Cse Articulo95
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Sergio A. Hojman
Departamento de Física, Facultad de Ciencias, Universidad de Chile
Las Palmeras 3465, Ñuñoa, Santiago
Facultad de Educación, Universidad Nacional Andrés Bello
Fernández Cocha 700, Las Condes, Santiago
[email protected]
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Resumen
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Creatividad en la docencia universitaria
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acerca de los avances en su campo o, porque ellos mismos los producen, es decir,
son profesionales activos, generadores de propuestas novedosas en sus respectivas
áreas de especialidad. Esta actitud docente, que requiere constante actualización de
los contenidos de los cursos, es de fundamental importancia en la docencia de
postgrado y en los cursos de actualización, y debe dictarse, en tanto sea posible, en
los cursos de pregrado.
Otro punto fundamental que ha de considerarse en la elección de qué
enseñar consiste en aquilatar los contenidos. tanto por su mérito intrínseco, como
también por la utilidad y la amplitud de los principios e ideas en que se sustentan.
Debido a la precoz obsolescencia de muchos tipos de conocimientos (que ha llevado
a algunas universidades a entregar títulos con fecha de caducidad), causada por el
vertiginoso avance actual de la ciencia, la tecnología y las comunicaciones, parece
importante enfatizar el manejo de aquellos principios e ideas fundamentales que han
probado su estabilidad ante los cambios, más que el conocimiento de hechos cuya
validez o utilidad son, o pueden ser, afectados por el progreso.
Consideremos ahora la creatividad en la metodología. El punto fundamental
aquí se refiere a cómo enseñar. Sin embargo, para planificar la mejor modalidad
para enseñar, en principio, debe considerarse a quién se enseña o, más bien, debe
conocerse el entramado intelectual y cognitivo de los estudiantes a quienes se dirige
la enseñanza a fin de diseñar una estrategia que logre un aprendizaje adecuado. Los
estudiantes universitarios forman parte de la élite intelectual de un país. La actitud
habitual de muchos de los profesores de las universidades tradicionales del país ha
sido, y sigue siendo, que los estudiantes universitarios deben demostrar que son
efectivamente acreedores a este privilegio, por lo que consecuentemente, deben
aceptar ser sometidos a los “designios” de profesores que adoptan una cómoda
actitud de pontificar a aquellos que son capaces de seguirlos en exposiciones que, en
algunas oportunidades, sólo pueden ser razonablemente digeridas por expertos en el
tema. Esta posición del profesorado universitario no experimenta variaciones cuando
se trata de charlas de divulgación o cursos de capacitación para profesores de la
enseñanza básica y media. En general, los contenidos optativos de las clases
universitarias están determinados casi únicamente por los intereses de quienes las
dictan, sin una genuina preocupación por las necesidades de aquéllos que las
padecen.
Es importante destacar en estas líneas que para que el proceso de
aprendizaje sea exitoso, es necesario que el profesor se esfuerce por conocer las
experiencias y los conocimientos previos de los estudiantes, ya sea que éstos estén
formalizados o sean meramente intuitivos, porque, de lo contrario, es prácticamente
imposible que los alumnos puedan incorporar los nuevos conocimientos y
ensamblarlos, de manera adecuada, con su bagaje anterior.
Una analogía simple que permite entender más fácilmente esta necesidad es
la siguiente. Al disertar o enseñar, estamos, obviamente, tratando de comunicar
mensajes de diversa índole. Esta comunicación la podemos asimilar a la acción de
tejer. Los tejedores, comunicadores o profesores, tejen, en general, con diversos
estilos. Por otro lado, todos los estudiantes traen a clase su propio tejido (sus
experiencias y conocimientos previos). Incluso el más hábil tejedor no logrará que la
pieza tejida durante su clase o conferencia se incorpore al entramado propio de los
estudiantes, si no hace un genuino esfuerzo por vincular al menos unos cuantos
puntos de su tejido al que ya existe en ellos. De no ser así, terminada la charla,
cuando los palillos en que los estudiantes enhebran su tejido se inclinen, se perderá
el tejido que su profesor elaboró durante la charla, al no contar éste con un firme
asidero que lo mantenga unido al bagaje de conocimientos previo de sus discípulos.
Otro faceta que es importante no descuidar en este aspecto, se refiere a la
motivación e inserción adecuada a la realidad profesional de los ejemplos y/o
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aplicaciones que se presentan en los cursos, aunque es importante admitir que, en
esta área, parece existir algún progreso.
La situación en algunas de las universidades privadas del país es similar a la
ya descrita, porque algunos de los profesores son los mismos que dictan clases en
las universidades tradicionales o, en caso de no serlo, cuentan en general, con
menos experiencia.
La creatividad en la metodología tiene distintas facetas. Para referirnos a
algunas de ellas consideraremos otra analogía en la que asimilamos el desarrollo de
un curso a la realización de un viaje en un territorio ignoto y sin caminos trazados.
Los alumnos son los viajeros que, guiados por el profesor, intentarán cumplir los
objetivos del curso. Los objetivos son similares a la meta o punto de llegada. En
primer lugar, es necesario conocer -- como ya se dijo -- la situación del estudiante
que ingresa al curso, la que debería ser equivalente al punto de partida. Y aunque
parezca inútil enfatizarlo, es conveniente comenzar en el punto de partida, es decir,
desde donde los estudiantes efectivamente están, y no desde donde deberían estar.
El profesor o guía en este viaje enfrenta el desafío de diseñar una ruta depurada que
lleve desde el punto de partida hasta la meta a la mayor cantidad posible de los
viajeros. Con el propósito de beneficiar a los viajeros que, por cualquier motivo,
deban abandonar la ruta antes de alcanzar su destino final, es deseable establecer
numerosas estaciones intermedias (metas parciales) que representen un efectivo
avance para ellos. La ruta depurada debe ser óptima en el sentido de que debe
conducir, sin desvíos innecesarios, a la (o las) meta(s) trazada(s). Desvíos
ocasionales en torno a las estaciones intermedias pueden ser necesarios,
recomendables y/o ilustrativos para enriquecer con ejemplos o aplicaciones los
objetivos finales.
Dicho de otra manera, para lograr incorporar a la mayoría de los estudiantes
al curso, es necesario conocer su situación para establecer el punto de partida.
Además, parece recomendable tratar los problemas complejos como una sucesión de
problemas significativos de menor complejidad, de modo que cada uno de los
problemas menores sea interesante en sí mismo y contribuya a la formación de los
alumnos.
Para lograr las objetivos propuestos en esta nota, es posible contar con el
apoyo de una serie de recursos metodológicos tanto tradicionales como
contemporáneos. Entre los contemporáneos, el apoyo de los computadores para la
adquisición y el manejo de datos, el uso de programas computacionales para la
educación y para la administración de la docencia, el aprovechamiento de los
recursos educativos de Internet y las facilidades actuales en las telecomunicaciones,
son algunas de las herramientas que pueden ser utilizadas al servicio de las
estrategias propuestas. Éstas pueden utilizarse con otras herramientas que han
acompañado la docencia universitaria por siglos.
La evaluación, que tradicionalmente ha sido utilizada para medir el
rendimiento estudiantil, puede también ser usada para ayudar a corregir algunos de
los problemas mencionados anteriormente. Bien aplicada, puede ser un instrumento
auxiliar para detectar, y posteriormente subsanar, debilidades de los estudiantes que
pongan en peligro la travesía descrita. Adicionalmente, permite constatar el avance
del curso que se está dictando y realizar las correcciones que se estimen pertinentes
en caso de ser necesarias.
Muchas de las opiniones aquí expresadas son muy conocidas en el ámbito de
la teoría pedagógica. Sin embargo, no parecen ser ampliamente utilizadas en
nuestros establecimientos actuales de educación superior.
La verdadera creatividad consiste en la capacidad de aplicar adecuadamente
algunas de estas ideas en distintos cursos universitarios. Desgraciadamente, no
existe una fórmula general para hacerlo.
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El desafío consiste en mejorar la docencia universitaria, utilizando éstas u
otras ideas que permitan potenciar las capacidades, conocimientos y posibilidades de
los estudiantes y profesionales universitarios chilenos de actualizarse por sí mismos.