El Paladar de Los Caldenses PDF
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DIMENSION SOCIAL
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2. ALIMENTACION PAISA
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cualquier momento ellos y ellas, cada uno por su lado, levantan vuelo
hacia la región de otra cosecha.
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1.1.1 GUAGUA
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un día, la familia. Por ser demasiado pequeñas las presas del gurre, se
acostumbra servirlo como carne molida, para que rinda más. Sabe a
pescado.
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Ante el paisaje desolado con que arranca el siglo XXI hay que decir
que muchas especies de animales han perecido no sólo por el
exterminio violento y directo emprendido por el hombre. El mismo
hombre, arrasó con el hábitat selvático de las especies animales para
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Sería exagerado pensar que todos los adultos que vivan con sus
padres padecen del síndrome de Peter Pan pues cada caso es
diferente, pero sí es cierto que mientras en las sociedades sajonas,
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Cualquier día, muchos hijos regresan al Hotel Mama del que salieron,
con la sensación de haber transitado, mil años seguidos, por el más
cruel de los desiertos del gusto. Otros, más sagaces, vuelven, casi
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Había, en el medio caldense, una mata que casi era rastrojo: la cidra
que sacó de afugias a muchas madres cuando trataban de completar,
como mi Dios ayudara, el revuelto para los frijolitos o para el
sancocho. En toda casa tenían mata de cidra que, como una alta
tienda con festones se trepaba por cuanto cerco, mata y árbol hubiera
en la huerta. Envuelve y asfixia, como una boa, los árboles que
encuentra en su recorrido. Por cosas de apariencia se decía que eran
para los cerdos, pero no. En forma despectiva a la cidra la llaman
papadepobre (fonética: papepobre) pues sustituye el revuelto en casas
de campesinos o casas de pueblo con grandes y frondosos solares,
pero que carecen de recursos económicos para comprar papa o
plátanos.
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1.3.1 Los GOLPES (comidas principales) del día corriente son distintos.
Antes existía este horario:
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1.3.2 Entre finales del siglo XX y comienzos del XXI hay un alimento
que es denominador común en la comida de los colombianos y de los
caldenses. Más que el maíz, en todas sus formas, el ARROZ se ha
vuelto indispensable en la dieta diaria. Comida sin arroz no es comida;
alacena sin arroz no es alacena. El concepto general es que en los
hogares donde hay arroz preparado, está resuelto el 80% del
almuerzo o comida.
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uno o dos huevos fritos. De hecho, cuando una cosa está barata, la
gente del común dice que está a precio de huevo.
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Entonces, una arepa paisa de las de hoy en día, tan insípida como
opinan de ella quienes no aprendieron a saborearla, pero tan deliciosa
que sabe a lo que sabe aquello conque se acompaña, no tendrá el
mismo sabor ni la misma variedad de las que saborearon nuestros
bisabuelos, hace ciento cincuenta años. Ah, la arepa de chócolo (así,
con tres sílabas a mucho honor; choclo, de dos sílabas, es como dicen
los argentinos), arepa de maíz pelao, arepa de arriero!
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Si para los viejos ése era su gusto, puede que para nosotros el gusto
nos pida la mazamorra industrial y no la hecha en leña robada, como
decían. Cuestión de sensibilidad, de educación, de amaestramiento.
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Con el paso del tiempo han ido cambiando dramáticamente las cosas.
La madre y las hijas frenteaban la cocina desde las dos o tres de la
mañana tal vez ayudadas por una tía soltera o una mujer de gran
nobleza y humildad que se quedó a vivir con la familia y nadie conoció
de ella más que el nombre sin apellido. Como si no tuviera pasado. (No
sé si alguien, entre mis familiares, conoció el apellido y el pasado de
Pacha y de Marta, aunque por largas temporadas vivieron con nosotros
y ejercieron funciones de madres alternas).
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Hay que tener en cuenta variables tales como la de que Caldas sigue
siendo un territorio de grandes fuerzas sociales en contacto.
Diversidad de factores geográficos, históricos y sociales explican
muchos fenómenos de nuestra idiosincrasia, entre ellos que Caldas sea
un territorio de confluencia gastronómica, sobre todo de la discreta y
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Entre finales del siglo XIX y primeras décadas del XX, con el respiro
que les prodigó la fortuna y con otros horizontes mentales y sensuales
que no tuvieron sus antecesores o ellos mismos en época de vacas
flacas, los viejos patriarcas enviaron sus hijos a estudiar casi siempre
a Popayán y a Bogotá, en aquel entonces la Atenas Suramericana, ya
santiguadas por el sibaritismo importado por Silva, por Valencia y
otros presumidos modernistas. De esos sitios regresaban los
estudiantes caldenses con nuevas modas en el paladar.
Esto explica que para que un plato sea aceptado como propio de un
grupo tiene que ver con los ancestros, con las actividades del grupo, el
medioambiente en que se vive, las actividades en que se involucre. No
es cuestión de querer sin tener con qué, ni tener con qué sin saber qué
hacer con éso o sin querer. Opera la tradición y la función.
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Sin ir más atrás, aquellas fórmulas que llegaron aprendidas del norte
(Antioquia), del sur (Cauca), del oriente (Tolima), o de más allá
(inmigrantes cundinamarqueses en lo alto del páramo), sin ser
originarias de Caldas, en buena parte se volvieron caldenses, a mucho
honor, por haber llenado los siguientes requisitos:
Esto nos lleva a deducir que mientras más evolucionada sea una
sociedad, más aireada por los contactos de distinta procedencia,
presenta más variedades de registro o niveles culinarios como es que,
fuera de las mencionadas influencias, habrá que hacer el inventario de
los platos que durante los siglos XIX y XX se condimentaron en las
cocinas de la élite, de conventos y casas curales, de profesionales de
clase media ilustrada (en los pueblos caldenses pueden ser de clase
alta), auténticos manjares de cardenales, como son los casos de la
Salamina y la Manizales de antaño.
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sino mercado cubierto. Mercar no tiene, ahora, ese boato que cada
sábado o domingo se armaba con los rituales a cargo de coloridos
personajes.
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Nos cogió el siglo XXI hablando todavía de darle gusto al sentido del
gusto. Mientras tanto, es bueno saber que el acto de alimentarse, para
las nuevas generaciones, será inculcado no para complacer las papilas
sino para hacer del organismo un laboratorio de extrañas sustancias
que se deben mezclar en dosis rigurosas para no provocar una
catástrofe vital.
Se dice, por ejemplo, que las frutas hay que comerlas con cáscara
para ayudar al bolo fecal siendo que antes, en las escuelas caldenses
enseñaban que las cáscaras había que botarlas al recipiente de la
basura y no en la calle (El que tira la basura al piso, se convierte en lo
que hizo); hay que evitar comidas carentes de fibra; cunde la atracción
por los alimentos light bajos en grasa y calorías logrados por
procedimientos industriales:
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2. PALADAR CALDENSE
2.1 CAFÉ
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Entre más pequeño sea el tinto servido, más lo cuido y más me dura.
Hay personas que no cambian un tinto por un pintado café con leche).
Hay gentes que utilizan el café con leche en el desayuno y en el resto
del día tinto, sólo tinto. En casos de hambre pasajera sabe delicioso un
tinto, por ejemplo, con una empanada o un pandeyuca. Cuestión de
gustos.
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Hay personas que exigen café cargado o sea espeso, "como para
marcar costales". La gente que gusta del café cargado generalmente
es nerviosa y delgada, con ciertos visos de intelectualoides o
intelectuales puros. El novelista Honorato de Balzac (1799-1850)
necesitó siempre, para salir adelante con La Comedia Humana (97
novelas) una cafetera, bien cargada, y cuyo contenido degustaba
mientras redactaba, entre párrafo y párrafo: "El tabaco daña el
cuerpo, embota la inteligencia y vuelve estúpidas a naciones enteras.
El café, en cambio, desciende al estómago y todo se pone en
movimiento; avanzan las ideas como los batallones del gran ejército
en el campo de batalla, y empieza la lucha; acuden los recuerdos, a
paso de carga por así decirlo, como los abanderados del desfile; la
caballería ligera despliega su galope magnífico. La artillería de la lógica
llega ruidosamente con sus cañones y sus bombas. Las ideas
ingeniosas intervienen como tiradores. Los personajes se caracterizan,
cúbrese de tinta el papel, empieza la batalla y termina entre negros
torrentes igual que la batalla campal verdadera se ahoga entre negra
humareda de pólvora".
2.1.4 PINTADO
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2.1.5 CAPUCHINO
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altos preparan café soluble. ¡Ah, y los tragos! El 72,4 por ciento de los
hogares colombianos sirve café antes del desayuno!
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Desde mediados del siglo XX, en Caldas se bebe sabajón. Llegó, ante
todo como bebida espirituosa de señoras que asistían en gavilla a
fiestas familiares. Al pasar de moda la gordura en las damas, pasó
también de moda el sabajón. En muchas casas tienen fórmulas
secretas para prepararlo en ocasiones especiales como una primera
comunión. Este es muy apetecido.
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2.2.1.1 CUCAS
2.2.1.2 BORRACHOS
Se fabrican con el cañengo, o sea con todos los recortes que quedan
de la parva, como: pan, tostadas, pasteles y demás. A veces, ese
cañengo se consigue en la misma panadería, como residuo de la parva
acabada de elaborar pero, en otros casos, ese cañengo es producto de
la parva vieja que se queda sin quien la compre en las tiendas. Esa
parva que se va erizando de lama cana. Cuando van a surtir con la
parva fresca, se devuelve el cañengo viejo que, nuevamente en la
panadería de donde salió, se convertirá en uno de los casos más
conocidos de reciclaje industrial en la panadería caldense.
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2.2.1.3 CUAJADAS
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2.2.1.4 MANTECADAS
2.2.1.5 COCADAS
(La fécula de maíz más utilizada en los hogares venía en una cajita
color amarillo pollito y se llamaba Maizena, con Z y la fábrica estaba
ubicada en Armenia. Ese nombre propio se volvió tan común que ya
maicena es sinónimo de fécula finísima de maíz, con C, para acogernos
a la ortografía castellana).
2.2.1.6 BIZCOCHUELOS
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2.2.1.7 HOJALDRA
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2.2.1.9 AREQUIPE
2.2.1.11 SUBIDOS
Se pone a hervir la panela con el agua hasta que dé punto. (Se echa
una cucharadita en agua fría; luego se saca y se estira. Si quiebra
como vidrio es el punto y si se dobla hay que dejarla hervir otros cinco
minutos). Luego se le echa media cucharada de bicarbonato. Se bate
con cuchara de palo rápidamente hasta que dé un color dorado y
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2.2.1.13 QUEREME
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2.2.1.14 CARAMELOS
2.2.1.15 MONEDITAS
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2.2.1.16 MINISICUí
( Misisiguí o misisicuí).
2.2.1.17 GAMUZA
2.3 BEBIDAS
2.3.1 SIROPE
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2.3.2 CHICHA
2.3.3. HORCHATA
Chicha con arroz de castilla. Se pone a remojar el arroz unos dos días
antes de molerlo bien menudo. Luego de molerlo se le echa agua
suficiente y se cuela en un cedazo tupido para que quede bien
sedocito. Se pone a fermentar unos tres o cuatro días, con panela. Se
hierve canela y clavos con más panela hasta que quede meludita. Se
arregla la chicha que se va a consumir con la mezcla de canela y
clavos.
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2.3.4. FORCHA
2.3.5. KUMIS
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siempre provocan nostalgia. Eso sí: si el arroz con leche no está frío,
ojalá helado, mejor no me de nada!
2.4 PASTELES
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Existe el típico tamal caldense, rectangular pero con menos masa, tan
suave que se deshace en el paladar, menos amarilla que el montañero,
sin cominos pero con tomate, cebolla de huevo y que por su tamaño,
parece un sobre largo de carta.
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3.1.6 ENYUCADO
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3.2.1 AJIACO
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3.3.3 CAÑAS
Es pan dulce y por dentro le echan una natillita de arroz con anilina
rosada. Eso es muy tolimense.
3.3.5 PIQUE
3.4.1 TAMAL
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3.4.2 MASATO
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3.4.9 LECHONA
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3.4.10 INSULSO
El insulso es una especie de natilla dura pero mucho más rica, dicen
los doradenses. Viene envuelto en una hoja de plátano tostada. El día
de la parranda se madruga a comprar, en la Plaza de Mercado, los
insulsos que se necesite, de acuerdo con el número de platos de
lechona que se repartirán.
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Doy con mi compañera de viaje y con Chepe Ramírez una vuelta por
los puestos campesinos en donde se observan rasgos físicos de
indígenas de distintas comunidades campesinas, paisas avispados de
tierra fría y tierra caliente, negros negociantes, señoras reverendas y
muchachos con ganas de hacerse a unas monedas cargando
mercados.
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Se tiene lista la miel de caña, que sea delgadita (que no sea como
para panela). La miel se coloca en una olla y para preparar el
bizcochuelo se coloca en la vasija durante dos días antes para que
espese o suba.
Cuando los huevos ya han subido, se echan dos puchas (dos tazas de
lata grande) de miel dentro del totumo con los huevos. Se revuelve
con el molinillo rápidamente. Se agregan cuatro tazas de harina de
maíz y las dos tazas de afrecho. Se prueba a ver si está dulce, o si no
se le echa más miel.
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El maíz se mezcla con la lejía que tiene agua, se pone a hervir (con
harta candela). Cuando está hirviendo se revuelve con un mecedor.
Cuando el maíz empieza a abrirse, se baja y se saca. El maíz se deja
enfriar y se lava muy bien lavado. El maíz se coloca en otra olla ya
lavado y se deja durante dos días, luego se lava bien, se muele para
hacer estacas.
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3.5.7 GUARAPO
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Tenía seis años. Mi familia integrada por la abuela, el tío, las tías y yo,
habitaba esa casa de dos pisos, en bahareque y balcones, diagonal al
templo de Santa Bárbara, que aún mira al viejo Parque Robledo, en
ese entonces de prados cuadriculados poblados por la sombra gótica
de las araucarias.
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3.6.5 ENSALADA
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Se seca el arroz de tal forma que por una porción de arroz se utilicen
dos tantos de agua y un pocillo de caldo de pollo y salsa de tomate. El
agua se pone al fuego con los aliños: cebolla, tomate, sal y una
cucharada de aceite. Cuando esté hirviendo el agua se le vacia el arroz
ya lavado. Se comienza con el fogón a fuego pleno y luego que haya
secado se baja la temperatura hasta que el arroz haya crecido y esté
cocido y seco.
Aparte se suda el pollo a fuego lento, sin agua y con aliños cernidos y
molidos, una porción de mantequilla y sal. Se desmenuza el pollo y se
le pone trocitos de jamón, alverjas cocidas, pimentón, alcaparras,
aceitunas, rodajas de salchichas y salsa de tomate. En los últimos
tiempos, debido a la rapidez en las comunicaciones del interior a la
costa, se le puede agregar camarones y ostras. (Restrepo, p.22)
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3.7.2 TORTAS
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3.7.4 MAZAMORRA
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¡Benditoseadios!
3.7.5 MIGAS
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3.7.7 HOJUELAS
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Mamá Rosa sabe que las personas allegadas a la casa la envidian por
esas manos que tiene para adobar y quedar bien con las carnes de las
comidas diarias. No sé si es porque hace días no recorren el trayecto
de sus paladares los mismos sabores que un día les causó alegría o
porqué otro motivo pero siempre se deshacen en elogios sobre la
calidad y la delicadeza de las carnes preparadas por mamá. Ella recibe
los elogios con sumo orgullo; jamás por sus dotes de culinaria muestra
humildad. No por vanidosa sino porque sabe que, con interés, ánimo y
mucho amor, en las casas de quien la elogian pueden hacer
exactamente lo mismo y de pronto mucho más.
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3.7.8.4 MUCHACHO
3.7.8.5 ALBONDIGAS
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Para pelar la lengua se pone una olla con agua sin sal. Cuando haya
hervido se pone la lengua dejándola un momento, se saca y se le quita
el cuero que se le haya aflojado. Se repite la operación, poniéndola en
agua caliente y pelándola hasta que se le haya quitado completamente
el cuero. (Restrepo, p.78)
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3.7.8.11 CHICHARRONES
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3.7.8.12 PIERNASDEANGEL
La cocina caldense se engalana cuando entran con las brevas del patio.
El ritual se inicia cuando la madre y sus ayudantes las ponen en una
vasija con agua fría y se aprestan a rasparles la pelusa, una por una,
para lo que utilizan un tiesto o fragmento de teja de barro que las
mamás guardan entre los extraños utensilios de nuestras alacenas. Las
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para hacerles dulce a sus sobrinos. Nunca nos cansamos, en casa, del
dulce de guayaba que nos mandaba la tía María. Su frangancia no es
recuerdo: es química actuante.
No voy a consignar aquí sino la fórmula del dulce de limón que ella
preparaba para los almuerzos o los "algos" de dedo parado, cuando
vivió en Pereira, Apía y finalmente en San José Caldas, a donde
regresó a exhalar su último suspiro entre los cantos de música
colombiana que entonamos todos sus sobrinos. Así me la dictó
después de mucho tiempo de no volverla a hacer por lo que sus
palabras tenían el dejo de la nostalgia (claro que mi nostalgia, ese
sentimiento que nos convierte en estatuas de sal, era mayor que la de
ella):
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Fruta, sopa, plato con arroz aderezado, plato con carne de conejo,
plato con ensalada en que campeaban figuras elaboradas con rábanos
y canasticas de tomate, plato con papas con pan rallado, vino de
consagrar y otras delicias para el gusto de cualquier mortal. La madre
repetía risueña que me comiera todo, que no dejara nada, que
mezclara esto con aquello y yo, demasiado obediente, fui consumiendo
todo lo que me iba pasando hasta que al final, con todo lo consumido a
la altura de la garganta, puso ante mis ojos y mi olfato y mis papilas,
un postre que me embrujó, como muchacho, con la sola presentación.
Pero, oh desgracia! Cuando la madre superiora me ordenó: Come!,
sentí que si ingería un sólo bocado más me trasbocaría sobre el mantel
blanco, por lo que no me quedó más remedio que mirarla con ojos que
clamaban piedad y responderle con voz débil cargada de lástima: No
soy capaz. Tuve que dejarlo intacto asunto incomprensible en un niño
glotón. Desde ese día, a través de mi vida, cuando he pasado frente a
ese edificio, en la Avenida Circunvalar de Pereira, me dan arranques
de bajarme del carro, entrar al convento y gritar en tono imperativo:
¡Aquí me deben un postre! Es, para mí y desde entonces, la mejor
imagen de la nostalgia y de la tentación.
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Sin lavar el cañón, se le pone sal mezclada con una pinzada de nitro,
panela raspada o molida en buena cantidad. Se deja dos días en lugar
fresco, sin meterlo a la nevera; pasados éstos días, se lava muy bien y
se pone en una bandeja con trocitos de mantequilla, clavos de olor
clavados en la carne; azúcar y unas goticas de vino; se coloca en un
molde que se pueda tapar muy bien y se pone en el horno chuzándolo
y bañándolo constantemente en su salsa. Cuando esté tierno se sirve
frío o caliente. (Ibid, p.76). Se puede cocinar en agua con un trocito de
panela y una cebolla a la que se le han clavado 2 ó 3 clavos de olor. Se
coloca en una bandeja, se rocía con azúcar, se le ponen unos trocitos
de mantequilla y se dora en el horno.
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3.9.9 TAMALES
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El afrecho que sobra del maíz colado con el que se elabora la natilla de
nochebuena (que ha sido pasado tres veces por el cedazo), se puede
utilizar de dos formas: se revuelve con sal y se les echa a las gallinas y
cerdos para engordarlos o también se puede utilizar para la
alimentación de los seres humanos. En este caso, se revuelve con
masa corriente de maíz y se arman las arepas. Las arepas, pecositas
por el fuego son, para muchas personas antojadas, más deliciosas que
las arepas de masa corriente.
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Se prepara un caldo con huesos de res o cerdo bien gustosos con los
respectivos aliños. Al caldo se le añaden los frisoles cocidos que
pudieron haber sobrado del día anterior. Se ponen en la licuadora, al
bajarlos se cuelan, si quedan muy claros se les agrega un poquito de
maicena disuelta en leche revolviendo constantemente hasta que
espese. Se le pone un trozo de mantequilla. En el momento de servirse
se adorna con unos fosforitos de papa frita, cuadritos de pan dorados
en aceite o un círculo de crema de leche. (Restrepo, p. 17)
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Se compran las espinacas que son muy baratas pues con sólo 6 u 8
hojitas se puede preparar una deliciosa crema. Se ponen a cocinar las
espinacas para botarle el sabor amargo. No se deben cocinar
demasiado. Se licúan en agua y caldo de gallina o de carne. Se ponen
a cocinar y cuando estén hirviendo se añade harina de trigo disuelta en
leche para que espese. Al momento de servir se le derrama crema de
leche en forma de estela circular.
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3.11.1.7 BISTEC
3.11.1.8 SUDAO
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Se cocina la yuca, con sal, de tal manera que no quede muy dura ni
muy blandita. Se pisan con cuidado y se echan a freir. Se sirven con
hogao encima y, a lamerse de semejante bocado!
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Las jóvenes que servían a la mesa, en estas ocasiones, eran las más
bellas, aderezadas con las mejores galas, luego de recibir las clases de
glamour que les impartían las monjas. La urbanidad y el glamour eran
materias básicas en los colegios femeninos. Las monjas sabían que la
vanidad que embellecía a las alumnas no era pecado. Las religiosas
enseñaban a sus discípulas a bordar manteles y servilletas, a pintar
sobre lienzos y sedas; importaban vajillas de porcelana, bandejas y
cubiertos de plata, fruteros de cristal y juegos de vasos que sacaban a
relucir en ocasiones solemnes; indicaban a sus alumnas la mejor
manera de acondicionar una mesa, de organizar los floreros, de
elaborar bellísimas tarjetas de invitación o agradecimiento, en
pergamino y que, pasados los años, junto con las postales y las cartas
que les enviaron los prometidos a las muchachas de entonces,
duermen el sueño de las polillas en cofres y viejas cajitas de galletas
amarradas con cinticas de desteñida seda. Esas formas exquisitas de
cortesía quedaban para uso personal de las agraciadas, fuera de que
se extendían y perpetuaban en cada pueblo.
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Para las monjas había otro régimen de alimentación más parco que, de
acuerdo con una religiosa de La Presentación, en Manizales, era como
sigue:
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Las hermanas cocineras, (no todas las monjas son buenas cocineras),
son expertas en postres y galleticas para el consumo de los reverendos
y de las soñolientas visitas. Aprendieron a fabricarlos cuando estaban
haciendo su noviciado en la Casa Madre de la capital y luego llevaron
las fórmulas por todas las casas a donde fueron enviadas.
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Por el torno misterioso por el que se oía la voz pero no se veía la figura
física de la monja, salían, hacia ciertas casas del pueblo, bandejas de
plata cubiertas con servilletas de seda pintadas al óleo con clara de
huevo y, debajo, deliciosas galleticas junto a una tarjeta en pergamino
escrita con tinta china en la que se indicaba el motivo de semejante
gentileza. Galleticas con formas de animales, de estrellas y de flores;
galleticas con sabores y fragancias sensuales; crocantes.
Se baten las claras de dos huevos con una pizca de sal hasta que
espumen. Se añade azúcar, poco a poco, batiendo hasta que la mezcla
se endurezca. Se le agrega una cucharadita de vainilla. Se le añade un
cuarto de taza de harina de trigo y dos tazas de coco deshidratado
mientras se revuelve con suavidad. Se cogen dos latas de panadería,
se les unta mantequilla y harina, se enciende el horno, se vierte la
mezcla por cucharadas sobre las latas dejando espacio entre galleta y
galleta. Ojalá no queden muy grandes. Por 20 minutos se dejan dentro
del horno hasta que se pongan doraditas. Al salir del horno, las
galleticas son blandas pero al enfriarse se endurecen. Se pueden
adornar con chocolate derretido y saborear, por ejemplo, con sorbete
de banano y naranja. Ummmmm! Degustando, la gente aprendía; la
gente aprendía y hacía.
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3.11.2.6 MOJICONES
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Quizá sea asunto de nostalgias pero hay que decir que el arroz con
leche, para los caldenses, no es únicamente asunto de niños sino de
adultos. Ligia Estrada de Gómez lo prepara con los siguientes
elementos: 1 pocillo grande de arroz, 3 bolsas de leche, 5 cucharadas
de azúcar, 2 huevos, 1 cucharada de mantequilla y un poco de canela.
Se le agregan pasas.
3.11.3.5 HELADOS
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En los bajos del Estadio Palogrande, que queda ubicado cerca a las
universidades de Caldas y Nacional, hay un restaurante que despacha
almuerzos y a donde acuden los profesores y estudiantes más riquitos:
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Ah, y el trozo aquel de pescado pintado como una cebra del agua, es
generoso y digno de una fotografía para exhibirla en la temporada que
se viene encima, cuando a la humanidad la alimenten a punto de
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Hay cilantro para quien quiera adornar el color amarillento del caldo
con un toque de verdor y pueda luego ir a hacer la siesta que provoca
el consumo de aquella yerbita tan doméstica que parece de la familia.
Por los efectos somníferos que tiene, es por lo que se repite: bueno es
cilantro pero no tanto.
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Hay restaurantes para todos los bolsillos pero es corriente pensar que
un restaurante es más lujoso que una pensión o cualquier negocio en
que se calma el hambre. Se acostumbra visitar los restaurantes en
ocasiones especiales. En la segunda parte del siglo XX eran
restaurantes con cierta distinción, el Katay, primero en los bajos del
Club Manizales y luego en el segundo piso del Teatro Fundadores
(1970), Cuezzo (1970), Caballo Loco (1979), Las Redes (1975),
Giovanny (1980), Macs, Los Sauces, El Peñón (1981) y, para mí, el
más prestigioso, el Restaurante El Virrey que cerró sus puertas en
mayo de 1997. Se trataba de un restaurante clásico debido a la
exquisitez de sus viandas, reluciente vajilla, fina cristalería, elegante
decoración y esmerado servicio. Almorcé allí la víspera del cierre. Las
familias corrientes no lo frecuentaban, pues para la "generación X"
eran más suculentos un pollo apanado, una hamburguesa o un hot dog
en Frisby, Kokorico, Presto o Brunos, que un almuerzo con cubiertos
de plata y servilletas de lino bordado, en El Virrey. Los manjares, allí,
como se supone, eran costosos y eso tal vez llevó a que fuera escasa
su clientela, aunque se había convertido en sitio de reuniones del alto
gobierno, de las altas empresas, de las altas instituciones. Mejor dicho,
se llenaba cuando los comensales eran invitados. Y hasta la próxima
invitación.
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Hay que oir las charlas que se arman entre parejas de novios,
compañeros de trabajo, gentes de distintas clases, personas solitarias
que intentan iniciar un proceso de comunicación mientras tratan de
enfriar con el aire expulsado de sus bocas las hirvientes albóndigas.
Soplando pa'no quemarse la trompa. Albóndigas de culo parado
porque al que come le toca sacar el trasero para no ensuciar la ropa
por delante, con el caldo y el hogao que le echan.
En las esquinas del Parque Caldas, junto al difunto Teatro El Cid, de las
ollas sobresalen las orejas de marrano y la trompa sudada con papas y
yuca. Son famosas las empanadas envigadeñas que expenden en un
negocio arribita del templo.
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Por el Barrio San José, entre las once de la noche y las cuatro o cinco
de la mañana, funciona el Asadero de Marthica: carne y arepa asadas
al carbón, aguapanela con queso o aguapanela con leche.
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claro, y dueño del mejor puesto de chuzos con que contaba la ciudad.
De res, pollo, combinados y además, costilla de cerdo.
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adentro; adentro del motel. O si no, piden y les llevan en uno de esos
taxis que tienen de contrato).
Por ahí se divisan, en la mañana, otros ventorrillos en los que tal vez
poco se haya reparado. Me refiero a las ventas matinales de arepas
paisas, armadas allí mismo muchas veces, blancas, amarillas,
redondas, planchas y grandes. Venden, además, tazas de chocolate,
pocillos de café, huevos en perico, plátanos asados con mantequilla
para acompañar con leche. Negocios que pueden durar entre las seis y
las diez de la mañana. Los fines de semana, como saben que se
levantan tarde, los esperan hasta las once de la mañana.
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Las guamas que los alumnos del campo vendían por brazadas no se
volvieron a ver desde cuando los campesinos tumbaron los palos de
café arábigo y los guamos que, como sombrillas protegían la
vegetación y los suelos. Las guamas vienen en el cofre verde de la
cáscara; dentro, unas porciones como almohadones de terciopelo
blanco que envuelven unas pepas negras, húmedas y brillantes que
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Con las frutas, como con las personas y los animales, se observan
consideraciones clasistas. La mora de potrero o de rastrojo no es de la
misma categoría social que la mora de castilla. Las guayabas de
potreros ajenos saben mejor pero son de inferior categoría que las
guayabas del solar de la casa que crecen en terreno abonado por el
estiércol de los animales domésticos y las aguas de los lavaderos y las
cocinas. Las naranjas de tierra caliente son más dulces y más
apetecidas que las de tierra fría. Las naranjas lima la comen como
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Otras frutas muy estimadas, tal vez por lo escasas, son la chirimoya y
la guanábana que se ponían como frutas de entrada en los almuerzos.
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Se hacen jugos con todas las frutas, hasta con el limón. Es extraño
que en nuestro medio, en donde abundan, no se haya popularizado el
jugo de aguacate ya que los colombianos lo imaginan únicamente
salado. Su jugo es delicioso como tan sencilla su preparación: medio
aguacate de la mejor calidad, un vaso mermado de leche, tres cubos
de hielo, dos cucharadas de azúcar. Los ingredientes se mezclan en la
licuadora y se sirve inmediatamente. El secreto es tomarlo frío y
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Fuera de los dulces que se servían como postres y de los jugos, las
frutas no tenían un lugar propio en la comida caldense, como no
siguen teniéndolo. La gente consume, aún, una fruta, a deshoras, tal
vez como sustituto de la mediamañana o del algo. El consumo de las
frutas ha sido una conquista médica que llegó con su culto a la silueta
estilizada, al cabello y la tez saludables. ¡Abajo el colesterol y los
triglicéridos! De la gula infantil pasamos al tratamiento de salud.
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5. SECUESTRADOS
Los niños, más que cualquier otra persona, han sido víctimas inocentes
de este conflicto. En Colombia, en 1998, hubo 700.000 niños
desplazados, 2.000 asesinados, 6.000 reclutados por paramilitares y
guerrilla, 44 mutilados y 131 secuestrados. (Revista Cambio, "Los
Niños de la Guerra", julio 19 a 26 de 1999, p.18). Para ellos, en ese
ambiente sórdido, si no hay libertad, amor y cariño, menos va a haber
golosinas. ¿A qué podrá saber una golosina ofrecida a un niño por un
secuestador armado? Golosinas con el condimento amargo de las
lágrimas.
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Como no hay situación por mala que sea que no sea susceptible de
empeorar, cosas peores han comido otros secuestrados. Un
extranjero, víctima de un secuestro, comentaba a su regreso de
semejante tour:
El Día del Amor y la Amistad del año 2000 muchos caleños subieron al
kilómetro dieciocho de la carretera a Buenaventura con el propósito de
compartir el almuerzo pero más de sesenta comensales fueron
secuestrados por un grupo guerrillero. El secuestro duró casi cincuenta
días caminando por el monte al borde de los más aterradores
precipicios. Murieron tres. Los sobrevivientes contaron al regreso que
su
comida, cuando estaban bien de provisiones, era arroz con lentejas, en
la mañana, al mediodía y en la tarde. Cuando escaseaban las lentejas,
les daban sólo arroz. Llegaron a pasar, varias veces, tres días sin
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probar comida, bebiendo el agua que quedaba detenida entre las hojas
de los cactus y el musgo de los árboles.
Los que se han ido cuentan que entre los lazos que les siguen
amarrando a Colombia están sus sabores.
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Lo más cruel era que quien hablaba, estando libre, todavía utilizaba los
verbos en un presente continuo como si la pesadilla no hubiera
pasado. En la selva quedaban, en poder del grupo guerrillero, 700
personas muchas de ellas privadas de la libertad hacía diez años y sin
la más mínima señal de vida por parte de sus secuestradores.
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6. PROHIBIDO
Mientras el siglo XX avanza, miremos algunas cosas que han sido tabú
alimenticio entre los caldenses:
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7. CALDAS A LA CARTA
AGUADAS: Pionono (Pio IX, Papa de 1846 a 1878). Pan dulce, de masa
tierna, de forma alargada, con alma de mermelada de guayaba,
arequipe y casquitos de brevas.
Se dice que por primera vez lo elaboró una alemana que llegó a estos
lares huyendo durante la II guerra mundial. Esta explicación es
anacrónica respecto al extraño nombre de este manjar. Dizque los
ricos fueron los primeros aguadeños que copiaron la fórmula. Luego,
se fueron acreditando ante nativos y forasteros ciertas fábricas caseras
que no dan abasto.
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casa pues allá las esperan, y hasta el próximo fin de semana cuando,
nada de raro tiene, volverá a encontrarse con los mismos que vio hace
ocho días.
Los mineros también llevan a las minas las botellas de Sirope, jarabe
que calma la sed, hecho con panela derretida y canela: Jarabe de Tibe.
A la miel se le echa limón y agua. No se fermenta. Se tomaba en casa,
o en los negocios, con pandequeso y, Eh Ave María; ¡qué belleza!
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Los pacoreños ausentes, cuando regresan, van a donde don Pedro Nel
Ospina, en la casa bonita del marco de la plaza, a comprar gelatina
blanca. Don Pedro conserva la canastica en que las han vendido desde
las épocas de don Tobías, el padre.
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SUPIA: Las colaciones (de colores blanco, con tintes rosados y verdes),
como bolitas irregulares de alfandoque, con una pepita de corozo
adentro, como si se tratara de una sorpresa presentida. En Supía
siguieron fabricando en cantidades industriales las colaciones y
panderitos que, antes, se elaboraban en todos los pueblos del
departamento de Caldas.
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......
No podemos olvidar aquellos tiempos, aún no idos del todo, en que era
un deber y un orgullo llevar cuando se viajaba el dulce o comistraje
que identificara al pueblo visitado. Quien iba para el Valle llevaba un
pionono de Aguadas, colaciones de Supía o dulcecitos de La Lucerna de
Pereira. Quien venía o viene del Valle aparece con su calabaza rellena
de arequipe o manjar de leche con ciruelas o pasas. Toda la familia se
arrimaba curiosa al que llegaba y le apremiaban: ¡Muestre a ver qué
trajo!
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8. LENGUA EN SALSA
Aguasalado (aguasalao): por los lados del Kilómetro 41, tierra caliente
perteneciente al municipio de Manizales, se le dice así al trabajador
que no pide sino líquido debido a la sed intensa.
Ajo: Unos se refieren al ajo y otros al chorizo, porque tienen ajo,
como "no me olvides" pues quien los come, por asunto de aliento, no
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lo olvida en todo el día. Mucha gente está de acuerdo con que el ajo y
el chorizo son buenos para
la memoria por el mismo motivo: es un recuerdo que no se borra en
toda la jornada. Si uno olvida, los demás se lo recuerdan. El mejor
remedio para combatir el olor al ajo o al chorizo está en la cocina: no
es sino colocarse en la boca una cabecita de esos clavos que le echan
a la natilla. No se mastica. Hablando de remedios para el mal aliento,
es bueno cambiar de tratamiento de cuando en vez por la
consideración que exponía una amiga: cuando mi marido llega a casa
masticando cardamomo yo sé que estaba bebiendo aguardiente y
quiere disimularlo. La otra amiga completó la idea diciendo: yo sé que
mi marido estuvo bebiendo cuando llega a casa, como un adolescente,
masticando chicle. Pobrecitos nuestros niños: cuando padecen rebote
de lombrices o amibas acostumbran darles una cucharadita de ajo
triturado y, encima, una cucharadita de jugo de limón. Si se pone en
práctica esta fórmula, no se mueren ni arrojan las lombrices pero "se
le asientan".
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Acecinar la ración
que debemos ocultar
a los ojos del hampón
que nos quiere asesinar (op.cit., p.219).
La siguiente expresión no tiene que ver con la comida pero sí con las
personas que la cargan. En la Plaza de Mercado de Manizales, como en
las de otras partes, es corriente escuchar a los bulteadores, mientras
van a la carrera agobiados por un bulto: "Cuidado los mancho". Con
este grito se abren paso no sólo los bulteadores sino los cargadores de
mercados. Se trata de una fórmula de advertencia más efectiva y veloz
que pedir permiso pues no hay fórmula química al alcance del pueblo
que limpie una mancha de plátano o de aguacate. La gente avispada
sacó este dicho de las galerías y lo trasladó a cualquier otro sitio en
donde se presenta una aglomeración y uno tiene que abrirse camino
porque está de afán: Cuidado los mancho!
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CARTA Y EPILOGO
Maestro
WADYS ECHEVERRI
Filadelfia, Caldas.
Todos se harán presentes con la boca hecha agua para poder pasar
deliciosos bocados de biscochuelo (recuerda que esta palabra se puede
escribir con Z o con S, con el prefijo Bis que significa doblemente
cocido). Yo, por mi parte, los acompañaré, en este año, con el deseo
pues mañana tengo que gestionar, ante varias instancias, decisiones
sobre mi trabajo académico del próximo año.
Wadys: Mi anhelo es que los niños y los viejos de turno consuman todo
el bizcochuelo disponible para esta fiesta. Hablo de niños y viejos pues
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cada comida, como todo lo que tiene que ver con apetencias, tiene sus
edades y, en ésta, más que en otras, hay mucho de nostalgias
infantiles que para unos son presente y para otros son cosas del
pasado.
Los que están en la mitad del trayecto vital como que le tienen miedo
a la harina. Pero, así como las industrias del
huevo, del café, el chocolate y la carne de cerdo contrataron científicos
para anunciar a los cuatro vientos que sus productos no son dañinos
para la salud de sus potenciales consumidores, los filadelfeños, con
Usted a la cabeza, deben iniciar una contratación parecida y la
subsiguiente campaña para anunciar que el bizcochuelo carece de
harina en exceso y no tiene nada que ver con el nivel de carbohidratos
y colesteroles de la clientela potencial. Manden fabricar una harina
desharinada así como hay café descafeinado. En esto de la
recursividad, los filadelfeños han dado muestra histórica para salir
adelante en sus empresas culinarias: cuando no había forma de
adquirir harina de trigo, tus paisanos de antes, con las abuelas en las
cocinas liderando soluciones, se las ingeniaron para fabricar sus
infaltables bizcochuelos: los empezaron a elaborar con harina de yuca.
¡Qué tal!
Cordialmente,
O.H.J.
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BIBLIOGRAFIA
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1995, p.9.
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641.300986135
H557 Hernández Jiménez, Octavio
El Paladar de los Caldenses /
Octavio Hernández Jiménez. –
Manizales: Instituto Caldense de Cultura,
Manigraf, 2000.
346p
ISBN 958-8138-03-5
1. ALIMENTOS – CALDAS - HISTORIA
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INDICE
Dimensión social
1. Alimentación paisa
1.1 Carne de monte
1.1.1 Guagua
1.1.2 Armadillo
1.1.3 Chucha
1.1.4 Iguana
1.1.5 Tórtolas
1.1.6 El cerdo
1.2 Sazón e imaginación
1.2.1 Presentes
1.2.2 Fiambre
1.2.3 Hotel Mama
1.3 Contexto social
1.3.1 Golpes
1.3.2 Arroz
1.3.3 Huevos
1.3.4 Cambios
1.3.5 Estratificación
1.3.6 Sexos
1.4 Saber vivir
1.4.1 Cocina caldense
1.4.2 De compras
1.4.3 Crisis
1.4.4 Medicina y estética
2. Paladar caldense
2.1 Café
2.1.1 Café molido
2.1.2 Café amargo
2.1.3 Tinto
2.1.4 Pintado
2.1.5 Capuchino
2.1.6 El mejor café
2.1.7 Postre Adriana
2.1.8 Postre Caldas
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2.3 Bebidas
2.3.1 Sirope
2.3.2 Chicha
2.3.3 Forcha
2.3.4 Kumis
2.3.5 Arroz con leche
2.4 Pasteles
2.4.1 Gloria
2.4.2 De pollo
2.4.3 Empanadas de Cambray
2.4.4 Empanadas saladas
2.4.4.1 Buñuelos de masa
2.4.4.2 Para la Cuaresma
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3. Regionalización
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5. Secuestrados
6. Prohibido
7. Caldas a la carta
Bibliografía
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