El documento narra la historia de Calisto, una ninfa que fue seducida por Júpiter. Como resultado, quedó embarazada, lo que llevó a Juno a transformarla en una osa como castigo. Su hijo Arcas casi la mata años después hasta que Júpiter los salvó convirtiéndolos en las constelaciones de la Osa Mayor y el Guardián de la Osa.
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El documento narra la historia de Calisto, una ninfa que fue seducida por Júpiter. Como resultado, quedó embarazada, lo que llevó a Juno a transformarla en una osa como castigo. Su hijo Arcas casi la mata años después hasta que Júpiter los salvó convirtiéndolos en las constelaciones de la Osa Mayor y el Guardián de la Osa.
El documento narra la historia de Calisto, una ninfa que fue seducida por Júpiter. Como resultado, quedó embarazada, lo que llevó a Juno a transformarla en una osa como castigo. Su hijo Arcas casi la mata años después hasta que Júpiter los salvó convirtiéndolos en las constelaciones de la Osa Mayor y el Guardián de la Osa.
El documento narra la historia de Calisto, una ninfa que fue seducida por Júpiter. Como resultado, quedó embarazada, lo que llevó a Juno a transformarla en una osa como castigo. Su hijo Arcas casi la mata años después hasta que Júpiter los salvó convirtiéndolos en las constelaciones de la Osa Mayor y el Guardián de la Osa.
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CALISTO
Hubo una vez en la tierra un gran incendio
producido por culpa de un joven audaz y terco. Los bosques quedaron ennegrecidos, los ríos sucios, el césped raleado. Ante este desorden, Júpiter, el padre todopoderoso, dirigía su mirada a cada rincón. Durante sus constantes idas y venidas, se enamoró de una ninfa. Calisto se llamaba la bella ninfa. Como era una fiel seguidora de Diana, la diosa del bosque, Calisto había prometido no amar a ningún hombre. Júpiter, a pesar de que estaba casado con la diosa Juno, era un dios con el corazón inquieto. Siempre estaba persiguiendo y conquistando con los más ingeniosos y variados engaños a las jóvenes más hermosas. Cuando Júpiter vio a Calisto, cansada y sola en el bosque, dijo: “Al menos de esta aventura no se enterará mi esposa”. En el acto, tomó la figura y las prendas de Diana, se hizo presente y le dijo: “¿En qué bosques has estado cazando?”. Calisto la saludo y comenzó a relatarle sus cacerías. Júpiter conversó y luego se transformó en sí mismo. La besó. Calisto trató de zafarse, pero al final cayó ante el amor divino del supremo. Júpiter volvió al Olimpo. Calisto, con el tiempo supo que llevaba en su vientre los frutos del amor con Júpiter. Finalmente, una noche en que Diana y las ninfas se bañaban en un manantial, Calisto fue invitada a bañarse con el grupo. Ella intentó evitar que se viera su panza, pero la diosa le ordenó entrar al agua. Al ver su embarazo, la diosa entendió que Calisto había traicionado su promesa. Calisto tuvo qu huir. Pero la esposa del gran dios se había enterado de los amoríos de Júpiter con la pobre Calisto. Al saber que había dado a luz un niño sano y fuerte al que había llamado Arcas, le dijo a la ninfa: “Te voy a quitar esa figura por la que le gusta a mi marido”. Agarrando a Calisto por los cabellos, la tendió boca abajo en la tierra. Y en los brazos de Calisto comenzó a crecer un negro pelo, sus manos se prolongaron en uñas ganchudas. Ahora Calisto tenía patas. Y la boca fue tornándose fea hasta convertirse en un ancho hocico. Además Juno le quitó la capacidad de hablar. Calisto fue así una temible osa, pero sus sentimientos quedaron intactos. Por las noches, temía ir a dormir sola a la selva oscura. ¡Cuántas veces fue perseguida por los perros! Pasaron así muchos años. Arcas cumplió 15 sin saber qué había sido del destino de su pobre madre y deseando haberla conocido. Un día, cuando estaba el muchacho eligiendo un lugar para cazar, fue visto por su madre. Calisto no pudo contenerse y se acercó a su hijo. Arcas huyó asustado, pero como Calisto se acercaba, el joven se dispuso a atravesarle el pecho con su mortífera lanza. Júpiter, que veía todo lo que estaba sucediendo, impidió el crimen. Con su poder ilimitado, envió un torbellino que arrancó a madre e hijo de la tierra, los transportó por el espacio y losa depositó en el firmamento. Allí, Calisto y Arcas se transformaron en dos constelaciones de estrellas brillantes. Por eso, por la noche, desde aquellos remotos tiempos, brillan en el cielo la Osa Mayor y el Guardián de la Osa, la una junto al otro para siempre. Ovidio, Metamorfosis