Cap. III Sacrana.
Cap. III Sacrana.
Cap. III Sacrana.
III SACRANA
1
No queremos profundizar aquí en la posible naturaleza y la no menos
hipotética ubicación de estas entidades poblacionales de reducidas
proporciones, por trascender tal objeto de los fines y límites del trabajo que
ahora nos ocupa. Baste por el momento señalar que la mayor parte de dichas
aldeas han sido -posteriormente a las fechas en las que escribía Moreno de
Guerra, a principios del siglo XX- identificadas y establecidas fuera de los
límites de nuestro término municipal, qudando situadas en tierras vecinas al
mismo, unas en El Puerto de Santa María, otras en Chiclana de la Frontera;
de todos modos, y como señalamos en otros párrafos de este texto, la
adscripción de alguna de estas alquerías o aldeas al territorio de Puerto Real
parece estar fuera de discusión; entre estas aldeas medievales
prefundacionales pertenecientes al actual término municipal portorrealeño se
contarían las de Rayhana y Xarrana.
documento conocido como "Bronce de Bonanza", hallado precisamente en la zona
de Bonanza, un puerto natural en el primer recodo del río Guadalquivir que
entonces como ahora (pese a las diferencias en el paisaje) pudo muy bien servir
para el resguardo de las embarcaciones y que aunaba lo marítimo con lo fluvial y
con lo interior, con unas explotaciones agrícolas que pudieron existir en época
romana como lo hacen hoy día. Se trata de una inscripción sobre una tablilla de
bronce (i.e., un epígrafe aéneo o bronce epigráfico) que -por lo que toca a su
cronología- podría muy posiblemente datar de los primeros momentos del Imperio
romano, de época de Augusto (esto es, del tercio final del siglo I a.C. y los principios
del siglo I d.C.) 2 ; en la referida tablilla se nos de un "...fundus Baianus, qui est in
agro qui Veneriensis vocatur, pago Olbensi..." (lo que es decir, de la "finca Baiana [o
“de Baiano”], que está en el campo que se denomina de Venus, en el pago
Olbense").
3
Avienio, Ora Maritima, vv. 266-274. Es interesante en este sentido apuntar
cómo frente a la hipotética decadencia física y económica de Gades, diversos
puntos de la costa interior de la Bahía, caso de El Puerto de Santa María (el
“Portus Menesthei” de las fuentes, donde la investigación parece inclinarse a
la hora de asentar el “portus Gaditanus” o “portus Balbus”) comienzan en
época bajoimperial un “floruit” refrendado por los yacimientos
arqueológicos, que aumentan su número coincidiendo con estas cronologías
tardías (sirva de muestra un botón, A.A.V.V., “Arqueología tardorromana y
postmedieval en Ganado, 21”, en Revista de Historia de El Puerto, nº. 15,
1995, pp. 11-39); no renunciamos a mencionar aquí un artículo clásico sobre
la posible situación y [las no menos posibles] características de la costa
gaditana en el siglo IV d.C., especialmente centrado en el área del Estrecho:
F.J. Presedo Velo, “La decadencia de Carteia”, en Habis 18-19, 1988-1989,
pp. 445-458.
Tal y como el núcleo portuense (que ya diera muestras de su pujanza y
dinamismo desde el Bronce, con el yacimiento de la Torre de Doña Blanca, por
ejemplo) habría despuntado nuevamente en estos momentos, a partir del siglo III
d.C. 4 , Asido habría podido tomar la cabecera de la comarca en época bajoimperial;
de esta forma, habrían sido el retroterra inmediato de la zona (Asido) junto al litoral
interior de la Bahía (Portus Menesthei) los que habrían tomado el relevo de la insula
gaditana en la punta de lanza de este área. Asido, que habría mantenido este papel
predominante en épocas bizantina (cfr. Salvador, 1991) y musulmana (cuando
habría aparecido como núcleo central de una chora propia, la de Sidún) 5 , habría
podido servirse de un puerto propio en el espejo interior de la Bahía, y situado en
torno a “Sacrana”, dependiente del núcleo asidonense (emplazado tierra adentro),
un puerto alejado del núcleo urbano al que se adscribe (un “epíneion”), repitiendo
esquemas tan válidos como clásicos y en vigor en ciudades provistas de una vía
fluvial que interconectara de forma activa ambos núcleos (el urbano principal y el
portuario), caso de Roma y Ostia, o no, como en el caso (más cercano, por su
paralelismo, al caso y circunstancias que nos ocupan) de Atenas y El Pireo.
Bahía, en fecha tan reciente como 1596 (d.C.) al asalto inglés de Cádiz; en
1808, sin embargo, los barcos del almirante Rossilly, supervivientes
franceses de la batalla de Trafalgar, no pudiern escapar de la Bahía
siguiendo ese camino, entre otras razones (junto a la ressitencia española en
La Carraca, que les cerraba el paso) por el propio estado del interior de la
Bahía, diferente en 1808 de lo que fuera en 1596; la existencia de pecios
tardorromanos (adscritos a los siglos III y V d.C.) en el ámbito del referido
caño de Sancti Petri (referencia que agradecemos a nuestro estimado colega
el Dr. García Vargas) evidencia la navegación hacia el interior de la Bahía
desde el Sur-S.E. en época paleocristiana, momento en el cual -quizá- dicha
vía acuática pudiera haber recibido el nombre que conserva, “de San Pedro”
[curiosamente cristalizado en latín, “fosilizado”, podría decirse]; es de
señalar igualmente que el topónimo “San Pedro” (referido a diversos
elementos del paisaje de la zona) se “mueve” por el ámbito meridional de la
Bahía gaditana, designando a dos caños: el de Sancti Petri (ya mencionado,
entrada Sur-Sureste de la Bahía por su saco meridional) y el río San Pedro
(paleocauce del Guadalete, hoy brazo de mar, que da al mar entre Puerto
Real y El Puerto de Santa María, al N.-N.O. del saco meridional de la
Bahía): ambas corrientes “cierran”, por así decirlo, el referido saco Sur de la
Bahía (una por el Sur, Sancti Petri, y otra por el Norte, San Pedro), hoy
como hace 1500 años, aunque la naturaleza de la más septentrional de ambas
haya variado, siendo que entonces era una de las paleobocas del Lakka-Wadi
Lakka-Guadalete), así como a la isla de Sancti Petri, junto al primero de los
dos caños mencionados, el meridional, lugar de culto (y vigilancia de los
accesos a la Bahía) desde la Antigüedad que mostrase continuidad del
mismo en época cristiana, así como ha mostrado continuidad el uso de
guardia y defensa: lo más destacado, arquitectónicamente hablando, de la
isla de Sancti Petri hoy día es el castillo que alberga, salvaguarda de época
moderna de la entrada Sur de la Bahía de Cádiz, la que tomarían quienes
accedieran a la misma desde el Sur o el Este.
posibles líneas de conexión entre “Sacrana” y “Jarana”, en unas conclusiones que no
son sólo fruto de nuestra investigación directa sino de la labor de otros estudiosos que
han querido acercarse al tema que ahora nos ocupa de forma -si se quiere- colateral,
al centrar su interés en el ámbito de la Bahía de Cádiz ya en época medieval.
8
Sería demasiado atractiva la posibilidad de que hubiera alguna relación
entre la toponimia (el nombre, el topónimo) de “Rayana” y la Regina (o aún
la Laepia Regia, latina en este caso e igualmente situada en el convento
gaditano) de Plinio [NH III.1(3), 15], un municipium civium Romanorum del
Conventus Gaditanus que de acuerdo con algunos investigadores podría
haber estado situado entre Arcos y Jerez de la Frontera, a lo largo del bajo
curso del Guadalete, como nos señala Chic García (“Lacca”, en Habis 10-
11, 1979-1980, pp. 274-275); en otro contexto andaluz, relativamente
cercano al de nuestro interés (Málaga), y para lo relativo a la relación entre
“Rayya” y “Regia”, vid. J.A. Correa, “Origen del corónimo RAYYA”, Al-
Qantara XXVII, nº. 1, enero-junio de 2006, pp. 207-214. En relación con
estas “ciudades gaditanas” de Plinio, nos recuerda G. Chic cómo el
almirante menciona (entre otras) a Cappa cum Oleastro. ¿Podría tratarse del
“Oleastro” de la Bahía? El mismo Chic lo señala así en la pg. 275 de su
texto, rechazando las aseveraciones de Mancheño, erudito arcense de
principios de siglo XX quien habría situado este Oleastro en el territorio de
su localidad (Chic, art. cit., pg. 275, n. 122); la situación de Cappa al N. de
la actual provincia gaditana, resultado de la orientación de las fuentes (como
el Cosmógrafo de Rávena IV, 42) es reflejada por Chic (que la sitúa al N.E.
de Asta y el N.O. de Arci -Chic, art. cit, pg. 277) o Tovar (Iberische
landeskunde... Baetica, pp. 49-50); para Turrirecina o Regina, vid.
igualmente Tovar, op. cit., pg. 56.
9
Así, e.g., Moreno de Guerra (op. cit.), pero no sólo él: algunos trabajos
más recientes, pero adscritos a la “escuela tradicional” o “conservadora” (si
de tanto como tal puede hablarse en la reciente Historiografía portorrealeña)
se limitan en apariencia (y en el fondo, lo cual es más definitorio) a ejercer
un “seguidismo” simplista de los textos historiográficos anteriores, sin
aportar nada nuevo, reproduciendo esquemas válidos en su día (hace, en el
caso de Moreno de Guerra, p.e., casi 100 años), pero en buena medida ya
desfasados en el momento presente (y en propio instante de la misma
redacción de dichos párrafos “seguidistas”); sírvanos como ejemplo un
botón: J. Mª. Cruz, “Realengo y señorío”, en A. Muro (et al.), Los pueblos
de la provincia de Cádiz. Puerto Real. Cádiz, 1983, pg. 45, donde se sigue
recitando (sin concesiones al avance de la investigación, y en detrimento de
la mejor inteligencia de nuestro pasado, merced al refuerzo simple de los
tópicos asentados y con la consecuente carencia de interés crítico) que “En
terrenos de la antigua alquería de Rayhana deciden los Reyes Católicos
establecer una fundación propia” (loc. cit.); viene a suceder con
Rayhana/Rayana lo que ha sucedido históricamente con el “Portus
Gaditanus” (“Balbus”): su adscripción física a tierras de Puerto Real se ha
desde Puerto Real, abordasen la realidad de un período (el medieval prefundacional)
10 aún “oscuro” (por así decirlo) en nuestra Historia local hasta nuestros días; en el
marco más general de la Bahía sí contamos con cierta tradición historiográfica relativa
a estas épocas 11 , y más recientemente hemos asistido a la renovación de los estudios
y consideraciones sobre esta zona de la Baja Andalucía en época medieval. Así,
trabajos como los de Abellán, (1996, 2002, 2004 y 2005), Fierro (1991), Franco (1995,
1997), Fresnadillo (1989) Martín (2003 y 2004), Pavón (1996), Sáez y Sáez (2005),
Sánchez (1986), Sánchez Saus (1996), Suárez Japón (1991) 12 , entre otros, han
15
Unas realidades como la alquería de Alcanate (Alcanatir, Alcanatif, “Los
Puentes”), ya beneficiaria de la repoblación alfonsí en el siglo XIII, o como
las aldeas (alcarrias o alquerías) existentes en esta misma zona de la costa
gaditana (“...toda la ribera / de las otras aldeas que estaban a orillas del Gran
Mar /”) y que ya fueran mencionadas por las Cantigas del Rey Sabio
(Cantiga 328, vv. 85-86); vid. al respecto J. Montoya Martínez, “Las
Cantigas de Santa María, fuente para la Historia gaditana”, en AAVV, Cádiz
en el siglo XIII. Actas de las “Jornadas Conmemorativas del VII Centenario
de la muerte de Alfonso X el Sabio”. Cádiz, 1983, pg. 197.
16
Abellán directamente considera al Barrio de Jarana como “heredero” de la
medieval Sarrana-Jarana (Abellán, 2004: 68), hipótesis nuestra que vemos
reflejada en sus páginas (y que es igualmente suya); nosotros consideramos
que existe una continuidad de identidad -y posiblemente de poblamiento, lo
cual haya mantenido la identidad- desde la Sacrana romana hasta la Jarana
actual, pasando por las Sarrana y Xarrana medieval y moderna); adjuntamos
una relación de algunos de nuestros trabajos relativos a Sacrana o el Litus
Curense (realizados en solitario o no); para “Sacrana”: cfr. M.J. Parodi
Álvarez, "Tesoros Olvidados LXV. Presencia Romana en el Término
Municipal. (XIII). Jarana-Sacrana (I), “Puerto Real Infomación”,
29.IV.1999; id., "Tesoros Olvidados LXVI. Presencia Romana en el Término
Municipal. (XIV). Jarana-Sacrana (II), “Puerto Real Información”,
13.V.1999; id., "Tesoros Olvidados LXVII. Presencia Romana en el Término
Municipal. (XV). Jarana-Sacrana (III), “Puerto Real Información”,
27.V.1999; M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, "Un posible vestigio del
pasado romano: El Barrio Jarana (I)", “Diario de Cádiz”, 01.IV.2001; eid.,
"Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (II)", “Diario de
Cádiz”, 08.IV.2001; eid., "Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio
Jarana (III)", “Diario de Cádiz”, 17.IV.2001; igualmente, cfr. M.J. Parodi
Álvarez y M.J. Izco Reina, "Un posible vestigio del pasado romano: El
Barrio Jarana (I)", en M.J. Parodi y M.J. Izco, Puerto Real. Apuntes para su
Historia. Sevilla 2005, pp. 63-64; eid., "Un posible vestigio del pasado
romano: El Barrio Jarana (II)", op. cit., pp. 65-66; eid., "Un posible vestigio
del pasado romano: El Barrio Jarana (III)", op. cit., pp. 67-68; eid., "Un
posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (IV)", op. cit., pp. 69-
71; eid., "Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (V)", op.
cit., pp. 72-74; eid., "Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio
Jarana (VI)", op. cit., pp. 75-77; eid., "Un posible vestigio del pasado
romano: El Barrio Jarana (VII)", op. cit., pp. 78-79. Para lo que atañe al
“Litus Curense”: vid. M.J. Parodi Álvarez, "Embarcaciones sutiles en el Litus
Curense: barcas, botes y pateras en la costa portorrealeña hace dos mil años",
trabajo presentado en el "II Ciclo de Conferencias sobre Puerto Real y su
nombres de Sarrana/Xarrana (por una parte), emplazada en territorio que luego
habría de ser de Puerto Real, y Rayhana (por otra) en tierras de La Puente, unas
tierras “rayhanenses” que serían desde 1303 parte del entonces recién creado
municipio de Chiclana de la Frontera (Abellán, 2004: 74-75) 17 . Franco Silva
(1995: 11-ss.) ya señala cómo “Rayhana” habría pertenecido al Lugar de La
Puente (en término municipal de San Fernando, hoy día), de acuerdo con la
concesión hecha por Alfonso XI del señorío de dicha alquería de Rayhana a su
criado Gonzalo Díaz de Sevilla en 1335 (una concesión regia confirmada
finalmente en 1338).
19
H. Sancho de Sopranis, “La repoblación y el repartimiento de Cádiz por
Alfonso X”, en Hispania XV, 1955, pp. 18-40.
20
Esto según J. Sánchez Herrero, “Aspectos urbanísticos de Cádiz durante
los siglos XIII al XV”, en AAVV, Cádiz en el siglo XIII. Actas de las
“Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el
Sabio”. Cádiz, 1983, pp. 24 -25, notas 16 y 18; cfr. asimismo J. Maldonado
Rosso, “El campo portuense a principios del siglo XIX. Análisis del régimen
de tenencia de la tierra”, en Cádiz en su Historia. Actas de las VI JHC. Cádiz
1988, pp. 137-148, para la identificación en tierras de El Puerto de Santa
María de suertes de tierra (a principios del siglo XIX -aunque Sánchez
Herrero, loc. cit., hace llegar la toponimia hasta hoy) denominadas Villarana,
Vaina (sic), Campín (sic, por la antigua “Campix”) o Grañina; A. Padilla
Monge, por su parte (“La transferencia de poder de Gades a Asido. Su
estudio desde una perspectiva social”, en Habis 21, 1990, pp. 241-258)
proporciona una relación razonada de topónimos de la provincia de Cádiz a
los que pone en relación con la hipotética existencia de una villa romana
“subyacente” bajo los mismos (apoyándose en trabajos precedentes como los
de Pabón o Hübner; J.M. Pabón, “Sobre los nombres de la villa romana en
Andalucía”, en Estudios dedicados a Menéndez Pidal 4. Madrid, 1953; E.
Hübner, “Nuevas observaciones sobe la geografía antigua de España”, en
BRAH VI, 1900): en relación con los topónimos que más nos interesan -y a
los que venimos considerando- cabe señalar cómo Padilla (art. cit., n. 28, pp.
248-250) recoge una “Baina”, en El Puerto de Santa María (relacionada
hipotéticamente con Badius, Baius o Vatius); una Fontanina, “alquería de la
zona de Cádiz de época de Alfonso X”; una Grañina, alquería a la que
emplaza en El Puerto de Santa María; una “Poblañina”, a la que relaciona
con “Publianus”, así como una “Jarana” y una “Xarana”, a las que Padilla
parece no relacionar a priori, aunque proporciona para ambas la misma
referencia, en una señalando a C. Pemán (“Alfares y embarcaderos romanos
en la provincia de Cádiz”, en AEArq 32, 1959, pg. 169) y en la otra
señalando a Hübner (art.cit., pg. 406); para una interpretación distinta sobre
la ubicación de algunas de estas alquerías (como la de Finogera, que es
ubicada al Sur de la vecina localidad de Chiclana -en territorio de Vejer de la
Frontera, más exactamente), vid. J. Bustamante Costa, “Topografía de las
aldeas de Vejer según los repartimientos”, en AA.VV., Excavaciones
arqueológicas en La Mesa (Chiclana de la Frontera, Cádiz). Chiclana 1999,
pp. 275-284 [en lo que quizá constituya un ejemplo de toponimia
coincidente: “Finogera” = “Hinojera: ¿un pago con abundancia de hinojo,
circunstancia que pudiera repetirse en un paisaje coincidente?]; como
muestra de divergencia entre autores -o de coincidencia toponomástica entre
lugares diferentes- podemos señalar cómo Bustamante señala la existencia de
una “Fuente de la Figuera” al E. de Conil de la Frontera y S.-S.O. de La
F.J. Lomas Salmonte y R. Sánchez Saus presentan un panorama en el
que de nuevo encontramos a Rayana como soporte de la repoblación fallida del
marqués de Cádiz (primero) y exitosa (luego) de la Corona castellana (entre 1480
y 1483). Otro topónimo que aparece en este contexto es el de “La Argamasilla”
(que quizá se encuentre -pero en este caso literalmente- bajo el actual solar del
Casco histórico de la Real Villa) 21 ; según la información manejada por Lomas y
Sánchez Saus, Cádiz habría intentado (bajo el mandato de Rodrigo Ponce el
Viejo) rehacerse en 1481 con unas tierras que habrían sido suyas (recordemos el
alfoz gaditano dispuesto originalmente por Alfonso X en 1262) y que, en algún
momento de la historia particular de estos territorios habrían sido usurpadas por el
concejo de Jerez (esto es, entre los finales del siglo XIII y estos fines del XV). El
marqués de Cádiz habría repartido tierras en este contexto entre la “Fuente de la
Muela (art. cit., pg. 284), siendo éste (“Fuente de la Higuera”) un antiguo
topónimo portorrealeño, recogido como tal ya en el siglo XV y sito en actual
pago de “Malas Noches”, de donde se canalizase el agua para el
abastecimiento de Puerto Real a través del acueducto del siglo XVIII; cfr. al
respcto R. Anarte Ávila, “El abastecimiento de agua potable a Puerto Real en
la Edad Moderna, en Actas de las IV JHPR. Puerto Real 1997, pp. 55-ss.;
igualmente J.M. Alcedo Torres y M.J. Parodi Álvarez, “La traída de aguas a
Puerto Real en el siglo XVIII. Su financiación”, en Actas de las IV JHPR.
Puerto Real 1997, pp. 69-ss.; la distancia desde dicha “Fuente de la Higuera”
a Puerto Real oscilaría entre una legua y media y dos leguas, según el patrón
adoptado [la otra “¿Fuente de la Figuera?” de La Muela (en el T.M. de Vejer
de la Frontera) debe ser -en lo que respecta a este caso- coincidencia
toponomástica o error de localización].
21
Quizá en topónimo de “Argamasilla” traiga a colación la calidad de
las tierras de este lugar o pago; recordemos en este sentido cómo
resulta significativa la existencia de yacimientos romanos en el
término municipal de Puerto Real, con una especial incidencia de las
figlinae, las factorías de producción de materiales cerámicos (ánforas
especialmente, pero no sólo ánforas) ya en el actual casco urbano
portorrealeño y sus inmediatos aledaños (caso de yacimientos como
los de “El Gallinero”, “Brisas de Mar” o “Puente Melchor”, por citar
algunos), materiales cerámicos para los cuales contar en sus
proximidades con el barro, la arcilla (¿= la argamasa?) sería
imprescindible; igualmente cabe traer a colación la existencia de
topónimos como el de “Los Barreros”, pago del cual hasta hace bien
poco se realizaban extracciones de dicho material, sito en los que ya
son aledaños del casco urbano, o la continuidad (sic) de la actividad,
de la tradición, con fábricas en el casco urbano local activas en los
siglos XIX y XX tales como la fábrica Lavalle, destinada a la
producción de ladrillos con uso de obra prima local, y, en un plano
más artesanal, de la “Cantarería”, en las que eran las afueras del casco
urbano en los siglos XVIII y XX por el Sur, en los entornos de las
actuales calles Real (antigua de la Torre) y Leñadores; sobre la fábrica
Lavalle vid. M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, “La fábrica de
ladrillos del señor Lavalle (I)”, en eid., Puerto Real. Apuntes..., pp.
242-245 y “La fábrica de ladrillos del señor Lavalle (II)”, en eid.,
Puerto Real. Apuntes..., pp. 246-250.
Figuera” 22 y la “Argamasilla”, hasta la “Torre de Gonzalo Díaz”, especificándose
hasta las distancias mediante tiros de artillería (bombarda) 23 .
22
La ubicación de esta “Fuente de la Figuera” en La Muela (Vejer de la
Frontera), de acuerdo con Bustamante (art. cit., supra) podría quedar de este
modo, por alejada del contexto físico en cuestión, fuera de consideración.
23
F.J. Lomas Salmonte y R. Sánchez Saus, Historia de Cádiz. Entre la
leyenda y el olvido. Épocas Antigua y Media. Vol. I. Cádiz, 1991, pp. 306-
ss.; cfr. MJ. Parodi y M.J. Izco, “La Argamasilla, un episodio medieval
portorrealeño”, en eidem, Puerto Real. Apuntes para su Historia. Sevilla
2005, pp. 101-102; sobre las condiciones de la “concesión” de Cádiz a los
Ponce de León en 1467 por el fallido Alfonso XII, hermano menor de
Enrique IV y de Isabel I, cfr. R. Fresnadillo, El castillo de la villa de Cádiz
(1467?-1947). Una fortaleza medieval desvanecida. Cádiz 1989, pp. 36-ss.
24
Cfr. el artículo de J. Gil, “Alejandro, el nudo gordiano y Fernando el
Católico”, en Habis 16, 1985, pp. 229-242, donde se estudia la herencia
alejandrina en la iconografía y el imaginario fernandino del Cuatrocientos.
del alfoz gaditano por Alfonso X) y 1483 (repoblación castellana y segregación de
estas tierras portorrealeñas ya del concejo de Jerez de la Frontera, no del alfoz de
Cádiz, del que se habrían desgajado antes de la fecha fundacional local de finales
del siglo XV).
25
Si Chiclana de la Frontera es segregada del concejo de La Puente en 1303, y
el señorío de Gonzalo Díaz sobre Rayhana se constituye en 1335, a partir de
tierras del propio concejo de La Puente (la cursiva es nuestra), parecería que
esta alquería rayhanense no habría formado parte en ese entonces de los
términos de la recién creada Chiclana, sino, como se especifica en la donación
de Alfonso XI, de La Puente. Otro cantar es dónde se encontraban las tierras de
Rayhana…
26
Por ejemplo, J.A. Ruiz Gil sitúa Rayana en el Barrio de Jarana, “Los
orígenes de San Fernando. Una aportación desde el castillo de San Romualdo”,
en Actas de los X EHA. San Fernando, 1994, pp. 87-95; de esta hipótesis se
muestran deudores Sáez y Sáez (2005: pg. 30, lám 4, pero en el texto que
acompaña a la referida lámina los autores hablan de la “...zona
presumiblemente ocupada por la alquería de Rayhana” -la cursiva es nuestra,
aunque el término empleado es de los autores), quienes sitúan igualmente la
alquería de Rayana con sus tierras dependientes en la zona del Barrio de
Jarana, en el T.M. portorrealeño actual (que lo es desde la Fundación, en 1483).
de Sanlúcar de Barrameda, cedida a los Guzmán en dos tiempos, en 1295 y
1297).
27
Cfr. a este respecto el reciente trabajo de J.A. Correa, “Origen del corónimo
RAYYA”, en Al-Qantara XXVII, nº. 1, enero-junio de 2006, pp. 207-214; para
“Rayya” vid. igualmente la obra clásica de J. Vallvé, La división territorial de
la España musulmana. Madrid. CSIC., 1986, pp. 328-ss.
28
¿Quizá relacionada si no con la marca anfórica ya referida supra (el “fundus
Sacranensis” de CIL XV, 4451) sí con la herencia del “Lucus” Oleastrum, del
“bosque sagrado” (= Lucus), la “silva sacra” (sic), un lugar sagrado a partir del
cual pudiera haber quedado “fijado” el topónimo “sacranense”, como relativo a
esa zona “sacra”, sagrada o “consagrada” a una/s determinada/s divinidad/es?
(cfr. Chic, “Lacca”, en Habis 10-11, 1979-1980, pg. 275, n.126, para el sentido
de “bosque sagrado” de términos como “lucus” o “nemus”); cfr. E. Hübner en
R.E. IV.2. Cols. 1813-14 para una hipótesis (“clásica”) sobre el emplazamiento
del “Litus Curense” (aunque no trata el asunto específico del bosque Oleastro;
el mismo Hübner, en “Nuevas observaciones...”, art.cit., pp. 402-406, relaciona
“Xarana” con CIL XV, 4451; lo propio hace Pemán Pemartín en su trabajo
“Alfares y embarcaderos...”, art. cit., pp. 169-ss.); cfr. para lo relativo al Litus
Curense y los “Curetes” (o “Curenses”) igualmente A. Tovar, Iberische
Landeskunde. Zweiter Teil. Die Völker und die Städte des antiken Hispanien.
Band 1. Baetica. Baden-Baden, 1974, pp. 48-ss.; e id., Iberische Landeskunde.
Zweiter Teil. Die Völker und die Städte der antiken Hispanien. Band 2.
Lusitania. Baden-Baden, 1976, pp. 193-ss.; igualmente F. Gascó, “¿Curetes o
cunetes? Justino XLIV,4,1”, en Gerión 5, 1987, pp. 183-194; junto a la
refencia de Justino para los “cunetes” o “curetes” en el contexto que nos
interesa, podemos encontrar menciones del Litus Curense [inflecto sinu] en
Plinio, N.H. III.7-15; para lo relativo al bosque Oleastro es necesario consultar
a Pomponio Mela (III.4), Claudio Ptolomeo (II.40.10) o el mismo Plinio (III.7-
ss.); cfr. M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, “El territorium de Puerto Real
en las fuentes clásicas”, en eid., Puerto Real. Apuntes para su Historia. Sevilla
zona arqueológica que hemos dado en llamar de “Puente Melchor-Barrio de
Jarana”, en Puerto Real) 29 , que habría encontrado continuidad en la medieval
“Sarrana”, alquería que habría estado ligada a la Jerez medieval, y de la cual la
fuente islámica nos dice que fue cuna del visir-secretario Abu Bakr Muhammad b.
Abd al-‘Aziz (muerto entre los años 1141 y 1142) (Abellán 2004, pg. 68; 2005, pp.
74 y 132) 30 .
2005, pp. 34-37; eid., "Los caños y esteros de Puerto Real en la mitología
griega", en eid., op. cit., pp. 80-81.
29
Una vez más deberemos traer a colación el no precisamente reducido
volumen y número de yacimientos arqueológicos adscritos a época romana que
conforman el área arqueológica “Puente Melchor-Barrio de Jarana”, desde el
mismo entorno del Puente de Suazo hasta los bordes del casco urbano actual de
Puerto Real.
30
Este visir-secretario, ligado a la Jerez musulmana, muere de manera casi
coincidente (quizá demasiado coincidente...) con la toma de Jerez por los
almohades, que tuvo lugar entre 1142 y 1143. ¿Casualidad? ¿Consecuencia una
cosa de la otra? De cualquier forma, quizá nos encontremos con el testimonio
del primer portorrealeño “avant la lettre” con significación y nombre propio en
la Historia.
31
J. Martínez, “Toponimia gaditana del siglo XIII”, en AA.VV., Cádiz en el
siglo XIII. Cádiz, 1983, pp. 104, 114 y 119.
En este sentido, insistimos, consideramos que en lugar de frente a una
sola realidad poblacional y toponímica (con desarrollo diacrónico único) podríamos
muy bien estar ante dos realidades poblacionales y toponímicas: una, la de
Sacrana-Xarrana-Jarana, y otra la de Rayhana, distintas y de seguro coetáneas
(en algún momento histórico, quizá no en diacronía pero sí de manera sincrónica);
en ese caso, además, es necesario reconsiderar la ubicación geográfica que
habría tenido ese núcleo de Rayhana en la Bahía de Cádiz, situado en algún lugar
físicamente emplazado entre los términos municipales actuales de las modernas
localidades de Puerto Real, San Fernando y Chiclana de la Frontera, de acuerdo
con las actuales interpretaciones históricas vigentes sobre el mismo.
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Insistiremos una vez más en la posible dualidad de conceptos y
realidades: de una parte la Sacrana romana (con todos los yacimientos
constatados en la zona arqueológica de Puente Melchor-Barrio de Jarana,
como el complejo de “Puente Melchor”, el “Pinar de Villanueva” o el
recientemente descubierto yacimiento de la “Villa del Mosaico del Barrio de
Jarana”), con su desarrollo en el tiempo a través de la Sarrana musulmana -
como sabemos, cuna del visir-secretario Abu Bakr Muhammad b. Abd al-
‘Aziz, fallecido en 1142 (y la fecha de la muerte del visir nos permite
retrotraer la existencia de esta Sarrana cuando menos a las postrimerías del
siglo XI)- y la Xarrana, ya cristiana, del siglo XIII, y de otra la referencia
toponímica de Rayhana/Rayana/Rayhane/Rayane; quizá una englobase a la
otra, quizá se trate de dos alquerías vecinas (como tendemos a considerar),
quizá se trate de dos denominaciones distintas para una misma realidad…
Por nuestra parte tendemos a considerar que se trata de dos realidades
Dejaremos para próximos trabajos la posible identificación en época
medieval del topónimo “Rayhana” (o “Rayhane”) en el seno del término municipal
de Puerto Real, su ubicación concreta, su hipotética “movilidad” en marco extenso
del territorium portorrealeño y su relación, a su vez, con las tierras de “La
Argamasilla”, que habrían sido finalmente las receptoras (de acuerdo con lo que
sabemos) del hecho histórico de la repoblación castellana cristalizada (legalmente
al menos) en el año 1483 y que a la postre daría como resultado la materialización
de la creación de la nueva Villa Realenga de Puerto Real 33 .