Restaurando El Altar de La Familia
Restaurando El Altar de La Familia
Restaurando El Altar de La Familia
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas el índice de problemas en la familia ha aumentado considerablemente. Cuando
dirigimos una breve mirada a la iglesia, la cuestión no es muy diferente, pues, en una encuesta sobre las
familias de la iglesia, se constató que un asunto básico como es el culto familiar está cada vez más ausente
en las familias cristianas.
La pregunta que se realizó fue: “¿Cuál es la frecuencia del culto en su hogar?” Resultado: el 20% de los
entrevistados respondieron que realizan el culto diariamente en sus hogares, el 28% dijo que solo de vez en
cuando. Los demás, el 52%, informaron que nunca hicieron el culto personal o familiar en sus hogares. Las
muestras obtenidas por algunos pastores celosos son inquietantes. Hay entre los creyentes algunos a
quienes nada se les dijo antes sobre eso, los recién convertidos hasta se sorprenden cuando se habla del
asunto. No es de admirar que muchos de esos permanecen en la fe y en la doctrina sólo por poco tiempo.
Todo esto nos lleva a una conclusión: existe un altar que debe ser restaurado. Existe un altar que ha sido
muy descuidado y deshonrado; y es nuestro deber como líderes religiosos restaurarlo y dedicar todos los
esfuerzos para reconstruir una de las más lindas instituciones que es la familia. En esta oportunidad me
gustaría presentar tres aspectos para restaurar el altar de la familia.
I. LA RELIGIÓN EN EL HOGAR
La ausencia de religión es el hecho responsable de la desunión, discordia, desamor, división y
disgregación de la familia. Precisamos estar unidos a Cristo a fin de superar una a una esas y otras
dificultades. Indudable-mente se debe dar un énfasis especial al culto familiar, pues es un factor de
armonía entre los miembros de la familia. En Deuteronomio 6:4-9 leemos uno de los pasajes más célebres
sobre la importancia del culto familiar. En el versículo 4 comienza el famoso Shema (forma he-brea de la
primera palabra del versículo). Este versículo era tan importante que se tornó la confesión básica de fe en
el judaísmo. Sin embargo, con el tiempo se comprobó que para cumplir esta orden sin olvidarse, debía
incluirse en las ceremonias del amanecer y atardecer (cultos matutinos y vespertinos).
“Los padres aún no comprenden el asombroso poder de la cultura cristiana. Hay minas de verdad que
deben trabajarse pero que han sido extrañamente descuidadas. Esta negligencia no recibe la aprobación de
Dios. Padres, Dios os llama a que consideréis esta cuestión con ojos ungidos. Sólo habéis raspado la
superficie. Reasumid la obra que habéis descuidado durante tanto tiempo, que Dios colaborará con
vosotros” (La conducción del niño,
pág. 68-69). La Biblia presenta algunos modelos de vida cristiana que sirven a nuestras familias de hoy, uno
de ellos sin duda es el ejemplo de la vida de Abraham. En Génesis 12:7 y 8 dice que Abraham levantó un
altar al Señor, y ese no era un hecho aislado, dondequiera que el patriarca se detenía levantaba un altar a
Dios.
Todavía hoy el altar de la familia, que es el culto familiar, debe levantarse en nuestro hogar. El valor de esa
práctica en la vida de la familia cristiana no debe descuidarse. El tiempo dedicado a la instrucción, alabanza
y oración rendirá frutos para el resto de la vida de los hijos y de los padres. Entre otras cosas, el culto
familiar une a los miembros de la familia los unos con los otros.
Al mismo tiempo que el culto familiar une a la familia, también provee momentos oportunos para que cada
uno comparta sus luchas, dificultades y victorias. Es una ocasión en la que los hijos pueden abrir las
ventanas de sus vidas y exponer ideas y dudas. Los padres pueden ser transparentes en relación a sus
propias faltas y pedir perdón cuando es necesario.
El Chicago Catholic se refirió a una investigación nacional que concluía que, aproximadamente, la mitad de
los matrimonios termina en divorcio. Sin embargo, entre matrimonios que asisten regularmente a la iglesia,
solo uno en cincuenta matrimonios termina en divorcio. Además, entre los matrimonios que practican una
vida activa de oración conjunta, el índice de divorcios es de uno en cada 1.105.
“Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del enemigo los
incitan al pecado” (El camino a Cristo, pág. 95).
II. LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA DEBEN UNIR ESFUERZOS PARA EL ÉXITO DE LA FAMILIA
“También se me ha mostrado que muchas veces la esposa comete un grave error. Ella no realiza esfuerzos
decididos para dominar su propio genio y hacer feliz el hogar. Manifiesta a menudo inquietud y profiere
quejas innecesarias. El esposo llega de su trabajo cansado y perplejo, y encuentra un rostro ceñudo en vez
de palabras alegres y alentadoras. El es humano y sus afectos se apartan de su esposa. Pierde el amor al
hogar, su senda se oscurece y se desvanece su valor” (Testimonios para la iglesia, pág. 276).
Parafraseando una frase conocida diría: “Una familia nunca es más fuerte que su eslabón más débil”. Para
restaurar por completo el altar de la familia, todos de-ben hacer su parte para alcanzar los objetivos
divinos.
En la Biblia hay un ejemplo de una familia que se unió en este propósito. Impulsada por el jefe del hogar,
esta familia fue una bendición para su generación y las posteriores.
Leamos Josué 24:14, 15. Cuando Josué hizo esta declaración tenía más de 100 años. Tenía un celo
admirable por los asuntos de familia.
Josué sabía que todavía había mucha idolatría en Israel. Había terminado de decir al pueblo que se
apartara de los dioses falsos (v. 14). Sabía que su familia tendría que nadar contra la corriente para
continuar sirviendo al Señor; aún así, declaró enfáticamente que su familia procedería así de cualquier
manera.
Lo más increíble es que esta familia buscó al Señor de verdad y su ejemplo fue transmitido de generación
en generación. Mucho tiempo después de que Josué mu-rió, la influencia de su testimonio y el de su familia
continuaba entre el pueblo. “Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los
ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras que Jehová había hecho por Israel” (Josué
24:31).
“Mucho más poderosa que cualquier sermón que se pueda predicar es la influencia de un hogar verdadero
en el corazón y la vida de los hombres” (El ministerio de curación, pág. 271).
“Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos” (Cantares 8:7).
“No integramos una familia solo en términos de nuestros lazos legales en el casamiento o por nuestra
conexión de sangre en el nacimiento. Formamos una familia por la unión que se desarrolla a través del
amor altruista. Si falta ese amor, el nombre y la forma de “familia” puede estar presente, pero no los
ingredientes que la definen”.
Lo que el amor no puede hacer, nada más lo conseguirá. ¿Cómo deletrea usted amar? ¿Cómo definiría el
comportamiento de una persona que ama de verdad?
El amor maduro está centrado en el otro. En su libro Marriage for love (casamiento por amor), el Dr.
Richard Strauss escribió que “la mayor satisfacción es hacer feliz al otro”. No encontramos la felicidad
buscándola, pues cuanto más la buscamos más decepcionados quedamos. La búsqueda egoísta de nuestro
propio placer solo trae infelicidad. Vivir para beneficio de otros trae grandes recompensas. Él continúa: “El
amor maduro es crecer de una posición que recibe mucho y da poco a una posición de dar todo con alegría
sin exigir nada a cambio”.
Si su amor es maduro, no estará sólo interesado en tener satisfechas sus necesidades, sino estará también
interesado en llenar las necesidades del otro, y si hubiera conflicto de necesidades, el amor maduro no
necesita echar la moneda para decidir quién debe recibir atención en primer lugar.
Lewis continúa comparando el amor entre dos personas con un violín y un arco. En las manos de un músico
hábil producen un sonido maravilloso que no sería posible imaginar si se ven por separado. Lo mismo
sucede cuando un hombre y una mujer participan de una relación madura y desprendida, viéndolos
separados no se puede ver la belleza y armonía que existe cuando están juntos.
CONCLUSIÓN
Cuando Dios une a un hombre y una mujer, lo hace para siempre. Sepan que su mayor interés es una unión
eterna. Él mismo está dispuesto a proveer los recursos para que eso sea posible. Pero, no siempre nos dará
lo que pedimos. Sin embargo nos concederá lo que real-mente necesitamos.
La familia es uno de los regalos más bellos de la humanidad. No estamos solos en la tarea de defenderla,
protegerla y especialmente restaurarla. Nunca desista de su hogar, de su matrimonio o de sus hijos. Por
más destruidos que estén, el Señor, el gran alfarero puede restaurarlos.
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene
sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” (Salmo 42:1, 2).
INTRODUCCIÓN
¿Cuál es el papel de la devoción en la vida del cris-tiano? Se habla tanto de un tiempo con Dios, tiempo de
oración o devoción. ¿Devoción sería de hecho comenzar el día con Dios? ¿Devoción sería solo orar de
madruga-da? ¿Sería leer la Biblia todos los días? ¿Cuáles son los elementos de una devoción verdadera? Si
la devoción a Dios es la cosa más importante del cristiano, ¿por qué es tan difícil desarrollarla como un
estilo de vida?
1. EL FACTOR DE NECESIDAD
A partir del texto que acabamos de leer en el libro de Salmos, podemos aprender la primera y, tal vez, la
más importante lección sobre el tema desafiante de la devoción. La teología sugiere aquí una comparación
de un animal (ciervo) clamando por las corrientes de las aguas. El salmista trae la idea de un animal que
huye desesperado del cazador. Está suspirando de sed. Encontrar las corrientes de agua es la mayor
necesidad de este animal, en el momento.
La sed que el salmista tiene de Dios es provocada por una necesidad. En el mismo salmo habla de las
lágrimas como alimento de día y de noche (v.3). Habla del abatimiento de su alma (v. 5, 6 y 11). La
opresión de los enemigos (v. 9). Las muchas necesidades del alma llevan al salmista a tener sed de Dios, o
sea, a desarrollar una vida en la presencia de Dios.
Y a nosotros, ¿qué nos motiva a buscar esa vida de comunión con Dios? Creo que el motivo de esa
necesidad y esa sed de Dios es que existe un cazador (Satanás) que corre detrás de nosotros para impedir
que obtengamos la vida eterna. Entonces la batalla contra el pecado debería llevarnos con desesperación a
las corrientes de agua de Dios. Sed de la presencia de Dios. Sed de hacer su voluntad. Sed de agradarlo.
Sed de amarlo con toda nuestra alma y de todo nuestro corazón. Esa sed que habla en nosotros solo viene
a través de la oración.
Cuando el tema es oración, entonces percibimos que la razón de nuestras carencias espirituales es la falta
de oración. Debemos descubrir que no existe cristianismo genuino sin una vida de oración. De todos los
factores que la oración requiere de nosotros, hay uno que es más importante: la oración debe dominar
nuestra vida. Ella también necesita de tiempo y de lugar.
El día de 24 horas, subdividido en períodos de 15 minutos, nos da 96 períodos de esos. Seamos sinceros
con nosotros mismos. ¿Cuántos períodos de quince minutos pasamos en la presencia de Dios, orando? Una
encuesta sobre devoción hecha con pastores de varias denominaciones concluyó que el promedio de
tiempo de devoción de los pastores no pasaba de 15 minutos. ¡Uno de 96! Si con los pastores es así, no
quiero imaginarme cómo estará la devoción de las ovejas.
En el Getsemaní Jesús les estableció a los discípulos un tiempo mínimo de oración Marcos 14:37 “¿No has
podido velar una hora?” El comentario sobre Pedro, a quién Jesús le dirigió esta pregunta, es: “Por haber
dor-mido cuando Jesús le había invitado a velar y orar, Pedro había preparado el terreno para su grave
pecado. Todos los discípulos, por dormir en esa hora crítica, sufrieron una gran pérdida [...] Si hubiesen
pasado en vigilia y oración aquellas horas transcurridas en el huerto, Pedro no habría tenido que depender
de su propia y débil fuerza. No habría negado a su Señor” (El deseado de todas las gentes, pág. 660).
Esta oración debería repetirse todos los días en la vida del cristiano. “Conságrate a Dios todas las maña-
nas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: ‘Tómame ¡oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo
todos mis planes a tus pies. Úsame hoy en tu servicio. Mora con-migo, y sea toda mi obra hecha en ti’. Este
es un asunto diario. Cada mañana, conságrate a Dios por ese día” (El camino a Cristo, pág. 70).
Le preguntaron al Pr. Mark Finley cuánto tiempo dedicaba a la oración, y él respondió: “Oro hasta
encontrar la presencia de Dios”.
Además de necesitar un tiempo suficiente, la oración debe tener un lugar. Debemos tener un lugar en
nuestra casa o en otro lugar para estar a solas con Dios en oración. Un lugar habitual. Así como tenemos un
lugar para dormir, un lugar para las comidas, un lugar para la TV, debemos tener también un lugar para
orar. Enoc oraba en los jardines; Jesús oraba en los montes y lugares solitarios. Para que la vida de
devoción tenga sentido, cada uno de nosotros debe encontrar un lugar a solas con Dios. “Las mayores
victorias ganadas para la causa de Dios no son resultado de complicadas discusiones, amplias facilidades,
extensa influencia o abundancia de recursos; se obtienen en la cámara de audiencia con Dios, cuando con
fe ferviente y agonizante los hombres se asen de su brazo pode-roso” (Obreros evangélicos, pág. 273).
3. DEVOCIÓN EN LA MADRUGADA
Puede ser que alguien no concuerde, puede que alguien no lo logre, pero para saciar la sed de Dios o para
aprender a tener sed de Dios, el momento más apropiado es de madruga-da. Quien no tiene un jardín o un
monte para orar, tiene una madrugada donde puede estar a solas en cualquier lugar.
Esa era la costumbre de Jesús, “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un
lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35). Los mayores hombres de la Biblia tenían sus madrugadas en sus
vi-das. Job oraba de madrugada por los hijos. En el mismo libro de Job leemos:
“Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al Todo-poderoso; si fueres limpio y recto, ciertamente luego
se despertará por ti, y hará próspera la morada de tu justicia” (Job 8:5, 6). En Salmos 88:13 el salmista dice
que la madrugada era el momento de la oración. Isaías 26:9 dice: “Con mi alma te he deseado en la noche,
y en tanto que me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a buscarte”.
Según la Palabra de Dios, en la madrugada se ad-quiere la sabiduría. “Yo amo a los que me aman, y me
hallan los que temprano me buscan” (Proverbios 8:17).
Le preguntaron a Paul Yonk cómo lograba reunir más de 5.000 personas en el monte de madrugada para
orar y a veces en medio de una tormenta, y respondió: “Cuando la oración pasó a ser la cosa más
importante de nuestra vida, decidimos ir a dormir más temprano”.
CONCLUSIÓN
Después que el corazón estuvo anhelando a Dios a través de la oración, entonces podemos tomar en las
manos su Palabra y estudiarla para oír sus instrucciones, declaraciones de amor, correcciones y
motivaciones que el Señor tiene para nosotros. Solo así podremos permanecer en él. Eso es devoción.
Permanecer en Jesús todas las horas del día a partir de un despertar en su presencia.
Cuando tengamos tal disposición para esa vida de devoción, entonces tendremos una vida como nunca
tuvimos, sentiremos lo que nunca sentimos, confiaremos como nunca confiamos, seremos fieles como
nunca lo fuimos, predicaremos como nunca predicamos, haremos milagros que nunca hicimos,
venceremos pecados que nunca habíamos logrado vencer y, sobre todo, ama-remos al Señor como nunca
lo amamos.
LLAMADO
¿Hay alguien en esta hora, que escucha el mensaje y tiene el deseo en su corazón de tener una vida de
devoción como ésta? ¿Tiene el deseo de restaurar la devoción personal en su vida y la de su familia? ¿Está
dispuesto a pagar el precio de comenzar esta preciosa tarea hasta que se forme un hábito en su vida?
Entonces venga al frente y oraré por usted. Después de la oración, cuando vaya a su casa, acuéstese más
temprano, y mañana bien temprano Jesús lo estará esperando.
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía”.
3. RESTAURANDO LA ORACIÓN
TEXTO BASE:
INTRODUCCIÓN
“La vida del cristiano es una lucha. Pero ‘no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes’ (Efesios 6:12). En este conflicto de la justicia contra la injusticia, sólo
podemos tener éxito mediante la ayuda divina. Nuestra voluntad finita debe ser sometida a la voluntad del
Infinito; la voluntad humana debe unirse a la divina. Esto traerá al Espíritu Santo en ayuda nuestra, y cada
conquista tenderá a la recuperación de la posesión comprada por Dios, a la restauración de su imagen en
el alma” (Mensajes para los jóvenes, pág. 53).
Através de la oración Cristo vivió el cielo aquí en la tierra. En medio de las tempestades, decepciones y
persecuciones, mantenía una calma y serenidad celestiales profundamente incomprensibles. Estaba en el
mundo, pero no permitía que las cosas del mundo le afectaran su santidad.
Todos los días, tenemos luchas y desafíos, pruebas y oportunidades, alegrías y tristezas, pero si buscamos a
Dios en incesante oración, podremos tener días con muchas sorpresas y singularidades, sin embargo,
jamás un día solitario, pues la mano de la Omnipotencia nos guiará y nos protegerá y al fin del mismo
podremos decir “Ebenezer”, “hasta aquí nos ayudó Jehová”.
Por lo tanto, una de las mayores necesidades en es-tos días conflictivos es restaurar la oración. Al restaurar
la oración alcanzaremos victorias jamás imaginadas; pues la oración nos da poder, protección y paz.
“La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espiritual” (Obreros evangélicos, pág. 268).
Una de las oraciones más poderosas de la Biblia es la oración que hizo Josué en ocasión de la famosa
batalla contra los amorreos y el sol y la luna se detuvieron. Esta es una de las oraciones clásicas de la Biblia
y está registrada en Josué 10:12, 13. El versículo siguiente muestra el asombro frente al gran milagro de
Dios (vers. 14).
Comentando con respecto a esa oración, Elena de White dice: “El Espíritu de Dios inspiró la oración de
Josué, para que se manifestara otra vez el poder del Dios de Israel. Por consiguiente, la petición no
evidenciaba presunción por parte del gran caudillo. Aunque Josué había recibido la promesa de que Dios
derrocaría ciertamente a los enemigos de Israel, realizó un esfuerzo tan ardoroso como si el éxito de la
empresa dependiera solamente de los ejércitos de Israel. Hizo todo lo que era posible para la energía
humana, y luego pidió con fe la ayuda divina. El secreto del éxito estriba en la unión del poder divino con el
esfuerzo humano. Los que lo-gran los mayores resultados son los que confían más implícitamente en el
Brazo todopoderoso. El hombre que exclamó: “Sol, detente en Gabaón, y tú, Luna, en el valle de Ajalón”,
es el mismo que durante muchas horas permanecía postrado en tierra, en ferviente oración, en el
campamento de Gilgal. Los hombres que oran son los hombres fuertes” (Patriarcas y profetas, pág. 485).
Observen la última frase, “Los hombres que oran son los hombres fuertes”. Los grandes héroes de la fe
tenían una comunicación viva y abierta con el cielo, ellos tenían en mente que sin la oración no
conseguirían aliento para “completar la carrera”. Ellos vencieron las pruebas día a día, pues, “Las mayores
victorias de la iglesia de Cristo o del cristiano no son las que se ganan mediante el talento o la educación, la
riqueza o el favor de los hombres. Son las victorias que se alcanzan en la cámara de audiencia con Dios,
cuando la fe fervorosa y agonizante se aferra del poderoso brazo de la omnipotencia” (Patriarcas y
profetas, pág. 179).
La oración de Josué no fue fruto de la arrogancia o la presunción, sino el fruto de la fe que tienen solo los
que poseen una vida de oración. Josué necesitó de más que un día; un día bien empleado haciendo la
voluntad de Dios, y recibió la victoria de Dios. Necesitamos poder para vencer el mal; necesitamos poder
para resistir las tentaciones, necesitamos poder para cumplir la misión; necesitamos poder para testificar;
necesitamos poder para vencer en el gran conflicto.
“Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración. Las tentaciones secretas del enemigo
los incitan al pecado” (El camino a Cristo, pág. 95).
El área que más inversiones recibe en las empresas es sin duda el área de la comunicación. La
comunicación es para el mundo moderno como el agua es para el pez. El mundo es comunicación: cada
actitud, cada comportamiento, nuestra personalidad, los hábitos, el éxito o el fracaso en el trabajo, todo es
comunicación o esfuerzo para alcanzarla.
Tres soldados estadounidenses fueron aerotransportados a unos 250 km dentro de Irak un poco antes de
comenzar la guerra. El objetivo del equipo era observar los movimientos iraquíes y mandar el informe vía
radio.
Cuando oscurecía los soldados usaban lentes para visión nocturna y se movían en los alrededores para
hacer las observaciones. Al amanecer cavaban una pequeña trinchera en un buen lugar para observar,
entraban en ella y la cubrían con vegetación como camuflaje. Permanecían en silencio en el pozo todo el
día y después salían nuevamente por la noche para hacer más observaciones.
Cierta mañana localizaron un buen puesto de observación en los alrededores de una villa iraquí. No mucho
después del amanecer, uno de los miembros del destacamento estaba curioso por saber que sucedía del
lado de afuera del pozo. Esto fue un error grave. Cuando el hombre se levantó entre una de las ramas que
servía de camuflaje, se encontró cara a cara con una niña iraquí de unos siete años de edad. Su mente
recorrió de inmediato las opciones disponibles. Las reglas de compromiso bajo las cuales servía exigían que
la matara en el acto y arrastrara el cuerpo dentro de la pequeña trinchera.
Permanecer sin ser detectado por el enemigo era la prioridad principal de la misión. Pero cuando vio esos
ojos infantiles tan llenos de vida, simplemente, no pudo hacer lo que debía. Ella podía ser una “enemiga”,
pero en ese momento también vio la humanidad de una niña. Pensó en arrastrarla dentro de la cueva,
pero aunque lograra meterla quieta, muy pronto notarían su ausencia. Así, intentó una tercera opción:
decirle por medio de mímicas que estaba haciendo un juego y que no debía contar a sus padres ni a
ninguna otra persona que él es-taba allí. Entonces dejó que se fuera.
Es lógico que la niña fue directo a su padre y señaló el lugar donde estaban los soldados. En cuestión de
minutos, la pequeña trinchera que contenía los tres hombres estaba rodeada por la presencia de varias
centenas de iraquíes. Las balas volaban alrededor y equipos más pesados ya se encontraban en camino. La
situación de los tres soldados parecía totalmente perdida, con excepción de un detalle: comando y control.
Uno de los soldados habló por radio y transmitió un desesperado pedido de socorro.
Un helicóptero Blackhawk con armas pesadas bajó y en menos de un minuto partió a 320 km/h, volando
sólo algunos metros del suelo para evitar ser detectado por los radares iraquíes. El Blackhawk llegó a la
trinchera en menos de una hora después que la niña los hubo descubierto, y voló en círculos alrededor del
pozo varias veces, esparciendo municiones hacia todos lados. Entonces se posó rápidamente y los tres
soldados embarcaron de un salto, realizando un recorrido arriesgado de vuelta para Arabia Saudita, al
estilo de las películas. Cuando el helicóptero aterrizó en la base, ninguno de los hombres estaba herido.
La comunicación es la clave de las operaciones bélicas modernas. La diferencia entre la colisión de los
aliados y los iraquíes estuvo en la capacidad de comunicar-se y coordinar las fuerzas en el momento
decisivo.
Estamos en una guerra llamada “El gran conflicto”, la Biblia dice ““Porque no tenemos lucha contra sangre
y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo,
contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12).
Es verdad que no existe un tiempo exclusivo para la oración, pero la Biblia nos da algunas indicaciones
sobre cuándo orar. Por ejemplo: David y Daniel oraban tres veces al día (Salmo 55:17; Daniel 6:10); antes
de las comidas como lo hacía Jesús (Juan 6:10, 11); cuando somos tentados (Mateo 26:41; I Tesalonicenses
5:17); antes de las decisiones difíciles (Lucas 6:12, 13); y la que consideramos fundamental antes de iniciar
el día, la oración hecha por la mañana (Salmo 5:3).
De Hudson Taylor, el hombre que evangelizó China, se dice que “El sol nunca surgió en el horizonte de
China, sin encontrar a Hudson Taylor de rodillas” (Smith Oswald J., Paixão pelas almas [Pasión por las
almas], pág. 27). En relación con Martín Luther King Junior, se dice que él no comenzaba el día sin orar por
lo menos una hora, excepto los días cuando se encontraba más ocupado, en esos días oraba tres horas.
“La primera respiración del alma por la mañana debe ser la presencia de Jesús. “Sin mí”, dice él, “nada
podéis hacer” (Juan 15:5). Necesitamos de Jesús, su luz, su vida, su espíritu; deben ser nuestros
continuamente. De él necesitamos cada hora” (Bible Echo, 15 de enero de 1892).
Comenzar el día con oración es comenzar el día en paz. Es buscar en la fragancia de la comunión con Dios,
serenidad y tranquilidad tan infrecuentes en el día de hoy. Es dejarse rodear de la atmósfera celestial y
dejar que ella nos acompañe a lo largo del día.
CONCLUSIÓN
Dios espera que experimentemos una vida de oración. La oración es una señal de vida espiritual. Nuestra
espiritualidad y productividad en la obra del Señor estarán siempre en proporción directa con la
consistencia de nuestras oraciones. Si estamos fallando en este punto es el momento de tomar la siguiente
decisión: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré [...]” (Lucas 15:18). Ir y estar con el Padre, hablar con el
Padre, es nuestra mayor necesidad. La historia presenta los hombres de oración, ellos eran hombres de
poder. Cuando oraban el tiempo cambiaba, cuando oraban las personas sanaban, cuando oraban el cielo
se abría, cuando oraban la tentación se apartaba, ellos oraban y alcanzaban fuerza, poder y paz.
INTRODUCCIÓN
En estos versículos se revela claramente el deseo de Dios para Israel. Llevarlo a la tierra prometida:
Canaán. También se revela la condición para que este sueño se realice. La concreción no era algo que
dependía de Dios sino del pueblo.
La tierra de Hesbón estaba gobernada por el rey Sehón quien no aceptó la propuesta de Moisés, no se
doblegó ante la voluntad de Dios; y al rechazar el acuerdo su corazón se endureció por propia decisión.
Israel no quería guerra, sólo quería obedecer, estaba allí en la tierra de Hesbón porque Dios dirigía el
camino. Sehón fue eliminado por su propia rebeldía. Los propósitos de Dios no pueden frustrarse.
La región de Basán tenía por rey a Or, un hombre de gran estatura, cuya cama quedó en la historia por su
tamaño (Deuteronomio 3:11). Este rey cometió los mismos errores que Sehón y tuvo el mismo fin. En este
incidente Israel practicó la ley del herem, por la cual todo lo que se oponía a la soberanía de Dios debía ser
destruido. No se trataba de una acción de tiranía, Dios les había dado a ambos la oportunidad de un
tratado de paz con Israel [Deuteronomio, Introducción y comentario], pág. 94).
“Fueron hombres de corazón duro que intentaron evitar los propósitos de Dios para su pueblo. Israel les
ofreció todo tipo de recompensas, pero el corazón obstinado de estos reyes hizo que las rechazaran. No se
pudo hacer nada más” (CBASD, Génesis a Deuteronomio, pág. 974).
La escritora cristiana Elena de White dice que “Es-tas naciones que estaban situadas en los confines de
Canaán se habrían salvado si no se hubieran opuesto al progreso de Israel en desafío de la palabra de Dios”
(Patriarcas y profetas, pág. 462).
Satanás siempre intentó que el pueblo de Dios per-diera su rumbo, su dirección. Pero Israel obedeció la
orden de Dios, el camino estaba indicado y el compromiso era no desviarse ni a la derecha ni a la izquierda,
la columna de nubes se movía hacia adelante en la dirección de Sehón y Og, ellos confiaron en el poder
divino y siguieron las indicaciones. “El camino estará a veces tan obstruido por obstáculos aparentemente
insuperables, que ello podrá descorazonar a los que cedan al desaliento; pero Dios les dice: Seguid
adelante. Cumplid vuestro deber cueste lo que costare” (ibíd., pág. 466).
La IASD del siglo 21 debe mantener su visión ajusta-da. Russel Burril en su libro “Discípulos modernos” en
el capítulo “La Gran Comisión” presenta tres obstáculos que necesitamos vencer a fin de avanzar y cumplir
la misión en dirección a la Canaán celestial.
a) El síndrome de la comunidad reunida: En el Antiguo Testamento la estrategia de Dios era que las
naciones vinieran a Israel a fin de aprender acerca de él. En el Nuevo Testamento la dinámica toma otra
dirección, la orden ahora es “ID”. Hay muchas iglesias que preparan programas con el propósito de atraer a
las personas para darles instrucciones. La iglesia de la Gran Comisión se esparce como sal impregnan-do el
mundo. Nosotros tenemos un fuerte concepto de “comunidad reunida” sabemos cómo conducirla, pero
nuestro desafío es romper las barreras y hacer que la iglesia se expanda, que actúe como iglesia sal, como
iglesia luz.
b) La enfermedad de la satisfacción: La iglesia tiende a estar satisfecha con lo que ya realizó, y termina
con-formándose sin continuar avanzando. El “ID” trae la idea de movimiento físico, o sea, moverse. Jesús
les pidió a sus discípulos que esperaran, pero esa espera duró sólo diez días; y el poder que descendió
sobre ellos es el mismo poder que está a disposición de los discípulos modernos del siglo 21.
c) La falla en comprender la “triple misión de Cristo”: En diferentes épocas la iglesia realizó una de las
tres dimensiones de la misión, pero en raras ocasiones dio énfasis a las tres: discipular, bautizar y enseñar.
La misión está centrada en estas tres acciones de manera conjunta. En el episodio de la derrota a Sehón
y Og, Israel obedeció el mandato de Dios y por eso obtuvo la victoria.
Si la iglesia quiere hacer discípulos, bautiza y falla en continuar enseñando, está desobedeciendo.
El desafío de la iglesia de hoy es cumplir con las tres acciones; sólo un énfasis equilibrado en
discipular, bautizar y enseñar cumple la Gran Comisión.
III. AJUSTAR EL FOCO PARA CUMPLIR LA MISIÓN (ISAÍAS 49:6; HECHOS 1:8)
“La Iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su
misión es la de anunciar el Evangelio al mundo. Desde el principio fue el plan de Dios que su iglesia
reflejase al mundo su plenitud y suficiencia” (Los hechos de los Apóstoles, pág. 9).
Dios tiene un camino por el cual desea que su iglesia siga, y que continúe avanzando sin desviarse, ni a la
derecha ni a la izquierda; el Señor nos ordena: “Seguid adelante”. El pastor Jan Paulsen (ex presidente
mundial de la IASD) en su artículo “La iglesia del futuro” presenta nueve marcos como límites de seguridad
de los cuales la iglesia nunca debe apartarse: Sagradas Escrituras, Jesucristo, mente abierta, rechazo al
relativismo, prioridad misionera, ser sensible al sufrimiento, aceptar la diversidad, compromiso con la
unidad y aceptar el regreso de Jesús.
La misión debe dirigir claramente las decisiones en todos los niveles de la administración de la
iglesia, instituciones e iglesia local.
“La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discípulos. La promesa que
hizo el Salvador al despedirse en el Monte de los Olivos, de que volvería, iluminó el porvenir para sus
discípulos al llenar sus corazones de una alegría y una esperanza que las penas no podían apagar ni las
pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, ‘el aparecimiento en gloria del gran Dios y
Salvador nuestro, Jesucristo’ era la ‘esperanza bienaventurada’” (El conflicto de los siglos, pág. 304).
El regreso de Jesús es nuestra suprema esperanza, pero sólo se hará realidad cuando la misión esté
cumplida. En esta hora solemne de la historia es preciso detenernos y reflexionar sobre nuestra condición
real.
¿El nivel de su participación en el cumplimiento de la misión refleja cuánto desea ver regresar a
Jesús?
¿El nivel de compromiso de su familia en el cumplimiento de la misión refleja cuánto desean ver
regresar a Jesús?
¿Lo que sucede cada día en su iglesia refleja cuánto desean ver regresar a Jesús?
Tal vez nuestras respuestas revelen que es urgente ajustar el foco y restaurar la visión misionera.
CONCLUSIÓN
INTRODUCCIÓN
Esta es una parte emocionante de la historia de Elías, un siervo fiel al Señor quien realizó muchos milagros
a través del poder de Dios e inclusive tuvo el privilegio de no pasar por la muerte. El Señor siempre honra a
los que le obedecen, aunque sea necesario realizar milagros y actos sobrenaturales. Se hace presente
cuando su hijo o su hija obediente, clama por su poder. El cielo desciende para bendecir a la familia que
obedece su Palabra y guarda sus mandamientos, pues eso agrada al Señor.
“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y
haremos morada con él” (Juan 14:23).
“Si obedeciereis cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Jehová vuestro
Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma” (Deuteronomio 11:13).
y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón, como en Meriba, como en el
día de Masah en el desierto” (Salmo 95:7, 8).
“Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la media tribu de Manasés, y les dijo: Vosotros
habéis guardado todo lo que Moisés siervo de Jehová os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo
que os he manda-do. No habéis dejado a vuestros hermanos en este largo tiempo hasta el día de hoy, sino
que os habéis cuidado de guardar los mandamientos de Jehová vuestro Dios” (Josué 22:1-3).
“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino
mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor” (Filipenses 2:12).
“Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” (1
Pedro 1:14).
“Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con
la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas” (1ª Pedro 1:2).
“Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo
todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2ª Corintios 10:5).
“El que me obedece y hace lo que yo mando, demuestra que me ama de verdad. Al que me ame así, mi
Padre lo amará, y yo también lo amaré y le mostraré cómo soy en realidad” (Juan 14:21 TLA).
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón
de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en
mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26, 27).
a. El creyente que obedece, practica la fidelidad en su vida, pues está habituado a obedecer. Entonces,
es fiel:
c. En el estudio de la Biblia.
j. El creyente obediente siente placer en ser fiel en todo, su vida es de fidelidad total.
CONCLUSIÓN
“Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin la vida eterna” (Romanos 6:2). “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para
tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad” (Apocalipsis 22:14).
“¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien
obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 6:16).
El Señor dice: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2:10).
Es muy bueno estar conscientes de que es imposible no obedecer: Vivimos en armonía con el cielo o con el
mundo. Obedecemos a Dios o a Satanás. Vivimos una vida de fidelidad total a Dios o corremos el gran
riesgo de perecer con los impíos. Somos participantes de la vida eterna o de la muerte eterna. No se puede
huir de esa verdad.
LLAMADO
Creo que todos aquí pertenecemos al grupo de los obedientes al Señor, si es así podremos vivir en la casa
del Padre por la eternidad.
Si usted siente en su corazón el deseo de ser obediente y consagrar su vida definitivamente al Señor,
levántese ahora y venga al frente, quiero orar al Señor y suplicarle que nos consagre para una vida de
plena obediencia a su Palabra y a su voluntad.
6. EN LA PRESENCIA DE DIOS
INTRODUCCIÓN
Contexto histórico: David intentó llevar el arca a Jerusalén, pero, porque no cumplió la voluntad revelada
de Dios, el Señor no pudo aceptar el servicio.
Con temor de continuar con el traslado del arca del Señor, David resolvió dejarla en la casa de un levita
geteo de la familia de los coreítas (1º Crónicas 26:1, 4-8).
El símbolo más impresionante de la presencia de Dios estuvo en la casa de Obed-edom durante tres meses.
El arca era el objeto más sagrado en toda la historia de Israel, allí se manifestaba la gloria de la presencia
de Dios. Era una caja de 116 cm x 75 x 75 cm.; fue el punto central de su casa.
Estoy seguro de que esa caja cambió el modo de vida de ese hogar. Todos los días, durante los tres meses,
es-tuvieron conscientes de que Dios vivía con ellos, estaba hospedado en su sala.
Cuando la presencia de Dios es bienvenida y se instala en una casa, la familia es bendecida. Como toda
familia, la familia de Obed-edom tenía dificultades. Algunos teólogos afirman que su esposa era estéril
hasta esa fecha. Y esto representaba un problema grave, porque en la sociedad israelita una mujer sin hijos
era menos-preciada.
Esa familia, como la nuestra, enfrentaba dificulta-des. Hoy, centenas y centenas de esposas claman en su
corazón “necesito de oración porque mi matrimonio ya no es un matrimonio”. Nosotros necesitamos hoy
un milagro en nuestra familia; pero, para que esto suceda, tenemos que dejar entrar en ella a Cristo, sólo
su presencia nos puede bendecir.
En la mayoría de los hogares hay una caja que es el punto central. Los muebles están ubicados en dirección
a ella, y muchas veces nuestra atención también está muy centrada en ella. Tiene el poder de dirigir la vida
en la casa, formar el carácter de los hijos, corromper los valores, perturbar las relaciones y controlar las
agendas. En muchos hogares cristianos la TV se lee con más frecuencia que la Biblia. Esto no es un mensaje
anti TV, pero necesitamos reflexionar acerca de qué ocupa el primer lugar en nuestros hogares.
La caja en el centro de la casa de Obed-edom les trajo bendiciones; cada día les recordó de la presencia de
Dios y de su bondad para con Israel: su fidelidad, promesas, pacto, poder y gloria.
Debemos entender que lo que falta en nuestros hogares no es dinero, salud o cualquier otra cosa. Lo que
impide que las bendiciones de la felicidad conyugal Y familiar caigan sobre nosotros y nuestra familia, en
muchos casos, es la falta de la presencia de Dios en nuestros hogares.
Buscamos intensamente más comodidad, más bienes, mejor educación para nuestros hijos, etc. Pero no
buscamos la presencia de Dios como deberíamos: “y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de
todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13).
La presencia de Dios en casa de Obed-edom cambió su manera de vivir; y así también debe suceder en
nuestra vida y nuestra casa. La presencia de Cristo en nosotros nos hace mejores esposos: produce
fidelidad, amor, respeto hacia el cónyuge.
La presencia de Cristo en nosotros nos hace padres más atentos, amorosos, equilibrados, comprensivos. La
razón por la que tantos hogares fracasan es que tienen todo menos la presencia de Cristo en su familia.
Debemos buscar esa presencia a través del culto familiar y de la comunión personal con Dios.
La bendición sobre la familia de Obed-edom fue grande (leer 1ª Crónicas 26:8). La presencia de Dios les
trajo verdadera felicidad.
¿Dios es reconocido, valorado y estimado en su casa? ¿Usted necesita como Obed-edom que Dios bendiga
su hogar?
CONCLUSIÓN
El hogar que busca restaurar el altar de familia, en el que cada uno de sus integrantes busca restaurar la
devoción personal, la oración, que es compasivo, practica la hospitalidad, es fiel, cuida del templo del
Espíritu Santo y cumple el llamado de Dios para sus vidas, recibe bendiciones.
Cristo no prometió impedir que vengan dificultades o pruebas, porque muchas veces esas son bendiciones
de Dios; él prometió que en medio de las dificultades y las pruebas, jamás nos dejaría.
LLAMADO
¿Le gustaría permitir que la presencia de Dios entre en su casa y asumir el compromiso de buscarlo cada
día a través del culto familiar y de la comunión personal? ¿Desea restaurar el altar en su vida y en su hogar,
y tomar la decisión que tomó Josué: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”?