Madurez Escolar

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MADUREZ ESCOLAR

El concepto de madurez para el aprendizaje escolar se refiere a la posibilidad que un niño, al


momento de su ingreso al sistema educacional formal, posea un nivel de desarrollo físico,
psicológico y social que le permita enfrentar adecuadamente la situación escolar y sus
exigencias asociadas, junto con la posibilidad de apropiarse de los valores tradicionales y de la
cultura de su entorno.

No existe un estado de madurez general que garantice el éxito en el dominio de la situación


escolar, si no que niveles de desarrollo de funciones susceptibles de ser perfeccionadas si se
respeta el tiempo en que deben ser enseñadas, así como las formas de efectuar las actividades
escolares.

Estas funciones se conocen conceptualmente como funciones básicas y es objetivo


central de la educación preescolar, velar porque el niño menor de seis años reciba de forma
continuada, sistemática y ordenada el desarrollo de dichas funciones, tal que ello le permita
enfrentar con éxito las exigencias programáticas futuras.

El concepto de funciones básicas designa operacionalmente determinados aspectos del


desarrollo psicológico del niño, que evolucionan y condicionan, en última instancia, el
aprestamiento para el logro de determinados aprendizajes. (El concepto de aprestamiento
hace referencia a que el niño tiene la preparación y desarrollo suficiente para un lograr
exitosamente un determinado tipo de aprendizaje. En relación al aprendizaje escolar, se
supone que un niño al ingresar a primer año básico ha de estar más menos apresto en sus
funciones básicas para el aprendizaje de la lectura, escritura y cálculo, ya que el proceso de
apresto se realiza en la educación preescolar.)

Las funciones básicas también han sido denominadas destrezas y habilidades


preacadémicas.

La educación preescolar permite entrenar y desarrollar habilidades y destrezas en el niño (de


ahí la importancia de que todos tengan la posibilidad de ingresar a ella) que lo dejan en
situación de enfrentar la educación general básica, principalmente en relación al aprendizaje
de la lectura, la escritura y el cálculo. Luego, este aprendizaje sólo se logrará de manera
satisfactoria, si el grado suficiente y necesario de madurez de las funciones básicas del niño se
ha alcanzado.

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Condemarín nos dice en su libro que las funciones básicas son:

1. Lenguaje

El estudio del lenguaje como función básica para el aprendizaje de la lectura, la escritura y el
cálculo debe analizarse al menos desde tres puntos de vista:

 Recepción: Corresponde a la capacidad del niño de recibir la estimulación auditiva del


lenguaje oral. Los procesos a la base de esto son la acuidad y la discriminación
auditiva.
La acuidad se refiere a la habilidad para diferenciar sonidos de diferentes tonos y
sonoridad. Una adecuada acuidad permite al niño escuchar claramente los sonidos
de la palabra hablada, aspecto que es fundamental para el aprendizaje de la
lectura.
La discriminación auditiva es la habilidad para oír semejanzas y diferencias entre los
sonidos de las letras cuando suena la palabra. Esto permite al niño distinguir que
palabras empiezan o terminan con el mismo sonido, el cual lo hace de manera
distinta, etc. El asociar la pronunciación de la palabra impresa con la memoria auditiva
es básico principalmente para el aprendizaje de la lectura.

 Comprensión: La compresión verbal es fundamental para el aprendizaje escolar, por


cuanto la enseñanza básica se hace principalmente sobre la base del lenguaje oral.
Esto supone que el niño debe tener cierta madurez de los procesos del pensamiento
que le permitan generalizar, abstraer, sintetizar, etc.

 Expresión: La presencia de condiciones mínimas de fonoarticualción, sintaxis y


conceptualización en la expresión del lenguaje, resultan esenciales para el aprendizaje
escolar.

2. Percepción

La discriminación perceptiva es la capacidad que presenta el niño para distinguir las diferencias
entre los estímulos que recibe. Estos pueden ser visuales (por ejemplo, letras), auditivos
(por ejemplo, las instrucciones que entrega su profesor) o kinestésicos (por ejemplo, círculo -
cuadrado – rectángulo - triángulo). De ahí que la madurez de esta función sea esencial para el
aprendizaje escolar. La maduración perceptual se demora a consecuencia de alteraciones del
desarrollo infantil y está a la base de un importante número de retrasos en el aprendizaje.

3. Orientación espacial y temporal

La orientación espacial es la capacidad del individuo de mantener relaciones estables con el


medio ambiente, es decir, tomar conciencia de la posición respecto del espacio que ocupa y

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aquello que lo rodea. El retraso en la madurez de esta función ha sido correlacionado
importantemente con trastornos en el aprendizaje de la escritura.

La orientación temporal es la capacidad del individuo de situarse en el momento (el


ahora) en que ocurre su toma de posición respecto del espacio en que se encuentra (el aquí) y
lo que lo rodea. La adquisición de la conciencia del tiempo, implica que el niño puede otorgar
sincronía, ritmo y secuencia a sus conductas orientadas al aprendizaje.

La sincronía es la simultaneidad controlada de movimientos integrados para lograr un


determinado objetivo. El ritmo es la sucesión regular de actos sincrónicos repetitivos (una
cadena conductual) elaborados para un propósito determinado. La secuencia es la posibilidad
de ordenar en el tiempo dichas cadenas conductuales destinadas al logro de un determinado
objetivo. El lector notará con facilidad, que la madurez de estas funciones de orientación
temporal es esencial para cualquier tipo de aprendizaje escolar, principalmente para el de la
lectura.

4. Función corporal

La función corporal es la representación global, específica y diferenciada que el individuo tiene


de su propio cuerpo. Algunos de los aspectos centrales de la función corporal son:

 Lateralidad: La lateralidad puede ser entendida desde dos puntos de vista. La


lateralidad gestual, esto es, la predominancia de un hemisferio cerebral sobre otro, y
la lateralidad de uso que corresponde a la prevalencia corporal (ojo - mano - pie) que
se da en el desarrollo de las actividades cotidianas.
La distinción derecha - izquierda derivada de la madurez de la lateralidad (la cual
debiera estar prácticamente definida hacia fines de la preescolaridad) resulta central
para el aprendizaje escolar.

 Direccionalidad: Las direcciones que atribuimos al espacio exterior (derecha -


izquierda, arriba - abajo) resultan de la proyección de las sensaciones por medio de las
cuales se perciben las actividades del propio cuerpo. Para el aprendizaje de la
lectoescritura es indispensable la madurez de la direccionalidad.

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La madurez para ingresar a la educación escolar y poder aprender a leer, escribir y calcular no
es una instancia psicológica que aparece en una etapa de desarrollo determinada y se
mantiene de manera estática, sino que más bien corresponde una condición que se ha logrado
producto de la madurez de todos los procesos biológicos, psicológicos y socioculturales,
debido a una adecuada estimulación de los mismos.

Cuando estas condiciones no alcanzan un nivel adecuado conforme a lo esperado para la edad
cronológica, es decir, cuando no hay aprestamiento para los diferentes aprendizajes escolares,
se está frente a una situación de inmadurez escolar, esto es, la falta de afianzamiento de la
funciones o habilidades básicas para el inicio del aprendizaje escolar, en relación a lo esperado
para determinada cronológica y etapa del desarrollo.

Existen algunas pruebas estandarizadas que permiten medir las funciones básicas y con
ello la madurez escolar. Dentro de éstas, quizás la de mayor uso e importancia, sea la Prueba
de Funciones Básicas de Berdicewsky y Milicic, la cual permite realizar un diagnóstico de las
habilidades necesarias para el aprendizaje de la lectoescritura. En el área del cálculo pueden
utilizarse aquellas pruebas a las cuales se hace alusión en el tópico sobre discalculia, con el fin
de evaluar las funciones de base no matemática (por ejemplo, la prueba de precálculo y
la batería de pruebas piagetanas).

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