Surgimiento de La Teoría General de Sistemas

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3: SURGIMIENTO DE LA TEORÍA GENERAL DE SISTEMAS.

3:1 Vitalismo.

El vitalismo es la doctrina filosófica caracterizada por una afirmación y exaltación de la


vida en toda su magnitud y con todas sus consecuencias. A los filósofos que coinciden en
calificar a la vida como la realidad principal, interesados en conocerla y comprenderla, se
les agrupa bajo el rubro de vitalistas, pero entre ellos no hay uniformidad doctrinal debido
principalmente a las diferencias en la manera de concebir la vida.
Aun cuando cada filósofo vitalista tiene su propio concepto acerca de la vida, son dos los
que predominan: el biológico y el biográfico. El primero concibe a la vida en su dimensión
natural, esto incluye la obediencia y respeto hacia las leyes naturales, así como su
aplicación práctica con el fin de obtener una mayor vitalidad que beneficie al ser humano
en su existencia. El segundo la considera como la existencia humana en cuanto es vivida.
Si bien esta concepción filosófica tiende al acercamiento a la ecología como conciencia
vital, a diferencia de lo que interpretaciones desviacionistas recientes sugieren, no tiene
relación alguna con una "defensa de la vida", sólo por ser vida, expresada en movimientos
tales como el animalismo, el antiabortismo, el antimilitarismo, el pacifismo o
el vegetarianismo, algunos de los cuales perciben la vida de una forma incongruente con la
realidad. De este modo, defender la vida de un homicida o de un feto con defectos
genéticos, sólo porque se trata de seres vivos, estaría en oposición fundamental al vitalismo
de Friedrich Nietzsche, quien habla sobre extirpar los elementos perjudiciales para la vida
como un todo ("Los débiles y los malogrados deben perecer: principio primero de nuestro
amor por los hombres". El Anticristo), defendiendo así las condiciones que impulsan una
vida sana y superior, en lugar de defender cualquier clase de vida. Igualmente, defender la
vida de un animal que es presa natural de otro animal, contradice las leyes que sustentan la
propia vida. El vitalismo, así, más que suponer una "defensa de la vida", supone una
defensa de la vitalidad.
3:2Mecanicismo
En general, doctrina según la cual la realidad, o una parte de ella, puede ser comprendida y
explicada apelando exclusivamente a dos principios: la materia y el movimiento local.
Según ello, pues, el mecanicismo concebiría la realidad como "cuerpos en movimiento".

A partir de Descartes, el término mecanicismo se define también como la teoría según la


cual la Naturaleza misma no es más que una máquina, o bien que la estructura y el
funcionamiento de la Naturaleza es comparable al de una máquina.
Puede definirse como la teoría filosófica que considera la realidad como una máquina. De
un modo más preciso, el mecanicismo es aquella concepción según la cual todo fenómeno
real o, al menos, una gran parte de los fenómenos reales se explican en términos de masa y
movimiento local. Las tesis básicas, sobre las que se levanta todo el sistema mecanicista,
son:
      1) Concebir la masa y el movimiento local junto con las demás nociones vinculadas con
las anteriores, tales como la fuerza, el espacio, la velocidad, la aceleración, etc- como las
realidades primigenias y primordiales del universo, de forma que los fenómenos naturales
no son sino masas en movimiento. Todo hecho tendría una adecuada explicación tomando
como ingredientes sólo esas nociones fundamentales. Las realidades inmateriales o
espirituales, como la libertad, el pensamiento, el alma, etc., se dejan así de lado, o se
niegan, o reciben una explicación inconsistente, como veremos.
      2) El imperio y el exclusivismo de lo cuantitativo. La virtus explicativa de la masa y el
movimiento local estaría en su naturaleza cuantitativa, en su radical mensurabilidad. Sólo lo
que pueda concebirse en términos de cantidad y de mensurabilidad es real para el m.; sólo
lo que es cuantitativo y mensurable sería principio de inteligibilidad; de ahí el
anticualitativismo del m.; lo cualitativo según el m. no tiene verdadera realidad, no es algo
objetivo; a lo sumo, es un modo, y defectuoso, de conocer del sujeto; por lo que el m.
insistirá en negar la objetividad de las llamadas cualidades secundarias y, en general, todo
aquello que pueda tener el más leve matiz cualitativo.
      3) El antiteleologismo. Si bien históricamente se ha dado el caso –por ejemplo., en
Hermann Lotze (1817-81)- de un mecanicismo subordinado a una concepción finalista de la
realidad, lo cierto es que todo m. puro es, por su propia esencia, anti finalista. Para el
mecanicismo, según la expresión baconiana, las causas finales son vírgenes estériles. Las
únicas causas admisibles serían la material y la eficiente; la primera, en cuanto constitutiva
del sustrato de la realidad; la segunda, en cuanto productora de los movimientos locales; la
causa formal queda negada en virtud del anticualitativismo mecanicista. No habría ninguna
finalidad en la naturaleza; para el mecanicismo, ni cada fenómeno natural aisladamente
considerado, ni la totalidad de los mismos, puede ser explicada mediante la finalidad;
ningún hecho o ente está destinado a algo por alguien, sino que está producido por algo o
alguien. El mecanicismo se cifra en la afirmación del por y en la negación del para.
      4) El determinismo. Todo m. consecuente consigo mismo ha de desembocar en la
negación de la libertad, es más, de toda contingencia; el devenir natural se desarrolla en
virtud de una causalidad eficiente necesaria; todo el proceso cósmico, según el
mecanicismo, está contenido de un modo necesario en su situación inicial y se va
desenvolviendo paso a paso de forma precisa e ineludible, de forma que una inteligencia
suficientemente poderosa podría predecir uno a uno todos los instantes del devenir
universal, tal como, con nítida y precisa ingenuidad, lo describió Laplace
      5) El reduccionismo. El anhelo último del m. es explicar cualquier estrato de lo real
mediante su reducción a un estrato inferior, proceso seductivo que, en última instancia,
desemboca en el fenómeno masa en movimiento local, materia en estado cinético. Así, lo
psíquico es reducido a lo biológico -p. ej., el pensamiento sería secreción cerebral-, lo
biológico a lo fisicoquímico -la vida sería un estado complejo de fuerzas fisicoquímicas-, y,
por último, lo físico y lo químico a lo mecánico -todo fenómeno químico y físico queda
reducido a una situación estática o dinámica de masas y fuerzas
6) El matematicismo. Al menos en el mecanicismo moderno, ya que en el antiguo greco-
romano no era posible por el estado de la ciencia, hay una clara tendencia a expresar todo
fenómeno en términos de ecuaciones mecánicas. Esta orientación es debida al
cuantitativismo, al determinismo y al reduccionismo inherentes al m. En efecto, el afán
unificador y simplificador del mismo encuentra su vía más rápida en el simbolismo
matemático; en la ecuación matemática la cantidad se expresa con rigor, la determinación
causal eficiente se manifiesta con precisión y la reducción de un estrato a otro de lo real se
presume así realizada con nitidez. Por otra parte, históricamente es fácil comprobar que el
desarrollo de la Matemática ha sido condición necesaria, si bien no suficiente, para el
desarrollo del mecanicismo
      7) La reversibilidad de todo fenómeno. Para el mecanicismo, en virtud de las tesis
anteriores, cualquier fenómeno natural es reversible. En efecto, todo fenómeno o proceso
natural se reduciría a una ecuación en la que el primer miembro expresa unas condiciones
iniciales de masa, posición y velocidad, y el segundo miembro unas condiciones finales de
masa, posición y velocidad. Pero tal ecuación matemática es siempre reversible; basta en
las condiciones finales anteriores hacer inversa la velocidad, para que se transformen en
iniciales a su vez, dando como finales las condiciones que antes fueron iniciales, con la
velocidad invertida. Todo fenómeno, todo proceso, sería susceptible de «marcha atrás»
3:3 Positivismo lógico o empirismo lógico
El empirismo lógico conserva invariables las ideas básicas del positivismo lógico, a saber:
la tesis sobre la reducción de la filosofía al análisis lógico del lenguaje (ahora no sólo
sintáctico, como ocurría a comienzos de los años treinta, sino, además, semántico –
semántica lógica) y la tesis sobre la imposibilidad de justificar teóricamente la existencia
de la realidad objetiva, &c.; pero se ha modificado algo en comparación con el positivismo
lógico inicial; en particular los empiristas lógicos han rectificado el subjetivismo extremo
del Círculo de Viena. Así, en calidad de «lenguaje empírico de la ciencia», el empirismo
lógico presenta el denominado lenguaje real, que expresa fenómenos físicos sensorialmente
perceptibles, y no el lenguaje de las vivencias personales del sujeto. Esto no significa, sin
embargo, adscribirse a las posiciones del materialismo, dado que la aceptación del lenguaje
real no implica, para el empirismo lógico, aceptar la afirmación teórica de que el mundo de
las cosas tiene existencia objetiva. El empirismo lógico desecha asimismo el principio
mantenido en el período del Círculo de Viena de que el conocimiento científico puede
reducirse a lo empíricamente dado. No obstante, el empirismo lógico ve en los conceptos
científicos tan sólo formas «cómodas» y «adecuadas» de la organización de lo
sensorialmente dado, y no un reflejo de la realidad objetiva. Reconocer que el saber
científico, además de lo empíricamente dado, posee un contenido supra sensorial
específico, en esencia no concuerda con las ideas gnoseológicas iniciales del Círculo de
Viena, con el principio de la verificabilidad y otros, cuya vigencia intenta conservar el
empirismo lógico. Ello conduce al carácter interiormente contradictorio y ecléctico de su
doctrina gnoseológica. El empirismo lógico, como corriente filosófica, padece una
profunda crisis interna, que se refleja en la renuncia a los programas grandilocuentes
característicos del positivismo lógico de los primeros tiempos, en la aceptación de variantes
de compromiso, más débiles, en el desplazamiento del centro de gravedad de las
investigaciones desde los amplios problemas filosóficos al estudio de cuestiones lógicas y
metodológicas concretas, donde los representantes del empirismo lógico han realizado
meritorios trabajos.
3:4 Organicismo:
Teoría que sostiene que la sociedad es un organismo vivo, con entidad y existencia
propias, que obedece a leyes especiales y que, en su conjunto, difiere de los individuos
que la componen.
El organicismo, denominado también bio-organicismo, se contrapone al
<mecanicismo dentro de la sociología.
La tesis central de esta escuela sociológica es que la sociedad humana es una forma
elevada de organización biológica, que resulta de un proceso ascendente de integración
en el cual las células forman los tejidos, éstos constituyen los órganos, que a su vez
integran las personas, cuyo conjunto forma la sociedad.
Por consiguiente, las leyes de la biología se aplican por igual a las células, a los
agregados de células, a las plantas, a los animales, a las personas y a los agregados de
personas que son las sociedades.
Para la teoría bio-organicista los individuos que componen el cuerpo social son como
las células de un organismo, que cumplen funciones distintas pero que están ordenadas
en función de la vida del todo.
El filósofo francés Augusto Comte (1798-1857) y el sociólogo inglés Herbert
Spencer (1820-1903) son los principales exponentes de esta teoría, que considera a la
sociedad como un ser viviente y le atribuye ciertas analogías con los organismos
biológicos.
Las características comunes a todas las concepciones bio-organicistas son, en primer
lugar, la consideración de la sociedad como una clase especial de organismo en el
sentido biológico de la palabra; y luego, la sumisión de ella a las mismas leyes
biológicas bajo las cuales viven y se desenvuelven los organismos vivos.
Sin embargo, hay quienes exageran hasta el absurdo la interpretación organicista de
la sociedad. Llegan a atribuirle órganos y peculiaridades propios de los cuerpos vivos y
a descubrir identidades disparatadas, como las de suponer que las cajas de ahorro del
Estado son su sistema vascular o que las redes de energía eléctrica son su sistema
nervioso.
El sociólogo alemán Albert Schaeffle (1831-1903) pretendió encontrar en la
sociedad todos los órganos de los entes biológicos y habló de “segmentos sociales”,
“ganglios sociales” y otras cosas igualmente absurdas que a la postre desacreditaron a la
teoría orgánica de la sociedad.
Por este camino siguieron algunos sociólogos, como Paul de Lilienfeld (1829-1903),
Jacques Novicow (1849-1912), René Worms (1869-1926) y otros, quienes llegaron a la
exagerada afirmación de que la sociedad es un organismo viviente, poseedor de los
mismos atributos que los seres biológicos.
La teoría organicista es aceptable dentro de ciertos límites. Los necesarios para
establecer que, en realidad, existen analogías más no identidades ent re la sociedad y los
organismos biológicos. Que esas analogías permiten impugnar la concepción
mecanicista o atomista de la sociedad.
Si se rebasan esos límites no sólo que se llega a conclusiones poco menos que
absurdas sino que fatalmente se desemboca en la concepción totalitaria del Estado, que
considera a las personas como simples células del organismo social, ordenadas en
función de sus propósitos de grandeza.
Tres son, en mi concepto, las analogías que pueden establecerse entre la sociedad y
los organismos biológicos:
1) que la sociedad es un cuerpo diferente de los individuos que la componen, de
modo que la descripción de cada uno de ellos no supone la descripción de la sociedad;
2) que ella entraña cierto grado de ordenación funcional de las partes con respecto al
todo;
3) que la realidad individual y la realidad social se rigen por leyes diferentes.
Estas tres analogías son las que permiten afirmar el carácter orgánico de la sociedad.
Pero al lado de ellas existen muchas diferencias. Spencer ha hecho notar que la sociedad
no es un cuerpo concreto, indivisible, compacto, sino un todo discreto, cuyas partes no
ocupan un lugar fijo, como las de un organismo biológico, sino que tienen movilidad y
cierta independencia.
De otro lado, en el organismo biológico hay un fin único, que es la vida del todo, al
cual están subordinadas las funciones de las partes. En cambio, en la sociedad existen
fines particulares, referidos a la vida de cada persona, lo cual significa que los
individuos no son solamente medios para alcanzar metas sociales sino fines en sí
mismos.
El mecanicismo es la teoría que se contrapone al organicismo en el ámbito de la
investigación sociológica.
3:5 funcionalismo
El concepto de funcionalismo aparece en diversas ciencias y ramas del arte para nombrar a
la corriente que anuncia la preponderancia de los componentes formales y utilitarios. El
término puede referirse, por lo tanto, a una doctrina de la arquitectura, una escuela de la
lingüística o un movimiento de la psicología, por citar algunos casos.

A nivel general, puede decirse que el funcionalismo es una escuela de las ciencias sociales,
cuyo origen se remonta a los años ’30. Esta teoría se encuentra vinculada a pensadores
como el francés Émile Durkheim y los norteamericanos Talcott Parsons y Robert Merton,
entre otros.
Desde el punto de vista de la psicología, el funcionalismo se encuentra influenciado por
el pragmatismo americano y el evolucionismo (surgido a finales del siglo XIX en Estados
Unidos). Se oponía fuertemente al estructuralismo y planteaba el estudio de la mente a
partir de las funciones que cada individuo desarrollaba y no desde la estructura de la mente
(como lo hacía el estructuralismo). En el funcionalismo, se estudió sobre todo nuestra
interacción con el medio, las conductas que tenemos y los efectos que las mismas causan en
nuestros respectivos entornos. William James, James R. Angell, y John Dewey son los
autores más destacados dentro de esta corriente psicológica.

La teoría del funcionalismo está basada en la teoría de sistemas y supone que la


organización de la sociedad en un sistema exige la resolución de cuatro cuestiones
esenciales: el control de las tensiones, la adaptación a un entorno, la búsqueda de un
objetivo común y la integración de las distintas clases sociales.

3:6 estructuralismo.

Durante las décadas del 40 y el 50, la escena filosófica francesa se caracterizó por el
existencialismo, fundamentalmente a través de Sartre, aparecen también la fenomenología,
el retorno a Hegel y la filosofía de la ciencia, con Gastón Bachelard. Pero algo cambia en la
década del 60 cuando Sartre se orienta hacia el marxismo, surge una nueva moda, el
estructuralismo. Claude Levi Strauss inicia este nuevo movimiento en la etnología al que
luego le seguirán Lacan, en el psicoanálisis, Luis Altuhusser en el estudio del marxismo y
finalmente, Miguel Foucault. Cabe ser desatacado que Althusser y Foucault rechazaron la
clasificación de su pensamiento dentro del e estructuralismo, y en rigor, únicamente Levi
Strauss realizó una reflexión explícita sobre el estructuralismo como método. En cualquier
caso, se trata de un alejamiento de perspectivas historicistas o subjetivistas bajo en intento
de hallar una nueva orientación para la investigación.

No puede decirse claramente que el estructuralismo sea una escuela, sino más bien un
enfoque metodológico para las ciencias humanas, como la antropología cultural, la
lingüística, la historia... sin embargo, el método tiene derivaciones filosóficas de
consideración.

El concepto de estructura
Lévi-Strauss ha definido las condiciones que implican el concepto de estructura:

1. Implican el carácter de SISTEMA. Esto consiste en que sus elementos se relacionan


de manera tal que la modificación de cualquiera de ellos implica una modificación de
todos los demás.

2. Como todo modelo pertenece a un grupo de TRANSFORMACIONES, cada una de


éstas se corresponde con un modelo de la misma familia, de manera que el conjunto de
estas transformaciones, constituye un grupo de modelos.

3. Las propiedades enunciadas previamente permiten PREDECIR, de qué manera


reaccionará el modelo en el caso en que alguno de sus elementos se modifique.

4. El modelo debe ser construido de tal manera que su FUNCIONAMIENTO pueda


dar cuenta de todos los hechos observados.
Una estructura, pues no es una realidad empírica observable sino un modelo explicativo
teórico construido no como inducción sino como hipótesis. Se diferencia así "estructura" de
"acontecimiento".

En la estructura no se considera a los términos en sí mismos sino a sus relaciones, es por lo


tanto, un sistema de relaciones y transformaciones, regulado por una cohesión interna que
se revela en el estudio de sus transformaciones.

Piaget ha definido a las estructuras a través de tres características:

1. Totalidad: es un sistema que posee más propiedades que la de sus elementos


aislados.

2. Transformaciones, posee un equilibrio dinámico

3. Autorregulación: el sistema es cerrado y se auto conserva, porque es un sistema de


transformaciones autorreguladas.

El método estructuralista
El concepto de estructura, o sus similares, es, por supuesto, anterior a su utilización por
parte de los estructuralistas franceses. Estaba presente en las matemáticas a través de la
noción de "grupo" y en la lógica, como "formalización", e incluso en la física y en la
biología. El equivalente en psicología, puede hallarse en el concepto de gestalt (forma),
utilizado por la Escuela de la Gestalt cuyo objetivo central fue el de superar los planteos de
la teoría asociacionista. Lewin traslada el concepto de la gestalt a la psicología
social, Freud elabora un modelo estructural del inconsciente reprimido (yo-ello-super yo) e
incluso Marxo, utilizará los conceptos de infraestructura y superestructura para establecer
los supuestos del materialismo histórico.

Sin embargo, el estructuralismo se inspira especialmente en la lingüística de Saussure quien


distinguió entre "lengua" y "habla" considerando la lengua como un "sistema de signos"
independiente del uso que de él hace el individuo y así propuesto la creación de una nueva
ciencia.

Así, Lévi-Strauss piensa que los fenómenos sociales ofrecen el carácter de signos y que
cualquier sociedad puede ser estudiada como un sistema de sinos, as e puede considerar por
ejemplo las reglas del matrimonio y los sistemas de parentesco como una especie de
lenguaje, un conjunto de operaciones destinadas a asegurar entre los individuos y los
grupos cierto tipo de comunicación. Es decir, una sociedad puede ser considerada como un
juego de signos, de lenguaje o de comunicación, aunque a diversos niveles: comunicación
de mujeres (prohibición de incesto, exogamia), comunicación de bienes o servicios,
comunicación de mensajes. El método para su estudio será descubrir la estructura o sistema
de ese juego. Dado que, en cualquier caso, se trata siempre de fenómenos sociales que
pueden ser considerados como signos, la metodología puede ser la misma que la empleada
por la lingüística estructural.

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