Via Lucis CEC
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http://es.catholic.net/op/articulos/15609/via-lucis.html
2
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/events/event.dir.html/content/vaticanevents/es/2020/3/27/uniti-
in-preghiera.html
Seguimiento de Jesús en su camino de gloria
Invocación inicial
El guía
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo
Todos
Amén
El guía
Señor Jesús, con tu resurrección has triunfado sobre la muerte y vives para siempre
comunicándonos la vida, la alegría y la esperanza. Tú que fortaleciste la fe de los
apóstoles, fortalece también nuestra fe, para que nos entreguemos de lleno a ti.
Queremos compartir contigo y con tu Madre, la Virgen María, la alegría de tu
Resurrección gloriosa. Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que,
iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna.
1ª Estación
¡Cristo vive! ¡Ha resucitado!
El lector
Del Evangelio según san Mateo. Mt 28, 1-7
Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y
la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel
del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su
aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron
de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: «Ustedes no teman,
ya sé que buscan a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho.
Vengan a ver el sitio donde yacía y vayan aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado
de entre los muertos y va por delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán”. Miren, se lo
he anunciado».
Palabra del Señor
Reflexión
En los sepulcros se suele poner "aquí yace", en cambio en el de Jesús el epitafio no
estaba escrito, sino que lo dijeron los ángeles: "¿Por qué buscan entre los muertos al
que vive? No está aquí, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6).
Cuando todo parece que está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la última
palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa
es la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una
alegría desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los muertos ha sido
anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús abrió las puertas del cielo a los
justos que murieron antes que Él.
Cristo, que ha querido redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose
plenamente por amor, ha vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del
pecado, y ahora su resurrección gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.
Invocación
Con el Papa Francisco reconocemos delante de ti, Señor, como tus discípulos, que nos
ha sorprendido una tormenta inesperada y furiosa en la que nos encontramos asustados
y perdidos; nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y
desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios. Haz, Señor, que todos
tus discípulos de hoy, proclamemos unidos que estás vivo y que esta es la buena noticia
que da esperanza a la humanidad.
Padre nuestro
Ave María
2ª Estación
El encuentro con María Magdalena
El lector
Los dos discípulos se volvieron a casa. Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando.
Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados,
uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le
preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi
Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no
sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella,
tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo
has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía
no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y
Padre de ustedes, al Dios mío y Dios de ustedes”». María la Magdalena fue y anunció
a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».
Palabra del Señor
Reflexión
La Magdalena ama a Jesús, con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de
fortaleza y eficacia, como el de tantas mujeres. María Magdalena ha buscado al Maestro
y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin fisuras, y
pronuncia su nombre. Cristo nos llama por nuestros nombres, personalmente, porque
nos ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la apariencia del hortelano, o de tantos
hombres o mujeres que pasan a nuestro lado, sin que nos demos cuenta. María
Magdalena, una mujer, se va a convertir en la primera mensajera de la Resurrección:
recibe el dulce encargo de anunciar a los apóstoles que Cristo ha resucitado.
Invocación
Señor, como tus discípulos, cuando experimentaron en la barca la tempestad y la fuerza
del viento, que hablaban con una única voz y con angustia decían: “perecemos,”
también nosotros descubrimos que en esta tormenta no podemos seguir cada uno por
nuestra cuenta, sino sólo juntos. Te pedimos que seamos anunciadores de tu
resurrección y que vivamos la unidad que tú suplicaste al Padre para todos tus
discípulos.
Padre nuestro
Ave María
3 ª Estación
Jesús se aparece a las mujeres
El lector
Padre nuestro
Ave María
4 ª Estación
Los soldados custodian el sepulcro de Cristo
El lector:
5ª Estación
Pedro y Juan contemplan el sepulcro vacío
El lector
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el
otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e,
inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás
de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían
cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró
también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues
hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los
muertos. Los dos discípulos se volvieron a casa.
Palabra del Señor
Reflexión
Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el
alma esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han
dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario quedan
grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido a la muerte, y no
es una vana ilusión: es un hecho de la historia, que cambia la historia. Después de este
hecho, el Señor saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su
amor; y así, el que llegaría a ser Cabeza de los Apóstoles, y tendría que confirmarlos en
la fe, recibió una visita personal de Jesús. Así nos lo cuenta Pablo y Lucas: "[Cristo] se
apareció a Cefas y luego a los Doce" (1 Cor 15, 5; cf. Lc 24, 34).
Invocación
Con el Papa Francisco, sucesor de Pedro, te pedimos que, en medio de la difícil
situación que vivimos, escuchemos tu voz que nos asegura que no debemos tener miedo
y que debemos dejarnos guiar por tu palabra, plenamente confiados en tu amor.
Padre nuestro
Ave María
6ª Estación
En el cenáculo Jesús muestra sus llagas a los apóstoles
El lector
Del Evangelio según San Lucas 24, 36-43
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a ustedes». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y
Él les dijo: «¿Por qué se alarman?, ¿por qué surgen dudas en su corazón? Miren mis
manos y mis pies: soy yo en persona. Pálpenme y dense cuenta de que un espíritu no
tiene carne y huesos, como ven que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los
pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tienen ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y
comió delante de ellos.
Palabra del Señor
Reflexión
Cristo resucitado es el mismo Jesús que nació en Belén y trabajó durante años en
Nazaret, el mismo que recorrió los caminos de Palestina predicando y haciendo
milagros, el mismo que lavó los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos para
morir en la Cruz. Jesucristo, el Señor, que es verdadero Dios y hombre verdadero. Pero
los apóstoles apenas pueden creerlo: están asustados, temerosos de correr su misma
suerte. Es entonces cuando se presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas, la
señal de su victoria sobre la muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido
el precio de nuestra redención. No es un fantasma. Es verdaderamente el mismo Jesús
que los eligió como amigos y ahora come con ellos.
Invocación
Con el Papa Francisco, escuchamos, en este tiempo, tu llamada a la fe, que no es tanto
creer que tú existes, sino que es ir hacia y confiar en ti. Queremos corresponder a este
llamado; danos la fortaleza para seguirte siempre, sin que jamás nos separemos de ti.
Padre nuestro
Ave María
7ª Estación
En el camino de Emaús
El lector
Reflexión
Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados: como tantos hombres y mujeres que
ven con perplejidad cómo las cosas no salen según habían previsto. No acaban de
confiar en el Señor. Sin embargo, Cristo se viste de caminante para iluminar sus pasos
decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les explica las Escrituras, su
corazón, sin terminar de entender, se llena de luz, "arde" de fe, alegría y amor. Hasta
que, puestos a la mesa, Jesús parte el pan y se les abren la mente y el corazón. Y
descubren que era el Señor. Nosotros comprendemos con ellos que Jesús nos va
acompañando en nuestro camino diario para encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar
su Palabra y compartir el pan.
Invocación
Señor, con el Papa Francisco, reconocemos que tenemos necesidad de reencontrarte y
reconocerte en nuestro camino, de invitarte a la barca de nuestra vida, porque contigo a
bordo no naufragaremos. Señor, que escuchemos tu palabra y compartamos el pan,
¡quédate siempre con nosotros!
Padre nuestro
Ave María
8ª Estación
Jesús da a los apóstoles el poder de perdonar los pecados
El lector:
Reflexión
Los apóstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días, pero Cristo
está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del amor, la cercanía del
Maestro. Las puertas están cerradas por el miedo, y Él les va a ayudar a abrir, de par en
par, su corazón para acoger a todo hombre. Durante la Última Cena les dio el poder de
renovar su entrega por amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía. En estos
momentos, les hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los
pecados. Los apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo, que
es al mismo tiempo una misión: la reconciliación.
Invocación
Señor resucitado, con el Papa Francisco reconocemos delante de ti que, en esta hora de
prueba y de dolor, es un momento propicio para restablecer el rumbo de la vida hacia ti
y hacia los demás. Gracias por darnos en el sacramento de la penitencia la maravillosa
demostración de tu misericordia que dura por siempre.
Padre nuestro
Ave María
9ª Estación
Jesús fortalece la fe de Tomás
El lector
Reflexión
Tomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles,
y busca los hechos: ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón,
busca recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos
lleva a reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los
ojos del espíritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es irracional, ni algo que se
imponga contra nuestra libertad: es más bien una luz que ilumina nuestra existencia y
nos ayuda y fortalece para reconocer la verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es
estar pegados a Cristo, aunque no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no
lo veamos!
Invocación
Señor, el Papa Francisco nos insistió en que el comienzo de la fe es saber que
necesitamos salvación. Queremos entregarte nuestros temores y dudas para que tú los
venzas; que podamos llevar interiormente la certeza de que contigo la vida nunca muere.
Padre nuestro
Ave María
10ª Estación
Jesús resucitado en el lago de Galilea
El lector
Después de esto Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades.
Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo;
Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro
les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo,
cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús
les dice: «Muchachos, ¿tienen pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echen
la red a la derecha de la barca y encontrarán». La echaron, y no podían sacarla, por la
multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el
Señor».
Palabra del Señor
Reflexión
En los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen a Pedro para volver al trabajo
de ante. Sin embargo, ahora, la barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la
Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la historia están llamados a poner por obra el
mandato del Señor: "serán pescadores de hombres". Pero no basta el esfuerzo humano,
hay que contar con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las redes. En las
circunstancias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo por nuestra
parte, es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su doctrina.
El apostolado, la extensión del Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y
docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, con esa mirada
que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos abundantes.
Invocación
Señor, escuchamos al Papa Francisco que, hablándonos de la tormenta que vivimos en
estos tiempos, nos dijo que te despiertas para despertar y avivar nuestra fe pascual; que
hoy tenemos un ancla, un timón y una esperanza: tú cruz en la que hemos sido salvados,
sanados y abrazados para que nadie nos separa de tu amor redentor. Que nunca nos
desprendamos de tu cruz que nos lleva a la resurrección.
Padre nuestro
Ave María
11ª Estación
Jesús confirma a Pedro en el amor
El lector
Reflexión
Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado
porque le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía:
el amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar
el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de Jesús
son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los
suyos: siempre está abierta, de par en par, la puerta de la esperanza para quien sabe
amar. La respuesta de Cristo, Buen Pastor, es ponerle a él y a sus sucesores al frente de
la naciente Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un
maestro, de un hermano, de un servidor. Así, Pedro, el primer Papa, y luego sus
sucesores, son "el Siervo de los siervos de Dios".
Invocación
Con el Papa Francisco nos confiamos a ti y, como Pedro, a orillas del lago, también te
decimos que tú lo sabes todo y que sabes que te queremos, a pesar de nuestras
inseguridades y dudas, nuestros desatinos y fallas. Renuévanos en el amor, que cada
día te amemos más y con mayor coherencia. Así, junto a Pedro, “descargamos en ti
todo nuestro agobio, porque tú nos cuidas” ( cf. 1P 5,7).
Padre nuestro
Ave María
12ª Estación
Jesús confía su misión a los apóstoles
El lector
Invocación
Con el Papa Francisco, Pastor de la Iglesia universal, nos dejamos interpelar por ti, que,
en medio de nuestra tormenta, nos llamas a despertar para ser discípulos y misioneros.
Te pedimos que nunca se apague la pasión del apostolado, que llevemos a todos el
anuncio que nos salva: que tú vives y estás a nuestro lado.
Padre nuestro
Ave María
13ª Estación
Jesús asciende al cielo
El lector
Invocación
Ayúdanos a discernir y asumir, Señor, cuanto nos recordó el Papa Francisco: que en
medio de la tormenta que experimentamos, tenemos que mantener los ojos fijos en ti y
realizar siempre con alegría la misión que nos confiado de ir por todo el mundo
anunciando la noticia de la salvación.
Padre nuestro
Ave María
14ª Estación
La venida del Espíritu Santo en Pentecostés
El lector
Reflexión
Jesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no
quedarán solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu
Santo, la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Los discípulos, muy unidos a la
Virgen, Madre de la Iglesia, reciben el Espíritu Santo. Él es el que llena de luz la mente
y de fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y el impulso para predicar
el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A partir de este momento
la Iglesia, que somos todos los bautizados, está en peregrinación por este mundo. El
Espíritu Santo la guía a lo largo de la historia de la humanidad, pero también a lo largo
de la propia historia personal de cada uno, hasta que un día participemos del gozo junto
a Dios en el cielo.
Invocación
Con el Papa Francisco reconocemos y agradecemos la acción del Espíritu Santo en la
vida de la Iglesia y, en este tiempo, especialmente en el testimonio de tantos compañeros
de viaje que dan su propia vida cuidando a los demás: es la fuerza operante del Espíritu
derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Te pedimos para todos los
dones del Espíritu Santo, para que podamos servir y amar, ser testigos valientes de tu
misterio pascual, abrazarte a ti para abrazar la esperanza.
Padre nuestro
Ave María
Todos
Amén
Conclusión
El guía
Anunciemos a todos la alegría del Señor resucitado. Aleluya, aleluya
Todos
Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya