JOHN ASHBERY. Poemas Escogidos
JOHN ASHBERY. Poemas Escogidos
JOHN ASHBERY. Poemas Escogidos
Anteproyectos y similares
«Hace un día tan bonito que tenía que escribirte una carta
desde la torre, y para decirte que no estoy enfadada:
lo que pasa es que resbalé en la pastilla de jabón del aire
y me ahogué en la bañera del mundo.
Vales demasiado para llorar mucho por mi causa.
Y ahora renuncio a ti. Firmado, La enana».
Pasé por allí a última hora de la tarde
y la sonrisa todavía iluminaba sus labios
igual que desde hace siglos. Ella siempre sabe
cómo ser absolutamente deliciosa. ¡Oh, hija mía,
preciosa, hija de mi último jefe, princesa,
ojalá no tardes en aparecer!
Verano
Eco tardío
1.
La investigación demostró que las baladas fueron producidas por toda la sociedad
trabajando como un equipo. No ocurrieron por sí solas. No hubo conjeturas.
Las personas, en aquel momento, sabían lo que querían y cómo conseguirlo.
Vemos los resultados en obras tan diversas como “Windsor Forest”¹ y “The Wife of Usher’s Well”².
2.
Ahora, sólo quienes tienen la voluntad están destinados a recibir la muerte como una recompensa.
Los chicos bailan hula-hula, imaginando una puerta al exterior.
Si intentamos salir, ¿nos ayudará estar desnudos?
¿Y qué hay de los mayores, las preocupaciones más ligeras? ¿Qué hay del río?
4.
Fue su elección, después de todo, la que nos impulsó a las hazañas de la imaginación.
Ahora, silenciosamente como alguien que sube una escalera, emergemos hacia la luz
y al hacerlo destituimos al tiempo de más rehenes,
para poner fin a la disputa que la historia hace tiempo comenzó.
Ahora, silenciosamente como alguien que sube una escalera, emergemos hacia la luz
pero está envuelta, velada: debimos haber cometido algún error espantoso.
Para poner fin a la disputa que la historia hace tiempo comenzó
¿Debemos empujar hacia delante, en la perversidad?
Pero está envuelta, velada: debimos haber cometido algún error espantoso.
Enjuagaste tu frente con una rosa, recomendando sus espinas.
¿Debemos empujar hacia delante, en la perversidad?
Sólo la noche lo sabe con seguridad; el secreto está a salvo con ella.
Este poema tiene que ver con el lenguaje en un nivel muy básico.
Observa cómo se dirige a ti. Tú miras por la ventana
o pretendes juguetear con algo. Lo entiendes, pero no lo entiendes realmente.
No lo captas, o él no te capta a ti. Ninguno de los dos lo capta.
El poema está triste porque le gustaría ser tuyo, pero no puede.
¿Qué es «un nivel muy básico»? Es eso, y también otras cosas,
que forman un sistema que él intenta poner en juego. ¿En juego?
Bueno, la verdad es que sí, aunque yo considero que el juego es
una cosa externa y más profunda, un patrón encontrado en sueños
tal como la división de la gracia de estos largos días de agosto,
sin prueba alguna. Final abierto. Y antes de que te des cuenta
se pierde en el ajetreo ruidoso de las máquinas de escribir.
Te la han jugado una vez más. Yo creo que tú existes solamente
para convencerme de que lo haga, en tu propio nivel, y luego ya no estás allí
o adoptas una actitud diferente. Y el poema
me ha empujado hasta ponerme suavemente a tu lado. El poema eres tú.
Vaucanson
Pirograbado
De donde vine es
«muy distinto», bonito,
y ya balcanizado.
En la granja norte
Alguien está en algún lugar viajando furiosamente hacia tí,
a una velocidad extraordinaria, viajando noche y día,
atravesando vendavales y el calor del desierto, atravesando ríos, desfiladeros.
¿Pero sabrá dónde encontrarte?
¿Sabrá reconocerte?
¿Darte aquello que tiene para tí?
El problema de la ansiedad
Han pasado cincuenta años desde que empecé a vivir en esas ciudades oscuras
que te contaba.
Bueno, nada ha cambiado. Todavía no puedo figurarme
cómo ir desde el correo a las hamacas del parque.
Los manzanos florecen en el frío, no por convicción,
y mi pelo es el color de las pelusas del diente de león.
Malva apagado
A veinte millas, en las más frías
aguas del Atlántico, miras anhelante
hacia la costa. ¿Alguna vez amaste a alguien
ahí? Sí, pero era apenas un gato, y yo,
un manatí, ¿que podía hacer? No hay recompensas
en este mundo por haberse meado la vida, aún
si implica llegar a ver icebergs olvidados
de hace décadas separándose de la masa
para nadar bajo la superficie, levantando
una montaña de vidrio desbordante antes de abalanzarse erectos
para empezar el viaje peligroso desconocido
hacia el horizonte desolado.
Ése fue el modo
En que pensaba acerca de cada día, cuando era joven; un desprenderse,
a la vez suicida e imbuido de una cierta gracia ritual.
Después, hubo tantos protagonistas
que uno se perdía un poco, como en una selva de doppelgängers.
Muchas cosas estaban aconteciendo. Y la luna, balanceándose
sobre la loma como una toronja enorme y lisa, comprendió
la importancia de cada una, y no estaba dispuesta
a facilitar la tarea de nadie, aunque la amamos
El alboroto de los pájaros
Estamos atravesando el siglo diecisiete.
La última parte está bien, es mucho más moderna que la primera parte.
Ahora tenemos la comedia de la Restauración.
Webster y Shakespeare y Corneille estaban bien para su época pero no eran lo bastante modernos,
aunque suponían un avance respecto del siglo xvi de Enrique VIII, Lassus y Petrus Christus, que,
paradójicamente,
parecen más modernos que sus inmediatos sucesores, Tyndale, Moroni y Luca Marenzio entre ellos.
A menudo es cuestión de parecer más que de ser moderno.
Parecer es casi tan bueno como ser, en ocasiones, y de vez en cuando igual de bueno.
Que alguna vez sea mejor es un asunto que más vale dejar a los filósofos y a otros así,
que saben cosas de un modo que no está al alcance de otros,
aunque esas cosas son a menudo casi las mismas que las que sabemos.
Sabemos, por ejemplo, cómo Carissimi influyó en Charpentier,
propuestas medidas con un giro al final
que remonta las cosas al comienzo, solo que un poco más arriba.
El giro es italiano,importado a la corte de Francia y al principio denostado,
luego aceptado sin reconocer de dónde procedía, como suelen hacer los franceses.
Quizás algunos lo reconozcan de esta nueva guisa,
que puede dejarse para otro siglo, cuando los historiadores
aseguren que todo ocurrió con normalidad, como resultado de la historia.
(El barroco tiende a salirnos al paso
cuando creíamos que había quedado arrumbado. El clásico lo ignora, o no le importa mucho.
tiene otras cosas en la cabeza, de mayor importancia, al parecer.)
Aun así, hacemos bien en crecer con él, esperando con impaciente ilusión el modernismo,
cuando todo se resolverá para mejor, de algún modo.
Hasta entonces más vale complacer nuestros gustos en aquello que les corresponda: este zapato,
ese tirante, llegarán a parecer útiles algún día
cuando la atenta presencia del modernismo esté instalada por doquier,
como los restos de un proyecto de obras.
Está bien ser moderno si lo puedes soportar.
Es como quedarse bajo la lluvia, y llegar a entender que siempre fue esa tu condición:
moderno, húmedo, abandonado,
aunque con esa intuición especial que te permite comprender
que no estabas destinado a ser algún otro,
para quien los artífices del modernismo superen el análisis
mientras se marchitan y desvanecen bajo el fulgor del presente.
Una plegaria a no tocar
A regañadientes, oh, reina, dejé tus tierras. Sangrante hoy, requiero que te
entiendas con él.
Fue el verano de los pantalones largos y las langostas. Pocos soportaban
entonces sus acometidas, ninguno intentaba escapar. Era lo más natural
ignorar
la última advertencia entremezclada, cual anuncio de masa para tartas.
Alguien, más astuto que el resto, percibió una alteración en el orden de esa velada.
Las gallinas se arremolinaban, pero fue la constricción entre talón y dedo lo que
captó el agua para cólicos cristalinamente. No fue culpa tuya, ya ves,
que un solo pazguato emergiera de la inmensa biblioteca de instrucciones.
El resto habían canjeado las fichas hacía rato y se habían ido retirando
a casa. El miedo era un leve llamear en el horizonte.
Hizo un caballo, como el que había en la granja en cuyo extremo de la tienda dejaban
ensayar a los jóvenes. (Los otros visten raro.)
Los niños solían pasar allí el rato, bajaban el nivel de la torre de vainilla
seguían al fantoche de su editor afuera
hacia el brillante día, de cubiertas, cetros de aparatos, imposibles entregas, sin
programar, más. Altas gradas
acordonaron
una zona del centro de la ciudad. Es una parte de Francia, pero yo no bebo de esas
fuentes.
Su preceptor responde y
denso como el polvo en estos informes (al menos esa es mi definición, toda entusiasta,
o ¿tenemos que serlo
o acaso importa?):
bienvenido al árbol genealógico.
Estoy más que harto. El cerdo imponente acaba en un anuncio
por la ventana del cuarto de baño. Gracias por el trago, Tío, y la potencia digital. Estaba
preguntándome qué era.
Aunque podríamos despedirnos, el ancla lesbiana quiere decir algo. Bueno, ¿cómo
estás?
Nuestro muñón diario, un tipo se dispone a devorar uno, esposos a un tiempo,
supresión de caballos.
Y, mediador, ese habla de ti, hurga en la refrigeración
donde todo va de maravilla, los alerces (todos ellos bastante favorables),
¿Cómo te enteraste de ellos mismos? Ella recordó ¡eh! Para eso sirve.
Delfines adultos, avanzando vertiginosos… Te colgaré en la pared, luego
vuelvo a casa por primera vez.
Y probablemente él iba a hacerse daño
en las puertas plegables de vidrio. Ella debe de estar tomando otra,
y podríamos tener una gran conversación
o algún gran grupo deportivo, bailarines habituales. Sus lesiones fueron legión.
Allende
Bésame. Estoy enfermo.
Todd Colby, “Viernes y desconcertado”
Récit
Es muy extraño, y sé que tú
sabes que no hay bastante extrañeza
en el mundo, sólo pedales más húmedos y furiosos
como gobernantas ante lo que debió de llegar antes
que el envoltorio plateado. Imprimieron
miles, la policía fue incapaz de explicar
esta nueva y asombrosa fecundidad venida por encima del agua.
Los extraños pueden besar, soslayando cuestiones morales
hasta el próximo término medio, y rezar a contrapié: ¡Amarga es la margarina!
¿Hasta qué punto puedes ser tan pertinaz? Un niño pequeño,
dando redobles como un indio autónomo, nos llevó a preocuparnos
de nuestra fuerza y luego a desistir, era la novena
y penosa vez que así lo hacíamos. Y yo, amor mío,
estaba lejos de sentirme incompleto en aquella coyuntura.
Mi lógica moteada en tiempo real quería pedir disculpas.
El futuro del baile
¿A quién nos dirigimos?
Según quienes sean, los niños
trabajan en los campos. Las vacaciones
están a la vuelta de la esquina
y ellos esperan que la vida siga igual
muchas mañanas seguidas. Date prisa, máquina de coser,
y logra sin tardanza lo que se espera de ti.
Los peces saltan parcialmente fuera del agua. Y el aire es nuevo.