Liber Cccxliii Amrita
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1 de Junios 01:55 am
Las condiciones de la vida y del organismo deberían ser capases de ajustarse por sí mismas
continuamente a su entorno. Para poder hacer esto por mucho tiempo, todo individuo necesita ya
sea de mucha inteligencia o de mucha suerte. Su principal activo físico es la elasticidad, el poder la
compensación y la recuperación. Nuestros cuerpos son el 75% pura agua; somos una mera
esponja, y nuestra fuerza surge de la gran ingenuidad mecánica de nuestra estructura.
Sin embargo no somos “cuerpos sólidos” como la mayoría de los seres inanimados. Esta agua, por
medio de los riñones, los pulmones y la piel, nos limpian constantemente y arrastran gran parte de
los residuos y materias nocivas que producimos. Si bloqueamos alguno de estos conductos, la
muerte sobreviene rápidamente. Sin embargo, este sistema de drenaje no es del todo perfecto; se
“atasca” como si de una tetera se tratara. Enfermedades y accidentes aparte morimos de
arterioesclerosis causadas por los depósitos graduales de sales insolubles que endurecen las
arterias y destruyen la elasticidad que las permite ajustarse a nuevas condiciones. De hecho,
parecemos resecos como el caucho. La vejes es simplemente una solidificación de los tejidos que
se vuelven duros, secos y frágiles.
Pero existen otras causas de degeneración, causadas también en parte por esta intoxicación
(envenenamiento). Nuestros órganos se repararían ellos mismos perfectamente, si se les diera
suficiente reposo. Al ir tan rápido, absorben el primer material que tienen a la mano, ya sea este
bueno o malo. Además, les ponemos a trabajar antes de que estén completamente descansados, y
de esta forma los deterioramos gradualmente. El ejercicio es necesario para mantenernos limpios;
pero nuestro descanso debe proporcionar también una perfecta restauración. Podemos darle a los
músculos este beneficio mediante el Asana, y así también reducir a un mínimo el trabajo del
corazón y los pulmones. Podemos darle a nuestra digestión descanso comiendo tan sólo al
mediodía y al atardecer, dándole así la mitad del día para reponerse. El Pranayama es el ejercicio
ideal, ya que estimula al máximo con el mínimo de fatiga, y puede ser combinado con la Asana.