La Inteligencia de Las Células-Bruce Lipton

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LA INTELIGENCIA DE LAS CÉLULAS-Bruce Lipton

NO SOMOS VÍCTIMAS DE
NUESTRA GENÉTICA.
“Lo que pensamos varía nuestra
biología.
LA INTELIGENCI
A DE LAS CÉLULAS-Bruce Lipton
Traducido por Jorge y Silvia Patrono
del Sitio Web BruceLipton

Debajo de tu piel existe una bulliciosa


metrópolis de 50 billones de células, cada una
biológicamente y funcionalmente equivalente a
un humano en miniatura. La opinión popular
actual sostiene que el destino y la conducta de
nuestros ciudadanos celulares internos son pre-
programados en sus genes.
La idea de que nuestro destino está
indeleblemente inscripto en nuestros genes es
un derivado del anticuado concepto científico
conocido como “determinismo genético”.
Desde que Watson y Crick descubrieron el
código genético, el público ha sido programado
con la creencia convencional de que el DNA
“controla” los atributos pasados a través de la
herencia familiar, incluyendo enfermedades
disfuncionales como el cáncer, Alzheimer,
diabetes y depresión entre muchas otras. Como
“víctimas” de la herencia, nos percibimos
naturalmente sin poder en relación a lo que nos
pasa en nuestras vidas.
Desafortunadamente, la asunción de no tener
poder es el camino a la irresponsabilidad
personal:
“Como no puedo hacer nada sobre esto… ¿por
qué me debería importar?”.
Destrozando Ilusiones
Tan pronto como el Proyecto del Genoma
Humano arrancó al final de 1980, los científicos
comenzaron a adquirir una nueva forma de ver
cómo funciona la vida. Su revolucionaria
investigación se convirtió en la fundación de una
nueva rama científica conocida como control
epigenético, la cual ha sacudido los cimientos de
la biología y la medicina. Revela que nosotros
no somos “víctimas”, sino “amos” de nuestros
genes.
La versión convencional de herencia que todavía
se enseña en las escuelas, enfatiza el control
genético, o “control por genes”.
Sin embargo, los nuevos mecanismos revelados
del control genético proveen una visión
profundamente diferente de cómo se maneja la
vida. El prefijo derivado del Griego epi significa
“por encima”. Consecuentemente, la traducción
literal de control epigenético, es “control por
encima de los genes”.
Los genes no controlan la vida, la vida está
controlada por algo por encima de los genes.
Este conocimiento de cómo la vida funciona nos
provee el elemento más importante en nuestra
búsqueda por el poder propio.

La nueva ciencia de epigenética reconoce que


las señales del medio ambiente son los
reguladores primarios de la actividad de los
genes.
Como está descrito en mi libro, The Biology of
Belief - Unleashing the Power of Consciousness,
Matter and Miracles ("La Biología de la Creencia
- Liberando el Poder de la Consciencia, Materia
y Milagros"), las células leen las condiciones de
su medio ambiente y responden a las mismas
usando los interruptores de las percepciones de
la membrana de la proteína.
Los interruptores activados envían señales para
controlar la conducta y regular la actividad de
los genes - las huellas hereditarias usadas para
crear el cuerpo. Asombrosamente, la
información epigenética puede modificar o
editar la lectura de la huella de un gen para
crear 30,000 diferentes variaciones de proteínas
- los bloques moleculares que construyen la
célula - desde el mismo gen.
Este proceso de edición puede proveernos
productos de proteínas normales o
disfuncionales desde el mismo gen. Uno puede
haber nacido con genes sanos, y a través de
procesos epigenéticos, expresar
comportamientos mutantes, tales como el
cáncer. Asimismo, uno puede haber nacido con
genes mutantes defectuosos y por medio de
mecanismos epigenéticos crear proteínas y
funciones normales saludables.
Se ha comprobado la falsedad de la creencia
convencional de que el genoma representa al
equivalente de una computadora con programas
que se pueden “leer solamente”.
Los mecanismos de la epigenética modifican la
lectura del código genético lo que significa que
los genes en realidad representan programas
que se pueden “leer-escribir”, en donde las
experiencias de la vida redefinen activamente la
expresión genética de un individuo.
¡La “nueva” biología está basada en el hecho de
que la percepción controla el comportamiento y
la actividad del gen!
Esta versión revisada de la ciencia, enfatiza la
realidad de que nosotros controlamos
activamente nuestra expresión genética
momento a momento a través de nuestras
vidas. En lugar de vernos como víctimas de
nuestros genes, debemos asumir la
responsabilidad de que nuestras percepciones
están moldeando dinámicamente nuestra
biología y comportamiento.
Cuando los organismos experimentan el medio
ambiente, sus mecanismos de percepción afinan
la expresión genética para aumentar las
oportunidades de supervivencia. La expresión
de una biología sana o enferma está
directamente influenciada por la exactitud de la
interpretación o percepción que tiene un
individuo en relación a su medio ambiente.
Las percepciones incorrectas re-escriben la
información genética tan efectivamente como
las percepciones acertadas, pero con
consecuencias mucho más graves y hasta
quizás peligrosas para la vida.

Del Microcosmos de la Célula al


Macrocosmos de la Mente
Durante los primeros tres mil quinientos
millones de años de vida en este planeta, la
biosfera consistía en una población masiva de
organismos unicelulares individuales, tales
como bacterias, fermentos, algas y protozoos.
Hace alrededor de 700 millones de años, las
células individuales comenzaron a juntarse en
colonias multicelulares. La conciencia colectiva
adquirida en una comunidad de células era
mucho mayor que la conciencia de una célula
individual. Como la conciencia es un factor
primario en la supervivencia de los organismos,
la experiencia comunitaria ofrecía a sus
ciudadanos muchas más oportunidades de estar
vivas y reproducirse.
Las primeras comunidades de células, al igual
que las primeras comunidades humanas, eran
clanes básicos de cazadores en los cuales cada
miembro de la sociedad ofrecía los mismos
servicios para apoyar la supervivencia de la
comunidad. Sin embargo, cuando las
densidades de ambas comunidades, celular y
humana, alcanzaban números más grandes, ya
no era más eficiente o efectivo que todos los
individuos hicieran el mismo trabajo. En ambos
tipos de comunidades, la evolución llevó a los
individuos a asumir funciones especializadas.
Por ejemplo, en comunidades humanas, algunos
miembros se enfocaban en cazar, otros en las
tareas domésticas o en la crianza de un niño. En
comunidades celulares, la especialización
significaba que algunas células empezaban a
diferenciarse de las otras como en el caso de las
células del sistema digestivo, las células del
corazón, y otras como las células de los
músculos.
La mayoría de los billones de células que forman
cuerpos tales como los nuestros, no tienen
percepción directa del medio ambiente externo.
Las células del hígado “ven” lo que sucede en el
hígado, pero no saben directamente que es lo
que sucede en el mundo fuera de la piel.
La función del cerebro y el sistema nervioso es
interpretar los estímulos del medio ambiente y
enviar señales a las células que integran y
regulan las funciones vitales de los sistemas de
los órganos del cuerpo.
La naturaleza exitosa de las comunidades
multicelulares permitió (no permitieron) a los
cerebros en evolución dedicarles un vasto
número de células para catalogar, memorizar e
integrar percepciones complejas. La habilidad
de recordar y seleccionar entre los millones de
experiencias percibidas de la vida provee al
cerebro con una base de datos creativa muy
poderosa desde la cual puede crear complejos
repertorios de comportamiento.
Cuando se ponen en juego, estos programas de
comportamiento dotan al organismo con el
rasgo característico de la conciencia: el estado
de estar despierto y consciente de lo que está
sucediendo alrededor suyo.
Muchos científicos prefieren pensar sobre la
conciencia en términos de una cualidad digital:
un organismo lo tiene o no.
Sin embargo, una evaluación de la evolución de
las propiedades biológicas sugiere que la
conciencia, como cualquier otra cualidad,
evoluciona con el tiempo. Consecuentemente, el
carácter de la conciencia se expresaría a sí
mismo en forma de diferentes grados de
conciencia que van desde sus raíces más
simples en organismos primitivos, al carácter
único de la conciencia de sí mismo manifestado
en los humanos y otros vertebrados más
elevados.
La expresión de la conciencia de sí mismo está
específicamente asociada a una pequeña
adaptación evolutiva en el cerebro conocida
como la corteza pre-frontal. Esta es la
plataforma neurológica que nos permite darnos
cuenta de nuestra identidad personal y
experimentar la cualidad de “pensar”. Los
monos y organismos menores no expresan
conciencia de sí mismos.
Cuando se miran a un espejo, los monos nunca
se darán cuenta de que se están mirando a sí
mismos; siempre percibirán que la imagen es
de otro mono. Por el contrario, chimpancés
neurológicamente más avanzados, cuando se
miran a un espejo perciben la reflexión del
espejo como la imagen de ellos mismos.
Una diferencia importante entre la conciencia
del cerebro y la conciencia de sí mismo, de la
corteza pre-frontal, es que la conciencia permite
que un organismo mida y responda a
condiciones inmediatas de su medio ambiente
que son importantes en ese momento. Por otro
lado, la conciencia de sí mismo permite que el
individuo mida las consecuencias de sus
acciones con respecto no sólo a como impactan
en el momento presente sino también como
influirán el futuro.
La conciencia de sí mismo es un complemento
evolucionario de la conciencia ya que provee
otra plataforma para crear comportamiento: el
rol de “sí mismo” en el proceso de tomar
decisiones.
Mientras que la conciencia les permite a los
organismos participar en la dinámica del “juego”
de la vida, la calidad de la conciencia de sí
mismo ofrece una oportunidad para ser
simultáneamente un observador desde la
“audiencia.”
Desde esta perspectiva, la conciencia de sí
mismo provee al individuo la opción de la auto-
reflexión, revisar y editar la actuación de su
personaje. Nos podemos referir a las funciones
conscientes y conscientes de sí mismo del
cerebro en forma colectiva como la mente.
En lenguaje convencional, nos referimos al
mecanismo consciente del cerebro asociado a
comportamientos de estimulo-respuesta
automatizado como la mente subconsciente o
inconsciente, en razón de que sus funciones no
requieren ni observación ni atención de la
mente consciente de sí misma. Las funciones de
la mente subconsciente se desarrollaron mucho
antes que la corteza pre-frontal;
consecuentemente, puede operar exitosamente
un cuerpo y su comportamiento sin ninguna
contribución de la mente consciente de sí misma
más desarrollada.
La mente subconsciente es un procesador de
información asombrosamente poderoso que
puede grabar y reproducir experiencias
perceptuales (programas). Curiosamente,
mucha gente sólo toma consciencia de los
comportamientos programados automatizados
de la mente subconsciente cuando se dan
cuenta de que están involucrados en un
comportamiento no deseado como consecuencia
de una situación que no es de su agrado.
El poder de la mente subconsciente se basa en
su habilidad de procesar cantidades masivas de
información, adquirida de las experiencias de
aprendizaje directas e indirectas, a una
velocidad extraordinaria. Se ha estimado que la
masa del cerebro que provee la función
subconsciente tiene la habilidad de interpretar y
responder a más de 40 millones de impulsos
nerviosos por segundo.
Por el contrario, se estima que la diminuta
corteza pre-frontal de la mente consciente de sí
misma sólo puede procesar alrededor de 40
impulsos nerviosos por segundo.
Como procesador de información, la mente
subconsciente es un millón de veces más
poderosa que la mente consciente de sí misma.
Como compensación por la gran capacidad de
procesamiento, la mente subconsciente expresa
sólo una habilidad creativa marginal -una que
puede ser comparada a la de un niño precoz de
5 años. En contraste con el libre albedrío
ofrecido por la mente consciente, la mente
subconsciente expresa primeramente “hábitos”
de estímulo-respuesta pregrabados como
caminar, vestirse o manejar un automóvil.
Aunque la habilidad de la corteza pre-frontal
para cumplir tareas múltiples está físicamente
limitada, la mente consciente de sí misma
puede enfocarse en cualquier función en el
cuerpo humano y controlarla. Hubo un tiempo
en que se pensó que algunas de las funciones
del cuerpo - como la regulación de los latidos
del corazón, la presión sanguínea y la
temperatura del cuerpo - estaban más allá del
control de la mente consciente de sí misma.
Actualmente está reconocido que los yogis y
otros practicantes que entrenan la mente
consciente, pueden controlar completamente las
funciones que anteriormente eran definidas
como comportamiento involuntario.
Los componentes de la mente subconsciente y
consciente de sí misma funcionan en conjunto,
siendo el subconsciente el que controla cada
comportamiento que no es atendido por la
mente consciente de sí misma. Rara vez las
mentes conscientes de sí mismas de la mayoría
de la gente están enfocadas en el momento
presente ya que el procesamiento mental salta
continuamente de un pensamiento a otro.
La mente consciente de sí misma está tan
preocupada con pensamientos sobre el futuro,
el pasado, o resolviendo algún problema
imaginario, que la mayor parte de nuestras
vidas estamos controlados por programas de la
mente subconsciente.

Discernimientos Simples, Consecuencias


Profundas
Los neuro científicos cognoscitivos concluyeron
que la mente consciente de sí misma
proporciona solamente alrededor de un 5 por
ciento de la actividad cognitiva.
Consecuentemente, el 95 por ciento de nuestras
decisiones, acciones, emociones y conductas
son derivadas del procesamiento desapercibido
de la mente subconsciente.
Esta información revela que nuestras vidas no
están controladas por nuestras intensiones y
deseos personales como solíamos creer. ¡Haz la
cuenta! Nuestro destino está bajo el control de
las experiencias pre-programadas manejadas
por la mente subconsciente.
Los programas más poderosos y de mayor
influencia en la mente subconsciente se
originaron durante el periodo formativo entre la
gestación y los 6 años de edad. Y aquí está el
problema - estos programas subconscientes que
dan forma a nuestras vidas han sido grabados
directamente a partir de la observación de
nuestros primeros maestros: nuestros padres,
parientes, miembros de la comunidad.
Desafortunadamente, como psiquíatras,
psicólogos y consejeros, somos profundamente
conscientes de que muchas de las percepciones
adquiridas sobre nosotros mismos en el período
de formación son expresadas como creencias
limitadoras y auto saboteadoras.
Sin que los padres lo sepan, sus palabras y
acciones han sido grabadas continuamente en
las mentes de sus hijos. Como el rol de la
mente es encontrar una coherencia entre sus
programas y la vida real, el cerebro genera
respuestas de comportamiento apropiadas a los
estímulos de la vida para asegurar la “verdad”
de las percepciones programadas.
Vamos a aplicar este concepto en un
comportamiento de la vida real: imagínate que
eres un niño de 5 años haciendo un berrinche
generado por el deseo de tener un juguete en
particular.
Tratando de parar la situación, tu padre te
grita:
“No te mereces nada.”
Ahora eres un adulto y en tu mente consciente
de sí misma estas considerando la idea de que
tienes las cualidades y el poder para asumir una
posición de liderazgo en tu trabajo.
Mientras estás teniendo esta idea positiva en la
mente consciente de sí misma, todos tus
comportamientos están manejados
automáticamente por los programas que están
en la poderosa mente subconsciente. Como tus
programas fundamentales de conducta son
aquellos derivados de tus años de formación, la
advertencia de tu padre que dice que “tú no
mereces nada” se puede convertir en la
directiva automática de tu mente subconsciente.
Así que mientras tienes pensamientos
maravillosos de un futuro positivo y no estás
prestando atención, tu mente subconsciente
automáticamente se dedica a crear una
conducta auto saboteadora para asegurar que
tu realidad coincida con tu programa de “no
merecer.”
Y aquí está la trampa: la conducta está
controlada automáticamente por los programas
de la mente subconsciente cuando la mente
consciente de sí misma no está enfocada en el
momento presente. Cuando la mente consciente
de sí misma reflexiva está preocupada con
algún pensamiento y no está prestando
atención, no observa las conductas automáticas
derivadas de la mente subconsciente.
Como el 95 por ciento o más de nuestra
conducta proviene de la mente subconsciente…
¡entonces la mayoría de nuestras conductas son
invisibles para nosotros!
Por ejemplo, considera que conoces a alguien
íntimamente y que también conoces a sus
padres. Desde tu perspectiva ves que la
conducta de tu amiga se parece mucho a la de
su madre.
Y entonces un día muy casualmente le
comentas a tu amiga:
“¿Sabes qué María? Eres igual a tu madre.”
“¡Sal de aquí!”
Incrédulamente y tal vez conmocionada, es muy
probable que María responda:
“¿Cómo puedes decir eso?”
El chiste cósmico es que todo el mundo puede
ver que la conducta de María se parece a la de
su madre excepto María.
¿Por qué? Simplemente porque cuando María
está enganchada en los programas de conducta
subconsciente que ha grabado en su juventud
mientras observaba a su madre, su mente
consciente de sí misma no está prestando
atención. En esos momentos, sus programas
subconscientes automáticos operan sin ser
observados.
Consecuentemente, cuando la vida no funciona
como fue planeada, raramente reconocemos
que nosotros hemos contribuido a nuestras
propias decepciones.
Como generalmente no estamos conscientes de
la influencia de nuestras propias conductas
subconscientes, naturalmente nos percibimos
como víctimas de fuerzas externas.
Desafortunadamente, al asumir el papel de
víctimas estamos aceptando que no tenemos el
poder de manifestar nuestras intenciones.
¡Nada está más lejos de la verdad!
El principal determinante en la formación del
destino de nuestras vidas es el banco de
información de percepciones y creencias pre-
programadas en nuestras mentes.
¿De Dónde Viene Nuestro Comportamiento?
Existen tres fuentes de percepciones que
controlan nuestra biología y comportamiento.
Las percepciones más primitivas son las que
adquirimos por nuestro genoma. Dentro de
nuestros genes existen programas que proveen
conductas de reflejos fundamentales
denominados instintos. Retirar la mano del
fuego es un comportamiento derivado de la
genética que no tiene que ser aprendido.
Instintos más complejos incluyen la habilidad de
los bebes recién nacidos de nadar como delfines
o la activación de mecanismos de curación
innatos para reparar el sistema dañado o
eliminar un bulto cancerígeno.
Los instintos genéticamente heredados son
percepciones adquiridas de la naturaleza.
La segunda fuente de percepciones que
controlan nuestras vidas está representada por
las memorias derivadas de las experiencias de
vida grabadas en la mente subconsciente. Estas
percepciones aprendidas, profundamente
poderosas, representan la contribución de la
crianza. Entre las percepciones de vida más
tempranas que se grabarán, figuran las
emociones y sensaciones experimentadas por la
madre al responder a su mundo.
La nutrición, la química emocional, las
hormonas y el factor de estrés que controlan las
respuestas de la madre a las experiencias de
vida, cruzan la barrera de la placenta e influyen
la fisiología fetal y su desarrollo. Cuando la
madre está feliz, también lo está el feto.
Cuando la madre tiene miedo, el feto también.
Cuando la madre “rechaza” al feto como una
amenaza potencial a la supervivencia familiar, el
sistema nervioso del feto queda pre-
programado con la emoción de haber sido
rechazado.
El valioso libro de Sue Gearhardt “Why Love
Matters” ("Por qué Importa el Amor") revela
que el sistema nervioso del feto graba
memorias de experiencias intrauterinas. En el
momento que el bebé nace, la información
emocional grabada de las experiencias de vida
intrauterina ya ha formado la mitad de la
personalidad de ese individuo.
Sin embargo, la programación perceptual más
influyente de la mente subconsciente ocurre en
el período que va desde el nacimiento hasta los
primeros seis años de vida. Durante este tiempo
el cerebro del niño está grabando todas las
experiencias sensoriales además de estar
aprendiendo complejos programas motores para
hablar, y para aprender primero cómo gatear,
luego a pararse, y finalmente a correr y saltar.
Simultáneamente, la mente subconsciente
adquiere percepciones relacionadas a los
padres, quiénes son ellos y qué hacen. Luego,
observando los patrones de conducta de la
gente de su medio ambiente inmediato, el niño
aprende a percibir conductas sociales aceptables
e inaceptables que se convierten en los
programas subconscientes que establecen las
“reglas” de vida.
La naturaleza facilita el proceso de
enculturación aumentando la habilidad de la
mente subconsciente para adquirir cantidades
masivas de información.
Los resultados de EEG (electroencéfalogramas)
de cerebros de adultos revelan que la actividad
eléctrica neural está relacionada con al menos 5
estados de conciencia diferentes, cada uno
asociado con un nivel de frecuencia diferente:
Actividad             Frecuencia          Estado
Cerebral
delta                      0.5-4 Hz           
sueño/inconsciente
theta                         4-8 Hz                  
imaginación
alpha                         8-12 Hz             
conciencia calma
beta                          12-35 Hz           
conciencia enfocada
gamma                      >35 Hz                 
rendimiento pico
Durante el procesamiento normal del cerebro en
los adultos, las vibraciones del EEG cambian
continuamente de un estado a otro, abarcando
el rango completo de frecuencias.
Sin embargo, con el tiempo, el índice de
vibraciones del EEG y sus correspondientes
estados evolucionan en etapas incrementales.
La actividad predominante del cerebro durante
los primeros 2 años de vida del niño es delta, la
frecuencia más baja del EEG. En un cerebro
adulto, delta está asociada con el dormir o el
inconsciente.
Entre los dos y seis años de edad, la actividad
del cerebro del niño se acrecienta y opera
fundamentalmente en el rango de theta. En el
adulto, la actividad theta está asociada con
estados de ensueño o imaginación. Mientras
están en el estado theta, los niños pasan la
mayor parte del tiempo mezclando el mundo
imaginario con el mundo real.
Únicamente después de los seis años de edad,
la consciencia calma asociada con la actividad
alpha se convierte en un estado predominante
del cerebro. A los doce años, el cerebro expresa
todos los rangos de frecuencia, aunque su
actividad principal está en el estado beta de
consciencia enfocada. Los niños dejan la escuela
primaria atrás a esta edad y entran a los
programas académicos más intensos de la
escuela secundaria.
Un hecho profundamente importante en la
evolución descrita más arriba y que puede
haber escapado a su atención, es que los niños
no expresan las frecuencias alpha del
procesamiento consciente como un estado
predominante del cerebro hasta después de los
seis años de edad. La actividad predominante
delta y theta en niños de menos de seis años
significa que sus cerebros están operando a
niveles por debajo del consciente.
Las frecuencias del cerebro delta y theta definen
un estado cerebral conocido como trance
hypnogógico, el mismo estado neural que los
hipnoterapeutas usan para cargar nuevas
conductas directamente en la mente
subconsciente de sus clientes.
El niño vive los primeros seis años de su vida en
un trance hipnótico.
Durante este tiempo, sus percepciones del
mundo son grabadas directamente en el
subconsciente, sin la discriminación de la mente
consciente de sí misma, la cual se encuentra
latente. En consecuencia, aprendemos nuestras
percepciones fundamentales sobre la vida antes
de que expresemos la capacidad de elegir o
rechazar esas creencias.
Simplemente somos “programados.”
Los Jesuitas eran conscientes de este estado de
programación y se jactaban orgullosamente:
“Dennos a un niño hasta que cumpla seis o siete
años de edad y pertenecerá a la iglesia de por
vida.”
Ellos sabían que una vez que el dogma de la
iglesia era implantado en la mente
subconsciente de un niño, esa información
influenciaría inevitablemente el 95 por ciento de
la conducta de ese individuo por el resto de su
vida.
La inhibición del procesamiento consciente
(actividad alpha del EEG) y el compromiso
simultáneo de un trance hipnogógico durante
las etapas formativas de la vida de un niño son
una necesidad lógica. Los procesos del
pensamiento asociados con la mente consciente
de sí misma no pueden operar desde una
pizarra en blanco. La conducta consciente de sí
misma requiere de una base de datos operativa
de las percepciones aprendidas.
En consecuencia, antes de que la conciencia de
sí misma sea expresada, la función primaria del
cerebro es adquirir una conciencia del mundo
operativa, grabando experiencias y
observaciones directamente en la mente
subconsciente. Sin embargo, el adquirir
consciencia de esta forma tiene un lado
negativo muy serio. La consecuencia es tan
profunda que no sólo afecta la vida del
individuo, sino que también puede alterar a una
civilización entera.
El tema está relacionado con el hecho de que
nosotros grabamos nuestras percepciones y
creencias sobre la vida mucho antes de adquirir
la habilidad del pensamiento crítico.
Nuestras primeras percepciones están
literalmente escritas en piedra como verdades
inequívocas en la mente subconsciente, donde
habitualmente operan de por vida, a menos que
hagamos un esfuerzo activo para re-
programarlas. Cuando siendo pequeños
grabamos creencias limitadoras y saboteadoras
sobre nosotros mismos, estas percepciones se
convierten en nuestras verdades, y nuestro
procesamiento subconsciente generará
inadvertidamente conductas que son coherentes
con esas verdades.
Las percepciones adquiridas en la mente
subconsciente pueden hasta anular los instintos
dotados genéticamente.
Por ejemplo, cada ser humano puede nadar
instintivamente como un delfín en el momento
que sale del canal de parto. Entonces, ¿por qué
tenemos que esforzarnos tanto para enseñarles
a nadar a nuestros hijos? La respuesta reside en
el hecho de que cada vez que la criatura se
encuentra frente al agua, como ser en una
piscina, un río o en la tina de baño llena, los
padres se desesperan preocupados por la
seguridad de su hijo.
En la mente del bebé, la conducta de los padres
hace que el niño identifique al agua como algo
que tiene que temer. La percepción adquirida
del agua como algo peligroso y amenazante,
invalida la habilidad instintiva de nadar y
convierte al niño, anteriormente capacitado, en
alguien susceptible a ahogarse.
A través de nuestras experiencias de desarrollo,
adquirimos la percepción de que somos
organismos frágiles y vulnerables, a merced de
gérmenes y enfermedades contagiosas.
La creencia de que somos frágiles realmente
nos hace frágiles, ya que esta percepción
limitada inhibe la habilidad innata del cuerpo de
curarse a sí mismo.
Esta influencia de la mente en los procesos
curativos es el foco de la
psiconeuroinmunología, el campo que describe
el mecanismo por el cual nuestros pensamientos
cambian la química del cerebro, la cual a su vez
regula la función del sistema inmunológico.
Mientras las creencias negativas pueden
provocar enfermedades (el efecto nocebo), la
enfermedad resultante se puede aliviar a través
de los efectos curativos de los pensamientos
positivos (efecto placebo).
Finalmente, la tercera fuente de percepciones
que da forma a nuestras vidas deriva de la
mente consciente de sí misma.
A diferencia del programa reflexivo de la mente
subconsciente, la mente consciente de sí misma
es una plataforma creativa que nos permite
mezclar la gran variedad de reflexiones con la
infusión de la imaginación, un proceso que
genera un número ilimitado de creencias y
variaciones de conducta.
La calidad de la mente consciente de sí misma
dota a los organismos de una de las fuerzas
más poderosas del universo, la oportunidad de
expresar el libre albedrío.
Tomando Responsabilidad Personal
Todos nosotros hemos sido encadenados
emocionalmente debido a conductas
disfuncionales programadas por las historias del
pasado.
Sin embargo, la próxima vez que estén
“hablándose a sí mismos” con la esperanza de
cambiar los programas subconscientes de
sabotaje, es importante tomar en cuenta la
siguiente información. Usar la razón para
comunicarse con el subconsciente con el
propósito de cambiar la conducta es el
equivalente a tratar de cambiar el programa de
un cassette hablándole al grabador.
En ninguno de ambos casos existe una entidad
dentro del mecanismo que responderá a nuestro
diálogo.
Los programas subconscientes no son conductas
fijas e inalterables. Tenemos la habilidad de re-
escribir nuestras creencias limitadoras y en el
proceso, retomar el control de nuestras vidas.
Sin embargo, cambiar programas
subconscientes requiere la activación de un
proceso que va más allá de un simple diálogo
con la mente subconsciente.
Hay una gran variedad de procesos efectivos
para re-programar las creencias limitadoras,
incluyendo hypnoterapia clínica, conciencia
Buddhista y una cantidad de modalidades
nuevas y muy poderosas referidas
colectivamente como psicología energética.
Para ver la lista de recursos, pueden visitar
www.brucelipton.com
Aprender cómo aprovechar nuestras mentes
para promover el crecimiento es el secreto de la
vida, y es por lo cual me refiero a esta nueva
ciencia como La Biología De La Creencia (del
inglés: “The Biology Of Belief”).
Al volvernos más conscientes y depender menos
de los programas automáticos subconscientes,
nos transformamos en los dueños de nuestro
destino en lugar de las “víctimas” de nuestros
programas.
De esta forma podemos re-escribir viejas
percepciones limitadoras y transformar
activamente el carácter de nuestras vidas para
que estén llenas de amor, salud y prosperidad,
los cuales son nuestro derecho de nacimiento.
(Leer el reportaje en español sobre
Epigenética de Bruce Lipton por Jorge
Patrono).

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