El documento describe los peligros de un espíritu quejumbroso y cómo quejarse es pecaminoso. Señala que quejarse se extiende como una infección y contradice la bondad de Dios hacia los creyentes. También indica que quejarnos hace que nuestras oraciones sean en vano ya que Dios espera que los creyentes estén agradecidos por todo lo que les ha dado.
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El documento describe los peligros de un espíritu quejumbroso y cómo quejarse es pecaminoso. Señala que quejarse se extiende como una infección y contradice la bondad de Dios hacia los creyentes. También indica que quejarnos hace que nuestras oraciones sean en vano ya que Dios espera que los creyentes estén agradecidos por todo lo que les ha dado.
El documento describe los peligros de un espíritu quejumbroso y cómo quejarse es pecaminoso. Señala que quejarse se extiende como una infección y contradice la bondad de Dios hacia los creyentes. También indica que quejarnos hace que nuestras oraciones sean en vano ya que Dios espera que los creyentes estén agradecidos por todo lo que les ha dado.
El documento describe los peligros de un espíritu quejumbroso y cómo quejarse es pecaminoso. Señala que quejarse se extiende como una infección y contradice la bondad de Dios hacia los creyentes. También indica que quejarnos hace que nuestras oraciones sean en vano ya que Dios espera que los creyentes estén agradecidos por todo lo que les ha dado.
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EL PECADO DE UN ESPÍRITU QUEJUMBROSO
(Santiago 5:9-10)
Lo opuesto de la felicidad es un espíritu
amargo y quejumbroso que ve solo el lado negativo de todas las cosas. 1. Una vez se inicia la queja se vuelve cada vez peor Un espíritu quejumbroso es como una herida engangrenada. La carne infectada no puede ser curada sino solo cortada, o de otro modo la infección se extenderá a todo el cuerpo Igualmente; si no es frenada, la tendencia de quejarse se extenderá a la totalidad de nuestras vidas y todo se echará a perder. 2. Quejarse es una conducta pecaminosa En Judas 14-16 los murmuradores están colocados a la cabeza de la lista de los impíos. Quejarse involucra rebeldía contra Dios. Cuando los israelitas estaban en el desierto se quejaron una y otra vez. Dios les había rescatado de la esclavitud en Egipto, pero no fueron felices ni agradecidos por mucho tiempo. Cada vez que se quejaron, Dios tomó sus quejas como dirigidas contra El mismo (Num.14:26-29). En Números 16 el pueblo se quejó contra Moisés y Aarón, pero Dios lo tomó como si se hubieran quejado en contra de Él y un castigo terrible cayó sobre los rebeldes. Quejarse es muy serio y tiene que ser reprendido antes de que el espíritu quejumbroso se extienda a otros. 3. Quejarse es contradecir la bondad de Dios con los creyentes Luego de ser convertidos, Dios les hizo ver su pecado y admitir su culpa; Dios les enseñó el amor maravilloso de Cristo: Su disposición para dejar a Su Padre y las glorias celestiales, Su paciencia al aceptar las limitaciones de un cuerpo humano, Su sumisión humilde, Su vida perfecta y Su muerte como sustituto. ¿Cómo es posible que puedan olvidarse de todo esto y quejarse, como si Dios no hubiera sido bueno para con ellos? Dios les hizo someterse a su voluntad; si se quejan ahora, esto sugiere que quizás en realidad nunca se sometieron a Él, y que no son en verdad creyentes. Si los creyentes se acuerdan de todo lo que Dios ha hecho por ellos: Su amor, Su perdón, Su don de nueva vida, ¿Cómo pueden quejarse entonces? Si recuerdan que Dios les convirtió precisamente para que pudiesen vivir a la luz de todas estas cosas hasta el día de su muerte, no se van a quejar sino que se van a someter a Jesucristo como su Señor, Rey y Salvador. 5. Quejarnos hace que nuestras oraciones sean en vano No podemos decir: “sea hecha tu voluntad”, y estar esperando que sea hecha la nuestra. No podemos pedir “danos hoy el pan de cada día”, y estar esperando comodidades y lujos para mañana Si vamos a comenzar a quejarnos acerca de lo que Dios nos da, será mejor dejar de orar. Pero Dios espera que los creyentes estén agradecidos y que le alaben por todo lo que Él les ha dado. Si una prueba sobreviene, los creyentes deberán agradecer a Dios que esta no fuera tan severa como pudo haber sido.