Homosexualidad en La Antigua Grecia
Homosexualidad en La Antigua Grecia
Homosexualidad en La Antigua Grecia
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el mito se está derrumbando
http://europa-soberana.blogia.com/2011/062406--homosexualidad-en-la-antigua-grecia-el-
mito-se-esta-derrumbando.php
Está por todas partes. Se menciona por encima en tertulias televisivas, se escribe en
libros de texto, está en boca de profesores de universidad e Internet lo repite
incesantemente, incluso en la Güiquipedia ―como por ejemplo en este "artículo" (por
llamarlo de alguna manera) sobre la pederastia en Grecia. Todo el mundo lo
parafrasea, se ha convertido en un "meme", un eslogan que las masas repiten sin
pensar, de modo similar al famoso "todos somos iguales". Se han vertido toneladas y
toneladas de basura sobre la historia griega, e innumerables autorzuelos del tres al
cuarto han desarrollado páginas y páginas dando por sentado que la mentira es cierta.
¿A qué nos referimos? A que hoy todo el mundo asume que los antiguos griegos eran
una panda mariconas redomadas. Sin embargo, este dogma no es más que otro
gigante con pies de barro, y aquí será desmenuzado y se demostrará por qué es así.
En otro artículo quedó demostrada la falsedad del mito de que los griegos fuesen
"mediterráneos". En éste nos ocuparemos del mito griego más desafortunadamente
conocido: el mito de que la homosexualidad formaba sistemáticamente parte de la
sociedad griega y de que la pedofilia era una práctica común y socialmente aceptada.
Como se verá, la tesis no es que no existiese homosexualidad entre ellos, sino que la
moral tradicional tenía a los homosexuales mal vistos. También se demostrará que, en
la mayor parte de los casos, existían castigos prescritos por conducta homosexual,
como por ejemplo la pena de muerte, el exilio o la marginación de la vida pública.
Esto va dirigido, ante todo, a quienes algo "no les cuadra" en eso de la
homosexualidad griega y a quienes quieren fundamentar tales sospechas para que
sean algo más que simples sospechas. Efectivamente, hubo homosexuales en Grecia,
pero como se verá,que haya habido homosexuales no significa que haya sido una
"práctica habitual" ni mucho menos que la pedofilia fuese una "institución social", como
han llegado a afirmar disparatadamente algunos autores homosexuales, a quienes
nadie ha arrojado a la cárcel por hacer apología de la pedofilia ―y además sin bases
para ello, difamando y ensuciando gratuitamente la historia de todo un país. Y es que
es detestable que se utilice la mitología de hace milenios para legitimar fenómenos
decadentes de la vida moderna y sólo moderna. Desde arriba, la doctrina oficial del
Sistema pretende presentar a la antigua Grecia como la tierra prometida de los gays,
una suerte de paraíso homo, y eso es demasiado para un amante de Grecia como un
servidor, al cual nadie le puede vender la moto porque conoce bastante bien el
imaginario mitológico de la Hélade, o para muchos griegos modernos, que aborrecen
que otras sociedades decadentes utilicen la historia de su país para justificar sus
propias desviaciones. Como veremos después, la película "Alejandro Magno" se mostró
sólo 4 días en Grecia y fue un fracaso absoluto: los griegos conocen su propia historia
como la palma de su mano, se han leído bien todos los libros (en griego antiguo
inclusive) y saben lo que hay, como para que ahora vengan cuatro escritores
neoyorkinos psicológicamente destrozados, a explicarles cómo era su propio país.
La primera "coincidencia" que clama al cielo y que la gente pasa por alto porque las
masas son demasiado perezosas como para cuestionarse algo salido de la sacrosanta
TV, las infalibles revistas y los libros de texto oficiales, es que casi todos los "expertos"
que han reclamado una extensión endémica de la pedofilia homosexual en Grecia…
fueron o son homosexuales ellos mismos. Esto no es asunto baladí, ya que implica
necesariamente que las perspectivas de tales autores están inevitablemente
influenciadas por sus tendencias personales y por su deseo desesperado de legitimar
su opción sexual minoritaria en un entorno "hostil" (se quiera o no, la mayor parte de
la población es incurablemente heterosexual), cosa que les hace ver homosexualidad
hasta en la reproducción de las amebas.
En sus escritos, dichos autores son prudentes, usando siempre frase cautas y
ambiguas como "parece ser", "es posible", "tiene aspecto de", para crear el margen
necesario en donde maniobrar con su propia visión, tendente siempre a ver fantasmas
y signos homosexuales donde no los hay. Más adelante veremos bien hasta qué punto
tales escritores fuerzan y manipulan las cosas para ver homosexualidad debajo de
cada piedra, pero baste decir de momento que, sin excepción, los "argumentos" que
manejan sólo persuaden a quienes de antemano desean ser persuadidos.
Desde que esos autores escribieron sus teorías, principalmente a finales del Siglo XIX y
luego durante la oleada hippie-izquierdista post-1968 del siglo pasado, nadie ha
aportado nada nuevo, simplemente todas las revistas y todos los tentáculos de los
medios de comunicación, muy volcados en derrocar cualquier cosa "tradicional",
repitieron como discos rayados y parafrasearon lo que dichos autores habían escrito.
Toda la información que plaga Internet, y que se limita a aseverar gratuitamente que
"los griegos eran homosexuales", procede simplemente de gente de pocas luces que se
limita a repetir lo que otros escribieron, y que realmente no llegan a conclusiones por
su propio pie ―o bien proceden de los homosexuales mismos.
• Los griegos, particularmente los de herencia jonia (como los atenienses), quienes
estaban más influidos por las costumbres orientales, tendían a "recluir" mucho a sus
mujeres y apartarlas de la vida pública, suprimiendo la imagen femenina, cosa que fue
bastante bien satirizada por el historiador Indro Montanelli. Esta situación no era
panhelénica, ya que en la Esparta doria las mujeres tenían una libertad realmente
notable, pero, en todo caso, los vínculos personales más fuertes solían darse entre
hombres, como veremos más abajo.
• Los vocablos griegos para designar al maestro iniciador y al joven iniciado que
aspiraba a convertirse en hombre, eran respectivamente erastes y eromenos, lo cual,
traducido literalmente, sería algo así como "amante" y "amado". Sin embargo, como
veremos enseguida, la mentalidad de la Antigüedad distinguía claramente entre el
amor carnal y el amor platónico, y estas relaciones estaban fundamentadas en el
segundo, considerado más elevado, más desinteresado, disociado de lo carnal, y más
capaz de inculcar virtud y sabiduría. Y es que en Grecia se pensaba que un hombre
joven necesitaba la tutela y el consejo de uno mayor para llegar a ser sabio en la vida
o excelso en el deporte, en la caza y en el combate.
Si existía un lugar donde la conducta disonante del sodomita estaba mal vista, era sin duda en las
asociaciones de cazadores y soldados del pasado remoto (llamadas männerbunden en alemán),
donde el trabajo en equipo, la hermandad, el deber y la camaradería del honor predominaban
sobre los instintos individuales, los cuales se descargaban en combate o con mujeres, a menudo
capturadas y tomadas por la fuerza. El mejor documento para familiarizarse con la mentalidad, la
psicología y el modo de vida de una männerbund del pasado, es sin duda la "Ilíada" de Homero,
gran epopeya por excelencia del mundo griego, y donde se relatan tradiciones que se remontan al
mismísimo Paleolítico.
Como ya se ha dejado claro, este artículo no tiene por objetivo negar que existía
homosexualidad en Grecia (si se promulgaron leyes en su contra, es porque se dieron
casos), ni que todos los factores expuestos se prestaban a devenir con el paso de los
siglos ―especialmente bajo condiciones de decadencia y olvido de la tradición
ancestral―, en relaciones sexuales entre hombres. Lo que sí se niega en este artículo
es que estas relaciones fuesen endémicas, normales y socialmente aceptadas y
"reguladas", o que tuviesen nada que ver con la tradición helénica originaria.
- Euryproktos: culo abierto.
- Lakkoproktos: culo de pozo.
- Arsenokoitai: homosexual activo.
- Marikas: el que salta arriba y abajo.
Cuando Zeus creó al ser humano y a sus propiedades del alma, las introdujo en cada
ser humano. Sin embargo, dejó fuera a la VERGÜENZA (Aidós, reverencia, respeto,
pudor, modestia). Puesto que no sabía dónde insertarla, ordenó que fuese insertada en
el ano. La Vergüenza, sin embargo, se quejó de esto y se molestó, considerando que la
petición de Zeus estaba por debajo de su dignidad. Puesto que se quejaba
profusamente, la Vergüenza dijo: "accederé a ser insertada de este modo, sólo a
condición de que, cuando entre algo después de mi, yo saldré
inmediatamente". (Esopo, "Fábulas", 528).
De este mito se deduce que, según la mentalidad tradicional griega, el sexo anal
implica, a la vez, desvergonzarse (el pudor era considerado virtud en Grecia) y
esparcir la vergüenza alrededor de uno.
Otro asunto aparte es que, en una cultura europea pagana donde cada actividad, cada
oficio, cada momento de la vida, tiene su propio dios "patrón" o protector, uno
esperaría encontrar ―particularmente en una sociedad donde supuestamente la
homosexualidad campa a sus anchas―, una divinidad, un numen o un espíritu de
algún tipo, que se ocupase de la homosexualidad, y no lo hay. O mejor dicho, sí lo
hay: se trata de los sátiros, daimones degenerados que llevaban al cabo todas las
perversiones imaginables para la mente humana, y que en Grecia no gozaban
precisamente de buena fama. Pero esto se tratará más adelante. Por otro lado, en una
civilización que concede estatus "regular" a la homosexualidad, y que la favorece por
encima de la heterosexualidad, uno esperaría que el erotismo estuviese personificado
en una divinidad representada por un muchacho joven, pero la realidad, de nuevo, no
es tal: la diosa del amor, la traedora de Eros y de todas aquellas cosas que hacen
perder la cabeza a los hombres, es Afrodita, el arquetipo de la hembra alfa.
Afrodita.
Layo (del griego Λάϊος o "zurdo"), era del linaje real de la ciudad de Tebas, pero
cuando le correspondió ocupar el trono, sus primos lo usurparon y tuvo que exiliarse a
Pisa, donde el rey Pélope (de cuyo nombre procede "Peloponeso") lo acogió como
huésped. Pélope quiso que Layo le enseñase a su hijo Crisipo a conducir caballos, con
lo cual le "asigna" al niño para formar una pareja maestro-alumno. Sin embargo, Layo
profana la sacralidad y el carácter platónico de esa relación y abusa sexualmente del
pobre chaval. Éste, por pura vergüenza (recordemos a Aidós) se termina suicidando.
La inaudita transgresión de Layo acarrea sobre él la venganza divina y, del mismo
modo que Aidós había hecho que Crisispo se suicidase, Némesis, acompañante
de Aidós, se ocupará de castigar el pecado de Layo. Los dioses traman un plan para
canalizar su cólera ante el crimen, a la vez que dan ejemplo para el resto de los
mortales, castigando la perversión y maldiciendo a todo el linaje de Layo hasta que
desaparezca en un baño de sangre.
La maldición comienza cuando los dioses mandan la Esfinge a Tebas. Este ser, con
cuerpo de león, cabeza de mujer y alas de pájaro, se dedica a sembrar el terror por los
campos tebanos, destruyendo las cosechas y estrangulando a todos los que son
incapaces de resolver sus acertijos. Layo se termina casando con Yocasta, pero el
oráculo de Delfos le advierte de que no tenga progenie, porque sería un varón, mataría
a su padre y se casaría con su madre. Moira (el destino) no se puede evitar, así que la
profecía se cumple: Edipo, quien había sido mandado lejos de su familia, mata a su
padre sin saber quién era y, por haber salvado a Tebas de la esfinge, se casa con su
madre, la reina Yocasta, haciéndose rey de Tebas hasta que, cuando finalmente se
conocen los hechos, por vergüenza (Aidós y Némesis entran en acción), Yocasta se
ahorca y Edipo se saca los ojos. En cuanto a los hijos que habían nacido de este
casamiento incestuoso, dos de ellos, Etéocles y Polínices, se matan en combate el uno
al otro, mientras que las hijas, Antígona e Ismele, son condenadas a muerte. La
justicia está servida, por culpa de lo que Layo, su malvado abuelo, había hecho.
La Esfinge y Edipo. Aunque tuvo éxito acabando con el monstruo y entronizándose como rey de
Tebas, el héroe Edipo, por ser el hijo del kinaidos Layo, estaba maldecido por los dioses, y cuando
supo que había matado a su padre y se había casado con su madre teniendo hijos con ella (algo así
como el sacrilegio oHubris absoluto), se sacó los ojos.
Cuando pensamos que este mito era una tradición pasada oralmente de generación a
generación, y representada teatralmente año tras año en una civilización que concedía
extrema importancia al estar en paz con los dioses, resulta difícil pensar que los
griegos ―particularmente los tebanos, en cuya polis había tenido lugar el mito de
Layo― se hiciesen kinaidos a escala masiva así como así, que es lo que pretenden dar
a entender los adoctrinadores oficiales del Sistema actual.
Por esa razón, deberíamos ahora dirigir nuestra atención hacia la Banda Sagrada, un
cuerpo de élite del ejército tebano formado por Epaminondas o Górgidas en el 378
AEC, que acabaría derrotando y ocupando la misma Esparta, y que, según ciertos
autores, estaba formada por 150 "parejas homosexuales". Se cree que existe una
alusión a la Banda Sagrada en el "Banquete" de Platón (178e), cuando se habla de la
conveniencia de tener "un ejército de amantes y amados". Si examinamos la fuente
original de la frase, nos encontramos con el griego "genesthai e stratopedon eraston te
kai paidikon", en la que la palabra eromenos (muerdealmohadas según los escritores
homosexuales modernos, alumno según el sentido común de cualquier persona normal
que haya leído literatura griega) no aparece por ningún lado, sino que
aparece paidikon, es decir, "muchacho". Lo que los pseudoexpertos han fallado en
mencionar es que la innovación de Epaminondas consistió en modificar las tácticas de
combate de su ejército. Antaño, los jóvenes (alumnos, fuerza, impulso) eran la línea
frontal, y los veteranos (tutores, sabiduría, experiencia) la línea trasera. Lo que hizo
Epaminondas fue mezclarlos por igual en todas las líneas, combinando a partes iguales
la veteranía con el arrojo. Por lo demás, como en tantos otros casos, no existe
absolutamente nada, salvo la mente de cada cual, que muestre homosexualidad en
estas "parejas", que se equiparan con el binomio de combate de la Infantería Ligera de
nuestros días, o con la ya mencionada institución de maestro-alumno, de carácter
platónico.
Como confirmación, el año 338 AEC, tras la Batalla de Queronea, en la que aplastó la
resistencia griega a su invasión, el rey Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno,
contemplaba sobre los campos los cuerpos sin vida de soldados tebanos que habían
luchado heroicamente hasta la muerte. Tras mirarlos largo tiempo, exclamó "¡Que
perezcan miserablemente quienes piensen que estos hombres hicieron o sufrieron
cualquier cosa vergonzosa!".
Otra cita referente al caso de Layo la tenemos en las "Leyes" de Platón (836c), cuando
el anciano ateniense, representante de las opiniones platónicas, habla de "la
costumbre que estaba vigente antes de Layo y dice que es correcto no mantener
relaciones carnales con jóvenes varones como si fueran mujeres, apoyándose en el
testimonio de la naturaleza de los animales y mostrando que el macho no toca al
macho con este fin porque eso no se adecua a la Naturaleza". Layo sería visto
aquí, pues, como el que transtornó la ley natural contraviniendo a los dioses. El
ateniense defiende la idea de que la ley no debe ser benevolente para con la
homosexualidad, ya que ésta no inculca autocontrol en el alma del "activo" (a quien se
acusa de lascivia) ni valor en el alma del "pasivo" (a quien se acusa de imitar
antinaturalmente el papel femenino).
En este apartado veremos una serie de citas que atestiguan una clara homofobia,
certificando que hubo Estados griegos, y de los más importantes, que prohibieron la
homosexualidad con penas durísimas, y que en tal caso, mal se puede hablar de que la
homosexualidad estaba "comúnmente aceptada", que constituía una "institución social"
o que Grecia era una inmensa Chueca, que es lo que nos hacen creer hoy en día el
Sistema Educativo y los Medios de Comunicación.
- entrar en los límites de un espacio que ha sido purificado para la congregación del
Pueblo
El discurso de Esquines toma tintes cada vez más "ultraderechistas" cuando invita a los
jueces a recordar a sus antepasados atenienses, "severos hacia toda conducta
vergonzosa", y que consideraban "preciada" la "pureza de sus hijos y sus
conciudadanos". Asimismo, elogia las radicales medidas espartanas contra la
homosexualidad, mencionando el dicho según el cual "es bueno imitar la virtud,
aunque sea en un extranjero".
Esquines, uno de los Diez Oradores Áticos.
Demóstenes.
Entrando ya en materia, abrimos las "Leyes" de Platón para encontrarnos con esto:
Cuando el varón se une con la mujer para procrear, el placer experimentado se supone
debido a la naturaleza [kata physin],pero es contrario a la naturaleza [para
physin] cuando un varón se aparea con un varón, o una mujer con una mujer, y
aquellos culpables de tales enormidades están impulsados por su esclavitud al placer.
Todos censuramos a los cretenses por haber inventado el mito de Ganímedes. (636c).
Más adelante, el anciano ateniense da dos posibles opciones para una legislación en
sentido sexual:
Podríamos forzar una de dos en las prácticas amatorias: o que nadie ose tocar ninguna
persona nacida de los nobles y libres excepto el marido a su propia esposa, ni a
sembrar ninguna semilla profana o bastarda en concubinato, ni, contra la
naturaleza, semilla estéril en varones ―o deberíamos extirpar totalmente el
amor por varones. (841ce).
En "Fedro", Platón habla sobre cómo los homosexuales deben temer que se les
descubra, cosa que no sería lo normal en una sociedad donde la homosexualidad es
una "institución social", como declaran los ilusos autores homosexuales que hemos
visto:
Tenéis miedo de la opinión pública, y teméis que si la gente se entera [de vuestro
asunto amoroso], seréis repudiados. (231e).
Puesto que una cosa no puede nacer de una sola fuente, a cada especie ella [la "madre
primordial"] la ha dotado de dos géneros, el macho, a quien ha dado el principio de la
semilla, y la hembra, a la que ha moldeado como recipiente para dicha semilla. Ella los
junta por medio del deseo, y une a ambos de acuerdo con la saludable necesidad, para
que, permaneciendo en sus límites naturales, la mujer no pretenda haberse convertido
en hombre, ni el hombre devenga indecentemente afeminado. Es así como las uniones
de hombres con mujeres han perpetuado la raza humana hasta el día de hoy… (19).
Gea (o Gaya) era la equivalente griega de la Terra (o Tellus) romana y la Erda germánica, y
consorte de Urano, el gran progenitor celeste. Se la relacionaba con el matrimonio, los embarazos y
la fertilidad de las mujeres. Seguramente Luciano de Samóstata se refiere a ella cuando habla de
una "madre primordial".
Sin embargo, toda la homofobia que hemos visto en este apartado palidece ante las
leyes de la que era, con diferencia, la más homófoba y religiosa de todas
las polis griegas.
ESPARTA
Las disposiciones espartanas sobre los placeres me parecen ser las más
bellas existentes entre los hombres.
(Megilo, en las "Leyes" de Platón, 637a).
El ritmo de vida que llevaba el varón espartano era de una intensidad como para matar
a una manada de rinocerontes, y ni siquiera las mujeres de Esparta hubiesen podido
soportarlo. Así pues, el mundo de la milicia espartana era en sí mismo todo un
universo —un universo de hombres. Por otro lado, la intensa relación afectiva, el culto
a la virilidad y la camaradería que se daba entre los componentes del binomio, entre
maestro-alumno, en la falange de combate y en toda la sociedad —y que los débiles de
nuestros tiempos no entienden ni podrán entender jamás—, sirvió para alimentar en
nuestros días el falso mito de la homosexualidad. Y esto a pesar de que los
componentes del binomio eran considerados hermanos, pues a cada espartano le
habían inculcado que cada varón de su generación era hermano suyo.
Aquí hemos visto que tal relación entre hombre y adolescente en Esparta era del tipo
maestro-alumno, fundada en el respeto y la admiración, y constituía
un entrenamiento, un modo de aprender, una instrucción a su manera. La sacralidad
de la relación maestro-alumno o instructor-aspirante, ha sido impugnada por el
Sistema desde hace tiempo, igual que la camaradería. Y sin embargo, ambos tipos de
relaciones son el fundamento de la unidad de los ejércitos. Hoy en día, los niños crecen
a la sombra de la influencia femenina de las maestras, incluso hasta la adolescencia.
Es difícil saber hasta qué punto la falta de influencia masculina limita sus voluntades y
sus ambiciones, convirtiéndoles en seres mansos, maleables y manipulables, que es lo
que al Sistema le conviene.
Otros hablaron sobre la institución espartana del amor de maestro a discípulo, pero
siempre dejaron claro que este amor era "casto". El romano Aelio dijo que si dos
hombres espartanos "sucumbían a la tentación y se permitían relaciones
carnales,debían redimir la afrenta al honor de Esparta yéndose al exilio o
acabando sus propias vidas". Lo cual significaba básicamente que la pena por
homosexualidad en Esparta era la muerte o el exilio (considerado en aquellos
tiempos peor que la misma muerte).
SUPUESTAS PAREJAS HOMOSEXUALES Y EJEMPLOS EN
LA MITOLOGÍA E HISTORIA DE GRECIA
Aquiles y Patroclo
Aquiles y Patroclo acaso son la "pareja homosexual" más conocida del mundo griego.
Según las presiones del lobby gay estadounidense, estos dos hombres eran amantes
homosexuales, y por tanto, sin ningún tipo de duda, se acostaban juntos y practicaban
el noble, puro y respetable arte de hacer cola-cao.
Pues bien: una vez más creo que lo mejor será, como personas letradas y preocupadas
que somos, comprobarlo de primera mano, remontándonos a las siempre verídicas y
siempre respetables fuentes originales, escritas no por los mencionados homosexuales
de Nueva York, sino por los griegos de la antigüedad. ¿Y qué mejor fuente que la
mismísima "Ilíada" donde se narra la cólera de Aquiles contra Agamenón, por haberle
robado éste a Briseida, su esclava favorita (cólera poco propia de un homosexual,
ciertamente)? Veamos pues, sin más dilación, qué tiene que decirnos la "Ilíada" acerca
de la "homosexualidad" de Aquiles y Patroclo. Nos vamos al Canto IX de susodicha
obra.
Aquiles durmió en lo más retirado de la sólida tienda con una mujer que
trajera de Lesbos: con Diomeda, hija de Forbante, la de hermosas mejillas. Y
Patroclo se acostó junto a la pared opuesta, teniendo a su lado a Ifis, la de
bella cintura, que le regalara Aquiles al tomar la excelsa Esciro, ciudad de Enieo. (657-
668).
Después de leer "estas aladas palabras", nosotros, "con torva faz", les preguntamos a
todos los que defienden la supuesta homosexualidad de Aquiles y Patroclo sin más
prueba que sus propios delirios: ¿dónde, oh dónde, veis homosexualidad, almas
cándidas? Si Aquiles y Patroclo eran amantes, ¿por qué se acuestan cada uno en el
lado opuesto de la tienda… con una mujer cada uno? ¿Es que no deberían acostarse
entre ellos? ¿Dónde veis que el "amor" de Aquiles y Patroclo sea algo sexual, más allá
de una intensa amistad o amor platónico entre hermanos de armas?
Eso por no mencionar que el comportamiento de Aquiles en toda la saga de Troya es,
hablando en plata, de macho alfa al cuadrado.Se precia de haber tomado, arrasado y
saqueado numerosas ciudades, de matar a infinidad de hombres y de esclavizar y
poseer a sus mujeres y a sus hijas. Monta en cólera cuando Agamenón se apropia de
Briseida, su esclava favorita, y cuando los aqueos quieren que Aquiles vuelva a la
lucha, no le tientan con jóvenes efebos (cosa que sería lo normal para un hombre que
"se casa para procrear pero se lía con hombres para divertirse", como reclaman los
homosexuales), sino con infinidad de esclavas hermosas, vírgenes y "expertas en
intachables labores", además de otra serie de presentes materiales de gran valor que
no vienen al caso. Patroclo, mayor que él, y más prudente que él, es meramente su
maestro y su iniciador además de su amigo, y la actitud que tiene con Aquiles es como
la de un hermano mayor. La intensidad de las aventuras vividas en torno a la guerra
había forjado entre ellos un vínculo de camaradería y amistad especialmente intenso,
cosa que queda muy clara cuando, a la muerte de Patroclo a manos del héroe troyano
Héctor, Aquiles se hunde en la más tremenda desesperación. Se alega que la reacción
de Aquiles es demasiado fuerte como para que se tratase de una relación de mera
hermandad, pero más adelante en la "Ilíada", el rey Príamo coge tan tremenda
aflicción cuando su hijo Héctor cae bajo la lanza de Aquiles, que se revuelca en los
excrementos de los animales, cosa que demuestra cómo para los griegos el amor
erótico nada tenía que ver con la desesperación por la pérdida de un ser querido.
Se ve, en fin, que el ejemplo de Aquiles y Patroclo representa muy bien la imbecilidad
generalizada en nuestra sociedad, y cómo los medios de comunicación y el lobby gay
de Estados Unidos le toman el pelo descaradamente a la inculta y mal informada
opinión pública occidental, abusando de ella mediante la práctica de la mentira.
Zeus y Ganímedes
Según ciertos círculos, Zeus y Ganímedes son otra de las "parejas homosexuales por
excelencia" del panorama olímpico. Veamos el mito detenidamente.
Ganímedes era un príncipe troyano que, recién salido de la adolescencia, vivía una
transitoria etapa de cazador-recolector en un entorno salvaje, cosa común en la Grecia
tradicional (Esparta también tenía esta costumbre) como ritual de tránsito para marcar
la llegada de la hombría. Impresionado por su porte, Zeus se convierte en águila y lo
rapta en el monte Ida, llevándolo al Olimpo para ser el copero de los dioses.
No.
"Copero", como su propio nombre apropiadamente indica, significa el que sirve las
copas. Y sólo a un iluso se le podría ocurrir que los dioses y diosas hubieran querido
que un feo les repartiese el néctar. Que los dioses buscasen a un "camarero" lo más
físicamente bello es bastante comprensible, ya que no eran los dueños de un tugurio
barato, sino los reyes supremos del mismísimo Olimpo, y debemos recordar que, de
todos los pueblos habidos, los griegos fueron con diferencia los que le concedían mayor
importancia a la belleza física, relacionándola inevitablemente con la divinidad ―por lo
cual el joven más bello del mundo debía, por fuerza, ascender a la patria de los dioses
y ser inmortal a su lado como uno más [2].
Lo que se pretende dejar claro con esto es que los autores que le colocan rápidamente
la etiqueta de homosexual al mito de Ganímedes desde su apartamento urbano
sofisticado y del Siglo XXI, están incurriendo en un error garrafal: juzgar un mito que
tiene milenios de antigüedad siquiendo patrones psicológicos de la mentalidad
moderna.
... y éste dio el ser a tres hijos irreprensibles: Ilo, Asáraco y el deiforme Ganímedes, el
más hermoso de los hombres, a quien arrebataron los dioses a causa de su belleza
para que escanciara el néctar a Zeus y viviera con los inmortales. ("Ilíada")
Así, el prudente Zeus robó al rubio Ganímedes por su belleza, para que estuviera entre
los inmortales y en la morada de Zeus escanciara a los dioses, ¡cosa admirable de ver!
Ahora, honrado por los inmortales, saca el dulce néctar de una cratera de oro. ("Himno
a Afrodita").
Que levante la mano el que, en vez de leer "escanciar néctar" y "sacar néctar de una
crátera de oro", haya leído "poner el culo en pompa y untarse de vaselina para dejarse
porculizar por todo el Olimpo". ¿Dónde, pues, están las señales de homosexualidad en
este mito? En la mente de quienes se lo inventaron de la nada, y de quienes se han
tragado la mentira a pies juntillas y sin hacer preguntas. Repito: Zeus lo
hace copero, es decir, quien sirve las copas. Yo no he visto en el mito que Zeus
cohabitase con él carnalmente ni una sola vez, ni que lo viole, ni que le acose, ni que
se le caiga el jabón, ni que le ordene agarrarse los tobillos o subirse los calcetines, ni
que lo mande rezar cara a La Meca, ni absolutamente nada por el estilo.
Los habrá que contesten, para justificarse o para darse importancia, que las señales
están "ocultas" y "en clave simbólica". Es bien sabido que a los homosexuales les
encanta la ambigüedad, puesto que enciende su imaginación ―pero la realidad es que
la mitología griega es totalmente explícita cuando habla de estos temas: suele
hablarse de "poseer", "subir al lecho", "unirse en el amor", etc., y cuando hay alguna
duda, el hecho de que se hayan engendrado hijos la despeja de modo definitivo. En
esta leyenda, como en tantos otros supuestos "mitos homosexuales" no tenemos
absolutamente nada por el estilo. ¿Por qué iban los autores de tales mitos a cubrirlos
de ambigüedad, y más si procedían de una sociedad en la que la homosexualidad "se
aceptaba y se daba por hecho"? La respuesta es que la homosexualidad pedofílica está
sólo en la imaginación de algunos de los homosexuales que han leído tales mitos, y
que, subvencionados por el sistema oficial y apoyados incondicionalmente por su
ejército de críticos literarios neoyorkinos, se han dedicado a difundirlo de un modo tan
virulento que ahora cualquier persona sin criterio propio lo toma como una verdad.
Pues bien: debido a esto, y a pesar de la apabullante falta de evidencia de que Zeus en
cualquier momento tuviera sexo anal con Ganímedes, una búsqueda rápida en Google
revelará docenas de páginas que hablan de "homosexualidad", "mito pederástico", etc.
Asimismo, cualquiera que entre en Wikipedia verá cómo algún homosexual se ha
sacado de la chistera que Ganímedes "fue hecho amante de Zeus", sin más evidencia
para ello que sus propias suposiciones, influenciadas inevitablemente por su
orientación sexual minoritaria y su deseo de dar legitimidad histórica a algo que nunca
la tuvo.
Por lo demás, y como veremos enseguida, Zeus es un dios que rapta, viola, se enrolla,
etc., con docenas, por no decir cientos y miles (en la "Ilíada" casi da la sensación de
que hay pocos soldados, reyes y héroes que no desciendan de él) de diosas y mujeres
mortales, tras convertirse en toro, cisne, lluvia, rayo de sol, etc. En cada caso, acarrea
los celos y la ira de Hera, su esposa, diosa del matrimonio monogámico que parece
estar en conflicto con los insaciables impulsos poligámicos del omnipotente padre
celeste procreador, cuyo comportamiento puede describirse quizás como
"extremadamente heterosexual" o "de macho alfa".
Apolo y Jacinto
En la mitología griega, Jacinto era un bello y fuerte príncipe espartano al que el dios
Apolo había tomado bajo su protección para enseñarle a convertirse en un hombre.
Según Filóstrato, Apolo enseñó a Jacinto a tirar con arco, a tocar la lira, a moverse y
sobrevivir en bosques y montañas, y a destacar en las diversas disciplinas deportivas y
gimnásticas, con lo cual queda claro su papel de maestro e iniciador, no sólo de
Jacinto, sino de toda Esparta, ya que Jacinto fue transmitiendo a su vez los
conocimientos adquiridos del dios a sus compatriotas. Durante una de estas prácticas,
el dios y el muchacho estaban turnándose en el lanzamiento de disco. En un momento
dado, Apolo lo lanzó demasiado fuerte y Jacinto, para impresionarlo, intentó atraparlo,
pero al caer del cielo, el disco rebotó contra el suelo, lo alcanzó en la cabeza y lo mató.
Apolo, afligido, no permitió que Hades reclamase al chaval, y con su sangre, creó la
flor del jacinto.
Pues bien, para una mente homosexual, el mito de Jacinto no sólo demuestra
irrefutablemente homosexualidad pederástica y relaciones sexuales anales, sino que
demuestra también que toda Esparta practicaba la pedofilia homosexual… ¡sólo porque
la festividad de de Jacinto era importante en Esparta! [3] Como ya hemos visto,
Esparta estaba lejos de ser un paraíso del arco iris y, además, el comportamiento de
Apolo en la mitología griega es sin duda "poco gay" (entre otras cosas, es el dios que
maldice alkinaidos Layo a instancias de Pélope), como veremos más adelante.
Una versión alternativa explica que Céfiro, el viento del Oeste, bajó desde el Taigeto
(el monte desde el cual los espartanos practicaban su eugenesia arrojando al vacío a
todos los bebés que no eran sanos y fuertes) y desvió el disco por celos hacia Jacinto.
Sin embargo, una vez más, no encontramos connotaciones eróticas por ningún sitio,
como sí las encontramos en las relaciones entre Céfiro y la diosa Iris, de cuya unión
nació precisamente Eros (según Alceo).
"Apolo y Dafne", de Arno Brekker. Según la mitología griega, Apolo presumió en una ocasión de ser
mejor arquero que Cupido (el famoso "angelito" que hiere a los mortales con el flechazo del amor a
primera vista). Como venganza, Cupido le disparó a Apolo un dardo que lo llenó de amor hacia una
ninfa de los árboles llamada Dafne. Pero a ella la hirió con una flecha de punta de plomo, que le
provocó desprecio y una profunda repugnancia hacia el dios. Apolo, desesperado, la persiguió
(conducta acaso poco propia de un homosexual), mientras que Dafne huyó despavorida.
Implorando la ayuda de un dios, Dafne se convirtió en laurel en el mismo instante en el que Apolo
la alcanzaba. Aunque algunos homosexuales acorralados dirán que se trata de una parábola sobre
el "desencanto para con el sexo opuesto", la realidad es que Apolo abrazó el árbol y, llorando, dijo
"Dafne, mi primer amor", desde lo cual el laurel fue sagrado para él.
Alejandro Magno es una figura manipulada hasta extremos inverosímiles. Los judíos
reclamando que se postró en el templo de Salomón, la ex-república yugoslava de
Macedonia afirmando que era eslavo y ahora los homosexuales reivindicándolo como
uno de su secta. Por ello no es de extrañar que cuando salió la película Alejandro
Magno en el 2004, un grupo de 25 abogados griegos amenazasen con denunciar a la
Warner Bross y a Oliver Stone (el director de la película, hijo de un agente de bolsa
judío de Nueva York) por distorsionar la historia a su conveniencia. En Grecia, la
película estuvo en taquilla sólo 4 días y fue un completo fracaso.
Antes que nada, es preciso recordar que los hechos sobre Alejandro Magno que han
llegado hasta nuestros días, fueron escritos siglos después de muerto, y que por ello
han de ser leídos con cautela. Sin embargo, como siempre, tenemos suficientes
evidencias como para no tener que tragarnos lo que nos diga sobre un emperador
macedonio el hijo de un capitalista judío de Nueva York. Así, todas las fuentes
coinciden en describir a Alejandro Magno como un hombre muy contenido
sexualmente, y en modo alguno promiscuo. De hecho, Plutarco ("Vida de Alejandro")
nos explica cómo Alejandro se ofende cuando un comerciante le ofrece dos muchachos
jóvenes:
Escribióle en una ocasión Filóxeno, general de la armada naval, hallarse a sus órdenes
un tarentino llamado Teodoro, que tenía de venta dos mozuelos de una belleza
sobresaliente, preguntándole si los compraría. Alejandro se ofendió tanto ante la
proposición, que exclamó muchas veces ante sus amigos en tono de pregunta: "¿Qué
puede haber visto en mí Filóxeno de indecente y deshonesto para hacerse corredor de
semejante mercadería?" E inmediatamente le respondió, con muchas injurias, que
mandase al mercader tarentino al diablo, y su mercancía con él. Del mismo modo
arremetió con severidad contra un joven llamado Hagnón, que le había escrito que
quería comprar un muchacho llamado Cróbulo, famoso en la ciudad de Corinto por su
belleza. (Plutarco, "Vida de Alejandro", XXII).
Plutarco nos describe cómo Bagoas ganó un concurso de danza y baile, y cómo las
tropas macedonias aclamaron pidiendo que Alejandro besase al muchacho (en la
mejilla, nada que ver con el morreo hollywoodiense que nos quieren vender), a lo que
el emperador accedió. Para empezar, hay que dejar claro que este incidente tuvo lugar
tras cruzar el desierto de Gedrosia, y que todos los presentes en la ceremonia, Bagoas
incluido, eran supervivientes de esa marcha, con lo cual resulta normal esperar que los
soldados pidiesen una señal de respeto hacia el muchacho cuando éste ganó el
concurso. Pero lo más importante es el significado del beso. A lo largo y ancho del
mundo, y ya no digamos a lo largo de la Historia, los besos han tenido significados de
diversa índole. En Japón tradicionalmente el beso sólo era cosa de madre a hijo,
mientras que en Occidente, el beso ha tenido connotaciones ceremoniales y públicas
como saludo o como señal de respeto, por ejemplo, en Roma (besos en manos, mejilla
o labios) o en el primer cristianismo, en el que los fieles se besaban en la mejilla. En la
antigua Persia, donde se encontraba Alejandro Magno, los hombres de rango similar se
daban un beso en los labios, mientras que si había una diferencia de rango, el beso era
en la mejilla. Sencillamente, lo que para nuestro contexto social es "una mariconada",
en el suyo no lo era, y una vez más, no podemos juzgar una costumbre antigua ni
sacar conclusiones de ella ("eran homosexuales") a base de razonar según los
patrones psicológicos de una mentalidad moderna. Por lo demás, para sonsacar una
relación sexual de un simple beso en la mejilla hay que echarle bastante fe,
especialmente si es la única evidencia que se tiene.
Alejandro Magno.
• Zeus - Hera, Leto, Deméter, Dione, Eris, Maya, Metis, Mnemósine, Selene, Temis,
Europa, Alcmena, Dánae, Antíope, Calisto, Carme, Egina, Elara, Electra, Eurínome,
Himalia, Ío, Lamia, Laodamía, Leda, Mera, Níobe, Olimpia, Pluto, Pirra, Táigete, Talía,
Yodama, muchas más anónimas.
A diferencia del Marte romano, el Ares griego no era un dios de la virtud militar ni del frío valor del
soldado, sino el dios de la carnicería, la matanza, la fuerza bruta, el saqueo, la rapiña y la violación,
el dios de perder el control y buscar la confrontación ―en suma, el dios de la violencia pura, de una
forma de guerra primitiva y barbárica. Sus epítetos ("estrago de mortales", "manos
ensangrentadas", "salteador de murallas", "homicida", "impetuoso", "brutal") hablan por sí solos.
Significativamente, la única pareja capaz de equilibrar su ardor es Afrodita, la otra cara de la
moneda. En la imagen, el llamado Ares de Ludovisi.
• Poseidón - Agameda, Álope, Amimone, Anfítrite, Arne, Astipalea, Calírroe,
Calquinia, Cánace, Celeno, Ceróesa, Ciona, Clito, Cloris, Córcira, Deméter, Etra,
Euríale, Eurínome, Europa, Gea, Halia, Hipótoe, Ifimedia, Libia, Melia, Medusa,
Melantea, Mitilene, Peribea, Quíone, Salamina, Satiria, Toosa, Tiro, más anónimas.
• Apolo - Acanta, Arsínoe, Casandra, Calíope, Cirene, Corinis, Dafne, Dríope, Etusa,
Hécuba, Leucótoe, Manto, Psámate, Quíone, Reo, Sinope, Terpsícore, Urania.
Urania, una musa de la astrología y de las matemáticas, fue amante de Apolo, con quien engendró
a Lino, un magnífico músico que le enseñó a Heracles a tocar la lira. (Desafortunadamente para él,
Heracles era un alumno indisciplinado que tenía mejores cosas que hacer ―como dejar preñadas a
las 50 doncellas téspides―, y mató a Lino golpeándole con una lira cuando éste lo reprendió). En el
"Banquete" de Platón, algunos relacionan a "Afrodita Urania" (la que nació de la fuerza reproductiva
de Urano vertida sobre el mar, diferenciada de la que nació de la unión de Zeus y Dione según otra
versión) con el amor hacia lo masculino, especificando claramente que era un amor "por el alma" y
que, además, era "libre de violencia". Esto excluiría una penetración fálica lujuriosa por un orificio
como el ano, diseñado por la Naturaleza para evacuar desechos tóxicos e infecciosos, y residencia,
según la moral helénica, de Aidós ―la vergüenza. Afrodita Urania sería, en suma, lo que
entendemos por "amor platónico".
• Teseo - Perigune (hija del bandido Sinis), Ariadna, Fedra (su hermana), Antíope
(una amazona).
• Perseo - Andrómeda.
• Peleo - Tetis.
… y muchos, muchos más. Se me dirá que algunos de estos dioses y héroes tuvieron
"amantes masculinos". Pido evidencias. Las mujeres mencionadas fueron físicamente
poseídas en acto carnal por el dios o héroe correspondiente, y muchas de ellas
engendraron hijos. Quiero evidencias en la mitología griega originaria, de que los
dioses o héroes mantuvieron relaciones con varones que supusieran un paso más allá
de una excelente amistad, camaradería o hermandad. Quiero "pruebas" de que Zeus
poseyese sexualmente a Ganímedes, o de que Aquiles mantuviese sexo anal con
Patroclo. [4]
Como ya hemos visto, esas pruebas no existen. Los famosos "amantes" son
simplemente buenos amigos, unidos con vínculos muy fuertes de admiración, por
experiencias profundas en combate o en aventuras, o por otros asuntos que nada
tienen que ver con el amor erótico ―sino, a lo sumo, con el amor platónico―, y no hay
absolutamente ninguna evidencia ni tan siquiera para suponer que había algo sexual
de por medio, sino de que se trataba de un amor prácticamente equiparable al que
media entre buenos hermanos.
En otra cita, reflexiona sobre por qué la relación de maestro y alumno es necesaria y
beneficiosa y no debería abolirse, diciendo que"uno puede contribuir en cuanto a
inteligencia y virtud en general y el otro necesita hacer adquisiciones en cuanto a
educación y saber en general". (Pausanias, 184d-e). En este caso, como en el
espartano, se está hablando de una relación con vistas al perfeccionamiento personal y
al "entrenamiento", en la que la sabiduría de un hombre maduro ayuda a un muchacho
a convertirse en hombre y en la que, de nuevo, la interacción entre soplanucas y
muerdealmohadas brilla por su ausencia.
Después de estas citas bastante vagas, entra en escena Aristófanes, un personaje que
no debería caer bien al buen platónico, ya que en el diálogo de la "Nube", se burla
abiertamente de Sócrates, y en el "Banquete", muestra una conducta excéntrica que
acaso fue introducida por Platón como señal para dar a entender al lector que el punto
de vista expresado por él no merece reverencia. Así, podemos leer:
…me dijo Aristodemo que debía hablar Aristófanes, pero que al sobrevenirle
casualmente un hipo, bien por exceso de comida o por alguna otra causa, y no poder
hablar, le dijo al médico Erixímaco, que estaba reclinado en el asiento de al lado:
―Erixímaco, justo es que me quites el hipo o hables por mí hasta que se me pase.
Y Erixímaco le respondió:
―Pues haré las dos cosas. Hablaré, en efecto, en tu lugar y tú, cuando se te haya
pasado, en el mío. Pero mientras hablo, posiblemente reteniendo la respiración mucho
tiempo se te quiera pasar el hipo; en caso contrario, haz gárgaras con agua. Pero si es
realmente muy fuerte, coge algo con lo que puedas irritar la nariz y estornuda. Si
haces esto una o dos veces, por muy fuerte que sea, se te pasará. (185c-d-e).
Es tal el desconcierto que este pasaje siembra, que no pocos ríos de tinta han corrido
especulando sobre su significado. Y es que la presentación que se hace de Aristófanes,
que no puede hablar a causa de su hipo y debe cederle el turno a Erixímaco hasta que
se le pase, es dudosa y algo cómica, por no hablar de que, en un acto ritualizado como
lo era un diálogo filosófico, en el que cada intervención se consideraba rodeada de
signos de los dioses para bien o para mal, el hipo de Aristófanes no constituye
precisamente un buen augurio.
Platón.
Del homenaje de Agatón a Eros podría acaso distinguirse una cita, en la que dice
que "respecto a la procreación de todos los seres vivos, ¿quién negará que es por
habilidad de Eros por la que nacen y crecen todos los seres?" (197a), en la que,
dejando caer que Eros es responsable de la procreación, deja también claro que el dios
pertenece al ámbito del sexo heterosexual, que es el único capaz de engendrar nueva
vida.
Sin embargo, la joya del "Banquete" platónico es, sin lugar a dudas, y como siempre,
la intervención de Sócrates, quien había sido el maestro de Platón. Sócrates cita el
discurso que había escuchado años atrás de una mujer que él mismo considera como
"sabia", diciendo a sus interlocutores: "Os contaré el discurso sobre Eros que oí un día
de labios de una mujer de Mantinea, Diotima, que era sabia en éstas y otras muchas
cosas". (Sócrates, 201d). Las palabras de Diotima, además de ser sumamente
interesantes en cosas sobre el amor al margen del debate hetero vs. homo, contienen
además una verdadera apología del amor heterosexual como acto creativo:
―¿De qué manera y en qué actividad se podría llamar amor al ardor y esfuerzo de
los que lo persiguen? ¿Cuál es justamente esta acción especial? ¿Puedes decirla?
―Si pudiera ―dije yo―, no estaría admirándote, Diotima, por tu sabiduría, ni
hubiera venido una y otra vez a ti para aprender precisamente estas cosas.
―Pues yo te lo diré ―dijo ella―. Esta acción especial es, efectivamente, una
procreación en la belleza, tanto según el cuerpo como según el alma.
―Lo que realmente quieres decir ―dije yo― necesita adivinación, pues no lo
entiendo.
―Pues te lo diré más claramente ―dijo ella―. Impulso creador, Sócrates, tienen, en
efecto, todos los hombres, no sólo según el cuerpo, sino también según el alma, y
cuando se encuentran en cierta edad, nuestra naturaleza desea procrear. Pero no
puede procrear en lo feo, sino sólo en lo bello. La unión de hombre y mujer es,
efectivamente, procreación, y es una obra divina, pues la fecundidad y la
reproducción es lo que de inmortal existe en el ser vivo, que es
mortal. (206bc).
Si bien ―dijo― podía pensarse que los hombres hacen esto [los sacrificios asociados
al apareamiento y el cuidado de la prole] por reflexión, respecto a los animales, sin
embargo, ¿cuál podría ser la causa de semejantes disposiciones amorosas? ¿Puedes
decírmela?
Y una vez más yo le decía que no sabía.
―¿Y piensas ―dijo ella― llegar a ser experto algún día en las cosas del amor, si no
entiendes esto?
―Pues por eso precisamente, querida Diotima, como te dije antes, he venido a ti,
consciente de que necesito maestros. Dime, por tanto, la causa de esto y de todo lo
demás relacionado con las cosas del amor.
―Pues bien ―dijo―, si crees que el amor es por naturaleza amor de lo que
repetidamente hemos convenido, no te extrañes, ya que en este caso, y por la misma
razón que en el anterior, la naturaleza mortal busca, en la medida de lo posible,
existir siempre y ser inmortal. Pero sólo puede serlo de esta manera: por
medio de la procreación, porque siempre deja otro ser nuevo en lugar del viejo.
(207bcd).
Por si no ha quedado clara la actitud de Sócrates con Diotima cuando ante sus
discípulos se refiere a ella como "sabia", cuando elogia "su sabiduría" ante ella, cuando
admite que ella tiene más conocimiento que él mismo o cuando dice que "ha acudido a
ella consciente de que necesita maestros", valga el cierre que hace cuando reconoce
que quedó "lleno de admiración" (208b), llamándola en persona "sapientísima
Diotima" (ídem) y dirigiéndose de nuevo a sus discípulos diciéndoles "Esto, Fedro, y
demás amigos, dijo Diotima,y yo quedé convencido". (212b).
Por tanto, tenemos a un lado a Aristófanes, un personaje que no puede hablar cuando
le corresponde por tener hipo (comer y/o beber demasiado rápido) que es conocido
por haberse burlado de Sócrates en el pasado y que hace una enrevesada defensa de
la homosexualidad… y a otro lado tenemos a Diotima, una mujer que el mismísimo
Sócrates llama "sapientísima" y que hace un genial tributo a Eros ensalzando la unión
de hombre y mujer como acto generador de nueva vida, y dejando claro que en el
poder de procreación de tal unión radica su superioridad respecto a cualquier otra
forma de amor. A estas alturas, no cabe duda de que Sócrates no está precisamente
en la acera de enfrente. De hecho, el narrador nos muestra la incomodidad de
Aristófanes cuando Sócrates concluyó su elogio a la heterosexualidad:
Cuando Sócrates hubo dicho esto, me contó Aristodemo que los demás le elogiaron,
pero que Aristófanes [repetimos: el únicoque había defendido la
homosexualidad] intentó decir algo, puesto que Sócrates al hablar le había
mencionado a propósito de su discurso. Mas de pronto la puerta del patio fue golpeada
y se produjo un gran ruido como de participantes en una fiesta, y se oyó el sonido de
una flautista. (212c).
Efectivamente, "Aristófanes intentó decir algo", pero como no podía ser de otro modo,
una vez más la Providencia, asociada en los tiempos paganos con la voluntad de los
dioses, interrumpe sus palabras: "No mucho después se oyó en el patio la voz de
Alcibíades, fuertemente borracho" (212d). Ahora hace su aparición uno de los
personajes que constituye la guinda final del pastel platónico del "Banquete",
introduciéndose del siguiente modo:
Me levanté, pues, sin dejarle decir ya nada, lo envolví con mi manto ―pues era
invierno―, me eché debajo del viejo capote de ese viejo hombre, aquí presente, y
ciñendo con mis brazos a este ser verdaderamente divino y maravilloso estuve así
tendido toda la noche. En esto tampoco, Sócrates, dirás que miento. Pero, a pesar de
hacer yo todo esto, él salió completamente victorioso, me despreció, se burló de mi
belleza y me afrentó; y eso que en este tema, al menos, creía yo que era algo, ¡oh
jueces! ―pues jueces sois de la arrogancia de Sócrates. Así, pues, sabed bien, por
los dioses y por las diosas, que me levanté después de haber dormido con
Sócrates no de otra manera que si me hubiera acostado con mi padre o mi
hermano mayor.(219bcd).
A Alcibíades lo han insertado en el diálogo porque es sabido que los borrachos nunca
mienten [6], y así queda clara la acción de Sócrates de rechazar a un hombre aunque
éste sea muy bello y muy prestigioso. Acto seguido, Alcibíades elogia la indiferencia de
Sócrates, su valor en combate, su dureza, su carácter espartano, su resistencia al frío
y al alcohol, y su sabiduría. Todos estos elogios (incluyéndose como elogio el que
Sócrates lo rechazase, dejando claro que no es homosexual) intentan, como se ha
dicho, tener el "certificado de verosimilitud" que otorga el haber sido pronunciados por
un hombre que, por estar borracho, se presupone dice la verdad.
En suma, Sócrates tenía a Alcibíades en la palma de su mano y hubiera podido liarse
con él (cosa que, en todo caso, excluiría, por respeto a Aidós, penetración de ningún
tipo), pero desgraciadamente para los homosexuales modernos, lo rechaza
desdeñosamente.
Esta imagen es una favorita de los autores volcados en representarnos a Grecia como una
"civilización homosexual", o al menos una civilización donde las prácticas homosexuales estaban
plenamente aceptadas y formaban parte del paisaje cotidiano.
Pues no, señores. Eran una desproporcionada minoría. De modo y manera que hablar
de "el estatus dominante de la pederastia en la vida social ateniense" (!) basándose en
esta evidencia fraudulenta sería bastante más atrevido que tachar a nuestra propia
cultura de homosexual sólo porque el 5% de los personajes de nuestras series
televisivas sean homosexuales. Si estos ínfimos signos son muestra de una
"civilización homosexual" (que nunca ha habido tal cosa), entonces la nuestra, con
asociaciones pro-pedofilia, pro-zoofilia, matrimonio homosexual (cosa que no existía
en Grecia), desfiles del día del "orgullo gay", etc., cualifica como civilización sodomita
al 100%.
K. J. Dover presenta como pruebas supremas un total de 600 vasijas, de las cuales,
siendo extremadamente (repito: extremadamente) generosos, sólo 20-25 (¡el 4%!)
tienen un contenido claramente homosexual. El resto (¡575!) son vasijas
completamente inofensivas, con lo cual el autor recurre a vericuetos, meandros y
raíces cuadradas psicológicas para sonsacar, de manera totalmente forzada y hasta
cómica, señales de homosexualidad donde simplemente no las hay. Así, en una imagen
donde aparecen un bastón y un aro, el autor dice que "el bastón y el aro tienen
simbolismo propio" (aunque no tiene la gentileza de explicarnos cuál es ese simbolismo
a nosotros, incultos y vulgares heteros) y que el chaval se encuentra en una "pose de
vergüenza",debido seguramente a que el hombre que le gusta está conversando con
una mujer (?) o porque hubiera preferido tomar la iniciativa él mismo (!). En otra
representación (la E378), un pene pequeño y un escroto grande significan, según él,
que hay pedofília de por medio (?), y en una imagen donde Aquiles cura a Patroclo, "el
artista estaba bajo una gran presión para no pintar los genitales de Patroclo"(?).
Resulta un verdadero insulto a la inteligencia que un homosexual alucinado como
Dover sea considerado ni más ni menos que ¡un "experto en sexualidad de la Grecia
antigua"!, y que sea citado por libros medianamente serios como una autoridad en el
tema.
Deberíamos finalizar dejando claro que la inmensa mayoría (estamos hablando de más
de un 99%) de esculturas, vasijas, mosaicos, figurillas, frescos, etc., de la Grecia
antigua que sí representan amor erótico, lo hacen siempre representando relaciones
sexuales entre hombre y mujer. Pero resulta que incluso aunque tuviésemos escenas
homosexuales gratuitas, también en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago
de Compostela hay escenas de hombres incurriendo en sodomía, y a nadie se le
ocurriría pensar que eso convierte en homosexual a toda la civilización católica gótica o
barroca, puesto que esas escenas de sodomía forman parte de representaciones de los
diversos pecados, con la intención de estigmatizarlos. Así pues, deberíamos acaso
preguntarnos si, por ventura, de ese 0,03% de vasijas con temática clara o vaga o
subjetivamente homoerótica, no habría un porcentaje importante destinado
precisamente a criticar la homosexualidad o ridiculizarla ―como queda claro en el
mencionado asunto de los sátiros, quienes eran los máximos exponentes de la
homosexualidad además de infinidad de depravaciones sexuales, y que no gozaban
precisamente de buena reputación.
SOBRE EL "LESBIANISMO"
Las muchachas de la academia sáfica se hacían llamar "servidoras de las musas". Las musas eran 9
deidades femeninas que acompañaban a Apolo en el monte Helicón, y que se consideraban
responsables de la inspiración de los artistas. Los escultores griegos conocían bien la
morfopsicología (leer el carácter de un individuo por sus rasgos físicos) y por tanto no sólo
esculpían estatuas de cuerpos bellos, sino cuerpos bellos necesariamente portadores de un alma
bella. Quien esculpió a la musa de esta imagen, sin duda representó de la forma más maravillosa la
personificación de la bondad, la salud, la serenidad y la belleza.
La obra de Safo nos ha llegado muy fragmentada (sólo tenemos un poema completo,
recogido por Dioniso de Halicarnaso, y el resto de su obra tiene demasiados huecos
para hasta a menudo saber siquiera de qué se habla, ya no digamos intentar
vislumbrar homosexualiad), pero consta sobre todo de himnos y elogios a las
muchachas que ella ha instruido y que han completado su educación, entrando en la
edad adulta y marchándose del idílico mundo de la academia para desposarse con un
hombre. Este género poético recibía el nombre de epithalamia, "canciones de
matrimonio", que hablaban sobre la belleza de una doncella que estaba a punto de
convertirse en esposa y madre. De ese modo, por los fuertes vínculos construidos
entre ella y sus discípulas ―a las que ha enseñado todo lo que saben― Safo se llena
de tristeza por la pérdida de quienes eran prácticamente sus hijas, pero no tenemos
absolutamente nada que dé a entender una relación más allá de un intenso afecto,
totalmente desprovisto de carga sexual. Incluso tenemos unos conocidos versos,
dedicados a una de sus muchachas, que abandona la academia porque viene a
buscarla su prometido para llevarla a su casa y convertirla en mujer:
Otro asunto bastante revelador, y que viene a heterosexualizar cada vez más la
academia de Safo, es que las discípulas de Lesbos fueron las que desarrollaron el culto
religioso a Adonis, un héroe mitológico que personificaba la belleza del hombre joven y
que aun hoy día se emplea para designar a un hombre extremadamente bello. No deja
de ser incómodo para los mitólogos homosexuales modernos que el supuesto epicentro
del "lesbianismo" griego rindiese culto a una figura que representaba el máximo
extremo alcanzable por la belleza masculina.
Todo esto por no hablar de que, a juzgar por los versos de Safo, su academia estaba
muy lejos de ser un paraíso de las camioneras tatuadas, con piercings y con corte de
pelo de marine matatalibanes que hoy decoran el panorama "lésbico", ya que era un
reducto de feminidad idílica, incorrupta y pura, en el que la llegada de un hombre
viene a señalarles a las chicas que la adolescencia ha terminado y que ahora deben
poner al servicio de su estirpe toda la feminidad cultivada.
¿De dónde viene, pues, lo de "lesbiana", si no hay nada que sugiera entre estas
muchachas una relación más allá de una gran hermandad? Viene, de nuevo, del círculo
homosexual de Oxford liderado por Walter Pater y, más recientemente, de
autoproclamados "especialistas en sexualidad griega" como el francés Yves
Battistini (1922-2009). Este "especialista", como ejemplo del colmo de la
manipulación, se encontró con un verso que rezaba προς δ’αλλον τινα χασκει ("pros
d’allon tina haskei"). Esto, traducido como es debido, viene a ser "hacia otra persona
ríe". Sin embargo, este falsificador premeditado lo tradujo como "pero el objeto de su
pasión es otra cosa, una muchacha".
Lesbia, pero no lesbiana: Safo de Lesbos se suicidó por un hombre, lo cual es discutiblemente el
acto más extremo que puede llevarse al cabo por amor.
"Lesbiana" ya hemos visto que hace referencia a la isla griega de Lesbos, donde
enseñaba Safo y, como he explicado, esa mujer de "lesbiana" tenía más bien poco.
Por estos motivos, las conductas sexuales entre personas del mismo sexo deberían
llamarse sencillamente "homosexuales", ya sean masculinas o femeninas, y cuando no,
echar mano del rico y variado surtido de vocablos que, por nacer espontáneamente del
alma popular, son auténticos, a diferencia de los siniestros y orwellianos palabros
políticamente correctos, forzados por la industria de los medios de comunicación y por
los grupos de presión de homosexuales americanos, con el fin de limpiar la pésima
imagen pública que han tenido ―y que, por mucho que lo intenten, siguen teniendo―
los homosexuales en el mundo.
Pinchar en los links para acceder a este libro por partes: I, II, III, IV, V, VI y VII.
Así, del mismo modo que necesitan creer en imaginarios "reductos gays" como según
su mitología lo serían los barcos, los cuarteles, los internados, los monasterios o las
cárceles, necesitan también saber que existió en algún sitio un paraíso marica, una
tierra santa de la homosexualidad alocada, donde todo Cristo vivía fuera del siniestro y
encajonado armario de la heterosexualidad y donde uno podía petarle el ojete al
primer efebo que pasase sin que una turba espumeante lo linchase por pedófilo y por
enfermo mental. ¿Y qué mejor tierra santa que Grecia, un respetado modelo de
civilización y raíz de todo lo clásico en Occidente?
Otra de las claves psicológicas recurrentes en la mente del homogayer moderno es que
persiste en creer que dentro de cada hombre hay una maricona redomada ansiosa por
salir del armario, y es incapaz de aceptar que sencillamente la homosexualidad es algo
que la gran mayoría de hombres rechaza de pleno y considera como antinatural,
cuando no repugnante. Para estos individuos, Grecia sería supuestamente el ejemplo
de que todo hombre debería ser homosexual y "salir del armario".
No creo, en la mayoría de los casos que hemos visto más arriba, que los autores hayan
manipulado intencionalmente los datos. Pienso que ellos creían sinceramente que
estaban ante muestras de homosexualidad y que sólo ellos eran capaces de entender
las "claves ocultas"; se les encendió la bombilla y se dedicaron a escribir páginas y
páginas de pura especulación infundada, a partir de "indicios" que, simplemente, no
eran tales. Rechazar este entramado de mentiras no es homofobia, es defender la
verdad y la identidad sexual natural (a la cual debemos nuestra existencia presente y
de la cual depende la supervivencia futura de la especie) que se nos adjudica
biológicamente junto con nuestro sexo en el momento de ser concebidos , y negarse
en rotundo a aceptar una mentira, por pequeña que sea.
"El otro día leí en la Interviú que los griegos se petaban el cacas entre ellos y se hacían colacaos en
el ojai, y lo vi también por la pelelevisión en un programa de tertulias de babuinos monosabios, y
desde entonces no hago más que decirlo por todas partes y difundirlo por Internet… incluso en la
Wikipedia".
¿Por qué ha pasado todo esto? La respuesta es que el mundo, especialmente el mundo
occidental, viene sufriendo un proceso deestrogenización y afeminamiento gradual de
los valores, de los cuerpos y de las mentes e ideas. Existen ciertos grupos de poder,
especialmente grupos de poder económico, financiero y mediático, que consideran que
las identidades (especialmente las identidades de la Civilización Occidental) y sus
instituciones (especialmente la familia y las Fuerzas Armadas), se interponen en sus
planes de lograr un rebaño internacional fácilmente manipulable y despojado de
conciencia de clase ―en suma, la identidad, el poder del grupo, del "yo soy" y del
"nosotros somos", resulta ser un obstáculo en la consecución de una esclavitud
mundial. Y para demoler tal obstáculo, los círculos del poder internacional conceden su
apoyo a todos los círculos que tienden a desestabilizar todo lo "tradicional" y a destruir
todas las identidades humanas del planeta, ya sean raciales, nacionales, religiosas,
sexuales, familiares, de clase, etc. Promoviendo el mito de la homosexualidad griega,
esos grupos de poder matan dos pájaros de un tiro: por un lado promueven la
disgregación sexual y la inevitable disolución social que sigue a ésta tarde o temprano,
y por el otro, contaminan también uno de los grandes puntos de referencia de la
identidad europea y de cualquier renacimiento occidental.
Por otro lado, los grupos homosexuales, que naturalmente desean ver sus inclinaciones
extendidas y reconocidas, desean que su gente no se sienta despreciada ni
minusvalorada por la historia y la sociedad. Y puesto que los helenos son un modelo de
civilización para muchos, ¿qué mejor modo de justificar la homosexualidad que
conectándola con la grandeza y belleza de la civilización griega? ¿Qué mejor manera
de proporcionar cobertura a algo repugnante para la mayor parte de la sociedad que
invocando a la Hélade, admirada y respetada en todo el mundo? No pocos se basan en
la supuesta homosexualidad griega para predicar la legalización y tolerancia de la
homosexualidad. Estas buenas gentes deberían saber que, en tiempos antiguos, la
poligamia y las relaciones sexuales con chicas menores de edad, estaban
infinitamente más extendidas que la homosexualidad. ¿Significa eso que deberíamos
correr a legalizarlas?
En suma, este artículo no es sino un ejemplo de que la cultura, leer las obras
originales, siempre evitará que venga alguien a decirnos qué es lo que debemos
pensar respecto a algo. Desgraciadamente, lo normal es que si uno quiere fiabilidad,
debe correr a averiguarlo por su cuenta.
NOTAS
[3] Al sureste del Estado espartano, en la ciudad de Amicla, había un túmulo (al estilo
de las estructuras funerarias erigidas en las antiguas culturas centroeuropeas) que era
la tumba de Jacinto, y donde los espartanos llevaban al cabo las Jacintas, típicas
festividades de tres días de duración, en las que se celebraba la muerte y resurrección
de un ídolo religioso.
[4] Esto también se aplica en el caso heterosexual: no hay prueba de que Artemisa, la
diosa virgen, tuviese jamás relaciones físicas con Orión, sino de que eran buenos
compañeros de caza y estaban unidos por un vínculo platónico.
[6] De hecho, se cita un proverbio griego, según el cual "vino y niños dicen siempre la
verdad", en sintonía con el refrán español "los borrachos y los niños nunca mienten".
Esta idea viene a reforzar aun más la sinceridad desmedida de Alcibíades.