PUNTUALIDAD

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DEFINICIÓN

La puntualidad, en principio, es una cualidad o actitud adquirida por los seres


nhumanos, que es considerada como la virtud de cumplir con la entrega de una
tarea o cumplir con una obligación, dentro del tiempo estipulado, por supuesto es
la conducta humana que nos hace llegar a un sitio en la hora establecida.

En otras palabras, La puntualidad, no sólo se trata de la disciplina de llegar


temprano a un compromiso, sino que también se encuentra vinculado con el
adecuado desempeño de las tareas y proyectos académicos a realizar.

Esta es una pregunta fácil de responder. La RAE, con la concisión a la que nos tiene
acostumbrados, nos dice que es la «cualidad de puntual». Ser puntual es, lisa y
llanamente, llegar a las citas a la hora fijada o antes. Es decir, no llegar tarde.
Lo más curioso de la puntualidad es que hoy día se considera casi como una habilidad o
un  talento inherentes a la persona, más que algo que se puede llegar a desarrollar. Todos
estamos acostumbrados a oír frases como «es que yo no soy puntual», como si
fuese algo innato (como ser rubio o no ser alérgico a los frutos secos).
En realidad, este tipo de actitudes no son más que excusas. La puntualidad se puede
controlar fácilmente, salvo en ciertos casos en los que no podemos hacer nada frente
a las circunstancias (un atasco, problemas en el transporte público…). Y la puntualidad en
el trabajo aún más, ya que de ella puede depender nuestro medio de vida

PUNTUALIDAD COMO VALOR


La puntualidad es un valor que define la forma de ser de cada persona, a y permite
conocer otros aspectos de su vida diaria, como el nivel de compromiso, la autodisciplina
en el cumplimiento de cualquier responsabilidad, su constancia y el respeto que
demuestra por los demás y por sí mismo.

IMPORTANCIA

1 – La puntualidad nos vuelve disciplinados

Cuando tomamos una responsabilidad debemos estar dispuestos a cumplir con


nuestras obligaciones. La puntualidad es uno de los actos de disciplina que
tendremos que adquirir, ya que de lo contrario estaremos comunicando que no
nos sentimos preparados para asumir responsabilidades; ya sea que hayamos
quedado en llegar a una entrevista de trabajo a determinada hora o que se trate de un
encuentro con nuestro mejor amigo.

2 – La puntualidad nos aporta orden


No estar nunca a tiempo es una de las formas de fracasar en la consecución de
nuestras tareas y de demostrar desorden en nuestra rutina. Sin embargo una persona
puntual es capaz de organizar su tiempo y poder cumplir con todo, de mejor
forma y más eficaz que quien siempre está contrarreloj.

3 – Ser puntuales es respetar el tiempo del otro

Al ser personas puntuales estamos respetando a los demás y asumiendo que su


tiempo cuenta tanto como el nuestro. Hacer que todos tengan que estar siempre
esperando por ti porque eres impuntual es demostrar nulo interés, respeto y
consideración con el resto.

4 – La puntualidad es una de las formas de generar confianza

Suponte que tienes un jefe que tiene que estar todo el tiempo controlando la hora que
llegas a la oficina porque nunca lo haces a tiempo… mala forma de buscar que
confíen en ti, ¿no? Ser puntual te librará de esto ya que hará que el resto tenga
confianza en ti porque habrás demostrado que eres digno de merecerla.

SEGÚN LA CULTURA

En algunas culturas, el tiempo no es tan importante como en otras y, por lo


tanto, algunas personas dentro de dichas culturas se encuentran en
la libertad de no cumplir con los plazos, como así tampoco con los horarios. En
estas culturas no está mal visto llegar tarde a las reuniones, ni incumplir con
los plazos de entrega.

Sin embargo, en las culturas donde la puntualidad es valorada, la falta de la


misma es considerada una falta de respeto y consideración con otra persona,
tarea u obligación; que hasta puede ser tomado como un insulto. El que
llega tarde o no cumple con los plazos preestablecidos, se excluye de las
reuniones o se le rechazan los trabajos; casi, de esta manera, penándolos
socialmente por lo que se considera un incumplimiento de palabra

FACTORES
La falta de puntualidad habla por sí misma, de ahí se deduce con facilidad la escasa o
nula organización de nuestro tiempo, de planeación en nuestras actividades, y por
supuesto de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?

Muchas veces la impuntualidad nace del interés que despierta en nosotros una
actividad, por ejemplo, es más atractivo para un joven charlar con los amigos que
llegar a tiempo a las clases; para otros es preferible hacer una larga sobremesa y
retrasar la llegada a la oficina. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la
pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar
tarde.

En este mismo sentido podríamos añadir la importancia que tiene para nosotros un
evento, si tenemos una entrevista para solicitar empleo, la reunión para cerrar un
negocio o la cita con el director del centro de estudios, hacemos hasta lo imposible
para estar a tiempo; pero si es el amigo de siempre, la reunión donde estarán
personas que no frecuentamos y conocemos poco, o la persona –según nosotros-
representa poca importancia, hacemos lo posible por no estar a tiempo, ¿qué mas
da...?

Para ser puntual primeramente debemos ser conscientes que toda persona, evento,
reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra
debería ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento
preciso y necesario.

Otro factor que obstaculiza la vivencia de este valor, y es poco visible, se da


precisamente en nuestro interior: imaginamos, recordamos, recreamos y
supuestamente pensamos cosas diversas a la hora del baño, mientras descansamos un
poco en el sofá, cuando pasamos al supermercado a comprar “sólo lo que hace falta”,
en el pequeño receso que nos damos en la oficina o entre clases... pero en realidad el
tiempo pasa tan de prisa, que cuando “despertamos” y por equivocación observamos
la hora, es poco lo que se puede hacer para remediar el descuido.

Un aspecto importante de la puntualidad, es concentrarse en la actividad que estamos


realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor
el tiempo. Para corregir esto, es de gran utilidad programar la alarma de nuestro reloj
o computadora (ordenador), pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la
hora (algunas veces para no ser molesto y dependiente), etc., porque es necesario
poner un remedio inmediato, de otra forma, imposible.

Lo más grave de todo esto, es encontrar a personas que sienten “distinguirse” por su
impuntualidad, llegar tarde es una forma de llamar la atención, ¿falta de seguridad y
de carácter? Por otra parte algunos lo han dicho: “si quieren, que me esperen”, “para
qué llegar a tiempo, si...”, “no pasa nada...”, “es lo mismo siempre”. Estas y otras
actitudes son el reflejo del poco respeto, ya no digamos aprecio, que sentimos por las
personas, su tiempo y sus actividades

Para la persona impuntual los pretextos y justificaciones están agotados, nadie cree en
ellos, ¿no es tiempo de hacer algo para cambiar esta actitud? Por el contrario, cada vez
que alguien se retrasa de forma extraordinaria, llama la atención y es sujeto de toda
credibilidad por su responsabilidad, constancia y sinceridad, pues seguramente algún
contratiempo importante ocurrió.

PUNTUALIDAD EN EL TRABAJO
La puntualidad en el trabajo es una de las cualidades más apreciadas por parte
de las empresas, y existen empresas en donde si llegas tarde constantemente provoca tu
despido, es algo lógico, ya que el trabajador que siempre llega bien de tiempo a su
puesto de trabajo demuestra una serie de virtudes:
 Es una persona organizada. Si llegas a tiempo es porque te has puesto las
pilas y has calculado bien cuánto tardas.
 Es previsor o previsora. El trabajador ha calculado cuánto tarda en llegar a su
puesto de trabajo y ha añadido un tiempo extra para cubrir cualquier eventualidad.
 Es una persona con empatía. Llegar tarde a los sitios demuestra una escasa
preocupación por los demás, y es también una falta de respeto. Además, la falta de
puntualidad en el trabajo puede acabar generando un agravio comparativo: ¿por qué
él/ella siempre llega tarde y no pasa nada?
 Respeta su trabajo y desea hacerlo bien. Si prácticamente nunca llegas
tarde al trabajo, es una señal de que valoras tu puesto y quieres cumplir tus tareas.
Un trabajador puntual y comprometido es siempre valorado y respetado en las
empresas. Y no solo por sus jefes: lo normal es que estas actitudes generen adhesión por
parte de las plantillas. Otra cosa es el trabajador o trabajadora que llega tarde de forma
sistemática.

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