Quién Te Pensás Que Sos

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Quién te pensás que sos

A.K.
2019
Acá iba a agradecerte por hacerme
escribir todo esto,
pero fui yo el que hizo poemas para
pegar los platos rotos.

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Chau
me decís en la esquina
y te planto un beso
en el cachete.
Te reís
y nos miramos
con la ironía erótica
de saber muy bien
todo lo que haríamos
si alguno de los dos
alguna vez
se animara.

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Los dos sabemos bien
que los deícticos
siempre se actualizan,
pero espero que el “vos”
que a veces te susurro
nunca tenga una cara
que no sea la tuya.

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Se me ocurrió escribirte
un manual de instrucciones
para que quieras quererme.
Lo pensé un poco
y cincuenta páginas
con señales de advertencia
no son muy tentadoras.

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No necesito que vos me quieras,
pero cuando salgo de bañarme
el espejo está empañado
y me vendría bien que estés acá,
que me peines como más te guste
y me despeines antes de irte.

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Entonces me mirás
con tus ojos marrones,
y esos labios gruesos
con gusto a birra fría
me dicen que es así,
creer o reventar.
Y yo pruebo esos labios,
te agarro la cintura
y entre beso y beso
te miro y te sonrío
y tus ojos entienden
que yo elijo creerte
o quererte
porque ya reventaste
todas mis estructuras

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Mi mente está siempre
siempre
siempre
tachando los días
contando las horas
estirando minutos
hasta que vos
finalmente
te canses de mí.

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Me regalaste un “para siempre” y con
los labios dibujaste
el asterisco de la nota al pie donde
indicabas
la fecha de vencimiento de todo lo
que sentías.

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Cuándo te diste cuenta
de que, en realidad,
lo único que te excitaba
(que no significa "gustaba")
era que éramos dos extraños
envueltos en un fuego
que, orgasmo tras orgasmo,
te fue quemando la incógnita
de saber quién era yo.

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Por favor,
dejame
contar los lunares de tu espalda
una vez más.
Solo quiero saber
si uniendo los puntos de otra forma
armo el mapa que me lleve
una última vez
a tu cama.

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Si tener un orgasmo
es morir un poquito,
y, antes de morir,
vemos toda la vida
pasar en un segundo,
explicame por qué
siempre antes de acabar
lo único que veo
es tu cara.

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¿Cómo sonaba tu risa?

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Una cerveza,
me siento
y escribo
sobre cualquier cosa
que no tenga que ver con vos.

Abro la lata y el sonido


me hace pensar en tu lengua
chasqueando antes de refutarme
cualquier cosa que haya dicho.
Y tu lengua
me hace pensar en tus labios
en conjunción con los míos.
Los imagino bailando,
nuestros labios son las manos,
nuestras lenguas, las piernas
envueltas en el tango
más erótico del mundo.
Nos imagino bailando.
Tu respirar agitado
acariciando mi hombro,
mi cuello,
mi mejilla.
Y te beso.
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Nos imagino besándonos
con todo el cuerpo.
Con mis manos
por debajo de tu remera,
con tus manos,
como garras,
tirándome del pelo
y rogando que me quede.
Con el calor de tu pelvis
y el calor de la mía
podríamos prender un fuego
que dure mil años.

Y otra vez,
yet again,
te escribí.
No a vos, sobre vos.
Otra vez.
Aunque no quiera escribir sobre vos.
Aunque el mundo sea tan grande
y esté tan lleno de palabras,
materia prima,
sos mi producto elaborado favorito.

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Sos la estufa que se rompe a mitad de
la noche y los diez grados bajo cero
de la mañana siguiente.
Sos una alarma a las seis, otra a las
seis y cinco, otra las seis y diez y otra
a las seis y cuarto.
Sos yo levantándome a las doce y
media.
Sos las películas de canal trece y un
domingo a las siete de la tarde.
Sos el 106.
Sos la primavera y sos mi alergia a los
cambios de clima.
Sos mis ahorros en pesos y sos la
devaluación.
Sos mi amor por la lluvia y sos todas
las baldosas flojas del centro.
Sos un corte de luz y sos batería baja.
Sos todos mis apuntes y sos marcas
hechas sin regla.
Sos un vuelo con dos escalas y yo no
sé tomar aviones.

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Quererte fue lo mismo
que el ardor en la garganta
del domingo al mediodía
después de los dos atados
del sábado a la noche.

19
Lo único que fuimos:
un algoritmo
un mensaje leído.

¿Cuántos días más tarde


te diste cuenta
de que no me querías?

Te daría la mano
para esta vez
ser yo el que te la suelte.

Tres haikus me alcanzaron


para resumir
todo lo que vivimos.

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Nunca viniste a despedirte,
porque nunca llegaste del todo,
pero me imaginé viendo tu espalda
mientras te ibas por última vez
y me pregunté si pensaste
ese primer día en que me viste

"lindo, si supieras
cómo te voy a arruinar la cabeza".

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Hoy quiero escribirte
algo que te duela.
Quiero hacer de cuenta
que hoy me animo
y te lo mando
y que con cada verso que leés
se te estruja el pecho y
se te parte el corazón
un pedazo tras otro.

Quién te pensás que sos.

Quiero que me imagines


leyéndote a los gritos,
pateando los muebles,
estampando los platos
contra un piso
que nunca compartimos.
Quiero tirar los vasos
y que se rompan los vidrios
como todos los esquemas
que vos me hiciste añicos.

Quién te pensás que sos.


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Quiero mirarte a los ojos,
decirte que me voy
aunque nunca llegué
y que rompas en llanto,
que te tires al piso,
te pongas de rodillas,
me abraces la cintura
y me pidas que me quede.
O que por lo menos finjas
un leve sobresalto
un atisbo de dolor
una nota de nostalgia
cuando dé un portazo y me vaya
de esta habitación
tan vacía.

Quién te pensás que sos.

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