Paris C - El Animal Cultural
Paris C - El Animal Cultural
Paris C - El Animal Cultural
EXORDIO
El autor utiliza la obra Edipo Rey de Sófocles como metáfora
para señalar la importancia de la antropología, pues a pesar del
tiempo transcurrido la pregunta sobre el ser humano sigue vigente y
debe trascender la razón mercantil y contable en busca de la utopía
social.
INTRODUCCIÓN
1.- De la ideología a la concepción cultural del ser humano.
Se trata de abordar al ser humano como animal cultural con
nuevas armas conceptuales, alejándonos de cierta antropología
precedente que estaba guiada por la ideología en la medida que
elevaba ciertas experiencias culturales a definiciones antropoló-
gicas.
Hemos de alejarnos tanto del positivismo -que reduce la
antropología filosófica a un metalenguaje- como de la 'muerte del
hombre' -según la cual el ser humano ha dejado de ser un objeto
epistemológico- defendida por Foucault. Frente a ellos propone
pensar lo humano en términos actuales.
Hasta ahora encontramos un proceder ideológico, autocontem-
plativo, que acaba identificando con la condición humana ciertas
formas de vida que han sido creadas por determinadas personas. Esto
es, la teorización antropológica se convierte en espejo idealizador:
la clase intelectual considera sus prácticas como prácticas
antropológicas y como definiciones de lo humano. Ello implica la
eliminación de una amplia realidad social y el olvido de los
aspectos primarios de la vida.
Los ejemplos se encuentran en la historia. La doble definición
aristotélica del ser humano como animal político y animal racional,
características estrechamente unidas. En la modernidad, Descartes
acentuará esta última conceptuando al ser humano en términos de
pensamiento puro. Más recientemente, se le ha conceptualizado desde
su implantación en la libertad (Sartre, Unamuno, Ortega, Heidegger),
y en contraposición a ella surge otra corriente que considera la
existencia humana como encadenada o alienada por múltiples formas de
represión (Freud, Foucault, Chomssky, Fromm, Marcuse). Y para
finalizar, la posición de Husserl: la lectura de nuestra propia
experiencia.
Desde el concepto de cultura se nos ofrece una base más amplia
para comprender las múltiples manifestaciones de lo humano. Pero no
hemos de presentar al ser humana como ser cultural -olvidando su
condición biológica-, sino como animal cultural.
Podemos encontrar dos tendencias en el estudio de la cultura:
la reducción a lo biológico y la referencia exclusiva a nuestra
especie; reduccionismo y aislacionismo respectivamente.
Así pues, nos encontramos con una segunda etapa en la que los
sociobiólogos pretenden investigar la relación entre los fenómenos
biológicos y los culturales para lo cual se sirven de 'reglas
epigenéticas'. Wilson y Lumsden analizan el desarrollo del apren-
dizaje en las diferentes especies, desde la imitación a la ense-
ñanza, y de ésta a la 'eucultura', caracteristica esta última del
Homo Sapiens. Para explicar la transmisión de los programas de
desarrollo individual dentro de la especie crean el término 'cul-
turgen', el cual es bastante confuso según C. París. Además aquellos
se centran en la dimensión subjetiva -el concepto de cultura es
referido central y exclusivamente a la mente y a la conducta-
olvidando la significación de la cultura como mundo extrasomático
que genera la tecnosfera, la logosfera y la etosfera.
El autor reivindica el lamarkismo para explicar cómo se
transmiten las conquistas logradas en la esfera cultural, al mismo
tiempo que critica la elusión del cuerpo humano en sus análisis,
señalando que éste "representa el fundamento, el origen y principio
de la cultura", ésta además "se dirige hacia la satisfacción de las
necesidades humanas" y por último, "nuestra corporalidad ha sido
moldeada por la cultura en el proceso de hominización.