POLIAMOR

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15/04/2018 - 00:06

Vínculos

Poliamor: ¿en serio podemos ser felices


los cuatro?
El hit de Maluma visibiliza las relaciones que desafían el modelo monogámico. ¿Pero
cuáles son los conflictos que surgen en las parejas abiertas?

Poliamor. Ilustración: Daniel Roldán

María Florencia Pérez

Si conmigo te quedas o con otro tú te vas, no me importa un carajo porque sé que


volverás. Y si con otro pasas el rato, vamo’ a ser felices los cuatro. Yo te acepto el trato”,
dice el hit de Maluma, que visibiliza masivamente vínculos de pareja diferentes al
tradicional modelo hegemónico, el monogámico. El amor libre, las relaciones abiertas e
incluso términos más recientes como el poliamor, empiezan a asomar en la cultura
popular a través de canciones, películas, documentales y series de televisión.
No se trata de fórmulas novedosas (ya en el siglo XIX el anarquismo proponía
“amores múltiples” y “uniones libres”), aunque el contexto socio-cultural contemporáneo
aporte su impronta singular. Laura Fernández Cordero, doctora en Ciencias Sociales y
autora de Amor y anarquismo (Siglo XXI), afirma: “Las formas de amar tienen su historia y
se transforman de manera cotidiana porque experimentamos todo tipo de relaciones sin
esperar que estén de moda o se sancionen leyes. Si es un tema de tanta actualidad es
porque estamos en un momento de importantes desajustes y reacomodaciones. Los
grandes cambios económicos y sociales, así como el impulso de los feminismos y los
activismos LGTBI resquebrajan los viejos patrones morales (patriarcales y
héterocentrados). Entonces reaparecen viejas fórmulas como el amor libre o el
intercambio de parejas, y se entremezclan con otras terminologías o experiencias como

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el poliamor, las relaciones swinger, los tríos, etc. Ante una cultura de la novedad
permanente, es importante reconocer que hay una historia”.

Una serie sobre el tema: "Tú, yo y ella" (Netflix). Una pareja heterosexual se enamora de una escort privada.

Para el psicoanalista y doctor en la UBA, Luciano Lutereau, la raíz de este


fenómeno no es solamente social: “En nuestras sociedades, la monogamia es también
una condición psíquica, dependiente de nuestros modos de crianza. El
‘resurgimiento’ de los conceptos de amor libre, relaciones abiertas, etcétera, es debido a
que el amor se construye con el modelo de la relación madre-padre-hijo/a, lo que explica
sus componentes fuertemente pasionales. Sólo quien está en posición de hijo puede decir
‘sin vos me muero’ y es para huir de estas pasiones regresivas que se busca ampliar la
relación, para no vivir tanto en la dependencia y el desvalimiento de la relación exclusiva”,
reflexiona.
La sociología, la historia, la psicología y la antropología abordan el tema con
diferentes herramientas y miradas. Mientras tanto, los interrogantes de la amplia mayoría
que nunca experimentó este tipo de relaciones son casi siempre los mismos: ¿es posible
este tipo de vínculo sin sentir celos?; ¿se puede amar a más de una persona a la vez?;
¿hay algún tipo de límite pactado? Y finalmente: ¿acaso se puede ser felices los cuatro?

Somos mucho más que dos


“Siempre tuve relaciones monógamas. La última fue con una de mis actuales parejas,
Paula, pero en ese formato duramos solo un año. Veníamos hablando de la idea de abrir
la relación, de sincerarnos y ser honestos porque la mayoría de las personas desean y
reprimen o engañan. Fue un proceso largo, pero hoy convivo con Paula y Sofía, quien se
integró a nuestra vida un poco después. Pienso que no hay límites, que las relaciones van
mutando como mutan los deseos. Yo, en este momento, no me veo con otras personas
pero no me genera ningún problema que ellas sí se vinculen con otros. Puedo llegar a
sentir celos pero también sé que ellas no son de mi propiedad por lo cual no tengo
derecho a sentir que me están traicionando. Para mí, ser fiel es tan inverosímil como el
voto de castidad de los curas. Tampoco digo que esto sea la panacea, estoy convencido
de que este tipo de relaciones son más conflictivas que las monógamas porque hay
confrontación emocional y sentimental todo el tiempo. Es difícil aceptar lo que la otra
persona quiere. También puede ser complicado a nivel social, por ejemplo. Sobre todo
para quienes tienen hijos, nuestra cultura rechaza esto y muchas veces hay que disfrazar
este tipo de vida amorosa. De todas formas, el poliamor es cada vez más frecuente, por
algo los medios masivos se hacen eco de esto. Las nuevas generaciones relativizan

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mucho el concepto de pareja que manejamos los más grandes. Siempre le tengo que dar
muchas más explicaciones sobre mi estilo de vida a un adulto que a un pibe de veinte.”

(Damián, diseñador gráfico, 41).


El poliamor es un neologismo bastante reciente que se usa para definir una
relación amorosa estable en forma simultánea con varias personas, quienes tienen plena
conciencia de esta situación y la aprueban. La honestidad, la comunicación y el
crecimiento personal son las banderas que levantan aquellos que practican este tipo de
vínculos.
Sin embargo, eso no necesariamente se traduce en relaciones más armónicas o
menos problemáticas que las monogámicas. Gabriel Alejandro Cartañá, psicólogo y autor
de ¿Por qué somos así? (Emecé), subraya los cambios sociales que permitieron derribar
falsos prejuicios y abrieron paso para que muchos tomen decisiones libres, pero también
enumera las posibles consecuencias emocionales que pueden generar estas relaciones:
“Los celos, las suposiciones sobre los demás miembros, las actitudes de
competencia inconsciente sobre los terceros, la lucha de poder por ocupar un lugar de
liderazgo en el grupo, son algunas de las fuentes de conflicto. Además de transitar con las
dificultades normales y típicas de cualquier pareja tradicional. Es un trabajo denodado y
no es para cualquiera, pero eso no es un problema, ya que no cualquiera desea vivir de
esa manera”, reflexiona.

La película francesa "Canciones de amor", de Christophe Honoré, hace foco en una historia de a tres.

Experimento de autosuperación
“Hace unos años me enamoré de Hernán, mi profesor de yoga. Me enganché mucho con
su discurso libertario. El decía que la monogamia no es simplemente una relación de dos
personas que se eligen, sino que es todo un régimen social que tenemos naturalizado y
que se basa en el control del otro. Desde lo racional no solo adhería a esas ideas sino
que me generaba mucha admiración su forma de transmitirlas. El vivía en una casona
donde se organizaban talleres, recitales y fiestas junto a sus dos parejas, un chico y una
chica, quienes a su vez tenían otras historias. Las primeras veces que estuvimos juntos
nos veíamos cuando ellos no estaban o, si no, directamente fuera de la casa. De todas
formas no pude evitar hacer preguntas sobre la chica con la que vivía, Alina, y
compararme. Una vez que la conocí, no la vi como una amenaza y empecé a compartir
más tiempo con ellos. Lo que sí me incomodó fue sentir que todos estaban al tanto de lo
nuestro con detalles, que no teníamos intimidad. Todo se hablaba demasiado. Parecía un
reality, una sesión de terapia. Me sentía parte de un experimento psicológico donde todos
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estaban ‘trabajando’ tal o cual cosa que debían superar o ‘trascender’ para ser más
libres.”

(Priscila, bailarina, 31).


¿Existe un protocolo de condiciones psicológicas a cumplir para experimentar este
tipo de relaciones sin salir lastimado? ¿Es posible llevar a cabo un trabajo introspectivo de
autosuperación para liberarse de los celos y los impulsos posesivos? Según Cartañá, los
riesgos de “jugar” a este tipo de vínculo y quedar dañados en el proceso son altos
si no se hace con completa honestidad personal: “Las condiciones mínimas y
necesarias serían honestidad, comunicación, madurez, seguridad tanto en sí mismo como
en los demás miembros del vínculo, absoluta libertad de decisión, tanto individual como
colectiva, conocimiento acabado de lo que este tipo de roles implica”.
Por su parte, Luciano Lutereau relativiza la idea de que los miembros de este tipo
de parejas puedan hacer un trabajo consciente para erradicar sus deseos posesivos.
Según este psicoanalista, cuando el relato es parte del erotismo de la pareja, el deseo de
saber puede ser más atormentador que los celos de quien espía un celular o revisa un
mail. “Y ese deseo es también más posesivo que el que proscribe estar con otras
personas”, subraya.

El libro "La invitada", de Simone de Beauvoir, es una novela autobiográfica sobre modelos alternativos de
pareja.

En libertad condicional
“Con mi pareja, somos muy independientes. Cuando nos conocimos, cada uno andaba en
la suya, pero lo lindo es que nos fuimos eligiendo y en un año nos mudamos juntos. La
relación se fue abriendo de forma natural porque nosotros no creemos en la monogamia.
Pensamos que si tenés deseos de tener sexo con otro, hay que ir y hacerlo. Es imposible
que no te pasen cosas con otra gente. A mí no me interesa que él me cuente lo que hace
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por ahí, no le pregunto ni ando hurgando entre sus cosas. Mientras esté contento y feliz,
para mí está perfecto. Pero sí cuidamos las formas, siempre volvemos a dormir a casa,
no da andar cuchareando con otros por ahí. También hemos tenido sexo con otras
parejas. Y creo que funciona porque ante todo somos muy amigos. En los cinco años que
estamos juntos nunca me pasó de enamorarme de otra persona y creo que a él tampoco.
Pasa el tiempo y seguimos mega enganchados. De todas formas, creo que esto no es
para cualquiera y también que para autodenominarse pareja abierta hay que tener un
recorrido juntos, conocerse bien. Hay mucha gente que recién empieza con alguien y dice
que está en una pareja abierta por comodidad, para seguir haciendo la misma vida de
antes. Pero no funciona así, esto solo es viable con alguien con quien querés todo y con
mucha honestidad puertas adentro, sino puede lastimar.”

(Lucía, artista, 28).


Existe un código entre quienes practican el amor libre que no es moral, ya que no
suscribe a las imposiciones sociales, sino que es ético porque responde a decisiones
voluntarias y conscientes de los miembros de la pareja en cuestión. Cada pareja abierta o
poliamorosa se vincula de forma diferente, no hay modelos ni esquemas fijos, sino que el
tipo de relación, lo que está bien y lo que no, es consensuado por sus integrantes. Por
eso hay quienes son más permeables a encuentros con terceros que involucren intimidad
afectiva además de sexual y quiénes no.
Para Luciano Lutereau, un punto fundamental es definir cuándo es que realmente
se puede hablar de una pareja: “Muchas llamadas parejas abiertas en realidad son
sociedades de socorro mutuo, asociaciones sin (o con) fines de lucro, etc. Lo propio de
una pareja no es un contrato, sino el conflicto; mejor dicho, el atravesamiento de conflictos
que hace que dos personas crezcan juntas y deban revisar sus posiciones a partir de las
del otro. La pareja no es una fusión de empresas, una reunión entre CEO’s. Es notable
cómo el vocabulario de las empresas inunda hoy el campo amoroso y se habla de
negociar (intereses), gestionar (tiempo), invertir (años). Una pareja es otra cosa: es la
principal oportunidad que se tiene en la vida para crecer con alguien que no sean los
propios padres, es decir, crecer ya no como hijo, sino como hombre o mujer”.

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