Cap. III Sacrana.

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Texto perteneciente al libro Historia de Bolsillo. Diez Sueltos sobre Puerto Real.

Puerto Real, 2006 (M.J. Parodi Álvarez). Capítulo III, “Sacrana”.

III SACRANA

A favor de la posible relación existente entre la marca latina "sacranense"


(CIL XV, 4451) y el pago (o fundo) romano de "Sacrana" con el actual núcleo
pedáneo (perteneciente al término municipal de Puerto Real y en el cual se
localizan yacimientos arqueológicos del "tiempo de los romanos", como el Pinar de
Villanueva) del Barrio de Jarana se pronuncia el arqueólogo e historiador César
Pemán Pemartín en un artículo merecedor ya de los laureles de lo clásico, titulado
“Alfares y embarcaderos romanos en la provincia de Cádiz”, y publicado en el
número trigésimo segundo del Anuario Español de Arqueología, aparecido en el ya
lejano año 1959, a mediados del siglo pasado.

Relativamente poco es lo que se ha publicado hasta el momento actual de


manera específica acerca de la posible organización y división del territorio de la
campiña portorrealeña en época medieval (sea musulmana que cristiana); a este
respecto, y centrándonos en la bibliografía existente, podemos citar los igualmente
clásicos (como el artículo de Pemán Pemartín antes apuntado) "Apuntes Históricos"
de J. Moreno de Guerra (los cuales aparecieron originalmente en la Guía de Puerto
Real de 1914, de la que fuera responsable Rafael de Cózar y Vargas-Zúñiga, la cual
Guía viera la luz en Puerto Real en el año al que corresponde el volumen, 1914, y
que desde entonces hasta hoy se han convertido en una referencia más o menos
obligada para quienes han/hemos querido aproximarnos al pasado de nuestra
localidad); en estos "Apuntes..." se señala la existencia en tierras de Puerto Real
(antes de la Fundación de la Real Villa como tal por los Reyes Católicos) de
diversas "alcarrias" o alquerías árabes (núcleos poblacionales medievales de
escasa entidad y pertenecientes a época musulmana, podríamos decir, aunque no
sabemos con certeza si en algún caso podría tratarse incluso de entidades
preislámicas, que remontaran sus cronología a épocas anteriores a la presencia
musulmana en la Península Ibérica, y pudieran relacionarse quizá con el
poblamiento hispanorromano en campiña) que habrían podido sobrevivir (al menos
un tiempo) a la conquista castellana. Al hilo de esta argumentación no debemos
pasar por alto que otro núcleo de parecida entidad, otra alcarria o alquería de este
tipo y naturaleza, la que se llamara "Alcanatif" o "Alcanatir" o “Alcanate”, igualmente
localizada en el seno de la Bahía pero ya fuera del que hoy es nuestro término
municipal, acabaría por dar origen a la moderna y vecina localidad de El Puerto de
Santa María, tras su conquista por el castellano Rey D. Alfonso X el Sabio en la
segunda mitad del siglo XIII.
Estos pequeños núcleos poblacionales habrían podido ser repartidos a
pobladores cristianos tras la Reconquista, como sucediera con la relativamente más
afortunada “Alcanate”; entre estos primitivos núcleos portorrealeños (siempre según
el citado Moreno de Guerra) se contarían algunos tales como los encuadrados bajo
las denominaciones de "Campix", "Grañina", "Finogera", "Fontanina", "Poblanina",
"Rayhane" 1 (algo que habría de quedar sujeto a revisión posterior: la adscripción
portorrealeña del conjunto de estos pequeños núcleos poblacionales medievales no
sería [de hecho no lo es] hoy en día algo tan claro ni tan definitivo como en su día
sostuvo Moreno de Guerra).

Vemos, pues, cómo la presencia romana en Puerto Real, su moderno


término municipal (y sus entornos) ha venido a dejar como testimonio de su
existencia (junto a los yacimientos arqueológicos que mencionábamos al principio)
el ejemplo de una toponimia evocadora (como puede suceder, por ejemplo, en
casos como el de la finca llamada de “Los Arquillos”, clara referencia al acueducto
romano de Cádiz) o incluso de una la nomenclatura superviviente al paso de los
muchos siglos transcurridos desde la Antigüedad. Esta nomenclatura, como cabría
esperar, ha sentido el paso del tiempo, adaptándose como era de esperar a la
evolución del lenguaje, a las influencias exógenas sobre el mismo, a los cambios en
el vocabulario y hasta en la entonación, la pronunciación (la fonética), de quienes
han pasado por (y estado en) estas tierras; de este modo se puede seguir la pista a
una misma denominación original por entre diversas lenguas, descendiendo (o
ascendiendo, según se mire) así los peldaños de la escalera de la Historia.

En concreto queremos centrar nuestra atención de forma específica en la


relación existente entre la toponimia romana y el moderno Barrio de Jarana, entidad
poblacional portorrealeña que muy probablemente pudiera ser heredera directa de
alguno/s de los vici o pagi (núcleos de población en el campo, aldeas, en un sentido
más contemporáneo de los términos en castellano) romanos que debieron salpicar
nuestro término (y los aledaños). En este sentido, avanzábamos en los párrafos que
han precedido a éste la relación que entre “Jarana” (el moderno Barrio de Jarana) y
“Sacrana” señala ya a mediados del siglo pasado el historiador y arqueólogo
gaditano César Pemán Pemartín (vid. supra).

Un posible paralelo con el caso de que aquí presentamos lo hallaremos


en la relativamente cercana localidad de Sanlúcar de Barrameda; allí se encontró el

1
No queremos profundizar aquí en la posible naturaleza y la no menos
hipotética ubicación de estas entidades poblacionales de reducidas
proporciones, por trascender tal objeto de los fines y límites del trabajo que
ahora nos ocupa. Baste por el momento señalar que la mayor parte de dichas
aldeas han sido -posteriormente a las fechas en las que escribía Moreno de
Guerra, a principios del siglo XX- identificadas y establecidas fuera de los
límites de nuestro término municipal, qudando situadas en tierras vecinas al
mismo, unas en El Puerto de Santa María, otras en Chiclana de la Frontera;
de todos modos, y como señalamos en otros párrafos de este texto, la
adscripción de alguna de estas alquerías o aldeas al territorio de Puerto Real
parece estar fuera de discusión; entre estas aldeas medievales
prefundacionales pertenecientes al actual término municipal portorrealeño se
contarían las de Rayhana y Xarrana.
documento conocido como "Bronce de Bonanza", hallado precisamente en la zona
de Bonanza, un puerto natural en el primer recodo del río Guadalquivir que
entonces como ahora (pese a las diferencias en el paisaje) pudo muy bien servir
para el resguardo de las embarcaciones y que aunaba lo marítimo con lo fluvial y
con lo interior, con unas explotaciones agrícolas que pudieron existir en época
romana como lo hacen hoy día. Se trata de una inscripción sobre una tablilla de
bronce (i.e., un epígrafe aéneo o bronce epigráfico) que -por lo que toca a su
cronología- podría muy posiblemente datar de los primeros momentos del Imperio
romano, de época de Augusto (esto es, del tercio final del siglo I a.C. y los principios
del siglo I d.C.) 2 ; en la referida tablilla se nos de un "...fundus Baianus, qui est in
agro qui Veneriensis vocatur, pago Olbensi..." (lo que es decir, de la "finca Baiana [o
“de Baiano”], que está en el campo que se denomina de Venus, en el pago
Olbense").

Siguiendo con atención y detenimiento el texto del epígrafe en cuestión


encontraremos aquí la denominación de una de esas explotaciones agrícolas a las
que nos hemos venido refiriendo (el tal "fundo Baiano"), la ubicación de la misma en
un campo determinado (i.e., el "campo de Venus"), todo ello adscrito a una unidad
superior -poblacional- concreta (el "pago Olbense"), y todo ello enmarcado en la
antigua campiña de la actual Sanlúcar de Barrameda, junto a la rica
desembocadura del río Baetis, la principal arteria de comunicación de la Hispania
romana y una de las más significativas de la Romanidad occidental.

Volviendo al caso portorrealeño, aquí los términos "Sacrana" y


"sacranensis" podrían quizá hacer referencia a una de esas tres unidades
mencionadas, esto es, el "fundo", el "campo" y el "pago" ("fundus", "agro" y
"pagus"), pudiendo éstos referirse especialmente a la primera y/o la última de las
propuestas, de modo que podríamos ver en las citadas "Sacrana" y "sacranensis" la
mención de una finca concreta (un "fundo", con su correspondiente “villa” o conjunto
de las mismas, y sus instalaciones dependendientes) o bien, incluso, una aldea
romana presente en el que hoy estamos acostumbrados a conocer y contemplar
como el término municipal portorrealeño (un "pago" o "vicus"). En las inmediaciones
de este pago de “Sacrana” (Jarana) se han puesto de manifiesto las suficientes
huellas del pasado romano (en forma de yacimientos arqueológicos como los del
entorno del moderno Barrio de Jarana (como el Pinar de Villanueva o la Villa
Romana del Mosaico), o los de la zona del Puente Melchor o Casines, distantes del
anterior enclave sólo unos centenares de metros) como para que tal identificación
(hecho al margen de la posible correspondencia y correlación existente entre
Sacrana-Xarrana-Jarana) no represente en absoluto una hipótesis descabellada.

Entendemos que, con independencia de la ubicación del “Portus


Gaditanus” o la statio ad portum (o ad pontem), enclaves casi envueltos en las
brumas de la tradición (especialmente el primero) y que han venido “saltando” de un
lugar a otro de la Bahía gaditana desde el siglo XIX hasta nuestros días, en el solar
del Barrio de Jarana y sus aledaños pudo existir un núcleo poblacional romano,
quizá una explotación fundiaria que pudiera beneficiarse de la compatibilidad en su
2
Quizá de época de César; cfr. J. González, Bronces Jurídicos romanos de
Andalucía. Sevilla 1990, pp. 201-204.
entorno de campo y mar de cara a la obtención de máxima rentabilidad y a la
explotación de los recursos naturales a su alcance.

Que dicha entidad poblacional pudo estar relacionada con las


explotaciones de carácter industrial y habitacional del mismo entorno del actual
Barrio de Jarana (el depósito anfórico del yacimiento del “Pinar de Villanueva”, por
ejemplo, o la “Villa Romana del Mosaico del Barrio de Jarana”) y del muy cercano
emplazamiento del área de “Puente Melchor” (cuyas cronologías se extienden hasta
los siglos IV-V d.C.), y que igualmente pudo relacionarse con los cauces, canales y
esteros navegables de la Bahía de Cádiz retratados (entre otros) por el griego
Estrabón (geógrafo al servicio de Augusto que desarrolla su labor en la bisagra de
las Eras) y a los que hemos dedicado diversos trabajos con anterioridad al presente,
sirviéndose de los mismos como vías de interacción entre la campiña de la Bahía y
el Atlántico y debiendo contar con instalaciones portuarias propias (como parecen
indicar los últimos avances de la investigación), unas instalaciones en las que no
hemos de pretender (necesaria o imponderablemente) encontrar paralelos con
puertos de época moderna.

Entendemos asimismo que “Sacrana” pudo mantener una estrecha


relación no sólo con Gades, sino con Asido, de cuya pertica (la pertica es el
territorio de una ciudad romana cualesquiera; resulta un concepto equivalente plus
minus, al moderno concepto de “término municipal”) quizá dependiera (y no tanto
así de la gaditana), de confiar en los últimos progresos de la investigación, que
parecen reforzar el papel (incluso físico, territorial) que Asido Caesarina habría
podido desempeñar en la organización administrativa romana de las tierras de la
Bahía gaditana. En este sentido, igualmente, consideramos que “Sacrana” pudo
muy bien haber desempeñado el papel de puerto (“portus”) de la Asido romana en
el espejo interior de la Bahía gaditana, un rol económico que se habría visto
reforzado con la transferencia del papel hegemónico en la Bahía de Gades a Asido
en época tardoimperial, un fenómeno parejo a la caída de las exportaciones desde
la Bahía, al ascenso de las estructuras de producción agraria en este entorno y a la
(de creer a Avienio en su Ora Maritima) decadencia física del viejo núcleo gaditano
3.

3
Avienio, Ora Maritima, vv. 266-274. Es interesante en este sentido apuntar
cómo frente a la hipotética decadencia física y económica de Gades, diversos
puntos de la costa interior de la Bahía, caso de El Puerto de Santa María (el
“Portus Menesthei” de las fuentes, donde la investigación parece inclinarse a
la hora de asentar el “portus Gaditanus” o “portus Balbus”) comienzan en
época bajoimperial un “floruit” refrendado por los yacimientos
arqueológicos, que aumentan su número coincidiendo con estas cronologías
tardías (sirva de muestra un botón, A.A.V.V., “Arqueología tardorromana y
postmedieval en Ganado, 21”, en Revista de Historia de El Puerto, nº. 15,
1995, pp. 11-39); no renunciamos a mencionar aquí un artículo clásico sobre
la posible situación y [las no menos posibles] características de la costa
gaditana en el siglo IV d.C., especialmente centrado en el área del Estrecho:
F.J. Presedo Velo, “La decadencia de Carteia”, en Habis 18-19, 1988-1989,
pp. 445-458.
Tal y como el núcleo portuense (que ya diera muestras de su pujanza y
dinamismo desde el Bronce, con el yacimiento de la Torre de Doña Blanca, por
ejemplo) habría despuntado nuevamente en estos momentos, a partir del siglo III
d.C. 4 , Asido habría podido tomar la cabecera de la comarca en época bajoimperial;
de esta forma, habrían sido el retroterra inmediato de la zona (Asido) junto al litoral
interior de la Bahía (Portus Menesthei) los que habrían tomado el relevo de la insula
gaditana en la punta de lanza de este área. Asido, que habría mantenido este papel
predominante en épocas bizantina (cfr. Salvador, 1991) y musulmana (cuando
habría aparecido como núcleo central de una chora propia, la de Sidún) 5 , habría
podido servirse de un puerto propio en el espejo interior de la Bahía, y situado en
torno a “Sacrana”, dependiente del núcleo asidonense (emplazado tierra adentro),
un puerto alejado del núcleo urbano al que se adscribe (un “epíneion”), repitiendo
esquemas tan válidos como clásicos y en vigor en ciudades provistas de una vía
fluvial que interconectara de forma activa ambos núcleos (el urbano principal y el
portuario), caso de Roma y Ostia, o no, como en el caso (más cercano, por su
paralelismo, al caso y circunstancias que nos ocupan) de Atenas y El Pireo.

En este sentido (y a falta del refrendo de la arqueología) nos atrevemos a


señalar que el Barrio de Jarana habría podido igualmente beneficiarse de la
presencia bizantina en estas tierras (y aguas), una presencia bizantina que se
dejará sentir activamente al interior en núcleos urbanos como la Hispalis de la
época (Salvador, 1990; Vallejo, 1993), que es innegable en el ámbito del Estrecho
de Gibraltar (a ambas orillas del mismo) y que podría haberse servido del enclave
sacranense como puerto marítimo, un enclave de fácil acceso y evacuación desde
el mar para quien controlase el espejo de aguas de la Bahía, merced a una red de
caños tales como los de Zurraque y Sancti Petri (por citar sólo los mayores 6 ), unos
caños, esteros y canales que podrían bien servir como vías de relativa accesibilidad
inmediata y de mecanismos de escape y salida del saco interior de la Bahía sin
necesidad de circunnavegar la insula gaditana por el exterior de la misma,
recurriendo al espejo interior de la Bahía y a su red de cursos acuáticos auxiliares 7 .
4
A este respecto, R. González y D. Ruiz (1999) señalan la existencia de un
puerto tardorromano en territorio portuense, que habría podido, según los
autores, sustituir a un “portus gaditanus” que ellos parecen establecer más al
interior, en la zona jerezana de la margen izquierda del Guadalete; con
independencia de estas últimas matizaciones sobre el “Portus Gaditanus”,
nos interesa más la referencia a ese “puerto exterior de época tardorromana”,
emplazado hipotéticamente en el moderno núcleo (o entorno) de la ciudad de
El Puerto de Santa María.
5 Cfr. J. Vallvé, La división territorial de la España musulmana. Madrid.

CSIC, 1986, pp. 325-326; más recientemente vid., J. Abellán Pérez,


Poblamiento y administración provincial en Al-Andalus. La cora de Sidonia.
Málaga, 2004.
6 Cfr. al respecto C. Alonso, F.J. Gracia y J. Benavente, “Las marismas,

alfares y salinas como indicadores para la restitución paleotopográfica de la


Bahía de Cádiz durante la Antigüedad”, en Actas de los XVI EHA “Las
industrias alfareras y conserveras fenicio-púnicas de la Bahía de Cádiz”.
Córdoba 2004, pp.263-287.
7
En una confirmación espectacular de lo enunciado cabe señalar que el
caño de Sancti Petri, por ejemplo, pudo ser navegado por los grandes bajeles
españoles de la Flota de Indias que lograron escapar del saco interior de la
De este modo, el núcleo antiguo situado en el emplazamiento del Barrio
de Jarana y sus entornos habría servido como “pivote” de un sistema de defensa,
un limes, bizantino que habría tenido su cabecera interior precisamente en la ciudad
y territorio de Asido, frente a unos visigodos que habrían podido hacer bascular su
propio sistema defensivo en torno al enclave de Gigonza (Sagontia/Segontia), que
cuenta físicamente con un emplazamiento enfrentado (y por ello idóneo en estas
circunstancias) al del núcleo asidonense.

Y así quizá, de esta forma, el aparentemente modesto núcleo del Barrio de


Jarana podría, en realidad, representar el hilo de conexión entre la Alta y la Baja
Romanidad en este rincón de la Bahía gaditana, encontrando además su propia
solución de continuidad a través de los siglos, mucho después de la desaparición de
las estructuras de poder romanas, bizantinas o visigodas en nuestro entorno, y
prolongando quizá su propia existencia durante la época medieval y hasta esas
postrimerías del Cuatrocientos en el seno de las cuales el reino de Castilla llevó a
cabo la repoblación de este trozo interior de la Bahía de Cádiz dando paso a la Villa de
Puerto Real.

En la línea de lo expresado en el párrafo inmediatamente anterior nos


limitaremos a señalar algunas de las que consideramos que pueden ser las más que

Bahía, en fecha tan reciente como 1596 (d.C.) al asalto inglés de Cádiz; en
1808, sin embargo, los barcos del almirante Rossilly, supervivientes
franceses de la batalla de Trafalgar, no pudiern escapar de la Bahía
siguiendo ese camino, entre otras razones (junto a la ressitencia española en
La Carraca, que les cerraba el paso) por el propio estado del interior de la
Bahía, diferente en 1808 de lo que fuera en 1596; la existencia de pecios
tardorromanos (adscritos a los siglos III y V d.C.) en el ámbito del referido
caño de Sancti Petri (referencia que agradecemos a nuestro estimado colega
el Dr. García Vargas) evidencia la navegación hacia el interior de la Bahía
desde el Sur-S.E. en época paleocristiana, momento en el cual -quizá- dicha
vía acuática pudiera haber recibido el nombre que conserva, “de San Pedro”
[curiosamente cristalizado en latín, “fosilizado”, podría decirse]; es de
señalar igualmente que el topónimo “San Pedro” (referido a diversos
elementos del paisaje de la zona) se “mueve” por el ámbito meridional de la
Bahía gaditana, designando a dos caños: el de Sancti Petri (ya mencionado,
entrada Sur-Sureste de la Bahía por su saco meridional) y el río San Pedro
(paleocauce del Guadalete, hoy brazo de mar, que da al mar entre Puerto
Real y El Puerto de Santa María, al N.-N.O. del saco meridional de la
Bahía): ambas corrientes “cierran”, por así decirlo, el referido saco Sur de la
Bahía (una por el Sur, Sancti Petri, y otra por el Norte, San Pedro), hoy
como hace 1500 años, aunque la naturaleza de la más septentrional de ambas
haya variado, siendo que entonces era una de las paleobocas del Lakka-Wadi
Lakka-Guadalete), así como a la isla de Sancti Petri, junto al primero de los
dos caños mencionados, el meridional, lugar de culto (y vigilancia de los
accesos a la Bahía) desde la Antigüedad que mostrase continuidad del
mismo en época cristiana, así como ha mostrado continuidad el uso de
guardia y defensa: lo más destacado, arquitectónicamente hablando, de la
isla de Sancti Petri hoy día es el castillo que alberga, salvaguarda de época
moderna de la entrada Sur de la Bahía de Cádiz, la que tomarían quienes
accedieran a la misma desde el Sur o el Este.
posibles líneas de conexión entre “Sacrana” y “Jarana”, en unas conclusiones que no
son sólo fruto de nuestra investigación directa sino de la labor de otros estudiosos que
han querido acercarse al tema que ahora nos ocupa de forma -si se quiere- colateral,
al centrar su interés en el ámbito de la Bahía de Cádiz ya en época medieval.

Un factor, y por cierto no menudo, a tener igualmente en cuenta de cara a


estudiar y comprender la dinámica y la evolución de las tierras del actual término
municipal de Puerto Real es el de la asimilación que se ha venido produciendo hasta
el momento presente entre Sacrana-Jarana y [¿Regina?]-Rayana 8 . Desde las
versiones tradicionales (sostenidas por los trabajos más antiguos, y mantenidas por
determinados epígonos recientes cuado no actuales) que identificaban “Rayana” con
el origen remoto de Puerto Real 9 no hemos contado con estudios específicos que,

8
Sería demasiado atractiva la posibilidad de que hubiera alguna relación
entre la toponimia (el nombre, el topónimo) de “Rayana” y la Regina (o aún
la Laepia Regia, latina en este caso e igualmente situada en el convento
gaditano) de Plinio [NH III.1(3), 15], un municipium civium Romanorum del
Conventus Gaditanus que de acuerdo con algunos investigadores podría
haber estado situado entre Arcos y Jerez de la Frontera, a lo largo del bajo
curso del Guadalete, como nos señala Chic García (“Lacca”, en Habis 10-
11, 1979-1980, pp. 274-275); en otro contexto andaluz, relativamente
cercano al de nuestro interés (Málaga), y para lo relativo a la relación entre
“Rayya” y “Regia”, vid. J.A. Correa, “Origen del corónimo RAYYA”, Al-
Qantara XXVII, nº. 1, enero-junio de 2006, pp. 207-214. En relación con
estas “ciudades gaditanas” de Plinio, nos recuerda G. Chic cómo el
almirante menciona (entre otras) a Cappa cum Oleastro. ¿Podría tratarse del
“Oleastro” de la Bahía? El mismo Chic lo señala así en la pg. 275 de su
texto, rechazando las aseveraciones de Mancheño, erudito arcense de
principios de siglo XX quien habría situado este Oleastro en el territorio de
su localidad (Chic, art. cit., pg. 275, n. 122); la situación de Cappa al N. de
la actual provincia gaditana, resultado de la orientación de las fuentes (como
el Cosmógrafo de Rávena IV, 42) es reflejada por Chic (que la sitúa al N.E.
de Asta y el N.O. de Arci -Chic, art. cit, pg. 277) o Tovar (Iberische
landeskunde... Baetica, pp. 49-50); para Turrirecina o Regina, vid.
igualmente Tovar, op. cit., pg. 56.
9
Así, e.g., Moreno de Guerra (op. cit.), pero no sólo él: algunos trabajos
más recientes, pero adscritos a la “escuela tradicional” o “conservadora” (si
de tanto como tal puede hablarse en la reciente Historiografía portorrealeña)
se limitan en apariencia (y en el fondo, lo cual es más definitorio) a ejercer
un “seguidismo” simplista de los textos historiográficos anteriores, sin
aportar nada nuevo, reproduciendo esquemas válidos en su día (hace, en el
caso de Moreno de Guerra, p.e., casi 100 años), pero en buena medida ya
desfasados en el momento presente (y en propio instante de la misma
redacción de dichos párrafos “seguidistas”); sírvanos como ejemplo un
botón: J. Mª. Cruz, “Realengo y señorío”, en A. Muro (et al.), Los pueblos
de la provincia de Cádiz. Puerto Real. Cádiz, 1983, pg. 45, donde se sigue
recitando (sin concesiones al avance de la investigación, y en detrimento de
la mejor inteligencia de nuestro pasado, merced al refuerzo simple de los
tópicos asentados y con la consecuente carencia de interés crítico) que “En
terrenos de la antigua alquería de Rayhana deciden los Reyes Católicos
establecer una fundación propia” (loc. cit.); viene a suceder con
Rayhana/Rayana lo que ha sucedido históricamente con el “Portus
Gaditanus” (“Balbus”): su adscripción física a tierras de Puerto Real se ha
desde Puerto Real, abordasen la realidad de un período (el medieval prefundacional)
10 aún “oscuro” (por así decirlo) en nuestra Historia local hasta nuestros días; en el

marco más general de la Bahía sí contamos con cierta tradición historiográfica relativa
a estas épocas 11 , y más recientemente hemos asistido a la renovación de los estudios
y consideraciones sobre esta zona de la Baja Andalucía en época medieval. Así,
trabajos como los de Abellán, (1996, 2002, 2004 y 2005), Fierro (1991), Franco (1995,
1997), Fresnadillo (1989) Martín (2003 y 2004), Pavón (1996), Sáez y Sáez (2005),
Sánchez (1986), Sánchez Saus (1996), Suárez Japón (1991) 12 , entre otros, han

basado más en la tradición que en la investigación; como consecuencia de


ello seguimos arrastrando un elenco no precisamente reducido de lugares
comunes y de asertos construidos sobre otros asertos anteriores (e
igualmente no contrastados).
10
Mientras, y por un contraste no buscado, los estudios sobre el pasado
antiguo de nuestro “territorium” (con trabajos de campo e investigación de
gabinete) no han cesado de progresar, arrojando luz de forma continua sobre
este capítulo de nuestro pasado, muy especialmente a partir del último
decenio del pasado siglo XX.
11
Véanse en este sentido (y sin pretensiones de exhaustividad) trabajos
como los de D.M. Zurita, “La isla de Cádiz en el siglo XV”, en Hispania
XXVII, 1947, T. VII, pp. 222-255, o L. Torres Balbás, “El Castillo del Lugar
de la Puente en la Isla de Cádiz”, en Al-Andalus XV, 1950, pp. 202-214;
igualmente, aunque de fecha algo más reciente, P. Martínez Montávez, Perfil
del Cádiz hispano-árabe. Cádiz, 1974; asimismo, P. Antón Solé y A. Orozco
Aguaviva, Historia Medieval de Cádiz y su provincia a través de sus
castillos. Cádiz, 1976.
12
Insistimos en que no contamos con pretensiones de exhaustividad;
queremos tan sólo presentar una bibliografía sucinta relativa al tema en
cuestión, o que al menos recoja ejemplos de los principales posicionamientos
en el análisis sobre las distintas hipótesis; en este sentido, cfr. J. Abellán
Pérez, El Cádiz islámico a través de sus textos. Cádiz, 1996; “Urbanismo
religioso en la cora de Medina Sidonia”, en Actas del II Congreso
Internacional La ciudad en Al-Andalus y el Magreb. Granada 2002, pp. 121-
138; Poblamiento y administración provincial en al-Andalus. Málaga, 2004;
El Cádiz islámico a través de sus textos (2ª. ed., ampliada y corregida).
Cádiz, 2005; J.A. Fierro Cubiella, El Castillo del “Lugar de la Puente” en
San Fernando, Cádiz. Cádiz 1991; A. Franco Silva, La Isla de León en la
Baja Edad Media.San Fernando, 1995; “Las salinas de la Isla de León a fines
de la Edad Media, en A. Malpica y J.A. González (eds.), La sal: del gusto
alimentario al arrendamiento de salinas. Granada, 1997, pp. 143-167; R.
Fresnadillo, El castillo de la Villa de Cádiz (1467?-1947).Una fortaleza
medieval desvanecida. Cádiz, 1989; E. Martín Gutiérrez, La identidad rural
de Jerez de la Frontera. Territorio y poblamiento durante la Baja Edad
Media. Cádiz, 2003; La organización del paisaje rural durante la Baja Edad
Media. El ejemplo de Jerez de la Frontera. Madrid, 2004; B. Pavón, “El arco
del Pópulo. En torno al Cádiz musulmán”, en Al-Qantara XVII, fasc. I.
Madrid 1996, pp. 171-201; A. Sáez Espligares y A.M. Sáez Romero,
“Reflexiones acerca del ‘Concejo de la Puente’: origen y desarrollo en los ss.
XIII-XIV”, en Arqueología y Territorio Medieval 12.2, 2005, pp. 7-33; J.
Sánchez, Cádiz. La ciudad medieval y cristiana (1260-1525). Córdoba 1986;
R. Sánchez Saus, Linajes medievales de Jerez de la Frontera (2 vols.).
Sevilla, 1996; J.M. Suárez Japón, Frontera, territorio y poblamiento en la
provincia de Cádiz. Cádiz, 1991; sin olvidar la obra colectiva Cádiz en el
venido a incrementar nuestro conocimiento no sólo del ámbito gaditano-xericiense en
las épocas “oscuras”, sino (y como parte integrante del mismo) también de nuestro
territorio (hoy término municipal) en época medieval prefundacional (la época quizá
más “oscura” hasta el momento presente por lo que respecta y atañe al conocimiento
histórico existente sobre nuestro territorio local).

La identificación tradicional que se ha venido produciendo entre


“Jarana” y “Rayana” ha podido quizá venir dificultando la identificación veraz de
ambas realidades. E consuetudine se viene entendiendo de forma asumida,
asentada (tópica) aunque, hasta cierto punto, laxa, que el solar en el que en 1483
se asentase oficialmente la Fundación de la “Real Villa de Puerto Real” vendría a
identificarse con la alquería de “Rayana” (o “Rayhana”, o “Rayhane”, o “Rayane”);
en estos entornos y bajo esta perspectiva, el solar del Barrio de Jarana venía,
pues, a quedar “subsumido” (tanto cuantitativa como cualitativamente, y más por
elisión que por acción o volición) en la nueva Fundación, no sólo materialmente
sino también por lo que atañe a su identidad propia como una verdadera entidad
poblacional ya existente en época “prefundacional” (esto es, con pasado y con
Historia propios).

Dado el estado de la investigación, entendemos que el debate (de


existir) está no sólo ni principalmente en la ubicación física y material de
“Sacrana” y “Rayana” (su/s emplazamiento/s hipotéticos y/o reales), sino en su
existencia como dos realidades físicas “a se” diferentes (y no como una sola
realidad, tal y como se venía asentando, más por costumbre que por conclusión),
disociadas, coexistentes en el tiempo (más que probablemente coetáneas, si no
en diacronía sí en sincronía), y más que probablemente cercanas (cuando no
vecinas y quizá limítrofes) en el espacio, y todo ello en el ámbito oriental y
sudoriental del saco meridional de la Bahía de Cádiz, y emplazadas (ambas
realidades poblacionales) más que probablemente en unos territorios que
corresponden actualmente al moderno término municipal de la Villa de Puerto
Real 13 .

De este modo, y al hablarse en términos laxos sobre la identidad de la


nueva población de Puerto Real (existente tan solo desde 1483), el
emplazamiento físico de la misma en el seno de un término municipal propio 14 y
las hipotéticas realidades poblacionales (las “alquerías” o “almunias” o “alcarrias”

siglo XIII. Actas de las “Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la


muerte de Alfonso X el Sabio”. Cádiz, 1983.
13
Es necesario no sólo aclarar el “dónde”, sino incluso el “qué”,
determinando definitivamente (en función de nuestras posibilidades a tales
efectos y fines) si se trata (y por tanto se habla) de una sola realidad, como
se ha venido haciendo tradicionalmente, al confundirse “Rayana” con
“Sacrana” -siendo que esta última, ni se consideraba (cfr. al respecto Sáez y
Sáez 2005, art.cit.), o si podemos aceptar (como entendemos) que se trata de
dos núcleos poblacionales de reducido formato diferentes: Rayana (del que
conocemos el topónimo) y Sacrana (que pervive bajo el nombre -y las
calles- del Barrio de Jarana, en el actual término municipal de Puerto Real).
14
Vid., al respecto, e.g., J.Mª. Cruz Beltrán, “Realengo y señorío...”, art.
cit., pp. 45-ss.
o “aldeas” o “aldehuelas”) preexistentes en dicho entorno inmediato 15 , no hemos
encontrado más que lugares comunes (protagonistas tanto como víctimas de una
“iteratio in aeternum”, de una repetición y superposición de tópicos sin fin
aparente) hasta hace bien poco; aunque el panorama es ciertamente distinto en el
momento presente, no deja de sorprender que no sea factible aún identificar con
plenas garantías de éxito (esto es, de certeza plena) el emplazamiento de
“Sacrana” y de “[¿Regiana?/¿Regina?]-Rayana”; en este sentido y por lo que
respecta a las interpretaciones actualmente vigentes, podemos señalar cómo
Fierro (1991) y Abellán (1996, 2004, 2005) se inclinan por la hipótesis de la
existencia de una “Xarrana” (o “Sarrana”), en el actual término municipal de
Puerto Real 16 , cuando no por la existencia diferenciada de dos alquerías con los

15
Unas realidades como la alquería de Alcanate (Alcanatir, Alcanatif, “Los
Puentes”), ya beneficiaria de la repoblación alfonsí en el siglo XIII, o como
las aldeas (alcarrias o alquerías) existentes en esta misma zona de la costa
gaditana (“...toda la ribera / de las otras aldeas que estaban a orillas del Gran
Mar /”) y que ya fueran mencionadas por las Cantigas del Rey Sabio
(Cantiga 328, vv. 85-86); vid. al respecto J. Montoya Martínez, “Las
Cantigas de Santa María, fuente para la Historia gaditana”, en AAVV, Cádiz
en el siglo XIII. Actas de las “Jornadas Conmemorativas del VII Centenario
de la muerte de Alfonso X el Sabio”. Cádiz, 1983, pg. 197.
16
Abellán directamente considera al Barrio de Jarana como “heredero” de la
medieval Sarrana-Jarana (Abellán, 2004: 68), hipótesis nuestra que vemos
reflejada en sus páginas (y que es igualmente suya); nosotros consideramos
que existe una continuidad de identidad -y posiblemente de poblamiento, lo
cual haya mantenido la identidad- desde la Sacrana romana hasta la Jarana
actual, pasando por las Sarrana y Xarrana medieval y moderna); adjuntamos
una relación de algunos de nuestros trabajos relativos a Sacrana o el Litus
Curense (realizados en solitario o no); para “Sacrana”: cfr. M.J. Parodi
Álvarez, "Tesoros Olvidados LXV. Presencia Romana en el Término
Municipal. (XIII). Jarana-Sacrana (I), “Puerto Real Infomación”,
29.IV.1999; id., "Tesoros Olvidados LXVI. Presencia Romana en el Término
Municipal. (XIV). Jarana-Sacrana (II), “Puerto Real Información”,
13.V.1999; id., "Tesoros Olvidados LXVII. Presencia Romana en el Término
Municipal. (XV). Jarana-Sacrana (III), “Puerto Real Información”,
27.V.1999; M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, "Un posible vestigio del
pasado romano: El Barrio Jarana (I)", “Diario de Cádiz”, 01.IV.2001; eid.,
"Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (II)", “Diario de
Cádiz”, 08.IV.2001; eid., "Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio
Jarana (III)", “Diario de Cádiz”, 17.IV.2001; igualmente, cfr. M.J. Parodi
Álvarez y M.J. Izco Reina, "Un posible vestigio del pasado romano: El
Barrio Jarana (I)", en M.J. Parodi y M.J. Izco, Puerto Real. Apuntes para su
Historia. Sevilla 2005, pp. 63-64; eid., "Un posible vestigio del pasado
romano: El Barrio Jarana (II)", op. cit., pp. 65-66; eid., "Un posible vestigio
del pasado romano: El Barrio Jarana (III)", op. cit., pp. 67-68; eid., "Un
posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (IV)", op. cit., pp. 69-
71; eid., "Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio Jarana (V)", op.
cit., pp. 72-74; eid., "Un posible vestigio del pasado romano: El Barrio
Jarana (VI)", op. cit., pp. 75-77; eid., "Un posible vestigio del pasado
romano: El Barrio Jarana (VII)", op. cit., pp. 78-79. Para lo que atañe al
“Litus Curense”: vid. M.J. Parodi Álvarez, "Embarcaciones sutiles en el Litus
Curense: barcas, botes y pateras en la costa portorrealeña hace dos mil años",
trabajo presentado en el "II Ciclo de Conferencias sobre Puerto Real y su
nombres de Sarrana/Xarrana (por una parte), emplazada en territorio que luego
habría de ser de Puerto Real, y Rayhana (por otra) en tierras de La Puente, unas
tierras “rayhanenses” que serían desde 1303 parte del entonces recién creado
municipio de Chiclana de la Frontera (Abellán, 2004: 74-75) 17 . Franco Silva
(1995: 11-ss.) ya señala cómo “Rayhana” habría pertenecido al Lugar de La
Puente (en término municipal de San Fernando, hoy día), de acuerdo con la
concesión hecha por Alfonso XI del señorío de dicha alquería de Rayhana a su
criado Gonzalo Díaz de Sevilla en 1335 (una concesión regia confirmada
finalmente en 1338).

Alfonso Franco abunda en las características de esta breve donación,


señalándonos cómo tras ser concedida en 1335 y confirmada en 1338, Gonzalo
Díaz la habría restituido al concejo de La Puente en 1344 y, siguiendo a Cristelly y
especialmente a Zurita 18 señala asimismo cómo Alfonso XI habría concedido a
su criado “...sólo una parte de la tierra de la Isla...”, sin jurisdicción (la jurisdicción
habría sido conservada por el concejo de La Puente, con lo que se trataría de un
señorío sólo territorial, no jurisdiccional); en cualquier caso, Franco no trata en
esas páginas de la existencia de la aldea de Sarrana-Xarrana-Jarana, quizá
englobada en las alquerías despobladas de las que sí hace mención el mismo
autor (Franco Silva, 1995, pg. 11) y que habrían existido por la época de la
donación a Gonzalo Díaz en el entorno costero de la actual provincia de Cádiz, en
el ámbito de la Bahía gaditana, en la primera mitad del siglo XIV (tan poco
conocido aún en lo que respecta y se refiere a la realidad -por entonces aún no

Término en la Antigüedad", y recogido en las Actas de las VII JHPR. Cádiz


2000, pp. 159-170; igualmente, M.J. Parodi y M.J. Izco, "N.H. XXIV.
Embarcaciones mayores en el "Litus Curense" (I)", en "Diario de Cádiz",
26.IX.2000; "N.H. XXV. Embarcaciones mayores en el "Litus Curense"
(II)", en "Diario de Cádiz", 2.X.2000; "N.H.XXIX. Embarcaciones mayores
en el Litus Curense (III)", en "Diario de Cádiz", 30.X.2000; "N.H.XXX.
Embarcaciones mayores en el Litus Curense (IV)", en "Diario de Cádiz",
6.XI.2000; "N.H.XXXI. Embarcaciones mayores en el Litus Curense (V)",
en "Diario de Cádiz", 13.XI.2000; "N.H.XXXII. Embarcaciones mayores en
el Litus Curense (VI)", en "Diario de Cádiz", 20.XI.2000; "N.H.XXXIII.
Embarcaciones mayores en el Litus Curense (VII)", "Diario de Cádiz",
29.XI.2000; "N.H.XXXIV. Embarcaciones mayores en el Litus Curense
(VIII)", "Diario de Cádiz", 4.XII.2000; igualmente M.J. Parodi y M.J. Izco,
“Embarcaciones mayores en el Litus Curense (I)”, en eid., Puerto Real.
Apuntes para su Historia. Sevilla 2005, pp. 38-41; eid., “Embarcaciones
mayores en el Litus Curense (II)”, op. cit., pp. 42-44; eid., “Embarcaciones
mayores en el Litus Curense (III)”, op. cit., pp. 45-47; eid., “Embarcaciones
mayores en el Litus Curense (IV)”, op. cit., pp. 48-50; eid., “Embarcaciones
mayores en el Litus Curense (V)”, op. cit., pp. 51-53; eid., “Embarcaciones
mayores en el Litus Curense (VI)”, op. cit., pp. 54-56; eid., “Embarcaciones
mayores en el Litus Curense (VII)”, op. cit., pp. 57-59; eid., “Embarcaciones
mayores en el Litus Curense (VIII)”, op. cit., pp. 60-62.
17
Abellán señala como posible zona de emplazamiento de “Rayhana” la
zona limítrofe entre Chiclana y Puerto Real, por el Pinar de los Franceses
(2004: 74-75).
18
J. de Cristelly, Ligeros Apuntes Históricos de la Ciudad de San Fernando.
San Fernando, 1891; D.M. Zurita, “La isla de Cádiz en el siglo XV”, en
Hispania XXVII, 1947, T. VII, pg. 228.
articulada administrativamente, tal y como habría de serlo merced a la Fundación
castellana de 1483- de las tierras (y gentes) de la futura Villa de Puerto Real).

Entre estos núcleos (poblados o no) de reducida evergadura, entre estas


alcarrias, aldeas o alquerías cabe señalar de acuerdo con H. Sancho de Sopranis
19 (existen otras interpretaciones, que igualmente tratamos de recoger en estos

párrafos) las de Villarana, Bayna, Campix, Finogera y Grañina, en El Puerto de


Santa María, Poblanina y Fontanina en Puerto Real o Casarejos en Jerez de la
Frontera, junto a otras de más difícil adscripción y ubicación física, como puedan
aún seguir siendo las de “Marchal-Tamarit” o “Marchal-Grasul” 20 .

19
H. Sancho de Sopranis, “La repoblación y el repartimiento de Cádiz por
Alfonso X”, en Hispania XV, 1955, pp. 18-40.
20
Esto según J. Sánchez Herrero, “Aspectos urbanísticos de Cádiz durante
los siglos XIII al XV”, en AAVV, Cádiz en el siglo XIII. Actas de las
“Jornadas Conmemorativas del VII Centenario de la muerte de Alfonso X el
Sabio”. Cádiz, 1983, pp. 24 -25, notas 16 y 18; cfr. asimismo J. Maldonado
Rosso, “El campo portuense a principios del siglo XIX. Análisis del régimen
de tenencia de la tierra”, en Cádiz en su Historia. Actas de las VI JHC. Cádiz
1988, pp. 137-148, para la identificación en tierras de El Puerto de Santa
María de suertes de tierra (a principios del siglo XIX -aunque Sánchez
Herrero, loc. cit., hace llegar la toponimia hasta hoy) denominadas Villarana,
Vaina (sic), Campín (sic, por la antigua “Campix”) o Grañina; A. Padilla
Monge, por su parte (“La transferencia de poder de Gades a Asido. Su
estudio desde una perspectiva social”, en Habis 21, 1990, pp. 241-258)
proporciona una relación razonada de topónimos de la provincia de Cádiz a
los que pone en relación con la hipotética existencia de una villa romana
“subyacente” bajo los mismos (apoyándose en trabajos precedentes como los
de Pabón o Hübner; J.M. Pabón, “Sobre los nombres de la villa romana en
Andalucía”, en Estudios dedicados a Menéndez Pidal 4. Madrid, 1953; E.
Hübner, “Nuevas observaciones sobe la geografía antigua de España”, en
BRAH VI, 1900): en relación con los topónimos que más nos interesan -y a
los que venimos considerando- cabe señalar cómo Padilla (art. cit., n. 28, pp.
248-250) recoge una “Baina”, en El Puerto de Santa María (relacionada
hipotéticamente con Badius, Baius o Vatius); una Fontanina, “alquería de la
zona de Cádiz de época de Alfonso X”; una Grañina, alquería a la que
emplaza en El Puerto de Santa María; una “Poblañina”, a la que relaciona
con “Publianus”, así como una “Jarana” y una “Xarana”, a las que Padilla
parece no relacionar a priori, aunque proporciona para ambas la misma
referencia, en una señalando a C. Pemán (“Alfares y embarcaderos romanos
en la provincia de Cádiz”, en AEArq 32, 1959, pg. 169) y en la otra
señalando a Hübner (art.cit., pg. 406); para una interpretación distinta sobre
la ubicación de algunas de estas alquerías (como la de Finogera, que es
ubicada al Sur de la vecina localidad de Chiclana -en territorio de Vejer de la
Frontera, más exactamente), vid. J. Bustamante Costa, “Topografía de las
aldeas de Vejer según los repartimientos”, en AA.VV., Excavaciones
arqueológicas en La Mesa (Chiclana de la Frontera, Cádiz). Chiclana 1999,
pp. 275-284 [en lo que quizá constituya un ejemplo de toponimia
coincidente: “Finogera” = “Hinojera: ¿un pago con abundancia de hinojo,
circunstancia que pudiera repetirse en un paisaje coincidente?]; como
muestra de divergencia entre autores -o de coincidencia toponomástica entre
lugares diferentes- podemos señalar cómo Bustamante señala la existencia de
una “Fuente de la Figuera” al E. de Conil de la Frontera y S.-S.O. de La
F.J. Lomas Salmonte y R. Sánchez Saus presentan un panorama en el
que de nuevo encontramos a Rayana como soporte de la repoblación fallida del
marqués de Cádiz (primero) y exitosa (luego) de la Corona castellana (entre 1480
y 1483). Otro topónimo que aparece en este contexto es el de “La Argamasilla”
(que quizá se encuentre -pero en este caso literalmente- bajo el actual solar del
Casco histórico de la Real Villa) 21 ; según la información manejada por Lomas y
Sánchez Saus, Cádiz habría intentado (bajo el mandato de Rodrigo Ponce el
Viejo) rehacerse en 1481 con unas tierras que habrían sido suyas (recordemos el
alfoz gaditano dispuesto originalmente por Alfonso X en 1262) y que, en algún
momento de la historia particular de estos territorios habrían sido usurpadas por el
concejo de Jerez (esto es, entre los finales del siglo XIII y estos fines del XV). El
marqués de Cádiz habría repartido tierras en este contexto entre la “Fuente de la

Muela (art. cit., pg. 284), siendo éste (“Fuente de la Higuera”) un antiguo
topónimo portorrealeño, recogido como tal ya en el siglo XV y sito en actual
pago de “Malas Noches”, de donde se canalizase el agua para el
abastecimiento de Puerto Real a través del acueducto del siglo XVIII; cfr. al
respcto R. Anarte Ávila, “El abastecimiento de agua potable a Puerto Real en
la Edad Moderna, en Actas de las IV JHPR. Puerto Real 1997, pp. 55-ss.;
igualmente J.M. Alcedo Torres y M.J. Parodi Álvarez, “La traída de aguas a
Puerto Real en el siglo XVIII. Su financiación”, en Actas de las IV JHPR.
Puerto Real 1997, pp. 69-ss.; la distancia desde dicha “Fuente de la Higuera”
a Puerto Real oscilaría entre una legua y media y dos leguas, según el patrón
adoptado [la otra “¿Fuente de la Figuera?” de La Muela (en el T.M. de Vejer
de la Frontera) debe ser -en lo que respecta a este caso- coincidencia
toponomástica o error de localización].
21
Quizá en topónimo de “Argamasilla” traiga a colación la calidad de
las tierras de este lugar o pago; recordemos en este sentido cómo
resulta significativa la existencia de yacimientos romanos en el
término municipal de Puerto Real, con una especial incidencia de las
figlinae, las factorías de producción de materiales cerámicos (ánforas
especialmente, pero no sólo ánforas) ya en el actual casco urbano
portorrealeño y sus inmediatos aledaños (caso de yacimientos como
los de “El Gallinero”, “Brisas de Mar” o “Puente Melchor”, por citar
algunos), materiales cerámicos para los cuales contar en sus
proximidades con el barro, la arcilla (¿= la argamasa?) sería
imprescindible; igualmente cabe traer a colación la existencia de
topónimos como el de “Los Barreros”, pago del cual hasta hace bien
poco se realizaban extracciones de dicho material, sito en los que ya
son aledaños del casco urbano, o la continuidad (sic) de la actividad,
de la tradición, con fábricas en el casco urbano local activas en los
siglos XIX y XX tales como la fábrica Lavalle, destinada a la
producción de ladrillos con uso de obra prima local, y, en un plano
más artesanal, de la “Cantarería”, en las que eran las afueras del casco
urbano en los siglos XVIII y XX por el Sur, en los entornos de las
actuales calles Real (antigua de la Torre) y Leñadores; sobre la fábrica
Lavalle vid. M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, “La fábrica de
ladrillos del señor Lavalle (I)”, en eid., Puerto Real. Apuntes..., pp.
242-245 y “La fábrica de ladrillos del señor Lavalle (II)”, en eid.,
Puerto Real. Apuntes..., pp. 246-250.
Figuera” 22 y la “Argamasilla”, hasta la “Torre de Gonzalo Díaz”, especificándose
hasta las distancias mediante tiros de artillería (bombarda) 23 .

Así pues, otro estudio moderno (además del más antiguo y ya


contemplado trabajo local -de carácter divulgativo- de J. Moreno de Guerra) entre
los que abordan igualmente la problemática sobre la medieval "Rayhana" y el
"pago de la Argamasilla" (un tema que cuenta cada vez con más bibliografía
relativa a su problemática y su desarrollo en el especio y el tiempo) es el referido
trabajo coordinado por los profesores de la U.C.A. F.J. Lomas Salmonte y R.
Sánchez Saus, Historia de Cádiz. Entre la Leyenda y el olvido. Épocas Antigua y
Media (publicado en Cádiz el año 1991), del que venimos tratando, interesándonos
especialmente las páginas 306-307 del vol. I del mismo.

De la mano de este estudio podemos contemplar cómo la iniciativa de


repoblación real castellana de 1483 (coronada por el éxito y a partir de la cual
arranca la historia de la “Real Villa”) habría sido precedida por otras intentonas
llevadas a cabo en 1480 y 1481 y tendentes al mismo fin (esto es, la ocupación del
territorio) procedentes en su caso no de la voluntad estatal, sino de la iniciativa
privada señorial, y más en concreto de los Ponce de León, condes (luego duques)
de Arcos y [efímeros, aunque no pudieran saberlo] marqueses de Cádiz por
aquellas fechas, siendo el referido enclave una ciudad realenga por disposición de
Alfonso X, tomada a la Corona de Castilla por la Casa de Ponce de León en el
seno de las turbulencias que durante la Baja Edad Media atenazaron al mayor de
los reinos peninsulares, circunstancias éstas que no llegarían a ser subsanadas -
tanto en lo general como en lo que particularmente afecta a Cádiz y su Bahía-
hasta el enérgico reinado de Isabel I, respaldada por su consorte y cosoberano
Fernando V de Aragón, el nuevo Alejandro 24 .

Una vez más, la aparente “confusión” entre Sacrana y Rayhana (o


“unificación” de ambas realidades sobre el papel) se hace manifiesta y patente; por
nuestra parte, nosotros consideramos (tal y como venimos insistiendo) que se
trataría de dos entidades diferentes, probablemente vecinas (limítrofes) y
coexistentes en el tiempo, y ello con independencia de su adscripción a una u otra
entidad mayor o externa (Cádiz, ¿concejo de La Puente?, Jerez de la Frontera) en
determinado momento del período medieval comprendido entre 1262/64 (creación

22
La ubicación de esta “Fuente de la Figuera” en La Muela (Vejer de la
Frontera), de acuerdo con Bustamante (art. cit., supra) podría quedar de este
modo, por alejada del contexto físico en cuestión, fuera de consideración.
23
F.J. Lomas Salmonte y R. Sánchez Saus, Historia de Cádiz. Entre la
leyenda y el olvido. Épocas Antigua y Media. Vol. I. Cádiz, 1991, pp. 306-
ss.; cfr. MJ. Parodi y M.J. Izco, “La Argamasilla, un episodio medieval
portorrealeño”, en eidem, Puerto Real. Apuntes para su Historia. Sevilla
2005, pp. 101-102; sobre las condiciones de la “concesión” de Cádiz a los
Ponce de León en 1467 por el fallido Alfonso XII, hermano menor de
Enrique IV y de Isabel I, cfr. R. Fresnadillo, El castillo de la villa de Cádiz
(1467?-1947). Una fortaleza medieval desvanecida. Cádiz 1989, pp. 36-ss.
24
Cfr. el artículo de J. Gil, “Alejandro, el nudo gordiano y Fernando el
Católico”, en Habis 16, 1985, pp. 229-242, donde se estudia la herencia
alejandrina en la iconografía y el imaginario fernandino del Cuatrocientos.
del alfoz gaditano por Alfonso X) y 1483 (repoblación castellana y segregación de
estas tierras portorrealeñas ya del concejo de Jerez de la Frontera, no del alfoz de
Cádiz, del que se habrían desgajado antes de la fecha fundacional local de finales
del siglo XV).

Que Rayhana perteneció en algún momento al concejo de La Puente (y


previamente al alfoz de Cádiz), parece quedar claro por la donación del rey
Alfonso XI a Gonzalo Díaz de Sevilla en 1335, así como por la restitución del
referido (y efímero) señor de Rayhana al mencionado concejo de La Puente en
1344 de la donación alfonsina. Que se ubicara en tierras de Cádiz (y de La
Puente) que luego fueron Chiclana (desde 1303) (Abellán, 2004: 74-75), bien en el
Pinar de los Franceses, bien en el Marquesado (en la parte chiclanera del mismo -
la zona de El Marquesado se divide administrativa y físicamente en dos mitades,
una adscrita al término municipal de Puerto Real, la otra al de Chiclana de la
Frontera), no dejan de ser hipótesis de trabajo a considerar 25 . Que Rayhana
estuviese en tierras del concejo de La Puente, pero en el actual término de Puerto
Real, como sostienen Sáez y Sáez (2005, passim) y en su día Ruiz Gil (1994: 87-
ss., a quien siguen los anteriores en este particular) puede, a priori, ser (o parecer)
una hipótesis tan acertada como la de Abellán (2004), si bien la intervención de
Ponce el Viejo en tierras de “La Argamasilla” y de la alquería de Rayhana, referida
por Lomas y Sánchez (1991: 306-ss.) parecería reforzar la hipótesis del
emplazamiento portorrealeño de la citada alquería de Rayhana 26 .

En cualquier caso, no podemos perder de vista la sucesión de topónimos


en el tiempo y el espacio (recordemos el caso de la “Fuente de la Figuera”, con
dos aparentes paredros, uno sito en el término de Puerto Real y otro en el de Vejer
de la Frontera, uno en la Bahía de Cádiz, y otro en la comarca de La Janda), así
como los no precisamente escasos avatares sufridos por las tierras en cuestión (el
Saco meridional de la Bahía gaditana) entre los siglos XIII y XV, avatares que
llevaron aparejados notables cambios en la organización [política y administrativa]
del territorio (con la disminución, por ejemplo, del alfoz gaditano, que sufriría, entre
otras, la merma de Alcanatif-Santa María del Puerto, fundación alfonsí en 1281, o

25
Si Chiclana de la Frontera es segregada del concejo de La Puente en 1303, y
el señorío de Gonzalo Díaz sobre Rayhana se constituye en 1335, a partir de
tierras del propio concejo de La Puente (la cursiva es nuestra), parecería que
esta alquería rayhanense no habría formado parte en ese entonces de los
términos de la recién creada Chiclana, sino, como se especifica en la donación
de Alfonso XI, de La Puente. Otro cantar es dónde se encontraban las tierras de
Rayhana…
26
Por ejemplo, J.A. Ruiz Gil sitúa Rayana en el Barrio de Jarana, “Los
orígenes de San Fernando. Una aportación desde el castillo de San Romualdo”,
en Actas de los X EHA. San Fernando, 1994, pp. 87-95; de esta hipótesis se
muestran deudores Sáez y Sáez (2005: pg. 30, lám 4, pero en el texto que
acompaña a la referida lámina los autores hablan de la “...zona
presumiblemente ocupada por la alquería de Rayhana” -la cursiva es nuestra,
aunque el término empleado es de los autores), quienes sitúan igualmente la
alquería de Rayana con sus tierras dependientes en la zona del Barrio de
Jarana, en el T.M. portorrealeño actual (que lo es desde la Fundación, en 1483).
de Sanlúcar de Barrameda, cedida a los Guzmán en dos tiempos, en 1295 y
1297).

Si el concejo de La Puente (que acabaría por desaparecer tras su


“señorialización”, con la cesión a la familia Suazo) hubo de padecer los efectos
negativos de la algarada portuguesa de 1369, perdiendo entonces (a favor de
Jerez de la Frontera, se entiende) las tierras que le habrían podido pertenecer en
el actual término municipal de Puerto Real, o si estas tierras habían sido ya antes
desgajadas del tronco común del alfoz gaditano en beneficio del xericiense (y una
vez más volveríamos a encontrarnos con la donación a Gonzalo Díaz en 1335
como punto cronológico de referencia, válido a estos efectos en tanto en cuanto
ubicásemos definitivamente la situación de la alquería de Rayana y sus tierras
aledañas) no podemos, a fecha de hoy, sino aventurarlo...

Sí entendemos que Rayhana / Rayana / Rayane / Rayhane (topónimo


quizá dependiente de un latino “Regina/Regiana”) 27 y Sacrana no debieron ser la
misma realidad; si parece quedar sentada la existencia “a se” de una alquería de
Rayhana (que habría estado situada si no en el T.M. de Puerto Real, sí en sus
inmediaciones más próximas (Marquesado, Pinar de los Franceses -Chiclana de la
Frontera), pero en cualquier caso en un ámbito costero en la Bahía, tampoco
parece que deba existir razón para que quede duda acerca de la existencia de una
“Sacrana” 28 (a tenor de los vestigios arqueológicos romanos que conforman la

27
Cfr. a este respecto el reciente trabajo de J.A. Correa, “Origen del corónimo
RAYYA”, en Al-Qantara XXVII, nº. 1, enero-junio de 2006, pp. 207-214; para
“Rayya” vid. igualmente la obra clásica de J. Vallvé, La división territorial de
la España musulmana. Madrid. CSIC., 1986, pp. 328-ss.
28
¿Quizá relacionada si no con la marca anfórica ya referida supra (el “fundus
Sacranensis” de CIL XV, 4451) sí con la herencia del “Lucus” Oleastrum, del
“bosque sagrado” (= Lucus), la “silva sacra” (sic), un lugar sagrado a partir del
cual pudiera haber quedado “fijado” el topónimo “sacranense”, como relativo a
esa zona “sacra”, sagrada o “consagrada” a una/s determinada/s divinidad/es?
(cfr. Chic, “Lacca”, en Habis 10-11, 1979-1980, pg. 275, n.126, para el sentido
de “bosque sagrado” de términos como “lucus” o “nemus”); cfr. E. Hübner en
R.E. IV.2. Cols. 1813-14 para una hipótesis (“clásica”) sobre el emplazamiento
del “Litus Curense” (aunque no trata el asunto específico del bosque Oleastro;
el mismo Hübner, en “Nuevas observaciones...”, art.cit., pp. 402-406, relaciona
“Xarana” con CIL XV, 4451; lo propio hace Pemán Pemartín en su trabajo
“Alfares y embarcaderos...”, art. cit., pp. 169-ss.); cfr. para lo relativo al Litus
Curense y los “Curetes” (o “Curenses”) igualmente A. Tovar, Iberische
Landeskunde. Zweiter Teil. Die Völker und die Städte des antiken Hispanien.
Band 1. Baetica. Baden-Baden, 1974, pp. 48-ss.; e id., Iberische Landeskunde.
Zweiter Teil. Die Völker und die Städte der antiken Hispanien. Band 2.
Lusitania. Baden-Baden, 1976, pp. 193-ss.; igualmente F. Gascó, “¿Curetes o
cunetes? Justino XLIV,4,1”, en Gerión 5, 1987, pp. 183-194; junto a la
refencia de Justino para los “cunetes” o “curetes” en el contexto que nos
interesa, podemos encontrar menciones del Litus Curense [inflecto sinu] en
Plinio, N.H. III.7-15; para lo relativo al bosque Oleastro es necesario consultar
a Pomponio Mela (III.4), Claudio Ptolomeo (II.40.10) o el mismo Plinio (III.7-
ss.); cfr. M.J. Parodi Álvarez y M.J. Izco Reina, “El territorium de Puerto Real
en las fuentes clásicas”, en eid., Puerto Real. Apuntes para su Historia. Sevilla
zona arqueológica que hemos dado en llamar de “Puente Melchor-Barrio de
Jarana”, en Puerto Real) 29 , que habría encontrado continuidad en la medieval
“Sarrana”, alquería que habría estado ligada a la Jerez medieval, y de la cual la
fuente islámica nos dice que fue cuna del visir-secretario Abu Bakr Muhammad b.
Abd al-‘Aziz (muerto entre los años 1141 y 1142) (Abellán 2004, pg. 68; 2005, pp.
74 y 132) 30 .

Precisamente sobre la adscripción jerezana plenomedieval de esta


alquería de Sarrana (una entidad distinta e independiente de la de Rayhana) se
pronuncian igualmente investigadores como J. Martínez, quien hace más de veinte
años (respecto a la fecha de redacción de estos párrafos) ya señala cómo Sarrana
sería una alquería que se encontraba “en jurisdicción de Jerez” (de la Jerez
musulmana, heredera y antigua integrante de la chora de Siddûn-Sidonia), de
acuerdo con Ibn Alabbar, y que en el siglo XIII se denominaría “Xarrana”
(transcripción del sonido “S” árabe en “Sarrana”) 31 .

Es innegable que hay que revisar la bibliografía sobre Rayhana,


retomando y reconsiderando las referencias a Rayhana existentes en la
bibliografía específica sobre el período musulmán (y cristiano) de la Edad Media
en la Bahía de Cádiz, para poder mejor considerar la realidad de su consistencia y
ubicación históricas porque si bien hasta ahora habíamos considerado que existe
una continuidad de relación entre dos factores (poblacional uno y toponímico el
otro) que tienen su reflejo en la toponimia “evolutiva” de Sacrana-Xarrana-Jarana
(“evolutiva” en el tiempo más que en el espacio: consideramos que refleja una
misma realidad, la que hoy se reduce en el moderno Barrio de Jarana), así como
en la de “[¿Regina?]/Rayhana”que es el hilo que venía siendo considerado (y
recogido como tal en diversas publicaciones de nuestra autoría anteriores a ésta),
entendemos que se hace necesario, a la luz de los avances de la investigación (de
campo y gabinete) reconsiderar la identidad de Sacrana-Jarana y Rayhana, así
como la relación de ambas entre sí y con el resto de la Bahía en las épocas
antigua y medieval, no perdiendo de vista que es necesario entenderlas como dos
unidades distintas, y, por tanto, otorgando a cada una de ellas el peso que le
corresponde.

2005, pp. 34-37; eid., "Los caños y esteros de Puerto Real en la mitología
griega", en eid., op. cit., pp. 80-81.
29
Una vez más deberemos traer a colación el no precisamente reducido
volumen y número de yacimientos arqueológicos adscritos a época romana que
conforman el área arqueológica “Puente Melchor-Barrio de Jarana”, desde el
mismo entorno del Puente de Suazo hasta los bordes del casco urbano actual de
Puerto Real.
30
Este visir-secretario, ligado a la Jerez musulmana, muere de manera casi
coincidente (quizá demasiado coincidente...) con la toma de Jerez por los
almohades, que tuvo lugar entre 1142 y 1143. ¿Casualidad? ¿Consecuencia una
cosa de la otra? De cualquier forma, quizá nos encontremos con el testimonio
del primer portorrealeño “avant la lettre” con significación y nombre propio en
la Historia.
31
J. Martínez, “Toponimia gaditana del siglo XIII”, en AA.VV., Cádiz en el
siglo XIII. Cádiz, 1983, pp. 104, 114 y 119.
En este sentido, insistimos, consideramos que en lugar de frente a una
sola realidad poblacional y toponímica (con desarrollo diacrónico único) podríamos
muy bien estar ante dos realidades poblacionales y toponímicas: una, la de
Sacrana-Xarrana-Jarana, y otra la de Rayhana, distintas y de seguro coetáneas
(en algún momento histórico, quizá no en diacronía pero sí de manera sincrónica);
en ese caso, además, es necesario reconsiderar la ubicación geográfica que
habría tenido ese núcleo de Rayhana en la Bahía de Cádiz, situado en algún lugar
físicamente emplazado entre los términos municipales actuales de las modernas
localidades de Puerto Real, San Fernando y Chiclana de la Frontera, de acuerdo
con las actuales interpretaciones históricas vigentes sobre el mismo.

Si Sacrana/Sarrana/Xarrana/Jarana (reducida en el Barrio de Jarana, en


Puerto Real) y [¿Regina?]/Rayhana son efectivamente dos realidades
poblacionales diferentes, de ese modo, Xarrana y Rayhana habrían, siendo dos
realidades distintas, de estar -físicamente- muy cerca, hasta el punto de que quizá
fueran limítrofes (al tiempo que podría inducir a confusión el relativo parecido de
los nombres…).

La dificultad a la hora de ubicar material, positiva y físicamente una u otra


referencia (Jarana, Rayhana) en un marco cronoespacial determinado
(identificando positivamente, insistimos, ambas realidades poblacionales y
toponímicas) no es un hecho aislado, sino que se incluye en el más amplio
abanico de dificultades que jalonan el estudio de la realidad de la Bahía en época
medieval (ya se trate de época musulmana o ya del tiempo posterior a la
Reconquista cristiana).

A modo de colofón, pero sin mayor ánimo reivindicativo de abundar en


los posibles avatares e identificación de “Rayhana” en época medieval,
señalaremos tan sólo cómo M. González Jiménez (1994) y M.A. Ladero Quesada
(1994) coinciden al inclinarse directa y abiertamente por establecer e identificar la
ubicación de la alquería de “Rayhane” en las tierras del actual término municipal
de Puerto Real; de hecho, Ladero no vacila en señalar la relación directa entre la
referida alquería de “Rayhane o tierras de la Argamasilla” (Ladero, 1994, pp. 113-
114) y el establecimiento en ese mismo lugar por la Corona de Castilla de la nueva
Fundación de Puerto Real, en 1483 32 .

32
Insistiremos una vez más en la posible dualidad de conceptos y
realidades: de una parte la Sacrana romana (con todos los yacimientos
constatados en la zona arqueológica de Puente Melchor-Barrio de Jarana,
como el complejo de “Puente Melchor”, el “Pinar de Villanueva” o el
recientemente descubierto yacimiento de la “Villa del Mosaico del Barrio de
Jarana”), con su desarrollo en el tiempo a través de la Sarrana musulmana -
como sabemos, cuna del visir-secretario Abu Bakr Muhammad b. Abd al-
‘Aziz, fallecido en 1142 (y la fecha de la muerte del visir nos permite
retrotraer la existencia de esta Sarrana cuando menos a las postrimerías del
siglo XI)- y la Xarrana, ya cristiana, del siglo XIII, y de otra la referencia
toponímica de Rayhana/Rayana/Rayhane/Rayane; quizá una englobase a la
otra, quizá se trate de dos alquerías vecinas (como tendemos a considerar),
quizá se trate de dos denominaciones distintas para una misma realidad…
Por nuestra parte tendemos a considerar que se trata de dos realidades
Dejaremos para próximos trabajos la posible identificación en época
medieval del topónimo “Rayhana” (o “Rayhane”) en el seno del término municipal
de Puerto Real, su ubicación concreta, su hipotética “movilidad” en marco extenso
del territorium portorrealeño y su relación, a su vez, con las tierras de “La
Argamasilla”, que habrían sido finalmente las receptoras (de acuerdo con lo que
sabemos) del hecho histórico de la repoblación castellana cristalizada (legalmente
al menos) en el año 1483 y que a la postre daría como resultado la materialización
de la creación de la nueva Villa Realenga de Puerto Real 33 .

diferentes de las cuales una, Sacrana-Sarrana-Xarrana-Jarana-Barrio de


Jarana presenta una clara continuidad de poblamiento (y por ello de
identidad), quizá desde época romana, mientras la otra, Rayhana, podría estar
según unos investigadores en la linde entre los TT.MM. de Puerto Real y
Chiclana de la Frontera, mientras según la versión tradicional se trataría de la
alquería que habría servido como base a la Fundación de la Real Villa de
Puerto Real; quizá Rayhana se habría encontrado bajo el solar del Casco
histórico, en tierras de La Argamasilla, mientras Sarrana-Xarrana habría
estado, sencilla y simplemente, donde sigue estando, en el Barrio de Jarana:
de esa forma se trataría efectivamente de dos alquerías vecinas, limítrofes,
coetáneas y ligadas íntimamente por la evolución de los acontecimientos
históricos (al menos desde la creación del alfoz gaditano por Alfonso el
Sabio), especialmente a partir de la Fundación de Puerto Real en junio de
1483.
33
"Harina de otro costal" (que recogemos a título de anécdota) habrá de ser
la relación de la palabra castellana "jarana" con la diversión, la fiesta, el
jolgorio; en este sentido, el nombre de nuestro núcleo de población, nuestro
“Barrio de Jarana”, no debe ser deudor de la misma: el significado de
"jarana" como "diversión" puede ser, eso sí, deudor de nuestro histórico
Barrio, por las circunstancias que fueren, y no viceversa; justo es notar,
empero, que el "Larousse" reconoce los sentidos de "diversión bulliciosa";
"pendencia, trifulca"; "ruido, bullicio"; e incluso "baile mexicano, en especial
del estado de Yucatán" a la voz "jarana"; por su parte, el DRAE recoge en la
voz “jarana” (que aparece como de origen incierto) varias acepciones,
como sigue: 1. f. coloq. Diversión bulliciosa y alborotada. 2. f. coloq.
Pendencia, alboroto, tumulto. 3. f. coloq. Trampa, engaño, burla. 4. f.
C. Rica, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Deuda (obligación de
pagar). 5. f. Cuba. Burla que se hace a alguien, en tono de broma o
chiste. 6. f. México. Instrumento de cuerda parecido a una guitarra
pequeña; el abundar en los significados posibles del término trasciende
de nuestros objetivos e intereses en estos párrafos. Esperemos que pueda
quedar en las mentes de todos el importantísimo testimonio que el aún
existente núcleo poblacional de Sacrana-Xarrana-Jarana cotidianamente
proporciona de la presencia romana en Puerto Real.

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