2los Mones
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Índice
1 Definición
2 Historia
2.1 Antecedentes
2.2 Barroco
2.2.1 Países Bajos
2.2.2 Flandes
2.2.3 Francia
2.2.4 Alemania
2.2.5 Italia
2.2.6 España
2.3 Siglo XVIII
2.4 Siglo XIX
2.5 Siglo XX
2.6 Siglo XXI
3 Véase también
4 Referencias
5 Bibliografía
6 Enlaces externos
Definición
Vanitas con libros, manuscritos y una calavera (1663), de Edwaert Collier, Museo
Nacional de Arte Occidental, Tokio
La vanitas se suele considerar un subgénero de la naturaleza muerta, aunque tiene
también una estrecha relación con la alegoría. Tiene fuertes connotaciones
simbólicas y filosóficas, a menudo relacionadas con la religión cristiana, ya sea
católica o protestante. Este género pretendía transmitir tres mensajes
fundamentales: un concepto de la vida como algo pasajero, transitorio, incluso
extremadadamente fugaz; la idea de que cualquier bien que pueda adquirir el ser
humano, ya sea material o inmaterial, es vacuo, irrelevante, carente de sentido; y
una finalidad de redención, de preparar el alma para la salvación y la vida
eterna.4
Se caracteriza principalmente por el carácter simbólico de los objetos
representados, alusivos en general a la fragilidad y la brevedad de la vida, al
tiempo que pasa, a la inevitabilidad de la muerte. Por lo general, se contraponen
diversos objetos relativos a los dones de la naturaleza o de la actividad humana
con otros alegóricos de la muerte y la vacuidad de la vida.2 Entre ellos destaca el
cráneo o el esqueleto humano, símbolo por excelencia de la muerte. Otros objetos
aluden a cualidades humanas efímeras como el saber, la riqueza, el placer o la
belleza, de las que se muestra su caducidad y su vana persecución. Otros símbolos
que suelen encontrarse en las vanidades son fruta podrida, flores marchitadas,
insectos, conchas, velas consumidas, relojes (mecánicos o de arena), burbujas,
polvo, humo, vasos vacíos o volcados, pipas vacías o arquitectura en ruinas, todos
ellos símbolos de la brevedad y la naturaleza efímera de la vida. También se
encuentran alusiones alegóricas a conceptos como las ciencias, las letras y las
artes, el conocimiento (libros, instrumentos científicos), la riqueza (dinero,
joyas) y el poder (coronas, armas), o bien actividades humanas (instrumentos
musicales, juegos de naipes o dados), así como en ocasiones un globo terráqueo como
símbolo del poder terrenal. Los objetos que evocan la riqueza o el placer figuran
en contraposición a los que representan la muerte y denotan la insignificancia que
tienen en relación al tránsito de la vida.1 En ocasiones pueden aparecer espinas de
trigo o coronas de laurel como símbolo de resurrección.5 En otras ocasiones se
añaden frases —generalmente latinas— como memento mori («recuerda que morirás»),
tempus fugit («el tiempo huye»), ubi sunt («¿dónde están?») o sic transit gloria
mundi («así pasa la gloria del mundo»).2
Naturaleza muerta con libros y un reloj de arena (c. 1630-1640), artista español
anónimo, Gemäldegalerie de Berlín
Los bodegones de animales muertos pueden ser también considerados una forma de
vanitas, por cuanto la contemplación de unos restos de carne evocan el final de la
vida. Esta línea de obras tiene una larga tradición que va desde El buey desollado
de Rembrandt hasta versiones modernas del mismo tema realizadas por Chaïm Soutine,
Marc Chagall y Francis Bacon.6
Vanitas con putto (c. 1600), de Bartholomäus Spranger, castillo de Wawel, Cracovia,
ejemplo de Nascendo morimur
Existen también varios subgéneros de la vanitas, como el Nascendo morimur («así
como nacemos, morimos»), en el que generalmente se representa a un bebé o un niño
pequeño junto a una calavera o algún otro recordatorio de la muerte, en el sentido
de que la muerte es tan natural como el nacer;9 o el homo bulla («hombre burbuja»),
en el que suele aparecer un niño haciendo pompas de jabón, como símbolo de la
fragilidad de la vida, un tema procedente de la frase latina Homo bulla est («el
ser humano es como una pompa de jabón»).10
Colgante Memento mori, siglo xviii
Aunque se desarrolló sobre todo en la pintura, existen también algunos ejemplos de
vanitas en el grabado, la escultura e incluso en la arquitectura, como en la
capilla Magdalenenklause, en los jardines del palacio de Nymphenburg en Múnich.11
También se dio incluso en la orfebrería y joyería: entre los siglos xvi y xviii
fueron corrientes un tipo de colgantes llamados Memento mori, unos estuches con
forma de ataúd que al abrirlos aparecía un esqueleto, realizados generalmente en
oro, plata o marfil. También se produjeron estatuillas con forma de esqueleto o
bien anillos, que además de imágenes de esqueletos o cráneos solían llevar algún
mensaje de tipo religioso.12
Conviene recordar que, como subgénero del bodegón, la vanitas por antonomasia basa
su composición en la exposición en una imagen de diversos objetos inertes, con la
presencia o no de la figura humana, en todo caso secundaria. Sin embargo, en
ocasiones puede entremezclarse con otros géneros artísticos en composiciones que
combinen diversos géneros, como puede ocurrir con la pintura religiosa (como, por
ejemplo, Tentaciones de san Jerónimo de Francisco de Zurbarán), la pintura de
género (La tasadora de perlas de Johannes Vermeer) o el retrato (Niña haciendo
pompas de jabón (Luisa María Ana de Borbón) de Pierre Mignard).13
Historia
Copa con larva convivialis (c. siglo I a. C.-siglo I d.C.), Museos Estatales de
Berlín
En relación con esta temática cabe citar una interesante obra del gótico italiano,
El triunfo de la muerte o La leyenda de los tres vivos y los tres muertos (c. 1355,
Camposanto de Pisa), atribuida tanto a Francesco Traini como a Buonamico
Buffalmacco. En ella aparece un grupo de caballeros y damas a caballo que se
encuentra en su camino con tres ataúdes abiertos; en un lateral, un ermitaño
sostiene un rollo de papel con el mensaje «la muerte vence al orgullo y a la
vanidad».18
Tríptico Braque (1450), de Rogier van der Weyden, Museo del Louvre, París
En el siglo xv se fueron desarrollando un tipo de imágenes que apuntaban ya al
género de la vanitas: uno de los primeros antecedentes fue el Tríptico Braque de
Rogier van der Weyden (1450, Museo del Louvre, París), un retablo de contenido
religioso que muestra en su parte frontal varios personajes del Nuevo Testamento,
mientras que por su lado posterior, con los paneles cerrados, muestra un cráneo y
una cruz. Otro exponente fue el Retrato de Hieronymus Tschekkenbülin del Maestro de
Basilea (c. 1487), formado por dos paneles donde se representan el retratado y un
esqueleto, enfrentados uno al otro.6
En relación con esta temática, una de las representaciones más emblemáticas durante
toda la historia del arte fue la calavera, presente ya en los frescos pompeyanos y
que se encuentra en la Edad Media y el Renacimiento en obras como el mencionado
Tríptico Braque de Rogier van der Weyden, el frontispicio del Retrato de Girolamo
Casio de Giovanni Antonio Boltraffio (c. 1510), el Retrato de Jane-Loyse von
Nettesheim de Bartholomäus Bruyn el Viejo (1524, Museo Kröller-Müller, Otterlo),
las Vanidades de Jacopo Ligozzi (1604, colección Aberconway, Bodnant) y la Vanitas
de Jacob de Gheyn (1603, Museo Metropolitano de Arte, Nueva York).2 Durante los
siglos xv y xvi este tipo de representaciones solían realizarse a menudo en la
parte posterior de los retablos, como en el Díptico de san Juan Bautista y santa
Verónica de Hans Memling (c. 1475): en la puerta izquierda (Pinacoteca Antigua de
Múnich) representó una calavera situada en un nicho, con la inscripción latina
morieris («moriréis»), mientras que en la puerta derecha (National Gallery de
Washington D.C.) pintó también dentro de un nicho un cáliz con una serpiente.19
Otro ejemplo es la Naturaleza muerta con cráneo de Jan Gossaert (1517, Museo del
Louvre, París), situado en la parte posterior del Díptico de Jean II Carondelet,
que contiene una inscripción en latín que dice «aquel que piense siempre en la
muerte puede despreciar siempre todas las cosas», una frase de san Jerónimo.20
Díptico de san Juan Bautista y santa Verónica (c. 1475), de Hans Memling,
Pinacoteca Antigua de Múnich y National Gallery de Washington D.C.
Otro de los orígenes iconográficos de la vanitas se encuentra en las
representaciones medievales de san Jerónimo en su celda, en las que solían aparecer
un libro y una vela como símbolos de la reflexión intelectual y un cráneo y un
reloj de arena como alusiones a la inevitabilidad de la muerte. Una representación
de ese tipo sería un San Jerónimo actualmente perdido de Jan Van Eyck —se conserva
una copia en el Detroit Institute of Arts—, en el que se inspiraría un lienzo del
mismo tema de Colantonio (Museo de Capodimonte, Nápoles) y que daría origen a
varias réplicas, como las de Vittore Carpaccio y Antonello da Messina. De aquí pasó
a representaciones similares de otros santos, como el San Eloy de Petrus Christus
(Metropolitan Museum, Nueva York), o incluso temas profanos, como en Banqueros de
Quentin Metsys (1510, Museo del Louvre, París), Calaveras, báculos y libros de Fra
Vincenzo da Verona (1520-1523, Museo del Louvre, París) o El cambista y su mujer de
Marinus van Reymerswaele (1539, Museo del Prado, Madrid).2 Otros artistas que
trataron el tema fueron: Antonio Allegri da Correggio (San Jerónimo, 1515-1518,
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid), Alberto Durero (San
Jerónimo, 1521, Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa),21 Joos van Cleve (San
Jerónimo en su estudio, c. 1525, Musée des Beaux-Arts et d'Archéologie de Châlons-
en-Champagne),22 Jan Cornelisz. Vermeyen (San Jerónimo meditando, 1525, Museo del
Louvre, París)23 y Tiziano (San Jerónimo, 1560, Pinacoteca de Brera).24
Un primer artista que realizó obras cercanas a lo que sería una vanitas plena fue
Vincenzo dalle Vacche, autor en 1520 de dos taraceas para la iglesia de San
Benedetto Novello de Padua: Vanidad del poder terrenal de la Iglesia y los legos,
donde presenta entre otros objetos una cruz pectoral, una corona, un reloj de arena
y una calavera; y Vanidad de la ciencia, con un globo celeste, un sextante, un
libro de matemáticas, una partitura y una viola con una cuerda rota.26
En las primeras décadas del siglo xvi cabe destacar también las diversas imágenes
de Hans Baldung Grien en las que mostraba jóvenes doncellas acosadas por el
esqueleto de la Muerte, como en El caballero, la doncella y la Muerte (c. 1505,
Museo del Louvre, París), La Muerte y la doncella (1517, Museo de Arte de Basilea),
La Muerte y la doncella (1518-1520, Museo de Arte de Basilea) y Las Edades y la
Muerte (1541-1544, Museo del Prado, Madrid).6 En Las tres edades y la Muerte (1509-
1510, Museo de Historia del Arte de Viena) compuso una alegoría de la vida formada
por tres distintas edades (un niño, una joven desnuda y una anciana) enfrentadas al
esqueleto de la Muerte, que sostiene un reloj de arena.27
Imagen principal
Calavera en anamorfosis
Los embajadores (1533), de Hans Holbein el Joven, The National Gallery, Londres
Una obra excepcional cercana ya a la vanitas barroca es Los embajadores de Hans
Holbein el Joven (1533, The National Gallery, Londres). Se trata de un doble
retrato: Jean de Dinteville (izquierda), embajador de Francia en Inglaterra, y
Georges de Selve (derecha), obispo de Lavaur que actuó de embajador ante el Sacro
Imperio Romano Germánico, la república de Venecia y la Santa Sede. Ambos personajes
se apoyan con el brazo sobre un aparador dispuesto a modo de bodegón, con múltiples
objetos relacionados con el quadrivium, las cuatro ciencias matemáticas
pertenecientes a las siete artes liberales: aritmética, geometría, música y
astronomía. Pero lo más curioso es un objeto situado a los pies de los embajadores
no perceptible a simple vista —de hecho, no fue descifrado hasta el siglo xx—: una
calavera en anamorfosis, una imagen deformada que solo se puede percibir con una
lente (o con el dorso de una cuchara) situada de forma perpendicular a la imagen.26
Como símbolo de la muerte, la calavera era un objeto corriente en las celdas de los
monjes católicos, especialmente durante la Contrarreforma, como objeto de
meditación sobre el sentido de la vida y lo efímero de la existencia.28 Así, era un
objeto corriente en la representación de los santos, como se aprecia en la obra de
El Greco: San Francisco en éxtasis (1577-1580, Museo Lázaro Galdiano, Madrid), La
Magdalena penitente (1585-1590, Museo Cau Ferrat, Sitges), Santo Domingo en oración
en su celda (c. 1590-1600, colección J. Nicholas Brown, Newport, Rhode Island), San
Francisco arrodillado en meditación (1595-1600, M. H. de Young Memorial Museum, San
Francisco), San Jerónimo penitente (1595-1600, National Gallery of Scotland,
Edimburgo), San Francisco y fray León meditando sobre la muerte (1600-1606,
veinticuatro versiones en museos de todo el mundo).29
Vanitas (c. 1535-1540), de Jan Sanders van Hemessen, Palais des Beaux-Arts de Lille
Una obra bastante sobrecogedora es In omnibus operibus de Juan de Juanes (primera
mitad del siglo xvi, Museo de Bellas Artes de Valencia), en que aparece únicamente
una calavera con una cartela con el mensaje In omnibus operibus tuis memorare
novissima tua et in aeternum non peccabis («en tus acciones ten presente tu final,
y así jamás cometerás pecado», Eclesiastés 7, 36). Esta obra denota la influencia
flamenca, especialmente por el dibujo y el tratamiento de la luz.30
Amorcillo durmiente con calavera (c. 1600), talla en marfil, probablemente
neerlandesa, Museum Schnütgen, Colonia
Una pintura que se acerca a la vanitas barroca es la Vanidad del flamenco Jan
Sanders van Hemessen (c. 1535-1540, Palais des Beaux-Arts de Lille), en el que
aparece un ángel con alas de mariposa que sostiene un espejo en cuyo reflejo
aparece un cráneo. Alrededor del espejo figura el mensaje Ecce rapinam rerum omnium
(«la muerte saquea todas las cosas») y en la cinta que rodea el brazo del ángel
«mira el final de la fuerza, la belleza y la riqueza». La obra fue probablemente el
panel izquierdo de un díptico, del que seguramente el derecho sería un retrato,
cuyo personaje sería el reflejado en el espejo y al que el ángel advierte de lo
efímero de la existencia.31
En el terreno del grabado hay que destacar la obra del alemán Alberto Durero, autor
de una célebre estampa, San Jerónimo en su gabinete (1514), donde aparece el santo
en su estudio, con una calavera en el alféizar de una ventana y un perro y un león
dormidos a sus pies.33 Otra obra suya fue El caballero, la Muerte y el Diablo
(1513, Galería Nacional de Arte, Washington D.C.), donde un jinete con armadura
montado a caballo se encuentra en su camino con la Muerte y el Diablo, en forma de
figuras monstruosas; la Muerte lleva un reloj de arena, mientras que en la esquina
inferior izquierda figura una calavera.18 Formado en el taller de Durero, Barthel
Beham fue un notable retratista, aunque fue en el grabado donde obtuvo un gran
éxito, especialmente con escenas populares de pequeño tamaño. Realizó varias obras
de memento mori, como Niño con tres calaveras (1529, Galería Nacional de Arte,
Washington D. C.).34 Otro exponente fue Heinrich Aldegrever, igualmente alemán,
pintor, grabador y orfebre influido por la pintura flamenca y por Durero, autor de
temas religiosos, mitológicos y retratos.35 Hacia 1530 realizó Respice Finem
(«piensa en el final»), donde aparece una mujer desnuda con un reloj de arena en la
mano y un sepulcro abierto a sus pies, con una calavera en el suelo.36
In omnibus operibus (primera mitad del siglo xvi), de Juan de Juanes, Museo de
Bellas Artes de Valencia
Naturaleza muerta con cráneo (1517), de Jan Gossaert, Museo del Louvre, París
San Jerónimo (1521), de Alberto Durero, Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa
San Jerónimo en su estudio (c. 1525), de Joos van Cleve, Musée des Beaux-Arts et
d'Archéologie de Châlons-en-Champagne
Niño con tres calaveras (1529), de Barthel Beham, Galería Nacional de Arte,
Washington D. C.
Retrato de familia (1583), de Adriaen Thomasz. Key, Museo del Prado, Madrid
Barroco
Vanitas con calavera, libro y rosas (c. 1630), de Jan Davidsz. de Heem, Museo
Nacional de Estocolmo
A esta escuela perteneció también Pieter Potter, que recibió la influencia de
Bailly y de Rembrandt, como en su Vanitas del Rijksmuseum de Ámsterdam (1646).45
Posteriormente, Jan Davidsz. de Heem llevó la vanitas de Leiden a Amberes
(Flandes).2 Discípulo de Bailly, de Heem tuvo una primera etapa de estilo monocromo
y austero, pero tras su traslado a Amberes se contagió del estilo opulento del
bodegón flamenco, con influencia de Frans Snyders y Jan Fyt. Entre sus obras se
encuentran: Vanitas con libros, un globo, una calavera, un violín y un abanico (c.
1623, colección privada), Vanitas (1628, Musée des Beaux-Arts de Caen), Vanitas
(1629, Galería Regional de Liberec) y Vanitas con calavera, libro y rosas (c. 1630,
Museo Nacional de Estocolmo).46
Alumna de Heem fue Maria van Oosterwijck, especializada en bodegones florales. Fue
autora de Vanitas con una calavera, libros, flores en un jarrón y un globo celeste
(1668, Museo de Historia del Arte de Viena) y Vanitas y naturaleza muerta con
girasol (c. 1670-1680, colección privada).47
En Haarlem trabajó también Vincent Laurensz. van der Vinne, discípulo de Frans
Hals. Fue autor de algunas vanitas en las que solía autorretratarse, como Vanitas
(c. 1660, Museo Frans Hals, Haarlem), en un papel que cuelga de la mesa, o Vanitas
(Museo Pushkin, Moscú), en la que aparece reflejado en una bola de cristal. En
Vanitas con corona real (c. 1650, Museo del Louvre, París) alude al fin de la
monarquía.49
Joven sosteniendo una calavera (1626), de Frans Hals, The National Gallery, Londres
Procedente del manierismo, el pintor y grabador Hendrick Goltzius mostró al final
de su carrera la influencia de Rubens.50 Problemas de vista y una mano paralizada
le impidieron desde 1600 realizar grabados, por lo que se dedicó a efectuar una
serie de dibujos que simulaban grabados. Entre ellos está Joven sosteniendo una
calavera y un tulipán (1614, The Morgan Library & Museum, Nueva York), un dibujo a
pluma y tinta marrón sobre papel, en el que un joven con sombrero de plumas sotiene
una calavera y un tulipán, mientras al fondo aparece un reloj de arena y la
inscripción QVIS EVADET / NEMO («¿Quién escapa? Nadie»).51
Igual origen manierista tuvo Abraham Bloemaert, pintor y aguafortista que practicó
casi todos los géneros de la pintura. Fue autor de Vanitas con libros, una
calavera, un crucifijo y un reloj de arena, San Jerónimo en el fondo (c. 1620,
colección privada).52
Otra obra que mezcló el género de la vanitas con la pintura costumbrista fue La
última gota (El alegre caballero) de Judith Leyster (1639, Museo de Arte de
Filadelfia), en la que se ve a dos borrachos a los que se aparece la muerte en
forma de esqueleto con un cráneo y una vela encendida en una mano y un reloj de
arena en la otra, como recordatorio de que la vida se les acaba.60 Su marido, Jan
Miense Molenaer, fue discípulo de Frans Hals y recibió también la influencia de
Rembrandt. Realizó preferentemente escenas de género. En su Alegoría de la vanidad
(1633, Toledo Museum of Art, Toledo, Ohio), retrató a una joven dama mirándose al
espejo mientras la peina un peluquero, apoyando un pie sobre una calavera en el
suelo; a su lado, un niño hace pompas de jabón.61 Realizó también un Autorretrato
(c. 1640, Pinacoteca Antigua de Múnich) en que apoya su mano derecha sobre una
calavera situada en una mesa.62
Niño soplando pompas de jabón: Homo Bulla, de Jan Lievens, Musée des Beaux-Arts et
d'Archéologie de Besançon
En un estilo de influencia rembrandtiana, Willem de Poorter, activo en Haarlem,
realizó cuadros históricos y mitológicos, así como naturalezas muertas, de las que
destacan sus vanitas especializadas en armas de guerra, corazas y banderas, con uso
del claroscuro y una delicada tonalidad. Fue autor de dos Alegoría de la vanidad
(1635-1640, National Gallery, Londres; y 1645-1650, colección privada, Múnich).64
Otro discípulo de Rembrandt fue Jan Lievens. Tras unos años en Inglaterra y Amberes
se instaló en Ámsterdam. Desarrolló un estilo influido en sus inicios por
Rembrandt, y más tarde por Rubens y Van Dyck. Fue autor preferentemente de cuadros
religiosos, retratos y paisajes.65 Entre sus obras se encuentra una Vanitas (1627,
Museum de Fundatie, Zwolle), en la que sobre una mesa aparece una calavera junto a
un reloj de arena, libros, un candelabro con una vela apagada y un violín. Otra
obra suya fue Niño soplando pompas de jabón: Homo Bulla (Musée des Beaux-Arts et
d'Archéologie de Besançon), en la que aparece un niño haciendo pompas de jabón con
un cráneo y varios huesos a sus pies, y un reloj de arena en un costado.66
Naturaleza muerta con calavera (c. 1650), de Gerard Dou, Muzeum Narodowe, Gdańsk
Igual influencia rembrandtiana mostró Gerard Dou, discípulo de Rembrandt en su
taller de Leiden. Se dedicó sobre todo a la pintura de género, con un estilo
minucioso y perfeccionista, que gozó de gran popularidad. En su etapa madura se
alejó de su maestro, con un colorido más vistoso y una factura más clara y lisa,
con preferencia por composiciones enmarcadas en hornacinas, en falsa perspectiva, y
gusto por los claroscuros formados por luces de velas. Realizó algunas vanitas,
como Bodegón con un niño soplando pompas de jabón (1645, Museo Nacional de Arte
Occidental, Tokio), Naturaleza muerta con calavera (c. 1650, Muzeum Narodowe,
Gdańsk) o su propio Autorretrato (1658, Galería Uffizi, Florencia).67
Fue discípulo suyo Godfried Schalcken, que trabajó además de en su país natal en
Inglaterra y Alemania. Excelente retratista, en muchas de sus obras empleó una luz
artificial de velas o bujías, de influencia rembrandtiana.68 Fue autor de Alegoría
de la vanidad: niña con una concha, una burbuja y una antorcha (c. 1680-1685,
colección privada).69
Discípulo de Frans Hals, Pieter Gerritsz. van Roestraeten fue autor de escenas de
género y de bodegones especializados en piezas de orfebrería y porcelanas: Vanitas
(Frans Hals Museum, Haarlem), Vanitas (Royal Collection).70
Jacques de Claeuw, yerno de Jan van Goyen y cuñado de Jan Steen, realizó bodegones
coloristas en los que solía disponer objetos preciosos y extraños, descritos de
forma minuciosa, con una cierta influencia de David Bailly. Entre sus obras
destacan: Vanitas con calavera, bola de cristal y estandarte (1642, Rijksdienst
voor het Cultureel Erfgoed, Rijswijk), Vanitas (1650, Rijksmuseum, Ámsterdam) y
Vanitas (1677, Cummer Museum of Art and Gardens, Jacksonville).48
Willem Bartsius fue paisajista y retratista. Elaboró una Alegoría de la Vanidad (c.
1640, Museo de Arte e Historia de Ginebra) en forma de joven elegantemente vestida,
sentada con una calavera en el regazo; en una mesita a su lado se encuentran una
taza, libros, joyas y un nautilo, mientras que a sus pies hay varios objetos
apilados, entre los que se encuentran un globo terráqueo, un laúd, un violín, una
flauta y varios libros.73
Vanitas (c. 1640-1660), de Aelbert Jansz. van der Schoor, Rijksmuseum, Ámsterdam
Simon Luttichuys recibió la influencia de Jan Davidsz. de Heem, con un estilo
suntuoso, como se denota en Vanitas del busto (colección privada, La Haya).75
Aelbert Jansz. van der Schoor fue autor de Vanitas (c. 1640-1660, Rijksmuseum,
Ámsterdam), un sobrecogedor conjunto de seis calaveras junto a varios huesos más,
además de rosas, un reloj de arena y una vela encendida; sobre un estante al fondo
hay varios documentos con sellos y libros.76
Cabe mencionar también a Adriaen Coorte, pintor del que se desconocen sus datos
biográficos, tan solo que estuvo activo en Middelburg de 1683 a 1707, centrado en
el género de la naturaleza muerta. Fue autor de Vanitas en un nicho (1688, Zeeuws
Museum, Middelburg) y Vanitas con calavera y reloj de arena (1686, colección
privada).77
A caballo entre los siglos xvii y xviii, Herman Henstenburgh es conocido por sus
bodegones de frutas y flores, con especialidad en insectos y pájaros. Fue autor
también de varias obras del género: Vanitas con calavera sobre una lámina de mármol
(1698, Westfries Museum, Hoorn), Vanitas (Museo Metropolitano de Arte, Nueva
York).78
En el arte del grabado hay que mencionar a Hendrik Hondius II, miembro de una
familia de grabadores, que realizó grabados inspirados en obras de Bruegel,
especialmente retratos y paisajes.79 Fue autor de Finis coronat opus («el fin
corona la obra»), un grabado en cobre de 1626, en que aparece una mesa con libros
sobre los que se encuentra una calavera coronada de laurel, así como diversos
objetos más, como un candelabro, un reloj de arena, un jarrón con flores, una
paleta con pinceles e instrumentos científicos.80
San Francisco (1618), de Dirck van Baburen, Museo de Historia del Arte de Viena
Vanitas con libros, una calavera, un crucifijo y un reloj de arena, San Jerónimo en
el fondo (c. 1620), de Abraham Bloemaert, colección privada
El trabajo está coronado (1626), grabado de Hendrik Hondius II, colección privada
Alegoría de la vanidad (1633), de Jan Miense Molenaer, Toledo Museum of Art, Toledo
(Ohio)
Emblema de la muerte (c. 1635-1640), de Pieter Steenwijck, Museo del Prado, Madrid
La última gota (El alegre caballero) (1639), de Judith Leyster, Museo de Arte de
Filadelfia
Vanidad (c. 1640), de Willem Bartsius, Museo de Arte e Historia de Ginebra
Vanitas con calavera, globo, jarrón con flores, rosa, libros y vajilla sobre una
alfombra azul (c. 1640-1645), de Ambrosius Bosschaert II, colección privada
Vanitas (c. 1660), de Vincent Laurensz. van der Vinne, Museo Frans Hals, Haarlem
Vanitas con una calavera, libros, flores en un jarrón y un globo celeste (1668), de
Maria van Oosterwijck, Museo de Historia del Arte de Viena
Alegoría de la vanidad: niña con una concha, una burbuja y una antorcha (c. 1680-
1685), de Godfried Schalcken, colección privada
Vanitas con calavera sobre una lámina de mármol (1698), de Herman Henstenburgh,
Westfries Museum, Hoorn
Flandes
Vanitas con cráneo, reloj de arena, vela, libro, carta y un crucifijo en un zócalo
de piedra, de Alexander Coosemans, Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica,
Bruselas
En Flandes, como se ha visto, artistas neerlandesde como Jan Davidsz. de Heem
llevaron la vanitas a esa región, por lo que inicialmente tuvo una acusada
influencia neerlandesa, aunque con el tiempo adoptó también los rasgos de la
escuela flamenca, marcada en esos años por la figura de Rubens. Discípulos de Heem
fueron Alexander Coosemans, Carstian Luyckx y Joris van Son. El primero fue autor
de alegorías religiosas y de todo tipo de bodegones, desde flores y caza hasta
vanitas, como en Vanitas con bouquet (Museo de Bellas Artes de Gante) o Vanitas con
cráneo, reloj de arena, vela, libro, carta y un crucifijo en un zócalo de piedra
(Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas).81
Carstian Luyckx, activo en Amberes en los años 1640-1670, fue un prolífico autor de
vanitas. Entre sus obras destacan: Memento mori con instrumentos musicales, libros,
partituras, esqueleto, cráneo y armadura (c. 1670), Alegoría de Carlos I de
Inglaterra y Enriqueta de Francia en Vanitas (c. 1670, Museo de Arte de
Birmingham), Vanitas con globo celeste (c. 1660-1670, Castillo Real de Varsovia),
Vanitas con calavera, libro de música, violín y conchas (Musée des Beaux-Arts,
Marsella).82
Alegoría de la vida humana (c. 1658-1660), de Joris van Son, Walters Art Museum,
Baltimore
Joris van Son mostró la influencia de Daniel Seghers, además de la de Heem. Se
especializó en guirnaldas de flores, pero también hizo alguna vanitas, como Vanitas
con una calavera, una pistola, un laúd con cuerdas rotas, una flauta, conchas,
duraznos, higos, pan y una urna en una repisa parcialmente cubierta (1651,
colección privada). En Alegoría de la vida humana (c. 1658-1660, Walters Art
Museum, Baltimore) mostró una calavera, un reloj de arena y una vela encendida
rodeados de una guirnalda de flores y frutas, además de una mazorca de maíz,
mariposas y un escarabajo.83 Fue autor también de Tres Putti con símbolos de
vanitas dentro de un cartucho decorado (1643-1667, colección privada), en que
aparecen tres amorcillos, uno con una calavera y otro haciendo pompas de jabón, en
un medallón rodeado de una guirnalda de flores y frutas.84
Naturaleza muerta con bouquet y calavera (1642), de Adriaen van Utrecht, colección
privada
Otro gran intérprete del género fue Adriaen van Utrecht, especialista en bodegones
y cuadros de caza. Viajó por Francia, Italia y Alemania absorbiendo diversas
influencias, que reflejó en sus cuadros. Junto a Frans Snyders se le considera el
inventor del Pronkstilleven («bodegón suntuoso»). Fue autor, entre otras, de
Naturaleza muerta con bouquet y calavera (1642, colección privada) y Vanitas o
alegoría de la fugacidad de la felicidad (1640-1645, Pinacoteca Antigua de
Múnich).86
Vanitas (1664), de Cornelis Norbertus Gysbrechts, Ferens Art Gallery, Kingston upon
Hull
Cornelis Norbertus Gysbrechts realizó bodegones de falsa perspectiva en los que
aglutinaba objetos de la más diversa procedencia.88 Cabe destacar su Vanitas (1664,
Ferens Art Gallery, Kingston upon Hull), un interesante ejercicio de trampantojo en
el que dispuso una vanitas tradicional en un lienzo situado en la pared, con la
esquina superior derecha doblada y con una paleta y pinceles en la parte inferior,
cuyos pigmentos gotean al estar colocada la paleta en posición vertical; en la
esquina superior derecha hay un medallón con un autorretrato suyo.89 Una
composición similar se encuentra en otra Vanitas (1668) conservada en la Galería
Nacional de Dinamarca.90 Siguió sus pasos su hijo Franciscus Gysbrechts, autor de
Vanidad con cráneo (Museo de Bellas Artes de Rennes), Vanitas con una calavera, un
globo terráqueo, una trompeta e instrumentos para fumar (c. 1660-1675, Museo Real
de Bellas Artes de Amberes), Naturaleza muerta con calavera (c. 1675, Muzeum
Narodowe, Gdańsk).88
Jean-François de Le Motte fue junto a Gysbrechts uno de los mejores pintores de
perspectivas ilusionistas, generalmente en composiciones centradas en tabiques en
los que colocaba objetos como libros, cartas, yesos, grabados, pinceles y paletas,
como en Vanidad y trompe-l'œil (Museo de Bellas Artes de Dijon).91
Naturaleza muerta con cráneo humano, globo, libros, corona, inglete, burbujas,
concha de mejillón con pipa de burbuja, corona de acebo en el cráneo, reloj en la
mesa, candelabro (con reflejo del retrato del artista) (c. 1650), de Hendrick
Andriessen, Mount Holyoke College Art Museum, South Hadley (Massachusetts)
Hendrick Andriessen se especializó en vanitas, de las que se conocen unas diez en
varios museos. Entre ellas cabe citar: Vanitas con una calavera, un 'Roemer' roto,
una rosa, un reloj de arena, una concha de nautilus, un reloj de bolsillo y otros
objetos, todo sobre una mesa cubierta (c. 1630-1640, colección privada), Naturaleza
muerta con cráneo humano, globo, libros, corona, inglete, burbujas, concha de
mejillón con pipa de burbuja, corona de acebo en el cráneo, reloj en la mesa,
candelabro (con reflejo del retrato del artista) (c. 1650, Mount Holyoke College
Art Museum, South Hadley, Massachusetts), Vanitas con una calavera y un niño moro
sosteniendo un retrato del pintor (c. 1650, Herbert F. Johnson Museum of Art,
Ithaca, Nueva York), Vanitas (c. 1650, Museo de Bellas Artes de Gante), Naturaleza
muerta con máscara, calavera, globo y pompas de jabón (c. 1650-1655, Ashmolean
Museum, Oxford) y Vanitas (Galería de Arte de Ontario, Toronto).92
Roelant Savery se formó en Ámsterdam y pasó unos años en Praga al servicio del
emperador Rodolfo II. Realizó paisajes, escenas de género, cuadros de animales y
bodegones, especialmente de flores, con un estilo preciso de evocación poética.93
Fue autor de Memento mori (c. 1600-1609, Museo Nacional de Estocolmo), donde
diversos animales e insectos vivos se entremezclan con cráneos y huesos de animales
muertos, como recordatorio del destino final de todo ser vivo.94
Joannes de Cordua, activo en Viena y Praga, fue autor de pintura religiosa, escenas
de género, retratos y bodegones. Cabe destacar su Vanitas con busto (1665, Museo de
Bellas Artes de Pau), donde expuso sobre una mesa una calavera coronada de espigas,
un busto, una pipa, una caracola, un dibujo y varios objetos más.95
En cuanto al grabado, cabe citar a Cornelis Galle el Viejo, autor de Bodegón con
calavera, reloj de bolsillo y rosas (segundo cuarto del siglo xvii, Biblioteca de
la Academia Polaca de Artes y Ciencias y de la Academia Polaca de Ciencias), donde
aparece una calavera con un reloj de bolsillo, un jarrón con rosas y la inscripción
MEMORARE NOVISSIMA, / ET IN AETERNVM NON PECCABIS («recuerda las últimas cosas, y
nunca pecarás»).98
Vanitas con busto (1665), de Joannes de Cordua, Museo de Bellas Artes de Pau
Vanitas con una calavera, un globo terráqueo, una trompeta e instrumentos para
fumar (c. 1660-1675), de Franciscus Gysbrechts, Museo Real de Bellas Artes de
Amberes
Vanitas (c. 1680), de Nicolaes van Verendael, Musée des Beaux-Arts de Caen
Vanitas con busto de una dama con una corona de flores en una repisa (1688), de
Catarina Ykens II, colección privada
Francia
Vanitas: una calavera, un violín, una taza volcada, libros, cartas del tarot, un
reloj de bolsillo, una pipa de arcilla, un cono y una bolsa de tabaco en un plato
de peltre, en una mesa de madera cubierta con una alfombra, de Sébastien Bonnecroy,
colección privada
En este país fue frecuente una variedad de vanitas centrada en los cinco sentidos:
por lo general, se representaba la vista con espejos, el oído con instrumentos
musicales, el tacto con dinero o juegos de mesa, el olfato con flores y el gusto
con comida. Entre estos casos se encuentran El verano o los cinco sentidos de
Sebastian Stoskopff (1633, Musée de l'Œuvre Notre-Dame, Estrasburgo), el Damero de
Lubin Baugin (Museo del Louvre, París) o los Cinco sentidos de Jacques Linard
(Museo del Louvre, París).103
Discípulo suyo fue Pierre Mignard, quien tras su formación inicial pasó una
estancia de veinte años en Italia, donde recibió la influencia de la Escuela de
Bolonia. Fue autor principalmente de obras religiosas y retratos, en los que aunaba
realismo y cierto sentimentalismo.112 Fue autor de Niña haciendo pompas de jabón
(1674, Palacio de Versalles), retrato de Luisa María Ana de Borbón —llamada
Mademoiselle de Tours—, hija de Luis XIV y de Madame de Montespan. Ejemplo de homo
bulla, en su mano izquierda sostiene una concha con el agua jabonosa, mientras que
con la derecha sostiene una pajita de la que pende una burbuja a punto de explotar.
Sobre la mesita hay un reloj de bolsillo, símbolo del paso del tiempo. A los pies
de la niña, un loro simboliza la pureza y la inocencia de la niñez.113
Jacques Linard fue autor de cuadros alegóricos —como los Cinco sentidos o los
Cuatro elementos— y naturalezas muertas, pobladas de detalles anecdóticos de
evocación poética, lo que lo aleja del naturalismo del bodegón flamenco y
neerlandés.116 Fue autor de la Vanitas del Museo del Prado (1640-1645), en que
colocó un cráneo sobre un libro y un jarrón con un clavel al lado, una composición
sencilla, pero evocadora.117
Vanitas (c. 1650), de Simon Renard de Saint-André, Museo de Bellas Artes de Lyon
Vanitas con violín, libro, calavera y pluma (1660), de N.L. Peschier, Rijksmuseum,
Ámsterdam
Alemania
Cabe destacar a Johann Georg Hainz, un pintor casi desconocido en lo que respecta a
su biografía. Se le conoce activo en Leipzig y, posteriormente, Hamburgo, donde
realizó especialmente bodegones de influencia neerlandesa, con un gusto preferente
por los objetos preciosos, tratados con una extrema precisión, destinados a
coleccionistas, como en Alacena de orfebrería y calavera (1666, Kunsthalle de
Hamburgo).122
Discípulo suyo fue Abraham Mignon, que se trasladó con su maestro a Utrecht y
trabajó igualmente en el taller de Heem, cuyo estilo imitó inicialmente, aunque
posteriormente evolucionó hacia un tipo de obras más finas y precisas, de gran
virtuosismo. Elaboró principalmente cuadros de flores, acompañadas generalmente de
gatos, pájaros o insectos.112 Entre sus obras se encuentra Bodegón de flores con
naranja, reloj de arena y calavera (c. 1670, colección privada), un exuberante
jarrón de flores con insectos volando situado sobre una mesa en cuyo lado derecho
se aprecia una calavera y un reloj de arena.126
Otro discípulo de Marrel fue Johann Andreas Graff, pintor y grabador, autor con su
esposa Maria Sibylla Merian de ilustraciones botánicas, así como vistas de ciudades
y edificios. Fue autor de una Vanitas (c. 1680-1690, colección privada) en que
aparece una calavera con un pergamino con la inscripción memento mori, junto a una
estatuilla, una vasija, unas medallas y una paleta y pinceles de pintor.127
En el terreno del grabado hay que mencionar al suizo Matthäus Merian, activo en
Basilea y posteriormente en Fráncfort, especializado en planos y vistas de
ciudades.128 Fue autor de varias «danzas de la muerte» y alguna vanitas, como
Memento mori (Finis coronat opus) (1649), inspirada en el grabado de Hondius de
1626: sobre un libro flanqueado por un candelabro y un jarrón de flores se sitúa un
cráneo coronado de laurel con un reloj de arena encima que tiene dos alas, una de
ángel y otra de demonio, como símbolo de los dos posibles destinos tras la
muerte.129
Cena a la luz de las velas (c. 1635-1638), de Georg Flegel, colección privada
Italia
En el seno del clasicismo, de corte idealista y por tanto alejado del dramatismo de
este tipo de escenas, se encuentran pocos ejemplos, pero cabe resaltar, sin
embargo, una obra de Guercino, Et in Arcadia ego (1618-1622, Galería Nacional de
Arte Antiguo, Roma), una escena pastoril, pero con mensaje relativo al memento
mori: frente a un paisaje boscoso, dos pastores contemplan una calavera, situada
sobre un pedestal con la inscripción Et in Arcadia ego («yo también estoy en
Arcadia»), en alusión a la Muerte, que también se halla en el paraíso. El cráneo
está en fase de descomposición, roído por un ratón y varios insectos.135
Domenico Fetti fue un pintor de corta carrera —murió a los treinta y cuatro años—,
que recibió la influencia de Caravaggio y de la pintura veneciana, con un estilo de
rico cromatismo y pincelada ligera, de tono poético y algo romántico, con gusto por
lo anecdótico.140 Fue autor de La Melancolía (c. 1620, Museo del Louvre, París),
donde una mujer contempla una calavera en actitud melancólica; a sus pies se
encuentran diversos objetos alusivos a las artes (cepillo, paleta, pincel, modelo
de torso) y las ciencias (astrolabio, libro, manual de geometría), como metáfora de
que estos conocimientos no son sino más que problemas irresolubles que generan
melancolía.141
Otro destacado bodegonista fue Pier Francesco Cittadini, formado con Guido Reni,
representante de un tipo de bodegones opulentos de influencia flamenco-neerlandesa,
poblados de objetos preciosos, vajillas y alfombras orientales. Fue autor de
Vanitas con violín, libro de música, florero y calavera (1681, colección
privada).151
Cupido dormido (c. 1650), de Luigi Miradori, Museo civico Ala Ponzone, Cremona
Vanitas con una calavera descansando sobre un libro con otros objetos de peltre
sobre una mesa cubierta de alfombras, de Giuseppe Recco, colección privada
España
In ictu oculi (izquierda) y Finis Gloriae Mundi (derecha), de Juan de Valdés Leal,
Iglesia y Hospital de la Caridad (Sevilla) (1670-1672)
En España, la vanitas llegó bajo la influencia neerlandesa y flamenca, aunque
pronto adquirió características propias, ya que si bien en estos países el género
tenía un carácter de una moralidad más laica, que evocaba la inmortalidad de una
manera más positiva, incluso con cierto factor estético en la imagen, en la España
contrarreformista el género adquirió un sentido fuertemente religioso, encaminado a
la reflexión y la penitencia, con un componente más pesimista, aunque abierto
igualmente al sentido de redención. Por otro lado, en este país la vanitas tuvo un
fuerte sustrato procedente de la literatura, que durante esta época se prodigó en
la reflexión sobre la muerte, en obras como: El arte de bien morir (h. 1500), de
Rodrigo Fernández de Santaella; los Ejercicios espirituales (1522), de san Ignacio
de Loyola; el Tratado de la vanidad del mundo (1552), de fray Diego de Estella; el
Libro de la oración y meditación (1554), de fray Luis de Granada; o las
Meditaciones espirituales (1605), de Luis de la Puente.4
En la España del siglo xvii la vanitas era denominada «desengaño», un término que
reflejaba el pesimismo y la decepción que imperaban en la sociedad de entonces,
marcado por la filosofía estoica de signo senequista que predominaba entre los
intelectuales de la época. El vocablo tuvo su origen en la literatura,
ejemplificado por una frase de Sebastián de Covarrubias: «desengaño es la mesma
verdad que nos desengaña». En una época de desilusión, la certeza más evidente es
la muerte.153
Realizó dos de las más emblemáticas representaciones de vanitas que existen para la
iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla: In ictu oculi y Finis Gloriae Mundi
(1670-1672). En relación con su destino, los llamados Jeroglíficos de las
postrimerías simbolizan el poder de la caridad como instrumento de salvación frente
a la perdición eterna. In ictu oculi («en un abrir y cerrar de ojos») presenta a la
Muerte en forma de esqueleto portando un ataúd y una guadaña en el brazo izquierdo,
mientras que con la mano derecha apaga la llama de una vela que simboliza la vida
humana; a sus pies, un globo terráqueo, una tiara papal, una corona imperial, una
armadura de caballero, diversos libros y varios objetos más representan la
futilidad de las vanidades humanas frente a la certeza de la muerte. Finis Gloriae
Mundi («fin de la gloria terrenal») muestra una cripta con varios cadáveres en
diversos estadios de descomposición, entre los que destacan un obispo y un
caballero de la Orden de Calatrava, mientras que en la parte superior la mano de
Jesucristo sostiene una balanza: a un lado se muestran varios objetos que
simbolizan los siete pecados capitales y al otro los símbolos de la fe cristiana
(caridad, oración y penitencia).155 Ambas obras se inspiraron en el Discurso de la
verdad (1672), de Miguel Mañara, el mecenas del hospital sevillano, donde señalaba
las obras de misericordia como único instrumento para la salvación del alma, y cómo
las glorias terrenales desaparecen con la muerte.156
El sueño del caballero (c. 1655), de Antonio de Pereda, Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando, Madrid
Por su parte, Pereda desarrolló un estilo heredero en cierta forma del tenebrismo
de Ribera combinado con el intenso cromatismo de la escuela veneciana. Realizó
obras religiosas y naturalezas muertas. En estas últimas mostró preferencia por
objetos de cocina, frutos y flores, joyas y tejidos preciosos, con una luz cálida y
mate.158
Fue autor de dos obras maestras del género: Vanitas (1636, Museo de Historia del
Arte de Viena) y El sueño del caballero (c. 1655, Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando, Madrid). En la primera, también conocida como Alegoría de la
caducidad, un ángel muestra distintos objetos alegóricos apoyados en calaveras
situadas en varias posturas: son los emblemas de la ciencia, de las armas, del
boato, del juego y de la sensualidad, destinados a desaparecer por el tiempo
marcado por los relojes, uno mecánico y otro de arena.159 El ángel sostiene un
camafeo con la efigie de Carlos I, y señala con el dedo el imperio del monarca
español en un globo terráqueo. Una inscripción junto a la clepsidra señala en latín
nil omne («todo es nada»).160
Entre los grandes nombres de la época hubo diversos artistas que trataron
ocasionalmente el tema, como José de Ribera, Bartolomé Esteban Murillo y Francisco
de Zurbarán. Ribera, de la escuela valenciana, trabajó durante muchos años en
Italia, donde era conocido como Lo Spagnoletto. En su obra aunó el tenebrismo
caravaggista con el cromatismo veneciano, en un estilo personal de fuerte
realismo.166 Fue autor de San Pablo ermitaño (1635-1640, Museo del Prado, Madrid),
donde el santo aparece rezando frente a un libro con un cráneo encima, con un trozo
de pan en primer término que lo identifica como ermitaño, frente a un fondo oscuro
de estilo tenebrista;167 y Magdalena penitente (1635-1640, Museo del Prado,
Madrid), en que la santa aparece con la cabeza recostada en las manos apoyadas en
una calavera, en actitud melancólica, con un bote de ungüentos en primer término,
uno de sus atributos iconográficos habituales.168
Retrato de Nicolás de Omazur (1672), de Bartolomé Esteban Murillo, Museo del Prado,
Madrid
También de probable origen flamenco fue Ignacio de Ries, activo en Sevilla. Fue
autor de El Árbol de la Vida (1653, Catedral de Segovia), en la que aparecen Cristo
con un martillo presto a tañir una campana y la Muerte en forma de esqueleto con
una guadaña junto a un árbol a medio talar. Junto al esqueleto se encuentra el
Diablo, que intena tumbar el árbol hacia su lado con una cuerda. En la copa del
árbol se escenifica una fiesta, como alegoría de los pecados capitales. En los
costados de la parte superior del árbol aparecen unos versos: en el ángulo superior
izquierdo «MIRA QUE TE AS DE MORIR/ MIRA QUE NO SABES QUANDO» y en el derecho «MIRA
QUE TE MIRA DIOS/ MIRA QUE TE ESTA MIRANDO». El simbolismo es claro: el árbol es la
vida humana, tras cuyo fin se puede decantar hacia el cielo o el infierno. Cristo
intenta dar la alarma con la campana a los personajes del banquete superior, que
están inmersos en el vicio.176
Bodegón de vanitas (c. 1650-1663), de Andrés Deleito, Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando, Madrid
Andrés Deleito fue un pintor activo en Madrid y Segovia, del que se tienen pocos
datos. Fue autor de cuadros religiosos y bodegones, que fueron elogiados por
Antonio Palomino, con un estilo impreciso, fogoso, más interesado en los efectos de
luz que en la precisión táctil de los objetos.177 Realizó, entre otros, un Bodegón
de vanitas (c. 1650-1663, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid),
en el que se disponen sobre una mesa dos calaveras —una de ellas entre dos libros—,
una guitarra, un violín, un reloj mecánico, joyas, monedas, naipes y el retrato de
una dama, con una ventana abierta a un paisaje al fondo.178
Vana Est Pulchritudo, vanidad con espejo y reloj de arena (izquierda) y Haec Sola
Virtus, vanidad con cráneo y mapamundi (derecha), del Maestro de las Vanitas
Escritas, colección privada (c. 1650)
Pedro de Camprobín se formó inicialmente en Toledo con los discípulos de El Greco,
para pasar después a Sevilla, donde fue discípulo de Zurbarán. Se especializó en
naturalezas muertas, sobre todo de flores, con una composición simétrica de estilo
sobrio.180 Fue autor de El caballero y la muerte (Hospital de la Caridad, Sevilla),
donde un caballero se quita el sombrero ante la llegada de una dama cubierta por un
velo, bajo el que se distingue un esqueleto: la dama es la Muerte que visita al
caballero, quien no la espera. En una mesa se disponen algunos objetos típicos del
género, como libros, naipes, monedas, un laúd, una espada y una pistola.181
Juan Francisco Carrión fue un bodegonista activo en Madrid, del que se conocen dos
obras del género: Vanitas con libros (1672, Indiana University Art Museum,
Bloomington), donde presenta una mesa y una estantería repletas de libros, objetos
de escritorio, un reloj de arena y una calavera con una cartela con versos
escritos; y Vanitas con calavera, libro, clepsidra, filacteria y candelero
(colección privada), donde se disponen sobre una mesa una calavera y una mandíbula
junto a un libro, flanqueados de una vela y un reloj de arena, y con una filacteria
por encima con la inscripción hic est liber generationis Adam («he aquí la lista de
los descendientes de Adán», Génesis 1, 5), en el sentido de que todo ser humano
(descendiente de Adán) tiene su final en la muerte.182
Tomás Yepes fue un bodegonista valenciano, especializado en flores. Entre sus obras
se encuentra una Vanitas (colección Naseiro, Madrid) en la que dispuso una calavera
y un fémur con un libro, un reloj de arena, un ramo de flores y un crucifijo, sobre
un plinto con la inscripción Et sicut in Adam omnes moriuntur ita et in Christo
omnes vivificabuntur («y como todos mueren en Adán, así también todos revivirán en
Cristo», Corintios I 15, 22).183
Cabe mencionar a un maestro anónimo español conocido como Maestro de las Vanitas
Escritas, autor de varias vanitas entre las que destaca la pareja Vana Est
Pulchritudo, vanidad con espejo y reloj de arena y Haec Sola Virtus, vanidad con
cráneo y mapamundi (c. 1650, colección privada). En la primera se muestra sobre una
mesa un abigarrado amontonamiento de objetos, como libros, un estuche, unos
binóculos, un reloj de arena, un jarrón con flores y un candelabro con una vela
apagada que se refleja en su espejo, mientras que en una hoja de papel arrugada
está inscrito VANA EST / PVLCHRITVDO («la belleza es vana»). La segunda, de
composición similar, presenta igualmente sobre una mesa varios libros, una
calavera, un esctuche, un jarrón de flores, un reloj de arena y un globo terráqueo,
y un papel con la inscripción HAEC SOLA VIRTVS («esta es la única virtud»).184 El
Museo Nacional de Arte de Cataluña conserva otra Vanitas del mismo autor, de
composición similar, también con la inscripción HAEC SOLA VIRTVS.185
En último lugar es de remarcar un tapiz conservado en el Museo de Bellas Artes de
La Coruña titulado Speculum Humanae Vitae («espejo de la vida humana»), de
principios del siglo xvii. En el centro aparece una Rueda de la Fortuna —
representada en este caso como Rueda de las Vanidades—, bajo la cual se ve un
sepulcro abierto. La rueda está dentro de un monumento sepulcral, en cuyos
laterales está representada una Danza de la Muerte. En los radios de la rueda se
sitúan las jerarquías eclesiásticas y las dignidades seglares, mientras que en
torno a la rueda aparecen escenas cristianas (Adán y Eva, el cielo y el infierno) y
mitológicas (las tres Parcas). El tema central está inspirado en el grabado
Alegoría de la muerte, de Andrea Andreani.186
Speculum Humanae Vitae (c. 1590-c. 1630), tapiz, anónimo, Museo de Bellas Artes de
La Coruña
San Pablo ermitaño (1635-1640), de José de Ribera, Museo del Prado, Madrid
Alegoría de las Artes y las Ciencias (1649), de Ignacio Raeth, Museo del Prado,
Madrid
Guirnalda de flores con motivo de vanitas (c. 1650), de Francisco Camilo y Juan de
Arellano, Museo de Bellas Artes de Valencia
Siglo XVIII
Vanitas con calavera, globo, vela apagada, flores y frutas (1744), de Philipp
Sauerland, colección privada
Tras el Barroco, una época de fuerte moralidad marcada por la Reforma y la
Contrarreforma, en el siglo xviii el género de la vanitas sufrió un claro descenso
en la preferencia de artistas y clientes. En esta centuria son pocos los ejemplos,
ya que el cambio del gusto con el estilo rococó, más mundano y optimista, relegó
este tipo de representaciones, igual que ocurrió en la segunda mitad del siglo con
el Neoclasicismo, un estilo sobrio y austero surgido como contraposición a los
excesos ornamentales del Barroco y rococó.120
Una buena prueba del declive del género en este siglo son los Países Bajos, el país
con mayor producción de este tipo de obras en la centuria anterior. Cabe mencionar
a Jacob de Wit, formado en Amberes, donde recibió la influencia de Rubens.
Establecido en Ámsterdam, realizó preferentemente obras religiosas, así como
históricas y mitológicas, con un estilo decorativo plenamente rococó, de
inspiración italiana, de colores vivos y ligeros.187 Fue autor de Dos putti
soplando burbujas en un paisaje, con símbolos de vanitas (1748, colección privada),
donde aparecen dos putti haciendo pompas de jabón, con un globo terráqueo, un
busto, un libro, una corona, una paleta de pintor y un laúd.188
Philipp Sauerland estuvo activo en Polonia, donde pintó bodegones y retratos. Fue
autor de Vanitas (1709, Muzeum Narodowe, Gdańsk) y Vanitas con calavera, globo,
vela apagada, flores y frutas (1744, colección privada).190
Johann Elias Ridinger, pintor y grabador, fue autor de Memento mori (c. 1760, Museo
de las Artes Decorativas de París), un grabado a media tinta con una composición
típica de vanitas: una calavera sobre un libro, flanqueada a cada lado de un jarrón
de flores y una vela apagada, con un reloj de arena y unas cortinas detrás.191
En el ámbito por entonces del Imperio austrohúngaro cabe citar a dos pintores
checos: Johann Adalbert Angermayer y Johann Caspar Hirschely. El primero se dedicó
al bodegón de tradición flamenca, con preferencia por imágenes de flores, animales
e insectos, así como alguna vanitas, como la del Bayerische Staatsgemäldesammlungen
de Múnich (1731), donde se ve una calavera en un nicho con un libro, una lámpara,
un plato de porcelana y pompas de jabón.194 Hirschely se dedicó también
preferentemente a bodegones de flores y alimentos. Fue autor de Vanitas en un
paisaje (1727, Galería Regional de Arte, Liberec), donde sobre una lápida situada
en un paisaje campestre se ve una calavera, un jarrón de flores, una vela apagada y
una cartela con la inscripción non remaneris.195
En Suecia, Andreas von Behn fue un insigne miniaturista, autor de retratos, escenas
bíblicas y alegorías en aceite sobre cobre, así como miniaturas en esmalte.196 Fue
autor de Alegoría de la vanidad de la vida (1700, Museo Nacional de Estocolmo), una
joven que señala con una mano una calavera situada en una mesa junto a diversos
objetos preciosos, mientras que con un pie pisa un busto de estilo clásico, que se
encuentra en el suelo junto a un globo terráqueo y diversos libros.197
En Italia cabe destacar una obra de Giovanni Battista Tiepolo, uno de los grandes
pintores de la centuria en su país: Edad y muerte (c. 1715, Galería de la Academia
de Venecia), una pequeña obra al óleo sobre cobre, de forma ovalada, donde aparece
una muchacha joven sosteniendo en sus brazos a una mujer mayor, mientras que de un
sepulcro en la tierra surge un esqueleto mostrando en su mano un reloj de arena.198
Por último, en España cabe citar a Bernardo Lorente Germán, seguidor de Murillo
activo en Sevilla, que trató diversos géneros, con gusto por los trampantojos. Fue
autor de Vanitas con calavera, libros, florero, candelero y objetos del arte de la
pintura (colección particular, Francia), donde se disponen sobre una mesa una
calavera colocada encima de un libro, un jarrón de flores, una vela apagada, una
paleta y pinceles de pintor y un pequeño lienzo de un paisaje.199
Dos putti soplando burbujas en un paisaje, con símbolos de vanitas (1748), de Jacob
de Wit, colección privada
Memento mori (c. 1760), de Johann Elias Ridinger, Museo de las Artes Decorativas de
París
Vanitas con calavera, libros, florero, candelero y objetos del arte de la pintura,
de Bernardo Lorente Germán, colección particular, Francia
Siglo XIX
En los Países Bajos, Maria Margaretha van Os fue una pintora de bodegones, sobre
todo florales, miembro de una familia de pintores. Elaboró una Vanitas con bouquet
floral, calavera, reloj de bolsillo y vela apagada (1862, colección privada), con
un colorido suave donde predominan los tonos pastel.205
Taller de Paul Cézanne. Obsérvense los tres cráneos en la mesita que le servían de
modelo para sus composiciones de vanitas
En el postimpresionismo hubo dos artistas que trataron el tema, dos grandes genios
que contribuyeron a la gestación de la pintura moderna: Paul Cézanne y Vincent van
Gogh. Cézanne abrió una nueva vía de descripción de la realidad en términos
geométricos (cubo, cilindro y pirámide), en un proceso de síntesis analítica que
más tarde influiría en el cubismo. Se dedicó especialmente a grandes series
temáticas, como las de paisajes, bañistas, jugadores de cartas o bodegones.210
Trató el género de la vanitas esporádicamente, como en Naturaleza muerta con
calavera, candelabro y libro (1866, colección privada, Zúrich), donde recogió
varios de los símbolos habituales del género: la calavera, la vela, el libro y las
flores marchitas.118 Pero fue sobre todo tras la muerte de su madre en 1897 que se
dedicó a la realización de este tipo de obras, inmersas en una luminosidad
espectral, con un aspecto entre mórbido y sensual:211 Naturaleza muerta con
calavera (1895-1900, Barnes Foundation, Filadelfia), Hombre joven con calavera
(1896-1898, Barnes Foundation, Filadelfia), Pirámide de cráneos (1898-1900,
colección privada), Naturaleza muerta con calavera (1900, Casa Blanca, Washington
D.C.), Tres calaveras sobre un tapiz de Oriente (1904, Kunstmuseum, Solothurn). En
una carta a Ambroise Vollard de 1905 declaró que «una calavera es algo maravilloso
para pintar».211
Calavera con cigarrillo encendido (1886), de Vincent van Gogh, Museo Van Gogh,
Ámsterdam
Van Gogh fue un pintor original, de fuerte temperamento, con tendencia a la
depresión, lo que le llevó al suicidio. Desarrolló un estilo de tendencia
expresionista, de fuerte dramatismo y prospección interior, con pinceladas sinuosas
y densas, de intenso colorido y estridente luminosidad, con obras en las que
deforma la realidad, a la que otorgó un aire onírico.212 Entre 1886 y 1887 realizó
tres cuadros sobre calaveras: Calavera con cigarrillo encendido (1886, Museo Van
Gogh, Ámsterdam),213 Calavera (1887, Museo Van Gogh, Ámsterdam) y Calavera (1887,
Museo Van Gogh, Ámsterdam).214 En la primera, como su título indica, aparece la
parte superior de un esqueleto sobre fondo negro, con la calavera fumando un
cigarrillo. Realizado en Amberes mientras estudiaba en la academia de esa ciudad,
suele tomarse como una broma de estudiante.215 En las otras dos obras solo aparece
un cráneo, uno de frente y otro de perfil, sobre un fondo vacío donde predomina el
color dorado.216
Cabe citar en último lugar a Lovis Corinth, un pintor que evolucionó del
impresionismo al expresionismo, autor de un Autorretrato con esqueleto (1896,
Lenbachhaus, Múnich). En este caso, el esqueleto no es una representación de la
muerte, ya que era uno de los objetos que figuraban en su taller de pintor, pero el
hecho de retratarse junto a él denota la preocupación del artista por el paso del
tiempo.6
Vanitas con bouquet floral, calavera, reloj de bolsillo y vela apagada (1862), de
Maria Margaretha van Os
Siglo XX
Vanitas con una calavera, un reloj de arena y un libro (1908), de Corrie Pabst,
colección privada
El italiano Luigi Russolo tuvo también una formación simbolista, para decantarse
poco después por el futurismo. Fue autor de Autorretrato con cráneos (1910,
Galleria Civica d'Arte Moderna, Milán), donde aparece rodeado de siete cráneos en
diversas posturas.234
Una de las primeras vanguardias del siglo fue el cubismo (1907-1914), un movimiento
que se basó en la deformación de la realidad mediante la destrucción de la
perspectiva espacial de origen renacentista, organizando el espacio sobre la base
de una trama geométrica, con visión simultánea de los objetos, una gama de colores
fríos y apagados, y una nueva concepción de la obra de arte, con la introducción
del collage.237 Su principal referente fue Pablo Picasso, quien tras una formación
académica y un primer contacto con el arte moderno durante su estancia en
Barcelona, donde se integró en el círculo modernista, entre 1901 y 1907 se decantó
por un estilo cercano al simbolismo, que se tradujo en los denominados períodos
azul (1901-1904) y rosa (1904-1907).238 En 1907 realizó Las señoritas de Avignon,
que inauguró su período cubista. Ese mismo año, marcado seguramente por la muerte
de Cézanne, realizó Naturaleza muerta con calavera (Museo del Hermitage, San
Petersburgo), donde aparece una calavera en un estudio de artista, mientras en un
espejo se refleja un cuadro de desnudo pintado en rosa y azul, relacionando el
placer sexual con la muerte, seguramente en alusión a las enfermedades venéreas.
Otro hecho luctuoso, la muerte de su padre en 1913, le llevó a pintar Guitarra,
calavera y periódico (1914, Musée d'art moderne Lille Métropole, Villeneuve-
d'Ascq), donde dispuso sobre una mesa dos guitarras, un periódico de Le Journal y
una calavera.239
Autorretrato con cráneos (1910), de Luigi Russolo, Galleria Civica d'Arte Moderna,
Milán
Picasso realizó una serie de vanitas entre 1939 y los primeros años 1940, fechas en
que concurrieron la muerte de su madre y varios conflictos bélicos, como el fin de
la Guerra Civil Española y el inicio de la Segunda Guerra Mundial.20 En varias de
ellas aparecían cabezas de toro, quizá como epílogo al Guernica, cuyo toro fiero y
vigoroso transmutaba aquí en un cráneo vacío e inerte.240 En Cráneo de toro, fruta
y jarrón (1939, Museo de Arte de Cleveland), el artista malagueño contrapuso el
cráneo, de connotaciones tétricas, con un jarrón y unas frutas de intenso colorido,
en alusión a las atrocidades de la guerra que serían superadas en tiempos de paz.20
En Tres cabezas de cordero (1939, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía,
Madrid) se inspiró seguramente en la Cabeza de cordero y costillares de Goya, en
este caso con tres cabezas en distintas posiciones sobre una mesa, una cruda imagen
que denota el vacío existencial que se siente ante la presencia de la muerte.6 Otra
defunción, la del escultor Julio González, le inspiró Cráneo de buey ante una
ventana (1942, Nordrhein-Westfalen Kunstsammlung, Düsseldorf), donde mostró un
cráneo de buey frente a una ventana cruciforme, de tonos verdes y violáceos.241 Al
año siguiente elaboró Calavera, erizos y lámpara sobre una mesa (Museo Picasso de
París).242 Otro exponente fue Naturaleza muerta con calavera y puerros (1945, Museo
de Bellas Artes de San Francisco), donde figuran sobre una mesa una jarra, una
calavera y un manojo de puerros.239 Al año siguiente pintó Naturaleza muerta con
cráneo, libro y lámpara de queroseno (Museo Picasso de París).243 En el mismo
sentido, realizó una escultura formada por un sillín y un manillar de bicicleta
formando una figura semejante al cráneo de un toro (Cabeza de toro, 1942, cuero y
metal, Museo Picasso de París).244
El otro gran exponente del cubismo fue Georges Braque, amigo de Picasso, cuya
evolución compartió en paralelo, hasta el punto de que hubo un momento que las
obras de ambos eran casi indistinguibles.245 Tras la Primera Guerra Mundial, en la
que fue gravemente herido, introdujo en sus temáticas la naturaleza muerta, en una
fórmula cubista de recomposición de planos y ritmos plásticos, en espacios
cerrados, casi táctiles.246 Entre los años 1930 y 1940 realizó varias vanitas, como
Balaustre y cráneo (1938, colección privada),247 Calavera, collar y crucifijo
(1939, colección privada)248 y Naturaleza muerta con calavera (1943).249
Cabe citar en último lugar dentro del cubismo al checo Bohumil Kubišta, influido en
sus inicios por Van Gogh y Cézanne, pasó en breves períodos por el fauvismo y el
expresionismo hasta llegar al cubismo, que combinó con el dinamismo futurista. Fue
autor de Naturaleza muerta con calavera (1912, Museo Nacional de Praga), que revela
su drama existencial y que le acerca a un cierto «cubismo expresionista».250
Bodegón con claveles y calavera (1924), de Felix Esterl, Galerie Slama, Klagenfurt
Estadounidense de origen armenio, Arshile Gorky recibió la influencia inicial de
Picasso, con un estilo de contornos duros y lineales, con imágenes ambiguas que
aluden con frecuencia a formas orgánicas. Fue autor de Naturaleza muerta con
calavera (1927, colección privada), donde se aprecia una calavera y dos huesos
sobre un tapete en una silla. Más adelante evolucionó a un surrealismo de corte
abstracto y al expresionismo abstracto.254
Dentro igualmente del surrealismo figurativo, el belga Paul Delvaux desarrolló una
temática de paisajes urbanos semidesiertos, generalmente nocturnos, poblados por
mujeres desnudas y hombres vestidos de traje o levita, con la presencia frecuente
de esqueletos que evocan la muerte. Son obras de ambientes oníricos y poéticos, de
fuerte simbolismo, así como de un erotismo latente.263 En sus cuadros, los
esqueletos suplen a los vivos, aparecen andando, bailando, bebiendo, charlando
entre ellos, pese a su evidente mortalidad tienen vida propia. Algunos exponentes
son: La venus dormida (1944, Tate Gallery, Londres), Los esqueletos (1944,
colección Ghêne), Conversación (1944, colección Demaerel), Esperando la liberación
(esqueletos en un despacho) (1944, Museo de Israel, Jerusalén), Esqueleto con
concha (1944, colección privada), Ecce Homo (1949, colección Vanthournot), El
entierro (1951, Musée des Beaux-Arts, Mons) y Crucifixión (1951-1952, Museos Reales
de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas).264
Otro español que cultivó el género fue Luis Fernández López, que pasó por el
purismo, el neoplasticismo y el surrealismo antes de encontrar un estilo personal,
hermético y analítico. Marcado por la Guerra Civil Española, elaboró una serie de
obras de calaveras humanas, cabezas de toros u otros animales, como Cabeza de
cordero y jamón (1940), inspirada en la obra del mismo tema de Goya.6
El italiano Renato Guttuso practicó un realismo influido por Picasso, Van Gogh y
los realistas franceses del siglo xix.267 Entre sus obras se encuentran: Cráneo de
carnero (1939, Archivo Guttuso, Roma), una impactante imagen de un cráneo con las
cuencas vacías que, sin embargo, parece mirar al espectador, inspirada seguramente
en la de Goya del mismo tema;6 y Naturaleza muerta con lámpara (1940, colección
privada), en la que dispuso sobre una mesa varios objetos entre los que destaca un
cráneo de animal, mientras en la parte superior cuelga una lámpara del techo, con
un fondo de color rojo.268
Tras la Segunda Guerra Mundial, las vanguardias históricas dieron paso a una nueva
serie de movimientos que iban desde el arte figurativo hasta el abstracto, desde el
arte más tradicional hasta el arte de acción o conceptual. Uno de los primeros, en
la inmediata posguerra, fue el informalismo (1945-1960), un conjunto de tendencias
basadas en la expresividad del artista y en la renuncia a cualquier aspecto
racional del arte (estructura, composición, aplicación preconcebida del color). Era
un estilo eminentemente abstracto, donde cobró relevancia el soporte material de la
obra, que asumió el protagonismo por encima de cualquier temática o composición.271
En esta tendencia se sitúa Antoni Tàpies, quien creó un estilo propio en el que se
combinaban la tradición y la innovación dentro de un estilo abstracto pero lleno de
simbolismo, dando gran relevancia al sustrato material de la obra. En su obra,
Tàpies reflejó una gran preocupación por los problemas del ser humano: la
enfermedad, la muerte, la soledad, el dolor o el sexo. En Cráneo blanco (1981)
evocó las vanitas del Barroco español, el recordatorio de la caducidad de la
vida.272
Otro movimiento figurativo fue el pop art (1955-1970), un estilo con un marcado
componente de inspiración popular que tomó imágenes del mundo de la publicidad, la
fotografía, el cómic y los medios de comunicación de masas.278 Uno de sus
principales exponentes fue Andy Warhol. Solía trabajar mediante serigrafía, en
series que iban desde los retratos de personajes famosos como Elvis Presley,
Marilyn Monroe o Mao Tse-tung hasta todo tipo de objetos, como su serie de latas de
sopa Campbell, elaborados con un colorismo chillón y estridente y una técnica pura,
impersonal.279 Pese a la apariencia frívola y desenfadada de sus cuadros, uno de
los temas recurrentes en su obra fue la muerte. Así, entre sus famosas series de
cuadros repetidos en distintas combinaciones de colores figura su serie de
Calaveras (1976), en las que aparece una calavera que proyecta la sombra de un
niño, con distintos fondos cromáticos, en los que predomina el verde, el amarillo,
el rosa, el azul y el morado.280 Fue también autor de una serie de Autorretrato con
calavera (1978), en la que aparece su busto con una calavera en el hombro o encima
de la cabeza, realizadas a partir de diversas fotografías y con fondos en rojo,
naranja, gris o amarillo.281
Miquel Barceló, influido por el action painting, el arte conceptual y el art brut,
se inspiró igualmente en el barroco español y la pintura de Goya.290 Desde 1986 se
interesó por las naturalezas muertas, incluido el género de la vanitas, tanto en
pintura como escultura: en la primera cabe mencionar Cráneo (1986, colección
privada), un cráneo de animal sobre fondo oscuro, en tonos terrosos, como es
habitual en muchas de sus obras; en bulto redondo, Cráneo grande (1998, Galerie
Bruno Bischofberger, Zúrich), una jarra de bronce deformada para que asemeje un
cráneo de animal; y Pinocho muerto (1998), un cráneo humano de bronce con nariz
larga como la del personaje Pinocho.291
La fotógrafa estadounidense Cindy Sherman reflexionó con sus obras sobre los roles
sociales de la mujer o del artista, con imágenes estereotipadas que parodian la
cultura que representan. Desde los años 1980 recreó un mundo en descomposición, con
imágenes de un cromatismo ácido.292 En Untitled No. 272 (1992) retrató una calavera
engalanada de flores y joyas, una barroca composición que reflexiona sobre la
belleza, la vida y la muerte.293
Siglo XXI
Memento mori, de Matthias Laurenz Gräff (2017)
Entre los últimos exponentes cabe citar a Jan Fabre, un artista multidisciplinar en
el que era habitual la referencia al cuerpo humano y sus fluidos, así como la
utilización de insectos y animales muertos, en esculturas o instalaciones
artísticas. Realizó numerosas obras con calaveras, cubiertas por escarabajos, con
animales muertos en las mandíbulas (en cadáver o esqueleto) o en diversas
composiciones, empleando materiales como el cristal y el hueso. Entre ellas se
encuentra su serie de calaveras de cristal de Murano de color azul que sostienen en
su boca esqueletos de animales como ardillas, topos, pájaros carpinteros,
guacamayos y ratones.294
El francés Philippe Pasqua mostró en su obra interés por los temas marginales, como
la transexualidad, el síndrome de Down y la ceguera, cuestionando los valores
morales de nuestro tiempo. Entre sus preferencias se encuentra la vanitas, que
trató en pintura y escultura, como sus cráneos tatuados o cubiertos de mariposas,
insectos que evocan la fragilidad y que al levantar sus alas del cráneo evocan la
vida que se escapa.297298
Por último cabe citar a Damien Hirst, un controvertido artista británico que
escandalizó con varias de sus obras, como las de animales conservados en
formaldehído. Su obra Por el amor de Dios (2007), un cráneo de platino cubierto de
8601 diamantes, se vendió por cincuenta millones de libras, el precio más alto
pagado por la obra de un artista vivo.300301
Véase también
Ars moriendi
El triunfo de la Muerte
Danza de la Muerte
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