cambios son "fáciles de realizar". Los edificios públicos
en remodelación deben hacerse accesibles. Los productos y servicios auxiliares, como
letreros escritos en alfabeto Braille y señales visuales, se deben colocar en los edificios para
hacerlos accesibles a personas con NEE.
La ADA estipula diversas medidas para los casos de violaciones a la ley. Estas son
similares a las previstas en la Ley de Derechos Civiles de 1964.
La sociedad continúa presentando retos a los individuos con NEE. Sin embargo, se
han hecho esfuerzos para permitir su acceso a la comunidad de forma más equitativa con
sus pares. El lenguaje ha cambiado para intentar abordar el problema del estigma. Aunque
el subempleo sigue siendo un problema, las percepciones de los patrones y de los
compañeros de trabajo están en proceso de ser más positivas. Los servicios educativos para
los individuos con NEE han mejorado. El acceso igualitario se está acercando a ser una
realidad a través de la legislación, de manera específica con la Ley de estadounidenses con
NEE. Enseguida se describe la evolución de prácticas más específicas con respecto a los
individuos con NEE.
95
Evolución de las prácticas profesionales
Aunque el tratamiento para personas con NEE puede haber sucedido antes, el primer
intento documentado sobre esto es el establecimiento de un hospital público para ciegos en
1260 (Juul, 1981). Durante la Edad Media, con excepción de los informes de órdenes
religiosas en Suiza que administraban asistencia rutinaria y sistemática a personas con
NEE, son escasas las referencias a su tratamiento y educación.
En 1749 se publicó una serie de relatos de las demostraciones del educador Jacob
Rodreques Pereire (1715-1780) ante la Academia de Ciencias en París. Estos informes
describieron su éxito al enseñar a hablar y leer a personas con pérdidas auditivas severas.
Sin embargo, de acuerdo con Juul, el impulso real para la educación de personas con
NEE se debió a las enseñanzas sociales y filosóficas de Jean Jacques Rousseau (1712-
1778). En 1762, este filósofo publicó Emilio, obra en la que proponía el estudio directo de
los niños, en lugar de aplicar en ellos los resultados del estudio de adultos.
El optimismo de Rousseau sobre el potencial para la bondad tanto del individuo como
de la sociedad inspiró a Jean-Mare-Gaspard Itard (1774-1838), médico y educador, para
esforzarse en enseñar a Víctor, el niño salvaje de Aveyroo. Víctor era un niño descubierto
en los bosques cercanos a Aveyron, Francia. Se le consideraba un niño salvaje, a quien no
había afectado la civilización. En esa época, la mayoría de las personas pensaban que era
imposible la socialización de Víctor. El estudio que Itard hizo de Víctor, publicado como
un informe de la Academia Francesa de Ciencias en 1801 y complementado en 1806, es la
primera documentación sistemática de los esfuerzos realizados para enseñar a un niño con
NEE.
Forness y Kavale (1984) exponen tres puntos que consideran significativos respecto a
la publicación de las notas de Itard. Primero, si se examina la publicación con detenimiento,
se hace evidente que Itard aplicó la forma rudimentaria de casi toda técnica educativa
aplicada en la actualidad en la enseñanza de las personas con NEE. Segundo, la educación
especial en Estados Unidos es beneficiaria directa del trabajo de Itard, pues su discípulo, el
médico y educador Edouard Sequin (1812-1880), fue invitado por Samuel Gridley Howe a
impartir cátedra y trabajar en Estados Unidos a mediados del siglo XIX. Por último, Itard y
Sequin, ambos médicos, sin proponérselo dejaron como legado su influencia médica en las
prácticas de la educación especial que, en palabras de Forness y Kavale, ha "plagado [la
profesión de la educación especial] hasta este día". Su énfasis en la etiología (búsqueda de
las causas de una condición), la sintomatología (identificación de los síntomas que permiten
reconocer una condición), el diagnóstico excluyente (diagnóstico diferencial o diagnóstico
que distingue una condición de otras) y la hospitalización para personas con deficiencia
mental dejaron a la educación especial, en forma muy parecida a la medicina, con un
sistema de intervención que por lo general sólo se aplicaba hasta que los síntomas se
volvían muy severos y necesitaban referencia y evaluación extensa. Debido a la adhesión
de la educación especial a este legado, los tribunales intervinieron en los procesos de toma
96
de decisiones al respecto en un esfuerzo por facilitar el cambio. En el presente, las políticas
de educación especial se deciden en gran parte en forma externa a la profesión, por los
tribunales y legislaturas. Como resultado, las decisiones con respecto a la educación de
aprendices con NEE a menudo se basan en consideraciones legales en lugar de en la
educación y la teoría psicológica.
Debe reconocerse como algo fundamental que la reunión exclusiva de niños con
impedimentos es algo que debe evitarse tanto como sea posible. La asociación
exclusiva entre ellos agrava e intensifica las peculiaridades que los diferencian de otras
personas, mientras que es nuestro objeto, por la instrucción, suprimir estas diferencias
en el mayor grado posible ... creyendo como yo, en la política de descentralización al
tratar con niños con impedimentos (es decir, la política de separarlos de niños con el
mismo problema tanto como sea practicable durante el proceso de educación) y
mantenerlos en contacto personal constante con sus amigos, parientes y personas
ordinarias diría que es más conveniente enviar los maestros a los niños que reunir a los
niños mismos. (Citado en Blatt, 1985, p. 407.)
Durante los inicios del siglo XX, Europa se convirtió en el lugar más avanzado en
cuanto a la educación de los niños y jóvenes con NEE. En su intento por hacer que las
escuelas respondieran más a las necesidades de los estudiantes, Alfred Binet, quien
trabajaba en París, realizó una serie de estudios sobre niños que se distinguían de sus pares
en el estilo y ritmo de aprendizaje. Durante esta misma época, María Montessori, en Italia,
desarrolló nuevos principios, métodos y materiales educativos para la instrucción de niños
con deficiencia mental y de los que tenían desventajas económicas. Durante este mismo
período, el estadounidense Alfred Adler estableció los primeros "centros de orientación
infantil" en un esfuerzo por mejorar el tratamiento de niños con trastornos conductuales. Al
inicio de la Segunda Guerra Mundial, muchos psicoanalistas prominentes, como Rudolf
Dreikurs y Fritz Redl, huyeron de Europa y organizaron centros de tratamiento en Estados
Unidos.
97
Juul (1981) indica que, después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se
convirtió en el líder indiscutible en la teoría, investigación y publicación en el campo de la
educación especial. Zirpoli, Hancox, Wieck y Skamulis (1989) sugieren que la defensa de
las personas con NEE y sus familias ha evolucionado desde el suministro de servicios
públicos de protección organizados a fines del siglo XIX, hasta los grupos de servicio de
defensa privados e independientes y al énfasis actual en la lucha por parte de los
interesados.
Las prácticas profesionales con respecto a los individuos con NEE han evolucionado,
pero continúan influidas por el legado de los médicos que trabajaron primero con
individuos con NEE. El liderazgo en la atención de las necesidades de los aprendices con
NEE ha viajado de Europa a Estados Unidos y ha cambiado de la profesión médica a la
educativa. Los individuos con NEE, con el desarrollo de la postura de autodefensa, están en
proceso de asumir una mayor posesión y participación en el desarrollo de prácticas
profesionales.
Género
98
justicia en las relaciones. Las mujeres tienden a enfatizar la discusión y a escuchar para
entender a los demás; los hombres destacan la necesidad de mantener la justicia y la
igualdad al tratar con los demás.
99
Estigma
Goffman (1983), en su trabajo clásico sobre el tema del estigma, lo identificó como
un atributo que desacredita en forma profunda. Por definición, sostiene, quienes no se
apartan de las expectativas usuales perciben a las personas con el estigma como si no
fueran humanos por completo. La aceptación es el principal problema que enfrenta un
individuo que lo padece. En situaciones sociales donde se percibe que un individuo tiene un
estigma, por lo general se aplican clasificaciones que no corresponden y ambas partes
experimentan incomodidad. Además del estigma en sí, Goffman identifica el "estigma de
cortesía", el cual es atribuido a quienes de alguna manera se relacionan con personas
estigmatizadas. Muchos padres, hermanos y hermanas de personas con NEE sufren el
"estigma de cortesía". Este tema se expone más a fondo en el capítulo 4, "La familia y los
aprendices con NEE".
Posición socioeconómica
Kozol (s/f en Rohlk, (1990) sugiere que si un estudiante de clase económica alta tiene
éxito e ingresa en la universidad, la sociedad considera que el estudiante lo logró porque lo
deseaba. Para el estudiante de clase económica baja, por el contrario, si fracasa en su
intento de ingresar a la universidad, se atribuye su infortunio a apatía y falta de motivación,
en lugar de atribuirlo a una educación preuniversitaria desigual. Kozol considera a los
sistemas educativos como generadores y sustentadores de una brecha grave entre los más
pobres y los más ricos. A manera de ejemplo compara esta situación con un juego de
béisbol en el que el equipo perdedor llega al campo sin guantes, bates y uniformes, y el
equipo ganador, bien equipado, percibe que el juego es parejo.
100
Resumen
Los empleadores y compañeros de trabajo de los individuos con NEE los perciben
como capaces; ambos grupos dicen sentirse cómodos y con buena disposición para trabajar
con individuos con NEE. Sin embargo, dos tercios de los individuos con NEE, según una
encuesta del ICD, no están laborando. Conseguir empleo sigue constituyendo un reto.
La Ley de estadounidenses con NEE se expuso con detalle. Por medio de esta ley se
reconoció el derecho de los individuos con NEE a la participación plena en la sociedad
estadounidense. Con su amplia definición de "necesidad educativa especial", que en la
actualidad incluye a personas con deficiencia física o mental que limita de manera
considerable su participación en actividades importantes de la vida, ahora se protege a
individuos a quienes antes las leyes excluían del apoyo y protección.
101
Formación de su vocabulario profesional
Verifique su compresión
a) el tipo de NEE.
b) la categoría educativa de la NEE.
c) las oportunidades proporcionadas al individuo.
102
b) requieren apoyo del financiamiento público.
c) en la actualidad se identifican mejor con las personas sin NEE.
a) en Europa occidental.
b) en Estados Unidos
c) en Europa oriental.
a) reciben la misma oportunidad que los hombres de interactuar con los maestros.
b) reciben diferente trato al interactuar con los maestros.
c) reciben tratamiento preferente de las maestras.
9. El estigma existe
a) en la naturaleza de la NEE.
b) en los atributos de la NEE.
c) dentro del individuo con la NEE.
103
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104
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(14), 163-167.
106
LECTURA N° 5
Núñez, B. (noviembre, 1997). Papel de la Educación
Especial a la luz de la integración escolar y Socio-
laboral. Ponencia presentada en el Simposio interna-
cional sobre los derechos de las personas con NEE,
Integración y Educación Especial, Caracas
Resumen
En los últimos tres (3) años, en el marco del proceso de reforma educativa y del
proceso de descentralización que se viene adelantando en Venezuela, la Dirección de
Educación Especial del Ministerio de Educación plantea, en la Política Educativa de la
modalidad de Educación Especial, dos líneas estratégicas de acción para la atención
integral de esta población. La primera está referida al fortalecimiento de la atención
educativa integral de los alumnos con Necesidades Educativas Especiales que, por su
grato compromiso y desempeño, debe continuar en las instituciones educativas de la
modalidad.
107
En este sentido se establece, como criterio curricular, la articulación programática y
administrativa, tanto transversal como longitudinal, entre los diferentes programas y las
áreas de atención, con el fin de garantizar la continuidad del proceso educativo,
propiciando espacios cada vez menos restrictivos a través de experiencias significativas e
integradoras, que posibiliten el desarrollo de competencias sociales.
Una segunda línea estratégica es la integración escolar como una opción educativa
para aquellos niños, jóvenes y adultos con Necesidades Educativas Especiales que están en
condiciones de ser integrados a la escuela regular o en otros ámbitos educativos, para el
ingreso, prosecución y culminación de estudios. A tal efecto la integración escolar debe
entenderse como un proceso continuo planificado, sistemático, experencial, colectivo y
único a la vez, en términos del derecho a la persona y del deber de las instancias y entes
responsables y coparticipes de dicho proceso. De esta forma se promueve la educación
integrada en los diferentes niveles y modalidades del sistema educativo, tanto en los
programas formales y no formales, dando apoyo al alumno integrado en la escuela regular
y a los docentes que participan en el proceso, facilitando estrategias de integración, de
organización escolar, de adaptación curricular, de metodologías y recursos. La educación
especial, desde esta perspectiva integradora, a través de sus servicios de apoyo a la escuela
regular, garantiza la atención de las necesidades de aprendizaje de todos los alumnos, en el
desarrollo de estrategias de enseñanza-aprendizaje que respondan a la diversidad del
alumnado, y esto es elevar la calidad de la educación para todos. La integración escolar
tiene un basamento legal en la Constitución Nacional, Ley Orgánica de Educación y
Reglamento de la Ley Orgánica de Educación, convención de los Derechos del Nino, así
como en documentos nacionales e internacionales de la UNESCO, ONU, OEA. Desde el
2-12-96 se cuenta con la Resolución Ministerial N° 2005, como instrumento normativo que
regula el proceso de integración escolar de los alumnos con Necesidades Educativas
Especiales.
108
LECTURA N° 6
Sánchez Escobero, P., Canton M. y Sevilla,
D. (1997). Compendio de educación especial.
La educación especial. Cap. I.
Capítulo I
Introducción
Existen dos tipos o grupos de servicios que ofrecen esta modalidad: los esenciales y
los complementarios. El primero se refiere a los servicios que atienden a niños y jóvenes con
necesidades educativas especiales, para quienes resulta indispensable su asistencia a
instituciones especiales, con el fin de obtener una integración social exitosa y adquirir cierto
grado de independencia personal; entre ellos se encuentran las personas con discapacidad
intelectual (severa o profunda), las que presentan una discapacidad múltiple, o aquellas que
por tener una discapacidad visual, auditiva o motora, no han recibido servicio educativo
alguno. El segundo, el complementario, se otorga a sujetos cuya necesidad educativa es
transitoria y suplementaria a su educación pedagógica normal; éstos son niños con
problemas leves o moderados que no les impiden asistir a la escuela regular, pero que
requieren de apoyo o estimulación en virtud de que presentan problemas que afectan su
aprendizaje. La mayoría de quienes necesitan de educación especial (más de 80%) son
atendidos en estos servicios. En este tipo de atención se distinguen los servicios de terapia
del lenguaje y aprendizaje en las escuelas o en centros psicopedagógicos especializados.
109
esta razón el lector debe dejar a un lado la idea de antaño de que la educación especial es
sólo para niños con discapacidades obvias y graves.
Aunque los servicios de educación especial cambian de acuerdo con los tiempos, las
políticas y los países, existen grupos identificables de clientes de este sistema. La Secretaría
de Educación Pública (SEP) en México agrupa a los alumnos que necesitan educación
especial según la característica primordial que los diferencia. Entre las categorías
principales que se consideran, se encuentran:
• Retraso mental
• Discapacidad de aprendizaje
• Trastomos de audición y lenguaje. Limitaciones visuales
• Limitaciones motoras
• Problemas de conducta
Comúnmente los niños con estas dificultades presentan problemas similares a los
ubicados en otros grupos educativos. Además, existen alumnos con otras características,
como aquellos con talentos especiales y autismo, que de manera gradual comienzan a
beneficiarse de nuevos servicios emergentes en el sistema de educación especial (SEP,
1985).
Además de ser diferentes por su naturaleza, las limitaciones suelen tener diversos
grados. Cuando son leves, no permiten descubrir fácilmente el limite que diferencia a esos
niños de los considerados regulares o promedio. Lo que en verdad les interesa al maestro y
al psicólogo educativo es si los alumnos con dificultades para progresar en los programas
de la escuela (considerando sus características físicas o psíquicas) pueden beneficiarse de
los servicios que se ofrecen en la educación especial.
110
A pesar de lo extenso en el uso actual del término discapacidad, la práctica tradicional
de separar la preparación de los maestros de escuelas regulares y especiales en la educación
pública ha dejado varias ideas equívocas acerca de los estudiantes con discapacidad. Esos
errores influyen de manera negativa en la noción que la gente, en especial el maestro del
aula regular, tiene respecto a la discapacidad.
Marco histórico
A principios de 1900 proliferaron las clases especiales y surgió la figura del profesor
de educación especial, denominada de diferentes maneras según los países y los tiempos.
111
claramente un cambio fundamental en la forma de pensar y de actuar en relación con la
educación de los alumnos con discapacidad.
112
entre ellas, la escuela "Yucatán" para personas con deficiencia mental en la ciudad de
Mérida.
Durante años, los servicios de educación especial en México se han clasificado en dos
grandes grupos, según las necesidades de atención que requieren los alumnos del sistema
(SEP 1985). El primero abarca a personas cuya necesidad de educación especial es
indispensable para su integración y normalización, y comprende las áreas de retraso mental,
trastornos de audición y lenguaje, impedimentos motores y trastornos visuales; la atención
se brinda en escuelas de educación especial, centros de rehabilitación y educación especial
y centros de capacitación de educación especial. El segundo incluye a personas cuya
necesidad de educación especial es complementaria al proceso educativo regular, y
comprende las áreas de problemas de aprendizaje, lenguaje y conducta; la atención se
brinda en unidades de grupos integrados, centros psicopedagógicos y centros de
rehabilitación y educación especial.
113
Marco filosófico
Desde el punto de vista filosófica, todos los individuos son únicos y, por ello,
especiales. No obstante, en nuestra comunidad existen personas que presentan limitaciones
en sus capacidades físicas e intelectuales y requieren una instrucción más apropiada que la
habitualmente disponible dentro de las estructuras educativas formales e informales. Estas
personas demandan un espacio apropiado de educación para satisfacer sus exigencias de
aprendizaje y una filosofía social para justificarlo. En este ámbito, la educación especial
posee una filosofía y una pedagogía propias, basadas en la igualdad de oportunidades de
educación para aquellas personas que tienen algún tipo de discapacidad, y que permita
desarrollar una personalidad autónoma y socialmente integrada. EI énfasis en la formación
integral y sus implicaciones responde a los principios que fundamentan la Ley Federal de
Educación, sin desconocer la reciprocidad existente entre educación e instrucción o
formación e información (Gómez-Palacio et al., 1954). De hecho, en las políticas de la SEP
publicadas, se subraya el término formación, ya que la educación especial se aboca a
estimular a los niños que tienen dificultades de aprendizaje de materias académicas, pero
que pueden aprender a vivir y a convivir de acuerdo con las normas de su medio cultural,
así como a trabajar con una independencia y suficiencia personal más o menos relativa.
114
Marco pedagógico
Individualización
Normalización
115
edad. Estos dos movimientos representan un cambio de perspectiva, que abandona el
énfasis en las diferencias entre las personas con discapacidad y las demás, dando por
supuesto que el niño con discapacidad no es significativamente diferente de las personas a
quienes se consideran normales. Según el Real Decreto de España de 1985, se considera
como normalización el traer las aguas a su cauce; el juntar a los niños que presentan
deficiencia con otros que no la tienen. Los nuevos modelos educativos normalizan lo antes
considerado como anormal.
Integración
116
la integración se define como la unificación de la educación ordinaria y especial, que ofrece
una serie de servicios a todos los niños con base en las necesidades individuales de
aprendizaje. De acuerdo con Nicola (1993), la integración se considera como una
oportunidad para el mejoramiento de las instituciones escolares y, en consecuencia, de la
educación de todos los alumnos.
La integración, sin embargo, no es panacea, ya que no todos los alumnos pueden ser
integrados al aula regular. Existen algunos casos que presentan serias perturbaciones
emocionales junto con conductas hiperactivas o antisociales, así como otros con defectos
corporales, sensoriales o mentales graves o con deficiencias múltiples que requieren
cuidado y atención intensiva y continua de su salud física y mental. Para cada uno de ellos
deben elegirse los medios que ofrezcan los estímulos más ricos y apropiados para su
desarrollo y educación. Existen diversos recursos que responden a una relación inversa
entre la limitación y la integración: a menor limitación, mayor integración.
Marco legal
117
consolidación de los sistemas de educación especial en el país, con base en las pautas
generales para la educación establecidas en el artículo tercero de la constitución de 1917, el
cual afirma que:
"La educaci6n proporcionada por el Estado deberá pugnar por el desarrollo armónico de todas
las facultades del ser humano y promover el amor y respeto por los símbolos patrios y de la
conciencia de una necesidad universal de independencia y justicia".
Las metas a las que aspira la educación especial en México, descritas en los manuales
operativos de la SEP, pueden condensarse en los siguientes cinco objetivos:
1. Capacitar al individuo con necesidades especiales para ser una persona autónoma
y facilitar su integración social de tal forma que pueda gozar de una vida
satisfactoria.
Sin embargo, las pautas anteriores son aun insuficientes para una verdadera
integración e igualdad de oportunidades para los individuos con discapacidad, si se
compara el marco legal mexicano con los existentes en otros países, como por ejemplo la
ADA (American with Disabilities Act) promulgada en 1992, en Estados Unidos, para la
reivindicación de los derechos de las personas con discapacidad. Como consecuencia de
esta ley y de otras, promulgadas principalmente en países industrializados, miles de sujetos
con discapacidad han adquirido el derecho y el compromiso del Estado de aprender junto
con los estudiantes sin discapacidad en sistemas educativos que reconocen las diferencias
individuales de los alumnos.
118
alumno ya no son suficientes para evaluar su prestancia o capacidad para responder a las
demandas de la escuela. Es necesario evaluar cualitativamente el desempeño del estudiante;
este proceso ocupa más tiempo para establecer las áreas de fortaleza y debilidad de la
persona y elaborar los planes de atención subsecuentes.
Otro cambio importante es que los maestros de clases regulares y especiales trabajan
de manera cooperativa con sus colegas y con otros profesionales como psicólogos
escolares, consejeros guías, terapeutas de lenguaje, etcétera. Los maestros han modificado
sus funciones con el propósito de compartir sus experiencias sobre los problemas de los
alumnos en la escuela.
Por último, un cambio de mayor alcance ha sido la más extendida aceptación entre los
maestros de clases regulares de la presencia de alumnos con discapacidades leves. Esta
actitud de apertura ha dado lugar a la Iniciativa de Educación Regular (IER), la cual
propone que muchos estudiantes con necesidades especiales de educación sean atendidos
dentro del mismo salón de clases con ayuda de un compañero o par sin discapacidad
alguna; este es un concepto innovador en la integración del alumno con discapacidad que
considera los recursos existentes en la comunidad escolar. Esta iniciativa contempla
asistencia técnica para los maestros de clases regulares acompañada de un cambio en el
control administrativo de la educación especial. En virtud de la importancia de evaluar la
legislación respecto de los individuos con discapacidad y sus efectos en la educación
especial, en la siguiente sección se analizaran los cambios respecto a la política educativa
en los Estados Unidos en este siglo.
En cuanto al litigio, el cambio hacia los individuos con discapacidad surge de muchas
demandas legales tanto de ciudadanos como de grupos, entre los años 1950 y 1975. En
particular, resalta la enmienda 14 a la sección 1 de la Constitución de Estados Unidos
promovida por Brown en 1954. Esta sección garantiza que los ciudadanos no pueden ser
privados de la vida, la libertad o la propiedad sin un doble proceso legal y que todos tienen
la misma protección de las leyes. El conflicto Brown contra la ampliación de la educación
tuvo un impacto significativo en los casos subsecuentes de la corte relativos a las personas
con discapacidad. En este caso, la Suprema Corte de Justicia reglamentó que la
discriminación de los estudiantes, racial o de cualquier otra índole, es inconstitucional. Este
dictamen, que abolió la idea de "separados pero iguales" dio pie a los padres de niños con
119
discapacidad a pedir libertad y educación apropiada para sus hijos. Como consecuencia,
surgen programas de educación especial con cuatro puntos básicos: 1) acceso equitativo a
la educación; 2) clasificación adecuada de los estudiantes; 3) programas de instrucción
adecuada incluyendo una amplia gama de servicios y 4) confidencialidad en los
procedimientos. El litigio de personas y grupos ante las cortes estadounidenses ha influido
de muchas maneras en los servicios educativos para los estudiantes con discapacidad (como
se observa en la evaluación obligatoria de las preferencias vocacionales y las evaluaciones
basadas en el currículo individual para los alumnos con bajo desempeño escolar) y han
dado surgimiento a una amplia gama de servicios con personal altamente capacitado, el
cual está obligado a dar por escrito un informe detallado de la valoración a los padres.
La LP 94-142 añade a la anterior que todos los estudiantes entre 5 y 21 años con
limitaciones leves y graves deben recibir la educación pública, libre y apropiada; que cada
niño con discapacidad, por ley, debe tener un plan de atención individual (PAI) basado en
sus necesidades particulares, y que todos los niños con discapacidad deben ser educados en
los ambientes menos restrictivos, otorgando acceso a participar en las actividades escolares
y garantizando la no discriminación y la confidencialidad en todo el proceso de evaluación.
De maneta reciente, se modificó la LP 94-142 para reemplazar el término minusválido por
el de "individuo con discapacidad", enfatizando en programas de intervención temprana y
prevención considerando las diferencias étnicas y culturales de la población en el
suministro de servicios. En 1986 la LP 99-457 (Enmienda de Educación para Personas con
Discapacidad), se extendió hacia los niños desde el nacimiento hasta los cinco años y se
crearon los planes individuales para familias, los cuales incluyen a los padres en la
intervención.
120
CONCEPTO FUNDAMENTALES
Corriente principal
121
procedimiento, la corriente principal es mucho más que la integración física de los
estudiantes con discapacidad y sin ella: consiste en planear y mejorar, de manera
persistente a lo largo de la vida del individuo, una serie de acciones sistemáticas que
permitan su integración a la sociedad en que vive.
Capítulo 2
Para entender las diferencias humanas existen tres enfoques: desarrollista, cultural e
individual. En la visión desarrollista se explica la normalidad en términos de los aspectos
esperados en diversas etapas del desarrollo físico, psíquico y social del individuo; en la
visión cultural se define lo normal de acuerdo con el estándar contextual prevaleciente;
mientras que en la visión individual la normalidad se juzga de acuerdo a la manera como
funciona la persona. Además de estos enfoques, la normalidad y la anormalidad pueden
evaluarse con base en los siguientes modelos: médico, psicológico y social.
El modelo médico por lo general es tajante y juzga al individuo como sano (normal) o
enfermo (patológico). La normalidad se define como la ausencia de problemas biológicos.
La patología surge ante la presencia de alguna alteración en el organismo causada por
algún trastorno morfológico o funcional y se asocia con la enfermedad. Por lo general, el
modelo médico es dicotómico: la persona está sana o enferma y las explicaciones en cuanto
a normalidad y anormalidad se desarrollan en términos de fisiopatogenia, es decir, con base
en el funcionamiento adecuado o inadecuado, de órganos y sistemas corporales.
El modelo psicológico fue necesario para superar las limitaciones del modelo médico,
el cual por lo general es reduccionista y se basa en las explicaciones fisiológicas. La
incorporación del concepto de mente y la evaluación de dimensiones menos tangibles que
las anatomofisiológicas, como son el afecto, el pensamiento y la conducta, surgen como
122
bases de la psicología para la explicación de lo normal y lo anormal. La desviación en
términos psicológicos puede ser causada por factores genéticos, las experiencias
individuales y el desarrollo psicosocial.
¿Qué es la discapacidad?
Por tanto, el término discapacidad se refiere tanto a una limitación funcional como a
una de adaptación o de respuesta al medio. De hecho, este concepto se acuñó para sustituir
a muchos otros, considerados hoy como despectivos para la persona como son: deficiente,
inválido, minusválido, tullido, etcétera.
123
Discapacidad es un vocablo que pretende evitar estigmas para la persona, por lo que
es importante señalar que no califica a ésta, sino que describe una característica o atributo
de él. En este sentido, el concepto como tal debe utilizarse siempre como adjetivo y nunca
como sustantivo. Es decir, el profesional del área no debe utilizar el termino discapacitado
(o sordo, o retrasado mental) sino de la siguiente manera: "una persona con discapacidad"
(o con sordera, o con retraso mental). Resulta indispensable entonces separar el concepto
de discapacidad de sus asociaciones despectivas de defecto, falta, deficiencia, incapacidad,
desventaja, malformación y enfermedad.
Barreras y etiquetas
Barreras y etiquetas son conceptos que por lo común se utilizan en relación con el
concepto de discapacidad, por lo que se les mencionará brevemente.
Las barreras son obstáculos para el desarrollo pleno del individuo con discapacidad
porque restringen las oportunidades de acceso, logro o desempeño de algunos roles
sociales. Si bien el concepto de discapacidad implica alguna limitación funcional del sujeto,
no es posible entender esta aislada del contexto social. En el medio social existen
innumerables barreras que hacen de una limitación funcional una discapacidad. La barreras
no son solamente físicas, como en el caso de las escaleras para una persona en silla de
ruedas, sino también psicológicas y sociales en términos de actitudes, creencias y
expectativas que discriminan a las personas con discapacidad.
Desde el punto de vista de la psicología social, las etiquetas son heurísticos que se
utilizan para simplificar la concepción compleja de una persona. Existen razones
profesionales, culturales y sociales para etiquetar a las personas. Desde el punto de vista
profesional, las etiquetas son necesarias para saber a quiénes van dirigidos los servicios de
educación especial, y desde un punto de vista social, facilitan la comunicación entre los
investigadores y personas involucradas en la prestación de servicios, así como la
identificación de las necesidades específicas de un grupo de personas. Sin embargo, las
etiquetas también son fuente de estigma y prejuicio para el sujeto que las porta.
Más allá del ámbito social, las etiquetas tienen también un efecto individual o
intrapersonal en las personas a quienes se les imputan. Desafortunadamente, en los sujetos
con discapacidad las opiniones negativas y prejuicios que los demás tienen de ellos
influyen en la conformación de un autoconcepto negativo. Por ejemplo, hay niños con
inteligencia normal que actúan como tontos, y se sienten así porque se les ha manejado
como tales y sus padres los han etiquetado como tontos, infundiendo con ello sentimientos
de devaluación a través de su trato cotidiano. Otros, abusan de su estatus de hipoacústicos
124
para entender algunas cosas y otras no, generalmente con ventajas para ellos: "oyen lo que
les conviene". Para que esto no suceda, hay que considerar que se trabaja con seres
humanos independientes de la etiqueta que tengan así como de la tendencia del medio, que
por lo regular influye en la percepción que se tiene de una persona. En el ámbito educativo
se ha comprobado de manera experimental que cualquier rotulación conduce a segregar a
estos alumnos y a crearles confusiones perjudiciales para su educación (Miller, 1983). Por
esta razón, algunos autores han propuesto que a los alumnos de educación especial se les
llame "niños en dificultad", "alumnos especiales", "sujetos excepcionales", etcétera. Sin
embargo, las ventajas y desventajas del uso de estas etiquetas están aun poco
documentadas.
125
con la tendencia de entonces de describir a la discapacidad como un evento catastrófico
desde el punto de vista psicológico.
En esta perspectiva de logro, Wright (1972) describió las siguientes conductas como
signos de adaptación inadecuada a la discapacidad: actuar como si no existiera la
condición, idealizar la normalidad, subvaluar tanto las posibilidades conductuales de
normalización como las habilidades de compensación.
Shoutz (1971) revisó la mayoría de las teorías existentes acerca de las reacciones
emocionales ante la discapacidad, enfocándose en las esferas emocionales que estas teorías
suponían que se afectaban por ésta. Identificó cinco grandes grupos que engloban las
principales tendencias en los estudios publicados y textos existentes acerca de la psicología
126
de la discapacidad: 1) teorías enfocadas hacia el impacto de la discapacidad en la
autoimagen; 2) teorías acerca de las condiciones asociadas a mayores niveles de angustia y
frustración en las personas con discapacidad; 3) teorías de los efectos de la discapacidad en
la motivación de la persona; 4) estudios enfocados a la comparación social entre personas
con discapacidad y sin ella, y 5) teorías que explican las actitudes negativas hacia las
personas con alteraciones físicas y de movilidad.
En relación con la teoría del proceso por etapas, Trieschmann (1984) revisó evidencia
de investigación empírica, concluyendo que podría cuestionarse la validez de este
concepto: "No existe suficiente evidencia empírica para validar las etapas consecutivas de
este proceso, ya que la mayor parte de los estudios han demostrado una tremenda
variabilidad individual en la discapacidad" (página 128). De modo similar, otros autores
como Taylor (1967), Dunn (1969) y Dinardo (1971) han dado a conocer que la depresión,
127
por ejemplo, no es una reacción común en pacientes con lesión vertebral. De lo que se
deduce que si la teoría del proceso por etapas se utiliza indiscriminadamente los psicólogos
de los centros de rehabilitación podrían caer en el círculo vicioso que describió
Trieschmann: "Si la persona admite estar deprimida, éste es un problema psicológico que
necesita tratamiento. Si la persona dice no estar deprimida, se etiqueta como negación,
también como un problema psicológico que necesita tratamiento" (página 130).
Ahora existen más preguntas que respuestas. Por ejemplo, ¿Existen reacciones
características en discapacidades específicas?, ¿hay diferencias raciales, de edad o de
género ante una misma discapacidad?, ¿existen diferencias entre entidades agudas y
crónicas? Hay pues una necesidad imperiosa de fortalecer la investigación científica que
aborde los problemas psicológicos que presentan los pacientes dentro del proceso de
rehabilitación. Una deficiencia importante en esta área ha sido el fracaso de los
investigadores al tratar de controlar la tremenda variabilidad de las características y
reacciones psicológicas que presentan las personas en el proceso de rehabilitación, aun
dentro de una misma categoría de discapacidad (por ejemplo: en enfermedades isquémicas,
lesión vertebral, etcétera).
Por esta razón, no se han asociado rasgos psicológicos generales con categorías
generales de discapacidad. Trieschmann (1984) sugiere que la investigación en psicología
de rehabilitación incluya diseños que consideren la heterogeneidad inherente de las
poblaciones cuya única característica común sea quizá, el que sufran de alguna
discapacidad específica. Par ejemplo, Fordyce (1964) estudió la personalidad de pacientes
que se recuperaban de lesión espinal y los dividió en dos grupos: aquellos responsables del
accidente, dado que conducían en estado de ebriedad, y aquellos que fueron víctimas, como
los atropellados en la acera. Los responsables por el accidente tuvieron puntuaciones
mayores en las escalas 3(Hy) y 4(Pd) del Inventario multifásico de personalidad de
Minnesota (MMPI). El estudio, aunque de poco valor para la prevención de la lesión
espinal, ilustra cómo la investigación puede explorar la relación entre rasgos psicológicos
particulares y discapacidades específicas.
De hecho, se sugiere que los métodos de investigación que controlan las variables
relevantes en la predicción del éxito o fracaso de la intervención médica y psicológica en la
rehabilitación podrían ser más útiles para generar información clínica importante. Por
128
ejemplo, Dinardo (1971) informó que aquellos pacientes con lesión espinal con un locus de
control interno, eran menos propensos a la depresión y se adaptaban mejor a sus nuevas
circunstancias que aquellos con un locus de control externo.
UNIDAD 2
Marco político-legal de la integración de personas con necesidades especiales.
129
Art. 81. Cap. VI, Art. 102-103- la integración de personas con
104 Caracas: necesidades especiales.
Distribuidora Escolar.
□ Identifica en carla texto las
10. De Hernández, I. (2002).
Fundamentos de la educación responsabilidades que en lo particular
venezolana. Mimeografiado. corresponden a los Estados nacionales.
Caracas.
□ Analiza las acciones, que tú conoces,
11. Rodríguez Rengifo, Y. (2004). que ha desarrollado el Estado
La integración escolar desde la venezolano, en cuanto a lograr la
perspectiva política y legal. integración social efectiva de las
Caracas.
personas con necesidades especiales.
130
UNIDAD 2. OBJETIVO 2
Marco político-legal de la integración de personas con
necesidades especiales
Contenido
Comentario
131
132
LECTURA N° 7
Lus, M. A. (1995). De la integración escolar a las
escuelas integradoras. Declaración de Salamanca
(pp. 133-168). Buenos aires: Paidós.
Prefacio
Las prestaciones educativas especiales —problema que afecta por igual a los países
del norte y el los del sur— no pueden progresar aisladamente, sino que deben formar parte
de una estrategia global de la educación y, desde luego, de nuevas políticas sociales y
económicas. Requieren una reforma considerable de la escuela ordinaria.
Estos documentos reflejan un consenso mundial sobre las futuras orientaciones de las
prestaciones educativas especiales. La UNESCO se siente orgullosa de haber participado en
esta Conferencia y en sus importantes conclusiones. Todos los interesados deben aceptar
ahora el reto y actuar de modo que la Educación para Todos signifique realmente PARA
TODOS, en particular para los más vulnerables y los más necesitados. El futuro no está
escrito, sino que lo configurarán nuestros valores, nuestra forma de pensar y de actuar.
133
Nuestro éxito en los años venideros dependerá no tanto de lo que hagamos como de los
frutos que de nuestros esfuerzos vayamos cosechando.
Confió en que todos los lectores de este documento contribuirán a, aplicar las
recomendaciones de la Conferencia de Salamanca, procurando poner en práctica su
mensaje en sus respectivas esferas de competencia.
Reafirmando el derecho que todas las personas tienen a la educación, según recoge la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948; y renovando el empeño de la
comunidad mundial en la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos de 1990 de
garantizar ese derecho a todos, independientemente de sus diferencias particulares,
Recordando las diversas declaraciones de las Naciones Unidas, que culminaron en las
Normas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades para las Personas con
Discapacidad, en las que se insta a los Estados a garantizar que la educación de las personas
con discapacidad forme parte integrante del sistema, educativo. Observando con agrado la
mayor participación de gobiernos, grupos de apoyo, grupos comunitarios y de padres, y
especialmente de las organizaciones de personas con discapacidad en los esfuerzos por
mejorar el acceso a la enseñanza de la mayoría de las personas con necesidades especiales
que siguen al margen. Y reconociendo como prueba de este compromiso la participación
activa de representantes de alto nivel de numerosos gobiernos, organizaciones especia-
lizadas y organizaciones intergubernamentales en esta Conferencia Mundial,
134
escuelas ordinarias, que deberán integrarlos en una pedagogía centrada en el niño,
capaz de satisfacer esas necesidades,
• las escuelas ordinarias con esta orientación integradora representan el medio más
eficaz para combatir las actitudes discriminatorias, crear comunidades de acogida,
construir una sociedad integradora y lograr la educación para todos; además,
proporcionan una educación efectiva a la mayoría de los niños y mejoran la
eficiencia y, en definitiva, la relación costo-eficacia de todo el sistema educativo.
135
• a las organizaciones no gubernamentales que participan en la programación
nacional y la prestación de servicios:
― a que fortalezcan su colaboración con los organismos oficiales nacionales e
intensifiquen su participación en la planificación, aplicación y evaluación de una
educación integradora para los alumnos con necesidades educativas especiales;
• a la UNESCO, como organización de las Naciones Unidas para la educación, a:
― velar porque las necesidades educativas especiales sean tenidas en cuenta en todo
debate sobre la educación para todos en los distintos foros,
― obtener el apoyo de organizaciones de docentes en los temas relacionados con el
mejoramiento de la formación del profesorado en relación con las necesidades
educativas especiales,
― estimular a la comunidad académica para que fortalezca la investigación, las redes
de intercambio y la creación de centros regionales de información y
documentación, y a actuar también para difundir tales actividades y los resultados
y avances concretos conseguidos en el plano nacional, en aplicación de la presente
Declaración,
― a recaudar fondos mediante la creación, en su próximo Plan a Plazo Medio (1996-
2002), de un programa ampliado para escuelas integradoras y programas de apoyo
de la comunidad, que posibilitarían la puesta en marcha de proyectos piloto que
presenten nuevos modos de difusión y creen indicadores referentes a la necesidad
y atención de las necesidades educativas especiales.
136
participantes y en las resoluciones, recomendaciones y publicaciones del sistema de las
Naciones Unidas y de otras organizaciones intergubernamentales, especialmente las
Normas Uniformes sobre la Igualdad de Oportunidades para las Personas con
Discapacidad.1 Tiene en cuenta también las propuestas, directrices y recomendaciones
formuladas por los cinco seminarios regionales de preparación de esta Conferencia
Mundial.
3. El principio rector de este Marco de Acción es que las escuelas deben acoger a todos
los niños, independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, sociales,
emocionales, lingüísticas u otras. Deben acoger a niños discapacitados y niños bien
dotados, a niños que viven en la calle y que trabajan, niños de poblaciones remotas o
nómadas, niños de minorías lingüísticas, étnicas o culturales y niños de otros grupos o
zonas desfavorecidas o marginadas. Todas estas condiciones plantean una serie de
retos para los sistemas escolares. En el contexto de este Marco de Acción, el término
"necesidades educativas especiales" se refiere a todos los niños y jóvenes cuyas
necesidades se derivan de su capacidad o sus dificultades de aprendizaje. Muchos
niños experimentan dificultades de aprendizaje y tienen por lo tanto necesidades
educativas especiales en algún momento de su escolarización. Las escuelas tienen que
encontrar la manera de educar con éxito a todos los niños, incluidos aquellos con
discapacidades graves. Cada vez existe un mayor consenso en que los niños y jóvenes
con necesidades educativas especiales sean incluidos en los planes educativos
elaborados para la mayoría de los niños y niñas. Esta idea ha llevado al concepto de
escuela integradora. El reto con que se enfrentan las escuelas integradoras es el de
desarrollar una pedagogía centrada en el niño, capaz de educar con éxito a todos los
niños y niñas, comprendidos los que sufren discapacidades graves. El mérito de estas
escuelas no es sólo que sean capaces de dar una educación de calidad a todos los niños;
con su creación se da un paso muy importante para intentar cambiar las actitudes de
discriminación, crear comunidades que acojan a todos y sociedades integradoras.
1
Normas uniformes de las Naciones Unidas sabre la igualdad de oportunidades para las personas con discapacidad. Resolución 48/96
aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 48a reunión del 20 de diciembre de 1993.
137
supuestos predeterminados en cuanto al ritmo y la naturaleza del proceso educativo.
Una pedagogía centrada en el niño es positiva para todos los alumnos y, como
consecuencia, para toda la sociedad. La experiencia nos ha demostrado que se puede
reducir el número de fracasos escolares y de repetidores, algo muy común en muchos
sistemas educativos, y garantizar un mayor nivel de éxito escolar. Una pedagogía
centrada en el niño puede servir para evitar el desperdicio de recursos y la destrucción
de esperanzas, consecuencias frecuentes de la mala calidad de la enseñanza y de la
mentalidad de que “lo que sirve para uno sirve para todos”. Las escuelas que se centran
en el niño son además la base para la construcción de una sociedad centrada en las
personas que respete tanto la dignidad como las diferencias de todos los seres
humanos. Existe la imperiosa necesidad de cambiar de perspectiva social. Durante
demasiado tiempo, los problemas de las personas con discapacidades han sido
agravados por una sociedad invalidante que se fijaba más en su discapacidad que en su
potencial.
A. Política y organización
B. Factores escolares
C. Contratación y formación del personal docente
D. Servicios de apoyo exteriores
E. Áreas prioritarias
F. Participación de la comunidad
G.Recursos necesarios
6. La tendencia de la política social durante las dos décadas pasadas ha sido fomentar la
integración y la participación y luchar contra la exclusión. La integración y la
participación forman parte esencial de la dignidad humana y del disfrute y ejercicio de
los derechos humanos. En el campo de la educación, esta situación se refleja en el
desarrollo de estrategias que posibiliten una autentica igualdad de oportunidades. La
experiencia de muchos países demuestra que la integración de los niños y jóvenes con
necesidades educativas especiales se consigue de forma más eficaz en escuelas
integradoras para todos los niños de una comunidad. Es en este contexto en el que los
que tienen necesidades educativas especiales pueden avanzar en el terreno educativo y
en el de la integración social. Las escuelas integradoras representan un marco favorable
138
para lograr la igualdad de oportunidades y la completa participación, pero para que
tengan éxito es necesario realizar un esfuerzo en común, no sólo de los profesores y del
resto del personal de la escuela, sino también de los compañeros, padres, familias y
voluntarios. La reforma de las instituciones sociales no sólo es una tarea técnica, sino
que depende ante todo de la convicción, el compromiso y la buena voluntad de todos
los individuos que integran la sociedad.
7. El principio fundamental que rige las escuelas integradoras es que todos los niños
deben aprender juntos, siempre que sea posible, haciendo caso omiso de sus
dificultades y diferencias. Las escuelas integradoras deben reconocer las diferentes
necesidades de sus alumnos y responder a ellas, adaptarse a los diferentes estilos y
ritmos de aprendizaje de los niños y garantizar una enseñanza de calidad por medio de
un programa de estudios apropiado, una buena organización escolar, una utilización
atinada de los recursos y una asociación con sus comunidades. Debería ser, de hecho,
una continua prestación de servicios y ayuda para satisfacer las continuas necesidades
especiales que aparecen en la escuela.
8. En las escuelas integradoras, los niños con necesidades educativas especiales deben
recibir todo el apoyo adicional necesario para garantizar una educación eficaz. La
escolarización integradora es el medio más eficaz para fomentar la solidaridad entre los
niños con necesidades especiales y sus compañeros. La escolarización de niños en
escuelas especiales —o clases especiales en la escuela con carácter permanente—
debiera ser una excepción, que sólo sería recomendable aplicar en aquellos casos, muy
poco frecuentes, en los que se demuestre que la educación en las clases ordinarias no
puede satisfacer las necesidades educativas o sociales del niño, o cuando sea necesario
para el bienestar del niño o de los otros niños.
139
10. Los países que tengan pocas o ninguna escuela especial harían bien, en general, en
concentrar sus esfuerzos en la creación de escuelas integradoras y de servicios
especializados sobre todo en la formación del personal docente en las necesidades
educativas especiales y en la creación de centros con buenos recursos de personal y
equipo, a los que las escuelas podrían pedir ayuda necesarios para que puedan servir a
la mayoría de niños y jóvenes.
12. Dado que en el pasado un número relativamente bajo de niños con discapacidad han
podido acceder a la educación, especialmente en los países en desarrollo, existen
millones de adultos con discapacidades que no tienen ni los rudimentos de una
educación básica. Es necesario, por tanto, realizar un esfuerzo en común para que todas
las personas con discapacidades reciban la adecuada alfabetización a través de
programas de educación de adultos.
13. Es particularmente importante darse cuenta de que las mujeres han estado doblemente
en desventaja, como mujeres y como personas con discapacidad. Tanto mujeres como
hombres deberían participar por igual en el diseño de los programas de educación y
tener las mismas oportunidades de beneficiarse de ellos. Sería necesario realizar en
particular esfuerzos para fomentar la participación de las niñas y mujeres con
discapacidades en los programas de educación.
14. Este Marco de Acción se ha pensado para que sirva de directriz para la planificación de
acciones sobre necesidades educativas especiales. Evidentemente no puede recoger
todas las situaciones que pueden darse en diferentes países y regiones y debe, por tanto,
adaptarse para ajustarlo a las condiciones y circunstancias locales. Para que sea eficaz,
debe ser completado por planes nacionales, regionales y locales inspirados por la
voluntad política y popular de alcanzar la educación para todos.
140
II. Directrices para la acción en el plano nacional
A. Política y organización
18. Las políticas de educación en todos los niveles, del nacional al local, deben estipular
que un niño o niña con discapacidad asistan a la escuela más cercana: es decir, a la
escuela a la que debería asistir si no tuviera esa discapacidad. Las excepciones a esta
norma deberán preverse sólo en los casos en los que sea necesario recurrir a
instituciones especiales.
19. La integración de niños con discapacidades deberá formar parte de los planes
nacionales de "educación para todos". Incluso en los casos excepcionales en que sea
necesario escolarizar a los niños en escuelas especiales, no es necesario que su
educación esté completamente aislada. Se deberán procurar que asistan a tiempo
parcial a escuelas ordinarias. Se deberán tomar las medidas necesarias para conseguir
la misma política integradora de jóvenes y adultos con necesidades especiales en la
enseñanza secundaria y superior, así como en los programas de formación.
20. Deberá prestarse particular atención a las necesidades de los niños y jóvenes con
discapacidades graves o múltiples. Tienen tanto derecho como los demás miembros de
la comunidad a llegar a ser adultos que disfruten de un máximo de independencia, y su
educación deberá estar orientada hacia ese fin, en la medida de sus capacidades.
21. Las políticas educativas deberán tener en cuenta las diferencias individuales y las
distintas situaciones. Debe tenerse en cuenta la importancia de la lengua de signos
141
como medio de comunicación para los sordos, por ejemplo, y se deberá garantizar que
todos los sordos tengan acceso a la enseñanza en la lengua de signos de su país. Por las
necesidades específicas de comunicación de los sordos y los sordos/ciegos, sería más
conveniente que se les impartiera una educación en escuelas especiales o en clases y
unidades especiales dentro de las escuelas ordinarias.
22. La rehabilitación basada en la comunidad debe formar parte de una estrategia general
destinada a impartir una enseñanza y una capacitación eficaces en función de los costos
para personas con necesidades educativas especiales. La rehabilitación basada en la
comunidad debería constituir un método específico de desarrollo comunitario que
tienda a rehabilitar, ofrecer igualdad de oportunidades y facilitar la integración social
de las personas discapacitadas. Su aplicación debe ser el resultado de los esfuerzos
combinados de las propias personas discapacitadas, sus familias y comunidades y de
los servicios educativos, sanitarios, profesionales y de asistencia social.
23. Tanto las políticas como los acuerdos de financiación deben fomentar y propiciar la
creación de escuelas integradoras. Habrá que derribar los obstáculos que impidan el
traslado de escuelas especiales a escuelas ordinarias y organizar una estructura
administrativa común. Los progresos hacia la integración deberán ser evaluados por
medio de estadísticas y encuestas en las que se pueda comprobar el número de alumnos
con discapacidades que se benefician de los recursos conocimientos técnicos y equipo
destinado a las personas con necesidades educativas especiales, así como el número de
alumnos con necesidades educativas especiales matriculados en escuelas ordinarias.
24. Se debe mejorar en todos los niveles la coordinación entre los responsables de la
enseñanza y los de la salud y asistencia social, con objeto de establecer una
convergencia y una complementariedad eficaz. En los procesos de planificación y
coordinación también se deberá tener en cuenta el papel real y potencial que pueden
desempeñar las organizaciones semipúblicas y las organizaciones no gubernamentales.
Será necesario realizar un esfuerzo particular para conseguir el apoyo de la comunidad
para atender a las necesidades educativas especiales.
B. Factores escolares
142
integración y una adecuada financiación, un esfuerzo a nivel de información pública
para luchar contra los prejuicios y fomentar las actitudes positivas, un extenso
programa de orientación y formación profesional y los necesarios servicios de apoyo.
Será necesario introducir los cambios que a continuación se detallan en la
escolarización, y muchos otros, para contribuir al éxito de las escuelas integradoras:
programa de estudios, edificios, organización de la escuela, pedagogía, evaluación,
dotación de personal, ética escolar y actividades extraescolares.
27. La mayoría de los cambios necesarios no se limitan a la integración de los niños con
discapacidades. Estos cambios forman parte de una reforma de la enseñanza necesaria
para mejorar su calidad y pertinencia y la promoción de un mejor aprovechamiento
escolar por parte de todos los alumnos. En la Declaración Mundial sobre Educación
para Todos se recalca la necesidad de un modelo que garantice la escolarización
satisfactoria de toda la población infantil. La adopción de sistemas más flexibles y
adaptables capaces de tener en cuenta las diferentes necesidades de los niños
contribuirá a conseguir el éxito en la enseñanza y en la integración. Las siguientes
directrices se centran en los puntos que han de ser tenidos en cuenta a la hora de
integrar a los niños con necesidades educativas especiales en escuelas integradoras.
28. Los programas de estudios deben adaptarse a las necesidades de los niños y no al
revés. Por consiguiente, las escuelas deberán ofrecer opciones curriculares que se
adapten a los niños con capacidades e intereses diferentes.
29. Los niños y niñas con necesidades educativas especiales deben recibir un apoyo
adicional en el programa regular de estudios, en vez de seguir un programa de estudios
diferente. El principio rector será el de dar a todos los niños la misma educación, con la
ayuda adicional necesaria para aquellos que la requieran.
31. Para seguir los progresos de cada niño, habrá que revisar los procedimientos de
evaluación. La evaluación formativa deberá integrarse en el proceso educativo
ordinario para mantener al alumno y al profesor informados del dominio del
aprendizaje alcanzado, determinar las dificultades y ayudar a los alumnos a superarlas.
32. Se deberá prestar un apoyo continuo a los niños con necesidades educativas especiales,
desde una ayuda mínima en las aulas ordinarias hasta la aplicación de programas de
apoyo pedagógico suplementarios en la escuela, ampliándolos, cuando sea necesario,
para recibir la ayuda de profesores especializados y de personal de apoyo exterior.
143
33. Cuando sea necesario, se deberá recurrir a ayudas técnicas apropiadas y asequibles
para conseguir una buena asimilación del programa de estudios y facilitar la
comunicación, la movilidad y el aprendizaje. Las ayudas técnicas resultarán más
económicas y eficaces si proceden de un centro común en cada localidad, donde se
disponga de conocimientos técnicos para ajustar las ayudas a las necesidades
individuales y mantenerlas actualizadas.
Gestión escolar
36. Los directores de los centros escolares deberán encargarse en particular de fomentar
actitudes positivas en la comunidad escolar y de propiciar una cooperación eficaz entre
profesores y personal de apoyo. Las modalidades adecuadas de apoyo y la función
exacta de los distintos participantes en el proceso educativo deberán decidirse mediante
consultas y negociaciones.
37. Cada escuela debe ser una comunidad colectivamente responsable del éxito o el fracaso
de cada alumno. El equipo docente, y no cada profesor, deberá compartir la
responsabilidad de la enseñanza impartida a los niños con necesidades especiales. Se
deberá invitar a padres y voluntarios a participar de forma activa en la labor de la
escuela. Los maestros, sin embargo, desempeñan un papel decisivo como encargados
de la gestión del proceso educativo, al prestar apoyo a los niños mediante la utilización
de los recursos disponibles tanto en el aula como fuera de ella.
Información e investigación
144
nente. Se deberá prestar apoyo en el plano nacional al aprovechamiento de las
experiencias comunes y la creación de centros de documentación; asimismo se deberá
mejorar el acceso a las fuentes de información.
39. Las prestaciones educativas especiales deberán integrarse en los programas de inves-
tigación y desarrollo de instituciones de investigación y centros de elaboración de
programas de estudio. Se deberá prestar especial atención a este respecto a las investi-
gaciones prácticas centradas en estrategias pedagógicas innovadoras. Los profesores
deberán participar activamente en la realización y en el estudio de tales programas de
investigación. Se deberán efectuar asimismo experimentos piloto y estudios a fondo
para orientar la adopción de decisiones y orientar las acciones futuras. Estos experi-
mentos y estudios podrán ser el resultado de esfuerzos conjuntos de cooperación de
varios países.
41. Los programas de formación inicial deberán inculcar en todos los profesores, tanto de
primaria como de secundaria, una orientación positiva hacia la discapacidad que per-
mita entender qué es lo que puede conseguirse en las escuelas con servicios de apoyo
locales. Los conocimientos y las aptitudes requeridos son básicamente los de una bue-
na pedagogía, esto es, la capacidad de evaluar las necesidades especiales, de adaptar el
contenido del programa de estudios, de recurrir a la ayuda de la tecnología, de indivi-
dualizar los procedimientos pedagógicos para responder a un mayor número de ap-
titudes, etc. En las escuelas normales prácticas se deberá prestar especial atención a
preparar a todos los profesores a que ejerzan su autonomía y apliquen sus competen-
cias a la adaptación de los programas de estudios y la pedagogía a fin de que respondan
a las necesidades de los alumnos, y a que colaboren con los especialistas y con los
padres.
42. Un problema que se repite en los sistemas de educación, incluso en los que imparten
una enseñanza excelente a los alumnos con discapacidades, es la falta de modelos para
estos. Los alumnos con necesidades especiales necesitan oportunidades de relacionarse
con adultos con discapacidades que han tenido éxito en la vida, para que puedan basar
su vida y sus expectativas en algo real. Además, habrá que formar y presentar ejemplos
a los alumnos con discapacidades de personas que las han superado, para que puedan
contribuir a determinar las políticas que les afectaran más tarde a lo largo de su vida.
Los sistemas de enseñanza deberán, por tanto, intentar contratar a profesores capaci-
tados y a personal de educación con discapacidades, y deberán intentar también
145
conseguir la participación de personas de la región con discapacidades, que han sabido
abrirse camino en la educación de los niños con necesidades educativas especiales.
43. Las aptitudes requeridas para responder a las necesidades educativas especiales
deberán tenerse en cuenta al evaluar los estudios y al expedir el certificado de aptitud
para la enseñanza.
49. Los servicios de apoyo son de capital importancia para el éxito de las políticas
educativas integradoras. Para garantizar que se presten servicios exteriores en todos los
niveles a los niños con necesidades especiales, las autoridades de educación deberán
tener en cuenta los puntos siguientes:
146
50. El apoyo a las escuelas ordinarias podría correr a cargo tanto de las instituciones de
formación del profesorado como del personal de extensión de las escuelas especiales.
Las escuelas ordinarias deberán utilizar cada vez más estas últimas como centros
especializados que prestan apoyo directo a los niños con necesidades educativas
especiales. Tanto las instituciones de formación como las escuelas especiales pueden
dar acceso a dispositivos y materiales específicos que no existen en las aulas
ordinarias.
51. Se deberá coordinar en el plano local el apoyo exterior prestado por personal
especializado de distintos organismos, departamentos e instituciones, como profesores
consultores, psicólogos de la educación, ortofonistas y reeducadores, etc. Las
agrupaciones de escuelas han resultado una estrategia provechosa para movilizar los
recursos educativos y fomentar la participación de la comunidad. Se les podría
encomendar colectivamente que respondieran a las necesidades educativas especiales
de alumnos de su sector, dándoles la posibilidad de asignar los recursos en
consecuencia. Estas disposiciones deberán abarcar también los servicios
extraeducativos. En efecto, la experiencia parece indicar que los servicios de educación
se beneficiarían considerablemente si se hicieran mayores esfuerzos para lograr una
utilización óptima de todos los especialistas y todos los recursos disponibles.
E. Áreas prioritarias
52. La integración de niños y jóvenes con necesidades educativas especiales seria más
eficaz y correcta si se tuviesen especialmente en cuenta en los planes educativos las
prestaciones siguientes: la educación preescolar para mejorar la educabilidad de todos
los niños, la transición de la escuela a la vida laboral activa y la educación de las niñas.
La educación preescolar
53. El éxito de las escuelas integradoras depende en gran medida de una pronta
identificación, evaluación y estimulación de los niños muy pequeños con necesidades
educativas especiales. Se deberán elaborar programas de atención y educación para
niños de menos de 6 años de edad o reorientarlos para que fomenten el desarrollo
físico, intelectual y social y la respuesta escolar. Estos programas tienen un importante
valor económico para el individuo, la familia y la sociedad, ya que impiden que se
agraven las condiciones invalidantes. Los programas de este nivel deben reconocer el
principio de integración y desarrollarse de modo integral, combinando las actividades
preescolares y la atención sanitaria de la primera infancia.
54. Muchos países han adoptado políticas en favor de la educación preescolar, sea
promoviendo la creación de jardines o escuelas infantiles, sea organizando la
información a las familias y las actividades de sensibilización juntamente con los
servicios comunitarios (salud, maternidad y puericultura), las escuelas y las
asociaciones locales familiares o de mujeres.
147
Preparación para la vida adulta
55. Se deberá ayudar a los jóvenes con necesidades educativas especiales a que vivan una
correcta transición de la escuela a la vida adulta. Las escuelas deberán ayudarlos a ser
económicamente activos e inculcarles las aptitudes necesarias para la vida cotidiana,
enseñándoles habilidades funcionales que respondan a las demandas sociales y de
comunicación y a las expectativas de la vida adulta. Esto exige técnicas de capacitación
apropiadas y experiencias directas en situaciones reales fuera de la escuela. Los
programas de estudios de los estudiantes con necesidades educativas especiales en
clases superiores deberán incluir programas de transición específicos, apoyo para el
ingreso en la enseñanza superior cuando sea posible, y la subsiguiente capacitación
profesional para prepararlos a funcionar como miembros independientes y activos de
sus comunidades al salir de la escuela. Estas actividades deberán llevarse a cabo con la
participación activa de los orientadores profesionales, los sindicatos, las autoridades
locales y los diferentes servicios y organismos interesados.
57. Se deberá prestar la necesaria atención a las personas con discapacidades a la hora de
diseñar y aplicar los programas educativos. Estas personas deberán tener prioridad en
tales programas. También se deberán diseñar cursos especiales que se ajusten a las
necesidades y condiciones de los diferentes grupos de adultos con discapacidades.
F. Perspectivas comunitarias
58. Los Ministerios de Educación y las escuelas no deben ser los únicos en perseguir el
objetivo de impartir enseñanza a los niños con necesidades educativas especiales. Esto
exige también la cooperación de las familias y la movilización de la comunidad y de
las organizaciones de voluntarios, así como el apoyo de todos los ciudadanos. Se
pueden deducir varias lecciones muy útiles de la experiencia de países o regiones que
han procurado igualar las prestaciones educativas para los niños y jóvenes con
necesidades educativas especiales.
148
Asociación con los padres
59. La educación de los niños con necesidades educativas especiales es una tarea
compartida por padres y profesionales. Una actitud positiva de los padres propicia la
integración escolar y social. Los padres de un niño con necesidades educativas
especiales necesitan apoyo para poder asumir sus responsabilidades. La función de las
familias y los padres podría mejorarse facilitando la información necesaria de forma
simple y clara; responder a sus necesidades de información y capacitación en atención
de los hijos es una tarea de singular importancia en contextos culturales con escasa
tradición de escolarización.
60. Los padres son los principales asociados en lo tocante a las necesidades educativas
especiales de sus hijos, y a ellos debería corresponder, en la medida de lo posible, la
elección del tipo de educación que desean que se imparta a sus hijos.
61. Se deberán estrechar las relaciones de cooperación y de apoyo entre los administradores
de las escuelas, los profesores y los padres. Se procurará que estos últimos participen
en la adopción de decisiones, en actividades, educativas en el hogar y en la escuela
(donde podrían asistir a demostraciones de técnicas eficaces y recibir instrucciones
sobre cómo organizar actividades extraescolares) y en la supervisión y apoyo del
aprendizaje de sus hijos.
62. Los gobiernos deberán fomentar la asociación con los padres mediante declaraciones de
política y la preparación de leyes sobre los derechos de los padres. Se deberá promover
la creación de asociaciones de padres y hacer participar a sus representantes en la
concepción y aplicación de programas destinados a mejorar la educación de sus hijos.
También se deberá consultar a las organizaciones de personas con discapacidades a la
hora de diseñar y aplicar los programas.
Participación de la comunidad
149
movimientos juveniles y el papel potencial de las personas de edad y otros voluntarios,
tanto en los programas escolares como extraescolares.
65. Cada vez que una acción de rehabilitación basada en la comunidad se inicie desde el
exterior, corresponde a la comunidad decidir si ese programa formará parte de las
actividades de desarrollo comunitario en curso. La responsabilidad del programa
deberá incumbir a distintos actores de la comunidad, entre ellos las organizaciones de
personas con discapacidades y otras organizaciones no gubernamentales. Cuando
proceda, las organizaciones gubernamentales nacionales y regionales deberán también
prestar apoyo financiero y de otro tipo.
67. Se deberá invitar a las organizaciones de personas con discapacidades —esto es, las
organizaciones en las que dichas personas influyen de forma decisiva— a que
participen activamente en la determinación de las necesidades, la formulación de
opiniones y prioridades, la evaluación de los servicios y la promoción del cambio.
Sensibilización pública
G. Recursos necesarios
70. La creación de escuelas integradoras como la forma más eficaz de conseguir una
educación para todos debe ser reconocida como una política gubernamental clave que
150
habrá que situar en lugar destacado en el programa de desarrollo de un país. Sólo así se
podrán obtener los recursos necesarios. Los cambios introducidos en las políticas y en
las prioridades no serán eficaces a no ser que se cumplan un mínimo de requisitos en
materia de recursos. Será necesario llegar a un compromiso político, tanto a nivel
nacional como de la comunidad, para la asignación de nuevos recursos o la
reasignación de los ya existentes. Las comunidades deben desempeñar un papel
esencial en la creación de escuelas integradoras, pero también es primordial el apoyo
del gobierno para idear soluciones eficaces y viables.
71. La distribución de recursos a las escuelas deberá tener en cuenta de manera realista las
diferencias de gastos necesarios para impartir una educación apropiada a los niños con
capacidades distintas. Lo más realista sería empezar por prestar apoyo a las escuelas
que desean impartir una enseñanza integradora e iniciar proyectos piloto en
determinadas zonas para adquirir la experiencia necesaria para la expansión y la
generalización paulatina. En la generalización de la enseñanza integradora, la
importancia del apoyo y de la participación de especialistas deberá corresponder a la
naturaleza de la demanda.
72. También se deberán asignar recursos a los servicios de apoyo para la formación de
profesores, los centros de recursos y los profesores encargados de la educación
especial. También se deberá proporcionar la asistencia técnica adecuada para la puesta
en práctica de un sistema educativo integrador. Los modelos de integración, por tanto,
deberán estar relacionados con el desarrollo de los servicios de asistencia a nivel
central e intermedio.
73. La puesta en común de los recursos humanos, institucionales, logísticos, materiales y
financieros de los distintos servicios ministeriales (educación, salud, bienestar social,
trabajo, juventud, etc.), las autoridades territoriales y locales y otras instituciones
especializadas es un medio eficaz de obtener el máximo provecho. Para combinar los
criterios educativos y sociales sobre las prestaciones educativas especiales se requerirán
estructuras de gestión eficaces que favorezcan la cooperación de los distintos servicios
en el plano nacional y local y que permitan la colaboración entre las autoridades
públicas y los organismos asociativos.
151
cooperación internacional será apoyar el inicio de proyectos piloto cuyo objetivo sea la
comprobación de los enfoques y la creación de capacidades.
76. La organización de asociaciones regionales o entre países que comparten los mismos
criterios acerca de las prestaciones educativas especiales podría desembocar en la
planificación de actividades conjuntas bajo los auspicios de los mecanismos regionales
y subregionales de cooperación existentes. Esas actividades podrían aprovechar las
economías de escala, para basarse en la experiencia de los países participantes y
fomentar la creación de capacidades nacionales.
77. Una misión prioritaria que incumbe a las organizaciones internacionales es facilitar
entre países y regiones el intercambio de datos, información y resultados sobre los
programas piloto relativos a las prestaciones educativas especiales. El acopio de
indicadores internacionales comparables sobre los avances de la integración en la
enseñanza y en el empleo deberá formar parte de la base de datos mundial sobre
educación. Se podrían establecer centros de enlace en las subregiones para facilitar los
intercambios de información. Se deberán reforzar las estructuras existentes en el plano
regional e internacional y extender sus actividades a ámbitos como las políticas, la
programación, la capacitación de personal y la evaluación.
152
82. Se procurará que las reuniones internacionales y regionales sobre temas relacionados
con la educación traten temas relativos a las prestaciones educativas especiales como
parte integrante del debate y no como tema aparte. Así, por ejemplo, la cuestión de las
prestaciones educativas especiales deberá inscribirse en el orden del día de las
conferencias ministeriales regionales organizadas por la UNESCO y otros organismos
intergubernamentales.
84. Se deberá establecer una coordinación en el plano internacional para favorecer, en las
tecnologías de la comunicación, los requisitos de acceso universal que constituyen el
fundamento de la nueva infraestructura de la información.
85. El presente Marco de Acción fue aprobado por aclamación, previa discusión y con las
correspondientes enmiendas, en la sesión de clausura de la Conferencia, el 10 de junio
de 1994. Está destinado a orientar a los Estados miembros y a las organizaciones no
gubernamentales en la aplicación de la Declaración de Salamanca de principios,
política y práctica para las necesidades educativas especiales.
Ainscow, M.; Echeita, G., y Duk, C.: "Necesidades especiales para el aula, una iniciativa
de la UNESCO para la formación del profesorado en el ámbito de la integración
escolar" (mimeografiado).
Bartel, N.R. y Guskin, S.L.: "La disminución como fenómeno social", Cátedra de
Pedagogía Diferenciada, Universidad Nacional de La Plata, mimeografiado.
Bertoni, A. y otros: "Diagnóstico del parasistema de recuperación", Buenos Aires, 1988,
mimeografiado.
Blanco, Rosa: "Innovación y recursos educativos en el aula", en A Marchesi, C. con y J.
Palacios, Desarrollo psicológico y educación III, Madrid, Alianza, 1994.
Braslavsky, B. y Librandi, A: "Origen social de los alumnos que concurren a las escuelas
diferenciales de Buenos Aires", investigación realizada en la UBA, 1974.
Braslavsky, B: "Hay una pedagogía especial?", Memoria 1, Congreso Nacional sobre
Deficiencia Mental, México, 1981.
Brinmer, G. y Poniatowska, E.: Gaby Brimmer, México, Grijalbo, 1979.
GRESAS: El fracaso escolar no es una fatalidad, Buenos aires, Kepelusz, 1986.
153
154
LECTURA N° 8
Ochaíta A. E. y Espinosa, M. (2004). Hacia
una teoría de las necesidades infantiles y
adolescentes. (pp.) Madrid: McGraw Hill.
Capítulo 7
2
Estos requisitos se expusieron y explicaron al comienzo del capítulo 3 de este libro
155
humanas como una nueva propuesta teórica y práctica sobre las necesidades infantiles y
adolescentes. Ahora se trata de analizar la numerosa información disponible sobre las
relaciones entre necesidades y derechos humanos y la muy escasa dedicada específicamente
a necesidades y derechos de la infancia.
La importancia de tener en cuenta las necesidades humanas como base para justificar
moralmente la existencia de derechos humanos universales ha sido –y es actualmente—
tratada de forma rigurosa por los estudiosos de la filosofía del Derecho. Encontramos
referencias a este tema desde diferentes perspectivas teóricas, en la casi totalidad de los
autores consultados [por ejemplo, Añón (1994), Añón y Ruiz (1999) Bobbio (1990), De
Lucas y Añón (1990), Díaz (1998), Dworkin (1988 y 1990), Fernández, (1984), Hart (1963
y 1992), Hierro (1982, 1998a y 1998b), Labrada (1998), Laporta (1998), MacCormick
(1982), Muguerza, (1989), Nino (1989 y 1990), Peces-Barba (1987, 1993 y 1995), Pérez
Luño (1986) y Rawls (1971 y 1982)]. Sin embargo, como ya se ha dicho, a pesar de la
importancia que tiene la defensa de los derechos de nuestros ciudadanos más jóvenes, son
escasos los autores que relacionan necesidades y derechos en las etapas correspondientes a
la infancia y la adolescencia (Flekkoy, 1993; Hierro; 1991, 1994a y 1994b; MacCormick,
1998; Ochaíta y Espinosa, 1997, 1998 y 2001).
3
Por ejemplo, Vemengo, 1989
156
Tabla 7.1. Los tres paradigmas básicos sobre el origen y justificación de los hechos
humanos
El fundamento de los
derechos humanos,
está en ciertos valores
• Habermas
Constructivismo morales que son
• Rawls
moral previos al derecho
• Dworkin
positivo, pero que
• Hierro
deben ser reconocidos
• Niño
por éste
• MacCormick
Los derechos
• Ruiz Miguel
adquieren
• Muguerza
su satisfacción en las
satisfacción de las
necesidades humanas.
157
Pero antes de continuar el estudio de este tema hay que señalar que las autoras han
optado, según su propio criterio, por una de las formas posibles de clasificación de los
paradigmas, en concreto la que hemos considerado más útil y sencilla para los objetivos de
este capítulo. En absoluto se pretende, por tanto, que ésta sea la clasificación mejor o más
oportuna para los propios filósofos del Derecho. También es importante decir que el
resumen de los paradigmas o doctrinas expuesto en la Tabla 7.1 constituye una exposición
muy simplificada del problema, ya que cada uno de ellos —iusnaturalismo, positivismo y
constructivismo moral—, no tiene una posición unitaria sobre la fundamentación de los
derechos humanos. Por ejemplo, como se intentará desarrollar a continuación, la mayor
parte de los autores, incluso muchos de los denominados positivistas, utilizan el concepto
de necesidades para fundamentar el derecho positivo. Existen, por tanto, versiones fuertes
o débiles (quizá pudiéramos llamar a algunas, eclécticas) de cada una de esas tres posturas
teóricas4.
Pérez Luño, que según él mismo dice pretende conjugar iusnaturalismo y positivismo,
define los derechos humanos como: un conjunto de facultades e instituciones que, en cada
momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad
humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente en los ordenamientos jurídicos a
nivel nacional e intemacional. En realidad, la definición no parece claramente de corte
iusnaturalista, como pretende su propio autor, ya que no se afirma que las facultades le
vengan dadas al hombre por ser inherentes a su propia naturaleza. Más bien se trata de un
texto que argumenta razones de tipo ético como fundamento de los derechos humanos. Por
otra parte, Pérez Luño se acerca mucho a las posiciones positivistas defendidas por autores
como Peces-Barba y Bobbio al tener en cuenta la dimensión histórica de los valores éticos
y al apelar al consenso como modo de definir cuáles son las necesidades básicas.
4
Un magnífico ejemplo de las diversas formas de entender el programa por los autores españoles cuyas aportaciones teóricas pueden
encuadrarse en los distintos paradigmas lo constituye el libro compilando por Mugerza en 1989 con el título El fundamento de los
derechos humanos. El texto contiene las aportaciones de conocidos profesores de Filosofía del Derecho, Moral y Política que mantienen
postura más o menos extremas del iusnatralismo, el positivismo y la filosofía moral.
158
chos humanos son a) exigencias éticas justificadas; b) especialmente importantes. y c) que
deben ser protegidas eficazmente en particular a través del aparato jurídico. Estos tres
rasgos indican que los derechos humanos son tales por su carácter moral siendo accidental
el reconocimiento jurídico”.
Por otra parte, si tenemos en cuenta los derechos que deben considerarse fun-
damentales, también la práctica totalidad de los filósofos del Derecho, desde los que
mantienen posiciones más liberales hasta los socialdemócratas consideran que el valor
fundamental que el derecho debe proteger es la libertad. La idea de que la libertad,
entendida como igualdad formal de los ciudadanos ante el Estado, constituye la base de los
derechos humanos —y de que el derecho debe proteger este valor que le viene dado al
hombre por naturaleza— está presente en los textos de Pufendorf, Locke y Kant y como se
analizará, en el Apartado 7.1.1, aparece como el principal valor en las primeras decla-
raciones de derechos humanos. Posteriormente, con el surgimiento del socialismo, y con el
progresivo reconocimiento jurídico de los derechos económicos, sociales y culturales, se
considera que la libertad es imposible sin la igualdad material, es decir el derecho de todos
los hombres y mujeres a la satisfacción de necesidades básicas.
5
Peces-Barbara. 1995, páginas 102-103
159
lidades, y que es por consiguiente la base de la moralidad (...) Precisamente aparece aquí la
conexión de esta libertad con la idea de libertad social, política y jurídica, fundamento de
los derechos, puesto que ésta surge en la vida social para garantizar en la vida social la
capacidad de elección, frente a los condicionamientos sociales producidos por el poder, por
otras personas, por la existencia de necesidades básicas no satisfechas y por la falta (o la
obstrucción) de los canales de participación en la vida política (...) El modelo genérico de
libertad psicológica o de elección que existe en todos los hombres normales, es el que nos
interesa y el que sirve para compararla con la libertad social, política y jurídica, y para
entender la conexión instrumental de esta respecto a la primera. El hombre es el único
animal capaz de decir no, y este rasgo identificador de nuestra animalidad racional es
objeto del estudio de la Antropología y la Psicología, aunque para la filosofía moral y
jurídica es también importante”6.
La tesis fundamental que subyace a este paradigma es que los derechos son de origen
natural; esto es que son inherentes al hombre por su propia naturaleza y que, por tanto, no
es necesario que estén reconocidos a nivel legislativo para demostrar su existencia. Este
tipo de argumentos está presente en autores tales como Cicerón, San Agustín o Santo
Tomás, para quienes el derecho natural es de origen divino, es la divinidad la que ha
otorgado al hombre sus características que le distinguen de los otros animales.
6
Peces-Barba, 1995, páginas 229. La negrita es de las autoras
7
Obra citada, página 230.
160
su obra de 1672, Derecho natural y de gentes, que trascendió las fronteras continentales
europeas para ser un referente tanto de la declaración inglesa de derechos humanos como
de la americana. Pufendorf ya destaca el concepto de libertad como esencia del ser humano
y así considera que es la dignidad de la persona la que justifica la idea de que los hombres
son iguales y libres por naturaleza. Asimismo, las ideas de Grocio y Pufendorf influyeron
notablemente en Locke que, indudablemente fue un claro formulador de una teoría
iusnaturalista de los derechos. Por su parte, Rousseau dio un importante giro al
iusnaturalismo racionalista al poner de manifiesto las desigualdades de la sociedad
estamental del siglo XVIII y la necesidad de un nuevo contrato social. Como es sabido, su
obra influyó de forma clara en las declaraciones de derechos humanos, especialmente en la
francesa.
Kant fue quien formuló y sistematizó una teoría de los derechos retomando las
distintas contribuciones realizadas en los dos siglos anteriores. Los aspectos fundamentales
de su pensamiento al respecto se recogen en sus obras Crítica de la razón práctica y
Metafísica de las costumbres (17% - 1797). De acuerdo con Martínez de Pisón (1997),
Kant intenta resolver los problemas sobre la libertad planteados por sus antecesores —
Puffendorf, Hobbes, Locke y Rousseau— y lo hace de forma original. Partiendo de las
ideas de los autores ilustrados termina proponiendo una teoría completamente diferente.
Sigue siendo plenamente racionalista pero se aleja de los planteamientos naturalistas en el
sentido de que no extrae sus conclusiones a posteriori de la reflexión sobre la naturaleza
humana. Considera que la investigación del mundo moral tiene que estudiar a priori las
categorías previas a la experiencia que enmarcan el conocimiento humano.
Es así como Kant elabora su filosofía moral y su teoría de los derechos en la que tiene
un papel central el concepto de libertad como autonomía, que implica la capacidad del
individuo para crear sus propias normas, para decidir lo que debe o no hacer. Esta
concepción de la libertad no conlleva, sin embargo, una total subjetividad, ya que las
normas que se autoimpone cada individuo están sometidas al principio moral básico de
toda moralidad que es el “imperativo categórico”. Su concepto de libertad como autonomía
se manifiesta en su teoría de los derechos que ha sido retomada recientemente por los
filósofos morales del derecho. Pero también desarrolla un concepto de autonomía jurídica
que es más próxima a la libertad negativa, la libertad de defenderse contra el Estado o
contra los demás. Este concepto de libertad, junto al de propiedad, también formulado por
Kant, constituye la base sobre la que se fundará el Estado liberal del siglo XIX, liberalismo
que ha resurgido en los últimos años con autores tales como Hayeck y Nozick (Martínez de
Pisón, 1997).
161
siguen, el conocimiento psicológico acerca de las necesidades y de sus satisfactores, se
compatibiliza mejor con diferentes teorías relacionadas con la justificación moral del
derecho e incluso con el positivismo no radical que postula, por ejemplo, Peces-Barba
(1993 y 1995).
Para terminar esta breve explicación sobre el iusnaturalismo es necesario decir que,
aunque en principio esta doctrina considerase innecesaria la positivación de los derechos
humanos, realmente es la filosofía del derecho natural la que subyace a las primeras
declaraciones de derechos humanos, tanto a la inglesa como a la francesa y a la americana,
fundamentalmente por la influencia de los autores anteriormente citados (Hobbes, Locke,
Rousseau y Kant). Existe un consenso generalizado a la hora de aceptar que los derechos
humanos, tal como hoy los entendemos, tienen un origen iusnaturalista, y surgen como
contrarréplica al absolutismo exigiendo toda una serie de garantías civiles, políticas y
procesales de los individuos frente al Estado. Así se puede decir con Guido Fasso que la
codificación constituyó un puente involuntario entre el iusnaturalismo racionalista y el
positivismo jurídico (Aras, 1998).
Son muchos los autores que, cuando estudian el positivismo, se refieren a las palabras
pronunciadas por Bobbio en una ponencia titulada Sobre el fundamento de los derechos del
hombre, presentada al congreso sobre el mismo tema celebrado en L'Aquila en 1964. Decía
Bobbio “ ... el problema de fondo relativo a los derechos del hombre es hoy no tanto el de
justificarlos como el de protegerlos”. Y afirmaba también en la misma línea que “ ... el
problema del fundamento de los derechos humanos ha tenido su solución en la Declaración
Universal de Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas el
10 de diciembre de 1948”8. Algo semejante podría decirse sobre la importancia que tiene
para el reconocimiento de los derechos de la infancia la Convención de Naciones Unidas
sobre los Derechos del Niño de 20 de noviembre de 1989. Nos referiremos en profundidad
a este importante texto en el Apartado 7.3.2.1, de este mismo capítulo.
8
Bobbio (1964). Sobre los derechos humanos. Conferencia recogida en su libro. El problema de la guerra y las vías de la paz. 1979.
162
Con independencia de la dudosa eficacia que haya tenido la Declaración de Naciones
Unidas, que se debe a los problemas con que se encuentra la legitimación y la aplicación de
las declaraciones universales, las afirmaciones de Bobbio expresan claramente la esencia
del “positivismo” jurídico. Los derechos humanos no deben reducirse a meras exigencias
éticas, a derechos morales. Para que sean efectivos han de estar escritos en los textos
legales nacionales e internacionales. Ello implica pasar del por qué, o fundamento, al para
qué o importancia de la práctica que implica su incorporación al derecho positivo.
No se trata de que los filósofos positivistas nieguen por completo la existencia de una
moralidad previa al derecho positivo, sino que se oponen a la utilización del término
derechos morales. Estos derechos, no recogidos en textos legales vinculantes son
calificados por Bobbio (1990) como aspiraciones o pretensiones (claims) o como derechos
en sentido débil, por contraposición a los otros, positivizados, considerados como fuertes.
Lo dicho hasta aquí permite entender que el estudio de los derechos humanos dentro
de la filosofía positivista lleva implícita la necesidad de hacer un análisis histórico y
cultural del desarrollo del derecho positivo. Dado que no existen unos derechos naturales,
fundamentales o inalienables, la comprensión del desarrollo de los derechos humanos ha de
hacerse teniendo en cuenta el contexto histórico y cultural en el que han surgido. El primer
derecho que se hace explícito en las primeras declaraciones de derechos humanos es el de
libertad, entendida primero como libertad negativa frente a los poderes del Estado y de los
otros individuos y más tarde, por influencia de Kant, como autonomía o capacidad de
decisión. Posteriormente se llega a la idea de igualdad en la satisfacción de necesidades
básicas, por la influencia de la filosofía socialista y a la democracia como mecanismo
necesario para llegar a un consenso sobre las necesidades. Los derechos relativos al medio
ambiente o los de defensa del patrimonio genético serían impensables para nuestros
antepasados ilustrados. Así, en palabras de Bobbio: “Ciertas exigencias nacen sólo cuando
nacen ciertas necesidades. Nuevas necesidades nacen en relación al cambio de las
condiciones sociales y cuando el desarrollo técnico permite satisfacerlas”9.
9
Bobbio, 1990, página 19.
163
relativistas extremos para justificar la no generalización y universalización de los derechos
humanos. Y es justamente esto lo que pretende evitar el positivismo de Bobbio. Su
pretensión —y ello nos remite a sus palabras sobre la Declaración Universal de Naciones
Unidas, a las que se hizo referencia anteriormente— es que el derecho de las personas a
que se satisfagan sus necesidades básicas sea universal. Por eso aboga por su
reconocimiento en las constituciones nacionales y en la legislación internacional.
Precisamente este autor considera, en el mismo libro que puede hablarse de tres tipos
de positivismo: a) práctico o impropio; b) escéptico o relativista, y e) teórico o propio,
cuyas características se resumen en la Tabla 7.2. En realidad, tan sólo el positivismo
escéptico o realista se opone activamente a la fundamentación del derecho en valores
morales (o necesidades en el lenguaje que se utiliza en este libro), mientras que las otras
dos formas de positivismo –especialmente el modelo sostenido por Peces Barba— son, en
cierta medida, compatibles, con tal fundamentación.
10
Obra citada, páginas 94 y 95.
164
justifican porque parten de la
voluntad general creadora de la ley
que es fuente no sólo de su lega-
lidad, sino también de su moralidad.
Son muchos los autores que, desde diferentes modelos teóricos, consideran necesario
fundamentar los derechos humanos en ciertos valores morales, aunque en su mayoría
estimen igualmente necesario que éstos sean recogidos en los textos jurídicos. Se trata de
reconocer que existen unos valores tales como la dignidad humana, la libertad, la igualdad,
la satisfacción universal de las necesidades, etc., que son previos al derecho positivo y que
precisamente son esos valores los que deben incluir las constituciones nacionales y los
convenios internacionales. Sin embargo, no todos estos autores utilizan, como lo hacen
MacCormick (1982), Nino (1983 y 1990), Fernández (1987), Laporta (1989) y Ruiz
Miguel (1989), el término derechos morales, término consolidado en el pensamiento
anglosajón y cuyo origen se encuentra en John Stuart Mill.
11
Obra citada, página 57.
165
unos y otros. Sin embargo, como trataremos de explicar a continuación, creemos poder
decir que las teorías que fundamentan el Derecho en una moralidad previa basada en el
modelo kantiano, pero sin olvidar los derechos económicos sociales y culturales derivados
de la tradición socialista, son las que compaginan mejor con la idea de basar los derechos
humanos en la satisfacción de unas necesidades básicas o fundamentales para todas las
personas. Aunque, naturalmente, con la fuerte pretensión de que el Derecho positivo
nacional e internacional recoja por escrito y pueda garantizar la aplicación de los derechos
humanos en la práctica.
12
Citados por Martínez de Pisón, página 127.
166
Es indudable que, en la práctica, este tipo de teorías plantea serios problemas. Por una
parte, los estudios recientes en psicología de la comunicación y en psicología cognitiva
ponen en seria duda la racionalidad del discurso. Por otra parte, como señala Mugerza
(1989), la mayor parte de los progresos en la positivación de las distintas generaciones de
derechos humanos se han producido no gracias al consenso, sino al “disenso” por parte de
grupos de personas disconformes con el orden establecido.
Rawls (1971) propone una teoría de la justicia que tiene en cuenta puntos de vista
distintos a la teoría del Derecho, tornados de la Teoría Económica y de la Teoría de la
Elección Pública. La propuesta de este autor sobre la justicia como equidad constituye un
intento por aclarar cuál es el papel de los derechos en una sociedad justa. De aquí que
considere que la justicia ha de basarse en dos principios: un principio de igual libertad para
todos y el principio de la diferencia.
Tomando la tradición del contrato social de los siglos XVII Y XVIII, se plantea una
situación hipotética original en la que un grupo de individuos ha de negociar para la
provisión de lo que él llama bienes primarios que incluyan derechos y libertades,
oportunidades y poderes, ingresos y riqueza todos ellos necesarios para formular planes de
vida y llevados a cabo eficazmente. Los participantes en este hipotético contrato comparten
un conocimiento básico del mundo natural y social por lo que poseen capacidad técnica
para desarrollarlo. Pero además todos estarán “bajo el velo de la ignorancia” en cuanto que
cada uno no conoce las circunstancias de los demás. Estas personas han de especificar los
derechos eonstitucionales que determinaran sus libertades —positivas y negativas— en la
sociedad futura que están elaborando. Ninguno de los participantes sabe cómo le va a ir en
el “rol” que le tocará asumir en esa sociedad, por lo que es de suponer que cada uno de
ellos se interesará por protegerse a sí mismo en el caso de que pudiera ir a parar a1 las filas
de los más desfavorecidos. Por ello elaboraran unos principios constitucionales que
armonicen al máximo con el mínimo, garantizando siempre los derechos de los menos
favorecidos. Así, tendrán que ponerse de acuerdo en garantizar tanto la igualdad formal —
los derechos y libertad fundamentales— como ciertos principios de igualdad material —los
beneficios económicos y sociales—.
Por tanto, siguiendo a Rawls, en lo primero que se pondrán de acuerdo es en que sus
derechos y libertades fundamentales se salvaguarden mediante un regimen de organización
política democrática. Se trata de los derechos liberales tradicionales: libertad política,
libertad de palabra y reunión, libertad de conciencia y pensamiento, derecho a la propiedad
167
privada y a la seguridad. Pero también tendrían que ponerse de acuerdo en garantizar
ciertos mínimos de igualdad material que se regirá mediante dos principios: desigualdad
social e igualdad de oportunidades. El objetivo es garantizar, por un lado, que la
desigualdad social puede ser buena siempre que favorezca también a los más pobres (es
justo que algunos ganen más con mayor esfuerzo, siempre que aporten parte de sus
ganancias a los más desfavorecidos). Por otra parte, el principio de igualdad de
oportunidades, se deriva del anterior: al justificar la desigualdad social es necesario
garantizar la igualdad de oportunidades para que todas las personas puedan llegar a obtener,
con su esfuerzo, la máxima posición social.
Dworkin (1977, 1988 y 1990) pretende superar algunas de las críticas que los
comunitaristas dirigieron al individualismo de Rawls y a su defensa, en la práctica, de las
desigualdades sociales. Para este autor la justicia consiste en un ideal de igual
consideración y respeto que se resuelve en una igualdad de recursos. Dicha igualdad se
refiere a la igual dignidad de todas las personas y a la igualdad política que se basa en el
principio de la democracia. Su metáfora no es ya la de un contrato ideal que se desarrolla
“bajo el velo de la ignorancia”, sino la de la “subasta y el seguro” que garantice la
verdadera igualdad formal y material de todas las personas. Es, por tanto, irrelevante, para
asegurar una sociedad justa el volumen total de recursos materiales de que disponga una
sociedad; lo importante es que se distribuya a cada persona la misma cantidad de bienes.
Entre nosotros, Hierro (1998a) propone una teoría de los derechos como teoría de la
Justicia, más cercana a la de Rawls que a la de Dworkin, y en la que ha de tenerse en cuenta
el concepto económico de eficiencia. En ella critica el procedimentalismo sosteniendo la
necesidad de incluir consideraciones sobre la justicia de primer orden, es decir: igual
consideración y respeto a todos los participantes. Para Hierro una sociedad justa no debe
entenderse como aquella que pretende una igualdad de resultados. Se requiere tan sólo una
igualdad en la satisfacción de necesidades básicas, que permita a todas las personas actuar
como agentes morales. Ello puede implicar cierta desigualdad de recursos para compensar
desventajas de origen natural (discapacidades) o social (dificultades sociales). “La cuestión,
por tanto, podría reducirse a establecer ese índice de capacidades, necesidades básicas (o
derechos fundamentales) cuya igual satisfacción, incluso al precio de la eficiencia, es
condición de una sociedad justa y que, una vez satisfechas, permiten cualquier ulterior
desigualdad de recursos, riqueza, renta o bienestar que se obtenga sin vulnerar las reglas del
procedimiento justo. Este índice constituiría el mínimo que la justicia exigiría satisfacer
igualmente para todos”13.
13
Hierro, 1998, página 172, La negrita es de las autores.
168
Pasemos finalmente a analizar los autores que utilizan el terminó de derechos
morales. Aunque, como se verá a continuación, estos autores, también desde el paradigma
liberal, fundamentan los derechos humanos de manera muy similar a los que se acaban de
estudiar —contractualistas y consensualistas—, la referencia a la base moral de los
derechos es más explícita y, de hecho, ellos mismos reivindican la utilización de esta
terminología.
Nino parte del paradigma liberal y pretende conjugar, de manera muy semejante a los
autores que hemos denominado contractualistas y consensualistas, la importancia que tiene
la libertad entendida como autonomía o autorrealización individual con la igualdad de
oportunidades para todos los individuos. En una línea semejante a la de Habermas,
considera que el consenso, el diálogo democrático, es la base para construir los principios
morales de una sociedad, la forma en que los individuos libres y autónomos pueden llegar a
decidir sobre las necesidades básicas de todos y cada uno.
Para estos autores —y esto es lo más criticado por los autores positivistas— los
derechos humanos son una parte de los derechos morales, lo que significa que son de
naturaleza moral pues están conectados con ciertas características del discurso moral. Lo
que distingue los derechos humanos de otros derechos morales es que sus titulares son
todos los hombres y mujeres y nada más que todos ellos. Los derechos morales son previos
al derecho positivo y, aunque reconozcan la eficacia de su juridificación, ésta nunca puede
argumentarse como fundamento de tales derechos. Por otra parte, como afirma Ruiz
Miguel (1990), existen normas morales no recogidas en los textos legales —como el
derecho a la objeción de conciencia— y otras normas jurídicas que son amorales e incluso
algunas inmorales —como el derecho a la usura—. Además, el considerar que el hecho de
que una norma esté positivizada implica su fundamento moral puede llegar a justificar
sistemas jurídicos enormemente injustos.
Desde la perspectiva que aquí nos ocupa, la obra de Nino es de un gran interés ya que
utiliza precisamente el concepto de necesidades básicas para fundamentar su propia teoría
de los derechos humanos. Es este concepto el que le permite, desde la perspectiva liberal,
hacer compatible la defensa de la autonomía individual, con una concepción igualitaria de
la sociedad. Así él mismo escribe un artículo en 1990 que titula “Autonomía y necesidades
básicas” cuyo objeto, en sus propias palabras, es “…reivindicar el papel relevante del
reconocimiento de necesidades básicas en el marco de una concepción liberal de la
sociedad”14.
14
Nino, 1990, página 21.
169
Partiendo de la diferenciación clara entre necesidades y deseos, muy próxima a la
propuesta por Doyal y Gough (1992), explica cómo conjugar la defensa de la autonomía
individual como base moral de los derechos humanos, con la de la igualdad en la
satisfacción de necesidades básicas. La teoría que propone —muy semejante a otras
socialdemocrátas como las de Rawls, Dworkin, Hierro o Doyal y Gough— viene a decir
que la defensa del derecho a la libertad individual solo puede tener lugar si los individuos
tienen cubiertas sus necesidades básicas. Así pues, es tarea del Estado, no del individuo,
garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de todos los ciudadanos y es tarea del
individuo obrar libre y autónomamente con los recursos materiales de que dispone. Las
ultimas líneas del artículo anteriormente citado exponen claramente el papel que confiere a
las necesidades en su argumentación: “de este modo, el concepto de necesidades básicas no
sólo sería central en una concepción liberal de la sociedad, sino que haría puente —al
permitir su satisfacción simultanea— entre las dos ideas básicas del liberalismo: la de que
los fines de los individuos deben ser respetados y la de que todo individuo es un fin en sí
mismo15.
15
Obra citada, página 34.
170
los ciudadanos a tomar conciencia de los excesos cometidos por la monarquía, primero en
Inglaterra y posteriormente en América y en Francia. Así, las primeras declaraciones de
derechos humanos, el Bill of Rights de 1689, la Declaración Universal del Buell Puebla de
Virginia de 1776 y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789,
defienden los derechos correspondientes a la necesidad de libertad de los ciudadanos frente
a los poderes del Estado, la llamada libertad negativa. Por supuesto, tal como se recoge en
el siguiente texto de Kant, esta libertad era reconocida sólo para algunos hombres —los
ciudadanos— y desde luego no para las mujeres y los niños:
“Aquel que tiene derecho a voto en esta legislación se llama ciudadano. La única
cualidad exigida para ello aparte de la cualidad natural (no ser niño ni mujer), es ésta: que
uno sea su propio señor y, por tanto, que tenga alguna propiedad (incluyendo en este
concepto toda habilidad, arte o ciencia) que le mantenga; es decir que en los cambios en
que haya de ganarse la vida gracias a otros lo haga sólo por cuenta de lo que es suyo, no
por consentir que otros utilicen sus fuerzas; en consecuencia se exige que no esté al
servicio de, en el sentido estricto de la palabra, de nadie más que de la comunidad”16.
16
Kant, 1793, citado en Peces-Barba. 1995, página 63.
171
socialistas, sucede con Bernstein, quien considera que si bien las instituciones democráticas
derivadas del Estado liberal, en las que no caben las clases trabajadoras, no son las ade-
cuadas para la defensa de los derechos humanos, tampoco lo es el socialismo totalitario. Así
propone la socialdemocracia como alternativa que permita conjugar los derechos civiles y
políticos, con la generalizaci6n de esos derechos y de la igualdad para todas las personas.
17
Peces-Barba, obra citada, página 211.
172
Para los propósitos de este libro es también importante la idea del autor anteriormente
citado según la cual la libertad psicológica o libertad de elección —el hombre es el único
animal capaz de decir no— es la base de la moralidad en la que se basan los derechos
humanos. La libertad moral, o de autonomía moral, tal como la entienden también Doyal y
Gough, es una meta, un fin, un ideal a alcanzar, una utopía para los seres humanos. Pero
esta libertad no puede ser entendida como lo es desde la filosofía iusnaturalista, como un
derecho natural innato, porque no es un punto de partida sino de llegada. Así, es posible
que sólo podamos hablar de libertad innata en el sentido antropológico y no moral, para
referimos a la libertad psicológica como capacidad de elección. Como ya sabe el lector o
lectora, nos hemos referido reiteradamente a ese concepto de libertad en el Capítulo 5, al
estudiar pormenorizadamente la de la importancia necesidad de autonomía en los niños,
niñas y adolescentes.
18
Otros autores, como Hierro (1998) incluyen este tipo de derechos –y también los que se especifican en relación a los titulares– en la
tercera generación, por considerar que los llamados derechos democráticos pueden incluirse en la generación liberal.
173
a) Especificación por razones sociales o culturales: se hace referencia a ciertas
condiciones sociales o culturales de las personas que las sitúan en condiciones de
inferioridad en las relaciones sociales y que, por ella, necesitan una protección
especial, una garantía o una promoción para superar la discriminación, el
desequilibrio o la desigualdad. El ejemplo más claro es el de la especificación de
los derechos de las mujeres, que sólo tiene sentido hasta que se alcancen los
mismos niveles de los hombres en derechos concretos relacionados principalmente
con la familia, el trabajo y la participación política. Una vez que estos niveles se
hayan conseguido, suponen ya para Peces-Barba (1995), una prolongación del
proceso de generalización. En este mismo grupo se sitúan los derechos de los
emigrantes.
b) Especificación por razones físicas: en este caso la especificación se debe a una
condición física que lleva también a una situación de inferioridad. Por ella, el autor
que nos ocupa dice que obligan a una protección especial no vinculada al valor de
igualdad sino al de solidaridad o fraternidad. Pueden ser condiciones generales, al
afectar a todos los hombres durante algún tiempo, o específicas, que afectan a
algunos hombres durante algún tiempo o de forma permanente. En esta categoría
de especificación general por inferioridad física incluye el autor los derechos de la
infancia, ya que “exigen una condición especial fraterna y solidaria ante su
debilidad, inferioridad física, intelectual y social, incluso a veces ante su
abandono”19. Se incluirían también aquí, aunque el autor no lo hace de forma
concreta, los derechos de los ancianos. En la categoría de específicos, se sitúan los
derechos de los discapacitados, lo sean estos de forma temporal o permanente.
Desde la perspectiva de las necesidades humanas básicas que aquí se adopta, este
criterio de especificación de los derechos no nos resulta muy adecuado,
especialmente en lo que se refiere a los grupos de edad, pero tampoco en relación
con las personas discapacitadas. Consideramos más apropiadas las aportaciones
teóricas de Hierro (1994a y 1998a) y de MacCormick (1998) a las que se hará
referencia enseguida.
c) Especificación por razones de relaciones sociales: se considera también que
tienen derechos específicos las personas que se encuentran en determinadas
condiciones sociales en las que tienen una situación de inferioridad. Se trata de los
derechos del consumidor situado frente a monopolios o grandes compañías, o
incluso del usuario de servicios públicos. En este caso los derechos vienen a
desarrollar el valor de igualdad y de seguridad jurídica en las sociedades consu-
mistas y de mercado.
Por el contrario, Hierro (1994a) y MacCormick (1998) consideran que los derechos de
los niños —a los que se hará especial mención en las páginas siguientes—, los de las
mujeres, los de los emigrantes, etc., constituyen no tanto una especificación de los derechos
humanos sino una prueba de la existencia de los mismos. Para ello MacCormick propone
una variante de la teoría del interés que, por contraposición a las teorías del reclamante o de
la voluntad, le permite adjudicar derechos también a aquellos individuos que no pueden
19
Peces-Barba, 1995, página 181
174
reclamarlos por sí mismos. En cualquier caso, el hecho de que todas las personas tengan
derechos se basa, de acuerdo con Hierro (1994a), en la teoría moral de los derechos —
teoría que el autor defiende— y que implica un individualismo tanto metodológico como
sustantivo, lo que supone que el individuo tiene unos valores morales básicos. De ello se
deriva que el individuo tiene unos derechos morales y que puede tener ciertos derechos
específicos por alguna circunstancia determinada, como ser niño o ser mujer, pero es el
individuo y no el grupo el titular de los derechos. El autor considera la extensión de estos
derechos como un proceso de generalización desde las posturas liberales que se expusieron
más arriba y que limitaban los derechos a los ciudadanos varones, al resto de los seres
humanos. Esta posición teórica es más acorde con las teorías de las necesidades humanas,
que son las mismas para todos los individuos, aunque determinados sujetos, como los
niños, los ancianos o los discapacitados precisen satisfactores especiales para cubrirlas.
20
Peces-Barba, 1995, página 188
175
punto de partida la dignidad de la persona y su independencia como punto de llegada, por
lo que la pretensión moral del desarrollo de los grupos o de los pueblos sólo se justifica
como expresión de las pretensiones de los individuos que las componen.
Es importante señalar que el derecho al desarrollo tiene su origen en los estudios rela-
cionados con el análisis económico del derecho. Así está muy vinculado a los estudios
realizados por autores como Doyal y Gough (1992) o Sen (1984 y 1987) en relación con la
satisfacción de necesidades humanas en el contexto internacional. Como se dijo en el
Capítulo 3, surge de organizaciones como Naciones Unidas que, a partir de los años se-
senta, intentaron establecer un equilibrio en los intercambios internacionales desde la
perspectiva liberal. No obstante, a pesar del optimismo económico que se vivió entre 1960
y 1970, el “nuevo orden económico internacional” sólo se vio reflejado en declaraciones
sobre derechos y deberes económicos de los Estados, y la situación de los países en desa-
rrollo no sólo no mejoró sino que empezó a empeorar a partir de la década de los años o-
chenta. Obviamente queda aún mucho camino por recorrer para que el Derecho interna-
cional y las instituciones encargadas de desarrollarlo tengan un poder efectivo que les
permita garantizar la satisfacción de necesidades básicas de todos los ciudadanos del
mundo.
176
derado oportuno hacer una breve reflexión sobre el papel de las necesidades infantiles y
adolescentes como fundamento de sus derechos. A este respecto hemos de señalar que son
muy pocos los autores que se han ocupado de estudiar la fundamentación teórica de los
derechas de la infancia y la adolescencia (Flekkoy, 1993; Hierro, 1991, 1994b;
MacCormick, 1998). Esto se debe, muy probablemente, a la supuesta dificultad que tiene
justifica la existencia de derechos en las personas menores de edad que, desde el punto de
vista del Derecho, no tienen capacidad legal para ejercerlos. Sin embargo, como desarro-
llamos a continuación, es precisamente la perspectiva de las necesidades a que permite
encontrar la base para la justificación de tales derechos. Por el contrario, sí se la hecho una
considerable labor de recopilación de la legislación relacionada con la infancia y la
adolescencia (por ejemplo en castellano, Álvarez y Calvo, 1998; Jiménez, 1999; Mariño y
Díaz, 1998).
7.3.1. Las necesidades como fundamento moral de los derechos de los niños y las niñas
Como se analizó en el primer apartado de este capítulo, aunque la mayor parte de los
filósofos del derecho admiten en alguna medida la relación entre necesidades humanas y
derechos humanos, es el paradigma denominado “constructivismo moral” el que clara-
mente afirma que existen unos valores morales como la integridad física, la libertad y la
igualdad en los que debe basarse el derecho positivo. Por consiguiente, como explicamos a
continuación, es este paradigma el que se toma como referencia básica en las páginas
siguientes.
21
También lo es con la metodología de la investigación que se propone en el capítulo 8
177
En el Capítulo 5 hemos desarrollado con amplitud la propuesta teórica según la cual
los niños, niñas y adolescentes tienen las mismas necesidades que los seres humanos
adultos, aunque la forma, en que se manifiestan esas necesidades varia notablemente con la
edad. Por tanto, en el curso del desarrollo van cambiando los satisfactores de necesidades,
lo que no significa en modo alguno que las necesidades tengan que ser diferentes.
Ciertamente los niños y niñas, especialmente cuando son muy pequeños, precisan un
cuidado y una protección especial por parte de los adultos. En este sentido el Derecho
positivo debe garantizar que todos los niños y niñas dispongan de esos satisfactores
especiales encaminados a su protección. Pero ello no significa que su condición de
personas no garantice que sean considerados, con absoluta prioridad, sujetos activos de
derechos.
178
La especificación por razones físicas es la que afecta directamente a los niños y niñas
(y también a los ancianos o a las personas con discapacidades). Peces Barba considera,
como se ha dicho anteriormente, que estos grupos necesitan una protección especial no
vinculada al valor de igualdad, sino al de solidaridad o fraternidad. Esta forma de entender
los derechos de los niños —y, en general, la explicación de la generalización de los
derechos humanos— en relación con sus características especiales como grupo más que
como individuos, no concuerda con la perspectiva de necesidades que hasta aquí se ha
desarrollado. Como se ha estudiado ampliamente en el Capítulo 6, nuestra tesis sostiene
que los grupos física o socialmente desfavorecidos tienen las mismas necesidades que los
restantes seres humanos, aunque precisen que su sociedad y su cultura les garanticen acceso
a los satisfactores especiales que les permitan integrarse de forma satisfactoria en la
sociedad. Por tanto, la base moral de los derechos y, en consecuencia, el derecho positivo,
han de estar vinculados al valor de igualdad en la satisfacción de necesidades básicas de
todos los ciudadanos en razón de su propia individualidad.
Algunos autores, como Verhellen (1994a), vienen afirmando que los niños han sido
considerados siempre en el ordenamiento jurídico como objetos y no como sujetos. Sin
embargo, otros (Aries, 1960; Díez-Picazo, 1978; Hierro, 1994b; Espinosa, 2001)
consideran que esto no ha sido siempre así, como se ha dicho en el Capítulo 2, dedicado al
desarrollo histórico de la aceptación social de las necesidades infantiles y adolescentes. El
derecho romano y antiguo español graduaba la capacidad de los niños distinguiendo tres
22
Por ejemplo, la Constitución Española de 1978 en el Título Primero, artículo 14, referente a los derechos y deberes fundamentales,
introduce en cierta medida la discriminación de los niños al no incluir la edad como razón para la no discriminación: “Los españoles son
iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, religión, opinión, o cua1quier otra
condición o circunstancia personal o social”. No obstante, la edad pudiera ser incluida, dependiendo del criterio de la interpretación de la
ley, en “cualquier otra condición personal o social”.
179
etapas: infancia, desde el nacimiento hasta los siete años, pueritia, hasta los catorce y
adolescencia, que llegaba hasta los veintiuno. Estas tres etapas implicaban diferentes
formas de entender a los niños y adolescentes a los que se otorgaba, además, distintas
capacidades para ejercer como sujetos de derechos. Es a partir de la Ilustración, con la
codificación liberal, cuando se tiende a sustituir la diferenciación en etapas por otras más
simples: mayor o menor edad. En general, desde la perspectiva jurídica, la minoría de edad
supone la incapacidad general de obrar, cuyas consecuencias han sido notables en la
legislación. Así se ha hecho mucho más hincapié en lo que los niños no son capaces de
hacer que en el análisis de sus capacidades. Sin embargo, como creemos haber demostrado
en este libro, es evidente que los niños y niñas tienen muchas capacidades; son sujetos
activos que tienden a construir su salud física y su autonomía. Por ello, la legislación
específica sobre infancia ha de proteger esas necesidades y —en la medida de lo posible—,
tener en cuenta los conocimientos desarrollados por la psicología evolutiva en relación con
los satisfactores de las necesidades fundamentales en las distintas etapas del desarrollo. Por
todo lo que se acaba de decir, pensamos que la explicación que, desde la perspectiva del
positivismo jurídico y adoptado, entre otros, por Bobbio o Peces-Barba, se hace del
desarrollo de los derechos de los niños siguiendo el proceso de especificación, no resulta
adecuada. En lo que a los derechos de la infancia se refiere, el positivismo jurídico —al
menos con la concepción de Peces-Barba—, parte de la consideración que se hace en los
textos legales de niño como menor de edad, incapaz y objeto de protección. Reproducimos
aquí de nuevo el texto de este autor que se recoge en la cita 18 de este mismo capítulo
porque supone una clara expresión del pensamiento proteccionista derivado de la tradición
liberal del que, en general, resulta difícil que se desprendan los juristas. Los niños “exigen
una condición especial fraterna y solidaria ante su debilidad, inferioridad física, intelectual
y social, incluso a veces su abandono”. Es necesario, en consecuencia, y como ya hemos
dicho, recurrir a la perspectiva del constructivismo moral del derecho a la hora de entender
que los niños son sujetos activos, aunque tampoco desde este marco teórico se haya
realizado mucho trabajo sobre la justificación moral de los derechos de la infancia.
23
MacCormick, 1982, página 129 de la edición castellana de 1990.
180
En realidad, existen dos formas teóricas contrapuestas a la hora de justificar lo que
significa tener un derecho: la teoría de la voluntad y la teoría del interés (Hierro, 1982;
MacCormick, 1982). La teoría de la voluntad o teoría del reclamante, defendida entre otros
por Hart, implica la idea de que tener un derecho significa tener el poder legal de exigir el
cumplimiento de deberes por parte de otros, esto es, que el titular del derecho pueda
reclamarlo a aquellos que tienen la obligación de cumplido. Por el contrario, desde la teoría
del interés o del beneficiario, formulada recientemente por Austin y Bentham, se considera
que tener un derecho conlleva básicamente el defender el beneficio o interés del titular, lo
que significa que tiene un derecho el que se beneficia de la obligación de otro.
Por tanto, para el autor que nos ocupa, es necesario recurrir a una teoría diferente para
justificar los derechos de la infancia y la adolescencia. En realidad, aunque la teoría del
interés resulta apropiada para justificar estos derechos, MacCormick propone una variante
de dicha teoría del interes que consiste en defender la existencia de derechos morales. Los
autores que sostienen la teoría del interés propiamente dicha no admiten que pueda hablarse
de derechos morales, sino únicamente de derechos legales o derecho positivo. Ciertamente
algunos autores recurren a la base moral de esos derechos, esto es, su justificación basada
en necesidades, intereses o deseos, pero MacCormick considera que es un argumento más
fuerte aludir a los derechos morales de los niños, que justificarlos basándose sólo en el
interés. Como se dijo en páginas anteriores de este mismo capítulo, también en España
autores como Nino, Laporta, Fernández y Ruiz Miguel mantienen la existencia de derechos
morales, aunque éstos no utilicen como justificación para hacerlo la existencia de derechos
de derechos de la infancia.
Desde nuestro punto de vista, tal como se analizó en el Apartado 7.1, lo importante a
la hora de justificar una teoría de los derechos humanos —y naturalmente, también de los
derechos de los niños— es el reconocimiento moral de que el derecho positivo debe basarse
en la satisfacción de necesidades. Así, para los objetivos de este libro es absolutamente
imprescindible aceptar la existencia de derechos morales, tan criticados por el positivismo.
El discurso de necesidades —no el de intereses o deseos— que subraya su universalidad, es
suficiente para justificar que las personas que no pueden reclamar sus derechos son
igualmente titulares de ellos. Esto es evidente en el caso de los niños, cuyas necesidades
justifican que deban ser considerados sujetos de derechos desde el momento del
181
nacimiento. Pero también permite justificar, desde las teorías no voluntaristas, los derechos
relativos a la conservación del medio ambiente, o la paz, que pueden del mismo modo
fundamentarse moralmente, tanto desde los argumentos de necesidades morales, como de
derechos morales.
Ya hemos señalado en páginas anteriores de este capítulo que los tratados europeos de
derechos humanos redactados en la época moderna consideraban titulares de derechos
únicamente a los seres humanos adultos, hombres y propietarios. Siguiendo a Hierro
(1994a), el Derecho liberal reconocía la personalidad del niño y por ello, su capacidad para
ser titular del derechos pero en realidad no le interesaba el niño en cuanto niño, sino el
propietario —varón y adulto— en cuanto niño. Así, la Codificación protege los derechos de
propiedad que el niño puede ostentar aunque no pueda ejercerlos por sí mismo. Esto
significa que mientras el Derecho Privado reconoce que el niño es sujeto de derechos,
aunque con incapacidad general de obrar, el Derecho Público no lo reconoce como
ciudadano, porque la participación supone un ejercicio de la libertad de la que el niño
carece por su minoría de edad, por su supuesta incapacidad o inmadurez.
24
Hierro; 1982, página 57.
25
Ver apartado 2.2.
182
disciplinas relacionadas con el estudio de la infancia y la educación. El estatuto de
minoridad y el proteccionismo que conlleva hacia los niños tiene, sin duda, aspectos
positivos —como el interés por la infancia y la educación que se acaba de señalar—, pero
tiene también claros aspectos negativos en lo que a los derechos se refiere: en concreto,
priva a los niños de los derechos fundamentales recogidos para los adultos en las
Declaraciones de derechos humanos: libertad, igualdad y seguridad (Hierro, 1994a y
1994b).
183
7.3.2.1. La legislación sobre derechos de la infancia y la adolescencia en el ámbito
internacional
En el año 1959 se adopta la nueva Declaración de los Derechos del Niño por parte de
la Asamblea General de Naciones Unidas, que constituye el segundo punto de referencia
importante en la positivación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Se trata de
un texto breve, que consta de un preámbulo y diez principios, que especifican para los
niños los principios generales de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948), y
que no tiene carácter jurídicamente vinculante. Sus contenidos, al igual que los de la
Declaración de Ginebra, son claramente proteccionistas y en ella los derechos se presentan
principalmente como obligaciones exigidas a las personas individuales o a las instituciones,
26
Recordemos, por ejemplo, que es en el año 1928 cuando la Baldwin’s Act reconoce, en la Gran Bretaña, igualdad de los sexos en
cuanto al voto.
184
como se pone de manifiesto en la siguiente cita del preámbulo: “Considerando que el niño
con su falta de madurez física o mental, necesita protección y cuidados especiales, incluso
la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento...”. En los diez
principios se reconocen los derechos que aparecen incluidos en la Tabla 7.3.
En primer lugar, hay que señalar que el texto de 1959 incluye el principio del interés
superior del niño, que crea una herramienta de carácter jurídico, de enorme utilidad, a la
hora de tomar decisiones en beneficio del niño en caso de que se produzca un conflicto de
derechos. En segundo lugar, también es muy importante la extensión de la responsabilidad
del ciudadano de los niños, no sólo a las personas particulares sino también a las
organizaciones autoridades locales y gobiernos nacionales. En tercer lugar, hay que
destacar que, a pesar de que la Declaración de Ginebra está considerada como el precedente
de toda la legislación en derechos de la infancia, en su texto no aparece en ningún momento
una referencia explícita a los derechos que reconoce; sin embargo, sí aparece ya, en
repetidas ocasiones, en la Declaración de los Derechos del Niño.
27
Esto supone que no dispone de mecanismos para obligar a los Estados que las ratifiquen a justificar su ordenamiento jurídico a los
principios de las declaraciones
185
En cuarto y último lugar, es necesario referirse a los derechos recogidos en ambas
declaraciones. Si tenemos en cuenta la propuesta de necesidades y satisfactores universales
que hemos hecho en el Capítulo 5, podemos afirmar —como puede verse en la Tabla 7.4—
que la mayor parte los principios incluidos en la Declaración de Ginebra van orientados,
fundamentalmente, a la satisfacción de la necesidad de salud física. Sin embargo, tan sólo
en dos ocasiones se hace referencia a los derechos relacionados con la satisfacción de la
necesidad de autonomía o con las clásicamente denominadas necesidades psicológicas y
sociales. En concreto, el texto se refiere a las condiciones adecuadas para el desarrollo
espiritual y a la protección contra cualquier tipo de explotación. Por el contrario la
Declaración de Derechos del Niño, junto con los derechos encaminados a garantizar la
salud física, incluye un mayor número de los que se relacionan con la autonomía. Por tanto,
podemos decir que la Declaración de los Derechos del Niño supone un paso importante a la
hora de reconocer la misma importancia a las necesidades biológicas que a las de
autonomía para el adecuado desarrollo de las niñas, niños y adolescentes.
Salud física
• Condiciones adecuadas para el desarrollo físico (principio 1).
Declaración de Ginebra • Alimentación (principio 2).
(1924) • Atención médica (principio2).
• Cuidados especiales para los niños deficientes, inadaptados, huérfanos y
abandonados (principio 2).
• Protección en situaciones de emergencia (principio 3).
• Protección contra cualquier tipo de explotación (principio 4).
Autonomía
• Condiciones adecuadas para el desarrollo espiritual (principio 1).
• Protección contra cualquier tipo de explotación (principio 4).
Salud física
Declaración de Derechos • Atención sanitaria, alimentación y vivienda adecuadas (principio 4.)
del Niño (1959) • Cuidados especiales para los niños; física, mental o socialmente impedidos
(principio 5).
• Protecciones en situaciones de emergencia (principio 8).
• Protección contra cualquier tipo de abandono, crueldad y explotación
(principio 9).
• Nombre y nacionalidad (principio 3).
• Recreo (principio 3).
• Educación especial para los niños mental, física o socialmente impedidos
(principio 5).
28
Ponemos entre comillas la palabra derechos, ya que como hemos comentado previamente la Declaración de Ginebra no hace una
referencia explícita a este concepto en ninguna de las partes de su texto.
186
Autonomía
• Familia que proporcione amor, seguridad y comprensión (principio 6).
• Educación (principio 7).
• Protección contra cualquier tipo de abandono, crueldad y explotación
(principio 9).
• Protección contra cualquier tipo de discriminación (principio 10).
29
España ratificó la Convención sobre los derechos del Niño el 30 de noviembre de 1990, posponiéndose su entrada en vigor hasta el 5 de
enero de 1990, desde el 31 de diciembre, fecha en que fue publicada en el Boletín Oficial del Estado, forma parte del Ordenamiento
jurídico español, de acuerdo con el artículo 96 de la Constitución
30
Ruiz-Giménez, 2000, página 44.
187
En segundo lugar, la Convención, aunque sigue haciendo especial énfasis en la
protección que los niños y niñas necesitan en razón de su inmadurez, los considera
fundamentalmente sujetos activos en la construcción de su propio desarrollo. Así, como
analizaremos en las páginas siguientes y como ya hemos señalado en anteriores
publicaciones (Ochaíta y Espinosa, 1997, 1998 y 2001; Espinosa, 2001), este texto recoge
en su articulado una serie de derechos que se orientan a garantizar la satisfacción de la
autonomía infantil, entendida como libertad de agencia y como autonomía crítica. Como
señala Hierro (1994b), la Convención supone una concepción radicalmente distinta de la
infancia que es el de la evolución del conocimiento del desarrollo infantil y adolescentes así
como del desarrollo de nuestras ideas sobre los derechos humanos que ha superado la
concepción liberal originaria. Más concretamente, este texto acaba con la concepción del
niño como propietario no ciudadano, para llegar a concebir a las niñas y los niños como
ciudadanos en desarrollo. En tercer lugar y en relación con lo anterior hay que decir
también que el texto de referencia hace un gran esfuerzo a la hora de implicar a los Estados
y a la necesaria cooperación internacional en la garantía de los derechos económicos,
sociales y culturales. Éstos son, como sabemos, necesarios para garantizar la igualdad
material imprescindible para la satisfacción de necesidades. Finalmente, es importante
destacar que la Convención es extremadamente cuidadosa a la hora de hacer compatibles la
universalidad de los derechos de la infancia con el respeto y la defensa de las diferencias
culturales (Alston, 1994a y 1994b; Alston y Gilmour Walsh, 1997).
La primera parte, artículos 1 a 41, que se resumen en 1a Tabla 7.5, enuncia y define
los derechos de los niños. Son muchas las formas en que los distintos autores estudiosos del
tema han analizado el articulado de la Convención (ver por ejemplo, Verdugo y Soler-Sala,
1996). Por nuestra parte, como se expone a continuación hemos hecho ese análisis desde la
188
perspectiva de la teoría de las necesidades infantiles y adolescentes que se propone en este
libro. En este sentido, creemos poder afirmar que los derechos recogidos en la Convención
abarcan la satisfacción de todas las necesidades de salud física y autonomía a las que se
hizo referencia en el Capítulo 5 (ver resumen en la Tabla 5.9). La Tabla 7.6 presenta un
resumen del contenido del articulado de la primera parte de la Convención, poniéndolo en
relación con los satisfactores universales de necesidades infantiles y adolescentes que
propusimos en el Apartado 5.1.2.
Los cuatro primeros artículos de la Convención, tal como figura en la Tabla 7.6, son
de carácter general y, desde nuestro punto de vista, no se refieren a derechos concretos
relativos a la satisfacción de necesidades de salud física y autonomía. Los artículos, tal
como aparece en la tabla, se refieren, no a satisfactores o necesidades secundarias, sino
como condiciones generales de satisfacción de necesidades. En concreto el artículo I,
Definición de niño, especifica el rango de edad de aplicación de los derechos de la
Convención a los períodos infantil y adolescente (0-18 años). El segundo, No
discriminación, supone el derecho a la igualdad, esto es, la condición de igualdad en la
satisfacción de necesidades básicas para todos los niños, niñas y adolescentes. El artículo 3,
Interés superior del niño, es también una norma general —y de enorme importancia— ya
que, de alguna manera, viene a optimizar todos los derechos contenidos en el Convenio. Se
trata de asegurar por parte de los Estados que, en cualquier proceso de toma de decisiones
que afecte a la infancia y la adolescencia, han de tenerse en cuenta de forma prioritaria sus
intereses. Finalmente, el artículo 4, se refiere al papel general de los Estados Parte como
garantes de todos los derechos recogidos en la Convención, tanto en lo que se refiere a la
salud como a la autonomía. Se hace especial énfasis en los denominados derechos
económicos sociales y culturales que, claramente, se refieren a la igualdad en las
condiciones necesarias para la satisfacción de las necesidades básicas.
31
Realizado por las autoras a partir del texto oficial en español y del resumen realizado por Naciones Unidas.
189
Artículo 15: Derecho a la libertad de asociación.
Artículo 16: Derecho a la protección de la vida privada.
Artículo 17: Derecho al acceso a la información adecuada.
Artículo 18: Derecho a ser criados y educados por ambos padres.
Artículo 19: Derecho a ser protegido contra los malos tratos.
Artículo 20: Derecho a la protección del Estado para los niños privados del medio familiar.
Artículo 21. Derecho a la adopción.
Artículo 22: Derecho de los niños refugiados.
Artículo 23: Derecho de los niños impedidos.
Artículo 24: Derecho a la salud y a los servicios médicos.
Artículo 25: Derecho a la evaluación periódica del internamiento (para fines de salud física o mental).
Artículo 26: Derecho a la seguridad social.
Artículo 27: Derecho a un nivel de vida adecuado.
Artículo 28: Derecho a la educación.
Artículo 29: Derecho a una educación adecuada al desarrollo integral del niño.
Artículo 30: Derecho de los niños pertenecientes a poblaciones indígenas.
Artículo 31: Derecho al descanso, esparcimiento y juego.
Artículo 32: Derecho a ser protegido contra la explotación en el trabajo.
Artículo 33: Derecho a ser protegido del uso de estupefacientes.
Artículo 34: Derecho a ser protegido contra la explotación sexual.
Artículo 35: Derecho a todas las medidas necesarias para prevenir la venta y tráfico de niños.
Artículo 36: Derecho a estar protegido de cualquier otra forma de explotación.
Artículo 37: Derecho a no ser sometido a tortura o privación de libertad.
Artículo 38: Derecho a no participar en conflictos armados.
Artículo 39: Derecho a la recuperación e integración social.
Artículo 40: Derecho relativos a la administración de justicia de menores.
Artículo 41: Derecho a que se respeten las normas vigentes más favorables a los niños.
190
• Arts. 5, 7, 9, 10 y 18: vinculación afectiva, interacción con adultos y niños y
educación no formal.
• Art. 31: juego y tiempo de ocio.
• Arts. 28 y 29: educación formal.
• Arts. 19-21 y 32-37: protección de riesgos psicológicos o de autonomía.
191
Más complicado resulta el análisis de los satisfactores de la necesidad de autonomía.
Como ya hemos señalado en algunas publicaciones (Ochaíta y Espinosa, 1997, 1998 y
2001), la Convención reconoce —aunque no lo haga explícito en esos términos—, el
derecho a la participación infantil tanto en lo que se refiere a la vida familiar y escolar —lo
que podríamos entender como participación no formal—, como a la participación entendida
como libertad formal, es decir a la consideración del niño como ciudadano activo en
desarrollo (ver Tabla 5. 12). Por otra parte, el citado convenio —ya en el Preámbulo—, da
una gran importancia a la familia como contexto natural de crecimiento del niño y dedica
varios de sus artículos a los derechos que tiene el niño a disponer de una vida familiar y
también a que sus propios derechos sean respetados en la familia. Por tanto, podemos decir
que la Convención reconoce como derechos la necesidad de una vinculación afectiva, de
interacción con adultos y niños, así como de educación no formal en el contexto familiar en
los artículos que resumimos a continuación. El artículo 5 establece el derecho del niño a ser
educado dentro de la familia, esto es, a tener la “orientación y dirección de sus padres o de
otros familiares” dentro de las pautas y costumbres culturales. El artículo 7, además del
derecho del niño a tener un nombre y una nacionalidad, reconoce también su “derecho a
conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos”. El artículo 9 se refiere al papel de los
Estados a la hora de velar porque “el niño no sea separado de sus padres”, a no ser que
actúe de acuerdo con el principio de interés superior del niño. El 10 establece el derecho del
niño a la “reunificación familiar y a mantener contacto con ambos padres”, aun cuando
estos vivan en Estados diferentes. El artículo 18 reconoce la necesidad —y el corres-
pondiente derecho— de ser educado por sus progenitores en el sentido de que “ambos
padres tienen obligaciones comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño”.
32
Posteriormente a la Convención se realizó una extensa regulación de la adopción internacional que dio lugar al Convenio de La Haya
de 1993.
192
La Convención concede también una gran importancia a la educación formal a la que
dedica dos extensos artículos, el 28 y el 29. El primero reconoce “el derecho del niño a la
educación y, a fin de que se pueda ejercer progresivamente y en condiciones de igualdad de
oportunidades...” . Para ello se atribuye al Estado el deber de “implantar la enseñanza
primaria obligatoria y gratuita para todos”, de extender la educación secundaria también
obligatoria y gratuita de forma progresiva y de “hacer la enseñanza superior accesible a
todos”. También se refiere a la orientación vocacional, a reducir las tasas de fracaso
escolar y hacer compatible la disciplina escolar con la dignidad del niño. El artículo 29
aborda los objetivos de la educación: “desarrollar la personalidad, las aptitudes y la
capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades”; “inculcar al niño
el respeto por los derechos humanos y libertades fundamentales”; “el respeto de sus padres,
de su propia identidad cultural, su idioma y sus valores”, así como los de su país y los de
otros diferentes al suyo. Se refiere, por último, al papel de la educación formal para
“preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de
comprensión, paz, tolerancia, igualdad entre los sexos y amistad entre todos los pueblos... e
inculcar al niño el respeto por el medio ambiente”.
Por último hacemos referencia a los artículos que se recogen en la última parte de la
Tabla 7.6, bajo la denominación de satisfactores especiales. Estos tres artículos, desde
nuestra perspectiva, no se refieren a derechos encaminados a la satisfacción de necesidades
universales, sino a grupos de niños y niñas que, por razones de discapacidad física,
psicológica o social, necesitan que el derecho les reconozca las garantías de tener
satisfactores especiales para sus necesidades, tal como se ha estudiado en el Capítulo 6.
Así, el artículo 23 desarrolla de forma amplia y pormenorizada el derecho que tienen los
niños con discapacidades —en el texto se les denomina impedidos— a disponer de los
satisfactores especiales de necesidades que precisen para poder llevar una vida normal y
para integrarse y participar en su sociedad. En concreto dice: “Los Estados Partes
reconocen que el niño mental o físicamente impedido deberá disfrutar de una vida plena y
decente en condiciones que aseguren su dignidad, le permitan llegar a bastarse a sí mismo y
faciliten la participación activa del niño en la comunidad”. El artículo 39 se refiere a “la
recuperación física y psicológica y la reintegración social de todo niño victima de cualquier
forma de abandono, explotación o abuso, tortura u otra forma de tratos o penas crueles
inhumanos o degradantes, o conflictos armados”, y por tanto al derecho de estos niños a
tener satisfactores especiales de necesidades —referidas tanto a la salud como a la
autonomía—, que les permitan reintegrarse satisfactoriamente a la vida normal. Por último
incluimos también aquí el artículo 40 que regula extensamente la “administración de la
justicia de menores”. Este artículo se refiere no sólo al trato que debe darse al niño o
adolescente infractor de la ley, sino también a su derecho a la reintegración para cumplir
una función constructiva en la sociedad. Por eso los derechos civiles, penales y procesales
de los niños, niñas y adolescentes infractores van dirigidos, en la Convención, no sólo a
garantizar la legalidad y corrección del proceso, sino también, fundamentalmente, a cubrir,
mediante los satisfactores especiales de autonomía adecuados a cada caso, aquellas
necesidades de autonomía que le permitan una efectiva reintegración social.
193
Para continuar con el análisis de la Convención vamos ahora a revisar brevemente los
artículos incluidos en la segunda parte que como se dijo anteriormente comprende los
artículos 42 a 45. En esta parte del Convenio se establece un firme compromiso de los
Estados Parte para dar a conocer los principios y disposiciones de la Convención por
medios eficaces y apropiados, tanto a los niños como a los adultos –artículo 42— así como
la creación de una forma de control que supervise el cumplimiento de la Convención por
parte de los Estados –artículos 43, 44 y 45-. El control está asegurado por la creación del
Comité de Derechos del Niño, cuya composición y normas generales de funcionamiento se
recogen en el artículo 43. El Comité está formado por diez expertos de reconocido prestigio
a título personal. El período de permanencia de los miembros del Comité es de cuatro años,
pudiendo ser reelegidos si se presenta, de nuevo, su candidatura. El Comité se reúne todos
los años en la sede de Naciones Unidas, o en cualquier otro lugar, si así se estima
conveniente. El artículo 44 regula el compromiso que contraen los Estados para presen-
tarlos informes relativos a la situación de la infancia y la adolescencia en sus respectivos
países, una vez que han ratificado la Convención. El primero de estos informes debe ser
presentado en el plazo de dos años; una vez que haya entrado en vigor la Convención, y en
lo sucesivo serán presentados cada cinco años. Los informes deben contener información
acerca de las circunstancias y dificultades, si las hubiere, que afectan al grado de cumpli-
miento de las obligaciones de la ratificación de la Convención. Así mismo, deben contener
datos suficientes para que el Comité pueda llegar a formarse una impresión general de la
aplicación de la Convención en el país del que se trate. Los Estados Parte deben dar la
máxima difusión a sus informes, entre el público de sus respectivos países. El Comité
puede presentar sugerencias y recomendaciones generales a los países, basadas en la
información recibida; así mismo deberá presentar, cada dos años, un informe a la Asamblea
General de Naciones Unidas en el que se recojan las actividades realizadas durante ese
período de tiempo. Finalmente, en el artículo 45 se regula la posibilidad que tiene el
Comité de contar con organismos especializados para el asesoramiento y la asistencia
técnica en cuestiones específicas relativas a la aplicación efectiva de la Convención
(UNICEF, 1998a).
Para concluir este análisis de la Convención es necesario decir que, a pesar del
enorme avance que ha supuesto este documento para generalizar el cumplimiento de los
derechos de la infancia, en el momento de escribir este texto —ya iniciado el siglo XXI— -
no podemos decir que todas las niñas, niños y adolescentes del planeta tengan realmente
garantizada la satisfacción de sus necesidades básicas. Y ello a pesar de la casi generalidad
de la ratificación por parte de los Estados. Esto se debe, en gran medida a la globalización
de la economía y al neocapitalismo liberal que dominan el orden económico internacional y
que son incompatibles con la satisfacción universal de necesidades humanas básicas.
Ciertamente, las desigualdades entre países pobres y ricos son cada vez mayores y no
puede decirse, en modo alguno, que se haya avanzado mucho en mejorar la situación de la
infancia en los países pobres. Por otra parte, los organismos supranacionales encargados de
la defensa de los derechos humanos no tienen poder ejecutivo y legislativo suficiente para
exigir a los Estados Parte el respeto y las garantías necesarias para el cumplimiento de tales
derechos. Por tanto, es necesario un compromiso político internacional que sitúe los
principios de la economía mundial en los fundamentos del desarrollo humano y que
194
garantice la extensión de los derechos económicos, sociales y culturales a todos los niños,
niñas y adolescentes del mundo, con el objetivo de conseguir la igualdad formal y material
entre todos los hombres y mujeres.
195
días 8 y 10 de mayo de 2002, se presentó en la misma el Informe del Secretario General de
Naciones Unidas que, como resumimos a continuación, puso de manifiesto los avances y
los retos que aun quedan para conseguir el cumplimiento real de los derechos de la infancia
en la comunidad internacional. En la Sesión, la Asamblea General de Naciones unidas
elaboró un informe denominado Un mundo apropiado para los niños que, como resumimos
a continuación, contiene una Declaración, un Examen de los avances logrados y de la
experiencia adquirida y un nuevo Plan de Acción.
El Informe del Secretario General denominado Nosotros los niños señala, como
logros fundamentales conseguidos en los más de 10 años transcurridos desde la Cumbre de
1990, la disminución de las muertes infantiles en tres millones; la casi total erradicación de
la poliomielitis; y la protección de 90 millones de recién nacidos con sal yodada con la
consiguiente prevención de la deficiencia mental. Sin embargo, y a pesar de estos y otros
logros, todavía queda mucho por hacer para garantizar que se satisfagan las necesidades
infantiles básicas. Así, en ese mismo informe se pone de manifiesto que los recursos
prometidos en la Cumbre de 1990, tanto a nivel nacional como internacional, no se habían
recibido íntegramente en el año 2002 y que los derechos más básicos de la infancia y la
adolescencia seguían sin ser respetados. Por ello, cada año mueren alrededor de 10 millones
de niñas y niños por causas que se podrían evitar, sigue habiendo 100 millones de niños y
especialmente de niñas sin escolarizar, 150 millones de niños y niñas son víctimas de la
desnutrición, y el VIH/SIDA se propaga a una velocidad vertiginosa. Y continua habiendo
miles de niños y niñas cuya infancia esta siendo robada por encontrarse sometidos a
condiciones laborales peligrosas y explotadoras, por los efectos de los conflictos armados,
196
de las diferentes formas de explotación y maltrato, de la explotación sexual comercial y la
esclavitud.
34
Asamblea General de Naciones Unidas: Informe del Comité Especial Plenario del vigésimo séptimo período extraordinario de sesiones
de la Asamblea General. Asamblea General de Naciones Unidas, Documentos Oficiales. Suplemento n° 3 (A/S-27/19), 2002.
197
participación real en sus sesiones de niños y niñas de distintos países del mundo. También
hay que destacar la inclusión del derecho al desarrollo sostenible “proteger la tierra para
todos”, que cada vez adquiere mayor importancia a la hora de asegurar la garantía de
necesidades de las presentes y futuras generaciones.
Tabla 7.9. Prioridades y objetivos del Plan de Acción de la Sesión Especial en Foros de
la Infancia de Naciones Unidas (2002).
1. Promoción de una vida a) Reducir al máximo la tasa de mortalidad infantil y de niños menores
sana de 5 años.
b) Reducir al menos en un tercio la tasa de mortalidad materna.
c) Reducir al menos en un tercio la malnutrición de los niños menores
de 5 años.
d) Reducir al menos en un tercio el número de hogares que no tienen
acceso a servicios de saneamiento y agua potable.
e) Ejecutar políticas y programas nacionales de desarrollo físico, social,
emocional, espiritual y cognitivo.
2. Acceso a una educación a) Formular y aplicar estrategias especiales para que todos los niños y
de calidad. adolescentes tengan acceso a la escolarización.
b) Reducir a 50 por 100 el número de niños en edad escolar que no están
matriculados y aumentar la tasa neta de matrícula en enseñanza
primaria.
c) Eliminar las disparidades entre los sexos en las enseñanzas primaria y
secundaria, con especial atención a la educación de las niñas.
d) Mejorar la calidad de la enseñanza básica en todos sus aspectos.
e) Velar para que se atiendan las necesidades educativas de todos los
jóvenes.
f) Conseguir para el 2015, a más tardar, un avance del 50 por 100 en los
índices de alfabetización de adultos.
198
3. Necesidades de proteger a) Proteger a los niños de todas las formas de maltrato, abandono,
a los niños de los malos explotación y violencia.
tratos, la explotación y b) Proteger a los niños de las consecuencias de los conflictos armados.
la violencia. c) Proteger a los niños de todas las formas de explotación sexual,
incluida la pedofilia, la trata de personas y los secuestros.
d) Tomar medidas efectivas de inmediato para eliminar las peores
formas de trabajo infantil.
e) Mejorar la suerte de millones de niños que viven en situaciones
especialmente difíciles.
4. La lucha contra el a) Establecer metas nacionales con un calendario preciso para disminuir
VIH/SIDA. la prevalencia entre chicos y chicas de 15 a 24 años.
b) Reducir para el 2005 el 20 por 100 de lactantes afectados y para el
2010 el 50 por 100.
c) Elaborar y ejecutar políticas y estrategias nacionales para el apoyo a
los huérfanos, niños y niñas.
La Recomendación del Consejo de Europa 1121 (1990) del 1 de febrero, sobre los
Derechos del Niño, se elabora un año después de la promulgación de la Convención de
Naciones Unidas. Como ésta —aunque en la Recomendación sin carácter vinculante—
reconoce que los niños, para su correcto desarrollo, necesitan protección y cuidados por
parte de los adultos, pero también que son sujetos de derechos que deben ejercer por sí
mismo, de forma independiente, incluso en contra de la voluntad de los adultos. El Consejo
recomienda al Comité de Ministros que inste a los Estados Miembros a desarrollar y
unificar la normativa sobre derechos de la infancia en Europa, tal como se resume en la
Tabla 7.10.
199
derechos y dispongan de los instrumentos necesarios para defenderlos. Y, más lejos aún, se
recomienda a los Estados que reconsideren la edad a la que los adolescentes pueden votar.
Tabla 7.10. Recomendación del Consejo de Europa 1121 (1990) sobre los derechos del
niño.
• Que todos los Estados Miembros acuerden la plena capacidad jurídica a la misma edad.
• Que se desarrolle una legislación relativa a los derechos de la infancia coherente en todos
los Estados Miembros.
• Que todos los Estados Miembros firmen y ratifiquen, en la medida en que no lo hayan
hecho ya, los siguientes textos: la Carta Social Europea (1961), el Convenio europeo en
materia de adopción (1967), el convenio europeo sobre el estatus jurídico de los niños
nacidos fuera del matrimonio (1975), el Convenio europeo sobre el reconocimiento o la
ejecución de decisiones en materia de custodia de menores, así como el restablecimiento
de dicha custodia (1980) y el Convenio n° 138 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) sobre edad mínima de admisión al empleo (1973).
• Que se reconozcan a los niños no sólo los derechos civiles y políticos, sino también sus
derechos económicos y sociales.
200
Tabla 7.11. Recomendación del Consejo de Europa 1286 (1996), relativa a una estrategia
europea para los niños.
• Que se ratifiquen todos los convenios del Consejo de Europa relativos a los derechos
y a la protección del niño, en particular la reciente Convención europea sobre el
ejercicio de los derechos de los niños.
• Que se haga de los derechos de los niños una prioridad política.
• Que se garanticen, mediante el reconocimiento explícito en sus textos constitutivos o
en su derecho interno, los derechos civiles y políticos de los niños, así como sus
derechos económicos, sociales y culturales.
• Que se garantice el derecho a la educación gratuita y de calidad en la enseñanza
preescolar, primaria y secundaria.
• Que se difunda el texto de la Convención, por todos los medios posibles.
• Que se dote a los niños de instrumentos para defender sus derechos.
• Que se informe sobre los derechos del niño a los profesionales que trabajan directa o
indirectamente con la infancia y la adolescencia.
• Que se enseñe a los niños a actuar como ciudadanos responsables y que se reconsidere
la edad a la que los adolescentes pueden votar.
• Que se promueva la educación para la prevención del racismo, la intolerancia política
y religiosa, y la violencia, así como el aprendizaje de la tolerancia y la resolución
pacífica de conflictos.
• Que se conceda una atención muy especial a la situación y a las necesidades
específicas de los niños inmigrantes o refugiados, así como a los niños marginados o
pertenecientes a grupos minoritarios.
• Que la sociedad, y muy especialmente todos aquellos ciudadanos que tienen una
relación más o menos directa con los niños: padres, familias, docentes, etc.. asuman
su compromiso y responsabilidad en el desarrollo infantil y adolescente.
• Que se constituya, en el seno del Consejo de Europa, una estructura permanente
intergubernamental y de composición multidisciplinaria, con competencia para
atender a las cuestiones relativas a los niños.
• Que se proporcione la cooperación internacional, incrementando la ayuda a los países
en vías de desarrollo al menos hasta el 0,7 por 100 del PNB, y dedicando, al menos, el
20 por 100 de esa ayuda a servicios sociales básicos.
• Que se adopte una actitud comprensiva, por parte de los Estados Miembros, en cuanto
al pago de la deuda exterior.
201
EI Convenio Europeo sobre el ejercicio de los Derechos de los Niños, adoptado en
1996, tiene un carácter mucho más restringido y concreto a la defensa procesal de los
derechos de los niños. Incluye 26 artículos, agrupados en cinco capítulos. El Capítulo I,
relativo a los ámbitos de aplicación y objeto del convenio, y definiciones, incluye los
artículos 1 y 2. En el Capítulo XI, relativo a las medidas procesales para promover el
ejercicio de los derechos de los niños, incluye los artículos 3 al 15. En este capítulo se
regula el establecimiento de medidas procesales que garanticen el ejercicio de los derechos
de los niños en los procesos judiciales. El Capítulo III, relativo al Comité Permanente,
incluye los artículos 16 al 19, y en el se establecen las funciones de dicho Comité que se ha
de encargar de supervisar el funcionamiento del Convenio. Asimismo se establece su
composición, la periodicidad con que se deben producir sus reuniones, y la forma en que se
han de elaborar los in formes que serán enviados al Comité de Ministros del Consejo de
Europa. El Capítulo IV, con un único artículo, se refiere a las posibles enmiendas al
Convenio y el Capitulo V —artículos 21 al 26— estipula las condiciones de firma,
ratificación, entrada en vigor, aplicación territorial, reservas y denuncia.
La Resolución del Parlamento Europeo sobre los Derechos del Niño, adoptada en
1997, pide a todos los Estados Miembros que apliquen íntegramente la Convención de las
202
Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño. Asimismo, acoge con satisfacción los
resultados de la Conferencia de Oslo, en particular el programa de acción destinado a evitar
y eliminar todas las formas de trabajo intolerable para los niños y, al mismo tiempo, a
garantizar una enseñanza obligatoria. Por ella pide a la Comisión y a los Estados Miembros
que garanticen la puesta en práctica de las medidas comprendidas en el Plan de Acción que
acompaña a la Resolución, que incluyen a la infancia como una prioridad en la Unión
Europea, y que establezca el 20 de noviembre como día europeo dedicado al
reconocimiento de los derechos del niño.Tabla 7.12. Resolución del Parlamento Europeo
A3-314/91, sobre problemas de los niños en la Comunidad Europea.
• Que se propugne una Carta Europea de los Derechos del Niño con carácter
vinculante.
• Que Resolución
Tabla 7.13. se elabore del
un Parlamento
estudio detallado
Europeosobre la 172/92
A3-0 situación de una
sobre los Carta
niños Europea
en la
Comunidad
de Derechos que incluya todos los aspectos posibles de su vida con el fin de
del Niño
establecer prioridades de intervención y definir una política comunitaria sobre
infancia.
• Que se proteja el medio ambiente con el fin de evitar determinadas enfermedades
a los niños.
• Que el Fondo Social Europeo (FSE) contribuya a la creación de viviendas que
tengan en cuenta las necesidades de las familias con hijos, especialmente las de
las familias monoparentales y las de las familias con muchos hijos.
• Que se cree una política de transportes que contribuya a la seguridad de los
niños.
• Que se cree un programa especial, en las escuelas, destinado a la educación en
materia de medio ambiente.
• Que se sensibilice a la opinión pública frente a cualquier forma de violencia
ejercida contra los niños —ya sea física, sexual o psíquica— y que se
intercambie información entre los Estados Miembros en relación a las medidas
para luchar contra este tipo de violencia.
• Que se cree un Registro de niños desaparecidos.
• Que se incluya la educación y la formación profesional dentro de las prioridades
comunitarias
• Que se vele porque todos los niños minusválidos física, psíquica o
sensorialmente reciban en todos los países de la Comunidad las atenciones
necesarias para que puedan valerse por sí mismos, y se les facilite su integración
social.
• Que se prohíba el recurso a niños en la elaboración de videos de carácter
violento pornográfico
• Que se prohíba la publicidad del trabajo, el alcohol y los medicamentos
• durante la programación infantil.
203
• Que se establezca la institución del abogado de menores.
• Que se cree una jurisdicción especial para los menores de dieciocho años,
asistida por educadores, asistentes sociales y psicólogos, que tenga en cuenta que
la finalidad de la resolución judicial debe ser siempre educativa y no represiva.
. • Que se estudien los efectos que sobre el desarrollo infantil puede tener la
ausencia de uno de los progenitores por una pena de prisión.
• Que se fomente la colaboración entre los Estados Miembros en materia de
adopción para evitar cualquier tipo de práctica ilegal a este respecto.
• Que se coordine a escala europea el ius sanguinis, lo que supone que todos los
niños tienen derecho a conocer su filiación biológica y a ser informados en
relación con cualquier diferencia genética y la heredabilidad de la misma.
• Que se tenga en cuenta a los niños en el programa “Europa contra el SIDA”.
• Que se cree un programa de ayuda a los huérfanos ocasionados por el SIDA.
• Que se presente, sin demora, un programa de acción para los niños en la
Comunidad al que se le asigne la dotación financiera correspondiente.
• Se entenderá por niño todo ser humano hasta la edad de dieciocho años, salvo que
éste, en virtud de la legislación nacional que le sea aplicable haya alcanzado la
mayoría de edad. A efectos penales, se considerará la edad de dieciocho años como
mínima para serle exigida la responsabilidad correspondiente
• Todo niño, ciudadano de la Comunidad Europea, deberá gozar de los derechos
enumerados en esta Carta.
• Los niños originarios de terceros países, así como los niños refugiados o apátridas
reconocidos como tales que residan en este Estado Miembro deberán poder gozar
en el mismo de los derechos enumerados en esta Carta.
• Ningún niño podrá ser objeto, en el territorio de la Comunidad, de ningún tipo de
discriminación.
• Los niños procedentes de terceros países, cuyos padres residan legalmente en un
Estado Miembro deberán gozar en este territorio de la misma igualdad de trato que
los nacionales.
• Las disposiciones de esta carta no podrán, en ningún caso, limitar los derechos y
libertades que puedan ser reconocidos a los niños por las legislaciones nacionales o
por los instrumentos internacionales de los cuales los Estados sean parte.
• Reconoce los siguientes derechos: derecho a la vida; a un nombre y a una
nacionalidad; a la protección de su identidad; a una familia —o en su defecto—,
a gozar de personas o instituciones que la sustituyan; a mantener contacto con
ambos progenitores, en caso de separación legal, divorcio o nulidad en el
matrimonio; a que se tenga en cuenta su opinión en aquellas decisiones que le
afecten; a circular libremente por el territorio de la Comunidad, a la integridad
física y moral; a la objeción de conciencia; a la libertad; a la seguridad jurídica: a
la libertad de conciencia. pensamiento y religión: a gozar de su propia cultura; al
juego, al ocio y a la participación; a la salud; a una atención especial en caso de
sufrir algún tipo de minusvalía; a educación; a ser protegido contra la
explotación económica, toda forma de esclavitud, violencia o explotación sexual,
la droga; y la utilización de su imagen de forma lesiva para su dignidad.
204
La Resolución del Parlamento europeo sobre el décimo aniversario de Con-
vención sobre los Derechos del Niño fue aprobada el 18 de noviembre de 199935.
Mediante esta Resolución, el Parlamento desea reconocer formalmente y celebrar el décimo
aniversario de la Convención y las mejoras que ha representado para millones de niños en
el mundo. Acoge con satisfacción la propuesta de incluir en un próximo tratado europeo
una Carta europea de Derechos Fundamentales en la que se haga referencia específica a los
de la infancia. Compromete a los Estados Miembros a adoptar un fundamento jurídico
encaminado a favorecer y a proteger los derechos del niño tal como los define la
Convención de Naciones Unidas. También exhorta a los Estados a ratificar el Convenio de
la Organización Internacional del Trabajo de 1999, relativo a las peores formas de trabajo
infantil ya apoyar un protocolo opcional sobre la Convención relativo a la participación de
niños o adolescentes en los conflictos armados.
EI Tratado de Amsterdam (1999) es, como saben los y las lectoras, de carácter
general para los diversos asuntos relacionados con la Unión Europea. No obstante, como ya
hemos dicho, incluye una novedad muy importante por 10 que a la infancia y la
adolescencia se refiere, ya que el artículo 13 incluye la edad como factor de discriminación.
En concreto el articulo dice “ ... El Consejo, por unanimidad, y previa consulta al
parlamento Europeo podra adoptar acciones encaminadas para luchar contra la
discriminación por motivos de sexo, de origen racial o étnico, religión, convicciones,
discapacidad, edad u orientación sexual”. Ciertamente, esto viene a significar que los niños
tienen las mismas necesidades y, por tanto, los mismos derechos que los adultos, aunque no
se olvida de su protección. En este sentido hay también que destacar el artículo Kl que insta
a la cooperación de las fuerzas policial es de los Estados Miembros de la UE para la
erradicación de la violencia contra los niños y el 137 para la lucha contra la exclusión
social. También es importante destacar la importancia que se da en el Tratado a la
educación de calidad.
Hay tan sólo un artículo en la Carta —incluido el Capítulo III que se refiere a la
igualdad— relativo a la protección de los niños. Se trata del artículo 23 que establece el
derecho de los niños a la protección y cuidados necesarios, a la libertad de expresión y a. ser
oídos en relación a los asuntos que les afecten. También en el punto 2 del mismo artículo se
asume como prioritario el principio del interés superior del niño: “En todos los actos
35
Boletín UE 11-1999
205
relativos a los niños llevados a cabo por autoridades públicas e instituciones privadas, el
interés superior del niño constituirá una consideración primordial”. También hay otros
artículos que recogen derechos relativos a necesidades básicas de la infancia y la
adolescencia. En concreto, nos referimos al artículo 14, derecho a la educación; al artículo
22, igualdad entre hombres y mujeres; y al artículo 30, que protege a los jóvenes en el
trabajo y prohíbe el trabajo infantil.
206
Convención Interamericana sobre obligaciones alimentarias, de 15 de julio de 1989;
Convención Interamericana sobre restitución internacional de menores, de 20 de noviembre
de 1989; y Convención Intera-mericana; sobre tráfico internacional de menores, de 18 de
marzo de 1994. Recomendamos al lector interesado en el texto íntegro de estas
Convenciones que acuda a las excelentes revisiones sobre derechos del niño y protección
internacional de la infancia publicadas por Álvarez y Calvo (1998), y Mariño y Díaz
(1999), respectivamente.
36
La Organización para la Unidad Africana (OUA) fue creada tras la descolonización de la mayor parte de los países del continente. Su
carta fundacional es la carta de Adiss-Abeba de 25 de mayo de 1963, cuyo preámbulo reconoce la convicción de estar asumiendo la
responsabilidad del destino de África; de entre sus principios es destacable el fin de buscar la cooperación internacional teniendo en
cuenta la carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos. Su documento básico en Derechos Humanos es
la carta Africana de los derechos del hombre y de los pueblos, adoptado por unanimidad en Nairobi el 24 de junio de 1981, y que entró
en vigor el 21 de octubre de 1986.
207
Tabla 7.14. Declaración sobre los Derechos y el bienestar del niño africano
(1979)
El otro texto elaborado por la Organización para la Unidad Africana, sobre derechos
de la infancia y la adolescencia, es la Carta africana sobre los derechos y el bienestar del
niño africano, adoptada en 1990. Este documento se compone de un Preámbulo y cuarenta
y ocho artículos, agrupados en dos partes. En el Preámbulo se hace mención a las
propuestas de la Declaración sobre el bienestar y los derechos del niño africano, de 1979.
También se describe la situación de la mayoría de los niños africanos y se analizan sus
causas, haciendo especial hincapié en la importancia que tienen los niños dentro de la
sociedad africana. Asimismo, se reconoce la necesidad de que los niños —para su
adecuado desarrollo— disfruten de cuidados especiales, tanto de tipo físico como
psicológico. Por último, se reconoce la adhesión a los principios de los derechos y el
bienestar del niño contenido en la Declaración, Convenciones y otros instrumentos de la
Organización para la Unidad Africana y de las Naciones Unidas y, en concreto, de la
Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.
208
al 31. El artículo I recoge las obligaciones de los Estados Parte respecto a los derechos y
deberes incluidos en la carta. Los artículos 2 y 3 recogen, respectivamente, los principios
de no discriminación e interés superior del niño. El resto de los artículos contenidos en
este capítulo —artículos 5 al 31— se refieren tanto a los derechos reconocidos a los
niños, como a las responsabilidades que se les asignan. El articulo de la Carta —tal como
ya comentamos anteriormente— combina una consideración del niño como sujeto activo
de derechos con una concepción más proteccionista. Por ello consideramos oportuno
diferenciar entre artículos que reconocen al niño como sujeto activo de derechos, artículos
encaminados a la protección y artículos que señalan las obligaciones de los niños. La
Tabla 7.15 incluye un resumen de los artículos incluidos en cada una de estas categorías.
La Parte II incluye los Capítulos n, relativo a la creación y organización del comité sobre
los derechos del bienestar del niño; Capítulo III, relativo al mandato y procedimiento del
comité; y capítulo IV, relativo a las disposiciones finales. Los capítulos II y III, que
incluyen los artículos 32 al 41 y 42 al 45, respectivamente, regulan la composición y el
funcionamiento del Comité sobre los derechos y el bienestar del niño. Se trata de un
Comité de expertos, formado por 11 miembros, que —al igual que en el Comité de
Derechos del Niño de Naciones unidas— ejercen sus funciones a título personal. Los
miembros del Comité son elegidos por un período de cinco años y no pueden ser
reelegidos. El artículo 42 regula las funciones del Comité que se establecen en los
términos siguientes: supervisar la aplicación y garantizar la protección de los derechos
contenidos en la Carta; formular y establecer principios y normas que protejan los
derechos de los niños; cooperar con otras instrucciones interesadas en el bienestar infantil;
e interpretar las disposiciones de la Carta a petición de un Estado. También en este caso
los Estados Parte deben enviar informes al comité y la forma y el procedimiento en el que
se elaboran estos informes se regula en el artículo 43. Los informes se presentan a los dos
años de haber ratificado la Carta y en lo sucesivo cada tres años. Finalmente en el
Capítulo IV, que incluye los artículos 46 al 48, se fijan las condiciones de ejecución de la
Carta. De forma más concreta el artículo 47 establece las condiciones de firma,
ratificación o adhesión y el artículo 48 regula la posibilidad de incluir modificaciones y
revisiones en la carta.
209
Tabla 7.15 Carta Africana sobre los derechos y el bienestar del niño (1990)
Artículos que consideran • Art. 13: derecho de los niños minusválidos a disfrutar de medidas
al niño como objeto de especiales de protección.
protección • Arts. 14, 15, 16, 21, 22, 26, 27, 28, y 29: derecho a estar protegido
contra cualquier forma de explotación económica; la tortura y el
abuso; contra la discriminación y la segregación sexual; el uso y
tráfico de estupefacientes; y la venta, el tráfico y el secuestro.
• Art. 17: derecho a un trato especial en los procedimientos especiales.
• Arts. 18, 19, 20 y 25: derecho a disfrutar de la protección de una
familia y de los cuidados parentales y ENCASO de que se produzca la
separación, a disfrutar de la protección y asistencia de ambos
progenitores.
• Art. 23: derecho de los niños refugiados a estar protegidos.
• Art. 30: derecho de los niños hijos de madres reclusas a recibir una
protección especial.
•
Artículo que establecen • Art. 31: los niños tienen la obligación de trabajar por la unión
las responsabilidades del familiar, respetar y ayudar a sus padres y superiores; servir a la
niño comunidad poniendo a su servicio sus habilidades físicas e
intelectuales; preservar y reforzar la solidaridad nacional y social, así
como los valores culturales africanos, independencia y la integridad
de sus países; y contribuir en todo lo posible a la promoción y
realización de la Unidad Africana.
La Carta africana sobre los derechos y el bienestar del niño (1990) inspirada, como
se reconoce en su Preámbulo, en la Declaración sobre los derechos y el bienestar del niño
(1979), también trata de compatibilizar la existencia de necesidades universales con la
satisfacción cultural de las mismas —pero en este caso teniendo como marco de referencia
la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño—. Presenta como
novedad, con respecto a este y otros textos sobre derechos de la infancia y la adolescencia,
210
el establecimiento de una serie de responsabilidades que deben ser asumidas por los niños.
Dichas responsabilidades resumen, de forma clara y concisa, el valor que la Organización
para la Unidad Africana otorga a la familia y a la comunidad en la conservación y trans-
misión de sus valores y tradiciones culturales.
37
Ratificada por España el 30 de noviembre de 1990.
211
en relación con los menores, así como de sus correlativas obligaciones. No obstante, y pese
al indudable avance que esta ley supuso y a las importantes innovaciones que introdujo, su
aplicación ha ido poniendo de manifiesto determinadas lagunas, a la vez que el tiempo
transcurrido desde su promulgación ha hecho surgir nuevas necesidades y demandas en la
sociedad. Es por ello que en fecha más reciente —y para adaptarse a las normas de la
Convención de Naciones Unidas— se han aprobado, en nuestro país, tres nuevas leyes, a
cuyo análisis vamos a dedicar el resto de este capitulo. La primera de ellas es la Ley
Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, y Modificación Parcial
del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Las dos restantes, regulan la
responsabilidad penal de los menores: la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora
de la responsabilidad penal de los menores y la Ley Orgánica 7/2000, de 22 de diciembre,
de modificación de la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, y de
la Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los
menores, en relación con los delitos de terrorismo. Como el lector podrá comprobar en las
páginas siguientes, tanto el grado de generalidad de las tres leyes como su relación directa
con los derechos de la infancia y la adolescencia son bastante diferentes.
212
solicitar la tutela al Ministerio Fiscal para poner en su conocimiento la situación que atenta
contra sus derechos, al Defensor del Pueblo para plantear quejas, o a las administraciones
públicas para solicitar los recursos sociales de que dispongan. También se establecen los
principios rectores de la acción administrativa —artículo 11— que habrán de tener en
cuenta, entre otros, los siguientes aspectos: el interés superior del menor; su mantenimiento
en el medio familiar de origen, salvo que dicha medida vaya en contra del principio
anterior; su integración social y familiar; la objetividad, imparcialidad y seguridad jurídica
en la actuación protectora, garantizando el carácter colegiado e interdisciplinar en la
adopción de medidas.
El Capítulo II, del Título II, relativo a la tutela, incluye un único artículo —el 23— en
el que se establece la obligatoriedad de que cada Fiscalía lleve un índice de Tutelas de
Menores para que, de este modo, el Ministerio Fiscal pueda ejercer la función de vigilancia
que le atribuyen los artículos 174 y 232 del Código Civil. El Capítulo III, de la adopción,
incluye los artículos 24 y 25. En ellos se introduce la exigencia del requisito de idoneidad
213
de los adoptantes, que habrá de ser apreciado por la entidad pública, si es ésta la que
formula la propuesta, o directamente por el Juez, en otro caso. Este requisito, que aunque se
tenía en cuenta en los procedimientos de selección de las familias adoptantes no estaba
establecido en nuestro derecho positivo, se introduce como consecuencia de su aparición
explicita en la Convención de Derechos del Niño y en el Convenio de La Haya sobre
protección de Menores y cooperación en materia de adopción internacional. Finalmente, en
el artículo 25 se aborda la regulación sobre adopción internacional. En el se diferencia entre
las funciones que han de ejercer directamente las entidades públicas de aquellas funciones
de mediación que puedan delegar en agencias privadas que gocen de la correspondiente
acreditación. Asimismo, establece las condiciones y requisitos para la acreditación de estas
agencias, entre los que es de destacar la ausencia de lucro.
Por último quisiéramos señalar que la Ley 1/1996 pretende ser respetuosa con el
reparto constitucional y estatutario de competencias entre Estado y Comunidades
Autónomas38. En este sentido, se regulan aspectos relativos a la legislación civil 37 En
nuestro país, las competencias en materia de protección de menores están transferidas a las
comunidades autónomas y, por tanto, tiene potestad para legislar al respeto. En el apartado
7.3.2.5 nos procesal y a la Administración de Justicia, para los que goza de habilitación
constitucional especifica en los apartados 5, 6 y 8 del artículo 149.1. No obstante, se dejan
a salvo, en una disposición final especifica, las competencias de las comunidades
autónomas que dispongan de Derecho Civil, Foral o especial propio, para las que la Ley se
declara subsidiaria respecto de las disposiciones especificas vigentes en aquéllas.
Asimismo, cuando se hace referencia a competencias de carácter administrativo, se
especifica que las mismas corresponden a las comunidades autónomas y a las ciudades de
Ceuta y Melilla, de conformidad con el reparto constitucional de competencias y las
asumidas por aquellas en sus respectivos estatutos.
38
En nuestro país, las competencias en materia de protección de menores están transferidas a las comunidades autónomas y, por tanto,
tiene potestad para legislar al respecto. En el apartado 7.3.2.5 nos ocuparemos de analizar, con más detenimiento, la legislación
desarrollada sobre el tema en cada una de las comunidades autónomas españolas.
214
y con respecto a la satisfacción de las necesidades de autonomía, se trata de una ley que
concede al sujeto en desarrollo un papel eminentemente activo y que, por tanto, potencia al
máximo la participación infantil como vía para la consecución de dicha autonomía.
215
todas y cada una de las fases del proceso, conociendo en todo momento el contenido del
expediente, pudiendo proponer pruebas e interviniendo en todos los actos que se refieren a
la valoración del interés del menor y a la ejecución de la medida., de la que puede solicitar
la modificación. Especialmente interesantes son, en el contexto de esta Ley, los asuntos
relativos a la reparación del daño causado y la conciliación del delincuente con la víctima.
Estas medidas —basadas, fundamentalmente, en criterios educativos y resocializadores en
las que el ofensor y el perjudicado por la infracción llegan a un acuerdo y, en las que el
equipo técnico desempeña el papel de mediador—, pueden dar lugar a la no incoación o
sobreseimiento del expediente, o a la finalización de la medida impuesta.
El Título II, relativo a las medidas, incluye los artículos 7 al 15. En el artículo 7 se
enumera un listado de medidas —concretamente, trece— que tratan de dar respuesta, desde
el principio resocializador que subyace a la ley, a un amplio abanico de posibles situaciones
en las que un menor de dieciocho años comete un delito tipificado como tal en el Código
Penal. Las medidas que puede imponer el Juez de Menores aparecen ordenadas, según la
restricción de derechos que suponen. Así encontramos medidas muy restrictivas —como el
internamiento en régimen cerrado y régimen semiabierto—, hasta medidas poco restrictivas
como la amonestación —en la que el Juez hace comprender al menor la gravedad de los
hechos cometidos y las consecuencias que los mismos podrían haber tenido—, o la retirada
del permiso de conducir ciclomotores o vehículos de motor o del derecho a obtenerlo.
Pasando por medidas como la permanencia de fin de semana, la libertad vigilada o la
convivencia con otra persona, familia o grupo educativo. Las medidas de internamiento se
harán efectivas en dos períodos. El primero se llevará a cabo en el centro correspondiente,
el segundo en régimen de libertad vigilada. La duración total no excederá del tiempo que se
expresa en el artículo 9 —relativo a las reglas de aplicación de las medidas—. El juez
establecerá la duración de cada período y será el equipo técnico el encargado de informar
respecto al contenido de cada uno de ellos. La elección de la medida más adecuada deberá
establecerse no sólo atendiendo a la prueba y valoración de los hechos, como sucede en el
caso de los adultos, sino teniendo en cuenta, especialmente, la edad, las circunstancias
familiares y sociales, la personalidad y el interés superior del menor. El resto de los
artículos incluidos en el Título 11 hacen referencia a la prescripción de los delitos —
artículo 10—, la imposición de varias medidas por el concurso de infracciones diferentes
—artículos 11, 12 y 13—, y las modificaciones que puede sufrir la medida impuesta —
artículo 14—. El artículo 15 recoge el supuesto de la mayoría de edad del condenado, en
cuyo caso deberá seguir cumpliendo con la medida establecida hasta alcanzar los objetivos
propuestos en la sentencia.
216
menor— solicite, al juez de menores, la adopción de medidas cautelares para la custodia y
defensa del menor expedientado. La medida cautelar adoptada podrá mantenerse hasta el
momento de la celebración de la audiencia. El artículo 29 contempla la posibilidad de la
adopción del mismo tipo de medidas cuando quede suficientemente acreditado que el
menor se encuentra en situación de enajenación mental o en cualquiera de las otras
circunstancias previstas en los apartados 1°, 2° o 3.° del artículo 20 del Código Penal
vigente. El Capítulo III, del Título III, de la conclusión de la instrucción, incluye un sólo
artículo —el 30— en el que se establece el procedimiento de remisión del expediente al
Juez de Menores.
El Título IV, relativo a la fase de audiencia, incluye los artículos 31 al 37. En dichos
artículos se establece el procedimiento para la apertura de la fase de audiencia —artículo
31— así como de la celebración de la misma —artículo 37—. Asimismo, el artículo 36
establece la conformidad del menor. Para ella, se debe informar al expedíentado —en un
lenguaje comprensible y adaptado a su edad— acerca de las medidas solicitadas por el
Ministerio Fiscal y se debe solicitar su acuerdo —tanto en lo que respecta a los hechos
cometidos como a las medidas impuestas—. El Título V, relativo a la sentencia, incluye los
artículos 38 al 40. El artículo 38 establece el plazo para dictar sentencia y el 39 el
contenido y registro de la misma. El Título VI, relativo al régimen de recursos, incluye los
artículos 41 y 42 que hacen referencia, respectivamente, al recurso de apelación y al
recurso de unificación.
El Título VII, relativo a la ejecución de las medidas, incluye tres capítulos diferentes.
El Capítulo 1, sobre disposiciones generales, comprende los artículos 43 a 45. El artículo
43 reconoce el principio de legalidad, en el que se establece que ninguna medida podrá
ejecutarse si no es en virtud de sentencia establecida en firme, de acuerdo con el
procedimiento regulado en la ley. Los artículos 44 y 45 recogen la competencia judicial —
es el Juez de Menores que ha dictado sentencia el que debe realizar el control de las
medidas impuestas— y la competencia administrativa —son las comunidades autónomas y
las ciudades de Ceuta y Melilla, las encargadas de ejecutar las medidas adoptadas por los
jueces de menores— en la ejecución de las medidas previstas. El Capítulo II, relativo a las
reglas de ejecución de las medidas, incluye los artículos 46 al 53. En estos artículos se
establecen, entre otros, los procedimientos de sustitución de las medidas —artículo 51—,
de presentación de recursos —artículo 52— y de cumplimiento de la medida —artículo
53—. El Capítulo III, del Título VII, relativo a las reglas especiales para la ejecución de
las medidas privativas de libertad, incluye los artículos 54 al 60. En ellos se establecen las
características que han de tener los centros —artículo 54—, el principio que ha de guiar el
internamiento de los menores en este tipo de centros artículo 55-, así como los derechos y
deberes que se deben garantizar a los menores privados de libertad -artículos 56 y 57,
respectivamente-. El Título VIII, relativo a la responsabilidad civil, incluye los artículos 61
al 64. En el artículo 61 se establecen las reglas generales para exigir responsabilidad civil,
que en el caso de los menores de dieciocho años, y cuando se refiere a daños y perjuicios,
se comparte con padres, tutores, acogedores y guardadores legales. En el artículo 64 se
establecen las reglas de procedimiento para tramitar la exigencia de responsabilidad civil
aludida en los artículos 61,62 y 63.
217
Antes de concluir el análisis de la Ley 5/2000, quisiéramos hacer algunos breves
comentarios respecto a este texto sobre el que se ha suscitado una importante polémica y un
amplio debate social. Con independencia de los posibles problemas que se puedan
encontrar en su aplicación —casi siempre asociados a la falta de recursos materiales o
personales— nos gustaría comentar que, analizada desde la perspectiva de los derechos de
la infancia y la adolescencia, se trata de una ley garantista de la seguridad jurídica de los
menores de edad. Asimismo, trata de adecuar las medidas a la edad y a las circunstancias
sociales, personales y familiares de los infractores. Además establece un amplísimo listado
de medidas, concretamente las trece que enumeramos a continuación: internamiento en
régimen cerrado; internamiento en régimen semiabierto; internamiento en régimen abierto;
internamiento terapéutico; tratamiento ambulatorio; asistencia a un centro de día;
permanencia de fin de semana; libertad vigilada; convivencia con otra persona, familia o
grupo educativo; prestaciones en beneficio de la comunidad; realización de tareas
socioeducativas; amonestación y privación del permiso de conducir ciclomotores o
vehículos de motor, o del derecho a obtenerlo, o de las licencias administrativas para caza o
para uno de cualquier tipo de armas- que son capaces de dar respuesta a la mayor o menor
gravedad de los diferentes tipos de delito o falta grave que puede cometer un menor de
edad penal, persiguiendo siempre un fin resocializador.
Con respecto a los primeros hay que señalar, entre otros, el artículo 55 que reconoce
el principio de resocialización o el artículo 56 que explícitamente hace referencia a los
derechos de los menores internados. El artículo 55 habla de la necesidad de “reducir al
máximo los efectos negativos del internamiento para el menor o su familia favoreciendo
los vínculos sociales, el contacto con los familiares y allegados y la colaboración y
participación de las entidades públicas en el proceso de integración social”. El artículo 56
especifica los derechos de los menores internados, haciendo hincapié tanto en lo que se
refiere a la garantía de satisfacción de necesidades de salud física como de autonomía. En
concreto se enfatiza en la importancia de que se garantice a los menores internados la
educación y formación integral; la dignidad e integridad; el ejercicio de derechos civiles,
políticos, sociales, económicos y culturales; la enseñanza básica y obligatoria; una
formación profesional; la comunicación con sus padres; así como las salidas y permisos.
218
Por lo que se refiere a los artículos relativos a los deberes de los menores infractores
hay que señalar el artículo 57. El contenido de este artículo se refiere a la necesidad de que
los menores internados respeten y asuman una serie de normas y obligaciones, de acuerdo
con su nivel de desarrollo. Muy probablemente en la mayor parte de estos jóvenes sus
contextos de desarrollo habituales —familia, escuela e iguales— no han sido capaces de
satisfacer adecuadamente esta necesidad, lo que en muchos casos tiene como consecuencia
una falta de control de la propia conducta y una ausencia de responsabilidad respecto a las
consecuencias de sus actos. Por ello, la ley incluye medidas educativas —pero también
sancionadoras— que tratan de restablecer ese autocontrol e independencia que el desarrollo
normal no ha conseguido en etapas anteriores.
La Ley 5/2000 también insiste de manera muy especial en la educación formal, como
condición necesaria para la satisfacción de la necesidad de autonomía. Lo expertos en el
tema coinciden en señalar que no es posible alcanzar un nivel óptimo de autonomía, de
capacidad de decisión, si no se puede acceder a los conocimientos culturales que
proporciona la educación. De hecho, todas las medidas incluyen componentes educativos y
el respeto por el derecho a la educación del adolescente. Por último debemos señalar que la
Ley tiene en cuenta la edad como elemento a considerar a la hora de imponer sanciones.
Así, ante un mismo delito, las sanciones impuestas a un menor de entre 14 y 16 años serán
siempre más leves que las que se establecen para los de entre 16 y 18 años.
Todo lo dicho hasta el momento, junto con el principio de intervención mínima que
contempla la posibilidad de no abrir procedimiento o renunciar al mismo si se produce un
resarcimiento anticipado o la conciliación entre el infractor y la víctima, y las especiales
cautelas que han de observarse en el procedimiento de detención de menores —que ha de
tener en cuenta las características evolutivas del menor— permite hacer, en términos
generales, una valoración positiva de la Ley. No obstante, es necesario seguir trabajando
para mejorarla y sobre todo dotar al sistema de recursos materiales y personales bien
cualificados, para poder ponerla en práctica de la forma más eficaz posible.
Finalmente, y antes de concluir este apartado, vamos a hacer unos breves comentarios
sobre la Ley Orgánica 7/2000 de modificación de la Ley Orgánica 10/1995 del Código
Penal y de la Ley Orgánica 5/2000 de la Responsabilidad Penal de los Menores, en relación
con los delitos de terrorismo. La estructura de este texto normativo es muy sencilla, ya que
únicamente se compone de dos artículos. El primero de ellos contiene todas las
modificaciones que afectan al Código Penal, y el segundo los cambios que afectan a la Ley
reguladora de la responsabilidad penal de los menores. El artículo 1 —en el que se
modifican los artículos 40, 266, 346, 351, 504, 505, 551, 577,578 Y 579del Código Penal—
no va a ser analizado ya que no afecta directamente a los menores. Por tanto, nuestro
análisis se va a centrar en el segundo de los artículos que compone la Ley 7/2000.
219
terrorismo. Con esta disposición se trata de garantizar que el enjuiciamiento de las
conductas de los menores responsables de delitos terroristas se realice en las condiciones
más adecuadas manteniendo todas las garantías procesales que aparecen recogidas en la
Ley 5/2000, así como, que la aplicación de las medidas rehabilitadoras pueda desarrollarse
en condiciones ambientales favorables, con apoyos técnicos especializados y por un
período suficiente para hacer eficaz el proceso rehabilitador. Para ello se articula, en la
Audiencia Nacional, un Juzgado Central de Menores; la prolongación de los plazos de
internamiento; y la previsión de la ejecución de las medidas de internamiento que la
Audiencia acuerde con el apoyo y el control del personal especializado que el Gobierno
ponga a disposición y bajo la dirección de la propia Audiencia Nacional. Todo ello, sin
mayores modificaciones de las facultades que la Ley 5/2000 atribuye en estos
procedimientos a jueces y fiscales, quienes mantienen un amplio margen para discriminar
de acuerdo con la diferente gravedad de las conductas, el tiempo de duración del
internamiento, y para flexibilizar el régimen del menor, mediante modificación, suspensión
o sustitución de la medida impuesta, especialmente en lo que se refiere a los menores de
dieciséis años. Del mismo modo que, según acaba de señalarse, se considera conveniente
establecer un tratamiento diferenciado entre los menores de dieciséis años y los de edades
comprendidas entre los dieciséis y los dieciocho años, se consolida lo que, por otra parte se
deduce ya de lo dispuesto en el artículo 4 de la Ley reguladora de la responsabilidad penal
de los menores, como es que no procede aplicar dicha norma a los jóvenes mayores de
dieciocho años. Por último, y como consecuencia de las modificaciones de la Ley 5/2000,
previstas en la Ley 7/2000, relativas al Juzgado Central de Menores, los artículos tercero y
cuarto modifican, respectivamente, la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder
Judicial, y la Ley 38/1988, de 28 de diciembre, de Demarcación y de Planta Judicial.
220
7.3.2.5. La legislación sobre derechos de la infancia y la adolescencia en el ámbito de
las comunidades autónomas españolas
221
Tabla 7.16. Leyes de infancia de las comunidades autónomas
Asturias • Ley 1/1995, de 27 de enero, de Protección del Menor del Principio de Asturias.
Cataluña • Ley 37/1991, del 30 de diciembre, sobre medidas de protección de los menores
desamparados y de la adopción, de Cataluña
• Ley 8/1995, del 27 de julio, de atención y protección de los niños y adolescentes
y de modificación de la Ley 37/1991, de Cataluña.
• Ley 9/1998, de 15 de julio, del Código de familia (Título V), de Cataluña.
222
LECTURA N° 9
Gaceta oficial 36860 (Dic. 1999) Constitución
de la Republica. Cap. IV, art. 81; Cap VI, art.
102-103-104.
Articulo 81. Toda persona con discapacidad o necesidades especiales tiene derecho al
ejercicio pleno y autónomo de sus capacidades y a su integración familiar y comunitaria. El
Estado, con la participación solidaria de las familias y la sociedad, les garantizará el respeto
a su dignidad humana, la equiparación de oportunidades, condiciones laborales
satisfactorias, y promoverá su formación, capacitación y acceso al empleo acorde con sus
condiciones, de conformidad con la ley. Se les reconoce a las personas sordas o mudas el
derecho a expresarse y comunicarse a través de la lengua de señas.
Articulo 103. Toda persona tiene derecho a una educaci6n integral, de calidad,
permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las
derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. La educación es obligatoria en todos
sus niveles, desde el maternal hasta el nivel medio diversificado. La impartida en las
instituciones del Estado es gratuita hasta el pregrado universitario. A tal fin, el Estado
realizará una inversión prioritaria, de conformidad con las recomendaciones de la
Organización de las Naciones Unidas. El Estado creará y sostendrá instituciones y servicios
suficientemente dotados para asegurar el acceso, permanencia y culminación en el sistema
educativo. La ley garantizará igual atención con las personas de necesidades especiales o
con discapacidad y a quienes se encuentren privados de su libertad o carezcan de
condiciones básicas para su incorporaci6n y permanencia en el sistema educativo.
223
Articulo 104. La educación estará a cargo de personas de reconocida moralidad y de
comprobada idoneidad académica. El Estado estimulará su actualización permanente y les
garantizará la estabilidad en el ejercicio de la carrera docente, bien sea pública o privada,
atendiendo a esta Constitución y a la ley, en un régimen de trabajo y nivel de vida acorde
con su elevada misión. El ingreso, promoción y permanencia en el sistema educativo, serán
establecidos por ley y responderá a criterios de evaluación de méritos sin injerencia
partidista o de otra naturaleza no académica.
224
LECTURA N° 10
De Hernández, I. (2002). Fundamentos de la
Educación Venezolana.
225
REFERENTES DE LA FORMACIÓN DE DOCENTES DE EDUCACIÓN
ESPECIAL (SERlE A). PEREZ L. H, IGUARAYA 2000
226
Artículo 102: Educación como Derecho Humano, deber social, democrática, gratuita
y obligatoria. El Estado la asume como FUNCION INDECLINABLE, de máximo interés
en NIVELES Y MODALIDADES.
Artículo 81: Toda persona con discapacidad o con necesidades especiales, tiene
derecho al ejercicio pleno de sus capacidades y a su integración familiar y comunitaria.
HUMANISMO SOCIAL
SUBJETIVIDAD- OBJETIVIDAD- COLECTIVO- INDIVIDUO
HOMBRES- INTERACCIÓN MEDIOS- PARES
227
PROPÓSITO: Hombre culto, crítico, apto para vivir en democracia, valoración del
trabajo, solidario, participa en transformación social con identidad nacional, comprensión,
tolerancia, convivencia, aptitud para la paz.
228
PERFIL: Formación pedagógica, autocrítica y críica, orientación, promoción social,
gerencial, mediador, investigador.
229
230
LECTURA N° 11
Rodríguez Rengifo, Y. (2004) La integra-
ción escolar desde la perspectiva política y
legal. Caracas ( )
Tal como lo señala López Melero (1993) desde hace buen tiempo, la integración
involucra una serie de acciones de diversa índole, las cuales han favorecido que, además de
lograr un cúmulo de conocimientos y de experiencias relacionados a este proceso, sea
posible hablar de una cultura de la integración. Sin embargo, es importante destacar que el
reconocimiento de estos logros pretende dejar en evidencia el interés que a escala mundial
ha despertado la integración. Aun cuando son distintos los resultados obtenidos, así como
el nivel de desarrollo que tal proceso exhibe en las diferentes realidades socio-políticas, se
han desarrollado acciones en pro de la integración.
De acuerdo con Ainscow (1995) de las acciones legales emprendidas en los Estados
Unidos en pro de los derechos de las personas minusválidas y de las minorías étnicas han
231
derivado una serie de acontecimientos que han favorecido el desarrollo de leyes y de
políticas a través de las cuales las naciones buscan brindar educación especial y servicios
educativos generales, adecuados a los tiempos y exigencias que pautan organizaciones
internacionales como la UNESCO, la ONU, Organización Internacional del Trabajo (OIT)
y OEA entre otras. En tal sentido, son esclarecedoras las palabras de Adams (1986) cuando
expresa que la promulgación de leyes que orienten el quehacer de esta modalidad ha sido
una de las tendencias que han favorecido, a lo largo de los años, el desarrollo de la
educación especial.
Otras acciones que han contribuido con los derechos de las personas con necesidades
especiales son las señaladas por el Ministerio de Educación venezolano (ME, 1997),
institución que plantea que, desde la proclamación universal de los Derechos Humanos en
el año de 1945, ya se considera el derecho de los discapacitados, como personas que son,
quienes de acuerdo a esta proclama nacen libres e igualmente dignos. En el año de 1955, la
OIT promulga la “Recomendación 99”, según la cual se hacen consideraciones específicas
para la adaptación y readaptación profesional del impedido, con exigencias en cuanto a las
medidas de seguridad adecuadas a todas las personas, así como la posibilidad de ofertas de
empleo en el mercado regular. Continuando con la revisión de la fuente inicialmente
identificada, en el año de 1959, se aprueba la Declaración de los Derechos del Nino, donde
de manera expresa se señala que se debe:
“asegurar que todos los niños con necesidades especiales tengan un acceso
efectivo a la educación, la capacitación, servicios de rehabilitación, pre-
paración para el empleo y oportunidades de esparcimiento, con el fin de
lograr la integración social y el desarrollo cultural y espiritual en la
máxima medida posible” (ME, 1997 p. 16).
De acuerdo con Ainscow (1995) la Ley sobre la educación para los niños
discapacitados, aprobada en el año de 1975 y conocida como “Ley Pública 94-142”, ha sido
una de las normativas más influyentes en cuanto a las leyes que han pautado el quehacer de
la educación especial. Esta ley estableció que todos los niños recibiesen educación
adecuada, en atención a las necesidades que presentasen y en el medio menos restrictivo
posible, que para la mayoría es la escuela regular. En la década del 80, se desarrollaron
programas y se emitieron resoluciones como la 37/52 y el programa de Acción Mundial de
232
los Impedidos, que vinieron a contribuir con las acciones que en épocas anteriores
procuraban el respeto y el cumplimiento de los derechos sociales y civiles de las personas
discapacitadas.
233
Cuadro 1. Acciones desarrolladas por organizaciones internacionales que han
contribuido a la integración de las personas con necesidades especiales
1955 OIT recomendación 99 Ofertas de empleo adecuadas para las personas con
discapacidad y condiciones de seguridad laboral
Declaración de los
1959 Oportunidades para la integración social efectiva
derechos del niño
ONU Pacto
internacional de los Reconocimiento de los derechos culturales de las
1966
derechos civiles y minorías por su condición humana
politicos
Declaración de los
La persona impedida posee derechos cualquiera sea
derechos de los
su deficiencia
1975 impedidos
Educación en el medio menos restrictivo posible
Ley pública 94-142
Resolución 37/52
Programa de acción Consolidar los derechos sociales y civiles de los
1980
mundial de los impedidos
impedidos
Declaración mundial de
1990 Atención educativa especializada
educación para todos
Declaración de
1994
Salamanca Todos tienen derecho a la educación
234
LECTURA N° 12
Navarrete, J. (1996) Derechos de las personas con
necesidades especiales. Ponencia presentada en el
Simposio internacional sobre los derechos de las
personas con necesidades especiales, integración y
educación especial.
En una palabra, las personas con discapacidad en tanto personas como nosotros tienen
derecho a vivir con nosotros y como nosotros. Desde el punta de vista jurídico, esta
afirmación contiene una triple dimensión; a) el reconocimiento de derechos específicos a
las personas con discapacidad, b) el respeto de estos, al igual que de todos sus derechos y e)
la obligación de hacer lo necesario, para que las personas con discapacidad puedan gozar,
en un plano de igualdad, del ejercicio efectivo del conjunto de sus derechos humanos.
Esta doble afirmación se funda tanto en disposiciones de orden general, como son los
artículos 55 y 56 de la Carta de las Naciones Unidas que se refieren al compromiso de todos
los Estados miembros de promover niveles de vida mas elevados, trabajo permanente para
todos y condiciones de progreso y desarrollo económico y social como en disposiciones de
carácter especifico, como lo es el artículo 25 de la Declaración Universal que reconoce a
toda persona “... el derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar”, “Asimismo el derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de perdidas de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad” ( subrayado del autor).
235
Con respecto al principio de igualdad de derechos, resulta sumamente esclarecedora
la forma imperativa en que han sido redactados cada uno de los artículos de la Declaración
Universal. El artículo 1 estipula que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos....”. EI artículo 2 prescribe que “Toda persona tiene todos los derechos
y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole...”
2. Los Estados partes reconocen el derecho del niño impedido a recibir cuidados
especiales y alentarán y asegurarán, con sujeción a los recursos disponibles, la prestación al
niño que reúne las condiciones requeridas y a los responsables de su cuidado de la
asistencia que se solicite y que sea adecuada al estado del niño y a las circunstancias de sus
padres o de otras personas que cuiden de él.
Conclusiones
236
2. Las personas con discapacidad son además titulares de derechos específicos.
3. Estos últimos a su vez no están contenidos en ningún catálogo sino que, por el
contrario, aparecen enunciados en forma un tanto dispersa en algunos instrumentos
legales, o han sido reconocidos por los propios tribunales. En realidad, lo que
podríamos llamar derechos específicos de la personas con discapacidad no son
sino las expresión material y jurídica de que como mínimo debe aportar la
comunidad o el Estado para que aquellas personas puedan gozar, en un plano de
igualdad, del conjunto de derechos humanos de que gozan las personas en general.
Hablando con propiedad, ni siquiera estaríamos en presencia de lo que
jurídicamente se denomina “discriminación positiva”, sino más bien una mera
equiparación.
4. Por ultimo, los derechos específicos de las personas con discapacidad -derechos de
un interprete para una persona sordomuda en caso de proceso etc.-además de ser
derechos en si mismos, son también el medio para la realización de un pie de
igualdad de otros derechos humanos fundamentales, como seria en este caso el
derecho a la defensa. En efecto, la falta de interprete en un proceso penal donde se
acusa a una persona sordomuda no solo implica la violación de una norma
procesal, sino lisa y llanamente con negociación del derecho a la defensa.
237
238
LECTURA N° 13
Núñez, B., de Hernández, I, y Sanoja, A.
(1996) Primer Congreso Iberoamericano de
Educ. Esp. UNESCO- Drealc. Chile.
Durante los días 21, 22 y 23 de agosto de 1996 se celebró en la ciudad de Viña del
Mar, Chile, el I Congreso Iberoamericano de Educación Especial. El evento fue
convocado por el Ministerio de Educación de Chile y organizado por la Secretaria
Ministerial de Educación, Región Valparaíso, y la Asociación Nacional de Educadores
Diferenciales de Chile.
La delegación oficial de Venezuela que asistió a este I" Congreso estuvo integrada
por la Directora Nacional de Educación Especial del Ministerio de Educación, Lic. Beatriz
Núñez de Báez y las asesoras técnicas de la Dirección de Educación Especial, licenciadas
Amalia Sanoja de Torrealba e Iguaraya de Hernández. Del análisis de los temas planteados
en las conferencias centrales y mesas de trabajo, 108 participantes del I Congreso
Iberoamericano de Educación arribamos a los siguientes acuerdos y recomendaciones en
cuanto a: I. Políticas y Legislaciones; II. Perspectivas escolares; III. Perspectivas
comunitarias y IV.- La Carta de Intenciones.
1.2. La educación especial constituye una modalidad escolar que debe garantizar el
ingreso, prosecución y egreso de los alumnos con necesidades educativas
especiales proporcionándoles las ayudas y apoyos que requieren, en todos los
niveles del sistema escolar. Esto requiere fortalecer la transversalidad entre ellos,
con el fin de hacer posible una escuela comprensiva.
239
1.3. Se entiende el proceso de integración escolar como una estrategia más que como
un objetivo y se está llevando a cabo en los distintos países aproximadamente
desde 1991, existiendo líneas de acción específicas para la integración.
Adaptaciones curriculares
240
II.5 Se pueden plantear como propuestas, entre otras:
Concientización de la comunidad
Estrategias
241
momento, la Unión de Educación Especial para America Latina y el Caribe debido a que se
requiere un estudio jurídico administrativo que dé las bases para el diseño o propuesta de
un estatuto que asegure la participación de las partes involucradas, que efectivamente en
cada país y la región puedan impulsar acciones en beneficio de las personas con nece-
sidades educativas especiales. En su lugar, se creará una red que contribuirá a estrechar
vínculos, fortalecer acciones y preparar las bases para una futura entidad de carácter
internacional para lo cual se suscribe la Carta de intenciones que a continuación se
transcribe:
En la ciudad de Viña del Mar, Chile, hoy jueves 22 de Agosto de 1996 los suscritos
han acordado:
L. FLORA NIETO I.
Directora Dpto. Ed. Especial
Ministerio de Educación Costa
Rica
L. RAFAEL BELL R.
Director Educación Especial
Ministerio de Educación Cuba
242
L. BEATRIZ NÚÑEZ DE BÁEZ
Directora de Educación Especial
Ministerio de Educación Venezuela
L. ADA MONTANO
Coordinadora Nacional de Educ. Especial.
Ministerio de Educación
El Salvador
E. MARIANELA ALVARADO R.
Coordinadora Nacional Ed. Especial
Ministerio de Educación
Bolivia
243
UNlDAD 3
Conceptualización y política para la integración social de personas con necesidades especiales
en Venezuela.
244
UNIDAD 3. OBJETIVO 3
Conceptualización y política para la integración social de personas con
necesidades especiales en Venezuela
Contenido
Comentario
245
246
LECTURA N° 14
Históricamente, a mediados del siglo XIX, en Venezuela, igual que en otros países, la
tendencia de la sociedad hacia las personas con necesidades especiales fue de caridad y de
protección, segregándolas de la familia y de la comunidad, impidiéndoles su desarrollo
personal-social como ser humano.
Al comienzo del siglo XX se evidencia alguna preocupación por las personas con
necesidades especiales, bien por motivos filantrópicos o voluntarios, promovidos por los
padres y amigos de estas personas; se piensa en esa época que pueden mejorar y compensar
sus limitaciones. Sin embargo, el modelo asistencial que se perfilaba en ese momento los
mantenían segregados por cuanto se le consideraba portador de un defecto que debía
corregirse y no como una persona diferente a la que por ley natural debía promovérsele el
desarrollo de sus potencialidades, y el derecho a su integración social como cualquier
ciudadano, en todo los ámbitos; familia, escuela y comunidad. Cabe señalar que la
participación estatal era muy restringida, por lo que las instituciones que se creaban
provenían de la iniciativa privada.
Posteriormente, con la aparición del modelo psicológico se enfatizó el uso del Test
como principal instrumento de diagnóstico considerándose la evaluación de la inteligencia
en términos de un coeficiente intelectual (CL), lo que llevó a la categorización de los niños
en niveles de desarrollo intelectual, utilizándose este parámetro para la ubicación del niño.
247
Otro acontecimiento importante y que asumieron todos los países incluyendo a
Venezuela fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el cual es
considerado como el primer documento promulgado por la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) donde se consagran dos gropos de derechos: civiles y políticos, por una
parte, y económicos y sociales por otra. Para esta misma época, se establecen los
compromisos de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Estas declaraciones aportan a todos los países una base legal para la integración de las
personas con necesidades especiales a la educación, familia, salud, trabajo, recreación y
cultura. De esta forma se preparaba el terreno para el desarrollo de iniciativas en todos los
países.
Estos hechos y las presiones ejercidas por las asociaciones de padres que solicitaban
el derecho de los hijos con necesidades especiales a ser considerados como personas,
ofrecían una alternativa más justa “la integración social de las personas con necesidades
especiales, para elevados en el papel que les correspondía, como miembros de una
sociedad” (García, 1989), es decir, una persona activa en la sociedad con la oportunidad de
ejercer sus derechos y cumplir con sus obligaciones.
248
también por razones de justicia social” (Briceño, 1981). Se preconizaba así los derechos
sociales expuestos en la Constitución Nacional de la República de Venezuela y en la
declaración de los Derechos Humanos.
Enmarcadas en estos postulados se establecen por primera vez las políticas de acción
para la normalización y la integración en los diferentes ámbitos: familia, escuela y
comunidad. De esta forma se plantea el modelo psicopedagógico, dirigido a la formación
de un individuo con una personalidad autónoma y socialmente integrado.
Podría decirse sin lugar a dudas que éste fue un año pródigo en materia de
integración; se establecía como precepto que todas las personas con necesidades especiales
tenían los mismos derechos humanos que los demás miembros de la sociedad y, por lo
tanto, debía establecerse una política integral para satisfacer las necesidades de estas
personas en su entorno familiar, escolar, laboral y social.
249
joven y adolescente. De esta forma cobraron auge las escuelas de padres, para abordar con
propiedad la participación de la familia en el proceso educativo de las personas con
necesidades especiales y por ende en su integración social (González, 1980).
En el año 1981 se declaró el año Internacional del Impedido, de allí que las Naciones
Unida, estableció como lema “Participación e igualdad plena”. Éste fue un año pródigo en
todo el mundo. En Venezuela, se realizaron a nivel nacional seminarios, foros y otros
eventos cuya temática versó sobre la discusión de la problemática enfrentada por las
personas con necesidades especiales para su incorporación activa a la vida social.
250
A fines de 1981 y, en aras de promover la integración de las personas con
necesidades especiales, la Dirección de Educación Especial, a través del Programa de
Integración Social, realizó una evaluación a los equipos de integración, con el fin de
mejorar la calidad del proceso y lograr una coherencia entre la fundamentación teórica y la
práctica de dichos servicios. En líneas generales, los resultados derivados de esta
evaluación indicaron que la acción de estos servicios se centraba solo en el contexto
escolar, esto a consecuencia de la demanda de alumnos con dificultades de aprendizaje a
los cuales debía de atendérseles.
Al respecto, una situación confrontada por los equipos de integración fue la carencia
de un trabajo cooperativo entre los maestros especialistas y los docentes regulares; falta de
compromiso de los directivos de las escuelas regulares; poca articulación entre los planteles
y servicios de la modalidad de Educación Especial y la creencia de que el equipo de
integración era el único responsable de la integración de estas personas, lo cual llevo a un
bajo alcance de la integración escolar para esta población.
Para 1986, se consideró pertinente realizar una consulta y análisis con los equipos de
integración social y los planteles y servicios de la modalidad de Educación Especial acerca
de la conceptualización y la praxis de la integración social, con la intención de proporcionar
una coherencia teórica y unificar criterios en cuanto a las líneas a seguir para la
implementación de este principio.
En dicha consulta se analizó una vez más a los equipos de integración evidenciándose
la necesidad de actualizar a los profesionales en lo referente a la conceptualización de la
integración y los enfoques teóricos que la sustentan.
Para el año 1987, a fin de analizar la práctica de la integración social de las personas
con necesidades especiales, en Venezuela y en el ámbito latinoamericano, se realizó con los
auspicios de la UNESCO el “Primer seminario para la integración de las personas con
necesidades especiales”.
251
educación especial a los fines de unificar criterios en cuanto a la integración de la población
con necesidades especiales en las diferentes áreas de atención. Por otra parte, se apreció la
necesidad de incorporar en forma activa a supervisores, como una vía para propiciar la
excelencia del trabajo en las escuelas básicas.
Para el año 1988 se hizo un intento para promover acciones coordinadas con los
niveles de Preescolar y Básica en las instancias zonales para la integración escolar de las
personas con necesidades especiales. Si bien es cierto que algunas zonas realizaron
propuestas concretas entre los entes de Educación, Salud, Trabajo y Familia, éstas no
cristalizaron en toda su plenitud, por cuanto no respondían a líneas de acción articuladas
entre los niveles y modalidades del sistema educativo y otros sectores del ámbito nacional.
Si bien es cierto que los equipos de integración han realizado acciones para la
integración familiar y comunitaria, éstas no responden a un lineamiento de política
articulada entre el Ministerio de Educación y los otros sectores de la vida nacional. Otra de
252
las debilidades encontradas en esta época es la desvinculación de los equipos de integración
con los planteles y servicios de Educación Especial.
Otra de las situaciones confrontadas por los equipos de integración ha sido la nece-
sidad de actualización permanente de sus profesionales en materia de políticas de atención
integral de la población con necesidades especiales, programas de bienestar social, etc.
Por otra parte, se ha evidenciado que la mayoría de los equipos han planificado y
ejecutado proyectos de integración social, que de contar con el apoyo de una política
intersectorial hubiesen tenido una mayor trascendencia en beneficia de la población con
necesidades educativas especiales.
En este orden de ideas, las acciones desarrolladas para la integración laboral han sido
en su mayoría iniciativa de los talleres de educación laboral y no articulada
interinstitucional y sectorialmente.
253
Gubernamentales, CTV, FEDECÁMARAS, y un representante de la Universidad Central
de Venezuela.
Cabe destacar las implicaciones de esta la Ley: por una parte su fundamentación
teórica esta basada en una concepción de la persona impedida que data de tiempos antiguos,
no reflejando la visión actual de estas personas, que son consideradas como ciudadanos con
derecho a disfrutar de los beneficios que otorga la legislación en materia de familia,
escuela, trabajo, salud, recreación, cultura, entre otros. En dicha Ley “para cada derecho
que se pretende alcanzar (social, educativo, seguridad social, trabajo), se establece una
condición que niega el espíritu y razón de la norma, o sea, la anula...” (Nunes 1996).
Ahora bien, considerando que la integración escolar de las personas con necesidades
especiales es un proceso continuo sistemático y progresivo, que implica el desarrollo de
acciones que garanticen el cambio actitudinal de los administradores de la Educación, la
Dirección de Educación Especial, a los fines de establecer las normas para la integración
escolar de las personas con necesidades especiales, elaboró la resolución 2005 de fecha
02-12-96, a los fines de garantizar el proceso de integración en términos del derecho de la
persona y del deber de las instancias responsables de dicho proceso, lo que a su vez
fortalecerá la articulación y administración de una política educativa integral entre los
niveles y modalidades del sistema educativo.
254
Otra de las políticas establecidas para este mismo año es la resolución N°1762 del
09-10-96, donde se establecen las normas para el ingreso y permanencia de los alumnos en
los planteles oficiales y privados de los niveles de Preescolar, Básica, Media Diversificada
y Profesional. Consecuentemente se plantea la reorientación del Programa de Integración.
Éste se define como un programa de apoyo de la Dirección de Educación Especial como
instancia nacional que tiene la competencia de diseñar las políticas relacionadas con la
integración social de las personas con necesidades especiales, supervisar y velar por el
cumplimiento de la Política de Integración Social así como también efectuar seguimiento a
los acuerdos y convenios que se realicen en función de la integración social de las personas
con necesidades especiales entre otras.
Las personas con necesidades especiales son aquellas cuyas características físicas,
intelectuales y sensoriales requieren de planes y programas complementarios o sustitutivos,
transitorios y/o y permanentes para favorecer su integración.
Estas personas, como cualquier ser humano, son capaces de auto desarrollarse, de
interactuar, en todas las instancias que configuran la vida: familia, escuela y comunidad.
Estas potencialidades que tiene toda persona son susceptibles de evolucionar, cuando
es respetada como tal, cuando se le brinda la oportunidad de desarrollar sus capacidades y
de interactuar armónicamente en el medio donde se desenvuelve respetando su diferencia.
Este hecho diferencial en los individuos proporciona un fundamento: “El derecho a ser
diferente, a ser reconocido, respetando las peculiaridades de su propia identidad”.
255
De esta forma la persona con necesidades especiales tiene derecho a recibir una
educación en todo el continuo de su vida de acuerdo alas características propias del
desarrollo.
Se destaca aquí la importancia del núcleo familiar, por cuanto ésta es la base desde la
cual el niño comienza el desarrollo de su vida psíquica y social; la comprensión, la
aceptación y el amor son factores decisivos para la formación de su personalidad y
posterior desarrollo como individuo. Ante esta responsabilidad cabe a la familia la tarea de
proporcionar al niño todos los medios necesarios para que incremente en mayor grade
posible todas su capacidades y posibilidades.
En esta edad, una buena valoración de sí mismo por parte de los demás y los
refuerzos sociales gratificantes contribuyen a elevar el nivel de autoestima.
Por lo tanto es imprescindible en los primeros 5 años, y sobre todo en esta población,
tener en cuenta que esta requerirá siempre de refuerzos afectivos y sociales de
reconocimiento y valoración objetiva de las propias capacidades, éxitos y fracasos, para
consolidar su personalidad.
En la edad escolar el niño está tratando de afirmarse como persona y esta lucha
constante entre sus experiencias, emociones, inseguridad e impulsos le produce cambios de
carácter y humor. A esta actuación hay que agregar el ingreso a la escuela; nuevos
compañeros, experiencias diferentes que habrá de asimilar en medio de una creciente
exigencia intelectual, asumiendo nuevos roles, y una mayor disciplina. Así mismo,
comienza a integrarse en pequeños grupos compartiendo elementos entre ellos, y a menudo
se juegan posiciones individuales y de supremacía y ninguno quiere perder. Esta etapa va
pasando y el niño se irá adaptando, comprendiendo, sociabilizándose e integrándose
paulatinamente hasta completar este periodo tan decisivo de su vida.
Ahora bien, cuando los niños presentan necesidades especiales sensoriales, difi-
cultades de aprendizaje, impedimentos físicos, retardo mental, autismo y talento, estos
256
pueden interferir en su adaptación escolar y social. Por ello es sumamente importante
comprender la tarea fundamental que deben asumir la familia y los maestros. Los padres,
más allá de la natural e instintiva preocupación e interés, deben proveerse de los
conocimientos esenciales para poder acompañar a su hijo a través de sus experiencias con
amor e inteligencia y una clara conciencia de la importancia que tiene el crear un clima de
aceptación, motivación y creencia en las posibilidades y capacidades del niño.
La familia es un cambio más al cual la persona tiene que hacer frente: se percibe la
necesidad de abandonar la protección y seguridad que siempre ha tenido. La búsqueda de
identidad y de independencia conduce a la necesidad de intercambiar ideas, experiencias, e
interaccionar con los compañeros del mismo sexo y del opuesto, y a desarrollar destrezas e
intereses.
257
El desarrollo de la imagen de sí mismo, el concepto que de su persona obtenga cobra
una importancia fundamental en esta etapa.
Así mismo, en esta etapa, muestra interés por adquirir y renovar sus conocimientos
como fuente de desarrollo permanente y de proyección hacia el futuro para atender las
demandas de los cambios que son necesarios para su desenvolvimiento.
Estas variables que caracterizan la adultez permiten a las personas vivir y participar
responsablemente en la vida familiar, ser un activo promotor del cambio social, capaz de
integrarse en su realidad con fines de transformada, capaz de autogestionar su propio
aprendizaje y ser consciente de su rol, cívico, político, etc.
El tener una necesidad especial puede conducir a que las personas permanezcan al
margen de la vida social, esto debido muchas veces a la existencia de prejuicios valorativos
por parte de la familia y la comunidad, lo que incide en la plena realización de la persona
como ente valida en la sociedad.
Es pertinente también desarrollar acciones que permitan la interacción con los agentes
de la comunidad, a fin de promover el sentido de pertenencia, y aceptación como un
miembro más del grupo social al que pertenece.
Se debe estar consciente de que en esta etapa el hombre adquiere conciencia de sus
responsabilidades cívicas, familiares, sociales, etc. Todo ello dado por los aprendizajes
258
adquiridos en el transcurso de su vida lo que le convierte en un ente autónomo capaz de
integrarse en la sociedad
259
La integración puede concebirse como un camino formado por etapas sucesivas y
secuenciales, conformada por diversos elementos: la familia, la escuela, el trabajo y la
comunidad.
En esta línea de pensamiento la integración social como derecho hace referencia “al
derecho de toda persona a desarrollarse plenamente, en función de las posibilidades de que
dispone, y la obligación de la sociedad de transformar estas posibilidades en realizaciones
efectivas y útiles” (Piaget 1979).
260
En correspondencia con el principio de modernización, la integración social propicia
el desarrollo integral de las personas con necesidades especiales a la luz de los avances
científicos y tecnológicos, de las necesidades regionales o nacionales, puesto que el mismo
se encuentra en continuo dinamismo, caracterizado por el avance y desarrollo de
investigaciones permanentes en el campo de la psicología, y los progresos de las ciencias
sociales, con la finalidad de incorporarlos a la atención integral de las personas con
necesidades especiales para promover la efectiva integración social.
Todo esto constituye un espacio de integración social por cuanto facilita el máximo
desarrollo de las potencialidades al favorecer desde edades tempranas la participación e
interacción en el medio comunitario, requiriendo para ello la comprensión de todos y cada
uno de los factores que conforman la sociedad; esto conlleva a un cambio de actitud y
expectativas, a través de medidas de información y educación a la comunidad.
261
Desde una orientación constructivista, el desarrollo se produce por un proceso que
toma en cuenta la experiencia que el individuo obtiene de las acciones que el mismo ejerce
sobre los objetos naturales. “Todo ello conlleva afirmar que la fuente del conocimiento es
la actividad social del hombre (Román, 1996), lo que se vincula con la interacción del
individuo en su medio”. El desarrollo se produce por un proceso que toma en cuenta en
primer lugar la experiencia de la acción propia, y la que el individuo obtiene de las acciones
que el mismo ejerce sobre los objetos y con los otros (p.110).
Vygotsky, citado por Mirabent (1989), establece que las funciones psíquicas
superiores aparecen primero fuera del individuo, en la cultura, es decir, en los
conocimientos acumulados en la sociedad en la que nace, y solo durante el desarrollo, lo
que permite una comprensión más profunda de su condicionalidad social. Esto ayuda a
entender cómo en el transcurso de la relación del niño con la realidad, lo objetivo, o sea, lo
social, se convierte en subjetivo o en individual, es decir, cómo lo que el niño adquiere en
sus relaciones con los adultos y coetáneos lo lleva sucesivamente a la organización de su
propia actividad.
262
Bajo esta concepción, Monks (1992) expresa que el desarrollo humano está en gran
parte determinado por aprendizajes sociales. “El desarrollo, si es visto como cambios que
implican el comportamiento dentro de un grupo social, es un proceso de toda la vida”. La
integración entre la naturaleza del individuo y el ambiente determinan que tipo de
comportamiento y motivos de conducta emergen y llegan a manifestarse.
Desde un enfoque pedagógico, la educación desde una dimensión social exige una
concepción educativa que conduzca a cambios significativos en la mentalidad humana,
donde el hombre recobre su valor y su condición de persona (Guedez, 1987). En
correspondencia con estas exigencias, la práctica educativa potencia las posibilidades
efectivas de las aspiraciones del hombre. Al respecto, Freire (1979) “parte del hecho de que
el hombre no debe ser considerado como un simple receptor de información, sino un
elemento activo en el proceso” (p.60).
“El hombre llega a ser sujeto por una reflexión sobre su situación, sobre su ambiente
concreto, mientras más reflexiona sobre la realidad mas emerge, plenamente consciente,
comprometido, listo a intervenir respecto a la realidad para cambiarla”. (p.6l)
263
Una escuela que respete la diversidad debe por lo tanto ofrecer opciones curriculares
que se adapten a los niños respetando sus ritmos de aprendizajes, a través de adaptaciones
curriculares, cuando los alumnos requieran una modificación en la ayuda pedagógica que se
ofrece al grupo, así mismo los recursos metodológicos para individualizar la enseñanza que
cada docente o equipo utilizará, tales como materiales diversificados, equipos y ayudas
audiovisuales.
Desde una perspectiva sociológica la escuela en su función social está orientada hacia
la formación de ciudadanos auténticamente humanos, en donde puedan surgir los mejores,
como agentes participativos capaces de integrarse en forma activa a los procesos
económicos, sociales y políticos.
“Por otra parte la escuela tiene un papel fundamental en el desarrollo de los valores
de la persona, una educación para el cambio” (Norenzo L. 1990, p.35). Esto significa que la
escuela tiene una intencionalidad social donde se refleja las costumbres, convicciones y
estilos de vida característicos de una sociedad.
Desde esta perspectiva, la educación tiene que ver con dos aspectos fundamentales:
formar al individuo como persona constructora de una historia, responsable de sus acciones
y las de la colectividad, y como agente capaz de suscitar nuevas ideas, opciones y
transformaciones para sí y para los demás. Es indudable que en este proceso cobra
particular relevancia la influencia que ejerce la escuela como institución social por
excelencia sobre la familia que integra la comunidad, dada las expectativas que ésta tiene.
(p.36).
264
En Venezuela la integración se fundamenta primeramente en la tabla de los derechos
del niño venezolano (1936) elaborada en la primera convención del Magisterio Venezolano,
donde se establecen todas aquellas garantías que necesita el niño para desarrollarse en la
vida social como persona, para disfrutar de una vida digna que permita la satisfacción de las
necesidades esenciales.
Otro de los documentos que sustentan la integración social de las personas con
necesidades especiales es la recomendación 99 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) del año 1955, referida a los principios y prácticas de la adaptación y
Readaptación profesional del impedido, donde se establece la necesidad de asegurar
medidas adecuadas y al alcance de todas las categorías de personas inválidas y de promover
oportunidades de empleo en el mercado regular.
265
En la Convención Americana sobre Derechos Humanos adoptada por la Conferencia
Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos (1969), en el articulo 11 “de la
Convención” los Estados partes se obligan a “respetar los Derechos y Libertades
reconocidos en ellos y garantizar el libre y pleno ejercicio a toda persona que este sujeta a
su jurisdicción sin discriminación alguna”. En el Programa Mundial para las Personas con
Discapacidad, en sus artículos 120, 121 y 124 se establece que “la educación debe darse en
la medida de lo posible dentro del Sistema Escolar General”.
A nivel internacional en este mismo año se proclama la Carta para los 80, la cual es
una declaración de consenso acerca de las prioridades para la realización de acciones
durante la década 1980-1990; fue elaborada para promover el logro de la participación
plena y la igualdad de los impedidos en todo el mundo. Implica el derecho de toda persona
impedida a participar en la vida social normal de la comunidad en cual vive.
En 1981 se elaboró el Programa de Acción Mundial para los Impedidos aprobado por
la Asociación General en resolución 37/52. En este mismo año se promulgó el Año
Internacional del Impedido (1981) y el Programa de Acción Mundial subrayó el derecho de
las personas con discapacidad a tener las mismas oportunidades que los demás ciudadanos.
Para 1983 la Organización Internacional del Trabajo adopta el convenio 159 sobre la
readaptación profesional y el empleo de personas inválidas. Este convenio y la
recomendación 168 que lo complementa sitúan la obtención y conservación de un empleo,
así como la promoción en el mismo, en la perspectiva de la integración o reintegración de
la persona en la sociedad.
Para este mismo año se elabora el Programa de Acción Mundial de las Naciones
Unidas para los Impedidos sobre equiparación de oportunidades de educación y formación;
en dicho programa se insta a los gobiernos de los Estados miembros a adoptar políticas que
reconozcan los derechos de los impedidos a la educación.
266
En 1986 se promulga en decreto N° 12 de la Alcaldía del Municipio Libertador sobre
otorgamiento de becas a los hijos de matrimonios impedidos y de política de contratación
laboral de los impedidos.
Por otra parte la Ley Orgánica del Trabajo de 1990 reafirma en su artículo 24 que
“toda persona tiene derecho al trabajo”. Así mismo en el capítulo IX (Artículo 375 al 378)
se establece las condiciones y el derecho de las personas con necesidades especiales al
trabajo.
Otro instrumento legal que fortalece el derecho de las personas con necesidades
especiales en Venezuela es la Ley de Integración Social de las personas con incapacitadas,
promulgada en el año, 1993 en el cual se destaca la obligatoriedad de la integración en los
ámbitos familiar, escolar, laboral y social.
267
En la misma declaración, en los artículos del 28 al 31, se señala la garantía de ofrecer
opciones curriculares que se adapten a las necesidades educativas especiales atendiendo al
principio de igualdad de oportunidades.
Por otra parte, el modelo para la integración social tiene un enfoque educativo, por
cuanto se propicia un proceso de ajuste de las personas con necesidades especiales a los
valores, exigencias y pautas de comportamientos de los grupos que conforman el medio
ambiente social en el cual se desenvuelve; en general, su integración en la vida de los
mismos. Es decir, desde una perspectiva educativa se persigue la formación integral del
individuo para su participación activa dentro del grupo social en el cual le toca convivir.
268
Desde este punto de vista el ser humano esta sujeto a cambios. Esto se hará en la
medida en que se les brinden las condiciones y experiencias que le permitan el desarrollo
de sus capacidades.
Por lo tanto, la familia como grupo social debe cubrir las necesidades de las personas,
en cada momento de su evolución cronológica y social. Cada edad de las personas exige
nuevos modos y estilos de comunicación, y en ese proceso debe predominar la aceptación,
apoyo, cooperación, en un clima de afecto y solidaridad. (Nozenko, 89).
269
El reto de la escuela consiste precisamente en ser capaz de ofrecer a cada alumno la
ayuda pedagógica que el necesite. En este punto cobra vital importancia la flexibilidad
curricular; de allí que los programas deben adaptarse a las necesidades de los niños, y para
ello es necesario que la escuela ofrezca opciones curriculares que se adapten a los niños con
capacidades e intereses diferentes. Es decir, una escuela integradora que acoge de niño con
necesidades especiales como elemento que dinamiza y modifica los planteamientos
didácticos y donde se benefician todos los niños. Una escuela abierta y crítica, que acepta
las diferencias y ofrezca sus aulas como marco natural para el desarrollo y la educación de
los niños con necesidades educativas especiales (Marchessi. 1980).
Tomar en cuenta que cada individuo es único, irrepetible, conduce a que la praxis del
modelo de integración se inscriba en el respeto por las diferencias.
Este cometido se hace vigente en los proyectos de plantel como una estrategia
educativa para la consolidación de la institución escolar como instancia cohesionadora e
integradora de la comunidad. Se trata, pues, de entender la integración escolar como
componente del proyecto pedagógico de plantel, en un trabajo de construcción colectiva
entre el plantel y su entorno por medio de la participación de la asociación de las familias,
asociaciones de vecinos, otras organizaciones sociales y económicas, que promuevan la
efectiva integración social.
Ahora bien, considerando que toda persona tiene la necesidad de integrarse, de ser
aceptado y de tener responsabilidad compartida, ésta solamente puede ser satisfecha en el
marco y el contexto de un verdadero grupo estable, en donde se dé un proceso progresivo
de integración y en donde la comunicación le permita a sus miembros sentirse aceptados y
compartir los esfuerzos por un objetivo común.
Desde esta visión se requiere de una escuela que ofrezca a todos los alumnos igualdad
de oportunidades para acceder a una cultura dentro de una misma institución y en la misma
aula, evitando la segregación. Una escuela que posibilite cambios en la organización
escolar, curricular, para adecuar el proceso de enseñanza y aprendizaje a las características
diferenciales de los alumnos.
270
En la integración escolar cobran particular relevancia las adaptaciones curriculares a
los fines de efectuar los ajustes necesarios en el proceso de enseñanza-aprendizaje,
permitiéndole a los alumnos con necesidades especiales integrarse a la actividad de su
grupo en las mejores condiciones, participando de objetivos comunes e interactuando con
los compañeros y demás miembros de la comunidad educativa. Estas adaptaciones se
refieren también a las metodologías de enseñanza y a las interacciones docente-alumno y
alumno-alumno, y además comprenden todos aquellos elementos personales: docentes,
padres y especialistas. Así mismo, las adaptaciones están referidas a la distribución de
espacios, supresión de barreras arquitectónicas hasta la adecuación de recursos didácticos,
textos, materiales y equipos (Núñez B. 1996).
En este aspecto tiene vital importancia lo relacionado con el desarrollo profesional del
docente. Esta formación y/o capacitación en servicio debe orientar un perfil para lograr un
profesional que estimule la creación de ambientes nutritivos que permitan el crecimiento
personal de los alumnos, ser un agente de cambio, dominio de la práctica pedagógica,
conocimientos de las características particulares de los alumnos, así como de las
necesidades de su entorno, ser un promotor de situaciones de aprendizaje que permitan la
interacción entre los educandos, dirigidas tanto a propiciar un cambio en la comunidad para
la aceptación de las personas con necesidades especiales, como a coordinar acciones con
los recursos de la comunidad, en el ámbito de la educación, salud, trabajo, recreación y
cultura.
El docente que requiere la escuela integradora debe tener un perfil cuya actividad no
sea el mero aplicador de normas y principios, sino la de un profesional que a través de su
práctica aprenda a construir y contrastar nuevas estrategias de acción, nuevos modos de
enfrentar y de comprender los problemas que una situación tan compleja como la que
ofrece la escuela integradora suele presentar frecuentemente (Carr, 1984).
271
Si los docentes que participan en la integración no sienten por si mismos esta
necesidad de trabajo cooperativo y de reflexión colectiva e indagación sobre su propia
práctica profesional, la integración social fracasa.
En este sentido la integración socio laboral representa una necesidad vital de toda
persona. Es por excelencia un medio que proporciona al hombre su bienestar social,
permitiéndole constituirse en un ente participativo proporcionándole la valoración de sí
mismo, el reconocimiento de su esfuerzo y su autorrealización. (Documento de
Conceptualización y Política de Educación y Trabajo. 1997).
Por estas razones los planes, programas y proyectos dirigidos a la integración de las
personas con necesidades especiales en los diferentes ámbitos: familia, escuela, recreación,
deporte, cultura y trabajo deben estar acordes con sus necesidades.
272
de integración; 8) orientar a las asociaciones de personas con necesidades especiales para la
elaboración de proyectos que redunden en su efectiva integración social; 9) asesorar a los
medios de comunicación para la realización de programas de divulgación, difusión y
orientación a la familia y a la comunidad sobre las personas con necesidades educativas
especiales y su integración social.
Más allá de la ubicación física de las personas con necesidades educativas especiales,
en el ambiente educativo, en esencia, debe promoverse la participación activa del individuo
en su medio, estableciendo vínculos entre las personas con las que comparte. En esta línea
de pensamiento el Modelo para la Integración Social se suscribe dentro de una política
nacional y como tal requiere de las instancias y entes responsables, para garantizar el
derecho de las personas con necesidades especiales a disfrutar de la igualdad de
oportunidades educativas y sociales, tal como se establece en la Constitución Nacional de
Venezuela, Ley Orgánica de Educación y su Reglamento, Ley del Trabajo y dec1araciones
internacionales.
273
La integración social debe garantizarse tanto en la modalidad de la educación especial
como en la escuela regular. En el modelo para la integración social reviste gran
trascendencia un cambio en el rol de las escuelas especiales: por una parte debe atender a
través de los planteles y servicios a los niños, jóvenes y adultos con necesidades educativas
especiales, que requieren de una atención educativa especializada integral, para facilitar el
desarrollo de sus competencias individuales y, por otra, debe propiciar la integración de los
educandos con necesidades educativas especiales que reúnan las condiciones para
desarrollarse a través de dicho proceso en los distintos niveles y modalidades del sistema
educativo, apoyando al alumno integrado en la escuela regular y a los docentes y demás
profesionales implicados en este proceso.
A tal efecto los planteles y servicios de educación especial, tales como: institutos de
educación especial, aulas integradas, unidades psicoeducativas, centros de dificultades de
aprendizaje, centros de atención integral, centros, de rehabilitación de lenguaje, talleres de
educación laboral, centros de desarrollo infantil, centros experimentales de artes y ciencias,
más allá de cumplir con los objetivos para los cuales fueron creados, tienen la
responsabilidad de asumir la integración social de esta población a la familia, escuela y
comunidad. Igualmente los núcleos de bienestar estudiantil, los servicios de orientación, los
equipos técnicos zonales de preescolar, a través de un trabajo articulado con los servicios
de Educación Especial, brindarán apoyo para la integración social.
Ahora bien, al estar concebida la integración social desde un enfoque integral, ésta
demanda la participación y responsabilidad de diferentes instancias relacionadas con las
personas, como entes que pertenecen a una sociedad; es decir, se requiere de una acción
participativa de la familia, escuela y la comunidad, de los sectores de la vida nacional a
nivel estadal, municipal y local para garantizar con éxito la integración social de las
personas con necesidades especiales.
274
En este sentido se requiere de una coordinación estrecha de todos los entes com-
prometidos, instancias gubernamentales y no gubernamentales, con el fin de que todos, de
una manera u otra, estén comprometidos en esta acción.
En este orden de ideas, para el desarrollo del Modelo para la Integración Social se
requiere de líneas de acción, las cuales se enmarcan en las exigencias del cambio educativo
y de la descentralización del sistema educativo.
Por una parte se debe fortalecer la articulación de las acciones dentro de la modalidad
de Educación Especial para posibilitar el apoyo que los alumnos con necesidades
educativas especiales requieren para el logro de los objetivos curriculares propuestos por la
institución escolar, facilitando de esta forma la efectiva integración social; y, por otra, se
debe garantizar la integración de los educandos con necesidades especiales a través de
acciones articuladas con los niveles y las otras modalidades del sistema educativo, así como
también con otros sectores de la vida nacional. Para ello se deben coordinar esfuerzos intra
e intersectoriales en planes de acción concretos y específicos.
275
de rehabilitación del lenguaje, centros de educación preescolar a través de su propuesta
“Preescolar integral de calidad”, a través de sus programas formales y no convencionales, y
Escuelas Básicas con Preescolar, con el apoyo de los servicios de la modalidad Aulas
Integradas, Unidades Psicoeducativas, Cenda, y los de los otros niveles NIBE, Servicios de
Orientación para garantizar el ingreso, prosecución y permanencia en este nivel educativo.
Esta acción también involucra el desarrollo de estrategias dirigidas a la familia con el fin de
estrechar relaciones de cooperación y de apoyo entre los equipos de profesionales y los
padres, participando estos en la adopción de decisiones en el ámbito escolar y en la
supervisión y apoyo del aprendizaje de sus hijos, aspecto básico para cimentar las bases de
una integración temprana. Por otra parte es necesario trabajar mancomunadamente con los
actores de la comunidad, con el fin de incorporarlos al proceso de integración.
276
Así mismo es necesaria la coordinación de acciones entre el equipo de integración,
talleres de educación laboral, institutos de educación especial, unidades educativas, centros
de atención integral, con los niveles de educación básica, media diversificada y profesional,
modalidad de adultos en sus programas IRFA (Instituto Radiofónico de Fe y Alegría,
Centros de Educación Básica de Adultos y Centro Educativo de Atención a la Comunidad),
a los fines de garantizar el ingreso, prosecución y culminación de estudios, así como el
apoyo y la orientación a los docentes en materia de planificación, organización escolar,
selección de recursos y adaptaciones curriculares acordes alas necesidades de los
educandos, con el apoyo de los servicios de la modalidad de educación especial (AI, UPE,
CRL) y de los niveles (Servicios de Orientación y NIBE).
Por otra parte, es necesaria la coordinación de acciones con el sector Salud y Social
con el apoyo de los servicios de Modalidad (AI, UPE, CENDA, CAI, CRL, CEAC) y los de
los niveles del sistema educativo (NIBE y Servicios de Orientación).
277
En relación con la integración de la población con necesidades educativas especiales
de 15 años o más se requiere de un trabajo coordinado entre el Equipo de Integración y los
talleres de educación laboral, institutos de educación especial, unidades educativas, centros
de atención integral, centros de rehabilitación del lenguaje, con el fin de generar estrategias
conjuntas para el inicio y prosecución de la escolaridad, así como, también, para la
integración familiar y socio-laboral.
278
de Deporte (IND), sector empresarial y con el Consejo Nacional para las personas con
necesidades especiales y con las federaciones, asociaciones de personas con necesidades
especiales, organizaciones no gubernamentales para la capacitación, inserción laboral y
otros programas educativos, deportivos, recreativos y culturales, todo ello con el apoyo de
los servicios de la modalidad (AI, UPE, CENDA) y de los otros nivel (NIBE y Servicios de
Orientación).
Bibliografía
Gómez, W. de. (1988). Hacia una estrategia de cambio educativo con significación social.
Ministerio de Educación DEE. Autor.
279
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especiales.
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niño.
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Impedidos.
UNESCO (1987). Informe. Primer Seminario para la Integración de las personas con
necesidades especiales.
281
282
LECTURA N° 15
Ministerio de Educación Resolución N° 2005,
Normas para la integración escolar de la po-
blación con necesidades educativas especiales.
(1996, diciembre 02). Gaceta Oficial de la
República de Venezuela 2759, diciembre 02,
1996.
283
entre los cuales se encuentran: el Núcleo Integral de Bienestar Estudiantil, Departamento de
Evaluación, control de estudio, aulas integradas, Unidades Psicoeducativas, Equipos de
Integración, Centro de Dificultades de Aprendizaje (CENDAS), Centros de Desarrollo
Infantil, Centros de Rehabilitación de Lenguaje, Talleres de Educación Laboral, entre otros.
284
LECTURA N° 16
Rodríguez Rengifo, Y. (2004). “La integración social:
línea estratégica de la política educativa de la modalidad
de educación especial en Venezuela”. Caracas.
285
mentario del principio de normalización para poder lograr poner al alcance de las personas
con necesidades especiales, unos modos de vida cotidiana, lo más parecido posible a las
formas de vida del resto de la sociedad. Progresivamente, este principio ha ido generando
acciones concretas con las cuales procurar condiciones y alternativas de incorporación
física y social de esta población a la escuela y a la comunidad. El significado que en la
actualidad se le reconoce al principio de normalización, se orienta hacia la provisión de
unas condiciones de vida en la comunidad a la que pertenece y atendiendo sus posibilidades
y respetando sus diferencias, de modo que la persona con necesidades especiales pueda
lograr su desarrollo integral.
286
condiciones para desarrollarse en un grupo, donde estén en posibilidad de asumir retos y
responsabilidades, como ciudadanos que son y que tienen derechos y deberes. Se entiende
que, como seres humanos que son, estas personas están en capacidad de lograr su auto-
desarrollo y de interactuar de manera democrática e igualitaria en los ámbitos social,
comunitario, familiar y escolar.
287
Tal como lo muestra la figura precedente, la integración en Venezuela se sustenta en
un marco conceptual estructurado a partir de bases legales, filosóficas, sociológicas y
pedagógicas que de manera articulada hacen posible brindar una atención holística a la
persona con necesidades educativas especiales, de acuerdo a su condición como ser
humano y a los derechos sociales y civiles que le deben ser atendidos.
288
del sistema educativo como de aquellos sectores que, a nivel local o regional, deban ser
convocados.
289
Figura 2. Aspectos esenciales a ser considerados para el abordaje de la integración escolar
desde la perspectiva legal escolar desde la perspectiva legal
CONFERENCIAS
I ORGANIZACIONES DOCUMENTOS
N INTERNACIONALES PROGRAMAS
•T DECLARACIONES
E
G POLÍTICAS A CONDICIONES
R ORGANIZACIONES CARACTERÍSTICAS DE
AGENDA RESOLUCIONES C
A GUBERNAMENTALES CADA REALI DAD
NORMATIVAS O
C PROGRAMAS R
I D
Ó E
N REIVINDICACIÓN
INSTITUCIONES DERECHOS DE
PRIVADAS LAS
MINORÍAS
290
LECTURA N° 17
Rodríguez Rengifo, Y. (2001). “La política
pública en el desarrollo de la educación especial
en Venezuela”. Ponencia presentada en la II Jor-
nada de promoción a la investigación científica,
humanística y tecnológica. Caracas, Universidad
Nacional Abierta.
Resumen
291
desarrollo de la educación especial. Destaca que una de las acciones que de manera
concreta ha realizado este ente es el diseño de políticas que, a modo de lineamientos
generales, además de orientar su quehacer, ha favorecido el avance de la modalidad y en
definitiva una mejora en los servicios, que se proveen para la atención de la población
respectiva. Sin embargo, se reconoce que aún queda mucho por hacer, debido a lo complejo
y multifacético de las áreas y necesidades involucradas.
En sus primeras fases se consideraba que lo más importante era atender a los niños
con discapacidades claras, pero la expansión de la enseñanza pública en distintos países
292
introdujo formas más amplias de educación especial. Durante esta primera etapa la
educación especial tenía una connotación asistencial institucionalizada, con un enfoque
preeminentemente rehabilitatorio y basado en la deficiencia (Marchesi y Martín, 1990).
Destacan Ainscow (1995); Lus (1995) y Sánchez et al. (1999), para quienes, al igual
que sucedió con la enseñanza regular, la educación para niños aquejados de alguna
discapacidad empezó como una empresa individual y caritativa. Después intervendrá el
gobierno, primero apoyando las actividades voluntarias y después creando un marco
nacional en el cual los organismos públicos o voluntarios pudieran colaborar para que todos
los niños recibiesen una educación adecuada.
Entre otros aspectos, el auge de los procesos cognoscitivos como tema de inves-
tigación y de los métodos cualitativos para lograr captar los aspectos estructurales y
sistémicos propios de la conducta humana han favorecido que en las últimas décadas la
educación especial se oriente desde una óptica más humanista, donde se concede particular
importancia a los aspectos socioemocionales. De acuerdo con Leal (1997) y Núñez de Báez
(1998), es necesario que la educación especial se oriente más por las características de la
persona y por sus capacidades, para potenciarlas y favorecer el auto desarrollo individual
en concordancia con sus posibilidades reales.
Desde 1912 se puede decir que en Venezuela se han desarrollado acciones que
evidencian la importancia que desde entonces se le ha reconocido en el país a la educación
especial. El Código de Instrucción Pública de 1912 ya consideraba a los sujetos con
necesidades especiales a quienes había la necesidad de brindar atención educativa
adecuada. En 1935 se constituye la Asociación de Amigos de los Ciegos y Sordomudos;
institución que, con ayuda del Ministerio de Educación de la época, comienza a brindar
atención especial a esta población. Entre los años '50 y '60 se crean diversas instituciones
privadas -AVEPANE, INVEDIN, IVAL- orientadas a la atención educativa especializada.
También en esta época se concretan programas oficiales, de corte preventivo o asistencial,
dependientes de los ministerios de Educación y/o de Sanidad y Asistencia Social. En 1973
se crea la Dirección de Educación Especial, adscrita a la Dirección General Sectorial de
Básica y Media Diversificada. En 1980 se da a la Educación Especial carácter de
modalidad del sistema educativo venezolano (Conceptualización y Política, 1997).
293
Las áreas de atención de la educación especial en el país se han establecido de acuerdo
a los tipos de deficiencias o dificultades que pueden dar lugar a necesidades de atención
específica, de acuerdo con las características dominantes que garantizan cierta homo-
geneidad, por ello se tienen: Área de Retardo Mental, Talento Superior, Dificultades de
Aprendizaje, Trastornos del Lenguaje, Trastornos de la Personalidad, Deficiencias Visua-
les, Deficiencias Auditivas, Impedimentos Motores e Impedimentos Múltiples (Dirección
de Educación Especial, 1976). Tal como se mencionó antes, el trabajo en estas áreas se
fundamenta en un modelo psicopedagógico como base estructural para el funcionamiento
de los servicios que en ellas se brindan.
A continuación se analizará en detalle este último factor. Para ello se considerara una
de las actividades a través de las cuales este ente asume su responsabilidad en el desarrollo
del ámbito educativo: el diseño de políticas.
Las transformaciones que desde la década de los '60 se han operado en el contexto de
la educación especial, en cuanto a la evaluación e intervención de las deficiencias, en la
participación y formación de profesionales, así como por los aportes hechos por disciplinas
294
afines a la educación, propiciaron que se fuese orientando el uso del termino necesidades
educativas especiales por el de deficiencia. Este concepto favoreció la revisión de los
esquemas de tratamiento y atención y popularizó una concepción distinta de la educación
especial. Se considera que un alumno con necesidades especiales presenta algún problema
de aprendizaje a lo largo de su escolarización, lo que demanda una atención más específica
y mayores recursos educativos. Por ende se reconoce el papel del ámbito educativo en
general y no sólo como responsabilidad específica de la educación especial. El énfasis se
coloca en la capacidad de la escuela para producir una respuesta a tales necesidades, sin
dejar de reconocer que el niño tiene problemas específicos vinculados a su propio
desarrollo.
Esta nueva concepción generó acciones específicas a escala mundial; según Ainscow
(1995) varios países promulgaron leyes para modificar la base de la educación especial. Es
posible que la más influyente de estas leyes fuese la Ley Pública 94-142, llamada Ley
sobre la Educación de todos los Niños Discapacitados, aprobada en 1975 en Estados
Unidos. Señalan Klingler y Vadillo (1999) que la disposición fundamental de la ley
establecía para todos los institutos educacionales de ese país ofrecer educación adecuada a
todos los niños en edad escolar, independientemente de las discapacidades que pudieran
sufrir algunos de ellos. Por su parte Ainscow (1995) menciona los resultados del estudio
realizado por UNESCO en los años '80 donde se estableció la existencia de una nueva
legislación internacional, orientada al desarrollo de la educación especial desde esta
perspectiva. Dos tercios de las cincuenta y ocho naciones encuestadas hicieron referencia a
la existencia en sus territorios de nueva legislación en debate o ya promulgadas.
La consideración del derecho que tienen todos los niños a una educación equitativa, de
acuerdo con Lus (1995), ha convocado las acciones de distintas organizaciones en el
contexto internacional. Ejemplo de ello es la reunión en Jomtién, Thailandia, realizada por
UNESCO y de donde resulta la Declaración de Salamanca promulgada en 1994, que
procura la provisión de oportunidades que permitan de manera efectiva la equidad; por ella,
desde la fecha y de manera formal, se viene poniendo en práctica en el ámbito mundial la
integración educativa. Esto exige reconocer la obligación y urgencia de impartir enseñanza
a todos los niños, jóvenes y adultos con necesidades educativas especiales dentro del
sistema común de educación, lo que debe guiar a las organizaciones y gobiernos a respaldar
el marco de acción de la educación general y especial para dar cumplimiento a este derecho
social que posee la población con necesidades especiales.
Las políticas públicas son lineamientos que buscan orientar el logro de los objetivos
propuestos para favorecer el desarrollo de sectores o áreas de desempeño de toda nación.
Tales directrices responden a concepciones filosóficas, epistemológicas, sociológicas y
jurídicas que de manera orgánica sustentan las acciones a desarrollar.
295
Desde sus inicios, la Dirección de Educación Especial del ahora Ministerio de
Educación, Cultura y Deportes ha diseñado y puesto en ejecución tres políticas como una
acción con creta en la orientación del quehacer general de la modalidad de educación
especial en Venezuela. En noviembre de 1976 se publica la primera Conceptualización y
Política. Este documento parte de la definición de la educación especial, su campo de
acción, sus fines y objetivos, las áreas que la integran y el modelo de atención propuesto;
además se caracteriza la población objeto de atención específica. Son descritos los
fundamentos filosófico-políticos que orientan la política, así como las estrategias que se
llevaran a cabo para poder dar cumplimiento a la política (Conceptualización y Política,
1976).
En 1986 se elabora e implementa una nueva política, lo cual da cuenta del análisis y
revisión al que en forma permanente se ha sometido a si misma la Dirección de Educación
Especial venezolana, en atención a las tendencias y acontecimientos que signan el quehacer
educativo nacional y mundial. Esta segunda conceptualización, además de presentar la
concepción desde la que se entiende el campo de la educación especial, describe las
acciones que a manera de políticas se ejecutarán a nivel técnico y estructural, para dar
atención a las necesidades que presenta el sector educativo en general, al que la educación
especial debe prestar asistencia (Conceptualización y Política, 1986).
296
Educación Especial venezolana. Este análisis se realiza considerando las bases legales,
fundamentos filosóficos-políticos y principios, así como los modelos de conceptualización
propuestos y las políticas de acción correspondientes.
Políticas de educación especial: análisis comparativo
297
En cuanto al modelo de conceptualización, en la política del año 1976 se asume el
psicopedagógico como base estructural para el funcionamiento de los servicios de edu-
cación especial. Se específica la tarea multidisciplinaria que debe realizarse para evaluar las
áreas biológica, cognoscitiva, emocional y social, que permitan establecer perfiles de
funcionamiento psicopedagógico a partir de los cuales programar la atención educativa. El
énfasis se coloca hacia la intervención educacional basada en un perfil psicopedagógico,
que permita, sobre la base de las capacidades individuales demostradas, programar la
atención educativa correspondiente. Como políticas de acción destacan las actividades que
en cuanto a la prevención, la integración y la normalización se deben desarrollar de manera
coordinada con otros sectores de la vida nacional. Especifica la formación de recursos
humanos, el manejo de información actualizada y la investigación como estrategias para la
puesta en marcha de la política (Conceptualización y Política, 1976).
298
Del análisis de las conceptualizaciones diseñadas por la Dirección de Educación
Especial para orientar el funcionamiento de la modalidad en el país, es posible establecer
que han estado en correspondencia directa con el pensamiento filosófico político,
psicopedagógico y socio-cultural, que caracteriza el quehacer de la educación en general
para el momento en que se diseñan estas políticas. Se observa que en el año 1976 se plante
a la necesidad de reorientar el modelo de atención que se viene aplicando de corte clínico y
rehabilitatorio, centrado en la dificultad que el alumno posee y que le es inherente, por un
modelo de atención más orientado a lo psicopedagógico, en atención a las características y
requerimientos de la población con necesidades especiales; sin embargo, se continua
mostrando una fuerte influencia de la corriente que hasta la fecha domina el quehacer del
campo. Como ejemplo de esta aseveración se encuentran los términos que son empleados y
las prácticas de intervención que se siguen desarrollando en los servicios dependientes de
esta Dirección.
Dadas las características de la situación que en los años '80 se vive en el ámbito
escolar, por los altos niveles de repitencia, el bajo rendimiento en las áreas de lectura,
escritura y calculo, se reorienta el modelo, que continua siendo de corte psicopedagógico,
pero ahora con una concepción socioecológica, ya que considera los ámbitos donde se
desenvuelve el alumno, con especial interés en el familiar y el comunitario. Por otra parte,
el auge de psicología cognoscitiva deja sentir su influencia en la consideración que se le da
a los procesos psicológicos y su influencia en el desempeño escolar del alumno. Sin
embargo, la práctica de la atención y la evaluación que para la fecha se realiza en los
servicios permite identificar que hubo una interpretación limitada, ya que estos procesos, no
se conciben de manera interrelacionada y en correspondencia con lo que acontece en el
medio exterior al alumno.
Consideraciones finales
299
educación general, han favorecido la consideración de la persona desde una perspectiva
más humanista. Este progreso, sin duda, también ha sido resultado del avance logrado en el
campo de la investigación científica, dada la incorporación de nuevas metodologías de
orientación cualitativa, más interesadas en el sujeto como persona y su mundo interior.
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Educación. III Necesidades educativas especiales y aprendizaje escolar. Cap. I
pp.15-33 Madrid: Alianza editorial.
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302
MÓDULO II
La integración educativa de niños, jóvenes y adultos con
necesidades especiales
303
304
UNIDAD 4. OBJETIVO 4
Integración educativa de personas con necesidades especiales
Contenido
Comentario
305
306
LECTURA N° 18
García, I. y Escalante, I. (2000). Programa
nacional de actualización permanente: curso
nacional de integración educativa. Selección
de lecturas. (Pp. 117-145). México: Secretaría
de Educación Pública.
Pero ¿cómo podemos pensar siempre era función del grupo y, al mismo tiempo,
respetar las características individuales de los alumnos? ¿Existe un método que garantice
que todos los alumnos se beneficien de su aplicación, independientemente de las
características individuales? ¿El acceso al conocimiento y el desarrollo de las capacidades
se asegura con un buen método de enseñanza? Las respuestas a estas interrogantes tendrían
que estar supeditadas a la forma en que concebimos el aprendizaje y la función docente.
En los primeros está presente la idea de instruir, moldear, dirigir desde el exterior. La
educación implica una especie de injerto en el alumno de producciones extremas a el,
destinadas a formarlo. Entre los métodos que se corresponden con esta visión se encuen-
tran el de transmisión magistral, los instruccionales, los que se apoyan en la estructura de
los contenidos.
307
Los métodos modernos parten del supuesto de que el niño lleva en sí mismo los
medios para propiciar su desarrollo, por lo que el factor determinante de la acción
pedagógica es el niño y el objeto de conocimiento esta sometido a sus iniciativas. Entre
estos métodos se puede distinguir el descubrimiento mediante la observación, la invención
por medio de la experiencia adaptativa, entre otros.
1. El aprendizaje escolar
308
• El conocimiento es construido por el niño, a través de la interacción de sus
estructuras mentales con el ambiente. Las personas son activas en la interacción
con el medio, esta interacción permite conocer cada vez más la realidad.
Por ejemplo, el niño sigue un proceso de adquisición del sistema de la lengua escrita,
en el cual se ve claramente el desarrollo de menor a mayor conocimiento:
309
• Existe un periodo en el cual el niño solamente acepta que los dibujos son
portadores de significado, las letras por sí mismas no lo tienen.
• Su interacción con la realidad y con la escritura en particular le permiten
reflexionar y aceptar que también las letras, por si mismas, pueden tener
significado.
• Al aceptar lo anterior, el niño elabora sus explicaciones acerca de como funciona
dicho sistema y de esta manera recorre un trayecto conceptual elaborando
diferentes hipótesis: presilábicas, silábicas, silábico-alfabéticas y alfabéticas,
logrando así tener un dominio sobre el sistema convencional de la escritura.
La aceptación de que los conocimientos escolares son específicos y cada vez más
complejos ha derivado en otra interpretación de la teoría de Piaget, en la que se acentúa la
naturaleza interactiva del conocimiento y la necesidad de presentar contenidos con un nivel
de desajuste óptimo, que suscite conflictos cognitivos en los alumnos y pueda darse el
aprendizaje: un contenido alejado de las posibilidades de comprensión del alumno no
deviene en conflicto cognitivo y hasta bloquea la posibilidad de aprendizaje; un contenido
fácil para el alumno supone un aprendizaje limitado o nulo, por lo cual es necesario un
nivel de exigencia intermedio, que fuerce las posibilidades de comprensión del niño y
promueva aprendizajes reales.
Por ello es que se replantea el papel del maestro como un mediador entre los
contenidos del currículo escolar y los alumnos como constructores de esos contenidos. Su
función es entonces presentar los contenidos de tal manera que signifiquen para el alumno
un nivel de conflicto. En el caso del proceso de adquisición de la lengua escrita, descrito
con anterioridad, el papel del maestro sería reconocer el nivel conceptual del alumno y
presentarle situaciones que lo obliguen a pasar a un nivel más avanzado de conceptua-
lización del sistema de escritura.
Ausubel y Novak (en Pozo, 1989) centraron sus estudios en el aprendizaje escolar y
describieron tipos de aprendizaje a partir de las dimensiones recepción-descubrimiento y
significativo-memorístico. Plantean que estos tipos de aprendizaje se dan en un continuum y
adquieren determinadas características, tal como se muestra en la siguiente figura:
310
Figura 16.1
Aprendizaje por
Aprendizaje por Aprendizaje por
descubrimiento
recepción descubrimiento guiado
autónomo
El aprendizaje por descubrimiento implica una tarea distinta para los alumnos, pues el
contenido no se da en forma acabada, sino que debe ser descubierto por el alumno: éste
reordena el material adaptándolo a su estructura cognoscitiva previa, para descubrir rela-
ciones, leyes, conceptos y formas de representación que posteriormente incorpora (asimila)
a sus esquemas. Este tipo de aprendizaje es el que plantea Piaget como el verdadero apren-
dizaje.
De acuerdo con el tipo de relación que se da entre los conocimientos que posee el
alumno y los conocimientos nuevos (por aprender) que les proponen los maestros, los
aprendizajes pueden ser de relación arbitraria o significativa.
311
En la relación arbitraria o aprendizaje memorístico, los conocimientos propuestos a
los alumnos no tienen relación con los conocimientos que ellos poseen, como cuando los
alumnos deben aprender los contenidos al pie de la letra, aunque no tengan comprensión de
ellos (Echeíta, Martín y Junoy, 1989; Pozo, J. I. 1989). Esa relación arbitraria podría
convertirse en un aprendizaje memorístico, pero no significativo para el alumno. Este tipo
de aprendizajes puede olvidarse fácilmente, pues no se incorpora a la estructura cognitiva
del alumno.
Cuando los conocimientos que poseen los alumnos tienen una clara conexión con los
conocimientos nuevos que se les proponen, se establece una relación significativa y se
producen aprendizajes significativos. Un maestro que intenta que sus alumnos relacionen lo
que ya saben con los conocimientos nuevos, les está facilitando su comprensión y su
adquisición (Echeíta, Martín y Junoy, 1989; Pozo, 1989).
312
Estas condiciones requieren del maestro una metodología de trabajo, que Ausubel
sugiere de la siguiente manera:
Mayor, Suengas y González (1995) han adaptado un esquema sobre las estrategias de
aprendizaje más comunes en los contextos escolares. Como puede verse en el cuadro 16.1,
que aparece más adelante, estos autores reconocen los aspectos cognitivos, orécticos
(motivacionales) y metacognitivos, como las categorías más amplias en las que pueden
clasificarse las estrategias para aprender a aprender.
313
Estrategias cognitivas
Por ejemplo, el maestro puede estimular estrategias de atención en sus alumnos pro-
porcionándoles pautas para la exploración de las características de textos, de su estructura,
de los elementos relevantes y accesorios de los mismos. De igual manera, puede establecer
estrategias para que los alumnos codifiquen o comprendan la información, dirigiendo
formas eficientes de recepción y de representación las estrategias de reestructuración son
acciones que posibilitan procedimientos de análisis y pueden realizarse a través de
comparaciones, relaciones, contextualización, organización y esquematización de los
contenidos por aprender.
Refuerzo emocional: este tipo de estrategias tiene como finalidad brindar pautas para
la reducción de la ansiedad y para el manejo del estado de ánimo en los escolares.
314
actitudes y expectativas hacia lo escolar. En este sentido, un autoconcepto positivo, la
disposición y motivación de logros académicos, así como una manera de pensar realista
acerca de las propias competencias y las de los demás (atribución), se asocian de manera
positiva con el logro en el aprendizaje. EI desarrollo de estos aspectos puede propiciarse al
interior de las aulas, por medio de estrategias pautadas por el enseñarte con el fin de que
los educandos las experimenten e interioricen.
Estrategias metacognitivas
En síntesis, las estrategias para aprender a aprender constituyen una aportación muy
importante y necesaria para la formación del alumnado en general y cobra relevancia en
los contextos de la integración educativa, ya que los alumnos que presentan necesidades
educativas especiales tienen una mayor necesidad de incorporar estrategias y habilidades
(Coll, 1990) que les permitan desarrollar una autonomía en el aprendizaje.
Se han llevado a cabo experiencias para estimular este tipo de estrategias en niños
con necesidades educativas especiales. Por ejemplo, Mayor, Suengas y González (1995)
describen que niños hiperactivos, deficientes mentales, con problemas de aprendizaje y
autistas, han desarrollado habilidades académicas, de socialización o conductuales, que les
han permitido desempeñarse de manera más efectiva en las aulas. De igual manera, Díaz
Aguado (1995) plantea que este tipo de estrategias, de manera particular las
metacognitivas orientadas a la planeación, seguimiento y evaluación, constituyen un marco
muy importante para la integración y el desarrollo integral de alumnos con discapacidad.
Por último, tal como afirma Coll (1990), puede decirse que el desarrollo de estas
estrategias no se contrapone con la adquisición de aprendizajes significativos, ya que
315
existe una estrecha relación entre la riqueza de la estructura cognoscitiva y las estrategias
utilizadas en la realización de aprendizajes significativos de manera autónoma. Como
veremos más adelante, un ejemplo de ello son las estrategias para el aprendizaje
cooperativo, en donde el desarrollo de habilidades para la investigación es totalmente
congruente con la promoción de aprendizajes significativos.
316
Cuadro 16.1
Exploración
Selección
Concentración
Adquisición
Recepción de
Cognitivas información
Codificación Sistema de
representación
Traducción
Comparación
Relaciones
Restructuración
Organización
Transformación
Mantenimiento
Recuperación
Manejo
Tareas
Uso Materiales
Generalización
Contextos
Ámbitos académicos
Ámbitos naturales
Aplicación
Reducción de ansiedad
Estado de ánimo
Orécticas Refuerzo E. Emocional
Autoconcepto
R. Motivacional Atribuciones
Motivación de logro
Representación
Toma de Proceso
conciencia
Funciones
Actividad reflexiva Representación
Control Proceso
Funciones
Metacognitivas Objetivos
Planeamiento Planes
Revisión continua
Desarrollo global del Seguimiento
proceso de
aprendizaje Del proceso
Evaluación Del producto
317
1.4 Aprendizaje en la interacción
318
b) El modelo de organización competitivo implica estructurar las actividades que
deben realizar los alumnos de forma que éstos perciban que además de
preocuparse de su trabajo sólo podrán alcanzar la recompensa propuesta si y sólo
si los demás no logran alcanzar las metas propuestas. De esta manera cada
miembro del grupo persigue resultados que son personalmente beneficiosos, pero
que en principio son perjudiciales para los otros miembros con los que esta
asociado de manera competitiva. Saber más que el otro, además de ser un objetivo
en sí mismo, se traduce con el tiempo en más inteligente, mejor, superior...
convirtiendo al conocimiento en una posesión que distingue al superior del
inferior. Estos tipos de estructura son poco útiles para favorecer el respeto a las
diferencias y favorecer en todos los alumnos la autoestima y la motivación para
aprender.
Por otra parte, Damon y Phelps (citados por Coll y Calamina, 1990) identifican tres
enfoques de organización grupal cuando se toman como base las relaciones de cooperación
entre los alumnos para promover las actividades de aprendizaje: la tutoría, el aprendizaje
cooperativo y la colaboración entre iguales:
319
La manera en que se estructura el trabajo cooperativo tiene como supuesto central
que la diversidad en formas de trabajo, intereses, estilos de aprender, niveles de
competencia, etcétera, enriquecen los aprendizajes. Por eso se organizan equipos de trabajo
de composición heterogénea, de tal manera que entre sus miembros surja una relación de
interdependencia para lograr una meta, y donde el éxito de cada integrante del equipo
contribuya al éxito común del equipo. Los equipos deben ser pequeños, de cuatro a seis
integrantes, de forma que cada grupo represente, en lo posible, una muestra de toda la clase:
alumnos de diferente nivel de rendimiento, de ambos sexos, de distintas razas o grupos
sociales e integrados, si los hay.
320
El aprendizaje colaborativo en las experiencias de integración
• La integración educativa posibilita una experiencia más rica y compleja que los
espacios segregados (escuelas de educación especial y aulas de educación espe-
cial). El trabajo colaborativo es una buena opción para transformar las condiciones
de trabajo en las aulas integradoras.
• La integración educativa requiere que se estructure la relación entre los
compañeros. Es común que exista ambigüedad, indiferencia o rechazo por parte del
alumnado sin problemas para colaborar con los alumnos integrados. Es necesario
estimular de manera activa la realización de tareas y objetivos compartidos en el
alumnado, a fin de promover la interrelación por medio de la cooperación. La
escuela y el maestro tienen un papel fundamental en la creación de ambientes de
colaboración y respeto.
• Los alumnos integrados desarrollan competencias sociales a través del aprendizaje
cooperativo. Por ejemplo, los alumnos con alguna discapacidad sensorial (ceguera
o pérdida auditiva) están expuestos a que se les aísle por la falta de interacción, ya
que sus compañeros suelen darles un estatus inferior. Para estos alumnos, las
estrategias de aprendizaje cooperativo son una necesidad.
Autores como Díaz Aguado (1995), García (1993), Parrilla (1992), Agustine, Gruber
y Hanson (1990) han destacado las ventajas de las técnicas cooperativas en los aprendizajes
escolares del alumnado en general, incluidos los alumnos integrados:
321
• Favorece la aceptación de las diferencias, ya que la interacción que se promueve
tiene como base la igualdad. El aprendizaje colaborativo tiene como supuesto
principal la valoración de la diversidad, pues la diversidad enriquece el trabajo.
Al abordar el tema del aprendizaje escolar, tratamos de dar una respuesta a ¿cómo
aprenden los alumnos? Desde el punto de vista de la enseñanza, la pregunta es ¿cuál es el
papel del profesor en este proceso de aprendizaje?
322
alumnado es heterogéneo, con intereses, niveles de competencia, actitudes, habilidades,
diversos, tiene que pensar en un tipo de enseñanza también diversa, que se ajuste al
progreso y a las deficiencias de los alumnos.
De manera más específica, Coll (1990), Solé (1990), Edwards y Mercer (1988)
sugieren algunos puntos para promover aprendizajes significativos, relacionados de manera
muy estrecha con las condiciones para promover los aprendizajes significativos mencionada
con anterioridad: a) la motivación para aprender, b) considerar los conocimientos previos
del alumnado y e) la presentación de los nuevos conocimientos.
a) Motivación de los alumnos: es muy importante que los alumnos estén motivados
para la adquisición de nuevos conocimientos. Un ambiente estimulante requiere como
mínimo que en la clase se desarrolle un clima propicio, de aceptación y de confianza, en el
cual el alumnado se sienta con seguridad para participar y que, en consecuencia, contribuya
a una representación personal positiva. Esto puede lograrse si los alumnos:
• Comunicar los objetivos de las actividades, de forma que los alumnos sepan qué es
lo que se espera de ellos.
• Proponer tareas en las que todos los alumnos, a partir de sus diferentes grados de
competencia, puedan intervenir.
• Plantear tareas con un nivel óptimo de dificultad, de manera que los alumnos las
encuentren interesantes, estén motivados y no se aburran.
b) Tomar en cuenta los conocimientos de los alumnos. En segundo lugar, hay que
establecer relaciones entre lo que el alumno ya sabe y el contenido por aprender, de manera
que todo el grupo sepa de lo que se está hablando y de que lo nuevo pueda despertar su
interés. La mejor manera en que esto puede desarrollarse es por medio del diálogo grupal,
323
aunque también pueden utilizarse cuestionarios o entrevistas, a fin de evaluar el grado de
dominio de algún contenido en particular.
• Debe saber que la tarea y la estructura que da a la misma tienen que ajustarse a la
diversidad de las respuestas de los alumnos
• Tiene que observar el proceso que siguen los alumnos para apropiarse de un
contenido, ya que esta observación es la base para su intervención
• Tiene que promover la participación activa de los alumnos desde el inicio de las
actividades (Salé, 1990).
• Una planificación del trabajo que incluya las posibles aportaciones de sus alumnos.
• Plantearse formas de organización que contemplen distintas formas de interacción
(profesor-grupo, trabajo en equipos, estrategias cooperativas, profesor-alumnos
individuales, alumno-alumno, etcétera).
• Desarrollar actividades diversas, fomentar el trabajo autónomo de los alumnos,
proporcionar ayudas individuales cuando sea necesario, etcétera. Estas medidas
constituyen maneras de individualización de la enseñanza e intervenciones
diferenciadas que benefician la apropiación de los aprendizajes por parte de todo el
grupo o de algunos alumnos en particular.
• Dar especial importancia a la comunicación. El proceso de enseñanza y de
aprendizaje es un camino que recorren maestro y alumnos, en el que regulan
mutuamente sus actuaciones. Por eso es necesario hablar un lenguaje común. Es
función del maestro promover un lenguaje común sobre los contenidos abordados,
ya sea destacando los aspectos importantes de las tareas o contenidos, evocando
experiencias grupales, explicando el plan a seguir en alguna actividad, o haciendo
una síntesis de la actividad realizada (Salé, 1990; Coll y Salé, 1990; Edwards y
Mercer, 1988).
324
3. Comunican a los alumnos lo que esperan de ellos.
4. Conocen a sus alumnos lo suficiente como para adaptar la enseñanza a sus
necesidades.
5. Enseñan estrategias de aprender a aprender, y dan oportunidades de que se
practiquen.
6. Plantean objetivos cognoscitivos altos, medios y bajos.
7. Utilizan la retroalimentación para monitorear la comprensión.
8. Brindan un ambiente positivo.
9. Reconocen el esfuerzo y el aprovechamiento de los niños.
10. Promueven el trabajo cooperativo y participativo.
11. Reflexionan sobre su propia práctica para reajustarla cuando es necesario.
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326
Las prácticas evaluativas∗
Habitualmente, las dos formas mas importantes de llevarla a cabo son: con notas en
las actividades diarias y por medio de las boletas de calificaciones que definen la
posibilidad de aprobar el grado.
Las calificaciones están basadas en una norma. Todos los niños y las niñas de un
grado deben responder dentro de un mismo nivel, quien no lo alcanza es reprobado. Sin
embargo, hay muchas situaciones en que este tipo de evaluación manifiesta sus limitaciones
y restringe las posibilidades de medir los alcances logrados. Para pasar de año, la boleta de
calificaciones tiene la decisión final. Por esta razón, un maestro debe pensar muy bien que
va a anotar. Está estipulado que si el promedio de un niño es aprobatorio en español y
matemáticas, debe ser promovido. Los maestros y maestras, ante la presión, optan por
registrar en una fotocopia las notas y se transcriben en la boleta original hasta el final de
año. Otros, prefieren asentar calificaciones con lápiz o bien dejar en blanco algún bimestre
∗
Iglesias, Esther (1997). La integración del niño con problemas de aprendizaje desde la perspectiva de una USAER. Tesis de maestría,
Universidad de las Américas. México.
327
para acomodar números y que el promedio total no perjudique su decisión final sobre la
conveniencia de la calificación.
En una escuela se observó que una maestra quería reconocer el esfuerzo y los avances
de un niño pero no podía anotarle calificaciones aprobatorias pues no lograba el nivel de
lectoescritura como el del resto del grupo y muy probablemente no lograría pasar a segundo
grado. Si consideraba su empeño, tendría un promedio alto y exigirían que se le aprobara.
Al niño se le felicitaba por trabajar con entusiasmo, pero en la entrega de calificaciones
invariablemente había fracasado; la desmotivación era evidente.
Se presentan también otros casos irregulares como son los niños y las niñas cuyo
rendimiento no corresponde al grado que cursan; generalmente han reprobada muchas veces
sin haber logrado nivelarse. Deciden pasados aunque no sepan porque de lo contrario no
podrían terminar la primaria dentro de las escuelas regulares. Al cumplir catorce años ya no
son aceptados y deben asistir al sistema para adultos; probablemente desertarían de la
escuela sin haber conseguido ni siquiera su certificado de estudios de primaria.
La tipología de la evaluación
De manera general, y con referencia a este cuadro, la evaluación puede ser definida a
partir de sus finalidades, del momento en que se realiza, de quiénes la efectúan o del punto
328
de referencia a partir del cual se lleva a cabo. A continuación presentamos algunas
características de estos tipos de evaluación.
Finalidad de la evaluación
Figura 18.1
Topología de la evaluación
Formativa
Inicial
Final
Normativa
Por su normotipo Nomotética Criterial
Idiográfica
Autoevaluación
Heteroevaluación
329
La importancia de la evaluación sumativa es indiscutible para cualquier programa
educativo. Sin embargo, lo que sí parece cuestionable es que se le considere como la única
fuente de la evaluación educativa y como el único tipo de información para tomar
decisiones acerca del proceso educativo. Este problema puede ser planteado en términos de
que no solamente importa saber que se aprende, sino también cómo se aprende, lo cual
implica tener una visión más amplia acerca de la evaluación, esto es, considerar la
dimensión formativa, los procesos de enseñar y de aprender.
La evaluación formativa implica una toma de decisiones continua acerca del curso
que han de seguir los procesos de enseñanza y aprendizaje. Esta toma de decisiones supone
una regulación entre enseñar y aprender. Dicho de otra manera, la acción educativa,
entendida en su manera tradicional como la adaptación del alumno al sistema educativo, se
ve modificada drásticamente desde la perspectiva formativa, pues en ésta se plantea un
ajuste de la acción educativa a las características del alumnado. Esta concepción se
corresponde con la orientación integradora en su sentido de ajuste del medio educativo a las
características del alumnado. En la medida en que el maestro considere a la evaluación sólo
como una comprobación de los aprendizajes logrados y que sea experimentada por el
alumno como un obstáculo a superar, pierde su sentido formativo impidiendo mejorar las
actuaciones del maestro en la enseñanza y promover los aprendizajes de los alumnos.
330
Si bien hemos distinguido la evaluación sumativa de la evaluación formativa, ambas
constituyen dos caras de la misma moneda. En efecto, el desarrollo de una estrategia de
evaluación formativa tendrá efectos positivos en la mejora de los procesos de enseñanza y
de aprendizaje, lo mismo que en su resultado final: los logros en los aprendizajes. En este
sentido, los procesos de aprendizaje (cómo se aprende) y los rendimientos (que se aprende)
están estrechamente vinculados.
Según su temporalidad, la evaluación puede ser inicial, procesual y final. Existe una
estrecha relación, como lo veremos, entre las finalidades sumativa y formativa de la
evaluación y el carácter temporal de las acciones evaluativas.
Evaluación inicial
Evaluación procesual
331
interferir en el óptimo desarrollo individual de los alumnos, permite que puedan tomarse
decisiones oportunas para mejorar el quehacer educativo. Esta última característica de la
evaluación procesual equivale a una finalidad eminentemente formativa.
Evaluación final
Con la evaluación final se tiene como propósito comprobar los resultados que se han
obtenido en un proceso, esto puede implicar una finalidad sumativa o formativa, según las
características de la situación. Por ejemplo, una evaluación será final y sumativa, si implica
la promoción: la obtención de un certificado. 0 sea, obliga a una toma de decisión última
sobre el grado de aprendizajes que han alcanzado los alumnos, con las implicaciones
correspondientes (promoción o reprobación, por ejemplo).
En cambio, una evaluación puede ser final y además tener una finalidad formativa, si
solamente se trata de la evaluación de un tema, de una unidad didáctica, etcétera, a partir de
lo cual el profesor podrá tomar decisiones y ajustar sus actividades inmediatamente
posteriores. De esta manera servirá para regular los procesos de enseñar y de aprender, ya
que se retroalimenta a los maestros en cuanto a su forma de enseñar y a los alumnos en
cuanto a los aprendizajes logrados.
332
Evaluación según su normotipo
Evaluación nomotética
La influencia que tiene el nivel del grupo en la valoración de los alumnos puede
ejemplificarse con las opiniones que suelen manifestar los maestros que tienen grupos en
los turnos matutino y vespertino. Es común escuchar de estos maestros que los grupos
vespertinos tienen un nivel de desempeño mucho menor al de los grupos matutinos, y que
un ocho, por ejemplo, tiene significados diferentes según el grupo. También es común en
nuestro medio organizar a los alumnos en la clase según su aprovechamiento, de tal manera
que hay filas de aplicados, regulares y bajitos. Esta manera de aplicar la idea de la norma
resulta a todas luces perjudicial, tanto para los alumnos que son etiquetados como para el
maestro que se predispone a actuar de determinada manera en razón de la etiqueta.
333
La evaluación de tipo normativo puede ser útil en la medida en que, a partir de
criterios bien establecidos (por ejemplo, el nivel de desempeño en diferentes asignaturas),
los maestros obtengan información para organizar su acción educativa en beneficio del
alumnado, o de algunos alumnos en lo particular. Esto último, sin embargo, requiere de
maneras complementarias de evaluar.
Al aplicar esta concepción al trabajo en el aula, debemos tener claros los objetivos
que pretendemos alcanzar, y establecer de esta manera aquellas conductas observables que
de manera secuenciada nos van indicando el grado en que se están logrando los objetivos.
Evaluación idiográfica
“Cuando el referente evaluador son las capacidades que el alumno posee y sus
posibilidades de desarrollo en función de sus circunstancias particulares” (Casanova, 1995,
p.73), estamos hablando de una evaluación idiográfica. Lo valioso de este tipo de
evaluación es que se centra en el sujeto y toma en cuenta sus capacidades, sus habilidades,
el esfuerzo que dedica a los aprendizajes, qué es lo que puede hacer solo y qué con ayuda,
qué tipo de apoyos requiere y qué se puede esperar de él y qué tipo de adecuaciones
curriculares necesita, lo cual tiene una gran significación cuando nos referimos a los
contextos de integración.
Por sus agentes, la evaluación puede ser de tres tipos: autoevaluación, coevaluación y
heteroevaluación.
Autoevaluación
Se refiere al hecho de que una persona evalúa sus propias actuaciones. En el ámbito
educativo es importante reconocer que los alumnos pueden realizar una acción evaluativa de
su propio trabajo, lo cual promueve el desarrollo de su autonomía y del sentido crítico. Por
otra parte, la autoevaluación referida a la enseñanza es un aspecto fundamental para que el
profesor reflexione sobre el desarrollo de la clase y ajuste su actividad pedagógica a la
misma.
334
Coevaluación
Heteroevaluación
Es la evaluación que realiza una persona acerca del trabajo, del aprovechamiento, de
la manera de desempeñarse, etcétera, de otra persona. Esta acción es una de las funciones
importantes de los maestros: emitir juicios acerca del desempeño de los alumnos. Como se
ha mencionado, es importante que se destaque el aspecto formativo de la evaluación, antes
que el aspecto sancionador, pues de esta manera se influye de manera positiva en las
disposiciones e intereses del alumnado hacia el desarrollo de los aprendizajes.
Como podemos apreciar, cada uno de los tipos de evaluación nos brinda información
relevante para enriquecer y diversificar nuestra práctica evaluativa. De entrada, debemos
tener claro cuál es nuestra intencionalidad al evaluar, sobre todo en los contextos de
integración, pues, tal como hemos manifestado, la finalidad primordial que debe perseguirse
al evaluar es enriquecer los procesos de enseñanza y de aprendizaje que tienen lugar en el
ámbito pedagógico.
Referencias bibliográficas
Casanova, M.A. (1998), La evaluación educativa, México, SEP (Biblioteca del Normalista).
LA EVALUACIÓN
335
a) En muchos casos la evaluación se reduce a la medición de la información
específica que los alumnos recuerdan acerca de los temas establecidos en el programa; para
ello, generalmente se utilizan pruebas escritas u objetivas en las que los alumnos
seleccionan o registran las respuestas correctas, sean éstas definiciones, nombres, fechas,
cifras o procedimientos. Así, se da por supuesto que cuando los alumnos repiten una
definición comprenden su significado, que al recordar una fecha saben en qué consistió el
acontecimiento al que se refiere y qué trascendencia tuvo, o que al repetir un procedimiento
los alumnos sabrán utilizado para resolver otros problemas o han desarrollado su capacidad
de razonamiento. No es exagerado el decir que muchos de estos datos se olvidan después de
aprobar un examen. De este modo, en los hechos, los propósitos educativos se reducen a la
transmisión de información, y se descuidan otros propósitos importantes de la educación
primaria: el desarrollo de habilidades intelectuales, valores y actitudes, la comprensión de
nociones y procesos, la capacidad de análisis y de explicación, la capacidad de búsqueda,
organización e interpretación de información, etcétera. En el caso de la enseñanza de la
historia, esta forma de proceder la convierte en una colección de datos (nombres, fechas,
lugares) a memorizar, sin sentido y sin relación con el presente ni con las preguntas de los
alumnos. Ésta es una de las razones por las que, con frecuencia, el estudio de la historia es
de los que menos atrae a los alumnos y en el que se presentan mayores dificultades de
aprendizaje.
336
Criterios de evaluación
La evaluación del aprendizaje consiste en comparar lo que los niños conocen y saben
con respecto a las metas o los propósitos establecidos de antemano y a su situación antes de
comenzar el curso, un bloque de trabajo o una actividad, para detectar sus logros y sus
dificultades.
Para saber qué tanto ha avanzado cada alumno se requiere conocer el punto en el que
comenzó: lo que ya conocía, lo que ya sabía hacer. Así, se podrá identificar qué le aportó el
desarrollo de las actividades de la clase.
Es conveniente tener presente que las ideas, explicaciones o preguntas de los niños
ante los hechos y fenómenos naturales y sociales, por más simples que parezcan, expresan
formas de entender la realidad. Sobre historia, los niños poseen conocimientos, preguntas y
explicaciones: han escuchado relatos de sus mayores, han estudiado algunos temas en
grados anteriores, han participado en ceremonias cívicas o, posiblemente, habrán visto
películas con temas históricos o que hacen referencia a otras épocas. De esa información,
quizá habrán concluido que la historia trata de los héroes y que lo sucedido en nuestro país
o en el mundo ha dependido sólo de su acción. Puede ser, también, que imaginen que esos
personajes participaron en un ambiente como el actual y no identifiquen las diferencias
entre el pasado y el presente.
Frente a esas explicaciones, para lograr que los alumnos aprendan con interés, es
necesario plantear preguntas, explicar, informar y sugerir actividades que les permitan
poner a prueba y reflexionar sobre sus propias explicaciones con el fin de reelaborarlas,
ampliarlas o fundamentarlas mejor. Asimismo, a partir del conocimiento de las ideas
previas de los alumnos, podrá decidirse en qué aspectos conviene profundizar o los temas
que se deben estudiar antes; es de sobra conocido que cuando en clase se repite lo que los
alumnos ya saben, pierden interés; de igual manera, cuando se carece de antecedentes sobre
un tema es más difícil su comprensión.
En suma, el conocimiento de las ideas previas de los alumnos —en parte obtenida en
las actividades iniciales, que son a la vez una forma de evaluación diagnóstica, y en parte en
los comentarios durante el desarrollo de la clase— constituye una base muy importante para
orientar las actividades didácticas (preguntas, explicaciones, etcétera), además de que
permite valorar los avances y dificultades de los alumnos a partir de su estado inicial.
337
información, así como para analizar hechos del pasado y establecer su relación con el
presente, y la formación de valores y actitudes. Es decir, no se busca que los alumnos
memoricen los datos específicos que forman parte de la narración y de la explicación de un
hecho o proceso histórico, sino que logren interpretado y formular explicaciones propias.
Estos propósitos son los fundamentales y se realizarán paulatinamente a lo largo del curso;
por ello es necesario tenerlos presentes en los distintos momentos de evaluación y no sólo al
final del curso.
Además de los propósitos generales se requiere tener presentes los que establece el
avance programático por cada bloque de contenidos. Los propósitos por bloque, en el caso
de historia, se concentran en los contenidos, indicando las nociones y temas que deben ser
reconocidos, analizados o comprendidos; pero no debe olvidarse que, aun cuando no se
mencione en cada bloque, a lo largo del curso se pretende también estimular el desarrollo de
habilidades intelectuales y que esto se logra, sobre todo, por medio de las actividades que
los alumnos realicen con la guía del profesor.
Aspectos a evaluar
Conocimientos
338
si el alumno comprende nociones como: causas, consecuencias, continuidad o
permanencia, cambio y relación entre pasado y presente.
• Ubica temporalmente el periodo: duración, periodos anteriores y posteriores.
Cuando evalúa al principio o al final de un bloque se explorará si los niños
conocen el orden en el que sucedieron los acontecimientos principales del
periodo. A medida que avance el grupo, la identificación de secuencias se referirá
a periodos generales (Edad Media, Renacimiento y era de los descubrimientos,
conquista y colonización de América, etcétera) o a hechos de gran trascendencia:
caída del Imperio Romano de Occidente, descubrimiento de América, conquista
de México, etcétera.
Habilidades
Éstas se refieren a las operaciones intelectuales que los niños deben saber hacer. En
este aspecto la evaluación debe considerar si los alumnos:
Actitudes y valores
339
Al estudiar la historia de México y de otras sociedades, al revisar procesos cuyas
consecuencias históricas han sido fundamentales en la evolución social y distinguir la
acción de los participantes individuales o colectivos, se espera que los alumnos, como se ha
señalado, fortalezcan su identidad con los valores éticos y cívicos que son base de la
convivencia social civilizada: respeto y aprecio por la dignidad humana, libertad, tolerancia,
justicia, igualdad, solidaridad, soberanía, democracia y legalidad.
Asimismo, el estudio de los orígenes del pueblo mexicano, de las influencias de otras
culturas y sociedades en la nuestra ayudará a explicar y a valorar la diversidad regional,
social y cultural que caracteriza a nuestro país. Asimismo, contribuirá a que los alumnos
entiendan el porqué de la necesidad de la tolerancia.
Los valores sólo pueden percibirse a través de las actitudes que los alumnos mani-
fiestan en sus acciones y en las opiniones que formulan espontáneamente respecto a los
hechos o situaciones de los que son testigos o se enteran por diversos medios. Por esta
razón, este aspecto es el más difícil de evaluar y, quizá, las únicas formas de hacerlo es el
diálogo y la observación. La evaluación, en este caso, no se traducirá en calificaciones, sino
en la base para reflexionar con los alumnos sobre sus actitudes y los valores que implican.
Uno de los elementos de referencia que conviene tomar en cuenta para decidir cuándo
evaluar es la organización del programa. Tomando en cuenta esa organización, es
conveniente evaluar al iniciar el trabajo con cada bloque para indagar lo que los niños saben
sobre los temas que se estudiarán y las habilidades que poseen. Ello permitirá ajustar la
programación del curso, decidir las actividades didácticas y atender especialmente a los
alumnos con mayores dificultades. Del mismo modo conviene evaluar al final de cada
bloque y, por supuesto, al final del curso.
340
Instrumentos de evaluación
Para evaluar integralmente los logros y dificultades de los niños es necesario recurrir
a varios instrumentos. A continuación se sugieren algunos. No se pretende presentar un
instructivo detallado para elaborar instrumentos, sino sólo algunas recomendaciones que
pueden ser útiles para tal fin. El maestro sabrá valoradas y adaptar las de acuerdo con su
experiencia y creatividad.
Es conveniente que los profesores que atienden un mismo grado, en una escuela o en
una zona escolar, elaboren colectivamente los instrumentos que utilizarán para evaluar.
Al valorar los textos, por ejemplo, se dará prioridad al conocimiento que los alumnos
demuestren del hecho o periodo estudiado y a la evolución que demuestren en sus
habilidades. Los problemas de redacción u ortografía solamente se marcarán, pero no serán
determinantes para juzgar un texto, a menos que sea incomprensible. Podría darse el caso de
que el alumno tenga problemas para escribir pero entienda bien la historia.
Los medios para recopilar información son: el diálogo con los alumnos, la
observación atenta de los procesos que se desarrollan en la clase y la revisión de los
trabajos. Es conveniente que el maestro registre sus observaciones por escrito; de esa forma
tendrá más información para la evaluación y para determinar calificaciones.
341
Pruebas
Así, si sólo se desea saber qué información recuerda un alumno, basta con plantear
una prueba de respuesta breve y cerrada o de correspondencia. Para saber si el alumno
reconoce causas de un hecho y argumentos de los participantes es necesario utilizar pruebas
de respuesta abierta o de opción múltiple. Un ejercicio de identificación de secuencias nos
informa del conocimiento de la ubicación temporal de los acontecimientos; la elaboración
de una línea del tiempo nos indicará, además, la capacidad para organizar información. A
veces una sola pregunta puede servir para conocer la visión general de los alumnos acerca
de un periodo, de su capacidad para distinguir causas y elaborar explicaciones.
Este tipo de prueba aporta más información que las llamadas pruebas objetivas. Al
redactar un texto el alumno se enfrenta al reto de recordar, clasificar, relacionar y sintetizar
la información acerca de un hecho o periodo para producir una explicación coherente. Es
decir, permite valorar conocimientos y habilidades al mismo tiempo.
En las pruebas de respuesta extensiva, como base para la elaboración del texto el
maestro formulará una, dos o tres preguntas guía, cuya respuesta requiera una explicación
amplia, que el alumno expondrá con los elementos que considere necesarios.
Al formular las preguntas o problemas para elaborar una prueba tipo ensayo, es útil
recordar algunas condiciones que éstas deben de reunir:
342
• Tener correspondencia con los propósitos generales y de bloque, así como con los
contenidos del programa.
• Plantear problemas que impliquen analizar la información obtenida en clase,
reflexionar y elaborar explicaciones.
• Ser claras y precisas, de tal forma que el alumno las entienda sin necesidad de
explicación adicional.
En la medida que avance el curso, podrá utilizarse el ensayo libre, para lo cual bastará
con solicitar a los alumnos que expliquen por escrito un periodo o hecho histórico. Este tipo
de textos se juzgará de acuerdo con los criterios y aspectos de evaluación establecidos en
este capítulo. Así, si se pide elaborar un texto sobre la Edad Media en Europa, tomando en
cuenta los propósitos generales y bloque, habrá que distinguir si el alumno:
• Explicó que como consecuencia del dominio de los pueblos bárbaros en los
antiguos territorios del Imperio Romano de Occidente, y las guerras constantes
por la posesión de la tierra, comenzó la decadencia de las ciudades y de la
actividad comercial en Europa.
• Identificó como características principales del periodo: al feudo como forma de
organización para la producción, la relación entre siervos y señores feudales, y la
influencia de la Iglesia en la política y en la vida cultural.
• Ubicó algunos de los factores que llevaron al fin de la Edad Media.
Tomando en cuenta el grado escolar que cursan los alumnos no cabe esperar textos
largos y completos. También puede ser que los alumnos, ocupados en formular las
explicaciones, se olviden de apuntar algunos datos importantes, pero esto no quiere decir
que los desconozcan. Para saberlo conviene utilizar otro tipo de instrumentos.
Al resolver este tipo de prueba, particularmente el ensayo libre, los alumnos podrán
consultar el libro de texto e inclusive otros materiales, desde luego, no para copiar la
información, sino para elaborar conclusiones propias. Al respecto deberá recordarse que si
producen explicaciones adecuadas a partir del repaso de la información se habrá logrado
gran parte de los propósitos.
Pruebas objetivas
Las llamadas pruebas objetivas son los instrumentos más usuales en la evaluación. Su
característica es que en ellas para cada pregunta sólo existe una respuesta correcta que el
examinado escribe o selecciona entre varias opciones. Su principal dificultad, indepen-
343
dientemente de la forma en la que se presentan los reactivos (respuesta breve, corres-
pondencia, opción múltiple, etcétera), es que fácilmente se reducen a medir el recono-
cimiento o la memorización de información.
Tal como se ha sugerido, este tipo de prueba debe ser un medio complementario para
obtener información acerca del aprendizaje de los alumnos. Pueden ser útiles para saber si
el alumno reconoce hechos principales, sus causas y consecuencias, acciones de personajes
y secuencia de acontecimientos históricos.
Al diseñar este tipo de pruebas conviene tener presentes las siguientes recomen-
daciones, además de las mencionadas para la prueba tipo ensayo:
No está por demás recordar que los resultados obtenidos, con cualquier tipo de
prueba, deben ser comentados y corregidos con los alumnos. Si es posible ellos mismos
deben comparar sus respuestas con lo que se afirma en el libro de texto u otro material. Así
se propiciará que se percaten de sus errores, además de que se aprovecha la oportunidad
para repasar lo estudiado.
344
LECTURA N° 19
Giné, C. y Ruíz, R. (1994) “Las adecuaciones
curriculares y el Proyecto Educativo del Centro”.
En: Marchesi, Coll y Palacios. Desarrollo psico-
lógico y educación. Cap. 19 (pp. 337-349).
Madrid, Alianza Editorial.
Antes de abordar los aspectos relacionados con las adecuaciones curriculares, objetivo
principal del presente capítulo, parece aconsejable ocupamos de determinadas cuestiones
que afectan muy directamente la vida diaria de la institución escolar, y de cuyo correcto
planteamiento y solución va a depender, no nos queda la menor duda, la calidad de la
respuesta educativa....
Todas las organizaciones se caracterizan por tener unos fines asignados, unos medios
personales y unos recursos materiales relativos a dichos fines. Un centro escolar es la
organización que tiene como fin la educación de los ciudadanos y para lo cual cuenta con
unos medios y recursos materiales cuya armonización, en aras del objetivo, exige una
gestión eficaz.
345
que se traducen en múltiples y diversas demandas a la escuela, adquiere a nuestro entender
un relieve especial. De todas maneras, debemos reconocer que la gestión de un centro
escolar entraña unas particularidades que la convierten en una tarea especial y difícil. Entre
estas podemos citar, en primer lugar, la naturaleza de las funciones que los poderes
públicos le han ido encomendando y que de hecho han variado sustancialmente a lo largo
del tiempo; en segundo lugar, las opciones y las expectativas de la sociedad, en general, y
de la comunidad educativa-padres, profesores y alumnos-en particular, en relación a los
objetivos; en tercer lugar, la necesidad de garantizar la participación de los distintos
sectores que integran la comunidad educativa como base de la toma de decisiones en una
escuela para la democracia junto con las dificultades de articular el necesario dialogo que
lleve al consenso; por último, y sin pretender agotar el análisis, las múltiples áreas que debe
abordar la gestión en un centro escolar en relación con los medios que provee la
administración educativa.
En este contexto, ciertamente el proyecto educativo del centro (PEC) —que no debe
confundirse con otro tipo de documentos (ideario, programación general del centro, etc.)—
puede y debe jugar un papel importante en la organización y gestión del centro, a pesar de
las dificultades señaladas, que aseguren cuotas más elevadas de calidad de respuesta
educativa, tanto por lo que puede significar su redacción como el seguimiento y evaluación
inherente al dinamismo que deben impregnado. En efecto, la redacción del PEC constituye
a nuestro entender una ocasión única de vitalizar los centros y las comunidades educativas;
su elaboración exige la reflexión serena de todos los implicados sobre aspectos
conceptuales e ideológicos (la propia identidad del centro, los objetivos, etc.) que
fácilmente puede abrir paso a la discusión y la confrontación de los distintos pareceres que
han de culminar en acuerdos a través del consenso; la participación es el mejor garante de
la identificación y el compromiso en el proyecto que diseña el futuro de la escuela, así
como también a través de la participación se sientan bases para la coordinación posterior; a
través del PEC se da sentido y coherencia al trabajo en común, lo cual conlleva una dosis
importante de seguridad en las decisiones que se tomen en el ejercicio de la gestión; por
último, y no menos importante, el PEC sirve de referente objetivo a la labor de seguimiento
y a la propia evaluación permitiendo corregir los desaciertos y comprobar los hitos
conseguidos cosa que va resaltar gráficamente, en primer lugar, para los propios profesores
y también para los restantes sectores de comunidad educativa.
El siguiente diagrama (figura-l), tomado del mismo autor, señala a modo de resumen
los distintos apartados que configuran el PEC y que sin duda pueden orientar su
elaboración.
346
ANÁLISIS DEL CONTEXTO
RASGOS DE IDENTIDAD
¿Quiénes somos?
PROYECTO EDUCATIVO
FORMULACIÓN DE OBJETIVOS
¿Qué pretendemos?
FORMACIÓN DE LA ESTRUCTURA
(Reglamento de régimen interior)
347
Por un lado, la educación especial tradicional se ve sometida a un proceso de
transformación; la educación especial ya no debe entenderse como la educación de un tipo
de personas, sino como el conjunto de recursos puestos a disposición del sistema educativo
que permitan la adecuación de la respuesta educativa a las necesidades particulares de cada
uno de los alumnos en el entorno menos restrictivo posible.
Por otro lado, la escuela ordinaria se halla ante el reto de atender alumnos que piden
una respuesta diferencial. La actitud de los padres y, en ocasiones, de los propios afectados,
la respuesta favorable de muchos claustros y la voluntad de la administración educativa han
sido la causa de una progresiva presencia en las escuelas ordinarias de alumnos que hasta
hace poco eran rechazados y orientados hacia equipamientos segregados; aún más, la
presencia de estos alumnos ha hecho tomar conciencia a la escuela de la necesidad de
atender mejor a aquellos otros alumnos presentes ya en las aulas, pero cuyo proceso
educativo había quedado en vía muerta.
Ahora bien, ¿qué requisitos debería reunir PEC en relación con las necesidades
educativas especiales de los alumnos? Vamos a examinar a continuación, aunque quizá sin
el detenimiento que se merecen, aquellos aspectos que consideramos irrenunciables.
Señalamos, de entrada, que estos aspectos están íntimamente ligados a otros, por lo que
sólo adquieren su pleno sentido en relación a todo el conjunto del proyecto, del cual no
pueden sustraerse más que a efectos de análisis.
En primer lugar, el PEC debe incorporar elementos teóricos relativos tanto a la visión
que pueda tenerse de los problemas del desarrollo como al propio concepto de escuela y de
educación; es decir, cómo la escuela contempla las diferencias individuales; ¿son éstas
motivo, más o menos velado, de algún tipo de segregación tanto en el momento de ingreso
como durante la escolarización, o más bien constituyen un acicate para la diversificación
del proceso de enseñanza y aprendizaje? Es imprescindible que la comunidad educativa
debata y llegue a acuerdos en relación al modelo de escuela que se pretenda, valorando las
consecuencias de la opción en uno u otro sentido; así como también en relación al modelo a
348
partir del que se contemplan los problemas del desarrollo o en un modelo determinista
anclado en el déficit (Giné,1987).
En cuarto lugar, el PEC debe recoger los cambios en la estructura del centro que
permitan una organización académica basada en agrupaciones flexibles, puesto que van a
facilitar responder difencia1mente a las características de los alumnos y de los grupos; este
punto puede llegar a afectar aspectos como la distribución de los alumnos, los horarios, la
funciona1idad de los medios personales con que se cuenta, el trabajo en equipo, etc.
En quinto lugar, y en estrecha relación con el punto anterior, el PEC debe establecer,
en sus aspectos generales, las funciones del profesor de apoyo y la de los profesionales, en
especial el departamento de orientación, que pudieran intervenir con carácter estable o no
en el centro, así como la relación entre éstos, el claustro y cada uno de los profesores
tutores. Asimismo debe quedar establecido el tipo de relación con el equipo
psicopedagógico de sector; con carácter general, debe fijarse el tipo de demandas que en el
centro va a formularle, a concretar cada curso de acuerdo con las prioridades que pueden
apreciarse por ambas partes; la dimensión instituciona1 del trabajo del equipo sólo puede
garantizarse vinculando su actuación a las características, organización y necesidades del
centro expresadas a través de su proyecto educativo.
349
de acción para llevarlas a término. Con este fin, el diseño incluye informaciones sobre qué,
cuando y cómo enseñar y evaluar” (Coll 1986, pág 24).
En nuestro contexto escolar, las decisiones curriculares básicas sobre “qué”, “cómo” y
“cuándo” enseñar y evaluar, han venido siendo tomadas desde las administraciones
educativas quedando para la escuela y los profesores un determinado margen de adaptación
de las propuestas curriculares generales. Esta lógica de elaboración y desarrollo curricular
—como cualquier otra— presenta sus ventajas e inconvenientes. Se puede entender, de una
parte, que limita el margen de intervención de los maestros y de la escuela en la toma de
decisiones sobre la programación y actuación educativa. Pero por otra parte, ofrece un
marco de referencia común que —sobre todo en los niveles educativos obligatorios—
puede permitir una evaluación de la efectividad del propio sistema educativo y de la medida
en que, en la práctica, cada alumno es provisto de los medios y recursos para alcanzar unas
determinadas metas educativas y de crecimiento personal. Metas, fines, objetivos, que son
enunciados en el currículo escolar general u ordinario.
a) Currículos cerrados: pueden ser utilizados con modalidad por parte del profesor, dado
que puede aplicarlos sin problemas excesivos limitándose a seguir, paso a paso, las
indicaciones. Sus mayores inconvenientes radican en que no se adaptan a las características
particulares de los diferentes contextos de aplicación y en que son pocos permeables a las
aportaciones correctoras y enriquecedoras de la experiencia pedagógica de los profesores.
En relación con los alumnos con necesidades educativas especiales, una ventaja
adicional la constituye el hecho de que su grado de concreción permite una evaluación del
alumno referida a criterios que bien utilizada puede resultar más normalizadora, pudiéndole
evitar el uso de instrumentos descontextualizados de la práctica escolar. En contra, hemos
de señalar que por completo se pretende sea un currículo, siempre existirán lagunas en
relación a las necesidades y características más especificas de los alumnos.
350
b) Currículos abiertos: garantizan el respeto a los diferentes contextos de implican
creativamente al profesor en el desarrollo de su actividad Resultan evidentes, pues, las
ventajas para los alumnos con necesidades educativas especiales ya que estas se traducen
obligatoriamente en necesidades de adecuaciones especificas; es decir, los supuestos
particulares son más fácilmente abordables desde currículos de estas características, apli-
cación e profesional
Parece oportuno señalar que a corto plazo puede producirse un cambio radical en el
tipo de propuesta curricular por parte de la administración educativa, tal como se desprende
de la propuesta de Diseño Curricular Base presentada por el Ministerio de Educación y
Ciencia en 1989. En efecto, en esta propuesta curricular se opta por un modelo unificado
para todos los niveles del sistema educativo y claramente abierto, asegurando, de todas
maneras unos mínimos curriculares comunes a todos los alumnos. El modelo curricular
propuesto, junto con otras características de la reforma como son la comprensividad y la
atención a la diversidad de alumnos, van a exigir en cada centro la necesaria concreción por
parte del equipo de profesores.
Con todo, a nuestro entender no bastaría con que la administración educativa pro-
porcionara a la escuela este tipo de propuesta curricular. Garantizar que los alumnos con
necesidades educativas especiales participen de una programación tan ordinaria como sea
posible y tan específica como sus necesidades requieran implica, además, disponer de
procedimientos y modelos de adecuación individualizada del currículo que sirvan para
asegurar este difícil e indispensable equilibrio.
Durante los últimos años se ha ido extendiendo entre nosotros el término “Programa
de desarrollo individual” (PDI). Este término nacía asociado a los alumnos con hándicaps o
deficiencias. Posteriormente y atendiendo a la progresiva ampliación del concepto de
351
educación especial, esta asociación se ha ido matizando y desplazando hacia todos los
alumnos que, por una u otra condición —o conjunto de condiciones— presentan
necesidades educativas especiales.
En esta ley, y en posteriores desarrollos, se especifican con detalle los derechos de los
alumnos con hándicap y de sus padres o tutores; se define que es un IEP y se especifica
cuándo conviene iniciarlo y cuáles han de ser sus partes o componentes; se específica un
procedimiento participativo y democrático de participación de padres, maestros, otros
profesionales y el propio alumno, en la elaboración desarrollo y evaluación del IEP.
En nuestra opinión mantener el uso del término PDI puede tener las ventajas de ser
conocido por una buena parte de la comunidad educativa. Pero las ventajas del término ACI
(adecuación curricular individualizada) pueden ser mayores, dado que: a) implica la
asunción de que el currículo escolar general es el mismo para todos los alumnos y que se
puede, y debe, adecuar a cada alumno, en la necesaria b) alude a la educación y facilitación
del crecimiento humano, desde la escuela: se refiere al currículo escolar y aporta, así,
elementos normalizadotes; c) se puede referir a cualquier alumno de cualquier edad, ciclo o
nivel educativo: cualquier currículo puede individualizarse, d) asume las características de
la nueva propuesta curricular, en la cual cualquier programación debería ser adecuación o
adaptación de currículo escolar, y remarca aquello que tiene de más específico: el diseño de
una determinada programación, en cuyo supuesto cobran especial relevancia las
características de un determinado alumno, de acuerdo con el principio de individualización.
En consecuencia, nos parece más oportuno decantarnos por el uso del término ACI, que es
el que venimos utilizando ya en el presente trabajo.
352
Aceptado este presupuesto, de poco nos sirve clasificar o establecer tipos de ACI a
partir de la lógica basada en la asignación de cada “tipo de alumnos” a cada “tipo de
currículo”. Seguramente resulte más prioritario planteamos qué procedimientos debemos de
emplear para adecuar el currículo general a todos los alumnos, y en particular a aquéllos
que presentan necesidades especiales. Se trata de desarrollar procedimientos e instrumentos
que permitan aseguramos de que los alumnos sujetos a condiciones de hándicap, de
inadaptación —o cualquier otra condición de necesidades especiales— reciben una
educación adecuada a sus necesidades y en los entornos menos restrictivos posibles.
Desde esta perspectiva, y a partir de estas funciones, una ACI podría entenderse
como: un documento en el cual se describe y justifica la educación ordinaria y especial que
se facilitará a un determinado alumno, durante un período determinado y en el cual se
pueden identificar los esfuerzos realizados y previstos para promover a este alumno hacia
entornos menos restrictivos y para retirar los servicios específicos que faciliten, cuando ello
sea posible y conveniente.
El documento en que se refleja una ACI puede tomar distintas formas. De acuerdo con
las funciones y concepto del que partimos, las ACI deberían incluir los tres grandes bloques
de elementos que a continuación referimos:
353
b) La propuesta curricular. Que se dirigirá al alumno durante un determinado período
(el período máximo no deberá ser superior a un año o un curso académico) en términos de:
c) La promoción del alumno. Elementos que permitan percibir y evaluar los esfuerzos
que se realizan y prevén realizar para promover al alumno hacia entornos menos
restrictivos y ordinarios. Por ejemplo, pueden percibir estos esfuerzos en la explicación de
criterios para promocionar al alumno y para retirar los apoyos de educación especial-
siempre que ello sea posible y conveniente.
Una cuestión básica, sobre la que conviene tomar decisiones, es la referente a cuándo
conviene elaborar y aplicar una ACI. Es una cuestión que se solapa con otras, como ¿para
qué alumnos conviene elaborar una ACI? Aunque probablemente no exista una respuesta
única a la pregunta formulada, entendemos que un alumno es candidato a una ACI cuando
necesite ser previsto de servicios y/o emplazamientos educativos especiales. Es lógico que
si hemos de proveer al alumno de estos recursos específicos, previamente justifiquemos y
preparemos su intervención. Con todo, conviene reconocer que en nuestro contexto escolar
no es fácil elaborar una ACI previamente a producirse el emplazamiento escolar del
alumno. En cualquier caso, las decisiones sobre qué servicios educativos necesita un
determinado alumno y la propuesta de emplazamiento en el entorno escolar restrictivo
posible, son tanto más fácilmente determinables cuanto más precisa es la descripción previa
de la propuesta curricular que se considera más adecuado proporcionarle. Así podríamos
concluir que cuando los hándicaps y dificultades escolares de un alumno nos haga prever
354
que hará falta proporcionarle servicios educativos específicos, es conveniente iniciar un
proceso de ACI.
Pero no todos los alumnos que presentan dificultades en la escuela deberían ser
candidatos a una ACI. Existen una serie de estrategias de individualización de la enseñanza
que pueden ser previstas de una gran parte de las dificultades de los alumnos, o bien
solucionadas, sin tener que acudir a procesos y estrategias como los implicados en las ACI.
355
Los alumnos de un grupo-clase siempre presentan diferentes aptitudes y limitaciones:
formas peculiares de aprender; preferencias por determinadas situaciones de aprendizaje;
utilizan materiales escolares con distintos rendimientos, aprenden más fácilmente si el
maestro se dirige a ellos de una u otra manera.
Estos procesos de “criba” de dificultades son descritos, por ejemplo, por autores como
Reed y Schachter (1979) como operaciones que el maestro ordinario desarrolla en el
sentido de modificar los elementos del proceso de enseñanza que están más a su alcance,
desde el entorno escolar ordinario y antes de plantear la necesidad de llevar a cabo
programas individualizados. Se trata de procesos de obtención y análisis de información
sobre el alumno y su entorno que permiten adecuar la intervención del maestro ordinario y
modificar de forma que la colaboración de otros profesionales especializados sólo cubra
aspectos de asesoramiento o consulta.
De acuerdo con Reed y Schachter (1979), este primer proceso lleva al maestro a
recoger y analizar información referida, básicamente, a tres conjuntos de aspectos:
356
b) Factores socioculturales: lenguaje familiar; actitudes, intereses, valores y auto
imagen del alumno; aspectos socioeconómicos familiares, etc.
La información así recogida no debería ser empleada para encontrar aquella o aquellas
etiquetas que justifiquen las dificultades del alumno, para desplazar el motivo del problema
a un ámbito —el familiar, el social, etc.— al que, por no tener acceso, el maestro elude su
parte de intervención. Por el contrario, la información más valiosa y significativa recogida
ha de servir para que el maestro adecue su programa e intervención a las necesidades y
características del alumno.
357
358
LECTURA N° 20
Hegarty, S. Hodgson, L. y Clunies Ross, L. (1994)
Aprender juntos. La integración escolar. (Cap. 10. Pp.
131-218) Madrid: Morota.
ORGANIZACIÓN DE LA CLASE
En el mobiliario se incluyen los elementos integrados y aquellos otros que puedan ser
desplazados a discreción del profesor. Los primeros consisten por lo general en armarios,
estanterías, la pizarra y otras áreas de exhibición, fregaderos, tomas de corriente, bancos y
largas mesas compartimentadas para el estudio. Entre los elementos movibles figuran, a
menudo, mesas grandes y pequeñas y en algunos casos un pequeño equipamiento móvil
como bandejas y baldes sobre ruedas. Un creciente número de aulas cuentan ahora con
monitores de TV, proyectores elevados y teclados de ordenador. Algunas clases, sobre todo
en las escuelas primarias y en los departamentos de recuperación de las escuelas
secundarias, disponen también de una tranquila zona para la biblioteca que pueda estar
alfombrada y dotada de sillas cómodas.
359
específicas de ésta, que pueden influir en la disposición del mobiliario y determinar, en
algunos casos, la presencia de ciertos elementos de equipamiento.
Debería recordarse que la simple presencia en una clase ordinaria de un alumno con
necesidades especiales sólo constituye una pequeña parte del total de las exigencias de éste.
Además de acometer unas tareas escolares, el niño debe actuar también como un miembro
social del grupo docente y, en esta situación, tendría que ser lo más independiente posible.
El marco académico es esencial pero también lo son las oportunidades para el desarrollo
social emocional y para la interacción con otros alumnos. Es importante, por eso, que el
espacio docente sea dispuesto de forma que no sólo promueva el aprendizaje, sino que
también facilite la movilidad independiente y la socialización aprobada.
Nuestra investigación indicó que para los alumnos con sillas de ruedas esta situación
se dispone con mayor facilidad en aulas grandes y en áreas docentes de plan abierto. El aula
tradicional resulta a menudo demasiado pequeña para permitir cualquier movimiento, una
vez que todos los alumnos han ocupado sus sitios. Las cuestiones relativas al mobiliario y a
la movilidad del alumno no se limitan, sin embargo, a quienes tienen sillas de ruedas. Hay
otros que requieren un equipo especializado; en función de las necesidades del alumno,
puede que haya que disponer de elementos como tomas de corrientes para lámparas de
mesa, estanterías y armarios para guardar máquinas de braille o libros de braille o ayudas
tridimensionales a la enseñanza, mesas de trabajo especiales y baldas para libros. En las
escuelas en donde tales elementos son aportados al aula por el alumno ha de hallarse
espacio para emplearlos de modo que estorben lo menos posible y no constituyan una
barrera física que separe a los alumnos con necesidades especiales del resto de la clase.
Obviamente, la disposición del mobiliario del aula posee la mayor importancia para
aquellos alumnos cuya movilidad se ve limitada, es decir, para quienes experimenten
dificultades de andar o que pasen la mayor parte del tiempo en una silla de ruedas. Debe ser
dispuesto de modo que proporcione acceso fácil para toda la estancia. Se advirtió que los
problemas más importantes se planteaban en aulas que eran empleadas por diversos
profesores y por varios grupos diferentes de alumnos cada semana (esta es, desde luego,
una situación corriente en numerosas escuelas secundarias). La disposición tradicional de
mesas grandes y pequeñas, en filas y con estrechos pasillos intermedios, proporcionaba
escasa oportunidad para que el alumno con problemas de desplazamiento hiciera otra cosa
que no fuera permanecer en su sitio durante toda la lección. Por añadidura, una silla de
ruedas no puede encajarse bajo la mesa grande o pequeña tradicional y necesariamente
tiene que bloquear un pasillo. En esta situación, un profesor redujo el efecto de aislamiento
en la circulación por el aula creando a lo largo de una pared y junto a la puerta un pasillo
adicional y doblando el número de filas de mesas individuales para conseguir mayor
espacio. La silla de ruedas del alumno estaba situada en este pasillo adicional en donde no
estorbaba y se mantenía próxima a la puerta. Los directores se mostraron conscientes de las
restricciones de espacio en muchas aulas y como norma, trataban de restringir el número de
alumnos con sillas de ruedas hasta un máximo de dos por cada grupo docente.
360
En las escuelas primarias, en donde los alumnos solían concentrarse en un aula, el
enseñante tenía, con frecuencia, un mayor control de la situación. En un departamento de
niños pequeños la profesora dispuso de nuevo el mobiliario para permitir que un alumno
con silla de ruedas pudiera tener acceso a todas las partes de la habitación y convirtió el
acontecimiento en una situación docente, haciendo que todos los niños debatieran el
problema entre ellos. A estos alumnos se les enseñó a empujar sus sillas hacia los rincones,
cuando no estuvieran utilizándolas, y a que recordaran que no debían dejar carteras, libros o
juguetes en el suelo entre las mesas. La profesora estaba muy satisfecha de como había
respondido cada uno y dijo que su tarea principal al respecto consistía en mantener en su
lugar las mesas, puesto que durante la semana podían desplazarse ligeramente tras
colocaciones repetidas. Si mesas grandes y pequeñas se hallaban formando conjuntos se
lograba un entorno más cómodo y espacioso en el que podía maniobrar una silla de ruedas.
Esto significa, desde luego, que debe existir una dotación presupuestaria para realizar
sustituciones. En nuestras visitas a las escuelas apreciamos una gran variación entre las
autoridades locales de educación en cuanto al aprovisionamiento de mesas grandes,
pequeñas y especiales y de otros equipamientos peculiares y en las formas en que estos
elementos eran servidos, revisados y sustituidos a intervalos.
Aunque lo ideal pudiera ser permitir a los niños que escogieran en clase los lugares en
donde sentarse, el profesor debe asegurarse de que los que tienen necesidades especiales se
hallen en los sitios más adecuados con objeto de maximizar su aprendizaje y de que
participen lo más plenamente posible en todas las actividades. A este fin, existen ciertos
principios que es preciso tener en cuenta. Los de dificultades auditivas deben situarse en
donde deban sacar el mayor partido de lo que se vea y se oiga en la sala e idealmente
361
tendrían que situarse de 1,80 a 3 metros de distancia del orador principal —por lo común el
profesor— ligeramente hacia un lado. Muchos profesores consideraban adecuada una
posición en la segunda fila de una sala dispuesta de un modo tradicional, y si un alumno se
hallaba en un lado de la habitación podía volver fácilmente la cabeza hacia donde estuviera
hablando. Es importante que un niño con dificultades auditivas pueda ver claramente las
caras de quienes hablan y, así, una posición sedente con una fuente de luz principal o a un
costado o detrás de los alumnos es preferible a otra que exija a los chicos mirar hacia el
orador y hacia la fuente de luz. En esta última situación, el que habla podría verse como una
silueta. Además, cuando están en una misma clase dos alumnos con dificultades auditivas
no deben sentarse uno detrás del otro, porque así el primero no puede ver hablar al segundo.
Entre los puntos adicionales relativos a los alumnos con graves dificultades visuales
figuran las siguientes:
Durante nuestra visita a las escuelas advertimos que la sensibilidad del profesor ante
las necesidades básicas de los niños con dificultades visuales era rápidamente captada por
los alumnos, quienes por su cuenta cuidaban de que sus compañeros de visión parcial y
ciegos colaborasen plenamente en las actividades de la clase. Por ejemplo, observamos que
sus amigos les proporcionaban comentarios e interpretaciones verbales, que leían en alta
362
voz lo que se escribía en la pizarra y que llevaban a los chicos con dificultades visuales
hasta la primera fila de los grupos que se reunían de modo informal en tomo de la mesa del
profesor.
Los alumnos con taras físicas más graves pueden exigir un lugar específico en el aula
en razón del equipo especial que precisen, como una silla de ruedas, una mesa o una
máquina de escribir. Siempre que sea posible, este sitio debe permitirle comunicarse con los
demás puestos que un alumno que tenga que sentarse al margen o que se halle
permanentemente acompañado de una agente asistencial puede llegar a sentirse aislado por
completo; un lugar conveniente en el aula más un enfoque comprensivo por parte del
profesor y del agente social pueden contribuir considerablemente a que el alumno se
considere como parte de un grupo. Si es posible, tendría que resultarle fácil entrar y salir
por su cuenta de la clase; una vez en el aula, es ventajoso que tenga una oportunidad de
realizar movimientos independientes dentro del área docente. Puede que algunos alumnos
requieran permanecer en pie durante parte de la lección, o toda la lección, en cuyo caso será
conveniente que estén situados en la parte posterior de la sala o en los laterales para no
entorpecer la visión de los demás.
Acústica
363
significativos entre la confusión de ruidos que llegan a sus oídos. En una habitación de
paredes desnudas y suelo duro sobre el que constantemente se arrastran sillas, el profesor
tiene que hacer un esfuerzo especial para mantener quietos y en silencio a los alumnos de
modo que, mientras este dando unas instrucciones, el niño con dificultades auditivas pueda
centrar su atención en lo que está diciendo.
Una clase en un edificio próximo a una carretera con mucho tráfico o que se
comunique con un ruidoso corredor ofrece dificultades semejantes para quienes padecen
una audición defectuosa, y también puede ser causa de problemas para algunos niños con
dificultades de aprendizaje a quienes fácilmente distraerá el ruido y el movimiento. Además
y del mismo modo que un alumno con problemas de audición “escuchará con sus ojos”
tanto como con sus oídos, un alumno con una tara visual contará en buena manera con la
información que le llegue por los sonidos, además de emplear su visión residual y/o
materiales especialmente adaptados. Así, el factor clave que un profesor ha de tomar en
consideración cuando tiene alumnos con dificultades sensoriales es mantener los niveles de
ruido en clase al mínimo e insistir en el silencio cuando se transmita al conjunto de grupo
información y orientaciones importantes. De este modo, todos los alumnos con necesidades
especiales soportaran un número mínimo de distracciones en los puntos esenciales de la
lección.
En algunas escuelas visitadas por el equipo, se había añadido, tras la construcción del
edificio, una unidad especial para los alumnos con dificultades auditivas. Siempre que era
posible, tal unidad se hallaba instalada en una parte tranquila del complejo escolar y aunque
esto presentaba el inconveniente del aislamiento físico, los indudables beneficios de un
espacio docente silencioso fueron bien acogidos por todos los profesores especialistas con
quienes hablamos. De modo característico, estas unidades se hallaban enmoquetadas,
algunas tenían cortinas y otras contaban además con paneles aislantes para reducir aun más
los ruidos y ecos. En opinión de los profesores, resultaba útil que estas unidades estuviesen
bien provistas de tomas de corriente, baldas y armarios para guardar cosas. También
apreciaban la instalación de un mobiliario que pudiera ser reordenado con facilidad para
enseñanza individual o en grupos.
Iluminación
El Informe Vernon sobre la educación de los visualmente disminuidos señaló que “la
iluminación presenta la mayor importancia para niños que emplean métodos visuales de
aprendizaje” y que “para las escuelas, la consideración fundamental debe ser asegurarse de
que existe una buena iluminación general y un sistema completamente adaptable de
iluminación individual, bien en el pupitre o sobre la cabeza” (DES, 1972, p.71).
364
visuales. Los diferentes tipos de trastornos visuales exigen una gama de distintas formas de
iluminación: algunos alumnos no necesitan una luz brillante, mientras que otros requieren
un elevado nivel de iluminación con el que trabajar. En general, en la mayoría de las
escuelas ordinarias cabe complementar la luz natural con fuentes artificiales que
proporcionen un nivel de iluminación adecuado para todos los alumnos, incluyendo
aquellos que experimentan dificultades visuales. Los problemas del resplandor pueden ser
controlados mediante el empleo de persianas o cortinas y prestando atención a la
disposición de los asientos, mientras puede proporcionarse una iluminación adicional a
determinados alumnos. Las tomas de corriente en las aulas eran relativamente escasas y se
hallaban lejos unas de otras; sin embargo, y en algunos casos, se empleaban cables de
prolongación. Estos presentan unos riesgos y su empleo no es recomendable.
Entre otras consideraciones que habría que tener en cuenta a la hora de adaptar o
reordenar las aulas figuran las siguientes:
1. Para los chicos de visión parcial resultan mas visibles las anotaciones en tableros
de superficie blanca que en pizarras.
2. Los proyectores superiores son ayudas visuales útiles puesto que amplían
imágenes.
3. A la hora de presentar películas y diapositivas, todas las salas que se utilicen
deben disponer del sistema de oscurecimiento adecuado.
4. Un acabado mate en las paredes, techo y suelo evita el resplandor y los reflejos.
5. Las fuentes de iluminación artificial requieren un mantenimiento regular para que
no se deterioren en intensidad y eficacia.
Como cabría esperar, muchos alumnos con dificultades visuales en las escuelas
estudiadas estaban siendo instruidos en aulas que distaban del ideal y los profesores tenían
que modificar cuanto podía el ambiente físico. Un área dispuesta a propósito para los chicos
con problemas visuales mostró lo que podía alcanzarse mediante una cuidadosa
planificación cooperadora. Esta zona se hallaba enmoquetada, disponía de una variedad de
paredes de cristal y pintadas y contaba en las ventanas con vidrios antideslumbrantes. Las
tomas de corriente permitían el funcionamiento de lámparas individuales en las mesas,
mientras en el techo unos tubos fluorescentes proporcionaban una iluminación difusa que
complementaba la luz del día. Los alumnos con dificultades visuales y algunos otros con
problemas de aprendizaje empleaban esta zona que resulto muy adecuada para tareas
individuales y en pequeños grupos.
Los párrafos precedentes han servido para esbozar aspectos del entorno físico del aula
que ayudan a que éste respalde al alumno con necesidades especiales. Es evidente que la
preparación del aula en términos de decoración así como de dotación de accesorios y de
mobiliario no incumbe tan sólo al profesor de la clase, sino también al director de la escuela
y al personal de la autoridad local de educación. En el capítulo que sigue, se exploran
detalles de los procesos pedagógicos que tienen lugar dentro de estos entornos de
aprendizaje.
365
Práctica en el aula
Preparación
366
clases prácticas los alumnos trabajaban con compañeros de capacidad superior y además de
tener acceso a sus propias tarjetas de trabajo podían disponer de los libros de texto
empleados por el resto de la clase. Las tarjetas de trabajo simplificaban las instrucciones
proporcionadas en el libro de texto y con frecuencia ofrecían diagramas resumidos.
También incluían una lista de artículos necesarios para la realización del experimento y
normas de seguridad al respecto. Tras llevarlo a cabo, los alumnos escribían lo que habían
hecho con la ayuda de una tarjeta en la que se especificaba la información que el profesor
deseaba que el alumno redactara precisamente y una estructura para realizar la tarea. Una
tarjeta de información ilustrada sobre “Recuperación de Agua” es como sigue:
Los alumnos con dificultades visuales representan otros problemas para el profesor
que prepara las lecciones. Por ejemplo, para un niño capaz de leer material impreso, quizá
los caracteres de la mayoría de los textos o tarjetas de trabajo sean demasiado pequeños.
Para estos alumnos habrá que preparar de antemano unos materiales impresos en caracteres
más grandes. Pocos profesores se responsabilizaban de encargar estos materiales; esta tarea
exigía a menudo una fuerte conexión con un especialista o con el profesor nombrado.
Muchos enseñantes generales que instruían a alumnos con dificultades visuales dentro
de una clase ordinaria consideraban que todo lo que pudieran necesitar para la lección tenía
que ser ampliado. Como explicó una profesora, hasta recibir información de los propios
alumnos, jamás estaba segura acerca de cual de los textos iba a necesitar. Planificaba su
programa con carácter semanal y daba al profesor itinerante todo lo que pudiera requerir
una ampliación. Pero, a medida que los enseñantes llegaban a conocer a sus alumnos, se
hacia evidente que ciertos textos poseían un estilo apropiado para el aprendizaje de cada
uno de los alumnos y los profesores limitaban las exigencias de la ampliación a estos textos
sin detrimento del desarrollo de la lección. Así, en las primeras fases de acomodación de los
367
alumnos con dificultades visuales solían excederse en la preparación. En la mayor parte de
las escuelas este exceso de preparación no fue trabajo perdido, ya que tenían una constante
aportación de alumnos con dificultades visuales que podían beneficiarse del material
adicional. Los materiales preparados por un profesor de clase eran generalmente
almacenados, pero quedaban accesibles a otros profesores así que llegaba un tiempo en que
se reducía la necesidad de una nueva preparación.
Para el alumno ciego o para el ciego parcial que lea el braille, es preciso adquirir
textos y materiales apropiados. Como no es abundante este material, los profesores se
limitaban, por lo general, a los textos accesibles. En algunos casos se realizaba la
trascripción al braille de textos específicos para materias de exámenes. Esto podía ocupar
un tiempo considerable por lo que resultaba necesaria una planificación a largo plazo.
Presentación
368
parcial demostraron ser beneficiosas también para los alumnos con problemas de
aprendizaje. Los que poseían estas dificultades en grado moderado podían abordar gran
parte del material de la asignatura, incluso en una etapa secundaria, si se presentaba en un
nivel concreto. En una escuela secundaria se advirtió que muchos de estos alumnos podían
trabajar con el resto de la clase cuando eran capaces de manipular materiales. Por ejemplo,
en Ciencias, si los alumnos podían manejar objetos concretos, llegaban a comprender los
principios básicos de la electricidad y de los circuitos eléctricos. También se les permitía
representar sus experimentos bajo la forma de dibujos, en vez de recurrir a diagramas
simbólicos. Cuando se les presentaba el mismo material bajo la habitual forma simbólica,
como en los diagramas de circuitos, estos alumnos no lograban captar los conceptos. Si no
era posible presentar el material de la asignatura en una forma tridimensional, siempre cabía
recurrir a la presentación del material visual en forma ampliada o simplificada.
Como los alumnos ciegos pasan por todas las etapas del desarrollo de PIAGET, pero
en general a edad posterior a la de los que poseen visión, es aconsejable que los nuevos
conceptos sean presentados en un nivel concreto (GOUGH, 1981). Indudablemente, los
nuevos conceptos pueden eludir a los alumnos ciegos a no ser que los hayan experimentado
de esta forma. Resulta particularmente útil la posibilidad de que un niño con dificultades
visuales manipule modelos durante su construcción. Por ejemplo, en una escuela secundaria
general se estimulaba a los chicos con problemas visuales a manipular modelos en cada fase
de su construcción, para incrementar la comprensión del funcionamiento del modelo. En
algunos casos, es preciso proceder con cuidado en la instrucción táctil, pues no todos los
materiales son agradables al tacto. La manipulación de materiales era más corriente en el
nivel primario que en el secundario, pese al hecho de que muchos alumnos de la segunda
enseñanza podrían beneficiarse de un enfoque táctil/cinestésico. Otros niños también se
beneficiaban de un enfoque táctil, sobre todo cuando se introducía un nuevo vocabulario.
Muchos profesores de clases generales los estimulaban a manipular materiales
especialmente al introducir nuevos conceptos o términos descriptivos.
369
Puede que sea necesario alterar la concentración sobre el material con objeto de hacer
llegar a un alumno un determinado concepto. Es posible que ciertos conceptos visuales
como la luz, el color y el reflejo tengan que ser abordados de una manera completamente
distinta cuando se trata de alumnos con dificultades visuales. El profesor de ciencias de una
escuela primaria planificaba algunas lecciones, con base en sombras, empleando lámparas
de calor en vez de luces para los alumnos con dificultades visuales. Si una escuela se halla
especialmente bien equipada, se pueden utilizar sensores de luz en algunos experimentos.
Los profesores advirtieron, sobre todo en el caso de grupos de corta edad, que el empleo
simultáneo de aportaciones audio/táctiles y visuales resultaba rentable con otros alumnos,
sobre todo con quienes aun requerían enfocar nuevos conceptos desde un nivel concreto.
Muchas de tales técnicas son apropiadas para una amplia gama de materias.
370
con necesidades especiales si era necesario, pero sin que se precisara reiterar directamente
las instrucciones a cada uno. Un profesor consideró que la práctica facilitaba la acomo-
dación de alumnos con necesidades especiales en las clases generales. Se revelaban mejor
motivados, tenían una comprensión más clara de lo que deberían estar haciendo y consa-
graban más tiempo a la tarea.
Fase 2: es analizado el concepto con la clase. Se invita a los alumnos a manifestar sus
ideas sobre el modo de identificar a los "mamíferos". El profesor relaciona todas sus ideas
dividiéndolas en críticas (peculiares de los mamíferos) y no críticas, por ejemplo,
Crítica
Cuerpo cubierto de pelo
Glándula mamaria
Nacimiento de un ser vivo
Extremidades conforme a un esquema pentadactilar
No crítica
Color
Tamaño
Edad
Alimentación
Lapso de vida
371
Fase 4: el profesor presenta ejemplos y no ejemplos. Para resultar realmente eficaz
esta tarea debe realizarse de diversas maneras, por ejemplo, especimenes vivos, fotografías,
modelos, en gran número y en variedad de situaciones. Para los alumnos con dificultades
moderadas de aprendizaje es esencial que lleguen a tener un dominio de ejemplos antes de
la introducción de los no ejemplos.
Interacción profesor-alumno
Esta situación quedó bien ilustrada en una escuela secundaria a la que asistían gran
número de alumnos con dificultades auditivas. Frecuentemente, estos daban la impresión de
comprender más de lo que ocurría en realidad. Astutamente observaban a sus compañeros y
les imitaban, por ejemplo alzando sus manos cuando otros lo hacían y desarrollando unas
actividades sin comprender, en realidad, lo que estaban haciendo. Como cada uno de los
profesores generales solía tener 30 alumnos más, a menudo no eran muy conscientes de que
el niño con dificultades auditivas estaba imitando sin comprender. Sólo a través de una
interacción regular con los chicos resultaba posible averiguar cuanto estaban entendiendo.
También ocasionalmente los alumnos con dificultades visuales se esforzaban por ocultar
372
sus problemas ante profesores y com-pañeros. Algunos de los niños que observamos no
reconocían experimentar problemas para leer lo que había escrito en la pizarra o en hojas
deficientemente reproducidas, prefiriendo por el contrario recurrir a la ayuda de sus
vecinos. Con frecuencia unas notas tomadas incorrectamente causaban problemas con la
comprensión de la lección y de los conceptos, no evidentes sin una atenta observación y sin
un interrogatorio por parte del docente.
En ocasiones era posible que el profesor optara por exigir menos del alumno,
considerando que, de otro modo, podía someterle a una presión excesiva o turbarle. Esto
ocurría sobre todo con aquellos niños con dificultades orales en razón de la pobreza de su
expresión o del desarrollo de su lenguaje. Los alumnos que son incapaces o no están
dispuestos a responder a unas preguntas o a pedir ayuda, pero que permanecen
tranquilamente sentados en clase, escapan con frecuencia a la atención del profesor.
Muchos enseñantes observaban que niños con necesidades especiales, particularmente los
de dificultades auditivas, dirían que habían entendido y sin embargo su trabajo por escrito
revelaba una información errónea y una falta general de comprensión.
A juzgar por nuestras observaciones, los alumnos con taras físicas tenían con sus
profesores unas interacciones similares a las de sus compañeros, especialmente en términos
de conversación sobre la instrucción. La diferencia principal respecto de este grupo radica
en el hecho de que el profesor solía aproximarse al alumno y, por eso, iniciar la interacción.
Las demandas verbales eran más frecuentes en los niños con taras físicas y los profesores
eran más conscientes de cualquier dificultad que estos encontraran que de las que
presentaban niños con taras sensoriales o con dificultades de aprendizaje. Esto puede
deberse al hecho de que las expectativas del profesor sobre el progreso escolar de los
alumnos con taras físicas eran superiores a las de otros que presentaban necesidades
especiales.
373
conducta antisocial o de evitación también enmascaraba situaciones en las que los alumnos
con necesidades especiales se sentían confusos o temerosos de parecer estúpidos. Esto era
particularmente cierto en el caso de sujetos con dificultades auditivas que se sentían
conscientes de la deficiencia de sus expresiones y preferían permanecer en un segundo
plano.
Puede ser necesario, sobre todo cuando las destrezas del lenguaje del alumno resulten
un tanto inferiores a las de sus compañeros, formular sencillamente una pregunta o reiterar
de un modo más simple los conceptos presentados durante la clase. Los profesores están
acostumbrados a adaptar el trabajo escrito para poder hacer frente a las necesidades de los
alumnos y, sin embargo, olvidan hacer las readaptaciones precisas cuando hablan.
374
Los enseñantes también parecían experimentar dificultad en la tarea de equilibrar las
gratificaciones a los alumnos con necesidades especiales, elogiándoles un tanto
indiscriminadamente o muy rara vez. Pero si el equilibrio era erróneo conducía a la
frustración o a una recogida en sí mismo por parte del niño. Como el reforzamiento
apropiado es un factor importante en una situación de aprendizaje resulta preciso prestarle
una mayor atención.
Semejante observación del progreso no es menos importante para los alumnos con
necesidades especiales que para los otros. Desde luego se toma completamente
fundamental, en su caso, en razón de la complejidad de sus necesidades docentes y porque
sus programas de trabajo se hallan a menudo individualizados y se superponen a las
disposiciones para las clases generales de la escuela. Por estas razones, quizá con tales
alumnos no basten los esquemas de observación de carácter general, incluso aunque sean
adecuados en sí mismos. Este capítulo revela las disposiciones tomadas por algunas
escuelas para vigilar los progresos de niños con necesidades especiales. Como problema
inicial figura la frecuente complejidad de su programación en relación con el currículum
general. Esto significa que es importante disponer de unas claras líneas de responsabilidad
para supervisar ese progreso. Gran parte de la vigilancia formal correspondía al uso de
anotaciones de diferentes tipos ya la celebración de reuniones ad hoc, y éstas son
consideradas después. Finalmente examinaremos en este capítulo las concesiones y
acomodaciones específicas hechas respecto de los alumnos con necesi-dades especiales y la
forma en que éstas incidían en la observación de sus progresos.
375
personal implicado aceptaba que habría que disponer los procedimientos de vigilancia antes
de que se iniciaran los enlaces respecto del alumno. En las escuelas que ya mantuvieran
enlace, se designaba un profesor para coordinar las actividades dentro de su propia escuela
y responsabilizarse de cualquier relación necesaria entre las escuelas. El papel del profesor
de enlace consistía en coordinar el programa de trabajo para los alumnos afectados y de
asegurarse de su progreso en las materias estudiadas en las distintas escuelas. Cada profesor
de enlace era también responsable de que el personal implicado en estos programas
obtuviera la ayuda y materiales que necesitara y actuase con claridad en su labor de
inspección.
Ocasionalmente los profesores de las escuelas especiales podían ayudar en las clases
generales a las que asistían sus alumnos y proporcionar una fuente adicional de información
a los profesores de enlace sobre los progresos de cada niño. Esto sucedió en una escuela
general que atendía a varios alumnos con dificultades de audición procedentes de la escuela
especial local para sordos. Por añadidura, los niños con dificultades de audición que asistían
a las clases generales durante los primeros 3 años llevaban cuadernos de anotaciones que
marcaba el profesor después de cada lección. Se estimulaba a los docentes a redactar
comentarios sobre trabajo realizado, los progresos obtenidos y cualquier rasgo de la
conducta y a que indicaran por escrito el trabajo asignado para realizar en casa. Los
cuadernos de anotaciones eran comprobados semanalmente por los profesores de enlace en
la escuela especial y a diario por el profesor de enlace en la escuela general. Este
procedimiento garantizaba que todo el personal vinculado con los alumnos supiera cuál
había sido el trabajo realizado, permitía al personal abordar los problemas a medida que
surgían y garantizaba que los alumnos estuviesen haciendo frente a la tarea de las clases
generales.
Registros
Los registros educativos eran el medio principal por el que los profesores vigi-laban
el progreso, y muchos procedimientos de observación suponían una cuidadosa
documentación del trabajo realizado y de los resultados obtenidos. Las disposiciones
tomadas para documentar y anotar la información sobre niños con necesidades espe-ciales
solían ser más formales que las de otros alumnos. A veces se proporcionaba a los profesores
unas tarjetas especiales de anotación para que las rellenaran diaria o semanalmente.
376
Por lo general, los informes han de realizarse por el enseñante en su propio tiempo,
aunque los profesores nombrados disponen a veces de una reserva de tiempo asignado para
tareas administrativas que puede ser dedicado a la realización de los informes. Con objeto
de reducir la carga de trabajo ligada al mantenimiento de un detallado registro, algunas
escuelas preferían documentar el trabajo efectuado y los progresos realizados tan sólo un
par de veces por trimestre. A estos fines se distribuían entre los profesores afectados, y a
intervalos apropiados, unos impresos especiales. El formato no variaba considerablemente
de una escuela a otra. El ejemplo 1 es una ilustración del esquema.
Programa Registros
377
Tales registros ponen exactamente en claro en que estaba trabajando el alumno, cómo
había de trabajar y cuando fue dominado con éxito el material. También ayudaban a los
profesores a identificar áreas débiles con suficiente detalle para que se prestara una
asistencia si era necesaria.
Los registros permanentes del trabajo en marcha y del previo ya dominado resultaban
especialmente útiles para los profesores que eran nuevos en el grupo o que reemplazaban a
un colega ausente. Los enseñantes que pretendían lograr un programa equilibrado de trabajo
descubrieron que resultaba especialmente útil el panorama contenido en tarjetas de registro
como éstas, y en cualquier caso para asegurar la continuidad se necesitaba alguna forma de
anotación de resultados.
Con objeto de que el docente de la clase especial estuviese al tanto del trabajo de los
alumnos, los profesores de las clases generales registraban los trabajos realizados en sus
aulas y comentaban las dificultades halladas. A su vez, el docente de la clase especial
anotaba lo que se había realizado en la unidad, ofreciendo a menudo sugerencias respecto
de la utilización de materiales apropiados en las clases generales. Este cuaderno
proporcionaba un registro permanente de la actividad del alumno y una base para que los
profesores pudieran reunirse de cuando en cuando a debatir las necesidades futuras de los
alumnos.
Reuniones
En algunas escuelas, las reuniones para repasar los progresos de los alumnos con
necesidades especiales se realizaban conforme a una base formal y constituían parte de su
horario. Así, en ciertos centros docentes se convocaba a reuniones semanales del profe-
378
orado de forma que todo el personal vinculado a los alumnos con necesidades especiales
discutiera sobre el trabajo efectuado, los materiales empleados y los problemas que se
suscitaban. Cuando en una escuela figuraban matriculados gran número de niños con
necesidades especiales, no era posible referirse a todos ellos en cada reunión. Táctica
corriente en esta situación era la de limitar el número de alumnos de los que se hablaría
formalmente en una determinada reunión, seleccionándolos en tumo rotatorio, de forma que
ninguno fuese pasado por alto. Una escuela primaria que operaba así pudo lograr que se
hablase de cada niño al menos dos veces en el trimestre, pero la limitación del número de
alumnos que podían analizarse en la reunión semanal fue causa de inmediata preocupación.
No todas las escuelas podían organizar reuniones semanales de sus enseñantes, pero
estimulaban a los profesores nombrados a que asistieran alas reuniones de departamento en
que se discutía el contenido del curso y los materiales. La mayoría de los profesores
nombrados estimaron que la asistencia a estas reuniones les ayudaba a mantenerse al tanto
del trabajo realizado en las clases generales. Como tales reuniones solían celebrarse cada
tres o cuatro semanas no exigían mucho tiempo al profesor nombrado.
Concesiones
Por lo general se otorgaba a los alumnos con necesidades especiales mucho más
tiempo para realizar sus tareas por escrito, tanto si se trataba de trabajo en clase, tareas para
casa o exámenes. Con frecuencia estos niños precisan un tiempo considerablemente mayor
que sus compañeros para la realización de tareas de lectura y/o escritura. Los chicos con
defectos visuales a veces tienen problemas que no pueden ser enteramente resueltos con
gafas o lupas. El alumno con defectos en el área de la derecha de su campo visual es
incapaz de leer con rapidez porque no puede realizar, al ir de izquierda a derecha, la
exploración previa que efectúa una persona de visión normal. Los niños con lesión macular
(precisión) experimentan dificultades con los caracteres pequeños o con los diagramas
complejos y el alumno seriamente miope ni siquiera con la ayuda de una lupa puede leer
más de una letra de cada vez. El copiar a partir de hojas o desde la pizarra es difícil y exige
un tiempo considerable a muchos niños con necesidades especiales. Al chico que presenta
un defecto físico puede resultarle lenta y laboriosa la tarea de escribir y, para estos alumnos
y para algunos con defectos visuales, el nivel logrado en la escritura será tal vez bajo. Con
objeto de que mejore la calidad del trabajo logrado, se les estimulaba a usar máquinas de
escribir; aunque su utilización les permitía trabajar con mayor rapidez, aún requerían más
tiempo que sus compañeros para la realización de una determinada tarea.
379
Cuando se otorgaba a unos alumnos más tiempo para que completaran sus tareas
escritas, solía producirse una posterior demora antes de la entrega del trabajo. Como
resultado, este era a menudo calificado separadamente de los del resto del grupo.
Preocupaba a los profesores la posibilidad de que pudieran aplicarse normas diferentes en la
calificación de los trabajos entregados después que los del resto del grupo. Por esta razón
solían exigir del alumno con necesidades especiales la realización de menos trabajo o
únicamente la de algunos elementos, en vez de hacer que completaran toda la tarea
asignada a la clase, pero en un periodo de tiempo más prolongado.
A veces no se trataba de que los niños exigieran un tiempo adicional para com-pletar
su tarea, sino de que el profesor especialista necesitaba tiempo para preparar trabajo
destinado al docente de la clase. Como ejemplo al respecto cabe mencionar la necesidad
que tenía un profesor especialista de transcribir el trabajo efectuado en braille para que
pudiera ser calificado por los profesores de las clases. Cuando era preciso realizar
transcripciones, el personal especialista implicado trataba de conseguir que la demora en la
entrega del trabajo al profesor de la clase fuera lo más escasa y corta posible. Era inevitable
que se precisara un cierto tiempo y existía una necesidad de planificación y de enlace entre
el personal implicado.
380
Un segundo profesor en el aula
Muchas de las escuelas que utilizaban a un segundo profesor en una clase general
programaron inicialmente su trabajo para que operara exclusivamente con un alumno
determinado. Habían descubierto que los docentes de las clases no podían prestar la
atención adecuada a algunos niños mientras estaban enseñando al resto del alumnado, por
lo que se precisaba una ayuda adicional. Cuando ésta cobró la forma de un segundo
profesor para un alumno determinado, se hizo evidente que éste tenía una oportunidad
mucho mejor de participar en la lección. El papel del segundo profesor se desarrolló a partir
de esta situación cuando los enseñantes de las clases adquirieron confianza en el hecho de
trabajar en presencia de un segundo profesor.
Una escuela general a la que asistían alumnos con dificultades auditivas de un centro
especial próximo, recibió el apoyo docente del personal de una escuela especial. El profesor
de apoyo, que podía o no ser un especialista en la asignatura correspondiente, había de
ayudar al alumno con dificultades auditivas en las lecciones designadas. Después de que el
docente de la clase explicara la lección, el profesor de apoyo solía trabajar exclusivamente
con los niños con dificultades auditivas, ayudándoles en el trabajo escrito o con ejercicios
específicos. En las lecciones en que los alumnos leían en alta voz, el profesor ayudante se
sentaba junto a los niños con dificultades auditivas y les iba señalando con el dedo lo que se
leía. En algunas materias estos alumnos eran capaces de operar por su cuenta y, con el
acuerdo del profesor de la clase, el enseñante de apoyo proporcionaba a otros niños la
ayuda que necesitaban. Los profesores de apoyo podían garantizar que los alumnos
entendieran la lección y podían servir de interpretes para los niños o para el profesor de la
381
clase cuando surgía un problema de comunicación. También debían vigilar el progreso de
alumnos con dificultades auditivas y su capacidad para abordar el contenido y la
presentación de la lección. En esta situación peculiar existía el inconveniente de que sólo se
proporcionaba ayuda cuando estaba disponible el personal de la escuela especial, de modo
que su horario —y naturaleza— se hallaban más determinados por la disponibilidad del
profesor que por la necesidad del alumno. Un factor positivo era que los docentes
realizaban un trabajo de seguimiento con los alumnos integrados cuando estos volvían a la
escuela especial y su presencia en las lecciones permitía que ese trabajo fuese más eficaz.
Otra escuela, que disponía en sus instalaciones de una unidad para alumnos de
audición parcial, pudo organizar una labor de ayuda en clase a cargo de los profesores
especializados de la unidad. El proyecto se inicio mediante el empleo de los responsables
de la unidad en aquellas áreas del currículum que se correspondían con su especialización
por materias, mientras que en las clases generales, el personal no sólo ayudaba a los
alumnos con dificultades auditivas, sino también a cualquier otro que precisase asistencia
del profesor. Este tipo de apoyo contaba con la plena cooperación de los docentes de las
clases generales vinculados. Antes de que el personal de la unidad se integrara en las
lecciones generales, el profesorado cooperante debatía las necesidades de los alumnos con
deficiencias auditivas y las expectativas de los docentes de las clases generales respecto de
las lecciones.
382
lección, y operaba a menudo con un grupo determinado de niños, según las necesidades de
la clase. Este grupo podía contener o no alumnos con necesidades especiales. El profesor de
la clase explicaba la lección y organizaba el trabajo, tras lo cual cada docente solía trabajar
con un determinado grupo. Cuando no se hallaban consagrados a su propio grupo, ambos
profesores atendían al resto de la clase.
Auxiliares en clase
El equipo investigador identificó dos roles educativos principales para los auxiliares
en las clases generales: trabajar junto a un alumno específico y llevar a cabo tareas
generales mientras efectuaban la breve observación de un determinado alumno. En la
práctica, el trabajo realizado dependía de la materia, de las exigencias del profesor de la
clase general y de las necesidades de los alumnos implicados.
La política de muchas escuelas era que una auxiliar acompañara a un niño con
necesidades especiales que concurría a una clase general por primera vez. En estas
circunstancias, la presencia de la auxiliar proporcionaba confianza tanto al alumno como al
profesor de la clase. Durante estos períodos iniciales, cuando se incorporaba a una clase
general un niño con necesidades especiales la auxiliar solía limitarse a él. A medida que
este se afirmaba en la clase, la auxiliar era más accesible al resto de los alumnos.
383
materias que presentaban obstáculos variaban mucho de un alumno a otro y no respondían
directamente a unas determinadas condiciones de minusvalidez.
384
postura se consideraba esencial para que el profesor de la clase pudiera conocer las
dificultades que estaba encontrando el alumno.
En otras ocasiones, sobre todo en el nivel primario, los auxiliares trabajaban junto a
los alumnos oyéndoles leer, comentando con ellos lo que habían leído y estimu-lándoles a
expresarse. Con frecuencia el auxiliar era capaz de proporcionar un lenguaje de apoyo y un
trabajo de vocabulario en un nivel que rara vez podía hacerla el profesor de la clase. Este
tipo de ayuda era especialmente importante para los niños pequeños con dificultades de
audición.
En una escuela primaria, había varios alumnos con dificultades de aprendizaje en una
clase general y una auxiliar les proporcionaba un apoyo casi constante. Un niño, en
especial, necesitaba considerable ayuda y se observó que se refería de continuo a la auxiliar
y rechazaba el trabajo a no ser que estuviera supervisado por ella minu-ciosamente. Este
alumno se beneficiaba del contacto social con los demás miembros de la clase general, y la
presencia de la auxiliar contribuía a asegurar su progreso escolar sin exigencias indebidas
respecto del tiempo del profesor titular.
Una vez establecido en una clase, no siempre era necesario que el auxiliar trabajase
exclusivamente con un alumno y todo lo que se precisaba era una atención intermitente
junto con la comprobación de los progresos. A menudo, mientras realizaba su papel de
observación, el auxiliar ejecutaba diversos servicios para el profesor, como comprobar las
existencias de la biblioteca, distribuir materiales, ayudar en lecciones prácticas o atender la
lectura de otros alumnos. De cuando en cuando, el auxiliar trabajaba con un grupo de
alumnos que habían iniciado una tarea específica, como por ejemplo, realizar una maqueta
o pintar, pero aún podía observar al alumno con necesidades especiales y proporcionarle
ayuda si la necesitaba. El auxiliar informaba al docente de la clase y/o al especializado
sobre las áreas en las que hubiera observado cualquier dificultad que de otro modo habría
pasado inadvertida en una clase grande. La necesidad de informar sobre lo observado fue
resaltada por el profesorado de una escuela primaria. En ella, unos alumnos con serias
385
dificultades físicas y de aprendizaje asistían a las clases generales tanto como era posible.
Se puso como ejemplo a un niño que parecía estar comportándose bien en una clase
general, pero cuyas dificultades con el contenido de la materia pasaron en buena parte
inadvertidas durante largo tiempo. El profesorado tuvo noticia de tales dificultades gracias a
la llegada al grupo de un auxiliar, enviado para atender a otro alumno.
Muchos profesores consideraban que el personal auxiliar podría ser más utilizado en
las clases, tanto en el nivel primario como en el secundario, sin detrimento de la
independencia del alumno. Su presencia aseguraría una máxima participación en la lección
por parte de niños con necesidades especiales y proporcionaría a los profesores un par de
“ojos” o de “manos” adicional, alertándoles sobre dificultades que, de no ser así, podrían
pasar inadvertidas y permitiendo que los alumnos obtuvieran un grado de atención
individual imposible de otro modo.
A menudo se observaba que, durante aquella parte de la lección en que los niños están
tomando notas o realizando ejercicios o experimentos, el auxiliar aclaraba lo que había
dicho el profesor, repitiéndolo o ampliándolo. Tal ayuda permitía al docente asegurarse de
que todos estaban trabajando, antes de acercarse al alumno en cuestión para observar su
progreso. Le permitía también el empleo de expresiones verbales y de medios habituales de
presentación de materiales. Muchos profesores observaron que, cuando seleccionaban a
auxiliares, optaban por niños de capacidad media. Se estimaba que el alumno medio tomaba
notas más detalladas para redactar una información. Por contraste, los chicos brillantes
necesitaban menos ayudas para su memoria; sus notas podían consistir en palabras o frases
aisladas más que en párrafos y, de este modo, no resultaban muy útiles para los alumnos
con necesidades especiales, sobre todo para aquellos con dificultades de audición.
386
La oportunidad de interacción social que permitían los auxiliares alumnos era también
considerada importante porque los compañeros reaccionaban con frecuencia para que el
niño supiera cuando resultaba inapropiada una determinada conducta. Simultáneamente, en
el toma y daca de la clase, cabía estimular a los alumnos con necesidades especiales a
autoafirmarse adecuadamente y a emplear al máximo todas sus destrezas. Puede citarse
como ejemplo la observación, a lo largo de un período de tiempo, de un alumno con graves
taras físicas que además no podía expresarse. En las clases generales se le asignó un tumo
rotatorio de voluntarios con objeto de estimularle socialmente y ayudarle a participar de
lleno en las lecciones. Al principio se presentaba como alguien muy diferente: en silla de
ruedas, haciendo extraños ruidos y babeando con profusión. Pese a su apariencia resultó
tener sentido del humor y un alumno voluntario se convirtió en amigo suyo. Al cabo de
algunos meses adquirió movilidad, si bien con torpeza, y se le estimuló a participar en los
juegos de clase y del recreo en los que fue bien acogido. Aumentó de modo espectacular su
utilización de los símbolos de Bliss como medio de comunicarse con los amigos y esto
facilitó su participación en las lecciones. Cesó su anterior conducta antisocial, especial-
mente en las comidas, a las pocas semanas de reunirse para comer con el grupo de la clase
general. En lecciones como las de arte y trabajos manuales, los auxiliares alumnos y sus
amigos estaban siempre dispuestos a estimularle y ayudarle. Los profesores observaron que
su reacción ante la ayuda de los alumnos era más positiva que con los adultos.
A menudo, la disposición de los lugares para los alumnos con necesidades especiales
tomaba en consideración la preferencia del auxiliar/amigo. A los niños con una dificultad
sensorial solía aconsejárseles que se sentaran al principio de la clase, preferiblemente con
un amigo no minusválido. A veces se llegaba a un acuerdo si este no quería sentarse tan
delante, permitiendo que los dos se colocaran un poco más hacia atrás.
387
Una escuela con una unidad para alumnos de audición parcial había establecido un
único sistema de apoyo dentro de la escuela principal recurriendo a voluntarios de sexto,
dispuestos a prescindir cada semana de una o dos de sus llamadas lecciones libres. Se le
asignaba a un miembro de la unidad de audición parcial para ciertas materias, sobre todo
para las de carácter más académico que suponía un trabajo al dictado o tomar notas
laboriosas. Gran número de chicos de sexto ya hablan estado vinculados al sistema que
llevaba funcionando tres años. Observados estos auxiliares, demostraron comportarse con
discreción, cuidando de no hacer el trabajo para el alumno o de responder a las preguntas
que se les formulaban. Las preguntas que el alumno de audición parcial tenía que hacer iban
dirigidas al profesor de la clase. De hecho, estos auxiliares de sexto desempeñaban su tarea
de modo muy parecido a como se comportaban los agentes auxiliares en situaciones
semejantes.
Los alumnos de la unidad estimaban que proporcionaban una ayuda valiosa y muchos
juzgaban que llamaban menos la atención si hablaban con otro chico, aunque fuese mayor,
que si se dirigían al profesor. Por lo general, los miembros del personal dieron la
bienvenida a esta ayuda adicional en el aula. Los alumnos participantes de sexto
consideraron que constituía una prolongación significativa de sus responsabilidades y que
les daba una experiencia práctica en un grupo minoritario. También se argumentó, en
sentido contrario, que la presencia del auxiliar de sexto llamaría más la atención hacia el
alumno con dificultades de audición en clase y provocaría resentimiento o alegaciones de
favoritismo entre los chicos con audición plena. Pero esto no sucedió en la práctica pues
aceptaron de buen grado la presencia del auxiliar como una forma de apoyo para sus
compañeros con dificultades auditivas.
Hay tres secciones referidas a las categorías tradicionales de defecto físico, dificultad
auditiva y dificultad visual. No se proporcionan por separado indicaciones docentes para
atender a niños con dificultades de aprendizaje, puesto que gran parte del material existente
ya ha sido analizado en este libro. Aunque el capítulo se halla dividido por categorías, se
advertirá que muchos de los puntos formulados son igualmente apropiados y productivos en
toda el área de atención a las necesidades educativas especiales en clases generales.
Esta categoría de alumnos abarca una amplia gama de incapacidades, desde trastornos
motores (lesiones y enfermedades de la columna vertebral, musculares, óseas y problemas
de las articulaciones), dificultades neurológicas (parálisis cerebral, distrofia muscular,
388
espina bífida) y otras afecciones como la epilepsia, el asma, fibrosis cística y diabetes. Los
niveles de funcionamiento cognitivo pueden extenderse desde un retrasado profunda a un
bien dotado; y en muchos casos un alumno con defecto físico mostrará múltiples
dificultades (ALLSOP, 1980; PASANELLA Y VOLKMOR, 1981; GEARHEART Y
WEISHAHN, 1980). Pero ha quedado bien establecido que la posibilidad de aceptación de
los alumnos con taras físicas en las clases generales depende normalmente de su capacidad
académica (COPE y ANDERSON, 1977; ANDERSON, 1973). Pese a esto, recientes
investigaciones han revelado que la integración es posible y que muchas necesidades
educativas especiales pueden ser atendidas dentro de la escuela ordinaria y, desde luego,
podrían serlo en un grado mucho mayor que el practicado hoy día (COPE y ANDERSON,
1977; HEGARTY Y POCKLlNGTON, 1981; HEGARTY, 1982). La planificación
constituye una palabra clave en la integración de los alumnos con defectos físicos, puesto
que factores tanto físicos como sociales pueden limitar el grado en que sea posible su
integración en las actividades de la clase y pueden causarse molestias innecesarias por falta
de transportes adecuados o por la inadecuación del edificio escolar (SPENCER, 1980).
Varios factores afectan a la aceptación del alumno por parte de sus compañeros, por
ejemplo, la incontinencia (cuando no se proporciona una asistencia eficaz para ir al lavabo),
la inmadurez social y la asistencia interrumpida en razón de repetidas hospitalizaciones
(LAUDER y cols., 1978). Tenemos que recordar que existen tres niveles de integración
(proximidad física, social y académica) y que un nivel no conduce automáticamente al
siguiente. La integración total requiere el funcionamiento en los tres niveles (integración
social), convirtiéndose el niño minusválido en un miembro naturalmente aceptado de la
comunidad de la escuela. Tal integración requiere actitudes y adaptaciones positivas de
todos los miembros de la comunidad escolar. Con alumnos físicamente disminuidos, el
entorno físico del aula y de la escuela tiene que ser considerado aun con mayor cuidado que
la modificación de estrategias docentes (GEARHEART y WEISHAHN, 1980), puesto que
una mayoría de los minusválidos físicos aceptados por las escuelas generales son
académicamente capaces.
a) Organización de la escuela
389
profesor obtenía una experiencia de primera mano sobre la forma en que los
alumnos podían abordar las clases generales y, a través de unas conversaciones
con sus profesores, adquiría información sobre los materiales y estrategias
docentes que habían resultado de mayor utilidad. El profesorado consideraba que
la información así conseguida resultaba mucho más pertinente, para lograr un
programa adecuado en la escuela receptora, que la que pudiera obtenerse a través
de informes escritos. Aunque inicialmente tales medidas consumían bastante
tiempo, a largo plazo era un tiempo que se ahorraba. Permitían una integración
más fluida de los alumnos en la escuela receptora, al ser conocidos los problemas
y necesidades especiales e investigar sobre ellos antes de su llegada.
3. El perfeccionamiento del profesorado resulta esencial para familiarizar al
personal con la situación de minusvalidez, incluyendo las condiciones
determinadas por los trastornos más corrientes y los factores psicológicos y
académicos a ellos asociados y también para convencer al profesorado de que,
más allá de un cuerpo carente de atractivo, hay un niño auténtico que piensa y
actúa como los demás (ALLSOP, 1980).
4. Debería decidirse la adaptación física. Si, por ejemplo, es necesario instalar o
disponer de: a) determinados equipamientos sanitarios, b) rampas, e) pasamos, d)
un ascensor (o una modificación en su empleo por parte de la clase), e) un lugar
seguro para guardar muletas, etc., al alcance de sus usuarios. La libertad de
movimientos resulta de suma importancia, tanto con ayuda o indepen-
dientemente.
5. Debe preverse y hacer conocer al personal responsable cualquier proce-dimiento
especial de emergencia (BIGGE y SIRVIS, 1978).
6. Ha de estimularse la ayuda, el apoyo y la orientación del personal experto, por
ejemplo, de profesores especialistas, fisioterapeutas y foniatras.
7. Los profesores deben estar preparados para trabajar en el aula con personal de
apoyo, por ejemplo con asistentes sociales y fisioterapeutas, y para colaborar con
sus colegas compartiendo información y destrezas (ALLSOP, 1980;
GEARHEART y WEISHAHN, 1980; JOHNSON Y JOHNSON, 1980;
SCHULTZ, 1982).
b) El alumno
390
3. Con frecuencia, y por razón de su defecto, el alumno emplea los músculos con un
tono anormal para la realización de tareas necesarias. Es preciso utilizar todos los
métodos y ayudas accesibles de adaptación para incrementar la independencia y
eficiencia en el trabajo.
4. Los profesores deben familiarizarse con procedimientos para lograr la puesta a
punto de los equipos cuando no puedan efectuar las reparaciones por sí mismos.
5. Los profesores deben recordar que las máquinas eléctricas de escribir no son más
rápidas, pero resultan útiles a los alumnos cuya escritura es ilegible o que poseen
una energía limitada.
6. Se debe contar con la colaboración de un ayudante cuando sea necesario, por
ejemplo, para llevar a un niño al lavabo (ALLSOP, 1980; GEARHEART Y
WEISHAHN, 1980: JOHNSON y JOHNSON, 1980; SCHULTZ, 1982).
7. La edad del alumno debe estar comprendida dentro de los dos años del promedio
de la clase, pues de otro modo puede resultarle muy difícil encajar socialmente
con sus compañeros.
8. La madurez social y emocional debe ser más o menos igual que la de sus
condiscípulos no minusválidos.
e) El aula
Lo que sucede en el interior del aula afecta de modo inmediato al aprendizaje de los
alumnos y es el elemento de la vida escolar que se encuentra bajo el control del profesor.
Cuando un niño se incorpora a la clase pueden considerarse útiles los siguientes puntos:
391
6. Un “auxiliar” o agente social puede ser de gran utilidad para tomar notas para los
alumnos con trastornos graves; pero la ayuda adicional sólo se prestará cuando
claramente se necesite.
7. Si resulta especialmente difícil la escritura quizá pueda emplearse en los
exámenes a un ayudante o una grabadora.
8. Los profesores deben estar preparados para atender a un alumno asmático,
epiléptico o diabético en caso de emergencia, para hacer frente, por ejemplo, a un
ataque o para tener azúcar para administrar a un diabético.
9. Los compañeros de clase deben familiarizarse con las incapacidades y las
necesidades especiales de esos alumnos.
10. Los profesores han de otorgar prioridad a la organización de la clase de modo que
se estimule al máximo el desarrollo social y emocional del alumno así como su
progreso escolar.
11. El mobiliario debe estar dispuesto de modo que el niño pueda desplazarse
libremente y ver todo el recinto desde sus diferentes perspectivas. Así se estimula
el aprendizaje incidental y se logra que el alumno sienta que es parte de la clase.
Algunos profesores registraron muy buenos resultados tras haber debatido el
problema con la clase. Estas discusiones fortalecían en los alumnos la conciencia
de que hacia falta un orden; por ejemplo, empujando las sillas cuando no se
utilizaban; no dejando que carteras y bolsas bloquearan los pasillos, permitiendo
así la libertad de movimientos de un alumno en silla de ruedas o con muletas.
12. Muletas, sillas de ruedas y elementos similares suelen estorbar cuando no se
utilizan. Debe existir un lugar donde guardarlos y acostumbrar a los alumnos a
utilizarlo.
13. El manejo de libros puede resultar muy difícil para algunos minusválidos físicos
y puede consumir una considerable energía. Un tablero inclinado o un atril
resultarán muy beneficiosos; existen muchos modelos en el mercado.
14. Los textos grabados pueden ayudar en la lectura a unos alumnos a los que los
métodos tradicionales de leer han agotado físicamente.
15. Unas etiquetas o tiras de papel adheridas a un tablero pueden constituir una ayuda
muy valiosa para fijar en el sitio a alumnos con movimientos erráticos de cabeza.
Ayudar al alumno a mantenerse en su sitio o presentarle el material en pequeños
fragmentos puede significar a menudo la diferencia entre un aprendizaje inde-
pendiente y una tutoría personal que tanto tiempo consume.
16. No hay que aceptar niveles diferentes de conducta en el trabajo en los niños
minusválidos. Ha de esperarse de ellos que sean tan limpios y ordenados en su
lugar de trabajo como sus condiscípulos. Si tienen movilidad, con o sin elementos
de ayuda, puede pedírseles que hagan recados con la misma frecuencia que a
otros.
17. La mayoría de los minusválidos físicos son capaces de tomar parte en alguna
forma de educación física. Un programa puede requerir en sus comienzos la
ayuda del especialista.
18. Los avisos importantes deben ser fácilmente visibles; quizá deban colocarse en
un nivel inferior al normal, sobre todo si el niño se desplaza en silla de ruedas.
Varios profesores apreciaron el grado de independencia que obtenían así los
alumnos, fortaleciendo su sensación de ser parte de la clase.
392
19. Los minusválidos físicos deberían tener la misma oportunidad de participar en las
actividades de la escuela extracurriculares. Puede ser necesaria una planificación
previa, sobre todo sí el alumno va al centro en taxi. Una escuela animaba a los
padres a recoger a los alumnos en los días en que éstos quisieran quedarse más
tiempo para participar en actividades extracurri-culares. A veces los padres no
pueden hacerlo, pero se llega a algún acuerdo con otros chicos de la misma clase
para que los padres les recojan juntos. El hecho de que algunos alumnos vayan a
la escuela en taxi no debería impedir que tomaran parte en actividades extra-
curriculares si esto es posible.
20. Aunque probablemente no será preciso cambiar los métodos básicos de ense-
ñanza respecto de los minusválidos físicos, los profesores tendrán que mostrarse
flexibles en cuanto al volumen (no de la calidad) del trabajo y del modo en que se
realiza.
Resumen
Los alumnos minusválidos físicos que asisten a las clases ordinarias necesitarán pocas
modificaciones del programa de educación. Sin embargo, enseñantes y otros profesionales
deben mantener siempre una actitud positiva, y estimular una respuesta similar en el amigo
del alumno y en los grupos de compañeros. Los textos señalan que los profesores ordinarios
no siempre están preparados para trabajar correctamente con alumnos de necesidades
especiales (BAUM y BRAZITA, 1979; MIDDLETON y cols., 1979; BYFORD, 1979;
SCHULTZ, 1982), pero probablemente ello es así porque al principio no saben cómo actuar
con eficacia.
A juzgar por nuestro estudio, parece que, una vez superada la ansiedad inicial por
tener un alumno minusválido, los profesores se preocupan sobre todo por asegurar su plena
participación en las actividades de la clase. Sin embargo, las expectativas de los enseñantes
respecto de los niños minusválidos eran con frecuencia más bajas que las que mostraban en
relación con los otros alumnos.
Los minusválidos físicos son capaces de participar en todos los aspectos del
currículum, aunque es posible que surjan limitaciones en educación física. Se ha señalado
que los profesores de las clases deberían conocer lo relativo a la finalidad, los cuidados y el
mantenimiento del equipo en general como muletas, sillas de ruedas..., pero —debe recal-
carse— no constituirá responsabilidad fundamental de ellos. Generalmente se considera
esencial la preparación del profesorado y, sin embargo, con frecuencia ésta no se
proporciona (HEGARTY, 1982). La insuficiencia de personal, incluyendo el de apoyo, o un
despliegue inadecuado de los enseñantes, son otros factores importantes que pueden limitar
un programa de integración. A continuación se relacionan las situaciones con las que
probablemente se enfrentaran los profesores, junto con sus posibles efectos sobre la
educación.
393
ALERGIAS
ASMA
Los alumnos con asma deben ser tratados con la mayor normalidad. También aquí
resulta improbable un entorpecimiento de la educación.
ARTRITIS
AMPUTACIÓN
Los alumnos con prótesis son habitualmente capaces de actuar con una destreza casi
normal y requieren escaso apoyo adicional, excepto inmediatamente después de una
operación cuando están experimentando los más graves efectos psicológicos.
DIABETES
Los profesores deben ser conscientes de las reacciones a la insulina y de los comas
diabéticos, pero cabe esperar que estos alumnos tomen parte en todas las actividades
normales de la escuela a no ser que un médico las limite específicamente.
EPILEPSIA
Los tres tipos corrientes de ataques son graves y el profesor debe estar informado al
respecto y ser capaz de enfrentarse a ellos. En beneficio del alumno, quizá sea preciso
realizar unas modificaciones y ajustes pequeños del programa educativo, sobre todo si las
medicinas empleadas para el tratamiento de la epilepsia limitan la capacidad de aprendizaje
del alumno.
PARÁLISIS CEREBRAL
394
ESPINA BÍFIDA
Por lo común, estos alumnos poseen una inteligencia normal pero pueden padecer
distintos trastornos resultantes de diversas lesiones al sistema nervioso central con
diferentes grados de parálisis, perdida sensorial, incontinencia del esfínter y de la vejiga y, a
menudo, hidrocefalia (LAUDER y cols., 1978). La mayoría de estos alumnos se benefician
de la asistencia a una clase ordinaria, tan sólo con pequeñas modificaciones del currículum,
si puede disponerse de los cuidados y del apoyo adecuado.
DISTROFIA MUSCULAR
Durante las primeras fases se requieren pocas modificaciones, pero a medida que
progresa la afección resultará esencial alguna medida. El alumno debe ser examinado con
regularidad y disponer de las modificaciones y ayudas necesarias para mantenerse en una
clase ordinaria tanto tiempo como sea posible. Ha de recordarse que el alumno quizá tenga
que recibir finalmente educación en su casa o en el hospital (GEARHEART y
WEISHAHN, 1980).
Si se opta por las clases ordinarias, otra cuestión importante es determinar hasta qué
punto el profesor y los alumnos que oyen deberían (o podrían) acomodarse a las
necesidades especiales de niño con dificultades auditivas, o, a la inversa, hasta qué punto
puede esperarse razonablemente que el alumno que presenta estos limitadores se acomode a
las exigencias de la clase ordinaria. Desde luego, cuando se reflexiona sobre el destino que
ha de asignarse al alumno con dificultades auditivas, es importante ser consciente de las
implicaciones de diferentes sistemas docentes y prácticas de clase.
395
Cómo facilitar la integración
Para facilitar la integración parece aconsejable que, antes de que el alumno con
dificultades auditivas o profundamente sordo se incorpore a la clase ordinaria, se cumplan
las siguientes condiciones:
a) Organización de la escuela
b) El alumno
Hay varias cualidades académicas y sociales que deberían tener los niños con
dificultades auditivas en grado óptimo y en función de las cuales hay que considerar su
escolarización normal.
396
3. La edad del alumno está dentro de los dos años del promedio de la clase; de otro
modo podría hallar dificultad en la acomodación con sus condiscípulos.
4. Su madurez social/emocional es igual, o casi igual, a la de sus compañeros que
oyen.
5. El niño se muestra suficientemente seguro de sí mismo, independiente y resuelto
a operar en una clase normal.
6. La capacidad y la concentración de los alumnos con dificultades auditivas están
dentro de la gama de la clase propuesta.
Se ha revelado que cuanto más próximas se hallen las capacidades académicas del
niño con dificultades auditivas a las de sus compañeros mayores serán las proba-bilidades
de éxito escolar en la integración, y que el volumen de deficiencia auditiva no es en este
caso un indicador fiable del éxito (GONZÁLES, 1980).
c) El aula
Una vez en clase, las siguientes orientaciones ayudarán al alumno con deficiencia
auditiva a operar con su máximo potencial.
1. Hallar el lugar idóneo para que el alumno con dificultad auditiva pueda leer
mejor en los labios. Quizá será precisa alguna experimentación, recordando que
resulta difícil leer en los labios más allá de 2,5,3 metros. En algunas situaciones,
por ejemplo durante los debates en clase, estos niños se hallan en posición
desventajosa. En tales casos son incapaces de predecir quién hablará a
continuación y perderán valiosos indicios visuales mientras tratan de localizarlo.
Durante tales intercambios, se ven con frecuencia “perdidos”, pueden alejarse
mentalmente de la situación o a alterarla en un esfuerzo por controlarla. A los
alumnos con dificultades auditivas debería permitírseles desplazarse hasta un
lugar des de donde puedan observar mejor a todos sus compañeros y, con cierto
control de la situación por parte del profesor, puedan ser capaces de captar
algunos de los puntos. Sin embargo, ha de recordarse que los debates en clase
siempre colocan al alumno con dificultades auditivas en una posición desven-
tajosa; a pesar de ello, son una parte importante de las actividades en el aula y no
deberían suprimirse por obra de la presencia de un alumno con dificultades
auditivas. Al final, un resumen de los puntos principales del debate puede
proporcionar una alternativa adecuada al alumno con dificultades auditivas.
2. El habla del profesor y de sus compañeros deben ser normales y el ritmo de
expresión moderado. Unos movimientos exagerados de la boca y unas frases
incompletas pueden prestarse a equívocos.
3. Para facilitar la lectura labial, los que hablan deben colocarse siempre frente al
alumno con dificultades auditivas y evitar dar la espalda a una ventana o a una
fuente de luz, las cuales deberían estar siempre detrás de dicho alumno.
397
4. Los gestos, si se emplean, han de ser naturales, no exagerados, porque los
movimientos excesivos pueden tener un efecto de distracción.
5. De las numerosas ayudas técnicas accesibles al profesor de la clase, sólo algunas
resultaran beneficiosas para estos niños, por ejemplo, el proyector situado arriba
puede resultar enormemente beneficioso, pues el docente se colocará frente a la
clase mientras se contemplan las diapositivas proyectadas. Más tarde se pueden
proporcionar las diapositivas a dichos niños para que las copien. Sin embargo, las
cintas magnetofónicas y gran parte del material en vídeo resultarán de acceso
difícil, si no imposible, para los alumnos en cuestión.
6. Resulta útil emplear en la enseñanza las máximas indicaciones visuales, por
ejemplo, señalando hacia los objetos o diagramas de los que se esté hablando.
“Quienes no pueden oír deben utilizar sus ojos en vez de los oídos para recibir
información y a este respecto son muy diferentes de las personas que oyen”
(STOKOE, 1976). Aunque, para mantener un progreso puede ser necesaria una
adaptación del estilo docente, no debe entenderse que las alteraciones sugeridas
implican una crítica de la forma en que el profesor trabaje, sino sencillamente
que, como persona que oye, puede no ser plenamente consciente de todas las
dificultades con que tropieza un alumno con problemas de audición en las
situaciones cotidianas normales. Al presentar un material, debe emplearse un
lenguaje consecuente con el mismo, no ser excesivamente complejo o proceder
con demasiada rapidez. Desde luego, nosotros observamos que resultaba a
menudo útil para otros alumnos, así como para el que tenía dificultades auditivas,
parafrasear, simplificar y repetir aquellos puntos que resultaban críticos en el
concepto que estaba enseñándose. Es extremadamente importante el empleo de
ayudas visuales como instrucciones y resúmenes por escrito, y cuando se
combinan con una buena presentación oral y una comprobación periódica debería
ser suficiente para permitir a estos niños seguir el desarrollo principal de la
lección. Es indicativo al respecto de una falta de comprensión el hecho de que un
alumno con dificultades auditivas que normalmente se esfuerza por abordar una
cuestión, se aísle o se torne difícil. Es preciso estimularle a formular preguntas,
pero, a juzgar por nuestras observaciones, esto es algo que suele rechazar.
7. Es casi imposible que estos niños observen un material, por ejemplo, mapas y
libros, al tiempo que escuchan lo que está diciendo el profesor. Siempre que sea
posible, tales estilos docentes deberían ser modificados para tomar en
consideración al alumno con dificultades auditivas y cuando tales técnicas
resulten necesarias, por ejemplo en la lectura de mapas, puede que sea factible
emplear a un “amigo” para que proporcione ayuda especial cuando sea preciso.
El “amigo” podría ser un compañero o un asistente social.
8. A estos alumnos les resulta difícil localizar el sonido y por eso tienen dificultad
para seguir una sesión de preguntas y respuestas en la clase. Semejante problema
queda superado si el profesor las repite.
9. No es aconsejable suponer que el alumno con dificultades auditivas está
obteniendo en una clase la misma información que sus compañeros que oyen
normalmente (HEDGECOCK, 1974). Así resulta útil resumir los puntos de la
lección en la pizarra y escribir allí las palabras clave y el trabajo para hacer en
398
casa. Además, si es posible, también convendría proporcionarle notas de las
lecciones para llevárselas cuando termine la clase.
10. Los profesores responsables deberán mostrarse atentos a la aparición de indicios
de fatiga, recordando que la lectura de labios es extremadamente cansada durante
largos períodos. Puede que no siempre preste atención el alumno. Es importante
determinar la causa y hay cierto número de posibilidades que deben ser
investigadas. El propio audífono quizá no esté funcionando correctamente o tal
vez resulte demasiado alto el volumen del ruido ambiental; en algunas áreas quizá
sea insuficiente el apoyo prestado o el alumno puede sencillamente sentirse
cansado. Este último punto resulta de especial interés, porque tratar de
comprender durante todo el día unos mensajes verbales con un imperfecto
sistema lingüístico y auditivo resulta extremadamente fatigoso y, hacia las
primeras horas de la tarde, muchos de estos alumnos son incapaces de continuar.
Sería deseable que pudieran programarse por la mañana la mayoría de las
materias con base lingüística, aunque con unas complejas consideraciones de
horario no siempre será factible en el nivel secundario. Si es imposible
reprogramar las lecciones, los profesores responsables tienen que ser conscientes
de que los alumnos con dificultades auditivas quizá no rindan plenamente por las
tardes y puedan necesitar más ayuda que la habitual en el aula para mantener su
progreso.
11. La cooperación entre el profesor especialista de los sordos y el profesor de la
clase puede contribuir considerablemente a la integración. En ello se incluyen: la
modificación o adaptación de los materiales de clase por parte de un profesor
especializado, el apoyo al final de un tema o antes de la introducción de uno
nuevo (recordando que la mayoría de los alumnos sordos no leen tan bien como
sus compañeros) (CULHANE y CURWIN, 1978).
12. El profesor de la clase debe asegurarse de la atención de los alumnos con
deficiencias auditivas antes de empezar a hablar; aquí puede resultar útil un
“auxiliar”.
13. Ha de recordarse que no es improbable que estos niños requieran asistencia de
apoyo a lo largo de su escolarización (véanse GEARHEART y WEISHAHN,
1980 y PASANELLA y VOLKMOR, 1981).
14. Resulta muy útil observar a dichos alumnos en situaciones no estructuradas, por
ejemplo, en los recreos y a la hora de las comidas, para determinar su categoría
dentro del grupo de compañeros y su participación plena en las actividades
grupales. La aceptación en el grupo tiene una repercusión directa e importante en
su educación, puesto que un alumno desgraciado y aislado difícilmente podría ser
del todo receptivo a la enseñanza en la clase general. Una vez consciente de la
situación, el profesor de la clase puede ser capaz de ayudar al niño para que
mejore su categoría dentro del grupo si ello resulta necesario.
Resumen
399
Esperar que el profesor de la clase sea capaz de abordar esta situación sin algún tipo de
adiestramiento puede suponer un obstáculo en el proceso de integración. El
perfeccionamiento del profesorado le proporcionaría el conocimiento y la información
necesarios para comprender los problemas educativos de estos niños y la seguridad para
hacerlos frente.
Nuestras observaciones en las escuelas indican que se espera que dichos alumnos
sigan el currículum de la clase general. Tienen que ser capaces de rendir adecuadamente en
el seno del grupo si su colocación es correcta y si recibe una ayuda adicional para que su
progreso se mantenga. Un programa muy eficaz observado fue el paradigma de visión
previa, enseñanza y revisión, en donde el profesor especializado examinaba previamente las
lecciones, estudiando su contenido, los nuevos conceptos y el lenguaje. Luego el docente
responsable de la clase presentaba la lección (el componente “docente”), tras lo cual el
profesor especializado revisaba el material para asegurarse de su comprensión. No se
precisaba tal apoyo en todas las materias, pero las indicaciones eran que éste resultaría
necesario en algunas y lo seguiría siendo a lo largo de la escolarización del alumno. Es
probable que se necesite un apoyo continuado, porque no parece posible que mejore la
audición y, en consecuencia, el alumno seguirá perdiendo material auditivo/verbal.
Desde un punto de vista educativo conviene tener en cuenta que la agudeza visual
puede variar en diferentes ocasiones y bajo distintas circunstancias, la fatiga, una enfer-
medad o los niveles de iluminación, por ejemplo. La mayoría de los alumnos inscritos como
ciegos tienen, en realidad, alguna visión residual cuyo empleo debería ser estimulado,
puesto que rara vez es nociva su utilización mientras que puede deteriorarse por la falta de
uso.
La dificultad visual puede ser tal que el alumno lea los textos impresos desde muy
cerca, pero sin moverse con libertad por su entorno. Por esa razón el programa de
educación debe ser conformado para hacer frente a las necesidades del desarrollo total del
niño, incluyendo las resultantes de la dificultad visual.
Cuando un niño con dificultades visuales es admitido en una escuela o clase general
cabe adoptar cierto número de medidas que determinen una reducción de la ansiedad de
profesor/alumno y que contribuyan al desarrollo fluido de los programas propuestos.
400
a) Organización de la escuela
1. Es útil haber contrastado la máxima información acerca del alumno. Los informes
del personal médico, los docentes, padres y antiguos profesores pueden ser muy
provechosos al respecto.
2. Si el niño lee textos impresos, puede que sea necesario localizar materiales
elaborados en caracteres grandes, lo que quizá exija un tiempo considerable,
factor a menudo descuidado en la planificación de cada lección.
3. Es posible que el alumno requiera elementos especiales de adaptación o que
necesite un equipo especial (un “optaron”, por ejemplo) para hacer pleno uso de
los materiales impresos; estos elementos han de resultar accesibles.
4. Si el niño cuenta con el apoyo de un profesor especializado, habrá que
comunicarse con los servicios correspondientes para incorporarlo al comienzo del
programa. Se observaron muchas dificultades innecesarias, tanto para el alumno
como para el profesor de la clase, cuando no pudo disponerse de la ayuda de ese
especialista al iniciarse el curso.
5. Si el alumno es lector de braille, será preciso localizar estos materiales, así como
cualquier otro equivalente especializado como máquina de escribir en braille,
calculadora sonora y grabadoras.
6. Una buena iluminación es un factor importante que permite al niño optimizar su
visión residual. Si los niveles de luz son insuficientes, un simple remedio puede
consistir en la adquisición de una lámpara portátil de lectura para este tipo de
trabajo.
7. Generalmente los alumnos con dificultades visuales pueden hacer frente al trabajo
en la pizarra cuando ésta es blanca. Resultaría útil que la escuela la instalase con
preferencia sobre la negra.
8. Los profesores de las clases generales deben familiarizarse con las capacidades y
limitaciones de estos niños.
b) El alumno
Son varias las cualidades académicas y sociales que deberían poseer en grado óptimo
estos alumnos para que se considere su escolarización general.
401
e) El aula
1. Debe continuar la orientación del alumno. Resulta útil que se ejercite en recorrer
el patio, el comedor y el aula. Estas sesiones pueden precisar la intervención de
“auxiliares” y también deben desarrollarse períodos de “familiarización”.
2. Para el alumno con vista parcial es muy importante su colocación dentro del aula.
Han de considerarse cuidadosamente la distancia de visión y el grado de
iluminación.
3. Como sucede con los niños con dificultades de audición, hay que evitar las
situaciones a contraluz, por ejemplo, cuando la fuente de luz está situada a
espaldas del profesor.
4. Si es preciso utilizar materiales y equinos especiales, ha de comprobarse que
están siendo empleados adecuadamente.
5. Es útil que las notas que entregue el profesor se hallen redactadas con tinta negra
y transcritas en grandes caracteres (un auxiliar-alumno o un asistente social puede
encargarse de ello).
6. El profesor debería verbalizar todo lo escrito en la pizarra (preferiblemente ésta
será blanca y utilizando rotuladores negros). Puede que la tinta azul dificulte la
visión.
7. Estos niños deben contar con todas las oportunidades para emplear en el
aprendizaje sus otros sentidos. Por esa razón, el profesor debe proporcionar,
siempre que sea posible, utensilios concretos de aprendizaje. “Si un niño no
puede ver unos materiales suficientemente bien para aprender los conceptos o
destrezas proyectados, dispóngase de materiales táctiles o auditivos adecuados
para enseñar estas cosas” (VON RIPPEL, 1977). Tiene que recordarse que
algunos objetos pueden ser desagradables al tacto o al olfato y, para evitar
problemas, resulta esencial efectuar una cuidadosa selección.
8. Cualquier cambio físico en el aula debe explicarse a los estudiantes, y los niveles
de ruido se reducirán al mínimo posible pues los alumnos con dificultades
visuales usan frecuentemente las indicaciones auditivas.
9. Cuando se proporcionan claves para un fin específico es importante formularlas
de un modo no visual (indicaciones de derecha e izquierda ...) citándolas desde el
punto en el que se encuentra el alumno.
10. A la hora de describir el emplazamiento de un objeto sobre una superficie plana,
una mesa, por ejemplo, los profesores deberán utilizar las direcciones del reloj:
por ejemplo, la goma está en las dos del reloj.
11. Los docentes deben emplear la técnica de orientación visual para ayudar a los
alumnos ciegos en nuevas áreas. (Los puntos 9, 10 y 11 deben explicarse a los
condiscípulos.)
12. No deben quedar las puertas entreabiertas. (Permanecerán siempre abiertas o
siempre cerradas.)
13. El profesor no debe aceptar unos niveles diferentes de conducta para estos
alumnos quienes mantendrán en orden su propia área de trabajo y, cuando
402
dominen la manera de desplazarse por la escuela, puede exigírseles que realicen
recados con tanta frecuencia como los demás compañeros.
14. A veces, desarrollan determinados hábitos y hay que recordarles (amablemente)
que deben observar una conducta mas apropiada. Una vez más se descubrió que
los mejores tutores eran sus propios compañeros.
15. Todos los alumnos con dificultades visuales deberían tomar parte en las lecciones
de educación física ya que, generalmente, tienen una oportunidad o una
motivación escasas para hacer flexiones y extensiones, para correr, girar y saltar,
etc. Al comienzo, este programa puede requerir la ayuda de un especialista.
16. Como sucede con la conducta social, el currículum y los niveles de trabajo no
deben ser diferentes para estos niños (excepto quizá en la sustitución de algunos
materiales).
17. Cuando hable con un estudiante con dificultades visuales, el profesor debe
nombrarle primero para lograr su atención.
18. El docente debe hablar siempre directamente al alumno, mirándole a la cara, y
recordar esto a sus compañeros.
19. Al alumno debe anunciársele quién le está hablando cuando se acerque y debe
decírsele cuándo se aleja el orador.
20. Es mejor utilizar expresiones que contengan palabras relacionadas con la visión,
por ejemplo, “ver”, “mirar”, puesto que, en cualquier caso, las emplean los niños
de dificultades visuales.
21. El profesor debe estimular al alumno a pedir ayuda cuando la necesite y no debe
prestársela antes de preguntarle si le agradaría recibirla.
22. Hay que estimularle en el empleo de sus elementos de ayuda.
23. Si es necesario, debe proporcionársele un atril que acerque el trabajo a sus ojos,
evitando así su fatiga.
24. Los anuncios deberán ser fácilmente accesibles, sobre todo si se disponen avisos
en braille o en caracteres grandes.
25. Existen profesores especialistas y, con frecuencia, un alumno con dificultades
visuales estará asistido por uno de ellos. El responsable de la clase debe
aprovechar cada oportunidad posible para recurrir a este conocimiento
especializado. Sin duda, ello requerirá, probablemente, una planificación previa y
una buena comunicación.
26. Los alumnos con dificultades visuales deben gozar de igualdad de oportunidades
para participar en las actividades extracurriculares. Posiblemente, también ello
requerirá una planificación previa, sobre todo si acuden a la escuela en taxi.
27. Ya que estos niños no pueden ver cómo están abordando un problema sus
compañeros, necesitan instrucciones particularmente claras de los profesores.
403
Sin embargo, se ha descubierto que muchos alumnos ciegos pueden aprender a actuar bien
en una situación ordinaria de clase, si disponen del apoyo de profesores especializados, pero
la mayoría de los niños de visión parcial pueden integrarse plenamente sin necesidad de
este tipo de ayuda.
Las tácticas docentes alternativas para estos niños no implican, por lo general, un
cambio significativo en las estrategias normales del profesor de la clase. Pero la instrucción
debería iniciarse siempre al nivel concreto (es decir, aprender haciendo) (BARRAGA,
1970, 1976). Sin duda, el alumno invidente obtiene menos apoyo de la estimulación visual
y, si una gran parte del tiempo de la lección está orientada hacia gráficos, mapas o trabajo
en la pizarra, se considerará frustrado al no poder realizar el mismo trabajo que el resto de
la clase; se sentirá aislado, deslizándose hacia un mundo de ensoñaciones o desarrollando
una conducta para llamar la atención que puede convertirse en alteradora. Así pues, habría
que estimular al profesorado para que destacase el material de un modo auditivo y táctil al
tiempo que visual.
Puede que sea necesario ampliar el tiempo otorgado a un alumno con dificultades
visuales cuando está trabajando o realizando un examen, porque la lectura o la escritura le
lleva más tiempo. Por lo general, el especialista se encarga de interpretar al profesor de la
clase la escritura en braille, pero debe estimularse al alumno de todas las formas posibles
para que emplee la visión residual que posea. Desde un punta de vista educativo, es preciso
además tomar en consideración que la agudeza visual puede variar en diferentes momentos
404
y bajo circunstancias distintas, por ejemplo durante períodos de fatiga o de enfermedad o
con diferentes niveles de iluminación.
La dificultad visual puede permitir al niño acceder a textos impresos a distancia muy
corta, pero no moverse libremente por el entorno. Por eso, el programa de educación debe
ser conformado para hacer frente a las necesidades de desarrollo total, incluyendo las
resultantes de la dificultad visual.
Resumen
Resumen
405
Este estudio ha centrado su atención en tales cambios no desde un punto de vista
teórico o especulativo, sino desde la perspectiva práctica del examen de lo que se hace en la
actualidad. Resulta perfectamente posible decir lo que escuelas y profesores necesitan
efectuar, en principio, para acomodar a alumnos con necesidades especiales. Cuestión por
completo diferente es la de desarrollar unas estrategias realistas para el cambio, que estén
basadas y partan de la práctica existente en el aula.
Al tratar de lograr esto último aceptamos una imposición que limitaba nuestra inves-
tigación, pero que puede considerarse también como un aporte a la fuerza de los hallazgos.
Con excepción del Capítulo XIV, el libro está basado enteramente en la práctica observada
en escuelas de Inglaterra y Gales. Nada de lo aquí descrito dista demasiado de cuanto es
posible en la mayoría de los centros. Debemos advertir además que este trabajo está basado
en observaciones e informaciones obtenidas de unas setenta escuelas. Hemos realizado
amplias indagaciones y considerables consultas en el desarrollo de nuestra muestra y,
aunque habremos perdido algunos ejemplos de práctica innovadora, es razonable afirmar
que constituye una fiel representación de los esfuerzos actuales por acomodar en las clases
generales a alumnos con necesidades especiales.
Organización académica
Las clases de capacidad mixta, por ejemplo, eran consideradas muy ventajosas porque
brindaban la flexibilidad de enfoque docente necesaria para estos alumnos. Existen, sin
embargo, algunos límites claros. Se percibió la conveniencia de que no se asignaran a
cualquier clase más de dos alumnos con necesidades especiales puesto que, de otro modo,
resultarían demasiado extensas las demandas formuladas al profesor. Además, dos niños
con deficiencias semejantes podían ser acomodados con mayor facilidad. Otros factores que
había que tener en cuenta eran el carácter y el nivel académico de la clase receptora, la
personalidad del alumno y, consecuentemente, la personalidad y las actitudes del profesor,
la naturaleza de la materia y las necesidades especiales del niño.
406
I) Colocación en clase general con apoyo educativo adicional proporcionado para
determinados alumnos. En conjunto, un mejoramiento de la proporción
alumno/profesor de la escuela.
II) Colocación en clase general con apoyo del alumno para áreas específicas del
currículum. Apoyo asistencial cuando sea preciso. Profesor nombrado con una
responsabilidad específica sobre los alumnos con necesidades educativas
especiales.
III) Colocación en clase general y retirada a la enseñanza especializada en un área de
recursos o por parte de profesorado itinerante. Apoyo asistencial cuando sea
necesario.
IV) Base en clase general, asistiendo a media jornada a una unidad especial para
enseñanza especializada “en el emplazamiento”. Apoyo asistencial cuando sea
necesaria.
V) Base en clase/unidad especial y clases generales a media jornada. Apoyo
asistencial cuando sea necesario. Base en clase/unidad especial durante todo el
tiempo. Apoyo asistencial cuando sea necesario.
VI) Base en escuela general y escuela especial a media jornada.
VII) Base en escuela especial y escuela general a media jornada.
Algunos alumnos eran preparados para las lecciones generales por medio de una
instrucci6n específica que se les proporcionaba previamente, por lo común sobre una base
individual. Ésta podía tomar la forma de la introducción de nuevos conceptos y temas de
trabajo antes de que surgieran en las lecciones generales, explicando un vocabulario
potencialmente difícil o ensayando destrezas expresivas e interpersonales como las que
pueden requerirse en las lecciones de teatro.
407
Al objeto de que esta enseñanza fuese eficaz, los profesores necesitaban conocer qué
era lo que se proyectaba para la lección o lecciones de la clase general. Esto ponía de
relieve la gran necesidad de un enlace y de un intercambio de informaciones. Cuando el
enlace se hallaba bien establecido, el profesor de apoyo obtenía, de antemano, un
conocimiento adecuado —sobre la base de una semana, un mes o incluso medio trimestre—
del contenido que iba a ser abarcado junto con copias de los materiales oportunos de
recurso, mientras que el profesor de la clase se informaba de las dificultades (con este
material docente) que podían preverse para un determinado alumno y del trabajo básico que
se estaba realizando. En la práctica, la dificultad principal radicaba en hallar tiempo para
este enlace. Rara vez era posible una reunión, para intercambio de información, cuyo
horario hubiese sido fijado previamente.
Los medios utilizados para que los alumnos se ausentasen de las lecciones y los
propósitos de estas ausencias diferían entre los sectores primario y secundario. Los más
pequeños se ausentaban durante breves períodos de tiempo —a menudo sólo durante una
parte de la lección— cuando los profesores lo consideraban necesario. Como norma, en
estos momentos empleaban diferentes materiales de recurso, pero eran fortalecidos los
conceptos y desarrolladas las destrezas que estaban relacionados con el trabajo que se
estuviese realizando en la clase, orientándolos al nivel de desarrollo del alumno, siempre
todo bajo el control de un profesor o de un ayudante de clase. Por contraste, y en el nivel
secundario, era corriente que los niños tomaran la iniciativa de abandonar el aula. Esto
sucedía a menudo con la finalidad de emplear un equipo especializado como un sistema de
televisión en circuito cerrado o una grabadora. De este modo, se esperaba que decidieran
por sí mismos cuándo deberían abandonar el aula. Como la salida rara vez respondía a
propósitos docentes específicos, se requería una supervisión más que una enseñanza
adicional.
408
2. Enseñanza posterior a la lección
409
La colaboración de entidades exteriores introdujo posteriores consideraciones.
Cuando un centro mantiene relaciones con una escuela especial, puede que sea necesario un
cierto ensamblaje en cuanto al horario diario. Las visitas de profesores itinerantes y de
foniatras y fisioterapeutas resultan más beneficiosas cuando se pueden prever y relacionar
de modo apropiado con los restantes trabajos del alumno. Desde luego, si esto no sucede y
los profesionales visitantes llegan en momentos no conve-nientes, la situación puede
determinar una alteración del programa del alumno.
El contenido del currículum variaba mucho en las escuelas estudiadas. Cabe describir
esta diversidad en términos de un continuo que se extienda paralelamente al empleado para
describir los esquemas de organización de las escuelas. Con un currículum general e ideal
seguido por el grueso del alumnado, en un extremo, y otro totalmente segregado para
alumnos con necesidades graves y complejas, en el otro extremo, este continuo puede ser
esbozado en términos de cinco puntos:
I) Currículum general.
II) Currículum general con alguna modificación.
III) Currículum general con modificación significativa.
IV) Currículum especial con adiciones.
V) Currículum especial.
I) Currículum general
Cuando los alumnos están realizando el mismo trabajo en el mismo grupo docente
como compañeros, se hallan efectivamente siguiendo un currículum general. Algunas
escuelas trataban de limitar la admisión de niños con necesidades especiales a aquellos que
410
pudieran abordar intelectualmente el currículum general ya existente. Como cabía esperar,
los alumnos implicados eran por lo común o minusválidos físicos o padecían dificultades
visuales. Era posible hacer esfuerzos, mediante la modificación del enfoque docente, para
mejorar el acceso al contenido, pero éste no se alteraba en sí mismo.
411
V) Currículum especial
Dotación de personal
Otra importante área de desarrollo fue el despliegue del personal auxiliar. Los
profesores lo identificaron como un recurso relevante en la instrucción de los alumnos con
necesidades especiales. Al margen de atender a las exigencias de sus cuidados, que había
sido a menudo la razón inicial de su empleo, podían proporcionar un nivel de respaldo que
liberaba a los profesores para poder centrarse en la enseñanza y reducía las demandas de
naturaleza no docente en términos del tiempo del profesor. En algunas escuelas el personal
auxiliar había sido encargado de una misión más específicamente educativa: o bien
trabajaba cada auxiliar con uno o más alumnos conforme a las instrucciones del profesor o
realizaba un programa establecido tras la visita de un foniatra o de un fisioterapeuta.
412
Pero, en general, los profesores estimaban que carecían de información sobre las
condiciones de minusvalidez de los alumnos y sobre las implicaciones que éstas tenían en la
enseñanza.
El desarrollo profesional de los enseñantes, que constituye una parte tan necesaria de
la integración, era realizado de dos maneras en las escuelas de nuestro estudio: cursos con
base en la escuela y contacto profesional. En cierto número de casos, el estimulo para el
perfeccionamiento del profesorado procedía de debates internos sobre las necesidades y el
desarrollo del personal. Eso llevaba a que la escuela montara y realizara su propio curso de
perfeccionamiento. Naturalmente, el contenido y el enfoque variaban según el tipo de
escuela y las necesidades educativas que resultaran más acuciantes para aquellas personas.
La mayoría de los cursos comprendía entre diez y quince conferencias-trabajos, para los
que se recurría a profesionales de la localidad, así como a los especialistas con que contara
el centro. Elementos adicionales en algunos cursos eran las visitas, los debates amplios
entre los profesores y los cursillos de fin de semana en una residencia.
Enseñanza
Lo que importa, en definitiva, es la forma en que los alumnos son instruidos, bien en
la clase junto a sus compañeros o retirados para una enseñanza individual o en pequeños
grupos. Consecuentemente, examinamos la organización de la clase, el modo en que los
profesores presentaban la materia e interactuaban con los alumnos para facilitar el
aprendizaje, las disposiciones para vigilar su progreso y el empleo de segundos adultos y de
auxiliares en el aula. Finalmente, presentamos unas orientaciones extraídas de los textos así
como de nuestro trabajo de campo, que son relevantes para la enseñanza y la gestión en
clase de diferentes categorías de alumnos con necesidades especiales.
413
estrechos pasillos. Desde luego, resultaba más fácil a los profesores reordenar el mobiliario,
bloqueando pasillos, creando otros dobles, etc., cuando contaban con el uso en exclusiva de
la estancia, situación más probable en el nivel primario. Algunas reordenaciones pueden ser
beneficiosas también para los niños no minusválidos; de este modo, los alumnos con
dificultades auditivas pueden participar con mayor facilidad en los debates en clase si las
mesas han que dado dispuestas en semicírculo. Entre las exigencias adicionales figura la del
espacio para el equipo especializado y las mesas de trabajo, junto con el correspondiente
lugar de almace-namiento y el acceso a las tomas de corriente.
Los profesores necesitan conseguir que los alumnos con necesidades especiales estén
sentados en la posición más adecuada, para que sea máximo su aprendizaje y para que
participen en el mayor grado posible, en todas las actividades de la clase. Esto puede
significar cosas diferentes para distintos niños. Los que presentan deficiencias auditivas
deben ser capaces de ver la cara de quienes hablan sin que se presenten borrosas por obra
de luces en el fondo. Por lo general, los alumnos de visión parcial están mejor sentados en
la parte de delante y deberían disfrutar de libertad para acercarse cuando fuese necesario a
la pizarra o a la pantalla de proyección. Los niños con graves deficiencias visuales
necesitan ser advertidos de los cambios que se operen en la disposición de la clase y debería
protegérseles del desorden, como el abandono de carteras en pasillos y otros lugares de
paso. Generalmente, cuando los alumnos se hallaban respaldados en clase por un profesor
adicional o por un auxiliar, se consideraba menos engorroso que se sentaran en la parte
posterior de la sala o a los lados.
La práctica en clase de los profesores puede ser considerada bajo tres epígrafes: la
preparación del material de la asignatura; su presentación a los alumnos y la interactuación
con ellos para facilitar su aprendizaje. Una tarea inicial en la preparación del material
consistía en identificar los conceptos clave que habían de ser abarcados para que los niños
pudieran hacer frente a las áreas temáticas. Muchos profesores preparaban notas,
incorporando conceptos e información básicos, presentados de un modo directo y simple.
Tarjetas de trabajo y notas generales para la clase eran a veces adaptadas para alumnos con
414
dificultades de aprendizaje o acompañadas por una hoja adicional que proporcionaba
explicaciones simples de los términos clave. Algunos profesores prestaban especial
atención a la preparación del trabajo experimental, proporcionando a los alumnos una lista
de todo lo necesario para ello, descripciones paso a paso de la forma de realizarlo y
orientaciones detalladas para estructurar la redacción. Se necesitaba un nivel posterior de
preparación para los alumnos con deficiencias visuales que requerían un texto en grandes
caracteres o materiales de braille; estos tenían que ser encargados muy de antemano y,
exigían de los profesores planificar con mucha atención el contenido de su lección.
Los temas con una referencia directa a una aportación sensorial específica pueden
exigir un diferente modo de presentación a los alumnos con la correspondiente deficiencia
sensorial. Así, en cuestiones como las relativas a reflejos o sombras pueden emplearse
como ejemplos lámparas de calor en vez de luces cuando los alumnos padecen una
deficiencia visual. Como nota adicional cabe advertir que los esfuerzos de los profesores
por repensar su modo de presentación beneficiaron también a diversos alumnos; su
aprendizaje y su captación de los temas eran fortalecidos por un estilo de exposición que
pedagógicamente se hallaba mejor estructurado y era más sensible a la retroinformación del
niño.
415
instrucción que sus condiscípulos, mientras que otros con necesidades comparables recibían
mucho menos. El factor crítico parecía ser la conciencia por parte del docente de la
necesidad individual del alumno de una orientación y de una explicación adicionales.
Cuando los profesores eran conscientes de ello, se mostraban dispuestos a pasar todo el
tiempo necesario con los alumnos correspondientes. Pero muchos niños con necesidades
especiales se inclinan por dar impresión de comprender y tratan de no llamar la atención
(una táctica alternativa para el enmascaramiento de un fracaso es, desde luego, acometer
una conducta alteradora.) Esta parecía ser una característica regular en muchas clases
observadas durante nuestro estudio: los alumnos con dificultades auditivas imitaban
astutamente a sus compañeros, levantaban la mano cuando ellos lo hacían y seguían
adelante con las actividades sin comprender, en realidad, lo que estaban haciendo; los
deficientes visuales hacían grandes esfuerzos por ocultar sus dificultades, no reconociendo
que experimentaban problemas con la lectura de lo escrito en la pizarra o en hojas mal
reproducidas; por lo general, los niños con dificultades de aprendizaje se abstenían de
participar en las actividades de la clase que pudieran “delatarles”. Por desgracia, tales
tácticas para pasar desapercibidos parecían tener éxito, sobre todo en aulas grandes y con
profesores no versados en las necesidades especiales, y muchos alumnos recibían de los
profesores un tiempo de instrucción inferior al que necesitaban.
Del mismo modo que era preciso adaptar las notas del profesor y las tarjetas de
trabajo a las necesidades de aprendizaje de los alumnos, también el docente necesitaba
modificar su papel en la interacción verbal. La expresión debe estar obviamente relacionada
con el nivel de desarrollo lingüístico del alumno y se juzgaba necesario hallar un equilibrio
entre su lenguaje cotidiano y cualquier término técnico o discurso formal. El tipo de
interrogatorio empleado supone una consideración posterior. Muchos profesores solían
emplear preguntas “cerradas” (que sólo admiten una respuesta correcta) con el efecto de
inducir a los alumnos a responderles con la mayor brevedad, cuando un enfoque más
abierto estimularía la verbalización del niño y permitiría al profesor proporcionar una
instrucción más específica.
La observación del progreso del niño tiene que ser parte integrante de la enseñanza en
todos los alumnos. Cobra una importancia particular en el caso de los que presentan
necesidades educativas especiales, no sólo porque pueden plantear unas demandas
pedagógicas mayores sino también porque sus programas de trabajo son con frecuencia
416
individualizados y se superponen a las disposiciones para las clases generales de la escuela.
Aún seguía evolucionando la práctica de los centros en este terreno —con gran espacio para
el progreso en muchos casos— aunque se apreciaba, en términos generales, la necesidad de
una vigilancia sistemática del progreso.
Los esfuerzos de los profesores generales pueden ser complementados con el empleo
juicioso de una ayuda adicional en clase, que representaba en algunos casos el factor
decisivo que permitía a un alumno integrarse en una lección general. En las escuelas
estudiadas tal ayuda era dispensada, de diferentes modos, por profesores, por personal
auxiliar y por otros alumnos.
417
Una fuente ulterior de ayuda para alumnos con necesidades especiales provino de sus
propios compañeros. Tal apoyo, o bien se brindaba espontáneamente o era asignado por el
profesorado mediante un sistema de tumos rotatorios. A veces era de un tipo puramente
logístico, el transporte del equipo o la disposición de los materiales pero, a menudo, existía
también un elemento didáctico, como cuando unos alumnos ayudaban en el trabajo
experimental o explicaban unas instrucciones que ya habían sido dadas a toda la clase.
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Cutsforth, T. D. (1951). The Blind in School and Society: a psychological study. Nueva
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418
LECTURA N° 21
419
significar una voluntad política de dar respuesta a conflictos sociales más amplios. A
continuación, pasamos a comentar, brevemente, aquellos acontecimientos que, a nuestro
modo de ver, ejercieron una mayor influencia a la hora de promover un clima social
adecuado, sobre el que pudiera asentarse la integración escolar.
b) Otro elemento clave tiene que ver con el movimiento asociativo liderado por los
padres de personas con discapacidad. En este nuevo contexto, se crea en 1950, en los
Estados Unidos, la National Association for Retarded Children (NARC). Por primera vez,
los padres contaban con un instrumento eficaz a través del cual no sólo podían influir en la
legislación sino ofrecer servicios adecuados a las necesidades y características de los niños
retrasados. El trabajo desarrollado por esta asociación en las décadas de los cincuenta y
sesenta desencadeno la creación de aulas especiales en las escuelas oficiales, no sólo para
los niños más prometedores sino también para los que apenas se podían capacitar y para los
gravemente retrasados. Fue así como la mayoría de los Estados federativos promulgaron
leyes y facilitaron fondos para desarrollar proyectos que supusieran una educación de
calidad para este tipo de alumnos (Ingalls, 1982).
420
En esta misma línea, y como consecuencia de la Depresión sufrida en los Estados
Unidos, se observa un cambio en las actitudes de los ciudadanos. Dado que mucha gente se
encontraba en un estado de extrema pobreza, sin ningún tipo de culpa, empezó a
generalizarse la creencia de que el gobierno tenía la gran responsabilidad de prestar ayuda a
sus ciudadanos menos afortunados. El resultado fue un mayor número de programas de
beneficencia y de seguridad social, todo lo cual se extendió más tarde a los deficientes.
Otro factor decisivo fue la creación, en 1962, de una comisión, designada por el presidente
Kennedy, con el encargo de redactar un informe sobre la situación de los retrasados
mentales en los Estados Unidos. Sus recomendaciones sentaron las bases de la política
gubernamental durante muchos años. De este modo, los estados federales comenzaron a
costear los programas para los retrasados a escala masiva, situándose el centro principal de
servicios en la propia comunidad de los sujetos retrasados, todo lo cual restó importancia a
las instituciones como fuente principal de servicios para las personas retrasadas. En 1970,
el Congreso aprobó la Ley de Servicios para Incapacitados de Desarrollo y de Construcción
de inmuebles para retrasados (Ingalls, 1982).
d) Los fallos judiciales, de gran trascendencia, que tuvieron lugar durante la década de
los 70, reafirmaron que las personas retrasadas tenían los mismos derechos legales que
todos los demás ciudadanos. Sin embargo, tal y como señalan algunos autores (MacMillan,
Keogs y Jones, 1985; Ingalls, 1982; Illan, 1992; García Pastor, 1993) cabe hacer una
distinción entre ellos:
• Por un lado, estarían los pleitos resueltos por una decisión judicial que exigía el
derecho a una educación pública, gratuita y adecuada. En 1971, un juez federal
de Alabama dictaminó, en el caso Wyatt vs. Stickney, que las personas
internadas en una institución estatal en contra de su voluntad tienen derecho a
todos los servicios necesarios, incluidos los médicos, psicológicos y edu-
cativos. A raíz de este dictamen, grupos de padres pusieron demandas
semejantes en otros estados, acusando a las instituí-ciones de una atención
médica inadecuada y de servidumbre involuntaria. Del mismo modo, exigían el
derecho a un tratamiento adecuado en el caso de los que habían sido internados
involuntariamente, así como a una mejora de la programación de dichas
instituciones y a su rápida eliminación en el plazo de tiempo más breve
posible.
• Otros casos posteriores y más conocidos tuvieron lugar en 1972. Nos referimos
a los de Mills contra el Departamento de Educación del Distrito de Columbia y
el Pennsylvania Association for Retarded Children (P ARC) contra la
Commonwealth de Pensilvania. Ambos crearon jurisprudencia y estimularon la
presentación de otras demandas posteriores. El fallo judicial de Pennsylvania
(el caso PARC) hizo cambiar la exclusión de la escuela de niños que eran
denominados “no educables” o “incapaces de aprovecharse de la educación”,
sobre la base de que tal exclusión violaba la igualdad de protección de estos
niños frente a la ley y el correcto desarrollo de sus derechos (García Pastor,
1993). Todo ello tuvo lugar gracias a la demanda de un grupo de padres en
421
favor de 13 niños mentalmente retrasados, quienes habían sido excluidos de
todo tipo de educación costeada por el gobierno. Se pudo comprobar que,
durante aquella época, 14.000 niños habían sido privados de educación
pública, en virtud de una ley que estipulaba que a cualquier niño considerado
como “ineducable” se le disculpaba de asistir a las escuelas públicas. El
tribunal dictaminó que todos los niños, inclusive los más severamente
retrasados, tenían derecho a una educación pública y gratuita, así como a
recibir el programa que mejor respondiera a sus necesidades. Además, a
ningún niño se le podía colocar en ninguna clase especial (o retirarlo de una
clase especial para colocarlo en una regular) sin el consentimiento expreso de
los padres del niño. Esto tuvo implicaciones trascendentales para otros estados
que promulgaron leyes de educación semejantes, evitando que los tribunales
les impusieran este tipo de programas. Del mismo modo, se demostró que los
tribunales reconocían a las personas retrasadas los mismos derechos civiles que
al resto de ciudadanos (Ingalls 1982).
• Por otro lado, nos encontramos con aquellos casos en los que, tal y como
apunta Illán (1992), el fallo judicial consistió en admitir el sesgo inherente de
las pruebas de inteligencia, utilizadas a la hora de decidir la ubicación de niños
pertenecientes a minorías étnicas. En el caso de Diana contra Board of
Education, celebrado en California en 1971, nueve familias de niños
mexicano-norteamericanos, que habían sido ubicados en aulas de Educación
Especial, argumentan lo injusto de la colocación, desde el momento en que la
misma se debió al empleo de una prueba de inteligencia administrada en
inglés. Consecuentemente, la Corte fallo que las pruebas debían administrarse
en la lengua nativa de los alumnos y que los centros escolares debían
reintegrar en las aulas regulares a estos sujetos, ya que su ubicación en las
aulas especiales se había realizado por un procedimiento injusto.
La fuerte denuncia en contra del mal uso de las pruebas de inteligencia tuvo también
lugar en el caso de Hobson contra Hansen. EI tribunal falló que todo el sistema de
clasificación del sistema escolar de la ciudad de Washington era ilegal. Se comprobó como
"el uso de las pruebas de inteligencia había derivado, en algunos casos, en una forma de
segregación de facto desde el momento en que los alumnos pertenecientes a minorías
étnicas (negros, mexicanos, chinos ...) eran los que mas abundaban en el grupo de mas
baja categoría, y los blancos en el de categorías más elevadas" (Illán, 1992,76).
Por último, cabe afirmar que la ley pública que representó la culminación de todos
estos litigios en los Estados Unidos fue la Ley de Integración de 1975 (Education for All
Handicapped Children Act) más conocida como Ley 94/142. En ella se incorporaron
muchos de los casos ganados ante los Tribunales (García Pastor, 1993; Ortiz, 1995) y se
contemplaron, además, algunos elementos que fueron aspectos claves para el desarrollo de
la integración:
422
• El derecho a un procedimiento correcto en los sistemas de clasificación y
ubicación de los niños en las escuelas. Los padres tienen garantizada la
vigilancia en este proceso, así como la posibilidad de que a su hijo se le evalúe
fuera del marco escolar.
• La protección frente al uso de pruebas (test) que resultan discriminatorias (por
su significado cultural y/o académico) para determinados niños.
• Situación del niño en ambientes que no supongan restricciones a sus
posibilidades de educación. Esto significa que los niños estarán siempre que
sea posible junto a niños no deficientes.
• Los niños deben recibir aquellos programas de educación individualizada que
sean necesarios.
e) Otro factor que influyo en el cambio surge tras el análisis de la eficacia de los
programas de Educación Especial. Éstos pasan de ser considerados prioritarios por quienes
opinaban que era fundamental la educación segregada, a perder credibilidad y a ser
sustituidos, merced a las revisiones efectuadas durante la década de los 60 y 70, en base a
los hallazgos derivados de los estudios de eficacia. Sus resultados (Sanz del Río, 1996;
Illán, 1992; Marchesi y Martín, 1990; Ortiz, 1995) ejercieron un notable impacto en el
ámbito de la educación general y/o especial y, fundamentalmente, en las actitudes de los
profesores respecto a este tipo de programas. Los profesores ponen en tela de juicio la
función que están desempeñando puesto que con la Educación Especial segregada no se
está cumpliendo el objetivo pretendido, es decir la integración social. Así mismo, tanto los
profesores de la escuela ordinaria como de la escuela especial advierten las limitaciones de
seguir manteniendo un modelo dual de enseñanza.
423
3. Hacia la integración escolar: definición y principios claves
En el transcurso del tiempo, se han efectuado diversos intentos por definir y describir
los contenidos teóricos y prácticos de la integración escolar (Dunn, 1968; Birch, 1974;
Kaufman, 1975; Monereo, 1985; Ortiz 1986; Parrilla, 1992; Illán, 1992). De entre todas las
definiciones recogemos, por su especial relevancia en el momento en que fueron
formuladas, la definición de Birch (1974) y la efectuada por el Council for Exceptional
Children (1975).
La definición que propone el Council for Exceptional Children (1975) es otra de las
aportaciones relevantes. En ella la integración escolar es definida en términos de algunos
temas básicos, referidos a lo que es y a lo que no es.
- La integración “es”:
424
• Buscar alternativas capaces de ayudar a los profesores ordinarios a satisfacer las
necesidades de sus alumnos.
• Unificar las técnicas y las estrategias de la Educación Especial y ordinaria, de
manera que todos los niños puedan tener las mismas oportunidades educativas.
En este apartado nos proponemos abordar cuáles han sido los principios claves en
tomo a los cuales ha ido articulándose la integración.
Los trabajos e investigaciones llevadas a cabo por autores como Reynolds (1984),
Wang y Walberg (1987), Epps y Tindal (1987), Ysseldyke (1987), junto a las críticas ya
mencionadas, han dado paso a un panorama bien distinto. En la actualidad, se reconoce,
cada vez con mayor decisión, la heterogeneidad intra e intercategorías. Es decir, la
existencia de diferencias individuales, incluso, entre los niños adscritos a una misma
categoría deficitaria.
425
b) La integración ha provocado la difusión y uso de una nueva terminología
proponiendo, de este modo, un cambio de lenguaje. El lenguaje categórico, desde el cual
se enfatizaba lo deficitario, ha sido sustituido por un nuevo concepto, el concepto de
necesidades educativas especiales (n.e.e). Con objeto de poder apreciar mejor las
diferencias existentes entre el lenguaje del déficit y el de las n.e.e., incluimos, en la página
siguiente, un cuadro en el que aparecen recogidas las diferencias fundamentales entre
ambos términos.
426
c) Un tercer principio, asociado con la puesta en marcha de la integración escolar, se
relaciona con el fuerte cuestionamiento que ha venido produciéndose respecto a la
homogeneidad como hipótesis pedagógica. Cada vez más, los principios de continuidad
didáctica e individualización educativa cobran una especial relevancia, como ejes para la
instrucción dentro de los marcos de integración escolar (Cuomo, 1990). Por tanto, si la
nueva población en las aulas se caracteriza por la “heterogeneidad”, la instrucción y
organización en las mismas debe llevar a cabo el necesario esfuerzo por respetar y
combinar al máximo los objetivos y procesos comunes a cada grupo socio-cultural de
alumnos con las características individuales de los mismos.
d) Por último, los principios enumerados hasta ahora, tanto de índole conceptual,
terminológico como de acción educativa, reclaman y precisan de un nuevo profesional de
la enseñanza. Efectivamente, la tradicional formación dicotomizada del profesorado, al
igual que el propio sistema educativo, provocó y sigue provocando una cierta disfun-
cionalidad a la hora de conseguir llevar al terreno de la práctica los presupuestos en los que
se apoya la integración. La puesta en marcha de programas de integración generó nuevas
demandas para las que nadie está preparado, ni los tradicionales profesores de Educación
Especial ni los profesores de la educación general.
Las propuestas formativas que surgen para dar respuesta a la nueva situación
educativa, provocada por la ubicación de alumnos con necesidades educativas especiales en
las aulas ordinarias, adolecen, desde un principio, de un excesivo énfasis en lo especial.
Como muy bien apuntan Pugach y Lilly (1984), las propuestas formativas orientadas a
procesos de integración deben partir de la creencia de que la principal necesidad formativa
que implica la integración no proviene de la Educación Especial. Por el contrario, la
formación de los profesores debe articularse bajo la lógica de la diversidad y la
heterogeneidad, desde el momento en que la introducción de la integración en las aulas
dibuja un panorama bien distinto. El profesor se sima ante una nueva realidad en la que la
diversidad es la nota predominante, resultando poco acertado seguir ofreciendo un tipo de
formación que refuerce la idea de que el aula y los sujetos que en ella se encuentran pueden
ser divididos en grupos homogéneos.
De acuerdo con Jiménez y Vila (1999), han sido variadas y de muy distinta índole las
aproximaciones que se han efectuado en el transcurso del tiempo a la hora de ordenar los
contenidos teóricos y prácticos que se han ido generando en tomo a la integración escolar.
Esta diversidad tiene que ver tanto con los distintos contextos socio-geográficos en los que
se han llevado a cabo los procesos de integración como con los distintos presupuestos
ideológicos y prácticas existentes.
427
tendencias, las cuales se identifican con tres zonas geográficas: a) ámbito anglosajón
(Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda; b) ámbito
escandinavo (Dinamarca, Suecia, Noruega, Islandia y Finlandia; c) ámbito latino (Italia,
España, Francia, Bélgica, Suiza y Holanda). Si bien existen diferencias entre los países de
los distintos ámbitos, podemos apreciar toda una serie de elementos que les son comunes:
428
Desde estos supuestos, se entiende que la escuela ha de proporcionar un continuo de
servicios y emplazamientos educativos. Continuo que puede abarcar desde la ubicación de
un alumno en un aula regular, con o sin apoyo, hasta su ubicación permanente en un aula de
Educación Especial. En esta línea, han sido elaborados varios modelos, en un intento por
sistematizar los diferentes tipos de provisión de servicios educativos y las diferentes
alternativas que pueden ofrecerse en el proceso de la integración escolar. Entre éstos, cabe
destacar la propuesta efectuada por Hegarty (1988). No obstante, comentaremos muy
brevemente, por su gran difusión en la literatura especializada, el modelo de cascada,
desarrollado por Deno (1970). En él se propone un sistema de provisión de ubicaciones y
servicios, que irían desde la escolarización en centros específicos de Educación Especial a
modo de internado, hasta la ubicación en las aulas de centros ordinarios.
Las implicaciones que este enfoque ha tenido, y tiene aún hoy, para la práctica de la
integración escolar son más estructurales que reales. Así, no es frecuente encontrar un
compromiso del centro “como un todo”, sino que, por el contrario, sólo darán muestras de
interés los profesores que tienen en sus aulas alumnos integrados o, también, aquellos
profesionales (fisioterapeuta, logopeda, orientador, etc.) que normalmente se incorporan a
aquellos centros donde se lleva a cabo el programa de integración.
Del mismo modo, la vida del aula aparece débilmente alterada. El cambio
fundamental se reduce a la presencia de alumnos con necesidades educativas especiales,
operándose escasas alteraciones en los aspectos organizativos. Los momentos comunes en
la dinámica general de aula suelen ser escasos y poco significativos, si bien esta situación
puede variar en función del modo particular en que cada profesor proyecte su sensibilidad
integradora. Desde los supuestos de este enfoque, el profesor juega un papel poco
relevante, frente a la importancia que se le otorga al propio hecho de la integración como
impulsora, por sí misma, del cambio.
Por otra parte, la vida de las aula puede verse excepcionalmente modificada por la
presencia del profesor de apoyo. Esta duplicidad de adultos en el aula posee, sin duda,
importantes virtualidades de cara a la dinamización general del aula y a la atención más
individualizada de los alumnos. Sin embargo, no está exenta de riesgos, sobre todo si el
nuevo profesor se dedica, preferentemente, a atender a los alumnos integrados. Esta
modalidad de trabajo conduce, en no pocas ocasiones, a una desintegración, aunque ésta
discurra en el escenario de un aula ordinaria.
Como señala Parrilla (1992), los planteamientos que sustentan esta visión sobre la
integración son bastante simplistas. En ellos se da una mayor relevancia a la puesta en
marcha de cambios estructurales de la vida del centro que al desarrollo de la acción
educativa como eje central para que se produzca el cambio, lo cual trae como consecuencia
más inmediata su escasa capacidad para afectar a la denominada cultura escolar. Por todo
ella, se corre el riesgo de potenciar procesos de integración meramente burocráticos que,
como tales, quedan circunscritos al esfuerzo personal y aislado de algunos profesores o
servicios de apoyo del centro.
429
• La integración centrada en proyectos de intervención sectorial. La denomi-nación
de “sectorial” de este segundo enfoque obedece al hecho de que se hace del alumno
integrado el eje del proceso integrador. La integración escolar va a definirse como un
proceso destinado a integrar al alumno, enfatizando su déficit y/ o necesidades educativas
especiales.
Aunque han sido muy diversas las aportaciones llevadas a cabo desde este enfoque, se
aprecia una concepción más amplia de la integración que la ofrecida en el enfoque anterior.
De este modo, se supera la unidimensionalidad del mismo, centrada en las modalidades o
marcos escolares, para considerar nuevas dimensiones integradoras: la instructiva y la
social, además de la integración física.
Los presupuestos básicos de este enfoque apuntan, asimismo, hacia una mayor
profundización y comprensión de la dinámica de los procesos integradores. Así, se da por
sentado que la integración no se producirá linealmente con el simple contacto entre
alumnos, sino que es preciso contemplar y planificar, además, la dimensión instructiva y
social de la misma. Esta visión conduce a prestar una atención especial en la construcción
de procesos de planificación y programación educativa, tendentes a la individualización y
adaptación de programas a las necesidades especiales del alumno.
Por otra parte, se asume la necesidad de que los profesores que participan en
programas de integración posean una formación acorde a las demandas de esta y que, al
mismo tiempo, se efectúe una redefinición de roles y responsabilidades entre el personal de
apoyo y el profesor ordinario. Como vemos, comienza a otorgarse importancia al profesor
como elemento clave para el buen desarrollo de la integración, aunque este será
contemplado como mero ejecutor de las prescripciones elaboradas desde fuera de la propia
escuela. La presencia del técnico resulta vital para poder adecuar los procesos de
enseñanza-aprendizaje en el aula y para marcar las directrices sobre las cuales articular la
acción educativa del profesor.
Las consecuencias de este enfoque para la práctica integradora recaen, por lo general,
en el espacio del aula, desde el momento en que el alumno integrado se constituye en la
figura central de todo el proceso. Consecuentemente, el profesor tutor y el profesor de
apoyo se convierten en los máximos responsables de la misma. La organización de los
apoyos al alumno aparece como un tema prioritario, debiendo el profesor tutor replantear
sus atribuciones, objetivos y responsabilidades ante la presencia de un profesor de apoyo en
su aula.
Por lo que respecta al proceso didáctico y curricular, cabe decir que éste aparece
débilmente alterado, siendo lo más común la presencia de dos flujos de actividad paralelos;
uno general, destinado a los alumnos ordinarios y otro, específico e individual, para el
alumno integrado. Las implicaciones a nivel de centro son escasas, aunque existe, al menos,
la coordinación de tiempos, espacios e intervenciones específicas sobre el alumno
integrado, sobre todo, por parte de los profesionales relacionados más directamente con el
programa de integración.
430
Como puede apreciarse, este enfoque supone la consideración de un amplio y
complejo conjunto de dimensiones que definen el proceso de integración y posibilitan su
puesta en marcha. Sin embargo, su misma tendencia a decantarse hacia el alumno integrado
como eje de la integración dificulta la visión de la integración como cambio global total.
Además, se asume que para este proceso de unificación entre sistemas nadie se
encuentra preparado y que, si debe ser la institución en su totalidad la que debe enfrentarse
al cambio, la formación de los profesores debe vincularse dentro de la misma. Es así como,
desde esta perspectiva más cultural, la integración se define como un fenómeno de relación
cultural entre mundos distintos, el de los diseñadores y profesores; como un proceso
dinámico y complejo en el que la escuela y los profesores ejercen una influencia notable en
el cambio.
En síntesis, podríamos decir que este enfoque supone un gran avance respecto de los
enfoques más tradicionales sobre integración. Si los dos enfoques anteriores se centran en
la introducción de cambios o reestructuraciones puntuales, en éste, bajo la idea de fusión, el
foco de la integración se sitúa en la propia escuela, siendo ésta la que se transforma y
cambia en su totalidad.
431
5. Algunas consideraciones sobre el proceso integrador llevado a cabo en España
A modo de síntesis, y sin ánimo de acotar otras posibles causas y/o explicaciones, que
serán abordadas en otros temas de esta obra, consideramos que las principales barreras,
dilemas y dificultades con las que se vio enfrentada la integración escolar en sus inicios, y
aún hoy en no pocos aspectos, tienen que ver con:
• Un sistema educativo, con un marco curricular cerrado, el cual hacia muy difícil
conseguir el necesario equilibrio entre, por una parte, las necesidades educativas
especiales de los alumnos integrados y, por otra, las exigencias y demandas que
ese marco curricular les planteaba. Exigencias y desfases que, en un pasado,
fueron fuente inagotable del fracaso y segregación de muchos alumnos.
432
• Además, la integración planteaba la necesidad de desarrollar un trabajo en cola-
boración entre los distintos profesionales implicados en el proceso integrador. La
aparición en escena de nuevos profesionales (profesor de apoyo, logopeda, etc.)
exigía de la escuela la capacidad para propiciar canales de comunicación, a la hora
de ponerse de acuerdo ante la nueva realidad educativa que se dibujaba.
Ante este nuevo panorama, se produce una respuesta bastante generalizada entre los
centros y profesores. Respuesta que se ha traducido en una adopción oficial/ideológica de
la integración, más aún si tenemos en cuenta que a partir del año 1987 la integración deja
de ser una opción voluntaria para pasar a convertirse en una propuesta generalizada. No
obstante, ya se decía entonces, tal situación podría verse, en gran parte, superada, en el
momento en que comenzara a aplicarse la reforma del sistema educativo. Efectivamente, la
administración educativa comienza a tomar partido por algo que, hasta el momento, sólo
había sido planteado como una aspiración, defendida con mayor o menor contundencia, es
decir, se estaba empezando a tomar conciencia de que: si la integración de los alumnos con
necesidades educativas especiales aspiraba a convertirse en algo más que un mero cambio
de lugar, la escuela debía implicarse en un proceso de cambio y transformación, capaz de
ofrecer un tipo de educación eficaz para todos sus alumnos.
433
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Brenan, W. K. (1985): Curriculum for Special Need. Open University Press. Milton
Keynes: Philadelphia.
Dunn, L.M. (1968): "Special education for the mildly retarded: Is much of it is
justifiable?". Exceptional Children, 35, 5-22.
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PPU: Barcelona.
Ingall, R.P. (1982): Retraso mental: la nueva perspectiva. Manual Moderno: México.
Kauffman, M.J. (1975): “Mainstreaming: Toward an explication of the construct”. En E.L.
Meyen, G.A. Vergason y R.J. Whelan (Eds): Alternatives for teaching exceptional
children. Love: Denver, 35-54.
434
Mcmillan, D.L.; Keogh, B. y Jones, R. (1985): “Special Educational Research on Mildly
Handicapped Learners”. En C. Wittrock (Ed): Handbook of Research on Teaching.
(Third Edition). McMillan: New York, 686724.
Monereo Font, C. (1985): “Un análisis crítico de los conceptos vinculados a la integración
escolar”. Siglo Cero, 101,26-46.
Ortiz, C. (1995): “Las personas con necesidades educativas especiales. Evolución histórica
del concepto”. En M.A. Verdugo (Dir): Personas con discapacidad. Perspectivas
psicopedagógicas y rehabilitadoras. Siglo XXI: Madrid.
Sanz Del Río, S. (1996): Integración de alumnos con necesidades educativas especiales.
Siis: Madrid.
435
436
LECTURA N° 22
López, R. (2002) "¿Qué es la integración
escolar? http: //www.grupoes.org/col/revi
sta/revista 13/E. html/
437
Este diagnóstico se concibe como un proceso continuo, dinámico, y no como un
momento o etapa de trabajo; como un estudio de todos los elementos que puedan influir
favorable o desfavorablemente en el desarrollo del alumno (el niño, su entorno y la forma
en que interactúa con ese entorno) y no como una evaluación aislada de sus capacidades.
Por último, este diagnóstico se entiende como un proceso que descubre las necesidades del
niño, sus deficiencias o desventajas y sus virtudes o potencialidades, y así organizar y
ejecutar la correspondiente estrategia de intervención; no tiene como fin, de ningún modo,
clasificar o categorizar a los niños para someterlos a procesos educativos preconcebidos y
generalizadores.
Como colofón, la integración escolar concibe esa escuela abierta a la diversidad como
una institución flexible que debe ajustarse alas exigencias de sus alumnos, que brinda
variedad de opciones educativas, de métodos, de procedimientos que se adecuan a las
necesidades y potencialidades de cada educando y propician su desarrollo. Al situarse al
alumno como centro de la actividad pedagógica, todo es susceptible a cambios en función
de ese objetivo.
Esta forma de concebir la escuela constituye un reto para cualquier colectivo pedagó-
gico, por experimentado que sea y preparado que esté.
438
tipos de ayudas necesitan, para trazar las estrategias educativas que garanticen el máximo
desarrollo posible de cada uno de ellos. El colectivo pedagógico debe tener la preparación
necesaria para transformar las condiciones en que se desarrolla el proceso educativo si
fuese preciso, y buscar los métodos, procedimientos y estilos de trabajo que se corres-
pondan con las particularidades de los grupos y alumnos que atiende, para así poner todos
los recursos en función del desarrollo de sus educandos.
Las aulas con exceso de matrícula (superpobladas) constituyen una barrera para la
atención diferenciada y personalizada que exige una escuela integrada.
Para que puedan ejecutarse los ajustes curriculares y tomarse las decisiones en el
orden técnico y organizativo necesarios para la atención diferenciada y personalizada a los
alumnos, la escuela debe tener un alto grado de autonomía y reafirmar su autoridad ante la
comunidad.
Entre otros requisitos para llevar a cabo la integración de alumnos con necesidades
educativas especiales, se consideran las llamadas condiciones de acceso al currículo, como
son: eliminación de barreras arquitectónicas, garantía de prótesis, lupas, equipamientos,
muebles especiales, etc., y la participación activa de la familia de los alumnos en el proceso
de toma de decisiones y en su puesta en práctica, por la importancia desarrolladora que
tiene la coordinación y sistematización de las influencias educativas.
439
¿De qué integración escolar puede hablarse si en muchas naciones la escolarización
abarca apenas la mitad de la población infantil y un considerable número de ellos no puede
sobrepasar el cuarto grado de enseñanza? ¿Cómo lograr educación de calidad para todos en
un mundo que sufre tantas desigualdades?
25 mil niños mueren cada día en el mundo por sarampión, paludismo, difteria,
neumonía y desnutrición.
Por otra parte, la existencia de escuelas privadas, con carácter religioso o no, y las
llamadas “escuelas para señoritas”, siguen siendo instituciones que se contraponen a las
intenciones integracionistas y socializadoras de la escolarización, y reflejan la realidad
discriminatoria de la sociedad. En peor situación se encuentra la atención a niños y jóvenes
que presentan deficiencias sensoriales, motrices, intelectuales y otras necesidades educa-
tivas especiales.
En Cuba, a pesar de ser un país pobre que sufre por más de 30 años un severo
bloqueo económico, comercial y financiero, el Estado le concede la máxima prioridad a la
educación de niños y jóvenes, se garantiza cobertura educacional para todos, incluyendo
aquellos que por sus desventajas físicas mentales o sociales requieren de una atención más
especializada. Desde hace más de un cuarto de siglo no existe en nuestras escuelas, todas
con carácter estatal, ningún tipo de segregación. La búsqueda de una óptima combinación
entre cantidad y calidad ha sido objeto de ocupación permanente de nuestro sistema
educativo.
440
Los niños que por la complejidad de sus deficiencias han sido ubicados de forma
permanente en las escuelas especiales, han recibido una educación y preparación que ha
tenido como fin fundamental lograr el máximo desarrollo posible de sus capacidades,
prepararlos para la vida adulta y para su integración socio-laboral.
441
sistemático, como proceso permanente, y no constituya simplemente un momento o etapa
de trabajo.
Esta labor se realiza bajo el control y apoyo de la Educación Especial en todos los
subsistemas que componen el sistema nacional de educación. Se trabaja por localizar
oportunamente en cada grupo escolar aquellos alumnos que por diversas razones puedan
constituir casos de riesgo, de desmotivación por el aprendizaje y por la escuela, de
ausentismo, deserción escolar, trastornos conductuales, dificultades de aprendizaje, etc., y
oportunamente tomar las medidas necesarias para solucionar problemas, tanto en el ámbito
escolar como familiar, comunitario o social. Estos casos pueden estar relacionados con
desventajas sociales, medio familiar desfavorable (padres divorciados que desatienden al
hijo, padres psiquiátricos, alcohólicos, conductas delictivas, etc.), con causas imputables al
proceso docente educativo en la escuela e incluso con insuficiencias propias del niño
(auditivas, visuales, verbales, ritmo lento de aprendizaje, desfasaje escolar u otra). Estos
problemas, atendidos oportunamente, pueden llegar a desaparecer, mientras que sin
atención conducirían a una compleja situación que afectaría el desarrollo del alumno de
manera integral.
Posiciones y cuestionamientos
Consideramos que los cambios en el sistema educacional, incluso aquellos que nos
impresionan como positivos y hasta necesarios, no pueden realizarse de manera apresurada
por una decisión administrativa; deben ser el resultado de un análisis profundo, de un
diagnóstico y pronóstico de la situación actual y perspectiva, y de la creación a corto,
mediano y hasta largo plazo de las condiciones imprescindibles que requieren tales
transformaciones. La integración escolar de niños con necesidades educativas especiales es
un problema que requiere cautela, análisis de condiciones y proceso de preparación.
442
EI fin de la integración escolar de los alumnos con necesidades educativas especiales
no es la integración en sí misma; no puede ser, simplemente integrar por integrar, como si
se tratara de seguir una moda, tampoco puede convertirse en meta inmediata o carrera de
velocidad.
Es preciso preparar al sistema educativo para el cambio y uno de los primeros ele-
mentos, imprescindible, es lograr comprensión, preparación y compromiso del profesorado,
protagonista de la realización y el éxito de cualquier proyecto educativo. Esta decisión,
igual que otras que implican una alta responsabilidad política y social, debe materializarse
de forma paulatina, a partir de una claridad de fines y objetivos.
Sin embargo, no todos los niños deben integrarse al sistema educativo general:
siempre será necesario mantener las escuelas especiales como una opción alternativa para
los casos más complejos, los más afectados por sus desventajas físicas, intelectuales o
sociales, los que menos posibilidades de éxito y de desarrollo tengan en las escuelas
ordinarias.
• Si la integración escolar fuese solo una vía para dar solución simple a la desatención
que caracteriza en algunos países el problema de los niños y jóvenes con déficit y
desventajas sensoriales, intelectuales, verbales, motoras, de aprendizaje o sociales —es
decir, una forma de “solucionar” un agudo problema sin invertir recursos en centros
especializados—, no valdría la pena trabajar por ella.
443
• Si se concibiera la integración escolar como la desaparición de las escuelas es-
peciales, o la destrucción total del sistema de educación especial, deberíamos oponemos.
Pero creemos que si vale la pena tener en cuenta sus postulados, razonar sobre ellos,
revisar lo que hacemos, por lo que recomendamos estudiar sus fundamentos ideológicos,
valorar las experiencias y meditar en los elementos que puedan ser positivos para nuestra
continua renovación pedagógica.
Quizás en un futuro no muy lejano muchos más niños con necesidades educativas
especiales encuentren respuesta en las escuelas generales y puedan educarse y desarrollarse
allí, donde se realice una educación especial de calidad.
444
LECTURA N° 23
Arnáiz Sánchez, P. (2000) “Las escuelas son para
todos”.http://paidos.rediris.es/needirectorio/incluo.htm.
Introducción
Si queremos que las escuelas sean para todos, se hace necesario que los sistemas
educativos aseguren que todos los alumnos tengan acceso a un aprendizaje significativo.
El proceso integrador, como modelo educativo, necesita una importante revisión, que
revierta en procesos de cambio e innovación en los centros escolares. Y máxime cuando la
propuesta de la LOGSE (1990), que está dando lugar a la reforma del sistema educativo en
nuestro país, da por finalizada la integración como tal, y propone una modelo de escuela
diferente en el que tengan acogida y respuesta educativa todos los alumnos, sean cuales
fueren sus características personales, psicológicas o sociales.
445
escuela, enmarcados bajo denominaciones tales como escuela “comprensiva”, escuelas
“eficaces” o escuelas “inclusivas”. Estas distintas denominaciones, planteadas desde
enfoques diferentes de trabajo, pero con numerosos puntos en común, pretenden una
escuela más eficaz y una educación lo más humana posible, para cada uno de los
estudiantes que acuden a ella, con independencia de si tienen o no discapacidades, o
pertenecen a una cultura, raza, o religión diferente.
446
4) Asimismo, hay un cambio con respecto al planteamiento de ayudar sólo a
estudiantes con discapacidades. El interés se centra ahora en el apoyo a las necesidades de
cada miembro de la escuela.
Las escuelas inclusivas enfatizan, así el sentido de la comunidad, para que en las aulas
y en la escuela todos tengan sensación de pertenencia, se sientan aceptados, apoyen y sean
apoyados por sus iguales y otros miembros de la comunidad escolar, al tiempo que se
satisfacen sus necesidades educativas.
En las comunidades inclusivas, los talentos de cada uno, incluyendo los de aquéllos
con profundas discapacidades, superdotación o comportamientos distorsiona-dores, son
reconocidos, fomentados, y utilizados al máximo. Cada persona es un miembro importante
y valioso con responsabilidades y con un papel que desempeñar para apoyar a los demás, lo
que ayuda a fomentar la autoestima, el orgullo en los logros, el respeto mutuo y un sentido
de pertenencia y valía entre los miembros de la comunidad. Esto no podría ocurrir si ciertos
estudiantes siempre recibieran y nunca dieran apoyo.
Otro aspecto considerado por la educación inclusiva es que en las escuelas donde los
estudiantes, padres y educadores no establecen amistades, compromisos y lazos entre ellos
(es decir, donde hay una ausencia de comunidad), hay un aumento de problemas con una
disminución de logros, abandono de estudiantes, abuso de drogas y una actividad de
bandas. Esta falta de comunidad es el reflejo de una sociedad cada vez más urbana,
compleja y despersonalizada.
447
estudiantes y profesores a través de amistades y relaciones. Estos esfuerzos tienen la
finalidad de que toda la escuela desarrolle un mejor sentido de comunidad.
El moverse hacia escuelas inclusivas puede tener varias ventajas sobre los enfoques
tradicionales que tratan de ayudar a los estudiantes con discapacidades o desventajas “para
encajar en la escuela ordinaria”. Una ventaja es que todos se benefician de las escuelas
inclusivas se centren en desarrollar escuelas comunitarias de apoyo y cuidado para todos
los estudiantes, más que en seleccionar categorías de estudiantes. Algunos padres y
educadores han encontrado difícil motivar al personal escolar y a los miembros de la
comunidad para reestructurar las escuelas de forma que beneficien a un estudiante o a una
categoría seleccionada de estudiantes. Centrarse en el desarrollo de escuelas comunitarias
inclusivas evita este problema al dar a cada uno una razón para participar. Todos los niños
se benefician cuando en su propia escuela, y en las de su alrededor, se desarrolla un sentido
de comunidad, es decir, cuando la educación es sensible y responde alas diferencias
individuales de cada miembro de la escuela.
Una segunda ventaja es que todos los recursos y esfuerzos del personal escolar pueden
ser usados para asesorar necesidades instructivas, adaptar la instrucción y proporcionar
apoyo a los estudiantes. En el modelo de integración, los niños con discapacidades pasaban
mucho tiempo fuera del aula recibiendo apoyo. En las escuelas inclusivas ningún alumno
sale del aula para recibir apoyo, sino que el apoyo se recibe dentro del aula, lo que exige
que los recursos estén en la misma y los profesores de apoyo realicen una importante tarea
de coordinación con el profesor tutor.
448
mantener fuera, apartar, expulsar. Estas definiciones empiezan a servir de marco para el
creciente movimiento de construcción de las escuelas inclusivas. El mismo significado de
los términos inclusión y exclusión nos ayuda a entender la educación inclusiva.
Dentro de este mismo análisis cabría preguntarse: ¿Qué se siente al ser incluido o
excluido? Falvey y otros (1995) han preguntado a miles de niños, adolescentes y adultos
que identifiquen un suceso de sus vidas en el que se hayan sentido incluidos y otro en el
que se hayan sentido excluidos, además de identificar cómo se sentían durante esas
experiencias, y después. El cuadro número 1 proporciona un ejemplo de los sentimientos
manifestados por estas personas cuando se sentían incluidos y excluidos.
Cuadro 1.1
Respuestas a la pregunta “Cómo se sintió cuando fue ...”
excluido? incluido?
Seguro
Especial
Cómodo
Enfadado
Reconocido
Resentido
Confiado
Herido
Feliz
Frustrado
Excitado
Solo
De confianza
Diferente
Que se me presta atención
Confuso
Que gusto
Aislado
Aceptado
Inferior
Apreciado
Carente de valor
Reforzado
Invisible
Querido
Substandard
Agradecido
No querido
Normal
Inaceptable
Abierto
Cerrado
Positivo
Avergonzado
Educado
Orgulloso
Importante
Responsable
Adulto
Estos resultados nos pueden servir para resaltar aquellas estrategias que aseguren que
las escuelas acojan y eduquen a todos los estudiantes, no sólo a unos pocos seleccionados
que encajan dentro de la noción preconcebida de “educables”. Las emociones listadas en
el cuadro nos muestran claramente que nadie quiere sentirse excluido. La educación
inclusiva, siguiendo este planteamiento, trata de acoger a todo el mundo, comprometién-
449
dose a hacer cualquier cosa que sea necesaria para proporcionar a cada estudiante de la
comunidad y a cada ciudadano de una democracia el derecho inalienable de pertenencia a
un grupo, a no ser excluido. La inclusión asume que la convivencia y el aprendizaje en
grupo es la mejor forma de beneficiar a todos, no sólo a los niños etiquetados como
diferentes.
La inclusión se centra, pues, en cómo apoyar las cualidades y las necesidades de cada
uno y de todos los estudiantes en la comunidad escolar, para que se sientan bienvenidos y
seguros y alcancen el éxito. Otra asunción que subyace en las escuelas inclusivas es que la
buena enseñanza es la buena enseñanza, que cada niño puede aprender si se le ofrece el
entorno adecuado, se le anima y se le proporciona unas actividades significativas. Las
escuelas inclusivas basan, por tanto, el currículum y las actividades diarias de aprendizaje
en todo aquello que se conoce sobre la buena enseñanza y el buen aprendizaje.
Stainback y Stainback (1992) definen una escuela inclusiva como aquélla que educa a
todos los estudiantes dentro de un único sistema educativo, proporcionándoles programas
educativos apropiados que sean estimulantes y adecuados a sus capacidades y necesidades,
además de cualquier apoyo y ayuda que tanto ellos como sus profesores puedan necesitar
para tener éxito. Pero una escuela inclusiva va más allá de todo esto, ya que es un lugar al
que todos pertenecen, donde todos son aceptados y son apoyados por sus compañeros y por
otros miembros de la comunidad escolar para que tengan sus necesidades educativas
satisfechas.
• El mensaje “si eres distinto debes marcharte”, puede hacer que el sentimiento de
seguridad en el aula que tiene el niño se tambalee.
• Sacar a niños que son identificados públicamente, como diferentes hace más difícil
promover la educación multicultural y una respuesta positiva ante las diferencias.
• Las comunidades cohesivas requieren una comunicación abierta sobre las
diferencias. Si las diferencias no se discuten abiertamente, se puede crear un clima de
desconfianza y de alienación.
• El ir y venir de los niños puede interrumpir el discurrir de la clase y dificultar la tare
a de los profesores para establecer un grupo cohesivo.
• Sacar a los niños del aula normal para que puedan satisfacer sus necesidades
450
especiales pone en entredicho el sentimiento de los profesores de verse a sí mismos como
responsables o capaces de enseñar a un grupo diverso.
Una vez definida qué es la escuela inclusiva, vamos a centramos en enunciar aquellos
aspectos que la caracterizan. Partiremos, para ello, de la consideración del aula como
unidad básica de atención organizada heterogéneamente, donde los profesores y los
estudiantes se ayudan unos a otros.
Las aulas inclusivas asumen una filosofía bajo la cual todos los niños pertenecen y
pueden aprender en el aula ordinaria, al valorarse en ella la diversidad; postula que la
diversidad fortalece a la clase y ofrece a todos sus miembros mayores oportunidades de
aprendizaje. Desde este presupuesto, considera que la escuela debe valorar las diferencias
como una buena oportunidad para la mejora del aprendizaje.
451
∗ Reglas en el aula
Dentro de las reglas de un aula inclusiva, los derechos de cada miembro son
intencionalmente comunicados. Por ejemplo, en la pared de una clase inclusiva podemos
encontrar un póster con la siguiente regla: “Tengo el derecho de aprender de acuerdo con
mi propia capacidad. Esto significa que nadie me insultará por mi forma de aprender” Otra
regla es: “Tengo el derecho de ser yo mismo en esta habitación. Esto significa que nadie
me tratará injustamente por mi color, por ser gordo o delgado, alto o bajo, chico o chica o
por mi apariencia”. Estas reglas deberían reflejar la filosofía de un trato justo e igualitario y
un respeto mutuo entre los alumnos, además de entre otros miembros de la escuela y de la
comunidad.
En las aulas inclusivas se proporciona apoyo a los alumnos para ayudarles a conseguir
con éxito los objetivos del currículum apropiado. No se espera que los estudiantes consigan
un currículum de aula predefinido y stándar que no tenga en cuenta la diversidad de sus
características y necesidades. El currículum de educación general se ajusta y/o expande,
cuando es necesario, para satisfacer sus necesidades.
Fomento de una red de apoyo natural. Las aulas inclusivas tienden a fomentar las
redes de apoyo naturales. Hay un énfasis en los sistemas de tutoría entre compañeros,
círculos de amigos, aprendizaje cooperativo y otras formas de poner a los estudiantes en
contacto mediante relaciones naturales continuas y de apoyo. También hay un énfasis en
que los profesores y el otro personal escolar trabajen juntos y se apoyen mutuamente a
través de la colaboración profesional, la enseñanza en equipo, los equipos de ayuda a los
profesores y estudiantes, y otras disposiciones cooperativistas.
452
Acomodación en el aula. Cuando hace falta la ayuda de “expertos” venidos de fuera
para satisfacer las necesidades de un estudiante, el sistema de apoyo en el aula y el
currículum son modificados para ayudar, no sólo al estudiante necesitado, sino también a
otros estudiantes en el aula que se pueden beneficiar de un apoyo parecido. Por ejemplo, si
hay un especialista en problemas auditivos dentro del aula para ayudar y apoyar a un
alumno, el profesor podría usar su experiencia para organizar la clase y usar métodos y
equipos para que toda la clase se pueda beneficiar de la estimulación auditiva disponible.
Además, un especialista de este tipo puede ser de ayuda para desarrollar un currículum de
signos básicos del lenguaje para que ayude a la clase a comunicarse con una serie de
personas. Así, mientras que las necesidades del estudiante o estudiantes con dificultades
auditivas serían la preocupación del especialista, la meta del profesor sería usar la
experiencia del especialista para beneficiar a toda la clase. De forma parecida, en las aulas
inclusivas, el psicopedagogo podría ayudar a diseñar, adaptar y ofrecer un asesoramiento y
una evaluación del aula apropiadas a las necesidades de los estudiantes mas que a
comprobar, clasificar y etiquetar a cualquier estudiante en particular.
453
Flexibilidad. Debido a que las escuelas inclusivas suponen un enfoque emergente,
para dirigimos alas diversas necesidades de los individuos dentro de los marcos escolares
naturales, la creatividad y la amplitud de miras han sido necesarias entre los miembros de
las escuelas para conseguir el éxito. Las personas involucradas en las escuelas y las aulas
inclusivas han reconocido que no hay una respuesta simple y universal para todas las
preocupaciones en todos los lugares en todas las épocas. Por esta razón, la flexibilidad es
un elemento clave en las actividades dentro del aula. La flexibilidad que se discute aquí no
implica una falta de estructura o dirección, sino una aceptación y adaptación para cambiar
cuando sea necesario.
Ahora sabemos por experiencia que se puede incluir a todos los niños en aulas si se
realiza un esfuerzo para darles la bienvenida, para promover la amistad y para adaptar el
currículum y la práctica docente. Sin embargo, la inclusión no es fácil, siendo de vital
importancia que los adultos no tomen la vía fácil, eliminando o excluyendo a estos
alumnos, sino que busquen soluciones para conseguir con éxito una inclusión plena.
De los principios que dan entidad a la educación inclusiva queremos destacar los
siguientes:
Las discusiones abiertas acerca del prejuicio, los estereotipos y la exclusión tienen el
potencial de mejorar la atmósfera del aula para todos los alumnos, llegando a conclusiones
tales como: no juzguemos a la gente por su apariencia, busquemos rasgos en común, etc.
454
currículum (Stainback y Stainback 1992). Los profesores de clases inclusivas se están
alejando consistentemente del rígido método de enseñanza frontal basado en un libro de
texto, y se están moviendo hacia el método de aprendizaje cooperativo, la instrucción
temática, el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la valoración auténtica.
Por ejemplo, un grupo de profesores se sienta para planificar una lección de sexto
curso de Primaria sobre España. Usando el mapa de España, como punto de partida, hacen
una puesta en común de ideas aplicables a la lectura, escritura, ortografía, resolución
creativa de problemas, ciencias, estudios sociales, arte, música, teatro y matemáticas. Sus
ideas incluyen dramatización, investigaciones cooperativas en grupo sobre varios temas,
construcción de diagramas y creación de murales, escribir canciones y bailes, hacer viajes
al campo, escribir cartas a los funcionarios estatales para investigar sobre la legislación,
planificar un viaje calculando el kilometraje y los gastos, etc. Estas actividades, al tener
muchas modalidades y estar centrada en el niño, son interactivas, participativas y
divertidas. No sólo están relacionadas con las disciplinas tradicionales, sino que también
incluyen desafíos académicos y cognitivos en muchos niveles.
Dentro de un currículum amplio tal como éste, es más fácil incluir a alumnos con
necesidades educativas variadas. Así por ejemplo en esta misma actividad, un niño con
parálisis cerebral que está trabajando sus habilidades motoras, puede recortar y pegar
señales sobre el mapa de España. Otro, llegado de Marruecos recientemente, aprende lo
mismo que los demás acerca de España, a la vez que enseña a la clase los equivalentes de
“ciudad”, “pueblo”, “río”, en árabe, etc. Un grupo pequeño está preparando una actuación
sobre la historia de España, analizando sus diferentes pobladores, las guerras pasadas, las
fronteras, las diferentes lenguas, culturas, personas de otros países que viven aquí, etc. Una
alumna, considerada superdotada, esta preparando una hoja informativa sobre el proyecto.
Con esta finalidad, mientras trabaja sus propias habilidades de investigación y escritura,
está entrevistando a sus compañeros y aprendiendo a escuchar bien a los demás y a
parafrasear y transcribir conversaciones.
La inclusión implica preparar y apoyar a los profesores para que enseñen interac-
tivamente. Los cambios en el currículum están estrechamente ligados a los cambios en su
pedagogía. El modelo de aula de un profesor que trata de satisfacer las necesidades de una
clase entera de niños por sí solo, está siendo reemplazado por estructuras en las que los
estudiantes trabajan juntos, se enseñan mutuamente y participan activamente en su propia
educación y en la de sus compañeros. La relación entre las aulas inclusivas y el aprendizaje
cooperativo está empezando a ser bastante clara (Sapon-Shevin, 1994); no queremos
estudiantes incluidos en aulas para competir con los demás, sino para que aprendan con y
de otros.
El modelo pasa de ser: “yo soy el profesor y no quiero ver a nadie aprendiendo nada si
yo no estoy al mando”, a ser: “soy un profesor, mi tarea es facilitar vuestro aprendizaje, y
hay otras treinta fuentes de conocimiento, apoyo y enseñanza”. También se reconocen las
455
inteligencias múltiples y se las apoya para que los niños “que ayudan” y los niños “a los
que se ayuda” no sean siempre los mismos.
Ningún niño debería tener que soportar la inflexibilidad, los currículos aburridos, la
falta de creatividad, la reglamentación excesiva, el exceso de estandarización y las
concepciones limitadas de la enseñanza y el aprendizaje. La mejora en estas áreas dentro de
un contexto de reforma estructural y coherente dará como resultado una mayor aceptación y
aprendizaje de todos los alumnos.
∗ Participación paterna
456
5. Decisiones y estrategias para que las escuelas sean para todos
A medida que las decisiones de reestructurar la escuela van llegando a más y más
escuelas, la inclusión de alumnos etiquetados como discapaces no se realiza como una
acción separada y distinta; al contrario, ocurre como algo simultáneo y natural. Las
características del movimiento reestructurativo y de la construcción de escuelas inclusivas
son las mismas: que todos los estudiantes experimenten una educación de calidad que
satisfaga sus necesidades educativas en un contexto de justicia y política social.
457
aprendizaje significativo y centrado en el niño. La inclusión supone la asistencia de
estudiantes a los mismos colegios que los hermanos y los vecinos, la pertenencia a aulas de
educación general con compañeros de una edad apropiada, la existencia de unos objetivos
de aprendizaje individualizados y relevantes y del apoyo necesario para aprender.
Otra decisión, ligada al movimiento de una escuela para todos, deberá ser tomada ante
el interés por proporcionar una estructura que ayude a considerar el contenido del
currículum y las adaptaciones del mismo, al ser esencial que las consideraciones
curriculares tengan un lugar dentro de las escuelas y las aulas que acogen y valoran la
diversidad de los alumnos escolarizados en ellas.
458
de tener estos alumnos en su aula, esto puede tener un impacto tremendo en las actitudes y
acciones de los estudiantes.
459
3) Establecer un plan que incluya objetivos específicos para alcanzar la inclusión
plena. Este plan suele mostrar la forma de utilizar los recursos y el personal en educación
“especial” para reducir la proporción profesor/alumno, ofrecer profesores de equipo,
consultores, ayudantes de profesores y/o personas que faciliten el apoyo dentro de la
corriente principal. Al establecer semejante fuerza de trabajo, los miembros de la comu-
nidad, estudiantes y una variedad del personal escolar pueden involucrarse y enorgullecerse
de conseguir una escuela inclusiva.
Cierto número de escuelas ya han empezado a designar a una persona para que sirva
como facilitador de apoyo, intensificando los esfuerzos para educar a todos los estudiantes
de las aulas inclusivas.
460
Estos profesores colaboradores o este personal de apoyo también pueden propor-
cionar ayuda como profesores de equipo, facilitando el aprendizaje en su área de expe-
riencia. Además, a menudo proporcionan apoyo para autorizar a los profesores a adaptar e
individualizar la instrucción para satisfacer las necesidades únicas de todos los miembros
de la clase. Es crucial notar que el profesor mantiene la responsabilidad de la educación y el
apoyo de todos los estudiantes en el aula, no asumiendo el papel de profesor personal del
alumno con necesidades especiales. El profesor colaborador o el facilitador de apoyo
actúan como un recurso del profesor, la familia, el director y la clase como un todo para
construir redes de apoyo y adaptar la instrucción a las necesidades individuales.
Cualquier persona dentro de un grupo del personal escolar podría ser designada como
facilitador de apoyo para asegurar la existencia de esta red. Las fuentes de facilitadores de
apoyo pueden ser antiguos profesores de educación especial, consultores u otros miembros
que han ganado experiencia en el desarrollo y mantenimiento de las redes de apoyo en la
escuela.
A modo de conclusión sobre todo lo expresado, podríamos decir que la reforma com-
prehensiva de la escuela debería tener dos componentes. El primero es una visión firme de
como los colegios podrían o deberían ser, unido a la habilidad para imaginar la escuela de
otra forma: una escuela no estratificada por la habilidad, no sujeta a un currículum fijo, bien
provista de profesores innovadores y participativos que cuenten con un buen apoyo. El
segundo componente esencial de una reforma escolar amplia, en oposición a la innovación
del programa o al ajuste de la escuela, es una agenda compartida: la comprensión de que
mejorar la escuela para algunos alumnos debe significar arreglar la escuela para todos los
alumnos.
Para satisfacer las necesidades de todos los estudiantes, los defensores de la inclusión
plena propugnan escuelas que enseñan, estimulan y honran a los alumnos, para los que han
sido establecidas. Si seguimos con las aulas como las que hay ahora y con los mismos
profesores, con un currículum como está definido actualmente y con unas estrategias de
enseñanza limitadas a las clases y a la instrucción de todo el grupo, no es sorprendente que
la inclusión no se vea como posible. Sin embargo, si podemos visualizar nuevos modelos
de organización escolar, del currículum y de la pedagogía, entonces podemos incluir en esa
visión aulas que satisfagan las necesidades de todos los estudiantes, incluyendo las de los
niños superdotados. Si llegáramos a ver que nuestro objetivo no es sólo salvar a aquellos
estudiantes para los que la marginación o el fracaso educativo es intolerable, sino que
consiste en asegurar el éxito educativo para todos los niños, entonces habría otras
posibilidades.
461
BIBLIOGRAFÍA
RESUMEN
Este artículo trata de poner de manifiesto los cambios que deberían darse en las es-
cuelas, para que cualquier niño encuentre en ellas una respuesta educativa acorde a sus
necesidades, con independencia de su condición física, personal o social.
Con esta finalidad, nos hemos centrado en la nueva concepción de escuela que pro-
pone el movimiento anglosajón de escuelas inclusivas, que en nuestro contexto hace
referencia a las denominadas escuelas comprensivas, eficaces o integradoras. Desde esta
perspectiva, analizamos qué es la inclusión, cuáles son las características de las aulas
inclusivas, así como las decisiones y estrategias que los equipos docentes tendrían que tener
en cuenta para que las escuelas puedan adentrarse en procesos de innovación educativa,
que, desde un enfoque de trabajo institucional-transformador, den respuesta a la heteroge-
neidad de los alumnos que componen la comunidad educativa.
462
LECTURA N° 24
Tortosa, F. y Gonzáles, A. (2004).
http: //needirectorio.cprcíeza.net/
Es mayoritario entre las familias que tienen hijos e hijas con este tipo de discapacidad
escolarizados en centros ordinarios un escepticismo extremo respecto a la respuesta
educativa que están recibiendo sus hijos, cuando muchas veces, y ya desanimados del todo,
acaban por abrazar la escolarización en el centro específico convencidos de que ahora sí
están atendidos, aceptados y en el entorno más adecuado. Por desgracia, las experiencias
integradoras positivas son escasas y muchas veces se deben al interés y motivación de los
maestros, a la ausencia de problemas graves de conducta, a la pasividad de los alumnos, a
la suerte; pero no a una verdadera organización del centro educativo, que asume, se
organiza y trabaja para atender a la diversidad como un valor fundamental de su proyecto
educativo.
Estas son algunas de las claves que deben tener estos centros, y que están presentes en
algunos de ellos, pocos, pero que deben ser modelo para la formación de profesionales y
ejemplo para otros centros.
2. En el Centro Integrador no hay horas libres, las clases de los especialistas (música,
educación física, religión) permiten que los tutores que libran formen el equipo de apoyo o
de atención a la diversidad y entren y apoyen en las aulas donde hay alumnos con n.e.e.
(necesidades educativas especiales).
En los otros, los tutores libran y se pierden, nunca los encuentra uno siempre tienen
una gestión pendiente, o se van a la sala de profesores a descansar.
463
En los otros, el Proyecto Educativo es una copia del que ha mandado la editorial X, y
la atención a la diversidad, cuando está, es un parche para salir del paso. En él no figura
como se organiza el centro y el profesorado para responder a ella.
En los otros, los alumnos con n.e.e. son del PT y del tutor, el resto de profesores y
personal poco sabe de sus capacidades, de sus necesidades educativas y vitales, de su disca-
pacidad. Este saber poco no es por mala voluntad sino por tendencia, rutina, dejarse llevar.
En los otros, los apoyos se dan fuera del aula por el PT, el AL, o el de la Asociación
respectiva, nunca se deja entrar a otro adulto al aula, hay cierto “oscurantismo” sobre el
trabajo individual que se realiza con estos alumnos, con lo que es difícil coordinarlo con el
trabajo en grupo que se realiza en el aula.
6. En el Centro Integrador los libros de texto son una ayuda y una referencia, el tutor
elabora las distintas unidades didácticas, se trabaja en forma cooperativa por proyectos, se
confía en la enseñanza tutorada (de los alumnos más adelantados a los menos), se trabaja en
grupos flexibles.
En los otros, los libros de texto son la ley y marcan lo que se enseña, lo que se debe
aprender, lo que se evalúa, quién sabe y quién no. Todos deben llevar el mismo ritmo y por
lo tanto no se respeta el ritmo individual de las personas con n.e.e. El grupo clase es
sagrado, no hay agrupamientos de otro tipo, la enseñanza siempre tiene un único sentido,
del tutor que sabe a los alumnos que aprenden (en realidad es el libro el que tiene el saber).
En los otros, se enseña lo que se pone en los libros, el rendimiento en ellos es lo que
manda, y el que no llega estorba. La discapacidad es un engorro que dificulta que el centro
se luzca y que hace que los alumnos buenos se retrasen y se vuelvan holgazanes.
8. En el Centro Integrador los padres, y en especial los de alumnos con n.e.e., son
respetados y tenidos en cuenta, se les escucha y se les procura asesoramiento y ayuda.
Como parte fundamental de la educación de los hijos participan en el centro y se
aprovechan sus conocimientos, oficios y capacidades. Se valora que los padres de los niños
con n.e.e. estén informados y que intercambien esa información con el Centro.
464
En los otros, los padres deben saber cuanto menos mejor, y encima los que tienen
hijos con n.e.e. son unos folloneros que no se enteran de que sus hijos son de educación
especial y en un centro con “normales” no están bien. Por supuesto no se cuenta con ellos
para nada y cuanto menos los veamos mejor. No se acepta bien que sean los propios padres
quienes faciliten información sobre la discapacidad de su hijo.
En los otros, el profesorado ya tiene mucha formación y sabe bastante, y ésta se limita
a formalizar los sexenios y se dedica a aprender a darle al ordenador, que está muy de moda
y es el futuro.
En los otros, los maestros no han estado nunca en esos centros, siempre los han
evitado, ellos son especialistas de otra cosa y tienen claro que el que no es “normal” debe
estar en esos centros. Nunca han querido trabajar con estos alumnos, no saben como
hacerlo, y si pudieran dejarían de escolarizarlos en su centro.
Está claro que la realidad no siempre es así, y que la mayoría de los centros se
encuentran en medio de ese continuo, unos más cerca de un extremo que del otro. ¿Cuántos
centros conocemos de los mejores? Algunos; y ¿cuántos de los otros?, muchos pero ya no
son TODOS. También pensamos que el profesorado no es el culpable de que la integración
no funcione como debiera. No ha sido formado para ello, en la mayoría de las veces no
conocen la discapacidad concreta, no saben como hacerlo, tienen incluso miedo de tocarlos
por si no lo hacen bien y están obsesionados con el currículum oficial y con “acabar los
libros”. No se les apoya convenientemente, ni con recursos formativos ni con personal.
465
II. Favorecer que las asociaciones implicadas estén autorizadas a través de convenios
firmados a participar en la educación de estas personas, que tengan que participar en la
elaboración de las adaptaciones o programas curriculares y que puedan participar en la
atención directa dentro del aula, cuando así sea necesario. Profesionales de estas asocia-
ciones, voluntarios debidamente acreditados y asegurados, personal del propio centro o de
la administración asignado para ella, pueden ser recursos validos para dar una respuesta
educativa ajustada, sobre todo en los primeros años de escolarización, incluso llegando al
apoyo uno a uno en casi todo el periodo lectivo.
IV. Que hagan más atractivos estos puestos docentes para los que no los han querido
nunca y premien a los que están dispuestos a ella, aunque al fin y al cabo se trata de que
hagan su trabajo; pero si es cierto que a mayor compromiso, disposición o esfuerzo debe
corresponderse desde la administración.
VIII. Convertir y dotar a los Centros Específicos en Centros de Recursos para los
Centros Ordinarios que escolarizan este tipo de alumnado, y aprovechar su experiencia y
conocimientos para mejorar la atención educativa. Facilitar reuniones de coordinación y
visitas a los centros específicos donde puedan ver cómo progresar en la respuesta más
adecuada y la realidad de las personas más afectadas.
466
XI. Fomentar la imagen de los centros modelo a nivel social y profesional.
III. Evitar luchas de poder entre profesionales. No sólo es inadecuado, sino también
perjudicial como modelo de valores que se transmite a los niños. La integración la hace
posible un equipo de personas en las que el “líder” es el niño al que se trata de integrar
(entiéndase “líder” como la persona que es objeto de la integración y el trabajo educativo ).
IV. Mantener actitudes positivas, flexibles y sensibles. Las personas con n.e.e tienen
una vida difícil y exigente. Un entorno positivo es un entorno cooperante y no amenazante.
V. Si las cosas van bien, no significa que se deban de retirar los apoyos, sino que se
está haciendo de manera adecuada.
VII. Para realizar una labor educativa adecuada, se debe conocer a las personas a las
que va dirigida la educación. Se debe conocer lo que significa ser una persona con autismo.
VIII. Evitar caer en el error de pensar que las metodologías educativas que se utilizan
con las personas con TT.GG.DD. únicamente les beneficia a ellos. La mayoría de, o todos,
los principios que rigen los métodos educativos utilizados con estas personas, son
beneficiosas para niños con otras n.e.e. e incluso para niños sin n.e.e.
467
flexibles y comprensivas con la diversidad. No hay culpables, hay responsables. Y
conciencias.
XI. Las familias también deben ser conscientes de que algunos niños necesitan una
educación dentro de colegios específicos. La integración es deseable para todos, pero la
realidad es algo que no debemos de disfrazar.
En Ciudad Real, a 22 de abril de 2001, después de leer unas reflexiones sobre el tema
de integración, realizadas por una persona que cree en ella y que, aún así, le hacen dudar de
la realidad educativa desde ambos “frentes”: profesionales y familias. Si entre todos
estamos construyendo una integración educativa llena de desencantos, tal vez sea el
momento de reflexionar sobre ello.
468
UNlDAD 5
469
470
UNIDAD 5. OBJETIVO 5
Retos de la integración escolar de personas con necesidades
educativas especiales
Contenido
Comentario
471
472
LECTURA N° 25
Durán de Unamo, M. y Montenegro, L. (1999). “El
docente venezolano de aula regular de cara al
nuevo milenio y su formación en el área de
educación especial”. En: Shea, T. y Bauer, A.
(1999). Educación especial. Un enfoque ecoló-gico.
(Pp 433-448) México: McGraw Hill.
Introducción
Los egresados universitarios de carreras docentes deben estar preparados para atender
a esta población estudiantil. Su formación debe permitirles apoyar estos diseños
pedagógicos. Por tanto, este docente debe tener información y formación en el área de la
educación especial, ya que todos los profesores debemos sensibilizamos del proceso
pedagógico integral de atención a los individuos con NEE, que son una parte muy
importante de la comunidad humana.
473
El artículo 23 del Proyecto de Convención sobre los Derechos del Niño en Venezuela
contempla que el niño con necesidades especiales tiene derecho a desarrollarse
socialmente, a cuidados especiales gratuitos y a disfrutar de una vida plena de bienestar.
Con este conjunto de medidas legales se intenta legitimar el derecho de las personas
con NEE a recibir una educación dentro del ámbito de la escuela formal. Sin embargo, para
lograr que éstas se cumplan, los profesores deben recibir la formación adecuada que
modifique sus actitudes de discriminación y segregación, y les cree conciencia de su
responsabilidad ante esta diversidad humana que necesita desarrollar al máximo sus
potencialidades en un entorno menos restrictivo.
A lo largo de estos años se han ido desarrollando los parámetros de trabajo que
sustentan la integración, y que parten de un modelo básico estructurado por los profesores
de la cátedra. Estos parámetros se reformularon en los últimos seis años con el fin de
incluir los siguientes aspectos:
474
1. Manejo de bibliografía básica en educación especial.
2. Avances recientes en la modalidad.
3. Investigación práctica en el campo de trabajo, contemplando cada una de las
modalidades de atención en educación especial.
4. Planes de estudio individualizados de acuerdo con el aprendiz con NEE.
5. Relación de la educación especial con la educación regular.
6. Políticas de intervención temprana, secundaria y terciaria.
7. Derechos del individuo con NEE en cuanto a igualdad de condiciones y
oportunidades en el medio social, familiar y escolar.
8. Papel del profesor del aula regular en el proceso de integración del aprendiz
con NEE.
¿Cuáles han sido los resultados a nivel "cualitativo" de esta experiencia pedagó-gica?
Los alumnos que han cursado seminario dentro de la mención han manifestado una
actitud muy positiva y abierta hacia el aprendiz con NEE. Sus actitudes de discriminación y
segregación han cambiado, y ellos se han convertido en propulsores del proceso de inte-
gración de estos aprendices en las aulas regulares de clase. Han logrado, además, alcanzar
parámetros de calidad en lo que se refiere a sus propuestas educativas, y aceptar con mayor
seriedad la responsabilidad que enfrentan ante el proceso pedagógico propio de esta
población estudiantil con NEE.
Los alumnos que han cursado el seminario se sienten, además, más capacitados para
apoyar y responder a esta modalidad educativa que tanto lo necesita, con lo cual demues-
tran solidaridad y apertura hacia el aprendiz con NEE.
475
476
LECTURA N° 26
Pérez de Hernández, I. (1997). “La formación del docente
especialista en el IPC. La inte-gración social de las perso-
nas con necesidades educativas especiales”. En: Educa-
ción Especial (Pp. 97-103). Venezuela N° 24. año X.
I. Consideraciones generales
477
naturaleza y grado que tienen dificultad para adaptarse y progresar a través de los
programas diseñados para la Educación Regular y por lo tanto, requieren de programas
específicos, complementarios o substitutivos, transitorios o permanentes... (Ley Orgánica
de Educación. Art. 32).
Tal como se observa en el Cuadro N° 1, en cinco (5) de las seis (6) áreas se
contemplan competencias generales requeridas en el proceso de integración de los
educandos, desde las que apuntan al manejo de características personales y profesionales
necesarias en el crecimiento y desarrollo personal y profesional del egresado, como las
específicas requeridas para el manejo efectivo de la integración social del educando con
necesidades especiales.
478
19), a las políticas del Instituto Pedagógico de Caracas (IUPC, 1981), a la Ley Orgánica de
Educación 1980, para responder a las exigencias del momento: en Educación Especial se
reajusta el perfil de competencias, se mantiene la estructura curricular, con los cuatro
componentes señalados. Así mismo se reajusta el número de unidades créditos por
componentes y en función de las competencias específicas añadidas se observa el
incremento en el número de cursos, previstos para todas las menciones, enfatizando la
Educación Especial, como hecho pedagógico, a pesar de las desviaciones hacia el enfoque
rehabilitatorio asistencial que trata de ser impuesto en ese período.
Evidentemente, se observa:
479
6. Los presentes representamos diferentes entes responsables de la integración de las
personas con necesidades educativas especiales. Aunar esfuerzos y unificar crite-rios es
nuestro reto.
480
4. Componente curricular. Especializado
• Introducción
• Evaluación diagnóstica
5. Prácticas profesionales.
• Aplicación general
• Apiicación individual
Cuadro N° 2
Maestro especialista: 7
113 unidades créditos
semestres.
4. Componente curricular Especializado
481
Cuadro N° 3: Diseño curricular 1987-96 U.P.L. Educación Especial
482
LECTURA N° 27
Vlachou, A. (1999). Caminos hacia una
educación inclusiva. (Pp. 63-92 y 225-238)
Madrid: La muralla.
483
profundidad y reconstruir el modo en que la investigación actitudinal convencional ha
enfocado hasta ahora las cuestiones relativas a la integración y las actitudes.
Otros autores sostienen que el término “etiqueta” tiene un uso específico y general al
mismo tiempo. Según Eayrs et al. (1993), el primer uso está relacionado con las relaciones
desiguales en las que los grupos que detentan el poder disponen de los medios y pueden
definir el modo en que se percibe y trata a los grupos menos poderosos. El segundo uso es
más común, pues se utiliza en un sentido más amplio para describir a otra persona.
Oliver (1992b) cree que el modo en que se debe tratar a las sociedades
discapacitadoras es cambiar lo que hace la gente, no su modo de pensar. Pero las formas de
pensamiento influyen enormemente sobre cómo vivimos y pensamos, y uno no se puede
desligar de sus conciudadanos. Si ello es así, entonces la información que se nos ha
ofrecido sobre los efectos que tiene etiquetar a los discapacitados desde la no-discapacidad,
afectará directa o indirectamente nuestras acciones. “Unirse a la lucha” de los
discapacitados contra las sociedades discapacitadoras significa, en primer lugar,
interiorizar, como cualquier persona no-discapacitada, que la sociedad es discapacitadora.
Una forma de alcanzar este estado es revisar la historia de la información ofrecida por la
investigación y reflexionar de un modo crítico acerca de la misma. Una revisión de estudios
empíricos sobre el uso y los efectos que tiene etiquetar muestra que la cuestión es
terriblemente complicada, y que suscita sentimientos y opiniones encontrados.
484
MacMillan et al. (1974) identificó cinco áreas en las que el acto de etiquetar podía
afectar a los niños discapacitados: el autoconcepto, el rechazo de los compañeros, la
adaptación vocacional futura, las actitudes familiares, y las expectativas de los profesores.
Tras revisar la literatura disponible en cada una de estas áreas, concluyeron que había poco
apoyo a la noción de que los niños discapacitados eran estigmatizados mediante la
aplicación de etiquetas tales como “retrasado”. Gottlieb (1974), examinando si la etiqueta
“retrasado mental” influía sobre las actitudes de los compañeros hacia los alumnos
discapacitados, encontró que los niños de clase media se ven más influenciados por el nivel
de competencia académica que observan en sus compañeros discapacitados que por la
etiqueta que se cuelga a los mismos. Interpretó este hallazgo como que las etiquetas no
llevan a actitudes negativas asociadas al estigma.
Gottlieb (1986) llegó más lejos y señaló que el comportamiento observable en los
niños discapacitados puede estigmatizarlos a los ojos de sus compañeros independien-
temente de si la escuela los ha etiquetado formalmente como “retrasados” o no. Asimismo,
sostenía que, si éste es el caso, el comportamiento inadecuado de los niños contribuye a que
sean rechazados por sus compañeros; por lo que su integración en el sistema educativo
ordinario puede causar un mayor ostracismo en ellos que si son educados en clases
segregadas. Justificó este argumento sobre la base de que el comportamiento inadecuado de
estos niños será más visible en una escuela ordinaria.
En lo que concierne al efecto de las actitudes de los profesores y el uso que hacen de
las etiquetas, el estudio de Kurtz et al 1977), que comprendía niños etiquetados y no--
etiquetados, encontró que en vez de responder negativamente a la etiqueta, los profesores
respondían de un modo positivo mostrando una menor distancia social. Su hallazgo
concertaba con el de Siperstein et al (1980), Towne y Joiner (1968), y también con el de
Goodman et al. (1972), tal y como se cita en la revisión de la literatura del estudio de
Gottlieb (1974). Estos tres estudios encontraron que etiquetar puede, a la postre, tener un
efecto protector; incluso han señalado sus beneficios potenciales. Por ejemplo, utilizando
una lista de adjetivos dentro de una escala de actitudes, Siperstein et al. (1980) encontró
que la etiqueta “retrasado mental” tiene un efecto beneficioso por cuanto ofrece “una
razón” a los compañeros para explicarse y comprender la incompetencia académica de sus
compañeros discapacitados o su comportamiento “inadecuado”. Los autores de este estudio
argumentaron que no se habían dado explicaciones cuando los niños procedían a hacer
comparaciones poco favorables entre ellos mismos y sus compañeros discapacitados.
Por el contrario, Bromfield et al. (1986) encontró que las etiquetas tienen influencia,
pero que ésta no es positiva. Antes al contrario, etiquetar tiene un efecto negativo porque
los profesores albergan pocas expectativas con respecto a sus alumnos como consecuencia
de las propias etiquetas; consecuentemente, lo más probable es que estos niños tengan un
bajo rendimiento. Este estudio experimental, dirigido mediante el uso de cintas de video y
de cuestionarios, reveló que los participantes a los que se presentó a los niños portadores de
la etiqueta “retrasado mental” atribuían con menos frecuencia el fracaso de los mismos al
poco esfuerzo que realizaban o a factores ambientales.
485
Dandy y Callen (1988) afirmaron que existe un número de estudios que utiliza las
actitudes y el comportamiento observado como medidas, y que unas y otro tienden a influir
sobre el acto de etiquetar, si bien de un modo no muy marcado. También sostenían que
demostrar que las viejas etiquetas ejercen una determinada influencia no nos dice si el uso
de términos alternativos tales como “dificultades de aprendizaje” o “necesidades educativas
especiales” dentro de contextos integrados tiene un efecto mayor o menor que el uso de las
antiguas categorías.
Un estudio más reciente realizado por Eayrs et al. (1993) investigó la influencia de
tres etiquetas diferentes actualmente utilizadas sobre las percepciones que se tienen de los
grupos así etiquetados. Las citadas etiquetas eran “subnormal”, “deficiente psíquico” y
“personas con dificultades de aprendizaje”. Estos tres grupos independientes de personas
eran presentados en el cuestionario acompañados de una actitud. Los principales hallazgos
de este estudio apoyaban la opinión de que el término “dificultades de aprendizaje” se
asocia a actitudes más positivas que los otros dos, cuyos resultados no difieren de forma
significativa.
486
estudiantil sea mínima) utilizando estímulos positivos y negativos
diseñados por un modificador experimentado.
En el libro Schools, Pupils and Deviance39 (Barton y Meighan, 1979) una serie de
autores ha mostrado de qué modo la desviación y las etiquetas son una creación de los
climas institucionales —cuestión que la mayoría de los estudios anteriormente
mencionados no lograron abordar—. Además, hay otros estudios que han demostrado que
“aun cuando los profesores deseen tratar a los alumnos en cuanto individuos, se ven
limitados por las circunstancias y obligados a etiquetar en términos de las categorías que
reflejan las necesidades institucionales y las presiones externas” (Hargreaves et al., 1975;
Sharp y Creen, 1975; citados en Quicke et al., 1990: 35).
Finalmente, en su exploración del efecto que tienen las etiquetas sobre las actitudes de
los compañeros y los profesores, así como sobre las vidas de los niños discapacitados,
Karagiannis dice:
Quicke et al. (1990: 35) apoya esta opinión señalando que etiquetando la desviación
“se contribuye al mantenimiento de un clima social en el que los alumnos no son tratados
con el mismo respeto que sus compañeros, ni por estos ni por sus profesores; un clima, por
tanto, que constituye un caldo de cultivo excelente para los prejuicios”. En un análisis
realizado a un nivel más detallado, se asocian las etiquetas al comportamiento interpersonal
en el que los conceptos del yo y los papeles sociales se aprenden en el marco de las
relaciones personales. Se ha argumentado que el yo se ve “penetrado” por aquellos a los
que conocemos y por sus respuestas hacia nosotros (Thomas, 1978). Para una persona
discapacitada, los medios básicos que utiliza para evaluar su yo son cualitativamente
diferentes de la experiencia de la mayoría. Por ejemplo, Thomas (1978) ha argumentado
39
Escuelas, alumnos y desviación (N. del T.)
487
que la comunicación interpersonal entre los niños discapacitados y aquellos que no lo son
ha estado muy influenciada por dos tipos de “desviación”: primaria y secundaria. La
desviación primaria, según Thomas, tiene relación con las dificultades prácticas en las
relaciones interpersonales que se derivan de la propia discapacidad, que están acompañadas
por los estigmas y estereotipos sociales y, subsiguientemente, por la desviación secundaria.
Aun cuando los estudios anteriores no sean recientes, sirven para mostrar lo fútil y
problemático que era el debate en el área de investigación sobre los procesos de integración
frente a la segregación. Primero, este tipo de trabajo proporciona toda una serie de
problemas operativos, conceptuales y analíticos. El concepto “adaptación social” y el
488
desarrollo de la autoestima se consideraban procesos fuera de todo contexto y no
reconocían que el yo, en un sentido muy importante, es producto de la interacción de una
persona con las demás. Descontextualizar la formación del autoconcepto tendía a minimizar
la importancia del entorno social en el que, en primer lugar, se había desarrollado el
significado de dicho concepto. Segundo, otro punto de interés se deriva del modo en que se
han abordado cuestiones tan complejas como la formación del autoconcepto o la
autoestima. Es cuestionable si la naturaleza de la experiencia de una persona, su
interpretación de aquello que la rodea, el significado de sus opiniones y la naturaleza de sus
emociones pueden cuantificarse sobre una escala de puntuación de la autoestima. Tercero,
conclusiones como “los niños tenían un mejor concepto de sí mismos cuando pertenecían a
contextos plenamente segregados” tendían a ser auto-indulgentes, una justificación, pues
apenas reconocían que se basaban en dudosas comparaciones que no han logrado ofrecer
una descripción de los mundos social y cultural de las personas objeto de investigación.
Así, por un lado tendían a justificar las prácticas segregacionistas y a legitimar el modelo
según el cual la persona discapacitada tiene un déficit; por otro lado, no aportaban nada
para hacer que la integración sea un medio para crear un entendimiento inclusivo de la
comunidad educativa.
Otro estudio, que investigaba las inclinaciones de los niños no-discapacitados para
ayudar a sus compañeros con necesidades especiales, encontró que, en general, se elegía a
los niños “que poseían una discapacidad ortopédica” más a menudo que a aquellos con
Síndrome de Down (Kennedy et al., 1982). Las razones dadas por los pequeños
participantes con respecto a su elección variaban. Este estudio encontró que la noción de
que un individuo discapacitado necesita ayuda aparece bastante temprano (por ejemplo,
alrededor de los ocho años), mientras que los niños sienten una mayor inclinación a ofrecer
ayuda a aquel niño que parece más “necesitado”. Además, se vio que los niños otorgaban
una categoría negativa a sus compañeros discapacitados refiriéndose a ellos como “bebés”
y “pequeños”. En un estudio más reciente en el que se media la integración social mediante
la frecuencia con la que interactuaban los niños discapacitados con sus compañeros, se
489
averiguó que había menos interacciones de lo que cabía esperar del azar (Jenkins et al.,
1989).
Los hallazgos anteriores eran similares a los de estudios previos que examinaban la
aceptación —mediante el uso de una escala de puntuación— que podían encontrar los
niños, discapacitados o no, entre sus compañeros. Estas puntuaciones eran significa-
tivamente más bajas en el caso de los niños discapacitados. En adición a lo anterior, se vio
que el grado de aislamiento de los niños discapacitados aumentaba según su grado de
desarrollo intelectual disminuía (Baldwin, 1958; Jordan, 1959).
Rynders et al. (1980) mostró que el modo en que se estructuran las actividades influye
sobre la natura1eza de las interacciones entre los niños discapacitados y los que no lo son.
Según dicho estudio, la estructura cooperativa fomentaba significativamente las
interacciones y las actitudes positivas. El que las experiencias de aprendizaje cooperativas
fomenten las interacciones positivas y la amistad entre ambos grupos de niños también ha
sido el hallazgo principal del estudio realizado por Johnson y Johnson (1981). La
estructuración cooperativa de las actividades de aprendizaje, cuando está acompañada por
la información y el conocimiento sobre los compañeros discapacitados, proporciona un
escenario para la creación de actitudes positivas en los niños hacia la discapacidad (Lewis y
Lewis, 1988). El conocimiento y la consciencia respecto de las cuestiones de discapacidad
se han caracterizado como rasgos clave en el cambio de las actitudes negativas de los niños
no-discapacitados hacia los compañeros discapacitados (Shapiro y Morgolis, 1988).
También, Lynas (1986) señaló que los maestros deberían tener cuidado con respecto a la
cantidad de ayuda que proporcionan a los niños con discapacidades y el modo en que
ofrecen dicha ayuda. La discriminación positiva, si no se presenta adecuadamente, puede
tener efectos socialmente segregacionistas al reforzar las actitudes negativas de los
compañeros.
490
Sin embargo, las actitudes parecen ser un asunto bastante más complicado. Ello lo
demostró un estudio que trataba de examinar las actitudes de alumnos de secundaria hacia
la noción del retraso mental. Los resultados indicaron cierta confusión sobre la naturaleza y
causas del “retraso mental”. También indicaba que la misma persona podía tener
sentimientos y opiniones encontrados acerca de la integración de personas discapacitadas y
sus interacciones con las mismas (Kyle y Davies, 1991). Otros estudios han demostrado
que las actitudes de los no-discapacitados hacia las personas discapacitadas y sus
interacciones con ellas se ven afectadas por otros parámetros tales como la edad, el género,
la clase social, la raza, y el nivel de competencia que posee el niño discapacitado. El género
era uno de los parámetros que más influía sobre la naturaleza de las actitudes (Goodman et
al., 1972; Thomas, 1978; Sandberg, 1982; Firth y Rapley, 1990).
Más en particular, Quicke (1989; Quicke et al., 1990) ha puesto el acento en que la
investigación actitudinal debería tener en cuenta el impacto del género cuando se les pide a
los niños que expongan sus opiniones y pensamientos sobre las interacciones que tienen
con sus compañeros discapacitados:
Los estudios anteriores son sólo una pequeña muestra del tipo de investigaciones que
se ha llevado a cabo en las áreas de la integración social y de las actitudes de los niños
hacia las interacciones con sus compañeros discapacitados. La mayoría de los estudios se
centraron en el grado más que en la naturaleza, significado(s) y calidad de las interacciones
entre niños discapacitados y no-discapacitados. El rechazo de los primeros hacia los
últimos era un modelo bastante común según los datos aportados por dichos estudios,
indicando con ello que las actitudes de los no-discapacitados estaban influenciadas por una
serie de variables. La “habilidad” o “inhabilidad” de los niños discapacitados a la hora de
establecer relaciones, las percepciones de sus compañeros sobre la discapacidad, sobre su
rendimiento académico, la cantidad de interacción real con ellos, el tipo de actividades de
aprendizaje dentro de las cuales tanto unos como otros interactúan, y la edad, género y
clase social de los no-discapacitados han sido algunas de las variables en investigaciones
actitudinales previas que influyen sobre las actitudes de éstos hacia aquéllos. Sin embargo,
la mayor parte de estos estudios ha aislado cada una de dichas variables de su contexto
social y cultural, y al hacerlo así se ha minimizado su complejidad. Las relaciones
complejas han sido resumidas en declaraciones concluyentes, con frecuencia propor-
cionando apenas información sobre los “porqués” y “cómo” necesarios para comprender la
491
creación y significado de los diferentes modelos sociales. A veces, el lenguaje dominante
utilizado en la mayor parte de dichos estudios era en sí mismo ofensivo y discapacitador,
mientras que conceptos tales como “interacciones sociales” y “aceptación social” se
definían errónea o insuficientemente, generando así un modelo de dependencia y déficit en
torno a los niños discapacitados.
Hay estudios que han examinado la integración desde la perspectiva del profesor. Los
hallazgos sobre esta cuestión no son concluyentes, algunos de ellos (principalmente
dirigidos en Norteamérica) informan de la presencia de actitudes negativas por parte de los
profesores hacia la integración de alumnos con necesidades educativas especiales (Baker y
Gottlieb, 1980; Leyser y Abrams, 1983; Fieldman y Altman, 1985), mientras que otros
informan de lo contrario (Hegarty y Pocklington, 1985; Pinhas y Schmelkin, 1989).
Thomas (1985) identificó numerosos factores, tanto de tipo institucional como personal,
que, combinados, pueden servir como predictores de las actitudes del profesorado hacia la
integración de niños discapacitados. Algunos de dichos factores eran: la política tradicional
de la escuela respecto de la integración, política de distribución de alumnos entre las
distintas clases (de habilidad mixta o según rendimiento académico), la actitud del director
del centro hacia la integración, la calidad del apoyo ofrecido por el profesor (tutor) de
educación especial, la relación entre el profesorado ordinario y el profesor de apoyo (sus
papeles y sus responsabilidades), ideología (liberal o conservadora) en cuanto dimensión de
la personalidad del profesor, género, tipo de enseñanza, nivel de confianza del profesor a la
hora de seleccionar los métodos pedagógicos adecuados para los alumnos discapacitados.
492
de los profesores eran positivas hacia la integración de alumnos “delicados” en 75'5 por
ciento, de alumnos con discapacidades físicas en 63 por ciento, de estudiantes con
dificultades específicas de aprendizaje en 54 por ciento, de alumnos con un “defecto” en el
habla en 50 por ciento; mientras que revelaban actitudes menos positivas hacia la
integración de estudiantes con minusvalías psíquicas graves (sic) en 2'5 por ciento, y de
estudiantes con una discapacidad múltiple (sic) en 7'5 por ciento. Este estudio se basaba en
una lista jerárquica de preferencias respecto de grupos discapacitados que también ha sido
utilizada en otros estudios (por ejemplo, Hegarty y Pocklignton, 1981). Estos estudios
revelaban dos cuestiones absolutamente vitales. Primero, los profesores clasifican a los
niños según su discapacidad específica; segundo, los niños con una discapacidad psíquica
se encuentran al final de la lista de preferencias. Lo que es más, los hallazgos de este
estudio revelaban que las actitudes del profesorado se ven influenciadas por las formas de
ayuda y de apoyo que reciben. Otros estudios (Thomas, 1985; Karagiannis, 1988)
defienden también la conexión que existe entre la formación de actitudes y la naturaleza y
calidad del apoyo que reciben los maestros en su medio de trabajo.
Finalmente, hay una serie de otras características que se han identificado como
influyentes con respecto a la formación de las actitudes del profesorado hacia la
integración. Éstas están más relacionadas con las características personales y demográficas
de los profesores, tales como la edad y cantidad de experiencia docente que poseen con
personas discapacitadas. Más en particular, se ha informado de que los profesores jóvenes y
aquéllos con más años de experiencia docente con niños discapacitados mostraban una
tendencia a tener actitudes positivas hacia la integración (Stainback et al, 1984). Parece, sin
embargo, que estas características no son tan fuertes a la hora de influir sobre las actitudes.
Reynolds et al. (1982) no encontró diferencias significativas en las respuestas de los
maestros hacia la integración cuando las comparó con la edad, experiencia docente
ordinaria y especial de los mismos.
Todos estos hallazgos empíricos nos proporcionan una gran cantidad de información
que deberíamos tener en cuenta cuando quiera que nos impliquemos en estudios
actitudinales hacia la integración. No obstante, como ya se ha mencionado (ver la
Introducción), la investigación actitudinal en el área de necesidades especiales suscita
algunas preguntas relevantes como, por ejemplo, ¿de qué modo definimos las actitudes? y,
más importante, ¿cómo podemos proceder para explorarlas? La respuesta a tales preguntas
implica algunos problemas teóricos/ideológicos, tensiones y confusiones en la compleja
interfaz existente entre las varias teorías sobre las actitudes per se, y la integración, así
como la experiencia vital en el terreno que nos ocupa. El siguiente análisis, procedente
fundamentalmente de una posición epistemológica positivista del otro lado del Atlántico,
analiza los principios teóricos fundamentales subyacentes al examen (y medida) de las
actitudes desde una perspectiva “objetiva” convencional. La familiaridad con la lógica
ideológica/metodológica que apuntala los modelos dominantes de la investigación
actitudinal es necesaria antes de pasar a una perspectiva crítica más general. Así pues, la
discusión se centrara, en un principio, en la literatura relacionada con las bases teóricas y
metodológicas generales del término “actitud”.
493
Examen del término “actitud”
Otros autores (Thurston, 1928; Likert, 1932), al hacer operativo el término para
propósitos de investigación, sugirieron que las actitudes no son ni más ni menos que lo que
la escala de actitudes mide. Desde un punto de vista operativo, las actitudes fueron
fundamentalmente definidas como una cuestión de preferencias.
494
objetiva de los sucesos. Las construcciones no pueden ser especi-
ficadas de dicha manera.
(Cameron y Whetten, 1983: 7)
Otros autores han sugerido que las actitudes son difíciles de definir debido a su
carácter multidimensional, que incluye una diversidad de componentes cognitivos,
afectivos y conativos (Fishbein y Aizen, 1974). La formulación operativa del término
incluía tres elementos como componentes: la dimensión afectiva o evaluativa (bueno--
malo), la dimensión de la actividad (activa-pasiva), y la potencia o dimensión cognitiva
(fuerte-débil).
Había otros teóricos que, aun cuando pensaban que las actitudes eran abstracciones,
unían éstas directamente al medio:
495
Aunque se establecía una relación entre las actitudes y el medio social, se percibían
desde una perspectiva individualista. El énfasis se ponía en acomodar o asimilar
información dentro de estructuras mentales ya existentes. El rasgo fundamental no era el
conflicto sino la generalización, que fomentaba la adaptación para un mejor funcio-
namiento dentro de los diferentes medios.
Según la lógica actitudinal convencional, para ser objetivos, los investigadores deben
tener presente que cuando examinan estas generalizaciones sólo pueden analizar las
actitudes con respecto a la acción específica, el objetivo al que se dirige la acción, el
contexto en el que se realiza ésta, y el momento en el que se lleva a cabo (Ajzen y Fishbein,
1977). Así, si se desea medir una actitud, una acción específica deberá aislarse del resto del
medio —sin la presencia de relaciones e interacciones—.
Otros autores han llegado a un consenso según el cual las actitudes deberían
conceptualizarse como disposiciones subyacentes que determinan, junto con otras
influencias, una diversidad de comportamientos hacia un objeto (Tognacci et al., 1974). De
modo que se consideró que las actitudes eran tan sólo uno de los muchos factores que
determinan el comportamiento. Este trabajo representó un cambio de dirección respecto de
los esfuerzos de investigación, es decir, se pasó de examinar si las actitudes están
496
relacionadas con el comportamiento o no, a examinar las condiciones bajo las cuales
actitudes y comportamientos co-varían (Weigel y Newman, 1976).
Fishbein y Ajzen (1974) y Ajzen y Fishbein (1977) intentaron integrar los hallazgos
discrepantes en su exhaustiva exploración de la literatura investigativa sobre la relación
actitud-comportamiento. Encontraron que las acciones de las personas están siste-
máticamente relacionadas con sus actitudes sólo cuando se consideran la naturaleza de los
predictores de actitudes y los criterios de comportamiento. Tras definir los cuatro
elementos que constituyen las entidades actitudinales y de comportamiento —acción,
objetivo al que se dirige la acción, el contexto en el que se realiza ésta, y el momento en el
que se lleva a cabo— sugirieron que “la fuerza de una relación actitud-comportamiento
depende en gran parte del grado de correspondencia existente entre las entidades
actitudinales y de comportamiento” (Ajzen y Fishbein, 1977: 891).
497
Reflexión crítica sobre la investigación actitudinal convencional
Se consideraba que los contextos experimentales eran suficientes para medir los
juicios de valor. Justificando la lógica anterior, Siperstein et al. (1988: 24) afirmó que “un
análisis de regresión múltiple mostraba que las actitudes de los niños hacia los niños
objetivo en el contexto del laboratorio estaban relacionadas con sus elecciones
sociométricas con respecto a sus compañeros discapacitados”.
498
No quiero con ello argumentar que la investigación que hace uso de métodos
positivistas convencionales carezca de valor en lo que concierne a nuestra comprensión de
los fenómenos sociales. Mi falta de satisfacción procedía más bien del indisputable modo
en que se utilizaban los términos “actitudes” e “integración”. También se derivaba de la
cada vez más firme creencia de que nuestras herramientas metodológicas construyen el
tema en sí mismo. Además, la naturaleza de éste influye sobre el tipo de métodos que
utilizamos y éstos, a su vez, influyen sobre aquélla.
En resumen, se ha pensado que la actitud tiene una entidad que debe separarse de sus
relaciones con otras entidades sociales con objeto de poder medirse. A veces, se ha creído
que dicha entidad es inaccesible porque reside en algún lugar del individuo (el
subconsciente); también incluye una dimensión biológica y habitual. Hay, sin embargo,
algunos principios generales que se pueden describir y aplicar a cualquier situación siempre
y cuando podamos cuantificar y estandarizar los mismos mediante el uso de unas medidas
altamente sofisticadas. Según las medidas convencionales de la actitud ello puede suceder
cuando hagamos operativa una actitud variable dependiente; las aseveraciones que
“emanen” de la misma pueden verse entonces como simples estímulos de los que se infiere
la actitud. (Para un análisis extensivo, ver el artículo de Roiser (1974) “Asking silly
questions40”). El siguiente paso consiste en encontrar, allá donde sea posible, una especie
de relación causal o determinante entre las respuestas verbales y las acciones, tratando y
percibiendo esta relación como poseedora de una conexión estímulo-respuesta mecánica.
Para que así sea, una unidad de actitud ha de ser precisa, clara y, por tanto, carecer de toda
ambigúedad, pues de lo contrario no será valida. Si la relación no es fuerte y significativa,
entonces las respuestas actitudinales dicotómicas tendrán poco valor.
Así pues, se han abstraído las actitudes del contexto en el que se desarrollaron, y por
tanto se hacen apolíticas, asociales y ahistóricas. Cualquier implicación de ideologias y de
parámetros sociales, culturales o morales puede poner en peligro la objetividad del estudio
—se puede acusar al investigador de haber realizado juicios de valor—. El papel del
investigador es, pues, crucial, ya que según la lógica positivista convencional deberá ser
una tabla rasa, excluyendo su subjetividad y cualquier otra interpretación de tal cariz. Ha de
ser “neutral” y estar “distanciado” de los sucesos.
40
Haciendo preguntas tontas (N. del T.)
499
Esta base lógica parece estar limitada y ser a su vez limitadora porque no consigue
considerar que los fenómenos sociales no son sucesos del mundo exterior percibidos por
observadores pasivos, sino interpretaciones realizadas por un sujeto activo que define el
campo, que influye y se ve influido por el medio (ver Armistead, 1974). La lógica
positivista convencional tampoco logra reconocer que la naturaleza del enojoso tema de las
actitudes y la integración es altamente política, cultural, histórica y social.
La actitud es una entidad social que abarca los pensamientos, las formas de pensar y
experiencias que se desarrollan en contextos culturales interdependientes específicos. Por
ello, medir las actitudes significa medir los pensamientos de las personas, sus opiniones y
experiencias. La noción de experiencias aquí no es la misma noción del comportamiento
público que los investigadores tratan por todos los medios de medir, y después conectar con
los opiniones verbalmente expresadas para decidir si hay alguna congruencia. La
experiencia es un término más amplio que incluye el comportamiento en relación al modo
en que se siente el participante respecto de él, el modo en que lo comprende, interpreta y,
finalmente, evalúa. La primera cuestión problemática se deriva de la pregunta que planteó
Armistead: “¿El estigma de toda una vida se puede reflejar en el modo en que una persona
de raza negra se puntúe dentro de una escala de autoestima? ¿Se pueden cuantificar la
naturaleza de la experiencia de una persona, su interpretación del entorno, el significado de
sus opiniones, la naturaleza de sus emociones?” (Armistead, 1974: 19). Las respuestas
descontextualizadas, polarizadas y dicotómicas que muestran acuerdo o desacuerdo con
respecto a fenómenos complejos se convierten así en un tipo de conocimiento abstruso para
el investigador —pero, sobre todo, para los participantes y sus vidas—. Por una parte, se
hace abstruso para el investigador porque, tal y como señala Armistead:
500
citador. Además, es ambiguo, pues la igualdad es un fenómeno contingente complejo que
está sujeto a distintas interpretaciones.
Las relaciones e interacciones sociales que tienen lugar en la vida diaria son rasgos
fundamentales porque afectan, moldean o incluso estructuran las identidades, y viceversa.
Explorar las relaciones a un micronivel nos ayuda a entender, o, por lo menos, a tratar de
comprender la forma en que damos sentido a los sucesos que afectan nuestras vidas; nos
puede incluso ayudar a identificar lo que se ha interiorizado y dado por sentado como algo
“natural”.
501
En situaciones más complejas, lo que creemos y sentimos contrasta con cómo
actuamos. En tales casos, nuestras acciones no san “auténticas,”. Existen tensiones creadas
en la relación entre el yo y la realidad superordinaria del entorno. Un examen de las
limitaciones institucionales (estructurales, situacionales, personales e ideológicas) que
impone el medio sobre la persona puede ofrecer una mejor explicación y un mayor
entendimiento de las razones que se ocultan tras esta incongruencia. ¿Cómo da sentido el
individuo a este medio y a las relaciones sociales implicadas?
Sin embargo, había una asunción más fuerte que moldeaba el diseño de este estudio
—la discapacidad es un producto de las interacciones sociales entre las personas con
minusvalías y el modo en que los demás responden a las mismas—. Es decir, existen
continuidades sociales, tradiciones y relaciones poderosas y perdurables que definen a una
persona con una minusvalía como discapacitada. Las identidades de dichas personas ya “las
hemos definido nosotros por ellos” de la manera más discriminatoria y degradante.
502
Existen muchas descripciones escritas por personas discapacitadas que pueden
permitir a los investigadores no-discapacitados proceder en una investigación no--
discriminatoria. En su artículo “Redefiniendo la discapacidad: un desafío para la
investigación, Oliver (1987) afirmaba que la investigación sobre la incapacidad casi nunca
ha conseguido implicar a los discapacitados excepto, por ejemplo, en cuanto sujetos
pasivos de entrevistas y de observaciones hechas por investigadores no-discapacitados y
basadas en las asunciones de personas sin ninguna clase de minusvalía. Indicó que mucha
de la investigación que se ha realizado sobre la incapacidad ha hecho poco o nada para
mejorar la calidad de vida de las personas discapacitadas y para influir sobre las políticas
sociales.
Finkelstein (1980) afirmó que incluso allá donde los investigadores se han centrado en
factores sociales tales como la actitud de los no-discapacitados o los estigmas, han seguido
considerando que estos factores están casualmente relacionados con el individuo
discapacitado. Además, Trieschmann (1980) señaló que las personas discapacitadas se han
sentido las víctimas de profesionales que escriben artículos sobre las reacciones ante la
discapacidad basándose más en la teoría que en los datos. No obstante, hay discapacitados
que han puesto en tela de juicio incluso la noción de los datos cuando éstos llevan a una
visión parcial e inhibidora del individuo discapacitado. Brisenden ha analizado
extensivamente la demanda en torno a la necesidad de ver más allá de los datos
fragmentados, especialmente si son de tipo “clínico”:
503
determina los hallazgos de la investigación, sino las interacciones entre las personas
implicadas”.
Este estudio considera ahora el caso de una escuela de primaria que tenía una política
de integración, de un modo transversal, con 40 alumnos a los que se consideraba tenían
necesidades educativas especiales, incluyendo a seis niños con Síndrome de Down.
Adoptando la perspectiva de que el individuo, su sentido de identidad y su comportamiento
se producen y moldean a través de las interacciones sociales, busque un diseño
metodológico que me permitiera dar sentido a estos procesos dentro de un medio social
“natural”. Es decir, había de sumergirme en dicho medio y comunicarme formal e
informalmente con los participantes, dejando espacio para que estos expresasen su propia
comprensión de la integración y las interacciones con los niños discapacitados (si se de sea
un análisis extensivo, ver Vlachou, 1995a). Como consecuencia de ello, la investigación
implicó la observación de los participantes durante más de año y medio, el uso de
entrevistas semiestructuradas y discusiones informales con 19 profesores, así como
discusiones individuales y de grupo (con el uso de una fotografía) con 103 alumnos (ver
Apéndices 2 y 3).
504
LECTURA N° 28
León Guerrero, M. (1998). En: Sánchez Palomino, A. y
Torres González, (coords.) Evaluación especial. Una
perspectiva curricular organizativa y profesional (pp.
407-427). Madrid: Pirámide.
1. Introducción
Dicho programa debería basarse en las necesidades formativas de aquellos que están
trabajando en la diversidad y tomar al centro como unidad básica de formaci6n y mejora de
dicha práctica. De acuerdo con esto, estimamos que la investigación-acción y el desarrollo
profesional colaborativo son los dos modelos que permitirán al profesional de la diversidad
generar su propio conocimiento para trabajar con estos niños, constituyéndose este
conocimiento en una de las principales fuentes de contenido del programa de desarrollo
propuesto.
2. Objetivos
Es obvio considerar que una de las condiciones fundamentales para llevar a cabo la
integración escolar es la de suministrar al profesor una formación en ejercicio relacionada
con la diversidad; por ello, dentro de este campo se han llevado a cabo un gran número de
investigaciones que valoran los efectos positivos de los programas de este tipo de for-
mación (Nevin y Thousan, 1987; Remington-Gurney y Crosley, 1990).
505
del profesor en servicio, perfeccionamiento del profesorado, formación permanente del
profesorado, formación en servicio, etc.
Estos términos están dando paso a otros como “desarrollo del profesorado”,
“desarrollo del profesor”, “desarrollo profesional del docente”, etc.
La revisión llevada a cabo por Villar (1990) sobre las definiciones que diversos
autores han dado a este término nos puede ayudar a clarificar cuáles son las características
propias de este concepto. En este sentido, una idea central en torno a este concepto es la de
la necesidad del cambio como motor de la mejora del profesor, de sus alumnos y del centro:
“el desarrollo del profesorado va más allá de una etapa informativa; implica la adaptación a
los cambios con el propósito de modificar las actividades instruccionales, el cambio de
actitudes de los profesores y mejorar el rendimiento de los alumnos. El desarrollo del
profesorado se preocupa por las necesidades personales, profesionales y organizativas”
(Heideman, 1990, pág. 4). Esta idea se ve recogida en el Informe de la Comisión de
Educación Especial Vitoria-Gasteiz (1988), donde se señala que la formación permanente
debe estar basada en el trabajo del centro y ajustarse a las necesidades de los alumnos, de
los profesores y de las autoridades educativas. La reflexión y el trabajo grupal deben
entenderse como las herramientas de formación por excelencia y fomentar mecanismos de
formación en el trabajo del centro que aseguren el aprendizaje y puesta en marcha de
nuevas técnicas y modelos de enseñanza.
Por otro lado, de la definición dada por Vicente (1994a) podemos extraer que se trata
de un proceso cuyo fin no sólo es el desarrollo profesional del profesorado, sino también el
personal. De igual modo, en la definición se insiste en la idea de que implica una mejora
del centro y de los profesores que conlleva una mejora, a su vez, en los alumnos. Pero, para
que se produzcan tanto el desarrollo del docente, como la mejora escolar, es necesario que
este proceso se produzca en ambientes de respeto y apoyo: “un proceso encaminado a
incrementar el crecimiento personal y profesional de los profesores, en un clima
organizativo, positivo y favorecido, o sea, dirigido a obtener una continua y responsable
autorrenovación para, como consecuencia, conseguir el fin esencial: la mejora del
aprendizaje de los alumnos” (Vicente, 1994a).
Algunas definiciones nos aclaran cuáles son las capacidades personales y profe-
sionales que se ven mejoradas con este proceso. Así, de la definición de Montero (1987),
506
podemos extraer que se trata del “... conjunto de mecanismos destinados a mejorar y
ampliar las capacidades personales y profesionales, entendiendo por tales el conjunto de
conocimientos, habilidades, valores y actitudes que los profesores necesitan para desarro-
llar la profesión de enseñanza” (Montero, 1987) (la cursiva es nuestra).
Otra característica que define al desarrollo profesional es la idea de que, para que se
produzca, es necesario disponer de personal que facilite dicho proceso, el cual puede ser
tanto un “experto” como colegas: “El desarrollo profesional tiene que ver con la capacidad
de un profesor para mantener la curiosidad acerca de la clase: identificar intereses
significativos en el proceso de enseñar y aprender; valorar y buscar el diálogo con colegas
expertos como apoyo en el análisis de datos; ajustar los patrones de acción en clase a la luz
de un nuevo entendimiento” (Rudduck, 1987, pág. 129).
En esta tradición la formación de los profesores así como la escuela son entendidos
como elementos esenciales en la transformación social, en la progresiva y constante
búsqueda de una sociedad más justa, igualitaria y humana, viendo al futuro profesor como
507
un agente de su propia formación que asume que cuanto más conozca los orígenes y
consecuencias de sus acciones y de las realidades que las constriñen, más posibilidad tiene
de poder controlar y cambiar esas acciones y coacciones. Desde este modelo, la tarea
central de la formación de los profesores es el desarrollo en ellos de la capacidad reflexiva.
Aceptar este tipo de formación, por tanto, nos lleva a considerar una serie de
supuestos que la caracterizan:
El modelo de formación del que partimos se apoya en la metáfora del profesor como
“aprendiz adulto” (Butt y otros, 1988), con una biografía particular que enfatiza la idea de
508
reconstrucción individual de la realidad y de la educación continuada de los profesores
(Campbell, 1981). Es decir, partimos de una perspectiva constructivista del conocimiento
desde donde los profesores son vistos como generadores de conocimiento y competentes
para contribuir a su propia formación. En este sentido, Von Gloserfeld (1989) identifica dos
principios del constructivismo que vienen a apoyar esta idea: 1) El conocimiento no es
recibido pasivamente sino activamente creado por la cognición de los sujetos. 2) La función
de la cognición es adaptar y servir de organización de la experiencia del inundo, no
descubrir la ontología de la realidad (cit. por Putnan, Lampert y Peterson, 1990, pág. 89).
509
Entendemos que una de las principales vías que permiten a los profesores ser
“aprendices adultos” es la reflexión sobre su práctica. En este sentido podemos considerar
la reflexión como un instrumento mediador de la acción donde la fuente del conocimiento
es la reflexión de la práctica, y a su vez, este conocimiento permite la transformación de la
misma (Grimmet, 1989).
Pero, como afirma este mismo autor apoyándose en Dewey (1933), la reflexión se
desplaza desde un estado de incertidumbre, duda o perplejidad hacia una meta de maestría
de la situación curricular problemática o satisfacción para hallar el material que resolverá la
duda.
Según el texto que regula las directrices de la reforma educativa, “la formación
permanente ha de articularse, principalmente, en una reflexión del profesorado sobre su
práctica docente, que le permita examinar su teoría implícita de la enseñanza, sus esquemas
de funcionamiento básico y las actitudes propias (...). Así concebida, la práctica docente se
convierte en un proceso de investigación en la acción” (MEC, 1989, pág.13).
510
La tradición crítica, por tanto, pretende conseguir un profesional reflexivo, propor-
cionándole capacidades reflexivas que le permitan analizar los problemas que se le
presentan y los conflictos que le rodean. Se tiende a considerar al profesor como un
investigador en el aula.
Esta tendencia está produciendo cada vez más programas de formación (de profesores
de integración) basados en la investigación-acción y en el desarrollo profesional
colaborativo que permiten al profesor que se forme a partir de un proceso de indagación,
acción y reflexión propia (O'Hanlon, 1988; Cohen y Alroi, 1981; Ortiz González, 1987).
De todas ellas, nosotros (Villar, 1992) hemos empleado el ciclo reflexivo de Smyth
(1989), con el cual las profesoras participantes en la investigación colaborativa llevada a
cabo por nuestro equipo de investigación y el Centro Regina Mundi (CRM) se vieron
inmersas en un conjunto de acciones encaminadas a cambiar las condiciones ideológicas y
administrativas que las limitaban para llegar a una plataforma de emancipación profesional.
Las fases y actividades llevadas a cabo en la investigación fueron las siguientes: describir,
informar, confrontar y reconstruir (estas se encuentran descritas con detalle en Villar y
Vicente (1995).
511
una u otra vendrá determinada por la información que deseemos recoger (sobre el alumno,
el currículo, la organización), la cantidad de información a recoger y la rapidez con la que
se necesiten los resultados. Debido a esto son múltiples los modelos existentes de
evaluación de necesidades; una revisión de los modelos que han sido utilizados en la
identificación de necesidades ha sido llevada a cabo por Balbás (1994) llegando a la
conclusión de que el procedimiento más utilizado es el estudio tipo “Surrey” (Tejedor,
1990), ya que mediante este se obtienen datos sobre las opiniones, actitudes, creencias,
preferencias y percepciones de un conjunto de sujetos a través de cuestionarios escritos y
entrevistas.
Balbás (1991) utilizó la entrevista y el cuestionario para llevar a cabo el estudio de las
necesidades formativas de profesores tutores ante la integración escolar y Russell y Willian
(1984) utilizaron la autopercepción para determinar las discrepancias entre la necesidad de
competencias de profesores de educación especial y las estrategias formativas.
512
para la integración escolar (primer procedimiento), aunque pensamos que los datos
obtenidos en los cuatro estudios de caso estudiados por nosotros nos pueden proporcionar
información para esbozar un programa de formación permanente del profesorado, surgido
desde las propias necesidades y demandas de estos profesores y cuyo contenido debe
basarse, fundamentalmente, en sus creencias sobre como debe ser la formación y en el
conocimiento práctico de los mismos.
En los últimos años los planteamientos sobre formación permanente del profesorado
han dado un giro desde la primacía de la mejora individual a la consideración de un
desarrollo grupal y mejora de todo el centro. En este sentido, el Plan Andaluz de Formación
Permanente del Profesorado señala como nuevos campos de actuación el establecimiento
de una “interrelación entre la actividad de formación y las de intervención docente”
(9.069); para ello propone la potenciación de “ ... una formación permanente que posibilite
la actualización de los conocimientos de estos profesores, a la vez que les promueva a
investigar y analizar las situaciones cambiantes que se producen en nuestras aulas” (9.060);
para ello se pretende promover “el intercambio de experiencias entre ellos y la organización
en equipo” (Conserjería de Educación y Ciencia, 1992,9.062).
De igual modo, en el trabajo desarrollado por nosotros (León, 1993) con cuatro
profesores tutores, se destaca la necesidad de que el profesorado trabaje de forma
coordinada para el desempeño de multitud de tareas organizativas, didácticas, formativas,
etc., dentro de su centro. Por todo esto pensamos que el lugar más adecuado para llevar a
cabo esta formación debe ser el propio centro educativo u otros centros de características
similares que se convertirían así en punto de encuentro para grupos de profesores con
inquietudes y problemas semejantes en un contexto que les acercaría a su práctica diaria.
Asimismo, al desarrollarse éstos en un centro educativo, el intercambio de experiencias y la
observación de estrategias de enseñanza puestas en práctica por otros profesores podría
facilitar su traducción práctica en sus aulas de integración.
513
conocimiento práctico a partir de la investigación individual y colectiva de los profesores
en los centros de integración.
De acuerdo con esto, el punto de partida de la formación permanente debe ser permitir
al profesor conocer sus creencias sobre la integración a través de un proceso de
introspección crítica basado en su propia práctica, ya que, como afirma Harvey (1986), el
conocimiento de un conjunto de creencias personales y la confianza en ellas ayudan a los
profesores a considerar alternativas, hacer elecciones razonadas y valorar los resultados
para maximizar el aprendizaje de sus alumnos.
Como afirma Pérez Gómez (1987): “La investigación que hace el profesor cuando
reflexiona sobre su actividad práctica es el mejor vehículo para la integración de la teoría y
la práctica”, siendo la meta de la investigación así entendida el planteamiento de problemas
reales a los que, mediante la reflexión y a través de la comprensión del proceso educativo,
se buscan soluciones que posibilitan a los profesores .desarrollar sus propias teorías de la
enseñanza.
En un contexto más amplio, tanto los profesores de este estudio como la legislación
vigente mencionan la necesidad de originar “... grupos de trabajo intra e intercentros que
comiencen a marcar con sus realizaciones las pautas en su campo de acción” (Conserjería
de Educación y Ciencia, 1992,9.071).
Holly (1989) resume los supuestos de los que parte el proceso de revisión/formación
basado en la escuela (R/FBE):
514
La formación centrada en la escuela comprende todas las estrategias que emplean
conjuntamente los formadores y profesores para dirigir los programas de formación de
manera que respondan a las necesidades definidas de la escuela y para elevar las normas de
enseñanza y de aprendizaje en la clase.
Los investigadores del campo del desarrollo profesional centrado en la escuela señalan
una serie de fases: contacto inicial, identificación de necesidades y problemas, elaboración
de planes de acción para abordar esos problemas, desarrollo y seguimiento del plan y
evaluación.
McKeon (cit. por Villar, 1988) señala cuatro aproximaciones sobre la relación entre la
teoría y la práctica: logística, operacional, problemática y dialéctica. Las dos últimas
justifican los modelos de formación que aquí presentamos.
En cuanto a la visión dialéctica, “la teoría y la práctica son indisociables de forma que
práctica es teoría en acción. De esta forma, los investigadores y los practicadores son
coautores de los procesos de investigación” (Villar, 1988, pág. 155).
515
4.4.1. La investigación-acción fuente de conocimiento práctico
Este término, que fue acuñado por primera vez por Kurt Lewin (1946), asume un gran
número de metáforas del profesor: “profesores como investigadores en la acción”,
“profesores como tutores de sí mismos”, “profesores como prácticos reflexivos”.
Este nuevo modelo de formación está haciendo eco en la formación de los profesores
tutores que están llevando a cabo la integración escolar surgiendo, de esta forma, cada vez
más programas basados en el mismo.
Así, Cohen y Alroi (1981) muestran la eficacia de una serie de cursos sobre
investigación-acción diagnóstica para 133 estudiantes como medio de formación, donde las
tareas que debían realizar eran las siguientes:
De igual modo, Gennari (1982) (cit. por Nevin y Thousand, 1987) describe una base
de datos sobre el desarrollo de un programa de apoyo que dotaba a los profesores de las
habilidades básicas sobre experiencias de adaptación de la enseñanza a las necesidades de
los alumnos. Este sistema provee de un “instrumento de automonitorización”, el cual dota
al personal de las escuelas de autonomía e independencia para establecer y mantener las
adaptaciones del ambiente de aprendizaje.
516
Por último, dentro de los programas insertos en la corriente de formación basada en la
indagación podemos destacar la labor que está desarrollando O'Hanlon (1988; 1991) en el
norte de Irlanda con cursos para tutores de centros ordinarios, cuyo objetivo último es que
los profesores se formen a partir de la investigación de su propia práctica sobre necesidades
educativas especiales.
La duración de los cursos es de tres años, donde en los dos primeros los profesores
deben adquirir competencias sobre la investigación, adquisición de métodos y exposición
sobre su propia práctica. En el último año los profesores deben presentar un proyecto final
de carrera. El desarrollo profesional se lleva a cabo, por tanto, mediante un proceso de
investigación, acción y reflexión.
Las clases son de media jornada; después, ellos investigan en sus aulas y, por último,
se reúnen en sesiones para discutir. De una forma más detallada, el proceso que, según
O'Hanlon, se sigue es el siguiente:
Las tareas de los profesores en este modelo, por tanto, son llevar un diario reflexivo,
observar, leer bibliografía sobre el tema, conocer y comprender la legislación, discutir su
trabajo, reflexionar sobre el mismo, etc.
En cuanto al asesor, debe enseñar al grupo a confiar entre ellos y fomentar el que se
ayuden en la resolución de problemas por medio de reuniones en pequeño grupo por
parejas.
517
4.4.2. El desarrollo profesional colaborativo
El trabajo colaborativo con las escuelas y con los profesores supone una serie de
supuestos que se refieren a: “ ... una determinada concepción de la escuela como
organización educativa, una determinada concepción del currículo y de sus procesos de
planificación, desarrollo y evaluación, una determinada manera de pensar al profesor como
profesional y las condiciones y procesos para su dignificación y desarrollo, y una
determinada concepción de las relaciones entre teoría y práctica, entre extremos y centro,
entre universidad y escuelas” (Escudero, 1990, pág. 202).
a) Constituye una obvia ayuda psicoprofesional: el cambio previsto por cada uno de los
profesores en el aislamiento, a veces psicológicamente insostenible, de su soledad
profesional y personal.
b) Representa una ayuda técnico-profesional evidente: se contrastan puntos de vista, se
comunican ideas e iniciativas, se comparte o construye conjuntamente material
didáctico innovador, documentación bibliográfica, etc.
c) Significa una posibilidad de mayor solidez científica, al poder diseñar, por ejemplo,
alternativas e intervención pedagógica con más variables, al disponer de una mayor
base de confirmación de la eficacia (general o diferenciada, según los casos) de
determinada metodología didáctica, etc.) (Fernández Pérez, 1995, página 113).
518
1. Iniciar un grupo de apoyo a los maestros: a) primeros contactos con la institución
(o desde dentro de ella); b) presentar el trabajo de apoyo y asesoramiento al
profesorado.
2. El trabajo con los grupos: a) primeras reuniones del grupo: papeles
preestablecidos, expectativas acerca del papel del asesor; b) estadio de desarrollo
en los grupos; c) seguimiento de casos; d) interpretaciones y evaluaciones
previas; e) evaluaciones finales y seguimientos poscursos.
Miles y Ekholm (1985) señalan que en este proceso de desarrollo profesional centrado
en la escuela surgen los siguientes participantes:
b) Facilitadores internos, personas que facilitan el cambio desde dentro, sea desde
un cargo formal o surgidos de forma informal.
519
Las habilidades que este asesor debe poseer han sido destacadas por Miles, Saxl y
Lieberman (1988), quienes agrupan en seis módulos las dieciocho destrezas necesarias: a)
inspirar confianza; b) diagnóstico organizativo; c) implicación en el proceso; d) utilización
de recursos; e) dirección del trabajo; t) desarrollar destrezas y confianza en la gente para
continuar.
En los centros de integración escolar, las funciones de facilitador interno serán asu-
midas por el psicopedagogo como miembro de los equipos y/o departamentos de
orientación y apoyo.
520
preguntas precisas acerca de éste niño y del contexto clase, ayudaba a los maestros a ver
por sí solos cuáles podrían ser los posibles hechos que habían motivado la situación
conflictiva, así como, a partir de los recursos educativos, cómo podían mejorar esa
situación y las de otros niños con problemas similares. Las discusiones de los profesores
sobre los casos no eran meras descripciones, sino que: “este análisis centrado en casos debe
ayudar a un proceso de formación en el cual las ideas logradas a partir de un caso
específico pueden ser conceptualizadas y pasar a formar parte de un arco que permita
manejar problemas similares cuando aparezcan” (Hanko, 1993, pág. 30).
Nuestra propia experiencia en este aspecto en contextos más generales con el Centro
Regina Mundi (Villar y otros, 1992) ven contextos de integración escolar en los centros de
Arrayanes y Padre Manjón (Salvador, 1995) nos muestran la validez y necesidad de una
relación universidad y centros escolares como medio de formación recíproca. El trabajo
que estamos llevando a cabo en la actualidad como profesores tutores de dos centros de
Granada está centrado en la realización, por parte de ellos mismos, de las adaptaciones
curriculares individuales que estiman necesarias para los alumnos de sus aulas.
Por otro lado, existe un interés creciente por los proyectos, tanto nacionales como
internacionales (Proyecto de Evaluación de las Escuelas y la Formación Permanente del
Profesorado, SITE), de investigación centrados en la escuela, así como una tendencia a
considerar la formación en equipos colaborativos como una de las estrategias
fundamentales en la formación de los profesionales de la educación especial y del profesor
tutor (Mundert y Hopkins, 1992). Este tipo de formación produce un aumento en la
colaboración entre los profesionales (educación especial/educación ordinaria) (Meyers,
Gelsherser y Yedich, 1991) y un incremento en la interacción de los alumnos (Mundert y
Hopkins, 1992).
En el estudio llevado a cabo por O'Connor y otros (1992) se destacan las carac-
terísticas que debe tener la relación entre ambos profesionales para que ésta perdure y sea
valorada positivamente: que los profesores tutores tengan responsabilidades en la in-
tervención, que hayan intervenido en la definición de los problemas de aprendizaje de sus
alumnos y que la ayuda recibida del profesor de apoyo tienda a mantener un equilibrio
entre las necesidades individuales y las de toda la clase.
521
4.6. Prioridad de las teorías de la práctica: el contenido de los programas de
formación de los profesionales de la integración escolar
Cuando se habla de teorías de la formación del profesor se utiliza una doble acepción.
Por una parte, hay una corriente de opinión que las considera como ordenación sistemática
de los fenómenos pertenecientes al campo de la formación del profesorado y, por otra,
algunos autores defienden que estas teorías deben generarse a partir de las concepciones
que sobre la enseñanza tienen los profesores y que tratan de explicar por que actúan como
lo hacen en sus aulas (Villar, 1990). En nuestro caso nos adherimos a esta última forma de
entender la formación, dado que pensamos que es más útil adaptar e individualizar los
procesos formativos a las necesidades de cada profesor en su propio contexto porque, como
dice Kirk (1988): “el tipo de conocimiento teórico que debería formar una parte del
proceso de formación del profesorado, al menos como punto de partida, no es la teoría
basada en la disciplina. En su lugar, el punto de partida de la educación para la enseñanza
debe ser el acto de enseñanza en sí mismo” (cit. por Villar, 1990, pág. 69).
Así, y como opina Villar (1990), estamos de acuerdo con incorporar a la formación
del profesorado no sólo el conocimiento producido por el método científico, sino el
conocimiento producido por el profesorado ordinario referido a la práctica profesional.
De acuerdo con esto consideramos, al igual que otros investigadores del campo de la
integración escolar (López Melero, 1990; Parrilla, 1992), que la principal fuente del
contenido de los programas de formación de los profesores tutores es su propia práctica.
Este uso del término conocimiento contrasta con el uso dado en el campo de la
epistemología, donde el conocimiento “son verdades justificadas que se asumen por
universales o absolutas” (Alexander, Schallert y Harey, 1991, pág. 317).
522
103), ya que esta definición supone la superación del debate planteado por algunos autores
sobre las diferencias o analogías entre teorías científicas y teorías de la practica (Bromme,
1984; Rodrigo, 1985; Pollard y Tann, 1987).
El profesor como profesional y práctico se encuentra ante una gran dicotomía. Por una
parte, la formación recibida como profesional en las Escuelas Universitarias de Magisterio
enfatiza la teoría la caracteriza como eficiente y universal. Sin embargo, el profesor
también es práctico y aprende de su propia actuación, comunicándose con sus colegas
mediante el lenguaje de la práctica. Esta dicotomía entre teoría y práctica debe ser su-
perada.
¿Cuál será, por tanto, la fuente de donde podemos extraer el contenido de los
programas de formación para los profesores regulares?
Cada vez son más los autores que han abandonado la formación comportamental, o
primera fuente de contenido, sobre la base de que esta tradición considera la enseñanza
como una producción y al profesor como un receptor pasivo de conocimiento. Por el
contrario, cada vez existen más argumentos a favor de la investigación sobre el
pensamiento del profesor, ya que éste puede contribuir a la formación de los profesores de
tres formas:
a) Puede ser una fuente válida de contenido para la formación de los profesores.
b) Puede ayudar a plantear métodos de formación para la instrucción.
c) La investigación puede influir en la práctica educativa de forma que delimite que
es importante en la formación del profesor (Floden y Klizing, 1990, pág. 17).
Por otro lado, los estudios sobre los procesos cognitivos del profesor no sólo ofrecen
sugerencias para mejorar el contenido de los programas de formación del profesorado, sino
que los propios métodos empleados en este tipo de investigación pueden ser utilizados
como métodos de formación. Por ejemplo: estimulación del recuerdo, observación
523
participante, entrevistas, etc. Gitlin y Teitelbaum (1983) y Borko y Shulman (1988) ya
señalaron la posibilidad de utilizar la investigación etnográfica como parte de los pro-
gramas de formación.
En los siguientes puntos mostramos la síntesis que hemos llevado a cabo sobre los
trabajos centrados en el contenido formativo para la integración. Otra revisión bastante
amplia y exhaustiva sobre las necesidades formativas que presentan los profesores en
ejercicio sobre la integración es la llevada a cabo por BalMs (1994).
4.6.2. Contenido creado por los prácticos a partir del análisis de su práctica (lo
creado)
524
4.6.2. Contenido creado por los prácticos a partir del análisis de su práctica (lo
creado)
Cada vez más se apoya la idea de que el conocimiento que debe formar parte de los
programas de formación de estos profesionales debe surgir de la práctica y prepararles para
la práctica.
En primer lugar, una idea clave que debe ser destacada en relación con este tipo de
conocimiento es su dinamicidad, subjetividad y base crítica del mismo: “La asunción es
que el conocimiento base está constantemente cambiando y creciendo de tal forma que
debe esperarse que los profesores modifiquen (progresen) con la práctica, tanto como el
público espera que los profesores estén constantemente implicados en mejorar su
comprensión y destrezas” (Reynolds, 1990, pág. 426).
Por otro lado, la revisión que hemos llevado a cabo sobre estos trabajos nos indica que
la mayoría de ellos se basan en la utilización de cuestionarios o de entrevistas como vía de
acceso a dicho conocimiento (Goodspeed y Celota, 1982; Molina García, 1987; Parrilla,
1987a) y sólo unos pocos analizan las demandas de dichos profesores desde su acción
(Morsink, 1981; León, 1993; Reynods, 1990). Esto nos indica que los resultados sobre los
conocimientos para la integración están más basados en lo que los profesores piensan que
debe ser que en lo que los profesores hacen.
La síntesis de los resultados obtenidos en estos trabajos nos llevó (León, 1991 b) a
considerar el siguiente listado de conocimientos, como áreas imprescindibles en los
programas de formación de los profesores regulares: conocimiento de la naturaleza de la
integración; conocimiento específico de los medios y sistemas de apoyo; conocimiento de
las actitudes; conocimiento de la naturaleza de los alumnos deficientes; conocimiento sobre
el ambiente de aprendizaje; valoración de las necesidades de los estudiantes; conocimiento
de los objetivos, elaboración del PDI y habilidades para seleccionar, modificar y de
desarrollar materiales curriculares; conocimiento sobre la dirección y estrategias instruc-
tivas; conocimiento sobre la evaluación de los estudiantes; conocimiento sobre la plani-
ficación y la administración; capacidad para entablar comunicación eficaz con el entorno en
el que se desarrolla la acción educativa.
Los estudios de caso que hemos llevado a cabo con cuatro profesores tutores (León,
1993) nos han permitido determinar una serie de núcleos de formación basados en las
creencias de estos profesores sobre cuales deben ser los contenidos que deben formar parte
de los programas de formación permanente del profesor tutor. En este sentido, la mayoría
de ellos han señalado que deben basarse en el intercambio de experiencias de integración
escolar, estudio de las características de las distintas deficiencias, fijación de objetivos
adecuados para estos niños, estudio e interpretación de informes emitidos por otros pro-
fesionales, análisis de la naturaleza de la integración y de los métodos adecuados para
trabajar con los niños con necesidades educativas especiales. Coincidentemente, debe
hacerse hincapié en la instrucción técnica necesaria para dotarles de los instrumentos
básicos de observación que les permitan detectar los problemas de sus alumnos. A raíz de
525
la detección de estos problemas, elaborar y modificar el currículo a través de la
investigación-acción y la evaluación y reflexión continúa sobre sus programas de
formación.
Los contenidos que forman parte del programa no sólo deben ser extraídos de lo que
los profesores consideran necesario, sino que además debemos tener en cuenta los
contenidos que ellos poseen y que han surgido de su experiencia personal en contextos de
integración. En este sentido, los resultados de nuestros cuatro estudios de caso nos
muestran que el conocimiento que poseen se centra en los siguientes núcleos: objetivos
adecuados a los niños de integración, adaptaciones curriculares, servicios y personal
necesario para la puesta en marcha de la integración, obstáculos y condiciones, metodología
y formación.
Por otro lado, en este programa habría que tener en cuenta los conocimientos relativos
al diagnóstico de las necesidades educativas, las ventajas de la integración y sus distintos
tipos, y características de los sujetos de integración, ya que hemos podido detectar que
estos conocimientos son insuficientes en algunos de los profesores de la muestra cola-
borativa.
De acuerdo con todo lo anterior, podemos señalar los siguientes núcleos de contenido
como aquellos que deberían formar parte de los planes de formación:
526
6. Análisis de los resultados de algunas investigaciones centradas en las opiniones
de los profesores que actualmente están trabajando en la diversidad sobre cómo
debe ser su formación, qué contenido deben adquirir, quiénes les formarán, etc.
527
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530
LECTURA N° 29
“Funciones de cada actor en el proceso de Integración”,
material producido por Ararú, Revista para Padres con
Necesidades Especiales (México). Publicado en el bole-
tín Paso a Paso, Vol. 10 No.4
CAPACITACIÓN
Para comprender y asumir el nuevo paradigma los actores de este proceso deben
recibir capacitación, contar con las herramientas necesarias para aprender a trabajar en
equipo y colaborar de manera integrada. Se requiere capacitar:
Diagnóstico y evaluación
Abarca todos los aspectos de la inserción del niño con n.e.e. en la comunidad
educativa. Incluye un plan académico específico pero, también, estrategias y recursos que
apoyen su integración social y su participación en los diferentes aspectos de la vida
comunitaria de la escuela, así como el apoyo psicológico, para él y su familia.
Adaptación curricular
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una respuesta alas necesidades individuales de sus alumnos, buscando un equilibrio entre
estos dos aspectos. Hacer adaptaciones curriculares supone partir de un curriculum flexible,
amplio y equilibrado. Cada ajuste parte de una evaluación profunda de las necesidades y
capacidades de cada niño.
Cuando las condiciones del niño hacen evidente que no podrá cumplir con todos los
objetivos propuestos en el tiempo marcado por el período escolar, tendrán que calibrase
cuáles son los objetivos prioritarios y cuál es la manera de graduarlos, secuenciarlos y
programarlos en un cronograma para que el alumno los pueda alcanzar.
En algunos casos, el maestro está seguro de que el niño tiene la capacidad de cumplir
todos los objetivos, pero debe hacer adecuaciones en la cantidad y dificultad de los
contenidos de cada objetivo.
Adecuación de materiales
Se usan para enfrentar las limitaciones específicas del alumno en función de una
estrategia pedagógica especial, diseñada para satisfacer sus necesidades. Se requiere de
materiales distintos de los que use el resto del grupo para aprender.
Ayudas técnicas
Son aquéllas que los niños con discapacidad requieren para facilitar su independencia
e integración. Por ejemplo, en el caso de alumnos con hipoacusia, sus auxiliares auditivos;
para un alumno ciego, material especial para escribir en sistema Braille.
Adaptaciones físicas
En caso de una discapacidad que afecte la movilidad del niño, serán necesarias
algunas adaptaciones físicas para favorecer su independencia. Por ejemplo, rampas,
ranuraciones en el piso, barandales o modificaciones en el baño. Esto no siempre implica
costosas adaptaciones sino flexibilidad para ajustar los horarios o en cuanto a la asignación
de salones.
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Integración académica
Si bien el niño con n.e.e. tiene requerimientos pedagógicos que harán necesario un
trabajo individual a partir de su propio ritmo y modalidades, es muy importante que no se
convierta solamente en un alumno que recibe clases especiales dentro del aula. En la
medida de sus capacidades, debe participa,r con el resto de sus compañeros, del trabajo del
grupo.
Integración social
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LECTURA N° 30
Correa Alzate, J. (2001). “La formación de docen-
tes: una estrategia para acceder a una pedagogía
que propicie la integración”. http//spin.com.mx/
El Decreto 2082 de 1996, sobre Atención Educativa para Personas con Limitaciones o
con Talentos Excepcionales, reglamenta los artículos 46 al 49 de la Ley General de
Educación, para garantizar la integración escolar y social para estas personas en las
instituciones de educación formal y no formal y en programas fnformales.
Pedagogía de la integración
Considero que la integración es una filosofía que rodea la vida cotidiana y que
dignifica al hombre, pero que su valoración se ve afectada por las circunstancias que
ocurren al interior de una cultura y de una sociedad. Para construir una teoría para la
integración se requiere del abordaje de concepciones al nivel cognitivo, funcional y
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emocional de las comunidades educativas con relación a las personas con necesidades
educativas:
Cuando hablo de integración como filosofía de vida parto del hecho de que creo en el
otro como un ser íntegro tal cual es en saberes, creencias, potencialidades y necesidades,
que para impulsar su desarrollo se requiere consolidar estrategias pedagógicas y am-
bientales, se pretende que la comunidad educativa se apropie del saber generado por
investigaciones y experiencias significativas en integración para la mayor comprensión de
esta política educativa.
Atención: los niños pueden requerir de un apoyo directo del maestro de apoyo o de
otro profesional de la institución para un aspecto específico de su desarrollo o aprendizaje.
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Investigación: las líneas antes mencionadas se convierten en alternativas para la
investigación, el proceso de seguimiento y sistematización dará la posibilidad de generar
temas que ameriten su interpretación o introducir estrategias de mejoramiento o inno-
vación.
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A nivel de la investigación, la Facultad de Educación tiene en sus líneas de
investigación una denominada APOYO PEDAGÓGICO Y TÉCNICO PARA POBLA-
CIÓN CON NECESIDADES ESPECIALES. Esta línea se desarrolla a través de proyectos
como: Modelos de Integración, Estrategias, Aulas de Apoyo y Formación de Agentes
Educativos, liderados por docentes de la Facultad con la participación de estudiantes de
ésta y las comunidades educativas de las instituciones integradoras.
A mediados del año 1997, las Escuelas Normales Superiores iniciaron su proceso de
transformación en la formación de maestros, incluyendo el ciclo complementario (grados
12 y 13) para formar Normalistas Superiores. Esta transformación se posibilita a través de
convenio con las Facultades de Educación, las cuales acogen a los egresados del grado 13
para continuar estudios conducentes al titulo de Licenciado en Educación.
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Programas de posgrado
Educación continua
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paradigma en retardo, sustentando en las dimensiones diarias de éste la función de los
apoyos y sus actividades para el desarrollo, intensidad de los apoyos (intermitente,
limitado, extenso y generalizado), contexto de desarrollo del apoyo (familiar, escolar,
social), agente educativo responsable, evolución de los apoyos y plan de mejoramiento.
De la capacitación de este nivel se genera que cada docente diseña el proyecto de Aula
de Apoyo para su respectiva Institución donde labora y el perfil de apoyo a cada niño, para
lo cual se les acompaña a través de asesoría grupal e individual una vez al mes
NIVEL II: se proporcionan las herramientas sobre adaptación curricular, se inicia con
las características de un currículo abierto y flexible, se orientan las adaptaciones generales a
nivel de objetivos, contenidos., metodología, evaluación y temporalización. En ésta se
analiza: la adaptación de medios para acceder al currículo, las adaptaciones a las áreas de
aprendizaje y a las diferentes necesidades educativas; se espera que con los elementos de la
capacitación el docente inicie la adaptación curricular en los proyectos educativos
institucional, pedagógico y personalizado.
NIVEL III: fundamentado en los procesos del aprendizaje, se identifican las diferentes
teorías que los caracteriza, se interpreta como surge la inteligencia, sus tipos (conceptual,
práctica y social) y el enfoque de múltiples inteligencias, conceptuar sobre los estadios y
estilos cognitivos y estos para interpretar los ritmos del aprendizaje.
Este fin, implica reconocer el papel de los dispositivos básicos como la memoria, la
atención, y la sensopercepción en el aprendizaje del ser humano, además de conocer
habilidades en el procesamiento de la información y estrategias metacognitivas que
faciliten el aprendizaje pedagógico y social.
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innovación educativa, propiciando herramientas para la sistematización como protocolos,
relatarías, diario de campo y la escritura de la experiencia a través de categorías
conceptuales.
Para el caso de maestros en cuyas aulas se ubican niños con deficiencia intelectual, se
orienta la capacitación a las competencias en los contextos escolar y social, al desarrollo de
procesos del aprendizaje, y el uso de estrategias metacognitivas.
En un acto de reflexión sobre el maestro ideal para la integración, considero que debe
tener tres características:
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BIBLIOGRAFÍA
Correa A. Jorge Iván, Veles, Marta Elena (1997). Modelo de Integración Escolar.
Medellín.
Sattler, Jerome (1996) Evaluación infantil Editorial el Manual Modemo. México, D.F.
Santa Fe de Bogotá.
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LECTURA N° 31
Avances Síndrome de Down, Volumen 11
No.2 Oct. 2001 Publicación de la Corporación
Síndrome Down de Bogotá Autor: No se indica.
Introducción
Existe una necesidad del personal docente de la escuela regular, de contar con los
recursos profesionales en criterios, estrategias y conocimientos, para responder a la
diversidad de sus educandos cuando se enfrentan a alumnos con deficiencia cognitiva; pero
también es importante mostrar como el profesional de educación especial y terapéutico
también requiere de una capacitación en el cambio de modelo que supone integrar a la
persona con discapacidad en ambientes educativos regulares a diferencia de lo que la
segregación actual ha venido ofreciendo.
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La persona con discapacidad no es responsable de los cambios que la escuela regular y
sus docentes deben asumir para responder a la diversidad. Lo que si es cierto es que su
presencia pone en evidencia las necesidades que de tiempo atrás existen en la escuela, pero
que sólo se ven cuando deben responder por el proceso educativo de alumnos con
discapacidad.
Es por ello que para la Corporación Síndrome de Down (CSD) al participar en una
propuesta macro de mejorar la educación acorde a nuevas políticas y paradigmas educativos,
hace que se identifique la necesidad de capacitación, formación y transformación de las
actitudes de los docentes, convirtiéndose en una respuesta directa congruente con sus
objetivos, que la hacen involucrarse en propuestas dirigidas a mejorar la calidad y equidad de
la educación.
Capacitación de docentes
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3. Desarrollo de habilidades y competencias en los docentes en comunicación asertiva,
solución de problemas y trabajo en equipo.
¿Cómo hacerlo?
Es importante que cada participante se reconozca como parte activa del proceso, como
portador de un conocimiento, de una historia y líder del proceso.
Cada intervención cuenta con folletos guía que son entregados a los participantes y que
recoge la experiencia personal y la información básica de la intervención.
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Formación de los docentes: una propuesta
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Se hace necesario trabajar con los docentes para construir su modelo de intervención y
comprender las implicaciones de la integración.
Cuarto objetivo: establecer y utilizar herramientas que permitan generar los criterios
de ingreso, intervención, evaluación y promoción de alumnos con deficiencia cognitiva en
escuelas regulares desde la perspectiva del alumno, de la familia y de la escuela.
El conocer estos aspectos permite fortalecerlos desde los diversos servicios y desde
actividades puntuales que se realicen en ellos.
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