QUIMICAUNO

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La Química en la Prehistoria y Antigüedad

La historia de la química comienza en la prehistoria, cuando el ser humano manipuló los


elementos por primera vez para su beneficio. Se considera que la primera reacción química
que se usó de forma consciente y controlada fue el fuego.

La química es la ciencia de los elementos, esto quiere decir que se encarga de estudiar las
propiedades y las reacciones químicas de todo lo que nos rodea, así como su composición. Se
considera que la química es una ciencia estable a partir de la ley de la conservación de la
masa, planteada por Antoine Lavoisier.

La historia de la química suele ser dividida en cuatro etapas: la magia negra, que va desde la
prehistoria hasta el inicio de la era cristiana; la alquimia, que abarca desde el inicio de la era
cristiana hasta el siglo XVII; la química tradicional, que va desde el siglo XVII hasta el siglo XIX;
y la química moderna, que inició a mediados del siglo XIX y continúa hasta nuestros días.

El descubrimiento del fuego permitió llevar a cabo otras reacciones químicas que ayudaron a
mejorar la forma de vida del ser prehistórico. En este sentido, el fuego se utilizó para cocinar,
para crear vasijas de barro más resistentes y para transformar los metales.
En este período se dieron los primeros pasos hacia la metalurgia, puesto que se crearon
hornos de fundición rudimentarios para moldear los metales con el objeto de producir armas.

De acuerdo a los estudios referentes a la prehistoria, el primer metal que se empleó fue el oro.
A este, le siguieron la plata, el cobre y el estaño.

En un principio, se empleaban los metales puros; sin embargo, entre 3500 a. C. y 2500 a. C,
las civilizaciones prehistóricas descubrieron que la unión de cobre y de estaño daba origen a
un nuevo metal: el bronce. Esto quiere decir que se efectuaron las primeras aleaciones.
Asimismo, empleaba el hierro, el cual era extraído de meteoritos.

Sin embargo, durante este período, no se consideraba que la metalurgia fuese un proceso
químico. Al contrario, el fuego en sí era considerado una fuerza mística capaz de transformar
elementos y, en muchas civilizaciones, los metales eran relacionados a los dioses; por ejemplo,
en Babilonia, el oro era asociado al dios Marduk.

Química en la antigüedad

Durante la Antigüedad, florecieron las culturas de Babilonia, Egipto y Grecia. En este período,
se sabía muy poco sobre los elementos que influían en los procesos naturales.

Se consideraba que los “espíritus” eran los responsables de estos cambios y, para poder
controlar estos procesos, se recurrió a ciertas prácticas que habrían permitido persuadir a
dichos espíritus: la magia negra.

Sin embargo, algunos estudiosos de la Antigüedad realizaron ciertos aportes que sentaron las
bases para el desarrollo de la química como la ciencia que conocemos hoy.

La química en Babilonia

En Babilonia, aproximadamente en el año 1700 a. C., el rey Hammurabi comenzó a clasificar


los metales, tales como el oro, el hierro y el cobre. De igual forma, le dio un valor económico a
cada uno, tomando en cuenta las propiedades y el potencial del material.

Asimismo, es posible que el lapislázuli, gema cúbica, azul y ligera, se haya desarrollado en
Babilonia.
Química y los griegos

Teoría de los átomos

Hace 2500 años aproximadamente, los griegos consideraban que “todo era uno”, esto quería
decir que el universo y todos los elementos que lo conformaban eran una sola entidad enorme.

Sin embargo, alrededor del año 430 a. C., Demócrito, filósofo griego presocrático, expuso que
toda la materia estaba compuesta de objetos sólidos, pequeños e indivisibles a los que
denominó “átomos”.

Este filósofo también planteó que los cambios en la materia ocurrían cuando los átomos se
reordenaban y reconectaban; asimismo, sugirió que existía una gran variedad de átomos, con
formas, tamaños y masas diferentes.

Cabe destacar que Demócrito consideraba que la forma, el tamaño y la masa eran las únicas
propiedades que diferenciaban a los átomos; para él, características como el sabor y el color
eran el resultado de las combinaciones entre estas partículas indivisibles.

Un simple experimento habría probado que la teoría de Demócrito era, en gran medida,
correcta; sin embargo, los griegos no creían en la experimentación, puesto que consideraban
que no podían confiar en sus sentidos sino en la lógica y la razón, para así poder comprender
el mundo. Es por este motivo que la teoría de los átomos de Demócrito, similar en muchos
aspectos a la teoría de los átomos actual, fue rechazada.

Demócrito, filósofo griego (470 a. C. – 380 a. C.)


Aristóteles y la composición de la materia

Otros aportes de los griegos provinieron de Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.), filósofo de Estagira,
y Tales de Mileto. Al igual que Demócrito, estos dos filósofos especularon sobre la composición
de la materia, señalando que el aire, el agua, la tierra y el fuego eran los elementos básicos
que constituían la materia. Otros estudiosos griegos hablaron de un quinto elemento, al que
llamaron la “quintaesencia”.

Asimismo, Aristóteles indicó que estos elementos básicos se mezclaban en distintas


proporciones para dar origen a materiales distintos: fríos, calientes, secos y húmedos.

Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.)

Fin de la magia negra

Hacia el final de la Antigüedad, el estudio de las propiedades del bronce, aleación entre estaño
y cobre, hizo que muchos pensaran que se podría obtener oro a través de la combinación entre
un elemento amarillo y otro elemento fuerte.

Esta creencia de que el oro podía ser formado a través de la transmutación de la materia
marcó el fin de la química como magia negra y dio origen a la alquimia y a sus famosos
alquimistas.
Período de la Alquimia

La Alquimia pertenece al período de la edad media y en especial del 400- 1000 d.C.

En la historia de la ciencia, la alquimia (del árabe ‫ الكيمياء‬al-khimia) es una antigua práctica proto
científica y disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la
medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. La alquimia fue
practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y
el Imperio Romano, en el Imperio Islámico y después en Europa hasta el siglo XIX, en una
compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2.500 años. La alquimia
occidental ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, un sistema
filosófico y espiritual que tiene sus raíces en Hermes Trimegisto, una deidad sincrética greco
egipcia y legendario alquimista. Estas dos disciplinas influyeron en el nacimiento del
rosacrucismo, un importante movimiento esotérico del siglo XVII. En el transcurso de los
comienzos de la época moderna, la alquimia dominante evolucionó en la actual química.
Actualmente la disciplina es de interés principalmente para los historiadores de la ciencia y la
filosofía, así como por sus aspectos místicos, esotéricos y artísticos. No obstante, la alquimia
fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas de las sustancias y
procesos de la antigua alquimia siguen siendo pilares fundamentales de las modernas
industrias química y metalúrgica. Aunque la alquimia adopta muchas formas, en la cultura
popular es citada con mayor frecuencia en historias, películas, espectáculos y juegos como el
proceso usado para transformar plomo (u otros metales) en oro. Otra forma que adopta la
alquimia es la de la búsqueda de la piedra filosofal, con la que lograr la habilidad para
transmutar oro o la vida eterna.

La Alquimia surgió por medio de los aportes dados por las siguientes civilizaciones:

Griega:

Los orígenes de la alquimia se dan aquí, y estos son técnicos y mágicos a la vez. Cuando se
funda la civilización griega, ya se conocen el cobre, el bronce y el hierro; el oro y la plata se
usan para ornamentos.

Se conoce la manera de obtener tintes, de fundir los esmaltes y desde la más remota
antigüedad, se extrae el cinabrio, que era como un sulfuro rojo, un líquido brillante como la
plata, muy pesado y que posee todas las propiedades de un metal.

Los primeros filósofos griegos, cuyo método de planteamiento de la mayor parte de los
problemas era teórico y especulativo, llegaron a la conclusión de que la tierra estaba formada
por unos cuantos elementos o sustancias básicas.

El pensamiento alquímico de la antigua Grecia se basó en teorías y especulaciones y muy


pocas veces en la experimentación. Muchas de las escrituras griegas del tema se conservaron
y despertó el estudio de ésta ciencia en la edad media.

Árabe:

La alquimia árabe es tan misteriosa en sus orígenes como la griega. Durante los califatos de
los Abasidas desde 750 a 1258, floreció en Arabia una escuela de farmacia. El primer trabajo
conocido de esta escuela es la obra que se difundió en Europa en su versión latina titulada De
alchemia traditio summae perfectionis in duos libros divisa, atribuido al científico y filósofo
árabe Abú Musa al-Sufí, conocido en Occidente como Geber; este trabajo, que podemos
considerar como el tratado más antiguo sobre química propiamente dicha, es una recopilación
de todo lo que se creía y se conocía para entonces.
Los alquimistas árabes trabajaron con oro y mercurio, arsénico y azufre, y sales y ácidos,
y se familiarizaron con una amplia gama de lo que actualmente llamamos reactivos químicos.
Ellos creían que los metales eran cuerpos compuestos, formados por mercurio y azufre en
diferentes proporciones.

El alquimista árabe más grande fue seguramente ar Razí (850-923), un científico persa que
vivía en Baghdad. Ar Razí clasificó a los materiales usados por el alquimista en cuerpos (a los
metales): piedras, vidrio, sales, etc. Y espíritus: mercurio, azufre, amoníaco, etc. El real objetivo
de éstos alquimistas era el de producir oro por medio de reacciones catalíticas de ciertos
elementos. Ar Razí escribió un libro sobre las aguas fuertes que según los estudiosos del tema
no eran más que soluciones de sal corrosiva.

Hindú:

Se cree que las heredaron de los Griegos traídas por Alejandro Magno en sus conquistas.

Las Vedas (las más antiguas escrituras sagradas hindúes), contienen algunas pistas sobre la
alquimia en la antigua India que presentan semejanzas con la alquimia de la antigua China. Los
chinos e hindúes planteaban la relación entre el oro y la larga vida.

Pero la alquimia de la medicina y la inmortalidad eran los principales intereses de los


hindúes. No parecía muy importante la conversión de metales. En la India los elixires de la
inmortalidad no eran de gran importancia y se trataba de simples remedios minerales para
algunas enfermedades.

Los chinos e hindús asociaban a la alquimia con el misticismo religioso aunque a partir de los
siglos 10 al 12 esto cambió. Se encontraron escrituras claramente alquímicas pertenecientes a
estos siglos.

Los primeros pensamientos filosóficos hindúes (siglo5 a.C.) planteaban a la naturaleza como
una concepción de elementos materiales (fuego, viento, agua, tierra y espacio). China e India
poseían grandes recursos de salitre.

Uno de los grandes descubrimientos fue la sal de amoníaco descubierto durante los siglos 1 y
2 d.C. Su importancia se basó en su capacidad de sublimación disociándose en 2 materiales
corrosivos, amoníaco y ácido clorhídrico los cuáles atacan fuertemente a los metales.

China:

La alquimia china esta relacionada con propósitos más antiguos que la metalurgia o la
medicina. Planteaba la inmortalidad física y se remonta al siglo 8 a.C. Para el siglo 4 a.C.
planteaba que esto se lograría con drogas mágicas denominadas el elíxir de la vida, y lo
planteaba como una solución de oro lo cual era hipotético por la dificultad de disolver oro.

El primer alquimista chino que fue razonablemente conocido fue Ko Hung (283-343 d.C.), quien
escribió un libro conteniendo obscuras recetas para elixires, en su mayor parte compuestos de
arsénico y mercurio. El libro alquímico chino más famoso es el Tan chin yao chuen (grandes
secretos de la alquimia), probablemente escrito por Sun Ssu-miao (581-673 d.C.), y es un
tratado práctico en la creación de elixires (mercurio, azufre y las sales de mercurio y arsénico
son prominentes) para lograr la inmortalidad, plantea otras sustancias para la cura de
enfermedades y la fabricación de piedras preciosas.

La alquimia china siguió su propio camino mientras que en occidente las numerosas promesas
religiosas de la inmortalidad hicieron que la alquimia no tuviera como prioridad lograr la
inmortalidad. Las deficiencias de la religión china le dieron a la alquimia la oportunidad de llenar
ese lugar. Muchos de los elixires desarrollados por los chinos eran venenosos lo que llevó a los
alquimistas chinos a moderar se peligrosidad variando sus ingredientes o por medio de
manipulaciones químicas.

Uno de los descubrimientos químicos más grandes fue la pólvora desarrollada en China
(mezcla de salitre, azufre y carbón).

Las ideas en las que se basaban los alquimistas, era en la búsqueda de:

1. La Piedra Filosofal:

Los alquimistas de la edad media creían que para lograr la transformación de metales como el
plomo, sin gran valor, en oro o plata había que agregar y combinar una cantidad justa de
Mercurio para lograr la transmutación. Por otro lado también pensaban que para que esta
reacción se produzca tendría que ocurrir en presencia de un catalizador al que se llamó piedra
filosofal.

En la edad media se creó un tratado mediante el cual


supuestamente se podía lograr este contenía siete partes y fue escrito por un autor anónimo.

2. El Elixir de la vida:

Desde tiempos muy remotos, los alquimistas, dedicaron sus vidas a crear un elíxir que los
hiciera vivir por siempre, conocido también como el Elixir de la Vida.

Esta idea comenzó para el siglo 4 a.C. en donde se planteaba que esto se lograría con drogas
mágicas, y lo planteaba como una solución de oro lo cual era hipotético por la dificultad de
disolver oro.

Entre los alquimistas más sobresalientes destacan:

1. Edad Media:
Jabir Ibn Hayyan 721-815: su nombre completo era Abu Musa Jabir Ibn
Hayyan Al-Azdi es considerado el mayor de todos los alquimistas árabes. Hay quienes afirman
que además de un gran alquimista fue astrólogo, astrónomo y mago a quien se le atribuye la
autoría de cientos de libros que versaban sobre alquimia y los diferentes procesos para
transmutar los metales en oro, conocidos como magisterio, y que consistían en eliminar
cualidades de los metales hasta obtener elementos puros que a su vez, permitirían la
transmutación. Entre sus libros destaca La suma de las perfecciones del magisterio y es muy
probable que gracias a su obra se haya descubierto el nitrato de plata y otras contribuciones a
la química moderna.

Miguel Escoto: Sus aportes se dieron principalmente en las Cruzadas, las que pusieron al
occidente en relación con la civilización árabe y despertaron vivo interés por la ciencia oriental.
En Sicilia constituye un nexo entre Oriente e Italia en la que dedicó su obra De Secretis (1209),
obra en la cual las teorías alquimistas estaban extensamente desarrolladas.

Alberto Magno (1193–1280) y Tomás de Aquino (1225–1274) fueron dos dominicos que
estudiaron a Aristóteles y trabajaron en la reconciliación de las diferencias entre la filosofía y el
cristianismo. Tomás de Aquino también trabajó intensamente en desarrollar el método
científico. Incluso fue tan lejos como para afirmar que los universales podrían ser descubiertos
sólo mediante el razonamiento lógico y, como la razón no puede oponerse a Dios, debe por
tanto ser compatible con la teología.

Roger Bacón 1214 – 1294: Roger Bacon es considerado por algunos como el autor
del Manuscrito Voynich, debido a sus estudios en los campos de la Alquimia, Astrología y
lenguas. A Bacon también se le atribuye el manual de Alquimia Speculum Alchemiae.

Nicolas o Nicholas Flamel 1330 – 1418: fue un burgués parisino del siglo XIV, escribano
público, copista y librero jurado; aunque sin duda un personaje histórico, las leyendas lo
describen como alquimista de suficiente habilidad para ejecutar las dos obras más complejas
del arte alquímico: la transmutación de los metales en oro gracias a la elaboración de la piedra
filosofal, y la inmortalidad

Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, o Theophrastus Bombast von


Hohenheim, conocido como Paracelso o Teofrasto Paracelso Zúrich, 1493 – 1541: fue
un alquimista, médico y astrólogo suizo. Fue conocido porque se creía que había logrado la
transmutación del plomo en oro mediante procedimientos alquimistas y por haberle dado al zinc
su nombre, llamándolo zincum.
2. Renacimiento:

Robert Boyle, quien formuló la ley de los gases que hoy lleva su nombre.
En su obra "El Químico Escéptico" (1661), Boyle fue el primero en establecer el criterio
moderno por el cual se define un elemento: una sustancia básica puede combinarse con otros
elementos para formar compuestos y que por el contrario éstas no pueden descomponerse en
una sustancia más simple.

Henry Cavendish demostró que el Oxígeno se combina con el hidrógeno para formar el agua,
de modo que ésta no podía ser un elemento.

Lavoisier descompuso el aire (que se suponía en ese entonces un


elemento), en oxígeno y nitrógeno. Se hizo evidente desde entonces que ninguno de los
elementos de los griegos era correcto. Los elementos de los alquimistas fueron el mercurio y el
azufre. También lo eran el hierro, el estaño, el plomo, el cobre, la plata, el oro y otros no
metálicos como el fósforo, el carbono y el arsénico. El elemento de Paracelso, la sal, fue
descompuesto en dos sustancias más simples.

Impacto de la Alquimia en la actualidad:

En la época actual se han realizado progresos para alcanzar las metas de la alquimia usando
métodos diferentes a los de la alquimia tradicional. Estos avances pueden en ocasiones ser
llamados alquimia por razones retóricas.

Podría decirse que el objetivo de la investigación en inteligencia artificial es precisamente crear


una vida desde cero, y los filosóficamente opuestos a la posibilidad de la IA la han comparado
con la alquimia, como Herbert y Stuart Dreyfus en su ensayo de 1960 Alquimia e IA. Sin
embargo, debido a que el objetivo específico de la alquimia es la transmutación humana más
que la creación de vida desde cero, la investigación genética, especialmente el ayuste, estaría
más cerca de la misma.
El Periodo de la Alquimia: 500 d.C - 1600

Durante la edad media y aun durante el Renacimiento, muchos hombres llamados alquimistas
estuvieron dedicados a la observación directa de la materia. Ellos desarrollaron ampliamente el
campo experimental, pero limitaron en exceso, el valor potencial de sus hallazgos al
mantenerlos bajo estricto secreto. Aunque no tuvieron éxito conocido en la obtención de la
piedra filosofal o el elixir de la vida, si lograron nuevos elementos, como el arsénico, el
antimonio, el bismuto y algunos de sus compuestos, al igual que el desarrollo de piezas
fundamentales de algunos equipos (balones de destilación, hornos, etc) y, desde luego, el
perfeccionamiento de sus habilidades experimentales.

Durante el siglo VII (570-632), los árabes llegaron a dominar en muchas áreas del
conocimiento humano. De hecho en árabe, la palabra khemeia llegó a convertirse en al-kimiya,
la cual se generalizó en Europa como “alquimia”. En la actualidad se denomina con este
término, al desarrollo de todos los conocimientos y aplicaciones de la química entre los años
300 y 1600 d.C.

Entre los años 300 y 1100 d. de C. la historia de la química en Europa es prácticamente un


vacío. Después del 650 d. de C. el mantenimiento y la extensión de la alquimia greco-egipcia
estuvo totalmente en manos de los árabes, situación que perduró durante cinco siglos. Quedan
restos de este período en los términos químicos derivados del árabe: alambique, álcali, alcohol,
garrafa, nafta, circón y otros.

La alquimia árabe rindió sus mejores frutos en los comienzos de su dominación. Así, el más
capacitado y célebre alquimista musulmán fue Jabir ibn-Hayyan (aproximadamente 760-815 d.
de C), describió el cloruro de amonio y enseñó cómo preparar albayalde (carbonato de plomo).
Destiló vinagre para obtener ácido acético fuerte, el ácido más corrosivo conocido por los
antiguos. Preparó incluso ácido nítrico débil que, al menos en potencia, era mucho más
corrosivo.

Sin embargo, la mayor influencia de Jabir reside en sus estudios relacionados con la
transmutación de los metales. Consideraba que el mercurio era el metal por excelencia, ya que
su naturaleza líquida le confería la apariencia de poseer una proporción mínima de material
terroso. Por su parte, el azufre poseía la notable propiedad de ser combustible (y además
poseía el color amarillo del oro). Jabir creía que los diversos metales estaban formados por
mezclas de mercurio y azufre, y solamente restaba hallar algún material que facilitase la mezcla
de mercurio y azufre en la proporción necesaria para formar oro.
Seguidor de Jabir, y poseedor de análogos conocimientos y reputación, fue el alquimista persa
Al Razi (aproximadamente 850-925), conocido más tarde en Europa como Rhazes. También él
describió cuidadosamente su trabajo, preparando, por ejemplo, emplasto de París, y
describiendo el modo en que podía emplearse para hacer enyesados que mantuviesen en su
sitio los huesos rotos. Igualmente estudió y describió el antimonio metálico. Al mercurio (que
era volátil, esto es, forma vapor al calentarlo) y al azufre (que era inflamable) añadió la sal
como tercer principio en la composición general de los sólidos, porque la sal no era ni volátil ni
inflamable.

Alberto de Bollstadt (aprox. 1200-1280) fue un filósofo cristiano, poseedor de unos amplios
conocimientos y sabiduría, que le ganaron el título de San Alberto Magno, patrono de los
científicos. Se erigió como el primer alquimista europeo importante, y en los escritos que
describen sus experimentos, detalla con precisión el arsénico, por lo que se le considera su
descubridor, aunque probablemente este ya era conocido por los antiguos alquimistas.

Siglos más tarde, el alemán Georg Bauer (1494-1555), conocido como “Agrícola”, recopiló en
su libro De Re Metállica, el uso practico que se le daba a los minerales en esa época, y en el
que se describe el bismuto, por lo que algunos le atribuyen su descubrimiento, pese a que este
era producido en Alemania antes del siglo XV. Asimismo, el suizo Teophrastus Bombastus von
Hohenheim (1493-1591) mejor conocido por el seudónimo de “Paracelso”, en su búsqueda de
la “piedra filosofal” obtuvo el cinc y con frecuencia se le considera su descubridor, aunque este,
puro o en forma de aleación con el cobre (latón), ya se empleaba en la India y en China desde
antes del siglo XVI.

Alrededor de 1670, el alquimista alemán Henning Brandt (¿ -aprox. 1692) consiguió aislar el
fósforo, obteniéndolo a partir de la orina, en la cual creía podía conseguir la “piedra filosofal”.
Brandt ha ser llegado a ser conocido como “el último alquimista” y fue el primer hombre en
reportar el descubrimiento de un elemento desconocido hasta la época, previamente al
desarrollo de la ciencia moderna.

En 1661, el irlandes Robert Boyle (1627-1691) publicó su libro “El Químico Escéptico”, en el
cual se utiliza por primera vez el término “químico”, en lugar de “alquimista” (este paralelismo
es mas notorio en el idioma ingles, ya que estas palabras se traducen respectivamente como
“chemist” y “alchemist”). Aun cuando él consideraba a los elementos como las sustancias más
simples primarias de las cuales se formaban todos los demás materiales, no estaba de acuerdo
en identificarlos con sus homólogos aristotélicos, aire, agua, tierra y fuego.

Boyle fue el primero en dar una definición de elemento químico: “Entiendo por elementos, con
la misma convicción con que aquellos químicos hablan categóricamente de sus Principios, a
ciertos cuerpos primitivos y simples, o perfectamente no mezclados que, no estando
constituidos por otros cuerpos –o uno por otro-, son los ingredientes de los cuales todos los
cuerpos perfectamente mixtos se encuentran compuestos, y en los cuales estos últimos se
resuelven cuando son divididos hasta las últimas consecuencias”. Según esto, una sustancia
simple podía considerarse un elemento, solo hasta que se pudiera convertirla en dos ó mas
sustancias aún más simples todavía.

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