Leyendas, Fabulas y Cuentos Cortos
Leyendas, Fabulas y Cuentos Cortos
Leyendas, Fabulas y Cuentos Cortos
Cuenta la leyenda que en la noche de luna llena y después de media noche, sale una Señora de
aspecto horrible que se transforma en un "Mico" de aspecto aterrador.
Este ser sale asustar a los pobladores que andan por calles, además de ir brincando y saltando
sobre los techos de las casa. Si alguna persona se le ocurre asomarse para ver que sucede y se
encuentra con este Mico Brujo, es atacada con sus garras y le tira piedras.
Algunos comentan que este pequeño ser, podía encontrarse en las orillas del camino y aunque
afirman que ya falleció, se siente aún su presencia, ya que se convirtió en un un espectro que
anda por las calles tocando la guitarra. Él es muy enamoradizo de jóvenes de ojos grandes y
pelo largo; y si se ha fijado en una chica atractiva para él, la seguirá tocando una Serenata.
Cuando nació el bebé, Sihuehuet no era buena madre y no quiso cumplir con sus obligaciones.
Ella prefirió dejar todo y tener un amante del cual
prefería estar más con él.
Cuando Tlaloc descubrió sus falencias,
la maldijo de la siguiente manera: Cuando ella
esté lejos de las personas, sería una mujer bella;
pero si ellos se la acercaban, verían a una mujer
muy horrible.
que es un animal legendario que aunque parezca extraño, cuida a los borrachos y aquellos
quienes no pueden ver ni estar de pie; se le considera un espíritu protector.
Él se guía por la soledad y afición del corazón de los borrachos que tratan de olvidar sus penas
o dolor con el alcohol, motivo por la cual este ser se compadece. Y no se separa de él hasta
que llegue sano a su hogar o se alivie su dolor. Si un Cadejo llega a lamer la boca de
un borracho, lo seguirá durante nueve días, y no lo dejará en paz hasta que perezca. Luego se
llevará su alma. Por eso hay quienes dicen, que si un perro negro va detrás de un hombre, no
debe ser confundido, ya que puede ser el Cadejo.
En Guatemala, se dice que al llegar la medianoche, muchas personas del Centro Histórico
escuchan el sonido de las ruedas de una carreta. Otros dicen que se oye el relinchido de
unos caballos. Cuando las personas se
asoman a ver qué es, no ven nada pero
continúan escuchando y juran, que hay un
aire extraño. Hay quienes dicen que
el Carretón no roza el piso, sino que va
levitando.
Cuando los pobladores presienten la
presencia de este Carretón, prefieren estar
ocultos en sus casas, porque es capaz de
llevarse a todos. En otros países, este
Carretón también está presente, sola su
presencia es que se llevarán a algunos vivos.
Casi similar a la leyenda de Guatemala.
FABULAS
EL AGUILA
Un águila reposaba tranquila en lo alto de una colina cuando de repente, un cazador que
merodeaba los alrededores decidió herirla con una de sus flechas. Retorciéndose en su
dolor, la desdichada ave pudo ver que la flecha había sido hecha con plumas de águila, y
en un último suspiro exclamó: “¡Vaya tormento! Morir con un arma hecha con plumas
de mi propia especie”.
Moraleja: No hay nada tan doloroso como que nos derroten con nuestras propias
armas.
EL HUEVO DE ORO
¡Un huevo de oro!, exclamó el granjero admirando la proeza de su gallina. Al día
siguiente, otro huevo de oro, y durante toda la semana, y durante todo el mes. Como es
de esperar, el granjero se hizo muy rico en poco tiempo, pero la avaricia se apoderó de
su pensamiento, y quiso el muy necio abrir a su gallina mágica para hacerse con todo el
oro. Sin embargo, y como sucede con toda empresa miserable, el granjero acabó
perdiendo no sólo a su maravillosa gallina, sino también toda la riqueza que había
conseguido.
Moraleja: La avaricia solo nos lleva por caminos tortuosos
EL CAZADOR
Un cazador regresaba a casa cargado con sus productos, cuando de repente se topó con
un pescador que igualmente, llevaba sus cestas llenas de pescado.
Entonces, el cazador quiso tener los peces del pescador, y éste quiso también tener las
carnes del cazador. Sin mucha dilación, los dos hombres intercambiaron el fruto de su
trabajo y tan satisfechos quedaron con el trato que lo repitieron una y otra vez durante
varias semanas.
Sin embargo, un anciano que los observaba desde el primer día se les acercó una tarde y
les dijo: “Tal intercambio, pronto dejará de serlo, y no tardará el momento en que
ustedes dos deseen quedarse con lo que obtuvieron”.
Moraleja: Alterna tus gozos y los vivirás mejor.
EL PASTORCITO MENTIROSO
LA GRAN CARRERA
Había una vez un pajarito simpático, pero muy, muy perezoso. Todos los días, a la hora de
levantarse, había que estar llamándole mil veces hasta que por fin se levantaba; y cuando
había que hacer alguna tarea, lo retrasaba todo hasta que ya casi no quedaba tiempo para
hacerlo. Todos le advertían constantemente:
- ¡Eres un perezoso! No se puede estar siempre dejando todo para última hora...
- Bah, pero si no pasa nada.-respondía el pajarito- Sólo tardo un poquito más que los demás en
hacer las cosas.
Los pajarillos pasaron todo el verano volando y jugando, y cuando comenzó el otoño y empezó
a sentirse el frío, todos comenzaron los preparativos para el gran viaje a un país más cálido.
Pero nuestro pajarito, siempre perezoso, lo iba dejando todo para más adelante, seguro de
que le daría tiempo a preparar el viaje. Hasta que un día, cuando se levantó, ya no quedaba
nadie.
Como todos los días, varios amigos habían tratado de despertarle, pero él había respondido
medio dormido que ya se levantaría más tarde, y había seguido descansando durante mucho
tiempo. Ese día tocaba comenzar el gran viaje, y las normas eran claras y conocidas por todos:
todo debía estar preparado, porque eran miles de pájaros y no se podía esperar a nadie.
Entonces el pajarillo, que no sabría hacer sólo aquel larguísimo viaje, comprendió que por ser
tan perezoso le tocaría pasar solo aquel largo y frío invierno.
Al principio estuvo llorando muchísimo rato, pero luego pensó que igual que había hecho las
cosas muy mal, también podría hacerlas muy bien, y sin dejar tiempo a la pereza, se puso a
preparar todo a conciencia para poder aguantar solito el frío del invierno. Primero buscó
durante días el lugar más protegido del frío, y allí, entre unas rocas, construyó su nuevo nido,
que reforzó con ramas, piedras y hojas; luego trabajó sin descanso para llenarlo de frutas y
bayas, de forma que no le faltase comida para aguantar todo el invierno, y finalmente hasta
creó una pequeña piscina dentro del nido para poder almacenar agua. Y cuando vio que el nido
estaba perfectamente preparado, él mismo se entrenó para aguantar sin apenas comer ni
beber agua, para poder permanecer en su nido sin salir durante todo el tiempo que durasen
las nieves más severas.
Y aunque parezca increíble, todos aquellos preparativos permitieron al pajarito sobrevivir al
invierno. Eso sí, tuvo que sufrir muchísimo y no dejó ni un día de arrepentirse por haber sido
tan perezoso.
Así que, cuando al llegar la primavera sus antiguos amigos regresaron de su gran viaje, todos
se alegraron sorprendidísimos de encontrar al pajarito vivo, y les parecía mentira que aquel
pajarito holgazán y perezoso hubiera podido preparar aquel magnífico nido y resistir él solito. Y
cuando comprobaron que ya no quedaba ni un poquitín de pereza en su pequeño cuerpo, y
que se había convertido en el más previsor
y trabajador de la colonia, todos
estuvieron de acuerdo en encargarle la
organización del gran viaje para el
siguiente año.
Y todo estuvo tan bien hecho y tan bien
preparado, que hasta tuvieron tiempo para
inventar un despertador especial, y ya
nunca más ningún pajarito, por muy
perezoso que fuera, tuvo que volver a
pasar solo el invierno.
SANTILLIN
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito. Después de la merienda se reúnen
y emprenden una larga caminata charlando y saludando a las mariposas que revolotean
coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia trata de
enseñarles que pueden entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el césped, sin destruir
lo hermoso que la naturaleza nos regala.
El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron afligidos,
menos Santilin, que estaba seguro de encontrar una solución.
- Esperen, ya vuelvo.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan sencilla, taparon las púas para que no
los pinchara y así pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda
y cantaron felices.
LA ESTRELLA Y SUS NUEVOS AMIGOS
Hace mucho tiempo una estrella se cayó del cielo en medio de un bosque. El golpe fue
tremendo y en el acto empezó a nacerle un chichón muy rojo.
- Allí, en el medio del bosque, se ve una luz, pero la luz de las luciérnagas es más pequeñita -
dijo la señora Ardilla.
La señora Zorra, el señor Buho, el abuelo Pájaro Carpintero, la señora Comadreja y la señora
Ardilla se acercaron al momento para averiguar qué había pasado. La estrella al despertarse
vio que muchos ojos la estaban observando.
- Somos los amigos del bosque y estás en nuestra casa - contestó la señora Comadreja.
- ¡Pero yo no puedo estar aquí!, debo colgar en el cielo junto a mi mamá la Luna y mis
hermanas las estrellas - explicó.
- ¡No te preocupes! nosotros te ayudaremos a subir al cielo - cantaron todos a la vez -, pero
primero te curaremos - añadió la señora Zorra.
Mientras celebraban una reunión bajo el viejo pino todos los animalitos del bosque, para ver
cómo podían subir a la estrella al cielo, la señora Ardilla vendó el chichón de la estrella con un
bonito lazo verde que había fabricado con las hojas de un haya.
Unos apuntaban a que el abuelo Pájaro Carpintero la subiera a su lomo y volara por encima de
los árboles, pero ya estaba viejo y sabía que no podría subir tan alto. Otros querían que la
señora Ardilla trepara con la estrella entre las ramas de los árboles más altos, pero temían que
ésta se volviera a golpear.
El señor Buho, que había estado todo el tiempo callado, finalmente se atrevió a hablar:
- Estornudaremos todos a la vez y provocaremos que la tierra se mueva y así expulsará hacia
arriba a la estrella. Pero debemos estornudar muy fuerte, para que nuestro resoplido la
impulse muy alto.
Todos aplaudieron la idea y acordaron estornudar muy, pero muy fuerte, al contar hasta tres.
- ¡Achisssssssssssssssssssssssssssssssss!
- estornudaron los animalitos del
bosque.
Quedaban pocos kilómetros para llegar al pueblo. Guadalupe iba conocer a su bisabuela.
Estaba nerviosa. Había oído hablar de ella en casa y no podía creerse todo lo que se decía de
ella: que si había tenido que emigrar, que si había vivido la guerra, que si se había
enamorado de un mago... Al fin había llegado el gran momento.
Al descender del coche, Guadalupe vio a una mujer muy arrugada y chiquitita. Parecía muy
frágil y a punto de descomponerse. Sin embargo, sus grandes ojos azules demostraban
que aún quedaba mucha vida en ella. El abrazo entre ambas fue largo y acogedor. Los brazos
de su bisabuela le recordaron a los de su madre. Eran cálidos.
Su bisabuela cogió a Guadalupe de la mano y la llevó al jardín. Allí le regaló el que sería el
mejor de los regalos: una colcha hecha con retales de la ropa de su bisabuela, su abuela, su
madre y de ella cuando era bebé. Cada trozo contaba una historia y al tocarlo, podía descubrir
las aventuras que habían vivido las mujeres de su familia y cómo habían hecho frente a los
problemas que se les presentaban.
Al llegar la noche, Guadalupe durmió en una pequeña cama cubierta por esa colcha mágica.
Desde ese día nunca más volvió a tener pesadillas y cada mañana se levantaba sabiendo que
podría hacer cuánto quisiera en la vida, porque contaba con el apoyo y la fuerza de las mujeres
de su familia. Si ellas habían podido cumplir sus sueños, ella también lo lograría: deseaba ser
escritora.
UN CONEJO EN LA VIA
Daniel se reía dentro del auto por las gracias que hacía su hermano menor, Carlos. Iban de
paseo con sus padres al Lago Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y elevarían sus
nuevas cometas. Sería un día de paseo inolvidable. De pronto el coche se detuvo con un
brusco frenazo. Daniel oyó a su padre exclamar con voz ronca:
El auto inició su marcha de nuevo y la madre de los chicos encendió la radio, empezó a sonar
una canción de moda en los altavoces.
- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás. La mamá comenzó a
tararear una canción. Pero Daniel miró por la ventana trasera y vio tendido sobre la carretera
el cuerpo de un conejo.
- Sí papi, no sigas - añade Carlitos-. Debemos recogerlo y llevarlo al hospital de animales. Los
dos niños estaban muy preocupados y tristes.
- Bueno, está bien- dijo el padre dándose cuenta de su error. Y dando vuelta recogieron al
conejo herido.
Pero al reiniciar su viaje fueron detenidos un poco más adelante por una patrulla de la policía,
que les informó de que una gran roca había caído sobre la carretera por donde iban, cerrando
el paso. Al enterarse de la emergencia, todos ayudaron a los policías a retirar la roca.
Gracias a la solidaridad de todos pudieron dejar el camino libre y llegar a tiempo al veterinario,
que curó la pata al conejo. Los papás de Daniel y carlos aceptaron a llevarlo a su casa hasta que
se curara
Unas semanas
después toda la
familia fue a dejar al
conejito de nuevo en
el bosque. Carlos y
Daniel le dijeron adiós
con pena, pero
sabiendo que sería
más feliz en libertad