Recomendaciones

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Recomendaciones puntuales para la escritura

Osvaldo Beker

1) Presentación de los trabajos


2) Revisión del texto
3) Transtextualidad
4) Las secuencias discursivas
5) Categorías morfológicas
6) Puntuación
7) Reglas de acentuación
8) Mayúsculas
9) Números
10) Sistemas de los demostrativos
11) Pretérito perfecto simple y Pretérito perfecto compuesto
12) Saltos temporales
13) Correlación temporal
14) Al + infinitivo
15) Gerundios
16) Verbo “haber” con significado de existencia
17) Imperativo primera persona plural verbos pronominales
18) Cláusulas condicionales
19) Diferencia entre pronombres interrogativos y conjunciones relativas
20) Sustantivos cuantificadores
21) Oraciones con “se”
22) Detrás de mí- detrás mío
23) Primera-tercera
24) Dequeísmo-queísmo
25) Uso de deíctico espacial en idea temporal
26) Abusos engalanadores
27) Abuso de oraciones subordinadas
28) Formas de citación

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29) Cita bibliográfica- Notas a pie de página
30) Epígrafe
31) Verbos “de comunicación” o verbos “del decir”
32) Homónimos
33) Sustantivos femeninos con artículo masculino
34) Adjetivos gentilicios y derivados de nombres propios
35) Vocativos, comas
36) Nombres de libros, en cursiva
37) Pleonasmos
38) Frases inconclusas: anacoluto
39) Lugares comunes
40) Figuras retóricas

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1) Presentación de los trabajos
 En el margen superior izquierdo debe escribirse lo siguiente:
 nombre y apellido
 consigna
 modalidad del trabajo (individual o grupal; trabajo original o de reescritura).

 En el margen inferior derecho, debe aparecer el número de la página.


 El tipo de fuente que debe utilizarse es Times New Roman o Arial, tamaño 12,
interlineado 1 y medio; justificación en ambos márgenes.
 Los trabajos no se presentan escritos en doble faz.

 Párrafos
Conviene que no solo el primer párrafo sino todos en el texto tengan su
correspondiente sangría. Se debe contemplar cuidadosamente el cambio de párrafo:
no hay que saltar de párrafo a párrafo, es decir, instalar el punto y aparte en
cualquier momento sino que habría al menos dos razones para hacerlo. Una
semántica y otra estética. La razón semántica se debe a que cada párrafo
contemplaría una unidad temática, un aspecto del tema tratado en todo el texto. Y la
razón estética supone que habría que contemplar más o menos una misma cantidad
de líneas para cada párrafo. Esto quiere decir que hay que desconfiar de los textos
que, en una carilla, presentan una buena cantidad de párrafos, con sus
correspondientes sangrías, lo que hace que, en una mirada impresionista, el texto
muestra una catarata de breves párrafos. Por ejemplo, si debiera tratarse un texto
argumentativo con relación a las desventajas del fumar, se desprenderían los
siguientes ítems: consecuencias en la salud propia, consecuencias en la salud de los
demás, gasto de dinero, perjuicio a los dientes, etcétera. Pues bien, el tema principal
son las desventajas del fumar y cada uno de los ítems mencionados podría
convertirse en un párrafo ya que cada uno de ellos se corresponde con un aspecto
semántico, o con una unidad de sentido, del tema propuesto en la totalidad del texto.
Si bien no es una regla a aplicarse siempre, uno podría asegurar que se daría la
presencia entonces de dos o tres párrafos promedio por carilla escrita.

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2) Revisión del texto
Es usual presenciar en numerosos casos estudiantes que, no bien terminada la
escritura de un texto cualquiera, apenas colocan el punto final de lo que han abordado,
practican un suspiro de alivio, dan por terminada la tarea y eventualmente entregan su
producción o imprimen el documento. Evidentemente hay un paso que se obvió en la
práctica de la escritura. A todas luces convendría tener en cuenta un aspecto esencial si
es que se quiere optimizar esta práctica: la revisión. Hay otros aspectos vinculados: la
reescritura, la corrección, la omisión, el glosado, la edición. Como puede verse, hay
mucho camino por recorrer luego de colocado aquel punto final. Hay quienes pueden
llegar a recomendar que se revise el texto propio, aparentemente finalizada su
producción, como si fuera "el del enemigo más acérrimo". Este uso metafórico es feliz
porque tiene como consecuencia el hecho de que se tome al texto propio como un texto
pasible de ser mejorado, jerarquizado, en el proceso del chequeado. Proceso que
también tiene como uno de sus aspectos la revisión de eventuales errores, fruto de la
distracción. Esta dimensión postextual constituye un momento clave en la realización
del escrito: con el punto final no se ha llegado al final ni muchísimo menos. En este
sentido entonces vaya esta recomendación sobre un comportamiento muy pocas veces
puesto en marcha. Con un paulatino ejercicio del chequeado del texto se podrá observar
una sensible mejoría.
Una reescritura implica un cambio de parecer, un arrepentimiento, una
ocurrencia, una idea mejor expresada, un retaceo de información o un pulido gramatical.
Una corrección implica echar por tierra falencias del orden normativo, es decir, en
aspectos que tengan que ver con la acentuación, la puntuación y la ortografía. Una
edición focaliza fundamentalmente sobre la estilística del texto en cuestión, por lo que
en este punto han de incidir fenómenos vinculados a la enunciación (la instancia que
habla y la instancia a la que se habla) y a la retórica (forma de la emisión). La edición
también tendrá que ver con la armonía del texto a entregar: la determinación de los
párrafos y el uso de la sangría, la forma del título y los subtítulos, el empleo de los
epígrafes o el espacio ocupado por eventuales gráficos y recuadros.

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3) Transtextualidad
Un texto es no sólo un cúmulo de significantes aislados que el lector recibe de
forma pasiva, sino un complejo tejido de sentidos. En él damos cuenta de la información
textual a la que se refiere, es decir de su contenido explícito. Pero también podemos
aprehender toda una serie de subjetividades, tales como: su contexto histórico-social; su
campo cultural; sus fuentes de apoyo fundamentales, su remisión a otros escritos etc.
Existen numerosas formas a través de las cuales los textos se relacionan entre sí. Gérard
Genette, en su libro Palimpsestos, llamó transtextualidad o trascendencia textual a “todo
aquello que relaciona, manifiesta o secretamente “a un texto con otros. Reconoce cuatro
tipos fundamentales, a saber:

 Intertextualidad: Relación de copresencia entre dos o más textos. Su forma más


conocida es la cita (directa o indirecta) y la alusión. Por ejemplo: “Más tarde Dante
alertará a sus lectores: ‘¡Oh! vosotros que, deseosos de escucharme, habéis en una
pequeña barca seguido a mi nave que boga cantando, regresad a vuestras riveras,
dejad el camino de alta mar.’” (Cita directa)

 Paratextualidad: Relación de un texto con su paratexto (títulos, epígrafes,


ilustraciones, tapa, contratapa). Es todo aquello que se encuentra alrededor de él y
que permite al lector elaborar una hipótesis previa a la lectura del mismo. Un
ejemplo gráfico de esta herramienta es la ilustración de El Principito, de Antoine de
Saint Exupéry, en cuya tapa puede observarse a un príncipe parado sobre un mundo
muy pequeño en relación con la realidad. Esto nos da la pauta de la soledad y
tristeza en la que vive el Principito, hecho que después confirmaremos en la lectura
propia del texto.

 Metatextualidad: Consiste en un comentario que une un texto a otro del cual habla.
La crítica es la expresión más acabada de este mecanismo. Por ejemplo: La crítica
de la película “Troya”, en la sección de espectáculos del diario Clarín.

 Hipertextualidad: Relación de un texto con otro anterior del cual deriva por
transformación. Puede darse de manera directa o por imitación. El texto resultante es
lo que se conoce como hipotexto. Genette considera estos casos, solo si se dan de

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una manera masiva y declarada de forma más o menos oficial. Sus expresiones más
conocidas son: la parodia, la trasposición, la continuación, el pastiche y la
caricatura, entre otras. Ejemplo: Un graffiti en el microcentro de Capital Federal que
alude al Golpe de Estado de 1976, dice: “30.000 razones”.

4) Las secuencias discursivas

Las secuencias discursivas (también denominadas “géneros discursivos”)


constituyen dimensiones textuales recursivas que podrían clasificarse del siguiente
modo:

 secuencia discursiva narrativa


 secuencia discursiva descriptiva

 secuencia discursiva argumentativa

 secuencia discursiva expositiva-explicativa

 secuencia discursiva instruccional

 secuencia discursiva dialogal

Podría aseverarse que estas seis son todas las posibles dimensiones textuales.
Cuando se dice que son “recursivas”, significa que, a lo largo de un texto, pueden
aparecer, dejar de estar presentes y volver a tener su presencia. Conocerlas puede
ayudar a considerar los distintos textos, sobre todo los del ámbito científico-académico.

La secuencia narrativa es aquella en la que predominan las acciones, los verbos, los
acontecimientos. Es la que posibilita la existencia de una historia, la hace avanzar y
concluir.

La secuencia descriptiva es la que “hace detener el tiempo”, pues ya no se trata de


presentar historias, sino de dar cuenta de las características de los sujetos, objetos y
paisajes.

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La secuencia argumentativa tiene que ver, por ejemplo, con las notas editoriales o las
columnas de opinión. Es decir: son aquellos textos, o fragmentos textuales en los que se
da la predominancia de puntos de vista en torno a una temática determinada.

La secuencia explicativo-expositiva es aquella que se vincula con las definiciones de


conceptos. Es la que apunta a ofrecer, precisamente, “explicaciones” sobre distintas
categorías o nociones o términos. El ejemplo paradigmático es la entrada léxica en un
diccionario o enciclopedia.

La secuencia instruccional es aquella que vemos, por ejemplo, en textos como las
recetas de cocina o en los manuales de usuario de los electrodomésticos. En ellos, se da
la presencia de pasos a seguir para llegar a un determinado objetivo. Dichos pasos, que
son fijos, que no son intercambiables, están articulados en el modo imperativo, en
infinitivo, o en presente impersonal.

Finalmente, la secuencia dialogal, como su nombre lo indica, se refiere a los fragmentos


textuales en que aparecen las voces de personajes involucrados en la historia abordada

5) Categorías morfológicas
Hablar de categorías morfológicas es hablar de clases de palabras. En el español,
encontramos ocho categorías, que pueden clasificarse en palabras autónomas, llenas,
completas o independientes; y en palabras dependientes, articuladoras o flexibles.
Dentro de la primera clasificación, encontramos los sustantivos, los adjetivos, los
verbos y los adverbios, mientras que, en la segunda, los artículos, las conjunciones, los
pronombres y las preposiciones.

 El sustantivo es la clase de palabra que tiene las funciones privativas de sujeto,


objeto directo, objeto indirecto y agente (estas dos últimas, como término de
preposición). Puede desempeñar otras funciones (predicado nominal, predicativo,
circunstancial, etc.), pero no son privativas de él, sino que las comparte con otras clases
de palabras. Ejemplos: FEBRERO es el mes más corto del año. (Sujeto); El alumno
tiene mucho TRABAJO. (Núcleo de objeto directo); Luis escribió una carta para
SANDRA. (Término del objeto indirecto); Está encandilado por la LUZ. (Núcleo del
término del agente). De acuerdo con esto, toda palabra que desempeñe cualquiera de

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estas funciones es un sustantivo, aunque otro tipo de clasificaciones la incluya en otras
listas.

 El adjetivo es la clase de palabra que desempeña la función privativa de


modificador directo del sustantivo. Puede desempeñar otras funciones (predicado
nominal, predicativo, etc.), pero no son privativas de él, sino que las comparte con otras
clases de palabras. Ejemplo: “La VIEJA casa de los Anchorena es hoy un museo”.
Como ocurre con el sustantivo, toda palabra que desempeñe la función de modificar
directamente a un sustantivo es un adjetivo.

 El verbo es la clase de palabra que desempeña la función privativa y obligatoria


de núcleo del predicado verbal. Es la única clase de palabra que tiene su propio régimen
de modificadores (objetos, predicativos, circunstanciales y agentes), que no comparte
con ninguna otra clase de palabras. Ejemplo: El verbo siempre ES el núcleo del
predicado verbal.

 El adverbio tiene la función de ser modificador directo del adjetivo y de otro


adverbio, la cual no comparte con ninguna otra clase de palabra. Sin embargo, esta
función no puede ser desempeñada por todos los adverbios (ni los de lugar ni los de
tiempo). Ejemplo: “Esa chica es MUY linda”. (Modificador directo de un adjetivo)
“Llegamos DEMASIADO tarde”. (Modificador directo de otro adverbio). Asimismo, el
adverbio tiene una función no privativa que comparte con el sustantivo: la de ser
circunstancial. Esta función la desempeñan todos los adverbios, por lo tanto es
considerada fundamental.

 El artículo es una subclase del adjetivo que sólo puede funcionar como
modificador directo del sustantivo. Ejemplo: “EL artículo es una subclase del adjetivo”.
Puede clasificarse en definido y en indefinido. Ejemplos: “EL libro está en la mesa”.
(Definido). “UN libro está en la mesa” (Indefinido).

 Las conjunciones pueden ser de dos tipos: coordinantes o subordinantes. Las


coordinantes pueden enlazar sustantivos, adjetivos, adverbios, preposiciones, verbos,
verboides, construcciones y suboraciones. Las conjunciones unen elementos de la

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misma categoría sintáctica, o sea elementos que están en el mismo nivel. Dentro de las
conjunciones coordinantes, distinguimos:

 Las copulativas (que unen en serie dos o más elementos cuyo orden puede variarse sin
alterar el sentido): y, e, ni.

 Las disyuntivas (que indican oposición entre dos o más posibilidades): o, u.

 Las adversativas (que se dividen en restrictivas): pero, sin embargo, aunque, no


obstante, mas; (y en exclusivas) sino.

 las consecutivas (que unen dos elementos y el segundo expresa la consecuencia del
primero): conque, así que, entonces, luego, por eso, por lo tanto, en consecuencia, etc.

Por su parte, algunas conjunciones actúan como subordinantes de un verbo a


otro. La diferencia con los pronombres relativos es que estas conjunciones no tienen una
función en el texto, pero encabezan subordinadas sustantivas y adverbiales. Las
conjunciones subordinantes son: que, porque, pues, si, aunque.

 Las preposiciones son siempre subordinantes y van seguidas de un


término cuyo núcleo es un sustantivo, un adjetivo o un adverbio. Ejemplos: Estoy
rodeado de animales hermosos. (Término con núcleo sustantivo) Te tienen en cuenta
por bueno. (Término con núcleo adjetivo) Vinieron DESDE muy lejos. (Término con
núcleo adverbial). Las preposiciones son: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en,
entre, hacia, hasta, para, por, según, si, so, sobre, tras.

 El pronombre, sintácticamente, no tiene una función privativa o


fundamental, ya que no tiene una función propia. Significa “en lugar del nombre”.
Ejemplo: “Yo quiero estudiar en París”.

6) Puntuación
Los signos de puntuación son la representación gráfica de las pausas, más o
menos prolongadas, cambios de entonación, ascenso o descenso de la voz, que el

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hablante hace en la realidad. El español cuenta con diferentes signos de puntuación,
entre ellos:

 El punto: Señala una pausa que se da al final del enunciado. Julio, venga acá. Me
va a hacer enfadar.

 La coma: Se usa para hacer una pausa breve. A continuación, veamos algunos
casos:

 Para separar los términos de una enumeración: Eloísa compró naranjas,


peras y duraznos.
 Para separar oraciones cortas: Anduvieron en canoa, desembarcaron en una
isla, penetraron en una hostería y hambrientos y cansados pidieron algo para comer.
 Para separar oraciones incidentales o frases explicativas: (Se las conoce,
porque pueden suprimirse sin que se altere el sentido fundamental de la oración.) San
Martín, el Santo de la Espada, falleció en Francia.
 Para indicar que el verbo ha sido omitido: Pedro era gordo. Juan, flaco.

 El punto y coma: se usa con los siguientes fines:

 Para separar ítems en una enumeración compleja. Vinieron Matías, el chico que
vive en el Abasto; María, la muchacha cordobesa que te mostré el otro día; y
Sebastián, el actor de telenovelas.

 Los dos puntos: Indican una pausa mayor que la del punto y coma. Se usa en los
siguientes casos:

 Siempre que se citan palabras textuales: Dijo San Martín: “Serás lo que
debas ser o no serás nada”.

 Cuando a una o a varias oraciones sigue otra que es consecuencia, aclaración


o demostración de lo que antecede: Consiguió lo que quería: ver a su madre.

 Después del encabezamiento de una carta: Estimado amigo:

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 Los puntos suspensivos: Se usan en los siguientes casos:

 Cuando se da por conocido lo que sigue: Ya dice el refrán: “Al que


madruga...”
 Cuando se sigue con algo inesperado: ¿Tonto...? Más tonta será tu abuela.
 Cuando se interrumpe una enumeración que puede seguir indefinidamente:
Come cuanto le doy: naranjas, peras, damascos, higos...
 Permite agregar todo lo que la imaginación le sugiere al lector: Si la higuera
escuchara...

 Los paréntesis: Son signos que encierran elementos incidentales o aclaratorios


intercalados en una oración (es el mismo uso que los guiones o la coma doble) y pueden
ser suprimidos sin alterar el sentido de la misma. Ejemplo: Las asambleas (la última
duró más de tres horas) tenían lugar en la plaza del barrio.

 Las comillas: Pueden ser simples o dobles. Su uso es indistinto, pero suelen
alternarse cuando hay que utilizar comillas en un texto ya entrecomillado. Es una de las
marcas más frecuentemente empleadas en las secuencias de enunciados directamente
referidos. En las citas indirectas, las comillas realzan palabras o frases propias del
enunciador del discurso citado. Ejemplo: El jefe del área de investigación declaró:
“Aun es arduo el camino por recorrer”.
 La raya: Para señalar cambio de interlocutor. Ejemplo: -Mamá, ¿cuándo nos
vamos?

 El guión: Se usa en algunos compuestos gentilicios o de otra índole y para dividir


palabras al final del renglón. Ejemplo: Tratado argentino-chileno.

7) Reglas de acentuación
Al acentuar cualquier palabra que tenga dos o más sílabas, vemos que siempre
una de ella se pronuncia con mayor fuerza. Esa sílaba se conoce con el nombre de sílaba
tónica. Todas las palabras polisílabas se acentúan. Las palabras que no llevan escrito el
acento llevan acento prosódico. El acento escrito se llama acento ortográfico. Según la

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sílaba donde lleven el acento, las palabras se clasifican en agudas, graves y esdrújulas.
Las palabras agudas llevan tilde cuando terminan en N, en S o en VOCAL.
Ejemplos: están – después – llovió. Las palabras graves llevan tilde cuando terminan en
consonantes que NO sean N ni S. Ejemplos: camino – examen. Las palabras esdrújulas
y sobreesdrújulas llevan siempre tilde para señalar la sílaba tónica. Cabe resaltar tres
casos especiales: el diptongo, el triptongo y el hiato. La pronunciación de dos vocales
en una sílaba se llama diptongo. Los diptongos se forman con la unión de dos vocales,
una abierta y una cerrada y viceversa, o dos cerradas, en una misma sílaba. Los
diptongos del español son catorce, según la Real Academia Española:

VOCAL CERRADA + VOCAL ABIERTA + DOS VOCALES


VOCAL ABIERTA VOCAL CERRADA CERRADAS
IA (his-to-ria) AI (bai-le) IU (ciu-dad)
UA (cua-dro) EI (pei-ne) UI (cui-da-do)
IE (piel) OI (es-toi-co)
UE (sue-lo) AU (au-ro-ra)
IO (di-lu-vio) EU (Eu-ro-pa)
UO (cuo-ta) OU (Sou-to)

Dos vocales abiertas no forman diptongo. Tampoco hay diptongo cuando,


estando juntas una vocal abierta y una cerrada, esta última está acentuada. Ejemplo:
María. Como puede observarse, al estar acentuada la vocal cerrada, el diptongo no
existe: se dice que hay hiato.

El triptongo es la pronunciación de tres vocales en una sola sílaba. Para que


exista triptongo, la vocal abierta debe estar en el medio de las vocales cerradas. En la
lengua española, encontramos ocho triptongos:

IAI (a-li-viáis) IEU (a-li-viéis) IOI (hioi-des)


IAU (miau) IEU (ha-liéu-ti-ca)
UAI (Pa-ra-guay) UEI (buey)
UAU (guau)

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8) Mayúsculas
La palabra inmediata posterior a un punto se escribe con mayúscula. Sin
embargo, otros usos de la mayúscula son menos conocidos y presentan algunas
dificultades. A continuación se detalla en qué ocasiones debe utilizarse.

Uso de mayúsculas dependientes de la puntuación:

 En enunciados exclamativos o interrogativos si la pregunta o la exclamación


constituyen solo una parte del enunciado. Pueden darse dos casos:

 La pregunta o la exclamación inician el enunciado. En este caso, la primera


palabra que sigue a los signos de apertura se escribe con mayúscula y la que sigue a los
signos de cierre se escribe con minúscula: ¿Qué sorpresas me deparará este día?, me
pregunto ante el espejo cada mañana. Esto ocurre también cuando se suceden varias
preguntas o exclamaciones breves que pueden ser consideradas un único enunciado y
separarse con signos de coma o de punto y coma: ¿Cómo te llamas?, ¿en qué trabajas?,
¿dónde naciste?

 La pregunta o la exclamación no están colocadas al comienzo del enunciado,


sino que siguen a otra palabra o palabras que también forman parte de este. En ese caso,
la primera palabra de la pregunta o de la exclamación (la que sigue a los signos de
apertura) se escribe con minúscula: Natalia, ¿puedes ayudarme? Pero ¡qué alegría tan
grande verte por aquí!

 Tras los dos puntos que anuncian la reproducción de una cita o palabras
textuales: Pedro dijo:”No volveré hasta las nueve”.

Uso de mayúsculas independientes de la puntuación:

 Los sobrenombres, apodos y seudónimos: Manuel Benítez, el Cordobés; José


Nemesio, alias el Chino.

 Los nombres propios geográficos se escriben con mayúscula, mientras que los
nombres comunes genéricos (ciudad, río, mar, océano, sierra, cordillera, cabo, golfo,
estrecho, etc.) deben escribirse con minúscula: la ciudad de Panamá, el río Ebro, la
sierra de Gredos, la cordillera de los Andes, el cabo de Hornos. Solo si el nombre

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genérico forma parte del nombre propio, se escribe con mayúscula inicial: Ciudad Real,
Río de la Plata, Sierra Nevada, los Picos de Europa.

 Los sustantivos y adjetivos que forman parte del nombre de determinadas zonas
geográficas: Occidente, Oriente Medio, Cono Sur, Hispanoamérica.

 Los nombres de los cuatro puntos cardinales (Norte, Sur, Este, Oeste) y de los
puntos del horizonte (Noroeste, Sudeste, etc.): La brújula señala el Norte. También se
escriben con mayúsculas los casos de Polo Norte y Polo Sur.

 Los sustantivos y adjetivos que componen el nombre de entidades, organismos,


departamentos o divisiones administrativas, edificios, monumentos, establecimientos
públicos, partidos políticos, etc.: el Ministerio de Hacienda, la Casa Rosada, la
Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes; los nombres de los documentos
históricos: Declaración Universal de los Derechos, los sustantivos y adjetivos que
forman el nombre de disciplinas científicas: soy licenciado en Biología; los nombres de
edades y épocas históricas: la Edad Media, la Contrarreforma, la Primera Guerra
Mundial

 La primera palabra del título de cualquier obra de creación (libros, películas,


cuadros, esculturas, piezas musicales, programas de radio o televisión, etc.): La vida es
sueño, Las cuatro estaciones, Telefé noticias.

 Determinados nombres, cuando designan entidades o colectividades institucionales:


la Universidad, el Estado, el Ejército, el Reino, la Marina, la Judicatura, el Gobierno.
En muchos casos, esta mayúscula tiene una función diacrítica o diferenciadora, ya que
permite distinguir entre acepciones distintas de una misma palabra: Iglesia
(‘institución’) / iglesia (‘edificio’), Ejército (‘institución’) / ejército (‘conjunto de
soldados’), Gobierno (‘conjunto de los ministros de un Estado’) / gobierno (‘acción de
gobernar’).

 Acentuación:

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 El empleo de la mayúscula no exime de poner la tilde cuando así lo exijan las
reglas de acentuación: ÁLGEBRA, Álgebra.

9) Números
Diversos son los factores que inciden en el momento de elegir usar palabras o
cifras para expresar números en la escritura: el contexto, el tipo de texto. Así, en
relación con los factores antes mencionados, en textos científicos, estadísticas, o
titulares periodísticos se opta por el empleo de cifras. En cambio, en novelas u obras
literarias es preferible el empleo de palabras. Existen algunas generalizaciones sobre
qué usar en determinados casos.

 Se recomienda la utilización de palabras cuando:

 Los números pueden expresarse en una sola palabra, esto es, del cero al
veintinueve, las decenas y las centenas.

 Los números se expresan en dos palabras unidas por la conjunción y (hasta


noventa y nueve)

 Todos los números aproximados o los usados con intención expresiva:

 Creo que nació en mil novecientos cincuenta y tantos


 Habría unas ciento cincuenta mil personas en la manifestación
 ¡Te lo he repetido un millón de veces y no me haces caso!

 Se recomienda la utilización de cifras cuando:

 Los números exigirían el empleo de cuatro o más palabras en su escritura con


letras.
 Los porcentajes superiores a diez Hasta el diez suele alternar el empleo de cifras
o palabras en la indicación de los porcentajes. El símbolo % debe leerse siempre «por
ciento», salvo en el caso del 100%, que puede expresarse en letras de tres modos: cien

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por cien, cien por ciento o ciento por ciento. No debe usarse el signo % cuando el
porcentaje se expresa con palabras.

 No es recomendable mezclar en un mismo enunciado números escritos con


cifras y números escritos con letra; así pues, si algún número perteneciente a la primera
clase forma serie con otros más complejos, es mejor escribirlos todos con cifras: En la
Biblioteca de Palacio hay 35 manuscritos y 135 226 volúmenes impresos, 134 de ellos
incunables.

 Apócope:
Cuando el cardinal uno y sus compuestos se anteponen, en función adjetiva, a un
sustantivo masculino, adoptan siempre la forma apocopada un: un libro, veintiún
soldados, ciento un opositores. También es normal la apócope de la forma femenina
una cuando el numeral precede a un sustantivo femenino que comienza por /a/ tónica:
un águila, veintiún hachas, ciento un armas. Solo es correcto el apócope ante
sustantivos; así pues, no debe decirse el treinta y un por ciento, sino el treinta y uno por
ciento.

 Cardinal por ordinal:


Además de su uso propio para expresar cantidad, los cardinales se emplean a
menudo, en el lenguaje corriente, para expresar orden, reemplazando en su función a los
ordinales: “Un pibe se cayó desde el piso veintidós y se salvó”, en lugar de escribir:
“Un pibe se cayó desde el vigésimo segundo piso y se salvó”. Lo que no debe hacerse,
en ningún caso, es mezclar ordinales y cardinales.

 Partitivo por ordinal:


La utilización de los numerales partitivos en función ordinal es incorrecta.
Veamos el siguiente contraejemplo: “Esta es la doceava edición de la muestra”. En este
caso el numeral partitivo “doceava” debe ser reemplazado por adjetivo numeral ordinal
“decimosegunda” o “duodécima”. La confusión surge debido a que los adjetivos
partitivos que corresponden a los números tres a diez coinciden en sus formas con los
femeninos de los ordinales: “La quinta parte de los inquilinos debe el alquiler”. (Función
partitiva) “Esta es la quinta vez que intento dejar de fumar”. (Función ordinal).

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10) Sistema de los demostrativos
Veamos el siguiente cuadro:
A B C

MS Este Ese Aquel


FS Esta Esa Aquella
MP Estos Esos Aquellos
FP Estas Esas Aquellas
N Esto Eso Aquello

En la columna A se pueden admitir los adjetivos demostrativos (o deícticos


espaciales) que se corresponden con un objeto cercano al hablante y lejano para el
oyente. En B están los demostrativos que se corresponden, inversamente, con algún
elemento lejano al hablante y cercano al oyente. Los demostrativos en la columna C
sirven para mostrar algún elemento que está lejano tanto para el hablante como para el
oyente. Hasta 1999 (año en que se publicó la última Ortografía de la Real Academia
Española), estos deícticos espaciales llevaban tilde cuando eran pronombres. Ahora
puede relativizarse esa regla: todos los demostrativos pueden ir sin tilde ya sean
adjetivos, ya sean pronombres. Los demostrativos que se corresponden con la quinta
línea, es decir, los neutros, son siempre pronombres. Los restantes doce pueden ser
adjetivos o pronombres de acuerdo al contexto.

11) Pretérito perfecto simple y pretérito perfecto compuesto


Existen dos tiempos que se refieren a acciones del pasado y que tienen una
denominación parecida: el pretérito perfecto simple (comiste, corrimos, estudié) y el
pretérito perfecto compuesto (has comido, hemos corrido, he estudiado). Esta
recomendación apunta solamente a conocer la diferencia que hay entre ambos tiempos,
teniendo en cuenta fundamentalmente su uso particular (y acotado) en el Río de la Plata.
En efecto, en muchas provincias de nuestro país, en muchos países latinoamericanos y
en la península ibérica, hay una diferencia clara entre ambos. Veamos un par de
ejemplos:

“Hoy no he desayunado”

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“Hoy no desayuné”

El primer caso hace alusión a una acción que ha ocurrido en el pasado y que
tiene algún tipo de vinculación con el presente: en la oración, el hablante aun tiene la
posibilidad de desayunar. Todo lo contrario al segundo caso, en el que esa posibilidad
ya no existe pues se trata de un hecho acontecido en el pasado pero que ya no tiene
conexión con el presente. Imaginamos, entonces, que la primera frase pudo ser
proferida, por ejemplo, a las once de la mañana, mientras que la segunda, a las tres de la
tarde, cuando ya no hay posibilidad de “desayunar”.
En la oralidad, en el Río de la Plata, es mucho menos común el uso del pretérito
perfecto compuesto en la oralidad que en la escritura. Esto es: en el Río de la Plata, en la
enorme cantidad de oportunidades se apela a la forma simple del pretérito perfecto, y
muy pocas veces a la forma compuesta. Pues bien, insistamos: vaya esta recomendación
sencillamente como explicación mínima del uso de cada uno de los dos tiempos, y para
saber que este uso es disímil en nuestro entorno al de otras áreas hispanoparlantes.

12) Saltos temporales


Es frecuente que, en un acto de distracción, se mezclen los tiempos verbales en
la escritura. Si bien algunos escritores utilizan este entrecruzamiento como un recurso
literario, generalmente responde a una desatención o al deseo de generar determinado
ritmo o clima en el texto, que sin embargo puede generar confusiones. En el siguiente
ejemplo, se puede observar cómo se pasa del pasado al presente, y se regresa luego al
tiempo inicial: “Tenía la sensación de que alguien me perseguía. Sentía su respiración
entrecortada y su boca jadeante detrás de mí. Pienso en qué hacer, y decido enfrentarlo.
En cuanto lo miré, huyó en la oscuridad de la noche”. La forma correcta de escribir el
párrafo anterior sería conjugando en pasado los verbos en cursiva: “Tenía la sensación
de que alguien me perseguía. Sentía su respiración entrecortada y su boca jadeante
detrás de mí. Pensé en qué hacer, y decidí enfrentarlo. En cuanto lo miré, huyó en la
oscuridad de la noche”.

13) Correlación temporal


Juan me dijo que fuera al club.

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Juan me dijo que vaya al club.

Las dos oraciones son correctas. En los dos casos, en la frase subordinada, se
está utilizando el subjuntivo, pero cada oración se aplica a situaciones distintas. En el
primer caso (que fuera al club), Juan me dijo que fuera ayer, o antes de ayer o algún
momento que ya pasó, al club; mientras que en el segundo (que vaya al club), Juan me
invitó para ir hoy o mañana o en algún momento de acá en adelante.

14) Al+infinitivo
Conviene no abusar de la fórmula “contracción al (contracción de la preposición
a + artículo definido masculino singular) + verboide en infinitivo” porque dicha
contracción, en reiteradas oportunidades, debería ser reemplazada por el más evidente
conector temporal cuando, que sí posee un rasgo de temporalidad suficiente del que la
contracción carece. En lugar de asumir algo del tipo: “Al entrar al aula, Victoria vio a
sus compañeros preferidos”, es más recomendable decir: “Cuando entró al aula,
Victoria vio a sus compañeros preferidos”. Como se ve, la frase subordinada va
encabezada por el conector y la frase principal está dominada no ya por un verboide
infinitivo sino por un verbo conjugado, en este caso en pasado. “Cuando” es entonces
retóricamente sustancial mientras que “al” es poco fuerte retóricamente, de manera que
habría que evitar su empleo.

15) Gerundios
El gerundio es uno de los tres verboides de la lengua junto al participio y al
infinitivo:
 Gerundio: estudiando
 Participio: estudiado
 Infinitivo: estudiar
En la palabra gerundio se puede ver el morfema "nd" que está presente en las
mismas formas: estudiando, leyendo. Existe una múltiple cantidad de manuales que
dicen que el verboide gerundio merece tratarse con sumo cuidado. Por esto diremos
entonces que este tipo de verboide se utilizará en las ocasiones vinculadas a la
anterioridad y a la simultaneidad, pero jamás a la posterioridad. Veamos ejemplos:

19
 Anterioridad: Entrando a la clase vi a los compañeros.
 Simultaneidad: Siempre ceno mirando televisión.
 Posterioridad (antiejemplo): Cayó un avión muriendo todos sus pasajeros.

Por otro lado, en vez de decir:

“En la heladera había un recipiente conteniendo fideos de ayer”

diremos:

“En la heladera había un recipiente que contenía fideos de ayer”

16) Verbo “haber” con significado de existencia


El verbo “haber” en español tiene dos funcionalidades. La primera es como
verbo auxiliar: he comido, has cambiado, habíamos decidido, habrá llegado, haber visto.
La segunda es la que nos interesa: como verbo autónomo. Con este significado, el verbo
“haber” tiene el significado de existencia. Lo importante es que se tenga en cuenta que,
considerado de este modo, no varía en número, siempre adopta la forma singular en
cualquier tiempo que vaya y que integra oraciones unimembres. Por ejemplo:
 Hay una cebolla.
 Hay dos cebollas.
En el presente no hay mayores inconvenientes en la forma.
 Hubo una fiesta. Hubo dos fiestas.
 Había una película. Había dos películas.
 Habrá una reunión. Habrá dos reuniones.
El error común es pluralizar al verbo y convertirlo en número como lo puede
hacer el verbo en su forma auxiliar.
Antiejemplos: Habían dos repasadores en esta silla. Hubieron dos reuniones.

17) Imperativo primera persona plural verbos pronominales


Los verbos pronominales son aquellos que tienen, agregados a su forma en el
infinitivo, el pronombre "se": peinar-peinarse, construir-construirse, lavar-lavarse,

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hacer-hacerse. Pues bien, en su forma imperativa, en la primera persona del plural,
suelen presentar alguna que otra dificultad. Vale recordar la forma "monos" para no caer
en error. Ejemplos: Vayámonos, Encontrémonos, Escribámonos, Hablémonos,
Pongámonos, Reunámonos

18) Cláusulas condicionales


Hay tres tipos de cláusulas condicionales: real, posible e imposible.

 Para la primera, luego de la conjunción condicional por excelencia si, usaremos


el presente y, luego de una coma, tendremos tres posibilidades: presente, futuro o
imperativo: Si voy al club, juego tenis. Si voy al club, voy a jugar tenis. Si voy al club,
vení conmigo.

 Para la cláusula condicional de lo posible, corresponden el imperfecto


subjuntivo y el condicional simple: Si fuera o fuese al club, jugaría tenis.

 Para la cláusula condicional de lo imposible, corresponden el pluscuamperfecto


del subjuntivo y el condicional compuesto: Si hubiera o hubiese ido al club, habría
jugado tenis.

Habría que dar cuenta de un par de observaciones: a) la parte condicionante y la


parte condicionada pueden invertir su orden, en cuyo caso desaparece la coma ya que la
conjunción condicionante pasa a ocupar su lugar. Ejemplo: Habría jugado tenis si
hubiera ido al club; b) puede darse una combinación entre la tercera y la segunda
cláusulas condicionales siempre que se explicite un adverbio de tiempo (por lo que se
daría la coexistencia de los tiempos pluscuamperfecto del subjuntivo y condicional
simple). Ejemplo: Si hubiera ido a la playa, ahora estaría bronceada.

19) Diferencia entre pronombres interrogativos y conjunciones


relacionantes
Pronombre
interrogativos/exclamativos Conjunciones

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(Forma directa e indirecta) Ejemplos relacionales Ejemplos

¿Qué hora es? El hombre que está


qué Me preguntó que allí es mi padre.
qué hora es.
¿Quién te lo
contó? Quien mal anda,
quién Me preguntó quien mal acaba.
quién me lo
contó.
¿Dónde Iré donde quiera
dónde están? donde que estés.
Me preguntó
dónde
estamos.
¿Cuándo
cuándo naciste? cuando Cuando llegue,
Me preguntó hablamos.
cuándo nací.
¿Cómo se te
sentís? Sus ojos son como
cómo Me preguntó como dos faroles.
cómo me
sentía.
¿Cuánto sale? Me picó cuanto
cuánto Me preguntó cuanto mosquito volaba por
cuánto salía. el aire.

por qué ¿Por qué salís porque Se fue porque se


a esta hora? sentía mal.
Me preguntó porqué El porqué de su
por qué salía muerte…
a esta hora.
¿Cuál es el
nombre de En “La salud de los
esta calle? enfermos”, la

22
cuál Me preguntó cual angustia va y viene
cuál es esta cual tiovivo.
calle.

20) Sustantivos cuantificadores


Los sustantivos cuantificadores son aquellos que designan una pluralidad de
seres u objetos, aun estando en singular: el resto, la mitad, la mayoría, un montón, una
selección. Cuando está acompañado de un complemento del nombre introducido por de,
el verbo de la oración puede ir en singular o en plural. Por ejemplo: El resto de los
alumnos aprobó/aprobaron el examen. Ante un caso como el anterior, pero con el
sustantivo cuantificador sin complemento es más aconsejable la concordancia en
singular: “El resto decidió no ir”. Si aparece un adjetivo que modifica el sustantivo, el
verbo debe conjugarse en plural: “La mitad de los libros viejos fueron regalados”.

21) Oraciones con “se”


Consideremos el siguiente par de oraciones:

a-Se eligieron nuevos representantes.


b-Se eligió a los nuevos representantes.

Semánticamente, las frases A y B son similares pues en ambas se hace referencia


a esa “elección de representantes”. No obstante, en lo que respecta a la sintaxis, habrá
que notar diferencias. En la primera frase, advertimos que “nuevos representantes” es el
sujeto de la oración. Se trata de una voz pasiva.
Mientras que en la segunda frase vemos que “los nuevos representantes” ya no es el sujeto
de la oración sino su objeto indirecto. Lo interesante de la comparación de este binomio
es sondear la variación en número y en persona del verbo, en este caso “elegir”. En el
caso de la voz pasiva está en plural (“eligieron”); en la frase activa con objeto indirecto,
está en singular (“eligió”): en ambos casos, el verbo sigue al pronombre “se”.

22) Detrás de mí- detrás mío

23
Usualmente se ven oraciones constituidas por un adverbio de lugar y un adjetivo
posesivo: “delante mío”, “detrás mío” o “cerca mío”. Sin embargo, esta construcción es
incorrecta ya que los adverbios no son susceptibles de ser modificados por un adjetivo.
Para no incurrir en este error, resulta útil fijarse en la categoría de la palabra núcleo: si
esta es un sustantivo, podrá ir acompañada de un adjetivo posesivo: “mi alrededor-
alrededor mío”, “mi lado- al lado mío”. Ambos casos son correctos, ya que el adjetivo
aparece como modificador de un sustantivo (lado y alrededor). En cambio, es incorrecto
decir: “mi detrás” o “mi cerca”, ya que “detrás” y “cerca” son adverbios. En
consecuencia, “detrás mío” también será incorrecto. En estos casos, el adverbio deberá
acompañarse con la preposición “de” y un pronombre posesivo: “detrás de mí”, “cerca de
mí”.

23) Primera/tercera
Los adjetivos numerales ordinales “primera” y “tercera”, modificadores de
palabras cuyo género es femenino, nunca deben apocoparse, es decir, soslayar la “a” final.
Es común leer o escuchar, sobre todo en el lenguaje televisivo, expresiones tales como:
“Los abogados no se presentaron a la primer audiencia” o “La hinchada se ubicó en la
tercer bandeja”. Sin embargo, puesto que audiencia y bandeja son sustantivos femeninos,
el adjetivo debe respetar ese género. Resulta útil pensar en alguna expresión de uso
corriente como “Es la primera vez que sucede algo así” para advertir esta regla y recordar
que el género del adjetivo numeral ordinal siempre estará en concordancia con el del
sustantivo.

24) Dequeísmo-queísmo
A pesar de una moda que consiste en eliminar no bien aparezca cualquier “de
que”, conviene chequear entonces el correcto uso de esta forma. En la frase: “Estoy
sorprendido de que no hayan venido”, podemos ver que la fórmula “verbo estar +
adjetivo” rige la preposición de por lo que el uso de esta preposición es obligatorio ya
que uno podría decir “estoy sorprendido de algo” o “estoy sorprendido de esto” pero no
podría decirse: “estoy sorprendido algo” o “estoy sorprendido esto” de modo tal que la
recurrencia o no de la preposición de representa el problema principal a resolver cuando

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se trata el dequeísmo. De la misma forma, el siguiente listado de verbos rige la
preposición de: convencerse, olvidarse, darse cuenta, persuadirse, acordarse, etc. (Como
se ve, son todos verbos pronominales). Uno puede decir entonces: “Me di cuenta de que
mañana es miércoles”, pero no: “Me di cuenta que mañana es miércoles”. En definitiva,
“de” es el casus belli de este punto aunque su consideración sea recomendable más para
la escritura que para la oralidad.

25) Uso de deíctico espacial en idea temporal


Es frecuente encontrar expresiones incorrectas vinculadas a una confusión entre
conectores temporales que hacen referencia a una idea que es del orden espacial.
Veamos un ejemplo:

“Fue allí cuando me enteré de su engaño.”

Evidentemente, observamos en la frase anterior una incoherencia entre el


adverbio, que es de lugar, y el conector, que es de tiempo. Lo correcto, a modo de
ejemplo, sería expresar esa misma idea del siguiente modo:

“Fue entonces que me enteré de su engaño.”

Con esta corrección, que solo es una posibilidad, neutralizamos la confusión


entre las dos nociones universales (tiempo y espacio) y apelamos al conector más
común, pero también más efectivo, “que”.

26) Abusos engalanadores


“…mire este cable: no hay relleno, adjetivos ni adverbios; sólo sangre, huesos y
músculos. Es un lenguaje nuevo”. (Ernest Hemingway)
En una gran cantidad de oportunidades, se puede ver que hay redacciones en
donde se quiere usar y/o abusar de ciertas fórmulas o expresiones o términos
engalanadores absolutamente innecesarios con la intención de que el texto en cuestión
adquiera una jerarquía supuestamente superior. En este sentido, se usa "temática" en
lugar de "tema" o "problemática" en vez de "problema" o, algo más usual, la siguiente

25
expresión: "acerca de", en lugar de solamente la preposición "de". Por ejemplo, se
puede llegar a leer o escuchar, la siguiente frase: "A continuación nos gustaría comenzar
a hablar acerca de las problemáticas que nos aquejan". Otras construcciones que habría
que evitar son “el cual”, “la cual”, “los cuales”, “las cuales”. Adecuado es reemplazarlas
por la conjunción “que”:
Antiejemplo: “Vi todos los programas de deportes los cuales estaban conducidos por
periodistas expertos”.
Mejor: “Vi todos los programas de deportes que estaban conducidos por periodistas
expertos”.

27) Abuso de oraciones subordinadas


Se puede correr el riesgo de abusar de las oraciones subordinadas (que en el
terreno de la sintaxis llevan el nombre de “proposiciones incluidas”) y de generar un
efecto adverso en el lector. Concretamente, se suele cometer este tipo de abuso en el
momento en que no se puede contener tanto dato y se lo inserta todo junto en una
oración. Lo ideal sería dosificar la cantidad de datos e incluirlos en diferentes oraciones,
más simples, no tan barrocas, más claras, no tan pretenciosas. Veamos un antiejemplo,
de solo una oración, y posteriormente redactemos una posible corrección al error,
formulada en cuatro oraciones diferentes:

Antiejemplo:
“Nosotros tenemos una vecina italiana, que se llama Antonella, que vive
exactamente debajo de nuestro departamento, es decir, en el segundo piso, que se viene
quejando de algunas filtraciones que tiene en el techo de su cocina, que dicho sea de
paso el consorcio arregló ya en numerosas ocasiones, que debe como un año en el pago
de sus expensas, cosa que se le viene reclamando ya hace tiempo, desde hace varios
meses y por parte de varios vecinos del edificio, donde ya no se puede tolerar mucho
más a los morosos.”

Posible corrección:

26
“Nosotros tenemos una vecina italiana, que se llama Antonella, y que vive
exactamente debajo de nuestro departamento, es decir, en el segundo piso. Pues bien,
esta vecina se viene quejando de algunas filtraciones que tiene en el techo de su cocina
que, dicho sea de paso, el consorcio arregló ya en numerosas ocasiones. Antonella debe
como un año en el pago de sus expensas, cosa que se le viene reclamando ya hace
tiempo, desde hace varios meses y por parte de varios vecinos del edificio. Justamente
ya no se puede tolerar mucho más a los morosos.”

28) Formas de citación


Existen, básicamente, tres modos generales de retomar las palabras de otro: un
modo directo, uno indirecto y uno mixto (que es una combinatoria de los anteriores
dos). Veamos un ejemplo puntual para cada uno de ellos:
 Modo directo:

“Mis tostadas favoritas son las untadas con mermelada de naranja”, dijo Demián.

 Modo indirecto:

Demián dijo que, en materia de tostadas, sus favoritas son las que están untadas con una
mermelada particular, la de naranja.

 Modo mixto:

Demián dijo que sus tostadas preferidas son las que están “untadas con mermelada de
naranja”.

Pues bien, en el primer caso, la forma directa, presenciamos, de manera


“directa”, precisamente, la voz del sujeto al que se está haciendo alusión. Para ello
están, a modo de advertencia, las comillas, elemento tipográfico que cumple la función
de anunciar que las palabras de otro están retomadas de manera literal.
En el segundo caso, estamos ante la operación de la reformulación. A las
palabras del sujeto en cuestión se les aplica una paráfrasis (se las toma y se cambia en

27
algo su “materialidad”). Acá, evidentemente, ya no tienen por qué estar las comillas. Lo
que sí se observa es que aparece el conector “que”.
El tercer caso, como lo indica su nombre, es mixto. Algo tiene del primer modo
(las comillas: en ciertas palabras específicas y no en todo el sintagma) y algo, del
segundo modo (la presencia del conector “que”). Lo llamativo de esta forma mixta es
que se entrecomilla, id est, se enfatiza solamente una parte del discurso retomado.
Con respecto a los verbos del decir, véase la recomendación número 31.

29) Cita bibliográfica - Notas a pie de página


Vamos a ver un ejemplo de una cita bibliográfica básica, esto es, con los cinco
datos que se corresponden con el nombre del autor, el año de publicación de la versión
manejada, el título del texto, la ciudad en donde se publicó y el sello editorial:

VERÓN, Eliseo (1982). Construir el acontecimiento. Buenos Aires: Gedisa.

Decimos que es una cita bibliográfica básica porque no tiene los datos de la
cantidad de páginas, de si se trata de una edición particular, de la traducción o de la
indicación de algún capítulo del libro en particular. Esos son los cinco elementos que
una cita debe contemplar en la hoja que va al final de una monografía o de un ensayo.
En las notas al pie de la página, o en las notas finales, solamente se consigna, cuando se
lo juzga necesario, el apellido del autor y el año. La cita completa va en la hoja de la
bibliografía correspondiente, al final del texto. Si bien hay otros tipos de citación,
podemos guiarnos por este modelo, muy usado en congresos nacionales e
internacionales y en distintas publicaciones.
En las notas al pie de página, si se coloca una referencia bibliográfica, solamente
se anotará el apellido del autor en cuestión, y el año de la publicación de su texto. Esto
nos ha de llevar hasta la hoja al final del libro abordado, que es donde se consigna, de
manera completa, la cita bibliográfica.
De todos modos, esta recomendación apunta a que en las notas al pie de la
página no solamente se han de consignar los datos vinculados a las referencias
bibliográficas, sino que también constituye un espacio en el que pueden incluirse datos
extras, información complementaria que puede considerarse que no va en el texto
central

28
30) Epígrafe
Los textos no son una retahíla de significantes aislados, sino que continuamente
entran en relación con otros textos. El epígrafe es aquel paratexto que sintetiza una idea,
un lema o una reflexión de otro autor y que está vinculado con el texto principal. Se
coloca en la parte superior de la hoja, y puede utilizarse al comienzo del libro, o en cada
capítulo. Permite elaborar un acercamiento inicial a la obra e imaginar su contenido. Si
su elección es correcta, resulta un incentivo a comenzar o continuar con la lectura.

31) Verbos “de comunicación” o verbos “del decir”


Los verbos de comunicación son los que expresan las actividades verbales
específicamente comunicativas de los seres humanos, es decir, las que tienen la
intención prioritaria de transmitir algo, una información, a otra persona. Algunos
verbos, además de introducir la cita, agregan alguna otra información o comentario
sobre el acto lingüístico reproducido. Si se compara "decir" y "asegurar", por ejemplo,
se verá que, mientras "decir" sólo anuncia un discurso, "asegurar" implica cierto grado
de certeza en lo dicho. Debido a estos matices de significado, algunos verbos del decir
son más frecuentes en el estilo directo, y otros en el estilo indirecto. Algunos ejemplos
son: aclamar, aclarar, advertir, afirmar, alabar, alegar, aprobar, arengar, argumentar,
articular, asegurar, asentir, atestiguar, balbucear, barbotar, cantar, censurar, charlar,
chillar, chismorrear, citar, comentar, comunicar, concluir, confesar, confirmar,
considerar, contar, contestar, conversar, corroborar, cotillear, cotorrear, criticar,
cuchichear, decir, declamar, declarar, definir, demostrar, departir, desaprobar, describir,
detallar, dialogar, discursear, discurrir, discutir, disentir, elogiar, entonar, enumerar,
enunciar, esclarecer, especificar, exclamar, explicar, exponer, expresar, extenderse,
formular, gritar, hablar, impugnar, indagar, indicar, informar, insistir, insultar, jurar,
juzgar, mandar, manifestar, mantener, mencionar, murmurar, musitar, narrar, negar,
nombrar, notificar, objetar, observar, opinar, oponer, ordenar, parafrasear, pedir,
precisar, preguntar, proclamar, proferir, prohibir, prometer, pronunciar, prorrumpir,
protestar, puntualizar, rebatir, rechazar, recitar, reclamar, relatar, repetir, replicar,
reprochar, reseñar, responder, revelar, rezongar, refutar, sentenciar, señalar, sostener,
sugerir, suplicar, suspirar, susurrar, tararear, tartamudear, testimoniar, transmitir,
etcétera.

29
32) Homónimos
Por regla general, los monosílabos no se acentúan ya que, teniendo una sílaba,
no tienen necesidad de marcarla con respecto a otra. Pero existe una clase de acento que
se llama diacrítico, que sirve para señalar ciertos casos en que una palabra desempeña
distintas funciones gramaticales. Veamos algunos ejemplos:

de (preposición)
dé (verbo “dar” en modo subjuntivo o imperativo)
el (articulo definido masculino singular)
él (pronombre personal tercera persona singular)
tu (adjetivo posesivo para la segunda persona singular)
tú (pronombre personal segunda persona singular coloquial)
mi (adjetivo posesivo para la primera persona singular)
mí (pronombre personal objetivo de primera persona singular)
se (pronombre personal)
sé (verbo “saber” presente primera persona singular o verbo “ser” imperativo segunda
persona singular)
mas (conjunción adversativa sinónimo de “pero”)
más (adverbio de cantidad antónimo de “menos”)
si (conjunción condicional)
sí (adverbio de afirmación antónimo de “no”)
haya (verbo “haber” presente modo subjuntivo primera y tercera persona singular)
allá (adverbio de lugar antónimo de “acá”)
aya (sustantivo sinónimo de “niñera”)
halla (verbo “hallar” presente modo indicativo tercera persona singular)
hay (verbo impersonal “haber” presente modo indicativo)
ay (interjección)
ahí (adverbio de lugar antónimo de “aquí”)
te (pronombre personal objetivo de segunda persona singular coloquial)
té (sustantivo)
vaya (verbo “ir” primera o tercera persona presente modo subjuntivo o modo imperativo
en segunda persona singular formal)

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valla (sustantivo sinónimo de “obstáculo”)
digresión (sustantivo sinónimo de “derivación”)
disgresión (sustantivo sinónimo de “desacuerdo”)
revelar (verbo sinónimo de “descubrir”)
rebelar (verbo sinónimo de “sublevar”)
vasto (adjetivo sinónimo de “amplio”)
basto (sustantivo, naipe de la baraja española”)

33) Sustantivos femeninos con artículo masculino


Aquellos sustantivos femeninos que comienzan con “a” tónica, es decir, con la
primera sílaba acentuada, deben llevar el artículo masculino “el” en vez del femenino
“la”. Por ejemplo: “El área que ocupa el circo es extensa”. “La amapola es una bella
flor”. En el segundo caso, en el que la sílaba tónica no es la primera, el sustantivo
conserva el artículo femenino. En el primero, en cambio, donde está acentuada la
primera sílaba se utiliza el género masculino. Sin embargo, esta regla se aplica sólo
cuando el artículo antecede inmediatamente al sustantivo. En los casos en que un
adjetivo aparece entre ellos, el sustantivo conserva el artículo femenino: “La extensa
área que ocupa el circo fue visitada por miles de personas”. Asimismo, los adjetivos
demostrativos (esta, esa, aquella) y los adjetivos que expresan cantidad (toda, mucha,
poca) deben conservar la forma femenina, independientemente de dónde caiga la sílaba
tónica: “Esta águila es la más grande de Sudamérica”. “Tomé mucha agua”. Para los
adjetivos indefinidos (una, alguna) puede utilizarse tanto la forma apocopada como la
plena: “Algún arma habrán utilizado los delincuentes” “Los marineros utilizaron una
ancla al llegar al puerto”. Es preferible, desde el punto de vista eufónico, la forma
apocopada. Las palabras que comienzan con “h” que precede una “a” conservan las
mismas reglas anteriores.

34) Adjetivos gentilicios y derivados de nombres propios


Los adjetivos gentilicios, y aquellos derivados de nombres propios
(antropónimos) se escriben siempre con minúscula. Por ejemplo:

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 Gentilicios:  Antropónimos:
 colombiano  cortazariano
 porteño  borgeano o borgiano
 rionegrino o borgesiano
 latinoamericano  freudiano
 europeo  chopiniano
 adorniano
 Israelí- israelita (no confundir la primera acepción, que es un
adjetivo gentilicio: “proveniente de Israel”; con la segunda, que es sinónimo de
“judío”)

 Las palabras terminadas con el sufijo –ismo no son


antropónimos, sino sustantivos que denotan doctrinas, teorías, etc. Por ejemplo: “El
marxismo ha experimentado un crecimiento en los últimos años producto de las
frecuentes crisis del capitalismo”.

35) Vocativos

El Vocativo es un tipo de palabra (generalmente nombres, apodos, interjecciones o


hipocorísticos) que sirve para llamar la atención del interlocutor o de los interlocutores.
En la Argentina, el más reconocido es el clásico “che”, que es de origen andaluz. Vaya
esta recomendación para saber que siempre que hay un vocativo, habrá uno o dos comas
“dando vueltas”. Veamos ejemplos:
-Vení, che.
-Che, vení.
-Vení, che, rápido.

36) Nombres de libros, en cursiva


Generalmente, al momento de mencionar el nombre de un libro, una revista o un
artículo surge la duda sobre cómo diferenciarlo correctamente. El modo de hacerlo es el
siguiente: con letra cursiva, itálicas o bastardillas se escriben los nombres de libros,

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revistas y diarios. Por ejemplo: “Página 12 denunció en una investigación la corrupción
política”. En cambio, se escribirán entrecomillados los nombres de capítulos, artículos y
notas dentro del diario. Por ejemplo: “Marx y Engels describen maravillosamente la
transformación del hombre en mercancía en el capítulo “Mercancía y dinero” de su libro
El Capital”.

37) Pleonasmos
Un pleonasmo es una figura retórica que consiste en la utilización de dos o más
términos que tienen igual significado. Estilísticamente funciona para intensificar el
concepto, pero algunas de estas expresiones, extendidas al uso común, resultan
redundantes:

No diremos: No diremos:
“Hace un año atrás” “El día de hoy”
Sí diremos: Sí diremos:
“Hace un año” o “Un año atrás” “Hoy”

No diremos: No diremos:
“A las doce del mediodía” “Mi opinión personal”
Sí diremos: Sí diremos:
“Al mediodía” “Mi opinión”

No diremos: No diremos:
“Las conclusiones finales” “Un periodo de tiempo”
Sí diremos: Sí diremos:
“Las conclusiones” “Un periodo”

No diremos: No diremos:
“Un lapso de tiempo” “Prever de antemano”
Sí diremos: Sí diremos:
“Un lapso” “Prever”

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No diremos: No diremos:
“Que se ha hecho previamente” “Volver a reiterar”
Sí diremos: Sí diremos:
“Que se ha hecho” “Reiterar”

38) Frases inconclusas: anacoluto


En reiteradas ocasiones se comete un error que consiste en dejar una frase
trunca, inconclusa. Este fenómeno de la lengua recibe el nombre de anacoluto. En
muchas oportunidades, los anacolutos son cometidos cuando no hay una adecuada
revisión de lo que se ha redactado. Veamos un caso a modo de ilustración:

“Hernán Rodríguez, el nuevo gerente de recursos humanos de la empresa


norteamericana, cuyos empleados y empleadas viajaron especialmente desde distintos
puntos del interior del país y desde algunos países limítrofes. “

En el anterior antiejemplo, se puede ver que el uso de un par de frases


subordinadas hizo “distraer” a quien llevaba a cabo la redacción y se dejó, así,
inconclusa la frase. El anacoluto aquí hace pensar en que, finalmente, nada se ha dicho
del sujeto “Hernán Rodríguez” porque el sentido se fue deslizando hasta entreverarse
por las subordinadas.

39) Lugares comunes


La originalidad es, sin duda, uno de los principales objetivos en la escritura. Sin
embargo, resulta a veces una de las principales dificultades, ya que sin analizarlo, quien
escribe recurre a construcciones previas repetidas e interiorizadas, antes de optar por el
pensamiento creativo. Abundantes en el periodismo, los lugares comunes dejan en
evidencia la exigua creatividad del redactor. Así, al referirse a una persona que fuma
mucho, se hablará de un “fumador empedernido”; uno de los problemas más acuciantes
para la juventud será “el flagelo de la droga”; un debate político se desarrollará en un
“clima enrarecido” o se percibirá en él una “tensa calma” y un alimento en mal estado
tendrá una “dudosa procedencia”.

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40) Figuras retóricas
Las figuras retóricas son estrategias que el escritor aplica en el texto para intentar
conseguir un efecto determinado en la interpretación del lector. También se denominan
artificios retóricos o figuras de connotación. Algunas de ellas son:

 Comparación: figura que traza un paralelismo entre dos entidades a través de un


nexo comparativo (como /cual).

 Elipsis: supresión de algún elemento (verbo, sustantivo, información, etc.) en


una construcción sintáctica para lograr una mayor economía expresiva.

 Enumeración: acumulación de palabras con efecto intensificador.

 Hipálage: desplazamiento de un adjetivo, en lugar de ir con el sustantivo


correspondiente va con otro, en una misma construcción.

 Hipérbaton: cambio inusual del orden sintáctico de las palabras que busca
colocar en un lugar destacado lo más importante poéticamente hablando.

 Hipérbole: exageración con la cual se presenta un determinado elemento que


aparece distorsionado con respecto a su referente real, para lograr un efecto de
intensificación.

 Lítote: es el recurso contrario a la hipérbole. Consiste en atenuar la referencia,


presentando las cosas de una manera mucho menos intensa que la que tienen en
realidad.

 Metáfora: analogía que se establece entre dos términos, ya sea mencionando los
dos o expresando sólo el término imaginario que queda en lugar del término aludido. En
el primer caso se denomina metáfora impura y en el segundo, pura.

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 Metonimia: desplazamiento en la expresión que se produce entre dos elementos
contiguos (causa por efecto, contenido por continente).

 Oxímoron: relación armónica de dos elementos con significado opuesto.

 Sinécdoque: recurso que consiste en nombrar una parte por el todo.

 Antonomasia: sinécdoque que consiste en poner el nombre apelativo por el


propio, o el propio por el apelativo.

 Sinestesia: tropo que consiste en unir dos imágenes o sensaciones procedentes


de diferentes dominios sensoriales.

 Personificación: consiste en atribuir a cosas inanimadas o abstractas, acciones o


cualidades propias de seres animados o, a los seres irracionales, cualidades o acciones
del hombre.

 Eufemismo: figura que consiste en el reemplazo de una palabra o frase que


pueda resultar ofensiva, agresiva o vulgar, por otra más cordial o correcta.

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