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Impacto de las redes de telefonía móvil

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Junio de 2005, por Revista | Visitas: 22948

  Sumario  
 Una proliferación caótica
 Impacto social, ambiental y urbanístico
 La insuficiente respuesta institucional
 La normativa autonómica: niveles más (...)
 Cambio de normativas
 Normativa y Legislación

El desarrollo de la telefonía móvil ha experimentado un


crecimiento casi exponencial, que ha supuesto la proliferación caótica de estas redes
detelecomunicacionesy un aumento significativo de la contaminación electromagnética y de la
percepción social del riesgo asociado a estas infraestructuras. La legislación estatal no ha resuelto
el impacto social y ambiental de las redes de telefonía móvil.

La movilización social y ecologista ha obligado a algunas comunidades autónomas a establecer


normativas más preventivas y niveles de exposición al público más restrictivos. Sin embargo,
queda pendiente una directiva europea que sirva como un instrumento real para hacer compatible
desarrollo de la telefonía móvil y la minimización de las posibles afecciones ambientales y para la
salud pública.

Pedro Belmonte Espejo, Ecologistas en Acción. El Ecologista nº 44

Una proliferación caótica


La estructura normativa y legislativa respecto a las redes de telefonía móvil no estaba tan
desarrollada y preparada como rápida ha sido su implantación. Hemos visto que el establecimiento
de la trama de lastelecomunicaciones ha supuesto una proliferación en el medio rural y urbano de
toda una serie de infraestructuras de antenas estaciones base GSM, DCS, MMDS,
LMDS, dipolos repetidores, picocélulas y microantenas, radioenlaces, etc., que se van a multiplicar
más con el desarrollo de la tecnología UMTS, lo que se conoce popularmente como
teléfonos móviles de tercera generación, o losnuevos sistemas wireless.

Las recientes conclusiones del Programa Reflex, financiado por la UE, señalan que existe una
alteración del ADN humano por exposición a las emisiones de microondas de telefonía móvil y
diversos estudios epidemiológicos plantean la necesidad de una revisión profunda de los niveles
a los que está expuesta la ciudadanía y la normativa aplicable bajo principios estrictos de
prevención de la salud pública. Esta proliferación sin ningún control y con desconocimiento de las
corporaciones municipales hizo surgir primero una preocupación por el tipo, carácter y niveles de
emisiones de estas infraestructuras radioeléctricas [1].

A esto, se añadía la carencia de recursos humanos, medios materiales e instrumental de medición


de campos electromagnéticos de microondas pulsátiles por parte de las diferentes Inspecciones
Territoriales y Provinciales de Telecomunicación competentes para el control de estas instalaciones
radioeléctricas, lo que suponía, en la práctica, un desconocimiento de los niveles de emisión de
dichas antenas y los niveles de inmisión que recibían los ciudadanos.

Impacto social, ambiental y urbanístico

A este crecimiento se sumaron en la práctica un cúmulo de irregularidades urbanísticas que


afectaron y afectan a muchas instalaciones de telefonía móvil: carencia de la preceptiva licencia
urbanística, vulneración de la altura máxima que determinan las ordenanzas de edificación
municipales, incumplimiento de la norma básica española de protección contra incendios (NBE-CPI
96) e inexistencia de un estudio de carga sobre afecciones a las techumbres de los edificios de las
estaciones base entre 2.500 y 5.000 kilogramos en las la azoteas.

La Confederación de Asociaciones de Vecinos de España (CAVE), por su parte, afirmaban, a


principios del 2000, que el 95% de las antenas de telefonía móvil existentes en España estaban
mal ubicadas y, citaba como ejemplo que 15% de las 6.000 antenas instaladas en Madrid estaban
situadas en centros sanitarios, colegios privados y geriátricos [2]. Hoy está cifra prácticamente ha
sido doblada, y el futuro de las operadoras plantean más de 55.000 nuevas antenas para el
conjunto del Estado español destinadas al despliegue de las redes UMTS.

Muchos ayuntamientos, especialmente en la comunidad autónoma de Valencia, Murcia, Castilla-La


Mancha o Euskadi establecieron moratorias a la instalación de antenas de telefonía móvil.
Ni los planes generales de ordenación urbana ni las normas subsidiarias y otros mecanismos de
planificación urbanística contemplaban este despliegue de las redes de telecomunicación. Por ello,
bastantes ayuntamientos comenzaron a preparar la elaboración de ordenanzas municipales que
intentaran poner orden en la instalación de este tipo de antenas y tuvieran mecanismos de
prevención frente a la exposición continua y residencial de los ciudadanos/as a este tipo de
emisiones de microondas pulsátiles. Además, algunas compañías de seguros excluían los posibles
daños por contaminación electromagnética de la cobertura del seguro a las operadoras de telefonía
móvil [3].

La legislación existente no daba respuesta a este tipo de preocupaciones y a la inquietud social. La


antigua Ley de Ordenación de las Telecomunicaciones, señalaba al menos en su introducción que
se tendrían en cuentan los posibles riesgos para la salud derivados de estas instalaciones
detelecomunicaciones [4]. BOE ,n.º 99 de 25 de abril de 1998, v. también Ministerio de la
Presidencia:Telecomunicaciones. Textos Legales, 92 Ministerio de la Presidencia/ Boletín Oficial
del Estado, Madrid, 1998.]]. Esta ley era sustituida en 2003 por La Ley 32/2003, de 3 noviembre,
General deTelecomunicaciones [5] cuyo redactado obedecía en gran parte a los intereses de las
grandes operadoras de telefona móvil, y no se planteaba en los objetivos de la ley ningún criterio
de salud pública en cuanto a niveles de inmisión. Esta Ley daba total libertad de ubicación a las
estaciones base y a otras infraestructuras de telefonía móvil con la única condición de registrarse
como tal.

Los niveles máximos de exposición se establecían en función de los posibles efectos térmicos, es


decir, del calentamiento del cuerpo humano por las emisiones de microondas pulsátiles. Estos
criterios eran una reproducción de las recomendaciones europeas que, a su vez, eran una copia
exacta de las propuestas del Consejo Europeo de Normalización Electrónica y de la Comisión
Internacional de Protección contra las Radiaciones no Ionizantes (ICNIRP, en sus siglas en
inglés) [6]. Una critica a estos valores limite que sólo contemplan los posibles efectos térmicos y
no los efectos biológicos de una exposición a medio y largo plazo la encontramos en Neil
CHERRY: Criticism of the health assessment in the ICNIRP Guidelines gor radiofrecuency and
microwave radiation (100kHz - 300 GHz). Lincoln University , New Zealand, 31/1/2000 y Neil
CHERRY: Report WHO / ICNIRP.Lincoln University, New Zealand. 25/4/2000. ]].

Otro problema derivado de la implantación de las infraestructuras tiene que ver con
el impactopaisajístico en el medio urbano y con el impacto ambiental por la contaminación
electromagnética. Esta forma de contaminación se une a las posibles afecciones sobre suelos y
vegetación, sobre la avifauna y, posiblemente, sobre los sistema de ecolocación de los quirópteros,
especialmente en el medio urbano, todas ellas como resultado de las obras instalación y del propio
funcionamiento de estas instalaciones de telecomunicaciones [7]. Pero tampoco hay que
olvidar los problemas derivados de compatibilidad electromagnética, interferencias y afecciones
sobre determinados implantes médicos como marcapasos e implantes cocleares.

Desde diversas instancias científicas también se planteó la necesidad de revisar los niveles


máximos de exposición, señalando que aunque habían estudios controvertidos
sobre los efectos biológicos, sin embargo ya existía una abundante bibliografía biomédica
sobre los efectos no térmicos -influencia en determinados tipos de proliferación celular, ruptura de
la barrera hematoencefálica, cambios hormonales, ritmos circadianos, síndrome de
radiofrecuencias, etc.-. Esta situación hacía aconsejable, como se habían establecido en otros
países, limitar al máximo los valores de inmisión a niveles muy bajos de exposición. Se trata, en
definitiva, de aplicar el principio de precaución y principio ALARA /ALATA [8] -el nivel de radiación
radioeléctrica lo más bajo técnicamente posible- y que se recogieran las recomendaciones de la
Conferencia Internacional de Salzburgo sobre Emplazamiento de Infraestructuras de Telefonía
Móvil, Ciencias Aplicadas y Salud Pública, donde se recomendaron valores límites de densidad de
potencia de 0,1 microvatios por centímetro cuadrado (µW/cm2) para estaciones base GSM. Hay
que recordar que los valores de referencia del ICNIRP y la recomendaciones de la UE eran de 450
µW/cm2. En la citada Conferencia también se recomendó un valor límite total de 10 µW/cm2 para
el conjunto total de radiaciones de alta frecuencia [9], valor que ya se había adoptado por el estado
federal de Salzburgo y se había planteado como objetivo de calidad por el gobierno italiano [10].

También la Conferencia Internacional sobre el Estado de la Investigación sobre Campos


Electromagnéticos, celebrada en Catania (Italia) en 2002 planteó que había mecanismos de
explicación verosímiles por los cuales los campos electromagnéticos provocaban efectos por
debajo de los niveles propuestos por las directivas del ICNIRP y el IEEE y las recomendaciones la
Unión Europea [11]

Sin embargo, los informes oficiales del Ministerio de Sanidad español cuestionaron la necesidad de


adoptar valores límite que se refirieran a efectos no térmicos, aunque demandaron del Gobierno la
elaboración de una normativa especifica sobre el tema [12].

Nuevas movilizaciones se plasmaron en continuas denuncias ante las concejalías de urbanismo


de losdistintos ayuntamientos por irregularidades en la instalación de estas infraestructuras de
radiocomunicación, así como en diversos procesos judiciales que se plantearon en Murcia y en
Erandio (Vizcaya) por contaminación electromagnética y que, en un principio, dieron la razón
a losdemandantes [13] al plantear la no inocuidad de los campos electromagnéticos de baja
frecuencia y losde muy alta frecuencia, de microondas pulsátiles (telefonía móvil).

La insuficiente respuesta institucional

La presión y la movilización social, vecinal y ecologista, las denuncias continuas de la instalación


de antenas sin licencias urbanísticas, junto a las llamadas de distintos ayuntamientos,
Comunidades Autónomas y diversas instituciones de la comunidad científica y colegios oficiales en
todo el Estado español forzaron al Ministerio de Ciencia y Tecnología del anterior gobierno del PP
(hoy Ministerio de Industria) replantearse el marco normativo estatal para dar respuesta al
problema del espacio radioeléctrico y a la implantación de las redes la telefonía móvil.

La elaboración del borrador del proyecto, defraudó las esperanzas de muchas instituciones y
organismos de la sociedad civil de crear un instrumento legislativo que coordinase el despliegue de
las redes de telefonía móvil con los criterios de prevención y precaución en lo que se refiere a la
salud publica y la mínima emisión técnicamente posible. Era más una norma en función
de los intereses de las grandes operadoras de telefonía móvil que un verdadero instrumento que
pudiese dar salida al problema del aumento de la contaminación electromagnetica y
de los impactos asociados al despliegue de estas redes.

El decreto sobre el espacio radioeléctrico, de 2001, nacía sesgado hacia los intereses de las


grandes operadoras y sin una real participación de la sociedad civil y las instituciones municipales
que iban a ser afectadas por la instalación y proliferación de estas redes
de telecomunicaciones [14].
En su preámbulo hacía referencia a la mayor diversidad de oferta en el servicio
de telecomunicacionesy al crecimiento del sector, pero no analizaba el crecimiento caótico, sin
ningún control fuera de la presentación del proyecto técnico de instalación, de las antenas
estaciones base GSM, DCS, repetidoras y radioenlaces en las ciudades y entornos urbanos de
nuestro país. Sí, en su artículo 7, citaba el principio de precaución, pero los valores límite de
exposición eran los que proponía el ICNIRP. Estos valores límite propuestos eran bastante
antiguos y, una vez más, sólo hacían referencia a losposibles efectos térmicos sin
contemplar los efectos biológicos y las posibles afecciones para la salud de exposiciones continuas
y residenciales [15].

Sin embargo, establecía la posibilidad de compartir un mismo emplazamiento por diferentes


operadoras (una manera de evitar más estaciones base en el territorio, aunque podía
aumentar los valores de emisión por superposición de diagramas de radiación) y planteaba,
aunque con un criterio indicativo, que en los denominados “espacios sensibles” (guarderías,
centros educativos, sanitarios, parques públicos y residencias o centros geriátricos) las
minimización de emisiones [16].

El nuevo gobierno del PSOE todavía no ha resuelto una reforma en profundidad de esta normativa,
después de múltiples entrevistas con colectivos ecologistas vecinales y afectados. A pesar del
reconocimiento de la necesidad de un cambio por parte del Ministerio de Medio de Ambiente, el de
Industria y Energía mantiene su oposición a la reforma.

La normativa autonómica: niveles más restrictivos

La normativa estatal no vino a resolver el problema del desarrollo de las redes de telefonía móvil en
el Estado español, y tampoco eliminó la preocupación social por la exposición residencial y
continua a las emisiones de estos elementos de telecomunicación, ni se hizo eco de las propuestas
de un sector de la comunidad científica para minimizar los niveles de emisión radioeléctrica
por los posibles efectosbiológicos en el ser humano derivados de una exposición continua, aún con
niveles bajos de inmisión.

Esta situación supuso que distintas comunidades autónomas comenzaran a desarrollar normativas
más estrictas y con unos planteamientos de niveles de referencia y valores límites mucho más
bajos que los formulados en el ámbito estatal.

La Generalitat de Catalunya, en su Decreto 148/2001, de 29 de mayo, de ordenación ambiental de


las instalaciones de telefonía móvil y otras instalaciones de radiocomunicación [17] expone que la
implantación de las redes de telefonía móvil no debe tener efectos negativos sobre la salud de las
personas. Para ello determinaba valores límite para las estaciones base de 200 µW/cm2 para las
antenas estaciones base en la frecuencia de 900 Megaherzios -menos de la mitad de los valores
del Ministerio de Ciencia y Tecnología-, de 400 µW/cm2 para las frecuencias de 1.800 MHz
-reducción superior al 50%-, y de 450 µW/cm2 para las frecuencias a partir de 2.000 MHz (redes
UMTS y LMDS).
El Gobierno de la Rioja en su Decreto 40/2002, de 31 de julio, de Ordenación de instalaciones
deradiocomunicaciones en el ámbito de la Comunidad Autónoma de La Rioja [18], recogía también
esa reducción de valores límite y señalaba, en su artículo 1.d., como finalidad de la normativa la
protección ante las posibles afecciones de las ondas electromagnéticas sobre la salud pública y en
el medioambiente.

La Junta de Castilla y León, en su Decreto 267/ 2001, de 29 de noviembre, relativo a la instalación


de infraestructuras de radiocomunicación, señalaba como objeto de la normativa evitar daños
sobre la salud publica y garantizar los niveles más bajos de exposición posible [19] y, aunque
adoptaba losvalores límite señalados en el Real Decreto, en su artículo 5.2. señalaba que se
reducirían en un 25% en espacios sensibles como centros sanitarios, escolares y centros
asistenciales de personas mayores

Navarra, en la exposición de motivos de la Ley Foral 10/2002, de 6 de mayo para la ordenación de


las estaciones base de telecomunicación por ondas electromagnéticas no guiadas en la
Comunidad Foral de Navarra, señalaba una doble finalidad de protección de la salud
de los ciudadanos/as y hacer compatible el funcionamiento de las redes de telecomunicación con
esa protección. Se reducían losvalores limites de referencia estatales en un 25% (Anexo I) y se
aludía, aunque de una manera nominal, al principio de precaución [20].

La normativa autonómica más avanzada ha sido la del Gobierno de Castilla-La Mancha plasmada
en la Ley 8/2001, de 28 de junio, para la ordenación de las Instalaciones de Radiocomunicación en
Castilla - La Mancha [21], señalando en su exposición de motivos el uso compartido que evite la
proliferación desordenada de este tipo de instalaciones, la protección de la salud, intensificando las
exigencias mínimas comunitarias y teniendo como referencia para los valores máximos de
inmisión los fijados en la Conferencia Internacional de Salzburgo del año 2000 [22], que en el
Anexo 3 quedan establecidos como valor máximo, en zonas sensibles, de 0,1 µW/cm2 para las
frecuencias de telefonía móvil de las redes GSM, DCS y UMTS y de 10 µW/cm2 de nivel máximo
permitido en suelo urbano, independientemente de las de frecuencias de emisión.

Cambio de normativas

Esta situación nos lleva a una contradicción entre la aplicación de la normativa estatal y la
normativa autonómica, estableciendo, en la práctica, distintos grados de protección dependiendo
del lugar y ámbito donde se resida.

El Defensor del Pueblo señalaba en un informe de 2002 que la inocuidad de las emisiones
radioeléctricas se encuentra lejos de una demostración concluyente, lo que exigía que el principio
de precaución se aplicara de forma general. Argumentaba, también, que las Comunidades
Autónomas iban por delante de la normativa estatal y que sería deseable aclarar el panorama
normativo para evitar confusión entre los ciudadanos/as [23].

Desde la perspectiva biomédica, el colectivo de investigadores firmantes de la Declaración de


Alcalá (2002) criticaba la propaganda de la industria y de determinadas instituciones
minusvalorando las movilizaciones ciudadanas y ecologistas en demanda de un mayor control y de
la adopción de criterios precautorios [24]. Señalaban que: “la industria y por desgracia algunos
centros públicos emiten constantemente comunicados que tachan incluso de irracionales o
alarmistas las noticias que alertan de la necesidad de tomar adecuadas medidas de
precaución”. Los firmantes de la declaración proponían que “las normativas adoptadas por la UE
siguiendo las recomendaciones del ICNIRP deben ser revisadas hasta límites donde hoy
encontramos posibles alteraciones a nivel celular. La conferencia de Salzburgo recomendó limites
para la población situados en 0,1 µW/cm2, límite que ya han adoptado algunos municipios y la
Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha para los llamados lugares sensibles” [25].

En definitiva, se comprueba que los problemas asociados a la expansióndelas redes de telefonía


móvil y elaumento de la contaminación electromagnética no han sido resueltos con las respuestas
institucionales del Gobierno central, ni se ha terminado con las preocupaciones
sobre los efectos en la salud publica.

El fracaso de la normativa estatal para resolver el problema del impacto social y ambiental de las


redes de telefonía móvil evidencia la necesidad de una reforma en profundidad de la legislación
sobre la materia, adoptando los niveles más preventivos que han desarrollado países de nuestro
entorno y las recomendaciones de conferencias internacionales como la de Salzburgo.

Es necesario que cualquier procedimiento relacionado con instalación de las redes


detelecomunicaciones esté basado en criterios como la necesidad de información y participación
activa de los ciudadanos del entorno probable de la instalación, así como en la búsqueda de
diferentes alternativas junto a mecanismos de minimización
de los impactos sanitarios, ambientales y paisajísticos, sin olvidar la inspección y control de estas
infraestructuras después de su instalación.

Una Directiva de la Unión Europea, elaborada sin la presión de las grandes operadoras de
telefonía móvil, se plantea también como un objetivo. Esta normativa europea debe estar basada
en losprincipios de Prevención, Precaución y ALARA/ALATA (el nivel de radiación radioeléctrica lo
más bajo técnicamente posible).

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