Arthur Glasser - The Apostle Paul and The Missionary Task (Es)
Arthur Glasser - The Apostle Paul and The Missionary Task (Es)
Arthur Glasser - The Apostle Paul and The Missionary Task (Es)
Arthur F. Glasser
1
Neill, Stephen, The Church and Christian Union (London: Oxford University Press), 1968, p. 80.
2
Peters, George W., A Biblical Theology of Missions (Chicago: Moody Press), 1972, p. 219.
3
Cook, Harold R., “Who Really Sent the First Missionaries?” Evangelical Missions Quarterly,
octubre 1975, p. 234.
4
Bocking, Ronald, Has the Day of the Missionary Passed? Essays on Mission, No. 5. (London,
London Missionary Society), 1961, p. 24.
las actividades del grupo apostólico. Hechos 14:21-23 describe la secuencia de sus
actividades como:
Predicar el evangelio
Hacer discípulos
Traer a los conversos a una vida corporativa como miembros de Cristo y de los
demás y como custodios del evangelio del reino
Organizarlos en congregaciones locales caracterizadas por un profundo
compromiso mutuo y por el orden y la disciplina del Espíritu de Dios.
Después de completar su primer viaje misionero, los miembros navegaron a
Antioquía y “reunieron a la iglesia y les refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios
con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles” (Hech. 14:27).
Iglesia y misión
“Yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles en fe y verdad.
Digo la verdad en Cristo, no miento” (1 Tim. 2:7). Pablo estaba decidido a ver crecer la
iglesia. En efecto, la consideraba su principal e insustituible tarea: predicar el Evangelio
a toda la humanidad e incorporar a todos los que creyeran en su vida comunitaria.
Consideraba que solo mediante la multiplicación deliberada de un gran número de nuevas
congregaciones sería posible evangelizar a su generación. Como apóstol, miembro de un
grupo apostólico, se vio a sí mismo trabajando al margen del avance del evangelio
haciendo esta labor prioritaria.
Esto inevitablemente significaba que Pablo hacía crucial la relación entre su grupo
y las nuevas congregaciones que estaban trayendo a la existencia por medio de la
bendición de Dios. De hecho, no podemos entender su preocupación por la recolección
de fondos de las iglesias gentiles para llevar alivio a las iglesias judías (por ejemplo, Rom.
15:25-27) a menos que esto estuviera relacionado de alguna manera con sus esfuerzos
deliberados por cumplir el deseo de su Señor de que las iglesias expresaran su unidad
esencial “para que el mundo crea” (Juan 17:21).
A su vez, con su ejemplo personal y a través de sus enseñanzas, Pablo recordaba
constantemente a las iglesias su vocación apostólica. Habían sido enviadas por Dios al
mundo para alcanzar más allá de sus vecindarios locales con el evangelio. Su tarea era
llevar al reino de Dios a las naciones por las cuales Cristo murió y que aún no lo habían
reconocido como su rey.
La ilustración más llamativa del deseo de Pablo de establecer esta estrecha relación
entre la iglesia local y la misión móvil se encuentra en su epístola a la iglesia en Roma.
Cuando escribió esta carta, se encontraba en la mitad de su gran carrera misionera, y el
alcance de su equipo apostólico en el Mediterráneo Oriental acababa de ser completado.
En efecto, podía afirmar que “desde Jerusalén y hasta Ilírico” (actual región de los
Balcanes) se había “predicado plenamente el evangelio de Cristo” (Rom. 15:19). Por el
contrario, el Mediterráneo occidental representaba una oscuridad no aliviada con un solo
punto de luz: los creyentes judíos y gentiles dispersos en Roma. Aparentemente, esta
comunidad de creyentes había estado en la mente de Pablo por algunos años mientras
agonizaba en oración y deliberaba acerca de su futuro ministerio (15:22).
Así que, con pluma en mano, Pablo escribió la extraordinaria Epístola a los
Romanos. Como “teólogo de tareas” seleccionó cuidadosamente ciertos temas y los
desarrolló para preparar a los cristianos romanos en su estrategia misionera. Solo después
de su extensa revisión del pecado y la culpa ante Dios (1:18-3:20), la justificación y la
redención (3:21-25), la gracia y la presencia y el poder del Espíritu que habita en el
interior (6:1-8:39) y la determinación de Dios de redimir al mundo gentil a través de la
iglesia (9:1-11:26), Pablo revela su estrategia para los creyentes de Roma: que debían
constituirse en una segunda Antioquía, la nueva base de operaciones para la misión de su
grupo apostólico a España y el Mediterráneo occidental (15:22-24). Como tal, tendrían
un papel significativo que cumplir, proveyendo a Pablo y a su equipo de hombres
experimentados y —lo más importante de todo— de apoyo financiero y de oración. Esta
epístola fue escrita para dar a un grupo fuerte de iglesias caseras en una gran ciudad
pagana un sentido de su llamado misionero a los pueblos más allá de sus fronteras. Por
medio de su obediencia misionera, estos creyentes en Roma alcanzarían un nuevo sentido
de su identidad como los “enviados” y “enviadores de personas” de Dios (1:11-15).
Formaron la iglesia y la misión —la congregación fija y el equipo móvil— para que “este
evangelio del Reino [sea predicado] en todo el mundo, para testimonio a todas las
naciones, y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14).
5
Yoder, John Howard, The Politics of Jesus (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Co.),
1972, p. 465.
Preguntas de estudio
1. Describa el punto de vista de Glasser sobre Romanos como una preparación
de los cristianos romanos para su estrategia misionera.
2. ¿Cuál fue la estrategia que Pablo usó para su grupo apostólico?
3. Glasser dice que el sufrimiento siempre acompañará a un ministerio
apostólico. ¿Por qué es esto así?