Los Oficios Inutiles
Los Oficios Inutiles
Los Oficios Inutiles
A los miles que desearon morir por haber perdido todo su honor, se les enseñó a
utilizar la cerámica. Los hombres desesperados por no tener empleo debieron de
pintar en jarrones, en pedazos de piedra, en botellas (cada vez más pequeñas),
para que cada tarde el gobierno les recogiera a cambio de un trozo de pan. Todo
Japón realizaba estas tareas aparentemente improductivas. El trabajo por mas
inútil que sea mantiene vivo a los hombres, les da un motivo para vivir, les levanta
de los abismos de la depresión, la tristeza y la muerte.
El trabajo dignifica al hombre y le da la vida.
Desde la antigüedad, la cultura japonesa ha dado mucho valor al procedimiento, casi tanto como al
resultado. Así, innumerables tradiciones se han ido preservando prácticamente intactas desde hace
siglos, como el arte de servir el té, la forma de confeccionar los trajes tradicionales, la manera de
realizar el lacado, etc.
Tras las pérdidas humanas y materiales sufridas por la Segunda Guerra Mundial, se decidió trabajar
en desarrollar una legislación que no solo protegiera el resultado en sí, sino también el procedimiento
de creación. De este modo, se puso en marcha una propuesta conservativa sin precedentes, en la
cual reconocía como parte de ese patrimonio material a los llamados tesoros humanos vivos.
Gracias a estas personas, se mantienen vivas las técnicas de creación de las artes tradicionales
japonesas, y por supuesto su conservación y restauración. Para ser más exactos, la definición que
nos da ésta institución es que «los Tesoros Humanos Vivos son individuos que poseen en sumo
grado los conocimientos y técnicas necesarias para interpretar o recrear determinados elementos
del patrimonio cultural inmaterial». Se trata pues de grandes maestros que perduran la tradición y la
forma de trabajar los materiales con los que crear el lacado, la pintura, escultura… tal como se
concebían hace siglos.