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película.
Paul M. Sammon asistió al plató de rodaje y entrevistó a muchos de los
técnicos y actores involucrados en la producción, desmenuzando de forma
exhaustiva el proceso de creación de una de las películas más alabadas e
influyentes de toda la historia del cine. Desde su origen como obra literaria de
Philip K. Dick hasta la creación de los guiones, la construcción de los
decorados, el rodaje e incluso el estreno, sus posteriores montajes y el mito
creado en torno a la cinta.
El libro se completa con una entrevista exclusiva con Ridley Scott y con una
serie de apéndices que completan el ensayo más importante jamás publicado
sobre una producción cinematográfica.
Paul M. Sammon
Futuro en negro
Cómo se hizo Blade Runner
ePub r1.0
Titivillus 23.12.2019
Título original: Future noir. The making of Blade Runner
Paul M. Sammon, 1996
Traducción: Lorenzo F. Díaz
PHILIP K. DICK
RIDLEY SCOTT
Este libro, al igual que la película que examina, refleja la visión de una
sola persona, pero se ha necesitado toda una legión de colaboradores para
rematarla.
En primer lugar, y por encima de todo, quisiera dar las gracias a Frederick
S. Clarke, editor de Cinefantastique. No sólo fue quien me cedió el paso en
esta carretera que recorre el extraño, maravilloso y espantoso mundo que es
Hollywood, y por el que circulo en la actualidad, sino que me enseñó todo lo
que debía hacer y lo que no. Este libro no existiría sin el encargo que Clarke
me hizo hace tanto tiempo.
Igualmente importante es Ridley Scott. A lo largo de este libro, el lector
encontrará algunas voces críticas hacia este hombre; la mía no está entre
ellas. Este profesional consumado, comprometido y de gran talento se ha
mostrado incesantemente gentil durante los últimos quince años,
concediéndome un acceso constante a la que sé es una de las agendas más
apretadas del mundo del espectáculo. Gracias, Ridley; he disfrutado con tu
candor y tu educación. ¡Puede que ahora la gente deje de preguntarnos si
Deckard es un replicante!
Otros colaboradores sin los cuales este libro no habría sido posible son
Michael Deeley, Hampton Fancher, Katy Haber, David Peoples, Ivor Powell
y Terry Rawlings. Este pequeño grupo me proporcionó información y
documentación crítica, portándose conmigo mucho mejor de lo que requería
el deber; y su constante amabilidad, cooperación y entusiasmo por este
proyecto impidió más de una vez que arrojara el ordenador contra la pared.
Gracias a todos ellos por mantenerme cuerdo; espero que este libro sirva de
testimonio para las décadas venideras, de su valiosa cooperación (y de lo
agotador que resulta trabajar en una película asombrosa).
También quisiera dar las gracias a todo el personal técnico y artístico de
la película que me regaló amablemente su tiempo y su memoria respecto a
sus experiencias en la misma. Mi más sincero aprecio a Joanna Cassidy, Gary
Combs, Jordan Cronenweth, Linda DeScenna, David Dryer, Mike Fink,
Harrison Ford, Terry Frazee, Rocco Gioffre, Robert Hall, Daryl Hannah,
Rutger Hauer, James Hong, Brian Kelly, Brion James, Michael Kaplan, Saul
Kahan (por despejarme el camino por un sendero muy espinoso), Charles
Knode, Alan Ladd, Jr., Syd Mead, Edward James Olmos, Lawrence Paull, Hy
Pyke, John Rogers, William Sanderson, David Snyder, Tom Southwell, Bob
Spurlock, Mark Stetson, Dave Stewart, Douglas Trumbull, Vangelis, M.
Emmet Walsh (¡gracias por el almuerzo!), Marvin Westmore, Michael
Westmore, Gene Winfield, Sean Young, Matthew Yuricich, Richard
Yuricich, John Wash y John Zabrucky (de Modern Props).
Y una nota especial de agradecimiento a Anne Lai y Cindy Pearson, por
soportar (sin quejarse nunca) mis numerosas preguntas y repreguntas.
También deseo lo mejor a William M. Kolb, la única persona relacionada
con este proyecto que inundaba continua, generosa y espontáneamente de
información mi despacho; su entusiasmo profesional y, lo que es más
importante, su escrupulosa fidelidad a los hechos, convirtió nuestra
asociación en algo muy agradable. Mi único pesar es no haber podido incluir
en este libro la bibliografía anotada completa que preparó Kolb (el hecho de
que tenga unos 300 folios puede haber tenido algo que ver). Bueno, que
tengas uno mejor, Bill. Seguro que pronto volveremos a ver ese trabajo en
toda su gloria.
Y mi agradecimiento a Michael Arick, Cherie Buchheim, Andrew Hoy,
Charles Lippincott y Ron Yerxa por permitir que los entrevistara y así
conseguir información suplementaria.
Una nota técnica muy importante: este libro se escribió en un ordenador
Amiga 2000, y varias compañías relacionadas con Amiga contribuyeron con
equipo diverso para acelerar el proceso. Estas compañías y sus productos (los
cuales recomiendo) son:
La obsesión de un hombre
Resulta más que adecuado que este examen escrito de la historia de la
película más compulsivamente detallada que se ha hecho nunca nazca de la
mente de un escritor igualmente obsesionado de forma compulsiva con esa
película.
También resulta irónico que, mientras el director Ridley Scott y compañía
sólo emplearon dos años en terminar Blade Runner, este libro necesitara
quince.
Este libro, y mi fascinación por esa obra maestra de la cinematografía,
seminal e hiperdetallada, nació antes incluso de que llegara a rodarse o
enviarse al laboratorio su primer fotograma. En junio de 1980, casi un año
antes de que empezara el rodaje, mi editor Frederick S. Clarke me encargó
escribir un «número doble» especial de la revista Cinefantastique sobre la
realización de Blade Runner. Ese informe debía ser un análisis exhaustivo de
todos los detalles de la producción, como decorados, guiones, vestuario,
reparto, equipo técnico y efectos especiales.
¿Y cuál fue mi reacción inicial al recibir este encargo? Entusiasmo y
aprensión. Después de todo, era una película dirigida por el entonces
reputado director Ridley Scott, que acababa de arrasar en taquilla con su
película de ciencia ficción gótica Alien (la cara sombría de la gozosa energía
de La guerra de las galaxias). Además, Blade Runner era una adaptación de
la intrigante novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, un
complejo examen sobre los efectos de la deshumanización escrita por un
maestro en realidades alternativas paranoicas, el conocido escritor Philip K.
Dick. Y, para colmo, tenía como protagonista al actor más taquillero del
Hollywood del momento (Harrison Ford), siendo el productor el veterano
Michael Deeley, cuya última película (El cazador) había ganado el Oscar de
1978 a la mejor película. Y, lo que es más, por todo Hollywood se rumoreaba
que sería la película de género más cara que se había hecho nunca.
Todo eso sólo acrecentaba mi entusiasmo. Pero en aquel momento de mi
carrera yo era muy consciente de mi relativa inexperiencia como periodista
cinematográfico. Mis trabajos anteriores se habían limitado a dos artículos
(bien acogidos) hablando del rodaje de Conan El Bárbaro y repasando la
carrera del siempre intrigante director canadiense David Cronenberg.
Pero ¿cómo reaccionaría el personal de Blade Runner ante el exhaustivo
trabajo arqueológico que requería ese artículo? ¿Cómo se tomarían mi
presencia en el rodaje? ¿Cómo responderían ante lo que yo sabía sería una
petición continua de entrevistas, entrevistas y más entrevistas?
En resumen, ¿cómo iban a tratarme cuando me convirtiera en una perenne
y ubicua molestia?
La respuesta a esta pregunta fue: bien. Muy bien. A lo largo de 1980,
1981 y 1982, durante la preproducción, el rodaje y la posproducción,
prácticamente todos los relacionados con la película —Scott, Deeley, los
guionistas Fancher y Peoples, el diseñador Syd Mead, el experto en efectos
especiales Douglas Trumbull, y otros muchos, demasiado numerosos para
mencionarlos aquí— estuvieron más que encantados de proporcionarme toda
la información que yo necesitara.
De hecho, recopilé tanta información que empezó a desbordar las
limitaciones del encargo original. Así que, a finales de 1980, empecé a
redactar «avances de producción» para Cinefantastique, algunos publicados
con el seudónimo de «P.B. Beene». Después vendí varios artículos sobre la
película a la revista Omni, que vieron la luz en 1981 y 1982. Todo ello fue
seguido por la inclusión de numerosos datos en el artículo del «número
doble», sólo para controlar el exceso de información.
Pero, más importante aún que la interminable cantidad de datos que yo
recibía, era cómo acabé siendo un miembro extraoficial del equipo de Blade
Runner. Para mi agradable sorpresa, Ridley Scott, Michael Deeley y Katy
Haber —nombres que resultarán familiares para el final de este libro— se
esforzaron en concederme un acceso ilimitado a todas las fases de su
abrumadoramente ambiciosa producción de casi 30 millones de dólares.
Esto significa que pude examinar los constantes cambios de guión y de
diseño de la película. Que estuve presente el día en que Deeley y Scott
consideraron la posibilidad de contratar a Harrison Ford. También presencié
la construcción de los decorados; visité los estudios de Burbank para asistir al
rodaje; hablé con el reparto, con los diseñadores y con el resto del personal
que trabajaba tras las cámaras; me senté en un spinner; me paseé por la
empresa de efectos de Douglas Trumbull; experimenté las disensiones y las
tensiones, y la famosa guerra de las camisetas; vi el pase de la película en San
Diego…
En resumen, que mucho antes de que esta producción se convirtiera en la
película de culto por excelencia, yo ya era su más ardiente defensor, e
intentaba encajar toda esa información que no paraba de aumentar en un
manuscrito de 125 páginas para ese largo artículo de Cinefantastique que se
publicaría en el verano de 1982, coincidiendo con el estreno de la película en
los cines.
Satisfecho con la forma en que creía haber cubierto la totalidad de la
película, me sacudí las manos y pasé a otra cosa. Algo que, en circunstancias
normales, habría dado fin a mi relación con la película.
Pero Blade Runner está lejos de ser una película «normal», y mi relación
con ella no acabó en 1982.
En muchos sentidos, sólo acababa de empezar.
Para explicar esto, primero conviene recordar que Blade Runner fue un
fracaso financiero en su estreno; y que obtuvo, además, una reacción crítica
muy ambivalente, en su mayor parte negativa. Pero, pese a este rechazo del
público, y pese a que la primera vez que vi un montaje completo de la
película me dejó más que impresionado con su diseño de producción y su
melancólica atmósfera que con sus méritos intrínsecos como película, me
sorprendí volviéndola a ver una y otra vez. Y otra y otra.
¿Por qué? En parte por cuestiones sentimentales: todo el mundo había
trabajado mucho en ella, demasiado para que acabara siendo un fracaso en
taquilla. También sentía curiosidad por saber si yo no estaba demasiado
implicado en ella como para fijarme en lo que la crítica y el público
consideraban sus principales defectos dramáticos (como unos personajes de
cartón piedra y una trama simplista). Finalmente, gracias a la magia del vídeo
casero, pude ver continuamente la película, aunque sólo fuese para recrearme
en su abrumadora información visual; como mínimo, es una de las visiones
más completas de una sociedad futura que se han rodado nunca, y resulta
absolutamente necesario un visionado continuo si se quiere captar la multitud
de detalles que se acumulan en cada encuadre.
Entonces pasó algo curioso.
Cada vez que abría el contenedor que era Blade Runner era como si
abriera un conjunto intelectual de cajas chinas, en el que aparecían cinco
cajas más. Esto acabó por convencerme de que la percepción popular estaba
equivocada; la película de Scott era mucho más que una acumulación
caleidoscópica de detalles. De hecho, el Blade Runner que yo estaba
descubriendo no sólo contenía una narración adulta y personajes complejos
(de forma sutil y que sufrían de forma dramática), sino que además
evidenciaban una complejidad temática tan intrincada como su tan comentada
complejidad visual.
En ese momento me encontré inundado por un creciente sentimiento de
excitación. Pese a la reiterada afirmación de Ridley Scott de que su película
«sólo es entretenimiento», cada vez me era más evidente que este director (y
los coguionistas Fancher y Peoples) habían creado una de las películas de
ciencia ficción más provocadoras y metafísicamente complejas que se habían
hecho desde 2001: Una odisea del espacio. Una película que reflejaba
admirablemente los temas de paranoia y realidades alternativas típicos del
escritor Philip K. Dick, y que reflejaba la sofisticada sensibilidad definitoria
de buena parte de la literatura contemporánea de ciencia ficción.
O, diciéndolo de forma más simple, descubrí que Blade Runner es mucho
más que lo que salta a la vista. Mucho más, pues estaba ante una película de
«ideas».
Demos un salto al futuro, dejando atrás 1982. Pasan los años, Ridley
Scott dirige otras películas, ninguna tan memorable o controvertida como ésta
(con la única excepción de, quizá, Thelma y Louise). Yo paso de escribir
sobre películas a trabajar en ellas; primero como publicista, y luego como
administrador de un estudio, guionista, supervisor de efectos digitales y
productor de televisión.
Mientras tanto, e inesperadamente, Blade Runner se niega a morir. A
medida que transcurre la década de los ochenta, resultó más y más obvio que
la película estaba teniendo un completo renacimiento.
El creciente consumidor de vídeo doméstico, que encontró en el formato
VCR el sistema ideal para visitar (y revisitar) Los Angeles del 2019 de Scott,
trató la hostil recepción crítica inicial como un vago recuerdo, convirtiendo
Blade Runner en una de las películas más alquiladas. Al mismo tiempo
empezó a desarrollarse un movimiento impreso que revalorizaba la película:
el resultado fue una multitud de artículos, un fanzine semirregular
(Cityspeak) y una antología de ensayos académicos (Retrofitting Blade
Runner).
Después le tocó el turno a la frecuente reposición de la película en cines
de arte y ensayo y en sesiones de medianoche, además del láser disc en
formato panorámico editado por la Criterion Collection, que contenía
material complementario y planos adicionales no vistos en los cines
norteamericanos. Para 1991, la fiebre Blade Runner alcanzó su primer punto
álgido al agotarse las entradas en dos cines de la Costa Oeste que proyectaban
una recién descubierta Copia de Trabajo de Blade Runner. Al año siguiente,
una Versión del Director, más corta y más acabada, se estrenó en los cines, y
acabó saliendo también en láser disc y vídeo.
Y durante todo ese tiempo, mi obsesión por Blade Runner continuó su
curso. Y yo notaba con diversión que la película se instalaba en la
consciencia popular como el grano de una palomita debajo de las encías. Me
resultaba fascinante cómo el subtexto diatópico de alineación, rebelión y
humillación de la película, con su grito de aviso sobre una sociedad en
decadencia cuya brutalidad institucionalizada sólo era un aspecto más de
dicha sociedad superpoblada al borde del Apocalipsis, reflejaba
incómodamente las realidades cotidianas de quienes se esforzaron por llevar
dicho subtexto a la pantalla.
Por tanto, empecé a recortar artículos sobre Blade Runner de revistas y
periódicos, y seguí escribiendo textos sobre la película, comprando cada
nueva versión que aparecía en vídeo y láser disc. Y lo que empezó siendo un
encargo profesional acabó convertido en obsesión personal.
Pasé a buscar material anexo a Blade Runner y material publicitario.
Localicé fotogramas difíciles de encontrar. Acumulé guiones revisados.
Intercambié información con otros fanáticos de Blade Runner. Me mantuve
en contacto con la mayor parte del personal clave de Blade Runner. Hasta
llegué a coleccionar atrezo de la película (mientras escribo esto, un spinner de
plástico de 6 cm. de largo, sin pintar, hecho para la película, me contempla
desde su puesto privilegiado sobre el monitor de mi pantalla).
Pero no todo era alegre y luminoso, ya que tras esta nueva afición
acechaban semillas de descontento. Cada vez me alarmaba cómo se difundían
datos falsos sobre la película que se consideraban hechos probados. También
me irritaba cómo otros periodistas plagiaban partes enteras de mi artículo de
Cinefantastique sin concederme crédito alguno (el artículo que apareció en el
número de octubre de 1992 de Details y la parte que John Brosnan dedica a
Blade Runner en su libro de 1991, The primal scream, son dos de los casos
más flagrantes). Y me alteraba el hecho de que ese mismo artículo de
Cinefantastique sólo hubiera contado parte de la historia.
Así que, un día de 1993, cogí el teléfono y llamé a mi agente, Lori
Perkins. «¿Y un libro sobre Blade Runner?», pregunté. El resultado de esa
pregunta es este libro.
Futuro en negro se basa en unas cien horas de entrevistas grabadas con
setenta y tantas personas que trabajaron en la película, realizadas entre 1980 y
1982, y entre 1993 y 1995. También he utilizado numerosas notas personales
tomadas mientras vivía personalmente el proceso de producción de la
película. Para asegurarme una mayor precisión, he visionado repetidas veces
la Copia de Trabajo, la versión estrenada, la Versión del Director y la versión
editada por Criterion. Y si bien parte de ese material ha aparecido
anteriormente con mi firma (de forma enormemente diferente) en
Cinefantastique, Omni y Video Watchdog, la totalidad de esos textos no suma
más del veinte por ciento del material del presente libro. El resto se publica
aquí por primera vez.
Por supuesto, no soy el único que se ha sentido fascinado por esta
película. A lo largo de los últimos catorce años ha habido muchos otros que
han escrito de forma brillante sobre ella, por lo que, cada vez que utilizo
información de alguno de ellos, estarán acreditados dentro del libro (si no se
acredita a nadie, puede darse por supuesto que esa cita y/o información
procede de una entrevista mía). Dirijo a los lectores que deseen ampliar su
educación sobre Blade Runner a la bibliografía incluida en los apéndices.
Pero basta ya de rollos y explicaciones, y pasemos al libro. Espero que
acabéis considerándolo una obra documentada y seria sobre el tema. También
espero que amplíe vuestra comprensión de la enorme cantidad de trabajo que
exige la realización de cualquier película.
Como espero que compense de algún modo el alto precio que pagó el
ejército de cineastas que realizó Blade Runner en su largo y agotador camino
hacia la pantalla.
Paul M. Sammon
31 de enero de 1996
Los Angeles, California.
A principios del siglo XXI, la TYRELL CORPORATION dio
un gran paso hacia la siguiente fase de la robótica avanzada,
creando seres virtualmente idénticos al ser humano a los que
llamaron «replicantes».
Los replicantes Nexus-6 fueron superiores en fortaleza y
agilidad, y cuanto menos, igualmente inteligentes que los
ingenieros genéticos que los crearon. Fuera de nuestro mundo
se utilizaron como esclavos para realizar exploraciones de alto
riesgo y colonizar otros planetas.
Tras un sangriento motín llevado a cabo por un grupo de
combate de los Nexus-6 en una colonia exterior, a los
replicantes se les prohibió el acceso a la Tierra bajo pena de
muerte.
Los escuadrones especiales de la policía —las unidades
blade runner— tenían órdenes de disparar a matar en cuanto
vieran a un replicante.
A esto no lo llamaban ejecuciones.
Lo llamaban jubilaciones.
Así empieza Blade Runner, película hi-tech dirigida por Ridley Scott que
mezcla el cine negro de los años cuarenta con la ciencia ficción del siglo XXI.
Antes de pasar a un examen más atento de su trama, hay que dejar
constancia de que se trata de una adaptación de la novela de ciencia ficción
de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? A
continuación, nuestra obligación es aclarar que, por encima de todo lo demás,
el principal atractivo de esta película era (y continúa siendo) su deslumbrante
diseño de producción.
Blade Runner nos ofrece uno de los entornos ficticios visualmente más
elaborados que se han creado nunca para una película norteamericana; cada
plano está lleno a rebosar con una obsesiva acumulación de detalles. Lo cual
no quiere decir que nos hallemos ante un espectáculo agradable. El siglo
veintiuno de Ridley Scott es un lugar decadente, gastado y mutado, un paisaje
triste escasamente humano, aplastado por la bota de microchips de un
zeitgeist tecnológico sin escrúpulos. Por sus malas calles hormiguean cientos
de ciudadanos extrañamente vestidos, la mayoría asiáticos, entre los que se
cuentan varios punkis, diversas bandas callejeras, Hare Krishnas y una
policía omnipresente. Todos ellos se desplazan como ratas por desfiladeros
de cemento, bombardeados constantemente por ubicuos anuncios de neón,
por el bocinazo de relamidos anunciantes que venden idílicas «colonias en
mundos exteriores» desde enormes dirigibles absurdamente repletos de
anuncios publicitarios, y por un húmedo y perpetuo aguacero de
entumecedora lluvia ácida.
Es precisamente este diluvio de detalles —los brillantes trajes, los
fantásticos coches voladores, la atmósfera étnica, la música ambiental, los
espléndidos decorados— lo que hace de Blade Runner un festín para los ojos
de lo más adictivo. Su apariencia visual es tan cautivadora que la mayoría de
sus espectadores reinciden en su visionado. Es diseño puro, como lo son sus
contrapartidas industriales en el mundo de la alta costura y de la arquitectura.
Un «cine de diseño» tan visualmente ultrasofisticado, tan asombrosamente
complejo, que sigue siendo el patrón con el que se miden las demás
producciones de ciencia ficción de gran presupuesto que se han hecho, por
mucho que en décadas posteriores se hayan visto mundos
futurista/alternativos tan espectaculares como los ofrecidos por Tim Burton
en sus dos películas de Batman (1989) y Batman vuelve (Batman Returns,
1992), o el de Juez Dredd (Judge Dredd, 1995).
No obstante, resulta divertido constatar que la trama de Blade Runner
denota un notable apego sentimental por esas viejas películas de cine negro a
las que emula a lo largo de todo su metraje.
Blade Runner es la adaptación cinematográfica de la
novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con
ovejas eléctricas?
Ridley Scott y Philip K. Dick junto a algunos de los cientos de storyboards que se
dibujaron para la filmación de Blade Runner.
Puede que para responder a todas esas preguntas se deba coger una Biblia
y recurrir a una frase muy muy antigua. La que inicia el Evangelio de San
Juan y que también es la mejor introducción posible para este libro: «Al
principio fue el verbo…».
En un ruinoso edificio, vacío y gigantesco, que en su día
había alojado a miles, un solitario aparato de televisión
pregonaba sus mercancías en un salón deshabitado.
Esa ruina sin dueño había sido bien cuidada y mantenida
antes de la Guerra Mundial Terminal. Allí habían estado antes
los suburbios de San Francisco, a muy poco tiempo por el
monorriel rápido. Toda la península parloteaba como un árbol
lleno de pájaros, de vida, de quejas y opiniones, pero los
cuidadosos propietarios habían muerto ya o emigrado a un
mundo colonia. Especialmente lo primero. Había sido una
guerra costosa…
onvertir una novela en película suele ser tarea poco agradecida. Lo más
normal es que, para ser condensada en las dos horas de duración media de
una película, hasta la novela más delgada necesite que se eliminen subtramas,
se fundan varios personajes en uno solo y se recorte la totalidad de
trama y diálogos.
Y el resultado final suele ser una queja muchas veces repetida: «la
película no es tan buena como el libro».
Por supuesto, es una crítica muy válida cuando el cineasta de
turno se limita a cargarse los mejores elementos de la novela en que
se basa para hacer una mala película con lo que queda. Pero eso no es tan
evidente con Blade Runner y la novela en que se basa: ¿Sueñan los androides
con ovejas eléctricas?
Primero porque BR no es una obra fallida (aunque, como ya se ha dicho,
tenga su buena ración de detractores). Segundo, porque pese a que libro y
película tienen muchos puntos de divergencia, eso no implica
automáticamente que la segunda sea una pobre adaptación del primero; sólo
que es diferente, que es una reelaboración forzosa de una misma trama
común para poder traducirla a un medio diferente. Y, finalmente, porque un
visionado atento de la película revela una sorprendente cantidad de
semejanzas entre ella y la novela en que se basa.
No obstante, quienes deseen saber algo más de la novela en que se basa
Blade Runner, así como de algunos datos sobre el atormentado y talentoso
autor que la escribió, están invitados a seguir leyendo.
Cubierta de Ubik.
Una semana después, volví a llamarle reticente (tenía que hacerlo, aún
necesitaba esas aclaraciones). Esa vez fue como si la desagradable
conversación anterior no hubiera tenido lugar; volvía a ser aquella otra
persona agradable y amistosa. Lo cual hizo que le preguntara (con miedo)
qué le había afectado tanto durante nuestra conversación anterior.
Phil no pudo recordar qué le había enfurecido.
También estaba firmemente convencido que nuestra conversación
anterior nunca había tenido lugar.
Quisiera apresurarme a repetir que esta conducta errática estaba muy
alejada de lo habitual en él. La personalidad «dickiana» con la que casi
siempre me encontré (y a la que quiero recordar) era atractiva, inteligente y
fascinante.
En cualquier caso, fueron esas visiones místicas y esas voces
extracorpóreas experimentadas entre 1974 y 1980 las que le impulsaron a
volver a escribir, esta vez con un nuevo conjunto de obsesiones. En sus
últimas tres novelas (llamadas La trilogía de Valis) descubrimos a un autor
que ha transmutado sus preocupaciones habituales (¿Qué es real? ¿Qué es
humano?) en complicadas investigaciones metafísicas. Son libros que
exploran la validez de la religión y, sobre todo Valis y La Invasión Divina
(las dos de 1981), están imbuidas de intentos casi obsesivos de descubrir a
Dios.
Por fortuna, Dick también arregló su vida personal. Le sucedieron
muchas cosas buenas. En 1977 renunció a los narcóticos, y ese mismo año se
publicó Una mirada a la oscuridad, una excelente novela que se supone
contaba espantosos momentos vividos por el propio Dick cuando tomaba
drogas, además de una fuerte denuncia de las mismas.
Pasó sus últimos años sin tomar droga alguna (las sustancias ilícitas
nunca parecieron afectar cualitativamente su obra, y una vez afirmó que lo
único que había escrito bajo la influencia del LSD era una parte de su novela
de 1966, The unteleported man). También fue muy agradable para él que
empezase a obtener una mínima fama en la última parte de su vida.
A finales de los setenta y principios de los ochenta, Philip K. Dick
empezó a ser apreciado en Europa, especialmente en Inglaterra y Francia.
También fue objeto, dentro de su propio país, de numerosos artículos y
perfiles halagadores mientras aún vivía para disfrutarlos.
Su última novela fue La transmigración de Timothy Archer, relato apenas
novelado de algunos acontecimientos de la vida real de Bishop James Pike,
un amigo de Dick, que se publicaría póstumamente en 1982, año de su
muerte. Irónicamente, fue el mismo año en que se estrenó Blade Runner.
Una película que, tal y como había hecho catorce años antes la novela en
que se basaba, formulaba una pregunta enormemente dickiana: «¿Qué
constituye un auténtico ser humano?».
Dick me explicó que «la frase decía: “Por la noche nos mantienen
despiertos los gritos de hambre de los niños”. Era evidente que el hombre que
había escrito eso no estaba bien. Más tarde descubrí que los nazis
conformaban un grupo de personas de mente defectuosa. Una mente tan
emocionalmente defectuosa que no se le puede aplicar el calificativo de
“humana”.
»Y lo peor es que me di cuenta de que ese rasgo no era forzosamente
alemán. Es una tara que, tras la Segunda Guerra, se ha exportado a todo el
mundo y que puede tenerla gente de cualquier lugar y en cualquier momento.
Verás, yo escribí la novela en plena Guerra del Vietnam, y por aquel entonces
era tan revolucionario y existencial como para creer considerar la
personalidad de esos androides tan letal, tan peligrosa para el ser humano,
que acabaríamos teniendo que combatirlos. El problema que conllevaría
matarlos era si, en nuestro esfuerzo por exterminarlos, no acabaríamos
convirtiéndonos en androides.
Ésta no es la única obra donde Dick toca esa cuestión. El autor retornaría
una y otra vez a las ambigüedades morales encarnadas en el humano
artificial. Por ejemplo: robots, simulacros y androides son elementos muy
presentes en sus cuentos Impostor, Nanny, El padre cosa y The defenders. En
1973, el escritor daría en la Universidad de la Columbia Británica, en
Vancouver, Canadá, una conferencia ahora famosa titulada El androide y el
humano.
Pero fue en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? donde
exploraría más a fondo su convicción de que el amor y la compasión serían
las diferencias cruciales que distinguirían hombre de máquina.
Pero ¿cuál es la trama de esta delgada novela (216 págs. en la última
edición en bolsillo)?
La obra empieza con una dedicatoria: «A Tim y Serena Powers, mis
queridos amigos». La historia comienza en un San Francisco que se
desmorona, y prácticamente desprovisto de vida animal y humana. El año es
1992 (la fecha fue cambiada por el editor americano al 2019 para que
coincida con la establecida en la película de Blade Runner).
Un conflicto nuclear (La Guerra Mundial Terminal) ha provocado la
omnipresencia de polvo radioactivo, sustancia que ha acabado con la mayor
parte de la vida animal, haciendo que muchos humanos mueran o se
conviertan en tarados mentales (llamados «cabezas de chorlito»), y que
amenaza con esterilizar lentamente a la población restante (en un toque de
humor negro, los hombres de la novela llevan coquillas de plomo para
proteger su virilidad). Hay humanos que han podido abandonar la Tierra para
buscar una vida mejor en otros planetas no contaminados.
Rick Deckard no es de esos afortunados. Es un vulgar burócrata
empleado en el Departamento de Policía de San Francisco (pero no es
policía) que carece de los recursos necesarios para iniciar una nueva vida.
También tiene problemas maritales. Su mujer, Irán, desprecia el hecho de que
Deckard se gane la vida como un cazarrecompensas oficial. «Eres un asesino
contratado por la policía», le dice ella amargamente en el primer capítulo,
cuando los dos despiertan en el edificio de apartamentos casi vacío en el que
viven.
En cierto sentido, Irán tiene razón. Deckard tiene permiso para matar a los
androides orgánicos de esa sociedad futura (o «andrillos», que es como los
llaman en la novela), sobre todo si intentan mezclarse con los verdaderos
humanos. Limitados por una vida de sólo cuatro años y equipados con todas
las emociones humanas, salvo la de la empatía, a esos seres sin
remordimientos se les llamó «Luchadores Sintéticos por la Libertad» cuando
se los diseñó para ser armas durante el anterior conflicto nuclear. Después de
la guerra, las funciones de los «andrillos» se modificaron para que fueran las
«mulas de carga del programa de colonización de otros mundos». En el
momento de la novela, estas modificaciones han proliferado hasta el punto en
que «la variedad de androides civiles excedía todo lo imaginable, como había
ocurrido con los coches americanos en la década de 1960».
Por desgracia, hay una cantidad relativamente pequeña de ellos que
intenta hacerse pasar por humanos. Y Deckard apenas saca un sueldo decente
ejecutándolos. Así que, deprimido y deseoso de ganar dinero, Deckard se
distrae mientras espera el siguiente trabajo.
Una de esas distracciones es el «órgano de ánimos Penfield», un
estimulador cerebral controlado electrónicamente. Ese aparato permite a la
gente marcar cualquier emoción que desee (en otro toque de humor dickiano,
Deckard programa el órgano de ánimos de Irán en «594: reconocimiento
satisfactorio de la sabiduría superior del marido en todos los temas»). Otra de
las distracciones de Deckard es el programa de televisión enormemente
popular «Amigo Buster y sus amistosos amigos», un programa de noticias y
juegos que se emite constantemente. Otro es la «caja de empatía», una
especie de sistema de realidad virtual inducida (descrito por Dick mucho
antes de que esos aparatos fueran una realidad) que reconstruye
incesantemente los últimos instantes de vida de Wilbur Mercer, un profeta
muy admirado que murió lapidado antes de que sus doctrinas se convirtieran
en una religión mercantilizada llamada «mercerismo». Pero el principal
consuelo de Deckard, su alegría y orgullo, es su oveja «eléctrica» robótica.
Guarda a esta «oveja negra de Suffolk» en un corral de la azotea de su
«ConApt» (Condominio de Apartamentos). Y aunque la cuida con el mismo
amor que si estuviera viva, Deckard no puede evitar recordar los tiempos en
que tenía una oveja de verdad llamada Groucho. Desgraciadamente, Groucho
ya no existe; se arañó con un trozo de alambre de espino que venía en una
bala de heno, contrajo el tétanos y murió.
Deckard está obsesionado con reunir el dinero suficiente para comprar
otro animal lanudo, pero su fijación no es sentimental; en ese mundo, los
animales de verdad son símbolo de estatus social, y Deckard ansia
desesperadamente obtener ese estatus.
Philip K. Dick se casó con Nancy Hackett en 1966, y un año después
nació su hija Isolda.
LA PRIMERA OPCIÓN
La larga génesis que pasaría Blade Runner de novela a película empezó
en 1969, al año siguiente de su publicación. Fue entonces cuando el director
Martín Scorsese y el guionista y crítico de cine Jay Cocks (coguionista de
Días extraños, Strange days, película de ciencia ficción distópica de 1995
muy influida por BR), quedaron muy impresionados por el paisaje moral y
visual de la obra. Pero, pese a su interés, no llegaron ni a comprar una opción.
El resultado final fue… ninguno. Ese proyecto de Martín Scorsese y Jay
Cocks pasó a ser otro de los muchos sueños nunca realizados del cielo de las
películas de Hollywood.
Y entonces, en 1974, alguien compró una opción al libro. El trato lo cerró
Herb Jaffe Associates, Inc., concretamente Robert Jaffe, hijo de Herb, el cual
acabó convirtiéndose en la primera persona que escribió un guión basado en
la novela. Un guión que Dick despreciaba.
«El guión de Jaffe cayó en mi poder por accidente. Lo primero que noté
es que había simplificado el libro para convertirlo en una aventura con mucha
acción. Si bien no me gustaba ese planteamiento, tampoco me sorprendió
mucho, dado el material de partida. Lo que me molestaba es que también la
había convertido en una parodia, algo tipo Superagente 86. Era horrible.
Sospecho que Robert pensaba lo mismo, porque escribió el guión con
seudónimo.
Uno de los dibujos promocionales realizados para
Blade Runner.
»Estaba tan mal escrito que me costaba creer que lo consideraran algo
rodable. De hecho, al poco de leerlo y manifestar a Robert mi desagrado, éste
cogió el avión hasta Santa Ana para hablar conmigo de él. Lo primero que le
dije nada más bajó del avión fue: “¿Te pego aquí, en el aeropuerto, o lo hago
en mi apartamento?”. “¿Tan malo es?”, me preguntó él. “Sí”, le respondí.
Pero su escepticismo inicial dio paso a la sorpresa y la alegría cuando
Jaffe le dijo: «Igual puedes darme algunas ideas para mejorar el guión».
«Entonces pasamos un día muy agradable haciéndolo —concluye Dick—.
Descubrí que Robert era una persona cálida, afable, inteligente. De hecho,
aquel día lo pasé tan bien que hasta permití que Jaffe Associates renovase la
opción sobre el libro».
Pero, en 1977, seguía sin novedades. «Dejaron pasar la opción —dice
Dick—. En vez de mi libro hicieron Engendro mecánico (Demon seed,
1976), que me pareció una película bastante decente».
Y dio la casualidad de que otra persona se dirigió a Dick interesada en
comprar una opción, mientras los derechos aún estaban en poder de Jaffe
Associates.
Esa persona acabaría convirtiéndose en la principal fuerza responsable de
convertir ¿Sueñan los androides en ovejas eléctricas?, novela de Philip K.
Dick, en Blade Runner, película de Ridley Scott, y a ello dedicaría seis largos
años enfrentándose a dudas, rechazos, diferentes estudios, una rueda de
directores y guiones en constante reescritura.
¿Quién era esa persona?
Hampton Fancher.
Pero también controlaba otros aspectos creativos del negocio del cine.
Escribía guiones desde la adolescencia y había rodado varias películas de 8 y
16 mm., lo que le permitió aprender poco a poco el arte del montaje, la
dirección y la producción. Todo ello culminó en un corto de 35 mm. titulado
Beach party (Fiesta de playa), rodado a la edad de veintiún años y que ganó
varios premios.
Pero ¿qué tiene que ver esto con la ciencia ficción y Blade Runner?
«Antes de trabajar con Ridley Scott —explica Fancher—, había tenido
muy poco contacto con la ciencia ficción. Mis gustos literarios siempre se
habían inclinado hacia la poesía o la literatura contemporánea. De hecho, sólo
había leído dos novelas del género». Una era Las estrellas, mi destino, de
Alfred Bester, un clásico de los años cincuenta, versión futurista de El conde
de Montecristo.
La otra era ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Pero Fancher no
la leyó movido por la fascinación que pudiera sentir por el género o por las
obras de Philip K. Dick. Nada más lejos.
«En aquel momento no había oído hablar de Dick. Pero a principios de
1975 me encontré en la inhabitual situación de tener diez mil dólares en el
bolsillo. Nunca antes había tenido diez mil dólares, y como creía que serían
los últimos diez mil dólares que tendría, me dije: “tengo que convertir este
dinero en otra cosa. Igual debería comprar la opción de alguna obra”».
Primero intentó comprar El almuerzo desnudo de William S. Burroughs.
«Sabía que tendría que volar a Nueva York para hablar con los agentes de
Burroughs, y que era posible que no me cedieran los derechos. Por tanto,
pensé en maximizar el viaje a Nueva York y contratar un segundo libro por si
no conseguía el que quería. Cosa que pasó.
»Así que empecé a buscar y a preguntar por otras novelas que pudiera
comprar. Mientras buscaba llamé a mi mejor amigo, Jim Maxwell, y le pedí
que me aconsejara algún título. Jim me dijo que sí».
La novela recomendada era ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Tras aceptar el consejo de su amigo, Fancher buscó un ejemplar de la novela
y se emocionó al leerla. Pero no por las preocupaciones artísticas de la obra,
sino por sus posibilidades económicas.
Otra de las cubiertas de ¿Sueñan los
androides con ovejas eléctricas?
TRATAMIENTOS Y PROPUESTAS
A finales de 1977, Brian Kelly empezó a plantearse cómo sacaría adelante
su película.
Uno de sus primeros movimientos fue presentar el libro al productor
inglés Michael Deeley. «Michael y yo habíamos trabajado en Europa en un
par de películas antes de que tuviera mi accidente —explica Kelly—. Una de
ellas fue esa película con Michael Caine sobre contrabando de cocaína
titulada The Brazil story[4]. Deeley y yo habíamos seguido en contacto tras
eso».
El antiguo actor se dirigió al productor inglés, le dijo que poseía los
derechos de la novela, y le instó a leerla. Deeley la leyó y la rechazó.
Un momento del rodaje de la escena final con Roy Batty (Rutger Hauer).
A la derecha, abajo, podemos ver a Michael Deeley; y arriba, a Ridley
Scott.
¿El motivo? Pensó que los complejos conceptos del libro no podrían
llevarse al cine de forma adecuada.
«Tras llevarle el libro a Michael Deeley —aclara Hampton Fancher—,
vino Brian y me dijo que éste lo había leído y lo consideraba infilmable. La
verdad es que comprendí su punto de vista; un cineasta profesional
acostumbrado a una narración clara y directa encontraría la obra
enloquecedoramente vaga o ambigua. Pero entonces Brian me sorprendió.
Dijo que a Deeley le había gustado, pero que no veía la forma de convertirla
en una película.
»Para entonces, yo estaba tan familiarizado con la novela que hasta había
pensado en diversas formas de adaptarla. Se las iba contando a Brian cuando
me interrumpió de pronto y me dijo: “Espera un momento, ¿por qué no pones
todo eso por escrito?”».
Convencido para escribir sus ideas, Fancher confeccionó una serie de
notas que Kelly le pasó a su vez a Deeley.
Deeley las estudió, y volvió a rechazar el proyecto.
A esas alturas, Fancher dice: «Empezaba a sentirme mal por meter a
Brian en todo eso. Así que escribí un tratamiento de ocho páginas que era
básicamente una simplificación del libro».
Kelly volvió a presentárselo a Deeley, y éste volvió a rechazarlo.
«Brian estaba cada vez más alterado —dice Fancher—. Y yo me sentía
cada vez peor por sugerirle que comprase la novela».
Pero, aunque había rechazado repetidamente la idea de convertir la novela
en una película, la presentación de ocho folios motivó a Deeley a hacer una
oferta.
«Mike estaba cada vez más interesado en el libro —recuerda Kelly—, y
progresivamente impresionado con lo que había hecho Hampton. Así que,
tras rechazar nuevamente el tratamiento, me dijo algo que consideré una
forma indirecta de decirme que la puerta seguía abierta; sugirió que
escribiéramos un guión».
Kelly no necesitaba más ánimos. Volvió con Fancher y le dijo que, siendo
el guionista y quien mejor conocía el libro, lo lógico era que también se
encargase de escribir el primer borrador del guión.
«Pero yo no quería hacerlo —señala Fancher—. Y al principio me negué.
No olvides que me metí en el proyecto como productor, no como guionista.
Yo nunca quise escribir ese guión».
Pero Kelly no le hizo caso.
«Cuando Hampton me dijo que no quería escribirlo, yo le dije: “¿Y para
qué has leído tanto la novela si no quieres escribirlo?”. Seguí insistiendo».
Pero, al final, la persona responsable de que Hampton Fancher escribiera
ese guión fue la actriz Barbara Hershey.
Roy Batty (Rutger Hauer) en un momento del clímax de Blade Runner.
Tras graduarse ganó una beca de diseño que lo llevó a Nueva York. Allí
trabajó para Bob Drew Associates[8], donde experimentó con la fotografía y
pudo observar cómo trabajaban los cineastas de documentales y películas. Al
volver a Londres, Scott se unió en 1964 al personal de la British Broadcasting
Company, primero como decorador y después como director de series
televisivas populares como The informer y Z-Cars. En 1967 dejó la BBC y se
pasó al campo de la publicidad. Con el tiempo fundó Ridley Scott Associates,
bajo cuyo sello supervisó personalmente la dirección de más de 2.000
anuncios de televisión, muchos de los cuales han obtenido premios.
El primer largometraje de su carrera fue Los duelistas (The duellists),
basada en la novela corta de Joseph Conrad y pensada inicialmente para
emitirse por la televisión francesa bajo los auspicios de la compañía francesa
Technisonor. Estrenada en 1977, tenía como protagonistas a Keith Carradine
y Harvey Keitel, y estaba producida por David Puttnam.
Los duelistas está ambientada en la época de las guerras napoleónicas y
cuenta un inútil enfrentamiento entre dos soldados del siglo dieciocho que se
prolonga a lo largo de varias décadas. Aquel año ganó el gran premio del
festival de cine de Cannes, y la película estaba tan repleta de hermosa
imaginería que sólo se la definía con superlativos que iban de «magistral» a
«clásico del cine», pasando por «abrumadoramente hermosa».
»Piensa que ya venía de hacer una película de ciencia ficción con Alien. Y
Hampton y Michael me estaban ofreciendo otra del mismo género. No me
sentía con ánimos para meterme en otra película de ésas; quería hacer algo
distinto».
Pero, aunque Scott rechazó Android, no horró por completo el proyecto
de su mente y, tras un periodo de tiempo relativamente corto, empezó a
replantearse su rechazo.
Scott llevaba siete meses trabajando en Dune, y el guionista Rudolph
Wurlitzer, conocido por su trabajo en Carretera asfaltada de dos direcciones
(Two lane blacktop, 1971) y Pat Garrett y Billy the Kid (Pat Garrett and
Billy the Kid, 1973), acababa de terminar el primer borrador del guión,
cuando Scott cortó en seco con el proyecto.
El propio director continúa la historia:
«Llevaba más de medio año trabajando en Dune —explica Scott—. Había
hecho venir a Londres a un guionista al que consideraba muy bueno, Rudy
Wurlitzer, para que trabajara conmigo. Éste había producido un primer
borrador que yo consideraba una versión muy decente de la obra de Frank
Herbert. Y me di cuenta de que Dune iba a necesitar más trabajo. Mucho más
trabajo. Y no tenía ánimos para hacerlo. Porque… verás, mi hermano mayor
acababa de morir y eso me afectó mucho, la verdad. No me veía
dedicándome dos años y medio más a preparar Dune, que es lo que calculaba
que nos llevaría la preproducción antes de que pudiera rodarse. Necesitaba
actividad inmediata, apartar mi mente de la muerte de mi hermano. Así que
dije a Dino que abandonaba Dune y que el guión pasaba a ser de su
propiedad».
Con esto llegamos a 1980. Cada vez más inquieto y deseoso de rodar otra
película, Ridley Scott se puso a buscar proyectos. «Por eso, a principios de
año, le pedí a Michael Deeley que me enseñara la última versión del guión de
Hampton. Por aquel entonces se titulaba Dangerous days, y desde que la leí
no había podido quitarme la historia de la cabeza. Leí la nueva versión,
aunque había rechazado Android, y decidí que era un trabajo extraordinario
con maravillosas posibilidades de diseño.
La aproximación de un spinner a la pirámide de la Tyrell Corporation, una de las imágenes
más características de Blade Runner.
»Había dos motivos más para aceptar el proyecto. Uno que conocía a
Michael Deeley y sabía que podría trabajar con él. El segundo estaba
relacionado con la pena que sentía por la muerte de mi hermano. Me daba
cuenta que necesitaba algo que distrajera mi mente, y que lo mejor era
meterse en algo con una salida inmediata. Dangerous days parecía ese
proyecto. Lo cual resulta irónico, claro. Porque no fue nada inmediato.
Todavía tuvo que pasar otro puñetero año antes de que empezase el rodaje.
»En cierto sentido fue una especie de exorcismo. Aceptar la película me
ayudó a superar la muerte de mi hermano».
REESCRITURAS
«Yo al principio tenía dudas con Ridley —admite ahora el guionista—.
Antes de conocerlo, pregunté por él a gente con la que había trabajado.
Algunos de los comentarios eran muy negativos. “Ah, es una puta máquina,
no es un ser humano”. Que es lo mismo que dicen de Stanley Kubrick. Y
sabía que políticamente era conservador, así que estábamos enfrentados.
»Pero entonces nos pusimos con las reescrituras, y ahí dio inicio una de
las relaciones más satisfactorias, enloquecedoras y fascinantes de mi vida.
Siempre me gustará Ridley. Es un tipo brillante, dominado por sus sueños,
que sabe comunicarte lo que imagina, ya sea haciéndote un dibujo o
soltándote la palabra adecuada. Y es entonces cuando ¡wham! de pronto te
sientes como si entrases en un mundo nuevo. Su imaginación es como un
puto virus que crece y crece, se multiplica y muta. En cierto sentido, la mente
de Ridley es casi demasiado rápida para su propio bien; a veces le hace
avanzar a gran velocidad, y a veces las ideas le brotan tan rápido que hasta se
tropieza con ellas.
»Pero también sabe cómo quedarse quieto. Cómo guardar silencio y ser
metódico y circunspecto. Es un peso pesado dentro de la industria del
espectáculo. Alguien que se reserva sus planes e intereses profesionales. Pero
durante nuestra relación personal siempre fue una de las dos o tres personas
más divertidas que he conocido nunca. No hay nadie con quien te puedas reír
más que con Ridley».
Los dos se pusieron a reescribir el guión en abril de 1980.
«En total me pasé unos ocho meses trabajando el guión con Ridley. Los
primeros cuatro fueron los mejores. Intensos, pero positivos. Empezamos con
un repaso general del material en conjunto. Por ejemplo, recordarás que uno
de los problemas de mis primeros borradores era la ausencia de un buen
motivo para que los androides vinieran a la Tierra. Y Ridley, tras unas
semanas de trabajo, dijo: “¿Qué coño hacen en la Tierra?”. Yo le respondí:
“Por favor, no me hagas esa pregunta”. Fue entonces cuando añadimos ese
elemento tan importante de que vienen movidos por su longevidad o por su
falta de la misma. Quieren entrar en Tyrell para conseguir información sobre
cómo prolongar su vida.
»Ridley también tiene una manera muy especial de explicarse, de un
modo muy resumido. Un día, bastante al principio, estábamos
intercambiando ideas cuando de pronto me mira y me dice: “Hampton, en
este mundo que has creado… ¿qué hay al otro lado de la ventana?”. Sabía
cómo pincharme, porque me di cuenta de que hablaba del entorno, de los
edificios y las modas y la cultura en la que deberíamos envolver la trama.
Algo en lo que aún no había pensado —admite Fancher, riéndose.
»Así que le dije: “No lo sé”. “Heavy Metal”, repuso él. Yo sólo supe
responder: “¿Qué es eso?”. Scott me explicó que era una revista de cómics
francesa llamada Metal Hurlant, editada en América por la misma gente que
editaba el National Lampoon. Al día siguiente compré un ejemplar y lo leí.
Volví al despacho emocionado y diciendo: “¡Eso es! ¡Vamos a abrir esa puta
ventana!”».
Cubierta de un número de la revista francesa Metal
Hurlant, a la que hizo referencia el propio Ridley
Scott para definir el entorno futurista de Blade Runner.
Storyboard realizado por Sherman Labby que muestra la llegada de Deckard a Los Angeles
a bordo de un tren. La escena nunca llegó a filmarse.
MÁS REESCRITURAS
David Peoples recuerda: «Me encantó trabajar con Ridley Scott. Resulta
alguien inspirador, y me cae muy bien personalmente. Lo cual no deja de ser
extraño, porque hay una gran diferencia artística entre nosotros. Yo voy a las
claras y soy muy evidente, mientras que Ridley tiende a ser oscuro. Pero ésa
es la grandeza de Blade Runner. Scott hizo algo oculto, rico, lleno de texturas
y de niveles de lectura. En cualquier caso, todo resultó muy positivo en mi
experiencia con esa película. Exceptuando esa estupidez tan habitual en el
negocio de que haya un guionista produciendo páginas que no está muy
seguro de que alguien vaya a leerlas».
En su versión había varios cambios más, como una nueva presentación
del protagonista, con un Deckard envuelto en una gabardina caminando por
una abarrotada calle, murmurando sobre su reciente divorcio en una narración
en voz de fondo. Otros añadidos eran el descubrimiento (y muerte) de otro
androide llamado Roger, al que se sorprende escondido en una cama
empotrada de la habitación de León; una escena con un gato mecánico
lamiendo aceite ante el apartamento de Sebastian, y que Pris emplea para
ganarse la confianza de Sebastian; el descubrimiento del cadáver congelado
de Chew en su laboratorio de ojos, donde alguien derriba el cuerpo y éste se
rompe en un millón de pedazos; un momento en el que Deckard obliga a
Gaff, cuyo papel es aquí más importante, a hacerse la prueba Voigt-Kampff;
y un final donde Deckard lleva a Rachael a la «playa» antes de matarla.
«Un día, a finales de abril de 1980, me llama Robert Jaffe —me diría
Philip K. Dick a finales de 1980—. Y lo primero que me dice es
“Felicidades”. “¿Por qué?”, le dije yo. Entonces pasó a decirme que ¿Sueñan
los androides con ovejas eléctricas? estaba a punto de convertirse en una
película. Le dije que no tenía ni idea, y era verdad. Jaffe lo había leído en las
publicaciones del gremio, pero nadie en la productora se había tomado la
molestia de informarme de ello.
»Al principio me divirtió el incidente. Algo después cené con Ray
Bradbury, que, por cierto, es gracioso cómo aparece Ray ocasionalmente al
principio de todo este asunto, y le mencioné que me había enterado por la
prensa que alguien hacía una película de mi novela. ¡Ray empezó a gritar y a
alterarse mucho! Estaba completamente escandalizado. Le parecía una
conducta de lo más inaceptable. Yo me limité a sonreír y a acabar mi bebida.
»Pero, a medida que fue pasando el tiempo, eso empezó a picarme. Eso y
otras cosas».
Por supuesto, no pasó mucho tiempo sin que el artículo de Dick fuera
leído por la Warner Brothers. Dick sabía que pasaría; lo había enviado él
mismo.
«Lo hice porque, tras no tener noticias durante tanto tiempo, un día recibí
una llamada muy irritante de alguien diciéndome que estaban muy enfadados
porque yo tuviera una copia del guión, y exigiéndome saber cómo la había
conseguido. Por cierto, que fue cuando la película aún la financiaba
Filmways. El caso es que se mostraron tan hostiles que estuve tentado de
decirles que me había colado en el estudio subido a un globo cuando todo el
mundo dormía, que había hecho un agujero en el techo, bajado una cuerda
con un chicle en el extremo y cogido el guión de la primera mesa que pillé.
»Pero no lo dije, y debí hacerlo. En vez de eso dije que había conseguido
el guión de forma legítima, mediante los abogados de Michael Deeley. Pero
todo el tiempo me lo pasé pensando “¡Jesús! ¡Que soy el autor de la novela
en que se basa esto! ¿Tan extraño es que tenga una copia del guión?”.
»Después le dije que no sólo tenía una copia, sino que ya lo había
denunciado por escrito. Y que le enviaría una fotocopia del artículo. Si
reaccioné así no fue sólo por su grosería, sino por el hecho de que, en un
momento de la conversación, me dijeron que no podía volver a usar la
palabra ‘androide’. Eso fue pasarse. Me pregunté si hablaba con un estudio
cinematográfico o con la mafia. Así que les dije: “Vaya, tíos, cuánto siento
haber titulado mi novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, y
ahora, claro, jo… no me queda más remedio que seguir usándolo”».
El artículo de Dick se envió rápidamente al estudio. Pero una vez
enfriados los ánimos, el escritor comentaría que «ahora acepto la palabra
“replicante”, ya que “androide” se ha empleado demasiado. Y en la época en
que escribí el libro no se conocían ni la ingeniería genética ni la
recombinación de ADN. Pero la conclusión final es que no tenía que haber
pasado nada de esto. Me habría encantado aportar algo a la producción,
gratis, sin cargo alguno, o poder ayudar a quien fuera que escribiera el guión.
Pero no pasó así. Los primeros guiones que leí parecían “Philip Marlowe
contra las poseídas de Stepford[16]”. Yo ni estoy ni he estado nunca en la
nómina de Blade Runner, así que, ¿por qué no iba a decir la verdad?».
Pero lo que Peoples hizo con el guión de Fancher sí que recibió la
aprobación entusiasta de Dick. «Pedí a The Ladd Company la reescritura de
Peoples, y en cuanto me dijeron “No hay problema. Aquí la tiene”, supe que
las cosas habían cambiado. Era la versión fechada en febrero de 1981, y
enseguida me resultó evidente que se habían resuelto todos los problemas
previos. Peoples había hecho un trabajo de primera. Había retocado el
diálogo y corregido los problemas que tenían algunas escenas. Y esa idea de
que los replicantes tuvieran progeria, o envejecimiento prematuro, era una
nueva vuelta de tuerca. Al incluir ese enfoque, prescindir del suicidio de
Rachael y convertir el enfrentamiento final entre Batty y Deckard en una
secuencia conmovedora y maravillosa, además de otros muchos retoques,
Peoples había convertido ese guión en un alma gemela hermosa y simétrica
de mi novela».
Pese a su publicitada denuncia del trabajo de Fancher y a sus alabanzas
por el nuevo coguionista, éste insiste en que sus aportaciones fueron muy
exageradas por el novelista. «Nunca insistiré lo suficiente en que el verdadero
autor de Blade Runner es Ridley Scott —dice Peoples—. La fuerza
motivacional de la película fueron sus ideas y su empuje. Estaba
completamente implicado en todos los aspectos del guión. Por ejemplo,
siempre estuvo muy interesado por el tema de los animales de la obra de
Dick, en eso de que un holocausto había acabado con la mayoría de ellos, que
tener uno era un símbolo de increíble estatus y que la mayoría de la gente
tuviera que conformarse con los sintéticos. Pero nunca conseguimos
destacarlo en el guión, más allá de incluir la breve escena en la calle de los
animoides.
Deckard (Harrison Ford) persigue a la replicante Zhora.
En lo que a Blade Runner se refiere, Mead dice que trabajar con Scott fue
«agradable. Inspirador. Una gran cooperación. Se trabaja muy bien con
Ridley porque yo soy muy visual en mi trabajo y Ridley también. Puede
sentarse y dibujarte su idea. Lo hizo varias veces durante la producción,
transmitiéndome enseguida lo que tenía en mente».
Los dibujos de Scott en aquella etapa inicial se concentraban, sobre todo,
en los automóviles futuristas de la película. El diseño de esos vehículos se
convirtió en el primer encargo oficial de Mead, y fue un trabajo al que se
aplicó con su habitual diligencia.
«Aunque acabé asumiendo una responsabilidad artística más amplia, y al
final diseñaba objetos, escenas callejeras y edificios, al principio sólo se me
contrató para diseñar los automóviles de la película. Realicé cinco diseños
diferentes.
»A medida que los iba desarrollando, no podía evitar situarlos en un
entorno concreto que yo creía reflejaba la estética industrial que había
producido esos coches. Aunque puedo realizar el dibujo de un coche en
solitario, siempre me resulta más creíble si lo sitúo en un entorno palpable, en
una calle real, con edificios redes y gente vestida con ropa futurista creíble.
Algo que cada vez le gustaba más a Ridley.
»Esos entornos futuristas empezaban a conformar el mundo que se quería
crear, y se basaban en la idea de Ridley de “retrofitting”, retroutilización, que
es uno de los conceptos en los que se basa todo el diseño de la película.
También pasó a ser la palabra que más se asociaba con ella; sólo significa
actualizar maquinarias o edificios viejos añadiéndoles elementos nuevos».
Cada vez que Mead tenía claro el diseño de un elemento (ya fuera un
vehículo, un objeto o un decorado), realizaba una ilustración de gouache a
todo color, de 25×37 cm., lo bastante detallada como para satisfacer tanto a
Ridley Scott como al departamento artístico que la empleaba de guía para
construir dicho elemento.
«Ridley tenía una visión muy clara de los coches y necesitaba alguien que
pudiera visualizar objetos mecánicos creíbles al tiempo que complementase
sus ideas. Pero no quería que esos vehículos, o cualquier otra máquina de la
película, destacara por encima de lo demás. Siempre decía que no estábamos
haciendo una película de “máquinas” como 2001. Lo que buscaba era algo
que pudiera poner de fondo, que reflejase un vivir diario, una tecnología con
utilidad funcional, pero lo bastante impresionante como para llamar la
atención del público».
Entre esos elementos de fondo que Mead debía producir se encontraba el
«coche estrella» de Blade Runner, el esbelto spinner (girador) —término
acuñado por Hampton Fancher— que vemos por primera vez en el estilizado
vehículo policial tierra-aire que emplea Gaff para llevarse a Deckard del Bar
de Fideos.
Uno de los primeros spinners diseñados por Syd Mead.
Michael Deeley.
BUSCANDO UN PROTAGONISTA
cott, Deeley, Haber y Fancher empezaron a buscar a los actores que
mejor encajarían con los personajes de la película, ayudados por los
directores de reparto Mike Fenton y Jane Feinberg (un equipo de
notable éxito que se encargó del reparto de las principales películas de
los años ochenta).
El papel más problemático era, por supuesto, el de Rick Deckard, un
papel en el que Fancher pensaba desde cinco años antes de que se pusiera en
marcha la producción propiamente dicha.
«Ya en 1975, cuando intentaba adquirir los derechos de la novela de
Dick, tenía muy claro que el ideal para el papel de Deckard era Robert
Mitchum. La última película en la que le había visto era Adiós, muñeca
(Farewell, my lovely, 1975), donde Mitchum interpretaba a Philip Marlowe.
En esa película mostraba una vulnerabilidad que me gustaba mucho, como
me gustaba que interpretara a ese personaje como alguien con insomnio y
resaca constantes. Estaba el problema de la edad, claro, pero en aquella época
Mitchum seguía pareciendo tener sólo cincuenta años. Un tío muy duro de
cincuenta años. Seguía pudiendo pelear, besar y luchar como el mejor».
Pero cuatro años después, Fancher tenía otra visión de Deckard. «Para
1979 lo veía más cercano a la presentada en el libro: blando, anónimo, un
burócrata. Eso eliminaba a Mitchum». También era consciente de las
exigencias de la taquilla y se daba cuenta de que Deckard «por mucho que yo
estuviera en contra, acabaría pareciéndose al típico detective privado alto y
endurecido que tanto abundaba en los clásicos del cine negro». Por tanto,
entre los primeros actores que sugirió para el papel había nombres como
Tommy Lee Jones o Christopher Walken.
Tommy Lee Jones y Christopher Walken, dos de los actores sugeridos por Fancher para el
papel de Deckard.
»Ridley y Michael empezaron a insistir para que hiciera los cambios. Así
que desaparecí por un par de días y volví con la idea de convertir a Deckard
en un tipo egoísta que tiene muy claro lo que quiere, y mejor que nadie se
interponga en el camino de lo que quiere. En otras palabras, que pasó a ser un
pequeño cabronazo. Eso habría hecho que la transformación moral que sufre
Deckard al final fuese aún más conmovedora».
Encantado con este cambio, Hoffman se enzarzó con Scott, Deeley y
Haber en una serie de reuniones para discutir el guión. La mayor parte de
ellas tuvo lugar en septiembre de 1980, y en ellas Hoffman cuestionó un
montón de cosas y aportó numerosas sugerencias a su personaje en particular,
y al guión en general.
Por ejemplo, por aquel entonces, el guión aún contenía una escena en la
que Batty mataba a toda la familia de Tyrell. Un memorándum fechado del
29 de septiembre de 1980, deja bien claro que fue Hoffman quien dijo que no
le gustaba «la matanza de la familia. Por tanto, habría que considerar la
imagen del Dios solitario». Este punto concreto sí se cambiaría, y en la
película estrenada sólo se vería el asesinato único de Tyrell.
Con una superestrella como Dustin Hoffman a bordo, tanto Scott como
los demás estaban seguros de haber encontrado a su protagonista. Pero, tal y
como ya había pasado varias veces antes con el proyecto, se divisaban
problemas en lontananza.
«Hoffman se implicó durante unos meses —continúa Fancher—. Pero yo
empecé a notar que había partes de la historia que se desviaban hacia lo que
yo consideraba zonas en exceso conocidas. Por ejemplo, Dustin estaba
enamorado de toda la parte de la criogenia. Decía que algún día sería realidad
lo de congelar a las personas con enfermedades terminales antes de que
murieran, para después descongelarlas y curarlas. Era un gran partidario de la
idea. Ridley también se enganchó a la idea. Pero yo no. Me resistía a esos
cambios del guión, me pareció que nos alejaban demasiado del concepto
original. Pero, entonces, Dustin Hoffman abandonó bruscamente la
producción. Y con él esa escena».
Hoffman dejó el proyecto el 16 de octubre de 1980. «La verdad es que
creo que se debió a algo tan sencillo como el dinero», explica Scott. «Por no
mencionar el hecho de que Dustin intentaba cambiar el contenido básico de la
historia para hacer algo con más conciencia social —añade Deeley—. Y
ninguno de nosotros quería que la película se desviara en esa dirección».
HARRISON FORD
Las presiones para encontrar un protagonista se incrementaron. Faltaban
menos de tres meses para empezar el rodaje previsto por Filmways para enero
de 1981, y la necesidad de encontrar un Deckard se convirtió en prioridad
urgente.
Y fue en ese momento cuando Harrison Ford acudió al rescate, emulando
a su personaje de Indiana Jones.
«Nadie recuerda a quién se le ocurrió la idea de contratar a Harrison Ford
—declara Fancher—, pero recuerdo que en aquellos tiempos su nombre
sonaba mucho en Hollywood. No hay que olvidar que aún faltaba un año para
el estreno de En busca del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981). Aún
había mucha gente que pensaba que si bien había hecho un buen trabajo en
las películas de La guerra de las galaxias, sólo era un estupendo actor
secundario».
Pero la frustración al ver que su carrera no iba a ninguna parte hizo que
Ford abandonara la actuación durante cuatro años. En este tiempo trabajó
como carpintero, y remodeló la casa de famosas estrellas de cine. Pero Ford
volvió a la interpretación en 1973. Ese mismo año tuvo lugar el momento
decisivo de su carrera: aceptó una oferta para interpretar al maniático de los
coches Bob Falfa en la película nostálgica de George Lucas, American
Graffiti (1973). El encuentro con Lucas fue un don divino; Harrison Ford no
sólo acabaría obteniendo el popular papel de Han Solo en la subsiguiente
trilogía de La guerra de las galaxias, sino que alcanzaría una popularidad aún
mayor como el arqueólogo aventurero en las películas de Indiana Jones
producidas por él.
Pero Lucas sólo era un miembro más de la llamada «mafia de la
USC[21]», con la que Ford mantendría una fructífera asociación. Por ejemplo,
Ford tenía una aparición breve pero notable en el Apocalypse now (1979) de
Francis Ford Coppola, y en La conversación (The conversation, 1974), de ese
mismo director, tenía un papel secundario como hombre de empresa
amenazador y completamente despreciable. En 1983, Ford se casaría con la
guionista Melissa Mathison, guionista de E.T. (1982) y La llave mágica (The
indian in the cupboard, 1995), con la que viviría con sus hijos en el rancho de
8.000 acres que posee en Montana[22].
Otros trabajos anteriores a Blade Runner fueron Fuerza 10 de Navarone
(Force 10 from Navarone, 1978), La calle del adiós (Hannover Street, 1979)
y El rabino y el pistolero (The frisco kid, 1979). Además de todo este
currículo cinematográfico y de la rumorología que rodeaba a su trabajo en la
película de En busca del Arca Perdida, aún pendiente de estreno, había otros
motivos para que Deeley y Scott consideraran a Harrison Ford el perfecto
Rick Deckard.
Harrison Ford como Indiana Jones, el papel que le
hizo más popular.
Más tarde, aquella misma noche, pregunté a Harrison Ford lo que pensaba
de Ridley Scott, y esa estrella tranquila y nada pretenciosa dijo: «Las
películas de éxito que he hecho siempre tenían algo nuevo. Creo que Blade
Runner también tiene esa frescura. Basta con que mires a tu alrededor; Ridley
ha creado un mundo que no se parece a nada que se haya visto antes».
Desgraciadamente, la cordialidad entre Ford y Scott que se intuye en las
declaraciones citadas no duraría mucho tiempo. Pero esa desgraciada
situación queda para el capítulo IX: Sangre en el plató.
Ya sólo quedaba encontrar a los demás ciudadanos del paisaje futurista de
Blade Runner.
Entre 1967 y 1972 recorrió los Países Bajos con un grupo de teatro
experimental. De allí pasó al cine. Su primer papel fue el de un escultor
radical en la película Delicias turcas (Turkische fruchte, 1972) de Paul
Verhoeven, nominada en 1973 al Oscar a la mejor película extranjera. A
partir de ese momento se especializaría en papeles de librepensadores
lujuriosos. Antes de trabajar en Blade Runner, el actor había colaborado ya
en unas diecisiete películas, incluyendo el papel del despreciable terrorista
Wulfgar (un papel de villano abucheable) en la cinta interpretada por
Silvestre Stallone Halcones de la noche (Nighthawks, 1981). El actor también
participaría en otras dos películas dirigidas por Verhoeven: Vivir a tope
(Spetters, 1981) y la ganadora de un Oscar Eric, oficial de la reina (Soldier of
orange, 1978), donde interpretaba a un valiente soldado de la resistencia
holandesa durante la Segunda Guerra Mundial. Fue esta última película la
que llamó la atención de Scott lo bastante como para contratarlo.
Cuando hablé con Hauer en su inmaculado yate anclado en el muelle de
Los Angeles, una húmeda noche de octubre en 1995, el actor (que tiene el
mismo aspecto en persona que en la pantalla, exceptuando sus manos,
enormes y fuertes), demostró ser una persona fascinante. «Rutger es un
hombre muy agradable —recuerda Ridley Scott con aprecio—. Muy
agradable».
Y así es. Al principio se mostró cauto, pero a medida que se iba relajando
demostró ser una persona culta y detallista, cálida a la vez que auténtica, con
un malicioso sentido del humor y un brillo rebelde en los ojos. Su acento
holandés ha quedado casi sustituido por otro americano, y sólo algún desliz
ocasional delata su origen europeo.
Sentados a la luz del crepúsculo, rodeados por un tranquilo silencio
puntuado sólo por el ocasional grito de una gaviota o el sonido de la campana
de un barco, le pregunté por qué creía que Roy Batty seguía siendo un
personaje tan cautivador para el público de todo el mundo. Hauer sonrió y
replicó:
«El mayor truco que empleó Ridley con Roy y con los demás replicantes
fue decirnos desde el principio a todos los androides que nos relajáramos y
nos pusiéramos cómodos. Que nos divirtiéramos e hiciéramos que los
replicantes resultasen gente agradable. Y eso hicimos. Creo que en eso radica
su atractivo».
«Los temas centrales de Blade Runner son básicamente morales —señala
el productor Michael Deeley—. ¿Deben matar los replicantes para obtener
más vida? ¿Debe matarlos Harrison Ford sólo porque quieren existir? Éstas
son las cuestiones que acaban complicándole la vida a Deckard… Sobre todo
cuando a su vez se ve implicado con una replicante».
El nombre de esa replicante es Rachael, y para muchos seguidores de
Blade Runner, Sean Young es un icono de cine negro: imposiblemente
hermosa y fría, pero emocional, misteriosa y sensible a la vez.
Sean Young (Rachael).
No quisiera que el lector crea que concedo a los cuatro primeros actores
un lugar privilegiado respecto a los demás mencionados; todos ellos recibirán
la misma atención y espacio en los siguientes capítulos.
Pero ahora toca mencionar a esos trabajadores igualmente importantes
que se movían al otro lado de la cámara: el equipo técnico.
Entre ese personal se contaba el director de fotografía Jordan
Cronenweth, quien dijo que «razonamos que esos “haces de luz” que
entraban en las casas procedían de naves futuristas»; el montador Terry
Rawlings; el jefe de atrezo Terry Lewis, que convirtió un rifle austríaco
Steyr/Mannlicher en la pistola de Deckard; los diseñadores de vestuario
Charles Knode y Michael Kaplan; el especialista en vehículos Gene Winfield,
que construyó veinticinco vehículos funcionales a tamaño natural para llenar
las calles de BR; el supervisor de efectos especiales físicos Terry Frazee; el
ingeniero de efectos de sonido Peter Pennel, que, a petición de Ridley Scott,
recicló para el apartamento de Deckard un «zumbido» que se oía en Alien; el
jefe de especialistas Gary Combs, el supervisor de maquillaje Marvin G.
Westmore, ayudado por Peter Altobelli y Jack Obringer. El maquillaje a base
de prótesis no acreditado en la película fue obra de Michael Westmore[23]
(hermano menor de Marvin) y de John Chambers, ganador de un Oscar por
su trabajo en El planeta de los simios (Planet of the apes, 1968).
Joe Turkel (Tyrell).
RIDLEYVILLE
Ridley Scott había concebido la metrópolis de Blade Runner, futurista y
llena de asiáticos, como un vasto centro urbano compuesto por dos ciudades
gigantes que habían crecido hasta encontrarse una con la otra. Una de ellas
era Nueva York. De hecho, Syd Mead había tenido en mente la línea del cielo
de Manhattan a la hora de crear sus diseños en la preproducción, y Scott
estaba impaciente por incluir el edificio Chrysler de esa ciudad (de estilo Art
Deco y por el que el director siente un aprecio particular) en una escena de la
película.
De ese modo, y partiendo tanto del concepto de «megalópolis» como del
deseo inicial de Scott de rodar en calles reales, Michael Deeley y él buscaron
localizaciones en diferentes ciudades. Entre éstas se contaban Nueva York,
Atlanta, Londres «y una enorme mansión situada cerca del aeropuerto Logan
de Boston, que acabó por no tener la altura deseada por Ridley», dijo Deeley.
Pronto fue evidente que la complicada logística y la relativa falta de
control que imponía un rodaje en esas localizaciones, por no mencionar el
riesgo de que los residentes estropearan o desmantelaran los complejos
decorados que habría que añadir a las tres o cuatro manzanas de ciudad que
Scott creía necesitar para rodar adecuadamente la película, suponían un
riesgo económico demasiado elevado para la compañía. Por tanto, en
septiembre de 1980 se decidió que la mayor parte de los exteriores se
rodarían en el plató de un estudio.
Esta decisión tuvo como consecuencia un pequeño hito dentro de la
historia del cine: su principal decorado acabaría siendo uno de los decorados
de exteriores más grandes y detallados que se han construido nunca en un
estudio.
Irónicamente, el decorado principal se retroutilizó sobre uno ya existente,
el de la vieja calle de Nueva York, un decorado fijo localizado en lo que por
aquel entonces se conocía como estudios Burbank (hoy Warner Brothers). La
vieja calle de Nueva York, que acabaría siendo el principal lugar de rodaje
durante toda la filmación, tiene una historia larga y venerable. Se construyó
en 1929 y en ella se filmaron numerosos clásicos del cine negro, como El
halcón maltés (The maltese falcon, 1941) y El sueño eterno (The big sleep,
1946). Una coincidencia que seguramente conmovería el corazoncito de
cualquier aficionado al cine negro, ya que eso implicaba que Harrison Ford
perseguiría a asesinos replicantes por las mismas calles que una vez
recorrieron el acelerado Jimmy Cagney y el irónico Humphrey Bogart.
Por supuesto, todos estos detalles estaban controlados de cerca por los
financieros de Blade Runner. En lo más alto de la estructura financiera
estaban Warner Brothers y Alan Ladd Jr., pero los fiscalizadores de a pie, los
que se movían en las trincheras, los que controlaban el dinero que se gastaba
a diario, eran, entre otros, Michael Deeley, Katy Haber e Ivor Powell. Bud
Yorkin y Jerry Perenchio, de Tándem, también tenían mucho interés en que
no se disparasen los costes de producción[25].
Cuando este autor se paseó por Ridleyville en 1981, pudo darse cuenta de
que los diseños en dos dimensiones creados por Mead, Paull y Scott se
habían traducido fielmente a las tres dimensiones. Había grandes montones
de papel mojado (basura retroutilizada) por todas partes. Las entradas de
metro descendían unos escalones en el suelo, antes de terminar bruscamente
en delgadas paredes de madera. La retroutilización estaba presente en todo,
especialmente en las gruesas tuberías corrugadas que culebreaban, brotando
de las aceras para ascender por la fachada de los edificios. Por encima de la
babel de instrucciones que se gritaban eléctricos y operarios de grúa, se oía a
los extras que interpretaban a punkis de nueva ola (algunos llevando paraguas
de asas luminosas), y que estaban casi tragados por la mayor cantidad de
extras asiáticos. Muchos de éstos vestían trajes apijamados viejos y raídos,
indicación de su bajo nivel social dentro de la metrópolis futurista.
Este escritor notó, al continuar su paseo por las calles de Ridleyville, que
también se habían añadido detalles nuevos a los vehículos de Gene Winfield.
Por ejemplo, el interior de muchos de ellos estaba polvoriento, y los
expuestos sistemas electrónicos del motor (para facilitar su reparación)
estaban adecuadamente engrasados. Al mirar la parte de atrás de un coche de
policía volador pude ver una placa metálica soldada a la carrocería del coche
donde se leía «Spinner», tal y como se identifican hoy en día los Camrys,
Accords y Lexus, A continuación apareció un enorme camión de limpieza
amarillo con la palabra «desinfectante» pintada en el parachoques con letras
estilizadas. El sistema de autobuses de Los Angeles del futuro, representado
por dos vehículos de transporte público muy retroutilizados, podía
identificarse por carteles donde decían pertenecer al grupo «Megatrans»
(carteles más pequeños en las puertas frontales de esos vehículos avisaban
que «El conductor va armado; no lleva dinero»).
Ese tono decididamente inhóspito tenía su continuación incluso en
elementos normalmente inocuos, como los parquímetros, que en las calles de
Ridleyville estaban hechos de fibra de vidrio moldeada. Estos mazacotes
cuadrados culminaban en una cúpula de plástico que brillaba con luz verde
mientras quedara tiempo en el parquímetro, y roja cuando se había acabado
éste. Los pagos se realizaban insertando una tarjeta de crédito de tiras
metálicas, si bien la inflación persistía también en el futuro y el minuto de
aparcamiento costaba 3 dólares. Pero lo que más llamaba la atención era la
letra pequeña de esos parquímetros. Al acercarme más, pude leer:
«¡CUIDADO! ¡PELIGRO! Si usted manipula este parquímetro su sistema
eléctrico podría matarle».
No todos los objetos relacionados con el tráfico eran igual de letales. En
Ridleyville también se veían gruesos pilones metálicos con múltiples
pantallas de vídeo estratégicamente situadas en cada cruce de calles. El
equipo de BR los llamaba «traficadores», y eran obra del departamento de
atrezo de Warner Brothers; eran semáforos futuristas de cuatro caras. Los
traficadores no sólo le decían a vehículos y peatones cuándo debían avanzar o
detenerse, sino que también transmitían un flujo constante de información
videograbada referente al estado del tráfico, noticias varias e informes
meteorológicos[26]. Otro ejemplo de la obsesión por los detalles de Scott
radicaba en que algunas de esas pantallas estaban preparadas para recibir
imágenes de vídeo en el momento de la filmación. En lo que se refiere a su
construcción, los traficadores estaban hechos sobre todo con piezas de
aviones, misiles y unidades de radar rescatadas de la base de las fuerzas
aéreas de Monthan. Estaban recubiertos con poliuretano de alta densidad, y
los marcos de las videopantallas provenían de los radares de un bombardero.
Otra visión de Ridleyville. Al fondo puede apreciarse la chica de neón con el sombrero
vaquero.
Neones aparte, el rasgo dominante de Ridleyville era la lluvia. Mucha
lluvia. La visión futurista de Scott incluía una perpetua lluvia ácida causada
por la industrialización descontrolada y el peor de los efectos invernadero.
Para simular de forma convincente ese chaparrón se había instalado un
complicado sistema de aspersores a unos siete metros de altura. Pero si en la
mayoría de las producciones se conforman con usar un único aspersor, Scott
y compañía emplearon más de siete para simular una lluvia torrencial (que
requería largos periodos de espera entre toma y toma para sincronizarla y
prepararla). El constante conectar y apagar ese sistema de lluvia tuvo como
consecuencia que el plató fuera frío y húmedo.
Un último toque acuático para las muchas escenas de lluvia consistía en
que Scott hiciera sonar por los altavoces una música lenta e inquietante que
ayudaba a actores y técnicos a meterse en la atmósfera construida con tanto
esfuerzo. Un ambiente melancólico que conseguía convertir Ridleyville en
Blade Runner.
Ahora, este libro pasará a examinar, escena por escena, cómo se creó
Blade Runner a lo largo de su rodaje. Al ser el capítulo más largo del libro,
he decidido prescindir de cualquier método ortodoxo para presentar la
enorme cantidad de información que viene a continuación. El resto de este
capítulo está compuesto por párrafos descriptivos que se alternarán con citas
entre comillas para así transmitir mejor el esfuerzo realizado por el reparto y
el personal técnico a lo largo del rodaje.
Considérese, pues, este capítulo como un «archivo de datos» de Blade
Runner. Algo que el lector puede hojear o releer a voluntad.
Los iris humanos que se ven en las máquinas V-K no pertenecían a los
actores. En realidad eran imágenes de archivo de la biblioteca de imágenes de
ojos humanos de una compañía inglesa llamada Oxford Scientific. Se
hicieron algunas pruebas filmando los ojos de algunos actores (incluyendo
los de Brion James), pero se decidió que sería menos caro conseguir material
de archivo que tener que filmar esos primeros planos. Por eso los ojos azul
verdosos de James parecen marrón verdosos en el monitor del V-K.
Los gráficos que se ven en el analizador eran imaginería de vídeo
diseñada por John Gilman, de EEG.
Tras disparar a Holden por primera vez, el segundo disparo hace que el
blade runner atraviese la pared del despacho anexo.
El coordinador de especialistas, Gary Combs, explica: «Fui yo quien
dobló a Holden en la silla cuando éste atraviesa la pared. Si te fijas bien,
verás que tengo una pistola en la mano; Holden intenta disparar antes que
León, pero no lo consigue.
»La silla de Holden estaba sujeta a un cable activado por un mecanismo
diseñado por Terry Frazee para hacerme atravesar una pared preparada de
antemano. Pero la toma no está rodada a menor velocidad, sino que se rodó a
velocidad normal[30].
»También fue mucho más difícil de hacer, y más duro para mí, de lo que
parece. Pusimos en el abrigo algo de ácido para que pareciera que la bala de
Holden me había atravesado, haciéndome un agujero humeante. Parte del
ácido atravesó la tela y me ampolló la piel. Me dolió bastante».
Deckard (Harrison Ford) en el bar de tallarines junto a Gaff (Edward James Olmos).
Según Lawrence Paull, «la idea del bar de tallarines nace de una cadena
de hamburguesas en la que me encantaba comer de pequeño. Se llamaba
White Castle (Castillo Blanco). Llamamos a nuestra versión El Dragón
Blanco. De ahí viene el neón con el dragón que se ve, es el logo del lugar. De
hecho, hasta pusimos unos cuantos carteles de El Dragón Blanco dentro del
mismo local, pero no sé si pueden verse en la película».
Respecto a las masas de humanidad de clase baja que se ven en las
escenas del bar de tallarines, Hampton Fancher nos cuenta que «las
multitudes reflejan la rígida jerarquía social del mundo en que vivimos. Toda
la distopia que se ve en BR existe desde los primeros guiones, porque
proviene del libro de Dick. Yo me limité a conservarlo en mis borradores.
»Blade Runner siempre pretendió ser un grito de alarma. Para empezar, se
rodó en los inicios de la era Reagan. Y a mí me aterraba Ronald Reagan y
todo lo que defendía. En cierto sentido, toda esa política cruel que se intuye
en la película es mi réplica al reaganismo».
Jordan Cronenweth dijo a este autor en 1981 que las asas luminosas de
los paraguas de los extras tenían una doble función: por un lado, les
iluminaba el rostro, permitiendo que se les pudiera fotografiar; y, por otro,
porque, dentro de la historia, servían de linternas para que sus portadores
pudieran encontrar su camino por las calles oscuras y lluviosas del año 2019.
Sobre la arquitectura que rodeaba el bar de tallarines, David Dryer,
supervisor de efectos especiales, dice: «algún día quiero coger fotogramas de
Metrópolis (1927) de Fritz Lang y de BR y compararlas, porque hay mucho
de Metrópolis en Blade Runner. Por ejemplo, en esos paisajes de ciudades
que se ven antes de que nos presenten a Deckard, y en la iluminación del
despacho de Tyrell. Hasta empleé fotos de Metrópolis cuando construía las
miniaturas de edificios, cosa que se explica con más detalle en el capítulo X».
«En las primeras versiones del guión, Gaff era un personaje muy
secundario —explica Hampton Fancher—. Yo me limité a identificarlo con
una palabra —un “gaffe”, un error— y después pensé en un personaje a la
altura. Hice que fuera medio mejicano porque yo también soy chicano en
parte. Fueron Eddie Olmos y David Peoples los que de verdad le dieron
sustancia».
Como dice Fancher, el personaje lo interpretaba Edward James Olmos.
Mejicano-americano nacido el 24 de febrero de 1947 en el Este de Los
Angeles, Olmos era conocido antes de esta película por dos trabajos. Uno,
Lobos humanos (Wolfen, 1981), una película intelectual de hombres lobos
donde interpretaba a un nativo americano que trabaja de obrero de la
construcción. El segundo fue el papel de «Ed Pachuco» en la película Zoot
Suit, también de 1981, basada en la obra de teatro del mismo título y que
tocaba el tema de las revueltas de «Sleepy Lagoon» que tuvieron lugar en Los
Angeles a finales de los años cuarenta. Posteriormente se haría mundialmente
famoso por su papel de «detective Castillo» en la serie Corrupción en Miami.
Entre los cuatro spinners a tamaño natural construidos por Gene Winfield
y su equipo se encontraba el que llamaron «spinner volador». El coche ligero
y de tamaño natural costaba 30.000 dólares y, colgado de una grúa fuera del
encuadre, simulaba volar.
«Justo antes de que Gaff despegue —comenta Terry Rawlings—, hay una
toma de un monitor situado a bordo del spinner donde pone “Purge”. Es parte
de los gráficos creados para un monitor de Alien que se ve cuando Sigourney
Weaver escapa de la nave nodriza en el vehículo auxiliar. A Ridley le gustaba
cómo habían quedado esos gráficos, y empleamos el negativo original de la
imagen para hacer un nuevo positivo y pasarlo mediante vídeo a un monitor
del spinner».
Walsh dice que Ridley Scott también tenía una idea muy clara de cómo
era el personaje, y fue quien le pidió que se dejara patillas y bigote. «Ridley
me dijo también que Bryant tenía el estómago hecho polvo. Por eso ofrece a
Deckard dos vasos de whisky: le gusta ver beber a los demás porque él no
puede hacerlo».
Brion James: «Hay quien pregunta por qué me hace Holden una prueba
con el Voigt-Kampff si la policía ya tiene grabaciones de León y sabe qué
aspecto tengo. La explicación es que la policía consiguió las cintas después
de que yo matase a Holden. En el momento de mi prueba V-K, la policía no
tenía tanta información sobre nosotros. Holden intentaba encontrarme».
HOLDEN Y EL HOSPITAL
Estaba previsto que, tras la reunión con Bryant, la acción se trasladaría a
una de las dos escenas donde se ve a Deckard visitando a Holden (que no
murió en el ataque de León) en un hospital futurista.
La primera escena de hospital (identificada como escena 13 en el guión
de rodaje del 23 de febrero de 1981) presentaba a Holden metido dentro de
una especie de sarcófago cerrado, un «pulmón de acero» donde leía una copia
electrónica de La isla del tesoro. Los dos blade runner mantenían entonces
una conversación referente al interrogatorio de León, sobre por qué le disparó
éste, y al hecho de que una autopsia efectuada sobre uno de los replicantes,
muerto al intentar entrar en la Corporación Tyrell, revelase que el androide
era fisiológicamente casi idéntico a un ser humano.
RACHAEL Y TYRELL
El despacho de Tyrell, donde Deckard conoce a Rachael (Sean Young) y
le hace la prueba con la máquina V-K, es uno de los decorados más
impresionantes de los cuarenta y siete que componen la película. «El
despacho era gigantesco —recuerda Lawrence G. Paull—. El único decorado
semejante con el que se le podría comparar es el del despacho de Edward G.
Robinson en Hampa dorada (Little Caesar, 1930)».
El despacho es vasto, desnudo e intimidatorio, la encarnación física de la
influencia de la Corporación Tyrell, la firma de ingeniería genética que es
uno de los monopolios corporativos más poderosos del año 2019. El
despacho medía veintitrés por veintitrés metros y tenía columnas de siete
metros de alto y una enorme ventana. «El despacho se construyó a una escala
inhumana —sigue diciendo Paull—, empequeñecía a la gente que estaba en
él, que es justo lo que queríamos decir del principal personaje que lo
habitaba».
El diseño del despacho también puede interpretarse como una declaración
social. El decorado tiene una gran cantidad de espacio vacío, mientras que en
la base de la pirámide Tyrell, las masas que se mueven por la calle luchan por
cada metro cuadrado de su «espacio vital».
Brion James: «En la escena del cuarto de baño falta un detalle que fue
una pena que no saliera.
»A Ridley se le ocurrió que cuando Harrison entrara en el baño, la cámara
filmase un contrapicado y que me descubriera a mí agarrado al techo. La idea
era que Deckard me había sorprendido en mi casa, y que yo me escondía en
el techo empujando pies y manos con fuerza contra las cuatro esquinas de la
habitación. Yo estaría allí, colgado como una araña, mirando hacia abajo, sin
que Deckard conociera mi presencia. Habría sido una de las escenas más
aterradoras del mundo.
»Construyeron un techo falso en el baño del Pan-Am para que yo pudiera
enganchar brazos y piernas en unos salientes ocultos, y pasarme allí colgado
toda la noche si hacía falta. Pero se les acabó el tiempo y no pudieron volver
a rodar allí. Así que en vez de eso me filmaron en una calle del decorado de
Burbank, con cara de estar mirando a la ventana de mi habitación».
Storyboard del registro del apartamento de León.
Al salir del baño, Deckard descubre unas fotos en un cajón. Según Brion
James, esas fotos «revelan que León consideraba a los demás replicantes
como su familia. Por eso lo interpreté muy cabreado por haber perdido las
fotos. ¡Eran las fotos de su clan! Queríamos que el público creyera que los
replicantes echaban de menos lo de tener una familia, y que por eso solían
mantenerse juntos, para tener una familia sustituta».
«Me resulta extraño hablar de Blade Runner tras tantos años —le dijo
Hauer a este escritor en 1995— porque la película trata de los recuerdos. Y
nuestros recuerdos son emocionales; la mayoría de las veces recordamos las
cosas basándolas en sentimientos, no en hechos.
»Pero recuerdo que me preocupaba el aspecto que tendrían esos
replicantes. En aquella época lo tópico eran las caras pintadas al estilo Star
Trek, cosa que no me convencía nada. Pero entonces Ridley me convenció de
que los replicantes deberían ser como seres humanos normales.
»Roy Batty era un papel importante y complejo para mí. Disfruté con el
reto de interpretar a ese ser de cuatro años de edad, disfruté con esa atmósfera
y esos decorados maravillosos y con el talento de Ridley. Pero Ridley y yo
apenas hablamos sobre mi interpretación. A veces me decía cosas como
“¿podrías ser ahora algo menos desagradable, o un poco más?”. Nunca
necesitamos hablar mucho, dado que nos comprendíamos muy bien».
El equipo de Blade Runner pasó dos días en ese gélido ambiente, tras
cuatro días previos esperando a que se formaran los carámbanos que querían
que aparecieran en diversas partes del decorado. Unos carámbanos
trabajosamente creados por el equipo de Terry Frazee, añadiendo
manualmente sucesivas capas de agua sobre los objetos dispersos por el
cuarto.
Los ojos que se ven en el Iglú de Chew son de todo tipo; los más cercanos
a la cámara son ojos de cordero comprados en una carnicería cercana,
mientras que los que no eran enfocados de cerca eran ojos artificiales
comprados en Max Factor de Hollywood[38]. Los tanques donde se
almacenaban los ojos eran simples peceras.
Brion James: «Al meter la mano en esa solución y después olfatearla, soy
como un niño en una tienda de golosinas, hurgándolo todo. Es parte del
intelecto de nivel C de León; es muy curioso».
Terry Frazee recuerda que «llenamos el tanque comprando cientos de
palitos de Cyalume —ya sabes, esos palos de plástico que rompes y sacudes
para que brillen—, y vaciándolos dentro. Descubrí que su composición
química era lo bastante segura como para poder meter la mano en ella. Y
después iluminamos el tanque con luz negra para hacer que la mano de Brion
brillase en un tono aún más raro».
James Hong: «Aunque creo que es una película increíble, hipnótica, tengo
sentimientos encontrados respecto a mi labor en ella. Una de las cosas que
me entristece es una escena que nunca llegó a filmarse. Se suponía que
Harrison Ford acudiría más tarde al laboratorio de Chew, acompañado de
algunos policías, y me encontraba congelado. Entonces uno de ellos chocaba
accidentalmente conmigo y yo caía al suelo rompiéndome en mil pedazos.
»Pero ésas son añoranzas de un actor que quiere tener una escena más. Lo
que encontraba entonces más incómodo eran las condiciones de trabajo y la
atmósfera en general, ya que actuábamos en las circunstancias más tensas en
las que he trabajado nunca. El equipo intentaba rodar en dos días lo que
estaba previsto para cinco, ya que los jefazos presionaban para que se dieran
prisa. Así que en aquel decorado siempre había mucha agitación. No sólo
empezaban a congelarse las cámaras, sino que en cuanto se cerraba la puerta
los focos empezaban a desprender gas y todo el mundo se mareaba. Y al final
del segundo día, íbamos tan retrasados que en la calle había una cola de
camiones congeladores esperando impacientes para volver a meter la carne en
la cámara frigorífica. A pesar de todo ello, conseguimos terminar la escena».
EL APARTAMENTO DE DECKARD
El túnel que recorre Deckard para llegar a su apartamento es una
localización real. El pasaje está situado en la Calle Dos de Los Angeles, entre
Hill y Figueroa, y se le conoce localmente como el «túnel de la Calle Dos».
Las baldosas de cerámica que brillan de forma tan extraña no fueron
instaladas por el equipo de producción de BR, sino que son parte integral de
ese túnel construido en 1924 que aún existe y que ha servido de localización
para diversas películas, entre las que se encuentra Terminator (1984).
PRIS Y SEBASTIAN
Pris, interpretada por Daryl Hannah, es presentada caminando por una
calle, envuelta en la noche y pasando ante dos objetos extraños. El que queda
a la izquierda de la pantalla es un Traficador, el de la derecha un coche de
limpieza de calles (el mismo vehículo que después se emplea en la escena
donde León atraviesa de un puñetazo el lateral de un camión, durante su pelea
con Deckard).
Esta escena, como todas las siguientes, se rodó en el centro de Los
Angeles, en el cruce entre la Calle Tercera y Broadway (frente al edificio
Bradbury).
«Yo había escrito toda una escena para explicar cómo entraba Pris en casa
de Sebastian —explica Peoples—. J.F. salía de su apartamento para dar de
comer a un gato. Pero en el cuenco hay algo oscuro y espeso en vez de leche.
Entonces el gato se queda inmóvil mientras lame el líquido. No se sabe lo que
pasa hasta que Sebastian abre el gato para cambiarle las pilas y que así pueda
seguir lamiendo eso, que resulta ser aceite. Pero, mientras, Sebastian no había
cerrado la puerta y Pris se cuela dentro del Bradbury».
EL ESPER
Al principio de la escena donde Deckard usa el esper para escanear
digitalmente la foto de León, dos «haces luminosos» entran por la ventana del
apartamento. Esas dos luces eran focos de xenón de los que se usan en galas
nocturnas y acontecimientos deportivos.
La punta del capullo de marihuana, que en la película era una escama de serpiente.
En versiones anteriores del guión, The Snake Pit iba a ser un teatro
decrépito en vez de un club nocturno, y se buscó una localización para esa
escena: el interior art-déco del cine Wiltern de Los Angeles.
Deckard se pone a hablar con Taffey Lewis, dueño de The Snake Pit,
interpretado por Hy Pyke.
Cómico veterano con muchas horas en el escenario y actor secundario,
Pyke ha aparecido en películas de medio y bajo presupuesto como Nightmare
in blood (1978), The first nudie musical (1976) y Vamp (1986). También se le
puede ver en la demencial Dolemite (1975), y en el muy bien hecho pero
poco visto «cuento de hadas para adultos» Lemora: A child’s tale of the
supernatural (1973), donde Pyke interpreta al conductor zombi de un autobús
rural.
Taffey Lewis (Hy Pike).
Dibujo de Syd Mead para el baile de Zhora en el The Snake Pit, que no llegó a rodarse por
falta de presupuesto.
«El número de baile de Zhora iba a tener lugar en una plataforma elevada
llena de arena y dunas —dice Joanna Cassidy—. Al principio se vería a los
granos de arena de una duna moverse como agitados por el viento, pero
entonces la cámara retrocedía y veíamos que esos granos de arena formaban
una silueta humana, yo. Yo me apartaba de la duna y alargaba la mano hacia
una serpiente que salía de debajo de la arena. La lengua de la serpiente se
movía en dirección a mi mano, yo cogía al animal y empezaba a bailar».
ZHORA
¿Por qué aceptó una actriz consolidada como Cassidy interpretar un papel
tan relativamente pequeño?
«Una de las cosas que me fascinó del personaje fue la serpiente. Y es que
hubo un tiempo en que yo tenía serpientes; de hecho, llegué a tener más de
seis. Solía patinar por el paseo marítimo de Venice llevando una en los
hombros».
»Y me dije: “Hmm, la vida imita al arte”… y me di cuenta de que, dado
que soy una mujer atlética y que estoy familiarizada con las serpientes, nadie
podría interpretar ese papel mejor que yo. No con la misma facilidad y
comodidad que yo. Y buena parte del papel de Zhora consistía en eso.
También leí cosas sobre bailarinas exóticas con serpientes. Sabía, por
ejemplo, que algunas bailarinas suelen taparles a las serpientes los genitales y
el ano para que no haya accidentes durante su actuación. Cosa que me
pareció horrible, porque eso las enfurece.
»Si mezclas todos esos elementos del personaje con las constantes de mi
vida, resultaba inevitable que acabase por aceptar interpretarlo».
Un paciente Deckard espía a la poco vestida «Srta. Salome» (Zhora)
cuando ésta camina entre bastidores al acabar su función. Tras afirmar que
pertenece a la «Federación Americana de Artistas de Variedades», Deckard
sigue a la replicante hasta su camerino.
La escena en el camerino requirió tres noches de rodaje. El «vestido» de
Cassidy consistía en pintura corporal morena, una serpiente envolviéndole los
hombros, multitud de lentejuelas pegadas al cuerpo y poco más. Según
Marvin Westmore, «el proceso de maquillaje requería cada día el trabajo de
cuatro personas durante tres horas».
Los pezones y el pubis de Cassidy se taparon con tres pequeños trocitos
de plástico, y una chica de «maquillaje corporal» procedía a aplicarle una
capa de pintura color café por todo el cuerpo. «Después, los tres creábamos
ese cuerpo celestial con lentejuelas de tres tamaños diferentes que se pegaban
con una mezcla de látex», termina de explicar Westmore. El toque final era la
aplicación en el pelo de ingentes cantidades de gel para domar los cabellos
normalmente sueltos de Cassidy, y así peinarlos hacia atrás.
Zhora sale corriendo del The Snake Pit por la salida de artistas.
«Ni los héroes más cínicos del cine negro son capaces de hacer eso —
comenta Cassidy—. Un hombre que dispara por la espalda contra una mujer
indefensa es algo que resulta bastante injusto. Pero ésa fue la decisión tan
poco corriente que tomó Ridley. Puede que no me gustase, pero sabía que eso
afectaría de forma muy interesante al público[44]».
Los disparos letales de Deckard alcanzan a Zhora cuando ésta se abre
paso a través de una serie de grandes cristaleras que separan diversos
escaparates de un centro comercial futurista (iluminados mediante el sistema
de quitar unos cuantos neones de la calle y colocarlos en esos escaparates,
simulando cada uno de ellos un ambiente diferente: maniquíes casi desnudos
en una sección, muñecos discretamente cubiertos en otra, nieve cayendo en
un tercero)[45].
Aunque Cassidy y Ford habían hecho todas las escenas sin dobles,
incluyendo aquéllas donde Zhora es alcanzada en la espalda por los disparos,
se consideró necesaria la presencia de un especialista para la «escena del
centro comercial», por el peligro que podía sufrir Cassidy al caérsele encima
los cristales rotos.
La mujer que dobló a Joanna Cassidy en esta escena fue Lee Pulford, una
especialista solicitada expresamente por la actriz, porque ya la había doblado
anteriormente. En lo que a los cristales se refiere, estaban compuestos por una
mezcla de diversos productos (incluyendo el plástico) que dan lo que en la
industria del cine se conoce como «cristal falso». Según Terry Frazee y Gary
Combs, los paneles de cristal falso se fabricaron en el departamento de atrezo
de Warner Brothers, y en la época del rodaje fueron los más grandes que se
habían fabricado nunca para una película.
«Hicimos dos tomas en tiempo real de toda la escena del centro comercial
—recuerda Combs—, Ridley decidió rodar con cámara lenta a Lee
atravesándolo todo. Era una escena bastante complicada de preparar y rodar,
ya que requería mucha coordinación entre los actores y los demás
departamentos que intervenían en la película. Creo que dedicamos una noche
entera a la escena, porque nos llevó mucho tiempo reemplazar tanto cristal.
Otro problema consistió en que hubo que fabricar los paneles con un grosor
mayor del normal para que pudieran conservar la forma. Lee los golpeó con
bastante fuerza y se hizo un corte en una pierna, pero quedó muy bien».
Zhora yace muerta en la acera, rodeada de astillas de cristal.
Una de las quejas más comunes entre los aficionados a Blade Runner es
que se nota que la mujer que se estrella contra los cristales es una especialista
y no Joanna Cassidy. Gary Combs defiende este momento visualmente
revelador, asegurando que «cuando un director decide emplear la cámara
lenta en una escena como ésa, y mantiene el plano durante mucho tiempo,
siempre se corre peligro de que el público se dé cuenta de que es un
especialista».
«Para nosotros siempre fue muy obvio que esa especialista no era Joanna
—añade Kathy Haber—. De hecho, la escena siempre me pareció espantosa.
Pero no teníamos mucho margen con el que actuar. Cuando rodamos esa
escena ya teníamos a los de Tandem echándonos el aliento en el cuello, y no
había ni tiempo ni dinero para volver a rodarla entera».
Zhora yace muerta en la acera, rodeada de astillas de hermoso cristal
reflectante. Sus latidos, que se paran de golpe, están muy presentes en la
banda sonora. Cuando un policía le gira la cabeza, vemos que lleva en el
cuello el mismo tatuaje que localizó Deckard en la foto de León.
Justo antes de ser atacado por León, Deckard compra una botella de
Tsing-Tao (una bebida alcohólica china) en un bar que hay en la acera.
Durante un rato se aprecia que tiene un corte en la mejilla derecha. Pero
durante la pelea con León el corte desaparece (igual que la botella de Tsing-
Tao), para reaparecer luego.
Véase el Apéndice C para una explicación completa de Terry Rawlings
sobre las razones para montar así toda esta escena.
David Dryer, cosupervisor de efectos especiales: «Hay una escena que los
técnicos de efectos especiales ópticos sentimos mucho no llegar a hacer, y
que hubiera ocurrido durante la pelea entre León y Deckard. Debíamos hacer
una pintura matte de un gigantesco edificio situado justo detrás de ellos. En él
se veía un cartel animado con una mujer oriental que los miraba y
reaccionaba ante lo que ellos hacían. Debía estar fumando y actuando como
si viera una pelea televisada.
»Se suponía que eso debía producir cierta sensación de opresión, que esos
carteles vigilaban constantemente a todo el mundo fuera donde fuera. Pero a
Harrison no le gustaba la idea. Ridley y yo queríamos un plano máster de casi
toda la pelea en un único plano secuencia rodado con la cámara de 65 mm.
para efectos especiales. Lo necesitábamos para poder añadirle luego el efecto
del cartel animado. Eso significaba que Harrison tenía que repetir muchas
veces la pelea completa, lo cual resultaba agotador.
»Pero el negativo que teníamos del plano máster se expuso
accidentalmente a una luz blanca en los laboratorios de la MGM, y se
destruyó. Así que no pudimos hacer la escena. Fue una desgracia; habría sido
la guinda de la película, la verdad».
Según Terry Rawlings, «después de que Deckard se lave la cara, sale del
baño y, por un breve instante, ves cómo le brillan los ojos. Como los de un
replicante. Toda esa escena iba a ser mucho más larga; Rachael se quedaba
mirando cómo se lava y se seca Deckard, estudiándolo, analizándolo, hasta
que se aparta del lavabo. Pero tuvimos que acortarla por cuestiones de
tiempo. Fue una pena porque era un momento maravilloso».
La melodía que Rachael toca en el piano de Deckard tiene una historia
interesante. Según Rawlings, que eligió la música temporal para esta escena y
estuvo al tanto de su posterior cambio en la banda sonora, «era una variación
de los movimientos lentos del concierto para piano de Ravel. Yo toqué esa
pieza para Sean y Ridley antes de que rodaran la escena, y Sean la imitó
visualmente para que yo pudiera hacerla funcionar en la sala de montaje. Pero
entonces hicieron que Vangelis compusiera una pieza de piano para ella, lo
cual obligó a cambiar el montaje, porque utilizó una variación del décimo
tercer nocturno de Chopin, que es lo que se oye en la copia final.
»También hay una pequeña anécdota relacionada con Harrison y esta
escena que no ocurrió ante las cámaras: Un día le pasaba unos copiones en la
moviola porque quería ver algo, y le puse la escena donde llevaba a Rachael a
su apartamento. En ese momento, la escena con Rachael al piano seguía
teniendo la música temporal. Harrison se emocionó mucho. No paraba de
decir: “Está hecho con sensibilidad”. Podías darte cuenta de lo implicado que
estaba en la escena».
Cuando Deckard intenta besar a Rachael, ésta se asusta e intenta salir del
apartamento. Deckard le cierra la puerta, manteniéndola dentro.
La iluminación de la escena es a base de sombras y bandas blancas
transversales sobre el rostro de Deckard, pautas luminosas que se supone
proyecta una persiana cercana. Durante el rodaje de la película, tanto Jordan
Cronenweth como Michael Deeley dijeron a este autor que ese esquema de
luces era un doble homenaje de Scott: al expresionismo de las películas de
cine negro de los cuarenta y a un efecto de luz similar que puede verse en El
conformista (Il conformista, 1971), película dirigida por Bernardo Bertolucci
y fotografiada por Vittorio Storaro.
«Pensé que no era el momento adecuado para usar ese efecto —añade
ahora Deeley—. Aparta la mente de las emociones de la escena».
Un momento de la escena en el apartamento de Deckard.
Kathy Haber: «Sean le caía muy mal a Harrison. Eso no era una escena de
amor, era una escena de odio. ¿Cuándo la empuja contra las persianas? ¡Uy!
La odiaba, cómo la odiaba».
«Yo siempre he llamado a esa supuesta escena de amor “la violación del
pasillo” —nos dice Michael Deeley—. Es cierto que Sean y Harrison no se
llevaban bien, pero Ridley siempre quiso que la escena se rodase con esa
rudeza, y la habría rodado así aunque Sean y Harrison se hubieran llevado
bien».
«La rabia que muestra Ford en la escena también resulta comprensible
dentro de la historia —concluye Terry Rawlings—. Rachael ya había huido
una vez de Deckard, y se disponía a volver a huir de él, después de compartir
ese momento de intimidad ante el piano. Eso molesta a Deckard».
«Se suponía que el maquillaje de mapache debía ser algo punk, una nueva
ola del futuro —añade Hannah—. También pensé que me hacía parecer una
muñeca, lo cual encajaba con las otras que llenaban el apartamento de Billy
Sanderson. Pero ¿sabes una cosa? Se rodó un plano muy guay justo antes de
que se me vea poniéndome el maquillaje.
»Pris está sentada ante un espejo del apartamento de Sebastian,
preparándose para pintarse como una muñeca, y está fumando otro de esos
cigarrillos, ¡ajj! Y hay ratas subiendo y bajando por su cuerpo. Pero a Pris no
le molestan; está tan inmóvil como los demás maniquíes del cuarto. Las ratas
estaban por todas partes. En el cigarrillo, en el pelo… una hasta se me subió a
la cara. Pero Pris no reacciona. Rodaron el plano, pero después lo
eliminaron».
En esta parte de la película hay un plano del muñeco del káiser sentado en
la mesa de trabajo de Sebastian. Tiene la boca tapada por un extraño e
inexplicable aparato respirador, y mira con aire preocupado a la replicante
hembra y al fabricante de juguetes.
«Era mi colega, e intentaba prevenirme contra Pris. No confiaba en ella
—dice William Sanderson—. Creo que lo de que el káiser estuviera atado y
sentado en la mesa fue idea de Rutger; siempre estaba haciendo sugerencias
como ésa».
Cuando Tyrell dice que «la luz que brilla con el doble de intensidad dura
la mitad de tiempo», Batty murmura: «He hecho cosas malas». Tyrell
demuestra su crueldad (además de su imprudencia) al sentarse al lado de Roy
y rodearle los hombros con el brazo. Tras otro breve diálogo (que incluye la
maravillosa frase «No haré nada por lo que el dios de la biomecánica me
impida entrar en su cielo») el replicante besa con ternura a Tyrell en los
labios.
Rutger Hauer: «Una parte de mi profesión es tener una idea muy clara
sobre cómo es la vida de un personaje cuanto estás dentro de él. Cuáles son
sus relaciones, sus jueguecitos, todo eso. Y eso es algo que hice con Roy y
que nadie parece haber comprendido.
»Cuando se rodó Blade Runner era la primera vez que yo me pasaba
cinco meses seguidos en Los Angeles, y me di cuenta de que la gente parecía
encerrada dentro de tal o cual código sexual. Todo el mundo parecía ir por la
ciudad con letras de neón sobre la cabeza diciendo “Soy heterosexual” o “soy
homosexual”. Así que interpreté a Roy como si no le importara su
sexualidad. Y esa decisión creó una conducta determinada para el personaje,
así como para todas las decisiones que yo tendría que tomar como actor.
»Una de esas decisiones fue la de hacer que Roy bese a todo el mundo
porque le gusta la sensación. Y por eso besa a su “padre” al final de la
escena. No estaba en el guión. Nació del personaje. Y tampoco es un beso de
la muerte como los de la mafia. Es sólo un “adiós, papá…”».
Después del beso, Batty aplasta la cabeza de Eldon con las manos
desnudas, brutal y repentinamente.
Marvin Westmore: «En la escena donde Rutger le aplasta la cabeza a
Turkel empleamos tubitos que echaban sangre y un corte rápido de planos.
Ocultamos los tubos con el pelo de Turkel, y Rutger tenía en las manos
pequeñas esponjas cargadas de sangre. Creo que quedó muy bien».
Batty aplasta la cabeza de Tyrell.
Horrorizado ante la muerte de Tyrell, Sebastian mueve los labios sin decir
nada, aterrorizado, y echa a correr asustado cuando Batty se acerca
ominosamente hacia él. «Hubo un momento en que pensamos mostrar cómo
mataba a Sebastian, pero los jefazos dijeron que la escena ya era muy
violenta, así que no llegamos a rodar mi muerte —dice William Sanderson—.
Y creo que Rutger se opuso, no quería que el público le odiara todavía más
de lo que ya debía de odiarle.
»Pero ¿puedo contarte algo? Cuando yo veía que Batty le aplastaba los
ojos a Tyrell, Ridley me dijo algo relacionado con sus hijos[50]. “Les gusta
ver películas de miedo”, me dijo, “pero yo no les dejo mirar demasiado. Y se
quedan parados en la puerta de la habitación y miran a la tele con una mezcla
de asco y fascinación”».
«Me resultó muy útil que Ridley me dijera eso porque cuando se filmaron
mis primeros planos, mirando entre los candelabros lo que se suponía que
estaba haciendo Rutger, ni él ni Joe estaban delante. Se rodaron en un día
diferente, con Ridley contándome lo que se suponía que estaba viendo. Y
todo el tiempo tuve en mente la idea de sus hijos mirando fascinados a la vez
que asqueados».
Rutger Hauer nos revela ahora que: «Cuando yo entré en la película había
una escena sorprendente que tenía lugar tras mi asesinato de Tyrell; estaba
escrita, y su rodaje previsto. Pero nunca se rodó. Fue una pena porque era de
mis preferidas.
»Después de que Tyrell diga que no puede hacerme vivir más de cuatro
años y de matarlo, yo debía decir a Sebastian: “Y ahora llévame con el
verdadero hacedor”. Luego subíamos a otro piso de la Pirámide Tyrell, él
cogía una llave que colgaba de su cuello y abría una puerta. Se veía que todo
ese piso era una enorme cámara frigorífica, y en su interior estaba el
verdadero Tyrell, muerto y congelado.
»Ése debía ser el momento en que Batty se desmoronase por fin. Porque
el auténtico hacedor estaba muerto y no podía hacer nada para alargar su
vida. Así que mientras mataba a Tyrell tuve que incorporar mentalmente a mi
actuación esta escena eliminada, para que el sentimiento de desesperanza de
Batty quedara claro.
»De rodarse la escena criogénica, yo habría matado a Tyrell de otro
modo. Al saber Roy que Tyrell sólo era un replicante más, habría hecho que
se limitase a aplastarlo como a una cucaracha. Y tampoco habría matado a
Sebastian, aunque la escena eliminada lo hubiera requerido. ¿Por qué iba a
matarlo? Sebastian sólo era un peón, y además un buen tío. No necesitaba
matarlo».
Dos bocetos de Syd Mead para la escena de la cámara
criogénica, que nunca llegó a rodarse.
David Peoples explica que «la escena en la cámara criogénica fue una de
las cosas que no quiso escribir Hampton. Creo. Pero Ridley sí la quería. Así
que se me ocurrió una escena donde Sebastian conduce a Roy a esta enorme
cámara congelada donde se ve al verdadero Tyrell congelado en una cápsula.
J.F. decía a Roy que Tyrell tenía una enfermedad terminal, y que se había
hecho congelar a la espera de una cura. Roy le pide entonces a Sebastian que
lo despierte, pero éste se derrumba y confiesa que en algún momento del
pasado cometió un error y mató accidentalmente al verdadero Tyrell mientras
estaba en animación suspendida. Entonces Batty pierde el control y destroza
a Sebastian contra la pared de esa cripta.
»Eso es lo que yo escribí. Pero tenía otra idea para esa escena. En vez de
seguir con lo de la criogenia sugerí que Roy descubriese que el cerebro de
Tyrell había sido transplantado a un tiburón que se movía en un acuario
gigante, conectado a todo tipo de cables. Una idea que me sorprendió ver en
una escena muy similar de la película Johnny Mnemonic (1995)».
«Uno de los detalles interesantes del final de toda esa secuencia con Batty
solo en el ascensor, es que tiembla mientras baja —observa Fancher—. Es un
estremecimiento de tipo postorgásmico. Del tipo de “¿qué he hecho? Voy a
morir por esto, pero también seré inmortal por ello”. Y la expresión de Rutger
es… “bueno, nunca antes había visto algo así en el cine”.
»También es el único plano donde se ven estrellas. Y se alejan de él,
como si fuera un ángel caído. Era perfecto».
Fotos fijas de esta «escena del temblor» muestran a Batty agarrando la
cazadora de Sebastian. Pero el recorte de imagen que suele conllevar la
imagen que se ve en los cines, vídeos y reproducciones de láser hace que no
se vea[51]. Rutger Hauer nos confirma que ese detalle se rodó.
«Sí, en el ascensor yo sujeto la cazadora de Sebastian. Me la llevo de
recuerdo, en prenda de mi culpabilidad».
Sin que Deckard se dé cuenta, una banda callejera compuesta por una
adolescente, otra persona y dos enanos recorre la misma calle hablando en
alemán. Una parte de su conversación se traduce (cortesía de William Kolb y
Rick Conner) como sigue:
—Eh, mira, alguien nos ha dejado un regalito.
—¿Hay alguien en él?
—No, espera a que se hayan ido los polis. Espera a que se hayan ido los
polis.
Deckard llega al apartamento de Sebastian y Pris se camufla entre los muñecos mecánicos.
Tanto en esta escena como en las siguientes de la pelea con Deckard,
Hannah lleva unas mallas ajustadas de color carne (con un postizo
incorporado a la tela para darle un aspecto de escultura). El fotógrafo Jordan
Cronenweth dio un tono especial al momento donde Deckard descubre a Pris,
al bañar toda la escena en luz rosada.
Cuando Deckard se inclina para mirar a Pris más de cerca, ésta le da una
patada en el pecho que lo envía al otro lado de la habitación. «Harrison hizo
esa escena personalmente, arrojándose hacia atrás con la patada —dice Gary
Combs—. Pero yo doblé a Daryl por un momento, porque Ridley quería ver
cómo saldría si era yo quien le daba la patada a Harrison en vez de ella, pero
el plano que acabó en la película fue el de Daryl pateando a Harrison.
»Deja que te diga que no me apetecía nada doblar a Daryl por esa cosa
tan ajustada que lleva ella. Pero Ridley insistió en que me pusiera su traje. Yo
le dije, “¡Por favor, Ridley! ¡Me viene demasiado pequeño!”. Pero él no
cedió. Así que hice que me instalaran un biombo en un rincón del plató, para
no tener que ir y venir del plató vestido con esa cosa puesta. Y dije: “¡En
cuanto alguien me silbe porque llevo esta cosa, me la quito!”.
»Pero no tuve que llevar postizos ni nada. Rodaron la escena poniendo la
cámara a mi espalda y sólo tenía que llevar la parte inferior de las mallas y
ese velo que me colgaba todo el rato de la cabeza. Y le di a Harrison una
patada que lo mandó al otro lado de la habitación. ¡Ésa fue la única vez que
doblé a Daryl!».
Pris ataca ferozmente a Deckard, ejecutando una serie de volteretas para
acercarse al hombre.
«Lo de las volteretas fue idea mía —dice Hannah—. Cuando hice la
audición para el papel, la escena de la pelea iba a tener lugar en un gimnasio,
pero no había ningún tipo de acrobacias en ella. Le mencioné a Ridley que yo
hacía gimnasia y le enseñé un par de cosas que podía hacer. Por eso incluyó
las volteretas en la pelea».
«El chico que me dobló en esa pelea es el mismo que acabó boca abajo y
se estrelló contra la pared —explica Hannah—. Fíjate en sus piernas en ese
plano, son regordetas y cortas.
»Pero soy yo quien tiene un ataque, se echa a gritar y se arquea en el
suelo cuando Harrison vuelve a disparar a Pris. Ridley filmó ese ataque con
una cámara de menor velocidad para que Pris pareciera moverse de forma
demencial y luchara desesperadamente contra su muerte. ¿Y sabes qué? Los
de producción habían mandado hacer unas lentes de contacto plateadas,
espejadas que se suponía debíamos llevar los replicantes una vez muertos. Se
suponía que los androides al morir tendrían ese aspecto. Pero nadie las llegó a
usar».
LÁGRIMAS EN LA LLUVIA
Al volver inesperadamente al apartamento de Sebastian, Batty descubre el
cadáver de Pris con la lengua fuera de la boca. Roy besa el cadáver con
ternura, y cuando aparta su boca de la de ella, la lengua de Pris vuelve a estar
dentro.
«Fue idea de Rutger —explica Daryl Hannah—. Se limitó a meterme la
lengua con la suya. No a comérsela».
«Al volver a meterle la lengua en la boca, Batty la entierra —añade Hauer
—. Es una forma de darle buen aspecto. La arregla un poco. Hace que vuelva
a tener un aspecto presentable».
La tensa caza del gato y el ratón entre Batty y Deckard, que ahora es el
clímax de Blade Runner —una de las más largas de este tipo en cualquier
película del género—, empieza cuando Ford no consigue emboscar a Hauer
debido a los reflejos superiores del replicante.
«Quise dejar bien clara la superioridad de Batty desde los primeros
momentos de la caza —dice Ridley Scott—. Para poder demostrar su
velocidad, puse a Harrison a la espera cerca de una puerta del apartamento de
Sebastian. Entonces rodé a velocidad normal a Rutger entrando por otra
puerta, bajando la velocidad antes de que salga de cuadro. Hauer había
ensayado sus movimientos para esta escena, y en cuanto bajamos la
velocidad él empezó a ralentizarse físicamente, exagerando los movimientos
con mucho mucho cuidado. Y después nos saltamos un fotograma o dos. La
combinación de montaje, baja velocidad y un movimiento lento por parte del
actor tuvo como consecuencia, creo, un arrebato de velocidad bastante
convincente».
Terry Frazee comenta que se consiguió ese efecto empleando una pared
hecha de poliestireno y «Pyracil» (un yeso blando). Hauer y Ford ensayaron
varias veces la escena hasta que supieron cuál era su lugar dentro del
encuadre, el resto lo hizo una cuidadosa colocación de las cámaras y el
añadido de polvo de yeso en la zona de salida.
Tras romperle los dedos a Deckard, Batty le devuelve la pistola, lo que
hace que el blade runner dispare al replicante, volándole la punta de la oreja.
Michael Westmore explica: «Hicimos un molde de la oreja derecha de
Rutger, y a partir de ahí sacamos el pedacito que le arranca. La punta de la
oreja estaba sujeta a un sedal de pescar; Ridley rodó un plano donde se ve el
pedazo saltando de la cabeza de Rutger, pero lo eliminó del montaje.
Nosotros nos limitamos a tirar del hilo en el mismo momento en que Harrison
Ford disparaba el arma.
»A continuación mostramos un primer plano de la oreja de Rutger
sangrando. Se consiguió sujetando un tubito en el pelo de Rutger y
conectando el tubito a una hipodérmica llena de sangre falsa. Todo era
cuestión de sincronización. Ridley tenía que rodarlo varias veces, así que el
momento en que le revientan la punta de la oreja y le brota sangre era
simultáneo.
»Por cierto, que aún conservo el molde de la oreja de Rutger —dijo
Westmore en 1995—. Todo lo demás que hice para Blade Runner ha
desaparecido, pero aún conservo ese pequeño molde».
Rutger Hauer: «Lo único que me preocupaba de la pelea final era que al
principio Ridley la veía como una pelea estilo Bruce Lee dentro de un
gimnasio. Yo le dije: “Mírame. No soy Bruce Lee. Y da igual cuánto
ejercicio haga o lo mucho que estudie kárate, porque nunca estaré a ese
nivel”. Y mientras lo hablábamos, yo le sugerí: “¿Por qué no lo convertimos
mejor en una caza, una caza al hombre? ¿Y si lo convertimos en una especie
de baile idiota basado en la celebración de Batty de sus últimos retazos de
energía? ¿En un juego siniestro?”. A Ridley le gustó la idea, y le dimos forma
con storyboards antes de que llegara a escribirse. Así que, en cierto sentido,
la conducta de Batty durante todo el final nació de mí. Es algo de lo que estoy
muy orgulloso. Queda más juguetón y alegre que limitarse a presenciar el
canto del cisne de una máquina».
Tras recuperar así cierta energía, Batty atraviesa con la cabeza la pared de
baldosas del cuarto de baño para asustar y burlarse del detective. Como
explica Lawrence Paull, «para ello se necesitó primero construir una parte de
la pared del baño y acabarlo con baldosas de verdad. El interior del muro era
otra cosa, ya que todas las capas del mismo estaban hechas de madera de
balsa. La envejecimos y manchamos, y después pintamos la superficie
exterior de la pared con una sustancia quebradiza semejante a la espuma. Las
baldosas se pegaron a esa superficie con una sustancia llamada emastic, y
cuando Rutger estrella la cabeza desde el otro lado, todos los materiales de la
pared volaron por el cuarto. Quedó una ilusión muy convincente».
Rutger Hauer: «Mantuve con Ridley una larga conversación sobre los
poderes sobrehumanos de Batty porque pensé que debíamos tener mucho
cuidado al mostrar lo fuerte que era este tipo. Porque si era sobrehumano, no
habría comparación posible con la debilidad de un humano.
»Así que tuve muchos problemas con lo de atravesar la pared con la
cabeza; pensé que ahí nos estábamos pasando. Pero quedó muy bien y parece
funcionar. Es un momento muy bueno. Pero nos tomamos ciertas libertades.
Nunca quise que Batty fuera Superman. No podía volar, tenía que coger el
ascensor».
Aprovechando el momentáneo fallo de energía de Batty, Deckard golpea
a éste en la cara con una tubería (de goma), rompe los tablones que ciegan
una ventana y se ve en una cornisa del Bradbury, mientras una pintura matte
muestra la calle de abajo.
Moviéndose con mucho cuidado para doblar una esquina del edificio,
Deckard está a punto de caerse, pero se coge a un triángulo de hierro oxidado
(una proeza realizada por un Harrison bien sujeto por un cable a sólo tres
metros del suelo).
Cuando Roy se asoma por la ventana a la incesante lluvia, las luces de los
edificios circundantes muestran que el replicante lleva el pecho cubierto de
extrañas marcas.
Cuando se le preguntó si esas formas asimétricas eran algún tatuaje,
Ridley replica: «No, eso se debió a una idea a medio desarrollar que no acabó
de cuajar.
»Siempre me ha gustado lo que hace Jean Giraud, ese dibujante francés.
Sus personajes parecen estar construidos con piezas de plástico, con extrañas
divisiones en la piel. Pero yo no podía hacer eso con Rutger; el proceso diario
de maquillaje habría sido imposible. Así que experimentamos con tatuajes
que debían sugerir las separaciones de una máquina. La idea era hacer que
indicaran la cercanía de algunos enchufes. Pensé que si Roy participaba en
alguna batalla espacial, probablemente se pondría un traje bélico y enchufaría
partes del traje a los sitios donde estaban esas marcas. Acabamos
abandonando la idea porque no acababa de convencernos. Pero era un punto
interesante. Un detalle curioso».
Según Marvin Westmore, fue el maquillador Freddy Blau, de Reel
Creations (especializado en tatuajes corporales), quien creó esas marcas,
serigrafiándolas en el cuerpo de Hauer y retocándolas a mano cada vez que
era necesario. Todo el proceso llevaba cuatro horas.
Antes de saltar el espacio que separa los dos edificios, se ve que Roy
Batty tiene una paloma viva en las manos.
«Eso volvió a ser idea mía —explica Rutger Hauer—. Mi justificación
para aparecer de pronto con ella era que Batty conocía las habitaciones del
apartamento de Sebastian desde antes de que llegase Deckard, y sabía que
había pájaros silvestres anidando en algunos de los cuartos vacíos.
»Y dije a Ridley: “Podría coger una paloma mientras recorro esas
habitaciones durante la persecución del final. ¿Qué te parece?”. “¿Qué
quieres hacer con eso?”, me preguntó él. “Un par de cosas. Primero, Batty se
muere, así que quiere aferrarse a algo, tener algo que aún vive. Y al final, en
vez de simular con un gesto del cuerpo que a Batty se le han acabado las
pilas, puedo soltar la paloma. Eso lo dirá todo”.
»Por supuesto, todo esto tiene mucho simbolismo. Y no me refiero
forzosamente a un simbolismo cristiano. La paloma puede representar el alma
de Batty, la libertad, las alas, una liberación de cierta forma de vida, todo eso.
En todas las mitologías y religiones, no sólo en la cristiana, hay un montón de
simbologías interesantes relacionadas con aves».
Tras explicarme las razones para la aparición de la paloma y cuál es su
significado metafórico, le pedí que me aclarara ese momento de la película
donde Batty hace una pausa con los brazos cruzados y parece perderse en sus
pensamientos, justo antes de dar el salto entre edificios.
«Batty está pensando en algo —me contestó Hauer—. Lo que yo decidí
que le pasaba por la cabeza era “es otra oportunidad de volver a chinchar a
Deckard”. Eso es todo lo que piensa Batty, y por eso salta. Para seguir
fastidiando un poco más a Deckard».
Para una última opinión sobre esta escena, recurrimos a su autor original,
Hampton Fancher.
«Que Batty salve a Deckard es algo de lo que hablé con Ridley antes de
dejar yo de escribir para la película, y lo dejé establecido antes de irme. El
gesto de Roy puede haber sido en parte un reflejo, claro; pero Ridley y yo
considerábamos a Batty un personaje fascinado con la vida, aunque viviese
con la muerte. Y en sus últimos instantes de vida, quien escupe a la cara de la
muerte es ese hombrecito, Deckard. Roy valora eso, ese último gesto retador,
lleno de vida. Por eso lo salva, paga ese momento desafiante de Deckard con
un momento de generosidad[53]».
«No sé por qué Ridley dijo eso a Rutger. Puede que para entonces se le
hubiera olvidado».
El asombrado blade runner observa indefenso cómo un Batty agotado se
deja caer ante él y asume la posición de loto. Acariciando todavía la paloma,
Batty sonríe, casi alegre, antes de decir:
«Yo… he visto cosas que vosotros no creeríais. Naves de guerra ardiendo
más allá de Orion. He visto rayos-c resplandecer en la oscuridad, cerca de la
puerta de Tanhauser. Todos esos… momentos se perderán… en el tiempo.
Como… lágrimas… en la lluvia. Es hora… de morir[54]».
Este soliloquio inesperadamente conmovedor es uno de los momentos de
diálogo más sensibles de toda la película; de hecho, es tan conmovedor que
los que presenciaban cómo se rodaba la escena estaban tan conmovidos como
lo estarían los cada vez más numerosos espectadores de la película.
Por ejemplo, en el artículo de Lance Loud Blade Runner, publicado en
1992 en la revista Details, el director de arte de la película dice: «Todo el
mundo lloraba cuando Rutger terminó su hermoso soliloquio. De hecho, a mí
mismo me cuesta hablar de ello ahora, doce años después. Fue el efecto
combinado de sus palabras, la tensión y el esfuerzo de trabajar en esta obra
maestra».
«Sigo estando muy orgulloso del discurso final de Batty —añade Hauer
—. Es un hermoso momento, ¿verdad? Pero al principio era algo más largo,
como media página de diálogo.
»Así que la noche anterior a rodarlo le dije a Ridley: “Esto es demasiado
largo. Si las pilas se gastan, el tipo también. No tiene tiempo para decir adiós,
sólo para hablar de todo lo que ha visto. ‘La vida es corta’. ¡Bum!”.
»Pensaba que el final de la película debías ser muy rápido. Para entonces
ya habíamos visto toda esa ópera de replicantes moribundos, y no creía que el
público pudiera soportar otra larga escena de muerte. Así que dije a Ridley:
“Hagamos que sea muy rápida, y lo más simple y profunda que podamos.
Pero dejemos que sea el más listo por un segundo”. Ridley me dijo: “Sí, me
gusta eso”.
»Así que cuando filmamos ese soliloquio, yo corté algo del principio e
improvisé las frases de cierre. “Todos esos momentos se perderán en el
tiempo. Como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”.
»Pero todo el mundo escribe cosas sobre mí respecto a ese discurso, y
siempre se olvidan del guionista. Creo que David Peoples, que fue quien
escribió esa versión del soliloquio de Batty, hizo un hermoso trabajo. Me
encantaron esas imágenes que se le ocurrieron. “Rayos-c resplandecer en la
oscuridad, cerca de la puerta de Tanhauser. Naves de guerra ardiendo más
allá de Orion”. Me parecieron muy interesantes, aunque no las entendiera».
Cuando los primeros rayos del alba iluminan el cielo nocturno, un spinner
se alza lentamente tras el cuerpo de Batty. Es el de Gaff, que tira a Deckard la
pistola que se le cayó al blade runner al trepar al armario de Sebastian
(sugiriendo que Gaff le ha seguido en secreto durante toda la película). Gaff
felicita a Deckard porque «ha hecho el trabajo como un hombre, señor[55]».
Después, cuando se vuelve para irse, dice algo extraño: «Lástima que ella no
pueda vivir mucho tiempo. Pero ¿quién lo hace?».
M. Emmet Walsh: «Según el guión que tengo, debía ser Bryant quien
estuviera en la azotea al final de la película, no Gaff (cosa que confirma el
guión fechado el 23 de febrero de 1981). Y el diálogo también era diferente.
Pero eso se cambió durante el rodaje».
«Aprendí muy pronto que una de las reglas básicas del cine
es que tener un equipo muy feliz suele producir películas
blanditas».
Michael Deeley.
¿DESPEDIDOS?
No es ningún secreto (al menos para los que están al tanto de la industria)
que los profesionales del cine suelen tener dos caras: la públicamente afable,
donde cualquier producción se desarrolla de forma cálida, alegre y
cooperativa; y la privada e indiscreta, donde cualquier queja personal o error
en el plató se comunica amargamente a un pequeño grupo de amigos de
confianza. Tampoco es ningún secreto que el proceso de rodar una película es
brutalmente cruel, y que el llamado «glamour» del cine es quizá el mayor
error de percepción del público ante la ardua realidad que es el proceso físico
y psicológicamente agotador de hacer una película.
Por tanto, al ser Blade Runner una gran producción de estudio, era de
esperar cierta cantidad de conflictos. Pero a las pocas semanas de rodaje
empezaron a filtrarse rumores preocupantes que indicaban que el grado de
castigo emocional y físico que se padecía superaba en mucho las esperadas
cuotas de abuso. Se decía que los actores estaban descontentos y el equipo
técnico al borde del motín.
El trabajo era espantoso; el director, increíble.
Ridley Scott y Harrison Ford el último día del rodaje de Blade Runner.
ACTORES DESCONTENTOS
Por si no bastase con la creciente tensión entre los financieros, el
productor y el director, el agotador rodaje se había visto agravado por un
problema más personal: las diferencias entre Harrison Ford y Ridley Scott.
La relación entre los dos había empezado de forma cordial. Scott recuerda
ahora su primera conversación como «agradable. Harrison es un completo
profesional, un hombre inteligente, ingenioso y de notable talento». Pero esa
relación cambió en cuanto el personal de Blade Runner pisó el plató.
Un participante menor que notó este cambio de actitud fue Paul Roessler,
un músico de rock contratado de extra para interpretar a uno de los punkis
que se ven en las abarrotadas calles de BR. Tal y como Roessler dijo al
periodista Lance Loud en un artículo de la revista Details titulado «Blade
Runner» (octubre de 1992): «Blade Runner fue una de las primeras películas
que empleó rockeros punkis de extras. En el decorado solíamos fijarnos en
Harrison Ford, y normalmente parecía cabreado. Una vez oí cómo decía a
Ridley algo así como: “¿Qué hacemos ahora? ¡Esto es ridículo! ¡Te estás
pasando!”».
Roessler no fue el único miembro marginal del equipo que se fijó en el
descontento de Ford. En ese mismo artículo de Details se cita a Alan
Raymond, un cineasta que visitó el plató para un reportaje de ABC New’s,
diciendo: «En el plató, Harrison se sentaba aparte y no solía hablar con nadie.
No le vi nunca hablar con Ridley. Pero decía respetarlo mucho porque estaba
dispuesto a salirse del plan previsto y hacer tomas extra y todo eso».
¿Qué había pasado? Fuera cual fuese la causa de este distanciamiento, sus
cicatrices seguían presentes diez años después, cuando Ford fue entrevistado
en 1991 por diversas publicaciones por la reaparición de la «Copia de
Trabajo» de la película y los rumores de que estaba a punto de distribuirse
una Versión del Director. «Yo interpretaba a un detective que no detectaba
nada —dijo al Boston Globe el 14 de julio de 1991—. No tenía nada que
hacer salvo moverme por allí y esforzarme en un vano intento de dar algún
sentido a los decorados de Ridley». El comentario publicado por Lance Loud
en el artículo de 1992 en Details era aún más sucinto: «Blade Runner no es
una de mis películas favoritas. Me peleé con Ridley».
Pero nada de este rencor salió a la luz durante el estreno de la película.
¿Por qué?
«Tanto Harrison como Ridley son profesionales —comenta Katy Haber
—, Ford podía haberse pasado casi todo el rodaje en su caravana, pero no iba
a contárselo a la prensa. Y creo que, por aquel entonces, Ridley estaba tan
agotado por el proceso de hacer la película que no habría podido decir nada
negativo sobre Harrison ni queriendo. Que no quería».
¿Cuál fue entonces el motivo del desencuentro entre Ridley y Harrison?
En aquellos tiempos, la prensa sensacionalista asumiría que esas fricciones se
debían a problemas de ego, de dinero o a peleas por el poder. Pero la verdad
era mucho más sencilla, y mucho más humana.
«Te diré lo que pasaba entre ellos —explica Michael Deeley—. Era la
primera vez en toda su carrera como actor que Ford trabajaba con un director
que todavía no estaba muy cómodo con los actores. Además, Ridley estaba
pasando por una etapa de su vida en la que no creo que quisiera tratar con la
gente a un nivel emocional. Desde entonces ha cambiado para adquirir una
actitud mucho más positiva.
»En aquel momento, Harrison veía a Ridley como alguien frío e
insensible. Y la verdad es que no lo era; tenía que hacer malabarismos con un
millón de cosas durante el rodaje, y se consideraba personalmente
responsable de que ninguna acabase estrellándose contra el suelo. Pero Ford,
que sólo quería que Ridley le dijera lo que quería que hiciera, tenía a su
director subido a una grúa, a diez metros del suelo, y mirando con ese ojo
perfecto que tiene para crear el encuadre perfecto, que es su punto fuerte.
Ridley no quería tener que decir a Harrison lo que debía hacer. Pero éste sí
quería que se lo dijera. Y, la verdad —añade Deeley, riendo—, es que hay
que dar las gracias cuando se tiene a un actor que te pregunta lo que quieres
que haga.
»En cualquier caso, por aquel entonces sus puntos de vista eran
completamente diferentes. Lo más extraño es que muy pocas de las mujeres
que trabajaron en la película parecían tener problemas con Ridley. Lo cual
irritaba a Harrison Ford, que las veía hablando constantemente con su
director mientras él no conseguía que le atendiera ni un momento, y eso le
ponía a cien».
Aunque Scott y Ford no se llevaron bien, prácticamente todos los demás
actores de la película disfrutaron trabajando con el director británico (como
ya debería ser evidente por los comentarios positivos antes incluidos). Sólo
otro actor tuvo algún roce con él: M. Emmet Walsh.
«Lo primero que rodé fueron las escenas en el despacho de Bryant, en la
Union Station. Me presenté a las cinco o las seis de la tarde porque se
suponía que rodaríamos toda la noche. Y Ridley se pasó toda la noche
moviendo y tocando las luces, el atrezo y todo lo demás. De pronto eran casi
las seis de la mañana, que era cuando había que dejar la estación porque
llegaba el primer tren. Eso significaba que teníamos diez minutos para rodar
esas tomas perfectas que él quería, o que habría enormes problemas. Y era así
todo el rato.
»Meses después de terminar el rodaje, Ridley me llamó para doblar toda
mi actuación. Al principio quería que pareciera que Bryant tenía enfisema por
la contaminación del aire. Así que me hacía carraspear y toser en cada
palabra. Eso me tenía preocupado, porque tener que doblar toda mi actuación
hacía que me sintiera como si a Ridley no le hubiera gustado mi trabajo.
»Entonces llegó Bud Yorkin, que se hizo cargo por un tiempo y me hizo
repetir las frases de Bryant. En cuanto terminé me aposté diez dólares con él
a que volvería a repetirlas. Yorkin me dijo: “No volverás”. Y, por supuesto,
dos meses después tuve que volver para repetirlas con Ridley. Esta vez para
cambiar el número de replicantes muertos al entrar en la Corporación Tyrell y
pasarlos de uno a dos. Pero entonces a Ridley no le gustó cómo encajaban
mis labios con el diálogo o algo así ¡y el “dos” volvió a ser “uno”!
»Pero lo peor fue cuando estábamos en lo que Ridley llamaba “El cuarto
azul”. Es el sitio donde Harrison y yo miramos esos monitores en los que se
presenta a los replicantes al público. Ridley quería que yo fumara un puro
durante esa escena, pero yo no fumo. Ridley me dijo: “Fúmalo de todos
modos”. Así que rodamos la escena conmigo fumando esa cosa horrible. El
jugo de ese maldito tabaco se me colaba por la garganta, yo tosía y
carraspeaba y me iba mareando más y más, y me enfadé mucho con Ridley
porque repetíamos la escena una y otra vez.
Boceto y versión definitiva de una de las ilustraciones
realizadas por Syd Mead para un decorado que nunca
llegó a construirse.
«Al final murmuré entre dientes: “Serás hijo de puta, deberían colgarte
por las pelotas y dejarte a merced del viento”. Reinó un momento el silencio,
y Ridley dijo: “Así es cómo me siento ahora mismo”. ¡Me había oído!
»Ésa es mi anécdota sobre Blade Runner».
Pero si Walsh sintió cierta irritación ocasional hacia Scott, nunca la sintió
por Harrison Ford. «Harrison era un tío estupendo. Solíamos hacer el idiota
entre toma y toma en la Union Station. Una noche hasta nos metimos en uno
de esos fotomatones de “cuatro fotos por un dólar” y nos las hicimos».
De hecho, casi todas las personas con las que habló este autor para
confeccionar este libro tenían buenas cosas que decir sobre el talento y la
personalidad de Harrison Ford. Algunos de los miembros del personal hasta
sienten por él una admiración que va más allá de su personalidad o su talento
de actor. Uno de ellos es el jefe de especialistas Gary Combs, que presenció
un detalle de su faceta como hombre de negocios.
«Harrison es un gran tipo. Le cae bien a todo el mundo —dijo Combs a
este escritor en 1995—. También es muy listo. Deja que te cuente una
anécdota sobre lo listo que es.
»Además de ser un gran actor es muy bueno haciendo sus propias
proezas. “Interpretación física” lo llama. En BR hizo muchas cosas; corría
tras Zhora, peleaba con Pris y con Batty, saltaba sobre coches, se peleaba con
Brion James en el callejón, todo eso.
»Una noche se acercó a hacerme una pregunta sobre su trabajo. Porque
una cosa es hacer algo una vez, y otra muy distinta que Ridley obligue a
repetirlas una y otra vez. Es la única queja que tengo de Ridley. Viene de la
publicidad y no le da miedo repetir las cosas quince, dieciséis, diecisiete
veces, ¿sabes? Hasta que le sale como él quiere.
»El caso es que Harrison se me acercó una noche, porque yo estaba allí
para doblarlo. Estaba despellejado y hecho polvo. No estaba lesionado y no le
importaba hacer lo que fuera, pero no quería tener que hacerlo más veces de
lo necesario. Así que me dijo: “¿No debería ajustar mi sueldo por todo esto?”.
Yo le dije: “Técnicamente, sí. Pertenecemos al mismo sindicato. Deberías
cobrar un suplemento por lo que haces”. Entonces, él me dijo: “¿Cuánto crees
que deberían pagarme por esto?”. Yo, tras calcular todo lo que había hecho
hasta entonces, le dije una cantidad. Era una cantidad bastante justa, sin
hinchar tarifas.
»Yo le dije: “Pero tú y yo no hemos tenido esta conversación”. Y
Harrison dijo: “Así es”.
»Y se fue. Unos veinte minutos después, John Rogers, el gerente de
producción, se acercó a mí muy agitado. “¡Tengo que hablar contigo!
¡Harrison quiere un suplemento!”, me dijo. Yo respondí con un “¿de
verdad?”. Básicamente venía a preguntarme si lo que le había pedido era
justo. Yo le dije que sí, y le pagaron. Un tío listo, Harrison».
Pero hay dos excepciones a esta admiración generalizada por Ford. Una
menor y otra mayor.
La menor procede de Rutger Hauer. «No es que Harrison y yo nos
peleáramos —recuerda el actor holandés—. De hecho, trabajamos juntos muy
poco tiempo, durante las escenas del final. Pero nunca llegué a conocerlo.
Aunque siempre era muy educado y profesional, me sentía como si nos
separase un cristal de un metro de grosor».
Pero las reservas de Hauer no son nada al lado de lo que sentía Sean
Young por su compañero de reparto.
«Harrison y yo no nos llevamos bien —me dijo la actriz en el plató una
noche de 1981—. No sé por qué. No quiero meterme con él, pero es algo que
me preocupa de verdad».
Según Katy Haber, «el motivo de la fricción entre Sean y Harrison se
debía a que sus personalidades eran muy diferentes. Piensa que Harrison es
un profesional consumado, y que estaba trabajando con alguien que estaba
muy verde. No debió de resultarle nada fácil, y menos teniendo en cuenta las
otras tensiones a las que estaba sometido».
Este autor no ha podido entrevistar a Sean Young para que le hablase de
su conflicto con Ford, pero vale la pena recuperar aquí los dos siguientes
extractos del artículo de Lance Loud en Details:
Sean Young: «La primera escena que rodé fue ésa donde Rachael conoce
a Deckard. Mi primera frase era: “¿Le gusta nuestro búho?”. Ridley me dijo
que yo decía “bu-hó”, no “búho”. Me hizo repetir la frase veintiséis veces.
Pero Blade Runner fue una gran experiencia. Todo resultó ser una gran
experiencia menos mi pareja en la película. ¿Que qué pasaba con él? Podría
pasarme días hablando de ello, pero mi reputación ya es lo bastante mala.
Basta con que diga que nunca llamaría a Harrison Ford generoso».
Michael Kaplan: «Sean era divertida y con los pies en la tierra, solía
pasarse el tiempo en vestuario, bailando claqué y gastando bromas. Harrison
no le cayó mal a nadie; era muy profesional y tenía un sentido del humor
maravilloso, muy cortante. Pero había algo que no funcionaba entre ellos.
Cuando ella llegaba al plató, Harrison nunca le hablaba. De hecho, la
ignoraba».
UN EQUIPO AGOTADO
»Lo que me preocupaba era que, una vez hechas las camisetas, ¿quién
tendría narices de ponérselas? Bueno, pues yo me puse una. Antes de que me
diera cuenta, aparecieron sesenta tíos a por ellas».
«Aquel día había más tensión de la habitual —recuerda Haber—, por una
posible huelga del sindicato de directores. Eso nos habría liquidado; Ridley
habría tenido que dejar de rodar. Nadie estaba de buen humor por aquel
entonces. Y entonces fue cuando aparecieron las camisetas».
«Lo mejor de todo —continúa Westmore—, fue que la primera persona
que me vio con una camiseta puesta fue Ridley. Lanzó una carcajada y
desapareció por un rato. Apenas pasó una hora cuando Michael Deeley, Katy
Haber y él volvieron al plató. ¡Y llevando sus propias camisetas!».
«Fue idea mía —dice Haber, terminando de contar el papel que jugó en el
incidente—. Siempre había tenido la impresión de que los americanos no nos
comprendían. Así que mandé hacer unas camisetas donde ponía “Xenophobia
sucks” (La xenofobia da asco)».
«La guerra de las camisetas no tuvo nada que ver con que Ridley fuera
británico o que tuviéramos miedo a los extranjeros —replica Westmore—.
Yo desciendo de ingleses y estoy muy orgulloso de ello. Se debió a la
frustración que tenía el equipo con los que considerábamos unos gilipollas. A
eso se reducía todo. Lo de las camisetas fue una manera de liberarnos de un
exceso de energía negativa sin necesidad de que nadie dimitiera del trabajo».
TESTIGO DE LA DEFENSA
Pero el lector debe recordar que, pese a las declaraciones negativas, toda
historia tiene dos caras.
El propio Ridley Scott me proporcionaría en 1982, para un artículo de
Cinefantastique, una idea de la frustración que sintió al rodar la película
cuando me dijo que, pese a todos los recursos que tenía a su disposición,
nunca se sintió completamente feliz con la situación técnica de la película.
«Es la primera vez que ruedo en Estados Unidos, y en general disfruto
mucho en Los Angeles. De hecho, estoy pensando en mudarme aquí una
temporada. En cuanto a las diferentes formas de rodar entre Estados Unidos e
Inglaterra, debo decir que no existen. Es, sobre todo, una cuestión de escala.
»Pero sí que siento cierta frustración al tratar con ciertas regulaciones
sindicales de Hollywood. Una de las reglas que hay aquí, y que en Inglaterra
no existe, es que un director americano no puede operar la cámara. Y eso me
molesta porque yo soy más operador de cámara que director. Siempre he
trabajado de ese modo. Que me quiten la cámara es ilógico, es como quitarle
los palos de golf a Arnold Palmer. Y es poco eficiente. Por suerte, en
Inglaterra hay maneras de sortear el problema».
«Lo que pasaba era que Ridley acaba de rodar Alien, donde le permitían
operar la cámara, y BR era la primera película donde no le dejaban hacerlo —
confirmó Katy Haber en 1995—. Y él se asustó. Nunca había mirado a un
plató de esa manera; siempre lo había hecho a través de una mirilla».
Cuando se le preguntó por los motivos de la fricción existente entre Scott
y el equipo, Ivor Powell respondió: «Ésa fue una de las cosas más tristes de la
película. Creo que en parte se debió a que era una película muy grande. Y a
que Ridley padeció unas presiones increíbles durante todo el rodaje. Y a unas
cuantas cosillas más.
»Por ejemplo, Ridley y yo estábamos recién llegados de Inglaterra, y no
éramos muy consciente del sistema americano. Ni de que no siempre
podíamos conseguir lo que necesitábamos. Por ejemplo, en Inglaterra hay
casas de atrezo donde hay literalmente “siglos” de objetos entre los que poder
elegir para tu película. Las casas de atrezo americanas son bastante parcas en
ese aspecto. Es comprensible, ya que América es un país muy joven. Pero ése
es sólo un ejemplo menor de las muchas muchas sorpresas que nos pillaron
desprevenidos mientras rodábamos en Los Angeles».
Los demás problemas con que se encontró Ridley al hacer Blade Runner
pueden leerse en la entrevista del Apéndice A; pero, como ya se ha dicho, no
todo el personal o los actores se pelearon con el director. Como me dijo
Rutger Hauer: «Ridley siempre estaba encima de todo. Fue cien veces
brillante en esa película. Sí, tenía esa actitud y esa arrogancia tan británicas,
esa forma de decirte siempre “¿no puedes hacerlo algo mejor?”. Pero eso
acababa beneficiando a la película. Lo único que él buscaba era provocarte,
empujarte, ver hasta dónde podías llegar».
Puede que el último y mejor testigo en la defensa de Ridley Scott sea
Terry Rawlings, que pone en perspectiva a todos esos productores en guerra,
actores descontentos y equipos agotados cuando dice: «Supongo que Ridley
es un capataz muy duro cuando rueda. Es muy tenaz con lo que quiere. Pero
siempre me he llevado muy bien con él. Me cae bien.
»Yo siento una profunda admiración por el talento cuando lo veo. No
tiene por qué ser el talento de alguien que se levanta y te grita lo bien que
puede hacer algo. El simple hecho de ver a alguien, como puede ser un actor,
un director, un pintor, un músico o cualquier persona con un talento especial,
haciendo aquello que sabe hacer mejor es algo que me conmueve más allá de
las palabras. A veces se me saltan las lágrimas cuando veo a alguien bueno
hacer algo perfecto.
»Ridley tiene ese talento. Por arrobas. Lo cual hace mucho por apaciguar
cualquier sensibilidad herida que yo pudiera tener durante un rodaje».
«Los profesionales de efectos visuales de la Entertainment
Effects Group, tras más de un año de trabajo intensivo, han
creado el futuro urbano definitivo en Blade Runner, el
estilizado homenaje al cine negro creado por Ridley Scott».
«Blade Runner. 2020 foresight», por Don Shay, en Cinefex n.º 9, julio
de 1982.
Pero Dryer recuerda que la transición fue dura. «La primera vez que me
reuní con Ridley, éste no estaba muy seguro de mis credenciales o
capacidades. Consultaba constantemente todas mis ideas con Richard o con
Doug. No puedo decir que lo culpe, ya que no me conocía de nada; pero, con
el tiempo, Ridley se dio cuenta de que yo le proporcionaba los resultados que
él esperaba».
Trumbull apenas llevaba un mes supervisando el rodaje de los efectos de
miniaturas cuando Dryer entró en el proyecto (y se quedó a bordo hasta el
final, en las postrimerías de 1981). «Doug y yo nos solapamos durante una
semana. Él ya había rodado unas cuantas tomas sin fondos de la pirámide de
Tyrell. Fue entonces cuando se hizo evidente que su dedicación a Proyecto
Brainstorm no le permitía implicarse en el día a día de Blade Runner. Pero
siempre aparecía en cuanto tenía tiempo. Por ejemplo, un día vino a
supervisar el rodaje del interior de las maquetas a tamaño real de los
spinners, ya que yo debía ir a otro plató a filmar algunas miniaturas. Doug y
yo nos encontramos varias veces a lo largo de todo el rodaje de efectos,
siempre que había oportunidad, para cubrirnos mutuamente.
»El que yo estuviera tan implicado en el trabajo no desprestigia las
contribuciones de Trumbull, Yuricich o Scott. Sus aportaciones y sus
sugerencias fueron enormes. Ridley solía pasar mucho tiempo en EEG, y
participaba en el trabajo. Por cierto, cuando Scott quiere algo, nunca tiene en
cuenta lo difícil que puede resultar ese algo. Siempre fue muy exigente y
difícil, algo que yo respetaba. Cuando hacías feliz a Ridley, sabías que habías
hecho algo de lo que podías sentirte orgulloso».
A partir de este momento nos dedicaremos a realizar un examen complejo
(y técnico) de los efectos especiales de Blade Runner. Los que no estén
interesados en ese tipo de datos, pueden pasar al siguiente capítulo
(«Postproducción y música»). Y a quienes sí estén interesados, pero teman
que la terminología de los especialistas de efectos especiales sea demasiado
difícil de entender, les digo tres palabras: «no os preocupéis». Este autor
proporcionará definiciones sencillas para cada término importante que se
emplee en las siguientes páginas. Una última palabra de ánimo: «Lo bueno
que tiene el mundo de los efectos especiales es que cuanto más se lee su
lenguaje, más se comprende».
Pero lo primero es describir los trabajos más habituales que se realizaban
entre 1980 y 1982 en las instalaciones de la calle Maxella.
Como era habitual en aquellos años, todos los efectos realizados por la
EEG en Blade Runner eran copiados (duplicados), compuestos (pegados
juntos) y montados (idem) en película de 65 mm., cuyos fotogramas tienen el
doble de tamaño que la película de 35 mm. que se suele usar en los
largometrajes de cine. Trumbull prefería la película de 65 mm. porque
proporcionaba un ambiente más real y convincente a sus efectos especiales
(en términos generales, cuanto más grande sea el negativo, más definida es la
imagen y más claro el compuesto final). Los planos terminados en 65 mm.
eran luego reducidos a un negativo anamórfico (panorámico) de 35 mm.
En lo que a la planta del edificio de la Entertainment Effects Group se
refiere, hay que decir que se acondicionaron tres platós para filmar los efectos
de la película. Éstos eran la sala «de humos» donde se rodó el «paisaje del
Hades» del principio; el plató 2, donde se fotografiaba el spinner controlado a
distancia, empleando raíles de treinta metros de largo; y el «plató Compsey»,
donde se filmaron la mayor parte de las pinturas de paisajes, nubes en
multiplano y la imaginería en vídeo del interior del spinner. En las
instalaciones de dos mil metros cuadrados también se rodaron otros efectos
adicionales con el spinner real, el falso spinner y el «paisaje del Hades».
Pero ¿qué es eso del «paisaje del Hades»?
Sencillamente, el primer plano que se ve en la película, y el más
sobrecogedor.
HADES
El plano inicial de Blade Runner muestra un vasto paisaje industrial lleno
de chisporroteantes torres que eructan enormes bolas de fuego de desechos
gaseosos del petróleo, sobrevolado por numerosos spinners. Al fondo se ven
las dos pirámides Tyrell, de cuyo vértice brotan focos de localización aérea
que apuntan al cielo.
Boceto previo y paisaje del Hades tal como aparece en la película.
Montaje de la maqueta.
«Pegamos un montón de elementos sobresalientes en esas torres en
miniatura —dice Dryer—. Los llamábamos “tubos ridley”. A medida que los
pegábamos recordaban más y más a intestinos saliendo de esos edificios.
Todo este proceso de retroutilización se convirtió en un elemento muy
importante a la hora de trabajar en las miniaturas».
Después se llega a las pirámides Tyrell que se ven al fondo del paisaje
Hades. La mayor parte de las escenas con las pirámides (que requirieron un
trabajo con miniaturas a gran escala que se explicará más adelante) se
rodaron aparte para luego poder «montarse» (superponer en un mismo
fotograma elementos de tomas diferentes) en las tomas con cámaras
controladas por ordenador que debían hacerse de la maqueta del Hades.
Para algunos planos largos del paisaje se colocaron en el decorado en
miniatura grandes transparencias fotográficas de la maqueta de la Pirámide
Tyrell. Dichas transparencias se iluminaron por detrás a la hora de rodar, ya
que iban montadas en delgadas cajas de plexiglás forradas de tubos de neón.
Dryer explica que «hay muchas posibilidades de que las pirámides que se ven
en el largo plano general sean una transparencia. La perspectiva de un objeto
tan grande visto de lejos siempre acaba resultando plana, por lo que, si se
fotografía la imagen en el ángulo de acercamiento adecuado, nada delata que
en realidad sólo es una foto fija».
Toda la parte inferior de la maqueta estaba repleta de hilos de fibra
óptica, el calor que desprendían era tal que en el momento del rodaje
hubo que colocar ventiladores para atenuar el calor.
»El caso es que sólo se veían siluetas negras. No mucho después de eso
tomé un avión de San Francisco a Los Angeles, de noche, y miré por la
ventanilla. Vi ese incesante río de luces multicolores e individuales que
pasaban debajo de nosotros. Esa experiencia y el comentario de Doug
hicieron que me diera cuenta de que nos equivocábamos al emplear sólo una
iluminación desde abajo.
»Así que acabamos forrando toda la maqueta del Hades de miles de
cables de fibra óptica, y los conectamos al mismo tiempo que la luz inferior.
El comentario de Doug también nos inspiró para añadir todas las torres
iluminadas que se ven en primer término. Su crítica nos dolió, sí; pero tenía
toda la razón. Las cosas eran muy distintas añadiendo la fibra óptica y las
bombillas “grano de trigo”».
Según Trumbull, hubo otro elemento que ayudó a «salvar» la maqueta del
Hades, y a las demás miniaturas de la película, y ése fue el sistema de cámara
Icebox ya mencionado (y llamado de ese modo, nevera, por el aspecto que
tiene).
«Lo pasamos todo por la Icebox —dice Trumbull—, pero en algunos
planos, donde había muchas luces encendiéndose y apagándose, y donde
debíamos hacer como diez pases de cámara, no podíamos incluir todo lo
necesario en los canales del ordenador, así que teníamos a personas apagando
y encendiendo manualmente las luces en los momentos precisos».
Creada para Encuentros en la tercera fase (y utilizada también para Star
Trek: La película), la Icebox es un sistema de ocho canales de cámaras
controladas por ordenador y montadas sobre vías, que tuvo el honor de ser el
primer aparato de movimiento controlado que se ha utilizado en una
localización de exteriores (durante el rodaje de Encuentros en la tercera fase,
cuando Spielberg y su equipo rodaron muchas escenas dentro de un hangar
de aviones en Mobile, Alabama). Tenía una sólida memoria autorregulable y
recibía la información mediante cinta.
Pero la mayor ventaja de la Icebox era que podía repetir incesantemente
el mismo «movimiento» o «pase» sobre una maqueta. «Eso significaba que
podías encender las luces de, por ejemplo, el paisaje del Hades y programar
la Icebox para que moviera la cámara de un modo concreto para una toma.
Después podías apagar las luces, devolver la cámara a su posición inicial y
poner en el paisaje las pequeñas tarjetas blancas sobre las que se iban a
proyectar las imágenes de fuego. La Icebox rebobinaba la película que
acababa de impresionar y hacía un segundo pase exacto al primero, grabando
las bolas de fuego en el mismo negativo que acababa de exponerse a las luces
del Hades. De esta forma pudimos crear una capa tras otra de efectos
diferentes en un mismo negativo. La Icebox era una gran trabajadora». Son
palabras de Trumbull.
LA PIRÁMIDE TYRELL
Aunque el paisaje del Hades es la primera miniatura que se ve en la
película, el primer trabajo que realizó el equipo de modelismo de la EEG fue
crear modelos de espuma del spinner y de la Pirámide Tyrell, que son iconos
claves de la película. Esos prototipos servirían luego de guía para la
construcción de los demás modelos.
Chris Ross, Michael McMillen y Wayne Smith ante una maqueta preliminar de la Pirámide
Tyrell.
»El modelo acabado, y repito que sólo había uno, ya que usamos trucos
fotográficos para duplicarlo en la película y que pareciera haber dos, era
mucho más bajo de lo que parece. De unos 75 cm. de alto y con una base de
2,70 m.».
Cuando empieza la película, la cámara se acerca poco a poco a las
pirámides Tyrell. El movimiento se interrumpe para dar paso a un zoom que
muestra ocho ventanas estrechas (dos filas de a cuatro, unas encima de las
otras) en la cara de la pirámide. En la segunda ventana de la fila inferior,
contando por la derecha, se ven pequeños ventiladores en un techo y la
figurita de un hombre parado ante la ventana. En realidad, los espectadores
están viendo una «sala de interrogatorios» en miniatura, un modelo a escala
del decorado a tamaño natural donde Holden llevará a cabo su entrevista casi
fatal con León. Y cuando nos fijamos en el movimiento de esos ventiladores
en miniatura, el plano cambia para mostrarnos el principio de la escena del
interrogatorio.
UN CARTEL ASIÁTICO
Después de que Holden resulte herido, la película pasa a una serie de
impresionantes paisajes (en miniatura) de la ciudad de Los Angeles en el año
2019.
Nuestro primer atisbo de la ciudad propiamente dicha nos muestra un
impresionante rascacielos a la derecha de la pantalla. En la distancia se ven
otros muchos, algunos con parpadeantes letreros de neón (uno de ellos con el
de la ahora difunta compañía aérea Pan Am). Al fondo se mueven puntos de
luz insertados ópticamente para sugerir tres niveles de tráfico aéreo viajando
en la noche. Pero no son miniaturas, sino luces animadas, cortesía de John
Wash, principal animador de la EEG.
Un spinner de la policía entra por el centro antes de trazar una curva
alrededor del rascacielos de la derecha, una estructura de por sí
impresionante. En un lateral de este edificio vemos una enorme pantalla con
el sonriente rostro de una geisha[62].
La mujer sostiene una píldora, se la traga y su imagen es sustituida por
una serie de gráficos creados por John Wash (mostrando una montaña
cubierta de nieve con cielos azules e ideogramas japoneses a la derecha),
antes de volver a un primer plano de la misma geisha tragando otra vez la
pastilla. Es evidente que el L.A. de 2019 no ha perdido su afición a la
publicidad. (Por cierto, que nunca se dice a los espectadores cómo serán las
industrias del cine y la televisión de ese tiempo. Es una omisión muy curiosa,
teniendo en cuenta el pasado publicista del director).
«Una idea sobre el futuro en la que estoy completamente seguro de que
acertará es que, para entonces, mires donde mires, todo estará dominado por
los media —dice Scott—. Una derivación muy atractiva de este concepto
fueron las pantallas gigantes para anuncios que se me ocurrieron; son algo
muy semejante a las pantallas de Diamond Vision que hay en la mayoría de
los estadios de los actuales Estados Unidos. Pero, para Blade Runner, postulé
que cada pantalla de esos carteles futuristas tendría al menos tres metros por
tres, y que cada una sólo reflejaría una parte de la imagen completa, al
margen de que esa imagen tuviera diez o cien pisos de altura».
»Se hicieron tres vehículos en semana y media, todos ellos obra de Bill
George, que trabajó con Chris Ross en el aspecto final que tendrían. Pero al
ser poco importantes, no se dedicó mucho tiempo a su diseño. George
empezó moldeando una serie de formas al vacío, después realizó los moldes,
y finalmente el vehículo propiamente dicho. Tenían unos cuarenta y cinco
centímetros de largo».
El spinner de cuarenta centímetros fue el que se empleó para el plano de
Gaff y Deckard despegando de la calle junto al bar de tallarines. Un plano
picado muestra varios edificios rodeándolo. A la derecha se ve un edificio
creado con el mismo molde que se emplearía para la miniatura de la
comisaría (y que pasaremos a explicar dentro de un momento), pero en esta
escena carece del intrincado detalle de esa estructura. Abajo, a la derecha, se
ve el mismo edificio que luego representaría el Hotel Yukon de León. Los
maquetistas se limitaron a cambiarle las letras del neón eléctrico para que se
leyera «Nuyok».
Lo cual nos lleva a comentar la construcción de los edificios en miniatura,
de por sí un enorme proyecto de efectos especiales.
«Empezamos a construir la maqueta de la ciudad justo cuando Greg Jein
se retiraba del proyecto —comentó Mark Stetson—. Fue un encargo que nos
ocupó casi el mismo tiempo que llevó el rodaje en Burbank».
El trabajo empezó con los diseños de Wayne Smith, asesor de proyectos
especiales de BR. «Wayne recorrió todo Wilshire Boulevard, en Los Angeles,
fotografiando todos los edificios que le llamaron la atención, y buscando los
que eran interesantes y fáciles de construir. Wayne prácticamente creaba por
su cuenta los edificios en miniatura, si bien se inspiró mucho en los dibujos
de Larry Paull y David Snyder, que le proporcionaron muchas ideas sobre el
tono que debían tener».
Smith contrató entonces a Jerry Alien para que dirigiera la construcción
de edificios, que siempre fue un factor crucial en la escena del «viaje del
spinner a la central de policía» (cuya concepción general provenía de Ridley
Scott). Alien empleó a seis personas para construir una docena de edificios
que iban desde un centímetro de alto hasta treinta centímetros. También se
compraron al maquetista Rick Price algunos edificios construidos
previamente para varios anuncios televisivos.
La maqueta construida para filmar el ascenso del spinner.
«El problema que tenía esa cabina —explica Dryer—, radicaba en que el
programa de rodaje nos forzaba a filmar en ella con Ford y con Olmos, y
después proporcionar el fondo que se veía al otro lado de las ventanillas.
Habría sido mucho más fácil emplear una proyección con los actores en el
momento del rodaje».
Para solventar ese problema, los interiores del spinner se rodaron en
estudio, con los actores y una cámara de 65 mm., incorporando luces
interactivas que entraban por las ventanas y enfocaban el rostro de los
pasajeros para sugerir que pasaban ante fuentes de luz externas. También se
encendieron las luces interiores de la cabina; pero, curiosamente, se decidió
no incluir en los monitores de la cabina la imaginería de vídeo. Fue porque el
espacio era tan limitado que resultaba físicamente imposible conectar el
vídeo. En vez de combatir la falta de espacio, Dryer decidió dejar para luego
su inclusión.
Esa imaginería se rodó luego con la Compsey de EEG. La Compsey
(abreviatura de Computer Operated Motion Picture System, Sistema de
Rodaje Operado por Ordenador), una máquina de animación grande y
horizontal construida por Douglas Trumbull para Star Trek: La película.
Empleaba un sistema de control de doce canales, con un joystick y un control
manual (e incorporaba muchos extras, la mayoría fotográficos). El sistema de
control del movimiento de la Compsey también puede hacer que las imágenes
insertadas en ella se muevan horizontal o verticalmente para proyección
trasera, lo que proporcionaba iluminación cenital y trasera y, en general, todo
lo necesario para mejorar la imagen compuesta y animada que se ve en los
monitores interiores del spinner.
Tras rodar las escenas de imagen real en la cabina y montar las imágenes
de sus monitores, tocaba decidir cuál sería la mejor manera de mostrar el
paisaje que se veía fuera de la cabina. Para entonces ya se habían fotografiado
y compuesto varios de los elementos del paisaje urbano; pero ¿cómo
convencer al espectador de que todo lo que pasaba ante las ventanillas del
vehículo eran lluvia y megaedificios de verdad?
David Dryer lo explica: «Lo primero fue utilizar varios trucos ópticos
para emplear como referencia la acción real con Harrison y Olmos respecto a
lo que se veía fuera. Después nos limitamos a montar en el estudio un
parabrisas de spinner a tamaño real, sujeto con atriles y en el lugar exacto
donde había estado en el rodaje de la acción real. Levantamos una enorme
pantalla de proyección trasera frente a este escudo de plexiglás y
proyectamos los montajes ópticos del vuelo por la ciudad. La cámara se
limitó a rodar a través del parabrisas. Para que fuera más verosímil, intenté
sincronizar los focos de luz que se movían en la maqueta con la iluminación
interactiva que usamos durante el rodaje. Empleamos pistolas de agua para
salpicar en las ventanillas y sugerir la omnipresente lluvia ácida. Todo ello se
fusionó luego con el plano de acción real».
Ahora viene la guinda del vuelo de Gaff y Deckard por los cielos
nocturnos de Los Angeles de 2019: el hermoso descenso al tejado de la
central de policía.
Según Dryer, «hay personas que creen que empleamos verdaderos
movimientos de control de tráfico aéreo en ese descenso, pero no es así. Sólo
intentamos hacer que pareciera interesante. Filmamos con la Icebox el
“spinner héroe” en solitario, y añadimos todo lo que se nos ocurrió moviendo
la cámara de control de movimiento. Después montamos esas escenas con lo
ya rodado de la maqueta de la comisaría y los edificios que la rodeaban».
«Un tal Chris Ross diseñó la comisaría, que era una miniatura de unos
treinta centímetros de alto —dice Stetson—. Era una fachada que se repetía
siete veces, formando un heptágono. Pero la azotea era muy diferente. Se
creó a partir de un molde preparado para la edición especial de Encuentros en
la tercera fase: ese techo parecido a un platillo volante que ve Richard
Dreyfuss cuando entra en la nave nodriza. Así que, básicamente, era una
superficie redonda ya hecha, que nos simplificaba mucho la construcción del
techo de la comisaría. Empleamos un montón de fibra óptica para iluminar su
superficie y añadimos una rampa de aterrizaje motorizada para los spinner, a
la que se ve descender cuando llega el spinner de Gaff».
Curiosamente, hay otra nave muy conocida en esta parte del paisaje. «Bill
George estaba haciendo una réplica del Halcón Milenario para su placer
personal. Medía metro y medio. En aquel momento necesitábamos tanto los
edificios para el paisaje circundante, que cogimos la nave de Bill, la forramos
de estaño y la pusimos en diferentes planos. Fue un edificio instantáneo.
»Si quieres ver en qué parte de la escena del aterrizaje está, fíjate en la
primera de las dos maquetas que se emplearon. El Halcón Milenario está
justo en el centro del encuadre. De hecho, la cámara lo sobrevuela al
principio de esa primera toma. Busca ese cartel de la Pan Am situado a la
izquierda del encuadre, justo antes de que el spinner inicie el descenso. Ese
edificio oscuro y puntiagudo del centro es el Halcón Milenario».
También se empleó una maqueta de la nave de Dark Star (1974) para
simular un edificio detrás del cartel asiático.
APARTAMENTO DE DECKARD
Tras encontrar la escama de serpiente en la bañera de León, Deckard
conduce de vuelta hasta su casa para tomarse un merecido descanso. Su
coche sale del túnel de la Calle Dos para llegar a la casa Ennis-Brown. Sólo
el primer piso y los balcones superiores de ese edificio son reales; todo lo que
hay por encima es una pintura de Matthew Yuricich que nos muestra el
edificio de apartamentos de Deckard alzándose hacia el cielo, rodeado de
enormes megaestructuras y perdiéndose en la distancia.
La pintura de Yuricich se completó con varios trucos de efectos
especiales. Por ejemplo, se le añadió lluvia y humo después del rodaje con
actores, y el foco de luz que se ve en la parte superior del encuadre se
fotografió y añadió en la Sala de Humos. Y también se incluyó otro cartel
animado con geishas, que se ve en la lejanía.
Ya en su apartamento, Deckard se enfrenta con Rachael, y ésta se va
dejando atrás la foto de su infancia. El detective coge la foto. Un primer
plano de la misma nos muestra a Rachael de joven, sentada junto a su
«madre» en un porche salpicado de sombra. Es una muestra más de la
obsesión de Scott por las «capas». De pronto, las sombras del porche
empiezan a moverse, mientras el espectador oye un débil sonido de niños
riéndose.
Según Ridley Scott y Terry Rawlings, este sorprendente efecto fue fácil
de hacer. «La foto era parte de una escena rodada con dos extras que
interpretaban a Rachael y su madre», dice Ridley Scott. «En cuanto a la
forma en que se mueve la fotografía —continúa Rawlings—, primero
rodamos a los extras sentados en un porche. Y luego ampliamos un
fotograma de la escena para que fuera una fotografía quieta. Es la que tienen
Harrison y Sean.
»Y fíjate en que, justo antes de que la foto se mueva, Ridley pasa a un
primer plano de la misma, pero con un encuadre tan cerrado que no se ven los
bordes. Eso se debe a que ya no es una foto lo que vemos. Pasamos a un
primer plano fijo de la escena de la que se sacó el fotograma. Y entonces
Ridley dejó que el plano fijo siguiera su tendencia natural y se moviera con la
película rodada, y la “foto” cobró vida. Las sombras que se agitan en el
porche son las mismas que se agitaban sobre los extras cuando se rodó en
Burbank.
»Esos planos fijos se hicieron en Londres, durante la postproducción.
Fueron obra de un hombre llamado Peter Govey, que creo que también
trabajó con Ridley en Legend».
Tras ver cómo se mueve la foto de Rachael, Deckard sale al balcón de su
apartamento y contempla la vista urbana que se abre bajo él. La imagen real
de esté plano se filmó en un decorado de los estudios de Burbank. Un foco
fuera de cámara barría el decorado durante la filmación. Después se casó con
un foco animado a mano que recorre el balcón de Deckard.
Buena parte de lo que se ve a la izquierda del encuadre fue continuado
por una pintura matte realizada por Yuricich a partir de diseños de Mead.
Pero, como dice Douglas Trumbull, en esa escena hay muchas más cosas en
lo que a efectos especiales se refiere.
«Por todo Blade Runner encontramos lo que yo llamo “pinturas matte
mejoradas”, es decir, escenas donde además de verse la acción real y las
pinturas matte, también se incluyen miniaturas y hay efectos especiales en la
iluminación y alguna proyección trasera de miniaturas. El plano de Deckard
saliendo al balcón de su apartamento por la noche es un buen ejemplo de ello;
no sólo teníamos los planos de imagen real, sino un plano de las calles de
abajo, vehículos voladores y el movimiento de la calle. Eso es lo que yo
considero una “pintura matte mejorada”».
Deckard se asoma a la terraza de su apartamento. A la izquierda puede verse la matte
realizada por Yuricich.
Algunos de los mejores detalles que añadió la EEG a este plano fue el
montaje óptico de un pequeño spinner que se ve sobrevolando las calles, y
varios efectos de animación realizados en la Compsey. Pero David Dryer
sigue sin estar satisfecho con el resultado final. «Siempre tuve problemas con
ese plano. Buscaba una increíble sensación de profundidad, desde lo que se
veía en primer término hasta el fondo. Pero el plano no dejaba de parecerme
bidimensional, y sigue pareciéndolo hoy en día».
EL BRADBURY
Durante la escena en que Pris se acerca al decrépito edificio de
apartamentos del Bradbury hay más «pinturas matte mejoradas». Justo
cuando Daryl Hannah se dirige hacia el edificio Bradbury, vemos un enorme
paisaje futurista.
Tres imágenes en las que se aprecia el montaje de la
matte de Yuricich para obtener el fotograma final de la
película.
Al igual que en los planos generales del despacho de Tyrell, sólo una
parte de la escena tenía imagen real; concretamente, la acción que tiene lugar
a nivel de calle. Los dos primeros pisos del Bradbury y el edificio de la
derecha (cuyo neón donde dice «Canadá» fue inteligentemente retocado por
Yuricich para que dijera «Nada»). Todos esos elementos son reales; los
demás son o bien una miniatura o bien otra pintura matte de Yuricich.
Un examen más atento de la escena revela lo siguiente: Pris cruza la calle
cuando un camión (real) pasa por su lado. En el mismo momento, un spinner
en miniatura pasa sobre su cabeza, y sus focos proyectan luces interactivas en
el lado derecho del encuadre (efectos luminosos animados). Michele Moen
añadió también una iluminación extra, pintando un brillo más fuerte en los
dos traficadores que hay a izquierda y derecha.
«Se suponía que habría otra escena con mattes cuando Pris camina hacia
el Bradbury —explica Rocco Gioffre—. No llegó a hacerse. Se pensó en
hacer un plano elevado con Pris pasando ante la marquesina del Million
Dollar Hotel, donde veríamos que la calle por la que caminaba sólo era la
capa superior de un sistema de autopistas enormemente intricado y con miles
de niveles. Y es que pensamos poner en el suelo de la calle enormes rejillas
de ventilación que dejarían al descubierto ese denso laberinto de autopistas
que se abría debajo de ella.
»Se hizo parte del trabajo en esas pinturas. Lo que hizo el equipo de
imagen real cuando rodó en Los Angeles fue subirse al edificio de enfrente
del Bradbury y rodar desde allí a Pris caminando. Entonces, Matthew pintó
una matte detallada de la zona que la rodeaba, con las rejillas y las autopistas,
y un tío llamado Glen Campbell, uno de los cámaras de EEG, añadió unos
coches animados recorriéndolas. Pero no se llegó a emplear el plano. En parte
porque era demasiado oscuro, aunque Matt Yuricich pintó un pequeño charco
de luz procedente de una farola bajo la que pasaba Pris, para que así pudiera
verse mejor. Por cierto, que Matthew empleó el mismo truco en Planeta
prohibido, cuando los astronautas se pasean por la gigantesca maquinaria
Krel, y un foco los ilumina para que puedas distinguirlos entre la masa de
mecanismos gigantes».
Lo que sí acabó en el montaje final fue un plano donde Pris se detiene
ante el Bradbury, alza la mirada y ve el dirigible pasando sobre ella (al igual
que con los spinners, la mayor parte de la fotografía del dirigible fue obra de
Don Baker y Tim McHugh, cámaras de EEG). Pero unos minutos después,
cuando Pris entra en el Bradbury con Sebastian, la replicante vuelve a mirar,
esta vez parada en el atrio del edificio, para ver pasar el dirigible desde detrás
de la claraboya (real) del atrio.
Para realizar ese pequeño plano de efectos, Virgil Morano, miembro de
EEG, empleó una solución relativamente simple. Primero visitó el edificio y
sacó fotos de la claraboya del atrio. Un positivo de esta foto se pegó entonces
a un grueso cristal, recortándose con cuidado los espacios que había entre los
paneles de la claraboya. A continuación fijó el cristal con la foto a la cámara
de movimiento controlado, de forma que se moviera con la cámara. El
resultado fue que, aunque la maqueta del dirigible permanecía quieta, la
imagen resultante de la cámara en movimiento daba la impresión de que lo
que se movía era el dirigible y no la cámara.
EL ESPER
Mientras tanto, en el apartamento de Deckard, éste somete la foto de León
a un escáner digital mediante su máquina esper (una pieza de atrezo
construida bajo la supervisión de Mike Fink, empleado de EEG).
Las muchas diapositivas que componen este segmento fueron rodadas por
el equipo de la EEG. «Doug Trumbull hizo montar un pequeño plató de
rodaje junto al decorado del despacho de Tyrell —recuerda David Dryer—.
Representaba la zona que se ve en la foto de León: dos pequeños cuartos de
hotel interconectados. El cuarto más alejado tenía un espejo que reflejaba el
lado que no se ve, que a su vez terna otro espejo reflejando una pequeña
habitación que tampoco puede verse desde el primer cuarto. El conjunto fue
iluminado por Ridley para que pareciera un cuadro de Vermeer o Edward
Hopper.
»Entonces sentamos a Rutger en una silla ante una mesa, dándole la
espalda a la cámara. La idea original era que Batty había vuelto la cabeza en
el momento en que León sacaba la foto, así que su cara resultaba borrosa.
Como rodábamos la escena con una cámara de foto fija, graduamos el
disparador en una exposición de cinco segundos para asegurarnos de que los
movimientos de Rutger quedasen adecuadamente borrosos».
Los técnicos de la EEG emplearon una cámara Nikon con motor sujeta a
una plataforma que a su vez iba montada en la dolly de una cámara, y la
hicieron avanzar por el decorado de «la foto de León». El cámara movía e
inclinaba la cámara sacando fotos desde diferentes ángulos, procurando
fotografiar siempre el muy importante reflejo en el espejo que acabaría
revelando a una oculta Zhora. Las partes del decorado que se verían en
primer plano (una botella de whisky, dos vasos, un ventilador) se
fotografiaron aparte en grandes transparencias de 8×10.
Estas trasparencias fueron refotografiadas en secuencia, en película
cinematográfica, y montadas por Don Baker en la Compsey. John Wash se
encargó de añadir los numerosos gráficos de coordenadas, cruces de líneas,
rectángulos de zoom, y fogonazos que se ven durante la secuencia. El
material resultante se pasó a vídeo y se transmitió al monitor que Ford mira
durante la escena.
Pero cuando concluyó el rodaje en Los Angeles y Ridley Scott se trasladó
a Inglaterra para acabar la postproducción, éste decidió que no le convencían
algunos aspectos de lo rodado para la escena y solicitó que se volvieran a
filmar algunas partes. De ello se encargó la empresa Filmfex y
Lodge/Cheesman de Londres. Entre los cambios estaba la desaparición del
borrón de la cabeza de Batty (ahora la primera foto muestra al replicante
sentado ante la mesa, de espaldas a cámara), y la repetición de varios
primeros planos.
Rutger Hauer situado para hacer la foto de León que Deckard analiza con el esper.
«En esa escena, la gente no se da cuenta de que cuando el ordenador de
Deckard le muestra a Zhora, ¡esa Zhora que ven no es Joanna Cassidy! —
dice Michael Deeley, riéndose—. Como no lo son algunos de los planos de
Rutger Hauer. Usamos dobles, tanto durante el rodaje original como en la
repetición de las escenas. No me acuerdo qué planos no son de Hauer —
tampoco el actor, ya que este escritor se lo preguntó—, pero puedo decir con
seguridad que la mujer que se ve en la cama con el tatuaje de serpiente no es
Joanna en ninguno de los planos. —Joanna Cassidy lo confirmó[65]—.
»Toda la escena del esper era muy difícil de hacer. Nunca tuvimos el
dinero necesario para hacerlo con la tecnología adecuada. Hoy en día podría
hacerse con un ordenador casero».
Un último detalle a mencionar en este apartado es que la foto impresa que
Deckard saca del esper, donde se ve la cara y el tatuaje de serpiente de Zhora,
no está tomada desde el mismo ángulo que vemos en el monitor del esper.
«¿Sabes una cosa? —dice Terry Rawlings—. No nos dimos cuenta entonces;
sólo lo supimos cuando todos los aficionados a la película nos llamaron la
atención al respecto. ¡Considéralo otro “error técnico”!».
ASCENSOR AL INFIERNO
Tras la tensa reunión de Batty, Pris y Sebastian en el apartamento de este
último, Roy convence al diseñador genético prematuramente envejecido para
que lo lleve hasta Tyrell. La pareja inicia su subida en el ascensor de la
Pirámide Tyrell.
La miniatura motorizada del ascensor que vemos aquí iba incluida en «la
maqueta para insertos de la Pirámide», donde también estaban la sala de
interrogatorios y el despacho de Tyrell (cuando el ascensor se detiene en lo
alto, pueden verse a la izquierda de la pantalla el despacho y el dormitorio de
Tyrell, a través de una estrecha ventana iluminada por cuatro luces). Según
Mark Stetson, «si te fijas en el fuselaje de esos ascensores, verás que tiene la
forma de dos M. “MM” de Michael McMillian, el maquetista que los
construyó».
La maqueta para insertos de la Pirámide Tyrell.
EL ENFRENTAMIENTO
Durante el duelo final entre Deckard y Batty se aprovechó al máximo el
departamento de pinturas matte de la EEG, ya que se usaron hasta nueve
diferentes desde el momento en que Deckard atraviesa la ventana del
apartamento de Sebastian hasta que éste cuelga de la cornisa del Bradbury.
La mayoría de esos vertiginosos planos con mattes eran de la calle del
Bradbury vista a gran altura, o de enormes paisajes de la ciudad que los
rodeaba. La mayoría fueron obra de Matthew Yuricich, pero dos de ellas
(incluyendo el vertiginoso paisaje que vemos cuando Deckard dobla la
esquina del edificio por la cornisa) fueron ejecutadas por Rocco Gioffre en
solitario.
Una de esas mattes de Gioffre tiene una historia interesante. La pintura en
sí se ve cuando Deckard trepa por la pared y se pone momentáneamente a
salvo en el techo del Bradbury, a la izquierda del detective hay un oscuro y
catastrófico plano de los antiguos edificios que se alzan en la noche. «Syd
Mead diseñó inicialmente el plano de una forma que no se parece en nada al
resultado final. Syd lo planteó pensando que, cuando Harrison Ford se
incorporara del charco en el que había acabado al trepar, el público vería
detrás de él esa enorme y luminosa extensión de ciudad que se prolongaba
kilómetros y kilómetros, con dos enormes edificios centrales, semejantes a
pilares, enmarcando un edificio más grande aún que se veía en el horizonte.
Pero Ridley rechazó el diseño por considerarlo demasiado abierto; quería que
el espectador sintiera que Harrison estaba atrapado de verdad. Por otro lado,
también se pensó que esos edificios futuristas del fondo resultaban un
contraste demasiado fuerte con el edificio antiguo al que se había subido
Ford. Así que pinté un plano más oscuro, con todos esos edificios viejos
rodeándolo».
Arriba: La primera matte realizada por Yuricich para la escena de la huida de Deckard. Fue
descartada por resultar demasiado abierta. Abajo: La matte que aparece en la película.
Como ya hemos comentado, la pintura matte usada en el plano en que
Ford se agarra al saliente y cuelga sobre la lejana calle fue pintada por
Yuricich y Gioffre. Pero fue una pintura que supuso ciertos problemas
técnicos para el equipo de la EEG durante la filmación con los actores.
«Teníamos una matte de la calle bajo los pies de Ford —dice Dryer—.
Pero el decorado no estaba preparado para proporcionarnos el material
necesario para usar esa matte. Así que pusimos una superficie de espuma
blanca bajo los pies de Harrison, colgado a tres pisos de altura en los platós
de la Warner, y después medimos con mucho cuidado la diferencia de
exposición que había entre la espuma blanca y los pantalones de Harrison.
Luego, mediante una combinación de impresión de alto contraste, unos
retoques y algo de rotoscopio[66] pudimos sacar una matte muy limpia de ese
plano.
»Otra complicación de este plano se debió a la cámara de 65 mm. que
usábamos —continúa Dryer—. Era una Mitchell número tres, la tercera que
construyó el viejo Mitchell (inventor de la cámara Mitchell, una de las más
utilizadas en la industria del cine), y pesaba unos treinta y siete kilos. Así que
teníamos un problema de ingeniería para hacer que la cámara enfocase a Ford
sin que supusiera un riesgo para éste. Con tanto peso siempre se corre el
riesgo de que se rompa algo y se caiga encima del actor, cosa que preocupaba
un poco a Michael Deeley. Así que preparamos una plataforma especial para
poder elevar la cámara y permitirle inclinarse hasta los noventa grados.
Entonces cogimos lo rodado y lo montamos con una pintura matte de
Yuricich, que ocultaba el hecho de que Harrison sólo estaba a seis metros del
suelo, en vez de a cien».
Pero, pese a todos esos paisajes impresionantes y esos planos
vertiginosos, Rocco Gioffre cree que las mejores pinturas matte de la película
son las que el espectador no nota. «Las mattes que mejor funcionan son las
más sutiles —concluye Gioffre—. Por ejemplo, hay un plano en el que
Rutger Hauer salta entre los dos edificios y, a lo lejos, se ven unos edificios
que añadió Matthew. Eso se hizo porque la fotografía de la escena resultaba
demasiado oscura, pero yo lo considero un bonito toque con una matte, que
apenas se nota y que aporta mucha atmósfera al plano».
FIN DE LOS EFECTOS ESPECIALES
Rutger Hauer.
VANGELIS
Evangelos O. Papathanassiou, conocido por los aficionados a la música y
las bandas sonoras por el nombre de Vangelis, nació el 29 de marzo de 1943
en Volos, Grecia, y se crió en Atenas. Músico autodidacta incapaz de leer una
partitura, Vangelis compuso su primera pieza para piano a la edad de cuatro
años. Pronto dominó todo tipo de teclados, y a los dieciocho años se unió al
grupo griego Formynx, que en los primeros años sesenta se convirtió en el
primer grupo de rock del país. En 1968, cuando una dictadura militar asumió
el poder en su patria, Vangelis se mudó a París.
Vangelis, compositor de la banda sonora.
Una vez allí, formó otro grupo llamado Aphrodite’s Child, cuyo principal
cantante era Demis Roussos, intérprete muy popular en Europa. (Aquí hay
algo curioso, el primer gran éxito del grupo fue Rain and tears, lluvia y
lágrimas. Si invertimos el orden de las palabras nos veremos ante algo muy
parecido a la famosa frase de Roy Batty: «Lágrimas en la lluvia»).
Por entonces, Vangelis se estaba haciendo una buena reputación como
compositor de primer orden de música electrónica, con un dominio del
sintetizador que iba más allá de las simplezas musicales que se hacían en
aquella época con sintetizador. Esta reputación le vino muy bien en los años
setenta, época en la que empezó a componer bandas sonoras para películas
televisivas y cinematográficas francesas. Una de esas colaboraciones había
consistido en componer la música de L’apocalypse des animaux y Opera
sauvage para el director de «documentales de la naturaleza» Frederic Rossif
(el segundo de los temas sigue siendo uno de los trabajos más evocadores y
duraderos de su carrera).
A mediados de los setenta, Vangelis dejó Aphrodite’s Child y se mudó a
Londres, donde firmó un contrato con la RCA e hizo realidad su ambición de
construir los estudios Nemo, un estudio (o «laboratorio», como lo llama él)
de música de veinticuatro pistas. Situado cerca de Marble Arch, fue allí
donde compuso la música de Blade Runner y donde verían la luz sus álbumes
en solitario más populares, entre los que se cuentan Heaven and hell, China y
See you later.
Por aquel entonces, Vangelis grababa álbumes con Jon Anderson,
vocalista del popular supergrupo Yes. Posteriormente, desconcertaría al
mundo del rock al rechazar la oportunidad de sustituir a Rick Wakeman,
teclista de Yes, cuando éste decidió dejar el grupo.
Por aquel entonces, Vangelis grababa álbumes con Jon Anderson.
LA BANDA SONORA
«Para empezar, nunca supuse que fuéramos a emplear a Vangelis —
recuerda Terry Rawlings—. Al principio probamos varias cosas… Como
detalle curioso, mientras montaba BR, yo escuchaba música de Jerry
Goldsmith. Y no me daba cuenta de lo que íbamos a obtener con esa película,
de lo que intentaba crear Ridley. Pero las cosas nunca permanecen inmutables
cuando empiezan a brotar las imágenes que crea Ridley. Siempre sucede así».
Este erudito musical conoció a Vangelis cuando montaba la película
Carros de fuego (Chariots of fire, 1981), cuya banda sonora compuso. Sus
caminos volverían a cruzarse profesionalmente cuando Scott, que había
estado pensando en cuál sería el compositor adecuado para la película, invitó
a Vangelis y a su agente, Jiannis Zographos, a un pase de un montaje
preliminar de la película.
Según varias fuentes, ante lo que vio en la pantalla, Vangelis se quedó
«emocionado» por la belleza de la película y «aterrado» porque BR anunciaba
un futuro que le parecía escalofriantemente plausible. Pero el compositor
griego continuó sin decidirse a aceptar el encargo, pese a su reacción visceral
ante la película.
Heaven and hell, China, See you later y L’apocalypse des animaux.
MÁS POSTPRODUCCIÓN
Por ejemplo, en una carta de Michael Deeley, fechada el 19 de
septiembre de 1981 y dirigida a Charles Weber, de Tandem
Productions (ejecutivo de la compañía encargado de supervisar los
progresos de la película), se detallaba el coste de varios planos a rodar
en postproducción, de cara a su aprobación por la compañía. Entre
éstos se contaban:
ientras
1) Un plano de efectos especiales que debía hacer la Oxford Scientific
VangelisCompany de Inglaterra, con Pris mirando un mundo en miniatura por
componíael microscopio de Sebastian.
su
banda
sonora,
Scott,
Deeley,
Powell
y
Rawlings
se
concentraban
en
resolver
elementos
pendientes
de la
postproducción.
Gran
parte
de esa La escena en la que Pris debía ver un mundo en miniatura a través del
labor microscopio de Sebastian.
se
centraba
en 2) Una petición de «rodar algo dramático» para la cinta de creación de
realizar Batty que Bryant le muestra a Deckard al principio de la película.
diferentesRidley Scott sugirió captar la atención de los espectadores con una
escena con Batty en una especie de prisión futurista, exhibiendo sus
planos
poderes de replicante.
de
3) Un plano subjetivo de lo que ve Deckard desde la azotea del edificio
transición,
primerosde Sebastian al mirar hacia la noche oscura que hay mucho más
planos abajo, justo antes de saltar de un edificio a otro (la carta sugería
rodar la escena en una localización concreta: un rascacielos de
y
Nueva York).
demás 4) Un primer plano de la bala de Rachael atravesando la frente de León
elementosal final de la pelea en el callejón.
que
5) Toda una escena de baile en The Snake Pit, donde se viera el número
Scott de Zhora. Esto era, con mucho, el añadido más caro, con un precio
consideraba
calculado en las 166.000 libras, o más de 200.000 dólares.
o bien
necesarios
A esta carta de Deeley, fechada el 18 de septiembre, le siguió una
o bien
de Katy Haber fechada el 24 de septiembre. En esta segunda pedía
que
más planos para la postproducción; esta vez los cineastas creían que
añadirían
Blade Runner necesitaba:
un
toque6) Volver a rodar al ojo gigante que se ve al principio de la película
más para poder moverlo, y que los reflejos de las llamaradas
al sobreexpuestos en el ojo se muevan con él.
7) Una repetición de las «estrellas que se ven a través del techo del
producto
final. ascensor», que Batty contempla tras matar a Tyrell. Scott pensaba
que el primer plano no funcionaba bien. Pidió sustituirlo por el
interior de la miniatura de un ascensor rodado con movimiento
controlado.
8) Un plano general de la ciudad extendiéndose hasta el horizonte, que
Deckard vería al atravesar la ventana del apartamento de Sebastian
cuando intenta escapar de Batty.
Pero casi todos los añadidos fueron vetados oficialmente por Tandem en
una carta fechada el 28 de septiembre de 1981. Lo más interesante es que esta
carta dejaba también claro que el final de la película preocupaba a Tandem,
que creía que no debía hacerse ninguna referencia al hecho de que Deckard
fuera un replicante (un elemento de la trama que, como veremos, se
convertiría en tema de debate durante 1981,1982 y los años subsiguientes).
Otro motivo de desacuerdo entre Tandem y el equipo de producción de
BR estaba relacionado con los títulos de crédito iniciales de la película. Para
principios de enero de 1982, tanto Scott como Deeley habían decidido que
todos los actores principales tendrían una cartela con su nombre en solitario
al principio de la película. Tandem no lo veía así, y contraatacó con varias
ideas propias para los créditos iniciales. Dos de ellas eran:
1. Mostrar un fondo negro, salpicado por lentas gotas de agua, mientras se
iba abriendo un agujero en la parte inferior de la pantalla. Los créditos
aparecerían y desaparecían en fogonazos.
2. Nada de créditos. En vez de ellos, Harrison Ford leería los créditos que
se repetirían por escrito al final de la película.
LA VOZ DE FONDO
s en este momento de la realización de BR donde salió a la luz uno de los
aspectos más controvertidos de la producción: la narración de fondo de
Harrison Ford.
Esta narración ha dado pie a su propia leyenda particular. Pero,
como suele suceder con las leyendas, sólo parte de la historia es real,
y el resto es distorsión o mala comprensión. Este escritor suplica,
pues, la indulgencia del lector a lo largo de las siguientes páginas
mientras intenta desentrañar los malentendidos que se han ido
acumulando respecto a los monólogos interiores que acompañaron a Harrison
Ford durante sus viajes por Los Angeles de 2019.
Una de las falacias más corrientes es que la voz de fondo de Deckard es
despreciada universalmente. Sorprendentemente (al menos para este escritor,
al que tampoco le gusta la narración de BR), no es una opinión tan extendida
como podría creerse. Para escribir este libro realicé una encuesta, admito que
poco científica, entre 200 amigos, desconocidos y conocidos, respecto a dicha
narración de fondo. Descubrí que a una cantidad importante de espectadores
(un 30% de esos 200) les gustaba la narración. Las razones para esta
aceptación eran dos: algunos consideraban que aportaba información
importante para la trama que no obtendrían limitándose a ver la película (lo
cual indica que una parte del informe de Warner Brothers acertaba en eso),
mientras que otros disfrutaban con lo que consideraban un homenaje a las
viejas películas negras de los años cuarenta.
Pero también es cierto que la mayoría de los espectadores encontraban la
narración chirriante e intrusa (igual que Philip K. Dick, a juzgar por sus
comentarios sobre el guión de Fancher incluidos en el Capítulo V), y el
montador Terry Rawlings resume la actitud general al respecto cuando
comenta que «no me cansé de decirles durante toda la producción que
estaban enfocando mal la narración. Si vas a incluir una narración de fondo,
no se busca que diga “¡Mira eso! ¡He encontrado un lápiz!”, mientras se ve a
un personaje cogiendo un lápiz. Es de idiotas. De hecho, Ridley tenía un
término desdeñoso para ese tipo de redundancias, lo llamaba “Irving el
Explicador”.
»Y la narración de la versión estrenada parecía estar escrita por Irving. Lo
cual resultaba irritante. Yo insistí en que la narración debía ser semejante a la
de las viejas películas de Humphrey Bogart, que tenían unos comentarios
fantásticos. Allí los personajes no hablaban de lo que veían, sino de lo que les
afectaba. Yo no paraba de decirles: “¿Por qué no utilizamos el mismo sistema
en BR? Por ejemplo, si Deckard encuentra algo, nos dirá cómo se siente por
lo que ha encontrado, cómo le afecta”. Pero nadie me hizo caso. La narración
que se oía en el estreno se dirigía al público como si éste fuera tonto. Y creo
que eso acabó por molestar a todo el mundo».
Como indica Rawlings, el uso de una narración cansina para una cínica
película negra es un recurso cinematográfico de honrosa tradición, y como
Blade Runner es cine negro futurista, no resulta sorprendente descubrir que
siempre se pensó que tuviera el mismo tipo de narración irónica que esas
viejas películas.
Con lo cual llegamos al segundo mito: que Ridley Scott nunca quiso una
narración de fondo. Y es que fue el propio director el primero en presionar
para que se incluyera dicha narración.
Según Hampton Fancher, «Ridley fue quien impulsó la idea de un
narrador. Por eso aparece en tantos de mis borradores. Scott quería el efecto
de una película de detectives de los cuarenta, y le gustaba la idea de emplear
ese recurso de cine negro».
Hay mucha documentación que respalda la afirmación de Fancher. Por
ejemplo, en el guión de Strange days fechado el 7 de enero de 1980 (escrito
seis semanas antes de que Scott aceptase el proyecto, y que era una
mezcolanza de las dos versiones anteriores del guión, cuando se titulaba
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y Mechanismo), Deckard no
tenía ninguna narración. Pero en la página 5 del guión fechado el 24 de julio
de 1980, cinco meses después de que Scott aceptase dirigir la película, el
lector conoce a Deckard a través del siguiente diálogo:
Tal y como sucedió con la voz de fondo, el final feliz ha sido motivo de
muchas especulaciones y discusiones. Y tal como sucedió con la narración de
fondo los rumores pertinentes a los orígenes de este final tienen su buena
ración de distorsiones, medias verdades, y falsas creencias que los
aficionados a la película han admitido como si fueran el Evangelio.
El principal rumor tras la génesis de este final feliz ha sido siempre que
Ridley Scott se vio forzado a añadirlo a la película tras las reacciones
negativas que tuvo la película en los pases de Denver y Dallas. Bueno, pues
sí y no. Y es que, tal y como nos dice Ivor Powell, era un final agridulce que
siempre estuvo previsto. De hecho, la escena tenía adjudicada una
numeración y unos días de rodaje previstos incluso antes de que empezase el
rodaje.
«La filmación de las escenas 137 a la 139 —afirma Powell—, estaba
programada para los dos últimos días del calendario de rodaje, que debían
recaer en el 22 y el 23 de junio de 1981, es decir, en los días setenta y cuatro
y setenta y cinco del rodaje».
Pero si ese final feliz estaba previsto desde el principio, ¿por qué no se
vio en los pases previos?
«Porque el final feliz nació de esos pases —explica Michael Deeley—.
Pese a estar escritos y planificados antes de empezar a rodar, nos quedamos
sin tiempo y dinero, y carecíamos de recursos para rodar ese final. Después,
durante el montaje, Ridley cambió de opinión respecto al final, y pensó que
sería mucho mejor acabar visualmente la película con una nota mucho más
dura y ambigua: con las puertas del ascensor cerrándose tras Deckard y
Rachael, y rematar con esa frase de Gaff: “Lástima que no pueda vivir
mucho. Pero, claro, ¿quién lo hace?”. Eso nos gustó a todos. Dejaba una
impresión enigmática y duradera en la película.
»Pero, insisto, tras los pases de Denver y Dallas, Ridley estaba dispuesto
a recuperar el final feliz. Y yo también. Sobre todo cuando leímos los
cuestionarios y había tanta gente expresando sus reservas sobre el final
pesimista. Y la simple posibilidad de que ese final pudiera abrirnos la puerta
para una secuela fue otro factor a tener en cuenta».
Scott confirmó las declaraciones de Deeley en el artículo «Blade Runner
2» de Kenneth Turan: «Fue la primera vez que experimenté el pesado
proceso de los pases previos, y estaba tan desconcertado por las reacciones
negativas o desconcertadas que no me opuse. Pensé: “Dios mío, igual me he
pasado. Igual debería hacerla más clara”. Me vi atrapado en el proceso de
pensar “hay que explicarlo todo”».
Pero, como hemos dicho antes, el final feliz que acabó filmándose era una
variante de la escena que se escribió inicialmente. Lo cual nos lleva a
preguntarnos cómo era el final previsto.
Ivor Powell nos cuenta que «primero se veía esa pintura matte con el
coche de Deckard saliendo de Los Angeles, con toda la ciudad detrás de él.
Pero no pudo ser porque nos quedamos sin presupuesto mientras aún
hacíamos los efectos. Después venía un fundido al coche de Deckard saliendo
de un túnel para llegar a una zona arbolada poco poblada. Mientras Deckard
y Rachael hablaban, veían un unicornio corriendo entre el bosque. Se suponía
que eso debía enlazar con el sueño que había tenido Deckard con un
unicornio, pero nunca llegué a comprender cómo[77].
»Por si te interesa, esa aparición del unicornio se menciona en la última
versión del guión[78], pero todo ese final se cambió un poco en
postproducción. La nueva idea era que Deckard pusiera en el salpicadero del
coche el unicornio que Gaff había dejado en su apartamento. Entonces, la
cámara se alejaba del coche para enfocar ese bosque poco poblado, se alejaba
un poco más y se veía que el bosque acababa en una zona desértica con
formaciones rocosas. Luego, la cámara dejaba de moverse, y veíamos el
coche de Deckard internándose en el desierto. Ahí acababa todo. Fin».
Storyboard de Ridley Scott para el final original de Blade Runner, del cual sólo se filmó
parte. Nótese la aparición del unicornio, en el ángulo superior derecho.
Otra crítica positiva fue la de Hiawatha Bray, que dijo que Blade Runner
era «una película de ciencia ficción sorprendentemente seria… El único de
todos los estrenos de este verano que es realmente adulto en su complejidad e
inteligencia» (Christianity Today, volumen 26, n.º 14, 5 de septiembre de
1982).
Pero la más profética de las críticas a favor de Blade Runner fue la de
John Bloom, que comentó que era «una película muy bien hecha, pese a
fallos ocasionales y a una dependencia ocasional de una violencia gráfica y
brutal. Sospecho que la historia será más amable con ella que los críticos»
(«Republican pod people, circa 1982», Dallas Times Herald, Dallas, Texas,
25 de junio de 1982).
Un punto para el Sr. Bloom. Pero, tal y como viene demostrando una y
otra vez la prensa de este país, resulta muy difícil decir cosas positivas sobre
algo cuando se te ensordece con un chirrido histéricamente negativo.
Pero una deliciosa ironía acechaba entre todo el rechazo y el sarcasmo
con que la película fue acogida. Las dos cosas que más odiaban los críticos
era precisamente los dos añadidos de última hora que Tandem Productions
esperaba que hicieran la película más aceptable para el público general: la
narración y el final feliz.
Pauline Kael resumió en su texto el desagrado crítico ante la narración de
Ford diciendo que «Esa narración, que se dice fue añadida a última hora,
resulta ridícula y distrae del gancho visual del material».
Terry Kelleher, del Miami Herald (Miami, Florida, 26 de junio de 1982),
le puso el último clavo al ataúd del «Cabalgando hacia la puesta de sol» de
BR al decir que «lo que más me molestó fue ese final impostado,
completamente superficial y de buen rollo. Tras pasar dos deprimentes horas
en el cine, resulta más deprimente aún ver a un director sucumbir en el último
momento al miedo a ser demasiado deprimente».
Una buena argumentación, pese a probar lo poco que saben algunos
críticos de la cruda realidad que existe tras el glamuroso rostro del cine.
UN PÚBLICO INDIFERENTE
Esa teoría implica la peligrosa emoción que a veces provoca una película
en el público, y que puede influir de forma crucial en el éxito o fracaso de la
misma. Esa emoción y su efecto negativo resultante fueron muy bien
descritos por Jeff Simon en The Bufalo News (18 de julio de 1982), cuando
avisó que si buscas una narración, un ritmo interesante y un sentimiento
humano, Blade Runner es, como dijo sucintamente mi hija, «aburrida».
Y el aburrimiento aún no ha conseguido ganarse ningún tipo de público.
IMPRESIÓN EN LAS TRINCHERAS
Resulta, pues, evidente que la calidad, el diseño y las ideas que tanto
tipificaron Blade Runner se propagaron como un virus benigno por el cuerpo
de la cultura pop mediante la corriente sanguínea de los medios de
comunicación. De hecho, la infestación artística de la película fue tan ubicua
que hasta se convirtió en piedra angular de un nuevo movimiento literario
que reflejaba a las claras las preocupaciones sociotecnológicas de la película.
¿Cómo se llama ese movimiento? Ciberpunk.
EL NACIMIENTO DEL CIBERPUNK
CINTAS Y DISCOS
Como ya se ha comentado, una de las principales causas de la creciente
popularidad de Blade Runner a lo largo de los ochenta y noventa fue el hecho
de que estuvo rápidamente disponible en vídeo y láser disc. A continuación
haremos un breve repaso a los vídeos que ayudaron a crear este culto.
Los derechos para vídeo y láser disc fueron comprados por Embassy
Home Entertainment, un ramal del ahora desaparecido grupo Avco, del
productor Joseph E. Levine. Poco sospechaba Embassy en 1983 que entraría
en los trivial de BR por sacar dos versiones diferentes de la misma película.
La cinta de Embassy se vendió tanto en formato Beta como VHS, y era
una copia de la Versión Internacional. Pero el láser disc de formato CLV en
pan-scan[81] que editó Embassy en 1983 (y que se reeditó en 1987) era lo que
este autor llama la Versión Local, una versión para «mayores con reparos» de
la copia estrenada en los cines[82].
Por desgracia, esos dos discos llevan mucho tiempo agotados y se han
convertido en ejemplares de coleccionista, ya que son los únicos discos (o
cintas de vídeo, ya puestos) que contenían la versión de BR tal y como se vio
en los cines. De hecho, durante los siguientes diez años (hasta el estreno en
1993 de las copias en vídeo y láser disc de la Versión del Director), cada
cinta o disco que salía a la venta se hacía a partir del máster de la Versión
Internacional no calificada.
Pero las compañías que editaron la Versión Internacional no pretendían
ocultarlo. Por ejemplo, uno de los vídeos que sacó Embassy de BR exhibía la
divertida e hiperbólica advertencia siguiente: «CUIDADO: Esta película
contiene escenas inéditas de violencia gráfica que no se vieron en la película
estrenada en el cine para así suavizar el tono muy adulto de la película. Vea
más del futuro del año 2019… ¡Si se atreve!».
En 1986, Embassy volvió a distribuir en vídeo la Versión Internacional,
esta vez codificada con el sistema de sonido CX. En 1987 se distribuyó una
tercera edición del vídeo, también con la Versión Internacional; y ese mismo
año se anunció la aparición de una edición rechazada por Nelson
Entertainment, que fue la primera con sonido Surround (Nelson le había
comprado los derechos a una Embassy en liquidación). Y, por supuesto, 1987
marcó la aparición de los discos de Criterion en su versión CAV y CLV.
Durante los siguientes cinco años, la edición de Nelson fue el estándar
por el que la mayoría de la gente valoró la película. Pero entonces, en 1992,
New Line Home Video (Columbia TriStar Home Video) compró los
derechos y sacó a la calle su propia versión de BR, proclamando que esa
versión era la Edición Décimo Aniversario de la película. Pero cualquier
esperanza de llegar a descubrir otra variante de la película (¿La Copia de
Trabajo? ¿La Versión del Director? ¿Alguna otra?) quedaron barridas cuando
los compradores se dieron cuenta de que New Line se había limitado a
utilizar la misma Versión Internacional en pan-scan que las demás compañías
habían estado vendiendo la pasada década, aunque fuera una versión
remasterizada con una mayor calidad de audio y vídeo. ¡La cinta de New
Line hasta tenía el morro de empezar la película con el mismo logo de
Embassy! Menuda Edición del Décimo Aniversario.
Pero esa inundación de la Versión Internacional se vería barrida por un
nuevo fenómeno: el descubrimiento, reconstrucción y edición de la Copia de
Trabajo y de la Versión del Director.
Los seguidores de esa película de ciencia ficción dirigida
por Ridley Scott que es Blade Runner, protagonizada por
Harrison Ford, llenaron el cine NuArt del Westsifde para ver
una nueva Versión del Director nunca vista en los cines. Según
Landmark Theaters, la película batió ese fin de semana su
récord de taquilla, recaudando 31.946 dólares entre los pases
de viernes, sábado y domingo. En este momento sólo hay
distribuida una copia de la Versión del Director[83].
a notable atención recibida por Blade Runner entre 1982 y 1991 acabó
teniendo como consecuencia lo que la gente considera ahora
inevitable: el reestreno de la película en los cines.
Pero semejante gesto no es habitual, y menos dentro de la
industria. En Hollywood siempre se ha mantenido que en cuanto una
película muere en taquilla (como desde luego le pasó a BR) muere
para siempre. El estudio tiende a pensar que «siempre se pueden minimizar
las pérdidas estrenándola en cable o en vídeo, pero ¿volver a estrenar una
película de hace diez años, y además un fracaso comercial, en los cines de
toda América? Olvídalo». Lo cual convierte en inusual la reaparición de
Blade Runner en las carteleras.
Y si se piensa que ese reestreno tuvo lugar no una vez, sino dos, y en dos
años consecutivos con dos versiones completamente distintas de la película,
lo de «inusual» adquiere el grado de «asombroso».
Harrison Ford.
Tal y como había pasado en el Fairfax, las entradas se agotaron. Pero esta
vez se agotaron una semana antes de la proyección. A raíz de esto, Barry
Reardon, presidente de distribución local de la Warner Brothers, programó
una segunda proyección para que quienes no pudieron conseguir entradas
tuvieran una segunda oportunidad.
Según Arick, la intervención de Reardon indicaba a las claras que Warner
Brothers estaba «algo más interesada» en la Copia de Trabajo. Igual de clara
fue la abrumadora reacción positiva que le brindaron los asistentes del
Multimedia Fest a este «nuevo» Blade Runner, reacción que poco después
quedaría plasmada en papel por Shawn Levi en su artículo «Ridley
Scissorhands» para la revista American Film (agosto de 1991).
Pero Ridley no había podido asistir al acontecimiento, ya que seguía
ocupado con Thelma y Louise. En cambio, Syd Mead sí pudo asistir, y
participó en un animado coloquio que tuvo lugar después de la
proyección[88].
Para entonces, la existencia de la Copia de Trabajo en 70 mm. llevaba dos
años calando en todo Los Angeles. Era el momento de una acción
corporativa.
Warner Brothers reaccionó ante el creciente interés del público,
permitiendo que la copia se proyectara en otros cines. Pero antes, en agosto
de 1991, el estudio distribuyó copias de la Versión Local a ciudades
seleccionadas de Estados Unidos. Fue una prueba destinada a comprobar si el
interés generado por la Copia de Trabajo era algo más que una chiripa
localizada, y si la película podía defenderse a escala nacional.
Y así fue. Las proyecciones de la Versión Local atrajeron a una buena
cantidad de público en ciudades como Huston, Dallas y Washington, entre
otras. Animada por los resultados, la Warner Brothers se comprometió
finalmente a financiar al menos una copia en 35 mm. que se pasearía de cine
en cine como un acontecimiento especial.
Desgraciadamente, cuando se hizo la versión reducida a 35 mm., Michael
Arick ya no trabajaba para Warner Brothers, y Ridley Scott no sabía lo que
pasaba con la susodicha copia. Como no sabía que la proyección continuada
de la Copia de Trabajo en Los Angeles generaría una nueva oleada de Blade
Runner manía.
Una vez Scott seleccionó las tomas del unicornio con las que estaba más
contento, Terry Rawlings las montó, incluyendo en la secuencia música
temporal de Vangelis, sacada de Carros de fuego. «Pero la secuencia original
que yo monté no se parece en nada a la que se ve en la Versión del Director
—comenta Rawlings—. El negativo de la escena original se había perdido
para cuando hicieron la restauración de 1992, y no consiguieron encontrar los
positivos (un hecho que examinaremos más a fondo dentro de unas páginas).
»La escena original del unicornio era básicamente una serie de planos
cortos que empezaba cuando Deckard coge algunas fotografías, gira en el
taburete del piano y se recuesta contra éste. Entonces empieza a mirar a una
foto y ¡flash! se ve un plano muy breve del unicornio corriendo por un
bosque. Volvemos a Deckard, que sigue mirando la foto. Luego viene otro
plano del unicornio, acercándose hasta la cámara. Menea la cabeza, y en
cuanto lo hace, pasa a Deckard meneando también la cabeza. Después deja
las fotos y la escena continúa tal y como se ve ahora, con Deckard cogiendo
la foto para ponerla en el esper.
»La esencia de la secuencia original del unicornio venía a mostrarnos a
Deckard examinando las fotos y diciéndose “Recuerdos”. Como si recordase
cosas de su pasado. Ésa era la idea, dar la impresión de que las fotos
despertaban esos recuerdos. Meditaba en esas imágenes y después las
desechaba meneando la cabeza».
Según Rawlings, tanto Scott como él quedaron «muy contentos» con
cómo quedó toda la escena, pero había otras personas no tan contentas.
«En Tandem estaban molestos con la secuencia del unicornio porque no
estaba en el guión, pero Ridley la había rodado de todos modos —explica
Ivor Powell—. Y tampoco creo que la entendieran».
«Eso es quedarse corto —añade Rawlings—. Los del dinero no paraban
de incordiar a Ridley con preguntas tipo “¿Qué pasa con el unicornio?”,
“¿qué significa?”. Y Ridley les respondía: “Si no lo entiendes, ¿de qué sirve
que te lo explique?”. Era frustrante porque el que casi era el último plano de
la película, ése donde Harrison encuentra el unicornio de origami, revela así
una relación importante entre Gaff y Deckard, puesto que se da a entender
que conoce sus recuerdos de un unicornio. Pero Tandem no veía esa
conexión. “Eliminadlo. Es demasiado vago”, decían. Así que la secuencia
original del unicornio se eliminó muy pronto».
En la actualidad, los creadores de Blade Runner siguen sin estar de
acuerdo en si se mostró o no al público la secuencia con el unicornio.
Algunos miembros del equipo dicen que no, mientras que otros afirman que
se vio en los pases de Denver y Dallas. Al no haber estado un servidor
presente en esos pases, he sido incapaz de verificar si se vio. Puede que algún
lector que asistiera a esos pases quiera contactar conmigo a través de mi
editor y acabar con mi desconcierto al respecto.
Pero la secuencia del unicornio sólo es una pequeña parte de una
controversia aún mayor que afecta a la misma naturaleza del propio Rick
Deckard.
¿ES DECKARD UN REPLICANTE?
ESTRENO DE LA VERSIÓN
CINEMATOGRÁFICA
Cuando interrumpimos la historia de la Versión del Director de Blade
Runner, era agosto de 1992. Ridley Scott había amenazado con denunciar la
versión si se estrenaba sin el unicornio, y todas las partes implicadas se
reunieron para discutir cómo remediar la situación. Michael Arick retoma la
historia en ese punto.
«Esa segunda reunión en la Warner Brothers resultó bastante interesante.
Para entonces, ya se empezaba a notar la presión, pues se habían firmado los
contratos para distribuirla en los cines de todo el país, pero Ridley estaba
dejando muy claro que pensaba desautorizar esa versión si no tenía el
unicornio. Y faltaba menos de un mes para la fecha de estreno».
En algunos aspectos, esta segunda reunión fue una repetición de la
primera: Warner volvió a sugerir que Scott permitiera el estreno de la Copia
de Trabajo, mientras Mimi Polk repetía que habían acordado un montaje
aprobado por el director. Finalmente se llegó a un compromiso. Warner
Brothers no distribuiría la Copia de Trabajo Mejorada siempre y cuando
Arick entregase un montaje autorizado por Scott antes de la fecha tope de
septiembre.
Este trato colocaba a Arick en una posición muy delicada. No sólo estaba
obligado a entregar un nuevo montaje en un periodo de tiempo ridículamente
breve, sino que, de no hacerlo, recaería sobre él la responsabilidad de una
Versión del Director mutilada. «Yo seguía pensando que podríamos
conseguirlo —responde Arick—, pero sólo si reducíamos radicalmente la
restauración prevista».
Scott aceptó que el proyecto era viable con menos cambios y dio a Arick
una nueva serie de instrucciones. Para este último montaje de la Versión del
Director desaparecerían detalles como la escena de Holden en el hospital, se
eliminaría la narración de fondo, se reinsertaría el ojo gigante del principio de
la película, se le corregiría el color y se ajustaría técnicamente el positivo
final, rehaciendo digitalmente el sonido, y la película acabaría con las puertas
del ascensor cerrándose tras Deckard y Rachael. Pero lo más crucial era que
su unicornio reapareciera en la película como fuera.
En efecto, esta segunda reunión con Warner Brothers para tratar de la
Versión del Director acababa eliminando del tapete tanto la restauración
pretendida por Arick como la Copia de Trabajo Mejorada, a favor de una
tercera variante de la Versión del Director. El problema era que, cuando se
ratificaran todos los acuerdos y se firmaran los papeles necesarios, Arick sólo
tendría veintiún días para terminar una tarea que parecía completamente
desesperada.
«Eso significaba que debía resignarme a hacer una Versión del Director
que sólo sería una versión ligeramente mejorada de la versión estrenada —
recuerda Arick—. Pero era mejor que nada».
El conservacionista puso entonces manos a la obra con ganas,
centrándose primero de los requerimientos técnicos. Trabajó con algunos de
los mejores laboratorios y técnicos de Hollywood y puedo preparar un nuevo
negativo en 35 mm. a partir de un interpositivo de la versión estrenada
inicialmente.
A continuación remezcló digitalmente la banda de sonido empleando
como guía de audio tanto la grabación magnética original en dos pistas de los
diálogos como la grabación en cuatro pistas M&E (música y efectos). Tuvo
que ir contando fotograma a fotograma para poder eliminar las
aproximadamente ochenta palabras de narración que se oían en la película
estrenada.
«La verdad es que me gustaba bastante la breve narración que había
hecho Harrison para la Copia de Trabajo, y cómo la había recitado —
comenta Ridley Scott—. Pero pensé que, si se eliminaba toda la narración,
también debería eliminar la de la Copia de Trabajo, aunque sólo fuera para
mantener cierta uniformidad».
Entonces intervino el destino con forma de buena suerte: En los archivos
de la Rank en Londres se había encontrado parte del positivo de la escena
original del unicornio.
«No eran los mismos planos que yo monté en la película —comenta
Terry Rawlings—, sino unas tomas desechadas por Ridley en 1982. Pero fue
lo único que pudieron encontrar de la escena, en positivo o en negativo. No
sé lo que sería del material original; cuando se preparaba la restauración, yo
estaba ocupado con otra película y le pedí a Jimmy Shields, que trabajó
conmigo en el sonido y que había intervenido en Alien y en Legend, que lo
buscara por mí.
»Lo que acabó encontrando fue ese positivo desechado cuyo color
derivaba hacia el verde y que estaba bastante sucio. Se lo enviamos a Michael
Arick en Los Angeles, que mandó que se limpiase y se le corrigiera el color.
Sacaron un nuevo negativo de él y lo montaron en la Versión del Director.
Por ese motivo, los planos del unicornio no tienen la misma calidad que el
resto de la película. Es algo muy triste. No sólo la secuencia no queda como
se había pensado, y sólo es una recreación de la escena original, sino que
también es diferente al resto de la película[94]».
Cuando le pregunté por los motivos de la desaparición del negativo de la
secuencia del unicornio, Rawlings respondió: «No tengo ni idea. Pero cuando
una película lleva desaparecida diez años, o el tiempo que fuera hasta que
decidieran hacer la Versión del Director, las compañías suelen decirse:
“Tenemos todo lo que necesitamos. Tenemos el máster de vídeo, el negativo
y todo lo demás, así que ya no necesitamos lo descartado”. Y lo tiran.
Además, la película fue remontada antes de estrenarse. Y los negativos de las
escenas eliminadas pasaron a esa zona que en Inglaterra llamamos “XNGs”, o
escenas borradas. Así que si la compañía estaba contenta con el resultado
final, bien pudieron tirarlo. Suelen hacerlo a veces. La verdad es que lo hacen
demasiado».
LA REACCIÓN DE LA CRÍTICA
Era de suponer que la eliminación de la narración y del final feliz, dos
elementos abiertamente criticados en el estreno original, haría que la VDBR
recibiera un fuerte respaldo crítico en su estreno de 1992, y más ante el
creciente culto que había despertado. Pero no fue el caso.
La reacción crítica que obtuvo la Versión del Director volvió a estar
fuertemente dividida, reflejando la mayoría de las negativas la queja de Jeff
Millar en el Houston Chronicle de que «sus virtudes siguen intactas, sus
problemas sin resolver» (11 de septiembre de 1992). Pero, según el artículo
de William Kolb, «Blade Runner: The director cut that nearly wasn’t», el
conjunto de las críticas fue ligeramente más favorable que en el estreno
original. «La media de las críticas le otorgaban en su baremo media estrella
más que en el estreno de 1982», nos dice Kolb.
Entre las críticas favorables estaba la de Gary Arnold, que comentaba que
«la interpretación de Harrison Ford y las aspiraciones míticas y elegiacas de
la trama mejoran notablemente al silenciarse esa narración tan torpe… Blade
Runner ofrece una visión temática más coherente cuando se la reduce a sus
recursos narrativos originales» («Harder edge and wellplaced cuts make this
Blade Runner much sharper», Washington Times, 11 de septiembre de 1992).
Pero puede que la principal diferencia entre las críticas obtenidas por la
película en 1982 y en 1992 fuera económica. A diferencia de la prensa
negativa que obtuvo en 1982 y que alejó a los seguidores potenciales de los
cines donde se proyectaba, las críticas anti VDBR no tuvieron ningún
impacto financiero en la encarnación de 1992. Su resultado en taquilla fue
respetable al estar ya establecido el grupo de público seguidor de la película.
La Versión del Director acabó por ser sólo un ladrillo más en el creciente
muro que conformaba la leyenda de Blade Runner.
Pero los que han visto VDBR pueden pensar que las únicas diferencias
que tiene la Versión del Director con las anteriores son las citadas. Algo que
no es del todo exacto. Hay al menos siete diferencias.
Aquí están:
1) La narración de Deckard ha sido eliminada por completo.
2) Se han insertado frases procedentes del dirigible para llenar el
agujero creado por la ausencia de narración, cuando Deckard espera
sitio en el bar de tallarines («No nos avisan contra los asesinos en el
periódico…»). La frase añadida consistía en una voz de mujer
diciendo: «Este anuncio es cortesía de la Corporación Shimata-
Domínguez, que ayuda a América a crear un Nuevo Mundo.»
3) Un plano de unicornio de doce segundos de duración se añadió
cuando Deckard toca el piano.
4) También cambia la banda sonora durante la escena del unicornio.
Inicialmente se oía el hermoso solo de saxofón del Love theme de
Vangelis cuando Deckard toca el piano. Pero en este caso se oyen
doce segundos de otro tema de Vangelis, compuesto en 1982 y
recuperado expresamente por Arick y Scott para incluirlo aquí. Es un
coro átono que gime sobre el plano del unicornio cuando éste corre
por el bosque, y que concluye con el sonido electrónico de un
«cuerno de caza» que se oye cuando el plano del unicornio se funde
con la imagen de Deckard al piano.
5) No hay final feliz. Acaba con las puertas del ascensor cerrándose tras
Deckard y Rachael, igual que en la Copia de Trabajo.
6) La violencia extra del vídeo, el láser disc y la Versión Internacional
no está presente.
7) La banda sonora volvió a mezclarse digitalmente.
The Illustrated who’s who of the cinema, editado por Ann Lloyd y
Graham Fuller MacMillan Publishing Co., 1983.
Ah, las famosas fotos de Blade Runner. ¿Por qué elegiste ese recurso
concreto para asociarlo a los replicantes de la película?
Porque las fotografías son básicamente historia. Y eso es lo que no tienen
los replicantes.
Una última pregunta sobre la relación de los replicantes con las fotos…
¿No podían interpretarse como copias analógicas de las memorias
artificiales implantadas en los androides?
Desde luego. No olvides que, justo antes de la escena del unicornio,
Deckard dice a Rachael que sus recuerdos no son suyos. Y a continuación le
da un ejemplo de sus implantes, lo de las arañas eclosionando junto a su
ventana. En ese momento, Rachael se desmorona y se va del apartamento de
Deckard. Y creo que entonces éste se siente culpable de lo que ha hecho.
Después encontramos a Deckard contemplando las fotos y jugueteando
con el piano. Y, por supuesto, es entonces cuando mostramos sus
pensamientos más privados e íntimos, despertados por la música que está
tocado. La música es un medio muy visual, al menos para mí. Puede provocar
evocaciones intensas. Así que cuando Deckard se deja llevar por ella, la
imagen que acude a su mente tenía que ser algo que, de otro modo, no
podríamos ver en la película.
Debo confesar que cuando vi la película terminada en el pase de San
Diego, sentí que la eliminación de la escena del unicornio alteraba
gravemente la conexión que buscabas. Capté todas las otras pistas de que
Deckard podía ser un replicante, como su colección de fotos o la escena en
que le brillan los ojos; pero sin el plano del unicornio, yo interpreté que Gaff
sólo dejaba el unicornio de estaño como mera indicación de que había
estado allí y dejado vivir a Rachael. Pero entonces, al ver la Versión del
Director, me di cuenta de que el origami de Gaff era una señal de que
conocía los pensamientos de Deckard. Es como si fueran dos películas
diferentes. En la versión estrenada, Deckard podía ser un replicante; en la
Versión del Director, lo es.
Es que son dos películas diferentes. Pero la Versión del Director se parece
más a lo que yo buscaba conseguir.
Lo interesante de la escena del unicornio es que los críticos le han dado
mucha importancia, pero se les escapa lo más importante. Lo crucial no es el
unicornio en sí, sino el paisaje que lo rodea; debían haberse fijado en ese
paisaje verde.
¿Stacey Nelkin?
Eso es. Eliminamos las escenas de Mary porque no nos las podíamos
permitir. A la tercera semana de filmación nos dimos cuenta de que, al
trabajar con tanto detalle, había que reducir costes o salirse de presupuesto.
Es decir, había que eliminar escenas, eliminar algo de acción. Y ésas fueron
todas las de Mary.
Así que la confusión se debe a cuestiones monetarias.
Sí. Stacey estaba destrozada, pobrecilla. Sigo sintiéndome mal por ello.
También lamento que tuviéramos que eliminar al personaje; Mary iba a ser el
único replicante al que el público vería morir de forma natural. Sería en una
escena al principio de la película, en una habitación oscura, rodeada por los
demás replicantes, que veían cómo moría. Así era cómo quería presentar a los
replicantes.
¿O de Eldon Tyrell?
O el de Tyrell. De hecho, si hubiera vivido, Tyrell habría sido el Gran
Hermano.
Te lo pregunto porque los storyboards de efectos especiales implican que
el ojo pertenece a Holden, el blade runner que mata León en la sala de
interrogatorios.
Ésa era la intención inicial, sí. Pero después me di cuenta de que
relacionar ese ojo con un personaje concreto resultaba demasiado literal y
anulaba la emoción concreta que yo intentaba conseguir.
Estoy seguro de que te lo han dicho ya, pero las únicas personas a las
que mata Deckard son mujeres. Y a la primera, Zhora, la mata por la
espalda. Los protagonistas del cine negro siempre eran cínicos, pero los
actos de Deckard parecen ir más allá de eso. ¿Esa deconstrucción del
protagonista de cine negro era intencionada por tu parte?
Sí, pero en aquel momento yo estaba entrando en Hollywood. La primera
película hollywoodense que hice fue Alien, el octavo pasajero, que ya era una
película muy siniestra. Así que decidí seguir invirtiendo aún más los valores
de Hollywood.
En BR teníamos un antihéroe, un hombre casi sin alma al que no le
importaba matar a esos humanos artificiales de frente o por la espalda. Se
limitaba a hacer su trabajo. Pero lo que se descubría al principio de la
película, mediante la narración de fondo —ahora desaparecida, a Dios gracias
— es que también empieza a sentir ciertos remordimientos. Deckard empieza
la película dándose cuenta de que su trabajo le está afectando. Lo cual
prepara el terreno para las situaciones que acabarán poniendo su mundo patas
arriba.
Si todos los animales son artificiales, ¿por qué es real esa paloma? ¿Por
qué sacrificaste la coherencia interna por el simbolismo? ¿Empleaste ese
pájaro para representar el alma de Hauer al elevarse o como «paloma de la
paz»?
Creo que lo de la paloma fue idea de Rutger. Se trabaja muy bien con él,
y contribuye mucho. Solía llegar con un montón de ideas. Rutger dijo:
«¿Puedo usar la paloma?». Yo le contesté: «¿No te parece demasiado
obvio?». Pero insistió tanto que acabé cediendo. Creo que sacó adelante la
idea. Pero fue una idea de último momento. Lo rodamos esa misma mañana,
así que hubo que correr para conseguir las palomas.
Por supuesto, técnicamente, no debería haber palomas vivas en ese
mundo de 2019. Todo debería estar muerto.
¿Sí?
Creo que para cuando Tandem firmó, la película ya estaba presupuestada
en unos 22,5 millones.
¿De dónde salió la idea de incluir ese final feliz con escenas descartadas
de El Resplandor?
Cuando acepté añadir el final feliz, yo estaba machacado, contra las
cuerdas, escupiendo en el cubo. Fue muy doloroso porque yo quería acabar
con Rachael y Deckard entrando en el ascensor.
Pero Tandem dijo: «No, eso es demasiado deprimente. Y ésta ya es la
película más deprimente que hemos visto nunca (risas). ¡Tenemos que acabar
con una nota optimista! Con algo heroico, con ellos alejándose juntos por el
campo». Yo me opuse al principio, y dije: «¡Pero si no hay campo! ¡Todo son
fábricas y páramos industriales!». Y ellos me decían: «¡Vaya mierda! ¡Ya
estás otra vez!» (risas).
Acabé capitulando y les dije. «Veréis, tengo una idea. Como no quiero
pasarme otras cuatro semanas buscando una nueva localización para el
paisaje perfecto, cosa que ya intentamos en Monument Valley y fracasamos,
dejadme llamar a Stanley Kubrick. Le conozco un poco, e intentaré que me
ayude a solventar esto». Ellos me soltaron un «¡¿¡CÓMO!?!», y yo les
contesté: «Dejádmelo a mí».
Hablé con Ivor Powell, que había trabajado con Kubrick en 2001,
conseguí su teléfono y le llamé. Pensé que si alguien sabía dónde estaban los
mejores paisajes de montaña del mundo, ése sería Stanley.
Era la primera vez que llamaba a Kubrick, pero fue muy cordial conmigo.
Le expliqué el problema que tenía para conseguir el metraje de paisaje que
necesitaba para el nuevo final de Blade Runner, película de la que él había
oído hablar, y le dije: «¿Sabes ese plano inicial de El Resplandor? Seguro
que tienes horas de metraje de eso… ¿Tienes algo que nos pueda ser útil?».
Stanley me dijo. «Claro. Te enviaré algo. Echa un vistazo y coge lo que
quieras. Mientras no emplees nada que ya haya utilizado yo».
Dos horas después tenía diecisiete rollos de 600 m. de metraje rodado
desde un helicóptero. Y así fue cómo pasó todo.
… pero debo decir que yo prefiero las pistas sutiles de que Deckard
pueda ser un replicante. Como el que coleccione esas fotos que se ven en el
piano. Y, por supuesto, esa pista visual tan clara que es el plano de Deckard
en su cocina, donde se ve cómo le brillan los ojos. ¿Fue un plano
intencionado?
Del todo. Esperaba que alguno se diera cuenta de ello.
Blade Runner es una película paranoica, y por todas partes hay indicios
de que Deckard puede ser un replicante. Sus ojos brillantes eran otra alusión
a esa idea, otro de los sutiles detallitos que apuntaban a la escena final donde
Deckard encuentra el unicornio de estaño de Gaff y se da cuenta de que ese
hombre conoce sus pensamientos.
La verdad es que mi principal objetivo al hacer que a Deckard le brillaran
los ojos era preparar al público para el momento en que Ford asiente tras
coger el unicornio. Pensé que si antes mostraba que le brillaban los ojos,
alguien del público se daría cuenta y pensaría «Oye, igual también es un
replicante». Entonces, cuando Deckard cogiera el unicornio y asintiera, señal
de que sabe que lo ha dejado Gaff, esos mismos espectadores pensarían que
se habían confirmado sus sospechas.
El problema que tengo con que Deckard sea un replicante es que eso
imposibilita su evolución moral como ser humano. Cuando la película
empieza, Deckard está al borde de un cambio, pero sigue siendo un cabrón, y
a medida que avanza la historia se va dando cuenta de cómo es su profesión,
por no mencionar la empatía que muestra hacia los replicantes. Todas ésas
son características humanas. Pero si Deckard es un replicante, bueno, eso
anularía su renacimiento espiritual.
A no ser que sea un replicante más sofisticado y tenga un implante
espiritual. Y sea un Nexus-7.
Parece la idea perfecta para una secuela. Algo que creo estás meditando,
porque en un artículo de Newsday (fechado el 6 de octubre de 1992) se te
cita diciendo: «me gustaría hacerla. Creo que Blade Runner sugería algunas
cosas interesantes sobre los orígenes del personaje de Harrison Ford,
respecto al tema de la inmortalidad. Creo que sería tema para una secuela
interesante». ¿Qué posibilidades hay de que se haga esa secuela?
Bueno, eso es parte del juego de Hollywood. Costaría mucho dinero
comprar el título a los productores originales, y sigo sin tener claro si vale la
pena comprarlo o si es mejor preparar otro proyecto con ese planteamiento y
dentro del mismo género. Sin mencionar lo de contratar a un actor llamado
Harrison Ford. Porque acabaríamos pagando dos millones sólo por los putos
derechos y otros 15 o 20 por Harrison. Es una locura. No sé; es algo que me
gustaría hacer, y la ciencia ficción es un tema que me gustaría volver a tocar.
Porque todos sabemos que la ciencia ficción es un campo donde se puede
tocar cualquier cosa si se enfoca correctamente.
Yo creo que una buena secuela de Blade Runner daría unos beneficios
inmensos, pese a su posible coste. Tú no tendrías que librar las mismas
batallas para conseguir que el público entendiera la película.
Desde luego, estoy convencido de que si yo fuera a hacer una secuela,
sería para perpetuar y explorar la idea de que Deckard es un replicante. Y si
es un replicante, quizás examinar la idea de que en vez de tener una vida de
cuatro años, la tiene ilimitada.
También podría tocarse la idea de que se ha perfeccionado la criogenia en
un mundo con problemas de superpoblación. Siguiendo ese razonamiento, lo
siguiente a tocar sería el tema de las colonias de fuera del planeta, ya que no
se puede tener a hordas de personas con una vida más larga viviendo en una
Tierra superpoblada. Así que puede que esas colonias acabasen siendo
sinónimo de «la frontera», un lugar que se ha vuelto tan perverso que lo que
uno acaba buscando es el derecho a tener una muerte normal.
¿Qué pasa con esa película, Metrópolis, que llevas años planeando? Se
rumorea que es una secuela de Blade Runner.
Lo dicen, ¿verdad? Ese tipo de comentarios siempre acaba dándome
problemas.
Lo único que puedo decir a estas alturas es que Metrópolis es una película
de ciencia ficción. Tenemos un primer borrador del guión, que ha salido
mucho mejor de lo que me esperaba. Pero ya sabes que con este tipo de temas
se necesita mucho trabajo previo. Muchísimo. Aún tenemos que pasar por
otro borrador, bueno, por varios más. Pero es un proyecto que encuentro más
que prometedor.
No hay diferencias.
Al principio y el final de esta escena se oye una estrofa más del Tales of
the future de Vangelis.
Cuando Deckard entrega la escama de serpiente a la mujer camboyana,
ésta tiene una frase extra: «Sólo será un momento.»
La voz de la camboyana parece más aguda cuando lee (mal) el número
de identificación de la escama.
Después de que la mujer camboyana lea (mal) el número de
identificación de la escama (en todas las versiones), hace un gesto en
dirección a la tienda de Abdul Ben Hassan. Entonces se ve un plano de
dieciocho segundos rodado desde una grúa, con Deckard abriéndose
paso por la calle de los animoides. El siguiente plano ya es el de la
VDBR, con Deckard acercándose a la tienda.
Aunque el plano de Deckard dando golpecitos en la ventanilla de la
tienda de serpientes es la misma en la CT y la VDBR, el sonido del
golpeteo dura más en la primera.
El diálogo entre Abdul Ben Hassan (el vendedor de serpientes) y
Deckard es diferente. También casa mejor aquí con el movimiento de
los labios que en las demás versiones. El diálogo de la escena es:
Deckard: ¿Abdul Hassan? Soy agente de policía, Abdul. Tengo que
hacerte unas preguntas.
Abdul: (habla en su idioma natal, agita las manos).
Deckard: Has hecho una serpiente, XB7 q. Quiero saber a quién se
la vendiste.
Abdul: ¿Mi trabajo? No muchos pueden permitirse esa calidad.
Deckard: ¿Cuántos?
Abdul: Muy pocos.
Deckard: ¿Cuántos?
Abdul: Puede que menos de los que creía, pero siguen siendo más de
los que puedo recordar.
Deckard: (cogiendo a Abdul por el cuello de la camisa) Abdul,
amigo mío…, (el ruido de la calle apaga la voz de Deckard) dentro de
dos segundos voy a… (el ruido vuelve a ahogar su voz).
Abdul: ¡The Snake Pit!
Abdul no menciona el nombre de Taffey Lewis. Y Deckard le sujeta el
cuello de la camisa unos segundos más en la CT.
Tras la escena con Abdul Ben Hassan, pasamos a una escena de calle
frente al The Snake Pit. La cámara se desplaza hacia arriba para mostrar
un plano de calle de doce segundos que no está en ninguna otra versión.
A continuación pasamos a un plano de seis segundos de dos mujeres
vestidas con máscaras de hockey y pelucas de geisha, agitándose en
burbujas de plástico que sobresalen del segundo piso de un edificio. La
música es aquí diferente, más ominosa y tipo disco. Esa música sigue
presente en el siguiente plano.
Plano de seis segundos de un policía futurista en la calle indicando a
Deckard dónde está el The Snake Pit.
La misma música disco se oye en la CT cuando Deckard entra en el
local, pero es enseguida reemplazada por la música del lugar que se oye
en la VDBR.
En la CT, el maestro de ceremonias del The Snake Pit presenta la danza
de Zhora de otra manera: «Damas y caballeros. Esta noche vamos a
ofrecerles algo espectacular para su placer y diversión. Ante ustedes hay
una mujer. Y con ella, una serpiente. Contemplen cómo ella acepta los
placeres de la serpiente que una vez corrompió al hombre.»
La escena del bar es dos segundos más larga.
El plano de Deckard sosteniendo la lentejuela en el camerino de Zhora
es cuatro segundos más largo; en un primer plano añadido, Deckard
mueve la lentejuela en su dedo y la cámara la enfoca con más claridad.
Cuando Zhora sale corriendo del camerino, tras casi estrangular a
Deckard, la CT pasa a mostrar a Ford aflojándose frenéticamente la
corbata y haciendo ruidos guturales, sugiriendo que Zhora ha estado a
punto de decapitarlo.
No hay diferencias.
No hay diferencias.
En la CT Batty dice: «Quiero vivir más, padre», en vez del «Quiero vivir
más, cabrón» (la variante se rodó de cara a la versión televisiva).
Durante la conversación entre Batty y Tyrell se oyen timbales, en vez
del ominoso sintetizador de las otras versiones.
El plano de Batty hundiendo los pulgares en los ojos de Tyrell dura dos
segundos más que en la VDBR, hasta que empieza a brotar sangre.
En la VI y la VDBR, la muerte de Tyrell está montada de forma
diferente tras el plano anterior. El montaje de la CT es como sigue:
primer plano de los pulgares de Batty en los ojos de Tyrell, hasta que
brota sangre. Plano de Sebastian. Plano del rostro de Batty. Plano de los
pulgares de Batty apartándose de los ojos de Tyrell. Plano de Batty
soltando a Tyrell. Plano del búho replicante. Plano de Batty. Plano de
Sebastian. Plano de Batty que empieza a andar hacia Sebastian
(compárese este montaje con el de la VL, detallado más adelante).
La muerte de Tyrell concluye entonces con un gemido audible de
Sebastian, que se vuelve para salir corriendo.
Batty habla a Sebastian mientras se acerca a él: «Lo siento, Sebastian.
Vamos. Vamos.»
La escena de la muerte de Tyrell es siete segundos más corta en la CT
que en la VDBR.
B) VERSIÓN TELEVISADA
Meteduras de pata
Cuando Deckard usa el Esper para examinar las fotos de León, la mujer
tumbada en la cama con la cabeza envuelta en una toalla no es Joanna
Cassidy, sino una doble. Y cuando Deckard saca una foto en papel, el
ángulo en que está tomada la foto no coincide con el que se ha visto en
la pantalla del Esper.
Para acabar, Rutger Hauer aparece de forma esporádica en esta
secuencia, sobre todo en la foto que Deckard inserta en la terminal de la
máquina. Las demás tomas de «Hauer» que se descubren en el examen
de la foto son de un doble, que hizo las veces de Hauer durante la
repetición de la escena en Londres.
La vendedora camboyana de la calle de los animoides lee mal el número
de serie de la escama de serpiente que examina con el microscopio
electrónico. La mujer dice que el número es «990-6907XB71», pero en
la imagen que se ve no hay ningún «990-69». Parece que al menos sí
leyó bien el «07XB71».
Ese error se debe a que la escena se rodó antes de que David Scharf
preparara el inserto, y a que éste se equivocó al escribirlo.
Por otro lado, la camboyana no saca la escama de la bolsita de
plástico antes de ponerla en el microscopio. Así que, como mucho, la
escama debería verse borrosa a través del plástico.
Finalmente, la ampliación de la escama es una microfotografía (real)
de una planta de marihuana. Esa foto (sin el número de serie) puede
encontrarse en el libro de David Scharf Magnifications: Photography
with the scanning electron microscope (Schocken Books, 1977).
En la conversación que mantiene Abdul Ben Hassan (el vendedor de
serpientes artificiales) con Deckard, el movimiento de los labios no
coincide con lo que se dice. No sucedía así en la copia que se pasó en
Denver y Dallas, y en la Copia de Trabajo, pero algunos de los
productores consideraron que la conversación era confusa y no
proporcionaba suficiente información. Se escribió un nuevo diálogo y se
dobló en postproducción, esperando que eso despejara dudas.
Como consecuencia se provocó la discordancia entre el movimiento
de labios y lo que se dice, el error más persistente de BR.
La persecución de Zhora y su subsiguiente muerte es la escena de la
película con más errores. Fue debido a que hubo que rodarla en una sola
toma. O no rodarla.
Primero, Zhora se pone botas de tacón alto en su vestuario, pero
durante la persecución tiene tacón bajo.
Durante el segundo disparo contra Zhora, se ve que la actriz sujeta
algo en la mano derecha, además de un tubo negro recorriéndole la
manga.
La actriz sujetaba un mecanismo disparador que haría explotar la
bolsa de sangre que llevaba en el hombro (el tubo contenía cables
eléctricos, no sangre artificial, como se ha llegado a afirmar). El tubo se
ve con claridad en el láser disc de la Versión del Director, fotogramas
813 a 857.
La que atraviesa los escaparates es una doble, y no Joanna Cassidy.
La doble también lleva calzado plano, y no se parece mucho a la actriz.
Cuando Zhora es alcanzada por el primer disparo (en el hombro), y
se pasa a un plano donde la doble atraviesa un escaparate, no hay
ninguna herida en su hombro.
El primer disparo de Deckard alcanza a Zhora en el hombro derecho, pero cuando
atraviesa los cristales tiene el hombro sano.
Marcados con un círculo, los dos hilos de pescar. No se ven muy bien, pero juramos
que están.
Pero hay que mirar con mucha atención y rapidez, porque sólo son
visibles en un fotograma (en diagonal en la parte superior derecha del
encuadre). Pueden verse en el láser disc de la Versión del Director, en la
cara 3, capítulo 3, fotograma 7532.
Cuando Deckard se duerme en su cama tras ser rescatado por Rachael,
sostiene un vaso apoyado en su pecho. Pero cuando despierta, momentos
después, el vaso ha desaparecido, y lo que sostiene es la botella de Tsing
Tao. ¿Cómo ha desaparecido ese vaso? «Rachael cogía el vaso del
pecho de Deckard, pero eliminamos el plano», dice Terry Rawlings.
El «maquillaje de mapache» de Daryl Hannah cambia ligeramente al
menos 3 veces; cuando Pris se lo aplica, cuando mira por el microscopio
de Sebastian y cuando come con Roy y con Sebastian.
Cuando la cámara se acerca a la Pirámide, justo antes de que veamos a
Roy y Sebastian subiendo en el ascensor para reunirse con Tyrell, el
cielo es anaranjado, del mismo tono que cuando Gaff y Deckard se
acercaban a la Pirámide en una secuencia anterior. Para agravar el
problema, momentos después se ve un plano externo del ascensor donde
el cielo es azul claro.
La posición de las piezas de ajedrez en el tablero de Sebastian no es la
misma de las del tablero de Tyrell, y se supone que es la misma partida.
Los cables que sostienen el spinner de tamaño normal que flota ante
Deckard cuando éste está aparcado son ligeramente visibles cuando
despega, después de que el policía le desea «Que tenga uno mejor».
Durante su lucha a muerte, Pris da volteretas hacia Deckard desde el
otro lado de la habitación. Pero antes de que él la dispare por primera
vez, puede verse una mancha de sangre en el tronco de Pris (fotograma
8763). Y después una herida, antes de que Deckard le dispare.
La mancha de sangre sólo es visible en un fotograma (otra vez en el
fotograma 8763) en la cara 4, capítulo 2. La herida puede verse entre los
fotogramas 8764 a 8769 del mismo capítulo y disco.
Después de que Batty atraviese la pared y coja la mano de Deckard,
haciendo chocar a éste contra la pared, puede verse cómo la pared
tiembla de forma anormal ante el impacto del cuerpo.
Durante el enfrentamiento final entre Deckard y Batty, después de que
éste grite por primera vez, Deckard corre por una habitación vacía salvo
por un maniquí con un vestido y un sombrero. Entonces entra en una
segunda habitación, más oscura. Si se mira en la cara 4, capítulo 4,
fotogramas 15907-15939, se ve la sombra de dos personas más en la
pared situada detrás de Deckard, corriendo con él. Las sombras
pertenecen al fotógrafo Jordan Cronenweth y el director Ridley Scott.
Una misteriosa sombra (en el círculo) sigue a Deckard. En realidad pertenece a
Ridley Scott o a Jordan Cronenweth.
CARA A
1. Los Angeles, november 2019 (1:46) Vangelis.
2. Leon’s interrogation (1:12) Vangelis.
3. Lift-off (1:10) Vangelis.
4. Deckard meets Rachael (1:29) Vangelis.
5. One more kiss, dear (4:00) Skelling and Vangelis.
6. Blade runner blues (10:19) Vangelis.
7. Love theme (4:57) Vangelis.
8. The prodigal son brings death (3:35) Vangelis.
CARA B
9. Tales of the future (4.46).
10. Dangerous days (1:02) Vangelis.
11. Wounded animals (10:58) Vangelis.
12. Tears in rain (2:41) Vangelis.
13. End titles (7:24) Vangelis.
1) Lovetheme (4:12).
2) Main title (5:01).
3) One more kiss, dear (4:00).
4) Memories of green (4:50).
5) End titles (4:17).
6) Blade runner blues (4:38).
7) Farewell (3:10).
8) End title reprise (3:08).
3) Vangelis themes
1) El dirigible
La música new age que se oye cuando los dos replicantes se dirigen a ver
a Chew, y pasan junto a un grupo de asiáticos en bicicleta, es Harps of the
ancient temples, de Gail Laughton. La BR FAQ de Chapman afirma que esta
grabación estuvo en el catálogo de Laurel. Su número de catálogo es el 111.
(Compact disc).
Vangelis tiene dos discos anteriores a Blade Runner con melodías muy
similares a las que se oyen en la película. Una es Antarctica. Se compuso
expresamente para una película japonesa. Yo tuve una vez el CD, pero lo
vendí. Lo siento, pero no hay más información disponible.
El otro (y el más importante) es Opera Sauvage, banda sonora de un
documental de Frederic Rossif, estrenado poco después de la partición de
Aphrodite’s Child, la banda de Vangelis. Ambiental, suave e hipnótica, es lo
más parecido que existe a una cripto-banda sonora de Blade Runner.
Dos detalles de interés: parte del tema L’enfant fue utilizado por el
director Peter Weir para su película El año que vivimos peligrosamente (The
year ofliving dangerously, 1983). Y este disco también incluye Flamant roses
(Flamencos rosas), un tema largo cuya parte central se asemeja
poderosamente a Blade runner blues.
VANGELIS: Opera Sauvage. Compuesta, producida e interpretada por
Vangelis. New York, New York: Polygram Records Inc., 1979. Número de
catálogo: 829663-2Y-1 (compact disc).
The Ink Spots: Greatest Hits. Grabación original interpretada por The Ink
Spots. Universal City, California: MCA Records Inc., 1989. Número de
catálogo: MCAD-31347 (compact disc).
APÉNDICE F
Videografía
Básicamente, existen cuatro versiones diferentes de Blade Runner al
alcance del gran público. Una es la versión estrenada en los cines
norteamericanos, clasificada para mayores con reparos. La segunda es la
Versión Internacional, algo más violenta y sin clasificar. La tercera es la
Versión del Director, clasificada para mayores con reparos. Y la cuarta la
versión televisada para todos los públicos, que viene a ser la estrenada en los
cines americanos, pero que fue remontada para la ocasión y que aún se
proyecta alguna vez. La duración de cada versión está entre los 114 y los 117
minutos.
Pero ¿cuál es la mejor manera de ver esas versiones?
Por supuesto, en pantalla grande y con un buen sonido Dolby estéreo.
Después se pueden ver en láser disc, con su imagen panorámica. Dos
buenos ejemplos de esto son la Versión Internacional, editada por la Criterion
Collection; y la Versión del Director, editada por la Warner Brothers.
Tras el láser disc viene el vídeo. La Versión del Director en formato
panorámico editada por Warner Brothers es la mejor que hay.
Si no se consigue nada de lo anterior, no quedará más remedio que una
versión a pantalla completa, recortada con pan-scan; la única versión anterior
a 1992 que existe es la Versión Internacional. Desgraciadamente, estarán
ausentes las dos terceras partes de la imagen, y la mitad de las veces no habrá
forma de saber qué aspecto tiene el fondo.
Por supuesto, siempre se puede intentar encontrar los raros láser disc en
pan-scan que editó Embassy en 1983 y 1987, únicos discos (o vídeos)
americanos que contienen la versión estrenada en 1982 en los cines
norteamericanos.
¿Confundido? No hay por qué. A continuación catalogo todas las
versiones de Blade Runner que han aparecido en vídeo y láser disc.
Empezaremos con los vídeos, y seguiremos con los láser disc. En cada
caso especificaré qué versión contiene. La duración se cronometra desde la
aparición del logo de la Ladd Company hasta la última línea de los créditos.
Y detallo la imagen que tiene cada una, a partir de una imagen completa y sin
distorsionar (todos los másters de vídeo parten de una copia en 35 mm. con
una imagen de 2.36:1[103].
Finalmente, a la hora de escribir este libro no han aparecido en ningún
formato ni las Versiones de Trabajo ni las proyectadas en los pases de
prueba.
¡Feliz visionado!
A) Cintas de vídeo
La Versión Internacional
Blade Runner: Director’s Cut. Japón: Warner Home Video, enero 1993.
VHS hi-fi, Dolby estéreo, sonido Surround, panorámica. Color.
Calificada para mayores con reparos. Número, formato y duración:
desconocidos.
En Japón se distribuyó una Versión del Director en vídeo con
formato panorámico antes de que se viera en Estados Unidos. Apareció
el 22 de enero de 1993 (la versión americana salió el 19 de mayo), y
costaba 3.800 yens.
Es la única información que tengo de esta cinta.
Blade Runner: Director’s Cut. Los Angeles: Warner Home Video, mayo
1993. Núm. 12682. VHS hi-fi, Dolby estéreo, sonido Surround,
panorámica, CC (closed caption, subtítulos). Formato: 2.41:1. Duración:
116 min., 6 seg. Color. Para mayores con reparos.
Versión del Director en formato panorámico y, pese a una imagen
algo sucia (debido a estar codificada con protección anticopia de
Macrovision), sigue siendo el vídeo que debería tener todo aficionado a
Blade Runner.
Aquí encontramos el final original, ausencia de narración de fondo y
el sueño del unicornio. El color es también más cálido que en versiones
anteriores. Pero no incluye los quince segundos extra de violencia de la
Versión Internacional. El vídeo muestra hasta un cuarenta por ciento
más de imagen que los vídeos anteriores en pan-scan. De hecho, ofrece
mucha más información horizontal (en los laterales del encuadre) que la
costosa edición en láser disc de Criterion.
Si no se dispone de un lector de láser disc, ésta es la mejor forma de
ver la Versión del Director en tu casa.
B) Láser disc
La Versión Local
La Versión Internacional
Friedman, Ira., ed. Official Blade Runner Souvenir Magazine. Ira Friedman,
Inc., New York, 1982. Catorce entrevistas con unas 140 fotos e ilustraciones;
68 págs.
Gader, Neil A. «The Return of Blade Runner». The Perfect Vision 3, núm. 12
(invierno, 1991/92), pp. 12, 14. Artículo detallando las diferencias existentes
entre la Copia de Trabajo proyectada en el NuArt y la estrenada en 1982.
Kerman, Judith B., ed. Retrofitting Blade Runner: Issues in Ridley Scott’s
Blade Runner and Philip K. Dick’s Do androids dream of electric sheep?
Bowling Green, Ohio: Bowling Green State University Popular Press, 1991.
Excelente antología de ensayos académicos, 291 págs.
¿? «Blade Runner: The director’s cut that nearly wasn’t». The Perfect Vision
6, n.º 23 (octubre de 1994), pp. 120-125. Artículo, con breve creditaje y dos
fotos.
Loud, Lance. «Blade Runner». Details (octubre de 1992), pp. 110-15, 177.
Entrevistas con el personal técnico y con los actores; énfasis en los aspectos
negativos de la producción, con 17 fotos.
Peary, Danny. «Blade Runner». Cult movies three: Fifty more of the classics,
the sleepers, the weird, and the wonderful. Fireside, New York, 1988, pp. 32-
37. Creditaje, sinopsis y opinión, con 6 fotos.
¿? Guide for the film fanatic. Simon and Schuster, Inc., New York, 1986, p.
58. Crítica.
¿?, ed. «Directing Alien and Blade Runner». Omni’s screen flights/Screen
fantasies: The future according to Science fiction cinema. Doubleday and
Co., Inc., New York, 1984, pp. 293-302. Entrevista con Ridley Scott, con 6
fotos.
¿? The illustrated Blade Runner. Blue Dolphin Enterprises, Inc., San Diego,
California, 1982. Guión y storyboards, 96 págs.
Créditos de la película
a) Créditos de la película
EL REPARTO
Deckard Harrison Ford
Roy Batty Rutger Hauer
Rachael Sean Young
Gaff Edward James Olmos
Bryant M. Emmet Walsh
Pris Daryl Hannah
Sebastian William Sanderson
León Brion James
Tyrell Joe Turkel
Zhora Joanna Cassidy
Chew James Hong
Holden Morgan Paull
Bear Kevin Thompson
Kaiser John Edward Alien
Taffey Lewis Hy Pyke
Dama Camboyana Kimiro Hiroshige
Maestro de Sushi Robert Okazaki
Vendedora Carolyn Demirjian
Camarero N.º 1 Charles Knapp
Camarero N.º 2 Leo Gorcey, Jr.
Camarero N.º 3 Thomas Hutchinson
Chica del Espectáculo Kelly Hine
Cliente del Bar N.º 1 Sharon Hesky
Cliente del Bar N.º 2 Rose Mascari
Geisha N.º 1 Susanrhee
Geisha N.º 2 Hiroko Kimuri
Chino N.º 1 Kai Wong
Chino N.º 2 Kit Wong
Policía N.º 1 Hiro Okazaki
Policía N.º 2 Steve Pope
Policía N.º 3 Rohert Reiter
Especialistas Ray Bickel, Janet Brady, Diane
Carter, Ann Chatterton, Gilbert
Combs, Anthony Cox, Rita Egleston,
Gerry Epper, Jeannie Epper, James
Halty, Jeffrey Imada, Gary Mclarty,
Karen Mclarty, Beth Nu Fer, Roy
Ogata, Bobby Porter, Lee Pulford,
Ruth Redfern, George Sawaya,
Charles Tamburro, Jack Tyree, Mike
Washlake y Michael Zurich
EL EQUIPO
FOTÓGRAFOS ESPECIALES
Efectos especiales ópticos Entertainment Effects Group.
Director de fotografía Dave Stewart
Supervisor de fotografía óptica Robert Hall
Cámaras Don Baker, Rupert Benson, Glen
Campbell, Charles Cowles, David
Hardberger, Ronald Longo, Timothy
Mchugh y John Seay
Artista de pinturas matte Matthew Yuricich
Artista adicional de pinturas matte Rocco Gioffre
Ayudante del artista de pinturas matte Michele Moen
Fotografías matte Robert Bailey, Tama Takahashi y
Don Jarel
Técnico especial de cámara Alan Harding
Técnicos ópticos Philip Barberio y Richard Ripple
Animaciones y gráficos John Wash
Ilustrador de efectos Tom Cranham
Asesor de proyectos especiales Wayne Smith
Técnico de miniaturas Bob Spurlock
Ayudante del montador de efectos Michael Bakauskas
Jefe de maquetas Mark Stetson
Maquetistas Jerry Allen, Sean Casey, Paul Curley,
Leslie Ekker, Thomas Field, Vanee
Frederick, William George,
Kristopher Gregg, Robert Johnston,
Michael Mcmillian, Thomas Phak,
Christopher Ross y Robert Wilcox
Transportista Pat Van Auken
Electricista Gary Randall
Coordinador Jack Hinkle
Cinetechnician George Polkinghome
Revelado Virgil Mirano
Diseños electrónicos y mecánicos Evans Wetmore
Ingeniero electrónico Greg Mcmurry
Técnico de ordenadores Richard Hollander
Asesores especiales de ingeniería Bud Elam y David Graffon
Gerente de producción Joyce Goldberg
Auditor de efectos visuales Diana Gold
Ayudante de David Dryer Leora Glass
Diseños visuales Dream Quest Inc.
David Scharf (®1977)
Fotografías del microscopio
electrónico
Secuencia del Esper Filmfex & Lodge/Cheesman
Títulos de crédito Intralink Film Graphic Design
Filmada en Panavision®.
Color by Technicolor®.
Filmada en los Estudios Burbank, Burbank, California.
Banda Sonora original de Vangelis.
Disponible en discos y cassettes de Polydor.
Harps of the ancient temples compuesta e interpretada por Gail Laughton.
Gracias a William S. Burroughs y Alan E. Nourse por el uso del título: Blade
Runner.
Una producción Ladd Company en asociación con Sir Run Run Shaw.
Through Warner Bros. (Wb). A Warner Communications Company.
Copyright: MCMLXXXII Blade Runner Partnership.
España (1982).
España (Reestreno 1992).
USA.
USA.
Alemania.
Italia.
USA.
Japón.
Índice de contenido
Agradecimientos
Capítulo 1: La película
Blade Runner
Capítulo 2: El libro
El autor: Philip K. Dick
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Capítulo 3: Desarrollo
«¿Si me gusta Hollywood? No»
La primera opción
Aparece Hampton Fancher
Brian Kelly recoge el testigo
Tratamientos y propuestas
El productor: Michael Deeley
Capítulo 8: El rodaje
Ridleyville
Escena en una calle del año 2019: Una visita al plató de Blade Runner
en 1981
La prueba Voigt-Kampff de León
El bar de tallarines
Despegue
La reunión con Bryant
Holden y el hospital
Rachael y Tyrell
La habitación de hotel de León
«Si tan sólo pudieras ver lo que yo he visto con tus ojos»
El apartamento de Deckard
Pris y Sebastian
El esper
La calle de los animoides
El foso de las serpientes
Zhora
«¡Espabila! ¡Es hora de morir!»
Rachael se suelta el pelo
Desayuno para tres
«Quiero más vida…»
Deckard telefonea a Pris
Deckard mata a Pris
Lágrimas en la lluvia
Gaff en la azotea
Unicornio de papel estaño
Apéndices
A. Entrevista a Ridley Scott. Donde el director rememora Blade Runner
catorce años después de hacerla y aclara algunas de las dudas más
persistentes sobre la película
B. Las diferentes caras de Blade Runner. ¿Cuántas versiones hay?
C. Errores de Blade Runner
D. Blade Runner en la red
E. La música. Catálogo de la banda sonora de Blade Runner
F. Videografía
G. Breve bibliografía de Blade Runner
H. Créditos de la película
I. Carteles de Blade Runner
Sobre el autor
PAUL MICHAEL SAMMON (Filadelfia, Pensilvania, Estados Unidos de
América, 1949). Es escritor y periodista cinematográfico. Además, desde la
década de 1970, ha desempeñado en la industria del cine los trabajos de
publicista, director de segunda unidad, coordinador de efectos especiales,
fotógrafo, productor de kits de prensa electrónica y vicepresidente de
promociones especiales. Algunas de las numerosas películas en las que
Sammon ha trabajado incluyen RoboCop (1987), Platoon (1986), Terciopelo
azul (Blue Velvet, 1986), Conan el bárbaro (Conan the Barbarian, 1982) y El
silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, 1991). Ha dirigido
documentales como Destination Dune (1984) y Shooting RoboCop (1987).
En la década de 1990, Sammon fue Supervisor de Gráficos de Computadora
en la película RoboCop 2.
Como escritor, Paul M. Sammon ha publicado numerosos artículos, cuentos y
libros. Sus numerosas piezas de periodismo cinematográfico se han visto
impresas en publicaciones como The American Cinematographer, Cahiers du
Cinema, Omni, Cinefex y Cinefantastique. Es autor de los libros Futuro en
negro. Cómo se hizo Blade Runner (Future Noir. The Making of Blade
Runner, 1996), The Making of «Starship Troopers» (1998), Ridley Scott: The
Making of his Movies (Directors Close Up) (2000), The Complete «Aliens»:
A Cinematic Journey (2000), Conan the Phenomenon: The Legacy of Robert
E. Howard’s Fantasy Icon (2007) y Future Noir Revised & Updated Edition:
The Making of Blade Runner (2017).
Notas
[1]N. del T.: Los derechos de un libro pueden comprarse en firme o sólo
como opción de compra. En el primer caso se compran todos los derechos a
perpetuidad y en las condiciones que se estipulen; en el segundo se compra
sólo su utilización durante un cierto tiempo, y cuando el proyecto se concreta
deben comprarse en firme. Por supuesto, lo primero es más caro que lo
segundo. <<
[2]N. del T.: Tras su muerte, también se llevaría al cine su novela
Confesiones de un artista de mierda (Confessions d’un barjo, 1994), así
como los cuentos Impostor (Infiltrado, 2002), Informe minoritario (Minority
Report, 2002) y Paycheck (2003). <<
[3]N, del T.: Un productor en el concepto norteamericano del término es
aquel que hace las gestiones para que un proyecto se lleve a término, no el
que acaba poniendo dinero para que se haga realidad. Los grandes estudios
también producen películas, pero, como veremos luego, la mayoría de las
veces actúan como distribuidoras que ayudan a la financiación de proyectos
que les ofrecen productores independientes. <<
[4]N. del T.: En 1969, Brian Kelly tuvo un accidente con una motocicleta
prestada que le dejó paralítico de un brazo y una pierna, además de con
problemas de habla. Prácticamente dejó de actuar. Respecto a la película The
Brazil story, su existencia es tan desconcertante que no se ha podido localizar
ningún dato sobre ella. La única película producida por Michael Deeley
donde ha trabajado Michael Caine es Un trabajo en Italia (The italian job,
1969), pero ni Brian Kelly figura en los créditos de dicho filme ni éste trata
del contrabando de cocaína. <<
[5]N. del T.: Mechanismo era una visión del futuro escrita por Harry Harrison
e ilustrada por Jim Bums, Chris Achilleos, H.R. Giger, Ralph McQuarrie y
otros. Fue editada en 1978 por Reed Books en Norteamérica, y por Pierrot en
Inglaterra.
La compra de derechos del libro de Mechanismo se debe a una costumbre
generalizada en el mundo del espectáculo. Por absurdo que pueda parecer, así
se evita que el autor pueda demandar daños y prejuicios por la utilización del
título sin permiso; por el mismo motivo se compran cuentos o novelas con
tramas que se asemejen a alguna película en marcha, aunque nadie haya leído
o piense leer o utilizar dicha obra. <<
[6] N. del T.: Con «desarrollar» se quiere decir dar el siguiente paso:
modificar el guión de acuerdo a lo que busca rodar el director y a preparar un
presupuesto previo en función de esos cambios. Estas dos cosas normalmente
facilitan el firmar un acuerdo serio con un gran estudio que financie la
película. <<
[7] N. del T.: La puerta del cielo es una película del Oeste dirigida por
Michael Cimino que se excedió enormemente del presupuesto previsto y que
fue un fracaso absoluto de taquilla, convirtiéndose en la cabeza de turco de
los problemas financieros de United Artists, productora que cerraría poco
después. Tachada de confusa e incomprensible debido a los cortes que le hizo
la propia productora para reducir su metraje de 219 a 131 min., tuvo una
terrible campaña de publicidad negativa suscitada por la megalomanía y el
perfeccionamiento excesivos de su director. No obstante, es una película
hermosamente lírica, si bien requiere de espectadores pacientes y muy
amantes de la belleza. <<
[8] N. del T.: Reputada productora de documentales, con incursiones en
películas de corte naturalista. <<
[9]
Aunque Filmways se «comprometió» a 13 millones, la cantidad de dinero
que invirtió la compañía fue sólo 2.561.475 dólares. <<
[10] N. del T.: En Estados Unidos, los grandes estudios cinematográficos
poseen amplios terrenos donde tienen edificios, platós de rodaje, etc. Es
habitual el alquiler de despachos o platós a compañías productoras, actores,
directores y demás; normalmente gente con la que tienen un contrato, aunque
tampoco es requisito básico. Los estudios Sunset-Gower eran propiedad de
Columbia Pictures, pero en 1972 abandonó los terrenos para minimizar
costes, y se trasladó a los estudios Burbank, propiedad de Warner Brothers.
Las instalaciones de los estudios Sunset-Gower se alquilan desde entonces
para todo tipo de proyectos televisivos y cinematográficos. Allí se han rodado
series como El príncipe de Bel-Air o Casado con hijos. <<
[11]N. del T.: Stacey Nelkin es conocida entre nosotros por un breve papel en
Balas sobre Broadway (Bullets over Broadway, 1994) de Woody Alien, con
quien mantuvo en tiempos una relación sentimental que inspiraría al cineasta
judío el personaje de Tracy, interpretado por Mariel Hemingway en
Manhattan (1979). Por su parte, Barry Bostwick es conocido entre nosotros
por su papel de alcalde en la serie Loca alcaldía (Spin City). <<
[12]N. del T.: Los guiones cinematográficos de creación propia se llaman
guiones «spec» (de especulativos) y son trabajos que hace el guionista por su
cuenta sin que medie un encargo previo. Evidentemente, son los más
personales y los más difíciles de vender. <<
[13]N. del T.: Si bien el término también se utiliza en España en cuestiones
genéticas, suele ser una mala traducción del inglés «replicating», cuya
traducción más correcta es «duplicación». <<
[14]
Bud Yorkin ha discutido esa cantidad, afirmando que Tandem sólo puso
unos 4 millones en la película. <<
[15]
N. del T.: Una publicación de un canal por cable ahora desaparecido, pero
muy bien considerado en los ochenta. <<
[16]N. del T.: Las poseídas de Stepford es una novela de Ira Levin que se ha
llevado al cine, y se ha plagiado, en varias ocasiones. Simplificando mucho,
es la historia de una urbanización donde las mujeres son sustituidas por
robots para que sirvan mejor a sus maridos, y disculpen por reventarles el
final. <<
[17] Posteriormente, estando ya bastante avanzada la preproducción, se
decidiría adelantar la trama al año 2019. Fue a raíz de percibir que «2020»
provocaba demasiadas asociaciones de ideas con carteles de medición
oftalmológica y el término «visión 20/20», con el que se califica una visión
perfecta. <<
[18]N. del T.: De hecho, ya había contratado antes a Moebius para diseñar los
trajes espaciales que llevaban los astronautas de Alien, el octavo pasajero. <<
[19]Este número de Cinefex, revista técnica dedicada a las técnicas y los
trucos de la fotografía de efectos especiales cinematográficos, es el examen
más completo que existe de los efectos especiales de Blade Runner. <<
[20] Tras abandonar la idea de San Angeles, Scott decidió situar la acción en
Nueva York. Pero al final se volvió a cambiar a Los Angeles. Según Kathy
Haber, «se hizo por el simple y pragmático detalle de que firmamos un
contrato para rodar en los estudios que tiene la Warner Brothers en Burbank,
así como en varias localizaciones de L.A. No se puede rodar una película
ambientada en Nueva York y después mostrar a Harrison Ford entrando en el
edificio Bradbury sin que los habitantes de Los Angeles se partan de risa en
el cine». <<
[21]N. del T.: La «mafia de la USC» estaba compuesta por directores como
Steven Spielberg, George Lucas, Francis Ford Coppola, Brian de Palma y
Martín Scorsese, todos ellos amigos y antiguos alumnos de la Universidad de
cine del Sur de California. <<
[22]N. del T.: Harrison Ford se divorciaría de Melissa Mathison en el año
2001, para casarse en las Navidades del año siguiente con la actriz Callista
Flockhart. <<
[23]N. del T.: Hoy mundialmente conocido por ser el maquillador oficial de
toda la saga de Star Trek, y por haber creado el maquillaje de cientos de seres
alienígenas. <<
[24]Al final, Winfield sólo entregaría veintitrés vehículos. La noche del 4 de
mayo de 1981 tuvo lugar un incendio en el taller de Winfield que acabó con
dos vehículos (una camioneta y un utilitario) que no se reconstruyeron. <<
[25]En la época en que se produjo BR, Perenchio controlaba todo el fondo de
películas de Embassy Pictures. Posteriormente vendería esos derechos a
Nelson Entertainment, y entre estos títulos estaría la propia Blade Runner. <<
[26]En un momento de la persecución de Zhora, la replicante se refugia en
una entrada de metro mientras Deckard, colgado de un autobús, la busca
frenéticamente entre la multitud. En esa escena puede oírse con claridad a un
semáforo entonando monótonamente: «Cruce ahora» y «No cruce». <<
[27]Todas las revistas estaban fechadas en el año 2020, ya que durante buena
parte del rodaje se pensaba que la película estaría ambientada en ese año. <<
[28]
Un detalle a comentar es el hecho de que muchas de las compañías reales
cuyos productos se anunciaban en la película han acabado desapareciendo del
mercado (un claro ejemplo es Pan American Airlines). Una curiosidad que ha
hecho que varios miembros de la producción sigan creyendo hoy en día en lo
que llaman la «maldición de Blade Runner en la publicidad encubierta». <<
[29]La máquina Voigt-Kampff que emplea Holden para interrogar a León
mide las emociones por variaciones involuntarias del iris, por la dilatación
capilar (sonrojo) y por cambios en la química del cuerpo (feromonas) que
olfatean sus negros fuelles. Las preguntas de Holden están pensadas para
provocar reacciones empáticas que se supone que a los replicantes les cuesta
simular. <<
[30]N. del T.: Un segundo de película tiene 24 fotogramas. Por tanto, si se
rueda a menor velocidad, ese segundo de tiempo real tendrá menos
fotogramas, y la imagen se moverá con más rapidez. Se ruede como se ruede,
una escena siempre se proyectará a una velocidad de 24 fotogramas por
segundo. La cámara lenta se consigue rodando una escena a gran velocidad,
es decir, con más fotogramas por segundo, por lo que al proyectarse 24
imágenes por segundo, ésta se mueve más despacio. <<
[31]N. del T.: En el original inglés «cityspeak», literalmente «habla
ciudadana». <<
[32] Según el guión de rodaje del 23 de febrero, las últimas palabras de
interlingua que Gaff le dirige a Deckard en esta escena sin sonido eran:
«¡Menudo idiota! ¡Si no aspirara a un ascenso, daría una vuelta de campana
con este cacharro y haría que decorases el parabrisas con tu cena!». <<
[33]Entre los edificios de Los Angeles considerados localizaciones adecuadas
para el despacho de Tyrell se encontraban el edificio de Title
Insurance & Trust (que también se pensó que podría servir para el despacho
de Bryant), la torre Arco, el edificio del Crocker Bank, el del Security Pacific
Bank y el hotel Bonaventure. <<
[34] N. del T.: En el doblaje castellano la respuesta es: «Naturalmente». <<
[35]En el guión fechado el 22 de diciembre de 1980,la Corporación Tyrell se
llamaba inicialmente «Corporación Nekko». <<
[36]Se ha sido incapaz de localizar o entrevistar a Joe Turkel para que hablase
de la película. En 1995 corrió el rumor de que había fallecido, pero he sido
incapaz de comprobar su muerte. <<
[37]N. del T.: En la versión española no se oía nada de nada. Y en la Versión
del Director, que se estrenaría posteriormente en nuestros lares, tampoco. <<
[38]N. del T.: Si el nombre del establecimiento coincide con el nombre de la
casa de cosméticos es porque es la misma, ya que empezó siendo una casa de
maquillaje teatral. Sus primeras oficinas son ahora un pequeño pero
espléndido museo del maquillaje cinematográfico situado junto al conocido
Teatro Chino de Grauman. <<
[39]N. del T.: En la versión estrenada en los cines, Batty dice: «Me gustaría
que pudieras ver lo que yo hago con tus ojos». <<
[40]N. del T.: Una pintura matte es una pintura realizada sobre cristal que
amplía y prolonga un plano general. Por ejemplo, en este caso se pintaría la
fachada del edificio en una parte del cristal, dejando limpia la parte
perteneciente al decorado real. Al situar la pintura entre el decorado a rodar y
la cámara, ésta filma pintura y decorado en una sola imagen, donde ambos
aparecen fundidos. <<
[41]N. del T.: Posiblemente el libro sea High-Tech: The Industrial Style and
Source Book for the Home, escrito por Joan Kron e ilustrado por Suzanne
Slesin, editado por Clarkson N. Potter, Inc. en 1978. <<
[42]N. del T.: Las obras teatrales minoritarias y «artísticas» se representan en
teatros que están fuera de la calle Broadway (off-Broadway), la calle donde
están los teatros importantes. <<
[43]N. del T.: Hijo del actor Leo Gorcey, conocido por una serie de comedias
baratas de los años cuarenta y cincuenta denominadas popularmente como de
los «Bowery Boys». <<
[44]«Harrison Ford siempre estuvo presente cuando yo hacía mis escenas sin
doble y era muy protector —comenta Cassidy—. Siempre quería asegurarse
de que yo me encontraba bien. “¿Puedes hacer esto?”, me preguntaba.
“¿Cuántas veces quieres repetirlo?”. Fue muy bueno conmigo. Me encantó
trabajar con Harrison». <<
[45]En el guión de rodaje, Zhora se estrella contra la cristalera, pero no muere
por los disparos de Deckard. Vuelve a la seguridad de las calles, para ser
atropellada por un autobús. <<
[46]N. del T.: En la versión española, se dice «el rey come a la reina»,
posiblemente sea el movimiento de ajedrez más improbable que existe. <<
[47] N. del T.: En ninguna de las versiones españolas se oye. <<
[48]N. del T.: En la versión española, Roy llama «padre» a Tyrell. Y es
correcto, ya que Scott rodó el diálogo en las dos versiones para curarse en
salud de cara a su pase por televisión. Ni idea de por qué se empleó aquí esa
versión del diálogo. Igual es un error debido a que «fucker» (cabrón) y
«father» (padre) tienen una pronunciación semejante en inglés. <<
[49]N. del T. La traducción del diálogo previo se ha hecho siendo lo más fiel
posible a lo oído en los cines; el desconocimiento de genética de los
dobladores es el resultado de las diferencias entre lo que se oye en la película
y lo que se lee aquí. <<
[50] Jake Scott, hijo de Ridley, dirige anuncios de televisión.
N. del T.: Y posteriormente dirigiría la película Plunkett & MacLeane (1999).
<<
[51]N. del T.: La imagen filmada suele ser más amplia que la proyectada para
facilitar su manipulación y proyección. <<
[52]N. del T.: En la versión española de la película la frase del policía es poco
futurista: «Que se divierta». <<
[53] Pese al aprecio generalizado con que se recibió el soliloquio final de
Batty, no deja de tener sus críticos. Uno de ellos es el productor Charles
Lippincott (Juez Dredd, 1995), que leyó uno de los guiones iniciales de BR y
cree que «hay mucha gente a la que le gusta el final de la película que rodó
Ridley convencido por Rutger. Y les da igual que digas que no es
comercialmente viable o que no estaba previsto. Les encanta lo que hizo
Rutger… Es de las cosas que más gusta a los seguidores acérrimos de la
película. Pero el guión de Strange days que yo leí tenía un final
completamente diferente. Batty no se ponía poético, no decía sus
conmovedoras últimas palabras. De hecho, Batty era literalmente un peso
muerto. Un cadáver cuya mano muerta estaba engarfiada alrededor de la
muñeca de Deckard y que lo arrastraba más allá del borde de la azotea. El
guión final del original de Dangerous days no quería decir “mira lo humanos
que son los replicantes”, sino que un humano sometido a una gran tensión
física y emocional podía salir de un aprieto pese a tenerlo todo en contra. Por
muy inteligente o insensible que pueda ser tu enemigo. Eso era lo que Philip
K. Dick quiso decir con su libro, y Hampton Fancher lo había respetado en el
guión que leí. ¡De eso iba la película!». <<
[54]N. del T.: Hay ligeras diferencias entre el soliloquio de Batty escuchado
en el cine y el reproducido aquí; la traducción aquí reproducida no sólo es
más correcta, sino la más utilizada en las diversas referencias a esta escena
que se hacen en otras películas y libros. <<
[55]N. del T.: En el doblaje español se decía: «Ha hecho un buen trabajo,
señor». <<
[56] N. del T.: «Blood» es «sangre» en inglés. <<
[57]Bud Yorkin hasta envió a Deeley un memorando fechado el 8 de marzo
de 1981, primer día de rodaje, donde se lee: «Querido Michael, sé que llevas
mucho tiempo trabajando en este proyecto en el que estás embarcado, y que
acabará siendo tal y como te lo has imaginado. Mis mejores deseos te
acompañarán hasta el final». <<
[58]Las escenas de Stacey Nelkin interpretando a Mary se habían eliminado
desde un principio por presiones presupuestarias. Entre las otras escenas
eliminadas estaba la huida de los tres replicantes del «asteroide homo»,
propuesta pero no rodada. La pelea entre Deckard y Pris fue reducida de una
complicada batalla en un gimnasio a un sencillo combate cuerpo a cuerpo en
el apartamento de Sebastian. También se eliminó la presentación de Deckard
entrando en Los Angeles a bordo de un tren futurista. <<
[59] N. del T.: Will Rogers (1879-1935) es un personaje pintoresco de la
historia norteamericana reciente. Actor de cine, humorista, comentarista
político y muy querido por el pueblo americano. Una de sus frases más
populares es «Cualquier cosa resulta divertida, siempre y cuando le pase a
otro». <<
[60]El artículo al que se refiere Dryer es «2020 Foresight» en la revista
Cinefex. <<
[61]Es un efecto que dura un parpadeo, y se dejó en la película porque los
cineastas o bien se olvidaron de él o pensaron que los espectadores no lo
verían. Y así habría sido de no nacer luego el vídeo, los láser disc y el DVD.
<<
[62]«¿Conoces esa expresión americana de “Todo menos el fregadero”? —
pregunta Dryer—. Pues para esta escena incluimos hasta un fregadero. Uno
de verdad. Está al fondo del plano, simulando ser otro edificio; un fregadero a
oscuras al que le pusimos algunas luces». <<
[63]Según Dryer, el edificio ni siquiera era una maqueta. «Era una simple caja
pintada de negro. Hice que los chicos del departamento de maquetas le
pusieran algunas luces de fibra óptica para darle algo de vida. En aquel
momento ya no había ni tiempo ni dinero para ponerse a construir más
edificios». <<
[64]Los televisores situados detrás de Ford recibían dos tipos diferentes de
imágenes en vídeo: «Anuncios genéricos» creados por David Dryer durante
su rodaje de los anuncios con geishas, y un anuncio de verdad en el que había
trabajado el propio Dryer, donde una mujer sostiene un sol en la mano. <<
[65]
Ha sido imposible conseguir el nombre de los dos dobles que hicieron de
Hauer y Cassidy. <<
[66]Un rotoscopio es un aparato que proyecta los fotogramas de una película
para que sean refotografíados o redibujados a mano, añadiendo detalles y
efectos de animación. <<
[67]Parte del presupuesto de efectos de Blade Runner acabó yendo a la
entonces reciente Dream Quest Inc., una compañía de efectos especiales muy
bien establecida ahora, que se ocupó de algunos de los gráficos animados que
se ven en las muchas pantallas y monitores de la película. <<
[68]La postproducción no concluiría en la fecha prevista. Debió darse por
concluida el 8 de marzo de 1982, pero diferentes problemas mantuvieron a
Scott trabajando en la película dos meses más. Se completaría a finales de
mayo. <<
[69] El remontaje de esta parte tuvo como consecuencia un error de
continuidad. Tal y como se filmó originalmente, Batty sacaba la cabeza por la
pared del lavabo, entraba en el cuarto y se burlaba de Deckard. Éste
reaccionaba golpeándole la cara con una tubería de plomo. El replicante se
tambaleaba hacia atrás y rompía con el codo una ventana con cortinas situada
detrás de él, momento que Deckard aprovechaba para huir y Batty se sacaba
el clavo atravesándose la mano. Los espectadores atentos notarán que, ahora,
cuando Batty empuja el clavo de su mano está junto a una ventana rota con
cortinas. Y que, un momento después, cuando se mira el clavo que sobresale
del dorso de su mano, se ve con claridad, a la derecha de la pantalla, las
baldosas negras y amarillas del baño, ¡y él no está en el baño! Para acabar,
cuando entra en el lavabo inundado, vemos entera la ventana con cortinas.
Hasta que retrocede y la rompe, claro. <<
[70]N. del T.: Una bobina o rollo de película tiene una duración aproximada
de diez minutos. <<
[71]La convención mundial de 1983 votaría a Blade Runner como la mejor
película del género de 1982, otorgándole un premio Hugo (quitándole ese
honor a E.T.). En la convención de 1992, sería considerada la tercera película
de ciencia ficción favorita de todos los tiempos. La guerra de las galaxias fue
la primera y 2001: Una odisea del espacio la segunda. <<
[72] N. del T.: Lo normal es que los elementos de atrezo se almacenen para su
utilización posterior, sobre todo cuando el estudio que los ha financiado es
importante y dispone de una buena capacidad de almacenaje. <<
[73]Durante esta gira, Ford apareció el 22 de junio de 1982 en la televisión,
en The David Letterman, Show. Cuando el presentador le pidió que
describiera la película, Ford dijo: «No es una comedia musical, David». <<
[74]
N. del T.: Conocido novelista especializado en novelizaciones, como, por
ejemplo, la de Alien. <<
[75]En una de las versiones del guión de rodaje de Fancher/Peoples se incluía
una escena final con Deckard y Rachael alejándose de la ciudad perseguidos
por el spinner de Gaff. Starlog había informado de esa escena, pero nunca
llegó a rodarse. <<
[76]Según Michael Deeley, estas últimas frases de la narración no fueron
escritas por ninguno de los guionistas asociados al proyecto. «Esa narración
final fue… bueno, llamarlo “un esfuerzo conjunto” sería pasarse, porque
Ridley, Ivor, Katy y yo nos sentamos una noche en un bar y las escribimos
entre todos. Nunca nacieron de algo tan elaborado como un guionista
trabajando en un guión; Ridley, los demás y yo nos las inventamos. Qué
diablos, si uno no puede hacer algo así, no debería estar haciendo películas».
<<
[77]
Toda la información referente a los unicornios puede encontrarse en el
Capítulo 12: La Versión del Director. <<
[78] Powell se refiere al guión fechado el 23 de febrero de 1981. <<
[79]Otro cambio existente entre la versión de San Diego y la de Denver y
Dallas era la nueva narración que se empleaba en la escena donde moría
Batty, completamente diferente a la única voz de fondo que se oía en la
primera versión. <<
[80] Le envío un saludo, esté donde esté, Sr. Byrd. <<
[81]N. del T.: El formato «pan-scan» es el que tienen todas las películas que
carecen de pantalla panorámica cuando la versión estrenada original la tenía.
El «pan-scan» es un sistema informatizado que busca el punto de atención de
cada escena para encuadrarla, eliminando lo demás, y así llenar la pantalla
para el público consumidor al que no le gusta ver una película con bandas
negras arriba y abajo. <<
[82]El disco de 1987 tenía, además, un error en la carpeta del disco, donde se
veía un aviso de NR («Non Rated», o «Sin calificar»), implicando que la
versión que contenía era la más violenta Versión Internacional. No era así, y
dentro se podía encontrar la Versión Local. <<
[83]
Contrariamente a lo que afirma aquí el inestimable L.A. Times, la versión
de Blade Runner que se estrenó en el NuArt no era la Versión del Director.
Como veremos en este capítulo, fue la Copia de Trabajo. <<
[84]
N. del T.: TODD-AO es la empresa que fabricaba la cámara del mismo
nombre, primera que rodó en formato panorámico, construida por el
empresario Mike Todd en colaboración con la American Optical Co. <<
[85]Aunque admite que sus recuerdos son borrosos, Michael Deeley dice que
cree que esas copias de 70 mm. se prepararon en las fechas de su estreno para
ser proyectadas en dos cines selectos, uno de la Costa Este y otro de la Costa
Oeste. «Pero no creo que llegaran a proyectarse en la época del estreno en un
cine americano». <<
[86]«Blade Runner: The director’s cut that nearly wasn’t», The Perfect
Vision, Vol. 6, n.º 23, octubre de 1994. <<
[87]El plano del unicornio, que ahora se considera perdido, es comentado con
detalle en el Capítulo 17: La Versión del Director. <<
[88]Al final de una de estas proyecciones se leyó un telegrama de Ridley
Scott donde éste manifestaba su placer ante el hecho de que los espectadores
pudieran ver por fin una versión de Blade Runner más cercana a la película
que él quería hacer.
Pero el telegrama también mencionaba la rara oportunidad de ver el
apreciado «plano del unicornio». Sólo nos cabe imaginar el apuro que debió
de pasar el pobre que tuvo que leer ese telegrama ante los asistentes del
Multimedia Fest. Una nota final. La copia se proyectaría dos días después,
pero de forma estrictamente limitada a miembros de la Academia y
profesionales de la industria, siendo la asistencia sólo mediante invitación. <<
[89]
Kirk Honeycutt, «Classics pay their way in previd theatrical runs», The
Hollywood Reporter, martes, 4 de junio de 1992. <<
[90] Según William Kolb, en su artículo «The director’s cut that nearly
wasn’t» (The Perfect Vision, Vol. 6, n.º 25, octubre de 1994) en el Castro
recibieron una copia de la cinta varios días antes del 18 de octubre, mientras
la película seguía proyectándose en el NuArt. Lo cual sugiere que Warner
hizo al menos dos copias reducidas a 35 mm., rumoreándose que pudo hacer
tres. <<
[91]Se presupone que el plano de las dos mujeres casi desnudas girando en la
cápsula de plástico sobre la entrada del club es una especie de cartel
anunciador. El plano se eliminó por motivos técnicos, ya que está encuadrado
de forma torpe y quemado por exceso de luz, como si se hubiera rodado de
forma apresurada, y habría destacado demasiado al lado del resto,
impecablemente fotografiado por Jordan Cronenweth. <<
[92] Hampton Fancher rechaza la Copia de Trabajo por cuestiones más
estéticas. «De todas las versiones, prefiero la del director —dijo—. Cuando
por fin vi la Copia de Trabajo, me pareció autoindulgente, muy lenta, con
demasiada música y excesivas escenas muy largas donde no pasa nada. Me
pareció que le faltaba fuerza». <<
[93]Aunque algunos periodistas afirman que se perdió el negativo completo
de Blade Runner, no es el caso, ya que los negativos originales se encuentran
hoy en día almacenados en los depósitos que Technicolor tiene en
Hollywood. <<
[94]El plano «recreado» del unicornio se encuentra en el disco 1, cara 3,
capítulo 4 («El sueño de Deckard») de la Versión del Director editada en
láser disc por Warner Home Video, fotogramas 19507-19868.
N. del T.: En el DVD es el capítulo 13 del mismo título. <<
[95]N. del T.: Tras intentar sacar adelante el proyecto y no conseguirlo,
Ridley Scott acabaría rodando La teniente O’Neil (G.I.Jane, 1997). <<
[96]N. Del T.: Desde su publicación en inglés, en 1996, hasta la presente
edición en castellano, Ridley Scott ha dirigido: Gladiator (2000), Hannibal
(2001), Black Hawk derribado (Black Hawk down, 2001), Los impostores
(Matchstick men, 2003) y El reino de los cielos (Kingdom of heaven, 2005).
<<
[97]N. del T.: Que es igual a la versión editada en DVD (que se ha visto
también en nuestro país), y contiene hasta la misma división en capítulos, si
bien con una denominación diferente. <<
[98]N. del T.: En inglés «asshole» se traduce como «gilipollas» y «ass» como
asno, facilitando mucho el cambio. Por otro lado, no he encontrado esa frase
en la versión española. <<
[99] N. del T.: En la versión española no se oye el «Dios». <<
[100]
N. del T.: En la versión española en vez de «condenada» se dice
«maravillosa». <<
[101]«El remontaje de esta escena nos salvó de un embarazoso error de
continuidad —añade Rawlings—. Porque, después de la muerte de León,
Bryant dice que quedan cuatro replicantes más, lo cual no tenía sentido. Sólo
quedaban tres, Batty, Pris y Rachael. En la referencia a los cuatro estaba
incluida Mary, cuyo papel ya se había eliminado cuando se rodó el encuentro
con León. Hacer que Bryant diga que quedan cuatro, antes de matar a León,
recupera la lógica de la trama. Pero, en aquel momento, ninguno de nosotros
se dio cuenta del error; tuvimos suerte de que el remontaje, por los motivos
que ya he explicado, nos salvara por casualidad de ese error». <<
[102]N. del T.: La edición original del presente libro data de 1995 y listaba
una serie de páginas web dedicadas a Blade Runner. Desgraciadamente,
Internet es un medio muy volátil, y ninguna de las páginas listadas existe hoy
en día, motivo por el que no se detallan a continuación. Sugerimos que se
siga el consejo del autor y se realice una búsqueda empleando google.com o
cualquier otro buscador de la red, menos en vigor en la época en que se
escribió este libro. Al lector le será muy sencillo encontrar páginas dedicadas
al tema, algunas incluso recuperando la información contenida en el párrafo
anterior. Suerte. <<
[103] N, del T.: Es decir, con una anchura 2,36 veces su altura. <<
[104]N. del T.: En España se ha tenido acceso a la versión en vídeo pan-scan
de la Versión Internacional y a la Versión del Director con su formato
panorámico, siendo esta última la que se proyecta en diferentes canales de
televisión. Cuando se proyecta, claro. Lamentamos no poder proporcionar
información alguna sobre su salida en láser disc en España, pero sí podemos
decir que en su momento Warner Home Video distribuyó una Versión del
Director en formato DVD. Ésta tenía sonido Dolby estéreo, formato 2.35:1 y
una imagen y un sonido no muy pulidos, pero aceptables. A mi entender, es
la única versión disponible en este año de 2004, a la espera de una verdadera
Versión del Director largo tiempo prometida y continuamente pospuesta. <<
[105]N. del T.: Posteriormente, Jeter escribiría una continuación: La noche de
los replicantes, también publicada en España por Martínez Roca. <<