Polémica Burke Paine
Polémica Burke Paine
Polémica Burke Paine
LA POLÉMICA
BURKE-P AINE
BURKE-PAINE
SUMARIO
1. E. BURKE (1729-1797)
1.1. E. Burke y el pensamiento conservador
1.2. Reflexiones sobre la Revolución Francesa
1.3. Pensamientos y detalles sobre la escasez
2. THOMAS PAINE (1737-1809)
2.1. El sentido común (1776)
2.2. Los Derechos del Hombre (1792)
2.3. Disertacion sobre los primeros principios del gobierno (1795)
2.4. Justicia Agraria (1797)
BIBLIOGRAFÍA
La polémica entre E. Burke y T. Paine ocupa un lugar indiscutible
en la historia de los derechos humanos. Ello se debe a que no sola-
mente expone dos posturas enfrentadas, que simbolizan·
simbolizan·las
las actitudes
intelectuales y políticas de la época ante un hecho social tan trascen-
dente para la historia universal, como es la Revolución Francesa. Tam-
bién nos permite conocer la situación de los derechos humanos, es de-
cir, cómo eran vistos y utilizados, con qué características y qué
derechos, en la última década del siglo XVIII.
Al mismo tiempo, esta polémica delineará las directrices orientado-
ras a partir de las cuales se van a desarrollar dos ideologías políticas,
cuyos postulados más básicos se mantienen hasta la actualidad: el libe-
ralismo y el conservadurismo.
Tanto las Reflexiones sobre la Revolución Francesa de E. Burke como
los Derechos del Hombre de T. Paine conocieron, inmediatamente, edi-
ción tras edición. Se trata, por tanto, de textos vivos que conectaron rá-
pidamente con las ideas e intereses de sus coetáneos, y, por ello, les
convierte en imprescindibles. Sea la que sea nuestra actitud de simpa-
tía o antipatía ante la obra de E. Burke, es cierto que los historiadores
siguen debatiendo la verdad o falsedad de sus juicios, o de los hechos
sobre los que se basan sus juicios. Además las acusaciones burkeanas a
la Revolución Francesa van acompañadas de intuiciones y análisis de
filosofía social y política que no han perdido interés para la reflexión
contemporánea. Como ha señalado muy bien Roland H. Stromberg:
"«Reflexiones sobre la Revolución en Francia» ha sido y probablemen-
te siempre será motivo de acaloradas controversias. Sin embargo, sue-
len reconocer su distinción incluso aquellos cuya ideología les obliga,
en principio, a oponerse a ella. Burke sostenía que la Revolución salió
374 HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
1. E. BURKE (1729-1797)
La vida de Burke recorre un momento histórico de suma importancia
para la historia de los derechos humanos. Por ello su obra teórica, que es
una construcción elaborada por un político en activo, miembro del Parla-
mento británico de 1766 a 1794, tiene un interés especial para nuestro te-
ma, pues en el fondo de muchas de las polémicas en las que intervino
aparecen las huellas de una actitud coherente en relación con las bases
doctrinales que iban a desembocar en las grandes Declaraciones de dere-
chos del último tercio del siglo XVIII. Es más, :r:.esulta.curi.~\!.I~.<;;!iW~
:r:.esu1ta.curi.~\!.,a<;;!iW~fa-
vorable a la Revolución americana ca on su tclle..!}te.res.~~a
tcllellJe.resb~l·a
e y ahí, al desear comprender el porqué de esa acti-
tud, surge el primer problema que suele interesar a sus estudiosos y a los
divulgadores de su pensamiento: ¿cómo debe ser considerado, como un
liberal o como un conservador?, o ¿se trata de un liberal que evoluciona,
como reacción a la Revolución Francesa, hacia el conservadurismo? c.B.
Macpherson, autor de una breve pero interesante monografía sobre Bur-
ke, ha señalado al respecto: "Durante la mayor parte de su vida activa, su
obra fue valorada por los whigs reformistas moderados como un apoyo
reflexivo a su posición; por ejemplo, en su denuncia de las incursiones
contra la independencia del Parlamento que veía hacer a la Corte, su
oposición a la política del gobierno con respecto a las colonias americanas
y su sostenido ataque contra el gobierno arbitrario de la Compañía de las
Indias orientales, a la que se había concedido una carta. Luego, repenti-
namente, en la última década de su vida, apareció en un nuevo papel,
como flagelo de las ideas liberales igualitarias engendradas por la Revo-
lución Francesa, como el gran defensor de la sociedad jerárquica tradicio-
nal contra la teoría y la práctica amanazantes de esa revolución"7.
8 Ángel RIVERO dice de E. Burke: ""...fue ... fue de nuevo pionero en una de las constantes
más llamativas del liberalismo conservador: el intento de aunar un orden tradicional con
la libertad económica: Burke fue a todos los efectos el fundador del liberalismo conserva-
dor y el talante de su reflexión sigue informándolo hoy en día" en "Liberalismo conserva-
dor (de Burke a Nozick)", en ldeologfa y movimientos políticos contemporáneos, Joan Antón
Tecnos, Madrid, 1998, p. 59.
Mellón (compilador), Editorial Temos,
Este tipo de juicios, tiene, no obstante, la debilidad de que al enfatizar demasiado el pa-
pel de la libertad económica se olvida de otros elementos liberales que, en el caso de Bur-
ke, aparecen muy claramente defendidos. Piénsese en la referencia que hace a los" verda-
deros derechos de los hombres" y a las "libertades del pueblo inglés", en las "Reflexiones", frente a
los abstractos y metafísicos derechos del hombre, derivados del voluntarismo constitucio-
nal de los revolucionarios franceses. Sobre este punto ver las páginas que le dedica
Stéphane RIALS en Nueva historia de las ideas políticas, dirigidas por Pascal Ory, traducción
de Daniel de la Iglesia, Biblioteca Mondadori, Madrid, 1992, pp. 110 Y 111.
Y11l.
9 Quizás la razón de esa conjunción de ideas tradicionales y de filosofía liberal se en-
cuentre en la historia y peculiaridades del conservadurismo británico, un modelo de con-
servadurismo algo diferente en su ideología
ideologia y en su práctica política del conservadurismo
continental. Como han escrito Roy C. MACRIDIS y Mark L. HULLIUNG en el capítulo de-
dicado a "La tradición conservadora", en su libro Las ideologías políticas contemporáneas:
"Pero en casi ningún lugar del continente una alianza entre la aristocracia y las clases altas,
la Iglesia, la monarquía y el ejército condujo a la forma "clásica" del conservadurismo liga-
do a la democracia constitucional que prevaleció en Inglaterra. L9S Lgs conservadores euro-
peos a menudo escogieron el rechazo de la democracia constitucional yel gobierno repre-
sentativo", traducción de Elena García Guitián, Alianza Editorial, Madrid, 1998, p. 98.
También Bárbara GOODWIN, en su libro El uso de 1Jls 11ls idetls políticas ha indicado: "Hay
UHay que
tener en cuenta que nosotros, los británicos, concebimos el conservadurismo de modo diferen-
te a como lo hacen los otros europeos, como resultado de nuestra historia política ... La acepta-
política...La
ción del gobierno constitucional y de los derechos individuales distingue a nuestra tradición
británica de "conservadurismo liberal" de la que se presenta en otros países europeos, donde
el conservadurismo está asociado con el monarquismo, el catolicismo y otras tendencias reac-
cionarias o autoritarias", Ref. 4, pp. 181 Y 182.
Y182.
TOMO II: SIGLO XVIII 377
10 Coincido con los juicios de Harvey MANSFIELD, para quien Burke no es sólo un
observador político penetrante, sino también un pensador notable, "Edmud Burke (1729-
1797)" en Historia de la filosofía política, Leo Strauss y Joseph Cropsey (compiladores), tra-
ducción de L. García Urriza, D.L. Sánchez y J.J. Utrilla, Fondo de Cultura Económica,
México, 1993, pp. 646 Y 647.
Y647.
Vid. también la introducción de Esteban PUJALS a la edición y traducción de las Re-
flexiones sobre la Revolución Francesa,Ediciones Rialp, Madrid, 1989, pp. 10 Y 17.
Y17.
11 Para Robert NISBET: "Burke es el profeta -el Marx o el Mill- del conservaduris-
mo, y es una prueba de su permanente condición profética el que haya sido citado y reco-
nocido durante el último cuarto de siglo por los conservadores de América y Gran Bretaña
en grado mucho mayor que durante cualquier otro periodo anterior"anterior" , en Conservadurismo,
traducción de Diana Goldberg Mayo y revisión de José Antonio Pérez Alvajar, Alianza
Editorial, Madrid, 1995, p. 12.
378 HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
trar los medios adecuados para lograr esos fines y emplearlos con efi-
cacia"12.
12 BURKE, E. "Pensamientos sobre las causas del actual descontento ", en BURKE, E.
Textos políticos, Fondo de Cultura Económica, México, 1996, traducción de Vicente Herre-
ro, p.289.
13 Con los matices que sean menester, esa es la opinión generalizada. Así,
ASÍ, para Roy C.
MACRIDIS y Mark 1. HUILLIUNG:
HUILLlUNG: "Edmund Burke proporcionó -a finales del siglo
XVIII-la mejor formulación de la ideología conservadora", en Las ideologías políticas con-
temporáneas, Ref. 9, p. 98; para un conocido estudioso del pensamiento conservador, como
Rusell KIRK, "El conservatismo consciente, en sentido moderno, no se manifestó hasta
"Reflections on the revolution in France". En ese año, el poder
1790, con la publicación de "Refiections
profético de Burke definió, por vez primera, en la conciencia pública, los polos opuestos
conservación-innovación", en La mentalidad conservadora en Inglaterra y Estados Unido!} tra-
ducción de Pedro Nácher, Ediciones Rialp, Madrid, 1959, p. 15.
14 BONAZZI, Tiziano. Voz: "Conservadurismo", en BOBBrO,
BONAZZr, BOBBIO, N.; MATTEUCCI, N. y
PASQUINO, N. "Diccionario de Política", tomo 1, traducción de R. Crisafio, A. García, M.
Marti, Martín y J. Tula, Siglo Veintiuno editores, México, 1991, pp. 319 Y
Martí, M. Martin 320.
Y320.
TOMO II: SIGLO XVIII 379
individuale~, qll_ep~e~~a9.~.~,,~.2.~S~PA.t~,~~~r
chos ind~viduales, q~_t:P~~r:~él,9.lJ.:,~,,~.2n,S.~J:l,§.,t~,~~~r
gullosos, ociosos e interesados intelectuales. Las categorías políticas y
culturales como el prejuiCio,'ra"'ñ'e'feñCiáyra
prejüiCiO';'ta"'ñ'e'reñCiáyta tradición histórica, la je-
rarquía y el sentido común juegan para él un papel social esencial. En
cambio, una declaración de derechos, además de ser un error, no tiene
más que efectos perjudiciales. Burke puede ser tachado de contrarre-
volucionario o de reaccionario, pero sobre todo es un conservador a
quien, como señaló Enrique Tierno Galván en el prólogo a su traduc-
ción de Reflexiones sobre la Revolución Francesa, "lo que le preocupan son
las instituciones. En este sentido la institución es el resultado orgánico
de la evolución histórica"22.
Podemos pensar con 6i~~~.~n
P'ái~~~,~n su crítica aparecida inmediata.m. en-
aparecida" ,i,nme,d,iata,m,en-
publicac~>(fe esta obra, que~];.W~os
te después de la publicacb'cfe que~};.w.~os
~~~~~:sI¡~:~~~;ci~~~~~;~~~%~¡~q~~~!l~~~~~r¿:&rt~~'1:s~
hom?res que las i~s~~~??:~s ,"b~~¡~¡x""S.l1~....g~,~S.~~~~<~~!,~~,,,~~.,,,e~o
cofisIste la RevolucIón, en JeStrUlr todas aquelias construCCIOnes hIS-
't6ticas que ltall
16ticas han tdo-en
tdt'1"en contra de la humanidad y sus derechos. Es ob-
vio que una historia de los derechos humanos encuentra muchos más
datos favorables en la obra de Paine que en la de Burke (tarea, esta úl-
tima, llena de dificultades). Sin embargo, la crítica de Burke a la Revo-
lución Francesa y a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano
del 26 de agosto de 1789, no puede ser pasada por alto.
En Reflexiones sobre la Revolución Francesa no solamente hay un recha-
zo general a la Revolución23, también hallamos análisis pent;trantes,
penE;trantes, in-
tuiciones y estudios psicológicos y sociológicos de interés. Unicamente
desde una perspectiva acrítica y dogmática se pueden ocultar los defec-
tos de la Revolución Francesa, como las de todas las revoluciones que le
han seguido. La historia de los derechos humanos se ha ido construyen-
do paralela a esos experimentos revolucionarios y, como no podía ser de
otra manera, también ha debido cargar con los errores, horrores y mise-
rias de las revoluciones. Por eso tenemos que estar agradecidos a E. Bur-
ke, a pesar de sus excesos argumentales y de su frecuente parcialidad. Y
por eso Burke debe ser necesariamente estudiado en una discusión teóri-
ca sobre los derechos y sus fundamentaciones y tradiciones históricas.
27 Ibídem, p. 308.
28 El discurso de Richard PRICE (1723-1791) titulado "On the love of our country", fue
pronunciado ante la Sociedad para conmemorar la Revolución Inglesa de 1688. Su texto
puede encontrarse en GODECHOT, Jacques. Le pensée révolutionnaire en France et en Europe
1780-1789, Armand Colín, París, 1964, pp. 294 Yss., Y COBBAN, A. The Debate on the French
Y ss., YCOBBAN,
Revolution, Nicholas Kaye, London, 1950, pp. 297 Y ss.
Yss.
29 BURKE, E., Ref. 22, p. 43.
384 HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
30 Ibídem, p. 53.
31 Ibídem, p. 62.
32 Ibídem, p. 93.
Sobre este punto ver las páginas que dedica a Burke y la Constitución consuetudinaria
MATTEUCCI en su libro Organización del poder y libertad. Historia del constitucionalis-
Nicola MATTEUCCI
mo moderno, traducción de Francisco Javier Ansuátegui y Manuel Martínez Neira y presen-
tación de Bartolomé Clavero, Editorial Trotta, Madrid 1998, pp. 156 Y ss.
Yss.
33 Y 95.
BURKE, E., Ref. 22, pp. 94 Y95.
rOMO II: SIGLO XVIII
TOMO 385
34 Ibídem, p.129.
35 Ibídem, pp,
pp. 151 Y 152.
386 HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
36 Ibídem, p. 159.
Ver el trabajo de RAYNAUD, Philippe. "Burke et la déclaration des droits" en el núme-
ro colectivo de la revista Droits, dedicado a "La Déclaration de 1789", Presses Universitai-
Yss
res de France, Paris, pp. 151 Yss
37 Me parece muy acertado el siguiente comentario de 1. HAMPSHER-MONK: "Al tra-
desafio de los derechos naturales, Burke utiliza dos tácticas principales. Una es la
tar del desafío
de adoptar una concepción hobbesiana de los derechos naturales, que considera su ejerci-
cio como algo totalmente opuesto a la civilización y la sociedad e incompatible con ellas.
La otra consiste en hacer hincapié en que, mientras puede haber determinados derechos
que todos los seres humanos deben tener garantizados, éstos lejos de ser en algún sentido
naturales, sólo pueden ser el resultado de la convención, de una creación artificial
artifícial propia
de la sociedad" en Historia del pensamiento político-moderno, Ref. 15, p. 315.
38 BURKE, E., Ref. 22, p. 213
TOMO 11: SIGLO XVIII 387
39 Y 216.
Ibídem, Ref. 22, pp. 215 Y216.
40 Ibídem, Ref. 22, pp. 222 Y 224.
Y224.
Vid. el tratamiento que da a este punto 1.l. HAMPSHER-MONK en el capítulo sobre Bur-
ke de su Historia del pensamiento político moderno, Ref. 15, pp. 323 Y ss.
Yss.
41 BURKE, E., Ref. 22, p. 228.
388 HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
que no significa pura instrumentalización por parte del Estado, sino que
"el pueblo de Inglaterra no considera sus instituciones religiosas como
conveniencia del Estado, sino como parte esencial de él...Lo consideran
como el fundamento de la totalidad de su Constitución, con la que se
identifica en el todo y en cada una de sus partes en una indisoluble
unión. En su espíritu la Iglesia y el Estado son ideas inseparables una de
42
otra, y es muy raro que se mencione una sin referencia a la otra"
otra"42. •
42 Y244.
Ibídem, Ref. 22, pp. 243 Y244.
43 Ibídem, Ref. 22, pp. 237 Y238.
Y238.
TOMO 11: SIGLO XVIII 389
50 Las citas están tomadas de MACPHERSON, CB. Burke, Ref. 7, pp. 84 Y 86. Vid. tam-
CANAVAN, Francis. The Political Economy 01 Edmund Burke. The Role 01 Property in His
bién CANAVAN,
Thought, Fondaham University Press, New York, 1995.
rOMO II: SIGLO XVllI
TOMO 393
cOIlce<:l~ªJªJmdicióncomQcp¡i.nc~pio
no. Frente al papel que E. Burke concecl~~J~Jradición comocprincipio
consellti.~i~.n..2i~li&~ÜYªLés.t.ª,~ª~ªtgri<1ad
d~ legitimidad, el consel1t!~i~.I12i~Ji&~ÜYPLés.t.ª,~ª~qtgridad
~rema del,;BH~FkEB~§lo:
su~rema det2l-l~F~~§10: qúe su felicidad debe ser la meta de todo
go ierno que se pretenda justo. El consentimiento expresa una idea de
legitimación continua. Leamos algunos textos al respecto:
"Nunca ha existido, nunca existirá y nunca puede existir un parla-
mento, ni una categoría de hombres, ni una generación de hombres,
en ningún país, en posesión del derecho de vincular y controlar la pos-
teridad hasta el fin de los tiempos, ni de ordenar para siempre como se
gobernará el mundo ni quién ha de gobernarlo ...
gobernarlo...
Cada edad y cada generación deben tener tanta libertad para ac-
tuar por sí misma en todos los casos como las edades y las generaciones
que les precedieron ...
precedieron...
El hombre no tiene derecho de propiedad sobre el hombre, y tam-
poco tiene ninguna generación derecho de propiedad sobre las gene-
raciones que la sucederán ...
sucederán...
Cada generación tiene, y debe tener, competencia en cuanto a to-
dos los objetivos que sus circunstancias requieren. Es a los vivos, y no a
los muertos, a quienes se ha de satisfacer"
Frente a las imposiciones de la tradición se erigen las exigencias so-
ciales del momento que, a su vez, conf~rman lª-ide..e de conse~nto
conf~rman lª-ide.2 conse~nto
"--
los_~.
de los vivos. Seguimos leyendo:
"No hace falta sino pensarlo un instante para percibir que, si bien
muchas veces las leyes promulgadas en una generación continúan en
vigor a lo largo de sucesivas generaciones, sin embargo siguen deri-
d~xoga-
vando su vigencia del consentimiento de los vivos. Una ley no deroga-
da no sigue
sigue eIl vigor po~qu~no~~~l??!"~~?:~9J??a~, ~ino porq~~~,~9,
vigorpo~qt,I~Ilo~~~E?!"~~~:~?J2a~,"~iIl() p()~q~~",;B? se
ha deroga~o, tesa~roa~~??.~~ón equi~.!i~,S?~~l1JLlll!~nlO~.,,\
derog;a~o,tesaEroa~~?.§~~ónequi~!;.~,S()~~IlJLlll!~n19~.,.1
La inmortalidad del poder no es un derecho humano, y por ende
Parlamento/ 65 •
no puede ser derecho del Parlamento"65.
La argumentación de T. Paine está salpicada de respuestas concre-
tas a concretos hechos utilizados por E. Burke en sus Reflexiones sobre la
Revolución Francesa. Por ello es preciso analizar sus tesis conectándolas
con los continuos comentarios históricos, encuadrados en la compara-
L<l_d._~.ida..d:...natural
Líl_c!ignidad oO:t~lr~:a¡l:~e.:LhQ~,
. ~J11.:'e.~re. sus
de] home,re SU.Sderechos
derechos naturales
naturales
e
exigen
exigen
UQnJJ,e"~Fi
. . . - ----:~
.. ~~-~-- oa:eTpEUfiM qi1 ésfe ~ tIra': M
UlUl . oa:eí:1idlrfiCo ijli'é gsti[DIIáE
~~JJJ~de.w~,~:;cmu:~cial.
~~ ,P!!ede.w~el coottatQ.!?cial. El contrato social es
una co~~cción
co strucción de la razón, que excluye la superstición y la conquis-
ta: "Cuando contemplo la dignidad natural del hombre, cuando me
penetro (pues la naturaleza no ha tenido la suficiente bondad para
conmigo de embotarme los sentidos) del honor y la alegría de su carác-
ter, me irrita la tentativa de gobernar a la humanidad por la fuerza y el
fraude, como si todos fuéramos bellacos e idiotas, y apenas sí puedo
evitar la indignación ante la forma en que algunos se dejan someter"
que han surgido los g?_bi~!!lQsL
La fuente legítima de la quehansurgido g?_bi~rnQ~ también le-o
le-,
gí:t!mps,
gít!l!iJJs. es etcoñTrá1crsociatP'érefno'selia:fáaeull
el coñTrálcrsocial: P'éí'o"nü'sé'ttaláaeun contrato de gobier-
no entre quienes gobiernan y quienes son gobernados. Es mucho más,
es decir, un contrato mutuo, entre todos, para generar un gobierno. Es
un contrato en el sentido más fuerte, literal y profundo. Es un verda-
dero pacto social que sirve para generar, y fundamentar el gobierno.
y en esa misma línea señala:
"Se ha considerado como un considerable progreso hacia el esta-
blecimiento de los principios de la libertad el decir que el gobierno es
un contrato entre quienes gobiernan y quienes se ven gobernados,
pero no puede ser así, porque eso es poner el efecto por delante de la
causa, pues al igual que el hombre debe haber existido antes de que
existieran los gobiernos, necesariamente hubo un momento en que los
gobiernos no existían, y en consecuencia inicialmente no podía haber
gobernantes con los que establecer ese contrato. Por lo tanto, la reali-
dad debe ser que los propios individuos, cada uno de ellos con su propio
derecho personal y soberano, concertaron un contrato mutuo para pro-
ducir un gobierno, y ésta es la única forma en que los gobiernos tienen
derecho a surgir, y el único principio conforme al cual tienen derecho
a existir"69
con~ig~!ªgQS..estos..planteamientosrI~Paine
No extraña nada que, con~ig~rªgQS..oes.tos...planteamientosrI~.Paine
~"pg<::lí,é!P!l.~!.E..qJ.EJlQ:.Siií.POnef'enduda 5ttS fai1í9neS,
~"P9gt~Pil.~!.Q.~!jJ!Q:sm:ponef'en:duda fa~g¡:¡es, 110
11 u notable nú-
mí-
mero de instituciones que ~:..~~!~~~h~1:>íaªustificado y exigido su man-
que ~.J~.?!~~~he9íaªustificado
tehiñiiéñló~ ~pbf1as venlajas que l~
tenihiiénfó;'p'óf1aSVenHíJasque soc~~:~ª copsPgllia
la socieaª cODsPg,uÍa de e!las e)las y gra-
cias .~a:.•os~'~~,~~.~en9,:·~e·es'el'c~~i5,~
sU·:~.~~l~9a:;-Ese'e'S'ercaso~p~E, t:;i~!E~,
P~E, t;it;;m~,2e de la aristocracia,
objeto, con la monarquíá, ~us más ámadas críticaS:'-
de~usmásanraaas
monarquía, de' críticaL-' .
..,~ .... - , , , , " . -
00
""~",.-,-'".-
71 Y159.
Ibídem, Ref. 64, pp. 142, 143, Y159.
72 Ibídem, Ref. 64, p. 88.
73 Ibídem, Ref. 64, p. 109.
74 Ibídem, Ref. 64, p. 146.
75 Ibídem, Ref. 64, p. 84.
TOMO II: SIGLO XVIII 405
ner más objetivo que la felicidad general. Cuando, por el contrario, ac-
túa de modo tal que lo que crea es el mal, o lo agrava, en cualquiera de
las partes de la sociedad, entonces se basa en un sistema erróneo y es
necesaria la reforma,,82.
r T. Paine expone una honda preocupación social que le lleva a ela-
\.. ?orar una serie de medidas sociales, económicas y educativas para me-
jorar la situación de los desheredados de la fortuna. En la realización
de ellas se involucra tanto al sistema de gobierno como a la sociedad
en general. No se trata de actos de beneficencia sino de obligaciones
que recaen en los miembros de la sociedad y en los gobiernos. Ese es el
sentido de textos como los que siguen:
"Cuando vemos, en países que se llaman civilizados, que los ancia-
nos van al asilo, y los jóvenes al patíbulo, es que algo malo debe tener
gobierno ...
el sistema de gobierno...
Cuando cualquier país del mundo pueda decir: mis pobres son feli-
ces, no son víctimas de la ignorancia ni de la escasez, en mis cárceles
no hay presos, ni en mis calles mendigos; los ancianos no padecen ne-
cesidades; las contribuciones no son progresivas; el mundo racional es
mi amigo, porque yo soy el amigo de la felicidad, cuando puedan de-
cirse esas cosas, entonces ese país podrá presumir de su contribución y
de su gobierno"83.
Entre las medidas propuestas por T. Paine se encuentra la de abolir
el tributo para beneficencia, y en lugar de éste, eximir de las contribu-
ciones a los pobres por un valor doble del volumen del actual tributo
para beneficencia84.
Complementarias de esas acciones contra la pobreza se encuentran
otras que van dirigidas a eliminar la ignorancia de los niños de familias
pobres, ordenando"a
ordenando" a los padres de esos niños que los envíen a la es-
cuela, para que aprendan a leer, escribir y la aritmética básica"85.
Otras medidas tiene como objetivo mejorar la asistencia a los ancia-
nos, ayudar a los recién nacidos, a los nuevos matrimonios y la crea-
ción de empleo "para los pobres circunstanciales de las ciudades de
Londres y Westminster"86.
También expone T. Paine un sistema de contribución progresiva
como mecanismo igualatori087 .
Las medidas, en general, no son solo de asistencia social sino tam-
re distributivo de la propiedad88 •
bién de carácter redistributivo
T. Paine acepta la propiedad privada, pero ésta debe ser limitada
una vez que se traspasa la frontera de lo superfluo:
"De reconocer que es necesaria una suma anual de, digamos, por
ejemplo, mil libras para el sustento de una familia, en consecuencia el
segundo millar es un lujo, el tercero todavía más, y si seguimos ade-
lante, llegamos a una suma a la que se puede calificar' correctamente
de lujo prohibible. No sería político poner límites a la propiedad ad-
quirida gracias a la propia industria, y por ello es acertado establecer la
prohibición más allá de lo que es probable adquirir con ella, pero debe
existir un límite a la propiedad o a la acumulación de ésta por heren-
cia"89.
Con todas estas indicaciones tendentes a la creación de un sistema
de seguridad social y un sistema impositivo progresivo para los ricos y
regresivo para los pobres, T. Paine se convierte en un verdadero prece-
dente de lo que un tiempo más tarde aparecerá como derechos econó-
micos, sociales y culturales y de lo que, en cuanto a configuración del
Estado, va a representar el Estado Social y Democrático de Derecho
como Estado benefactor.
90 P AINE, T. "Disertación sobre los principios del gobierno ", en El sentido común y otros
PAINE,
escritos, Ref. 56, p. 73
91 Ibídem, Ref. 90, p. 82.
410 HISTORIA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES
92 Y 83.
Ibídem, Ref. 90, pp. 82 Y83.
93 Ibídem, Ref. 90, p. 86.
Sobre T. Paine y el derecho de propiedad se puede ver las páginas que le dedicó GD.H.
COLE en Historia del pensamiento socialista, Tomo 1, Los Precursores, 1789-1850, traducción
CaLE
de Rubén Landa, Fondo de Cultura Económica, México, 1957, pp. 37 Y ss.
Yss.
94 PAINE, T. Disertación sobre los principios del gobierno, Ref. 56, p. 87.
PAINE,
TOMO II: SIGLO XVIII 411
BIBLIOGRAFÍA