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Reflexión acerca de Desarrollo y Gobernanza:
¿Será posible, además de sobrevivir, ser feliz en el siglo XXI?
Desde punto de vista, sí es posible ser feliz. Para empezar, se debe retirar ese modelo o molde que sigue la postmodernidad, donde se muestra un reduccionismo con el fin de mecanizar a la sociedad, con lo anterior obtenemos un recorte de las capacidades y posibilidades de cada individuo. Audazmente, la ciencia siendo un solo un modo de verdad legítima, pierde perspectiva asociado a una realidad objetiva con enfoque positivista donde a través el sistema “manipulan” las formas de desarrollo. Donde el modelo de desarrollo surgió con fuertemente para las comunidades indígenas, como método de gobernanza y así mismo aplicado a la sociedad actual, a través del modelo capitalista-occidental donde surge un modelo el cual demuestra que sus prácticas poseen legitimidad, donde, se emplea, ahora, una diferenciación de dos palabras claves en esta reflexión, lo justo y lo injusto. El modelo occidental se ejecutó, luego aparece el modelo económico (que definiría la élite, la clase obrera y media), con el objetivo de mostrar una realidad, pero adversa a la que seguía el ser humano anteriormente. Esta clase cumplía con trabajar, en general, y así pertenecer o sentirse perteneciente a tal régimen. Sin embargo, esta expectativa fue transformadas por mentes maestras para así convertirla en una realidad de aceptación global, vitalicia y sucesiva, ya no sólo los padres sino también sus hijos, respectivamente, culminaban con ejecutar ese sistema reduccionista. Hasta este punto, tendremos una única visión del mundo, lo que plantea la ciencia a partir del positivismo y la teoría crítica es una posición holística, donde la ciencia es el único camino de conocimiento legítimo. Lo anteriormente dicho, se asimila mejor con la palabra uniformidad, donde se sucede una continuidad para finalmente concluir un paradigma y si esto ciclo es constantes los paradigmas, también lo son. Para ello la ciencia, siempre está en constante cambio, modifica lo necesario para no perder la perspectiva en el ámbito de la transformación del mundo; debido a su falta de reflexión epistemológica. Por otra parte, la modernidad del siglo XXI absorbe los paradigmas en un sentido de modernización académica para cumplir con el sistema educativo, un medio de gobernanza culturo-espiritual.