Derecho de Familia (A Marzo de 2019)
Derecho de Familia (A Marzo de 2019)
Derecho de Familia (A Marzo de 2019)
DERECHO DE FAMILIA
I. INTRODUCCIÓN.
A. GENERALIDADES.
1. CONCEPTO DE FAMILIA.
Usualmente se define familia como el “conjunto de personas entre las que median
relaciones de matrimonio o parentesco (consanguinidad, afinidad o adopción) a las que la
ley atribuye algún efecto jurídico.”
Hoy en día, tras la dictación de la ley 20830, que crea el Acuerdo de Unión Civil, la
definición referida parece incompleta. Por ello, la familia puede ser actualmente entendida
como el “conjunto de personas entre las que median relaciones de matrimonio, convivencia
civil o parentesco (consanguinidad, afinidad o adopción) a las que la ley atribuye algún
efecto jurídico.”
La Comisión Nacional de Familia1, creada por decreto supremo N° 162 de 1992, en
una concepción aún más amplia que la anterior, entiende por familia aquel “grupo social
unido entre sí por vínculos de consanguinidad, filiación (biológica o adoptiva) y de alianza,
incluyendo las uniones de hecho cuando son estables.”
2. FALTA DE UNA DEFINICIÓN LEGAL.
No existe en nuestra legislación una definición de familia. El artículo 815 inciso
tercero del Código Civil (en adelante CC), para efectos de determinar el alcance de los
derechos de uso y habitación, se refiere a la familia, indicando quiénes son sus integrantes.
Salta a la vista que la norma se funda en una concepción patriarcal de la familia, fundada
esencialmente en el matrimonio y que comprende incluso a los sirvientes y criados. Dicha
concepción es propia de la época de dictación del CC.
Artículo 815: "El uso y la habitación se limitan a las necesidades personales del usuario o
habitador.
En las necesidades personales del usuario o habitador se comprenden las de su familia.
La familia comprende al cónyuge y los hijos; tanto los que existen al momento de la
constitución, como los que sobrevienen después, y esto aun cuando el usuario o el
habitador no esté casado, ni haya reconocido hijo alguno a la fecha de la constitución.
Comprende asimismo el número de sirvientes necesarios para la familia.
Comprende, además, las personas que a la misma fecha vivían con el habitador o usuario y
a costa de éstos; y a las personas a quienes éstos deben alimentos".
1
Comisión creada durante el gobierno de Aylwin, mediante decreto supremo N° 162 de 1992, como un
organismo asesor del Presidente de la República, para la formulación de iniciativas legales sobre la familia,
sobre la base de diagnósticos preparados multidisciplinariamente.
3
d) Varios tratados internacionales vigentes en Chile también consagran la igualdad entre los
hijos. Es el caso del Pacto de San José de Costa Rica y de la Convención Internacional
sobre Derechos del Niño.
e) El artículo 5 de la ley 20066 al definir qué se entiende por acto de violencia intrafamiliar
incluye explícitamente al conviviente.
f) El artículo 14 de la ley 19253 exige como requisito de validez para ciertos actos la
autorización del cónyuge, o, en caso de no existir matrimonio civil, la autorización de la
mujer con la cual el titular de la propiedad ha constituido familia.
g) La ley 20680 derogó el artículo 228 del CC, el cual se encontraba inspirado en un ideal
de familia basado esencialmente en el matrimonio.
h) La ley 20830, que crea el acuerdo de unión civil, brindó reconocimiento y protección a
realidades asociativas distintas a la fundada en el matrimonio.
i) El artículo 108 del Código Procesal Penal considera al conviviente civil y al conviviente
como víctimas cuando el ofendido directo ha resultado muerto o no puede ejercer por sí
mismo sus derechos.
3.2. Concepción restringida (Corral, Rosende, Soto Kloss y otros).
Esta concepción no niega que existan realidades asociativas distintas a la fundada en
el matrimonio, las cuales incluso son reconocidas y protegidas por parte de la ley. No
obstante, quienes adhieren a esta concepción entienden que la familia protegida por el
constituyente es únicamente aquella fundada en el matrimonio.
Es en esa línea que el profesor Corral declara “si el concepto constitucional de
familia debe tener un contenido determinado, éste no puede ser otro –a falta de declaración
expresa en el texto o en las actas- que la familia fundada en el matrimonio. Otras formas de
convivencia podrán ser más o menos admisibles jurídicamente, pero lo que la Constitución
declara como núcleo fundamental de la sociedad, es la familia edificada sobre la base de la
unión personal de los cónyuges”.2
Los argumentos de Corral son los siguientes:
a) La Constitución se limitó a reconocer el modelo paradigmático, tradicional y clásico de
familia, que no es otro que el de la familia legítima o tradicional.
b) La convicción de que lo anterior se trataba de una realidad obvia y que se daba por
supuesta, explica el silencio del constituyente que consideró, por tanto, innecesaria su
explicitación.
c) Los textos internacionales no hablan de la familia como una realidad abierta y
descriptiva. Más bien coinciden con el texto constitucional en que la familia es una
2
Corral Talciani, Hernán, Familia y Derecho, en Colección Jurídica, Santiago, Universidad de los Andes,
1994, p. 30.
7
3
Vivanco Martínez, Ángela, Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de la Carta
Fundamental de 1980. Tomo II, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2006, pp. 47 y
48.
4
Hoy en día se cuestiona entender a la familia como una entidad abstracta, portadora de fines propios, a los
cuales deben someterse sus miembros. Contemporáneamente se entiende que la familia está al servicio de la
realización de la personalidad individual de cada de sus miembros y no al revés.
8
5
Hernández Paulsen es de esta opinión, arguyendo que la especificidad del derecho de familia en materia de
sanciones a la infracción de deberes conyugales se manifiesta en “una serie de consecuencias específicas”,
como son la separación judicial y el divorcio causal, sin que se haya establecido expresamente la posibilidad
de una acción indemnizatoria. Que la afirmación precedente se corrobora especialmente, “primero, con la
inexistencia de una regla general que obligue a indemnizar en materia de familia, pese que para otras
determinadas situaciones el legislador estableció expresamente la regla contraria, como por ejemplo cuando
se produce infracción a ciertas reglas en materia de sociedad conyugal (arts. 1748,1768 y 1771 Cc.) o del
régimen de participación en los gananciales (art. 1792-18 Cc.); segundo, con el hecho de que el legislador
reconoció explícita y detalladamente determinados efectos patrimoniales sólo frente a la infracción de ciertos
deberes conyugales, como sucede con el derecho de alimentos que es la contracara del deber de socorro, o con
la violencia intrafamiliar que es la contracara del deber de respeto y protección; tercero, con que el legislador
estableciera efectos que sólo reaccionan frente a una violación grave de los deberes y obligaciones que
impone el matrimonio en la medida que torne intolerable la vida en común (artículos 26 y 54 de la Ley de
Matrimonio Civil), o frente a una transgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y
fidelidad propias del matrimonio, lo que demuestra que solo las infracciones de cierta envergadura son
trascendentes para el derecho, y limitado a los efectos por él previstos; y con el artículo 132 inciso 1º del Cc.
que en el caso del adulterio, sólo “da origen a las sanciones que la ley prevé”, y entre las cuales no se
encuentra en ninguna parte la de indemnizar los perjuicios”.
6
En base a este último argumento, se ha considerado ilícito el pacto por el cual se estipula una cláusula penal
para el caso en que se incumpla el deber de fidelidad que existe entre los cónyuges. Si bien dicho pacto se
fundamentaría en la relación de los artículos 131 y 1535 del CC, sería contraria al artículo 132, en cuanto éste
no contempla como sanción la indemnización de perjuicios. Tal estipulación, según esta doctrina, sería
contraria al orden público y por tanto adolecería tanto de objeto ilícito como de causa ilícita.
7
Deberes matrimoniales y deberes conyugales son expresiones sinónimas.
8
Conviene tener presente que para ciertos autores (Baraona, Peñailillo, Carvajal, Lecaros, entre otros) debe
distinguirse entre el cumplimiento por equivalencia (aestimatio rei) y la indemnización de perjuicios (id quod
interest).
11
9
Para entender que los deberes conyugales son jurídicos se señalan como argumentos: a) están reconocidos
positivamente (arts. 131, 133, 134, 135 CC); b) son reconocidos y consagrados por el legislador para cumplir
los fines propios del matrimonio (art. 102 CC); c) su incumplimiento acarrea consecuencias jurídicas (art. 26
y 54 ley 19947); d) atendido su carácter de orden público, en tanto resguardan intereses que la sociedad
estima fundamentales, son indisponibles e inmodificables por las partes. Incluso, Claro
10
Vargas Aravena, David, Del resarcimiento en Chile de los daños causados en el matrimonio, Revista Ius et
Praxis, Año 21, Nº 1, 2015, p. 92.
11
Ídem.
12
No obstante lo expuesto, si bien en el caso de obligaciones de hacer intuito personae el cumplimiento en
naturaleza dependerá siempre de la rectitud y responsabilidad moral del deudor, igualmente el acreedor, si
cuenta con un título ejecutivo, podrá solicitar que se decreten apremios, pues así lo permite el artículo 1553
N°1 del CC. Con todo, si bien dichos apremios tienen por finalidad última obtener el cumplimiento forzado,
obran como una coacción indirecta, pues, en rigor, su sola materialización no implica el cumplimiento.
(Téngase como ejemplo la obligación de hacer un retrato)
12
13
La mayoría entiende que el estatuto aplicable es el extracontractual, justamente en atención a que el
matrimonio no tiene realmente naturaleza contractual y que el estatuto extracontractual es el de aplicación
general. Así opinan Barcia Lehmann y Rivera Restrepo.
13
Por otra parte, en atención a que la familia hoy en día está siendo entendida como
un espacio de afectividad y solidaridad, tendiente a la realización material y espiritual de
cada de sus miembros, ya no cabe hablar de un “interés o fin superior de la familia”, como
si ésta fuese un ente abstracto que somete a sus miembros a sus propias finalidades 14. La
familia está protegida constitucionalmente justamente para que sus miembros tengan un
espacio que les permita desarrollarse como individuos. Como afirma Finocchiaro, “si no
hay duda de que la familia es una de las formaciones sociales donde el individuo desarrolla
su propia personalidad, es igualmente claro que los derechos reconocidos y tutelados por la
ley son los propios del hombre, y que las formaciones sociales –por ejemplo, la familia– en
tanto vienen constitucionalmente garantizadas en cuanto en ellas el individuo puede
enriquecer su propia personalidad. Por tanto, en el ámbito de la familia, bajo el aspecto
jurídico, no existen intereses que trasciendan los intereses individuales de los distintos
componentes de la misma; no existe un interés superior familiar, sino el interés de un
cónyuge respecto del otro para el cumplimiento de las obligaciones recíprocas impuestas
por la ley, y el interés de los padres al sostenimiento, educación e instrucción de los hijos,
así como el interés de estos últimos en ser sustentados, educados e instruidos. En el seno de
la familia tales intereses son coordinados y atemperados, pero no porque exista un fin
superior, sino con la finalidad de propiciar una pacífica y fructífera convivencia para el bien
de cada uno de los que conviven”.15
Por ello, en línea con lo que piensa Carmen Domínguez, Vargas concluye “en este
sentido, si bien la Constitución chilena señala que “la familia es el núcleo fundamental de la
sociedad”(art. 1º inc. 2º), no se debe olvidar que la misma Carta Fundamental consagra que
“las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos” (art. 1º inc. 1º), dignidad y
derechos que las personas no renuncian por el hecho de pertenecer a una familia, o por el
matrimonio, y entre cuyos derechos se asegura a todas las personas su “derecho a la vida y
a la integridad física y psíquica” (art. 19 Nº 1º inc. 1º), como de su “honra” (art. 19 Nº 4º),
integridad y honra que obliga a reparar los daños que se causen a éstas ya sea dentro de la
familia o fuera de ella, ya que “el Estado está al servicio de la persona humana… para lo
cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y cada uno de los
integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con
pleno respeto a los derechos y garantías” que la Constitución establece (art. 1º inc. 4º).”16
Piensan de manera similar a Vargas, Corral Talciani, Domínguez Hidalgo, Vidal
Olivares, Barrientos Grandón, Rodríguez Pinto y otros. El mismo Somarriva Undurraga ya
había vislumbrado el derecho a reclamar indemnización frente al incumplimiento del deber
de fidelidad. Con todo, no todos estos autores están de acuerdo respecto al estatuto de
responsabilidad aplicable.
14
En una primera etapa, en Estados Unidos se rechazaron demandas de indemnización de perjuicios por
infracción a deberes de familia justamente en base al argumento de que la familia constituye una unidad
superior, distinta a los miembros que la componen, y a la cual éstos se someten. Incurrir en condenas
indemnizatorias sería contrario a la estabilidad y los intereses de la familia. Se hablaba de una suerte de
“inmunidad” o “privilegio” familiar. Hoy en día, obviamente, esa mirada no sigue vigente en dicho país.
15
Vargas Aravena, David, Ob. Cit. pp. 78 y 79
16
Ibíd. p. 79.
14
Otro sector de la doctrina –que encuentra apoyo en los sectores más liberales-, a la
cual adhiere Severín Fuster y Mauricio Tapia, pone énfasis en el peligro que importa la
visión sustentada por Vargas y compañía, en atención a que difumina demasiado los límites
entre derecho y moral. La lectura de Vargas, según esta doctrina, es ideologizante y le
otorga al juez la facultad de juzgar comportamientos que pertenecen por completo a la
esfera privada o íntima de una persona, privándola de una esfera de libertad que el derecho
no debería coartar. El juez calificaría la corrección moral de estos comportamientos,
generándose, en la práctica, una incitación a la comunidad a cumplir determinados
imperativos morales bajo amenaza de una indemnización de perjuicios. Ello sería contrario
a los principios de intervención mínima del Estado y de protección a la familia y el
matrimonio. En atención a estas razones, la eventual responsabilidad que tenga una persona
en relación a los daños causados a su cónyuge o hijos, no puede fundarse en la infracción a
deberes especiales de familia –que no dan lugar a la indemnización-, sino en la infracción a
deberes generales de cuidado, aplicando las reglas generales de la responsabilidad civil.
Esta tesis, como se advierte, es análoga -o al menos bastante afín- a la de Hernández
Paulsen.
Barcia Lehmann y Rivera Restrepo adoptan una posición ecléctica, concluyendo
que existe responsabilidad por infracción de deberes de familia, pero ésta es excepcional.
Con todo, su planteamiento se acerca bastante a lo sustentado por Hernández Paulsen, en
orden a que habría responsabilidad si la infracción al deber de familia o matrimonial
constituye a la vez un delito o cuasidelito penal o un ilícito civil agravado (en que existe
dolo o culpa grave), particularmente en la medida que se violenten derechos fundamentales.
Además, aclaran que la justificación de la responsabilidad en dichos casos no radica en la
infracción a un deber de familia, sino en la infracción a otros principios del derecho.17
Las tesis de Vargas y de Barcia Lehmann y Rivera Restrepo, si bien presentan
diferencias importantes en cuanto a su alcance, coinciden en cuanto a exigir un alto grado
de imputabilidad (dolo o culpa grave) y un daño particularmente intenso o significativo.
Estas estrictas exigencias se justifican justamente en el entendido que la ilicitud generadora
de responsabilidad no está dada por la sola infracción al deber de familia o matrimonio18,
sino por la gravedad o reiteración de dicha infracción. Esta forma de entender el fenómeno
intenta una conciliación con el reconocimiento de una esfera de libertad y dignidad que
trasciende a la regulación del derecho.
La discusión continúa vigente y es particularmente ardua respecto al
incumplimiento del deber de fidelidad matrimonial (artículo 131 CC). En general, la
doctrina más liberal sostiene la irresarcibilidad. La jurisprudencia más reciente, siguiendo
17
Barcia Lehmann, Rodrigo, y Rivera Restrepo, José M. ¿En qué casos el incumplimiento de deberes del
matrimonio genera responsabilidad civil?, Ius et Praxis, 21(2), Santiago, 2015. Pp. 19-60.
https://dx.doi.org/10.4067/S0718-00122015000200002
18
Aquí existe una diferencia importante en relación a la forma en que se ha entendido la ilicitud en materia
extracontractual, pues, siguiendo a Barros, en dicha materia la ilicitud se confunde con la culpa, la que, a su
vez, tiene lugar ante la mera infracción a un deber de cuidado. En materia de responsabilidad por infracciones
a deberes de familia, se requeriría además la gravedad o reiteración para calificar la infracción como ilícita.
15
Hoy en día, atendida la evolución que ha experimentado esta rama del derecho, los
principios informadores son la protección de la familia; protección del matrimonio;
igualdad entre los integrantes del grupo familiar (de los cónyuges y de los hijos); la
protección del más débil en las relaciones de familia (interés superior del niño y cónyuge
más débil); la autonomía de la voluntad; y el principio de intervención mínima del Estado.
7.5. El Derecho de Familia exhibe gran mutabilidad.
Como señala Juan Andrés Orrego, de todas las materias reguladas por nuestra
legislación civil, las normas del Derecho de familia son las que han experimentado más
reformas, y ellas sin duda continuarán produciéndose en el futuro, teniendo presente los
profundos cambios que se advierten en nuestra sociedad.
7.6. El Derecho de Familia posee una institucionalidad propia, que la distingue del
Derecho puramente Civil.
El primero tiene instituciones propias, como el matrimonio o la filiación; regula
además relaciones jurídicas que se apartan en aspectos importantes de la regulación común.
Se trata, en síntesis, de una rama autónoma del Derecho, que merece, según algunos
autores, un Código autónomo al CC.
8. MODELO DE FAMILIA PROTEGIDO POR EL LEGISLADOR DE 1855.
PRINCIPIOS INFORMADORES A ESA ÉPOCA Y EVOLUCIÓN.
Como ya señaláramos, los principios que informaban el Derecho de Familia a la
época de dictación del Código son los siguientes:
a) Matrimonio religioso e indisoluble;
b) Incapacidad relativa de la mujer casada;
c) Administración unitaria y concentrada del marido de la sociedad conyugal;
d) Potestad marital y autoridad paterna;
e) Patria potestad exclusiva y con poderes absolutos del padre de familia; y
f) Protección de la familia legítima y filiación matrimonial fuertemente favorecida.
En las páginas siguientes veremos cómo dichos principios han evolucionado,
mutando el modelo de familia desde uno fundado esencial y exclusivamente en el
matrimonio, hacia uno fundado en un espacio de afectividad y solidaridad que sirve de
sustrato personal y patrimonial para la realización material y espiritual de todos sus
integrantes.
Como indican Cornejo y Arancibia, “el modelo considerado digno de protección por
el codificador de 1855, en el contexto de una sociedad tradicional, preferentemente agraria
y religiosa como la chilena, supuso la consagración de un ideal de familia que se había
venido construyendo en el mundo occidental desde la edad media, donde ésta se encontraba
fundada en la existencia de un matrimonio, celebrado según el rito religioso católico y cuya
17
19
Arancibia Obrador, María José, y Cornejo Aguilera, Pablo, El Derecho de familia en Chile: Evolución y
nuevos desafíos., Revista Ius et Praxis número 20(1), 2015, pp. 279 y 280. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-
00122014000100011
20
En la misma época, también se crea ley de registro civil, privando a los párrocos de elaborar y mantener los
registros de nacimiento, matrimonio y defunciones.
18
21
Ibíd. pp. 283 y 284.
19
cuanto a las formas de familia que requieren protección, pues ya no se favorece la filiación
matrimonial (antes llamada legítima) en desmedro de la no matrimonial. Todos los hijos,
sean de filiación matrimonial o no matrimonial, tienen los mismos derechos, lo que implica,
por ejemplo, que no se hace diferencia en materia sucesoria, en lo que respecta a la
autoridad parental (sin perjuicio del artículo 228 que introdujo esta ley, derogado
posteriormente por la ley 20680) y en otras materias. Pero esta ley no sólo implica la
igualación de los derechos de los hijos, sino también, de manera implícita, el
reconocimiento de otras formas de familia. Como indican Pablo Cornejo y María José
Arancibia, de forma muy perspicaz y certera, “este reconocimiento supone, en un plano
simbólico, que el matrimonio ya no es el único marco de ejercicio de la sexualidad tutelado
por el Derecho”22. No es casual que la NLMC, siguiendo la senda trazada por la ley 19585,
reconozca en su artículo primero inciso 2° que el matrimonio es la base principal (no dice
exclusiva) de la familia.
Esta última ley colisiona también con otro de los principios presentes a la época de
dictación del CC, pues mediante el reconocimiento del divorcio vincular, regulado no sólo
como una sanción para el caso en que exista falta imputable de uno de los cónyuges, sino
también como un remedio para aquellos matrimonios que han fracasado y en los que ha
existido un cese de convivencia, se ha puesto en tela de juicio el principio de
indisolubilidad del matrimonio. Con todo, al respecto, Corral Talciani y un sector de la
doctrina, estiman que el matrimonio sigue siendo indisoluble y que justamente por ello no
se modificó el tenor del artículo 102 del CC (dice indisolublemente); el divorcio, en
opinión de esta doctrina, es una figura cuya procedencia es excepcionalísima (se tiene en
consideración, entre otras razones, el tenor de los artículos 3 inciso 2° y 67 inciso 1° de la
NLMC) y que no obsta a que el espíritu de los contrayentes al momento de celebrar el
matrimonio es que éste sea por toda la vida.
Por otra parte, como agregan Cornejo y Arancibia, “es aún posible identificar una
segunda mutación en la concepción tradicional de matrimonio, que pone nuevamente
énfasis en el carácter asociativo de la unión. En efecto, una de las modificaciones de mayor
contenido simbólico introducidas por la nueva normativa matrimonial ocurrió en el plano
del tratamiento de la impotencia de uno de los cónyuges, trastorno que en la actualidad no
permite per se la declaración de nulidad del matrimonio (a diferencia de lo que ocurría con
la ley de 1884, donde era tratada como un impedimento dirimente absoluto, arts. 4° Nº 3 y
29), sino solamente fundar una eventual nulidad por error, cuando el otro cónyuge no
conociere esta circunstancia (arts. 8° Nº 2 y 46 letra b) ley Nº 19.947). De esta manera, la
actual regulación matrimonial rompe la otrora necesaria relación entre matrimonio y
procreación, estableciendo que la imposibilidad objetiva de consecución de uno de los fines
todavía declarados por el artículo 102 CC no permite privar al matrimonio de sus efectos,
sino en la medida que esta anomalía, siendo ignorada por el otro cónyuge, le impida
realizar sus proyectos de vida, los cuales lo llevaron a contraer matrimonio.”23
22
Ibíd. p. 285.
23
Ibíd. pp. 286 y 287.
20
24
Corral Talciani, Hernán, Sentido y Alcance de la definición de Matrimonio del artículo 102 del Código
Civil, después de la introducción del Divorcio Vincular por la ley 19.947, de 2004, Revista chilena de
derecho, Santiago , v. 36, n. 1, p. 71, abr. 2009.
25
Arancibia Obrador, María José, y Cornejo Aguilera, Pablo, Ob. Cit. p. 287.
21
26
Ibíd. p. 297.
22
27
Al respecto conviene tener presente que la evolución en cuanto a la titularidad del cuidado personal no ha
sido lineal. En efecto, en base al texto originario del Código, en situaciones de crisis familiar, por regla
general correspondía que el hijo legítimo permaneciera junto a su padre, a menos que fuere menor de 5 años,
en cuyo caso estaría bajo el cuidado de la madre. Esta regla sería objeto de sucesivas modificaciones: la
primera, en 1935, mediante la Ley Nº 5680, aumentó la edad a 10; materia que sería nuevamente reformada
por la Ley Nº 10.271, hasta alcanzar los 14 años. Luego, la Ley Nº 18802 de 1989 terminaría por establecer la
regla inversa, disponiendo que, en caso que los padres vivan separados, el cuidado de los hijos menores
corresponderá a la madre. Hoy en día, tras la entrada en vigencia de la ley 20680, la regla supletoria está en el
artículo 225 inciso 3°, la cual dispone que el cuidado personal corresponde al padre o a la madre con que
vivan los hijos.
23
28
Lepín Molina, Cristián, Los Nuevos Principios Del Derecho De Familia, Revista chilena de derecho
privado, número 23, 2014, p. 17 https://dx.doi.org/10.4067/S0718-80722014000200001
29
Ibíd. p. 18.
24
30
Ibíd. p. 21.
25
la familia, así como los bienes muebles que la guarnecen. Además, si el valor de dichos
bienes excede la cuota hereditaria, el cónyuge sobreviviente puede solicitar que se
constituya en su favor derechos de habitación y de uso, de carácter gratuito y vitalicio
(artículo 1337 N° 10 CC).
Se debe tener presente que, tal como indica Lepín, “este conjunto de derechos son
indisponibles para los cónyuges durante el matrimonio, por tanto se encuentran excluidos
de la autonomía de la voluntad. Si se quiere, conforman el orden público familiar”.31
9.3. Principio de igualdad.
Este principio también tiene consagración constitucional, toda vez que es el
mismísimo artículo 1 inciso 1° el que establece que “las personas nacen libres e iguales en
dignidad y derechos”.
No es casual que ésta sea la primera declaración de la carta fundamental, pudiendo
incluso sostenerse que dicho reconocimiento es la norma más básica y fundamental que
existe en nuestro ordenamiento jurídico.
El artículo 19 N° 2 por su parte establece que La Constitución asegura a todas las
personas: N° 2 La igualdad ante la ley.
La misma norma señala que ni la ley ni autoridad alguna podrán establecer
diferencias arbitrarias. No está demás señalar que la discriminación contenida en el artículo
1749 inciso 1° del CC y diseminada en toda la regulación de la sociedad conyugal es
arbitraria –y vergonzosa-.32
Respecto a la efectividad de este principio, conviene tener presente que “en Derecho
de Familia este principio general de la legislación se mantuvo distante, dado que el modelo
de familia patriarcal estructurado por Andrés Bello fue establecido sobre la base de la
potestad del marido/padre sobre la persona y bienes de su mujer e hijos. Lo que se mantuvo
vigente hasta solo hace unos años, en que se empiezan a incorporar criterios de igualdad en
las relaciones familiares. Primero a través de la ley N° 19.335,de 23 de septiembre de 1994,
que modificó los efectos personales del matrimonio a fin de establecer en forma igualitaria
las obligaciones y derechos de carácter personal entre los cónyuges, y luego la entrada en
vigencia de la ley N° 19.585, que modificó el Código Civil y otros cuerpos legales en
materia de filiación, de 26 de octubre de 1998, consagrando la plena igualdad de los hijos.
31
Ibíd. p. 24.
32
Es necesario tener presente el acuerdo de solución pacífica alcanzado entre Sonia Arce Esparza y el Estado
de Chile, el 18 de octubre de 2005, caso N° 12.433, que dispone en la cláusula primera: “Primero: Garantías
de no repetición: a. Derogación de las normas que establecen la discriminación de las mujeres en el régimen
de sociedad conyugal. Para poner término a la discriminación legal implícita en el actual régimen de sociedad
conyugal en Chile, y que ha motivado el inicio de este caso, el Estado de Chile se compromete a dotar –en
forma inmediata– de la urgencia que se estime adecuada a la tramitación legislativa del proyecto de ley que
modifica el Código Civil y leyes complementarias en materia de sociedad conyugal o comunidad de
gananciales –en los términos de redacción en los que se encuentra–, otorgando a la mujer y al marido iguales
derechos y obligaciones (Boletín, Nº 1707-18)”.
26
Recientemente, por la ley N° 20.680, de 21 de junio de 2013, que deja en situación de plena
igualdad a los padres respecto al cuidado personal de sus hijos”.33
El principio de igualdad tiene una triple dimensión en el derecho de familia:
a) Igualdad entre los cónyuges.
b) Igualdad de los cónyuges respecto a los hijos.
c) Igualdad entre los hijos.
a) Igualdad entre los cónyuges.
La igualdad entre los cónyuges se refiere tanto a los efectos personales que derivan
del matrimonio (artículos 131, 133, 134 y 136 CC) como a los efectos patrimoniales
(régimen económico matrimonial, alimentos y compensación económica). En lo que
respecta a los efectos patrimoniales, como señala Claudia Schmidt, la igualdad entre el
hombre y la mujer “se plasma o al menos debiera manifestarse, en un sistema económico
patrimonial del matrimonio que respete la personalidad jurídica individual de cada uno de
los componentes de la unión matrimonial”. Ello no ocurre así con el régimen legal
supletorio, a saber, la sociedad conyugal.
b) igualdad de los cónyuges respecto a los hijos.
Esta igualdad dice relación con que marido y mujer concurran en un mismo plano
en materias tan importantes como autoridad parental, patria potestad y los demás efectos
derivados de la filiación. Hoy en día dicha igualdad se plasma en el principio de
corresponsabilidad, consagrado en el artículo 224 del CC, el cual dispone que ambos padres
deben intervenir de manera activa, permanente y equitativa en la crianza y educación de los
hijos. Particularmente importante resulta la ley 20680, que implementó este principio y
modificó el antiguo artículo 225, que establecía que si los padres vivían separados
correspondía el cuidado personal a la madre, salvo que hubiese maltrato, descuido u otra
causa calificada que justificase atribuir el cuidado al padre.
c) igualdad entre los hijos.
Actualmente la igualdad entre los hijos está consagrada en el artículo 33 del CC. Es
pertinente tener presente que antes de la entrada en vigencia de la ley 19585, no existía un
estatuto que permitiese la investigación de la paternidad (perjudicándose a aquellos niños
de filiación indeterminada), sólo los hijos con filiación legítima podían obtener alimentos
congruos (aquellos que habilitan para subsistir de acuerdo a la posición social)34, los
derechos sucesorios de los hijos eran diferenciados, pues los naturales recibían la mitad de
lo que recibían los legítimos.
33
Ibíd. p. 26.
34
Los hijos naturales sólo tenían derechos a alimentos necesarios (aquellos que sólo habilitan para subsistir).
27
Una manifestación fundamental del principio de igualdad entre los hijos está
contemplada en el artículo 988 del CC. Asimismo, el artículo 1 inciso 2° de la ley 19620
confiere al adoptado la calidad de hijo.
Tras la derogación del antiguo artículo 228 por parte de la ley 20680, hoy en día se
ha equiparado prácticamente por completo a los hijos, sean de filiación matrimonial o no
matrimonial.
9.4. Principio de protección del más débil.
En atención a la tendencia igualatoria de derechos, el derecho de familia se plantea
como función proteger los derechos de quienes, por distintas razones, se encuentran en una
situación especial de indefensión o vulnerabilidad.
A partir de este principio de carácter general pueden desprenderse dos
subprincipios: el interés superior del niño y la protección al cónyuge más débil.
a) Principio de protección al interés superior del niño.
Este principio puede colegirse de distintos tratados internacionales de derechos
humanos ratificados por Chile (art. 25 N° 2 Declaración Universal de Derechos Humanos;
art 24 N°1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; art. 10.3 del Pacto
Internacional de derechos económicos, sociales y culturales; art. 19 del Pacto de San José
de Costa Rica).
Con todo, es en la Convención sobre los Derechos de los Niños donde se reconoce
de manera explícita. En particular, el artículo 3 de dicha Convención establece que:
“1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos
legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del
niño.
2. Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que
sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres,
tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas las
medidas legislativas y administrativas adecuadas.
3. Los Estados Partes se asegurarán de que las instituciones, servicios y establecimientos
encargados del cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por
las autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad, sanidad, número y
competencia de su personal, así como en relación con la existencia de una supervisión
adecuada”
En nuestro CC, el principio en cuestión se encuentra consagrado en el artículo 222,
el cual señala, en su inciso primero, que “la preocupación fundamental de los padres es el
interés superior de los hijos, para lo cual procurarán su mayor realización espiritual y
material posible, y lo guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que emanan de la
28
35
Ibíd. p. 37
36
Cillero Bruñol, Miguel, El interés superior del niño en el marco de la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño, Revista Justicia y Derechos del Niño (UNICEF), N° 9. Santiago, 2007, p. 141.
37
Lepín Molina, Cristián, Ob. Cit. p. 38.
30
De ahí se sigue que es un imperativo para el juez de familia cuidar los intereses del
cónyuge más débil en la resolución de los asuntos que deba conocer en virtud de la NLMC.
Con todo, la ley no define qué entiende por cónyuge más débil, existiendo en
doctrina diversos conceptos, unos más amplios que otros.
Así, para Pablo Rodríguez, se puede entender por cónyuge más débil “al que se
encuentre en una posición económica, psíquica, emocional o fisiológica desmedrada”.
Lepín, en cambio, siguiendo a José Guerrero, entiende que el cónyuge más débil es
aquél que, con ocasión de la ruptura del matrimonio, ya sea por divorcio, nulidad o
separación, se encuentra en una situación económica desmedrada en relación al otro
cónyuge.38 En consecuencia, la ley atiende únicamente al desmedro económico y no a otra
circunstancia para calificar la debilidad del cónyuge.
La protección al cónyuge más débil se fundamenta en razones de equidad (en tanto
al legislador le interesa que ambos cónyuges puedan hacer frente a la vida independiente
que implica la ruptura de manera adecuada y con igualdad de oportunidades), así como
también en el principio de igualdad y prohibición de toda forma de discriminación
arbitraria.
En la misma línea, como argumenta Javier Barrientos Grandón, debe tenerse
presente que la protección al cónyuge más débil, y en particular la compensación
económica, se fundamentan también en la corresponsabilidad que existe respecto a las
labores del hogar común y al cuidado de los hijos (si los hay), valorando dicha funciones
domésticas como funciones elementales durante la vida conyugal. En ese sentido, si el
matrimonio fracasa y tiene lugar su ruptura por nulidad o divorcio, no es justo que quien se
ha dedicado a las labores propias del hogar y del cuidado de los hijos (no pudiendo
desarrollar una actividad remunerada o haciéndolo en menor medida de lo que ha querido y
podido) asuma el costo por sí solo, pues dichas funciones también debían ser ejercidas por
el otro cónyuge, quien, en cambio, pudo desarrollar una actividad remunerada que le
permite encontrarse en mejor pie de cara al futuro. En este contexto, la ley pretende
reequilibrar la situación, reconociendo el derecho del cónyuge más débil de solicitar una
compensación.
Son manifestaciones del principio de protección al cónyuge más débil: el control
que realiza el juez al aprobar un acuerdo en sede de separación o divorcio, calificándolo de
completo y suficiente (arts. 21, 27 y 55 NLMC). En estos casos, la protección reside,
fundamentalmente, en que el acuerdo procure aminorar el menoscabo que implica la
ruptura del matrimonio39 y establezca relaciones equitativas entre los cónyuges hacia el
futuro (arts. 27 inc. 2° y 55 inc. 2°); el derecho a obtener una compensación económica
(arts. 61 y siguientes); y la denominada “cláusula de dureza” (art. 55 inc. 3°), que, en
38
Ibíd. pp. 41 y 42.
39
Ruptura matrimonial y terminación del matrimonio no son conceptos sinónimos. La ruptura atiende a una
cuestión de hecho (sin que implique disolución del vínculo), mientras que la terminación a una cuestión de
derecho (implicando disolución del vínculo).
31
palabras de Lepín, “permite al juez rechazar el divorcio por cese de convivencia solicitado
unilateralmente, cuando a solicitud de la parte demandada, verifique que el demandante,
durante el periodo de cese de convivencia, no dio cumplimiento, en forma reiterada, a su
obligación de alimentos, respecto del cónyuge demandado y de los hijos comunes,
pudiendo hacerlo (artículo 55 inciso 3° de la NLMC)”40
Sin perjuicio de lo señalado anteriormente, Orrego estima que el principio de
protección al cónyuge más débil ya estaba presente antes de la dictación de la NLMC. A su
entender, ya existían manifestaciones de este principio en nuestro CC, pudiendo citarse al
efecto las normas relativas a los bienes familiares (artículos 141 a 149); las disposiciones de
la sociedad conyugal destinadas a proteger a la mujer (especialmente en lo que se refiere a
las limitaciones a la administración ordinaria de la sociedad conyugal, establecidas en el
artículo 1749, en las normas que favorecen a la mujer para el pago de las recompensas que
se le adeuden, al liquidarse la sociedad conyugal, según lo dispuesto en el artículo 1773, y
en el beneficio de emolumento que opera en favor de la mujer, consagrado en el artículo
1777); y en aquellas que consagran el crédito de participación en los gananciales, al
término de dicho régimen (artículos 1792-20 al 1792-26). Otra manifestación estaba dado
por el derecho de alimentos, regulado tanto en el CC (artículos 321 al 337) como en la ley
14908 sobre Abandono de Familia y Pago de pensiones Alimenticias.41
9.5. Autonomía de la voluntad
Como vimos, tradicionalmente se ha dicho que, al ser el derecho de familia un
derecho de orden público (aunque sea derecho privado, toda vez que regula las relaciones
entre privados ligados por un vínculo de familia) la autonomía de la voluntad se encuentra
fuertemente restringida.
No obstante, la voluntad de las personas no sólo es relevante en los actos jurídicos
que sirven fuente de las relaciones de familia (matrimonio, acuerdo de unión civil,
reconocimiento voluntario, etc), sino también en la regulación misma de buena parte de las
relaciones jurídicas existentes entre los miembros de la familia (capitulaciones
matrimoniales, sustitución de régimen patrimonial del matrimonio, liquidación de la
sociedad conyugal, asignación del cuidado personal y de la patria potestad, transacciones
sobre alimentos, regulación de relación directa y regular, acuerdo completo y suficiente,
etc).
Por lo tanto, el principio de la autonomía de la voluntad está en la base y genealogía
misma del derecho de familia, pues buena parte de las relaciones de familia nacen
justamente de la voluntad de las personas; así ocurre con la relación entre los cónyuges
(cuya fuente es el matrimonio), entre los convivientes civiles (cuya fuente es el acuerdo de
40
Ibíd. p. 43.
41
Orrego Acuña, Juan Andrés, Visión crítica de la sociedad conyugal y algunos fundamentos del principio de
protección al cónyuge más débil, en Estudios de Derecho Civil III, Jornadas Nacionales de Derecho Civil,
Valparaíso, 2007, Alejandro Guzmán Brito (editor científico), Santiago de Chile, LegalPublishing, 2008, pp.
85 a 98.
32
unión civil), entre el padre o madre y el hijo reconocido voluntariamente (cuya fuente es el
reconocimiento). En todos estos casos se está ante auténticos actos jurídicos, en que la
voluntad desempeña un rol fundamental.
Por otro lado, la tendencia del legislador ha sido aumentar el ámbito de aplicación
de este principio en la regulación de las relaciones jurídicas de familia. Son manifestaciones
de este principio:
a) En las relaciones mutuas entre los cónyuges, se puede pactar cuál será el régimen
patrimonial del matrimonio (artículo 1715 CC), sustituirlo durante el matrimonio (artículo
1723 CC), convenir acuerdos reguladores con ocasión de la separación de hecho (artículos
21 y 22 NLMC), presentar acuerdo completo y suficiente en los juicios de separación o
divorcio (artículos 27 inciso 2° y 55 inciso 2° NLMC), celebrar acuerdos sobre la
compensación económica (artículo 63 NLMC).
b) En las relaciones de los padres con los hijos, se pueden celebrar acuerdos sobre la
atribución y el régimen de cuidado personal (artículo 225 CC); régimen de relación directa
y regular (artículo 229 CC); atribución y régimen de patria potestad (artículos 244 y 245
CC); y alimentos (artículo 2451 CC, en relación con artículo 11 de la ley 14908)
En palabras de Carmen Domínguez Hidalgo, “tradicionalmente se ha afirmado que
una gran diferencia entre el Derecho patrimonial y el Derecho de Familia es el ámbito de
extensión de la autonomía de la voluntad afirmándose que ese principio básico del Derecho
privado recibiría plena e ilimitada vigencia en el ámbito patrimonial, no así en materia de
familia donde solo existiría la libertad para celebrar o no un acto pero una vez ejercida la
opción en orden a ejecutarlo los particulares se encontrarían obligados a someterse al
estatuto legalmente impuesto, inderogable para ellas. En el presente, no obstante, habida
cuenta de las reformas referidas, lo cierto es que ese tipo de afirmación merece ser
reformulada o, por lo menos, matizada… La autonomía de la voluntad como ejercicio de la
libertad individual ha alcanzado en este ámbito una extensión antes impensable. Como se
suele afirmar el Derecho de Familia tiende paulatinamente a contractualizarse en un
fenómeno exactamente inverso al que se produce en el Derecho de los contratos que tiende
progresivamente a reconocer más límites a la libertad contractual”42.
9.6. Intervención mínima del estado.
Como complemento del principio de autonomía de la voluntad, la doctrina reconoce
al principio de intervención mínima del Estado, que exige que el juez intervenga
únicamente en la medida que el conflicto familiar no pueda ser solucionado por los propios
miembros de la familia, o existan razones de orden público para entender que el conflicto
no puede ser entregado a la autonomía privada. En otras palabras, el principio de
intervención mínima del Estado es aquel que provee a los propios miembros de la familia la
facultad de poner fin a sus conflictos mediante acuerdos alcanzados voluntariamente, y
42
Domínguez Hidalgo, Carmen, Los principios que informan el derecho de familia chileno: su formulación
clásica y su revisión moderna, Revista Chilena de Derecho (volumen XXII, Nº 2), 2005, p. 212.
33
43
Lepín Molina, Cristián, Ob. Cit. pp. 48 y 49.
44
Ibíd. p. 49.
34
III. EL MATRIMONIO.
A. DEFINICIÓN, ELEMENTOS Y REQUISITOS.
1. DEFINICIÓN.
El artículo 102 del CC señala que “El matrimonio es un contrato solemne por el cual
un hombre y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de
vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse mutuamente.”
2. ELEMENTOS DEL MATRIMONIO SEGÚN LA DEFINICIÓN LEGAL.
2.1. El matrimonio es un contrato.
37
permanencia, en cuanto dura lo que viven los cónyuges y sus efectos perduran en la
descendencia legítima. El acto fundacional se expresa en la voluntad de los contrayentes de
recibirse el uno al otro como marido y mujer.
Ramos Pazos, de destacada influencia en esta área del derecho civil, estima que el
matrimonio es un acto de Estado, aclarando, no obstante, que tal naturaleza no contradice la
idea del matrimonio como institución.
2.2. Es un contrato solemne.
Así está expresado en el mismo artículo 102 del CC. Las formalidades básicas
consisten en la presencia del oficial de Registro Civil y de dos testigos hábiles.
2.3. El contrato se celebra entre un hombre y una mujer.
Aun cuando exista un proyecto de ley de matrimonio igualitario45, bajo el tenor
actual del artículo 102, es de la esencia del matrimonio la diferencia de sexo. En
consecuencia, no se admite el matrimonio homosexual. Asimismo, en tanto la norma aclara
que el matrimonio se celebra entre un hombre y una mujer, no se admite tampoco la
poligamia ni la poliandria.
2.4. La unión es actual e indisoluble y por toda la vida.
La palabra “actual” descarta las modalidades suspensivas. En cuanto a las
expresiones “indisolublemente” y “por toda la vida”, parte de la doctrina sostiene su
derogación tácita a consecuencia de la entrada en vigencia de los artículos 53 y siguientes
de la NLMC, que regulan el divorcio como causal de terminación del matrimonio. Con
todo, en la historia legislativa de la NLMC consta que, habiéndose discutido expresamente
la posibilidad de modificar el artículo 102 del CC, predominó la opinión de mantener su
tenor bajo el entendido que el matrimonio se celebra con la intención de que dure toda la
vida.
En otra opinión, Barrientos Grandón señala que, una vez entrada en vigencia la
NLMC, conviene distinguir entre indisolubilidad extrínseca e indisolubilidad intrínseca; la
primera ya no existe pues, cumpliéndose ciertos requisitos, el juez puede poner fin al
matrimonio; la segunda, en cambio, subsiste, pues los cónyuges no pueden poner fin al
matrimonio por su mero consentimiento.
2.5. Con el fin de vivir juntos, de procrear y auxiliarse mutuamente.
A partir del tenor de la norma, pareciera que las finalidades expresadas son
copulativas y esenciales en la comunidad de vida que implica el matrimonio. No obstante,
en cuanto a la finalidad procrear, se ha sugerido por la doctrina más liberal que ésta es sólo
eventual, pues perfectamente el hombre y la mujer unidos por un vínculo matrimonial
podrían decidir no tener hijos; tal decisión se sustentaría en una esfera concreta de la
libertad personal de los cónyuges, a saber, la libertad sexual y reproductiva, sin que existan
45
Boletín N° 11.422-07.
39
razones de peso para predicar que ello implique la desnaturalización de la vida conyugal.
Por lo demás, el reconocimiento del matrimonio en artículo de muerte, esto es, el
matrimonio en que al menos uno de los contrayentes se encuentra en peligro inminente de
muerte, refuerza la tesis de que la procreación no es una finalidad inherente a todo
matrimonio.
3. REQUISITOS DEL MATRIMONIO.
Aun cuando la NLMC no contempla la distinción, la doctrina mayoritaria, siguiendo
la antigua tesis de Zachariae –replicada por Aubry y Rau-, postula que el matrimonio tiene
requisitos de existencia y de validez. La distinción es importante pues un matrimonio
declarado nulo, en la medida en que haya sido celebrado ante un oficial de Registro Civil,
de buena fe y con justa causa de error por a lo menos uno de los cónyuges, se mira como un
matrimonio putativo, siendo reconocida su eficacia por la NLMC46; un matrimonio
inexistente, en cambio, no produciría efectos jamás.
Nuestra Corte Suprema también ha reconocido la distinción entre matrimonio nulo e
inexistente, afirmando que el primero tiene una existencia imperfecta, por cuanto adolece
de vicios en su constitución que pueden traer consigo la nulidad; en cambio, el inexistente
es sólo una apariencia de matrimonio, porque carece de los elementos sin los cuales no
puede concebirse el acto.
3.1. Requisitos de existencia del matrimonio.
3.1.1 Diversidad de sexo entre los contrayentes.
Dado que uno de los fines tradicionales del matrimonio es la procreación, el artículo
102 exige la diversidad de sexo. El artículo 80 de la NLMC, por su parte, señala que el
matrimonio celebrado en el extranjero producirá en Chile los mismos efectos que si se
hubiese celebrado en territorio chileno, siempre que se trata de la unión entre un hombre y
una mujer. Esta regulación es complementada por el artículo 12 inciso final de la ley
20.830, en cuanto establece que “Los matrimonios celebrados en el extranjero por
personas del mismo sexo serán reconocidos en Chile como acuerdos de unión civil si
cumplen con las reglas establecidas en esta ley, y sus efectos serán los mismos del referido
acuerdo”. Además, para que tales matrimonios produzcan efectos en Chile como acuerdos
de unión civil se requiere la inscripción en el Registro Especial de Acuerdos de Unión Civil
que establece el artículo 6 de la misma ley.
Como ya se señaló previamente, debe tenerse presente que actualmente existe un
proyecto de ley de matrimonio igualitario47.
3.1.2. Consentimiento.
46
El matrimonio que pueda reputarse putativo produce efectos respecto del cónyuge que lo ha celebrado de
buena fe y con justo causa de error desde el momento de su celebración hasta el momento en que cesa la
buena fe (artículo 51 NLMC)
47
Boletín N° 11.422-07.
40
Como aparece de la lectura del artículo 8, pueden distinguirse dos tipos de error.
a) Error en la identidad de la persona del otro contrayente.
Que el error en la identidad de la persona del otro contrayentes vicie el
consentimiento matrimonial se justifica en que matrimonio es un contrato intuito personae.
En realidad, la configuración de un error de este tipo sólo podría suceder en el matrimonio
celebrado mediante mandatario, mas no existe jurisprudencia al respecto.
b) Error acerca de alguna de sus cualidades personales que, atendida la naturaleza o los
fines del matrimonio, ha de ser estimada como determinante para otorgar el consentimiento.
En opinión de Corral Talciani, la impotencia coeundi constituiría un error de este
tipo, pues, en su concepto, el deber de cohabitación es la naturaleza del matrimonio en tanto
tiende a la obtención del fin de procrear.
Figueroa y Barrientos señalan que también son errores de esta naturaleza los
referidos a la orientación sexual o la religión del otro contrayente.
También se ha afirmado que la esterilidad constituye un error en calidad personal
determinante para otorgar el consentimiento, pues uno de los fines del matrimonio es la
procreación, finalidad que usualmente se busca cumplir sin recurrir a técnicas de
reproducción humana asistida. Desde este punto de vista, la esterilidad del otro contrayente
permitirá presumir la existencia del error, pues lo más usual es que los cónyuges tengan, al
momento de la celebración del matrimonio, la intención de procrear; no obstante, en tanto
se trataría de una presunción, se reconoce al cónyuge estéril la facultad de rendir prueba
para desvirtuar que la procreación –o la procreación sin la aplicación de técnicas de
reproducción humana asistida- haya sido una finalidad perseguida por los esposos al
momento de contraer matrimonio. Una opinión más matizada, que parece atribuir la carga
de la prueba al demandante, tienen Barrientos y Novales, quienes señalan que
“eventualmente la infertilidad podría alzarse como fundamento del capítulo de nulidad
matrimonial consagrado en la letra b) del artículo 44 de la lmc, cuando la falta de
consentimiento libre y espontáneo fuere consecuencia de un error recaído en una calidad
personal del otro cónyuge (art. 8 número 2 lmc) que, precisamente, consistiera en su
“fertilidad” si ella ha sido determinante para prestar el consentimiento matrimonial
porque quien ha errado tenía en cuenta el preciso fin de la procreación”48
No constituye un error en calidad personal determinante el referido al régimen
patrimonial, pues la existencia de tal régimen presupone que el matrimonio ya fue
válidamente celebrado.
3.2.1.2. La fuerza.
48
Barrientos Grandón, Javier y Novales Alquézar, Aranzazú, Nuevo Derecho Matrimonial Chileno,
Lexisnexis, Santiago, 2004, p. 174. En el mismo sentido, De Verda y Beamonte, José Ramón, El error en el
matrimonio, Publicaciones del real colegio de España, Zaragoza, 1997.
42
En tanto debe cumplir con los requisitos de los artículos 1456 y 1457, debe tratarse
de un apremio grave, injusto y determinante. La particularidad de la regulación contenida
en el artículo 8 N° 3 es que el apremio puede provenir de una persona o de una
circunstancia externa. El típico ejemplo de fuerza que proviene de circunstancia externa es
el de la presión social que se ejerce sobre una mujer embarazada para que contraiga
matrimonio.
Finalmente, conviene hacer presente que el artículo 8 de la NLMC no contempla el
dolo. La razón está en que, si se contemplara, se pondría en peligro la estabilidad del
vínculo matrimonial, puesto que es normal que en las relaciones previas al matrimonio, los
esposos muestren su mejor faceta.
3.2.2. Capacidad de los contrayentes y ausencia de impedimentos dirimentes.
Al igual como ocurre en base a las normas del CC, la capacidad matrimonial es la regla
general, siendo la incapacidad la excepción. En consecuencia, la ley no declara quiénes son
capaces, sino quiénes no podrán contraer matrimonio. Con esto, quien reclama la
incapacidad deberá probarla.
Tal como señala Ramos Pazos, “en lo concerniente al matrimonio, las incapacidades se
llaman impedimentos (…) los impedimentos en nuestra legislación pueden ser de dos
clases:
a) Dirimentes: que son los que obstan a la celebración del matrimonio, de tal suerte que si
no se respetan, la sanción es la nulidad del vínculo matrimonial;
b) Impedientes: que nuestro Código Civil llama prohibiciones, cuyo incumplimiento no
produce nulidad, sino otro tipo de sanciones
3.2.2.1. Impedimentos dirimentes.
Son aquellos que obstan a la celebración del matrimonio, su omisión acarrea la
nulidad del matrimonio.
Pueden ser absolutos o relativos.
3.2.2.1.1. Impedimentos dirimentes absolutos.
Los impedimentos dirimentes absolutos son aquellos que obstan a la celebración del
matrimonio con cualquier persona.
El artículo 5 de la NLMC señala que:
“Artículo 5º.- No podrán contraer matrimonio:
1º Los que se hallaren ligados por vínculo matrimonial no disuelto;
2° Los que se hallaren ligados por un acuerdo de unión civil vigente, a menos que el
matrimonio lo celebre con su conviviente civil;
3º Los menores de dieciséis años;
43
4º Los que se hallaren privados del uso de razón; y los que por un trastorno o anomalía
psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo absoluto para formar la
comunidad de vida que implica el matrimonio;
5º Los que carecieren de suficiente juicio o discernimiento para comprender y
comprometerse con los derechos y deberes esenciales del matrimonio, y
6º Los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier medio, ya sea en
forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas.”
En conformidad al artículo 44 letra a de la NLMC, todos estos impedimentos
permiten solicitar la declaración de la nulidad matrimonial.
En el caso de los que se hallaren ligados por un vínculo matrimonial no disuelto,
además de dar lugar a la nulidad matrimonial, si alguien con vínculo matrimonial no
disuelto celebra un segundo matrimonio se configura la hipótesis del delito de bigamia
(artículo 382 del Código Penal).
Es importante determinar si el vínculo matrimonial previo es válido o no; si existe
alguna causal de nulidad matrimonial y ésta es declarada por sentencia firme, no existirá el
impedimento para el segundo matrimonio (artículo 49 de la NLMC). Con todo, mientras no
exista sentencia firme, el primer matrimonio se mirará como válido y se entenderá existir el
impedimento para contraer nuevo matrimonio. En otras palabras, si se celebra el nuevo
matrimonio antes de que se declare la nulidad del primero por sentencia firme, se habrá
infringido el impedimento y el nuevo matrimonio podrá ser anulado; no obstante, si con
ocasión de la acción de nulidad del nuevo matrimonio se deduce también acción de nulidad
respecto al primero, se resolverá en primer lugar la validez o nulidad del matrimonio
precedente. De esta manera, si se declara la nulidad del matrimonio precedente, y en
atención a que la nulidad opera con efecto retroactivo, se entenderá válido el segundo
matrimonio.
En cuanto a los que se hallaren ligados por un acuerdo de unión civil vigente, la
NLMC contempla la excepción de que el matrimonio sea celebrado con el conviviente
civil. Con todo, conviene aclarar que, en base a los artículos 102 del CC y 80 de la NLMC,
para que pueda celebrarse el matrimonio los convivientes civiles deben ser de distinto sexo.
Si así ocurre y se celebra el matrimonio, el acuerdo de unión civil se entenderá terminado
(artículo 26 letra c de la ley 20.830).
3.2.2.1.2. Impedimentos dirimentes relativos.
Los impedimentos dirimentes relativos sólo impiden el matrimonio con
determinadas personas. Están regulados en los artículos 6 y 7 de la NLMC y, en
conformidad al artículo 44 letra a de la misma ley, permiten solicitar la declaración de
nulidad matrimonial.
“Artículo 6º.- No podrán contraer matrimonio entre sí los ascendientes y descendientes por
consanguinidad o por afinidad, ni los colaterales por consanguinidad en el segundo grado.
44
Los impedimentos para contraerlo derivados de la adopción se establecen por las leyes
especiales que la regulan.”
“Artículo 7º.- El cónyuge sobreviviente no podrá contraer matrimonio con el imputado
contra quien se hubiere formalizado investigación por el homicidio de su marido o mujer, o
con quien hubiere sido condenado como autor, cómplice o encubridor de ese delito.”
En cuanto al inciso segundo del artículo 6, conviene aclarar que, de acuerdo a los
artículos 27 de la ley 7.613 y 18 de la ley 18.703 –leyes que regulan, respectivamente, la
adopción pacto y la adopción simple-, es nulo el matrimonio entre el adoptante y el
adoptado, o entre el adoptado y el viudo o viuda del adoptante. Cabe señalar que ni la
adopción pacto ni la adopción simple confieren al adoptado el estado civil de hijo, por lo
que la regulación del impedimento en las leyes especiales referidas era del todo necesario.
En cuanto a las personas que hayan sido adoptadas en conformidad a la ley 19.620,
éstas tienen la calidad de hijos y, por ende, a su respecto rige el artículo 6 inciso primero (se
miran como descendientes en la línea recta del o los adoptantes); con todo, si bien la
adopción extingue los vínculos del adoptado con su familia de origen para todos los efectos
civiles, subsiste respecto a ellos el impedimento de parentesco para contraer matrimonio.
3.2.2.2. Impedimentos impedientes o prohibiciones.
Su infracción no produce nulidad, sino otras sanciones
a) Consentimiento de ciertas personas para contraer matrimonio.
En conformidad al artículo 107 del Código Civil, los menores de 18 años, están
obligados a obtener el consentimiento de ciertas personas para poder casarse.
Por su parte, el artículo 105 Código Civil establece que “no podrá procederse a la
celebración del matrimonio sin el asenso o licencia de la persona o personas cuyo
consentimiento sea necesario según las reglas que van a expresarse, o sin que conste que
el respectivo contrayente no ha menester para casarse el consentimiento de otra persona, o
que ha obtenido el de la justicia en subsidio".
Complementando esta regulación, el artículo 9 de la NLMC prescribe que al
momento de la manifestación deberán indicarse los nombres y apellidos “de las personas
cuyo consentimiento fuere necesario”.
Personas que deben prestar el consentimiento.
Para saber qué persona debe prestar el consentimiento, debe distinguirse entre hijos
con filiación determinada e hijos de filiación indeterminada.
Respecto de los primeros, la autorización para contraer matrimonio deben darla:
a) Sus padres y si faltare uno de ellos, el otro padre o madre;
b) A falta de ambos padres, el ascendiente o ascendientes del grado más próximo, y si
se produjere igualdad de votos preferirá el favorable al matrimonio (artículo 107).
45
Se entiende faltar el padre, la madre u otro ascendiente, no sólo por haber fallecido,
sino por estar demente; o por hallarse ausente del territorio de la República y no esperarse
su pronto regreso; o por ignorarse el lugar de su residencia. También se entenderá faltar el
padre o madre cuando la paternidad o maternidad haya sido determinada judicialmente
contra su oposición (artículo 109). Finalmente, de acuerdo al artículo 110, también se
entiende que falta el padre o la madre, cuando estén privados de la patria potestad por
sentencia judicial o que, por su mala conducta, se hallen inhabilitados para intervenir en la
educación de sus hijos.
c) A falta de padres o ascendientes, la autorización la debe otorgar el curador general
(artículo 111); y
d) A falta de curador general, el consentimiento debe darlo el oficial del Registro Civil
que deba intervenir en la celebración (artículo 111 inciso 2).
Tratándose de hijos que no tienen filiación determinada respecto de ninguno de sus
padres, el consentimiento para el matrimonio lo dará su curador general si lo tuviere o, en
caso contrario, el oficial del Registro Civil llamado a intervenir en su celebración (artículo
111 inciso final).
Tratándose de personas adoptadas, actualmente la necesidad de asenso solamente
podría plantearse respecto a personas adoptadas bajo la ley 19.620 (que entró en vigencia
en octubre de 1999). Así las cosas, y en atención a que el adoptado bajo las reglas
contempladas en la ley 19.620 tiene la calidad de hijo, rigen las reglas generales recién
estudiadas para los hijos de filiación determinada. Por su parte, en cuanto a quienes
obtuvieron la calidad de adoptado bajo los estatutos de la adopción pacto (ley 7.613) y
adopción simple (ley 18.703), el asenso o licencia debía solicitarse en primer lugar al
adoptante, y sólo en caso que éste faltase, se aplicaban las reglas generales distinguiendo si
la filiación era determinada o no determinada (recordar que estos tipos de adopción no
conferían al adoptado la calidad de hijo). Finalmente, en cuanto a quienes obtuvieron la
adopción plena bajo las reglas pertinentes de la ley 18.703 (esta ley regulaba dos tipos de
adopción, la simple y la plena), alcanzaban la calidad de hijo del adoptante y por tanto el
asenso o licencia se regía por las reglas generales para hijos de filiación determinada.
Momento y forma de otorgar el consentimiento.
Se puede prestar por escrito o en forma oral. Así se desprende del artículo 12 de la
NLMC: “se acompañará a la manifestación una constancia fehaciente del consentimiento
para el matrimonio, dado por quien corresponda, si fuere necesario según la ley y no se
prestare oralmente ante el oficial del Registro Civil”.
El consentimiento debe ser especial y determinado, es decir, se debe indicar la
persona con quien va a contraer matrimonio. No basta una autorización general.
Disenso
46
b) En el lugar que señalen los contrayentes, siempre que esté ubicado dentro de su territorio
jurisdiccional.
2. Presencia de testigos.
Artículo 17 inciso segundo NLMC. “La celebración tendrá lugar ante dos testigos,
parientes o extraños,…”.
Los testigos deben ser hábiles.
Artículo 16 NLMC. “No podrán ser testigos en las diligencias previas ni en la
celebración del matrimonio:
1° Los menores de 18 años;
2° Los que se hallaren en interdicción por causa de demencia;
3° Los que se hallaren actualmente privados de razón;
4° Los que hubieren sido condenados por delito que merezca pena aflictiva y los que por
sentencia ejecutoriada estuvieren inhabilitados para ser testigos, y
5° Los que no entendieren el idioma castellano o aquellos que estuvieren incapacitados
para darse a entender claramente.”
3. Acto de celebración del matrimonio.
Artículo 18 NLMC. “En el día de la celebración y delante de los contrayentes y testigos, el
Oficial del Registro Civil dará lectura a la información mencionada en el artículo 14 y
reiterará la prevención indicada en el artículo 10, inciso segundo.
A continuación, leerá los artículos 131, 133 y 134 del Código Civil. Preguntará a los
contrayentes si consienten en recibirse el uno al otro como marido y mujer y, con la
respuesta afirmativa, los declarará casados en nombre de la ley.”
c) formalidades posteriores.
Básicamente se reducen al levantamiento de acta y a la inscripción.
Artículo 19 inciso primero NLMC. “El Oficial del Registro Civil levantará acta de todo lo
obrado, la que será firmada por él, por los testigos y por los cónyuges, si supieren y
pudieren hacerlo. Luego, procederá a hacer la inscripción en los libros del Registro Civil
en la forma prescrita en el reglamento.”
Los vicios en el acta o en la inscripción del matrimonio no producen la nulidad del mismo.
Es importante tener presente que en el acto del matrimonio se pueden reconocer hijos
comunes no matrimoniales, y pactar separación de bienes o participación en los
gananciales.
En efecto, la posibilidad de reconocer hijos no matrimoniales está autorizada por el artículo
187 Nº 1º parte final del CC y por el artículo 37 de la ley 4808. Esta última norma señala
52
que: “El Oficial del Registro Civil no procederá a la inscripción del matrimonio sin haber
manifestado privadamente a los contrayentes que pueden reconocer los hijos comunes
nacidos antes del matrimonio, para los efectos de lo dispuesto en el artículo siguiente”.
Respecto a la posibilidad de separación de bienes o participación en los gananciales, el
artículo 38 inciso segundo de la ley 4808 lo permite expresamente, agregando en el inciso
tercero, que si advertidos los contrayentes que pueden establecer estos regímenes
matrimoniales, no lo hacen o nada dicen, se entenderán casados en régimen de sociedad
conyugal.
3.2.3.2. Matrimonio celebrado en Chile ante entidades religiosas.
Para que produzca efectos civiles debe cumplir con los siguientes requisitos (Artículo 20
NLMC):
1. Debe celebrarse ante una entidad religiosa que tenga personalidad jurídica de derecho
público.
2. Debe autorizarlo un ministro del culto que estatutariamente tenga facultades para ello.
3. Debe levantarse un acta que acredite la celebración del matrimonio y el cumplimiento de
las exigencias que la ley establece para su validez.
4. El acta debe estar suscrita por el ministro del culto ante quien se haya celebrado, y debe
cumplir las exigencias del artículo 40 bis de la Ley de Registro Civil. Ej. Señalar el decreto
que concede personalidad jurídica de derecho público a la entidad religiosa.
5. El acta debe ser presentada por los contrayentes ante cualquier oficial del Registro Civil
dentro de 8 días para su inscripción.
a) Quienes deben presentar el acta son los propios contrayentes, en forma personal,
no pudiendo hacerlo por medio de mandatarios.
b) El plazo es de 8 días corridos. Es un plazo de caducidad; si no se inscribe, el
matrimonio no produce efecto civil alguno, es inexistente.
c) El plazo es para presentar el acta y para inscribir el matrimonio.
6. Los comparecientes debe ratificar ante el oficial el consentimiento prestado ante el
ministro del culto.
En opinión de Ramos Pazos y Corral, sólo se ratifica lo que ya existe, por lo tanto la fecha
del matrimonio es la del religioso, pues ahí se prestó el consentimiento.
Requisitos de la inscripción (artículo 40 ter Ley de Registro Civil).
1. Debe contener el acta de la entidad religiosa.
2. Debe señalar el documento que acredita la personería del ministro.
3. Debe constar que los contrayentes ratificaron el consentimiento.
53
Más allá de lo señalado en el artículo 32, los efectos de la separación son los
siguientes:
1. Se adquiere el estado civil de separado judicialmente. Se discute si el estado de separado
judicialmente es o no un estado civil. Las tesis son las siguientes:
a) Es un estado civil toda vez que, conforme a lo establecido en el artículo 38 de la NLMC,
la reanudación de la vida en común restituye a los cónyuges el estado civil de casados.
b) Ramos Pazos no está de acuerdo, sosteniendo que los cónyuges separados mantienen su
condición de casados. Entre las causales de terminación del matrimonio que indica el
artículo 42 no se contempla la sentencia firme que declara la separación judicial. Cabe
señalar que su posición se explica en oposición a considerarlos solteros.
2. Subsisten los derechos y deberes entre cónyuges, salvo los incompatibles con la vida
separada, que se suspenden (fidelidad y cohabitación) (artículo 33 NLMC).
3. Se disuelve la sociedad conyugal o el régimen de participación en los gananciales
(artículo 34 NLMC). El régimen matrimonial pasa a ser el de separación total de bienes
(artículo 173 del CC).
4. No se altera el derecho a sucederse por causa de muerte, salvo que se hubiere dado lugar
a la separación por culpa de un cónyuge (artículo 35 NLMC).
5. El cónyuge que dio lugar a la separación pierde el beneficio de competencia a que podría
tener derecho (artículo 1626 N° 2 CC).
6. El cónyuge que dio causa a la separación por su culpa tiene derecho para que el otro le
provea de lo necesario para su modesta sustentación (artículo 175 CC). Pero en este caso el
juez reglará la contribución teniendo en especial consideración la conducta que haya
observado el alimentario antes y después del juicio.
7. Ambos cónyuges debe proveer a las necesidades de la familia común en proporción a sus
facultades (artículos 178 y 160 CC).
8. El hijo concebido durante la separación no goza de la presunción del artículo 184 CC de
tener por padre al marido (artículo 37 CC), pero puede ser inscrito como hijo de los
cónyuges, de común acuerdo.
9. Autoriza para revocar las donaciones hechas al cónyuge que dio causa a la separación
(artículo 1790 CC).
10. Los cónyuges pueden celebrar contratos de compraventa entre sí (artículo 1796 CC).
11. No se suspende la prescripción a favor de la mujer separada judicialmente de su marido
(artículo 2509 CC).
59
12. No puede concederse la adopción a los cónyuges respecto de los cuales se haya
declarado la separación, mientras ésta subsista.49
1.2.5. Reconciliación o reanudación de la vida en común.
Puede producirse en dos momentos:
1. Mientras se tramita el juicio de separación (artículo 38 NLMC): basta dejar constancia en
el expediente, con lo que se pone fin al procedimiento.
2. Cuando ya hay sentencia (artículo 39 NLMC): es necesaria una nueva sentencia que, a
petición de ambos cónyuges, revoque la anterior.
a) Debe inscribirse al margen de la inscripción matrimonial para que sea oponible a
terceros.
b) Pero si la separación se produjo porque uno de los cónyuges la solicitó por haber cesado
la convivencia, basta que ambos dejen constancia de la reanudación en acta extendida ante
el oficial del Registro Civil, subinscrita al margen de la inscripción matrimonial, para que
sea oponible a terceros.
Artículo 40 NLMC: “La reanudación de la vida en común, luego de la separación judicial,
no revive la sociedad conyugal ni la participación en los gananciales, pero los cónyuges
podrán pactar este último régimen en conformidad con el artículo 1723 del Código Civil”.
Artículo 41 NLMC: “La reanudación de la vida en común no impide que los cónyuges
puedan volver a solicitar la separación, si ésta se funda en hechos posteriores a la
reconciliación de los cónyuges.”
1.2.6. Situación de las personas divorciadas temporal o perpetuamente.
Las personas que con anterioridad a la vigencia de la NLMC se hayan divorciado,
temporal o perpetuamente, por sentencia ejecutoriada, tendrán el estado civil de separados,
y se regirán por lo dispuesto en ella para los separados judicialmente respecto del ejercicio
de derechos y demás efectos anexos que tengan lugar después de su entrada en vigencia
(artículo 6 transitorio NLMC).
49
En todo caso, conviene tener presente que si los cónyuges hubieren iniciado la tramitación de una adopción,
podrán solicitar que ésta se conceda aun después de declarada su separación judicial o el
divorcio, si conviene al interés superior del adoptado (artículo 22 inciso final ley 19620).
60
sentencia debe estar ejecutoriada; no obstante, para que sea oponible a terceros, el inciso
segundo exige que la sentencia ejecutoriada sea subinscrita al margen de la respectiva
inscripción matrimonial.
En función de la retroactividad que consagra la norma, cabe referir las siguientes
consecuencias:
1. Si con posterioridad a la celebración del matrimonio que se ha declarado nulo por
sentencia firme, uno de los cónyuges contrae un nuevo matrimonio, tal matrimonio es
válido, pues no existe el impedimento de vínculo matrimonial no disuelto. Por la misma
razón tampoco se incurre en el delito de bigamia;
2. No se ha producido parentesco por afinidad entre cada cónyuge y los consanguíneos del
otro;
3. No han existido derechos hereditarios entre los cónyuges;
4. Las capitulaciones matrimoniales que pudieren haber celebrado caducan;
Con todo, una retroactividad absoluta de la declaración de nulidad podría resultar
particularmente nociva. Así, por ejemplo, una retroactividad absoluta podría implicar que la
determinación de la paternidad por aplicación del artículo 184 quede sin efecto y, con ello,
también quede sin efecto la determinación de la filiación matrimonial, consecuencia que
ciertamente afecta el interés superior del hijo, toda vez que lo priva de los derechos que la
ley concede a quien tiene filiación determinada. Asimismo, el cónyuge que ha concurrido al
matrimonio de buena fe y con justa causa de error, viviendo en los hechos la comunidad de
vida que implica el matrimonio, una vez declarada la nulidad por sentencia firme, tendría
que contentarse con entender que con su pretendido cónyuge ha habido simplemente una
comunidad de bienes, aun cuando ello le sea menos favorable que la liquidación del
régimen de sociedad conyugal o participación en los gananciales; además, tal cónyuge
podría verse obligado a restituir aquellas cosas que le hayan sido donadas por causa de
matrimonio A fin de evitar estas injustas situaciones, la NLMC, por una parte, dispone la
conservación de la filiación matrimonial aun cuando el matrimonio sea declarado nulo por
sentencia firme (artículo 51 inciso final de la NLMC), y, por la otra, regula el matrimonio
putativo (artículo 51 incisos primero, segundo y tercero de la NLMC).
Por otro lado, la comunidad de vida a que ha dado origen en los hechos el
matrimonio declarado nulo no es totalmente desconocida por la NLMC; aquel pretendido
cónyuge que se haya dedicado al cuidado del hogar o de los hijos y que, a consecuencia de
ello, no haya podido desarrollar una actividad lucrativa o la haya desarrollado en menor
medida de lo que quería o podía, podrá pedir que se le compense el menoscabo económico
derivado de la ruptura matrimonial.
En síntesis, la declaración de la nulidad matrimonial por sentencia firme no impide
que:
a) Se mantenga determinada la filiación matrimonial.
66
a) Respecto del cónyuge que demanda la nulidad, por el sólo hecho de presentar la
demanda,
b) Respecto del otro cónyuge, con la contestación de la demanda.
Con todo, puede rendirse prueba tendiente a demostrar que la buena fe se perdió antes.
En cuanto al régimen de bienes, si sólo uno de los cónyuges contrajo matrimonio de buena
fe, éste puede optar entre:
a) Reclamar la disolución y liquidación del régimen de bienes (sociedad conyugal o
participación en los gananciales) que hubiere tenido hasta ese momento,
b) o someterse a las reglas de la comunidad.
Finalmente, cabe agregar que el cónyuge de buena fe puede conservar las donaciones que
por causa del matrimonio le hizo o prometió hacer el otro.
2.1.4. El divorcio.
2.1.4.1. Regulación y concepto.
El divorcio se encuentra regulado en los artículos 53 a 60 de la NLMC.
El divorcio puede ser concebido como una causal de terminación del vínculo
matrimonial, que opera previa declaración judicial, ya sea por falta imputable a uno de los
cónyuges, ya sea por cese de la convivencia. La falta imputable al otro debe constituir una
violación grave de los deberes y obligaciones que impone el matrimonio a los cónyuges, o
de los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común; por
su parte, el cese de convivencia no debe ser inferior a uno o tres años, según el divorcio sea
solicitado de forma conjunta por los cónyuges o por uno sólo de ellos.
En general, se pueden distinguir 2 tipos de divorcio, a saber: a) el divorcio por falta
imputable al otro cónyuge (denominado usualmente divorcio-sanción) y; b) el divorcio por
cese de la convivencia (denominado usualmente divorcio-remedio). A su vez, este último se
sub-clasifica en: a) divorcio por cese de la convivencia solicitado de forma conjunta
(vulgarmente llamado divorcio de común acuerdo) y; b) divorcio por cese de la convivencia
solicitado de forma unilateral (vulgarmente llamado divorcio unilateral). Esta última sub-
clasificación es importante pues los requisitos de uno y otro son diversos.
2.1.4.2. Causales de divorcio.
2.1.4.2.1. Divorcio por falta imputable al otro cónyuge (también llamado
divorcio-sanción o divorcio por culpa).
El artículo 54 de la NLMC, en su inciso primero, contempla como causal de
divorcio la misma causal genérica que el artículo 26 contempla para la separación judicial,
esto es, falta imputable al otro cónyuge, siempre que constituya una violación grave de los
deberes y obligaciones que les impone el matrimonio (a los cónyuges), o de los deberes y
obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común. En ambos casos, el
68
divorcio o la separación judicial se imponen como una sanción para el cónyuge culpable de
una conducta que lesiona gravemente la comunidad de vida que implica matrimonio.
No obstante, el inciso segundo del artículo 54 se distancia del artículo 26 en tanto
contempla un catálogo no taxativo de supuestos que configuran la causal genérica. A estos
supuestos de hecho, que no son sino concretizaciones de la causal genérica, se les suele
mirar como “causales específicas” del divorcio-sanción.
En general, la causal genérica se estructura en base a dos elementos:
1. Elemento objetivo: falta imputable al otro que implica una violación de los deberes y
obligaciones del matrimonio.
2. Elemento subjetivo: dicha violación torna intolerable la vida en común.
Si se solicita el divorcio en base a la causal genérica, sin que se cumple alguna de
las “causales específicas”, el juez debería ponderar que concurran ambos elementos.
En caso que el divorcio se solicite en base a alguna de las “causales específicas”
contempladas en el inciso segundo del artículo 54, no será necesario que el juez razone
acerca de la concurrencia de los elementos objetivo y subjetivo, pues la NLMC entiende
que tales causales específicas concretan la causal genérica. En otras palabras, se presume la
concurrencia de los elementos objetivo y subjetivo cuando se incurra en algún “causal
específica”.
Dice el artículo 54:
“Artículo 54.- El divorcio podrá ser demandado por uno de los cónyuges, por falta
imputable al otro, siempre que constituya una violación grave de los deberes y
obligaciones que les impone el matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los
hijos, que torne intolerable la vida en común.
Se incurre en dicha causal, entre otros casos, cuando ocurre cualquiera de los
siguientes hechos:
1° Atentado contra la vida o malos tratamientos graves contra la integridad física o
psíquica del cónyuge o de alguno de los hijos;
2° Trasgresión grave y reiterada de los deberes de convivencia, socorro y fidelidad
propios del matrimonio. El abandono continuo o reiterado del hogar común es una forma
de trasgresión grave de los deberes del matrimonio;
3° Condena ejecutoriada por la comisión de alguno de los crímenes o simples
delitos contra el orden de las familias y contra la moralidad pública, o contra las personas,
previstos en el Libro II, Títulos VII y VIII, del Código Penal, que involucre una grave
ruptura de la armonía conyugal;
4° Conducta homosexual;
69
cónyuges residan en un lugar distinto; este entendimiento facilita que aquellos cónyuges
que hayan cesado en su vida afectiva y que sigan viviendo juntos solamente por razones
económicas, puedan encontrar una solución a la ruptura matrimonial. Juan Andrés Orrego,
en esta misma línea, afirma que “el cese de la convivencia no exige necesariamente, a
nuestro juicio, que los cónyuges dejen de vivir bajo un mismo techo. Puede cesar la
convivencia matrimonial, aunque continúen viviendo en el mismo inmueble, pues “la
convivencia” matrimonial es una convivencia calificada, que implica mantener una
comunidad de vida, un objetivo o proyecto de vida común. Si ello cesa, si los cónyuges
viven juntos pero como perfectos extraños, y aún hostiles, no puede haber convivencia
matrimonial.”
2. Que el cese haya durado a lo menos 3 años.
3. Que el cónyuge demanda no haya cumplido reiteradamente con su obligación alimenticia
respecto de su cónyuge e hijos (Cláusula de dureza).
Se trata de una excepción perentoria que puede oponer el cónyuge demandado50. Si
el cónyuge que pide el divorcio ha incumplido reiterada e injustificadamente con sus
obligaciones de alimentos, y la excepción es opuesta por el cónyuge demandado, la
demanda deberá ser rechazada. Al respecto, la jurisprudencia y la doctrina han reiterado
que la obligación alimenticia debe haber sido previamente declarada por sentencia judicial,
pues es el juez, en base a la prueba rendida en el respectivo procedimiento, quien debe
comprobar que concurran los requisitos que configuran tal obligación: título legal, estado
de necesidad del alimentario y facultades económicas suficientes del alimentante. A ello
debe agregarse el caso en que los alimentos son regulados en una transacción judicialmente
aprobada (artículo 2451 del CC).
Así las cosas, siguiendo la opinión dominante, los requisitos para que sea acogida la
excepción son: a) Solicitud de parte; b) Que la obligación esté reconocida por sentencia
judicial o transacción judicialmente aprobada; c) Que exista un incumplimiento reiterado
durante el cese de la convivencia de la obligación alimenticia, respecto del cónyuge o de los
hijos comunes, y d) Que este incumplimiento sea injustificado. Respecto al tercer requisito,
se ha estimado que el incumplimiento puede tener lugar ya sea respecto al cónyuge o
respecto a los hijos, sin que sea necesario que exista respecto a ambos conjuntamente.
Se discute cuáles son las oportunidades procesales para oponerla; la jurisprudencia
mayoritaria estima que únicamente se puede oponer en la contestación de la demanda;
minoritariamente, en base al principio de protección al cónyuge más débil, del interés
superior de los hijos y de la protección de la familia, se ha sostenido que también se podría
oponer en la audiencia preparatoria.
Forma de acreditar la fecha del cese de la convivencia.
50
Así se ha entendido, por ejemplo, en sentencia de reemplazo de 30 de enero de 2014, dictada por la Corte
Suprema en causa rol N° 6053-2013 y en sentencia de 18 de enero de 2010, dictada por Corte de Apelaciones
de Santiago en causa rol N° 2339-2009 y en sentencia de 31 de enero de 2014, dictada por Corte de
Apelaciones de Concepción en causa rol 334-2013
71
51
Se debe tener presente que, en conformidad a lo establecido en el artículo 1º transitorio, regla tercera,
número siete, de la NLMC, la prueba confesional no será suficiente para acreditar la fecha de cese de la
convivencia entre los cónyuges.
52
Algunos ejemplos de esta línea jurisprudencial son: Sentencia de 9 de septiembre de 2008, dictada por la
Corte de Apelaciones de Valdivia en causa Rol N°789-2008; Sentencia de 11 de octubre de 2016, dictada por
la Corte de Apelaciones de San Miguel en causa Rol N° 624-2014; Sentencia de 7 de abril de 2017, dictada
por la Corte de Apelaciones de Santiago en causa Rol N° 493-2017: Sentencia de 22 de enero de 2018,
dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago en causa Rol N° 3.101-2017.; Sentencia de 28 de enero de
2014, dictada por la Corte Suprema en causa rol N° 5.468-2013. En la misma línea se enmarca la sentencia de
26 de marzo de 2013, dictada por el Tribunal Constitucional en causa Rol 2207-2012.
72
y solamente refieren formas de pre-constituir antecedentes que den fecha cierta al cese de la
convivencia, sin que constituyan los únicos medios de prueba que puedan utilizarse para
obtener el divorcio por cese de la convivencia53.
c) Cuando el artículo 55 inciso cuarto de la NLMC señala que “En todo caso, se entenderá
que el cese de la convivencia no se ha producido con anterioridad a las fechas a que se
refieren los artículos 22 y 25, según corresponda”, se está refiriendo al caso en que
efectivamente se ha pre-constituido alguno de los antecedentes referidos en los artículos 22
y 25; si así fuese, no podrá acudirse a ningún otro medio de prueba para acreditar una fecha
de cese efectivo anterior. No obstante, cuando no se ha pre-constituido ninguno de los
53
Aún cuando se pueda compartir el afán de acoger una acción de divorcio en aquellos casos en que
efectivamente, en los hechos, ha existido un cese de la convivencia superior a 1 o 3 años, señalar que el
artículo 2° transitorio no implica que exista una limitación probatoria para los matrimonios celebrados con
posterioridad a la entrada en vigencia de la NLMC ciertamente no constituye un argumento muy fuerte ni
correcto desde el punto de vista del razonamiento jurídico.
El artículo 2° transitorio es del siguiente tenor:“Artículo 2º.- Los matrimonios celebrados con anterioridad a
la entrada en vigencia de esta ley se regirán por ella en lo relativo a la separación judicial, la nulidad y el
divorcio.
Sin perjuicio de lo anterior, las formalidades y requisitos externos del matrimonio y las causales de
nulidad que su omisión originan, se regirán por la ley vigente al tiempo de contraerlo; pero los cónyuges no
podrán hacer valer la causal de nulidad por incompetencia del oficial del Registro Civil, prevista en el
artículo 31 de la Ley de Matrimonio Civil del 10 de enero de 1884.
Además, no regirán las limitaciones señaladas en los artículos 22 y 25 de la Ley de Matrimonio Civil para
comprobar la fecha de cese de la convivencia entre los cónyuges; sin embargo, el juez podrá estimar que no
se ha acreditado si los medios de prueba aportados al proceso no le permiten formarse plena convicción
sobre ese hecho.
De conformidad al inciso primero, habiéndose previamente cumplido el procedimiento sobre ejecución de
las resoluciones pronunciadas por tribunales extranjeros, regulados por los artículos 242 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil, las sentencias relativas a divorcios pronunciados por tribunales extranjeros
tendrán fuerza en Chile, sin perjuicio de haber sido dictadas con anterioridad a la fecha de entrada en
vigencia de esta ley.”
En vez de desconocer el sentido más probable de la norma, hay quien estima que la limitación probatoria allí
contenida, en tanto se aplica únicamente a los matrimonios celebrados con posterioridad a la entrada en
vigencia de la ley, entraña una discriminación arbitraria. Existiría una discriminación arbitraria, pues la
NLMC, en atención a la fecha de celebración, establece exigencias probatorias diversas para personas que se
encuentran en una misma situación, a saber, unidas por un vínculo matrimonial. Cierto es que el legislador se
preocupó de que aquellas personas ya separadas a la fecha de entrada en vigencia de la NLMC, no viesen
mermada la posibilidad de solicitar inmediatamente el divorcio; no obstante, esa sola circunstancia no
justifica el establecimiento de exigencias probatorias diversas para los matrimonios celebrados con
posterioridad. Después de todo, la situación en la que se encuentran unos y otros es la misma: un fracaso en el
proyecto de comunidad de vida que implica el matrimonio. Este es el razonamiento que puede verse
contenido en el requerimiento de inaplicabilidad por inconstitucionalidad formulado al Tribunal
Constitucional, en cuanto la Jueza Titular del Primer Juzgado de Familia de Santiago, doña Francisca
Rosselot Mora, expuso que la relación de los artículos 22 y 25 con el artículo 2 transitorio inciso tercero
importa una discriminación arbitraria, vulnerándose en consecuencia el principio de igualdad, consagrado
tanto en el artículo 1 como 19 N° 2 de la Carta Fundamental. En la misma línea, en opinión de la jueza, la
limitación probatoria entraña una discriminación arbitraria en la forma en que la ley protege el ejercicio de los
derechos, vulnerándose de esta manera el imperativo de igual protección contenido en el artículo 19 N° 3. Por
lo demás, también en opinión de la jueza, la regulación contenida en esta materia en la NLMC estaría
vulnerando el artículo 19 N° 26, pues estaría afectando la esencia de los derechos antes referidos, a saber,
igualdad ante la ley e igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos.
73
antecedentes de los artículos 22 y 25, rige la libertad probatoria establecida en los artículos
28 y 29 de la ley 19.968.
d) Asumiendo que la libertad probatoria debe prevalecer cuando no se haya pre-constituido
alguno de los antecedentes señalados en los artículos 22 y 25 de la NLMC, entonces los
medios de prueba que se rindan en base a la libertad probatoria establecida en los artículos
28 y 29 de la ley 19968, necesariamente han de ser valorados por el tribunal, pues así lo
exige el deber de fundamentar las sentencias -que incluye la valoración de toda la prueba
rendida- consagrado en los artículos 170 N°4 del Código de Procedimiento Civil y 66 N°4
de la ley 19.968.
2.1.4.3. Características de la acción de divorcio.
1. Pertenece exclusivamente a los cónyuges (artículo 56 inciso primero NLMC).
2. Corresponde a ambos cónyuges, salvo que el divorcio sea por culpa de uno de ellos.
3. Es irrenunciable (artículo 57 NLMC).
4. Es imprescriptible (artículo 57 NLMC).
5. Tiene que intentarse en vida de los cónyuges. El cónyuge menor de edad y el interdicto
por disipación pueden ejercerla por sí mismos (artículo 58 NLMC).
2.1.4.4. Efectos del divorcio.
1. En conformidad al artículo 59 de la NLMC –que sigue la misma lógica existente en la
regulación de la nulidad y la separación-, los efectos se producen entre las partes desde que
la sentencia que declara el divorcio se encuentra ejecutoriada. No obstante, para que sea
oponible a terceros y además se adquiera el estado civil de divorciados, la sentencia debe
ser subinscrita al margen de la respectiva inscripción matrimonial.
2. En atención a lo establecido en los artículos 53 y 60 de la NLMC, el divorcio pone
término al matrimonio, sin que el legislador le haya otorgado efecto retroactivo. En
consecuencia, el divorcio opera solamente hacia el futuro, extinguiéndose los derechos y
obligaciones cuya titularidad y ejercicio se funda en la existencia del matrimonio, como los
derechos sucesorios recíprocos y el derecho de alimentos.
3. Se pone término al régimen patrimonial legal establecido para el matrimonio, sin
importar cuál fuere.
4. Se adquiere el estado civil de divorciado y se recupera el ejercicio del ius conubii. Para
Ramos Pazos, el estado civil de divorciados se adquiere desde el momento en que queda
ejecutoriada la sentencia, sin que sea necesario que se subinscriba la sentencia de divorcio
al margen de la inscripción matrimonial.
5. Puede decretarse la compensación económica si el juez la estime procedente y la parte
afectada la reclama.
74
6. Autoriza para revocar las donaciones que por causa de matrimonio se haya hecho al
cónyuge que dio causa al divorcio por su culpa (artículo 1790 CC).
7. Habilita al cónyuge para pedir la desafección de un bien de su propiedad que esté
declarado como bien familiar (artículo 145 inciso final CC).
2.1.4.5. Divorcio obtenido en el extranjero.
Esta materia se encuentra regulada en el artículo 83 de la NLMC. Según la
regulación contenida en esta norma pueden señalarse las siguientes reglas:
1. El divorcio está sujeto a la ley aplicable a la relación matrimonial al tiempo de
interponerse la acción (de acuerdo a las reglas de derecho internacional privado).
2.1.5. Terminación por sentencia firme que acoge la solicitud de rectificación de sexo y
nombre por razón de identidad de género.
Tal como señalamos previamente, una vez que entre en vigencia la ley 21120, el
matrimonio también terminará por sentencia firme que acoge la solicitud de rectificación de
sexo y nombre por razón de identidad de género.
En efecto, conforme al artículo 19 de la ley 21121 (ley que reconoce y da protección
al derecho a la identidad de género), en caso de acogerse por el juez de familia una solicitud
de cambio de sexo de una persona casada, en el mismo acto declarará la terminación del
matrimonio en virtud de la causal del numeral 5° del artículo 42 de la citada Ley de
Matrimonio Civil, y regulará sus efectos. En virtud de la causal de término del matrimonio
establecida en el numeral 5° del artículo 42 de la referida Ley de Matrimonio Civil, los
comparecientes se entenderán para todos los efectos legales como divorciados. El tribunal,
en la sentencia definitiva que acoja la solicitud, ordenará al Servicio de Registro Civil e
Identificación la rectificación de la partida de nacimiento y de matrimonio, oficiando para
tales efectos a que se proceda al cambio de sexo y de nombre, o sólo del sexo, según
corresponda, y que se efectúen las respectivas subinscripciones al margen. El Servicio de
Registro Civil e Identificación procederá sólo en virtud de una sentencia firme. Una vez
practicadas las rectificaciones y subinscripciones señaladas en el inciso anterior, se emitirán
los nuevos documentos de identidad, de conformidad a lo establecido en esta ley.
3. REGLAS COMUNES A CIERTOS CASOS DE SEPARACION, NULIDAD Y
DIVORCIO.
3.1. COMPENSACIÓN ECONÓMICA.
3.1.1. Concepto.
En base a lo establecido en el artículo 61 de la NLMC, se puede señalar que la
compensación económica es el derecho que asiste a uno de los cónyuges, cuando por
haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las labores propias del hogar común, no pudo
durante el matrimonio desarrollar una actividad remunerada o lucrativa, o lo hizo en menor
medida de lo que podía y quería, para que se le compense el menoscabo económico que,
producido el divorcio o la nulidad, sufrirá por esta causa.
Siguiendo a Orrego, “dos son, por ende, las causas que justifican establecer esta
compensación económica:
a) haberse dedicado uno de los cónyuges al cuidado de los hijos;
b) haberse dedicado uno de los cónyuges a las labores propias del hogar común”.54
54
Orrego Acuña, La familia y el Matrimonio, p. 111. Apunte disponible en
http://www.juanandresorrego.cl/apuntes/derecho-de-familia/
76
55
Ley 20830. Artículo 27.- Si como consecuencia de haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las labores
propias del hogar común, uno de los convivientes civiles no pudo desarrollar una actividad remunerada o
lucrativa durante la vigencia del acuerdo de unión civil, o lo hizo en menor medida de lo que podía y quería,
tendrá derecho a que, cuando se produzca el término del acuerdo por las causales señaladas en las letras d), e)
y f) del artículo precedente, se le compense el menoscabo económico sufrido por esta causa.
Esta compensación se regulará y determinará en la forma prevista en los artículos 62 a 66 de la ley N°
19.947.
Con todo, si el acuerdo terminare por aplicación de lo previsto en la letra e) del artículo 26 de esta ley, la
notificación de la terminación unilateral deberá contener mención de la existencia de este derecho, así como la
constancia de la fecha en la que fue subinscrita la terminación. En este caso, la compensación económica
podrá demandarse ante el tribunal de familia competente, dentro del plazo de seis meses, contado desde la
fecha de subinscripción de la terminación del acuerdo de unión civil en el registro a que hace referencia el
artículo 6°.
77
3.1.3. Rubros a los que hay que atender para la determinación del
menoscabo económico y la cuantía de la compensación.
El artículo 62 inciso primero de la NLMC señala que “para determinar la existencia
del menoscabo económico y la cuantía de la compensación, se considerará, especialmente,
la duración del matrimonio y de la vida en común de los cónyuges; la situación
patrimonial de ambos; la buena o mala fe; la edad y el estado de salud del cónyuge
beneficiario; su situación en materia de beneficios previsionales y de salud; su
cualificación profesional y posibilidades de acceso al mercado laboral, y la colaboración
que hubiere prestado a las actividades lucrativas del otro cónyuge.”
De ahí que, para determinar tanto la existencia del menoscabo como la cuantía de la
compensación, se consideran especialmente los siguientes factores:
a) Duración del matrimonio y de la vida en común.
b) Buena o mala fe.
c) Edad y estado de salud del cónyuge beneficiario.
56
Ruptura matrimonial y disolución del matrimonio no son expresiones sinónimas. La ruptura se refiere a una
cuestión de hecho, mientras que la disolución a una cuestión jurídica.
57
Acuña Orrego, ob. cit. p. 110
78
58
Quintana Villar, María Soledad, Derecho de Familia, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2013, p. 120.
79
En caso que el cónyuge deudor no tenga bienes suficientes para que el juez pueda
establecer alguna de las modalidades de pago anteriores, el juez puede dividir el pago en las
cuotas que sean necesarias, tomando en consideración la capacidad económica del cónyuge
80
deudor y expresando el valor de cada cuota en alguna unidad reajustable (artículo 66 inciso
primero NLMC).
3.1.6. Particularidades en caso del divorcio-sanción.
Debe considerarse la culpabilidad del cónyuge: el juez puede denegar o disminuir
prudencialmente el monto de la compensación que habría correspondido al cónyuge que dio
lugar a la causal (artículo 62 inciso segundo NLMC).
María Soledad Quintana también agrega, para el caso de nulidad, el caso del
cónyuge que celebró el matrimonio a sabiendas del vicio que lo invalidaba, señalando que
en dicho caso se puede denegar o rebajar la compensación en atención a la mala fe del
cónyuge59.
Se debe tener presente en todo caso que, en atención al tenor del artículo 62, la
facultad que se confiere al juez es discrecional. No existe una orden imperativa de denegar
o rebajar la compensación en caso de divorcio por culpa; es el juez quien deberá ponderar
las distintas circunstancias y determinar si procede o no (y en qué medida) el pago de la
compensación.
Una doctrina minoritaria plantea que el juez debe adoptar una de las dos fórmulas
que señala la ley: denegar la compensación o rebajarla prudencialmente. Su facultad es
justamente ésa: elegir entre la denegación y la rebaja. No podría entonces mantenerla en su
integridad.
3.1.7. Particularidades de la compensación que se fija en cuotas.
Éstas se asimilan a los alimentos para efectos de su cumplimiento (a menos que se
dé suficiente garantía de su efectivo y oportuno pago): el cónyuge deudor puede ser
apremiado con multas, se puede decretar orden de arraigo, etc. (artículo 66 inciso segundo
NLMC).
Sin embargo, tanto la doctrina como la jurisprudencia han ido entendiendo que no
procede la orden de arresto, toda vez que la prisión por deudas se encuentra prohibida en el
Pacto de San José de Costa Rica, Tratado internacional suscrito y ratificado por Chile. La
excepción que hace el Pacto de San José de Costa Rica es justamente respecto a la
obligación alimenticia, cuyo incumplimiento sí podría derivar en un apremio privativo de
libertad. De ahí que las disposiciones que permiten el arresto en la ley 14908 deban
interpretarse de manera estricta, restringiéndose su aplicación únicamente para el caso de
alimentos.
3.1.8. Calificación de la compensación económica.
59
Ibíd. p. 108.
81
a) El artículo 60 señala que “el divorcio pone fin a las obligaciones y derechos de carácter
patrimonial cuya titularidad y ejercicio se funda en la existencia del matrimonio, como los
derechos sucesorios recíprocos y el derecho de alimentos, sin perjuicio de lo dispuesto en el
Párrafo 1 del Capítulo siguiente.” La frase “sin perjuicio” es clave para entender el carácter
alimenticio de la compensación económica, pues se trata de una obligación cuya ejecución
mira al futuro. En este sentido, si bien la nulidad o el divorcio producen la terminación del
matrimonio, extinguiéndose los efectos personales entre los cónyuges (deber de
convivencia, fidelidad, etc), se mantienen ciertos efectos patrimoniales, pues el derecho no
permite que uno de los contrayentes quede en una situación de indefensión tras la
terminación. Con todo, siguiendo razones similares, hay quienes entienden que si bien la
obligación de alimentos se extingue, no pudiendo en consecuencia tener la compensación
un carácter alimenticio, igualmente tiene ésta un carácter asistencial, pues se funda en
razones de solidaridad postconyugal.
b) El artículo 62 hace alusión a la situación patrimonial de ambos cónyuges, así como
también a la edad y estado de salud del cónyuge beneficiario. Ello se relaciona con dos
requisitos del derecho de alimentos, a saber, las facultades del alimentante y el estado de
necesidad del alimentario.
c) El artículo 66 inciso 1° establece que, en caso se divida el monto de la compensación en
cuantas cuotas fuere necesario, el juez tomará en consideración la capacidad económica del
cónyuge deudor, lo que evidentemente dice relación con sus facultades económicas.
d) El artículo 66 inciso 2° establece que la cuota respectiva se considerará alimentos para el
efecto de su cumplimiento, lo que refuerza el carácter alimenticio de la compensación.
e) El artículo 3 inciso 1° consagra el principio de protección al cónyuge más débil,
principio que explica el carácter alimenticio (o al menos asistencial) de la compensación.
Como indica Guerrero Becar, “una mirada integral la entregan los artículos 3 y 60
de la LMC, cumpliendo la institución de la compensación económica una función
asistencial, cuyo origen, fundamento y límite está en una vinculación económica
“asistencial” que permita iniciar una vida futura separada al cónyuge más débil, por
mandato del artículo 3° y permitido por el artículo 60 que dispone que el divorcio pone fin
a las obligaciones y derechos de carácter patrimonial cuya titularidad y ejercicio se funda
en la existencia del matrimonio, como los derechos sucesorios recíprocos y el derecho de
alimentos, “sin perjuicio de lo dispuesto en el Párrafo 1 del Capítulo siguiente”. Este “sin
perjuicio” implica que se mantiene como obligación y derecho de carácter patrimonial aun
después del matrimonio, fundado en la protección del cónyuge más débil del artículo 3 es,
precisamente, la institución de la compensación económica originada por el menoscabo o
83
60
Guerrero Becar, “Menoscabo y compensación económica. Justificación de una visión asistencial”, en
Revista Derecho, Volumen XXI, Nº 2, Universidad de Valdivia, diciembre 2008, p. 107
84
61
Atendida la dificultad de probar el lucro cesante, esta tesis tornaba ilusorio el derecho a la compensación
económica.
62
Domínguez Águila, La compensación económica en la nueva legislación de matrimonio civil, en
Actualidad Jurídica, año VII, Nº 15, Universidad del Desarrollo, 2007, p. 89.
85
63
Lepín Molina, Cristián, Naturaleza jurídica de la compensación económica en la nueva Ley de Matrimonio
Civil chilena, en Compensación económica. Doctrinas esenciales, director Cristián Lepín Molina,
coordinadora Karen Muñoz Villagra, legal publishing, Thomson Reuters, p. 508.
64
Con todo, una doctrina minoritaria entiende que el menoscabo que se compensa tiene justamente una
naturaleza extrapatrimonial, pues se refiere, en opinión de esta doctrina, a una merma en la calidad o
condiciones de vida.
86
enriquecimiento del cónyuge deudor, puesto que este último goza de determinado nivel de
vida en razón del sacrificio del cónyuge beneficiario. La voz “enriquecimiento”
corresponde entenderla no sólo como el incremento patrimonial, sino que comprende,
también, la exclusión de un pasivo en el patrimonio del enriquecido. A su vez, el
empobrecimiento del cónyuge beneficiario puede consistir en una merma económica o en la
ausencia de ingresos a su patrimonio.
En consecuencia, la explicación más apropiada, según esta doctrina, consiste en la
compensación del menoscabo económico del cónyuge beneficiario y el enriquecimiento
injusto del cónyuge deudor, ambos elementos propios del enriquecimiento a expensas de
otro.
Si bien el menoscabo económico justifica la admisión de la compensación
económica, la cual en principio pareciera tener un carácter indemnizatorio, lo cierto es que
los parámetros para fijar su monto están más bien centrados en la situación actual del
cónyuge beneficiario y su futura vida: es esta dificultad para afrontar su futuro de manera
individual, manteniendo el mismo nivel de calidad de vida, lo que constituye su
empobrecimiento.
Salvo acuerdo de los cónyuges, el juez debe establecer en una cantidad fija de
dinero el menoscabo económico del cónyuge beneficiario. No se trata de una pensión
basada en deberes de socorro o auxilio, sino de una “compensación” del daño patrimonial
destinada a mantener un cierto nivel de vida al cual el cónyuge beneficiario tiene derecho
en virtud del sacrificio realizado durante el matrimonio.
Existe, entonces, un compromiso en la ley que toma en cuenta el empobrecimiento
del cónyuge beneficiario, pero al momento de determinar el monto de la compensación no
se lleva a cabo un cálculo en base a dicha merma en el patrimonio, sino una cuestión
distinta, se evalúa la situación actual del cónyuge beneficiario al momento de la ruptura y
las perspectivas de vida hacia el futuro. Este compromiso permite explicar la compensación
económica en la nueva legislación.
Esta doctrina también es fuertemente criticada:
a) Se restringe demasiado la procedencia de la compensación, pues los requisitos para
exista derecho a exigir la restitución de un enriquecimiento a expensas de otro (requisitos
que deberían cumplirse si se estima que la compensación tiene esta naturaleza) son muy
estrictos y exigentes, a saber, enriquecimiento de un sujeto, empobrecimiento de otro,
correlatividad entre ambos y ausencia de causa del enriquecimiento. Todo esto supone un
estándar probatorio muy exigente, lo que es contrario al espíritu de la NLMC, pues ésta se
ha planteado como de sus principales objetivos brindar protección al cónyuge más débil.
b) El empobrecimiento del cónyuge acreedor no necesariamente implica un
enriquecimiento correlativo. En efecto, el cónyuge deudor pudo haber mantenido el mismo
87
65
Ambos enfoques son muy similares. La diferencia radica en que quienes proponen una naturaleza
asistencial-no alimenticia argumentan que el divorcio pone fin a la obligación alimenticia, fundándose la
compensación no ya en el deber de socorro (el cual se extingue), sino en consideraciones de solidaridad post-
conyugal.
66
Tapia Rodríguez, La compensación económica en la Ley de Divorcio, en La Semana Jurídica, Nº 271,
Santiago, 2006, p. 4.
88
67
Téngase presente que el derecho de familia no constituye una rama del derecho separada, que se baste a sí
misma. La tendencia en la doctrina es reconocer, cada vez más, vinculaciones importantes entre el derecho
civil patrimonial y el derecho de familia. De esta manera, se ha reconocido que en aquellas materias no
reguladas por el derecho de familia, en que la ponderación de sus propios principios no sea suficientemente
esclarecedora, hay cierto espacio a la integración con normas y principios del derecho civil.
68
Barrientos Grandón, La compensación económica como “derecho” de uno de los cónyuges y “obligación”
correlativa del otro. De sus caracteres, en Revista Chilena de Derecho Privado, N° 9, Santiago, 2007, pp. 9-
44.
89
3.2. CONCILIACIÓN.
Solicitada la separación o el divorcio, se debe llamar a las partes a una audiencia de
conciliación especial, que persigue 2 objetivos:
1. Tratar de superar el conflicto de la pareja, y
2. Si ello no es factible, acordar las medidas relativas a: a) los alimentos de los cónyuges e
hijos; b) su cuidado personal; c) la relación directa y regular que mantendrá con ellos el
padre o la madre que no los tenga a su cuidado; d) y el ejercicio de la patria potestad
(artículo 67 NLMC).
No cabe que la parte demandada pueda en esta audiencia aceptar la demanda, o que
ambas partes acuerden el divorcio.
69
Téngase presente lo ya expuesto a propósito de la discusión sobre la resarcibilidad o irresarcibilidad de los
daños ocasionados por incumplimiento de deberes conyugales.
90
c) Separados judicialmente: el cónyuge que dio lugar a la separación por su culpa tiene
derecho a que el otro le provea de lo necesario para su modesta sustentación (artículo 175
CC). Si la separación judicial es sin culpa, se mantiene incólume el deber de socorro, y en
consecuencia, también la obligación alimenticia (artículo 33 de NLMC).
d) Separados de hecho: con mayor razón se mantiene el deber de socorro y la obligación
alimenticia. El hecho de no cumplir con el deber de convivencia no supone que no pueda
exigirse el cumplimiento del deber de socorro o el establecimiento de una pensión
alimenticia. De esta manera, no puede excusarse el cónyuge demandado de alimentos bajo
el pretexto de que el cónyuge demandante no cumple con su deber de vivir en el hogar
común. La obligación alimenticia se puede ejecutar compulsivamente, siendo exigible en
todos los casos en que se cumplan los requisitos contemplados en la ley. No existe una
suerte de “excepción de contrato no cumplido”.
A la inversa, tampoco puede excusarse el cónyuge demandado bajo el pretexto de que el
cónyuge demandante vive en el hogar común, no debiéndose en consecuencia regular una
pensión. Si existe estado de necesidad, el derecho de alimentos existe, aun cuando se resida
junto al cónyuge demandado.
f) Matrimonio nulo: cesa la obligación de prestarse alimentos. Con todo, si el matrimonio
es putativo respecto de uno o de ambos cónyuges, y existen alimentos devengados a la
fecha en que ha cesado la buena fe (presentación o contestación de la demanda de nulidad),
éstos son aún exigibles, pues tal matrimonio ha generado respecto al cónyuge de buena fe,
y en tanto ésta se haya mantenido, todos los efectos de un matrimonio civil.
g) Divorciados: el divorcio pone fin a los derechos y obligaciones de carácter patrimonial
cuya titularidad y ejercicio se funde en la existencia de matrimonio (artículo 60 NLMC).
En caso que no se cumpla con el deber de socorro, la ley contempla las siguientes
sanciones:
a) La mujer puede pedir la separación judicial de bienes.
b) Si el incumplimiento es grave y reiterado el cónyuge afectado puede demandar el
divorcio (artículo 54 inciso 2° N°2 NLMC). Igualmente, si el incumplimiento no es
reiterado, pero sí grave, puede quedar comprendido en la causal genérica de separación
judicial por culpa (artículo 26 inciso 1° NLMC). Surge la duda de si un incumplimiento
grave pero no reiterado puede quedar comprendido en la causal genérica del artículo 54
inciso 1°. En base a un criterio de especialidad se podría entender que no, pues el artículo
54 inciso 2° N°2 se refiere específicamente al incumplimiento del deber de socorro. No
obstante, habrá que atender al caso concreto.
1.3.3 Deber de ayuda mutua.
Consiste en los cuidados personales y constantes que los cónyuges se deben
recíprocamente. Se relaciona con el fin “auxiliarse mutuamente”, contenido en el artículo
93
102; empero, a diferencia del deber de socorro, no se refiere a auxilios económicos sino
personales.
El incumplimiento de este deber, si se estima culpable, autoriza a la mujer para
pedir la separación judicial de bienes (artículo 155 inciso 2° CC). Si el incumplimiento es
grave, podría dar lugar al divorcio o la separación judicial por falta imputable (artículos 54
inciso 1° y 26 inciso 1° NLMC).
1.3.4. Deber de respeto recíproco.
Consiste en el deber de no transgredir la dignidad del otro cónyuge. Este deber fue
implementado por la ley número 18802.
El incumplimiento grave de este deber, si torna intolerable la vida en común,
constituye causal para demandar la separación judicial. Si lo incumple el marido, la mujer
puede pedir la separación de bienes.
Asimismo, el incumplimiento de este deber eventualmente puede configurar la
causal específica de divorcio-sanción contenida en el artículo 54 inciso 2° N°1 de la
NLMC.
Además, debe tenerse lo dispuesto en el artículo 5 de la ley 20066, ley de violencia
intrafamiliar.
1.3.5. Deber de protección recíproca.
El deber de protección recíproca parece estar referido a la protección que cada
cónyuge le debe al otro frente a eventuales agresiones de terceros. Cabe resaltar que
después de la reforma introducida al artículo 131 por la Ley número 18802, éste es un
deber recíproco entre los cónyuges (antes recaía sólo sobre el marido).
El incumplimiento de este deber, si se estima culpable, autoriza a la mujer para
pedir la separación judicial de bienes (artículo 155 inciso 2° CC). Si el incumplimiento es
grave, podría dar lugar al divorcio o la separación judicial por falta imputable (artículos 54
inciso 1° y 26 inciso 1° LMC).
1.3.6. Derecho y deber de vivir en el hogar común.
En cuanto a la sanción por el incumplimiento, se han dado diversas soluciones:
a) El cónyuge incumplidor debe pagar una indemnización. Al respecto habrá que ceñirse a
lo expuesto a propósito de la discusión de la resarcibilidad o irresarcibilidad de la
infracción de deberes conyugales.
b) Se puede exigir el cumplimiento con auxilio de la fuerza pública. Tampoco es buena,
porque se requeriría el permanente auxilio de la fuerza pública, lo que la hace
impracticable. Esta postura es inconstitucional, pues atenta contra el reconocimiento de
dignidad y libertad de toda persona (artículo 1 inciso 1° CPR).
94
70
La prestación que es objeto de una obligación debe tener un contenido pecuniario, a fin de que pueda
ejecutarse compulsivamente, ya sea en naturaleza o por equivalencia. Un deber conyugal, en cambio, si bien
es jurídico, tiene un objeto de contenido extrapatrimonial, imposible de avaluar en dinero.
71
Art. 7. Cuando exista una situación de riesgo inminente para una o más personas de sufrir un maltrato
constitutivo de violencia intrafamiliar, aun cuando éste no se haya llevado a cabo, el tribunal, con el sólo
mérito de la denuncia, deberá adoptar las medidas de protección o cautelares que correspondan.
95
administrador, quien tendrá que proveer a las expensas judiciales de los juicios en que la
mujer tenga parte contra terceros.
2. Obligación del marido de dar expensas para la litis a su mujer, para que atienda los
juicios que ésta siga en contra de él. Requisitos:
a) Pleitos seguidos entre marido y mujer, sin que importe la naturaleza de la acción
deducida ni la condición procesal de cada uno.
b) Sólo cabe si los cónyuges están casados en sociedad conyugal.
c) La mujer debe carecer de bienes suficientes para atender por sí misma este gasto. Será el
marido, en su caso, quien tendrá que probar que la mujer cuenta con los bienes a que se
refieren los artículos 150, 166 y 167, y que éstos son suficientes.
2. REGÍMENES MATRIMONIALES.
2.1. Definición y características.
Los regímenes matrimoniales son los estatutos jurídicos que reglan las relaciones
pecuniarias de los cónyuges entre sí y respecto de terceros.
Como puede apreciarse, los regímenes matrimoniales regulan, por una parte, los
intereses económicos de los cónyuges entre sí y, por la otra, algunas relaciones pecuniarias
entre cónyuges y terceros. Cada régimen matrimonial actúa también como medida de
protección de los terceros.
2.2 Distintos regímenes matrimoniales.
En una aproximación dogmática –sin todavía precisar cuáles son los regímenes que
regula nuestro CC-, pueden distinguirse los siguientes regímenes:
2.2.1. Régimen de comunidad de bienes.
Bajo este régimen todos los bienes que los cónyuges aportan al matrimonio y los
que adquieren durante él constituyen una masa común que pertenece a ambos, y que se
divide una vez disuelta la comunidad.
Suele decirse que en el régimen de comunidad toca al marido la administración de
los bienes comunes; la mujer, por su parte, o es incapaz o, siendo capaz, no puede
intervenir en la administración sino excepcionalmente. No obstante, a tal entendimiento no
subyace sino una discriminación arbitraria. En realidad, perfectamente pueden concebirse
regímenes de comunidad en que, a falta de acuerdo, la administración corresponda a ambos
cónyuges. Sin ir más lejos, aun cuando el régimen de sociedad conyugal regulado en
nuestro CC no constituya propiamente un régimen de comunidad –por las razones que
veremos más adelante-, resulta ilustrativo tener presente que el proyecto de ley que
96
72
Boletines N°s 7.567-07, 5.970-18 y 7.727-18, refundidos, actualmente en el Senado en segundo trámite
constitucional.
97
73
Juan Andrés Orrego resume la discusión en los siguientes términos: “César Parada ha señalado que ella –la
variante crediticia- adolece de tres defectos: “a) Se aparta de nuestras tradiciones jurídicas, ya que para
mantenerlas tal como hoy se concibe, al disolverse la sociedad conyugal, era preferible establecer un
98
a) Es una sociedad. Esta tesis se sustenta en el tenor del artículo 135. Con todo, existen
diversas características que apartan ostensiblemente a la sociedad conyugal del contrato de
sociedad; entre ellas, cabe destacar:
i. En la sociedad conyugal debe existir diferencia de sexo, limitación que no rige
para la celebración del contrato de sociedad.
ii. En la sociedad conyugal los cónyuges no contraen la obligación de hacer aportes,
obligación que es de la esencia del contrato de sociedad.
iii. En la sociedad conyugal la administración ordinaria corresponde
indefectiblemente al marido. En el contrato de sociedad, a falta de estipulación, la
administración corresponderá a todos los socios con iguales facultades.
iv. En la sociedad conyugal, las utilidades se reparten por mitades75. En el contrato
de sociedad, a falta de estipulación, los beneficios se reparten a prorrata de los aportes de
los socios.
v. Antes de que entre en vigencia la sociedad conyugal, mediante una capitulación
matrimonial, la mujer puede renunciar a los gananciales. En el contrato de sociedad es de la
esencia la participación de los socios en los beneficios que se obtengan.
vi. La sociedad conyugal no se puede pactar por un plazo determinado.
b) Es una comunidad. Esta tesis se sustenta en que los artículos 1725 y siguientes del CC
regulan los haberes y pasivos de la sociedad conyugal. Esta regulación daría cuenta de un
patrimonio común, distinto al patrimonio de cada cónyuge. No obstante, existen dos
poderosas razones para desestimar esta tesis:
i. Para ojos de terceros, solamente existen dos patrimonios; el del marido y el de la
mujer. Esta conclusión se refuerza por el inciso primero del artículo 1750 del CC; en
efecto, a propósito de los denominados bienes sociales, la disposición precitada establece
que: “El marido es, respecto de terceros, dueño de los bienes sociales, como si ellos y sus
bienes propios formasen un solo patrimonio, de manera que durante la sociedad los
acreedores del marido podrán perseguir tanto los bienes de éste como los bienes sociales;
sin perjuicio de los abonos o compensaciones que a consecuencia de ello deba el marido a
la sociedad o la sociedad al marido.”
ii. En conformidad al artículo 1752 del CC, la mujer no tiene ningún derecho sobre
los bienes sociales76. No obstante, no debe perderse de vista que el artículo 1749 impone al
marido ciertas limitaciones para la celebración de determinados actos referidos a bienes
sociales.
75
Con todo, debe tenerse presente que, en conformidad al artículo 1719 inciso primero del CC, la mujer
puede renunciar a los gananciales con anterioridad a la celebración del matrimonio o después de la disolución
de la sociedad conyugal.
76
Artículo 1752. La mujer por sí sola no tiene derecho alguno sobre los bienes sociales durante la sociedad,
salvo en los casos del artículo 145.
100
77
La expresión “devengar”, según el diccionario de la RAE, significa “adquirir derecho a alguna percepción
o retribución por razón de trabajo, servicio u otro título”
104
78
Artículo 1433. Se entenderán por donaciones remuneratorias las que expresamente se hicieren en
remuneración de servicios específicos, siempre que éstos sean de los suelen pagarse.
Si no constare por escritura privada o pública, según los casos, que la donación ha sido remuneratoria, o si
en la escritura no se especificaren los servicios, la donación se entenderá gratuita.
105
la mujer, lo que daría a entender que los frutos corresponden al marido. La aparente
contradicción se resuelve teniendo a la vista que, según el artículo 1749, al marido toca la
administración ordinaria de los bienes sociales y los frutos que producen los bienes propios
de la mujer son bienes sociales, lo que explica que sea el marido quien en definitiva
determine cómo se goza de éstos.
Cabe precisar, además, que el derecho legal de goce que contempla el artículo 810
no es propiamente un usufructo, pues si el bien de la mujer fuese enajenado cesaría el
derecho el marido79. En cuanto a la inembargabilidad de este derecho (artículo 2466 inciso
final), debe aclararse que aquello que es propiamente inembargable es el derecho en sí
mismo, sin que ello obste a que los terceros puedan embargar los frutos (que han ingresado
al haber absoluto), con la limitación de que no pueden privar al marido de lo que necesite
para atender las cargas de familia.
Más allá del punto anterior, otra cuestión que resulta conflictiva es qué ocurre con
las utilidades pecuniarias que provienen de la explotación de un derecho de propiedad
intelectual80 o industrial81. Al respecto, Alessandri estima que las utilidades pecuniarias
obtenidas durante la vigencia de la sociedad conyugal ingresan al haber absoluto, aunque el
respectivo derecho haya nacido o se haya adquirido antes de la sociedad. Se trataría,
justamente, de frutos. Respecto a los derechos de propiedad intelectual o industrial en sí
mismos, se debe distinguir: si tales derechos han sido adquiridos derivativamente y a título
oneroso durante la vigencia de la sociedad conyugal, entonces ingresan al haber absoluto en
función de lo establecido en el artículo 1725 N° 5; si, en cambio, han nacido
originariamente en el patrimonio de uno de los cónyuges, existe discusión: Ruiz-Esquide,
centrándose concretamente en los derechos de propiedad intelectual, estima que éstos, en
conformidad al artículo 580 del CC, deben reputarse muebles, debiendo ingresar en tal
carácter al haber relativo de la sociedad conyugal (artículo 1725 N° 4)82; Zuloaga, en
cambio, estima que los derechos de propiedad intelectual, en tanto constituyen un reflejo de
la personalidad de los creadores de las obras, forman parte del haber propio, abonando a su
postura que el artículo 584, en su inciso segundo, establece que la especie de propiedad
79
Sin ánimo de taxatividad, pueden agregarse otras diferencias entre el derecho legal de goce y el usufructo:
1º El derecho legal de goce del marido es un derecho personalísimo. Por ende, no es transmisible y el marido
carece de la facultad de transferirlo. El usufructo, en cambio, si bien tampoco es transmisible, sí puede
transferirse a cualquier título, salvo prohibición del constituyente (artículo 793).
2º El marido no está obligado a rendir fianza o caución de conservación o restitución. El usufructuario, en
cambio, debe rendir fianza o caución, salvo que el constituyente o propietario lo exonere de tal obligación
(art. 775).
3º El marido no está obligado a confeccionar inventario solemne. El usufructuario, en cambio, debe
confeccionar inventario solemne, salvo que el constituyente o propietario lo exonere de tal obligación (art.
775).
80
Entre estos, cabe destacar el derecho de autor y los derechos conexos.
81
Entre estos, cabe destacar la patente de invención, el modelo de utilidad, los diseños y dibujos industriales y
las marcas.
82
Esta tesis es cuanto menos discutible si se considera, como hace el profesor Urquieta Salazar, que la
creación intelectual sobre la que recae un derecho de propiedad intelectual, más allá del soporte material en
que conste, no es realmente una cosa corporal. Se trataría, en su concepto, de una cosa inmaterial, categoría
que nuestro CC no ha reconocido claramente.
106
sobre las producciones del ingenio y del talento se debe regir por las leyes especiales, y
éstas atribuyen los derechos de propiedad intelectual a quienes hayan creado las obras83.
c) Todos los bienes muebles e inmuebles que cualquiera de los cónyuges adquiera durante
el matrimonio a título oneroso (artículo 1725 N° 5).
No importa si se adquiere a nombre del marido o de la mujer; el bien de que se trate
ingresará al haber absoluto con tal que se cumplan dos requisitos: a) que la casa o título de
adquisición se haya configurado durante la vigencia de la sociedad conyugal; y b) que la
causa o título de adquisición sea oneroso. Si el bien ha sido adquirido durante la vigencia
de la sociedad conyugal, pero el título o causa de adquisición es anterior, el bien no
ingresará al haber absoluto ni aun cuando la adquisición sea a título oneroso. El artículo
1736 contiene casos que dan cuenta de esto.
En esta partida se entienden comprendidos también los dineros obtenidos en juegos
siempre que haya existido el pago de un precio o tarifa (como ocurre con un juego de
lotería).
Existen, sin embargo, ciertos bienes que, aun cuando sean adquiridos a título
oneroso durante la vigencia de la sociedad conyugal y el título o causa de adquisición no
sea anterior a ella, no entran al haber absoluto. Tales son:
i. El inmueble que fuera debidamente subrogado a otro inmueble propio de alguno
de los cónyuges (artículo 1727)
ii. Las cosas compradas con valores propios de uno de los cónyuges, destinado a
ello en las capitulaciones matrimoniales o en una donación por causa de matrimonio
(artículo 1727)
iii. Los bienes adquiridos por la mujer en el ejercicio de una actividad separada del
marido (artículo 150). Ingresan al patrimonio reservado, aunque recordemos que estos
bienes tienen vocación de ser sociales.
Más allá de las excepciones recién revisadas, existen ciertas reglas especiales que
conviene tener a la vista:
i. Cuando se adquiere durante la vigencia de la sociedad conyugal, a título oneroso,
un inmueble contiguo al inmueble propio de uno de los cónyuges, el bien adquirido ingresa
a la sociedad conyugal, a menos que con el propio forme una heredad o edificio de que el
terreno adquirido no pueda desmembrarse sin daño, esto es, perdiendo su identidad. En este
caso, de acuerdo al artículo 1728, la sociedad y el dueño del inmueble propio pasan a ser
copropietarios del todo, a prorrata de los valores al tiempo de la incorporación.
ii. Si el cónyuge es comunero con otras personas de un bien propio, y vigente la
sociedad conyugal adquiere las demás cuotas a título oneroso, se mantiene la indivisión
83
Así ocurre, por ejemplo, con el artículo 7 de la ley 17.336.
107
entre ese cónyuge y la sociedad conyugal, a prorrata del valor de la cuota que pertenecía al
cónyuge y lo que le haya costado la adquisición del resto (artículo 1729 CC).
d) Las minas denunciadas por uno o ambos cónyuges durante la vigencia de la sociedad
conyugal (artículo 1730 CC).
Esta norma es concordante con lo que establece el Código de Minería en su artículo
25. Según esta disposición los derechos adquiridos en virtud de un pedimento o de una
manifestación mineros por las mujeres casadas en régimen de sociedad conyugal ingresarán
al haber social, a menos que sea aplicable el artículo 150 del Código Civil.
e) La parte del tesoro que corresponde al dueño del sitio en que se encuentra, cuando el
tesoro es hallado en un terreno social.
2.2.1.4.1. Haber relativo.
El haber relativo está formado por aquellos bienes que ingresan a la sociedad
conyugal otorgando al cónyuge aportante o adquirente un derecho de recompensa que éste
hará valer al momento de la liquidación. Estos bienes forman un haber aparente y son,
principalmente, los bienes muebles que los cónyuges tenían al momento de casarse y los
bienes muebles adquiridos a título gratuito durante el matrimonio.
Está compuesto por:
a) Dinero aportado o adquirido por uno de los cónyuges a título gratuito durante la vigencia
de la sociedad conyugal (artículo 1725 N° 3 CC).
Se debe pagar la correspondiente recompensa, que de acuerdo al artículo 1734 del
CC, debe enterarse de manera que la suma pagada tenga, en lo posible, el mismo valor
adquisitivo. Constituye, en consecuencia, uno de los casos excepcionales en que el
legislador ha adoptado un criterio valorista respecto a una obligación de dinero
En caso que el dinero sea adquirido a título oneroso (como ocurriría, por ejemplo,
con el dinero que adquiere el vendedor a título de compraventa), ingresa al haber absoluto
por aplicación de lo dispuesto en el artículo 1725 N° 5.
b) Bienes muebles aportados o adquiridos a título gratuito por cualquier cónyuge durante la
vigencia de la sociedad conyugal (artículo 1725 N° 4 CC).
La adquisición debe ser a título gratuito, pues de lo contrario el bien ingresa al haber
absoluto. Por lo demás, así se sigue de los artículos 1726 inciso segundo y 1732 inciso
segundo.
La recompensa se entera en valor reajustado.
Los cónyuges, en las capitulaciones matrimoniales, pueden establecer que ciertos
bienes muebles, específicamente designados, no ingresarán al haber relativo,
manteniéndose en el haber propio del respectivo cónyuge.
c) Tesoro (artículo 1731 CC).
108
La parte del tesoro que corresponde al descubridor (50%), en caso que éste sea un
cónyuge, ingresa al haber relativo. Se trata, latu sensu, de la adquisición de un bien mueble
a título gratuito.
En cuanto a la parte del tesoro que corresponde al dueño del terreno (50%), deben
distinguirse dos hipótesis:
i. Ingresa al haber relativo si el terreno era propio de un cónyuge.
ii. Ingresa al haber absoluto si el terreno era social, como veíamos antes.
d) Donación remuneratoria mueble que se hace a uno de los cónyuges, cuando el servicio
prestado no daba acción en contra de la persona servida (artículo 1738 inc. 2º CC).
Nos remitimos a lo ya expresado previamente.
e) Bienes muebles adquiridos por un cónyuge durante la vigencia de la sociedad conyugal,
cuando la causa o título de la adquisición ha precedido a ella.
Tales bienes muebles se asemejan a los bienes muebles aportados.
2.2.1.5. Haber propio o personal de cada cónyuge.
Más allá del haber social –que, como ya vimos, se descompone en el haber absoluto
y el haber relativo-, cada cónyuge tiene su propio haber. Importante es referir que mientras
el marido administra por sí mismo sus propios bienes –los que, respecto de terceros, se
confunden con los bienes sociales-, la mujer no administra por sí misma los bienes que
forman parte de su haber –salvo los casos referidos en los artículos 166 y 167-; tal
administración, por aplicación del artículo 1749, corresponde al marido. Hay allí una
vergonzosa discriminación arbitraria en nuestra legislación84. En este sentido, si bien la ley
18.802, de 1989, reconoció plena capacidad jurídica a la mujer casada en sociedad
conyugal –que hasta ese entonces era considerada incapaz relativa-, el artículo 1749, al
excluir a la mujer de la administración de bienes sociales y de sus propios bienes, la trata
como incapaz.
El haber propio de cada cónyuge está compuesto por los siguientes bienes:
a) Bienes inmuebles que un cónyuge tiene al momento del matrimonio.
Si bien la ley no lo dice expresamente, así se colige, a contrario sensu, del artículo
1725 N°3 y N°4. Con tal que el bien inmueble haya sido adquirido con anterioridad a la
84
Reiteramos que es necesario tener presente el acuerdo de solución pacífica alcanzado entre Sonia Arce
Esparza y el Estado de Chile, el 18 de octubre de 2005, caso N° 12.433, que dispone en la cláusula primera:
“Primero: Garantías de no repetición: a. Derogación de las normas que establecen la discriminación de las
mujeres en el régimen de sociedad conyugal. Para poner término a la discriminación legal implícita en el
actual régimen de sociedad conyugal en Chile, y que ha motivado el inicio de este caso, el Estado de Chile se
compromete a dotar –en forma inmediata– de la urgencia que se estime adecuada a la tramitación legislativa
del proyecto de ley que modifica el Código Civil y leyes complementarias en materia de sociedad conyugal o
comunidad de gananciales –en los términos de redacción en los que se encuentra–, otorgando a la mujer y al
marido iguales derechos y obligaciones (Boletín, Nº 1707-18)”.
109
vii. Los bienes que un cónyuge adquiera durante la sociedad en virtud de un acto o contrato
cuya celebración se haya prometido con anterioridad a ella, siempre que la promesa conste
en un instrumento público o en instrumento privado cuya fecha sea oponible a terceros de
acuerdo con el artículo 1703 del CC. En otras palabras, debe tratarse de una promesa
oponible a terceros, ya sea por aplicación del artículo 1703 del CC o del artículo 419 del
Código Orgánico de Tribunales.
Conviene concluir la enumeración del artículo 1736 teniendo presente que no es
taxativa. Además, de acuerdo al penúltimo inciso de la disposición, si el bien raíz se
adquiere con bienes de la sociedad y del cónyuge, éste deberá la respectiva recompensa.
b) Inmueble adquirido a título gratuito por uno de los cónyuges durante la vigencia de la
sociedad conyugal (artículos 1726 y 1732 CC).
Las adquisiciones a título gratuito hechas por ambos cónyuges simultáneamente no
aumentan el haber social, sino el de cada cónyuge.
c) Bienes muebles que los cónyuges excluyen de la sociedad en las capitulaciones
matrimoniales (artículo 1725 N° 4 inciso 2º CC).
Por regla general, los muebles que los cónyuges poseían antes del matrimonio
ingresan al haber relativo de la sociedad conyugal. No obstante, el inciso segundo del N° 4
del artículo 1725 permite excluir determinados bienes de la sociedad.
La exclusión solamente puede referirse a bienes muebles propios de un cónyuge
(nunca del haber absoluto) y deben ser designados específicamente.
En caso que los bienes excluidos correspondan a la mujer, y ésta desee
administrarlos separadamente, será necesario estipularlo expresamente (artículo 167 del
CC). En caso contrario, si bien los bienes excluidos formarán parte de su haber propio, la
administración corresponderá al marido en virtud de lo establecido en el artículo 1749
inciso primero.
d) Aumentos que experimenten los bienes propios de los cónyuges (artículo 1727 N° 3
CC).
Se plantea la duda de si acaso el cónyuge beneficiado con el aumento que
experimente un bien que le es propio, debe o no por tal concepto recompensa a la sociedad
conyugal. Se deben distinguir dos hipótesis:
i. Si el aumento es por causas naturales, el cónyuge no debe nada a la sociedad (artículo
1771 inciso segundo del CC).
ii. Si el aumento proviene de la mano del hombre, se genera una recompensa para la
sociedad conyugal (artículo 1746 del CC).
e) Créditos o recompensas que los cónyuges adquieren contra la sociedad y que pueden
hacer valer al momento de la disolución.
111
Se trata de los créditos que adquieren los cónyuges por los bienes que aportan a la
sociedad y que ingresan al haber relativo. El cónyuge aportante adquiere, entonces, un
crédito contra la sociedad que hará efectivo al tiempo de la disolución. Ese crédito, que se
llama recompensa, es un bien propio del cónyuge aportante.
f) Inmuebles subrogados a un inmueble propio de uno de los cónyuges o a valores (artículo
1727 N° 1 y 2 CC).
La subrogación es el reemplazo de una cosa o de una persona por otra que pasa a
ocupar su mismo lugar jurídico.
La regla general, contemplada en el artículo 1725 N° 5, es que si durante la sociedad
uno de los cónyuges adquiere un bien raíz a título oneroso, este bien ingresa al haber social.
Excepcionalmente, tal como indica el artículo 1727 N° 1 y N° 2, el inmueble no ingresará
al haber social cuando sea debidamente subrogado a otro inmueble propio del cónyuge o a
valores propios de un cónyuge, destinados a ello en las capitulaciones o en una donación
por causa de matrimonio85.
De ahí entonces que podamos distinguir las siguientes clases de subrogación:
i. Subrogación de inmueble a inmueble (por permuta o por compra)
i.i. Por permuta. El inmueble propio del cónyuge se cambia por otro que ocupa su
lugar. Son requisitos para que opere.
a. Que se trate un inmueble propio de uno de los cónyuges
b. Que la permuta se verifique durante la sociedad conyugal.
c. Que la permuta conste en escritura pública (porque a la permuta se le
aplican las mismas reglas que a la compraventa)
d. Que en la misma escritura se exprese (puede o no ser con palabras
sacramentales) el ánimo de subrogar.
e. Debe existir proporcionalidad entre el bien que se enajena y el que se
adquiere.
f. Autorización de la mujer si el bien que se subroga es un bien propio de
ella.
85
Como enseña Juan Andrés Orrego, “en la sociedad conyugal, el Código Civil sólo reglamentó la
subrogación de inmueble a inmueble o de inmueble a valores, y nada dijo respecto a subrogar muebles por
otros muebles (artículo 1733). Arturo Alessandri Rodríguez, dado el silencio del legislador, niega tal
posibilidad, mientras que Pablo Rodríguez Grez la admite, atendido lo dispuesto en el art. 1727 N° 2 del
Código Civil, que reza: “No obstante lo dispuesto en el art. 1725 no entrarán a componer el haber social:
(...) 2º Las cosas compradas con valores propios de uno de los cónyuges, destinados a ello en las
capitulaciones matrimoniales o en una donación por causa de matrimonio”. Como el precepto no distingue
entre muebles e inmuebles, sino que alude a “Las cosas”, Rodríguez Grez concluye que se refiere la ley tanto
a muebles como inmuebles.”
112
86
Si la posibilidad de subrogar contemplada en el artículo 1733 es realmente excepcional, podría cuestionarse
el hecho de que la jurisprudencia interprete extensivamente la regla.
113
87
Este caso es presentado por algunos como uno de presunción de dominio en favor de la sociedad conyugal.
En realidad, si se cumplen los requisitos pertinentes, el bien se reputa propio del cónyuge para ojos del tercero
con quien aquél ha contratado.
115
88
Este caso es presentado por algunos como uno de presunción de dominio en favor de la sociedad conyugal.
En realidad, lo que se presume es que el bien ha sido adquirido con bienes sociales, sin que ello implique que
aquél pase a ser social (de hecho, el pago de la recompensa se justifica justamente en que el bien ingresa al
haber propio del cónyuge respectivo).
116
Una deuda integra el pasivo real de la sociedad conyugal, cuando ésta debe pagarla
sin derecho a recompensa. Se trata empleando -otra terminología- que esa deuda es social
tanto desde el punto de vista de la obligación a la deuda como desde el punto de vista de la
contribución a la deuda. La sociedad paga y soporta el pago.
Una deuda integra el pasivo aparente o relativo de la sociedad conyugal, cuando ésta
debe pagarla pero no soportarla, pues al pagar adquiere una recompensa en contra del
cónyuge de que se trate, que hará efectiva a la disolución de la sociedad conyugal. En este
caso la deuda es social desde el punto de vista de la obligación a la deuda, pues el tercero
acreedor se dirigirá para cobrarla en contra de los bienes sociales, pero esa deuda es
personal del cónyuge desde el punto de vista de la contribución a la deuda pues, en
definitiva, él va a soportar el pago, desde que la sociedad conyugal hará efectiva en su
contra la correspondiente recompensa.
La obligación a la deuda mira las relaciones de un tercero con la sociedad conyugal;
en cambio, la contribución a la deuda dice relación con los cónyuges, con los ajustes
económicos que tienen que producirse entre ellos al momento de liquidar la sociedad
conyugal.
Cabe agregar que existe una existe una clara correlación entre los bienes que
ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal, y las deudas que componen su pasivo
absoluto o real, y por otra parte, entre los bienes que integran el haber relativo, y las deudas
que componen el pasivo relativo o aparente.
2.2.1.7.1 Pasivo real o absoluto.
Lo forman aquellas deudas que la sociedad conyugal debe pagar sin derecho a
recompensa. La deuda es social tanto desde el punto de vista de la obligación a la deuda
como de la contribución a la deuda.
Está constituido por:
a) Pensiones e intereses que corran, sea contra la sociedad, sea contra cualquiera de los
cónyuges y que se devenguen durante la sociedad (artículo 1740 n° 1 CC).
Esta partida es una contrapartida de que los frutos de los bienes sociales y
personales de cada cónyuge se incorporen al haber absoluto. Los intereses a que hace
alusión la norma pueden ser civiles o naturales, y pueden provenir de cualquier deuda, sea
que se contraiga por cualquiera de los cónyuges antes o durante la sociedad, importando
únicamente que sean devengados durante ésta.
b) Deudas y obligaciones contraídas durante el matrimonio por el marido, o la mujer con
autorización del marido, o de la justicia en subsidio, y que no fueren personales de aquél o
de ésta (artículo 1740 N° 2 CC).
Se pueden distinguir varias hipótesis comprendidas en esta partida:
117
ii. Si el marido garantiza con prenda, hipoteca o fianza una obligación ajena, requiere de
autorización de la mujer. Si no la obtiene, obliga sus bienes propios; si la obtiene, la deuda
es de la sociedad conyugal, sin derecho a recompensa.
iii. Si el marido garantiza con prenda, hipoteca o fianza una obligación personal de uno de
los cónyuges, la sociedad está obligada al pago, con derecho a recompensa (pasivo
relativo).
d) Cargas y reparaciones usufructuarias de los bienes sociales o de cada cónyuge (artículo
1740 N° 4 del CC)
En lo que respecta a las cargas y reparaciones usufructuarias de bienes propios de
cada cónyuge, su atribución al pasivo absoluto de la sociedad conyugal constituye la
contracara de lo establecido en el artículo 1725 Nº 2, que atribuye al haber absoluto los
frutos civiles y naturales que provienen de tales bienes.
Dado que la ley no señala qué entiende por cargas y reparaciones usufructuarias
para estos efectos, se debe acudir a las reglas pertinentes del usufructo. A este efecto, el
artículo 795 señala que "corresponden al usufructuario todas las expensas ordinarias de
conservación y cultivo"; por su parte, el artículo 796, en su inciso primero, agrega que
"serán de cargo del usufructuario las pensiones, cánones y en general las cargas
periódicas con que de antemano haya sido gravada la cosa fructuaria y que durante el
usufructo se devenguen...."; luego, el inciso segundo agrega que "corresponde asimismo al
usufructuario el pago de los impuestos periódicos fiscales y municipales, que la graven
durante el usufructo, en cualquier tiempo que se haya establecido". Estas reparaciones
usufructuarias se contraponen a las obras o reparaciones mayores, que, según el artículo
798, son las que ocurren por una vez o a intervalos largos de tiempo, y que conciernen a la
conservación y permanente utilidad de la cosa fructuaria; estas obras o reparaciones
mayores, según el artículo 797, son de cargo del propietario. En otras palabras, si un bien
forma parte del haber propio de un cónyuge, las cargas y reparaciones usufructuarias
deberán ser pagadas y soportadas por la sociedad conyugal, pues se trata de una partida
propia del pasivo absoluto; las obras o reparaciones mayores, en cambio, si bien también
deberán ser pagadas por la sociedad conyugal (por aplicación del artículo 1746), darán a
ésta un derecho de recompensa contra el cónyuge propietario, tratándose entonces de una
partida propia del pasivo relativo89.
e) Gastos de mantenimiento de los cónyuges; de mantenimiento, educación y
establecimiento de los descendientes comunes; y de toda otra carga de familia (artículo
1740 N° 5 CC).
89
Boetsch da el siguiente ejemplo: “El pago de contribuciones de bienes raíces, es una carga usufructuaria.
Por ello, la sociedad conyugal está obligada a su pago, sea que correspondan al bien propio de un cónyuge,
sea que el bien sea social, sin derecho a recompensa. Si se trata de cambiar el techo de la casa, es una
reparación mayor y por ello, si el bien es social, lo hace la sociedad conyugal sin cargo de recompensa
(pasivo absoluto), pero si el bien es propio del cónyuge, lo debe hacer la sociedad conyugal, con derecho a
recompensa (pasivo relativo, art. 1746).”
119
d) Proteger a la mujer contra los abusos del marido. Como señala Alessandri, si las
recompensas no existieren, sería fácil para el marido, como administrador de la sociedad y
de los bienes de la mujer, enriquecerse a su costa; "le bastaría utilizar los bienes sociales y
de la mujer en su propio beneficio”.
En definitiva, el fundamento de esta institución está en evitar el enriquecimiento sin
causa.
2.2.1.8.3. Clasificación.
a) Recompensas adeudadas por uno de los cónyuges a la sociedad conyugal.
Existen diversas causas para estas recompensas:
i. La sociedad pagó una deuda personal (artículo 1740 N° 3 CC).
ii. El cónyuge adquirió un inmueble subrogándolo, y el valor del bien adquirido es mayor al
que subrogó (artículo 1733 CC).
iii. Se hicieron mejoras no usufructuarias en un bien propio, que aumentó el valor de la cosa
(artículo 1746 CC).
iv. El cónyuge adquirió una herencia y la sociedad pagó las deudas (artículo 1745 CC).
v. El cónyuge hizo una erogación gratuita y cuantiosa a favor de un tercero que no sea
descendiente común.
vi. La sociedad pagó una multa o indemnización generada por un delito o cuasidelito del
cónyuge (artículo 1748 CC).
vii. Precios, saldos, costas y expensas que se hicieron en la adquisición o cobro de los
bienes o créditos del cónyuge (artículo 1745 CC).
b) Recompensas debidas por la sociedad conyugal a los cónyuges.
En general, son dos las razones que justifican la existencia de una recompensa en
favor de alguno de los cónyuges: i. Cuando tal cónyuge paga con recursos propios
obligaciones de la sociedad conyugal; y ii. Cuando la sociedad se enriquece a expensas del
patrimonio de un cónyuge. La ley señala especialmente los siguientes casos:
i. Recompensa por las especies muebles o dineros que el cónyuge aportó o adquirió a título
gratuito (artículo 1725 N° 3 y 4 CC).
ii. Recompensa por el precio recibido por parte de la sociedad conyugal al vender un bien
propio del marido o de la mujer, salvo los casos excepcionales contemplados en el artículo
1741 CC.
iii. Recompensa en caso que, con ocasión de una subrogación, el bien adquirido sea de
menor valor (artículo 1733 CC).
122
Cabe indicar que la ley 18802, al modificar el artículo 145 (actual artículo 138),
permite que excepcional y transitoriamente la mujer tenga a su cargo la administración
ordinaria, cuando se cumplan los siguientes requisitos:
i. Que afecte al marido un impedimento;
ii. Que el impedimento del marido no fuere de larga e indefinida duración;
iii. Que de la demora en contratar se siga perjuicio a la sociedad conyugal;
iv. Que el juez autorice a la mujer, con conocimiento de causa; y
v. Que se trate de celebrar por la mujer determinados actos o contratos, comprendidos en la
autorización judicial.
2.2.1.9.1. Administración ordinaria de los bienes sociales.
El principio general –discriminatorio y vergonzoso, por cierto- es que el marido es
el jefe de la sociedad conyugal, y en tal carácter administra esos bienes (artículo 1749 CC).
Como vimos en la introducción de estos apuntes, el articulado originario del CC
atribuía al marido poderes prácticamente absolutos para la administración de los bienes
sociales. Paulatinamente, de la mano de la evolución social y con el fin de proteger los
intereses de la mujer, se fueron introduciendo diversas limitaciones. En este sentido, si bien
la mujer por sí sola no tendrá derecho alguno sobre los bienes sociales mientras la sociedad
esté vigente, el marido necesitará su autorización para la realización de ciertos actos de
particular importancia, y sin esta autorización el acto será nulo o inoponible según el caso.
Más allá de las limitaciones legales, reguladas en el título XXII del libro IV –que
veremos prontamente-, también es posible que se estipulen limitaciones en las
capitulaciones matrimoniales. Con todo, en este último caso, las limitaciones no pueden
desnaturalizar la administración ordinaria del marido, pues si así fuese así, serían contrarias
a la ley (artículo 1717)
2.2.1.9.1.1. Limitaciones impuestas en el Título XXII del libro IV.
El marido necesita la autorización de la mujer para realizar los siguientes actos:
a) Enajenación voluntaria de bienes raíces sociales (artículo 1749 inciso tercero CC).
La limitación se refiere exclusivamente a la enajenación voluntaria, no a la forzada.
Asimismo, sólo se refiere a los bienes raíces, y sociales. Puede ser una cosa corporal o
incorporal. Aunque la norma no sea lo suficientemente clara, se entiende que la
autorización debe darse para la celebración del título traslaticio que antecede a la tradición.
La jurisprudencia también ha exigido la autorización para resciliar la compraventa
de un bien raíz.
b) Gravamen voluntario de bienes raíces sociales (artículo 1749 inciso tercero CC).
125
c) Promesa de enajenación o gravamen de un bien raíz social (artículo 1749 inciso tercero
CC).
d) Enajenación o gravamen voluntario o promesa de enajenación o gravamen sobre
derechos hereditarios de la mujer (artículo 1749 inciso tercero CC).
A primera vista, podría parecer extraño que el CC trate a los derechos hereditarios
de la mujer como bienes sociales. Sin embargo, se ha dicho que el legislador, que introdujo
este caso mediante la ley 18.802, lo incluyó en este artículo bajo el entendido que el
derecho real de herencia, al no poder calificarse como mueble o inmueble, debe regirse por
las normas de los muebles, que constituyen el estatuto jurídico general de los bienes. Y
siendo un derecho mueble adquirido a título gratuito durante la vigencia de la sociedad
conyugal, ingresaría al haber aparente o relativo de la misma y no al haber propio del
heredero.
e) Disposición gratuita, por acto entre vivos, de bienes sociales (artículo 1749 inciso cuarto
CC).
El marido no puede hacer donaciones de bienes sociales sin autorización de la
mujer, salvo que fueren de poca monta (artículo 1735 CC).
Nótese que la necesidad de autorización, si bien parece tener un alcance general,
relativa tanto a bienes muebles como inmuebles, hay que entenderla referida
exclusivamente a los bienes muebles, puesto que tratándose de inmuebles, la situación está
comprendida en el inciso tercero.
f) Arrendamiento o cesión de tenencia de bienes raíces sociales por más de 5 años si se trata
de predios urbanos, o más de 8 años si se trata de predios rústicos (artículo 1749 inciso
cuarto CC).
La limitación rige para el arrendamiento o para cualquier otro contrato que implique
ceder la tenencia de esos bienes, por ejemplo, el contrato de comodato sobre un inmueble
social.
Deben computarse las prórrogas para el cálculo de los 5 u 8 años.
La sanción a la falta de la autorización de la mujer, no es la nulidad del contrato de
arriendo sino la inoponibilidad por el exceso de plazo a la mujer (art. 1757, inciso primero).
g) Constitución de avales u obligaciones accesorias para garantizar obligaciones de terceros
(artículo 1749 incisos quinto y sexto CC).
Esta limitación plantea el problema de si el marido puede o no libremente celebrar
un acto o contrato que genere, por el sólo ministerio de la ley, una responsabilidad solidaria
o subsidiaria, como ocurre con la sociedad colectiva mercantil o ciertos endosos de
documentos. Al efecto, ciertos autores, como Ramos, estiman que el marido es libre de
poder celebrar tales actos, puesto que en tales casos no obra directamente la voluntad del
marido (que es lo regulado por la limitación), sino que es la ley la que establece la
126
responsabilidad solidaria. Sin embargo, se puede indicar que igualmente es el marido quien
voluntariamente se somete a una regulación legal que impone la solidaridad, y que por ende
requiere la autorización de la mujer.
2.2.1.9.1.2. Características de la autorización expresa de la mujer.
En conformidad al artículo 1749 inciso séptimo del CC, la autorización tiene las
siguientes características:
a) Específica: la que se da para celebrar un acto jurídico determinado en condiciones
también determinadas.
b) Solemne: otorgada por escrito o por escritura pública si el acto exige esta solemnidad.
c) Puede darse personalmente o por mandatario, que debe ser especial y solemne, en los
términos recién señalados.
d) Puede ser suplida por la justicia (artículo 1749 inc. final CC). Esto ocurre en dos casos:
i. Negativa de la mujer sin justo motivo.
ii. Impedimento de la mujer, si de la demora se siguiere perjuicio.
e) Debe ser previa: anterior al acto o simultánea con su celebración.
2.2.1.9.1.3. Posibilidad de autorización tácita.
El artículo 1749, en la primera parte del inciso séptimo, señala que “la autorización
de la mujer deberá ser específica y otorgada por escrito, o por escritura pública si el acto
exigiere esta solemnidad, o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el
mismo”. En consecuencia, la mujer otorga su autorización tácita cuando interviene expresa
y directamente de cualquier modo en el acto, ya sea como parte o de otra manera (por
ejemplo, como testigo). Si el acto consta por escrito, la mujer debe comparecer y suscribir
el instrumento.
2.2.1.9.1.4. Sanción por falta de autorización.
La regla general es la nulidad relativa. Así lo establece el artículo 1757. Sin
embargo, existen dos excepciones:
i. En el caso del arrendamiento, la sanción es la inoponibilidad más allá de los plazos
señalados.
ii. En el caso de las cauciones, la sanción es que el marido sólo obliga sus bienes propios.
En otras palabras, la caución será inoponible a la sociedad conyugal.
2.2.1.9.1.5. Titulares de las acciones de nulidad o inoponibilidad.
En conformidad al artículo 1757, estas acciones pueden ser ejercidas por la mujer,
sus herederos o cesionarios. El cuadrienio de la nulidad se cuenta desde la disolución de la
127
sociedad conyugal o desde que cesa la incapacidad de la mujer o de sus herederos, pero no
se puede pedir pasados diez años contados desde la celebración del acto.
Tal como señala Orrego Acuña, “si el tercero que adquirió el bien de manos del
marido aún conserva la cosa, la sentencia de nulidad lo afectará, pues la demanda de
nulidad se interpondrá por la mujer en contra del marido y de su adquirente. En cambio, si
el adquirente hubiere a su vez enajenado la cosa, la mujer tendría que deducir la acción de
nulidad y también la acción reivindicatoria. En cuanto a la posibilidad de que la mujer
deduzca acción reivindicatoria, podrían distinguirse dos posiciones:
i. Sería necesario que previamente se decrete la separación judicial de bienes (artículo
155) y por ende expire la sociedad conyugal. En efecto, vigente la sociedad conyugal,
frente a los terceros, el marido se mira como dueño exclusivo de los bienes sociales
(artículo 1750). Fallaría entonces el requisito indispensable para que prospere la acción
reivindicatoria, esto es, que el reivindicante sea dueño de la cosa. Disuelta que sea la
sociedad conyugal, la mujer será titular de derechos equivalentes al 50% de la cosa, y
tendrá entonces legitimación activa para interponer la acción reivindicatoria. Una
sentencia de la Corte de Apelaciones de San Miguel de 9 de agosto de 2007, autos Rol N°
1.730-2002, rechaza demanda de reivindicación deducida por la mujer casada en sociedad
conyugal. El mismo principio se asienta en una sentencia de la Corte de Apelaciones de
Rancagua de fecha 1 de junio de 2015, autos Rol N° 2.793-2014.29
ii.- Excepcionalmente, estaríamos ante un caso en el que, para los efectos previstos
en los artículos 1749 y 1757 del Código Civil, la mujer, no obstante que no es la dueña del
inmueble, puede, sin embargo, reivindicarlo, bajo el entendido que lo hace con el propósito
de que dicho bien se reintegre a la sociedad conyugal que forma con su marido. Ello,
habida cuenta de lo dispuesto en el art. 1689, en las normas de la nulidad, y de que en el
artículo 1757 no se establece, como presupuesto de la acción de que goza la mujer, la
circunstancia de que el bien no haya salido de las manos de aquél que lo adquirió
directamente del marido. Una sentencia de la Corte Suprema de fecha 1 de septiembre de
2009, dictada en los autos Rol N° 1.719-2009, acoge tanto la acción de nulidad relativa
cuanto la acción reivindicatoria, deducidas por la mujer”
Hay quienes entienden que, mientras la sociedad conyugal esté vigente, la mujer ni
siquiera podría ejercer la acción rescisoria, pues ésta debe ejercerse necesariamente de
forma conjunta a la acción reivindicatoria (para efectos de recuperar el bien), y la mujer no
tiene derecho alguno sobre los bienes sociales. En esta línea encontramos a Rodríguez
Grez, para quien la posibilidad de ejercer la acción rescisoria por parte de la mujer depende
de que ésta obtenga previamente la separación judicial de bienes o de que, por alguna otra
razón, se disuelva la sociedad conyugal. No obstante, la mayoría de la doctrina critica este
planteamiento, pues, si una acción rescisoria es acogida, son las prestaciones mutuas las
que restituyen a las partes al estado anterior, sin que sea necesario haber ejercido una
acción reivindicatoria. La Corte Suprema ha estimado que sí es posible ejercer la acción
rescisoria por parte de la mujer.
2.2.1.9.1.6. Situación de la mujer que celebra un contrato de sociedad.
128
90
Una forma –ciertamente insuficiente- de hacer frente a esta situación es que al momento de la celebración
del contrato de sociedad se estipule que la sociedad terminará si la mujer se casa en sociedad conyugal.
129
91
Acá se está haciendo alusión a la típica fórmula de comprar para otro. Usualmente, en la práctica, en los
contratos de compraventa escriturados se señala que el comprador compra y adquiere para sí; mas, en
algunas ocasiones se señala también que el comprador compra y adquiera para otro. En estos casos existe
una auténtica estipulación en favor de otro.
131
los actos simulados o aparentes que haya concluido para perjudicarla y le corresponde la
indemnización de perjuicios por los delitos o cuasidelitos cometidos durante su
administración.
2.2.1.9.2. Administración ordinaria de los bienes propios.
El marido, en lo que respecta a la administración de sus propios bienes, conserva las
mismas facultades que tenía cuando estaba soltero, pero los frutos de los bienes ingresan a
la sociedad conyugal (1725 N° 2).
En cuanto a los bienes propios de la mujer, cabe hacer las siguientes precisiones:
i. La administración pasa de pleno derecho al marido, mas la mujer no pierde el dominio
sobre dichos bienes.
ii. La administración del marido de los bienes de la mujer, a diferencia de la administración
de los bienes sociales, no es de orden público. En consecuencia, mediante una capitulación
matrimonial celebrada con anterioridad al matrimonio los cónyuges podrían restringir las
facultades del marido u otorgar a la mujer la plena administración de sus bienes propios. La
posibilidad de ampliar las facultades del marido, en cambio, es de dudosa licitud.
2.2.1.9.2.1. Fundamento de la administración del marido de los bienes
propios de la mujer.
Como ya hemos visto, en estricto rigor no existe ninguna razón que justifique la
atribución al marido de la administración de los bienes de la mujer. Hay, en realidad, una
flagrante discriminación arbitraria. Sin perjuicio de ello, intentando encontrar alguna
explicación, Ramos Pazos señala que, en tanto los frutos de los bienes propios de la mujer
ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal (artículo 1725 Nº 2) y en tal calidad son
administrados por el marido, los bienes deben también ser administrados por él, pues sólo
así se lograría la mantención del aprovechamiento de los frutos. En otras palabras, la mujer
pierde la administración de sus bienes propios porque el marido adquiere un derecho legal
de goce respecto de todos esos bienes.
Boetsch señala como ejemplo el caso en que una mujer es dueña de un
departamento; si tal departamento se diese en arrendamiento, las rentas ingresarían al haber
absoluto de la sociedad conyugal, por lo que a la sociedad no le es indiferente que ese bien
pueda ser enajenado o arrendado en condiciones poco convenientes para el interés social.
2.2.1.9.2.2. Facultades del marido en la administración de los bienes
propios de la mujer.
Las facultades del marido son más limitadas que aquellas que tiene en la
administración de los bienes sociales. Con todo, la mayoría de la doctrina estima que, aun
cuando esta administración esté limitada, el marido no se encuentra en la misma situación
que otro administrador de bienes ajenos. Tal opinión se sustenta en que el marido responde
únicamente por culpa grave o dolo y no está expresamente obligado a rendir cuenta. No
obstante, estas premisas son cuanto menos discutibles si se considera que no existe una
132
norma que expresamente limite la responsabilidad del marido por una mala administración
a dolo o culpa grave ni tampoco una regla que lo libere del deber de rendir cuenta, que no
sería sino la regla general cuando se administran bienes ajenos.
2.2.1.9.2.3. Limitaciones impuestas al marido en la administración de los
bienes propios de la mujer.
El marido requiere autorización de la mujer para realizar ciertos actos de particular
importancia. Conviene precisar que el marido no comparece en representación legal de la
mujer, porque ella es capaz, sino como administrador de la sociedad conyugal.
Los casos para los cuales se requiere autorización son los siguientes:
a) Aceptación y repudiación de una herencia o legado deferido a la mujer (artículo 1225
inciso tercero CC).
En este caso, ante la falta de autorización, la sanción es la nulidad relativa (1757).
b) Aceptación o repudiación de una donación hecha a la mujer (artículo 1411 inciso tercero
CC).
En este caso, ante la falta de autorización, la sanción es la nulidad relativa (1757).
c) Nombramiento de partidor en bienes en que tiene interés la mujer.
El inciso primero del artículo 1326 establece la necesidad de aprobación judicial
para el nombramiento de partidor en caso que alguno de los coasignatarios no tenga la libre
disposición de sus bienes; luego, el inciso segundo aclara que “Se exceptúa de esta
disposición la mujer casada cuyos bienes administra el marido; bastará en tal caso el
consentimiento de la mujer, o el de la justicia en subsidio.”
Para Ramos Pazos, la mujer, en tanto tiene capacidad de ejercicio, puede por sí sola
consentir el nombramiento de partidor. Con todo, el artículo 138 bis inciso final da a
entender que ello no sería así en caso que la partición se refiera a una comunidad
hereditaria. Corral Talciani, incluso, interpreta extensivamente esta última norma,
postulando que debe aplicarse cualquiera sea la partición en que tenga interés la mujer.
Ahora bien, cuando es el marido, en calidad de administrador de los bienes de la
mujer, quien solicita el nombramiento de partidor, requiere contar con el consentimiento de
la mujer o de la justicia en subsidio. En caso que tenga lugar el nombramiento sin contar
con el consentimiento de la mujer o de la justicia en subsidio, tal nombramiento adolece de
nulidad relativa (artículo 1682 inciso final).
d) Provocación de la partición de bienes en que tiene interés la mujer.
Para provocar la partición, el marido requiere el consentimiento de la mujer, si es
mayor de edad y no está imposibilitada, o de la justicia en subsidio (artículo 1322 inciso
segundo CC). La sanción, en caso de omisión, es la nulidad relativa (1682 inciso final).
133
Según Ramos Pazos, la mujer también puede provocar por sí sola la partición de los
bienes en que tenga interés. Con todo, como vimos previamente, el inciso final del artículo
138 bis pone en entredicho esta conclusión.
e) Enajenación de bienes muebles que el marido esté o pueda estar obligado a restituir en
especie.
El marido requiere el consentimiento de la mujer, o de la justicia en subsidio si ésta
está imposibilitada (artículo 1755 CC). En consecuencia, si la mujer rehúsa la celebración
del acto, derechamente no podrá celebrarse, sin que sea pertinente distinguir si el motivo de
la negativa es justo o no.
La sanción, por aplicación del artículo 1757, es la nulidad relativa.
f) Arrendamiento o cesión de tenencia de bienes raíces de la mujer, por más de 5 u 8 años,
según se trate de predios urbanos y rústicos.
El marido requiere autorización de la mujer, o de la justicia en subsidio si ésta está
impedida, imposibilitada o ha negado la autorización sin justo motivo (artículo 1756 inciso
segundo CC). Como se aprecia, acaso en razón del derecho legal de goce que se reconoce al
marido sobre los bienes de la mujer y el ingreso de los frutos civiles al haber absoluto, ésta
no puede rehusar la celebración del acto sino por un justo motivo.
La sanción, por aplicación del artículo 1757, es la inoponibilidad.
g) Enajenación o gravamen de bienes raíces propios de la mujer (artículo 1754 inciso
primero CC).
El marido requiere la voluntad de la mujer, la que deberá ser específica y otorgada
por escritura pública, o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el acto.
Podrá prestarse, en todo caso, por medio de mandato especial que conste de escritura
pública. El consentimiento de la mujer solamente podrá suplirse por el juez cuando la mujer
esté imposibilitada de manifestar su voluntad. En consecuencia, si rehúsa la celebración del
acto, derechamente no podrá celebrarse.
La sanción, por aplicación del artículo 1757, es la nulidad relativa.
2.2.1.9.2.4. Intervención de la mujer en la administración de sus bienes
propios.
Señala el inciso final del artículo 1754 que “La mujer, por su parte, no podrá
enajenar o gravar ni dar en arrendamiento o ceder la tenencia de los bienes de su
propiedad que administre el marido, sino en los casos de los artículos 138 y 138 bis.”
En consecuencia, salvo los casos de los artículos 138 y 138 bis, no tiene la mujer
ninguna participación en la administración de sus bienes propios.
Si la mujer realiza un acto sobre sus bienes propios, dicho acto adolece de nulidad.
Se discute, sin embargo, si tal nulidad es absoluta o relativa
134
La Corte Suprema en algunos casos ha dicho que la nulidad es absoluta. Así opinan
también Ramos Pazos, Domínguez Benavente y Domínguez Águila. Los argumentos de
esta postura son:
i. No cabe aplicar la regla del artículo 1757, porque dicha norma sanciona con nulidad
relativa la falta de cumplimiento de requisitos del artículo 1754; el inciso final, en cambio,
no establece propiamente un requisito, sino que contiene una orden, a saber, que la mujer
no puede celebrar contratos que incidan en sus bienes que administra el marido, salvo en
excepcionales casos.
ii. Salvo el inciso final, los demás incisos del artículo 1754 contemplan un requisito para
aquellos casos en que el marido celebra el acto y ese requisito consiste en contar con la
voluntad de la mujer o de la justicia en subsidio. Luego, la nulidad relativa se produce
cuando es el marido quien celebre el negocio sin el consentimiento de la mujer.
iii. La nulidad relativa del artículo 1757 está establecida en interés de la mujer y no de su
marido. El marido, en consecuencia, no tendría legitimación activa para pedir la nulidad
relativa (al menos no bajo el amparo del artículo 1757).
La misma Corte Suprema, en su jurisprudencia más reciente, ha señalado que la
nulidad es relativa, estimando aplicable el artículo 1757. Así también lo creen Rodríguez
Grez y Sepúlveda Larroucau. Las razones son las siguientes:
i. No existe una prohibición total de enajenar, sino que debe hacerlo a través del marido.
Incluso puede solicitar la autorización subsidiaria de la justicia, en los casos del art. 138 bis.
ii. Es una formalidad establecida en atención al estado de la mujer casada en sociedad
conyugal.
iii. Existen algunos fallos que han aceptado la posibilidad de ratificación del marido de
estos actos ejecutados por la mujer (por lo que la sanción sería la nulidad relativa)
A todo lo anterior puede agregarse que, si se estima inaplicable el artículo 1757, nada
impide aplicar el artículo 1682 inciso final y llegar a idéntica conclusión.
2.2.1.9.2.5. Autorización supletoria para el caso que el marido se oponga
a la enajenación de un bien propio de la mujer.
Cabe distinguir dos escenarios.
a) Aplicación del artículo 138 bis.
El artículo 138 bis señala: "Si el marido se negare injustificadamente a ejecutar un
acto o a celebrar un contrato respecto de un bien propio de la mujer, el juez podrá
autorizarla para actuar por sí misma, previa audiencia a la que será citado el marido". En
consecuencia, si la mujer quiere enajenar o gravar un bien raíz propio, y el marido se
opone, puede recurrir a la justicia, para que ésta lo autorice.
135
Si la mujer obra autorizada por la justicia "sólo obligará sus bienes propios y los
activos de sus patrimonios reservados o especiales de los artículos 150, 166 o 167, mas no
obligará el haber social ni los bienes propios del marido, sino hasta la concurrencia del
beneficio que la sociedad o el marido hubieren reportado del acto" (artículo 138 bis, inciso
segundo).
b) Aplicación del artículo 138 incisos segundo y tercero.
Si el marido está impedido para dar la autorización y ese impedimento que no es de
larga o indefinida duración, la mujer puede solicitar autorización al juez, que la dará con
conocimiento de causa, si de la demora se siguiere perjuicio. En este caso, la mujer "obliga
al marido en sus bienes y en los sociales de la misma manera que si el acto fuera del
marido; y obliga además sus bienes propios, hasta concurrencia del beneficio particular
que reportare del acto" (artículo 138 incisos segundo y tercero).
Conviene aclarar que si el impedimento del marido es de larga o indefinida
duración, nos encontraremos una situación diversa, pues allí se aplicarán las reglas de la
administración extraordinaria, actuando la mujer derechamente como administradora.
2.2.1.10. Administración extraordinaria de la sociedad conyugal.
El artículo 138 inciso primero del CC señala: “Si por impedimento de larga o
indefinida duración, como (1) el de interdicción, (2) el de prolongada ausencia, o (3)
desaparecimiento, se suspende la administración del marido, se observará lo dispuesto en
el párrafo 4.º del título De la sociedad conyugal.” Luego, el artículo 1758, primera norma
del párrafo cuarto del título de la sociedad conyugal, señala que “La mujer que en el caso
de interdicción del marido, o por larga ausencia de éste sin comunicación con su familia,
hubiere sido nombrada curadora del marido, o curadora de sus bienes, tendrá por el
mismo hecho la administración de la sociedad conyugal.” El inciso segundo agrega que
“Si por incapacidad o excusa de la mujer se encargaren estas curadurías a otra persona,
dirigirá el curador la administración de la sociedad conyugal.”
En suma, lo que caracteriza a la administración extraordinaria es que es ejercida por
un curador del marido o de sus bienes. La regla general, como veremos más adelante, es
que la curadora sea la mujer.
2.2.1.10.1. Causales que dan lugar a la administración extraordinaria.
i. Por ser el marido menor de 18 años.
ii. Por estar declarado en interdicción.
iii. Por encontrarse ausente, en los términos del artículo 473.
Rodríguez Grez, estima que también tiene lugar la administración extraordinaria
cuando el marido tiene la calidad de deudor sometido a un procedimiento concursal de
liquidación, pues en tal caso el liquidador pasa a administrar la sociedad conyugal.
2.2.1.10.2. Titularidad de la administración extraordinaria.
136
En conformidad al artículo 1723 del CC, los cónyuges mayores de edad pueden
sustituir el régimen de sociedad conyugal por el de separación total o por el de
participación en los gananciales.
Características del pacto del pacto del artículo 1723 CC.
a) Es solemne.
i. Debe otorgarse por escritura pública.
ii. Debe subinscribirse al margen de la inscripción matrimonial (solemnidad, no requisito de
publicidad).
iii. La subinscripción debe practicarse dentro del plazo fatal de 30 días desde la escritura.
b) No puede perjudicar el interés de terceros.
No puede afectar los derechos válidamente adquiridos por ellos respecto del marido o de la
mujer. Los terceros a los cuales se refiere son los acreedores.
c) Es irrevocable.
No puede dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges. Con todo, no
resulta claro si lo que se quiere es únicamente evitar el retorno a la sociedad conyugal o, en
cambio, que los cónyuges que han sustituido el régimen por el de separación total de bienes
o participación en los gananciales no puedan, mediante un nuevo pacto, sustituir el nuevo
régimen por ningún otro.
Corral y buena parte de la doctrina estiman que, una vez sustituido el régimen económico
que ha regido el matrimonio (sociedad conyugal, si nada se ha dicho al momento de la
celebración; separación de bienes o participación en los gananciales, si se ha existido
alguna capitulación matrimonial que así lo haya dispuesto), no podrá sustituirse
nuevamente el régimen, pues el mismo artículo 1723 señala que, una vez celebrado el pacto
“no podrá dejarse sin efecto por el mutuo consentimiento de los cónyuges”. En este
sentido, a modo de ejemplo, si, a consecuencia del pacto regulado en el artículo 1723, se
sustituye la sociedad conyugal por la separación total de bienes, no podrían los cónyuges
posteriormente celebrar un nuevo pacto para sustituir la separación total de bienes por el
régimen de participación en los gananciales. Corral abona a su postura lo señalado en el
artículo 1716 inciso final, que establece la inmutabilidad de las capitulaciones
matrimoniales; tal inmutabilidad es analógicamente predicable respecto al pacto del artículo
1723.
Ramos Pazos y Rodríguez Grez, en cambio, estiman que, antes de la entrada en vigencia de
la ley 19.335 (que introdujo el régimen de participación en los gananciales), la fórmula
utilizada por el artículo 1723, esto es, que el pacto “no podrá dejarse sin efecto por el
mutuo consentimiento de los cónyuges”, tenía completo sentido, pues efectivamente si los
cónyuges sustituían el régimen de sociedad conyugal por el de separación total de bienes,
luego les estaba totalmente vedado retornar a la sociedad conyugal. Con la entrada en
140
Así lo establece el artículo 1766 inciso segundo. En los demás casos bastará el inventario
privado a menos que alguno de los interesados pida inventario solemne (artículo 1765 en
relación con el artículo 1284).
g) Sanción cuando debiendo hacerse inventario solemne, sólo se hace privado.
La sanción consiste en que la persona responsable de esta omisión debe responder
de los perjuicios que de ella deriven, debiendo procederse, en el menor tiempo, a
regularizar esta situación. Así está establecido en el artículo 1766. Son responsables de esta
omisión, todos los partícipes de los gananciales, salvo naturalmente los propios incapaces,
que son los únicos que pueden reclamar. Y responden solidariamente de los perjuicios.
Es importante destacar que la omisión del inventario solemne no invalida la
liquidación de la sociedad conyugal. Así ha sido fallado reiteradamente.
h) Conveniencia de practicar inventario solemne.
Si bien sólo cuando hay incapaces debe realizarse inventario solemne, en los demás
casos no da lo mismo realizar uno u otro puesto que el inciso primero del artículo 1766
señala que "El inventario y tasación, que se hubieren hecho sin solemnidad judicial, no
tendrá valor en juicio, sino contra el cónyuge, los herederos o los acreedores que lo
hubieren debidamente aprobado y firmado". De manera que el inventario simple no es
oponible a los acreedores que no lo hubieren firmado92
Además, la mujer para gozar del beneficio de emolumento, contemplado en el
inciso primero del artículo 1777, esto es, para no responder de las deudas de la sociedad
sino hasta concurrencia de su mitad de gananciales, debe probar el exceso que se le cobra,
mediante inventario, tasaciones u otros documentos auténticos. Así pues, para ella es
fundamental contar con un inventario solemne.
i) Distracción u ocultación dolosa de un bien social.
El artículo 1768 sanciona al cónyuge o sus herederos que dolosamente ocultaren o
distrajeren algún bien de la sociedad, haciéndolos perder su porción en la misma cosa y
obligándolos a restituirla doblada. Textualmente dice: "Aquél de los cónyuges o sus
herederos que dolosamente hubiere ocultado o distraído alguna cosa de la sociedad,
perderá su porción en la misma cosa y se verá obligado a restituirla doblada".
2.2.1.12.2. Tasación de los bienes.
El artículo 1765 establece que "disuelta la sociedad se procederá inmediatamente a
la confección de un inventario y tasación de todos los bienes...". De manera que no basta
con que se inventaríen los bienes sino que además es necesario tasarlos, es decir, fijarles
valor.
92
Ramos Pazos dice que existe jurisprudencia que ha desechado tercerías de dominio interpuestas por la
mujer, cuando dichas tercerías se han fundado en adjudicaciones hechas en una liquidación practicada sin
inventario solemne.
144
Naturalmente que los bienes que se deben tasar son los mismos que han sido
inventariados, por lo que en esta parte nos atenemos a lo que dijimos a propósito del
inventario. El artículo 1766 se remite en esta materia, a las reglas de la sucesión por causa
de muerte; es decir al artículo 1335. Según esta norma la tasación deberá realizarse por
peritos, “salvo que los coasignatarios hayan legítima y unánimemente convenido en otra
forma, o en que se liciten las especies, en los casos previstos por la ley".
De manera que para hacer la tasación en forma privada se requiere, según este
artículo, que todas las partes sean plenamente capaces. Sin embargo, el Código de
Procedimiento Civil, ha venido a complementar y modificar lo dicho por el artículo 1335,
al establecer en el artículo 657 que "Para adjudicar o licitar los bienes comunes, se
apreciarán por peritos nombrados en la forma ordinaria" (inc. 1º). "Podrá, sin embargo,
omitirse la tasación, si el valor de los bienes se fija por acuerdo unánime de las partes, o
de sus representantes, aún cuando haya entre aquéllas incapaces, con tal que existan en
los autos antecedentes que justifiquen la apreciación hecha por las partes, o que se trate de
bienes muebles, o de fijar un mínimo para licitar bienes raíces con admisión de postores
extraños" (inc. 2º).
Luego, desde la entrada en vigencia del Código de Procedimiento Civil, no se
requiere tasación solemne aun cuando entre los interesados haya personas incapaces, en los
siguientes casos:
a. Si sólo se trata de liquidar bienes muebles;
b. Cuando en los autos existen antecedentes que justifiquen la apreciación hecha por las
partes (es frecuente que cuando las partes otorgan una escritura de liquidación, en que
adjudican bienes raíces se señale, para justificar el valor que ellos asignan al bien, el avalúo
fiscal, insertando al efecto un certificado de avalúo o el último recibo de contribuciones); y
c. Cuando sólo se trata de fijar un mínimo para licitar bienes raíces con admisión de
postores extraños.
La fuerza probatoria del inventario y tasación simples, no es la misma que la del inventario
y tasación solemnes, pues el artículo 1766 señala que "el inventario y tasación, que se
hubieren hecho sin solemnidad judicial, no tendrán valor en juicio, sino contra el cónyuge,
los herederos o los acreedores que los hubieren debidamente aprobado y firmado". El
Código de Procedimiento Civil, en los artículos 895 y siguientes, ha reglamentado la forma
de hacer la tasación solemne y si debiendo hacerse tasación solemne se hiciere simple, la
sanción es la misma estudiada para el caso del inventario, es decir, los responsables
responderán solidariamente de los perjuicios, sin perjuicio de normalizar la situación en el
menor tiempo (artículo 1766).
2.2.1.12.3. Formación del acervo común o bruto y retiro de los bienes
propios de cada cónyuge.
Sobre la base del inventario se debe formar el acervo bruto o común, que lo integran
todos los bienes sociales, los bienes reservados de la mujer y los bienes propios de cada
145
i. Beneficio de emolumento.
ii. Cuando los cónyuges han convenido un reparto diferente.
iii. Cuando se trata de una deuda personal de un cónyuge.
i. Primera Excepción: Beneficio de emolumento
i.i Concepto.
Alessandri define el beneficio de emolumento como "la facultad que tiene la mujer
o sus herederos para limitar su obligación y su contribución a las deudas de la sociedad
hasta concurrencia de su mitad de gananciales, es decir del provecho o emolumento que
obtuvieron en ella". Está contemplado en el artículo 1777.
Para que la mujer pueda hacer uso de este beneficio sólo deberá probar el exceso
que se le cobra, en la forma dispuesta en el inciso segundo del artículo 1777, esto es "sea
por el inventario y tasación, sea por otros documentos auténticos". La prueba sólo puede
consistir en instrumentos públicos -ese es el significado de documentos auténticos según el
1699- de manera que no es admisible ni la prueba de testigos ni instrumentos privados,
salvo el inventario privado pero sólo respecto del acreedor que lo aprobó y firmó (artículo
1766).
La razón que ha tenido la ley para limitar la responsabilidad de la mujer, está en que
no ha sido ella quien ha administrado la sociedad conyugal, sino su marido. Es una
protección que se le otorga para defenderla de la mala administración del marido.
El beneficio de emolumento no produce una separación de patrimonios. Por ello, los
acreedores pueden hacer efectivo su crédito en todos los bienes de la mujer, no sólo en los
que haya recibido a título de gananciales.
Cabe agregar que el marido cuenta con el denominado pequeño beneficio de
emolumento, esto es, el que tiene el marido por las deudas que contrajo la mujer actuando
bajo su patrimonio reservado.
i.ii. A quien puede oponerse el beneficio de emolumento.
La mujer lo puede oponer a un acreedor de la sociedad (jamás a un acreedor
personal suyo), cuando se la demanda por una deuda social; y también lo puede oponer a su
marido. Respecto de este último por vía de acción o como excepción. Lo primero ocurrirá
cuando ella haya pagado una deuda social de monto superior a su mitad de gananciales,
para que el marido le reembolse el exceso. Opondrá el beneficio por vía de excepción,
cuando el marido haya pagado una deuda social y demande a la mujer para que le restituya
su mitad (artículo 1778); la mujer le dirá que nada debe restituir o que sólo debe reembolsar
una parte porque lo que se le cobra excede a lo que percibió a título de gananciales.
En ciertos casos excepcionales no se podrá invocar el beneficio:
148
voluntad del renunciante, la cual en caso de discusión, deberá acreditarse conforme las
reglas generales del derecho”.
e) Efectos de la renuncia de los gananciales.
Cuando se renuncia a los gananciales antes del matrimonio, de todas formas va a
haber sociedad conyugal (artículo 1719) y de todas maneras, los frutos de los bienes
propios de la mujer, ingresarán a la sociedad conyugal, para soportar las cargas de familia
(artículo 1753). En lo demás, los efectos serán los normales de toda renuncia de gananciales
y van a operar a la disolución de la sociedad.
Los efectos normales de la renuncia -hecha antes del matrimonio o después de su
disolución- son los siguientes:
i. Los derechos de la sociedad y del marido se confunden aun respecto de los cónyuges
(artículo 1783). De aquí derivan las siguientes consecuencias:
i.i. A la disolución todos los bienes pertenecen al marido, no hay comunidad que
liquidar;
i.ii. La mujer no tiene derecho alguno en el haber social; y
i.iii. La mujer no responde de parte alguna de las deudas sociales;
ii. Los bienes del patrimonio reservado de la mujer le pertenecen a ella exclusivamente, no
ingresan a los gananciales (artículo 150 inciso séptimo). La misma suerte corren los frutos
de los bienes que administra separadamente la mujer de acuerdo a los artículos 166 y 167; y
iii. La mujer conserva sus derechos y obligaciones a las recompensas e indemnizaciones
(artículo 1784).
2.2.1.14. Aceptación de los gananciales.
El Código no ha dado normas sobre la forma en que deben aceptarse los
gananciales. Por ello debe concluirse que la aceptación puede hacerla la mujer en forma
expresa o en forma tácita. Será expresa cuando la hace en términos explícitos; será tácita,
cuando de hechos suyos pueda desprenderse inequívocamente su voluntad de aceptar los
gananciales. Ramos cree que debe aplicarse por analogía lo dispuesto para la aceptación de
las herencias por el artículo 1241 del Código Civil.
Pablo Rodríguez señala que la aceptación será tácita por ejemplo si la mujer solicita la
liquidación de la comunidad.
2.2.1.15. El derecho de los herederos a renunciar los gananciales es divisible.
Así fluye del artículo 1785: "Si sólo una parte de los herederos de la mujer
renuncia, las porciones de los que renuncian acrecen a la porción del marido.”
2.2.1.16. El patrimonio reservado de la mujer casada en sociedad conyugal.
2.2.1.16.1. Concepto.
152
La prueba puede referirse a dos aspectos: (i) Existencia del patrimonio reservado y
que se actuó dentro de ese patrimonio; (ii) Que un bien determinado es parte de ese
patrimonio.
a) Prueba de la existencia del patrimonio reservado y de que se actuó dentro del mismo.
Esta prueba corresponde a quien alega estas circunstancias.
Puede interesar esta prueba tanto a la mujer, como al marido, como a los terceros
que contrataron con ella. A la mujer, porque si demanda, por ejemplo, el cumplimiento de
un contrato celebrado dentro de tal administración, tendrá que probarlo pues, en caso
contrario, sería el marido como administrador de la sociedad conyugal, quien debería
accionar; al marido, si un tercero lo demanda por una obligación contraída por la mujer,
para excepcionarse alegando que tal deuda la contrajo la mujer dentro de su patrimonio
reservado por lo que no se pueden dirigir en su contra; y, finalmente, los terceros que
contrataron con la mujer tienen un interés evidente en poder probar que la mujer actuó
dentro del patrimonio reservado cuando pretendan hacer efectivos sus créditos en bienes de
ese patrimonio.
• Presunción de derecho del inciso 4º del art. 150.
La ley considera vital facilitar la prueba a los terceros pues, en caso contrario, ellos
no contratarían con la mujer o exigirían la comparecencia del marido, con lo que se
desnaturalizaría la institución. Con esta finalidad estableció en su favor una presunción de
derecho, en el inciso cuarto: "Los terceros que contrataren con la mujer quedarán a
cubierto de toda reclamación que pudieren interponer ella o el marido, sus herederos o
cesionarios, fundada en la circunstancia de haber obrado la mujer fuera de los términos
del presente artículo, siempre que, no tratándose de bienes comprendidos en los artículos
1754 y 1755, se haya acreditado por la mujer, mediante instrumentos públicos o privados,
a los que se hará referencia en el instrumento que se otorgue al efecto, que ejerce o ha
ejercido un empleo, oficio, profesión o industria separados de los de su marido".
Esta presunción presenta las siguientes características:
i. Se trata de una presunción de derecho. Así lo prueba la frase contenida en la
primera parte del inciso 4º "quedarán a cubierto de toda reclamación". De consiguiente,
cumpliéndose los requisitos establecidos en el inciso cuarto, la ley no admite que se pueda
probar de ninguna forma que la mujer no ejercía ni había ejercido antes del contrato, un
empleo, oficio, profesión o industria separado de su marido;
ii. Es una presunción establecida en favor de los terceros. Así lo dice el inciso
cuarto: "Los terceros que contrataren con la mujer quedarán a cubierto de toda
reclamación...". La mujer no se favorece con la presunción por lo que si a ella interesa la
prueba, tendrá que rendirla, recurriendo a todos los medios de prueba legales, incluso la
prueba de testigos por cuanto se trata de probar hechos. Podrá probar su patrimonio
reservado con el pago de una patente profesional, comercial o industrial, con un decreto de
nombramiento, etc.;
157
adquiridos en conformidad a este artículo. Para este efecto podrá servirse de todos los
medios de prueba establecidos por la ley".
A la mujer puede interesar esta prueba, tanto respecto de su marido, como de
terceros. Respecto del marido, por ejemplo, si la mujer renuncia a los gananciales y
pretende quedarse con el bien. Y le interesará probar, respecto de un tercero, el carácter de
reservado de un determinado bien, cuando el tercero pretenda hacer efectivo en él una
deuda social.
Si bien el inciso tercero establece que la mujer podrá servirse de todos los medios de
prueba establecidos en la ley, se ha entendido que no puede valerse de la confesión del
marido, atendido lo dicho en el inciso segundo del artículo 1739: "ni la declaración de uno
de los cónyuges que afirme ser suya o debérsele una cosa, ni la confesión del otro, ni
ambas juntas, se estimarán suficiente prueba, aunque se hagan bajo juramento".
2.2.1.16.10. Suerte de los bienes a la disolución de la sociedad conyugal.
La suerte de los bienes depende de si la mujer o sus herederos aceptan los
gananciales o, en cambio, renuncian a ellos.
a) Si la mujer o sus herederos aceptan los gananciales.
Los bienes reservados entran a formar parte de los gananciales.
Si la mujer o sus herederos aceptan los gananciales el artículo 150 contiene un verdadero
beneficio de emolumento en favor del marido al establecer que sólo responderá por las
obligaciones contraídas por la mujer en su administración separada hasta concurrencia del
valor de la mitad de esos bienes (reservados) que existan al disolverse la sociedad. Pero
para ello deberá probar el exceso de contribución que se le exige con arreglo al artículo
1777 (art. 150 inciso final).
Este beneficio de emolumento lo puede oponer el marido tanto a los terceros, cuando lo
demanden por deudas que exceden el valor de la mitad de los bienes reservados con que se
ha beneficiado; como a la mujer, cuando ésta pagare una deuda contraída en ese patrimonio
y pretenda que el marido le reintegre la mitad de lo pagado, podría éste defenderse
alegando que lo que se le está pidiendo reembolsar excede al beneficio que él obtuvo con
los bienes reservados.
b) La mujer o sus herederos renuncian a los gananciales.
i. Los bienes reservados no entran a los gananciales.
ii. El marido no responde por las obligaciones contraídas por la mujer en su administración
separada.
iii. Los acreedores del marido o de la sociedad no pueden perseguir los bienes reservados,
salvo que prueben que la obligación contraída por el marido cedió en utilidad de la mujer o
de la familia común.
159
iii. Protección económica del cónyuge que se ha dedicado al cuidado de los hijos o
del hogar o que ha trabajado en menor medida de lo que hubiese querido o podido por estas
causas.
c) Objetivos principales.
i. Reconocer la plena capacidad de la mujer de desempeñar funciones y adecuar
nuestra legislación a la igualdad de derechos reconocida en nuestra Constitución.
Para estos efectos, se faculta a la mujer casada bajo sociedad conyugal para
administrar la sociedad conyugal y sus bienes propios.
- En cuanto a la administración de la sociedad conyugal: se elimina la concepción
del marido como el jefe de la sociedad conyugal y ésta podrá ser administrada por marido o
mujer, a elección de ellos. A falta de acuerdo, la administración será ejercida
conjuntamente entre ambos.
- En cuanto a los bienes propios de cada cónyuge: cada uno de los cónyuges
administrará sus bienes propios, eliminándose la administración que hoy tiene el marido de
los de la mujer.
ii. Mantener a la sociedad conyugal como régimen legal matrimonial supletorio.
A diferencia de la separación de bienes, la sociedad conyugal es un régimen que
reconoce el valor que significa -para el matrimonio y para el desarrollo profesional de cada
cónyuge- el aporte de quién más tiempo destina al cuidado de los hijos y del hogar. La
forma en que se reconoce tal valor es mediante la participación en los gananciales al
momento de la disolución de la sociedad conyugal.
iii. Mejora y aumenta las facultades de la mujer en la administración de la sociedad
conyugal, de sus propios de bienes y de un eventual patrimonio separado.
-Faculta a la mujer para administrar la sociedad conyugal (la mujer administrará los
bienes sociales en caso que así se decida de común acuerdo, o como coadministradora en
caso que nada se diga).
-Faculta a la mujer para administrar sus bienes propios.
-Aumenta la cantidad de bienes propios y que, por lo tanto, administra, ya que el
actual haber relativo pasa a ser propio y administrado por cada cónyuge separadamente.
-Se mantiene como única titular del patrimonio reservado en caso de administración
del marido. Esta constituye una medida de discriminación positiva en atención a que,
atendidos los cánones culturales machistas que actualmente nos rigen, es probable que en
varios casos los cónyuges decidan, al momento de la celebración del matrimonio, otorgar al
marido la administración de los bienes sociales.
161
actualización, éstas pueden ser realizadas por los cónyuges o por un tercero designado por
ellos, o, en subsidio, por el juez.
b) Patrimonio final:
La sanción al cónyuge que, con el fin de disminuir los gananciales, oculta o distrae
bienes o simula obligaciones, consiste en que se suma a su patrimonio final el doble del
valor de los bienes o de las obligaciones (artículo 1792-18 CC).
el cónyuge (o sus causahabientes) que alegue dominio exclusivo, o por los terceros que
invoquen derechos sobre dichos bienes derivados de actos del cónyuge que suponían
propietario. Es criticable que la presunción se aplique a los terceros, sin que existan normas
protectoras a la buena fe, como la que expresamente contiene el artículo 1739 inciso cuarto
para la sociedad conyugal.
Si la presunción no es destruida, se formará un cuasicontrato de comunidad, que
será necesario liquidar de acuerdo con las reglas generales (artículos 2313 y 1317 y ss.). De
esta forma, el régimen de participación que establece la ley no es puramente de crédito,
sino que puede contemplar también la comunidad de bienes.
c) Fijación de los gananciales de cada cónyuge.
A la fecha de la disolución, "se determinarán los gananciales obtenidos durante la
vigencia del régimen de participación en los gananciales" (artículo 1792-5, inciso
segundo). Los bienes que componen el patrimonio de los cónyuges a esa fecha, deducidas
las deudas existentes, constituyen el patrimonio final que se comparará con el existente al
comenzar el régimen, para determinar entonces el monto de los gananciales.
Los bienes adquiridos por los cónyuges, como también las obligaciones contraídas
con posterioridad a esa fecha no se tomarán en cuenta para la determinación de dichos
gananciales.
d) Compensación del valor de los gananciales.
Si ambos cónyuges han obtenido ganancias, al finalizar el régimen se compensan
esos gananciales hasta el monto de los de menor valor, y sobre el excedente, tienen derecho
a participar por mitades. Así lo establece la ley: "Al finalizar la vigencia del régimen de
bienes, se compensa el valor de los gananciales obtenidos por los cónyuges y éstos tienen
derecho a participar por mitades en el excedente" (artículo 1792-2, inciso primero, parte
final).
e) Crédito de participación.
El derecho a participar en los gananciales se traduce en el surgimiento de un crédito
a favor del cónyuge que obtuvo menos ganancias, cuyo monto ascenderá a la mitad del
excedente ya referido. Se trata de un derecho personal, que surge solamente una vez que se
ha disuelto el régimen de participación y siempre que existan diferencias de gananciales
entre los cónyuges. Dispone la ley que "El crédito de participación en los gananciales se
originará al término del régimen de bienes" (artículo 1792-20, inciso primero).
Esta opción por la modalidad crediticia ha sido cuestionada por quienes hacen ver
que habría sido más conforme con nuestra tradición jurídica el que el régimen de
participación diera lugar a una comunidad diferida. A ello se suma el hecho de que habría
una mayor protección efectiva si el cónyuge fuera copropietario de los bienes finales y no
un mero acreedor.
2.2.3. SEPARACIÓN DE BIENES.
169
2.2.3.1. Concepto.
vi. Incumplimiento culpable del marido de los deberes que le imponen los artículos
131 y 134 del CC (artículo 155 inciso segundo del CC): fidelidad, socorro, ayuda mutua,
protección y respeto recíprocos, y proveer a las necesidades de la familia común.
vii. Marido que incurre en alguna causal de separación judicial (artículo 155 inciso
segundo CC).
viii. Ausencia injustificada del marido por más de un año (artículo 155 inciso
tercero del CC).
ix. Separación de hecho por un año o más (artículo 155 inciso tercero del CC), sin
importar los motivos o quién tiene la responsabilidad en la separación.
d) Medidas precautorias en favor de la mujer.
Demandada la separación de bienes, el juez puede, mientras dure el juicio y a
petición de la mujer, tomar las providencias que estime conducentes a la seguridad de sus
intereses (artículo 156 CC).
e) Efectos.
Produce efectos sólo hacia el futuro, y debe inscribirse al margen de la inscripción
matrimonial para que afecte a terceros.
i. Produce la disolución de la sociedad conyugal o régimen de participación en los
gananciales.
ii. Cada cónyuge administra con plena independencia los bienes que tenía antes del
matrimonio y los que adquieran durante éste –después de la terminación del anterior
régimen- a cualquier título. Comprende lo obtenido como producto de la liquidación del
régimen de sociedad conyugal o de participación en los gananciales.
iii. La mujer debe concurrir a proveer a las necesidades de la familia común en
proporción a sus facultades.
iv. Los acreedores de la mujer sólo tienen acción sobre sus bienes, no sobre los del
marido, salvo que: (1) él se haya obligado conjunta, solidaria o subsidiariamente con la
mujer; (2) el acto le haya reportado un beneficio a él o a la familia común.
v. Si la mujer le da poder al marido para administrar una parte de sus bienes, se
obliga como simple mandatario.
vi. Si la mujer es incapaz, se le debe dar un curador, que no puede ser el marido.
vii. Una vez decretada la separación, es irrevocable.
2.2.3.2.3. Separación de bienes convencional.
a) Momentos en que se puede acordar.
174
Los bienes familiares tienen cabida cualquiera sea el régimen matrimonial (artículo
141 inciso primero del CC). Sus normas son de orden público, por lo que la voluntad de los
cónyuges no las puede modificar o derogar (artículo 149 CC).
4. Bienes que pueden ser declarados familiares.
a) Inmueble de propiedad de uno o de ambos cónyuges, que sirva de residencia
principal a la familia (artículo 141 CC).
b) Muebles que guarnecen el hogar (artículo 141 del CC). La doctrina precisa que la
determinación de estos muebles debe hacerse en base al inciso segundo del artículo 574 del
CC, que señala: “En los muebles de una casa no se comprenderá el dinero, los documentos
y papeles, las colecciones científicas o artísticas, los libros o sus estantes, las medallas, las
armas, los instrumentos de artes y oficios, las joyas, la ropa de vestir y de cama, los
carruajes o caballerías o sus arreos, los granos, caldos, mercancías, ni en general otras
cosas que las que forman el ajuar de una casa.”
Estos bienes pueden ser declarados como familiares siempre que sean de propiedad
de uno o ambos cónyuges, aunque la familia tenga su hogar en un inmueble arrendado.
c) Derechos o acciones que los cónyuges tengan en sociedades propietarias del
inmueble que sea residencia principal de la familia (artículo 146 CC).
5. Forma de constituir un bien como familiar.
a) Inmueble de propiedad de uno de los cónyuges.
La declaración la hace el juez de familia, con conocimiento de causa, a petición de
cualquiera de los cónyuges y con citación del otro (artículo 141 inciso segundo del CC).
Desde un punto de vista procesal, realizada la solicitud, el juez cita a audiencia
preparatoria; luego, si no se dedujese oposición por parte del cónyuge propietario, el juez
resolverá en la misma audiencia; en caso contrario, o si el juez considerase que faltan
antecedentes para resolver, citará a la audiencia de juicio. Se ha discutido si para el juez es
facultativo o no declarar el bien como familiar cuando no existe oposición; una parte de la
doctrina estima que es imperativo con tal que el bien sirva como residencia principal de la
familia; la otra estima que el juez debe adquirir la convicción de que la declaración es
indispensable para la seguridad y protección de la familia.
La acción la tiene exclusivamente el cónyuge no propietario; los hijos no son
titulares.
En conformidad al artículo 141 inciso tercero del CC, la sola presentación de la
demanda transforma provisoriamente en familiar el bien. En su primera resolución, el juez
debe disponer que ello se anote al margen de la inscripción respectiva, para que afecte a
terceros.
b) Muebles que guarnecen el hogar.
176
La ley no prevé el caso de que la declaración recaiga sólo sobre estos muebles. Se
concluye que debe hacerse igual que en el caso anterior, pero atendida la naturaleza de
estos bienes, no procede inscripción alguna.
c) Acciones y derechos del cónyuge en la sociedad propietaria del inmueble.
Se hace por declaración de cualquiera de los cónyuges contenida en escritura
pública. En caso que se trate de una sociedad de personas, debe anotarse al margen de la
inscripción social respectiva. En caso que se trate de una sociedad anónima, debe
inscribirse en el registro de accionistas (artículo 146 inciso tercero CC).
6. Efectos de la declaración de bien familiar.
No lo transforma en inembargable, sino que se producen los siguientes efectos:
i. Se limita la facultad de disposición del propietario.
ii. Otorga al cónyuge en cuyo favor se hace la declaración, un beneficio de
excusión.
6.1. Limitación de la facultad de disposición.
a) Inmueble que sirva de residencia a la familia o muebles que guarnecen el hogar.
No se puede:
(1) enajenar o (2) gravar voluntariamente, (3) ni prometer gravar o enajenar, (4) ni
celebrar contratos de arrendamiento, comodato o cualquiera que conceda derechos
personales de uso o goce sobre ellos, sino con la autorización del cónyuge no propietario
(artículo 142 inciso primero del CC).
b) Acciones o derechos sobre la sociedad propietaria.
Se requiere la voluntad de ambos cónyuges para realizar cualquier acto como socio
o accionista, que tenga relación con el bien familiar (artículo 146 inciso segundo CC).
Además, no puede disponer de los derechos o acciones en la sociedad sino con
autorización del otro cónyuge.
6.1.1. Autorización del cónyuge no propietario.
a) Forma como se presta.
- Debe ser específica y otorgada por escrito,
- o por escritura pública si el acto requiere esa solemnidad,
- o interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el mismo. Puede
prestarse por mandato especial y solemne (artículo 142 inciso segundo CC).
b) Autorización judicial subsidiaria.
177
La voluntad del cónyuge puede ser suplida por el juez en caso de:
- imposibilidad
- o negativa que no se funde en el interés de la familia (artículo 144 CC).
- Esta disposición se refiere sólo al artículo 142 CC (bienes inmuebles y muebles),
no al artículo 146 CC (derechos y acciones).
6.1.2. Sanción para el caso de que se realicen estos actos sin la autorización del
cónyuge.
La sanción es la nulidad relativa; el titular de la acción para solicitar la declaración
de la nulidad es el cónyuge no propietario (artículo 143 inciso primero CC).
No señala la ley desde cuándo se debe contar el cuadrienio. Ramos y Schmidt
piensan que debe computarse desde la celebración del acto o contrato. Court, en cambio,
sostiene que debería seguirse una solución análoga a la contenida en el artículo 1792-4
para el régimen de participación, esto es, que el cuadrienio se cuente desde el día en que el
cónyuge que alega la nulidad tomó conocimiento del acto. El límite, si se sigue la segunda
postura, es de 10 años desde que se haya celebrado el acto o contrato, tal como señala el
inciso tercero de la disposición citada.
En cuanto a los terceros adquirentes del bien familiar, se los considera de mala fe
para efectos de las obligaciones restitutorias que la declaración de nulidad origine (artículo
143 inciso segundo CC). Esta es una presunción de derecho que rige sólo para los
inmuebles, porque respecto de los muebles no hay inscripción.
6.2. Beneficio de excusión en favor del cónyuge beneficiado con la declaración
de bien familiar.
Este cónyuge puede exigir que antes de proceder contra los bienes familiares, se
persiga el crédito en otros bienes del deudor (artículo 148 inciso primero CC). Para que
pueda plantear este beneficio, se le debe notificar el mandamiento de ejecución, tal como
ordena el inciso segundo del artículo 148.
7. Derechos de usufructo, uso o habitación constituidos judicialmente sobre un
bien familiar.
Conforme al inciso primero del artículo 147, “Durante el matrimonio el juez podrá
constituir, prudencialmente, a favor del cónyuge no propietario, derechos de usufructo, uso
o habitación sobre los bienes familiares. En la constitución de esos derechos y en la
fijación del plazo que les pone término, el juez tomará especialmente en cuenta el interés
de los hijos, cuando los haya, y las fuerzas patrimoniales de los cónyuges.” El inciso
segundo agrega que: “El tribunal podrá, en estos casos, fijar otras obligaciones o
modalidades si así pareciere equitativo. La declaración judicial a que se refiere el inciso
anterior servirá como título para todos los efectos legales.” El inciso tercero aclara
que “La constitución de los mencionados derechos sobre bienes familiares no perjudicará
178
V. FILIACIÓN.
I. INTRODUCCIÓN.
1. CONCEPTO.
Somarriva define filiación como la relación de descendencia entre dos personas, una de la
cuales es padre o madre de la otra.
Lo usual es que la filiación se fundamente en el vínculo de sangre existente entre el padre y
el hijo, proveniente de las relaciones sexuales de los padres. No obstante, hoy en día ya no
puede estimarse que la filiación se asienta necesariamente en el vínculo biológico, pues la
ley reconoce tanto la adopción (regulada en la ley 19620) como la filiación determinada
mediante técnicas de reproducción humana asistida en que se han utilizado gametos de
terceros (ya sea espermatozoides u óvulos).
180
93
El artículo 45 inciso 2° de la ley 19620 establece que quienes tengan la calidad de adoptante y adoptado
conforme a la ley 7613 (“adopción-contrato”) o a las reglas de adopción simple contempladas en la ley 18703
continuarán sujetos a los efectos de la adopción previstos en tales leyes, inclusive en materia sucesoria. La
“adopción-contrato”, regulada en la ley 7613, y la “adopción simple”, regulada en la ley 18703 (que también
contemplaba a otro tipo de adopción, derogada por la ley 19620: la “adopción plena”, que sí otorgaba al
adoptado la calidad de hijo), no otorgan la calidad de hijo. Con todo, el inciso 3° de la misma disposición
permite a esos adoptantes y adoptados celebrar un pacto de conversión, a fin de que tales adopciones se rijan
por el estatuto contemplado en la ley 19620.
94
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, El sistema filiativo chileno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
2007, p. 13.
95
A este tipo de sociedades prehistóricas, en que se desconocía el rol del hombre en la reproducción, se les
denomina sociedades matrilineales.
181
96
Rossel Savedra, Enrique, Manual de Derecho de Familia, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1965, p.
314.
97
Téngase presente que la “licitud” o “ilicitud” de la que habla el autor estaba dada, atendido el marco
jurídico y ético de la época, por si la relación sexual tenía lugar entre dos personas unidas por matrimonio o
no.
182
98
El reconocimiento podía hacerse por instrumento público o testamento, y además debía ser notificado al
hijo y aceptado por éste.
99
Como explica el profesor Juan Andrés Orrego, “según los antiguos artículos 282 y 283 del Código Civil, el
hijo ilegítimo tenía derecho a que el supuesto padre fuere citado ante el juez, para que declarase bajo
juramento si creía serlo. Si no comparecía, pudiendo, y hubiere sido citado por una segunda vez con el mismo
fin, y no comparecía, se tenía por reconocida la paternidad, para el solo efecto de obtener alimentos del
progenitor. ante el tenor de estas normas, se preguntaba Manuel Somarriva Undurraga si estos derechos
significaban una verdadera investigación de la paternidad, para concluir en términos negativos. No había tal
investigación, decía, toda vez que ante la negativa del padre de reconocer al hijo, éste no tenía ningún derecho
tendiente a acreditar la paternidad, a pesar de que tuviere pruebas abrumadoras para ello. En definitiva,
señalaba Somarriva, la situación del hijo natural y la del hijo ilegítimo eran casi idénticas. Ambas calidades se
obtenían únicamente por el reconocimiento del padre, por un acto voluntario, y la única diferencia estribaba
en que la manifestación de voluntad del padre respecto al hijo natural debía ser espontánea; en cambio,
tratándose de un hijo ilegitimo, la declaración de voluntad podía ser provocada por la petición del hijo para
que el padre compareciera ante el juez con el fin de declarar si lo reconocía como hijo: Somarriva Undurraga,
Manuel, ob. cit., pp. 160 y 161.” Orrego Acuña, Juan Andrés, De la filiación y de la relación jurídica entre
padres e hijos, Apuntes no editados, Nota al pie N° 12, p. 11. Véase en
http://www.juanandresorrego.cl/apuntes/derecho-de-familia
100
Cabe tener presente que el artículo 288 del CC originario establecía que el hijo ilegítimo tendría derecho a
que su madre le asistiera con los alimentos necesarios si no pudiere obtenerlos del padre, y además,
literalmente, que ”no podrá intentarse esta acción contra ninguna mujer casada”. Esta norma se explica por la
mentalidad patriarcal existente a la época de dictación del CC.
101
Artículo 270 del CC originario (hoy en día derogado): “Los hijos nacidos fuera del matrimonio, no siendo
de dañado ayuntamiento, podrán ser reconocidos por sus padres o por uno de ellos, y tendrán la calidad legal
de hijos naturales, respecto del padre o madre que los haya reconocido”
102
La ley 5750 introdujo al Código Civil el artículo 280 (hoy en día ya derogado), el cual prescribía lo
siguiente: “Artículo 280. El hijo ilegítimo que no haya sido reconocido como natural podrá pedir alimentos
del padre o madre, o de ambos, según el caso:
1.o Si el padre o madre lo hubiere reconocido en instrumento auténtico como hijo simplemente ilegítimo o
con el solo objeto de darle alimentos, o si reconocido como hijo natural, ese reconocimiento no tuviere efecto
en ese sentido;
2.o Si en la inscripción del nacimiento del hijo se hubiere dejado testimonio del nombre del padre o madre
a petición de ellos o de mandatario constituído para este objeto por escritura pública. En este caso el oficial
183
Otra reforma importante está dada por la ley 10271, de 1952. Esta ley permitió obtener la
calidad de hijo natural a través de un reconocimiento forzado en juicio de la paternidad o la
maternidad (antes la calidad de hijo natural se obtenía solamente por reconocimiento
voluntario)103104. Respecto al reconocimiento voluntario, se eliminó la necesidad de
notificación y aceptación para que el reconocimiento tuviese efectos. En lo sustantivo, los
hijos naturales pasan a ser herederos abintestato, legitimarios y asignatarios de cuarta de
mejores. Con todo, solamente pueden recibir la mitad de lo que corresponde a un hijo
legítimo y, en conjunto (todos los hijos naturales), no pueden sobrepasar jamás una cuarta
parte de la herencia ni una cuarta parte de la mitad legitimaria (si la sucesión fuese
testamentaria). Por otra parte, los hijos naturales tienen derecho a alimentos congruos.
Desde la perspectiva de los padres, éstos pasan a tener los deberes de cuidado personal,
educación y financiamiento de crianza y educación. También tienen los padres el derecho a
corregir a sus hijos naturales. No tienen, no obstante, la patria potestad, debiéndose
nombrar un curador al hijo natural.
Los hijos simplemente ilegítimos solamente tienen derecho a alimentos necesarios.105
También son importantes las leyes 18702 (contribuye a una cuasi-equiparación de derechos
del marido y la mujer respecto a los efectos personales del matrimonio, así como en materia
del Registro Civil, deberá certificar la identidad del padre o madre, o de la persona designada para hacer la
declaración;
3.o Si de documentos o de cualquier principio de prueba por escrito, emanados fehacientemente del
supuesto padre, resultare una confesión inequívoca de paternidad, o se probare la maternidad de la supuesta
madre con testimonios fidedignos que establezcan el hecho del parto y la identidad del hijo;
4.o Si el presunto padre o madre hubiere proveído o contribuído al mantenimiento y educación del hijo, en
calidad de tal, y de ello existiere un principio de prueba por escrito;
5.o Si el supuesto padre, citado a la presencia judicial, confesare bajo juramento que cree ser el padre, o si
citado por dos veces, expresándose en la citación el objeto no compareciere sin causa justificada;
6.o Si el período de la concepción del hijo correspondiera a la fecha de la violación, estupro o rapto de la
madre; en este último caso, bastará que hubiere sido posible la concepción mientras estuvo la robada en poder
del raptor.
El hecho de seducir a una menor, haciéndola dejar la casa de la persona a cuyo cuidado esté, es rapto,
aunque no se emplee la fuerza.
103
Con todo, no podía ejercerse la acción contra el hombre o la mujer que estuviesen casados, salvo que
hubiese divorcio perpetuo (lo que hoy equivale a separación judicial).
104
Además, esta ley permitió que se estableciera judicialmente la filiación mediante la acreditación de la
posesión notoria de la calidad de hijo, la que, a diferencia de lo que exige el actual artículo 200, requería 10
años de duración.
105
Los hijos simplemente ilegítimos que obtuviesen una sentencia favorable en juicio de alimentos,
alcanzaban una especie de “filiación de segundo grado” o “cuasi-filiación”, que les permitía únicamente ser
destinatarios de alimentos necesarios. La diferenciación entre hijos naturales e hijos simplemente ilegítimos
se fundamentaba en que éstos últimos generalmente pertenecían a entornos socioeconómicos muy desvalidos,
en que el derecho sucesorio prácticamente no se aplicaba, siendo el derecho de alimentos el único que revestía
real interés. Por ello los requisitos para obtener alimentos necesarios por parte de estos hijos eran mucho
menos exigentes que los requisitos para establecer forzadamente la paternidad o la maternidad de un hijo
natural.
184
de patria potestad y autoridad parental), 17999106 y 19089 (estas últimas dos perfeccionan y
amplían el sistema de reconocimiento voluntario expreso).
Hasta antes de la entrada en vigencia de la ley 19585, si bien se podía establecer la filiación
respecto al padre o la madre, ello no implicaba una relación de familia entres los hijos y los
ascendientes de su padre o madre. Por ello se decía que jurídicamente el hijo natural no
tenía abuelos ni derechos en las sucesiones de éstos.
No puede dejar de mencionarse la importancia que en esta materia han tenido algunos
tratados internacionales que versan sobre derechos humanos. En particular, la Convención
de los Derechos del Niño, aprobada por Asamblea General de Naciones Unidas por
resolución 44/25 de noviembre de 1989, promulgada en Chile como ley de la república por
decreto 830 del Ministerio de Relaciones Exteriores y publicada el 27 de noviembre de
1990 en el Diario Oficial. Esta convención reconoce la igualdad entre los hijos de filiación
matrimonial y no matrimonial y el deber de los Estados Partes de procurar la protección a
su interés superior. En el preámbulo se señala que “el niño, en tanto que ser humano
particularmente vulnerable, debe recibir con prioridad, protección y asistencia.” Se
vislumbra, de inmediato, una manifestación del principio de protección al interés superior
del niño, principio que de todas maneras encuentra una consagración expresa en el artículo
3 de la Convención. La igualdad entre los hijos está consagrada en el artículo 2 de la
Convención.
No es baladí resaltar la importancia de la regulación que hacen los tratados internacionales
de derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentran vigentes. Recuérdese el
tenor del artículo 5 inciso 2 de la CPR.
En Chile, el hito más significativo en materia de filiación se dio con la dictación de la ley
19585.
4. IDEAS CENTRALES DE LAS REFORMAS INTRODUCIDAS POR LA LEY
19585.
4.1. Derecho de toda persona a conocer sus orígenes (derecho a la identidad): toda persona
tiene derecho a saber quiénes son sus padres. Para ello, la ley asegura una amplia
investigación de la paternidad y maternidad (art. 195 CC). Este derecho está consagrado en
los artículos 7 y 8 de la Convención de los Derechos del Niño
Con todo, actualmente el ejercicio de este derecho no supone necesariamente la
investigación y determinación de la paternidad y la maternidad, pues también comprende
aquellos casos en que la ley permite a una persona el conocimiento de su origen biológico
sin que ello importe alteración de su filiación; así ocurre, por ejemplo, en materia de
adopción, toda vez que el adoptado mayor de edad, plenamente capaz y con conocimiento
106
Esta ley estableció que las declaraciones que en cualquier época se efectuaren con el objeto de reconocer a
un hijo natural y que constaren en un acta extendida ante cualquier Oficial del Registro Civil, tendrían mérito
de escritura pública, para los efectos previstos en el hasta entonces vigente artículo 271 del Código Civil.
Téngase presente que el Código Civil originario requería como formalidad del reconocimiento escritura
pública y testamento.
185
de antecedentes que le permitan presumir que ha sido adoptado, puede solicitar al Servicio
de Registro Civil e Identificación que le informe si su filiación tiene ese origen (art. 27
inciso 3° ley 19620), facilitándose en consecuencia la investigación del origen biológico,
pero sin que ello importe dejar sin efecto la filiación adoptiva. Así también debiese ocurrir,
según buena parte de la doctrina nacional, tratándose del hijo concebido por técnicas de
reproducción humana asistida en que se han utilizado gametos de terceros donantes. Este
último tema lo veremos más adelante.
El derecho a conocer los propios orígenes (derecho a la identidad) se conceptualiza como
un derecho de la personalidad, puesto que dignifica a la persona y contribuye a lograr el
libre desarrollo de su individualidad, tanto desde una perspectiva material (la determinación
de la filiación genera efectos patrimoniales que pueden favorecer al hijo, como el derecho
de alimentos) como moral (suele ser tranquilizador para una persona poder investigar y
determinar quién es su padre o madre, o al menos conocer su origen biológico).
Se debe tener presente que el derecho a la identidad no se agota en el conocimiento del
origen biológico, sino que también abarca aspectos tales como el derecho a obtener una
nacionalidad y un nombre. Así lo entiende la doctrina y así fluye también de la lectura del
artículo 7.1 de la Convención de Derechos del Niño: “El niño será inscrito inmediatamente
después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una
nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por
ellos.”
4.2. Trato igualitario a todos los hijos: todos los hijos tienen los mismos derechos, con lo
que se cumple el mandato de los arts. 1 inciso 1°, 5 inciso 2° (son muchos los tratados
internacionales que establecen la igualdad) y 19 N°2 de la CPR. Actualmente esta igualdad
se consagra expresamente en el artículo 33 del CC. Recuérdese que la ley 19585 eliminó las
discriminaciones arbitrarias existentes entre hijos legítimos, naturales e ilegítimos en
materia sucesoria, así como también eliminó la distinción entre alimentos congruos y
necesarios.
4.3. Prioridad del interés del hijo (protección del interés superior del hijo):
La ley 19585 incorporó el principio de protección al interés superior del hijo en diversas
disposiciones del CC, entre ellas los artículos 222 inciso 2° y 242 inciso 2°. La ley 20680
alteró el orden de los incisos del artículo 222, dejando en consecuencia en el inciso 1° la
consagración del principio.
La prioridad o protección al interés del hijo es una manifestación concreta del principio de
protección al interés del niño (el que puede o no tener determinada su filiación).
En cuanto a su origen, este último principio puede colegirse de distintos tratados
internacionales de derechos humanos ratificados por Chile (art. 25 N° 2 Declaración
Universal de Derechos Humanos; art 24 N°1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos; art. 10.3 del Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales;
art. 19 del Pacto de San José de Costa Rica).
186
Con todo, es en la Convención sobre los Derechos de los Niños donde se reconoce de
manera explícita. En particular, el artículo 3 de dicha Convención establece que:
“1. En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones públicas o
privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos
legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del
niño.
2. Los Estados Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado que
sean necesarios para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus
padres, tutores u otras personas responsables de él ante la ley y, con ese fin, tomarán todas
las medidas legislativas y administrativas adecuadas.
3. Los Estados Partes se asegurarán de que las instituciones, servicios y establecimientos
encargados del cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por
las autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad, sanidad, número y
competencia de su personal, así como en relación con la existencia de una supervisión
adecuada”
En nuestro CC, como ya adelantamos, el principio en cuestión se encuentra consagrado en
el artículo 222, el cual señala, en su inciso primero, que “la preocupación fundamental de
los padres es el interés superior de los hijos, para lo cual procurarán su mayor realización
espiritual y material posible, y lo guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que
emanan de la naturaleza humana de modo conforme a la evolución de sus facultades”.
Ésta es la primera norma del título IX del libro I del CC, llamado “De los derechos y
obligaciones entre los padres y los hijos”, lo que realza la importancia del principio en lo
que respecta a la integración e interpretación de las normas allí contenidas (antes de la ley
20680 dicho principio estaba contenido en el inciso 2°).
A su vez, en una norma de enorme trascendencia a fin de alcanzar una tutela judicial
efectiva de los derechos de los niños, el artículo 16 inciso 2° de la ley 19968 establece que:
“el interés superior del niño, niña o adolescente, es el principio rector que el juez de
familia debe tener siempre como consideración principal en la resolución del asunto
sometido a su conocimiento”.
También está consagrado legalmente este principio en el artículo 1 de la ley 19620, que
dicta Normas sobre Adopción de Menores, y en el artículo 3 inciso 1° de la NLMC.
El fundamento de este principio radica en la falta de madurez física y mental de los niños,
circunstancia que los coloca en una situación especial de vulnerabilidad. Por ello, atendido
el imperativo de que todo niño alcance una preparación plena y adecuada para una vida
independiente, que le permita desarrollar libre y cumplidamente su personalidad, el derecho
debe tutelar su interés y adoptar las medidas pertinentes a tal fin.
En ese contexto, si bien tanto la doctrina como la jurisprudencia han entendido que el
interés superior del niño constituye un principio sustantivo de contenido indeterminado,
187
con contornos poco precisos, existe consenso en cuanto a que dicho principio se relaciona
íntimamente con el aseguramiento de la efectividad de los derechos del menor, atendido
que éste por sus condiciones de madurez no puede actuar por sí mismo. Dicho
aseguramiento se logra mediante la adopción de medidas determinadas que apunten,
fundamentalmente, a tutelar y proteger el interés del menor, dotándolo de la mayor suma de
ventajas posibles, a fin de permitir el libre desarrollo de su personalidad (un ejemplo de
esto, puede encontrarse en la nueva regulación del cuidado personal y la relación directa y
regular implementada por la ley 20680, particularmente en los artículos 225-2 y 229 del
CC. Ambas normas se han planteado por finalidad tutelar el interés superior del menor de
desarrollar una relación sana y afectiva con ambos padres, que redunde en mayor beneficio
para el desarrollo de su personalidad).
Respecto a la noción de “interés”, tal como explica Cristián Lepín citando a Encarna Roca,
se puede plantear la siguiente reflexión: “¿cuál es el origen de estos derechos (de los
niños)? Alston y Parker centran el debate en torno a dos grandes grupos de autores:
aquellos que opinan que la base de cualquier regulación fundada en derechos es la voluntad
y aquellos que ponen el acento en el interés. La primera de estas teorías no es útil, según
estos autores, para legitimar a unas personas que por su edad y condiciones de madurez, no
pueden formular una voluntad ‘plausible’. En cambio, la teoría del interés permitiría
protegerlos a través de la utilización de la teoría de la titularidad de estos mismos
derechos”107
En cuanto a las funciones que el principio en cuestión cumple, Miguel Cillero estima que
cumple una triple función, arguyendo que, por una parte, “es una garantía, ya que toda
decisión que concierna al niño, debe considerar primordialmente sus derechos; es de una
gran amplitud ya que no solo obliga al legislador sino también a todas las autoridades e
instituciones públicas y privadas y a los padres; también es una norma de interpretación y/o
de resolución de conflictos jurídicos; finalmente es una orientación o directriz política para
la formulación de políticas públicas para la infancia, permitiendo orientar las actuaciones
públicas hacia el desarrollo armónico de los derechos de todas las personas, niños y adultos,
contribuyendo, sin dudas, al perfeccionamiento de la vida democrática”.108
Cristián Lepín, siguiendo a Gómez de la Torre, señala que el principio del interés superior
del niño se concretiza en los siguientes aspectos (no hay ánimo de taxatividad):
“– Permitirle la indagación de su filiación (mediante las acciones de filiación), cuando esta
no esté determinada, pues se vincula a su derecho a la identidad personal, uno de cuyos
atributos esenciales es tener un nombre y conocer a sus padres.
– Garantizarle los derechos que surgen de su calidad de persona humana, los que deben ser
respetados en el ejercicio de la autoridad de los padres.
107
Lepín Molina, Cristián, Los Nuevos Principios Del Derecho De Familia, Revista chilena de derecho
privado, número 23, 2014, p. 37
108
Cillero Bruñol, Miguel, El interés superior del niño en el marco de la Convención Internacional sobre los
Derechos del Niño, Revista Justicia y Derechos del Niño (UNICEF), N° 9. Santiago, 2007, p. 141.
188
109
Quintana Villar, María Soledad, Derecho de Familia, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2013, p. 253.
189
1. CLASES DE FILIACIÓN.
En atención a la fuente de la filiación, Maricruz Gómez de la Torre estima que existen tres
clases:
1.1. Filiación biológica o por naturaleza;
1.2. Filiación por aplicación de técnicas de reproducción humana asistida;
1.3. Filiación adoptiva.
A su vez, tanto la filiación por naturaleza como la filiación por aplicación de técnicas de
reproducción humana asistida, pueden estar determinadas o no determinadas. La
determinación de la filiación se define como la afirmación jurídica de una relación de
paternidad o maternidad. La filiación determinada conforme a la ley confiere, por una parte,
el estado civil de hijo (art. 33 CC) y, por la otra, el estado civil de padre o madre.
2. FILIACIÓN BIOLÓGICA O POR NATURALEZA (Art. 179 inciso 1° CC).
2.1. FILIACIÓN DETERMINADA: es aquella que tiene reconocimiento jurídico, sea
respecto de ambos padres, sea respecto de uno de ellos. La filiación puede entonces estar
determinada respecto del padre, de la madre o de ambos.
a) Matrimonial.
b) No matrimonial.
2.2. FILIACIÓN NO DETERMINADA: es aquella que a pesar de existir en la realidad, no
ha sido reconocida por el derecho.
Se dice que los hijos de filiación no determinada están en una peor posición que los
antiguos hijos ilegítimos, pues a éstos últimos se les concedía el derecho de alimentos
necesarios una vez que el padre o madre confesaba expresa o tácitamente la relación de
paternidad o maternidad ilegítimas110. Los hijos de filiación no determinada, en cambio, no
tienen derecho alguno.
Con todo, Paulina Veloso entiende que no existe discriminación, toda vez que la ley otorga
los medios para ejercer las acciones respectivas y de esa manera determinar la filiación. 111
3. FILIACIÓN ADOPTIVA (Art. 179 inciso 2° CC).
La adopción filiativa se encuentra regulada en la ley 19620. Esta filiación es constituida por
sentencia judicial y confiere al adoptado la calidad de hijo, extinguiendo los vínculos de
filiación de origen, tal como indica el artículo 37 de dicho cuerpo legal.
110
Si, habiéndose citado por segunda vez al padre o madre, éste o ésta no comparecía, sin causa justificada, se
tenía por establecida la filiación ilegítima, la que solamente habilitaba para regular los alimentos necesarios.
111
Veloso Valenzuela, Paulina, Los Principios recogidos en el nuevo Estatuto Filiativo, en el nuevo estatuto
filiativo y las modificaciones al derecho sucesorio a la luz de las normas y principios de la ley 19585,
publicado por sernam y fundación facultad de derecho de la universidad de chile, 1999, p. 39
190
Antes de la entrada en vigencia de esta ley, convivían los estatutos contemplados por las
leyes 7613 y 18703. La primera contemplaba la adopción conocida como “adopción-pacto”
o “adopción-contrato”, que se fundamentaba en un acuerdo de voluntades entre adoptante y
adoptado –o su representante, si éste último era menor de edad-, generador de los derechos
y obligaciones que la misma ley establecía, sin creación de vínculo familiar ni filiativo. La
segunda contemplaba dos tipos de adopción, a saber, la adopción simple y la adopción
plena; la primera de ellas simplemente generaba los derechos y obligaciones regulados en
dicha ley, mientras que la segunda otorgaba la calidad de hijo, constituyéndose en una
adopción propiamente filiativa.
Conviene tener presente que el artículo 45 inciso 2° de la ley 19620 establece que quienes
tengan la calidad de adoptante y adoptado conforme a la ley 7613 (“adopción-contrato”) o a
las reglas de adopción simple contempladas en la ley 18703 (lo relativo a la adopción plena
se encuentra derogado por la ley 19620) continuarán sujetos a los efectos de la adopción
previstos en tales leyes, inclusive en materia sucesoria. Con todo, el inciso 3° de la misma
disposición permite a esos adoptantes y adoptados celebrar un pacto de conversión, a fin de
que tales adopciones se rijan por el estatuto contemplado en la ley 19620 (en particular en
lo relativo a los efectos señalados por el art. 37 inciso 1°), y de esta manera se alcance la
adopción filiativa.
parte, si un hombre y una mujer se han sometido a una técnica de reproducción humana
asistida en que se han utilizado gametos ajenos, en tanto la voluntad de éstos es la causa
eficiente de la procreación, el juez también ha de preferir a esta voluntad antes que al
vínculo biológico (art. 182 inciso 2° CC). Sobre este tema, discutido en doctrina por cierto,
volveremos más adelante.
En lo sucesivo se tratarán particularmente la determinación de la maternidad, la
determinación de la paternidad, la determinación de la filiación matrimonial y la
determinación de la filiación no matrimonial.
3. DETERMINACIÓN DE LA MATERNIDAD.
De acuerdo al artículo 183 del CC, hay 3 formas de determinar la maternidad:
3.1 Por el parto (art. 183 CC).
Cuando conste el hecho del parto, la identidad del hijo y de la mujer que lo ha dado a luz en
las partidas del registro civil (art 183 CC), esto es, que efectivamente ésta es la mujer que
ha parido y que efectivamente ése es el hijo que ha dado a luz. Para que esto conste en las
partidas se debe llevar el certificado de la matrona o médico que asistió al parto, o bien la
declaración de dos testigos conocidos en caso que no exista tal certificado.
Esta forma de determinación de la maternidad opera por el sólo ministerio de la ley y no
requiere del consentimiento de la mujer; no tiene que haber una especie de reconocimiento.
Así fluye de la lectura del artículo 31 nº 4 de la Ley de Registro Civil, en adelante LRC 112.
La ley está privilegiando el derecho a la identidad y el interés superior del menor frente a,
por ejemplo, la honra de la mujer.
De acuerdo al art 183 CC madre es la que ha tenido el parto. En Chile la mayoría de la
doctrina se manifiesta en contra de la maternidad subrogada (arrendamiento del vientre).
Este último tema lo veremos más adelante.
3.2. Por el reconocimiento de la madre (arts. 187 y 188 CC)
3.3. Por sentencia judicial firme recaída en un juicio de filiación.
La paternidad también puede determinarse (de manera separada o conjunta a la maternidad)
por reconocimiento o sentencia judicial firme recaída en juicio de filiación. Las reglas
específicas de estas materias las veremos más adelante.
4. DETERMINACIÓN DE LA PATERNIDAD.
4.1. Por aplicación de la presunción de paternidad del artículo 184 CC (pater is est). La
presunción de paternidad opera solamente cuando el hijo ha nacido después de la
celebración del matrimonio o dentro de los trescientos días siguientes a su disolución o a la
separación judicial de los cónyuges. En consecuencia, para que opere esta presunción se
requiere de la existencia de matrimonio. La justificación histórica de esta presunción
112
Téngase a la vista también lo dispuesto en los artículos 28, 29 y 30 de la misma Ley de Registro Civil
192
radicaba en la dificultad de probar a ciencia cierta la paternidad. Hoy en día, en tanto los
avances de la biomedicina y la biogenética permiten determinar con alta precisión la
paternidad, se ha tenido que morigerar la justificación: se mantiene la vigencia de la
presunción atendida la alta probabilidad de que el marido sea el padre biológico del nacido
y lo costoso que sería determinar en cada caso a ciencia cierta la paternidad. Además, exigir
la determinación podría mermar la estabilidad del matrimonio. Por otro lado, desde la
perspectiva del hijo, es una forma de proteger su interés superior, pues así se le facilita la
titularidad de los derechos y deberes que establece la ley respecto a los hijos de filiación
determinada.
Según Gómez de la Torre, los requisitos para que opere esta presunción son los siguientes:
a) Que exista matrimonio entre los padres. Con todo, debe tenerse presente que con la
entrada en vigencia de la ley 20830, que crea el acuerdo de unión civil, la presunción de
paternidad también se aplica entre los convivientes civiles en caso que éstos sean de
distinto sexo. Así lo establece el artículo 21 de dicha ley: “Para efectos de la presunción de
paternidad, en caso de convivientes civiles de distinto sexo se estará a las normas que la
regulan en el artículo 184 del Código Civil.”
b) Que la maternidad haya sido determinada conforme a lo dispuesto en el artículo 183 del
CC.
c) Que el nacimiento se haya producido después de la celebración del matrimonio o dentro
de los trescientos días siguientes a su disolución o a la separación judicial de los cónyuges.
Los trescientos días señalados por la norma se condicen con lo establecido en el artículo 76
del CC, en tanto esta última norma dispone, para efectos de determinar la época de la
concepción, un plazo máximo de trescientos días contados hacia atrás desde la medianoche
del día en que principia el nacimiento.
En particular, para el caso de la nulidad del matrimonio, debe tenerse presente lo
establecido en el artículo 51 inciso final de la NLMC.
Extensión de la presunción de paternidad.
El inciso 3° del artículo 184 del CC establece que la presunción de paternidad también
operará respecto de hijos nacidos después de los trescientos días siguientes a la separación
judicial de los cónyuges, por el hecho de consignarse como padre el nombre del marido, a
petición de ambos cónyuges, en la inscripción de nacimiento del hijo. En este caso se
subentiende que los padres se han reconciliado.
Acción de desconocimiento de paternidad.
Conforme al artículo 184 inciso 2°, el marido podrá desconocer judicialmente la
paternidad, en caso que la criatura haya nacido dentro de los primeros ciento ochenta días
subsiguientes al matrimonio y siempre que no haya conocido el estado de preñez de la
mujer al tiempo de casarse. Sobre las particularidades y requisitos de esta acción
volveremos más adelante.
193
113
En la inscripción deberán constar los nombres de los padres. En caso que la filiación se haya determinado
por reconocimiento, téngase presente lo establecido en el art. 187 inciso final del CC, y en los arts. 8 inciso 1°
y 31 de la Ley sobre Registro Civil (ley 4808).
194
c) Solamente respecto a la madre, la filiación podría determinarse también por el hecho del
parto. Respecto a este punto, nos remitimos a lo ya expresado.
acción de impugnación conjuntamente con una acción de reclamación, teniendo que probar
la filiación biológica o la posesión notoria del estado civil de hijo.114
j) Debe cumplir con una formalidad por vía de publicidad, inscribirse en el acta de
nacimiento o subinscribirse al margen de la inscripción de nacimiento.
k) En relación a lo anterior, el reconocimiento no perjudica los derechos de terceros de
buena fe (art. 189, inciso 3°): los derechos deben haberse adquirido con anterioridad a la
subinscripción del reconocimiento al margen de la inscripción de nacimiento del hijo.
l) Para reconocer no se requiere probar la veracidad del vínculo biológico. Aquí la ley se
aparta del principio de privilegiar la verdad biológica por sobre la verdad formal, en
beneficio del interés superior del niño y de su derecho a tener una identidad.
m) Al ser un acto jurídico de familia tiene que cumplir con todos los requisitos de
existencia y validez de los actos jurídicos, por tanto, su ineficacia habrá de regirse por las
reglas generales, con la sola diferencia de que tratándose de la acción de nulidad por un
vicio en el consentimiento, ella prescribe en 1 año contado desde la fecha del
reconocimiento o desde que la fuerza haya cesado.
n) La doctrina entiende que no puede un hombre distinto al marido reconocer a un hijo que
ha sido procreado por mujer casada no separada judicialmente. La razón es que en dicho
caso se aplica la presunción de paternidad.
En atención a las diversas características del reconocimiento (algunas más importantes que
otras), y con el fin de simplificar el estudio, recomendamos seguir en este punto a María
Soledad Quintana, quien le atribuye las siguientes características:115
a) un acto jurídico unilateral y declarativo.
b) solemne.
c) no recepticio.
d) irrevocable.
e) puro y simple.
3. CLASES DE RECONOCIMIENTO VOLUNTARIO.
3.1. EXPRESO.
3.1.1. Espontáneo (Art. 187 CC).
114
Conviene tener presente que, aún cuando pueda discutirse, la jurisprudencia predominante ha entendido
que la posesión notoria la puede alegar solamente el demandado -como excepción oponible a la acción de
impugnación deducida en su contra-, debiendo el juez preferir la posesión notoria acreditada por el
demandado en desmedro del vínculo biológico que acredite el demandante (art. 201 inciso 1° CC), salvo que
existan graves razones que demuestran la inconveniencia de ello (art. 201 inciso 2° CC).
115
Quintana Villar, María Soledad, ob. cit. p. 262.
196
Se hace mediante una declaración formulada con ese determinado objeto por el padre, la
madre o ambos:
a) Ante el oficial del Registro Civil, al momento de inscribirse el nacimiento del hijo o en el
acto del matrimonio de los padres.
b) En acta extendida en cualquier tiempo, ante cualquier oficial del Registro Civil.
c) En escritura pública.
d) En un acto testamentario.
Si se trata de un acto entre vivos puede hacerse por mandatarios (Art. 190 CC). En tal caso,
el mandato debe ser solemne (escritura pública) y especial.
No es posible reconocer mediante mandatario si el reconocimiento tiene lugar en acto
testamentario, pues la facultad de testar es indelegable (Art. 1004 CC).
3.1.2 Provocado.
Antes de la entrada en vigencia de la ley 20030, de 2005, el CC regulaba en el artículo 188
incisos 2, 3 y 4° la figura conocida como reconocimiento provocado. En términos
simplificados, la ley permitía citar a la presencia judicial al presunto padre o madre, a fin de
que declarase, bajo juramento, la efectividad de ser o no padre (o madre) de aquel que lo
había citado. Si el presunto padre o madre, afirmaba serlo, entonces se configuraba el
reconocimiento, debiéndose remitir acta de la audiencia al Registro Civil a fin de proceder
a la subinscripción de la misma en la inscripción de nacimiento. Se trataba de una gestión
judicial no contenciosa.
En la práctica esta institución se presentó inocua, pues en caso que el presunto padre o
madre fuese citado por segunda vez y, sin causa justificada, no compareciese, no se tenía
por reconocido al hijo. Asimismo, bastaba con que compareciese y negase ser padre para
que terminase la gestión, sin que se tuviese por reconocida la paternidad o maternidad. Por
esta razón en el 2005 se dictó la ley 20030 que derogó los incs 2º, 3º y 4º del art 188,
derogando la institución del reconocimiento provocado.
Además, la ley 20030 incorporó el artículo 199 bis inc. 2 que estableció el reconocimiento
provocado voluntario (también conocido como reconocimiento a instancias del juez).
En efecto, el artículo 199 bis inciso 2 CC contempla el caso en que el presunto padre o
madre reconoce al hijo en la audiencia de preparación, debiendo reducirse dicho
reconocimiento a acta que se subinscribirá al margen de la inscripción de nacimiento del
hijo o hija, para lo cual el tribunal remitirá al Registro Civil copia auténtica.
Es provocado porque lo ha sido a instancia de la interposición de una acción de
reclamación de la filiación. Es voluntario porque en la audiencia de preparación, el padre o
madre reconoce que efectivamente quien lo está demandado es su hijo.
3.2. TÁCITO O PRESUNTO (Art. 188 inciso 1° CC).
197
V. REPUDIACIÓN.
1. JUSTIFICACIÓN.
En tanto el reconocimiento voluntario es un acto jurídico no recepticio, que genera
importantes consecuencias jurídicas entre quien afirma ser padre o madre y el hijo, la ley
permite a este último repudiar el reconocimiento.
2. CONCEPTO.
Siguiendo a Maricruz Gómez de la Torre, la repudiación es un acto jurídico unilateral por el
cual el hijo reconocido voluntariamente rechaza el reconocimiento de su padre o de su
madre o de ambos dentro del plazo establecido en la ley.116
3. ÁMBITO DE APLICACIÓN DE LA REPUDIACIÓN.
Si bien el artículo 191 del CC no distingue, la repudiación es procedente únicamente
respecto al reconocimiento expreso espontáneo o al reconocimiento tácito. En
consecuencia, no procede la repudiación respecto al reconocimiento provocado voluntario
(art. 199 bis) ni al reconocimiento forzado; la razón de ello es que nadie puede ir en contra
de sus propios actos (venire contra factum proprium non valet).117
4. VERDAD BIOLÓGICA Y REPUDIACIÓN.
Para poder repudiar el reconocimiento no se requiere probar la verdad biológica. En otras
palabras, el hijo no tiene que probar que aquél que lo reconoció no es biológicamente su
padre o madre; en consecuencia, puede repudiar el reconocimiento de quien efectivamente
es su padre o madre. La ley se aleja en esta materia de la búsqueda de la verdad biológica.
La razón que justifica la repudiación es que el supuesto padre o madre pudo haber incurrido
en el reconocimiento motivado únicamente por ventajas personales, pecuniarias y de otra
índole, sin considerar realmente el interés del reconocido. Si a ello se suma que el
reconocimiento voluntario es un acto jurídico no recepticio, en que no interviene la
voluntad del reconocido, es justo que se contemple un mecanismo para que el reconocido
116
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 70.
117
En los casos de reconocimiento provocado voluntario y de reconocimiento forzado, es el propio hijo
(generalmente mediante su representante legal) quien ha ejercido la acción de reclamación de filiación
respecto al supuesto padre o madre. Por ende, si ha tenido lugar cualquiera de estas formas de
reconocimiento, no puede el hijo luego pretender dejarlo sin efecto por su sola declaración de voluntad.
198
pueda dejarlo sin efecto. Por otra parte, la ley deja a salvo las acciones de reclamación de
filiación, por lo que quien afirma ser padre o madre igualmente podrá accionar.
5. PERSONAS QUE PUEDEN REPUDIAR.
Esta materia se encuentra regulada en los artículos 191 y 193 del CC.
Siguiendo a Abeliuk, la repudiación es un acto jurídico personalísimo. Quien puede
repudiar es únicamente el hijo.
Precisiones.
5.1. Hijo mayor al momento del reconocimiento: sólo él puede repudiar. Plazo: 1 año desde
que supo del reconocimiento.
5.2. Hijo menor: sólo él puede repudiar. Plazo: 1 año desde que, llegado a la mayor edad,
supo del reconocimiento.
5.3. Hijo mayor interdicto por demencia o sordomudez: curador, previa autorización
judicial.
5.4. Hijo interdicto por disipación: personalmente.
5.5. Hijo muerto o que falleció antes de llegar a la mayoría de edad: sus herederos. Plazo: 1
año, contado desde el reconocimiento o desde la muerte, respectivamente.
5.6. Hijo mayor que fallece antes de expirar el término para repudiar: sus herederos, por el
tiempo que falte para completar el plazo.
6. CARACTERÍSTICAS DE LA REPUDIACIÓN.
a) Unilateral.
b) Solemne: escritura pública. Para que sea oponible a terceros, debe subinscribirse al
margen de la inscripción de nacimiento (Art. 191 inc. 4º CC). La subinscripción se exige
como una formalidad por vía de publicidad.
c) Irrevocable (Art. 191 inc. final CC).
7. LÍMITES AL REPUDIO.
El hijo no puede repudiar si, alcanzada su mayoría de edad, aceptó expresa o tácitamente el
reconocimiento (Art. 192 CC). La razón es que nadie puede ir en contra de sus propios
actos (venire contra factum proprium non valet).
7.1. Aceptación expresa: se toma el título de hijo en instrumento público o privado, o en
acto de tramitación judicial.
7.2. Aceptación tácita: realización de un acto que supone necesariamente la calidad de hijo.
199
118
Quintana Villar, María Soledad, Ob. cit. p. 265.
200
Como indica Maricruz Gómez de la Torre, “las técnicas de reproducción asistida son
aquellas que permiten procrear a un ser humano por medios distintos de la relación
sexual”119. Desde un punto de visto histórico, estas técnicas nacieron y se desarrollaron a
fin de contribuir a la solución de problemas de infertilidad de la pareja y /o prevenir
enfermedades de origen genético-hereditario. No obstante, hoy en día, en base al
reconocimiento y desarrollo de un supuesto derecho fundamental a procrear, se han
convertido en un método alternativo de reproducción, no necesariamente orientado a hacer
frente a los problemas antes mencionados.
A fin de tornar más fácil la revisión de este tema, debe tenerse presente que las técnicas de
reproducción humana asistida (en adelante TRA) son diversas, sin que exista en la doctrina
ni en el derecho comparado consenso respecto a la legitimidad de todas ellas. Se discute
particularmente la legitimidad de la maternidad subrogada y de la fecundación post
mortem. Lamentablemente, en Chile no existe una ley especial que regule cuáles son las
técnicas reconocidas y permitidas, los requisitos que deben reunir las personas que quieran
someterse a ellas, la aceptación o no de donantes de gametos, el carácter secreto de la
donación, el derecho de los concebidos mediante estas técnicas a conocer su origen
biológico, etc.
Sobre la materia, la escasa regulación existente está compuesta por el artículo 182 del CC y
la Resolución exenta del Ministerio de Salud N° 1072 de 1985 (Directiva Ministerial), que
establece “Normas aplicables a la fertilización in vitro y a la transferencia embrionaria”. La
falta de una regulación legal orgánica y específica ha generado que en la práctica sean los
propios hospitales y clínicas que practican estas técnicas los llamados a regular su
procedencia y procedimiento.
2. TIPOLOGÍA DE TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDA.
Conviene tener presente que, ante los avances tecnológicos, son muchas las variantes que
cada técnica puede adoptar. Con todo, y con fines puramente pedagógicos, a continuación
describiremos las principales técnicas (señalando además las siglas con que usualmente se
las denomina).
a) Inseminación Artificial (IA): Esta técnica consiste en el depósito artificial, esto es, por
una vía distinta a la cópula sexual, de semen en el útero de la mujer que se somete a la
técnica. El objetivo es facilitar la fecundación, pues el recorrido de los espermatozoides se
torna más corto y menos riesgoso. El semen utilizado puede ser del mismo hombre que se
somete a la técnica, es decir, de quien tendrá la calidad de padre conforme lo establecido en
el artículo 182 inciso 1° CC, o de un tercero donante. Con todo, buena parte de la doctrina
señala que no es procedente la IA de una mujer sola (soltera, viuda, divorciada, separada
judicialmente), puesto que, pese a que la utilización de gametos ajenos está permitida, se
requiere siempre que un hombre (aporte o no su propio material genético) y una mujer
119
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, El sistema filiativo chileno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
2007, p. 109
201
consientan en la aplicación de la IA. Así fluye de la lectura del inciso 1° del artículo 182
CC.120
b) Fecundación in Vitro (FIV): Esta es una técnica que consiste esencialmente en la
fecundación de un óvulo por un espermatozoide en un ambiente externo al organismo de la
mujer. El embrión resultante es cultivado también fuera del organismo de la mujer
usualmente por tres días. Luego se produce la transferencia del embrión o los embriones
(TE) al organismo de la mujer. Cabe señalar que, a fin de aumentar la probabilidad de
éxito, muchas veces se fecundan varios óvulos, de manera que pueda procederse a la
congelación de los embriones no transferidos y así se pueda volver a repetir el
procedimiento en caso que fracase.121
Los gametos utilizados en la FIV pueden provenir del hombre y la mujer que se someten a
esta técnica, de la mujer y de un tercero donante, del hombre y una tercera donante, o de
terceros (hombre y mujer) donantes. En el caso de parejas lesbianas, hipótesis que se ha
admitido en otras legislaciones, suele ocurrir que una de las mujeres aporta el óvulo, un
tercero donante aporta semen, y la otra mujer es quien gesta a la criatura. De esta manera, la
maternidad es en cierto sentido compartida. Con todo, la doctrina mayoritaria en Chile no
acepta la procedencia de la aplicación de FIV por parte de una pareja de lesbianas. Quienes
se someten a la técnica y consienten en ser padre y madre deben necesariamente ser un
hombre y una mujer. Así fluye de la lectura del inciso 1° del artículo 182 CC.
c) Inyección intracitoplasmática de espermatozoide (ICSI): ésta es en realidad una
modalidad de la fecundación in vitro, que consiste en la inseminación de un óvulo mediante
la microinyección de un espermatozoide en su interior. La ventaja de esta modalidad es que
sólo se precisa un espermatozoide por óvulo, mientras que sin ICSI son necesarios entre
50.000 y 100.000.
d) Transferencia intratubaria o intrafalopiana de gametos (GIFT): Esta es una técnica en
que se deposita, en o a través de la trompa, una mezcla de ovocitos y espermatozoides de la
pareja, con la finalidad de que la fecundación se produzca dentro del cuerpo, y no in vitro
(idealmente, la fecundación ocurre en la trompa, a fin de que luego el embrión viaje
naturalmente al útero). Generalmente esta técnica es utilizada por parejas que, teniendo
dificultades para procrear y cumpliendo con las condiciones médicas necesarias122, desean
que la fecundación se produzca de la manera más natural posible. Por ello, lo usual es que
el hombre y la mujer que se someten a ella sean los mismos que aportan los gametos. La
técnica está prácticamente en desuso, atendida su baja tasa de éxito en comparación con la
ICSI.
120
Reiteramos la prevención de que las materias revisadas en este apunte no reflejan necesariamente el
pensamiento del autor ni de Abusleme Pinto Interrogadores.
121
Conviene tener presente que, para quienes continúan entendiendo que la vida comienza al momento de la
concepción, el congelamiento y descongelamiento de embriones constituye una práctica de dudosa
constitucionalidad (art. 19 N° 1 inciso 2° CPR).
122
Son muy pocas las personas que tienen las aptitudes necesarias para someterse a estas técnicas.
202
123
Este argumento no es muy convincente, sobre todo si se tiene a la vista que en la fecundación in vitro
también se pueden utilizar gametos ajenos. Por lo demás, el artículo 182 inciso 2° presupone el
reconocimiento de la posibilidad de utilizar gametos ajenos, por lo que se podría plantear consistentemente
que nuestro legislador no reprocha particularmente esta supuesta falta de identidad del niño. El derecho a la
identidad se asegura registrando los nombres de los donantes de gametos y permitiéndole al concebido por
TRA conocer sus respectivas identidades, sin que ello importa alteración de la filiación.
124
Con todo, se esté de acuerdo o no con la doctrina que rechaza la maternidad subrogada, lo cierto es que la
pareja unida en matrimonio que desea tener un hijo podría alcanzar exactamente el mismo resultado
recurriendo a la adopción. Como señala Gómez de la Torre, “si la mujer casada no puede llevar a cabo un
embarazo y, junto a su marido, contratan a una mujer para que sea inseminada con el semen de éste y lleve a
cabo la gestación, será madre de la criatura la mujer contratada, de acuerdo al artículo 183 del Código Civil, y
padre el marido de la primera mujer. Esta última tendrá una situación preferente para adoptar a esta criatura,
por ser hijo de su marido, siempre que la madre biológica acepte entregar al hijo en adopción (artículo 11,
inciso 2°, de la Ley N° 19620)”. Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 128.
125
Recuérdese, sin embargo, que la mayoría de la doctrina nacional entiende que la mayor sanción de
ineficacia contemplada por nuestro CC es la nulidad absoluta.
203
inseminación artificial, tienen lugar con posterioridad al fallecimiento del hombre que ha
consentido en la aplicación de la respectiva TRA.126
En Chile se suele rechazar esta alternativa, estimándose que si el hombre que ha consentido
en la aplicación de una TRA fallece antes de la transferencia de embrión o inseminación
artificial, sería contrario al orden público y a las buenas costumbres completar la técnica y
producir la gestación. La razón principal reside en que, si se permitiese, el niño nacería sin
la figura paterna, quedando parcialmente desprovisto de la asistencia y cuidado que la
protección de su interés requiere.
No obstante, la ley de adopción (ley 19620) contempla una hipótesis bastante análoga a la
transferencia post mortem, reconociendo su eficacia:
“Artículo 22. Siempre que concurran los demás requisitos legales, podrá otorgarse la
adopción al viudo o viuda, si en vida de ambos cónyuges se hubiere iniciado la tramitación
correspondiente o, no habiéndose iniciado ésta, el cónyuge difunto hubiere manifestado su
voluntad de adoptar conjuntamente con el sobreviviente. En estos casos, la adopción se
entenderá efectuada por ambos cónyuges, desde la oportunidad a que se refiere el inciso
segundo del artículo 37.”
3. SOBRE EL DERECHO A PROCREAR.
Parte de la doctrina comparada estima que el derecho a procrear es un derecho humano
básico, que fluye de la interpretación armónica de diversas disposiciones de tratados
internacionales que versan sobre derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana.
Como explican Turner, Molina y Momberg, “este derecho emanaría principalmente del
derecho a la vida, a la libertad personal y sexual, a la integridad física, a la intimidad o
privacidad (que garantiza el interés de cada ser humano a tomar ciertas decisiones
esenciales para él mismo) y a fundar una familia. Según esta concepción el derecho a la
vida incluiría el derecho a dar vida. Esta posición encuentra sus fundamentos en los
artículos 16 Nº 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que señala: “Los
hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna...a
casarse y a fundar una familia...”; en el artículo 23 párrafo 2° del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos establece: “Se reconoce el derecho del hombre y de la mujer a
contraer matrimonio y a fundar una familia si tiene edad para ello” y en el artículo 17
126
También es concebible el caso en que la mujer que quiere ser madre y para ello arrienda un vientre ajeno,
ya habiéndosele extraído los gametos que aportará, fallece con anterioridad a la transferencia del embrión al
vientre de la mujer gestante. En este caso, si se tratase de una mujer sola la que se ha sometido a esta TRA,
todo pareciese indicar que no cabría determinar su filiación post mortem respecto al menor. El principio del
interés superior del menor así lo exigiría, toda vez que, si se determinada la filiación post mortem, el menor se
encontraría en una situación de extrema vulnerabilidad respecto a su cuidado y asistencia. En tal caso, si la
mujer que ha arrendado su vientre ha dado a luz, debiese determinarse la filiación entre ella y el menor por el
sólo hecho del parto. Ello sin perjuicio de su posterior facultad de entregar al menor en adopción, en caso de
que no se encuentre capacitada o en condición de hacerse responsable del menor, y exprese esa voluntad ante
el juez de familia (arts. 8 y 9 ley 19620).
204
127
Turner Saelzer, Susan, Molina Pezoa, Marcia y Momberg Uribe, Rodrigo, Técnicas de Reproducción
Asistida: Una perspectiva desde los intereses del hijo. Rev. derecho (Valdivia), dic. 2000, vol.11, p.22.
128
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. pp. 112 y 113.
205
posibilidad de utilizar gametos aportados por terceros donantes. Por lo demás, así quedó
manifestado en la historia de la ley. Como indica Quintana Villar, “de acuerdo con la
historia de la norma, ella fue el resultado del interés de los legisladores de precaver posibles
acciones de impugnación y de reclamación de estado civil que podrían perturbar
gravemente a la pareja en conjunto o a un miembro de ella y, en ambos casos, al hijo.”129
La autora agrega “se impide, de esta forma, que si hubo aportante de gametos extraño,
intente accionar, impugnando la filiación del hijo y reclamando él, el vínculo parental.
Asimismo, se evita que aquel miembro de la pareja que no aportó sus gametos, pero sí se
sometió a la técnica, desconozca su paternidad o maternidad”.130
También en base a la historia de la ley, y teniendo a la vista las prácticas médicas que
existen en Chile, buena parte de la doctrina nacional ha entendido que el reconocimiento
del artículo 182 a las TRA se acota solamente a las siguientes técnicas: IA, FIV, ICSI y
GIFT. Como explica Gómez de la Torre, “se debe indicar que en la Comisión de
Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado se señaló que esta ley sólo se
ha limitado a reglamentar y consolidar situaciones ya consumadas y no anticipa criterios
sobre la regulación sustantiva de estas técnicas…de lo señalado podemos verificar que las
intervenciones de los senadores giraban en torno a un presupuesto básico y común, cual era
que la temática de la reproducción humana asistida se encontraba circunscrita a un cierto
tipo de técnicas: la IA, la FIVTE, el GIFT y el ICSI, sea con utilización de gametos propios
o de terceros, que son las técnicas que los médicos han declarado practicar en Chile. Por
tanto, no se encuentran incluidas otras prácticas reproductivas, como son la inseminación
artificial de la mujer sola o de parejas homosexuales, fecundación post mortem, ni la
maternidad subrogada”.131 Corral también lo entiende de la misma manera132.
5. SOBRE LA FORMA DE LA DETERMINACIÓN DE LA FILIACIÓN DEL HIJO
CONCEBIDO MEDIANTE TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA
ASISTIDA.
Se discute en doctrina cuál es la forma en que se determina la filiación cuando el hijo ha
sido concebido mediante TRA.
Por una parte, hay quienes entienden que el elemento determinante es el consentimiento del
hombre y la mujer que se han sometido a estas técnicas. Así fluiría de la lectura conjunta de
los incisos 1° y 2° del artículo 182 del CC. Este consentimiento es el que permite y sirve de
causa eficiente a la procreación, pues sin él no podría aplicarse la TRA y, por tanto, no se
produciría la fecundación. Por lo demás, dicho consentimiento constituiría una suerte de
“reconocimiento adelantado de paternidad y maternidad”.
129
Quintana Villar, María Soledad, Derecho de Familia, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2013, p. 266.
130
Ibíd. p. 266.
131
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 114.
132
Corral Talciani, Hernán, Reproducción Humana Asistida y Filiacion. Un analisis del nuevo artículo 182
del Código Civil, disponible en https://corraltalciani.files.wordpress.com/2010/04/art-182cc.pdf, pp. 3 y 4.
206
Por otra parte, se ha dicho que las TRA solamente contribuyen o facilitan la concepción,
quedando la determinación de la filiación sujeta a las reglas generales, pues la ley no ha
regulado específicamente esta materia. De esta manera, la maternidad se determinaría por el
hecho del parto, reconocimiento o sentencia judicial, en tanto que la paternidad se
determinaría por aplicación de la presunción del artículo 184 (en caso de que exista
matrimonio), reconocimiento o sentencia judicial. Así Corral Talciani y la mayoría de la
doctrina. Con todo, el mismo autor reconoce que en el caso de que en la respectiva TRA se
hayan utilizado gametos ajenos, el punto se torna un tanto más problemático. En dicho
caso, frente a un eventual litigio, el juez debe atender al sometimiento del hombre y la
mujer a una TRA, conforme lo señalado por el artículo 182 del CC, siendo el fundamento
de la filiación el consentimiento otorgado por el hombre y la mujer que se han sometido a
la TRA. Por ende, si la filiación no se encontrase determinada y la persona que se ha
sometido a la TRA la reclamase, bastará con la probanza del consentimiento para que el
juez la determine por sentencia. En el mismo sentido, si se impugnase la filiación padre-
hijo o madre-hijo por parte del tercero progenitor biológico, reclamando la suya con el hijo,
bastará con que el demandado oponga el consentimiento que otorgó para la aplicación de la
TRA como excepción para que se rechace la demanda.
6. TÉCNICAS DE REPRODUCCIÓN HUMANA ASISTIDA Y DERECHO DE
IDENTIDAD.
No cabe duda que el hombre y la mujer que se sometieron a la respectiva TRA,
consintiendo en ella, no pueden impugnar la filiación así determinada ni reclamar otra
distinta. Así fluye con claridad de la lectura del artículo 182 CC. No obstante, no existe la
misma claridad respecto a si el hijo concebido por TRA puede impugnar la filiación así
determinada y reclamar la de sus progenitores (tercero o terceros donantes de gametos).
Al respecto, pueden distinguirse varias posiciones.
Por un lado, hay quienes entienden que, en tanto el derecho de identidad está consagrado en
los artículos 7 y 8 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, tratado
Internacional que versa sobre los derechos fundamentales de los niños, el cual está suscrito
y ratificado por Chile, el menor tiene derecho a impugnar la filiación determinada por
aplicación de una TRA y a reclamar la de sus progenitores. Además, así lo podría exigir el
interés superior del niño, el cual irradia toda la Convención y está expresamente
contemplado en el artículo 3. Esta tesis se ve refrendada por el artículo 5 de la CPR, el cual
brinda a los tratados internacionales que versen sobre los derechos esenciales que emanan
de la naturaleza humana una jerarquía normativa superior a la ley. En esta línea Corral
Talciani.133
Por otro lado, hay quienes entienden que, en atención al derecho a la privacidad de los
donantes de gametos, así como también su derecho a la intimidad –particularmente, en lo
que respecta a utilización que haga de sus facultades genésicas-, no puede reclamarse
respecto a ellos una relación de filiación con el concebido por aplicación de TRA. Es claro
133
Ibíd. pp. 9 y 10.
207
que estos terceros no han querido ser padres, y, por otro lado, el consentimiento que han
otorgado el hombre y la mujer que se han sometido a la TRA ha sustituido por completo la
cópula sexual, siendo aquel consentimiento -y no la información genética o vínculo
sanguíneo-, el fundamento y causa eficiente de la filiación. Por otra parte, quienes adhieren
a esta tesis, señalan también que no es efectivo que el conocimiento, por parte del
concebido por aplicación de una TRA, de que sus progenitores biológicos no coinciden con
sus padres, tienda a proteger su interés superior.
Fuera de estas radicales tesis, la doctrina mayoritaria señala que el derecho a la identidad,
en caso de aplicación de una TRA, implica conocer el origen biológico, sin que ello
importe alteración de la filiación. En otras palabras, se concluye, en base al artículo 182 del
CC, que el concebido por aplicación de TRA no puede impugnar la filiación así
determinada ni reclamar otra distinta, sin perjuicio de que tenga derecho a conocer cuál es
su origen biológico.
Entre los partidarios de esta tesis, hay quienes entienden que el derecho a conocer el propio
origen se agotaría en conocer los datos genotípicos y fenotípicos del donante. Esto se
fundaría en el derecho a la salud y a la integridad física y psíquica, toda vez que de esta
manera podrían prevenirse o curarse enfermedades o anomalías hereditarias. Por lo demás,
quienes abogan por esta solución, plantean que esta alternativa ponderaría adecuadamente
el derecho a la intimidad del donante, pues no es legítimo que otras personas puedan saber
el empleo que el donante hace de sus aptitudes genésicas, y en particular de su uso del
semen o de óvulos (esta es la alternativa que recoge la legislación española134).
Empero, buena parte de la doctrina entiende que el derecho a conocer el origen biológico
no se agota en el conocimiento de datos genotípicos y fenotípicos, toda vez que es
razonable y legítimo que quien indaga acerca de su origen quiera poder arribar a una
persona individualizable, y no solamente a datos biogenéticos.
En esta última línea, Gómez de la Torre señala “considero que el hijo que nace producto de
la aplicación de una TRA con donante debe tener la posibilidad de saber que fue concebido
por este procedimiento y quién es su progenitor biológico, cuando alcance la mayoría de
edad, estableciendo un sistema similar a la Ley de Adopción, que permite al adoptado
cuando llega a la mayoría de edad saber quién es su progenitor biológico”.135
De la misma opinión son Turner, Molina y Momberg, quienes señalan “que esta es la
opción más adecuada, de acuerdo con la prevalencia que debe darse al interés superior del
hijo, y al derecho que tiene a conocer su propio origen, el cual no debe limitarse al acceso a
simples datos biogenéticos del dador. En todo caso, estimamos que este derecho sólo podría
ejercerse por el hijo una vez llegado a la mayoría de edad”.136 Esta es la alternativa que
recoge la legislación sueca.
134
Con todo, la ley española permite en ciertos casos excepcionales conocer la identidad del donante.
135
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit. p. 126.
136
Turner Saelzer, Susan, Molina Pezoa, Marcia y Momberg Uribe, Rodrigo, Técnicas de Reproducción
Asistida: Una perspectiva desde los intereses del hijo. Rev. derecho (Valdivia), dic. 2000, vol.11, p.19.
208
En consecuencia, según el raciocinio de estos autores, el artículo 182 inciso segundo del
CC impide que tanto los padres como el hijo impugnen la filiación determinada mediante
aplicación de técnicas de reproducción humana asistida, no pudiendo tampoco, ni padres ni
hijos, reclamar una distinta. Se privilegia entonces la relación de familia que se ha
desarrollado al alero de la filiación así determinada, protegiéndose a quienes han
desarrollado pública y privadamente la condición de padres de un hijo cuyo origen
biológico procede de terceros, sin que esto implique un perjuicio o merma al derecho a la
identidad que tiene el hijo.
3. PRINCIPIOS.
Los principios que informan al sistema de acciones de filiación se encuentran, en buena
medida, manifestados en el párrafo 1 del título VIII del libro I del CC, artículos 195 y
siguientes. A continuación pasamos a revisarlos:
3.1. Libre investigación de la paternidad y maternidad. Esta investigación amplia de la
paternidad y maternidad se encuentra consagrada en el artículo 195 inciso primero del CC.
Además, el inciso segundo de la misma norma establece la imprescriptibilidad e
irrenunciabilidad de la acción de reclamación de filiación. Ello se corresponde con un
aseguramiento efectivo del derecho a investigar la paternidad y la maternidad. Un plazo de
prescripción acotado habría mermado el interés superior del hijo. Con todo, los efectos
patrimoniales que se deriven de la determinación de la filiación quedan sujetos a las reglas
generales de prescripción y renuncia.
La doctrina y jurisprudencia señalan que las acciones de filiación propenden a realizar el
principio de la verdad biológica o real, por sobre la verdad formal, “al posibilitarse al hijo
el ejercicio de la acción de reclamación en términos amplios, en contra de quien
corresponda y apoyado por toda la gama de pruebas que admite la ley” (Mensaje del
Ejecutivo, Ley 19585). Con todo, dos excepciones al menos es posible mencionar al
principio aludido:
a) El artículo 182, que tiene por padre y madre del hijo concebido mediante la aplicación de
técnicas de reproducción humana asistida al hombre y la mujer que se sometieron a ella; y
b) El artículo 201, que hace prevalecer la posesión notoria del estado civil de hijo,
debidamente acreditada, por sobre las pruebas periciales de carácter biológico, en caso de
contradicción entre una y otras.137
Más allá de estas excepciones, el artículo 195 está en armonía con el artículo 7 de la
Convención de Derechos del Niño.
Respecto a la evolución normativa de esta materia nos remitimos a lo ya expuesto.
Es importante tener en cuenta el artículo 197 inciso 2, norma que pretende limitar el
ejercicio de acciones de filiación infundadas o temerarias. La norma señala que “La
persona que ejerza una acción de filiación de mala fe o con el propósito de lesionar la
honra de la persona demandada es obligada a indemnizar los perjuicios que cause al
afectado.”
3.2. Carácter secreto de los juicios de filiación. A fin de asegurar los derechos a la
privacidad y a la intimidad de los intervinientes (art. 19 n° 4 CPR), el artículo 197 dispone
137
Sobre este particular, Raúl Alvarez ha criticado la solución legal, planteando que la regla debió ser la
inversa, esto es, privilegiar la prueba pericial biológica, puesto que todo el sistema nuevo de filiación se
establece persiguiendo la verdad del nexo biológico de la procreación. Con todo, su postura no es compartida
prácticamente por nadie en doctrina, toda vez que el artículo 201 se inspira y tiende a la protección del interés
superior del niño.
210
que el proceso tendrá carácter secreto hasta que se dicte sentencia de término, y sólo
tendrán acceso a él las partes y sus apoderados judiciales.138
3.3. Las acciones de filiación son declarativas de derechos, no constitutivas. Esto se
corresponde con lo establecido en el artículo 181 inciso 1° del CC.
3.4. Las acciones de filiación, por regla general, sólo las puede ejercitar el propio interesado
(hijo, padre o madre) y son, en consecuencia, intransmisibles. A propósito de las acciones
de reclamación, las excepciones están dadas por los casos contemplados en los incisos 1° y
2° del artículo 207 del CC. Respecto a las acciones de impugnación, las excepciones están
contempladas en los artículos 213 inciso 1, 216 incisos 3, 4 y 5, y 218, todos del CC.
3.5. Medidas protectoras para el hijo durante el juicio. En particular, el artículo 209 del CC
establece que reclamada judicialmente la filiación, el juez podrá decretar alimentos
provisionales en los términos del artículo 327 del mismo cuerpo legal (se requiere
fundamento plausible).
3.6. Amplia admisibilidad probatoria, otorgándose especial importancia a las pruebas
periciales de carácter biológico. Esta amplitud y libertad probatorias está establecida en el
artículo 198, disponiéndose, con todo, ciertas limitaciones en el inciso segundo. La
regulación de las pruebas periciales de carácter biológico está contenida en el artículo 199.
La facultad del juez de decretar de oficio la rendición de ciertos medios de prueba,
contemplada en los artículos 198 y 199 bis, constituye una importante excepción al
principio dispositivo; esta excepción es congruente con el espíritu de la ley 19585, que
tiende a la búsqueda de la verdad biológica sobre la verdad formal.139
Profundización aspectos probatorios:
a) El artículo 198, en su inciso primero, hace alusión a “toda clase de pruebas”. Se ha
discutido si esta expresión se refiere a los medios de prueba contemplados en los artículos
1698 inciso 2 del CC y 341 del Código de Procedimiento Civil o si contempla también a
otros medios no expresamente regulados. Tanto la doctrina como la jurisprudencia se
inclinan por la segunda opción.
b) El artículo 198, en su inciso segundo, contempla limitaciones a la prueba testimonial (la
sola prueba testimonial es insuficiente para establecer la filiación) y a la de presunciones
judiciales (para que produzcan plena prueba deben cumplirse los requisitos establecidos en
138
Téngase presente que en un juicio de filiación existen derechos fundamentales que colisionan; por un lado,
el derecho fundamental del supuesto padre o madre, a la privacidad y la intimidad; y, por el otro, el derecho a
la identidad del menor. En la correspondiente ponderación prevalece el derecho a la identidad del hijo, pues
su interés superior merece una especial protección, y no existe una forma menos gravosa para indagar la
paternidad y la maternidad que el ejercicio de una acción de filiación.
139
Se ha intentado que se declare la inaplicabilidad por inconstitucionalidad de los artículos 198 y 199,
particularmente en lo que respecta a la prueba pericial de carácter biológico, en tanto supuestamente vulneran
el derecho a la integridad física y el derecho a la privacidad del supuesto padre o madre. Con todo, realizada
la ponderación, se ha entendido unánimemente que el derecho a la identidad debe prevalecer, por lo que los
artículos en cuestión se ajustan completamente a la carta fundamental.
211
el artículo 1712 del CC)140. Ahora bien, la prueba testimonial es insuficiente para establecer
la filiación, pero sí podrá ser suficiente, por ejemplo, para probar el concubinato de la
madre con el supuesto padre durante la época en que ha podido producirse legalmente la
concepción (art. 210 CC). Ese concubinato puede servir de base de presunción judicial (con
todo, esta presunción, a fin de producir plena prueba, ha de ser grave, precisa y concordante
con otras presunciones).
c) Las pruebas periciales de carácter biológico más conocidas son el análisis de grupos
sanguíneos, la prueba antropofórmica y la prueba de ADN. La de ADN es la que detenta
mayor certeza para probar la paternidad o maternidad, teniendo un grado de precisión que
va desde 98,36% al 99,99%.141
El artículo 199 (norma fundamental en la práctica, junto al artículo 199 bis) regula en
particular a este medio de prueba:
“Art. 199. Las pruebas periciales de carácter biológico se practicarán por el Servicio
Médico Legal o por laboratorios idóneos para ello, designados por el juez. Las partes
siempre, y por una sola vez, tendrán derecho a solicitar un nuevo informe pericial
biológico.
El juez podrá dar a estas pruebas periciales, por sí solas, valor suficiente para establecer
la paternidad o la maternidad, o para excluirla.
En todo caso, el juez recabará por la vía más expedita posible, antes de dictar
sentencia, los resultados de las pericias practicadas que no hubieren sido informados al
tribunal.
La negativa injustificada de una de las partes a practicarse el examen hará presumir
legalmente la paternidad o la maternidad, o la ausencia de ella, según corresponda.
Se entenderá que hay negativa injustificada si, citada la parte dos veces, no concurre a
la realización del examen. Para este efecto, las citaciones deberán efectuarse bajo
apercibimiento de aplicarse la presunción señalada en el inciso anterior.”
Se debe tener particularmente presente que el juez podrá dar a esta prueba pericial, el valor
de plena prueba, sea para establecer la paternidad o maternidad, sea para excluirla. En todo
caso, la ley no dice que la prueba pericial “tendrá” el valor de plena prueba, sino que el juez
“podrá” darle ese valor (art. 199, inciso 2° CC).
Establece también el CC, en el artículo 199 bis inciso 1°, en qué casos el juez debe ordenar,
de inmediato, que se practique la prueba pericial biológica:
i) si la persona demandada, no comparece a la audiencia preparatoria, a que se refieren los
artículos 59 a 61 de la ley 19968;
140
Las presunciones judiciales, en estricto rigor, no constituyen medios de prueba, sino mecanismos de los
que se puede hacer valer el juez para tener por acreditado un hecho. Esta materia se revisará oportunamente
en derecho procesal.
141
Gómez de la Torre Vargas, Maricruz, ob. cit., p. 81.
212
142
Ibíd. p. 87.
143
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit., p. 13.
144
Ibíd. p. 14.
214
b) Hijo póstumo o padre que muere dentro de los 180 días siguientes al parto (Art. 206
CC):
La acción de reclamación puede dirigirse en contra de los herederos del padre, dentro del
plazo de 3 años desde la muerte.
Si el hijo es incapaz, el plazo se cuenta desde que alcanza la capacidad (Art. 206 CC).
Con todo, en doctrina se discute si el hijo de filiación indeterminada, que no se encuentra
en alguna de las hipótesis contempladas en el artículo 206, puede ejercer la acción de
reclamación en contra de los herederos de aquella persona que cree padre o madre. En
principio, el tenor literal de los artículos 205 y 206 parece excluir dicha posibilidad, pero el
análisis no es tan simple si se tienen a la vista los artículos 317 y 1097, además del artículo
5° transitorio de la ley 19585 (a contrario sensu) y el artículo 7 de la Convención de
Derechos del Niño, que consagra el derecho de identidad, derecho que, por lo demás,
inspira al sistema de investigación amplia de la filiación consagrado en los artículos 195,
198, 199, 199 bis, 200 y 201 del CC. Por otra parte, la eventual improcedencia de la acción
de reclamación en este caso podría constituir una discriminación arbitraria respecto al hijo
o hija que se encuentra en dicha situación. El punto es sumamente álgido en doctrina
(Corral Talciani estima que no es procedente. Ramos Pazos, Quintana Villar y Gómez de la
Torre opinan que sí) y en el último tiempo ha ido prevaleciendo la tesis de que el artículo
206 es excepcional y debe interpretarse restrictiva y separadamente; si el hijo no se
encuentra en alguna de las hipótesis allí contenidas, se aplica entonces el artículo 317 y se
permite el ejercicio de la acción de reclamación en contra de los herederos del padre o
madre sin que exista plazo de prescripción.
Gómez de la Torre plantea el dilema en los siguientes términos: “¿Qué ocurre en el caso
que el padre haya muerto sin reconocer al hijo? Hay dos interpretaciones al respecto. La
opinión mayoritaria señala que la acción de reclamación debe entablarse en vida del
supuesto padre o madre, salvo la excepción del artículo 206 del Código Civil. En
consecuencia, la legislación queda restringida al caso del hijo póstumo o cuyo padre
fallece dentro de los 180 días siguientes al parto, y fija un plazo de 3 años para hacerla
efectiva. Por tratarse de una disposición especial, primaría sobre la regla general del
artículo 317 del Código Civil. La otra interpretación estima que es posible demandar a los
herederos. Se basa en que si bien la norma del artículo 205 dice que la acción ‘le
corresponde sólo al hijo contra su padre o madre’, lo es en el presupuesto que el padre o
madre se encuentren vivos. La Ley Nº 19.585 incorporó un inciso 2º al artículo 317 del
Código Civil, que dice (…) Por tanto, este artículo es la regla general y el artículo 206 del
Código Civil establece una excepción a esta regla general, la que sólo puede aplicarse
dentro de los límites que ella misma fija: esto es, en los dos casos antes señalados. En los
demás casos, recupera su imperio la regla del artículo 317 del Código Civil. Por su parte,
el artículo 5º transitorio de la Ley Nº 19.585 indica ‘No obstante, no podrá reclamarse la
paternidad o maternidad respecto de personas fallecidas con anterioridad a la entrada en
vigencia de la presente ley’. Por tanto, si el padre o madre estaban vivos en la fecha de
entrada en vigencia de la ley (27 de octubre de 1999) a su muerte los herederos pueden ser
216
demandados. Otros agregan que si ha muerto el presunto padre, tendríamos que aplicar el
artículo 1097 del Código Civil, que prescribe que los herederos representan al causante y
en consecuencia debe admitirse la demanda. Esta segunda interpretación está acorde con
la Ley Nº 19.585, que establece la libre investigación de la paternidad y la
imprescriptibilidad de la acción de reclamación. De lo contrario se estaría privando del
derecho a la identidad del hijo, con lo cual no sólo se estaría infringiendo la ley chilena,
sino también el artículo 7 de la Convención de los Derechos del Niño y el artículo 18 del
Pacto de San José de Costa Rica.”145
Si bien a la fecha en que Gómez de la Torre escribió el párrafo transcrito la doctrina
mayoritaria se inclinaba por negar la procedencia de la acción de reclamación en contra de
los herederos, salvo los casos contemplados en el artículo 206, hoy en día la mayor parte de
la doctrina entiende que la acción sí es procedente. Por lo demás, antes de la fecha de
publicación de la obra de Gómez de la Torre, la mismísima Corte Suprema, en sentencia
dictada con fecha 21 de septiembre de 2006, causa Rol N° 3.249-05, acogió una demanda
de reclamación de filiación en contra de los herederos del padre fallecido.
Es muy importante tener presente también que el Tribunal Constitucional, en sentencia
dictada con fecha 4 de septiembre de 2011, causa Rol N° 2.035-11, estima contrario a la
Constitución el que el legislador haya circunscrito la posibilidad de deducir la acción de
reclamación contra los herederos del presunto padre cuando éste haya fallecido antes del
parto o, a más tardar, dentro de los 180 días siguientes al mismo, toda vez que este último
requisito entraña, en opinión de los sentenciadores, una exigencia arbitraria que limita
injustificadamente el derecho del hijo a reclamar su filiación. Con todo, el Tribunal
Constitucional entiende que el plazo de prescripción de 3 años establecido en el mismo
artículo 206 es razonable y se conforma con el imperativo de la certeza jurídica (existe un
voto de minoría que entiende, en base al derecho a la identidad, que el artículo 206 es, por
entero, inconstitucional, pues contiene una discriminación arbitraria).
3. CARACTERÍSTICAS DE LA ACCIÓN DE RECLAMACIÓN.
3.1. Imprescriptible e irrenunciable, pero sus efectos patrimoniales se rigen por las reglas
generales (Art. 195 inc. 2º CC).
3.2. Personalísima: no se puede ceder ni transmitir, salvo en el caso del hijo que muere
siendo incapaz o antes de cumplirse tres años desde que adquiere la plena capacidad
3.3. Se tramita en un juicio de filiación. Dicho juicio, a su vez, tiene las siguientes
características:
a) Es un juicio ordinario de familia.146
b) El proceso es secreto hasta que se dicte sentencia de término (Art. 197 inc. 1º CC).
145
Gómez de la Torre, ob. cit., pp. 91 y 92.
146
El juicio ordinario de familia está regulado en la ley 19968. No debe confundirse con el juicio ordinario de
mayor cuantía, regulado en el libro II del CPC.
217
147
El abandono comprende tanto el hecho de no haber proporcionado el respectivo padre o madre alimentos a
la criatura, como el habérselos proporcionado por un tiempo, cesando en el cumplimiento de ese deber básico,
mientras el niño era aún infante.
218
148
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit., pp. 18 y 19.
219
verdadero padre o madre del que pasa por hijo de otros, o como verdadero hijo del padre o
madre que le desconoce.
9. SUBINSCRIPCIÓN DE LA SENTENCIA QUE ACOGE ACCIONES DE
RECLAMACIÓN O DE IMPUGNACIÓN.
El artículo 221 del CC establece que “La sentencia que dé lugar a la acción de
reclamación o de impugnación deberá subinscribirse al margen de la inscripción de
nacimiento del hijo, y no perjudicará los derechos de terceros de buena fe que hayan sido
adquiridos con anterioridad a la subinscripción”.
del mismo artículo. La madre, por ejemplo, ya no haría en su calidad de representante legal,
sino por su propio interés149. Así Orrego.150
b) Por la otra, a fin de precaver cualquier problema práctico, el plazo de un año
contemplado en el artículo 214 debiese computarse, en el caso del artículo 216 inciso 2°,
desde el reconocimiento. Así Quintana Villar.151
4.2. Los herederos del hijo.
Si el hijo muere desconociendo el reconocimiento o antes de que expire el plazo para
impugnar, la acción corresponde a sus herederos por el mismo plazo o por lo que falte,
respectivamente, contado desde la muerte del hijo.
4.3. Toda persona que pruebe interés actual en la impugnación.
El plazo es de 1 año contado desde que tuvo ese interés y pudo hacer valer su derecho. La
jurisprudencia y la mayoría de la doctrina han entendido que el interés debe ser patrimonial.
Quintana Villar, en contra, estima que el interés no necesariamente debe ser patrimonial.
5. IMPUGNACIÓN DE LA MATERNIDAD.
Puede impugnarse refutando los hechos en que se funda (art. 217 CC):
i. La existencia del parto (falso parto).
ii. Que el hijo sea producto de ese parto (suplantación del hijo).
Personas que pueden entablar la acción (Art. 217 y 218 CC):
5.1. El marido de la supuesta madre.
El plazo es de 1 año desde el nacimiento del hijo.
5.2. La supuesta madre.
El plazo es de 1 año desde el nacimiento del hijo.
5.3. Los verdaderos padre o madre.
No hay plazo, pues se entabla conjuntamente la reclamación.
5.4. El verdadero hijo, o el que pasa por tal.
Si se reclama conjuntamente la determinación de la filiación auténtica. Si no la entabla
conjuntamente con la reclamación, el plazo es de 1 año desde que alcanza la plena
capacidad.
149
El interés de la madre radicará en que no se le imponga a su hijo una falsa filiación que a su vez pueda
afectar la titularidad del cuidado personal y otros derechos-deberes respecto a su hijo.
150
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit. pp. 27 y 28.
151
Quintana Villar, María Soledad, ob. cit. 278.
223
Conforme al artículo 217 inciso final, si sale inesperadamente a la luz algún hecho
incompatible con la maternidad putativa, puede subsistir o revivir la acción respectiva por 1
año desde la revelación del hecho.
5.5. Toda otra persona a quien la maternidad aparente perjudique actualmente en sus
derechos sobre la sucesión de los supuestos padre o madre, siempre que no exista posesión
notoria.
El plazo es de 1 año desde el fallecimiento del padre o de la madre (art. 218 CC).
Será necesario, por ende, que haya fallecido el supuesto padre o madre y que el tercero
posea derechos en la sucesión de aquél.
Conviene tener presente que la ley dispone que a ninguno de los que hayan tenido parte en
el fraude de falso parto o de suplantación del hijo, aprovechará en manera alguna el
descubrimiento del fraude, ni aún para ejercer sobre el hijo los derechos de patria potestad,
o para exigirle alimentos, o para suceder en sus bienes por causa de muerte (art. 219 inciso
1° CC).
La sentencia que sancione el fraude o la suplantación deberá declarar expresamente esta
privación de derechos y se subinscribirá al margen de la inscripción de nacimiento del hijo
(art. 219 inciso 2° CC).
6. JUICIOS DE IMPUGNACIÓN.
Se tramitan ante los tribunales de familia. El juicio pertinente tiene las siguientes
características:
a) Es un juicio ordinario de familia.
b) El proceso es secreto hasta que se dicte sentencia de término (art. 197 inc. 1º CC).
7. SITUACIÓN ESPECIAL DEL HIJO CONCEBIDO MEDIANTE TÉCNICAS DE
REPRODUCCIÓN ASISTIDA.
Como ya revisamos, no cabe la impugnación de la filiación determinada mediante técnicas
de reproducción humana asistida, ni la reclamación de una filiación diferente.
8. SUBINSCRIPCIÓN DE LA SENTENCIA QUE ACOGE ACCIONES DE
RECLAMACIÓN O DE IMPUGNACIÓN.
El artículo 221 del CC establece que “La sentencia que dé lugar a la acción de
reclamación o de impugnación deberá subinscribirse al margen de la inscripción de
nacimiento del hijo, y no perjudicará los derechos de terceros de buena fe que hayan sido
adquiridos con anterioridad a la subinscripción”.
Dispone el artículo 202 que la acción para impetrar la nulidad del acto de reconocimiento
por vicios de la voluntad prescribirá en el plazo de un año, contado desde la fecha de su
otorgamiento o, en el caso de fuerza, desde el día en que ésta hubiere cesado.
Llama la atención de inmediato que el precepto alude únicamente a los “vicios de la
voluntad”, por lo que no es claro si puede demandarse la nulidad por el incumplimiento de
los demás requisitos y formalidades que exige la ley para el reconocimiento. Quintana
Villar entiende que en dicho caso serían aplicables las reglas generales, es decir, las
contempladas en el título XX del libro IV (“de la nulidad y la rescisión”, arts. 1681 y
siguientes del CC).152
2. CARACTERÍSTICAS.
La acción en cuestión presenta las siguientes características:
2.1. Pertenece al grupo de “acciones de filiación”, tanto porque se encuentra contemplada
en el Título que se refiere a ellas, cuanto porque su objetivo es declarar la nulidad del acto
de reconocimiento de la paternidad o de la maternidad, privando por ende al que había sido
reconocido, de la filiación que emanaba de dicho reconocimiento.
2.2. Es una acción de nulidad, por lo que su presupuesto es la falta de validez del acto de
reconocimiento. Al respecto, el artículo 202 contempla como única causal la existencia de
vicios de la voluntad, por lo que técnicamente se trataría de un caso de nulidad relativa. Si
se trata del incumplimiento de otros requisitos o formalidades, estese a la opinión de
Quintana Villar recientemente expuesta.
2.3. Es una acción prescriptible. Dispone el artículo 202 que la acción prescribirá en el
plazo de un año. Si no se ejerce la acción dentro de plazo, debe entenderse que el acto está
saneado por el transcurso del tiempo. Este año se computará de dos maneras, según cual
fuere la causal de nulidad:
a. Si hubo error o dolo, prescribirá en un año, contado desde la fecha del otorgamiento del
acto de reconocimiento.
b. Si hubo fuerza, prescribirá en un año, contado desde el día en que ésta hubiere cesado.
En caso que se siga la opinión de Quintana Villar, respecto a otros vicios de nulidad que
puedan afectar al reconocimiento, se habrá de estar a las reglas generales, siendo el plazo
de prescripción de cuatro o diez años según se trate de nulidad relativa o absoluta.
2.4. Es una acción personal, pues puede ser ejercida únicamente por determinadas personas
y debe ser dirigida únicamente en contra de otras determinadas personas. Se discute quiénes
tienen legitimación activa. Por una parte, hay quienes postulan que la tienen sólo el
supuesto progenitor que reconoció, y en caso de fallecer, sus herederos (así se desprendería
del artículo 1684 del CC)153. Por otra parte, Corral Talciani y Quintana Villar, en base al
152
Quintana Villar, María Soledad, ob. cit., p. 282.
153
Se discute en doctrina si los herederos, en este caso, deben actuar de consuno o si, por el contrario, pueden
deducir la acción separadamente. Por una parte, en tanto los herederos colectivamente considerados
225
mismo artículo 1684 (“todos aquellos en cuyo beneficio la han establecido las leyes o sus
herederos o cesionarios”), entienden que la acción corresponde al padre o madre que ha
reconocido y a todo aquél que sea titular de la acción de impugnación de dicho
reconocimiento154. Tratándose de los herederos del supuesto padre o madre, éstos sólo
podrían gozar del residuo del plazo que hubiere quedado al momento de morir el que había
reconocido. La legitimación pasiva recae sólo en el supuesto hijo, o de ser éste incapaz, su
representante legal.
2.5. Es una acción que, de ser acogida, produce efectos absolutos y no relativos. En efecto,
tal como dispone el artículo 315 del CC: “El fallo judicial pronunciado en conformidad
con lo dispuesto en el Título VIII que declara verdadera o falsa la paternidad o maternidad
del hijo, no sólo vale respecto de las personas que han intervenido en el juicio, sino
respecto de todos, relativamente a los efectos que dicha paternidad o maternidad
acarrea”. De esta manera, como indica Orrego Acuña, “si quien acciona fue la persona
que había reconocido a su supuesto hijo y dicha acción fuere en definitiva acogida, podría
ocurrir que la sentencia afecte no sólo al que hasta ese momento pasaba por hijo, sino que
también a otras personas, como por ejemplo sus descendientes (y que tenían por ende la
calidad de nietos de quien había reconocido).”155
representan a la persona difunta, se ha entendido que la acción debe ser ejercida de consuno. Por la otra, a la
luz del artículo 315 del CC, se ha estimado que cada heredero podría por sí sólo ejercer la acción, afectando la
sentencia obtenida, no obstante, a todos los herederos, Con todo, la cuestión carece de relevancia práctica,
pues los herederos están legitimados para ejercer la acción de impugnación de paternidad determinada por
reconocimiento (art. 216, inciso final) y la acción de impugnación de la maternidad (art. 218).
154
Corral Talciani, Hernán, Determinación de la filiación y acciones de estado en la reforma de la ley N°
19.585, en Revista de Derecho, UCV, XX, pp. 95-96
155
Orrego Acuña, Juan Andrés, ob. cit., p. 17.
156
Quintana Villar, María Soledad, ob. cit., p. 281.
226
Conviene tener presente que recae sobre el hijo la carga de la prueba del conocimiento del
marido del estado de embarazo de la mujer al tiempo del matrimonio.
El artículo 184 inciso 2° se remite a los artículos 212 y siguientes en lo que respecta al
plazo y la forma de ejercer la acción. En consecuencia, son aplicables las reglas de
procedimiento de la acción de impugnación.
Art. 222. La preocupación fundamental de los padres es el interés superior del hijo, para lo
cual procurarán su mayor realización espiritual y material posible, y lo guiarán en el
ejercicio de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana de modo
conforme a la evolución de sus facultades.
Los hijos deben respeto y obediencia a sus padres.
Antes de la entrada en vigencia de la ley 20.680, el orden de los incisos era el inverso. La
sustitución en el orden de los incisos da cuenta de que el respeto y obediencia que los hijos
deben a sus padres no puede perjudicar su interés superior; tal interés ha de prevalecer
siempre, en atención a la situación de vulnerabilidad en que los hijos se encuentran respecto
a sus padres. En otras palabras, para el legislador es más importante que los padres
procuren la realización espiritual y material de los hijos antes de que éstos observen respeto
y obediencia a aquellos.
Antes de la entrada en vigencia de la ley 19.585, el artículo 219, primera norma en el título
IX, establecía que “Los hijos legítimos deben respeto y obediencia a su padre y su madre;
pero estarán especialmente sometidos a su padre”.
A su vez, el artículo 276 disponía: “Las obligaciones de los hijos legítimos para con sus
padres, expresadas en los artículos 219 y 220, se extienden al hijo natural con respecto al
padre o madre que le haya reconocido con las formalidades legales, y si ambos le han
reconocido de este modo, estará especialmente sometido al padre”.
El tenor de las normas era criticable en atención a la preeminencia que se otorgaba al padre
en desmedro de la mujer. Hoy en día, en base al principio de corresponsabilidad (art. 224),
no se justifica la preeminencia del padre ni de la madre, pues ambos concurren en un plano
de igualdad.
¿Hasta qué momento es exigible el cumplimiento del deber de respeto y obediencia?
El artículo 222 inciso 2° no lo señala. En base al artículo 223 se entiende que es exigible en
tanto no se haya producido la emancipación del hijo (arts. 269 y siguientes).
El deber de respeto y obediencia que tienen los hijos respecto a los padres es correlativo a
la facultad que tienen éstos de corregir a aquéllos (art. 234).
Situación extrema: Art. 234 inciso 3° “Cuando sea necesario para el bienestar del hijo, los
padres podrán solicitar al tribunal que determine sobre la vida futura de aquel por el
tiempo que estime más conveniente, el cual no podrá exceder del plazo que le falte para
cumplir dieciocho años de edad.” Esta situación podrá ocurrir cuando los padres se vean
sobrepasados por el menor; en otras palabras, ocurrirá cuando éste infrinja gravemente los
deberes de respeto y obediencia.
3. DEBER DE CUIDADO Y SOCORRO.
228
c) Cuando por sentencia judicial se haya declarado la inhabilidad moral del padre o
madre y se haya ordenado, por este motivo, la separación de éste o ésta respecto al
menor (art. 239 CC). La privación se mantiene mientras la resolución no sea
revocada.
d) Cuando el padre o madre haya cometido injuria atroz respecto al hijo (art. 324 CC).
e) Cuando el hijo haya sido víctima de un delito sexual cometido por el respectivo
padre o madre, existiendo sentencia condenatoria en contra de éste o ésta (art. 370
bis Código Penal).
4. DERECHO-DEBER DE CRIANZA.
La crianza de los hijos es la acción de promover y brindar soporte a la actividad física, la
actividad emocional, el desarrollo social y el desarrollo intelectual de un niño o niña desde
su infancia hasta su edad adulta.
En base al principio de corresponsabilidad, la crianza de los hijos debe realizarse en
conjunto por los padres, participando ambos en forma activa, equitativa y permanente en
dicho cometido (arts. 224, 225 inciso 2° y 229 inciso 4° CC). Esta participación se
materializa en los regímenes de cuidado personal y relación directa y regular.
Existe relativo consenso en la doctrina en cuanto a que el principio de corresponsabilidad,
si bien tiene su consagración principal y más clara a propósito del cuidado personal (arts.
224 y 225 inciso 2°), informa también la regulación de la relación directa y regular (art. 229
inciso 4°)
Justificación de la corresponsabilidad parental.
a) Desde un punto de vista sociológico, la corresponsabilidad se justifica en que
progresivamente el hombre y la mujer están compartiendo ámbitos que otrora
estaban diferenciados y reservados para uno u otro (“hombre-proveedor, mujer-
dueña de casa”).
b) Desde un punto de visto psicológico, es falso que los niños requieran solamente de
un progenitor que satisfaga sus necesidades biológicas y psicológicas. Los estudios
más contemporáneos demuestran que, tratándose de hijos de padres separados,
aquellos que mantuvieron un contacto periódico y estable con ambos padres
presentan un mayor y mejor desarrollo que los que mantuvieron un contacto directo,
continuo y exclusivo con uno.
c) Desde un punto de vista jurídico, el artículo 18.1 de la Convención de los Derechos
del Niño y los artículos 5 y 16 de la Convención para la Eliminación de Todas las
formas de Discriminación Contra la Mujer. Además, algunos autores entienden que
este principio emana directamente del interés superior del niño.
230
Eventual conflicto de intereses: Igualdad entre los padres versus interés superior del niño.
Fenómeno de los “niños mochila”157. Barcia sostiene que igualdad entre los padres debe
supeditarse y ser funcional a interés superior (prevalece este último en la ponderación).
5. CUIDADO PERSONAL.
Antes de la entrada en vigencia de la ley 20.680, el Código Civil contemplaba, entre otras,
las siguientes normas:
Art. 224. “Toca de consuno a los padres, o al padre o madre sobreviviente, el cuidado
personal de sus hijos.
El cuidado personal del hijo no concebido ni nacido durante el matrimonio, reconocido
por uno de los padres, corresponde al padre o madre que lo haya reconocido. Si no ha
sido reconocido por ninguno de sus padres, la persona que tendrá su cuidado será
determinada por el juez.”
Art. 225. “Si los padres viven separados, a la madre toca el cuidado personal de los hijos.
No obstante, mediante escritura pública, o acta extendida ante cualquiera oficial del
Registro Civil, subinscrita al margen de la inscripción de nacimiento del hijo dentro de los
treinta días siguientes a su otorgamiento, ambos padres, actuando de común acuerdo,
podrán determinar que el cuidado personal de uno o más hijos corresponda al padre. Este
acuerdo podrá revocarse, cumplimiento las mismas solemnidades.
En todo caso, cuando el interés del hijo lo haga indispensable, sea por maltrato, descuido
u otra causa calificada, el juez podrá entregar su cuidado personal al otro de los padres.
Pero no podrá confiar el cuidado personal al padre o madre que no hubiese contribuido a
la mantención del hijo mientras estuvo bajo el cuidado del otro padre, pudiendo hacerlo.
Mientras una subinscripción relativa al cuidado personal no sea cancelada por otra
posterior, todo nuevo acuerdo o resolución será inoponible.”
Regulación actual.
Hoy en día, con la entrada en vigencia de la ley 20.680, la regulación es la siguiente:
Art. 224. Toca de consuno a los padres, o al padre o madre sobreviviente, el cuidado
personal de sus hijos. Éste se basará en el principio de corresponsabilidad, en virtud del
cual ambos padres, vivan juntos o separados, participarán en forma activa, equitativa y
permanente en la crianza y educación de sus hijos.
El cuidado personal del hijo no concebido ni nacido durante el matrimonio, reconocido
por uno de los padres, corresponde al padre o madre que lo haya reconocido. Si no ha sido
reconocido por ninguno de sus padres, la persona que tendrá su cuidado será determinada
por el juez.
157
Niños cuyos padres tienen sus respectivos domicilios a una gran distancia, y que, en razón de un régimen
de cuidado personal compartido o de una relación directa y regular amplia con el padre que no detenta el
cuidado personal, no generan arraigo en ninguno de esos domicilios.
231
Art. 225. Si los padres viven separados podrán determinar de común acuerdo que el
cuidado personal de los hijos corresponda al padre, a la madre o a ambos en forma
compartida. El acuerdo se otorgará por escritura pública o acta extendida ante cualquier
oficial del Registro Civil y deberá ser subinscrito al margen de la inscripción de
nacimiento del hijo dentro de los treinta días subsiguientes a su otorgamiento. Este
acuerdo establecerá la frecuencia y libertad con que el padre o madre que no tiene el
cuidado personal mantendrá una relación directa y regular con los hijos y podrá revocarse
o modificarse cumpliendo las mismas solemnidades.
El cuidado personal compartido es un régimen de vida que procura estimular la
corresponsabilidad de ambos padres que viven separados, en la crianza y educación de los
hijos comunes, mediante un sistema de residencia que asegure su adecuada estabilidad y
continuidad.
A falta del acuerdo del inciso primero, los hijos continuarán bajo el cuidado personal
del padre o madre con quien estén conviviendo.
En cualesquiera de los casos establecidos en este artículo, cuando las circunstancias lo
requieran y el interés superior del hijo lo haga conveniente, el juez podrá atribuir el
cuidado personal del hijo al otro de los padres, o radicarlo en uno solo de ellos, si por
acuerdo existiere alguna forma de ejercicio compartido. Lo anterior debe entenderse sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo 226.
En ningún caso el juez podrá fundar exclusivamente su decisión en la capacidad
económica de los padres.
Siempre que el juez atribuya el cuidado personal del hijo a uno de los padres, deberá
establecer, de oficio o a petición de parte, en la misma resolución, la frecuencia y libertad
con que el otro padre o madre que no tiene el cuidado personal mantendrá una relación
directa y regular con los hijos, considerando su interés superior, siempre que se cumplan
los criterios dispuestos en el artículo 229.
Mientras una nueva subinscripción relativa al cuidado personal no sea cancelada por
otra posterior, todo nuevo acuerdo o resolución será inoponible a terceros.
Art. 226. “Podrá el juez, en el caso de inhabilidad física o moral de ambos padres, confiar
el cuidado personal de los hijos a otra persona o personas competentes, velando
primordialmente por el interés superior del niño conforme a los criterios establecidos en el
artículo 225-2.
En la elección de estas personas se preferirá a los consanguíneos más próximos y, en
especial, a los ascendientes, al cónyuge o al conviviente civil del padre o madre, según
corresponda.”
Art. 227. “En las materias a que se refieren los artículos precedentes, el juez oirá a los
hijos y a los parientes.
Las resoluciones que se dicten, una vez ejecutoriadas, se subinscribirán en la forma y
plazo
que establece el artículo 225.
El juez podrá apremiar en la forma establecida en el artículo 543 del Código de
Procedimiento Civil, a quien fuere condenado por resolución judicial que cause ejecutoria,
a hacer entrega del hijo y no lo hiciere o se negare a hacerlo en el plazo que se hubiere
determinado para estos efectos. En igual apremio incurrirá el que retuviere especies del
hijo y se negare a hacer entrega de ellas a requerimiento del juez.”
Artículo 543, inciso 1º, del Código de Procedimiento Civil: “Cuando se pida apremio
contra el deudor, podrá el tribunal imponerle arresto hasta por quince días o multa
proporcional, y repetir estas medidas para obtener el cumplimiento de la obligación.”
6. RELACIÓN DIRECTA Y REGULAR.
233
la modalidad de esta relación atendido el interés del hijo, en conformidad a los criterios
del artículo 229.”
En base al tenor de la norma, se discute si los abuelos tendrían legitimación activa para
solicitar al juez que regule la libertad y frecuencia con que ejercerán la relación directa y
regular con su nieto. Con todo, en base a una interpretación finalista, la historia de la ley y
el interés superior del niño, la doctrina ha entendido que efectivamente los abuelos tienen
legitimidad activa.
Por otro lado, Orrego sostiene que la mantención de una relación directa y regular no sólo
es deseable respecto a los abuelos, sino también respecto a los bisabuelos y demás
ascendientes si es que los hay.
Restricción, suspensión y privación de la relación directa y regular.
inciso final del artículo 229, que “Se suspenderá o restringirá el ejercicio de este derecho
cuando manifiestamente perjudique el bienestar del hijo, lo que declarará el tribunal
fundadamente.”
Por otro lado, en los casos contemplados en los artículos 203, 238 y 239 del Código Civil,
el padre o madre respectivo estará privado del derecho a mantener una relación directa y
regular con su hijo.
Respecto al caso contemplado en el artículo 203, Orrego, de la mano de alguna
jurisprudencia, estima que en tanto la relación directa y regular es un derecho-deber,
igualmente podría exigirse al juez, por parte del menor o su representante legal, que se
regula la libertad y frecuencia con que se ejercerá, pues ello podría ir en favor del interés
superior del menor.
En el Código Penal también se contempla un caso en que el padre o madre respectivo se ve
privado de los derechos que la ley le confiere respecto a la persona y bienes del hijo: Art.
370 bis. “El que fuere condenado por alguno de los delitos a que se refieren los dos
párrafos anteriores (delitos sexuales) cometido en la persona de un menor del que sea
pariente, quedará privado de la patria potestad si la tuviere o inhabilitado para obtenerla
si no la tuviere y, además, de todos los derechos que por el ministerio de la ley se le
confirieren respecto de la persona y bienes del ofendido, de sus ascendientes y
descendientes. El juez así lo declarará en la sentencia, decretará la emancipación del
menor si correspondiere, y ordenará dejar constancia de ello mediante subinscripción
practicada al margen de la inscripción de nacimiento del menor. Además, si el condenado
es una de las personas llamadas por ley a dar su autorización para que la víctima salga del
país, se prescindirá en lo sucesivo de aquélla.”
7. FACULTAD DE CORREGIR A LOS HIJOS.
El antiguo artículo 233, originario del Código Civil, decía que “El padre tendrá la facultad
de corregir y castigar moderadamente a sus hijos, y cuando esto no alcanzare, podrá
imponerles la pena de detención hasta por un mes en un establecimiento correccional.
237
Bastará al efecto la demanda del padre, y el juez en virtud de ella expedirá la orden de
arresto. Pero si el hijo hubiere cumplido dieciséis años, no ordenará el juez el arresto, sino
después de calificar los motivos, y podrá extenderlo hasta por seis meses a lo más. El
padre podrá a su arbitrio hacer cesar el arresto.
Obviamente, la norma fue modificada en múltiples ocasiones y hoy en día ya no mantiene
su vigor. El actual artículo 234 establece que:
Art. 234. “Los padres tendrán la facultad de corregir a los hijos, cuidando que ello no
menoscabe su salud ni su desarrollo personal. Esta facultad excluye toda forma de
maltrato físico y sicológico y deberá, en todo caso, ejercerse en conformidad a la ley y a
la Convención sobre los Derechos del Niño.
Si se produjese tal menoscabo o se temiese fundadamente que ocurra, el juez, a petición
de cualquiera persona o de oficio, podrá decretar una o más de las medidas cautelares
especiales del artículo 71 de la ley N° 19.968, con sujeción al procedimiento previsto en el
Párrafo primero del Título IV de la misma ley, sin perjuicio de las sanciones que
correspondiere aplicar por la infracción.
Cuando sea necesario para el bienestar del hijo, los padres podrán solicitar al tribunal
que determine sobre la vida futura de aquel por el tiempo que estime más conveniente, el
cual no podrá exceder del plazo que le falte para cumplir dieciocho años de edad.
Las resoluciones del juez no podrán ser modificadas por la sola voluntad de los
padres.”
También se debe tener presente lo dispuesto por los artículos 5 y 7 de la ley 20.066, sobre
violencia intrafamiliar.
Art. 5.- “Violencia intrafamiliar. Será constitutivo de violencia intrafamiliar todo maltrato
que afecte la vida o la integridad física o psíquica de quien tenga o haya tenido la calidad
de cónyuge del ofensor o una relación de convivencia con él; o sea pariente por
consanguinidad o por afinidad en toda la línea recta o en la colateral hasta el tercer grado
inclusive, del ofensor o de su cónyuge o de su actual conviviente.
También habrá violencia intrafamiliar cuando la conducta referida en el inciso
precedente ocurra entre los padres de un hijo común, o recaiga sobre persona menor de
edad, adulto mayor o discapacitada que se encuentre bajo el cuidado o dependencia de
cualquiera de los integrantes del grupo familiar.”
Art. 7.- “Situación de riesgo. Cuando exista una situación de riesgo inminente para una o
más personas de sufrir un maltrato constitutivo de violencia intrafamiliar, aun cuando éste
no se haya llevado a cabo, el tribunal, con el solo mérito de la denuncia, deberá adoptar
las medidas de protección o cautelares que correspondan.”
Finalmente, se debe tener presente el artículo 235 del CC:
238
los padres, o cuando uno de ellos esté ausente o impedido o se negare injustificadamente,
se requerirá autorización judicial.
En todo caso, cuando el interés del hijo lo haga indispensable, a petición de uno de los
padres, el juez podrá confiar el ejercicio de la patria potestad al padre o madre que
carecía de él, o radicarlo en uno solo de los padres, si la ejercieren conjuntamente.
Ejecutoriada la resolución, se subinscribirá dentro del mismo plazo señalado en el inciso
primero.
En defecto del padre o madre que tuviere la patria potestad, los derechos y deberes
corresponderán al otro de los padres.
Cabe tener presente que, tal como explica Orrego, se entiende por actos de mera
conservación aquellos destinados a evitar la pérdida, menoscabo o disminución del valor de
los bienes del menor. Los actos conservativos pueden ser materiales o jurídicos. Es un
acto conservativo material, por ejemplo, ejecutar mejoras necesarias en una vivienda; es un
acto conservativo jurídico, por ejemplo, interponer una querella posesoria.
La norma es análoga al artículo 224, con la diferencia de que, en base a ésta última, en caso
que los padres vivan juntos, les toca necesariamente de consuno el cuidado personal de la
crianza y educación de los hijos. Así lo exige el principio de corresponsabilidad. La
autonomía de la voluntad tiene aplicación, en esa materia, solamente cuando los padres
vivan separados.
Art. 245. Si los padres viven separados, la patria potestad será ejercida por aquel que
tenga a su cargo el cuidado personal del hijo, o por ambos, de conformidad al artículo 225
(al nuevo art. 225).
Sin embargo, por acuerdo de los padres o resolución judicial fundada en el interés del
hijo, podrá atribuirse la patria potestad al otro padre o radicarla en uno de ellos si la
ejercieren conjuntamente. Además, basándose en igual interés, los padres podrán ejercerla
en forma conjunta. Se aplicarán al acuerdo o a la resolución judicial las normas sobre
subinscripción previstas en el artículo precedente.
En el ejercicio de la patria potestad conjunta, se aplicará lo establecido en el inciso
tercero del artículo anterior. (en otras palabras, se permite actuación indistinta en los
actos de mera conservación; se exige actuación conjunta en los demás actos; en caso de
desacuerdo, ausencia, impedimento o negativa injustificada, autorización judicial).
Debe tenerse presente que todo nuevo acuerdo o resolución debe ser subinscrito a fin de
cancelar subinscripción anterior y ser oponible a terceros (art. 246 CC)
¿Qué ocurre si falta ambos padres?
Si la filiación no se encuentra determinada respecto del padre ni respecto de la madre, o si
ésta ha sido determinada judicialmente contra su oposición, se debe nombrar un guardador
al hijo. Art. 248. Técnicamente el guardador no ejerce la patria potestad, pues ésta es
institución privativa de los padres.
242
El artículo 439 concede al hijo sometido a curaduría, que tuviese un peculio profesional, las
mismas facultades de que goza el sujeto a patria potestad.
2. Bienes adquiridos por el hijo a título de donación, herencia o legado, cuando el donante
o testador:
a) Ha estipulado que no tenga el goce quien ejerza la patria potestad,
b) Ha impuesto la condición de obtener la emancipación, o
c) Ha dispuesto expresamente que tenga el goce el hijo.
3. Herencias o legados que han pasado al hijo por incapacidad, indignidad o
desheredamiento del padre o madre que tiene la patria potestad. Respecto de ellos, tiene el
goce el hijo o el otro padre.
Tratándose de los bienes contemplados en los números 2 y 3, que conforman el
denominado “peculio adventicio extraordinario”, el derecho legal de goce pasa al otro
padre.
Si ambos están impedidos, la propiedad plena pertenece al hijo y se le debe dar un curador
para la administración (Art. 253 inc. 2º CC).
5. ADMINISTRACIÓN DE LOS BIENES DEL HIJO.
1. Bienes que forman el peculio profesional o industrial: los administra el hijo, con las
limitaciones del artículo 254: no se podrán enajenar ni gravar en caso alguno los bienes
raíces del hijo, aun pertenecientes a su peculio profesional o industrial, ni sus derechos
hereditarios, sin autorización del juez con conocimiento de causa.
2. Respecto de los otros bienes: la regla es que los administre quien tenga el derecho
legal de goce (Art. 253 inc. 1º CC). Si el padre o la madre que tiene la patria potestad no
puede ejercer sobre uno o más bienes del hijo el derecho legal de goce, éste pasará al otro;
y si ambos estuviesen impedidos, la propiedad plena pertenecerá al hijo y se le dará un
curador para la administración.
Limitaciones a la administración del padre y/o madre
1. Para enajenar o gravar bienes raíces del hijo, aun pertenecientes a su peculio profesional
o industrial, o derechos hereditarios, se requiere autorización judicial con conocimiento de
causa (Art. 254 CC). Sanción por la omisión: nulidad relativa.
2. No puede donar parte alguna de los bienes del hijo, ni darlos en arriendo por largo
tiempo, ni aceptar o repudiar una herencia deferida al hijo, sino en la forma y con las
limitaciones impuestas a los tutores y curadores:
Donaciones (Art. 402 CC): el padre no puede donar bienes raíces ni aun con autorización
judicial (sanción: nulidad absoluta), pero sí bienes muebles, que el juez autorizará sólo
cuando exista causa grave (sanción: nulidad relativa).
244
Arrendamientos de bienes inmuebles (Art. 407 CC): no puede arrendarlos por más de 5
años si son urbanos, ni por más de 8 si son rústicos, ni por más tiempo que el que falte para
que el menor cumpla 18 años. Sanción: inoponibilidad por el exceso.
Aceptación de una herencia (Art. 397 CC): debe aceptar con beneficio de inventario.
Sanción: el menor no será obligado por las deudas de la sucesión sino hasta concurrencia de
lo que exista en la herencia al momento de la demanda o de aquello que se pruebe que ha
empleado en su beneficio.
Repudiación de una herencia (Art. 397 CC): se requiere autorización judicial con
conocimiento de causa. Sanción: nulidad relativa.
3. Para provocar la partición de las herencias o bienes raíces en que tenga interés el menor,
requiere de autorización judicial (Art. 1322 CC). La designación de partidor requiere
aprobación judicial (Art. 1326 CC). Sanción en ambos casos: nulidad relativa de la
partición.
Responsabilidad del padre y/o la madre que detenta la patria potestad.
Art. 256. El padre o madre es responsable, en la administración de los bienes del hijo, hasta
de la culpa leve.
La responsabilidad para con el hijo se extiende a la propiedad y a los frutos, en aquellos
bienes del hijo en que tiene la administración, pero no el goce, y se limita a la propiedad
cuando ejerce ambas facultades sobre los bienes.
Privilegio en favor del hijo.
El hijo tiene un crédito privilegiado de cuarta clase por los bienes de su propiedad que sean
administrados por el padre o madre, sobre los bienes de éstos (Art. 2481 N° 4 CC).
Extinción de la administración del padre o la madre.
1. Emancipación del hijo.
2. Suspensión de la patria potestad (Art. 257 inc. 2º CC).
3. Privación de la administración de los bienes del hijo al padre, madre o ambos, por
haberse hecho culpable de dolo o de grave negligencia habitual (Art. 257 inc. 1º CC).
Rendición de cuenta.
Al término de la patria potestad, los padres deben poner a sus hijos en conocimiento de la
administración ejercida sobre sus bienes (Art. 259 CC).
6. REPRESENTACIÓN LEGAL (JUDICIAL Y EXTRAJUDICIAL).
El hijo menor adulto tiene capacidad para celebrar ciertos actos:
245
Actos judiciales o extrajudiciales que digan relación con su peculio profesional o industrial
(Art. 251 CC). En todo caso, deben tener presentes las limitaciones contempladas en el
artículo 254.
Además, el hijo menor adulto puede celebrar actos de familia tales como casarse (si tiene
más de 16 años), testar y reconocer hijos.
Incapacidad del hijo menor: fuera de las excepciones recién señaladas, el hijo tiene que
actuar representado o autorizado por su representante legal.
Representación extrajudicial.
El representante legal es el padre o la madre que lo tenga bajo su patria potestad. Si
ninguno lo tiene, lo representa el respectivo curador.
Efectos de los actos del hijo, ajenos al peculio, autorizados o representados (Art. 261 CC):
1. Si el que ejerce la patria potestad está casado en sociedad conyugal: obligan directamente
a éste, en conformidad a las disposiciones de ese régimen, y subsidiariamente al hijo, hasta
concurrencia del beneficio que le reporte.
Si no hay sociedad conyugal: sólo obliga al padre o madre que haya intervenido, pero
puede repetir contra el otro en la parte en que haya debido proveer a las necesidades del
hijo.
Efectos de los actos del hijo sin autorización del representante (Art. 260 CC): le obligan
exclusivamente en su peculio profesional o industrial. Pero si no tiene, la sanción es la
nulidad relativa (sanción normal).
Contratos entre padres e hijos sometidos a su patria potestad: la ley sólo prohíbe la
compraventa (Art. 1796 CC). Fuera de este caso (y el de la permuta, por aplicación del Art.
1900 CC), la contratación entre ellos es posible, sin perjuicio de la incompatibilidad de
intereses que puede darse (la incompatibilidad de intereses se presentará prácticamente
siempre, salvo que se trate de contratos que cedan únicamente en beneficio de los hijos).
Representación judicial.
Juicios en que el hijo es demandante o querellante (Art. 264 CC): el hijo no puede
comparecer sino autorizado o representado por quien tiene la patria potestad. Si éste niega
su consentimiento o está inhabilitado para prestarlo, puede suplirlo el juez, y dará al hijo un
curador para la litis.
Acciones civiles seguidas contra el hijo (Art. 265 CC): el actor debe dirigirse a quien tenga
la patria potestad, para que autorice o represente al hijo en la litis. Si la ejercen ambos
padres, basta que se dirija en contra de uno. Si se niega o no puede autorizar o representar,
el juez puede suplirlo, y dará un curador para la litis. Esto no rige en juicios relativos al
peculio.
246
Juicios criminales en contra del hijo (Art. 266 CC): no se requiere la intervención de quien
tiene la patria potestad, pero está obligado a suministrarle los auxilios que necesite para su
defensa.
Juicios del hijo en contra del padre o madre que ejerce la patria potestad (Art. 263 CC):
requiere autorización del juez, que le dará un curador para la litis. El padre o madre deben
proveerlo de expensas para el juicio, lo que regulará el juez.
7. SUSPENSIÓN DE LA PATRIA POTESTAD.
En este supuesto la patria potestad no se extingue, sino que cesa su ejercicio mientras
subsista el impedimento que la ley tiene en vista.
Casos (Art. 267 CC):
1. Demencia del que la ejerce (no se requiere que se haya decretado la interdicción).
2. Menor edad del que la ejerce.
3. Por estar el que la ejerce en entredicho de administrar sus bienes, cualquiera sea la causa
de la interdicción.
4. Larga ausencia u otro impedimento físico del que la ejerce, de los cuales se siga perjuicio
grave a los intereses del hijo.
Efectos de la suspensión.
Si se suspende respecto de uno de los padres, pasa a ser ejercida por el otro.
Si se suspende respecto de ambos, el hijo queda sujeto a guarda.
La suspensión de la patria potestad opera por sentencia judicial; no opera de pleno derecho,
salvo que se trate de la menor edad de quien la ejerce. Debe ser decretada judicialmente con
conocimiento de causa (Art. 268 inc. 1º CC).
Cuando cesa la causa que motivó la suspensión, el juez puede decretar que el padre o la
madre recupere la patria potestad, en atención al interés del hijo (Art. 268 inc. 2º CC).
Las resoluciones de suspensión y recuperación de la patria potestad deben subinscribirse al
margen de la inscripción de nacimiento (requisito de oponibilidad, Art. 268 inc. final CC).
8. EMANCIPACIÓN.
La emancipación se define como el hecho que pone fin a la patria potestad del padre, de la
madre o de ambos, según sea el caso (Art. 269 CC).
Las normas sobre emancipación son de orden público. Por ello, las causales de
emancipación son taxativas.
247
La emancipación puede ser legal o judicial. Con la entrada en vigencia de la ley 19.585 se
derogó la emancipación voluntaria.
Emancipación legal.
Se produce por el sólo ministerio de la ley, en los siguientes casos (Art. 270 CC):
1. Muerte del padre o madre, salvo que corresponda ejercerla al otro.
2. Decreto que da la posesión provisoria o definitiva de los bienes del padre o madre
desaparecidos, salvo que corresponda ejercerla al otro.
3. Matrimonio del hijo.
4. Mayoría de edad del hijo.
Emancipación judicial.
Se produce por sentencia judicial en los siguientes casos (Art. 271 CC):
1. Padre o madre que maltrata habitualmente al hijo, salvo que corresponda ejercerla al
otro.
2. Abandono del hijo, salvo que corresponda ejercerla al otro.
3. Padre o madre condenados por delito que merezca pena aflictiva, por sentencia judicial
ejecutoriada, aunque recaiga indulto, salvo que el juez estime que no hay riesgo para el
interés del hijo, o corresponda ejercerla al otro.
4. Inhabilidad física o moral del padre o madre, salvo que corresponda ejercerla al otro.
La sentencia que declara la emancipación judicial debe subinscribirse al margen de la
inscripción de nacimiento del hijo (requisito de oponibilidad).
Efectos de la emancipación.
La emancipación no transforma al menor en capaz, salvo que la causal sea haber llegado a
la mayoría de edad. El hijo menor que se emancipa queda sujeto a guarda (Art. 273 CC).
Irrevocabilidad de la emancipación
Toda emancipación es irrevocable, salvo en el caso de muerte presunta o de inhabilidad
moral del padre o madre, las que pueden ser dejadas sin efecto probando fehacientemente la
existencia o el cese de la inhabilidad del padre o madre. En estos casos, la revocación debe
cumplir ciertos requisitos (Art. 272 CC):
i) Debe ser ordenada por sentencia judicial.
ii) Sólo cabe cuando la emancipación se ha producido por las causales de los arts. 270
N° 2 y 271 N° 4 CC.
iii) El tribunal sólo puede decretarla cuando conviene a los intereses del hijo.
248
a. Provisorios: son los que el juez ordena otorgar mientras se ventila el juicio de alimentos,
desde que en el mismo juicio el que los demanda ofrezca fundamento plausible (Art. 327
CC).
b. Definitivos: son los que se determinan en una sentencia definitiva firme.
Cuando se ordena pago de alimentos provisorios, quien los recibe debe devolverlos si en
definitiva no se da lugar a su demanda de alimentos, a menos que la haya intentado de
buena fe y con fundamento plausible (art. 327 CC)
3. Atendiendo a si la pensión del período es o no actualmente exigible:
a. Alimentos futuros.
b. Alimentos devengados o atrasados.
4. Atendiendo a su función:
a. Alimentos congruos. Son aquellos que permiten al alimentario subsistir
modestamente de un modo correspondiente a su posición social.
b. Alimentos necesarios. Son aquellos que únicamente habilitar para sustentar la vida,
sin atender a la posición social del alimentario.
Con la ley 19.585 se eliminó la distinción entre alimentos congruos y necesarios,
subsistiendo únicamente la primera categoría. No obstante, Orrego Acuña y Quintana Villar
entienden que subsisten dos casos de alimentos necesarios:
i. Los alimentos que el marido o la mujer deben al cónyuge por cuya culpa se haya
dado causa a la separación judicial (art. 175, en relación armónica con art. 174 CC)
ii. Los alimentos que se deben a aquél que ha incurrido en injuria atroz, siempre que su
conducta fuese atenuada por circunstancias graves en la conducta del alimentante
(art. 324 CC)
4. REQUISITOS.
1. Estado de necesidad en el alimentario.
Así fluye del artículo 330 del CC, el cual señala: “Los alimentos no se deben sino en la
parte en que los medios de subsistencia del alimentario no le alcancen para subsistir de un
modo correspondiente a su posición social.”
2. Que el alimentante tenga los medios necesarios para otorgarlos:
Así fluye del artículo 329, el cual dispone: “En la tasación de los alimentos se deberán
tomar siempre en consideración las facultades del deudor y sus circunstancias
domésticas.”
Por excepción, se presume que el alimentante tiene los medios para dar alimentos cuando
los demanda un menor a su padre o madre. Art. 3 inciso 5° 14.908: Para los efectos de
250
decretar los alimentos cuando un menor los solicite de su padre o madre, se presumirá que
el alimentante tiene los medios para otorgarlos.
3. Fuente legal.
Tiene que existir una norma legal que obligue a pagar alimentos. La principal es el Art. 321
CC. Sin embargo, existen otras fuentes.
5. A QUIÉNES SE DEBE ALIMENTOS.
La norma fundamental es el artículo 321 del CC.
Art. 321. Se deben alimentos:
1º. Al cónyuge;
2º. A los descendientes;
3º. A los ascendientes;
4º. A los hermanos, y
5º. Al que hizo una donación cuantiosa, si no hubiere sido rescindida o revocada.
La acción del donante se dirigirá contra el donatario.
No se deben alimentos a las personas aquí designadas, en los casos en que una ley
expresa se los niegue.
En consecuencia, se debe alimentar al cónyuge, a los descendientes, a los ascendientes, a
los hermanos y a quien haya incurrido en una donación cuantiosa que no haya sido
revocada ni rescindida.
Con todo, fuera del CC también existen normas que confieren derecho de alimentos. A
continuación revisaremos los casos más importantes:
1. Madre biológica del niño que está por nacer.
Artículo 1 inciso 4° ley 14.908: La madre, cualquiera sea su edad, podrá solicitar
alimentos para el hijo ya nacido o que está por nacer. Si aquélla es menor, el juez deberá
ejercer la facultad que le otorga el artículo 19 de la ley Nº 19.968, en interés de la madre.
2. Adoptado y adoptante conforme a la ley 7.613.
Artículo 22. La obligación alimenticia es recíproca entre el adoptante y el adoptado. Los
alimentos se deberán en conformidad a las reglas del Titulo XVIII del Libro I del Código
Civil, y en los mismos términos establecidos a favor de las personas indicadas en los
números segundo y tercero del artículo 321 del dicho Código.
El adoptado menor de edad no estará obligado a suministrar alimentos al adoptante.
251
3. Víctimas y/o parientes de las víctimas de ciertos delitos penales. Arts. 410 y 411 Código
Penal.
Art. 410. En los casos de homicidio o lesiones a que se refieren los párrafos I, III y IV del
presente título, el ofensor, a más de las penas que con ello se establecen, quedará
obligado:
1°. A suministrar alimentos a la familia del occiso.
2°. A pagar la curación del demente o imposibilitado para el trabajo y a dar alimentos a
él y a su familia.
3°. A pagar la curación del ofendido en los demás casos de lesiones y a dar alimentos a
él y a su familia mientras dure la imposibilidad para el trabajo ocasionada por tales
lesiones.
Los alimentos serán siempre congruos tratándose del ofendido, y la obligación de darlos
cesa si éste tiene bienes suficientes con que atender a su cómoda subsistencia y para
suministrarlos a su familia en los casos y en la forma que determina el Código Civil.
Art. 411. Para los efectos del artículo anterior se entiende por familia todas las personas
que tienen derecho a pedir alimentos al ofendido.
6. ORDEN DE PRECEDENCIA PARA PEDIR ALIMENTOS.
La norma fundamental es el artículo 326 del CC, el cual dispone:
Art. 326. El que para pedir alimentos reúna varios títulos de los enumerados en el artículo
321, sólo podrá hacer uso de uno de ellos, en el siguiente orden:
1º. El que tenga según el número 5º.
2º. El que tenga según el número 1º.
3º. El que tenga según el número 2º.
4º. El que tenga según el número 3º.
5º. El del número 4º no tendrá lugar sino a falta
de todos los otros.
Entre varios ascendientes o descendientes debe recurrirse a los de próximo grado.
Entre los de un mismo grado, como también entre varios obligados por un mismo título, el
juez distribuirá la obligación en proporción a sus facultades. Habiendo varios alimentarios
respecto de un mismo deudor, el juez distribuirá los alimentos en proporción a las
necesidades de aquéllos.
Sólo en el caso de insuficiencia de todos los obligados por el título preferente, podrá
recurrirse a otro.
7. CARACTERÍSTICAS DEL DERECHO DE ALIMENTOS.
252
i. La regla general es que las obligaciones son transmisibles. La excepción requiere texto
expreso.
ii. Los herederos representan al causante, son continuadores de su personalidad, por lo que
técnicamente cumplen sus mismas obligaciones.
iii. Los alimentos se conceden por toda la vida del alimentario si continúan las
circunstancias que legitimaron la demanda. Ello es así a pesar de la muerte del alimentante;
tienen que hacerse cargo de la obligación los herederos.
10. TRIBUNAL COMPETENTE PARA CONOCER DE LAS DEMANDAR DE
ALIMENTOS.
El artículo 1 de la ley 14.908, modificado por la ley 19.968, dispone:
Art. 1. De los juicios de alimentos, conocerá el juez de familia del domicilio del
alimentante o del alimentario, a elección de este último. Estos juicios se tramitarán
conforme a la ley Nº 19.968, con las modificaciones establecidas en este cuerpo legal.
Será competente para conocer de las demandas de aumento de la pensión alimenticia el
mismo tribunal que decretó la pensión o el del nuevo domicilio del alimentario, a elección
de éste.
De las demandas de rebaja o cese de la pensión conocerá el tribunal del domicilio del
alimentario.
La madre, cualquiera sea su edad, podrá solicitar alimentos para el hijo ya nacido o que
está por nacer. Si aquélla es menor, el juez deberá ejercer la facultad que le otorga el
artículo 19 de la ley Nº 19.968, en interés de la madre.”
Debe tenerse presente que los alimentos constituyen una materia de mediación previa
obligatoria conforme al artículo 106 de la ley 19.968.
11. TRANSACCIÓN EN MATERIA DE ALIMENTOS FUTUROS.
Esta materia está regulada por el artículo 2451 del CC, el cual dispone: “La transacción
sobre alimentos futuros de las personas a quienes se deban por ley, no valdrá sin
aprobación judicial; ni podrá el juez aprobarla, si en ella se contraviene a lo dispuesto en
los artículos 334 y 335.”
Sanción: la transacción adolece de nulidad absoluta.
12. MODIFICACIÓN DE LAS PENSIONES DE ALIMENTOS.
La sentencia que fija una pensión de alimentos es inamovible mientras se mantengan las
circunstancias que la hicieron procedente. Pero si estas circunstancias varían, las sentencias
son modificables (Art. 332 inc. 1º CC). Por ello se dice que las sentencias en materia de
alimentos no producen cosa juzgada sustancial. Con todo, ello es un error, pues existe cosa
juzgada sustancial provisional.
254
Lo normal es que fije una suma de dinero, pero también puede fijar un derecho de
usufructo, uso o habitación sobre bienes del alimentante, quien no podrá enajenarlos sin
autorización del juez. Si se trata de un bien raíz, debe inscribirse tanto el gravamen como la
prohibición en el CBR.
2. Cuantía:
La fija el tribunal teniendo en cuenta los medios de que dispone el alimentante y las
necesidades del alimentario (Art. 331 CC). Limitación importante: no puede exceder del
50% de las rentas del alimentante (Art. 7 inciso 1° ley 14.908).
A su vez, conforme al artículo 3 de la ley 14.908, para los efectos de decretar los alimentos
cuando un menor los solicitare de su padre o madre, se presumirá que el alimentante tiene
los medios para otorgarlos. En virtud de esta presunción, el monto mínimo de la pensión
alimenticia que se decrete a favor de un menor alimentario no podrá ser inferior al cuarenta
por ciento del ingreso mínimo remuneracional que corresponda según la edad del
alimentante. Tratándose de dos o más menores, dicho monto no podrá ser inferior al 30%
por cada uno de ellos. Todo lo anterior es sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso primero
del artículo 7° de la presente ley.
Con todo, como la misma norma señala, se trata de una presunción, pudiendo acreditarse
que el alimentante no tiene facultades o que sus facultades no le permiten otorgar una
pensión de un 40% o de un 30% de un ingreso mínimo remuneracional.
3. Reajustabilidad:
Conforme al inciso 3° del artículo 7 la ley 14.908, cuando la pensión alimenticia no se fije
en un porcentaje de los ingresos del alimentante, ni en ingresos mínimos, ni en otros
valores reajustables, sino en una suma determinada, ésta se reajustará semestralmente de
acuerdo al alza que haya experimentado el Indice de Precios al Consumidor fijado por el
Instituto Nacional de Estadísticas, o el organismo que haga sus veces, desde el mes
siguiente a aquél en que quedó ejecutoriada la resolución que determina el monto de la
pensión.
4. Fecha desde la cual se deben:
Se deben desde la primera demanda (notificación), y se pagan por mensualidades
anticipadas (Art. 331 CC). No se puede pedir la restitución de la parte de las anticipaciones
que el alimentario no haya devengado por haber fallecido.
16. EXTINCIÓN DE LA OBLIGACIÓN DE PAGAR ALIMENTOS.
Los alimentos se entienden concedidos para toda la vida del alimentario, continuando las
circunstancias que legitimaron la demanda (Art. 332 inc. 1º CC). En consecuencia, mientras
subsistan las condiciones vigentes al momento en que los alimentos se dieron, la obligación
256
se mantiene, pero en ningún caso más allá de la vida del alimentario, porque el derecho de
alimentos no se transmite (Art. 334 CC).
Excepción (Art. 332 inc. 2º CC): los alimentos concedidos a los descendientes y a los
hermanos se devengan hasta que cumplan 21 años, salvo que:
a) Estén estudiando una profesión u oficio: cesa a los 28 años, o
b) Les afecte una incapacidad física o mental que les impida subsistir por sí mismos, o
c) El juez los considere indispensables para su subsistencia, por circunstancias
calificadas.
17. CESE DE LOS ALIMENTOS POR INCURRIR EL ALIMENTARIO EN
INJURIA ATROZ.
Art. 324 incisos primero y segundo CC. “En el caso de injuria atroz cesará la obligación
de prestar alimentos. Pero si la conducta del alimentario fuere atenuada por
circunstancias graves en la conducta del alimentante, podrá el juez moderar el rigor de
esta disposición.
Sólo constituyen injuria atroz las conductas descritas en el artículo 968.”
Las conductas referidas son los casos de indignidad para suceder:
Art. 968. Son indignos de suceder al difunto como herederos o legatarios:
1º. El que ha cometido el crimen de homicidio en la persona del difunto, o ha
intervenido en este crimen por obra o consejo, o la dejó perecer pudiendo salvarla;
2º. El que cometió atentado grave contra la vida, el honor o los bienes de la persona de
cuya sucesión se trata, o de su cónyuge, o de cualquiera de sus ascendientes o
descendientes, con tal que dicho atentado se pruebe por sentencia ejecutoriada;
3º. El consanguíneo dentro del sexto grado inclusive, que en el estado de demencia o
destitución de la persona de cuya sucesión se trata, no la socorrió pudiendo;
4º. El que por fuerza o dolo obtuvo alguna disposición testamentaria del difunto, o le
impidió testar;
5º. El que dolosamente ha detenido u ocultado un testamento del difunto, presumiéndose
dolo por el mero hecho de la detención u ocultación.
Cabe tener presente que, de conformidad al artículo 973 del Código Civil, la indignidad
puede ser perdonada por el afectado por la injuria.
18. LOS PADRES QUE ABANDONARON AL HIJO EN SU INFANCIA CARECEN
DEL DERECHO DE ALIMENTOS.
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Art. 324 inc. final CC. “Quedarán privados del derecho a pedir alimentos al hijo el padre
o la madre que le haya abandonado en su infancia, cuando la filiación haya debido ser
establecida por medio de sentencia judicial contra su oposición.”
Se deben cumplir ambas circunstancias para que los padres estén privados del derecho de
alimentos, es decir:
a) Se debe haber establecido su paternidad y/o maternidad por sentencia judicial contra
su oposición.
b) El padre o madre debe haber abandonado al menor en su infancia.
Más allá del tenor de los artículos 203, 238 y 239, el artículo 324 se alza como una norma
especial, debiendo aplicarse preferentemente. Así lo entiende Quintana Villar.
158
En este capítulo sigo prácticamente al pie de la letra la primera parte del capítulo XII del apunte del
profesor Cristián Boetsch Gillet.
258
d) La tutela no admite clasificación: sólo existe la tutela del impúber (artículo 341 CC). En
la curatela hay distinciones, porque a ella están sometidas diferentes clases de incapaces:
pueden ser generales, especiales, adjuntas, de bienes, interinas.
e) Para nombrar a un tutor, no se consulta a la voluntad del impúber. Cuando se designa
curador a un menor adulto, éste propone a la persona (artículo 437 CC).
3. CARACTERES COMUNES A TUTORES Y CURADORES.
1) Son cargos obligatorios (artículo 338 CC). La no aceptación trae aparejada una sanción:
son indignos de suceder el tutor o curador que nombrados por el testador se excusen sin
causa legítima.
2) Se otorgan en favor de personas que no se hallan bajo potestad de padre o madre que les
pueda dar la protección debida. Sin embargo, la patria potestad no es incompatible con una
curaduría adjunta, sino sólo con la general (artículos 344 y 348 CC).
3) Tanto el tutor como el curador general tienen la representación legal del pupilo y la
administración de sus bienes (artículo 43 CC). Además, ambos deben cuidar de la persona
del pupilo (artículo 340 CC).
4) Por regla general, no se puede dar curador a quien ya está sometido a guarda.
Excepcionalmente, ello puede ocurrir cuando el tutor o curador alegue que los negocios del
pupilo son excesivamente complicados, caso en el cual el juez puede agregar un curador
(artículo 351 CC).
5) Lo normal es que el pupilo sea una sola persona. No obstante, pueden colocarse bajo una
misma tutela o curaduría 2 o más individuos con tal que haya entre ellos indivisión de
patrimonios (artículo 347 CC).
6) Un mismo pupilo puede tener uno o más guardadores (artículo 347 CC): una misma
tutela o curaduría puede ser ejercida conjuntamente por 2 o más tutores o curadores.
7) Los guardadores son, por regla general, personas naturales. Excepcionalmente, un banco
puede ser guardador, pero su función sólo alcanza a los bienes del pupilo, no a su persona.
4. CLASES DE CURADURÍAS.
a) Curaduría general:
Es aquella que se extiende tanto a la persona como a los bienes del pupilo (Artículo 340
CC).
Están sometidos a curaduría general (Artículo 342 CC):
1) Los menores adultos.
2) Los pródigos interdictos.
3) Los dementes interdictos.
259
i. El adoptante, con preferencia a los padres: con la actual ley de adopción, esto sólo
tiene aplicación respecto de las personas que tenían calidad de adoptante antes de que entró
en vigencia esta ley (en la ley actual, adoptante y adoptado son padre e hijo).
ii. El padre o madre pueden nombrar por testamento:
a. Tutor tanto a los hijos nacidos como a los que se encuentran en el vientre
materno, si nacen vivos (artículo 354 CC).
b. Curador a los menores adultos y a los adultos de cualquiera edad que se hallen en
estado de demencia o son sordos o sordomudos que no entienden ni se dan a entender
claramente (artículo 355 CC).
c. Curador para la defensa de los derechos eventuales del hijo que está por nacer
(artículo 356 CC).
2) Características de la guarda testamentaria:
i. Puede ser tutela o curaduría, y en este último caso, puede ser general, de bienes o
adjunta.
ii. Puede ser pura y simple o sujeta a condición suspensiva o resolutoria, o a plazo
suspensivo o extintivo (artículo 365 CC).
iii. Puede designarse uno o varios guardadores que ejerzan simultáneamente la
guarda o que la dividan entre sí (artículo 361 CC).
iv. Pueden nombrarse varios tutores o curadores que se sustituyan o sucedan uno a
otro (artículo 364 CC).
b) Legítima:
Artículo 353 inciso tercero CC. “Legítimas, las que se confieren por la ley a los parientes o
cónyuge del pupilo.”
Tiene lugar sólo cuando falta o expira la testamentaria (Art. 366 CC).
1) Personas llamadas a la guarda legítima (Art. 367 CC):
i. El padre.
ii. La madre.
iii. Los demás ascendiente de uno u otro sexo.
iv. Los hermanos de uno y otro sexo del pupilo y los hermanos de uno y otro sexo
de los ascendientes del pupilo.
2) Características de las guardas legítimas:
i. Puede ser tutela o curaduría general.
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