Manual-Ejercicios-Sentirse-Bien - Burns PDF
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Burns
El manual de ejercicios
de Sentirse bien
PAIDÓS
Barcelona
Buenos Aires
México
I ilulo onginal I he Feeling Good Handbook
l’ulila.iilo en ingles por Plume, an imprint of Dutton Signet, a división of Penguin
liooks USA, Inc
ISBN 84 493-0792-9
Deposito legal B -16 330/2002
Agradecimientos ................................................................................ 11
Introducción......................................................................................... 13
Primera parte
COMPRENDER NUESTROS ESTADOS DE ÁNIMO
Segunda parte
SENTIRSE BIEN CONSIGO MISMO:
CÓMO SUPERAR LA DEPRESIÓN Y FOMENTAR LA AUTOESTIMA
Tercera parte
SENTIRSE SEGURO DE UNO MISMO:
CÓMO SUPERAR LA ANSIEDAD, LOS MIEDOS Y LAS FOBIAS
9
12. Cómo combatir sus miedos y g a n a r ............................................253
13. Enfrentarse al miedo a la muerte ............................................ ....295
14. Fobia social: el miedo a las p e rs o n a s ..........................................307
15. La ansiedad de hablar en p ú b lic o ............................................ ....333
16. Cómo mostrarse relajado en una entrevista cuando el miedo
se apodera de u s te d ........................................................................ 355
17. Ansiedad ante los exámenes o ante cualquier conducta o
actuación ...................................................................................... ... 377
Cuarta parte
SENTIRSE BIEN JUNTOS: CÓMO FORTALECER LAS RELACIONES
MEJORANDO LA COMUNICACIÓN
Quinta parte
MEDICACIONES QUE MODIFICAN EL ESTADO DE ÁNIMO
23. Todo aquello que usted necesita saber sobre los tratamientos
farmacológicos más frecuentes en psiquiatría ...................... 507
Sexta parte
SÓLO PARA TERAPEUTAS (Y PARA PACIENTES CURIOSOS):
CÓMO TRATAR A LOS PACIENTES «DIFÍCILES»
24. Los factores clave del éxito — ¡y del fracaso!— terapéutico 547
25. Empatia: cómo establecer una buena relación con un
paciente que se muestra crítico y enfadado ........................... 559
26. Fijar un plan de acción: cómo hacer que la terapia sea
productiva cuando usted y su paciente se encuentran
estancados.................................................................................... 569
27. Tareas de autoayuda: cómo motivar a los pacientes que
sabotean el proceso terapéutico .............................................. 591
10
Agradecimientos
11
i|iu.ilias, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras, clérigos y conse-
icios que han recomendado Sentirse bien a los clientes a los que atien
den jNo existe promoción mejor que la que ellos han llevado a cabo'
Quisiera, finalmente, dejar constancia de que no soy el único autor
de las ideas y técnicas diversas que aparecen en el libro La terapia cog-
mtiva surgió de un trabajo en equipo formado por centenares, si no mi
les, de clínicos e investigadores talentosos de todo el mundo que han
aportado su saber a este importante movimiento que ha revolucionado
nuestra comprensión y forma de tratar la depresión, la ansiedad y los
conflictos conyugales Aunque no puedo hacer mención de cada uno de
los autores que contribuyeron a esta causa, sí desearía resaltar la labor
innovadora inicial de los doctores Albert Ellis y Aaron T Beck El cam
po de la salud mental debe mucho a su punto de vista y a su liderazgo
12
Introducción
13
tíos exclusivamente con tarmacos Esto significa que el tratamiento le
puede ayudar a sentirse mejor en el aquí y ahora y a hacer frente a los
futuios periodos de estrés y a las decepciones para que pueda sentirse
mejor consigo mismo y respecto a los demás el resto de su vida
Escribí Sentirse bien debido al entusiasmo que sentí al darme cuenta
de lo beneficiosos que habían resultado estos métodos para mis pacientes
y por mi deseo de compartir esas innovaciones tan atrayentes con el ma
yor numero de personas posible No era consciente, sin embargo, de has
ta que punto mi libro podría constituir realmente una ayuda para aquellas
personas que no recibían terapia Entendía Sentirse bien como un instru
mento complementario para la terapia, con la idea de asignar a mis pa
cientes la lectura de determinados capítulos entre sesiones
Justo después de publicarse por primera vez el libro comencé a re
cibir cartas reconfortantes — centenares al principio, miles después—
de lectores que tuvieron la amabilidad de compartir conmigo sus expe
riencias Puedo recordar a un hombre de Oklahoma que describía su lu
cha infructuosa durante vanas décadas contra la depresión Escribía
« ,Dios le bendiga1 Gracias a su libro he tenido las primeras navidades
felices de los últimos veinte años»
Muchas de las personas que me escribieron sugineron la elabora
ción de una segunda parte para ilustrar la aplicación del nuevo trata
miento de los estados afectivos a la amplia gama de problemas de la vi
da cotidiana, entre ellos, la falta de autoestima, la ansiedad y las crisis
de pánico y los problemas del ámbito personal y relacional Vaya mi
mas sincero agradecimiento para todas estas personas Su opinión ins
piro la creación de este Manual Espero que sea igualmente de ayuda
para todos ustedes
Las personas a menudo me preguntan «¿Conserva todavía la fe en
este enfoque7 ¿Han cambiado sus métodos, o la teoría que los sustenta,
desde que escribió Sentirse b ien ?» Aunque hay muchos elementos no
vedosos y diferentes en este Manual, el enfoque y las técnicas descritas
en Sentirse bien son como el oro puro No existe un solo día en mi con
sulta en el que no me sorprendan e inspiren esas ideas a mí y a mis pa
cientes, como si las acabara de descubrir en ese momento
No obstante, han sucedido muchas cosas interesantes desde que es
cribí Sentirse bien He descubierto que el nuevo método terapéutico
para los estados afectivos puede ser sumamente útil para la amplia ga
ma de problemas del estado anímico con los que todos tropezamos en
nuestra vida cotidiana Entre ellos se encuentran sentimientos de inse
guridad y de inferioridad, falta de determinación, sensación de culpa,
14
estrés, frustración e irritabilidad Unas encuestas de puerta a puerta rea
lizadas recientemente en miles de hogares norteamericanos, financiadas
por el National Institute of Mental Health, han reflejado que cerca de
veinte millones de norteamericanos padecen de nerviosismo crónico,
crisis de pánico o fobias Probablemente usted padezca algún tipo de
ansiedad, como, por ejemplo, miedo a las alturas, ansiedad al hablar en
público, nerviosismo en las situaciones sociales, agorafobia o ansiedad
ante los exámenes, por mencionar algunos En este Manual descubrirá
por qué le atormentan estos miedos irracionales También aprenderá có
mo hacer frente y derrotar sus miedos más terribles sin tener que depen
der de los tranquilizantes que crean adicción o del alcohol
Otro avance considerable hace referencia a la aplicación del nuevo
tratamiento de los estados afectivos en las relaciones interpersonales
La terapia cognitiva ha sido acusada, en ocasiones, de estar demasiado
centrada en uno mismo y preocupada por la felicidad y la satisfacción
personal No hay nada malo en desear crecer como individuo, pero es
igualmente importante aprender cómo establecer una relación más es
trecha con las demás personas para resolver posibles conflictos y dis
frutar de mayor iniimidad
Durante los últimos diez años he investigado en profundidad las
causas y las soluciones de los problemas relaciónales y conyugales He
descubierto que determinadas actitudes favorecen que las personas
queden atrapadas en ciclos interminables de culpa, hostilidad, miedo y
soledad Le enseñaré cómo expresar sus sentimientos de forma más
eficaz y a escuchar y atender, realmente, cómo piensa y siente la otra
persona que vive el conflicto La meta consiste en ayudarle a sentirse
más cercano a las personas a las que más quiere
A medida que va leyendo el Manual, le pediré que rellene unos
cuantos test de autoevaluación una vez por semana, igual que hacen
mis pacientes Estos test le ayudarán a controlar sus progresos duran
te la lectura del libro También le pediré que escriba cómo piensa, sien
te o actúa en diversas situaciones que suelen generar rabia, tristeza,
frustración y ansiedad en las personas Posteriormente, le sugeriré al
gunas maneras nuevas y diferentes de comunicar, o pensar sobre, la si
tuación en cuestión Si desea introducir cambios reales, tangibles, en su
vida mientras lee este libro, estos ejercicios tienen una importancia
fundamental Es posible que algunas personas no los tengan suficiente
mente en cuenta y digan para sus adentros «No me hace falta rellenar
esto Me limitaré a leer lo que dice el autor y con esto ya bastará» , Le
ruego encarecidamente que se resista a esta tentación1
15
Muchas de las personas que leyeron Sentirse bien resaltaron la im
portancia de estos ejercicios escritos Me contaron que realmente no
comenzaron a percibir un cambio sustancial en sus estados anímicos y
en su actitud ante la vida hasta que cogieron lápiz y papel y llevaron a
cabo los ejercicios que describí Le he dado mucha importancia a este
feedback y he mejorado y simplificado los ejercicios del M anual de
modo considerable Aunque le pida un esfuerzo superior que la mayo
ría de autores o terapeutas, las satisfacciones potenciales son, también,
considerables Deseo que usted disfrute de una mayor autoestima, ma
yor rendimiento y una creciente intimidad para el resto de su vida gra
cias a la lectura de este Manual
Algunas personas me han dicho «Parecía que estuviera pensando
justamente en mí cuando escribió el libro No comprendo cómo sus
descripciones de la depresión y de la ansiedad podían ser tan certeras
Es casi como si usted hubiera experimentado estos baches anímicos en
su propia vida» Y algunos me han preguntado, directamente, si ése ha
bía sido el caso
Permítanme compartir con ustedes una experiencia que tuve cuando
nació mi hijo David E nk
16
ñas7 ¿Por qué no escribes tus pensamientos negativos en una hoja de
papel y miras si hay algún elemento ilógico en todo ello7» A conti
nuación, me dije a mí mismo «|Oh, esto no funcionará porque este
problema es real' tUn estúpido ejercicio con papel y lápiz poco bien
me podrán hacer'» Posteriormente contrarresté ese pensamiento con
«¿Por qué no mtentantarlo a modo de experimento y ver qué ocurre7»
El primer pensamiento que transcribí fue «Las demás personas me
tendrán en peor consideración si tengo un hijo con retraso mental» Es
toy ligeramente avergonzado de tener que admitir que mi propio ego se
tuviera que ajustar a los logros y a la inteligencia de mi propio hijo
,Pero era esto lo que estaba pensando' Esta es una trampa muy fre
cuente Estamos programados para creer que si somos un número uno
en atletismo, en los estudios o en nuestras carreras profesionales ya no
somos «alguien del montón», seres comunes, sino personas «especia
les» Nuestros hijos incorporan este sistema de valores a medida que
van creciendo y su autoestima queda estrechamente vinculada a su ta
lento, al éxito o a la popularidad de la que puedan disfrutar
Una vez había reflejado mis pensamientos negativos en el papel y
reflexionado sobre ellos, comencé a ver cómo había distorsionado los
hechos y lo poco caritativos que eran y decidí, en su lugar, ver las co
sas de esta otra forma «No resulta muy probable que las demás perso
nas me valoren en función de la inteligencia de mi hijo Es más proba
ble que me valoren por lo que hago Los sentimientos que albergan
hacia mí dependerán más del trato que les dispense y de mi forma de
pensar acerca de ellos que de mi éxito o el de mi hijo»
Cuanto más pensaba en ello, más evidente me resultaba que mis pro
pios sentimientos de felicidad y el amor por mi hijo no tenían que estar
relacionados con la inteligencia, ni con mi profesión siquiera Y, poste
riormente, tomé conciencia de un hecho que, ciertamente, me supo a
gloria Caí en la cuenta de que, aunque sólo tuviera un rendimiento me
dio o por debajo de la media, ello no tenía que mermar lo más mínimo
la alegría que compartiríamos Pensé lo maravilloso que sería estar cer
ca de él y compartir actividades a medida que fuese creciendo Me ima
giné dedicándome con él a la numismática cuando fuera mayor y me
hubiera retirado de la psiquiatría Desde siempre me había interesado
coleccionar monedas, y mi hija, que tenía cinco años de edad entonces,
ya era una niña bastante inteligente y autónoma Siempre había desarro
llado sus propios campos de interés y sus aficiones y nunca había mos
trado gran interés por las monedas La fantasía de acudir a ferias nu
mismáticas con mi hijo, dejar deslizar entre los dedos e intercambiar
17
|K‘im|ues de Lincoln y monedas de cinco centavos con el búfalo resulta
ba lan estimulante que mi ansiedad desapareció por completo.
A lodo esto, ya eran las tres de la madrugada. Sentí la necesidad im
periosa de verlo y volví en coche al hospital. Al formar parte del equipo
médico del hospital, las enfermeras asintieron, amablemente, a que lo
visitara. Tumbado en la incubadora mostraba, todavía, una tonalidad
a/ulada y las aletas de su nariz se ensanchaban con cada esfuerzo deno
dado para dejar entrar y salir el aire. Estaba llorando, luchando, temero
so y agotado. Sentí un dolor profundo. Deseaba tocarlo. Me puse los
guantes de cirujano e introduje la mano por la abertura lateral de la in
cubadora. Cuando posé mi mano sobre su frente percibí todo mi amor
por él. Parecía calmarse y su respiración se fue relajando poco a poco.
Al llegar a casa sentí la necesidad de telefonear a la unidad de cui
dados intensivos para que me informaran sobre su estado. La enferme
ra me dijo que, al poco de irme, había comenzado a respirar con nor
malidad y su piel había adoptado una coloración sonrosada. ¡Se había
dado la orden de trasladarlo a la planta para que pudiera estar en con
tacto con su madre!
Finalmente, se constató que no padecía deficiencia o lesión cere
bral alguna a consecuencia de sus dificultades respiratorias. Mis pen
samientos negativos fueron totalmente infundados. Esta crisis me ayudó
a quererlo y a valorarlo tal como es y no por su grado de inteligencia o
sus facultades innatas. La alegría que irradia día tras día es mi mejor
recompensa.
Esta historia demuestra que todos nosotros nos dejamos llevar, a ve
ces, por sentimientos de inseguridad y de desesperación. Estos puntos
de vulnerabilidad tienen carácter universal y forman parte de las pecu
liaridades de la condición humana. A medida que vaya leyendo el libro
verá que explico, mediante ejemplos, los diversos métodos que han
ayudado a centenares o miles de personas a salir de sus pozos anímicos
para experimentar mayor felicidad, mayor autoestima y unas relacio
nes afectivas más satisfactorias. Pero cambiar la manera de sentirse es
sólo uno de nuestros objetivos. El otro objetivo consiste en la acepta
ción de uno mismo. Deseo que usted aprenda a aceptarse a sí mismo y
a quererse como ser humano lleno de carencias e imperfecto. Deseo
que acepte sus puntos fuertes junto con sus debilidades sin tener que
sentir bochorno o vergüenza.
Uno de los principios espirituales en los que se basa la terapia cog
nitiva constituye una paradoja: sus debilidades se pueden convertir en
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sus puntos fuertes. Sus defectos se pueden convertir en su mejor baza,
una ventana que abre oportunidades una vez se rinde y los acepta. El
miedo y la desesperación que experimenté cuando nació David Erik
me dieron la oportunidad de desarrollar un amor incondicional hacia él
y de comprenderles a ustedes. Quizá podamos, ustedes y yo, establecer
también una relación más positiva al poder constatar que no soy un gu
rú sabedor de todas las respuestas, sino un ser humano de carne y hue
so igual que usted. A menudo hago sufrir, me siento irritable, ansioso y
desesperado, igual que usted. Creo que el hecho de poder compartir es
tos sentimientos nos permitirá sentirnos más cerca el uno del otro. Son
nuestros puntos débiles y no nuestros triunfos los que nos dan la oportu
nidad de prestar atención verdaderamente a los demás.
Es a esto a lo que me refiero cuando digo que su defecto puede ser
la fuente secreta de su fortaleza. Espero que acabe de asimilar este con
cepto y descubra un sentido profundo de autoaceptación, compasión y
alegría cuando lea este libro.
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PRIMERA PARTE
Muchas personas piensan que sus bajones anímicos son debidos a de
terminados factores que se escapan a su control. Se preguntan: «¿Cómo
voy a sentirme más feliz? Mi novia me ha dejado. Las mujeres siempre me
menosprecian». O, acaso, dicen: «¿Cómo me puedo sentir satisfecho con
migo mismo? No soy especialmente talentoso. Mi carrera profesional no
es brillante. Sólo soy una persona de rango inferior. Ésta es la realidad».
Algunas personas atribuyen su estado de ánimo triste a sus hormo
nas o a su bioquímica. Otros piensan que sus expectativas amargas son
debidas a determinado suceso acontecido durante su infancia, relegado
al olvido durante mucho tiempo y sepultado en lo más profundo de su
inconsciente. Algunas personas defienden que es razonable sentirse
mal dado que están enfermos o han padecido alguna decepción perso
nal recientemente. Otros atribuyen su malhumor a diversas circunstancias
del mundo: a la inestabilidad económica, al mal tiempo, a los impues
tos, a los atascos, a la amenaza de una guerra nuclear. El sufrimiento,
constatan, es inevitable.
Es evidente que todas estas ideas contienen una parte de verdad.
Nuestros sentimientos están influidos, indudablemente, por los aconte
cimientos externos, por nuestra bioquímica y por los conflictos y los
traumas del pasado. Estas teorías están basadas, sin embargo, en el cri
terio de que no podemos controlar nuestros sentimientos. Si usted se
dice a sí mismo: «No puedo evitar sentirme como me siento», sólo se con
vertirá en víctima de su propio sufrimiento, y se estará engañando a sí
mismo, dado que sí puede cambiar su modo de sentir.
Si desea sentirse mejor, debe tomar conciencia de que sus pensa
mientos y sus actitudes — no los acontecimientos externos— son los
causantes de sus sentimientos. Usted puede aprender a cambiar su for
ma de pensar, sentir y comportarse en el aquí y ahora. Este principio
tan sencillo como innovador puede ayudarle a cambiar su vida.
23
P.ua ilustrar la importante relación que existe entre sus pensármen
o s y los diversos estados anímicos, piense en las diferentes reacciones
que usted puede manifestar ante un halago Imagínese que le digo
«Realmente, me gustas Creo que eres una persona íntegra» ¿Cómo se
sentina? Algunas personas se sentirían halagadas y felices Otras, qui
za, tristes y culpables Algunas personas se sentirían avergonzadas y
algunas reaccionarían con rabia y fastidio ¿Qué explica estas reaccio
nes tan diversas9 El motivo radica en nuestras diferentes maneras de
pensar acerca del halago Si se siente triste es posible que piense «Ah,
doctor Burns, sólo me dice esto para que me sienta bien Sólo intenta
ser amable conmigo pero, realmente, no lo cree así» Si está enojado,
quizá piense «Me esta halagando Probablemente quiera algo de mí
¿Por qué no se muestra más sincero7» Si se siente a gusto con el cum
plido, es probable que piense «| Vaya' Le caigo bien al doctor Burns
iEstupendo'» En todos los casos el acontecimiento externo — el cum
plido— es el mismo Su manera de sentirse surge, directamente, de su
forma de pensar acerca del hecho Es a esto a lo que me refiero cuando
digo que son sus pensamientos los que dan pie a sus sentimientos
Esto también es cierto cuando ocurre algo negativo Imagínese que
una persona que le merece todo el respeto le critica ¿Cómo se sentiría7
Es posible que se sienta culpable e incompetente si se convence a sí
mismo de que no vale nada y de que usted es el único responsable del
problema Se sentirá ansioso y preocupado si se dice a sí mismo que la
otra persona le menosprecia y le va a dar la espalda Se sentirá furioso
si entiende que la otra persona es la culpable, que no hay derecho a que
le acuse de modo tan injusto Si su autoestima permanece intacta, sen
tirá curiosidad e intentará comprender lo que piensa y siente la otra
persona En todos los casos, su reacción depende de sus pensamientos
sobre la crítica Los mensajes que se dirige a sí mismo tienen un efecto
considerable sobre sus emociones
Y lo que es todavía más importante al aprender a cambiar sus pen
samientos usted puede cambiar su modo de sentir
Los eficaces métodos descntos en este libro han ayudado a miles de
personas a controlar mejor sus emociones, sus carreras profesionales y sus
relaciones personales, y también le pueden ayudar a usted No siempre re
sulta fácil A menudo se requiere un esfuerzo considerable y persistencia
para salir de un estado depresivo tPero se puede conseguir' Las técnicas
son, esencialmente, prácticas y sencillas y le pueden ser de gran utilidad
Este nuevo enfoque se denomina «terapia cogmtivo-conductual»
porque usted aprende a cam biar su form a de pensar, su m anera de
24
actuar y su forma de sentir Una «cognición» es, simplemente, un pen
samiento Probablemente se habrá dado cuenta de que cuando está de
prim ido o ansioso sus pensam ientos acerca de su persona y de su
vida tienen un tono pesim ista y autocrítico Quizá se despierte desa
nimado y se diga a sí mismo « t U f' ¿Qué sentido tiene levantarse de
la cam a9» Puede que se sienta tenso o inferior en una reunión con
otras personas porque piensa para sus adentros «No tengo nada di
vertido o interesante que decir» Los terapeutas cogmtivos creen que
estos patrones de pensamientos negativos son los responsables, cier
tamente, de que usted se sienta depresivo y angustiado Si piensa en
sus problemas de un modo más positivo y realista, experimentará una
m ayor autoestima, mejores relaciones interpersonales y una mayor
productividad
Si desea salir de su estado de tristeza deberá comprender, en primer
lugar, que cada tipo de sentimiento negativo resulta de determinado tipo
de pensamiento negativo La tristeza y la depresión surgen a partir de
las ideas de pérdida Usted piensa que ha perdido algo importante para
su autoestima Quizá haya sido rechazado por alguien por quien usted
se preocupaba mucho Es posible que se haya jubilado, se haya quedado
sin trabajo o haya desaprovechado una importante oportunidad en el
ámbito profesional La frustración resulta de las expectativas que no se
han visto cumplidas Se dice a sí mismo que las cosas deberían ser dife
rentes de como son realmente Por ejemplo «Este tren no debería retra
sarse tanto ahora que tengo tanta prisa jMaldito sea1» La ansiedad y el
estado de pánico tienen su origen en la ideación de algún peligro Antes
de pronunciar un discurso ante un grupo de personas se siente nervioso
porque prevé que su voz saldrá temblorosa y que su mente se quedará
en blanco Se imagina haciendo el ridículo La sensación de culpa deriva
del pensamiento de considerarse incompetente Cuando un amigo le ha
ce una petición poco razonable, usted podría sentirse culpable en cierta
manera y pensar «Una persona verdaderamente buena diría que sí» A
continuación, dará su visto bueno a algo que realmente no le conviene
mucho Los sentimientos de inferioridad tienen su origen en la idea de
que uno es incompetente en comparación con los demás Usted piensa
«Ella es mucho más guapa que yo» o «El es mucho más inteligente y
más talentoso ¿Qué me pasa9» La rabia surge de los sentimientos de
injusticia Usted se convence a sí mismo de que alguien le está tratando
de forma injusta o intenta aprovecharse de usted
La lista de las páginas 26 y 27 ilustra la relación que existe entre sus
pensamientos y sus sentimientos Estudie esta lista con detenimiento
25
SUS PENSAMIENTOS Y SUS SENTIMIENTOS
Rabia, irrita Usted siente que alguien le está tratando de forma injusta
ción, fastidio o o está intentando aprovecharse de usted.
resentimiento
Ansiedad, Usted cree estar en peligro porque piensa que algo malo
preocupación, está a punto de suceder: «¿Y si se estrella el avión?»
miedo, «¿Y si me quedo en blanco durante el discurso delante de
nerviosismo o todas esas personas?» «¿Y si este dolor de pecho es el
sensación de inicio de un infarto?»
pánico
26
SUS PENSAMIENTOS Y SUS SENTIMIENTOS (continuación)
27
aceptar estos sentimientos y cómo hacer frente a una situación real
mente negativa es exactamente igual de importante que aprender a li
berarse de los pensamientos y sentimientos distorsionados. Cuando
una persona querida está gravemente enferma, usted se siente preocu
pado. Estos sentimientos de tristeza reflejan su generosidad hacia esta
persona. Si la casa de sus sueños es vendida a alguien que supera en al
go su oferta, es natural que se sienta desilusionado. Si mantiene una
discusión con su cónyuge, probablemente se sienta furioso y dolido. Si
tiene que pronunciar un discurso, iniciarse en un trabajo nuevo o pedir
le a su jefe un aumento de sueldo, es probable que se sienta algo ner
vioso. A menudo, lo mejor es aceptar estos sentimientos negativos.
Yo no creo que usted deba intentar ser siempre feliz o tener el control
total de sus sentimientos. Esto sólo sería caer en la trampa del perfeccio
nismo. No se puede ser siempre racional u objetivo al cien por cien. ¡Por
supuesto que yo no lo soy! Tengo mi cupo de defectos, mis momentos
oscuros de inseguridad en mí mismo, mis períodos de irritabilidad. Soy
de la opinión que estas experiencias nos dan la oportunidad de crecer, de
relacionamos de forma más estrecha los unos con los otros, de una com
prensión más profunda de lo que significa ser humano.
Ejercicio de concienciación
28
DIEZ MODALIDADES DE PENSAMIENTO NEGATIVO
29
DIEZ MODALIDADES DE PENSAMIENTO NEGATIVO (continuación)
30
DIEZ MODALIDADES DE PENSAMIENTO NEGATIVO (continuación)
31
DIEZ MODALIDADES DE PENSAMIENTO NEGATIVO (continuación)
Rabia
Piense en una época en la que sentía rabia o estaba irritado. Anote una
breve descripción de la situación causante de su enfado. ¿Qué ocurrió en
realidad? ¿Estaba disgustado consigo mismo o con alguna otra persona?
32
¿molesto?, ¿frustrado? ¿Qué mensajes se iba transmitiendo a sí m is
mo? ¿Se intentó convencer de que la otra persona era un desgraciado
egocéntrico o que estaban siendo injustos con usted? Describa, a conti
nuación, sus pensamientos y sentimientos negativos:
33
dignará e insistirá, con toda razón, en que no llega tarde «siem pre».
Hilo generará una discusión frustrante que no llevará a ninguna par
te. Ambos se sentirán incom prendidos y absolutam ente convenci
dos de que la culpa es del otro. ¿Le suena esta secuencia de hechos?
Si alguna vez se ha visto im plicado en una pelea m arital, no me ca
be duda alguna de que sabrá lo exasperante que esta situación pue
de llegar a ser.
Pasemos al segundo pensamiento de Marge: «¡Qué insensato!».
¿Qué distorsiones se detectan aquí? Anote sus ideas antes de revisar las
diez modalidades de pensamiento negativo:
1. -------------------------------------------
34
2.
3.
Ésta es una típica afirmación hipotética del tipo «debería ser». Sería
más positivo que Marge se dijera a sí misma que le gustaría que Geor
ge fuera puntual. Esto sonaría menos sentencioso y crearía una atmós
fera de menor enfrentamiento para poder discutir el asunto.
Algunos lectores podrían pensar que voy en contra de Marge. Usted
quizá desee defenderla y piense: «¿Qué pasaría si George fuera real
mente un insensato? Quizá esté teniendo un lío con alguien. ¡Quizá
tenga motivos para estar furiosa!». Hay momentos, realmente, en los
que el enfado está justificado y resulta saludable. En otras ocasiones,
su forma de pensar resulta errónea y su enfado no está del todo justifi
cado. E, incluso cuando alguien le esté tratando de forma injusta, sus
pensamientos seguirán dependiendo de su forma de pensar acerca de lo
que está aconteciendo.
35
Si piensa en una situación realmente ofensiva de forma distorsiona
da, sus sentimientos estallarán de modo tan desproporcionado que difi
cultarán la solución del problema real. Si está dispuesto a pensar en el
problema de un modo más realista, le será mucho más fácil expresar
sus sentimientos de forma constructiva para que la otra persona escu
che y no adopte una posición tan defensiva.
Marge no dispone, todavía, de suficiente información. Aún no co
noce los hechos, pero ya ha condenado y sentenciado a George. Esta
actitud culpabilizadora garantiza la confrontación en cuanto George re
grese a casa. Sus pensamientos están tan exaltados que reaccionará de
forma excesiva, lo cual agravará e! problema. Es posible que ella pon
ga mala cara y grite acusándole de ser un estúpido desconsiderado. Me
resulta difícil imaginar que esto pueda conducir a un intercambio pro
ductivo de los respectivos sentimientos. ¿Usted sí puede, acaso?
¿Qué podría decir Marge cuando George vuelve a casa? Anote aquí
sus ideas:
36
• Afirmaciones hipotéticas: «No debería haber dicho esto» o «No tie
ne derecho a sentirse de esta forma».
• Etiquetaje: «Es un desgraciado».
• Predicción: «Es evidente que no me respeta lo más mínimo».
• Culpabilización: «Es exclusivamente culpa suya».
• Pensamiento de todo o nada: «Yo tengo razón y él está equivocado
al respecto».
• Sobregeneraliz,ación: «Sólo piensa en sí mismo».
Ansiedad y miedo
37
Pensamientos negativos Distorsiones
38
quierda. Tape la columna de la derecha y vea si logra identificar las
distorsiones de cada uno de sus pensamientos. Puede remitirse a la lis
ta de las páginas 29 a 32.
A continuación, revise los pensamientos angustiosos que anotó al
comienzo de este capítulo. Compruebe si logra identificar alguna de las
distorsiones que se asocian más frecuentemente a la ansiedad, las crisis
de angustia o el nerviosismo:
1 . ___________________________________________________________
2. ____________ ___________________________________________
3. _______________________________________________________________
4. ________________________________________________
Estrés
39
Pensamientos negativos Distorsiones
40
Pensamientos negativos Distorsiones
41
Sí No
1. triste o deprimido
.. nervioso, angustiado, preocupado, ansioso o temeroso
3 molesto, irritable, resentido o furioso
4. frustrado
5. presionado, tenso o estresado
6........ culpable o avergonzado
7. . desesperanzado o desanimado
8. incompetente o inferior
9 apotado, cansado, exhausto o abrumado
10. aburrido, desmotivado o indiferente
11. solitario, poco querido o solo
12. . otras (describa otras posibles emociones'):
Problemas Soluciones
2.
3.
42
Revise la tabla y vea si logra identificar las distorsiones en cada uno
de los pensamientos negativos. Anote las distorsiones en la columna de
la derecha.
Busque:
Depresión
1. ___________________________________________________________
2 . ________________________________________________________
3 . ___________________________________________________________
43
4.
5.
44
cluso mayores y que incluso si perdiera los 100.000 dólares todavía
conservaría su puesto de trabajo.
Tal como puede ver, la superación de la depresión de Joanne im
plicaba una combinación de autoaceptación y cambio. Joanne debía
cambiar sus pautas de pensamiento distorsionadas para poder evaluar
su situación de forma más realista. No estaba haciendo el negocio de su
vida, pero tampoco era un fracaso total. Al mismo tiempo, tenía que
aceptar el hecho de que no siempre saldría ganadora de todas las ba
tallas y que a los meses buenos le seguirían meses malos, y vicever
sa. Algunas veces, expectativas más humildes y modestas pueden re
sultar enormemente liberadoras. Aunque la creencia de que somos
tan trabajadores y brillantes que triunfaremos siempre puede estimu
lar nuestros egos, cargar sobre nuestras espaldas la responsabilidad
de tener que ser siempre tan perfectos y extraordinarios puede resul
tar abrum adoram ente frustrante y hacer que uno se sienta muy des
amparado.
Tentaciones
45
Pensamientos positivos Distorsiones
46
del trabajo. La necesidad imperiosa de beber estaba causada por pensa
mientos tentadores positivos. En la columna de la derecha de la página
anterior he reflejado las distorsiones positivas de cada pensamiento.
47
Otras emociones
Sí No
1. triste: o deprimirlo
4. frustrado
6. culpable o avergonzado
48
A continuación, anote sus pensamientos negativos y enumérelos.
Busque las distorsiones de estos pensamientos dejándose guiar por la
lista de las páginas 29 a 32.
1.
2.
3.
4.
49
míenlos de inferioridad. La terapia puede ser extraordinariamente útil
para todos aquellos problemas que afrontamos a lo largo de nuestra vi
da cotidiana. Incluye problemas en la esfera de las relaciones persona
les, sentimientos de rechazo, críticas, indecisión y miedo al fracaso.
Las técnicas pueden ser muy efectivas y los resultados muy rápidos, in
cluso sin el empleo de medicación.
La terapia cognitiva, por sí misma, no resulta muy eficaz en los
trastornos psicóticos severos como la esquizofrenia o la fase maníaca
de la enfermedad m aníaco-depresiva. Como se describe en el capítu
lo 3, la enfermedad maníaco-depresiva constituye un trastorno afecti
vo cíclico que se caracteriza por unas fases de euforia desmesuradas y
episodios de depresión profunda. Los maníaco-depresivos necesitan, a
menudo, tratamiento farmacológico. Una psicoterapia eficaz también
constituye un elemento muy importante del tratamiento. La terapia
cognitiva puede ayudar a los maníaco-depresivos a desarrollar una
mayor autoestima para poder hacer frente a sus problemas personales
de un modo más eficaz.
50
reacciones que las demás personas tienen hacia usted. Mi punto de vis
ta es muy diferente. Soy de la opinión de que si usted ignora los senti
mientos ajenos se creará grandes problemas en sus relaciones con los
demás.
Muchas personas son egocéntricas. Parece que no les importen los
demás, y los utilizan para alcanzar sus propios objetivos. A menudo
parecen extraordinariamente felices y, a menudo, disfrutan de conside
rable fama o éxito. A pesar de la apariencia externa se pueden sentir,
sin embargo, solos e inseguros, dado que nunca han aprendido a acep
tarse a sí mismos o a entrar en contacto estrecho con los demás. No los
envidio en absoluto.
De igual modo, existe una diferencia abismal entre desear el amor y
la aceptación por parte de otras personas y necesitar su amor y su acep
tación. Si necesita amor y aprobación es posible que dependa en exce
so de terceras personas y tenga pánico al conflicto o a las críticas.
Cuando alguien está enfadado con usted, probablemente se sienta
demasiado amenazado para poder expresar sus propios sentimientos
por miedo a que la otra persona le deje de querer, y tampoco puede es
cuchar de veras lo que dice porque su enfado le perturba en exceso. Al
igual que ocurre con el narcisista, que sólo piensa en sí mismo, las per
sonas que necesitan demasiado afecto y aprobación pueden ser incapa
ces de desarrollar relaciones maduras, abiertas y solidarias con los demás.
Acaban sintiéndose desesperados y solos porque no han aprendido a
quererse a sí mismos.
51
Kslos pacientes pueden constituir un auténtico desafío. A medida
que se van dando cuenta de que son sus miedos subconscientes los
que les impiden avanzar, a menudo sacan fuerzas de flaqueza para sa
lir adelante. Cuando finalmente se recuperan, hay motivos de sobras
para celebrarlo por todo lo alto. Uno de mis objetivos ha consistido en
profundizar en este fenómeno fascinante llamado resistencia y en de
sarrollar tratamientos más eficaces. En la sexta parte se ilustran técni
cas que pueden ayudar a los terapeutas a motivar a estos pacientes y a
facilitar unos sentimientos más profundos de confianza y una mejor
comunicación.
52
2
53
CUESTIONARIO DE ANSIEDAD DE BURNS*
Instrucciones: Lo que sigue es una lista de síntomas que las personas mani-
Ilestan a veces Indique con una señal (Y) el espacio de la derecha que mejor
describa la intensidad de las molestias que el síntoma o problema le haya cau
sado durante la última semana
2 = BASTANTE
3 = MUCHO
<
ALGO
a
<
z
ii
1=
C ategoría i : sensaciones de carácter ansioso o
54
BASTANTE
O
X
= NADA
ALGO
u
D
S
2=
II
1=
C ategoría ii : (continuación) m
0
14 Preocupación por parecer tonto o incompetente
delante de otras personas
22 Estreñimiento o diarrea
23 Inquietud o sobresaltos
27 Temblores o sacudidas
55
2 = BASTANTE
3 = MUCHO
NADA
ALGO
0=
1=
C ategoría iii : (continuación)
56
ESCALA DE DEPRESIÓN DE BURNS*
Instrucciones: Lo que sigue es una lista de síntomas que las personas mues
tran a veces. Señale ( / ) el espacio de la derecha que mejor describa las mo
lestias que el síntoma o problema le haya causado durante la última semana.
BASTANTE
MUCHO
< O
Q O
<
Z <
1! II
2=
3=
O
57
2 = BASTANTE
3 = MUCHO
<
ALGO
o
<
z
ii
1=
o
En las páginas 69-70, se encuentra una copia adicional del BDC jun
to con una hoja de respuestas. Usted puede utilizar la hoja de respuestas
cada semana cuando rellene el BDC. A pie de página, anote el resultado
global y la fecha. A la larga me gustaría que su resultado fuera inferior a
5, tanto en el BDC como en el BAI, pero cualquier disminución será, de
todos modos, una señal positiva de progreso.
Muchas personas tienen dudas acerca de la diferencia entre depre
sión y ansiedad, dado que ambos estados anímicos se dan, por lo ge
neral, simultáneamente. Si obtiene un resultado alto en el test que
evalúa la ansiedad, otro tanto ocurrirá, probablemente, con el test de
la depresión, y viceversa. La depresión es la sensación de pérdida. Se
siente derrotado y desanim ado por algo negativo que ha sucedido.
Quizá sienta haber fallado en el trabajo o haber sido rechazado por
alguien a quien quería. La ansiedad es un sentimiento de m iedo y se
proyecta más hacia el futuro: usted cree que algún acontecimiento ca-
* Algunos lectores quizá recuerden que en el capítulo segundo de Sentirse bien presenté el
«Beck Depression Inventory» (BD I) (Cuestionario de depresión de B eck [CD B]) El BD I es lige
ramente diferente pero constituye un excelente test de autoevaluación para la depresión Desarro
llé la Escala de depresión de Burns porque la terminología de determinados ítem resultaba algo
poco clara para mis pacientes.
(asiróf ico acecha en cualquier momento. La ansiedad es como estar
colgado al borde del precipicio sujetándose sólo con la punta de sus
dedos. El sentimiento depresivo es el de haber caído ya, estar tirado
en el fondo de un barranco y con los brazos y las piernas rotas sin re
medio.
Supongamos que su resultado en uno o en ambos tests es elevado.
¿Significa esto que usted está enfermo o que es un neurótico? R o
tundamente, no. Los sentimientos de ansiedad y depresión tienen un
carácter prácticam ente universal. Casi todo el m undo los sufre de
vez en cuando. Aunque uno de mis objetivos consiste en m ostrarle
cómo m anejar estos sentim ientos de form a más eficaz, tam bién de
seo animarle a aceptar sus sentim ientos negativos. Será necesario
que comprenda esta paradoja para superar su ansiedad. Cuando com
bate sus sentimientos negativos y rechaza aceptarlos, su intensidad
aumenta cada vez más. Al contrario, cuando acepta sus sentim ien
tos, resulta mucho más fácil darles la vuelta. A m edida que vaya le
yendo este libro profundizará en el aprendizaje de esta «paradoja de
la aceptación».
Probablemente se le hayan ocurrido algunas de las siguientes pre
guntas sobre la ansiedad y la depresión:
60
¿En qué consiste la diferencia entre la depresión y una sensa
ción de tristeza «sana»? Cuando un amigo fallece o usted no alcanza
determinado objetivo, es normal que se sienta abatido. Estos sentimien
tos forman parte de la vida. Su dolor refleja su condición humana. La
depresión se diferencia de la tristeza «sana» en varios aspectos:
61
do, le puede recomendar que se someta a terapia. En caso de que se re
sista, no es asunto suyo convencerle o forzarle a ir. Si muestra preocu
pación y comprensión es posible que cambie de opinión. En última ins
tancia, son los propios interesados los que tienen el derecho de decidir
si desean o no someterse a tratamiento.
Una excepción sería el caso de un niño deprimido. Como padre, tie
ne el derecho de llevarle a un terapeuta. Recuerde, sin embargo, que
parte del problema puede residir en un conflicto existente entre usted y
su cónyuge. A menudo, cuando los padres se someten a terapia, los ni
ños mejoran.
Si alguien muestra una clara tendencia suicida y amenaza con m a
tarse, lo puede llevar a un centro hospitalario o a un centro de salud
mental para que evalúen el caso. En caso de que ello sea imposible,
puede contactar con la policía y pedir que le orienten.
62
• «¿Sientes que puedes hacer frente a estos impulsos o te tientan a ve
ces?» Si la persona se siente tentada, la situación es muchísimo más
grave.
• «¿Tienes, de hecho, la intención de matarte?» Si la respuesta es
afirmativa, pregunte acerca de sus planes más concretos. ¿Qué méto
do ha elegido? ¿Ahorcamiento? ¿Arrojarse al vacío? ¿Pastillas? ¿Un
fusil? ¿Ha adquirido ya la cuerda? ¿De qué edificio pretende saltar?
Aunque estas preguntas puedan parecer grotescas, pueden salvar una
vida. El peligro es máximo cuando el plan de acción es claro y espe
cífico, cuando ya ha tomado medidas previas y cuando el método
elegido es indiscutiblemente letal.
• «¿Cuándo tienes previsto matarte?» Si el intento suicida se pospone
mucho, digamos cinco años, el peligro no es inminente y usted dis
pone de suficiente tiempo para conseguir que el afectado acepte so
meterse a tratamiento. Si comenta que piensa matarse en breve, el
peligro es evidente y usted debe actuar de forma inmediata.
• «¿Hay algo que te frenaría, como tu fam ilia o tus convicciones reli
giosas?» Si contestan que todos estarían mejor sin él y si carecen de
cualquier elemento disuasorio, el suicidio es mucho más probable.
• «¿Te has intentado suicidar alguna vez en el pasado?» Intentos de
suicidio previos indican una mayor probabilidad de intentarlo nueva
mente en el futuro. Incluso cuando un intento de suicidio previo no
parece realmente serio, el siguiente intento sí puede ser fatal. Todos
los intentos de suicidio deberían ser tomados muy en serio. Si al
guien toma quince comprimidos de aspirina delante de su cónyuge,
parece evidente que no tiene un deseo firme de morir en ese instante.
Si alguien se practica unos cortes superficiales en la muñeca y llama
al hospital más próximo, demuestra tener unos sentimientos mixtos
sobre el hecho de morir. Estas tentativas suicidas frustradas que no
parecen implicar un peligro inminente son consideradas, a veces, co
mo «señales» o intentos de manipulación para lograr atención. Esto
es a menudo cierto, dado que los potenciales suicidas frecuentemen
te se sienten poco queridos y desesperados. A menudo tienen un de
seo subconsciente de que se esté por ellos o de vengarse de pasados
amores, de la familia o de los amigos por no haberle querido lo sufi
ciente. Estos «gestos suicidas» pueden ser, sin embargo, mucho más
peligrosos de lo que parecen de entrada, dado que, finalmente, m u
chas de estas personas sí se acaban matando.
• «¿Estarías dispuesto a hablar con alguien o a buscar ayuda cuando
te sientes desesperado?» Cuando la persona que siente deseos de
63
matarse se muestra cooperadora y tiene planes concretos para buscar
ayuda, el peligro es menor que cuando se muestra obstinada, reser
vada, hostil y poco dispuesta a pedir ayuda.
64
CUESTIONARIO DE ANSIEDAD DE BURNS*
Instrucciones: Lo que sigue es una lista de síntomas que las personas mani
fiestan a veces. Indique con una señal ( / ) el espacio de la derecha que mejor
describa la intensidad de las molestias que el síntoma o problema le haya causa
do durante las última semana. Si desea un registro semanal de su progreso,
anote sus respuestas en la «hoja de respuestas» adjunta en lugar de rellenar los
BASTAN TE
3 = MUCHO
<
ALGO
Q
<
Z
II
2=
C ategoría i : sensaciones de carácter ansioso O
í
1. Ansiedad, nerviosismo, temor o miedo
65
2 = BASTAN TE
3 = MUCHO
0 = N AD A
ALGO
1=
C ategoría i i : (continuación)
66
C ategoría i ii : (continuación)
Fecha:_______
CUESTIONARIO DE ANSIEDAD DE BURNS*
Hoja de respuestas
2. 2. 2. 2. 2. 2. 2.
3. 3. 3. 3. 3. 3. 3.
4. 4. 4. 4. 4. 4. 4.
5. 5. 5. 5. 5. 5. 5.
6. 6. 6. 6. 6. 6. 6.
7. 7. 7. 7. 7. 7. 7.
8. 8. 8. 8. 8. 8. 8.
9. 9. 9. 9. 9. 9. 9.
10. 10. 10. 10. 10. 10. 10.
11. 11. 11. 11. 11. 11. 11.
12. 12. 12. 12. 12. 12. 12.
13. 13. 13. 13. 13. 13. 13.
14. 14. 14. 14. 14. 14. 14.
15. 15. 15. 15. 15. 15. 15.
16. 16. 16. 16. 16. 16. 16.
17. 17. 17. 17. 17. 17. 17.
18. 18. 18. 18. 18. 18. 18.
19. 19. 19. 19. 19. 19. 19.
20. 20. 20. 20. 20. 20. 20.
21. 21. 21. 21. 21. 21. 21.
22. 22. 22. 22. 22. 22. 22.
23. 23. 23. 23. 23. 23. 23.
24. 24. 24. 24. 24. 24. 24.
25. 25. 25. 25. 25. 25. 25.
26. 26. 26. 26. 26. 26. 26.
27. 27. 27. 27. 27. 27. 27.
28. 28. 28. 28. 28. 28. 28.
29. 29. 29. 29. 29. 29. 29.
30. 30. 30. 30. 30. 30. 30.
31. 31. 31. 31. 31. 31. 31.
32. 32. 32. 32. 32. 32. 32.
33. 33. 33. 33. 33. 33. 33.
I U S I I .T M K I
G LO BA L.
FECHA ü !
HOY
68
ESCALA DE DEPRESIÓN DE BURNS*
Instrucciones: Señale ( / ) la casilla situada a la derecha de cada uno de los
15 grupos de síntomas para indicar con qué intensidad ha padecido este tipo
de sensación durante los últimos días. Asegúrese de que contesta a todas las
preguntas. Si tiene dudas en algún caso, indique lo que más se aproxime. Si
desea un registro semanal de sus progresos, anote sus respuestas en la «hoja
de respuestas» adjunta en lugar de rellenar los espacios de la derecha.
2 = BASTAN TE
O
X
0 = N AD A
O
o u
D
< S
II ii
m
69
2 = BASTAN TE
MUCHO
N AD A
O
o
<
3=
II
0=
10. Indecisión: ¿Le parece que tiene aspecto de ma
yor y que resulta poco atractivo?
* Toda aquella persona que tenga impulsos suicidas debería consultar sin demora con un psi
quiatra o psicólogo cualificado.
70
ESCALA DE DEPRESIÓN DE BURNS*
Hoja de respuestas
1. 1. 1. 1. 1. 1. 1.
2. 2. 2. 2. 2. 2. 2.
3. 3. 3. 3. 3. 3. 3.
4. 4. 4. 4. 4. 4. 4.
5. 5. 5. 5. 5. 5. 5.
6. 6. 6. 6. 6. 6. 6.
7. 7. 7. 7. 7. 7. 7.
8. 8. 8. 8. 8. 8. 8.
9. 9. 9. 9. 9. 9. 9.
10. 10. 10. 10. 10. 10. 10.
11. 11. 11. 11. 11. 11. 11.
12. 12. 12. 12. 12. 12. 12.
13. 13. 13. 13. 13. 13. 13.
14. 14. 14. 14. 14. 14. 14.
15. 15. 15. 15. 15. 15. 15.
RESULTADO
GLOBAL
F E C H A DE
HOY
71
3
* Las descripciones de los trastornos mentales en este capitulo se basan en el D iagnostic and
Statistical M anual of M ental Disorders (Manual estadístico y diagnóstico de los trastornos men
tales) (tercera edición, revisada), publicado por la Am erican Psychiatric Association, W ashington,
D.C ., 1987.
73
grupos de síntomas comunes, como pueden ser la tristeza o el nervio
sismo.
La diferencia entre el resultado obtenido en uno de los test que
evalúan los estados anímicos, como el «Burns Anxiety Inventory»
(BAI) (Cuestionario de ansiedad de Burns) o el «Burns Depression
Checklist» (BDC) (Escala de depresión de Burns), y las categorías
diagnósticas descritas en este capítulo, es similar a la diferencia entre
una fotografía y una película. Los test que miden los estados aním i
cos muestran lo mal que se está sintiendo en determinado momento.
Si estos mismos síntomas persisten a lo largo del tiempo o en deter
minadas situaciones, entonces se les atribuye un rótulo diagnóstico.
Por ejemplo, si se pone muy nervioso en compañía de otras personas
en reuniones sociales, su resultado en el cuestionario de ansiedad
(BAI) será muy elevado en esas situaciones. El térm ino diagnóstico
correspondiente sería el de «fobia social».
Cuando lea los síntomas para cada categoría diagnóstica, probable
mente sepa si ha experimentado estos síntomas o no. Recuerde que el
hecho de experimentar ocasionalmente uno o dos de los síntomas es
bastante normal. Para que den pie a un diagnóstico concreto, práctica
mente todos los síntomas del trastorno deben persistir a lo largo de un
período de tiempo. Indique «sí» o «no» para este trastorno en la tabla
de la página 75. Cuando finalice el capítulo, tendrá una perspectiva ge
neral de dónde encaja en el sistema diagnóstico.
Cuando lea este capítulo, recuerde que el autodiagnóstico por m e
dio de un libro como éste no puede sustituir jam ás a una evaluación
profesional efectuada por un psiquiatra o psicólogo cualificado. En mi
consulta, todos las primeras visitas son sometidas a un procedimiento
diagnóstico riguroso, mucho más detallado que lo reflejado en este ca
pítulo, junto con un exhaustivo estudio psicológico. Mi objetivo no
consiste en que usted se convierta en su propio médico, sino en fam i
liarizarlo un poco más con el proceso terapéutico.
Sí No
Depresión y manía
Sí No
Fobia social
76
Fobia simple
Trastorno de angustia
77
¿Qué pasará si pierdo el control sobre mí mismo?
¿Qué pasará si me vuelvo loco?
¿Qué pasará si me da un infarto?
¿Qué pasará si me desmayo?
¿Qué pasará si me muero?
Agorafobia
78
do conducía su coche, temía que el coche pudiera averiarse y ser asal
tada. Esta fantasía resultaba tan angustiosa que prefería no conducir ni
salir de su casa si no era en compañía de su marido. De esta forma, per
manecía recluida, y se empeñaba en que la acompañara cada vez que
tenía que salir de casa.
Las personas que padecen agorafobia temen encontrarse en situa
ciones en las que no puedan disponer de ayuda en caso de comenzar a
mostrar síntomas molestos o alarmantes, como mareos o desmayos,
pérdida de control de los esfínteres, padecer un ataque al corazón, tener
tener sensación de ahogo o una crisis nerviosa. Debido a estos miedos,
los agorafóbicos restringen sus salidas y necesitan ir acompañados de
alguien de confianza cuando se alejan de su casa. Las situaciones temi
das comprenden encontrarse en una multitud de gente, hacer cola en el
supermercado, estar en un puente o viajar en autobús, tren o coche.
La agorafobia es una de las fobias más frecuentes: afecta aproxima
damente a un millón de norteamericanos, y es mucho más habitual entre
las mujeres. El problema se suele desarrollar a lo largo de la adoles
cencia o en la primera fase de la edad adulta. Dado que los agorafóbi
cos temen abandonar su casa, para muchos de ellos constituye un pro
blema acudir a una consulta para someterse a terapia. Por este motivo,
a menudo no reciben el tratamiento que necesitan tan urgentemente pa
ra superar su dolencia.
Trastorno obsesivo-compulsivo
79
nía ninguna intención real de realizar estos actos, pero estaba angustia
do por el miedo irracional de perder el control y actuar de forma im
pulsiva en el momento más inesperado.
Un ejemplo de duda obsesiva sería el de una ama de casa que teme
que su casa se incendie por haberse olvidado de apagar la estufa por la
noche, de tal manera que tiene que levantarse repetidas veces para ins
peccionar la estufa. Las compulsiones más frecuentes incluyen el lava
do de las manos, limpiar objetos, la necesidad de contar, comprobar co
sas o tocarlas. La conducta obsesiva está relacionada, lógicamente, con
el pensamiento obsesivo. Valga como ejemplo el de un médico obse
sionado mientras conducía por la posibilidad de haber atropellado a un
peatón sin darse cuenta, habiéndose olvidado de él posteriormente.
Sentía la necesidad imperiosa de parar el coche y buscar el cadáver pa
ra asegurarse de que no había atropellado a nadie. Aunque intelectual
mente era consciente de que era harto improbable que hubiera atrope
llado a alguien, sus miedos estaban tan cargados de emociones que no
podía resistir el impulso de parar y buscar el cadáver.
Hipocondría
80
los médicos sólo constituían una forma de reacción particular ante los
conflictos de su vida.
Su esposa, mucho más joven que él, se había licenciado recien
temente en MBA y había iniciado su propio negocio. Estaba trabajando
mucho para sacar adelante su carrera. Aunque él entendía, «racional
mente», que era una idea maravillosa, en su fuero interno se sentía in
seguro y celoso. Disfrutaban ya de una situación económica desahoga
da, y deseaba jubilarse y pasar más tiempo con ella para disfrutar de los
frutos de su trabajo. Pero ella estaba tan ocupada que se sentía solo y
dejado de lado. Le costó admitir estos sentimientos: pensaba que debía
ser «fuerte». Se avergonzaba de sus sentimientos negativos e intentaba
ignorarlos. Cuando acudió en compañía de su esposa a unas cuantas se
siones de terapia de pareja y aprendieron a compartir sus sentimientos
de forma más abierta, sus molestias y sus dolores desaparecieron de
forma tan misteriosa como se habían presentado.
Depresión y manía
81
depresivo mayor. Para los hombres se calcula de un 5 a un 12 %. Estos da
los indican que al menos 15 millones de norteamericanos han padecido
este trastorno. El número de personas que han experimentado oscilacio
nes de su estado anímico más suaves es, por supuesto, considerablemen
te superior. No es de extrañar que a la depresión se la considere, a menu
do, como el resfriado común de los trastornos psiquiátricos.
Trastorno distímico
Trastorno bipolar
82
autoestima, ésta parece no conocer límites y se creen que cualquier logro
está a su alcance. De repente se sienten radiantes, atentos a todo, creativos
y eufóricos, una fuente de energía y de ideas. Se sienten tan bien que no
pueden aceptar la idea de algo no funciona y que necesitan tratamiento.
Los pacientes maníacos tienen a menudo ideas delirantes, pero care
cen de cualquier actitud crítica ante las mismas. Se comportan de forma
absurda y peligrosa sin ser en absoluto conscientes de las consecuencias
de su conducta. Una de mis pacientes maníacas, una mujer joven llamada
Sarah, caminaba por delante de un edificio gubernamental en Nueva York
cuando vio un grupo de personas formando un piquete y equipos de tele
visión que los filmaban. Al parecer se trataba de un profundo desacuerdo
laboral entre el gobierno municipal y el sindicato de los trabajadores. Se
paró para hablar con la gente de la multitud y tuvo una repentina «idea».
Estaba convencida de poder negociar un acuerdo rápido de cara a la reso
lución del problema y pidió que los cámaras la entrevistaran para las noti
cias de la noche. También pidió una entrevista con el alcalde Koch y dijo
que pronunciaría un discurso importante ante las Naciones Unidas.
Otra característica de la manía consiste en una extraordinaria ener
gía tanto física como mental. Los pacientes maníacos hablan de forma
ininterrumpida y sobresaltada, pasando de un tema a otro. No paran de
moverse o practican deporte de forma intensa durante largos períodos
de tiempo.
Algunos pacientes maníacos se vuelven extremadamente irritables
cuando se les lleva la contraria o se les frustran sus planes y es posible
que sean detenidos o ingresados en servicios de urgencia por tener al
tercados con la policía.
Aunque los síntomas de la manía pueden ser extraordinariamente
llamativos, este trastorno no es tan infrecuente como cabría esperar.
Muchos políticos y artistas conocidos han sufrido la enfermedad ma-
níaco-depresiva. Estudios efectuados recientemente calculan que apro
ximadamente del 0,5 al 1 % de la población adulta padece la enfermedad
maníaco-depresiva. Esto significa que entre uno y dos millones de nor
teamericanos han padecido o padecerán este trastorno. A diferencia de
la depresión unipolar, que es más frecuente en mujeres, el trastorno bi
polar se reparte por igual entre ambos sexos.
Existen datos fehacientes del carácter hereditario de la enfermedad
bipolar, que es causada por cierto desequilibrio químico a nivel cere
bral, desconocido hasta el momento. Un tratamiento farmacológico ade
cuado con litio, por ejemplo, puede ser de enorme ayuda para las personas
afectadas por este trastorno. (Véase el capítulo 23, donde se describen
los fármacos indicados para la depresión, la manía y la ansiedad.) La
83
psicoterapia también juega un papel fundamental en esta enfermedad,
hntre los diversos episodios maníacos, los pacientes bipolares a menu
do sufren una merma de su autoestima y padecen serias dificultades a
nivel profesional y de relación social. Una buena relación terapéutica
puede ayudar a corregir estos problemas y a mejorar considerablemente
el pronóstico de este trastorno tan desconcertante.
84
4
85
que usted trabaje de sol a sol para ver realizado su sueño y que todo se
venga abajo de golpe. ¿Acaso no es lógico sentirse abatido? ¿Acaso no
son inevitables este tipo de sentimientos?
Creo que el razonamiento de que el estrés y la depresión son siem
pre realistas es tan absurdo como la teoría de que las personas debe
rían intentar ser siempre felices y tener éxito en todas las ocasiones.
A veces, los sentimientos negativos son saludables; otras veces, mal
sanos. Un hombre joven, hospitalizado por un cuadro depresivo, me
contó cómo en cierta ocasión vertió café ardiendo sobre su pierna pa
ra intentar evadirse de sus pensamientos de inutilidad y de vacío. La
desesperación que sentía nada tenía que ver con la tristeza sana, y sus
conductas no se podían considerar, realmente, una respuesta adecua
da a sus problemas vitales. Del mismo modo, un rem ordim iento sin
cero no tiene nada que ver con la sensación de culpa neurótica, un
miedo realista no es lo mismo que una crisis de angustia y una rabia
sana no tiene ni punto de comparación con los sentimientos agresivos
y hostiles.
Si siente que una persona querida le trata mal, es lógico y natural
sentirse dolido. Es posible que se sienta molesto y humillado. Poder
compartir estos sentimientos de forma abierta puede ayudar, a menudo,
a comprender el punto de vista del otro y a resolver el problema. Cuan
do dos personas se respetan, la capacidad de mostrarse vulnerable y de
poner al descubierto los sentimientos heridos puede crear un vínculo
emocional profundo a partir del cual puede surgir un sentimiento sin
cero de proximidad y amistad.
La rabia y la irritabilidad también pueden ser insanas y destructivas.
Hace poco me encontraba en la sala de estar, intentando escribir. No
me sentía muy creativo, puesto que era el final de un día intenso y es
tresante. Mi hijo, que casi tenía ya cinco años, se me acercó y me pre
guntó, inocentemente, si le podía ayudar a coger una manzana de la ne
vera. Antes de acabar de comprender su pregunta, le contesté de forma
brusca y enfadado: «¡Cállate!, ¿no ves que estoy ocupado?, ¡vete abajo
y no me molestes!». Se quedó perplejo. Una expresión de sobrecogi
miento y pena recorrió su cara. De forma lenta se dio la vuelta y bajó
solícitamente las escaleras llorando.
Me di cuenta enseguida de las consecuencias de mis palabras, de
haberme propasado con él sin motivo alguno. Al gritar a mi hijo había
herido a alguien al que quería sin que mediara provocación alguna: una
violación evidente de mi propio código moral. Sentí un remordimiento
intenso. Rápidamente fui detrás suyo, lo cogí en brazos y le dije: «Erik,
86
perdóname, por favor. Lo que he hecho ha estado muy mal. Tú no hi
ciste nada malo. A veces, cuando estamos de malhumor hacemos cosas
malas sin pensar. Te quiero muchísimo y te pido que me perdones». Me
dio un abrazo maravilloso, cogimos su manzana y nos sentimos nueva
mente como colegas. Fue un momento doloroso pero emotivo que nos
acercó más y revitalizó nuestro amor.
Desde un punto de vista práctico, ¿cómo puede saber cuándo debe
aceptar sus sentimientos, cuándo debe expresarlos y cuándo los debe cam-
biarl Las siguientes preguntas quizá le ayuden a decidirse:
89
un experto, sabía mucho más sobre este asunto que yo. La conversa
ción resultó mucho más agradable que estar sentado allí echando chis
pas sobre la incompetencia de los ferroviarios o la «injusticia» del re
traso.
90
oyentes, discrepó con la idea de que los pensamientos distorsionados y
las expectativas poco realistas conllevan emociones negativas. Indicó
que la vida está repleta de experiencias desagradables y sostuvo que
era realista sentirse frustrado.
En un principio creí que tenía razón, pero cuando profundicé algo
más en este tema, caí en la cuenta de que la frustración no es nunca, o ra
ra vez, «realista», aunque sí eminentemente humana. La frustración
resulta siempre de una diferencia entre sus expectativas y la realidad.
Si se siente frustrado es porque esperaba algo diferente de lo que real
mente sucedió. Esperaba que el metro llegara a su hora, pero se retrasó y
usted sintió frustración. Esto significa que sus expectativas eran, por de
finición, poco realistas. Al fin y al cabo, el metro se retrasó realmente.
Pero puede ser difícil cambiar estas expectativas, puesto que usted puede
creer firmemente que la vida debería o ha de ser tal como usted lo desea.
La frustración puede resultar saludable si la consideramos una señal
para la creatividad y el cambio. La ironía reside en el hecho de que pa
ra algunas personas la frustración se convierte en un estilo de vida. Su
lema es: «¡La vida apesta! ¡La vida debería ser diferente a como es!»,
pero apenas hacen nada para mejorarla.
Cierta noche le conté a mi esposa que me sentía molesto con una pa
ciente especialmente difícil que parecía decidida a no abandonar una ac
titud irracionalmente autocrítica. Sin tener en cuenta los grandes avan
ces que había conseguido, esta paciente insistía obstinadamente en que
eso no era suficiente, quejándose de ser una persona absolutamente inú
til. Intenté docenas de veces ayudarla a ver las cosas de otra manera, pe
ro siempre encontró la forma de ser negativa y de derrotarme. Le dije a
mi mujer que las personas \no deberían ser tan poco razonables!
Mi esposa señaló que no era especialmente realista esperar que al
guien que padece una depresión grave se comporte de forma lógica y
optimista. También comentó que si no hubiera tantas personas autocrí
ticas en el mundo ya me podría despedir de mi profesión. Tenía razón,
así que di gracias a mi buena estrella de que hubiera tantas personas
«poco razonables» que necesitaban ayuda.
Decidí considerar mi trabajo con esa paciente como un reto y no co
mo una carga pesada. Comenzó a interesarme el porqué se me resistía.
Quizá estaba enfadada conmigo pero no lo podía admitir abiertamente.
O quizá tenía miedo a cambiar. A medida que la iba apoyando más y
exigiéndole menos, comenzó a bajar la guardia. Al cabo de poco tiem
po pudimos trabajar juntos de forma productiva. Ella no podía cambiar
hasta que yo no la hubiera aceptado tal como era.
91
[Jam o a este fenomeno «paradoja de la aceptación» Si se esfuerza
demasiado en combatir un problema en su interior o en otra persona, el
hecho mismo de luchar creará, a menudo, resistencia A veces, cuando
acepta el problema y deja de hacer todo lo posible por evitarlo, las co
sas comienzan a cambiar de repente
92
sus emociones bajo control Ante cualquier atisbo de nerviosismo pue
de percibir la amenaza de algún acontecimiento terrible y pensar que
está a punto de volverse loco De esta forma, unos sentimientos de te
mor normales se acaban agigantando generando crisis de angustia en
toda su expresión clínica
Algunas personas no aceptan el hecho de estar enfadadas Es posi
ble que piense que nunca debería pelearse, discutir o perder los estri
bos Quizá tema expresar sus sentimientos negativos por miedo a ser
rechazado o herir a la persona con la que está molesta Sus sentimien
tos quedan así reprimidos y usted acabará mostrándose irritable y dis
cutiendo todo el día Justo porque teme el enfado, sucumbirá a los con
flictos y a su propia amargura Por el contrario, si acepta su rabia como
un aspecto normal de cualquier relación afectiva sana, descubrirá que
muchas veces podrá resolver los problemas con mayor facilidad y que su
enfado desaparecerá de forma mucho más rápida
93
arremeta contra otras personas porque en su fuero interno no se valora
a sí mismo.
Recientemente tuve que cambiar el horario de una sesión de terapia
de una paciente debido al fallecimiento de un amigo. Aunque la llamé
con dos días de antelación y le expliqué las circunstancias, se puso fu
riosa y me escribió una carta airada dando por finalizado el tratamien
to. En su misiva afirmaba que si realmente me hubiera preocupado por
ella no habría cancelado la sesión. Afortunadamente, no llegó a echar
la carta al buzón y fue capaz de trabajar su baja autoestima y su miedo
a ser rechazada durante la siguiente sesión terapéutica.
Si alguna vez ha sido criticado, dejado de lado o no ha logrado un
objetivo importante, sabrá lo fácil que es sentirse dolido y decepciona
do. Pero si se reprocha a sí mismo ser un inútil indigno de ser querido,
se está lanzando mensajes distorsionados contra sí mismo y destrozan
do su autoestima. Ser marginado y equivocarse constituyen experien
cias humanas de carácter universal. No le convierten a usted en «un
marginado» ni en «un fracasado»: le convierten en un ser humano.
Incluso si su conducta es equivocada, no servirá de gran cosa que us
ted se defina como una «mala persona». Simplemente malgastará tiempo
y energía cavilando sobr° lo despreciable y malvado que es. Esto sólo le
incapacitará y agravará el problema. Resulta tremendamente egocéntri
co, además, dado que permanece completamente absorto en su persona.
La autoestima verdadera se basa en la humildad y en la aceptación de sus
limitaciones. Esto hace posible que usted asuma la responsabilidad de
sus acciones, sentir remordimiento, pedir disculpas e intentar reparar los
daños y seguir adelante con una vida productiva y feliz.
94
SEGUNDA PARTE
97
de que su meta había utilizado el cepillo de dientes de su hermano E s
te se quejaba de dolor de garganta y a Marge comenzó a preocuparle
que pudiera contagiar a su hermana Cuando se fue a dormir aquel día,
su descuido involuntario no paraba de darle vueltas a la cabeza Le
preocupaba que su hija, que a menudo se mostraba muy crítica, se en-
t adara con ella cuando lo detectara Marge describió la situación de la
siguiente forma «Involuntariamente perm ití que Lucí utilizara el ce
pillo de dientes de su hermano Ahora me siento atormentada y no
consigo dormir»
Quizá se sienta molesto por el comentario grosero de algún amigo
O se siente violento porque extendió un cheque que fue devuelto o
acaba de recoger una carta desconcertante del buzón Algunas perso
nas incluso se alteran cuando sucede algo agradable Un estudiante de
derecho que estaba finalizando la carrera oyó que su compañero de
habitación había recibido una oferta de trabajo de un importante bufete
de abogados Sintió celos porque todavía no había recibido una oferta
tan atrayente
A veces, los estados de ánimo bajos son desencadenados por un re
cuerdo o una fantasía negativa que surge en el momento más inespera
do Mientras estaba redactando este párrafo me sentí repentinamente
como si alguien me hubiera pateado el estómago Me di cuenta de que
había estado pensando en un paciente que estaba enfadado conmigo
por reprocharle una anulación tardía de una sesión de terapia, y me
imaginaba siendo llevado ajuicio por una demanda de mala praxis
El principio fundamental que debe recordar cuando identifique al
gún acontecimiento desagradable consiste en ser específico No trans
criba toda la «basura de su vida» Si usted me dice que desea ayuda en
ese problema concreto, yo le preguntaría «¿En qué momento del día
olió esa basura9 ¿Dónde se encontraba usted cuando percibió el mal
olor9» Evidentemente, usted no sabría el significado exacto de su que
ja Si acaba de tener una discusión con su cónyuge o con su jefe, eso sí
constituiría un elemento específico con el que se podría trabajar
Una mujer joven, atractiva y muy tímida, llamada Rita, que padecía
una leve depresión crónica, me contó que el problema por el que pedía
ayuda era que su vida no le resultaba suficientemente divertida Creo
que usted podrá comprender la dificultad que ello entraña es una des
cripción demasiado vaga Pregunté a Rita cuándo deseaba tener más
diversión
En un principio me contestó que «siempre» Le señalé que no cono
cía a nadie que se estuviera divirtiendo siempre Con algo de ayuda,
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
P r im e r p a s o d e s c r ib a l a s it u a c ió n q u e l e p r e o c u p a
1 3 5
2 4 6
99
DIARIO DE ESTADOS ANIMICOS (continuación)
H Copyright O 1980 D avid D Burns M D Adaptado de íhc Feeling Good H andbook Nueva
York W illiam M orrow & Company 1980 Signet 1981
101
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
l e p r e o c u p a . Dejé, involuntaria
P MMf - v p a s o r>EsrR7T¡A l a s i t o a c i o n o u E
m en te míe. T.iir.i utilizara el cemllo de dientes de su hermano. Ahora me
siento aneustiada v no puedo conciliar el sueño
1. ansioso 90 3 5
2. culpable 90 4 6
T e r c e r p a s o - t é c n ic a d e l a s t r e s c o l u m n a s
102
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
103
Kila admitió que deseaba pasárselo mejor en su vuelta a casa en tren,
después de la sesión Cuando le pedí que me dijera qué tenía pensado
hacer, resultó que deseaba hablar con otras personas en lugar de sentir
se relegada Cuando le pregunté a quién le gustaría hablar, me dijo que
esperaba poder hablar con un chico guapo
Esto parecía una tarea fácil, dado que Rita era realmente guapa y me
podía imaginar que prácticamente cualquier hombre joven que viajara
en el tren no dejaría pasar la oportunidad de conocerla No obstante, Ri
ta tenía muchos pensamientos negativos en situaciones sociales que ha
cían que se sintiera inhibida, como, por ejemplo «Sería embarazoso no
ser correspondida o ser rechazada» y «¿Qué pasaría si hiciera el ridícu
lo delante de los demás pasajeros7» Después de tratar el tema de sus
miedos, hablamos sobre cómo podría mostrarse más extrovertida para
poder iniciar conversaciones con los chicos atractivos del tren
Una estudiante de bachillerato contó a su terapeuta que deseaba ayuda
por una «crisis de identidad» Podría hablarse de este problema durante
años sin llegar a ninguna parte Esta expresión no significa nada, real
mente Su terapeuta le preguntó si existía algún problema específico en
su vida en el que deseara ser ayudada Contestó que no podía decidir si
matricularse en la universidad de Vassar o en la de Bryn Mawr Después
de dos sesiones en las que se contrastaron las ventajas y desventajas de
cada opcion, se decidió por Vassar Dijo que se sentía estupendamente A
continuación, el terapeuta le preguntó si todavía creía necesitar ayuda
por su «crisis de identidad» Contestó que ya no creía tener ninguna ne
cesidad de ayuda y que se sentía preparada para dar por finalizada la te
rapia La definición del problema específico fue la clave del éxito
Recuerde sólo los problemas reales pueden ser resueltos Para ser
real, un problema debe darse en algún lugar y en algún momento del
día Es posible que alguna vez tenga la sensación fastidiosa de que al
go no funciona, pero no sabe exactamente qué es Cuando me ocurre
algo así, analizo hora por hora las diversas cosas que he estado hacien
do durante el ultimo o los últimos días A menudo repaso mi agenda
para recordar mis diversas actividades Habitualmente, esta práctica
me ayuda a detectar aquello que me preocupa En caso contrario, le
pregunto a mi esposa o a algún compañero del trabajo, ellos conocen a
menudo los motivos de mi preocupación mejor que yo mismo
Si va de mal en peor y no consigue detectar el problema especifico,
realice por escrito una descripción general de lo que estaba haciendo
cuando se sentía mal Ejemplos «Estaba en casa fregando los platos y
me sentía fatal» o «Estaba leyendo este libro y me sentía desanimado»
104
Ahora me gustaría que realizara una descripción sucinta de la situa
ción que le está creando problemas en la parte superior de la hoja en
blanco del diario de estados anímicos de la página 102 En cuanto haya
cumplimentado este requisito, puede dar el siguiente paso
105
Tercer paso: técnica de las tres columnas
106
que sigue «No seré nunca capaz de finalizar mi licenciatura y lograr el
máster» Esto condujo a una discusión productiva acerca de su perfec
cionismo y su temor al fracaso Los psicólogos llaman a este procedi
miento «técnica proyectiva» porque los pensamientos que refleja en el
monigote son pensamientos que proyecta desde su propia mente |De
esta forma ya no resulta tan sorprendente que coincidan con lo que le
está atormentando realm ente1
107
Cuando estos pensamientos negativos le pasan por primera vez por
la cabeza, casi siempre creerá que es la pura verdad Al fin y al cabo,
si no se cree un pensamiento negativo no puede afectar a su forma de
sentir Asi, por ejemplo, probablemente no se crea el pensamiento «El
mundo se acabará hoy» Por lo tanto, este pensamiento no le hará sen
tirse ansioso m deprimido Si lo cree realmente, tendrá motivos para
estar bastante nervioso Quizá descubra que los pensamientos que le
preocupan son, casi siempre, bastante poco realistas por mucho que
parezcan ciertos cuando se le cruzan por la cabeza Sus pensamientos
automáticos son engañosos Aparentan ser verídicos a pesar de su ca
rácter absolutamente ilógico Cuando los anote sera más fácil desmen
tirios En cuanto vea lo poco realistas y lo pesimistas que son, com en
zará a sentirse mejor
En cuanto haya anotado y enumerado cada uno de sus pensamientos
automáticos, identifique sus distorsiones en la segunda columna Para
ello se puede remitir a la lista de distorsiones cognitivas de la página
101 ¿Cuales son las distorsiones en el primer pensamiento negativo de
Marge, «Si a Lucí le duele la garganta será culpa m ía»7 Anote aquí sus
ideas
1 ___________________________________________________________
2 _________________________________ _________________________
108
A Lucí probablemente no le dolerá la garganta Si fuera así, tampoco
sería el fin del mundo y no me merezco ser criticada de esta manera»
Entre paréntesis anotó que su confianza al respecto era del 100 % Pa
ra la segunda respuesta emocional, Marge recordó que, en caso de que
su hija se mostrara crítica y contrariada — como ocurría a menudo— ,
ella podría reconocer tranquilamente que cometió un error y disculpar
se sin ponerse a la defensiva m autocastigarse Si su hija seguía repren
diéndola, le podría decir que se sentía muy incómoda con el modo en
que la estaba tratando
Esto demuestra que la solución a un problem a anímico tiene, a
menudo, una dimensión tanto individual como interpersonal Marge
debe cambiar su forma de pensar Necesita desarrollar una mejor au
toestim a y dejar de ser tan autocrítica Esta es la vertiente individual
Al mismo tiempo, necesita cambiar la form a en que se relaciona con
las demás personas, incluida su hija Ésta es la vertiente ínterperso-
nal Esto puede requerir cierta práctica en técnicas de comunicación,
dado que M arge es extremadamente poco asertiva y teme expresar
sus sentimientos Se siente terriblem ente insegura y teme las discu
siones y los conflictos, de tal manera que consiente que las personas
abusen de su confianza Automáticamente se culpa a sí misma cuan
do alguien se enfada con ella Actúa como los animales que se ponen
panza arriba ante cualquier amenaza con la esperanza de que el pre
dador pierda interés y se aleje En el capítulo 4 hablaremos sobre có
mo resolver problemas de relación interpersonal y comunicarnos de
modo más eficaz
Ahora, me gustaría que completara su diario de estados anímicos
Una vez transcritos sus pensamientos automáticos, anote su confianza
en cada uno de ellos en una escala del 0 al 100 % En la segunda co
lumna, identifique las distorsiones de cada pensamiento tomando como
referencia la lista de la página 101 A continuación, anote pensamien
tos más positivos y realistas en la columna de las respuestas racionales
Indique entre paréntesis su confianza en cada uno de ellos
No tiene una importancia trascendental hacer un trabajo perfecto,
puesto que ésta es su primera tarea Se parece mucho al primer día que
patinamos sobre ruedas lo único que debe hacer es realizar los m ovi
mientos oportunos, aunque sus movimientos no parezcan especialmen
te coordinados m efectivos En cuanto haya completado sus respuestas
racionales estará preparado para dar el siguiente paso
109
Cuarto paso: resultados
110
có que se sentía considerablemente aliviada Esto se debe a que sus res
puestas racionales eran más realistas y creíbles que sus pensamientos
automáticos
Si no se encuentra mejor una vez completado el ejercicio, vuelva a
la guía para resolver problemas de la página 110 Plantéese las siguien
tes preguntas
111
intentos que transcribe en la columna de pensamientos automáticos son
la interpretación de la situación preocupante, no descripciones del
asunto problemático. Si se siente enfadado porque su esposa llega tar
de a casa, no sería correcto poner «George llegó nuevamente tarde» en
la columna de pensamientos automáticos. Éste es el problema propia
mente dicho y debería figurar en el espacio correspondiente en la parte
superior de la hoja. La premisa de el terapia cognitiva consiste en que
sólo sus pensamientos, y no los asuntos en sí mismos, son objeto de su
preocupación. En la columna de pensamientos automáticos anotaría
sus pensamientos negativos sobre este hecho. Es posible que piense:
«Esto demuestra que George ya no me quiere» o «George llega siem
pre tarde» o «Probablemente tenga un lío con su secretaria».
Otro error muy frecuente consiste en anotar las descripciones de sus
sentimientos en la columna de pensamientos automáticos. No escriba
«Me siento dolido porque mi jefe me criticó», porque esto es una situa
ción («mi jefe me criticó») y un sentimiento («sentirse dolido»). Des
criba la situación en la parte superior de la hoja y anote sus sentimien
tos negativos. En la columna de sentimientos negativos, anote los
pensamientos asociados a esos sentimientos. ¿Por qué se siente dolido?
¿Por qué le molestó tanfo su actitud crítica? ¿Qué se está diciendo a sí
mismo? Quizá piense: «No me respeta» o «No hay derecho a que diga
eso» o «Nunca hago nada bien» o «Estoy a punto de ser despedido».
Si no está seguro de cuáles son sus pensamientos negativos, puede
utilizar la técnica del monigote descrita anteriormente. Cuando Jack ju
gaba al golf con sus amigos se sintió repentinamente muy ansioso y
nervioso. En la hoja de estados anímicos anotó el siguiente pensamien
to automático: «No me debería sentir tan nervioso, puesto que todo me
va bien». Jack es corredor de Bolsa, y recientemente el mercado se ha
bía mostrado muy benévolo con él. Está ganando mucho dinero, al
igual que sus clientes. ¿Cuál es la principal distorsión de este pensa
miento automático?
Consulte la lista de distorsiones cognitivas de la página 101 y anote
aquí sus ideas:
112
sentirse ansioso. Fue capaz de generar la siguiente respuesta racional:
«Los seres humanos no siempre son perfectamente racionales. Algunas
personas se ponen nerviosas incluso cuando las cosas marchan bien».
Esto ayudó en cierta medida, dado que Jack se otorgaba a sí m is
mo perm iso para sentirse nervioso en lugar de condenarse por hacer
lo. Jack, no obstante, no había identificado todavía todos los pensa
mientos que le hacían sentirse especialmente nervioso. Al no obtener
resultado alguno, le pedí que dibujara un monigote masculino que se
pareciera a él, que jugara al golf y se sintiera nervioso. Le dije que
ideara algunos pensam ientos negativos y los escribiera dentro del
globito para m ostrar lo que piensa el monigote. Como puede ver, el
monigote golfista estaba pensando: «Este golpe acabará probable
mente en el lago... En el trabajo las cosas marchan bien, pero será difícil
113
continuar así. El mercado seguramente irá a la baja, todo el mundo per
derá dinero y me despedirán». Le pregunté a Jack si sus pensamientos
se parecían a éstos y contestó: «¡Exactamente!». No sé por qué la téc
nica del monigote es tan efectiva, ¡pero lo es! Utilícela cada vez que no
consiga dilucidar sus pensamientos automáticos.
114
tanto éxito que vuele a París en Concorde y coma en restaurantes de
cinco estrellas. ¿Se le ocurre una respuesta racional más efectiva?
No desearía dar la impresión de que la solución a su problema será
siempre fácil o mágica. La aplicación efectiva de estas técnicas requiere
en ocasiones un trabajo persistente a lo largo de un período de tiempo
considerable. Si desea obtener buenos resultados, le recomendaría utili
zar el diario de estados anímicos durante diez o quince minutos al día,
cinco días a la semana durante, al menos, un mes. Esta práctica regular
le ayudará a ponerse en condiciones desde el punto de vista emocional,
del mismo modo que un atleta alcanza su fortaleza y su estado de forma
a través de los ejercicios diarios. En ocasiones será fácil cambiar sus
pensamientos y sentimientos, pero otras veces será más difícil porque
sus pensamientos negativos parecen sumamente poderosos y convin
centes. A veces constituye un desafío para mí, y ¡soy el autor del libro!
Pero si trabaja detenidamente con él no cabe duda de que tendrá éxito.
No se vaya al otro extremo y piense que esto será demasiado difícil
para usted. Este método está al alcance de cualquier persona normal.
En un estudio publicado en el British Journal o f Psychiatry, el doctor
Ivy Blackburn y sus colegas de la Universidad de Edimburgo consta
taron que estas técnicas son muy efectivas en las personas de la clase
trabajadora. Esto demuestra que no se requiere ningún grado de sofisti
cación psicológica para que la terapia cognitiva pueda funcionar con
usted. En un estudio reciente, publicado en la revista Cognitive The-
rapy and Research, la doctora Jacqueline Persons y yo mismo dimos a
conocer los resultados de nuestra investigación, que demostraron que
estos métodos tienen la misma eficacia en pacientes con niveles educa
tivos, ingresos económicos y trasfondos culturales muy diversos. Com
probamos que, independientemente de que usted sea rico o pobre, ten
ga una capacidad intelectual excepcional o media, sea joven o viejo, un
cambio de sus pensamientos y de sus conductas tendrá una influencia
enorme sobre su estado anímico.
Los cuatro pasos hacia la felicidad quedan resumidos en la página
116. Una de las ventajas del método consiste en que lo puede aplicar a
todo tipo de problemas. Puede echar mano de él para salir de práctica
mente cualquier estado anímico bajo: temor, tristeza, ansiedad, estrés,
frustración, sensación de culpa, rabia. Lo puede utilizar cuando tiene
problemas en la esfera relacional, a nivel profesional o en sus esfuerzos
por modificar un mal hábito como, por ejemplo, beber en exceso. Para
su propia comodidad, he incluido otro diario de estados anímicos (pá
ginas 117 a 120).
115
Pensar en respuestas racionales creíbles y efectivas que rebatan efi
cazmente sus pensamientos automáticos requiere mucha práctica. En el
siguiente capítulo describiré varias técnicas que le ayudarán a desarro
llar actitudes más positivas y una mayor autoestima.
p a s o : Resultados
cu a r to Indique ahora qué crédito le merece cada pen
samiento automático entre 0 y 100 En cuanto crea que el crédito que le
merecen esos pensamientos se ha reducido en gran medida, indique hasta
qué punto se siente mejor
116
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
P r im e r p a s o d e s c r ib a l a s it u a c ió n q u e l e p r e o c u p a
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2 4 6
T ercer paso t é c n ic a d e l a s t r e s c o l u m n a s
* C op y rig h t© 1984 D avid D Burns M D de The Feeling Good Handbook copyright © 1989
117
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
118
DIARIO DE ESTADOS ANIMICOS (continuación)
119
C h a m o p a s o r e s u l t a d o s Evalúe nuevamente el crédito que le merece cada
pensamiento automático de 0 a 100 y señale la casilla que describe como se
siente en este momento
U nada mejor, □ algo mejor, □ bastante mejor, □ mucho mejor
* Copyright & 1980 D avid D Burns M D Adaptado de The F te lm g G oodH andbook Nueva
York W illiam Morrow & Company 1980 Signet 1981
120
6
121
muchos métodos adicionales se describirán en capítulos posteriores.
Estas técnicas le aportarán herramientas terapéuticas cognitivas que le
ayudarán a superar un gran número de pensamientos y sentimientos
negativos. ¡Estudie detenidamente estos métodos!
1.
2.
122
quiera. Nick teme correr el riesgo de ser rechazado, dado que no conci
be que alguien lo pueda querer alguna vez. Si comienza a aceptarse a sí
mismo, probablemente se sienta más merecedor de ser querido y en
cuentre el valor para arriesgarse a un mayor acercamiento a otras per
sonas.
Cuando identifique las distorsiones de cada pensam iento, no es
necesario que sea excesivam ente preciso. Las distorsiones se solapan
entre ellas y su lista puede ser algo diferente a la mía. Lo importante
es encontrar al menos una o más distorsiones en cada pensamiento
automático. Esto facilitará el desarrollo de una respuesta racional
efectiva.
A modo de ejercicio, imaginémonos que alguien le critica. Usted se
angustia y piensa: «Nunca hago nada bien. Soy un perdedor nato». Es
tos sentimientos le harán sentirse incompetente y culpable. ¿Cuáles son
las distorsiones de este pensamiento? Consulte la lista de distorsiones
cognitivas de la página 120 y anote aquí sus ideas:
1. ___________________________________________________________
2 . _________________________________________________________
3.
4.
5.
6 .
7 .
8 .
123
I;is cosas son negativas sin analizar los datos detenidamente. Cuando
haya analizado los hechos, a menudo verá las cosas desde otra pers-
pccliva.
Para continuar con el ejemplo anterior, ¿cómo podría utilizar el mé
todo de comprobar los hechos para contrarrestar su pensamiento de
«nunca hago nada bien, soy un perdedor nato»? Anote aquí sus ideas:
124
seaba feliz, cogida de la mano de un hombre que sólo merecía una pun
tuación «media», y viceversa. Esto permitió que Eric tomara concien
cia de que uno no necesariamente ha de ser atractivo o guapo para te
ner una relación amorosa con alguien que a uno le gusta. Aunque
puede ser cierto que las personas muy atractivas lo tengan más fácil pa
ra relacionarse y formar pareja, un buen aspecto no garantiza una rela
ción satisfactoria. El problema auténtico no era otro que la baja autoes
tima de Eric. Una vez aprendió aceptarse a sí mismo, descubrió que las
mujeres mostraban bastante interés hacia su persona.
125
Si tiene miedo a los exámenes, posiblemente se diga a sí mismo:
«¡Cuando me presente a examen seguro que la pifiaré! Sé que la voy a
fastidiar». Posiblemente se vaya transmitiendo este mensaje centenares
de veces cuando intenta estudiar. Estos pensamientos le ponen suma
mente nervioso y no logra apenas concentrarse.
¿Se puede imaginar a sí mismo inclinado sobre los hombros de un
amigo que intenta estudiar mientras le va diciendo: «¡Suspenderás se
guro! Seguro que la vas a fastidiar»? Pues esto es, justamente, lo que se
está haciendo a sí mismo. Por este motivo, y no por otro, se siente us
ted tan nervioso e incompetente.
Intente utilizar el método del doble nivel de exigencia para contra
rrestar estos pensamientos negativos. Anote aquí su respuesta racional.
4. La técnica experimental
126
cierto que será una “lata” y que será “demasiado complicado” ?». Inten
te idear un experimento para analizar estas ideas. Anote aquí sus ideas:
127
Esto no significa que no hubiera motivo alguno que sustentara los
pensamientos negativos de Phyllis. Albergaba un resentimiento pro
fundo hacia su marido y a veces se sentía celosa de sus amigas. Debe
ría aprender a manejar estos problemas con las técnicas de comunica
ción descritas en el capítulo 4. No obstante, su creencia de que todo el
mundo la rechazaba no era, evidentemente, cierta.
128
ductos de limpieza y todo seguía su curso y, con el tiempo, olvidó
aquel incidente. Hace dos meses, recibió una citación de los inspecto
res del gobierno federal. El hombre que la había chantajeado había si
do arrestado y le habían requisado una libreta en la constaban los pagos
efectuados por las diferentes empresas constructoras. El nombre de
Linda aparecía en la lista. El abogado de Linda consiguió que no la
procesaran a cambio de su testimonio.
Linda temía por su vida, dada la posibilidad de que los bajos fondos
tomaran represalias si testificaba. Lo que más temía, sin embargo, era la
posibilidad de la divulgación del juicio por parte de la prensa. Su pensa
miento era el siguiente: «Mi familia y las personas con las que trabajo
se darán cuenta de que fui deshonesta. Pensarán que no soy una persona
íntegra. Me perderán el respeto». La sensación de culpa y la vergüenza
le hicieron llorar cuando compartió conmigo sus sentimientos.
¿Puede identificar alguna distorsión en sus pensamientos? Com
pruebe la lista de la página 120 y anote aquí sus ideas:
1.
2.
3. ___________________________________________________________
129
do perfecta, pero parece que ha sabido hacer las cosas muy bien;
mejor que la mayoría, sospecho.
l i n d a : ¿Pero qué pensarán las demás personas de mí?
130
sí misma y en contrarrestar sus propios pensamientos autocríticos. Ella
se equivocó en una situación terriblemente complicada. Se podría po
ner a la defensiva e insistir, obstinadamente, en que es una víctima ino
cente, pero eso sería poco realista y nada valiente. Linda también se
podría condenar a sí misma calificándose como una persona corrupta y
abandonar la lucha. O podría reconocer su error, perdonarse a sí misma
y tirar adelante con su vida.
Linda confirmó que la sesión le había provocado una sensación de
profundo alivio al descubrir que no tenía que ser perfecta ni tener mie
do de admitir sus errores. En lugar de verse como una persona 100 %
íntegra, o todo lo contrario, aprendió a aceptar la realidad. Su integri
dad había sido considerable, pero no total. Esta reflexión le permitió
admitir su error sin merma de su autoestima, de tal manera que pudo
aprender de la situación en lugar de despreciarse para siempre.
6. El método de la encuesta
131
error». ¿Qué encuesta podría llevar a cabo para confirmar, o desmentir,
esta creencia? Anote aquí sus ideas:
132
define a un idiota?». Usted puede definir a un «idiota» como «alguien
que hace alguna tontería». Pero según esta definición somos todos idio
tas, porque todos cometemos alguna tontería en algún momento de
nuestras vidas. A no ser que conciba que todos los seres humanos son
idiotas, su definición no puede ser válida. Y si cree que todos los seres
humanos lo son, entonces tampoco puede constituir un hecho tan terri
ble para usted, dado que no es diferente a todos los demás.
Inténtelo de nuevo. Quizá defina a un «idiota» como «alguien que
comete tonterías más a menudo que las demás personas». A continua
ción, pregúntese lo que significa esto. ¿Más a menudo que quién?
¿Más a menudo que cuántas otras personas? Es posible que afirme que
un idiota es alguien que comete tonterías más a menudo que la mitad
de la raza humana. Pero ahora se encuentra en la posición incómoda de
proclamar que la mitad de la raza humana — o dos billones de perso
nas— son «idiotas».
Usted está categorizando además a las personas en «idiotas» o «no
idiotas». ¿Se imagina caminando por las calles del centro en hora pun
ta intentando descifrar qué personas pertenecen al grupo de «idiotas» y
qué personas al grupo de «no idiotas»?
Usted puede seguir intentando definir a un «idiota», pero su defini
ción acabará siempre en el absurdo. Esto se debe a que existen conduc
tas idiotas, pero no «idiotas» propiamente dichos. Sólo existen seres
humanos.
¿Es sólo una cuestión semántica, una trampa lingüística? No, claro
que no. Las etiquetas como «idiota», «perdedor», «ganador», «estúpi
do» o «persona inferior» son abstracciones que carecen de sentido. Es
muchísimo más útil centrarse en lo que uno hace — y en lo que puede
hacer para aprender y crecer— que en lo que uno es. Si las cosas no
salen bien, pregúntese qué puede hacer de modo distinto la próxima
vez.
8. El método semántico
133
ventajas». Este cambio es muy sutil. Intentamos modificar el tono
emocional para que un problem a parezca menos angustioso y catas
trófico. Usted deja de obligarse con unas exigencias rígidas y coerciti
vas y, en su lugar, se fija objetivos. Eso suena menos autoritario y sen
tencioso.
Tal vez le interese saber que la palabra «debería» tiene su origen en
la palabra anglosajona sceolde. La finalidad del método semántico
consiste en ayudarle a dejar de reprenderse. Si se motiva más con in
centivos que con amenazas no se sentirá tan culpable y coaccionado. Si
se castiga mediante afirmaciones hipotéticas topará con resistencias
porque dichas afirmaciones le harán rebelarle.
Si le angustia hablar en público o participar en actos sociales, quizá
se diga a sí mismo: «No debería sentirme de este modo». ¿Comprende
los motivos por los cuales esto es contraproducente? Es contraprodu
cente porque le hace sentirse peor. Usted se siente culpable y ansioso
por sentirse, justamente, ansioso.
¿Qué podría decirse en lugar de «no debería sentirme nervioso»?
Utilice el método semántico y anote aquí sus ideas:
134
¿Cómo podría utilizar el método semántico para contrarrestar este
pensamiento negativo? Anote aquí sus ideas:
9. Reatribución
135
quier error que haya podido cometer, sino en evaluar más objetivamen
te las causas de un problema. Si usted contribuyó a que se generara el
problema, acéptelo e intente aprender de la experiencia en lugar de re
godearse en el odio hacia su persona.
Un hombre llamado Frank se deprimió cuando su mujer comenzó a
perder interés por el sexo. Mantenían relaciones con menor frecuencia
y a veces parecía que ella sólo contemplaba el techo esperando que
Frank acabara. Los pensamientos automáticos de Frank eran del si
guiente orden: «Ella no me quiere. Me rechaza. No debo valer nada».
¿Cuáles son las distorsiones de estos pensamientos? Compruebe la lis
ta de la página 120 y anote aquí sus ideas:
1.
2 . __________________________________________________________________________
3.
1 . ___________________________________________________________
2.
3 . ___________________________________________________________
136
Existen otras posibilidades. La esposa de Frank podría tener una in
fección que le causa dolor durante el acto sexual. Podría sufrir ciertas
inhibiciones de origen religioso que dificultarían disfrutar del sexo. Po
dría sentir que Frank va demasiado deprisa en la cama, pero teme ha
blar con él sobre lo que le gusta y le disgusta en materia sexual porque
no desea herir sus sentimientos. También podría estar deprimida. La
pérdida de interés sexual es un síntoma frecuente de depresión.
En cuanto Frank encuentre el origen del problema será capaz de
manejarlo de un modo más eficaz. Frank pidió a su esposa que le
acompañara durante sus sesiones y se confirmó que había cierta rabia
contenida que dificultaba que se excitara sexualmente. Frank también se
sentía furioso y rechazado. Después de que pudieran compartir estos sen
timientos comenzaron a sentirse mucho mejor el uno con el otro y su
interés sexual surgió de nuevo.
137
tenía pocos amigos;
las relaciones que mantenía con su familia eran malas;
se sentía tímido e incómodo en compañía de mujeres;
nunca había logrado algo realmente especial de lo que pudiera sen
tirse orgulloso.
138
ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO*
Actitud replanteada:
* Copyright © 1985 David D Burns, M D , de Intím ate Connections, Nueva York, W illiam Mo-
rrow & Com pany
139
ciones negativas, de los pensamientos negativos y de las creencias au-
loprotectoras.
140
ANALISIS COSTE-BENEFICIO*
1. Me siento bien cuando las perso 1. Me siento fatal cuando las perso
nas me alaban. nas no me quieren o no les pare
2. Trabajaré duro para que las per ce bien lo que hago.
sonas me quieran. 2. Otras personas controlarán mi
3. Me mostraré muy sensible a los autoestima.
sentimientos de las demás per 3. A la larga, las personas no me res
sonas. petarán si no defiendo mis ideas.
4. Me mostraré menos sensible ha
cia las demás personas porque te
meré la crítica o el conflicto.
141
Recuerde que cualquier técnica cogmtiva puede ser utilizada con
cualquier pensamiento negativo, de tal manera que no hace falta que
asocie inexorablemente cada una de las técnicas con alguna distorsión en
particular Recuerde, a su vez, que un método que hace maravillas con
un pensamiento negativo puede no funcionar del todo con otro pensa
miento La determinación y la paciencia son aspectos fundamentales
Si se mantiene firme en ellos, el éxito está asegurado
Traté una vez a una mujer que tenía la idea de que merecía sufrir
durante el resto de su vida debido a un aborto Había abortado dos
años atrás y se sentía terriblemente culpable Se decía a sí misma que
era despreciable y se hacía reproches despiadadamente todo el día In
tenté diferentes métodos para contrarrestar sus pensamientos, pero
ninguno funcionó Ella decía que merecía sufrir e insistía en que sus
problemas no tenían solución Durante varios meses trabajamos su ne
cesidad de condenarse a sí misma, sin el menor éxito Finalmente, pe
dí a su esposo que nos acompañara en unas sesiones de terapia de pa
reja En cuanto comenzaron a sentirse más cerca uno del otro, fue
capaz de perdonarse a sí misma Después de desprenderse de la sensa
ción de culpa y del odio hacia su propia persona, desapareció su de
presión De vez en cuando todavía tengo noticias suyas Ha tenido
otros dos hijos y siente unas enormes ganas de vivir
Les cuento esta historia porque ilustra lo importante que es tener
paciencia y perseverancia Es posible que necesite ser creativo e inten
tar diversos métodos para desafiar los pensamientos negativos que le
hacen la vida imposible Una de las grandes ventajas de la terapia cog-
mtiva consiste en su enorme flexibilidad Aprenderá, finalmente, a po
ner freno a sus autocríticas Cuando lo haga, experimentará una pro
funda transformación de su espíritu y de su visión de la vida
142
DIEZ MANERAS DE CAMBIAR SU FORMA DE PENSAR
143
9. Reatribución: En lugar de presuponer, automáticamente, que usted es
«malo» y de culpabilizarse por entero de un problema, piense en los di
versos factores que pueden haber contribuido. Centre toda su atención
en resolver el problema en lugar de malgastar su energía avergonzándo
se o sintiéndose culpable.
144
7
145
ACTITUDES Y MIEDOS AUTOPROTECTORES
MÁS FRECUENTES
146
pensamientos negativos son inciertos usando la lógica, estudiando los
hechos reales, realizando comprobaciones, etc La técnica de la flecha
vertical consiste, fundamentalmente, en la estrategia contraria Usted
profundiza en sus pensamientos negativos y observa hacia donde le
conducen Esto le puede ayudar a detectar sus creencias autopumtivas
que crean barreras innecesarias a la autoestima, a las relaciones afecti
vas y a una vida productiva
Se procede de la siguiente forma para comenzar, identifique un
pensamiento negativo sobre una situación que le esta preocupando
Imagínese que está estudiando de cara a un examen y le pasa por la ca
beza el siguiente pensamiento «Si no estudio con mayor intensidad es
posible que lo suspenda» Este pensamiento le genera tensión y gran
des dificultades para concentrarse Anote este pensamiento y dibuje
debajo una flecha como se indica en la página 149 La flecha significa
«Si este pensamiento fuera cierto, ¿por qué me preocuparía tanto7
¿Qué significaría para m í7» Es posible que piense «Si suspendo el
examen, quizá no apruebe el curso» Escriba este segundo pensamien
to negativo y dibuje debajo otra flecha Recuerde que la flecha vertical
significa siempre «Si este pensamiento fuera cierto, ¿que motivos ten
dría para ponerme nervioso7 ¿Qué significaría para m í7» Estas pregun
tas llevarán a otro pensamiento negativo y a otro, tal como se indica
Una vez haya generado todos los pensamientos negativos posibles,
compruebe lo que ha escrito Pregúntese «Que me dicen estos pensa
mientos negativos sobre mi sistema de valores7 ¿Cuales son mis supo
siciones fundamentales que sustentan mi felicidad y mi autoestima7»
A continuación, estudie los cuatro pensamientos automáticos repre
sentados en la pagina 149 Pregúntese qué son las creencias ocultas
Anote aquí sus ideas antes de proseguir con la lectura
1 ___________________________________________________________
2 ________________________________________________________
3 ___________________________________________________________
147
Uno de los aspectos más destacados de la técnica de la flecha
vertical consiste en el hecho de que pueden identificar estas actitu
des autopunitivas con gran rapidez. A m enudo utilizo este procedi
miento en la prim era o segunda sesión con un paciente nuevo. Esto
me permite detectar sus m iedos ocultos en no más de cinco o diez
minutos: ¡considerablem ente más rápido que los años que lleva co
nocerse a uno mismo por medio del psicoanálisis! El hombre cuyos
pensam ientos se reflejan aquí padecía de una baja autoestim a. Tenía
un miedo espantoso al fracaso y al abandono y una necesidad irre
mediable de reafirm ación. Estas actitudes le paralizaban.
En cuanto haya identificado una creencia oculta, debería plantearse
tres preguntas sobre la misma: a) ¿me favorece pensar esto?, ¿cuáles
son las consecuencias positivas o negativas de esta actitud?; b) ¿es rea
lista pensar de esta forma?, ¿es mi creencia oculta realmente cierta?; c)
¿qué pasaría si plantara cara a mis peores miedos?, ¿se acabaría real
mente el mundo si cambiara esta actitud?
El siguiente programa consta de tres pasos y le mostrará cómo de
sarrollar conductas más sanas y adaptativas que fortalecerán su autoes
tima y mejorarán su relación con las demás personas.
Pensamientos automáticos
Copyright © 1989: David D. Burns, IVf. D., de The Feeling G ood Handbook.
2.
3.
4.
1 . ___________________________________________________________
2.
3.
4.
150
mejor pagados pueden sufrir un bajón. Tarde o temprano se harán ma
yores y perderán sus increíbles facultades atléticas. ¿Son menos valio
sos entonces?; b) posiblemente sienta una gran carga de ansiedad y evi
te cualquier acción creativa por miedo al fracaso; c) cuando no alcance
su objetivo es posible que se deprima, porque ya no se sentirá una per
sona meritoria o que merezca ser querida; d) incluso cuando tenga éxi
to, es posible que se siga sintiendo inferior a otras personas todavía
más inteligentes o con más éxito que usted; y siempre habrá alguien
que le supere en algo; e) quizá no aspire a saber qué espera de la vida
al estar demasiado ocupado en preocupaciones tales como tener éxito y
obtener el beneplácito de los demás. Finalmente, acabará siendo menos
feliz y teniendo menos éxito que si hubiera creído en sí mismo y hubie
ra perseguido los objetivos que verdaderamente deseaba alcanzar.
Una vez haya anotado las ventajas y desventajas de determinada ac
titud, pregúntese cuál tiene más peso específico. ¿Le ayuda o le perju
dica pensar: «Debo tener siempre éxito en la vida para sentirme bien
conmigo mismo»? Si predominan las desventajas, deseará repensar es
ta actitud. ¿Qué actitud nueva podría adoptar en su lugar? Anote aquí
sus sugerencias:
Actitud replanteada:
* Copyright © 1985: David D. Burns, M. D., de Intím ate C onnections, Nueva York, William M o
rro » & Company.
153
cu alcanzar la cumbre de la montaña, pero cuando llego a ella veo in
mediatamente otra cumbre más alta en el horizonte y me siento tre
mendamente decepcionado. Mis padres siempre me decían que intenta
ra ser el número uno. ¿Pero dónde está la recompensa? ¿Dónde está la
compensación?».
Como les ocurre a muchos perfeccionistas, creía no poder experi
mentar satisfacción de una actividad hasta que no la ejecutaba de un
modo perfecto. Se sintió de forma algo diferente — y ganó, así, una
parcela de libertad a su perfeccionismo— después de analizar esta creen
cia. En primer lugar, programó una serie de actividades que podían fa
vorecer el crecimiento personal, la satisfacción y el placer y predijo el
grado de satisfacción que le procuraría cada una utilizando una escala
de 0 a 100. Una vez finalizada cada una de las actividades, anotó lo sa
tisfecho que se había sentido y calculó su nivel de rendimiento.
El formulario que completó queda reflejado en página 157. Le sor
prendió darse cuenta de que podía experimentar mayor satisfacción per
sonal realizando un trabajo de menor prestigio o reparando una tubería
averiada que había causado una inundación de la cocina, que impartir
una clase excepcional a un grupo de estudiantes de medicina. Este ha
llazgo le ayudó a darse c e n ta de que una actuación sobresaliente no era
necesaria ni garantizaba la satisfacción personal. De hecho, quedó cons
ternado al constatar que muchas de las actividades que realizaba con
una eficacia media o inferior a la media eran algunas de las más agrade
cidas. A resultas de ello, comenzó a valorar las actividades en función
de su capacidad gratificadora. Comentó que eso le ayudaba a sentirse
más relajado y a coger fuerzas para emprender diversos proyectos pro
fesionales apasionantes que había ido posponiendo durante años por te
mor a que los resultados no fueran todo lo perfectos que él deseaba.
Muchas personas experimentan una depresión tras un divorcio o un
fracaso amoroso. Uno de los motivos radica en su creencia de que estar
solo significa no ser merecedor del amor ajeno y estar condenado a ser
infeliz. ¿Qué experimento podría llevar a cabo para analizar esta creen
cia? Anote aquí sus ideas:
154
Respuesta: Podría utilizar la hoja de predicción del grado de satis
facción de la página 156. En primer lugar, determine unas cuantas acti
vidades que puedan aportarle momentos de felicidad (como la lectura
de un buen libro) o de crecimiento personal (como hacer jogging) y
anótelas en la columna de «actividades». Anote con quién desea com
partir esa actividad en la columna «compañero/a». Resérvese alguna
actividad para realizarla usted solo (escriba «solo») en la columna «com
pañero/a» y algunas a compartir con amigos o con la familia (anote sus
nombres en la columna «compañeros»). Antes de realizar cada activi
dad, calcule le grado de satisfacción que conllevará cada una de ellas
en una escala del 0 al 100 % en la columna de «grado de satisfacción».
Una vez consumada cada actividad, anote lo satisfactorio que ha resul
tado para usted en una escala del 0 al 100 %, en la columna «satisfac
ción real».
Una mujer que acababa de separarse de su marido realizó este expe
rimento. Le sorprendió descubrir que muchas de las actividades que le
resultaban más placenteras eran aquellas que realizaba sola, a pesar
de su predicción de que se sentiría sola y desgraciada. Esto no casaba
con su idea de que cuando estaba sola tenía que sentirse, irremediable
mente, desdichada. Este hallazgo incrementó en gran medida su con
fianza en sí misma. Su estado anímico mejoró y estaba cada vez más
interesada en sí misma, puesto que ya no se sentía necesitada ni depen
diente de él.
155
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HOJA DE PREDICCIÓN DEL GRADO DE SATISFACCIÓN*
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Copyright O 1980: David D. Burns, M. D., de The Feeling Good Handbook, copyright © 1989.
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BALANCE SATISFACCIÓN-PERFECCIÓN
157
Le propuse utilizar el método de la fantasía temida para tratar ese
lema. Le dije que podría interpretar a un colega cualquiera llamado
Jack y yo sería Manuel. Jack me humillaría y me diría las cosas más
crueles que se pudiera imaginar.
158
qué piensas que soy un incompetente. ¿Porque lloré? ¿Porque estoy
en desacuerdo contigo? ¿Por qué?
m a n u e l (como Jack): Touché. ¡Me rindo!
159
Bueno, Linda, he decidido que necesito un
HOM BRt q u e l a r e c h a z a
poco de «espacio», por lo tanto dejaré de verte una temporada
i i n d a Esto me parece terrible ¿Me puedes decir cuál es el problem a7
hom bre que la r ech aza Sí, con mucho gusto Padeces un retraso
emocional Te preocupas y te inquietas por las cosas que pasan No
eres fuerte Ahora que te conozco bien, estoy decepcionado y, por lo
tanto, te dejo
i i n d a Parece, por lo tanto, que tu principal queja consiste en que a
veces me altere y no sea demasiado fuerte y resistente desde el pun
to de vista emocional
h om bre que la r ech aza Sí, esto es exactamente el problema Tus
reacciones son siempre exageradas Eres tan neurótica Cuando te
conocí pensaba que eras muy equilibrada, pero ahora veo que eres
una inválida emocional
l in d a Bueno, es cierto que las cosas me afectan mucho Me preocupo
cuando el mercado está a la baja y mis clientes pierden dinero Tam
bién me siento bastante molesta en este momento Esto son dos as
pectos que vivo con gran intensidad, pero hay muchos más ¿Crees,
acaso, que estos sentimientos tan intensos me convierten en una
«inválida emocional»7 ¿Estás buscando a una mujer sin sentimien
tos7 ¿O te estoy malinterpretando7 ¿Qué pretendes realmente7
160
mas Estas creencias ocultas siempre están presentes en su cabeza e in
fluyen en su manera de reaccionar ante las cosas positivas y negativas
que le suceden
Una vez haya identificado una de sus creencias ocultas, puede eva
luarla con un análisis de coste-beneficio Esto le ayudara a diferenciar
las ventajas y desventajas de estas creencias Se dará cuenta de que es
tas actitudes constituyen siempre armas de doble filo, con un lado po
sitivo y otro hiriente y destructivo Cuando las desventajas de una acti
tud superen a las ventajas, le será más fácil pensar las cosas de un
modo más asertivo
Después de llevar a cabo el análisis de coste-beneficio, se debería
preguntar si su creencia oculta es realista o no En ocasiones podrá rea
lizar un experimento para comprobar la validez de su creencia En cuan
to vea que una actitud es tanto autoprotectora como poco realista, estara
mucho más motivado para desarrollar una actitud nueva, más positiva
y mas útil
La técnica de la fantasía temida le puede ayudar a transformar su
nueva actitud en una convicción profunda de tipo emocional Esta téc
nica puede ser valiosa porque, incluso cuando haya tomado una deci
sión intelectual para cambiar su actitud, es posible que todavía langui
dezca ante la adversidad Pero cuando plante cara a sus peores miedos
comenzara a darse cuenta de que no son, ni por asomo, tan terribles co
mo se imaginaba ,Esta experiencia puede resultar liberadora1
161
8
163
cen un físico mucho mejor que el mío»? Compruebe la lista de la pági
na 120 y anote aquí las distorsiones:
1 .
2 .
3 .
4 .
1 . ___________________________________________________________
2. _______________________________________________________________________ _
3 .
4 .
5 .
164
malidad. También se «etiqueta» a sí mismo de forma negativa: «anor
mal» es una palabra con gran carga negativa. El «razonamiento emo
cional» es la cuarta distorsión. El siente que será el centro de aten
ción para llegar a la conclusión de que así será realmente. Por último,
está «exagerando» la importancia que su pecho pueda tener para las
personas que están en la playa. Probablem ente, se sorprendería al
descubrir que la mayoría de las personas apenas mostrarían interés
por su aspecto.
¿Cómo podría Chuck dar réplica a estos dos pensamientos negativos
utilizando los métodos descritos en los últimos dos capítulos? Uno de
los métodos consistiría en «comprobar la evidencia». Chuck podría ir a
la playa y comprobar si es cierto que todos los hombres exhiben unos fí
sicos mejores que el suyo. Es posible que vea a algunos culturistas con
unos cuerpos realmente espectaculares, pero también verá a muchos
hombres — y mujeres— con un aspecto no tan estupendo. Habrá perso
nas obesas, personas flacas y personas mayores arrugadas. ¡En la playa
se ve todo tipo de personas! Esta constatación no coincide con la creen
cia de Chuck de que todo el mundo tiene un físico mejor que el suyo.
Recientemente di con una playa nudista mientras pasaba las vaca
ciones con mi familia en el lago Tahoe, en California. ¡Estaba tumbado
encima de mi colchoneta y de repente, detrás de unas rocas, vi a toda
esa gente desnuda! Me fijé en un hombre que tenía aspecto de ser un
veterano de la Guerra del Vietnam, porque le faltaba la pierna izquier
da por debajo de la rodilla. Parecía disfrutar tanto como cualquier otra
persona. En caso de ser Chuck, me hubiera hecho la siguiente pregun
ta: «¿Es cierto que todo el mundo está observando a ese hombre pen
sando que es inferior o anormal?». Me fijé en que le faltaba una pierna,
pero no me quedé mirándole fijamente ni lo menosprecié por ello. Y
ninguna otra persona lo hacía. De hecho, parecía fuerte, tomaba cerve
za y se divertía con un grupo de amigos y con algunas mujeres atracti
vas. ¡No creo que nadie se hubiera atrevido a meterse con él! Me sen
tía feliz de encontrarme a ese hombre cojo, porque se aceptaba a sí
mismo y se estaba divirtiendo. Esto me hizo sentirme mejor con mi
propio cuerpo, que dista mucho de ser perfecto.
Chuck también podría utilizar la técnica experimenta] para compro
bar la validez de sus pensamientos negativos. Podría ir a la playa y qui
tarse la camisa — ¡algo que nunca ha hecho hasta ahora!— y verificar
su predicción. Puede descubrir si es cierto que todo el mundo se fijará
en él. ¿Cuántas personas están mirando? ¿Cuánto tiempo mirarán? Es
te método tendría dos ventajas. Chuck descubriría, en primer lugar, que
165
sus pensamientos eran exagerados. En segundo lugar, Chuck tendría
que hacer frente a sus miedos. Cuando usted planta cara a sus miedos,
habitualmente los supera; cuando se esconde de ellos y se aferra a ellos
cada vez adquieren más poder sobre su persona. Estoy convencido de
que Chuck se sentiría muy acomplejado los primeros minutos después
de haberse quitado la camisa, pero también sospecho que esta ansiedad
desaparecería mucho más rápido de lo que Chuck imagina. Con el tiem
po acabaría nadando o jugando al voleibol y se olvidaría de su pecho.
Hagamos un inciso y realicemos un pequeño concurso de terapia
cognitiva. ¿Por qué se siente Chuck ansioso y ridículo en la playa?
166
• Pensar en matices de grises. ¿Cómo se valoraría Chuck a sí mismo,
en una escala del 0 al 100, si tuviera un pecho perfectamente muscu
lado? ¿Cómo se valora ahora, con el pecho hundido?
• La técnica de la encuesta. Podría preguntar a las personas si desea
rían tener un amigo aunque él o ella tuviera un defecto físico como
unos muslos excesivos o un pecho hundido. Podría preguntar con
qué frecuencia piensan en los defectos físicos de las demás personas
cuando están en la playa.
• La técnica de la flecha vertical. Chuck se podría preguntar por qué
sería tan angustioso si alguien pensara que es un ser inferior. Podría
decir que las personas no le iban a querer, que no le iban a respetar.
Entonces se podría preguntar por qué sería esto tan espantoso para él.
Quizá descubra que teme la desaprobación ajena y aprenda que su
autoestima se basa en exceso en lo que las demás personas puedan
pensar de él. Si eso es así, podría realizar otro análisis de coste-bene
ficio y anotar las ventajas y desventajas de creer que todo el mundo
debe concordar siempre con él. ¿En qué medida le ayudaría o perju
dicaría pensar de esta manera?
• La técnica de la fantasía temida. Chuck podría escribir un diálogo
con un grupo imaginario de personas desconocidas, la «multitud hos
til» que le insulta y califica de manera cruel su pecho. Debería mos
trarse más cruel y despiadada de lo que cualquier grupo humano se
ría capaz. El diálogo podría ser el siguiente:
tros pechos son como las montañas Rocosas. El tuyo parece una
sopera.
c h u c k : Siempre he admirado a los hombres que tienen un tórax ancho.
grupo de gente tan atractiva. Pero nadie te admira a ti. De hecho, todo
el mundo te mira y piensa que estás deformado y que tu presencia re
sulta molesta y desagradable. Nadie desea ser visto en tu compañía.
c h u c k : Parece que el solo hecho de estar cerca de mi persona te hace
167
quiatra que conozco, el doctor Burns Le llaman el médico que cura
los estados anímicos y quizá pueda ayudarte con tu nerviosismo O
mejor, si te sientes tan incómodo, quizá puedas taparte los ojos
cuando pase por delante de ti
Mary me contó que se sentía enfadada con su marido, Bob, y que reac
cionaba de forma exagerada ante cualquier cosa «Si Bob dice algo que no
me gusta me siento consternada Es como si me apuñalaran con una nava-
168
E X ISTE N D IV E R S A S T E C N IC A S PA R A C O N T R A R R E S T A R
UN P E N S A M IE N T O A U T O M A T IC O
2 COMPROBAR i OS 4 I A TECNICA
HECHOS EXPFRIMENTAl
10 EL METODO DE
LA FNCUESTA
* /
^ \
N'SSXSXX 6 LA TFCNICA DE l A
FANTASIA TEMIDA
8 ANALISIS DE
COSTE BENEHCIO
169
había dado el asesor, dijo: «Me dejó echo polvo. Me sentí desconsola
da. Me enfado y me pongo nerviosa sólo hablando de ello ahora».
Parecía que habíamos detectado el origen del malestar de Mary y le
pedí que lo escribiera como «suceso objeto de preocupación» en la parte
superior de la hoja de estados anímicos. Calificó sus emociones como
«sensación de pánico: 99; tristeza: 99». Resulta interesante constatar que
no había sentido rabia. La venta del negocio de su marido constituía, al
parecer, una amenaza para Mary, puesto que se sentía muy angustiada, y
también preveía una pérdida, como lo indicaban sus profundos sentimien
tos de tristeza. Me pregunté por qué la jubilación de Bob y la venta del ne
gocio preocupaban tanto a Mary. Una de las grandes ventajas de la terapia
cognitiva consiste en que el terapeuta no se debe fiar de la intuición para
hacerse una idea de lo que está pasando. Las interpretaciones de los tera
peutas son, a menudo, incorrectas y muchas veces facilitan más informa
ción sobre los sentimientos y las creencias del propio terapeuta que sobre
lo que está ocurriendo realmente en la psique del paciente. A diferencia
de éste, el terapeuta cognitivo se preguntará: «¿Por qué te preocupa tanto
esto? ¿Cuáles son tus pensamientos negativos?». Estos interrogantes des
taparán el origen de sus angustias.
¿Por qué no anota usted sus teorías sobre los motivos que empujan
a Mary a sentirse angustiada y disgustada por la venta del negocio de
Bob? Entonces podrá comparar sus corazonadas con lo que está suce
diendo, de verdad, en la mente de Mary. Escriba aquí sus ideas:
1.
2.
3.
170
4. «Después de trabajar tan duro durante treinta y cinco años para le
vantar el negocio, no soporto ver cómo renuncia a todo. En última
instancia, está haciendo lo correcto. Debería tener la oportunidad de
disfrutar de los frutos de su trabajo.»
5. «Todo esto huele mal.»
Deseaba aprender algo más sobre todo esto, y utilicé para ello la
técnica de la flecha vertical descrita en la página 145. Le pedí a Mary
que eligiera uno de los pensamientos que le resultara especialmente an
gustioso. Eligió el número dos: «¿Qué será de nosotros?». Le dije que
dibujara una pequeña flecha descendente debajo. Esta flecha significa:
«En caso de que eso sea cierto, ¿por qué me resulta tan preocupante?».
Gracias a esta técnica, Mary dio cuenta de otros pensamientos automá
ticos:
6. «No podremos disfrutar del mismo nivel de vida que hemos tenido
este último año.»
11. «Necesito gastar dinero para ser feliz. De otra manera, mi vida se
rá aburrida.»
Cuando hubimos completado esta lista de pensamientos negativos,
quedo claro por que Mary se sentía tan amenazada por la jubilación in
minente de Bob Mary era una «tiendadicta» y creía que necesitaba
gastar dinero y comprar artículos de lujo para que la vida fuera satis
factoría Pedí a Mary que analizara sus pensamientos negativos para
ver si se le podía ocurrir alguna creencia autopumtiva que originara es
ta actitud Comento que su «creencia oculta» podía ser la siguiente
«Soy perezosa y necesito gastar dinero para sentirme bien conmigo
misma» Aunque usted pueda sentir la tentación de ser sentencioso y
afirmar que Mary esta siendo egoísta y poco madura, yo admiré su ho
nestidad por enfrentarse a esta realidad Es una conducta que muchos
de nosotros compartimos Poder disponer de un dinero extra para poder
comprar cosas hace que nos sintamos bien, ciertamente Formamos
parte de una sociedad consunusta y se nos bombardea sin cesar con pu
blicidad que proclama que la riqueza otorga categoría y felicidad
Mary relató que su necesidad de gastar dinero comenzo cuando to
dos sus hijos habían acabado la universidad y se habían casado Dado
que la única finalidad de su vida había sido su educación, de repente se
sintió sola y su vida no parecía tener sentido alguno Se sentía atemori
zada y desconcertada Bob estaba plenamente volcado en su carrera
profesional y Mary se sentía resentida, sola y no realizada El negocio
de Bob comenzaba a ser rentable, finalmente, y ella disponía de mucho
dinero extra para poder disfrutar de los lujos que ofrece la vida Mary
se fue deslizando, de forma natural, hacia la costumbre de ir gastando
dinero para compensar el vacio que sentía en su interior Comentó que
se veía inmersa en un estado de creciente infelicidad y nivel de exigen
cía, muy similar al toxicómano que debe meterse más y mas y más dro
ga para alcanzar el mismo efecto
Mary también reconoció, con tristeza, una segunda creencia autopum-
tiva «Si no obtengo siempre lo que quiero, me siento irremediablemente
fatal» Esta actitud le causaba mucho nerviosismo en su relación con Bob
Cada vez que discrepaban sobre donde ir a comer o que película ir a ver,
torcía el gesto Puesto que Bob se sentía terriblemente culpable siempre
que Mary se disgustaba, por lo general ella se salía con la suya
En el último capítulo ha aprendido que una manera eficaz de manejar
estas «creencias ocultas» consiste en realizar un analisis de coste-benefi-
cio Pedí a Mary que realizara una lista de ventajas y desventajas de
creer «Soy una persona perezosa y necesito gastar dinero para sentirme
bien» Las ventajas eran las siguientes «(1) No se me exige ningún es
fuerzo Todo consiste en salir y gastar dinero cuando estoy de malhumor
172
(2) No me tengo que exponer al nesgo de un fracaso» Las desventajas
de esta creencia eran las siguientes «(1) No maduraré ni cambiaré (2)
Nada mejorará en mi vida (3) No plantaré cara a mis problemas En su
lugar, me meteré rápidamente una dosis en el centro comercial más pró
ximo (4) Nos podemos quedar sin dinero si gasto en exceso Entonces
me sentiré, “ipuaj1estoy defraudando a Bob” (5) No creo en mí misma
(6) Soy esclava de otro dueño El dinero que poseo acabará poseyéndo
me a mí (7) Mi vida carece de objetivos auténticos y de logros»
Tras sopesar las dos ventajas frente a las múltiples desventajas, Mary
constató claramente que su creencia oculta le estaba haciendo mucho
más daño que ayudándole en algo Le pregunté si se le ocurría otra
creencia, más realista, que sustituyera a aquélla Sugirió la siguiente
«Me puedo sentir bien a resultas de las actividades que emprendo y de
mi contribución creativa al mundo en que vivo»
Las ventajas de esta actitud era las siguientes «(1) Haré muy feliz a
Bob (2) Nuestro matrimonio será menos tormentoso (3) Mi autoestima
no dependerá de la cantidad de dinero que tengamos» Las desventajas
eran «(1) Deberé tomar más la iniciativa (2) Deberé plantarle cara a mis
miedos» Las ventajas de este nuevo enfoque superaron a las desventajas
El análisis de coste-beneficio le puede ayudar a mantener viva la
motivación para cambiar su forma de pensar En cuanto constate que
sus actitudes negativas le perjudican más que le benefician, estará más
dispuesto a renunciar a ellas Pero es posible que todavía crea que estas
actitudes son ciertas Aunque Mary puede entender que su obsesión
por gastar dinero es enfermiza, es posible que crea todavía, en su fuero
interno, que las personas que pueden gastar mucho dinero son inevita
blemente más felices que las personas que tienen unos ingresos más li
mitados Probablemente esté convencida de que la vida será más grati
ficante y estimulante si puede seguir comprando lo que le venga en
gana ,Es posible que usted también piense lo mismo a nivel interno'
Le propuse dar el siguiente paso Pedí a Mary que realizara un ex
perimento para analizar su creencia de que el derroche de dinero abría
las puertas de la satisfacción y de la felicidad (la técnica experimental
esta descrita en la página 126) Le dije a Mary que escribiera la si
guiente afirmación en la parte superior de la hoja de predicción del gra
do de satisfacción «Hipótesis necesito comprar cosas y gastar grandes
cantidades de dinero para sentir auténtica satisfacción y placer de vi
vir» A continuación, pedí a Mary que, en la columna correspondiente,
escribiera diversas actividades capaces de generar placer, enriquecer
sus conocimientos o favorecer su crecimiento personal y que le pudie
173
ran transmitir cierta satisfacción o la sensación de haber alcanzado al
gún objetivo Mary afirmó que había muchas actividades que le po
drían gustar y que había dejado de lado Entre ellas destacaban hacer
labores, realizar las tareas de autoayuda psicoterapéutica entre sesio
nes, aprender a manejar un ordenador y comprometerse más con las ac
tividades de la parroquia Tras anotar todas y cada una de las activida
des, indicó con quién las compartiría y calculó el posible coste Esto le
permitiría comparar el grado de satisfacción alcanzado cuando hacía
las cosas sola, con la satisfacción que sentía al estar junto a Bob o con
amigos Esto también le permitiría comprobar si gastar dinero era
siempre más satisfactorio que las actividades gratuitas o de bajo coste
En la columna del grado de satisfacción previsto Mary calculó, por
anticipado, lo reconfortante que resultaría cada actividad, entre el 0 (la
menos satisfactoria) y el 100 % (la más satisfactoria) Sus previsiones
reflejaron la creencia de que gastar grandes cantidades de dinero la ha
rían feliz y que cualquier otra cosa sería un aburrimiento Predijo que
la satisfacción máxima provendría de comprar joyas y la satisfacción
mínima de ver escaparates
En la columna de satisfacciones reales debía anotar el grado de sa
tisfacción que cada actividad le había procurado realmente Como pue
de observar, se sintió tan culpable tras adquirir un precioso brazalete de
oro que su grado de satisfacción no superó el 5 % Por el contrario, mu
chas de aquellas actividades que eran gratuitas y que rehuía, como rea
lizar sus «deberes» psicoterapéuticos entre sesiones, resultaron muy
placenteras Estas experiencias contradijeron la hipótesis de Mary de
que gastar grandes cantidades de dinero era, intrínsecamente, más gra
tificante que las actividades menos costosas Esto no dejó ningún lugar
a dudas de que sus estados anímicos no estaban relacionados, realmen
te, con su monedero Se dio cuenta de que algunas de las mayores
fuentes de satisfacción eran absolutamente gratuitas
Esto no es precisamente una idea novedosa o revolucionaria En
ocasiones, redescubrir una vieja verdad puede influir notablemente en
sus perspectivas y en su autoestima
Satisfacción
1 ___________________________________________________________
2 ______________________________________________________________
176
Anote aquí sus ideas sobre cómo podría Susan contrarrestar su pen
samiento negativo
177
sa puntualmente y no tuviera que supervisar esta transfusión. Puedo
trasladar mi queja al banco de sangre por la entrega tardía y los proble
mas que eso me causó. Les puedo pedir que garanticen el suministro de
leucocitos por la mañana».
Cuando le propuse esta respuesta racional, Susan se volvió extre
madamente defensiva. Insistía en que una llamada al laboratorio «no
sería nada beneficiosa». Su reacción me sorprendió un poco. Le señalé
que había trabajado en el laboratorio clínico de un hospital cuando era
estudiante de medicina y que siempre intentábamos satisfacer las nece
sidades de las enfermeras y de los médicos que cuidaban a los pacien
tes. Me preguntaba si ella no podría estar infravalorando su capacidad
de influencia como enfermera titular. También señalé que a veces ayu
da expresar tus sentimientos — de forma educada pero franca— , inclu
so aunque ello no comporte cambios reales. Pregunté a Susan si desea
ba aprender a expresar sus sentimientos de un modo más eficaz.
Susan se enfadó todavía más e insistió en que yo «no la compren
día». Afirmó que no quería tratar más ese tema. Tras la sesión me sen
tí derrotado y pensé que había perdido el tren. Sin embargo, también
existía la posibilidad de que hubiera dado con el objetivo y que Susan
fuera muy reacia a cambiar por razones de momento desconocidas.
A la semana siguiente, Susan me dijo que había escuchado dos ve
ces la cinta de nuestra sesión y que había releído los capítulos de Sen
tirse bien dedicados a cómo manejar las críticas y la rabia. Había es
crito algunas notas, de las que he seleccionado con su perm iso, las
siguientes:
178
mantengo exteriormente muy tranquila. Posteriormente, me siento muy
abatida y decepcionada. Asumo toda la culpa de todo aquello que pueda
haber alterado a la otra persona.
Habitualmente me disculpo y garantizo que me haré cargo del proble
ma. Ésta es mi forma de reacción más habitual ante compañeros de traba
jo o padres de pacientes furiosos. Al final me acaba doliendo la mandíbula
por apretar tanto los dientes.
Hace poco me he dado cuenta de que puedo perder el control si me to
mo la licencia de enfadarme. Temo dañar físicamente a alguien si no con
trolo estrictamente mis emociones. A menudo me siento como si deseara
sacudir de lo lindo a alguien. Estos impulsos me dan pánico y me avergüen
zo de ellos. Me siento como si mereciera ser castigada.
Estoy de acuerdo con usted en que consiento que me pasen determina
das cosas y en que no me esfuerzo en absoluto en cambiarlas. Tengo unas
perspectivas bastante fatalistas. Cuando alguien me trata mal, se refuerza
mi creencia de que no merezco nada mejor.
179
Iras este cambio de impresiones, decidimos completar el analisis de
sus pensamientos negativos sobre el banco de sangre
El tercer pensamiento automático de Susan era «Probablemente me
mostré incompetente al no llamar antes al banco de sangre»
¿Cuáles son las distorsiones de este pensamiento7
1 ___________________________________________________________
2 _________________________________________________________
3 _______________________ ___________________________________
Respuesta como puede ver, ésta es otra afirmación hipotética del ti
po «debería» También constituye un ejemplo de «predicción», dado que
Susan espera de sí misma ser capaz de prever los errores de las demás
personas La tercera distorsión consiste en la «personalización», puesto
que inmediatamente se culpa a sí misma del error del banco Parece que
Susan dirige los «debería» tanto hacia su interior, sintiéndose culpable,
como hacia afuera, culpabilizando al mundo Cuando se culpa a sí mis
ma se odia y se siente culpable e incompetente Cuando culpa al mundo
se siente frustrada y furiosa Sea como fuere, la vida se vuelve extrema
damente ingrata y agotadora Dado que su trabajo como enfermera im
plica múltiples inconvenientes y desencantos, |no es de extrañar que es
te tan «quemada»1¿Qué respuesta racional propondría usted7
180
1 __________________________________________________ - ______ -
2 ___________________________________________________
3 ___________________________________________________________
181
nerviosa. Susan fue capaz de generar una respuesta racional mejor: «La
doctora Jones se siente, probablemente, tensa y frustrada por la situación,
como me ocurre a mí, y solamente se está desahogando un poco. Quizá
necesitemos hablar de todo ello y debamos intentar aclarar las cosas».
Modificar sus pensamientos automáticos por medio del diario de
estados anímicos redujo en gran medida la sensación de culpa y frus
tración que Susan estaba sintiendo. Posteriormente hablamos sobre có
mo Susan podía comunicarse de modo más eficaz en situaciones pare
cidas a ésta. Por supuesto que cierta dosis de fastidio es totalmente
normal. No es realista esperar que la terapia cognitiva — o cualquier
modalidad terapéutica— pueda eliminar todos sus sentimientos negati
vos. A veces es adecuado decirles a las personas cómo nos sentimos.
Los cinco principios de la buena comunicación serán descritos con to
do lujo de detalles en el capítulo 19, si bien podemos abordar este te
ma, brevemente, aquí. ¿Qué podría decirle Susan a los responsables del
banco de sangre y a la doctora Jones? Anote aquí sus ideas:
Respuesta: a las personas del banco de sangre les podría decir algo
parecido a esto: «Me sentí incómoda cuando se nos informó del sumi
nistro de leucocitos a las tres de la tarde del domingo. Esto significa que
algún miembro del turno de día ha de permanecer más tiempo del que le
corresponde para su administración. Esto resulta desmoralizante, pues
to que todo el personal desea acabar a su hora. ¿Sería posible que se nos
notificara por la mañana la petición de una transfusión de leucocitos?».
Esta declaración tiene las siguientes características: a) ella expresa
sus sentimientos negativos de forma directa y sincera. Sin embargo,
procede con tacto cuando dice: «Me sentí incómoda...»; b) a los res
ponsables del banco de sangre les dice, específicamente, lo que desea
que hagan de modo diferente, de tal manera que no parece una protes
ta típica. Aunque no existen garantías de que vaya a obtener una res
puesta amistosa y cooperativa, al menos sentirá que se está defendien
do de un modo digno y profesional en lugar de reaccionar como una
víctima enfadada y resentida.
182
¿Qué podría decir Susan cuando la doctora Jones se queja y despo
trica contra todo? Anote aquí sus ideas:
184
Frank relataba que estos sentimientos de fastidio no se limitaban
exclusivamente a su vuelta casa del trabajo: «Me pongo nervioso cuan
do veo sus cosas en el botiquín. Nos hemos trasladado a un pequeño
apartamento y no nos sobra espacio. Esta mañana no pude encontrar la
pasta de dientes y dije: “¿Dónde demonios ha metido la pasta de dien
tes?” . Entonces la vi justo delante mío, sobre el lavabo».
«Cuando salimos con amigos, tengo muchas fantasías sobre mante
ner relaciones sexuales con otras mujeres. Me siento atrapado, como si
mi independencia me hubiera sido robada. Flacía cinco años que no vi
vía con nadie. Siento que deseo hacer el amor con otra mujer sólo para
demostrarme que puedo ser libre.»
Frank comentó que cuando llega a casa del trabajo tiene los siguien
tes sentimientos: «enfadado: 75; atrapado: 75; ansioso: 80; frustrado:
80». Le pedí que anotara los pensamientos automáticos asociados a esos
sentimientos. Eran los siguientes:
185
También espera que Fran lea sus pensamientos. Desea que ella res
pete su necesidad de estar solo, pero rehúsa obstinadamente decirle que
se siente de esta manera. Por supuesto que no le puede decir que necesi
ta algo de tiempo para sí mismo cuando llega a casa por la noche, por
que eso sería admitir una derrota y un fracaso. Debería admitir que su
matrimonio es más «común» y menos «especial» de lo que cabría es
perar. Me resulta fascinante constatar cómo nuestros deseos de perfec
ción nos condenan, a menudo, al sufrimiento y a la soledad.
Frank no tuvo grandes dificultades a la hora de dar cumplida répli
ca a sus pensamientos negativos. Analicemos el primero. Cuando Fran
se le acerca, él se dice a sí mismo: «No me debería molestar». ¿Qué
distorsiones detecta en este pensamiento?
1. _____________________________________________________
2 . __________________________________________________________________________
3. _________________________________________________________
4.
186
tenciones son buenas. Es posible que se sienta insegura y desee un po
co de cariño. Es una reacción normal».
¿Qué distorsión caracteriza el segundo pensamiento de Frank: «De
bería desearla sexualmente justo en ese momento... y siempre»? Anote
aquí sus ideas:
1.
2. ________________________________________________________________________________________________________________
187
poi Fran siempre. ¿Por qué sería esto un motivo de preocupación para
usted? ¿Qué significaría para usted?».
188
Una de las ventajas de abandonar la expectativa de la eterna feli
cidad y de un matrimonio siempre apasionado consiste en que será li
bre para comunicarse más abiertamente con Fran. Él le puede expli
car cómo se siente cuando vuelve a casa por la noche y pueden
comentar el tiempo que piensan dedicar a actividades compartidas. De
masiada unión puede llegar a arruinar un matrimonio. Los sentimientos
engañosos de Frank son, sencillamente, su personal manera de recordar
que necesita cierto tiempo para sí mismo y que Fran y él deben discu
tir estos aspectos. Fran puede comprender que Frank desee relajarse
solo, durante un tiempo, cuando llega a casa después de una jornada
dura en el despacho. Es posible que concuerde en que no tienen que
pasar cada minuto de sus vidas juntos. Quizá decidan dedicar una no
che o dos a la semana a actividades individuales. Quizá deseen pasar
de vez en cuando un fin de semana separados. Se trata de negociar un
equilibrio que satisfaga a ambos. Frank deberá ceder en alguna de sus
expectativas desmesuradas de lo que es su matrimonio. Deberá tragar
se parte de su orgullo y olvidarse de la idea de que su relación con
Fran debe ser perfecta y apasionante a cada instante. Cuando abando
ne su objetivo de una relación ideal, quizá descubra las recompensas
de una relación auténtica.
Frank y Fran se podrían beneficiar de las pautas de comunicación
descritas en la cuarta parte del libro. Él debe aprender a compartir sus
sentimientos negativos de forma más abierta con Fran. La capacidad de
poner al descubierto sentimientos heridos o vulnerables rara vez es se
ñal de fracaso matrimonial; antes bien, constituye el significado auténti
co de la verdadera intimidad. Comprender este hecho puede requerir
una transformación de los valores fundamentales de Frank, puesto que
ya no considerará que sus emociones negativas son algo malo. Comen
zará a verlas como un camino hacia el reconocimiento más profundo de
su singularidad y de aquello que comparte con el resto de la humanidad.
189
Antes de venir a mi consulta en busca de tratamiento, George había
sido tratado sin éxito, farmacológica y psicoterapéuticamente, por un
psiquiatra próximo a su casa. Dado que los resultados no fueron satis
factorios, George fue hospitalizado durante tres semanas. Una enfer
mera de la sala le entregó un ejemplar de Sentirse bien. George experi
mentó una importante mejora anímica cuando lo leyó y realizó algunos
ejercicios del libro. Cuando le dieron el alta llamó a mi consulta, pues
to que estaba todavía depresivo.
Los análisis efectuados en mi consulta indicaron que George padecía
una «depresión biológica» grave: su nivel sérico de cortisol era clara
mente anormal. Su tratamiento fue especialmente interesante, ya que in
dica que los pensamientos negativos irracionales también tienen lugar en
las depresiones llamadas «químicas». Ayudando a George a contrarrestar
esos pensamientos negativos se aliviaron sus sentimientos de impotencia
y desesperación. Ello puede tener una importancia terapéutica decisiva
mientras se intenta encontrar el tratamiento antidepresivo más eficaz.
Durante una de las últimas sesiones, George me mostró veinte pen
samientos tristes que había anotado, como deberes, entre sesiones.
La lista incluía algunos de los siguientes:
1. _________________ .________________________________________ _
2 . ____________________________________________________________________________________
190
3
4.
1 . ___________________________________________________________
2. __________________________________________________________________________
3 . ___________________________________________________________
191
Respuesta en primer lugar, está «descartando lo positivo», dado que
existen datos concluyentes de que si quiere a sus hijos y ninguno que con
firme que sus hijos le temen Así, por ejemplo, cuando se encontro con su
mujer y sus hijos en la sala de espera despues de la ultima sesión, estos
salieron corriendo en su busqueda Uno se abrazó a su pierna y el otro
saltó a sus brazos y le comenzó a hablar lleno de entusiasmo A conti
nuación, cogio al niño que seguía agarrado a su pierna y permaneció
con ambos hijos, uno en cada brazo, mientras se le humedecían los ojos
No cabía ninguna duda de que aquellos niños estaban absolutamente en
cantados de estar con él (Esto no confirmaba, en absoluto, la creencia
de que le tenían miedo o que le odiaban' Además, 6por qué iba un hom
bre que no quería a sus hijos sollozar por ellos9 Las lágrimas de George
dejaban claro que sentía un gran afecto por ellos, probablem ente mas
afecto del que sienten el 99 % de los padres de Filadelfia'
Otra distorsión de su pensamiento negativo era el «razonamiento
emocional» George decía «Si no siento amor en cada minuto es que
no les quiero» Pero resulta enormemente difícil sentir cualquier emo
ción positiva, como son el amor o la felicidad, cuando uno está severa
mente deprimido Afortunadamente, esos sentimientos positivos vuel
ven cuando desaparece la depresión
En último lugar, George era víctima de las afirmaciones hipotéticas
del tipo «debería» Se esta diciendo a sí mismo que debería desear
siempre estar con sus hijos y que nunca debería sentirse nervioso o en
fadado con ellos Aunque un padre ideal e imaginario quiza se com
porte de esta manera, no ocurre lo mismo con los padres reales
Los mismos dos métodos — comprobar los hechos y la técnica del
doble nivel de exigencia— ayudaron a George a cambiar su segundo
pensamiento negativo Fue capaz de verse como un padre afectuoso y
comprometido aunque no siempre se sentía de ese modo cuando estaba
deprimido Aunque esta conclusión le puede parecer obvia, constituyo
un alivio considerable para George
A modo de ejercicio, vea si puede identificar las distorsiones de uno
de las cinco pensamientos automáticos restantes de George A conti
nuación, intente sustituirlos por una respuesta racional efectiva utili
zando uno, o mas, de los métodos descritos en la lista de la página 143
Las respuestas que dio George se pueden encontrar en el «diario de es
tados anímicos» de la página 193 Como puede ver, micialmente creyó
todos sus pensamientos automáticos al 100 % Al plantearle respuestas
racionales convincentes, su confianza en cada uno de los pensamientos
automáticos disminuyo considerablemente y se sintió mucho mejor
Esta es la esencia de la terapia cogmtiva
192
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS
193
DIARIO DE ESTADOS ANIMICOS (continuación)
194
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
197
garaje o se repasan las cuentas? ¡Nunca se «sentirá» dispuesto a ello!
¡Son tareas aburridas y poco agradecidas!
Las personas que han tenido grandes éxitos saben que la motivación
no es lo primero; lo contrario sucede con la conducta productiva. Usted
debe sacar las cosas adelante comenzando alguna vez, se sienta dis
puesto a ello o no.
Cuando comience a vislumbrar los primeros frutos, ello le dará áni
mos para esforzarse incluso más. Cuando imparto clases u organizo ta
lleres me doy cuenta de que, cuando se acerca la hora de la preserva
ción, comienzo a sentirme fatal. Desearía no tener que pasar por todo
eso. La noche anterior me siento aterrorizado y desearía enfermar para
poder eludir dignamente la responsabilidad. Me imagino que no tengo
nada interesante que decir. La sola idea de ponerme delante de cente
nares de psicólogos y psiquiatras y hablar durante horas se me hace in
sufrible.
Poco después de comenzar a hablar, mis sentimientos comienzan a
ser otros. Constato la presencia de sonrisas llenas de afecto y caras re
ceptivas. Muchas de las personas parecen fascinadas por lo que estoy
contando. Cuando comienzan a hacer preguntas, mi entusiasmo va en
aumento. Al final de la presentación me siento agotado pero ansio el
momento de poder repetir la experiencia.
El mismo principio es válido independientemente del trabajo que se
lleve a cabo. Una vez se ha puesto en marcha resulta, casi siempre, mu
cho menos terrible de lo que había imaginado y se siente mucho más
dispuesto a proseguir la tarea.
El diagrama que se refleja a continuación demuestra cómo la con
ducta lleva a la motivación y ésta facilita las conductas posteriores.
ACCIÓN
i
MOTIVACIÓN
1
MÁS ACCIÓN
198
EL TEST DE LA POSTERGACIÓN*
2 = BASTAN TE
Este test describe las posturas que adoptan algunas
3 = MUCHO
< o
personas cuando aplazan aquello que deben hacer. Q
< o
Señale ( / ) la casilla que mejor describa sus senti Z <
II II
mientos: O
199
las personas de éxito se sienten siempre seguras de sí mismas y alcan
zan sus objetivos con facilidad sin tener que soportar frustración algu
na, dudas acerca de sí mismas o fracasos. Este modelo de cómo se al
canza el éxito es bastante poco realista. Lograr los objetivos que uno se
ha marcado resulta estresante. Habitualmente, tendrá que superar los
más diversos obstáculos y contratiempos a lo largo del camino. Si
piensa que la vida debería ser fácil y que las demás personas no tienen
que luchar, llegará a la conclusión de que algo «va mal» y abandonará
cuando las cosas se pongan difíciles. Tendrá una tolerancia a la frustra
ción tan baja que cualquier decepción se le hará insufrible.
Las personas altamente productivas suelen tener un esquema inter
no de cómo se llega al éxito. Parten de la base de que la vida puede ser
frustrante y de que se encontrarán con muchas negativas y con muchos
fracasos de camino al éxito. Cuando tropiezan con esos obstáculos pien
san, simplemente, que las cosas son como son y persisten en su lucha.
Aceptan la situación con renovado espíritu de determinación y respon
sabilidad.
Mi hija no ponía demasiado interés en estudiar su libro de química
en su segundo curso en el instituto y apenas sacaba una «C» en sus
controles. Aunque se le'a cada capítulo una vez, no persistía ni le dedi
caba las horas necesarias para dominar la materia. Cada vez que abría
el libro para estudiar se sentía frustrada porque no entendía gran parte
de lo que leía. En consecuencia, dejó de estudiar hasta la noche previa
al examen.
Su modelo de cómo lograr el éxito era el problema. No había pues
to nunca en duda la creencia de que la materia debería de ser fácil. Le
expliqué que a menudo yo también tenía dificultades a la hora de
aprender las cosas y que sencillamente le dedicaba mucho tiempo ex
tra y le echaba grandes dosis de voluntad. Al principio no aceptó esa
explicación. Pensaba que sólo lo decía para quedar bien. Entonces le
mostré un capítulo de un libro de estadística que estuve estudiando
durante todo un año y que seguía sin comprender del todo. Ella misma
podía constatar lo gastadas y subrayadas que estaban las páginas. Le
dije que la lentitud de mis progresos no me frustraba porque cada vez
que leía el capítulo aprendía algo nuevo y que estaba orgulloso de
lo que había logrado aprender por mi cuenta. Cuando aceptó esa ex
plicación comenzó a considerar la química como un desafío más que
como un enemigo. Su estado anímico y sus hábitos de estudio m ejora
ron considerablemente.
200
3. Miedo al fracaso. Aunque a menudo consideramos a las perso
nas que van postergando las cosas «vagas» e «irresponsables», el proble
ma real es, a veces, todo lo contrario: es posible que el éxito sea exce
sivamente importante para usted. Antes de correr el riesgo de fracasar,
no hace absolutamente nada.
Las personas que tienen miedo al fracaso a menudo basan su auto
estima en sus logros. Si fracasa en su trabajo es posible que se sienta
como un ser humano fracasado. Esto convierte el intento en algo de
masiado arriesgado. Es demasiado lo que está en juego.
Ted había adquirido una pequeña fábrica de chocolate de renombre,
cerca de Chicago, que había sido gestionada como una empresa fam i
liar. Aunque la empresa no tenía pérdidas, parecía que con esfuerzo po
dría crecer y ser rentable. Ted, sin embargo, estaba descuidando el ne
gocio. En lugar de acudir por la mañana a la oficina se entretenía en
casa o hacía recados de escasa importancia.
Ted me contó que tenía mucho miedo a fracasar. Era la primera vez
en su vida que montaba su propia empresa; hasta entonces siempre ha
bía trabajado en multinacionales. Durante una sesión exploré el miedo
al fracaso de Ted.
espantoso?
h i j o : Ninguno de los padres que conozco tiene estos problemas. Todos
tienen éxito en su trabajo. ¿Por qué tú no? ¿Qué pensarán los demás
de nosotros?
p a d r e : A mí me interesaría más saber lo que tú piensas de mí. Pareces
204
PERFECCIONISMO VERSUS BÚSQUEDA SANA DE
LO EXCEPCIONAL*
205
trabajaba para una empresa de informática me comentó que, durante
más de dos años, se había refugiado en su oficina, sin hacer práctica
mente otra cosa que no fuera arreglarse las uñas, hacer llamadas telefó
nicas personales y leer revistas. Temía que su jefe se enterase de su es
caso rendimiento y la despidiera. Deseaba que yo le ayudara a ser más
productiva.
Deseaba conocer su idea de lo que significaba «volverse más pro
ductiva». Observe lo reacia que es a la hora de valorar algún aspecto
positivo de lo que hace:
206
He incluido este diálogo para ilustrar la tendencia tremendamente
persistente de Susan a menospreciarse. ¿Lo hace usted también alguna
vez? ¿Se dice a sí mismo que su esfuerzo y sus logros no valen nada?
Si es así, se sentirá abatido por mucho empeño que ponga y se sentirá
poco valorado y desmotivado.
Habitualmente nos referimos a las recompensas como algo que vie
ne de afuera. Un cumplido por un trabajo bien hecho hace que nos sin
tamos bien. Obtener una calificación muy buena en un examen o reali
zar una venta a un cliente difícil puede resultar altamente motivador.
Pero, en última instancia, todas las recompensas deben proceder de su
interior. Sólo sus pensamientos pueden hacer que se sienta bien o mal.
Si no se atribuye nunca ningún mérito sentirá que jam ás podrá hacer
algo suficientemente bien para sentirse satisfecho consigo mismo y,
por lo tanto, no tiene sentido alguno comenzar. ¿Por qué seguir golpeán
dose la cabeza contra la pared?
207
mientos diga: «No debería tener el escritorio desordenado». ¿Es un
«debería legal»? Evidentemente no, a no ser que exista alguna ley que
prohíba los escritorios desordenados. ¿Es un «debería atribuible a las
leyes del universo»? Evidentemente tampoco, dado que no existe nin
guna ley de la naturaleza que diga que las personas con escritorios des
ordenados acabarán ordenándolos de inmediato.
Dado que no se trata de un «debería moral», de un «debería legal»
ni de un «debería atribuible a las leyes de la naturaleza», la palabra
«debería» no parece la más adecuada para la ocasión. Cuando afirma:
«Debería ordenar mi escritorio», supongo que lo que realmente quiere
decir es: «Sería ventajoso para mí ordenar el escritorio». Pero enton
ces, ¿por qué no pensar en ello, simplemente, de esa manera? Olvídese
de la palabra «debería». Cada vez que se diga a sí mismo: «Realmente
debería hacer X o Y», cámbielo por: «Me convendría hacer X o Y».
Dado que esto no suena tan moralista, impedirá que se sienta rebelde y
culpable.
Esto se basa, evidentemente, en el supuesto de que usted le haya da
do vueltas al asunto y haya decidido que es realmente importante para
usted tener su escritorio ordenado. Es posible que se dé cuenta de que
no existe ninguna razón imperiosa para tener el escritorio ordenado.
Uno de mis amigos de la universidad se vanagloriaba de tener una de
las habitaciones más impresentables del campus. Papeles y prendas de
ropa estaban desparramadas por toda la habitación formando una espe
sa capa en lo que parecía el caos más absoluto. Decía que la gente no
paraba de decirle que pusiera algo de orden, pero él decía que estaba
organizada y que le gustaba tal cual. Decía saber dónde estaba cada co
sa, aunque a los demás les pareciera la selva. Era, ciertamente, un estu
diante brillante y la persona más organizada que he conocido nunca. El
desorden de su habitación no constituyó jamás un problema para él.
Quizá tampoco sea un problema para usted ir postergando las cosas.
De hecho, posiblemente se las haya apañado la mar de bien, durante
mucho tiempo, con el escritorio tal como está. Dejarlo impecable le ro
bará mucho tiempo y generará ansiedad, y probablemente tenga cosas
mejores que hacer. Y si, finalmente, acaba poniendo orden en su escri
torio, volverá a desordenarse al cabo de nada. Recuerde que correspon
de a determinada categoría tener el escritorio desordenado y, en caso de
dejarlo impecable, los demás podrían comenzar a esperar más de usted.
Esto le someterá a una presión tremenda. Un escritorio caótico les re
cordará que usted es una persona bastante desorganizada y es posible
que usted pueda sacar tajada de ello.
208
Además, es posible que exista alguna persona con la que esté m o
lesto, que se altere cada vez que ve su escritorio. El mantenimiento del
desorden le puede transmitir, indirectamente, que está molesto con él
sin hacerlo demasiado explícito. De esta forma, no tendrá que afrontar
lo directamente con sus sentimientos. Puede evitar una discusión o una
pelea, lo que podría ser muy desagradable para ambos.
¿Desea ordenar todavía el escritorio en vista de todas estas razones
que abogan por no hacerlo? En caso de que así sea, necesitará algunos
motivos muy convincentes para hacerlo. ¿Cuáles son? Recuerde esos mo
tivos y sabrá por qué lo está ordenando. Entonces lo hará porque desea
hacerlo y no porque piensa que «debería».
209
sacuerdo o la crítica. A lo mejor teme decir que no y correr el riesgo de
que alguien se enfade con usted. Entonces, es posible que demore algo
y se ponga ansioso sólo con pensar que lo debe llevar a cabo. Podría
considerar su tendencia a la postergación como una manera de decla
rarse en huelga.
Existen, por supuesto, momentos en los que hacemos cosas que no
nos apetecen para ayudar a los demás, pero esta amabilidad puede ser
desmesurada si siente que siempre debe decir que «sí» y complacer a
todo el mundo. Se compromete así en exceso y va aplazando las obli
gaciones asumidas en lugar de decirles clara y directamente a las per
sonas cómo se siente al respecto.
10. Falta de deseo. Este último motivo por el que las personas
postergan puede parecer ridiculamente obvio, pero es el más frecuente
de todos. A veces aplaza sus decisiones porque simplemente no desea
hacer aquello que aplaza. La mayoría de «postergadores» no son cons
cientes de ello. Lo único que saben es que existe una tarea que sienten,
vagamente, que deben realizar pero que les resulta terriblemente incó
moda de afrontar cuando llega la hora de la verdad, para acabar deci
diendo, finalmente, hacer cualquier otra cosa. En lugar de decirse a sí
mismo que no le apetecía hacerlo y admitir que tomó esa decisión de
forma consciente, actúa como si un halo misterioso rodeara todo el
proceso. Usted piensa: «Bueno, soy realmente un “cantamañanas”. De
210
bo de ser un holgazán. Por eso no acomprobé las cuentas [estudié, or
dené el escritorio o segué el césped]». Pero eso no es más que palabre
ría. El motivo auténtico por el cual no lo hizo fue porque ¡simplemen
te no deseaba hacerlo!
Ahora quizá diga: «Bueno, ¿y qué? ¡Todo el mundo sabe esto!». No
obstante, admitir que usted no desea hacer algo puede constituir una re
flexión muy útil. Una vez se da cuenta de por qué aplaza sus decisio
nes, el problema adquiere otra dimensión. Si posterga, pregúntese por
qué lo hace. Tendrá sus motivos, seguro.
Quizá aplace alguna tarea por no considerarla del todo prioritaria. Us
ted siente que sería un error por su parte hacerlo, mientras que, en su fue
ro interno, quizá no quiera o no necesite hacerlo. Es posible que su fami
lia, sus amigos o su jefe le hayan animado a luchar por un objetivo que a
usted no le va ni le viene o para el que no se siente preparado. Quizá no
es lo más apropiado para usted, pero no lo ha admitido ante sí mismo. En
lugar de reconocer el hecho de que esa tarea no es la más adecuada para
usted, la va posponiendo mientras se convence de que «debería» hacer
la o que es «obligado» hacerla. Entonces usted se siente molesto consi
go mismo y se pone ansioso. Su tendencia a la postergación puede cons
tituir, realmente, una respuesta cabal a la que debe prestar atención.
Poco tiempo después de la publicación de Sentirse bien, conseguí el
contrato para El manual de ejercicios de Sentirse bien. No obstante, no
me sentí preparado para escribir el libro. Me obligué a escribir unos
cuantos capítulos, pero el texto resultaba denso y el contenido aburri
do. No tenía muy claro que tuviera algo novedoso o interesante que de
cir y me parecía que había agotado el temario en Sentirse bien. Ade
más, no me podía imaginar una configuración del Manual que me
ilusionara. Esta situación la estuve arrastrando durante años. Mi editor
me llamaba o escribía de vez en cuando para informarme de lo bien
que marchaba Sentirse bien y preguntando sobre el nuevo Manual.
Una noche, de repente, me di cuenta de que había llegado el mo
mento de escribir el M anual, durante años había estado impartiendo
clases, tratando pacientes e investigando y había aprendido muchas
cosas que deseaba compartir con los lectores. También caí en la cuen
ta de que probablemente había muchas personas que agradecerían sa
ber algo más sobre cómo liberarse de los estados anímicos depresivos
o ansiosos. Me sentí rebosante de nuevas ideas y redacté rápidamente
un borrador del Manual. La experiencia de escribirlo fue apasionante
y me sentí feliz de haber pospuesto el proyecto hasta sentirme prepa
rado para escribirlo.
211
10
213
Primer paso: análisis de coste-beneficio
1 . ___________________________________________________________
2.
3.
4.
5.
214
abandonar esa tendencia. Usted necesitará unos cuantos motivos real
mente poderosos para querer cambiar. Si reflexiona a fondo sobre las
ventajas que conlleva postergar las cosas, cada vez será más consciente
de por qué actúa de esa manera. Usted se despierta y se dice a sí mismo:
«Hoy comenzaré a hacer X, de veras». «X» podría ser ponerse a dieta,
ordenar el escritorio o cualquier otra tarea que hubiera ido postergando.
Al final del día, se da cuenta de que no ha seguido el plan previsto. En
lugar de controlar su dieta se ha atiborrado. Su escritorio está más caó
tico incluso. Todavía no ha abierto un libro para estudiar ni ha acudido
a una entrevista de trabajo. Se siente frustrado y furioso consigo mismo
y se pregunta por qué se comporta de forma tan irracional. Sin duda al
guna, tendrá muchas y poderosas razones para aplazar sus obligaciones.
Es posible que decida que no quiere cambiar. ¿Recuerda esa dis
yuntiva, del capítulo anterior, de que la postergación puede ser saluda
ble en ocasiones? Usted hace algo, va a la universidad o vende seguros
de vida porque piensa que eso es lo que debería estar haciendo. Todo el
mundo le presiona para que lo haga, pero en su fuero interno no es eso
realmente lo que desea hacer. Quizá hace novillos o evita estudiar por
que no quiere ir a la universidad en ese momento. Quizá desea tomarse
un año sabático, vagabundear un poco y pensar qué es lo que desea ha
cer realmente con su vida. En dos ocasiones dejé la facultad de medici
na durante un año porque no estaba seguro de si quería ser médico. No
hice los cursos preparatorios para la carrera de medicina en el instituto
y sólo quería estudiar esa carrera si podía ser psiquiatra. No lo pasé
bien en la facultad de medicina y muchas veces no le veía demasiado
sentido a todo ese rollo. Aquellos años sabáticos me ayudaron a entrar
en contacto con lo que quería hacer realmente en mi vida y adquirí un
sentido de la responsabilidad mucho más profundo que el que había te
nido antes.
¿Se le ocurren algunas desventajas de ir postergando la tarea que ha
elegido? Usted se puede sentir culpable; estar harto de toda esa gente
que le critica; no disfrutar la satisfacción de completar la tarea. Anote
aquí las desventajas de ir postergando sus obligaciones:
1 . ___________________________________________________________
2.
215
Ahora, compare las ventajas de ir postergando las cosas con las des
ventajas. Pregúntese a sí mismo si dominan los costes o los beneficios
cuando aplaza sus tareas. El hombre cuyo análisis de coste-beneficio
está representado en la página siguiente postergaba la limpieza de su
escritorio. Decidió que las desventajas de postergar superaban a las
ventajas por un margen de 60 a 40.
A continuación, efectúe una lista similar de las ventajas y desventajas
que comporta iniciar la tarea hoy, Observe que no digo «alguna vez».
Observe, también, que le he pedido que anote las ventajas y desventajas
de iniciar, no de finalizar la tarea. Éste es un detalle importante, puesto
que la tarea puede resultar abrumadora. Mientras estuve escribiendo este
libro, se fueron amontonando muchos papeles en mi despacho. No me
tomé el tiempo necesario para ir archivándolo todo sobre la marcha. Cal
culé que necesitaría al menos cinco horas para arreglarlo todo y poner or
den. Cuando decidí comenzar, hice muy poca cosa al principio. A partir
de entonces, fui dedicándome un rato cada día durante varias semanas.
De esta forma la tarea no se hacía tan pesada. Si me hubiera propuesto ha
cerlo todo de golpe, quizás aún no hubiera empezado.
Piense en las ventajas que conlleva comenzar hoy con la tarea que
ha ido posponiendo: su autoestima crecerá; la gente le dejará en paz y
le respetará más; su estado de ánimo puede mejorar considerablemen
te; se sentirá mucho más motivado una vez haya comenzado. Anote las
ventajas de comenzar hoy:
POSTERGACIÓN
ANÁLISIS DE COSTE-BENEFICIO
Ventajas Desventajas
1. Puedo hacer otra cosa que deseo 1. Me siento culpable cada vez que
hacer. la veo.
(40)-------‘-------(ó o )
R e s u l t a d o : Compare las ventajas y las desventajas de la postergación en
una escala de 0 a 100 y anote el resultado en los círculos correspondientes.
POSTERGACION
ANÁLISIS DE COSTE-BENEFICIO (c o n tin u a c ió n )
Ventajas Desventajas
Las desventajas de comenzar hoy podrían ser: la tarea puede ser di
ficultosa; se puede sentir frustrado y nervioso; se puede sentir obligado
a hacer más todavía, una vez ha comenzado; corre el riesgo de fracasar;
las personas se pueden enfadar con usted si no realiza un buen trabajo;
no podrá disponer de ese tiempo para hacer algo más divertido. Anote
aquí las desventajas que comporta comenzar hoy mismo:
1. _
2 . __
3.
218
4.
5.
219
Segundo paso: organizar un plan
¿Ha decidido que las ventajas de comenzar hoy superan a las des
ventajas? Si esto es así, deseo saber exactamente a qué hora piensa co
menzar. Anote aquí la hora:
220
llamara a mi consulta a una hora convenida y me informara, tanto si ha
realizado la tarea como si ha rehusado obstinadamente llevarla a cabo.
Este modo de proceder puede parecer ofensivo y poco delicado, pe
ro he constatado que cuando una persona se compromete a comenzar a
una hora determinada, la probabilidad de tener éxito aumenta conside
rablemente.
Si no había anotado una hora concreta cuando se lo pedí unos pá
rrafos más atrás, le doy aquí otra oportunidad:
221
4. «Podría decidir anotar de forma espontánea, durante una hora, algu
nas ideas independientemente de lo valiosas que me parezcan. Lue
go me sentiré orgulloso de ello.»
Problemas Soluciones
1___________________________ 1-------------------------------
2 ___________________________________________________________________ 2 . ________________________________________________
3 . __________________________3 . ___________________
Usted puede convertir una tarea difícil en algo fácil si se fija unas
metas puntuales y realistas en lugar de marcarse objetivos grandiosos y
utópicos.
A lo mejor piensa que si la primera frase de su artículo no constitu
ye una obra maestra de la prosa moderna, el artículo será un desastre.
Estas expectativas ejercen una presión enorme y acabará no haciendo
nada. ¿Por qué no intenta más bien escribir una primera frase «correc
ta»? Esto será mucho más fácil y, ¡por fin!, habrá comenzado. Una vez
construida una frase «correcta» podrá añadir otra y otra hasta comple
tar un párrafo o toda una página «correcta». Al día siguiente podrá rea
lizar una corrección «correcta» y sacarle, incluso, más partido al ar
tículo. A menudo las cosas me van mejor cuando no me marco metas
especialmente ambiciosas. Lo mismo puede valer también para usted.
Otra manera de hacer que una tarea ardua parezca más llevadera
consiste en hacer sólo un poco cada vez. Usted se siente abrumado por
que se dice a sí mismo que debe realizar toda la tarea de golpe. En lu
gar de eso, divida esa tarea en sus componentes más pequeños y centre
su atención en uno de ellos.
El secreto consiste en centrarse en el aquí y ahora en lugar de preo
cuparse por todo aquello que tiene pendiente en el futuro. La vida
transcurre minuto a minuto y, por lo tanto, lo único que debe hacer en
cualquier momento es trabajar duro durante un minuto. ¿Eso no es tan
difícil, verdad?
Para dividir una tarea de envergadura en fragmentos pequeños exis
ten dos caminos diferentes. Uno consiste en abordar el trabajo paso a
paso. Si tiene que pintar el porche, el primer paso podría consistir en la
elección del color. El segundo paso, comprar la pintura en la ferretería.
El tercero, sacar la escalera al porche, y así progresivamente. Asegúre
se de que cada paso de la tarea sea suficientemente fácil de realizar.
La segunda manera de fraccionar una tarea consiste en trabajar a in
tervalos cortos. ¿Estaría dispuesto a dedicar hoy un máximo de quince
a treinta minutos de su tiempo a ese trabajo importante que ha ido pos
poniendo? Probablemente rechace esta sugerencia. Casi todos los
«postergadores» me dicen: «Esto será inútil. ¡No estudiaré fo haré mi
declaración de la renta] durante quince o treinta minutos solamente!
¡Esto sólo sería un grano de arena en el desierto comparado con todo lo
que tengo que hacer!».
Recuerde que nadie puede realizar mayor trabajo productivo en
quince o treinta minutos de lo que da de sí un período de quince o trein
ta minutos. Por lo tanto, ¡carece de sentido que se obligue a rendir más!
Claro que, una vez le haya dedicado a la tarea quince o treinta minutos,
nadie le puede impedir que le dedique otros tantos minutos. Cuando he
comenzado a meterme de lleno en una tarea difícil, me siento tan satis
fecho que van pasando las horas sin que me dé cuenta. Pero rara vez me
exijo trabajar más de quince minutos en cualquier circunstancia. Me di
go a mí mismo que todo lo que supere ese tiempo es un premio. Hay
que reconocer que esto es una manera de engañarse a uno mismo, pero
soy bastante crédulo y el método resulta sumamente eficaz. ¡Inténtelo!
Éstas son las ventajas de trabajar a intervalos cortos:
224
mental: no es posible cambiar su modo de pensar y de sentir si rehúsa
anotar sus pensamientos. Anote todos sus pensamientos negativos
acerca de la tarea que va postergando:
1. ___________________________________________________________
2.
3.
225
El segundo TIC dice: «Lo puedo dejar para más adelante, cuando
lenga ganas de hacerlo». ¿Consigue identificar la distorsión de este pen
samiento? Compruebe la lista de la página 235 y anote aquí sus ideas.
227
LA TÉCNICA TIC-TOC (continuación)
Podría reemplazarlo por este TOC: «Me parece que anotar mis pen
samientos negativos no va a servir de gran cosa, pero no lo sabré hasta
228
T IC ’s Distorsiones TO C ’s
229
que lo intente. ¡Quizás el método funcione y sólo tardaré unos pocos
minutos en saberlo!».
A continuación, escriba sus pensamientos negativos acerca del tra
bajo que ha ido posponiendo en la columna de la izquierda de la hoja
en blanco que figura al final de este capítulo. Trate de identificar las
distorsiones de estos pensamientos y reemplácelos por pensamientos
más positivos y realistas en la columna de la derecha. ¡Le sorprenderá
lo útil que puede llegar a ser esto!
Una vez haya comenzado una tarea que había estado evitando, es
importante que usted se reconozca sus méritos en lugar de infravalorar
sus esfuerzos. Una recompensa mental estimulará su motivación. Una
ama de casa me contó que trabajaba como una posesa todo el día. Al fi
nal de la jornada se desesperaba de todas aquellas cosas que habían
quedado fuera de su atiborrada agenda. ¡Esto le hacía sentirse como si
no hubiera hecho nada en todo ese tiem po! Se sentía totalmente agota
da y nada recompensada. Le sugerí que hiciera una lista de todas aque
llas cosas que hacía a lo largo del día. La simple comprobación de esta
lista al final de la jornada le haría sentirse mejor porque le permitiría
constatar la cantidad de cosas que había hecho.
Supongamos que, aun así, continúa sintiéndose incompetente y des
graciada a pesar de todas las tareas que realiza al cabo del día. ¿Cuál
sería, según su criterio, el auténtico problema? Usted es el psiquiatra y
anota aquí su diagnóstico. ¿Por qué se siente «acabada» cada día?
230
Esto puede tener algunas ventajas. Le protege de intentar hacer algo
nuevo y arriesgarse a fracasar. Ser una ama de casa infeliz pero perfec
cionista y consciente de sus deberes es mucho menos aventurado. Pero
al mismo tiempo, la vida se convierte en triste rutina y el resentimiento
y la infelicidad crónica que arrastra pueden socavar su matrimonio.
Quizá se pregunte cómo puede saber si sus objetivos son los ade
cuados para usted. Le diría que si siente ilusión y cierto compromiso
con lo que está haciendo, está yendo por el buen camino. Esto no sig
nifica que deba sentirse siempre eufórico y exultante. La persecución
de cualquier objetivo implica grandes dosis de duro trabajo y muchas
frustraciones a lo largo del camino. Pero si sabe por qué y para qué lo
hace, valorará ese esfuerzo desde otra perspectiva. Es esto a lo que me
refería con la expresión «un esfuerzo de amor». Su malestar resulta si
milar al dolor que comporta el trabajo porque está ayudando a generar
su propio destino.
Pasemos a resumir los cinco pasos hacia una mayor productividad:
en primer lugar, elija una tarea específica que haya ido postergando y
efectúe un análisis de coste-beneficio. Esto le ayudará a decidir si de
sea realmente emprender la tarea. Muchas personas reaccionan visce
ralmente y se dicen a sí mismas «debería hacer esto», «debería hacer
aquello», cuando no se sienten en absoluto comprometidos. A lo mejor
descubre que su tendencia a la postergación no es tan mala costumbre,
sino, sencillamente, una manera de decirse a sí mismo — y al mundo—
que determinada actividad no va con usted. Deseará replantearse sus
prioridades en lugar de sentirse culpable.
El segundo paso consiste en decidir una hora concreta para comen
zar ese mismo día y anticipar las diversas posibilidades de autosabota-
je. Prepare un plan para combatir esas interferencias. El tercer paso
consiste en facilitar la tarea al máximo, ya sea fraccionándola en dife
rentes subtareas o ejecutándola durante períodos breves de tiempo. De
esta manera no parecerá tan agobiante. A continuación, utilice la técni
ca TIC-TOC para cambiar los pensamientos negativos que dan origen
a barreras emocionales como la culpa, la frustración y la ansiedad.
Finalmente, felicítese por sus logros en lugar de insistir en que sus
esfuerzos no son nunca suficientes. Cuando las cosas no salen tan bien
como se esperaba, puede aprender de la experiencia y avanzar en lugar
de tirar la toalla y considerarse un «fracasado».
POSTERGACIÓN
ANÁLISIS DE COSTE-BENEFICIO*
232
POSTERGACIÓN
ANÁLISIS DE COSTE-BENEFICIO (continuación)
233
LA TÉCNICA TIC-TOC*
234
LA TÉCNICA TIC-TOC (continuación)
1 Pensamiento del tipo todo o nada considera las cosas en términos absolutos, en ca
tegorías de blanco y negro
2 Sobregeneralizacion considera un acontecimiento negativo como una pauta infini
ta de frustraciones
3 Filtro mental piensa exclusivamente en lo negativo ignorando los hechos positivos
4 Descartar los hechos positivos hace hincapié en que sus logros o cualidades «no
cuentan»
5 Se precipita en sus conclusiones a) presagios supone que las personas reaccionan
de forma negativa hacia usted cuando no hay evidencia clara de que sea asi, b) pre
dicciones predice, arbitrariamente, que las cosas acabarán mal
6 Amplificación o mimmalizacion exagera las cosas de forma desproporcionada o
minimiza su importancia de modo inapropiado
7 Razonamiento emocional razona a partir de sus sentimientos «Me siento como un
idiota, por lo tanto, debo de serlo», o «No me siento con animo para hacer esto, por
lo tanto ya lo haré mañana»
8 Afirmaciones hipotéticas se critica a si mismo o a otras personas con afirmaciones
del tipo «debería» o «no debería» Del mismo calibre son afirmaciones del tipo «ten
go que», «tendría que», «es obligado que»
9 Etiquetaje se identifica con sus defectos, en lugar de decir «Cometí un error», se
dice a si mismo «Soy un idiota», un «tonto» o un «perdedor»
10 Personalización y vergüenza se culpa a sí mismo de algo que no es de su entera res
ponsabilidad o culpa a otras personas, y no tiene en cuenta en que medida sus pro
pias actitudes y conductas pueden contribuir a la persistencia del problema
* C opyright © 1980 D avid D Burns, M D , adaptado de Feeling G ood The New M ood
Therapy, N ueva York, W illiam M orrow & Company, 1980, Signet, 1981
235
TERCERA PARTE
Comprender la ansiedad
239
Cómo le pueden amedrentar sus sentimientos
240
vía a sonreír y a parar el coche. El choque parecía del todo inevitable.
Justo antes del impacto salí corriendo para evitar la colisión. El tren
golpeó su coche a gran velocidad y lo aplastó.
El tren tenía una longitud de casi dos kilómetros y tardó casi un mi
nuto en poderse parar del todo. Corrí hacia el coche destrozado. El
punto de impacto estaba justo detrás de la cabeza del conductor. La
parte trasera del coche estaba hecha añicos pero la parte delantera esta
ba relativamente intacta si exceptuamos los múltiples cristales rotos.
Mi corazón latía a mil por hora cuando me asomé por la ventana des
trozada. Vi que el conductor era un señor mayor, flaco y de aspecto frá
gil. Milagrosamente, no parecía sufrir herida alguna. Se volvió lenta
mente hacia mí con su eterna sonrisa. A continuación, me preguntó con
voz débil, relajada, si le podía mostrar el camino hacia City Lañe Ave-
nue. Me explicó que llevaba bastante tiempo buscando dicha avenida:
pensaba que se había perdido y me preguntaba si sería tan amable de
indicarle la dirección correcta. Dijo que únicamente necesitaba unas
cuantas indicaciones. Me quedé totalmente estupefacto.
«¿Indicarle el camino hacia City Lañe?», pregunté incrédulo, «¡está
a más de diez millas de aquí y su coche está destrozado!» «¿Destroza
do?», preguntó. Parecía sorprendido y escéptico.
«Mírelo», le contesté. «¡Acaba de ser arrollado por un tren! Estoy
asombrado de que haya salido ileso.»
«¿Qué tren?», preguntó con una voz incrédula.
«¡Éste de aquí!», le dije señalando el tren. Lentamente se dio la
vuelta y contempló la parte trasera de su coche, totalmente destrozada,
y el tren unos cuantos metros más allá.
Finalmente, se fue animando. Parecía entusiasmado y proclamó:
«¡Oh! ¿Arrollado por un tren? ¿Puedo demandar a alguien?». Le dije:
«¡La suerte será suya si no le demandan a usted\ Ha estado conducien
do por las vías del tren».
De repente me di cuenta de lo que estaba sucediendo. Este hombre
mayor se estaba volviendo senil, al parecer, y la oscuridad le descon
certó. Esta experiencia explica una idea sencilla pero clave de la tera
pia cognitiva. Es imposible que exprese alguna reacción emocional an
te un acontecimiento antes de haber pensado en él y haberle dado un
significado. No sentía ansiedad alguna porque no se había dado cuenta
de que su vida corría peligro. No pensó: «Estoy a punto de ser arrolla
do por el tren», así que no respondió emocionalmente ante el suceso.
Los ingenieros ferroviarios entraron rápidamente en escena. Cuan
do llegó la policía y la ambulancia, les conté mi versión de los hechos
241
y volví a casa. Al día siguiente, mientras hacía jogging, vi a un hombre
inspeccionando el lugar del accidente. Me enteré de que era el hijo del
accidentado. Cuando le describí lo que había pasado me explicó que su
padre se estaba volviendo mayor, tenía momentos de confusión y gran
des dificultades para conducir de noche.
Esta historia también ilustra un segundo principio de la terapia
cognitiva: existe una diferencia entre un miedo sano y la ansiedad
neurótica. Los pensamientos que favorecen un miedo sano son realis
tas; nos ponen en alerta ante un peligro que tenemos que afrontar. Mi
miedo salvó, probablemente, la vida de ese hombre. Por el contrario,
la ansiedad neurótica parte de pensamientos distorsionados que poco,
o nada, tienen que ver con la realidad. Cuando padece una crisis de
angustia, piensa que algo terrible sucederá si deja que su ansiedad se
le vaya de las manos. Usted piensa que perderá el conocimiento por
un derrame cerebral, que sufrirá un infarto o se volverá loco. Aunque
todos estos miedos parecen legítimos, son bastante poco realistas da
do que: a) la ansiedad no causa nunca derrames cerebrales o infartos;
b) la mayoría de personas que temen desmayarse durante una crisis de
pánico nunca se han desmayado previamente en una circunstancia si
milar. De hecho, usted no se puede desmayar durante una crisis de an
gustia porque su corazón late con gran rapidez bombeando sangre adi
cional al cerebro; c) las crisis de angustia no llevan nunca a la locura o
a una pérdida de control. Usted se está preocupando por algo que es, a
todas luces, irreal.
¿Y por qué se cree estos pensamientos distorsionados? Por su m a
nera de sentir. Usted se siente como si estuviera en peligro y, por lo
tanto, piensa que realmente debe de estarlo. Se dice a sí mismo: «Me
siento tan temeroso y fuera de control que debo de estar a punto de per
derlo del todo», o «Estoy mareado y confuso. Me siento como si estu
viera a punto de perder la conciencia, así que el desmayo debe de ser
algo inminente».
Aunque le resulte fácil darse cuenta de que las demás personas que
se sienten deprimidas o ansiosas se comportan de forma irracional e
ilógica, no resulta igual de sencillo aceptar el hecho de que sus propios
pensamientos negativos son igualmente poco realistas. Usted está con
vencido de que sus miedos e inseguridades están absolutamente justifi
cados. Cambiarlos puede requerir un esfuerzo importante y duradero.
En los siguientes capítulos se describirán diversas técnicas muy efica
ces para deshacerse de estos sentimientos tan tenebrosos.
242
Cómo los sentimientos reprimidos le pueden volver
ansioso
243
noche, (Jurante siete días a la semana, para que la empresa comenzara a
funcionar.
En unos pocos años el negocio se había recuperado y comenzó a
prosperar. Posteriormente, el negocio vivió un boom. Los beneficios
comenzaron a ser importantes. La empresa se convirtió al sector públi
co y cotizó en la Bolsa de Nueva York. El valor de las acciones subió
como la espuma y la empresa de Ted no tardó en valer varios millones
de dólares. Ted inició nuevas aventuras empresariales que resultaron
ser unas minas de oro. Rápidamente se publicaron artículos suyos en
revistas de ámbito nacional como Time y People. Ted se había conver
tido en el «chico de oro», estaba casado con una mujer preciosa y era
considerado un hombre atractivo y afable.
Pero existía un problema. Ted no era feliz, todavía. Estaba constan
temente ansioso. Todo el día andaba preocupado por su salud, sus ne
gocios y su popularidad. Era un manojo de temores y de fobias. Me vi
no a ver cierto día después de leer Sentirse bien y me contó con tristeza
que, a pesar de todo su dinero, los únicos días realmente felices que
conseguía recordar eran los que pasó, apenas sin un penique en el bol
sillo, trabajando los veranos como socorrista, cuando estudiaba en la
Universidad de UCLA. Se sentía libre en aquella época, trabajando de
día y pasándoselo bien con los amigos por la noche.
Las técnicas cognitivas ayudaron a Ted. Fue capaz de comprender lo
irracionales que eran sus miedos. Comenzó a tener días, después sema
nas, en las que se sentía relajado y nada ansioso. La vida parecía, nueva
mente, divertida. Pero, de vez en cuando, volvían los miedos. A veces
era la fobia a los aviones, lo que constituía un inconveniente considera
ble, dado que sus negocios le obligaban a viajar mucho. En otros mo
mentos, Ted temía estar a punto de sufrir un infarto. Después temía arrui
narse del todo. A pesar de comprender, racionalmente, que sus miedos
eran del todo infundados, volvían una vez, y otra, para torturarle.
Un día se me ocurrió pensar que cada vez que Ted se ponía ansioso
había algún problema que estaba evitando. Durante una sesión en la
que tratamos su fobia a los aviones y sus miedos a la bancarrota le pre
gunté de pasada cómo iban las cosas en el trabajo y en casa. Me dijo
que todo iba fantástico excepto sus miedos irracionales. Le pregunté,
nuevamente, si había algo que le molestaba o preocupaba. Insistió en
que no. Explicó que él y su mujer habían estrenado una nueva y espa
ciosa casa con vistas sobre el Pacífico y que unos cuantos familiares
estaban pasado una temporada con ellos. Comentó que todo el mundo
se lo estaba pasado muy bien.
244
Cuando le pregunté cuánto tiempo pensaban permanecer allí los fa
miliares, Ted contestó: «Varias semanas». Arqueé las cejas. Le pregun
té si se sentía del todo a gusto con los parientes acampando por toda su
casa y si sabía cuando tenían previsto irse. Ted insistió, en un principio,
en que ése no era el problema. Razonó que dado el tamaño de la casa
era justo y lógico que la quisieran compartir con todo el mundo. Dijo
que sería egoísta vivir allí sólo con el servicio y su familia y que le
preocupaba que sus familiares se pudieran enfadar si les preguntaba,
delicadamente, cuánto tiempo tenían previsto quedarse.
Bueno, me imagino que usted ya ve por dónde voy. La máxima en
la vida de Ted era la siguiente: «Necesito la aprobación de todo el mun
do. Tengo que asegurarme de que todos me quieren aunque tenga que
dejar de lado mis propias necesidades y mis sentimientos». Después de
hablar sobre este tema, Ted admitió que se sentía muy incómodo con
toda esa gente viviendo en su casa. A pesar de su generoso deseo de
com partir su riqueza y su buena suerte, se sentía atrapado y echaba
de menos su privacidad. Habló con su mujer sobre este asunto y los pa
rientes se fueron. Su miedo a una ruina inminente o a morir en un acci
dente de avión de desvanecieron inmediatamente.
Este patrón de conducta es bastante frecuente. Usted niega sus sen
timientos e ignora determinados problemas de su vida porque no desea
disgustar a nadie ni herir sus sentimientos. De repente siente miedos y
sufre una crisis de pánico, ¡y no tiene ni idea de por qué! Acaba siendo
tan importante ser amable que desvía su atención de aquello que real
mente le preocupa. Es como si creyera que no tiene derecho a sentir lo
que siente. Cuando ignora estos sentimientos de resentimiento y de
frustración, éstos se pueden transformar en ansiedad. Usted se concen
tra plenamente en su ansiedad y en sus estados de angustia en lugar de
plantarle cara a los problemas que le molestan. Cuando comienza a po
nerles remedio, a menudo siente un gran alivio. :•
¿Durará la mejora espectacular de Ted para siempre? Por supuesto
que no. Con toda probabilidad se preocupará de nuevo y volverá a negar
sus sentimientos en muchas ocasiones, como hacemos todos. Cuando
sea así, tendrá que tener un breve diálogo consigo mismo y preguntar
se: «¿Qué me preocupa realmente?». Posteriormente, tendrá que hacer
algo con la situación problemática.
Todo esto le parecerá evidente. Espero que así sea. Pero yo he asis
tido a congresos profesionales sobre el tratamiento de la ansiedad y de
la angustia conducidos por algunas de las máximas autoridades en la
materia del mundo, en los que la idea de que los pacientes pueden tener
245
problemas familiares o profesionales no se menciona siquiera como
una de las posibles causas del trastorno. Por lo contrario, se les dice a
los pacientes que padecen un «desequilibrio químico» y que necesitan
tratamiento farmacológico, posiblemente para siempre. Aunque los
fármacos pueden ser de ayuda en algunos pacientes, aquí no se acaba
nunca, o casi nunca, la historia.
246
La primera vez que me di cuenta de ello fue cuando estuve traba
jando como estudiante de medicina en los dispensarios del Stanford
University Medical Center. Los pacientes acudían a este hospital desde
todos los rincones del oeste de los Estados Unidos, con gruesos expe
dientes médicos y un sinfín de males y dolores imposibles de diagnos
ticar. La mayoría de ellos no padecía ninguna enfermedad física.
Recuerdo como si fuera ayer el día en que llegó una ambulancia y
una señora fue entrada en una camilla, a toda prisa, para ser «interveni
da de urgencia». Esto era un hecho bastante inusual, dado que los casos
urgentes solían ser enviados al servicio correspondiente, pero, por un
motivo u otro, acabó en el hospital. Gritaba mucho y se quejaba de
un dolor abdominal insoportable. Pensé que quizá podía tener el apén
dice perforado, pero comencé a sospechar algo cuando exploré su ab
domen. Estaba blando, no duro ni rígido como debería estar en caso de
ruptura de un órgano interno.
Cuando revisé su historial médico, cuyo grosor era de cinco centí
metros, descubrí que ya había padecido ¡siete intervenciones quirúrgi
cas previas en el abdomen por dolores abdominales de causa descono
cida! Los informes de las biopsias de muestras de tejido efectuadas
durante esas intervenciones eran absolutamente normales.
Pedí a su esposo que aguardase en la sala de espera mientras habla
ba con ella. Me dijo que él le había disparado en el estómago durante
una discusión hacía siete años. Desde entonces ella había estado traba
jando en su fábrica envasando sardinas durante catorce horas al día.
Admitió odiar ese trabajo y ser muy infeliz en su matrimonio. A medi
da que fuimos hablando, el dolor desapareció. Entonces me dijo que su
misterioso dolor de estómago siempre empeoraba cuando su marido se
encontraba cerca y que solía desaparecer cuando no estaba con ella.
Bueno, sospecho que usted ya habrá realizado un diagnóstico preci
so. Ella no necesitaba radiografías ni intervenciones quirúrgicas, pero
sí un asesoramiento matrimonial. La pareja decidió, aquel mismo día,
separarse durante unas cuantas semanas para disminuir la presión que
ambos sentían y poder decidir si hacer frente a la rabia que la estaba
consumiendo viva o divorciarse.
Usted pensará: «Esto parece tan vidente. ¿Cómo podían los demás
doctores no verlo?». Los médicos están formados para pensar en pro
blemas físicos más que en problemas humanos. Cuando su médico ha
finalizado su exploración física y ha pedido los análisis pertinentes, él
o ella cree que su trabajo ha llegado a su fin. Hablar con usted sobre
problemas personales requiere mucho tiempo y resulta caro. Y muchos
247
pacientes a menudo se resisten tenazmente a una interpretación psicoló
gica. Presionan a sus médicos para que pidan pruebas complementarias
y receten medicinas. Cuando los médicos indagan problemas personales
o sugieren una visita al psiquiatra o psicólogo, muchas personas se sien
ten profundamente ofendidas.
Usted pensará que la mujer con dolor abdominal no tiene nada que
ver con usted. Quizá piense que su situación es extrema e inusual y
crea que a usted sí le pasa algo. Si padece dolores de cabeza, dolores de
otro tipo o si se siente mareado, entonces es razonable, evidentemente,
que pida visita a su médico de confianza. Él o ella le preguntará sobre
los síntomas, llevará a cabo una exploración física y quizá pida realizar
un análisis de sangre o un electrocardiograma. En la inmensa mayoría
de los casos no habrá ningún tipo de anormalidad que justifique sus
síntomas. Si es así, debería pensar que la raíz de sus problemas radica
en algún problema de su vida y no en su organismo.
No obstante, existen unos cuantos problemas médicos que pueden
generar, ocasionalmente, síntomas propios de la ansiedad. Estimulan
tes como las anfetaminas o el café, y también sustancias sedativas co
mo el alcohol o la marihuana pueden producir que determinadas perso
nas se sientan angustiadas o fuera de control. Muchas personas con
crisis de angustia informan de que el primer episodio coincidió con un
abuso de una de esas sustancias adictivas. A partir de entonces, las cri
sis de angustia se pueden presentar de forma espontánea.
Si interrumpe además, de forma abrupta, cualquier toma de fárma
cos sedativos — incluyendo alcohol, pastillas para dormir, tranquilizan
tes y la mayoría de antidepresivos— es probable que tenga sentimien
tos de ansiedad y de angustia junto con otros síntomas propios del
período de abstinencia. Hay estudios que demuestran que tratar la an
siedad con grandes dosis de tranquilizantes o pastillas para dormir du
rante más de unas cuantas semanas puede resultar nocivo (véase el ca
pítulo 23). El potencial adictivo es considerable. Hace poco traté a una
señora que me contó que tras dejar de tomar una dosis media de Dal-
mane — una medicación que se suele recetar para conciliar el sueño— ,
que había estado tomando cada noche durante años, ¡fue totalmente in
capaz de dormir durante dos meses!
Los pacientes con crisis de angustia, ansiedad o depresión tienen,
en raras ocasiones, afectada la glándula tiroidea. El hipertiroidismo se
caracteriza por una liberación exagerada de hormona tiroidea, lo que
estimula el metabolismo de la persona. Aparte de ansiedad, las perso
nas que padecen este trastorno se sienten aceleradas, perciben un
248
aumento del apetito, una pérdida de peso y una intolerancia al calor y
tienen los ojos saltones. Esta enfermedad es poco frecuente y puede ser
fácilmente diagnosticada con los análisis de sangre adecuados. El tras
torno contrario, el hipotiroidismo, es debido a una liberación insufi
ciente de la hormona tiroidea. Ello conduce a un enlentecimiento del
metabolismo, junto con cambios del estado anímico, entre ellos psico
sis y depresión. Este trastorno también es poco frecuente.
Desde hace varias décadas se sabe que unos niveles extraordinaria
mente bajos de azúcar en sangre pueden causar síntomas de ansiedad,
entre los que destacan sudoración, temblor, aceleración de la frecuen
cia cardíaca, mareo y sensación de hambre. Sin embargo, este síndro
me denominado hipoglucemia, es poco frecuente en la población ge
neral y no es prácticamente nunca la causa de una crisis de angustia.
Aunque los análisis demuestran que el 25 % de la población adulta
normal muestra unos niveles bajos de azúcar en sangre, ello no suele
originar los sentimientos de angustia o ansiedad que afectan a tantas
personas. Una excepción evidente sería el diabético que por error se
hubiera inyectado demasiada insulina. Esto causaría una bajada brus
ca y transitoria del azúcar en sangre e iría acompañado de los sínto
mas de la hipoglucemia. La causa de los síntomas no ofrece, sin em
bargo, lugar a dudas y este problema no se suele confundir con una
crisis de angustia. Únicamente se debería sospechar de la hipogluce
mia como posible causante de una crisis de angustia si sus síntomas
sólo aparecieran una o dos horas después de comer y cedieran rápida
mente al comer algo dulce como golosinas o al beber zumo de naran
ja o gaseosa. (Esto se debe a que el azúcar llega a la sangre y corrige
el problema.)
Otro problema médico muy poco frecuente, un tumor de la glándu
la suprarrenal denominado feocromocitoma, puede causar un aumento
repentino y muy acentuado de la presión sanguínea acompañado de do
lor de cabeza, palpitaciones, enrojecimiento, sudoración y náuseas. Es
tos tumores son extraordinariamente poco frecuentes y la mayoría de
las personas que los tienen no experimentan las típicas crisis de ansie
dad o de angustia.
Durante los últimos años se ha divulgado ampliamente la relación
existente entre las crisis de angustia y un trastorno cardíaco denomina
do prolapso de la válvula mitral. La válvula mitral se cierra cuando el
corazón se contrae para bombear sangre hacia la aorta. En algunas per
sonas, las hojas de la válvula mitral pueden sobresalir excesivamente
durante el latido del corazón. Su médico puede captar este fenómeno
249
cuando escucha un «click» adicional al explorar su corazón con el es
tetoscopio. El hallazgo se puede confirmar con un electrocardiograma.
Diversos estudios sugirieron que el prolapso de la válvula mitral es
algo más frecuente en pacientes que padecen crisis de angustia que
en la población general. Los cálculos, sin embargo, de cuántos pacien
tes con crisis de angustia tienen un prolapso de la válvula mitral son
controvertidos, dado que los criterios precisos para diagnosticar un
prolapso de la válvula mitral varían mucho de un médico a otro. El sig
nificado de esta relación entre prolapso de válvula mitral y crisis de an
gustia es poco claro. No existe ningún dato concluyente de que el pro
lapso de la válvula mitral genere angustia ni, tampoco, de que las crisis
de angustia puedan causar un prolapso de la válvula mitral. El prolapso
de la válvula mitral suele ser, además, un trastorno benigno y no re
quiere tratamiento, vaya acompañado, o no, de crisis de angustia. El tra
tamiento de la crisis de angustia también será el mismo tanto si coinci
de con un prolapso como si no.
En resumidas cuentas, los problemas médicos son muy pocas veces
los responsables de los síntomas de ansiedad y de angustia. La búsque
da de una enfermedad no existente es costosa, consume mucho tiempo
y evita muchas veces que las personas hagan frente a los problemas
que aparecen en sus vidas.
Los psiquiatras, al igual que los internistas, tienden a reforzar el cri
terio de que las causas de la ansiedad son químicas o físicas. Incluso en
ausencia de un problema médico, a los pacientes se les dice a menudo
que el responsable de su ansiedad es un «desequilibrio bioquímico» y
que sus síntomas deben ser tratados con fármacos para corregir dicho
«desequilibrio». Permítanme dejar bien claro un asunto: no conocemos
ningún desequilibrio físico o bioquímico que cause ansiedad o angustia.
Los psiquiatras que le dicen que padece un «desequilibrio químico»
confunden la teoría con los hechos. Aunque los psiquiatras crean fir
memente que puede existir alguna predisposición física a que determi
nadas personas sean más vulnerables a desarrollar un cuadro de ansie
dad o crisis de angustia, hasta el momento no existe ninguna prueba
concluyente que confirme esta teoría. Y aunque se han realizado estu
dios muy interesantes, no tenemos todavía la respuesta.
No quisiera insinuar con ello que su ansiedad está sólo «en su ca
beza». La ansiedad es una reacción de todo el organismo. Su corazón
se acelera, siente un hormigueo en los dedos y transpira. Sin em bar
go, gran parte de estos cambios corporales no son causas, sino, sim
plemente, efectos de la ansiedad, y cuando se sienta mejor después de
250
un tratamiento, estas sensaciones físicas disminuirán o desaparecerán
del todo.
No quiero decir con ello que no se deban utilizar nunca fármacos en
el tratamiento de los cuadros de ansiedad y de angustia. Aunque la ma
yoría de pacientes con formas moderadas de ansiedad y angustia pueden
ser tratados sin soporte farmacológico, muchos pacientes con trastor
nos más graves sí pueden beneficiarse de la medicación. Estos fárma
cos, sin embargo, no se deberían utilizar nunca como sustitutos de una
consulta psicológica o de una psicoterapia propiamente dicha. Con algo
de valor y sensibilidad, usted puede derrotar sus miedos y resolver los
problemas que dieron lugar a los sentimientos de miedo y de angustia.
251
12
253
corazón late con fuerza y sus pensamientos se agolpan a medida que la
adrenalina llega a la sangre. Estas sensaciones le asustan y usted pien
sa: «¡Ay, algo debe de ir realmente mal!». Este pensamiento sólo incre
menta el miedo y los síntomas físicos.
Simultáneamente, sus pensamientos y sentimientos negativos se ali
mentan uno al otro. Se siente tan ansioso y tenso que parece que algo
espantoso deba de estar a punto de suceder. ¿Al fin y al cabo, por qué
iba a sentirse tan temeroso si no hubiera un peligro real? Esto se deno
mina «razonamiento emocional», dado que utiliza sus emociones para
demostrar cómo están las cosas realmente.
Finalmente, también sus conductas empeoran las cosas. Si piensa
que se está muriendo o que va a sufrir una crisis nerviosa, se acurruca
en la cama, apaga la luz e intenta agarrarse a su querida vida. Parece un
experimento de deprivación sensorial mientras da rienda suelta a su
imaginación. Se siente anormal e incapacitado. Esto le acaba de con
vencer de que algo debe de ir realmente muy mal.
Estos miedos se experimentan con gran terror y una considerable
dosis de realismo, pero normalmente no suele existir un peligro real.
Esto se debe a que son los pensamientos distorsionados, y no los rea
listas, los que dan origen a la ansiedad. Si existiera un solo mensaje
que me gustaría que asimilara al leer el libro, ¡sería éste!
El problema consiste, ciertamente, en que no se puede dar cuenta de
lo poco realistas que son sus miedos cuando está pasando una crisis
de angustia. Entre los diferentes episodios sí comprende lo absurdo
que es pensar que está a punto de padecer un infarto o de volverse loco,
pero cuando se siente angustiado necesita pruebas concretas que le de
muestren el carácter irracional de sus miedos.
Margaret, de 32 años de edad, es una madre de dos hijos, que prac
ticaba jogging con la finalidad de perder peso. Mientras corría, M ar
garet se obsesionaba con la idea de que estaba forzando demasiado su
corazón. En cuanto había terminado, se sentaba en una silla determi
nada del salón y esperaba a ver si estaba bien. Su corazón latía fuerte
porque acababa de realizar un esfuerzo considerable y percibía una
cierta tirantez en el pecho. A raíz de eso sospechaba estar en la fase
inicial de un infarto. Su imaginación volaba, viéndose en una unidad
coronaria con agujas intravenosas en los brazos y tubos en el pecho.
Estas imágenes desencadenaban oleadas de angustia a través de todo
su organismo.
Sus miedos alcanzaban tal intensidad que no podía soportar la
incertidum bre, salía afuera y se sentaba delante del dispensario mé-
254
EL CÍRCULO VICIOSO DE LA ANGUSTIA:
M IEDO A U NA CRISIS CARDÍACA
255
EL CÍRCULO VICIOSO DE LA ANGUSTIA:
M IEDO A VOLVERSE LOCO
Pensamientos
que generan temor:
usted se dice a sí mismo:
« ¿Y si pierdo el control
o tengo una crisis
nerviosa?».
/ Conducta
contraproducente:
com ienza a tomar
tranquilizantes y esconde
sus sentimientos a los
demás. Esto le hace
sentirse anormal y ,
avergonzado. /
256
Su intensa reacción demuestra el impacto tan poderoso que sus pensa
mientos y fantasías negativas ejercen sobre sus sentimientos.
Ahora, antes de proseguir, quisiera plantearle una pregunta muy
sencilla: ¿cuál era el origen del miedo intenso, sobrecogedor, que ex
perimentaba Margaret? ¿Por qué tuvo esa crisis de angustia en mi con
sulta? Lo pregunto porque quiero ver si ha comprendido el principio
básico de la terapia cognitiva. Anote aquí su respuesta:
257
tan que necesita grandes dosis de tranquilizantes para suprimir sus cri
sis de angustia. Esto encubriría, probablemente, sus síntomas y ella po
dría crear una dependencia hacia el fármaco. Posiblemente seguiría
siendo vulnerable a estas crisis de angustia el día que intentara prescin
dir de la medicación. Otros, a su vez, dicen que debe acudir a un car
diólogo para que le efectúen pruebas y se pueda quedar tranquila del
todo, pero Margaret ya ha acudido a muchos cardiólogos.
Yo soy de la opinión de que M argaret puede eliminar su estado de
ansiedad si elimina la causa. ¿No parece esto sensato? Sus pensamien
tos negativos son los que le generan ansiedad. Ella cree algo que no es
cierto, a saber, que está a punto de padecer un infarto. Si pudiera con
vencerse de que este pensamiento no es cierto, sus síntomas desapare
cerían. ¿Cómo podría contrarrestar Margaret el pensamiento de que es
tá a punto de ser víctima de un infarto? Piense en ello durante un
momento antes de leer el siguiente apartado.
El método experimental
258
«Podría comprobar si me puedo levantar. A continuación, si puedo ca
minar y, finalmente, si puedo correr. Si pudiera hacer todas esas cosas,
¡quedaría demostrado de que no estoy sufriendo un infarto!».
Le sugerí que hiciera exactamente eso. Se levantó, sin problema.
Atravesó la consulta caminando, sin problema. A continuación, le pro
puse que corriéramos los dos por el vestíbulo, fuera de mi despacho.
Así lo hizo, sin mostrar problema alguno. Entonces le propuse subir y
bajar varios tramos de escalera corriendo. Entre tanto, sus síntomas de
saparecieron. M argaret aplicó el método en su domicilio la siguiente
vez que tuvo miedo de padecer un infarto, con los mismos espectacula
res resultados. Después de unas cuantas sesiones dimos por finalizado
su tratamiento y me mandó una felicitación navideña informándome de
que todo iba bien.
Los resultados de la «técnica experimental» no son siempre tan es
pectaculares, pero este método resulta muy eficaz en muchas ocasio
nes. Cuando tiene la ocasión de darse cuenta, con absoluta certeza, de
que sus miedos carecen de sentido, ya no tiene motivo alguno para sen
tirse angustiado.
Es posible que piense: «Yo nunca mejoraré de forma tan rápida. Lo
mío no tiene solución». Es cierto que no todas las personas mejoran de
forma tan inmediata. El tratamiento exitoso de un problema afectivo
grave puede requerir mucha confianza y un trabajo duro y persistente
durante determinado período de tiempo. Recuerde, también, que Mar
garet estuvo batallando sin resultado alguno durante ocho años antes
de consultar conmigo y dar rápidamente con la intervención exitosa.
Esto ocurre a menudo con mis propios pacientes: trabajamos, trabaja
mos y trabajamos sin progreso aparente. El paciente se siente desespe
ranzado y desea tirar la toalla, pero yo le voy animando diciendo: «¡Si
gue insistiendo! ¡Finalmente, lo conseguiremos!». Cierto día, mucho
tiempo después de haber perdido la esperanza de poder cambiar, las
nubes se despejan de repente y el paciente experimenta la alegría y el
alivio que sintió Margaret. Esto también le puede ocurrir a usted.
Algunas personas temen poner sus miedos a prueba. Un hombre de
negocios llamado Jack tenía unos síntomas similares a los de Margaret.
Cada vez que se sentía preocupado por algo, se obsesionaba con cierto
dolor de cabeza, notaba una fuerte opresión torácica y pensaba que es
taba a punto de morir de un infarto. Seis meses antes de nuestra prime
ra sesión, Jack se había gastado más de 10.000 dólares en exploracio
nes físicas, radiografías, electrocardiogramas y pruebas de laboratorio
con diferentes médicos. Los resultados de estas pruebas fueron siempre
259
absolutamente normales. Le mostré la técnica experimental en mi con
sulta y le pedí que fuera corriendo por los pasillos. Al igual que Mar-
garet, experimentó un alivio inmediato y estuvo de acuerdo con inten
tarlo en casa en lugar de acudir a un médico en cuanto volviera a tener
la sensación de una inminente crisis cardíaca.
Al cabo de unos cuantos días, Jack se puso ansioso y sintió cierto
dolor torácico, pero se quedó tan aterrorizado que rehusó levantarse de
su silla durante un espacio de dos horas. ¡Temía que el más pequeño
de sus movimientos desencadenara un ataque al corazón! La resisten
cia que mostraba Jack a poner a prueba sus miedos ilustra lo enorme
mente convincentes que pueden llegar a ser los pensamientos negativos
por muy irreales que sean.
Para poder vencer la resistencia que ofrecía Jack, le sugerí comen
zar con un ejercicio mínimo la siguiente vez que se sintiera amenazado
por un infarto, para ir incrementando, progresivamente, la dificultad de
los mismos. Ideó el siguiente plan:
260
identifique los pensamientos negativos que le atormentan durante una
crisis de angustia. Los más frecuentes suelen ser: «Voy a sufrir una cri
sis nerviosa», «Voy a padecer un infarto», «Estoy a punto de perder el
control sobre mí mismo», «Me voy a desmayar» y «Estoy a punto de
morirme». En segundo lugar, idee un experimento que ponga a prueba
su miedo. Pregúntese a sí mismo: «Si estuviera perdiendo el control y
teniendo una crisis nerviosa, ¿cómo sabría si ello es cierto? ¿Estoy
mostrando algún síntoma de esquizofrenia en este momento?». Anote
los síntomas en una hoja de papel y compruebe si tiene alguno. En
cuanto constate que sus miedos no tienen razón de ser, se encontrará
mejor.
Si desea aprender a utilizar la técnica experimental para manejar
sus sentimientos de angustia, pase a los cuatro ejemplos expuestos al
final del capítulo (página 286). Cuando haya trabajado a fondo esos
ejercicios prácticos, se sentirá mucho más capacitado para utilizar esta
técnica tan eficaz.
Técnicas paradójicas
Existe otro método que le demostrará que sus miedos de estar en
fermo son irracionales. Funciona de la siguiente manera: cuando un pa
ciente se pone ansioso durante una sesión de terapia y me dice que es
tá a punto de sufrir una crisis nerviosa, puedo responder: «Sé que
durante muchos años ha estado temiendo sufrir una crisis nerviosa. Es
te sería un buen momento para dar un paso adelante y superar esto de
una vez. Al fin y al cabo está con un psiquiatra. ¿Por qué no sigue ade
lante y tiene esa crisis? Por favor, haga todo lo posible para perder el
control y tener una crisis nerviosa».
El paciente suele poner cara de perplejidad y manifiesta con ánimo
de protesta que no entiende que le pida que haga eso. Le digo que po
dría levantarse y agitar brazos y piernas, balbucear cosas incoherentes
y hacer un esfuerzo para parecer un loco. Para ayudar a los pacientes
inhibidos, a veces hago yo mismo una demostración. En cierta ocasión
di una voltereta por el suelo de mi despacho, en otra ocasión me subí al
escritorio cantando «Battle Hymn of the Republic».
Después de demostrar una conducta tan estrambótica, invito al pa
ciente a que intente ponerse enfermo. A menudo se ríen y se sienten
aliviados al caer en la cuenta de que no pueden enloquecer aunque lo
intenten con todas sus fuerzas.
261
Si desea probar esta técnica, actúe de forma loca o excéntrica du
rante algunos minutos en la privacidad de su hogar cuando esté de
buen humor.
Puede hablar en lenguas desconocidas, agitar los brazos como aspas
de molino, bailar, imitar el sonido de un bebé o hacer cualquier cosa
que se le ocurra. Cuando lo haya practicado y se sienta cómodo ha
ciéndolo, lo puede intentar de nuevo durante una crisis de angustia,
cuando esté convencido de volverse loco. Puede ser muy tranquiliza
dor constatar que no puede volverse loco por mucho que lo intente.
Esta modalidad terapéutica se ha calificado como «tratamiento pa
radójico» por parte de psicólogos y psiquiatras, dado que usted hace lo
contrario de lo que está predispuesto a hacer. En lugar de aferrarse de
sesperadamente a su salud, hace lo indecible por enfermar. No obstan
te, dado que esta técnica podría fallar y preocuparle todavía más, con
vendría llevarla a cabo bajo la supervisión de un terapeuta profesional
si tiene alguna duda al respecto.
262
batir la vergüenza determinado verano, mientras me encontraba de vaca
ciones con mi familia en un complejo turístico del lago Tahoe. Me puse
un sombrero de vaquero, gafas oscuras y me subí a un ascensor abarrota
do del hotel con mis dos hijos. Entonces, en cada piso, del doceavo hacia
abajo, fui anunciando el número de cada uno de ellos. Me tuve que obli
gar a mí mismo a exclamar: «Este es el piso número once», dado que yo
mismo me decía: «¡Por Dios! ¿Qué pensará toda esta gente de mí?». Era
algo parecido a la sensación que se tiene cuando se salta por primera vez
desde un trampolín alto. Las personas comenzaron a reírse cada vez más
a medida que íbamos bajando y yo seguía anunciando: «Décima planta...
novena planta...». Cuando llegamos a la planta baja, prácticamente todo
el mundo se estaba riendo, abierta o disimuladamente. Cuando salimos
del ascensor y la gente se fue dispersando entre la multitud, me di cuen
ta de que nada terrible había sucedido. Resultó muy divertido «hacer el
ridículo». Esto me ayudó a sentirme más relajado y dispuesto a mostrar
me espontáneo en compañía de otras personas.
Otros ejercicios para combatir la vergüenza podrían ser éstos:
• Entre en una tienda abarrotada y anuncie la hora que es. Podría decir:
«Son ahora las 15 horas y 42 minutos». Espere un momento hasta
que la gente se haya girado hacia usted y le haya mirado perpleja. A
continuación, repita la hora con voz clara y potente.
• Anuncie las paradas del autobús cuando éste esté atiborrado de gente.
• Durante una conversación seria con un amigo, métase un lápiz por la
nariz y déjelo colgar allí (¡introdúzcalo por el extremo de la goma de
borrar!).
263
La mejor manera de hacer frente a sus miedos consiste en dejar de
evitar las situaciones que más teme. En lugar de intentar controlar la
ansiedad, ríndase a sus síntomas. Deje que ocurra lo peor, si es que
existe. Si es capaz de aguantar, se dará cuenta de que las consecuencias
no son tan terribles al fin y al cabo.
Flora padecía agorafobia, es decir, el miedo a estar sola lejos de ca
sa. Cada vez que salía de su casa, su mente se inundaba de imágenes en
las que se veía arrestada por la policía por un crimen que no había co
metido. Cuando iba caminando por la calle, pensaba: «Supongamos
que accidentalmente pierdo mi alianza aquí y, casualmente, en este
mismo punto se cometiera un asesinato. En este caso no habría manera
de demostrar que no lo había cometido. Me arrestarían y me meterían
en la cárcel. Estaría separada de mis hijos y éstos serían educados por
alguna otra persona».
En mi consulta admitió que esta cadena de sucesos era harto impro
bable, pero, a pesar de ello, creía que era una posibilidad remota. Cada
vez que salía y se sentía atemorizada, estos pensamientos le parecían
absolutamente realistas y resultaron tan amenazadores que volvía co
rriendo a casa. Por consiguiente, Flora no abandonaba su casa a no ser
que un amigo la acomnañara. Argumentaba que, de esta manera, dicho
amigo podría testificar su inocencia si se diera el caso de que fuera lle
vada ajuicio por asesinato.
Flora no está enferma. Es una mujer atractiva, inteligente y simpáti
ca. Pertenece a una familia importante de Nueva York y es considerada
un baluarte en su ámbito social. Usted no sospecharía nunca que tuvie
ra unos miedos tan irracionales. Estos estados de ansiedad como el que
padece Flora son, sin embargo, muy frecuentes.
Después de que Flora y yo habláramos de lo importante que era que
ella plantara cara a sus miedos, aceptó caminar sola hacia un parque
cercano, un sábado hacia el mediodía. Prometió sentarse en un banco
del parque y enfrentarse a su compulsión de volver a casa independien
temente del temor que sintiera.
Cuando Flora abandonó su casa, su ansiedad fue en aumento. Se
sentó en el banco y cada dos minutos anotó lo ansiosa que se sentía en
una escala de 0 a 99. Pensamientos y sentimientos aterradores comen
zaron a torturar su mente. Ella no se movió del sitio. Estaba dispuesta a
permanecer allí independientemente de lo nerviosa que estuviera. Su
estado de ansiedad se disparó hasta 99: ¡angustia pura! Un policía pasó
caminando por allí y ella estaba convencida de que estaba a punto de
arrestarla. Su corazón latía con fuerza y una voz interna exclamaba:
264
«¡Vuelve a casa!». Pero ella permaneció, valientemente, pegada a su
asiento presa del pánico más absoluto durante diez o quince minutos.
El policía no la arrestó, sino que sonrió y saludó. La ansiedad de Flora
comenzó a disiparse. Al cabo de veinte minutos había desaparecido del
todo. ¡Por fin libre! ¡Había destapado sus miedos y había ganado! Esto
le dio ánimos para levantarse e ir de compras. Cuando entró en el su
permercado comenzó a sentirse eufórica: cayó en la cuenta de que se
había rendido a la ansiedad, ¡y de que nada terrible había sucedido!
Mientras realizaba la prueba, a Flora le fue de ayuda repetirse a sí
misma las siguientes afirmaciones: «Esta crisis no puede durar siem
pre. Por mucho que empeore, finalmente se irá y la derrotaré. No me
destruirá. No estoy a punto de padecer una crisis nerviosa, aunque me lo
parezca. Me quedaré sentada aquí y plantaré cara a mis peores miedos.
Los derrotaré y seré más fuerte». También le ayudó hablarle a sus sín
tomas de la siguiente manera: «¡Seguid adelante y haced todo el daño
que podáis. Ésta es vuestra gran oportunidad. Ya no me espantaréis. No
he cometido ningún delito y tengo derecho a estar sentada aquí el tiem
po que me de la gana!».
La técnica de entregarse a sus síntomas ha sido denominada «in
mersión» o «exposición» por los psicólogos y psiquiatras. Consiste,
fundamentalmente, en «exponerse» uno mismo ante sus miedos y de
jarse «inundar» por los síntomas desagradables. Al cabo de cierto tiem
po, éstos alcanzan su punto culminante y comienzan a desvanecerse. A
medida que van desapareciendo sentirá, a menudo, cierta euforia, muy
diferente de la vergüenza y la humillación que sentía cuando dejaba
que sus miedos gobernaran su vida.
Ejemplo: si usted teme a los ascensores, podría subirse a un ascen
sor y subir y bajar en él el tiempo que hiciera falta hasta que su ansie
dad hubiera desaparecido. ¡Por muy aterrorizado que esté, permanez
ca en el ascensor! No salga del mismo hasta que sus miedos se hayan
disipado.
Algunos lectores pensarán: «¿Y si mis fobias son realmente peligro
sas? ¿Qué pasa si tengo miedo a las serpientes, a los insectos o a los pe
rros? ¡Estos animales pueden, ciertamente, matarte!». Me gustaría recor
darle de nuevo que las fobias son, por definición, miedos irracionales
que dificultan enormemente llevar una vida satisfactoria. El miedo an
te una serpiente de cascabel que está a punto de atacar no es una fobia.
Pero las personas que padecen fobias a las serpientes, a los insectos o a
los perros tienen miedo a todas las serpientes, a todos los insectos y
a todos los perros, incluso a aquellos que son inofensivos. Las tarántu
265
las, por ejemplo, no constituyen ninguna amenaza para los seres huma
nos y pueden ser muy amigables. En mi clase de ciencias naturales en
el instituto se pidió a todos los estudiantes que dejaran que las tarántu
las recorrieran sus manos para poder superar nuestra fobia a las arañas.
Usted podría hacerlo dejando que una de las arañas que habitan nues
tras casas le recorra la mano. Si tiene fobia a los animales, se podría
obligar a sí mismo a acariciar y jugar con un perro simpático de algún
vecino.
Cuando se expone a algo que teme, puede registrar sus propios
sentimientos de forma continuada. Divida una hoja de papel en tres
columnas. En la columna de la izquierda, anote la hora cada dos mi
nutos. En la columna del medio, puntúe el grado de ansiedad que sien
te entre 0 y 99. En la columna de la derecha, anote todos los pensa
mientos y las ensoñaciones cargadas de temores que le pasan por la
cabeza. Este registro escrito le ayudará a darse cuenta de que su ansie
dad no perdurará siempre. Al cabo de cierto tiempo, sus miedos co
menzarán a desaparecer.
Hace poco traté a un analista de sistemas de 26 años de edad, lla
mado Steve, que era víctima de un estado de ansiedad grave, crisis de
pánico y depresión desde que se había licenciado en la universidad
unos años atrás. Estos sentimientos llegaban a su punto culminante
cuando estaba trabajando, cuando volaba en aviones o cuando estaba
lejos de casa. El estado de constante ansiedad, estrés y tensión le esta
ba destrozando. Steve se sentía muy abatido y desesperanzado cuando
acudió por primera vez en busca de ayuda.
Los problemas de Steve partían de un intenso miedo a estar solo.
Aunque podría haber dedicado años a analizar el origen infantil de sus
miedos, dudo mucho que esto le hubiera ayudado. Y, si tengo que ser
sincero del todo, no creo que los psicólogos y psiquiatras sepan, real
mente, de dónde proceden estos miedos tan arraigados. Quizá proven
gan de experiencias traumáticas de cuando éramos pequeños, de nues
tros genes o de las influencias culturales que parten de la escuela, de
la televisión o de la publicidad. Causas aparte, Steve tenía miedo a es
tar solo y necesitaba curarse.
La intervención que más ayudó a Steve fue la de quedarse una se
mana solo en Washington, D.C., en el piso de un amigo que estaba de
vacaciones. Esto fue espantoso para él al principio. Temía venirse to
talmente abajo, padecer una crisis nerviosa y no poder hacerse cargo de
sí mismo. Pero sobrevivió, y a medida que pasaban las horas su auto
estima comenzó a florecer. Esto contradecía su creencia de que era di
ferente a los demás, incapaz de valerse por sí mismo. Sus miedos si
guieron disipándose hasta desaparecer del todo. Esta experiencia le dio
muchísima confianza en sí mismo. Experimentó cierta sensación de
triunfo y puso punto final a su tratamiento justo después. Desde enton
ces he tenido varias veces noticias suyas y se sigue desenvolviendo sin
problemas.
Algunas personas no desean enfrentarse a sus miedos de forma tan
directa. Prefieren exponerse a sí mismas a situaciones generadoras de
ansiedad de forma más gradual para poder retroceder cuando la ansie
dad se vuelve muy intensa. Este enfoque también puede ser de ayuda.
La clave radica en hacer frente a sus miedos con valentía y perseveran
cia hasta que desaparecen. Enfrentarse al miedo puede ser una expe
riencia terrible, pero los efectos beneficiosos son, muchas veces, es
pectaculares.
El doctor Stanley Rachman, de la Universidad de British Colum-
bia, se ha basado en esta idea para idear un enfoque ligeramente dife
rente para el tratamiento de la agorafobia. Su técnica consiste en atra
vesar sus miedos hasta alcanzar a la persona con la que se siente
seguro. Imaginémonos que se siente seguro en compañía de su m ari
do, pero teme subirse sola al autobús o esperar sola en la parada. Us
tedes podrían caminar juntos hasta la parada. Su marido se sube al au
tobús y se baja a la siguiente parada. A continuación, usted espera sola
la llegada del siguiente autobús y se baja en la primera parada, donde
la espera su marido.
Posteriormente, pida a su marido que se apee a la segunda o a la ter
cera parada y le espere allí. Cada vez puede ir un poco más lejos sola
en el autobús. La ventaja de esta técnica consiste en que usted se dirige
hacia lo seguro en lugar de pensar que debe hacer de tripas corazón y
enfrentarse sola a todos sus miedos sin ningún tipo de ayuda moral.
Otra ventaja consiste en que usted y su marido pueden trabajar juntos
como un equipo. Muchos amigos y familiares de personas agorafóbi-
cas desean ayudar, pero se sienten impotentes porque no saben cómo
hacerlo. Me gusta considerar la técnica del doctor Rachmann como el
«método de la pareja», puesto que alguien que desea ayudar puede
convertirse en su pareja de cara a su tratamiento.
Veamos si se le ocurre dónde aplicar este método. Supongamos que
tiene miedo a alejarse solo de casa. ¿Cómo podría cooperar con su pa
reja para superar este miedo? Una posibilidad consistiría en que su es
poso saliera con usted de casa, se adelantara una manzana y esperara
allí hasta que usted lo alcanzara. A continuación, podría alejarse dos
manzanas y esperar su llegada. Progresivamente podría aumentar la
distancia hasta caminar uno o dos kilómetros sola.
1. _________ ________________________________________________________________
2 . ________________ __________________________________________________________
268
Posteriormente, un tercer pensamiento automático le pasó por la ca
beza: «Pero todos me despreciarán. Pensarán que soy una estúpida por
producir un incidente así». ¿Cuáles son las distorsiones de este pensa
miento?
1. ________________________________________________________________________________________________________________
2 .__________________________________________________________________________________________________________________ _
3.
269
tá a punto de suceder. Para ilustrarlo, anote los pensamientos negativos
que podría tener en cada una de las siguientes situaciones generadoras
de ansiedad:
Usted padece una fobia a volar en avión. Cuando sube a un avión al
inicio de sus vacaciones está empapado de sudor y su corazón late ace
leradamente.
¿Qué está pensando?
En cada una de estas situaciones usted realiza, sin duda alguna, pre
dicciones funestas sobre todas las cosas espantosas que van a suceder.
Cuando sube el avión, pensará: «¿Y si se estrella?». A continuación, se
imagina al avión cayendo en picado y envuelto en llamas, pensamien
tos que le ponen los pelos de punta. Antes de un examen usted se dice
a sí mismo: «Será dificilísimo», y se imagina sacando un cero. Estos
pensamientos le generan tal nerviosismo que no logra concentrarse en
aquello que debe estudiar.
En todas estas situaciones usted se encuentra a merced de la misma
distorsión cognitiva, denominada «predicción». Toda la ansiedad que
usted siente tiene su origen en esta predicción. ¿Sabe por qué estas pre
dicciones negativas son distorsiones? Se debe a que las catástrofes que
predice no son realistas. El avión al que está subiendo no se estrellará,
de hecho. Y si prepara el examen de forma responsable, las posibilida
des de que suspenda son pocas.
270
Una manera de hacer frente a las predicciones consiste en realizar
predicciones positivas, realistas, en lugar de predicciones desagrada
bles, negativas. Si se siente ansioso antes de un viaje en avión, se pue
de imaginar un vuelo la mar de placentero. Imagínese aterrizando se
guro en su lugar de destino y pasando unas vacaciones estupendas.
Cuando estudia para un examen, piense que está aprendiendo la mate
ria y que cuanto más estudie mejor nota sacará.
Muchas personas parecen rechazar este consejo. Me dicen: «¡Esto
es una bobada! Se parece a la “fuerza del pensamiento positivo” . No
quiero ser el eterno optimista y ver siempre el lado positivo de las co
sas. Eso no es realista. Es posible que el examen me vaya mal. ¿Y si
me quedo bloqueado y con la mente en blanco? Entonces, ¿por qué de
cirme a mí mismo de que puedo estudiar eficazmente y aprobar? ¡Esto
es totalmente estúpido!».
Si es así como piensa, entonces está atrapado en una profecía auto-
cumplida. Gastará toda su energía preocupándose y pensando en lo mal
que lo hará en lugar de prepararse sistemáticamente para rendir lo máxi
mo posible. Cuando me siento confiado y vaticino un buen rendimien
to, entonces las cosas me suelen salir mucho mejor que cuando me pre
ocupo y auguro un fracaso.
Algunas personas defienden sus temores con este argumento: «Es
más seguro temer lo peor. Me protejo contra el peligro estando nervio
so. Quizá pueda mantener el avión en el aire si temo un accidente. Qui
zás estudie con mayor intensidad si temo suspender el examen. Si me
relajo y me planteo las cosas de forma positiva, algo malo puede suce
der». ¿Sabe a qué nivel cojea esta argumentación? Un nivel de ansie
dad bajo incrementará su rendimiento al ayudarle a mentalizarse; un
exceso de ansiedad sólo le llevará al desastre.
Análisis de coste-beneficio
271
segunda lista de las ventajas y desventajas de pensar de forma positi
va imaginando que las cosas saldrán bien Compare, nuevamente, los
costes con los beneficios de mostrarse optimista Esto quizá le facilite
abandonar sus preocupaciones y comenzar a creer en sí mismo
Una mujer mayor que había solicitado tratamiento por su agorafobia
se opuso obstinadamente a la indicación de su terapeuta de salir sola de
su casa Explicaba que sentía temor de ser asaltada o asesinada Argu
mentó que casi cada día salían noticias de asaltos en los periódicos
Aquí hay dos aspectos a tener en cuenta En primer lugar, ¿desea se
guir preocupándose de este miedo hasta el punto de llegar a perder su li
bertad de salir de casa cuando le apetece7 El análisis de coste-beneficio le
pude ayudar a esclarecer esta duda ¿Cuáles son las ventajas y desventajas
de permanecer encerrado en casa7 La gran ventaja de no salir consiste en
que se siente segura La desventaja, la pérdida de libertad que ello conlle
va Ella debe analizar a fondo esta cuestión y tomar una decisión En caso
contrano, seguirá enfrentada consigo misma y con su terapeuta
Si decide enfrentarse a sus miedos y salir de casa, deberá efectuar un
segundo análisis de coste-beneficio ¿Cuáles son las ventajas y desven
tajas de preocuparse constantemente cuando está lejos de casa7 Debe
plantearse la pregunta He si la angustia y el miedo impedirán que algo
terrible vaya a suceder Evidentemente, existen determinadas medidas
de precaución que son de sentido común y que todo ciudadano debería
tener en cuenta debería ir siempre acompañado por un amigo si su ba
rrio no es seguro, no debería salir solo de noche, no debería llevar gran
des sumas de dinero encima, debería tener anotados, en su casa, los nú
meros de sus tarjetas de crédito por si se pierden o son robadas, y no
debería caer en la tentación de discutir o pelearse con un ladrón
Una vez tomadas estas medidas de segundad, seguir preocupándose
no ayudará mucho Supongo que podría argüir que un estado de perma
nente angustia le haría mostrarse especialmente cautelosa y recelosa de
cualquier extraño, pero el coste de esta hipervigilancia no es más que su
frimiento emocional Llegado a determinado punto, usted debe ser capaz
de decir «De acuerdo, he tomado todas las precauciones lógicas para pro
tegerme a mí mismo A partir de aquí, la segundad absoluta no existe, así
que más vale suponer que estaré seguro, relajarme y pasármelo bien»
Si padece una fobia, debería prestar especial atención a lo que si
gue Usted tiene el deseo vago de querer sentirse mejor, pero rechaza
mi sugerencia de enfrentarse a sus miedos A veces existen determina
das ventajas ocultas en sus miedos de las que no es consciente Algu
nos agorafóbicos atraen en gran medida la atención de los demás y
272
puede resultar difícil prescindir de ello A todos nos gusta que estén por
nosotros es algo inherente a la condición humana Al mismo tiempo,
cambiar implica dolor y un esfuerzo considerable iY esto no suena muy
divertido, precisam ente1Necesitará un motivo realmente poderoso pa
ra cambiar si es eso lo que desea hacer
El análisis de coste-beneficio le puede ayudar a desarrollar la moti
vación que necesita para cambiar Quizá tenga miedo a subir a un avión
o a un ascensor, estar rodeado por una multitud de gente o salir solo de
casa En la columna de la izquierda, anote las ventajas de seguir angus
tiándose le hace ser prudente de tal manera que no correrá riesgos in
necesarios, no se arriesga a hacer el ridículo, las demás personas le
prestarán más atención, etc En la columna de la derecha, anote las des
ventajas de seguir preocupándose es desagradable, restringe su liber
tad, las demás personas se sienten impotentes con usted, etc
Una vez ha completado estas listas, compare las ventajas con las
desventajas Hágase la siguiente pregunta «¿Me ayudan más o me per
judican más mis miedos9» Si decide que las desventajas de sus miedos
superan a las ventajas, estará más motivado para cambiar El análisis
de coste-beneficio no le curará, pero su determinación y su sentido de
la responsabilidad serán la clave para encontrarse mejor
273
Es posible que no sea consciente de estas ensoñaciones y fantasías
amenazantes, a menos que vaya en su encuentro cuando se siente ner
vioso. Cuando toma nota de ellas, usted puede establecer una relación
evidente con sus miedos. Es importante darse cuenta de que, en la me
dida en que usted es capaz de crear estas fantasías aterradoras, también
puede aprender a controlarlas. Si las modifica de forma creativa, se
sentirá menos ansioso.
Quizás elija sustituirlas por alguna imagen tranquila de un lugar
especialmente querido por usted, pasando las vacaciones en la costa o
una cabina de teleférico en las montañas. Respire lenta y profunda
mente mientras se lo imagina. A una paciente ansiosa le fue de ayuda
imaginarse a sí misma paseando por la playa de noche porque le en
cantaba el mar. Visualizaba la luna y las olas. Su imaginación era tal
que incluso podía sentir cómo la brisa fresca del mar rozaba su piel y
llegaba a oler el aire salado. Decía que casi podía sentir la arena bajo
sus pies.
Le sugerí que se repitiera este mensaje mientras visualizaba la esce
na: «No tengo ninguna preocupación importante. Todo está bajo con
trol. Mi marido y mis hijos están bien. Las facturas están todas paga
das. Tengo muchos amigos y muchos proyectos de futuro. Está todo
tan tranquilo aquí». Cuando se imaginó esta escena, una ola de paz in
terior la inundó y su ansiedad desapareció al cabo de poco tiempo.
Otro paciente con fuertes sentimientos religiosos encontró útil reci
tar las palabras del salmo 23 mientras practicaba un ejercicio de visua-
lización: «En verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia
fuentes tranquilas y repara mis fuerzas».
¿Por qué logra este ejercicio tan sencillo reducir su ansiedad? Se
debe a que usted cambia sus imágenes mentales al igual que un direc
tor de cine prepara una escena totalmente diferente. Y el efecto de la
escena relajante puede ser bastante intenso.
Pruebe la técnica para ver cómo funciona con usted. Siéntese en
una silla cómoda. Comience imaginándose una escena atemorizadora
o una ensoñación. Elija aquella que le angustia habitualmente. Usted
se puede imaginar muriendo, sufriendo una crisis nerviosa o diciendo
alguna tontería en un acontecimiento social. Puede intensificar el
efecto respirando rápidamente y diciéndose cosas como: «Esto es te
rrible. No lo puedo soportar». Notará cómo se va poniendo cada vez
más tenso.
A continuación, borre estas imágenes y proyecte otras más apaci
bles en su mente. Respire lenta, profundamente, y elija una escena que
274
le resulte agradable: pescando en un lago tranquilo, recibiendo el di
ploma el día de su graduación en el instituto o en la universidad. La es
cena puede evocar un recuerdo placentero o una fantasía ilusionante.
Transmítase a sí mismo mensajes de confianza. Se dará cuenta de que
su estado anímico mejora.
Distracción
275
siente desamparado y atemorizado y le permite tranquilizarse y sentir
se más relajado.
Un tercer tipo de distracción consiste en implicarse en algún traba
jo productivo o afición: leer su novela favorita, poner al día su colec
ción de monedas o dedicar unas horas a la jardinería. Realizar alguna
tarea pendiente, como ordenar la casa o escribir cartas de agradeci
miento, puede ser de ayuda.
Cuando se siente ansioso, es posible que se resista a hacer todo eso.
Se inventará mil y una excusas: «No me puedo concentrar ahora» o
«No estoy anímicamente preparado para esto». No ceda ante esta ten
tación, que únicamente empeorará el estado ansioso al llenar su cabeza
de fantasías y pensamientos amenazantes. Haga algo productivo en su
lugar. Se sorprenderá al constatar que sí puede llegar a implicarse. A
medida que lo vaya haciendo, se encontrará mejor.
La paradoja de la aceptación
—-------- sí _______ no
276
Esto le hace luchar contra su ansiedad, que acaba intensificándose
hasta llegar a la crisis de angustia. ¿Piensa alguna vez de esta forma?
_______ sí _______ no
_______ sí _______ no
_______ sí _______ no
_______ sí _______ no
277
derablemente el establecer relaciones satisfactorias con los demás. So
mos personas que merecemos ser queridas a pesar de nuestros defectos
y por nuestras imperfecciones; es nuestra vulnerabilidad la que nos
otorga condición humana.
Es posible que lo vea desde un punto de vista intelectual y que no se
lo llegue a creer a un nivel más visceral. Como tantos pacientes míos,
usted emprende una cruzada autopunitiva cada vez que se siente ansio
so o enfadado, regañándose e insistiendo en que no debería sentirse co
mo se siente.
Helen es una mujer de 32 años de edad a la que traté por sus crisis
de angustia con los métodos descritos en este capítulo. Mejoró rápida
mente, pero temía que sus crisis de angustia pudieran volver. Le indi
qué que eso era bastante probable y le pregunté cuáles serían sus pen
samientos negativos la próxima vez que se sintiera angustiada. Entre
otros, mencionó los siguientes:
h elen (en el papel de la fantasía temida): Helen, creo que tienes de
presión y crisis de angustia. ¿Es eso cierto?
d a v i d (en el papel de Helen): ¡Y tanto que sí! ¡Tengo unas crisis de an
gustia tremendas!
278
helen (en el papel de la fantasía temida): Bueno, esto no tiene ningún
sentido. ¿Qué cosas podrían estar ocurriendo en tu vida para preo
cuparte o hacerte sentir ansiosa? Tienes una familia estupenda y un
montón de dinero. ¿Qué te pasa?
d a v id (en el papel de Helen): Posiblemente muchas más cosas de las
que te puedas imaginar. Tienes razón cuando dices que mi ansiedad
y mi depresión no tienen demasiado sentido. Éste es uno de los as
pectos curiosos de estos sentimientos. Muchas veces carecen total
mente de sentido. Es una de sus características más interesantes.
h e l e n (en el papel de la fantasía temida): Bueno, todo esto es muy
irracional y molesto. No creo que me puedas gustar como persona
ahora que sé todas esas cosas acerca de ti.
d a v id (en el papel de Helen): ¿Oh? ¿A qué se debe?
279
ciudad en coche proclamando mi nombre por el megáfono y con
tándole a la gente lo enferma que estoy.
h e l e n ( e n e l p a p e l d e la f a n t a s í a t e m i d a ): Me rindo.
d a v i d ( c o m o é l m is m o ) : ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Qué queremos
decir aquí?
h e l e n (c o m o e lla m is m a ) : Realmente, no estoy segura, pero es diverti
do. Veo una buena dosis de humor, lo que ya es algo.
d a v i d ( c o m o é l m is m o ) : Estoy encantado de que el humor sirva para
algo. Pero aparte del humor, hay otro aspecto a comentar.
h e l e n ( c o m o e ll a m is m a ) : No sé de qué se trata exactamente. ¿Estoy
exagerando excesivam ente lo que las demás personas podrían
pensar?
d a v i d ( c o m o é l m is m o ) : Bueno, supongo que esto es cierto, pero estoy
pensando en algo más profundo. La cuestión es la siguiente: si al
guien desea humillarle por ser un ser humano imperfecto, entonces
refleja bastante más acerca de sí mismo. Usted padece depresión y
ansiedad y podríamos decir, por lo tanto, que es emocionalmente
imperfecta. Algunas personas se divorcian y a lo mejor son imper
fectas a la hora de resolver conflictos y de relacionarse con los de
más. Algunas personas tienen unos ingresos muy limitados y los
podríamos considerar imperfectos en su capacidad de ganar dinero.
Posiblemente no es un genio, así que podríamos decir que su inteli
gencia es imperfecta, o a lo mejor tiene sobrepeso o está deform a
do, de tal manera que su figura distará mucho de ser perfecta. Si las
personas desean tirar piedras contra usted por cualquier imperfec
ción que pudiera tener, pueden hacerlo. Pero la pregunta es la si
guiente: ¿quién está siendo irracional? ¿Es esto algo que le deba
preocupar realmente? Si se acepta a sí misma como ser humano con
defectos, entonces no tiene por qué temer las humillaciones de na
die. Esta es la cuestión que estoy intentando puntualizar a través de
la escenificación.
280
ellos y los acepta. Con ello se consiguen dos cosas: en primer lugar, to
ma conciencia de que sí puede manejar emociones negativas, de que el
mundo no se acaba aquí simplemente porque se siente furioso, ansioso
o desanimado. En segundo lugar, una vez haya aceptado esas emocio
nes, éstas pierden a menudo su intensidad y se convierten en una fuer
za positiva en su vida. Pero si intenta evitar o negar sus sentimientos
haciendo hincapié en que no debería sentir de ese modo, éstos a menu
do se intensificarán y se desbordarán.
Si todavía cree que no debería alterarse tanto, realice un análisis de
coste-beneficio, tal como se describe en las páginas 139 y 148. Anote
las ventajas y las desventajas de intentar estar siempre feliz mantenien
do sus emociones bajo control. Hágase la siguiente pregunta: «¿En qué
me ayudará y en qué me perjudicará esta actitud?».
También le puede ayudar preguntarse a sí mismo si esta actitud es
realista. Encuentro que la vida es, a veces, sumamente estresante y a
menudo me enfado, me entristezco o me pongo nervioso. Esto parece
bastante normal y no conozco a muchas personas que sean marcada
mente diferentes a mí en este aspecto. A menudo les digo a mis pa
cientes que si pudieran aspirar, como media, a cinco días felices por se
mana y a dos días tristes, no sería un mal acuerdo. ¿Cómo se sentiría
respecto de un objetivo como ése? Una ventaja consistiría en que cuan
do usted se sintiera alterado, podría dedicar toda su energía a la resolu
ción del problema que le está fastidiando en lugar de lamentarse de lo
mal que se siente.
El secreto de un tratamiento exitoso no consiste en convertirse en
un personaje perfecto y reluciente, ni consiste tampoco en aprender a
controlar completamente sus sentimientos. Estas estrategias están con
denadas al fracaso. Por el contrario, si se acepta a sí mismo como ser
humano imperfecto pero merecedor de afecto y deja de enfrentarse a
sus emociones de forma tan obstinada, su miedo ejercerá cada vez me
nos control sobre usted.
Helen mejoró rápidamente. Una de las claves de su rápida recupera
ción fue su disponibilidad para escuchar las cintas de las sesiones de
terapia y realizar sus ejercicios en casa, entre sesiones. No obstante, no
quisiera dar la impresión de que la terapia es siempre fácil y casi mági
ca. Si tiene dificultades que vienen de lejos o problemas especialmente
graves, la mejora requerirá más tiempo y considerables dosis de pa
ciencia. Estoy convencido de que el resultado será satisfactorio si per
severa, y siempre he tenido la impresión de que las victorias más dul
ces son aquellas por las que más denodadamente hubo que luchar.
281
Entrar en contacto
282
tenía un morado en el brazo y tosía un poco. Sin motivo aparente, co
menzó a preocuparse de que podría haber contraído el sida. Esto no era
probable, precisamente, dado que sólo había tenido relaciones sexuales
con otra mujer en toda su vida. Mickey comenzó a obsesionarse, sin
embargo, con morir de sida. Se preguntaba a sí mismo: «¿Cómo puedo
estar absolutamente seguro? Las personas mueren de sida a diestro y si
niestro». Se puso tan sumamente ansioso que acudió al servicio de ur
gencias del hospital en el que trabajaba y pidió un análisis de sangre. A
los pocos días obtuvo los resultados, que únicamente confirmaban lo
que era evidente: su estado de salud era perfecto.
Esta patrón de obsesionarse con enfermedades médicas es extraor
dinariamente frecuente en las personas ansiosas. Habitualmente no exis
ten motivos lógicos para sospechar la existencia de alguna enfermedad.
He visto a muchas personas con fobia al sida y ninguna de ellas perte
necía a un grupo de riesgo. No consumían drogas por vía intravenosa
ni eran promiscuos sexualmente. Sus miedos eran del todo irracionales
y se desarrollaban cuando sentían preocupación por algo.
¿Qué estaba pasando aquí realmente? En su fuero interno, a Mickey
le disgustaba pasar solo el fin de semana aunque hubiera tomado la deci
sión racional de que era una buena idea que Gail asistiera a la reunión.
Mickey se sentía solo, celoso e inseguro, pero sentía que no debía expre
sar estos sentimientos. Consideraba que sus sentimientos no eran razona
bles y que era lógico que ella se fuera. Temía que si le decía que se sen
tía dolido por pasar un fin de semana solo ella podría pensar que era
débil y poco hombre. Pensaba que de un hombre cabía esperar fortaleza
y raciocinio y no ese tipo de sentimientos. A Mickey le preocupó, en úl
tima instancia, poder parecer manipulador o controlador. Se decía a sí
mismo que no tenía derecho alguno de decirle a Gail lo que debía hacer.
¡Las personas casi siempre tienen múltiples motivos para no expre
sar sus sentimientos! Tengo el presentimiento de que existen ciertos
momentos en los que uno no transmite sus sentimientos a los demás.
¿Estoy en lo cierto?
¿Qué le podría haber dicho Mickey a Gail? Le podría haber dicho,
por ejemplo: «Me sentiré algo solo y un poco celoso cuando te hayas
ido, porque te quiero mucho. Sé que es una buena idea que te vayas, pe
ro una parte de mí desea que te quedes». Esto mostraría a Gail sus sen
timientos sin pedirle que se quede. Poder compartir sus sentimientos
más profundos — aunque no parezcan del todo racionales— hubiera fa
cilitado que Gail se pudiera sentir mucho más cerca de él. Su cariño le
hubiera tranquilizado y tal vez hubiera evitado su crisis de ansiedad.
283
Sugerí que Mickey y Gail acudieran juntos a unas cuantas sesiones.
Cuando tomaron asiento, él todavía estaba muy nervioso. Me dijo que
todavía temía haber contraído el sida a pesar de que los análisis indicaban to
do lo contrario, que había leído docenas de artículos sobre los síntomas y
que temía que hubieran intercambiado su analítica con la de otra persona.
Dudaba si pedir un segundo análisis de sangre para estar del todo seguro.
Le dije a Mickey que verificar los síntomas de esta manera era inad
misible y le insté a que compartiera sus sentimientos con Gail. Al prin
cipio ambos admitieron su temor de abrirse el uno al otro. Temían herir
la sensibilidad de su pareja. Pero en cuanto comenzaron, lo hicieron es
tupendamente. Al final de la sesión, Mickey comentó que su depresión
y su miedo al sida habían desaparecido repentina y misteriosamente y
que se sentía mucho más cerca de Gail.
¿Significa esto que Mickey se había «curado» misteriosamente gra
cias a esta experiencia? Evidentemente, no. La tendencia a reprimir sus
sentimientos puede estar profundamente arraigada. Cuando Mickey tenga
alguna preocupación en el futuro, es posible que se vuelva a obsesionar
con el sida o con cualquier otra enfermedad terrible. Cuando esto ocurra,
se puede plantear la siguiente pregunta: «¿Estoy disgustado con alguien?».
En lugar de malgastar su energía preocupándose por sus obsesiones,
puede intentar definir aquello que le quita el sueño realmente. Sus obse
siones son, de hecho, un recordatorio de que algo le está fastidiando y
que está intentando ignorarlo. Enfrentarse con sus sentimientos de for
ma más abierta y directa requerirá un esfuerzo continuado para reforzar
las pautas de comunicación que está comenzando a aprender.
Compartir los sentimientos de enfado y vulnerabilidad en un clima
de confianza tiene, a menudo, un aspecto profundamente psicoestimu-
lante en su vertiente afectiva. Si no es capaz de decirle a alguien cómo
se siente, la confianza total no es posible. Aunque es cierto que el enfa
do puede separar a las personas, también es cierto que las puede acercar
cuando la autoestima de ambas partes no se siente amenazada, cuando
los sentimientos son expresados de forma sincera y escuchados sin po
nerse a la defensiva, cuando no existe riesgo de rechazo o de represalias
y cuando la actitud básica es de amor, confianza y respeto.
284
CÓMO SUPERAR LOS MIEDOS, LAS FOBIAS
Y LAS CRISIS DE ANGUSTIA*
4. Enfréntese a sus miedos: expóngase a todo aquello que sea objeto de sus
temores en lugar de huir de ellos y dejar que le paralicen. Existen tres
maneras de lograrlo:
285
CÓMO SUPERAR LOS MIEDOS, LAS FOBIAS
Y LAS CRISIS DE ANGUSTIA (continuación)
286
Problema n° 1. El miedo a perder el control mientras
conduce
Emily padecía una fobia a las autovías. Cuando conducía por una
autovía con abundante tráfico se ponía nerviosa y pensaba: «¿Qué pa
saría si perdiera el control del coche?». Entonces le invadía una inten
sa angustia y estacionaba el coche en el arcén para evitar un accidente.
Permanecía allí hasta que llegaba un policía para ayudarle. Estas expe
riencias resultaban tan angustiosas y humillantes que dejó de conducir
por las autovías. ¿Cómo podría Emily poner a prueba su creencia de
que «está perdiendo el control» mientras conduce? Anote aquí sus su
gerencias:
287
control» cuando repentinamente se siente ansiosa y angustiada en su
puesto de trabajo? Anote aquí sus ideas:
288
su marido. Trabajan juntos, se divierten juntos, duermen juntos. Pre
gunté a Cindy de qué le ayudaría estar con su marido si su tráquea se
«cerrara». No había pensado en ello detenidamente, pero sentía que, de
alguna manera, él sería capaz de volvérsela a «abrir» o, en el peor de
los casos, de llamar a un médico de urgencia. Esta dependencia tan ex
trema ha tensado la cuerda de su matrimonio, dado que ambos se sien
ten atrapados y algo rencorosos en ocasiones.
¿Cómo puede Cindy poner a prueba su creencia de que está a punto
de no poder controlar su respiración y de asfixiarse cada vez que está
sola y se siente ansiosa? Anote aquí sus ideas:
Solución: cada vez que Cindy sentía que perdía el control sobre su
respiración, llevó a cabo la siguiente comprobación: «(1) ¿Puedo inspi
rar lentamente? (2) ¿Puedo contener la respiración? (3) ¿Puedo espirar
suave y lentamente?». Estaba de acuerdo en que si podía realizar estas
tres maniobras respiratorias quedaría demostrado que podía respirar
adecuadamente.
Esto puso en entredicho su creencia de que se estaba asfixiando o
que su tráquea se cerraba y fue capaz de soportar estar sola durante pe
ríodos cada vez más prolongados. También comenzó a correr y a reali
zar una tabla de ejercicios físicos. La respiración profunda y el ejerci
cio le ayudaron a incrementar la confianza en sí misma, puesto que
constató que respirar de forma acelerada no es peligroso.
289
damente desagradables, no indican jam as el inicio de un estado de
locura
¿Como puede Jerry analizar su creencia de que se está «volviendo
loco»7
Anote aquí sus ideas
Si No
290
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
P r im e r p a s o d e s c r ib a l a s it u a c ió n q u e l e p r e o c u p a
T ercer pa so T E C N IC A D E L A S T R E S C O L U M N A S
292
C u a r t o p a s o r e s u l t a d o s Evalué nuevamente el crédito que le meiece cada
pensamiento automático de 0 a 100 y señale la casilla que describe como se
siente en este momento
□ nada mejor □ algo mejoi □ bastante mejor □ mucho mejor
293
13
295
( I o pudo superar9 ¿Se ha roto el brazo alguna vez9 ¿Lo pudo superar7
¡ Que hizo para mitigar el dolor7 ¿Tomo medicación7 Las personas que
sufren enfermedades terminales suelen ser tratadas con analgésicos y el
dolor se puede abordar, casi siempre, de forma humana
Es posible que haya experimentado dolor intenso en el pasado y le
aterra el pensamiento de tener que pasar de nuevo por un calvario como
aquel Es importante recalcar, de nuevo, que es la vida lo que teme, no
la muerte Cuando alguien que padece una enfermedad terminal está de
sesperado de dolor, no suele temer a la muerte en absoluto Para estas
personas la muerte es, a menudo, una bendición y una salida deseada
Sus preocupaciones quizá sean diferentes Puede tener pensam ien
tos negativos del tipo siguiente «En cuanto me muera me daré cuenta
de que no he realizado todos mis sueños Había tantas cosas que desea
ba hacer y constatare que sólo pude realizar unas cuantas» Cuando ha
ya identificado un pensamiento negativo como éste, escríbalo A conti
nuación, intente identificar las distorsiones que comprende ¿Puede7
Consulte la lista de la página 293 y vea si logra encontrarlas
Una de las distorsiones es el «pensamiento tipo todo o nada», dado
que se lamenta de no haber satisfecho todos sus sueños y de que no hi
zo todo lo que deseaba hacer a lo largo de su vida También es un ejem
plo de «filtro mental», dado que esta pensando en todas aquellas cosas
que no hizo, en detrimento de aquellas muchas ilusiones que sí pudo
satisfacer durante su vida
¿Se le ocurre alguna manera mas realista de enfocar este tem a7 Una
paciente aportó la siguiente respuesta
Nadie puede satisfacer todos sus sueños, pero ha habido muchas cosas
que he sido capaz de hacer Siempre quise ser profesora de escuela y du
rante muchos años me he dedicado a esta profesión Deseaba formar una
familia y logre hacerlo No he llevado a cabo todo aquello que deseaba ha
cer pero muy pocas personas pueden decir eso Cuando me muera tendre
que llegar a un compromiso entre mis sueños infantiles y lo que pude lo
grar realmente como adulto Puedo pensar en todas aquellas cosas que hi
ce y sentir una satisfacción profunda o pensar en todos aquellos proyectos
que se quedaron en el camino y torturarme a mi misma Esto ultimo seria
injusto y cruel
296
La segunda fase de la muerte se refiere al momento de morirse pro
piamente dicho, ese instante en el que uno se adentra en un estado de
inconsciencia Muchos pacientes me comentan que eso sera terrible
mente angustioso, porque perdemos definitivamente el control sobre
nosotros mismos Pero, ¿es esta una experiencia tan angustiante o des
conocida9 Ciertamente, no De hecho, ha pasado por esta experiencia
cada día de su vida La experiencia de dejarse caer en un estado in
consciente es idéntica a la experiencia de irse a dormir Si no teme el
momento de dormirse, ¿por qué va a temer el momento de morir9 Tam
bién habrá experimentado esa misma sensación si alguna vez le han
aplicado anestesia Al momento estás consciente y, al cabo de nada,
profundamente dormido Esto no tiene, ciertamente, secreto alguno
La tercera fase de la muerte es el periodo que sigue a la misma Pre
guntese nuevamente «¿Que es lo que temo de verdad9» Intente definir
los pensamientos negativos que le pasan por la cabeza cuando piensa en
su condición de muerto Un paciente tenia el siguiente pensamiento
«¿Qué pasaría si me despierto y me han enterrado vivo9» Si ésta es su
preocupación, entonces es nuevamente la vida y no la muerte lo que
le preocupa, dado que estaría vivo Pero en lugar de angustiarse por es
ta situación, p odría dar gracias a su buena estrella por estar vivo toda
vía' tEsto es lo mejor que le puede pasar a uno que se cree muerto' De
dique sus esfuerzos a labrarse un camino hacia afuera para poder
organizar una gran fiesta También podría hacer constar en su testamen
to que desea ser enterrado con una pequeña pala de jardinería por si es
te acontecimiento tan maravilloso como improbable tuviera lugar
La mayoría de personas no temen tanto ser enterrados vivos como
el hecho de encontrarse en un estado inconsciente sin saber lo que está
pasando Evidentemente, el dolor no juega ningún papel aquí ¿Porque
anestesian los cirujanos a los pacientes antes de operarlos9 Únicamen
te para garantizar que no experimentaran dolor alguno
Un paciente estaba horrorizado por pensar «Después de morirme,
sólo quedará la nada tNo lo podre soportar'» Despues de anotarlo en
su diario de estados anímicos, lo pudo reemplazar por la siguiente res
puesta racional «jEntonces no habra nada de que preocuparse1» Esto
le ayudó a sentirse mejor, dado que nunca antes había intentado refle
xionar sobre este tema de forma lógica
El diario de estados anímicos representado a continuación enumera
diversos pensamientos negativos de un paciente acerca de su condicion
de muerto Quizá reconozca algunos miedos que haya podido tener al
guna vez Observe de que manera refuta cada uno de sus pensamientos
negativos
297
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
P r im e r p a s o : d e s c r ib a l a s i t u a c ió n q u e l e p r e o c u p a : Pensamientos so
bre su condición de muerto. ____________________________ -___
1. miedo 99 3. 5.
2. 4. 6.
T e r c e r p a s o : t é c n ic a d e l a s t r e s c o l u m n a s
298
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
299
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
P en sa m ien to s a u to m á tico s D is to r s io n e s R e s p u e s ta s r a c io n a le s
301
tuviera claustrofobia con todas esas personas tan atractivas encima de
usted y sin escapatoria posible!
Los filósofos existencialistas como Sartre, Camus, entre otros, ale
gan que cuando uno se enfrenta al carácter irremediable de la muerte,
la vida carece de sentido. Soy de la opinión de que lo contrario es, jus
tamente, lo cierto. Aceptar la muerte puede darle un sentido mucho
más profundo a la vida, hacer que nos resulte mucho más gratificante.
Cuando era un niño, el tiempo avanzaba lentamente, a paso de tor
tuga. Puedo recordar los largos días de verano, que parecían eternos.
La semana que redacté este capítulo, cumplí 42 años. Hasta que me
muera pueden faltar unos pocos o treinta años pero, sea como fuere, no
parecerán tantos. En la actualidad, los días vuelan como minutos y las
semanas parecen horas. Hoy visité a un paciente al que hacía seis me
ses que no veía, y me pareció que fue ayer.
Constatar lo corta que es la vida puede parecer morboso. Pero saber
que el tiempo transcurre hacia su fin nos puede ayudar a comprender lo
valiosa que es la vida y la importancia de elegir nuestras prioridades.
Mi hijo de 8 años ya no será un niño pequeño durante mucho tiempo.
Pronto será un hombre adulto. Pero todavía es, en la actualidad, un ni
ño pequeño, y si dese^ quererle y dedicarle tiempo, lo puedo hacer. Es
ta tarde jugam os juntos al badmington y lanzamos el volante más de
catorce veces por encima de la red sin fallar. Es nuestra nueva marca.
Mientras estábamos jugando, le conté que estaba escribiendo un capí
tulo sobre el miedo a la muerte. Le recordé que algún día moriría, al
igual que él. Tenía curiosidad por saber cómo se sentía al respecto. Me
dijo que me quería y que las personas no se preocuparían tanto de la
muerte si se lo pasaran bien. A continuación, me pidió que sacara.
302
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
P r im e r p a s o : d e s c r ib a l a s it u a c ió n q u e l e p r e o c u p a :
T e r c e r p a s o : t é c n ic a d e l a s t r e s c o l u m n a s
303
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
P en sa m ien to s a u to m á tico s D is to r s io n e s R e s p u e s ta s ra c io n a le s
304
C u a r t o p a s o : r e s u l t a d o s . Evalúe nuevamente el crédito que le merece cada
pensamiento automático de 0 a 100 y señale la casilla que describe cómo se
siente en este momento:
□ nada mejor; □ algo mejor; □ bastante mejor; □ mucho mejor.
305
14
307
• Siente que está en primer plano, siendo juzgado por los demás. Cree que
las personas son frías y que están dispuestas a herirle o a humillarle.
• Cree que debe causar una buena impresión a los demás para que le
quieran y respeten. No obstante, no cree tener algo interesante o su
gestivo que aportar a la conversación para resultar atrayente. Está
más preocupado por agradar a las personas y actuar de acuerdo a sus ex
pectativas que por ser usted mismo.
• No cree que a las personas les guste su «verdadera» personalidad.
Teme que si las personas descubriesen su «verdadero» yo, le tildarían de
fraude y le despreciarían. Se siente inferior y lleno de defectos en
comparación con los demás.
• Cree que las personas tienen rayos X en los ojos y saben siempre có
mo se siente interiormente, que los sentimientos de timidez o de mie
do son detectados y considerados absurdos e inaceptables. Por este
motivo rehuye las situaciones sociales. Casi preferiría morir a que
los demás sepan lo nervioso que se siente.
• Cree que las personas son muy críticas y que esperan que usted sea
siempre brillante, perfecto y esté dispuesto a todo. Tiene unas ideas
estereotipadas en lo que respecta a la conducta social. Sus parámetros
sobre cómo se debería sentir, cómo debería actuar, etc., son rígidos.
• Le aterra la sola idea de hacer el ridículo delante de los demás. Está
convencido de que en caso de que eso sucediera, la noticia se exten
dería como un reguero de pólvora y que todo el mundo le desprecia
ría al cabo de poco tiempo.
• Tiene grandes dificultades para expresar sus sentimientos negativos,
como la rabia. Se muestra muy poco asertivo y evita conflictos o de
sacuerdos con los demás.
308
d a v id : Supongamos que no tiene nada inteligente y creativo que decir.
¿Qué pasaría entonces?
g r e g : Soy un profesional y se supone que tengo algo interesante que
aportar.
d a v id : ¿Y qué pasaría si no fuera así?
g r e g : Las personas pensarían que no soy una personas competente.
d a v id : ¿Y bien?
g r e g : No tendría dinero. No podría pagar los estudios de mis hijos.
309
nadie más está presente. Un estudiante de primer curso de la Universi
dad de Arizona, llamado Jed, me comentó que se sentía especialmente
ansioso en compañía de un amigo llamado Terry. Admiraba a Terry
porque parecía un «tipo legal». Terry era brillante, atractivo y seguro
de sí mismo y gustaba a todas las chicas. Al mismo tiempo, parecía de
masiado frívolo y superficial y Jed se sentía intimidado.
Las dificultades que tenía Jed comenzaron cierta noche cuando él y un
grupo de amigos, entre los que se encontraba Terry, salieron a tomar
unas copas. Jed bebió algo más de la cuenta y comenzó a hacer el pa
yaso. Se convirtió en el «alma de la fiesta» y todos los amigos estaban
alucinados con él. Jed dijo estar «enrollado».
Al día siguiente, Jed se encontró con Terry. Éste intentó entablar
una conversación y comentó que se había divertido mucho la noche an
terior. Sin el efecto del alcohol, Jed ya no se sentía desinhibido y juer
guista, sino más bien nervioso y cohibido. Con la mirada fija en el sue
lo, esperaba que Terry no se diera cuenta de lo ansioso que se sentía y
se limitó a contestar con monosílabos.
Desde entonces, cada vez que se encontraba con Terry, el corazón
de Jed comenzaba a latir con fuerza y se angustiaba muchísimo. Inten
taba evitarle y mostraba escaso interés cuando hablaban. Terry le ofre
ció varias veces su amistad y sugirió que debían verse más a menudo,
pero Jed nunca le tomó la palabra. Finalmente, sus vidas se fueron se
parando poco a poco. Terry se juntó con los grupos estudiantiles más
esnobs y sólo se veían muy de vez en cuando.
Jed comentó que ése no fue un caso aislado, sino un ejemplo carac
terístico de la relación que mantenía con sus amigos. Comentó que ha
bía colocado a Terry en un pedestal y que lo valoraba más de lo que se
merecía. Posteriormente, se sentía tremendamente presionado por cau
sar una buena impresión y demostrar que estaba a su altura. Esto con
virtió a Jed en una persona enormemente ansiosa e insegura.
Jed ejemplifica muchas de las actitudes contraproducentes descritas
con anterioridad y que conducen a la fobia social. Siente que debe agradar
a las personas y hacer comedia para parecer una persona simpática; tiene
ideas esterotipadas de lo que es una conducta correcta, apropiada. Siente
que su ansiedad es inaceptable y vergonzosa y está convencido de que su
«verdadero yo» no sería consentido por sus amigos. Jed lleva constante
mente puesta una máscara, un «yo social» manufacturado que ofrece al
mundo con la esperanza de ser querido. Esto le crea un estado de tensión
continua. Jed tiene siempre un miedo espantoso de que alguien le pueda
descubrir y detectar su yo real e inaceptable oculto tras la máscara.
310
Sugerí que Jed quizá debería estar dispuesto a decirle a Terry cómo
se sentía para, en cierta medida, romper el hielo y para que Terry su
piera por qué se había mostrado tan distante. Expliqué que le podría
decir a Terry que le caía bien pero que también se sentía algo nervioso
en su compañía y que, aunque le admiraba, percibía que estaba tan se
guro de sí mismo y que era tan refinado que a veces se sentía incómo
do cuando estaba con él.
Jed contestó: «¡Ni hablar!». Explicó, enfáticamente, que los estu
diantes no decían cosas tan estúpidas como ésa y que, en caso de que lo
hiciera, lo que no ocurriría jamás, Terry pensaría que era un auténtico
«pelele». El máximo temor de Jed consistía en hacerle saber a Terry
que se sentía nervioso y ansioso.
La reacción de Jed es la habitual en prácticamente todas las perso
nas con fobia social a las que he tratado. Tiene ideas rígidas sobre lo
que es un comportamiento social «correcto» o «incorrecto». Está dog
máticamente convencido de que no es socialmente correcto compartir
sus sentimientos de forma abierta. ¡Este no era el tipo de ayuda que es
peraba encontrar Jed!
Lo que esperaba es que pudiera enseñarle a eliminar sus sentimien
tos negativos para poder sentirse resuelto, relajado y seguro de sí mis
mo, como se sentía cuando estaba bebido.
Observe la contradicción inherente a la demanda de Jed. Por un la
do dice: «Ayúdeme a mejorar mi autoestima», pero, al mismo tiempo
afirma: «Posdata: conviértame en una persona diferente. Ayúdeme a
ser la máscara que llevo puesta. ¡No me pida que me acepte como soy!
El verdadero yo no sirve para nada. ¡Un estudiante de verdad no se
siente nervioso!».
Jed desea creer que su verdadero yo es el de aquel tipo divertido,
encantador, absolutamente seguro de sí mismo que se quedaba con to
do el mundo cuando iba algo sobrado de copas. Siente que esa persona
nerviosa, insegura, que habitualmente habita en su cuerpo, no es su yo
auténtico, sino alguien ajeno a él. Cree que ese Jed inseguro, tímido, es
una aberración despreciable y enferma, un gemelo deficiente mental
que debe permanecer escondido detrás de unas puertas cerradas a cal y
canto.
Jed podría superar en cierta medida su fobia social si fuera capaz de
comunicar a los demás su forma de ser. En lugar de sentirse ansioso,
nervioso, con todos sus sentimientos guardados en su interior, podría
decir a las personas de su entorno cómo se siente. Esto puede ser de
gran ayuda. Si padece fobia social, es posible que se cierre en banda y
311
se muestre reticente a la hora de usar esta técnica tal como hizo Jed, de
bido a su «perfeccionismo emocional». Usted piensa que es degradan
te sentirse nervioso e inseguro, actitud que sólo intensifica su ansiedad,
puesto que conlleva una carga doble: se siente ansioso y siente que de
be esconder su ansiedad.
Jed y yo nos sentimos cada vez más frustrados el uno con el otro
porque teníamos, al parecer, prioridades muy diferentes. Parecía que
estaba decidido a ser «Mr. Cool», un tipo duro que irradiaba seguri
dad. Todo lo que deseaba es que yo le enseñara cómo dejar boquia
biertos a los demás y conquistar mujeres. Yo, en cambio, deseaba que
se aceptara a sí mismo como ser humano para poder admitir sus senti
mientos de inseguridad y nerviosismo sin avergonzarse de ello ni per
der su autoestima. Le animé a que dijera a sus amigos que a veces se
sentía nervioso, pero él no cedía. Dijo que antes preferiría morirse que ha
cer eso. No me mostré en desacuerdo con su objetivo de sentirse más
a gusto consigo mismo, pero estaba seguro de que utilizaba un enfo
que erróneo.
Cierto día, en una de nuestras reuniones de equipo, mi colaborado
ra Retta Jo Bender me dijo que cada vez que Jed esperaba su turno de
visita se mostraba como alguien que «pisa fuerte» y muy locuaz. Co
mentó que Jed parecía una persona agradable, pero que siempre pare
cía esforzarse en causar una buena impresión y que esto le hacía estar
incómoda.
Me di cuenta de que eso era, probablemente, lo que hacía con sus
compañeros de clase en la facultad, lo cual explicaría el motivo por el
cual no tenía amigos íntimos. A la siguiente visita con Jed le dije lo que
Retta Jo me había confesado. Le dije: «Sabes, Jed, creo que le gustas,
pero se queda “cortada” cuando está contigo. Estás intentando mostrar
te tan perfecto, tan especial. La verdad es que la mayoría de personas
no nos sentimos tan seguros y fuertes. Pareces decidido a ser mejor que
todos los demás. Quiero que sepas que eso me molesta, que estoy har
to de ello y que no lo aguantaré más. ¡Me apuesto a que la mayoría de
personas a las que conoces se sienten realmente incómodas contigo,
igual que me pasa a mí!».
Después de decir esto se hizo un largo silencio y me sentí muy vio
lento. Temía haber traspasado mis límites, siendo poco profesional y
demasiado agresivo. Pero la actitud de Jed pareció cambiar de repente.
Parecía humilde y dijo que comprendía lo que había intentado transmi
tirle. Comentó que le había expresado mis sentimientos de forma ho
nesta y que podía ver por qué era tan importante para él expresar sus
312
sentimientos. Afirmó que había sido la mejor sesión que habíamos te
nido juntos y me preguntó por qué había tardado tanto tiempo en decir
le cómo me sentía.
Tras la sesión comenzó a sentirse mucho más relajado y abierto con
las personas. Incluso le dijo a su novia que había padecido estados de
ansiedad en situaciones sociales durante varios años. A Jed le sorpren
dió su confesión de que se sentía más cerca de él de lo que nunca antes
se había sentido.
A menudo cometemos el error de pensar que las personas sólo acep
tarán y admirarán nuestros puntos fuertes y que nos rechazarán si co
nocen nuestros defectos y nuestras debilidades. Debido a esta creencia,
tememos decirle a la gente que nos sentimos incómodos o que tenemos
emociones negativas respecto a su persona. Este es el error que había
cometido con Jed. Me di cuenta de lo irritante e inadecuada que resul
taba su conducta, y aun así temía herir sus sentimientos o mostrarme de
manera opuesta a lo que supone que es un terapeuta amable y dispues
to a ayudar. A resultas de ello, yo había sido tan deshonesto con él co
mo él lo estaba siendo con el resto del mundo. Cuando pude sincerar
me, nuestra relación se volvió mucho más auténtica y Jed fue capaz de
experimentar verdadera confianza y proximidad.
Descubrirse ante los demás constituye un antídoto poderoso para la
fobia social si está dispuesto a armarse de valor. Coméntele a las per
sonas que se siente ansioso en determinadas situaciones. Pregúnteles si
también se han sentido alguna vez nerviosos o temerosos. Si teme que
le tengan en menor consideración por ello, pregúnteles al respecto.
Al igual que Jed, quizá piense: «No puedo decirle a la gente que me
siento ansioso. Es una idea absurda. ¡Haría el ridículo!». Analicemos de
tenidamente cada una de estas objeciones. Cuando dice: «No lo puedo
hacer», lo que realmente quiere dar a entender es: «No deseo decir a na
die lo ansioso que me siento». Está en su derecho, pero podría hacerlo si
quisiera. Si insiste en esconder sus sentimientos, seguirá creyendo que es
en cierta medida «diferente» o que tiene algún «defecto». Si comparte
sus sentimientos, se puede dar cuenta de que las demás personas también
son humanas y que están dispuestas a aceptarlo tal como es.
Al poco tiempo de abrir mi consulta psiquiátrica, mi mujer y yo
compramos una casa en un vecindario muy agradable. Nuestra hija co
menzó a jugar con una niña que vivía cerca de nuestra casa en una ver
dadera mansión. Una noche, vestido con téjanos y una camiseta vieja,
pasé por allí para recoger a mi hija. Janice, la madre de la niña, me re
cibió en el portal. Iba elegantemente vestida y parecía una modelo de
313
Vogue. Janice me invitó entrar y me encontré en un gran recibidor re
pleto de valiosas antigüedades. Las paredes estaban cubiertas de óleos
que parecían tener unos cuantos siglos: era igual que un museo.
Me sentí incómodo. Janice se dio cuenta de mi estado de nervios y
me preguntó si estaba violento. Estuve tentado de negar mis senti
mientos con un tono de voz defensivo, pero, al contrario, confesé que
sí estaba tenso porque no estaba acostumbrado a estar en una casa tan
distinguida. Comentó que le sorprendía que un «loquero» pudiera
sentirse inseguro. Me sentí todavía más acobardado y medio en bro
ma le aseguré que ésta era la única vez desde 1955 en la que había
sentido una pizca de nerviosismo. Janice se rió y nos hicimos buenos
amigos.
Creo que el hecho de no esconder mis inseguridades la desarmó y
ambos nos sentimos mucho más a gusto. Negar mis sentimientos sólo
hubiera incrementado la tensión y hubiera parecido fingido. Aunque
algunas personas parecen muy exitosas y sofisticadas, la mayoría de
nosotros nos sentimos, en el fondo, bastante humanos. Compartir sus
inseguridades puede ser una de las armas más eficaces para superar la
fobia social y desarrollar relaciones satisfactorias con los demás.
314
Le propuse analizar sus peocupaciones utilizando la técnica de la
fantasía temida (véase la página 155). Le indiqué que simulara ser un
hombre atractivo que me insultaba por estar nervioso y tener la cabeza
ladeada. Le insistí en que me humillara y me desprestigiara todo lo que
le fuera posible, diciendo esas cosas que las personas no dicen jamás
pero pueden estar pensando. La finalidad de esta escenificación consis
tía en mostrarle que incluso sucediendo lo peor, no sería ni con mucho
tan terrible como se imaginaba.
estoy nerviosa.
j o a n (como hombre hostil): ¡Sólo una loca ladearía así la cabeza en
público!
d a v id (como Joan, sonriendo): Durante cierto tiempo sospeché que
estaba un poco loca. De hecho, creo que esto podría convertirse en
una de mis cualidades más relevantes.
j o a n (como hombre hostil): Bueno, no creo que eso sea un cualidad,
precisamente. Debe ser un «bicho raro» para que su cabeza se ladee
en público de esta manera. ¡Está para entrar en el manicomio!
d a v id (como Joan): ¡Oh, por supuesto! Por cierto, posiblemente esté
mucho más loca de lo que usted piensa. Esta es, de hecho, mi con
ducta más apropiada. Dígame, ¿le atraen las señoras locas?
j o a n (como hombre hostil): Esto es ridículo. No sé lo que le pasa apar
315
agresiva, el extraño imaginario representaba los pensamientos autocrí
ticos de Joan. A continuación intercambiamos los papeles para que pu
diera aprender a responder a los agresores imaginarios.
Quizá desee probar la técnica de la fantasía temida interpretándola
con su terapeuta, con un amigo o escribiendo un guión. Cuando repli
que a las críticas más feroces que podamos imaginar, comenzará a ver
lo poco realistas que son. Esto le puede liberar de sus temores más pro
fundos y ayudarle a aceptarse a sí mismo como un ser humano imper
fecto pero encantador.
Otra manera de sofocar este miedo precisa una técnica muy eficaz
denominada «ejercicio para combatir la vergüenza» (véase la página
262). El aspecto clave del ejercicio consiste en enfrentarse a sus m ie
dos de forma directa, descarada y valiente.
Un atractivo presentador de la televisión neoyorquina llamado Ste
ve se benefició hace poco de este ejercicio cuando participó en un pro
grama «intensivo» en mi instituto. Steve parece una persona segura y
equilibrada y nadie sospecharía que sufre por su timidez y una grave
fobia social. Steve padece un ligero temblor hereditario que se m ani
fiesta en sus manos cuando intenta sostener una taza de café o escribir
su nombre. Había acudido a diversos neurólogos con la esperanza de
encontrar un remedio, pero todos coincidieron en que era básicamente
intratable y que debía aprender a vivir con él.
Uno de los miedos más atroces de Steve consistía en que alguien se
diera cuenta de su temblor y lo menospreciara por ello. El temblor em
peoraba notoriamente cuando se encontraba rodeado de gente y Steve
siempre estaba angustiado de que alguien pudiera descubrir su secreto.
Había desarrollado todo tipo de conductas extrañas para intentar disi
mular su temblor. Así, por ejemplo, no tomaba nunca ningún líquido
delante de otras personas. Temía que sus productores se dieran cuenta
de su temblor y creyeran que era anormal o deficiente. Sentía que esto
acabaría con su carrera televisiva.
Steve no había desafiado nunca, realmente, alguna de estas suposi
ciones. No tenía evidencia alguna de que alguien le miraría por encima
del hombro debido a su temblor. Eran tan hábil disimulándolo que na
die se había dado cuenta todavía. Le indiqué que su problema no era el
temblor, sino sus pensamientos y sentimientos negativos al respecto.
316
Éstos eran sus pensamientos negativos: «(1) Sería espantoso que al
guien viera como me tiemblan las manos. (2) Pensarían que algo me
pasa. (3) Esto sería humillante».
Quería que Steve pusiera a prueba estos pensamientos y plantara
cara a sus miedos. Le indiqué que acudiera a una boutique de moda en
la que hombres y mujeres bien vestidos de forma atractiva compraran
ropa cara. Le sugerí que comprara algo barato, como una corbata o un
pañuelo, y lo pagara con su tarjeta de crédito. Entonces, cuando el de
pendiente le pidiera firmar — lo que le daba pánico— podría decir con
una voz clara y potente que todos podían escuchar: «Bueno, aquí va mi
mano temblorosa con su tembleque. ¡Vaya por Dios! ¡Miren este tem
bleque!» Mientras hablaba, podía dejar que su mano temblara ostensi
blemente para que todos lo pudieran ver.
Le dije a Steve que una vez dado este paso podría romper el tíquet y
pedir otro alegando que la firma había salido demasiado temblorosa.
Mientras firmaba su segundo tíquet, podría llamar nuevamente la aten
ción con su temblor. Finalmente, antes de abandonar la tienda, podría
pedir un vaso de agua. En cuanto le hubieran entregado el vaso, lo po
dría sujetar de tal manera que todo el mundo pudiera ver cómo se agi
taba y salpicaba el agua. A continuación podría decir: «¡Aquí va de
nuevo mi mano temblorosa!».
Steve no se mostró especialmente entusiasta respecto a esta tarea.
De hecho, se resistió obstinadamente a llevarla a cabo durante unos
cuantos días. Finalmente, accedió. Mandé a un estudiante de posgrado
de psicología a que acudiera al lugar y le observara para tener la certe
za de que realizaba el ejercicio en su totalidad.
Steve entró, con gran recelo, en una conocida boutique de un barrio
de moda y adquirió una corbata. Mientras firmaba el tíquet, tal como
estaba planificado, experimentó una angustia intensa. Sin embargo, na
die parecía especialmente preocupado por sus manos temblorosas. Una
de las dependientas comenzó a coquetear con él mientras rellenaba el
tíquet. En cuanto hubo salido de la tienda, su ansiedad había disminui
do considerablemente. Con renovado ánimo entró en otros estableci
mientos para repetir la prueba. En cada ocasión, las personas parecían
interesadas en su persona y sus manos temblorosas no parecían sor
prender a nadie. Estas experiencias desmintieron su creencia de que no
podría soportar que alguien viera sus manos temblorosas.
Aunque se sentía aliviado en parte, Steve todavía pensaba que las
personas sólo actuaban así por educación. Creía que, mayoritariamente,
la gente pensaba para sus adentros que era anormal, que algo terrible le
317
sucedía debido a su temblor. Para comprobar esta hipótesis, comenzó a
decirle a las personas con las que coincidía en mi consulta — y también
a desconocidos con los que se tropezaba en la calle— que estaba en Fi-
ladelfia para recibir tratamiento por sus «manos temblorosas». Le sor
prendió constatar que las personas se mostraban afectuosas y agradables
y no manifestaban, en absoluto, rechazo hacia su persona.
El método para combatir la vergüenza es muy similar a un método
denominado por muchos terapeutas «inundación» o «exposición». Con
siste, básicamente, en exponerse a sus propios miedos y dejarse inun
dar por la ansiedad. Es como desafiar a un atracador diciéndole: «¡A
ver si aciertas el disparo!». Habitualmente, sus miedos alcanzarán un
punto máximo, se estabilizarán y, finalmente, decrecerán. ¡A menudo
desaparecen del todo! Los efectos pueden ser sorprendentes. Reco
miendo encarecidamente esta técnica para todas aquellas personas que
padezcan fobia social.
Veamos si ha comprendido cómo poner en práctica la prueba para
combatir la vergüenza. Imagínese que es un carpintero de 26 años de
edad, con buena presencia, que se siente muy tímido y ansioso en cual
quier situación social. Cuando acude a un local frecuentado por solte
ros, se dice a sí m ismo- «Todas estas personas están mucho más prepa
radas que yo y están mucho más seguras de sí mismas. Si supieran lo
nervioso que estoy, seguro que pensarían que me pasa algo». Estos
pensamientos le crean tal grado de ansiedad que apenas soporta estar
más de dos minutos en un contexto relacional. ¿Cómo podría combatir
estos miedos con el ejercicio para combatir la vergüenza? Anote aquí
sus ideas:
318
mo hizo que las demás personas se sintieran cómodas y le fuera más
fácil entrar en contacto con ellas. Esto no era coherente con su creencia
de que las personas considerarían su ansiedad como algo despreciable
y se sintió mucho más relajado.
La técnica experimental
319
con ánimo crítico. Parecía mucho más seguro seguir mirando fijamen-
ic al suelo. La terapeuta pudo doblegar, sin embargo, la resistencia de
Martin y éste aceptó realizar el experimento.
En la siguiente sesión, Martin informó, aliviado y sorprendido, que
la mayoría de personas no charlaban animadamente entre sí mientras
hacían cola. Muchos de ellos parecían soñar despiertos o miraban los
periódicos o las golosinas expuestas al lado de la caja. Cuando pagaban
al cajero no actuaban de forma especialmente encantadora, sino que
pagaban sus facturas y se iban con sus casas con la compra. Este des
cubrimiento constituyó un alivio considerable.
En otra sesión, Martin me comentó que cuando caminaba por la ca
lle o hacía cola en restaurantes de comida rápida, a menudo sentía que
las personas le miraban con gesto de desaprobación porque no les gus
taba su aspecto. Esto hacía que Martin se sintiera intensamente ansioso
y furioso. Tenía pensamientos del tipo: «¡No tiene derecho a mirarme
por encima del hombro! ¡Me gustaría darle un puñetazo en la boca!».
Acto seguido, comenzaba a mirar a las personas con aire desafiante.
Aunque Martin es una persona de aspecto agradable, solía ir vestido en
clara consonancia con su baja autoestima y algunas veces habría nece
sitado un corte de p e K Sin embargo, no me parecía del todo probable
que la gente sintiera repulsa por su aspecto. No obstante, la hostilidad
defensiva que proyectaba hacía que la gente estuviera alerta y cuando
Martin veía su expresión de inquietud en sus caras pensaba: «Tenía ra
zón. ¡Realmente no les gusta mi aspecto!».
¿Se le ocurre un experimento que Martin pudiera llevar a cabo para
analizar su creencia de que la gente le miraba porque no les gustaba su
aspecto? Anote aquí sus ideas:
320
Martin encontró esta tarea muy difícil en un principio. De hecho, rehu
só llevarla a cabo durante dos meses. Decía que estaba tan furioso y tenso
que no tenía ganas de sonreír. Le indiqué que podía obligarse a esgrimir
una sonrisa forzada y decir «¡hola!» independientemente de lo incómodo
que se pudiera sentir. Finalmente, accedió a practicar la sonrisa delante
del espejo durante unos cuantos días antes de iniciar el experimento.
En la siguiente sesión, Martin estaba eufórico. Aunque algunas per
sonas le habían ignorado o se habían mostrado cortantes, la mayoría le
devolvió la sonrisa y se mostró sumamente amable. Entabló conversa
ción con diversas personas y acabó hablando durante más de tres horas
con un conocido del trabajo. Esto era algo absolutamente novedoso,
dado que durante los últimos dos años apenas había hablado con un
compañero de trabajo. Dijo que, de repente, comenzó a sentirse encan
tador y seguro de sí mismo y que disfrutaba hablando con la gente. ¡No
estaba mal para alguien que durante una gran parte de su vida se había
sentido tenso, hostil y solitario!
El método semántico
321
pío, si derrama una bebida sobre usted se podría decir a sí mismo que
eso constituye una anécdota quizá algo inoportuna, antes de calificarla
exageradamente como algo «terrible».
Algunas personas se resisten a ello. Pueden existir diversas ventajas
ocultas cuando dramatiza sus defectos y magnifica sus errores. En pri
mer lugar, es posible que disfrute acaparando la atención de los demás
montando un pequeño escándalo alrededor del percance. En segundo
lugar, cuando se muestra indefenso y abrumado, el mensaje oculto que
proyecta es el siguiente: «Soy realmente una persona tan extraordinaria
que resulta inconcebible que cometa una torpeza tan grande como man
charme derramando un vaso en una fiesta. Me comportaré mostrándo
me profundamente disgustado para que todos sepan que es un hecho
absolutamente aislado». En tercer lugar, usted puede pensar que si exa
gera el problema y se reprende a sí mismo suficientemente, mejorará.
Los perfeccionistas piensan a menudo así. Se fustigan insistentemente
pensando que, de alguna manera, lograrán salvarse.
Si deja de magnificar sus errores y evita reacciones desmesuradas,
tendrá que prescindir de este tipo de presunción. Esto significa que ten
drá que aceptar sus errores de forma discreta en lugar de considerarlos
un asunto de Estado. Vea si lo puede hacer. Supongamos que está co
queteando con alguien y éste hace caso omiso. ¿Qué podría pensar en
lugar de «¡Qué espanto, he hecho el más absoluto de los ridículos!»?
Anote aquí su respuesta racional:
322
La técnica del «¿qué pasaría si?»
Hasta aquí hemos estado hablando sobre las diferentes causas y los
posibles tratamientos de la fobia social. El diario de estados anímicos
debería formar parte de sus herramientas de trabajo, puesto que le mos
trará con toda precisión por qué teme a las personas y cómo poder ma
nejar estos sentimientos de un modo adecuado. Recuerde los diferentes
pasos descritos de forma detallada en el capítulo 5:
324
do haya disminuido su confianza en cada uno de sus pensamientos ne
gativos, indique cuánto mejor se encuentra.
1.
2 . __________________________________________________________________________
3 .
4.
6. _________________________________________________________________________________________________________________________________________________
325
que decir, es posible que se ponga tan nerviosa que no se le ocurra de
qué hablar.
También efectúa una «afirmación hipotética». Se presiona a sí mis
ma con que se le deben ocurrir cosas ingeniosas y divertidas para ser
apreciada por lo demás.
La tercera distorsión sería «ignorar lo positivo». Si sale de compras
con esa gente, lo más probable es que surjan temas de los que hablar y
podría efectuar preguntas para conocer algo mejor a los amigos de su no
vio. Sin embargo, usted censura todas sus ideas y sus sentimientos por
que parecen demasiado banales para poder causar una buena impresión.
La cuarta distorsión es el «razonamiento emocional». Usted se sien
te como si no tuviera nada que decir o presupone que así será realmente
aunque no haya dato alguno que lo confirme. La quinta distorsión sería
el «pensamiento tipo todo o nada». Usted no será una fuente inagotable
de ingenio y elocuencia, pero no cabe duda de que sí tiene algunas co
sas que decir.
En las diez maneras diferentes de cambiar su forma de pensar de la
página 143 se presentan diversas maneras de contrarrestar los pensa
mientos negativos. ¿Qué podría pensar en lugar de «No sabré de qué
hablar»? Anote aquí sas ideas:
326
da de qué hablar». Una ventaja evidente sería un desánimo tal que le
hiciera permanecer en casa y no afrontar sus miedos. La desventaja
principal sería que pasaría ese día angustiada y odiándose a sí misma.
Sopesar las ventajas respecto de las desventajas puede incitarle a decir:
«Bueno, ya estoy harto de todo esto. Creo que me voy a dar la oportu
nidad de actuar de forma diferente por una vez».
Un tercer posible enfoque sería la técnica del «¿qué pasaría si?».
Imagínese que sí sale de compras y no se le ocurren temas de conver
sación. ¿Qué es lo peor que podría ocurrir? A lo mejor una o varias de
esas personas piensan que usted no les gusta porque se muestra tan ca
llada y tímida. Si fuera así, ¿qué es lo peor que podría ocurrir? ¿Co
menzarían a decir a los demás lo ansiosa e indeseable que es usted? ¿A
cuántas personas se lo dirían? ¿Publicarían un artículo sobre usted en
el periódico y polarizarían a toda la ciudad en contra suyo para que no
tenga nunca más la oportunidad de hacer amigos?
Cuando haya llevado a sus temores hacia las conclusiones más ex
tremas mediante la técnica del «¿qué pasaría si?», pregúntese: «¿Qué
probabilidades existen de que esto sea así? E, incluso más importante,
¿me podría aceptar a mí mismo si esa cadena improbable de hechos de
safortunados ocurriera realmente?». Para evaluar este hecho probable
mente deba efectuar otro análisis de coste-beneficio. Usted podría ano
tar las ventajas y desventajas de creer «Necesito siempre la aprobación
de los demás para sentirme valioso como ser humano».
Es importante que sepa que existen diferentes maneras de cambiar
sus patrones de pensamiento negativos. Cuando un método no se mues
tra eficaz, puede intentar otro, y otro, hasta que encuentre, finalmente,
una respuesta racional que tenga sentido para usted.
Ahora deseo comprobar si logra contrarrestar su segundo pensa
miento negativo: «Me sentiré estúpida». Identifique las distorsiones
que comprende este pensamiento utilizando la lista de la página 332:
1. __________________________________________________________________________
2. ________________________________________________________________________________________________________________
3 .
4 .
5 .
6 .
327
A continuación, sustituyalo por la siguiente respuesta racional:
328
desplomará. Esto implica entrar en contacto con otras personas en si
tuaciones sociales y mostrarse más abierto respecto de sus propios sen
timientos. Esto generará ansiedad al principio. Si persiste de manera
tenaz y se expone una y otra vez a las situaciones sociales, comenzará
lentamente a coger cada vez más confianza en sí mismo. A medida que
deje de huir y comience a relacionarse con otras personas, quedará ca
da vez más liberado de los miedos que le han torturado.
329
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
P r im e r p a s o : d e s c r ib a l a s i t u a c i ó n q u e l e p r e o c u p a :
T e r c e r p a s o : t é c n ic a d e l a s t r e s c o l u m n a s
f Copyright & 1984: David D. Burns, M. D., de The Feeling Good Handbook, copyright <0 1989.
330
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
331
Evalúe, nuevamente, el crédito que le merece cada
C u a r t o paso: r e s u lt a d o s .
pensamiento automático de 0 a 100 y señale la casilla que describe cómo se
siente en este momento:
□ nada mejor; □ algo mejor; □ bastante mejor; □ mucho mejor.
* Copyright © 1980: David D. Burns, M. D. Adaptado de Feeling Good: The New M ood The
rapy, Nueva York, W illiam M orrow & Company, 1980; Signet, 1981.
332
15
_______ nula
----------- baja
_______ moderada
_______ elevada
333
caparán por la puerta trasera antes de que usted haya acabado. Quizá
tema que los oyentes le interrumpan, formulen preguntas compromete
doras y le pongan en evidencia.
Estos miedos son prácticamente generalizados, lo que no quita que
muchas personas que padecen ansiedad al hablar en público crean que su
problema les afecta sólo a ellos.
Si está dispuesto a luchar por ello, podrá superar su miedo a hablar
en público. Se sentirá m ejor consigo mismo y su prestigio crecerá ante
los demás. La capacidad de hablar delante de un grupo de personas
puede conllevar mejores calificaciones escolares, un ascenso en el tra
bajo o encontrar una trayectoria profesional nueva y gratificante.
El primer y decisivo paso consiste en reconocer la relación entre sus
pensamientos negativos y su estado emocional. Se siente temeroso y
tenso porque se transmite mensajes negativos. Cuando anota estos pen
samientos negativos, resulta más evidente constatar lo distorsionados y
contraproducentes que son. Dado que es usted el que trae hacia su men
te pensamientos y fantasías tan alarmantes, también es usted quien tie
ne la capacidad de poderlos controlar.
Un hombre de negocios llamado Frank deseaba expandir su nego
cio ofreciendo una ser1^ de seminarios a los potenciales clientes de su
comunidad. Había aplazado la organización de estos seminarios a lo
largo de varios años por miedo a parecer nervioso y quedar en mal lu
gar. Pensaba que ello perjudicaría a su reputación profesional.
La ansiedad intensa que Frank sentía ante la perspectiva de tener
que hablar delante de un grupo de personas tenía su origen en los si
guientes pensamientos negativos: «Si estoy nervioso no seré capaz de
exponer mis ideas con claridad. ¡No debería sentirme tan ansioso! Las
personas se darán cuenta de mi voz temblorosa y pensarán: “ ¡Bueno, sí
que está nervioso ese hombre!” . Entonces pensarán que no soy una
persona competente y no querrán hacer negocios conmigo».
En cuanto haya anotado sus pensamientos negativos, podrá identifi
car las distorsiones respectivas utilizando la lista de la página 344. El
primer pensamiento negativo de Frank fue: «Si me pongo nervioso, no
podré exponer mis ideas con claridad». ¿Puede identificar las distor
siones de este pensamiento? Anote aquí sus ideas antes de seguir le
yendo:
1. __________________________________________________________________________
2 . _____________________________________________________________________________________
334
Una de las distorsiones es el «pensamiento tipo todo o nada» dado
que Frank piensa que se sentirá totalmente relajado y presentará sus
ideas de forma fluida o que se sentirá, en cambio, extremadamente ner
vioso y hará una presentación totalmente confusa. En realidad, es bas
tante probable que pueda exponer sus ideas razonablemente bien aun
sintiéndose nervioso. Y si imparte más de un seminario verá cómo va
mejorando poco a poco.
Frank también es víctima de las «predicciones» (también llamado
«precipitarse en sus conclusiones»), dado que anticipa un resultado de
sastroso. Usted puede alegar que sus predicciones son realistas, puesto
que estará nervioso y le costará efectuar su presentación. Esto puede
ser parcialmente cierto, pero resulta bastante destructivo para Frank
transmitirse a sí mismo este mensaje. Si tuviera un amigo que preten
diera impartir un seminario, ¿le diría Frank, reiteradamente, los días
previos a la presentación: «Te sentirás nervioso y ofuscado»? ¡Por su
puesto que n o ! Y aun así, ése es exactamente el mensaje negativo con
el que Frank se sugestiona a sí mismo.
Cuando haya identificado los elementos distorsionantes de un pen
samiento negativo, lo puede sustituir por una respuesta racional. ¿Qué
respuesta racional se le ocurre? ¿Qué es lo que Frank se podría decir a
sí mismo en lugar de «Me siento nervioso y no podré exponer mis
ideas de forma clara»? Anote aquí sus ideas:
1 . ___________________________________________________________
2 . ______________________ ______________________________________________________________
335
Ésta es una típica «afirmación hipotética», dado que Frank insiste
en que no debería estar nervioso. ¿Por qué no debería estar nervioso?
Es posible que se imagine a sí mismo como un Superman invulnerable
que domina cualquier situación. Este perfeccionismo emocional se en
cuentra muy a menudo entre personas ansiosas. Usted se condena a sí
mismo por tener unos sentimientos de ansiedad normales. El pensa
miento de Frank también está teñido de «personalización», dado que se
culpabiliza por sentirse nervioso.
¿Qué respuesta racional sugeriría?
336
Analicemos, ahora, el tercer pensamiento negativo de Frank: «Las
personas se darán cuenta de mi voz temblorosa y pensarán: “Bueno, si
que está nervioso este hombre” !». ¿Qué distorsiones detecta en este
pensamiento?
1.
2. __________________________________________________________________________
1. __________________________________________________________________________
2.
3 . ___________________________________________________________
337
aire. Incluso si resultara que Frank no es un conferenciante carismáti-
co, ¿significa eso que no es una persona competente? ¿O un hombre de
negocios avispado? Yo mismo he dado muchas conferencias a lo largo
de mi vida. Algunas fueron realmente bien, pero puedo recordar unas
cuantas que fueron un auténtico desastre. En esas ocasiones, ¿era yo
una persona menos valiosa? ¿O, simplemente, un conferenciante poco
brillante? Esto puede parecer una distinción muy sutil, ¡pero el impac
to sobre cómo se siente consigo mismo es más o menos tan sutil como
el Gran Cañón!
En lugar de pensar que las personas le despreciarán y no querrán
hacer negocios con él si parece nervioso, ¿de qué otra manera podría
pensar Frank? Anote aquí su respuesta racional:
338
Respuesta: la ansiedad tiene su origen en sus pensamientos negati
vos. Aunque parezcan realistas están, a menudo, distorsionados y son
ilógicos. Algunas de las distorsiones más frecuentes que se asocian a la
ansiedad al hablar en público son las siguientes:
339
DIARIO DE ESTADOS ANIMICOS*
P r im e r p a so : d e s c r ib a l a s it u a c ió n q u e l e p re o c u p a : Sentirme nervioso
antes de las emisiones televisivas.__________________________________
2. vergüenza 80 4. 6.
T er cer paso t é c n ic a d e l a s t r e s c o l u m n a s
C opyright © 1984: David D. Burns, M. D., de The Feeling G ood Handbook. © 1989.
340
preocupa, en la parte superior de la hoja, describa una situación en la
que podría verse obligado a hablar en público. A continuación, anote
sus sentimientos negativos — como ansioso, avergonzado o nervioso—
en los espacios correspondientes y puntúe la intensidad de cada senti
miento entre 0 (mínima) y 100 (máxima). Entonces, registre sus pensa
mientos automáticos y enumérelos en la columna de la izquierda. In
tente identificar las distorsiones de cada pensamiento utilizando la lista
de la página 344.
Para acabar, sustitúyalos por respuestas racionales en la columna de
la derecha. Cuando haya completado el ejercicio, indique el grado de ayu
da percibido señalando una de las cuatro casillas de resultados a pie de
página. Le sorprenderá constatar lo eficaz que este procedimiento tan
sencillo puede llegar a ser. ¡No intente hacerlo mentalmente! Realizar
el ejercicio es muchísimo más eficaz.
Cuando escriba sus pensamientos negativos y los vaya sustituyendo
por respuestas racionales, verá las cosas de un modo mucho más posi
tivo y realista. Esto le ayudará a reducir en algo su grado de ansiedad.
Recuerde, sin embargo, que cierto grado de ansiedad es absolutamente
normal. El objetivo no consiste en lograr una tranquilidad o un control
total de sus emociones. Si recuerda que lo que hace y su persona no son
lo mismo, podrá mantener un nivel de autoestima al margen de cómo
se desenvuelva dando su conferencia.
Su ansiedad le puede hacer sentir incómodo, pero no le impedirá
rendir adecuadamente si persiste en ello. Una manera de demostrárselo
a sí mismo consiste en efectuar una lista de todas las maneras posibles
en las que su nerviosismo le podría perjudicar si diera una conferencia.
Una vez especificados los problemas, suele ser bastante sencillo resol
verlos.
Supongamos que teme ponerse tan nervioso que su mente se quede
en blanco. ¿Se le ocurre alguna solución? Anote aquí su solución a es
te problema:
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
P r im e r p a s o : d e s c r ib a l a s it u a c ió n q u e l e p r e o c u p a :
T ercer p a s o : t é c n ic a d e l a s t r e s c o l u m n a s
342
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
343
C u a r t o p a so : r e s u l t a d o s . Evalúe, nuevamente, el crédito que le merece cada
pensamiento automático de 0 a 100 y señale la casilla que describe cómo se
siente en este momento:
□ nada mejor; □ algo mejor; □ bastante mejor; □ mucho mejor.
* Copyright © 1980: David D. Burns, M. D. Adaptado de Feeling Good: The New M ood The
nipy, Nueva York: William M orrow & Company, 1980: Signet, 198i.
344
Una buena solución consistiría en escribir un pequeño esbozo de su
discurso en una tarjeta de 8 x 12 cm que sostiene en su mano o coloca
en el podio para poder recurrir a ella en caso de perder el hilo del dis
curso. Esto es mucho más efectivo que leer su discurso. La lectura del
mismo le hará parecer insoportablemente aburrido y garantiza un esca
so éxito. Limítese a echar un vistazo, de vez en cuando, a la tarjeta de
8 x 12 cm y háblele al público como si compartiera sus ideas con un
amigo. De esta manera su mensaje calará mucho más hondo por su ca
rácter espontáneo y personal.
Incluso si no dispone de una «chuleta», puede resolver fácilm en
te el problem a de quedarse en blanco. M ientras me encontraba en
plena conferencia sobre Sentirse bien a un grupo de mujeres de Vir
ginia, se presentaron unos problem as m omentáneos con el equipo de
sonido. M ientras estaba hablando, me di cuenta de que las personas
del público comenzaron a reírse tím idam ente y no sabía por qué. En
tonces me di cuenta de que un micrófono de repuesto colocado de
trás mío «caminaba» lenta y m ágicam ente, por sí solo, a través del
escenario. Al parecer, un tram oyista estaba tirando del cable inten
tando sacar el m icrófono de allí. Parecía absurdo y yo tam bién co
mencé a reírme.
Una vez solventado el problema, descubrí que me había olvidado
completamente de lo que estaba hablando. Delante mío, sólo vislum
bré un m ar de seiscientas señoras mirándome fijamente. Esperaban
pacientemente que yo les dijera algo interesante. ¡Estaba con la mente
totalmente en blanco! Tras un silencio largo e insoportable, les pre
gunté: «¿Ha sentido alguna de ustedes alguna vez el temor de encon
trarse delante de un público numeroso y quedarse totalmente en blan
co? En caso de que sea así, levanten las manos». Unas cuantas manos
se alzaron tímidamente, seguidas de una multitud de manos. Entonces
dije: «Bueno, esto es justo lo que me acaba de pasar. ¡No tengo la me
nor idea de lo que estaba hablando! ¿Dónde estábamos?». Esto desen
cadenó unas risas todavía más sonoras y me gané al público. Muchas
manos se alzaron y las mujeres me indicaron en qué punto me había
perdido. Se dieron cuenta de mi vulnerabilidad y se mostraron muy re
lajadas y amigables. A resultas de ello, la conferencia discurrió mejor
que nunca.
A continuación se m encionan otros problem as que pueden surgir
cuando uno habla en público y algunas sugerencias para poderlos
resolver.
345
Problemas Soluciones
346
Problemas Soluciones
347
En un programa de radio de la pasada semana, estuve comentando
en qué medida los pensamientos negativos pueden generar ansiedad y
depresión. El presentador del programa me preguntó: «Doctor Bums,
¿podríamos pasarnos de castaño oscuro con esta filosofía del optimis
mo y del pensamiento positivo? ¿No es, acaso, más realista pensar de
forma negativa?». Contesté: «Por supuesto (desarme). La investigación
más reciente demuestra que un exceso de optimismo puede ser tan des
tructivo como una baja autoestima (desarme). Hitler, por ejemplo, era
extremadamente optimista. Un jugador empedernido puede ser exage
radamente optimista. Éste es un campo fascinante para ser investigado
detenidamente (desarme)». Esta respuesta hizo que el presentador se
pusiera de mi bando, porque me consideró un aliado y no un competi
dor. Tuvimos una entrevista inolvidable.
Usted puede aprender las técnicas del halago y del desarme si escri
be algunas preguntas o críticas imaginarias que algún miembro del pú
blico podría efectuar durante su conferencia. Posteriormente, escriba
su posible respuesta como en el ejemplo siguiente:
348
Usted (escriba aquí qué podría responder usted):
349
costa del sufrimiento ajeno?». La pregunta parecía estúpida, pero in
cluía un aspecto tremendamente culpabilizador.
Decidí que podía contestar a Mike Wallace de la siguiente manera:
«De hecho, usted ha planteado una pregunta muy importante (halago).
Yo gano dinero tratando enfermedades, como cualquier otro médico
(desarme). En ocasiones, eso no me parece del todo correcto: parece de
mal gusto (desarme). Me siento mal por ello y desearía que encontrára
mos una manera más satisfactoria de prestar nuestros servicios m édi
cos (desarme)».
El programa, evidentemente, no transcurrió exactamente como ha
bía previsto. Mike Wallace resultó ser una persona muy agradable.
Acudió al camerino antes de comenzar el programa y me comentó que
había visto la película y que el método le había causado una muy bue
na impresión. A continuación preguntó si le podría enseñar cómo res
ponder a sus pensamientos automáticos.
El programa fue bien y la experiencia me dio mucha confianza.
Aunque usted no se encuentre nunca sometido a la presión de alguien
que le intenta desacreditar, es bueno saber que existe un método tan
sencillo y efectivo para manejar preguntas agresivas y acusaciones.
Supongamos que usted sigue todas estas indicaciones y da una
charla. ¿Cómo se sendrá si no sale tan bien como esperaba? Si mete la
pata, le puede dar las gracias a su buena estrella, dado que le dará la gran
oportunidad de darse cuenta de que el mundo no se acaba ahí. La vida
sigue aunque el éxito no nos sonría siempre.
Usted puede prepararse para esa eventualidad escribiendo todos los
pensamientos negativos que le vendrían a la cabeza si diera una confe
rencia que resultara un completo fracaso. Es posible que piense: «Esas
personas deben pensar realmente que soy un estúpido. ¡Soy un perde
dor nato! He hecho el ridículo más absoluto. ¡No lo puedo soportar!».
Repase la lista de la página 344 e intente identificar las distorsiones
que comprenden estos pensamientos. Una distorsión sería la «amplifi
cación», dado que piensa que «no lo puede soportar». No es, ni por
asomo, tan grave como ser cocido en aceite, por ejemplo. Otra distor
sión sería el «etiquetaje», dado que se está calificando de «estúpido»,
«perdedor» y persona «ridicula». Todos nos comportamos de manera
estúpida alguna vez, pero eso nos convierte en seres humanos, no en
unos «tontos» o «estúpidos». Una tercera distorsión serían los «presa
gios». Supone que todos y cada uno de los miembros del público será
tan crítico e implacable como lo es usted.
Si tiene dificultades a la hora de contrarrestar sus pensamientos ne
gativos, pregúntese lo que le diría a un buen amigo suyo que hubiera da
350
do una conferencia poco afortunada. ¿Le diría, acaso, «¡Hay que ver lo
estúpido que eres!»? ¡Por supuesto que no! Probablemente le daría áni
mos y le ofrecería su ayuda diciéndole algo parecido a: «Puedes hacer
mucho por mejorar tu presentación, pero tiene mérito haberlo intenta
do». A continuación, puntualizaría aquellos aspectos en los que, según
su criterio, falló para poder rectificar de cara a la siguiente conferencia.
Ahora permítame que le haga la siguiente pregunta: ¿si trata a un
amigo de forma amable, por qué se muestra tan duro consigo mismo?
¿Estaría dispuesto a tratarse de la misma forma en que trata a un amigo?
¿Qué hace cuando se equivoca? ¿Se deprime y se dice a sí mismo lo
desastre que es? ¿Trataría de esa forma a una persona querida? Cuando
las cosas han ido mal, ¿por qué no sale a cenar a un restaurante de mo
da en vez de deprimirse? Todo el mundo sabe celebrar los éxitos. ¿Por
qué no tratarse a sí mismo de forma especial cuando falla? ¡Es ahora
cuando necesita el máximo apoyo!
Algunas personas no sólo temen el fracaso, sino que también temen
ser uno de tantos. Hace unos cuantos años, un colega mío y yo mismo
impartimos un seminario en Chicago. La presentación resultó correcta,
pero no fue una de las más brillantes. Él se había pasado media noche
despierto por culpa de la gripe y yo tampoco estaba de buen humor. En
el apartado de ruegos y preguntas me puse a la defensiva y, a pesar del
carácter informativo del taller, no estuve nada brillante. Unos cuantos
días después le confesé a mi colega lo decepcionado que me sentía. Me
preguntó los motivos. Le dije que pensaba que nuestra presentación ha
bía estado por debajo de la media. Me contestó: «Recuerda, Dave, que
sólo podemos estar la mitad de tiempo por encima de la media. La otra
mitad de tiempo estaremos por debajo. Es imposible derrotar la ley de
probabilidades, dado que “promedio” es, por definición, el punto inter
medio. ¡Ya veremos cómo podemos superar la media la próxima vez!»
Me sentí inmediatamente aliviado. ¡Es fantástico no tener que brillar
siempre!
El método que se describe en este capítulo puede ayudarle a mane
jar su ansiedad de un modo más efectivo. Intente no mostrarse excesi
vamente perfeccionista al respecto. Su meta no consiste en lograr un
control total de sus sentimientos; esto sería imposible. Antes de una
aparición pública es inevitable sentirse algo nervioso, eso le pasa in
cluso a los artistas profesionales. Cuando deje de combatir su ansiedad
y acepte la idea de que es algo natural, usted la podrá convertir en una
fuerza positiva que dará relieve e intensidad a su representación. Esta
idea me ha sido de gran ayuda.
351
Me solía poner muy nervioso en mis apariciones televisivas. Cuan
do me sentía tenso, me resultaba difícil transmitir una imagen afable y
animada. Un paciente me comentó lo diferente que me mostraba en la
consulta, más alegre, con chispa, en comparación con el programa de
televisión que había visto y en el que parecía agarrotado e incómodo.
El problema radicaba en que me había quedado paralizado, me sentí in
timidado y perdí toda mi espontaneidad. Entonces me decía que me te
nía que relajar, ¡lo cual sólo empeoraba las cosas! ¡Cuánto más me inten
taba relajar, más nervioso me ponía!
Las personas me daban todo tipo de consejos para hacer frente a es
te problema, pero sus consejos no fueron de gran ayuda. El peor conse
jo fue: «Sólo tienes que ser tú mismo». Esto no funcionó porque ¡esta
ba siendo yo mismo! Mi «yo real» se sentía, sencillamente, tenso y
cohibido cuando las cámaras comenzaron a rodar.
Finalmente, encontré una solución. Decidí que estaba bien sentirse
nervioso, pero tomé la decisión de considerar el nerviosismo desde
otro ángulo, no como algo malo, sino como una forma de energía que
podía utilizar para salir al aire más confiado y demostrarles «quién era
yo». Al fin y al cabo, tengo unas cuantas convicciones sólidas y con
trovertidas sobre las ^ausas y los tratamientos de los problemas em o
cionales. ¿Por qué preocuparme por mostrarme en televisión de forma
afectuosa y encantadora? ¿Por qué no mostrarme seguro y lleno de en
tusiasmo, en su lugar?
Hace poco lo intenté en un programa de «A.M. Philadelfia». Ha
bían organizado un debate con otro psiquiatra que pretendía comparar
las ventajas del tratamiento farmacológico y de la psicoterapia en el
tratamiento de los problemas afectivos. En la fase inicial del programa
sentí que mi colega jugaba sucio cuando insinuó que yo «sólo era un
autor» y no un investigador. Me sentí furioso, porque realizo muchos
trabajos de investigación de los que me siento muy orgulloso. Decidí
lanzarme al ataque y presentar mis ideas con la convicción que m ere
cen durante la siguiente fase del programa. En lugar de mostrarme
educado, cortés y sumiso, me sentí lleno de energía y ofrecí la mejor
imagen posible de mí mismo. Realicé un esfuerzo consciente para
conquistar a la audiencia y ponerlo a él en evidencia. Quizá no debe
ría admitirlo, ¡pero es la verdad! Y lo que es incluso peor: ¡disfruté de
cada minuto del programa! Me llegaron muchas reacciones positivas
sobre ese programa.
Abandonar la idea de tener que relajarme me ayudó, paradójica
mente, a sentirme más seguro y relajado. Pude utilizar mi ansiedad
352
como una fuente de energía porque había dejado de combatirla. La
clave estuvo en tomar la decisión de creer en m í mismo y de m ostrar
me contundente más que intentar agradar a todo el mundo, preocupa
do por la valoración que las demás personas pudieran hacer de mi
persona.
Los terapeutas denom inan «reencuadre» a este concepto. Usted
adopta un punto de vista diferente respecto de un problem a para po
derlo ver como algo positivo y bueno. M uchas personas creen que la
ansiedad de hablar en público es algo «malo». Se convencen a sí
m ismos de que su nerviosism o les convierte en personas «anorm a
les» e «inferiores». Usted puede reencuadrar sus ideas sobre la an
siedad de hablar en público si la considera algo positivo que puede
contribuir a m ejorar su exposición. Considérela una fuente de ener
gía y utilice la ansiedad para añadir algo más de garra a su presenta
ción. Crea en sí mismo y concéntrese en lo que tiene que decir más
que criticarse a sí mismo por sentirse nervioso. En lugar de combatir
su ansiedad, inicie su discurso con fuerza y transm ita su mensaje con
convicción y gancho.
Repasemos los métodos descritos en este capítulo:
353
5. Reencuadre positivo: en lugar de preocuparse de su ansiedad o con
siderarla «mala», considérela una fuente de energía. Utilice su an
siedad para añadir algo de garra a su presentación. En lugar de com
batir su ansiedad, utilice su energía para tomar fuerzas y transmitir
su mensaje con convicción y gancho.
16
355
«Está aburrido»
«¿Se habrá dado cuenta de que me muerdo las uñas7»
«Estoy haciendo el ridículo Probablemente nunca me darán el tra
bajo »
«Creo que no le caigo bien y que estoy malgastando su tiempo »
«Probablemente haya entrevistado a otras personas para el puesto y
yo no estoy a su altura »
«Debo intentar disimular y controlar mi nerviosismo »
356
Aunque, evidentemente, no puedo saber con detalle qué podría es
tar pensando usted durante una entrevista estresante, muchas personas
intentan convencerse diciendo «No debería estar tan nervioso» ¿Pue
de detectar las distorsiones de este pensam iento7 Deténgase por un
momento y mire si la puede encontrar en la lista de la página 344 Ano
te aquí sus ideas
1 ___________________________________________________________
2 ___________________________________________________________
3 ___________________________________________________________
357
ficar? Una es «predicciones», dado que predice resultados negativos
de forma prematura. Esto es como una autohipnosis. Si una vez tras
otra se va nutriendo de mensajes negativos, se los acabará creyendo y
conformarán una profecía autocumplida. ¿Se imagina diciéndole rei
teradamente a un amigo «¡No lo conseguirás, no lo conseguirás!», an
tes de una entrevista de trabajo? ¿Qué otra cosa podría pensar en su
lugar? ¿Se le ocurre algún pensamiento más positivo? Anote aquí sus
ideas:
2 = BASTAN TE
1 3 = MUCHO
N AD A
ALGO
0=
1=
Tipo de emoción negativa
1
1. Nervioso, preocupado, tenso, ansioso, angustia
do, asustado, temeroso
4. Frustrado
5. Violento, tonto
6. Triste, infeliz
7. Desesperanzado, desanimado
359
P en sa m ien to s a u to m á ticos
D is to r sio n e s í R e s p u e s ta s ra c io n a le s
Los cinco principios de la entrevista dinámica
Hasta aquí hemos hablado sobre cómo cambiar sus actitudes y sen
timientos Hablemos, ahora, de lo que va a decir durante la entrevista
Es probable que durante una entrevista sienta que todas las miradas
confluyen en usted Es posible que haga un esfuerzo activo para cau
sarle una buena impresión al entrevistador, hecho difícil si tenemos en
cuenta lo tenso e incómodo que se siente
En lugar de intentar agradar al entrevistador, intente conocerlo un
poco mejor No existe regla alguna que diga que usted debe permanecer
allí sentado respondiendo preguntas ininterrumpidamente Usted tam
bién puede efectuar preguntas Muestre interés por lo que él o ella esté
diciendo Recuerde usted está allí para recabar información sobre la
empresa ¿Cuánto tiempo lleva el entrevistador trabajando allí7 ¿.Qué ti
po de trabajo está llevando a cabo7 ¿Cómo se introdujo en esta rama la
boral7 ¿Que le gusta y disgusta de la empresa7
Estas preguntas llevarán, a menudo, a unas conversaciones infor
males, amistosas, que le haran sentirse más cómodo Recuerde que
las personas que le están entrevistando también pueden estar algo
nerviosas La mayoría de personas están deseosas de atención y si us
ted expresa un interés sincero por ellas se sentirán más predispuestas
hacia su persona y sus probabilidades de acceder al puesto de trabajo
aumentarán
Uno de los mayores dolores de cabeza de los gerentes es tener una
manzana de la discordia entre el personal que desmoraliza a todos los
demás con su mala actitud Si usted se presenta de forma ilusionada y
amigable, ganará muchos puntos como candidato Si expresa, además,
cierto interés por la persona que le entrevista, tendrá menos conciencia
de sí mismo y se quitará presión de encima Es mucho más facií mos
trar admiración por los logros ajenos que intentar cautivar con los lo
gros propios Si no se esfuerza denodadamente por convencerle, a me
nudo acabará dando una impresión inmejorable de si mismo
Estuve trabajando como consultor para la facultad de derecho de la
Universidad de Pennsylvama Los estudiantes de derecho se suelen po
ner nerviosos durante el primer y el ultimo semestre Durante el primer
semestre, sienten temor porque tienen dudas acerca de su propio rendí-
miento en un contexto tan competitivo con otros compañeros tanto o
mejor preparados. Durante el último semestre, se sienten ansiosos por
temor a no recibir buenas ofertas de trabajo. Muchos de los estudiantes
de los últimos cursos a los que traté me dijeron que habían tenido de
diez a quince entrevistas de trabajo sin que ninguna de ellas acabara en
nada positivo. Se sentían angustiados y deprimidos.
Cuando les pedí que me describieran una entrevista típica, contaban
siempre lo mismo. Sentados en compañía de un abogado intimidante
vestido con traje oscuro de rayas, éste les informaba de un número in
gente de candidatos, enormemente talentosos, para un solo puesto de
trabajo vacante en una empresa. A continuación, el abogado le pedía al
estudiante de derecho que describiera su currículum. Se describía a sí
mismo, sin demasiada convicción, como inteligente, leal, trabajador
etc., igual que todos los demás candidatos. Las entrevistas eran espan
tosamente aburridas. No hace falta decir que las ofertas de trabajo nun
ca se materializaban en nada concreto.
Descubrí un método que cambió esta circunstancia drásticamente.
Les dije a los estudiantes que casi nunca se contrata a las personas, ex
clusivamente, por sus méritos profesionales, con independencia de lo
talentosos que sean, aino también en base a una relación personal. Las
personas ofrecen trabajo a aquellas personas que les caen bien, a las
que consideran amigos. Les dije: «No os molestéis en comentar vues
tros currículums. Eso sólo evoca inmadurez y egocentrismo y no os
favorecerá en nada. Ellos ya saben que sois inteligentes, puesto que,
en caso contrario, no habríais pasado por la facultad de derecho. D e
sean a alguien con quien estar a gusto en el bufete, alguien que caiga
bien a los demás abogados y a los clientes. Si los clientes están a gus
to con vosotros traerán otros clientes y la reputación del bufete subirá
enteros. Esto es tan importante como la actitud del médico para con
sus pacientes».
Les dije que intentaran conocer en cierta medida a los abogados que
los entrevistaban planteando preguntas como éstas: ¿qué les gusta y
disgusta en su ejercicio del derecho? ¿Cómo se le encomendó la tarea
de entrevistar a los nuevos candidatos? ¿Qué tipo de derecho practi
can? ¿Por qué? ¿Cómo compaginan las muchas horas de trabajo en el
bufete con la vida familiar?
Los estudiantes se mostraron dubitativos pero accedieron a probarlo.
Su éxito se disparó de forma espectacular. Un estudiante al que ni si
quiera habían tanteado hasta entonces, ¡recibió siete propuestas de tra
bajo de las diez entrevistas que mantuvo! Comentó que lo más sorpren
362
dente resultó ser que las entrevistas de treinta y cinco minutos llegaron
a extenderse, a menudo, durante una hora o más y que casi nunca co
mentaba nada acerca de sus aspectos personales. Sólo mostraba un inte
rés sincero, amigable, por el hombre o la mujer que le estaba entrevis
tando. Comentó que a veces preguntaba si encontraban las entrevistas
interesantes o aburridas. ¡Resulta fácil imaginar lo cansado que puede
llegar a ser entrevistar a diez o veinte estudiantes de derecho nerviosos
al día! Relató que parecían encantados de tener la ocasión de hablar de
sí mismos. Hablaban y hablaban hasta decir, finalmente: «¡Por Dios!,
nos hemos saltado el límite de tiempo en más de una hora y están todos
esos estudiantes esperando todavía. Además, he olvidado preguntarte
cosas acerca de ti mismo. Pero bueno, ya tendremos tiempo para hablar
de eso más adelante, ¡cuando trabajes aquí!».
363
jEn este momento los ha desafiado a que sean ellos los que se ven
dan a usted' En lugar de mostrarse desesperado y enumerar una lista
interminable y aburrida de sus puntos fuertes, está dejando claro que
esta allí para evaluarles al mismo tiempo que ellos están conociéndole
a usted Es una carretera de doble sentido, dado que el entrevistador le
tiene que persuadir de incorporarse a su empresa Usted se puede per
mitir el lujo de ser exigente Cuando plantea preguntas sobre los aspec
tos positivos y negativos de la empresa, esta dando a entender que tie
ne autoestima y que desea un trabajo bueno para usted Intentara, con
creciente intensidad, ganarse su confianza
Plantee preguntas específicas sobre el trabajo que a usted le resulten
interesantes ¿Con quién trabajara1? ¿El espíritu de trabajo del grupo es
elevado7 ¿Cuáles serán sus horarios de trabajo7 ¿Cuales son las posibi
lidades de promoción9 ¿Por que motivo dejó la ultima persona vacante
su puesto9
Estas preguntas le daran una información muy útil y transmitirán
la imagen de una persona que confia en si misma En lugar de inten
tar venderse a sí mismo, es usted el que se convierte en vendedor Es
to tiene un efecto tremendo sobre el equilibrio de poder Si usted es
mínimamente apto x'ara el puesto, su candidatura se revalonzara al
instante
En la vida hay perseguidos y perseguidores Usted debe elegir uno
u otro papel Esto es asi tanto si anda en busca de una pareja o de un
puesto de trabajo Los perseguidos suelen obtener lo que desean y los per
seguidores suelen ser rechazados Si cede ante el impulso de responder
a cada pregunta y se esfuerza demasiado por venderse a si mismo, se
convertirá en perseguidor y seguramente no obtendrá el puesto de tra
bajo Haga lo contrario e invite al entrevistador, de forma amable, a
que le ofrezca su producto y sus posibilidades de conseguir el puesto
deseado aumentaran
No quiero decir con ello que una entrevista de trabajo no es más que
un juego o que debería intentar ganarle la batalla a la otra persona El
poder es, sin embargo, un factor muy importante que debería tener en
cuenta Si únicamente se limita a contestar preguntas sin plantear nin
guna por su parte, transmitirá una imagen de desesperanza Parecera
que le da igual saber para que tipo de empresa trabajará También pare
cerá que no tiene ínteres alguno por la persona que le está entrevistan
do Por el contrario, si plantea preguntas y expresa su curiosidad por la
empresa, proyectara la imagen de una persona inteligente y con amor
propio Tendrá muchísimas mas posibilidades de lograr el puesto
364
Principio n° 3- sea sincero, pero ofrezca una imagen
positiva de si mismo
365
quelo. En caso contrario, sea franco y pídale que le tengan en cuenta
para otra vacante que se ajuste más a sus condiciones.
Muchas personas temen que les pregunten sobre algún aspecto real
mente embarazoso. Para tomar un ejemplo extremo, suponga que el
entrevistador le dice: «Tengo constancia de que usted fue cesado de la
empresa XYZ por insubordinación. ¿Es cierto que le despidieron por
un choque de personalidades con su supervisor?». Supongamos que
fue así realmente. ¡Esto sería posiblemente lo peor que podría escu
char! ¿Cómo respondería? Anote aquí sus ideas:
366
sucedió. Si insiste en que fue una injusticia y en que toda la culpa era del
supervisor, no hace sino confirmar que todavía es una persona de trato di
fícil. ¡Acabará discutiendo con la persona que le entrevista igual que dis
cutía con su antiguo jefe! Le garantizo que el puesto de trabajo será para
otro. En cambio, si asume su responsabilidad en el problema y admite sin
ceramente que cometió un error, el entrevistador puede admirar su valen
tía y decidir que es el tipo de persona que desean para su equipo de traba
jo (para más información sobre el «desarme», véase la página 413).
367
bajo era de carácter eminentemente técnico y dijo ser escéptica con
respecto a que Jerry tuviera suficiente experiencia y pericia.
Jerry estaba en un aprieto. Se sentía a la defensiva y muy ansioso.
En realidad no tenía todos los conocimientos técnicos requeridos y ni
siquiera se había planteado qué salario pretendía obtener. Masculló al
go parecido a no aceptar ninguna propuesta inferior a la de su trabajo
actual en Filadelfia e intentó resaltar sus capacidades al máximo. Esto
resultó muy poco convincente. Se sintió molesto con esa mujer y se dio
cuenta de que el hombre que le había entrevistado estaba perdiendo in
terés rápidamente. No hace falta decir que Jerry no fue convocado nun
ca más para una segunda entrevista.
¿Qué otra cosa podría haber respondido Jerry? ¿De qué otra mane
ra podría haber manejado la situación? Esa mujer deseaba conocer sus
expectativas de remuneración y saber exactamente cómo encajaría
dentro de su bufete, pero Jerry ni siquiera se había planteado estos
asuntos. Si usted fuera Jerry, ¿qué hubiera dicho?:
368
limitarse a exponer este hecho de forma educada, sin más. De esta for
ma evita que sea ella la que lleve la voz cantante y él no acabará en una
posición de comparsa.
El «despeje» ofrece una segunda ventaja: Jerry dará muestras de ser
un hábil negociador. Si él no les persigue tendrán que ser ellos los que
le persigan a él. Tendrán que ser ellos los que le convenzan de que de
bería unirse a su bufete. El interés que ellos puedan sentir por él au
mentará rápidamente.
Escribir un guión
1 . ____________________________________________________________________________________________________________________________________________________
2.
3.
369
Hace poco traté a un ejecutivo llamado Tim que había emigrado a
los Estados Unidos desde Australia para dirigir una empresa de golosi
nas que había adquirido un amigo suyo. Al cabo de unos cuantos m e
ses, Tim cayó en la cuenta de que su producto simplemente no era
competitivo en el mercado norteamericano. Las golosinas eran buenas,
pero el producto carecía de atractivo visual. Estaba protegido por un
envoltorio bastante vulgar y su aspecto no cautivaba. Carecían, ade
más, de suficiente financiación y no disponían de los millones de dóla
res necesarios para anunciar las golosinas a nivel estatal y colocarlas
en las estanterías de los supermercados y de los grandes almacenes.
Tras año y medio de frustrados intentos de potenciar la distribución, la
empresa había perdido 500.000 dólares y Tim se encontró con un alma
cén repleto de golosinas caducadas. Estaba claro que tenía que buscarse
otro trabajo, pero se sintió deprimido y se consideraba un «perdedor». Es
taba convencido de que su carrera había llegado a su fin y creía que nun
ca más obtendría un buen trabajo. Las entrevistas de trabajo le daban pá
nico porque temía que le preguntaran sobre su depresión y le acribillaran
a preguntas sobre los motivos del fracaso de la empresa de golosinas.
Le pedí a Tim que anotara las preguntas más malintencionadas e in
cómodas desde el p n t o de vista personal que, según él, le podrían
efectuar durante una entrevista. He aquí la primera que se le ocurrió: «Me
consta que la empresa de golosinas perdió medio millón de dólares al
poco tiempo de asumir usted la dirección. ¿Es eso cierto? ¿Y, en caso
de serlo, por qué deberíamos desear que usted asumiera la dirección de
nuestra empresa?». ¿Cómo respondería usted a esta pregunta? Anote
aquí su respuesta:
Ésta es la respuesta que ideamos Tim y yo: «Es cierto que perdimos
medio millón de dólares a causa de ciertos errores graves de marketing.
Estábamos absolutamente infracapitalizados y carecíamos de un presu
puesto suficiente para publicidad. También sobrevaloramos la deman
da norteamericana de un producto muy popular en Australia». Observe
que este testimonio reconoce los errores cometidos pero sin sentimien
370
to de vergüenza o de humillación. Errores como éstos son algo común
en el mundo de los negocios.
Le pedí a Tim que escribiera un guión de una entrevista despiadada
y le ayudé en la preparación de sus respuestas a las preguntas. Recuerde
que éstas son preguntas imaginarias que nunca serían planteadas en una
entrevista real. Representan los miedos más intensos de Tim. Aprender
cómo manejarlos reforzó su confianza en sí mismo al constatar que
cualquier entrevista real sería, comparativamente, mucho más sencilla
de manejar. Éste fue el resultado:
371
guntas más ofensivas girándolas a su favor. Posteriormente, acudió a va
rias entrevistas de trabajo que transcurrieron sin problemas. Le ofrecieron
la gerencia de dos de las tres empresas que le entrevistaron y fue el se
gundo candidato en la tercera. ¡No está mal para un «perdedor»!
Ahora le toca a usted. Ha escrito varias preguntas comprometedoras
o de difícil respuesta que le podrían plantear en una entrevista. Elija
una de estas preguntas y piense cómo la podría contestar. Recuerde los
seis principios básicos de una entrevista convincente:
372
Puede convertir sus errores en aciertos si retiene unos cuantos con
ceptos.
373
Insisten en que la vida es injusta y echan la culpa al mundo que les ro
dea. Cynthia perdió un trabajo como relaciones públicas en un hospital
neoyorquino por carecer de experiencia y ser algo desorganizada. Des
pués de entrevistarse, sin éxito, para un puesto de nueva creación en
otro hospital, descubrió que había sido la segunda candidata mejor co
locada. Cynthia estaba furiosa porque había puesto toda su ilusión en
ese trabajo. Me dijo que no había recibido un trato justo e insistía en que
no habían tenido en cuenta todo su potencial. Cuando supo, posterior
mente, que el hombre al que habían elegido tenía diez años de expe
riencia fructífera como relaciones públicas, com prendió que ser la
segunda alternativa era un cumplido y que invitaba al optimismo. Per
sistió en su búsqueda de trabajo y obtuvo, finalmente, un puesto igual
mente apetecible.
374
sión eran sólo mínimas, dado el enorme número de aspirantes. Después
de la entrevista se le dijo que no había sido seleccionada para ese progra
ma pero que figuraría en una lista de espera de candidatos alternativos.
Al cabo de seis semanas, otra universidad situada en una zona me
nos atractiva y con una reputación media se puso en contacto con ella
para decirle que había sido admitida pero negándole una ayuda econó
mica. Le dijeron que tenía dos horas para decidirse.
Se le cayó el mundo encima, puesto que todavía soñaba con ser ad
mitida en la Universidad de Chicago. Me llamó inmersa en un estado
de intensa angustia. Estaba consternada y quería saber qué decisión de
bía tomar.
Le expliqué que ésta era su gran oportunidad y le sugerí que lo úni
co que debía hacer era contactar con la Universidad de Chicago y de
cirles que estaba siendo presionada para aceptar una oferta de otra uni
versidad ese mismo día, de tal manera que, si estaban interesados en
ella, debían mover pieza rápidamente.
Ella tenía sus dudas de que esto pudiera funcionar, pero llamó a la
oficina de admisión y explicó la situación a la secretaria de uno de los ca
tedráticos que formaban parte del comité de selección. No habían pasado
diez minutos cuando el catedrático le devolvió la llamada para decirle
que estaban sumamente interesados en ella y que si decidía, finalmente,
apostar por la Universidad de Chicago, le ofrecían la matrícula gratis
junto con una beca de 8.000 dólares al año para gastos de manutención.
Aceptó de inmediato y pudo, finalmente, realizar allí su doctorado.
¿Por qué razones fue aceptada tan repentinamente después de haber
sido dejada de lado? Porque estaba solicitada. Probablemente pensaban
que si alguna institución la presionaba para que aceptara su oferta, debía
de ser una candidata enormemente valiosa. Esto hizo que también ellos
desearan incorporarla. Es una característica genuinamente humana de
sear algo que está fuera de tu alcance, y eso también se cumple en en
trevistas laborales o de admisión a centros de estudio.
Si desea aprovecharse de la ley de Burns, debería hacerle la corte a
todo pretendiente que pudiera surgir cuando ande a la búsqueda de un
puesto de trabajo. En cuanto le hagan una oferta, aunque no sea especial
mente apetecible, habrá superado el primer gran obstáculo, dado que es
tá siendo solicitado. Filtre esta información a aquellas personas que le in
teresan. Dígales a otros entrevistadores que ha recibido una oferta pero
que también le convence su propuesta, y que con mucho gusto la tendrá
igualmente en cuenta. Si actúa de este modo con buen estilo, creo que
quedará gratamente sorprendido al descubrir que recibe muchas ofertas.
375
Usted se puede oponer a esta estrategia alegando que equivale a una
burda manipulación. En cierto sentido tiene razón. Me sentí un poco
culpable al escribir este capítulo. Me preocupaba mostrarme como al
guien insensible y ventajista. Si le he ofendido, pido disculpas. Sentí,
sin embargo, que esta información era necesaria, puesto que las perso
nas que conducen las entrevistas ejercen un poder considerable. Han
obtenido lo que deseaban e, intencionadamente, le comparan con los
demás candidatos para lograr que la persona más idónea trabaje con
ellos o acceda a su universidad. Usted también necesita algo de poder
para equilibrar la situación. Deseo que obtenga la mejor oferta posi
ble para que se sienta feliz e ilusionado por la oportunidad que se le
presenta. Entonces rendirá al máximo de sus posibilidades y todo el
mundo saldrá ganando.
376
17
377
Un estudiante angustiado de primer curso de derecho buscó trata
miento, hace poco, porque sufría crisis de angustia en clase. Fred dijo
sentir un temor intenso a tener que responder a las preguntas del pro
fesor. Confesó: «Cuando el profesor me invita a contestar, creo que
voy a equivocarme». Este miedo es especialmente frecuente entre los
estudiantes de primer curso de derecho porque los profesores plantean
preguntas intimidatorias para llevar a los estudiantes hacia una encru
cijada y hacerles dudar de sí mismos. Este modo de proceder pretende
«endurecer» a los estudiantes y prepararles para los rigores competiti
vos de una carrera jurídica, pero muchos de ellos se sienten traumati
zados por esta experiencia. Intenté descubrir lo que realmente temía
Fred.
d a v id : Supongamos que la fastidias en clase. ¿Por qué sería eso tan te
rrible? ¿Qué significaría eso para ti?
f r e d : Bueno, estaría haciendo el ridículo.
d a v id : Supongamos que haces el ridículo. ¿Por qué sería eso tan preo
vida.
d a v id : ¿Y bien?
f r e d : La vida carecería de sentido. Significaría que soy un fracasado,
378
Sus sentimientos de autoestima parecen totalmente supeditados a la
aprobación ajena o al éxito. Fred cree que sus logros deben ser excep
cionales y que, en caso contrario, será un fracaso total. Si sus ansias de
perfeccionismo, aprobación y éxito no son satisfechas, Fred siente que
será un cero a la izquierda no querido por los demás, puesto que carece
de una ayuda auténtica desde su interior. Dado que siente que debe ser
absolutamente competente y estar absolutamente seguro de sí mismo,
no puede aceptar su propia condición humana o manejar las inseguri
dades que siente como estudiante de derecho que lucha por sacarse el
curso.
Puede existir otro motivo que hace que Fred se sienta bloqueado y
tenso acerca de su rendimiento en la facultad de derecho. Podría no es
tar del todo seguro de querer estar allí, para empezar. Podría matarse
estudiando, cumpliendo con su deber, para que sus padres puedan sen
tirse orgullosos e impresionar a sus amigos. Pero en su interior quizá
no se haya planteado nunca: «¿Es una carrera de derecho de altos vue
los como ésta lo que realmente deseo? ¿Satisface esto mi enfoque de
mi vida o la de alguien ajeno a mí?».
Las siguientes técnicas han sido diseñadas para ayudarle a confron
tar y derrotar los miedos que le tienen atenazado para que pueda perse
guir sus propios objetivos en la vida con mayor entusiasmo y confian
za en sí mismo.
379
desempeñar su labor. Pero esto no es más que una profecía autocum-
plida.
Un estudiante universitario llamado Henry no se presentó al exa
men final de química porque estaba convencido de que sería presa del
pánico y de que sacaría una mala nota en el examen. Era un estudiante
responsable y nunca antes se había saltado un examen. Razonaba que
sólo una persona muy trastornada podía ser «incapaz» de completar un
curso. En consecuencia, dejó la universidad. Dejar que la ansiedad le
ganase la batalla de esta manera era totalmente innecesario. Henry no
tenía evidencia alguna de que el examen final de química iba a ser un
desastre: simplemente abandonó porque supuso que no rendiría satis
factoriamente.
Si rehúsa abandonar a pesar de sus dudas y miedos, descubrirá que
puede apañárselas mucho mejor de lo que pensaba. La ansiedad es incó
moda, pero no le debe privar de hacer prácticamente todo aquello que
usted elija hacer. Con independencia de lo nervioso que se sienta, es
capaz de escribir artículos, estudiar, presentarse a exámenes o compe
tir en pruebas de atletismo. Su ansiedad le intentará engañar haciéndo
le creer que no puede funcionar de forma apropiada. Pero cuando pon
ga en evidencia sus miedos, descubrirá que su «incapacidad» para
apañárselas adecuadamente no es más que una ilusión, un globo relle
no de aire.
Penny me fue remitida tres días antes de su primer examen final del
primer semestre en la facultad de derecho. Dijo sentirse tan angustiada
que simplemente no podía estudiar. Explicaba que las ideas se agolpa
ban en su cabeza de forma descontrolada y que no podía comprender
una sola frase de ninguno de sus libros. Estaba convencida de que iba a
suspender y deseaba que escribiera una carta al decano para poder
abandonar los estudios avalada con un permiso médico.
Le dije a Penny que escribiría cualquier carta que deseara, pero que
no creía que tuviera que abandonar los estudios. Le expliqué que el
error más grande que podía cometer era dejar de estudiar y que si insis
tiera en estudiar, al margen de cómo se sentía, probablemente rendiría
de forma aceptable en sus exámenes. Le dije que la ansiedad genera la
idea mitificada de que uno no puede funcionar adecuadamente, pero si
hace el esfuerzo y no cede, descubrirá que puede apañárselas aunque
parezca todo lo contrario.
Penny protestó: «Pero no puedo comprender lo que estoy leyendo
cuando me pongo a estudiar». Le dije que sólo dejara que su vista reco
rriera toda la página, independientemente de que le pareciera que estaba
380
comprendiendo algo o no. Le dije que era fundamental cumplir con las
formalidades y estudiar todo el día, aunque sintiera que no servía para na
da. Recalqué que el único error que podía cometer era dejar de estudiar.
Penny me dijo que se pondría tan nerviosa durante el examen que ni
siquiera comprendería el enunciado de las preguntas. Le dije que no
era tan importante sentir que comprendía el enunciado. Lo que sí era
importante para ella era comprometerse a seguir moviendo el bolígrafo
por toda la hoja durante las dos horas de examen, independientemente
de lo que escribiera. Le dije que no le estaba permitido abandonar o
perder el tiempo pensando o dudando de sí misma.
Protestó: «¿Y qué pasa si no se me ocurre nada significativo que es
cribir?».
«Entonces no anotes nada. No tiene por qué parecer significativo.»
«¿Y qué pasará si no se me ocurre ninguna frase?»
«Entonces intenta hilar unas cuantas palabras inconexas y pon el
punto final. Quizá pienses que no tiene sentido, ¡pero no debes dejar de
mover el bolígrafo!»
«¿Y qué pasa si no se me ocurre una sola palabra que escribir?»
«Entonces limítate a escribir cosas incoherentes. Debes comprome
terte a no abandonar ni interrumpir tu actividad.»
Penny aceptó, finalmente, de mala gana. Dijo estar muy molesta e
insistió en que no había comprendido lo confundida y ansiosa que se
sentía. Afirmó estar segura de suspender y que, más adelante, debería
escribir para ella la carta para el decano. Le di mi conformidad.
Cuando vi a Penny al cabo de una semana, estaba furiosa. Explicó
que había seguido mi consejo y que no había funcionado. Estuvo estu
diando día y noche durante tres días seguidos antes del examen, todo
ello para estar cada vez más confunsa, tal como ella me dijo. Afirmó
que cuando le presentaron el examen se vio incapaz de comprender
una sola pregunta del mismo. Se limitó a escribir cosas sin sentido en
el cuaderno de respuestas, tal como yo le dije. Dijo que había suspen
dido el examen y que se sentía furiosa y humillada. Insistió en que lla
mara al decano para tramitar un permiso de ausencia.
Pregunté a Penny qué nota había sacado. Su cara se sonrojó y dijo
que todavía no le habían devuelto el examen, ¡pero que sabía que había
suspendido! Le indiqué que esperaríamos otra semana y le aseguré que
escribiría una carta al decano si ésa era, todavía, su intención una vez
vista la nota del examen.
A la siguiente sesión, Penny seguía enfadada conmigo. Yo sentía
curiosidad por saber cómo le había ido el examen. Admitió, de mala
381
ii,¡mera, que había sacado un 10. Al parecer había una nota en la pri
mera página de su cuaderno de respuestas que indicaba que su trabajo
cí a el mejor de la clase.
Pregunté a Penny cómo concordaba este hecho con su creencia de
que no podía estudiar, o rendir adecuadamente en un examen, cuando
estaba ansiosa. Contestó que «era evidente que había suspendido el
examen y que debían haber confundido su cuaderno de exámenes con
el de otro estudiante». Pregunté a Penny si podía ayudarle a esclarecer
este hecho y me ofrecí, incluso, para llamar al profesor y explicarle
que podía tratarse de un malentendido y que habían confundido su
cuaderno con el de otro alumno, más brillante que ella. Cambió de te
ma y no aceptó mi ofrecimiento. ¡Doy por sentado que no desearía en
contrármela jam ás en el juzgado! ¡No da su brazo a torcer con facili
dad, realmente!
La anécdota de Penny revela en qué medida le puede engañar su an
siedad hasta convencerle de que no puede rendir cuando de hecho, sí
puede. Ilustra lo fundamental que es no abandonar cuando uno se sien
te ansioso. Supongamos que, al igual que Penny, está intentando estu
diar para un examen importante y se siente muy presionado. Cada vez
que abre el libro se pone ansioso. Las ideas se le agolpan en la cabeza
y parece que no se pueda concentrar en lo que está leyendo. Se dice a sí
mismo: «No logro pensar con claridad. ¿Qué es lo que me pasa? ¡No
logro comprender una sola frase!».
Una forma de manejar esta situación consiste en comprobar la va
lidez de este pensamiento suyo. ¿Es realmente cierto que no logra
pensar con claridad? Lea una frase y compruebe, a continuación, si
puede redactar un pequeño resumen de lo que se dice en ella. Consta
tará que, en realidad, sí comprendió su contenido aunque piense todo
lo contrario.
Es posible que sostenga: «Muy bien, quizá sí pude leer una frase,
pero jam ás podría comprender un párrafo entero». Si es así, repita el
experimento. Léase el párrafo dos veces y resuma a continuación su
contenido. Una vez más, descubrirá que lo ha comprendido más que
aceptablemente.
Si está batallando con la redacción de un trabajo, es posible que
sienta que está demasiado nervioso para escribir una sola frase que val
ga la pena. En caso afirmativo, compruebe si eso es cierto. Obligúese a
escribir una frase, da igual lo absurda que le parezca. Una vez la ha
plasmado sobre el papel, se dará cuenta de que no era tan mala como
pensaba. Una pequeña revisión, y el resultado será mejor todavía. A
382
continuación, podrá añadir algunas frases más y al cabo de poco tie®
po habrá escrito un párrafo entero perfectamente válido.
La técnica de la compartimentación
383
A continuación, divida la tarea en unos cuantos pequeños pasos y
siga adelante, paso a paso. Si en cualquier momento su ansiedad le
causa algún problema, limítese a desarrollar una estrategia para resol
ver el problema. Si persiste y rehúsa ceder ante su ansiedad, descubrirá
que siempre se las puede apañar satisfactoriamente al margen de lo an
sioso que se sienta. La compensación es doble: usted se comporta de
un modo más eficaz y la ansiedad pierde protagonismo.
Ann es alumna de primer curso en la universidad. Me dijo que se
ponía tan ansiosa que no podía presentarse jam ás a exámenes escritos.
Le pedí que se imaginara que le acababan de entregar una hoja de exa
men y que describiera cómo se sentía. Manifestó que se sentiría tan an
gustiada que su visión se volvería borrosa y que ni siquiera podría leer
las preguntas del examen de manera correcta. Le pregunté cómo resol
vería este problema. Se le ocurrió que podría fijar su vista en la primera
palabra de la primera pregunta. Una vez fijada la vista claramente, po
dría leer la pregunta palabra por palabra. Esto le sirvió para darse cuen
ta de que la ansiedad no le podía impedir leer.
Entonces preguntó: «Pero supongamos por un momento que no
comprendo la pregunta. Cuando estoy ansiosa mi mente se comienza a
acelerar y me confundo totalmente. Ni siquiera sabré de qué trata la
pregunta». Le pedí a Ann que pensara cómo podría resolver este pro
blema. Decidió que podía explicar el enunciado con sus propias pala
bras justo después de leerlo. Si la pregunta era, por ejemplo: «¿Quién
fue el primer presidente de los Estados Unidos?», diría lo siguiente pa
ra sus adentros: «Veamos, esta pregunta trata del primer presidente de
los Estados Unidos. Debe de ser George Washington». Ella se dio cuen
ta de que este proceso de ir parafraseando cada pregunta favorecía su
comprensión. Este consejo la tranquilizó un poco.
El siguiente problema anticipado por Ann era que podía sentirse in
segura si no sabía contestar a la primera pregunta del examen. Esto la
pondría extremadamente nerviosa. Le pregunté cómo podría manejar
esta situación. Estuvo pensando en ello y decidió que podía buscar una
pregunta fácil y contestarla en primer lugar. Entonces comenzaría el
examen de forma positiva.
Revisemos por un momento los principios básicos de esta técnica
de compartimentación: usted coloca su ansiedad en un compartimento
mental y la ignora. Si teme que la ansiedad le impedirá rendir de forma
adecuada, pregúntese explícitamente de qué manera su ansiedad po
dría comprometer su rendimiento. A continuación, desarrolle un méto
do para hacer frente a este problema. Concéntrese en la tarea que está
384
llevando a cabo. Esto le demostrará que la ansiedad le hará sentirse in
cómodo o ralentizará algo su ritmo de trabajo, pero no le impedirá al
canzar su objetivo.
Imagínese que tienen que escribir un informe para su jefe. Lleva dos
semanas aplazando la tarea porque se siente muy ansioso y la fecha
de entrega se está acercando. En la columna de la izquierda de la tabla de
la página 386 he anotado los problemas específicos que le van retra
yendo. En la columna de la derecha, anote de qué manera resolvería
cada problema. Acto seguido, puede comparar sus soluciones con las
que figuran al final del capítulo.
Cuando anote los problemas que le dificultan rendir de forma ade
cuada, descubrirá que existen posibilidades alternativas para hacerles
frente. En cuanto haya comenzado, su ansiedad casi siempre disminui
rá. Esta técnica se basa en la creencia de que usted puede derrotar sus
miedos si les planta cara en lugar de evitarlos. Imaginémonos que debe
estudiar para un examen difícil. Siente deseos de aplazarlo porque está
muy nervioso. Si cede ante esa tentación se sentirá momentáneamente
mejor, porque pensará: «¡Uff, qué alivio! ¡No tengo que pensar en eso
durante un tiempo!».
Su estado de ánimo mejorará durante cierto tiempo, pero a largo
plazo sólo se sentirá más inseguro y ansioso. No obstante, si hace fren
te a sus miedos descubrirá que la tarea no era, ni con mucho, tan impo
sible de realizar como usted pensaba en un principio. Usted se encuen
tra encaminado hacia una mayor confianza en sí mismo y hacia una
mayor productividad.
385
l'i obtenías Soluciones
386
Probablemente no sea bueno intentar estudiar más de diez o quince
minutos seguidos sin que haya, al menos, un descanso para angustiarse.
Su mente es como un motor de coche perfectamente puesto a punto.
Simplemente no está construido para correr siempre a la máxima velo
cidad. Si intenta rendir mucho de golpe, se acabará quemando.
Durante estos descansos para angustiarse le puede ser de ayuda gra
bar, durante un minuto, sus pensamientos sobre lo mal que va todo en
un casete. Usted podría decir: «Aprendo de forma tan lenta. ¡Voy tan
retrasado! ¡Sólo con pensar en todo lo que me queda por hacer! No voy
a ningún sitio. No hay nada que hacer. Todos los demás son mucho
más inteligentes», etc. Ponga entonces la grabación y escúchese a sí
mismo. Aunque estos pensamientos pueden resultar sobrecogedores en
un principio, al cabo de cierto tiempo perderán su poder porque co
menzarán a sonar ridículos y aburridos.
387
automáticos» en su diario de la página 389, verá que se estaba transmi
tiendo a sí misma diversos mensajes negativos altamente contraprodu
centes. Cada vez que abría el libro se reprochaba a sí misma no haber
comenzado antes. En lugar de centrarse en lo que estaba aprendiendo
en un momento determinado, se obsesionaba por toda la materia que le
quedaba por estudiar. En lugar de suponer que su esfuerzo y su prepa
ración tendrían su recompensa, se decía a sí misma que los temas que
estaba estudiando probablemente no caerían en el examen.
¡No resulta sorprendente que Joan se sienta frustrada y aturdida! En
cuanto escribió sus pensamientos negativos, pudo ver lo exigente que
estaba siendo consigo misma. Estaba convencida, sin embargo, de que sus
pensamientos negativos eran absolutamente válidos. El segundo pensa
miento negativo dice, por ejemplo: «No pasaré el examen». Estuvo de
acuerdo en que eso era un ejemplo de «predicción», dado que predecía
un acontecimiento negativo, pero no podía ver que comprendiera algún
elemento ilógico o poco realista. Creía a pies juntillas que iba a sus
pender el examen y se negaba a participar en cualquier programa ridí
culo sobre el «poder del pensamiento positivo».
Le sugerí analizar las pruebas que apoyaban su idea de que proba
blemente suspendería c 1examen. Joan admitió que de los centenares de
exámenes que había realizado en su vida sólo había suspendido uno:
una prueba en el instituto sobre asuntos sanitarios para la que no se ha
bía preparado. Si nos basamos en su historial, parece más realista su
poner que con un estudio sistemático tiene bastantes posibilidades de
salir bien librada del examen.
Análisis de coste-beneficio
388
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS*
P r im e r p a so : d e s c r ib a l a s it u a c ió n q u e l e p r e o c u p a : Sentarse e intentar
estudiar.___________________
1. ¡Sólo con pensar en el Filtro mental; descartar los 1. Estudié algo ayer y voy
tiempo que he estado hechos positivos a estudiar algo ahora
desperdiciando! (100 %) mismo.
(25 %)
389
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
4. Tengo que abarcar dema Pensamiento tipo «todo o 4. Es cierto que existe
siada materia. (100 %) nada»; afirmación hipoté mucha materia y que
(0 %) tica es im p osib le recor
darlo todo. Me puedo
centrar en las ideas más
importantes y estudiar
lo máximo posible en
el tiempo de que dis
pongo. (100 %)
6. Sólo plantearán una se Predicción; afirmación hi 6. No tengo prueba al
rie de preguntas trivia potética guna de que todas las
les. ¿Qué derecho tie preguntas vayan a ser
nen a hacer esto? ¡Se irrelevantes o trivia
supone que son peda les. Sería mala suerte
gogos! ( M M ) (0 %) que el examen fuera
malo, pero eso tam
poco sería una catás
trofe, puesto que afec
ta a todos por igual.
(100 %)
390
DIARIO DE ESTADOS ANÍMICOS (continuación)
P en sa m ien to s a u to m á tico s D is to r s io n e s R e s p u e s ta s r a c io n a le s
C u a r t o p a s o : r e s u l t a d » 3s.
E valúe nuevam ente el crédito que le m erece ca-
da p ensam iento automál ico de 0 a 100 y señ a le la ca silla que d escribe có-
m o se siente en este moinento:
391
mucho más. En última instancia, su rendimiento en el examen fue más
que aceptable.
No estoy alegando que las cosas siempre saldrán bien sólo por creer
que será así. Esto sería tan supersticiosamente ingenuo como decirse a
uno mismo que una preocupación obsesiva le protegerá del peligro.
No estoy diciendo con ello que usted deba ser un optimista recalci
trante e ignorar la posibilidad de un fracaso. Pero, habitualmente, las
cosas acabarán saliendo mucho mejor si cree en el éxito y adopta una
actitud positiva.
Le puede ser útil preguntarse: «¿Por qué un fracaso sería tan terrible
para mí?». Quizá piense que las demás personas le respetarán menos,
que su carrera profesional se hundirá o que decepcionará profundamen
te a sus padres o amigos. Aunque estas preocupaciones pueden tener un
fondo de verdad, frecuentemente se exageran. El problema central pue
de radicar en su propio desconcierto sobre los objetivos que desea mar
carse en su vida. Así, por ejemplo, después de que los estudiantes de de
recho a los que me referí con anterioridad comenzaron a sentirse algo
menos ansiosos, prácticamente todos ellos confesaron que realmente no
sabían si la opción de estudiar esa carrera había sido acertada. Confesa
ron no sentir un deseo ferviente de ser abogados y de acudir a la facul
tad de derecho, pero que eso era lo que deseaban sus padres y que tam
poco se les había ocurrido nada mejor. Estaban algo resentidos por tener
que satisfacer las expectativas paternas y por no haberse preguntado a sí
mismos si era eso lo que deseaban para su vida.
Cuando planteé esta pregunta, la respuesta fue siempre «no». La mayo
ría de ellos no aspiraban a ser abogados en Wall Street, pero nunca cayeron
en la cuenta de que tenían el derecho de perseguir sus propios sueños. En
lugar de clarificar lo que sí deseaban hacer, se rebelaban contra aquello que
no deseaban. Su ansiedad permitía eludir esa trampa de un modo «elegan
te». En su subconsciente pensaban: «Estoy tan ansioso que quizá tenga que
dejar la facultad. Esto será la excusa perfecta para dejarlo correr. Mis pa
dres no se enfadarán realmente, ni estarán decepcionados conmigo. Hice
lo que pude, pero lo tuve que dejar debido a los “nervios”».
Su ansiedad fue resultado de este conflicto. Se encontraban divididos
contra sí mismos, como dos equipos que tiran de los extremos opuestos
de una cuerda. El bando que pensaba que debía estar en la facultad com
392
petía contra el bando que no lo deseaba pero que se veía incapaz de ad
mitirlo. En cuanto tomaron conciencia de esta lucha interna, se sintieron
libres para hacer una de las dos cosas: podían abandonar la facultad de
derecho y canalizar sus energías hacia otra profesión, o podían permane
cer en ella porque así lo deseaban, no para satisfacer a sus padres.
Cuando se siente ansioso acerca de su rendimiento, puede no ser
consciente de estos sentimientos ambivalentes porque está ocupado di
ciéndose a sí mismo: «Esto es lo que debería desear hacer. Sólo me ten
go que esforzar más y pasar por ello». Pero si no es eso lo que realmente
desea, no hay técnica psicológica en el mundo entero que le pueda librar
de la ansiedad. Su falta de compromiso con un objetivo concreto arrui
nará cualquier tratamiento por muy efectivo que sea. Puede tomar un
tranquilizante para atenuar las batallas de ambos contendientes, pero la
lucha seguirá. Puede arengar a uno de los equipos e infundirle ánimo
para ganar, pero el equipo contrario no hará otra cosa que contraatacar
con más fuerza todavía y usted apenas ganará terreno.
Lo que debe hacer es instaurar una tregua y decirle a ambos bandos:
«Escuchad, chicos, estamos atascados porque estamos enfrentados. Nos
tenemos que unir para fijar un objetivo común. ¿Qué objetivo debería
ser éste?».
Por sorprendente que parezca, ninguno de esos estudiantes de dere
cho abandonó la facultad. Todo lo contrario, decidieron permanecer en
ella y perseguir objetivos profesionales muy diferentes en función de sus
intereses. Un estudiante de color, interesado en derecho internacional, se
ilusionó con la posibilidad de trabajar para países africanos emergentes.
Una mujer muy aficionada al teatro decidió que deseaba profundizar en
los aspectos legales del negocio del espectáculo. Un joven de Minnesota
deseaba abrir un bufete en una pequeña comunidad rural del centro de
los Estados Unidos donde su esposa, que estaba estudiando ingeniería
agrónoma, podía desarrollar mejor su carrera. En cuanto dejaron atrás la
necesidad de hacer lo que pensaban que debían hacer y se sintieron libres
para elegir sus propias metas personales, la ansiedad desapareció.
Es posible que tema que las personas más cercanas se sientan decep
cionadas con usted si persigue sus propios objetivos y deja de esforzarse
tanto por satisfacer las expectativas ajenas. Es posible, por ejemplo, que
desee tomarse un año sabático en la facultad o cambiar de carrera. ¿Có-
393
MIO mu i Knutría su familia? Cuando los estudiantes de derecho explica-
inn ii mis padres sus nuevas ideas sobre sus estudios, habitualmente se
Mnilhm s.iiislechos y aliviados de que las tormentas emocionales hubie-
i mii pus,ulo En ocasiones se puede dar la circunstancia, sin embargo, de
(|iit> lir. |>11 sonas se sientan decepcionadas porque usted no satisfizo sus
mptM tal ivas. Usted puede afrontar estos temores con la técnica de la fan-
I i i M i i iciiiul.i. Imaginémonos que yo soy su hijo. Usted interpreta el papel
Llegado este punto, el padre tiene dos opciones. Puede seguir con su
actitud crítica porque su hijo no está haciendo lo que él desea que haga,
o puede aceptar a su hijo y quererlo como es. La mayoría de padres no se
musitarían tan hostiles y negativistas, pero el hijo podría vivir, al menos,
en paz consigo mismo. Tendría un sentido de la integridad y del respeto
hacia su propia persona por desarrollar unas expectativas de su vida co
herentes con su forma de pensar. Con el paso del tiempo, sospecho que
su padre acabaría aflojando las tuercas.
Repasemos los métodos para combatir la ansiedad que generan nues
tras conductas y la ansiedad ante los exámenes:
1. Plántele cara a sus miedos: haga una prueba para poner a prueba
su creencia de que no puede rendir adecuadamente cuando se siente
ansioso. Si se siente tan nervioso que cree no poder concentrarse ni
comprender lo que está estudiando, lea una frase en voz alta y haga
un resumen de su contenido. Casi siempre se dará cuenta de que sí
lo comprendió aunque pareciera lo contrario.
2. La técnica de la compartimentación: usted guarda su ansiedad en
un compartimento mental y la ignora. Concentra todas sus energías
en efectuar la tarea paso a paso.
3. Descansos para angustiarse: cada cinco o diez minutos planifica
pequeños descansos de un minuto para angustiarse. Durante esos
descansos usted da rienda suelta a todas sus inseguridades y fanta
sías de fracaso.
4. Diario de estados anímicos: usted anota sus pensamientos negati
vos, identifica las distorsiones que comprenden y las sustituye por
pensamientos más positivos y realistas.
5. Análisis de coste-beneficio: usted confecciona una lista de las ven
tajas y desventajas de preocuparse y de anticipar el fracaso. A conti
nuación, realiza otra lista con las ventajas y desventajas de sentirse
seguro de sí mismo y de transmitirse mensajes positivos y optimistas.
6. Clarifique sus objetivos: pregúntese: «¿Deseo, realmente, hacer es
to? ¿Me siento coaccionado y me esfuerzo en exceso por satisfacer
las expectativas de otras personas?».
7. La técnica de la fantasía temida: usted transcribe un diálogo ima
ginario con alguien que se siente frustrado y que actúa de un modo
excesivamente crítico porque no satisfizo sus expectativas.
396
CUARTA PARTE
399
hago cargo”». ¡Los terapeutas parecen tener poca constancia de lo ina
decuadas y fastidiosas que suenan esas palabras a los oídos de un pacien
te furioso!
¿Desearía aprender a comunicarse mejor? En primer lugar, veamos
si podemos definir lo que significa buena y mala comunicación. La
buena comunicación tiene dos características: usted expresa sus senti
mientos de forma abierta y directa y anima a la otra persona a hacer lo
mismo. Usted explica cómo piensa y cómo se siente e intenta escuchar
y comprender lo que la otra persona piensa y siente. De acuerdo con
esta definición, las ideas y los sentimientos de ambas personas son im
portantes.
Al igual que la buena comunicación implica expresarse uno mismo
y escuchar, la mala comunicación implica la negativa a compartir sus
sentimientos abiertamente o a escuchar lo que la otra persona tiene que
decirnos.
Adoptar una postura discutidora y defensiva es un signo de mala
comunicación. Usted contradice a la otra persona sin intentar compren
der sus sentimientos. Proyecta mensajes sutiles que dicen: «Sólo me
interesa divulgar mis propios sentimientos e insistir en que estés de
acuerdo conmigo».
Otro signo de mala comunicación es negar sus propios sentimientos
y mostrarlos de forma indirecta, comportándose de forma despectiva o
adoptando un tono sarcástico. Esto se denomina «agresividad pasiva».
La agresividad activa es, igualmente, señal de mala comunicación, cuan
do reta a la otra persona, la amenaza o plantea un ultimátum. La lista de
«características de la mala comunicación» de la página siguiente le cla
rificará lo que no debe hacer cuando intenta resolver un conflicto con
alguien. ¡Estudíese esta lista detenidamente!
Es posible que reconozca diversos malos hábitos que le crean algún
que otro problema. El cambio de estas actitudes puede mejorar consi
derablemente su modo de relacionarse con las demás personas y pri
varle de considerables disgustos.
Analicemos cómo se comunican algunos de mis pacientes. Suelen
ser hombres y mujeres normales, seguramente parecidos a usted. D e
seo que decida, para cada caso, si lo que dijo mi paciente fue señal de
buena o mala comunicación.
Joanne tiene 25 años de edad y está acabando su licenciatura en De
recho. Su esposo, Ted, es cirujano. Ted y Joanne se separaron hace unos
meses pero están intentando reconciliarse. Están batallando con la du
da de si deben separarse definitivamente o intentar resolver sus dificul-
400
CARACTERÍSTICAS DE LA MALA COMUNICACIÓN*
1. Razón: usted insiste en que tiene razón y en que la otra persona está
equivocada.
2. Culpa: usted afirma que la otra persona es la culpable de que haya sur
gido el problema.
3. Martirio: usted proclama que es una víctima inocente.
4. Humillación: usted insinúa que la otra persona es un fracasado porque él
o ella no hace «nunca», o hace «siempre», determinadas cosas.
5. Desesperanza: usted lo deja por imposible e insiste en que no tiene
sentido intentarlo de nuevo.
6. Exigencia: usted proclama que tiene derecho a un trato mejor pero evi
ta pedir, de forma clara y directa, lo que desea.
7. Negación: usted insiste en que no está enfadado, dolido o triste cuando
realmente sí lo está.
8. Agresividad pasiva: usted hace gestos de desaprobación, se marcha o
se calla. Puede abandonar la habitación precipitadamente o dar portazos.
9. Autoinculpación: en lugar de afrontar el problema, actúa como si fue
ra una persona horrorosa y siniestra.
10. Ayuda: en lugar de escuchar lo deprimida, dolida o furiosa que se siente
la otra persona, intenta «resolver el problema» o «ayudarle».
11. Sarcasmo: sus palabras o su tono de voz transmiten tensión u hostili
dad, que no reconoce abiertamente.
12. Cabeza de turco: usted sugiere que la otra persona tiene «un proble
ma» y que usted es una persona sana, feliz, que no tiene nada que ver
con el conflicto.
13. Ponerse a la defensiva: no admite haber hecho algo mal ni reconoce
algún defecto.
14. Contraataque: en lugar de reconocer cómo se siente la otra persona,
usted responde a su crítica criticándola.
15. Desviación: en lugar de ocuparse de cómo se sienten ambos en el mo
mento presente, enumera toda una lista de motivos de queja sobre in
justicias ocurridas en el pasado.
* Copyright © 1988: David D. Burns, M. D., de The Feeling Good Handbook, copyright © 1989.
401
lacles y volver a estar juntos de nuevo. Joanne se queja de que a Ted le
cuesta expresar sus sentimientos. Dice que cuando está enfadado pone
mala cara y la trata con absoluta frialdad en lugar de decirle cómo se
siente. Ted se queja de que Joanne está demasiado pendiente de su fa
milia. Ted considera que es autoritaria y egocéntrica y que antepone su
familia y su carrera a su persona. Esto le hace sentirse como un ciuda
dano de segunda.
Hace poco tiempo, Ted organizó un viaje a las Bermudas y discu
tieron sobre si Joanne debía, o no, acompañarle. En un principio, de
seaba viajar solo y Joanne se sintió herida. Posteriormente, le pidió
que fuera con él, pero entre tanto ella había decidido que necesitaba
estar sola algún tiempo. Cuando ella le dijo de que no pensaba viajar
con él, se molestó y dijo: «¡Deberías hacer tu vida y no dar esperanzas de
que esta relación pueda funcionar!». Joanne contestó: «¡Ningún pro
blema! Ya he comenzado con ello». Para empezar, analicemos los co
mentarios de Ted. ¿Diría usted que son un ejemplo de buena o de ma
la comunicación?
402
Sus observaciones son otro ejemplo de mala comunicación, dado
que no tuvo en cuenta sus sentimientos ni expresó tampoco los suyos
propios. Ella hace gala de «sarcasmo» y de «negación». Parece evi
dente que él se siente dolido, furioso y rechazado, pero ella parece ig
norar sus sentimientos. Es por eso que ella parece egocéntrica y poco
interesada en su persona. Joanne tampoco expresa sus propios senti
mientos. Se sintió profundamente herida por su comentario. En lugar
de expresarlo abiertamente, se limitó a responder con una actitud fría
y distante.
Esta negación de los auténticos sentim ientos es muy frecuente.
Muchas personas sienten un temor profundo de que algo terrible va a
suceder si dejan constancia, abierta y directamente, de cómo se sien
ten. ¡Tengo el presentimiento de que usted también puede tener este
problema!
Joanne podría expresar sus sentimientos y reconocer los de Ted di
ciendo algo parecido a esto: «En este m omento me siento muy mal
porque me has dicho que vaya haciendo mi vida. Me siento dolida y
molesta. Todavía te quiero y no deseo que nuestra relación se acabe.
Me estás diciendo que no espere nada de esta relación. Tu voz tenía un
tono amenazante. Me pregunto si estás enfadado porque he decidido no
ir a las Bermudas. ¿Me puedes decir cómo te sientes al respecto?». Ted
sabría, de esta forma, cómo se siente ella y favorecería que él comen
zara a hablar también de sus sentimientos. Ésta es comunicación de
buena calidad. No resulta humillante ni niega los propios sentimientos
y Joanne dejaría de interpretar el papel de mártir o de víctima. Esta res
puesta convertiría a Joanne en una persona vulnerable porque revelaría
sus sentimientos de un modo no defensivo y le invitaría a él a expresar
su rabia de forma directa. Pero, al mismo tiempo, su respuesta sería
muy eficaz, ya que le obliga a abrirse y a salir de su cascarón y ella ha
dejado de lado su impulso vengativo.
Veamos ahora otro ejemplo de una pareja separada con problemas
de comunicación. Henry trabaja como asesor de empresas en el centro de
Nueva York. Se separó de su esposa Denise hace unos cuantos meses
por intereses contrapuestos en lo que respecta al matrimonio. Henry de
sea fervientem ente tener hijos, todo lo contrario que Denise, que no
desea formar una familia, sino desarrollar su propia carrera profesional.
Henry se ha sentido muy decepcionado debido a la falta de interés que
Denise mostraba por el sexo. Denise se queja de que Henry está casado
con su profesión. Dice querer a un esposo con un trabajo de nueve a cin
co que llega a casa con tiempo para cenar y pasar un buen rato juntos.
403
Esto es mucho más importante para ella que las largas jornadas de tra
bajo y ganar mucho dinero. Henry se siente rechazado y poco valorado.
Se toma muy en serio su trabajo, ha realizado una carrera sobresaliente
y tiene un buen sueldo. El padre de Henry, inmigrante ruso, trabajó de
sol a sol como sastre. A lo largo de toda la etapa formativa de Henry, la
importancia que se daba a la ambición, a la capacidad de esfuerzo y al
éxito eran considerables. Henry deseaba que Denise valorase sus logros
para poder disfrutar juntos de una buena vida.
Henry y Denise siempre tuvieron muchas dificultades a la hora de
manejar los desacuerdos o los sentimientos de enfado. Henry tiende a
hacerse el mártir. Está resentido porque Denise no valora ni aprecia to
dos los sacrificios que ha hecho por elevar su nivel de vida, a la vez
que teme decirle lo loco que está por tener hijos. También teme decirle
lo infeliz que se siente por su falta de interés por el sexo porque no
quiere herir sus sentimientos. A resultas de todo ello, su resentimiento
fue en aumento hasta que se fue de casa y comenzó a relacionarse con
otras mujeres.
Al igual que la anterior pareja, Henry y Denise no han decidido to
davía si desean divorciarse o intentar resolver sus problemas. Hace
poco salieron juntos a cenar y a los postres comenzaron a hablar so
bre una pareja conocida de ambos que estaba a punto de casarse. Deni
se comentó que la mujer estaba «asumiendo todos los sacrificios»
dentro de la pareja. Explicó que «para mantener viva una relación to
dos se deben sacrificar». Henry sintió mucha rabia ante esta afirma
ción, porque sentía que la definición de «sacrificio» por parte de
Denise consistía en someter todos tus deseos y tus necesidades entera
mente a la otra persona. Dado que eso es, exactamente, lo que Henry
cree haber estado haciendo, y en vista de lo mal que le ha ido, se enfu
reció y dijo: «No estoy de acuerdo. El sacrificio genera resentim ien
to». ¿Es la afirmación de Henry un ejemplo de buena comunicación o
de mala comunicación? Repase la lista de la página 401 antes de res
ponder a esta pregunta.
------------buena comunicación
----------- mala comunicación
404
le ocurre una respuesta mejor? ¿Qué otra cosa podría decir Henry?
Anote aquí sus ideas:
406
Mildred podría responder del siguiente modo: «Jerry, quiero que se
pas lo mal que me siento en este momento. Me alarmo mucho cuando
dices que tu vida está vacía y que no tiene sentido seguir vivo. Te quie
ro y me rompe el corazón escuchar tanta tristeza y desesperación en tu
tono de voz. Desearía comprenderte mejor. ¿Me puedes decir por qué
te sientes de esta manera? Quizá echas algo en falta en tu vida que es
muy importante para ti. Quizás existe algún problema que temas com
partir conmigo. ¿Me puedes decir algo más sobre cómo te sientes?».
Esta respuesta sería más sincera porque ella admite lo temerosa y an
gustiada que se siente en lugar de negar sus sentimientos y adoptar una
postura de «ayuda». También favorecería que él se sincerara más. La
mayoría de personas desean ser comprendidas y aceptadas más que
cualquier otra cosa en el mundo. Si ella intenta comprenderle y ceja en
su intento de querer ayudarle, de hecho le estará ayudando. Es una pa
radoja.
Analicemos, ahora, una relación madre-hija. Marilyn tiene aproxi
madamente la misma edad que Mildred. Su hija, Susan, más o menos
la edad de Jerry. Susan vive con M arilyn y ambas dirigen una cadena
de tiendas de prendas de vestir que Marilyn fundó después de la muer
te de su marido. El negocio les va bien y viven en una casa preciosa.
No obstante, la hija de Marilyn se muestra a menudo autoritaria y
dominante. Desprecia a Marilyn y ésta lo encaja sin más porque se
considera una «persona agradable y cariñosa». Hace poco que Marilyn ha
hecho reformas en su cocina. Una tarde, cuando estaba limpiando la
encimera después de trabajar, Susan hizo la siguiente observación con
un tono de voz muy irritado: «¡Mamá, no me puedo creer que estés ha
ciendo esto! ¡Los trabajadores me dijeron, específicamente, que no de
bíamos poner en marcha el lavaplatos ni mojar el suelo hasta que no
hubieran puesto las baldosas!». M arilyn palideció y sus ojos se llena
ron de lágrimas de rabia. Salió en estampida de la habitación refunfu
ñando: «¡No me puedo creer que haya dicho esto!». ¿Consideraría esto
un ejemplo de buena o de mala comunicación? Compruebe la lista de
la página 401 antes de contestar.
407
Retener en su fuero interno sus sentimientos heridos se denomina
«agresividad pasiva». Marilyn está expresando su rabia de forma pasi
va e indirecta cuando sale de la habitación sin decir nada. ¿Qué le po
dría haber contestado, en su lugar, a su hija? Recuerde que la buena co
municación tiene dos vertientes: usted expresa sus sentimientos de
forma abierta y constata cómo se siente la otra persona. Anote aquí sus
ideas:
408
costumbre de evitar los conflictos perjudica a ambas. Pero si Marilyn
se hace valer, las dos saldrán beneficiadas.
Los hermanos suelen tener problemas para comunicarse entre ellos. Ja-
nice descubrió, recientemente, que su hermano Tom estaba implicado en
una relación homosexual. Janice se enteró de que el amante de Tom desea
ba que le considerasen copropietario de la casa que Tom estaba compran
do sin aportar dinero alguno. Janice se sentía molesta por diversas razones.
En primer lugar, sentía que nunca había estado realmente cerca de Tom.
Estaba preocupada por que ambos no se conocieran a fondo el uno al otro.
En segundo lugar, estaba preocupada por el hecho de que Tom fuera
gay y temía el fantasma del sida. Finalmente, le preocupaba que su pareja
obtuviera la mitad de la propiedad sin colaborar en la compra de la misma.
Janice le dijo a Tom que temía que el hombre que compartía su vida
pudiera abusar de su confianza. Tom respondió: «¡Eso no es así!». Lo
dijo con un tono de voz muy irritado y defensivo. Si fuera Janice, ¿qué
diría a continuación? Anote aquí sus ideas:
409
Jan ice podría responder, en su lugar, de la siguiente manera: «Espero
que tengas razón. Estoy preocupada porque te quiero y no deseo que na
die se aproveche de ti. He constatado un tono de voz hiriente en lo que
me acabas de decir. Me pregunto si sientes que no comprendo la situa
ción. Quizá pienses que te hablo de forma condescendiente. A lo mejor
estoy metiendo las narices donde no debo. Si fuera así, me sabría mal. Lo
que realmente deseo es sentirme más cerca de ti. ¿Me puedes dar más
detalles de lo que está pasando? Te lo agradecería». Esta respuesta le da
a Tom la oportunidad de hablar sobre sus sentimientos y facilita que él le
diga si está preocupado en lugar de discutir defensivamente.
1 . ___________________________________________________________
2.
I . _________________________________________________________
410
2.
411
19
413
IO S CINCO SECRETOS DE UNA COMUNICACIÓN EFECTIVA*
T É C N IC A S PAR A E S C U C H A R
T É C N IC A S DE E X P R E SIÓ N PE R S O N A L
1. Afirmaciones del tipo «me siento»: usted expresa sus sentimientos con
afirmaciones del tipo «me siento» (como, por ejemplo, «Me siento pre
ocupado»), más que con afirmaciones tipo «tú» (como, por ejemplo,
«¡Tú estás equivocado!» o «¡Tú me está poniendo furioso!»).
2. Técnica del halago: usted encuentra algo realmente positivo que decir a
la otra persona, incluso cuando la discusión está en su máximo apogeo.
Esto indica que respeta a la otra persona por mucho que estén enfrenta
dos el uno con el otro.
Copyright © 1984: David D. Burns, M . D., de The Feelm g G ood Handbook, copyright (D 1989.
414
saber algo más sobre los motivos que le hacen pensar que estos m éto
dos no le serán útiles».
¿Logra ver los aspectos positivos de esta respuesta? Casi siempre
existe algún punto de verdad en lo que dice la otra persona. Si me m ues
tro de acuerdo con usted, le será difícil mantener viva la discusión.
Es posible que no desee utilizar esta técnica del desarme, dado que,
en caso de ser objeto de alguna crítica, se pondrá furioso y una voz in
terna proclamará: «¡Tengo razón y nadie me puede privar del derecho a
defenderme!». Si usted claudica ante esa voz — y la tentación de h a
cerlo será casi siempre muy intensa— habrá dado el pistoletazo de sa
lida a un combate frustrante e inútil. Discutir con un detractor no fun
ciona casi nunca. Concordar con un detractor casi siempre establece un
vínculo de comunicación. ¡Los efectos pueden parecer casi mágicos!
Volvamos a intentarlo de nuevo. Supongamos que su esposa diga:
«Vienes siempre tarde y estoy harta de esperarte siempre». ¿Cómo la
desarmaría?
Usted podría decir: «Sí, es cierto. Llego tarde y tienes todo el dere
cho a estar enfadada». ¿Logra comprender las ventajas de esta respues
ta? Si admite llegar tarde, su esposa se sentirá escuchada y respetada y
no se sentirá tan furiosa. Pero si adopta una postura defensiva y busca
excusas para justificar su conducta, sólo incrementará su rabia.
Veamos otro ejemplo. Su jefe dice: «Esta propuesta es un desastre.
¿Estaba soñando cuando la escribió?». Supongamos que usted invirtió
mucho esfuerzo en la elaboración de esa propuesta y se siente orgulloso
de ella. Usted sabe que no es un desastre y le entran ganas de asesinar a
su jefe. En lugar de eso, ¿cómo podría desarmarle? Anote aquí sus ideas:
415
Respuesta: usted podría responder: «Parece que haya fallado real
mente el tiro con esta propuesta, aunque le he dedicado mucho tiempo.
¿Me podría decir qué le ha gustado y qué le ha disgustado de la m is
ma?». Esto calmará los ánimos a su jefe y probablemente, a partir de
entonces, transmitirá sus ideas con más tacto.
Cuando utilice la técnica del desarme, debe mostrarse sincero en lo
que dice o le saldrá el tiro por la culata. Siempre es posible encontrar
una manera válida para concordar en algún aspecto, independiente
mente de lo ilógicas que le parezcan las acusaciones de las que es obje
to. Si concuerda con la otra parte de forma sincera, habitualmente baja
rá la guardia y estará más dispuesta a escucharle.
Supongamos que yo le digo: «Esta blusa verde no te favorece na
da». Imaginémonos que usted lleva una blusa alegre de color turquesa
y que todo el mundo le ha comentado lo bien que le queda. ¿Cómo me
podría desarmar?
Usted podría decir: «Es posible que el verde no sea el color que me
jo r me vaya. ¿Qué color te gustaría que llevara?». Observe que esta
respuesta evita una discusión y devuelve la pelota a mi terreno. La he
invitado a entrar en una discusión absurda sobre el color de la blusa y
usted ha declinado, elegantemente, esta invitación encontrando una
pizca de verdad en lo que yo dije. ¿Qué sentido tiene discutir conmigo
sobre el color de su blusa?
Evidentemente, existen personas a las que les encantan las discusio
nes absurdas. ¡No hay problema alguno, todo el mundo es libre de dis
cutir eternamente si es eso lo que desea! Pero si está cansado de discu
tir y constata que las personas no le escuchan nunca, y si desea sentirse
más próximo a las personas, ¡entonces la técnica del desarme puede
cambiar su vida!
Algunos lectores pueden mostrarse todavía escépticos y pensar:
«No debería concordar con alguien que está siendo poco razonable».
La respuesta consiste en que no tiene por qué. No obstante, las cosas
irán seguramente mucho mejor si lo hace. Cuando desarma a alguien
416
que está siendo poco razonable, a menudo le acabará convenciendo su
punto de vista. En lugar de discutir, busque un marco de actuación co
mún para que puedan comenzar a comprenderse mutuamente y trabajar
juntos formando equipo. Si escucha con m ayor detenim iento y trata
de comprender lo que pretende la otra persona, la relación cambiará.
Ya no serán enemigos que combaten para ver quién «gana». A menudo
sucede que la otra persona cambia repentinamente y se muestra de
acuerdo con usted. Esto se debe a que usted tomó la decisión funda
mental de construir una relación basada en la confianza en lugar de en
trar en combate con la finalidad de reducir al oponente.
Existen diversas razones que explican la considerable eficacia de
este método. Cuando dos personas discuten, se van polarizando uno al
otro adoptando posturas extremas porque ambos sienten que no son es
cuchados. En su fuero interno, la parte contraria sabe que existe otra
manera de ver la misma realidad, pero siente que usted no tiene en
cuenta su punto de vista. Ambos están siendo dogmáticos y adoptan
una postura defensiva. En cuanto la haya desarmado, reconocerá que
usted la respeta, se sentirá menos dogmática y tendrá menos necesidad
de afirmar que está en lo cierto y que el equivocado es usted. Habitual
mente, se volverán menos intransigentes y reconocerán sus sentimien
tos y sus ideas.
Practiquemos un poco de desarme. Es una técnica sumamente im
portante y deberá practicarla una y otra vez hasta hacerse con ella. Re
cuerde que le pido que únicamente practique esta técnica. En una con
versación real, usted combinaría la técnica del desarme con los demás
métodos descritos en este capítulo para solventar la situación de una
forma natural y efectiva.
Pero en este momento necesita poner todos sus sentidos exclusiva
mente en esta técnica.
Imaginémonos que usted tiene un ligero sobrepeso y su cónyuge le
dice: «¡Pareces un cerdo asqueroso! No tienes ningún control sobre ti
mismo».
¿Cómo lo podría desarmar? Anote aquí sus ideas:
417
Respuesta: usted le podría decir: «Tienes toda la razón. Necesito
perder peso y debo controlarme más». Recuerde que en este momento
sólo está utilizando la técnica del desarme. En una conversación real
también expresaría sus sentimientos y reconocería los sentimientos de
su cónyuge.
En este momento, lo más normal es que sienta dolido y m enospre
ciado.
Su cónyuge parece, igualmente, furioso y frustrado. Su objetivo de
bería consistir en animarle a expresar sus sentimientos de forma más
directa y abierta para que no tenga que recurrir a los golpes bajos. Los
otros métodos descritos en este capítulo, combinados con la técnica del
desarme, le ayudarán en este sentido.
Su esposo dice: «Te tomas las cosas de una manera tan emocional.
Te preocupas demasiado. Eres tan irracional, reaccionas de forma exa
gerada. ¿Por qué no utilizas un poco de lógica? ¡El mundo no se aca
bará aquí!».
¿Cómo lo podría desarmar?
Respuesta: usted podría decir: «Creo que actúo de este modo cuan
do estoy enfadadísima».
Muchos lectores pueden estar pensando: «¡Estas técnicas son absur
das! ¡No desearía estar de acuerdo con ese desgraciado que me habló de
ese modo! ¿Qué se ha creído?». Usted está en su derecho de pensar así.
Cuando alguien le hace daño es importante expresar sus sentimientos.
Recuerde, sin embargo, que existe siempre un punto de verdad en lo
que la otra persona está diciendo, aunque suene detestable e insultante.
Aunque su crítica parezca fuera de lugar, siempre hay algo de razón en
su forma de sentir. Si reconoce este hecho, estará más dispuesto a es
cuchar y menos a discutir y a humillarle. La otra persona necesita ser
escuchada igual que usted. De hecho, el motivo por el cual las personas
se vuelven tan dogmáticas e irracionales se debe a que se sienten frus
tradas. ¿Y por qué se sienten frustradas? Porque piensan — con bastan
te razón— que nadie está escuchando o preocupándose, realmente, de
lo que están intentando decir.
En breve abordaremos el tema desde su punto de vista. Deseo que
usted sea un ganador. Pero, a veces, hace falta perder para ganar. Tiene
que dar para poder recibir. Si desea ser respetado, debe respetar de en
trada. Si desea ser escuchado, entonces comience por escuchar a la otra
persona. Cuando se rinda, alcanzará repentinamente la victoria. Esto es
paradójico, pero es un hecho real, sensato y eficaz. Epicteto expuso es
ta idea hace aproximadamente dos mil años cuando escribió: «¡Si al
guien le critica, dele enseguida la razón. Dígale que si le conociera a
fondo, no se limitarían a criticar sólo esto».
La mayoría de personas están tan preocupadas por defender sus
propias ideas que les cuesta aceptar esta técnica del desarme. Estoy tra
tando a un hombre de negocios de Dallas, llamado Al, que es tan bri
llante que retiene en su memoria todos los pormenores de una sesión,
hasta el punto de mandarme, al día siguiente, una memoria perfecta
419
mente redactada en la que resume todo lo que se dijo durante la misma.
Por si fuera poco, introduce toda esta información en su ordenador pa
ra poder remitirse a cualquier cosa que esté aprendiendo. Si llama por
teléfono y habla con mi secretaria para cambiar una cita, recibo una no
ta al día siguiente con la transcripción exacta de la conversación.
Al trabaja mucho con aspectos legales y disfruta debatiendo en el
juzgado. Es extraordinariamente competitivo y se siente muy orgulloso
de su capacidad de rebatir los testimonios de sus oponentes. Es como
un vaquero de cuello blanco que se vanagloria de ser el que más rápido
dispara de toda la ciudad. ¿Por qué motivo está en terapia, pues? Al se
siente solo y está en permanente desacuerdo con su esposa y le preocu
pa no saber acercarse a las personas. Su hábil mente racional es una espa
da de dos filos: le permite éxitos en los negocios pero le hace ser tan
agresivo que, a veces, aleja a las personas.
Su esposa, Claire, es habitualmente bastante tímida. Está molesta y
se siente intimidada por Al, además siente auténtico pánico a expresar
se. Hace poco, tuvieron su segunda sesión de terapia de pareja. Le dije a
Claire que expresara sus sentimientos e indiqué a Al que la desarmara:
420
Respuesta: podría haber dicho: «Tienes razón. Soy muy controla
dor y me doy cuenta de que eso te ha dolido y fastidiado realmente».
Esta respuesta atenuaría la rabia de Claire porque se sentiría escucha
da. Además, al aceptar su afán controlador, Al demostraría que no es
tan controlador como ella piensa. ¿Entiende la idea?
Sólo una advertencia: cuando desarma a alguien y acepta su crítica,
únicamente será efectivo si mantiene su autoestima intacta. Suponga
mos, por ejemplo, que usted me dice: «¡Es un estúpido!». Si me siento
amenazado por esta crítica, le responderé de forma sarcástica o defen
siva diciendo: «¡Oh, por supuesto, soy un estúpido! ¡Mira quién está
hablando!».
Esta respuesta hostil no hará sino deteriorar más aún la situación.
Por otra parte, si me siento deprimido y me considero un perdedor in
significante, puedo suspirar y decir con tristeza: «Sí, realmente soy un
estúpido integral». ¡Este comentario tampoco le hará ganar muchos
amigos, ciertamente! Pero si afirmo, con un brillo en los ojos: «Sí, ha
ce tiempo ya que sospecho eso de mí mismo», probablemente el otro se
sienta menos irritado.
Mi sentido del humor y la ausencia de una actitud defensiva la con
quistará y transformará una batalla potencial en una discusión amisto
sa y productiva sobre el problema real. He transmitido el mensaje: «No
temo la crítica y estoy dispuesto a escuchar lo que me tienes que de
cir». Esta actitud diluye la hostilidad y su efecto será más duradero.
Practiquemos, nuevamente, la técnica del desarme. Supongamos
que digo: «Usted no comprenderá nunca estos métodos. No es más que
un lector estúpido. ¡Hay que ver!». ¿Cómo podría usted responder uti
lizando sólo la técnica del desarme?
421
estuviera frustrado conmigo. ¿Es así?». Esta afirmación ilustra la si
guiente técnica.
422
ya si estoy molesto!», usted puede afirmar entonces: «Te agradezco que
me lo hayas dicho, aunque esto es muy triste para mí. Yo misma me
siento muy frustrada cuando las personas no me escuchan, así que pue
do comprender cómo te sientes». El valor de esta respuesta radica en
que evita el impulso tan genuinamente humano de atacar y de defender
se. Con toda probabilidad, usted se siente tan dolida y furiosa como él y,
comprensiblemente, deseará demostrarle que está equivocado. No lo
haga.
Practiquemos un poco de empatia de pensamiento y de sentimiento.
Recuerde que no tiene por qué mostrar su acuerdo o desacuerdo con la
otra persona. En su lugar, repite lo que dijo y reconoce cómo se debe
estar sintiendo. Puede ser de ayuda comenzar con una de las siguientes
expresiones con un tono de voz amable:
423
Respuesta: Al podría decir: «Parece como si te hubiera hecho sufrir
muchas veces y quisieras equilibrar la balanza vengándote de mí [em
patia de pensamiento]. Debes de estar tremendamente enfadada conmi
go [empatia de sentimiento]. También da la impresión de que temes de
cirme cómo te sientes a no ser que esté atado y dispongas de diez
hombres que te protejan cuando me dices lo infeliz que te sientes (em
patia de sentimiento). A lo mejor deseas que sienta remordimientos y
me disculpe por lo mal que te he tratado».
Durante una de las últimas sesiones que mantuve con una pareja se
parada, la mujer mencionó algunas facturas que su marido no había pa
gado. El se enfureció y dijo: «Estás intentando provocarme y ganarte la
simpatía del doctor Burns. ¡Estás intentando que todo parezca culpa mía!
¡No quiero ser el cabeza de turco de ese asunto!». ¿Cómo podría res
ponder ella utilizando la empatia de pensamiento y de sentimiento?
Anote aquí sus ideas:
Respuesta: podría decir, por ejemplo: «Parece que estás muy mo
lesto porque he sacado este tema a relucir [empatia de sentimiento].
Dices que estoy intentando provocarte, culpabilizarte y poner al doctor
Burns de mi parte [empatia de pensamiento]. Esto también me pondría
furiosa a mí [empatia de sentimiento]. No es agradable ser culpado o
que estén confabulados contra ti [empatia de sentimiento]».
Intentémoslo de nuevo. Supongamos que le digo: «Estoy disgusta
do. Usted está leyendo mi manual pero no está rellenando los espacios
en blanco ni realizando los ejercicios. ¿Confía en la magia? ¿Cómo es
pera que le ayude? Usted no puede cambiar sin realizar los ejercicios
escritos. ¡No funcionará!». ¿Cómo podría responder utilizando la em
patia de pensamiento y de sentimiento? Anote aquí sus ideas:
424
Respuesta: usted podría decir: «Doctor Burns, usted recalca que es
importante realizar los ejercicios escritos [empatia de pensamiento].
Parece que está dolido porque no los he estando haciendo [empatia de
sentimiento]. Usted cree que si realmente deseo cambiar los tendría
que hacer [empatia de pensamiento]».
Al principio verá que le cuesta poner en práctica estos métodos de
comunicación. Al igual que les ocurre a muchos de mis pacientes, discu
te cuando piensa que está «desarmando» y está sermoneando y atacando
cuando piensa que está empatizando con la otra persona. Si desea cam
biar de verdad, deberá trabajar estas pautas durante muchas semanas.
Si procede de este modo, las cosas comenzarán a funcionar. Y, enton
ces, ¡eureka! Tendrá la capacidad de utilizar algunas herramientas in
creíblemente eficaces que pueden modificar su manera de relacionarse
con los demás.
Ahora, imaginémonos que piensa: «Aquí hay mucha publicidad y,
además, es todo tan complicado y manipulativo. No podría llevarlo a
cabo de forma coherente y tampoco creo que quisiera hacerlo». ¿Cómo
podría responder yo utilizando la empatia de pensamiento y de senti
miento?
425
res se interpondrán en su camino. Pero si persiste y practica cada día,
comenzará a ver los resultados.
La buena comunicación puede ser sumamente eficaz. Como cual
quier instrumento de poder, estos métodos se pueden utilizar para per
seguir objetivos buenos y malos. Si su objetivo consiste en manipular a
los demás y en «ganar», entonces estas técnicas no favorecerán una re
lación afectuosa y cercana. No obstante, si su meta consiste en sentirse
más cerca de los demás, entonces no debe temer cualquier incomodi
dad que pueda sentir cuando comience a poner en práctica estas técni
cas, dado que sus intenciones positivas serán obvias. Recuerde que nos
estamos centrando en métodos aislados que fácilmente suenan artifi
ciales si no dice nada más.
Si su marido la llama estúpida, usted podría responder: «Dices
que soy una estúpida». Esto es un ejemplo técnicam ente correcto de
empatia de pensamiento, pero usted parece antes un loro que un ser
humano de carne y hueso. Su cónyuge se enfurecerá, posiblemente,
dado que no actúa de forma natural y auténtica. Puede evitar este pro
blema si expresa sus sentimientos con afirmaciones del tipo «me sien
to». La afirmación «me siento» no hace sino constatar cómo se siente.
Más adelante profundizaremos más en ello, pero ahora le daré un ejem
plo. Usted podría decir a su marido: «Dices que soy una estúpida y
probablemente estés muy enfadado conmigo [empatia de pensamiento,
empatia de sentimiento]. Esto me molesta. Me siento humillada [afir
mación tipo “me siento”]. Quizá me he comportado como una estúpida
[técnica del desarme]. ¿Me puedes decir qué he hecho yo que te haya
molestado tanto?». Esta última respuesta también ilustra la siguiente
técnica.
426
el motivo por el cual la técnica de la indagación es tan importante.
Usted invita a la otra persona, directa y explícitam ente, a que le cri
tique y le diga lo enojado que se siente. Si utiliza la técnica de la in
dagación y consigue que la otra persona ponga las cartas sobre la
mesa, usted puede afrontar el problem a y sabrá dónde está. A modo
de ejem plo, cuando me doy cuenta de que un paciente se siente in
cómodo en mi presencia o está en desacuerdo con el progreso que
hace en terapia, si no le animo a que me lo diga directam ente, habrá
muchas posibilidades de que exprese su insatisfacción de form a in
directa. Puede m ostrarse discutidor y «olvidar» sus tareas de autoa
yuda entre sesiones. Es posible que no aparezca en la siguiente se
sión y abandone la terapia prematuramente. También podría no abonar
los honorarios. Yo acabo sintiéndom e frustrado y deprim ido. Por el
contrario, si utilizo la técnica de la indagación y le pregunto al pa
ciente si se siente incómodo, eso lleva casi siempre a un sincero in
tercam bio de sentim ientos que convierte la terapia en algo mucho
más satisfactorio y útil. El mismo principio es válido para cualquier
tipo de relación, sea con su cónyuge, con su hijo, su jefe, su cliente
o su m ejor amigo.
La mayoría de mis pacientes teme utilizar la técnica de la indaga
ción. No quieren abrir la caja de Pandora y dejar que salgan todos los
demonios. Prefieren evitar los enfados y los conflictos. A menudo te
men ser criticados. Quizá piensen que las «buenas» personas no discu
ten ni se enfadan entre ellas. ¿Usted se ha sentido alguna vez así? ¿Te
me escuchar críticas furibundas de una persona a la que quiere?
Recuerdo que a m í me solía pasar eso. Lo mismo le pasaba a una
paciente mía llamada Sarah. Sarah está separada de su marido, David.
David alberga mucha rabia contenida contra ella, por lo que pedí a Sa
rah que le preguntara sobre sus sentimientos de rabia cuando tuviera
una conducta impropia. Pero Sarah no quería saber nada sobre lo fu
rioso que estaba David. Me dijo que lo que él decía era mentira, que
David tenía toda la culpa, que no era justo que David fuera tan m ise
rable y que estuviera tan enfadado con ella, que era demasiado desa
gradable tener que escuchar todas esas cosas repugnantes.
En ocasiones, se ponía a la defensiva y discutía con David cuando
parecía molesto. Esto le hizo callar. En ocasiones, se disculpaba y pro
metía ser mejor esposa en el futuro si volvía de nuevo con ella. Le de
cía a David lo maravillosa que podría ser su relación si olvidaran el pa
sado. Esto le hizo callar. También aprendió a cambiar de tema cuando
David parecía enfadado. También eso le hizo callar.
427
David se mostraba cada vez más distante y frío. Cada vez llamaba
menos por teléfono. Comenzó a hablar de divorcio cada vez con mayor
frecuencia. Sarah se quejaba de que la terapia no servía de nada.
Un domingo, en plena desesperación, Sarah decidió preguntarle a
David sobre sus sentimientos negativos. Estaba dispuesta a escuchar lo
que tuviera que decir. Utilizó la técnica del desarme para encontrar un
punto de verdad en su crítica. Utilizó la técnica de la indagación y le
pidió que le hablara sobre sus insatisfacciones matrimoniales. Utilizó
la empatia de pensamiento y de sentimiento para intentar ver la vida a
través de sus ojos y comprender cómo se estaba sintiendo. Al final, Da
vid se sinceró. No fue agradable. Comenzó a cebarse con ella. Ella le
desarmó y pidió que la siguiera criticando. El siguió largando y largan
do sin parar. Fue bastante traumático. Amedrentó a Sarah y acabó
abandonando su apartamento muy furioso. Sarah se fue a la cama muy
desanimada, con los ojos llorosos y sintiéndose muy sola. Estaba con
vencida de todo lo que me había estado diciendo: las estúpidas técnicas
de comunicación sólo habían empeorado las cosas.
Cuando vi a Sarah al cabo de dos días, estaba eufórica. David le ha
bía llamado el lunes. Se mostró cariñoso y dijo que parecía cambiada.
Cuando abandonó el ap°rtamento, comenzó a darse cuenta de que mu
cho de lo que había dicho no era del todo justo. Dijo que él también era
responsable de los problemas que ambos habían tenido y que pensaba
que se estaba enamorando de nuevo de ella.
Aunque los efectos de las tres técnicas para escuchar mejor no tie
nen siempre un efecto tan mágico, muchas veces sí se da el caso. Algo
parecido me pasa, a menudo, en las sesiones de psicoterapia. Al princi
pio y al final de cada sesión digo: «Por favor, dígame lo que le gustó y
lo que le disgustó de la última sesión que tuvimos [o de la sesión que
hemos tenido hoy]. Comencemos con los aspectos negativos. ¿He di
cho algo que haya herido sus sentimientos o que le haya molestado?».
Entonces, al margen de lo que me diga el paciente, busco un punto de
verdad en su crítica. Supongamos que el paciente dice: «Usted se rió y
se burló de mí».
En este momento, yo puedo pensar que me había estado riendo de
mí mismo, pero eso carece de importancia, dado que es el paciente el
que se siente humillado y dolido. Si me defiendo, sólo aumentaré la
distancia que me separa del paciente. Podría decir, en cambio: «Me sa
tisface que lo haya dicho. Me sabe mal haber herido sus sentimientos
con mi broma [empatia de sentimiento]. Yo estaría furioso si sintiera
que alguien se está burlando de mí [empatia de sentimiento], ¿Se sien
428
te así? No es mi intención burlarme de usted. Usted merece todos mis
respetos y deseo ayudarle [desarme]».
La finalidad de una respuesta como ésta radica en alisarle el cami
no al paciente para que pueda expresar sus sentimientos. Si no se atre
ven a decirme que están furiosos, mis esfuerzos serán en balde. Si me
dicen que se sienten molestos y yo les respondo de forma respetuosa,
casi siempre surge un sentimiento de confianza mutua y una buena re
lación.
Probablemente usted no sea psicoterapeuta y se pregunte, quizá,
qué es lo que tiene que ver todo esto con su persona. Respuesta: ¡todo!
Me es indistinto que esté hablando con su cónyuge, su hijo, su jefe o su
cliente. Todo el mundo se siente dolido y furioso de vez en cuando. La
mayoría de personas no se lo dirá: se sienten demasiado cohibidas. Si
usted asume la responsabilidad de animar a las personas a que se sin
ceren, usted podrá manejar estos sentimientos negativos, que ya no le
impedirán experimentar alegría, proximidad y éxito.
Cuando utilice la indagación, su tono de voz tendrá una importan
cia fundamental. Si efectúa una pregunta de forma sarcástica o defen
siva, el método no funcionará. Para poner un ejemplo extremo, imagi
némonos que alguien le acusa de ser egoísta; usted podría contestar de
forma sarcástica: «¿Oh, estoy siendo egoísta, verdad?». Esto parece
una pregunta, pero no lo es. Es una pregunta retórica. Es un m enos
precio mal disimulado. Lo que está diciendo realmente es: «¡Cómo se
atreve a decir algo tan insultante y desagradable a una persona tan m a
ravillosa e inocente como yo!» ¡No se sorprenda si la otra persona no
responde de la forma amable y simpática que usted esperaba! Un uso
más correcto de la indagación sería: «¿Me podría decir qué he hecho o
dicho que pudiera parecer egoísta?». Si usted lo pregunta con un aire
de curiosidad sincera, dará pie a que la otra persona se sincere de un
modo más directo.
La indagación no sólo se utiliza para tener más información sobre
lo que piensa y siente la otra persona, también puede ayudar a transfor
mar reacciones vagamente negativas en problemas concretos que pue
de manejar de forma mucha más eficaz. Supongamos que espera ser
ascendido en el trabajo y su supervisor le dice que alberga algunas
dudas por su falta de experiencia. No se derrumbe ni se sienta derrotado
durante los próximos seis meses. En su lugar, utilice la técnica de la
indagación: «¿Qué tipo de experiencia cree usted que me falta?». Cuan
do su jefe describa las cualidades o experiencias que le faltan, responda
con empatia y utilice la técnica del desarme: dele la razón a su jefe y
429
hagale ver que comprende su punto de vista Haga un plan para adqui
rir esta experiencia Aprender justamente aquello que su jefe espera de
usted le ayudará a mejorar su posición en el mundo laboral y demos
trará su capacidad para escuchar y aprender Su jefe le respetará más y
estará más dispuesto a ayudarle Probablemente le concederá, final
mente, el ascenso deseado o sugerirá otra posibilidad interesante que
no había considerado
Practiquemos la técnica de la indagación El hombre con el que ha
estado saliendo le dice «Necesito más espacio propio Necesito mi li
bertad» ¿Cómo podría responder1?
Respuesta «Es cierto Tienes razón [desarme] ¿He hecho algo más
que te hace enfadar [indagación]9» Observe que no se está defendien
do, no está pidiendo disculpas m prometiendo mejorar su conducta
Quiza debería intentar ser más persistente a la hora de dejar sus calce
tines en el cesto de la ropa sucia No obstante, sería poco inteligente
centrarse prematuramente en la solución, dado que, en ese caso, el ín-
430
tercambio de sentimientos quedaría abortado Su esposa necesita co
municar sus sentimientos Probablemente tenga diez quejas que plan
tear que se resumen en una sola «Me siento dolida y furiosa porque no
me siento querida» No es especialm ente importante que usted pien
se que algunas de sus quejas son exageradas Lo que sí es importante es
que dé a su esposa la oportunidad de decirle cómo se siente Demués
trele que está dispuesto a escuchar y que desea comprenderla Anímela
a que hable sobre sus sentimientos de rabia Respóndale con franqueza y
demuéstrele que la quiere Entonces habrá sacado el gordo Esto es in
finitamente más importante que recoger un par de calcetines Este es el
secreto último de una relación amorosa
Las tres técnicas para escuchar mejor — desarme, empatia e indaga
ción— comprenden la esencia de la capacidad de escuchar eficazmen
te Estas técnicas se dejan a menudo de lado incluso por parte de aque
llos profesionales cuyo trabajo requiere una capacidad comunicativa
ejemplar
En un estudio realizado recientemente en el Presbytenan Medical
Center en Denver, se observaron y evaluaron más de trescientas entre
vistas clínicas efectuadas por médicos Los investigadores comentaron
«Para nuestra sorpresa, las cosas parecían diferentes a lo que debían
ser Médicos de todos los niveles [de formación] que habían sido con
siderados muy competentes con anterioridad, mostraron unas interac
ciones defectuosas con sus pacientes Nuestra reacción inicial fue la de
no dar crédito a lo que veíamos, pero observaciones reiteradas han de
mostrado una gran concordancia» Uno de los problemas los médicos
no escuchaban detenidamente a los pacientes
Una actitud sensible como interlocutor es poco frecuente Respon
der con empatia resulta especialmente difícil cuando uno se siente frus
trado, preocupado y siente que no es escuchado o está siendo criticado
Pero es justamente entonces cuando necesita escuchar mejor, dado que
sus intentos de defenderse e imponer su punto de vista sólo incremen
tará el enfado de la otra persona Se cerrará en banda y cuanto más in
tente imponer su criterio tanto más obstinadamente insistirá en que es
tá «equivocado»
Si no desea verse envuelto en una guerra estéril sin vencedores m
vencidos, encuentre algún punto de verdad en lo que la otra persona está
diciendo A menudo podrá contrarrestar su critica sin tan siquiera es
grimir un solo argumento en su defensa Parece paradójico, y yo lo de
nomino la «ley persuasiva de los opuestos» concuerde con la persona
que le critica y desmentirá lo que esté diciendo de usted, intente dis-
431
trepar con la persona que le critica e incrementará su convicción de
que las acusaciones son absolutamente válidas
Este fenómeno sorprendente se ilustra con mas detalle en la página
433 Como puede ver, cuando responde a un ataque furibundo con una
combinación de empatia, desarme e indagación (la «respuesta persua
siva»), la persona crítica aflojará y revisará sus ideas arraigadas sobre
su persona No obstante, si se pone a la defensiva o insiste en llevar la
contraria a la persona que le critica (la «respuesta defensiva»), le ayu
dará tanto como echarle gasolina al fuego Constatará, sin la menor duda,
que cada una de sus acusaciones son ciertas
La persuasión a través de una escucha efectiva alcanza tal poder
verbal que parece oriental Me gusta considerar este método como el
de «apuntar al objetivo», dado que usted se permite a sí mismo, tempo
ralmente, mostrarse incompetente En lugar de estar preocupado por
divulgar sus propias ideas y forzar a la otra persona a que esté atenta a
sus sentimientos, usted apunta directamente a los pensamientos y a los
sentimientos de su oponente En cuanto abandona el impulso de con
trolar o de convencer a la otra persona de que usted tiene razón, para
dójicamente, su capacidad de influencia aumentará considerablemente
Supongamos que ha prestado atención y está dispuesto a expresar
su propio punto de vista (,De qué modo procede7 Puede utilizar dos
técnicas para expresar sus propios criterios afirmaciones del tipo «me
siento» y el «halago»
432
LA LEY PERSUASIVA DE LOS OPUESTOS
EJEMPLO n° 1
433
EJEMPLO n° 2
Respuesta defensiva: «Me puedes culpar hasta el día del juicio final,
pero sólo me demostrarás lo infantil que eres. Es
absolutamente estúpido insistir en que tienes to
da la razón y que yo estoy equivocado del todo.
La cuestión es que tú tienes, al menos, tanta cul
pa como pueda tener yo. ¿Por qué no lo admites
de una vez?»
434
2. Sentimientos de vulnerabilidad personal. «Me siento triste»,«Me
siento rechazado», «Me siento dolido», «Me siento poco querido»,
«Me siento decepcionado», «Me siento ignorado», «Me siento inti
midado», «Me siento agredido» o «Me siento incompetente».
3. Deseos y anhelos. «Desearía poder estar más tiempo contigo»,
«Me gustaría que afrontáramos juntos este problema y nos sintiéra
mos cerca el uno del otro», «Desearía, realmente, que fueras pun
tual» o «Desearía que comprendieras mi punto de vista».
435
momento». ¡Estas afirmaciones serán mucho más sinceras y mucho
más efectivas que discutir sobre la VERDAD!
Veamos, a continuación, si le ha cogido el tranquillo. Supongamos
que un miembro de la familia dice: «Estás totalmente equivocado en
este asunto. ¡Menudo estúpido llegas a ser!». ¿Cómo respondería utili
zando las afirmaciones del tipo «me siento»? Anote aquí sus ideas:
Las personas desean más que ninguna otra cosa que se les tenga en
cuenta y se les valore. Ser rechazados, humillados o juzgados es lo que
más tememos. Por este motivo, siempre intento expresar una opinión
positiva de la otra persona incluso en pleno fragor de la batalla. Intento
hacerle saber que le respeto y que es importante para mí. Esto puede
mitigar miedos no verbalizados de ser rechazado.
Muchas personas suponen, en su fuero interno, que la rabia y el amor
son conceptos antagónicos. Usted puede precipitarse pensando que un
enfado entre dos personas significa, necesariamente, que no se respetan
ni se quieren la una a la otra. Esto le lleva a reaccionar de forma exa
gerada y cualquier diferencia de opinión acaba siendo un asunto de Es
tado. Es posible que sienta la necesidad de rechazar a la otra persona
antes de que ésta le rechace a usted para poder, así, guardar las apa
riencias. Puede prevenir este hecho si le hace saber que, aun estando
enfrentados, usted todavía tiene un concepto elevado de ella. Esto le
facilitará el camino para sincerarse y escuchar, puesto que se sentirá
menos amenazada.
Si un paciente está furioso conmigo y yo también me siento moles
to, podría decir: «Parece que los dos estamos frustrados el uno con el
otro. Creo que podemos hablar sobre este tema aunque sea desagrada
ble sentirse furioso y ser criticado. Estoy convencido de que, a largo
plazo, nuestro común trabajo se beneficiará de ello». La finalidad de
este mensaje consiste en reconocer honestamente que ambos estamos
molestos y hacerle saber al paciente que apruebo su sentimiento. Quie
ro que quede absolutamente claro que el asunto consiste en mejorar las
cosas, no en rechazarle.
Usted puede transmitir este mismo mensaje, con un lenguaje ligera
mente diferente, a su cónyuge, a un amigo o a alguien con quien esté
haciendo negocios. Le puede decir a su pareja: «Estoy enojadísimo
438
contigo, pero te quiero». Si está discutiendo con un compañero cerca
no del trabajo, podría decir: «Discrepamos profundamente sobre este
tema y no estoy en absoluto de acuerdo con tu punto de vista. No obs
tante, sé que resolveremos este problema y quiero que sepas que te res
peto y que me gusta trabajar contigo». La finalidad de esto es mantener
la maquinaria bien engrasada para que no se recaliente y salte por los
aires. La mayoría de nosotros podemos tolerar una buena dosis de frus
tración si nos sentimos queridos. Es fácil captar este mensaje si esta
mos dispuestos a ello.
La filosofía en la que se basa el halago viene a decir que se puede
respetar a alguien aun sintiéndose uno furioso con algo que ha hecho o
dicho. Esto se parece a la filosofía de la autoestima incondicional, que
sustenta, en gran medida, la terapia cognitiva. A usted le puede desa
gradar lo que una persona esté haciendo, puede discrepar de lo que es
tá pensando y puede sentirse incómodo con lo que está sintiendo, pero
no ganará nada si la juzga o condena como persona. Recuerde que es
un compendio de puntos fuertes y puntos flacos, igual que usted. Si
adopta una actitud de respeto o simpatía, la otra persona se dará cuenta
de ello y será mucho más fácil de tratar.
Usted pensará: «¿Y qué pasa si esa persona es, realmente, un de
sastre, no me gusta y no quiero tener nada que ver con ella?». O cu
rrirá que decidirá no tener trato alguno con alguien que sea dem asia
do aprovechado, demasiado egocéntrico o demasiado insensible para
que valga la pena hacer un esfuerzo. El coste que conlleva m antener
la relación pesará más, sencillamente, que los posibles beneficios. La
cuestión que queda pendiente es cómo partir peras con esa otra per
sona. Cuando expresa sus sentimientos negativos, puede ser una bue
na idea decir también algo positivo sobre ella. Si le permite que con
serve algo de autoestima, será menos probable que se ponga a la
defensiva y más probable que escuche al menos algo de lo que le tie
ne que decir. Su mensaje será más realista y tendrá un impacto mucho
mayor.
Ejercicio de comunicación n° 1
¿Por q u é ? __________________________________________________
440
Respuesta: podría decir: «Me sabe mal que los pantalones no hayan
quedado a su entera satisfacción [afirmación del tipo “me siento”]. Sé
lo frustrante que puede resultar tener una mancha rebelde como ésta en
un par de pantalones tan bonitos [empatia de sentimiento]. Me preocu
pa esta situación y deseo complacerle [halago]. Ocurre, a veces, que
una mancha como ésta destaca más una vez se ha lavado la prenda y
que no se la pueda eliminar sin estropear los pantalones [afirmación
del tipo “me siento”]. ¿Qué desea que haga [indagación]? No quiero
que se vaya de aquí molesto, pensando que no recibe el mejor servicio
posible [empatia de pensamiento y de sentimiento]». La finalidad de
esta afirmación consiste en crear una atmósfera amistosa y colaborati
va. Harry podría ofrecer lavar otro par de pantalones gratis como gesto
de buena voluntad, aunque no sea culpa suya. A lo largo de los años re
cuperará este dinero centenares de veces si tiene contentos a sus clien
tes. Si empatiza con ellos y muestra un interés sincero por los temas
que les preocupan, aceptarán con toda seguridad sus explicaciones y ni
siquiera pedirán algún tipo de compensación.
Algunos lectores podrían preguntar: «¿Y qué pasaría si el cliente no
entra en absoluto en razón e insiste en que Harry ha estropeado los pan
talones? ¿Qué pasaría si el cliente pide 100 dólares para un nuevo par de
pantalones?» Siento curiosidad por conocer su respuesta a esta pregun
ta. Si fuera Harry, ¿qué diría usted utilizando las técnicas de la buena
escucha y de expresión personal?
441
te no le cobro el lavado de los pantalones, dado que ya no le sirven, y
le regalo, además, un lavado gratis de otra prenda».
Ejercicio de comunicación n° 2
442
Respuesta: podría haber dicho: «Siento que pasas de mí y estoy en
fadada. Dije que te esperaría en el coche y pensaba que saldrías ense
guida. Te compré un helado. He estado esperando allí afuera a pleno
sol y el helado se ha derretido casi del todo».
¿Cómo podría haber expresado Ray sus sentimientos utilizando
afirmaciones del tipo «me siento» cuando ella ponía mala cara, le ful
minaba con la mirada y rehusaba hablar?
443
Resumen de las técnicas de comunicación
444
5. Acepte los sentimientos de la otra persona. No se muestre hostil,
crítico o a la defensiva. Hágale saber que está dispuesto a escuchar
lo que tenga que decir.
445
«Tú siempre» o «Tú nunca...».
«Estás equivocado.»
«No deberías...»
«No tienes derecho.»
«Es culpa tuya.»
«Me estás poniendo furioso.»
preocupado presionado
frustrado incomprendido
furioso incómodo
condicionado
triste nervioso
rechazado dejado de lado
dolido incompetente
no querido intimidado
decepcionado
446
«Deseo, realmente, estar más cerca de ti.»
«Deseo que comprendas mi punto de vista».
447
20
449
que mis afirmaciones parecían siempre ciertas y lógicas, vi que no eran
especialmente efectivas. El conflicto no se había resuelto y el paciente
y yo nos sentíamos frustrados el uno con el otro.
Cansado ya de este juego sin fin, me pregunté: «¿Qué otra cosa
podría haber dicho? ¿De qué otra m anera podría haber m anejado la
situación problemática?». Comencé a reescribir aquellas sinopsis.
Cuando me quedaba estancado, mostraba mis escritos a mis colegas y
les preguntaba qué hubieran dicho ellos. Tras revisar varias veces mis
afirmaciones, encontré finalmente un nuevo enfoque con el que me
sentía más cómodo. En la siguiente visita con este paciente, lo ensa
yé, con un resultado mucho más satisfactorio. El paciente se sintió
comprendido, hubo sintonía y comenzamos a trabajar juntos de for
ma productiva.
La técnica del desarme y las afirmaciones del tipo «me siento» fue
ron especialmente útiles, pero en ocasiones me opuse a la técnica del
desarme porque pensaba que tenía «razón» y que el paciente estaba
«equivocado». También me daba cuenta de que estaba manteniendo un
pulso y que no deseaba echarme atrás o desprestigiarme. Descubrí que
me resultaba muy útil decirme a mí mismo: «Gana perdiendo, recuerda
rendirte» durante esas confrontaciones.
Estuve trabajando con esos guiones escritos a diario, durante varios
meses, y el método resultó sumamente beneficioso. Modifiqué, real
mente, mi manera de comunicarme con mis pacientes. El cambio fue
drástico, en absoluto sutil, y lo convertí en un acto reflejo al cabo de
poco tiempo. Actualmente, cuando un paciente se muestra enfadado
o poco cooperativo, utilizo las técnicas para escuchar mejor o de ex
presión personal como si pusiera en marcha el piloto automático. El
avión suele atravesar la tormenta y aterrizar sin percance alguno.
Usted también puede dominar estas mismas técnicas. En primer lu
gar, piense en un conflicto que tuvo con alguien y que no se resolvió de
forma satisfactoria. En la columna de la izquierda del formulario sobre
cómo revisar su estilo comunicacional, escriba lo que le dijo la otra
persona que le molestó, tal como se muestra en el ejemplo de la página
451. David, uno de mis pacientes, tenía una pelea con su esposa Terri.
Terri dijo: «Criticas cualquier cosa que yo haga, por insignificante que
sea». Como puede ver, David escribió literalmente lo que se indica a
continuación.
En la columna central, escriba lo que le dijo a la otra persona. (Si
hizo gestos de desaprobación sin decir nada, simplemente ponga: «No
dije nada».) David respondió diciendo: «Terri, ¡yo no hago esto! ¡Es
450
M ODIFIQUE SU ESTILO COM UNICACIONAL
Anote en esta colum Anote en esta columna Sustituyalo por una afir
na algo que suele decir lo que suele decir habi mación más efectiva.
su pareja y que le des tualmente. Señale por
agrada. qué su afirmación es
contraproducente.
una estupidez lo que estás diciendo!». Una vez lo haya anotado, piense
por qué motivo esta respuesta no acabó de funcionar. Se dará cuenta de
que sus respuestas son, por lo general, un ejemplo de mala comunica
ción al no expresar sus propios sentimientos con afirmaciones del tipo
«me siento» y no reconocer cómo piensa y siente la otra persona. Se
dará cuenta de que sus comentarios son casi siempre objeto de discu
sión y que le preocupa su visión de la «verdad». Cuando analice los co
mentarios de la columna central, revise la lista de características de la
mala comunicación de la página 401. Esta lista le ayudará a descubrir
por qué una afirmación suya desencadenó una discusión en lugar de un
positivo intercambio de sentimientos.
Observe cómo David analizó su comentario. ¡Insistiendo en las equi
vocaciones de Terri acabó demostrando que tenía razón! Su afirmación
tenía un trasfondo crítico y generó la discusión. Discutir o evitarse mu
tuamente es justo lo que David y Terri han estado haciendo durante años.
Finalmente, en la columna de la derecha, denominada «versión mo
dificada», escriba lo que podría haber dicho. Intente utilizar las tres
451
técnicas de cómo escuchar m ejor y las dos técnicas para mejorar su ex
presión personal. Recuerde que debe expresar sus sentimientos y apos
tillar lo que la otra persona está diciendo. Intente encontrarle algún
punto de verdad.
Como puede ver, David ha hecho sus deberes. Fue capaz de aplicar
estos métodos de forma hábil. Seguramente estará de acuerdo en que
esta pregunta modificada obtendría una respuesta considerablemente
distinta.
Al final de este capítulo, encontrará dos formularios en blanco de
«Modifique su estilo comunicacional». Practique con uno de ellos y re
sérvese el otro para hacer copias. Si tiene dificultades para dar con bue
nas «versiones modificadas» o no acierta a ver por qué sus respuestas
anotadas en la columna central no son satisfactorias, reflexione sobre
ello durante dos días. Relea el capítulo anterior. A continuación, retome
el formulario y lea lo que escribió. Habitualmente, se acabará encen
diendo la bombilla de repente y se le ocurrirá una respuesta mejor. A
mí me resulta útil consultar a un amigo o a un colega. Ellos a menudo
tienen la objetividad que me falta a mí cuando estoy totalmente inmer
so en una situación.
Veamos otro ejem plo. Joanne es la m ujer descrita en el capítu
lo 18, que vive separada de su marido, Ted. Cuando consiguió que
Ted expresara, finalmente, su rabia, su interés por la relación floreció
de nuevo. Se lo estaban pasando bien en uno de los encuentros que
m antenían cuando Ted dijo de repente, con un tono de voz irritado:
«¿Por qué estás siendo tan cariñosa? ¿Por qué finges tanto? ¡Es así
como eras cuando comenzamos a salir! Todo era “m aravilloso”». Jo
anne le contestó: «Es así como me siento. Te he echado de menos. No
estoy fingiendo». Esto llevó a una discusión. Posteriormente, Joanne
escribió su comentario en la columna de la izquierda del formulario y
anotó su respuesta en la columna central, tal como se ilustra en la pá
gina 453.
¿Es capaz de ver por qué su comentario desencadenó una respuesta
tan negativa? Se olvidó de expresar sus sentimientos o de reconocer los
suyos. Esta es la definición de la mala comunicación. Ella respondió de
forma defensiva y le contradijo. Esta tendencia tiene un carácter prác
ticamente universal y no funciona jamás. ¡Esto es lo más importante
que usted debe saber sobre comunicación! Puede parecer evidente cuan
do ve estas reacciones confrontativas en las demás personas, pero cuando
es usted quien lo hace no se dará cuenta. Pensará que está siendo ra
zonable.
452
M ODIFIQUE SU ESTILO COMUNICACIONAL
Anote en esta colum Anote en esta columna Sustituyalo por una afir
na, algo que suele de lo que suele decir habi mación más efectiva.
cir su pareja y que le tualmente. Señale por
desagrada. qué su afirmación es
contraproducente.
Ted: «¿Por qué estás Joanne: «Es así como Joanne: «Me siento dis
siendo tan cariñosa? ¿Por me siento. Te he echa gustada en este mo
qué finges tanto? Es do de menos. No estoy mento [afirmación del
así como eras cuando fingiendo». (Estoy a la tipo “me siento”]. Me
comenzamos a salir. To defensiva. Estoy con siento menospreciada
do era “maravilloso”». tradiciendo a Ted. Eso [afirmación del tipo
desencadenó una dis “me siento”]. Pareces
cusión.) estar enfadado conmi
go [empatia de senti
miento], ¿Parecía que
estaba fingiendo [inda
gación]? ¿Estabas in
cómoda conmigo cuan
do empezamos a salir
[indagación]?».
453
zadora: simplemente comparte sus sentimientos utilizando las afirma
ciones del tipo «me siento». También pregunta acerca de sus sentimien
tos y le anima a que le diga qué está pensando. Esto tiene más probabi
lidades de acabar en un fructífero intercambio de sentimientos que les
hará sentirse más cerca el uno del otro.
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Copyright © 1984: David D. Burns, M. D., de The Feeling Good Handbook, copyright © 1989.
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LOS CINCO SECRETOS DE UNA COM UNICACIÓN EFECTIVA*
1. Afirmaciones del tipo «me siento»: usted expresa sus sentimientos con
afirmaciones del tipo «me siento» (como, por ejemplo, «Me siento pre
ocupado»), más que con afirmaciones tipo «tú» (como, por ejemplo,
«¡Tú estás equivocado!» o «¡Tú me está poniendo furioso!»).
2. Técnica del halago: usted encuentra algo realmente positivo que decir a
la otra persona, incluso cuando la discusión está en su máximo apogeo.
Esto indica que respeta a la otra persona por mucho que estén enfrenta
dos el uno con el otro.
Copyright © 1984: David D. Burns, M. D., de The Feelmg Good Handhook, copyright © 1989.
21
459
cabo de uno cuantos días, Mary sugirió que podría ser positivo abor
dar el problema. Susan contestó: «¡No hay nada de qué hablar! ¡Tú
no eres ese tipo de persona con la que me gusta relacionarme!».
• La esposa de Harold parecía resentida. Harold desconocía cuál era el
problema y le preguntó si estaba enfadada con él. Ella se enfureció:
«¡Por supuesto que no estoy enfadada! ¿Por qué no me dejas en paz
y me dejas sola?».
460
zado la técnica de la indagación, les será mucho más fácil decirle lo
que les ronda la cabeza.
• No insista en que le hable ahora mismo. Tiene derecho a estar solo. Res
pete este derecho. Únicamente saldrá perdiendo si lo intenta controlar.
• No le boicotee diciendo: «Vale, entonces yo tampoco deseo hablar
contigo». En este caso, usted contribuye al rechazo.
• No se culpe ni enjuicie lo que está haciendo en base a las reacciones
altivas e infantiles de la otra persona. Es ésta la que se niega a hablar.
Es responsabilidad suya, no de usted.
• No adopte un tono sentencioso. Aunque el otro actúe de una forma
hostil e inmadura, persiga dos objetivos: empatia y postergación de
la discusión.
• No dé pie a sentirse frustrado insistiendo en hablar en ese preciso
instante, porque le estará dando justamente lo que desea. Quiere, a
toda costa, que usted se ponga nervioso para poder desviar la aten
ción hacia su conducta irritable. Permanezca inalterable. Evite caer
en su trampa.
462
• Empatice con sus motivos para no estar dispuesto a hablar del tema.
Quizá piense que usted se mostrará especialmente crítico o senten
cioso; quizá piense que usted no sabe escuchar con comprensión;
quizá se sienta avergonzado o abochornado por algo que hizo; o se
cierra en banda porque piensa que es incorrecto expresar los senti
mientos de rabia. Pregúntele acerca de estos motivos de forma sutil,
no crítica. Esto facilita, muchas veces, que se rompa la barrera y que
comience a hablar.
• Posponga la discusión si todavía se muestra reticente a hablar. Re
calque la importancia de discutir las cosas más adelante y concédale
el permiso de retirarse temporalmente. Esto evita una polarización.
Si más adelante sigue poniéndole trabas, limítese a empatizar y pos
ponga de nuevo.
463
siento humillado en este momento [afirmación del tipo “me siento”].
Tu tono de voz parecía amenazante [cambiar el foco de atención]».
Cuando desvíe la atención hacia la forma en que está siendo tratado,
no adopte una postura hostil. Piense cómo desea compartir sus senti
mientos en lugar de atacar a la otra persona. No diga: «Me estás humi
llando». Al culpabilizarla adopta el papel de víctima que se autocom-
padece. Sólo enfurecerá más a la otra parte, que podría llegar a decir:
«¡Qué lástima! ¡Nuestro pequeño bebé se siente humillado!».
También deberá utilizar las tres técnicas para escuchar mejor para re
cabar más información sobre los sentimientos de la otra persona. Si un
miembro de la familia le llama «idiota», podría decir: «Parece que estás
bastante enfadado conmigo [empatia de sentimiento]. Quisiera saber
qué es lo que he hecho para que te alteres tanto [indagación]. Supongo
que debes tener tus motivos para sentirte tan enfadado [desarme]».
La otra persona tiene, indiscutiblemente, sus razones. El único pro
blema radica en que ambos están enfrascados en una batalla. Utilice la
técnica de la indagación para conseguir que la otra persona actúe de
forma más directa con usted, intentando mantener un clima de respeto.
Utilice la técnica del desarme y trate de ponerse en el lugar de la otra
persona para intentar conocer los motivos que le inducen a actuar de
forma tan agresiva.
Debbie se puso muy furiosa cuando descubrió que su esposo, Tom,
un especialista en inversiones bancarias, había tenido un lío con una
colega suya durante unos cuantos años. Después de unos cuantos m e
ses de relaciones turbulentas, se divorciaron. Tom se casó, posterior
mente, con aquella mujer y Debbie obtuvo la custodia de su hijo de 12
años de edad, Bob.
Debbie se sintió destrozada y muy celosa. Le costó mucho desvin
cularse y la esperanza de que Tom acabara dejando a su nueva esposa
para volver con ella le impedía interesarse realmente por alguno de los
hombres con los que salía. Para empeorar todavía más las cosas, Tom y
su nueva esposa adquirieron precisamente aquella casa que Tom y ella
habían soñado poder comprar alguna vez. Cuando su nueva esposa
quedó en estado, Tom parecía regodearse mientras que Debbie se sen
tía abatida. Sentía que Tom lo tenía todo — una carrera exitosa, buena
presencia, encanto personal y una mujer muy atractiva— y que ella no
tenía nada salvo soledad y amargura.
Una noche, cuando Tom estaba al otro lado del teléfono comentan
do a su hijo Bob detalles sobre el embarazo de su nueva esposa, se ini
ció una discusión. Bob soltó que Tom parecía mostrar más interés por
464
el nuevo bebé que por él o por Debbie. A continuación, Bob le colgó el
teléfono a su padre. Tom volvió a llamar y Debbie contestó. Tom esta
ba enfurecido y pidió hablar con Bob. Debbie explicó que Bob estaba
en su cuarto sollozando, demasiado afectado para ponerse al teléfono.
Tom comenzó a decir groserías y palabrotas a Debbie. Incluso la acu
só de ser una madre inepta y le dijo que iba a solicitar la custodia de su
hijo.
Si usted fuera Debbie, ¿cómo habría manejado esta situación? ¿Se
habría defendido? ¿Habría replicado? La apuesta más segura para Deb
bie es cambiar el centro de atención. Recuerde que el aspecto funda
mental de esta técnica radica en cambiar el foco de la conversación pa
sando del contenido de la misma al estilo que caracteriza la interacción.
Lo primero que debe hacer Debbie es empatizar con los sentimien
tos de rabia de Tom. Necesita sacarlo de ahí utilizando las tres técnicas
para escuchar mejor e intentar, así, ver el mundo con sus ojos.
Debbie podría decir: «Sé que quieres mucho a Bob y que te duele
que no se quiera poner al teléfono [empatia de sentimiento]. Ambos ne
cesitáis hablar y estoy dispuesta a ayudarte en este aspecto [desarme].
Estoy convencida de que Bob se siente tan dolido y amenazado por el
nuevo bebé como me ocurre a mí [afirmación del tipo “me siento”].
Una vez se haya tranquilizado un poco, le animaré para que te llame y
ambos podáis hablar a fondo del tema». Esta respuesta daría a entender
que Debbie resiste la tentación de vengarse. Su objetivo consiste en tra
bajar con Tom en busca de una solución, más que permitir que su hijo se
convierta en un títere a expensas del conflicto. Ella ha validado sus
preocupaciones en lugar de oponerse a las mismas e iniciar una pelea.
A continuación, Debbie necesita compartir sus sentimientos sobre
la forma en que es tratada. Podría decir: «Me siento menospreciada y
me sabe muy mal que estemos discutiendo de esta manera sobre Bob
[afirmación del tipo “me siento”]. Tienes la necesidad lógica de hablar
con él [desarme] pero cuando me insultas y me amenazas resulta muy
difícil que podamos abordar determinados temas conjuntamente».
Esta idea no constituye ninguna novedad para usted, dado que he
recalcado la importancia de saber escuchar a lo largo de los últimos ca
pítulos. Estas técnicas para escuchar mejor son especialmente im por
tantes en las interacciones hostiles. Tom no se siente respetado ni com
prendido. Éste es, de hecho, el único motivo por el que se siente tan
hostil y actúa de modo tan agresivo.
Las personas agresivas como Tom suelen temer las relaciones afec
tivas estrechas y colaborativas tanto como las personas pasivo-agresi
465
vas descritas en el capítulo anterior, sólo que no lo parece en absoluto,
dado que proyectan todos sus sentimientos negativos contra usted y
con la máxima intensidad. Tom arremete contra Debbie en lugar de
compartir sus sentimientos con ella, porque tiene miedo. Teme ser vul
nerable y decir: «Debbie, me siento dolido y atemorizado. Parece co
mo si mi hijo me estuviera perdiendo el respeto. Necesito que me ayu
des». En su lugar, intimida a Debbie y provoca una pelea. Esto
mantiene a Debbie a la defensiva y él no corre el riesgo de sentirse vul
nerable o parecer débil e incompetente.
Observe que cuando cambia el foco de atención, usted señala có
mo se siente respecto del estilo relacional hostil en lugar de discutir
sobre el tem a en cuestión. Uno de los motivos por los cuales esto re
sulta tan difícil radica en el hecho de que usted se distrae por el conte
nido de lo que la otra persona dice y no tiene en cuenta el estilo rela
cional ofensivo y el tono que emplea. Tom da la impresión de ser una
persona soberbia e intimidatoria y es comprensible que Debbie se tur
be y le replique.
¿Cuándo debería aplicar esta técnica? Cuando se siente amenazado,
humillado o exasperado se puede beneficiar de estas emociones si las
toma como señales indicativas de que debe cambiar el foco de aten
ción. Al proceder de este modo, la atención se centra en la actitud hos
til de Tom y la atmósfera cambia si Debbie está dispuesta a escuchar lo
que le tiene que decir. Él se siente frustrado, y posiblemente piense que
ella no lo respeta. Éste es el motivo por el cual actúa, de entrada, de
forma tan hostil. Ella debe mostrarse comprensiva con sus preocupa
ciones y hacerle saber que también desea ser tratada de forma más res
petuosa. Así transmite una sensación de autoestima junto con un respe
to básico por la figura de Tom. Ninguno de los dos verá mermado su
posición ni será degradado al estatus de un simple objeto.
¿Acaso significa esto que deba querer a Tom después de que éste la
engañara y la dejara con toda esa angustia a cuestas? No, claro está.
Debbie tiene todo el derecho de sentirse furiosa y dolida. Pero tiene
que tomar una decisión fundamental, la misma decisión que todos de
bemos tomar cuando sufrimos un encuentro violento con alguien. Hay
una bifurcación en el camino y debemos coger uno u otro trayecto.
Uno es el camino de la hostilidad y de las actitudes defensivas. Usted
está decidido a ganar, porque teme ser un perdedor. Se siente aniquila
do y tiene el deseo irrefrenable de igualar la contienda.
El otro camino se basa en la autoestima y en el respeto por la otra
persona. Aun sintiéndose furioso, su objetivo consiste en compartir sus
466
sentimientos de rabia de tal forma que aumenten las posibilidades de
ser escuchado y de estar, a su vez, atento a la verdad y a los sentimien
tos heridos que se esconden detrás de los furibundos exabruptos de la
otra persona. Usted actúa desde el supuesto del «nosotros», a diferen
cia del «yo contra ti». Su objetivo no consiste en hacer la guerra, sino
en trabajar juntos para resolver los problemas.
Una de las quejas que más frecuentemente oigo es: «Mi cónyuge
siempre cree tener la “razón”. Él [o ella] no está nunca dispuesto a es
cuchar mi punto de vista». El mayor error que puede cometer en esta
situación es fomentar sus propias ideas e intentar convencer a la otra
persona para que le escuche. Esto no funciona jamás. Usted debe dar
para poder recibir. Si desea obtener algo de comprensión deberá, antes
que nada, aportar comprensión.
En primer lugar, pregúntese por qué la otra persona se muestra tan
confrontativa y tan obstinada. ¡Parte del problema podría ser, quizá,
que usted no la escucha! ¿Por qué iba a seguir machacándole si ve que
está por el asunto? ¡No lo haría! Toda persona obstinada y confrontati
va tiene una pareja igualmente obstinada, confrontativa y con la guar
dia alta que rehúsa escucharle.
Este problema desaparecerá si utiliza las tres técnicas para escu
char mejor: la técnica del desarme, la empatia y la indagación. El de
sarme es posiblemente, de las tres, la más poderosa y la más impor
tante. En cuanto usted descubre que la versión de la otra persona
también tiene su grado de verosimilitud, aflojará y se acercará a sus
posiciones. Para lograrlo, debe abandonar la idea de que usted es el
único que tiene razón y que todo lo que dice la otra parte es un dispa
rate total y absoluto. Existe siempre algo válido y aprovechable en lo
que dice la otra persona, algo que ignoramos o que nos resistimos a
escuchar. Esto es, justamente, lo que hace que se enfurezca y se vuel
va cada vez más dogmática.
Linda y Fred participaron, a lo largo de varias semanas, en nuestro
programa intensivo para combatir la depresión en mi consulta de Fila-
delfia. Una parte del tratamiento consistía en sesiones de terapia conjun
tas, puesto que ambos admitían que su matrimonio había sido distante y
poco satisfactorio durante varias décadas. Hace treinta años, Linda des
467
cubrió una aventura amorosa de Fred que no le ha perdonado nunca. Lo
consideraba un mentiroso narcicista, nada de fiar, y ella no estaba dis
puesta a entregárse de nuevo a él, verse vulnerable para ser nuevamente
humillada. Desde entonces no habían tenido apenas relaciones sexuales.
Los sentimientos de depresión crónica, amargura e insatisfacción fueron
el precio que Linda gustosamente pagó para vengarse de Fred y prote
gerse a sí misma de la tentación de volver a confiar en él.
Durante las sesiones conjuntas, Linda repetía con insistencia: «No
me puedo fiar de ti. No dices la verdad. Me engañaste y te mostraste tal
como eras cuando tuviste ese lío». Acto seguido, Fred se defendía in
sistiendo en que eso no era verdad y que no era justo. Explicaba que
había aprendido la lección y que no había estado con otra mujer. Insis
tía en que le había sido fiel desde entonces. Linda repetía a continua
ción que él era, y lo sería siempre, deshonesto y poco fiable. Era una
discusión sin fin, y ambos admitieron que habían intentado resolver es
te problema durante décadas sin avanzar para nada.
A continuación, póngase en el lugar de Fred: suponga que ha sido
una persona fiel desde entonces. ¿Qué haría para que Linda pudiera
comprender su punto de vista? ¿Qué haría para que pudiera concordar
con usted? ¿Qué le podría responder cuando le acusa de serle infiel?
Anote aquí sus ideas:
468
Éste es el motivo por el cual el hecho de compartir los sentimientos
mutuos constituye una relación afectiva intensa. Por el contrario, cuando
alega lo buen chico que ha sido siempre, parece poco fiable y deshonesto.
¡Además está siendo, realmente, deshonesto en el momento en que se de
fiende a sí mismo silenciando lo enojado y menospreciado que se siente!
Amparado por la psicoterapia, Fred comenzó a comunicarse de for
ma más abierta con Linda. Cuando reconoció los sentimientos de Lin
da y compartió con ella sus sentimientos de rabia y de rechazo, ella se
echó a llorar y admitió sentirse sola y expresó el deseo de poder sentir
se nuevamente cerca de él. Dijo ser consciente de haberlo estado casti
gando por miedo a verse defraudada. Le pidió que tuviera paciencia
con ella, puesto que necesitaba algo de tiempo para poder perdonarle y
recobrar la confianza en él.
469
en práctica otro enfoque. Me dirigí a él y le dije: «¿Sabe?, creo que tie
ne razón. He estado demasiado preocupado por cobrar mis honorarios
y me he puesto a la defensiva. Usted tiene todo el derecho a sentirse
molesto y le debo una disculpa. Nos deberíamos centrar en sus proble
mas y no preocuparnos tanto del dinero». Inmediatamente bajó la guar
dia y me dijo lo mucho que valoraba nuestras sesiones. Comenzó a
compartir sus sentimientos de inseguridad y comenzó a hablar de aque
llas cosas que le preocupaban realmente. En la siguiente sesión, ¡me
entregó un cheque con el importe de veinte sesiones por adelantado!
Muchas personas tienen grandes dificultades a la hora de encajar las
críticas. Es natural que uno se sienta dolido y se ponga a la defensiva.
Dado que la mayoría de nosotros hemos sido educados en la idea de
que nuestra autoestima se basa en el reconocimiento y en el afecto de las
demás personas, vivimos la crítica como un mazazo a nuestro ego. Es
to se soluciona, por un lado, aprendiendo a comunicarnos de un modo
más efectivo cuando se nos critica y, por el otro, con un cambio funda
mental de nuestras actitudes y de nuestros valores.
Los principios más importantes a recordar cuando está siendo obje
to de críticas son los siguientes:
470
en su interior. Actúan de esta manera porque no tienen nunca la oportu
nidad de sacar sus sentimientos fuera. Usted contribuirá al problema si
adopta una postura discutidora y defensiva. En su lugar, inste a la otra
persona a que diga todas aquellas cosas negativas que esté pensando de
usted. Si se sincera y le hace trizas, no se defienda. En su lugar, intente
ver el punto de verdad de lo que está diciendo. Reconozca cómo se sien
te. Anímela a explayarse más. Esto puede obrar milagros.
Cuando es criticado, lo más probable es que se sienta abatido. Se senti
rá a la defensiva, incompetente y furioso. No deseará admitir estos senti
mientos de forma abierta y se pondrá a la defensiva. Esto es un error grave.
Le hace parecer falso y culpable. En su lugar, dígale a la otra persona cómo
se siente. Si se siente humillado, dígale: «Me siento humillado». Si se sien
te a la defensiva, dígale: «Me siento a la defensiva». Si se siente incompe
tente, dígale: «Me siento incompetente». Si se siente furioso, dígale: «Me
siento furioso». Pero cuando lo diga, añada: «Pero sé que tienes mucha ra
zón en lo que estás diciendo y desearía que me contaras más sobre ello».
Su ego puede constituir un obstáculo. Es posible que piense que no
debería sentirse de esta manera. Este problema lo observo muchas ve
ces cuando enseño a terapeutas. Algunos pacientes tienen la extraña
habilidad de detectar los puntos débiles más marcados de su terapeuta
«saltándole a la yugular» cuando están enfadados. El terapeuta suele
sentirse tenso y se vuelve más formal y más «profesional». Esto margi
na al paciente porque el terapeuta no parece auténtico. En cambio, pa
rece más bien soberbio.
A modo de ejemplo, imaginémonos un paciente furioso que le dice
a un terapeuta en formación: «¿No es usted algo joven? ¿Acaso no tie
ne todavía la acreditación como terapeuta o es un novato en la m ate
ria?». El terapeuta se puede sentir molesto y coartado por la pregunta.
Se siente inseguro, lo que no deja de ser algo totalmente normal. En lu
gar de reconocerlo, es posible que el terapeuta se ponga a la defensiva
y acabe pareciendo un verdadero estúpido.
¿Qué podría decir el terapeuta en formación que fuera efectivo?
Anote aquí sus ideas:
El o la terapeuta podría decir: «De hecho soy un principiante y a
veces me siento como un novato [desarme, afirm ación del tipo “me
siento”]. Sé que me sentiré m ás a gusto a m edida que nos vayam os
conociendo y trabajem os juntos de form a productiva [afirm ación
del tipo “me siento”]. Quizá se sienta incóm odo con esta circuns
tancia y se pregunte si seré capaz de ayudarle y de com prender su
problema [em patia de sentim ientos y de pensam iento]. ¿Es así [in
dagación]?».
Muchos lectores se opondrán al enfoque que estoy describiendo.
Sienten que tienen el derecho de defenderse cuando son criticados.
Es posible que piense que algo terrible sucederá si emplea la técnica
del desarme, la técnica de la indagación y las afirmaciones del tipo
«me siento». Mostrarse de acuerdo con una crítica va en contra de la
naturaleza humana. Nos parece que debemos ser competitivos y de
fender nuestras creencias. Intente resistir esta tentación. Descubrirá
que estas técnicas son tremendamente eficaces, mucho más de lo que
puede imaginar.
Uno de mis pacientes, llamado Hal, es pura polvorilla y a menudo
se enfurece cuando conduce. La semana pasada cerró involuntariamen
te el paso a otro coche. Cuando Hal se paró en una señal de stop, el otro
conductor se paró a su lado y comenzó a proferir obscenidades y a in
sultarle haciendo hincapié en lo mal conductor que era. Si usted fuera
Hal y fuera humillado y denigrado de esta forma, ¿qué diría? Anote
aquí su respuesta:
472
persona está furiosa e intenta humillarle radical e infantilmente. Imagí
nese que alguien le dice: «¡No eres nada atractivo!». ¿De qué forma
desarmaría esta crítica?
Usted podría limitarse a decir: «No soy la persona más atractiva del
mundo, es cierto».
Imagínese que alguien le dice: «¡Eres un estúpido!». ¿Cómo desar
maría esta crítica?
473
realizado este ejercicio muchas veces y ha modificado considerable
mente mi forma de tratar a las personas que me critican.
474
Es posible que piense: «Esto es muy fácil, pero ¿por qué no decir
claramente que no, en lugar de “despejar el balón”? Se habría ahorrado
dos días de preocupaciones». Tengo la tendencia a creer que debo decir
siempre que sí y satisfacer a todo el mundo. Decir que no cuando al
guien presiona puede resultar dificultoso a veces. Si se parece a mí en
este aspecto, le será mucho más fácil «despejar» la jugada cuando se
siente presionado. Esto me permite obtener el tiempo que necesito pa
ra situarme y pensar en una respuesta amistosa y asertiva.
475
Observe que encuentra la manera de mostrarse de acuerdo con la
persona que expresa la queja. ¡No discuta, no le dé consejos ni intente
ayudarle de ninguna forma! La técnica del desarme es, a menudo, el
enfoque más efectivo.
Imaginémonos que una persona quejosa le dice: «¡Oh, las hem o
rroides me duelen y los médicos no saben cómo solucionar mi proble
ma!». ¿Cómo podría desarmar a esta persona?
476
¿Cuando debería poner en práctica este enfoque? Un indicio claro
es cuando comienza a estar harto de escuchar las mismas quejas una y
otra vez y constata que la otra persona no le escucha en absoluto.
Usted se siente irritado y no puede evitar permanecer cerca de esa
persona. Concéntrese en las técnicas para escuchar mejor y deje de
ofrecer su ayuda. El quejica crónico sólo desea validar sus sentimien
tos. Sólo desea que le dé la razón, nada más. Los quejicas me solían
caer gordos porque nunca sabía qué hacer. Me sentía culpable, incom
petente y frustrado. Ahora me encantan, puesto que la técnica del de
sarme funciona de maravilla. Dele una oportunidad. Creo que se sor
prenderá.
478
La segunda pregunta que se debe plantear es si es realmente conve
niente ayudar a alguien. En ocasiones resulta más beneficioso que las
personas resuelvan ellas mismas sus problemas.
Ned dejó la universidad de un modo impulsivo. Convenció a su pa
dre, Harry, para que le prestara 7.000 dólares para comenzar un negocio.
Harry no se sentía en absoluto feliz con la idea, pero cedió al pensar
que «un buen padre debería estar dispuesto a ayudar a su hijo». Ned te
nía poco criterio y rápidamente dilapidó el dinero. Harry se sintió ma
nipulado y furioso, pero se mostraba reticente a comentárselo a Ned
por miedo a herir sus sentimientos.
Al cabo de poco tiempo, Ned convenció a su padre para que le die
ra una tarjeta de crédito. Ned le comentó que no podía obtener la suya
propia porque carecía de antecedentes crediticios. Comentó que si su
padre le ayudaba podría establecer una línea de crédito que podría ser
útil para otra aventura empresarial. Al cabo de unos cuantos meses,
Harry comenzó a recibir llamadas de una agencia de recaudación: la
tarjeta estaba saturada de obligaciones financieras y no se había efec
tuado pago alguno.
No resulta difícil constatar cómo los esfuerzos de Harry por ayudar
repercuten negativamente en el trato con su hijo. Sentía que un padre
que quiere a su hijo debía estar preparado y dispuesto a ayudarle cuan
do necesitaba algo. Se comportaba como si el mensaje «Te ayudaré»
significara «Me hago cargo de ti». Pero éste es un mensaje de doble fi
lo, dado que implica: «Me necesitas y no puedes hacerlo solo». Si al
guien puede realmente hacerlo solo, el resultado de su ayuda puede ser
destructivo. Si usted recompensa a las personas con su afecto y su aten
ción cada vez que están preocupadas por algo o adoptan el papel de en
fermo, aprenderán a manipularlo. Esto les puede privar de la m otiva
ción necesaria para volverse más independientes.
Si decide que sí desea ayudar a alguien, la tercera pregunta que se
debe plantear es cómo piensa ayudarle. Existen dos maneras muy dife
rentes de ofrecer ayuda. Puede ayudar simplemente escuchando o pue
de ayudar haciendo favores o dando consejos prácticos. Puede consi
derar estos enfoques como el «modelo de la escucha» o el «modelo
para resolver problemas». Si usted y la otra persona se encuentran en la
misma onda, no tiene por qué haber problemas. Tendrá dificultades, sin
embargo, si usted se encuentra en el modelo para resolver problemas
mientras que la otra persona sólo desea que sea un buen oyente. Su
mensaje es el siguiente: «¿Por qué no sales adelante sin ayuda de na
die? Piensa de modo más positivo. Intenta hacer X». A la otra persona
479
le pueden molestar todos estos consejos tan «lógicos». Lo único que
quiere que le diga es: «Me hago cargo de lo mal que te sientes. Sé lo
espantoso que puede llegar a ser». Desgraciadamente, es posible que
usted no sepa que un poco de soporte emocional es todo lo que hace
falta, mientras va dando consejos con su carácter inevitablemente in
trusivo y poco respetuoso hacia la otra persona.
A lo mejor se pregunta cuándo debería ser un buen oyente y cuándo
debería mostrarse más activo para ayudar a alguien a resolver un pro
blema. A veces sólo hace falta preguntarle. Muchos de mis pacientes
desean sinceramente ayuda y se esforzarán activamente para resolver
sus problemas según las directrices que les marco. Pero otros simple
mente desean ser escuchados. No desean ayuda ni consejo alguno. Si
intento ayudarles se enfadan conmigo y comienzan a quejarse. Es en
tonces cuando ha llegado la hora de escuchar y de evitar querer ser útil
resolviendo problemas.
Como todo el mundo, cuando me siento preocupado también deseo
que alguien me escuche. En ocasiones vuelvo de la consulta a casa que
jándome de lo absurdo que es el mundo. No deseo que mi esposa me dé
consejos; cuando busco consejo lo suelo pedir. Sólo deseo que diga:
«Aquí, aquí, tienes razón. La gente no debería ser tan irracional». Enton
ces me siento aliviado porque alguien me comprende. ¡Al instante se
me alegra el espíritu y dejo de compadecerme!
480
nizar más. No existe regla alguna que le obligue a estar interesado por
todo el mundo. Si no hay «química» no tiene por qué aguantar.
Sin embargo, tiene otra opción: puede transformar la conversación
más aburrida que pueda imaginar en un intercambio sumamente fasci
nante, en menos de treinta segundos y con un porcentaje de éxito del
100 % si pone en práctica esta técnica sencilla pero audaz: comente, de
forma diplomática y amistosa, que se está aburriendo. Pregunte a la
otra persona si siente lo mismo. ¡Esto es todo lo que tiene que hacer!
Si está charlando de banalidades con alguien en una fiesta y se aburre
soberanamente, podría decir: «¿Te has dado cuenta alguna vez de lo fácil
que resulta verse implicado en conversaciones aburridas y banales en
fiestas como ésta?». Probablemente conteste que sí. Entonces podría con
testar: «Bueno, es así como me siento justamente ahora [afirmación del ti
po “me siento”]. ¿Te sientes de la misma forma [indagación]? Estamos
hablando de cosas absolutamente banales. No se por qué, porque estoy
convencido de que eres una persona muy interesante y me gustaría cono
certe un poco mejor [halago]». En el momento de reconocer que se siente
aburrido se generará cierta tensión. Es una afirmación realmente valiente
y, ¡su aburrimiento será historia! Se añade el cumplido «Estoy convenci
do de que eres una persona interesante» para mostrar a su interlocutor que
no desea humillarle sino que, simplemente, desea conocerle mejor.
A lo mejor teme poner en práctica esta técnica. Mucha gente va por
la vida interpretando papeles, censurando sus propios sentimientos y
aterrorizándose cuando deben ser sinceros y francos con los demás. Su
aburrimiento no es más que una forma de recordarse a uno mismo que
no está siendo honesto consigo mismo o con la otra persona. Está fin
giendo. Está mintiendo. Si está dispuesto a ser honesto y a quitarse la
máscara, su aburrimiento desaparecerá.
Dave, un hombre divorciado ya entrado en la treintena, me habló de
una mujer con la que había salido unas cuantas veces. Comentó que era
atractiva pero que no le gustaba mucho porque parecía superficial y
«no muy profunda». Dudaba sobre si debía dejar de salir con ella.
¿Qué le podría decir Dave? Anote aquí sus ideas:
481
Dave podría decir: «Sarah. eres una mujer realmente atractiva [ha
lago], pero cuando salimos lo paso mal porque siento que no acabo de
conocerte muy bien [afirmación del tipo “me siento”]. Parece que sólo
sepamos hablar de temas banales y superficiales [afirmación del tipo
“me siento”] ¿Te has dado cuenta [indagación]? Me hace sentir incó
modo [afirmación del tipo “me siento”]. No sé el motivo y me gustaría
conocerte mejor como persona [halago]».
Dave puso en práctica este enfoque después de ensayarlo durante la
sesión. A la semana siguiente estaba eufórico. Para su asombro, Sarah
se abrió enseguida. Comenzaron a hablar sobre pasados desengaños en
sus respectivas relaciones amorosas. Me dijo que Sarah era una perso
na fascinante y «muy profunda» que atesoraba todo tipo de sentimien
tos e ideas. No podía imaginarse cómo pudo haber pensado alguna vez
que era una mujer aburrida y superficial.
De hecho, no existen personas aburridas, sino interacciones aburri
das. Sólo existe un motivo para las interacciones aburridas, y existe
una solución. La falta de asertividad es la causa, y la asertividad la so
lución. Este método funciona siempre. No falla jamás. ¿Tiene agallas
para intentarlo?
482
22
483
DIEZ ACTITUDES QUE LE IMPIDEN EXPRESAR SUS
SENTIMIENTOS*
484
DIEZ ACTITUDES QUE LE IMPIDEN EXPRESAR SUS
SENTIMIENTOS (continuación)
8 Presagio. Cree que las personas deberían saber como se siente y que
desea sin tenerlo que expresar directamente Esto le proporciona la ex
cusa perfecta para retener sus sentimientos en su interior y sentir rencor,
puesto que las personas no parecen pieocuparse por sus necesidades
1 Verdad. Cree que tiene razón y que la otra persona esta equivocada
Esta preocupado por demostrar que tiene razón en lugar de expresar
sus sentimientos de rabia de forma mas directa o intentar averiguar co
mo piensa y siente la otra persona
485
DIEZ ACTITUDES QUE LE IMPIDEN ESCUCHAR BIEN
(continuación)
5. Defensiva. Siente tanto miedo ante las críticas que no soporta escu
char algo negativo o desagradable. En lugar de escuchar y de encontrar
un punto de verdad en la opinión de la otra persona, siente la necesidad
de discutir y de defenderse.
7. Exigencia. Usted cree merecer mejor trato por parte de los demás y se
siente frustrado cuando no le tratan como esperaba. En lugar de inten
tar comprender sus razones, insiste en que están siendo poco razona
bles y en que no tienen derecho a sentir y a actuar de esa manera.
486
discutirá más tiempo y con mayor intensidad, intentando que le escu
che. Ambos acabarán sintiéndose furiosos y frustrados.
Es posible que no sea en absoluto consciente de que actúa de esta for
ma. Un marido se quejaba recientemente a su mujer diciendo: «Sarah,
siempre haces exactamente lo que quieres sin tener en cuenta mis nece
sidades. Tu carrera y tus necesidades son lo primero». Sarah contestó:
«Eso no es así. Tú eres mi prioridad, Harold, pero a veces mis estudios
tienen prioridad cuando estoy en vísperas de un examen importante».
Aunque Sarah puede pensar que está siendo honesta y razonable, co
mete el error de comentar que es ella la que tiene razón y que él está
equivocado. Al contradecirle demuestra que Harold tiene razón. De he
cho, no está intentando comprender su punto de vista atendiendo úni
camente a sus necesidades y a su propio punto de vista sobre la situa
ción. ¡Esto es, justamente, de lo que Harold se queja!
¿Qué alternativa tenemos, pues? Podría expresar sus sentimientos
con afirmaciones del tipo «me siento». ¿Cómo se siente? ¡Se siente re
gañada!
Entonces, ¿por qué no decirlo claramente en lugar de discutir? Tam
bién podría intentar comprender lo que él piensa y siente. ¿Cómo se
siente Harold? Se siente excluido y dejado de lado. Ella podría decir:
«Me siento humillada y furiosa [afirmación del tipo “me siento”], pero
sé que hay algo de razón en lo que estás diciendo [desarme]. Al parecer
piensas que he dado preferencia a mi carrera y te sientes rechazado
[empatia de pensamiento]. ¿Es así como te sientes [indagación]? Si es
así, puedo entender por qué te sientes dolido y furioso [empatia de sen
timiento]».
He trabajado con centenares de personas con dificultades relacióna
les y prácticamente todos cometieron el mismo error de discutir sobre
la «verdad». Esta estrategia no ha ayudado jam ás a nadie a resolver un
problema. Cuando se siente preocupado, tiene la necesidad imperiosa
de explicar por qué sus ideas y sus sentimientos son pertinentes. ¡No lo
haga! Se verá impelido a defenderse y a discutir. ¡No lo haga! ¿Qué es
lo que ocurre, habitualmente, cuando intenta hacerle ver la verdad a al
guien? Cuando discutió y se puso a la defensiva, ¿dejó su cónyuge de
discutir para decir: «Gracias, gracias por abrirme los ojos. Ahora veo
dónde estaba mi error»? ¡Por supuesto que no!
La clave para poner punto final a una discusión consiste, a menudo,
en dar un paso hacia atrás e intentar una estrategia diferente. ¡Lo pri
mordial es no defender nunca la «verdad»! ¡Su «verdad» es su peor
enemigo! Cuando abandona la idea de tener el monopolio de la verdad
487
e intenta comprender el punto de vista de la otra persona, descubre que
los demás están mucho más dispuestos a escucharle y a comprender su
forma de ver las cosas.
En este momento quizá piense como lo hacen muchos de mis pa
cientes: «¿Pero qué pasa si tengo razón y mi pareja es la que está
equivocada? ¿No vale nada la verdad? No deseo ser un mentiroso.
No seré un mentiroso». Esta postura tiene dos puntos débiles: no fun
cionará y no es válida. El argumento de que no funcionará ya lo co
noce de sobras. Siempre que tiene una discusión con alguien, ambos
se sentirán disgustados. Cualquier intento por su parte de reafirmar
que está en lo cierto y que su contrincante está equivocado sólo echa
rá leña al fuego.
El segundo punto débil consiste en que los sentimientos de la otra
persona son tan legítimos para ella como sus sentimientos lo son para
usted. Defender su «verdad» no tiene sentido alguno porque no existe
verdad alguna que defina a la situación. Las personas tienen sentimien
tos que deben ser aceptados y comprendidos. Estos sentimientos no
son ni ciertos ni falsos.
En una sesión reciente, Erika le dijo a su esposo que siempre le
hablaba con tono condescendiente, tratándola como si fuera inferior.
Erika había estado luchando contra un problem a de larga evolución
con la bebida y había adquirido un libro sobre Alcohólicos A nóni
mos. Antes de poder comenzar a leerlo, John ya lo había hecho, en
tregándole un listado informatizado que resaltaba las principales
ideas del libro. Dijo estar furiosa porque sentía que la intentaba con
trolar y que insinuaba que ella no era capaz de comprender el libro
sin su ayuda. John contestó que eso no era cierto e insistía en que só
lo intentaba ayudarla.
¿Quién tiene razón, pues? ¿Tiene «razón» Erika al decir que él le
habla de forma condescendiente y que intenta tenerla bajo su control?
¿O tiene «razón» John cuando dice que intenta ayudarla para poder
sentirse más cerca el uno del otro? Existe gran parte de verdad en lo
que dice cada uno de ellos. Tiene razón Erika cuando se queja de que él
es excesivamente intrusivo e intelectual. Ya se sentía inferior en el co
legio y estaba resentida con su dominante padre cuando era joven. Se
siente intimidada por la mente despierta de John. Erika se sentiría mu
cho más a gusto con él si fuera algo más afectuoso y sencillo.
John también tiene razón. Ella tiene un problema serio con la bebi
da y debe comenzar a tomar medidas para solucionarlo. Se siente solo
y desea desesperadamente sentirse más cerca de ella. Si alguno de los
488
dos intenta desarrollar una comprensión ajustada y sincera de cómo se
siente el otro, el conflicto desaparecerá casi con toda seguridad, dado
que ambos se sentirán respetados y queridos.
¿Qué podría decir John para salir del punto muerto? En lugar de
defenderse a sí mismo, podría decir: «Comprendo cómo te sientes
[empatia de sentimiento]. Tengo que haberte parecido bastante des
considerado y controlador por haberme apoderado del libro de esta for
ma [desarme]. Sé que esto seguramente te ha fastidiado [empatia de
sentimiento]. Yo, por mi parte, estoy preocupado por tu problema con
la bebida, me siento solo y deseo realmente estar más cerca de ti [afir
mación del tipo “me siento”]. Quizá tengamos que hablar a fondo so
bre lo que ocurre entre nosotros. ¿Te sientes disgustada conmigo en es
te momento [indagación]?».
¿Qué podría decir Erika para romper el impasse? Podría decir:«Es
taba resentida cuando resumiste el libro [afirmación del tipo “me sien
to”]. Me siento como si fueras el profesor impaciente y brillante y yo el
estudiante torpe [afirmación del tipo “me siento”]. Pero sé que te sien
tes solo y rechazado por mí y que intentas ayudarme [empatia de senti
miento], ¿Es así como te sientes [indagación]?» Esta respuesta alejaría
el objetivo de averiguar quién tiene razón y quién no. John averiguaría
lo que ella está sintiendo y ella vería que él está intentando comprender
su punto de vista.
Cuando discute y defiende la «verdad», es prácticamente imposible
sentirse cerca de su pareja o resolver un conflicto. Se limitará a pelear
y a pelear sin fin. Si, por otro lado, pone al descubierto sus sentimien
tos y anima a su pareja a compartir los suyos, habrá encontrado el ca
mino hacia una relación afectiva más satisfactoria.
489
ra respecto del efecto de nuestras conductas sobre los demás puede ser
bastante profunda.
Una mujer deprimida llamada Molly se quejaba amargamente de
que su marido, Frank, no expresaba nunca sus sentimientos. Molly me
dijo que había tenido la mala suerte de casarse con un tipo «seco». Di
jo que Frank era como tantos hombres: no le preocupaban los temas
personales ni hablar sobre sus sentimientos. Se sentía desilusionada y
desesperanzada acerca de su relación y hablaba de sus problemas m a
trimoniales casi en cada sesión.
Para saber qué ocurría realmente, animé a Molly a que invitara a
Frank a acompañarla para poder observar de primera mano qué estaba
pasando. Propuse mejorar la manera de comunicarse. Posiblemente po
día ayudar a Frank a superar su inhibición a la hora de expresar sus
sentimientos. Molly se mostró entusiasmada con este plan y Frank es
taba muy dispuesto a participar en la terapia.
Durante la sesión conjunta, resumí los sentimientos de soledad de
Molly y pregunté a Frank si estaría dispuesto a intentar compartir algu
no de sus sentimientos con ella. Frank afirmó que pasaba la mayor par
te de su tiempo trabajando y evitando a Molly. Dijo que no habría inhi
bición alguna por s«_ parte al compartir sus sentimientos, pero que
estaba absolutamente seguro de que Molly no deseaba realmente co
municarse con él de forma más abierta.
Molly parecía disgustada e insistía en que no era verdad lo que
Frank estaba diciendo. Yo estaba intrigado, y pregunté a Molly si de
seaba que Frank se sincerara. Me aseguró que evidentem ente así lo
deseaba y le dije a Frank que podía comenzar.
Frank le dijo a Molly que también él se sentía solo y dolido. Dijo
sentirse muy criticado y menospreciado por ella. Le dijo que muchas
veces intentaba expresarle sus sentimientos y sus ideas, pero que ella
no le hacía caso cuando lo intentaba. Dijo que no parecía valer la pena.
Dijo que se sentía igual de molesto y rechazado que ella.
Mientras hablaba, Molly se fue alterando por momentos hasta que,
finalmente, le interrumpió. Estaba furiosa y decía que no «había dere
cho» a que dijera esas cosas. Calificó sus afirmaciones de «injustas» y
«falsas». Comenzó a sollozar y salió corriendo de la habitación dando
un portazo.
Yo me quedé bastante sorprendido. Molly parecía tan frágil y se
sentía tan amenazada por los sentimientos negativos de Frank que no
podía soportar lo que tenía que decir. Cuando él intentó sincerarse, el
castigo al que le sometió fue severo e instantáneo. Le golpeó con sus
490
armas más poderosas: rabia, depresión y rechazo. Pero Molly no era en
absoluto consciente de lo que Frank podía sentir a raíz de su propia
conducta. No era capaz de ver que ella era corresponsable de su escasa
comunicación y estaba convencida de que las dificultades se debían,
exclusivamente a los defectos de su marido. En la página 492 puede
ver unos cuantos ejemplos más de cómo las personas contribuyen sin
querer a la creación de los problemas de los que tan ostentosamente se
quejan.
491
¿CONTRIBUYE USTED A QUE PERSISTA EL PROBLEMA?
492
Tras unas cuantas sesiones conjuntas, llegué a conocer a Dave Es
tuvo de acuerdo en que algo importante faltaba en su matrimonio Du
rante años le había atormentado el escaso placer que Laura sentía con
él Pensaba que no era lo bastante hombre para excitarla sexualmente y
me conto, avergonzado, cómo había comenzado a correr largas distan
cias para intentar aumentar su resistencia Corría más de cien kilóme
tros por semana y había participado en vanas maratones Pensaba que
a ella le gustaría que tuviese una figura más atlética y que eso la exci
taría sexualmente Con lágrimas en los ojos confesó que por mucho que
se esforzaba simplemente no lograba excitarla Se sentía como un au
téntico «perdedor» en materia de sexo
Tuve la sensación de que estábamos al borde de un significativo pa
so hacia adelante, así que pregunté a Laura si estaba dispuesta a con
tarle a Dave algo sobre sus necesidades y sus estímulos sexuales Su
gerí que le contara específicamente qué le gustaba y qué le disgustaba
de sus relaciones sexuales Se hizo un silencio largo y tenso A conti
nuación, Laura se dirigió a mí y dijo «Doctor Burns, usted es igual que
Dave tNo ha comprendido nada realm ente' ,No puedo resistir esta
conversación ridicula ni un minuto m ás1» Se levantó y salió corriendo
de la habitación
6Por que huyó Laura en lugar de hablar sobre los problemas que ha
bíamos consensuado debatir 9 Uno de los motivos está relacionado con
los sentimientos de miedo y de desconfianza de Laura Quiza no se ha
ya sentido nunca querida, ni crea, tampoco, ser merecedora de ello
Quizá no haya aprendido nunca que es posible sincerarse con las per
sonas a las que uno quiere Quizá no haya descubierto todavía que,
aunque los problemas pueden ser dolorosos en un principio, tendrán su
recompensa en cuanto logre hacer frente a sus miedos y resuelva el
problema Es posible que no haya pensado nunca que Dave y ella po
drían sentirse cerca el uno del otro si hablaran de todos los temas Lau
ra se parece mucho a las personas que padecen alguna fobia grave
Siente un miedo espantoso a hablar abiertamente de un conflicto, de
Iorina parecida al terror que algunas personas sienten por los ascenso
res Cree que si se sincera algo terrible sucederá
En ocasiones, la realidad refuerza estos miedos Cuando las perso
nas intentan superar un problema, habitualmente resulta muy estresante
en un principio En primer lugar, es posible que Laura se haya aver
gonzado siempre de sus impulsos sexuales Hablai sobre sus senti
mientos le hace sentirse violenta, vulnerable y poco femenina Ade
mas, es posible que no se exprese bien en un principio, de modo que
493
Dave podría sentirse dolido o ponerse a la defensiva. Esto hizo que es
tuviera cada vez más convencida de que la expresión de sus sentimien
tos no sería útil. Es posible que concluya diciendo que no vale la pena
todo el sufrimiento y el dolor que está causando.
Dado que Laura está sumamente furiosa con Dave por no quererla
como desea ser querida, podría existir algún que otro motivo que justi
ficara su salida airada de la habitación en lugar de persistir en solucio
nar el problema. Es posible que Laura se sienta tan furiosa con él que
prefiera castigarle y boicotear la terapia.
Siempre me asombro cuando veo que las personas eligen el camino
de la venganza antes que el camino a la reconciliación. Parece que nues
tra hostilidad com prende algún elem ento seductor y atrayente que
resulta sumamente difícil obviar. Puede resultar difícil admitir que pre
ferimos aferramos a nuestra rabia en lugar de resolver el problema.
Existe algo sorprendentemente reconfortante en culpar a otra persona y
en creer que ella es la causa única de nuestra infelicidad. Seamos rea
listas: las fantasías de venganza son tremendamente atrayentes. Y cuan
do tenemos que elegir entre lo que parece una posibilidad remota de
ser querido y la certeza virtual de perpetuar la guerra, puede ser tre
mendamente difícil resistir la tentación de infligir más dolor.
494
Lo que sigue es un extracto de una sesión de terapia con Andy, un
hombre de negocios que ha padecido ansiedad crónica, depresión y
sensación de soledad durante gran parte de su vida. Andy no se siente
todo lo cercano a su mujer que desearía, Mary, y a sus hijas. Cada vez
que intenta plantear este tema en casa no saca nada en claro.
A medida que transcurre la sesión, Andy me cuenta lo mal que se
siente cuando Mary y su hija menor, Betsy, pasan de él durante las co
midas. El problema es especialmente doloroso para Andy porque sus
otras hijas estudian lejos de casa en una universidad californiana, y és
te es el último año que Betsy vive en casa.
conflicto. Cuando Betsy se altera siente que ha hecho algo mal. ¿Se
ha sentido alguna vez de esta forma?
495
charlo». Posiblemente sea toda mi familia la que piensa que las perso
nas no deberían hablar de emociones negativas. Cuando alguien expre
sa sentimientos negativos siento que he fallado. Parece que algo va mal
cuando un miembro de la familia muestra su enfado. No me gustan pa
ra nada los conflictos y seguramente proyecto esta actitud en mis hijas.
d a v i d : Sí, ellos están, evidentemente, evitando los conflictos tal como
496
a n d y : Intento hablar sobre mis sentimientos, pero me pongo en plan
intelectual y me confundo y no sé lo que está pasando.
d a v i d : El motivo por el cual se confunde se debe a que no presta ver
d a v i d : Lo único que debe decir es: «Parece que estás algo disgustada
motivos que le hacían comportarse así. ¡No puedo con todas esas
estupideces!
d a v i d : Por supuesto que no. Pero sí debe escuchar. Le puede decir
que se siente solo y dolido y que desea sentirse próximo a ella porque
la quiere. Y necesita escuchar que también ella es infeliz. No nece
sita buscar solución alguna, porque cuando compartan sus senti
mientos en un clima de confianza y afecto, ambos se sentirán más
cerca el uno del otro. En esto consisten las relaciones afectivas es
trechas.
497
También se había dado cuenta de que la batalla que había librado du
rante toda su vida para intelectualizar y evitar el conflicto había resul
tado más dolorosa que enfrentarse, simplemente, con los sentimientos
negativos inherentes a cualquier relación estrecha. Aunque la puesta al
descubierto de estas emociones puede resultar dolorosa y amenazante
en un principio, puede constituir una oportunidad única para establecer
una relación afectiva estrecha y más madura.
498
Durante la siguiente sesión, un estudiante y coterapeuta le preguntó
a Marge qué pensaba hacer ante esa situación. Marge dijo que deseaba
realmente llamar a Nate para decirle que se comportaba como un estú
pido. Pregunté a Marge si estaría dispuesta a hacerlo. Marge se echó
atrás, se puso colorada y dijo que ni en sueños haría algo así. ¿Sus ra
zones? Tenía muchas excusas, entre ellas:
Marge nos contó que durante su infancia su madre, una mujer infeliz
y amargada, siempre le decía que no m ostrara nunca sus sentimientos.
Una niña conocida de Marge se metía constantemente con ella y Marge
deseaba reñirla. Su madre le dijo que estuviera «por encima» de eso y
que nunca debería hacerle saber a esa niña que eso la había molestado.
Aunque puede ser útil poner la otra m ejilla para que no se te agarren
al cuello, hacer de mártir puede llegar a ser destructivo. Marge había
aprendido a asumir todas las culpas y a esconder todos sus sentimien
tos. Esto es injusto para ella y para las demás personas. En primer lu
gar, aparece como una persona demasiado encantadora, lo que parece
poco natural. Además, ¿cómo pueden los demás saber cómo se siente
si no se lo dice?
Este tipo de interacción se presentó reiteradas veces en mis sesio
nes con Marge. Actuar de forma encantadora e ignorar la conducta
hostil de las demás personas era tan natural para ella como respirar. El
incidente más reciente involucró a un abogado exitoso y fascinante
que se le declaró después de haber estado saliendo durante varios m e
ses. Marge estaba contentísima con su propuesta matrimonial. El úni
co problema era que nunca más volvió a saber de él. Marge se dio
cuenta, finalmente, de que su «encanto» no funcionaba y que no pasa
ba de ser un felpudo utilizado por los demás. Requirió una dosis con
siderable de valentía y de perseverancia hasta que se pudo expresar.
Corrió el riesgo, finalmente, de m ostrarse más abierta y asertiva, y
ahora se siente mucho más a gusto consigo misma y más satisfecha
con su vida relacional.
Los hombres también temen expresar sus sentimientos de rabia con
la misma frecuencia que las mujeres. Hace poco, traté a un arquitecto
499
de 30 años de edad llamado Ben, que desarrolló una depresión grave
después de separarse de su mujer. Ben se separó por un lío con una
d ienta a la que encontraba sumamente atrayente. Ben me contó que
había perdido interés por su mujer y que ya no quedaba nada de aquel
ardor y de la pasión inicial. No obstante, el problema real del matrimo
nio de Ben no era la falta de pasión, sino la incapacidad de manejar la
rabia. Ben creía que estaba «mal» sentirse molesto y se sentía muy or
gulloso de no haber mostrado jam ás sentimiento negativo alguno. Da
do que nunca ventilaba sus sentimientos negativos, éstos no hicieron
sino acrecentarse y sabotearon, finalmente, su sensualidad y su ternura.
Recientemente había perdido su trabajo por un motivo similar: su jefe,
un hombre agresivo, le dijo: «No tienes sangre en las venas. Eres de
masiado frío y calculador. Nunca sé lo que sientes».
Durante su tercera sesión de terapia, Ben sacó a relucir otro proble
ma: un conflicto con sus padres. Se sentía molesto con ellos, pero se
decía a sí mismo: «No tengo derecho a estar enfadado con ellos porque
están intentando ayudarme. No debería enfadarme con ellos». Este
pensamiento le hacía sentirse culpable e incompetente. Dijo sentirse
fracasado en su matrimonio, en el trabajo y en su condición de hijo.
Ben insistía en que estaba siendo realista. Dijo sentir la necesidad
profunda de no enfadarse nunca. Aunque reconocía que la mayoría
de personas sienten rabia de vez en cuando, dijo estar muy orgulloso de
poderla disimular y de sufrir en silencio. Entendía que ello era bastan
te contraproducente, pero confirmó que no deseaba ceder ni rebajarse
para acabar como cualquier hombre que pierde la cabeza y se enfurece por
nada. Esto revela el tremendo sentido de orgullo que muchas veces
asoma por debajo de nuestro dolor.
Para ayudar a Ben a afrontar su problema, le pedí que anotara las
ventajas y las desventajas de creer que no debía enfadarse nunca. En su
análisis de coste-beneficio (página 502) puede observar muchos bene
ficios y unas cuantas desventajas de este modo de pensar suyo.
El beneficio mayor radica, seguramente, en un sentido del perfeccio
nismo que le otorga un estatus de superioridad moral. Al evitar expresar
su rabia, Ben permanece con la cabeza fría y mantiene a las demás per
sonas a distancia desde una posición dominante. «Simplemente, yo soy
mejor» es el mensaje que proyecta, «así que no dejaré que te acerques.»
A pesar de todo su sufrimiento, puede decirse a sí mismo: «Soy superior
a los demás». Entre las desventajas destacan el estrés, la soledad y la de
presión, dado que Ben no puede sentirse nunca cerca de sí mismo o de
los demás. ¿Vale la pena pagar un precio tan elevado?
500
Cómo su necesidad de resolver los problemas le mantiene
atrapado
501
ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO
502
De la misma manera, Ron ha trabajado duro a lo largo de su carrera
para obtener unos buenos ingresos y desearía sentirse más cerca de
Marilyn y de su hija. Desea pasar más tiempo con ellas. Se siente solo
y necesita más afecto. Si M arilyn escucha y muestra interés por cómo
se siente, Ron se sentirá respetado y querido. Pero si sólo se limita a
proclamar su derecho a perseguir sus objetivos, parecerá egoísta, lo
que hará que Ron se sienta todavía más dolido y más solitario. Ron no
desea sentirse rechazado y dejado de lado.
Si pretenden resolver el problema de qué hacer el jueves por la no
che, el fracaso está casi garantizado. Ninguna situación externa podrá
nunca satisfacer sus necesidades de sentirse queridos y respetados el
uno por el otro. Pero si renuncian a resolver este problema e intentan,
en su lugar, escucharse mutuamente en un clima de confianza y de
afecto, el problema dejará de existir. El problema de qué hacer el ju e
ves por la noche no necesita, realmente, ninguna solución. Lo que an
sian de verdad es una mayor afectividad y una mayor autoestima.
Es posible que usted no esté de acuerdo y diga: «Todo este rollo tan
delicado y sensible está muy bien, pero se olvida de lo principal. El
asunto principal radica en que deben decidir qué hacer el jueves por la
noche. ¿Asistirá a su clase o no asistirá? Tienen que llegar a un acuer
do y encontrar una solución». No creo que un acuerdo sea lo más de
seable y creo que buscar una solución sería un error. Ron y Marilyn ne
cesitan expresar sus sentimientos y ser escuchados. Si Ron se siente
respetado y querido, dudo mucho que le importe tener que cocinar los
jueves por la noche y pasar unas horas con su hija. Podría considerar su
actividad culinaria como un gesto de amor hacia Marilyn y hacia su hi
ja más que una imposición. Al mismo tiempo, si Marilyn se siente que
rida y atendida, tendrá en cuenta las necesidades de Ron a la hora de
planificar sus actividades fuera de casa para completar sus estudios y
desarrollar su propia carrera profesional. Vivirá su relación con Ron
como un remanso de paz que complementa su independencia, más que co
mo una restricción de su libertad. Será importante para ella pasar más
tiempo con Ron y constatar que se siente feliz y querido.
He escrito este capítulo para hacerle ver que por muy dolido que es
té y por mucho que intente mejorar sus relaciones personales le resul
tará extraordinariamente difícil cambiar. Cuando está enfadado con al
guien, es lógico que se centre en lo que la otra persona está haciendo
mal y enmascare todo aquello que está haciendo y que contribuye al
mantenimiento de las dificultades. Ésta es una trampa de la que muy
503
pocos escapan. Una y otra vez los pacientes se muestran sumamente
entusiastas cuando conocen por primera vez los dos principios básicos
de la buena comunicación: compartir sus propios sentimientos y cono
cer mejor a su pareja. Pero cuando llega la hora de poner estos princi
pios en práctica, la situación cambia repentinamente. Se dan cuenta de
que no pueden dejar de discutir sobre quién tiene «razón» igual que el
alcohólico no puede resistir el impulso de beber.
Las personas siempre tienen muchos motivos por los cuales no de
berían expresar sus sentimientos con expresiones del tipo «me siento»
o averiguar lo que siente la otra persona. Insisten en que su situación
no tiene remedio y me dicen que estas técnicas no funcionarán. Expli
can que su cónyuge «está realmente equivocado» e insisten en que es
sumamente importante hacérselo ver. La lista de los motivos alegados
para no compartir sus sentimientos de forma abierta o escuchar al otro
no tiene fin. Discutir y culpabilizar a otro nos permite sentirnos bien al
momento, a la vez que resulta tremendamente tentador hacer gestos de
desaprobación y arremeter contra él. Convertirse en una persona vul
nerable al escuchar y al compartir sus sentimientos en un clima de con
fianza es algo que a menudo se olvida en pleno fragor de la batalla.
Cuando tiene que elegir entre el amor y el odio, entre compartir o com
batir, entre trabajar conjuntamente o luchar el uno contra el otro, resul
ta difícil no emplear la estrategia más hostil.
Aprender a escuchar y a compartir sus sentimientos de forma más
abierta no será tarea fácil, pero estoy convencido de que con determi
nación y constancia experimentará unas relaciones afectivas más satis
factorias.
504
QUINTA PARTE
• si debe ser tratado sólo con fármacos, sólo con psicoterapia o con
una combinación de ambas modalidades terapéuticas;
• qué puede esperar de los fármacos y qué tipo de fármacos le pueden
ayudar más;
• cómo puede saber si un fármaco está funcionando realmente;
• cómo decidir si está en condiciones de prescindir de una medicación
y cuándo debería cambiar a otro fármaco;
• dosificaciones correctas, efectos colaterales y peligros de todos los
fármacos habitualmente prescritos;
• errores de prescripción frecuentes que debería conocer; y
• análisis de sangre que le pueden ayudar a determinar la dosis correc
ta y monitorizar las reacciones adversas.
1 Los nombres comerciales que figuran en este capítulo señalados con un asterisco corresponden
a la nomenclatura del texto original y no están comercializados en España En estos casos mantenemos
las dosis propuestas por el autor (Nota del e d )
* Parte de la información de este capítulo ha sido extraída de A F Schatzberg y J O Colé, M a
nual o f Chmc Psychopharmacology, Washington, American Psychiatnc Press, 1986 M i agradeci
miento a los autores por permitirme utilizar algunas partes de esta referencia bibliográfica tan valiosa
507
A lo mejor piensa: «¿Por qué tengo que vérmelas con estos temas
tan complejos? ¿No es acaso responsabilidad de mi médico saber qué
fármacos necesito e informarme al respecto?». En un mundo ideal esto
sería cierto, pero en el mundo real en el que vivimos esta suposición no
se cumple siempre. Vale la pena estar bien informado sobre todos los
fármacos que está tomando y no hay nada malo en que nos mostremos
asertivos con el médico que los prescribe para usted.
No quiero decir con ello que deba provocar una discusión con su
médico. Todo lo contrario. El diálogo que usted mantenga con su mé
dico sobre los fármacos y sus efectos colaterales constituye un aspecto
fundamental del tratamiento. Sus conocimientos pueden potenciar el
espíritu de equipo e incrementar las posibilidades de éxito.
¿Quién tiene más posibilidades de beneficiarse de la medicación
junto con psicoterapia? Las siguientes directrices son flexibles. Consti
tuyen un esquema general.
508
de los índices de los test que evalúan estados aním icos, como son la
Escala de depresión de Burns o el Cuestionario de ansiedad de Burns
(véase el capítulo 2), cambiaría a otro antidepresivo. N orm alm ente se
encontrará alguno que sea beneficioso.
Cuando una medicación es efectiva, ¿cuánto tiem po deberá tomar
la? Los tranquilizantes menores, como el Valium o el Trankim azin re
tard, pueden crear una dependencia considerable cuando se toman do
sis altas durante más de dos meses. Intento que mis pacientes vayan
reduciendo la dosis de estos fármacos después de haberse encontrado
mejor durante unas cuantas semanas. Dado que la m ayoría de los anti
depresivos no crean adicción, es probable que su m édico indique un
período de tratamiento situado entre los seis y los doce m eses antes de
proceder a la reducción gradual de la dosis.
Algunos tratamientos se prescriben durante períodos de tiempo más
prolongados. Los pacientes que padecen una enferm edad maníaco-de-
presiva (véase la página 81), suelen requerir un tratam iento continuado
con litio que ayuda a estabilizar los altibajos anómalos y previene futu
ras oscilaciones del estado anímico.
Los intentos de proceder a un tratamiento discontinuo con litio pue
den dar lugar a oscilaciones graves del estado de ánim o, de tal manera
que algunos de los pacientes que padecen este problem a toman litio de
forma indefinida. La situación es, en cierta medida, análoga a la diabe
tes, en la que se necesita insulina diaria para estabilizar el metabolismo
del azúcar en sangre.
Analizaremos, a continuación, los grupos de fármacos m ás importan
tes utilizados en el tratamiento de los problemas del estado anímico, en
tre los que se encuentran los barbitúricos, los tranquilizantes menores,
los antidepresivos y el litio, entre otros. Si está tratándose con uno de es
tos fármacos, preste especial atención a este capítulo. Si tiene dudas
acerca de la dosis, los efectos colaterales o el grado de efectividad de
cualquier fármaco que esté tomando, coméntele sus dudas a su médico.
Para su mayor comodidad, en la siguiente lista se indica dónde se
analiza cada uno de los fármacos que está tomando:
509
Antihistamínicos ............................... página 519
Tranquilizantes mayores .................. página 519
A ntidepresivos................................... página 520
Prozac ................................................... página 528
Inhibidores de la monoaminooxidasa página 530
L i t i o ..................................................... página 538
Tegretol .............................................. página 542
Barbitúricos
Meprobamato (Miltown*)
510
que reaccionan con inquietud y agitación a los tranquilizantes menores.
Algunos facultativos prescriben Miltown en dosis nocturnas de 400 a
800 mg para pacientes con insomnio.
Tranquilizantes menores
511
modernos, Trankimazin retard, también tiene ciertas propiedades anti
depresivas y de él se benefician a menudo pacientes que padecen an
siedad más depresión.
Estos tranquilizantes no son tan peligrosos como los barbitúricos.
También es menos probable que se abuse de ellos, dado que causan poca
somnolencia y pocos efectos tóxicos. De hecho, la mayoría de estos tran
quilizantes menores tienen escasos o nulos efectos colaterales aparte de
una ligera somnolencia que, habitualmente, puede ser reducida o elimi
nada si bajamos la dosis. Dosis excesivamente altas pueden crear dificul
tades de concentración y de coordinación y enlentecer el ritmo cardíaco,
sobre todo si se combinan con otras sustancias sedantes como el alcohol.
Este es el motivo por el cual dosis altas de tranquilizantes pueden resul
tar muy peligrosas cuando se mezclan con grandes cantidades de alco
hol. Los efectos colaterales que se han descrito son mareo, sensación de
debilidad, fallos de la coordinación, náuseas y pérdida de memoria, si
bien dosis bajas o moderadas rara vez causan problemas serios.
Los tranquilizantes menores crean una dependencia física impor
tante. Si toma dosis elevadas durante un período largo de tiempo, su or
ganismo desarrolla una dependencia hacia los mismos. De esta forma,
cuando intente prescindir del tranquilizante, experimentará síntomas
de abstinencia como son el insomnio, la ansiedad, inquietud intensa,
temblor, sudoración, taquicardia, malestar abdominal o diarrea. Tam
bién puede estar aturdido y mostrar una hipersensibilidad a la luz y a
los sonidos. Estos síntomas de abstinencia le pueden hacer pensar que
todavía necesita el fármaco y quedar así fácilmente enganchado al mis
mo. La retirada brusca de dosis elevadas de tranquilizantes menores
puede producir crisis epilépticas y la muerte.
Como puede ver, dos de estos fármacos, Trankimazin retard e Idal-
prem, tienen un potencial superior a los demás y requieren dosis más
bajas. Ambos fármacos pueden presentar unos síntomas de abstinencia
especialmente intensos y causan fácilmente adicción si se toman a do
sis altas durante períodos largos de tiempo. Existen estudios que indi
can que Serax,* un producto menos potente y que requiere dosis supe
riores, produce menos síntomas de abstinencia.
La Physician’s Desk Reference hace hincapié en que los tranquili
zantes menores no tienen una eficacia demostrada más allá de los cua
tro meses de toma continuada. Son de gran utilidad para un tratamien
to temporal de un cuadro de ansiedad intensa o de insomnio mientras
va introduciendo cambios constructivos en su vida. Los tranquilizantes
menores pueden ser utilizados de dos maneras diferentes. Los puede
512
utilizar ocasionalmente para combatir puntualmente el insomnio o la
ansiedad. Muchos de mis pacientes, por ejemplo, toman la dosis míni
ma de Trankimazin retard, medio comp. de 0,50 mg, o incluso 1/4 de
comprimido, cuando se sienten estresados o les cuesta conciliar el sue
ño. A lo largo de toda la semana no toman más de uno a tres comprimi
dos. El otro enfoque consiste en tomar los tranquilizantes menores de
forma regular, siguiendo una pauta de dosificación diaria fija, durante
un máximo de tres meses, para después ir reduciendo la dosis de forma
lenta y progresiva hasta eliminarla del todo.
Las siguientes directrices le serán de ayuda si está tomando un tran
quilizante menor:
513
FÁRMACOS ANSIOLÍTICOS
buspirona Narol 10
meprobamato Equanil* 1.200-1.600 200/400
Miltown 200/400/600
ANTIHISTAMÍNICOS
difenhidramina Soñodor 25
pamoato de Vistaril* 200-400 25/50/100
hidroxicina
diclorhidrato de Atarax 25
hidroxicina
SUSTANCIAS BETA-BLOQUEANTES
1. L a dosis total diaria de la m edicación se suele administrar en dosis divididas con las comidas
y a la hora de acostarse.
514
7. Informe a su médico si está embarazada o tiene previsto estarlo. El
uso de tranquilizantes durante los primeros meses del embarazo de
bería ser evitado siempre debido al riesgo de aparición de malforma
ciones congénitas. Dado que estos fármacos pueden pasar a la leche
materna, deberá dejar de dar el pecho a su bebé en caso de prescri
birse un tranquilizante.
8 . No tome una dosis mayor a la prescrita por el médico. Si siente la
necesidad de tomar cada vez mayor número de comprimidos para
hacer frente a sus problemas personales o para estar a tono, informe
inmediatamente a su médico. Una información correcta puede pre
venir el desarrollo de una adicción al fármaco.
C l o n a c e p a m (Rivotril)
515
ve a lo largo de todo el día, a diferencia de un producto como Tran-
kimazm retard, que se elim ina con gran rapidez Dado que se puede
adm inistrar clonacepam en una o dos tom as al día, su uso resulta
más conveniente Unos estudios prelim inares realizados por el doc
tor Jerold F Rosenbaum, que analizó a más de 400 pacientes con
crisis de angustia o con agorafobia tratados con clonacepam , han si
do sumam ente favorables
De entrada, se debería comenzar con una dosis única de 0,25 mg de
clonacepam a la hora de acostarse Esta dosis se puede incrementar
gradualmente hasta alcanzar una dosis total diana de 1,0 a 5,0 mg ad
ministrada en dos dosis, una por la mañana y la otra al acostarse El
efecto colateral más importante del clonacepam es la somnolencia,
especialmente si se aumenta la dosis Una reducción de la misma co
rregirá este problema Dosis excesivamente altas pueden producir tras
tornos del habla y de la coordinación, como ocurre con todos los tran
quilizantes Algunos pacientes (menos del 10 %) pueden desarrollar
síntomas de depresión durante la toma de este tarmaco En este caso,
se puede añadir un antidepresivo o suspender gradualmente el clonace
pam Otro efecto colateral que puede aparecer es dolor de cabeza, que
suele corregirse reduciendo la dosis
El riesgo de efectos secundarios a la retirada del fármaco parece
menor con clonacepam que con fármacos de acción más corta como el
Trankimazin retard No obstante, el clonacepam debe ser retirado muy
lentamente, como cualquier otro tranquilizante menor
B us pi ro na (Narol)
516
gun la respuesta, hasta alcanzar una dosis máxima de 60 mg/dia La
dosis óptima para la mayoría de los pacientes parece situarse entre los
20 y los 30 m g/día en dosis fraccionadas El fárm aco debería co
m enzar a surtir efecto en una o dos semanas y alcanzar su efectividad
máxima a las tres o cuatro semanas Los efectos secundarios mas fre
cuentes son mareo, aturdimiento, náuseas, dolor de cabeza, nerviosis
mo y excitación No obstante, si Narol le es de ayuda y los efectos co
laterales son mínimos, el hecho de que no crea adicción lo convierte en
una alternativa atractiva a los tranquilizantes menores
Dado que Narol es un farmaco relativamente reciente, la experien
cia clínica ayudará a los psiquiatras a determ inar su grado de efecti
vidad y de segundad Parece bastante prometedor, pero no lleva sufi
ciente tiempo en el m ercado para permitir una evaluación completa y
fiable A m edida que cada vez más facultativos prescriban Narol, ob
tendremos respuestas esclarecedoras a las siguientes preguntas
517
Beta-bloqueantes
518
nea junto con debilidad, cansancio, desorientación y trastornos gas
trointestinales. Pueden causar, además, un espasmo de las vías respi
ratorias y no se deben administrar en pacientes que padecen asma o la
enfermedad de Raynaud, una dolencia en la que los dedos de las ma
nos y de los pies se ponen fríos, pálidos y duelen. Para acabar, los be
ta-bloqueantes también pueden causar depresión. Es posible que estas
reacciones depresivas estén desencadenadas por la sensación de can
sancio.
Aunque los beta-bloqueantes no causan intoxicación ni dependen
cia, pueden resultar peligrosos por su efecto enlentecedor del corazón.
Por estos motivos se deberían utilizar sólo bajo estricta supervisión
médica.
Para monitorizar los beta-bloqueantes no hacen falta análisis de
sangre, pero su médico sí le deberá tom ar la presión arterial, determi
nar la frecuencia cardíaca y auscultar su corazón y sus pulmones antes
de iniciar un tratamiento con estos fármacos. Su médico debería con
trolar periódicamente su corazón y la presión sanguínea mientras esté
sometido a este tratamiento.
Antihistam ín ieos
Tranquilizantes m a y o re s
519
Tindal,* Trilafon* y Vesprin*) se utilizan para el tratamiento de los es
tados psicóticos. Estos incluyen la manía (un estado de euforia incon
trolable, no causada por fármacos y que a menudo requiere hospitaliza
ción) y la esquizofrenia (caracterizada por ideas delirantes, escuchar
voces ajenas o la creencia de que otros conspiran contra uno). Los tran
quilizantes mayores no son especialmente efectivos en el tratamiento
de la depresión, la ansiedad, las crisis de angustia, el estrés o las fobias.
Por lo general no se deberían utilizar para estos trastornos por sus múl
tiples y peligrosos efectos secundarios, que superan en mucho su po
tencial efecto beneficioso.
Antidepresivos
520
A mí me gusta empezar con imipramina (Tofranil) porque sus efec
tos secundarios son relativamente escasos y el producto genérico sale
bastante barato. Es el que más tiempo ha permanecido en el mercado y
este récord de permanencia refleja su efectividad y su relativa seguri
dad. Las dosificaciones son un aspecto muy importante de todos estos
antidepresivos. Son inefectivos si la dosis es demasiado baja y son tó
xicos si la dosis es demasiado alta. Ocurre, además, que diferentes per
sonas requieren dosis diferentes de estos fármacos. Por este motivo,
debe trabajar en estrecha colaboración con su médico para garantizar
que la dosis que está tomando se ajuste a sus características. Es posible que
su médico desee efectuarle un análisis de sangre para ver si la dosis es
demasiado elevada o demasiado baja. La extracción se debe efectuar
entre ocho y doce horas después de la última toma. Yo suelo pedir a
mis pacientes que efectúen su análisis a primera hora de la mañana, an
tes de la toma matutina.
Los fármacos más recientes no muestran unas ventajas definitivas so
bre los antidepresivos tradicionales y en ocasiones sus efectos tóxicos
inesperados no se conocen hasta los cinco años de estar el producto en el
mercado. Así, por ejemplo, la amoxapina (Asendin*), trazodona (Deprax)
y maprotilina (Ludiomil) fueron puestos a la venta hace unos años con
gran entusiasmo. Fueron aclamados como antidepresivos potencialmente
superiores con menos efectos secundarios. La experiencia clínica no ha
confirmado, sin embargo, este hecho. Estos fármacos no son mejores y
pueden ser, incluso, menos efectivos que los productos tradicionales.
Algunos pacientes que han tomado fármacos de nueva generación
han padecido importantísimos efectos secundarios. La maprotilina pue
de dar lugar, ocasionalmente, a crisis epilépticas. El Wellbutrin* (bu-
propion) fue lanzado al mercado en 1987 y retirado al descubrirse que
también mostraba una incidencia inaceptable de crisis epilépticas, so
bre todo en pacientes bulímicos. Algunos pacientes tratados con amo
xapina han experimentado una producción inesperada de leche en sus
pechos y otros se han visto perjudicados por el desarrollo de movi
mientos corporales anómalos e involuntarios. Cuando se toma Deprax
con el estómago vacío, se pueden producir náuseas, mareos o pérdidas
de conciencia. Un fármaco más reciente todavía, nomifensina,* fue re
pentinamente retirado del mercado por unas cuantas muertes acaecidas
en Europa debidas a anemia hemolítica. Por estos motivos, parece inte
ligente evitar los fármacos más recientes hasta que su seguridad y efec
tividad esté claramente documentada a través de un amplio uso clínico.
Si está deprimido, recomendaría elegir uno o dos de los antidepresivos
521
FÁRMACOS ANTIDEPRESIVOS
TRICÍCLICOS
TETRACÍCLICOS
OTROS ANTIDEPRESIVOS
522
más antiguos. Si no fueran efectivos, entonces podría probar uno de los
fármacos nuevos.
El siguiente podría ser un esquema de dosificación típico para imi-
pramina (Tofranii):
523
cisa para juzgar el grado de mejora que preguntar, simplemente, si se
encuentran mejor. Si los resultados de su estado depresivo y ansioso
muestran una mejoría notable, la continuidad del tratamiento anúde-
presivo está justificada. Si el resultado del Cuestionario de ansiedad de
Burns disminuyera, por ejemplo, de 60 (indicativo de un elevado grado
de ansiedad) a 30 (indicativo de un nivel de ansiedad moderado), ha
bría motivos para estar satisfechos y abogaría, decididamente, por dar
le continuidad al mismo tratamiento. La pauta de mejora progresiva
debería llevar a unos resultados inferiores a 10 (normal) o por debajo
de 5 (indicativo de que carece totalmente de ansiedad). Si no se pre
sentara esta mejora, cambiaría de fármaco.
Los mismos principios serían válidos para el tratamiento de la de
presión. Al principio, su resultado puede ser de 30 (indicativo de una
depresión grave) en la Escala de depresión de Burns. A las cuatro se
manas, el resultado puede haber bajado hasta 18, lo que refleja una me
joría considerable, y situarse, al cabo de unas cuantas semanas más,
por debajo de 10 o, incluso, de 5, lo que reflejaría una práctica desapa
rición del estado depresivo. Estos resultados son, por descontado, hi
potéticos y las variaciones individuales son considerables, pero estos
test sí constituyen un modo eficaz de comprobar el efecto beneficioso,
o no, de determinado lármaco.
No creo que deba tomar cualquier antidepresivo durante más de uno
o dos meses a no ser que su efecto beneficioso sea incuestionable. Esto
significa, ni más ni menos, que usted se siente considerablemente me
jo r gracias al fármaco. Este hecho se verá reflejado, casi siempre, por
una reducción importante y continua de sus resultados en el Cuestiona
rio de ansiedad de Burns o en la Escala de depresión de Burns. ¡Si el
alivio no es realmente importante, no debería seguir tomando este pro
ducto! Aunque esto pueda parecer obvio, sí les puedo decir que m u
chos de los pacientes que me son derivados han estado tratándose du
rante años con un antidepresivo sin que éste mejorara, sustancialmente,
su estado anímico.
La toma descontrolada de dosis altas es poco probable en el caso de
los antidepresivos, dado que carecen de un efecto tóxico y euforizante.
A diferencia de los tranquilizantes menores, que pueden aliviar muchas
veces la ansiedad al cabo de pocas horas, los antidepresivos requieren
varias semanas para mostrar su efecto beneficioso. Si un antidepresivo
le da buen resultado, es posible que su médico desee que lo siga to
mando durante seis o doce meses. A continuación, podrá reducir la do
sis lentamente sin que su depresión o su estado ansioso se vuelva a pre
524
sentar. Esto sugiere que estos antidepresivos tienen un efecto «correc
tor» mayor sobre su química cerebral que los tranquilizantes, que pro
ducen más recaídas cuando intenta prescindir de ellos.
Cuando deja de tomar un antidepresivo, sea porque no ha funcionado
o porque ha funcionado y se encuentra asintomático durante determina
do período de tiempo, debería reducir la dosis lentamente. Suprimir la
toma de un antidepresivo de forma brusca puede causar insomnio, ansie
dad y malestar abdominal. Si estaba tomando 225 mg/día de imiprami-
na, le aconsejaría una reducción de 25 mg cada uno o tres días. Si ha
bía mejorado mucho y recae al bajar la dosis del antidepresivo,
entonces la puede subir nuevamente y continuar con la misma dosis
durante uno o dos meses. A continuación puede intentar, nuevamente,
una reducción. La reducción de un antidepresivo no suele dar proble
mas y sólo recuerdo muy pocos pacientes ansiosos o depresivos que
hayan necesitado un tratamiento indefinido con estos fármacos.
Los efectos secundarios más frecuentes de los antidepresivos son
los siguientes:
525
• Sentirse «ausente». Algunos antidepresivos, especialmente la doxepi-
na (Sinequan, Adapin) y la amitriptilina (Tryptizol), hacen que las
personas se sientan «extrañas» al primer o segundo día. Animo, deci
didamente, a estos pacientes a que prosigan con el tratamiento, dado
que estos síntomas casi siempre desaparecen de forma espontánea.
• Náuseas, tics o temblores. Estos síntomas pueden ser indicativos de una
dosis excesivamente alta y suelen mejorar disminuyendo la misma.
• Aumento de peso. Cualquier antidepresivo puede causar un aumento
de peso, si bien la amitriptilina (Tryptizol) y la doxepina (Sinequan)
son, probablemente, los peores en este sentido. El aumento de peso
suele ser debido a que se come más, dado que los antidepresivos es
timulan el apetito. Este problema se puede controlar con una dieta
equilibrada o cambiando a trazodona (Deprax) o a fluoxetina (Pro-
zac). Estos fármacos conllevan, muchas veces, una pérdida de peso.
• Impotencia y cambios en la esfera sexual. Cualquier antidepresivo
puede imposibilitar la actividad sexual en algunos pacientes. Puede
experimentar una pérdida de deseo sexual, dificultades en el mante
nimiento de la erección o dificultades para llegar al orgasmo. La ma
yoría de estos problemas se resuelven bajando la dosis o cambiando
de fármaco. El fármaco trazodona (Deprax), de reciente puesta en el
mercado, puede causar, en ocasiones muy puntuales, un fenómeno
denominado priapismo, que constituye una erección prolongada que
puede tener carácter irreversible y que requiere una intervención qui
rúrgica de urgencia. Aunque esta desgraciada complicación es muy
poco frecuente, evito el empleo de Deprax en pacientes varones, al
disponer de otros muchos fármacos igualmente eficaces. Todo pa
ciente varón que esté tomando Deprax y experimente una erección
prolongada debería dejar de tomar el fármaco inmediatamente. En
caso de persistir la erección durante más de una hora, acuda a un ser
vicio de urgencias.
526
de palpitaciones, sensación de angustia y de «aceleramiento» durante
los primeros días de tomar un fármaco como la imipramina. Deseará,
lógicamente, dejar de tomarlo porque sentirá que su estado empeora. Si
persiste con el mismo, los síntomas disminuirán y el fármaco acabará
demostrando su efecto beneficioso en cuanto permanezca varias sema
nas dentro de los niveles terapéuticos. Una manera de hacer frente a es
ta situación consiste en comenzar con una dosis muy baja, por ejemplo
10 mg de imipramina al día, e ir aumentándola lentamente. Otra posi
ble alternativa sería cambiar a un fármaco más sedativo y tranquilizan
te como la doxepina (Sinquan, Adapin), la amitriptilina (Tryptizol) o la
trimipramina (Surmontil) y tomar el fármaco a la hora de acostarse.
¿Qué debería hacer en caso de no responder a los antidepresivos?
En primer lugar, asegúrese de haberlos tomado durante suficiente tiem
po. Por lo general, tardan de dos a cuatro semanas en hacer efecto, e in
cluso diez semanas para que el efecto sea completo. En segundo lugar,
asegúrese de que la dosis sea la correcta efectuándose un análisis de
sangre. Es posible que com ience a surtir efecto si aumenta la dosis.
Una dosis excesivamente baja es, con toda probabilidad, el error de
prescripción más frecuente. Es posible, igualmente, que prefiera una
dosis baja porque piensa que los fármacos son «malos» o tiene miedo a
depender de ellos. Estas preocupaciones no suelen ser justificadas.
Creo que será mucho más beneficioso para usted tomar una dosis com
pleta y efectiva y sentirse mejor. Posteriormente, podrá reducir el fá r
maco y prescindir de él. Si toma una dosis baja ineficaz, su estado no
mejorará y acabará tomando el fármaco durante un período de tiem po
más largo.
Si la dosis y la duración del tratamiento han sido las correctas y aun
así no mejora, puede cambiar de antidepresivo o puede añadir otro fá r
maco que potencie los efectos del antidepresivo que esté tomando. El
litio a dosis relativamente bajas (900 a 1.200 mg/día) aumenta, en o c a
siones, el poder antidepresivo. Después de añadir litio, el antidepresivo
se vuelve entonces repentinamente eficaz al cabo de una o'dos sem anas
(sobre el litio hablaremos en la página 538).
Algunos médicos añaden una dosis baja de hormona tiroidea a un
antidepresivo tricíclico para potenciar su respuesta. Una dosis caracte
rística sería de 25 a 50 microgramos al día de L-triyodotironina (Cyto-
mel*). Esta combinación se debería m antener durante siete días p a ra
ver su grado de eficacia. Los efectos secundarios son mínimos, si b ien
algunos pacientes se pueden quejar de sensación de calor o de dolores
de cabeza.
527
A menudo veo a pacientes depresivos o ansiosos que toman dife
rentes tipos de fármacos a la vez. Esta práctica se denomina «polifar-
macia». Así, por ejemplo, he visto a pacientes que tomaban, simultánea
mente, dos antidepresivos diferentes, junto con litio, un tranquilizante
menor, pastillas para dormir y analgésicos. Cuando les pregunto el mo
tivo, suelen contestar que nada funcionaba pero que el médico pensaba
que esta combinación concreta de fármacos podría resultar eficaz. La
práctica de prescribir muchos fármacos suele estar mal vista por los
médicos más expertos. La polifarmacia comporta muchos problemas.
No se sabe qué fármaco causa qué efecto y los efectos secundarios y
las interacciones farmacológicas pueden aumentar considerablemente.
La polifarmacia es casi siempre ineficaz. Suele ser el resultado de una
intervención impulsiva más que de un análisis cuidadoso, sistemático,
de sus problemas personales junto con un programa racional para re
solverlos. Es casi siempre preferible tomar sólo un fármaco en cada
momento y tomarlo en la dosis correcta para poder evaluar, cuidadosa
mente, su efecto. En caso de que no funcione, cambie a otro fármaco.
Si toma un solo fármaco, tendrá muchas más posibilidades de dar con
el producto que le haga efecto.
Como cualquier regla, ésta también tiene algunas excepciones. Una
sería la combinación ue litio más antidepresivo descrita previamente.
Por lo demás, aquellos pacientes que experimentan episodios de manía
junto con depresión necesitan a menudo fármacos antidepresivos o
tranquilizantes mayores junto con litio para controlar las acusadas os
cilaciones de su estado anímico.
Fluoxetina (Prozac)
Este producto salió por primera vez al mercado en 1988 como un ti
po de antidepresivo innovador y químicamente diferente. Al finalizar
este capítulo, la venta de fluoxetina (Prozac) estaba en auge. Espere
mos que este optimismo inicial se confirme a medida que los clínicos
acumulen más experiencia con el fármaco.
La fluoxetina actúa, específicamente, potenciando la actividad de la
serotonina en el cerebro. La serotonina es un producto químico utiliza
do por determinadas fibras nerviosas para transmitirse información.
Durante muchos años se ha albergado la sospecha de que un descenso
de los niveles de la serotonina en el cerebro podría ser el causante de la
depresión. El hecho de que la fluoxetina estimula la actividad serotoni-
528
nérgica y mejora el estado anímico y la actitud de algunos pacientes
deprimidos habla en favor de la teoría serotoninérgica. Aunque esta
teoría no ha sido demostrada todavía, la fluoxetina tiene un indudable
interés para los investigadores y los clínicos.
La fluoxetina no es más eficaz que otros antidepresivos como la
imipramina (Tofranil), por ejemplo, con la que llevamos muchos años
acumulando experiencia. No obstante, sus efectos secundarios difieren
mucho de los antidepresivos tricíclicos descritos en el apartado previo.
Produce menos sequedad de boca, estreñimiento o mareo. No estimula
el apetito, como es el caso de tantos otros antidepresivos. De hecho, al
gunos pacientes sometidos a antidepresivos experimentan una pérdida
de peso.
Esto puede constituir una ventaja considerable para aquellos pacien
tes deprimidos que necesiten perder peso. La mayoría de los pacientes
que toman fluoxetina no se quejan de somnolencia. A decir verdad, mu
chos experimentan cierta excitación e insomnio y, por este motivo, el
fármaco se administra únicamente por la mañana y al mediodía. Otros
efectos secundarios frecuentes son: dolor de cabeza, nerviosismo, an
siedad, temblor, cansancio, náuseas, diarrea y sudoración. Estos efectos
secundarios son comunicados por un grupo de entre el 5 y el 20 % de
pacientes que toman fluoxetina. Recuerde que entre el 2 y el 15 %
de pacientes que toman un placebo se quejan de efectos secundarios pa
recidos. Los efectos secundarios «reales» de la fluoxetina son, por lo
tanto, mínimos en la mayoría de los pacientes.
Sólo existe una presentación de fluoxetina, de 20 mg, que debe ser
tomada una vez al día (por la mañana) o dos veces al día (mañana y
mediodía). La dosis normal se sitúa entre uno y cuatro comprimidos al
día. Como casi todos los antidepresivos, la fluoxetina requiere de dos a
cuatro semanas para mostrar su eficacia.
Si toma fluoxetina, debería saber que el organismo elimina este
fármaco de forma muy lenta. Una vez deja de tomar el producto, de
berán pasar cinco semanas hasta que su cuerpo esté totalmente limpio
del mismo. Este hecho es importante tenerlo en cuenta porque la fluo
xetina puede presentar interacciones peligrosas con otros fármacos,
como son el L-triptófano (que se vende en tiendas naturistas como
tratamiento para el insomnio) o inhibidores MAO (utilizados en el
tratamiento de la depresión y que se comentarán en el siguiente apar
tado). La combinación de fluoxetina y L-triptófano puede causar agi
tación y malestar gastrointestinal. La combinación de fluoxetina con
inhibidores MAO puede ser potencialmente fatal. Por este motivo, no
529
debe tomar estos fármacos hasta que hayan pasado al menos cinco se
manas de la retirada de la fluoxetina. Por otro lado, si ha estado tratán
dose con inhibidores MAO y su médico le indica cambiar a fluoxetina,
dele un mínimo de dos semanas de tiempo al inhibidor MAO para que
su nivel en sangre sea cero.
En los pacientes que toman fluoxetina, se deberían tomar las si
guientes medidas de precaución:
530
INHIBIDORES DE LA MONOAMINOOXIDASA
1 Algunos pacientes pueden responder a dosis más bajas, sobre todo si mostraron una respuesta
positiva con anterioridad Algunos clínicos prescribirán dosis superiores a la m axima en pacien
tes gravemente deprim idos o ansiosos bajo una supervisión estricta
531
• Una tendencia a exteriorizar la rabia en lugar de verbalizarla, debido,
seguramente, a profundos sentimientos de vergüenza y por conside
rar que los sentimientos de rabia son inaceptables e insoportables.
Paradójicamente, el hecho de que no pueda expresar su rabia le hace
parecer hostil en ocasiones, dadas sus dificultades de expresarla
abierta y directamente.
• Cuando se siente deprimido y frustrado puede experimentar un in
tenso odio hacia sí mismo. Puede expresar este hecho mediante con
ductas autodestructivas como hacerse cortes en las muñecas o que
marse los brazos con cigarrillos. Muchas veces, estas conductas no
constituyen intentos de suicidio, sino el deseo de evitar los senti
mientos de baja autoestima, frustración y rabia hacia los demás.
• Cambios emocionales repentinos: al comienzo de la terapia puede pa
recer educado, elocuente y perfectamente adaptado a su entorno. Al
cabo de una o dos semanas, puede haber pasado al extremo opuesto: se
siente furioso, desesperado, desesperanzado y tiene ideaciones suici
das. Puede parecer una persona manipulativa, puesto que es incapaz de
manejar sus intensos sentimientos de decepción respecto de los demás.
• Muestra una importante dependencia hacia los demás y deseos de ser
atendido, junto con una reticencia total a tomar la iniciativa y afron
tar sus problemas dt. forma activa e independiente.
• Tiene un concepto pobre de su persona, falta de identidad y senti
mientos de vacío y de hastío en su fuero interno.
532
temporalmente, de 120/80 (un nivel correcto) a 180/100 o más. Cuando
deje de hacer ejercicio, su presión sanguínea se reducirá de nuevo. Esto
es normal. No obstante, si su presión sanguínea permaneciera siempre
elevada, crearía problemas. Existe la posibilidad de que sufra un derra
me cerebral por ruptura de un vaso sanguíneo en su cerebro. Éste es el
motivo por el cual debe controlar escrupulosamente su dieta mientras
esté tomando IMAO. No deberá comer ningún alimento que contenga
tiramina y le desencadene una repentina crisis hipertensiva. Siempre
que interrumpa el tratamiento con algún IMAO, deberá mantener esta
dieta durante otras dos semanas para prevenir un posible problema con
la presión sanguínea. Esto se debe a que los efectos del IMAO persisten
hasta catorce días después de la retirada del fármaco.
Es posible que encuentre algo desconcertante la lista de alimentos
que se deben evitar. Lo que la mayoría de estos alimentos tienen en co
mún es el catabolismo proteico que causa la formación del aminoácido
tiramina. El pescado o la carne fresca no contienen tiramina y ofrecen
todas las garantías. No obstante, la carne parcialmente descompuesta,
como el pescado ahumado o determinadas salchichas, y también el que
so fuerte, contienen gran cantidad de tiramina y resultan peligrosos. Por
este motivo, ¡nada de pizzas mientras esté tomando un IMAO! Tam
bién un plátano o un aguacate excesivamente maduro podrían contener
algo de tiramina, sobre todo en las zonas podridas.
Una buena labor en equipo entre médico y paciente resulta funda
mental si está tomando un IMAO. Yo suelo pedir a mis pacientes trata
dos con algún IMAO que se compren un manguito de presión (no sue
le costar más de treinta dólares en cualquier tienda especializada en
material médico) para que puedan tomarse regularmente la presión. Es
bastante fácil aprender a usar el manguito de presión. Si manifiesta sín
tomas que indican un aumento de la presión sanguínea, como son náu
seas, vómitos, sudoración, rigidez de nuca o un dolor de cabeza intenso,
se puede tomar la presión arterial al instante. Constituye un motivo de
tranquilidad disponer de un manguito de presión para poder monitori-
zar cualquier problema potencial. Indico a mis pacientes que se tomen
la presión dos horas después de la dosis matutina durante las primeras
dos semanas de la toma. Según mi experiencia, es a media mañana
cuando la elevación de la presión sanguínea tiene más probabilidades
de presentarse.
Después de las dos primeras semanas, se debería tomar la tensión
una vez por semana. Si su presión sanguínea sube por encima de
150/95, compruébela cada diez o quince minutos. Si sigue subiendo y
533
ALIMENTOS Y BEBIDAS QU E S E DEBEN EVITAR CUANDO SE
TOMA UN INHIBIDOR DE LA MONOAMINOOX1DASA1
Alimentos de los que se pensó que causaban problemas pero que pro
bablemente son seguros en cantidades moderadas
534
alcanza 180/105 o más, acuda a un servicio de urgencias para que le
tengan en observación. A lo largo de los últim os diez años habré te
nido unos seis pacientes que padecieron, alguna vez, una crisis hiper-
tensiva de 180/105 o más. En todos los casos, la presión sanguínea des
cendió espontáneamente a los treinta minutos como máximo, no
requiriéndose tratamiento alguno. Estos episodios pueden ser, sin em
bargo, muy preocupantes. Usted y su médico deberían revisar su medi
cación y su dieta cuidadosamente y debería tomarse la presión con re
gularidad.
¿Qué peligro im plica tom ar alguno de los alim entos «prohibi
dos»? Los alimentos pueden tener un contenido de tiramina variable
y las personas que toman IMAO pueden m ostrar respuestas indivi
duales diferentes a la tiram ina de los alimentos. Si tiene alguna duda
de haber metido la pata y haber tomado uno de esos alimentos, ¡coja
el manguito y tómese la presión! A lo mejor piensa que no ocurre na
da después de haber tomado un queso suave o bebido alguna cerveza
y que es relativamente inmune a las subidas de presión. No obstante,
haría bien en no engañarse a sí mismo, porque, en otro momento sí
podría presentar una subida brusca y peligrosa de la presión sanguí
nea después de comer alguno de los productos prohibidos y acepta
blemente tolerados en el pasado. Si hasta ahora ha tenido suerte, no
sería inteligente suponer que puede seguir transgrediendo la dieta sin
peligro alguno.
Los IMAO suelen tomarse por la mañana y al mediodía, puesto que,
en cierta medida, tienen un efecto estimulante. Si los toma más tarde,
pueden causar insomnio. Este efecto estimulante puede resultar benefi
cioso si se siente deprimido, aletargado y escasamente motivado. Par-
nate es el IMAO más estimulante. Algunos pacientes que toman Nardil
han experimentado somnolencia durante el día e insomnio durante la
noche.
Si está tomando un IMAO deberá evitar algunas medicaciones (véa
se la lista de la página 536). No debería tomar fármacos descongestio
nantes, antiasmáticos y anticatarrales. También debería evitar los esti
mulantes, como son ¡as pastillas para perder peso, anfetaminas, Ritalin*
y cocaína. Estos estimulantes tienen efectos importantes sobre el siste
ma cardiovascular y tomarlos junto con un IMAO podría desencadenar
una alteración extremadamente peligrosa de la frecuencia cardíaca o un
aumento de la presión sanguínea. También debería descartar el analgé
sico narcótico Demerol.* La Aspirina y el Tyleno! son, sin embargo,
seguros.
Si tuviera que someterse a una intervención quirúrgica mientras es
ta tomando un IMAO, es mejor interrumpir el tratamiento dos semanas
antes de la intervención Debería informar a todos los médicos que le
tratan por uno u otro motivo de que está tomando un IMAO Podría ser
conveniente que su médico consultara con su psiquiatra si tuviera algu
na duda acerca de un fármaco que desea prescribir También debería
informar a su dentista, dado que los anestésicos locales que contienen
epinefrina pueden ser peligrosos
Debería llevar en su billetero una tarjeta especial que indicara
que está tomando un IMAO En esta tarjeta deberían constar todos
los alimentos y los fármacos que debería evitar (Los fabricantes su
ministran estas tarjetas, gratuitamente, a los m éd ic o s) Si ha sufrido
un accidente, necesita una intervención quirúrgica de urgencia o ha
presentado una crisis hipertensiva, la tarjeta informará al personal
536
hospitalario de que está tom ando este m edicam ento y sabran que
medidas deben tomar
Yo suelo iniciar el tratamiento de mis pacientes con un comprimido
por la mañana de Parnate (10 mg/umdad), Nardil (15 mg/umdad) o
Marplan (10 mg/umdad) Después de unos pocos días, aumento la dosis
a dos comprimidos Aunque el Physician ’s Desk Reference recomiende
una dosis inicial de tres comprimidos al día, he constatado que algunos
pacientes responden de forma tan positiva a uno o dos comprimidos por
día que ya no requieren un aumento posterior de la dosis Si no se produ
ce una mejora considerable con una dosis de dos comprimidos por día a
lo largo de dos semanas, aumentaría la dosis a tres comprimidos (dos
por la mañana y uno al mediodía) Sólo excepcionalmente alcanzo dosi
ficaciones de cuatro a seis comprimidos por día Algunos psiquiatras
llegan a recetar hasta ocho comprimidos por día en personas con pro
blemas graves, pero prefiero evitar estas dosis tan altas porque casi nun
ca son necesarias
Cuando la dosis requerida es alta, comienzan a presentarse algunos
efectos secundarios Con las dosis más bajas que suelo prescribir a mis
pacientes, los efectos secundarios prácticamente no existen El efecto se
cundario más problemático a medida que se va aumentando la dosis es una
bajada de la presión sanguínea cuando la dosis se aumenta bruscamente
Igual que con los antidepresivos tncíclicos, esto es debido a una
acumulación de sangre en las piernas Esto produce una sensación de
aturdimiento o de mareo y se puede producir incluso una pérdida m o
mentánea de la visión Una manera de compensar este hecho consiste
en levantarse más despacio o en caminar o correr de forma «estática»
cuando se da esta circunstancia También ayuda mantener un adecuado
aporte hídnco tomando ocho vasos de líquido al día y comiendo más
alimentos salados, como patatas fritas, por ejemplo Algunos psiquia
tras informan de que unas medias elásticas pueden ayudar, pero carez
co de experiencia sobre este particular
Otro de los efectos secundarios que he constatado en alguna ocasión
es el retraso del orgasmo Esto no es, necesariamente, algo negativo Un
hombre joven que tema problemas de eyaculación precoz comentó que
era capaz de hacer el amor durante horas al poco de tomar Parnate El es
taba perplejo y su novia, por lo que conto, contentísima ,Me recomendó
que comprara acciones del laboratorio que fabrica el fármaco'
Los IMAO pueden producir un aumento de peso, como cualquier
otro antidepresivo Posiblemente sea necesario practicar algo de ejer
cicio y de recuento calórico Algunos pacientes se quejan de seque
537
dad de boca, estreñim iento o diarrea, calambres o temblores m uscu
lares o dificultades al iniciar la micción. Estos efectos secundarios
son mucho menos frecuentes que con los antidepresivos tricíclicos y
pueden reducirse al mínimo bajando la dosis cuanto antes. Si recibe
una dosis extremadamente alta de un IMAO, es posible que com ien
ce a sentirse aturdido, confuso, y tenga problemas de coordinación.
Evidentemente, se debe dism inuir la dosis cuanto antes. Si presenta
dolores musculares, calambres u hormigueo en los dedos — efectos
secundarios que se han constatado pero que no he observado nunca—
una dosis diaria de 100 mg de vitamina B 6 (piridoxina) puede ayudar.
Esto se debe a la interferencia de los IMAO con el metabolismo de la
piridoxina.
Para acabar, en muy contados casos las personas tratadas con IMAO
han llegado a presentar un cuadro de fiebre alta junto con desorien
tación, náuseas y sensibilidad a la luz. Esto se denom ina estado hi-
perpirético («hiper» significa mayor y «pirético» se refiere al fue
go, es decir a la fiebre). Estas reacciones son peligrosas si no son
tratadas y pueden llevar a un estado de coma. Requieren una inte
rrupción inm ediata del tratam iento junto con un tratam iento médico
de urgencia. A fortunadam ente, estas reacciones son muy poco fre
cuentes.
Litio
538
• Se puede tomar de forma profiláctica (preventivamente, en ausencia
de síntomas) para prevenir o minimizar los futuros episodios manía
cos y depresivos.
• Ayuda a algunos pacientes con depresión crónica o con depresiones
recurrentes que no han experimentado nunca síntomas maníacos.
539
22 horas y se realiza el análisis del litio a las 9 horas de la mañana si
guiente, habrán transcurrido once horas. Esto es lo ideal y los resulta
dos del test serán válidos. Debe ser muy cuidadoso en el cumplim ien
to de estas reglas. En caso contrario, los resultados pueden ser
engañosos y su médico le puede recetar una dosis demasiado baja o
demasiado alta.
Durante el primer mes, se deberá efectuar un análisis de litio cada
semana. Posteriormente, bastará con uno al mes. Finalmente, un análi
sis cada dos meses será suficiente. Algunos de mis pacientes más res
ponsables, que llevan varios años tomando litio, piden una determina
ción de esta sustancia en suero cada tres o cuatro meses, con buenos
resultados.
Si toma litio por primera vez, su médico le pedirá, con toda proba
bilidad, los siguientes análisis:
540
antes de comenzar a tomar litio. Es posible que pida repetir la prueba
una vez acabado el tratamiento para garantizar la ausencia de efectos
secundarios sobre el corazón. Esta prueba es opcional.
Tras la primera semana de tomar litio, puede experimentar algo de
cansancio, diarrea o problemas gástricos. Estos efectos secundarios
suelen desaparecer habitualmente. Las náuseas se pueden reducir al
mínimo disminuyendo la dosis, tomando el litio con las comidas o uti
lizando la presentación de liberación retardada, que produce una irrita
ción gástrica menor. Recuerde, sin embargo, que las cápsulas de libe
ración retardada, como el Eskalith CR o el Lithobid, son más caras y
no suelen ser necesarias. Un 20 % de los pacientes que toman litio se
quejan de sed y orinan con más frecuencia. Esto se corrige, casi siem
pre, bajando la dosis.
El efecto secundario más frecuente del litio es un tem blor de las
manos. Este temblor mejora, por lo general, al disminuir la dosis. El
temblor causado por el litio se centra especialmente en los dedos. Pue
de afectar a su escritura y es posible que le cueste sujetar una taza de
café. La mayoría de mis pacientes consideran este temblor un precio
asumible que deben pagar por la mejora sustancial de la calidad de vi
da que experimentan gracias al litio. Algunos psiquiatras tratan este
temblor con el beta-bloqueante propranolol (Sumial). Habitualmente
se emplea una dosis diaria de 40 a 160 mg. Yo no suelo prescribir pro
pranolol por el temblor causado por litio porque no me gusta recetar
muchos fármacos simultáneamente.
El litio, al igual que otros antidepresivos, puede afectar en ocasio
nes a la memoria. Algunos pacientes se vuelven olvidadizos y tienen
dificultades para recordar nombres. Estos efectos son reversibles y ca
si siempre desaparecen al bajar la dosis.
Otro problema que puede aparecer con la toma de litio, como con
cualquier otro antidepresivo, es un incremento del apetito y el consi
guiente aumento de peso, pero, personalmente, no he constatado este
hecho en mis pacientes. Algunos pacientes desarrollan erupciones cu
táneas y brotes de psoriasis. Aun siendo poco frecuente, puede requerir
una consulta al dermatólogo, un cambio a otra forma de presentación
de litio o prescindir temporalmente del mismo. Otra complicación po
co frecuente es la caída de cabello, si bien suele crecer de nuevo. Yo no
he observado nunca este efecto secundario.
A ser posible, y como cualquier otro psicofármaco, debería evitarse
su empleo en las mujeres embarazadas. Se ha asociado la toma de litio
con la aparición de defectos congénitos del corazón. El litio se secreta,
541
además, por la leche materna y debería evitarse su uso en las madres
que crían a sus bebés. Si el litio fuera imprescindible, se debería pasar
a la lactancia artificial.
Los fármacos antiinflamatorios como la indometacina y la fenilbuta-
zona pueden causar un incremento de los niveles de litio. Por el contra
rio, cantidades excesivas de café (o de cualquier producto que contenga
cafeína) pueden incrementar la micción y el nivel de litio descenderá,
requiriéndose dosis significativamente más altas para mantener un nivel
terapéutico del mismo en sangre.
Carbamacepina (Tegretol)
542
La somnolencia es el efecto secundario más frecuente del Tegretol,
sobre todo al comienzo del tratamiento. Esto se puede reducir al míni
mo incrementando la dosis de forma más lenta, y el sopor desaparece
rá casi con toda seguridad. Es posible que también experimente náuseas
y vómitos al comienzo del tratamiento u otros efectos secundarios si
milares a los causados por los antidepresivos tricíclicos: sequedad de
boca, estreñimiento y mareo al incorporarse de forma brusca.
Un problema más grave es el descenso del número de leucocitos.
Para controlar este fenómeno, su médico le pedirá unos recuentos fre
cuentes de la serie blanca junto con los niveles séricos de Tegretol. El
recuento normal de leucocitos se sitúa entre los 6.000 y los 12.000. Si
este número desciende por debajo de los 3.000, su médico interrumpirá
inmediatamente el tratamiento y consultará con un hematólogo. Excep
cionalmente, el Tegretol puede causar una deplección peligrosa y po
tencialmente fatal de la médula ósea. Al introducirse este fármaco por
primera vez, esta posibilidad atemorizó a muchos facultativos. Ahora
que el uso de Tegretol se ha generalizado considerablemente y los aná
lisis de sangre se efectúan de forma rutinaria, es cada vez más popular.
No obstante, debido a este pequeño riesgo no se debería utilizar en los
trastornos psiquiátricos a no ser que se hayan probado otros fármacos
con anterioridad sin resultado positivo.
543
SEXTA PARTE
Hace unos cuantos años, sentí curiosidad por el hecho de que algunos
pacientes decían sentirse mucho mejor al final de las sesiones de tera
pia. ¿Cuál era la clave de las sesiones más exitosas en las que se había
producido una mejoría del estado anímico y de la autoestima y una dismi
nución del estado depresivo, ansioso o de enfado? La doctora Jacqueline
Persons —entonces estudiante y ahora colega que ejerce en Oakland, Ca
lifornia— y yo, ideamos un experimento para saber más acerca de este
hecho. Planteamos la hipótesis de que los pacientes se encontrarían mejor
al final de una sesión si se sentían atendidos y comprendidos por su tera
peuta y si se había producido un cambio real en sus pautas de pensamien
to negativas durante la sesión. Estas dos dimensiones reflejan el grado de
empatia y de comunicación (los aspectos «inespecíficos» de la terapia) y,
a su vez, la efectividad de las intervenciones cognitivas (el aspecto «espe
cífico»), También nos planteamos la hipótesis de que los pacientes con
determinados diagnósticos como, por ejemplo, el de «trastorno límite de
la personalidad» (véase la página 531), experimentarían una mejora rela
tivamente menor en cualquiera de las sesiones, debido a sus sentimientos
crónicos de rencor y sus dificultades para confiar en alguien.
En un grupo de pacientes elegidos al azar, estudiamos el grado de
empatia, el porcentaje en el que disminuye la credibilidad que le otor
gan a sus pensamientos automáticos y el grado de mejora emocional al
principio y al final de sus sesiones de terapia. Tal como predijimos, los
pacientes que se sentían atendidos y comprendidos por su terapeuta y
aquellos que informaron de un descenso mayor de la credibilidad que
le merecían sus pensamientos negativos y autocríticos, mostraron la
mejora más acusada de sus sentimientos de depresión, ansiedad, culpa
y rabia al final de sus sesiones. Los pacientes con trastornos de la per
sonalidad, junto a depresión y ansiedad, mostraron una mejoría signifi
cativamente menor.
547
La magnitud de estos efectos era considerable Estos tres tactores
juntos — empatia, porcentaje de cambio en el grado de credibilidad que
le merecían sus pensamientos negativos y la presencia o ausencia de un
trastorno de la personalidad— eran los responsables del 89 % de la va-
nanza (o variabilidad) del índice de cambio emocional experimentado
durante las sesiones Esto daba a entender que habíamos acertado casi
por completo los motivos por los que los pacientes se sentían mejor,
peor o igual durante las sesiones de terapia *
Este resultado fue sorprendente A menudo consideramos las emo
ciones humanas y la relación terapéutica como algo misterioso, sagra
do, imposible de ser valorado y de ser comprendido No parece que se
pueda medir de forma precisa todo aquello que acontece durante las se
siones de psicoterapia, o que se puedan anticipar los resultados del
mismo modo en que se realizan predicciones precisas en las ciencias
«duras» como la biología o la astronomía
Desde un punto de vista clínico, los resultados no constituyeron tal
sorpresa Tuve el presentimiento muy firme de que habitualmente sólo
entraban en juego dos motivos por los cuales los pacientes no percibían
ser ayudados o no se sentían atendidos y comprendidos — lo que indica
una falta de empatia v de confianza— o no hacían verdaderos progresos
a la hora de modificar sus pensamientos negativos y autocríticos que les
hacían sentirse tan depresivos El estudio indico que ambos motivos de
fracaso terapéutico — la falta de empatia y la falta de una técnica exito
sa— actuaban de forma independiente Esto significa que algunos pa
cientes piensan que usted dispone de un gran arsenal de técnicas brillan
tes que le pueden ser de ayuda, si bien perciben una falta de calor y de
comprensión que les hace estar molestos y desconfiados
Sienten que usted les habla en lugar de comprender exhaustivamen
te lo mal que se encuentran Otros pacientes pueden pensar que usted
es la persona mas maravillosa y simpática del mundo — existe, real
mente, una buena «química» entre ustedes dos— pero que las sesiones
no les sirven de mucho al no darles los medios que necesitan para mo
dificar sus pautas de pensamiento negativas
* Los terapeutas que esten interesados por conocer este estudio con mas detalle pueden con
sultar J B Persons y D D Burns <Mechamsms ot Action o f C ognitive Therapy R d ativ e Con
tnbutions o f Techm cal and lnterpersonal Interventions C o g m tn e Therap\ and R e se a n h 9 n° 5
(1985) pags 539 551
548
comprendido lo mal que se siente, o puede sentirse molesto por algo
que usted ha hecho o dicho y que no le gustó nada Puede sentirse mo
lesto porque
549
paciente contesta «difícil», usted puede decir: «Me pregunto, entonces,
si tiene algún problema en este momento. Me consta que es muy difícil
decirle a alguien que uno se siente muy enojado, pero creo que esto pue
de contribuir a que nuestro trabajo sea más gratificante y más efectivo».
Pido a mis pacientes, además, que rellenen la escala de empatia una
vez finalizada la sesión para entregárm ela al comienzo de la sesión
siguiente. Le aconsejo vivamente que realice copias de este cuestiona
rio, reflejado en la página 552, y las entregue a cada uno de sus pacien
tes. Las primeras diez preguntas son similares a las de la escala de em
patia que el doctor Persons y yo utilizamos para nuestra investigación.
Cuando se responde con «3» a las preguntas 1, 3, 5, 7 y 9, y se respon
de con «0» a las preguntas 2, 4, 6 , 8 y 10, se constata que el paciente se
siente apreciado y comprendido por usted. Otras respuestas suelen ser
indicativas de sentimientos negativos que deben analizarse y expresar
se para que la terapia no entre en punto muerto. Si no obtiene todos los
ceros y todos los treses en un cuestionario, intentaría explorar los sen
timientos que el paciente alberga hacia usted. Si obtiene un 2 en las
preguntas 1, 3, 5, 7 o 9, quizá piense: «Esto no está tan mal». Caerá, sin
embargo, en la trampa de la autocomplacencia si piensa de esta mane
ra. Incluso respuestas ligeramente inferiores a los valores máximos
pueden reflejar poderosos sentimientos negativos. ¡Exiguas alabanzas
que pueden llevar a la condena más absoluta!
He constatado que los terapeutas suelen ser muy reticentes a la hora
de utilizar este cuestionario con los pacientes. Es como si no deseára
mos escuchar las noticias desagradables. Si no me cree, plantéese ahora
mismo esta pregunta: «¿Tengo previsto fotocopiar la escala de empatia
y entregársela a mis pacientes a partir de esta semana?». Le garantizo
que este cuestionario le aportará una información inesperada y sorpren
dente, fundamental para el éxito terapéutico y que no podrá obtener por
ninguna otra vía. El cuestionario se rellena y se interpreta, además, de for
ma rápida y sencilla.
Si no tiene previsto utilizarlo, alberga dudas o piensa que no van
con usted, pregúntese por qué. A lo mejor teme algún posible conflicto
o la actitud crítica del paciente. Esta es una reacción muy humana y
muchos terapeutas se sienten de este modo. Me consta que, en determi
nados momentos, me cuesta encajar las objeciones de un paciente fu
rioso. Esto resulta especialmente angustioso cuando soy consciente de
que el trabajo no ha ido todo lo bien que deseaba. Quizás estaba m o
lesto por algo o me mostré demasiado distante o crítico o hice algún
comentario que podía sonar sarcástico. ¡Duele que te lo digan a la cara!
550
Uno se puede acostumbrar a la crítica sometiéndose a ella una y otra
vez. El miedo suele decrecer igual que la fobia al ascensor se reduce
cuando sube, finalmente, a uno y permanece un rato en él. En cuanto se
siente cómodo con las reacciones negativas de un paciente, la terapia
se tornará más efectiva y resultará más gratificante.
Algunos terapeutas piensan que su grado de experiencia y su par
ticular sensibilidad para captar los sentimientos del paciente hacen
innecesarios los recursos como la escala de empatia. Creen, errónea
mente, que pueden percibir por medio de la m era intuición cuándo
los pacientes se sienten molestos o poco comprendidos. Nada más le
jos de la realidad. Los estudios que se han realizado al respecto indi
can que los cálculos del terapeuta sobre su grado de empatia e impli
cación durante las sesiones terapéuticas coinciden escasamente, o no
coinciden en absoluto, con las puntuaciones que realiza el paciente
acerca de la empatia e implicación del terapeuta.* Esto significa que
por mucho que usted sienta haberse volcado en el paciente, haberle
escuchado con interés y cariño en determinada sesión, las posibilida
des de que el paciente comunique lo mismo no son superiores a las
que determina el azar.
Estos hallazgos sorprendentes tienen unas implicaciones teórico-
prácticas fascinantes. En primer lugar, indican que son los pensamien
tos de nuestros pacientes — más que nuestra conducta propiamente di
cha— los que determinan, en gran medida, cómo se sienten respecto de
nosotros. Un estudiante universitario deprimido, llamado Ted, me pre
guntó en una ocasión si él me importaba. Le dije a Ted que le apreciaba
y que le respetaba mucho. Comenzó a sollozar y pareció enfurecerse.
Cuando le pedí su opinión al respecto, dijo: «¡Ni siquiera mi psiquiatra
puede ver lo farsante que soy!». Aunque creí haber transmitido sufi
ciente comprensión y afecto, Ted no se sintió acogido. Su autoestima
era tan baja y sus sentimientos de desconfianza y de rencor eran tan
fuertes que no aceptaba lo que le decía.
Las repercusiones prácticas son evidentes: usted debe preguntar rei
teradamente a sus pacientes sobre los sentimientos positivos y negati
vos que albergan hacia usted y deberá tener en cuenta las puntuaciones
de la escala de empatia. Descubrirá muchas reacciones negativas de las
que no era consciente y tendrá ocasión de afrontarlas. Pero si es un te-
* Para consultar un artículo que analiza este tema, véase P E O rlm sky y U I Howard,
«Process and Outcom e m Psychotherapy», capítulo 8 en Handbook o f Psychotherapy and Beha-
vtor Change, 3a edición a cargo de S L O ssfield y A E. Bergin, N ueva York, W iley, 1986
551
ESCALA DE EMPATÍA*
* Copyright © 1988 D avid D Burns M D de The Feehng G ood Handbook copyright © 1989
Este cuestionario fue adaptado a partir de uno desarrollado originariamente por mi colega el doc
tor Jeffrey Young Se reproduce aquí con su anu ble consentimiento
552
INFORME DEL PACIENTE SOBRE LA SESIÓN DE TERAPIA
553
rapeuta «avestruz» y permanece con la cabeza enterrada en la arena, no
sabrá nunca cómo se siente de verdad el paciente respecto de usted. La
terapia se estancará y se sentirá frustrado porque, por mucho que lo in
tente, el paciente no responderá de forma positiva.
Los buenos terapeutas oscilan continuamente entre la técnica y la
empatia en función de las señales que captan, en cada momento, por
parte del paciente a lo largo de la sesión. En determinados momentos
los pacientes únicamente quieren airear sus problemas. Es posible que
detecte un cambio repentino en su musculatura facial mientras asoman
lágrimas en sus ojos. El paciente espera una señal del tipo: «¿Puedo
llorar?». Si usted se percata de este hecho, animará al paciente a que se
desahogue llorando. Escuchará y le ayudará en todo lo que pueda.
Algunos pacientes están en guerra con el mundo. Tanto da que sus
quejas parezcan irracionales o no, necesitan exteriorizar todos esos
sentimientos. Se sienten incompetentes, angustiados, desesperados, de
sesperanzados y amargados. Desean que usted vea el mundo a través
de sus ojos sin mostrar, en cambio, actitud crítica ni insistencia alguna
en que sus sentimientos son ilógicos o están distorsionados. Este pro
ceso da lugar a un vínculo estrecho y a sentimientos de confianza que
tienen una importancia fundamental para que el proceso terapéutico
sea fructífero. En cuanto logre captar el mundo a través de los ojos de
su paciente y comprenda a fondo las trampas en las que éste se siente
encerrado, sus posteriores intervenciones serán más respetuosas y más
exitosas. Le puede ayudar desde dentro, en lugar de cuestionar sus cog
niciones erróneas desde fuera.
Los pacientes se sentirán muchas veces molestos con usted. Algunos
de los motivos que alegan pueden ser ciertos. Es posible que haya co
metido, sin querer, algún error o haya dicho algo que les molestara. Es
posible que haya realizado algún comentario hiriente porque se sentía
frustrado. Alguno de los motivos de su rabia puede haber sido distorsio
nado. A muchos pacientes les cuesta confiar en los demás, sentirse cer
ca de ellos, y proyectan estos sentimientos en su persona. Un hombre
puede tener la firme convicción de que nadie lo va a querer nunca y que,
inevitablemente, será rechazado. Todos sus conductas serán filtradas
por esas lentes y estará constantemente al acecho de pequeñas señales
de rechazo y de desaprobación por su parte. Es posible que se comporte
de forma hostil y provoque enfrentamientos porque da por sentado que,
finalmente, lo acabará rechazando.
Para empeorar todavía más las cosas, la mayoría de pacientes temen
el conflicto. Son poco asertivos y sumamente reticentes a la hora de ex
554
presar sus sentimientos de forma abierta y directa. Por el contrario, se
vuelven evasivos y discutidores. Pueden anular sesiones a última hora
retrasarse en el pago de los honorarios u «olvidarse» de realizar las ta
reas entre sesiones. Se pueden quejar de que usted no les ayuda e insis
tir en que lo suyo no tiene remedio. Todas estas conductas pueden re
flejar el enfado que el paciente siente hacia usted. Cuando se airean y
abordan estos sentimientos, no sólo no obstaculizarán el proceso tera
péutico, sino que potencian considerablemente la terapia.
El asunto es, incluso, más complicado, dado que los terapeutas, como
seres humanos que somos, también nos equivocamos. Aportamos nues
tros propios puntos débiles y defectos al proceso terapéutico. Existe una
creencia popular, muy arraigada, de que todos aquellos que estudian las
carreras de psicología o psiquiatría son personas neuróticas e inseguras
que andan en busca de ayuda. Creo que esto es así en muchas ocasiones
La mayoría de nosotros tenemos miedos y heridas del pasado que nos ha
cen vulnerables a la crítica y a los conflictos personales. He observado es
te tipo de reacciones en la mayoría de terapeutas a los que he formado y
también en mí mismo. Todos somos humanos y la terapia puede ser, en
ocasiones, muy estresante. Es fácil sentirse frustrado y ansioso, a la vez
que incompetente y amenazado. Compartimos muchas de las inhibiciones
y de las creencias irracionales que torturan a nuestros pacientes. Tememos
la crítica. Tememos la rabia. Nos avergonzamos de nuestros defectos
¿Estoy en lo cierto? Estas barreras emocionales pueden interactuar con
los temores del paciente y crear un clima emocional negativo que interfe
rirá en la relación terapéutica. Aprender a manejar mejor estas dificulta
des puede incrementar considerablemente la eficacia de la terapia.
555
para la terapia o no haya desarrollado un plan de acción específico y
viable al principio de cada sesión de terapia. Éste es el motivo más fre
cuente del fracaso terapéutico, y en ocasiones los terapeutas no son
conscientes de que ésta es la raíz del problema. El paciente se quiere
sentir menos deprimido, así, en abstracto, sin definir ningún problema
en concreto, como pueden ser las dificultades laborales o de pareja, en
el que desea recibir ayuda.
El segundo motivo de un fracaso técnico consiste en que, aun exis
tiendo un problema específico, usted y su paciente todavía no han dado
con la mejor estrategia para resolverlo. Es posible que su paciente vaya
languideciendo en los estudios o en el trabajo. Usted pone en práctica
algunas intervenciones y descubre que todas son infructuosas. A resultas
de ello, tira la toalla y llega a la conclusión de que el paciente no desea
realmente cambiar, y se refugia en el papel más pasivo del amigo o del
confidente.
Supongamos que su paciente tiene la creencia autopunitiva de que
«Merezco sufrir por el aborto al que me sometí hace muchos años» o
«Nunca más me sentiré realmente feliz o realizado porque una persona
a la que quería me rechazó», o «Debo ser perfecto en todo lo que ha
go», o «Es sumamente arriesgado expresar mis sentimientos más pro
fundos a los demás», o «Soy, esencialmente, una persona de segunda
clase porque las demás son mucho más inteligentes, atractivas y exito
sas que yo». Usted puede probar una, dos, tres, cuatro o más técnicas
cognitivas para constatar que el paciente sigue igual de atrapado en su
particular sistema de creencias. Ayudar a un paciente a modificar acti
tudes disfuncionales y formas de pensar negativas requiere un esfuerzo
terapéutico persistente y creativo. En el capítulo 6 describí diversas téc
nicas cognitivas que pueden ayudar a los pacientes a modificar sus pen
samientos negativos y las actitudes contraproducentes. Deberá mostrar
se infatigable a la hora de poner en práctica los más diversos enfoques
hasta descubrir finalmente la combinación de la cerradura. Si abandona
antes de tiempo, la puerta de la caja fuerte podría no llegar a abrirse
nunca.
556
lidad o al hecho de hacerse mayor. Ayudarle a resolver estos problemas
mediante una dieta u otros ejercicios de autoayuda puede topar con una
fuerte resistencia si no ha tenido en cuenta las preocupaciones más pro
fundas y su miedo al cambio. Es necesario que pregunte cómo sería su
vida en caso de mejorar. ¿Está preparada para hacer frente a las insi
nuaciones sexuales de un hombre? ¿Desea realmente abandonar su ca
sa y vivir su propia vida? Su desesperación y su voracidad pueden ser
dolorosas y humillantes, pero estos hábitos también son viejos amigos,
conocidos y fiables. ¡No decimos tan fácilm ente adiós a los buenos
amigos! El dolor predecible que comporta la obesidad, la soledad y la
baja autoestima puede llegar a ser preferible al temor y a la angustia de
tener que correr riesgos y tirar adelante su propia vida.
En los siguientes capítulos, describiré técnicas que mis colaborado
res y yo hemos desarrollado para tratar a los pacientes difíciles. Nos fas
cina el desafío clínico y teórico que constituyen estos pacientes. Cuando
la terapia se atasca, la solución supone a menudo un importante progre
so tanto para el terapeuta como para el paciente. Espero que com parta
nuestro entusiasmo y mantenga los ojos bien abiertos a nuevas m aneras
de comprender y de abordar estas situaciones tan complejas.
557
25
559
El hecho de que el terapeuta sea un estudiante o todo un profesor en
cumbrado intemacionalmente como experto en comunicación, no cam
bia para nada la situación. Cuando observo cómo se relacionan los te
rapeutas con pacientes difíciles, las deficiencias resultan a menudo
desagradablemente obvias.
En cierta ocasión realicé un taller intensivo de terapia cognitiva pa
ra un grupo reducido de psicólogos y psiquiatras, sumamente experi
mentados, en Nueva York, junto con uno de mis colegas, Tony Bates.
Todos los participantes tenían carreras ilustres en el campo de la do
cencia, la investigación y la práctica clínica. Al comienzo del taller
decidí dar un repaso rápido a las habilidades interpersonales más ele
mentales antes de pasar a las técnicas cognitivas y conductuales pro
piamente dichas. Pregunté a los participantes si se sentían cómodos
tratando a pacientes críticos, exigentes y enfadados. Todos ellos indi
caron que esa circunstancia les era totalmente familiar. Algunos de
ellos habían escrito y enseñado profusamente sobre el tema. Les dije
que, en mi opinión, un principio fundamental consistía en no ponerse
a la defensiva, sino en empatizar y en conocer mejor a los pacientes
para que puedan sentirse seguros y puedan expresar sus sentim ien
tos de rabia. Los participantes del taller se mostraron unánimemente
de acuerdo en que eso ara fundamental. Les indiqué que interpretaría
a un paciente hostil y que criticaría individualmente a cada uno de
ellos. Les dije que lo único que debían hacer era utilizar las tres técni
cas para escuchar mejor descritas en el capítulo 19:
560
lo cierto?»). Puede instar al paciente a que comparta con usted más
profundamente sus sentimientos de rabia y le puede indicar que es
tá dispuesto a escucharle y a intentar comprenderle. Usted desea
transmitir interés más que una actitud defensiva.
561
Me quedé atónito — al igual que los participantes— al ver que nin
guno de los terapeutas era capaz de responder de forma efectiva. ¡To
dos se pusieron a la defensiva! El doctor Smith adoptó una postura rí
gida y dijo: «¡Pero claro que me preocupo por usted!». Ésta es, claro
está, una postura discutidora. Me contradijo en lugar de intentar obte
ner más información. Tony Bates y yo pensamos, de entrada, que ésa
era una respuesta errónea aislada y pasamos a demostrar las habilida
des básicas de la buena comunicación. Los participantes siguieron ma
nifestando enormes dificultades. ¿Qué hubiera dicho usted si fuera el
terapeuta? Anote aquí su respuesta:
He aquí una posible respuesta. Podría decir, por ejemplo: «Parece que
usted siente que me ocupo poco de usted y que muestro mayor interés
por cobrar que por ryudar [empatia de pensamiento]. Esto debe de ser
realmente muy desagradable [empatia de sentimiento]. Me pregunto si
está muy molesto conmigo [indagación]. Sé que yo me sentiría muy mo
lesto si supiera que alguien me explota para ganar dinero [desarme], ¿Me
podría explicar más detenidamente lo que pasa [indagación]?»
Los terapeutas coincidieron en que ésa era una respuesta más efecti
va y todos desearon intentarlo de nuevo. Seguí interpretando el papel de
un paciente furioso y lancé más críticas y acusaciones a mis colegas.
Dije: «Doctor Jones, siento que usted no me ayuda para nada con mis
problemas. Lo único que hace es asentir con la cabeza, decir “hmmv o
“dígame algo más sobre esto”». Los resultados fueron similares. El doc
tor Jones parecía agarrotado y a la defensiva. Asintió y dijo: «Mmm...
¡dígame algo más!». ¿Qué diría usted si fuera el terapeuta? Anote aquí
sus ideas:
562
Podría decir: «A usted le parece que no le ayudamos para nada a re
solver sus problemas [empatia de pensamiento]. Creo que tiene razón:
parece que nos hemos quedado estancados [desarme]. Yo también me
siento frustrado [afirmación del tipo “me siento”]. Es como si prefirié
ramos discutir que trabajar juntos [cambio del foco de atención]. ¿Me
puede explicar con más detalle qué problemas no estamos resolviendo
[indagación]? También me gustaría que me dijera qué cosas de las que
le dije le han molestado más [indagación]».
Acabamos dedicando media jornada a las habilidades básicas para
escuchar y expresarse mejor que pensábamos revisar, en un principio,
en ¡no más de diez minutos! E incluso entonces parecía que no había
mos hecho nada más que rascar la superficie.
Este grupo no constituía una excepción. Psicólogos, psiquiatras y te
rapeutas de las más diversas corrientes mostraron, todos ellos, problemas
similares. A no ser que esté dotado de unas habilidades excepcionales, su
estilo comunicacional también podría mejorar con toda seguridad.
Puede desarrollar sus habilidades con un método que ideé hace tiem
po y que consiste en escribir el guión de la sesión. Al final de la déca
da de los setenta, me di cuenta de que en las sesiones había determina
dos momentos que no manejaba de forma satisfactoria. Un paciente
manifestaba alguna queja y al final de la sesión era evidente que el pro
blema seguía sin resolver. Aunque muchas veces sentía haber maneja
do las dificultades razonablemente bien, el paciente seguía irritado y
ambos concluíamos la sesión sintiéndonos descontentos.
M ientras volvía del trabajo a casa en tren reconstruí, de memoria,
una breve secuencia de lo que había sucedido durante la sesión. E s
cribí lo que dijo el paciente y lo que yo le respondí, lo que dije a
continuación y lo que contestó el paciente. Esta breve secuencia, dos
afirmaciones consecutivas del paciente y dos respuestas consecutivas
mías, fue suficiente para ilustrar el conflicto. El paciente solía sentirse
frustrado y disgustado con la terapia. Aunque mis afirmaciones pare
cían, de entrada, bastante lógicas y constructivas, pude constatar fácil
mente que no estaba utilizando las técnicas correctas para escuchar y
expresarme mejor. A menudo descubría que mis comentarios eran lige
ramente sarcásticos o defensivos, o que estaba «ayudando» cuando de
bía estar escuchando. Decidí revisar el diálogo e intenté encontrar res
puestas más efectivas.
Al día siguiente, volví a analizar el diálogo ya revisado. Muchas ve
ces descubría que las respuestas revisadas seguían siendo igual de ine
ficaces y las tenía que reelaborar una vez más. A veces consultaba con
563
un colega y le preguntaba cómo hubiera enfocado él la situación y qué
hubiera dicho. Finalmente, se me ocurría algún enfoque con el que me
sentía más cómodo. En la siguiente visita, las cosas solían funcionar
mejor. Procedí de esta manera durante unos cuantos meses y el ejercicio
resultó ser sumamente útil. Fui asumiendo las técnicas para escuchar y
expresarme mejor de forma natural hasta que se convirtieron en mi esti
lo habitual de hacer frente a los momentos difíciles que se plantean en
una terapia.
Si utiliza el método del guión, le animo encarecidamente a que mues
tre sus respuestas a un colega suyo. Es inherente a la condición huma
na no ver nuestros propios puntos débiles. Es posible que idee una res
puesta a la crítica de un paciente que le parece sencillamente perfecta y
no se dé cuenta de que parece poco sincera o algo controladora. Es po
sible que no tenga en cuenta los sentimientos del paciente. Este aspec
to es de la mayor importancia.
Practiquemos ahora esta técnica: supongamos que un paciente le di
ce: «No me gustó que contestara al teléfono durante la última sesión».
¿Qué le diría usted?
564
Es posible que piense: «¡Oh, yo no haría eso! ¡Sólo un novato ac
tuaría así!», pero conozco a muy pocos terapeutas que, en contra de su
voluntad, no caigan en esta trampa.
Una respuesta más efectiva podría ser la siguiente: «A lo mejor pien
sa que le ignoro y que no antepongo sus problemas a cualquier otra cir
cunstancia [empatia de pensamiento]. Soy consciente de que si alguien
interrumpiera mis sesiones para contestar al teléfono me sentiría bastan
te molesto [empatia de sentimiento], ¿Es eso lo que le pasa [indaga
ción]?». Este comentario invita al paciente a compartir sus sentimientos
y refleja que también usted los tiene. En la discusión que sigue le podría
preguntar qué le gusta y qué le disgusta de su persona. Esto le puede
ayudar a superar la dificultad que implica expresar su enfado ante los
demás. Estos sentimientos permiten a menudo acceder a los miedos más
profundos del paciente y a sus sentimientos de inferioridad.
Ahora me gustaría que lo intentara usted. En primer lugar, piense en
algún paciente hostil que está insatisfecho con la marcha de la terapia.
¿Se le ocurre alguien en concreto? Bien. A continuación, anote un co
mentario desagradable del paciente que, según su criterio, no manejó
todo lo bien que hubiera deseado:
565
Para acabar, elabore una respuesta nueva. ¿Qué podría haber dicho
en su lugar? Intente utilizar las técnicas para escuchar y expresarse me
jor descritas con anterioridad. Intente sacarle más información al pa
ciente y crear un clima emocional seguro para que pueda expresar sus
sentimientos de rabia y de desesperación sin vergüenza alguna, sin
miedo a sentirse juzgado o rechazado por usted. Intente ver el mundo a
través de los ojos de su paciente. Necesita expresar sus sentimientos de
forma abierta, auténtica y respetuosa. Si se siente humillado, incompe
tente o frustrado, dígalo, pero hágalo de forma amable. Su objetivo no
consiste en generar simpatía o en conseguir que el paciente se sienta
culpable, sino en transmitir una información fundamental que sea de
ayuda. Utilice sus propias reacciones a modo de espejo para que el pa
ciente pueda ver cómo le afectan sus comentarios.
Anote aquí su respuesta una vez m odificada:___________________
Hace unos días, tuve una larga sesión con una mujer inteligente y
oposicionista llamada Ronda, que llevaba varios años deprimida y amar
gada. Durante gran parte de la sesión no dejó de atacarme. Nada de lo
que decía parecía funcionar. A medida que transcurría la sesión, me
sentía cada vez más agotado e incompetente, avergonzado y humillado,
inútil y agarrotado. Justo antes de irse, comentó que la sesión había si
do una pérdida de tiempo y de dinero.
¿Qué hubiera dicho si fuera el terapeuta?
566
pacientes, aquel día no era ése el caso. Le dije que me sentía excluido y
marginado y que estaba enfadado con ella. Dije que deseaba aportarle
algo positivo y que creía que la terapia podría resultar exitosa, pero que sen
tía que mis esfuerzos no servían de nada. Le dije que también ella parecía
enfadada y desconfiada y que me preguntaba si alguna vez había tenido
un problema similar con otras personas o si sólo había ocurrido conmigo.
No era mi intención vengarme de ella, sino simplemente compartir
mis sentimientos con ella. Se fue enfurruñada, sin concertar ninguna
otra cita. Yo me sentía demasiado violento para preguntarle al respec
to. Me preguntaba si la volvería a ver alguna vez.
Al día siguiente, llamó a la consulta para concertar una sesión. Pidió
a la secretaria que me dijera que había decidido seguir intentándolo. La
siguiente vez que nos vimos, me informó de que su resultado en el test
de la depresión había disminuido a menos de la mitad (indicativo de una
mejora sustancial de su estado anímico) mientras estaba esperando el
tren después de la última sesión. Me entregó una nota en la que descri
bía su reacción a lo que había considerado una sesión absolutamente
estéril. En esa nota decía que la sesión le había ayudado porque había
podido manejar su rabia de forma abierta y directa. Aunque habíamos
mantenido un pulso, se dio cuenta de que estaba siendo franca y que sa
bía defenderse. Decía que el hecho de mostrase abiertamente enfadada
conmigo había constituido un alivio y que durante un instante compren
dió lo que quise decir cuando le comenté que me sentía excluido y mar
ginado. Dijo sentirse vulnerable y dolida y que necesitaba más soporte
emocional por mi parte. Dijo que si analizara de forma respetuosa el do
lor que ella sentía en su interior, le resultaría más fácil abrirse.
Muchas veces nos sentimos avergonzados de esos momentos en los
que la terapia parece abocada al fracaso, porque sentimos que se espera de
nosotros que tengamos éxito. Pero, de hecho, no existe realmente eso que
llamamos «fracaso». Estos momentos de desesperación y de frustración
son parte inherente y necesaria de cualquier proceso terapéutico creativo.
Cuando usted y su paciente se sienten derrotados y enfadados al máximo,
posiblemente están más cerca el uno del otro de lo que jamás hayan esta
do, a la vez que del origen del problema que les preocupa. Muy a menu
do, cuando se sumerge de lleno en la desesperación del paciente y se per
mite a sí mismo experimentar su desesperanza, tiene la solución a tiro de
piedra. A veces debe ver y tocar el muro de lo imposible antes de descu
brir cómo esquivarlo, atravesarlo o construir un túnel por debajo de él.
Otra manera de potenciar sus habilidades interpersonales consiste
en practicar un role-play con un grupo de al menos tres terapeutas que
567
deseen profundizar conjuntamente en la materia. Usted puede elaborar
una lista de comentarios mordaces que ha escuchado de boca de los pa
cientes, como, por ejemplo:
568
26
569
claro qué problema se supone que deben resolver. ¿Cómo quiere usted
ayudar a alguien si ambos no se han puesto de acuerdo sobre si el pa
ciente desea realmente ser ayudado y, en caso de que así sea, qué tipo
de ayuda desea recibir? Por muy elemental que parezca, éste es un te
ma que se pasa por alto muchas veces.
Al principio de cada sesión terapéutica, les pido a mis pacientes que
planifiquen la sesión. Les pregunto qué temas desean abordar ese día.
Habitualmente es muy sencillo. Los pacientes desean analizar el diario
de estados anímicos que han elaborado entre las sesiones o quieren sa
ber cómo manejar determinados problemas que han surgido en sus vi
das. A veces, no es tan sencillo. Los pacientes se pueden mostrar eva
sivos o poco concretos acerca de la ayuda que desean recibir. Si este
hecho le pasa desapercibido y no le presta la debida atención, la terapia
estará irremediablemente condenada al fracaso.
Esta dificultad se puede superar mediante una técnica denominada
«fijar la agenda del día». Esta técnica tiene dos componentes. En primer
lugar, usted y su paciente tienen que ponerse de acuerdo acerca del pro
blema específico que quieren tratar en cada sesión. En segundo lugar, de
ben concordar en los métodos que empleará para resolver el problema.
El problema debe ser específico y concreto, o no será posible tratar
lo. Una mujer, por ej.m plo, desea ser ayudada para superar una depre
sión. Afirma que la finalidad de la terapia consiste en sentirse mejor
consigo misma. Esto parece bastante concreto, pero no lo es en absolu
to. Le preguntaría acerca de los problemas que tiene en su vida a causa
de los cuales se siente mal. ¿Está preocupada por su matrimonio, la uni
versidad, su carrera profesional? Supongamos que tiene problemas en el
ámbito laboral. Desearé saber algo más sobre este particular. ¿De qué
problema se trata? ¿Tiene un jefe demasiado crítico? ¿Va postergando
sus obligaciones? ¿Sufre crisis de angustia en el trabajo? Querré saber:
570
que le prescriba una medicación? Es importante que todos estos temas
se expliciten y se puedan negociar. Al fin y al cabo, los terapeutas no
somos magos y no nos limitamos a decir «listo» para que el problema
desaparezca. Tenemos ciertas habilidades que ponemos a disposición
del paciente y éste tiene derecho a conocer nuestras herramientas de
trabajo para decidir si desea utilizarlas o no.
Como parte de esta negociación, es importante ponerse de acuerdo
sobre qué se espera que haga el paciente durante las sesiones y entre
las mismas. Quizá espera que realice un diario de sus pensamientos ne
gativos entre las diferentes sesiones, que rellene los cuestionarios de
depresión y de ansiedad semanalmente y le muestre los resultados o
que traiga a las sesiones una grabadora para registrarlas y poder escu
char las cintas entre sesión y sesión. Su lista de requisitos puede variar
en función de su orientación terapéutica y del tipo de problema que el
paciente desea resolver.
Algunos pacientes se muestran imprecisos y no están acostum
brados a definir los problem as de form a concreta. Hace poco atendí
a una m ujer neoyorquina de 22 años de edad. Sue es soltera, muy
atractiva, delgada e inteligente. Se siente sola y dice que su vida es
aburrida. Sue fue rem itida por su madre, que leyó Sentirse bien. Le
parecía que Sue era infeliz y que se podría beneficiar de la terapia
cognitiva. Esto era, por supuesto, una desventaja para mí. Sue no vi
no porque así lo decidiera o porque estuviera muy m otivada a cam
biar. Su idea básica parecía ser, por lo tanto: «Realmente no estoy
del todo segura de que quiera estar aquí. Deberá dem ostrar que me
puede ayudar».
Durante las sesiones, Sue estaba tranquila y efectuaba preguntas ati
nadas, pero rara vez hablaba de sí misma. Me di cuenta de que caía fá
cilmente en la tentación de hablar mucho y de contestar a todas sus
preguntas. Parecía interesada, pero adoptaba el papel de abogada del
diablo. Efectuaba preguntas como ésta: «¿Por qué piensa que la terapia
cognitiva me podría ayudar?». Si usted fuera el terapeuta, ¿cómo con
testaría a esta pregunta?
Podría decir: «No estoy seguro de que la terapia le pueda ayudar.
Espero que podarnos trabajar juntos pero necesito saber, de forma con
creta, en qué aspecto desea que le ayude en primer lugar. A partir de
entonces podremos debatir varios enfoques que le pueden resultar
atractivos». La finalidad de esta respuesta radica en evitar caer en el rol
del vendedor. Si la intenta convencer de que le puede ser de ayuda, fra
casará con casi toda seguridad. Esto es así por un motivo evidente: no
puede saber todavía si puede ayudarla porque no tiene ni la más míni
ma idea de en qué aspecto desea ser ayudada, ¡si es que lo desea!
Animé a Sue a describir un problema específico. Finalmente, sacó a
relucir unos cuantos:
572
Creo que cada enfoque tiene sus ventajas, pero yo comencé a ex
plorar su reticencia. ¿Por qué se muestra reticente? Si no hablamos de
sus sentimientos negativos es posible que se cierre en banda y ofrezca
resistencia. Esto es justamente lo que intento evitar.
Sue dijo que era reticente porque no deseaba abordar problemas co
tidianos, triviales, sino que deseaba acceder «al meollo de la cuestión».
Decía que quería saber por qué era «así». Sin embargo, no tenía la más
mínima idea de a qué «raíces profundas» se refería y deseaba que yo le
resolviera ese problema. ¿Qué diría usted a continuación?
Varias podrían ser las respuestas efectivas. Podría preguntar qué en
tendía por «meollo de la cuestión» o «ser así». Decidí no hacerlo, dado
que ya había explorado este territorio varias veces con anterioridad y
sus respuestas siempre solían ser ambiguas. Decía, casi siempre, que
en general se encontraba bien, pero que no siempre era todo lo feliz
que deseaba, para añadir que el futuro la obsesionaba en exceso.
En su lugar, dije: «Los aspectos profundos son importantes, pero me
he dado cuenta de que funciona mucho mejor abordar, de entrada, un pro
blema específico, práctico y concreto. Cuando resolvamos un problema
quizá comencemos a comprender cuáles son algunos de estos temas pro
fundos. Si intentamos abordar de entrada esos temas profundos, podemos
perdemos en divagaciones imprecisas que no le servirán de nada». En
cuanto se mostrase de acuerdo en trabajar sobre un problema concreto, le
enseñaría cómo completar el diario de estados anímicos y le demostraría la
técnica de la flecha vertical (véase la página 145). Esto nos podría ayudar
a desenterrar las «creencias ocultas» que subyacen a sus dificultades.
573
Pregunté a Sue si tenía sentido para ella lo que le acababa de decir y
si quería seguir tratando el problema específico «no disfrutar para nada
de la vida». Estuvo de acuerdo en abordar este tema. Si usted fuera el
terapeuta, ¿cómo procedería? ¿Cómo le ayudaría a disfrutar más de su
vida?
575
nante y admitir que no se le ocurría nada que decir. Podría añadir, ade
más, que deseaba saber más cosas de él. Sue estaba de acuerdo en que
esta afirmación era bastante atrevida y que, con toda seguridad, crearía
rápidamente un clima de confianza, pero comentó que requería cierta
valentía ser tan directo. Escenificamos varias maneras de flirtear y de
hablar a chicos atractivos. Sue se desenvolvió francamente bien y cap
tó todas las ideas que le propuse. Hablamos de lo importante que era
mostrarse menos seria y algo más atrevida en su manera de relacionar
se con los hombres. Parecía disfrutar de la sesión.
Como puede ver, la mayoría de intervenciones se centraban en las
técnicas de comunicación. Cuando vea a Sue la próxima vez, es posible
que tengamos que utilizar técnicas cognitivas para combatir los miedos
y las inhibiciones que le dificultan abrirse a los demás. Posiblemente
sea una persona perfeccionista con expectativas rígidas hacia su propia
persona que le impiden relajarse y pasárselo bien. Éstos son, segura
mente, algunos de los «temas profundos» que desea tratar. No obstante,
oscilaremos entre el problema específico — como el de sentirse ansiosa
cuando habla con un chico atractivo en el tren— al problema más gené
rico, como su miedo al ridículo o la creencia de que tiene que guardar
siempre la compostura y tener sus sentimientos bajo control.
La finalidad de este ejemplo consiste en demostrar que la terapia
puede ser productiva y beneficiosa cuando hace hincapié en que se fi
jen objetivos específicos y prioritarios. Esta sesión fue, ciertamente,
una de las fáciles, debido al grado de motivación de Sue y a su espíritu
colaborativo. Mientras yo le ofreciera una orientación adecuada, ella
estaba dispuesta a seguir mi ejemplo.
Supongamos que usted es mi paciente y desea que yo le ayude a no
aplazar sus obligaciones. Nuestra sesión podría transcurrir de la si
guiente forma:
576
d avid : Quizá para nada. Según parece, usted quiere decir que ayudar
le en un solo aspecto no le resulta muy satisfactorio. ¿Hay alguna
cosa más que podría hacer para ayudarle?
u st e d : ¿Me está diciendo con esto que no me puede ayudar a superar
mi indecisión?
david : No, me encantaría abordar este problema con usted. Pero no he
comprendido nunca cómo se puede trabajar más de un aspecto a la
vez. Realmente no sabría cómo ayudarle con «todo». Al fin y al ca
bo, sólo disponemos de cuarenta y cinco minutos para trabajar hoy
conjuntamente.
577
¿Comprende el porqué de esta intervención? No estoy del todo se
guro de que usted quiera realmente superar ese problema. A lo mejor
su intención última es dejar los estudios por un año. Quizá se siente re
belde al verse coaccionado por sus padres y expresa su rabia de forma
indirecta oponiéndose y rechazando asumir las responsabilidades esco
lares. Si no clarifico sus razones, adoptaré el papel de un padre que
presiona mientras que usted se resiste. ¡Esto no le beneficiará a usted ni
tampoco a mí! Acabaríamos sintiéndonos frustrados el uno con el otro.
Supongamos que hemos puesto en claro estos asuntos y me ha conven
cido de que realmente desea ayuda para poder acudir a las clases de
historia. En ese caso, continuaría de la siguiente forma:
david : De acuerdo. Veo que realmente busca ayuda en ese tema. ¿Cuán
do le gustaría que le ayudara a asistir a clase de historia? ¿Cuándo
está programada la siguiente clase?
u st e d : Mañana, a las 8 horas.
david : ¡A las 8 horas! Es una hora intempestiva. Tendrá que levantar
se a las 7 o a las 7.30 horas. ¿Está seguro de que desea hacer esto?
u st e d : Oh, sí. Tengo que ir.
david : Muy bien, pues. ¿Qué tipo de ayuda desearía recibir?
u st e d : N o comprendo.
david : N o se qué tipo de ayuda necesita. ¿Necesita ayuda para desper
tarse?, ¿levantarse?, ¿o necesita ayuda para ir andando a clase?
u st e d : Bueno, parece que no encuentro la motivación. Me levanto pe
ro me distraigo con otras cosas. Me pongo a leer novelas.
david : Tiene sentido leer una buena novela, puesto que acudir a clase
será traumático con lo retrasada que lleva la materia. Ya veo por qué
le falta motivación. Todavía no tengo claro qué tipo de ayuda desea.
¿Desearía esconder sus novelas para no estar tan tentado a leerlas?
¿Deberíamos elaborar una lista con las ventajas y desventajas de
acudir a clase a pesar de no estar de humor para ello? ¿O debería
mos investigar alguno de sus pensamientos negativos para compro
bar por qué le resulta tan angustioso acudir a clase? ¿Alguna de es
tas posibilidades tiene sentido para usted?
578
fracaso terapéutico es bastante probable. Cuando se cumplen, las posi
bilidades de éxito son elevadas.
Algunos pacientes rehusarán planificar un esquema terapéutico co
herente porque desconfían y tienen sentimientos encontrados sobre el
hecho de estar en terapia. Pueden transmitir el siguiente mensaje:
«¡Ayúdeme, estoy desesperado! Pero, por cierto, me resistiré con todas
mis fuerzas y obstaculizaré cualquier paso que dé en esa dirección».
Estas personas suelen ser reticentes a la hora de pedir ayuda y sue
len mostrarse indecisas acerca de los problemas en los que desean ser
ayudadas. La fijación de un plan de acción puede resultar traumático
para ellas, pero es absolutamente necesario hacerlo. El siguiente diálo
go ilustra este proceso. La paciente es una adolescente bastante difícil,
exigente y poco colaborativa. Se siente furiosa y deprimida, pero no
sabe exactamente en qué aspecto desea ser ayudada.
d avid : ¿Me puede decir qué tema desea que tratemos en la sesión de
hoy? ¿Hay algún problema en el que desee recibir ayuda?
natalie : Me he sentido muy deprimida, ésa es la verdad, y no se qué
hacer.
d avid : O sea, que se ha sentido deprimida y no sabe qué hacer. ¿Me
puede decir respecto de qué se ha sentido deprimida?
natalie : Bueno, parece que tengo multitud de problemas con... co
mo... de todo tipo. Toda mi vida parece bastante horrorosa.
d avid : Esto suena muy descorazonados Se siente deprimida y todo
parece ir fatal. Me gustaría que me contara más cosas sobre cómo se
siente.
579
sea que le ayude. Entonces le puedo enseñar algunas técnicas que le
pueden ayudar a superarlo. Con el tiempo, abordaremos todos los de
más problemas. ¿Existe alguno en particular que le gustaría tratar en la
sesión de hoy?».
580
david :Usted dice que yo soy el terapeuta y que debería saber qué hacer.
De hecho, tengo unas cuantas ideas sobre cómo resolver problemas de
diferente índole y estaría encantado de poderlas compartir con usted.
Estoy algo confuso porque no estoy seguro de en qué problema desea
recibir ayuda. Estoy desconcertado porque no sé si desea que la ayude
a comunicarse mejor con su novio o con sus padres, si desea ayuda pa
ra manejar mejor sus sentimientos negativos o si simplemente desea
hablar para que yo pueda escuchar todo aquello que le preocupa.
natalie : Dígame cómo hablarle para que no nos peleemos. Yo sola no
puedo y necesito ayuda.
581
En este momento, empatizaría. Ella me ha dicho que no soy re
ceptivo a sus sentimientos. Podría decir algo parecido a esto: «Me es
tá diciendo que no la escucho realmente [empatia de pensamiento].
Parece sentirse frustrada conmigo [empatia de sentimiento]. ¿Es así
[indagación]? Quizá sea justam ente eso lo que pasa cuando habla con
sus padres y, también, con su novio. Com prendo que esté enfadada
porque su novio y sus padres están m olestos con usted y le plantean
sus exigencias. ¿Hay algo que no haya comprendido del todo bien
[indagación]?».
natalie :Bueno, ya le dije que tenía problemas con mi novio y con mis
padres. No sé qué hacer y necesito algo de ayuda.
david : Sí, desea que se la ayude en la relación que mantiene con su
novio y con sus padres. Creo que siente que le tratan de forma algo
injusta, esto lo tengo claro. Es un problema válido y creo que podrí
amos abordarlo conjuntamente. Necesito que me ayude a dividirlo
en pedazos más pequeños para que pueda saber qué ayuda le iría
mejor. Podríamos hablar sobre cómo se siente o sobre algunas solu
ciones para resolver ese tema con su novio y sus padres. ¿Cree con
veniente seguir alguna de estas directrices?
natalie : Creo que es usted un terapeuta realmente estúpido. Me está
hartando hasta decir basta. ¿Por qué no se limita a ayudarme un po
co con mis padres y mi novio? ¿Por qué supone que debo ser yo la
que tiene que saber qué conviene hacer?
582
da para cocinar mejor, le preguntaría si deseaba alguna ayuda con los
pasteles o con los asados. En cuanto tenga conocimiento del problema,
propondré una solución. De forma análoga, necesito saber si desea tra
tar el problema de su novio y de sus padres en primer lugar. ¿Me pue
de aclarar mis dudas? Necesito su ayuda».
con las personas a las que más quieren porque no saben cómo m a
nejar los sentimientos negativos y los conflictos. Creo que éste es
un tema que podríamos tratar los dos. ¿Podríamos hablar de qué su
cede cuando usted y su novio discuten? ¿Le gustaría que fuéramos
por aquí?
n a t a l i e : Muy bien. ¡Si usted cree que esto funcionará! ¿Es eso lo que
583
d a v id : Creo que la buena comunicación consiste en aprender a expre
sar sus sentimientos y en aprender a escuchar lo que la otra persona
está intentando decirnos. Esto es buena comunicación. La mala co
municación tiene lugar cuando las personas discuten, se ponen a la
defensiva y van dando interminables vueltas que no conducen a
ninguna parte. Esto es lo que hace la mayoría de gente. De hecho, se
parece a lo que hemos estado haciendo. Ambos nos sentimos frus
trados porque no trabajamos juntos como un equipo. Estamos dis
cutiendo. Las técnicas de comunicación le enseñan a cambiar esto.
Nos llevaría unas cuantas sesiones enseñarle cómo expresar sus
sentimientos de un modo más efectivo y a escuchar mejor cuando
su novio expresa sus sentimientos. Esto le podría ayudar a manejar
mejor sus sentimientos de rabia. No estoy diciendo que deba hacer
lo, sólo me limito a afirmar que ésta es una opción que podría resul
tar beneficiosa. Deberá esforzarse mucho, pero creo que lo podría
aprender. ¿Le apetece intentarlo?
n a t a l i e : ¿Pero por qué habría que intentarlo si el problema no es culpa
Llegados a este punto, los motivos por los cuales Natalie muestra
una oposición tan furibunda son cada vez más evidentes. Escriba su hi
pótesis sobre los motivos por los que Natalie se muestra tan reticente a
implicarse de manera más efectiva en la terapia:
: Ah, por lo tanto cree que los problemas no son culpa suya. Se
d a v id
584
los ejercicios para comunicarnos mejor reconocería, implícitamen
te, que los problemas son culpa suya. Esta idea no le gusta demasia
do. Probablemente le moleste mucho. Sus padres la mandan aquí
para ser tratada, con lo que parece que es usted la enferma que car
ga con todas las culpas. ¿Voy por el buen camino? Soy consciente
de que me sentiría muy enfadado si eso me hubiera pasado a mí.
n a t a l i e : ¿Cómo puede ser culpa mía? Mi novio es un completo idiota.
585
Puede constituir un error adentrarse de forma prematura en un es
quema terapéutico preciso. Es preferible retroceder un paso y escuchar
las quejas de Natalie acerca de mi persona, su novio y sus padres. Su
conflicto principal parece ser «nadie me trata de forma correcta». Su res
puesta consiste en ponerse furiosa y hacerse la ofendida a la vez que
mostrarse desconfiada y reticente a cambiar.
El terapeuta debe avanzar y retroceder constantemente entre una es
cucha activa y empática y una planificación respetuosa pero irrenun-
ciable. Cabe predecir que la paciente se enfurecerá cada vez que le pre
gunte por el tipo de problema que presenta y qué piensa hacer para
combatirlo. La cuestión fundamental radica en desafiar su capacidad
de resistencia. Su postura ante el mundo es más o menos la siguiente:
«El no me quiere. Todo es culpa suya. Le castigaré hasta que me quie
ra más. Yo me quejaré airadamente y me alejaré de él hasta que admita
su error y me dé el amor y el respeto que merezco».
Es posible que Natalie no dé su brazo a torcer. Puede estar tan frus
trada que después de dos o tres sesiones abandone el tratamiento. Por
otro lado, si el terapeuta alterna afecto y respeto con una petición firme
y persistente de que defina el problema para poderlo abordar, las posi
bilidades de éxito aumentarán considerablemente.
Es posible que abandone la terapia prematuramente. Usted se senti
rá decepcionado, pero la finalización puede tener carácter terapéutico.
Usted ha puesto sus cartas sobre la mesa y ha afirmado: «He aquí unas
cuantas opciones para poder trabajar juntos, pero existen muchas otras.
¿Le seduce alguna de ellas? ¿Existe la posibilidad de que podamos tra
bajar juntos? Si deseara estar en terapia conmigo, estoy convencido de
que encontraríamos la manera de poder colaborar de forma exitosa.
¿Le gustaría?». Creo que este mensaje se debería transmitir de forma
amable, flexible y estimulante.
La salida prematura de la terapia se puede deber a diferentes razo
nes y las puede constatar con pacientes que no parecen comprom eti
dos con la terapia. Es posible que usted les caiga mal y les resulte di
fícil decirlo abiertamente. Las ideas y las técnicas que propone pueden
no ser de su agrado. A lo mejor hay algún tema incómodo de por m e
dio que temen sacar a relucir. Pueden mostrarse temerosos y descon
fiados. Quizá consideren que las sesiones de terapia son motivo de
preocupación o pasen por dificultades económicas y consideren que la
terapia es demasiado cara.
Cuando revise estas posibilidades, se puede preguntar si alguna de
ellas parece verosímil. En caso de que sea así, puede ofrecerle su ayu
586
da al paciente para encontrar una solución. Unas cuantas ideas adicio
nales también pueden ser de ayuda:
Ejercicio de planificación
587
Le sorprenderá descubrir que la mayoría de personas que interpre
tan el papel del terapeuta no se desenvuelven con excesiva brillantez.
Tendrán serias dificultades a la hora de definir una esquema de inter
vención correcto con un paciente que sólo ofrece una dificultad media.
Observará inmediatamente que algunos terapeutas se ponen tensos o a
la defensiva. Otros no escucharán bien y responderán a algo que el pa
ciente no ha dicho realmente. Algunos terapeutas se pondrán nerviosos
y hablarán en exceso.
Una vez se ha señalado el error, inténtelo de nuevo e invierta los pa
peles. A la hora de marcar la pauta del grupo, es importante recordar a
los participantes que la mayoría de nosotros tenemos pies de barro y
que todos fantaseamos que los demás terapeutas son mucho más talen
tosos y eficaces que nosotros. La finalidad de las prácticas en grupo
consiste en mejorar y en mostrar nuestras incompetencias sin tenernos
que avergonzar de ellas. Si existe una confianza mutua y podemos
compartir nuestras vulnerabilidades, la experiencia en grupo puede re
sultar fascinante.
Yo disfruto con las prácticas en grupo porque me hacen sentirme
más humano y más próximo a mis estudiantes y colegas. Y, por des
contado, el potencial f,ara un aprendizaje rápido es enorme. También
existe otra recompensa: cuando interpreta el rol de paciente, puede in
terpretar a uno de sus pacientes más difíciles, uno con el que se siente
enojado. ¡Puede actuar de forma tan quejumbrosa, poco colaborativa y
hostil como lo desee! Esto puede resultar catártico. Puede expulsar la
rabia y la frustración. Además, al ponerse en el lugar del paciente, ob
servará cómo le influyen los esfuerzos que realiza el terapeuta para
darle respuesta. Esto le permitirá tomar nota de las intervenciones tera
péuticas eficaces y de las ineficaces.
588
¿Ha encontrado útiles algunas ideas? Anótelas aquí:
1. ___________________________________________________________________________
2. __________________________________________________________________________
3. _
4.
5.
1. __________________________________________________________________________
2. _______________________________________________________________________ _
589
27
591
correlación positiva entre el compromiso del paciente con estas tareas
de autoayuda y la evolución positiva de la terapia. Una vez finalizada
la terapia, los pacientes que efectuaron regularmente al menos algunas
de las tareas de autoayuda mostraron, en promedio, una reducción del
80 % en los resultados del Cuestionario de depresión de Beck. Por el
contrario, aquellos que no efectuaron las tareas mostraron un promedio
de mejora de cero. Estos hallazgos sorprendentes indican que el com
promiso del paciente con sus «deberes» de autoayuda puede ser el fac
tor predictor más importante del éxito terapéutico.
El problema de la conformidad del paciente a realizar estas tareas
tiene, a su vez, gran interés porque recuerda a los terapeutas cognitivo-
conductuales el viejo tema no resuelto de la resistencia. ¿Por qué algu
nos pacientes acuden en busca de ayuda y sabotean después el proceso
terapéutico? ¿Cómo podemos motivar a estos pacientes para colaborar
más activamente con nosotros?
Lo primero que nos debemos preguntar cuando un paciente no rea
liza las tareas de autoayuda es si se ha explicado adecuadamente la fi
nalidad, la naturaleza y la importancia de dichas tareas. Muchas perso
nas consideran la psicoterapia como algo que transcurre en la consulta
del terapeuta. Usted permanece sentado o tumbado en el diván y com
parte sus sentimientos von un terapeuta que escucha y plantea pregun
tas. Se supone que mejora gracias a sus crecientes insights y al hecho
de expresar sus emociones durante las sesiones. La idea de que se le pi
da realizar tareas de autoayuda entre las sesiones puede parecer extra
ña a algunas personas.
En mi consulta, a todos los pacientes que acuden por primera vez se
les entrega una copia del memorándum «Concepto de la autoayuda»
una vez finalizada la evaluación de entrada (véase la página 607). Se
les pide que lean y rellenen este memorándum y lo entreguen a su tera
peuta en la primera sesión. Este memorándum hace hincapié en la im
portancia que tienen las tareas de autoayuda que se puedan utilizar en
el curso de la terapia. Indaga si el paciente está dispuesto, o no, a parti
cipar en este aspecto de la terapia («sí», «no», «debe ser debatido» son
las diferentes opciones de respuesta). También se les pregunta cuántos
minutos al día están dispuestos a dedicar a las tareas de autoayuda,
cuántos días a la semana las piensan llevar a cabo y el número de se
manas que piensan mantener esta actividad. Las respuestas a estas pre
guntas pueden poner al terapeuta inmediatamente sobre aviso de que la
colaboración puede constituir un problema. Muchos pacientes, por
ejemplo, se muestran evasivos y no rellenan este apartado del m em o
592
rándum. Amablemente les planteo este hecho para poder negociar el
asunto de las tareas de autoayuda antes de comenzar la terapia propia
mente dicha.
El memorándum concluye con una lista de motivos por los que no
desean cumplimentar estas tareas. Se les pregunta en qué medida se
cumple, en su caso, cada uno de los motivos, debiendo señalar «nada»,
«algo», «bastante» o «mucho». Un repaso a las respuestas puede clari
ficar al terapeuta y al paciente los motivos por los cuales las tareas pue
den constituir un problema. Desde que instauré la norma de que cada
paciente de mi consulta debía completar el memorándum y repasarlo
con su terapeuta al comienzo de la terapia, el compromiso de los pa
cientes con las tareas se ha incrementado sustancialmente.
La no realización de los «deberes» puede ser debida a no haber
aclarado con suficiente precisión qué esperaba que hiciera el paciente o
los motivos por los cuales creía conveniente su asignación. Hacia el fi
nal de la sesión, suelo efectuar una lista por escrito de todo lo que le he
pedido al paciente que haga. Repaso esta lista con él y descarto cual
quier malentendido. Al principio de la siguiente sesión, retomo la lista
y compruebo las tareas realizadas por el paciente para que se dé cuenta
de que me tomo en serio su trabajo y que me intereso por él. Intento re
saltar todo lo positivo y le felicito por su trabajo para que no se sienta
avergonzado ni tema una posible actitud crítica por mi parte.
Si los deberes de autoayuda fueron asignados de forma precisa y el
paciente no los cumplimentó, le puede preguntar por los motivos. A lo
mejor no ha identificado correctamente el problema que preocupa al
paciente. Quizá se sintió incómodo con los métodos que usted le reco
mendó. Durante una de sus primeras sesiones de terapia, una mujer me
dijo que deseaba tratar el tema de si era conveniente seguir regentando
su propio negocio de interiorismo o trabajar a jornada completa para
una empresa local que le había pedido reiteradamente que se uniese a
ellos. Le pedí que anotara las ventajas y las desventajas de cada opción
para poderlas discutir en la siguiente sesión.
Durante la siguiente sesión parecía avergonzada y no había cumpli
do la tarea. Dijo estar enfadada conmigo y que tenía dudas acerca del
hecho de estar en terapia. Comentó que el problema de su carrera pro
fesional no era tan importante y que sentía la necesidad de hablar sobre
su insatisfacción marital. Admitió haber tenido un lío con un vecino.
Dijo que, racionalmente, sabía que eso no la beneficiaba, pero que no
estaba dispuesta a dejar esa relación. Temía que fuera a juzgarla y que
le dijera que debía ser fiel a su marido.
593
Como puede ver, parte del problema radica en la necesidad de ne
gociar qué temas desea abordar en primer lugar. Parece plantearse, ade
más, un tema transferencial. Ella daba la impresión de estar preocupa
da por el hecho de que yo la pudiera menospreciar o le pudiera sugerir
lo que debía hacer y, a lo mejor, ella no confiaba en mí. Tuve que ex
plorar por qué estaba tan descontenta con su marido. ¿Qué problemas
conyugales se presentan? ¿Qué métodos terapéuticos emplearemos pa
ra tratar estos problemas? También deberé efectuar algo de escucha ac
tiva. ¿Me puede hablar sobre sus sentimientos negativos acerca de la
terapia? ¿Dije o hice algo que le pudo irritar? ¿Existen otras personas
en su vida que hayan intentado dirigirla y decirle cómo vivir su vida?
Algunos pacientes no tienen dudas acerca del problema en el que
desean ser ayudados, pero tienen sentimientos ambiguos sobre los mé
todos terapéuticos que usted les propone. En el capítulo 8 describí a
una enfermera gravemente deprimida que se sentía frustrada y furiosa
por cómo la había tratado el personal hospitalario, los médicos y los
pacientes. Cuando escuché su descripción de los diversos problemas
que se presentaron durante su estancia hospitalaria, me pareció que sus
quejas tenían fundamento. Sentía que su rabia era, a menudo, una res
puesta sana y adecuada a una situación realmente fastidiosa.
Le sugerí que podíamos trabajar con las técnicas de comunicación
para que pudiera aprender a expresar sus sentimientos de forma más
eficaz. Le expliqué que si se abría un poco más no tenía por qué mos
trase resentida por todos los sentimientos que permanecían encerrados
en su interior. Reaccionó de forma muy negativa. Dijo que no deseaba
enfadarse con las personas y que esperaba que yo le enseñara técnicas
cognitivas para controlar mejor sus emociones y no reaccionar de for
ma tan furiosa.
Yo me sentía incómodo con su demanda. Me preocupaba que ya de
por sí fuera una persona hipercontrolada y poco asertiva. Aunque las
técnicas cognitivas le podían ayudar a cambiar su forma de pensar y de
sentir durante los conflictos con las demás personas, esto no parecía la
solución definitiva, dado que sólo alimentaría su creencia de que no
debía enfadarse nunca con nadie. Sentía un temor intenso al conflicto y
estaba convencida de que cualquier expresión de sus sentimientos era
inadecuada y comportaría problemas.
Nos llevó siete sesiones alcanzar un compromiso acerca de este
punto. Aceptó comentarle a las personas algo acerca de cómo se sentía,
a modo de experimento. Afortunadamente, obtuvo respuestas positivas
por parte de sus compañeros de trabajo, lo que le levantó la moral e hi
594
zo que se mostrara más comprometida con la terapia y más animada a
participar en ella. Se dio cuenta de que abriéndose más a la gente, aun
dándole pavor, podía ser importante y positivo para ella.
Algunas veces, la negativa a efectuar las tareas de autoayuda puede
ser una forma de agresividad pasiva. El paciente nos está diciendo: «Us
ted no me gusta. Siento que nadie se hace cargo de mí. Por lo tanto, me
declararé en huelga. No colaboraré». La manera más rápida para clarifi
car esta situación consiste en pedirle que rellene el «Informe del pacien
te de la sesión de terapia» (véanse las páginas 552-553). Cuando los ín
dices que reflejan la confianza y el clima de afecto son bajos, constata
que está molesto con usted. Puede animar al paciente a hablar sobre es
tos sentimientos negativos con las técnicas comunicacionales descritas
en el capítulo 25. Una vez se han aireado estos sentimientos, el pacien
te estará más dispuesto a colaborar nuevamente con usted.
En ocasiones, los pacientes no realizan sus tareas porque se sienten
desesperanzados y convencidos de que no pueden mejorar. Esta actitud
funciona como una profecía autocumplida dado que, en cuanto tiran la
toalla, la terapia se atasca. Es importante que se detecten los sentimien
tos de desesperanza porque también pueden llevar a impulsos suicidas.
Si sus pacientes rellenan la Escala de depresión de Burns cada se
mana (o un cuestionario de autoevaluación equivalente, como el Cues
tionario de depresión de Beck), sólo tiene que mirar el punto número 2,
que evalúa los sentimientos de desesperanza, y el punto número 15, que
evalúa la ideación suicida. Si las respuestas reflejan que el paciente no
siente esperanza alguna de cambio o tiene ideas suicidas, entonces pue
de explorar estos sentimientos durante la sesión. (En la página 62 se
describen diferentes maneras de evaluar la gravedad de los impulsos
suicidas.)
Supongamos que un paciente afirma que no tiene sentido realizar
los ejercicios de autoayuda porque nada le puede ayudar. Usted ha
efectuado las preguntas pertinentes y ha llegado a la conclusión de que
no existe un riesgo suicida inminente. ¿Qué diría a continuación? Ano
te aquí sus ideas:
595
Podría decir: «Parece que usted siente que sus problemas son tan
graves que nada ni nadie le puede ayudar [empatia de pensamiento],
¿Es así [indagación]? También es posible que usted no se sienta a gusto
conmigo o con la terapia [indagación]. Quizá he dicho o he hecho algo
que le ha molestado. ¿Hay algo de cierto en todo esto [indagación]?».
Observe que estoy haciendo hincapié en las técnicas de la buena es
cucha. Los pacientes son a menudo muy poco asertivos. Temen decirle
cómo se sienten y lo comunican de forma indirecta: faltando a una se
sión, llegando tarde, no realizando los ejercicios de autoayuda o insis
tiendo en que son un caso perdido. Usted debe levantar la piedra para
ver qué se esconde debajo. Muchas veces encontrará grandes dosis de
resentimiento ocultas en medio de las sombras.
Supongamos ahora que el paciente se siente desesperanzado y desa
nimado pero está furioso con usted. ¿Qué podría decir o hacer a conti
nuación? Recuerde que el paciente no realiza sus tareas. Anote aquí sus
ideas:
596
jo de detalles, en qué aspecto de su vida desea recibir ayuda el pacien
te antes de poder decidir si le puede aportar dicha ayuda.
Es importante que ambos estén de acuerdo en que los métodos tera
péuticos son los correctos. A lo mejor el paciente le plantea alguna de
manda con la que usted no se siente cómodo. Si un hombre me pidiera
analizar su infancia para detectar los orígenes de su fobia a los ascen
sores, le diría que no soy un experto en psicoanálisis y que no daría la
talla. Le haría saber que me gustaría trabajar con él y que haría todo lo
posible para encontrar una forma de colaboración que satisficiera a am
bas partes, pero que no daría mi conformidad a un enfoque contrario a
mi orientación teórica y mi modo de proceder. Podría decirle que si
ambos subiéramos a un ascensor y permaneciéramos en él unos treinta
minutos, es posible que estuviera muy nervioso al principio, pero que
después comenzaría a sentirse mejor. La ansiedad podría desaparecer,
incluso, completamente. Le diría que esto me parecería mucho más
razonable que rastrear las posibles causas. Diría, además, que nadie co
noce realmente la causa de la fobia a los ascensores, pero que el pro
blema se puede subsanar casi siempre. En caso de mostrar su confor
midad con este método podríamos pasar a la acción.
Una tercera respuesta posible a un paciente desesperanzado sería
preguntarle por qué acude a terapia. ¿Qué espera de usted? Es total
mente ilógico acudir a un terapeuta y pagar unos buenos honorarios
por el tiem po que te dedica para proclam ar, a continuación, que no
te puede ayudar. ¿Qué sucede aquí? Le aconsejaría que se muestre
muy prudente si sigue esta vía de indagación y le exprese al paciente la
preocupación que siente por él porque, en caso contrario, esta forma
de proceder puede parecer algo frívolo o poco respetuoso. Yo, por mi
parte, diría que me siento comprometido con el paciente y que tengo
plena confianza en que podamos trabajar conjuntamente de forma exi
tosa, pero que estoy desconcertado y necesito saber por qué el paciente
está allí y qué desea.
A lo mejor el paciente no desea, en absoluto, estar en terapia pero se
siente presionado para ir. Podría explorar este hecho y ayudar al pa
ciente a decidir si desea, o no, seguir trabajando con usted.
A lo mejor descubre que el paciente no desea realmente hacer una
terapia con usted. A una médico residente en psiquiatría de la Univer
sidad de Pensilvania se le pidió que tratara a un hombre joven, hostil,
diagnosticado de trastorno esquizoide de la personalidad, derivado por
su dermatólogo. El paciente había acudido, al parecer, a varios derma
tólogos por un problema de piel y el médico que le derivó había cons
597
tatado importantes problemas emocionales. Yo supondría que el pa
ciente estaba furioso y que visitaba compulsivamente a los derm ató
logos por una fijación respecto de su piel en lugar de afrontar los pro
blemas reales de su vida. Estaba resentido, en absoluto dispuesto a
colaborar, y le dijo a la residente en psiquiatría que ella no le podría
ayudar. Ella se sentía furiosa y frustrada con él, y no supo qué hacer. Si
usted fuera el terapeuta, ¿qué le diría a continuación al paciente?
598
tura ambigua acerca de una hipotética mejora. Desean, vagamente, en
contrarse mejor, pero están aterrorizados por lo que esto pueda signifi
car. Una paciente nueva dejó de realizar repentinamente sus deberes
después de las dos primeras sesiones. Me dijo: «Doctor Burns, cuando
me dijo que los pacientes que realizaban las tareas tienen un promedio
de mejora del 80 % en comparación con el 0 % de los que no la reali
zan, me entró miedo y me eché atrás. No encontré fuerzas para seguir
realizando las tareas. Me entró miedo de que la terapia pudiera funcio
nar y que las cosas comenzaran a cambiar». Si usted fuera el terapeuta,
¿qué diría a continuación? Anote aquí sus ideas:
599
Exploraría sus miedos. ¿Qué piensa ella que podría suceder si se
acercara demasiado a su marido? Le preguntaría si se le ocurre algún
problema que podríamos abordar conjuntamente y que constituyera
una amenaza menor para ella.
Algunos pacientes se resisten a realizar las tareas de autoayuda a
causa de una profunda necesidad de dependencia y sentimientos de
merecer un trato mejor por parte de los demás. Esto es válido, espe
cialmente, para los pacientes diagnosticados de «trastorno límite de la
personalidad». Tienen una necesidad imperiosa de ser queridos y aten
didos y están furiosos por creerse merecedores de un trato más favora
ble por parte del mundo. Pueden negarse a realizar las tareas de autoa
yuda porque no creen que puedan aprender a ser felices y a funcionar
de un modo más independiente. Sienten que no deben asumir respon
sabilidad alguna por sus sentimientos negativos y por sus relaciones in
satisfactorias. La soledad y el rechazo caracterizan sus vidas personales
y muchas veces dependen excesivamente de los demás, económica o
emocionalmente.
Estos pacientes pueden mostrase sumamente ambivalentes respecto
de su persona. Al principio es posible que le idealicen, para enfadarse
luego con usted cuando no logra satisfacer todas sus necesidades de
amor y afecto. Dado que tienen dificultades para expresar estos senti
mientos de forma abierta y directa, los expresan a través de su conducta.
Pueden saltarse alguna sesión, dejar de realizar sus deberes, amenazar
con quitarse la vida, cortarse o quemarse las muñecas, las piernas o el ab
domen, o llevar a cabo otras actividades impulsivas y autodestructivas.
La finalidad coercitiva, cargada de rabia, que se esconde detrás de
estas conductas suele ser muy evidente. Un hombre joven, llamado
Sam, describía lo amenazador y autodestructivo que se volvía siempre
que se sentía frustrado por algo. Me contó que una vez, mientras apun
taba con un rifle a su cabeza, llamó a su anterior terapeuta para formu
larle peticiones manifiestamente desproporcionadas. Le dijo al tera
peuta que apretaría el gatillo si no se satisfacían sus exigencias.
Sam me llamó una vez, justo cuando estaba dispuesto a coger un ta
xi para acudir a un programa de la televisión local. Estaba nervioso
porque estaba a punto de llegar tarde. Sam sabía que iba a salir en tele
visión porque así se anunciaba en la guía de programas. Sam dijo:
«Doctor Burns, quisiera darle las gracias por toda la ayuda que me ha
dado. Ha estado formidable y valoro realmente sus esfuerzos. Sólo le
llamo para decirle adiós. He llegado, finalmente, a la conclusión de que
no hay nada que hacer y he decidido suicidarme mientras usted sale en
600
el programa. Sé que usted pide que se anulen las visitas con veinticua
tro horas de antelación, así que le quiero decir que no me espere para la
sesión de mañana. Por cierto, estoy fuera de la ciudad, en una cabina
telefónica, con una manguera conectada al tubo de escape de mi coche
que entra por la ventanilla de delante, así que no puede hacer nada pa
ra impedir que lo haga. Será inútil llamar a la policía, así que no se pre
ocupe por mí. Adiós y que tenga un magnífico programa».
Estaba furioso y le dije a Sam que esperaba que mantuviera su cita
y que quería que acudiera a una sesión de urgencia en aquel mismo
momento, pero ya no estaba al otro lado de la línea: había colgado el
teléfono. De camino al programa de televisión me sentí profundamen
te culpable y angustiado. Pensé para mis adentros: «Debes ser un far
sante tremendo. ¿Cómo puedes hablar sobre Sentirse bien mientras tus
pacientes caen muertos como moscas?». Esta reacción demuestra lo
impredecibles que pueden ser estos pacientes cuando están furiosos.
¡Descubren nuestros puntos más débiles y clavan el puñal allí donde
más duele! Mi ansiedad se convirtió, sin embargo, en rabia a medida
que fui reflexionando sobre la situación. Me dije: «No permitiré que
Sam me haga esto. Voy a hacer un programa fantástico muy a pesar su
yo». Durante el programa, le conté al público que estamos todos ex
puestos a situaciones de estrés cuando menos nos lo esperamos y des
cribí lo que me acababa de pasar. Este testimonio facilitó que el
público asistente se pudiera sincerar acerca de los problemas que te
nían que afrontar en sus propias vidas. El programa transcurrió de for
ma especialmente brillante.
De vuelta a mi consulta, volvió a sonar el teléfono. Era Sam. Me fe
licitó y me dijo que había visto todo el programa. Me comentó que ha
bía sido mi mejor programa hasta la fecha y me confirmó su asistencia
inmediata a una sesión de urgencia.
Los pacientes como Sam consiguen a menudo que los terapeutas se
sientan culpables e inseguros. Es posible que cometa el error de esfor
zarse demasiado para satisfacerles. Ellos le dicen, entonces, que la te
rapia no les puede ayudar, que usted no se preocupa por ellos y que no
tiene sentido realizar las tareas de autoayuda. Insisten en que usted no les
comprende y usted se esfuerza cada vez más y propone nuevas estrate
gias. Se quejan de que ya lo intentaron previamente e insisten en que
«sencillamente, no funcionará». Es una lucha sin fin y usted se siente
cada vez más frustrado. Independientemente de sus ganas de avanzar
en la terapia, ellos se limitan a no colaborar y a no corresponder a su
esfuerzo.
601
Es im portante no caer en esta lucha por el poder. Supongam os
que una m ujer que no ha realizado sus «deberes» le dice: «De todas
manera, estas estúpidas tareas no me servirán de nada. No creo que us
ted me pueda ayudar. No se preocupa realmente por mí». ¿Cómo res
pondería usted?
602
Observe que, en lugar de venderle su trabajo y su esfuerzo, le está
preguntando si desea colaborar con usted. La cuestión radica en que la
erapia es una relación negociada que debe resultar satisfactoria para
imbas partes. Si afirma no estar dispuesta a cumplir su parte y si no se
mplica mínimamente en el proceso terapéutico, entonces ha llegado el
nom ento de preguntarse si tiene sentido seguir en terapia con usted.
No es para nada aconsejable perseguir a las personas que se hacen
de rogar y que marcan distancias respecto de usted. Esto sólo conduce
a un sufrimiento y a una frustración interminables. No obstante, si con
cuerda con el paciente respecto a que, a lo mejor, no tiene sentido con
tinuar con la terapia, entonces usted invierte los términos. Le devuelve
la pelota a su terreno de juego. Deje que sea ella la que intente persua
dirle de que deberían trabajar juntos.
Imaginémonos, ahora, que la paciente afirma que sencillamente «no
puede» realizar las tareas de autoayuda y que le genera mucha angustia
tener que escribir sus pensamientos negativos. Le dice que no puede
realizar ninguna de esas tareas en su casa. Si usted fuera el terapeuta,
¿qué le contestaría? Anote aquí sus ideas:
603
Le preguntaría si no «puede» realizar las tareas o si no desea hacer
lo. Le explicaría que yo la ayudaría ante cualquier dificultad con la que
se pudiera encontrar, para garantizar la comprensión de todos y cada
uno de los aspectos de la tarea. Añadiría, además, que me preocupaba
que esto no fuera realmente el tema principal y que quizá estábamos
fallando el objetivo. A lo mejor no se sentía realmente comprometida a
realizar los ejercicios y le resultaba difícil decírmelo por miedo a que
me enfadase con ella.
Supongamos que reconoce no querer realizar en casa las tareas de
autoayuda. Afirma que no cree que sirvan para nada, «que no se acor
dará» de realizarlas o alega cualquier otra excusa. ¿Qué diría a conti
nuación?
604
usted que yo soy la persona con la que usted desea trabajar? ¿Está de
acuerdo con este tipo de terapia en vista de lo difícil que le resulta
ayudarse a sí misma?».
Ahora le toca a ella convencerle de que sí desea trabajar con usted.
También es posible que no desee trabajar con usted y, dado el caso, la
podría derivar a un colega suyo con un estilo o una orientación dife
rente. Pero si decide permanecer en terapia con usted, ha dejado bien
claro que ambos tendrán que negociar este tema para que satisfaga las
aspiraciones de ambos.
Algunos pacientes se niegan a realizar las tareas de autoayuda por
que no les gusta que le digan lo que tienen que hacer. Tendrá que recu
rrir a la psicología paradoxal para darle la vuelta a este problema. Un
hombre de 32 años de edad, llamado Jerold, me fue remitido tras diez
años de psicoterapia infructuosa por depresión crónica. Se sentía re
sentido hacia el mundo. Durante la primera sesión, Jerold me dijo que
le costaba que las mujeres se fijaran en él. Se quejaba amargamente de
su soledad y de su infelicidad. Insistía en su convicción de ser un tipo
insensible y un perdedor nato al que ninguna mujer podía querer. Su
anterior psiquiatra había sugerido que leyera mi primer libro, Sentirse
bien. Jerold comentó que los «trucos» que aparecían en el libro segura
mente no funcionarían con él. Afirmó que no deseaba hacer los «debe
res» entre sesiones y que yo era probablemente tan «farsante y estafa
dor» como lo habían sido aquellos dos «loqueros» que le sacaron el
dinero y no hicieron nada por él.
¡Me sentí un poco violento después de la sesión! No quería ni
pensar en volverlo a ver porque la terapia tenía todos los núm eros
para ser una ardua batalla. Me im aginaba intentando tirar de él m ien
tras él perm anecía sentado, rehusando colaborar m ientras se quejaba
de que mis esfuerzos no servían de nada. La escena que anticipaba
era la siguiente: Jerold m antenía levantado un aro y yo saltaba a tra
vés de él. Jerold decía: «¡Esto no está bien!», y levantaba el aro un
poco más. ¡Nuevamente saltaba a través de él! Entonces decía: «¡Es
to tam poco ha estado bien!». Finalm ente, rendido de tanto esfuerzo,
me preguntaba a mí mismo: «¿Por qué demonios estoy saltando por
este aro?».
Me di cuenta de que el estilo resentido y terco de Jerold le protegía
de algo que temía profundamente. Si se negaba a colaborar, no tenía la
oportunidad de hacerse ilusiones y arriesgarse a sufrir. Si yo le recha
zaba o la terapia resultaba un fracaso, no se sentiría defraudado, puesto
que siempre podría decir: «Yo ya lo sabía».
605
Después de reflexionar sobre este problema, le llamé a su casa a pri
mera hora de la mañana de su segunda sesión. Le dije que había pensa
do en lo que me había dicho y que creía que tenía razón. Le dije que
parecía que realmente no quería trabajar conmigo y que, si lo deseaba,
podía anular la visita de ese día sin tenerla que pagar. Le comenté que
estaba dispuesto a trabajar con él, pero que debía saber que yo era un
terapeuta sumamente exigente y que para mí era fundamental que to
dos mis pacientes se dejaran la piel realizando las tareas de autoayuda
entre sesiones. Le dije que parecía que eso no le apetecía nada y que
posiblemente no le convenía un terapeuta tan exigente y enérgico. Le
expliqué que le pediría realizar todo tipo de cosas que realmente no de
seaba llevar a cabo, como pedirle a alguna mujer que saliera con él o
llevar un diario de sus pensamientos negativos. Le dije que le podía de
rivar a varios terapeutas estupendos que estarían encantados de escu
charle sin plantearle exigencia alguna. Le dije que yo también era un ti
po insensible y que creía que merecía un terapeuta más competente y
más paciente.
¡Jerold me rogó que siguiese trabajando con él! ¡Me dijo que sería
uno de mis pacientes más trabajadores si le daba la oportunidad!
Éste fue el comienzo de lo que resultó ser, finalmente, una experien
cia terapéutica difícil pero reconfortante. Jerold trabajó incondicional y
fervorosamente en todas las tareas que le asigné entre sesiones. Su de
presión cedió considerablemente al cabo de tres sesiones y comenzó a
abordar el problema más arduo: sus dificultades para establecer relacio
nes afectivas estrechas. Siguió fielmente la terapia e hizo grandes pro
gresos en su carrera profesional y en sus relaciones personales.
Cuando salió a la venta mi segundo libro, Intímate Connections,
tuve que salir de viaje durante dos semanas para promocionarlo. Cuan
do los terapeutas salen de viaje, algunos pacientes se sienten dolidos,
rechazados y furiosos y es posible que expresen estos sentimientos a
través de su conducta. Dejar la consulta por una gira promocional
puede parecer sumamente egoísta y poco respetuoso, y puede dar la
im presión de que estás intentando prom ocionarte a ti mismo igno
rando las necesidades y los sentim ientos de tus pacientes. Cuando
me despedí de Jerold, sim plem ente me dio la mano y dijo: «Le echa
ré de menos». Asomaron lágrimas en sus ojos y me deseó éxito. Su
vulnerabilidad me llegó al alma. ¡No está mal para dos tipos tan in
sensibles!
606
EL CONCEPTO DE AUTOAYUDA*
607
Cuestionarios y métodos de autoayuda
608
6. Biblioterapia: en el mercado se encuentran muchos libros y folletos
de autoayuda útiles que pueden acelerar su proceso de recupera
ción. Algunos de ellos abarcan temas como la autoestima, la sexua
lidad, la asertividad u otros aspectos importantes del crecimiento
personal. Su terapeuta le puede sugerir, quizá, algunos títulos espe
cialmente relevantes para el tipo de problema que presenta.
7. La Escala de depresión de Burns: éste es un cuestionario de quin
ce preguntas tipo test que cumple la función de un «termómetro
emocional» para medir el grado de depresión que está padeciendo.
Se puede completar y puntuar en dos o tres minutos. Mientras acu
de a terapia por depresión, puede rellenar la escala una vez a la se
mana para monitorizar su progreso.
8. El Cuestionario de ansiedad de Burns: éste es un cuestionario de
treinta y tres preguntas tipo test que mide los síntomas de ansiedad
y de angustia. Al igual que la Escala de depresión de Bums, se pue
de completar y puntuar en pocos minutos. Si se pasa una vez por se
mana, le puede ayudar a monitorizar su progreso en la terapia.
9. Técnicas para aprender a comunicarse mejor: durante las sesio
nes de terapia, su terapeuta le puede enseñar determinadas habili
dades verbales escenificando con usted situaciones comprometidas
y mostrándole las respuestas más adecuadas. Entre las situaciones
especialmente difíciles destacan las de tratar a personas enfadadas o
excesivamente críticas, personas que se quejan por todo y aquellas
que se muestran excesivamente exigentes con usted. A lo mejor ne
cesita ayuda para aprender a decir que «no» con buen estilo, pedir
una cita a otra persona, enfocar una entrevista de trabajo, escuchar
mejor, flirtear, abordar una situación de rechazo o comunicarse con
personas que no quieren hablar con usted. En cuanto haya alcanzado
ciertas habilidades verbales en la consulta, su terapeuta puede plani
ficar determinadas experiencias prácticas en la vida real.
10. Formulario para tomar decisiones: este formulario le permite so
pesar las ventajas y las desventajas de diversas opciones de una for
ma sistematizada cuando tiene que afrontar una situación difícil.
11. Escala de empatia: este formulario le perm ite informar a su tera
peuta, en términos positivos o negativos, de lo que usted piensa de
cada sesión de terapia. Lo puede rellenar después de cada sesión y
entregarlo a su terapeuta al comienzo de la siguiente. El terapeuta
tendrá conocim iento, así, de cualquier reacción negativa por su
parte que no irá a más ni bloqueará su tratamiento. La resolución
de estos conflictos puede mejorar la relación que mantiene con su
609
terapeuta, aparte de otorgarle una información muy útil sobre cuál
es la mejor manera de ayudarle.
12. Grabar las sesiones: muchos pacientes consideran de gran utilidad
grabar sus sesiones para poder escuchar las cintas en casa en el in
tervalo entre éstas. A lo largo de una sesión provechosa puede des
cubrir aspectos interesantes de su persona y aprender a resolver los
problemas que le han estado amargando la vida. Durante las sesio
nes todas esas ideas nuevas parecen del todo claras, pero al cabo de
una o dos horas es posible que le cueste recordar lo que parecía tan
importante y útil entonces. Al escuchar la cinta, tiene la oportunidad
de retomar esas ideas. Muchos pacientes escuchan varias veces las
cintas de las sesiones más significativas. Relatan que las cintas pue
den ser más útiles, incluso, que las propias sesiones. Cuando escu
cha una cinta, puede descubrir que tendía a ignorar o pasar por alto
lo que decía el terapeuta, por muy convencido que estuviese de ha
berle escuchado atentamente durante toda la sesión. En ocasiones
puede resultar incómodo escucharse a uno mismo porque puede darse
cuenta de determinados malos hábitos de los que no era consciente
hasta entonces. Escucharse a uno mismo requiere cierta valentía, pe
ro puede constituir una importante experiencia de crecimiento. Tam
bién es posible que constate determinados errores por parte del tera
peuta. No se olvide de comentárselos en la siguiente sesión.
Los siguientes son algunos de los motivos por los cuales le puede
resultar dificultoso realizar las tareas de autoayuda entre sesiones. A l
gunas de estas razones se solapan entre sí y seguramente se identifica
rá con más de una de ellas. Estas mismas actitudes comprometen su
productividad y su éxito en otros ámbitos de su vida. Una vez haya
identificado el problema que le impide poner manos a la obra, puede
colaborar con su terapeuta en buscar una estrategia que le permita su
perar esa dificultad.
Después de cada una de las descripciones, señale ( / ) la casilla que
indique con mayor precisión cómo se siente.
610
concibe sentir satisfacción como consecuencia de haber aprendido
a manejar sus problemas por sí mismo. Las técnicas de autoayuda
puede parecer muy frías y mecánicas. Quizá le moleste tenerse que
ayudar a sí mismo porque cree firmemente que la mejor manera de
superar su depresión consiste en compartir sus sentimientos con un
terapeuta o con un amigo que se preocupa por usted y le apoya.
Este problema o esta actitud me caracteriza:
611
que se sienta criticado y menos dispuesto todavía a realizar el
ejercicio.
El miedo a la reprobación me caracteriza:
612
La desesperanza me caracteriza:
613
sa su autoestima en la cantidad de elogios o críticas que recibe.
Cuando es criticado, se siente incompetente, rencoroso, culpable o
ansioso. Esto resulta tan desagradable que prefiere pasar desaper
cibido y no hacer nada. Cuanto menos haga, menos críticas recibi
rá. Intenta que las expectativas que los demás albergan respecto de
usted sean las mínimas posibles para que no se hagan ilusiones y
no se sientan, después, decepcionados.
El miedo a decepcionar a las demás personas me caracteriza:
614
Me considero una persona indecisa o «perezosa»:
615
16. Vergüenza: m anifiesta diversos problemas y sentimientos dolo
rosos que le resulta difícil com partir con su terapeuta, como son
el alcoholism o, una im prudencia de índole sexual o una reac
ción de rabia a algo que dijo el terapeuta. La terapia puede no
ser eficaz hasta que no com parta esta inform ación con su tera
peuta.
Existen determinados problemas que me avergüenza compartir
con mi terapeuta:
616
19. Superhombre/supermujer: piensa que cualquier petición de ayuda
significa que usted es una persona «débil» o «inferior». Si su terapeu
ta intenta ayudarle, siente la necesidad imperiosa de oponerse y plan
tea algo completamente diferente de su propia cosecha. Esto es tan
ilógico como tomar clases de tenis y no hacer caso de las indicaciones
del profesor. Si insiste en golpear la pelota a su manera, su estilo será
todo lo original que quiera, ¡pero no ganará muchos partidos!
Esta actitud me caracteriza:
617
suicidas porque sentía que, en caso de hacerlo, se resignaría y que
daría atrapada en un matrimonio frustrante.
A veces siento que no quiero prescindir del todo de mis senti
mientos negativos:
23. El modelo médico: si usted acude a un médico por una tos o porque
tiene fiebre, supone que le diagnosticará el problema y le prescribirá
una medicación que le cure. Lo único que tiene que hacer es mante
ner un reposo absoluto en cama y esperar que se cure por sí mismo.
De forma similar, muchas personas piensan que un desequilibrio
bioquímico es el causante de sus problemas anímicos y que sólo un
fármaco les puede curar. Por este motivo, la idea de afrontar el pro
blema o realizar tareas de autoayuda no les atrae en absoluto.
Estoy convencido de que sólo la medicación logrará que me en
cuentre mejor:
618
✓
619
— de los sentimientos de vulnerabilidad, Alcohol, 9, 45-46
435, 446 — ansiedad y, 249
— de los sentimientos negativos 432, 446 — antihistamimcos y, 5 19
— en las conversaciones aburridas 481 — buspirona y, 516
— en psicoterapia, 561 Alturas, miedo a las, 9, 77
— para los seres queridos en apuros Alucinaciones, 508
478-479 Amargarse la existencia, acción cons
Afirmaciones del tipo «tengo que», 30, 120 tructiva versus, 87-88
Afumaciones del tipo «tu», 435, 445- Amigos suicidas, preguntas que plantear,
446, 457 62-64
Afirmaciones hipotéticas del tipo «debe Amitnptilina (Tryptizol) 520, 526
ría», 30-31, 120 Amobarbital (Amytal), 510
— depresión y, 44, 192 Amor
— en las fobias sociales, 326 — deseo versus necesidad, 51
— en los conflictos conyugales, 185-187 — éxito vetsus vulnerabilidades y, 151-
— en los pensamientos automáticos, 152
112-113 Amoxapina (Asendin), 521
— enfocar la vida de acuerdo con el «si Amplificación, 30, 120, 123
fuera», 30-31 — aceptar los sentimientos negativos y,
— estres y, 43 277
— frustración y, 176-177, 179-180 — ansiedad, miedo y, 38, 39-40
— método semántico para, 133-135, 143, — en la ansiedad al hablar en publico,
168 176-177 350-351
— miedo a las entrevistas y, <57 — en las fobias sociales, 321
— rabia y, 37 — en las situaciones sociales, 165
— rebelión contra, 133-134, 207 — en los rechazos amorosos, 321-322
— tardanza y 35-36 — estrés y, 39, 43
— tendencia a postergar las obligaciones — miedo al fracaso y, 202-203
y, 207-209 — miedos y, 268
— tentación y, 46 — respuesta racional a la, 268, 321-322
Agitación, sentimientos de, 81 Amytal (amobarbital), 510
Agorafobia, 10 Análisis de coste-beneficio, 137-141,
— afrontar la 264-265 144
— analisis de coste-beneficio de la, 271 - — aceptar los sentimientos negativos y,
272 281 286
— como categoría diagnostica 78-79 — de las actitudes contraproducentes,
— farmacos para la, 520 14 8 -1 5 2
— fobias sociales como, 307 — de las fobias sociales, 327
— incidencia del geneio en, 79 — de los miedos, 271-273
Agresividad — de los problemas comumcacionales,
— tranquilizantes y, 515 502
Vea se también Agresividad pasiva — en la adicción al consumo, 172-174
Agresividad pasiva, 209 — en situaciones sociales, 166
— como barrera comunicacional, 484 — motivación para cambiar y, 173-174
— como motivo para no hacer los debe — para la ansiedad ante determinadas
res, 595 conductas o actuaciones, 388-392,
— en la comunicación, 401, 408 392-393, 395
620
— para la tendencia a postergar las obh — fármacos para la, veanse Buspirona,
gaciones, 214-219 Tranquilizantes
— tabla para, 139, 141 — feocromocitoma, 249
Análisis de la creatinina sérica, 540 — hablar en público, vease Ansiedad al
Anfetammas, ansiedad y, 248 hablar en público
Angustia, crisis de angustia, 12,49, 253-293 — hipertiroidismo y, 248-249
— BAI y, 56, 58 — hipoglucemia y, 249
— ciclo de, 256 — ideas de peligro y, 25, 26
— como categoría diagnóstica, 77-78 — miedo sano versus, 242
— distraerse ante la, 275-276 — pensamientos y, 240-242
— ejercicios para combatir la vergüenza, — prolapso de la válvula mitral y, 249-
262-263, 285 250
— esquizofrenia versus, 78 — rabia reprimida y, 243-246
— tármacos y, 248-249 — reencuadre de, 352-353, 354
— ideas de peligro y, 25, 26 — salud y, 242
— imaginarse cosas positivas en la, 273- — y su relación con la depresión, 59-60
275 Véase también Temores, Angustia, Cri
— incidencia de, 9-10 sis de angustia
— patrones de pensamientos negativos y, Ansiedad al hablar en público, 10, 25, 76,
254 333-334
— plantar cara a sus miedos y, 263-268 — acontecimientos desagradables en la,
— síntomas de la, 77, 253 341
— técnica experimental para la, 126-128, — amplificación en la, 350-351
258-261 — contactar con el público y, 346-348
— técnicas paradójicas para la, 261-262, — diario de estados anímicos en la, 340-
285 345, 353
— temor acerca de la, 242 — escribir un guión para la, 348-349
Vease también Ansiedad — etiquetar en la, 350-351
Ansiedad, 12,49-50,239-251 — patrones de pensamientos negativos
— acerca de los niños, 76 en la, 334-346
— actuación, vease Ansiedad ante cual — pensamiento del tipo todo o nada en
quier conducta o actuación la, 335, 338-339
— aplazar nuestras obligaciones y, 197 — predicción en la, 335, 337, 338, 339
— categorías diagnósticas y, 73-81 — presagio en la, 337, 338, 339
— como ayuda, 75-76 — quedarse en blanco y, 345-346
— como desequilibrio bioquímico, 239, — respuestas racionales en la, 335-336,
245-246, 246-251 337, 338
— como se entiende desde la terapia — sobregeneralización en la, 337-338,
cogmtiva, véase Miedo 338-339
— como vivir un sueño, 282 Ansiedad ante determinada conducta o
— ejercicios de autoconcienciación para actuación, 377-396
la, 37-39 — anahsis de coste-beneficio en la, 388-
— entrar en contacto con, 282-286 392, 392-393, 395
— especifica, 59-60 — causas de la, 387-388
— estimulantes y, 248 — de los deportistas, 383-384
— exámenes, vease Ansiedad ante los — definir sus obietivos en la, 392-393,
exámenes 395
621
— descansos para angustiarse en la, 385- Ataque de nervios, 178, 179
387 Ataques al corazón, ansiedad y, 242, 254-
— diario de estados anímicos en la, 387- 257
392, 395 Atenolol (Blokium), 518
— pensamientos automáticos en la, 387- Aturdimiento, 77
388 Autocondena, culpa y, 145-161
— plantar cara a los miedos en la, 263- Autoengaño
267 — como barrera comunicacional, 489-
— respuestas racionales en la, 387-388 491
— técnica compartimental y la, 383-385, — como barrera para escuchar, 486, 489-
395 491
— técnica de la fantasía temida en la, Autoestima, 24
393-395 — baja, 12, 93-94
Ansiedad ante los exámenes, 9-10, 126 — entrevistas de trabajo y, 373
— análisis de coste-beneficio para la, — episodios maniacos y, 82-84
388, 391-392, 395 — éxito y, 151-152, 377, 379
— ansiedad ante los exámenes y, 382- — éxito y, análisis de coste-beneficio de
383 la relación entre, 148-149
— definir sus obietivos en, 392-393, — incondicional, 152
395 — manejar problemas relacionados con
— diario de estados anímicos para la, la, 168-174
387-391, 395 — perfeccionismo y, 205
— pensamientos automáticos en la, 387- — poder de la, 138
388 Autoestima, baja, 12, 93-94
— plantar cara a sus miedos en la, 379- — barrera comunicacional, 485
383, 395 — regañar por, 320
— poner a prueba sus creencias y, 382- — relaciones y, 125
383, 395 Autoinculpación, véase Personalización
— respuestas racionales para la, 387- Autorrevelación, 309-314
388 Avener, Marshall, 383
— técnica de la compartimentación y, — uno de tantos, miedo a ser, 351
383-385, 395 Ayuda, en la comunicación, 401, 405-408
— técnica de la fantasía temida para la,
393-395 Baja autoestima, véase Autoestima, baja
— técnica de la flecha hacia abajo para Barbitúncos, 509, 510
la, 145, 147, 149 — peligro de los, 510, 512
Anti boicot, 460-463 Bates, Tony, 560
Antidepresivos, 510, 520-528 Beber, 9, 45-46, 115
— ansiedad y, 248-249 Beck, Aaron, 225, 307
— efectos secundarios de los, 521 Bender, Retta Jo, 312
— intervalo de acción en los, 508-509 Benzodiacepmas, 511-512
Antihistamínicos, 519 Beta-bloqueantes, 518-519
Aprender a comunicarse, 609 Biblioterapia, 609
Asendm (amoxapina), 521 Blackburn. Ivy, 115
Asociación Americana de Psiquiatría, 73, Bloqueo del escritor, 377
157,307 Boicoteadores, 459-463
Aspecto, relaciones y, 123-125 British Journal o f Psychiatry, 115
622
Bulimia, 520 Chicago Tribune, 130
Bupropion (Wellbutnn), 521 Clase trabajadora, éxitos de la terapia
Bums Anxiety Inventory (BAI), 53-58, cognitiva con la, 115
65-68, 5 9 1 ,5 9 5 ,6 0 9 Claustrofobia, 77
— categorías diagnósticas versus, 73-74 Clonacepam (Rivotnl), 515-516
— fiabilidad del, 60 Cognición, definición de, 12, 25, 112-
— puntuación del, 56-58 113
Bums, David Enk, 10, 13-14 Cognitive Therapy and Research, 115,
— la rabia paterna y, 86-87 383, 591-592
Burns Depression Checklist (BDC), 53, Comer en exceso, 45-46
57-59, 6 9 -7 1 ,5 9 1 ,5 9 5 ,6 0 9 Compazine, 519-520
— categorías diagnósticas versus, 13-14 Comprobar la evidencia, 123-125, 143,
— fiabilidad del, 60 168
— puntuación del, 59-60 — en las situaciones sociales, 165
Buspirona (Narol), 516-517 — para la depresión, 190-191, 192
— efectos secundarios de la, 517 — respuestas racionales y, 181 -182
Butisol (butabarbital), 510 Compulsiones, 79-80
Comunicación, 397-504
Cabeza de turco, en la comunicación, — acerca de demandas poco razonables,
401 474-475
Cambiar el foco de la atención, 463-464 — actitud defensiva en la, 401
— en psicoterapia, 561 — afirmaciones del tipo «me siento» en
Cambio, 14, 49 la, 4 2 6 ,4 4 4 , 450-451,457
— cuatro etapas del, 97-120 — agresividad pasiva en la, 401, 408
— depresión y, 45 — autoengaño como barrera de la, 489-
— deseos de, 110, 111 491
— en el estilo comunicacional, 449-457 — ayuda en la, 401, 406-407
— frustración y, 90-91 — cabeza de turco en la, 401
— miedo subconsciente al, 51-52 — cambiar el foco de la atención en la,
— motivación para el, análisis de coste- 463-467
beneficio y, 173-174 — con personas críticas, sentenciosas,
— postergar nuestras obligaciones y, 469-474
214-215 — con personas difíciles, 459-482
— preguntas para determinar la necesi — con personas hostiles, 463-467
dad de, 87-94 — con personas obstinadas y discutido-
— resistencia al, 179, 547-557 ras, 467-469
Café, ansiedad y, 248 — con personas que boicotean, 459-463
Camus, Albert, 302 — con personas que se quejan siempre
Carbamacepina (Tegretol), 542-543 de todo, 475-477
Categorías diagnósticas, 73-84 — con personas queridas en problemas,
— de la ansiedad, 74-81 477-480
— de la depresión y de la manía, 81-84 — culpa en la, 401
— de las fobias, 76-77 — culpa y desconfianza como barrera de
— tabla que comprende el resumen diag la, 491-494
nóstico del, 75 — desesperanza en la, 439-443
Celos, test para tomar conciencia uno — desviación, 401
mismo de los, 48-49 — ejercicios para la, 439-443
623
— empatia en la, 422-426, 444-445, 457, — sentimientos y, 121
459-463 «Crisis de identidad», 104
— escribir guiones en la, 450-454 Críticas, 413, 470
— escuchar en, véase Escuchar — aprender de las, 124
— estrés laboral y, 182-184 — ley persuasiva de los opuestos para
— expresión de uno mismo en la, véase las, 431-432, 433-434
Expresión de uno mismo Cuatro pasos hacia la felicidad, 115, 116
— fobia a los conflictos como barrera de Cubo de Rubik, 275
la, 494-498 Cuestionario de depresión de Beck, 592,
— humillaciones en la, 401 595
— indagación en la, 426-432 Culpa, 12, 25, 26, 49-50
— mala, características de la, 401 — abordar problemas con sensación de,
— manipulación versus, 426 174-184
— martirio en la, 401, 498-500 — respuesta racional ante la frustración y
— motivos de incapacidad en la, 483- la, 177
504 — tests para tomar conciencia uno mis
— negación en la, 400-402, 409-410 mo de la, 48-49
— nivel de exigencia en la, 401 Cytomel (L-triyodotiromna), 527
— personalización en la, 401
— relaciones y, 399-504 Dalmane, 248
— réplica en la, 401 «Debería» legales, los, 207-208
— resistir la tentación de resolver proble Dedos, hormigueo en los, 77
mas en la, 502 Definir los términos, 132-133, 143
— resolver problemas en la, 501-504 — en situaciones sociales, 166
— sarcasmo en la, 401, 403 Deportistas, ansiedad previa a la compe
— técnica del desarme, 413-422, 444, tición de los, 383
457 Deprax (trazodona), 521, 525-526
— verdad en la, 401, 405, 406-407, 409- Depresión, 49
410, 450-451 — aceptación de uno mismo y, 45
«Concepto de autoayuda», 592-593, 607 — actitudes contraproducentes en la,
Conducción, miedo a perder el control 189-195
durante la, 284, 286-287 — afirmaciones hipotéticas en la, 44, 192
Consecuencias, en «A-B-C» de la emo — análisis de coste-beneficio y, 137-138,
ción, 121 138-140
Contacto, entrar en, 282-286 — cambio y, 45
Contaminación, idea obsesiva acerca de — categorías diagnósticas y, 81 -84
la, 79-80 — cómo manejar los problemas inheren
Contar, como obsesión, 80 tes a la, 189-195
Conversaciones aburridas, 480-482 — como un hecho real, 85-87
Corazón, latido fuerte del, 77 — definida, 59
Corgard (nadolol), 518 — diario de estados anímicos en la, 192-
Crédito que merecen 195
— el «A-B-C» de la emoción, 121 — en los seres queridos, 61
— evaluación del, 152-155, 160-161, — en niños, 62
382, 384-385 — episodios maníacos de la, 82-83
— los pensamientos automáticos, 108- — investigar las pruebas de la técnica
109, 110, 116, 121 experimental para la, 126-128
624
—método del doble estándar para la, Desesperanza, sentimiento de, 27, 62,
191, 192 93-94
— no tener en cuenta lo positivo en la, — como barrera comumcacional, 484
190-191 — como motivo para no hacer los debe
— patrones de pensamiento negativos en res, 612-613
la, 189-192 — en la comunicación, 401, 484
— pensamiento del tipo todo o nada en — en los pacientes, 595-598
la, 44, 190-191 Despejar, 367, 368-369, 372
— pensamientos de pérdida y, 25, 26 Desprecios, a nivel comumcacional, 401
— pensamientos pesimistas durante la, 11 Desvío, en la comunicación, 401
— personalización en la, 192 Diario de estados anímicos, 97-98, 99-
— postergación y, 197 103, 105, 106-107, 110, 115, 138-
— punto de vista del psicoanálisis sobre 140, 591,608
la, 243 — finalidad del, 114
— razonamiento emocional en la, 44, — guía para resolver problemas para el,
190-191, 192 105,110
— relación que se establece entre ansie — irritabilidad y, 170-172
dad y, 59-60 — miedo a la muerte y, 297-305
— tests para constatar uno mismo la, 43- — miedos y, 268-271, 285
45, 48-49 — para el estrés laboral, 176-184
— tratamiento farmacológico de la, 64 — para la ansiedad de hablar en público,
— tristeza sana versus, 61, 88 340-345, 353
— unipolar versus bipolar, 82 — para la ansiedad que precede a las
Depresión química, 64, 189-190 conductas o actuaciones, 387-392,
Depresión unipolar, 82 395
Derrame cerebral, ansiedad y, 242 — para la depresión, 192-195
Desánimo, 27 — para las fobias sociales, 324-326, 330-
Desaprobación, miedo a la, 277 332
— como barrera comumcacional, 484 — sentimientos negativos realistas, salu
— como motivo para no realizar los de dables y, 110-112
beres, 611-612 — ser específico en el, 98, 104
Desarme, 346, 347-348, 350 — texto del, 117-120
— comunicación y, 346, 347-348, 350, — uso diario del, 115
413-422,444, 457 Diarrea, 77
— de las personas que se quejan siempre, Discutir, 416-417
475-477 Distorsiones, véase Patrones de pensa
— en el caso de personas críticas y sen miento negativos
tenciosas, 469-472 Distracción mental, 275
— en psicoterapia, 559-560 Distracción, 275-276
— para personas tozudas y discutidoras, Divorcio, véase Rechazo afectivo
467-469 Downers, 510
Descansos para angustiarse, 385-387 Doxepina (Sinequan), 526
Desconfianza Duda, obsesiva, 79-80
— como barrera comumcacional, 491 -
494 Edinburgo, Universidad de, 115
— como barrera para escuchar, 487 Egoísmo, como barrera para escuchar
Deseos suicidas, 62-63 mejor, 486
625
Ejercicios de autoevaluación, 32-49 — mostrar su cara más favorable, 365-
Ejercicios para combatir la vergüenza, 366, 372
262-263, 285 — no ponerse a la defensiva ante sus
— para las fobias sociales, 316-319 errores, 366-367
Ellis, Albert, 31, 121,262 — tener un trato personal y ser amable,
Embarazo, fármacos y, 515 361-363, 372
Emotofobia, 188 Entrevistas, convertir fracasos en éxitos,
aceptar los sentimientos negativos y, 277 372-376
Empatia: — aceptar rechazos en las, 372-373
— al escuchar, 422-426, 444-445, 457 — autoestima y, 373
cambio en psicoterapia y, 548-555, — considerar el rechazo una oportunidad
559-568 en las, 374
— comunicación y, 422-426, 444-445, — no culpar a los demás por un rechazo
457, 459-463 y, 373-374
para personas críticas y sentenciosas, — regla de Bums y, 374-376
469-470 Entrevistas de trabajo, véanse Entrevis
— para personas hostiles, 464-466 tas; Entrevistas, miedo a las; En
— para personas que boicotean, 460-461 trevistas, cinco principios básicos
para personas tercas y discutidoras, de las; Entrevistas, convertir fraca
467-469 sos en éxitos
Véanse también Empatia de sentimien Entrevistas escolares, véanse Entrevistas,
to; Empatia de pensamiento cinco principios básicos de las; En
Empatia de pensamiento, 422 trevistas, convertir errores en éxi
— en psicoterapia, 560 tos en las
Empatia de sentimiento, 422-423, 457 Entrevistas, miedo a las, 355-376
— en psicoterapia, 560 — escribir un guión para las, 369-372
Enfermedad de Raynaud, 519 Enuresis, 520
Enfermedad maniaco-depresiva, véase Epictetus, 419
Trastorno bipolar Epilepsia, fármacos para la, 510, 515-516
Enfurruñarse, 178-179 Episodio depresivo mayor, 81 -82
Enganchado al amor, 610-611 — incidencia del género en el, 81-82
Entrevistas: Errores, reconocimiento de los, 130-131
— afirmaciones hipotéticas y, 357 Erupciones cutáneas, antidepresivos y,
— descartar los hechos positivos en las, 525
357 Escala de empatia, 550, 552, 609-610
— errores en los negocios y, 370-371 Escalofríos, 77
— filtro mental y, 357-358 Escribir, plantearse objetivos realistas al
— pensamientos automáticos en las, respecto, 222-223
358-360 Escribir un guión:
— precipitarse en las conclusiones y, 357 — de cara a la comunicación, 450-454
— predicciones y, 357-358 — en la ansiedad de hablar en público,
Entrevistas, cinco principios básicos de 348-349
las, 361-369, 372 — para entrevistas, 369-372
— apostillar o «despejar» las preguntas, Escuchar, 400
367-369, 372 — a personas hostiles, 463-467
— hacer que ellos se vendan a usted, — actitud defensiva como barrera para,
363-364 486
626
— autoengaño como barrera para, 486, — rabia y, 37
489-491 — respuesta racional a las, 269
— ayuda versus, 479-480 Exigencias poco razonables, 474-475
— boicoteadores y, 459-463 Exito:
— desconfianza como barrera para, 486 — modelo de cómo alcanzar el éxito,
— egoísmo como barrera para, 486 200
— empatia al, 422-426, 444-445, 457 — importancia de los factores culturales
— exigencia como barrera para, 486 en el, 377
— indagación al, 426-432, 445, 457 — amor y, 151-152
— la verdad como barrera para, 485 — y autoestima, análisis de coste-benefi
— necesidad de adoptar el papel de vícti cio de la relación entre, 148-149
ma como barrera para, 485 — autoestima y, 151-152, 377, 379
— necesidad imperiosa de ayudar como — estrés y, 200
barrera para, 487 Expectativas:
— sensación de culpa como barrera para, — acerca de uno mismo, 92-93
485 — acerca del mundo, 90-92
— sensibilidad a la coerción como barre — no satisfechas, 25, 26
ra para, 486 Exposición, 265-266, 285
— técnica del desarme al, 346, 347-348, Expresión personal, 400
350,413-422,444, 457 — afirmaciones del tipo «me siento» en
Esquizofrenia, 40, 90 la, 426, 432, 434-437, 444, 445-
— trastorno de angustia versus, 78 446, 457
Estado de cuentas, controlar el, 126-127 — agresividad pasiva como barrera de la,
Estados anímicos: 484
— aspectos individuales versus interper — autoestima baja como barrera de la, 485
sonales, 109 — barreras de la, 484
— diagnóstico de los, 73-74 — desesperanza como barrera de la, 484
— medición de los, 53-84 — espontaneidad como barrera de la,
Véase también Depresión; Sentimien 485
tos; Manía; Episodios maníacos — fobia a los conflictos como barrera de
Estados hiperpiréticos, 538 la, 484
Estrés, 12, 145 — halago en, 346-347, 350, 438-439,
— ejercicios para tomar conciencia uno 447,457
mismo del, 39-43 — miedo a la crítica como barrera de la,
— logros y, 200 484
— pensamientos tipo todo o nada y, 39, — papel de mártir como barrera de la, 485
40, 43, 145 — perfeccionismo emocional como ba
— tratar problemas de, 174-184 rrera de la, 484
Estimulantes, ansiedad y, 242 — presagios como barrera de la, 485
Estúpido, 34, 120, 132
Ética del trabajo calvinista, 150 Falta de asertividad, postergar las obliga
Etiquetas, poner, 31, 120, 122, 123 ciones y, 209-210
— ansiedad, miedo y, 38, 39 Falta de deseo, postergación de las obli
— en la ansiedad de hablar en público, gaciones y, 210-211
350-351 Fármacos, 507-543
— en las situaciones sociales, 164-165 — capacidad de crear dependencia de
— miedos y, 269 los, 509,510
627
— pacientes que mas necesitan, 508 — trastorno de ansiedad generalizada
— para la ansiedad, véanse Buspirona, versus, 265-266
Tranquilizantes Fobias simples, 77
— para la epilepsia, 510, 515-516 Fobias sociales, 73-74, 76, 307-332
— tiempo que tardan en hacer efecto, — actitudes contraproducentes en la,
508-509, 307-308, 310
Véase también Fármacos en concreto — afirmaciones hipotéticas en las, 326
Fatalismo, 613 — agorafobia versus, 307
Feeling Good The New Mood Therapy — amplificación en la, 321
(Burns), 11, 12, 90, 135, 178, 190, — análisis de coste-beneficio para las,
211 327
— encontrar un editor para, 203-204 — autorrevelación para las, 307-308, 310
Felicidad, cuatro pasos hacia la, 115, 116 — de determinadas personas, 309-313
Fenómeno del avestruz, 484 — descartar lo positivo en las, 325-326
Feocromocitoma, ansiedad y, 250 — desconfianza en la, 328-329
Filósofos existenciahstas, 302 — diario de estados anímicos para, las,
Filtro mental, 29, 120, 123 324-326, 330-332
— estrés y, 40 — ejercicio para combatir la vergüenza
— miedo a las entrevistas y, 357 en las, 316-319
Fluoxetina (Prozac), 525, 528-530 — incidencia del genero en las, 76
Fobia a las autovías, 284-287 — método del doble estandar para las,
Fobia a los conflictos, 179-180 326
— aceptar los sentimientos negativos en — método semántico para las, 321-322
la, 277 — predicción en las, 325-326
— como barrera comunicacional, 484, — razonamiento emocional en las, 326
494-498 — técnica de la fantasía temida para las,
— en psicoterapia, 555 314-316
Fobias, 9, 49 — técnica del ¿qué pasaría si9 en las,
— a las multitudes, 80, 273 323-324, 327
— a los conflictos, véase Fobia a los con — técnica experimental para las, 319-
flictos 321
— agorafobia, vease Agorafobia Food and Drug Admmistration, 518
— análisis de coste-beneficio de las, 76- Formulario para evitar aplazar nuestras
77 obligaciones, 608
— autovía, 284-287 Formulario para la toma de decisiones,
— categorías diagnósticas de las, 76-77 609
claustrofobia, 77 Formularios de autoayuda, vease Tam
emoto, 188, 277 bién formularios específicos
hacer frente a, véase Plantar cara a sus Fracaso, miedo al, 201-203
miedos — ansiedad ante cualquier conducta o
imaginarse cosas positivas en las, actuación y, 377
273-275 — perfeccionismo y, 205
lafefobia, 77 — técnica de la fantasía temida para el,
miedo a las alturas, 9, 77 202-203
miedos racionales versus, 265-266 Fracasos
simples, 77 — en entrevistas, como éxitos, 372-376
sociales, véase Fobias sociales — en psicoterapia, 567
628
— tratarse uno bien a si mismo después — en el trastorno de ansiedad generaliza
de, 350-351 da, 75
Freud, Sigmund, 243 — en el trastorno distímico, 82
Frustración, 12 — en la hipocondría, 80-81
— abordar problemas con, 168-195 — en las fobias simples, 77
— afirmaciones hipotéticas y, 176-177, Incidencia del género
179-180 — de las fobias simples, 77
— comunicación efectiva y, 181-182 — de las fobias sociales, 76
— expectativas no satisfechas y, 25, 26 — en el trastorno de ansiedad generaliza
— expectativas y, 90-92 da, 75-76
— modelo de cómo alcanzar el éxito y, — en el trastorno distímico, 82
200 — en la agorafobia, 79
— problemas que se escapan a nuestro — en la hipocondría, 80-81
control y, 89-90 — en los episodios depresivos mayores,
— tests para tomar conciencia uno mis 81-82
mo de la, 48-49 — en los trastornos bipolares, 82-84
Indagación, 426,-432, 445, 457
Ganadores, 151-152 — con personas hostiles, 464-465
Gastar dinero, adicción de, 171-174 — con personas tercas y discutidoras,
Grabar las sesiones de psicoterapia, 610 467-469
Guarnaschelli, María, 203 — en personas críticas y sentenciosas,
Guía para resolver problemas, 105, 110 470
— en psicoterapia, 560-561
Halago, 346-347, 350 Inferioridad, sentimientos de, 12, 25, 26,
— en conversaciones aburridas, 482 49-50,81, 114
— en comunicación, 438-439, 447 — técnica experimental para los, 164-
— en psicoterapia, 561 166
Haldol, 519 Informe del paciente sobre la sesión de
Hipertiroisdismo, ansiedad y, 248-249 terapia, 553
Hipocondría, 246-248, 254-257 Inhibidores de la monoamino oxidasa
— como categoría diagnóstica, 80-81 (IMAO’s), 530-538
— incidencia de la edad en la, 80 — alimentos e, 532-533
— incidencia del género en la, 80 — interacciones farmacológicas de los,
Hipoglucemia, ansiedad y, 249 535-536
Hipomanía, 82-83 — problemas tratados con, 531-532
Hoja de predicción del grado de satisfac Injusticia, sentimientos de, 25, 26
ción, 154-155, 156, 608 Inmersión, 265, 285
— en la obsesión por gastar dinero, 173- Inquietud, 81
174 Insomnio, fármacos para combatir el,
510,512-513,520
Idalprem, 512 Intímate Connections (Burns), 606
Ideas delirantes, 508 Inutilidad, sentimiento de, 81
Imaginar cosas positivas, 273-275 Irritabilidad, 12
Imipramina (Toframl), 521, 525 — afrontar problemas con, 168-195
Impotencia, antidepresivos e, 526 — en los episodios maníacos, 82-83
«In Praise of Depression» (Ivés), 85 — patológica y destructiva, 86-87
Incidencia de la edad Ivés, David, 85
629
Lafefobia, 77 Miedos
Lavado de las manos, 79-80 — a la crítica, 277, 484, 611-612
Ley persuasiva de los opuestos, 431-432, — a la muerte, véase Muerte, miedo a
433-434, 453, 470 — a las entrevistas, 355-376
«Lista de distorsiones cognitivas», 108,— a padecer una crisis nerviosa, 289-290
122, 123, 608 — a perder los nervios en el trabajo, 287-
Litio, 83, 509-510, 518, 527, 538-542 285
— efectos colaterales y, 541-542 — a perder los nervios mientras se con
— pruebas médicas para el, 540-541 duce, 287
Locos, 132-133, 143, 269 — a ser incapaz de respirar, 288-289
Loxitane, 519 — a ser uno de tantos, 351
L-tnptófano, 529 — amplificación y, 268
L-tnyodotiromna (Cytomel), 527 — análisis de coste-beneficio del, 271 -
Ludiomil (maprotilma), 521 273
— diario de estados anímicos y, 268-271,
Mahoney, Michael J , 383 285
Malestar abdominal, 77 — distraer la atención de, 275-276
Manía, episodios maníacos, 82-83 — efectuar registros del, 266
— categorías diagnósticas de la, 81-84 — ejercicio de autoconcienciación para
— grado de, 82-83 el, 37-39
— síntomas de la, 82-83 — método de la pareja para combatir el,
Manipulación, comunicación versus, 426 267-268, 285
Manos, temblor de, 317-318 — miedo al, 78
Manuel (psicólogo), 157-159 — paradoja de la aceptación y, 276-281
Maprotilina (Ludiomil), 521 — plantar cara al, 263-268, 379-383, 395
Mareo, 77 — poner etiquetas y, 269
Marihuana, ansiedad y, 248 — predicciones y, 268-269
Marplan, 537 — psicoterapia para el, 266-267
Martirio — racional, fobias versus, 265-266
— como barrera comunicacional, 485, — saludable, ansiedad versus, 242
498-500 Véase también Fobias
— en la comunicación, 401 Minimalización, 120
Mebaral (mefobarbital), 510 Moban, 519
Medicación, véase Fármacos Modelo sobre cómo alcanzar el éxito,
Mefobarbital (Mebaral), 510 postergación de las obligaciones y,
Mellaril, 519 197-200
Meprobamato (Miltown), 510 Monigotes, 106-107, 110-114
Método de hacerse el mártir, 178-179 Motivación
Método de la encuesta, 131-132, 143 — «musterbation», 30-31
— en situaciones sociales, 167 — afirmaciones del tipo «debe ser», 30,
Método de la pareja, 267-268, 285 120
Método del doble estándar, 125-126, 143 — en psicoterapia, 556-557
— en la depresión, 191, 192 — para cambiar, análisis de coste-benefi-
— en las fobias sociales, 326 cioy, 173-174
— en las situaciones sociales, 166 — productividad y, 197-198
Método semántico, 133-135, 143, 168, 177 — reconocer sus méritos y, 230-231
— para las fobias sociales, 321-322 Muerte de los seres queridos, 88
630
Muerte, miedo a la, 295-305 Ordenar el escritorio
— como huida, 300-301 — análisis de coste-beneficio acerca de,
— conceptualización en tres fases de la, 216-218,231,235-235
297-305 — aplazar la tarea de, 207-209
— diario de estados anímicos para el mie
do a la, 297-305 Padres, depresión infantil y, 62
— filósofos existencialistas, su punto de Parnate, 537
vista de la, 302 Pastillas para dormir, ansiedad y, 248
— pensamiento del tipo todo o nada en Patrones de pensamiento negativo, 25
la, 296 — afirmaciones hipotéticas, 30-31, 35-
— vida breve y, 301-302 36, 43-44, 46, 112-113, 120, 133-
Multitudes, miedo de las, 80, 273 135, 143, 168, 176-177, 179-180,
185-187, 192, 207-209, 326, 357
Narcisistas, 51 — amplificación, 30, 38, 39-40, 43, 120,
Nardil, 537 123, 165, 202-203, 268, 277, 321-
Navane, 519 322, 350-351
Necesidad de ayudar siempre, 477 — angustia y, 254
— como barrera para escuchar mejor, 487 — dar crédito a, 108-109, 110
Negación en la comunicación, 400-402, — descartar lo positivo, 29, 38, 39, 43,
409-410 120, 123, 186-187, 190-191, 192,
Nembutal (pentobarbital), 510 325-326, 356-359
Neurosis, 73 — diagrama de los, 169
— depresiva, 92 — en conflictos conyugales, 185-188
Neurosis depresiva, 82 — en la ansiedad al hablar en público,
New York Times, 85 334-346
Niños — en la depresión, 189-192
— ansiedad acerca de los, 76 — en la postergación de las obligaciones,
— deprimidos, 62 224-230
Nivel de exigencia — en las fobias sociales, 325-326
— al comunicarse con los demás, 401 — en las situaciones sociales, 163-165
— como barrera para escuchar mejor, 486 — evidencia de los, 123-125
No tener en cuenta lo positivo, 29,120,123 — filtro mental, 29, 40, 120, 123, 357
— ansiedad, miedo y, 38, 39 — identificación de los, 110-112, 122-
— en la depresión, 190-191, 192 123, 142, 143
— en las fobias sociales, 325-326 — minimalización, 120
— en los conflictos de pareja, 186-187 — personalización y culpa, véanse Cul
— estrés y, 43 pa, Personalización
— miedo a las entrevistas y, 356-359 — poner etiquetas, 31, 37, 38, 39, 120,
Nomifensina, 521 122, 123, 164-165, 269, 350-351
Nudo en la garganta, 77 — precipitarse en las conclusiones, 29-
30, 34, 38, 39, 120, 129, 164-165,
Objetivos 356-358
— en la ansiedad que precede determina — respuestas racionales en sustitución
das conductas, 392-393 de, 108-109, 116
— en psicoterapia, 555-556 — sobregeneralización, 29, 33-34, 36'
Obsesiones, definidas, 79 37, 44, 120, 122, 123, 164-165,
Optimismo, 85 337-338, 338-339
631
— técnica del monigote para los, 106- — identificación correcta de, 110
107, 110-114 — identificar distorsiones en los, 108,
— tipo todo o nada, 29, 31, 33-34, 37, 116, 123
38, 39, 40, 43, 45, 120, 122, 123, — miedos y, 268-269
128-131, 136, 143, 145, 165, 168- — personalización y, 108
169, 186-188, 191, 269, 296-297, — predicciones en los, 108
335, 338-339, 350 — respuestas racionales como contra
— transcribirlas, 13,97,105, 122,333-334 punto a los, 114-115
Peligro, pensamientos acerca del, 25, 26 — respuestas racionales para reemplazar
Pensamiento tipo todo o nada, 29, 37, los, 108-110, 111-112, 116
120, 123, 136 — sentimientos confusos con los, 112
— ansiedad de hablar en público y, 335, — «técnica de la flecha hacia abajo» y, 171
338-339 Pensar de forma matizada, 128-131, 143,
— depresión y, 45, 191 168
— en los conflictos de pareja, 186-188 — en situaciones sociales, 167
— estrés y, 39, 40, 43, 145 Pensilvania, Universidad de, facultad de
— etiquetaje, 31, 37, 38, 39, 120, 122, derecho, 361
123, 165, 269, 350 Pentobarbital (Nembutal), 510
— miedo a la muerte y, 295-296 People, 244
— pensar de forma matizada versus, Peor, esperar lo, véase Amplificación
128-131, 143, 168-169 Pérdida de apetito, 81
— rabia y, 36-37 Pérdida, sentimientos de, 25, 26
— respuesta racional a, 296-297 Perfeccionismo, 145
— retraso y, 33-34 — autoestima y, 205
Pensamientos — búsqueda de los excepcional versus,
— ansiedad y, 240-242 203-205
— automático, véase Pensamientos auto — como motivo para no hacer los debe
máticos acerca de peligros res, 611
— distorsionados y poco realistas, véase — evaluar las actitudes autodestructivas
Patrones de pensamiento negativo y, 152-154
— sentimientos y, 23-28 — miedo al fracaso y, 205
Pensamientos automáticos, 106-109, 136 — postergación de las obligaciones y,
— acontecimientos desagradables confu 203-204
sos y, 111-113 — tipos de, véanse Perfeccionismo en lo
— actitudes contraproducentes en los, referente al aspecto, Perfeccionis
147-148 mo emocional, Perfeccionismo en
— afirmaciones hipotéticas en los, 112-113 las conductas, Perfeccionismo re-
— análisis de coste-beneficio de los, lacional, Perfeccionismo sexual
138-140 Perfeccionismo de la propia identidad, 146
— crédito que merecen los, 108-109, Perfeccionismo emocional, 146, 188-189
110, 116 — aceptar los sentimientos negativos y, 276
— en el miedo a las entrevistas, 358-361 — como barrera comumcacional, 484
— en la ansiedad ante cualquier conduc Perfeccionismo en las conductas, 146
ta o actuación, 387-388 Perfeccionismo en lo que respecta la apa
— estrés laboral y, 177-178 riencia, 146
—evaluación délos, 106-107, 109-110, Perfeccionismo moralista, 146
116, 122 — el «debería» moral, 207-208
632
Perfeccionismo relacional, 146 — positiva, tentación y, 45-46
Perfeccionismo sexual, 146 — respuesta racional a la, 229, 268, 337
Personalización, 31-32, 108, 120, 123, Presagio, 29, 136
179-180 — ansiedad, miedo y, 38, 39
— en la comunicación, 401 — como barrera comunicacional, 485
— en la depresión, 192 — depresión y, 44-45
— en los pensamientos automáticos, 108 — en la ansiedad al hablar en público,
— miedo al fracaso en la, 203 337, 338, 339
— racionalización como culpa de, 114 — en los conflictos de pareja, 186-187
— reatnbución por, 135-137, 144 — estrés y, 40-41, 43
Personas difíciles, tratar con, 459-482 — frustración y, 180-181
Personas que padecen «adicción a las — rabia y, 37
compras», 171-174 — respuesta racional ante el, 181-182
Personas que se quejan siempre de todo, — tardanza y, 33
475-477 Presbyterian Medical Center, Denver,
Persons, Jacquehne, 115, 547, 550, 591 CO , 431
Physician’s Desk Reference, 512-513, 515 Presentaciones, postergar las obligacio
Planificación, en psicoterapia, 569-589 nes y, 197-198
— ejercicios de planificación, 587-589 Problemas conyugales, 9, 184-195
— problemas específicos de la, 569-575 Problemas de relación personales, 10, 12
Plantar cara a sus miedos, 263-267 — comunicación y, 400-405
— en la ansiedad ante las conductas o ac — perfeccionismo emocional en los,
tuaciones, 379-383, 395 187-188
Polifarmacia, 528 Programas de actividad, 608
Poner a prueba sus creencias, 152-155, Prolapso de la válvula mitral, ansiedad y,
160-161 249-250
Precipitarse en las conclusiones, 29-30, Prolixin, 519
120, 129 Propanolol (Sumial), 518
— ansiedad, miedo y, 38, 39 Prozac (fluoxetina), 525, 528-530
— en situaciones sociales, 164-165 Psicoanálisis, 148
— miedo a las entrevistas y, 356-358 — ansiedad desde la óptica del, 239, 243-
— predicción, véase Predicción 246
— presagio, véase Presagio «Psicología del deportista de élite» (Ma-
— tardanza y, 34 honey y Marshall), 383
Predicción, 30 Psicoterapia
— ansiedad, miedo y, 38, 39 — afirmaciones del tipo «me siento»,
— depresión y, 44 561
— en la ansiedad de hablar en público, — animar a amigos con problemas para
335, 337, 338, 339 que se sometan a la, 61-62
— en la fobias sociales, 325-326 — cambiar el foco de la atención en, 561
— en la postergación de obligaciones, — cuando acudir a la, 61, 84
228-229 — desesperanza en, 595-598
— en los pensamientos automáticos, 108 — empatia de pensamiento en, 560
— estrés y, 40-41, 43 — empatia de sentimiento en, 560
— frustración y, 180-181 — empatia en, 548-555, 559-568
— miedo a las entrevistas y, 357-358 — fármacos y, 507, 508
— miedos y, 268-269 — fobia a los conflictos en, 555
— fracasos en la, 567 — comprobar la evidencia para el, 168
— grabar las sesiones en, 591-618 — depresión y, 44, 190-191, 192
— halago en, 561 — en la postergación de las obligaciones,
— indagaciones en, 595-598 226
— llamadas telefónicas durante la, 564- — en las fobias sociales, 326
565 — en las situaciones sociales, 164-165
— motivación en, 556-557 — respuesta racional al, 226-228
— objetivos en, 555-556 — sustitución del, 90
— oponerse a la, 179-180 — técnica experimental para el, 168
— pacientes dependientes en, 600-601 Retribución, 135-137, 144
— pacientes difíciles en, 559-560 — respuestas racionales y, 181-182
— para los miedos, 266-267 Rechazos amorosos, 26, 27, 29
— para los trastornos bipolares, 84 — amplificación en los, 321-322
— planificación en la, 569-589 — comprobar la creencia de que uno no
— rabia en la, 554-555 puede ser querido después, 154-155
— resistencia al cambio en, 547-557 — racionalizaciones de los, 114
— tareas de autoayuda en, 591 -618 — técnica de la fantasía temida en los,
— técnica del desarme en, 559-560 159-160
— técnica en, 555-556 Reconocer sus méritos, postergación de
— transferencia en, 594 sus obligaciones y, 230-231
Véanse también Terapia cognitiva; Reencuadre, 353, 354
Psicoanálisis «Regla de Burns», 374
Relaciones afectivas estrechas:
Que «debería» hacer, lo: — comunicación y, 425, 426
— definido, 207-209 — miedo a las, 122-123
— etimología de, 133-134 — venganza versus, 493-494
Quide, 519 Relaciones, comunicación y, 399-504
Réplica, en la comunicación, 401
Rabia, 49-50 Represión, ansiedad y, 243-246
— aceptación de la, 92-93 Respiración acelerada, 77
— ante las personas que le critican, 470- Respuestas racionales, 108-109, 111, 123,
471 192
— ejercicios para tomar conciencia de la, — afirmaciones hipotéticas y, 176-177,
32-37 180-181
— en psicoterapia, 554-555 — ante el pensamiento tipo todo o nada,
— miedo a expresar la, 494, 499-500 296-297
— patológica y destructiva, 86-87 — ante el razonamiento emocional, 226-
— reprimida, 178-180, 243-246 228
— saludable versus inadecuado, 88-89 — ante la amplificación, 268, 321-322
— sentimientos de injusticia y, 25, 26 — ante las etiquetas, 269
Rachman, Stanley, 267 — ante las predicciones, 229, 268, 337
Racionalizaciones, 110, 114-115 — ante los presagios, 181 -182
— de la personalización como culpa de, — en la ansiedad ante determinadas con
114 ductas, 387-388
Razonamiento emocional, 30, 120, 123 — en la ansiedad de hablar en público,
— como motivo para no hacer los debe 335-336, 337, 338
res, 615-616 — en los conflictos conyugales, 186-188
634
— necesidad de, 328 — análisis de coste-beneficio para los,
— pensamientos automáticos contrarres 138-140
tados por, 114-115 — análisis de coste-beneficio para poder
— racionalizaciones versus, 110, 114-115 aceptar los, 281-286
Retirada, de tranquilizantes, 512 — duración de los, 87
Revisar el cuestionario acerca de su esti — técnica de la fantasía temida para po
lo comunicacional , 450-451, 452, der aceptar los, 277-280
453, 455-457 — saludables y adecuados, 27-28
Rivotril (clonacepam), 515-516 — fobia a los, 187-188
Rompecabezas, para distraerse de los — evaluación de los, 105, 116, 122
miedos, 275 Serax, 512
Rosenbaum, Jerome, F., 516 Serentil, 519
Serotonina, 528-529
Sarcasmo, en la comunicación, 401, 403 «60 minutos», 349
Sartre, Jean-Paul, 302 Sida, miedo al, 283-284
Satisfacción, perfección versus, 154 Sinequan (doxepina), 526
«Sceolde», 134 Sistema de valores personal, 145-161
Seconal (secobarbital), 510 — técnica de la flecha hacia abajo para
Sedantes, ansiedad y, 248 el, 145-148, 160-161
Sensación de ser coaccionado: Sistema de valores personales, véase Sis
— como motivo para no realizar los de tema de valores, personal
beres, 613 Situaciones sociales:
— como una barrera para escuchar me — fobia de, véase Fobias sociales
jor, 486 — hacer frente a los patrones de pensa
— postergación y, 210 miento negativos en las, 166-167
Sentimiento de culpa, 31-32, 120 — nerviosismo en las, 10
— como barrera comunicacional, 491 - — patrones de pensamientos negativos
494 en las, 163-165
— como barrera para escuchar mejor, — sentimientos de inferioridad y de inse
485 guridad en las, 163-168
— en la comunicación, 401 Sobregeneralización, 29, 37,120,122,123
— frustración y, 185-186 — depresión y, 44
— personalización racionalizada en for — en la ansiedad al hablar en público,
ma de culpa, 114 337-338, 338-339
— rabia y, 36-37 — en las situaciones sociales, 164-165
— respecto de uno mismo, véase Perso — rabia y, 36-37
nalización — tardanza y, 33-34
Sentimientos: Sobrellevar el modelo de la persona exi
— acontecimientos externos y, 23, 24 tosa, 200
— expresión de los, véase también Ex Sofocos, 77
presión personal Soledad, 26
— negativos, véase Sentimientos negativos — tests para tomar conciencia uno mis
— pensamientos y, 23-32, 121 mo de la, 48-49
Sentimientos negativos: Sonreír a las personas, 320-321, 322
— aceptación de los, 59-60, 87-88, 93 Soñodor, 519
— confundir los pensamientos automáti Sparine, 519
cos con los, 112 Stanford University Medical Center, 247
635
Stelazine, 519 Task-Onented Cogmtions (TOC’s), 225
Sudoración, 77 Técnica de la compartimentación, 383-
Sueño, problemas de, 81 385, 395
Sumía) (propanolol), 518 Técnica de la fantasía temida, 155-161
Suposiciones silenciosas, véase Actitu Técnica de la flecha hacia abajo, 145-
des contraproducentes 148, 160-161
— en las situaciones sociales, 167
Taractan, 519 — en los conflictos de pareja, 187-189
Tardanza, 33-36 — para los estados de irritabilidad, 171
— agresividad pasiva y, 209 Técnica de las tres columnas, 116, 117-
— el «debería» de las leyes del universo, 120
207-208 Técnica experimental, 126-128, 143
— pensamiento tipo todo o nada y, 33 — como ejercicio compartido, 156-159
—- sobregeneralización y, 33-34 — en situaciones sociales, 167-168
Tareas de autoayuda, 591-618 — para aceptar los sentimientos negati
— rehusar llevar a cabo las, 591-594 vos, 277-280
Tareas de autoayuda, motivos para no lle — para el miedo al fracaso, 201-203
varlas a cabo — para la ansiedad que precede a determi
— autorrotulación, 614-615 nada conducta o actuación, 393-395
— baja tolerancia a la frustración, 616 — para las adicciones al consumo 173
— comenzar la casa por el tejado, 612 174
— creerse con derecho a, 615 — para las crisis de angustia, 258-261
— desesperanza, 613 — para las fobias sociales, 314-316
— desorientación, 617 — para las fobias sociales, 319-321
— expectativas internas versus externas, — para los sentimientos de infenondad
613-614 en las situaciones sociales IfiS
— fatalismo, 613 166
— miedo a la crítica, 611-612 Técnica Tic-Toc, 225-230
— miedo a ser culpabilizado, 613 Técnica t y que pasa si?, fobias sociales
— miedo al cambio, 615 y, 323-324, 327
— modelo médico, 618 Técnicas paradójicas, 261-262, 285
— necesidad imperiosa de sentirse ama Técnicas proyectivas, 106-107'
do, 610-611 Tegretol (carbamacepina), 542-543
— negativa a aceptar un enfoque dema Tembleque, 77
siado rápido, 614 Temblor, de la manos, 317-318
— otras prioridades, 615 Tendencia a postergar las obligaciones
— pasividad, 618 197-235 S’
— pensamiento perfeccionista, 611 afirmaciones hipotéticas y, 207-209
— rabia no expresada, 612 — agresividad pasiva y, 209
— razonamiento emocional, 616 -elab o rar una lista de impedimentos v
— reticencia a dejar atrás los sentimien de soluciones, 221-222
tos negativos, 617-618 — en las predicciones, 228-229
— sensibilidad de coerción, 613 — escribir los problemas en la, 213
— superhombre/supermujer, 617 214Tenormin (atenolol), 518
— vergüenza, 616 especificar los problemas en la 213
Task-Interfenng Cogmtions (TIC’s), 225- — establecer un plan para la, 220-222
230 — falta de asertividad y, 209-210
636
— falta de deseo y, 210-211 — principios básicos de la, 85, 166, 240,
— falta de recompensa y, 204-207 255-258
— fijar objetivos realistas y, 222-226 — problemas tratados en primer lugar
— fracaso laboral en la, 223-224 por la, 49-50
— miedo al fracaso en la, 201-203 — los sentimientos de los demás en la,
— modelo sobre cómo alcanzar el éxito, 50-51
197-200 — simplicidad y, 50
— no tener en cuenta el valor del trabajo — sistema de valores personales y, 145-
y, 204, 206-207 161
— pensar positivamente ante la, 224-230 — terapia de conducta sintetizada con la,
— perfeccionismo y, 203-204 155-157
— programa de cmco pasos para la, 213- — tiempo requerido para la, 281
235 Terapia conductual, 155-157
— razonamiento emocional en la, 226 Test de la postergación, 197, 199
— reconocer sus méritos y, 210-211 Tests de autoevaluación, 10, 13
— sensibilidad a la coerción y, 210 Thorazme, 519
— status y, 214-215 Time, 244
— técnica experimental para la, 126-128 Tindal, 519
— técnica Tic-Toc ante la, 225-230 Tofranil (ímipramina), 520, 525
Tentación y, 542-543 Tórax, opresión del, 77
Tentaciones, test para tomar conciencia Trabajo
uno mismo de las, 45-47 — comunicación efectiva y, 181 -184
Tentativas suicidas, 63 — estrés en el, 174-184
Terapeutas — miedo a perder los nervios en el, 287-
— imperfecciones de los, 354-355 288
— interpretaciones por parte de los, 170 Trankimazin retard, 509, 511, 512-515,
Terapia cogmtiva, 10, 12 516
— aceptar los sentimientos negativos en Tranquilizantes, 10, 509, 511-515, 519-
la, 50-51 520
— ansiedad desde el punto de vista de la, — agresividad y, 513
239,240-242 — ansiedad y, 248-249
— aplicación práctica de la, 163-195 — como causantes de dependencia, 512
— ausencia de interpretaciones por parte — como huida, 511-512
del terapeuta en la, 170 — directrices para los, 513-515
— cambio intelectual venus, 49 — embarazo y, 515
— críticas de la, 9 — intervalo de tiempo para los, 508
— difusión de la, 11-12 — peligros de los, 511-512
— esfuerzo requerido para la, 115, 142 Transferencia, 594
— flexibilidad en la, 168 Trastorno bipolar, 50, 82-84
— investigación acerca de la efectividad — como alteración bioquímica, 83-84
de la, 115 — incidencia del género en el, 83
— miedo subconsciente al cambio en la, — litio para el, 509-510, 538-539
51-52 — psicoterapia en el, 84
— motivaciones expresadas de forma Trastorno de ansiedad generalizada, 75-76
clara en la, 185 — fobias versus, 75
— objetivos de la, 160-161 — incidencia de la edad en el, 75
— principio de la paradoja en la, 13-14 — incidencia del género en el, 75
Trastorno distímico, 82 Verdad:
— incidencia de la edad en el, 82 — corrió barrera comunicacional, 401,
— incidencia del género en el, 82 404-405, 406, 409-410, 451, 483,
Trastorno obsesivo-compulsivo, 79-80 485, 487-488
Trastornos ciclotfmicos, 84 — como barrera para escuchar mejor,
Trastornos de la personalidad, 548 486
Trazodona (Deprax), 521, 525-526 Vergüenza, 26
Trilafon, 519 Vespriii, 520
Tristeza: Viajes, miedo a los, véase Agorafobia
— pensamientos de pérdida y de, 25, 26 Víctima, necesidad de adoptar el papel
— saludable, depresión versus, 61, 88 de, 485
Tuinal, 510 Violencia, obsesiones acerca de la, 79-80
Vulnerabilidades:
«Up to the minute», 349 — aceptación de las, 313-314
— amc?ry, 151-152
Valium, 509,510
Venganza, relación afectiva versus, 493- Wallace, Mike, 349-350
494 Wellbutrin (Bupropion), 521