Novena de Navidad Dia Primero
Novena de Navidad Dia Primero
Novena de Navidad Dia Primero
Ofrenda $6.000
I. INICIO DE NOVENA.
A. Villancico
B. Por La Señal De La Santa Cruz...
C. Jesús Mi Señor Y Redentor…
D. Creo En Dios Padre Todo Poderoso Creador Del Cielo…
E. Padre Nuestro
F. Ave María
G. Ofrecimiento:
Recibe Oh Divino Niño Jesús, esta novena que te
ofrecemos por todas nuestras necesidades espirituales y
materiales, por la sanación nuestras heridas
emocionales, por el rompimiento de toda cadena
intergenérica, de toda maldición, hechizo o brujería sobre
nosotros, por toda atadura del malo, por nuestra
conversión, sanación y liberación, por el eterno descanso
de los difuntos de nuestro árbol genealógico y las almas
que por medio nuestro, puedan ser conducidas al
descanso eterno y de manera especial en este día te
pedimos por…(diga aquí su intención). Amén
H. Villancico
Padre Nuestro…
7. Gozos.
Ven, Ven, Ven, ven a nuestra Almas ..
1. Oh sapiencia suma del Dios soberano
que al nivel de un Niño te hayas rebajado.
Oh Divino Infante, ven para enseñarnos
la prudencia que hace verdaderos sabios.
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El cielo y la tierra, el hombre y su Dios,
en tu amor de Niño se integran los dos.
Gloria a Dios del cielo y paz a los hombres,
es tu Buena Nueva, nuestra salvación.
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¡Ven Salvador nuestro,
por quien suspiramos.
Ven a nuestras almas
I. Villancico
.
III. DÍAS
A.DÍA PRIMERO
8. Desposorios de la Virgen María y San José
María vivía entre tanto en el Templo con otras muchas jóvenes bajo la
custodia de las piadosas matronas, ocupadas en bordar, en tejer y en
labores para las colgaduras del Templo y las vestiduras sacerdotales.
También limpiaban las vestiduras y otros objetos destinados al culto
divino. Cuando llegaban a la mayoría de edad, se las casaba. Sus
padres las habían entregado totalmente a Dios y entre los israelitas más
piadosos existía el presentimiento que de uno de esos matrimonios se
produciría el advenimiento del Mesías. Cuando María tenía catorce
años y debía salir pronto del Templo para casarse, junto con otras siete
jóvenes, vi a Santa Ana visitarla en el Templo. Al anunciar a María
que debía abandonar el Templo para casarse, la vi profundamente
conmovida, declarando al sacerdote que no deseaba abandonar el
Templo, pues se había consagrado sólo a Dios y no tenía inclinación
por el matrimonio. A todo esto le fue respondido que debía aceptar
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algún esposo. La vi luego en su oratorio, rezando a Dios con mucho
fervor.
Vi a un sacerdote muy anciano, que no podía caminar: debía ser el
Sumo Pontífice. Fue llevado por otros sacerdotes hasta el Santo de los
Santos y mientras encendía un sacrificio de incienso, leía las oraciones
en un rollo de pergamino colocado sobre una especie de atril.
Hallándose arrebatado en éxtasis tuvo una aparición y su dedo fue
llevado sobre el pergamino al siguiente pasaje de Isaías: "Un retoño
saldrá de la raíz de Jessé y una flor ascenderá de esa raíz". Cuando el
anciano volvió en sí, leyó este pasaje y tuvo conocimiento de algo al
respecto. Luego se enviaron mensajeros a todas las regiones del país
convocando al Templo a todos los hombres de la raza de David que no
estaban casados. Cuando varios de ellos se encontraron reunidos en el
Templo, en traje de fiesta, les fue presentada María. Entre ellos vi a un
joven muy piadoso de Belén, que había pedido a Dios, con gran fervor,
el cumplimiento de la promesa: en su corazón vi un gran deseo de ser
elegido por esposo de María. En cuanto a Ella, volvió a su celda y
derramó muchas lágrimas, sin poder imaginar siquiera que habría de
permanecer siempre virgen.
1. Entre varios Jóvenes, La Vara floreció de lirios solo en San
José
Después de esto vi al Sumo Sacerdote, obedeciendo a un impulso
interior, presentar unas ramas a los asistentes, ordenando que cada uno
de ellos la marcara una con su nombre y la tuviera en la mano durante
la oración y el sacrificio. Cuando hubieron hecho esto, las ramas
fueron tomadas nuevamente de sus manos y colocadas en un altar
delante del Santo de los Santos, siéndoles anunciado que aquél de entre
ellos cuya rama floreciere sería el designado por el Señor para ser el
esposo de María de Nazaret.
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Mientras las ramas se hallaban delante del Santo de los Santos, siguió
celebrándose el sacrificio y continuó la oración. Durante este tiempo
vi, [...] cuando después del tiempo marcado, les fueron devueltas las
ramas anunciándoles que ninguno de ellos había sido designado por
Dios para ser esposo de aquella Virgen.
Luego vi a los sacerdotes del Templo buscando nuevamente en los
registros de las familias, si quedaba algún descendiente de la familia de
David que no hubiese sido llamado. Hallaron la indicación de seis
hermanos que habitaban en Belén, uno de los cuales era desconocido y
andaba ausente desde hacía tiempo. Buscaron el domicilio de José,
descubriéndolo a poca distancia de Samaria, en un lugar situado cerca
de un riachuelo. Habitaba a la orilla del río y trabajaba bajo las órdenes
de un carpintero.
Obedeciendo a las órdenes del Sumo Sacerdote, acudió José a
Jerusalén y se presentó en el Templo. Mientras oraban y ofrecían
sacrificio pusiéronle también en las manos una vara, y en el momento
en que él se disponía a dejarla sobre el altar, delante del Santo de los
Santos, brotó de la vara una flor blanca, semejante a una azucena; y
pude ver una aparición luminosa bajar sobre él: era como si en ese
momento José hubiese recibido al Espíritu Santo. Así se supo que éste
era el hombre designado por Dios para ser prometido de María
Santísima, y los sacerdotes lo presentaron a María, en presencia de su
madre. María, resignada a la voluntad de Dios, lo aceptó
humildemente, sabiendo que Dios todo lo podía, puesto que Él había
recibido su voto de pertenecer sólo a Él.
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Sión que se alquilaba a menudo para ocasiones semejantes. Además de
las maestras y compañeras de María de la escuela del Templo,
asistieron muchos parientes de Joaquín y de Ana, entre otros un
matrimonio de Gofna con dos hijas. Las bodas fueron solemnes y
suntuosas, y se ofrecieron e inmolaron muchos corderos como
sacrificio en el Templo. He podido ver muy bien a María con su
vestido nupcial. Llevaba una túnica muy amplia abierta por delante,
con anchas mangas. Era de fondo azul, con grandes rosas rojas, blancas
y amarillas, mezcladas de hojas verdes, al modo de las ricas casullas de
los tiempos antiguos. El borde inferior estaba adornado con flecos y
borlas. Encima del traje llevaba un manto celeste parecido a un gran
paño. Además de este manto, las mujeres judías solían llevar en ciertas
ocasiones algo así como un abrigo de duelo con mangas. El manto de
María caíale sobre los hombros volviendo hacia adelante por ambos
lados y terminando en una cola. Llevaba en la mano izquierda una
pequeña corona de rosas blancas y rojas de seda; en la derecha tenía, a
modo de cetro, un hermoso candelero de oro sin pie, con una pequeña
bandeja sobrepuesta, en el que ardía algo que producía una llama
blanquecina. Ana había traído el vestido de boda, y María, en su
humildad, no quería ponérselo después de los esponsales. Las jóvenes
del Templo arreglaron el cabello de María, terminando el tocado en
muy breve tiempo. Sus cabellos fueron ajustados en torno a la cabeza,
de la cual colgaba un velo blanco que caía por debajo de los hombros.
Sobre este velo le fue puesta una corona.
La cabellera de María era abundante, de color rubio de oro, cejas
negras y altas, grandes ojos de párpados habitual-mente entornados con
largas pestañas negras, nariz de bella forma un poco alargada, boca
noble y graciosa, y fino mentón.
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a) El vestido de Bodas de la Virgen María
La estatura de la virgen María, era mediana. Vestida con su hermoso
traje, era su andar lleno de gracia, de decencia y de gravedad. Vistióse
luego para la boda con otro atavío menos adornado, del cual poseo un
pequeño trozo que guardo entre mis reliquias. Llevó este traje listado
en Cana y en otras ocasiones solemnes. A veces volvía a ponerse su
vestido de bodas cuando iba al Templo. Personas acomodadas
mudaban tres o cuatro veces sus vestidos en las bodas. En ese traje de
gala María me recordaba a ciertas mujeres ilustres de otras épocas, por
ejemplo a Santa Elena y a Santa Cunegunda, aunque distinguiéndose
de ellas por el manto con que se envolvían las mujeres judías, más
parecido al de las damas romanas. Había en Sión, en la vecindad del
Cenáculo, algunas mujeres que preparaban hermosas telas de todas
clases, según pude ver a propósito de sus vestidos. José llevaba un traje
largo, muy amplio, de color azul con mangas anchas y sujetas al
costado por cordones. En torno al cuello tenía una esclavina parda o
más bien una ancha estola, y en el pecho colgábanle dos tiras blancas.
He visto todos los pormenores de los esponsales de María y José: la
comida de boda y las demás solemnidades; pero he visto al mismo
tiempo otras tantas cosas. Me encuentro tan enferma, tan molesta de
mil diversas formas, que no me atrevo a decir más para no introducir
confusión en estos relatos.
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guardado bajo muchas cerraduras en una hermosa iglesia. Hay
personas piadosas que antes de celebrar sus bodas tocan esta reliquia
preciosa con sus alianzas matrimoniales. En estos últimos días he
sabido muchos detalles relativos a la historia del anillo nupcial de
María; pero no puedo relatarlo en el orden debido. He visto una fiesta
en una ciudad de Italia donde se conserva este anillo. Estaba expuesto
en una especie de viril, encima del tabernáculo. Había allí un gran altar
embellecido con adornos de plata. Mucha gente llevaba sus anillos
para hacerlos tocar en la custodia. Durante esta fiesta he visto aparecer
de ambos lados del altar del anillo, a María y a José con sus trajes de
bodas. Me pareció que José colocaba el anillo en el dedo de María. En
aquel momento vi el anillo todo luminoso, como en movimiento. A la
izquierda y a la derecha del altar, vi otros dos altares, los cuales
probablemente no se hallaban en la misma iglesia; pero me fueron
mostrados allí en esta visión. Sobre el altar de la derecha se hallaba una
imagen del Ecce Homo, que un piadoso magistrado romano, amigo de
San Pedro, había recibido milagrosamente. Sobre el altar de la
izquierda estaba una de las mo1tajas de Nuestro Señor. Terminadas las
bodas, se volvió Ana a Nazaret, y María partió también en compañía
de varias vírgenes que habían dejado el Templo al mismo tiempo que
ella. No sé hasta dónde acompañaron a María: sólo recuerdo que el
primer sitio donde se detuvieron para pasar la noche fue la escuela de
Levitas de Bet-Horon. Maria hacía el viaje a pie. Después de las
bodas,. José había ido a Belén para ordenar algunos asuntos de familia.
Más tarde se trasladó a Nazaret.
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IV. ORACIONES FINALES
(De rodillas)
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Ah, mi Salvador, ¡quisiera tener un corazón más
grande para poder amarte más! Por eso me uniré a
otros corazones, quiero que haya otros que te amen
tanto como yo, que haya otros que te sirvan, que te
honren. ¡Que pueda inspirar la devoción a tu
adorable infancia a todos los corazones!
Dígnate, oh Santo Niño Jesús, hacer experimentar a
todos tus fieles la omnipotencia de tu pequeñez, y
que tu divina pureza, tu simplicidad y tu inocencia se
derramen sobre todos los que te honran. Amén.
C. Villancico
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