VICTORIA. AMAME - Mia Ferrer
VICTORIA. AMAME - Mia Ferrer
VICTORIA. AMAME - Mia Ferrer
Ámame
Mia Ferrer
SINOPSIS
Victoria necesitaba un nuevo comienzo, estaba embarazada y el hombre que por fin
logró enamorarla después de un pasado tormentoso, la había dejado mientras dormía en una
habitación de un hotel en París para irse a casar con otra, Paul Mathieu era el padre de su
bebé y el causante de que quisiera desaparecer de la faz de la tierra.
Victoria quería iniciar de nuevo, para eso, se fue a un lugar al que nunca había ido, lo
hizo dispuesta a dejar de lado su vida, sus negocios y la fama de la que gozaba en la gran
manzana.
Allí en nuevas tierras solo quería ser Victoria, una mujer como cualquier otra, pero no
estaría sola por mucho tiempo, el amor siempre está flotando por el aire esperando a que
alguien lo tome, y en ese lugar, descubrirá que al amor hay que darle más de una oportunidad
y que no importa cuánto hayas fallado tratando de conseguirlo, el amor es lo único que te
permite sobrevivir a tanta realidad, por eso no dudará en darle una oportunidad a Santiago,
pero lejos de lo que ella piensa, Paul no piensa ser parte de su pasado, por el contrario,
querrá estar en su presente y en su futuro y más aún, cuando descubra que ella espera un hijo
suyo.
Copyright © 2016 Mia Ferrer.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida,
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electrónico, fotocopiada, grabada, ni difundida por cualquier otro procedimiento sin la
autorización escrita del autor.
DEDICATORIA
Enamorarse es un riesgo, muchas personas pasan por esta vida evitando hacerlo,
prefieren tener una vida estable y tranquila, pero solo los que han amado alguna vez, saben
que es mejor subirse a la montaña rusa de los sentimientos, reír, llorar, enfurecerse, incluso
hasta sufrir, porque solo así el ser humano se siente verdaderamente vivo.
Para todas aquellas personas que deciden amar sin importar las circunstancias, va este
libro.
Cuando alguien está en tu vida por una razón, es generalmente, para llenar la necesidad
que has demostrado tener, ellas vienen para ayudarte con una dificultad, proporcionando
apoyo y orientación, ayuda física, emocional o espiritual. Podrán parecer un regalo de Dios
y lo son.
Paulo Coelho
Esto era lo que necesitaba desde hacía años, tiempo y espacio para mí y
solo para mí, sin que me importara el trabajo y nada más que no fuera estar
tranquila.
Desde mi llegada a Bogotá hace un poco más de un mes, mi mayor
preocupación era a cuál restaurante iría a almorzar, porque el desayuno
siempre era un delicioso cappuccino en Juan Valdez del parque de la 93, si
algo ha sido difícil dejar atrás, es mi adicción por el café, sé que en mi estado
no debería tomarlo, pero he llegado a un acuerdo con mi médico de solo beber
una taza al día.
También había establecido una rutina los viernes por la noche, iba a un
restaurante en la zona T, en el que un chico cantaba música en vivo y en donde
la comida era deliciosa.
Mi vientre seguía plano, aunque ya estaba en la semana trece de gestación
y por fortuna todo iba bien a pesar de unos leves sangrados y para que todo
siguiera bien, seguía todas las recomendaciones al pie de la letra, como las de
no realizar ejercicios de impacto, por eso solo caminaba una hora para no
perder del todo mi físico.
- ¿Puedo acompañarte?
Teresa Camacho es una mujer de setenta y dos años y viuda desde hacía
una década, su marido era un juez con el que duró casada casi cuarenta años y
digo casi, porque seis meses antes de cumplir su aniversario murió de un
infarto mientras tomaba una ducha, aquella no fue su única pérdida, era madre
de un único hijo, que murió cuando tenía treinta y cuatro años en una
emboscada guerrillera, era teniente del ejército colombiano, ¿que como se
todo esto?, pues Teresa desde hace tres semanas me hace la misma pregunta
¿Puedo acompañarte? Y mi respuesta siempre ha sido la misma desde el
primer día.
- Claro.
- ¿Cómo esta nuestro pequeñín hoy?
- Hoy me ha dado tregua con las náuseas – dije tocándome el
vientre.
- Qué bueno.
Teresa al igual que yo, todas las mañanas iba al Juan Valdés a tomar un
café, un día el sitio estaba lleno y no había ninguna mesa libre y entonces me
preguntó si podía acompañarme, desde ese día, ninguna de las dos hemos
vuelto a tomar nuestros cafés solas.
- Parece que hoy quiere llover – dijo mirando al cielo.
- Sería una lástima, en las últimas semanas han hecho lindos días.
- Esperemos que el clima no se arruine – dijo con una sonrisa
que surcaba todo su arrugado rostro - apropósito ¿Es hoy que te van a
realizar la ecografía?
- Sí, tengo cita con mi médico en la tarde.
- ¿Puedo acompañarte? – preguntó esperanzada
- Me encantaría – le contesté con una sonrisa sincera.
En el rostro arrugado de Teresa, se dibujó una sonrisa tan grande que tuvo
que achinar sus ojos negros.
- ¡Qué ilusión! – dijo contenta.
- A las tres debo estar en el consultorio del médico, es aquí
cerca, así que podremos ir caminando.
- De acuerdo – contestó emocionada.
- Bien, ahora debo irme, voy a hacer una llamada a New York.
- ¡Hija! ¿Por fin te pondrás en contacto con los tuyos? – le había
contado que decidí dejar mi vida atrás por tiempo indeterminado.
- Si, desde que llegué no lo hecho y le prometí a mi abogado
hacerlo – me puse de pie – pasaré por tu edificio para ir juntas al
médico.
- Te estaré esperando.
Caminé desde el café hasta mi edificio, mi apartamento es en un quinto
piso y desde allí tengo una vista hermosa del parque el Virrey, en el camino fui
pensando en la llamada que iba hacer, no había hablado con Jhon desde que
estuve en Madrid, me acostumbré muy rápido a estar incomunicada y a pesar
de que extrañaba a mis amigos, no quería saber nada de lo que había dejado
atrás, el recuerdo de Paul seguía intacto y no pasaba ni una hora en que no
pensara en él, por eso sabía que si me comunicaba con alguno de ellos, lo
primero que querría hacer era preguntarles por él, eso, si antes ellos no lo
hacían primero.
Cuando llegué al apartamento me senté en el sofá de la sala y me quité los
zapatos, tomé el teléfono que por fortuna tenía bloqueado el identificador de
llamadas para evitar que reconocieran mi número, respiré profundo y marqué.
- Jhon Greene.
- Hola Jhon, soy Victoria.
- ¡Dios! Victoria, ¿Por qué no has llamado? Prometiste hacerlo,
¿Dónde estás? – estaba hablando tan alterado que me puso nerviosa –
háblame, dime… ¿Estás bien?
- Jhon…
- Pero ¿Por qué no me dices nada?
- Jhon…
- Dime… ¿estás bien?
- ¡¡JHON!! – grité para que parara y me dejara hablar.
- ¿Qué?
- Déjame hablar.
- De acuerdo, me callaré.
- Estoy bien, jamás había estado mejor, no tienes de que
preocuparte.
- ¿Dónde estás?
- Eso no importa, lo…
- Como que no importa, me dijiste que yo podría contactarte y
hasta el momento no lo he podido hacer, te he escrito correos y no has
contestado ninguno.
- Jhon, esté donde esté, estoy bien, es lo importante ¿no?
- ¿Estás incomunicada? Acaso te fuiste a la India a un retiro
espiritual – no pude evitar reírme al recordar que la india había sido mi
primera opción, pero inmediatamente la descarté al pensar en la comida
hindú extremadamente condimentada.
- Dime ¿Cómo están todos?
- Victoria, no tienes idea de la locura que es tener a Emma todos
los días interrogándome por ti, buscó a José para que la ayudara a
rastrear los pasajes de avión y saber a dónde fuiste.
- ¿Y José lo hizo?
- Claro que no, o de lo contrario ya la tendrías donde quiera que
estés.
- ¿Paso algo con la empresa?
- No, todo con la empresa va bien, es por el francés…
- Detente Jhon, no quiero saber nada de eso - lo interrumpí.
- Pero Vicky, tal vez debas llamar a Emma algo sucedió con…
- No Jhon – volví a interrumpirlo - no sigas o de lo contrario, no
volveré a comunicarme.
- Está bien, no te diré nada de ese hombre, pero Emma se ha
vuelto un grano en el culo atormentándome porque desapareciste.
- Lo siento – le dije con sinceridad, sabía que Emma podría
llegar a ser una molestia.
- Vamos Vicky, sabes que puedes confiar en mí, déjame ir a verte.
- Lo sé, pero por favor entiende que quiero tiempo y distancia.
- ¿Y cuánto tiempo más vas a necesitar?
- No lo sé, pero de momento no quiero regresar.
- Vale – tomó aire para aceptarlo, sabía que si Jhon se lo
proponía podía dar conmigo en un abrír y cerrar de ojos, por eso
valoraba aún más que estuviera respetando mi decisión – Vicky, la
semana pasada fue el lanzamiento del perfume Victoria.
- ¿Sí? – pregunté sorprendida.
- Claro, ¿o acaso pretendías que te esperaran para el
lanzamiento?
- Jhon… Deja el sarcasmo.
- Disculpa – dijo con una falsa pena.
- Sé que no te gusta nada la situación, pero créeme cuando digo
que estoy bien.
- Lo sé – soltó con un suspiro – pero te echo de menos.
- Igual yo, pero regresar a New York no es una opción por el
momento.
- En fin – dijo cambiando de actitud - el lanzamiento del perfume
ha sido un éxito, no sé si donde estés has revisado la prensa, pero todos
los medios lo han comentado y más cuando se dieron cuenta que no te
presentaste, eso es lo positivo del asunto, ahora lo negativo es que han
iniciado una cacería de brujas para encontrarte.
- Que mierda todo eso – odiaba la idea que la prensa me
encontrara.
- Si, lo sé – dijo apenado - no quería decirte esto, pero…
también se ha filtrado la información de tu divorcio.
- Me sigues llenando de motivos para no regresar – hablé en
medio de un bufido.
- Cierto, pero no podía ocultártelo, ¿Vicky en donde rayos te has
metido para que no sepas nada de esto?, no te voy a llenar la cabeza con
las cosas que han dicho, pero debo advertirte que si te encuentran no te
dejarán en paz.
- Y es por eso… que he pensado vender la empresa.
- ¿Y quedarte en el culo del mundo para que no volvamos a saber
de ti?, olvídalo, no te vas a esconder como si fueras una delincuente.
- Esa pelea la tendremos en otro momento.
- Falta algo más que debes saber.
- ¿Qué? – deseaba terminar la conversación.
- Rebeca murió hace dos semanas.
“Rebeca muerta”, creí que me dolería saber esa noticia, pero…
simplemente no sentí nada, lo bueno que sentí por ella había muerto cuando
descubrí que no era tan buena.
- ¿Victoria?
- Si… lo siento, estaba analizando lo que acabas de decir.
- ¿Estás bien?
- Si, sabíamos que pronto moriría – dije demasiado fría – Jhon,
ya debo cortar, pero antes quería pedirte que hables con Emma,
Valentino y Angelina, tranquilízalos y diles que estoy bien.
- Lo haré, pero te aseguro que será un rato muy desagradable con
esas tres histéricas presionándome para que les diga algo sobre tu
paradero.
- Gracias, se los persistentes que pueden llegar a ser.
Si antes de hablar con Jhon tenía claro que por el momento no regresaría
New York, después de hacerlo, estaba absolutamente segura de no querer
volver.
A las tres de la tarde estaba junto a Teresa en el consultorio del doctor
Meléndez, el sitio era pequeño y totalmente blanco. Estábamos en la sala de
espera y en las sillas del frente había una mujer con una enorme panza y puse
tal cara de horror que llamó su atención, porque riendo me dijo:
Metí la tarjeta para abrir la puerta casi a ciegas, Paul se negaba a darme un
poco de espacio, cruzamos el umbral y él cerró la puerta con el pie dando un
portazo.
Salí de la habitación con una tonta sonrisa cuando recibí otro mensaje.
P: Te amo.
5
Thonny abrió la puerta del auto justo antes que llegara un hombre de barba
pronunciada y cabello largo corriendo con un micrófono.
Greene LLP es una firma legal global que cuenta con 23 oficinas en
Estados Unidos y siete en el extranjero, la firma tiene más de 700 abogados en
todo el país y su sede central está New York.
- Jhon…
- ¿Sí? – Inquirió cuando estaba de pie a mi lado con las manos en
los bolsillos de su pantalón.
- ¿Tuviste algo que ver con la muerte de Stan? – hubo un largo
silencio y presioné un poco más – Stan jamás se habría suicidado.
- ¿Importa? – la única razón por la que me importaría sería el
hecho de que se viera involucrado en un juicio.
- No – contesté sin revelar mi miedo.
- Entonces no preguntes cosas que no te importan.
Aún recuerdo esa noche cuando lo vi por primera vez, Stan llevaba años
convirtiéndome en una maquina sexual, llevaba años enseñándome habilidades
para enloquecer a un hombre, muchas de las cosas que me pedía me eran
desagradables y más cuando participaban algunos de sus amigos viejos,
gordos y grotescos. Pero esa noche, Jhon llegó con su traje azul oscuro de tres
piezas, su presencia imponente tanto o más que la de Stan, hizo que lo deseara,
pero lo que en realidad provocó que mojara mis bragas, fue cuando sonrió
lujurioso al verme vestida solo con lencería negra y roja y unas mayas hasta la
media pierna.
Bajé mis bragas dándole la espalda y sin doblar las rodillas, escuché una
fuerte exhalación producida por la vista de mi trasero y los labios húmedos de
mi coño.
Tiempo después, Jhon me dijo que para él no había nada más placentero
que comer algo delicioso y disfrutar del sexo sin cohibiciones “entonces…
¿Por qué no disfrutar de las dos cosas al mismo tiempo?”
***
Me dejó sobre la cama y sin decirnos nada, pero mirándonos a los ojos,
nos separamos para desnudarnos, subí la falda de mi vestido para sacarlo por
arriba mientras él ya había tirado su saco y con gran rapidez estaba soltando
los botones de la camisa, entonces me libré del sujetador mientras él luchaba
contra su cinturón, seguíamos sin decir nada, pero nuestros ojos se gritaban
entre ellos el anhelo por lo que venía a continuación.
La descarada que estaba en mi ser desde que había conocido los placeres
sexuales, tenía el mando de la situación y de mi cuerpo, entonces cuando bajé
mis bragas y con un puntapié las lancé lejos, me tumbé en la cama y doblé las
piernas abriéndolas para dejar que Paul pudiera apreciar lo mojada que estaba
solo por saber que en segundos lo tendría en mi interior.
Ninguno de los dos tenía demasiada hambre, por eso pedimos unas cuantas
entradas y un vino para Paul y agua para mí.
Al día siguiente Paul se marchó a trabajar, antes de irse me dijo que había
tomado la otra suite que estaba en el mismo piso para no despertar sospechas
por quedarse en el mismo hotel y entonces, sonreí al recordar que había hecho
lo mismo cuando nos conocimos en Milán.
“! ¿Es cierto que el padre es su abogado?! ¡¿Tuvo usted algo que ver con la
muerte de su esposo?! ¡¿Qué relación tenía con Santiago Andrade?! ¡¿Por lo
menos sabe quién es el padre de su hijo?! ¡¿Logró por fin su objetivo
quedándose con todo lo de los White?!”
- Ignóralos – Emma sostenía mi mano para tratar de
tranquilizarme.
- No quiero quebrarme, pero esto es tan insoportable que no
sabré hasta cuando pueda aguantar.
- Eres la mujer más fuerte que conozco y sé que esto lo superarás
como lo has hecho antes.
- ¿Sabes si dejaron tranquilo a Santiago?
- Si, les entregué a todos los medios el comunicado firmado por
ti, en el que aclaras que la única relación que existió fue de amistad.
- Bien – dije viendo por la ventana.
- El también dio una declaración.
- ¿Qué? – pregunté sorprendida - ¿Qué dijo?
- Tranquila, lo único que hizo fue reafirmar la tuya, yo se la había
hecho llegar antes de enviársela a la prensa para que estuviera enterado.
- Lamento mucho haberlo metido en todo esto.
Bajé del auto y corrí al interior del hotel, tenia deseos por llegar pronto a
la suite y esperar que Paul apareciera, pero me detuve cuando vi a Valentino
en el Lobby.
- Hola cielo,
- Valen, no sabía que vendrías – traté de disimular mi falta de
entusiasmo por su visita.
- Bueno quise saber cómo está mi chica preferida.
- Estoy perfecta – contesté con gracia.
- Entonces podemos charlar un poco – justo en ese momento Paul
entraba al hotel y pasó por nuestro lado siguiendo al ascensor sin
siquiera mirarnos.
- ¿Cómo van las cosas con el francés? – estaba confundido de
verlo pasar sin saludar.
- Bien, solo que no hablamos en público para evitar que los
rumores aumenten, pero ven, subamos.
Justo en ese momento el móvil de Paul sonó y aunque rechazó las dos
primeras llamadas al final desistió y contestó.
- Paul…
Quise hablarle para que dejara de ver el televisor, pero no supe que decir
y entonces como si el espectáculo fuera poco, revelaron un video de Santiago
en un bar mexicano.
Paul se puso de pie y con movimientos lentos fue hasta el televisor, pensé
que quería desconectarlo, pero entonces lo arrancó de donde estaba y lo lanzó
contra la pared.
- Victoria que grata sorpresa – escuché esa voz con acento del
medio oriente y no pude evitar sonreír.
- Zafir, es un gusto escucharte – contesté feliz.
- ¿Cómo estás?
- Podría estar mejor.
- No soy muy amante de las revistas de cotilleos, pero ha sido
imposible evitar no saber de ti.
- Es por eso por lo que te llamo, necesito tu ayuda para que me
dejen en paz.
- Victoria, no creo…
- Por favor, me dijiste que tenías dominio sobre algunos medios
importantes.
- Sí, pero las noticias sobre ti se han vuelto una bola de nieve
que se hace grande a pasos agigantados, puedo usar mis conexiones para
que dejen de acosarte algunos medios, pero son tantos ojos los que están
sobre ti que no creo que pueda hacer mucho.
- Lo entiendo – dije derrotada.
- Bueno pero no te acobardes, haré lo que esté a mi alcance para
ayudarte, ahora estoy en España, pero estaré este fin de semana en New
York y te llamaré.
- Sera un placer verte – dije con poco ánimo.
- Para mí también y por favor no vuelvas a huir, eso los
obsesiona más.
- Me quedó claro que ese fue el peor error.
- Te daré un consejo que no me estas pidiendo.
- Dilo.
- Lleva tu vida con normalidad, no te escondas, sal a la calle con
la frente en alto e ignora cualquier cosa que digan sobre ti.
- Para ti es fácil decirlo, pero lo intentaré.
- Hazlo, la prensa vive de acabar la vida de las personas para
después tener más noticias que contar.
- Tienes razón.
***
El olor a alcohol inundó mis sentidos, una respiración acelerada
ensordeció mis oídos y entonces sentí unas manos recorriendo mi cuerpo, poco
a poco fui despertando y cuando quise moverme no pude porque mis brazos se
resistían y fue cuando desperté de golpe y vi mis muñecas apresadas por dos
esposas al cabecero de la cama.
Apoyado en sus codos me embistió con más rudeza, pero sin llegar a ser
tan profundo, amaba esa dualidad de la que era capaz, seguía siendo el hombre
apasionado que siempre había sido, pero por otro lado se controlaba para no
hacerme daño.
Estaba tan excitada que podía sentir como bajaba mi humedad por mi
trasero, el sonido de nuestra sabia chocando con cada penetración nos llevó al
filo de la montaña de la que caímos cuando nuestras lenguas volvieron a unirse
y gimiendo en la boca del otro llegamos en sincronía.
- Tranquila.
- Necesito que antes de salir de este ascensor me prometas algo.
- ¿Qué?
- Sea lo que sea que escuches o veas, no te alejes de mí.
- Lo prometo, pero te pido a cambio que seas paciente, aun me
cuesta mucho controlar mi mal carácter.
- Te lo prometo, tendré la paciencia necesaria.
Las puertas del ascensor se abrieron cuando nos besábamos y una pareja
nos sonrío antes de entrar.
¿Es usted el padre del bebé? ¿Hace cuánto están juntos? ¿Sabía sobre la
relación que Victoria sostenía con un colombiano? ¿Va a exigir prueba de
paternidad?
- Bueno, no fue tan malo – dijo Paul cuando Thonny puso el auto
en marcha.
- Espero que sigas pensando lo mismo en unos días – dije con
una sonrisa triste.
Después de escucharlo decir mil cosas sobre cómo sería nuestra hija
salimos de la clínica, los paparazis nos habían seguido hasta allí, pero esta
vez estaba tan feliz de ver a Paul tan ilusionado que ni siquiera escuché que
preguntaron.
Esta vez era mucho peor que las dos anteriores, cuando me casé con Stan
había sido asediada pero duró poco y no recordaba a tantos paparazis
siguiéndome, para cuando Stan cayó en coma los rumores habían hecho que al
lugar al que yo llegara se convirtiera en noticia, todos quería saber si tenía un
amante cómplice del intento de homicidio, pero después de unos días todo
había pasado, ahora parecía que los periodistas de todo el mundo estaban
interesados en mi historia y me asustaba pensar que no pasara pronto.
Colgamos y pensé que, ya que la doctora Hart había dicho que podía tener
una vida sexual normal, me divertiría esa noche, entonces llamé a la señora
House y pedí un servicio.
6
Después de almorzar fui al spa del hotel y estuve un par de horas entre la
piscina y el yacusi, cuando regresé a la habitación ya estaba cayendo la tarde,
el teléfono sonó y miré el reloj, aún era muy temprano para que llegara lo que
había pedido a House ¿Entonces quién puede ser?
- ¿Sí?
- Buenas tardes señora Castaño, tengo aquí al señor Bratt
Jackson.
- ¿Bratt?
- Si señora, dice que es importante que usted lo vea - pensé en
negarme, pero después recordé a los periodistas buscando a los
empleados de la empresa y acepté hablar con él.
- Por favor, déjelo pasar.
- De acuerdo, uno de nuestros empleados lo acompañará hasta su
suite.
- Gracias.
Bratt salió muy rápido y sin mirarnos, Paul se quedó un momento más en su
sitio, después cerró la puerta.
Lo guíe a la habitación y tomé las esposas con las que me había atado la
otra noche, vi duda en su rostro, pero siendo consecuente con lo que me había
dicho se dejó llevar hasta la cama, le quité la toalla y me emocionó ver que ya
estaba listo.
Sin tocar la cama me paré a su lado y poco a poco me fui inclinando sobre
sus labios para besarlo, Paul estaba descontrolado y parecía a punto de
explotar y solo se percató de mi cercanía cuando nuestros labios se rosaron.
Casi caigo de bruces por la debilidad, pero la rubia me sostuvo solo unos
segundos más hasta que el grito de Paul llenó todo el lugar.
Después de recorrer dos veces todos los canales al final nos decidimos
por ver The wedding date.
- Me gusta esa película – dije acomodándome entre su pecho.
- No sabía que te gustaran las comedias románticas.
- Bueno, ya sabes que sí tengo corazón.
- Siempre lo he sabido, aunque al principio quisieras esconderlo
de mí, siempre supe que tu corazón era tan enorme que yo debía estar a
la altura para llenarlo por completo y no quedara ni un poco de espacio
para otro hombre.
- Créeme, allí no hay espacio para otro.
- Entonces prométeme que tus labios no besaran otros labios que
no sean los míos y que tu cuerpo no será tocado por otras manos que no
sean las mías.
- Te lo prometo, pase lo que pase lo superaremos y ni tú ni yo
tendremos ojos para otras personas.
No sabía de qué se trataba, pero cada día que lo veía entrar con el
desayuno sentía un cosquilleo en la boca del estómago.
Paul se marchó y puse un poco de música para hacer los ejercicios que
Phoebe me había enseñado, me quieté la camisola y quedé solo en ropa
interior, recordé todas las poses de yoga para mujeres embarazadas y cuando
terminé me sentí más relajada, me acomodé la bata y decidí darme un baño.
La manta de color crema se fue tiñendo de rojo y sentí unas ganas enormes
de vomitar.
- Maldición, está sangrando mucho – dijo Paul preocupado.
Patrick habló con Thonny, quien confirmó que nos estaría esperando en la
entrada del hotel.
No pude soportar más las náuseas y alejando mi rostro del cuerpo de Paul
vomité, las arcadas fueron tan violentas que manché por completo a Patrick, él
no pudo moverse en el espacio reducido del Ascensor.
Escuché murmullos y poco a poco fui abriendo los ojos, estaba en una
habitación de la clínica, sentía que todo mi cuerpo me dolía y recordé porque
me llevaron allí, los murmullos se hicieron más claros y reconocí la voz de
Patrick y de Paul en la habitación.
- Por favor no discutas con Jhon – dije justo antes de verlo pasar,
al tiempo que la doctora Hart salía pidiéndole paz.
- Vicky ¿Cómo estás? – su voz de barítono en otro tiempo hacía
que todo mi cuerpo se encrespará de deseo, pero ahora solo sentía
tranquilidad.
- Estoy bien, tranquilo, solo fue un accidente con un jarrón.
- Entonces… ¿Por qué la sacaste de la forma en que lo hiciste? –
dijo enfrentando a Paul.
- ¿Qué dices? Solo hice lo que debía hacer, traerla a una clínica
lo antes posible.
- No sabes cómo lidiar con la prensa, hay fotos de Victoria
ensangrentada por todas partes, debiste llamar a un médico para que la
atendiera en la habitación del hotel.
- ¡Basta Jhon! Por favor no sigas o te pediré que te marches.
- ¿Qué? – dijo entre sorprendido y dolido.
- Estoy cansada que cada vez que ustedes se encuentren, terminen
peleando – dije alzando un poco la voz – Tú – señalé a Paul – debes
entender y respetar mi relación con Jhon y Tú – dije señalando a Jhon –
entiende de una vez por todas, que Paul llegó a mi vida para quedarse,
es el padre de mi hija, mi pareja y el hombre que amo.
Me miró por un instante que se hizo largo y cuando creí que no hablaría lo
vi derramar una lágrima y de inmediato la limpió con rabia.
Miré cada una de ellas con horror y sentí como Jhon se removía incómodo
a mi lado, estaba tan nervioso como yo.
Fotos del día de nuestro matrimonio en la que pude ver mi falsa sonrisa
rodeada de un montón de amigos de Stan, también había fotos más íntimas, en
algunas salía en ropa interior de las que usaba cuando eran los días de juegos
y me aterró la idea de ver una imagen teniendo sexo con Stan o con algunos de
sus amigos.
La llamada fue corta, pero me dijo que estaría en América ese fin de
semana atendiendo algunos asuntos y para hablar conmigo.
Después de comer, Paul me llamó, dijo que quería verme, entonces deje
todo y me fui al hotel después de agradecerle a Jhon su comprensión.
Cuando irguió la espalda pude ver que ahora el que necesitaba alivio era
él, su erección amenazaba con romper su bóxer.
Hice que se inclinara para besarme, y poco a poco lo fui llevando hasta mi
entrada.
Besé su pecho con una enorme sonrisa en mi rostro, jamás pensé que
palabras como las que acababa de escuchar me hicieran sentir tan emocionada.
Volví a caer dormida en su pecho, pero esta vez me sentía mucho mejor y
más relajada.
- ¿Dormilona? – poco a poco abrí los ojos y amé la imagen que
apareció ante mí, Paul acababa de darse una ducha y aún tenía el cabello
y el pecho húmedos, estaba sentado al borde de la cama y tenía una
hermosa sonrisa que achinaba sus ojos.
- ¿Es tarde? – pregunté incorporándome.
- Angelina acaba de llamar para informar que podemos ir a ver
el ático.
- Perfecto, si nos gusta podemos hacer los arreglos hoy mismo y
dejar todo listo antes de irnos a las Bahamas.
- Entonces date prisa, el desayuno no tardará en llegar.
El sábado por la mañana Thonny nos dejó justo frente del Jet de Paul,
cuando entramos ya estaban en sus asientos Angelina junto a la pequeña Lucy y
Valentino junto a Richard y Emma.
Las horas pasaron entre risas y comentarios graciosos, pero cuando llegó
la comida me preocupé porque Emma no había aparecido en toda la mañana,
al principio pensé que podría estar descansando un poco, pero al llegar la
hora de tomar el almuerzo sin saber nada de ella decidí ir a buscarla.
Estuve con ella hasta que se calmó, después la motivé para que se pusiera
su bikini y bajara con los demás a la piscina.
Angelina se había tomado en serio su juego de señora de la casa, se había
encargado de ordenar todo lo del almuerzo y al final cuando estábamos
satisfechos pidió que nos llevaran el postre a la terraza.
En ese momento escuché como los demás comenzaban a bajar por las
escaleras, después, al llegar al comedor, Angelina pidió que nos sirvieran
unos vinos mientras esperábamos que llegara Zafir.
- ¿Dónde está Lucy? – pregunté al no verla.
- Una de las chicas del servicio está cenando con ella en la
habitación y se encargará de acostarla después.
- Debe estar cansada, hoy estuvo todo el día en la piscina.
Los saludó a todos con mucha gentileza como si fueran amigos de toda la
vida, al único que no conocía hasta el momento era a Paul.
Paul estaba más rígido que nunca y como si necesitara de un bastón para
sostenerse pasó su brazo por mi espalda y me pegó a su cuerpo con demasiada
fuerza, me sentí incomoda con tanta presión, pero no hice ningún movimiento
para alejarme, no quería que se sintiera amenazado, ya Zafir por si solo
significaba una amenaza para cualquier hombre.
La cena no fue tan distendida como esperaba, Paul estaba demasiado tenso
por la presencia de Zafir, no quise ni imaginar cómo reaccionaría si se
enteraba de las intenciones que inicialmente tenía Zafir conmigo y peor aún,
que descubriera que yo lo había besado un par de veces.
- Creen que puedo tener algún chance con Zafir –Preguntó Angie.
- No lo sé – contesté alzando los hombros, no podía dejar de ver
a Paul, estaba un poco nerviosa por su cercanía a Zafir.
- Vicky, tú y Zafir no…
- No – contesté viéndola a los ojos.
- Ósea que no es un terreno prohibido.
- Claro que lo es – refutó Emma – un hombre como él te partiría
el corazón con una sola follada.
- ¿De qué hablas? – cuestionó Angie.
- Ese hombre no quiere una esposa, solo quiere un buen culo que
tirar y tú quieres servirte en bandeja de plata.
- ¿Y cuál es el problema?
- Pues que tú no eres capaz de separar el sexo de los
sentimientos.
- Claro que sí, puedo cogerme a todos los hombres que quiera sin
necesidad de enamorarme de ellos.
- No me digas que quieres ocupar el puesto que Victoria dejó
libre.
- Basta Emma – la enfrenté – Angie es libre de hacer lo que
quiera y tú no tienes derecho de juzgarla.
- Pero Victoria, es cierto lo que estoy diciendo, tú te follabas al
que querías y al día siguiente lo mandabas a volar, ¿De verdad crees que
ella puede hacer lo mismo?
- ¡Ese no es tu problema Emma! – le gritó Angelina haciendo que
los hombres volvieran a vernos – estas amargada porque ese imbécil
vino y te llenó de ilusiones y después te dejó para irse con otra a
Alemania.
- ¡Angelina! – le grité para que se callara.
- Por lo menos soy honesta conmigo misma y no intento ser la
copia barata de nadie.
- Chicas… - advirtió Valentino acercándose a Emma.
- Déjala Valentino, deja que diga todo lo que quiera, es mejor
que saque todo el veneno que lleva a dentro o de lo contrario, la
terminará matando.
- Emma vamos – dije poniéndome de pie.
- Oh si, si, mejor vámonos todos y dejemos a Angelina sola con
Zafir para que se regale – Angie sin que nadie pudiera preverlo se lanzó
sobre Emma y la abofeteó – ¡me pegas por decirte la verdad! – gritó
Emma sosteniéndose la cara.
- ¡Emma no más! – la jalé del brazo para llevármela.
- Sabes lo mucho que he sufrido por la traición de Frank, sabes
cuánto lo amaba y lo mucho que me dolió estrellarme con la realidad,
por eso no entiendo que me trates así, cuando lo único que quiero es
vivir y me importa una mierda lo que creas – Angie terminó de hablar
rompiendo en llanto, en ese momento Zafir la abrazó y se la llevó sin
decir nada.
Emma también terminó llorando mientras subíamos, después de calmarla y
de dejarla dormida, fui a mi habitación, Paul ya estaba allí hablando por su
móvil, estaba tan concentrado en su conversación que no se dio cuenta de mi
presencia.
Sin darme cuenta llevé una de mis manos por debajo del camisón y los
metí entre mis bragas, comprobé lo mojada que estaba, pero entonces una
mano tapó mi boca y me haló hacia atrás, pataleé asustada por quien me
quisiera llevar, cuando escuché la voz de Paul en mi oído.
- A mi preciosa pervertida le gusta mirar – susurró.
- Me asustaste - le recriminé hablando bajo, cuando lo tuve en
frente.
- ¿Qué haces?
- Ya sabes que hago – dije alzando los hombros.
- No es correcto.
- Las cosas incorrectas son las más deliciosas – le pasé la lengua
por la comisura de sus labios.
- Caprichosa, ven, subamos.
- Primero quiero beber agua, fue por eso que bajé y ahora con lo
que acabo de ver tengo más sed.
Él se metió al agua con la chiquita y jugó con ella por un largo rato, se
veía muy tierno en ese papel y Lucy lo adoraba, se reía todo el tiempo y me
dije que esa niña volvería loco a más de un hombre cuando fuera mayor, se
parece mucho a su madre, su cabello rubio natural y sus ojos azules brillantes
atraparían a cualquiera.
Angelina apareció más radiante que nunca y confirmé que no hay mejor
embellecedor que el sexo, cuando una mujer tiene un buen orgasmo su piel lo
agradece, su humor mejora y su cuerpo se tonifica porque el flujo sanguíneo
aumenta.
Cuando Angie vio la escena de Zafir con Lucy, por poco se derrite, juraría
que vio a su próximo esposo y pensé que Emma tenía razón al decir que Angie
no sería capaz de tener sexo sin involucrar sentimientos.
Fui a buscar a Emma y tuve que insistir varias veces para que me abriera.
Angie estaba subiendo las escaleras seguida por Zafir y en cuanto me vio
cambió la postura por una más seria.
- Vicky… venia… a…
- ¿A buscar a Emma? – la ayudé.
- Si – dijo agradecida.
- Estaré en mi habitación – dijo Zafir, pasando por nuestro lado.
Emma bajó media hora después, pero a Angie y a Zafir los volvimos a ver
solo hasta el almuerzo.
El martes convencí a Paul para que fuese a su oficina y arreglara las cosas
con su hermano, le pedí que aún no dejara la empresa de su familia, que con
calma tomáramos una decisión sobre nuestro futuro y a regañadientes aceptó.
Cuando estaba sirviendo la cena recordé la primera vez que Jhon fue a
cenar a ese pequeño apartamento, ese día me habían dado las llaves y solo
había llevado mi ropa, estaba tan feliz por mi libertad que estaba dispuesta a
dormir en el suelo, pero Jhon llegó en la tarde con algunos muebles entre los
que estaba la cama y el televisor.
Amaba su apetito por mí, adoraba sus atenciones a la hora del sexo y
odiaba que deseara más que eso, Jhon siempre se había preocupado por mi
placer antes que el suyo, por eso con él, la relación era más íntima.
- Jhon… - gemí su nombre, mientras con una mano enredaba mis
dedos en su cabello y con la otra me apoyaba en la pared para
sostenerme y ayudar a mis piernas a no flaquear.
- Déjate ir, quiero todo de ti – mi cuerpo obedeció y me dejé ir,
él bebió toda mi esencia hasta que mi orgasmo cesó y me dejé caer
sobre su regazo, cuando recuperé mi aliento volví a pensar en sus
últimas cuatros palabras “quiero todo de ti” estaba segura que no se
refería solo al orgasmo.
- Bésame – hablé para acallar las voces en mi cabeza que me
decía que Jhon era un buen hombre y que estaba enamorado de mí,
necesitaba ser la mujer fría y dura en la que Stan se había empeñado en
convertirme para usar a las personas, sin importarme sus sentimientos.
En cuanto vio cómo me aferraba a los tubos de la cama, sin previo aviso
me embistió, yo estaba tan empapada que él se deslizaba con demasiada
facilidad por mi interior.
- Maldita sea estas tan caliente que siento que me quemas – dijo
sin bajar el rito de sus acometidas.
- Así es, ordéñame la polla que esta vez voy a correrme contigo
– su voz estaba más ronca por el inminente clímax – quiero que me
recibas en la boca – dijo aumentando el ritmo.
- ¿Quiénes son las únicas que hacen eso?
- Las putas – gruñó entre dientes e imaginé como se vería su
rostro tensionado.
- ¡¿Entonces quieres que sea tu puta y te reciba en la boca?! –
grité justo cuando me corría, quise jugarme la última carta para ganar la
partida de esa noche.
- Si – dijo saliendo de mí, rápidamente me moví para ponerme en
posición, mientras tanto él se quitó el condón y comenzó a masturbarse
poniendo la punta de su pene en mis labios, saqué la lengua y la pasé por
su capullo y entonces todo su simiente se estrelló en mi boca
- Soy tu puta – dije mirándolo mientras su orgasmo seguía
saliendo.
- Eres mi puta – dijo jalándome del cabello para echar mi cabeza
hacia atrás, abrí la boca y devoré su miembro – y mi putita me va a dejar
limpio – asentí con la cabeza viendo sus ojos vidriosos por la descarga
de placer - eres la imagen más morbosa y erótica que he visto en toda mi
vida – dijo antes de dejarse caer en la cama tapándose el rostro con un
brazo
***
- ¿Victoria? – Jhon estaba reclamando mi atención - ¿Qué te
pasa?
- Nada, solo estaba un poco distraída.
Recordar esa maldita noche me estaba removiendo todo lo que por años
había intentado olvidar, todos esos amantes a los que había tratado como unos
simples objetos sexuales, todos aquellos hombres a los que no les había
permitido conocerme, a los que había desechado cuando intentaban conseguir
algo más que unos minutos de placer sexual, todos mis intentos por olvidar
todo lo vivido en la mansión, incluida esa noche de mierda, se habían ido a la
basura, porque ahora parecía que volvía a vivirla.
***
- “Recuerda que debes ser buena chica, mis amigos están
ansiosos por conocerte – ni siquiera fui capaz de levantar la mirada para
verlos – míralos – Stan me levantó la barbilla – mira el deseo en sus
ojos – seguí sin verlos porque las lágrimas acumuladas volvieron todo
borroso, entonces sin pensarlo con todas mis fuerzas lo empujé y salí
corriendo.
No llegué muy lejos, solo había subido unos cuantos escalones cuando
Stan me alcanzó tirando de mi cabello, no importaron mis súplicas y mis
gritos, él con absoluta frialdad me llevó arrastrándome por el suelo hasta el
salón.
- Creí que habías dicho que estaba muy bien educada – la voz
tenía un extraño acento que en ese momento no pude identificar a donde
pertenecía.
- Solo se ha asustado porque es la primera vez que jugará con
tantos – Stan parecía nervioso y eso me asustó mucho más, no sabía
quién era ese sujeto y porque Stan temía tanto su reacción.
- Merece un castigo – afirmó ese hombre y yo al escucharlo
sollocé negando con la cabeza.
- Quien mejor que tú para imponérselo – dijo Stan.
- ¡¿COMO PUEDES HACERME ESTO?! ¡SOY TU ESPOSA! –
grité muerta del miedo rogando al cielo que él recapacitara.
Pero no dijo nada y cuando quise volver a gritar un golpe me silenció antes
de hablar, ese hombre me había pegado tan fuerte que un hilo de sangre bajaba
de mi nariz.
***
- Fue el fin de semana más largo de mi vida – le dije a Jhon.
- ¡Dios! ¿Por qué jamás me dijiste esto? ¿Por qué no viniste a
buscarme?
- Porque el lunes después de ese fin de semana, cuando la
servidumbre había vuelto caí enferma, María me encontró casi
inconsciente vomitando en el baño de la habitación, ella de inmediato
supo que algo había pasado e insistió para que se lo confiara, pero no
tenía caso contarlo, solo quería sentirme mejor para irme lejos en la
primera oportunidad.
- ¿Y por qué no lo hiciste?
- Estuve varios días en cama, hasta que Stan trajo un médico. Su
cambio había sido sorprendente, me trataba como si fuera de cristal, al
principio pensé que estaba tan arrepentido por lo que había pasado, que
intentaba compensar el daño, pero al tercer día de seguir en cama y
vomitando todo lo que comía, me preguntó cuándo había sido mi último
periodo, hice cuentas mentales y le dije que tenía unos días de retraso y
una hora después estaba un médico haciéndome una prueba.
- ¿Entonces eso pasó antes del enfrentamiento con Stan?, ¿Justo
antes que él cayera en coma?
- Si, Cuando el doctor se marchó, hablé de interrumpir el
embarazo y entonces todo se desató y ya sabes cómo terminó.
- ¡Maldito hijo de puta!, ¡Estabas embarazada cuando te hizo toda
esa mierda! – gritó furioso.
- Jhon, no hagas eso, ahora no – no podía soportar más drama, ni
su sentimiento de culpa, ya era suficiente para mí con tener que hablar
de todo aquello y deseando terminar con el tema continué – la cuestión
es que el hombre era Dmitry, en los días que estuvo en la mansión,
descubrí que era Ruso y estaba en América haciendo negocios ilegales,
también me enteré escuchando tras una puerta que había entrado al país
por Miami en un bote proveniente de Cuba y que por ese camino
regresaría y una vez estuviera en Cuba tomaría un vuelo a Moscú.
- Dios, debiste decirme todo sobre ese hombre – se frotó el
rostro con las manos en un acto de desesperación - Mi contacto me
informó que Dmitry tiene circular roja de interpol por el delito de trata
de blancas – dijo después de tomar aire.
- ¡¿Qué?!
- Al parecer es el jefe de una de las redes más grandes de tráfico
de personas.
- ¡Dios! – ¡tráfico de personas! Y ¡Stan me había dejado a
merced de ese hombre!
- Sé que es difícil que estés tranquila, pero por favor inténtalo,
me encargaré de averiguar todo lo que sea posible, hablaré con José y
nos encargaremos de todo.
- No puedo estar tranquila, ese hombre debe tener más fotos de
esa noche – dije con la voz rota por el miedo - Jhon… no… yo no
soportaría verlas en la prensa, eso me mataría.
- Shhh – me consoló - no pasará, no permitiré que eso pase.
- Llévate estas malditas fotos, no quiero que Paul las vea.
- ¿No piensas contarle? – preguntó sorprendido
- Claro que no piensa hacerlo – Paul abrió la puerta de par en
par.
Paul caminó hacia Jhon con la mano extendida, vi a esos dos enormes
hombres hablándose con la mirada, Paul exigía el sobre y advertía que algo
malo pasaría si no se lo entregaba, Jhon por su lado respondía al desafío
irguiendo su cuerpo e indicando que no lo entregaría tan fácil.
- ¡¿Cómo puedes hacerlo ver tan fácil?! – grité como una posesa.
Él quería aparentar que todo lo que había escuchado no lo afectaba, pero
yo sabía muy bien, que por dentro se moría por lo que había oído -
¡¿Acaso tu mente no está recreando las imágenes de todo lo que
escuchaste?! – seguí puyándolo para que explotara y realmente me dijera
lo que pensaba, quería que dejara de ser amable y rebelara sus
verdaderos sentimientos y por eso continué - dime… ¿Cómo evitas
pensar en mi haciendo…?
Paul en un acto sorpresivo fue hasta la oficina de Jhon y habló con él para
ponerse al tanto de todo, tenía la certeza que jamás serian amigos, pero me
alegró saber que habían hecho un acuerdo de paz, por lo menos hasta que se
solucionara el asunto de Dmitry, cuando supe de la reunión llamé a Jhon antes
que Paul llegara y le pedí que cooperara con él, ya había decidido no callarme
nada y después de todo, ya no me quedaba nada por callar.
Por otro lado, en mi nueva casa me sentía muy cómoda, María había
regresado y estaba feliz por la llegada de la bebé, me emocionó que aceptara
trabajar conmigo sin tener que insistir, incluso contrate a su hermana Pilar, esta
era una casa más grande que el apartamento anterior y ella necesitaba ayuda.
- Vicky – María estaba en la puerta del despacho con una bandeja
en las manos – perdona que te moleste, pero llevas mucho tiempo
trabajando y no has comido nada, deberías tomarte un descanso y comer
esta fruta – dijo al tiempo que ponía la bandeja sobre el escritorio.
- Tienes razón, pero estoy coordinando todo lo del lanzamiento
de la nueva colección de maquillaje con un concierto en Miami y eso me
tiene abducida.
- Es una buena idea – dijo sonriente.
- Sera el día de los cumpleaños de Paul, él aun no lo sabe, pero
estoy organizando una sorpresa – dije ilusionada.
- Victoria eso es algo muy lindo, pero…
- ¿Pero…?
- Para ese momento tendrás un poco más de 7 meses y no creo
que sea buena idea que estés en medio de un evento tan masivo.
- Estaré bien – dije sonriendo convencida que era una grandiosa
idea.
Cuando entré al salón, Sara estaba de pie con una taza de café en la mano,
con un poco de indecisión y después de respirar profundo la saludé.
- Sara, bienvenida.
- Victoria – me saludó con un movimiento de cabeza, esta vez a
diferencia del día en que nos conocimos en Puerto Rico, no hubo besos.
- Siéntate, por favor – dije señalándole el sofá.
- Gracias – se sentó y yo hice lo mismo en el sillón de al lado.
- Dime a que debo esta sorpresiva visita – hablé liberando la
tensión.
- No tienes por qué estar prevenida conmigo, se lo que pasó con
Patrick y lo lamento mucho – dijo con sinceridad.
- Lo siento, no ha sido mi intensión mostrarme prevenida.
- No vengo a hablar de tu relación con mi hijo, jamás he
intervenido en la vida de ninguno de mis hijos y esta no va a ser la
primera vez – tomó un sorbo de café y luego volvió a mirarme – solo me
importa su felicidad y si tú eres su felicidad, entonces tú me importas.
- ¿Qué quiere decir?
- No estoy aquí para pedirte que te alejes de él, estoy aquí para
pedirte que me dejes ser parte de sus vidas.
- No entiendo lo que quiere decir, usted es su madre y jamás ha
sido mi intensión alejarla de él.
- Paul nos ha pedido que compremos sus acciones, quiere
retirarse de la empresa.
- ¿Cómo? – pregunté extrañada por lo que me decía - pensé que
Paul y Patrick habían solucionado sus diferencias.
- Han hecho las paces, pero aún sigue insistiendo en irse, no
quiere que su nombre se siga relacionando con la Casa Mathieu.
- Lo siento – dije poniéndome de pie – no me ha dicho nada –
tomé un respiro para relajarme - sé que todo esto es por mi culpa.
- Victoria… - puso la taza en la mesa y caminó hacia mí – cuando
dije que tú me importas por ser la felicidad de mi hijo, lo dije en serio,
no voy a juzgar nada de lo que hayas hecho y quiero que sepas que
cuentas con mi apoyo.
- No sé… que decir – dije confundida.
- Desde que supe que sería madre, cuando estaba embarazada de
Patrick, mi familia se volvió mi razón de ser, junto a Carlo luchamos
para que nuestros hijos fueran buenos muchachos, él siempre fue muy
duro con los chicos y muy consentidor con Ginebra, yo por el contrario,
los trate a todos de la misma forma, me convertí en el cajón de sus
secretos y el bastón en el que podían apoyarse, me sentí orgullosa por
verlos unidos, Patrick en su papel de hermano mayor siempre ha
intentado proteger a Paul, aunque él no siempre se lo permite.
- Siento mucho que por mí, ahora estén distanciados.
- Y yo siento mucho el mal comportamiento de Patrick, él acepta
que es su culpa el distanciamiento con su hermano y quiere remediar su
error.
- ¿Qué puedo hacer?
- Solo quiero que me dejes estar presente, quiero participar en la
vida de mi nieta y en la de ustedes, poco tiempo después de que Paul
naciera, Carlo me pidió que volviéramos a intentarlo, él quería una niña
y yo no pude negarme, quedé embarazada nuevamente y cuando estaba
en mi sexto mes, nos confirmaron que era una niña, Carlo se emocionó
mucho y como loco comenzó a llenar la casa con cosas rosa, incluso me
pidió que le pusiéramos el nombre de su madre, ella había muerto
cuando él era muy joven y yo acepté gustosa.
- ¿La abuela de Paul se llamaba Ginebra?
- No. Alessia… nuestra hija sería Alessia Mathieu, pero…
cuando estaba en el séptimo mes, mientras me daba una ducha, un dolor
muy fuerte me dobló y segundos después un gran rio rojo bajó por mis
piernas, Patrick escuchó mis gritos y corrió a llamar a Carlo que estaba
en el comedor tomando café.
- ¿La perdiste?
- Si, y fue uno de los dolores más grandes que he sentido, solo
igualable con el de haber perdido a mi esposo, después de eso me
deprimí mucho y me negué a buscar otro embarazo, Carlo también estaba
muy dolido y respetó mi decisión de no tener más hijos.
- Pero Ginebra…
- Mi preciosa Gin, llegó cuando nadie la esperaba, llegó a
darnos la luz que se había apagado por la pérdida de Alessia, me enteré
que estaba embarazada cuando tenía 5 meses, Paul acababa de cumplir
diez años y estaba conmigo de vacaciones en Puerto Rico cuando me
desmayé y llamaron al médico, él fue el primero en enterarse que venía
un bebé en camino y su reacción fue de absoluta felicidad, me abrazaba
diciéndome que su hermana había vuelto.
- Paul jamás me ha hablado de Alessia.
- Porque para Paul Ginebra es esa hermana, para él su hermana
nunca murió, solo se tardó más de lo normal en llegar, mis otros dos
hombres cuando regresamos a París y se enteraron, también se
emocionaron y más, cuando confirmamos que era una niña.
- Es una historia muy conmovedora – le dije emocionada por lo
que acababa de revelarme.
- Si y porque sé que mi Carlo donde quiera que esté, está feliz
por la llegada de la primera hija de Paul, quiero estar junto a ustedes,
quiero que ella crezca sabiendo que tiene una abuela que desde ya la
ama y unos tíos que darían la vida por ella, Patrick no se ha acercado de
nuevo porque teme tu reacción, pero si pudieras…
- Lo haré, hablaré con él – dije sin pensarlo – yo no tuve una
familia, solo conté con el amor de mi madre y para mi desgracia se fue
muy pronto, por eso quiero que mi hija disfrute de todo lo que a mí, la
vida me negó.
- Victoria gracias – Sara me abrazó igual de emocionada.
Esa noche mientras comíamos en el sofá del estudio le conté a Paul lo que
había hablado con Sara, pero no mencioné lo de su hermana Alessia, supuse
que si él no me lo había contado lo mejor sería no sacar el tema y me gustó
mucho ver su alegría al saber que entre nosotras todo estaba bien.
Esa era la verdadera razón, pero por tonto que parezca aun me costaba
reconocer esos actos de nobleza, la anterior Victoria jamás habría movido ni
un músculo por ayudar a Patrick. Pero ahora como mi amiga lo había dicho, el
amor me había cambiado.
Resoplé y le sonreí, ella me conocía muy bien como para perder mi tiempo
mintiéndole.
- Quiero que Paul siga unido a su familia, al final también son la
familia de mi hija.
- Y por ende la tuya – dudaba mucho que Patrick me quisiera
como a una hermana, pero con que quisiera a Paul y a mi hija, con eso
me bastaba.
- Tu eres mi familia – dije con una media sonrisa y con toda
intensión cambié de tema – a propósito, porque no vino Angelina, creí
que le avisarías.
- Angelina está este fin de semana en los Ángeles, Zafir la invitó.
- Así que han seguido hablando después del fin de semana en las
Bahamas.
- Si, sé que prometí no meterme en esa relación, pero me
preocupa lo ilusionada que parece con la idea de estar con él.
- Esperemos que él sea muy honesto como para decirle que es lo
que quiere y ella no sea tan estúpida para enamorarse de él.
- La verdad es que Ange en temas del amor es bastante estúpida.
- Emma… - la reprendí, porque ella menos que nadie podría
hablar así.
- Vicky no me hables así, sabes que quiero a Angie, pero también
sabes que tengo razón.
- ¿Y tú? ¿Cómo eres en temas del amor?
- Una imbécil, eso quedó claro con mi último desamor – dijo
respirando profundo – el jueves fue a verme a la oficina, pero me
comporté como una imitación barata de la antigua Victoria.
- ¡¿Qué?!
- Me mostré fría y arrogante, le dije que ya todo estaba superado
y que me alegraba verlo tan feliz porque así jamás regresaría a
buscarme.
- ¿Y cómo te sientes?
- Lo superaré – dijo alzando los hombros.
Fue un día muy emotivo, cada vez que veía juntos a Valentino y a Richard
me alegraba ver que por fin mi amigo estaba siendo feliz, Paul estaba como
una cabra loca tratando que todo quedara a la perfección, mientras Patrick con
serenidad le ayudaba a mantener el norte.
La habitación quedó preciosa, una de las paredes fue pintada de rosa con
la imagen blanca de una bailarina de ballet, los enormes ventanales estaban
cubiertos con delicados paneles japoneses blancos, estampados con rosas
grandes de color rosa pálido, la cuna y los demás muebles de madera tallada
de color blanco envejecido le daba un toque de la Francia sofisticada y aunque
al principio dudaba de las habilidades de Paul para decorar, al final del día
con orgullo reconocí lo bien que lo había hecho.
Respiré profundo y lo miré a los ojos para comprobar que era Paul, el
hombre que me amaba y al que yo amaba.
Siguió con su deliciosa tortura, pero esta vez sus dedos entraron en el
juego, esparcieron mis jugos por entre mis pliegues hasta llegar a mi clítoris
rígido y duro.
Volví a quejarme por la idea de esperar tanto para que cumpliera esa
promesa, pero no insistí, en esos momentos sus dedos se movían con locura
entre mi clítoris y mi abertura, haciendo que mis pensamientos se enfocaran en
eso.
- Hazlo ya – demandé.
- Como a mí…
- Como se te dé la gana, pero ¡ya!
Paul cayó sobre la cama llevándome con él, seguía atada pero el cansancio
era tan grande que no me importó y comencé a dormirme entre sus brazos
mientras mis manos seguían unidas a la cama.
La pesadez de los ojos era tal que tuve que esforzarme demasiado para
abrirlos, la luz del día entrando por las ventanas lastimó un poco mi visión, en
ese momento poco a poco me concienticé de lo ocurrido la noche anterior y
acaricie mis muñecas para comprobar que ya estaba libre.
Con las fotos anteriores, Paul había cumplido con su palabra de no verlas,
y sin sacarlas del sobre las había quemado en un cubo, pero ahora estaba
segura que había visto la foto y me atormentaba pensar en todo el mundo de
cosas que se estaban gestando en su mente.
No pude negarme, ni siquiera lo intenté, Paul estaba tan afectado que era
mala idea llevarle la contraria.
En ese momento unas terribles náuseas hicieron que corriera hasta el baño,
por fortuna pude llegar antes que las arcadas me hicieran vaciar el estómago.
9
Los pocos días de tranquilidad que habíamos pasado en la nueva casa
parecían haber llegado a su fin, ese domingo después de haber recibido el
mensaje macabro, pasamos el día viendo películas y comiendo, en algún
momento deseé poder tomarme un somnífero para dormir, pero por obvias
razones no podía hacerlo.
El lunes Paul no quería dejarme sola, al final me enfurecí tanto que no tuvo
más remedio, pero no antes de recomendarle a María y a Pilar que no me
dejaran sola ni un momento, ellas cumplieron con esa petición y todo el tiempo
estuvieron muy cerca llenándome de comida, María repetía que “con la
barriga llena es más fácil lidiar con los problemas”, eso lo decía porque no
sabía qué clase de problemas eran.
Para el miércoles ya estaba cansada de esas dos mujeres, por eso agradecí
cuando llegó Jhon con José y otros hombres que no conocía y después de un
rato también llegaron Paul y Harry Spencer.
Los días cada vez se estaban haciendo más largos, el encierro pesaba día
tras día y a pesar de que Paul intentaba hacerlos más amables invitando todo
el tiempo a mis amigos, yo comenzaba a desesperarme.
Salimos para la cita de rutina con la doctora Elizabeth Hart, había invitado
a la madre y hermana de Paul para que vieran el ultrasonido, Sara me había
pedido que la dejara estar presente en la vida de su nieta y pensé que era la
mejor forma de hacerlo.
Cuando salimos del consultorio, teníamos los ojos un poco rojos por las,
pero al momento de ir a los autos los paparazis estaba rodeándolos y Sara al
ver tanto alboroto, eligió junto a Gin, viajar en el nuestro y dejar el otro auto.
Ese fin de semana salimos de madrugada para evitar que se dieran cuenta
de nuestra intención de viaje.
En cuanto el jet aterrizó, Antonio estaba con el BMW negro esperándonos
y después de saludarnos nos llevó hasta la casa del abuelo de Paul.
Fui abriendo mis ojos y todo estaba en absoluta oscuridad, me estiré como
un gato desperezándose y después palpé a mí alrededor en la cama y me
descubrí sola.
Escuché voces en el salón de la casa y fui a ver si era Paul, con cada paso
escuchaba con más claridad, la voz del culpable de mis sueños comatoso.
Patrick escuchó con calma y sin interrumpir todo lo que dije sobre Dmitry,
siempre obviando lo ocurrido la noche en que lo conocí.
Paul se fue a un lado para hablar con Harry mientras yo seguía dándole
vueltas al asunto sentada en el sofá.
Bostecé y Paul con una sonrisa me dijo que fuéramos a dormir, no entendía
cómo podía sentir sueño nuevamente con todo lo que había dormido.
Los rayos de sol que se colaban por entre las cortinas me despertaron, me
giré sobre la cama y observé a Paul dormido boca abajo, su respiración era
suave y tranquila, al verme allí admirándolo, pensé en que, si alguien me
hubiese dicho varios meses atrás que me enamoraría locamente de este hombre
hasta el punto de disfrutar verlo dormir, le hubiese contestado que era una
locura y que eso jamás pasaría, pero pasó, y ya no me daba pena admitir que
lo amaba y lo amaría siempre.
Jamás me he sentido insegura ante otras mujeres, pero ahora con la panza
creciendo a pasos agigantados, no pude evitar sentirme en desventaja.
Llegamos hasta donde estaban las tumbonas, Paul se sentó con las piernas
abiertas y yo me acomodé entre ellas.
La francesa por el contrario, nos dio la espalda y se quitó sin ningún pudor
el pantalón de malla, exhibiendo su trasero prácticamente en nuestra cara.
Cerré los ojos y conté hasta diez para no decir nada y más cuando sentí el
suspiro que salió de Paul, ¡Maldita zorra! Se perfectamente que esa zorra es
de las que les gusta atraer la atención de todos los hombres sin importarle si
están solos o no, lo sé perfectamente, porque yo era así.
¡Puta mierda! quería gritarle que me había dado cuenta como esa rubia
descerebrada lo había afectado, pero primero muerta antes que aceptar que
estaba celosa.
Estúpidos celos, jamás los había sentido, pero al parecer Paul me hacía
sentir todo lo que nunca imaginé sentir.
- No me pasa nada.
- No mientas, sé que algo te pasa.
- ¡¿No me digas?! – deje ver mi irritación - ahora sabes más que yo cómo
me siento.
- Victoria…
- Victoria ¿Qué?
- ¿Estás así por mi hermano? ¿Te incomoda que este aquí? Pensé que ya
estaban arregladas las cosas.
- Y yo pensé… - frené en seco al ver lo que estaba a punto de decir –
nada, déjame, no me pasa nada y no me molesta que tu hermano este
aquí.
- Tú pensaste… ¿Qué? – achinó los ojos.
- Cariño – mejoré mi actuación - ya sabes que a veces el embarazo me
pone irritable. Pero ya se me pasó – mentí como la mejor, prefería que
se me tildara de bipolar antes que de celosa e insegura.
Pensé, pensé y volví a pensar si era buena idea, recordé que la última vez
que estuve en esa playa, Patrick me había visto los pechos, pero en ese
entonces eran más pequeños y mis pezones eran rosados, ahora estaban
enormes y de un rojo oscuro, pero al final que carajos me importa lo que
pensara Patrick.
Me quité la parte de arriba y dejé que Paul me pusiera crema por todo el
cuerpo ya que mi vientre abultado dificultaba el acceso a ciertos lugares.
Después de masajearme, Paul fue a la casa por bebidas y algo para comer,
Patrick estaba tumbado leyendo y la francesa se había girado para broncearse
la espalda.
Sentí que Paul llegaba y colocaba las bebidas en la mesa que estaba entre
las tumbonas y con voz demasiado baja dijo:
- ¿Por qué la miras así? – fue tan bajo que por poco no lo escucho.
No dije nada, solo veía como la colchoneta se tensaba con cada presión
que Paul hacia a la bomba, cuando la carcajada de Sylvie me pilló
desprevenida.
Dijo algo entre risas que no entendí, pero Paul sí y con gesto divertido le
contestó.
Paul que lo escuchó sobre su espalda se puso tan rígido que quise reír, el
pobre sentía celos de su hermano.
- Valeeee – dije resignada, pero también divertida por ver que no era la
única que sufría de celos.
Resultó más cómodo de lo que parecía, estuve allí tumbada boca abajo con
las tiras de mi bikini sueltas para que no se marcara, cuando tomé el color
deseado, informé que de nuevo tenía hambre y volvimos a la casa para
almorzar.
Paul siempre ha sido un hombre muy amable con las mujeres, pero había
algo en la amabilidad hacia Sylvie que me incomodaba sobremanera.
Me levanté del taburete, justo cuando sentí que la panza se movía, me subí
la camiseta y le puse la mano sobre mi vientre.
Cuando la botella de ron iba por la mitad, el ambiente estaba muy caliente,
Sylvie prácticamente se estaba devorando a Patrick y Paul no dejaba de
acariciar mis piernas por dentro del vestido.
Los tres me miraban sin saber que decir y cuando quise volver a gritar,
Patrick abrió la boca.
- Paul le acaba de aclarar a Sylvie que no habrá sexo entre los cuatro por
la simple razón de que él no quiere que su hermano toque a su mujer y si
en el juego no estás tú, a él no le interesa.
- Vale – dije complacida por saber que para Paul el juego no era
divertido si yo no estaba - eso ha estado bien cariño – le extendí la
mano para que se acercara – ahora vamos a jugar solo tú y yo – con una
sonrisa como la de un niño cuando le regalan un dulce, Paul me tomó de
la mano y me llevó hasta la habitación.
Esa noche la maratón de sexo duró hasta la madrugada hasta que volví a
sentir un latigazo de dolor en el vientre, Paul se asustó al ver mi gesto, pero lo
tranquilicé diciéndole que no era nada.
Al regresar de Puerto Rico, Jhon me informó que el fiscal del caso de Stan
había decidido archivarlo, al parecer el juez no quiso iniciar un juicio por
falta de pruebas para desvirtuar la hipótesis del suicidio. El alivio por tener
un problema menos de que preocuparme fue enorme, pero también me repetí
que no debía bajar la guardia, en algún lugar estaba Dmitry esperando por mí.
José Ramírez habló con sus contactos y les informó sobre las
desapariciones de las chicas, me aseguró que les había dejado claro que yo no
estaba involucrada con esa red de tráfico de personas y que por el contrario,
estaba dispuesta a colaborar para que encontraran a Dmitry.
Los días pasaron y cada vez era menos la mención que se hacía de
nosotros en los medios, al parecer ya estábamos pasando de moda y para que
las cosas siguieran por ese camino de no ser noticia, seguí trabajando desde
casa.
Emma había conseguido a todos los artistas que le pedí para el concierto
de lanzamiento de la nueva colección, incluso se le ocurrió hacer un sorteo
entre las clientas de los países latinos para asistir al evento con todos los
gastos pagos y a mí me pareció fabuloso.
***
Había acabado la clase de finanzas y estaba guardando mis cosas cuando
alguien tocó mi hombro.
Después de eso, ver a Jhon fue pan de cada día, logró que lo contrataran
como profesor de la universidad y todo el tiempo me lo encontraba en los
pasillos.
Sin ser vista por el conductor de Stan caminamos hasta el auto de Emma y
le tiré las llaves para que manejara.
- ¿Quieres decirme a dónde vamos? – preguntó abrochándose el
cinturón.
- A tu casa, vamos a follar y después de eso, todo será más claro,
tu dejarás de perder tu tiempo aquí y yo estaré más tranquila, creo que es
un trato justo.
- ¿Sigues pensando que todo lo hago solo para coger contigo?
- ¿Me llevarás o ni siquiera soy digna de entrar a tu casa? –
ignoré su tono ofendido.
El ático de Jhon como todo lo de él, era sobrio y de gusto clásico, muebles
de madera tallada y tapizados de colores tierra definían perfectamente su
personalidad.
Esperé a que pusiera música y antes que sirviera las bebidas, le dije que
quería una soda, no acostumbraba a beber y menos de día.
I don’t know why I’m scared, I’ve been here before No sé porque tengo miedo, he estado aquí
antes
Every feeling, every word, I’ve imagined it all, Cada sentimiento, cada palabra, lo he imaginado
todo
You never know if you never try to forget your past Nunca lo sabrás si nunca intentas olvidar tu
pasado
And simply be mine y simplemente ser mía.
I dare you to let me be your, your one and only Te reto a que me dejes ser, el primero y único
Promise I’m worth it to hold in your arms prometo que soy digno de estar en tus
brazos
So come on and give me the chance así que vamos, dame la oportunidad
To prove that I’m the one who can para demostrar, que soy el único
Walk that mile que puede caminar una milla hasta el final…
Until the end starts…
Desde donde estaba no había visto a los dos hombres que escoltaban a
Dmitry, ellos se movieron hacia la puerta mientras él tomaba el teléfono y le
decía a alguien que estaba afuera, que tenían problemas.
- No digas ninguna estupidez – Dmitry me rumió pegando su
frente a la mía.
- Señora Victoria por favor contésteme o abra la puerta, el señor
Mathieu no ha parado de llamar para saber cómo está usted y si no le
doy una buena respuesta en minutos estará aquí.
- Estoy bien – contesté con la voz rota.
- Lo siento señora, pero voy a entrar.
Todo a nuestro alrededor era una locura, las personas corrían de un lado a
otro, mientras las sirenas se escuchaban cada vez más fuerte, el teléfono de
Thonny se iluminó y el nombre de Paul apareció en la pantalla.
Percibí los gritos de Paul peleando con un policía que no lo dejaba entrar
y en un impulso de desespero, corrí hacia él.
La semana fue demasiado difícil, después del incidente del spa, tanto Jhon,
como Paul, se empeñaron en contratar un esquema de seguridad más grande
que del mismísimo presidente de los Estados Unidos, Thonny seguía en
cuidados intensivos pero su condición iba mejorando con cada día, las
cirugías que le practicaron habían sido todo un éxito y para compensar todo
por lo que estaba pasando me aseguré de que tuviera la mejor atención.
- Thonny, gracias de nuevo por salvarme la vida – había
conseguido que me permitieran un par de minutos para verlo antes de
viajar.
- No se preocupe señora, solo hice mi trabajo – estaba tendido
en la cama de la clínica conectado a un montón de aparatos que lo único
que conseguían era ponerme más nerviosa.
- Trabajo que casi te cuesta la vida y eso no tengo como
agradecerlo, sin embargo, he tratado de mejorar tu situación y he
contratado a tu esposa en mi empresa, ella me dijo el sueldo tan absurdo
que estaba ganando en su anterior trabajo, por eso ahora trabaja para mí
con mejores condiciones.
- Ya lo sabía y de verdad se lo agradezco, mi esposa está muy
contenta con su nuevo trabajo.
- No fue nada en comparación con lo que hiciste por mí y
hablando de tu trabajo, cuando salgas de aquí ya no serás mi escolta.
- ¡No! – exclamó sorprendido.
- No. Trabajarás como jefe de seguridad del bufete de Jhon, tus
condiciones serán mejores y tu vida ya no correrá el mismo riesgo.
- ¿y su seguridad?
- Por eso no te preocupes, ahora tengo a todo un escuadrón
cuidándome, bueno ya no te voy agobiar con trabajo, cuando salgas de
aquí tendrás dos meses para descansar, preocúpate por recuperarte ¿De
acuerdo?
- De acuerdo.
Paul, Jhon y José habían hecho una nueva reunión y en ella les conté que
Dmitry me había dicho que yo tenía algo que le pertenecía, Harry al
escucharme, sacó los resultados de las investigaciones sobre las posibles
cuentas en bancos de Suiza e Islas Caimán.
Esa noche nuestros amigos vinieron a cenar a nuestra suite y a pesar del
mundo de problemas en el que estábamos, ese instante en el que degustábamos
de una buena comida y unos buenos vinos, todo parecía en calma, era como si
estuviéramos en el corazón de un tornado, el viento a nuestro alrededor giraba
destruyendo todo a su paso, pero nosotros solo reíamos mientras Valentino
decía alguna tontería, Angelina hablaba de lo machote que era el “príncipe”,
Emma como siempre que estaba al frente de algo, jamás se desconectaba y
mientras transcurría la cena estuvo mensajeando en el móvil, aunque en las
ocasiones en que la veía sonreír imaginé que hablaba con el chico que abriría
el concierto.
- Llevo muchos días deseándote, vida – solo falto esa frase para
que mi deseo se encendiera.
- Y yo a ti cariño – contesté girándome para besarlo.
Con un grito agudo me corrí y empapé sus dedos y sus piernas, mi reacción
hizo que su pecho se hinchara de orgullo y con una sonrisa lobuna llevo la
punta de su erección a mi palpitante vagina y con lentitud fue entrado en mí,
poco a poco me fue llenando mientras mis contracciones producto del orgasmo
lo apresaban a cada centímetro que entraba.
- ¡Dios! – un quejido placentero salió por entre mis dientes.
- Lo sé vida, esto es maravilloso – dijo con la cabeza apoyada en
el respaldo del sofá – vamos cielo, muévete – ordenó con un pequeño
azote en las nalgas.
Su respiración se hizo más pesada, estaba segura de que él sabía que esta
vez era yo la que estaba allí, pero no dijo nada, no me detuvo y tampoco me
alentó, simplemente esperó paciente a que fuera yo la que decidiera que hacer
con él.
Y lo único que yo quería hacer era amarlo, entregarle todo de mí y ese era
mi mejor regalo para él, mi entrega en cuerpo y alma.
Con el corazón latiéndome a mil veces por segundo reduje la distancia que
había entre su aterciopelada piel y mi boca, con una lentitud casi mortal abrí
un poco mis labios y chupé solo la punta de su erección, un fuerte suspiro
seseante salió de su tórax, pero a diferencia de lo que imaginé, siguió callado
a la espera de lo que yo le quisiera dar, no hizo ninguna exigencia y eso me
alentó a seguir.
Paseé mi lengua desde su raíz hasta la punta y allí lamí esa gota pre
seminal que brotó y por extraño que suene me supo al más dulce néctar,
después de todo era el sabor del hombre que había hecho que todos mis
demonios de a poco se marcharan.
Repetí la acción un par de veces más, al tiempo que miraba a través de mis
pestañas como su pecho se expandía y se contraía en un esfuerzo enorme por
controlar sus impulsos, sus manos estaban emblanquecidas por la presión que
ejercía en ella para aferrarse a la cama y hacer lo que le había pedido.
Su actitud condescendiente me dejó claro que con él, todo era diferente,
que él jamás me exigiría nada que yo no quisiera dar y que por el contrario,
estaría dispuesto aceptar todo aquello que yo le diera.
Subí y tomé aire, bajé y volví a tragar y allí sentí su simiente caliente
golpeándose contra mi garganta, mientras su cuerpo convulsionaba y sus gritos
roncos acallaban la voz de Rihanna.
Gateé hasta su rostro y sin dejar que recuperara el aliento, lo besé, fue un
beso voraz que por poco termina de ahogarnos.
Era casi medio día cuando agotados y sin aliento caímos rendidos en la
cama, ni siquiera habíamos desayunado, solo nos comimos el uno al otro y
aunque sentíamos que eso nos bastaba, nuestros estómagos no estaban de
acuerdo.
También había dispuesto dos bares uno en el atrio y otro en la azotea para
que los invitados pudieran tomas todo lo que quisieran, Paul fue al bar de la
azotea desde donde se tenía una vista increíble y se podía apreciar el reflejo
de la luna en el mar.
Hola Victoria
Espero no ocasionarte ningún disgusto con esta carta, pero en cuanto supe que podría hacértela llegar
no dudé ni un segundo en escribirla.
Al principio, cuando todo estaba reciente, hice cosas estúpidas lleno de rabia, la prensa no dejaba de
seguirme, pero imagino que ya lo sabrás, espero que puedas entender que para mí todo este mundo era
nuevo y por esa razón no tomé las mejores decisiones, estaba dolido y actué sin pensar, y en muchas de
esas borracheras en que lloraba porque ya no te volvería ver, siempre me estrellaba con una cámara.
Ahora estoy entregado a mis pacientes, trabajo mucho para no pensar en ti, pero no es fácil, porque
hay personas que llegan a tu vida y te ofrecen buenos momentos, pero hay otras que llegan para quedarse,
aunque solo sea en el corazón, definitivamente tu perteneces al segundo grupo y dudo mucho que te
marches de allí.
Victoria, espero que todos los problemas por los que estás atravesando se solucionen, sé que nada de
lo que se dice de ti es cierto, pude verlo mientras estabas a mi lado porque conocí a la mujer de jeans y
tenis relajada que disfrutaba ver películas o salir a caminar al parque, a la mujer descomplicada que se
divertía viéndome cantar, a la mujer que se sonrojaba de vergüenza cuando perdía el paso en nuestras
clases de baile, las extraño, extraño enseñarte un nuevo ritmo y que en medio de la oscuridad del salón nos
balanceáramos al ritmo de la música, la verdad extraño todo de ti, eres una mujer maravillosa y espero que
nadie te haga dudar de ello.
Deseo que él te haga feliz, pero si por un instante no lo eres, quiero que sepas que puedes regresar,
solo no tardes tanto.
Con amor
Santiago
Mientras la leía, su cara hizo varios gestos e incluso pensé que también
lloraría, pero al final no lo hizo.
- ¿Eres feliz? – preguntó cuándo terminó de leerla.
- Si.
- Entonces no hay que darle vueltas a esto y mejor la destruimos,
no quiero imaginar lo que pasaría si Paul la ve – sacó un encendedor, le
prendió fuego y la arrojó al bote de basura.
Perdóname si no se
Caminar sin tropezar
Es difícil burlar
los temores del ayer
Necesito de tu fe
Para entender
Paul desde el escenario me lanzó un beso, mientras Marck hablaba con sus
músicos y un segundo después los acordes de Valió La Pena.
La fiesta continuó, los amigos de Paul estaban como locos y mientras los
hombres lo subían en hombros y lo lanzaban al aire, las mujeres se movían con
esfuerzo para que ellos se fijaran en ellas.
Sara bailaba con Patrick y Ginebra con Paul, me sentía muy emocionada
verlo tan feliz, rodeado de sus amigos y su familia. La madre de Paul me hizo
un gesto para que me acercara a ellos y cuando estaba a mitad de camino, uno
de esos latigazos, pero multiplicado al mil me dobló de dolor.
Oleadas de dolor venían una tras otra y con cada una de ellas grité, Paul
estaba pálido y lo único que pedía era que fuéramos más rápido, Patrick
trataba de calmarlo, pero desistió y el también comenzó a presionar a Jason.
Sentía unas ganas enormes de pujar o por lo menos eso creía, ni siquiera
había alcanzado a ir a mis cursos psicoprofilácticos, por lo que no estaba
segura de lo que debía hacer, pero creo que todas las mujeres tenemos un
instinto para esto y en ese momento mi instinto era el que daba las órdenes.
Paul con las manos temblorosas levantó la falda de mi vestido y me quitó
las bragas.
Paul reconoció que estaba muerto del susto y que tuvo que hacer un
esfuerzo enorme para no asustarme más, también me contó que antes de irse,
Patrick estaba temblando impresionado porque Alessia nació en el auto.
La llegada al hogar fue otra locura, los periodistas que parecían estar
perdiendo interés en nosotros, nuevamente habían aparecido, estaban
enloquecidos buscando una foto de Alessia, pero la protegimos tanto que nadie
pudo siquiera verla.
María estaba jugando un papel de abuela perfecta, tanto que Sara se sintió
celosa, Paul trataba de explicarle a su madre que María solo intentaba ayudar,
pero al final para que se sintiera mucho más integrada a la vida de su nieta la
terminamos convenciendo de pasar unos días con nosotros para que estuviera
cerca.
Solo había algo que me tenía inquieta, llevaba semanas sin saber de
Teresa, había intentado llamarla varias veces, pero siempre saltaba al buzón
de mensajes de voz, me sentía muy mal por cómo habían terminado las cosas,
ella había sido tan especial en mis días en Colombia, que necesitaba
demostrarle mi agradecimiento, por eso le pedí a Emma que hiciera lo posible
para dar con ella.
Las visitas diarias fueron una constante, mis amigos y la familia de Paul
querían estar muy presentes en lo relacionado con Alessia y casi tenía que
exigir que me dejaran cargarla.
El día cuarenta y uno después del parto, había sido el día más anhelado
desde el nacimiento de Alessia, Paul la noche anterior me había recordado que
era el último día de recuperación y en cuanto los rayos comenzaron a entrar
por la ventana sus manos serpentearon por mi cuerpo.
Tenía sueño y estaba dispuesta a dormir un poco más, pero Paul tenía otros
planes, con delicadeza me bajó las bragas y subió mi camisón, yo sentía todo
lo que estaba haciendo, pero me negaba a despertar, tendría que convencerme
o de lo contrario dormiría un rato más.
Paul se volvió un animal y con fuerza salvaje me folló, podía sentirlo tan a
dentro que me sentía ahogada, el doloroso placer creció en segundos y sin
importar que me acabara de correr, el orgasmo se construyó en mi interior.
Todo fluía en una armonía tan perfecta, que me producía miedo, cuando
más calmada esta la superficie, es porque algo se está cociendo en las
profundidades, por eso había llamado a Jhon, quería reunirme con José para
planear la forma en que las autoridades pudieran atrapar a Dmitry, pero Jhon
había tenido que salir de la ciudad y me hizo prometer que no haría nada hasta
que él regresara.
Había decidido viajar a Suiza antes de navidad, para saber todo sobre la
cuenta bancaria que estaba a mi nombre, pero no sabía cómo decírselo a Paul,
ya me había expresado que la idea de ofrecerme como señuelo con ese dinero
no era una posibilidad, dejó claro que jamás aceptaría que me pusiera en
peligro, pero por otro lado yo estaba segura que era la única forma de terminar
para siempre con ese problema, sin embargo, esperaría a hablar con Jhon para
definir lo que iba a hacer.
Los días habían tomado una buena rutina, por la mañanas para ayudar al
medio ambiente y ahorrar agua , Paul y yo nos bañábamos juntos, se había
vuelto un ritual, en el que casi siempre terminábamos follando como locos,
después íbamos a nuestros trabajos y en la tarde el que terminara primero iba
a recoger al otro para llegar juntos a casa, al llegar íbamos directo a ver a
Alessia y le dábamos de cenar y jugábamos con ella hasta la hora de dormir,
cuando la pequeña caía rendida nosotros nos refugiábamos en el despacho o
en nuestra habitación.
Volví hasta el escritorio y con total descaro metí las manos por debajo de
mi falda y antes su mirada brillante bajé mis bragas de encaje negro y se las
lancé, después me alcé la falda, me subí a la mesa y abrí las piernas.
Paul tenía una innata habilidad oral, su lengua era experta al momento de
torturar mi clítoris, mientras sus dedos saqueaban mi abertura.
Clavé con más fuerza los dientes en mi labio inferior para acallar mis
ruidos, si me cogía por el culo inevitablemente gritaría.
La sorpresa fue enorme, el dinero que había en esa cuenta era una cantidad
ridículamente grande, el directivo del banco al principio había tomado una
actitud de desconfianza pero después de ver mi seguridad y entereza, cambio
de postura y trató de convencernos por todos los medios de no hacer la
transferencia de dinero a un banco Estadounidense, pero nada podía hacer que
cambiara de opinión, estaba dispuesta a entregar hasta el último dólar a las
autoridades, después de todo, ese dinero le había costado lágrimas a muchas
mujeres.
Por esos días las decoraciones navideñas se tomaron las oficinas y las
calles de New York, mientras Emma, Angelina y yo nos tomábamos las
tiendas.
En las fiestas de los años anteriores las compras que hice eran para mis
amigos y muchos regalos para mí, pero en esta oportunidad la lista había
crecido y la primera en ella era mi pequeña Alessia, junto a Ginebra nos
enloquecimos comprándole muchas cosas, algunas, tardaría varios meses antes
de usarlas.
A mis amigas Emma y Angie les compré unos pendientes de diamantes con
diferentes diseños, a Valentino y a Richard les di unas cortas vacaciones en
República Dominicana, a Sara le obsequié un precioso vestido de Carolina
Herrera que la había visto admirar en una revista, a Ginebra le conseguí un
contrato excelente por un año con la National Geografic para que retratara los
paisajes más hermosos de Latinoamérica y también le regalé unas lindas botas
Prada, y a Patrick le compré un lindo pisa corbatas de plata.
Pero el regalo que más tiempo me tomó para decidirme fue el de Paul, no
se me ocurría nada romántico para regalarle o bueno si se me ocurrieron
muchos, pero ninguno me terminaba de convencer, era nuestra primera navidad
y deseaba que fuera un regalo inolvidable y al final, Valentino fue quien me
ayudó a escogerlo.
Fue una placentera forma de despertar, nos hicimos el amor con calma y
muchos besos, era una de esas veces que la ternura le había ganado a la pasión
y es que con Paul el sexo era como las fases de la luna, a veces lleno de
lujuria y pasión, en esas ocasiones las palabras eran escuetas y vulgares, otras
veces era tierno y dulce, con palabras cargadas de amor y devoción, pero con
movimientos duros como siempre nos ha gustado.
El ático era una locura, María y su hermana cocinaban tanta comida que se
podría alimentar a un batallón, Sara llegó junto a Ginebra cargadas de regalos,
eran tantos que necesitaron ir un par de veces al auto para bajarlos todos,
Emma estaba histérica de la emoción ultimando detalles de la mesa y la
decoración, jamás habíamos celebrado juntas estas fechas, algunos años
visitó a sus padres, pero la pasaba tan mal que los dos años siguientes
prefería viajar a cualquier lugar que estuviera lejos de ellos, por mi parte
antes que Stan cayera en coma, él organizaba una gran fiesta e invitaba a sus
amigos, todas personas muy conocidas y millonarias, eran fiestas en la que yo
desempeñaba el papel de esposa perfecta y él el de marido amoroso, después
de caer en coma simplemente hice lo que deseaba hacer durante esas fiestas,
dormir.
Patrick que sabía lo que estaba pasando con todo lo relacionado con
Dmitry, también se puso de pie y siguió a Paul.
La cena continuó con las dos nuevas integrantes y para cuando se sirvió el
postre ya se habían agotado varias botellas de champagne.
- Era lo menos que podía esperar de una madre tan protectora, acaso no te
preguntas como le he tomado la foto a esa altura.
- Maldito hijo de puta, jamás podrás acercarte a ella – volví a escribir
temblorosa pero esta vez por la rabia.
- De eso no podrás estar segura, hay un excelente mercado para niñas
morenas de ojos verdes.
¿Por qué sabe cómo es mi hija? Ninguna revista ha podido obtener una
fotografía de ella y solo los más cercanos la han visitado.
- Eres…
- Shhh, por el bien de todos cállate y escucha – hice lo que exigió y el
continuó – Sal sin que nadie se dé cuenta y ve hasta la esquina de la calle, allí te
recogerá un auto, no hagas ninguna tontería, ni le digas nada a nadie o lo sabré y juro
que no descansaré hasta ver a tu hija muerta.
- De acuerdo – dije con un hilo de voz aterrorizado.
- Puedo escuchar sus tontas y aburridas conversaciones, por eso sabré si
abres la boca.
Subí al auto y Dmitry estaba allí con una sonrisa malvada, se veía igual a
la noche que lo conocí, ni más viejo ni más joven, simplemente igual, con esa
mirada gélida en la que el brillo de la maldad se intensifica.
Un gruñido ruso salió del conductor quien me sujetó del cuello y estrelló
mi cabeza contra la radio del auto, en medio de la conmoción y el dolor, vi al
detective buscando el arma debajo del asiento y cuando casi la alcanzaba,
evité que la agarrara girando el volante hacia un lado.
Por poco nos estrellamos con una señal de stop, pero el conductor
hábilmente logró esquivarla después de empujarme hacia atrás, caí de culo
sobre el cuerpo de Dmitry, no sabía si estaba muerto, pero lo que si sentí fue
el enorme charco de sangre que había en el asiento.
Atontada aun por el golpe y enceguecida por la sangre que bajaba por mi
rostro escuché a lo lejos sirenas de la policía, los sujetos discutían entre ellos
en lo que debían hacer cuando otro auto se les adelantó y comenzó a frenar
obligándolos a bajar la velocidad.
El ruso que conducía frenó el auto y salió corriendo al verse cercado por
las patrullas de la policía y el otro auto que también se había detenido justo
adelante del mercedes, quise hacer lo mismo y salir huyendo, pero el maldito
detective se pasó al asiento trasero y apuntándome me obligó a abrí la puerta
lentamente, el seguro se había desactivado cuando el conductor había salido,
bajamos del auto, pasó su brazo por mi cuello y pegó la boca del arma a mi
sien.
Vi a Paul bajar del auto que se había detenido adelante con un arma que
ignoraba que tuviera, después escuché una voz conocida y miré sobre el
hombro del sujeto y vi a Scott apuntándolo también.
Acerque mis labios y nos besamos, al principio fue suave pero después se
tornó exigente, su lengua saqueaba la mía como si fuera el último beso que
daba en la vida, lo disfruté, como siempre había disfrutado sus besos, pero
esta vez sabiendo que sería el último.
FIN.
EPILOGO
El atardecer en Hawái era de las cosas más hermosas que alguien puede
ver, por eso cuando Paul me propuso ir a verlo acepté de inmediato.
- ¿Por qué hemos venido tan temprano? Aún falta un par de horas
para el atardecer – pregunté mientras caminábamos por la playa a la
orilla del mar, me había quitado las sandalias y dejaba que las olas rotas
mojaran mis pies.
- Quería estar a solas en este paraíso con mis dos vidas –
Alessia iba sentada sobre sus hombros aferrándose a su cabello con una
enorme sonrisa, como si escondiera algo.
- Bueno el de la idea de invitar a mis amigos fuiste tú, ahora no
te quejes – Paul había insistido que hiciéramos ese viaje con Valentino,
Richard, Emma y Angie.
- Y no me arrepiento, solo que ahora quiero que seamos solo los
tres – bajó a Alessia.
- Papi dile a mami – mi hija estaba ansiosa porque yo supiera
algo que ella sabía.
- Decirme ¿Qué? – me agaché a su altura.
- Papi quiere preguntarte algo – finalizó cubriendo su risa
nerviosa con la mano.
- Papi… ¿Qué quieres preguntarme? Mira que cuando ustedes se
ponen plan conspirador, siempre causan algún problema – dije mientras
los señalaba.
- Lo que papi quiere preguntar – Paul hizo una pausa y respiró
profundo al tiempo que metía la mano al bolsillo de su bermuda – es… -
puso una rodilla en la arena - ¿te quieres casar conmigo? – ya me lo
había preguntado antes, tal vez dos o tres veces, una de ella fue después
de follar como locos por dos horas en un hotel de París hacia un par de
años atrás – sé que me has dicho que no necesitamos de un papel que
diga que eres mi esposa, pero…
- Mami no puedes decir que no – mi hija se puso a su lado e
imitando la posición de su padre, también puso una rodilla en la arena -
¿Sí? – preguntó con las manitos unidas en señal de ruego.
- Estas jugando sucio – le dije a Paul con la voz llena de
emoción.
- Estoy usando toda la artillería posible – dijo también
emocionado.
- ¿Mami? – insistió mi hija que ya comenzaba a moverse por que
la arena le tallaba su delicada piel.
- Si – dije casi inaudible, al tiempo que la ansiaba a pararse.
- ¡¿Cómo?! – Paul de un salto se puso de pie y me sujetó el rostro
para que lo viera a los ojos - ¿te casarás conmigo? – repitió excitado.
- Ya he dicho que si – contesté de la misma forma.
- ¡Yupi!, mis papis se casan – gritó la pequeña.
- Bien, ahora vayamos a cenar, esto hay que celebrarlo - dijo
después de ponerme el anillo con un delicado y elegante diamante
ovalado.
- Es precioso – dije mirando mi mano – y ¿Por qué vamos a
cenar? Aún es muy temprano y creí que veríamos el atardecer.
- Es una sorpresa – dijo tirando de mí.
- Sabes que no me gustan las sorpresas.
- Eso era antes, ahora cada vez que te digo que te tengo una
sorpresa tus ojos brillan de felicidad.
- Eso es porque tus sorpresas son las únicas que me gustan.
- Entonces, no preguntes y sígueme.
Me dejé vendar los ojos y al instante escuché las voces de Emma y Angie.
Me dejé vestir como si fuera un maniquí, desde la ropa interior hasta las
medias unidas aun liguero, mi ansiedad crecía a cada segundo, pero siendo
consecuente con que confiaba en mis amigos, me dejé hacer.
Después de según mis amigas estar más hermosa que cualquier otra mujer
en la tierra, me llevaron caminando hasta la puerta de la habitación y después
al ascensor.
Entré y era un baño grande con un espejo enorme, junto a este había un
velo de encaje, caminé y vi mi reflejo, no me había visto, ni siquiera había
tenido tiempo para ello y verme vestida con un precioso vestido de escote
corazón y de encaje color marfil, hizo que mi cuerpo temblara de emoción, a
diferencia de mi vestido de novia anterior en el que sobraban los brillantes de
swarovski, que iban desde el escote hasta el final de la larga cola, este vestido
era sencillo, pero precioso, inspiraba romance, sencillez y elegancia.
Acomodé mi cabello que caía en ondas grandes sobre mis hombros y con
cuidado a no dañar mi maquillaje me limpie las lágrimas, no sé porque no
quería dañarlo si en ultimas había dicho que no me iba a casar, pero la verdad
es que me gustaba tanto lo que veía en el espejo que una sensación comenzó a
apoderarse de mí.
Solo estaban las personas que en realidad nos quieren, con ellos de
testigos y con el impresionante atardecer de Hawái en el que el sol se
escondía en el mar en medio de un cielo de cientos de colores de fondo
mientras nosotros jurábamos que seguiríamos amándonos como lo habíamos
hecho en estos casi 5 años.
Nos besamos en medio del aplauso y los gritos de nuestra familia, todos
nos felicitaron con abrazos y besos, Sara fue la más emocionada por la idea de
volver a ser abuela.
Me paré sobre la cama y sin dejar de bailar con él entre mis piernas,
bajaba mis caderas hasta casi tocar la punta de su lubricado pene, su ansiedad
y deseo eran latentes en su mirada, esa mirada seguía siendo la misma de años
atrás, cuando me folló por primera vez.
Antes de hacerlo fue hasta la maleta y sacó algo, cuando volvió atacó
directamente mi clítoris apresándolo entre sus labios al tiempo que lo
golpeaba con la punta de su lengua, me movía tratando de buscar alivio y
entonces se alejó lo suficiente para poner sobre mi endurecido botón mi
vibrador de clítoris, lo subió a nivel 3 mientras su lengua jugaba a entrar en mi
abertura, rápidamente mis fluidos comenzaron a brotar y Paul los esparció por
todos mis pliegues y me penetró con tres dedos.