Dr. Pujol

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A.

Revelación

I. Concepto y clases de Revelación

1. Concepto

Etimológicamente, revelación significa manifestar algo oculto.


Proviene del verbo latino «re-velare», quitar el velo que oculta algo,
descubrir.

Revelación, en sentido estricto, es la manifestación de alguna verdad


hecha por Dios al hombre, descubriéndole su propio Ser o su Nombre y sus
designios de salvación.

2. Clases

Se llama revelación natural a la manifestación de Dios por la obra


de la creación. A través de las criaturas se llega a un conocimiento real y
verdadero de Dios, aunque no exhaustivo ni perfecto. Commented [M1]: Teodicea o teología natural.

Se llama revelación sobrenatural a la manifestación que libremente


hace Dios de sí mismo a la criatura racional y para su salvación. A lo largo
de nuestro estudio nos referiremos siempre a la revelación sobrenatural, a la
que llamaremos habitualmente Revelación.

II. La Revelación sobrenatural

1. La religión cristiana se funda en la Revelación sobrenatural histórica

El cristianismo, junto con el judaísmo, justifica su existencia


acudiendo a su origen revelado por Dios.
Para demostrar el hecho de la existencia de la Revelación sobrenatural que
da origen al cristianismo, en primer lugar, habremos de exponer en qué consiste o
qué elementos constituyen la Revelación, su posibilidad, su necesidad y Commented [M2]: Atención aquí.

conveniencia.

Después expondremos como la Revelación sobrenatural de Dios, se ha dado


de hecho en la historia de los hombres, primero en el pueblo de Israel y finalmente a
todos los hombres por Jesucristo. La Revelación judeo-cristiana se encuentra
contenida en la Sagrada Escritura o Biblia - y en la Tradición, para los cristianos -,
de las cuales explicaremos sus características más importantes.

Finalmente, estudiaremos las críticas - y las réplicas - al carácter revelado


del cristianismo.

De todo ello, podremos concluir que la existencia de la Revelación


sobrenatural es una realidad histórica, conocible por todos los hombres y creíble con
fe sobrenatural para los creyentes.

2. Los elementos constitutivos de la Revelación sobrenatural

En la Revelación intervienen varios elementos que la constituyen como tal.

a) Dios que se revela libremente, porque quiere y sin ninguna clase de


necesidad.

b) El hombre que recibe la Revelación.

El hombre es el sujeto pasivo de la Revelación. Sólo el hombre,


ser espiritual-racional, es capaz de recibir la Revelación divina, porque
para entender a otro - en este caso a Dios- es necesario tener una cierta
semejanza con el que habla; semejanza que viene dada por la razón
humana.

Pero el hombre es, además, sujeto dinámico y existencial de la


Revelación; porque, por ella, Dios le invita a aceptar y a vivir de acuerdo
con el mensaje revelado. Dios pide al hombre una actitud de fe, sin la
cual la Revelación queda sin producir su efecto salvador.

c) Los contenidos intelectuales y objetivos de la Revelación.


Cuando Dios habla o se manifiesta siempre comunica algo, una verdad,
una promesa, un mensaje.

Ahora bien, los contenidos o el objeto de la verdad revelada son dobles:

- Dios revela verdades naturales, es decir, verdades que


el hombre puede conocer por sí mismo, con la luz natural de la razón
y sin la ayuda de Dios. Por ejemplo: su existencia, su sabiduría, su
providencia, etc.

- Dios revela verdades sobrenaturales que superan la


comprensión humana. Verdades sobrenaturales o misterios, es decir,
verdades que pertenecen al propio ser y obrar de Dios, y que, aún
después de reveladas, no alcanzamos a comprender su razón íntima
de ser.

3. Posibilidad de la Revelación

La imposibilidad o dificultad de la existencia de la Revelación sólo puede


originarse en Dios que revela, en el hombre que recibe la Revelación o por los
contenidos del mensaje revelado.

a) Por parte de Dios no parece que pueda haber ninguna


imposibilidad, si tenemos un recto concepto de Dios. Si entendemos que
Dios es el Ser Supremo omnipotente, que puede hacer todo, lógicamente
concluiremos que también puede revelar .

Ahora bien, si negamos su existencia (ateísmo), o su


cognoscibilidad (agnosticismo) o su relación con el mundo (deísmo) no
hay posibilidad de admitir la Revelación sobrenatural.
b) Por parte del hombre que recibe la Revelación, tampoco
aparece ninguna dificultad, puesto que el hombre es capaz de conocer la
verdad y, como la Revelación es manifestación de verdades divinas,
expresadas en forma de conceptos humanos, el hombre puede conocerlas
y entenderlas.

Una falsa concepción antropológica, pesimismo luterano,


autonomía radical del liberalismo, etc., llevan a rechazar la posibilidad de
la Revelación sobrenatural por innecesaria o porque atenta a la autonomía
ilimitada de la razón.

c) Por parte de los contenidos u objeto de la Revelación. Cabe distinguir


entre:

- Las verdades naturales, en las que no se encuentra ninguna


razón para que no puedan ser reafirmadas también por la Revelación
sobrenatural.

- Las verdades sobrenaturales o misterios, que presentan


inicialmente cierta dificultad. Vamos a exponerlo:

Los misterios son distintos a los problemas. El problema, una


vez comprendido sus términos, se resuelve. El misterio no es así. Es
una verdad, que se presenta al entendimiento humano de tal forma, que
sólo puede ser entendido parcial y progresivamente. Así, por ejemplo,
la Iglesia es un misterio de salvación; y, de ella podemos decir que es
jerárquica, o que es carismática, o que es el pueblo de Dios o que es el
reino de Dios en su fase terrestre, etc. Todo es verdad y cada una de
estas verdades no se opone a las otras, sino que las completa y todas
juntas, y otras más en las que cabe profundizar, son el misterio de la
Iglesia.

Por todo lo dicho, vemos que tampoco se escapa a la


comprensión del entendimiento humano el contenido del misterio.
Aunque la verdad, en este caso, se presenta al hombre de tal forma que
nunca es absoluta y completamente abarcable o cognoscible.

En definitiva, la solución a la dificultad de conocer los


misterios viene dada por estas dos razones. Primera, los misterios no
se conocen por evidencia, sino por testimonio, que es uno de los
modos ordinarios del conocimiento humano. Testimonio dado en la
Revelación por el mismo Dios - que no se engaña ni quiere
engañamos- y no por un simple hombre - como en el conocimiento
humano- que puede equivocarse y engañarnos.

Segunda, la Revelación de los misterios, se hace no con


palabras propias de Dios, sino con palabras humanas analógicas. Es
decir, Dios habla el lenguaje de los hombres, y no con un lenguaje
exclusivamente divino, que sería incomprensible. Es evidente que este
lenguaje humano utilizado en la Revelación es comprensible para los
hombres, aunque no alcance a manifestar total y perfectamente la
verdad que Dios comunica.

Por tanto, ni por parte de Dios, ni del hombre, ni de los


contenidos hay una auténtica imposibilidad para que se produzca la
Revelación.

Hay analogía, cuando una palabra indica, al mismo tiempo,


cosas o realidades que son. al mismo tiempo, desiguales e iguales entre
sí. Por ejemplo, comida sana y hombre sano. La salud, aquí en este
ejemplo, es un término analógico. No es lo mismo la salud del hombre
que la de los alimentos; pero sin ser iguales, se parecen.
4. Necesidad y conveniencia de la revelación

a) La Revelación sobrenatural, dada la presente condición del


hombre, es moralmente necesaria para que las verdades religiosas de orden
natural puedan ser conocidas por todos los hombres con facilidad, con
firmeza y sin mezcla de errores graves.

Es evidente que los racionalistas, al sobrevalorar la razón y al negar


apriorísticamente el orden sobrenatural, niegan que sea necesaria la
Revelación. Según sus tesis, el hombre puede conocer por sí mismo todo lo
que es propio de su naturaleza y de su fin y, por tanto, el mensaje revelado
que supera su capacidad natural es perfectamente inútil cuando no nocivo,
porque le condiciona externamente e impide su perfecta realización humana.

Por el contrario, los deistas, fideístas y tradicionalistas niegan que el Commented [M3]: Condenadas por el vaticano primero

hombre, en su estado actual, pueda conocer las verdades religiosas naturales,


incluso la existencia de Dios. Por tanto, el conocimiento de dichas verdades,
cuando se da, proviene única y exclusivamente de una Revelación divina.

La expresión necesidad moral indica que la Revelación de las


verdades naturales no es de necesidad absoluta, pues no se excluye que
algunos hombres lleguen por sí solos al conocimiento de las verdades
religiosas naturales. Pero la Revelación continúa siendo necesaria
moralmente para una gran parte de los hombres, que por carecer de talento,
tiempo, formación o por hallarse dominados por los intereses temporales u
otros motivos, como influencias culturales, no llegarían por sí mismos al
conocimiento de las verdades religiosas naturales.

b) La Revelación sobrenatural es absolutamente necesaria para


conocer las verdades de orden sobrenatural.

Si creemos que lo sobrenatural es lo que excede, por definición, las


fuerzas y exigencias de la naturaleza, esta proposición es evidente por sí
misma. Y, además, es universal, porque todos los hombres necesitan de la
Revelación sobrenatural para conocer dichas verdades.

5. Existencia de la Revelación sobrenatural Commented [F4]: Verdades de fe

Lo que interesa es probar el hecho histórico de que ha existido una


Revelación sobrenatural. Hemos de responder a las preguntas: 1 a, si Dios ha
hablado a los hombres, ¿ cómo podemos conocer que existe una Revelación
sobrenatural? 2a, ¿ qué criterios utilizaremos para distinguirla de otras pretendidas
revelaciones? 3ª, la Revelación, ¿ dónde se encuentra?

La demostración de la existencia real de la Revelación sobrenatural, como es


patente, presenta sus dificultades. Si todos los hombres creyeran en Dios no existiría
ninguna dificultad en admitir y convencerse de que Dios puede manifestarse a los
hombres y, de ahí, sería relativamente fácil concluir y aceptar que se ha manifestado
de hecho, pues hay religiones que se proclaman reveladas.

Desde el punto de vista de la fe, la cuestión, por tanto, no presenta ninguna


dificultad. La Iglesia enseña la verdad de la Revelación sobrenatural como una
verdad de fe, y afirma que está contenida en la Sagrada Escritura y en la Tradición.

La cuestión se presenta con toda su seriedad y dificultad para aquellos que


no admiten la autoridad divina de la Escritura y de la Tradición ni el Magisterio de
la Iglesia y desean conocer si se puede probar históricamente o científicamente la
existencia de una religión revelada y obligatoria para todos los hombres.

Para la solución del problema es indispensable plantearlo en su verdadera


dimensión. Se trata de que la Revelación sobrenatural es un hecho sobrenatural y, al
mismo tiempo histórico. Y, así, en su doble vertiente debe de ser estudiado. Sería
ilógico querer someterlo sólo a las leyes históricas o sólo a las premisas de la fe.

Cada objeto pide el método adecuado para ser estudiado y captado por el
entendimiento humano. Sería inútil querer demostrar de modo directo, por métodos
históricos, la acción de Dios en su aspecto transcendente; esto es el objeto de la fe.
Por consiguiente sólo podemos probar la posibilidad de la Revelación sobrenatural,
porque no contradice ninguno de los presupuestos que la constituyen, como ya
hemos hecho.

Pero, además, la Revelación sobrenatural, si se da, es un hecho histórico y


entonces sí será posible probar su existencia por argumentos históricos. Se podrá
demostrar que históricamente hay una Revelación, que tiene todas las garantías,
dadas por el método histórico, de que es sobrenatural. Pero partiendo de esta
demostración, no podrá darse el salto de que además se haga necesariamente el acto
de fe. A lo sumo, después de haber demostrado la posibilidad histórica de la
Revelación sobrenatural, se podrá probar metafísicamente la conveniencia de esa
Revelación y su contenido.

Está claro, pues, que con el método histórico no se puede demostrar que la
Revelación es creíble, es decir, que puede ser creída y que lo más razonable es
aceptar esta Revelación. Ahora bien, para pasar de esta certeza objetiva a la certeza Commented [M5]: Método histórico critico: papa Benedicto
XVI o documento de la tradición bíblica. Como leer e interpretar la
subjetiva, o sea, para creer hace falta la ayuda sobrenatural de la fe. Es decir, para biblia en la iglesia

dar el paso entre «lo que he visto parece que es verdad, pero yo no me lo creo» al
«yo me lo creo», que es como percibir de un modo claro e inequívoco la voz de
Dios en nosotros, es necesario el don gratuito de la fe dado por Dios.

La demostración del hecho de la Revelación se refiere a la revelación


pública e histórica. Para el cristianismo esta Revelación se funda y centra en la
persona y obra de Jesucristo. Por consiguiente, la demostración del hecho de la
Revelación sobrenatural para los cristianos coincide con la del origen sobrenatural
del cristianismo, que está - según la fe cristiana- en perfecta continuidad con la
Revelación hecha a los israelitas en el Antiguo Testamento.

Por tanto, la pregunta que cabe hacerse es la siguiente: la afirmación de que


Dios se ha revelado por Jesucristo y que continúa manifestándose, de modo
diverso, en la Iglesia, ¿ es un hecho real o es la creación de la fe de algunos
hombres ilusos?

Antes de responder largamente a esta pregunta es necesario que nos


detengamos para exponer algunas cuestiones previas.

Ya que los cristianos afirman que la revelación se encuentra contenida en la


Sagrada Escritura o Biblia y en la Tradición, ¿qué son la Biblia y la Tradición?

B. Sagrada Escritura o Biblia

I. Introducción general

1. Nociones generales

Llamamos Biblia o Sagrada Escritura a la colección de libros que escritos


bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales libros
inspirados han sido entregados a la Iglesia.

La existencia de unos libros inspirados es de fe para la Iglesia. De un modo


paralelo, también el pueblo hebreo, ya desde varios siglos antes de Jesucristo, tenía
la misma convicción de poseer esas Sagradas Escrituras.

2. Nombres de la Biblia

El nombre castellano de Biblia es singular y traduce el término griego


«Biblia», los libros, en plural, que derivaba de «Biblos», papiro, hoja escrita, libro.

En hebreo es «séfer», documento escrito, libro.

También se le llama Sagrada Escritura, Antiguo y Nuevo Testamento.

3. Divisiones y partes de la Biblia


La Biblia consta de 74 libros: 47 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Commented [F6]: La biblia hebrea se llama tanak

Testamento.

Los hebreos dividieron el Antiguo Testamento en tres partes: 1) Thorah o


Ley, o Pentateuco; 2) Nehim o Profetas; 3) Kethubin o Hagiógrafos.

- Pentateuco. (Penta significa cinco) Se llama Pentateuco a los


cinco primeros libros de la Biblia. En estos libros se narra la historia de la
creación del universo, del hombre, el diluvio universal. También se
explica la historia del origen del pueblo, de su cautividad en Egipto y su
salida o éxodo hacia la tierra prometida, Palestina. El Pentateuco recoge
también las instrucciones del culto a Dios que dan los judíos: como deben
construir el Arca de la Alianza, las vestiduras de los sacerdotes, fiestas,
ceremonias y el modo de realizarlas, etc. Además, se reglamentan
aspectos de la vida civil: impuestos, jueces, autoridades, comidas, compra
y venta de propiedades, recolección de los campos. y otras muchas leyes.

Por exponer normas de conducta son los libros de la Ley y por


narrar hechos históricos se llaman libros históricos.

- Profetas (Nehim). Los libros de los profetas contienen


principalmente enseñanzas doctrinales, morales, de costumbres sociales.
Los profetas aparecen de vez en cuando en la historia de Israel. Su misión
es recordar al pueblo judío las cosas que Dios ha mandado a través de
Moisés y otros gobernantes y que ellos han olvidado. Las han olvidado
con el paso del tiempo porque se han introducido costumbres, modos de
hacer, contrarias a las que deben vivir. Por ejemplo: prestar dinero a otro
judío con usura, con altos intereses. Los judíos, lógicamente, Commented [F7]: Esta es una realidad presente en nuestra
iglesia católica. Influenciada por no hacer comunidad, por dejarse
influenciados por las culturas de los pueblos vecinos de su tiempo, van llevar por modos contemporáneos: emos, new age, feng shui, yoga,
posmodernidad...todos estos problemas causan situaciones
adquiriendo modos de vivir que no están de acuerdo con lo que les enseña indeseadas en la toma de sacramentos. En la teología fundamental
se ofrecen herramientas para descubrir la verdadera fe.
su religión. En ciertas épocas de su historia adoran a Dios en las montañas
(los lugares altos) en vez de hacerlo a Dios en su Templo de Jerusalén,
etc.

Los profetas vuelven a enseñar a los judíos como deben portarse Commented [F8]: Ahora la iglesia es portavoz de este envió:
enseñar cómo debemos comportarnos ,alcanzar en las personas el
para ser buenos ciudadanos y, al mismo tiempo, piadosos y fieles a hombre perfecto, hacerlo madurar en la fe, hacer procesos. Buscar
comunidad donde se exprese la unidad y la comunión y para hacer
Yahvé. comunidad hay que hacer actuar a la familia: iglesia domestica.

Aunque pueda parecer extraño por el nombre de profetas que


tienen, sólo en ocasiones hablan de hechos futuros. Además, al hablar de
esos hechos, lo hacen habitualmente refiriéndose a sucesos que han
acontecido o están sucediendo. Son los maestros de la ley, los mismos
profetas y otros escritores de la Biblia, los que interpretan estas
expresiones, y ven en ellas sucesos de futuro que se refieren al Mesías,
que deberá nacer, o a hechos que sucederán. No olvidemos que los judíos,
profundamente religiosos y, por qué no decirlo, ayudados por Dios,
comprendían más allá de las simples palabras escritas. Para las personas
que tienen fe no es nada difícil aceptar que Dios ayuda a los hombres.

Por otro lado, muchas veces son los mismos profetas los que dicen
claramente que lo que escriben «sucederá» «se verá»... Es decir utilizan el
futuro; hablan de algo que pasará después, más allá del momento presente Commented [F9]: No son futuristas, ni magos... sino que hablan
mas alla del presente historico
histórico en que ellos viven, y, entonces, las profecías son totalmente
evidentes y las entienden todos los judíos.

Hagiógrafos (Kethubin). Los hagiógrafos son libros que contienen


fundamentalmente enseñanzas espirituales. Hagiógrafo en griego
significa santo.

En ellos se expone como hacer el bien, el amor, la amistad, el


significado de la vida, la muerte, como evitar hacer el mal, la felicidad de
los hombres, de las familias, de los ciudadanos. También, el mejor modo
de tratar a Dios, hacer lo que a El le gusta, etc. Son enseñanzas sobre
todas las realidades de la vida humana.
Como las enseñanzas de estos libros son propias de hombres
sabios, se les llaman libros sapienciales o propios de la sabiduría
(sapientia, en latín significa sabiduria). Porque la verdadera sabiduría, así
lo afirman los hagiógrafos y todos los hombres verdaderamente sabios,
filósofos, pensadores, personas de fe, es vivir en este mundo con paz,
serenidad, alegría, cultivando cordialmente la amistad, con una vida
familiar estable, con un trabajo que sirva a los hombres, socialmente
justos, fraternales, etc. Y, para los que tienen fe, los libros sapienciales
enseñan como ser amigos de Dios en esta vida y luego gozar de El en la
otra vida.

En los libros sapienciales queda claro que la felicidad bien


entendida es el fin del hombre: ahora en la tierra y luego en el cielo. Por
el contrario, enseñan que la felicidad mal entendida es material e incluso
grosera, ya que se basa solamente en cosas terrenales que se dejan al
morir: tener mas bienes, sexo y otras por el estilo que no van más allá de
su posesión inmediata y que no llevan al cultivo del espíritu. Estas cosas
son buenas y aun necesarias si sirven como medios para cultivarse como
hombres, en lo que es propiamente humano: la inteligencia, la voluntad,
los buenos sentimientos, etc.

La Iglesia, con algunas matizaciones, utiliza la misma clasificación: libros


históricos, proféticos y sapienciales.

En el Nuevo Testamento son libros históricos los 4 Evangelios compuestos


por San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan, y los Hechos de los Apóstoles,
de San Lucas. Libros proféticos, el Apocalipsis de San Juan. Son libros didácticos o
sapienciales las epístolas de San Pablo y las epístolas católicas de los demás
Apóstoles.
La división de la Biblia en capítulos y versículos la iniciaron los israelitas,
en el Antiguo Testamento, en la versión de los «masoretas» del siglo VI-VIII, d. de
J.C. Para el Nuevo Testamento fue Estephan Laugton en París, el año 1214, y la
concluyó Pagnini en Lyon, el año 1528.

Los libros de la Biblia se citan utilizando las primeras letras del nombre de
cada libro. Cada idioma utiliza las letras del correspondiente nombre, que en los
idiomas occidentales - latín, castellano, catalán, inglés, francés, italiano, alemán,
etc.- son prácticamente iguales. A modo de ejemplo, el libro del Génesis, el primero
de la Biblia, se cita en latín Gen, y de la misma forma en los otros idiomas.

Los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento, Mateo, Marcos, Lucas y


Juan, se citan en la mayoría de los diferentes idiomas con muy pocas variaciones
Mat o Mt; Mac o Mc; Luc o Lc; Ju o Jn. Los Hechos o Actos de los Apóstoles:
Hech o Act. Yasí todos los otros libros de la Biblia. Las variaciones son mínimas y
las comprende todo el mundo que conozca los nombres de los autores sagrados de la
Escritura.

Además al citar un libro de la Biblia se ponen los números del capítulo y del
versículo, que es una frase o un par de frases de la Escritura. Por ejemplo, Dan 5,11
significa el profeta Daniel capítulo 5 y versículo II. Con este sistema de citar se
encuentra enseguida y muy fácilmente cualquier frase de la Sagrada Escritura.

4. Inspiración y verdad de la Sagrada Escritura

La inspiración bíblica es una ayuda sobrenatural dada por Dios a ciertos Commented [F10]: Le da el toque de la inerracincia bíblica.

hombres en el seno del pueblo de Dios del Antiguo y Nuevo Testamento, para
consignar por escrito, con validez general y pública, aquellos misterios de Dios y de
su intervención en la historia, que Dios ha querido que los hombres conocieran para
su salvación. Resultando, así, que Dios es el autor principal del libro y el hombre es
el autor secundario e instrumental. (Cfr. Concilio Vaticano II, Constitución Dei
Verbum, 11).
Commented [F11]: Primero antes de canon era regla o los
libros que regian a la comunidad. A partir de trento, se le da el
5. Canon bíblico sentido de canon.
a) Noción. Etimológicamente, la palabra canon significa caña o vara.
De ahí derivó la idea de instrumento para medir, regla o medida.

Metafóricamente es todo aquello que sirve como norma o regla para hacer
algo.

En sentido propio, canon es el catálogo o la lista oficial de libros inspirados.

b) División de los libros canónicos. Libro canónico es aquel que la


Iglesia tiene como regla de fe y costumbre, porque está inspirado por Dios.

- Libros protocanónicos. Son aquellos de cuya canonicidad no se


ha dudado nunca y en ninguna Iglesia.

- Libros deuterocanónicos. Son aquellos sobre cuya inspiración se


tuvieron ciertas dudas hasta el siglo V, pero conviene advertir que estos
libros discutidos fueron recibidos desde el principio en el canon de la
Iglesia Católica.

c) ¿Cuáles son los libros deuterocanónicos? Son 7 para el Antiguo


Testamento: Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruch, los dos
Macabeos y algunas partes de Ester y Daniel. Estos libros son los que no
aceptan los protestantes y los judíos.

En el Nuevo Testamento hay otros 7 libros deuterocanónicos:


Epístola a los Hebreos, Santiago, 2a carta de San Pedro, 2a y 3a de San Juan,
San Judas y el Apocalipsis. A veces, los protestantes rechazan esos libros
deuterocanónicos del Nuevo Testamento.

Conviene saber que existen unos libros llamados apócrifos (falsos,


fabulosos) que son aquellos cuyo contenido y título son parecidos a los del
Antiguo y Nuevo Testamento, pero que no han sido reconocidos por la
Iglesia como inspirados y están excluidos del canon.
Además, es necesario distinguir la distinta terminología utilizada por
los protestantes, porque a los libros deuterocanónicos los llaman apócrifos,
y, a los que conocemos como apócrifos los titulan Seudoepígrafos (con falso
título).

Los libros apócrifos, propiamente dichos, se escribieron en los


primeros siglos del cristianismo. Fueron escritos por autores piadosos que
querían animar a los cristianos a ser mejores. El contenido de estos libros
apócrifos son historias inventadas de la vida de Jesús. Generalmente tratan
de completar la biografía del Señor. Narran falsas escenas de su vida de
niño, de joven, añaden detalles a la verdadera historia, etc. A modo de
ejemplo, explican que las palmeras se inclinaban para dar sombra a Jesús,
María y José cuando huyeron a Egipto perseguidos por el rey Herodes, que
hizo matar a todos los niños de menos de dos años de Belén - donde nació
Jesús- y sus alrededores. De esta narración es falso lo de las palmeras y es
histórico todo lo demás. Otros ejemplos son que el niño Jesús hacía pajaritos
de barro y les daba la vida para que volaran; que alargaba milagrosamente,
los tablones de madera de su padre San J osé cuando estos se quedaban
cortos, etc. Claramente estas narraciones son falsas, producto de la fantasía
de los autores de los libros apócrifos.

Además estos autores, llevados por su deseo de ayudar a ser más


piadosos a los cristianos, decían que sus libros estaban escritos por los
Apóstoles o los primeros cristianos. Y así, se dice que están escritos por
Santo Tomás, San Bartolomé u otro cristiano de los primeros tiempos.

La Iglesia nunca creyó en ellos y tampoco los cristianos. Tanto es así


que, desde siempre, se les llama el Pseudo-Tomás, Pseudo-Bemabé, etc. La
palabra pseudo significa falso. Y así es como se les conoce como libros
falsos o apócrifos.
Estos libros apócrifos sólo tienen un cierto valor histórico o
sociológico porque, como están escritos en los primeros siglos del
cristianismo en tiempo del Imperio Romano y son lo que hoy día
llamaríamos novelas, reflejan las costumbres, el ambiente, la forma de vivir
y trabajar de su época. Por ello, a través de estas novelas es posible hacerse
una idea de como era la sociedad en aquella época, prácticamente la misma
de Jesucristo.

d) El canon católico ha quedado definitivamente fijado en el Concilio


de Trento.

Los 73 libros de la Biblia inspirados por Dios son:

ANTIGUO TESTAMENTO (46 libros)


21 LIBROS HISTÓRICOS

1. Génesis Gen

2. Éxodo Ex

3. Levítico Lev

4. Números Num

5. Deuteronomio Dt

[El conjunto de los cinco: Pentateuco ]

6. Josué Jos

7. Jueces Jue

8. Ruth Rut

9. I Samuel 1 Sam
10. II Samuel 2 Sam

11. I Reyes 1 Re

12. II Reyes 2 Re

13. I Crónicas (Paralipómenos) 1 Cro 1 Par

14. II Crónicas (Paralipómenos) 2 Cro 2 Par

15. Esdrás Esd

16. Nehemías Neh

17. Tobías Tob

18. Judit Jdt

19. Ester Est

20. 1 Macabeos 1 Mac

21. 2 Macabeos 2 Mac

7 LIBROS DIDÁCTICOS O SAPIENCIALES (algunos son


llamados también POETICOS)

22. Job Job


23. Salmos Sal

24. Proverbios Prov

25. Eclesiastés (Qohelet) Ecl

26. Cantar de los Cantares Cant


27. Sabiduría Sab
28. Eclesiástico (Sirácida) Eclo

18 LIBROS PROFETICOS

29. Isaías Is
30. Jeremías Jer

31. Lamentaciones Lam

32. Baruc Bar

33. Ezequiel Ez
34. Daniel Dan
35. Oseas Os

36. Joel Jl
37. Amós Am
38. Abdías Abd
39. Jonás Jon
40. Miqueas Miq
41. Nahum Nah
42. Habacuc Hab
43. Sofonías Sof
44. Ageo Ag
45. Zacarías Zac
46. Malaquías Mal

Explicación de algunos nombres:

1. El nombre de Pentateuco es del siglo n d. JC., y significa 5 libros.


Este título procede del griego: pente = cinco y teuqos = estuche donde se
guardaban los rollos o libros sagrados. Ya hemos dicho, que los judíos
llaman a estos cinco primeros libros de la Biblia la Torá o Ley, para
distinguirlos de los Nebüm o Profetas y de los Ketubim o Escritos.

2. Los libros Crónicas, en los manuscritos griegos de las versiones de


los LXX llevan el título de Paraleipómena (Paralipómenos), que significa
«cosas omitidas», en el sentido de que el autor de Crónicas quiso completar
los libros de Samuel y Reyes.

3. Al Eclesiastés también se le conoce con el título de Qohelet, es el


mismo autor del libro el que se llama a sí mismo. Fue la versión de los LXX
la que introdujo el nombre de EKKlesiastés (Eclesiastés). Qohelet significa
en hebreo el que convoca y habla en una asamble», «el orador».

4. El título más antiguo con el que se designó el Eclesiástico se tomó


del mismo autor: «El libro de la Sabiduría de Ben Sirac».

Hoy día, se vuelve a titular de modo semejante. Se le llama Sir ácida


y, también, Libro de Jesús, Ben Sirac o hijo de Sirac, ya que Ben significa
en hebreo hijo.

NUEVO TESTAMENTO (27 libros) 4 EVANGELIOS

1. Evangelio según Mateo Mt

2. " " Marcos Mc

3. " " Lucas Lc

4. " " Juan Ju

5. HECHOS DE LOS APOSTOLES Act Hech

14 CARTAS DE SAN PABLO (o Epístolas)

6. Carta a los Romanos Rom


7. Carta 1 a los Corintios 1 Cor

8. Carta 2 a los Corintios 2 Cor

9. Carta a los Gálatas Gal

10. Carta a los Efesios Ef

11. Carta a los Filipenses Flp

12. Carta a los Colosenses CIs

13. Carta 1 a los Tesalonicenses 1 Tes


14. Carta 2 a los Tesalonecenses 2 Tes
15. Carta 1 a Timoteo 1 Tim
16. Carta 2 a Timoteo 2 Tim
17. Carta a Tito Tit
18. Carta a Filemón Flm
19. Carta a los Hebreos Heb

7 CARTAS CATÓLICAS (o Epístolas)

20. Carta de Santiago Sant

21. Carta 1 de Pedro 1 Pe

22. Carta 2 de Pedro 2 Pe

23. Carta 1 de Juan 1 Jn

24. Carta 2 de Juan 2 Jn

25. Carta 3 de Juan 3 Jn

26. Carta de Judas Jds


27. APOCALIPSIS Ap

II. Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura

La interpretación y exégesis bíblica tienen como misión hallar y exponer el


verdadero sentido de los libros sagrados.

La interpretación y la exégesis son dos cosas diferentes. La interpretación o


hermenéutica es el arte de interpretar los textos sagrados de la Biblia. A la hermenéutica
corresponde establecer las leyes que la ciencia exegética aplica para hallar el verdadero
sentido del texto y la exégesis es la explicación o interpretación espiritual de la Sagrada
Escritura.

No olvidemos que:

«Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano;


por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso
comunicamos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y lo que
Dios quería dar a conocer con dichas palabras» (Concilio Vaticano II, Constitución,
Dei Verbum, 12).

Los principales criterios o reglas que deben seguirse en la interpretación y exégesis


bíblica se deducen de la naturaleza de los libros de la Biblia y de que han sido inspirados
por Dios. Por tanto, hay dos criterios de interpretación.

Primero. Los criterios comunes a toda obra escrita. La Biblia, vista como un libro
escrito por hombres, está sometida a las reglas y métodos de interpretación racional,
literaria e histórica.
Segundo. La Biblia, como libro inspirado por Dios a personas singulares, que
forman parte de un pueblo elegido por EI-Israel y la Iglesia-, tiene unos criterios propios de
una obra tan singular.

1. Criterios literarios comunes

Es legítimo aplicar al estudio de la Biblia todos los recursos de los que se


vale la ciencia humana para intentar conocer con hondura el pensamiento expresado
por el autor: estudio de las características propias del lenguaje, consideración del
contexto histórico, situación vital en la que está escrita, análisis gramatical,
comparaciones con el contexto, etc. De ahí, se deduce que para el estudio de la
Biblia es necesario aplicar:

a) Crítica textual, para conseguir el texto original más correcto posible.

b) Crítica literaria, que permite comparar los textos de la Biblia


entre sí y con las literaturas profanas del Medio Oriente (mesopotámicas,
babilónicas, egipcias, etc.).

Hay que destacar que

«Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta,


entre otras cosas, los géneros literarios. Pues la verdad se presenta y se
enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros
proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios. El intérprete indagará
lo que el autor sagrado dice e intenta decir, según su tiempo y cultura, por
medio de los géneros literarios propios de su época. Para comprender
exactamente lo que el autor propone en sus escritos, hay que tener muy en
cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se usaba en tiempo
del escritor, y también las expresiones que entonces más se usaban en la
conversación ordinaria» (Concilio Vaticano 11, Constitución Dei
Verbum, 12).
Por ejemplo, encontramos que los autores de la Biblia han
utilizado diversos procedimientos al escribir: recursos de la oratoria,
juegos de palabras, números simbólicos, diálogos, discursos, poesía,
cánticos, etc.

Es evidente que el valor histórico depende del género literario que


se utiliza. Así, un libro histórico de la Biblia tiene la misma categoría que
cualquier otro libro histórico de la misma época. Pero, un cántico - como
el de María hermana de Moisés después de atravesar el Mar Rojo- tiene
una consideración diferente: a través del canto, María expone
directamente sus sentimientos de alegría y agradecimiento por haberse
librado de la esclavitud de Egipto e indirectamente se refiere al hecho
histórico del paso del Mar Rojo ya la liberación del pecado.

Los cantos, himnos, poesías, etc. reflejan las emociones interiores


de sus autores, que se pueden fundar en hechos que han vivido. Igual pasa
hoy día con los mismos géneros literarios: un poeta expresa lo que siente.
Y lo que le lleva a hacer poesía es algo que le ha conmovido, que ha
vivido especialmente.

Por eso, al interpretar la Biblia hay que tener en cuenta el género


literario. De la misma manera que sucede actualmente con los autores modernos.
Si un poeta exclama que tiene el corazón partido, se entiende que está lleno de
dolor y no que realmente se le haya roto el corazón.

c) Crítica histórica, que examina en el contexto de la historia profana


los libros históricos de la Escritura.

En la Biblia hay muchos datos históricos sobre personas, imperios,


batallas, costumbres, etc. que se encuentran en otros libros históricos de la
época. Este es uno de los motivos que da seguridad sobre la verdad de la Biblia,
pues lo que narra se comprueba por otros documentos profanos del mismo
tiempo. En la Biblia aparecen el Imperio Asirio, Persia, Egipto, Roma; personas
como Alejandro Magno, los Antíocos; lugares como Tarsis (Andalucía), las Islas
(Inglaterra e Irlanda), etc.

2. Criterios propios de la Biblia

Ya hemos señalado que al ser la Biblia un libro revelado, deberán utilizarse para su correcta
interpretación no sólo los criterios propios de toda obra escrita humana, sino los criterios que se
derivan del hecho capital de su inspiración divina. Como recuerda el Concilio Vaticano n:

«La Escritura se ha de leer con el mismo espíritu con que fue escrita: por tanto, para
descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido y
la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía de la fe. A
los exégetas toca aplicar estas normas en su trabajo para ir penetrando y exponiendo el
sentido de la Sagrada Escritura, de modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de
la Iglesia. Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido a juicio
definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar
la palabra de Dios.» (Concilio Vaticano n, Constitución Dei Verbum, 12).

Resumiendo, estos criterios son:

a) La unidad de la Sagrada Escritura. Los libros de la Biblia, aunque hayan sido


escritos a lo largo de muchos siglos, constituyen un todo único, cuyo hilo conductor es la
Revelación de Dios. Por tanto, para captar los textos más antiguos es necesario acudir a
los textos posteriores, que iluminan y explican los más primitivos.

b) La Tradición y el Magisterio eclesiástico. Los libros de la Biblia nacen en el


interior de un pueblo elegido por Dios, Israel en el Antiguo Testamento y la Iglesia en el
Nuevo Testamento.

Y en este sentido, es posible afirmar que existe una Tradición oral anterior a los
libros escritos, y también que la misma tradición oral acompaña y sigue a los libros
escritos. Por tanto, y con criterios históricos, no es posible afirmar que cuando los libros
fueron escritos anularon la tradición oral o no fueron consecuentes con ella; por tanto, se
deberá tener en cuenta la Tradición.
Así, pues, afirmamos que existe una Tradición oral, junto con los libros
escritos. Por ejemplo, los judíos, después de la destrucción de Jerusalén, tienen
recogidas en el Talmud las más primitivas costumbres, doctrinas, enseñanzas,
etc., de su pueblo, y este libro les guía con sus enseñanzas -magisterio- a una
mejor interpretación de su fe religiosa.

La Iglesia, por la Tradición y el Magisterio, decidirá en ocasiones la


interpretación de un texto escriturístico o excluirá, como falsas, algunas
interpretaciones que pueden darse.

c) La analogía de la fe implica la armonía o acuerdo que existe entre Commented [F12]: Concepto importante en la teología, pues
toda ella esta análogamente unida a la sagrada escritura.
todas las verdades reveladas, que no pueden estar en contradicción unas con otras
y que forman un todo único.

La analogía de la fe influye negativamente en la exégesis bíblica, porque


lleva a rechazar toda interpretación que esté en contra de las demás verdades
reveladas, y positivamente porque ayuda a interpretar correctamente el sentido de
los textos, orienta la investigación en la dirección adecuada y pone de relieve
matices que de otra forma se percibirían más difícilmente, etc.

3. Sentidos de la Sagrada Escritura

El sentido en la Sagrada Escritura es el concepto o verdad que está expresado por


medio de las palabras del hagiógrafo o escritor sagrado.

Se distingue un doble sentido en la Sagrada Escritura: Commented [F13]: Aquí es donde los protestantes no avanzan.

a) Sentido literal. Es aquel que está expresado inmediatamente por las


palabras del hagiógrafo.

b) Sentido típico o real. Es el que se expresa inmediatamente por medio


de una realidad que, a su vez, expresa otra. Por ejemplo: Jonás es figura de
Jesucristo; la serpiente de bronce de Jesús crucificado; el Cordero Pascual de
Cristo inmolado, etc.
Las figuras o tipos de Jesucristo del Antiguo Testamento son escenas o
circunstancias de personas y situaciones que de manera parecida vivió después
Jesucristo.

Jonás es figura de Jesucristo por la siguiente escena de su vida. Jonás era


un profeta de Israel. Dios le mandó ir a predicar la conversión a Nínive, capital
del Imperio Sirio. El desobedeció y se escapó en un barco hacia Tarsis. Una
tempestad hace temer el naufragio. Los marineros y los otros embarcados
piensan que Dios les castiga por culpa de un pecador que debe estar entre ellos.
Jonás, entonces, reconoce que se está escapando de obedecer a Dios. Para salvar
al barco se tira al mar y un enorme pez se lo traga. Tres días después lo arroja en
las playas del Mediterráneo oriental y Jonás, arrepentido, va a predicar a Nínive,
a la que convierte de sus pecados.

Pues bien, cuando siglos después los judíos le piden a Jesús un signo, una
señal de su divinidad, les contestó que no se les daría otra señal que la de Jonás.
Así como el estuvo tres días en el vientre del cetáceo, el Hijo del hombre o
Mesías estará tres días enterrado y al final resucitará. Como creemos que
realmente sucedió.

La serpiente de bronce figura de Jesús crucificado. Los israelitas


estuvieron cuarenta años viviendo en el desierto del Sinaí después de escapar de
Egipto. Nos cuenta el Exodo, segundo libro de la Biblia, que unas serpientes
venenosas les atacaron y que morían al ser mordidos por ellas. Ellos piden a
Moisés que acuda a Dios para que les libre de estas serpientes.

Moisés hace fundir una serpiente de bronce y la coloca en un lugar alto.


Todo judío que ha sido picado por una serpiente si mira a la serpiente de bronce
se libra de la muerte.

También, Jesucristo muere en la cruz en lo alto del monte Calvario. y


precisamente la muerte de Jesús en la Cruz es lo que nos salva de la muerte del
pecado.
El Cordero Pascual figura de Cristo inmolado. La gran fiesta judía es la
Pascua. Se celebra el 14 de Nisan, que cae en la luna llena de primavera. Este día
fue el que Yahvé los libró de la esclavitud de Egipto.

Dios mandó que esta noche todas las familias judías comieran un cordero
asado, con pan sin levadura, dispuestos a emprender la salida de Egipto, etc. Con
la sangre del cordero debían mojar los dinteles de sus puertas porque el ángel de
Yahvé pasaría -Pascua significa paso, pasar- y mataría a todos los primogénitos
egipcios. Como los judíos han teñido sus puertas con la sangre del Cordero, el
ángel pasa de largo y no les hace nada. El faraón, ante el desastre, deja salir a los
judíos. Aun, hoy día los judíos celebran esta fiesta como la más importante de su
religión y la celebran de un modo parecido, excepto en detalles como el de la
sangre, tener las «vestiduras ceñidas» para emprender el viaje, etc.

También, Jesucristo es el Cordero Pascual. Así le llama Juan el Bautista:


«He aquí el Cordero de Dios» (Ju. 1, 29)

Es el Cordero Pascual porque murió para librarnos de la esclavitud del


pecado, como el Cordero del Exodo. Además, murió en los días de la Pascua
judía. De hecho, celebró la Ultima Cena de su vida comiendo el Cordero Pascual-
es cuando instituyó la Eucaristía- y murió al día siguiente, viernes, alrededor de
las tres de la tarde.

Como fue en Pascua cuando Jesús redimió de los pecados a los hombres,
también para todos los cristianos de cualquier Iglesia o confesión, la Pascua es la
fiesta más importante, igual que para los judíos.

Estas figuras del Antiguo Testamento son muy significativas. A través de


ellas, primero los judíos y después los cristianos, se han formado ideas muy
exactas del Mesías.

Y también, aunque pueda parecer extraño, han servido para la historia


profana. Por ejemplo, en el siglo pasado, un joven londinense movido por la
curiosidad al ver unos poquísimos fragmentos de tablas de barro con extraños
signos con forma de pequeñas cuñas, que estaban en un estante de una vitrina del
Museo Británico y que procedían del Medio Oriente y que nadie sabía lo que
eran y después de haber leído la descripción de Nínive que hace la Biblia en el
relato de Jonás - tamaño de las murallas, amplitud de la ciudad, lugar donde
estaba situada, etc.-, pensó, que como el lugar del Medio Oriente donde
procedían las tablillas de barro y Nínive era más o menos de la misma región,
que podían ser de esta ciudad perdida para la historia. Decidió buscar la ciudad.
Se fue a Oriente y ¡¡la encontró!! Es el descubridor de la riquísima cultura asiria
y de su escritura cuneiforme; Las bellísimas esculturas que excavó están, entre
otros sitios, en el mismo Museo Británico: toros alados, tigres, bibliotecas enteras
hechas de tablillas de barro con escritura cuneiforme - hoy día prácticamente
descifrada- y otras obras de arte.

III. Veracidad de la Biblia

Los católicos creemos en la inspiración y verdad de la Sagrada Escritura, tal como


enseña el Concilio Vaticano II:

«La revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por
escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. La santa madre Iglesia, fiel a la fe de
los Apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento,
con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que escritos por
inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor, y como tales han sido
confiados a la Iglesia. En la composición de los Libros sagrados, Dios se valió de
hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo,
obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito
todo y sólo lo que Dios quería.

»Como todo lo que afirman los hagiógrafos, o autores inspirados lo afirma el


Espíritu Santo, se sigue que los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin
error la verdad que Dios hizo consignar en dichos Libros para salvación nuestra.
Toda la Escritura, inspirada por Dios, es útil para enseñar, reprender, corregir,
instruir en la justicia; para que el hombre de Dios esté en forma, equipado para toda
obra buena» (Concilio Vaticano n, Constitución Dei Verbum II ).

I. Dificultades y ataques

Dejando aparte los ataques de Celso en el siglo II y los de Porfirio en el


siglo VI, fue en la época moderna cuando se dudó de la veracidad de la Biblia.

Para algunos autores de los siglos XIX y XX, los descubrimientos de las ciencias naturales e
históricas les parecían incompatibles con las concepciones de esa misma naturaleza que se
encuentran en los relatos bíblicos, y concluyeron negando la veracidad de la Sagrada Escritura.

Ahora bien, estas dificultades desaparecen cuando se adopta una actitud


correcta en la lectura e interpretación de la Biblia. En ella, hay que distinguir de una
parte el contenido revelado y de otra la expresión del mismo que se realiza en unas
categorías culturales determinadas, que forzosamente han de ser imperfectas y
adaptadas a las expresiones culturales de épocas antiguas.

En la Biblia no se encuentra, esto es evidente, una colección de crónicas


históricas escritas según los gustos y métodos de los historiadores europeos del
siglo XIX. La Biblia tampoco es una enciclopedia científica ni pretende ser un
archivo de datos para la historia, sino que es un libro religioso, una historia de
salvación y en este sentido hay que leerla e interpretarla.

2. Doctrina y normas sobre la veracidad de la Biblia

a) En la Biblia se narran hechos naturales e históricos, según la mentalidad de la


época en que fue escrita, sin pretender hacer ciencia en sentido moderno.

b) Los hechos históricos, a pesar de su lejanía y lo dicho anteriormente, son en su


inmensa mayoría comprobables por los métodos de la historia científica, cuando esta
dispone de datos suficientes.
3. Transmisión textual de la Biblia es muy fidedigna y garantiza su veracidad

Podemos preguntarnos ¿cómo sabemos que los libros de la Escritura narran una
historia que sucedió realmente?

a) Responderemos a esta pregunta afirmando que los libros que hemos recibido
son sustancialmente fidedignos con respecto a los originales que se escribieron.

La transmisión textual de los libros de la Sagrada Escritura, desde que se


escribieron hasta nosotros, es más fiel que la de cualquier otro libro que nos haya
llegado de la antigüedad.

Las razones son fáciles de comprender: estos libros han sido considerados
sagrados por muchos hombres - judíos y cristianos- y, por tanto, el cuidado en
conservarlos, no mutilarlos y transcribirlos con exactitud es superior al puesto en
cualquier otro tipo de libro profano.

b) De ahí se deriva que tengamos versiones antiquísimas de la Sagrada


Escritura. Versiones que hoy día podemos cotejar con las actuales, y que muestran una
sustancial identidad.

- Del Antiguo Testamento, después del hallazgo de los Manuscritos del


Qumram en 1947, tenemos versiones de la mayoría de los libros del Antiguo
Testamento, algunos anteriores al siglo II a. de J.C.

- Del Nuevo Testamento, los manuscritos que están próximos al texto primitivo
son numerosísimos. Solamente los manuscritos griegos son más de 4.000, y los más
antiguos se remontan al siglo IV y V. Los más notables son el Códice Vaticano, el
Sinaítico y el Alejandrino.

A través de las citas bíblicas de la liturgia y de los escritos de los primeros


cristianos es posible seguir el curso de la transmisión textual hasta los siglos II y m.

Los papiros con textos del Nuevo Testamento más antiguos proceden del siglo
II y III. Entre los más notables se encuentran un papiro conteniendo los versículos del
texto de Ju 18,31-33, escrito antes del año 150; el Papyrus Bodmer II contiene casi
íntegros los 14 primeros capítulos de San Juan y estaba escrito antes del año 200.
No puede desconcertar el gran número de v.ariantes que afectan a la mitad de
las palabras del Nuevo Testamento, porque es natural que se hayan producido
numerosas equivocaciones al copiarlos, dado el enorme número de manuscritos
existentes. La crítica textual, al fijar el texto original, ha demostrado que sólo un
pequeñísimo número de variantes tiene cierta importancia y la mayoría son errores de
ortografía, cambio de pronombres, errores en la escritura, etc.

4. La crítica interna y externa

Además, ya lo hemos señalado, hay argumentos, tanto internos como externos, que
nos ayudan a valorar la exactitud de la historia que narran.

Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo aparece un gran conjunto de


personajes que la historia tiene perfectamente datados. También los detalles de costumbres,
de los pueblos vecinos, etc. son plenamente históricos.

Y fuera del contexto de la misma Sagrada Escritura hay testimonios judíos y


paganos sobre la existencia histórica de Jesús. El Talmud judío, Flavio Josefo y Filón
hablan de Jesús como un personaje totalmente histórico, y desde Tácito se cita en el mundo
romano la figura de Jesús.

En conclusión, la veracidad histórica de los libros de la Biblia es incuestionable y,


según los métodos científicos históricos, es igual -si no superior- a los libros profanos.

C. Tradición

I. Conceptos de Tradición

1. La tradición en sentido cultural

Etimológicamente, la palabra tradición proviene del verbo latino «tradere»,


entregar. Se utiliza para designar el hecho de la transmisión histórica de doctrinas,
instituciones, usos o costumbres (tradición en sentido activo), o también, las mismas
doctrinas o instituciones que han sido transmitidas (tradición en sentido pasivo).
La tradición, entendida como la transmisión de usos o doctrinas de cualquier orden,
es un hecho humano universal, por cuanto está ligado a algunas de las características
fundamentales del hombre: su sociabilidad, su historicidad, su educabilidad, etc.

La tradición puede ser definida como la transmisión de la cultura de un pueblo, de


una civilización, etc. en virtud del cual el pasado revierte sobre el presente vivificándolo y
siendo continuado por él.

2. La Tradición en su sentido teológico

Dios se reveló a un pueblo -Israel en el Antiguo Testamento y la Iglesia en el


Nuevo Testamento- y quiso que su Revelación se transmitiera de generación en generación.

La Revelación se transmite por la Escritura y la Tradición, de un modo parecido a


como se transmiten los demás aspectos de una cultura o civilización. Por tanto, la Iglesia
define a la Tradición como la Palabra de Dios relativa a la fe y costumbre, no escrita, sino
transmitida de viva voz por Cristo a los Apóstoles y por éstos a sus sucesores, hasta llegar a
nosotros. Cuando se dice no escrita, no quiere decirse que no pueda estar contenida en
ninguna obra, sino que no ha sido escrita por inspiración divina. Por ejemplo, el bautismo
de los niños es fruto de la Tradición, es decir, es palabra de Dios, Revelación no escrita. No
se encuentra en ningún libro inspirado, aunque se encuentra en obras de muchos escritores
eclesiásticos y la Iglesia bautiza a los niños desde siempre. Se llama divina cuando es
enseñada por Jesucristo, y divino- apostólica cuando los Apóstoles no la recibieron de las
enseñanzas del Señor, sino que la obtuvieron por la inspiración del Espíritu Santo, según la
promesa recibida del mismo Jesucristo.

Ahora bien, con respecto a la simple tradición humana, cabe señalar algunas
diferencias con la Tradición de verdades religiosas. En primer lugar, lo que se transmite
son verdades salvíficas sobrenaturales y en segundo lugar, en la Tradición sobrenatural
existe una peculiar asistencia de Dios, que permite conservar el depósito de la fe y
transmitirlo sin errores, sin deformaciones y sin rutinas cerradas al desarrollo homogéneo
de la fe. Tanto Israel como la Iglesia creen en esta fidelidad de la Tradición al mensaje
revelado.

En conclusión, tradición es la transmisión por parte de la Iglesia de la entera verdad


cristiana.
II. Criterios de la Tradición

1. Crecimiento de la Tradición

Al ser la Tradición algo vital va creciendo con el paso del tiempo. Pero se ha de
comprender con toda su exactitud lo que significa el crecimiento de la Tradición. Por
crecimiento de la Tradición no se entiende que a través de ella vayamos conociendo nuevas
verdades que antes no se poseían, sino que por ella se tiene, cada vez más, una comprensión
mayor de las verdades reveladas. No hay un crecimiento en la cantidad de las verdades,
sino un crecimiento en la calidad de nuestra comprensión.

2. Conocimiento de la Tradición

Podemos preguntamos: la Tradición, ¿dónde se encuentra?, ¿cómo conocerla?, ¿


cuáles son los criterios que permiten discernirla ? A estas preguntas respondemos que la
Tradición nos viene dada por el Magisterio de la Iglesia, por lo Santos Padres de la Iglesia,
por el sentir unánime de los fieles y por la Liturgia.

a) El Magisterio es el garante de la Revelación: conserva el depósito de


la fe y lo transmite fielmente sin error. El Magisterio se manifiesta en sus
declaraciones y definiciones sobre la fe y costumbres.

b) Los escritos de los Santos Padres son testigos privilegiados de la


presencia de la Tradición. En sus escritos se reflejan las verdades religiosas que
eran creídas y vividas por los fieles de su época.

Ahora bien, ¿quiénes son los Santos Padres de la Iglesia? Conocemos


como Santo Padre o Padre de la Iglesia a aquel escritor eclesiástico que reúne las
cuatro notas distintas siguientes: 1) doctrina ortodoxa; 2) santidad de vida; 3)
antigüedad; 4) aprobación de la Iglesia. A los autores antiguos que no son
Padres, por carecer de alguna nota, les llamamos escritores eclesiásticos; como,
por ejemplo, Orígenes y Tertuliano.

Cabe también preguntarse: ¿cuándo los Santos Padres constituyen


verdadero criterio de la Tradición? Los escritos de los Padres de la Iglesia
pertenecen a la Tradición cuando cumplen necesariamente estos tres requisitos:
1) que traten de fe y de costumbres; 2) que se presenten como testigos de la fe o
maestros auténticos de una manera cierta y segura; 3) que exista un
consentimiento moralmente unánime de los Padres en la materia que enseñan.

c) El sentido de la fe de los fieles. La Tradición que conserva la doctrina


predicada oralmente por los Apóstoles corresponde a toda la Iglesia, tanto a los
obispos sucesores de los Apóstoles como a los fieles todos, a cada uno según la
misión que les ha sido confiada.

Mediante el sentido de la fe, los fieles:

«Se adhieren indefectiblemente a la fe transmitida a los santos una vez


para siempre, penetran más profundamente en ella mediante un juicio recto y la
aplican más plenamente a la vida» (Concilio Vaticano II, Constitución Lumen
gentium, 12).

Este sentido de la fe de los fieles se realiza con la asistencia del Espíritu


Santo y siempre vinculado con la autoridad de la Iglesia, de tal forma que
«prelados y fieles colaboran estrechamente en la conservación, en el ejercicio y
en la profesión de la fe recibida» (Concilio Vaticano II, Constitución Dei
Verbum, 10).

d) La Liturgia. La Liturgia es el testimonio privilegiado de la Tradición


viva. Con dificultad se hallará una verdad de fe cristiana que no esté de alguna
manera expresada en la Liturgia.

La razón por la cual la Liturgia constituye un testimonio de la Tradición


es porque ella es la voz de la Iglesia que expresa su fe, la canta y la practica en
una celebración viviente.

Además, el carácter ritual de la Liturgia, con su carácter conservador,


expone la Tradición mantenida en ella hasta los primeros siglos del cristianismo.
y finalmente, como es la misma Iglesia la que celebra la Liturgia, por tanto, goza
de la misma autoridad que la Iglesia.

e) Otras fuentes. Son también fuentes de la Tradición otros muchos


documentos como las profesiones de fe; las actas de los mártires; los
monumentos - iglesias, cementerios, pinturas, etc.- las obras de apologética o de
defensa de la fe cristiana, etc.

Por ejemplo, siempre que se ha podido - sobre todo en la antigüedad -,


tanto las iglesias como los sepulcros de los cristianos se han construido con el
eje más largo mirando hacia Oriente. La razón es porque Jesucristo dijo que
cuando vuelva para juzgar al mundo aparecerá de Oriente a Occidente y los
cristianos manifiestan de esta manera simbólica su fe en la segunda venida del
Señor. O sea, que un detalle de la arquitectura enseña - esto es Tradición- la fe
en el Juicio Universal.

D. Magisterio

1. Concepto de Magisterio

Se entiende por Magisterio la misión que Cristo ha confiado a los apóstoles ya sus
sucesores para que con la autoridad del mismo y en su nombre conserven y propaguen la
verdad revelada.

El Magisterio eclesiástico es una de las misiones de la Jerarquía eclesiástica.

2. El objeto del Magisterio

El Magisterio no puede sobrepasar los límites de la verdad revelada. Por tanto, el


objeto primario del Magisterio es todo lo contenido en el depósito de la Revelación, o sea,
las verdades de fe y costumbres. El objeto secundario versará sobre el conjunto de verdades
- incluso naturales; por ejemplo, filosóficas -, que guardan una relación lógica y necesaria
con los contenidos de la Revelación y están implícitas en él.

3. Relaciones entre el Magisterio, la Escritura y la Tradición

Frente a la doctrina luterana de que la Revelación se contiene solamente en la


Escritura -Scriptura sola -, y que su interpretación depende exclusivamente de cada
individuo -«libre examen»-, la Iglesia católica mantiene la siguiente doctrina:
Primero. Que el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, escrita o
transmitida oralmente, ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya
autoridad se ejerce en nombre de Cristo. Por tanto, se afirma que la Revelación se encuentra
en la Sagrada Escritura y en la Tradición, y su interpretación corresponde al Magisterio- y
no a las personas particulares.

Segundo. La Iglesia ha creído siempre que su Magisterio no es superior a la palabra


de Dios, sino que la sirve. Y la sirve enseñando sólo lo que le ha sido confiado.

Por consiguiente, la Iglesia cree, que por mandato divino, oye con piedad la Palabra divina, la
guarda con exactitud y la expone con fidelidad.

Doctor PUJOL

TEOLOGÍA FUNDAMENTAL: LA REVELACION SOBRENATURAL A.


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