Ensayo Economía Colaborativa

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Economía Colaborativa

Cuando iniciaron operaciones tanto Uber como AirBNB muchos lo vieron como una nueva
oportunidad de mejora en la economía, poco a poco fue tomando su lugar la denominada
“Economía colaborativa” se convirtió en una tendencia económica que empezó a ganar
terreno en todo el mundo. Esta estructura tiene éxito cuando los ciudadanos consideran
que la propiedad de los productos no satisface sus necesidades adecuadamente. Esta
nueva clase de economía ofrece una forma distinta de adquirir servicios a través de una
plataforma digital, una aplicación móvil.

Ahora los ciudadanos que deciden utilizar su auto particular como servicio de transporte,
o que ponen en renta una habitación libre en sus hogares, son promovidos también por la
economía colaborativa. De esta forma, quienes requieren este tipo de servicios pueden
obtenerlos de las personas que los tienen en disponibilidad, sin necesidad de realizar
mayores gastos o búsquedas extensas.

Actualmente, los medios tecnológicos han abierto la puerta a los sistemas de economía
compartida. Gracias a ellos, es posible la interacción entre personas con residencias
distantes, incrementando la oportunidad de participación en estos servicios. Así, se facilita
el desarrollo de los servicios en conjunto, se agilizan las transacciones necesarias y se
simplifica su distribución o multiplica las oportunidades de transporte sin necesidad de
aumentar el número de automóviles en la ciudad.

Esto promueve el empleo más eficiente de los recursos, no solo monetarios, sino también
materiales y humanos. El re-uso y el empleo compartido disminuyen la cantidad de
desperdicios, propiciando un mínimo, o nulo, impacto ambiental. Esta nueva conciencia
social proporciona mayor valor a las actitudes de compartir y colaborar en una
comunidad.

Los protagonistas, en este nuevo modelo, son los consumidores. Los miembros de la
sociedad contribuyen activamente para generarse beneficios propios y evitando
incomodidades de esperar un taxi libre o llamar por horas en búsqueda para reservar
viviendas.

Por supuesto, esto no significa un declive en las ventas comerciales en general, sino se
trata de una manera en la que los individuos pueden organizar de manera más eficiente
sus finanzas personales. Incluso las compañías están involucrándose en este sistema
creando aplicaciones para dar la batalla aun cuando puede ser demasiado tarde.

Aunque aún se está empezando a popularizar este sistema, la economía colaborativa tiene
un gran potencial para fortalecer los lazos personales y las estrategias financieras en
conjunto dentro de la sociedad. Pero la crisis económica, Internet y las redes sociales han
ido consolidando una tendencia que viene de atrás. Una tendencia de la que muchos de
los gremios que de sectores económicos clásicos ahora se ven amenazados por la perdidas
que han tenido debido a estas aplicaciones y su nuevo modelo de negocio. La informática
con su definición clara de ser un conjunto de conocimientos técnicos que se ocupan del
tratamiento automático de la información por medio de computadoras. Nos llevan a pasos
agigantados de generar oportunidades para conectarnos de maneras más sencillas.

¿Competencia desleal? ¿De verdad?

Ya hemos visto en muchos medios que las empresas tradicionales critican la falta de
regulación en este ámbito y acusan a las nuevas compañías relacionadas con la economía
colaborativa de practicar competencia desleal. Los hoteles, por ejemplo, se quejan de que
ellos deben someterse a 250 controles, algo que no hacen apartamentos particulares que
se alquilan a turistas sin ningún tipo de regulación, como sería el caso de Airbnb. Esto
también pasa en el sector del transporte, con compañías como Blablacar o Uber, que
salen beneficiados frente a los taxistas, que deben pagar grandes cantidades de dinero
para las licencias.

Si nos ajustamos al término, la competencia desleal como tal se refiere a todas aquellas
actividades de dudosa honestidad (sin necesariamente cometer un delito de fraude) para
aumentar su cuota de mercado, eliminar competencia, etc. Es decir, significa saltarse las
reglas y dejar al lado la honestidad en una competición.

Pero es que, en todo caso, hablamos de un modelo de negocio nuevo basado en una
actividad tradicional. Por tanto, ¿la competencia desleal no estaría en duda? Bien es cierto
que sus detractores sí hablan abiertamente de competencia desleal con las empresas
tradicionales, haciendo énfasis en la ausencia de regulación que posibilita “abusos”. Y
apostillan: en caso de algún problema los usuarios quedan a la deriva, ya que no hay
contratos ni garantías.

Desde hace varios meses, las asociaciones más importantes del sector están en pie de
guerra para intentar poner coto a estas plataformas. Los portavoces de distintos sectores
han mantenido reuniones con autoridades españolas y europeas, y recurren a informes y
estadísticas para alertar de la que, en su opinión, es la gran amenaza. Ahora bien, ¿y si
vamos caso por caso?

AirBNB es multada pero sigue

AirBNB también se vio perjudicado por una multa impuesta por la Generalitat de 30.000
euros en 2014, con el objetivo de evitar la competencia desleal. En la actualidad ahora
parece que el gobierno catalán da un giro y se prepara para regular a las empresas que
fomenten el consumo colaborativo.

Sin embargo, la Asociación Empresarial Hotelera de Madrid (AEHM), a través de su


presidente, Antonio Gil, considera que “se trata de un nuevo nicho que esta siendo
aprovechado por empresas dedicadas de forma exclusiva a este tipo de alquileres usando
los medios que permite la informática. Se está intentando vestir esta actividad con el
disfraz de ‘consumo colaborativo’, pero esto tiene poco que ver con la realidad. Su único
objetivo es ofrecer un servicio como el de los hoteles, las pensiones, los hostales y los
hostels, pero sin las exigencias legales de estos establecimientos”, subraya Gil. “Estamos
ante un negocio, se vista como se quiera vestir”, añade.

Queda claro que tenemos más cerca una regulación de lo que ya es imposible ignorar.
Javier Zamora, profesor de la fundación Mobile World Capital de Barcelona, lo dice así: Es
un fenómeno imparable, no tiene sentido darle la espalda. Clara Soler, CEO de Turistícate,
en declaraciones a 360 grados press, da un paso más e insiste en que “la economía
colaborativa está ayudando al sector turístico a salir de la crisis”.

Uber y la guerra de los taxistas

New York City, Taxi vs Uber

La bolsa de taxis del aeropuerto de Madrid es el punto de mayor concentración de taxis de


España. Esperan más de tres horas para conseguir una carrera fija de 30 euros. Notan que
algo les hace perder negocio. Varios taxistas corren detrás de conductores ilegales. Han
formado patrullas para perseguir a su competencia ilegal, incluso fuera del aeropuerto.
Pero ahora tienen un nuevo rival, mucho más poderoso: Uber, una aplicación móvil que
pone en contacto a sus usuarios con particulares dispuestos a llevarles en su coche.

Uber, la empresa que amenaza el futuro de los taxis, nació en San Francisco hace nueve
años. Allí han quedado sólo 2.000 taxis frente a los 16.000 coches de Uber. Su éxito es
rotundo, tanto que su dueño ya está en la lista Forbes. En San Francisco, Uber ha
desbancado al taxi. Tal y como vemos en el vídeo, un taxista lo denomina competencia
desleal: “modifican sus tarifas los días de lluvia o cuando hay mucha demanda. Los taxis
no podemos hacer eso”.

Sin embargo, desde el sector turístico se hace los primeros “guiños” al consumo
colaborativo. El secretario general de la Organización Mundial de Turismo (OMT), el
jordano Taleb Rifai, aseguró en una ponencia en un encuentro empresarial que “el
consumo colaborativo está dando lugar a nuevos modelos de negocio, ya que las personas
han encontrado nuevas formas de obtener beneficios compartiendo lo que tienen, ya sean
bienes inmobiliarios o vehículos”.
No obstante, atento a las suspicacias de su audiencia, compuesta mayoritariamente por
representantes del sector privado, subrayó además los riesgos que percibe el sector ante
esta tendencia en auge. “Si bien debemos congratularnos por esta innovación, también
debemos subrayar la necesidad de que el sector encuentre soluciones progresivas para
salvaguardar los derechos de los consumidores y las normas de calidad y garantizar un
terreno de juego neutral en el que todas las empresas puedan competir y prosperar”,
agregó Rifai.

¿Hace falta un marco regulador?

Como se pone de manifiesto, la llamada “economía colaborativa” supone un quebradero


de cabeza para los legisladores, tanto españoles como del resto de Europa. En España, el
artículo 16 de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (año 2002) contempla
que los intermediarios (como Airbnb, Uber y otros) no sean responsables de la posible
ilicitud del contenido que alojan, salvo que tengan conocimiento efectivo del mismo. Por
su parte, la Comisión Europea está preparando una directiva que podría flexibilizar las
restricciones del mercado europeo y facilitar la actividad de estas plataformas.

Si volvemos la vista al continente americano, Marina Lao, directora de la oficina de


planificación de la Comisión Federal de Comercio de EEUU, considera que “queremos ver
cómo podemos regular estos nuevos modelos de negocios y hacerlo de tal manera que
protejamos a los consumidores y no impidamos la innovación”.

De hecho, “queremos ver hasta qué punto las plataformas de economía colaborativa
pueden tener monitorizados a sus usuarios recopilando, por ejemplo, sus datos de
localización. Y si los monitorizan, cómo lo están haciendo para proteger adecuadamente la
privacidad de sus usuarios”, apunta la ejecutiva, al tiempo que subraya que el organismo
iniciará su investigación “con la mente abierta, no tenemos una idea preconcebida de si la
economía colaborativa es buena o mala”.

ZenithOptimedia, en el informe mencionado anteriormente, ve la economía colaborativa


como una oportunidad para las compañías tradicionales, que pueden aprovechar la
tendencia para crear una comunidad propia, participar en este sector de consumo
comunitario, y poner las cosas más fáciles a sus clientes actuales.

En cualquier caso la batalla ha comenzado y los actores del sector esperan una legislación,
pero nadie sabe a ciencia cierta qué contendrá. En el caso español la cosa se complica,
porque es posible que las compañías tecnológicas tengan que hacer frente a 17
legislaciones diferentes, una por comunidad autónoma, lo que complicaría mucho su
actividad. En resumidas cuentas, y con todo esto sobre la mesa, ¿es competencia desleal?

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