Recomendaciones
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Osvaldo Beker
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29) Cita bibliográfica- Notas a pie de página
30) Epígrafe
31) Verbos “de comunicación” o verbos “del decir”
32) Homónimos
33) Sustantivos femeninos con artículo masculino
34) Adjetivos gentilicios y derivados de nombres propios
35) Vocativos, comas
36) Nombres de libros, en cursiva
37) Pleonasmos
38) Frases inconclusas: anacoluto
39) Lugares comunes
40) Figuras retóricas
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1) Presentación de los trabajos
En el margen superior izquierdo debe escribirse lo siguiente:
nombre y apellido
consigna
modalidad del trabajo (individual o grupal; trabajo original o de reescritura).
Párrafos
Conviene que no solo el primer párrafo sino todos en el texto tengan su
correspondiente sangría. Se debe contemplar cuidadosamente el cambio de párrafo:
no hay que saltar de párrafo a párrafo, es decir, instalar el punto y aparte en
cualquier momento sino que habría al menos dos razones para hacerlo. Una
semántica y otra estética. La razón semántica se debe a que cada párrafo
contemplaría una unidad temática, un aspecto del tema tratado en todo el texto. Y la
razón estética supone que habría que contemplar más o menos una misma cantidad
de líneas para cada párrafo. Esto quiere decir que hay que desconfiar de los textos
que, en una carilla, presentan una buena cantidad de párrafos, con sus
correspondientes sangrías, lo que hace que, en una mirada impresionista, el texto
muestra una catarata de breves párrafos. Por ejemplo, si debiera tratarse un texto
argumentativo con relación a las desventajas del fumar, se desprenderían los
siguientes ítems: consecuencias en la salud propia, consecuencias en la salud de los
demás, gasto de dinero, perjuicio a los dientes, etcétera. Pues bien, el tema principal
son las desventajas del fumar y cada uno de los ítems mencionados podría
convertirse en un párrafo ya que cada uno de ellos se corresponde con un aspecto
semántico, o con una unidad de sentido, del tema propuesto en la totalidad del texto.
Si bien no es una regla a aplicarse siempre, uno podría asegurar que se daría la
presencia entonces de dos o tres párrafos promedio por carilla escrita.
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2) Revisión del texto
Es usual presenciar en numerosos casos estudiantes que, no bien terminada la
escritura de un texto cualquiera, apenas colocan el punto final de lo que han abordado,
practican un suspiro de alivio, dan por terminada la tarea y eventualmente entregan su
producción o imprimen el documento. Evidentemente hay un paso que se obvió en la
práctica de la escritura. A todas luces convendría tener en cuenta un aspecto esencial si
es que se quiere optimizar esta práctica: la revisión. Hay otros aspectos vinculados: la
reescritura, la corrección, la omisión, el glosado, la edición. Como puede verse, hay
mucho camino por recorrer luego de colocado aquel punto final. Hay quienes pueden
llegar a recomendar que se revise el texto propio, aparentemente finalizada su
producción, como si fuera "el del enemigo más acérrimo". Este uso metafórico es feliz
porque tiene como consecuencia el hecho de que se tome al texto propio como un texto
pasible de ser mejorado, jerarquizado, en el proceso del chequeado. Proceso que
también tiene como uno de sus aspectos la revisión de eventuales errores, fruto de la
distracción. Esta dimensión postextual constituye un momento clave en la realización
del escrito: con el punto final no se ha llegado al final ni muchísimo menos. En este
sentido entonces vaya esta recomendación sobre un comportamiento muy pocas veces
puesto en marcha. Con un paulatino ejercicio del chequeado del texto se podrá observar
una sensible mejoría.
Una reescritura implica un cambio de parecer, un arrepentimiento, una
ocurrencia, una idea mejor expresada, un retaceo de información o un pulido gramatical.
Una corrección implica echar por tierra falencias del orden normativo, es decir, en
aspectos que tengan que ver con la acentuación, la puntuación y la ortografía. Una
edición focaliza fundamentalmente sobre la estilística del texto en cuestión, por lo que
en este punto han de incidir fenómenos vinculados a la enunciación (la instancia que
habla y la instancia a la que se habla) y a la retórica (forma de la emisión). La edición
también tendrá que ver con la armonía del texto a entregar: la determinación de los
párrafos y el uso de la sangría, la forma del título y los subtítulos, el empleo de los
epígrafes o el espacio ocupado por eventuales gráficos y recuadros.
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3) Transtextualidad
Un texto es no sólo un cúmulo de significantes aislados que el lector recibe de
forma pasiva, sino un complejo tejido de sentidos. En él damos cuenta de la información
textual a la que se refiere, es decir de su contenido explícito. Pero también podemos
aprehender toda una serie de subjetividades, tales como: su contexto histórico-social; su
campo cultural; sus fuentes de apoyo fundamentales, su remisión a otros escritos etc.
Existen numerosas formas a través de las cuales los textos se relacionan entre sí. Gérard
Genette, en su libro Palimpsestos, llamó transtextualidad o trascendencia textual a “todo
aquello que relaciona, manifiesta o secretamente “a un texto con otros. Reconoce cuatro
tipos fundamentales, a saber:
Metatextualidad: Consiste en un comentario que une un texto a otro del cual habla.
La crítica es la expresión más acabada de este mecanismo. Por ejemplo: La crítica
de la película “Troya”, en la sección de espectáculos del diario Clarín.
Hipertextualidad: Relación de un texto con otro anterior del cual deriva por
transformación. Puede darse de manera directa o por imitación. El texto resultante es
lo que se conoce como hipotexto. Genette considera estos casos, solo si se dan de
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una manera masiva y declarada de forma más o menos oficial. Sus expresiones más
conocidas son: la parodia, la trasposición, la continuación, el pastiche y la
caricatura, entre otras. Ejemplo: Un graffiti en el microcentro de Capital Federal que
alude al Golpe de Estado de 1976, dice: “30.000 razones”.
Podría aseverarse que estas seis son todas las posibles dimensiones textuales.
Cuando se dice que son “recursivas”, significa que, a lo largo de un texto, pueden
aparecer, dejar de estar presentes y volver a tener su presencia. Conocerlas puede
ayudar a considerar los distintos textos, sobre todo los del ámbito científico-académico.
La secuencia narrativa es aquella en la que predominan las acciones, los verbos, los
acontecimientos. Es la que posibilita la existencia de una historia, la hace avanzar y
concluir.
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La secuencia argumentativa tiene que ver, por ejemplo, con las notas editoriales o las
columnas de opinión. Es decir: son aquellos textos, o fragmentos textuales en los que se
da la predominancia de puntos de vista en torno a una temática determinada.
La secuencia instruccional es aquella que vemos, por ejemplo, en textos como las
recetas de cocina o en los manuales de usuario de los electrodomésticos. En ellos, se da
la presencia de pasos a seguir para llegar a un determinado objetivo. Dichos pasos, que
son fijos, que no son intercambiables, están articulados en el modo imperativo, en
infinitivo, o en presente impersonal.
5) Categorías morfológicas
Hablar de categorías morfológicas es hablar de clases de palabras. En el español,
encontramos ocho categorías, que pueden clasificarse en palabras autónomas, llenas,
completas o independientes; y en palabras dependientes, articuladoras o flexibles.
Dentro de la primera clasificación, encontramos los sustantivos, los adjetivos, los
verbos y los adverbios, mientras que, en la segunda, los artículos, las conjunciones, los
pronombres y las preposiciones.
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estas funciones es un sustantivo, aunque otro tipo de clasificaciones la incluya en otras
listas.
El artículo es una subclase del adjetivo que sólo puede funcionar como
modificador directo del sustantivo. Ejemplo: “EL artículo es una subclase del adjetivo”.
Puede clasificarse en definido y en indefinido. Ejemplos: “EL libro está en la mesa”.
(Definido). “UN libro está en la mesa” (Indefinido).
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misma categoría sintáctica, o sea elementos que están en el mismo nivel. Dentro de las
conjunciones coordinantes, distinguimos:
Las copulativas (que unen en serie dos o más elementos cuyo orden puede variarse sin
alterar el sentido): y, e, ni.
las consecutivas (que unen dos elementos y el segundo expresa la consecuencia del
primero): conque, así que, entonces, luego, por eso, por lo tanto, en consecuencia, etc.
6) Puntuación
Los signos de puntuación son la representación gráfica de las pausas, más o
menos prolongadas, cambios de entonación, ascenso o descenso de la voz, que el
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hablante hace en la realidad. El español cuenta con diferentes signos de puntuación,
entre ellos:
El punto: Señala una pausa que se da al final del enunciado. Julio, venga acá. Me
va a hacer enfadar.
La coma: Se usa para hacer una pausa breve. A continuación, veamos algunos
casos:
Para separar ítems en una enumeración compleja. Vinieron Matías, el chico que
vive en el Abasto; María, la muchacha cordobesa que te mostré el otro día; y
Sebastián, el actor de telenovelas.
Los dos puntos: Indican una pausa mayor que la del punto y coma. Se usa en los
siguientes casos:
Siempre que se citan palabras textuales: Dijo San Martín: “Serás lo que
debas ser o no serás nada”.
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Los puntos suspensivos: Se usan en los siguientes casos:
Las comillas: Pueden ser simples o dobles. Su uso es indistinto, pero suelen
alternarse cuando hay que utilizar comillas en un texto ya entrecomillado. Es una de las
marcas más frecuentemente empleadas en las secuencias de enunciados directamente
referidos. En las citas indirectas, las comillas realzan palabras o frases propias del
enunciador del discurso citado. Ejemplo: El jefe del área de investigación declaró:
“Aun es arduo el camino por recorrer”.
La raya: Para señalar cambio de interlocutor. Ejemplo: -Mamá, ¿cuándo nos
vamos?
7) Reglas de acentuación
Al acentuar cualquier palabra que tenga dos o más sílabas, vemos que siempre
una de ella se pronuncia con mayor fuerza. Esa sílaba se conoce con el nombre de sílaba
tónica. Todas las palabras polisílabas se acentúan. Las palabras que no llevan escrito el
acento llevan acento prosódico. El acento escrito se llama acento ortográfico. Según la
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sílaba donde lleven el acento, las palabras se clasifican en agudas, graves y esdrújulas.
Las palabras agudas llevan tilde cuando terminan en N, en S o en VOCAL.
Ejemplos: están – después – llovió. Las palabras graves llevan tilde cuando terminan en
consonantes que NO sean N ni S. Ejemplos: camino – examen. Las palabras esdrújulas
y sobreesdrújulas llevan siempre tilde para señalar la sílaba tónica. Cabe resaltar tres
casos especiales: el diptongo, el triptongo y el hiato. La pronunciación de dos vocales
en una sílaba se llama diptongo. Los diptongos se forman con la unión de dos vocales,
una abierta y una cerrada y viceversa, o dos cerradas, en una misma sílaba. Los
diptongos del español son catorce, según la Real Academia Española:
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8) Mayúsculas
La palabra inmediata posterior a un punto se escribe con mayúscula. Sin
embargo, otros usos de la mayúscula son menos conocidos y presentan algunas
dificultades. A continuación se detalla en qué ocasiones debe utilizarse.
Tras los dos puntos que anuncian la reproducción de una cita o palabras
textuales: Pedro dijo:”No volveré hasta las nueve”.
Los nombres propios geográficos se escriben con mayúscula, mientras que los
nombres comunes genéricos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo,
estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Panamá, el río Ebro, la
sierra de Gredos, la cordillera de los Andes, el cabo de Hornos. Solo si el nombre
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genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real,
Río de la Plata, Sierra Nevada, los Picos de Europa.
Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de determinadas zonas
geográficas: Occidente, Oriente Medio, Cono Sur, Hispanoamérica.
Los nombres de los cuatro puntos cardinales (Norte, Sur, Este, Oeste) y de los
puntos del horizonte (Noroeste, Sudeste, etc.): La brújula señala el Norte. También se
escriben con mayúsculas los casos de Polo Norte y Polo Sur.
Acentuación:
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El empleo de la mayúscula no exime de poner la tilde cuando así lo exijan las
reglas de acentuación: ÁLGEBRA, Álgebra.
9) Números
Diversos son los factores que inciden en el momento de elegir usar palabras o
cifras para expresar números en la escritura: el contexto, el tipo de texto. Así, en
relación con los factores antes mencionados, en textos científicos, estadísticas, o
titulares periodísticos se opta por el empleo de cifras. En cambio, en novelas u obras
literarias es preferible el empleo de palabras. Existen algunas generalizaciones sobre
qué usar en determinados casos.
Los números pueden expresarse en una sola palabra, esto es, del cero al
veintinueve, las decenas y las centenas.
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por cien, cien por ciento o ciento por ciento. No debe usarse el signo % cuando el
porcentaje se expresa con palabras.
Apócope:
Cuando el cardinal uno y sus compuestos se anteponen, en función adjetiva, a un
sustantivo masculino, adoptan siempre la forma apocopada un: un libro, veintiún
soldados, ciento un opositores. También es normal la apócope de la forma femenina
una cuando el numeral precede a un sustantivo femenino que comienza por /a/ tónica:
un águila, veintiún hachas, ciento un armas. Solo es correcto el apócope ante
sustantivos; así pues, no debe decirse el treinta y un por ciento, sino el treinta y uno por
ciento.
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10) Sistema de los demostrativos
Veamos el siguiente cuadro:
A B C
“Hoy no he desayunado”
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“Hoy no desayuné”
El primer caso hace alusión a una acción que ha ocurrido en el pasado y que
tiene algún tipo de vinculación con el presente: en la oración, el hablante aun tiene la
posibilidad de desayunar. Todo lo contrario al segundo caso, en el que esa posibilidad
ya no existe pues se trata de un hecho acontecido en el pasado pero que ya no tiene
conexión con el presente. Imaginamos, entonces, que la primera frase pudo ser
proferida, por ejemplo, a las once de la mañana, mientras que la segunda, a las tres de la
tarde, cuando ya no hay posibilidad de “desayunar”.
En la oralidad, en el Río de la Plata, es mucho menos común el uso del pretérito
perfecto compuesto en la oralidad que en la escritura. Esto es: en el Río de la Plata, en la
enorme cantidad de oportunidades se apela a la forma simple del pretérito perfecto, y
muy pocas veces a la forma compuesta. Pues bien, insistamos: vaya esta recomendación
sencillamente como explicación mínima del uso de cada uno de los dos tiempos, y para
saber que este uso es disímil en nuestro entorno al de otras áreas hispanoparlantes.
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Juan me dijo que vaya al club.
Las dos oraciones son correctas. En los dos casos, en la frase subordinada, se
está utilizando el subjuntivo, pero cada oración se aplica a situaciones distintas. En el
primer caso (que fuera al club), Juan me dijo que fuera ayer, o antes de ayer o algún
momento que ya pasó, al club; mientras que en el segundo (que vaya al club), Juan me
invitó para ir hoy o mañana o en algún momento de acá en adelante.
14) Al+infinitivo
Conviene no abusar de la fórmula “contracción al (contracción de la preposición
a + artículo definido masculino singular) + verboide en infinitivo” porque dicha
contracción, en reiteradas oportunidades, debería ser reemplazada por el más evidente
conector temporal cuando, que sí posee un rasgo de temporalidad suficiente del que la
contracción carece. En lugar de asumir algo del tipo: “Al entrar al aula, Victoria vio a
sus compañeros preferidos”, es más recomendable decir: “Cuando entró al aula,
Victoria vio a sus compañeros preferidos”. Como se ve, la frase subordinada va
encabezada por el conector y la frase principal está dominada no ya por un verboide
infinitivo sino por un verbo conjugado, en este caso en pasado. “Cuando” es entonces
retóricamente sustancial mientras que “al” es poco fuerte retóricamente, de manera que
habría que evitar su empleo.
15) Gerundios
El gerundio es uno de los tres verboides de la lengua junto al participio y al
infinitivo:
Gerundio: estudiando
Participio: estudiado
Infinitivo: estudiar
En la palabra gerundio se puede ver el morfema "nd" que está presente en las
mismas formas: estudiando, leyendo. Existe una múltiple cantidad de manuales que
dicen que el verboide gerundio merece tratarse con sumo cuidado. Por esto diremos
entonces que este tipo de verboide se utilizará en las ocasiones vinculadas a la
anterioridad y a la simultaneidad, pero jamás a la posterioridad. Veamos ejemplos:
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Anterioridad: Entrando a la clase vi a los compañeros.
Simultaneidad: Siempre ceno mirando televisión.
Posterioridad (antiejemplo): Cayó un avión muriendo todos sus pasajeros.
diremos:
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hacer-hacerse. Pues bien, en su forma imperativa, en la primera persona del plural,
suelen presentar alguna que otra dificultad. Vale recordar la forma "monos" para no caer
en error. Ejemplos: Vayámonos, Encontrémonos, Escribámonos, Hablémonos,
Pongámonos, Reunámonos
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(Forma directa e indirecta) Ejemplos relacionales Ejemplos
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cuál Me preguntó cual angustia va y viene
cuál es esta cual tiovivo.
calle.
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Usualmente se ven oraciones constituidas por un adverbio de lugar y un adjetivo
posesivo: “delante mío”, “detrás mío” o “cerca mío”. Sin embargo, esta construcción es
incorrecta ya que los adverbios no son susceptibles de ser modificados por un adjetivo.
Para no incurrir en este error, resulta útil fijarse en la categoría de la palabra núcleo: si
esta es un sustantivo, podrá ir acompañada de un adjetivo posesivo: “mi alrededor-
alrededor mío”, “mi lado- al lado mío”. Ambos casos son correctos, ya que el adjetivo
aparece como modificador de un sustantivo (lado y alrededor). En cambio, es incorrecto
decir: “mi detrás” o “mi cerca”, ya que “detrás” y “cerca” son adverbios. En
consecuencia, “detrás mío” también será incorrecto. En estos casos, el adverbio deberá
acompañarse con la preposición “de” y un pronombre posesivo: “detrás de mí”, “cerca de
mí”.
23) Primera/tercera
Los adjetivos numerales ordinales “primera” y “tercera”, modificadores de
palabras cuyo género es femenino, nunca deben apocoparse, es decir, soslayar la “a” final.
Es común leer o escuchar, sobre todo en el lenguaje televisivo, expresiones tales como:
“Los abogados no se presentaron a la primer audiencia” o “La hinchada se ubicó en la
tercer bandeja”. Sin embargo, puesto que audiencia y bandeja son sustantivos femeninos,
el adjetivo debe respetar ese género. Resulta útil pensar en alguna expresión de uso
corriente como “Es la primera vez que sucede algo así” para advertir esta regla y recordar
que el género del adjetivo numeral ordinal siempre estará en concordancia con el del
sustantivo.
24) Dequeísmo-queísmo
A pesar de una moda que consiste en eliminar no bien aparezca cualquier “de
que”, conviene chequear entonces el correcto uso de esta forma. En la frase: “Estoy
sorprendido de que no hayan venido”, podemos ver que la fórmula “verbo estar +
adjetivo” rige la preposición de por lo que el uso de esta preposición es obligatorio ya
que uno podría decir “estoy sorprendido de algo” o “estoy sorprendido de esto” pero no
podría decirse: “estoy sorprendido algo” o “estoy sorprendido esto” de modo tal que la
recurrencia o no de la preposición de representa el problema principal a resolver cuando
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se trata el dequeísmo. De la misma forma, el siguiente listado de verbos rige la
preposición de: convencerse, olvidarse, darse cuenta, persuadirse, acordarse, etc. (Como
se ve, son todos verbos pronominales). Uno puede decir entonces: “Me di cuenta de que
mañana es miércoles”, pero no: “Me di cuenta que mañana es miércoles”. En definitiva,
“de” es el casus belli de este punto aunque su consideración sea recomendable más para
la escritura que para la oralidad.
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expresión: "acerca de", en lugar de solamente la preposición "de". Por ejemplo, se
puede llegar a leer o escuchar, la siguiente frase: "A continuación nos gustaría comenzar
a hablar acerca de las problemáticas que nos aquejan". Otras construcciones que habría
que evitar son “el cual”, “la cual”, “los cuales”, “las cuales”. Adecuado es reemplazarlas
por la conjunción “que”:
Antiejemplo: “Vi todos los programas de deportes los cuales estaban conducidos por
periodistas expertos”.
Mejor: “Vi todos los programas de deportes que estaban conducidos por periodistas
expertos”.
Antiejemplo:
“Nosotros tenemos una vecina italiana, que se llama Antonella, que vive
exactamente debajo de nuestro departamento, es decir, en el segundo piso, que se viene
quejando de algunas filtraciones que tiene en el techo de su cocina, que dicho sea de
paso el consorcio arregló ya en numerosas ocasiones, que debe como un año en el pago
de sus expensas, cosa que se le viene reclamando ya hace tiempo, desde hace varios
meses y por parte de varios vecinos del edificio, donde ya no se puede tolerar mucho
más a los morosos.”
Posible corrección:
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“Nosotros tenemos una vecina italiana, que se llama Antonella, y que vive
exactamente debajo de nuestro departamento, es decir, en el segundo piso. Pues bien,
esta vecina se viene quejando de algunas filtraciones que tiene en el techo de su cocina
que, dicho sea de paso, el consorcio arregló ya en numerosas ocasiones. Antonella debe
como un año en el pago de sus expensas, cosa que se le viene reclamando ya hace
tiempo, desde hace varios meses y por parte de varios vecinos del edificio. Justamente
ya no se puede tolerar mucho más a los morosos.”
“Mis tostadas favoritas son las untadas con mermelada de naranja”, dijo Demián.
Modo indirecto:
Demián dijo que, en materia de tostadas, sus favoritas son las que están untadas con una
mermelada particular, la de naranja.
Modo mixto:
Demián dijo que sus tostadas preferidas son las que están “untadas con mermelada de
naranja”.
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algo su “materialidad”). Acá, evidentemente, ya no tienen por qué estar las comillas. Lo
que sí se observa es que aparece el conector “que”.
El tercer caso, como lo indica su nombre, es mixto. Algo tiene del primer modo
(las comillas: en ciertas palabras específicas y no en todo el sintagma) y algo, del
segundo modo (la presencia del conector “que”). Lo llamativo de esta forma mixta es
que se entrecomilla, id est, se enfatiza solamente una parte del discurso retomado.
Con respecto a los verbos del decir, véase la recomendación número 31.
Decimos que es una cita bibliográfica básica porque no tiene los datos de la
cantidad de páginas, de si se trata de una edición particular, de la traducción o de la
indicación de algún capítulo del libro en particular. Esos son los cinco elementos que
una cita debe contemplar en la hoja que va al final de una monografía o de un ensayo.
En las notas al pie de la página, o en las notas finales, solamente se consigna, cuando se
lo juzga necesario, el apellido del autor y el año. La cita completa va en la hoja de la
bibliografía correspondiente, al final del texto. Si bien hay otros tipos de citación,
podemos guiarnos por este modelo, muy usado en congresos nacionales e
internacionales y en distintas publicaciones.
En las notas al pie de página, si se coloca una referencia bibliográfica, solamente
se anotará el apellido del autor en cuestión, y el año de la publicación de su texto. Esto
nos ha de llevar hasta la hoja al final del libro abordado, que es donde se consigna, de
manera completa, la cita bibliográfica.
De todos modos, esta recomendación apunta a que en las notas al pie de la
página no solamente se han de consignar los datos vinculados a las referencias
bibliográficas, sino que también constituye un espacio en el que pueden incluirse datos
extras, información complementaria que puede considerarse que no va en el texto
central
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30) Epígrafe
Los textos no son una retahíla de significantes aislados, sino que continuamente
entran en relación con otros textos. El epígrafe es aquel paratexto que sintetiza una idea,
un lema o una reflexión de otro autor y que está vinculado con el texto principal. Se
coloca en la parte superior de la hoja, y puede utilizarse al comienzo del libro, o en cada
capítulo. Permite elaborar un acercamiento inicial a la obra e imaginar su contenido. Si
su elección es correcta, resulta un incentivo a comenzar o continuar con la lectura.
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32) Homónimos
Por regla general, los monosílabos no se acentúan ya que, teniendo una sílaba,
no tienen necesidad de marcarla con respecto a otra. Pero existe una clase de acento que
se llama diacrítico, que sirve para señalar ciertos casos en que una palabra desempeña
distintas funciones gramaticales. Veamos algunos ejemplos:
de (preposición)
dé (verbo “dar” en modo subjuntivo o imperativo)
el (articulo definido masculino singular)
él (pronombre personal tercera persona singular)
tu (adjetivo posesivo para la segunda persona singular)
tú (pronombre personal segunda persona singular coloquial)
mi (adjetivo posesivo para la primera persona singular)
mí (pronombre personal objetivo de primera persona singular)
se (pronombre personal)
sé (verbo “saber” presente primera persona singular o verbo “ser” imperativo segunda
persona singular)
mas (conjunción adversativa sinónimo de “pero”)
más (adverbio de cantidad antónimo de “menos”)
si (conjunción condicional)
sí (adverbio de afirmación antónimo de “no”)
haya (verbo “haber” presente modo subjuntivo primera y tercera persona singular)
allá (adverbio de lugar antónimo de “acá”)
aya (sustantivo sinónimo de “niñera”)
halla (verbo “hallar” presente modo indicativo tercera persona singular)
hay (verbo impersonal “haber” presente modo indicativo)
ay (interjección)
ahí (adverbio de lugar antónimo de “aquí”)
te (pronombre personal objetivo de segunda persona singular coloquial)
té (sustantivo)
vaya (verbo “ir” primera o tercera persona presente modo subjuntivo o modo imperativo
en segunda persona singular formal)
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valla (sustantivo sinónimo de “obstáculo”)
digresión (sustantivo sinónimo de “derivación”)
disgresión (sustantivo sinónimo de “desacuerdo”)
revelar (verbo sinónimo de “descubrir”)
rebelar (verbo sinónimo de “sublevar”)
vasto (adjetivo sinónimo de “amplio”)
basto (sustantivo, naipe de la baraja española”)
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Gentilicios: Antropónimos:
colombiano cortazariano
porteño borgeano o borgiano
rionegrino o borgesiano
latinoamericano freudiano
europeo chopiniano
adorniano
Israelí- israelita (no confundir la primera acepción, que es un
adjetivo gentilicio: “proveniente de Israel”; con la segunda, que es sinónimo de
“judío”)
35) Vocativos
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revistas y diarios. Por ejemplo: “Página 12 denunció en una investigación la corrupción
política”. En cambio, se escribirán entrecomillados los nombres de capítulos, artículos y
notas dentro del diario. Por ejemplo: “Marx y Engels describen maravillosamente la
transformación del hombre en mercancía en el capítulo “Mercancía y dinero” de su libro
El Capital”.
37) Pleonasmos
Un pleonasmo es una figura retórica que consiste en la utilización de dos o más
términos que tienen igual significado. Estilísticamente funciona para intensificar el
concepto, pero algunas de estas expresiones, extendidas al uso común, resultan
redundantes:
No diremos: No diremos:
“Hace un año atrás” “El día de hoy”
Sí diremos: Sí diremos:
“Hace un año” o “Un año atrás” “Hoy”
No diremos: No diremos:
“A las doce del mediodía” “Mi opinión personal”
Sí diremos: Sí diremos:
“Al mediodía” “Mi opinión”
No diremos: No diremos:
“Las conclusiones finales” “Un periodo de tiempo”
Sí diremos: Sí diremos:
“Las conclusiones” “Un periodo”
No diremos: No diremos:
“Un lapso de tiempo” “Prever de antemano”
Sí diremos: Sí diremos:
“Un lapso” “Prever”
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No diremos: No diremos:
“Que se ha hecho previamente” “Volver a reiterar”
Sí diremos: Sí diremos:
“Que se ha hecho” “Reiterar”
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40) Figuras retóricas
Las figuras retóricas son estrategias que el escritor aplica en el texto para intentar
conseguir un efecto determinado en la interpretación del lector. También se denominan
artificios retóricos o figuras de connotación. Algunas de ellas son:
Hipérbaton: cambio inusual del orden sintáctico de las palabras que busca
colocar en un lugar destacado lo más importante poéticamente hablando.
Metáfora: analogía que se establece entre dos términos, ya sea mencionando los
dos o expresando sólo el término imaginario que queda en lugar del término aludido. En
el primer caso se denomina metáfora impura y en el segundo, pura.
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Metonimia: desplazamiento en la expresión que se produce entre dos elementos
contiguos (causa por efecto, contenido por continente).
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