Tema 9 - Caracteres Del Acto Administrativo

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 19

UNIVERSIDAD NORORIENTAL PRIVADA

“GRAN MARISCAL DE AYACUHO”


FACULTAD DE DERECHO,
NÚCLEO EL TIGRE
ESTADO  ANZOATEGUI

CARAC
TERES
DEL
PROFESOR:
INTEGRANTES:
CRISOSTOMO MONROE
CI:
.- MARYORI
ACTO
DE CARREÑO 10.936.377
.- TRINO ADMINI
CARREÑO 24.228.290

MALAVÉ 10.936.526
.- LENIN STRATI
SILVA 28.623.580
.- ANGIE
VO
.- CARLOS
CARREÑO 20.739.750

4to SEMESTRE DE DERECHO, SECCIÓN “01


TEMA 9. CARACTERES DEL ACTO ADMINISTRATIVO
 ACTO ADMINISTRATIVO:
Se encuentra establecido en el artículo 7 y 89 de la LOPA respectivamente. 

Artículo 7. Se entiende por acto administrativo, a los fines de esta ley, toda
declaración de carácter general o particular emitida de acuerdo con las formalidades y
requisitos establecidos en la ley, por los órganos de la administración pública.

Artículo 89. El órgano administrativo deberá resolver todos los asuntos que se
sometan a su consideración dentro del ámbito de su competencia o que surjan con
motivo del recurso aunque no hayan sido alegados por los interesados.
Por lo tanto, el Acto Administrativo es toda declaración, disposición o decisión de la
autoridad estatal, ejecutiva, legislativa, judicial, independiente, centralizada o no,
autónoma o semiautónoma, nacional o local, etc.- emitida en ejercicio de funciones
administrativas, generadora de un efecto de derecho que incide en la esfera jurídica de
los administrados, y susceptible de control jurisdiccional.

CARACTERES DEL ACTO ADMINISTRATIVO:


Las condiciones características que permiten identificar el acto administrativo son
dos:
A) Presunción de legitimidad.

B) LA Ejecutoriedad.

Ambos caracteres dependen de que el acto sea perfecto: válido y eficaz,


así, al conjugarse dichos caracteres, surge la posibilidad jurídica de que el acto
pueda ejecutarse inmediatamente, es decir, de que sea puesto en práctica.

El acto que ha sido emitido sin observar los requisitos exigidos por el
ordenamiento jurídico vigente no es válido; y, ya sea que tal invalidez surja en
forma manifiesta del acto mismo, o que resulte de la prueba que se aporte al
efecto, perderá su presunción de legitimidad.

Asimismo, el acto válido, pero ineficaz, es decir, el que no ha recibido la


adecuada publicidad o comunicación, carece de ejecutoriedad.
A) PRESUNCIÓN DE LEGITIMIDAD:

Todo acto administrativo se presume legitimo hasta tanto no se demuestre


lo contrario. Sin embargo, esta presunción de legitimidad se refiere
específicamente a actos que podrían encontrarse viciados de nulidad relativa, no
así en el caso del acto que podría estar viciado de nulidad absoluta. En general,
a nivel de función administrativa, la tendencia es procurar conservar la
existencia, aplicabilidad y validez del acto administrativo, para así salvaguardar
la estabilidad y certeza de la actividad de la Administración Publica. De ahí la
presunción de legalidad. Asimismo, la atribuye a la administración el
desenvolvimiento de una prerrogativa de ultranza, cuya sujeción correlativa es el
principio de legalidad que permite el equilibrio optimo entre actividad
administrativa – derechos del particular; es una respaldo más de carácter jurídico
a esta presunción de legitimidad del acto administrativo, no diríamos respaldo,
sino más bien, origen jurídico - doctrinario de esta.

De acuerdo a la doctrina, sólo puede sostenerse esta presunción cuando


reúne condiciones mínimas de legitimidad.

Debiendo el acto:

-Venir de una autoridad legítima.

-No estar expresamente proscrito por la Constitución o las leyes.

-No ser de ejecución imposible.

-No implica la realización de un delito.

-No haber sido dictado por autoridad manifiestamente incompetente.

-No haberse apartado totalmente del procedimiento legal.

  Al abrir un procedimiento administrativo y empezar toda la transacción de


ese procedimiento (traer pruebas, evacuarlas, solicitud de informes, etc.) poco a
poco va formando el expediente administrativo.

Luego de la tramitación, la administración pública dicta la decisión del acto


administrativo, el cual se presume legal y legítimo salvo prueba en contrario. 

Estas presunciones son IURIS TANTUM: Admiten prueba en contrario. El


funcionario que abre el procedimiento administrativo se presume inocente y
acorde hasta que se demuestre lo contrario. Se presume que el acto
administrativo fue dictado conforme a derecho y que cumple con los requisitos
legales y constitucionales que lo hacen valido, salvo prueba en contrario.
      Sí no se está de acuerdo con la decisión porque es ilegal se puede
intentar los recursos que da la ley (administrativos o judiciales) se tiene que
señalar en los alegatos y probar la ilegalidad o inconstitucionalidad del acto
administrativo. Desvirtuando así la legitimidad del acto administrativo.

El acto administrativo se presume válido hasta que se demuestre lo


contrario a través de un recurso.

1.-FUNDAMENTO:
A partir del Principio de la Separación de Poderes (Art. 136 CRBV), toda
la actividad de la Administración Pública quedó sometida al derecho, y en
términos más precisos, al Principio de Legalidad. Eso, aunado al conjunto de
garantías y controles que establece la Constitución y la Ley, respecto a la
actividad de la Administración en un Estado de Derecho y particularmente en la
emisión de actos administrativos que son la piedra angular de aquella actuación,
lo que constituye el fundamento de la “presunción de legitimidad” que caracteriza
a dichos actos. En efecto, tal presunción se basa en que la Administración debe
sujetarse a las exigencias requeridas, al hablar de los elementos del acto, la
presunción de legitimidad del acto administrativo, consiste en la suposición de
que dicho acto ha sido emitido conforme al derecho, es decir, que su emisión
responden a todas las exigencias pertinentes, requeridas por el ordenamiento
jurídico.

2.-RAZÓN:
El acto administrativo regular se presume legítimo, mientras su posible
nulidad no haya sido declarada por autoridad competente.

La presunción de legitimidad consiste en la suposición de que el acto


fue emitido “conforme a derecho”, es decir, que su emisión responde a todas
las prescripciones legales, habiéndose indicado como fundamento o razón de
ser de la presunción, las garantías subjetivas y objetivas que preceden a la
emanación de los actos administrativos.

Antes de la sanción legal, la jurisprudencia ya se había pronunciado


en forma amplia por el principio de la presunción de legitimidad, aplicándolo a
todos los actos administrativos, tuvieren o no vicios manifiestos, pero no
cuando el acto adolecía de un vicio grosero, en cuyo caso se lo descalificaba
como acto administrativo.

3.-CONSECUENCIAS JURÍDICAS:
La presunción de que el acto es legítimo, genera trascendentales
consecuencias jurídicas como son:
a) El acto se reputa legítimo desde el momento que es emitido, sin
necesidad de que tal legitimidad sea declarada judicialmente.

b) Como contrapartida, la ilegitimidad o nulidad del acto administrativo


debe ser reclamada por quien la pretenda, probando los extremos pertinentes.

c) La ilegitimidad o nulidad del acto administrativo no puede ser declarada


de oficio por los jueces, pues si así lo hicieren violarían el Principio de
Separación de Funciones.

d) Por ello, tal ilegitimidad o nulidad solo puede ser declarada a instancia
de la propia Administración Pública, o del particular a quien interese esa
declaratoria.

Sin embargo, a pesar de que la Administración Pública debe ajustar su


actividad a la Ley, en el terreno práctico podría no ocurrir así, sobre todo así
tomamos en cuenta que la conducta de quien ejerce el poder tienda a apartarse
de las prescripciones legales, de ahí la posibilidad de que el particular
interesado, o la misma Administración, puedan desvirtuar dicha presunción
comprobando que en la especie el acto contraría el ordenamiento jurídico. Pero
mientras ello no haya sido demostrado ante el órgano a quien corresponde, la
presunción de que el acto es legítimo continúa firme. Razón por la cual, se
sostiene que tal presunción no es absoluta, ya que puede ser desvirtuada.

Debido a que se presume que el acto es legítimo, también puede


demostrarse que el acto contraría el ordenamiento jurídico vigente. Esa
contradicción tanto puede ser inicial o concomitante a la emisión o nacimiento
del acto, como también puede ser sobreviniente, es decir, resultar con
posterioridad a la emisión o nacimiento del acto, por eventuales modificaciones
hechas en el derecho objetivo, de manera que el acto que nació de acuerdo al
derecho, posteriormente resulta estar en contradicción con éste.

El acto que nace contrario al ordenamiento jurídico vigente a la fecha de


su emisión, en ciertos casos puede ser saneado o extinguido por la propia
Administración Pública, en ejercicio de función administrativa, por medio de la
“revocación por ilegitimidad”, ello, cuando el acto no haya hecho nacer derechos
subjetivos, en otros casos, cuando ha generado derechos subjetivos, su
extinción solo puede producirse mediante “anulación judicial”, a instancia de la
misma Administración Pública, o del administrado cuyos derechos resultan de
alguna manera afectados, por dicho acto.
En cambio, el acto cuya contradicción con el ordenamiento jurídico resulta
con posterioridad a su emisión, motivada por el cambio que se opere en dicho
ordenamiento, no es un acto ilegitimo, sino un acto “inoportuno”, “inconveniente”
o “no meritorio”. Por ello, en este supuesto, su extinción solo procedería
mediante revocación por razones de oportunidad, mérito o conveniencia; nunca
por ilegitimidad.

Dichas situaciones, además de determinar diferentes vías adecuadas a la


extinción del acto, pueden generar diversas consecuencias respecto al
administrado: si el acto es revocado por ilegitimo, el administrado no tendría
derecho a indemnización; pero si lo fuere por inoportuno, debe quedar indemne.

B) LA EJECUTORIEDAD:
La Ejecutoriedad consiste en la potestad que tiene la Administración
Pública, de ejecutar o hacer cumplir por sí misma y con sus propios medios, los
actos administrativos que emite. Esa facultad que asiste a la propia
Administración corresponde a una de sus múltiples “potestades”: la potestad
imperativa o de mando
.
Esta deriva del concepto mismo de poder público o imperium, donde
los intereses generales necesitan ser satisfechos en forma inmediata, para cuyo
efecto deben evitarse los eventuales obstáculos y fundamentar en el carácter
público de la actividad que realiza la Administración por medio del acto
administrativo, cuya emisión responde a la prontitud con la que deben ser
alcanzado los fines del Estado. Tanto la presunción de legitimidad como la
ejecutoriedad del acto son dos caracteres totalmente independientes que derivan
de la naturaleza pública de la función administrativa, a tal grado que puede darse
el caso de un acto válido pero ineficaz, así como el de un acto que siendo
ejecutorio resulte posteriormente ilegitimo por haberlo declarado así la justicia.

La ejecución forzosa del acto administrativo por vías coercitivas no puede


tener lugar sino por vía judicial, por su presunción de legitimidad, tiene carácter
de acto ejecutorio.

La ejecutoriedad, es, una forma especial de manifestarse la actividad


estatal, es el imperio de esa autoridad suprema, de donde deducimos según las
funciones de cada órgano lo siguiente:

Órgano Legislativo: Dicta leyes para que sean acatadas.

Órgano Judicial: Pronuncia sentencias para que sean cumplidas.


Órgano Ejecutivo: Emite actos administrativos para que se ejecuten.

No son más que actos de soberanía manifestados en diversas formas de


acuerdo al fin de cada órgano.

La ejecutividad, está expresamente prevista en la ley (LOPA):

Artículo 8. Los actos administrativos que requieran ser cumplidos


mediante actos de ejecución, deberán ser ejecutados p o r la administración en
el término establecido. A falta de este término, se ejecutarán inmediatamente.

Artículo 79. La ejecución forzosa de los actos administrativos será


realizada de oficio por la propia administración salvo que por expresa disposición
legal deba ser encomendada a la autoridad judicial.

La ejecutoriedad permite a la administración actuar contra la voluntad de


los administrados cuando los actos impongan deberes o límites, sin previa
declaración judicial. La ejecutoriedad es una prerrogativa de la Administración
para hacer cumplir ella misma, sin necesidad de acudir a los tribunales
judiciales, para cumplir sus actos. La ejecutividad, implica eficacia del acto
administrativo, ósea, por así decirlo, que el acto administrativo reúna todas las
cualidades jurídicas indispensables para ponerlo en práctica, para aplicarlo

B.1.- FUNDAMENTO:
La ejecutoriedad  de los actos administrativos tiene un fundamento político
o jurídico, que consiste en la necesidad de que la satisfacción de los fines
generales, para los cuales los actos administrativos son dictados, no sea
obstaculizada por la voluntad contraria de los particulares, y que tal obstáculo,
donde debe ser superado, no importa algún retardado a la realización de los
fines antes dichos. De acuerdo a lo establecido en los artículos 78 y 79 de la
LOPA.

Lo político, se fundamenta en la necesidad de satisfacer intereses


generales, y lograr que no haya perturbación en los fines que persigue la
administración.

El fundamento jurídico de la ejecutoriedad, se basa en la presunción de


legitimidad que distingue al acto administrativo.
Artículo 78. Ningún órgano de la administración podrá realizar actos
materiales que menoscaben o perturben el ejercicio de los derechos de los
particulares, sin que previamente haya sido dictada la decisión que sirva de
fundamento a tales actos.
Artículo 79. La ejecución forzosa de los actos administrativos será
realizada de oficio por la propia administración salvo que por expresa disposición
legal deba ser encomendada a la autoridad judicial.

B.2.-REQUISITOS QUE DEBEN SER CUMPLIDOS POR TODO ACTO


ADMINISTRATIVO PARA ESTAR DOTADOS DE EJECUTIVIDAD:
1.- VALIDEZ:
Todo acto administrativo debe reunir y contener dentro de sí una serie de
particularidades, concurrentes e indispensables, sin las cuales se encuentra
viciado de invalidez, pudiendo ser atacado o impugnado por razones de nulidad
absoluta o relativa (anubilidad), según los casos. Estas particularidades se
encuentran señaladas en la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos en
el artículo 18, el cual establece:
Artículo 18. Todo acto administrativo deberá contener:
1. Nombre del Ministerio u organismo a que pertenece el órgano que emite
el acto.
2. Nombre del órgano que emite el acto.
3. Lugar y fecha donde el acto es dictado.
4. Nombre de la persona u órgano a quien va dirigido.
5. Expresión sucinta de los hechos, de las razones que hubieren sido
alegadas y de los fundamentos legales pertinentes.
6. La decisión respectiva, si fuere el caso.
7. Nombre del funcionario o funcionarios que los suscriben, con indicación
de la titularidad con que actúen, e indicación expresa, en caso de actuar por
delegación, del número y fecha del acto de delegación que confirió la
competencia.
8. El sello de la oficina. El original del respectivo instrumento contendrá la
firma autógrafa del o de los funcionarios que lo suscriban. En el caso de aquellos
actos cuya frecuencia lo justifique, se podrá disponer mediante decreto, que la
firma de los funcionarios sea estampada por medios mecánicos que ofrezcan
garantías de seguridad.
Así mismo el:
Artículo 19. Los actos de la administración serán absolutamente nulos en
los siguientes casos:
1. Cuando así este expresamente determinado por una norma
constitucional o legal.
2. Cuando resuelvan un caso precedentemente decidido con carácter
definitivo y que haya creado derechos particulares, salvo autorización expresa
de la ley.
3. Cuando su contenido sea de imposible o ilegal ejecución.
4. Cuando hubieren sido dictados por autoridades manifiestamente
incompetentes, o con prescindencia total y absoluta del procedimiento
legalmente establecido. Y el.

Artículo 20.- cierra la idea disponiendo que “Los vicios de los actos
administrativos que no llegaren a producir la nulidad de conformidad con el
artículo anterior, los harán anulables”.

Una de las particularidades esenciales de todo acto administrativo, y cuya


falta repercute directamente sobre su validez, es la motivación o exposición de
las razones que justifican su existencia jurídica.

Otra de las fundamentales particularidades de los actos administrativos en lo


que a su validez se refiere, y que ha sido y será hasta la saciedad objeto de
nuestra jurisprudencia, es la Competencia del funcionario que dictó el acto para
hacerlo.

Todo acto administrativo que haya sido dictado por funcionarios u órganos
incompetentes, sea en razón de la materia, del lugar, del tiempo u otra
condición, por no estar revestido de la correspondiente atribución legal, carece
de validez y, por tanto, de Ejecutoriedad.

2.- EFICACIA:
El segundo de los requisitos que debe cumplir todo acto administrativo para
estar dotado de ejecutoriedad, es el de La Eficacia. Para que un acto jurídico,
dentro de los cuales se encuentra como especie el acto administrativo, cause
ejecutoria, es decir, esté investido de la facultad de ser ejecutado produciendo
todos los efectos jurídicos que le dan razón de ser, no basta con que sea válido.
La validez es una condición necesaria pero no suficiente para que el acto
despliegue sus previsiones del ordenamiento jurídico.
La Eficacia es también denominada Principio de Ejecutividad, y consiste en
el cumplimiento de ciertos requisitos que podríamos encuadrar como foráneos,
externos o ajenos a la constitución interna del acto administrativo, el cual a pesar
de ser perfecto desde el punto de vista de su validez, no puede ser ejecutado
por carecer de la fuerza necesaria para producir sus efectos, en razón de estar
pendiente el cumplimiento de ciertos extremos legales. La exigencia que el
ordenamiento jurídico positivo hace en relación al deber de cumplir con estos
extremos, a fin de dotar a los actos emenados de la Administración de eficacia o
ejecutividad, se basa en razones de seguridad jurídica y conlleva al
fortalecimiento del sistema de protección a los derechos y garantías
fundamentales, consagrados y amparados por nuestra Constitución, frente al
correlativo ejercicio de la prerrogativa de poder por parte de la Administración
Pública. El Principio de Publicidad de la Ley, entendida ésta en su concepción
más amplia, como norma o disposición jurídica, no tendría ningún sentido, sino
se estableciera la obligatoriedad en cabeza del ente público de informar y dar a
conocer plenamente el contenido de las normas por él dictadas.

Los extremos que deben ser cumplidos para dotar de eficacia o ejecutividad
a los actos administrativos, pueden ser clasificados de la siguiente manera:

En virtud de expreso señalamiento en el texto del acto administrativo, que


somete el nacimiento o generación de sus efectos jurídicos a una condición
suspensiva o acontecimiento futuro e incierto sin cuyo surgimiento histórico
carece de eficacia el acto. También puede ocurrir lo contrario, es decir, el acto
nace válido y eficaz pero se somete a condición resolutoria, bajo cuya operancia
el acto permanece válido pero deja de ser eficaz. El otro tipo de extremo a que
se somete la eficacia de los actos administrativos, radican en el cumplimiento de
formalidades legales. De acuerdo a lo establecido en el artículo 72 de la Ley
Orgánica de Procedimientos Administrativos, “Los actos administrativos de
carácter general o que interesen a un número indeterminado de personas,
deberán ser publicados en la Gaceta Oficial que corresponda al organismo que
tome la decisión. Se exceptúan aquellos actos administrativos referentes a
asuntos internos de la administración. También serán publicados en igual forma
los actos administrativos de carácter particular cuando así lo exija la ley”.

3.B.- ESPECIES DE LA EJECUTORIEDAD:


La doctrina reconoce dos especies de ejecutoriedad:

1.- LA PROPIA O INMEDIATAS: es cuando corresponde a la


Administración Pública tanto la emisión del acto administrativo, como su
ejecución o cumplimiento, el que realiza por sus propios medios. . Esta es la que
generalmente traduce la actividad material de la Administración: la demolición
de un edificio ruinoso, la disolución por medio de la fuerza pública de una
manifestación contraria a las normas de seguridad, la aprehensión física de un
infractor por faltas de policía, etc.

2.-LA IMPROPIA O MEDIATA: es cuando corresponde a la Administración


Pública la emisión del acto, pero no su cumplimiento o ejecución, el que
correspondería al Órgano Judicial, aunque a iniciativa de aquella. Esta requiere
intervención de la justicia, a iniciativa de la Administración Pública: el cobro de
las rentas municipales efectuado en la vía ejecutiva, conforme al Art. 100 de la
LEY ORGÁNICA DEL PODER PÚBLICO MUNICIPAL; el cobro del impuesto de
alcabala efectuado por la vía ejecutiva, etc.

La ejecutoriedad del acto administrativo no constituye un principio


absoluto. En efecto, la propia Administración Pública, por medio del llamado
“proceso de lesividad” y el administrado, por medio del proceso constitucional de
amparo o de la acción contencioso-administrativa, según que el acto lesione
derechos otorgados por la Constitución, o que la controversia se suscite en
relación a la legalidad del mismo, puedan iniciar recursos o acciones tendientes
a impugnar los actos administrativos contrarios al interés público, o a los
particulares intereses del administrado, respectivamente.

Tales recursos o acciones pueden determinar en ciertos casos la


“suspensión” del acto, con lo cual resultaría limitada la ejecutoriedad del mismo,
pero en otros, pueden constituir incluso, límites definitivos, por ejemplo al ser
anulado el acto, en cuyo caso, quedaría extinguido del ámbito jurídico.

4. B.- LIMITES:
Cuando se trata de actos administrativos de efectos generales, los
reglamentos son siempre de carácter sublegal, es decir, sometidos a la ley, por
lo que su límite esencial deriva de la reserva Legal, sobre la cual la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo ha dicho que viene dada por la
consagración a nivel constitucional de determinadas materias que, debido a la
importancia jurídica y política que tienen asignadas, sólo pueden ser reguladas
mediante ley, desde el punto de vista formal, y ello excluye la posibilidad de que
tales materias sean desarrolladas mediante reglamentos o cualquier otro
instrumento normativo que no goce de dicho rango legal.

Es decir, los reglamentos no pueden regular materias reservadas al


legislador en la Constitución, y esas son fundamentalmente, el establecimiento
de delitos, faltas e infracciones y las penas y sanciones correspondientes; la
regulación y limitación a los derechos y garantías constitucionales; y el
establecimiento de tributos.

Estos límites a la potestad reglamentaria derivados de la reserva legal, se


encuentran establecidos en la Ley Orgánica de la Administración Pública en el
artículo 86, el cual establece que:

"Los reglamentos no podrán regular materias objeto de reserva legal, ni


infringir normas con dicho rango. Además, sin perjuicio de su función
de desarrollo o colaboración con respecto a la ley, no podrán tipificar delitos,
faltas o infracciones administrativas, establecer penas o sanciones, así como
tributos, cánones u otras cargas o prestaciones personales o patrimoniales de
carácter público." Sobre ello, sin embargo, la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia ha considerado que en virtud de lo previsto en el artículo
236, 10 de la Constitución:

"El Ejecutivo Nacional puede reglamentar las leyes que se dicten en


materias que pertenezcan a la reserva legal, incluso cuando tengan carácter de
leyes orgánicas; lo que permite la participación del Poder Ejecutivo en el
desarrollo de los principios contenidos en la Ley, siempre que no altere su
espíritu, propósito y razón, y sin que ello pueda significar, en modo alguno, el
otorgamiento al Presidente de la República de la potestad de legislar en torno a
la materia o materias específicas que estén delimitadas por la Ley.

Así, el principio de la reserva legal contiene una obligación para el


legislador de regular en el texto de la Ley de que se trate, toda la materia
relacionada con ésta, de tal manera que, sólo puede remitir al reglamentista la
posibilidad de establecer o fijar los detalles de su ejecución, esto es, explicar,
desarrollar, complementar e interpretar a la Ley en aras de su mejor ejecución,
estando prohibidas, por constituir una violación a la reserva legal, las remisiones
"genéricas" que pudieran originar reglamentos independientes, o dar lugar a los
reglamentos "delegados.

Su limitación principal: La no ejecutoriedad de obligaciones dinerarias


de base administrativa La única opción que la Constitución da al legislador es,
pues, el número y la intensidad de limitaciones que puede imponer al principio
de ejecutoriedad. El legislador puede limitarla ejecutoriedad, pero no extinguirla.
Luego es válido examinar esas limitaciones para determinar si son tales o
equivale a la negación de un principio constitucionalmente establecido a favor de
la Administración. De allí la utilidad de un análisis de esas limitaciones, que paso
a hacer de seguidas.

En primer lugar, el artículo 79 LOPA es plenamente constitucional: “la


ejecución forzosa de los actos administrativos será realizada de oficio por la
propia administración [principio de ejecutoriedad] salvo que por expresa
disposición legal deba ser encomendada a la autoridad judicial”. La
ejecutoriedad tiene una primera excepción de gran magnitud: la atribución a los
tribunales de ejecutarlos actos administrativos que ordenan el pago de dinero a
la Administración.
El artículo 653 del Código de Procedimiento Civil establece: “Salvo lo
dispuesto en el Código Orgánico Tributario, la ejecución de créditos fiscales se
solicitará ante los Tribunales civiles competentes según la cuantía, de
conformidad con las disposiciones del presente Capítulo”.

A su vez, el remitido Código Orgánico Tributario (COT): “Artículo


289: Los actos administrativos contentivos de obligaciones líquidas y exigibles a
favor del Fisco por concepto de tributos, multas e intereses, así como las
intimaciones efectuadas conforme al parágrafo único del artículo 213 de este
Código, constituirán título ejecutivo, y su cobro judicial aparejará embargo de
bienes, siguiendo el procedimiento previsto en este Capítulo”.

Los tribunales, de acuerdo con el COT los contencioso-tributarios (art.


291), son los únicos que pueden ejecutar coactivamente obligaciones dinerarias
en cabeza de los particulares y a favor de una Administración; cuyo título sea,
pues, un acto administrativo.

SUSPENSIÓN DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS:

1.- SUSPENSIÓN DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS POR LA VÍA


ADMINISTRATIVA:

Dispuesta de oficio por la mima administración o a petición de partes,


tiene lugar cuando existen las causales previstas por el ordenamiento jurídico,
debiendo la administración mediante resolución fundada proceder a la
suspensión de la ejecución.

La doctrina tradicional, en esta materia afirma que la impugnación de los


actos administrativos no suspende, en principio, su ejecución, siendo facultativa
para la administración pública, suspenderlos.

2.- SUSPENSIÓN DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS POR LA VÍA


JURISDICCIONAL:

Tiene lugar cuando los particulares agraviados por el acto administrativo


peticionan ante el órgano jurisdiccional para poder impedir su ejecución. La
decisión impugnada es sometida a la revisión del órgano judicial, quien podrá
suspender su ejecutoriedad a través de la medida cuatelar de no innovar.
Por lo general, la legislación comparada admite la suspensión por la vida
jurisdiccional cuando el acto sea notoriamente irregular, cuando su ejecución
pueda causar un daño irreparable y cuando haya urgencia de suspenderlo.

NULIDAD:
La administración pública puede ratificar la decisión inicial o puede
modificarla anulando la decisión de forma definitiva.

1. –Vicios de Nulidad absoluta: el acto debe desaparecer, por una gran


irregularidad, puede ser en los procedimientos abiertos de oficio o a instancia de
partes. Aunque el acto aparentemente genere derecho a  algún administrado.

2. –Vicios de Nulidad relativa: sí el acto de la administración pública ha


generado derechos a los particulares.  El acto puede ser convalidado. Puede ser
corregido el error.
De acuerdo a lo establecido en los artículos 82- 83- 84 de la LOPA:

Artículo 82. Los actos administrativos que no originen derechos


subjetivos o intereses legítimos, personales y directos para un particular, podrán
ser revocados en cualquier momento, en todo o en parte, por la misma autoridad
que los dicto, o por el respectivo superior jerárquico.

Artículo 83.La administración podrá en cualquier momento, de oficio o a


solicitud de particulares, reconocer la nulidad absoluta de los actos dictados por
ella.

Artículo 84. La administración podrá en cualquier tiempo corregir errores


materiales o de cálculo en que hubiere incurrido en la configuración de los actos
administrativos.

VÍAS DE HECHOS: es la actuación de la Administración fuera de su


ámbito de competencia (órgano manifiestamente incompetente) o realizada al
margen del procedimiento establecido (prescindiendo total y absolutamente del
procedimiento legalmente establecido).

La debida observancia de este derecho fundamental exige, en primer


lugar, que la actividad de ejecución forzosa esté precedida de un acto
administrativo, dictado luego de cumplirse el correspondiente procedimiento con
audiencia del interesado.

En este sentido, el artículo 78 de la Ley Orgánica de Procedimientos


Administrativos prohíbe realizar actos materiales que menoscaben o perturben el
ejercicio de los derechos de los particulares, sin que previamente haya sido
dictada la decisión que sirva de fundamento a tales actos.

Cualquier actuación material de ejecución, que no esté precedida de un


acto administrativo, se traduce en una vía de hecho, violatoria por tanto del
derecho a la defensa del administrado que sufre las consecuencias de esa ilegal
actuación de la Administración.

La peculiaridad de la coacción directa o inmediata, es la no precedencia


de un procedimiento formal; la intimación previa, cuando hay lugar a ella, la
orden de ejecución y la ejecución misma se refunde en una sola manifestación
externa, la conducta coactiva inmediata lanzada directamente sobre los hechos
cuya modificación se pretende. La legitimidad del empleo de esa coacción
depende de la existencia de una cobertura suficiente, si tal cobertura no existe,
si la cadena de la legalidad (norma habilitante, acto previo, ejecución material)
se rompe totalmente, el empleo de la coacción administrativa constituye una vía
de hecho.

Dentro del concepto de vía de hecho se distinguen dos modalidades, de


acuerdo a que la Administración haya usado un poder del que legalmente
carece o lo haya hecho sin observar los procedimientos establecidos por la
norma que le ha atribuido ese poder. Comprende todos aquellos casos en que
la Administración Pública pasa a la acción sin haber adoptado previamente la
decisión que le sirva de fundamento jurídico, y en aquellos otros casos, en los
que en el cumplimiento de una actividad material de ejecución comete una
irregularidad grosera en perjuicio de los derecho de otro u otros.

LOS SUPUESTOS DE VÍA DE HECHO PUEDEN INCLUIRSE EN DOS GRUPOS:


1.-INEXISTENCIA O IRREGULARIDAD SUSTANCIAL DEL ACTO DE
COBERTURA: de acuerdo al artículo 78 de la Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos, se establece el principio general de la exigencia del acto previo,
cuando señala que ningún órgano de la  administración podrá realizar actos
materiales que menoscaben o perturben el ejercicio de los derechos de los
particulares, sin que previamente haya sido dictada la decisión que sirva de
fundamento a tales actos.

Este principio general puede resultar infringido, al menos, de dos


formas:
1.- Cuando la Administración pasa a la acción sin interponer acto alguno,
es decir, con falta absoluta de decisión o acto previo.
2.- Cuando existe el acto pero fue dictado fuera de la competencia o al
margen del procedimiento establecido por la ley.

2.- EXCESO EN LA PROPIA ACTIVIDAD DE EJECUCIÓN EN SÍ MISMA


CONSIDERADA: en cuanto a esta, también existe vía de hecho en aquellos
supuestos en los que aun existiendo acto previo y siendo éste perfectamente
regular, la actividad material de ejecución excede del ámbito cubierto por el acto
en cuestión cualitativa y cuantitativamente. En estos casos existe una falta de
cobertura, equivalente a la inexistencia del acto previo.  La vía de hecho se
configura con falta absoluta de decisión o acto previo, y cuando la actuación no
tiene cobertura legal, o se hizo al margen del procedimiento establecido por la
ley; así como también cuando hay un acto previo y siendo éste perfectamente
regular, la actividad material de ejecución excede del ámbito cubierto por el acto
en cuestión cualitativa y cuantitativamente.

EFECTOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO:


La emisión del acto administrativo responde a la intención de lograr un
determinado resultado, el cual se traduce en los efectos del acto. Pero en
principio, para que tal resultado se produzca es necesario que el acto reúna las
exigencias de ser válido y eficaz, es decir, perfecto.

Los efectos del Acto Administrativo, como los de todo acto jurídico, son
estrictamente jurídicos: afectan de una u otra forma la esfera jurídica del
administrado o de la propia Administración Pública; su principal objeto es crear,
modificar o extinguir situaciones jurídicas particulares –acto administrativo de
contenido concreto- o generales de los administrados –reglamentos- o que
traducen auto-limitaciones de la propia Administración.

ESOS EFECTOS PUEDEN SER EXAMINADOS ATENDIENDO A TRES


DIFERENTES ASPECTOS:

A) EN RELACIÓN A LA FUERZA JURÍDICA INTERNA QUE POSEE:


El acto administrativo es expresión de voluntad estatal, es decir, de poder
público, por ello, su objeto o contenido es obligatorio y sus efectos vinculan tanto
a los administrados como a la propia administración. Eso lo distingue de los
actos jurídicos celebrados por los particulares, los cuales no pueden imponer
obligaciones a otros si no es con su consentimiento. La Administración Pública,
en cambio, por medio del acto administrativo, tiene la facultad de imponer
unilateralmente obligaciones a los administrados, quienes se ven constreñidos a
cumplirlas, pues de lo contrario quedan sujetos a las consecuencias previstas
para el caso de incumplimiento. Esto se fundamenta en que el Estado se
encamina a satisfacer intereses generales y para cumplir esa tarea no puede
dejar a la libre disposición de los particulares el cumplimiento o realización de
determinadas actividades. De ahí que la Administración tenga facultad para
proveer de oficio el cumplimiento de las obligaciones impuestas por el acto, o las
respectivas sanciones para el caso de incumplimiento, sin que para ello deba
necesariamente acudir al juez.

B) EN RELACIÓN AL TIEMPO DE SU VIGENCIA:


El acto Administrativo que no está sujeto a término o condición
suspensivos produce sus efectos inmediata e instantáneamente, a partir del
momento en que adquiere perfección. Desde ese instante, sin que sea necesario
el transcurso de lapso alguno ni ulterior declaración administrativa o judicial,
nacen los efectos del acto.

Una vez que nacen los efectos del acto, éstos se proyectan
indefinidamente hacia el futuro. Esta es la regla general. Debe tenerse en
cuenta, que la duración de los efectos del acto dependen del contenido u objeto
del mismo: así, si éste es de contenido u objeto instantáneo, los efectos jurídicos
del mismo durarán mientras así lo demande dicho contenido u objeto. Por otra
parte, cuando en virtud de una cláusula facultativa o accidental de sus efectos,
de acuerdo a las razones que determinaron la inclusión de dicha cláusula
accidental.

Problema de trascendental importancia resulta determinar la retroactividad


o irretroactividad de los efectos del acto. En este sentido, la opinión generalizada
estima que los efectos del acto son irretroactivos, cuando este afecta los
derechos del administrado. Caso contrario, si se le atribuyese carácter
retroactivo al acto, causando agravio jurídico al administrado, dicho acto
resultaría viciado de ilegitimidad.

C) EN RELACIÓN A LAS PERSONAS EN QUIENES INCIDEN:

Debido a que existen actos unilaterales y bilaterales, los efectos del acto
se producen en principio, sobre los sujetos que actúen como “partes” en la
formación del mismo: la Administración Pública, que ineludiblemente debe
intervenir en la formación de todo acto, sea éste unilateral o bilateral; y los
demás entes públicos y los administrados que intervengan en la formación del
acto.
Sin embargo, un acto puede incidir, además, sobre terceros es decir,
sujetos de derecho ajenos a su formación, afectándoles su esfera jurídica. Esta
eventual incidencia sobre la esfera jurídica de terceros es bastante frecuente en
materia de concesiones y permisos. Tal ocurre, por ejemplo, en la Concesión
para la Explotación de una Obra Pública, mediante la cual, los efectos jurídicos
que producen dicha concesión no sólo afectan al concedente y al concesionario,
sino que también pueden incidir sobre sujetos terceros, como serían los
usuarios, cuando éstos deben pagar determinadas tarifas por el uso de esa obra
cuya explotación corresponde al concesionario.

DURACIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO:


Artículo 41.- Los términos o plazos establecidos en esta y en otras leyes
relativas a la materia objeto de la presente, obligan por igual, y sin necesidad de
apremio, tanto a las autoridades y funcionarios competentes para el despacho
de los asuntos, como a los particulares interesados en los mismos.

Artículo 42.- Los términos o plazos se contarán siempre a partir del día
siguiente de aquel en que tenga lugar la notificación o publicación. En los
términos o plazos que vengan establecidos por días, se computarán
exclusivamente los días hábiles, salvo disposición en contrario. Se entenderá por
días hábiles, a los efectos de esta Ley, los días laborables de acuerdo con el
calendario de la Administración Pública. Los términos y plazos que se fijaren por
meses o años, concluirán en día igual al de la fecha del acto del mes o año que
corresponda para completar el número de meses o años fijados en el lapso. El
lapso que, según la regla anterior, debiera cumplirse en un día de que carezca el
mes, se entenderá vencido el último de ese mes. Si dicho día fuere inhábil, el
término o plazo respectivo expirará el primer día hábil siguiente.

Artículo 43.- Se entenderá que los administradores han actuado en tiempo


hábil cuando los documentos correspondientes fueren remitidos por correo al
órgano competente de la administración con anterioridad al vencimiento de los
términos y plazos y siempre que haya constancia de la fecha en que se hizo la
remisión. A tales fines, el Ministerio de Transporte y Comunicaciones dictará la
reglamentación pertinente.

CESACIÓN Y EXTINCIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO:


Ambos conceptos difieren de manera substancial.
LA EXTINCIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO: es su eliminación o retiro
del ámbito jurídico, motivada por causas que si bien pueden tener origen
anterior, concomitante o posterior a la emisión del acto, estas no fueron
consideradas, previstas o advertidas al emitirlo, y que, o bien trasuntan su
incompatibilidad con el orden jurídico vigente al tiempo de la emisión del acto, o
bien significan disconformidad de aquel con las actuales exigencias del interés
público.
La extinción lleva consigo la idea de que las causas que la motivan no
fueron previstas al tiempo de emitir el acto; por ello es que la eliminación jurídica
del acto, en ese supuesto, requiere un nuevo pronunciamiento, ya sea de la
propia Administración Pública o del competente órgano jurisdiccional, cuya
finalidad es restablecer el orden jurídico quebrantado por el acto ilegitimo, o
proteger adecuadamente el interés público contrariado por el acto inoportuno.

Extinción del acto es la eliminación que se hace de este del campo


jurídico; cesación de los efectos del acto es la conclusión o terminación de las
consecuencias jurídicas que está encaminado a producir.

La extinción se produce, por ejemplo, por derogación, revocación, -sea


por ilegitimidad o por inoportunidad-, anulación, caducidad, rescisión, renuncia y
rescate.

LA CESACIÓN DE LOS EFECTOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO: es la


expiración o conclusión del contenido del mismo, determinada por circunstancias
normales que fueron previstas o tomadas en consideración al momento de
emitirlo.

La cesación de los efectos del acto, en cambio, lleva implícita la idea de


que las causas que la producen fueron previstas de antemano, al momento de
emitirlo; es algo que ocurre normalmente de acuerdo a lo previsto; por ello es
que la cesación de los efectos no requiere ulterior pronunciamiento, sino que
opera de pleno derecho.

La cesación de los efectos del acto se produce, por ejemplo, por el


agotamiento del contenido u objeto del acto, por la expiración del término
resolutivo, por el cumplimiento de la condición resolutiva, etc.

También podría gustarte