JOHN ASHBERY. Poemas Escogidos

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Poemas escogidos de John Ashbery

Limosna para el apicultor

Comete mejores errores así.


Pásalo durante el desayuno:
la familia y todo el mundo
con un sentimiento parecido al poder,
pleiteando. Menos pesada, tu estrategia textual
descartó otras opciones, por lánguida.
Arrancan las parejas en el polvo,
comienzan. De nuevo.
Pasó a ser parte de la empresa por la noche.
El 26 cae en lunes.

Anteproyectos y similares

El hombre al otro lado de la calle parece feliz,


o complacido. A menudo el botones escapa del suelo.
Después de mucho jugar a las fuerzas armadas
eres mi propio mejor cliente.
Ya he hecho cinco de esos.
Y mi halloween. Pídeme que no lo diga.
El viejo quiere verte -Ahora.
Está bien, pero encuentra el tuyo.
¿Quieres dejar de usar estos?
Quienes ganaron la otra vez me dieron que me sentase en el orinal.
No hagas que otro se ponga lo que tú no te pondrías.
Cómo andar por la ciudad mi amor.
Hombres en ropa interior… Un campo biográfico
como donde vivíamos en las montañas,
una caída. Sí, ya sé que tienes.
Mercancía buenísima, ya sabes, mascotas.
Esculturas rústicas de afuera.
(No van a ver a nadie).
Un humor de tranquila belleza

La luz de la tarde era como miel entre los árboles


cuando me dejaste y caminaste hasta el final de la calle
donde terminaba abruptamente el crepúsculo.
El puente levadizo, similar a un pastel de boda, descendió
hasta la tímida flor del nomeolvides.
Tú subiste a bordo.
Ardientes horizontes pavimentados de pronto con piedras de oro,
sueños que tuve, incluyendo el suicidio,
soplan el globo de aire caliente y lo alejan.
Está reventando, está a punto de reventar
con algo invisible
justo durante estos días.
Nosotros escuchamos, y a veces oímos,
algo que se acerca
y hacemos que la sangre descienda, y cosas así.
Los museos se tornaron entonces generosos, y vivieron en nuestro aliento.

Pensamientos de una muchacha joven

«Hace un día tan bonito que tenía que escribirte una carta
desde la torre, y para decirte que no estoy enfadada:
lo que pasa es que resbalé en la pastilla de jabón del aire
y me ahogué en la bañera del mundo.
Vales demasiado para llorar mucho por mi causa.
Y ahora renuncio a ti. Firmado, La enana».
Pasé por allí a última hora de la tarde
y la sonrisa todavía iluminaba sus labios
igual que desde hace siglos. Ella siempre sabe
cómo ser absolutamente deliciosa. ¡Oh, hija mía,
preciosa, hija de mi último jefe, princesa,
ojalá no tardes en aparecer!
Verano

Ahí está ese sonido como viento


Olvidado en las ramas que significan algo
Nadie puede traducir. Y ahí está el aleccionador «más tarde»
Cuando tú consideras lo que una cosa significaba, y lo anotas
Por lo pronto la sombra es abundante
Y difícilmente vista, dividida entre las ramas de un árbol,
Los árboles del bosque, justo como la vida es dividida
Entre tú y yo, y entre todos los demás
Y lo hallándose en etapas siguientes
El periodo de reflexión. Y de repente, estar muriendo
No es ligero o conocido o poca cosa
Solo usado, el calor inaguantable
Y también las pequeñas construcciones tontas sobrecargan
A las fantasías que hicimos: verano, el ovillo de agujas de pino
Los destinos inciertos dados a nuestros actos con sonrisas simbólicas
Llevando a cabo sus instrucciones muy exactamente
-Muy tarde para cancelarlas ahora- , y el invierno, el trinar
De las estrellas frías en el cristal, que describe con amplios gestos
Este estado que no es tan grande después de todo
El verano implica descender como una escalera empinada
Hacia una estrecha cornisa encima del agua. ¿Esto es todo, entonces
Este consuelo metálico, estos tabúes razonables,
O lo que quieres decir cuando lo dejaste? Y el rostro
Se asemeja al tuyo reflejado en el agua
Mi doble erótico

Dice que no tiene ganas de trabajar hoy.


Da igual. Aquí en la sombra
detrás de la casa, protegido de los ruidos de la calle,
uno puede repasar todo tipo de viejo sentimiento,
tirar algunos, guardar otros.
El intercambio
entre nosotros se vuelve más intenso cuando hay
menos sentimientos alrededor para confundir las cosas.
¿Otra vuelta? No, pero las cosas últimas
que encuentras para decir son encantadoras siempre y me rescatan
antes de la noche. Flotamos
en nuestros sueños como una balsa de hielo,
atravesados de preguntas y fisuras de luz estelar
que nos mantienen despiertos, pensando en los sueños
a medida que suceden. Un suceso. Tú lo has dicho.
Lo dije pero lo puedo ocultar. Pero no me da la gana.
Gracias. Eres una persona muy amable.
Gracias. Tú también.

Eco tardío

Solos con nuestra locura y nuestra flor favorita


vemos que no hay de veras nada acerca de qué escribir.
O más bien, es necesario escribir acerca de las mismas cosas.
de la misma manera, repitiendo las mismas cosas una y otra vez
para que el amor continúe y sea gradualmente diferente.
Las colmenas y las hormigas tienen que ser reexaminadas eternamente
y el color del día registrado
cientos de veces y variado de verano a invierno
para que se enlentezca el ritmo hasta una auténtica
sarabanda y se entrevere allí, vivo y reposado.
Sólo entonces la falta de atención endémica
de nuestras vidas puede enroscarse alrededor de nosotros , amistosa,
y con un ojo puesto en esas largas sombras teñidas y afelpadas
que hablan tan hondo a nuestra falta de preparación y
conocimiento acerca de nosotros mismos, los motores parlantes de nuestro día.
Lista de pendientes

El extraño camina hacia los niños, que se adentran


en el cielo. Nace una lección. Hay quienes
dirán que nos hace mejores. No nosotros, sin embargo.
Nacimos para ignorar las señales de aviso
[y negar las coacciones a testigos.
Por lo demás, seguiremos el orden del día que se fraguó para nosotros.
Elegías en lata. «Eso» viene a resumirlo más a menos
mientras nuestro paso por el planeta termina ambiguamente.
Y aunque fuimos propuestos para el cuadro de honor
otros ascendieron en nuestro lugar, guardaron silencio
en la paradoja envolvente. Invitados a inspeccionar coches viejos,
pocos se dieron cuenta de a qué daban su conformidad,
o de cómo el muro vacío convertido en confidencia incriminatoria
florecía en forma de sala de sucesos y casos paranormales…
justo lo que esperábamos del temblor incitante de la tarde marchita.
«De lo más ilustre»… Me voy acercando
aunque no necesite la atención… o casi,
porque sucede, simplemente, ¿o…?
No sé cómo me siento.
Es esta ignorancia de los números y sus consecuencias,
[nosotros incluidos.
Recostado sobre un tartán ambiguo en una cabaña elegante,
[uno escucha
arias olvidadas de un altavoz con forma de petunia.
Donna è mobile. Où va la jeune Hindoue?
Oui, c’est elle, c’est la déesse. Pero no me liberes
todavía. Demasiado poco es demasiado pronto.
Lo mismo da gruñir como un bote a pedales en una zanja
que terminar aceptando como nuestras estas prácticas tardías.
Quedan muchas preguntas
y no quieren saber nada.
Hotel Lautréamont

1.
La investigación demostró que las baladas fueron producidas por toda la sociedad
trabajando como un equipo. No ocurrieron por sí solas. No hubo conjeturas.
Las personas, en aquel momento, sabían lo que querían y cómo conseguirlo.
Vemos los resultados en obras tan diversas como “Windsor Forest”¹ y “The Wife of Usher’s Well”².

Trabajando como un equipo, no ocurrieron por sí solas. No hubo conjeturas.


Las trompas de Efland pasaron volando, y en pocos segundos
vemos los resultados en obra tan diversas como “Windsor Forest”¹ y “The Wife of Usher´s Well”²,
o, en una nota más moderna, en el final del concierto de violín de Sibelius.
Las trompas de Efland pasaron volando, y en pocos segundos
el mundo, como sabemos, se hunde en la demencia, como demuestra la narrative passé,
o en el final del concierto de violín de Sibelius.
No te preocupes, muchas manos están haciendo el trabajo más fácil de nuevo.

El mundo, como sabemos, se hunde en la demencia, como demuestra la narrative passé.


En todo caso, la decisión está pendiente desde hace mucho tiempo.
No te preocupes, muchas manos están haciendo el trabajo más fácil de nuevo,
así que quedémonos adentro. La búsqueda era sólo otra aventura.

2.

En todo caso, la decisión está pendiente desde hace mucho tiempo.


Las personas están fuera de sí, extasiadas,
así que quedémonos adentro. La búsqueda era sólo otra aventura
y la solución problemática, de cualquier modo lejana en el futuro.

Las personas están fuera de sí, extasiadas,


sin embargo, nadie se pregunta el origen de tanta euforia colectiva,
y la solución: problemática, de cualquier modo lejana en el futuro.
El saxofón se lamenta, la copa de martini está vacía.

Sin embargo, nadie se pregunta el origen de tanta euforia colectiva.


En tiempos difíciles uno miraba al chamán o al sacerdote para el consejo y el consuelo.
El saxofón se lamenta, la copa de martini está vacía,
y la noche como un negro plumón de cisne se instala en la ciudad.

En tiempos difíciles uno miraba al chamán o al sacerdote para el consejo y el consuelo.


Ahora, sólo quienes tienen la voluntad están destinados a recibir la muerte como una recompensa,
y la noche como un negro plumón de cisne se instala en la ciudad.
Si intentamos salir, ¿nos ayudará estar desnudos?
3.

Ahora, sólo quienes tienen la voluntad están destinados a recibir la muerte como una recompensa.
Los chicos bailan hula-hula, imaginando una puerta al exterior.
Si intentamos salir, ¿nos ayudará estar desnudos?
¿Y qué hay de los mayores, las preocupaciones más ligeras? ¿Qué hay del río?

Los chicos bailan hula-hula, imaginando una puerta al exterior,


cuando todo lo que pensamos es cuánto podemos cargar con nosotros.
¿Y qué hay de los mayores, las preocupaciones más ligeras? ¿Qué hay del río?
Todos los gigantes fueron archivados a través del laberinto del tiempo.

Cuando todo lo que pensamos es cuánto podemos cargar con nosotros


no sorprenden aquellos que en su casa se sientan, nerviosos, junto a la apagada chimenea.
Todos los gigantes fueron archivados a través del laberinto del tiempo.
Sólo nos queda llegar a un acuerdo con nuestras cosas en común.

No sorprenden aquellos que en su casa se sientan nerviosos junto a la apagada chimenea.


Fue su elección, después de todo, la que nos impulsó a las hazañas de la imaginación.
Sólo nos queda llegar a un acuerdo con nuestras cosas en común
y al hacerlo destituimos al tiempo de más rehenes.

4.

Fue su elección, después de todo, la que nos impulsó a las hazañas de la imaginación.
Ahora, silenciosamente como alguien que sube una escalera, emergemos hacia la luz
y al hacerlo destituimos al tiempo de más rehenes,
para poner fin a la disputa que la historia hace tiempo comenzó.

Ahora, silenciosamente como alguien que sube una escalera, emergemos hacia la luz
pero está envuelta, velada: debimos haber cometido algún error espantoso.
Para poner fin a la disputa que la historia hace tiempo comenzó
¿Debemos empujar hacia delante, en la perversidad?

Pero está envuelta, velada: debimos haber cometido algún error espantoso.
Enjuagaste tu frente con una rosa, recomendando sus espinas.
¿Debemos empujar hacia delante, en la perversidad?
Sólo la noche lo sabe con seguridad; el secreto está a salvo con ella.

Enjuagaste tu frente con una rosa, recomendando sus espinas.


La investigación demostró que las baladas fueron producidas por toda la sociedad;
sólo la noche lo sabe con seguridad. El secreto está a salvo con ella:
Las personas, en aquel momento, sabían lo que querían y cómo conseguirlo.
Paradojas y oxímoros

Este poema tiene que ver con el lenguaje en un nivel muy básico.
Observa cómo se dirige a ti. Tú miras por la ventana
o pretendes juguetear con algo. Lo entiendes, pero no lo entiendes realmente.
No lo captas, o él no te capta a ti. Ninguno de los dos lo capta.
El poema está triste porque le gustaría ser tuyo, pero no puede.
¿Qué es «un nivel muy básico»? Es eso, y también otras cosas,
que forman un sistema que él intenta poner en juego. ¿En juego?
Bueno, la verdad es que sí, aunque yo considero que el juego es
una cosa externa y más profunda, un patrón encontrado en sueños
tal como la división de la gracia de estos largos días de agosto,
sin prueba alguna. Final abierto. Y antes de que te des cuenta
se pierde en el ajetreo ruidoso de las máquinas de escribir.
Te la han jugado una vez más. Yo creo que tú existes solamente
para convencerme de que lo haga, en tu propio nivel, y luego ya no estás allí
o adoptas una actitud diferente. Y el poema
me ha empujado hasta ponerme suavemente a tu lado. El poema eres tú.
Vaucanson

Mientras escribía, nevaba.


Se sintió sosegado y singular en la habitación gris.
pero, claro, nunca nadie se fía de estos humores.
Aquello tenía que tener entendimiento.
Pero, ¿por qué? De todos modos, sucede siempre,
y ¿quién se apunta el tanto? Seguramente
no aquello que se comprende,
y nos empequeñece saberlo
como saben los árboles de la tormenta
hasta que pasa y vuelve la luz a caer
desigualmente sobre toda la susurrante parentela:
las cosas con las cosas, las personas con los objetos,
las ideas con las personas o con las ideas.
Duele esta voluntad de proporcionarle a la vida
dimensiones, cuando la vida consiste precisamente en esas
dimensiones.
Somos criaturas, así que caminamos y hablamos
y la gente se nos acerca, o nos escucha
y luego se va.
La música llena los espacios
en los que se estiran las figuras hacia los bordes,
y puede solamente decir algo.
Los tendones se relajan entonces,
la conciencia empieza a albergar buenos pensamientos.
Ah, tiene que ser bueno este sol:
calienta de nuevo,
hace el número, completa su trilogía.
La vida debe de estar ahí detrás. La escondiste
para que nadie la encontrase
y ahora no recuerdas dónde.
Pero si volviera uno a inventarse la infancia
sería casi como volverse una reliquia viva
para librar a esta cosa, librarla del rubor
por el procedimiento de bajar el telón,
y durante unos segundos nadie se daría cuenta.
El final parecería perfecto.
Nada de consternación,
ni sueño trágico alguno del que despertarse sobresaltado
con un ataque de culpa apasionada, sólo la cálida luz del sol
que se desliza con facilidad por los hombros
hasta el corazón blando, derretido.

Pirograbado

Aquí fuera en Cottage Grove eso importa. El viento


galopante se resiste a su sombra. Las carrozas
marchan bajo una atmósfera de roble ahumado.
Aquí América llamando:
el reflejo de un estado a otro,
de una voz a otra en los cables,
la fuerza de los saludos coloquiales como polen
dorado que se hunde en la brisa de la tarde.
En escaleras de servicio crece la dulce corrupción;
la página del crepúsculo se vuelve como una chirriante plataforma giratoria en Warren,
Ohio.

Si esto es tal como es, vámonos,


ellos acuerdan, y enseguida comienza el lento viaje en furgón,
acelerando paulatinamente hasta que los ventiladores de los barrios,
que cubren la oscuridad de las ciudades, se recuerdan
sólo como un tic repetitivo. Y a mitad de camino
nos topamos con los decepcionados, los que regresan, sin su
capacidad de detenernos bajo la noche impetuosa
en nuestro viaje hacia la nada de la costa. En Bolinas
las casas dormitan y parecen preguntarse por qué a través de
la niebla del Pacífico, y los sueños brillan y se oscurecen alternativamente.
¿Por qué quedarse aquí, igual que las cometas, dando vueltas,
resbalando en una rampa de aire, pero siempre dando vueltas?
Pero la variable nubosidad está derramando sus lluvias
y te vuelve a inundar como el significado de un chiste.
El terreno no era atractivo a primera vista; !o construimos
en parte sobre ruinas falsas, a imagen nuestra:
un arco que termina en media clave, un pilar de piedra para lavanderas
que se desmorona, un teatro al aire libre, nunca terminado
y sólo diseñado en parte. ¿Cómo vamos a habitar
este lugar a! que le falta la cuarta pared constantemente,
como en un escenario o una casa de muñecas, sino permaneciendo como estamos,
de perfil perdido, de cara a las estrellas, con docenas
de proyectos aún no realizados y una sensación estricta
de que el tiempo se acaba, de que la tarde presenta
la factura, discretamente doblada? Y nos acoplamos
a ello con extraña facilidad, nos volvemos transparentes,
casi fantasmas. Un día
las aves y los animales del pasto han absorbido
el color, la densidad de los alrededores,
las hojas están vivas, demasiado cargadas de vida.

A esto siguió un largo período de ajuste.


En las grandes ciudades al final de siglo conocieron eso,
pero tuvieron cuidado de no decirlo mientras los repartidores de hielo y los de leche
desaparecían por los edificios y el cartero hacía gritando
su recorrido diario. Los niños que estaban bajo los árboles conocían eso,
pero todos los padres que regresaban a casa en tranvía
después de un día grato en la oficina lo arruinaron:
el clima todavía era floral y todo el papel de las paredes
de un millón de hogares esparcidos por aquella tierra conspiraron para esconderlo.
Un día pensamos en muebles pintados, en cómo
cambian ligeramente el aspecto de la habitación
y del patio de fuera y cómo, si fuéramos a poder escribir
la historia de nuestro tiempo, empezando por hoy,
sería necesario modelar todos estos pequeños detalles
para poder incluirlos; de otra manera, la narración tendría
ese aspecto mate de papel de lija que el cielo adquiere
en el medio oeste hacia el final del verano,
el aspecto de querer volverse atrás antes de que la disputa
se haya resuelto y a la vez salvar las apariencias
para que el mañana sea puro. Por tanto, ya que tenemos que dedicarnos a lo nuestro
a pesar de las cosas, ¿por qué no hacerlo a pesar de todo?
De esa manera quizá los tenues lagos y pantanos
del campo interior quedarán conectados al circuito
y no sólo los sucesos principales sino toda la increíble
masa de las cosas que están sucediendo simultáneamente y emparejándose,
canalizándose a sí mismas en la historia, se desenvolverán
con el mismo esmero y desenfado que una conversación en el cuarto de al lado,
y la pureza de hoy nos cubrirá como una brisa,
sólo que dura, escasa, irónica: algo a lo que se puede
saludar con el sombrero y de lo que aún se puede conseguir provecho.

El desfile está entrando en nuestra calle.


Mis estrellas, los pulidos uniformes y los rasgos
prismáticos de este instante pertenecen a este lugar. El terreno
se aparta bruscamente de las brillantes y mágicas ciudades costeras
hacia el ya mencionado lugar de encuentro con agosto y diciembre.
La corazonada es que será siempre de esta manera,
la apariencia, la forma en que las cosas te asustaron por primera vez
bajo la luz de la noche y después resultaron ser,
aunque todavía capaces, sin embargo, de una estrecha fidelidad
a lo que tú y ellos quisisteis convertiros:
ningún suspiro como música rusa, sólo un vasto desenredo
hacia las confluencias y la oscuridad de más allá,
hacia estos campos pelados, construidos a expensas del presente.
Poema sinfónico

Ya no es de noche. Pero hay una semejanza


de intención, de todos modos, en las formas
en que nos dirigimos a ella, hosco
color de qué mundo tan asombroso,
al apagarse o desaparecer, y esto
es una maravilla, creemos, y nos cuidamos de no pasar de largo.

Pero lo que todos estamos viendo es lo mismo,


nuestro mundo. Ve tras él,
cógelo, chico, dice el hombre del bastón.
Come, dice el hambriento, y otra vez nos sumergimos a ciegas
en la recámara que hay detrás del pensamiento.
Lo oímos, incluso lo pensamos, pero no podemos zafarnos de la mente.
Aquí en la mano tengo el billete ganador. Aquí mismo.
Pero todo vuelve a ser del mismo color, como si el clima
tiñera las cosas del mismo colorido. Es más práctico,
pero el paisaje, esas carteleras, envejece tan rápido como antes.
Torre de tinieblas

Ya no puedo permanecer fuera


bajo el frío y la lluvia penetrante.
Me agarro la entrepierna deseando una bola de luz
en el peludo interior que tienen otras personas.
Me marcharé sin haber ido a coger un grano
de la tierra,
compacto,
con el ascendente designio
que conocimos y odiamos tan bien, y cuando nos tocó
morir simplemente nos rendimos, mascullando alguna excusa.
¿ Sueles ir a verlos?
Ellos no pueden tener muchos motivos
para viajar hasta aquí, pero sus huellas,
excluidas por la nieve…

Fue el pregonero cuyo pataleo lo inició,


mucho antes de que nos despertáramos, en el amanecer
que encanece, ahora, un susto
que desear, que leer,
distinto a la vieja cicatrización que volverá a su tiempo.
Una tarde citadina

Un velo de niebla protege esta


Lejana tarde por todos olvidada
En dicha fotografía, ellos ahora en conjunto
Absortos gimiendo a través de la vejez o la muerte.

Si uno pudiera aprender los Estados Unidos


O por lo menos una refinada omisión
Que se filtre en nuestro perfil
Precisando nuestros espacios con una sombra
Que sea fugaz también.

Pero que celebre


Porque en verdad define, después de todo:
Guirnaldas grises, aquel terceto
Aguardando la luz para cambiar,
El aire alzando los cabellos de alguien
Al revés en el reflexivo estanque.
Escondrijo

De quienes nosotros y todos ellos somos


Ustedes todo ahora entienden. Pero ustedes entienden,
Después de que ellos comenzaron a encontrarnos
nosotros crecimos
Antes de que murieran pensándonos las causas

De sus actos. Ahora nosotros no sabremos


La verdad de algún inmóvil en el piano, aunque
Ellos con frecuencia parten de nosotros, causando
Estos cambios que nosotros pensamos que somos.
No nos importa.

Sin embargo, tan altos allá arriba.


En aire joven. Pero las cosas se oscurecen mientras nos movemos
Para preguntarles: ¿a quiénes debemos nosotros conocer
Para morir, para que ustedes vivan y nosotros entendamos?

Sombra de las cinco en punto

De donde vine es
«muy distinto», bonito,
y ya balcanizado.

Todo este tiempo las cosas te fastidian.


Es tan interesante cuando
los objetos hermosos de una mesa
ponen la oreja, en trance.

¿Qué es una tarde entre amigos?


¿Qué puedes hacer?
Ifigenia en Sodus

¿Por qué es tan familiar ese nombre?


Yo en tu lugar no me preocuparía, o haría preguntas.

Pero ¿no es un caso de connivencia?


Bueno, sí, técnicamente lo es,

pero aquí estamos muy lejos de la verdad.


Sí, todo parece estar bien, pero tendremos que

poner cuerpos distintos a estos caballeros…


Algo que habla a la verdad, tal como ella es ahora,

que es como todos la habíamos concebido:


envuelta en cintas de jade, más o menos envilecida,

y con un aire de descuido en la boca.


Discúlpenme, tuve problemas,

pero entonces las puertas se combaron, los marcos de las ventanas


se habían esfumado tiempo atrás en la tiniebla

de esta edad. Vista ahora, ella se gira frenéticamente


hacia donde nosotros –ellos– nos dirigimos para consultar el oráculo,

y todo el tiempo hablando para hacer tiempo, de cómo las


elecciones de quién debían ser más breves, y de cómo todo

fluía hacia tiempos más acogedores, mostrándose amable conmigo,


antes de talarlos.
El pequeño vestido negro

Todo aquello que tratamos de manera desafiante de


desenmarañar está esperando, próximo al trayecto. Sí,
mas la marcha es insistente y relajada al mismo tiempo,
un emerger del fondo. Tu plan parece bueno.

Conocí una trigueña una vez en Omaha, nos decía,


novedad que nos dejaba atónitos. Él no estuvo alejado
del camión por largo tiempo. En el suelo húmedo el sauce
nuevo descarga hojas, reproche para todos.
Por qué no puede el barro sujetarnos con firmeza,
para que él pueda leer,
extraer algo claro de aquellas notaciones que llegan
cada día, como cartas, oh, no en la casa sola.
Un agujero en tu calcetín

Un hombre camina en la ciudad


como si retrocediera de otro sitio.
Los otros tienden brazos, tocan manos.
Así es como se hace, día a día.

Mi teléfono está intervenido.


Llamaré a la policía.
No, obviamente no, parte del
“procedimiento”,
el mensaje suavemente ocupa el puesto.

Contemplamos las conchitas de crustáceos muertos


hace tiempo, esperan el final de la Edad de Bronce.
Nosotros vamos más allá, pasaje que es peor.
Y ellos nos reintegran nuestro pobre impermeable.

Entonces el gobierno entra en acción


y los demás se apiñan y disuelven.
Eso es algo, una especie de
capilla. Tendrías que admitirlo.

Simplemente… se mueren. Y eso es todo.


Cuando hemos regresado
en un clima casual
el hechizo ya es múltiple por encima de los cielos,

contemporáneo como nunca,


como tiene que ser un ingrediente.
Los oficiales de la clase, dramáticos que hastían,
se han marchado. Se suspende
una lágrima en el aire medio.
Este futuro nos hace bondadosos.

Película de los cuarenta

La sombra de la persiana en la pared pintada,


las sombras del cactus y la enredadera, los animales de yeso
concentran la trágica melancolía de la brillante mirada
hacia ninguna parte, un agujero como los agujeros negros del espacio.
En bragas y sujetador se acerca con sigilo a la ventana:
¡Fis! Arriba la persiana. Se ve una frágil escena callejera,
con delgadísimos transeúntes que saben a dónde van.
La persiana se baja lentamente; las tablillas lentamente se ladean.

¿Por qué siempre tiene que acabar de esta manera?


Un estrado con mujer leyendo, que lleva el cabello hecho un lío
y todo lo que no se dice de la atracción que ella ejerce en nosotros,
con ella hacia el silencio que no puede explicar sólo la noche.
El silencio de la biblioteca, del teléfono con su libreta,
pero tampoco nos hizo falta reinventar estas cosas,
se habían ido a la trama de una historia,
el papel del «arte», sabiendo qué detalles importantes suprimir
y la forma en que se desarrolla el personaje. Demasiado reales las cosas
como para darles mucha importancia, por tanto artificiales, aunque esparcidas por toda
la página,
el interior con el exterior que se convierte en parte tuya
cuando comprendes que nunca habías dejado de reírte de la muerte,
el fondo, oscura vid al borde del portal.
Y «ut pictura poesis» es su nombre

Ya no lo puedes decir de esa manera.


Preocupada como estás por la belleza tienes
que salir a la intemperie, a un descampado
y descansar. Claro que las cosas divertidas que te pasan
están bien. Pedir más que esto sería raro
en ti que tienes tantos amantes,
gente que te admira, dispuesta
a hacer cosas por ti, pero piensas
que eso no está bien, que si en verdad te conocieran…
Ya basta de autoanálisis. Entonces,
veamos lo que tienes que poner en tu poema-pintura:
las flores son siempre majas, en especial la espuela de caballero;
nombres de chicos que conociste y sus trineos;
los cohetes espaciales están bien (¿existen todavía?).
Hay muchas otras cosas que tienen la misma calidad
que las que ya he nombrado. Ahora bien, hay que encontrar
unas pocas palabras importantes y otras muchas que tengan
un tono bajo y un sonido apagado. Ella se acercó a mí
para venderme su escritorio. De repente la calle era
una algarabía y el estrépito de instrumentos japoneses.
Se desparramaron testamentos rutinarios. Su cabeza
se encerró en la mía. Éramos un vaivén. Algo
debería escribirse de cómo te afecta esto
cuando escribes poesía:
la extrema austeridad de una mente casi vacía
que colisiona con el florido y rousseauniano follaje de su deseo de comunicar
algo entre alientos, aunque sólo sea en atención
a otros y su deseo de entenderte y abandonarte
por otros centros de comunicación, para que el entendimiento
pueda comenzar y al hacerlo estar perdido.
Lo único que puede salvar a América

¿Hay algo central?


¿Huertos arrojados sobre los campos,
bosques urbanos, plantaciones rústicas, colinas a la altura de la rodilla?
¿Son los nombres de lugar, centrales?
¿Elm Grove, Adcock Córner, Story Book Farm?
Cuando coinciden con ímpetu al nivel de la vista,
clavándose en unos ojos que ya se han saciado,
gracias, no más, gracias.
Y llegan como paisaje mezclado con la oscuridad,
las húmedas llanuras, barrios hiperdesarrollados,
lugares de conocido orgullo cívico, de cívica oscuridad.

Éstos se relacionan con mi versión de América


pero el jugo está en otra parte.
Cuando salí de tu cuarto esta mañana
después de un desayuno sombreado con
miradas hacia atrás y hacia delante, atrás hacia la luz,
delante hacia una luz poco familiar,
¿fue nuestro comportamiento, y fue
la materia, la madera de la vida, o de las vidas
lo que estábamos midiendo, contando?
¿Un estado de ánimo que hay que olvidar pronto
en vigas de luz cruzadas, fría sombra de ciudad
en esta mañana que otra vez se ha apoderado de nosotros?
Ya sé que trenzo demasiado mis propias
percepciones instantáneas de las cosas tal como me llegan.
Son privadas y así lo serán siempre.
¿Dónde están entonces los aspectos privados del suceso
destinados a resonar más tarde como campanadas de oro
que se lanzan sobre una ciudad desde la torre más alta?
¿Las rarezas que me ocurren y te cuento,
y tú sabes al instante a lo que me refiero?
¿Qué remoto huerto al que se llega por caminos sinuosos
los esconde? ¿Dónde están estas raíces?
Son los golpes y las dificultades
los que nos dice si llegaremos a ser conocidos
y si nuestro destino puede ser ejemplar, como una estrella.

Todo lo demás es ponerse a la espera


de una carta que nunca llega,
día tras día, la exasperación
hasta que al final la rompes sin saber lo que es,
y las dos mitades rotas de la carta yacen en un plato.
El mensaje era atinado y aparentemente
dictado hace mucho tiempo.
Su verdad es eterna pero su momento no ha llegado
todavía, y habla de un peligro y de las muy limitadas
medidas que se pueden tomar contra el peligro
ahora y en el futuro, en patios fríos,
en tranquilas casitas de campo,
en nuestra tierra, en zonas valladas, en frías calles con sombras.
Lo que es poesía

¿Un pueblo medieval, con frisos


de boyscouts japoneses? ¿La nieve

que cayó cuando queríamos que nevara?


¿Imágenes hermosas? ¿Intentar evitar

las ideas, como en este poema? ¿Pero


regresamos a ellas, como a una esposa, abandonando

a la amante deseada? Ahora ellos


van a tener que creerlo

como nosotros lo creímos. En la escuela


nos fue peinado todo el pensamiento.

Lo que quedó es como un potrero.


Cierra los ojos, puedes sentirlo muchos kilómetros rodeándote.

Ahora abre tus ojos en un fino camino vertical.


Podría darnos –¿qué?– algunas flores pronto?

En la granja norte
Alguien está en algún lugar viajando furiosamente hacia tí,
a una velocidad extraordinaria, viajando noche y día,
atravesando vendavales y el calor del desierto, atravesando ríos, desfiladeros.
¿Pero sabrá dónde encontrarte?
¿Sabrá reconocerte?
¿Darte aquello que tiene para tí?

Aquí no crece casi nada,


y sin embargo están repletos los graneros,
se amontonan los sacos de harina hasta el techo.
Y corren con dulzura los arroyos, engordando sus peces;
oscurecen los pájaros el cielo. ¿Es suficiente
que pongamos el plato con leche cada noche,
que pensemos en él alguna vez,
alguna vez y siempre, con sentimientos encontrados?
Paseando simplemte

¿Cuál es tú nombre para mí?


Ciertamente no hay nombre que te quepa
en el sentido en que tienen las estrellas nombre
que de algún modo les van bien. Paseando simplemente,

un objeto curioso para algunos,


pero estás demasiado ocupado
por la mancha en la parte de atrás de tu alma
como para poder decir algo, y vagas

sonriéndoles a los otros y a ti mismo.


Se va volviendo un poco solitario
y al mismo tiempo te relaja.
Es contraproducente, piensas mientras vuelves a darte cuenta

de que el camino más largo es el más eficiente,


el que serpeaba entre las islas,
y parecías estar viajando siempre en círculos.
Y ahora que el final se acerca

los segmentos del viaje se abren como una naranja.


Y hay luz ahí dentro, y misterio y comida.
Ven a verlo. Y no por mí, sino por sí mismo.
Pero si aun estoy ahí, concede que podamos encontrarnos.
Mi filosofía de vida
Justo cuando pensé que no había espacio bastante
para otro pensamiento en mi cabeza, tuve esta idea estupenda
–llámalo una filosofía de vida, si te parece. En síntesis,
implicaba vivir como viven los filósofos,
según ciertos principios. Ok, ¿pero cuáles?

Esto resultó lo más difícil, me doy cuenta, pero tenía


cierto tipo de oscura presciencia de lo que sería.
Todo, desde comer melón, o ir al baño,
o quedarse parado en una plataforma del subterráneo, perdido en pensamiento
unos minutos, o preocupándose por las selvas,
estaría afectado, o más precisamente, modulado
por mi nueva actitud. No daría sermones
ni me preocuparía acerca de los niños y los viejos, excepto
de un modo general prescrito por nuestro universo de reloj.
En vez de lo cual, dejaría las cosas ser lo que son,
inyectándoles el serum del nuevo clima moral
en que pensaba haber penetrado, como un extranjero
por accidente empuja un panel y una estantería se desliza,
revelando una escalera de caracol con una luz verdosa
que viene desde abajo, y automáticamente traspasa el umbral
y la estantería se cierra de nuevo, como suele suceder en esas ocasiones.
De repente lo colma una fragancia–no azafrán, no lavanda,
pero algo entre los dos. Piensa en almohadones, como aquél
donde el bull terrier de su tío Boston solía echarse, observándolo
inquisitivo, las puntas de las orejas dobladas hacia delante. Y entonces
empieza el gran apuro. Ninguna idea sale de ahí. Esto alcanza
para que te repugne el pensamiento. Pero luego recuerdas algo que
William James
escribió en alguno de sus libros que nunca leíste–estaba bien,
tenía fineza,
el polvo de la vida, que lo cubría, limpiado por casualidad, sin duda
sin embargo concernido aún
por la evidencia de huellas digitales. Algún otro ya lo había manejado antes de que él lo
formulase, aunque el pensamiento fuese suyo
y sólo suyo.

Está bien, en verano, visitar la costa.


Hay muchos trayectos para hacer allí.
Un monte de pichones de álamos plateados acoge al viajero. Cerca
quedan los lavabos públicos donde fatigados peregrinos grabaron
sus nombres y direcciones, mensajes también quizá,
mensajes al mundo, mientras permanecían sentados
pensando acerca de lo que harían después de usar el baño
y lavándose las manos en la pileta, antes de salir otra vez
al parque. ¿Habían sido gobernados por principios,
y eran sus palabras filosofía, aunque cruda?
Confieso que no puedo ir más lejos por esta línea de pensamiento–
algo la bloquea. Algo, que no soy suficientemente grande
como para mirarlo desde arriba. O tal vez estoy francamente asustado.
¿Qué había de malo en la manera en que actuaba antes?
Pero tal vez pueda lograr un compromiso–dejaré
que las cosas sean lo que son, de algún modo. En otoño apilaré jaleas
y confituras contra el frío del invierno y la futilidad,
y esto será algo humano, e inteligente asimismo.
No me avergonzarán las observaciones tontas de mis amigos,
ni siquiera las mías propias, aunque por cierto ésta es la parte más difícil,
como cuando estás en un teatro lleno y algo que dices
enfurece al espectador delante de ti, a quien no le gusta siquiera la idea
de que dos personas próximas a él estén conversando. Bueno, hay
que tirarlo por el inodoro, para que los cazadores se venguen de él–
ya que esto funciona en dos direcciones, ¿entiendes? No puedes estar
siempre preocupándote por los otros y concentrarte en ti mismo
a la vez. Eso resultaría abusivo, y tan poco ameno
como asistir a la boda de dos personas que no conoces.
Igual, es muy divertido considerar las lagunas entre las ideas.
¡Están hechas para eso! Ahora quiero que salgas ahí fuera
y disfrutes; y sí, disfruta de tu filosofía de vida, además.
No aparecen todos los días. ¡Mira! Allí hay una grande...

El problema de la ansiedad
Han pasado cincuenta años desde que empecé a vivir en esas ciudades oscuras
que te contaba.
Bueno, nada ha cambiado. Todavía no puedo figurarme
cómo ir desde el correo a las hamacas del parque.
Los manzanos florecen en el frío, no por convicción,
y mi pelo es el color de las pelusas del diente de león.

Supón que este poema fuera acerca de ti–¿pondrías


en él las cosas que yo he dejado fuera deliberadamente:
descripciones del dolor, y el sexo, y de qué forma inconstante
se porta la gente unos con respecto a otros? No, eso
ya está incluido en algún libro, parece. Para ti
he reservado las descripciones de sándwiches de pollo,
y el ojo de vidrio que me mira con pasmo
desde la repisa de bronce de la chimenea, y que no se apaciguará nunca.
Sin título

Y ahora no recuerdo lo que me parecía. No es un conducto (¿confluencia?) sino un


lugar. El lugar, del movimiento, y de un orden: el lugar del viejo orden. Pero la cola del
movimiento es nueva. Llevándonos a decir lo que pensamos. Es muy parecido a una
playa después de todo, donde estás y no piensas ir más allá. Y es bueno que no vayas
más allá. Es como una razón que te recoge y te lleva adonde siempre quisiste estar.
Tan lejos como eso. Está bien cruzar, haber cruzado. Entonces no hay promesa en el
otro. Eso es. Acero y aire, una presencia moteada, una exigua panacea y suerte para
nosotros. Y entonces se puso muy frío.

(Inscrito en el Whitney Bridge, Minnneapolis)

Malva apagado
A veinte millas, en las más frías
aguas del Atlántico, miras anhelante
hacia la costa. ¿Alguna vez amaste a alguien
ahí? Sí, pero era apenas un gato, y yo,
un manatí, ¿que podía hacer? No hay recompensas
en este mundo por haberse meado la vida, aún
si implica llegar a ver icebergs olvidados
de hace décadas separándose de la masa
para nadar bajo la superficie, levantando
una montaña de vidrio desbordante antes de abalanzarse erectos
para empezar el viaje peligroso desconocido
hacia el horizonte desolado.
Ése fue el modo
En que pensaba acerca de cada día, cuando era joven; un desprenderse,
a la vez suicida e imbuido de una cierta gracia ritual.
Después, hubo tantos protagonistas
que uno se perdía un poco, como en una selva de doppelgängers.
Muchas cosas estaban aconteciendo. Y la luna, balanceándose
sobre la loma como una toronja enorme y lisa, comprendió
la importancia de cada una, y no estaba dispuesta
a facilitar la tarea de nadie, aunque la amamos
El alboroto de los pájaros
Estamos atravesando el siglo diecisiete.
La última parte está bien, es mucho más moderna que la primera parte.
Ahora tenemos la comedia de la Restauración.
Webster y Shakespeare y Corneille estaban bien para su época pero no eran lo bastante modernos,
aunque suponían un avance respecto del siglo xvi de Enrique VIII, Lassus y Petrus Christus, que,
paradójicamente,
parecen más modernos que sus inmediatos sucesores, Tyndale, Moroni y Luca Marenzio entre ellos.
A menudo es cuestión de parecer más que de ser moderno.
Parecer es casi tan bueno como ser, en ocasiones, y de vez en cuando igual de bueno.
Que alguna vez sea mejor es un asunto que más vale dejar a los filósofos y a otros así,
que saben cosas de un modo que no está al alcance de otros,
aunque esas cosas son a menudo casi las mismas que las que sabemos.
Sabemos, por ejemplo, cómo Carissimi influyó en Charpentier,
propuestas medidas con un giro al final
que remonta las cosas al comienzo, solo que un poco más arriba.
El giro es italiano,importado a la corte de Francia y al principio denostado,
luego aceptado sin reconocer de dónde procedía, como suelen hacer los franceses.
Quizás algunos lo reconozcan de esta nueva guisa,
que puede dejarse para otro siglo, cuando los historiadores
aseguren que todo ocurrió con normalidad, como resultado de la historia.
(El barroco tiende a salirnos al paso
cuando creíamos que había quedado arrumbado. El clásico lo ignora, o no le importa mucho.
tiene otras cosas en la cabeza, de mayor importancia, al parecer.)
Aun así, hacemos bien en crecer con él, esperando con impaciente ilusión el modernismo,
cuando todo se resolverá para mejor, de algún modo.
Hasta entonces más vale complacer nuestros gustos en aquello que les corresponda: este zapato,
ese tirante, llegarán a parecer útiles algún día
cuando la atenta presencia del modernismo esté instalada por doquier,
como los restos de un proyecto de obras.
Está bien ser moderno si lo puedes soportar.
Es como quedarse bajo la lluvia, y llegar a entender que siempre fue esa tu condición:
moderno, húmedo, abandonado,
aunque con esa intuición especial que te permite comprender
que no estabas destinado a ser algún otro,
para quien los artífices del modernismo superen el análisis
mientras se marchitan y desvanecen bajo el fulgor del presente.
Una plegaria a no tocar
A regañadientes, oh, reina, dejé tus tierras. Sangrante hoy, requiero que te
entiendas con él.
Fue el verano de los pantalones largos y las langostas. Pocos soportaban
entonces sus acometidas, ninguno intentaba escapar. Era lo más natural
ignorar
la última advertencia entremezclada, cual anuncio de masa para tartas.
Alguien, más astuto que el resto, percibió una alteración en el orden de esa velada.
Las gallinas se arremolinaban, pero fue la constricción entre talón y dedo lo que
captó el agua para cólicos cristalinamente. No fue culpa tuya, ya ves,
que un solo pazguato emergiera de la inmensa biblioteca de instrucciones.
El resto habían canjeado las fichas hacía rato y se habían ido retirando
a casa. El miedo era un leve llamear en el horizonte.

Te lo aseguro, fue entonces cuando supe que me perseguías,


la burla en tu labio durante las presentaciones matinales.
Otros aparte de mí vieron el vasto
punzón impulsando el amor hacia la superficie. No hacer nada

era nuestro antiguo privilegio. Y aunque hablamos de ello después,


siempre quedó arrinconado, como si nunca nos hubiéramos conocido,
sino apenas cruzado en algún angostó callejón, donde rozarse
con el vecino fuera inevitable, no putrefacto.

El bocadillo del héroe de metro veinte dice: «¡Aquí estoy!».


Docenas de dorados canarios gozan en el receptáculo que brindaban sus holgados
miriñaques. Y de acuerdo,
dije
que en su lugar yo no lo haría. Discutimos y nos separamos
como para siempre. Y una cálida sensación vino a sustituir ese otro
receptáculo de dolor,
el repantigado matasellos, de las montañas aquel verano.
Cortometraje
No temas los barrancos
adormecidos en la granja. No murió de esa manera.

No vayas a comprar nada


y vete a hacer algo. Y muy cansado, derrengado, a veces creo que estábamos mejor
antes de todas las nuevas invenciones: el huevo frito de trampantojo
la pulga americana. Yo no morí de esa manera. Así es como por lo general
sí también es así
nos lo montamos…
Mucho de esto tiene poco que ver
con cómo nos afeitábamos y comportábamos,
o mezclábamos dobles.

Tienes razón, las ventas colosales se han acabado.


Supongo que mi cuestión (un humilde albañil) es
darle un beso y curarlo; la opereta de la comedia en el tren, un inmenso éxito cuando se
estrenó en Shanghái,
cosida de pierna derecha a pierna derecha.
La vida es un breve relato breve a explosivo fuego lento.

¿Quién más te gusta en poesía? No tuvimos tiempo de almorzar.


Prepárate para abrazar tu estrella de vidrio. Te lo aconsejaría.
¿Eres lo bastante escorpión para intentarlo siquiera? Inútiles padres verdes van de cinco
en cinco.
No quiere hacerlo él mismo, entonces hermoso, y feliz
bajo una mano de desvanecido, esto, barnizado. (No en farmacias) se hizo viral.
Historias de Shakespeare
Parecía que una enorme parte de nuestras vidas giraba en torno al montón de leña, todo
rumores y salpicaduras un momento, tipis bajos al siguiente.

Hizo un caballo, como el que había en la granja en cuyo extremo de la tienda dejaban
ensayar a los jóvenes. (Los otros visten raro.)
Los niños solían pasar allí el rato, bajaban el nivel de la torre de vainilla
seguían al fantoche de su editor afuera
hacia el brillante día, de cubiertas, cetros de aparatos, imposibles entregas, sin
programar, más. Altas gradas
acordonaron
una zona del centro de la ciudad. Es una parte de Francia, pero yo no bebo de esas
fuentes.
Su preceptor responde y
denso como el polvo en estos informes (al menos esa es mi definición, toda entusiasta,
o ¿tenemos que serlo
o acaso importa?):
bienvenido al árbol genealógico.
Estoy más que harto. El cerdo imponente acaba en un anuncio
por la ventana del cuarto de baño. Gracias por el trago, Tío, y la potencia digital. Estaba
preguntándome qué era.

Era la hora de las campanas parroquiales, las pavadas, lo que sea.


A mí me lo parecía, además. La respuesta a su exigencia.

Alguien te envía una factura.


Al principio te entran ganas de reír. ¿Quién dijo que todo fuera a ser excitante?
Déjalo sin más. El frailecillo en los peldaños de la casa verde se dio la vuelta,
enfadado con todo. Vale, apechuguemos.
El subordinado
Es muy emocionante pasear,
hacer cosas interesantes después de estas,
y poder pasar tiempo sobre todo en Europa con mis pantalones de julio.

Aunque podríamos despedirnos, el ancla lesbiana quiere decir algo. Bueno, ¿cómo
estás?
Nuestro muñón diario, un tipo se dispone a devorar uno, esposos a un tiempo,
supresión de caballos.
Y, mediador, ese habla de ti, hurga en la refrigeración
donde todo va de maravilla, los alerces (todos ellos bastante favorables),

los mecanismos de cabello más oscuro, la mnemotecnia del trabajador:


Hola, Mnemosine (episodio continuado o viví algo parecido,
plomo enmarañado para los que mantienen la paz),

porque después de 200 años los jovenecidos quieren sustancia.


Pero, quizá después de eso…

podría dedicarse a cocinar:


alcachofas cocidas, zarcillos incluidos.

¿Cómo te enteraste de ellos mismos? Ella recordó ¡eh! Para eso sirve.
Delfines adultos, avanzando vertiginosos… Te colgaré en la pared, luego
vuelvo a casa por primera vez.
Y probablemente él iba a hacerse daño
en las puertas plegables de vidrio. Ella debe de estar tomando otra,
y podríamos tener una gran conversación
o algún gran grupo deportivo, bailarines habituales. Sus lesiones fueron legión.
Allende
Bésame. Estoy enfermo.
Todd Colby, “Viernes y desconcertado”

No pasa nada malo contigo, simplemente


haz que me arresten,
porque cuando no has visto a alguien, las noches se vuelven
muy respetuosas.
Las de ella generalmente no eran sometidas a
nuestro salón.
Sólo frótate allí las manos.
¡Al diablo, Cagliostro!
Nosotros cercados, las reglas son miel.
¿Es ese un Vigía Negro,
un obvio regalo
para la sala donde tanto sucede?
Eres todo en tus estrechas verdades.
Necesitas las 27 en su conjunto.
Afortunadamente aquí anoche,
el limón encima del archiduque…
¿Qué es él, un peludo, viejo saltarín?
El vivir con precisión requiere que hables pero que ni
me toques.
Jinetes profesionales lo interpretan por completo.
¿Cuándo les dan la vuelta?
Tranquilo y conflictivo a la vez,
un hombre sin vida, dicen.
Hacia adelante a los baños cristianos,
débil continuidad, wok de celeridad o celebridad.
Buen acecho. Lo repasarás con una lluvia pesada y pensarás
que se te negó disfrutarnos y tener ambición.
¡Deja que los pájaros corran con los árboles!
Un día hermoso e
historiadores marinos
se quejaron de que todos estábamos libres, de allí en adelante,
de las jaquecas de los inocentes.
Una vez grapados adecuadamente a nuestro tío,
los bizcochitos son seducidos.
Olvídate de cualquier traducción equivocada,
comunicación fallida. El pasado
te ama, nene.
Ve y lija un caballo.
Tour de escucha
Estábamos discutiendo si la NBC
era mejor que la CBS. Dije que la CBS
porque es modesta y tiene que esforzarse
mucho para satisfacer a sus espectadores. A ti no
te gustaba demasiado ninguna tampoco, pero preferías
las pequeñas compañías independientes.
En eso una avalancha voló
sobre nuestras cabezas, celeste contra
el decidido violeta del firmamento. Empezamos
a recoger nuestras cosas, pero
era ya muy tarde. Fluimos suavemente…
Y en otro tiempo las revoluciones
fueron despreciadas por los granjeros,
en conjunción con los campesinos
y las clases ilustradas. Todos
se beneficiaron de algún modo. Eso era
todo lo que tenía que oír.
Lo que sea…

Retrato con cabra

Leíamos para nosotros; a veces, para otros.


Leía en silencio el margen
cuando cayeron las palomas, estaba azul
afuera. Tal vez en un momento,
dijo. Nunca llegó el momento.
Estaba leyendo otra cosa ahora,
no importaba. Vinieron otros y
dejaron su currículum. No vagueaba,
exactamente. Alguien quería irse
del todo en esta estación absurda.
Supercolisionador
Pasados los experimentos chiflados
hasta los días de suspense de jengibre de la secundaria
ruedo asuntos frágiles: una pelea allá,
antena protuberante, un heraldo
tallado individualmente en posición de arquero- ¡dulce!
Invitamos a unos cuantos para
celebrar la monotonía del nuevo lugar.
Pastel de carne sin carne. Roger. Tu
turno. Tomé un trozo de folio liso,
mi universidad estadounidense con papelería de Bakú,
única cuestión para ser despreciado aquí,
y dispuse palabras precisas que escribieron algo,
probablemente tan fieles a cómo lo quiero conservar,
toda el agua y la astringencia.
Parece que fuera domingo hoy
pero es sábado. ¿Cómo se siente el sábado
un domingo? No es que sea muy
difícil de recordar- Siempre estaré risueño y abierto.
Sin protocolo: demonios, sin modales
con alerta de inundación. Ella es una de las famosas
rmanas hermanas Gowanus.
Esto no ha afectado el clima todavía.
¿Obtienes una sensación de arreglos de mesa blancos,
la así llamada mirada ausente que los aflige
como adultos sentados en una huelga?
Escucha, pies tiernos. ¿Quién dice que necesitas estar
despiertodespierto
para apreciar la poesía? La arrendadora, ella misma.
¿Dónde están ahora?
Un dulce desorden
Perdonen mi sarong. Deme un Shirley Temple.
De seguro, señor. ¿Lo quiere con una cereza?
Supongo que sí. Es parte del cóctel, ¿no es cierto?
Estrictamente hablando, sí. A algunos les gusta,
a otros no mucho. Bueno, comeré una cereza.
Puede perdonárseme por no saber que es de rigor.
En mi taza de trabajo, por favor. Desde luego.
Él ni siquiera me recuerda.
Era un espléndido, bonito día.
Sonaba uno de tus foxtrots favoritos,
corbatas que solían usar.
Puedes confiar en eso.
Dios mío, ya es las 7:30.
¿Son estos nuestros contenedores?
Perdonen mi pasado, porque, saben,
era todo como de una pieza.
No podría haberse ignorado tu indiferencia,
lo cual discutiría.
¿Cómo se supone que debía lucir?
¿Estoy despierto o dormido?

Récit
Es muy extraño, y sé que tú
sabes que no hay bastante extrañeza
en el mundo, sólo pedales más húmedos y furiosos
como gobernantas ante lo que debió de llegar antes
que el envoltorio plateado. Imprimieron
miles, la policía fue incapaz de explicar
esta nueva y asombrosa fecundidad venida por encima del agua.
Los extraños pueden besar, soslayando cuestiones morales
hasta el próximo término medio, y rezar a contrapié: ¡Amarga es la margarina!
¿Hasta qué punto puedes ser tan pertinaz? Un niño pequeño,
dando redobles como un indio autónomo, nos llevó a preocuparnos
de nuestra fuerza y luego a desistir, era la novena
y penosa vez que así lo hacíamos. Y yo, amor mío,
estaba lejos de sentirme incompleto en aquella coyuntura.
Mi lógica moteada en tiempo real quería pedir disculpas.
El futuro del baile
¿A quién nos dirigimos?
Según quienes sean, los niños
trabajan en los campos. Las vacaciones
están a la vuelta de la esquina
y ellos esperan que la vida siga igual
muchas mañanas seguidas. Date prisa, máquina de coser,
y logra sin tardanza lo que se espera de ti.
Los peces saltan parcialmente fuera del agua. Y el aire es nuevo.

Antes, ilustres forasteros nos abordaron


(según quienes sean) y nos invitaron a sentarnos
para escucharles como se escucha un cuento. Y en el cielo,
fuentes caídas nos regaban los pies
mientras su historia farragosa lubricaba los aires
y las parras que en ellos se removían.
Nadie espera que la vida sea una sola aventura,
y sin embargo, a la inversa, nos sorprendemos cuando se vuelve decepcionante,
como suele pasar con las historias cuando el contar va más rápido
que la situación. Date prisa y duerme,
es lo que sugiero. Y si resulta solitario,
la canción no se habrá marchado para nada.

Bosquecillos pintados hacen más por la destreza


que minaretes y azoteas. Las bicicletas reviven los paisajes
a los que ponen banda sonora. Mejor un acordeón
silencioso que un coro de arpas, ya sea en un sentido
u otro, gotas de cristal sollozante
que se quedan colgadas tan pronto la noche urde su clima.
Las escenas más anodinas eran siempre las más lejanas,
pero estas hojas que se fruncían en nuestras manos,
higo y ortiga, sobreviven en un surco del tiempo
que los relojes no pueden deshacer, ni la fortuna saquear.
La tarde de Mabuse
Hay un mapa de París en el salpicadero,
si es que eso es un salpicadero. Passy, la línea 63
y el XIII Distrito aparecen en él.
Dice, haz algo, haz algo,
aunque sólo sea por ti. Oye,
no es mala idea. Puede acercarse
sin estar nunca demasiado cerca.

Todas las veces la semana pasada


son desgracia sobre desgracia. París parecía
iniciar una conversación. Otros terciaban.
Vaya por dios, decían. Vaya por dios. Así son las cosas,
no puedes jugar sólo a una banda. ¿Lo quieres
con huevos? Oh, sólo me dedico
a hacer mi vida. ¿Qué vida? Bueno,
si tú lo dices. Cáete por la calle.

Caballeros muchas gracias.


Estamos aquí reunidos para un encuentro medio
que hará posible para nosotros
uno de esos negocios donde me veníais
mucho a la cabeza.
Lo contrario eran caballos dando coces,
hermosos bosquecillos en sombra que ilustran
hasta qué punto esto debía ocurrir
con el tiempo
y otros sistemas se mostraron de acuerdo,
creándose a sí mismos y el tenue halo
que los proyectaba. Sólo notamos con certeza que
se había ido cuando volvió por un tiempo
y no estaba seguro de que lo hubiéramos notado.
Manos trenzadas nos envolvieron como guantes
que nos apoyaban y no estaban muy seguros
de quién apoyaba a quién.
Puedo oírlos y a muchos bandos.

No creo que tenga nada ver con ello,


era como que sobresalía,
haciendo equilibrios sobre mi pelo.
Has rescatado a esos bueyes.
Las condiciones aún interfieren, los gases
no os atacarán a todos a la vez, tratando de ser
tan amables como siempre y siendo criticados por ello,
orientando a novatos o jóvenes que quizá un día caminen con dificultad.
Un poco de llovizna sube
más rápido, dijo; entonces: se desvaneció.
Desconocer la ley no es eximente
Nos alertaron sobre las arañas y la ocasional hambruna.
Bajamos en coche al centro a ver a nuestros vecinos. Ninguno estaba en casa.
Encontramos refugio en patios diseñados por la municipalidad,
y al hablar evocamos otros lugares, lugares diferentes…
Pero ¿lo eran de veras? ¿No los conocíamos ya de antes?

En viñedos donde el himno de las abejas ahoga la monotonía


dormimos en busca de tranquilidad, sumándonos a la estampida.
Él se me acercó.
Todo seguía igual que de costumbre,
excepto por el peso del presente,
que arruinó el pacto que hicimos con el cielo.
En verdad, no había motivo para alegrarse,
ni tampoco necesidad de dar la vuelta.
Sólo por estar de pie ya nos habíamos perdido,
escuchando el zumbido de los cables encima de nosotros.

Guardamos luto por esa meritocracia que, llena de salvaje vitalidad,


había puesto comida en la mesa y leche en el vaso.
Con maneras descuidadas, barriobajeras,
volvimos caminando al cristal de roca primitivo en que él se había convertido,
todo preocupación, todo miedo por nosotros.
Descendimos con calma
hasta el último peldaño. Allí puedes lamentarte y respirar,
enjuagar tus posesiones en la fuente helada.
Ten cuidado tan sólo con los osos y lobos que la frecuentan
y la sombra que llega cuando esperas que amanezca.

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