Maniobras Narrativas
Maniobras Narrativas
Maniobras Narrativas
“Ayer salí de mi casa a las 7.15 horas para tomar el tren de las 7.40, que llega a
Olivos a las 8.00. Tomé el 161 que me llevó a la estación; allí compré el boleto y me dirigí
al andén respectivo. A las 7.38 subí al tren, que partió a las 7.40 y me llevó a Olivos.”
Si nos encontramos con alguien que cuenta una historia como ésta, nos preguntaremos
por qué nos hace perder tanto tiempo desarrollando presuposiciones obvias. Por lo general,
un emisor sólo referirá sucesos o acciones que en cierta manera sean interesantes. Aunque
este criterio hay que considerarlo relativamente y de acuerdo con cada contexto,
presupone que únicamente se explican acciones que hasta cierto punto se desvían de una
norma, de expectativas o costumbres. No se narran historias sobre el desayuno o el abrir de
una puerta si con ello no va ligado algo especial.
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“Ayer salí de mi casa a las 7.15 horas para tomar el tren de las 7.40, que llega a
Olivos a las 8.00. Cuando tomé el 161, caí en la cuenta de que había dejado sobre la mesa
del comedor diario, la autorización para asistir al torneo de handball que necesitaba para
las 8.15. Al llegar a la estación ya había barajado algunas opciones, era imposible regresar
a casa, inadmisible fallarle al equipo pero relativamente aceptable generar mi propio
permiso. Dispuesto a todo, salté en el tren y me preparaba para conseguir, en medio de
los maletines, carteras y bolsos que me cercaban, una hoja y una birome de mi mochila
cuando descubrí que, como tenía torneo, no había llevado útiles...
MACROESTRUCTURA NARRATIVA
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Finalmente, muchos textos narrativos poseen un anuncio y un epílogo o conclusión,
que se refieren a acciones actuales y futuras del narrador y/o del oyente –o lector. Un
ejemplo típico de esta categoría es la moraleja.
Algunas de las categorías mencionadas (por ejemplo el marco, la evaluación y la
moraleja) pueden quedar implícitas: el oyente o lector ya sabe cuándo o dónde se produce
el episodio, por lo que puede sospechar la evaluación del narrador, así como también la
moraleja, para ese contexto comunicativo. Además es posible que la estructura narrativa
básica pueda ser modificada mediante ciertas transformaciones; así podemos pensar en
narraciones literarias que comienzan con la complicación y sólo después aportan los datos
necesarios acerca de los personajes o de la secuencia de acciones que preceden a la
complicación.
LA NARRACIÓN LITERARIA
La obra literaria presenta dos aspectos: es, al mismo tiempo, una historia y un
discurso. Es historia, en la medida en que evoca cierta realidad, acontecimientos y
personajes que se confunden con los de la vida real. Desde esta perspectiva, podríamos
señalar que esta misma historia podría contarse, referirse por otros códigos y canales:
película, historieta; o también como relato oral.
Afirmamos que es, al mismo tiempo, discurso, porque existe un narrador que relata la
historia y un destinatario de la misma. Sin embargo, en este nivel, no son sólo los
acontecimientos referidos los que interesan, sino la manera en que el narrador nos los hace
conocer, es decir el cómo los cuenta.
La historia es, entonces, una abstracción, no existe “en sí” ya que siempre es percibida y
contada por alguien, y por lo tanto, llevada al plano del discurso. La historia se concretiza
en el plano del discurso.
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De aquí deriva la necesidad de romper con la sucesión “natural” de los acontecimientos
mediante maniobras narrativas que den cuenta de esos hechos. A estas estrategias
(“artificios”) las llamamos “quiebres” temporales.
Existen, entonces, formas más complejas en el relato literario que permiten contar
varias historias a la vez.
Intercalación: es la inclusión de una historia dentro de otra. El caso más famoso, LAS MIL
Y UNA NOCHES o, más cercano a nosotros, la película TITANIC.
Sin embargo, nos interesa, ahora, analizar tres tipos de relaciones que se establecen
entre el tiempo de la historia y tiempo del relato:
relaciones de orden
relaciones de duración
relaciones de frecuencia.
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RELACIONES DE ORDEN
El orden temporal de sucesión de los acontecimientos en la historia puede coincidir o no
con el orden de su disposición en el relato.
En el caso más simple, los dos tiempos siguen la misma dirección, perfectamente
paralelos: los hechos en el relato se suceden de la misma manera que en el orden de la
historia. Esta igualdad o paralelismo es muy raro porque el universo evocado está
organizado sobre varias líneas temporales (por ejemplo: varios personajes.) No obstante, si
éste fuera el caso, estaríamos ante la presencia de un relato cronológico ya que la
narración respeta el orden de los sucesos en la historia.
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Las historias engarzadas, también, constituyen una ruptura del paralelismo temporal: se
interrumpe el orden de la primera historia, instituyendo, así, una nueva cadena de
temporalidad.
RELACIONES DE DURACIÓN
La velocidad del relato se definirá por la relación entre la duración de la historia, medida
en segundos, minutos, horas, días, meses y años y la longitud del texto, calculada en
palabras, líneas y páginas en el género narrativo, escenas, en el género dramático y
cinematográfico.
Las maniobras narrativas que dan cuenta de la relación entre la duración de la historia y
la duración del discurso son:
Elipsis
Pausa, suspensión temporal o digresión
Escena dialogada
Relato sumario
Análisis
Elipsis
Es la omisión o supresión de sucesos de la historia en el discurso. Es decir, cuando a una
unidad de tiempo de la historia no le corresponde ninguna unidad de tiempo en la
escritura.
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Relato sumario o resumen
Hablamos de relato sumario cuando a una unidad mayor de la historia le corresponde una
unidad menor en el tiempo del relato.
Escena dialogada
Con el diálogo tratamos de reproducir en el discurso la misma duración del tiempo de la
historia es decir que, a una unidad del tiempo de la historia le corresponde una unidad
similar en el tiempo del relato.
Para finalizar con el concepto de duración, diremos que también los blancos tipográficos
(parágrafos y capítulos) pueden indicar rupturas en el tiempo de la historia.
RELACIONES DE FRECUENCIA
Entre las capacidades de repetición de los acontecimientos de la historia y del relato, se
establecen tres tipos de relaciones:
Relato singulativo
Relato iterativo
Relato repetitivo
Relato singulativo
Consiste en contar una vez en el discurso lo que sucedió una vez en la historia.
Ejemplo: “El veinticinco de marzo yo no tenía un centavo, así que el veinticinco
vendí también mi reloj pulsera. (...) El veintiocho fui a la inmobiliaria a
firmar un montón de papeles.”
Relato iterativo
Significa contar una vez en el discurso lo que sucedió varias veces en la historia.
Ejemplo: “Durante veinte días, en el mes de febrero, pasé al taller la misma
información sobre el estado del tiempo...”
Relato repetitivo
Es referir varias veces en el dicurso lo que sólo sucedió una vez en la historia. Así, el
mismo acontecimiento puede ser relatado con variantes estilísticas y con variaciones del
punto de vista.
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Ejemplo: “- Y habrás mandado varios hombres a la cárcel, también, supongo –
dije.
- No. En este tiempo, a ninguno- dijo Ernesto.
Después hicimos silencio otra vez, por unos diez minutos. Durante ese tiempo, Ernesto no
dejó de mirarme ni un segundo. (...) tenía los ojos entrecerrados y el vaso de whisky en la
mano...”
(relato desde el punto de vista de Ángel)
Todos los ejemplos fueron tomados de la novela CICATRICES de Juan José Saaer.