Via Lucis CEC

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Via Lucis 2020

Este ejercicio de piedad se puede realizar


desde el domingo de Resurrección hasta Pentecostés

Recientemente se ha ido difundiendo un ejercicio de piedad semejante al Via Crucis, al


que se ha llamado el Via Lucis; en él los fieles consideran las diversas apariciones en
las que Jesús, desde la Resurrección hasta la Ascensión, manifestó su gloria a los
discípulos que estaban en espera del Espíritu prometido, confortó su fe, culminó las
enseñanzas sobre el Reino y nos dejó la gracia de los sacramentos de la Iglesia.
Mediante este ejercicio del Via Lucis los fieles recuerdan el acontecimiento central de
la fe, la resurrección de Cristo, y profundizan en su condición de discípulos que, en el
Bautismo, han pasado de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia. Igualmente, esta
práctica de devoción es un medio para que los creyentes mediten, comprendan y vivan
el misterio salvífico de la Resurrección de Cristo.
Así como el Via Crucis permite contemplar el paso de la constatación de la realidad del
dolor a la esperanza de alcanzar la verdadera meta del hombre: la liberación, la alegría,
la paz, del mismo modo el Via Lucis, en una sociedad marcada por la "cultura de la
muerte", con sus expresiones de angustia y apatía, se convierte en un estímulo para
establecer una "cultura de la vida", una cultura abierta a las expectativas de la esperanza
y a las certezas de la fe (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, 153).
El presente Via Lucis sigue, en parte, un texto publicado en el portal web catholic.net1.
Se agrega, tras cada reflexión, una invocación dirigida a Cristo, iluminada por la homilía
que el Papa Francisco pronunció el viernes 27 de marzo, durante el Momento
Extraordinario de Oración en Tiempos de Epidemia.2

1
http://es.catholic.net/op/articulos/15609/via-lucis.html
2
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/events/event.dir.html/content/vaticanevents/es/2020/3/27/uniti-
in-preghiera.html
Seguimiento de Jesús en su camino de gloria

Invocación inicial
El guía
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo
Todos
Amén
El guía
Señor Jesús, con tu resurrección has triunfado sobre la muerte y vives para siempre
comunicándonos la vida, la alegría y la esperanza. Tú que fortaleciste la fe de los
apóstoles, fortalece también nuestra fe, para que nos entreguemos de lleno a ti.
Queremos compartir contigo y con tu Madre, la Virgen María, la alegría de tu
Resurrección gloriosa. Tú que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que,
iluminados por el Espíritu Santo, gocemos un día de la gloria eterna.

1ª Estación
¡Cristo vive! ¡Ha resucitado!

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector
Del Evangelio según san Mateo. Mt 28, 1-7
Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y
la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel
del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su
aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron
de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: «Ustedes no teman,
ya sé que buscan a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho.
Vengan a ver el sitio donde yacía y vayan aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado
de entre los muertos y va por delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán”. Miren, se lo
he anunciado».
Palabra del Señor
Reflexión
En los sepulcros se suele poner "aquí yace", en cambio en el de Jesús el epitafio no
estaba escrito, sino que lo dijeron los ángeles: "¿Por qué buscan entre los muertos al
que vive? No está aquí, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6).
Cuando todo parece que está acabado, cuando la muerte parece haber dicho la última
palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa
es la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una
alegría desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los muertos ha sido
anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jesús abrió las puertas del cielo a los
justos que murieron antes que Él.
Cristo, que ha querido redimirnos dejándose clavar en un madero, entregándose
plenamente por amor, ha vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del
pecado, y ahora su resurrección gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.
Invocación
Con el Papa Francisco reconocemos delante de ti, Señor, como tus discípulos, que nos
ha sorprendido una tormenta inesperada y furiosa en la que nos encontramos asustados
y perdidos; nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y
desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios. Haz, Señor, que todos
tus discípulos de hoy, proclamemos unidos que estás vivo y que esta es la buena noticia
que da esperanza a la humanidad.
Padre nuestro
Ave María

2ª Estación
El encuentro con María Magdalena

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

Del Evangelio según San Juan 20, 10-18

Los dos discípulos se volvieron a casa. Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando.
Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados,
uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le
preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi
Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no
sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella,
tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo
has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía
no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y
Padre de ustedes, al Dios mío y Dios de ustedes”». María la Magdalena fue y anunció
a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto».
Palabra del Señor
Reflexión
La Magdalena ama a Jesús, con un amor limpio y grande. Su amor está hecho de
fortaleza y eficacia, como el de tantas mujeres. María Magdalena ha buscado al Maestro
y la respuesta no se ha hecho esperar: el Señor reconoce su cariño sin fisuras, y
pronuncia su nombre. Cristo nos llama por nuestros nombres, personalmente, porque
nos ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la apariencia del hortelano, o de tantos
hombres o mujeres que pasan a nuestro lado, sin que nos demos cuenta. María
Magdalena, una mujer, se va a convertir en la primera mensajera de la Resurrección:
recibe el dulce encargo de anunciar a los apóstoles que Cristo ha resucitado.
Invocación
Señor, como tus discípulos, cuando experimentaron en la barca la tempestad y la fuerza
del viento, que hablaban con una única voz y con angustia decían: “perecemos,”
también nosotros descubrimos que en esta tormenta no podemos seguir cada uno por
nuestra cuenta, sino sólo juntos. Te pedimos que seamos anunciadores de tu
resurrección y que vivamos la unidad que tú suplicaste al Padre para todos tus
discípulos.
Padre nuestro
Ave María

3 ª Estación
Jesús se aparece a las mujeres

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

Del Evangelio según San Mateo 28, 8-10.


Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a
anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alégrense». Ellas se acercaron, le
abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: «No teman: vayan a comunicar
a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Palabra del Señor
Reflexión
Las mujeres son las primeras en reaccionar ante la muerte de Jesús. Y obran con
diligencia: su cariño es tan auténtico que no repara en respetos humanos, en el qué dirán.
Cuando embalsamaron el cuerpo de Jesús lo tuvieron que hacer tan rápidamente que no
pudieron terminar ese piadoso servicio al Maestro. Por eso, como han aprendido a
querer, a hacer las cosas hasta el final, van a acabar su trabajo. Son valientes y
generosas, porque aman con obras. Han echado fuera el sueño y la pereza y, antes de
despuntar el día, ya se encaminan hacia el sepulcro. Hay dificultades objetivas: los
soldados, la pesada piedra que cubre la estancia donde está colocado el Señor. Pero ellas
no se asustan porque saben poner todo en manos de Dios.
Invocación
Señor, con el Papa Francisco escuchamos tus palabras: «¿Por qué tienen miedo? ¿Aún
no tienen fe?». Y nos confiamos a ti por medio de la intercesión de la Virgen María,
salud de tu pueblo, estrella del mar tempestuoso, porque en ti está nuestra esperanza.
Aumenta nuestra fe, Señor.

Padre nuestro

Ave María

4 ª Estación
Los soldados custodian el sepulcro de Cristo

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector:

Del Evangelio según San Mateo 28, 11-15.


Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y
comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos,
llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: «Digan
que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras ustedes dormían. Y si
esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y los sacaremos de
apuros». Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia
se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Palabra del Señor
Reflexión
Los enemigos de Cristo quisieron cerciorarse de que su cuerpo no pudiera ser robado
por sus discípulos y, para ello, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando
la guardia. Y son precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido. Qué acertado es el
comentario de un Padre de la Iglesia: "Si dormían ¿por qué sabían que se lo robaron?,
y si los han visto, ¿por qué no se lo han impedido?".
En lugar de creer, los sumos sacerdotes y los ancianos quieren ocultar el acontecimiento
de la Resurrección y, con dinero, compran a los soldados, porque la verdad no les
interesa cuando es contraria a lo que ellos piensan.
Invocación
Con el Papa Francisco, Señor, reconocemos que la tempestad causada por la emergencia
sanitaria que vivimos desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas
falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas,
nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Acudimos a ti, Cristo resucitado, para que
nos fortalezcas y nos permitas esforzarnos para conseguir lo que es verdaderamente
necesario.

Padre nuestro. Ave María

5ª Estación
Pedro y Juan contemplan el sepulcro vacío

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

Del Evangelio según San Juan 20, 3-10

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el
otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e,
inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás
de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían
cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró
también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues
hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los
muertos. Los dos discípulos se volvieron a casa.
Palabra del Señor

Reflexión
Pedro y Juan son los primeros apóstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el
alma esperanzada y el corazón latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han
dicho las mujeres. Hasta los más pequeños detalles de cómo estaba el sudario quedan
grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido a la muerte, y no
es una vana ilusión: es un hecho de la historia, que cambia la historia. Después de este
hecho, el Señor saldría al encuentro de Pedro, como expresión de la delicadeza de su
amor; y así, el que llegaría a ser Cabeza de los Apóstoles, y tendría que confirmarlos en
la fe, recibió una visita personal de Jesús. Así nos lo cuenta Pablo y Lucas: "[Cristo] se
apareció a Cefas y luego a los Doce" (1 Cor 15, 5; cf. Lc 24, 34).
Invocación
Con el Papa Francisco, sucesor de Pedro, te pedimos que, en medio de la difícil
situación que vivimos, escuchemos tu voz que nos asegura que no debemos tener miedo
y que debemos dejarnos guiar por tu palabra, plenamente confiados en tu amor.

Padre nuestro

Ave María

6ª Estación
En el cenáculo Jesús muestra sus llagas a los apóstoles

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector
Del Evangelio según San Lucas 24, 36-43
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a ustedes». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y
Él les dijo: «¿Por qué se alarman?, ¿por qué surgen dudas en su corazón? Miren mis
manos y mis pies: soy yo en persona. Pálpenme y dense cuenta de que un espíritu no
tiene carne y huesos, como ven que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los
pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tienen ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y
comió delante de ellos.
Palabra del Señor

Reflexión
Cristo resucitado es el mismo Jesús que nació en Belén y trabajó durante años en
Nazaret, el mismo que recorrió los caminos de Palestina predicando y haciendo
milagros, el mismo que lavó los pies a sus discípulos y se entregó a sus enemigos para
morir en la Cruz. Jesucristo, el Señor, que es verdadero Dios y hombre verdadero. Pero
los apóstoles apenas pueden creerlo: están asustados, temerosos de correr su misma
suerte. Es entonces cuando se presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas, la
señal de su victoria sobre la muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido
el precio de nuestra redención. No es un fantasma. Es verdaderamente el mismo Jesús
que los eligió como amigos y ahora come con ellos.
Invocación
Con el Papa Francisco, escuchamos, en este tiempo, tu llamada a la fe, que no es tanto
creer que tú existes, sino que es ir hacia y confiar en ti. Queremos corresponder a este
llamado; danos la fortaleza para seguirte siempre, sin que jamás nos separemos de ti.

Padre nuestro

Ave María

7ª Estación
En el camino de Emaús

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

Del Evangelio según San Lucas 24, 13-32


Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de
Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había
sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a
caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: «¿Qué
conversación es esa que traen mientras van de camino?». Ellos se detuvieron con aire
entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único
forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Él les dijo:
«¿Qué?». Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso
en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos
sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros
esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día
desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han
sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado
su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que
dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron
como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». Entonces él les dijo: «¡Qué
necios y torpes son para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el
Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». Y, comenzando por Moisés y
siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero
ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de
caída». Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo
reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía
nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Palabra del Señor

Reflexión
Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados: como tantos hombres y mujeres que
ven con perplejidad cómo las cosas no salen según habían previsto. No acaban de
confiar en el Señor. Sin embargo, Cristo se viste de caminante para iluminar sus pasos
decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les explica las Escrituras, su
corazón, sin terminar de entender, se llena de luz, "arde" de fe, alegría y amor. Hasta
que, puestos a la mesa, Jesús parte el pan y se les abren la mente y el corazón. Y
descubren que era el Señor. Nosotros comprendemos con ellos que Jesús nos va
acompañando en nuestro camino diario para encaminarnos a la Eucaristía: para escuchar
su Palabra y compartir el pan.

Invocación
Señor, con el Papa Francisco, reconocemos que tenemos necesidad de reencontrarte y
reconocerte en nuestro camino, de invitarte a la barca de nuestra vida, porque contigo a
bordo no naufragaremos. Señor, que escuchemos tu palabra y compartamos el pan,
¡quédate siempre con nosotros!
Padre nuestro

Ave María

8ª Estación
Jesús da a los apóstoles el poder de perdonar los pecados

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector:

Del Evangelio según San Juan 20, 19-23


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa,
con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio
y les dijo: «Paz a ustedes ». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a ustedes.
Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre
ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo; a quienes les perdonen los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos».
Palabra del Señor

Reflexión
Los apóstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos días, pero Cristo
está otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del amor, la cercanía del
Maestro. Las puertas están cerradas por el miedo, y Él les va a ayudar a abrir, de par en
par, su corazón para acoger a todo hombre. Durante la Última Cena les dio el poder de
renovar su entrega por amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucaristía. En estos
momentos, les hace partícipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los
pecados. Los apóstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo, que
es al mismo tiempo una misión: la reconciliación.

Invocación
Señor resucitado, con el Papa Francisco reconocemos delante de ti que, en esta hora de
prueba y de dolor, es un momento propicio para restablecer el rumbo de la vida hacia ti
y hacia los demás. Gracias por darnos en el sacramento de la penitencia la maravillosa
demostración de tu misericordia que dura por siempre.

Padre nuestro

Ave María

9ª Estación
Jesús fortalece la fe de Tomás

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

Del Evangelio según San Juan 20, 26-29


A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús,
estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a ustedes ». Luego dijo a
Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y
no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le
dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Palabra del Señor

Reflexión
Tomás no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los demás apóstoles,
y busca los hechos: ver y tocar. Jesús, que conoce tan íntimamente nuestro corazón,
busca recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos
lleva a reconocerlo como Señor, que mueve nuestro corazón hacia Él, que nos abre los
ojos del espíritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es irracional, ni algo que se
imponga contra nuestra libertad: es más bien una luz que ilumina nuestra existencia y
nos ayuda y fortalece para reconocer la verdad y aprender a amarla. ¡Qué importante es
estar pegados a Cristo, aunque no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no
lo veamos!

Invocación
Señor, el Papa Francisco nos insistió en que el comienzo de la fe es saber que
necesitamos salvación. Queremos entregarte nuestros temores y dudas para que tú los
venzas; que podamos llevar interiormente la certeza de que contigo la vida nunca muere.

Padre nuestro

Ave María

10ª Estación
Jesús resucitado en el lago de Galilea

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

Del Evangelio según San Juan 21, 1-6ª

Después de esto Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades.
Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo;
Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro
les dice: «Me voy a pescar». Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo,
cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús
les dice: «Muchachos, ¿tienen pescado?». Ellos contestaron: «No». Él les dice: «Echen
la red a la derecha de la barca y encontrarán». La echaron, y no podían sacarla, por la
multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el
Señor».
Palabra del Señor

Reflexión
En los momentos de incertidumbre, los apóstoles se unen a Pedro para volver al trabajo
de ante. Sin embargo, ahora, la barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la
Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la historia están llamados a poner por obra el
mandato del Señor: "serán pescadores de hombres". Pero no basta el esfuerzo humano,
hay que contar con el Señor, fiándonos de su palabra, y echar las redes. En las
circunstancias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo por nuestra
parte, es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su doctrina.
El apostolado, la extensión del Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y
docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, con esa mirada
que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos abundantes.

Invocación
Señor, escuchamos al Papa Francisco que, hablándonos de la tormenta que vivimos en
estos tiempos, nos dijo que te despiertas para despertar y avivar nuestra fe pascual; que
hoy tenemos un ancla, un timón y una esperanza: tú cruz en la que hemos sido salvados,
sanados y abrazados para que nadie nos separa de tu amor redentor. Que nunca nos
desprendamos de tu cruz que nos lleva a la resurrección.

Padre nuestro

Ave María

11ª Estación
Jesús confirma a Pedro en el amor

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

Del Evangelio según San Juan 21, 15-19.


Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que
estos?». Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta
mis corderos». Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le
contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Él le dice: «Pastorea mis ovejas». Por
tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de
que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú
sabes que te quiero». Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo:
cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo,
extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». Esto dijo aludiendo
a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».
Palabra del Señor

Reflexión
Pedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Señor. Y se siente avergonzado
porque le ha fallado cuando más lo necesitaba. Pero Jesús no le reprocha su cobardía:
el amor es más grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar
el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de Jesús
son la mejor prueba de que Él sí es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los
suyos: siempre está abierta, de par en par, la puerta de la esperanza para quien sabe
amar. La respuesta de Cristo, Buen Pastor, es ponerle a él y a sus sucesores al frente de
la naciente Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un
maestro, de un hermano, de un servidor. Así, Pedro, el primer Papa, y luego sus
sucesores, son "el Siervo de los siervos de Dios".

Invocación
Con el Papa Francisco nos confiamos a ti y, como Pedro, a orillas del lago, también te
decimos que tú lo sabes todo y que sabes que te queremos, a pesar de nuestras
inseguridades y dudas, nuestros desatinos y fallas. Renuévanos en el amor, que cada
día te amemos más y con mayor coherencia. Así, junto a Pedro, “descargamos en ti
todo nuestro agobio, porque tú nos cuidas” ( cf. 1P 5,7).

Padre nuestro

Ave María

12ª Estación
Jesús confía su misión a los apóstoles

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

Del Evangelio según San Mateo 28, 16-20.


Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo,
ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha
dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los
pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;
enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes
todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor
Reflexión
Los últimos días de Jesús en la tierra junto a sus discípulos debieron quedar muy
grabados en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido
concretando con la cercanía del resucitado. Pero el Señor pone en el horizonte toda la
tarea que tienen por delante: "Vayan al mundo entero...". Ese es su testamento: hay que
ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han visto y oído. Están por delante
las tres grandes tareas de todo apóstol, de todo cristiano: predicar, hablar de Dios para
que la gente crea; bautizar, hacer que las personas lleguen a ser hijos de Dios, que
celebren los sacramentos; y vivir según el Evangelio, para parecerse cada día más a
Jesús, el Maestro, el Señor.

Invocación
Con el Papa Francisco, Pastor de la Iglesia universal, nos dejamos interpelar por ti, que,
en medio de nuestra tormenta, nos llamas a despertar para ser discípulos y misioneros.
Te pedimos que nunca se apague la pasión del apostolado, que llevemos a todos el
anuncio que nos salva: que tú vives y estás a nuestro lado.

Padre nuestro

Ave María

13ª Estación
Jesús asciende al cielo

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

De los Hechos de los Apóstoles 1, 9-11


Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la
vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron
dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacen ahí plantados
mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre ustedes y llevado al cielo,
volverá como lo han visto marcharse al cielo».
Palabra de Dios
Reflexión
Los discípulos se reunieron y escuchan que Jesús parte al cielo. Sienten el dolor de la
separación, pero el Señor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estaré
con ustedes todos los días hasta el fin del mundo". Por eso, los ángeles les sacan de esos
primeros instantes de desconcierto, de "mirar al cielo". Es el momento de ponerse a
trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegría, la buena noticia, hasta
los confines del mundo, seguro de contar la compañía de Jesús, que no nos abandona.
Y no podemos perder un instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios que lo
concede para consagrarlo a su servicio. Jesucristo ha querido ir por delante de nosotros,
para que vivamos con la ardiente esperanza de encontrarlo un día en su reino eterno.

Invocación
Ayúdanos a discernir y asumir, Señor, cuanto nos recordó el Papa Francisco: que en
medio de la tormenta que experimentamos, tenemos que mantener los ojos fijos en ti y
realizar siempre con alegría la misión que nos confiado de ir por todo el mundo
anunciando la noticia de la salvación.

Padre nuestro

Ave María

14ª Estación
La venida del Espíritu Santo en Pentecostés

V\ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya


R\ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya
V\ Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R\ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

El lector

De los Hechos de los Apóstoles 2, 1-4


Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente,
se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó
toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como
llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos
de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía
manifestarse.
Palabra de Dios

Reflexión

Jesús, el Hijo de Dios, está ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no
quedarán solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oración de Jesús, envía al Espíritu
Santo, la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Los discípulos, muy unidos a la
Virgen, Madre de la Iglesia, reciben el Espíritu Santo. Él es el que llena de luz la mente
y de fuego el corazón de los discípulos para darles la fuerza y el impulso para predicar
el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A partir de este momento
la Iglesia, que somos todos los bautizados, está en peregrinación por este mundo. El
Espíritu Santo la guía a lo largo de la historia de la humanidad, pero también a lo largo
de la propia historia personal de cada uno, hasta que un día participemos del gozo junto
a Dios en el cielo.

Invocación
Con el Papa Francisco reconocemos y agradecemos la acción del Espíritu Santo en la
vida de la Iglesia y, en este tiempo, especialmente en el testimonio de tantos compañeros
de viaje que dan su propia vida cuidando a los demás: es la fuerza operante del Espíritu
derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Te pedimos para todos los
dones del Espíritu Santo, para que podamos servir y amar, ser testigos valientes de tu
misterio pascual, abrazarte a ti para abrazar la esperanza.

Padre nuestro

Ave María

Oración final (dirigida al Padre)


El guía
SEÑOR y Dios nuestro, fuente de alegría y de esperanza, hemos vivido con tu Hijo los
acontecimientos de su resurrección y ascensión; haz que la contemplación de estos
misterios nos llene de tu gracia y nos capacite para ser testigos de tu amor en medio del
mundo. Te pedimos por tu santa Iglesia para que siga fielmente las huellas de Cristo en
la historia y que, llena del Espíritu Santo, manifieste al mundo los tesoros de tu amor,
santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partícipes a todos los hombres de la
resurrección eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Todos
Amén
Conclusión
El guía
Anunciemos a todos la alegría del Señor resucitado. Aleluya, aleluya
Todos
Demos gracias a Dios. Aleluya, aleluya

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