Maniobras Narrativas

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 8

LA NARRACIÓN

Con el nombre de textos narrativos hacemos referencia, en primer lugar, a las


narraciones que se producen en la comunicación cotidiana: narramos lo que nos pasó o
aconteció a otros que conocemos, recientemente o hace tiempo. Esta narración sencilla y
“natural” es primariamente oral, aún cuando la podamos reproducir como texto escrito y
la llamamos anécdota.
Después de estas narraciones “naturales” aparecen, en segundo lugar, los discursos
narrativos populares pautados, como los chistes, mitos, cuentos populares, leyendas, etc.,
y en tercer lugar, las narraciones a menudo más complejas que generalmente
circunscribimos al concepto de literatura: cuentos, novelas, etc. o cine, narración
cinematográfica (películas). La estructura de las narraciones literarias deriva de los
discursos naturales a través de transformaciones bastante complicadas.
Más allá de la distinción entre narrativa natural y narrativa artificial, diremos que una
narración es una secuencialización temporal y lógica de acciones que requiere para cada
acción referida un agente, una intención u objetivo del agente y un cambio (junto con su
causa y su propósito que lo determina). A esto podrían añadirse estados mentales,
emociones, circunstancias y descripciones, que quedan subordinadas a las acciones.
Para que la narración sea considerada como tal, las acciones descriptas deben suponer
cierto grado de dificultad, y el agente no debe disponer de una opción obvia para cambiar
el estado inicial. Los acontecimientos posteriores a esa decisión suelen ser inesperados o
extraños.
Es evidente que una serie de requisitos de este tipo excluye de la clase de textos
narrativos aserciones como:

“Ayer salí de mi casa a las 7.15 horas para tomar el tren de las 7.40, que llega a
Olivos a las 8.00. Tomé el 161 que me llevó a la estación; allí compré el boleto y me dirigí
al andén respectivo. A las 7.38 subí al tren, que partió a las 7.40 y me llevó a Olivos.”

Si nos encontramos con alguien que cuenta una historia como ésta, nos preguntaremos
por qué nos hace perder tanto tiempo desarrollando presuposiciones obvias. Por lo general,
un emisor sólo referirá sucesos o acciones que en cierta manera sean interesantes. Aunque
este criterio hay que considerarlo relativamente y de acuerdo con cada contexto,
presupone que únicamente se explican acciones que hasta cierto punto se desvían de una
norma, de expectativas o costumbres. No se narran historias sobre el desayuno o el abrir de
una puerta si con ello no va ligado algo especial.

1
“Ayer salí de mi casa a las 7.15 horas para tomar el tren de las 7.40, que llega a
Olivos a las 8.00. Cuando tomé el 161, caí en la cuenta de que había dejado sobre la mesa
del comedor diario, la autorización para asistir al torneo de handball que necesitaba para
las 8.15. Al llegar a la estación ya había barajado algunas opciones, era imposible regresar
a casa, inadmisible fallarle al equipo pero relativamente aceptable generar mi propio
permiso. Dispuesto a todo, salté en el tren y me preparaba para conseguir, en medio de
los maletines, carteras y bolsos que me cercaban, una hoja y una birome de mi mochila
cuando descubrí que, como tenía torneo, no había llevado útiles...

Resumiendo, podemos restringir los requisitos fundamentales del discurso narrativo


a los siguientes: basta con localizar un agente (sin importar que éste sea o no humano), un
estado inicial, una serie de cambios orientados en el tiempo y producidos por causas
(que no necesariamente deben especificarse), hasta obtener una respuesta no esperable
a esa dificultad que genere un nuevo cambio.

MACROESTRUCTURA NARRATIVA

Del anteriormente citado criterio de interés, se obtiene una primera categoría


narrativa: la complicación en una secuencia de acciones.
Esta complicación requerirá, para diluirse, una reacción: la resolución. Ambas pueden
ser tanto positivas como negativas.
Con estas dos categorías de complicación y resolución, ya disponemos del núcleo de un
discurso narrativo, al que llamaremos suceso. Cada suceso acontece en una situación
específica, un lugar, un tiempo y circunstancias determinadas, que constituyen el marco.
El conjunto del marco y el suceso forman el episodio. Dentro del mismo marco pueden
darse varios sucesos. Se denomina trama narrativa a la serie de episodios de un discurso
narrativo.
Si bien estas categorías (complicación, resolución, suceso, marco, episodio, trama) son
las categorías narrativas básicas, existen otras que aparecen regularmente en las
narraciones cotidianas. La mayoría de los narradores no sólo reproduce los sucesos, sino
que también aporta su reacción mental, su opinión o valoración (por ejemplo, que tenía
miedo). Esta categoría se denomina evaluación, y no pertenece a la trama sino que se
trata de una reacción del narrador frente a la misma.

2
Finalmente, muchos textos narrativos poseen un anuncio y un epílogo o conclusión,
que se refieren a acciones actuales y futuras del narrador y/o del oyente –o lector. Un
ejemplo típico de esta categoría es la moraleja.
Algunas de las categorías mencionadas (por ejemplo el marco, la evaluación y la
moraleja) pueden quedar implícitas: el oyente o lector ya sabe cuándo o dónde se produce
el episodio, por lo que puede sospechar la evaluación del narrador, así como también la
moraleja, para ese contexto comunicativo. Además es posible que la estructura narrativa
básica pueda ser modificada mediante ciertas transformaciones; así podemos pensar en
narraciones literarias que comienzan con la complicación y sólo después aportan los datos
necesarios acerca de los personajes o de la secuencia de acciones que preceden a la
complicación.

LA NARRACIÓN LITERARIA
La obra literaria presenta dos aspectos: es, al mismo tiempo, una historia y un
discurso. Es historia, en la medida en que evoca cierta realidad, acontecimientos y
personajes que se confunden con los de la vida real. Desde esta perspectiva, podríamos
señalar que esta misma historia podría contarse, referirse por otros códigos y canales:
película, historieta; o también como relato oral.
Afirmamos que es, al mismo tiempo, discurso, porque existe un narrador que relata la
historia y un destinatario de la misma. Sin embargo, en este nivel, no son sólo los
acontecimientos referidos los que interesan, sino la manera en que el narrador nos los hace
conocer, es decir el cómo los cuenta.
La historia es, entonces, una abstracción, no existe “en sí” ya que siempre es percibida y
contada por alguien, y por lo tanto, llevada al plano del discurso. La historia se concretiza
en el plano del discurso.

TIEMPO DEL DISCURSO / TIEMPO DE LA HISTORIA


El problema de la presentación del tiempo en el relato se plantea a causa de la diferencia
entre la temporalidad de la historia y del discurso.
En la historia, varios acontecimientos pueden suceder simultáneamente, pero en el
discurso debemos relatarlos unos después de otros. Por eso, el tiempo de la historia es
pluridimensional, en tanto que el tiempo del discurso es, en cierto sentido, lineal, ya que
los sucesos son referidos unos detrás de otros.

3
De aquí deriva la necesidad de romper con la sucesión “natural” de los acontecimientos
mediante maniobras narrativas que den cuenta de esos hechos. A estas estrategias
(“artificios”) las llamamos “quiebres” temporales.

Existen, entonces, formas más complejas en el relato literario que permiten contar
varias historias a la vez.

ORGANIZACIÓN DE DOS O MÁS HISTORIAS EN EL DISCURSO.


En estas maniobras, básicamente, se entablan tres tipos de relación que permiten combinar
dos o más historias en una narración:

Encadenamiento: consiste en adosar, unir diferentes historias: una vez terminada la


primera, comienza la segunda y así, sucesivamente. En este caso la unión se produce por
algún tema, personajes, contexto, complicación, común a todas ellas. El caso más conocido
es la serie televisiva: el tema, en MUJERES ASESINAS; los personajes, LOS SIMULADORES; el
contexto, DISPUTAS, SOL NEGRO; la complicación, SIN CÓDIGO.

Intercalación: es la inclusión de una historia dentro de otra. El caso más famoso, LAS MIL
Y UNA NOCHES o, más cercano a nosotros, la película TITANIC.

Alternancia: consiste en contar dos historias simultáneamente, interrumpiendo ya una, ya


la otra, para retomarla en la complicación siguiente. El ejemplo típico es el entramado de
las telenovelas.
Pero, ahora bien, el relato es una secuencia dos veces temporal ya que en él conviven el
tiempo de la historia narrada y el tiempo específico del relato. Por otra parte, el relato
literario escrito, así como el fílmico, es “consumido” y por lo tanto, actualizado en un
tercer tiempo, el de la lectura.

Sin embargo, nos interesa, ahora, analizar tres tipos de relaciones que se establecen
entre el tiempo de la historia y tiempo del relato:
 relaciones de orden
 relaciones de duración
 relaciones de frecuencia.

4
RELACIONES DE ORDEN
El orden temporal de sucesión de los acontecimientos en la historia puede coincidir o no
con el orden de su disposición en el relato.
 En el caso más simple, los dos tiempos siguen la misma dirección, perfectamente
paralelos: los hechos en el relato se suceden de la misma manera que en el orden de la
historia. Esta igualdad o paralelismo es muy raro porque el universo evocado está
organizado sobre varias líneas temporales (por ejemplo: varios personajes.) No obstante, si
éste fuera el caso, estaríamos ante la presencia de un relato cronológico ya que la
narración respeta el orden de los sucesos en la historia.

 Sin embargo puede suceder - y de hecho es lo más común - que haya


discordancias o desajustes entre ambos órdenes temporales, es decir que el relato no
respete el orden de la historia. A estas disociaciones las llamamos anacronías narrativas y
se traducen fundamentalmente en dos maniobras narrativas: prolepsis o anticipación y
analepsis o retrospección.

 Prolepsis: Llamamos prolepsis a la anticipación de sucesos del futuro de la


historia en el presente del discurso. Suelen presentarse como
“avance” o flash- forward de ”lo que vendrá.”
 Analepsis: Se conocen como analepsis las retrospecciones, evocaciones o
acontecimientos anteriores de la historia en el presente del relato.
Estas actualizaciones del pasado pueden realizarse a través de
dos mecanismos: A) Traer al presente del discurso, la narración de hechos
que corresponden al pasado de la historia. Éstos son relatados por algún personaje para
justificar o explicar algún suceso del presente del relato. A este mecanismo lo llamamos
racconto.
B) La irrupción de imágenes del pasado de la historia
en el presente del relato. Cuándo hablamos de estas imágenes no sólo aludimos a las
visuales sino también a las auditivas, gustativas, táctiles y olfativas y a la presencia de ellas
en la conciencia de los personajes. A este mecanismo lo conocemos como flash-back.

Estas rupturas en el paralelismo temporal entre el orden de la historia y el orden del


discurso suelen utilizarse para crear el efecto de suspenso. Un caso típico es el cadáver con
el que empiezan algunas novelas policiales: se expone un acontecimiento enigmático de
modo que es preciso un retroceso en el tiempo para explicarlo.

5
Las historias engarzadas, también, constituyen una ruptura del paralelismo temporal: se
interrumpe el orden de la primera historia, instituyendo, así, una nueva cadena de
temporalidad.

RELACIONES DE DURACIÓN
La velocidad del relato se definirá por la relación entre la duración de la historia, medida
en segundos, minutos, horas, días, meses y años y la longitud del texto, calculada en
palabras, líneas y páginas en el género narrativo, escenas, en el género dramático y
cinematográfico.
Las maniobras narrativas que dan cuenta de la relación entre la duración de la historia y
la duración del discurso son:
 Elipsis
 Pausa, suspensión temporal o digresión
 Escena dialogada
 Relato sumario
 Análisis

 Elipsis
Es la omisión o supresión de sucesos de la historia en el discurso. Es decir, cuando a una
unidad de tiempo de la historia no le corresponde ninguna unidad de tiempo en la
escritura.

Ejemplo: Se omiten años enteros en la vida de un personaje.

Estas elipsis pueden ser:


Implícitas ya que no están declaradas en el texto y el lector debe
deducirlas.
Explícitas se mencionan en el discurso: “pasaron algunos años” ;
“dos años más tarde”.

 Pausa, suspensión temporal o digresión


Designamos pausa cuando a un segmento del relato no le corresponde ninguna
duración de la historia. La suspensión puede tener los rasgos de una descripción (pausa
descriptiva) o de una reflexión o comentario externo a la historia (pausa analítica). Pero
¡OJO!, no todas las descripciones constituyen pausas.

6
 Relato sumario o resumen
Hablamos de relato sumario cuando a una unidad mayor de la historia le corresponde una
unidad menor en el tiempo del relato.

 Escena dialogada
Con el diálogo tratamos de reproducir en el discurso la misma duración del tiempo de la
historia es decir que, a una unidad del tiempo de la historia le corresponde una unidad
similar en el tiempo del relato.

Para finalizar con el concepto de duración, diremos que también los blancos tipográficos
(parágrafos y capítulos) pueden indicar rupturas en el tiempo de la historia.

RELACIONES DE FRECUENCIA
Entre las capacidades de repetición de los acontecimientos de la historia y del relato, se
establecen tres tipos de relaciones:
 Relato singulativo
 Relato iterativo
 Relato repetitivo

 Relato singulativo
Consiste en contar una vez en el discurso lo que sucedió una vez en la historia.
Ejemplo: “El veinticinco de marzo yo no tenía un centavo, así que el veinticinco
vendí también mi reloj pulsera. (...) El veintiocho fui a la inmobiliaria a
firmar un montón de papeles.”

 Relato iterativo
Significa contar una vez en el discurso lo que sucedió varias veces en la historia.
Ejemplo: “Durante veinte días, en el mes de febrero, pasé al taller la misma
información sobre el estado del tiempo...”

 Relato repetitivo
Es referir varias veces en el dicurso lo que sólo sucedió una vez en la historia. Así, el
mismo acontecimiento puede ser relatado con variantes estilísticas y con variaciones del
punto de vista.

7
Ejemplo: “- Y habrás mandado varios hombres a la cárcel, también, supongo –
dije.
- No. En este tiempo, a ninguno- dijo Ernesto.
Después hicimos silencio otra vez, por unos diez minutos. Durante ese tiempo, Ernesto no
dejó de mirarme ni un segundo. (...) tenía los ojos entrecerrados y el vaso de whisky en la
mano...”
(relato desde el punto de vista de Ángel)

“ No dejo de mirarlo un solo momento, pero él evita mi mirada (...) voy


y lleno mi propio vaso y me siento (...)
Me pregunta si en los últimos tiempos he mandado muchos hombres a
la cárcel. “Ninguno”, digo yo. Después volvemos a quedar en silencio.
Lo contemplo intensamente.”
(relato desde el punto de vista de Ernesto)

Todos los ejemplos fueron tomados de la novela CICATRICES de Juan José Saaer.

También podría gustarte