Identidad Cristiana en Los Padres Apostólicos

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Identidad cristiana en los Padres Apostólicos

1. ¿Qué es la identidad cristiana?


Ser cristiano es lo mismo que estar en comunidad con Cristo, reconocerle como Señor.
Participar de su vida. El Sí a sus palabras, la obediencia a sus mandatos, tienen cuño cristiano en
cuanto expresan un sí a El mismo. El ser cristiano es algo muy distinto de ser partidario de Sócrates
y Platón o de cualquier otro fundador de religiones. Es budista el que sigue el camino de Buda,
socrático, el que acepta la doctrina de Sócrates; pero cristiano sólo es aquél que se entrega a
Cristo: el ser cristiano está fundado en Cristo. La vida de Cristo es, sin duda, única e
irrepetible, se hace y realiza en un tiempo histórico exactamente circunscrito. Sólo es cristiano
aquél que en su aquí y ahora participa de la vida y muerte de Cristo. Este es el misterio del
cristiano: el ser uno con Cristo, y, sin embargo, no perderse a sí mismo, sino ganarse en El.
San Pablo caracteriza este modo de existencia como un ser en Cristo y con Cristo (Gal 2,20).
Tal ser se instaura en el bautismo. Después el hombre crece con Cristo a través del dolor y de la
muerte hacia la transfiguración; está metido de lleno en el ámbito de su muerte y Resurrección. El
yo del bautizado está dominado y formado completamente por el Yo de Cristo. Si existencia
cristiana significa el ser uno mismo en Cristo y el ser de Cristo en nosotros, el hombre en el
Bautismo queda indisolublemente unido a Cristo. La unión con Cristo es indestructible. A pesar
de todos los esfuerzos por separarse de Cristo, el bautizado siempre tendrá el carácter de su
pertenencia a Cristo.1

2. Importancia de la Identidad Cristiana


Lo que define nuestra identidad es nuestro origen (Hechos 17,24-28). Si no sabemos quiénes
somos, jamás podremos saber cómo vivir auténticamente. En la definición anterior hemos
aprendido que en Cristo tenemos una nueva Identidad. Gracias al sacrificio de Jesús y al aceptarle
como Salvador, Dios nos concedido el privilegio de llegar a ser sus hijos (Juan 1,12). Somos una
nueva creación en Cristo (2 Corintios 5,17). Esto nos da la idea de que ahora al estar en Él, tenemos
una identidad totalmente diferente a la que teníamos. Una definición adicional de identidad es que
esta es “la cualidad o condición de ser lo mismo que otra cosa”. En el caso de nuestra identidad en
Cristo, nuestras vidas indican que somos iguales a Él pues hemos asumido su identidad (Gálatas
2,20). Por lo tanto, la identidad cristiana tiene dos notas características:
Primero: asumir la identidad de Cristo nos coloca en una posición privilegiada ante el
Padre, porque ya Él no nos ve a nosotros, sino que ve a su Hijo. Al mismo tiempo, todo lo que
Jesús tiene o recibe del Padre, es nuestro también.
Segundo: asumir la identidad de Cristo, significa que somos cristianos, por lo tanto, todas
las cosas que hacemos encuentran su fuente en Él. Asumir su identidad es vivir como Él vivió.
Y si decimos que estamos en Cristo, esto debe ser evidente a todo el mundo.
Algo importante que destacar es que Dios quiere vivamos nuestra identidad, por eso nos provee
de todos los medios de gracia y beneficios espirituales para lograrlo. Con el único objetivo de que
su identidad sea proclamada a través de nosotros. Dios nos hizo quienes somos para poder dar a
conocer quién es Él.
3. Los Padres Apostólicos
1
M. SCHMAUS. TEOLOGIA DOGMATICA III: DIOS REDENTOR. RIALP. MADRID
1959.Pág. 117
Los Padres Apostólicos son los herederos del mandato evangélico de “anunciar y bautizar” dalo
a los apóstoles. Son gente inquieta que continuó la labor de los apóstoles de Cristo. Se les llama
apostólicos porque la tradición capturada de ellos, recibida de los apóstoles, proviene de forma oral,
llamada por Clemente de Roma como la gloriosa y venerada norma de la tradición viviente de la
Iglesia (1 Clem 7,2). La aportación fundamental de estos se encuentra en la trasmisión de las
verdades esenciales de la fe tal como las predicaron los discípulos del Maestro, y así fueron
conservadas2.
a. Didajé (90 d.C)
“Hay dos caminos: uno de la vida, y otro de la muerte; pero muy grande es la diferencia
entre los dos caminos. El camino de la vida, pues, es éste: Primero, amarás a Dios que te
creó; y segundo, a tu prójimo como a ti mismo. Y todo lo que no quieras que te suceda a ti,
tú tampoco lo hagas a otro. La doctrina de estos dichos es ésta: Bendecid a los que os
maldicen, y rogad por vuestros enemigos: ayunad por los que os persiguen. Porque, ¿qué
gracia hay en querer a los que os aman? ¿No hacen esto también los gentiles? Vosotros, en
cambio amad a los que os odian, y no tendréis enemigo alguno. Abstente de codicias
carnales y corporales. Si alguno te diere un golpe en la mejilla derecha, ofrécele también la
izquierda, y serás perfecto. Si alguno te forzare a caminar con él una milla, acompáñale otra
más. Si alguno te quitare tu capa, dale también tu túnica. Si alguno te tomare lo que es tuyo,
no se lo reclames; porque no puedes hacerlo”3.
b. Clemente Romano (+95-96 d.C)
Sobre la vida cristiana: “¿A qué vienen entre vosotros contiendas y riñas, partidos, escisiones y
luchas? ¿Acaso no tenemos un solo Dios, un solo Cristo y un solo Espíritu de gracia, el que ha sido
derramado sobre nosotros, así como también una misma vocación en Cristo? ¿Por qué desgarramos
y descoyuntamos los miembros de Cristo, y nos ponemos en guerra civil dentro de nuestro propio
cuerpo, llegando a tal insensatez que olvidamos que somos unos miembros de los otros?... Vuestra
división extravió a muchos, desalentó a muchos, hizo vacilar a muchos y nos llenó de tristeza a
todos nosotros. Y con todo, vuestra división continúa…”4
c. Ignacio de Antioquía (70 d.C)
Para él, la identidad cristiana consiste en permanecer en la unidad eclesial, viviendo en
comunión la fe en Cristo: “También los particulares tenéis que formar como un coro, de suerte que,
unísonos en vuestra concordia, y tomando unánimemente el tono de Dios, cantéis a una voz al Padre
por medio de Jesucristo, y así os escuche y os reconozca por sus buenas obras como melodía de su
propio Hijo. Os conviene, pues, manteneros en unidad irreprochable” 5
d. Policarpo de Esmirna (69 d.C), Papías de Hierápolis (130 d.C), Pseudo Bernabé (117-138
d.C)
Son tres escritos breves de la antigüedad cristiana que conciben en el martirio, en la defensa de
la enseñanza apostólica y en la vivencia de la iniciación cristiana el modo de expresar la identidad
en Cristo y en la comunión eclesial. Algunas de las orientaciones que se manifiestan en sus escritos

2
José Alberto Hernández (2018) Patrología Didáctica, Verbo Divino, Navarra-España.
3
Didajé I,1-4
4
Primera Carta a los Corintios 46,5-9
5
Carta a los Efesios 4
hayan fundamento en ciertas líneas del pensamiento filosófico circundante de su época: estoicismo,
epicureísmo, neoplatonismo, pero elevados a una dimensión superior otorgada por la fe. 6
e. El Pastor de Hermas (140-150 d.C)
Pertenece al grupo de los apócrifos cristianos. El estilo literario es de una versatilidad tal que
representaba a un instrumento accesible para la vida de fe, aunque algunos piensan que se trataba
más bien de una narración novelesca o legendaria. La obra está compuesta de diversos aspectos de
cristología, eclesiología y el bautismo. Con elementos de origen filosófico que describen la
convivencia de los “elegidos de Dios”.7
f. “Un testimonio cercano: La Carta a Diogneto” (Inicio del s. II)
Los cristianos en el mundo
Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su
lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar
insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al
talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en
autoridad de hombres. Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las
costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin
embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su
propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo
como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra
extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben.
Tienen la mesa en común, pero no el lecho.
Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el
Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y
todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son
pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les
sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y
bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son
castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida.
Los judíos los combaten como a extraños y los gentiles los persiguen, y, sin embargo, los mismos
que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad.
Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en el cuerpo. El
alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así también los cristianos se
encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma habita en el cuerpo, pero no
procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no son del mundo. El alma invisible está
encerrada en la cárcel del cuerpo visible; los cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su
religión es invisible. La carne aborrece y combate al alma, sin haber recibido de ella agravio alguno,
sólo porque le impide disfrutar de los placeres; también el mundo aborrece a los cristianos, sin
haber recibido agravio de ellos, porque se oponen a sus placeres. 8

6
Cfr. José Alberto Hernández (2018) Patrología Didáctica, Verbo Divino, Navarra-España.
7
Cfr. José Alberto Hernández (2018) Patrología Didáctica, Verbo Divino, Navarra-España.
8
De la Carta a Diogneto Cap. 5-6

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