Movimientos Estudiantiles y Juveniles

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“El valioso libro

Movimientos estudiantiles y juveniles en México: del M68 a Ayotzinapa


Autores del libro Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

(por orden de aparición)


que usted tiene en
sus manos es de lectura
obligada porque traza las
Movimientos Es politólogo por la Facultad de Cien-
cias Políticas y Sociales de la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México.
grandes similitudes y conti-
John M. Ackerman
Miguel Ángel Ramírez Zaragoza
Marco Antonio Aranda Andrade
nuidades, así como las evidentes
diferencias y rupturas, entre los
movimientos juveniles y estudiantiles
estudiantiles Doctor en sociología por la Univer-
sidad Autónoma Metropolitana-Uni-
dad Azcapotzalco. Es profesor en la

y juveniles
Roberto García Salgado de hoy y de antaño. La lucha común en fcpys-unam, en la ents-unam y en la
Angélica Montellano García contra de un sistema autoritario y represor, edpa a.c. Pertenece al sni nivel 1. Es
José Luis Chávez García la permanente búsqueda de causas y demandas miembro fundador de la Red Mexi-
Valeriano Ramírez Medina simultáneamente estructurales y de relevancia cana de Estudios de los Movimientos
Agustín Ávila Romero
Guadalupe Olivier Téllez
Sergio Tamayo
coyuntural, los movimientos juveniles como espacios
para la liberación personal y el aprendizaje político, las
variadas estrategias utilizadas por el poder para des-
en México: Sociales (rmems). Es autor del libro
Autonomía, cultura política y demo-
cracia en el movimiento zapatista,
activar, cooptar e intimidar a los movimientos y la falta de
Hugo Sánchez Gudiño
Luis E. Gómez Sánchez
Alma B. León Mejía
comprensión de las instituciones hegemónicas hacia las sensibi-
lidades y las necesidades de las nuevas generaciones, son algunas
de las temáticas claves abordadas. El libro tiene la gran ventaja de
del M68 rmems, 2018; coordinó el libro Movi-
mientos sociales en México. Apuntes
teóricos y estudios de caso, uam-a/

a Ayotzinapa
Octavio Solís Trovamala evitar tanto la excesiva idealización como el injusto pesimismo con rmems /Conacyt/Colofón Ediciones
respecto a las características y los impactos de los movimientos estu- Académicas, México, 2016; autor del
diantiles en México. Los textos del volumen también movilizan una rica artículo “Poder y comunicación en
diversidad de metodologías y disciplinas interpretativas, incluyendo los movimientos sociales: una apro-
la sociología, la historia y la ciencia política, así como conmovedores Miguel Ángel Ramírez Zaragoza ximación desde el neozapatismo y el
testimonios de protagonistas directos del movimiento de 1968 #YoSoy132”, en Cuadernos America-
(M68). Después de haber culminado la lectura del presente (Coordinador) nos, Centro de Investigaciones sobre
volumen, el lector queda plenamente convencido de la gran América Latina y el Caribe-unam,
importancia y la fuerza viva del movimiento estudiantil
Nueva Época, No. 152, Año xxix, Vol.
en su conjunto, particularmente del M68 en el marco
2, abril-junio de 2015.
de sus cincuenta años. Los diferentes capítulos de
este texto revelan cómo los movimientos univer-
sitarios de 1986 y 1999, así como #YoSoy132
en 2012 y la movilización en apoyo a los

Miguel Ángel Ramírez Zaragoza


estudiantes desaparecidos de Ayotzi-
napa en 2014, comparten el mismo
anhelo de transformación social,
cultural y personal a favor de
un México y un mundo más

(Coordinador)
libre y democrático.”

John M. Ackerman
Movimientos
estudiantiles
y juveniles
en México:
del M68
a Ayotzinapa
Movimientos
estudiantiles
y juveniles
en México:
del M68
a Ayotzinapa
Miguel Ángel Ramírez Zaragoza
(Coordinador)

Prólogo de John M. Ackerman


www.redmovimientos.mx

Consejo Nacional de Ciencia y


Tecnología (Conacyt), Proyecto
Redes Temáticas 271632 del
Programa de Apoyos para
Actividades Científicas, Tecnológicas
y de Innovación, 2016-2018.

Ramírez Zaragoza, Miguel Ángel (coordinador) / Red Mexicana de Estudios


de los Movimientos Sociales
www.redmovimientos.mx
Movimientos estudiantiles y juveniles en México: del M68 a Ayotzinapa /
Miguel Ángel Ramírez Zaragoza (coordinador). — Ciudad de México, 2018 —

315 p. ; 13.5 x 21 cm.


Consejo Nacional de la Ciencia y Tecnología
Movimientos sociales — México — Siglos XX y XXI — Movimientos
(conacyt), Proyecto de Redes Temáticas
estudiantiles –
271632 del Programa de Apoyos para
Actividades Científicas, Tecnológicas y de
I.- Ramírez Zaragoza, Miguel Ángel, coord.
Innovación, 2016-2018.
LC: HN110.5 M4 M68 Dewey: 306.09805 M68

D.R. © Miguel Ángel Ramírez Zaragoza


D.R. © Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales A.C.

Ilustración
Ilustración dede portada:
portada: Diseño
Diseño yy Cuidado
cuidad editorial:
Editorial:
Alejandra Joselevitz1968-2018
Protesta estudiantil: Núñez (2018) Literatura
Literatura yyAlternativas
Alternativasen
Protesta estudiantil:
(técnica mixta), 1968-2018
Alejandra Joselevitz en Servicios
Servicios Editoriales
Editoriales S. C.s.c.
Melchor
Técnica mixta
Núñez, 2018. Melchor Ocampo
Ocampo 379, Col. 379,
Romero de
Fotografía: Yampa
Fotografía: Yampa Col. Romero
Terreros, de Terreros,
Delegación Coyoacán
Coyoacán, C.P.
c.p. 04310,
04310, Ciudad
Ciudad de México,
de México, 2018
2018.
isbn: 978-607-8529-31-5

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio


sin el consentimiento escrito de los titulares de los derechos.

Impreso en México  Printed in Mexico


Este libro fue dictaminado en la modalidad de doble ciego por especialistas
en la materia. Contó con el aval del Comité Académico de la Red Mexicana
de Estudios de los Movimientos Sociales y de su Comisión Editorial. La obra
formó parte de los proyectos de investigación de la Red Mexicana de Estudios
de los Movimientos Sociales.
Índice

ix Agradecimientos y dedicatoria
xiii Prólogo
La juventud y su lucha por la democracia
en México a cincuenta años del M68
John Ackerman

17 El M68 y su herencia en la movilización


juvenil y estudiantil en México
A manera de introducción
Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

61 Apuntes teóricos y políticos


sobre los movimientos estudiantiles
Marco Antonio Aranda Andrade

81 Jóvenes y movimientos sociales en México:


la conformación de un sujeto político
Roberto García Salgado

103 Impactos sociales y políticos del M68


Angélica Montellano García

127 El M68 frente al régimen político:


un legado para la juventud mexicana
José Luis Chávez García

147 El Consejo Estudiantil Universitario:


la huelga de 1987 en la unam
Valeriano Ramírez Medina

179 El Consejo General de Huelga


de la unam 1999-2000.
La lucha estudiantil de las 13 lunas
Agustín Ávila Romero
211 #YoSoy132.
Ciclos de protesta en el marco
de las elecciones presidenciales de 2012
Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

257 El movimiento #YoSoy132


y la democratización de los medios:
¿rebeldes de Starbucks o indignados aztecas
de la primavera mexicana?
Hugo Sánchez Gudiño

275 Movimientos estudiantiles y juventud


en México: del M68 a Ayotzinapa
Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

Testimonios

329 El M68 a cincuenta años de distancia


Luis E. Gómez

345 El M68: en mi mente y en mi corazón


Alma B. León Mejía

357 ¿Por qué el 2 de octubre de 1968 no se olvida?


Octavio Solis Trovamala
ix

Agradecimientos y dedicatoria

Quiero agradecer encarecidamente a cada uno de los autores y


autoras que participaron en esta obra colectiva, sus enseñanzas y
compromiso contribuyeron a hacer este libro una realidad convir-
tiéndolo en una aportación al estudio de los movimientos estudian-
tiles y juveniles en México, cuyo propósito central es dimensionar
la importancia del papel de estos actores colectivos (en este caso
movimientos estudiantiles y juveniles) en el cambio social, con-
virtiéndolos también en imprescindibles objetos de estudio y de
reflexión académica. Las charlas con cada uno de los autores tanto
en el ámbito académico como a título personal fueron siempre muy
gratificantes y permitieron el intercambio libre y crítico de ideas
para mejorar el texto y ampliar nuestros conocimientos sobre los
distintos movimientos estudiantiles y juveniles abordados en la
obra. Cada uno de los autores aportó su visión académica, pero
también política, sobre la importancia de analizar las diversas
formas de protesta y acción colectiva que experimentan los jóve-
nes –particularmente los estudiantes– y que han sido parte de sus
reflexiones en su práctica docente y de investigación. Sus textos
reflejan un gran compromiso social que sin negar la importancia de
la objetividad para analizar la realidad social tan compleja, dinámica
y conflictiva, tampoco se escudan en una falsa neutralidad en la
medida en que se posicionan frente a sus objetos de estudio desde
una perspectiva crítica que ve en la juventud un sector fundamen-
tal para que la sociedad busque nuevos horizontes organizativos y
siga luchado por la justicia y la democracia. La coyuntura política,
económica y social en la que se construyó el libro y en la que vio
su publicación se caracteriza por una gran violencia, así como la
prevalencia de problemas de urgente solución como la desigual-
dad económica y social y la creciente corrupción. En ese contexto
la violencia contra los jóvenes y la falta de oportunidades llama
poderosamente la atención, por lo que analizar sus formas de orga-
nización y protesta contribuye a conocer las posibilidades de trans-
formación social de una sociedad como la nuestra con una gran
deuda hacia sus jóvenes y estudiantes.
x

Agradezco a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y a la


Escuela Nacional de Trabajo Social, ambas entidades académicas
de la unam donde imparto mis cursos sobre el Estado, el poder
político y los movimientos sociales, el haber sido el espacio donde
se discutieron inicialmente los capítulos que integran este libro en
foros y seminarios que tuvieron lugar entre los años 2014 al 2017.
Asimismo, los autores y el coordinador agradecemos al público
asistente a dichas actividades académicas por su entusiasta par-
ticipación que permitió el diálogo e intercambio de ideas de una
manera crítica, pero siempre fraterna y constructiva. Agradezco
las críticas y sugerencias de los dictaminadores y dictaminado-
ras que permitieron que esta obra mejorara en su contenido y
estructuración. A la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos
Sociales (rmems) mi más amplio y sincero agradecimiento por su
acucioso y profesional trabajo en la investigación y difusión de estu-
dios sobre el apasionante tema de los movimientos sociales. Desde su
creación en enero de 2015 la rmems se ha convertido en un referente
obligado en el tema por lo que es para mí un privilegio ser parte de
ella y que este trabajo haya contado con su aval y respaldo académi-
co. Particularmente agradezco el apoyo de su coordinador general
Sergio Tamayo y de los miembros de la comisión editorial Massimo
Modonesi, Alejandro Álvarez, Isidro Navarro y Ricardo Torres. Un
agradecimiento especial para John Ackerman por haber aceptado
gustoso elaborar el prólogo que abre el análisis de esta obra sobre la
importancia del M68 y los subsecuentes movimientos estudiantiles
y juveniles, movimientos todos cuyas aportaciones a la democracia
han sido fundamentales lo mismo que en la defensa de derechos fun-
damentales como la educación y la participación política.
Por último, quisiera expresar mi más sentido agradecimiento, a
manera de reconocimiento, para todos los jóvenes hombres y mujeres
(e incluyo a todas las formas de identidad y expresión de género) que
luchan y han luchado por sus derechos a lo largo de estos últimos
cincuenta años mostrando la alegre rebeldía de sus corazones que
buscan siempre el bien común, el respeto a la dignidad humana y la
imperiosa necesidad de hacer de nuestra sociedad un espacio mejor
y más justo. Agradecer a los jóvenes por gritar su rabia y convertir su
indignación en movilización y esperanza pareciera ser algo sumamente
abstracto e innecesario en un texto que pretende ser académico, sin
xi

embargo, para nosotros es trascendental toda vez que los sueños y


utopías de la juventud acerca de tener un mundo, una sociedad y una
vida mejor y más justa son fundamentales para irradiar en la sociedad
una dosis de optimismo en un momento en donde la pesadumbre, el
pesimismo, la violencia y la zozobra reinan provocando la inacción
social y la indiferencia. Ante ello la voz y la acción colectiva de los
jóvenes se convierten en una fuente imprescindible de esperanza. Par-
ticularmente quiero agradecer y felicitar a las diversas generaciones
de jóvenes que han defendido a la Universidad Nacional Autónoma de
México durante todo el siglo xx y lo que va del xxi permitiendo que
siga siendo un proyecto educativo al servicio de los intereses de la
nación y del pueblo de México. A los jóvenes de 1929, a los de 1968, a
los de 1986-1987, a los de 1999-2000 y a la generación del 2018 –que
al cierre de la edición se movilizaba contra la violencia porril, por la
defensa de una educación pública, gratuita y popular, así como por
la democratización de las universidades públicas– mi más sincero
reconocimiento.
En agosto de 2018 la rmems sufrió una sensible pérdida, nuestro
compañero Ulises Torres Sánchez, joven entusiasta y comprometido
con las luchas sociales, falleció víctima de un paro cardiaco. Sirva
este libro como un reconocimiento a su labor dentro de la Red, así
como a su joven rebeldía que lo llevó a luchar por un mundo mejor.
Agradezco a Ulises su amistad brindada en este proyecto colectivo
que es la rmems.

Miguel Ángel Ramírez Zaragoza


Ciudad Universitaria, Ciudad de México, septiembre de 2018
xiii

Prólogo
La juventud y su lucha por la democracia
en México a cincuenta años del M68

John M. Ackerman1*

Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018) México retornó a


las profundidades más oscuras del autoritarismo de Estado que muchos
imaginaban había quedado definitivamente en el pasado a partir de
la “transición democrática” supuestamente iniciada con las reformas
judicial y electoral de 1994 y “consolidada” con las alternancias en el
Poder Legislativo en 1997 y el Poder Ejecutivo en 2000. Durante este
sexenio se le cayó la máscara al mito de la transición democrática, de
la misma manera en que durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz
(1964-1970) se desnudó la verdadera esencia autoritaria y violenta del
sistema pos-Cardenista supuestamente moderno, plural y pacífico
construido por el Partido Revolucionario Institucional (pri).
Tanto Vicente Fox (2000-2006) como Felipe Calderón (2006-2012)
ya habían traicionado la esperanza democrática y las expectativas de
justicia del pueblo mexicano que habían acompañado la alternancia
de partidos políticos en Los Pinos. Pero fue con Peña Nieto que la
censura, la corrupción y la represión volvieran a tomar la palestra
como los principales protagonistas de la historia. Como en 1968, los
jóvenes en general, y los estudiantes en particular, de nuevo han sido
quienes sufren de manera particularmente brutal las consecuencias
de la descomposición del sistema político mexicano.
Recordemos como el 1 de diciembre de 2012 el Estado Mexi-
cano arremetió con saña en contra de los jóvenes que protestaban
en contra de la “usurpación” de la Presidencia de la República por

* Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad


Nacional Autónoma de México (unam).
Contacto: [email protected]
xiv

Peña Nieto. Docenas de jóvenes fueron golpeados y detenidos arbi-


trariamente, el estudiante Uriel Sandoval perdió un ojo debido a
una bala de goma, y el activista Juan Francisco Kukendall moriría
unos meses después debido a las lesiones que sufrió a manos de
los policías federales mientras protestaba en contra de la toma de
posesión del nuevo presidente frente a la Cámara de Diputados.
A partir de ese día, se infiltrarían provocadores y se reprimiría
de manera constante a todas las marchas estudiantiles y juveniles
durante los primeros meses del sexenio de Peña Nieto. El nuevo pre-
sidente había decidido vengarse en contra de los jóvenes que habían
descarrilado su campaña presidencial por medio del movimiento
#YoSoy132. El régimen autoritario también necesitaba apaciguar las
protestas juveniles para poder contar con suficiente espacio y movili-
dad política para poder imponer su agenda de reformas neoliberales
y profundamente antipopulares contenida en el “Pacto por México”.
Pero hay que evitar la trampa de ver a los jóvenes solamente
como víctimas. Los jóvenes también son protagonistas centrales de
la historia. Hoy, como hace cincuenta años, la activa participación de
este sector de la población es lo que ha permitido a la sociedad sanear
las heridas de la represión y trazar la ruta de escape del laberinto
del autoritarismo neoliberal que tanto daño ha hecho a la patria. Así
como después de la represión de 1968 los jóvenes volvieron a hacerse
presentes con enorme valentía el 10 de julio de 1971, también después
de la represión de 2012 este sector regresó masivamente a las calles
dos años después en solidaridad con los 43 estudiantes desaparecidos
de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa.
Y así como el constante activismo y participación juvenil y uni-
versitaria a lo largo de la década de los setenta generó las condiciones
para el primer rompimiento institucional con el régimen autoritario
con la reforma política democratizadora de 1977, hoy la constante
crítica de los jóvenes al poder, de manera particularmente destacada
en las redes sociales, puso la mesa para la explosión ciudadana en
las urnas del 1 de julio de 2018 que hoy promete generar un nuevo
régimen de plena libertad y participación ciudadana.
El valioso libro que usted tiene en sus manos, coordinado por el
doctor Miguel Ángel Ramírez Zaragoza, es de lectura obligada precisa-
mente porque traza las grandes similitudes y continuidades, así como
las evidentes diferencias y rupturas, entre los movimientos juveniles
xv

y estudiantiles de hoy y de antaño. La lucha común en contra de un


sistema autoritario y represor, la permanente búsqueda de causas y
demandas simultáneamente estructurales y de relevancia coyuntural,
los movimientos juveniles como espacios para la liberación personal y
el aprendizaje político, las variadas estrategias utilizadas por el poder
para desactivar, cooptar e intimidar a los movimientos, y la falta de
comprensión de la sociedad y de las instituciones hegemónicas hacia
las sensibilidades y las necesidades de las nuevas generaciones, son
algunas de las temáticas claves abordadas de manera transversal en
los diferentes textos incluidos en el presente volumen.
Es tentador idealizar a los movimientos juveniles y estudian-
tiles como la solución a todos los problemas políticos. La frescura,
la autenticidad y la enorme valentía que suelen caracterizar estos
movimientos generan una gran confianza de la población y estimulan
al imaginario social. Es común que estos movimientos logren canalizar
en muy poco tiempo las esperanzas y las utopías de un pueblo entero.
Sin embargo, este tipo de movimientos también tienen impor-
tantes debilidades. Típicamente son muy efímeros, tienen serios
problemas de organización interna y son fácilmente infiltrados,
divididos y reprimidos desde el poder. Son excepcionales los movi-
mientos estudiantes y juveniles que logren alcanzar sus objetivos
más inmediatos. Muchas veces su verdadero impacto no se percibe
sino hasta años, o incluso generaciones, después. Esta problemática
muchas veces lleva a los científicos sociales a subestimar la verdadera
importancia histórica de estos movimientos.
El libro Movimientos estudiantiles y juveniles en México:
del M68 a Ayotzinapa tiene la gran ventaja de evitar tanto la excesiva
idealización como el injusto pesimismo con respecto a las caracte-
rísticas y los impactos de los movimientos en México. Los textos del
volumen también movilizan una rica diversidad de metodologías y
disciplinas interpretativas, incluyendo la sociología, la historia y la
ciencia política, así como conmovedores testimonios de protagonistas
directos en los respectivos movimientos.
Después de haber culminado la lectura del presente volumen,
el lector queda plenamente convencido de la gran importancia y la
fuerza viva actual del movimiento de 1968 (M68), en particular. Tal y
como señala el doctor Ramírez Zaragoza en su introducción: “El M68
es sinónimo de utopía, de búsqueda de espacios y relaciones sociales
xvi

más igualitarias, más solidarias y basadas en la reciprocidad y la ayuda


mutua, es sinónimo de la rabia contenida por una juventud negada,
pero también es sinónimo de la esperanza de que la sociedad puede
ser algo diametralmente diferente a lo que es hoy, logrando erradicar
las relaciones de denominación y explotación prevalecientes”.
Los diferentes capítulos de este texto revelan cómo los movi-
mientos universitarios de 1986 y 1999, así como #YoSoy132 en 2012 y la
movilización en apoyo a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa
en 2014, comparten el mismo anhelo de transformación social, cultural
y personal a favor de un México y un mundo más libre y democrático.
Pero los análisis también ofrecen una muy importante perspectiva
crítica que permite a los activistas estudiantiles y juveniles de hoy y
de mañana aprender de los errores cometidos por sus antecesores.
Ahora que México se prepara para finalmente probar las mieles
de la democracia y contará por primera vez desde 1940 con un Presi-
dente de la República proveniente de la lucha social y que ha jurado
jamás utilizar la fuerza del Estado para reprimir al pueblo, resulta
particularmente urgente y necesario leer y aprender de este tipo de
textos para finalmente hacer realidad los más profundos anhelos de
democracia y de libertad de todos y todas los mexicanos.
17

El M68 y su herencia en la movilización juvenil


y estudiantil en México
A manera de introducción

Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

“Somos los nietos de los jóvenes del 68,


los hijos de los del 86-87
y los hermanos del 99. ¡Democracia ya!”1

El marco de la conmemoración de los cincuenta años del movimiento


estudiantil de 1968 (en adelante M68) es el momento perfecto para
sacar a la luz este trabajo colectivo que versa sobre la relevancia de
este acontecimiento histórico –que marca un antes y un después en
la vida política de nuestro país en la segunda mitad del siglo xx–, con
el objetivo de dimensionar su herencia en la movilización juvenil y
estudiantil en México en los años subsecuentes a 1968 y hasta nuestros
días, es decir, a finales de la segunda década del siglo xxi. Los ecos
y las resonancias del M682 siguen retumbando en las exigencias y

1 Cartel sostenido por jóvenes universitarios durante la marcha del 5 de sep-


tiembre de 2018 en Ciudad Universitaria para protestar contra la violencia
perpetrada por un grupo de “porros” hacia los estudiantes del Colegio de
Ciencias y Humanidades-Azcapotzalco de la Universidad Nacional Autóno-
ma de México el 3 de septiembre de 2018 que se manifestaban pacíficamente
en la torre de Rectoría. Otros carteles similares hacían énfasis en que esta
generación era hermana también del #YoSoy132 y de Ayotzinapa lo que
dejaba ver una clara identificación de los jóvenes con luchas pasadas y
recientes. Ante ello, es de resaltar que en la Asamblea Interuniversitaria
del 7 de septiembre se hayan acordado paros escalonados para marchar
el 26 de septiembre y el 2 de octubre y exigir la aparición con vida de los
43 normalistas de Ayotzinapa cuya desaparición se dio en septiembre
de 2014 y conmemorar a los caídos en la masacre de Tlatelolco en 1968,
respectivamente.
2 Usamos en este libro la abreviatura M68 para referirnos al amplio movi-
miento estudiantil-popular que cimbró a la sociedad mexicana en el año
18 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

necesidades de una juventud que siempre se ha mostrado preocupada


por su pasado, su presente y su futuro. Una juventud defensora de
sus derechos, que lucha por satisfacer sus necesidades y lograr sus
aspiraciones, convirtiéndose en sujeto político cuando ve afectados
sus intereses y cuando se hace consciente de que la sociedad demanda
su organización y su lucha contra el autoritarismo, la opresión y la
injusticia social y a favor de la democracia, la libertad y la justicia
social. La mayoría de los jóvenes, particularmente los estudiantes,
han agregado a su memoria colectiva el año de 1968 como un símbolo
de la resistencia juvenil, han guardado con horror particularmente la
fecha del 2 de octubre de ese año en el que tristemente recordamos
la masacre perpetrada contra los jóvenes estudiantes en la Plaza de
las Tres Culturas de Tlatelolco.
Al momento de mandar a la imprenta este libro, –cuya elabora-
ción llevó, por diversas razones, cuatro largos años– presenciamos la
cobarde y artera agresión contra estudiantes del Colegio de Ciencias
y Humanidades plantel Azcapotzalco de la Universidad Nacional
Autónoma de México (unam) quienes se manifestaban pacíficamente
frente a la torre de Rectoría para exigir sus justas y legítimas deman-
das locales. 3 La agresión de estos grupos porriles –financiados la
mayoría de las veces por políticos en funciones a nivel local y federal,
dirigentes de partidos políticos (de distintas filiaciones ideológicas) o
grupos de poder al interior de la propia universidad y cuya presencia

de 1968 y cuyas repercusiones siguen vigentes en nuestra sociedad a


cincuenta años de su irrupción. Abreviamos de esta manera este movi-
miento para asimilar su importancia y lograr que las futuras generaciones
identifiquen plena y fácilmente un movimiento estudiantil tan importan-
te. Además, aunque no es el objetivo central, el uso de la abreviatura nos
permite también reducir espacios y hacer más fluida la lectura del libro.
3 El pliego petitorio de los estudiantes del cch-Azcapotzalco presentado a las
autoridades de la rectoría el 3 de septiembre y acordado previamente en
asambleas y en el paro activo del 27 de agosto incluía: 1.- Asignación com-
pleta de profesores y horarios; 2.- Justificación del presupuesto asignado
al plantel; 3.- Respeto al programa de egreso del estudiante; 4.- Fomentar
el mantenimiento de las instalaciones; 5.- Que se permita que cualquier
fachada del plantel sea utilizada para expresar homenaje o crítica social
a manera de murales; 6.- Si los alumnos desean realizar cualquier tipo de
evento cultural éste no puede ser reprimido; y 7.- No represalias contra
los alumnos que participen en el movimiento estudiantil.
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 19

se ha observado con mayor fuerza durante importantes movimien-


tos estudiantiles o en coyunturas político-electorales (Cfr. Sánchez,
2006)– intenta generar miedo y desmovilización en la población
estudiantil. Sin embargo, ante los hechos ocurridos la comunidad
universitaria, encabezada por su valiente sector estudiantil, inició
una serie de protestas y movilizaciones en contra de la violencia en
la unam y la desaparición de estos grupos de choque que violentan
el espíritu universitario demandando, además, el cumplimiento de
las demandas de los estudiantes del cch-Azcapotzalco. Sobresalen
en dichas manifestaciones la multitudinaria y emotiva marcha del
5 de septiembre en donde más de cincuenta mil universitarios4 (en
su mayoría estudiantes de la unam, pero también acompañados por
estudiantes de otras instituciones educativas, así como de profeso-
res, trabajadores y miembros de la sociedad en general) dieron una
muestra de civilidad, de organización y de fuerza para dejar claro que
defenderán a su universidad de cualquier agresión interna y externa.
Precisamente en esa gran manifestación de organización y rebeldía
estudiantil se pudo leer un cartel que me llamó poderosamente la
atención: “Somos los nietos de los jóvenes del 68, los hijos de los del
86-87 y los hermanos del 99. ¡Democracia ya! El cartel expresaba en
forma sintética las tres generaciones de jóvenes que antecedían a la
generación actual y que tenían la característica de haber luchado a
favor de la universidad y del pueblo mexicano. Hacía un reconocimiento
expreso a los movimientos estudiantiles encabezados por esas gene-
raciones y dejaba claro que para muchos jóvenes universitarios estos
movimientos eran considerados como una herencia que además los
obligaba a emularlos. Independientemente del curso que tomen los
acontecimientos en la unam la gran manifestación del 5 de septiembre
dejó un mensaje contundente, a saber, que los jóvenes universitarios
tienen un gran compromiso con su universidad y con su país que los
hará expresarse colectivamente ante cualquier agresión que atente
contra su vida, contra sus derechos y contra el carácter público y

4 Entre cincuenta y sesenta mil participantes estimaron los organizadores


de la movilización, mientras que las autoridades de la Secretaría de Segu-
ridad Pública del gobierno de la Ciudad de México estimó la presencia de
veinticinco a treinta mil participantes en la movilización.
20 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

gratuito de la educación en un contexto adverso para los jóvenes5.


La discusión y deliberación colectiva de los jóvenes estudiantes
de la unam y de otras instituciones de educación media superior y
superior sobre los problemas que los aquejan estaba dando paso a la
conformación de un pliego petitorio que diera solidez y cohesión a su
naciente movimiento y que con la Asamblea Interuniversitaria como
estructura de movilización pudieran ir definiendo el repertorio de
protesta y acción colectiva a seguir. Es sumamente significativo que
en la asamblea del 7 de septiembre llevada cabo en el auditorio Ho
Chi Min de la Facultad de Economía (trasladada después al auditorio
Alfonso Caso por cuestiones de espacio) se hayan establecido siete
ejes de discusión que resumen las demandas de los estudiantes que
incluye además del rechazo a la violencia exigencias añejas sobre la
democratización de las universidades públicas.
Lo ejes incluidos en aquella histórica sesión fueron: 1) Debatir los
puntos para esclarecer los hechos del 3 de septiembre en la explanada
de la Torre de Rectoría y el deslinde de responsabilidades. Este punto
incluye el acuerdo de exigir el cumplimiento de las demandas de los
estudiantes del cch-Azcapotzalco, así como la destitución de Teófilo
Licona, titular de seguridad en la unam; 2) Discutir la democratización
de las universidades para abrir espacios de participación y decisión
colectiva entre los miembros de las comunidades universitarias donde
se incluya, por ejemplo, la posibilidad de establecer procesos de elección
de las autoridades en forma democrática y con amplia participación
de la mayoría estudiantil; 3) Definir las formas de organización del
movimiento para asegurar la amplia participación de la comunidad

5 Para entender y contextualizar estas formas de expresión juvenil es


necesario reconocer los problemas que vive la juventud en general y no
sólo los estudiantes, pues por ejemplo resultan sumamente preocupante
los datos proporcionados por el coneval sobre la situación de pobreza
que viven los jóvenes en México. Este organismo reveló en un reciente
informe que 44.3% vive en la pobreza; 5.8 no tiene empleo, 66.8 no va a
la escuela, 59.5 por ciento labora en la informalidad y 15.2 millones viven
en pobreza por ingresos. Véase Daniela Barragán y Dulce Olvera, “Así es
ser joven en México: 44.3% vive en la pobreza; 5.8 no tiene empleo y 66.8
no va a la escuela”, Sin Embargo, 16 de septiembre de 2018. Tomado de
http://www.sinembargo.mx/16-09-2018/3471243, última consulta 17 de
septiembre de 2018.
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 21

estudiantil generando consensos, garantizar la independencia y asegurar


que el movimiento no pierda su “esencia” creando un frente común;
4) Discutir el tema de la violencia de género, poniendo énfasis en los
casos de acoso sexual en las universidades, así como los feminicidios
dentro y fuera de las instalaciones de la máxima casa de estudios y de
otras universidades; 5) Continuar la discusión sobre la seguridad en los
planteles escolares, discutir el papel de vigilancia (Auxilio unam) dentro
de las instalaciones y la erradicación de grupos porriles en la unam; 6)
Establecer la gratuidad de la educación que imparte la unam, así como
su carácter público y el respeto absoluto a su autonomía. Además se
planteó reconocer a la educación pública como un derecho; y 7) Discutir
el tema de la transparencia y la rendición de cuentas como mecanis-
mos democratizador y exigir cuentas en el uso del presupuesto y en
la actuación de las autoridades en casos como agresiones, homicidios,
persecución, amenazas o abuso de autoridad contra los miembros de
la comunidad.6 Como se puede observar las demandas universitarias
son justas y legítimas, son perfectamente atendibles por las autorida-
des, combinan demandas coyunturales con demandas históricas del
movimiento estudiantil y constituyen una defensa irrestricta al papel
que juegan las universidades públicas en el desarrollo del país, en el
ejercicio del derecho a la educación y en la formación de una conciencia
crítica y propositiva, sobre todo en la comunidad juvenil.

6 En la segunda Asamblea Interuniversitaria celebrada el 14 de septiem-


bre en la Escuela Nacional de Antropología e Historia se avanzó en las
demandas estudiantiles, sin embargo, no se logró acordar un pliego
petitorio único por lo que se decidió realizar una tercera asamblea en
el auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam
para el 29 de septiembre. Algunos de los acuerdos alcanzados en esa
reunión fueron: 1) No exigir la renuncia del rector de la unam Enrique
Graue, pero sí exigirle una actuación más contundente en el combate a
los grupos porriles, el esclarecimiento de los hechos del 3 de septiembre
castigando a los responsables y la atención de las demandas estudiantiles
de carácter local y general; 2) se votó en contra de la desaparición del
Tribunal Universitario; 3) se decidió seguir discutiendo en asambleas
locales el tema de la abrogación de la reforma educativa y el nuevo modelo
educativo; 4) se aprobó la demanda de la creación, diseño, implementación
y evaluación democrática de los planes de estudios en las universidades;
y 5) se aprobó defender y garantizar la gratuidad de la educación pública
en el nivel superior y la eliminación de cuotas y cobros ilegales.
22 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

De esta manera, el libro que el lector tiene en sus manos surge


en un contexto de gran violencia y descomposición social en nuestro
país donde las desapariciones forzadas, los feminicidios, la tortura,
el secuestro, el porrismo y la extorsión son algunas de las conductas
delictivas más preocupantes en las que los jóvenes son uno de los
sectores más afectados.7 Estamos ante un crecimiento acelerado de
la corrupción perpetrada principalmente por la clase gobernante que
ocasiona, entre otros muchos problemas, que los jóvenes se desinte-
resen por la política, al menos de ese tipo de política desprestigiada
que se hace desde las élites y las instancias institucionales, porque
en otra noción de política más abierta, pública y plural un sector de
los jóvenes estaría de acuerdo y es a partir de ella que ejercen sus
derechos mediante la acción colectiva y otras formas de organización.
Nos encontramos frente a la profundización de las desigualdades

7 Por sólo citar los casos más sonados al cierre de la edición de este libro
podemos mencionar: –además del drástico caso de la desaparición de los
43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa en septiembre de 2014, cuyo
caso es conocido mundialmente– los casos de la muerte de tres estu-
diantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México asesinados
con disparos de armas de fuego en abril del 2018; el caso del atentado
en una escuela de nivel medio superior en Tamaulipas que dejó a cinco
estudiantes gravemente heridos con una ametralladora también en
abril de 2018; el caso de los tres estudiantes de cine asesinados por el
crimen organizado en Jalisco a través de la siniestra forma de disolver
sus cuerpos en ácido, hechos ocurridos en el mismo mes de abril de 2018;
y el caso de la agresión de grupos de porros a estudiantes del Colegio
de Ciencias y Humanidades, plantel Azcapotzalco, de la unam que se
manifestaban pacíficamente en la torre de Rectoría en Ciudad Univer-
sitaria el 3 de septiembre de 2018, cabe señalar que las demandas de
los jóvenes incluían la exigencia del esclarecimiento del asesinado de la
alumna del cch-Oriente Miranda Mendoza que fue secuestrada el 20 de
agosto de 2018 y asesinada días después. De estos y otros tantos actos
de violencia que terminan en la agresión y muchas veces muerte de miles
de jóvenes se deduce para algunos autores que nos encontramos ante lo
que podemos llamar un “juvenicidio” (Valenzuela, 2015), aunados a los
casos preocupantes de feminicidio también en aumento. Al cierre de la
edición del libro se daba a conocer otra escalofriante e indignante noticia
“Las juventudes, las principales víctimas de la violencia de los últimos 2
sexenios. Sin oportunidades de estudio o de trabajo, quedaron a merced
de la delincuencia. En 10 años de ‘guerra’ contra el narcotráfico, murieron
por violencia 118 mil niños, adolescentes y jóvenes” (Camacho, 2018).
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 23

sociales que se traduce en el aumento de las personas que viven en


situación de pobreza extrema a lo que hay que agregar la persistencia
de prácticas racistas y discriminatorias. En general, acudimos a una
situación donde la falta de políticas públicas para atender adecua-
damente las demandas de los jóvenes y de los estudiantes ocasiona
que este sector vea afectados sus derechos y cuestionado su futuro.
La falta de una política adecuada a favor de los jóvenes y estudiantes
tiene que ver, entre otros problemas, con la insuficiencia de espacios
educativos para ejercer su derecho a la educación y a la salud, con las
pocas o nulas oportunidades de empleo digno, bien remunerado, con
derechos laborales y seguridad social, así como con la falta de espacios
para expresar sus identidades, sus gustos, sus deseos y sus propuestas
para mejorar nuestra sociedad. Ha habido en los últimos sexenios
encabezados por el Partido Revolucionario Institucional y el Partido
Acción Nacional un abierto desprecio por los jóvenes.8 No es casual
que el triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional que postuló
a Andrés Manuel López Obrador en las pasadas elecciones federales
de julio de 2018 despierte gran esperanza y expectativa entre una
sociedad inserta en el miedo y el terror. No es casual tampoco que una
de sus propuestas de campaña haya sido precisamente dar un apoyo

8 Esta problemática lleva incluso a la estigmatización de los jóvenes respon-


sabilizándolos de sus problemas y falta de oportunidades, de la violencia,
de los problemas sociales como la drogadicción o el aumento en el índice
de suicidios juveniles. De esta manera, surgen calificativos despectivos
hacia ellos como “Ninis”, es decir, que ni estudian ni trabajan (como si de
ellos fuera la culpa), o nombrarlos generación “X” como sucedió en los 90
del siglo pasado por su aparente falta de compromiso social y conciencia
política, así como por estar –según los ideólogos del fin de la historia y
los apologistas del neoliberalismo y la globalización– más preocupados
por el consumo o por las modas que por la sociedad. En el caso de los
movimientos estudiantiles la estigmatización de los jóvenes ha consistido,
por ejemplo, en llamarlos “comunistas” como en el M68, vándalos, ultras
o pseudo estudiantes en el cgh de 1999, acarreados en el #YoSoy132 de
2012, delincuentes o criminales en Ayotzinapa en 2015. En contraparte,
para John Ackerman (2015) no es exagerado afirmar que “Todos y todas
los jóvenes son una amenaza para el sistema, y sobre todo los estudiantes
conscientes de la inaceptable injusticia e impunidad pilares del status quo”
(p. 251). Esto explica, en parte, el miedo de los poderosos ante los jóvenes
y la necesidad de desprestigiarlos, criminalizarlos e incluso asesinarlos.
24 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

universal a los jóvenes bajo el lema “becarios sí, sicarios no” y que el
proyecto de morena también contemple un modelo educativo que
garantice educación a sus jóvenes en todos sus niveles, destacando la
propuesta de crear 100 universidades en todo el país.
En este escenario, reflexionar sobre la capacidad de organiza-
ción y movilización que han tenido los jóvenes –particularmente los
estudiantes, para defender sus derechos y los del pueblo– resulta
trascendental toda vez que los jóvenes han sido, son y seguirán siendo
un sector fundamental en el objetivo de construir una sociedad demo-
crática con igualdad y justicia social. Sin embargo, para no idealizar
a los estudiantes y a los jóvenes como actores políticos inherentes o
imprescindibles, a pesar de las experiencias históricas que los han
visto emerger con cierta presencia y/o protagonismo, debemos pre-
cisar que no todos los estudiantes son potencialmente activistas, de
la misma manera que un joven no necesita ser estudiante para tener
una participación política activa y consciente. No todos los jóvenes
y estudiantes tienen el ideal de cambio o son revolucionarios natos
como algunos pretenden, ni no todos deberían serlo como pregonan
quizá justificadamente otros, sin embargo, en momentos coyuntu-
rales ha sido evidente y oportuna la participación de los jóvenes y
de los estudiantes. Las expresiones políticas de los estudiantes y de
los jóvenes son extremadamente diversas e incluso contradictorias,
lo mismo que sus formas de abstencionismo o su alejamiento de la
política en general, o de los partidos políticos en particular, incluso de
los propios movimientos sociales. A pesar de ello, el ciclo de protesta
iniciado por el movimiento #YoSoy132 dio pie a la conformación de la
denominada “generación indignada” y “postzapatista” que permitió
valiosas experiencias de politización, organización y movilización
(Modonesi, 2017). En este sentido, siguiendo la investigación “Cultura
política de los jóvenes en México” que dio origen a la Encuesta Nacional
de Cultura Política de los Jóvenes podemos decir que actualmente
[…] hay un debate teórico sobre el papel de los jóvenes en la política
que ha cobrado renovada visibilidad en los últimos años porque
los jóvenes posmodernos (millennials) han demostrado no ser tan
individualistas y desafectos a la participación en organizaciones
colectivas como se había pensado; en varios movimientos sociales
recientes han logrado una considerable eficacia al organizarse para
protestar, por lo que en países de varios continentes han asumido un
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 25

papel protagónico en la organización de la insurgencia política y, en


ocasiones, han llegado a ser el núcleo organizativo que ha derrocado al
gobierno, como ocurrió en Egipto y más tarde en Libia (Castells, 2012).
En México, el movimiento #YoSoy132 ha confirmado que también
el papel de pasividad política, que tradicionalmente se asigna a los
jóvenes debe matizarse (Gómez Tagle, et., al., 2017; Gómez Tagle, 2017).
El caso reciente de la participación juvenil en el sismo de septiembre
de 2017 en las labores de rescate, denuncia y organización social
desmitifica igualmente la idea de una juventud totalmente apática y
egoísta. Los denominados millennials (adjetivo con el que se identifica
al sector juvenil de la población que nació entre 1981 y 1995 y que se
hizo adulto a inicios del presente milenio) fueron acusados “[….] de
ser nihilistas, egoístas y hasta apáticos, pero su participación social
en el último terremoto fue absolutamente contraria y mostraron una
enorme solidaridad con la comunidad (Castillo, 2018: 233).9 En este
sentido, hablar hoy de la participación política de los jóvenes requiere
tomar en cuenta la diversidad de medios y posibilidades en donde los
jóvenes pueden expresarse siendo los movimientos sociales –como
actores políticos de primer orden­– una opción legítima y necesaria,
pero también se tienen que considerar eventos inesperados como las
catástrofes (incluidos los terremotos) o, por supuesto, la dimensión
electoral. Sin embargo, hay que considera que para los jóvenes de hoy
“La política es muy compleja, está llena de lagunas, de socavones y
de espacios oscuros. Por eso, la participación de los jóvenes con las
nuevas tecnologías generó nuevas propuestas de organización social”
(Castillo, 2018: p. 238).
Cómo definir el rango de edad en la que se encuentra el sector
de la población que denominamos jóvenes sigue estando a debate lo
mismo que la definición misma de juventud. Hoy se habla de juven-
tudes para referirse a la diversidad que existe en este sector y a la

9 Según Castillo (2018) los millennials “Tienen ciertas características: 1)


Son nativos digitales, dominan la tecnología; 2) Pueden hacer varias
cosas al mismo tiempo; 3) Sus pantallas digitales son su principal acce-
so a la socialización (ocio y trabajo); 4) Son extremadamente sociales
y sus teléfonos inteligentes son parte de ellos; 5) Son muy críticos,
exigentes, y aman las relaciones positivas; 6) Les gusta personalizar
sus acciones, son autónomos, autosuficientes, y les agrada la idea de
volverse protagonistas” (p. 233).
26 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

dificultad de encasillar a la juventud en un solo rango o grupo social.


Por ejemplo, para la Organización de las Naciones Unidas (onu) son
considerados jóvenes los hombres y mujeres que tienen entre 15 y 24
años de edad, por su parte el Instituto Mexicano de la Juventud ­–en la
ley reglamentaria de la materia– establece que se considera joven a
las personas cuya edad se encuentra entre los 12 y los 29 años. En el
ámbito político electoral, por su parte, se establece constitucionalmen-
te la edad de 18 para considerar a una persona con plenos derechos
políticos, logrando la madurez para participar en las lecciones y ser
parte de las decisiones que definirán el rumbo político de nuestro país.
En el pasado proceso electoral del 1 de julio de 2018, por ejemplo, los
jóvenes entre 18 y 29 años fueron 25.4 millones lo que representaba el
28.6 de la lista nominal, de un padrón electoral de casi 90 millones de
mexicanos, poco más de 4 millones de jóvenes votaron por primera vez
(Baños, 2018). Aún no hay datos oficiales que nos indiquen cuál fue el
porcentaje de la población juvenil que voto en el 2018 pero se estima
que fue superior al 62% alcanzado en el 2012. Estos datos demuestran
la importancia de los jóvenes en la participación política institucional
y abren preguntas como las siguientes ¿Cuál podría ser la importancia
y la incidencia de la participación juvenil en otros ámbitos de la vida
social como el barrio, la escuela o el trabajo? Sin duda, el potencial
transformador de los jóvenes sería determinante para transformar
este país según las necesidades de los jóvenes, pero también según
sus ideales y utopías que casi siempre coinciden con la búsqueda de
una sociedad mejor y más justa, con inclusión, igualdad y democracia.
Ahora bien, independientemente de las formas de participación
de los jóvenes lo que tenemos que reconocer hoy es la existencia –a
finales de la segunda década del siglo xxi– de una indignación gene-
ralizada que, en la medida en que crece ante las injusticias sociales,
la pobreza, la corrupción, la devastación ambiental, la violencia,
etc., se convierte en un incentivo para unir y movilizar a la sociedad
haciéndola gritar ante la injusticia, crear conciencia y exigir igual-
dad, respeto a sus derechos y justicia social. Ante este escenario la
subjetivación política de los jóvenes como colectivo social se activa
generando movimientos sociales que irrumpen el espacio público
oponiéndose a la dominación y generando espacios de subalternidad,
antagonismo y autonomía, es decir, un contra poder en distintos
ámbitos de la vida política y social (Cfr. Modonesi 2015: González,
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 27

2015). Asistimos a nivel mundial en general y en México en particular


a un incremento cualitativo y cuantitativo de la protesta social que
en ocasiones se da a partir de una convocatoria masiva y en amplios
espacios públicos, políticos y sociales, mientras que en otros casos
se manifiesta en espacios más pequeños y con menor convocatoria,
pero no por ello con menor importancia. Sus prácticas y discursos
apuntan a nuevas formas de sociabilidad realizando una crítica a las
instituciones políticas vigentes. La utilización de nuevas tecnologías
para ampliar el alcance de las demandas, difundir las estrategias dis-
cursivas para legitimarse, buscar alianzas y desplegar su solidaridad,
así como definir nuevos repertorios y estrategias de movilización, es
un factor hoy en día determinante que, al mezclarse con la tradicional
apropiación del espacio público que realizan los movimientos sociales
(particularmente los juveniles y estudiantiles), conduce a una mayor
capacidad de incidir en los procesos sociopolíticos en donde se define
el futuro de una sociedad.
Las movilizaciones juveniles contemporáneas, como las emergidas
en México entre el #YoSoy132 y Ayotzinapa, plantean un desafío a las
formas de control político y desarticulación de lo social que apuestan
a la apatía, el desencanto, la indiferencia, y el miedo como estrategia
de los grupos de poder para contener la rebeldía y la movilización
social. Los jóvenes y estudiantes –junto con otros sectores sociales
como los indígenas y las mujeres– han alzado la voz ante este sistema
de muerte y destrucción que pone en duda su futuro, que niega sus
derechos, que cierra sus oportunidades, que criminaliza sus gustos y
formas de expresión cultural, así como su participación política dando
paso a un hartazgo social que busca salidas a través de la protesta y
la conversión de la indignación en acción política. Esto permite, para-
fraseando a Roberto González (2016), (refiriéndose al #YoSoy132 y
Ayotzinapa) esbozar revueltas contra “la forma criminal del Estado
mexicano”, contra el “no poder” y a favor de la democracia, permitien-
do cambiar la “morfología de la protesta en México”, sobre todo de los
“movimientos estudiantiles tradicionales, con sus organizaciones,
demandas y programas consensados” para dar paso a movimientos
que no se reducen “a los estudiantes”, que no son “totalizables”, que
celebran y reconocen “las diferencias”, que no representan “ni a todos
los jóvenes ni a todos los de las instituciones de procedencia, tampoco
a estratos socioeconómicos, grupos políticos y culturales”, sino sólo,
28 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

afirma el autor, a los que directamente se reconocen “como partici-


pantes” que son muchos, muy distintos y en muchas partes (González
Villareal, 2016: pp. 125-126). Estos cambios observados en los movi-
mientos estudiantiles y juveniles son importantes, pues más allá de la
evidente trascendencia del M68 que se puede observar en el caso de
los movimientos estudiantiles por medio la reivindicación que hicieron
de él movimientos como el del Consejo Estudiantil Universitario (ceu)
en 1987 y el del Consejo General de Huelga (cgh) en 1999, también se
puede observar el caso de movimientos como el #YoSoy132 que no se
sienten herederos del M68 y que incluso no reivindican directamente
causas como las del movimiento zapatista. A pesar de ello, es innegable
que el M68 se encuentra en la memoria colectiva y ha sido un referente
obligado de la mayoría de las movilizaciones estudiantiles en el México
contemporáneo, su influencia y sus demandas siguen presentes en los
deseos de los estudiantes en particular y de la juventud en general de
tener democracia y justicia social.
El clima de violencia e inseguridad que vive hoy nuestro país
aunado a la falta de empleo, el aumento de la pobreza, la corrupción
y otros problemas sociales ha generado no sólo desconfianza en la
población sino que se ha traducido además en la conformación, en
algunos periodos, de una ciudadanía pasiva e indiferente ante la
realidad, a pesar de ello, en los últimos años
[…] a contrapelo de esta apuesta por la pasividad ciudadana, ha sur-
gido una nueva generación de mexicanas y mexicanos que se nie-
ga a rendirse ante los amagos del poder. Los movimientos sociales
recientes, incluyendo Ayotzinapa, Atenco, el Movimiento por la Paz,
la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (cnte), el
Congreso Popular, el Constituyente Ciudadano, #YoSoy132, el Movi-
miento de Regeneración Nacional (morena), los estudiantes del Ins-
tituto Politécnico Nacional (ipn), la Universidad Nacional Autónoma
de México (unam) y las universidades públicas y privadas a lo largo
y ancho del país, son parte de un largo proceso de acumulación de
fuerzas de una ciudadanía cada vez más activa y crítica hacia el poder
(Ackerman, 2015: p. 15).
Para el mismo Ackerman “El favorable contexto para la movilización
social en México quedó demostrado con la enorme fuerza de la efer-
vescencia social y la solidaridad internacional a raíz de la masacre
de los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 29

en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014. Ni el histórico


movimiento estudiantil de 1968 ni el gran levantamiento en Chiapas
en 1994 lograron en tan poco tiempo un vuelco tan fuerte en la con-
ciencia y el empoderamiento social (Ackerman, 2015: p. 230). Como
podemos observar en esta cita es inevitable, e incluso imprescindible,
la mención de dos importantes movimientos sociales para entender
la actual etapa de movilización social y protesta política. Efectiva-
mente tanto el M68 como el zapatismo son dos referentes obligados
para los movimientos sociales emergentes y se encuentran vivos
en los ideales de justicia de la actual juventud, siendo parte de sus
nuevos horizontes utópicos que los impulsan a construir, a través de
la lucha social, una nueva sociedad. El M68 es el punto de partida en
muchos sentidos, es el inicio de la ruptura del Partido Revolucionario
Institucional (pri) y su pérdida de legitimidad llevada al extremo en
las pasadas elecciones del 2018 con su derrota histórica. El M68 como
parteaguas moderno. El 85 y su sismo social, pasando por el 88 y el
sisma político del pri y del sistema político en su conjunto, el 94 y la
insurgencia indígena y el 2006 con las luchas sociales y políticas han
sido otros momentos de ruptura –fechas simbólicas y emblemáticas– y
espacios de organización social en los que ha habido una entusiasta
participación juvenil y estudiantil. En este sentido, ante un escenario
de desesperanza y desilusión por las instituciones políticas la irrupción
juvenil se convierte casi en automático en una esperanza, esperemos
que no en una ilusión.

El M68: pasado, presente y futuro

Sin lugar a dudas el movimiento estudiantil-popular de 1968 (M68)


ha sido un referente importante en los subsecuentes movimientos
estudiantiles y juveniles que han irrumpido el escenario político y
social de México en los últimos cincuenta años. Ha sido un verdadero
maestro en la lucha por las libertades democráticas y los derechos
civiles, por los derechos sociales como la educación, por la apertura
de espacios democráticos y de participación –tanto para los jóvenes
como para otros sectores sociales como los indígenas o los sectores
30 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

urbano-populares­–, y por la esperanza de construir un mundo mejor


y más justo. En fin, el M68 ha sido una especie de escuela política
tanto para sus miembros y simpatizantes, es decir, para la llamada
generación del 68, como para los jóvenes de las últimas cinco décadas
en donde nuestro país ha cambiado vertiginosamente, lo mismo que
el mundo en su totalidad. El M68 es sinónimo de rebeldía, de deseos
de cambio, de ímpetu por luchar contra la injusticia y la desigualdad,
de indignación ante la barbarie y la violencia hecha lugar cotidiano
en nuestra sociedad a partir de la inacción y la complicidad de las
autoridades y los grupos de poder económico. El M68 es sinónimo
de utopía, de búsqueda de espacios y relaciones sociales más iguali-
tarias, más solidarias, basadas en la reciprocidad y la ayuda mutua,
es sinónimo de la rabia contenida por una juventud negada, pero
también es sinónimo de la esperanza de que la sociedad puede ser
algo diametralmente diferente a lo que es hoy, logrando erradicar las
relaciones de dominación y explotación prevalecientes.
El M68 surgió y se desarrolló en un contexto extremadamente
autoritario donde la cultura política autoritaria –cultura de súbdito
para usar la expresión de Almond y Verba (1970)– dominaba la vida
política nacional y local. Esto es importante mencionarlo ya que, como
apunta Tamayo (2013), la cultura política de los movimientos sociales
se asocia con las identidades colectivas expresando “procesos cultu-
rales densos”, propiciando la socialización y la confrontación “[…] los
movimientos sociales se desdoblan impactados tanto por sus procesos
culturales autogenerados, como por aquellos mecanismos propios
de la cultura dominante” (Tamayo, 2013: p. 352). De esta manera, los
movimientos desafían la cultura política dominante resignificando
las interpretaciones, significaciones e imaginarios sociales. En este
sentido, podemos afirmar que el M68 contribuyó al cambio cultural en
México no sólo en cuestiones políticas generando una cultura política
de carácter democrático sino en las expresiones artísticas y culturales
como la música, la contracultura, la liberación sexual de las mujeres
y la crítica al autoritarismo vigente en las familias mexicanas que se
expresaba en un machismo exacerbado y en una figura paterna extre-
madamente autoritaria. Sin embargo, el M68 es más recordado por su
profunda crítica al autoritario sistema político mexicano al exigirle
apertura política (Cfr. Montellano y Chávez en este libro, capítulos
3 y 4). En este sentido, a pesar de que han habido cambios políticos
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 31

importantes en el sistema político mexicano –en estos cincuenta


años­– que apuntan a acotar el autoritarismo reinante y a implementar
mecanismos y procesos medianamente democráticos lo cierto es que
la mayoría de movimientos sociales y populares que surgieron en la
etapa posterior al 68 –incluidos los movimientos estudiantiles y juve-
niles– se enfrentaron a estructuras políticas autoritarias, por lo que
las demandas del M68 mantuvieron su vigencia. Con sus repertorios
de protesta y sus formas de apropiación física y simbólica del espacio
público los posteriores movimientos estudiantiles y juveniles no sólo
desplegaron su lucha buscando solidaridad entre otros sectores de la
población, activando procesos de organización y participación políti-
ca, sino que contribuyeron a la conformación de una cultura política
democrática, tanto en el propio sector estudiantil-juvenil como en
amplios sectores de la sociedad que se solidarizaban o mantenía algún
vínculo político con ellos. La conciencia social que despertaban las
demandas estudiantiles en la población les daba amplia legitimidad
a sus demandas y permitía que sectores de la sociedad civil se inte-
resaran en los asuntos públicos, experimentando diversas formas de
participación política como la emisión del voto en las elecciones o su
involucramiento en las propias acciones de los movimientos sociales.
Los movimientos estudiantiles han tenido históricamente una
gran importancia en las luchas y conquistas del pueblo mexicano, le
honestidad de los jóvenes y su participación desinteresada a favor de
las causas sociales les confiere gran legitimidad entre la población
lo que genera, a su vez, que sus demandas y movilizaciones cuenten
la mayoría de las veces con un gran respaldo social, ello justifica, en
contraparte, el ataque –a veces abierto a veces velado­– del gobierno
y de los poderes fácticos como los medios de comunicación quienes
desde las primeras movilizaciones tratan de contrarrestar la fuerza
de los estudiantes desinformando a la sociedad o difamando abier-
tamente a los estudiantes. Cabe aquí dar una definición inicial de lo
que podemos entender como un movimiento estudiantil, siguiendo
a René Rivas (2001), podemos decir que: se trata de un movimiento
social “[…] lo protagonizan estudiantes, surge y se aglutina en los
centros escolares, pugna por diferentes demandas, tiene una pers-
pectiva propia y orgánicamente actúa como independiente de otros
sectores”. Para reafirmar la importancia del movimiento estudiantil
como un movimiento social y su importancia actual en las luchas de
32 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

la izquierda resulta importante mencionar, junto con Boaventura de


Sousa Santos (1998), que los movimientos estudiantiles se convierten
en semilleros de otros movimientos sociales y populares, de partidos
políticos (generalmente de izquierda), así como de organizaciones de
la sociedad civil, propiciando con ello la organización de la sociedad
y la defensa de los derechos. El movimiento estudiantil es un gran
detonador o catalizador de otras luchas sociales, permite enarbolar
la justicia y propicia la conversión de la indignación, la rabia y la
insatisfacción social en acción política representando una esperanza
de transformación y abrazando en todo momento la utopía.
El M68 logró abrir nuevas estructuras de oportunidades políti-
cas para los movimientos sociales en un contexto político extrema-
damente cerrado, caracterizado por fuertes restricciones políticas
para los movimientos sociales que iban desde la criminalización de
la protesta (delitos 145 y 145 bis del Código penal) hasta el uso de la
fuerza pública como recursos de control y disuasión de las protestas
sociales. Margarita Favela (2002) afirma que en un contexto político
donde prevalece un régimen autoritario, como fue el caso del régimen
encabezado por el pri “[…] la estructura institucional del régimen
hace que los movimientos sociales adopten formas radicales y que el
gobierno recurra en gran medida a la desarticulación y a estrategias
represivas para enfrentar la movilización social” (p. 91). Olivier,
Tamayo y Voegtli (2016) analizan el M68 desde tres elementos: el
proceso de desmovilización, la represión y las emociones. Estudiaron
el miedo y la indignación como dos emociones que formaron parte
del surgimiento y el desarrollo del movimiento estudiantil-popular
y que fueron muy importantes en la primera etapa de movilización
y concientización, pero que también fueron fundamentales para
desactivar y desmovilizar a los estudiantes y demás grupos que los
apoyaban, aunados a los mecanismos de la represión sistematizada
y bruta. Esto explica, en parte, el desarrollo y desenlace del M68, lo
mismo que las luchas siguientes como fue el caso del movimiento a
favor de la autonomía universitaria (particularmente en la Univer-
sidad Autónoma de Nuevo León y la solidaridad que despertó en los
estudiantes de la Ciudad de México) que dio lugar al denominado
“halconazo” de 1971 (M71). Esta movilización contribuyó también
de manera favorable para que los movimientos sociales pudieran
expresarse y apropiarse nuevamente del espacio público hasta
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 33

entonces negado o restringido para estos actores colectivos. Todas


estas luchas sociales –que costaron desafortunadamente pérdidas
humanas– permitieron que años más tarde otros movimientos
sociales pudieran expresarse con menores restricciones debido a
que, de alguna manera, el M68 y el M71 iniciaron una serie de luchas
a favor de las libertades democráticas, lo que propició un proceso
controlado de liberalización política desde el régimen como antesala
para el posterior proceso de “transición democrática” en la década
de los noventa. De esta manera, en la década de los setenta y ochenta
los movimientos sociales aprovecharon la relativa apertura de la
estructura de oportunidades políticas para los movimientos sociales
que no estuvo exenta de los mecanismos de restricción política por
parte del Estado. Como apunta Ackerman (2015)
En las décadas de 1960 y 1970 las movilizaciones estudiantiles obliga-
ron al régimen a abrirse e iniciar un largo y sinuoso proceso de libera-
lización. Pero cientos de estudiantes primero tuvieron que pagar con
su sangre en la masacre de Tlatelolco de 1968 y los actos represivos
posteriores, como el Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971. Hoy
de nuevo los estudiantes en todo el país sacrifican sus importantes
actividades cotidianas para luchar por el interés general y exhibir las
injusticias del sistema. Y también son recibidos con balas, denuncias
penales y oídos sordos por parte de los gobernantes (p. 249).
De esta manera, el M68 y la acción estatal en su contra, lo mismo que
el caso Ayotzinapa en 2014, representan el pasado más violento y
autoritario de nuestro país, violencia y autoritarismo que se proyec-
tan desafortunadamente a nuestro presente. Particularmente el 2 de
octubre y la masacre perpetrada contra los estudiantes es sinónimo
de violencia, crueldad e impunidad (Cfr. García, en este libro, cap.
3). La represión gubernamental hacia el M68, así como contra las
diversas formas de lucha guerrillera, tanto urbana como rural, que
se suscitaron en la década de los setenta (en la denominada “Guerra
sucia”), pueden considerarse el origen de la tortura, la desaparición
forzada y las ejecuciones extrajudiciales como acciones del Estado
contra la disidencia social que sigue vigente, en pleno siglo xxi, a
pesar del discurso sobre la necesidad de la defensa de los derechos
humanos como requisito indispensable para construir un régimen
democrático. En alguna medida la mayoría de movimientos estu-
diantiles y juveniles que se han creado y manifestado en nuestro
34 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

país después del M68 –y hasta nuestros días– han sido víctimas de la
represión del Estado. Cabe señalar –a manera de ejemplos– los casos
de la irrupción de la Policía Federal Preventiva a las instalaciones
de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) en febrero
de 2000 para romper, de manera violenta, la huelga que habían sos-
tenido durante más de diez meses los estudiantes que se oponían
al aumento de cuotas, así como el caso de la violenta represión a la
manifestación –mayoritariamente estudiantil y juvenil– que se llevó
a cabo el 1 de diciembre de 2012 en protesta a la toma de posesión de
Enrique Peña Nieto. Ambas acciones tuvieron como objetivo central
la desmovilización de los estudiantes y de sus aliados en coyuntu-
ras donde, por ejemplo, en el caso del movimiento del cgh-unam de
1999-2000 el acercamiento del proceso electoral del año 2000 ponía
en riesgo las elecciones mismas, constituyendo además un problema
de carácter nacional que iba en detrimento de las aspiraciones del
candidato oficial –en este caso Francisco Labastida del pri– quien a
la postre perdería la elección presidencial frente al candidato del pan
Vicente Fox Quesada. En el caso de la represión del 2012 el mensaje
fue claro para los estudiantes y jóvenes que se habían organizado
en torno al movimiento #YoSoy132 en el sentido de que el triunfo
del pri significaría el regreso del sistema represivo que criminaliza
particularmente a los jóvenes. Cabe acotar que la expresión “regreso
del sistema represivo” debería acotarse al adjetivo “de cuño priista”
debido a que los doce años de alternancia política (2000-2012) donde
gobernó el Partido Acción Nacional (pan) también existió un gobierno
represor, de “cuño panista” que reprimió fuertemente a movimientos
sociales como el de los ejidatarios de San Salvador Atenco y el de la
Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (Cfr. Ramírez Zaragoza,
2016). Ese “sistema represivo de cuño priista” no sólo ha recrudecido
la violencia estatal contra los jóvenes, particularmente contra los
que se organizan y movilizan, sino que ha propiciado el aumento de
la violencia y la acción del crimen organizado cuyas repercusiones
recaen, muchas de las veces, sobre el sector juvenil de la sociedad.
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 35

El M68: referente obligado


de las luchas estudiantiles y juveniles

El ser un parteaguas en las luchas por las libertades civiles, los


derechos políticos y la instauración de una democracia verdadera
convierte al M68 en un movimiento que inició una serie de luchas
en México a favor de los derechos civiles y políticos contribuyendo
a la construcción de una ciudadanía democrática más consciente de
sus derechos y de sus obligaciones. Los subsecuentes movimientos
estudiantiles y juveniles han continuado con esta tradición de lucha
a favor de los derechos sociales, civiles y políticos lo que los ha con-
vertido en actores políticos importantes para acelerar los procesos
de transición democrática y liberalización política, convirtiéndolos en
artífices importantes del proceso de democratización y cambio social,
ciertamente inacabado, pero que ha iniciado ya gracias, en parte, al
empuje de la juventud. En esta perspectiva, en un estudio reciente
Sergio Tamayo (2016b) afirma que el movimiento estudiantil en México
a partir de 1968 y hasta 2015 ha luchado por la ciudadanía civil y por
la ciudadanía social, así como contra la privatización de la educación.
En este estudio sobre la trayectoria del movimiento estudiantil mexi-
cano el autor afirma que si bien ha habido cambios en los objetivos y
demandas de los movimientos estudiantiles en este periodo histórico
y que los movimientos estudiantiles pueden tener más de una deman-
da, se puede afirmar lo siguiente: identificar al M68 con la defensa de
una ciudadanía civil al incluir la demanda de la libertad de los presos
políticos como elemento central; en los años setenta el movimiento
estudiantil se pronunció por una ciudadanía social al vincularse con
las luchas sociales sectoriales (como las urbano-populares), pero
también con la ciudadanía civil al formar el Frente Nacional Contra la
Represión; por su parte, en 1987 con el movimiento del Consejo Estu-
diantil Universitario y en 1999 con el movimiento del Consejo General
de Huelga, ambos en la unam, se defendió la ciudadanía social al luchar
contra el alza de cuotas y contra la privatización; en 2008 asistimos
igualmente a una defensa de la ciudadanía social con diversas luchas
contra la privatización, luchas en defensa de las normales rurales y
luchas sectoriales; finalmente en 2012 con el movimiento #YoSoy132
y en 2015 con el movimiento de Ayotzinapa se privilegió la defensa de
36 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

la ciudadanía civil al demandarse la democratización de los medios


y luchar contra la imposición electoral en 2012 y exigir la aparición
con vida de los normalistas, así como luchar contra la desaparición
forzada, la violencia y la violación de los derechos humanos (Tamayo,
2016b: pp. 92-93). En un comparativo podemos decir, por ejemplo, que
el M68 se asemeja al #YoSoy132 en su dimensión de exigir democracia
y en su carácter de lucha ciudadana con demandas políticas. En una
perspectiva similar Ackerman (2015), refiriéndose al #YoSoy132 y
Ayotzinapa, afirma que “Las manifestaciones juveniles de hoy […]
no sólo recuerdan el movimiento estudiantil de 1968, sino también
constituyen la continuación histórica del movimiento civil pro demo-
crático de la década de 1990 y de las protestas poselectorales de 2006.
Las caras, las consignas y la forma de organizarse son innovadoras,
pero los fines son los mismos” (p. 235). Es decir, en última instancia
los estudiantes y los jóvenes han luchado por la democracia y con
ella por la ampliación de derechos políticos, civiles y sociales que
van más allá de sus demandas particulares incluyendo necesidades
y demandas de otros sectores de la sociedad como los trabajadores,
los indígenas o los campesinos.
En esta perspectiva, cabe mencionar que el presente libro
surgió también de la necesidad de hacer una interpretación y un
análisis de conjunto sobre los movimientos estudiantiles y juve-
niles en México en los últimos cincuenta años.10 Hoy en día, por
ejemplo, el problema de la educación y la universidad pública en
México –defendida históricamente por los estudiantes mexicanos,
particularmente por los de la unam en sucesivas luchas– revierten una
importancia central en la medida en que se está dando una profun-
dización del modelo económico neoliberal que –siendo una nueva fase
o etapa del capitalismo mundial– pretende convertir en mercancías
los derechos y los servicios como la propia educación. Así mismo, la
etapa actual caracterizada por la existencia de un amplio proceso de

10 Si bien no es un objetivo del presente texto dar una periodización o carac-


terización de los movimientos juveniles sí me parece oportuno mencionar
el esfuerzo de Modonesi y otros (2017) por entender cómo ha cambiado
la militancia juvenil y las demandas de los movimientos juveniles en los
últimos cincuenta años. Siguiendo a Fernando Luna (2018) que hace una
reseña del libro coordinado por Modonesi se puede “[…] caracterizar a
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 37

cambios y transformaciones denominado comúnmente globalización


hace que los movimientos estudiantiles y juveniles adquieran gran
relevancia como fenómenos que colocan a los jóvenes como actores
políticos en una sociedad que los niega o los relega (Cfr. García, en
este libro, cap. 2). Ante ello, la defensa de los diferentes tipos de ciu-
dadanía por parte de los jóvenes y de los estudiantes es fundamental
para mantener los derechos que han sido conquistados a través de
diversas luchas y movimientos sociales. Defender la educación y la
universidad pública, luchar por la democracia y garantizar la gratu-
idad han sido objetivos centrales en los movimientos estudiantiles y
en las distintas disputas por la unam (Zermeño, 2008).
La resonancia histórica del M68 tiene que ver con el hecho de
considerarlo un referente del inicio del amplio periodo de democra-
tización en donde los estudiantes como sujeto social y político van
delineando la trayectoria del movimiento estudiantil insertándolo
en las luchas por la ciudadanía social y civil, es decir, en la defensa
de las libertades democráticas y en la oposición al modelo de desa-
rrollo económico (Tamayo, 2016: p. 96-97). Así, además de las luchas
a favor de la libertad de los presos políticos, contra la represión y en
defensa de la educación pública –propias de las décadas de 1960 y
1970– los estudiantes también se han manifestado contra el modelo
económico de “desarrollo” neoliberal en las décadas de 1980 y 1990.
La implementación del modelo económico neoliberal pone en peligro
derechos sociales como la salud, la educación y la vivienda. En el caso

los jóvenes militantes como una generación, mediante el establecimiento


de cortes respecto a los ciclos de movilización anteriores. Así, se iden-
tifican las generaciones socialista y revolucionaria de las décadas de
1960 y 1970; la de la revolución democrática, a la cual correspondería
el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario en la Universidad
Nacional Autónoma de México (unam, 1986-1987), hasta las elecciones
presidenciales de 1988; y la zapatista, politizada con el levantamiento
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional –en 1994– y protagonista
de la huelga en la unam de 1999-2000. La aparición de movimientos con
destacada participación juvenil en este nuevo ciclo daría forma a otra
generación, que Modonesi propone llamar postzapatista o indignada.
Sus principales rasgos radicarían en modalidades efímeras de coordi-
nación política, la constante referencia al colectivo como ámbito de gran
importancia para la socialización política, y la preferencia por formas
horizontales de organización de las movilizaciones” (Luna, 2018: p. 76).
38 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

particular de los estudiantes y la educación ese modelo económico


pone en peligro el carácter público de las universidades en lo que tiene
que ver con sus características de autonomía, gratuidad y función
social, ya que trata de implementar políticas que aparentan ser de
corte estrictamente académico y de apoyo, pero que en realidad van
tendentes a crear una universidad eficientista y elitista, haciendo ver a
la educación no como un derecho sino como un producto, una mercan-
cía sujeta, por lo tanto, a las libres fuerzas de la oferta y la demanda.
El capital se convierte en precursor y defensor del modelo neoliberal
de universidad que beneficia a las empresas y vía los organismos
financieros internacional (ofi) como el Fondo Monetario Internacional
(fmi) propone a las autoridades del gobierno federal y de la unam las
directrices de la contrarreforma neoliberal, entre las que destacan
el cobro de cuotas. De esta manera, –cabe recordar brevemente– en
1986 el entonces rector de la unam Jorge Carpizo inició el ataque a
la universidad pública al dar a conocer su documento “Fortaleza y
debilidad de la Universidad Nacional”, donde pretendía hacer pasar
como reformas académicas una serie de medidas dictadas por el fmi
y por el Banco Mundial (bm). En términos generales la contrarreforma
carpiciana se basaba en el concepto de “excelencia académica “ que,
a pesar de su discurso demagógico, no ocultaba sus pretensiones de
hacer de la universidad un instrumento al servicio de las empresas;
otro punto medular lo constituyó el intento de aumentar cuotas a
través de la reforma al Reglamento General de Pagos (rgp), cuestión
que desembocó en la “rebelión silenciosa” y posteriormente el movi-
miento estudiantil del Consejo Estudiantil Universitario de 1986-87
(Cfr. Rivas y Sánchez, 1990; Ramírez Medina, en este libro, capítulo 5).
Dicho movimiento aceptó para la solución del conflicto la reali-
zación de un Congreso en donde lejos de resolverse los problemas de
fondo de la unam sólo se discutieron cuestiones generales, la mayoría
de las cuales no se llevaron a la práctica, es decir, no se cumplieron
los acuerdos. A pesar de ello el movimiento logró detener la ofensi-
va neoliberal en la unam. En el Congreso Universitario de 1990 se
resolvió, por ejemplo, la desaparición del Tribunal Universitario por
considerarlo anticonstitucional, sin embargo, el tribunal fue reins-
talado y nuevamente puesto a debate por el movimiento estudiantil
de 1999-2000 por considerarlo no un espacio para dirimir problemas
entre universitarios, sino, por el contrario, un instrumento utilizado
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 39

por las autoridades para reprimir política y académicamente a los


estudiantes, profesores y trabajadores que se atreven a cuestionar
a las autoridades a través de la discusión, organización y moviliza-
ción para la construcción de un nuevo proyecto de universidad. A
la fecha el tribunal sigue en funciones. En 1995 la contrarreforma
universitaria continuó por medio de la reducción de dos turnos a los
Colegios de Ciencias y Humanidades con la consiguiente reducción
de la matrícula y la planta docente. El entonces rector José Sarukhán
trató de seguir el mismo camino que su antecesor, sin embargo, no
encontró condiciones favorables para reformar el rgp y aumentar
con ello las cuotas en la unam. Posteriormente el rector Francisco
Barnés le dio un avance considerable a la contrarreforma en 1997 con
la modificación del Reglamento General de Inscripciones y Permanen-
cia que restringía el pase automático y la libre elección de carrera,
así mismo, se redujo el tiempo límite de permanencia para acabar el
bachillerato y la licenciatura. Estas reformas tuvieron como objetivo
dejar fuera de la posibilidad de terminar su carrera a siete de cada
diez alumnos que necesitan el doble de lo que dura su carrera para
obtener su título, e incluso más debido a las carencias económicas
de las familias de donde provienen. Lo anterior se da por cuestiones
que están más allá de su capacidad intelectual y su rendimiento
académico, pues se trata de alumnos que trabajan y estudian, que no
tienen los recursos suficientes para libros, copias, transporte y que
apenas y sus ingresos les alcanzan para alimentarse y, por lo tanto,
no tienen el mismo rendimiento que un alumno de tiempo completo
que tiene libros y computadora en casa, no trabaja y llega bien comido
y dormido a sus clases.
En el breve análisis de la problemática reciente se incluye
también la revisión de otro movimiento estudiantil importante en
la historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) y
del país, a saber, el movimiento estudiantil-popular que encabezó el
Consejo General de Huelga (cgh) durante los años de 1999-2000 (Cfr.
Ávila, capítulo 6 en este libro). Movimiento que permitió, entre otras
cosas, que la sociedad mexicana abriera un amplio y necesario debate
sobre el papel que debe jugar la educación en el desarrollo nacional y
particularmente el papel que debe desempeñar la universidad pública
más importante del país como espejo de la nación y como el cerebro
intelectual y científico del pueblo mexicano en su lucha por alcanzar
40 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

mejores niveles de vida. Rescatar el análisis de este movimiento a casi


veinte años de su aparición en la escena pública revierte particular
interés si tomamos en cuenta dos factores: uno de carácter interna-
cional que tiene que ver con la insurgencia estudiantil en los últimos
años que ha permitido la emergencia de movimientos estudiantiles
en diferentes partes del mundo como en Colombia, Canadá, Argentina,
Chile y España y en donde, con diferentes y específicas demandas, la
reivindicación de la educación pública como un derecho social ina-
lienable es un elemento articulador que constituye un denominador
común en todas esas luchas. Este factor tiene que ponerse además
en el contexto histórico donde se cumplen 100 años de la defensa de
la autonomía y la democratización de la universidad encabezada por
el también legendario movimiento de los estudiantes de Córdoba
en Argentina en 1918, que dio paso a una importante reforma de la
universidad, sentando las bases de un verdadero “poder estudiantil”
que ha sido replicado en muchos movimientos estudiantiles a lo largo
del mundo, entre ellos, por supuesto por el M68.11
El otro factor de carácter más nacional lo constituye el hecho de
que en nuestro país las élites políticas no han cesado en sus intentos
por atacar constantemente a la educación pública y gratuita y a las
universidades públicas en particular, desatando resistencias impor-
tantes como las protestas encabezadas por los maestros aglutinados
en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, las
movilizaciones de las Escuelas Normales Rurales que el gobierno
mexicano quiere desparecer –teniendo en el caso del movimiento
por la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa una
de sus muestras más dramáticas–, sin olvidar la insurgencia estu-
diantil en la coyuntura electoral del 2012 que vio el nacimiento del
movimiento #YoSoy132 como un actor importante encabezado por
jóvenes universitarios, movimiento este último que sin demandas
estudiantiles específicas sí se pronunció en sus documentos a favor
del derecho a la educación (Cfr. Sánchez Gudiño y Ramírez Zaragoza,

11 Entre los ecos y resonancias del movimiento de Córdoba, del M68 y del
cgh 1999-2000 se encuentra una legítima aspiración democratizadora en
los tres y un impacto tanto en el sector estudiantil como en otros sectores
de la sociedad. Esos ecos y resonancias se escuchan fuertemente en el
2018 en el naciente movimiento estudiantil universitario.
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 41

en este libro, capítulos 8 y 9). El análisis y conocimiento del movi-


miento estudiantil es importante toda vez que nos permite entender
una serie de luchas que por sus características han tenido alcances
nacionales e internacionales constituyendo un esfuerzo importante
por mantener el carácter público y gratuito de la educación y de la
universidad. El movimiento estudiantil del Instituto Politécnico
Nacional (ipn) en 2014 en contra de la reforma neoliberal (Ortega,
2017) y el caso de las movilizaciones en defensa de la Universidad
Autónoma de la Ciudad de México en 2012 y años anteriores (Vega,
2012: Palencia, 2013) representan otras expresiones de organiza-
ción estudiantil que forman parte del último ciclo de protesta del
presente siglo.
Ahora bien, si nos atenemos a su dimensión global como movi-
miento anti sistémico el M68, cuyas expresiones de rebeldía y cambio
social se manifestaron con fuerza, además de México, en Francia,
Checoslovaquia, Estados Unidos y Brasil –entre otros muchos países–
(Cfr. Sánchez, 2013 y Wallerstein, 1989) debe ser colocado también
como referente obligado de otras luchas juveniles y estudiantiles que
han tenido una repercusión mundial, a pesar de haberse dado en un
contexto político, económico y nacional determinado. Ahí están, por
ejemplo: el movimiento juvenil de la ciudad de Soweto en Sudáfrica de
1976 a favor de la educación en su lengua materna y contra el racismo
de la política represiva del apartheid, esta lucha se convirtió en símbolo
a favor de la democracia basada en el respeto a la diferencia y contra
el racismo imperante, la represión brutal de que fue objeto refleja el
odio hacia la juventud que seguía atreviéndose a manifestarse como
los jóvenes del M68; la lucha histórica de los jóvenes y estudiantes
chinos de 1989 a favor de libertades democráticas cuyo emblema y
símbolo es el estudiante que intenta detener un tanque de guerra en
la plaza de Tiananmen, dicha manifestación fue duramente reprimida
por el ejército comandado por el gobierno “comunista” de la República
Popular China; en ese mismo año de 1989 los jóvenes irrumpieron con
protestas en Checoslovaquia a favor de la democracia dando paso a la
llamada “Revolución de terciopelo”, las protestas que coincidieron con
el festejo del día internacional del estudiante dieron paso a una tran-
sición pactada y pacífica del poder en contra del régimen comunista
imperante; un caso relevante lo dieron los jóvenes –muchos de ellos
estudiantes– que en 1999 iniciaron los movimientos altermundistas
42 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

contra la globalización en las históricas manifestaciones de Seattle,


Washington en Estados Unidos contra la Organización Mundial de
Comercio, así mismo, en ese año de 1999 las protestas estudianti-
les en Irán a favor de la libertad de expresión le dieron la vuelta al
mundo evidenciando el autoritarismo de esa república islámica que
reprimió cobardemente a los jóvenes estudiantes mientras dormían,
dicha lucha visibilizó la necesidad de la lucha conjunta de los dere-
chos de los jóvenes y de las mujeres en un contexto de violación a
sus derechos y libertades; años más tarde los jóvenes y estudiantes
se convierten en un factor importante para dar vida al Foro Social
Mundial cuyo primer encuentro se dio en el 2001 en la ciudad brasile-
ña de Porto Alegre, dicho foro formaba parte de un movimiento “por
una globalización diferente” y se convirtió en referente de las luchas
y movimientos sociales del mundo donde los jóvenes eran uno de los
actores centrales; las luchas de los jóvenes estudiantes chilenos de
nivel secundaria (secundaria y nivel medio superior) a favor de una
educación pública de calidad conocidos como “los pingüinos” es otro
movimiento de trascendencia mundial que evidenció las formas en
que la oligarquía nacional y extranjera se apoderan de la educación
convirtiéndola en una mercancía, desde entonces ,los jóvenes se
oponen a las medidas que llevan a la privatización de la educación
(Valenzuela, 2015); resulta también importante mencionar la lucha
de los estudiantes y jóvenes de Hong Kong a favor de la democracia
y contra la opresión China que inició con una huelga estudiantil en
septiembre de 2014 dando paso a la “primavera asiática” conocida
como la “revolución de los paraguas” y que formó parte de la ola de
movilizaciones iniciada en Estados Unidos con el movimiento Ocuppy
Wall Street en el 2011 inspirados en el 15-M español del mismo año.
La mayoría de estos movimientos estudiantiles y juveniles a nivel
mundial tienen en el M68 internacional un referente obligado que
se constituye, de algina manera, en herencia colectiva, en ejemplo
de lucha y en una reivindicación que pone énfasis en la democracia,
así como en el necesario cambio social en un mundo en donde reina
la especulación financiera, la violencia, el terrorismo, la migración
forzada, las guerras, el hambre, la destrucción del medio ambiente,
la desesperanza y la incertidumbre.
Regresando a la dimensión nacional Zermeño (1994) afirma
que el M68 “fue un movimiento estudiantil-popular”, que desbordó
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 43

el ámbito estudiantil y desarrolló un “contenido fuertemente polí-


tico”. El movimiento fue encabezado por los estudiantes pero en
representación de otras fuerzas populares. La identificación de los
estudiantes con las causas populares iba en función de una alianza
popular que no se concretó en una transformación más amplia
pero abrió la posibilidad de alianzas futuras (Zermeño, 1994: pp.
241-242). Parafraseando a Armando Bartra (2009) el M68 tardó en
trascender su tiempo pero se asentó en el imaginario colectivo de
los mexicanos para potenciar cambios políticos y sociales trascen-
dentes (Bartra, 2009: p. 65). Otro elemento interesante a analizar
es que “paradójicamente la intransigencia del M68 desenmascaró
la intransigencia del poder político (Jiménez, 2008: p. 8). Quizá los
jóvenes que encabezaron el M68 y constituyeron el Consejo Nacional
de Huelga nunca se imaginaron el impacto que sus acciones tendría
en un futuro (inmediato o lejano). El M68 con su pliego petitorio que
incluían demandas de libertad, justicia, así como “deseos antiautori-
tarios” apelaban e interpelaban a toda la sociedad, constituían, pues,
una “demanda popular” (Guevara, 2004). No es posible aquí hacer
una cronología de hechos del M68, –para ello remitimos al lector
a otras fuentes como (Álvarez, 1998), (Guevara, 2004) o (Ramírez
Gómez, 1998), entre muchos otros (incluidos los textos de Montella-
no y Chávez en este libro, capítulos 3 y 4, así como los testimonios
de Gómez, León y Solís en la segunda parte de este libro) donde se
hace una reconstrucción histórica–, pero sí me gustaría agregar el
testimonio de uno de los icónicos líderes del M68, me refiero a Raúl
Álvarez Garín, quien recientemente muriera dejando un profundo
legado en las luchas populares de nuestro país. En su libro La estela
de Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil
del 68 Álvarez Garín afirma que
[…] el Movimiento estudiantil del 68 no sólo es una referencia y
antecedente ineludible de la situación actual, también es una fuente
de enseñanzas importantes, por la vigencia de sus motivaciones y
por las consecuencias de sus hechos […] La experiencia misma del
68 como una insubordinación generalizada, consciente, persistente y
plena de dignidad se constituyó en la base de los cambios. Después de
los acontecimientos de octubre del 68 ya no eran eficaces los simples
cambios de forma, las modificaciones cosméticas superficiales ya no
engañaron a nadie (Álvarez, 2002: p. 23).
44 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

El M68 evidentemente representa –como apunta Álvarez Garín


en esta cita– el inicio de un proceso de cambio social y transformación
política en nuestro país, proceso evidentemente inacabado pero a la
vez irreversible que tiene en los movimientos sociales un actor central
que presiona a las élites políticas y se convierte en una vía importante
de participación de la sociedad. La herencia del M68 en la juventud es
parte ya de la tradición de lucha de la juventud mexicana que emerge
como actor político en momentos históricos importantes. Por ello, a
cincuenta años de distancia podemos decir, sin temor a equivocarnos
que el M68 está más vivo que nunca. A pesar de que su historiografía
es muy extensa –quizá sea el movimiento social más estudiado en
nuestro país junto con el movimiento zapatista– cada vez podemos
estudiarlo más y encontrar nuevos elementos para su análisis que
nos permiten comprenderlo mejor para entender nuestro presente.
Esto último es, por supuesto, otro de los objetivos del presente libro.

Orígenes y estructura del libro

El presente libro colectivo tuvo su origen en una serie de eventos


académicos realizados entre los años 2014 al 2017 en la Facultad de
Ciencias Políticas y Sociales y en la Escuela Nacional de Trabajo Social,
ambas entidades académicas de la unam, donde un conjunto amplio
de académicos, alumnos y activistas sociales discutimos el tema de los
movimientos sociales en México. Un primer resultado de estos esfuerzos
colectivos fue el libro Movimientos sociales en México. Apuntes teóricos y
estudios de caso, publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Azcapotzalco, en coedición con la Red Mexicana de Estudios
de los Movimientos Sociales (rmems) y Colofón Ediciones Académicas,
con recursos otorgados a la rmems por el Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología en 2016. El presente libro, que trata particularmente el
tema de los movimientos sociales de matriz estudiantil y juvenil, puede
considerarse la segunda parte de ese esfuerzo colectivo en la medida
en que muchos ponentes entregaron sus contribuciones para el primer
libro, pero desde la coordinación se decidió –en la medida en que eran
muchas contribuciones para un solo libro– separar los textos por temas y
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 45

dejar los que tenían que ver con los movimientos estudiantes y juveniles
para un segundo volumen, el mismo que ahora presentamos con gusto
a los lectores y que se enmarca en la conmemoración de los cincuenta
años del memorable movimiento estudiantil popular del año 1968.
El libro inicia con el capítulo “Apuntes teóricos y políticos sobre
movimientos estudiantiles” escrito por Marco Antonio Aranda Andra-
de, en él su autor discurre teóricamente sobre la importancia de los
movimientos estudiantiles para comprender la dinámica de cambio
que experimentan las sociedades a partir de la irrupción de estos
actores colectivos en sus deseos de democracia y justicia social. El
texto sirve de marco inicial de la obra para interpretar algunos de
los efectos positivos que la acción de los movimientos estudiantiles
genera en la sociedad. Para Aranda los movimientos estudiantiles
han sido históricamente esfuerzos colectivos de denuncia de formas
autoritarias de poder que “minan las exigencias democratizadoras
de la sociedad”. “La politización de una masa de jóvenes a lo largo de
décadas de movilización, el aprendizaje de la democracia como forma
organizativa, la solidaridad y el acompañamiento a otras luchas socia-
les, representan una serie más de logros que hacen del movimiento
estudiantil un actor fuerte en las luchas por la democracia, los derechos
y la posibilidad de vislumbrar mundos mejores, más justos y dignos,
afirma el autor” afirma el autor. Bajo estas premisas, el texto explora
algunos aspectos políticos, históricos y teóricos con el propósito de
legitimar a este actor colectivo en una era de creciente privatización y
precariedad que amenaza a amplias capas de la población con la muerte
social y física. En el texto se puede apreciar la manera en que el movi-
miento estudiantil y sus luchas han trascendido la esfera educativa
y laboral para situarse en el cuestionamiento a un sistema que reza
que no hay alternativa, mostrándonos salidas colectivas a alcanzar
mediante nuevas metas, visiones, valores, formas de organización,
solidaridad y acompañamiento que descansan en memorias y legados
que han sobrevivido a la represión y a los intentos de desaparición
provenientes desde el Estado y el mercado, acota Aranda.
El capítulo dos se titula “Jóvenes y movimientos sociales en
México. La conformación de un sujeto político” en el que Roberto
García Salgado, su autor, discute sobre el movimiento estudiantil
como sujeto autónomo moderno caracterizando a la juventud como
una perspectiva teórica al analizar al concepto de juventud como algo
46 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

factualmente aporístico y contradictorio, es decir, algo predecible en


tanto la juventud es rebelde por excelencia y se coloca siempre al frente
de las luchas populares. La relación joven-movimientos sociales, ha sido
estrecha e importante en el avance de la conformación democrática
en México, y quizá en cualquier país, afirma García, lo que permite
vislumbrar a los jóvenes y su acción colectiva como un motor de la
democracia y el cambio social. Transitando diversos puntos cruciales
en el desarrollo cultural de las distintas sociedades humanas, esta
relación (jóvenes-movimientos) concentra la otra relación necesaria
e ineludible en la democracia: la relación entre la política y el com-
promiso social, la relación entre la sociedad y el Estado. México es el
caso donde se manifiesta actualmente la voluntad y el compromiso
social, en específico con la participación del sector juvenil, mediante
la articulación de procesos de organización civil manifiestos a lo largo
de la historia moderna, como es evidente –sostiene el autor– en los
movimientos sociales de 1968, 1971, 1999, 2012 y 2014. De esta manera,
en el 2014, se gestó desde las bases juveniles un consenso histórico y
político de compromiso social por parte de sus ciudadanos, reflejado
en la toma de calles, inmediatamente después de los lamentables
hechos ocurridos en Ayotzinapa, municipio de Iguala, Guerrero. Hechos
marcados por el colapso institucional que se ha venido evidenciando
desde las esferas del poder, en complicidad con la impunidad y el cri-
men organizado. Ante esta hegemonía analítica de las identidades y
las imágenes de juventud homogeneizadas, la perspectiva del autor
propone “la idea de develar los riesgos de operación semántica que
pretende dicho concepto a la reductiva presencia de los jóvenes. Las
juventudes se imponen frente a la realidad diádica, ‘de nosotros y
aquellos, y se enfrentan a la construcción de un conocimiento que
los incorpore como productores y no como apariencias de moda”´,
señala el autor.
“Impactos sociales y políticos del movimiento estudiantil de
1968” es el título del tercer capítulo escrito por Angélica Montellano
García en donde se plantea la siguiente interrogante ¿Qué es y qué
no es el M68? Pregunta pertinente si se toma en cuenta que a pesar
de que se ha escrito mucho sobre el movimiento todavía hay dudas
y verdades a medias. Para dar respuesta Montellano organiza su
trabajo en cuatro apartados, cada uno aborda la relación del M68 con
diferentes temas con los que el imaginario colectivo lo vincula como
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 47

por ejemplo: 1) la represión del gobierno; 2) El proceso de democrati-


zación en nuestro país; 3) La Libertad de expresión; y 4) La sociedad
civil en México. Se aborda además una temática diferente, a saber,
“el impacto que ha tenido el movimiento estudiantil en la generación
de nuevas identidades colectivas entre la sociedad contemporánea”,
particularmente entre los jóvenes y estudiantes. El trabajo es una
reflexión de la autora sobre la importancia del M68 para la sociedad
mexicana contemporánea en un año en el que “la mayoría de los mexi-
canos tenía una cultura de súbdito que estaba muy lejos de la cultura
democrática que se empezó a desarrollar en los años posteriores al
M68”, de ahí que la autora sugiere este acontecimiento como uno de
los inicios de la construcción de una cultura política democrática en
la sociedad mexicana.
El capítulo cuatro lleva por título “El M68 frente al régimen
político: un legado para la juventud mexicana” de la autoría de José
Luis Chávez García, en el trabajo se analiza comparativamente “el
legado de la generación de 1968 respecto de los retos que enfrenta
la juventud mexicana contemporánea, que incluye el estudio de los
elementos característicos del régimen político de ayer y hoy”. El
autor tiene el objetivo de rescatar “las rupturas y las continuidades
del régimen político mexicano en este periodo” caracterizado por
la permanencia de formas autoritarias en el ejercicio del poder que
chocan con los deseos democratizadores de amplios sectores de la
sociedad, donde resaltan los jóvenes, que han dado paso a procesos
inconclusos de “transición democrática”. Chávez cuestiona la par-
ticipación de los grupos policiales-militares como instrumento al
servicio del Estado para garantizar la paz y el orden social y explora
la naturaleza de la política del gobierno en su intento por resolver
las demandas sociales, la oposición política y las manifestaciones
estudiantiles. Destaca el interés de los estudiantes por defender
los espacios de educación y libertad, así como su preocupación por
“transitar” hacia una democracia social-sustantiva, que asegure la
justicia social para el conjunto de la sociedad en el país, demanda
que sigue vigente encontrando importantes raíces en el M68.
Valeriano Ramírez Medina es el autor del capítulo cinco que se
denomina “El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987”,
donde se describen y analizan los impactos políticos y sociales del
movimiento que se enfrentó a la primera intentona del gobierno
48 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

federal y de las autoridades universitarias por aumentar las cuotas


en la unam en consonancia con los postulados neoliberales y violando
la autonomía universitaria tan defendida por el M68. El autor analiza
el contexto político en el que se desarrolla el movimiento destacan-
do el antes, que se caracteriza por la irrupción de la sociedad civil
en 1985 luego del sismo y el después, con el proceso electoral y las
luchas por la democracia en 1988. Al concluir el movimiento, afirma el
autor, el país se ve envuelto en una efervescencia electoral producto
de la formación del Frente Democrático Nacional, que absorbe a las
organizaciones del Movimiento Urbano Popular, así como a la mayor
parte de los estudiantes que participaron en el Consejo Estudiantil
Universitario (ceu), rebasando sus expectativas y convirtiéndoles en
agentes electorales. El Plan Carpizo –que dio origen al movimiento–
se basó en el documento “Fortaleza y debilidad de la unam” donde
se exponía un modelo tecnocrático de universidad generando el des-
contento estudiantil y propiciando su organización. La creación del
ceu como estructura de movilización permitió al movimiento tener
un instrumento legítimo de representación estudiantil desde el cual
organizaron su repertorio de acción y su solidaridad con otros sectores
sociales. El autor hace un análisis del papel que jugó el movimiento
estudiantil en el conjunto de luchas populares que se desarrollaban
en México en el ámbito sindical, campesino y urbano-popular a
nivel nacional y particularmente en la Ciudad de México. A decir de
Ramírez Medina los estudiantes “contaron con importantes espacios
de participación producto de la actividad política y cultural de la
comunidad universitaria, tales espacios dieron pie a la combinación
de intereses y con ello, al estallido del movimiento. Cabe señalar, por
último, que muchos ex militantes del M68 apoyaron al movimiento
del ceu representando una alianza coyuntural importante entre dos
generaciones de luchadores sociales.
El capítulo seis lleva por título “El Consejo General de Huelga de
la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas”, en él su autor
Agustín Ávila reflexiona sobre el movimiento que defendió la gratui-
dad de la educación a partir de diversos repertorios de movilización
que incluyó una “controvertida” huelga estudiantil de cerca de diez
meses. Para Ávila el movimiento del Consejo General de Huelga puede
considerarse “uno de los grandes precursores de la lucha democrática
del país y uno de los pocos movimientos sociales en México que logra-
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 49

ron detener una de las propuestas de la reestructuración capitalista


neoliberal”. La acción colectiva masiva de miles de estudiantes marcó
“una ruptura muy importante en la historia social de nuestro país ya
que se inscribe en las grandes oleadas del siglo xx que pugnaron por la
democratización de la unam”, constituyéndose como un movimiento
de “defensa legítima ante la ofensiva neoliberal sin precedentes que
buscaba privatizar el modelo de educación superior”. El autor afirma
que la mayoría de estudios del movimiento del cgh son parciales y se
enfocan en las pugnas internas afirmando que esa visión es “como
mirar a la luna en una sola de sus fases y creer que ese es el tamaño
de la luna para siempre, teniendo en cuenta aún que cuando la luna
es llena existe una parte que no iluminan los rayos del sol”. Ante ello,
el autor propone ver el movimiento en trece lunas distintas, que son
trece momentos o facetas que nos permiten observar que el movi-
miento estudiantil fue expresión de una “multiversidad” donde los
procesos organizativos anteriores y la existencia de redes impactaron
indudablemente en su devenir. “Los sentidos de pertenencia de género,
sexual, étnica o cultural son algunas cuestiones poco estudiadas por
las investigaciones o discursos militantes”, por lo que el autor pretende
con su trabajo hacer visible la diversidad de prácticas y experiencias
que envolvieron el movimiento estudiantil de 1999-2000 del Consejo
General de Huelga a través de “una epistemología de la visión”.
El capítulo siete se titula “#YoSoy132. Ciclos de protesta en el
marco de las elecciones presidenciales de 2012” y fue escrito por
Guadalupe Olivier Téllez y Sergio Tamayo con el propósito central de
“destacar los ciclos de protesta del movimiento #YoSoy132”. Desde
una perspectiva procesual de la protesta y utilizando una metodología
de investigación multidimensional Olivier y Tamayo plantean como
hipótesis “que la conjunción de diversos aspectos del contexto político,
articulados a la condición identitaria de los distintos participantes
y a ciertos dispositivos de movilización-desmovilización de la pro-
testa, llevaron al movimiento estudiantil a extremos ineludibles que
provocaron su quiebre definitivo. La relevancia de este análisis, en
el marco de los movimientos estudiantiles recientes, es comprender
las contradicciones internas de la protesta social que generaron”. Los
autores afirman que el movimiento cumplió sus ciclos de protesta y
que los dispositivos de movilización-desmovilización se dispararon
en la experiencia del #YoSoy132 por medio de cuatro mecanismos: a)
50 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

por la condición política del movimiento; b) por el papel estratégico


de las alianzas y la lucha interna por la hegemonía; c) por el impacto
e innovación de los repertorios de la movilización; y d) por los dis-
positivos de la represión.
“El movimiento #YoSoy132 y la democratización de los medios:
¿Rebeldes de Starbucks o indignados aztecas de la primavera mexi-
cana?” de Hugo Sánchez Gudiño constituye el capítulo ocho donde se
analiza el movimiento juvenil-estudiantil-ciudadano que irrumpió la
escena política nacional en el proceso electoral presidencial de 2012.
Para Sánchez el año 2011 se volvió axial porque alteró al mundo cuan-
do los de “abajo gritaron su indignación y se organizaron alrededor
de un movimiento planetario antisistémico” activando en México la
protesta de los “Indignados Aztecas” organizada en el movimiento
#YoSoy132. El trabajo ofrece, a decir del autor, un breve diagnóstico
crítico de algunos aspectos relevantes de este movimiento cuya
bandera principal de lucha fue su exigencia de democratización de
los medios de información en México. El texto analiza la manera en
que el “Modelo de Comunicación Política Tradicional” anclado en
Televisa –que impulsó la candidatura de Enrique Peña Nieto en la
Elección Presidencial del 2012– se vio trastocado por el surgimiento
del “#YoSoy132” y su “política insurgente” poniendo énfasis en cuatro
líneas de acción: la sociedad red, el nuevo espacio público, la video
política y la teoría del malestar mediático. El texto plantea que el
movimiento #YoSoy132 “sacudió al país y emergió como un posi-
cionamiento lejos de las imposiciones ideológicas y cerca de las
preocupaciones ciudadanas, con una lógica lejana a los intereses
de los poderes fácticos y cerca de quienes los cuestionaban, recha-
zando la desinformación y exigiendo la veracidad; cuestionando
la manipulación y exigiendo el profesionalismo; criticando las
directrices del duopolio televisivo y logrando romper el cerco
que con demasiada frecuencia se imponía”.
Miguel Ángel Ramírez Zaragoza es el autor del capítulo nueve
que lleva por título “Movimientos sociales y juventud en México: del
M68 a Ayotzinapa”, en él se analiza la importancia de los jóvenes y de
los estudiantes en su involucramiento en la acción colectiva que ha
producido importantes movimientos sociales en México en la segunda
mitad del siglo xx y las primeras décadas del presente siglo. El autor
realiza un balance a cincuenta años de la irrupción del trascendente
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 51

M68 destacando su influencia en los diversos movimientos estudian-


tiles y juveniles que han invadido el escenario político de nuestro país
hasta nuestros días. Se analiza a los movimientos estudiantiles como
una forma específica de movimiento social con autonomía e identidad
propia y con demandas específicas sobre su sector lo que, sin embargo,
no los limita a adoptar demandas de otros sectores sociales diseñando
amplios espacios de solidaridad y alianza con otras luchas y movi-
mientos sociales lo que en ocasiones los convierte, de alguna forma, en
movimientos populares con gran respaldo social. Se estudian: el M68; el
caso del movimiento estudiantil del Consejo Estudiantil Universitario
en la unam de 1986 y 1987; y el movimiento del Consejo General de
Huelga también de la unam de 1999 y 2000 en el plano universitario;
se analiza también el caso del movimiento #YoSoy132 que irrumpió en
el escenario nacional durante el proceso electoral de 2012; por último,
se reflexiona sobre uno de los movimientos sociales más recientes que
exige la aparición con vida de los 43 normalistas desaparecidos en
septiembre de 2014 en el municipio de Iguala en el estado de Guerrero
pertenecientes a la Escuela Normal “Isidro Burgos” de Ayotzinapa. El
texto concluye con un balance de conjunto que discute las aportaciones
de los movimientos analizados destacando la participación entusiasta
de los jóvenes y su conversión en sujetos políticos en determinadas
coyunturas, dejando claro que su presencia ha sido importante para
reivindicar la apertura democrática, la defensa de derechos como la
educación y la necesidad de generar políticas públicas favorables a la
juventud como sector social imprescindible en el desarrollo, político,
económico, social y cultural de México.
El libro cierra con tres elocuentes y apasionados testimonios
inéditos de tres entusiastas participantes en el M68, se tata de los,
en ese entonces, jóvenes activistas y hoy destacados académicos,
ciudadanos y luchadores sociales Luis E. Gómez, Alma B. León Mejía
y Octavio Solís Trovamala. Incluir los testimonios de Luis, Alma y
Octavio revierte vital importancia debido a que se trata de voces
poco escuchadas, en el amplio coro de voces que se han expresado
sobre el M68, sea porque ellos mismos han decidido hablar poco de
su experiencia como parte de esa generación, sea porque la mayoría
de las veces se acude o se pide que sean las mismas voces las que
sigan hablando sobre esos acontecimientos. Luis E. Gómez Sánchez
es el encargado de redactar el primer testimonio titulado “El M68 a
52 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

cincuenta años de distancia”, en él Gómez Sánchez reconstruye el M68


a la luz de su propia visión como activista del movimiento, así como
desde las implicaciones políticas, sociales y culturales del mismo.
El testimonio constituye, a decir del autor “al mismo tiempo, una
conmemoración de los acontecimientos, hace ya cincuenta años, del
movimiento estudiantil de 1968 (M68) y una rememoración que, para
expresarlo en términos más académicos es un trabajo de memoria en
el ámbito del propio movimiento” de un joven que en 1968 cursaba
el nivel secundaria en la pre-vocacional 2 del Instituto Politécnico
Nacional (ipn). De ahí que para Paco Ignacio Taibo el autor de este
testimonio pude considerarse el junior del movimiento. El M68, afirma
Gómez en su testimonio, es el claro ejemplo de un movimiento que
luchó por las libertades democráticas y por la justicia. Para Gómez
el M68 “planteó la búsqueda de libertades en plural, inexistentes o
confiscadas o atenuadas en esa época”. “Podríamos decir (continua
el autor) que el movimiento era una especie de fiesta’, por todo lo
que descubrimos en la calle: descubrimos la política; descubrimos
la música; descubrimos el erotismo y la sexualidad; descubrimos la
vida […] el movimiento estudiantil, generó prácticas de comunicación
alternativas, generó festivales, generó expresiones poéticas, generó
literatura y sobre todo se percató de la necesidad de un cambio político
profundo en nuestro país´”. Para finalizar su testimonio Luis Gómez
apunta que “el cambio social es una tarea que no tiene fin y que exi-
ge mucha responsabilidad en todos y cada uno de los que queremos
que la sociedad pueda ser mejor, que somos capaces de construir, un
mundo diferente y con él un México distinto. El M68 ya hizo su parte,
les corresponde a las nuevas generaciones hacer la suya”.
El segundo testimonio se titula “El M68: en mi mente y en mi
corazón”, se trata de un escrito en el que Alma León narra, de manera
emotiva y nostálgica, “los recuerdos imborrables de su participación
en el movimiento” a través de una serie de anécdotas que le permiten
reconstruir parte de los hechos vividos por ella y sus compañeros en
aquellos intempestivos y agitados meses de 1968. ¿Por qué participé
en el M68? Se pregunta, “yo no tenía ninguna formación ideológica o
militancia política. Mis desahogos e irreverencias las canalizaba con
esa música que tanto rechazaban los mayores”, se contesta, pero el
M68 constituyó mi “primera experiencia política. Mi primera salida
a la calle”. La gente nos rodeaba –recuerda– y extendían sus manos y
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 53

casi nos arrebataban la propaganda por su interés. León destaca que


el M68 fue un parteaguas y una ruptura con parte de su vida social y
privada, “Como estábamos en huelga, dejé de ver a mis compañeros
de grupo, algunos padres de familia no les permitieron asistir a la
escuela. Empecé a actuar por iniciativa propia, iba por propaganda
que repartía en la calle y en los mercados”. El M68 constituyó además
su iniciación teórico-poética. La autora describe en su testimonio
momentos importantes que vivió en la lucha como su detención en
septiembre, la represión del 2 de octubre y los sucesos posteriores
a la masacre y a la disolución del Consejo Nacional de Huelga (cnh).
La profesora Alma concluye su texto diciendo que “A principios de
diciembre se disolvió lo que quedaba del cnh, pero su recuerdo quedó
grabado en mi mente y en mi corazón”, con ello, la también amante de
la poesía nos demuestra que las vivencias y experiencias individuales
y colectivas de los participantes en el M68 no sólo marcaron parte de
su vida constituyendo recuerdos que han acompañado a sus miembros
hasta hoy sino que representan también una fuente imprescindible y
rica de información para seguir debatiendo y conociendo más de este
importante movimiento estudiantil que forma parte de la memoria
colectiva de nuestro país.
El tercer testimonio se titula “¿Por qué el 2 de octubre de 1968
no se olvida?”, de la autoría de Octavio Solís Trovamala, para él el 2
de octubre es una fecha que “ya está inscrita, gravada en la memoria
histórica de nuestro pueblo, el pueblo mexicano”. Significa entre otras
muchas cosas la rebeldía, la indignación frente a un estado de cosas
que se vivían en el país, acumulándose durante décadas; en un sistema
de vida económico, social, cultural y político sintetizado en un Estado
y sus gobiernos en los distintos niveles: federal, estatal y municipal,
que junto al partido oficial, el Partido Revolucionario Institucional
(pri) concentraban el poder en forma única, fusionada. “¡No se movía
una sola hoja de un árbol! sin la autorización del régimen de partido
de Estado. Esto que parece una exageración era representado por el
presidencialismo y se traducía en un régimen despótico, autoritario,
antidemocrático y represivo”, afirma enfático Solís. A partir de este
testimonio y de las enseñanzas del M68 a las luchas del pueblo y de
los estudiantes el autor termina su “relato” alertando a los lectores
por “todo lo que vive nuestro pueblo hoy en día. Ya que es indignante
saber de la saña, la crueldad demencial con la que sigue actuando el
54 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

Estado mexicano y su sistema de dominación, oculto con el teatro


de una democracia ficticia”. Sirva esta fecha (2 de octubre de 1968)
“para recordar, no sólo a nuestros compañeros muertos de esos
años, también a los jóvenes normalistas de Ayotzinapa, sacrificados
por el Estado mexicano en un crimen más contra la juventud crítica,
combativa y consecuente con sus ideales” concluye Solís Trovamala.
En suma, el libro constituye un esfuerzo intelectual colectivo que
resalta la importancia de los movimientos estudiantiles y juveniles
en las luchas del pueblo mexicano por tener una democracia plena
que se traduzca en mejores condiciones de vida. De la misma manera,
es un esfuerzo por entender la manera en que los estudiantes han
defendido sus causas particulares como el derecho a la educación,
mayor presupuesto educativo, espacios de participación en sus cen-
tros de estudio, autonomía y una función social de la educación y de
las universidades al tiempo que han sabido enarbolar las demandas
y necesidades de otros sectores de la población. Hoy en día los jóve-
nes y los estudiantes deben estar a la vanguardia en la lucha contra
el autoritarismo y a favor de la democracia, contra la corrupción y
a favor de la honestidad, contra la injusticia y a favor de la justicia,
contra la pobreza y la desigualdad y a favor de una más justa y equi-
tativa distribución de la riqueza. Coincido con John Ackerman (2015)
cuando afirma que en la actualidad ante la consolidación del sistema
corrupto que nos tiene insertos en la violencia y la pobreza generali-
zada solamente un “nuevo movimiento político nacional, participativo
y popular, podría empezar a resolver los graves problemas actuales.
Trabajemos todos para hacerlo realidad y de paso ponerle un alto
histórico al proceso de expansión mundial de represión, exclusión
e injusticia” (p. 14). Ante dicho proceso de violencia expansiva, que
criminaliza particularmente a los jóvenes llevándolos a un “juvenici-
dio” (Valenzuela, 2015), por parte del poder político en colusión con
sectores del crimen organizado, se requiere precisamente de la acción
de los jóvenes en general y los estudiantes en particular para lograr
no sólo detenerlo sino incluso iniciar un periodo de reconstrucción
nacional basado en el poder juvenil y estudiantil. El triunfo de Andrés
Manuel López Obrador en las pasadas elecciones del 1 de julio de 2018
puede ser (quizá debiera serlo) el inicio de esta urgente y necesaria
transformación de México donde los jóvenes desempeñarán un papel
protagónico y crucial.
El M68 y su herencia en la movilización juvenil y estudiantil en México ⎖ 55

Hoy a finales del 2018, al ver las emotivas manifestaciones estu-


diantiles pareciera ser que los jóvenes quieren emular las luchas heroicas
de sus antecesores del 68, pero también las del 86-87 y las del 99-2000.
Al decirse hermanos de los jóvenes del #YoSoy132 y de Ayotzinapa, al
luchar con decisión y valentía contra la violencia porril y de género, al
exigir democratización, transparencia, mayor presupuesto educativo,
gratuidad, respeto a la autonomía universitaria y otros derechos que
como jóvenes y estudiantes les corresponden, los jóvenes nos vuelven
a dar un gran ejemplo de dignidad, dejando claro que siempre pondrán
sus fuerzas y sus ideales al servicio del pueblo de México.
56

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61

Apuntes teóricos y políticos


sobre los movimientos estudiantiles

Marco Antonio Aranda Andrade12

Históricamente, los movimientos estudiantiles han sido esfuerzos


colectivos de denuncia de formas autoritarias de poder que minan
las exigencias democratizadoras de la sociedad. Los frenos que estos
movimientos han puesto a los privilegios en las universidades, así
como a los intentos de privatización de la educación, cuentan como
logros notables que muchas veces tratan de invisibilizarse desde
discursos tendentes a desacreditar o desprestigiar a la juventud
mediante calificativos denigrantes. La politización de una masa
de jóvenes a lo largo de décadas de movilización, el aprendizaje de
la democracia como forma organizativa, la solidaridad y el acom-
pañamiento a otras luchas sociales, representan una serie más de
logros que hacen del movimiento estudiantil un actor fuerte en las
luchas por la democracia, los derechos y la posibilidad de vislumbrar
mundos mejores, más justos y dignos. En este capítulo, exploramos
algunos aspectos políticos, históricos y teóricos con el propósito de
legitimar a este actor colectivo en una era de creciente privatización
y precariedad que amenaza a amplias capas de la población con la
muerte social y física. Veremos que el movimiento estudiantil y sus
luchas han trascendido la esfera educativa y laboral para situarse
en el cuestionamiento a un sistema que reza que no hay alternativa,
mostrándonos salidas colectivas a alcanzar mediante nuevas metas,
visiones, valores, formas de organización, solidaridad y acompaña-
miento que descansan en memorias y legados que han sobrevivido
a la represión y a los intentos de desaparición provenientes desde el
estado y el mercado.

12 Profesor investigador de la Universidad Autónoma de Nuevo León,


Instituto de Investigaciones Sociales.
Contacto: [email protected]
62 ⎖ Marco Antonio Aranda Andrade

La universidad empresa
y el papel de la universidad moderna

Cuesta decirlo pero, frente a gran parte de los discursos que circulan
tanto en las voces de la clase política como en las opiniones de las
empresas mediáticas que rezan que las protestas son hechas por
desadaptados, peligrosos anarquistas, retrógradas populistas o
inconscientes que afectan el derecho de terceros, debemos recordar
que los movimientos sociales –los estudiantiles incluidos– forman
parte integral del funcionamiento normal de las sociedades y son
expresiones legítimas, junto con otras, de procesos de transformación
social más amplios, por lo que su presencia política es del todo desea-
ble y convencional (Della Porta y Diani, 2006). Decimos esto dada la
relevancia que implica el legitimar a estos actores colectivos de cara
a los cambios de carácter empresarial que están siendo impulsados
en las universidades públicas de todo el mundo.
Hay una tendencia en las últimas décadas que busca convertir a
las universidades en empresas, gobernadas cada vez más bajo la lógica
de los rankings, instrumentos de la era neoliberal que determinan
qué facultades, programas, sistemas de becas, perfiles de egreso,
pedagogías, cuerpos docentes y visiones para resolver los problemas
más acuciantes de nuestro tiempo deben ser prioritarias (Brown,
2016). Es cada vez menos una sorpresa, acogida por cierta comodidad
o por el miedo a perder el empleo o el lugar en la matrícula, que los
criterios para decidir sobre el rumbo de la universidad se relacionen
con aquello que genera más rentabilidad, valor o sinergias con las
empresas. Existe, como dice González Casanova (2017), una visión
dogmática que homologa los intereses particulares de las empresas
con el interés general de la sociedad.
En efecto, el mantra que acosa a las universidades públicas de
esta época se expresa en los imperativos del autofinanciamiento y la
competencia, enarbolados en la lucha contra -se dice- el gigantismo
burocrático y la masividad en el acceso a estas instituciones, ataques que
identificó bien González Casanova (2017). Delegada la responsabilidad
de la productividad máxima, los gobiernos neoliberales se retiran del
financiamiento público a las universidades, orillando a que los ingresos
de éstas crezcan por dos vías: la del cobro de cuotas y la de la búsqueda
Apuntes teóricos y políticos sobre los movimientos estudiantiles ⎖ 63

de financiamientos privados cuyo fruto debe estar orientado al bene-


ficio de las corporaciones (Sotiris, 2013). La universidad pública, en sí
misma un producto moderno de tintes feudales repleto de privilegios
(Toscano, 2013), se pierde con mayor celeridad en el comercio, las
patentes, la innovación tecnológica, los parques industriales, la deuda
y la precarización de su fuerza de trabajo (Toscano, 2013).
En la búsqueda de valorización del conocimiento, producido con
el dinero del estudiantado y con los impuestos que irán a maximizarse
en las empresas, las universidades se convierten en marcas, en pro-
ductos que tienen que volverse atractivos a los ojos del mercado. La
universidad se patrocina como una plataforma de experiencias con
bellos gimnasios, áreas verdes, piscinas, equipos deportivos (Dnies-
ter, 2017), mientras los bajos estándares de la formación científica y
humanística se profundizan con el propósito de excluir a personas
y dejarlas fuera, a la deriva en la fuerza de trabajo precarizada de
los salarios mínimos (Dniester, 2017; González Casanova, 2017).13 La
universidad promueve así la obediencia, el adiestramiento técnico,
los saberes mínimos, la competencia brutal y el endeudamiento. La
rebeldía, en este contexto, se castiga como bajo la etiqueta de “pro-
blemas” de adaptación o comportamiento (Chomsky, 2012).
Competir y ser flexible para innovar. Esta es la consigna que supone
la producción de una subjetividad hiper individualizada cuya base se
encuentra en la idea medieval de la exaltación del individuo autónomo
liberado de las cadenas de la comunidad, capaz de escoger su propio
medio de vida según sus propios fines, regulados éstos por normas
comunes de procedimiento (Anderson, 2008). En la modernidad, esta
exaltación se tradujo en el cuidado de sí y en la promoción del empresario
de sí mismo. La vara para medir el orden deseable, señala Anderson,

13 La creciente privatización de las universidades, que lleva consigo una


mentalidad que promueve esta tendencia entre gran parte del alto fun-
cionariado universitario, aboga por los recortes y la restricción de acceso
a las clases populares, a las que se relega a una condición de becariado
precario en constante competición por los cada vez más escasos fondos
de manutención (González Casanova, 2017). La gente que no logra sortear
el filtro de las evaluaciones de acceso es empujada a enriquecer a las
empresas evaluadoras que diseñan y aplican los exámenes de ingreso,
los manuales de estudio y los cursos destinados a pasar sus filtros
(Dniester, 2017).
64 ⎖ Marco Antonio Aranda Andrade

quedó limitada a la búsqueda del bienestar práctico. Quienes no se


avengan al emprendedurismo, ni a la idea que hace de la enemistad la
base de la vida política –competencia, se dice en el terreno económico–,
serán calificados de recelosos, envidiosos, primitivos, parias.
La preparación de una fuerza de trabajo sin derechos y cada vez
más productiva, va de la mano con la caída de las remuneraciones,
incluidas las destinadas a las y los trabajadores universitarios. Las
formas de trabajo gratuito que realizan quienes están aún en las
aulas vía los servicios sociales o las prácticas profesionales, orillan
a que las y los estudiantes multipliquen sus empleos precarios (dos
o tres) o adquieran deudas que se tendrán que saldar con un salario
que todavía no existe pero que ya está comprometido (Sotiris, 2013;
Toscano, 2013). Los ritmos de trabajo y las destrezas orientadas a la
empleabilidad flexible (Toscano, 2013), que se disfrazan en los man-
datos del entusiasmo, la creatividad, la innovación, la independencia
o el trabajo cooperativo, sirven para reforzar la idea de que la vía
representada por ellos es la única opción posible, ya que, se dice, este
sistema es el único que puede satisfacer nuestros deseos y necesi-
dades, mientras nos empuja a incrementar nuestra libertad natural
y a maximizar nuestra utilidad, bajo la premisa del crecimiento sin
límites tan caro a la modernidad capitalista.
No cabe aquí profundizar demasiado en la idea de que el capi-
talismo, sobre todo el neoliberal, ve a la gente como impulsada por
un destino genético cuya realización toma lugar dentro de una red
de individuos con deseos infinitos que compiten entre sí por bienes
y servicios escasos, regulados sólo por contratos y transacciones
temporales (Johnston, 2013). El mercado es, dicen quienes defienden
el modelo, el que presta el mejor servicio y el que produce un estado
de bienestar óptimo general. Como señalan Holstrom y Smith (2011),
por supuesto, no hay ningún tipo de evidencia que pruebe que esto
sea cierto. Muy por el contrario, estas ideas, como señala González
Casanova (2017), son esfuerzos consistentes por incrementar, entre
otras cosas, las divisiones entre la clase trabajadora.
Ahora bien, este tipo de señalamientos no invalida el hecho de
que antes de la implementación diferenciada del modelo neoliberal,
la universidad pública no siempre jugó a favor de las clases populares
ni de la gama plural de saberes que el conocimiento científico de la
modernidad colonial se esforzó en invalidar. La superioridad de un
Apuntes teóricos y políticos sobre los movimientos estudiantiles ⎖ 65

saber que naturalizó una serie de relaciones de dominio bajo la idea de


la búsqueda científica de la verdad, equivalente al control irracional
de la naturaleza (Lander, 2000; Dussel, 2000), se instaló pronto en las
estructuras blancas y patriarcales de gobierno de las universidades,
poniéndose pronto al servicio del estado. Esta instancia se concibió
como la encargada de ordenar racionalmente la vida humana (Cas-
tro-Gómez, 2000), y empleó a las ciencias como la herramienta de
disciplinamiento orientado a la producción capitalista.
En la modernidad capitalista, las universidades fueron instancias
modeladoras que operaron bajo las ideas del progreso, la civilización,
la bondad y la racionalidad. Por supuesto, esta gigantesca totalidad
imaginaria (Graeber, 2004) que se sustenta en la utopía y la violencia
predatoria, desacreditó e invisibilizó a una inmensa gama de saberes
y prácticas que quedaron como el “otro de la razón” (Castro-Gómez,
2000), en el terreno de la barbarie o el primitivismo. Las universidades,
revividas a fines del siglo xviii como sedes principales de creación de
conocimiento al servicio del estado (Wallerstein, 2007), históricamente
han hecho poco por socavar las pretensiones de esta universalidad
dominante. Y aun así, muchas corrientes en su interior han peleado
por abrir la universidad a esos conocimientos populares, plebeyos e
indígenas que escapan al mandato de la ciencia moderna que ve en
esos saberes sólo objetos de estudio (De Sousa Santos, 2010). Como
señala De Sousa Santos, las instituciones educativas son sitios en
los que tienen lugar prácticas sociales formadas por la circulación
de saberes, incertidumbres, preocupaciones diversas, culturas no
oficiales y luchas por la sobrevivencia y la liberación. De una de estas
luchas nos ocuparemos con detalle a continuación.

Consideraciones históricas
y políticas de los movimientos estudiantiles

En efecto, la era del crecimiento y la apertura popular de las uni-


versidades públicas ocurre durante los regímenes de bienestar,
encargados de proveer, en un paradójico pacto obrero-patronal, una
66 ⎖ Marco Antonio Aranda Andrade

red de seguridad social respaldada por lo que se ha llamado el pleno


empleo. El acceso a la educación universitaria y al empleo formal y
protegido dista muchas veces de ser el paraíso perdido al cual habría
inevitablemente que volver para salvar a ambas instituciones (edu-
cación y empleo) del caos provocado por el capitalismo neoliberal.
Como han señalado algunos autores, el capitalismo fordista que
posibilitó el bienestarismo no fue del todo amable. La promoción de la
nación y del hogar como instituciones protectoras frente a amenazas
externas durante la Guerra Fría, brindaron imaginarios utópicos de
bienestar centrados tanto en una homogeneidad que supuestamente
representaba a la población de un país (la nación), como en un centro
funcional para el consumo masivo, sobre todo de las clases medias
(el hogar) (Muehlbach y Shoshan, 2012).
Pero la promesa del poder ilimitado de compra, cobijada en
la seguridad brindada por una entidad ficticia que homogeneizaba
a países enteros, significó también un conjunto de frustraciones
provocadas en uno de los pilares de ese modelo de sociedad: el tra-
bajo. Para Muehlbach y Shoshan, el trabajo tenía poco que ver con
el placer y mucho con el aburrimiento y el dolor. El trabajo de la era
del bienestar, continúan los autores, condenaba a sus participantes
a la repetición y a la rutina. El modelo de los estados y los sindicatos
fuertes, que en su mayoría obviaban las relaciones de explotación de
sus pares en la periferia del sistema mundo capitalista, no siempre
aseguró el bienestar económico, las aspiraciones de movilidad social
y la construcción biográfica progresiva centrada en un ideal patriar-
cal y heterosexual de la división del trabajo (Muehlbach y Shoshan,
2012), sino la exclusión y la marginación que dieron paso al cambio
en el sistema iniciado a fines de los años de 1960.
En este contexto, la universidad pública desempeñó un papel
determinante al ser el lugar de la reproducción de las desigualdades y
posiciones sociales útiles para el régimen de bienestar. La universidad
jugó a favor de la aceptación e interiorización de esos imaginarios
y prácticas expresos en reglas morales y de consciencia profesional
útiles a la división del trabajo, como señalan Fernández, Sevilla y
Urbán (2013) en comento del trabajo de Althusser sobre los aparatos
ideológicos del estado. En el fondo, la universidad presentaba un
carácter dual y contradictorio, ya que estaba encargada de desarro-
llar las fuerzas productivas con conocimientos nuevos y una cultura
Apuntes teóricos y políticos sobre los movimientos estudiantiles ⎖ 67

más amplia, al tiempo que reproducía las jerarquías de la división


capitalista del trabajo y la ideología dominante (Fernández, Sevilla
y Urbán, 2013). Y fue precisamente este problema uno de los factores
determinantes en el tránsito a la universidad empresa neoliberal.
Señalan los autores que el aumento paulatino de las necesidades de
capacitación profesional y el intento de las clases dominantes por
subordinar el aumento en el nivel cultural de la fuerza de trabajo
universitaria a las necesidades de valorización del capital, empujaron
hacia la precarización y exclusión mediante las reformas neoliberales.
En cierto sentido, tras el cambio de modelo, la universidad continúa
siendo uno de los motores de innovación tecnológica y renovación del
conocimiento, pero ha perdido algunos atributos que conservadores
sesgados como Hoyo Arana (2010) identifican como propios de la uni-
versidad moderna: su asociación con la idea del progreso, su función en
la preparación de cuadros dirigentes del Estado y su papel como canal
eficiente de movilidad social que operó a través del acceso al mercado
de trabajo. Pese a estas pérdidas, la universidad, como parte de un
sistema escolarizado o de una sociedad escolarizada, sigue reprodu-
ciendo una estructura jerárquica de clase bajo el mito de una sociedad
igualitaria que encuentra su base en el consumo, de la educación misma
incluida. Esta crítica de Illich (2006) anota que el conocimiento –hoy
todavía– se considera un bien de primera necesidad, por encima del
hecho de que en nuestros países pobres esta estructura racionaliza el
rezago económico y la exclusión en favor de los privilegios y del poder.
A pesar del dominio de esta estructura acentuado desde la era de
las economías de bienestar, la universidad siempre ha sido también el
lugar de cuestionamientos y revueltas contra los pilares del sistema
capitalista. La década de los años de 1960, en particular, marcó un
parteaguas en la historia de los movimientos sociales. Para algunos
autores, el año de 1968 fue la explosión del descontento con un siste-
ma hegemónico basado en el crecimiento económico que surgió del
modelo keynesiano y del apoyo de los partidos de base clasista (Aranda,
2000), así como el año de las esperanzas por concretizar los objetivos
de las revoluciones populares en la historia moderna de occidente (la
comuna de París y la revolución rusa) (Arrighi, Hopkins y Wallerstein,
1999; Waldman, 2000). Contra la izquierda que había tomado el poder
en muchos estados, sea por la vía socialdemócrata en occidente o por
el socialismo oriental, ambas acusadas de corrupción, connivencia
68 ⎖ Marco Antonio Aranda Andrade

con el sistema capitalista, negligencia y arrogancia (Arrighi, Hopkins


y Wallerstein, 1999), los movimientos sociales emergieron sin orga-
nizaciones centrales para cuestionar los privilegios, los espacios de
dominación sistémica y cotidiana, así como las formas rígidas de auto-
ridad, reivindicando demandas de grupos subordinados y disidentes,
entre ellos los estudiantiles, que buscaban mejorar su posición social.
Las demandas políticas e identitarias de las mujeres, los y las
estudiantes, las disidencias sexuales, los y las trabajadoras indus-
triales y de servicios, a quienes con el tiempo se sumarían actores
y actrices urbanas expulsadas o invisibilizadas por el crecimiento
descontrolado de las ciudades en Latinoamérica, encontraron res-
puestas las más de las veces represoras por parte de los gobiernos,
fueran éstos de izquierda socialdemócrata o dictatoriales, como fue
el caso de América Latina. En el fondo, muchas de estas demandas
resonaron internacionalmente gracias a la enorme fuerza que alcan-
zaron en el contexto nacional. Las luchas por la democratización y el
reconocimiento reivindicaron los derechos del pueblo como el actor
central de las demandas por un notable cambio social (Aranda, 2000).
El movimiento estudiantil, estrechamente vinculado con problemas
políticos y generacionales, levantó su voz contra el impedimento
de acceder a la arena política, rebelándose contra la fatalidad de su
posición social marcada por el hecho de ser joven (Aranda, 2000). Tal
y como señala Gilda Waldman respecto a la juventud del 68:
Los jóvenes compartieron el anhelo de libertad frente a sociedades
rígidas y autoritarias, el cuestionamiento de anquilosadas estruc-
turas de poder, la crítica a democracias que demostraban su insu-
ficiencia, y la valoración de la responsabilidad solidaria frente al
individualismo y la competencia […] [El movimiento] dirigió sus
críticas contra un mundo donde continentes enteros vivían en la
miseria física y moral, contra gobiernos que ejercían el poder justifi-
cándose ante la amenaza de un “enemigo externo” y contra modelos
políticos de eterna permanencia en el poder (2000: 279).
La inspiración de la revolución juvenil se apoyaba en referentes his-
tóricos diversos, tanto provenientes de las revoluciones francesas y
rusa como de aquellos más próximos extraídos de la resistencia en
Vietnam, del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos,
de las revoluciones cubana y argelina y del impacto de figuras como el
Che Guevara (Waldman, 2000). Sobre esta y otras bases, cuyo sustento
Apuntes teóricos y políticos sobre los movimientos estudiantiles ⎖ 69

se encontraba mayoritariamente en la condición de las clases medias en


depauperación que componían al movimiento, se levanta la organización
estudiantil que enfrentaría una fuerte represión de estados autorita-
rios que hasta entonces estaban lo suficientemente burocratizados y
organizados para aplastar rebeliones (Arrighi, Hopkins y Wallerstein,
1999; Aranda, 2000). Los grupos de militancia juvenil que mantenían
una actividad organizativa y de movilización constante, al encontrarse
con otras y otros jóvenes, empujaron formas asamblearias democrá-
ticas con amplia representación en la estructura de la universidad. La
disciplina voluntaria, la primacía de los intereses colectivos sobre los
individuales, la autocrítica, la corrección del rumbo, los mecanismos
de información, análisis y toma de decisiones horizontales fueron la
tendencia principal en la vida del movimiento (Aranda, 2000).
La politización de quienes participaron en el movimiento y la
identificación de similitudes con otros sectores sociales excluidos o
desacreditados por el sistema, potenció la solidaridad entre personas,
grupos y organizaciones movilizados no sólo alrededor de demandas
eminentemente estudiantiles, sino políticas en general. El movi-
miento estudiantil sirvió como un detonador del descontento, señala
Aranda, así como multiplicador de movilizaciones y solidaridad con
otros sectores. Pese a sus problemas y conflictos, relacionados con
formas sectarias, discrecionales y, sobre todo, machistas (Aranda,
2000; García, 2015)14, el movimiento estudiantil del 68 presentó, como
señala Zermeño (2008) para el caso mexicano, una extraordinaria
capacidad organizativa.

14 El notable trabajo que realiza García Contreras (2015) sobre el imaginario


del movimiento estudiantil es esclarecedor. Para la autora, la imagen que
se da del movimiento se levanta sobre la presentación de la categoría
masculina de estudiantes varones con atributos de fuerza y dominio
propios de una masculinidad hegemónica. La hombría se expresa dis-
cursivamente en el dominio de las masas, del sí mismo, de una negativa
al sometimiento –considerado femenino–, de una profusión intelectual
y capacidad estratégica asociadas al honor masculino machacado por
un adversario brutal. La autora señala que esta imagen está relacionada
con la guerra, actividad masculina, al ser el estudiante un combatiente o
luchador que busca proteger. Las mujeres, como se infiere de esta lectura,
están invisibilizadas o son presentadas sólo como víctimas de la guerra
y la represión, como personas que desempeñan actividades de apoyo o
secundarias y a quienes se debe proteger.
70 ⎖ Marco Antonio Aranda Andrade

En México, de manera particular, el movimiento estudiantil


tuvo desde el inicio un carácter marcadamente político de protesta
antiautoritaria contra un ejercicio de poder y control vertical de
la sociedad, contra el autoritarismo político del régimen presiden-
cial que descansaba en el pri y en oposición a la supresión de la
disidencia política (Waldman, 2000). Por supuesto, la insurrección
estudiantil tiene antecedentes claros que se remontan al siglo xix
en el país. La crítica a las decisiones gubernamentales desde la
universidad, que de alguna manera u otra se relacionaban con las
luchas por la autonomía y la libertad de cátedra (Gómez Nashiki,
2003), marcaron históricamente la memoria de las movilizaciones.
Incluso, aspectos de cooperación con el régimen como el apoyo a
la expropiación petrolera o al proyecto de educación socialista
(García Nashiki, 2003), jugaron a favor de esta memoria que se
enriqueció todavía más con el triunfo de la revolución cubana, así
como con los movimientos ferrocarrilero, magisterial y médico
de las décadas de 1950 y 1960. Sí, en efecto, lo que hemos aborda-
do críticamente páginas más arriba fue asimismo central en las
movilizaciones: la lucha por el acceso a los mercados de trabajo y
por la movilidad social.
Sin embargo, estas demandas de carácter económico queda-
rían en un segundo plano ante el peso e importancia de una lucha
por la ciudadanía civil (Tamayo, 2016). Las demandas políticas que
surgieron del movimiento se manifestaron en distintos estados de
la república, reclamos que empujaron fuerte y organizadamente
hacia la construcción de una organización estudiantil nacional
que el gobierno vio como amenaza en el tiempo de la lucha contra
el comunismo y la represión brutal (Gómez Nashiki, 2003). Los
esfuerzos organizativos en varias normales y universidades a lo
largo de la república, que engancharon con otros sectores aunque
sea de manera transitoria, van contra la mirada miope de algunos
analistas que vieron en el movimiento un conjunto de sujetos ambi-
valentes que, dicen, no sabían lo que querían por ser presos de su
condición generacional, que no lograron desarrollar movimientos
verticales y disciplinados como los de la vieja izquierda o que sólo
querían convertirse en los mandones y oligarcas del mañana.
En el enfrentamiento directo con las fuerzas represivas del
estado y en la denuncia de la investidura presidencial, el movimiento
Apuntes teóricos y políticos sobre los movimientos estudiantiles ⎖ 71

de 1968 involucró a sectores como el profesionista y a otros grupos de


izquierda organizada (Zermeño, 2008). Como una herencia de larga
data, el movimiento, en su composición, se definió por la convergencia
de dos corrientes: la democrática, que veía a las masas estudiantiles
como una pluralidad a la que había que dar cauce, y la radical, de
carácter revolucionario, que buscaba incidir en el encumbramiento
del proletariado como sujeto central del cambio político, al cual los
estudiantes habrían de apoyar (Gómez Nashiki, 2003). Tras la matanza
del 2 de octubre ejecutada por el estado, y después de la represión
desatada hasta bien entrados los años setenta del siglo xx, el ala radical
del movimiento migró a la clandestinidad mientras que la democrática
encontró acomodo en distintas organizaciones y partidos. Sin lugar
a duda, la batalla por los derechos civiles mostró la importancia de
las luchas por la democracia, la apertura política y el cumplimiento
de la Constitución, de acuerdo con Waldman (2000).
La resonancia y herencia del movimiento estudiantil de 1968 se
encontraron en distintas coyunturas posteriores de acción conten-
ciosa. La entrada del modelo neoliberal en el país en los años ochen-
ta, que desde entonces ha presionado por la mercantilización de la
educación, encontró resistencia en centros de estudio como el de la
Universidad Nacional Autónoma de México en 1986. En esa década,
las movilizaciones estudiantiles centraron su actividad política en
la lucha por una ciudadanía social junto con otros movimientos que
desde comienzos de esos años ochenta se movilizaban y organizaban
por una sociedad más igualitaria en el campo y la ciudad o por los
derechos humanos (Tamayo, 2016).
Las contribuciones de los movimientos estudiantiles de las
grandes universidades públicas y de las normales rurales a la demo-
cratización de la vida política, social y económica del país, respal-
dadas por un trabajo de base destacable, nutrirían las memorias y
valores de luchas posteriores con un protagonismo relevante en los
años noventa (Cfr. Ramírez Zaragoza en este libro, capítulo 9). Ade-
más del trabajo con otros movimientos sociales como los indígenas,
campesinos o los de damnificados, el movimiento estudiantil siguió
en la lucha contra las medidas económicas de corte neoliberal que
poco a poco han ganado terreno en la universidad. El carácter asam-
bleario y horizontal del movimiento continúa representado una de
las herencias más importantes del movimiento, pese a los problemas
72 ⎖ Marco Antonio Aranda Andrade

que este actor arrastra como, lo hemos dicho ya, el machismo o el


sectarismo. Si empleamos términos tan caros a algunas y algunos
estudiosos de los movimientos sociales como éxito o fracaso, utili-
zados como si se tratara de abordar a estos sujetos colectivos a la
manera de emprendedurismos mercantiles, podríamos notar que
sus logros se han constatado en el freno que han puesto a los inten-
tos de privatización, del cual se siguen beneficiando innumerables
generaciones de nuevas y nuevos estudiantes de educación superior
pública. Apuntes similares relativos a los logros podemos señalar
en los terrenos de la politización, del aprendizaje de la cultura
democrática organizativa y del acompañamiento y solidaridad con
otras luchas populares como la zapatista en Chiapas.
Con el cambio de régimen político en el país, los intentos de
privatizar no han cejado. La intensificación de la violencia estatal
que responde a una nueva lógica de cercamientos y de explotación de
la fuerza de trabajo y de la naturaleza, ha tocado a las comunidades
estudiantiles que se solidarizan con otros grupos y comunidades
afectados por esta lógica de valorización y ganancia. Movimientos
como el #YoSoy132 y el de Ayotzinapa, anota Tamayo (2016), han
reorientado los objetivos de la lucha de este sector de nuevo hacia
los derechos civiles y políticos. Pese a la presencia pública como
actores relevantes en el contexto político nacional, estos movimien-
tos continúan enfrentado una serie de retos notables que amenazan
con seguir en movilizaciones futuras; anota Tamayo para el caso del
movimiento #YoSoy132:
Es un movimiento que se presenta como un laboratorio para entender
las nuevas expresiones de protesta: la dialéctica de la pluralidad,
las tensiones del multiclasismo, la lucha interna por la hegemonía
política en la conducción del movimiento, la dificultad de construir
liderazgos, las posibilidades y los límites de las redes sociales digita-
les y el dispositivo de represión del Estado: cooptación, infiltración,
desaparición forzada, represión selectiva, manipulación de medios,
persuasión discursiva, fuerza pública, movilización y desmovilización,
sedimentación asociativa, etcétera (2016: 108).
El mismo tipo de observaciones se extiende para el caso del movimiento
por la aparición de los 43 normalistas rurales de Ayotzinapa. Si bien
no se ha podido articular una ola duradera y pública de descontento,
movilización y organización que obligue a ceder o negociar a un estado
Apuntes teóricos y políticos sobre los movimientos estudiantiles ⎖ 73

aplastante que se sostiene no con legitimidad sino mediante el uso


brutal de la fuerza, estas protestas han logrado poner en jaque a la
autoridad gubernamental en dos sentidos: en el rechazo al despotis-
mo y la impunidad estatal y en la práctica de la acción directa de una
ciudadanía plural, en palabras de Tamayo.
La acentuación de la implementación del modelo neoliberal ha
dificultado todavía más la incorporación de los y las jóvenes al merca-
do de trabajo, sumergiéndolos en un clima general de incertidumbre
y miedo. Si la cultura juvenil es hoy día, como anota Waldman (2000),
reactiva, desencantada y fascinada por el consumo que tiene como
trasfondo aspiraciones inmediatas y temor exacerbado a la miseria,
no cabe duda de que el modelo va ganando la batalla al cortar las
posibilidades de articulación y asociación ciudadanas mediante la
precarización, la violencia y el exacerbamiento del individualismo.
Como señala Modonesi (2016), las y los jóvenes movilizados en los
últimos años, a pesar de tener imaginarios e ideas fuerza, son sólo
una franja selecta que no representa a la población juvenil en el país,
que en su mayoría está no sólo al margen de las movilizaciones sino
sumergida en la miseria. Si el enfrentamiento con el estado es un
rasgo de la cultura política de esta nueva generación movilizada
(Modonesi, 2016), se entiende también el lugar que ocupa éste en
un campo de escepticismo o rechazo hacia las instituciones, las
elecciones o los liderazgos (Waldman, 2000). Tal vez, el foco exclu-
sivo en este vuelco político señalado por Tamayo presenta también
consecuencias adversas:
No se puede dejar de registrar que los momentos altos del ciclo
corresponden a coyunturas, agravios y demandas de orden moral
y político, mientras que la ofensiva neoliberal de las reformas
energéticas y educativas no se tradujo en expresiones masivas
de repudio y las movilizaciones de los gremios afectados fueron
acompañadas sólo por las franjas más combativas de la juven-
tud, por grupos militantes organizados de reducidas dimensiones
(Modonesi, 2016: 173).
74 ⎖ Marco Antonio Aranda Andrade

La relevancia de la teoría en el estudio


de los movimientos estudiantiles

Hasta este punto, hemos tratado de exponer los aspectos políticos y


sociales que explican y caracterizan a los movimientos estudiantiles
desde la segunda mitad del siglo xx, particularmente en México. Como
señala Olivier (2016), la educación es en sí misma una entidad política
ya que juega un papel notable en el campo social, de ahí la importancia
de haber realizado un largo preludio antes de ocuparnos de la parte
del análisis teórico de la educación en movimiento. En efecto, como
indica la autora, los movimientos estudiantiles presentan distintas
vertientes de acción política, desplegadas dentro del espacio edu-
cativo, desde éste hacia ámbitos más amplios o en experiencias de
educación alternativa. Pero a pesar de su especificidad política, los
movimientos estudiantiles comparten muchas cosas con otros movi-
mientos sociales que pueden aprehenderse desde distintas miradas
teóricas para su comprensión y explicación. No es el propósito aquí
elaborar una monografía sobre las distintas teorías elaboradas en
este campo de estudios, sino presentar algunas pistas que pueden
guiarnos en los aspectos a considerar cuando nos ocupamos del
estudio de estos actores colectivos. Como han documentado Della
Porta y Diani (2006), desde los años sesenta del siglo pasado, década
del boom de los movimientos estudiantiles, distintas preocupaciones
han dado lugar a diferentes miradas que buscan explicar, hoy con
mayor urgencia, estos fenómenos de movilización y organización
colectiva. Así, por una parte, encontramos los intentos de comprender
a los movimientos como producto de la relación existente entre los
cambios estructurales en las sociedades y las pautas de conflictividad
social que se desarrollan en distintos contextos, sea en sociedades
occidentales o de otras latitudes que con el tiempo se integraron a
la lógica del sistema capitalista.
Esta mirada con pretensiones macrosociales, cuya precondi-
ción está en la atención a circunstancias sociohistóricas que siguen
cursos de acción con un legado histórico importante y de larga data
(Aranda y Urbina, 2012), se ubica junto con otras miradas enfocadas
en un plano mesosocial interesado en los procesos a través de los
cuales los valores, los intereses y las ideas se convierten en acciones
Apuntes teóricos y políticos sobre los movimientos estudiantiles ⎖ 75

colectivas (Della Porta y Diani, 2006). En esta otra parte del campo
de estudios, las dimensiones organizacional y cultural de la acción
se entrecruzan para dar lugar a movimientos sociales que enfrentan
distintos dilemas que tienen que resolverse al interior de ellos, en
sus procesos organizacionales y de construcción normativa, como
fuera, en su confrontación con adversarios o en el tejido de alianzas
con otros actores (Jasper, 2014). En cierto sentido, esta visión meso
dialoga con la mirada microsocial encargada del estudio de circuns-
tancias grupales e individuales que se desenvuelven en la vida de los
movimientos (Aranda y Urbina, 2012).
Además del estudio de las dimensiones organizacional y cultu-
ral están otras miradas que buscan medir los efectos que generan
ciertos contextos sociales, políticos y culturales en las oportunidades
de “éxito” de los movimientos, así como las formas que toman (Della
Porta y Diani, 2006). La atención a los reacomodos o cambios insti-
tucionales se enfoca en las concurrencias coyunturales relacionadas
con los movimientos (Aranda y Urbina, 2012). Sea de forma aislada
o imbricada, el empleo de estas miradas implica poner atención en
tres momentos temporales que componen la vida de los movimientos
sociales: las precondiciones que anteceden a la acción colectiva o
las circunstancias de origen, eventos, instituciones o entornos que
anteceden a su emergencia; el punto de algidez, que incluye el curso
de la acción colectiva desde su desarrollo hasta su cenit; y la desem-
bocadura, referente a la institucionalización de ciertos elementos
del accionar colectivo o la disolución de los propios movimientos
(Aranda y Urbina, 2012). En este punto vale la pena realizar algunas
distinciones que preparen el terreno para definir lo que podemos
entender propiamente como un movimiento social. Es cierto que los
movimientos son un tipo de acciones particulares en el campo de lo
social. La acción colectiva refiere, de acuerdo con Della Porta y Dia-
ni (2006), a individuos que comparten recursos para buscar metas
colectivas. En esta búsqueda, existe un tipo contencioso en el que los
actores elaboran demandas e interactúan públicamente, de manera
recurrente, con adversarios y aliados. La dirección colectiva que estos
actores movilizados y organizados dan a sus demandas debe involucrar
a gobiernos o a otros actores que verían perjudicados sus intereses en
el caso que las demandas se consiguieran. Para que estas acciones se
conviertan en movimientos sociales, deben entonces necesariamente
76 ⎖ Marco Antonio Aranda Andrade

existir relaciones de carácter conflictual con oponentes claramente


identificados, a quienes se debe enfrentar mediante el desarrollo de
redes de vínculos informales en las cuales se compartan recursos
y se construya una identidad colectiva (Della Porta y Diani, 2006).
Estas redes y confrontaciones deben sostenerse en el tiempo y girar
en torno a luchas por cambios o permanencias en el ordenamiento
social en el cual se desenvuelvan.
Cabe asimismo señalar que además de interactuar cooperativa
o conflictivamente con élites en el poder (Tarrow, 2004), los movi-
mientos pueden abrir frentes de acción más amplios, estructurales,
en donde se cuestionan y confrontan sistemas históricos de domina-
ción que atrofian la vida de las comunidades y las personas (Melucci,
1999). En estos frentes de lucha, los movimientos oscilan entre fases
breves e intensas de actividad pública y periodos de latencia en los
cuales se reflexionan y producen pautas cotidianas que sostienen
a los movimientos (Della Porta y Diani, 2006). En la vida cotidiana
y en la movilización pública se construyen afectos que fortalecen
la solidaridad y ayudan a sostener la identidad de un movimiento.
Cuando las múltiples pertenencias a organizaciones y colectivos se
reducen, cuando la participación o la identificación con las ideas y
valores aglutinantes decaen o cuando se reprime desde el estado
o terceros a estas bases de socialidad, los movimientos tienden a
diluirse. La capacidad de movilización de los movimientos sociales
depende tanto de recursos materiales (trabajo, dinero, servicios,
intercambios) como inmateriales (autoridad, compromiso, amistad);
al organizar el descontento y la protesta, no sólo reducen los costos
de la acción contenciosa, sino que crean redes de solidaridad, incen-
tivan a la gente, negocian y alcanzan acuerdos (Della Porta y Diani,
2006). Para que los movimientos sociales tengan un impacto político
en la arena institucional o en ámbitos más amplios de intervención,
deben realizar lecturas críticas de los ordenamientos imperantes y
construir alternativas que, mientras denuncian, muestran potenciales
de cambio notables que invitan a sumarse, a negociar o a romper
con condiciones de dominio intolerables.
Si ponemos atención a la historia de los movimientos estudian-
tiles en el país, observaremos que han sido esfuerzos públicamente
relevantes que presentan demandas concretas a las no siempre
legítimas autoridades estatales a través de formas o repertorios de
Apuntes teóricos y políticos sobre los movimientos estudiantiles ⎖ 77

acción que las más de las veces han encontrado, en éstas, la represión
o desacreditación como respuesta. Si atendemos a las aportaciones
de Tilly y Wood (2010), notaremos que estos movimientos han hecho
manifestaciones públicas de valores (honestidad, solidaridad multi-
sectorial, pacifismo), unidad en la acción pública (pancartas, mantas,
escudos, cánticos y consignas universitarias), número importante
de manifestantes (contingentes, marchas, bloqueos) y compromiso
con la lucha (desafiar la presencia policial y militar, mostrar orgullo
de ser estudiante).
A manera de cierre podemos afirmar que la movilización y
organización estudiantil han alcanzado muchas veces la forma de
movimiento social. El movimiento estudiantil ha sido, entre otras
cosas, la respuesta a los cambios en el sistema capitalista tendientes
a la flexibilización y la precariedad, ha impactado en contextos polí-
ticos al frenar intentos de privatización y denunciar el autoritarismo
de los regímenes que se dicen democráticos, ha politizado a una
vasta cantidad de jóvenes, ha construido alianzas y solidaridad con
otros movimientos, ha sostenido demandas políticas, económicas y
culturales amplias, ha roto y negociado con autoridades estatales,
ha empujado frentes anticapitalistas como el representado por el
zapatismo chiapaneco, y ha mantenido afectos intersectoriales
que han refrescado las luchas en México, de manera particular. Si
bien podemos decir que el sector estudiantil ha sido víctima de la
tendencia sistémica a la reproducción de la división del trabajo y
a la diferenciación aspiracional que otorgan el capital cultural y la
nobleza que dan los títulos universitarios, cosas que Bourdieu clari-
ficó de manera bastante ilustrativa, sus movimientos también han
sido fundamentales en luchas liberadoras que subordinan o dejan
de lado estas preocupaciones en pos de alcanzar el reconocimiento
y la garantía de derechos. Las luchas por mundos mejores, más igua-
litarios y democráticos, opacan la desacreditación que han recibido
estos movimientos a lo largo de la historia reciente, incluso a aquella
que proviene de un sector académico que erróneamente tiende a ver
en estos actores amenazas, cuando en realidad representan peligros
para sus privilegios y posiciones de poder. Lo que estos movimientos
muestran es que la lucha por democratizar la universidad continúa
en ciernes y que es tan urgente hoy como lo fue en sus inicios.
78

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Jóvenes y movimientos sociales en México:


la conformación de un sujeto político15

Roberto García Salgado16

Introducción

La relación joven-movimientos sociales, ha sido estrecha e importante


en el avance de la conformación democrática en México, y quizá en
cualquier país. Transitando diversos puntos cruciales en el desarrollo
cultural de las distintas sociedades humanas, esta relación concentra
la otra relación necesaria e ineludible en la democracia: la relación
entre política y el compromiso social. Así entonces, los movimientos
sociales pueden y deben ser observados políticamente desde trincheras
varias como la pacifista y la humanista cuyos logros son palpables en
la conformación de reformas en materia de derechos civiles a lo largo
de la historia, hasta las posturas radicales, que conllevan una mirada
de la violencia, un ejemplo claro, los movimientos armados llamados
revolucionarios, el caso histórico de Cuba en los años cincuenta o la
lucha de liberación argelina, entre muchos otros en Latinoamérica
incluso, con sus características muy particulares que aquí por obvias
razones no serán desarrolladas, en países europeos y asiáticos donde
fundamentalismos o crasas dictaduras han derivado en movilizaciones
de insurgencia civil para cambiar la historia. Sea cual sea la postura es
evidente el compromiso político y social de las y los diversos actores
involucrados en la historia de los movimientos sociales.
México es el caso donde se manifiesta actualmente la voluntad
y el compromiso social, en específico con la participación del sector
juvenil, mediante la articulación de procesos de organización civil
manifiestos a lo largo de la historia moderna, como es evidente en los

15 Un especial agradecimiento a Marco Antonio Osorio por su apoyo y sus


comentarios en el desarrollo de este artículo.
16 Profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social-unam.
82 ⎖ Roberto García Salgado

movimientos sociales de 1968, 1971, 1999, 2012 y 2014. De esta manera,


en el 2014, se gestó desde las bases juveniles un consenso histórico y
político de compromiso social por parte de sus ciudadanos, reflejado
en la toma de calles, inmediatamente después de los lamentables y
recientes hechos ocurridos en Iguala, Guerrero. Hechos marcados
por el colapso institucional que se ha venido evidenciando desde
las esferas del poder, en complicidad con la impunidad y el crimen
organizado, resultando en palabras de Luis Estrada, el infierno que
todas y todos los mexicanos actualmente estamos viviendo.
Por tanto, resulta complejo augurar un saneamiento progresivo
del tejido social, mucho más aún, acciones por parte de los poderes
gubernamentales que se encuentren enmarcadas dentro del estado
de derecho y justicia social. Lo que si puede ser predecible, sin caer
en términos acomodaticios y proféticos, es la constante presencia
de jóvenes haciendo política desde sus distintitas trincheras, como
respuesta a hechos lamentables como los ocurridos en Ayotzinapa.
Parafraseando a Foucault, las condiciones de participación social
mostrada por la sociedad civil, con los jóvenes como protagonistas
medulares, permite observar y ulteriormente definir las condiciones
para el uso de la autonomía cuya característica es propia del sujeto
moderno, sujeto de libertad, sujeto de la mayoría de edad, como afir-
maría Kant, sujeto ¡Sapere Aude! Es, ante la creciente corrupción, la
impunidad y la bufonería política, como afirma Foucault, el trabajo
de nosotros mismos sobre nosotros mismos en nuestra condición de
seres libres, la forma mediante la que podremos enfrentar la prueba
histórica del cambio (Cubides, 2006).

De la juventud como perspectiva teórica

Resulta normal pensar que el concepto joven o juventud ha existido


desde los inicios del hombre y en el transcurso del desarrollo de sus
sociedades. Sin embargo, cada sociedad ha definido desde sus dinámi-
cas culturales lo “qué es ser joven”, respondiendo a una construcción
social atravesada por elementos políticos, económicos y culturales, por
tanto podríamos afirmar que el concepto de juventud es factualmente
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 83

aporístico, es decir, contradictorio, pues diversas miradas atraviesan


su compresión y el rol en el cual se debe de desarrollar dentro de una
sociedad determinada. Carles Feixa apunta:
Para que exista la juventud, deben darse, por una parte, una serie de
condiciones sociales como normas, comportamientos e instituciones
que distinguen a los jóvenes de otros grupos de edad y, por otra parte,
una serie de imágenes culturales: valores, atributos y ritos especí-
ficamente asociados a los jóvenes. Tanto unas como otras dependen
de la estructura social en su conjunto, es decir, de las formas de sub-
sistencia, las instituciones políticas y las cosmovisiones ideológicas
que predominan en cada tipo de sociedad.” (1998, p. 19).
De ahí que la condición de juventud, más que ligarse solo a transfor-
maciones físicas o psíquicas (aunque las incluyen), es un producto
social que puede tener compresiones en los distintos grupos sociales,
y tiene que ver con cambios en la condición socioeconómica y cultural
en que viven los mimos. Diversos autores e investigadores desde el
ámbito de la sociología de la juventud, destacan que el concepto joven,
tal y como se concibe en las sociedades modernas, viene enmarcado
y articulado desde el nacimiento de la sociedad industrial o capita-
lismo, sistema económico que ha regido hasta la actualidad a gran
parte de las naciones del globo, bajo este techo conceptual lo juvenil
tendrá como categoría elemental el rango etario, principalmente,
segmentación del cuerpo en tiempo biológico, en etapas de la vida,
insertando en una de ellas la etapa de la juventud, condición que ha
complejizado el concepto mismo y que ha llevado a hurgar más pro-
fundamente la presencia de los jóvenes y las juventudes como actores
sociales y políticos. Algunos de los argumentos que el mismo sistema
capitalista utilizará para articular el concepto joven e insertarlo en
la sociedad, serán en primer momento, los modos de producción, el
ámbito laboral y la necesidad de contar con la fuerza de trabajo ade-
cuada para la generación de capital, por un lado, y dotar de identidad
a un sujeto que estará permeado de derechos y obligaciones en una
sociedad democrática naciente, por otro. Resulta entonces compleja
y enmarañada la compresión de lo juvenil desde la escena teorética,
clasificando en todo momento el cuerpo y la conducta del sujeto para
ubicarlo en las múltiples juventudes, siempre con una etiqueta para
ubicarlo racionalmente en el espacio de lo visible y lo palpable, y
redundantemente demostrable.
84 ⎖ Roberto García Salgado

Así, la aportación teórica se resuelve en el intercambio de las


distintas disciplinas sociales, y claro de las inevitables biológicas, que
dan cuenta de un discurso que aledañamente se comienza a fijar en
los intereses de capitalización a partir de dicho sector, y los ejercicios
clasificatorios necesarios para solventar las tolvaneras políticas e
ideológicas que se desatarán con las transformaciones sociales y
económicas sobre el sector llamado juvenil. (García, 2009, p. 80). Si
bien la capitalización del cuerpo joven responde a elementos políti-
cos e ideológicos, también es menester recalcar la segmentación de
la vida en ritos, transiciones y etapas que acompañaran al individuo
desde la fecundación de su ser, hasta la partida del mundo terrenal.
Durante todo ese tiempo la necesidad de ubicar taxonómicamente
la vida, marcar la pauta sobre entendimiento teórico y la erudición
de las disciplinas para ubicar a ese cuerpo indefinible en una tabla
que bien podría formar parte de las que se exhiben en el Museo de
Historia Natural, inalterables, aún después del paso de los siglos, ha
sido recurrente.
De dichas representaciones, dignas de ser exhibidas en el Museo
de Historia Natural, aparecen en escena las mal llamadas “Tribus
Urbanas” concepto acuñado por Michel Maffesoli, que las entiende
como la segmentación de las dinámicas juveniles en subculturas ante
el fracaso de las sociedades modernas, desde una mirada antropo-
lógica. Identidades logradas por el individuo en donde se tomará en
cuenta la estética y la conducta a partir de las cuales los teóricos de
las juventudes se encargarán de dar vida a la pluralidad, es decir a
las juventudes. Identidades virtuales en términos de Goffman (2006),
dentro de las cuales forzosamente se tendrá que ubicar y encontrar
el individuo para no quedar fuera del juego de los nombres. Dentro
de las actuales disertaciones juveniles y formación de subjetividades
transitan los clásicos rockeros, metaleros, punketos y darketos, hasta
los sujetos posmodernos conocidos como Geeks, sin dejar de lado al
representante de la burguesía y vestigios de la clase media acomodada,
“El Mirrey”. Expresiones y conductas bien identificadas y reproduci-
das bajo un código de cada “tribu” donde las y los jóvenes toparán a
cuatro paredes ya catalogadas e identificadas con expresiones, que en
complicidad entre teóricos y esferas de poder; se tolerarán, incluirán
y reconocerán en la sociedad que actualmente rige. Como se puede
observar desde el planteamiento de la sociología de la juventud y las
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 85

miradas que construyen el concepto joven, jóvenes o juventudes, se


deduce que el mundo de lo juvenil es una esfera cultural muy amplia
y compleja, por las experiencias vividas, lo adquirido, procesado y
asimilado del entorno. En este sentido surgen las distintas prácticas
culturales que generarán una dinámica en su medio, dinámicas posi-
tivas de acuerdo a criterios morales, que se relacionan del lado de lo
anormal, interviniendo en ellas mediante mecanismos de objetivación
del sujeto para centrarlo en el discurso de la normalidad social. Así
pues, podemos calcular el tiempo de vida social que lleva el concepto
de juventud o joven en las actuales sociedades, lo cual permitirá ubi-
carlos en un momento histórico, político y cultural, en primer lugar
como sujetos de derechos y responsabilidades, y por el otro como
respuesta y resistencia al sistema económico, político y cultural al
cual se encuentran sujetados, articulando para tal sujetamiento a los
movimientos sociales.

Breves pasajes históricos:


Los jóvenes y los movimientos sociales en México

Durante el México Moderno, periodo histórico que comprende las


épocas postrevolucionarias hasta el actual siglo xxi, los jóvenes han
incidido en el andamiaje de las instituciones de educación, como
en el desarrollo de las mimas durante la modernización del país.
Del mismo modo han enfrentado la reproducción socio-cultural
de la mirada adultocéntrica, empeñada en mirarlos como sujetos a
los cual se debe educar, instruir y dirigir para afrontar de manera
sobria y responsable las prácticas del adulto. Luchando contra la
reproducción social adultocéntrica que lo instituye como persona
dominada, los jóvenes han impuesto su actividad cultural y política
como una relación con el poder y una lucha de fuerza que ante lo
represivo del poder le permite producirse como subjetividad resisten-
te, atravesados por esta realidad reticular que representa el mismo
poder, del que son parte y del cual tienen parte. Ser joven durante
la primera mitad del siglo xx, representó un rito de iniciación para
86 ⎖ Roberto García Salgado

llegar al mundo adulto, reproduciendo las prácticas morales, éticas,


religiosas, políticas e ideológicas de quienes ostentaban el poder
hegemónico dominante en gran parte del mundo. La característica
principal era el paradigma ideal de la juventud y que repercutía de
manera sistemática en la construcción de identidad de los precur-
sores del porvenir: las y los jóvenes.
Es así como las juventudes se cuestionaron de manera directa
y activa en primer lugar el paradigma hegemónico del deber ser de
las y los jóvenes, y en segundo lugar el sistema político-económico
el cual parecía ir en pleno desarrollo en los años sesentas. Dichas
organizaciones, integradas principalmente por jóvenes estudiantes
en países de Europa y América Latina, se concentrarán en plazas
públicas con diversas consignas demandando el replanteamiento
de un nuevo sistema político-económico, así como las bases de un
paradigma donde las y los jóvenes sean los partícipes, como sujetos
políticos. De manera breve se describirán algunos momentos histó-
ricos en la vida de los movimientos sociales de México, en los cuales
las y los jóvenes fueron y serán fundamentales para la construcción
de democracia y justicia social.

El M68 y la masacre de Tlatelolco


En los años sesenta en México, como en algunos países de América
Latina, parecía que se había alcanzado cierta estabilidad económica
y social, debido al creciente desarrollo de los países capitalistas.
Con una clase media naciente, la cual contaba con diversos accesos
públicos y privados entre ellos la educación, que comenzó a poblar las
universidades de jóvenes, situación que sólo unas décadas atrás era
espacio reservado para la clase alta mexicana. Universidades públi-
cas, dónde se empezó a gestionar el pensamiento crítico, el análisis
internacional y los conflictos socio-políticos existentes en la época,
como la Guerra Fría y la Revolución Cubana, esta última con gran
influencia en la articulación ideológica de los movimientos sociales
de esa época. El movimiento estudiantil de 1968 (M68), nace en un
marco económicamente estable, pero políticamente conflictivo, con
un gobierno capaz de reprimir cualquier acto que no fuera acorde a los
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 87

marcos políticos, económicos y culturales. Y es así como se gesta un


movimiento estudiantil que demandaba cese a la represión policíaca
por parte del Estado, considerando a los estudiantes como porros
y delincuentes juveniles. Tras la toma de Ciudad Universitaria por
miembros del ejército, con la intención de buscar jóvenes terroristas
y desarticular el movimiento estudiantil, se convoca a la toma de las
plazas públicas por parte de las y los estudiantes de la unam y el ipn,
desembocando el movimiento, ya de meses, en un mitin político en la
Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco el día 2 de octubre de 1968.
Movimiento que terminará por desarticularse mediante la represión
del “Batallón Olimpia” brazo paramilitar del Estado encabezado por el
presidente Gustavo Díaz Ordaz, que dio muerte a hombres y mujeres
estudiantes, cuyas cifras oscilan entre los trescientos y los mil qui-
nientos jóvenes respectivamente. Es el primer movimiento estudiantil
desarticulado mediante la represión por parte del Estado, naciendo
así un paradigma creado desde las estructuras del poder hacia las
y los jóvenes no alineados al sistema político-económico imperante.

El “halconazo” de 1971

Tras la desarticulación del M68, el 10 de junio de 1971, un grupo


paramilitar conocido como Los Halcones, creado a finales de los
años sesenta con la finalidad de romper de manera violenta cual-
quier movimiento popular, conformado en su mayoría por cuerpos
porriles, atacó de manera violenta un contingente estudiantil de la
unam y el ipn que marchaba hacia la calzada México-Tacuba para
desembocar en el Zócalo capitalino y que apoyaba moral y políti-
camente a la Universidad Autónoma de Nuevo León la cual debatía
una Ley Orgánica que buscaba suprimir la autonomía universitaria.
La represión por el cuerpo paramilitar hacia los estudiantes
encabezada por el entonces presidente de la República Luis Echeverría
Álvarez, tuvo como saldo veintidós muertos según la fiscalía encar-
gada de la investigación creada en el sexenio del presidente Vicente
Fox. Así como la práctica que vendría a ser constante por parte de los
gobiernos priistas, la cual consistía en reprimir contingentes sociales,
88 ⎖ Roberto García Salgado

encabezada por jóvenes estudiantes y terminar por criminalizarlos en


discursos que emanaban desde las esferas del poder y se reproducían
mediante los medios de comunicación.

El movimiento del Consejo General


de Huelga de la unam, 1999

Después de los sucesos represivos hacia las y los jóvenes organizados


en los años 68 y 71, durante dos décadas se llevó a cabo por parte del
Estado una guerra de baja intensidad conocida como “Guerra Sucia”,
la cual consistía en desarticular cualquier movimiento guerrillero,
organización e ideología popular que estuviera vinculada con algún
“otra” alternativa de pensamiento político y económico distinto al
imperante en la región, principalmente el de la ideología de la urss
y la Cuba marxista-leninista. Tras veinte años de pesquisas, tortu-
ras, encarcelamientos y asesinatos así como la caída del Muro de
Berlín, las esferas del poder en México como en América Latina por
fin conseguían una estabilidad social, con los jóvenes en estado de
placebo momentáneo se dio por inicio el sistema político y económico
conocido como Neoliberal, el cual pugna por la apertura mundial de
los mercados, controlada principalmente por la iniciativa privada,
adelgazando al Estado de sus funciones y despojando, aún más, a
los pueblos de sus medios de subsistir, acción conocida como “Pri-
vatización”. Luego de la privatización de servicios públicos como la
Banca, se pretendía a finales de la década de los noventa, privatizar
el sector educativo, iniciando como prueba a la máxima casa de
estudios, que en el año de 1999 pretendía modificar el Reglamento
General de Pagos así como la reforma al Pase Automático de 1997,
aprobado anteriormente por el Consejo Universitario encabezado
por el Rector Francisco Barnés de Castro. Situación que llevó a las
y los jóvenes universitarios crearon el Consejo General de Huelga
con el cual se acordó una huelga indefinida que dio inicio el día 20
de abril de 1999 (Cfr. Ávila y Ramírez Zaragoza en este libro, capí-
tulos 6 y 9 respectivamente). Huelga que duró nueve meses, dando
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 89

fin el día 6 de febrero del 2000, tras la violación de la autonomía


universitaria mediante la entrada violenta de la Policía Federal,
con la intención de desarticular el movimiento y dar por termina-
da la huelga, con estudiantes detenidos como criminales ante las
cámaras del ya naciente reality show, al que Orwell denominaría
como el “Gran Hermano”. Durante el periodo de los nueve meses del
movimiento existió apoyo por parte de la sociedad civil, profesores,
intelectuales y uno que otro político oportunista. Pero como ya era
costumbre del Estado, emanaron discursos criminalizantes hacia
las y los jóvenes participantes en el movimiento estudiantil (Cfr.
Ávila en este libro, capítulos 6).

El movimiento #YoSoy132, 2012

Después de una transición democrática, en el año 2000 el Partido


Revolucionario Institucional dejó el cargo presidencial por primera
vez después de ochenta años en el poder. La Dictadura Perfecta, a voz
de Mario Vargas Llosa, cedió la banda presidencial al Partido Acción
Nacional encabezado por el presidente Vicente Fox, y por Felipe Cal-
derón como sucesor en el poder. Fueron 12 años los que gobernó el
pan, bajo el modelo económico y político conocido como neoliberal,
que fuera instaurado bajo mandato priista. Durante las elecciones
presidenciales del año 2012, con todas las ventajas a su favor, el can-
didato a la presidencia por parte del pri, Enrique Peña Nieto, parecía
tener un camino fácil para llegar a la presidencia de la República. A
pesar de representar el gran aparato de corrupción e impunidad que
caracterizó al pri durante ochenta años. Es así que durante su campaña
presidencial un grupo de jóvenes cuestionó al entonces candidato,
sobre su responsabilidad ante los hechos ocurridos en San Salvador
Atenco en el año de 2006, cuando era Gobernador del Estado de México,
la violencia física y sexual por parte del cuerpo policiaco hacia las y
los pobladores de Atenco fue el principal distintivo.
A partir de esos cuestionamientos directos hacia el candidato es
que se gesta el movimiento #YoSoy132, integrado por contingentes
estudiantiles tanto de universidades públicas como privadas, orga-
90 ⎖ Roberto García Salgado

nizaciones populares, de arte y políticas de distintas ideologías, con


el fin de expresar el descontento de la sociedad mexicana respecto al
regreso inminente del Partido Revolucionario Institucional al poder
en ese 2012. Dicho movimiento se gestó con apoyo de la tecnología
y las apodadas “redes sociales”, que despertaron de manera activa
al grueso de la población juvenil del país, rompiendo de nuevo con
el estereotipo etiquetante, en donde las y los jóvenes de México
a principios de siglo se les consideraba apáticos, apolíticos en un
estado totalmente partidista, demostrando lo contrario, mediante
movilizaciones en las calles, en los medios, en la música y en las
prácticas cotidianas del día a día. Movimiento que a la fecha, 2014,
sigue organizado y elaborando política desde las y los jóvenes, pero
que desde los medio de comunicación y las esferas del poder terminó
por desarticularse el día 1 de diciembre de 2012, fecha en que Enrique
Peña toma posesión como presidente de la República, acompañada
de una serie de protestas violentas y detenciones arbitrarias por
parte del cuerpo de seguridad preventiva. Es así que a partir de la
gestión a cargo de Peña Nieto, se reavivan los discursos criminali-
zantes hacia las y los jóvenes que protestan las actuales decisiones
tomadas por parte del Ejecutivo Federal. La gran cantidad de jóvenes
asesinados durante este sexenio, aunado a la fuerte corrupción de
la elite gobernante, fueron parte de las causas para que en el 2018
el pri perdiera abrumadoramente las elecciones presidenciales.

El movimiento por los desaparecidos


de Ayotzinapa, 2014

Ya con un movimiento social y juvenil organizado desde las bases


recientes, la sociedad civil vuelve a tomar las calles está vez en
repudio y expresión de hartazgo, luego de las desaparición forzada
de 43 jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural del Municipio
de Ayotzinapa en Iguala Guerrero, por parte del Estado y en complici-
dad con autoridades coludidas desde el ámbito Federal con el crimen
organizado, desvelando un colapso institucional como consecuencia
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 91

del modelo económico neoliberal el cual ha dejado de lado el tejido


de la comunidad, preocupándose solamente del equilibrio compe-
titivo de los mercados y el desarrollo económico de las regiones
productivas. Dichas acciones atroces por parte de las autoridades
han cuestionado la obligación del Estado de velar por la integridad
de las y los mexicanos despertando, de nueva cuenta a la organi-
zación civil desde las y los jóvenes como protagonistas principales
ineludibles, para salir a tomar las calles, para reclamar y demandar
carencias, necesidades, violaciones, desempleos, alto a las desapari-
ciones forzadas, y asesinatos impunes, en una sola voz, la voz de los
43 jóvenes desaparecidos. La reacción por parte del Gobierno ha sido
la constante hacia los jóvenes, negación, invisibilización, represión y
criminalización a la protesta, detenciones arbitrarias y vinculación
de las y los jóvenes con las categorías de terroristas y enemigos de
la patria. Estos terribles acontecimientos nos muestran el lado más
oscuro de la política mexicana.

Sujeto político juvenil y los movimientos sociales

Un discurso que se interpone a la autoridad, el de las y los jóvenes


apáticos, pasotistas y despolitizados, que sólo buscan pretextos para
realizar actos vandálicos, como respuesta a un impulso de la edad,
explicado todo desde teorías psicológicas como el reto a la autoridad y
la teoría de la crisis. Discursos mediante los cuales se invizibilizaba en
primer término la población juvenil y en segundo se le criminalizaba.
¿Hacia dónde se dirigen los movimientos sociales enmarcados por la
descalificación por parte del Estado, y por otro lado, articulados desde
un recorrido histórico de movimientos sociales y jóvenes políticos
comprometidos con la justicia social? ¿Quiénes son estos jóvenes
politizados? En un momento de tensión política y social es menester
el reflexionar los caminos que tomaran las y los jóvenes así como las
movilizaciones dinamizadas por estos mismos.
Es clara la manifestación juvenil dentro de las movilizaciones
sociales, la diversidad de clases e ideologías se hace presente desde
las distintas acciones al hacer la política, acciones como las culturales,
92 ⎖ Roberto García Salgado

artísticas, campesinas, académicas y radicales, todas estás con una


carga ideológica de movilización social la cual han llevado genera-
ción tras generación. Sería injusto pensar que solo las y los jóvenes
estudiantes han sido protagonistas en los movimientos sociales a
lo largo de la historia en México, si bien son un actor estratégico y
dinamizador de las movilizaciones, también existen sectores juveni-
les, no institucionalizados en el estricto sentido, en donde la acción
política es el principal justificante para congregarse, tal es el caso del
Frente Juvenil Revolucionario, El Colectivo Bandera Negra, Juventud
Popular Revolucionaria, El Movimiento de Estudiantes No Acepta-
dos entre muchas otras organizaciones, culturales y artísticas con
enfoques multidisciplinarios con el objetivo de generar procesos de
autogestión y emancipación juvenil frente a los discursos y prácticas
hegemónicas del Estado. El considerar a un joven politizado basta
con verlo interesado con los sucesos del día a día, tener una postura
crítica hacía diversos temas y actuar con sus pares en los diferentes
procesos de intervención, con propuestas justas para la satisfacción
de las demandas personales y comunitarias. Es por eso que no solo
el joven estudiante es el sujeto político, las diversas acciones que
toma cada joven en su colectivo serán de importancia medular para
el desarrollo de los movimientos sociales venideros, así como el for-
talecimiento de los mismos.
La gesta de nuevos movimientos juveniles en situaciones que
afectan directamente su cotidianeidad, habla de un sujeto político
totalmente dinámico. Se pueden nombrar un sinfín de movimien-
tos que recientemente aparecen en los reflectores de la luz pública
demandando servicios. Uno de ellos es el Movimiento de Estudiantes
No Aceptados (rechazados), organización de jóvenes que demandan
un lugar en la educación pública de calidad, siendo en su mayoría
concursantes para obtener registro en la matrícula de las universi-
dades públicas del país como la unam, ipn y uam. Pues solo el 10% de
las y los jóvenes concursantes para obtener un lugar en la matrícula
universitaria logra obtener un lugar entre cientos de miles de parti-
cipantes. Como consecuencia, forzosamente, desde la óptica política,
se manifiesta una nueva identidad, que desde la disertación social
aparecerá en el imaginario colectivo, ya no como el punk, el chaka o
el godínez, sino como un sujeto joven, político y comprometido con
su realidad social, sean cuales sean las prácticas o ritos que profese.
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 93

Por consiguiente es importante crear espacios de encuentro y diálogo


alternativos y articulados. Estos espacios alternativos, independien-
temente de su alcance y temporalidad generarán la construcción de
nuevas identidades, plurales, incluyentes y transformadoras, sujetos
políticos jóvenes, no atrapados por los hegemónicos que poco a poco
se redistribuyen, permeando el quehacer político de los movimientos
sociales, provocando en la emancipación de los mismos y reconociendo
sus individualidades.

Movimientos sociales-juveniles frente al Estado.


La criminalización de la participación
y la protesta juvenil

Sin duda, los movimientos sociales en México han ido acompañados


de represión e impunidad derivados del colapso institucional que
históricamente ha degradado las esferas del poder. En primer plano
los ataques canallas y cínicos eran maquillados y encaminados a
una cuestión meramente política e ideológica, tal es el caso de la
guerra sucia y la desarticulación de los movimientos sociales en los
años sesenta y setenta. Ahora pareciera que la misma degradación
institucional ha dado como resultado pseudoestados de un poder
paralelo conocido como crimen organizado coludido con las propias
autoridades. Como consecuencia se carece de una ética política para
justificar los hechos. El poder que identifica a un funcionario públi-
co, sea regente, político o quimera, es suficiente para reproducir las
prácticas que históricamente han dotado a los soberanos de decidir
unilateralmente por el vivir o morir de sus ciudadanos.
Lo que queda muy claro y sigue como una constante, son los
distintitos discursos y acciones que son utilizados para denostar la
participación activa de las y los jóvenes en las manifestaciones socia-
les, reproduciéndose de una manera sistemática el odio o fobia que
el Estado tiene a los mismos y su capacidad de movilización. En toda
sociedad, dice Foucault (1992), el discurso es producido, controlado
y redistribuido por un cierto número de procedimientos que tienen
94 ⎖ Roberto García Salgado

como intención dominar los acontecimientos en diferentes momentos


históricos. Instituciones que se encargaran de generar y reproducir
discursos, como las religiosas y morales, así como las encargadas de
establecer disciplinas desde el cuerpo y mente de los sujetos han sido
protagonistas en la descalificación juvenil, como lo observado ahora
en la desaparición de los desaparecidos de Ayotzinapa. Por otra parte
Goffman nos comenta: “El carácter que atribuimos al individuo según
la apariencia que nos da, es una identidad social virtual. La categoría
y atributos que, de hecho, según puede demostrarse, y le pertenecen al
individuo, se denominarán identidad social real.” (2006, p. 12)
De ese modo dejamos de ver los jóvenes como una persona
normal, es decir, que encaja dentro de los estándares socialmente
establecidos, para transformarlo en un ser catalogado como violento
terrorista y vándalo. Desde el planteamiento de Goffman (2006), se
puede observar que se constituye una discrepancia entre la identidad
social virtual y la real. Un estigma, una clase especial de relación
entre atributo y estereotipo. Como consecuencia resulta visible y
palpable un imaginario social, a pesar que se presente en el mundo
de la identidad social virtual, aterriza de manera sólida y punible en
el cuerpo del joven, interiorizándose tanto como un virus o bacteria
en la subjetividad individual y colectiva. Es a partir del estigma que
se comenzará a justificar una serie de mecanismos de persecución,
intimidación y criminalización de la participación juvenil en los actua-
les movimientos sociales. Un estereotipo o identidad que se otorgará
a cualquier joven que se encuentre marchando y gritando consignas
que repudien al sistema político. Tal es el caso de las detenciones
arbitrarias los días 1 de diciembre de 2012, 20 de noviembre de 2014
y de nueva cuenta 1 de diciembre del 2014. Un ejemplo muy claro es
de la estudiante Yarabi Valderrabano a la cual se le acusaba de anar-
quista, siendo que sólo ha participado en dos marchas en su vida. A
continuación un fragmento del portal Aristegui Noticias, donde se
publicó la nota el día 8 de diciembre de 2014.
Yarabi Valderrabano pasó de hacer su tesis sobre la “tradición de
transmisión de saberes y habilidades de las mujeres indígenas en el
df”, a enfrentar acusaciones que la relacionan con un grupo de “anar-
quistas”. “Órganos de inteligencia del gobierno federal identificaron
a once integrantes de seis grupos de anarcos que presuntamente han
aprovechado las movilizaciones por el caso Ayotzinapa para recaudar
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 95

fondos mediante la toma de casetas en autopistas, dinero que desti-


nan a su propia causa y a cubrir gastos para liberar a sus compañeros
presos”, se lee en una nota del diario Milenio, basada en “reportes del
gabinete de seguridad nacional a los que tuvo acceso”. Yarabi ha par-
ticipado sólo en dos marchas en los últimos dos años: una en junio de
2012, cuando se alzaba el movimiento “Yo soy 132″; y en la del pasado
20 de noviembre, en el df.
La acusación en su contra apareció en el diario dos días después de
su última manifestación. “Un primo me llamó porque vio mi nombre
en una nota de Sopitas”, contó. Dicho sitio web había retomado la
nota de Milenio, titulada: “Identifica el gobierno a 11 anarcos de 6
grupos”, que para sus directivos mereció la primera plana del sábado.
Se podrá desvelar que las nuevas prácticas, más allá de criminalizar la
protesta social como uno de los objetivos principales, criminalizan al
joven, al individuo, y al cuerpo, sometiéndose a un engranaje en donde
se desarticula una identidad real para sobreponer una virtual que es
generada mediante los discursos emitidos por diversas instituciones
en el poder. Puesto que históricamente se ha tejido una identidad
política al joven militante o participante en los movimientos sociales,
varias de las acciones justificables por parte del Estado, han sido y
serán degradar dicha identidad política y modificarla, estableciéndola
como el principal enemigo, muchas veces causante del conflicto por
el cual se inició el movimiento social juvenil. Los últimos vestigios de
los enemigos públicos potencialmente peligrosos, aunque paradóji-
camente, burdos, ignorantes y hasta títeres de los intereses políticos,
según discursos de medios de comunicación e intelectuales defensores
del régimen han sido Alejandro Echevarría, alias “El Mosh” y Sandino
Bucio, quienes han sido el estereotipo perfecto de cómo aterrizar
en el cuerpo del joven y en la subjetividad colectiva, los discursos
criminalizantes provenientes de las esferas del poder.
En primer momento fue “El Mosh”, ya con un mote raro y fuera
de lo común, una estética no alineada con los estándares de las modas
juveniles y estudiantiles, el vocero del movimiento de la huelga de
la unam en 1999, fue el blanco perfecto para etiquetar al estudiante
universitario de esos tiempos y catalogarlo como el “grillero” “piojoso”
y “marihuano” (cabe resaltar que el mote “marihuano” aplica para
todas las sustancias psicoactivas desde una visión hegemónicamente
patologizante y estigmatizante). Situación que terminó por idealizar
96 ⎖ Roberto García Salgado

y teatralizar al joven participante en los movimientos juveniles,


justificando así la violación a la autonomía universitaria por parte
de la Policía Federal el día 6 de febrero del 2000, acción que fue apro-
bada por un sector de la sociedad civil gracias a la manipulación que
hicieron tanto las autoridades de la unam como del gobierno federal
y del Distrito Federal.
Del “piojoso” y “marihuano”, una década después, el joven será
blanco perfecto para ser el potencial criminal, digno de aparecer en los
noticieros nocturnos, incendiando automóviles de la policía preventiva
y rompiendo cristales de bancos, cafeterías y tiendas de abarrotes.
Apodado como el “anarquista” e interpretado como el “infiltrado”, el
sujeto político participante en los movimientos sociales será consi-
derado el principal enemigo del mismo movimiento social. Iniciando
así una campaña mediática en contra del sujeto que estéticamente
tenga ciertos parecidos, o no tantos, a los mentados anarquistas. Es
así que en Noviembre de 2014, es detenido de manera ilegal y violenta
el estudiante y poeta de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam,
Sandino Bucio, activista político en las más recientes movilizaciones
sociales. Especulando desde distintas miradas su actuar político, pero
objetivando de manera general a las y los estudiantes participantes
en los mítines políticos. Dichas campañas que terminan por objetivar
como criminales a las y los participantes en movimientos sociales, son
justificadas y llevadas a cabo por ciertos líderes de opinión, especial-
mente en los medios de comunicación. Tal es el caso de las declaraciones
del comunicador Carlos Alazraki, quien desprestigia los movimientos,
acusándolos de ser estrategias políticas para desestabilizar el país,
invisibilizando así la participación del sujeto político joven. Dichas
declaraciones pueden ser encontradas en el medio de comunicación
impreso La Razón. A continuación un fragmento de sus comentarios.
En fin, a sabiendas que esta bronca era una bronca local, las izquier-
das anarquistas de morena, Bejarano y Padierna, la cnte, la Ceteg,
el epr, el sme y demás organizaciones y sindicatos han aprovechado
perfectamente la oportunidad para volver a intentar desestabilizar
a nuestro país.
Sus actos son muy claros. Los normalistas muertos les valen absolu-
tamente madres. Ellos han aprovechado la desgracia de estas pobres
familias para volver a intentar joder al país. Las periodistas y los
periodistas vendidos, están tratando de convencer a la sociedad de
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 97

que este gobierno es una basura sin serlo. Sobre todo tratando de
convencer a la sociedad ignorante. Estas organizaciones sindicales
quieren y buscan a toda costa, convertir a México en un gobierno
totalitario. Y se nota que esta vez no se darán por vencidos. Ya inven-
taron que esta desgracia es culpa del Gobierno Federal. Ya inventaron
que la Secretaría de Gobernación tampoco puede y que la pgr menos.
Estimados comemierdas:
Maldigo la hora en que se convirtieron en sindicato. Maldigo la hora
en que nacieron. Son unos asesinos. Odian a México. Ya para terminar,
les recuerdo que la violencia genera violencia. No se espanten si el
Gobierno federal reacciona.
Discursos de odio, más odio que ni el anarquista Bakunin le podría
tener a dios y al Estado. Justificando represión y desarticulando desde
lo discursivo la organización política ya la criminalización de todo
participante, atribuyéndole la crisis de inestabilidad que vive el país,
y despojando de una identidad política a las y los jóvenes participan-
tes en movimientos sociales, instaurándoles una identidad virtual
criminal. De la criminalización de la protesta a la criminalización
del cuerpo mismo, tomando en cuenta los actos y pensamientos del
joven en este caso, el principal enemigo público del Estado mexicano.
Ahora no solo las y los jóvenes simpatizantes tendrán que cargar
con la maquinaria encargada de desarticular el movimiento social,
sino que ahora cargar con el pecado de ser terroristas y anarquistas,
dicho sea de paso, apodo con un propósito político de desprestigiar el
movimiento social anarquista que hace más de un siglo resiste desde
sus acciones muy particulares a las redes del poder.
Si bien la Guerra Sucia, tenía tintes geopolíticos muy claros, era
así como se justificaba la intervención estatal represiva y violenta, en
complicidad con los medios de comunicación. Ahora con los actuales
medios de comunicación alternativos como lo es el internet y sus
derivados, resulta complicado que pase de lado una notica como los
43 normalistas desaparecidos. En tiempos de Miguel de la Madrid
nadie lo habría mentado, como lo fue con muchas y muchos jóvenes
organizados. Ahora los principales mecanismos son la deslegitimación,
desacreditación y la objetivación de un sujeto que históricamente
ha sido político, que día a día ha formado identidad. Identidad que
no se podría pensar sin la presencia de los distintos movimientos
sociales a lo largo de la historia. Como colofón a esta reflexión sobre
98 ⎖ Roberto García Salgado

la participación de los jóvenes como sujetos políticos y anidados en


el lastimoso acontecer nacional de muerte, corrupción e impunidad
que hoy priva y en la que las juventudes juegan un papel protago-
nista frente a los ordenamientos sociales basados en convenciones,
normalizaciones y estructuras disciplinarias que sujetan al sujeto,
lo dominan, lo clasifican impidiendo una construcción estética de
sí. Me permito esgrimir las siguientes palabras finales. En México
la impunidad y la corrupción que caracterizan a estas estructuras
disciplinarias –ahora estructuras aniquiladoras- son craso ejemplo
de la crisis de representatividad política, y los actos criminales son
expresión de la muerte como elemento desarticulador de la integración
nacional y de la constitución de sujetos autónomos.
La irresponsabilidad de las autoridades ante los hechos, y cuya
reacción no llegó hasta posterior a la reacción de dolor e indignación
de los familiares de los normalistas desaparecidos, y, más tarde, por
la demanda social volcada a la calle en una sola voz y en múltiples
rostros: rostros de dolor, rostros de temor, rostros de indignación,
pero por encima de éstos un rostro de valor, es la más clara mani-
festación del repudio social al rostro agónico y pútrido de la política
mexicana. La pregunta que flota en la enrarecida atmosfera nacional
es qué sigue ante el agusanamiento político y la muerte como princi-
pal mensaje de estas corruptas e impunes instituciones a cualquier
acto de demanda social, qué sigue ante el escalofriante panorama de
concebir a un Estado como cementerio clandestino. Quizá, lo que sigue
es no ceder ante la reinvención de la política, ante el renacimiento del
individuo a la sociedad, no ceder a la instauración de subjetividades
autónomas cuyas conductas y vidas no sucumban a la coartada del
orden propuesto por la gobernabilidad institucional. Como muchos
otros –periodistas, científicos sociales, artistas, actores, deportistas
y demás personas– me atrevo a sugerir que las respuestas están en
dilapidar la imposición de modelos autoritarios y los ejercicios de
ordenamiento instituidos por la homogeneidad cultural, instaurados
a través de las maquinarias policiacas y militares que responden a la
crisis de representación, la obligación sugerida es actuar mediante las
prácticas políticas de resistencia, donde la ciudadanía exija la adecuada
aplicación de la ley, reglas que garanticen libertades y que instituyan
libertad desde la configuración de subjetividades autónomas y redes
sociales que desarticulen las formas institucionalizadas que sostienen
Jóvenes y movimientos sociales en México: la conformación de un sujeto político ⎖ 99

el poder dominante basado en la violencia, y no en la negociación y


el respeto. Baste decir que la corrupción y la impunidad no son solo
el hecho a denunciar por su evidencia rutilante y su presencia expli-
cable en el abuso de la discrecionalidad judicial, sino por el fracaso
ocasionado a la democracia instituyendo el mecanismo psicológico
del terror y la ansiedad en una sociedad de estructuras coactivas y
codificadas fortaleciendo el individualismo atroz y debilitando la
posibilidad de proyectos comunes.
Los acontecimientos de Ayotzinapa y Tlatlaya se revelan como
impulsos de concienciación para la innovación colectiva y para la
construcción de la igualdad y la cooperación ante la homogenei-
dad cultural o ante la construcción de la diferencia inferiorizante
operada por el poder gubernamental. Estos acontecimientos se
revelan como las demandas de análisis social que responsabili-
zan a quienes los enuncian y los hacen tal, demanda que hace a la
aceptación de la violencia peligrosamente también la aceptación de
un proyecto de sociedad diferente al entenderla y conceptualizarla
en un ámbito de naturalización de la misma. Es necesario desactivar
las injustas distribuciones de la riqueza, constituir una nueva ética,
crear e instaurar cotidianamente –como afirma Habermas que la
sociedad se hace y rehace con las prácticas rutinarias– formas de
vida que desde los márgenes –pero no entendida desde la margina-
lidad, sino desde el margen de lo no-lógico de la coartada del orden
político– de la podredumbre política permitan resistir y modificar
el poder también cotidiano y habitual de los políticos corruptos y su
banalidad del mal. Finalmente, me permito arropar mi reflexión con
las palabras de Pablo Gaytán quien afirma que la perspectiva acrítica
y mercantilizada de la presencia y existencia de los jóvenes ha llevado
a la construcción de una máscara que valida el ejercicio de acciones y
actitudes de abierta conformidad epistémica con el mercado oficial-
mente establecido en el que los jóvenes tienen pocas alternativas de
salir ilesos de una carrera global afectada por los tiempos y ritmos
de la propia moda juvenil instaurada por los discursos académicos y
las garras del mercadeo cultural dominante. Bajo esta perspectiva
de la cultura dominante, los jóvenes son identificados como darks,
raves, skatos, skates, punks, chavos banda, cholos, anarcopunks,
cuya estereotipación oculta su condición de dominación, su falta de
perspectivas laborales, su imposibilidad de matricularse en algún
100 ⎖ Roberto García Salgado

centro de educación media o superior, en suma a sus condiciones de


desigualdad social y de acceso al conocimiento.
Cada uno de los puntos aquí mencionados respecto del sujeto
joven permitiría algunas conclusiones transitorias como que los
sujetos jóvenes, en su pluralidad, se condensan en la unicidad de
sujetos sujetados mercantilmente, discurriendo en la discursividad
de las identidades (concepto que espero haya sido desvelado como
herramienta de control y taxonomización creado por los especialis-
tas de juventud) del sujeto sujetado, además jibarizado, menguado,
infantilizado y reducido esencialmente al “rol” de consumidor de
imágenes y símbolos igualmente desmaterializados. “Los jóvenes”
alienados ya no solo se adhieren a las mercancías, sino que en sí mis-
mos son mercancía y también “fuerza productiva” de su alienación.
Antimercado anhelado que da lugar a un pujante y activo mercado
del control social y el sometimiento por las mercancías. Ante esta
hegemonía analítica de las identidades y las imágenes de juventud
homogeneizadas, mi perspectiva ensaya la idea de develar los riesgos
de operación semántica que pretende dicho concepto a la reductiva
presencia de los jóvenes. Las juventudes se imponen frente a la reali-
dad diádica, “de nosotros y aquellos”, y se enfrentan a la construcción
de un conocimiento que los incorpore como productores y no como
apariencias de moda”.
101

Bibliografía

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103

Impactos sociales y políticos del M68

Angélica Montellano García17

Introducción

Resulta interesante y necesario hablar hoy sobre las ideas que


tenemos en torno al movimiento estudiantil de 1968 (M68) y par-
ticularmente a lo acontecido el 2 de octubre de ese año, así como
reflexionar sobre el impacto social, cultural y político que tiene
en nuestra sociedad. En la actualidad, cuando se habla del M68
en nuestro país, la mayoría de las personas trae a su memoria la
masacre de Tlatelolco ocurrida el 2 de octubre. Sin embargo, el
M68 es más que la represión ejercida por el gobierno del presiden-
te Gustavo Díaz Ordaz sobre los estudiantes. En el 30 aniversario
del M68 un colectivo académico se propuso organizar una serie de
reuniones de trabajo, con el título Diálogos sobre el 68 (2003), en el
que participó uno de los líderes del movimiento, Marcelino Perelló,
que en su intervención dijo lo siguiente: “[…] ¿qué no fue el movi-
miento del 68? Primero el movimiento estudiantil mexicano no es
la represión, como tan a menudo nos quieren hacer creer. Segundo,
el movimiento estudiantil mexicano de 1968 no tiene nada que ver
con la democracia, ni con los llamados logros democráticos de años
después.” (p. 49). La idea de este líder me llevó a preguntarme, ¿qué
sí es el movimiento estudiantil de 1968 para la sociedad mexicana
actual? Buscando dar respuesta a esta pregunta organice algunas
ideas, de acuerdo a mi experiencia como docente de la materia de
movimientos y participación social en la licenciatura de Trabajo
social, y decidí organizar el trabajo en 4 apartados, cada uno aborda
la relación del M68 con diferentes temas con los que el imaginario
colectivo lo vincula: 1) la represión del gobierno; 2) El proceso de
democratización en nuestro país; 3) La Libertad de expresión; 4)

17 Profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social-unam.


104 ⎖ Angélica Montellano García

La sociedad civil en México. En las conclusiones abordaremos una


temática diferente, el impacto que ha tenido el movimiento estudiantil
en la generación de nuevas identidades colectivas entre la sociedad
contemporánea. Este trabajo es, sobre todo, una reflexión personal
que deseo compartir con la comunidad académica y estudiantil sobre
la importancia del M68 para la sociedad mexicana contemporánea.

La represión y el movimiento estudiantil

Una de las formas más comunes de recordar el M68 es a través de la


masacre ocurrida el 2 de octubre en Tlatelolco. El artículo “Recuerdo
del Movimiento Estudiantil del 68 divide a mexicanos” (2/10/2014)
publicó datos de una encuesta realizada por el Gabinete de Comunica-
ción Estratégica (gce), que realizó una encuesta telefónica a seiscientas
casas de todo México y pedían a la gente que dijera ¿con qué asocia
la frase “2 de octubre no se olvida”? De las personas consultadas el
28.6% señaló que le llega a la mente la matanza de Tlatelolco, 6%
piensa en la Plaza de las Tres Culturas,  3.7% lo hace en jóvenes, 3.1%
se imagina represión o abuso de poder, 2.6% lo relaciona con política,
2% violencia, 1.5% presidente Gustavo Díaz Ordaz, 0.5% marcha. De
acuerdo con estos resultados la mayoría de los encuestados recuerda
el M68 por la matanza del 2 de octubre, si sumamos los porcentajes de
las palabras relacionadas con violencia y represión el porcentaje sube
a 39.7%. No es casualidad que la población recuerde el movimiento
estudiantil por la masacre del 2 de octubre. Sobre el suceso se han
realizado diferentes videos documentales18, películas19, artículos de

18 Uno de los primeros documentales fue El grito: México 1968, realizado en


1970; otro más reciente es el elaborado por el Canal Seis de julio titulado
Tlatelolco, las claves de la masacre; o el elaborado por Clío Gustavo Díaz
Ordaz y el 68. Estos son sólo algunos documentales sobre el suceso, pero en
Diálogos sobre el 68 (2003) en el capítulo “Bibliografía sobre el movimiento
estudiantil mexicano de 1968” se puede consultar una lista muy completa.
19 Rojo amanecer es una película realizada por el director Jorge Fons que se
centra en la experiencia de varios estudiantes dentro de un departamento
de Tlatelolco el 2 de octubre.
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 105

revistas con fotografías sobre los acontecimientos20, existen diferentes


artículos de análisis y libros que hacen referencia al suceso, como se
muestra en la siguiente cita.
A las cinco y media del miércoles 2 de octubre de 1968, aproximada-
mente diez mil personas se congregaron en la explanada de la Plaza
de las Tres Culturas para escuchar a los oradores estudiantiles del
Consejo Nacional de Huelga, los que desde el balcón del tercer piso
del edificio Chihuahua se dirigían a la multitud compuesta en su
gran mayoría por estudiantes, hombres y mujeres, niños y ancianos
sentados en el suelo, vendedores ambulantes, amas de casa con niños
en brazos. Habitantes de la Unidad, transeúntes […]
Cuando un estudiante apellidado Vega anunciaba que la marcha pro-
gramada al Casco de Santo Tomás del Instituto Politécnico Nacional
no se iba a llevar a cabo, en vista del despliegue de fuerzas públicas y
de la posible represión, surgieron en el cielo las luces de bengala que
hicieron que los concurrentes dirigieran automáticamente su mirada
hacia arriba. Se oyeron los primeros disparos. La gente se alarmó.
A pesar de que los líderes del CNH… gritaban por el magnavoz: “¡No
corran compañeros, no corran, son salvas!.. ¡No se vayan, no se vayan,
calma!”, la desbandada fue general. … Se oía el fuego cerrado y el
tableteo de ametralladoras. A partir de ese momento, la Plaza de las
Tres Culturas se convirtió en un infierno. (Poniatowska, 1970: 166-167)
Consuelo Sánchez en su cronología documental de 1968 hace una narra-
ción sobre la reacción de la multitud ante el ataque del ejército.21
En la plaza se ha generalizado la balacera. Mujeres, niños, jóvenes y
adultos corren despavoridos; algunos se tiran al suelo; otros buscan
protección en las escalinatas o entre los vestigios prehispánicos; otras
más se esconden debajo y detrás de los automóviles estacionados, o
intentan refugiarse en los departamentos de Tlatelolco. Mucha gente
logra huir por el costado oriente de la plaza, otras personas se topan
con ´columnas de soldados que empuñaban sus armas a bayoneta

20 En octubre de 2002 la revista proceso editó un número especial con la


memoria gráfica del 68, en el que se muestran fotos del movimiento, de
la masacre del 2 de octubre y de los estudiantes detenidos.
21 El relato puede consultarse en los informes de la Dirección Federal de
Seguridad https://nsarchive2.gwu.edu/NSAEBB/NSAEBB201/Docu-
ment15_extract_prosecutor.pdf.
106 ⎖ Angélica Montellano García

calada y disparaban a todas direcciones´. Las menos afortunadas


están tendidas en el suelo, muertas o heridas (CIHMS, 2009: p. 100).
Elena Poniatowska en su libro la noche de Tlatelolco (1971) realiza
una compilación de relatos de los sobrevivientes y participantes del
movimiento estudiantil que hacen mención de su experiencia vivida
el 2 de octubre en Tlatelolco. Si bien es cierto, como dice Marcelino
Perelló en el libro Diálogos sobre el 68 (2003), que el M68 no es la
represión y que no se puede reducir a un asunto criminal o a una nota
roja; la represión que el gobierno aplicó sobre el movimiento le mos-
tró a la sociedad mexicana el lado duro del gobierno, sus estrategias
para mantener el control, que varias veces estuvieron fuera de las
vías legales. La apertura de los expedientes del movimiento de 1968
y de la guerra sucia en el año 2002, durante el gobierno panista de
Vicente Fox, permitió analizar las estrategias de represión y guerra
sucia desarrolladas por el gobierno. Varios artículos de revista y
libros se dieron a la tarea de mostrar, de forma documentada, esas
estrategias. La represión que ejerció el gobierno sobre los estudiantes
en 1968 no se limita a la masacre en Tlatelolco, la ejerció de manera
permanente a lo largo del movimiento.
El espionaje era una de estas estrategias. En los expedientes
del Instituto de Previsión Social (ips) y de la Dirección Federal de
Seguridad (dfs) hay un número extenso de carpetas catalogadas
en los temas de Problema estudiantil, con reportes elaborados
con información de agentes infiltrados (cihms, 2009: p. 117). De
esta forma, la sociedad mexicana se ha enterado que el estilo de
gobierno consistía en el espionaje, pues tenía a infiltrados en las
universidades que informaban a las autoridades sobre las accio-
nes de los estudiantes. La cooptación de liderazgos que estaban
al frente de organizaciones estudiantiles, como la Federación
Nacional de Estudiantes Técnicos (fnet) que se había convertido
en una aliada de las autoridades locales para disolver al movi-
miento. El 30 de julio de 1968 el Gral. Corona del Rosal, recibió en
sus oficinas a representantes de la fnet, que entregaron un pliego
con 7 demandas, distinto al del Consejo Nacional de Huelga (cnh).
Al día siguiente el regente del ddf, responde afirmativamente a
tres de los puntos. Después del encuentro la FNET recrudeció sus
declaraciones en contra del movimiento del cnh, intentando su
desprestigio (cihms, 2009: p. 69).
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 107

El general Marcelino Barragán relata “estaba en mi despacho […]


planeando la forma de terminar con el movimiento; en esos momentos
llegó el capitán Barrios” (CIHMS, 2009: p. 94). Como parte de esos
planes para atacar el movimiento estudiantil, estuvo la formación de
grupos especiales, como el Batallón Olimpia integrado por militares
vestidos de civil, que distribuyeron gente armada en azoteas y edificios
de la zona de Tlatelolco y Nonoalco. Eran elementos pertenecientes
al Estado Mayor Presidencial. En el libro La verdad negada: informe
sobre la guerra sucia del estado mexicano entre los años 60’s a los 80’s
(cihms, 2009) se relata que el gobierno echó mano de estos grupos
para atacar a los estudiantes y con ello librar al Estado de responder
legalmente por un crimen de estado. Es cierto que la matanza de
estudiantes, el 2 de octubre, en la plaza de Tlatelolco, no es todo el
movimiento estudiantil, el cual abarca aspectos mucho más amplios.
Pero ayudó a conocer los alcances que tiene el gobierno para mantener
la estabilidad del régimen político. La estrategia desarrollada por el
gobierno durante el movimiento de 1968 nos permite reflexionar, como
sociedad, sobre los mecanismos de control social y gobernabilidad
utilizados por nuestras autoridades. Además, nos permite desarrollar
una memoria histórica para analizar nuestro acontecer inmediato y
evaluar los cambios o continuidades en la aplicación de este tipo de
estrategias para ejercer el control social y gobernarnos.

¿El M68, un antecedente en el proceso


de democracia en México?

Algunos personajes de la política nacional así como intelectuales han


vinculado al movimiento estudiantil del 68 con la transición democrá-
tica electoral. Enrique Krauze, et., al, (2008) escribieron lo siguiente,
“Por muchos años me pareció indudable que el movimiento había
sido el embrión de la democracia en México, proceso en el que –hasta
principios de los años ochenta– nadie creía, pero que sobrevendría
en los últimos años del siglo con una fuerza creciente e irresistible.
Sigo creyendo que el movimiento fue un hecho que contribuyó a la
108 ⎖ Angélica Montellano García

democratización del país…” El ex presidente Ernesto Zedillo Ponce


de León, quien era estudiante en 1968 y sufrió la agresión por parte
de la policía, declaró, poco después de haber llegado a la presidencia,
que el parteaguas de la transición democrática en México se había
iniciado en 1968 (en González, 2003: p. 54). En el 2013, con motivo
de la conmemoración del 2 de octubre, el presidente Enrique Peña
Nieto, escribió en su cuenta de Twitter el siguiente mensaje “Fue a
partir del movimiento estudiantil de 1968 y las sucesivas reformas
políticas, que hoy disfrutamos de un México plural y democrático.”22
De acuerdo con estas declaraciones parece que el M68 fue el precur-
sor de las reformas, en materia electoral, que nos llevaron en el año
2000 a la transición de partido en el gobierno. Sin embargo, el M68
no buscaba la toma del poder, entre las demandas de los estudiantes
no se pedían reformas en materia electoral; tampoco se planteaba la
formación de nuevos partidos políticos. Algunos líderes y participan-
tes del movimiento como Marcelino Perelló, Raúl Moreno Wonchee y
Joel Ortega eran miembros del Partido Comunista, más precisamente
de las Juventudes Comunistas de México. En ese momento el partido
estaba peleando por su registro como partido político para que su
emblema y su nombre aparecieran en las boletas y pudiera parti-
cipar en las elecciones, vivía una situación de semiclandestinidad,
con persecución y tolerancia alternada. Marcelino Perelló declara,
en el libro Diálogos sobre el 68 (2003) que aunque eran miembros
del Consejo Nacional de Huelga, a ninguno se le ocurrió plantear que
el movimiento reivindicara los derechos electorales de los partidos
políticos. “Jamás dijimos: ´Oye vamos a hacer que el movimiento rei-
vindique elecciones limpias, libres, sin fraude y que se reconozca la
existencia de los partidos políticos de verdadera oposición´” (p. 56)
La democracia electoral, no era una demanda del movimiento
estudiantil. Pero esto no quiere decir que la ideología del movimien-
to no tuviera un carácter político. Joel Ortega en Diálogos sobre el
68 (2003) dice que el 68 mexicano fue pionero en el ejercicio de una
participación directa, en esos términos sí puede hablarse de un estilo

22 “Movimiento del 68 permitió un México democrático: Peña Nieto” en


El economista, publicado el 2 de octubre de 2013, consultado en http://
eleconomista.com.mx/sociedad/2013/10/02/movimiento-68-permi-
tio-mexico-democratico-pena-nieto el 13 de diciembre de 2014.
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 109

de democracia directa en el movimiento estudiantil. El movimiento


estudiantil fue un movimiento libertario, que se desarrolló fuera de
las instituciones y que proponía un cambio con respecto a la ideología
oficial. Esto se puede observar en el pliego petitorio:
1. Libertad a presos políticos
2. Destitución de los generales Luis Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea,
así como también del teniente coronel Armando Frías.
3. Extinción del cuerpo de granaderos “instrumento directo en la
represión” y no creación de cuerpos semejantes.
4. Derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal Federal (delito
de disolución social) “instrumento jurídico de la agresión”
5. Indemnización de las familias de los muertos y a los heridos que
fueron “víctimas de la agresión” desde el viernes 26 de julio en
adelante.
6. Deslindamiento de responsabilidades de los “actos de represión
y vandalismo” por parte de las autoridades a través de la policía,
granaderos y Ejercito.”
Los puntos uno, tres y cuatro hacen referencia a una demanda de
libertad, a un cambio en la forma de organización social. A diferencia
de las generaciones anteriores de estudiantes, que habían realizado
movilizaciones por demandas estudiantiles, los estudiantes de 1968
pedían cambios en la estructura del sistema. Seis puntos son muy
pocos para un cambio en la estructura política, pero si analizamos
los puntos que se tocan veremos que son neurálgicos. El delito de
disolución social, al que hacen referencia los artículos 145 y 145 bis
fue aprobado por la Cámara de Diputados en octubre de 1941, cuando
ya habían comenzado las hostilidades de la segunda guerra mundial
y tenía un destinatario bien específico: la posible quinta columna
nazi-fascista que era probable que existiera o fuera a existir en nuestro
país, pues habían simpatizantes de Alemania entre los mexicanos.
Pasado el conflicto bélico, este artículo se utilizó para reprimir a la
izquierda dentro de nuestro país. En Escudero (2008) se pueden leer
los citados artículos, que se reproducen a continuación:
Artículo 145. Se aplicará prisión de dos a seis años al extranjero o
nacional mexicano que, en forma hablada o escrita, o por cualquier otro
medio realice propaganda política entre extranjeros o entre nacionales
mexicanos, difundiendo ideas, programas o normas de acción de cual-
quier gobierno extranjero que perturben el orden público o afecte la
110 ⎖ Angélica Montellano García

soberanía del Estado Mexicano. Se perturba el orden público, cuando los


actos determinados en el párrafo anterior tiendan a producir rebelión,
sedición, asonada o motín. Se afecta la soberanía nacional cuando dichos
actos ponen en peligro la integridad territorial de la República, obsta-
culicen el funcionamiento de sus instituciones legítimas o propaguen
el desacato de parte de los nacionales mexicanos a sus deberes cívicos.
Se aplicará prisión de seis a diez años al extranjero o nacional mexica-
no que, en cualquier forma, realice actos de cualquier naturaleza que
preparen material o moralmente la invasión del territorio nacional, o
la sumisión del país a cualquier gobierno extranjero. Cuando el sen-
tenciado en el caso de los párrafos anteriores sea un extranjero, las
penas a las que antes se ha hecho referencia se aplicarán sin perjuicio
de la facultad que concede al Presidente de la República el artículo 33
de la Constitución.
Artículo 145 bis. Para todos los efectos legales se considerarán como de
carácter político, los delitos consignados en este título, con excepción
de los previstos en los artículos 136 y 140.
En una coyuntura histórica con las características de la guerra fría
era muy fácil aplicar este artículo a cualquier organización con
una ideología diferente a la institucional, sobre todo, a aquellas
que se desarrollaban fuera del sistema y de sus corporaciones.
También podía aplicarse a actos públicos y manifestaciones como
las realizadas por los estudiantes. La aplicación de estos artículos
había puesto en la cárcel a muchos intelectuales como David Alfaro
Siqueiros o José Revueltas. La derogación del artículo 145 y 145 bis
del Código Penal Federal, hace referencia a una demanda de libertad
de pensamiento, libertad de organización, libertad de manifestación
dentro de la sociedad mexicana. Eliminar este artículo significaba
que el gobierno dejaba de tener una justificación legal para reprimir
a todos los que pensaban diferente. La petición de eliminar el cuer-
po de granaderos, está perfectamente conectada con la demanda
anterior, es decir, quitar a las instituciones encargadas de ejercer
la represión en contra de la población.
Liberar a los presos políticos, fue otra demanda conectada con
las anteriores, consistía en pedir la libertad de pensamiento y sacar
de la cárcel a todos aquellos que habían sido encarcelados por disentir
con el sistema, con el gobierno. En la década de los sesenta, un par
de investigadores (Gabriel A. Almond y Sidney Verba) realizaron un
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 111

estudio sobre la cultura cívica en cinco países, uno de ellos fue México,
los resultados de su investigación se publicaron en un texto llamado
The Civic Culture. De este estudio se desprendió una tipología sobre el
concepto de Cultura política, resultando tres tipos: a) el parroquial; b)
el súbdito y c) el participativo. México quedó clasificado en el segun-
do tipo, que se caracteriza por desarrollarse en un ambiente donde
predomina el control total o parcial de las instituciones.
El súbdito tiene conciencia de la existencia de una autoridad guber-
nativa especializada: está afectivamente orientado hacia ella (…)
Pero la relación con el sistema se da en un nivel general y respecto
al elemento administrativo (…) consiste, esencialmente, en una rela-
ción pasiva (…) Estamos hablando de nuevo de una orientación pura-
mente subjetiva que se dará de un modo preferente en una sociedad
donde no existe una estructura política diferenciada. La orientación
del súbdito en sistemas políticos que han desarrollado instituciones
democráticas será afectiva y normativa antes que cognitiva (Almond
y Verba, 2001: 184).
La cultura política súbdito, se caracteriza porque los ciudadanos están
conscientes del sistema político nacional, pero se consideran a sí mis-
mos subordinados del gobierno, más que participantes del proceso
político y por tanto sólo se involucran  con las medidas y políticas del
gobierno y no con la formulación y estructuración de las decisiones y
de las políticas públicas. La organización fuera de  las instituciones;
la demanda de diálogo con la autoridad; así como un trato de respeto
hacía las instituciones educativas, hacia los estudiantes y maestros
son ejemplo de un cambio en la forma de pensar la política entre los
estudiantes. Empiezan a promover una cultura política que buscaba un
cambio en la relación entre gobierno y población, la cual no debía estar
mediada por el miedo y la represión, sino por el respeto a las formas
organizativas de la sociedad y el diálogo entre autoridades y sociedad. La
incorporación del punto 7 al pliego petitorio hace referencia este punto,
que hace referencia a la exigencia de diálogo público. Los primeros seis
puntos estaban dirigidos contra la represión, no sólo contra las leyes y
sus instrumentos, como lo mencionamos arriba, sino también contra
los funcionarios represores y hablaban también sobre los efectos de la
represión. Algunos testimonios recopilados por Elena Poniatowska en
La noche de Tlatelolco (1970), nos hablan de un proceso de politización
de los estudiantes que participaron en el movimiento.
112 ⎖ Angélica Montellano García

Pienso que la fuerza y la importancia del movimiento estudiantil se la


dio la represión. Más que ningún discurso político, el hecho mismo de
la represión politizó a la gente y logró que la gran mayoría participara
activamente en las asambleas. Se decretó que en cada escuela habría
paros y ahí mismo surgió la idea de las brigadas y de los comités de lucha
en cada facultad. Los brigadistas eran muchachos y muchachas de la
base estudiantil que realizaban todo tipo de actividades, desde recolec-
tar dinero hasta hace mítines relámpago en la calle, en los barrios más
alejados, en las colonias proletarias. Las grandes manifestaciones fueron
una de las armas políticas más eficaces del movimiento. Carolina Pérez
Cicero, estudiante del a Facultad de Filosofía y Letras de la unam (p.16).
Esta cita hace referencia a las prácticas realizadas por los estudian-
tes en el movimiento, las asambleas, las brigadas, los mítines en
colonias populares hacen referencia a una participación directa, los
jóvenes practicaban una democracia real en todas sus actividades
dentro del movimiento. Ejemplo de ello es la organización de forma
autónoma, la realización de las asambleas masivas de las escuelas;
el Consejo Nacional de Huelga tomaba sus decisiones mediante vota-
ción, después de largas discusiones; y tenían una estructura de tipo
horizontal, era una democracia ejercida entre iguales, que discutían
asuntos que les atañían. Pero la participación, no sólo se quedaba al
interior del movimiento; buscaban informar a la población sobre sus
demandas y generar una conciencia más ciudadana sobre el conflicto
estudiantil. Esto hace referencia a una democracia más participativa,
una democracia directa, que va más allá de los proceso electorales y
de los votos en las urnas, una democracia que se practica día a día y
que genera cambios, formando a verdaderos ciudadanos.

La libertad de expresión y el M68

Otra de las características importantes del M68 es la demanda por


la libertad de expresión, los puntos uno y cuatro hacen referen-
cia a esta lucha. La libertad de los presos políticos se refiere a la
pluralidad de ideas, a dejar libres a los que piensan diferente con
respecto al sistema. La derogación de los artículos 145 y 145 bis del
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 113

código penal también se refiere a permitir la libre organización, la


libertad de pensamiento y libertad de actuar. Luis Tomás Cervan-
tes Cabeza de Vaca, de la escuela de Chapingo y participante en el
movimiento del 68 afirma en el libro Diálogos sobre el 68 (2003) que
el movimiento estudiantil de 1968 era fundamentalmente justiciero
y libertario, porque estaba luchando por expresarse, por ser, por
actuar, por intervenir. (p. 94). Tomás Ledesma Fuentes, pintor que
fuera militante del movimiento, piensa que la libertad de expresión
ha crecido después de la matanza estudiantil del 68. “Después del
68 la libertad de expresión se concretó porque se exhibió y mostró
el autoritarismo de un gobierno todo poderoso que para fortuna
de todos también iniciaría su caída” (Guzmán, 2011). Cuenta que en
esa época los medios de comunicación estaban muy controlados
por el gobierno federal, sin embargo, de manera independiente los
estudiantes difundían sus mensajes en contra del sistema repre-
sivo: “Difundíamos el movimiento a través de propaganda hecha
en mimeógrafos caseros que se pegaba y repartía en las calles”
(Guzmán, 2011). Esto ha llevado a algunas personas a afirmar que
el movimiento del 68 es un antecedente de la libertad de prensa.
Miguel Yoldi Marín, miembro del comité de lucha de la Escuela
Nacional de Ciencias Químicas de la unam y representante en el con-
sejo Nacional de Huelga, afirma, en Diálogos sobre el 68 (2003), que
en el 68 se lograron muchas cosas; la participación de todos y la pelea
por la libertad de prensa (p. 96). Para comprender esta afirmación es
importante analizar la situación de la prensa nacional en la década
de los sesenta. Debido a la importancia que ha tenido a lo largo de los
años el movimiento estudiantil, se han escrito diferentes artículos que
hacen referencia a la participación de los medios de comunicación y la
cobertura que dieron al movimiento.
En el libro La verdad negada: informe sobre la guerra sucia del estado
mexicano entre los años 60’s a los 80’s (cihms, 2009: p. 66) se afirma que
conforme se desarrollaba el movimiento y aumentaba la represión,
también crecía la hostilidad de la prensa, la radio y la televisión, que
estaban entregadas al gobierno, casi en su totalidad, esto permitió for-
talecer la identidad del movimiento, que cobró conciencia de sí mismo
y se robusteció. A lo largo del movimiento hubo posturas diferentes
por parte de los medios respecto a la información que daban sobre el
movimiento. Para mostrar este contraste citaremos algunos ejemplos.
114 ⎖ Angélica Montellano García

El 21 de agosto de 1968, se transmitió por televisión, Tele Sistema


Mexicano, un debate sobre las causas del movimiento estudiantil, con la
participación de Iñigo Laviada, Ifigenia Martínez de Navarrete, Heberto
Castillo, Víctor Flores Olea y Francisco López Cámara, que coinciden y
declaran que el conflicto estudiantil a nivel nacional, debía resolverse
a través del diálogo entre autoridades y estudiantes. (CIHMS, 2009:
p. 72). En contraste con este programa, está el noticiero de Jacobo
Zabludovzky, que según recuerda Tomás Ledesma, (Guzmán, 2011) la
noche del 2 de octubre de 1968 el conductor afirmaba que lo sucedido
en la Plaza de Tlatelolco se trataba de un disturbio con sólo cuarenta
muertos. La Prensa, igual que la televisión, mantuvo posturas diferentes
frente al movimiento estudiantil. Excélsior, se caracterizó por publicar
editoriales institucionales cautelosos y moderados, muy cercanos a la
perspectiva oficial, con ex­cepciones como la toma militar de Ciudad
Universitaria y del 2 de octu­bre. La revista Tiempo, dirigida por Mar-
tín Luis Guzmán, quien desde tiempo atrás había sido cooptado por el
Estado, resultó uno de los enemigos más acérrimos del movimiento,
con el encargo oficial de satanizar a los estudiantes y de alimentar la
teoría de la conjura antigubernamental. La Prensa, uno de los diarios
de mayor circulación en aquella época, se alineó rápidamente con el
discurso de las autoridades (Del Castillo, 2008: p. 67).
La historiadora Aurora Cano Andaluz dice en Diálogos sobre el 68
(2003: p. 119), que de acuerdo a la investigación que realizó sobre el
tipo de información publicada en los periódicos sobre el movimiento
estudiantil, los resultados son los siguientes. Uno de los periódicos
que mayor número de notas en favor del movimiento publicó fue El
Día, con un 57% de artículos, el 36% de sus artículos fueron neutrales,
es decir, que no hablaban en favor del movimiento, pero tampoco lo
hacían en su contra y sólo un 7% de notas en contra. Otros periódicos
como El Sol de México, el Universal, Novedades y El Heraldo de México,
publicaron un mayor número de artículos en contra del movimiento
estudiantil, 100%, 79%, 59% y 56% respectivamente. Mientras que
los mismos diarios publicaron las siguientes notas neutrales: 24%
Novedades, 11% El Heraldo y 7% en el universal. Este diario insertó una
columna de Fidel Flores, el 14 de agosto de 1968, titulada “El mundo,
hoy”, con los subtítulos “¿Quiénes manejan a los estudiantes? La táctica
de usar a la prensa extranjera”, en la que reprobaba los disturbios y
apoyaban plenamente la represión por parte del gobierno, a la vez
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 115

que ligaba al movimiento estudiantil mexicano con el socialismo


internacional y los periódicos extranjeros del mismo corte (Diálogos
del 68, 2003: 120). Esta clase de notas son las que desprestigiaban
al movimiento y justificaban la aplicación de los artículos 145 y 145
bis del Código penal, le quitaban la autenticidad de las demandas a
la causa estudiantil y lo exhibían a la opinión pública como parte de
una conjura extranjera para desestabilizar al país, algo muy común
durante la guerra fría. La respuesta del movimiento a este tipo de
ataques fueron los carteles con imágenes, la caricatura política, que ha
sido un recurso para evidenciar públicamente situaciones anómalas
del sistema o de los funcionarios públicos. Esto se ha convertido en
una tradición en nuestro país, desde el gobierno de Porfirio Díaz con
el caricaturista Posadas. Entre los varios carteles realizados dentro
del movimiento estudiantil, retomaré un par de ellos que hacen refe-
rencia a la falta de libertad de expresión en nuestro país y al papel
que jugaba la prensa nacional dentro del sistema.
116 ⎖ Angélica Montellano García

Esta imagen es una referencia de la falta de expresión del pueblo mexi-


cano, que muestra una cadena cerrada por un candado que amordaza
a un hombre. Se usa el logo de los juegos olímpicos, pero también se
muestra el año 68. Los estudiantes hicieron uso de la imagen para
difundir entre la sociedad mexicana su versión de los sucesos, ya que
como vimos en párrafos anteriores la prensa y otros medios de comu-
nicación daban una versión muy cercana a la postura del gobierno.

Imágenes consultadas en Imágenes de Google:


https://www.google.com.mx/search?hl=es-419&site=imghp&tbm=isch&source=hp&bi-
w=1366&bih=667&q=fotos+del+movimiento+del+68&oq=fotos+del+movimiento&gs_l=im
g.1.0.0l10.2057.6953.0.9570.20.10.0.10.10.0.135.1053.5j5.10.0.msedr...0...1ac.1.60.img..0.20.1170.
ZzGIP7zNVkM#facrc=_&imgdii=_&imgrc=zg3gSrAWz-BQsM%253A%3B-
6MItXDLmAML2uM%3Bhttp%253A%252F%252Fmedia.proceso.com.mx%252Fme-
dia%252F2013%252F04%252Fpf-1504030422-Pormexico-EM-2-d-440x293.jpg%3Bht-
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Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 117

Por su parte, en esta imagen se hace referencia al papel de los medios


impresos, a la prensa y se le representa como un perro al servicio
de su amo el gobierno. No sólo en la gráfica se hacía referencia al
papel de la prensa, en los mítines y marchas los estudiantes coreaba
la consigna “Prensa vendida”, la siguiente cita muestra la respues-
ta de los medios a esta denominación. El 14 de agosto de 1968, el
Excélsior publicó un editorial, “Ante la manifestación de ayer”, en
el que se decía lo siguiente: “Ninguno de los que gritan “prensa
vendida” son ni aun remotamente capaces de demostrar que esto
es cierto […]” (González, 2003: p. 120). Además de los carteles con
dibujos, los estudiantes buscaron otros medios para difundir entre
la sociedad los sucesos y la represión vividos por los estudiantes, la
siguiente cita hace referencia a estas estrategias. Ernesto Hernández
Pichardo de la Escuela de Economía de la unam dice (Poniatowska,
1970: p. 66) que la propaganda del movimiento fueron las bardas,
los estudiantes escribían letreros en los costados de los tranvías, en
el techo de los camiones, en el flanco de los trolebuses, en cualquier
muro de la ciudad. “Incluso cuando el Departamento del d.f. borraba
los letreros, quedaban manchones y éstos, en cierta forma también
protestaban. Las pintas, los volantes mimeografiados y nuestros
pulmones fueron nuestra prensa.”
118 ⎖ Angélica Montellano García

Las brigadas fueron otro instrumento de difusión importante del


movimiento. Pablo Gómez, de la Escuela de Economía de la unam y de las
juventudes comunistas dice “Por ejemplo, cuando el ejército ocupó cu,
los estudiantes de la unam estaban dispersos. Sin embargo las brigadas
que funcionaban en cu siguieron trabajando afuera e hicieron volantes
y manifiestos con una orientación determinada […]” (Poniatowska,
1970: p. 70). Este fue un instrumento para dar información sobre el
movimiento alterna a la de los medios de comunicación oficiales. El M68
se caracterizó por esa creatividad para expresarse y denunciar ante la
opinión pública los sucesos que vivía, la respuesta de las autoridades y
el trato que recibían los estudiantes y las instituciones educativas a las
que pertenecían. Abrieron canales de comunicación con la sociedad ante
la cerrazón de los medios de comunicación. Desarrollaron estrategias
variadas, que van desde las pintas en las bardas y los camiones, pasando
por las caricaturas políticas y propaganda impresa, hasta las brigadas
que transmitían la información de forma oral, esta última estrategia le
permitió al movimiento tener mayor contacto con la sociedad y generar
simpatía y apoyo por parte de otros sectores. Si bien la intención del
movimiento no era demandar una libertad de prensa en nuestro país,
sí ayudo a evidenciar la postura de los medios de comunicación con
respecto al gobierno, así como el tipo de información que se difundía
en torno a los movimientos sociales, la cual buscaba dar una imagen
negativa con respecto a sus actores sociales y distorsionaba los objetivos
del movimiento, con el fin de deslegitimarlo frente a la opinión pública.

La sociedad civil y el M68

Al M68 se le ha caracterizado como un parteaguas en el surgimiento


de la sociedad civil en México. En una sociedad cuya población había
asumido un comportamiento sumiso respecto a las decisiones del
gobierno, era difícil pensar en una organización que demandara
cambios dentro del sistema. Es cierto que el M68 no era el primer
movimiento social que se desarrollaba en México, en 1958 se desa-
rrolló el movimiento magisterial, en ese año también se desarrolló
el movimiento de ferrocarrileros, ambos por cuestiones de demanda
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 119

de salarios y procesos más transparentes en la elección de sus líde-


res sindicales; el movimiento médico en 1964, y varios movimientos
estudiantiles en diferentes partes de la república antes de 1968.
Sin embargo, es el M68 el que demanda un cambio en las leyes y las
instituciones del sistema, las cuales hacen referencia a una forma de
gobierno muy particular: la represión como mecanismo de control
social. En el artículo de Olvera (2004) citando a Alexander, se dice
que el eje fundamental de la sociedad civil es un eje de valores y
principios que inducen a un activismo cívico que construye canales de
incidencia hacía el mercado y el Estado. En un manifiesto a la Nación,
el Consejo Nacional de Huelga responde al IV informe presidencial
de la siguiente manera:
[…] El Presidente sólo dejó una disyuntiva a quienes desde el Zócalo,
hemos exigido una respuesta a las demandas con concentraciones
populares: o aceptamos sus “soluciones” sin seguir presionando; o
se reprime, ahora en definitiva, este movimiento popular apelando al
ejército, la marina y la aviación… Negamos que por nuestra parte exis-
tan presiones ilegítimas hacia el gobierno; pero la falta de respuesta a
una demanda lleva necesariamente a la acción popular, única vía que
queda abierta ante un régimen sordo y mudo (CIHMS; 2009: p. 78).
El M68 comenzó con un activismo cívico guiado por el principio de legi-
timidad y por el valor de la libertad que ante la cerrazón del gobierno
desarrolló la movilización como estrategia para abrir canales hacia el
gobierno y obtener una respuesta positiva a sus demandas. La sociedad
civil nace en la historia moderna como un recurso de los pueblos para
poner límites a los Estados absolutistas y para establecer derechos
y garantías de los ciudadanos dentro de un régimen de gobierno. La
sociedad civil es un proceso histórico y en cada nación se desarrolla
en tiempos diferentes, con actores diferentes y no existe un modelo
único de sociedad civil. La sociedad civil moderna no puede concebirse
sin instituciones como el mercado, el Estado, el derecho y la libertad
de asociación. En este sentido, el movimiento estudiantil inicia con
una demanda fundamental, el derecho a la libertad de asociación y la
libertad de expresión. La posibilidad de generar asociaciones fuera
del corporativismo oficial, la demanda de libertad para pensar y
expresar ideas diferentes al sistema.
En la actualidad la sociedad tiene algunas ideas sobre las mani-
festaciones y su grado de efectividad para lograr las demandas de los
120 ⎖ Angélica Montellano García

grupos que las realizan. En la encuesta que el Gabinete de Comunica-


ción Estratégica (gce) realizó el 2 de octubre, del presente año, con
motivo de la conmemoración de la masacre en Tlatelolco, publicada
en el artículo “Recuerdo del Movimiento Estudiantil del 68 divide a
mexicanos” (2/10/2014) se preguntó a los encuestados si están de
acuerdo con la frase “protestar no sirve para nada” y los resultados
fueron que 52 de cada cien personas dijeron que no comparten esa
idea; 36% indicaron que están totalmente en desacuerdo con ella y
16% algo en desacuerdo. Sin embargo, 41% señalaron que la frase es
verdad, de los cuales el 16% dicen que están de muy de acuerdo con
ella y 25% que están de acuerdo con ella sólo algo. A cincuenta años
del movimiento estudiantil, la realidad mexicana ha tenido algunos
cambios. En la actualidad, las marchas son actos que se realizan con
mucha frecuencia, sobre todo en la capital de la república, el Zócalo
de la capital está casi siempre ocupado por marchas, mítines, plan-
tones, y todo tipo de manifestaciones casi todos los meses del año.
Estas condiciones llegan a molestar a la población, como lo muestran
los datos proporcionados por el gce que se publicaron en el artículo
“Recuerdo del Movimiento Estudiantil del 68 divide a mexicanos”
(2/10/2014) cuando respondieron a la pregunta ¿estas protestas se
deberían prohibir cuando afecten a otros ciudadanos? El 70.1% de
los mexicanos respondió que sí, que deben prohibirse, pero 25.3%
manifestó su rechazo a esa idea y 4.4% se quedó callados o dijo “no
sé”. Son más las mujeres (72 de cada cien) que están en favor de que se
cancelen las protestas callejeras, idea que apoya el 68% de los hom-
bres. Sin embargo, el movimiento del 68 no sólo fueron marchas, el
movimiento desarrolló otras actividades que ayudaron a fortalecerlo
y a establecer contacto con otros sectores de la sociedad.
En el citado libro La verdad negada: informe sobre la guerra sucia
del estado mexicano entre los años 60’s a los 80’s (cihms, 2009) se men-
ciona el apoyo que recibió el movimiento por parte de profesores y
padres de familia. La Coalición de Profesores de Enseñanza Media y
Superior Pro Libertades Democráticas, con representación de todas
las escuelas del ipn y de la mayoría de la unam, decidieron hacer
suyos los 6 puntos del pliego petitorio del cnh y sumarse a la huelga
general convocada por el movimiento estudiantil. También los padres
y madres de familia por medio de las sociedades de padres de familia
de diversos planteles dieron cobertura moral al movimiento (p. 68).
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 121

El apoyo y solidaridad con el movimiento no se quedó en los grupos


más cercanos a los estudiantes, se extendió a otros sectores de la
sociedad. En el libro La noche de Tlatelolco (1970), Elena Poniatowska
cita las declaraciones de varios participantes en el movimiento y sus
experiencias, tal es el caso de Antonio Careaga García, vendedor de
ropa, que dice lo siguiente: “No, yo no soy estudiante, pero soy joven,
era yo comerciante, vendía ropa, pero me atrajo mucho el Movimiento
Estudiantil, su pliego petitorio, la posibilidad de que cesara la repre-
sión policiaca y la arbitrariedad en que vivimos todos. La primera vez
que hicimos un mitin fue en el mercado grande de Tacuba. Logramos
juntar tres mil personas…” (p. 31).
Locatarios y vendedores de Santa Julia, acudieron al cnh en busca
de apoyo jurídico para liberar a 240 vendedores ambulantes, encar-
celados en la delegación Iztacalco. En la explanada de la delegación se
reunieron trescientos estudiantes junto con familiares de los detenidos
hasta lograr su liberación (cihms, 2009: p. 74). Además de vendedores,
hubo un grupo de campesinos de Topilejo que se unieron a los mítines
organizados por los estudiantes a lo largo del movimiento. Gilberto
Guevara Niebla, del cnh, narra el suceso (Poniatowska, 1970: 45-46).
Durante el mes de agosto, en la carretera que conduce a Topilejo, un
autobús de la línea que llegaba al pueblo se volcó y resultaron varios
muertos y heridos. La compañía de autobuses no quería pagar las
indemnizaciones que correspondían y los campesinos acudieron con
los estudiantes a la Escuela Nacional de Economía de la unam, quienes
decidieron apoyarlos. Se pusieron al servicio de los campesinos los
autobuses de la unam para que cumplieran el servicio de transporte
que había sido suspendido; estudiantes de enfermería, de agricultu-
ra, de trabajo social y de medicina empezaron a dar orientaciones
sobre sus especialidades, establecieron en Topilejo un campamento
“El Soviet”. Dieron conferencias y platicas a la población sobre los
derechos que les asistían. Con el apoyo de los estudiantes la empresa
de autobuses se vio obligada a ceder y pago las indemnizaciones que
correspondían a las familias de los muertos, y se comprometieron
a cambiar las unidades de transporte. Las autoridades aceptaron
reparar el camino para evitar accidentes.
Hubo otros sectores de la sociedad mexicana que simpatizaron
con el movimiento estudiantil. El grupo de sindicatos independientes
firmo un desplegado publicado en El Día el 13 de septiembre de 1968,
122 ⎖ Angélica Montellano García

encabezaba la lista de firmantes Othón Salazar, por el movimiento


Revolucionario del Magisterio. Treinta y siete sacerdotes se hicieron
solidarios con el movimiento en El Día, el 11 de septiembre de 1968
(Poniatowska, 1970: p. 47). Nuevamente referimos al libro La verdad
negada: informe sobre la guerra sucia del estado mexicano entre los años
60’s a los 80’s (cihms, 2009) para recuperar la mención que ahí se hace
a otros grupos sociales que se solidarizaron con el movimiento. El 27
de agosto los médicos residentes e internos del Hospital General se
declararon en huelga de solidaridad con el movimiento estudiantil.
La sección 37 del sindicato de Trabajadores Petroleros de México
realizó un paro en apoyo al movimiento. También cinco escuelas de la
universidad de Puebla y la Escuela Vocacional de Enseñanza Especial
decretaron un paro de diez días (p. 74) También organizaciones de
sectores disidentes al gobierno saludaron al movimiento. El 1 de agosto
de 1968 la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, en carta de su
dirigente Genaro Vázquez Rojas, envió un mensaje al pleno del cnh,
que fue difundido como volante en las asambleas estudiantiles. (p. 68).
La consigna “Únete pueblo”, que los estudiantes coreaban en las
manifestaciones, no se quedó en una frase, a través de las brigadas
buscaron concretarla. Salvador Martínez della Rocca, del Comité de
Lucha de la Facultad de Ciencias de la unam, lo expresa de la siguiente
manera en el libro La noche de Tlatelolco (1970). “¿Sabes?, las briga-
das eran la vida del movimiento. La gente iba a las manifestaciones
por las brigadas. ¿Por qué seguía toda la gente a los estudiantes? Por
las brigadas, porque antes habíamos “volanteado” en los camiones,
los trolebuses, los mercados, los grandes almacenes, los talleres, las
esquinas en las que hacíamos mítines relámpago y nos pelábamos
hechos la mocha apenas olíamos un granadero […]” (p. 31). Los estu-
diantes realizaron una labor de difusión e informaron a la sociedad
mexicana sobre sus demandas, con las que se sintieron identificados
algunos jóvenes, aunque no fueran universitarios, la represión que
vivía la sociedad en general unió a diferentes sectores en torno a un
mismo objetivo. A pesar de las diferencias en el nivel de estudios, en
la ocupación, en la edad o hasta en los credos religiosos, como es el
caso de los sacerdotes que se manifestaron en favor de los estudiantes,
el movimiento logró generar una identidad colectiva, que congrego a
personas de diferentes grupos sociales, el movimiento del 68 contó
con la solidaridad de personas que no eran estudiantes, como madres
Impactos sociales y políticos del M68 ⎖ 123

de familia, comerciantes, obreros y algunos campesinos. La labor de


difusión que desarrollaron los estudiantes a través de las brigadas per-
mitió que campesinos, obreros y personas ajenas a las universidades
se informaran sobre el movimiento y tuvieran una versión diferente
a la que se daba en los medios de comunicación. La lucha de los estu-
diantes no se limitó al espacio de sus escuelas, fue más allá, visitó a
los comerciantes, a los campesinos y a algunos sectores obreros; no
se quedó en la solicitud de apoyo a la sociedad, sino que brindo ayuda
a los grupos que se acercaron a solicitarlo. El apoyo a los campesinos
de Topilejo y a los comerciantes de Santa Julia, son un ejemplo de las
acciones de apoyo que los estudiantes dieron a la sociedad. A través de
su labor informativa y de denuncia sobre las acciones realizadas por
el gobierno contra el movimiento, lo desenmascararon y generaron
en las personas una visión diferente sobre el sistema.

Conclusiones

A manera de conclusión, me gustaría retomar una idea de Marcelino


Perelló plasmada en el libro Diálogos sobre el 68 (2003). “Es curiosa
esta pervivencia del 68, en una época en la que todo es desechable, la
época de las modas, del consumo, y cuando digo consumo lo digo en
los dos sentidos de la palabra, adquirir, pero también de consumir,
quemar […]” (p.40). La marcha conmemorativa que año tras año se
realiza el 2 de octubre, nos habla de la pervivencia del movimiento, los
artículos en el periódico, las notas en los noticieros sobre la marcha
permiten que en el imaginario colectivo siga presente lo sucedido el 2
de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. Con
base en mi experiencia docente, puedo afirmar que la marcha del 2 de
octubre se ha convertido en un espacio donde se genera una identidad
colectiva juvenil, cuando los estudiantes de las nuevas generaciones
acuden a la marcha como participantes activos, se sienten identifica-
dos con las actividades desarrolladas en la manifestación y a pesar
de no conocer mucho sobre el movimiento, se sienten parte de él. Se
ha olvidado mucho del movimiento social, aunque sigue presente la
imagen de la represión. Confío en que los foros y las conferencias
124 ⎖ Angélica Montellano García

que se realizan en diferentes espacios, sobre todo los universitarios


a cincuenta años de este movimiento estudiantil-popular, permitan
mantener vigente el recuerdo del movimiento para reflexionar en torno
al mismo; valorar los aportes que brindó en materia de libertad de
expresión, formación de la sociedad civil y democracia participativa;
y retomar esas experiencias para fomentar una formación ciudadana
que ayude a fortalecer una cultura política participativa dentro de
nuestro país. Es importante no olvidar la represión del gobierno, es
necesario analizar el uso de la misma por nuestras autoridades, sólo
así se puede evitar que vuelvan a ocurrir sucesos similares.
125

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127

El M68 frente al régimen político:


un legado para la juventud mexicana

José Luis Chávez García23

Introducción

El propósito del siguiente artículo es compartir una reflexión resul-


tante del análisis comparativo entre el legado de la generación de
1968 respecto de los retos que enfrenta la juventud mexicana contem-
poránea, que incluye el estudio de los elementos característicos del
régimen político de ayer y hoy, pues se pretende rescatar las rupturas
y las continuidades del régimen político mexicano en este periodo;
además, se cuestiona la participación de los grupos policiales-mili-
tares como instrumento al servicio del Estado para garantizar la paz
y orden sociales; también, se explora la naturaleza de la política del
gobierno en su intento por resolver las demandas sociales, la oposición
política y las manifestaciones estudiantiles, éstos últimos interesados
en defender los espacios de educación y libertad, o bien, preocupados
por transitar hacia una democracia social-sustantiva, que asegure la
justicia social para el conjunto de la sociedad en el país.

El contexto internacional en la década


de los años sesenta del siglo xx

El contexto internacional de la década de los años sesenta del siglo


xx es un referente obligado para explicar las causas y característi-
cas del movimiento estudiantil de 1968 en México, un periodo de la

23 Profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social-unam.


128 ⎖ José Luis Chávez García

historia dominado por el modo de producción capitalista, sostenido


por los países desarrollados que imponen sus intereses sobre los
países subdesarrollados, ello encarnó una lucha entre el centro enri-
quecido y la periferia empobrecida (Brom, 2003: p. 114); por tanto,
los movimientos sociales de los países subdesarrollados tendrán
que explicarse a raíz de la dinámica económica y los anhelos de los
países desarrollados por alcanzar máximas tasas de ganancia en
su favor; además del esfuerzo de los países subdesarrollados por
consumar su soberanía (Castells, 2004).
Por otro lado, el periodo de estudio se caracterizó por la exis-
tencia de una política internacional marcada por la disputa ideológica
entre los Estados Unidos (eua) y la Unión Soviética (urss), países
hegemónicos que se disputaron el control económico-político de
inmensas regiones fuera de su espacio geográfico continental; de
esta manera, el área de influencia de los eua fue Europa Occidental
(otan), América Latina y algunos países de Asia (Corea del Sur y
Japón); en cambio, la urss mantuvo su área de influencia sobre
todo en Europa Oriental (Pacto de Varsovia); aunque ésta potencia
mantuvo relaciones importantes con países como Corea del Norte,
Cuba y China, etc.; sin embargo, la política expansionista de ambas
potencias sufrió un revés tanto en Vietnam (en contra de los inte-
reses de eua) como en Afganistán (en contra de los intereses de la
urss) (Hosbawm,1997).
Entonces, la dinámica económica-política prevaleciente en
la década de los años sesenta representó la principal fuente de
inspiración juvenil para cambiar el sistema económico-político,
debido a que no era representativo de sus anhelos e intereses, en
otras palabras, porque las estructuras económicas y políticas evi-
denciaron su desfase respecto de las transformaciones sociales y
culturales que experimentaron las sociedades tanto en eua como
en Europa, sobre todo; aunque sus repercusiones se registraron en
otras regiones del mundo (Hosbawm,1987). Por tanto, el motivo de
las manifestaciones juveniles se centró en el tránsito de una sociedad
conservadora hacia otra incluyente y con libertades perdurables
(económicas, políticas, sociales, culturales).
El M68 frente al régimen político: un legado para la juventud mexicana ⎖ 129

El contexto nacional en la década


de los años sesenta del siglo xx

El contexto nacional en la década de los años sesenta del siglo xx dio


razón del agotamiento del modelo económico sustitutivo de importa-
ciones –en su modalidad del desarrollo estabilizador y su posterior
transformación en desarrollo compartido–, que significó el fin del
Milagro mexicano. Por tanto, la decadencia económica derivó en la
descapitalización del campo y la expulsión forzada de campesinos
hacia los centros urbanos –inclusive hacia los eua–; consecuente-
mente, la migración forzada condujo a los campesinos a integrarse
a los sectores populares de las ciudades como el Distrito Federal
(df), cuyas necesidades aumentaron la demanda de servicios de
salud, vivienda, empleo, educación, etc.; además, las consecuencias
económicas negativas disminuyeron el poder adquisitivo de la clase
media mexicana (Cosío et al, 1983: pp. 167-179).
Aunado al agotamiento del modelo económico, el régimen
político mexicano entró en una etapa de crisis política, sobre todo
en materia de su legitimidad, ya que su fuente revolucionaria gra-
dualmente perdió relevancia social; también, porque el gobierno
mexicano mantuvo una postura represiva en contra de los grupos
opositores al régimen, al que acusaban de mantener características
de un modelo autocrático más que democrático; además, por su
intolerancia sistemática a las manifestaciones públicas contrarias al
gobierno, el caso ejemplar fue la represión en contra de ferrocarri-
leros, maestros y médicos en 1958 quienes defendían sus derechos
sociales (Cosío et al, 1983: pp. 157-164).
Consecuentemente, el gobierno mexicano respondió a las deman-
das sociales y políticas de la ciudadanía con la propagada oficial en
favor del nacionalismo revolucionario, una apología que pretendía
contrarrestar la deslegitimación del régimen político; de ahí que los
juegos olímpicos se convirtieran en una vitrina que intentó ocultar
la realidad cambiante de México, que gradualmente fue perdiendo el
prestigio de ser un milagro económico y el ejemplo para el resto de
naciones en vías de desarrollo (Zermeño, 2003: pp. 72-88). Por ende,
el cambio de nuestro país fue protagonizado por los estudiantes
(bachillerato y universidad), profesores, obreros, campesinos, amas
130 ⎖ José Luis Chávez García

de casa, empleados (ferrocarrileros, electricistas, petroleros, etc.); en


cambio, los apologistas del régimen fueron los funcionarios públicos,
la élite empresarial (nacional e internacional), el clero, etc., quienes
apostaban a la continuidad del sistema política gracias a la lealtad
institucional de las fuerzas policiales y militares.

El sistema político mexicano

El sistema político mexicano prevaleciente en la época se caracterizó


por la omnipresencia del Partido Revolucionario Institucional (pri),
cuyos orígenes se remontan a 1929 (nació como Partido Nacional
Revolucionario [pnr] y luego se transformó en Partido de la Revo-
lución mexicana [prm]). Así, el pri concentró a la clase política del
país, su jefe era el presidente de la República, quien también era jefe
de Estado y gobierno; sin embargo, la jefatura partidista en manos
del presidente fue parte de las funciones metaconstitucionales
(Carpizo, 1980: pp. 19-28) concedidas al Ejecutivo nacional, ya que
la Constitución no contempló este encargo al presidente mexicano;
así que, en la práctica, el pri se instituía en gobierno y viceversa.
Lo anterior explica porque el pri funcionó como un partido de
masas y agrupó a la sociedad a partir de tres sectores: campesino
Confederación Nacional Campesina (cnc), obrero (Confederación de
Trabajadores de México (ctm) y popular (Confederación Nacional
de Organizaciones Populares (cnop) (Cosío et al, 1983: pp. 157-
164); por lo cual, la maquinaria disciplinaria priista canalizaría
las demandas sociales e intentaría amalgamarlas en su plataforma
política-electoral, porque después serían incorporadas a los planes
de gobierno, por ejemplo, a través de la política social o la política
económica; de modo que el gobierno sustentó su ejercicio en una
extensa y compleja red corporativa-clientelar, cuyo eje operativo
fue el pri, de ahí su relevancia no sólo en la esfera gubernamental
sino social.
Por tanto, el papel del pri dentro del sistema político mexicano
cumplió una función preponderante como filtro de las demandas
sociales; no obstante, tal papel lo cumplió gracias a la inexistencia
El M68 frente al régimen político: un legado para la juventud mexicana ⎖ 131

de otros partidos políticos que compitieran por el poder político


de manera real, ya que los votos conseguidos por el Partido Acción
Nacional (pan) no eran suficientes para obtener el triunfo electoral;
de ahí que el sistema político-electoral mexicano fuese catalogado
como modelo de partido hegemónico (Sartori, 2000), debido a que la
suma de los votos obtenidos por los partidos de oposición no eran
suficientes para desplazar del gobierno al pri. Consecuentemente, el
sistema político mexicano, que tuvo en sus manos la responsabilidad
de resolver las peticiones de la generación de 1968, era eminentemente
corporativista y clientelista; además, el régimen estaba desfasado,
pues sus apologistas insistieron en imponer a la sociedad los valores
de una ideología nacionalista que se encontraba en decadencia y des-
legitimada, sobre todo por la corrupción en la práctica gubernativa,
la permanencia de una sociedad desigual y la falta de espacios de
libertad; también, el gobierno mantenía una postura incongruente,
ya que pregonaba ser democrático en el discurso; pero en los hechos
daba muestras de ser autocrático, sin omitir que conservaba rasgos
del presidencialismo de herencia porfirista, de ahí que poseyera
atributos similares a los característicos de regímenes pretorianos
como los registrados en Sudamérica o Europa (Chile de Pinochet,
Argentina de Videla o España de Franco, etc.) (Lowenthal y Treverton,
1996; Requeijo, 2006).

Las peticiones del M68 en México

Las peticiones del M68 en México se circunscribieron a la consecución


ciudadana de los derechos civiles, políticos y sociales, cuyo epicen-
tro mundial se ubican tanto en el siglo xviii, xix y xx, es decir, las
principales demandas del movimiento evidenciaron: la inoperancia
real de los postulados de la Constitución de 1917, referentes a las
garantías fundamentales vinculadas con el derecho a la educación
o a la huelga (Zermeño, 2003: pp. 41-54); también, denunciaron la
limitación del Estado acerca de la libertad de tránsito, asociación y
expresión, etc., una lucha civil cuya data es muy lejana en el tiempo
(Kymlicka, 2001; Bodenheimer, 1986); además, la lucha incluyó la
132 ⎖ José Luis Chávez García

defensa de los derechos políticos (elecciones efectivas, votar y ser


electo), pues la sociedad mexicana pretendía transformar la demo-
cracia procedimental –impulsada por el gobierno mexicano– por una
democracia sustancial y social, cercana a las necesidades y anhelos
socioeconómicos de la población.
Por tanto, el M68 en México representó la consecución de la
mayoría de edad de la sociedad mexicana, la cual luchó en contra del
gobierno para que le fueran reconocidas las garantías constitucio-
nales, particularmente, que se garantizara la inclusión social de los
jóvenes para incorporarlos a la vida socio-política del país, quienes
eran la muestra de una renovación generacional cuyas aspiraciones
apuntaban hacia una sociedad progresista, de ahí las característi-
cas de sus manifestaciones culturales (lo viejo vs lo nuevo), su afán
por favorecer la pluralidad (bellas artes) y la tolerancia a lo diverso
(sexualidad), sobre todo, su interés para que prevaleciera la justicia
social y se revirtiera la condición de las clases desfavorecidas.

La respuesta del gobierno mexicano


a las peticiones del M68

La respuesta del gobierno mexicano a las peticiones del M68 fue


la represión, que incluyó amenazas, torturas, desapariciones y el
asesinato. Así que los cuerpos policiales y el ejército se convirtieron
en el brazo represor de la sociedad por mandato de la clase política.
De esta manera, los cuestionamientos sociales fueron concebidos
por el régimen mexicano como una altísima agresión que ponía en
riesgo el status quo, es decir, los creadores del paternalismo revolu-
cionario –impuesto a la sociedad– asumieron que las demandas de
los estudiantes eran un intolerable agravio a su proyecto nacional
(Zermeño, 2003: pp. 285-290). Consiguientemente, los políticos de la
época instrumentaron la represión en contra de quienes pensaron
diferente, de quienes denunciaron las limitantes del sistema político
en materia democrática y en materia de las garantías constitucionales,
razón por la cual el gobierno mexicano perpetró la masacre estudiantil
El M68 frente al régimen político: un legado para la juventud mexicana ⎖ 133

como lo hubiera hecho Luis XIV: “el estado soy yo”, en otras palabras,
la respuesta se apegó al mejor estilo del absolutismo europeo de los
siglos xvii y xviii. Por esto, el discurso oficial incluyó una retórica
intimidatoria, que pretendió aislar al adversario clave del resto de
la sociedad, es decir, a los estudiantes. Vale la pena recordar que la
responsabilidad del Estado mexicano, como una consecuencia directa
de su responsabilidad en la represión estudiantil, incluyó una amplia
gama de violaciones a las garantías constitucionales (habeas corpus):
espionaje, desapariciones, golpizas, presos políticos, asesinatos, etc.;
por ende, la vulneración al estado de derecho fue evidente; sin embar-
go, el gobierno en todo momento justificó la represión porque de esa
manera se garantizaba supuestamente el orden y la paz social en el
país, sin omitir su dudoso afán de defender la soberanía nacional de
intereses externos (Cuba, eua, Francia y urss); aunque, en realidad,
el gobierno estigmatizó la lucha social a través de un chovinismo
demencial. Por otra parte, la represión estudiantil fue silenciada por
los medios masivos de comunicación, que por cierto deben refrendar
periódicamente la concesión de los mismos frente al el Estado. Así,
la tónica en los medios –antes y después del 2 de 1968– fue linchar
pública y sistemáticamente a los estudiantes en particular y al movi-
miento social en general; pero la encomienda principal impuesta por
el gobierno a los medios fue que deslegitimaran a cualquier costo las
demandas del movimiento; conque éstos se convirtieron en una espe-
cie de gran corte de justicia, paralela a la oficial, ya que enjuiciaron a
los estudiantes, no les brindaron espacios para escuchar su voz y les
impusieron penas que los convertían en el principal enemigo público.
Además, el hecho de aislar a los jóvenes, deslegitimar sus deman-
das y convertirlos en culpables ipso facto, etc., tenía otro fin específico:
infundir miedo en la población para conservarla inmóvil, de ahí que
los jóvenes fueran tratados por los medios de comunicación masiva
como rebeldes sin causa, desadaptados o locos (Foucault, 2012), ya
que el propósito del gobierno era conservar el poder; por esto puso en
movimiento la estructura de incentivos corporativistas y clientelistas
para impedir que más sectores sociales se incorporaran al movimiento,
a través de sindicatos blancos y sus líderes charros, los cuales cerraron
filas con la clase política y presionaron a sus agremiados para que
no se solidarizaran con los estudiantes. Vale la pena destacar que el
Poder judicial en México (Tena, 1988), en la época referida, no brilló
134 ⎖ José Luis Chávez García

por su compromiso en la defensa de las garantías constitucionales o


del estado de derecho, sino por descargar la pesada maquinaria legal
en contra de los estudiantes, generalmente con argucias y argumentos
falaces, pues la consigna gubernamental era clara: la criminalización
de la lucha social; teniendo en cuenta esto, los miembros del Poder
legislativo y judicial instrumentaron reformas para reducir la “edad
jurídica” de los jóvenes (pasar de veintiún a dieciocho años) para con-
vertirlos en sujetos de juicio penal e imputarles mayores castigos, ello
con la anuencia de la Secretaría de Gobernación, cuyos funcionarios
hicieron desde entonces gala del arte de la mentira y la simulación.

El ejército

El ejército tuvo un papel tristemente relevante en el movimiento


estudiantil, pues fueron el brazo ejecutor de las decisiones que toma-
ron tanto el presidente Gustavo Díaz Ordaz como su secretario de
gobernación Luis Echeverría; aunque, desde décadas anteriores, los
militares se había encargado del acecho sistemático en contra de los
grupos disidentes al régimen, sobre todo los sindicales; no obstante,
su labor se efectuaba en espacios poco evidentes para la sociedad en
su conjunto. De esta manera, antes de 1968, los militares mantuvie-
ron una dinámica de acción real, discreta e implícita, o de “carácter
pasivo” en la sociedad; consecuentemente, la intervención militar
en la vida social y política fue menos observable para la ciudadanía.
Así, la presencia de las fuerzas armadas no era notoria sino velada,
disfrazada, oculta, al menos una parte importante de sus actividades
(estrategias y objetivos, números, costos, etc.) fueron parte de la
discrecionalidad del gobierno mexicano. Sin embargo, no olvidemos
que las tareas (aunque “pasivas” o silenciosas) encomendadas a los
militares fueron dictadas por el gobierno mexicano –debido a que el
presidente es el jefe supremo de las fuerzas armadas–, debido a que
así convenía a los integrantes de la cúpula en el poder; ello explica
la intervención del ejército en las represiones sindicales de 1958, la
persecución y asesinato de líderes sociales (Genaro Vázquez y Lucio
Cabañas) o el aniquilamiento de otras propuestas políticas (Liga 23
El M68 frente al régimen político: un legado para la juventud mexicana ⎖ 135

de septiembre). Por tanto, la participación militar en la masacre de


civiles y estudiantes en 1968 demostró que la represión y el acoso social
eran la primera razón de sobrevivencia del régimen priista, de ahí que
la criminalización de la lucha social y el espionaje contrainsurgente
se mantengan hasta el presente. Entonces, los militares tuvieron un
papel corresponsable en la represión del movimiento estudiantil;
sin embargo, hasta la fecha, ni políticos ni militares, que se vieron
envueltos en casos de represión, han sido castigados ejemplarmente
por sus crímenes, ya que el amasiato político-militar descansó en una
base de complicidades mutuamente gratificadas: el gobierno priista
conservó el poder y los militares recibieron un trato preferencial
(régimen de excepción que les ha dado considerables privilegios).

La lucha contrainsurgente

La lucha contrainsurgente mexicana de los años sesenta estuvo ins-


pirada en la experiencia norteamericana y su carrera por derrotar
a la urss; aunque ambas tienen diferencias respecto del “enemigo a
vencer”, pues los norteamericanos construyeron un aparato ideoló-
gico para afirmar el modelo capitalista –the american way of life– en
el mundo y para socavar la experiencia socialista que ganaba adeptos
(Requeijo, 2006); en cambio, el gobierno mexicano se montó en la
maquinaria ideológica norteamericana para nulificar la oposición
interna al régimen político, veamos. Los presidentes norteamericanos
que gobernaron ese país, entre la década de los años sesenta y los
ochenta (Kennedy, Jonson, Nixon, Ford, Carter, Reagan), dispusieron
unilateralmente detener el “avance comunista” no sólo en sus territorio
sino en el continente americano (una especie de paranoia contra la
propuesta socialista), de ahí que, desde entonces, los estadounidenses
impongan su modelo económico y de seguridad nacional al resto de
los países del continente; así, la estrategia geopolítica de eua moldeó
las agendas militares y policiales de los gobiernos latinoamericanos,
a través de la Agencia Central de Inteligencia (cia) y del Buró Federal
de Investigaciones (fbi). Consecuentemente, la creación de un Estado
policíaco-represor-espía respondió al propósito de detener la pro-
136 ⎖ José Luis Chávez García

puesta socialista de los años sesenta (Requeijo, 2006; Brom, 2003).


En consecuencia, los estadounidenses consideraron pertinente
erradicar la propuesta socialista –que en el papel ofrecía la emanci-
pación social del capitalismo y la reconstrucción de una sociedad sin
propiedad privada–, pues calcularon que su hegemonía disminuiría
no sólo en la región americana sino en todo el mundo, por ello se
acogieron a la doctrina de la seguridad nacional. Lo anterior explica
por qué el gobierno norteamericano destinó importantes recursos
para consolidar su democracia imperial a costa de las naciones
latinoamericanas (Cuba, El Salvador; Nicaragua, Guatemala, etc.),
específicamente, a través del financiamiento de los cuerpo armados
regulares (apoyo técnico y asesoría a los ejércitos) e irregulares
(incluido el sostenimiento de mercenarios, contrainsurgentes, para-
militares, guardias blancas, etc.). Pero la doctrina de la seguridad
nacional impuesta por los eua fue bien recibida por algunos de los
regímenes dictatoriales de América Latina, como fue el caso de Brasil
y Argentina; aunque no fueron los únicos países que adoptaron dicha
doctrina para resolver sus crisis políticas internas, pues otros países
como el nuestro recuperaron la parte que justificaba la intervención
militar para imponer el orden social:
Fue en Brasil, a mediados de la década del sesenta que se implantó
por primera vez la sofisticada maquinaria de la represión hoy típica
de las autocracias militares de América Latina. La obsesión del anti-
comunismo, la guerra antisubversiva, la ideología de un desarrollo
dependiente relacionado con el concepto de “seguridad nacional”,
contribuyeron a la elaboración de una compleja red de organismos
y cuerpos represivos, bajo la responsabilidad directa de las fuerzas
armadas.
<Uno de los rasgos más destacados del régimen brasileño es la exten-
sión del aparato de represión y su penetración en todos los rodajes de
la sociedad civil>, escribió Le Monde Diplomatique en 1976 (Reimann
y Rivas, 1980: p. 191).
Basada ideológicamente en la llamada ‘doctrina de la seguridad nacional’
y utilizando como instrumento el terrorismo de Estado, [la junta militar
de Argentina de los años setenta] desató una feroz represión sobre todas
las fuerzas populares y creó un clima de terror e impotencia colectiva
que afectó a todo el cuerpo social […] Al mismo tiempo se intentó con-
dicionar al país en lo económico y en lo jurídico. Se ejerció una acción
El M68 frente al régimen político: un legado para la juventud mexicana ⎖ 137

planificada de influencia ideológica sobre la población, usando para


ello los medios masivos de comunicación […] De estos modos se logró
condicionar a las mayorías para que vieran como admisible el horror
(Eroles, 2001: pp. 94-95). Sin embargo, la estrategia norteamericana
anti-socialista también se hizo una realidad implícita en países como el
nuestro; aunque, la motivación de la clase política mexicana, al apoyar-
se en los militares, era convertirlos en instrumento de control social,
debido a que ello respondía al interés de conservar su condición de
clase privilegiada; así, los anhelos sociales por acceder a la democracia
o por hacer efectivo el estado de derecho pasaron desapercibidos para
el gobierno, el cual no hizo frente a un “enemigo externo”, como fue el
caso norteamericano y su doctrina de la seguridad nacional; aunque,
en el discurso oficial se hicieron alusiones contrarias al comunismo.
Por ende, la función de los militares en la década de los años sesenta fue
sostener al régimen priista mediante la represión social, debido a que
el modelo de “partido hegemónico” carecía de legitimidad política; por
extensión, el ejército fue el instrumento utilizado por el gobierno para
disolver violentamente las demandas ciudadanas que exigían la demo-
cratización del país. Además, la clave para tener a los militares del lado
de la clase política consistió –como hasta la fecha– en garantizarles un
trato de excepción sorprendente, que incluía privilegios como sueldos
importantes, el fuero y sus tribunales exclusivos –cuando menos para
alagar a los mandos medios y superiores–.

El legado del M68

El legado del M68 explica las transformaciones registradas en México


en las décadas posteriores. Así, las siguientes generaciones de jóvenes
adquirieron mayor conciencia social: a) nos enseñaron que los gobier-
nos no son perfectos ni eternos; b) que la acción colectiva es la fuerza
transformadora de la estructura y las relaciones sociales (Touraine,
1990: pp. 25-37; Melucci, 1999: pp. 9-54); c) que el cambio socio-político
no necesariamente será promovido por los partidos políticos; d) que
la transformación social descansa en movilización ciudadana; e) que
los anhelos de libertad, igualdad social o defensa de la democracia son
138 ⎖ José Luis Chávez García

parte del derecho que poseen las sociedades a soñar en nuevos mundos
posibles (Van Dijk, 1991). Consecuentemente, las reformas políticas y
electorales instrumentadas en el país promovieron la apertura de los
canales de participación y representación política; además, permitieron
la participación de más partidos, como fue el caso de la Ley Federal de
Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (lofppe) de 1977,
la cual incorporó a los partidos políticos de oposición a la lucha por el
poder político, sobre todo a los ubicados en el espectro ideológico de
izquierda, que previo a la reforma permanecieron en la clandestinidad;
así, el gobierno mexicano optó por garantizarles representación legis-
lativa en la Cámara de Diputados a cambio de canalizar sus demandas
a través de las instituciones gubernamentales.

El contexto internacional
en la época contemporánea

El contexto internacional en la época contemporánea es distinto al


registrado hace medio siglo; aunque algunas variables se mantienen
constantes, sobre todo las referentes al ámbito económico y político,
debido a que aún prevalece el modelo económico capitalista –pero
sin la urss–, enriquecido con empresas transnacionales, que se han
esparcido por el mundo gracias a la globalización y al neoliberalis-
mo, el cual ha favorecido el neocolonialismo para que las potencias
exploten para su beneficio las materias primas existentes en los
países subdesarrollados, tal como se hacía en plena Guerra Fría y
en la etapa anterior; además, los países ahora se han agrupado en
bloques económicos-comerciales (ue, nafta, ansea, etc.), debido al
alto nivel de competencia exigido a las economías nacionales. Por otra
parte, en el ámbito político, el mundo dejó de ser bipolar (eua-urss)
para convertirse en multipolar; de manera que los eua sustituyeron
su paranoia anticomunista por el terrorismo medio-oriental para
tener una fuente ideológica que inspire el fortalecimiento del siste-
ma capitalista de producción-consumo; además, las negociaciones
internacionales incluyen la participación de países como China,
El M68 frente al régimen político: un legado para la juventud mexicana ⎖ 139

Canadá, Alemania, India, Irán, Brasil, etc., que antes tenían un bajo
perfil y que ahora han diversificado los temas de la agenda mundial
(Requeijo, 2006; Brom, 2003). Por este motivo, los movimientos juve-
niles en el mundo son ubicados teóricamente dentro del marco de los
Nuevos Movimientos Sociales (MacAdam, 1999: pp. 21-46), los cuales
luchan en contra del neoliberalismo, para proteger el calentamiento
global, la diversidad sexual, la reivindicación de los pueblos indíge-
nas, defienden el derecho el acceso a la información y el uso de las
Tecnologías de la Información y Comunicación (tic), etc.; aunque, en
la agenda de los movimientos juveniles todavía persiste la lucha en
contra de los regímenes autocráticos y para favorecer el respeto a
los derechos humanos.

El contexto nacional en la época contemporánea

El contexto nacional en la época contemporánea incorpora una suce-


sión de la clase política en México, como una consecuencia del triunfo
del pan en las elecciones del año 2000, partido político que se man-
tuvo en el poder hasta el 2012, pues el pri regresó a la presidencia;
sin embargo, los dos presidentes panistas, Vicente Fox (2000-2006)
y Felipe Calderón (2006-2012), dieron continuidad al proyecto políti-
co-económico instrumentado por el pri en 1982: el neoliberalismo.
Por tanto, las administraciones panistas enfrentaron casi los mismos
problemas que sus antecesores en el ámbito económico y social y
político. Los gobiernos panistas se apegaron a la agenda neoliberal,
en materia económica, debido al predominio de los intereses empre-
sariales nacionales e internacionales, a pesar del rechazo de amplios
sectores sociales, incluidos los jóvenes estudiantes.24 En cuanto al
ámbito social, la estrategia oficial del pan no se apoyó en los canales
de entendimiento y conciliación política como vía genuina para la
solución de los conflictos nacionales, al contrario, el endurecimiento
jurídico de las reglas y el robustecimiento de los cuerpos militares y

24 Para un análisis de los movimientos sociales en los gobiernos del pan puede
verse (Ramírez Zaragoza, 2016).
140 ⎖ José Luis Chávez García

policíacos aumentaron, con las consecuencias negativas que significa


la vulneración de los derechos humanos. 25 En consecuencia, como
sucedió en la década de los años sesenta y setenta (“la guerra sucia”),
los gobiernos panistas desempolvaron el manual de intolerancia,
que pusieron en práctica los gobiernos del pri para perpetrar las
represiones masivas e infundir el miedo en la sociedad, pues las
represiones y la dispersión social del miedo son el arma favorita de
los gobiernos autoritarios; por ende, si persisten grupos de opositores
al régimen que cuestionen la falta de democracia o la violación de los
derechos humanos, el Estado se verá tentado a ejercer la represión y
difundir el miedo, como ha sucedido recientemente en el estado de
Guerrero (Ayotzinapa). Consecuentemente, los grupos que se han
manifestado en contra del proyecto neoliberal han sido: los campe-
sinos de San Salvador Atenco, la Asamblea Popular de los Pueblos
de Oaxaca (appo), sindicato de electricistas (sme) y de educación (la
cnte), Frente Amplio Progresista (fap) y, claro, el Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (ezln) y el Barzón, etc. Los puntos convergen-
tes entre estos movimientos se ubican en el respeto a los derechos
humanos, garantizar la soberanía nacional, democratización de las
instituciones y las prácticas de gobierno, reforma del Estado, reduc-
ción de la pobreza, erradicar la inmigración, creación de fuentes de
empleo, derecho la educación y a una vida digna, entre otros asuntos
(Aguilar, 2009: pp. 1-17).
Entonces, la actual crisis del sistema político mexicano agudiza la
tensión propiciada por el inequitativo modelo neoliberal, cuyo resul-
tado es la pobreza e injusticia sociales; además, por la persistencia de
la estructura y prácticas autocráticas en el país; consecuentemente,
una parte considerable de la sociedad mexicana no se siente repre-
sentada por la figura presidencial, senadores ni diputados, etc.; por
lo cual, dichas figuras pierdan legitimidad ante los ciudadanos con
el paso del tiempo; además, la crisis política pone en tela de juicio la
democracia procedimental y liberal como forma de gobierno efectivas
para el país (Bovero, 1997: pp. 9-32). De Manera que el sistema político
mexicano aún conserva rasgos autocráticos, cuyas raíces datan del
siglo xix –si no es que de la época colonial–, por eso la clase política

25 La reforma constitucional del 10 de junio del 2011 sustituyó el concepto de


garantías constitucionales por el de derechos humanos.
El M68 frente al régimen político: un legado para la juventud mexicana ⎖ 141

(enriquecida y corrupta) se resiste a perder sus privilegios; razón por


la cual el retorno del pri a la presidencia devela su interés por relegi-
timar al régimen político del que se han beneficiado enormemente;
sin embargo, conforme avanza el sexenio de Peña, éste partido trae
al presente sus añejas estrategias y prácticas políticas –por demás
conocidas– que se pusieron en práctica en décadas anteriores, como en
los años sesenta; a pesar de lo anterior –lo mismo que en el pasado– los
partidos políticos de oposición, sin considerar al pan, no cuentan con
la capacidad efectiva de generar cambios políticos trascendentales
para el país, en cambio se han convertido en cargas para el erario.
Por otra parte, el gobierno actual también ha rescatado el for-
mulario de política social de épocas pasadas para profundizar el asis-
tencialismo, debido a que en realidad los programas gubernamentales
administran la pobreza; consecuentemente, la fórmula institucional
empleada por las autoridades para desarticular el descontento de las
personas es la cíclica renovación de la política social asistencialista,
por ejemplo, ahora el programa de inclusión social de la Secretaría
de Desarrollo Social (sedesol) se llama prospera; pero antes fue:
oportunidades (Calderón), contigo (Fox), progresa (Zedillo), soli-
daridad (Salinas), etc. De modo que el inequitativo modelo económico
y la crisis del sistema político –lo mismo que su operadores– son los
principales responsables de la descomposición social en México, que se
traduce –por decir lo mínimo– en un incremento de la violencia en los
espacios de convivencia social, un aumento de delitos y el abundante
encarcelamiento de jóvenes, etc., que a su vez evidencian la escases
de opciones para que ellos estudien o trabajen; consiguientemente,
ante el uso de la fuerza policial y militar “para garantizar el orden
público”, los jóvenes mexicanos están dando muestra de conciencia
social y valentía, pues con su postura crítica son los primeros en
desnudar la verdadera cara autoritaria del “nuevo pri”, lo mismo
que en 1968. Por tanto, los jóvenes en las últimos años han abogado
por el respeto a los derechos humanos (habeas corpus), defendido su
libertad de asociación, tránsito, expresión, etc.; también, han lucha-
do por tener acceso a las tic (web 2.0); además, siguen defendiendo
un modelo de educación integral, pública y gratuita, además han
rechazado las opciones de educación tecnificada (por ejemplo, la
crisis del Instituto Politécnico Nacional [ipn] del presente); y, desde
luego, intentan revertir la pauperización de las condiciones de vida
142 ⎖ José Luis Chávez García

de la sociedad mexicana; aún más, anhelan el tránsito de una demo-


cracia procedimental-liberal hacia una democracia sustancial-social
(unión del sistema económico y político para beneficio de todos), que
favorezca la transparencia de los procesos decisorios, la rendición de
cuentas, la iniciativa ciudadana y la revocación de mandato, etcétera.

La respuesta reciente de los gobiernos mexicanos

La respuesta reciente de los gobiernos mexicanos ante las demandas


de las nuevas generaciones ha sido la criminalización de la lucha social;
así lo prueban las reformas al artículo 5 de la Ley de la Seguridad
Nacional, que incorpora al terrorismo como amenaza a la seguridad
del país, que representa un ataque a los derechos civiles; por otra
parte, como en la época dorada del régimen autoritario, se busca a
toda costa desactivar todo movimiento social, a través de la compra
de conciencias, disuasión social; difusión del miedo para generar
inmovilidad social; la intimidación; o bien, abrirse al diálogo con la
intención de mostrar una imagen de civilidad a la sociedad, aunque
en la práctica se imponga la voluntad del régimen; por último, para
contrarrestar la propuesta al cambio, el gobierno se apoya nueva-
mente de los cuerpos policiacos y militares que, comparados con
los años sesenta, ahora tienen un mayor volumen y adiestramiento
contrainsurgente; de manera que la represión se ha hecho sistemática
desde algunos años al presente (Atenco; “la guerra contra el narco”
2006-20012; el encarcelamiento José Manuel Mireles líder de las auto-
defensas en Michoacán, etc.). Así, los últimos gobiernos mexicanos
han menospreciado, en los hechos, el uso de los canales políticos para
solucionar los problemas políticos y el descontento social, debido al
empleo de la fuerza policial-militar disolver el descontento social, por
eso las decisiones gubernamentales no han gozado de la aprobación
ni la simpatía de los diversos grupos sociales ni políticos; aunque el
sentido del discurso oficial vaya en sentido contrario; consiguien-
temente, las fuerzas policial-militar funcionan cada vez más para
apuntalar la agenda política y económica neoliberales.
El M68 frente al régimen político: un legado para la juventud mexicana ⎖ 143

El gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018)

El gobierno de Enrique Peña (2012-2018) no contempló cambios


trascendentales en el área económica y política del país, al contrario,
la realidad indicó su propósito de profundizar el modelo neoliberal
que, por cierto, fue diseñado en Inglaterra y eua, experimentado por
la fuerza en Chile desde 1973, impuesto en México en el periodo de
Miguel de la Madrid (1982-1988), adoptado por Carlos salinas (1988-
1994), retomado por Ernesto Zedillo (1994-2000), Vicente Fox y Felipe
Calderón; por tanto, ahora, el presidente tomó muy en serio la con-
tinuidad de dicho modelo, debido a la consumación de las “reformas
estructurales” en materia hacendaria, educativa, energética, entre
otras. Así, el modelo neoliberal, en su vertiente política, privilegia
un concepto de nación peculiar, pues quienes diseñan los planes y
proyectos nacionales son los sectores privilegiados del país, los cuales
deciden el rumbo del mismo; no obstante, la sociedad mexicana, las
organizaciones de la sociedad civil (osc) y los movimientos sociales
se han propuesto impedir que el grupo gobernante imponga una
estructura económica-política que sólo favorece a un grupo reducido
y desfavorece a la gran mayoría de los mexicanos, quienes –en gene-
ral– no avalan los planes gubernamentales en materia económica y
política, principalmente. Las luchas estudiantiles en el sexenio a favor
de la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa aunada
a las luchas de los estudiantes politécnicos y de las normales rurales
dieron gran dinamismo al sector estudiantil emulando las luchas del
M68. La violencia hacia los jóvenes fue además una de las razones de
la estrepitosa derrota sufrida en julio de 2018.

Conclusiones

El regreso al modelo policiaco-represor de los años sesenta delata


el carácter autocrático de los recientes gobiernos en México, que no
han tratado de manera idónea la creciente demanda social; además,
ello demuestra la falta de inteligencia al repetir esquemas antide-
144 ⎖ José Luis Chávez García

mocráticos y alejados de los cauces políticos (exclusión partidista y


sectorial) establecidos en la Constitución para resolver los asuntos de
estricta naturaleza social. Por ende, ha sido un grave error emplear la
represión como instrumento pacificador en el país; aún peor, usar las
armas como instrumento legitimador y punitivo frente a la demanda
social. Ante ello, los miembros de la sociedad de nuestro país, inclui-
dos los jóvenes, están llamados a defender los espacios de educación
y libertad ganados por los movimientos sociales anteriores, como
el M68; además, no descansar hasta transitar hacia una democracia
sustancial-sustantiva, que valore el desarrollo humano integral y
asegure una sociedad equilibrada, en la cual prevalezca la justicia
y paz sociales. Consecuentemente, resulta pertinente desnudar el
verdadero rostro autoritario del nuevo gobierno, comprometido con
las clases privilegiadas, que tradicionalmente han dominado la esfe-
ra económica-política, y desentendido del resto de la sociedad, que
resulta la más pobre y desprotegida. Entonces, la juventud actual en
México debe enfrentar a un gobierno indispuesto a desprenderse del
autoritarismo sistémico, que lo ha caracterizado desde hace décadas,
a través de una estructura mental de acción valiente, que rechace la
predeterminación oficial que fomenta un sociedad desigual contro-
lada por la represión y el miedo; además, organizarse para vencer la
desesperanza y apatía, que en buena medida perturban al grueso de
la sociedad; también, para perseguir el cumplimiento del estado de
derecho pleno, pues las decisiones represivas del gobierno lo vulne-
ran constantemente; sin perder de vista el interés de transformar la
democracia procedimental-liberal en sustantiva-social, debido a que la
defensa de los anteriores objetivos significan proteger lo conseguido
por las generaciones anteriores, las cuales dieron muestra de una alta
moral y un espíritu libertario.
145

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147

El Consejo Estudiantil Universitario:


la huelga de 1987 en la unam

Valeriano Ramírez Medina26

El contexto mexicano en la década de los ochenta

En México las transformaciones que se presentaron en el régimen se


dieron en tres periodos: 1985 a 1992, 1986-1987 y 1988. La primera de
ellas, a partir de los sismos de 1985, en donde a consecuencia de la falta
de un programa de gobierno adecuado para enfrentar catástrofes de
esta índole y a la poca o nula eficacia de los partidos y organizaciones
sociales tradicionales para encabezar la acción ciudadana, ésta tuvo
la posibilidad de mostrar una serie de alternativas organizativas,
las cuales dieron respuestas concretas a una serie de problemas que
se presentaron. Con ello se observa que las instituciones políticas
existentes en el país se vieron rebasadas, con lo que se exigió de ellas
una nueva adecuación y dar la posibilidad de canalizar las nuevas
exigencias sociales. Cabe señalar que se desarrollaron bajo dos pre-
misas primordiales. En primer lugar, las formas de organización se
dan al margen de las instituciones y esto trae como consecuencia que
la participación se presente con una total autonomía y, por lo tanto
con la posibilidad de innovar formas de canalización ciudadana, así
como la posibilidad de marcar la anulación de las prácticas obsoletas.
La segunda de estas premisas es que la respuesta fue de tal mag-
nitud y tan espontánea, que rebasó cualquier respuesta institucional
y las respuestas que se pudieron dar fueron de tal grado ineficaces,
que se mantuvieron al margen. La segunda de estas rupturas la
representará el movimiento estudiantil de 1986-1987, el cual surge
como consecuencia de una propuesta de reformas que afectarían de
manera sustancial la estructura de la propia institución. Sin embargo,
crece y se desarrolla al margen de la participación institucional y con

26 Doctor en Ciencia Política. Profesor de la fcpys-unam y de la uam-i.


148 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

ello, se posibilita para marcar sus propios alcances de acuerdo a la


participación del conjunto de sus miembros. En ese sentido, la virtud
fundamental del movimiento estudiantil fue que creció y se desarrolló
dentro de la propia institución. Para garantizar las reformas, requiere
de la legitimidad de sus miembros por lo que busca los canales de
comunicación para lograr este objetivo, ya que una de las necesidades
de la institución es buscar la credibilidad en cada uno de los miembros
de sus comunidades al enfrentar argumentos emanados de las propias
contradicciones del discurso oficial sirvieron de “caldo de cultivo” a
las transformaciones y crecimiento de la inconformidad generalizada,
la cual tuvo la posibilidad de rebasar a la institución a través de sus
propios instrumentos y medios. En consecuencia, el movimiento tiene
como posibilidad el crecimiento en un proceso donde la institución
y la legalidad no tienen ninguna opción de participación, ya que se
enfrentan a elementos que se encuentran fuera de sus posibilidades y
de su cotidianeidad la cual es dominada por otros sectores de la propia
comunidad, que no tienen un reconocimiento formal por parte de la
institución. El movimiento se mantiene con vigor hasta el grado que
tiene la posibilidad de transformar a la institución a partir de una
serie de elementos que parten fundamentalmente de un conflicto
dentro de la ésta, rebasando las posibilidades de desarrollo de un
movimiento que encierra una serie de elementos que son importantes
y, por tanto, necesarios de estudio.
En primer lugar, que dentro de la unam existen una serie de orga-
nizaciones de carácter político, las cuales tienen poca influencia dentro
de la institución; no obstante, cuentan con una serie de experiencias
las cuales son vertidas al movimiento, así como las innovaciones que
se van generando a lo largo del conflicto. Lo importante es que éste
nuevamente supera a la institución y lo lleva a criticar no solamente
a la Universidad, sino que va más allá, incluso a cuestionar la propia
legitimidad de los órganos de decisión de la propia institución, así como
al sistema educativo nacional. Al concluir el movimiento, el país se
ve envuelto en una efervescencia electoral producto de la formación
del Frente Democrático Nacional, que absorbe a las organizaciones
del Movimiento Urbano Popular, así como a la mayor parte de los
estudiantes que participaron en el Consejo Estudiantil Universitario,
rebasando sus expectativas y convirtiéndoles en agentes electorales.
En suma, la intención de la presente investigación es estudiar
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 149

la relación existente entre la institución y la sociedad entre cada uno


de los ciudadanos y la legalidad en donde se trata de reglamentar la
participación política, en consecuencia, se darán los elementos para
identificar las diferentes facetas en las que se puede posibilitar el
desarrollo de la sociedad. Para ello se partirá de las siguientes hipó-
tesis generales, de una parte se tiene a la institución, la cual marca
de una manera especial la participación ciudadana, sin embargo ésta
no es inamovible, sino por el contrario la institución es susceptible
de transformaciones siempre y cuando éstas tengan una influencia
de carácter definitivo por parte de los ciudadanos; en ese sentido,
veremos que la participación de manera organizada representará dos
posibilidades: a) de una parte, entrar a las formas de control y par-
ticipación que la propia institución marca y con ello, correr el riesgo
de mantener el control social y eliminar cualquier cambio; y b) está
la posibilidad de buscar canalizar la inconformidad social a partir de
una serie de elementos novedosos, los cuales son controlados por la
institución, ya que éstos son exclusivos de una forma de participación
y organización en particular con lo que se darán las posibilidades de
que la institución carezca de respuesta adecuada y de alguna manera
posibilite el triunfo de esa organización.
En el año 1981 se edita el Plan Nacional de Educación Superior.
Lineamientos Generales para el Periodo 1981-1991,27 el cual había sido
presentado como documento de trabajo por el Secretario Conjunto de
dicho organismo en la XX Reunión Ordinaria de la Asamblea General
de la ANUIES, celebrada en Morelia, Michoacán, el 31 de julio de 1981.
Así también, estableció la educación superior como la vía a través de
la cual se daría la autonomía nacional, al vincular ésta con el servicio
permanente por desarrollo económico, social, cultural, científico
y político de México. Por otra parte, el Plan Nacional de Educación
Superior pone en marcha algunos mecanismos que revolucionan la
administración de la educación superior, por ejemplo, señala una
serie de metas que no están lo suficientemente claras y con ello
permite la orientación en este nivel educativo. Tales propuesta se
ven reforzadas por la elevación de la Autonomía Universitaria a
rango constitucional. Por su parte, Fernando Solana, Secretario de

27 Elaborado por la Comisión Nacional para la Planeación de la Educación


Superior (conpes).
150 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

Educación Pública, manifestó que la educación superior de México


alcanzó logros importantes en el lapso comprendido entre los años
1976 a 1981, destacando los siguientes: el crecimiento de la matrícula
hasta casi duplicarla; con la participación de diversas instituciones, se
logró construir un sistema que asegurara la planeación permanente;
la autonomía universitaria se elevó a rango constitucional; se conso-
lidó la vinculación de las instituciones de educación superior con los
diversos problemas sociales. En resumen, hubo una clara definición
de la calidad en el sistema educativo.
En el año 1981, catorce jóvenes de cada cien tuvieron acceso a una
educación superior, en contraste con el 7% que existió en 1976, cuando
ingresaron 135 mil alumnos. En 1981 ingresaron 240 mil (en números
absolutos, casi se duplicó el número de estudiantes) lo que implicó la
necesidad de incorporar un número significativo de profesores y que
las instalaciones educativas crecieran al mismo ritmo. Estos últimos
elementos serían los ideales, pero la realidad superó las expectativas,
por lo que la solución habría de consistir en adecuar los espacios ya
existentes a la nueva demanda de los estudiantes, y contratar un
mayor número de profesores de asignatura, quienes atenderían más
grupos y por tanto, a un número creciente de estudiantes.
Por otra parte, el Secretario afirmó que “El gobierno Federal
ha prestado todo su apoyo al sistema. Sus subsidios se multiplicaron
por cinco, pasando de 6 mil millones de pesos a 30 mil”.28 Se olvidó,
sin embargo, de la creciente crisis económica nacional y el proceso
inflacionario durante ese periodo; motivo por el cual el apoyo real
se vio disminuido, de tal suerte que el crecimiento de la matrícula
no correspondió a las necesidades económicas. El mismo Secretario
estableció como uno de los principales logros de la educación supe-
rior el hecho de que se establecieran por ley que la Coordinación de
la Educación Superior obtuviera el compromiso del Gobierno Federal
antes no determinado legalmente que comprometería al Estado a
asumir una posición liberal en lo que se refiere al financiamiento de
la educación superior.

28 Fernando Solana. Discurso ante la XX Reunión ordinaria de la Asamblea


General de la ANUIES. . en “Revista de la Educación Superior. Vol X Numero
3 (39) julio-septiembre 1981 p. 16
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 151

Aspectos de la realidad nacional


y sus efectos en la educación superior mexicana

Durante la década 1970-1979 el país observó un fenómeno de crecimien-


to demográfico fuera de toda predicción, con demandas específicas en
particular el de las grandes urbes, donde se generaron asentamientos
humanos importantes, que demandaron servicios como la educación,
en particular la destinada a los jóvenes, el número de demandantes
de educación media superior y superior creció constantemente ello
obligó a aplicar una serie de reformas administrativas y políticas a fin
de satisfacer estas demandas. Esta explosión demográfica ha traído
consecuencias sociales, se hacen más notorios los desequilibrios
regionales, –la población se concentra en algunos puntos del país–,
asimismo se recrudeció una serie de contradicciones heredadas del
pasado atribuidas al centralismo político que representaron algunos
centros urbanos.
En el aspecto económico se establecieron a lo largo de los
últimos cincuenta años cinco modelos: 1) Crecimiento con inflación
(1940-1956); 2) crecimiento con estabilidad y desempleo (1957-1970);
3) crecimiento con inflación y desempleo (1971-1976); 4) el desarrollo
con crecimiento cero (1982-1988); 5) la modernización de la economía
(1988-2000). El Plan Global de Desarrollo, es de particular importan-
cia en los últimos modelos. Se estableció que el crecimiento del país
debería ir acompañado de pleno empleo, en donde se absorbería a la
población incorporada al aparato productivo, para lo cual se requería
de una preparación eficaz, en donde el individuo tuviera la posibilidad
de incorporarse a la producción de manera competitiva, contando
con una capacitación adecuada, –en los últimos años se dio una baja
formación de capital de la sociedad, con lo que se redujo la generación
de empleos–; la reducción del mercado, se debió a la reducción del
poder adquisitivo de la población, el desempleo aumentó por el uso
de tecnología intensiva de capital, se desplazó la fuerza de trabajo.
La realidad nacional se enfrentó a una serie de problemas sociales
derivados de la crisis económica, se buscó un esquema de desarrollo
económico encaminado a cambiar sustancialmente la política estatal.
Entre los problemas a enfrentar, estuvo la falta de recursos económicos
del Estado, –la cual podría agravarse si se otorgaban más recursos al
152 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

gasto público destinado a impulsar la actividad productiva, sin aplicar


correctivos sustanciales en los esquemas de financiamiento para
recuperar esta inversión y destinarla al gasto social– y la necesidad
del propio Estado de buscar una actividad y tener nuevos campos
de inversión para impulsar la actividad económica, quizá mediante
la apertura de nuevos mercados de inversión y la asociación con
capitales externos, a fin de propiciar el crecimiento económico que
el país requería.

La educación en México y sus perspectivas

En la sección anterior se observaron características de los estudian-


tes del ciclo bachillerato, en ésta se estudiarán las de la licenciatura,
en donde se observa de manera significativa el crecimiento en la
matrícula, ya que de pasar del 5% de los jóvenes entre los veinte y los
veinticuatro años inscritos en este nivel en los años setenta, al 12.5%
en los años ochenta, así mismo es necesario destacar que dentro de
este panorama el número de opciones profesionales creció diez veces.
Las instituciones que tuvieron una mayor captación de estudiantes de
nivel superior fueron las de enseñanza técnica, en especial el ipn, los
tecnológicos regionales y agropecuarios. La unam ha sido la institu-
ción en donde el crecimiento de la matrícula observa un crecimiento
mayor, –tuvo un crecimiento del 51.2% en diez años– se duplicó la
población estudiantil; las universidades estatales en donde se incluye
la Universidad Autónoma Metropolitana (uam) tienen como principal
objetivo descargar a la unam de la creciente demanda y ser una alter-
nativa real de educación superior; (el resto de las instituciones del
sector público, como las de educación militar y las Escuelas Superiores
de Agricultura); las instituciones privadas de educación superior jue-
gan un papel importante, acaparan el 13.5% de la población total de
los alumnos de educación superior, además sus instalaciones tienen
la capacidad de dar servicio a un número creciente de estudiantes.
Es significativo observar que en diez años creció la oferta de estas
instituciones en 1970 existieron cincuenta y para 1980 fueron cien,
aunque éstas se concentraron en centros urbanos como el Distrito
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 153

Federal (hoy Ciudad de México), Guadalajara, Monterrey y Puebla, no


dejaron de representar un porcentaje importante en la solución a la
demanda de educación superior en el país.
En el mismo periodo de diez años se triplicó la matrícula en
educación superior lo que significó la existencia de una tendencia a
crecer aún mayor, ello se tradujo en la plena necesidad de la educación
superior, el primer paso consistió en la regulación de los estudiantes
en las áreas que eran consideradas prioritarias. Se define a la universi-
dad como una institución social, un conjunto de formas o estructuras
fundamentales de organización social, tales como han sido establecidas
por la ley o la costumbre de un grupo de individuos. Como institución
social, la universidad influye sobre el comportamiento de la comuni-
dad que la conforma, y con ello mantiene relaciones que pretenden la
dependencia entre el individuo y la institución a través de las formas
de participación de la comunidad en las diversas manifestaciones
que ésta crea, dándose la pauta para que esta relación marque los
ritmos de desarrollo de la institución a partir del margen de libertad
que cada individuo tiene. Asimismo, se realizan negociaciones que
culminan una concertación constante, para que la comunidad esté
enterada de la naturaleza exacta de los problemas que se generan
dentro de la institución, con la intención de contar Sin embargo,
solamente con la solidaridad de cada miembro de la comunidad para
agruparse y hacer funcionar una acción colectiva en vía de solución
a los problemas cotidianos a enfrentar y así sacar provecho para la
propia institución. La participación de la comunidad no se concen-
tra en las instancias de representación formal –órganos colegiados,
Consejo Técnico y Consejo Universitario, así como las asociaciones
sindicales–, instancias que tienen formas propias de representación
que se generan por una serie de actividades de aglutinación en las que
los individuos se sumarán o no a partir de una definición individual,
con lo que se lleva a cabo el ejercicio de la libertad.

Fortaleza y debilidad de la unam

Después de que se revisó el Plan Nacional de Educación Superior, 1981,


154 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

es natural que dentro de la institución –único ámbito en el que se dan


propuestas concretas a realizar– se dieran los primeros pasos en la
consecución de los objetivos presentados en el propio plan. Así, durante
la gestión del Dr. Octavio Rivero Serrano, se puso en marcha una serie
de programas y proyectos tendientes a lograr estos objetivos, para
ello contó con la colaboración de algunos sectores de la Universidad y
se presentaron 65 programas ubicados en cinco proyectos generales
que devinieron en el Plan Rector de Desarrollo Institucional presen-
tado en 1983, en donde se plantea la necesidad de incluir dentro del
Consejo Universitario –máximo órgano de gobierno de la unam– a
los investigadores (parte de la Universidad que no está considerado
dentro de los esquemas del Consejo Universitario) para incluir una
serie de condiciones y establecer los lineamientos de investigación
de excelencia que el país requiere, en particular el área de ciencia
y tecnología, en la orientación de los temas de investigación, con lo
que se atentó con la libertad de investigación y de trabajo académico
dentro de la Universidad. Se trataba de imponer, desde la Rectoría,
una serie de mecanismos y planteamientos ajenos a los intereses
colectivos de los universitarios; estas propuestas pronto generaron
una movilización importante dentro de la comunidad universitaria.
Es preciso recordar que, en el documento de Morelia, se consideró
a la unam como la institución pública con mayor responsabilidad en
la formación de los cuadros profesionales y en donde es necesario,
en un plazo inmediato, establecer las reformas pertinentes, en pri-
mer lugar, reducir la matrícula para reducir la carga de alumnos y
establecer un tope al crecimiento de la población estudiantil. En el
bachillerato de la unam se concentra la mayor parte de los problemas
de la educación, así lo marca el documento Fortaleza y debilidad de la
unam, en donde se afirma que. A nivel bachillerato, la unam cuenta
con una capacidad instalada de 40,000 lugares para los alumnos de
primer ingreso. Durante el decenio 1975-1985, se examinó un pro-
medio anual de 72,728 alumnos, con variaciones extremas de 61,812
alumnos en 1976 y de 85,655 en 1984. De cuantos se presentan, la
Universidad admitió sólo a los primeros 40,000, que hayan aprobado
o no ese examen, se estableció una calificación de corte que excluyó
al alumno 40,001. En el periodo decenal mencionado, la calificación
promedio de corte, en una escala de diez, de 3.85 con un rango de 3.50
en 1976 y de 4.25 en 1981.
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 155

Si la Universidad hubiera aceptado sólo a quienes obtuvieron


6 o más de calificación en el mencionado examen, sólo hubiera
admitido en promedio al 7.6% de los alumnos; en otras palabras: el
92.4% de los alumnos que han ingresado a nuestro bachillerato, no
han alcanzado la calificación de seis en el examen de selección.29 La
intención de reducir la matrícula fue evidente y afectó de manera
directa al bachillerato universitario. Los argumentos que se expu-
sieron fueron a todas luces tendenciosos, no se aclaró cuál había
sido el nivel y tipo de examen de admisión que se aplicó; además, se
había descalificado a los alumnos de primer ingreso a los cuales se
les otorgó una calificación reprobatoria, tanto a los rechazados como
a los aceptados no se les informó la calificación obtenida; además de
que se consideró que la máxima casa de estudios se integraba por
alumnos que, en su mayoría, no había obtenido la calificación mínima
aprobatoria. La pregunta lógicamente que se nos formula es ¿cómo
es posible que la unam haya tenido que aceptar a estos alumnos?
La respuesta es sencilla: en los últimos veinte años la Universidad
tuvo la obligación de dar educación a un número cada vez mayor de
estudiantes, por lo que se vio en la necesidad de priorizar la cantidad
sobre calidad del estudiante.
Esta situación se reflejó en los proyectos educativos en los
periodos anteriores, en gran medida debido a la falta de alternativas
a los solicitantes. Ahora, esta situación se ha vuelto favorable a la
solución de la demanda educativa, de acuerdo al pnes, se consideró
que el abanico de posibilidades educativas tenía que ir acompañado
de una alternativa de desarrollo económico y social para el país, así, la
ciencia y la tecnología tuvieron un impulso importante, y en particular
la educación media terminal –la capacitación de cuadros medios para
la industria–. Con esta argumentación se estableció un tope para el
ingreso a bachillerato y en particular al sistema que depende de la
unam, en un principio, para eliminar la posibilidad de que la Univer-
sidad ampliara la capacidad de ingreso, lo que implicaría una mayor
cantidad de gasto social en instalaciones y la capacidad para atender
a un número cada vez mayor de estudiantes. La demanda de ingreso

29 Plan Nacional de Educación Superior. Lineamientos Generales para el


periodo 1981-1991. en Revista de la Educación Superior, volumen X Numero
3 (39) julio-septiembre 198 p. 5
156 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

seguiría creciendo y la cantidad de rechazados cada vez será mayor.


De acuerdo al Plan Nacional de Educación Superior, se debe impulsar
a las áreas de ciencia y tecnología y en particular aquellas vinculadas
con la innovación tecnológica, con el argumento de la productividad y
la creación de nuevas carreras y opciones profesionales se vinculará,
con la orientación vocacional, para poder orientar a la mayor parte de
los estudiantes con aptitudes a estas áreas, se tratará de canalizar-
los para ingresar a estos programas, para ello debe establecerse un
programa efectivo de orientación entre la comunidad estudiantil del
bachillerato, sin embargo, en la realidad este servicio es insuficiente
ya que de las 63 posibilidades profesionales que la Universidad ofrece
la mayor parte de los estudiantes se inclinan por las tradicionales,
o por ser las más conocidas descartando con ello la posibilidad de
crecimiento de un número considerable de opciones, las cuales cada
vez se ven más reducidas.
Dentro de las estrategias seguidas por la Institución para elevar
el nivel académico está la de renovar constantemente los planes y
programas de estudio, sin embargo, estas cuestiones se han visto
seriamente afectadas, por la existencia de un número considerable
de profesores que no tienen tiempo completo en la Institución, lo cual
implica que en la mayor parte de los casos no exista la intención de
ingresar a programas de actualización, debido a que los compromisos
profesionales les reduce la posibilidad de hacerlo, otra de las impo-
sibilidades de llevar a cabo la actualización necesaria. La Institución
no pretende establecer un programa amplio de regularización del
personal académico su principal objetivo es la cancelación de un
número considerable de alumnos, se reglamente la aplicación exáme-
nes extraordinarios (los cuales son necesarios para que los alumnos
puedan regularizar su situación académica y poder continuar y ter-
minar sus estudios) para que les reduzca esa posibilidad obligando a
la deserción de manera natural, y puedan adecuarse en un corto plazo
a las definiciones del Plan Nacional de Educación Superior de 1981.
De donde desprendemos la siguiente conjetura, en primer lugar
el Consejo Universitario está formado principalmente por autori-
dades, en donde también existe una representación de profesores,
pero como reconoce el documento Fortaleza y Debilidad de la unam,
existen grupos de poder en torno a los directores, es pues natural que
las representaciones de los profesores ante el Consejo Universitario
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 157

también surjan de estos grupos de poder y con ello se cierra un círculo


cada vez más estrecho en el ejercicio del poder, ya que es el Rector el
encargado de proponer las ternas correspondientes a los aspirantes a
la dirección de cada una de las diferentes dependencias universitarias.
Es también previsible la serie de contradicciones que se generan en
la unam mientras se incrementa la influencia de ciertas corrientes
de opinión dentro de las dependencias universitarias el aumento en
la contratación de profesores, con carencias académicas debido a la
falta de actualización para hacer frente a los nuevos requerimientos
académicos. Esto se traduce en un rezago cada vez mayor de los
egresados así como la carencia de los elementos teóricos necesarios
para poder establecer un ejercicio profesional de calidad.
158 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

La reforma del rector Jorge Carpizo


Al asumir la Rectoría de la unam, Jorge Carpizo se comprometió a elabo-
rar un diagnóstico sobre la Universidad que consignara los principales
problemas y las virtudes de la institución, diagnóstico que cristalizó
en el documento Fortaleza y Debilidad. Las condiciones en las que se
presentó eran adecuadas para su aprobación. Esto último representó
la línea política a seguir. El movimiento sindical se encontraba en
decadencia, quizá porque el sindicalismo universitario estaba dividido
en dos agrupaciones el contrato colectivo de los trabajadores adminis-
trativos como titular al Sindicato de Trabajadores de la Universidad
Nacional Autónoma de México (stunam), y el personal académico a
las Asociaciones Autónoma del Personal Académico de la Universidad
Nacional Autónoma de México. (aapaunam), quienes ya no represen-
taban amenaza alguna a la institución, debido a que paulatinamente
habían ido perdiendo la posibilidad de organización de sus agremiados,
así como la capacidad de poder llevar una lucha de manera indefinida.
Por su parte, el movimiento estudiantil estaba casi anulado, ya
fuera porque las organizaciones estudiantiles existentes no tenían la
capacidad para generar cuadros y con ello crecer como organización,
o bien porque el prototipo del estudiante universitario tenía intere-
ses particulares orientados a la graduación del alumno sin mayores
contratiempos. En consecuencia, la comunidad universitaria no repre-
sentaba ningún problema, pues parecía imposible su organización en
poco tiempo en eventual oposición a cualquier reforma o iniciativa
de la Rectoría. Al considerar lo anterior, se presentó el documento
Fortaleza y Debilidad de la unam. La pretensión de crear el consenso
necesario para concretar las reformas contó con el apoyo necesario en
los diferentes grupos de potencial oposición. Con este contexto. Los
veintiséis puntos que constituyen este primer paquete de medidas
propuestas por el Rector, son resultado de las 1,760 ponencias que
enviaron consejos técnicos, consejos internos, colegios de profesores,
diversos órganos colegiados, grupos de universitarios, profesores,
alumnos y trabajadores, en forma individual, y que fueron publicados
en 68 suplementos extraordinarios en la Gaceta unam”. 30

30 Gaceta unam. Octava época, volumen II, número 60, 18 de septiembre de


1986, p. 1
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 159

Es evidente que la Rectoría calculó el momento político así, las


veintiséis iniciativas que el Rector presentó ante el pleno del Conse-
jo Universitario el 11 de septiembre de 1968, son las siguientes: El
ingreso a la licenciatura a través del concurso de selección, excepto
para los estudiantes de bachillerato de la unam que tenga promedio
mínimo de ocho y hayan cursado ese ciclo en los tres años en que se
debe realizar. 31 El ingreso a licenciatura se concretaría mediante un
concurso de selección. Esta primera modificación al reglamento de
inscripción afectó a la gran mayoría de estudiantes de bachillerato,
pues, de acuerdo. Con los datos del documento la mayor parte de los
alumnos del bachillerato universitario no concluye sus estudios en
los tres años reglamentarios o con un promedio en calificaciones de
ocho por lo menos. Con lo anterior se afectaría a los estudiantes que
pretenderían ingresar a la licenciatura, reduciendo la posibilidad de
que los estudiantes de escasos recursos se mantuvieron dentro de
este nivel.

El movimiento estudiantil universitario

El movimiento estudiantil tuvo una larga historia dentro de la unam.


Para el objetivo de nuestro estudio, iniciaremos el análisis en 1968,
año en que se presentó una coyuntura especial: la ruptura genera-
cional en el mundo de la segunda guerra mundial y las generaciones
producto de la modernidad. El movimiento estudiantil de 1968 se
reflejó en la organización del Consejo Nacional de Huelga (cnh),
se presentaron diversas corrientes y concepciones de lucha que
posteriormente incidieron en la vida de la Universidad. El Partido
Comunista Mexicano, generó opciones de movilización y participación
estudiantil, aunque fue el blanco de críticas por parte de las demás
organizaciones políticas de la unam. Otra característica del movimien-
to fueron las organizaciones de carácter contestatario y coyuntural
que establecieron una dinámica especial al movimiento de estímulo
respuesta, pero que propusieron acciones que fortalecieron el discurso

31 Idem
160 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

del poder. En esas propuestas, se vislumbraron organizaciones con


tendencias stalinistas, con vinculación a la Unión Soviética, y por lo
tanto la buscaban formar el Partido Comunista o proletario con base
en una dirección autoritaria, con la toma de decisiones verticales, esta
corriente de pensamiento se reflejó en organizaciones como Punto
Crítico, que surgió de las filas del cnh de la Facultad de Ciencias, de
Ciencias Políticas y Derecho, así como el Partido Comunista de larga
tradición en México. Otra corriente de pensamiento fue la Maoísta,
inspirada en los textos de Mao Tse Tung y su concepción de la Revo-
lución Popular, esta corriente generó organizaciones como el Frente
Popular Independiente, y el Frente Popular Revolucionario, donde la
participación del movimiento estudiantil jugó un papel importante en
la articulación de acciones políticas y el trabajo en las comunidades,
particularmente urbanas. Entre las corrientes con más peso y que
caracterizaron a la izquierda mexicana estuvo la trotskista, inspi-
rada en la idea de la Revolución permanente de León Trotski, y que
dieron origen al Partido Revolucionario de los Trabajadores, y a sus
diferentes escisiones. Otra corriente de pensamiento fue la gueva-
rista, que propuso la idea del Foco Revolucionario y la formación del
Hombre nuevo. No debe olvidarse a la corriente espartaquista, una
rara combinación entre las propuestas de Rosa Luxemburgo, Lenin
y José Revueltas.
Dentro de las corrientes de pensamiento radical destacó el Buró
de Información Política con presencia en el cch-Sur, las facultades de
Ciencias, Economía y Ciencias Políticas. De las prácticas realizadas
por las organizaciones políticas señaladas, la mayor parte de ellas
mantuvo una presencia permanente dentro de la Universidad, aun-
que después del movimiento de 1968 prácticamente desaparecen
y se presentó un repliegue hacia otros sectores, se incorporaron
al naciente movimiento urbano-popular –en donde apareció un
sinnúmero de organizaciones– o al trabajo sindical. Por su parte, la
Universidad, inició un movimiento sindical en donde administrativos
y académicos tuvieron largas jornadas de lucha contando siempre
con el apoyo de los estudiantes. En esta etapa, la Universidad se
benefició con la incorporación de algunos activistas estudiantiles
a las aulas universitarias en calidad de profesores, convirtiendo a
la academia en una fuente formadora de cuadros para las organi-
zaciones políticas.
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 161

Entre 1972 y 1980, la Universidad vivió una serie de jornadas


sindicales intensa enmarcada por el ascenso de la movilización de
los trabajadores. Así, en 1972 se inicia la lucha por la organización y
formación de los sindicatos; en ese momento, Pablo González Casa-
nova opinó que sería de graves consecuencias para la Universidad
el surgimiento de sindicatos, porque atraería una serie de vicios
que perjudicarían la misión de la Universidad. Durante ese periodo
formativo, los trabajadores contaron con el apoyo incondicional de la
comunidad estudiantil; sin embargo, el sindicato heredó las contra-
dicciones que generaron las diversas propuestas de organización de
las diversas corrientes de pensamiento, mismas que caracterizaron
el movimiento obrero en México. En este periodo, la presencia de
Evaristo Pérez Arreola jugó un papel de suma importancia, porque él
representó al nuevo dirigente sindical, paternalista con sus agremiados
y ejerciendo una fuerte presión sobre las autoridades, característica
que le permitió llevar en ascenso al movimiento sindical universi-
tario, y que incluso lo puso a la vanguardia del movimiento sindical
nacional. El Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad
Nacional Autónoma de México (steunam), después de varios meses de
negociación y de una huelga, obtuvo su el registro ante la Secretaría
del Trabajo y Previsión Social, logrando con ello la firma del primer
contrato colectivo de trabajo, esto le permitió fincar un firme prece-
dente, ya que en todo momento el moviendo sindical estuvo acompa-
ñado del movimiento estudiantil. Para el año de 1975, corresponde
a los académicos iniciar su lucha: apoyados ahora por trabajadores
y estudiantes, alcanzaron la firma del contrato colectivo de trabajo.
Durante este periodo, los procesos de enseñanza en la lucha fueron
constantes, así como la incorporación de estudiantes a las diversas
organizaciones políticas que poblaban la universidad. El repunte del
movimiento sindical en el país fue un elemento importante de este
proceso de creación de fuerzas políticas dentro de la Universidad: así
por ejemplo, en la lucha sindical de Spaicer, los alumnos de diversas
organizaciones se incorporaron y conocieron los consejos de fábrica,
la Tendencia Democrática del Sindicato Único de Trabajadores Elec-
tricistas de la República Mexicana (suterm) encabezada por Rafael
Galván, que luego formó el Movimiento de Acción Popular (map) dio
pauta a la apertura de organizaciones estudiantiles que nutrieron al
movimiento universitario.
162 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

Características del movimiento estudiantil


en la unam

El movimiento estudiantil tiene una larga historia dentro de la unam,


pero para nuestro estudio, lo iniciaremos en 1968, año en que se
presentó una coyuntura especial, la ruptura generacional –en el
mundo de la Segunda Guerra Mundial– y las generaciones producto
de la modernidad. Al llegar el año 1980 la dimensión del movimiento
social va en aumento, las luchas alternativas no son suficientes, en
adelante será necesario contar con organizaciones más amplias, como
las coordinadoras. Así fue como surgieron organizaciones como la
Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (conamup) con
una importante participación de agrupaciones de carácter maoístas,
esta coordinadora tendría una participación importante en parti-
cular en el Valle de México y la Ciudad de Monterrey, donde se logró
fortalecer el trabajo de los activistas universitarios en el moviendo
urbano y asegurar una importante fuerza de apoyo. Por su parte,
el movimiento campesino también siguió la estrategia de la lucha
a través de coordinadoras. Dando origen a la Coordinadora Plan de
Ayala, que tomó por eslogan “Hoy luchamos por la tierra y mañana
por el poder”. El movimiento sindical, tampoco mantuvo una posición
diferente y generó la Coordinadora Sindical Nacional (cosina). Los
movimientos citados marcaron una serie de elementos importantes
de observar: la transición en el régimen de gobierno, y la entrada del
neoliberalismo, –lo que nos dio un viraje en el proyecto de nación y
con ello, la posibilidad de cambiar de manera sustancial la relación
de gobernantes y gobernados–, a lo que debe añadirse un gran cam-
bio en la educación, –que de alguna manera cambia la concepción de
Universidad pública–, que repercutió en la vida académica del país.
Por otra parte, están los movimientos armados en América
Central y la formación de Frentes –en Nicaragua se generó el Frente
Sandinista de Liberación Nacional, que concluyó con la derrota de
Anastasio Somosa y la toma del poder–, que cambiaron de manera
radical la concepción de la lucha sindical. Así, los sindicatos y los
movimientos sociales toman parte en la estrategia de transformación
general. América Latina inició con ello nuevas estrategias de lucha,
en particular América Central, y fue la República de El Salvador quien
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 163

continuó la lucha en contra de la oligarquía, creándose con ello la


teoría del dominó, que consiste en que si un país se desprende de la
influencia estadounidense y genera una sociedad igualitaria, el resto
de los países continuará el ejemplo, hasta lograr una América libre e
independiente. Por otro lado, en América del Sur, los gobiernos milita-
res dieron paso a la democracia al propicio el retorno de intelectuales
y políticos de izquierda a sus países de origen, dejando en México
espacios para la incorporación a la academia de jóvenes egresados
y formados localmente en torno a estos cambios en América, dando
a la Universidad una nueva perspectiva del mundo, de la investiga-
ción y la docencia. Por su parte, dentro de la universidad pública se
presenta una serie de experimentos pedagógicos y políticos sobre el
que hacer y función de la propia universidad. Así, surgen proyectos
como el de la Universidad Pueblo, que se da en la Benemérita Uni-
versidad Autónoma de Puebla (buap), en donde se procura generar
alumnos interesados en resolver los problemas de sus comunidades;
sin embargo, estas iniciativas carecían de sustento académico y en
poco tiempo, la Universidad se convirtió en botín político.
La Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, durante el
rectorado de Soriano, tuvo también un proyecto alternativo en donde
las posturas políticas se pusieron por encima de la academia, dejando
a la Universidad a merced de grupos políticos que paulatinamente
se van radicalizando hasta un grado tal, que sus aulas llegaron a
contar con grupos que habían optado por la estrategia armada. En
la Universidad Autónoma de Guerrero, el proyecto alternativo llevó
a que se pusiera por encima de la academia el compromiso de los
estudiantes con la comunidad; por lo que se dio un giro al sindicato,
se liquidó a todo el personal y se contrató a nueva fuerza de trabajo
bajo nuevas condiciones laborales. Durante el lustro de 1980-1985, el
movimiento estudiantil se mantuvo a la saga del moviendo sindical y,
de manera aislada, en el movimiento social, esto explica la aparición
de una serie de alumnos activistas vinculados al movimiento cam-
pesino indígena, sin que se generara una lucha por reivindicaciones
propias del sector estudiantil; salvo, quizá, la lucha establecida por
la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo (cocei), la cual
tuvo una presencia importante en la Ciudad de Juchitán en Oaxaca,
municipio que incluso logró gobernar gracias a una alianza con el
Partido Socialista Unificado de México (psum).
164 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

Una de las variantes del movimiento fue la Reforma Electoral de


1977, que permitió la participación de organizaciones de izquierda y
derecha con registro electoral; en ese periodo, adquirió su registro
el Partido Comunista Mexicano, iniciando la lucha por el poder desde
las urnas. Después de los sismos de 1985, el movimiento estudiantil se
incorporó a la solidaridad con los damnificados, en especial con aquellos
que lograron conformar organizaciones de carácter político. Así, se
fortaleció desde la Universidad a las fuerzas sociales que conformaron
este nuevo movimiento. Al darse la sucesión de rector –de Octavio
Rivero Serrano a la administración del rector Jorge Carpizo– el nuevo
rector propuso una serie de documentos donde planteó la necesidad de
realizar una serie de reformas para reivindicar el trabajo de la unam,
misma que se reflejó en el diagnóstico Fortaleza y Debilidad de la unam,
en el cual se demostró que parte del problema de la Universidad se
debía al hecho de que los alumnos carecían de un rendimiento adecuado
debido a la forma laxa de las evaluaciones y que, por lo tanto, debía
realizarse exámenes departamentales. Con este documento se inició
una auscultación en la comunidad universitaria para la elaboración de
las reformas en la Universidad, con escaso éxito, pero que permitió la
legitimización de las reformas que más tarde lleva a cabo la rectoría.
Con la experiencia adquirida, la Universidad presentó activistas for-
mados al calor de las organizaciones políticas que emergieron dentro
de la institución después del movimiento estudiantil de 1968 y de la
actividad política dentro de los frentes surgidos en el movimiento
urbano-popular, campesino y sindical. Es decir, el movimiento estu-
diantil que existió en la unam en 1986 fue el resultado de la formación
de activistas durante las jornadas de lucha de los diversos sectores de
la población, y lo caracteriza la confluencia de las diversas corrientes
de pensamiento que convivían con la institución
La primera parte del movimiento se envolvió en meras especu-
laciones, para ese momento algunos activistas que participaron en las
experiencias administrativas de la Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla y la Universidad Autónoma de Guerrero se incorporan como
profesores, investigadores o como estudiantes de Posgrado a la unam,
convirtiéndose en una verdadera vanguardia, dada la continuidad de
la discusión surgida en esas escuelas y que, en la unam recién llegaban
a saber definir el proyecto de universidad. Es importante señalar que,
al inicio de las movilizaciones, se convocó mediante organizaciones
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 165

estudiantiles que no rebasaban una docena, y cada una de ellas no era


más que un puñado de militantes. Después de la sesión del Consejo
Universitario de septiembre de 1986 se reunieron en el Aula Magna de la
Facultad de Filosofía y Letras no más de doscientos activistas, para tratar
de generar una movilización estudiantil que pudiera contrarrestar las
Reformas a los Reglamentos de Inscripciones, Exámenes y Pagos de la
Universidad. Posteriormente se llamó a la Primera Asamblea General de
Estudiantes de la unam en el Auditorio de la Facultad de Ingeniería. Con
la asamblea se inauguró, de alguna manera, el Movimiento Estudiantil.
Es evidente que entre los actores políticos del movimiento tuvieran un
papel importante los militantes de las organizaciones con una larga
trayectoria y que contaban con presencia en de la institución. Sólo de
esta manera se puede entender la formación de la dirigencia que desde
el principio de las movilizaciones tomó el control.
No es gratuito que el movimiento estuviera dividido en dos
grandes corrientes: los activistas que mantuvieron la idea de la
concertación y la negociación para establecer líneas de solución a
los problemas de la Universidad, y los activistas que pretendieron,
a partir de la movilización, establecer la estrategia de lograr influir
en la toma de decisiones. Durante el conflicto, surgieron dos grandes
corrientes: los llamados ceu histórico en la cual se puede ubicar a
Antonio Santos –Consejero Universitario Estudiantil, perteneciente
al Partido Revolucionario de los Trabajadores, de orientación Trots-
kista–, a Imanol Ordorica –Consejero Universitario Estudiantil de la
Facultad de Ciencias– y a Carlos Imaz, –Estudiante de la Maestría en
Sociología en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam-;
ambos pertenecientes a Convergencia Comunista 7 de enero, escisión
de la Organización Política Punto Crítico. Por otra parte encontramos
a Guadalupe Carrasco –Estudiante de la Maestría en Actuaría en la
Facultad de Ciencias perteneciente a la Corriente En Lucha, original-
mente denominada Buró de Información Política, dirigida por Gabriel
Fernández–, Graco Ramírez, –estudiante de la carrera de Estudios
Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras–, Eli Aguilar
–perteneciente al Frente Estudiantil Revolucionario, con influencia
del movimiento de los Enfermos de la Universidad Autónoma de
Sinaloa, quienes encabezarían a la Corriente ceu Brigadistas–. Esto,
considerando que fue la línea en la que se buscó vincular al movimiento
estudiantil con movimientos sociales más amplios.
166 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

El movimiento estudiantil de 1986-1987

Jorge Carpizo propuso reformar la Universidad, al iniciar su gestión


como rector. Para ello realizó un diagnóstico de la situación en que
se encontraba la institución a través del documento Fortaleza y
Debilidad de la unam, –presentado el 16 de abril de 1986– en donde
responsabilizó al estudiantado del bajo rendimiento, de las bajas
colegiaturas y de la mala calidad académica de la institución. A partir
del diagnóstico, se realizaron consultas con la comunidad a fin de
recibir propuestas que establecieran estrategias académicas para
superar la crisis. Para ello, se instrumentó la consulta a través de
documentos y propuestas que sirvieron para legitimar el proceso de
reforma que ya se había echado a andar desde 1982. Los problemas
detectados por el Rector ocupan la mayor parte del documento y son
presentados en treinta puntos. De estos, los primeros diez exponen
el bajo nivel académico de los estudiantes, en todos los niveles. Para
ilustrar este bajo nivel, el doctor Carpizo se basa principalmente en
cuatro criterios: las bajas calificaciones en el examen de ingreso a
la unam, el rendimiento terminal deficiente en todos los niveles, la
saturación de algunas facultades por alumnos de pase automático
y la inscripción excesiva a exámenes extraordinarios. Estos cuatro
conceptos son centrales en la argumentación del rector, y jugarían
un papel medular en la elaboración de las reformas. Más tarde serían
fuertemente impugnadas por el ceu, y se volverían una razón impor-
tante para la oposición a las reformas (Castañeda, 1987: p. 9). Como
una reacción, se pronunció un sector del Consejo Universitario –en
particular los Consejeros Estudiantes de Ciencias Políticas y Sociales,
Ciencias, Arquitectura, Filosofía y Letras, Trabajo Social y Derecho–,
en contra del sentido del documento del rector Carpizo.
En septiembre de 1986, se dio por concluida la consulta y en la
sesión del Consejo Universitario realizada los días 11 y 12 del mismo
mes, se aprobaron veintiséis modificaciones y reformas a los Regla-
mentos de Inscripciones, se estableció un máximo para cursar una
materia, así como un límite en la inscripción a exámenes extraordi-
narios. En el Reglamento General de Exámenes, se fijó la asistencia
mínima del 80% a las sesiones por asignatura. En concreto, se reformó
todo aquello que resolvería la crisis académica de la institución. La
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 167

estrategia para su aplicación fue sencilla, se publicó en el periodo


interanual, lo que implicó que los estudiantes estaban de vacaciones
y cuando regresaron a clases los hechos estaban consumados. Los
Consejeros Estudiantes –de las Facultades de Ciencias, Economía,
Escuela Nacional de Artes Plásticas, de la Escuela Nacional de Trabajo
Social y de la Facultad de Filosofía y Letras toman otra alternativa–,
se manifestaron en contra de las reformas dentro del Consejo Uni-
versitario y no emitieron voto alguno dentro de la sección.
Una vez aprobadas las reformas no quedó más que la movi-
lización, se organizó una primera asamblea estudiantil en el Aula
Magna de la Facultad de Filosofía y Letras el 24 de septiembre, a
la que asistió una centena de estudiantes de las diferentes escue-
las y facultades de la Universidad, algunas de las cuales tenían
experiencias recientes de movilizaciones e incluso de paros pro-
longados, como la enep Aragón –con un paro de más de diez meses
y la enep Cuautitlán con un paro en el campo 4 de más de tres
meses–, sin embargo con esta asamblea se inició el movimiento.
La principal resolución de la asamblea fue formar comisiones para
integrar un principio de organización y poder convocar a un mayor
número de activistas a fin de contar con una representación real
dentro de la comunidad frente a la Rectoría. Así, se convocó a una
segunda asamblea, quince días después. Una de las resoluciones
de la segunda asamblea fue realizar un plan de acción a mediano
y largo plazos, para lo cual era necesario aprovechar los tiempos,
así como los activistas organizados de diferentes facultades asis-
tieron a las Escuelas Preparatorias para impulsar la movilización;
esto último, aprovechando el hecho de que en la Escuela Nacional
Preparatoria iniciaron las clases una semana antes, es decir el 20
de octubre, así como llamar a una movilización, el primer día de
clases, el 27 de octubre.
La Rectoría, por su parte, tomó como estrategia el explicar en
cada escuela la importancia de las reformas, lo que se tradujo en
debates cotidianos entre la rectoría y el movimiento estudiantil.
Al iniciar el ciclo escolar 1986-1987, se generó la primera movi-
lización, convocada por la Asamblea Estudiantil Universitaria
y nutrida por estudiantes de la Escuela Nacional Preparatoria,
lo que significó un avance en el movimiento estudiantil, porque
desde 1968, los estudiantes preparatorianos se encontraban
168 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

en un proceso de desmovilización permanente. Varios miles de


estudiantes de una veintena de escuelas, colegios y facultades se
reunieron en la explanada de la rectoría para protestar contra el
paquete de medidas. Se mencionó por primera vez la posibilidad
de llegar a una huelga general estudiantil universitaria, y se lanzó
un ultimátum: las reformas deberían ser derogadas para el 31 de
octubre, a más tardar (Castañeda, 1987: p. 25). Con la movilización
surgió la necesidad de formar una organización representativa de
los estudiantes, así como la posibilidad de fungir como interme-
diaria entre la masa de estudiantes y la Rectoría. La propuesta del
movimiento estudiantil, en principio, consistió en la realización
de un diálogo entre la comunidad y las autoridades, para que las
reformas no afectaran de manera drástica las formas de trabajo y
el funcionamiento tradicionales de la Universidad.
La segunda medida fue la formación de una organización repre-
sentativa: así, el 31 de octubre de 1986, en el auditorio Ho Chi Min de
la Facultad de Economía, con la presencia de 21 escuelas, colegios y
facultades con representatividad de asamblea y contando con el con-
senso de la comunidad estudiantil, se instauró el Consejo Estudiantil
Universitario. Ya como tal, el ceu planteó asambleas en toda la unam,
el no reconocimiento de los funcionarios y consejeros universitarios
que habían votado por las reformas, una posible huelga estudiantil
universitaria, y una marcha para el 6 de noviembre (Castañeda,
1987: pp. 25-26). Así, por ejemplo, la defensa del “pase automático”
del bachillerato a la licenciatura fue considerado como intocable, en
particular sobre este punto, las reformas propusieron que el pase
fuera reglamentado a un promedio mínimo de ocho y cuatro años de
inscripción en la institución. Las reformas al Reglamento General de
Pagos también fueron objetadas, se propuso reformar las condiciones
generales de trabajo, en donde se buscara la posibilidad de dotar de
becas a estudiantes de escasos recursos y excelente aprovechamiento,
así como mejorar el sistema de bibliotecas de la institución. El Consejo
Estudiantil Universitarios (ceu) se creó con la finalidad de lograr el
diálogo entre el movimiento y la institución, el cual fue resultado de
la movilización y participación de diversas organizaciones políticas
que participaron dentro de la Universidad.
Las autoridades universitarias, plantearon la posibilidad de
realizar encuentros con los estudiantes por escuela, lo que provocó
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 169

constantes movilizaciones, incluso se llegó a la realización de paros


de actividades en diferentes escuelas y facultades. Una de las carac-
terísticas del movimiento es que desde su inicio generó simpatías con
diversos sectores de la población, en particular con intelectuales que
tuvieron espacios en algunos medios de comunicación lo que propició
que existieran vínculos reales entre el movimiento y la sociedad.
Sin duda el papel de periódicos como La Jornada y la revista Proceso
permitieron que el movimiento tuviera gran difusión en el ámbito
nacional. Esto trajo como consecuencia el aumento en la presión sobre
las autoridades que se vieron obligadas a abrir una serie de mesas
de discusión con el movimiento. Esta primera actividad obligó al
movimiento a organizarse de manera formal, así que el plan de acción
cambió para formar una organización estructurada, cada escuela
con representatividad, es decir en la asamblea realizada dentro de la
misma, hubo la posibilidad de rechazar las reformas con tres votos,
los cuales serían dotados por aquellas personas autorizadas por la
misma asamblea, las escuelas que no contaran con la decisión de
asamblea, pero que contaran con activistas tendrían un solo voto, los
Centro de estudio, como el Centro de Estudios en Lenguas Extranjeras
(cele) y el Centro Universitarios de Estudios Cinematográficos (cuec)
contarían con tres votos. La primera sección del ceu para discutir la
propuesta de la rectoría dejó como saldo la definición de dos líneas
de trabajo: los activistas, provenientes de organizaciones radicales
se opusieron a una negociación sin solución, sólo de consulta. Por
otra, parte estaba la línea que proponía una discusión para encontrar
puntos de coincidencia e iniciar la negociación. A estas propuestas se
unieron corrientes y se llegó a un primer grupo de representantes,
fueron electos: Carlos Imaz, –Facultad de Ciencias Políticas–, Imanol
Ordorica y Guadalupe Carrasco –Facultad de Ciencias–, Antonio
Santos –Facultad de Filosofía y Letras– y Andréa González –Escuela
Preparatoria No. 4–, entre otros. Rectoría seleccionó a los doctores
Sarukhán, –director del Instituto de Biología–, Yakaman –Director
del Instituto de Física–, Millán, –Director de Servicios Médicos–, Jorge
del Valle –Director de Orientación Vocacional– y Mario Ruiz Massieu
–Director de Planeación–. De esa primera plática llevada a cabo en
el Unidad de Estudios Latinoamericanos se dispuso la posibilidad
de efectuar un diálogo público y abierto, los estudiantes propusie-
ron el Auditorio Che Guevara –de la Facultad de Filosofía y Letras,
170 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

con participación de diez estudiantes y un número indeterminado


de asesores–, así como la necesidad de contar con un espacio para
sesionar y redactar documentos.
La Universidad se comprometió a transmitir en vivo el debate
a través de las frecuencias de Radio Universidad, a fin de enterar a la
comunidad para que contara con los elementos adecuados para tomar
decisiones. Las pláticas se llevarían a cabo en enero de 1987. Como dato
adicional, una serie de estudiantes que se consideraban a favor de las
medidas tomaron la decisión de organizarse también, con el fin de hacer
proselitismo y poder argumentar dentro de los salones de clase a favor
de las reformas, estos estudiantes se denominaron Voz Universitaria. La
realización del diálogo público representó una primera gran conquista
del movimiento, ya que lo colocó como interlocutor con la rectoría, y
le otorgó el reconocimiento de la representatividad de la comunidad
estudiantil, por encima del Consejo Universitario. Es evidente que
esta forma de organización tuvo, que ser espontánea y requirió de una
participación importante de los diversos sectores de la Universidad. Al
considerar la potencialidad del movimiento, los puso en condiciones de
ser el primer movimiento social en México con la posibilidad de lograr
acuerdos relevantes en donde se podría cambiar de manera directa
las decisiones e influir directamente en la definición de las mismas.
En un principio el diálogo propuso la justificación de las reformas,
así como los argumentos de cada una de las partes, con el fin de lograr
consensos. Sin embargo, al final se convirtió en diálogo de sordos ya
que ninguna de las partes transigió en su posición. La Rectoría pos-
puso la reunión del Consejo Universitario para el día 10 de febrero
de 1987, el diálogo inició el día 6 de enero con diez representantes de
la Rectoría y diez del movimiento estudiantil, en esa ocasión se trató
de que las corrientes del movimiento contaran con representación
estudiantil. La Rectoría inicio también su estrategia de organizar la
contraparte y con ella nació Unidad Universitaria, como alternativa
al movimiento. En tanto el diálogo tuvo su curso y se integraron
miembros de las comisiones del Consejo Universitario con los cuales
no existió el consenso y no fue posible llegar a algún acuerdo. En el
diálogo se presentaron dos posiciones: la rectoría tuvo un ánimo de
negociación aceptando las razones del movimiento, pero tratándose
del movimiento mantuvo una posición intransigente en la búsqueda
de la derogación de las reformas.
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 171

En las formas podemos ver las diferencias. Las autoridades respon-


dieron a una estructura vertical en donde no hay cabida a la disidencia,
se aceptan las órdenes del jefe y se justifica ante la sociedad, esta es la
posición de la Rectoría, aceptar y operativizar las medidas contenidas
en el Plan Nacional de Educación y llevarlas a cabo, contando para ello
con la legalidad que le daba el Consejo Universitario, pero sin contar con
la legitimidad otorgada por el consenso de la comunidad. El movimiento
estudiantil contó con la persuasión a su comunidad, preparó mejores
argumentos, obteniendo legitimidad por parte de la comunidad, pero
sin la legalidad que le da la institución. Estas diferencias sustanciales
nos permitieron comprender las diferencias y las distancias entre las
propuestas. Durante esta parte del diálogo, el movimiento experimentó un
ascenso en todas direcciones, que lo obligó a madurar de manera rápida,
y a proponer una contrapropuesta a la ofrecida por la Rectoría; en ella
se defendió el carácter público de la Universidad Nacional Autónoma de
México, y se opuso a la desincorporación del bachillerato universitario,
utilizando un leguaje con el cual pudiera identificarse cualquier estudian-
te. La necesidad de contar con el apoyo y reconocimiento de la comunidad
obligó al movimiento a estar en constante comunicación con sus bases.
Para el 16 de enero de 1987, se presentó la contrapropuesta del
Consejo Estudiantil Universitario. En esa ocasión, algunos miembros
de la burocracia universitaria convocaron a sus bases estudiantiles
para tratar de llenar el Auditorio Justo Sierra; sin embargo, poco a
poco las bases del ceu arribaron al local, logrando con ello un triunfo
político que llevaría a la Rectoría a romper el diálogo. En el discurso
se manejó siempre que la huelga sería el último recurso, sin embargo
al parecer las dos posiciones tenían como estrategia la instalación de
la misma, las autoridades calcularon que el movimiento se debilitaría
con la medida, y el ceu por que apostaba contar con la mayoría de la
comunidad. Así, el 28 de enero estalló la huelga. Por primera ocasión
desde 1968, la Universidad fue tomada por el movimiento estudiantil,
esta vez, en contra de sus autoridades, lo que significaba una ruptu-
ra real entre la institución y su comunidad. Durante el movimiento
se movilizó no sólo la comunidad universitaria también parte de la
sociedad que había mostrado su apoyo a las demandas estudiantiles,
por lo que se llevó la democracia a la calle, es decir fue el espacio
callejero en donde se propagó y creció el movimiento llenando el
Zócalo capitalino cada vez que se movilizaba el ceu.
172 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

Las experiencias dentro de la huelga, –en cuestión de formación


y crecimiento de la base– fue enriquecedora, sin embargo problemas
de representatividad, ya que si bien es cierto que el ceu represen-
tó a la mayoría universitaria esta no se reflejó en la dirección del
movimiento centralizado en tres personajes: Carlos Imaz, Imanol
Ordorica y Antonio Santos y su contraparte representada por Graco
Rojo –Facultad de Ciencias Políticas–, y Guadalupe Carrasco, estas
dos corrientes fueron las que reflejaron las posiciones en el seno del
movimiento. Debe destacarse que dentro de las dos posiciones se
dieron enfrentamientos políticos, sin embargo existió un elemento
digno de destacar, la influencia de los medios de comunicación frente
al movimiento, en este aspecto adquirieron notoriedad los tres pri-
meros, en donde se identificaron las decisiones centralizadas. Ante
la formación de estas dos corrientes, el manejo de la propaganda y
de las brigadas fueron diferenciadas, mientras que una parte del
movimiento hizo trabajo para los medios produciendo boletines de
prensa; la otra parte se encargó de realizar brigadeo en las colonias
aledañas a las instalaciones universitarias, logrando un fuerte res-
paldo de la comunidad hacia el movimiento.
Después de una serie de movilizaciones y crecimiento del movi-
miento, la Rectoría llamó a la sección del Consejo Universitario en el
Colegio de Ingenieros, en donde se tomó la determinación de suspender
la aplicación de las reformas, así como la formación de una Comisión
Organizadora del Congreso Universitario (cocu), en dicha comisión se
encontraron miembros del movimiento estudiantil y representantes
de la Rectoría, así como destacados universitarios que manifestaron
su adhesión al ceu, o cuestionaron severamente la huelga. El Consejo
Universitario asumió el compromiso de adherirse a los resolutivos del
Congreso Universitario, en tanto que las conclusiones fueran avala-
das por una mayoría calificada dentro del Congreso, así como por la
mayor parte de los sectores de la Universidad. Al finalizar la sesión
del Consejo Universitario, correspondió al ceu la decisión de levantar
o continuar el movimiento, lo que obligó a una serie de discusiones
entre las dos corrientes en las que se dividió el movimiento: por una
parte el ceu histórico –Imaz, Ordorica y Santos–; por otra, los briga-
distas Graco Rojo y Guadalupe Carrasco. Los primeros propusieron
levantar la huelga y preparar el Congreso; los segundos no aceptaron
las resoluciones del Congreso Universitario y propusieron continuar
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 173

el movimiento hasta obtener la derogación de las reformas. A pesar


de las diferencias, el ceu llegó a un acuerdo de mayoría y el 12 de
febrero se levantó la huelga; sin embargo, la FES Zaragoza se opuso
al acuerdo, mantuvo el paro por dos días más y también levantó la
huelga. Esta experiencia mostró que la movilización y la organización
de la comunidad pudieron cambiar la decisión de la autoridad y en
ese sentido, reformar a la institución en la manera formal de definir
el rumbo administrativo y político.
El poder de la Institución debe considerarse como una relación
y no como un atributo, es decir, para que el poder se ejerza de manera
efectiva, tiene que ser reconocido por los individuos; condición que
si se daba en la Universidad, ya que las autoridades universitarias
contaban con la legitimidad y el reconocimiento de la comunidad
antes del conflicto. Así, el poder puede precisarse como una relación
de intercambio, y por lo tanto recíproca, pero en la que los términos
del intercambio favorecen más a una de las partes involucradas. Es
una relación de fuerza de la cual uno puede sacar más ventaja que el
otro, pero en la que, del mismo modo, el uno no está desvalido frente al
otro (Crozier, 1990: p. 58). Así, cuando se presentó el documento For-
taleza y Debilidad de la unam, la Universidad cruzaba por un espacio
de inactividad política, producto de la legitimidad y/o estabilidad de
las relaciones entre la autoridad y la comunidad universitaria, por lo
que las autoridades universitarias no esperaban resistencia alguna
y así llevaron a cabo las reformas de septiembre. Al acordar estas
modificaciones, las relaciones de poder se vieron alteradas, ya que
se utilizó la legalidad y se dejó de lado la legitimidad, provocando
que se diera la ruptura. La institución afectó los intereses de algunos
miembros de la comunidad universitaria, rompió los vínculos de
representatividad que pudiera tener el Consejo Universitario, y dio
lugar a la legalización de las medidas sin el sustento legitimador que
le da la aceptación de la comunidad.
Lo anterior ocasionó la ruptura de los canales de participación
y de comunicación dentro de la institución, propició un conflicto de
intereses. La institución procuró establecer medidas que conducirían
a un modelo de Educación Superior definida por el Plan Nacional de
Educación, en el que se afectaron intereses de amplios sectores de
la comunidad universitaria, pero que se reduciría en mejoras en la
institución, dichas medidas se realizaron de manera unilateral y se
174 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

dejó de lado la posibilidad de una reacción en contra. El poder de un


individuo o de un grupo, o de un actor social, también está en función
de la amplitud de la zona de incertidumbre que lo imprevisible de su
propio comportamiento le permite controlar ante sus agremiados;
pero, como ya lo hemos explicado, no importa cuál sea la zona de
incertidumbre: todavía falta que ésta sea pertinente con relación al
problema que va a tratar ya los intereses de los partidos que partici-
pen, o que, en suma, sea una zona de incertidumbre cuya existencia
y cuyo control condicionen la capacidad de acción de unos y de otros
(Crozier, 1990: pp. 60-61).
Los estudiantes contaron con importantes espacios de partici-
pación producto de la actividad política y cultural de la comunidad
universitaria, tales espacios dieron pie a la combinación de intereses y
con ello, al estallido del movimiento. Lo que se pudo considerar como
una autonomía de la relación con el poder. Por otro lado, la comunidad
se reservó la posibilidad de responder a una acción de poder con la
movilización. Ésta se presentó primero como una agitación a través de
un grupo de activistas, que poco a poco se convirtió en organización.
La ruptura estableció dos polos: la Rectoría y el Consejo Estudiantil
Universitario. La Rectoría intervino con el equipo otorgado por la
institución: la Junta de Gobierno, el Consejo Universitario y las demás
instancias de decisión establecidas en la Universidad, así como el
sustento legal en los órganos de gobierno del país. Al consenso que
generó el Consejo Estudiantil Universitario dentro de la comunidad
se sumó la solidaridad de los sectores académico y administrativo
de la misma comunidad, integrando una fuerza que rivalizó con la
institución. De esta forma, a la legitimidad del movimiento se opuso
la legalidad de la institución que provocó el conflicto; la Rectoría se
quedó con el aparato de gobierno y el Consejo Estudiantil Universi-
tario con la movilización. En una primera instancia la resistencia se
da de manera primaria, es decir, sólo contestataria, oponiéndose a
las reformas, como una forma de defender sus derechos e intereses,
después se fue afinando en la medida que la organización crecía dentro
de la institución y generaba una oposición real.
Al aceptar al ceu como interlocutor, la Rectoría reconoció que
no contaba con la representatividad de la comunidad, como pudiera
esperarse dentro del marco de la legalidad, por lo que se creó la posi-
bilidad de igualar las fuerzas, lo suficientemente como para aceptar
El Consejo Estudiantil Universitario: la huelga de 1987 en la unam ⎖ 175

de manera tácita la confrontación. Las estrategias eran claras:, uti-


lizar el proceso de legitimación desde la autoridad, usar los canales
que la institución tenía –los medios de comunicación y la esfera del
poder–; y los estudiantes contaron con la organización y la posibili-
dad de tener una serie de redes de comunicación donde la mayoría
se construyó con el consenso de la comunidad. Ante esta igualdad de
fuerzas, se produjo un enfrentamiento en donde ambos contrincantes
se encontraron en igualdad de circunstancias, de tal forma que, al
arribar a las discusiones en enero de 1987, hubo un rompimiento de
las relaciones entre autoridad y comunidad, reduciéndose con ello
la posibilidad de formar una fuerza interna estudiantil que pudiera
ser utilizada por la Rectoría. El ceu no tuvo acceso a los órganos de
decisión dentro de la institución, sin embargo contó con la capacidad
de convocatoria ante la población estudiantil. Al no llegar a ningún
acuerdo, se dio por concluida esta etapa del conflicto, dándose lugar
a la huelga estudiantil, en donde el movimiento se expandió hacia
amplios sectores de la población, y en plazo corto logra obtener la
fuerza social suficiente y escalar al ámbito nacional. A partir del
momento en que, estalla la huelga, el movimiento estudiantil se puso
en primera línea en los medios de comunicación, lo que le permitió
ampliar el margen de movimiento, proyectarlo hacia el extranjero.
Así el movimiento pasó, de oponerse a una acción de gobierno, a
poder modificar el proyecto estatal y cambiar las condiciones de las
relaciones autoridad-individuo dentro de la institución. La Rectoría
por su parte estableció la estrategia de recular y conceder la posi-
bilidad de entablar una nueva negociación. Esta vez no realizó un
diálogo abierto, sino que utilizó los canales institucionales y efectuó
una sesión del Consejo Universitario en el Colegio de Ingenieros, en
el cual se suspendieron las Reformas aprobadas en septiembre y se
formó la Comisión Organizadora del Congreso Universitario (cocu).
Esta comisión se integró por los miembros del ceu con cargo de Con-
sejeros Universitarios, además de algunos miembros prominentes
del movimiento, así como profesores que manifestaron su apoyo al
movimiento o participaron como asesores del mismo.
Por su parte, la Rectoría incluyó dentro de esta comisión a Conse-
jeros Universitarios y autoridades que se manifestaron abiertamente
contra el ceu, quedando la comisión lo suficientemente plural para
representar a todos. Es así como poder y organización están ligados
176 ⎖ Valeriano Ramírez Medina

entre sí de manera indisoluble. Los actores sociales no pueden alcanzar


sus propios objetivos más que por el ejercicio de relaciones de poder,
pero al mismo tiempo, no pueden ejercer poder entre sí más que
cuando persiguen objetivos colectivos cuyas propias restricciones
condicionan en forma directa sus negociaciones (Crozier, 1990: p. 65).
Con lo anterior, la institución dio fin al conflicto y llevó la solución a
los cauces institucionales en donde las fuerzas que dieron origen y
forma quedaron anuladas por la equidad de influencia que pudieran
tener. Así mismo la autoridad reimplantó el orden institucional y la
vuelta a la normatividad y el orden, quedando con la posibilidad de
realizar las mismas reformas pretendidas, contando ahora con la
legitimidad que le daría el Congreso Universitario. Pero tener en la
mano los triunfos necesarios no es suficiente; es preciso también que
los miembros de la organización acepten comprometerlos en relaciones
de poder específicas. Pues bien, en la medida en que la organización
nunca constituye para sus miembros sólo un campo más de inversión
estratégica, en el compromiso de éstos, como ya lo hemos destacado,
no existe ningún automatismo; estarán dispuestos a movilizar sus
recursos o a enfrentar los riesgos inherentes a toda relación de poder,
pero sólo con la condición de que puedan encontrar en la organización
envites lo suficientemente pertinentes respecto a sus triunfos y a sus
objetivos, y lo suficientemente importantes como para justificar una
movilización de su parte (Crozier, 1990: p. 67).
177

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179

La lucha estudiantil de las 13 lunas

Agustín Ávila Romero32

Siguiendo la luna no llegaré lejos


Tan lejos como se pueda llegar
Las cosas que dije no tienen sentido
No puedo detenerme,
Ponerme a pensar, oh
Siguiendo la luna y su veta invisible
La noche seguro que me alcanzara
No es que tu mirada me sea imposible
Tan solo es la forma como caminas
Vamos mi cariño que todo está bien
Esta noche cambiare
Te juro que cambiare
Vamos mi cariño ya no llores más
Por vos yo bajaría el sol
O me hundiría en el mar
“Siguiendo la luna” Fabulosos Cadillacs

El movimiento del Consejo General de Huelga (cgh) de la Universidad


Nacional Autónoma de México (unam) puede considerarse uno de los
grandes precursores de la lucha democrática del país y uno de los
pocos movimientos sociales en México que lograron detener una de
las propuestas de la reestructuración capitalista neoliberal (Ramírez
Zaragoza, 2009). La acción colectiva masiva de miles de estudiantes
marca precisamente una ruptura muy importante en la historia social
de nuestro país ya que se inscribe en las grandes oleadas del siglo xx
que pugnaron por la democratización de la unam y por otro lado, se

32 Egresado de la Facultad de Economía de la unam con maestría y doctorado


en la uam-x, profesor visitante en el Instituto de Estudios Socioambien-
tales ufg-Brasil y Profesor Titular Universidad Intercultural de Chiapas,
México. Contacto [email protected]
180 ⎖ Agustín Ávila Romero

constituye como un movimiento de defensa legítima ante la ofensiva


neoliberal sin precedentes que buscaba privatizar el modelo de educa-
ción superior. Controvertido por la prolongación del conflicto –cerca de
diez meses– dicho movimiento estudiantil resulta aún diecinueve años
después, polémico, estigmatizado, poco estudiado y menos compren-
dido. Resalta de sobremanera que la máxima casa de estudios no haya
abierto realmente un debate que permita extraer claras enseñanzas
sobre las motivaciones, los métodos y los intereses de los diferentes
actores que llevaron a la unam a una de sus mayores crisis. Abrir esa
posibilidad al diálogo y a la comprensión debe ser una tarea central
de los universitarios y de la sociedad más allá de estigmatizaciones y
discriminaciones laborales que persisten hasta la actualidad.
Y es que para cualquier analista social esta lucha estudiantil
es interesante ya que –después de haber transcurrido casi cuatro
lustros– se ubica a una generación en un espacio-tiempo particular
sometida a tres grandes contradicciones: 1) Es el primer movimiento
estudiantil posterior al levantamiento zapatista de 1994 y la caída
del muro de Berlín y del bloque “socialista” de 1989. Esta situación
particular expresará claramente la contradicción entre la construc-
ción hegemónica del dominio capitalista globalizador y la visibilidad
de opciones alternativas contra hegemónicas con otros valores y
prácticas sociales y culturales. La presencia de la demanda de hori-
zontalidad y rotatividad de las comisiones y de los representantes
estudiantiles será un componente de esa actuación; 2) Retomando
la idea de Milton Santos (2000) de que el espacio es resultado de una
acumulación desigual de tiempos lo que señalaría una diversidad
de horizontes culturales, sociales y políticos en una comunidad de
miles de personas. El movimiento estudiantil fue expresión de esa
multiversidad existente, donde los procesos organizativos anteriores
y la existencia de redes impactaron indudablemente en el devenir
del movimiento estudiantil. Los sentidos de pertenencia de género,
sexual, étnica o cultural son algunas cuestiones poco estudiadas
por las investigaciones o discursos militantes; 3) El movimiento se
encontró en un periodo de transición de las técnicas y dispositivos
de comunicación y de formación de redes, así hace uso del internet
pero aún no está en marcha ni Facebook ni Twitter y la mayoría de
los estudiantes no se comunicaban con teléfonos celulares en esa
época, ello ocasionará que los estudiantes logren conectarse con la
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 181

sociedad haciendo uso de medios limitados tradicionales mediante


brigadas, volanteos y la utilización de radios libres por primera vez
en la historia de México.
Puede considerarse al cgh como un movimiento socio-territorial
en México. Para Bernardo Mançano (2012) todos los movimientos
sociales actúan en un espacio geográfico específico, ese espacio con-
tiene relaciones sociales pero también un medio físico, un paisaje, una
región, un lugar, que influyen en los movimientos y que indudablemente
los conforman en movimientos socio-espaciales. Pero no todos los
movimientos socioespaciales son movimientos socioterritoriales, el
espacio no se convierte automáticamente en territorio, el territorio
es un constructo social, un proceso de despliegue de culturas, eco-
nomías, relaciones sociales y geográficas. El movimiento estudiantil
del cgh fue un movimiento socioterritorial ya que se constituyó en
un territorio geográfico –material e inmaterial– dotándolo de orga-
nicidad, institucionalidad, economías, culturas, saberes, relaciones
sexo-genéricas y prácticas sociales y políticas, ese territorio estuvo
acompañado de la construcción de territorialidades (Porto, 2001) que
respondieron en cada momento a una dimensión temporal y espacial
construyéndose una configuración territorial específica.
Territorialidades que variaron de escuelas a facultades de la
unam, de zonas en el área metropolitana de la Ciudad de México,
de la complejidad de actores involucrados y los niveles de acoso y
de resistencias a las cuales se enfrentaron jóvenes de 12 a 30 años
de edad principalmente. No vivió la misma situación la Facultad
de Economía que lo que precisaba la Facultad de Veterinaria o
el Colegio de Ciencias Humanidades de Naucalpan. Ello permite
explicar la diversidad de posiciones, culturas políticas, urgencias,
etc. Esa gran diversidad y complejidad no ha sido retomado por los
estudiosos o las investigaciones realizadas, es un gran pendiente.
El discurso hegemónico anti-huelga de la unam colocó en el centro
de la atención mediática la dinámica de disputa de las corrientes
estudiantiles por la dirección política del cgh, así parte de los estu-
dios realizados (González Casanova, 2000; Ordorika, 2006; Sotelo,
2000; Pérez, 2016 y Meneses, 2012) revisan las causas del conflicto
y se detienen en las dinámicas y confrontaciones de las tendencias
estudiantiles, reducen una diversidad de la experiencia a una parte
mínima de lo que fue este gran evento social. Es como mirar a la luna
182 ⎖ Agustín Ávila Romero

en una sola de sus fases y creer que ese es el tamaño de la luna para
siempre, teniendo en cuenta aún que cuando la luna es llena existe
una parte que no iluminan los rayos del sol. Con este trabajo inicial
se pretende hacer visible brevemente a través de una Epistemología
de la Visión (Santos, 2009) la diversidad de prácticas y experiencias
que envolvieron el movimiento estudiantil de 1999-2000 del Consejo
General de Huelga.

La luna oscura neoliberal

México se inserta dentro del proceso de restructuración capitalista


mundial en la década de los ochenta para ello lleva a cabo una profunda
transformación del papel que le corresponde al Estado mexicano en
el desarrollo económico, social y cultural, cediendo paulatinamente
cada vez espacios al involucramiento del capital nacional e interna-
cional. Ello permite la privatización de miles de empresas públicas y
la entrega del mercado mexicano a los intereses de los corporativos
multinacionales mediante un discurso modernizador que va creando
cada vez más pobres en el país y haciendo de México uno de los países
más desiguales del planeta. El viejo pacto social cardenista que había
dotado a los mexicanos de derechos sociales básicos a cambio de la
manutención del Partido de Estado (pri) en el poder comienza también
a desquebrajarse. Así, el movimiento de 1999 de la unam “surge pre-
cisamente en una época de retroceso histórico para los movimientos
sociales del país. El avance formidable de las políticas neoliberales en
materia educativa, agraria y laboral durante el salinismo; la entrada en
vigor del Tratado de Libre Comercio para América del Norte; así como
la represión acaecida durante el fraude electoral de 1988 y otros pro-
cesos sociales, habían despolitizado a importantes sectores populares
y debilitado su capacidad organizativa” (Pérez, 2016: p. 415).
La ideología neoliberal no sólo ataca los programas de apoyo
al campo, los derechos de los trabajadores o los miles de empleos
que existían en las empresas públicas, sino enfiló sus propuestas a
la idea de que la educación superior debe privatizarse y debe ser un
servicio otorgado por agente privados (Ramírez Zaragoza, 2009).
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 183

Para ello atacaron la universidad de masas construida en la década


de los setenta y mediados de los ochenta, buscaron involucrarla en
una profunda reestructuración con modificaciones a diversos regla-
mentos en la unam que garantizaban el carácter educativo gratuito,
público, científico y popular de la máxima casa de estudios. Ello tuvo
como respuesta el movimiento estudiantil del Consejo Estudiantil
Universitario (ceu) que logró revertir las propuestas e intentar la
transformación democrática mediante la realización de un Congreso
Universitario. En 1990 se realizó dicho Congreso donde no logro avan-
zarse en la democratización ni en diversas propuestas académicas y
pedagógicas de avanzada. El resultado fue que a raíz de ese impàsse los
diferentes gobiernos neoliberales tanto de Carlos Salinas de Gortari
como de Ernesto Zedillo no cejaron en su intento de transformar la
universidad de acuerdo a los intereses empresariales y de organismos
supranacionales. Ello provocó la respuesta estudiantil de 1992 donde
los estudiantes tuvieron que salir nuevamente a manifestarse para
evitar el incremento de cuotas que proponía el rector José Sarukhan
y tuvo que desistirse.
Ya en junio de 1997 el rector Francisco Barnés aprobó un
conjunto de reformas sobre el ingreso y la permanencia –como la
nueva reglamentación del pase automático– que impactaron en el
bachillerato de la unam trastocando el sentido histórico de la for-
mación de los Colegios de Ciencias y Humanidades. Ante la ausencia
de una respuesta estudiantil masiva dichas reformas se impusieron
e indudablemente se colocaron como el antecedente para la pro-
puesta de 1999 que impulso dicho rector. La derrota estudiantil de
1997 pesaba en el ánimo estudiantil y en la luna neoliberal induda-
blemente se observaba a los activistas más enfocados en tareas de
solidaridad con el movimiento zapatista de Chiapas o en la lucha
de los excluidos de la educación (rechazados) que en labores de
organización y activismo por temas propios de la unam. Ya en 1998
el Banco Mundial había presentado un estudio titulado Education
and Earnings Inequality in México en el que señalaba que eran una
injusticia los subsidios a la educación superior en México y debía
privatizarse todo el sistema educativo. También México formaba
parte de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico
(ocde) que presionaba por hacer reformas que permitieran elevar
la “competividad” del país.
184 ⎖ Agustín Ávila Romero

Tal y como ha documento el exrector de la unam, Pablo González


Casanova (2000) el neoliberalismo impulso una caída impresionante
al subsidio federal a la educación superior. Como porcentaje del pib,
el subsidio paso del módico 0.84% en 1994 al 0.54% en el año 2000. El
subsidio federal paso de ser el 28% en 1987 a sólo el 15% en el 2000. Ello
lleva a González Casanova a afirmar que gran parte del movimiento
estudiantil se explica “por una política de educación con pobreza y
por una política de educación para aceptar disciplinado el empobreci-
miento de uno mismo y de los demás.” Raquel Sosa (2000) señala que la
población en edades de veinte a veinticuatro años se calculaba que era
de 9.8 millones de jóvenes en el año 2000. De ella apenas el 17% tenía
acceso a educación superior, lo que coloco a México como el país que
menos porcentaje de estudiantes de esas edades atiende en el nivel
superior, comparado con el 36.2% en Argentina, el 28.2% en Chile, el
29.4% en Uruguay, el 60% en Estados Unidos y el 69.2% en Canadá.
Bajo este contexto el día 11 de febrero de 1999 el rector Barnés da a
conocer el documento “Sociedad solidaria, universidad responsable”
donde propone la modificación del Reglamento General de Pagos que
implicaba el cobro de cuotas a nivel bachillerato, profesional y pos-
grado así como el pago por tramites escolares, servicios educativos
y actividades extracurriculares. Establecía la propuesta un cobro
diferenciado de acuerdo a la capacidad económica de los estudiantes
y sus familias: quienes tuvieran más recursos pagarían más, quienes
no tuvieran recursos pagarían menos o se les subsidiaría, señalaba
el rector. En los hechos dicha propuesta minaba el carácter público y
gratuito de la educación superior en México, ponía en riesgo el ingreso
de los sectores más empobrecidos a la universidad y se constituía en
la propuesta de avanzada de la segunda ola de reformas estructurales
que el Banco Mundial impulsaba en América Latina.

La luna creciente
Después de la presentación de la propuesta de modificaciones al
Reglamento General de Pagos de la unam comenzó a estructurarse
la respuesta estudiantil, la primera reunión se llevó acabo en el
salón 104 de la Facultad de Economía de la unam donde diferentes
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 185

colectivos estudiantiles que pertenecían a espacios coordinadores


diversos como la Coordinadora Estudiantil (ce), el Comité Estu-
diantil Metropolitano (cem), el Bloque Universitario de Izquierda
(bui) y el Consejo Estudiantil Universitario (ceu) comenzaron a
perfilar el plan de acción frente al autoritarismo universitario. El 19
de febrero se conformó la Asamblea Estudiantil Universitaria que
logro coordinarse para preparar la primera manifestación contra
la propuesta de alza de cuotas. Dicha manifestación logró conjuntar
más de quince mil estudiantes del monumento Álvaro Obregón a
Ciudad Universitaria. En tan sólo 2 semanas los estudiantes de la
unam habían logrado ya movilizar mucho más personas que en todos
los movimientos estudiantiles anteriores de 1995 y 1997. Si la unam
hubiera tenido un rector con disposición a escuchar a la comunidad
universitaria se hubiera evitado el escalamiento del conflicto.
Para el 4 de marzo una movilización más grande que la ante-
rior partió del Parque Hundido a la Rectoría. Como muestra de su
creciente acumulación de fuerzas los estudiantes convocaron a un
primer paro de actividades al cual se sumaron veintitrés escuelas y
facultades de la unam el día 11 de marzo. Aun así buena parte de la
comunidad universitaria carecía de información o estaba de acuer-
do con el incremento de colegiaturas que planteaba Barnes. Pero la
gota que derramó el vaso fue la convocatoria a la sesión del Consejo
Universitario donde se aprobarían las modificaciones del Reglamento
General de Pagos fuera de la sede original de la torre de Rectoría y sin
avisar a casi treinta consejeros universitarios estudiantiles. La sesión
se llevó a cabo el día 15 de Marzo en el Instituto de Cardiología. Ese
mismo día miles de estudiantes se movilizaron para intentar impedir
la aprobación más fue imposible. Pero por primera vez decenas de
miles de estudiantes tomaban los carriles centrales de Periférico Sur
para regresar a la Ciudad Universitaria mostrando un poder movi-
lización inaudito desde 1987. El 24 de Marzo se realiza un segundo
paro de labores en la unam que suma ya a 31 escuelas y que muestra
el ascenso que experimenta la lucha estudiantil.
Desde un inicio se vio que el rector Barnés de Castro no tuvo
intenciones de encontrar una solución al conflicto y que estaba pro-
fundamente interesado –probablemente por órdenes superiores– en
paralizar por largo tiempo la máxima casa de estudios y trasladar
costos los políticos al gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas en la ciudad
186 ⎖ Agustín Ávila Romero

de México. Resulta increíble que se haya negado a la posibilidad de


un diálogo público y abierto que fue una de las demandas funda-
mentales del movimiento estudiantil de 1968 y un logro clave del
movimiento estudiantil de 1986-1987 y que fue una demanda central
de todas las movilizaciones antes del estallamiento de la huelga.
Agotadas las posibilidades de un diálogo con las autoridades univer-
sitarias, los estudiantes decidieron convocar a estallar la huelga en
la unam a mediados de Abril, para ello desplegaron una diversidad
de estrategias informativas para hacer frente a la campaña de des-
información que llevaban a cabo las autoridades universitarias. Se
llevaron a cabo saloneos, impresión de volantes, debates públicos
con los directores de cada facultad o escuela, reuniones de conse-
jos de representantes de grupo, asambleas estudiantiles, brigadas
informativas a otras escuelas, etc.
En los hechos la Huelga Estudiantil se fue construyendo de mane-
ra consensada entre la comunidad universitaria, grandes anécdotas
quedan de ese proceso, como la realización de la Asamblea General de
la Facultad de Ingeniería con cerca de cinco mil participantes donde
después de la participación de Claudia Sheinbaum convocando a los
estudiantes a hacer historia a mano alzada miles votaron a favor del
estallamiento. Tres formas encontraron los estudiantes para votar la
Huelga, una fue mediante los consejos de representantes de grupos,
otra la asamblea general de cada escuela y por último la realización
de un plebiscito donde votarán de manera libre y secreta los estudian-
tes con credencial vigente. Facultades de Ciudad Universitaria como
Economía y Psicología recurrieron a esta última acción y el apoyo a la
huelga fue superior al 70% de la matrícula. Resalta el hecho de que el
rector Barnés pensaba que el plebiscito estaba ganado en la Facultad
de Química y acepto realizarlo y fuerte fue su sorpresa que la huel-
ga se ganó democrática y libremente en su facultad. En veterinaria
mediante votación en asamblea y supervisados por autoridades locales
los estudiantes también se manifestaron a favor del estallamiento de
la huelga. En odontología fueron los representantes de grupo los que
de manera mayoritaria se sumaron a la huelga. El caso de la Facultad
de Medicina resalta por su espectacularidad más de trescientos gru-
pos-clase votaron a favor del estallamiento de huelga.
En el bachillerato el proceso fue masivo totalmente, asambleas
de miles de estudiantes llenaron las principales plazas de los Colegios
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 187

de Ciencias y Humanidades de la unam, un proceso similar construye-


ron algunas escuelas preparatorias que fueron las más presionadas
por el calendario escolar y donde el rector esperaba que no existiera
ningún apoyo al movimiento estudiantil. La huelga inicia en la escuela
de la unam, que involucra a jóvenes de 12 a 15 años de edad, Escuela
Nacional Preparatoria 2; ahí es donde el 14 de abril de 1999 comienza
el proceso de huelga de lo que posteriormente se llamaría Consejo
General de Huelga. La huelga estalló con una fuerza inusitada y contó
con una gran legitimidad y apoyo por parte de la sociedad civil. Para
la elaboración de las demandas se integró una comisión que elaboro la
propuesta unitaria del pliego petitorio del cgh sus integrantes fueron
Marjorie González, Salvador Ferrer, Leticia Contreras, Higinio Muñoz,
Ricardo Martínez, Roberto López, Agustín Ávila, Rodrigo Figueroa,
José Luis Cruz, Bolívar Huerta, entre otros.
El pliego de exigencias del cgh fue:
1. Derogación del Reglamento General de Pagos y gratuidad total
de la universidad
2. Derogación de las reformas de 1997
3. Desmantelamiento del aparato policiaco y de espionaje
4. Congreso democrático y resolutivo para la transformación de
la unam
5. Alargamiento del semestre
6. Desvinculación con el ceneval
El Consejo General de Huelga se conformó por cinco delegados
estudiantiles que representaban a su facultad o escuela, su estruc-
tura organizativa buscaba facilitar acuerdos y decisiones mediante
la representación, por lo que muchas escuelas sobre todo en la
primera fase de la huelga colocaron el principio de rotatividad de
representantes y horizontalidad. Su método de organización fue el
asambleísmo: una asamblea plenaria abierta a todos los estudiantes,
pero en la que se privilegiaba la voz y el voto de los representantes de
las escuelas. Más adelante diversas corrientes estudiantiles fueron
apropiándose de los delegados e intentando imprimir la dirección del
movimiento. El cgh fue la respuesta organizada de los estudiantes al
neoliberalismo. La base de su organización fue una asamblea general
conformada por asambleas locales con un determinado número de
votos, los representantes eran revocables en cualquier momento si
la instancia local lo decidía y sobre todo al inicio los representantes
188 ⎖ Agustín Ávila Romero

eran rotativos y los integrantes de las comisiones también. Las deci-


siones de la asamblea general se tomaban por mayoría (cincuenta
por ciento más uno). Y todos los integrantes del movimiento tenían
que asumir los acuerdos de la mayoría.

La luna en primavera

Frente a la dictadura de la burocracia universitaria comenzó la huelga


estudiantil del cgh sacando así a la comunidad universitaria de la pasi-
vidad con la cual se aceptaban las reformas neoliberales en México. Y
el proceso mediante el cual los estudiantes llevaron la apropiación del
espacio universitario merecería la construcción de una narrativa hacia
delante. Lo que se resalta es que ese territorio que formaba parte de
un espacio y temporalidad limitada a la vida académica estudiantil, los
estudiantes del cgh llevaron a cabo un proceso de territorialización
que hicieron posible nuevas significaciones del espacio para el conjunto
de ellos. Los estudiantes de escuelas, facultades y colegios geo-gra-
fiaron así el espacio universitario dotándolo de nuevos significados,
valoraciones y prácticas culturales, sociales y políticas nuevas. Desde
el atardecer del 19 de abril de 1999 el aire en Ciudad Universitaria
se respiraba de manera diferente. La mirada de miles de jóvenes
dispuestos a hacer historia abría de manera exorbitante las pupilas.
Los pasos y gritos recorrían los campus sabiendo que empezaban una
lucha que no tenían claro cuando concluiría. Y el proceso de apropia-
ción espacial comenzó. Auditorios, salones y plazas públicas se fueron
convirtiendo en lugares dormitorio, en sede de reuniones de balance
y propuestas que fortalecieran la lucha, se buscaban espacios donde
organizar las brigadas informativas, la instalación de las cocinas, de
los mecanismos de elaboración y distribución de los volantes, muchas
escuelas discutieron si durante la huelga se mantenían abiertas las
bibliotecas y hubo quienes las mantuvieron, etc.
Tres eventos resalto de este proceso. El recorrido y con-
fluencia de los estudiantes en Ciudad Universitaria para colocar la
bandera rojinegra en la torre de Rectoría de la unam. Ese momento
represento para los estudiantes la realización máxima del desafío
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 189

el autoritarismo de Barnés al cerrar el acceso a la representación


material del poder en la unam. El otro evento fue la expresión de
libertad plena cuando se toma la alberca del campus de Ciudad
Universitaria en la noche de los primeros días de huelga. No sólo
impacto ver a decenas de universitarios en la noche nadando y
divirtiéndose en dicha zona, sino fue más impresionante la forma
en que mujeres y hombres se desnudaron y libremente nadaban y
jugaban sin prejuicios morales. La unam se constituyó en si en un
territorio propicio para el florecimiento de libertades conculcadas
por el autoritarismo universitario o nacional. Y por último la toma
del estadio olímpico universitario donde lo más emocionante para
cientos de ellos fue jugar en la misma cancha donde se llevaron a
cabo los juegos olímpicos de 1968, partidos del Mundial de 1986 y los
juegos oficiales del equipo Pumas de la primera división profesional.
A ello, se suman que las fiestas de escuelas y facultades eran
momentos de socialización, de diversión juvenil y de organización
estudiantil. En muchas de ellas se escuchaba música, se bailaba
hasta la madrugada y se disfrutaba la efervescencia juvenil. Grupos
de facultades en particular les correspondía las guardias de los
accesos a Ciudad Universitaria o el apoyo a escuelas que estaban
fuera del campus central. Poco a poco el campus universitario fue
transformado por murales, periódicos, pizarrones, barricadas,
mensajes, ropa en las ventanas de los salones, equipos de sonido en
cada facultad, la instalación de la radio Ke Huelga, etc. Cada escuela
y facultad desarrollaron diferentes actividades lúdicas como fueron
los concursos de ajedrez, los torneos de futbol y volibol, obras de
teatro y kermesses, así mismo talleres de ciencia y círculos de estu-
dios sobre diferentes temas. Todo ello sin dejar de lado el conflicto
que se vivió con las autoridades universitarias que convocaron en
muchas escuelas a clases extramuros y con el hostigamiento que
sufrieron sobre todo las escuelas periféricas por parte de los grupos
porriles. Además desde un inicio los paristas fueron perseguidos y
espiados por agentes de la unam y de la Secretaría de Gobernación
del gobierno federal, lo que sirvió para construir demandas penales
contra los participantes del movimiento.
190 ⎖ Agustín Ávila Romero

Bajo el resplandor de la luna

Tal y como señala Ceceña (2000) los protagonistas del movimiento


estudiantil son en su mayoría jóvenes con muy poca experiencia
política, con signos de identidad contradictorios que provienen
tanto de la incredulidad que desata la caída del muro de Berlín
y del esfuerzo neoliberal por borrar cualquier trazo de memoria
histórica, como de las referencias a asideros teóricos muy viejos
combinados, y en ocasiones reñidos, con los nuevos horizontes
trazados por el movimiento zapatista. Más el conjunto de acciones
colectivas que pondrán en marcha los estudiantes durante más de
un año hicieron de esa movilización un conflicto nacional que tuvo
hasta momentos de internacionalización. Si observamos la cantidad
de movilizaciones realizadas desde la Asamblea Estudiantil Uni-
versitaria y el posterior Consejo General de Huelga encontramos
más de treinta acciones realizadas de diferente magnitud tan sólo
en la ciudad de México. A ello se suman movilizaciones realizadas
por estudiantes en Sonora, Michoacán, Chiapas, Jalisco, Hidalgo,
Veracruz, Oaxaca, Zacatecas, entre otras, en apoyo al cgh. A nivel
internacional destaco el apoyo de estudiantes en Argentina, Uru-
guay, Brasil, Estados Unidos y Francia.
Debe resaltarse que detrás de cada movilización existió la idea de
presionar directamente al gobierno federal por la incapacidad de las
autoridades universitarias para resolver las demandas estudiantiles.
Fueron más de 12 movilizaciones al Zócalo de la Ciudad de México las
realizadas por el cgh. Muchas de ellas se convirtieron en espacios de
socialización, innovación y fiesta estudiantil: se realizaban muchas
actividades antes de cada acción desde como decorar las mantas de
cada escuela, con que ropa asistir a la manifestación, que canciones
incorporar o que baile nuevo podía colocarse, las escuelas de la unam
competían entre sí de manera sana y constructiva. Son también mues-
tra clara de las diferentes fases por las que atravesó el movimiento
estudiantil, del grado de participación con el transcurrir de los meses
y de su importancia para nuclear a los estudiantes y organizaciones
que apoyaban sus demandas.
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 191

Cuadro 1
Marchas del cgh 1999-2000

Marcha de las Antorchas 25 De 15 mil


Monumento de Álvaro Obregón a Rectoría de febrero a 30 mil
participantes
Marcha contra el rgp 4 De 25 mil a 35
Parque Hundido a Rectoría de marzo mil personas
Marcha contra el rgp 8 De 30 mil
Parque de los Venados a Rectoría de abril a 45 mil
personas
Marcha Popular en defensa 23 De 60 mil
de la Educación Gratuita de abril a 80 mil
Casco de Santo Tomas al zócalo participantes
Manifestación del cgh 29 500
en la Cámara de Diputados de abril estudiantes
Mayor presupuesto a la educación
Marcha del 1 de mayo 1 De 130 mil
Monumento a la Revolución al zócalo de mayo a 170 mil
personas
Marcha Universitaria Nacional 12 100 mil
de tlatelolco al zócalo de mayo estudiantes
Marcha conjunta cgh y cnte 21 60 mil
del Zócalo a Los Pinos de mayo estudiantes
y profesores
Marcha del cgh 10 50 mil
en cuatro puntos cardinales de la Ciudad de junio personas
de México (Tlatelolco, Tlalpan y Villa de
Cortes, Casco de Santo Tomas y estación
del metro Zaragoza) al zócalo
Marcha contra la privatización 9 80 mil
de la unam de julio personas
de Tlatelolco al Zócalo
Marcha 19 1 500
del Metro Copilco al Mercado de la Bola de julio estudiantes
colonias de Santo Domingo, Ajusco de escuelas
Coyoacán y Santa Ursula del sur de la
UNAM
192 ⎖ Agustín Ávila Romero

Marcha de la Asamblea General 25 200 padres


de Padres de Familia de julio de familia
del metro la raza
a la Basílica de Guadalupe
Marcha 26 70 mil
del Museo de Antropología e Historia al Zócalo de julio personas
Marcha zonal 30 1000
en el sur de la ciudad de CU a la ENAH de julio estudiantes
Marcha contra la represión 13 100 mil
en clases extramuros de agosto personas
del Ángel de la Independencia al Zócalo
Marcha contra el hostigamiento militar 25 20 mil
en Chiapas de agosto personas
del Ángel de la Independencia
a la Secretaria de Gobernación
Jornada Nacional en Defensa de la 28 100 mil
Industria Eléctrica, la Educación de agosto personas
Gratuita y el Patrimonio Cultural
Mitin en el Zócalo
Marcha de las Antorchas 13 de 20 mil
del Museo de Antropología al Zócalo septiembre estudiantes
Marcha 2 90
de Ciudad Universitaria al Zócalo de octubre mil personas
Marcha Represión vs estudiantes 14 10 mil
de TV Azteca a Televisa bloqueando periférico de octubre estudiantes
Marcha 5 de 30 mil
de Televisa San Ángel al Auditorio Nacional noviembre estudiantes
Marcha del Metro Toreo Cuatro Caminos 12 de 3 mil
al Palacio Municipal de Naucalpan noviembre estudiantes
Marcha 30 de 350
de la Bolsa Mexicana de Valores noviembre estudiantes
a la Secretaria de Hacienda
Marcha 11 de 500
del Tianguis del Chopo diciembre estudiantes
a la Embajada de EUA en apoyo a las
protestas de Seattle. Represión.
98 detenidos y 10 lesionados
Marcha 16 de 10 mil
de la SRE a la embajada de EUA y al Zócalo diciembre estudiantes
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 193

Año 2000

Marcha 28 15 mil
del Casco de Santo Tomas al Zócalo de enero personas
Marcha por la libertad de los detenidos 4 20 mil
del Ángel de la Independencia al Zócalo de febrero personas
Marcha de estudiantes 6 15 mil
y padres de familia de febrero participantes
del Ángel de la Independencia
al Monumento a la Revolución
Marcha por la libertad 9 De 100 mil
de los presos del CGH de febrero a 120 mil
personas
Mitin 12 3 mil
afuera del Reclusorio Norte de febrero personas

Fuente:
Elaboración propia con base en Calendario cgh. Página informativa

Una de los elementos nuevos que introdujo el Consejo General de


Huelga fue la realización de consultas estudiantiles y populares
como mecanismo que le permitió conjuntar esfuerzos organizativos
con otros referentes sociales y ganar con ello legitimidad ante la
sociedad. Durante los meses en huelga los estudiantes recorrieron
plazas, parques, calles, mercados, camiones, líneas del metro, univer-
sidades, colonias populares, entre otras, para explicar las demandas
de su pliego petitorio, las consultas se convirtieron en un medio de
involucramiento de los estudiantes en un inicio y posteriormente de
la sociedad en general en la defensa de la educación pública superior.
194 ⎖ Agustín Ávila Romero

Cuadro 2
Consultas del cgh

Consulta Fecha Participación

Primera consulta 15 de abril 109 mil universitarios


general universitaria
Primera consulta 27 de mayo 700 mil participantes
metropolitana aproximadamente
por la educación
Consulta ciudadana 26 de octubre 472 mil personas
por la renuncia de Barnés la mayoría por la
renuncia de Barnés
Consulta popular del cgh 18 y 19 de enero 500 mil personas
y cerca de 100 mil
universitarios.
80% a favor
del pliego del cgh

Una luna soñadora y colocha

La huelga de la unam indudablemente estuvo influenciada enorme-


mente por la experiencia acumulada de los diferentes colectivos y
liderazgos estudiantiles con relación al levantamiento zapatista
de 1994. La mayoría de los miembros del activismo estudiantil
pre-huelga habían desarrollado actividades de solidaridad contra la
militarización en Chiapas y llevado a cabo actividades de solidaridad
económica, acopio de víveres y participación en eventos relevantes
del zapatismo como fue la Convención Nacional Democrática de
1994 y el 1º Encuentro Intergaláctico con personas de todos los
continentes del planeta en 1996. Gran parte de ellos coadyuvaron
a la formación de bibliotecas comunitarias, escuelas para niños y
niñas indígenas, promotores agroecológicos, de economía solidaria
y participaron ampliamente en los campamentos de paz y en las
consultas a la sociedad civil que dirigieron los miembros del ezln.
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 195

Por ello, cuando la huelga estalla los estudiantes tienen como refe-
rente las ideas de horizontalidad y mandar obedeciendo que habían
nacido de las dinámicas de las asambleas comunitarias indígenas de
Chiapas. En el mismo mes de marzo de 1999 cuando se aprobaron
las cuotas en la unam, una delegación de cinco mil zapatistas (dos
mil 500 hombres y dos mil 500 mujeres) salieron a visitar todos los
municipios del país para impulsar una consulta sobre los derechos de
los pueblos indígenas, parte de ellos visitaron varias de las escuelas
y facultades mostrando de forma palpable a miles de estudiantes
que existía otra forma de hacer política más allá de los caminos
tradicionales e innovando en los mecanismos de resistencia de los
movimientos sociales.
Cuando al Asamblea Estudiantil Universitaria (aeu) realizó su
primera consulta universitaria en la que participo el grueso de la
comunidad estudiantil de la unam, el ezln respondió el 16 de abril
con un comunicado de apoyo a nombre de la Sociedad de Exalumnos
Zapatudos de la unam (sexzu como afirmaba el texto) (ezln, Carta
16 de abril de 1999). Ya iniciada la huelga una amplia representación
de estudiantes acude al encuentro de balance sobre la consulta que
impulsaron los delegados zapatistas que salieron a recorrer el país.
En dicho encuentro del 7 al 9 de mayo de 1999, el entonces subcoman-
dante Marcos pide a los participantes del movimiento estudiantil que
le platiquen las perspectivas de la huelga universitaria. Ya en julio
convocó a los miembros del Frente Zapatista de Liberación Nacio-
nal (fzln) –que era la parte de la sociedad civil que llevaba a cabo
proyectos de organización y lucha social acordes a los postulados
zapatistas– para que actuarán conjuntamente con los estudiantes
de la unam y a los que formaban parte del cgh a que no lo hicieran
dispersos entre diferentes corrientes estudiantiles, sino apoyando
desde la base la lucha estudiantil. Ello va tener efectos diversos en
dinámicas de varias escuelas de la unam e indudablemente requiere
otro espacio para una reflexión más amplia. Lo relevante es que a
partir de Mayo diferentes estudiantes de la unam y de otras escue-
las construirán una relación mutua y respetuosa con el ezln. Como
resalta Marcela Meneses:
En el cgh resaltaban las constantes referencias al ezln expresadas
en los resolutivos de las asambleas estudiantiles, en los manifiestos
de apoyo a la lucha zapatista, y en los pronunciamientos en contra del
196 ⎖ Agustín Ávila Romero

hostigamiento y represión del que eran objeto. Lo que no significa que la


posición de ambos movimientos, uno con respecto al otro, se tradujera
en dictados y obediencia ciega o sacra alabanza mutua. Por el contrario
existieron varios momentos de distanciamiento y crítica como cuando
ciertas corrientes del cgh sistematizaron la violencia, gritos y golpes e
insultos en contra de otros estudiantes paristas (Meneses, 2009: p. 6).
Por ejemplo, en su carta Dos Acosos, Dos Rebeldías, el ezln va a
cuestionar fuertemente la capacidad de veto que se auto adjudicó una
parte del cgh, les señaló: “El cgh ¿Se hace más fuerte “depurando” y
convirtiéndose en un ente homogéneo? ¿Esa es la “universidad” que
quiere el cgh?”. De las experiencias de los estudiantes en huelga que
visitaron comunidades zapatistas en resistencia sin lugar a dudas la
más relevante fue la llegada de un conjunto de brigadas universitarias
a la comunidad de Amador Hernández para lo cual muchos de ellos y
ellas tuvieron que caminar más de diez horas entre lodo y vegetación.
Los estudiantes acudieron a dicha comunidad para protestar contra
la presencia militar que buscaba instalar un cuartel en dicha zona.
Fueron varias semanas en las cuales los estudiantes fueron enviando
diferentes brigadistas a dicha comunidad. Ello llevó al gobierno del
estado de Chiapas a levantar una denuncia judicial contra decenas
de estudiantes y a emitir órdenes de aprehensión que no se atrevió
a ejecutar.
Los miembros del cgh imprimían muchas de sus rebeldías en
la zona militarizada de Chiapas. Como participante de varias de las
caravanas realizadas durante la huelga recuerdo mucho el traslado en
camiones de redilas hasta la comunidad de La Realidad, para ello había
que atravesar varios retenes militares, en dicho retenes los militares
solicitaban nombres de los participantes y otros datos personales.
Muchos estudiantes se llamaban como grandes artistas o escritores,
creo que el fallecido Jorge Ibargüengoitia nunca en su vida visito tanto
Chiapas, lo mismo sucedía con María Félix, Jorge Negrete, Octavio
Paz, Elena Garro, entre otros. A las grandes convoyes militares que
atravesaban las comunidades zapatistas los estudiantes respondían
gritando consignas, les exigían que se retirarán y había unos que les
aventaban aviones de papel y hasta otros que les enseñaban el tra-
sero a los militares que se trasladaban en no menos de 12 camiones
artillados y listos para disparar. Ya era un clásico algún partido de
futbol de universitarios contra algún equipo de futbol zapatista de la
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 197

zona. Los niños y niñas de las comunidades ya conocían de nombre a


varios de los integrantes de las brigadas, les hacían bromas, jugaban,
comían con ellos y claro que muchos de ellos terminaron yéndole a
los Pumas el equipo de futbol de la unam.
También fue relevante la organización de un grito de independen-
cia alternativo el 15 de septiembre de 1999 donde decenas de miles de
estudiantes y personas en general se reunieron afuera de la Rectoría
de la unam acompañados por una delegación del ezln en una gran
fiesta cívica-popular. El ezln mantuvo su apoyo incondicional a los
estudiantes paristas, así como crítico abiertamente al Comité de la
Facultad de Ciencias Políticas, también alzo su voz frente a los eméritos
e intelectuales que fueron reprochando agriamente al movimiento
estudiantil, sin respetar sus decisiones o entender sus motivaciones.
Ya con la represión que llevó a cientos de estudiantes a la cárcel, los
zapatistas no dejaron de manifestar su apoyo y de movilizarse en la
demanda de su liberación. En el 2001 decenas de miles de estudiantes
agradecerán ese apoyo recibiendo a la dirigencia del ezln en las islas
de Ciudad Universitaria en una de las más grandes movilizaciones
que ha tenido en su historia la unam.

Con el balanceo de la luna: las brigadas

El gran motor de resistencia del movimiento estudiantil fueron las


brigadas que recorrieron diferentes puntos de la Ciudad de México
y del país para convencer a la sociedad mexicana de la justa lucha
por la defensa de la educación pública y gratuita. Ello hizo posible
que a tan sólo cuatro días de haber estallado la huelga se realizará
un primer encuentro en defensa de la educación pública donde
participaron estudiantes de la uam, ipn, Chapingo, Unison, enah,
uap, uag, uaz, entre otras. Y ya para mayo se incorporaron las uni-
versidades de Oaxaca, San Luis Potosí, Chiapas, Tabasco, Querétaro
y Nuevo León conformando la Coordinadora Nacional Estudiantil.
En varias de estas instituciones se realizarán actividades de apoyo
a la huelga estudiantil que pasaban desde actividades informativas,
paros de veinticuatro horas en solidaridad y recolección de víveres
198 ⎖ Agustín Ávila Romero

y dinero que permitieron la resistencia estudiantil. Resalto en el


proceso de Huelga la conformación de las Brigadas multidisciplina-
rias compuestas por estudiantes de medicina,química, odontología,
psicología y veterinaria que desarrollaron estrategias de servicio
social en diferentes colonias marginadas del área metropolitana.
Así, los futuros galenos proporcionaron consultas generales, los
químicos talleres de conservas de alimentos, los dentistas apli-
caron fluor y explicaron las técnicas de cepillados, los psicólogos
proporcionaron talleres de relajación y de manejo de estrés y los
futuros veterinarios llevaron a cabo consultas generales de animales
domésticos y desparasitación.
El trabajo popular del cgh se afianzó en alianza con el movi-
miento urbano popular en colonias del Frente Popular Francisco
Villa, la Asamblea de Barrios y la Unión Popular Revolucionaria
Emiliano Zapata (uprez) entre muchas otras. Además, se desarrolló
un trabajo sindical con el Sindicato Mexicano de Electricistas (sme),
la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (cnte),
el stunam y agrupaciones sindicales universitarias y fábricas de la
zona norte de la Ciudad de México como Bacardí y Herdez donde los
estudiantes acudieron a informar, siendo amenazados y hostigados
por la policía en varias ocasiones. A nivel nacional la huelga estudian-
til vinculo a brigadas con trabajos en las comunidades indígenas de
Chiapas –como ya he mencionado– pero también con comunidades
de la costa chica y montaña de Guerrero; con los purépechas en
Michoacán; con la comunidad de Tepoztlán, Morelos; en Malinalco,
Estado de México; en la Sierra de Manantlán y zona nahua de Jalisco;
con comunidades mayas de Campeche; etc. Así como con procesos
organizativos en la Comarca Lagunera, el Istmo de Tehuantepec, la
costa de Chiapas, el movimiento cuicateco de Oaxaca, en Jacalá y
el Mexe en Hidalgo, el movimiento asociativista de la Sierra Gorda
de Querétaro y en Zongolica, Veracruz, entre varias más. Tal diver-
sidad de relaciones y acciones contrainformativas permitieron al
cgh resistir el proceso de alargamiento de la huelga. Pero también
marcaron profundamente a muchos de sus integrantes que poste-
riormente se integrarán en diversa medida en los trabajos populares
por la transformación del país.
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 199

Una luna entre corrientes

Desde junio de 1999 el conflicto en la unam entró en una fase de


estancamiento pues las pláticas entre rectoría y el cgh estaban rotas
y desde el 7 de junio el Consejo Universitario había hecho voluntarias
las cuotas con el propósito de dividir el movimiento y provocar mayor
erosión a los grupos estudiantiles. Frente a la salida parcial de las
autoridades universitarias el grueso de las asambleas estudiantiles
decidieron la permanencia de la huelga frente a las intenciones del
gobierno federal y las negociaciones que encabezó la gente del prd
de la Ciudad de México y de la universidad para construir una salida
al conflicto y evitar el deterioro que el mismo ya causaba en la figura
de Cuauhtémoc Cárdenas. Ello ocasionó una profunda lucha de ten-
dencias al interior del Consejo General de Huelga de la unam. Frente
a ello, lo primero que se tiene que reivindicar es la gran de diversidad
de posturas que convivieron al interior de ese organismo.
Como señala Ana Esther Ceceña (2000) a lo largo de sus doce meses
de existencia el movimiento estudiantil albergo a militantes del prd,
integrantes de corrientes radicales más o menos antiguas de la unam
y un gran conjunto de estudiantes sin partido, sin corriente, y con un
enorme rechazo por esas formas organizativas y por los procedimientos
de decisión que les son propios. Pero, en los hechos, sobre todo en la
fase que va de Septiembre de 1999 a la entrada de la policía federal en la
unam, un conjunto de corrientes van a luchar encarnizadamente por la
dirección del Consejo General de Huelga llevando a una situación crítica
las reuniones del cgh. La prensa progubernamental encantada con la
división del movimiento construyó las dos tendencias: los ultras y los
moderados. Para Marcela Meneses se fue construyendo un enemigo y
purificando la rebelión:
[…] desde la relación amigo-enemigo que se fue configurando al
interior del cgh se puede entender por qué cientos de paristas aban-
donaron el movimiento estudiantil a medio camino, a pesar de que
el conflicto jamás fue resuelto por las autoridades. Las fracturas
entre grupos y corrientes llegaban a tal extremo que ya era común
ver la sangre brotar, dientes y otros tantos huesos rotos, mordidas,
arañazos, patadas, puñetazos, jalones de cabellos […] (Meneses,
2012: p. 85).
200 ⎖ Agustín Ávila Romero

Lo cierto es que las territorialidades que se construyeron durante la


huelga fueron diferenciadas, hubo escuelas como Políticas, fes Acatlán
o Naucalpan que no pudieron procesar sus discusiones sin caer en la
intolerancia. Hubo otras como la Facultad de Economía, el cch-Sur, la
Facultad de Ciencias, entre otras muchas, donde libremente se pudo
discutir desde el inicio hasta el final de la huelga. La intolerancia las
primeras escuelas posteriormente se trasladó a la plenaria del cgh
fue el momento en que núcleos importantes de estudiantes comen-
zaron a alejarse del movimiento. Además, toda la presencia que había
ganado el cgh con la sociedad se fue diluyendo con las imágenes que
mostraban las disputas en las reuniones estudiantiles hasta llegar
al extremo de colocar un alambre de púas para evitar los asaltos a
la mesa de debates. En ese momento indudablemente la huelga se
puso en riesgo.

Una luna emérita

En todo ello contribuyó enormemente el debate que ocasionó en


las escuelas y facultades la propuesta para solucionar el conflicto
presentada el 28 de julio de 1999 por ocho profesores eméritos de la
unam: Luis Esteva Maraboto, Héctor Fix Zamudio, Miguel León Por-
tilla, Alfredo López Austin, Manuel Peimbert, Alejandro Rossi, Adolfo
Sánchez Vázquez y Luis Villoro. Estas personalidades representaban
posiciones ideológicas diversas y contrapuestas entre sí en el ámbito
universitario por lo que contaban con simpatía de múltiples sectores
de la universidad. Ellos colocaban con relación al pliego petitorio del
cgh el hecho de que ya había suspendido el Consejo Universitario la
actualización del pago por diversos servicios y planteaban la necesi-
dad de generar un espacio de discusión y análisis sobre los problemas
de la universidad ya después del levantamiento de la huelga. En su
reflexión sobre la propuesta de los eméritos Nahúm Pérez recuperará
la visión de la mayoría de las escuelas y las facultades:
El punto central de la propuesta era la suspensión de las cuotas en
conformidad con la resolución del Consejo Universitario que las había
hecho voluntarias; pero en los demás puntos era muy limitada: en lugar
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 201

de un congreso universitario, los eméritos proponían unos “espacios de


discusión y análisis”, en donde la consideración última sobre la reforma
universitaria quedaría en manos de las autoridades. En cuanto a la
exigencia de derogación de las Reformas del 97 y la anulación de los
vínculos de la unam con el ceneval, la iniciativa sugería mantenerlos
vigentes hasta la realización de los espacios de diálogo y ahí definir su
pertinencia. Para finalizar, la propuesta no solicitaba de la autoridad
universitaria ninguna garantía política para hacer respetar los compro-
misos que eventualmente fueran acordados entre las partes, y tampoco
planteaba el desistimiento de las acciones penales levantadas contra
los estudiantes ante la PGR; en cambio, sí solicitaba al cgh manifestar
explícitamente su intención de levantar la huelga (Pérez, 2016).
Para varios representantes estudiantiles la propuesta de los eméritos
no resolvía los puntos por los cuales luchaba el cgh pero indudablemen-
te abría la posibilidad de que las autoridades se sentarán a dialogar, lo
cual ya con cuatro meses de huelga era algo que exigía la comunidad
universitaria y la sociedad. El rector Barnés se negaba a dialogar y
menos a entablar una negociación con el movimiento estudiantil,
alargando el conflicto y apostando a la división, el agotamiento y la
represión a los estudiantes.

Los cráteres lunares

Los estudiantes realizaron un gran trabajo para producir el estalla-


miento de huelga más consensado en la historia de la unam como he
señalado. La construcción espacial y territorial de la huelga involucró
a miles de estudiantes en comisiones, barricadas, elaboración de
murales, generación de periódicos, escritos y comunicados, entrevistas,
producción de materiales audiovisuales y mantas, la instalación de
un medio alternativo como la radio Ké Huelga, etc. Los estudiantes
dividieron el espacio de cada escuela en función de las tareas reque-
ridas por la huelga, se fueron constituyendo espacios públicos en
torno a las plazas principales, auditorios y cocina y espacios privados
donde desarrollaban su vida íntima los integrantes del movimiento.
Ello es importante tenerlo claro porque una las cuestiones centrales
202 ⎖ Agustín Ávila Romero

es que miles de jóvenes mudaron el espacio hogar a las aulas de la


unam, se comprometieron tanto a nivel individual como colectivo.
Las discusiones no solo se centraban alrededor del movimiento y la
política nacional sino que la huelga se constituyó en un espacio de
discusión sobre la sexualidad, la muerte, las drogas, la violencia, el
sida, la discriminación racial o étnica, las religiones, etc. Además, como
afirma (Díaz, 2004: 53) “durante la huelga fue común ver a mujeres
desempeñando labores tradicionalmente masculinas y viceversa:
pero también frecuentemente se hizo patente la lucha de la mujer
por alcanzar la equidad.” Para Tania Hernández
La participación femenina fue muy impresionante, además de la mayo-
ría de las mujeres no se quedaron en las cocinas, las comisiones en las
cocinas eran rotativas y mixtas, había mujeres en las comisiones de
seguridad, estaban en los enfrentamientos con los porros y no dife-
renciadas de hombres y mujeres, no había vallas de mujeres y vallas
de hombres, había compañeros y compañeras hasta adelante, nosotros
estuvimos en las madrizas, tanto madrearon a mujeres como a hombres
[…]” (Hernández, 2004)
La República de la Huelga –como le llamo Carlos Monsiváis en sentido
despectivo– fue también un gran movimiento y rebelión contracultural
contra el sistema moderno capitalista colonial y patriarcal.

La luna roja de octubre

Es en octubre bajo el influjo de la gran luna que ilumina el hemisferio


norte de nuestro planeta donde las autoridades federales y rectoría
iniciarán el proceso de división y aislamiento del cgh. Paradójicamente
dicho mes inicio con una gran movilización de decenas de miles de uni-
versitarios que camino desde Ciudad Universitaria hasta la Plaza de las
Tres Culturas en Tlatelolco el 2 de octubre. Entre los hechos relevantes
destaca que el 12 de octubre una imagen fue inmortalizada por los
medios de comunicación. En la Asamblea Plenaria del cgh en la enep
Acatlán se instaló un alambre de púas en la mesa. A ello se suma dos
días después una marcha de Tv Azteca a Televisa donde los estudiantes
son reprimidos de forma violenta por parte de la policía capitalina. El
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 203

19 de octubre Barnés denuncia en el mp a estudiantes del cgh por el


cierre de institutos. El 20 de octubre es desaparecido Ricardo Martí-
nez y después de un bloqueo en diferentes avenidas importantes de la
ciudad amanece golpeado. El 23 de octubre cinco escuelas presentan
una propuesta de solución al conflicto. El 25 de octubre encapuchados
armados toman la Preparatoria 9 y lo mismo intentan otros en la enep
Acatlán. Ello se facilita porque llega un momento como señala Imanol
Ordorika en que:
El cgh parecía estar peleando en todos los frentes. Se enfrentaba a
la administración universitaria, a los profesores de distintos signos
políticos y a los sectores conservadores del estudiantado; contra el
sistema y contra los partidos –especialmente al prd–; a los medios de
comunicación sin distinción alguna. Incluso llegó a distanciarse del
zapatismo y del subcomandante Marcos, que en distintos momentos
los había apoyado y criticado (Ordorica, 2006: p. 355).

La luna del fin de milenio

Con el estancamiento del conflicto y la represión, surge el desánimo,


el desgaste que provoca también el alargamiento de la huelga. El
cgh busca el apoyo afuera en referentes organizativos populares
involucrándolos fuertemente en el acompañamiento de las guardias
de escuelas o en las manifestaciones. El 11 de noviembre Barnés
presentó su renuncia –era claro que su actuación y negativa al
diálogo fue una de las razones del alargamiento de la huelga y
había dejado de representar a amplios sectores de la comunidad
académica–. Para el día 17 de noviembre el secretario de salud de
Ernesto Zedillo, Juan Ramón de la Fuente, es nombrado como el
nuevo rector de la unam. A diferencia de su antecesor De la Fuente
abría posibilidades de diálogo con el cgh al tiempo que agrupaba
cada vez más a grupos universitarios en su estrategia de aislar
a los paristas y dar una salida al conflicto. Al mismo tiempo que
acepta dialogar De la Fuente va aislando al cgh de tal forma que
reciben la llegada del nuevo milenio en las instalaciones de Ciudad
Universitaria.
204 ⎖ Agustín Ávila Romero

El 6 de enero de 2000 De la Fuente se pronuncia por la realización


del Congreso Universitario y presenta una solución alternativa al
pliego petitorio del cgh, entre sus propuestas más relevantes estuvo
regresar al cobro de cuotas de 20 centavos que estaba establecido
en el reglamento antes de la modificación de Barnés de Castro. El
movimiento se encontraba en un desgaste ya evidente y con una
correlación de fuerzas desfavorable donde ya muchos estudiantes
estaban firmemente interesados en el retorno a clases. Frente a esta
situación el cgh decide mantener la huelga y señalar que ningún punto
de la propuesta institucional de De la Fuente resuelve sus exigencias.
El día 9 de enero rectoría rompe el diálogo con los representantes del
cgh y decide organizar un plebiscito entre la comunidad universitaria
para exigir el fin de la huelga. El 20 de enero fueron instaladas cientos
de casillas y los organizadores anunciaron que habían participado
más de 180 mil universitarios. El movimiento estudiantil denuncio
la coacción que se utilizó contra profesores y estudiantes en dicha
consulta y la presión que ejercieron los policías federales y los medios
de comunicación. El 1 de febrero se produce una brutal represión
contra los estudiantes en la Preparatoria 3 de la unam que provocó
cientos de detenidos. Para el 4 de febrero la comisión de rectoría pre-
sentó en el Palacio de Minería un ultimátum para que los estudiantes
entregaran las instalaciones de la unam.

La luna encarcelada

Con el plebiscito de De la Fuente rectoría cuenta ya con cierta legitimi-


dad para intentar quebrar la huelga en escuelas y facultades. Para ello
hace uso de trabajadores de Auxilio unam (miembros de la Dirección
General de Protección a la Comunidad) y de estudiantes afines que
quieren el regreso a clases. En la Preparatoria 3 dichas fuerzas toman
las instalaciones. Desde varias escuelas de la unam se asiste al rescate
de la escuela, los medios de comunicación transmiten escenas amari-
llistas que justifican la entrada de la policía federal preventiva en la
detención y desalojo de los estudiantes paristas. La cuenta regresiva
empezaba y eso llegó en la madrugada del 6 de febrero de 2000 cuan-
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 205

do efectivos de la pfp ingresaron al campus universitario y rompen


la huelga con la detención de más de setecientos estudiantes que se
encontraban reunidos en el auditorio Che Guevara de la Facultad de
Filosofía y Letras. Además, se liberan órdenes de aprehensión contra
otros trescientos estudiantes. Tal y como ha señalado Raquel Sosa:
El conflicto universitario devino en un asunto de seguridad pública
desde el estallido de la huelga el 20 de abril de 1999. Las autoridades
de la unam y las federales integraron entonces expedientes penales
para los participantes identificados en el movimiento. Se activó tam-
bién un sistema de vigilancia y espionaje sobre las actividades que
ocurrían en el campus universitario [.…] La aprehensión de más de
mil estudiantes durante la toma policiaca de las instalaciones uni-
versitarias y la persecución de decenas de otros cuatrocientos con
órdenes de aprehensión en las semanas subsiguientes a la toma es
evidencia de una estrategia de las autoridades, que es la del país, de
criminalizar la protesta social para impedir cambios en la estructura
de gobierno (Sosa, 2000: p. 49).
Con la represión del movimiento estudiantil se acaba la huelga más
larga de la historia de la unam. Pero cientos de estudiantes per-
manecen presos en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, los
estudiantes se movilizan al inicio por su libertad pero después la
universidad reanuda sus clases y ellos permanecen ahí. El impacto
psicosocial de la cárcel sobre los detenidos fue impresionante. Como
señala Tania Hernández:
La cárcel puede significar la muerte en vida, se puede percibir como
que nada es real, todo es pasajero o que la vida en la cárcel es como
vivir fuera de la existencia. La vida de las cautivas transcurre en una
cárcel al margen de todo lo que, precisamente daba un significado
a su existencia. La cárcel, sobre todo en nuestro país, es la muerte
para cualquier persona que entra sola ahí (Hernández, 2016: p. 44).
Fue muestra además del grado de autoritarismo en México donde se
prefirió el uso de la fuerza frente a la exigencia de diálogo público
y cumplimiento de demandas estudiantiles. Los estudiantes en la
cárcel recibieron apoyo fuerte de sus familiares e inmediatamente
se levantaron voces exigiendo su liberación como la del Premio Nobel
de Literatura José Saramago, el escritor y periodista Manuel Vázquez
Montealban, el escritor uruguayo Eduardo Galeano y el lingüista Noam
Chomsky. Saramago escribió estas líneas:
206 ⎖ Agustín Ávila Romero

A estas alturas de mi vida no creo en los ángeles. Sé que los estu-


diantes no estáis instalados en las alturas celestes, pero también que
tenéis razón frente a un poder abusivo que quiso recaudar cuando
a otros, a los banqueros por ejemplo, ha perdonado. Tenéis razón
reivindicando una universidad mejor y para todos. Ahora la tenéis
cuando reclamáis vuestra liberación para seguir tratando de hacer
de vuestro país un lugar más habitable, más limpio y más dueño de
sus destinos (Saramago, 2000).
En la cárcel los hombres fueron más desorganizados, agrupados por
escuelas o por corrientes no hubo forma de actuar conjuntamente
como cuando se decidió realizar una huelga de hambre para demandar
su liberación. En cambio:
Las mujeres del cgh resistieron al poder interior de la cárcel encon-
trando los mecanismos necesarios para que este no las devastará:
estuvimos muy unidas. Encontramos en la organización una forma de
vida; si no nos hubiéramos organizado no hubiéramos salido; entendi-
mos que si no estábamos juntas nos iba a llevar la chingada y llego el
momento en que no importaba de que color eras, ni que preferencias
tenías, sino simplemente sobrevivir estando allí adentro, echándonos
la mano. Nunca dejamos que nadie cayera (Hernández 2016: p. 46).

Muchas lunas en el horizonte

El movimiento del cgh sigue generando una gran polémica y no es


retomado por la historia oficial de la unam, sigue siendo parte de la
memoria subalterna y de las grandes luchas por la transformación
democrática de esa casa de estudios y del país. Para Alfredo Velarde:
El cgh marcó un punto de ruptura con respecto a las experiencias
previas porque, a diferencia de sus antecedentes, fue portador de una
radicalidad mayor a la de ellos, por ser reacio a repetir el expediente
de la negociación con la autoridad tras bambalinas y al margen de la
asamblearia decisión estudiantil. Además porque cuestiono los roles
de dirigencias vitalicias proclives a la impopular burocratización de
liderazgos artificiales y sustantivados, en favor de la anónima perso-
nalidad colectiva de un movimiento autónomo dirigido para sí y en
El Consejo General de Huelga de la unam 1999-2000. La lucha estudiantil de las 13 lunas ⎖ 207

favor de sus legítimas banderas” (Velarde, 2016: p. 399).


Por su parte, para Imanol Ordorika “El movimiento estudiantil de
1999-2000 tuvo logros importantes y momento triunfales. Evitó el
aumento de las cuotas por un largo periodo, al menos hasta que los
sectores conservadores de la unam sientan que las fuerzas y las cir-
cunstancias políticas les sean favorables; puso en duda la relación con
el ceneval; volvió a poner a los estudiantes en el centro de la política
universitaria” (Ordorika, 2006: p. 359). La investigadora de la unam,
Ana Esther Ceceña (2000: p. 45) señala que la rebelión estudiantil
por la educación gratuita, es una rebelión desde las profundidades
de la sociedad ampliamente compartida por los sectores populares.
No requiere mayor explicación frente a la clase trabajadora, pero no
logra ser comprendida por sectores de mayores ingresos, relativa-
mente privilegiados. Y para el miembro del cgh Nahúm Pérez (2016: p.
426) la revuelta estudiantil de 1999-2000 en la unam fue la expresión
más acabada de las tensiones acumuladas en el seno de la juventud
mexicana de finales del siglo xx y uno de los primeros movimientos
que pudo detener la ofensiva capitalista contra los derechos sociales
luego de casi dos décadas de avance irrefrenable. Múltiples lunas
sobre la huelga de fin de milenio de la unam.
208

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211

#YoSoy132.
Ciclos de protesta en el marco
de las elecciones presidenciales de 201233

Guadalupe Olivier34 y Sergio Tamayo35

Introducción

El objetivo de este trabajo es destacar los ciclos de protesta del


movimiento #YoSoy132 ¿Qué es lo que pasó dentro y fuera del #YoS-
oy132, este movimiento que surgió en el contexto de las elecciones
presidenciales en 2012 en México, por medio de superar fuertes
contradicciones políticas y culturales entre diferentes grupos que
delinearon de alguna manera ciclos desiguales de la protesta? Este
gran movimiento sorprendió con grandes expectativas al extender-
se a decenas de ciudades en todo el país. No obstante, a pesar del
impacto simbólico que tuvo sobre el proceso electoral y en el ánimo
de la ciudadanía, el movimiento no logró sus objetivos inmediatos,
entró en una dinámica de movilización-desmovilización, concluyó
en medio de fuertes escisiones en un periodo de desmovilización
que fue de julio de 2012 a enero de 2013, y generó un periodo de
contradictorias resonancias, en grupos fragmentados de activistas
en algunas partes del país. Nuestra hipótesis es que la conjunción de
diversos aspectos del contexto político, articulados a la condición

33 Esta es una versión revisitada, a partir del enfoque de los ciclos de pro-
testa, del texto “Tensiones políticas en el proceso de movilización-desmo-
vilización. El movimiento #YoSoy132”, publicado en Iztapalapa, revista
de ciencias sociales, julio-diciembre 2015.
34 Profesora-Investigadora de Sociología Educativa de la Universidad Peda-
gógica Nacional, Ciudad de México; [email protected]
35 Profesor-Investigador del Área de Teoría de la Política, Departamento de
Sociología, Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco,
ciudad de México; blog: www.sergiotamayo.wordpress.com
212 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

identitaria de los distintos participantes y a ciertos dispositivos de


movilización-desmovilización de la protesta, llevaron al movimiento
estudiantil a extremos ineludibles que provocaron su quiebre defini-
tivo. La relevancia de este análisis, en el marco de los movimientos
estudiantiles recientes, es comprender las contradicciones internas
de la protesta social que generaron.
En la teoría de los movimientos sociales, los ciclos repre-
sentan periodos y olas de protesta diferenciadas entre sí por
momentos específicos de movilización, desmovilización, cambios
en la estructura del discurso y los marcos maestros, o nuevas
trayectorias generadas por diferentes repertorios de acción. En
términos analíticos esto es cierto y permite acotar la dinámica de
la acción colectiva. En el marco de la movilización y la desmovili-
zación estas son en efecto dimensiones cruciales que tomadas en
conjunto explican de manera dialógica la puesta en marcha de los
movimientos. No obstante, en la tradición de estas teorías se han
analizado de manera diferenciada. Por un lado, la movilización se
ha estudiado desde diferentes ángulos y enfoques teóricos, espe-
cialmente buscando respuestas a preguntas acerca de cuándo y
por qué ocurren los movimientos sociales; o quiénes participan en
ellos (para una visión general del tema véase a Goodwin y Jasper,
2003). Responder a estas interrogantes ha sido uno de los desafíos
que ha constituido el principal cuerpo teórico de los estudios de
los movimientos sociales. Se han definido perspectivas estructu-
rales basadas en las crisis y los ciclos de acumulación del capital,
o específicamente en la formación de Estructuras de Oportunidad
Política; se ha hecho énfasis en la movilización de recursos; la apli-
cación o innovación de repertorios de movilización; la difusión y
circulación de enmarcados y discursos de alineamiento, etcétera
(véase un acercamiento general a estas líneas de investigación en
Fillieule, Agrikoliansy, Sommier 2010). Asimismo, la movilización
se ha analizado desde enfoques de la cultura, la cultura política,
las identidades colectivas y las emociones (Véase para una sín-
tesis de este enfoque a Jasper, 1998, 2005; y a Álvarez, Dagnino,
Escobar, 1998).
Por otro lado, como hemos destacado en otros análisis (Olivier,
Tamayo, Voegtli, 2013; Olivier, Tamayo, Voegtli, 2016) la desmovili-
zación política se ha entendido en su dimensión colectiva, al final
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 213

de una amplia movilización, bajo la pregunta ¿por qué declinan los


movimientos? (Cfr. Goodwin y Jasper, 2003, op.cit); o explicado en
sus aspectos individuales, al identificar las condiciones del retiro
militante (para una visión general cf. Fillieule, 2013). Existe así
una corriente que se inscribe en el análisis motivacional de las
consecuencias biográficas del activismo (Gottraux, 1997; McAdam,
1999; Fillieule, 2005; Leclercq y Pagis, 2011), y en el énfasis en el
compromiso, para analizar la movilización (Hirsch, 2003), o la
falta de compromiso individual, desde la psicología social para la
desmovilización (Klandermans, 2003).
Como hemos señalado en el estudio sobre el movimiento
estudiantil de 1968 (Olivier, Tamayo, Voegtli, 2013, op.cit.) nuestra
propuesta es adoptar una perspectiva procesual de la protesta, que
tome en cuenta las dimensiones y cambios en las atribuciones de
la Estructura de Oportunidad Política (eop), que favorece tanto la
evolución o declinación de la movilización, como las transforma-
ciones organizacionales e individuales durante el proceso. Como
lo indica McAdam (1982:48), existen actores y significados subje-
tivos, que insertos entre la oportunidad y la acción, atribuyen un
sentido específico a la eop. Esto es crucial para entender el cambio
persistente de la movilización a la desmovilización y viceversa.
Siguiendo esta discusión y en una perspectiva relacional de la
movilización-desmovilización, queremos destacar los ciclos de
protesta que atravesó el movimiento #YoSoy132 en México y mos-
trar sus contradicciones. Así, en un primer apartado abordamos
brevemente el contexto de las elecciones de México en el periodo de
la contienda de 2012 que marcó el regreso del partido hegemónico
desplazado apenas 12 años antes. En seguida, describimos sinté-
ticamente el origen del movimiento en el sentido de desentrañar
cuáles fueron las contingencias que hicieron surgir esta protesta
estudiantil. Recordemos que el proceso de configuración y desa-
rrollo del #YoSoy132 coincide con muchas características de los
movimientos juveniles más recientes en el mundo. Es primordial, en
este sentido, hacer referencia a los cuatro movimientos inmediatos
y anteriores a éste: la Primavera Árabe, de diciembre de 2010; el
movimiento de Indignados-15M en España además del Movimiento
Estudiantil Chileno, ambos de mayo de 2011; y el movimiento de
los Occupy-Wall Street, en Estados Unidos de septiembre de 2011.
214 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

Y Aunque todos ellos con diferencias notables, también se pueden


observar coincidencias de fondo. 36
Posterior a estos aspectos de contexto, introducimos los
mecanismos de explicación sobre las tensiones políticas no
resueltas al interior del #YoSoy132. Estas tensiones se muestran
a través de los momentos y ciclos de declinación y desmoviliza-
ción, que llevaron a modificar la conducción política inicial del
movimiento y a su final desestructuración. De ahí la importancia
de atestiguar los ciclos de la protesta del movimiento. Un cuarto
aspecto esencial en la explicación de los procesos de moviliza-
ción-desmovilización, es contextualizar la protesta en la historia
y perfil global de las universidades privadas y públicas en el país,
debido a que permite situar desde una perspectiva amplia, las
contradicciones que surgieron por las condiciones de pluralidad
del movimiento. 37 Finalmente, delineamos los ciclos a través de
cuatro dispositivos básicos que describen con precisión el pro-
ceso de movilización-desmovilización: a) el carácter político del
movimiento; b) el papel de las alianzas y la lucha interna por la

36 Por razones de espacio, esta vez no destacaremos las dimensiones vin-


culantes de tales protestas con el movimiento #YoSoy132. No obstante,
referimos al lector a nuestra ponencia titulada The Student Movement in
the (Mexican) Democratic Process: The Case of #YoSoy132 Movement, en
el xviii isa World Congress of Sociology, en Yokohama, Japón, en julio
de 2014, donde hacemos énfasis en esta relación, pues no en balde el
#YoSoy132, por su asociación discursiva se relaciona con los movimientos
juveniles que sobrevivieron en diferentes partes del mundo. Ya algunos lo
definieron en su clímax, como movimiento 11-M mexicano o “la primavera
mexicana”, como lo hicieron Julio Hernández del periódico La Jornada y
la periodista Carmen Aristegui en MVS Noticias respectivamente. Véase
además Castells (2012), Turner (2012), Mayol (2012), Fernández (2011),
Chomsky (2012) y González F. (2012).
37 Este tema sobre el concepto de pluralidad se ha tornado relevante para
el estudio de los movimientos, y amerita una línea de investigación al
respecto. En este trabajo retomamos la visión de Paola Rebughini de la
Universidad de Milán, en su ponencia titulada Italy Democracy, Social
Movements and Rights: The Challenge Of Pluralism, presentada en el xviii
isa World Congress en 2014, que plantea la noción “pluralidad” asumida
teóricamente como una cualidad de los movimientos y otros procesos
políticos, que puede traer al contrario múltiples contradicciones. De esto
último se evidenció el #YoSoy132.
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 215

hegemonía, c) la definición e innovación de los repertorios de la


movilización y d) los dispositivos de la represión.
La metodología de investigación utilizada es multidimensio-
nal (Mitchel, 1983; Huffschmid y Wildner, 2012; Azuara, González y
Tamayo, 2007; Combes, Huffschmid, López-Saavedra, Tamayo, Torres
y Wildner, 2012). Consistió en la revisión de fuentes estadísticas de
instituciones de educación superior públicas y privadas, principal-
mente de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de
Educación Superior (anuies) y la Subsecretaría de Educación Superior,
para contextualizar el perfil de los estudiantes que participaron en el
#YoSoy132. Elaboramos una cronología exhaustiva del movimiento,
basándonos en diversas fuentes: el seguimiento en prensa, textos,
testimonios publicados y fuentes secundarias. Identificamos los
ciclos de protesta, cambios en los repertorios de movilización, y la
definición de actores sociales en la participación política, a partir del
estudio cronológico. Realizamos un análisis de fuentes electrónicas y
documentales en los sitios de YouTube, Facebook y Twitter sobre los
distintos grupos y asambleas del #YoSoy132. Se realizaron entrevistas
con participantes del movimiento, y análisis de testimonios (N=25).
Se revisó y examinó la bibliografía especializada que da cuenta del
papel de los medios y las redes cibernéticas en la protesta social.

El contexto de las elecciones en México

En la transición democrática –de un régimen de partido hegemónico


que llegó a controlar el espacio político del país durante más de sie-
te décadas en el siglo pasado, a la conformación de un gobierno de
derecha, en los albores del nuevo siglo xxi– la ciudadanía en México
había estimado que la alternancia presidencial alcanzada en 2000
llegaría a ser la alternativa de renovación institucional. Sin embargo,
tal expectativa duró poco. La joven democracia se fue erosionando
a través de venideros fraudes y conflictos sociales y electorales (Cfr.
Méndez y Leyva, 2007a, Tamayo, 2014). El sufragio de 2012 marcó el
contexto político del surgimiento del movimiento #YoSoy132. Esas
elecciones, para algunos ciudadanos, habrían cerrado la posibilidad
216 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

de mejorar la calidad de la democracia al irrumpir en el escenario


presidencial el viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI) con
señales renovadas de corporativismo y complicidad de los medios de
comunicación (Cfr. Ramírez Zaragoza, 2015). El pri se había preparado
desde varios años antes para esta campaña, impulsó una propuesta
electoral con base en la construcción de una imagen mediática de
quien sería su candidato, asociada a una estrategia mercadológica
que lo levantaría como un competidor aventajado (Cfr. Rodríguez
Araujo, 2012; Villamil, 2009).
La operatividad de esa estrategia electoral fue eficaz, en el
contexto del papel que jugó el Partido Acción Nacional (pan) en el
poder durante los doce años anteriores. El entusiasmo por Vicente
Fox, el presidente de la alternancia que representó simbólicamente
el anhelo ciudadano en el 2000, se vino abajo por la ineficiencia del
manejo gubernamental y la evidencia de una práctica incongruente
con los supuestos democráticos. En ese marco institucional emergió
la represión estatal en el conflicto con los pobladores de Atenco al
final del sexenio, que fue apreciado como resultado de un acuerdo
explícito con el entonces gobernador del Estado de México, Enrique
Peña Nieto (epn). 38 Se añade a estos conflictos irresueltos el pro-
pósito de deslegitimar la pretensión de candidatura del principal
adversario electoral del momento, Andrés Manuel López Obrador
(amlo), para desaforarlo de su entonces cargo de Jefe de Gobierno
del Distrito Federal y constreñir su participación en las elecciones
presidenciales de 2006. Estos eventos impactaron negativamente la
imagen democrática que la ciudadanía tenía del pan (Cfr. Méndez y
Leyva, 2007ª, 2007b, 2007c).
Felipe Calderón Hinojosa, presidente electo en 2006, no trajo
mejores resultados sino profundizó la crisis social. Su gobierno se inau-
guró en medio de un conflicto de deslegitimación democrática debido
a la escasa confiabilidad de los resultados electorales (Cfr. Tamayo,
2007). Después, al gobierno se le identificó con las crisis políticas que
no pudieron ser zanjadas durante el sexenio. Creció la violencia y la
inseguridad pública. Junto a esto, se derivó una política de contención

38 Fue precisamente este acontecimiento el foco rojo señalado insistente-


mente por los estudiantes de la Universidad Iberoamericana contra EPN,
el 11 de mayo de 2012, que dio origen al movimiento.
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 217

conocida como “criminalización de la protesta social”. Durante este


periodo, las cifras de muertes tanto por el crimen organizado como por
los feminicidios superaron los sesenta mil (al final del sexenio de Vicente
Fox). Solo en la administración de Felipe Calderón se registraron 121,613
homicidios.39 El último gobierno panista se caracterizó por una política
antisocial y antilaboral reflejada en los conflictos por la desaparición
de la Compañía Mexicana de Aviación y la Compañía de Luz y Fuerza
del Centro, que pusieron a miles de trabajadores sin empleo, lo que
dejó mal paradas las promesas de campaña del que sería identificado
como el “presidente del empleo” (Sherer García, 2012; Sherer Ibarra,
2011; Paoli Bolio, 2011).
Ambos gobiernos del pan asumieron estrategias corporativas
controlando con ellas programas sociales e intentando generar una
amplia red de clientelas electorales. Se aplicaron principalmente en
sectores campesinos e indígenas y en colonias populares. Fue esta la
orientación de un partido que había sido hasta entonces bastión de
grupos empresariales y clases medias urbanas (Reveles, 2006). Después
de estos doce años, llegaba nuevamente el turno del pri. Durante ese
tiempo este partido había logrado mantener y concentrar un equilibrio
político desde las gubernaturas de los estados, consiguiendo mayoría
en los congresos locales. El candidato presidencial Enrique Peña Nieto,
pertenecía a un bloque interno poderoso apuntalado por el expresidente
Carlos Salinas de Gortari, uno de los más influyentes desde 1988 (Teje-
da, Castro y Rodríguez, 2014). La candidatura de epn fue apoyada por
Televisa, la empresa de medios de comunicación más preponderante en
el mundo de habla hispana, que invirtió grandes recursos para erigir
la imagen mediática del candidato (Cfr. Tamayo, 2014). El grupo de los
gobernadores priistas se acuerparon en torno al candidato, quienes
también movilizarían recursos para amplificar la candidatura de epn,

39 Véase de INEGI los datos sobre homicidios registrados a nivel nacional


por sexenio presidencial en www.inegi.org.mx (consultado 15 de julio
de 2014). Además véase a Mendoza Hernández y Mosso Castro Rosario
(2013) su reportaje sobre “el presidente de las 83 mil ejecuciones”, en
Diario Zeta de Tijuana http://zetatijuana.com/noticias/reportajez/16223/
el-presidente-de-las-83-mil-ejecuciones (consultado el 15 de julio de
2014); y Ley Sandra su artículo “El desafío de contar a nuestros muertos”
en http://movimientoporlapaz.mx/es/2012/09/14/el-desafio-de-con-
tar-a-nuestros-muertos (consultado: 6 de abril de 2015).
218 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

incluso, como se observó después, a través de medios extralegales y


por encima de atribuciones reglamentadas en la legislación electoral.
De esa manera, el candidato del pri parecía rodearse de un espacio de
nepotismo, corrupción y simulación de imagen, que harían reproducir
los mismos vicios del antiguo pri del siglo xx (Tamayo, 2014).

La contingencia de la protesta estudiantil

La protesta surgió en medio de la campaña electoral de 2012. Reivindicó


la defensa de la democracia y enfrentó lo que los estudiantes creye-
ron era una imposición del candidato del viejo régimen (Cfr. Ramírez
Zaragoza, 2015). El movimiento, originado en universidades privadas
se extendió a instituciones públicas, incorporándose con ello otros
factores políticos y sociales a las demandas iniciales. De manera que
se articularon valores de justicia social y libertades democráticas, a
partir de la necesaria transformación de los medios, la educación y el
modelo económico neoliberal. Se expresó a través de un repertorio de
manifestaciones, asambleas, redes plurales y el uso de redes cibernéti-
cas, principalmente el YouTube, Facebook y Twitter.40 La movilización
de jóvenes estudiantes de la Universidad Iberoamericana (Ibero) se
originó el 11 de mayo, durante la visita del candidato del pri a ésta
universidad, donde tendría un diálogo con estudiantes y profesores
como parte de su agenda de campaña. La Ibero tiene una larga data
en el sistema universitario contemporáneo. Surgió en 1943, en una
etapa de transición en medio de la efervescencia del debate entre la
perspectiva socialista de la educación que se había impulsado desde el

40 Para profundizar en el tema de la importancia de las redes cibernéticas


en el movimiento y en la juventud, véase además: Consideraciones, El
Semanario (2012); Delhanty Matuk, (s/f); Domínguez Espinoza (2012);
Díaz De Alba (2013); Galindo Cáceres y González-Acosta (2013); Gómez
(2012); González F.(2012); González Villarreal (2013); Medina (s/f); Muñoz
Ramírez (2012); Observatorio Ciudadano de la Educación (s/f); Parametría
(2012); Prieto, (s/f), Rovira (2012); Ramírez, (2012a y b); Tequio Jurídico,
A.C., Luna del Sur, A.C., CODIGODH (2012); #YoSoy132 (2012); Villegas
(2013); Rovira-Sancho (2013).
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 219

gobierno de Lázaro Cárdenas, y el enfoque liberal del entonces presiden-


te Manuel Ávila Camacho. Es precisamente en este proceso que cobra
relevancia el debate entre sostener la educación pública, o la apertura
a la universidad privada. En este contexto, una de las consecuencias
sociales más importantes fueron los conflictos internos que llegaron
a dividir a varias comunidades universitarias, como fue el caso de la
Universidad de Guadalajara (Olivier, 2009).
Este elemento histórico marca de algún modo la división histórica
entre la educación pública (además gratuita y laica) y la educación
privada. Fue la perspectiva socialista que introdujo el principio en
la que se fundamentó la educación pública (Guevara Niebla, 1985).
No obstante, en el contexto de esta discrepancia, la Ibero, aunque es
una institución confesional, su orientación jesuita la ha definido de
manera distinta a otras instituciones de tipo privado41, no solamente
a aquellas que surgieron en su mismo contexto, como alternativa edu-
cativa de las elites y de la iglesia al enfoque socialista, sino también
en relación a otras instituciones que surgieron posteriormente. La
Ibero ha definido la educación jesuita como aquella que se interesa
por la transformación de las personas en una “continua interacción
reflexiva y crítica del contexto social […] (en búsqueda de) la trans-
formación social y el bien común […]” (Morales, 2010). Su perspectiva
humanista se observa desde el tipo de publicaciones que genera, hasta
en la perspectiva de sus formaciones profesionales (Prieto, s.f.). Sin
embargo, a pesar de tener este perfil y de que sus estudiantes tuvieron
cierto nivel de participación en el movimiento del 68, tampoco puede
considerarse como una institución que se vincule estrechamente a los
movimientos sociales del país.
Esto implica una doble apreciación sobre el origen del movi-
miento #YoSoy132. Por un lado, sorprendió a la opinión pública que el
nacimiento de la protesta se diera en una institución privada, cuando

41 Desde una perspectiva normativa, en México la manera adecuada de enun-


ciar este tipo de instituciones es el de régimen particular. Sin embargo, en
el ámbito de la literatura especializada se promueve el convencionalismo
internacional de privado o privada. Este último término lo utilizamos en
este trabajo como una noción de comprensión general. No es el propósito
de este trabajo establecer una tipología que plasme la heterogeneidad
de la educación superior privada, para tal caso véase: Olivier, G. (2007),
Educación superior privada en México. Veinte años de expansión: 1982-2002.
220 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

no es común que se generen expresiones de rebeldía de la magnitud


como las que se vivieron ese 11 de mayo. Por lo regular estos acon-
tecimientos se observan en instituciones públicas,42 razón por la que
la reacción inmediata de los medios de comunicación fue atribuir la
rebeldía a una presunta infiltración de la oposición. Precisamente fue
este hecho el que generó la indignación de estudiantes de la Ibero,
como relataremos con detalle más adelante. Por otra parte, aunque
aún a nivel de hipótesis, es posible que justamente el perfil de esta
institución permitiera que fuera en ella y no en otra institución de
educación superior privada donde dicho acontecimiento sucediera.
En todo caso, la protesta tomó por sorpresa tanto al candidato del
pri, como a la sociedad en general (González Fuentes, 2012).
En este contexto educativo y ante la visita de epn a la universidad,
un grupo de jóvenes previamente organizados decidieron planear una
respuesta activa, dibujando carteles, confeccionando máscaras del
expresidente Carlos Salinas de Gortari, creando un grupo de Facebook
y elaborando preguntas con las que deseaban confrontar al candidato
en su presentación, principalmente destacando el conflicto de Aten-
co.43 A la llegada del candidato, se implementó un fuerte dispositivo

42 Hay que recordar que epn entonces candidato a la presidencia, solamente


visitó universidades privadas y en ningún momento las universidades
públicas. Esto puede corroborarse en las propias declaraciones de los
integrantes del movimiento, véase testimonio de Ana Rolón: https://www.
youtube.com/watch?v=RVJ3vIvUSC0 (consultado 15 de junio de 2013).
43 El conflicto de Atenco empezó el 4 de mayo de 2006, cuando la Policía
Federal Preventiva (pfp) y del Estado de México tomó por fuerza el
pueblo de San Salvador Atenco después de que se les impidiera a unos
floricultores vender a las puertas del mercado municipal. Se dieron
violentos enfrentamientos de los pobladores con la policía. Mujeres y
niños fueron golpeados y mancillados. Otros diez vecinos fueron sen-
tenciados a cumplir condenas de 45 y 31 años acusados por los delitos
de secuestro y ataques a las vías de comunicación. A Ignacio del Valle,
líder del movimiento, se le aprehendió y condenó también por los delitos
de secuestro equiparado y ataques a las vías generales de comunicación.
La sentencia sumó 67 años que le impusieron en 2007, más otros 45 años
que le asignaron en 2008. Es decir una sentencia de 112 años y seis meses
en prisión. Del Valle y los demás pobladores fueron detenidos sin orden
de aprehensión. Su verdadero delito, dicen sus defensores, fue protestar
para defender a su pueblo y no rendirse. Se asume, dijeron sus abogados,
que fue de revancha contra el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 221

de seguridad y control de la asistencia al auditorio. Al terminar el


diálogo entre el candidato y los participantes, algunos jóvenes lo
increparon por el caso Atenco y se desató una confrontación, en la
que Peña Nieto señaló enfático que como gobernador del Estado de
México que había sido en ese entonces, asumía la responsabilidad de la
contención. Los jóvenes percibieron en la respuesta un tono de reto y
arrogancia.44 Se sintieron agraviados y enardecidos con la refutación.
A la salida, empezaron a seguirlo y gritarle “¡Atenco, Atenco!”, “¡Fuera
epn, fuera!” “¡Asesino, cobarde!”, “¡La Ibero no te quiere!” (Lautaro
y Martínez, 2012).
Es probable que este acontecimiento no hubiese pasado a mayo-
res, si la respuesta del mismo candidato y los coordinadores de su
campaña hubiese sido en otro tono. Pero aquí los marcos de referencia
se definieron como discursos antagónicos y fueron constituyendo un
espacio de conflicto y acción. Eso empujó desde entonces procesos y
trayectorias de gran magnitud (Cfr. Hunt, Snow, Benford, 2006). Res-
catamos aquí parte de la crónica de Roberto González (2013) sobre la
respuesta del equipo del candidato a los acontecimientos vividos en la
Universidad Iberoamericana. Los priistas buscaron desde el primer
momento deslegitimar la crítica de los jóvenes señalando que grupos
externos a la comunidad, “falsos estudiantes”, generando un ambien-
te de hostilidad habían emprendido faltas de respeto al candidato.
Tergiversaron los hechos, minimizaron la protesta y afirmaron que
los “verdaderos” estudiantes de la Ibero habían mostrado su apoyo a
epn en su visita a la Universidad. Confeccionaron así un discurso de
valorización de la candidatura de epn y desvalorización de los jóvenes,
usando los medios de comunicación como sus principales aliados y
publicaron nombres de los “provocadores de la Ibero” identificándolos

(fpdt) que había evitado la construcción del Aeropuerto Internacional


de México en sus tierras, durante la presidencia de Vicente Fox. La repre-
sión fue asumida por el entonces gobernador del Estado de México epn,
para descabezar a uno de los movimientos más radicales de esos años,
vinculado al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezln) (Véase
entre otros a Cuéllar y Kuri, 2011).
44 Aquí, epn dijo: “[…] reitero, reitero, fue una acción determinada perso-
nalmente, que asumo personalmente, para restablecer el orden y la paz
en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano […]” (Cf. González,
2013:37).
222 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

con amlo, candidato del Partido de la Revolución Democrática (prd),


quien era su principal adversario electoral. Al final, resultó que el
responsable de las protestas contra el pri, era el propio amlo, un
“político resentido –como dijeron los priistas– que no sabe perder”
(Cfr. González, 2013:27-73).
En realidad, no fue el reducido grupo que organizó previamente
la “bienvenida” al candidato, ni la situación álgida que se dio durante
su visita lo que provocó el movimiento anti Peña, sino el agravio que
los alumnos de la Ibero sintieron ante la respuesta manipuladora de
los hechos por parte del pri y la mayoría de los medios de comuni-
cación. El atrevimiento fue señalarlos “porros” vinculados a amlo,
gente externa a la universidad, tergiversando el sentido de la repro-
bación de los jóvenes contra epn. Lo único que mostraba semejante
actitud, según los estudiantes, era la cultura política retrógrada de
un priismo que no había cambiado en sus prácticas desde el año de
la alternancia. El pri, estaba claro para ellos, no debía regresar al
poder45. A un estudiante se le ocurrió hacer una invitación abierta por
Facebook para que los que habían estado en el acto enviaran graba-
ciones señalando que eran estudiantes y universitarios matriculados
de la Ibero. Llegaron 131 videos de jóvenes que respondieron así:
“somos estudiantes…no porros…no acarreados…nadie nos entrenó
para nada…” (González, 2013:61-62). El video se publicó el día 14 de
mayo con el hashtag “#131alumnosdelaIbero”. A las pocas horas se
hizo trending topic a nivel mundial. 125 mil tuits reconocieron el valor
de los estudiantes de la Ibero de presentarse pública y abiertamente
desafiando una posible respuesta represiva por las autoridades. Ese
mismo día a iniciativa de Saúl Alvídrez, estudiante de derecho y eco-
nomía del Instituto Tecnológico y Estudios Superiores de Monterrey
(itesm) se invitó a todos los simpatizantes a sumarse a la causa de
los #131 alumnos de la Ibero, y formar así el #YoSoy132.
La respuesta de los estudiantes de las universidades privadas
fue masiva y contundente. La causa fue el agravio a las y los jóvenes,
provocado por las calumnias de los coordinadores de campaña del

45 La postura del movimiento en este sentido puede consultarse en: #YoS-


oy132. Manifiesto #YoSoy132, 2012 mayo 29, Disponible en: https://www.
youtube.com/watch?v=igxPudJF6nU (Consultado el 4 de noviembre de
2013).
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 223

pri, que habían desconocido y descalificado la identidad de los jóve-


nes, asumida ésta como de estudiantes críticos, contestatarios ante
quien comenzó a ser desde ese momento su adversario más señalado,
la burocracia del pri. Los priistas los habían señalado como porros
y los desclasaban, afirmaban de ellos ser acarreados del prd, el par-
tido de la izquierda electoral de ese momento, y manipulados por su
candidato López Obrador. El repudio no se hizo esperar.

El despertar político de una generación


de instituciones de élite

El movimiento fue inicialmente impulsado por estudiantes de una


universidad privada, pero no fue esencialmente un movimiento estu-
diantil con demandas específicamente estudiantiles. Fue plural por
la heterogeneidad de su base social, sus demandas, sus objetivos y
sus alcances. En México existen cerca de tres millones quinientos mil
estudiantes matriculados en el nivel superior. Significa una cobertura
aproximada de 34% de los jóvenes en edad de matricularse en estudios
superiores en el país. Según algunas clasificaciones internacionales,
en el 2010, el país llegó a la masificación de los estudios superiores.
Sin embargo, la distribución de los servicios educativos es bastante
heterogénea en muchos sentidos. En términos de lo sectores sociales
de los estudiantes matriculados, el 21% de jóvenes son de escasos
recursos, equivalente a unos 800,000 estudiantes. El 48% pertenecen
a sectores medios y el 31% provienen de familias de mejores ingre-
sos (Cfr. Tuirán, 2012). El 72% del total de estudiantes que asisten a
la educación superior en México lo hacen en instituciones públicas,
pese a que de alrededor de 2,600 instituciones de educación superior
existentes en el país, el 66.8% son de tipo particular o privado (Muñoz,
2009), tendencia aproximada hasta la fecha.
Dentro de este marco, el Distrito Federal es la entidad que cuenta
con la mayor matrícula del país, atiende a poco más del 70% de la
población de la cohorte de diecinueve a veintitrés años, de manera
que por su cobertura bruta, se encuentra en etapa de lo que se ha
224 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

denominado universalización del sistema. Cuenta aproximadamente


con mil planteles, incluyendo la zona conurbada, de los cuales poco
más de doscientos son públicos y el resto son de régimen particular
(anuies, 2012). La cohorte de edad señalada coincide con el 45% de
usuarios de internet en México, de entre los quince y veinticuatro
años que lo utilizan frecuentemente (González F., 2012). Estos datos
muestran que una característica central de la educación en México
es la heterogeneidad de las instituciones de educación superior. El
sistema cuenta con universidades, institutos, colegios, facultades,
tecnológicos, entre otros, que si bien pueden ser públicos o privados
su tipo de régimen no clarifica del todo su diferenciación. Y es preci-
samente dentro del fragmento privado donde se encuentra la mayor
heterogeneidad. Desde mediados de los ochenta del siglo pasado
puede observarse el proceso de mayor celeridad en el crecimiento
del sector privado en educación superior y con ello se acompañó tam-
bién su diversificación (Olivier, 2007) y esto implica una importante
fragmentación de grupos sociales con anclajes identitarios diversos
que asisten a ellas.
La diversificación se entiende por múltiples factores, que van
desde las condiciones infraestructurales, hasta las concernientes
a la calidad de los servicios académicos que se ofertan. Existen en
la actualidad distintas formas de clasificar a estas instituciones,
estas diferencias se explican por el peso que se le ha dado a sus
características intrínsecas. En función de una contextualización
que dé cuenta del tipo de instituciones privadas que entraron en
juego en el movimiento #YoSoy132, en términos generales pueden
distinguirse dos grupos: las instituciones de élite y las instituciones
de absorción de demanda (Cf. Balán y García, 2002).46 Habría que notar
que dentro de estos dos grupos existe una diferenciación interna
importante, que refleja su evidente heterogeneidad.
Por un lado, lo que caracteriza a las instituciones de élite es
que tienden a ofrecer servicios educativos a los grupos sociales más
favorecidos económicamente. Sus costos por derechos de matrícula

46 Aunque es necesario decir que hay autores que suponen la existencia de


un sector intermedio que cada vez tiene mayor presencia en la Ciudad
de México, que se distinguen de las de perfil alto (élite), o bajo (exclusi-
vamente de absorción de demanda) (Silas, 2005).
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 225

son los más elevados y adoptan formas de organización al interior


que refuerzan principios de autonomía con respecto al Estado que las
diferencian de las universidades públicas. Esto quiere decir que no solo
se establecen relaciones que cohesionan intereses socioeconómicos,
sino que se desarrollan procesos identitarios que aglutinan visiones
o lecturas de la realidad del grupo y cultura dominante donde se
desenvuelven, lo cual permite un reforzamiento de su propia visión
y perspectiva de la sociedad y del Estado (Levy, 1995; Mendoza, 2004,
Olivier, 2011). Esto es muy importante considerarlo, porque aunque
existen programas de becas que permiten el ingreso de estudiantes
de buen rendimiento educativo con menores recursos económicos, el
proceso de cohesión identitaria frente a un conjunto de patrones socia-
les suelen adoptarse, independientemente de la condición económica
o el origen de clase. En este sentido el contexto institucional, en tanto
espacio de intercambio de prácticas culturales, sociales y políticas,
resignifica y cohesiona a sus miembros (Cfr. Olivier, 2014). En este
sentido, es necesario decir que en este grupo de élite se encuentran
las instituciones privadas de mayor prestigio social.
Por otro lado, el fragmento que corresponde a las institucio-
nes de absorción de demanda de bajo perfil es sumamente hete-
rogéneo, y el que más ha crecido en los años recientes. Cuentan
con una matrícula reducida, bajos costos, infraestructura escasa
y formaciones profesionales limitadas. Las instituciones de per-
fil intermedio, que también corresponden en lo general a las de
absorción de demanda, se distinguen de las de bajo perfil porque
aunque también surgieron con el fin de absorber matrícula (en
muchos casos con fines meramente comerciales), a la larga se fueron
consolidando. Mejoraron sus espacios, la oferta de sus carreras, y
algunas incorporaron posgrados. Puede decirse que surgen para
atender a sectores medios de la población que no pudieron ingresar
a las instituciones públicas (Olivier, 2011).
Las y los jóvenes participantes en el movimiento, en su gran
mayoría pertenecen al primer fragmento, instituciones de perfil
alto o de élite. Inicialmente fueron estudiantes de quince planteles
privados. No obstante, rápidamente se incorporaron estudiantes
de 37 planteles de instituciones públicas. También se adhirieron
siete planteles públicos de educación media superior y una privada
226 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

(ver tablas 2 y 3).47 Es importante señalar que en la trayectoria


del movimiento, su configuración se fue haciendo más compleja
dada su diversidad institucional, de carácter público y privado, de
clase, de sector social, de organización y de ideología, revelándose
importantes contradicciones identitarias. Después del estallido
en la Ibero, el encuentro en las islas de Ciudad Universitaria el 30
de mayo de 2012, mostró lo que para muchos era lo impensable:
la reunión de jóvenes estudiantes de instituciones tanto públicas
como privadas. Sin embargo, por eso mismo se abrieron grandes
desafíos. Fue un acontecimiento inusitado no solo para la sociedad
en general, sino para los propios estudiantes que así lo mostraron
en sus respectivos discursos y testimonios. Y aunque el exhorto fue
muy claro para lograr una unidad universitaria sin diferenciaciones,
el reto quedó plasmado48 . ¿Era posible coexistir en la pluralidad?
En la primera manifestación masiva realizada el 23 de mayo en
la Estela de Luz todo parecía posible, recuerda un activista de la uam.
Llegaban de instituciones públicas y privadas, y juntos creyeron impe-
dir la imposición de epn como presidente. No obstante, los primeros
signos que marcarían la manera en la que se concebía el movimiento
y sus objetivos, estaban ya presentes. Existieron importantes disimi-
litudes internas, sobretodo en grupos con mayor experiencia política
formados en instituciones públicas. Casi desde el inicio del movimiento,
una de las principales diferencias fue el hecho que los estudiantes
de instituciones públicas resistían subordinarse a la línea original
marcada por los estudiantes de las instituciones privadas.49 Al mismo
tiempo, muchos estudiantes de escuelas privadas no estaban seguros

47 Todo esto sucedió antes de que el movimiento se expandiera a ciudades


del interior, a grupos populares y otras asambleas de escuelas.
48 Este hecho queda plasmando en el análisis de los múltiples testimonios
grabados que forman parte del denominado “Proyecto 40”. Un ejemplo
de la pluralidad y los retos frente a la diversidad de posturas puede
observarse claramente en el testimonio de Arturo Cuevas, estudiante de
Ciencia Política y Derecho del ITAM. Disponible en: https://www.youtube.
com/watch?v=V2qPWfKPEkE (consultado el 15 de junio de 2013).
49 Activista de la Asamblea de la Universidad Autónoma Metropolitana,
unidad Azcapotzalco. Entrevista realizada el 18 de octubre de 2013, en
la Ciudad de México, duración dos horas.
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 227

de abrirse a los jóvenes de las públicas por temor y falta de confianza.50


El debate en las instituciones públicas creció frente al qué
hacer, y qué papel jugar en un movimiento que surgía de un ámbito
privado que por muchos años había significado la otredad cultural
y política. Y aunque era clara la participación de corrientes políticas
que se hicieron presentes desde el principio en las asambleas de
las instituciones públicas, el acuerdo generalizado principalmente
en la unam, fue que ellos deberían retomar el papel histórico como
impulsores del movimiento estudiantil mexicano. 51 Esta percepción
se vio expuesta en el tipo de planteamientos y énfasis discursivos
que se hicieron en foros públicos, asambleas y videograbaciones
donde las diferencias sociales e identitarias entre los estudiantes
fueron notorias. No lo fue, sin duda, en el planteamiento central: que
era la democratización de los medios, y el rechazo a la candidatura
de epn, pero sí lo fue en aquellos temas que con el tiempo se fueron
agregando a las demandas iniciales: el énfasis en las libertades
democráticas o en la justicia social. 52

50 Vocero de la Asamblea de Economía de la unam. Entrevista realizada el


25 de octubre de 2013, en la Ciudad de México, duración dos horas.
51 Activista de la unam. Entrevista realizada el 23 de octubre de 2013, en
la Ciudad de México, duración dos horas.
52 Una muestra de ello, que coincide con la visión de algunos activistas, son
el número y la orientación de las mesas de discusión que se plantearon
en la 1ra. Asamblea General Universitaria. Fueron quince las mesas de
discusión. Dos de ellas tenían que ver con el planteamiento original: la
democratización de los medios de comunicación y la transparencia de
los comicios. Cuatro más tendrían un carácter en lo fundamental de
auto-identificación del movimiento, aspecto crucial en el estado naciente
de las movilizaciones. Estas mesas se referían a la postura y posición
política del #YoSoy132, las formas de organización interna, los méto-
dos para la toma de decisiones, y la participación de los estudiantes en
el extranjero. Todo lo demás, incluido en nueve mesas de discusión, se
refiere a contenidos tangenciales y de carácter social, ecológico, o par-
ticularidades de las instituciones educativas. Los temas que se trataron
fueron: 1. Espacios públicos en los medios de comunicación; 2. Postura
y posición política del movimiento; 3. Elección e información, transpa-
rencia en los comicios; 4. Organización del movimiento (Sólo voceros);
5. Método asambleario de participación y difusión; 6. Arte y cultura;
7. Políticas educativas; 8. Ciencia y salud; 9. Violencia y represión en
movimientos sociales; 10.Democratización de órganos internos dentro
228 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

Las diferencias fueron principalmente sociales y específica-


mente de cultura política culturales, pero no solo discursivas sino
prácticas, que se vivieron en la cotidianidad. Fueron diferencias en
cuanto a experiencia militante, concepción política y estratégica, y
desde la posición social dónde cada participante le daba lectura a la
realidad. La pregunta que surge es: ¿Bajo qué contextos y circunstan-
cias sociales, bajo qué condiciones y contrastes educativos los jóvenes
entendieron la democracia? Muy probablemente la respuesta es: bajo
una pluralidad ideológica. Esa misma pluralidad de enfoques marcó
diferencias que se evidenciaron en muchos encuentros estudiantiles.
Un activista dijo: “…a pesar de las coincidencias, la clase social no
permitió conciliarnos…”53 Para algunos, la entrada de las instituciones
públicas significó la salida implícita y explícita de muchos estudiantes
de instituciones privadas del movimiento.
Es importante señalar aquí, para contextualizar el análisis
del siguiente apartado sobre los mecanismos de movilización-des-
movilización, que de acuerdo al análisis de varios documentos
cronológicos sobre las movilizaciones, opiniones de especialistas
y evaluaciones de varios colectivos del #YoSoy132, que el movi-
miento tuvo cuatro fases diferenciadas. La primera, a partir de su
origen, el 11 de mayo de 2012, y hasta la conformación amplia del
movimiento plural #YoSoy132 donde se definió la caracterización
del movimiento, el 30 de mayo en la famosa Asamblea de las Islas
en la unam. La segunda fase es a partir de ese momento y hasta las
elecciones presidenciales, que señaló la tendencia a favor de epn,
contrario a los deseos del movimiento y provocó una primera des-
movilización generalizada; la tercera fase a partir de esta fecha y
hasta la toma de posesión oficial de epn en la Cámara de Diputados,
que se vio trastocada por la violencia y la represión de las fuerzas
policíacas contra los grupos estudiantiles; y la cuarta fase de plena

de las estructuras de gobierno en universidades públicas y privadas; 11.


Agenda post-electoral y alcances del movimiento; 12. Agenda nacional
para la conformación de un proyecto político de trascendencia después
del 1ro. de Julio; 13. Medio ambiente. Basura electoral; 14. Historia y
memoria histórica; 15. Participación de los connacionales mexicanos en
el extranjero, Cf. Relatoría Oficial, op.cit.
53 Vocero de la Asamblea de Economía de la unam. Entrevista realizada el
25 de octubre de 2013 en la Ciudad de México, duración dos horas.
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 229

desmovilización hasta lo que fue la gran escisión ocurrida en la


Asamblea de Huaxa, Morelos el 19 y 20 de enero de 2013. En cada
una de estos periodos destaca la discusión y puesta en marcha de
diversas formas de organización, representación y decisión interna
así como repertorios de movilización que trataron de adecuarse
según la apreciación de los actores de una estructura compleja de
opciones políticas.
Fue durante el primero y segundo periodo del movimiento, que
la protesta se extendió a nivel nacional e internacional, formándose
decenas de comités #YoSoy132. Sin embargo, un factor que es nece-
sario destacar es el hecho que a partir de las elecciones de julio, la
participación de los estudiantes de instituciones privadas se diluyó.
Al mismo tiempo, mientras una parte se desmovilizaba, otra radi-
calizó sus acciones, adoptando objetivos sociales antineoliberales,
incorporando nuevas demandas y reactivando otros contextos no
necesariamente estudiantiles: “a esas alturas del movimiento, de
las universidades privadas solo subsistieron aquellos que tenían un
perfil social menos pudiente”.54 El movimiento amplió su alianza con
grupos del Frente de Pueblos por la Defensa de la Tierra (fpdt de
Atenco) y el Sindicato Mexicano de electricistas (sme) con quienes
constituyeron la Convención Nacional de San salvador Atenco. Fue
sintomático que la primera marcha nacional contra la imposición
estuviera encabezada por jóvenes rechazados de universidades
públicas agrupados en el Movimiento de Aspirantes Excluidos de la
Educación Superior. 55 Durante esta tercera etapa las demandas del
movimiento pusieron el énfasis en cuestiones sociales: cambio en
el modelo educativo, laico, gratuito y popular; cambio en el modelo
económico neoliberal; cambio en el modelo de seguridad nacional;
transformación política y creación de órganos de poder popular;
salud. 56

54 Activista de la unam, entrevista realizada el 23 de octubre de 2013, en


la ciudad de México. Duración dos horas.
55 Cf. Olivares Alonso Emir (2012). “Manifestantes exigen la anulación de
los comicios”, en La Jornada, 23-07-2012.
56 Tomado del “Discurso del movimiento #YoSoy132 pronunciado durante la
toma pacífica de las instalaciones de Televisa Chapultepec, en La Jornada:
“Convoca #YoSoy132 a la transformación de México”, 28-07-2012.
230 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

Los ciclos a través


de los dispositivos movilización-desmovilización

Los dispositivos de la movilización son aquellos mecanismos entendi-


dos como pequeños bits de teoría, que permiten explicar la trayectoria
y dinámica de los movimientos sociales, tal y como McAdam, Tilly y
Tarrow (2003) plantean rescatando la teoría de rango medio de Robert
Merton. Distinguimos aquí con un sentido analítico, cinco de estos
dispositivos, que sin embargo están estrechamente vinculados entre
sí. Estos mecanismos, que nos permitirán analizar el movimiento
#YoSoy132 en su dinámica movilización-desmovilización son: a) su
carácter político; b) la complejidad de las alianzas y la lucha interna
por la hegemonía; c) la innovación de los repertorios de la moviliza-
ción; y d) los dispositivos de la represión.

El carácter político del movimiento


#YoSoy132 fue en su verdadera condición, y por auto-reconocimiento,
un movimiento político. Surgió de las contradicciones de una campa-
ña electoral que se había empantanado y entraba en una especie de
ambiente soporífero institucional. En ese contexto la protesta surgió
imprimiendo al proceso una dinámica distinta. Se planteó en contra del
candidato priista y lo que éste representaba: el autoritarismo reflejado
en su actuación ante el conflicto de Atenco, y la manipulación de los
medios de comunicación en la campaña electoral favoreciendo a un
candidato. Fueron estas demandas políticas las que el movimiento
definió para decir “basta” a una conducción engañosa en las eleccio-
nes, que a pesar de la alternancia electoral lograda en el 2000, nunca
dejó de existir. El carácter propiamente social de las demandas del
movimiento lo proporcionó la participación posterior de estudiantes
de universidades públicas.
No obstante la pluralidad con la que se imprimió la conducción
de la protesta, a mayor diferenciación se fue evidenciando también
mayor confrontación interna por la hegemonía ideológica, el carácter
social o no de los objetivos, y la política de alianzas. Sin plantearlo
explícitamente por ninguna de las representaciones asistentes a las
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 231

asambleas interuniversitarias, para algunos activistas del movimiento


esta disputa fue el punto crucial de inflexión donde la dirección y el
liderazgo del movimiento pasaron de ser iniciativas esencialmente
políticas y democráticas, aquellas pensadas originalmente por los
jóvenes de la Ibero, del itesm y del Instituto Tecnológico Autónomo
de México (itam), a ser el influjo de demandas sociales impulsadas
por las representaciones de los jóvenes de las universidades públi-
cas. Las diferencias identitarias del movimiento se expresaba en el
contraste de sus objetivos. La incorporación de reivindicaciones de
carácter social ligadas al rechazo de la privatización, por ejemplo, no
alcanzaron un vínculo directo con los planteamientos iniciales del
“#131alumnos de la Ibero”.
Es paradójico en este sentido que la intencionalidad de este
movimiento haya seguido distintos caminos al de otras protestas.
Hemos testimoniado (Tamayo, 1999; cfr. Tilly, 2008) en la lucha por la
ciudadanía que éstas han seguido transiciones que vienen de reivin-
dicaciones meramente sociales y se transforman en otras de carácter
político. En la trayectoria, interviene un proceso gradual de conciencia
en los participantes a partir de la lucha por el poder y la definición de
proyectos amplios de nación o de ciudadanía. En este caso, el paso, si
es que se dio en algún momento, fue en sentido inverso, de un carácter
eminentemente político a uno social. Quizá por esta razón el proceso
generó fuertes tensiones al interior y diluyó el impacto político que
pudieron haber tenido las acciones del movimiento. Además, el con-
texto en que se erigió la protesta era sobre un campo político, de tipo
electoral. La protesta se dirigió desde el principio en contra de una
opción que representaba el regreso al pasado autoritario, jerárquico
y excluyente. La incorporación numerosa de demandas sociales plan-
teadas en la Primera Asamblea Interuniversitaria en las Islas de la
unam es un reflejo de estas tensiones al interior del movimiento.57
Abrió un espacio amplio en la lucha por derechos sociales, pero disol-
vió el reto a las estructuras de poder. El movimiento en poco tiempo
cambió el perfil de su base social, en parte porque los estudiantes de
instituciones privadas cedieron el espacio.

57 Véase el pie de página número 52 sobre la diversificación de los objetivos,


por un lado centrados en las libertades democráticas, por otro lado en
temas de justicia social.
232 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

Alianzas y la lucha interna


El tema de las alianzas es crucial en el desarrollo de los movimientos y
de las campañas políticas, sean contenciones electorales o transgresi-
vas. Es la suma de factores cuantitativos y cualitativos que se insertan
a la causa de la protesta. Al mismo tiempo, se genera una apertura
de espacios de lucha por la hegemonía y la dirección política. Refleja
así las tensiones que ocurren debido a la pluralidad y diversidad tan
amplia de un movimiento. Un primer aspecto lo encontramos en la
participación de grupos estudiantiles de universidades públicas con
una experiencia política mayor, un capital político más extendido y un
liderazgo más sostenido (Cf. Bourdieu 1981). Otro aspecto se refiere a
las alianzas logradas con movimientos sociales, cuyos objetivos más
gremialistas, sindicales y de organizaciones territoriales, fueron des-
plazando las iniciativas de tipo democrático y político.58 La diferencia
de fondo, no sólo es con respecto al tipo de organización que los movi-
mientos representan, sino en la orientación del movimiento. La parte
mayoritaria de las universidades públicas se planteó abiertamente
una lucha antineoliberal. Eso era suficiente para justificar la alianza
con movimientos que en ese momento fraguaban una lucha contra
el sistema. No todos los jóvenes activistas de universidades privadas
estaban seguros del carácter antineoliberal del movimiento, ni desde
luego, de las consignas acerca de la universidad pública, gratuita, laica
y popular, sobre todo de aquellos viniendo de las universidades más
caras donde se forma a la élite económica y política del país59.
Las perspectivas políticas e ideológicas dirigidas hacia consignas
antisistémicas o de reforma electoral estuvieron presentes con diver-

58 Nos referimos a los casos del sme, la Coordinadora Nacional de Trabaja-


dores de la Educación (cnte) y al fpdt de Atenco.
59 Como ejemplo de ello, baste ver los siguientes testimonios ubicados en:
Proyecto 40. Alejandra Ibarra, Integrante del movimiento #YoSoy132.
09 de julio 2012, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=-
jy8WrRgAiIY(Consultado el 15 de junio de 2013). Proyecto 40. Valeria
Hamel, integrante del movimiento #YoSoy132 (del itam). 25 de junio 2012,
disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ib8DZ4I4HJg (Consul-
tado el 15 de junio de 2013). Proyecto 40. María José López, integrante del
movimiento #YoSoy132, entrevista de Proyecto 40 (de la IBERO). 25 de julio
2012, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=a864n9Azd_8
(Consultado el 15 de junio de 2013).
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 233

sos matices reforzando la diferencia y la pluralidad. Algunos autores


afirman que la división en dos corrientes tensaron las fuerzas del
movimiento, una radicalizada que proponía acciones espontáneas de
confrontación, y otra que sugería ampliar la influencia del movimiento
a grandes sectores de la población, organizando acciones de resistencia
pacífica y construyendo una oposición de largo aliento (Cf. Ejea, en
prensa).60 No obstante, habría que reconocer que esta tensión existió
desde el principio, confundiéndose con posiciones abstencionistas,
apolíticas y apartidistas.61 Estas diferencias se acentuaron hacia el
final del movimiento, en enero de 2013, con una clara división entre
las “asambleas de escuelas” y “las asambleas populares” (aquellas
que se formaron por motivación de jóvenes del #YoSoy132 basados
fundamentalmente en luchas sociales reivindicativas).
Nuestra opinión en este sentido es que fue el tipo de alianzas y
las formas discursivas que tomó la lucha por la hegemonía del movi-
miento lo que debilitó la eficacia central de la protesta. No pensamos,
y esto es importante aclararlo desde ahora, que el tipo de alianzas
haya sido por sí mismo una consecuencia premeditada de las posi-
bilidades reales de éxito del movimiento. Sí creemos en cambio que

60 Véase también el documento de balance que publicó la coordinación de


grupos del #YoSoy132 representada por: #YoSoy132 Tlalpan, Colectivo
Salud y Libertad (cosali), compañeros de prepa 5, compañeros del #YoS-
oy132 Prepa 6, #YoSoy132 Benito Juárez, Colectivo Voz Alterna (Facultad
de Filosofía), Organización Tlacaelel, a propósito de los acontecimientos
represivos del 1 de diciembre, día en que Enrique Peña Nieto tomó pose-
sión del cargo de presidente de la República.
61 La participación de grupos de diversas tendencias en el movimiento
#YoSoy132 se expresó con la participación inicial de grupos ligados al
pan (activistas destacan la participación en un principio de la hija de
un político prestigiado del pan, Santiago Creel; además funcionarios del
gobierno han reconocido aunque no de manera oficial la participación de
panistas), de activistas del grupo Movimiento de Regeneración Nacional
(morena del candidato de izquierda amlo), miembros del prd, anar-
quistas de diversas tendencias, simpatizantes del fpr (Frente Popular
Revolucionario, de tendencia estalinista), de la Liga de Trabajadores
Socialistas, El Militante, y del Partido Revolucionario de los Trabajadores
(corrientes trotskistas), así como corrientes históricas del movimiento
estudiantil como el Comité Cerezo, En Lucha, La Coordinadora Estudiantil
Metropolitana, etcétera.
234 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

la falta de experiencia política de algunos jóvenes, las perspectivas


ideológicas divergentes y el escaso número de integrantes de jóvenes
de universidades privadas, frente a los participantes que se integraron
posteriormente de las universidades públicas, permitió en conjunto
el desplazamiento apresurado de su liderazgo y la desmovilización
de algunos sectores, en contraposición con la radicalización de otros
grupos, por lo menos después del 1 de julio, día de las elecciones
presidenciales.

Innovación de los repertorios


Los repertorios son un dispositivo crucial de la acción. Buscan movi-
lizar a ciertos sectores sociales, dependiendo de su peso simbólico
y su grado de eficacia organizativa. Cambios en los repertorios de la
movilización, refleja la existencia de ciclos diferenciados de protesta
social (Tarrow, 1998; McAdam, Tarrow y Tilly, 2003). El movimiento
juvenil implementó diversas acciones colectivas, unas de manera
espontánea, y otras más planificadas de acuerdo a cuatro ciclos
claramente identificados. Pasó en este caso lo que Charles Tilly
(2008) ha denominado la innovación de los repertorios, al lado de una
readecuación de antiguos repertorios retomados de la memoria, la
experiencia y la propia evaluación política del conflicto.
Manuel Castells (2012), en este sentido, señala la importancia
nodal que tuvieron las redes cibernéticas en la experiencia de la Pri-
mavera Árabe, que se asocia bien con lo sucedido en México. Se trata
de una triangulación en el uso de las redes en el espacio de los flujos,
que articula las redes sociales en las experiencias de apropiación
simbólica del espacio público físico, de las instalaciones, de las calles
y de las plazas.62 Varios estudios ligados a la tecnología y al uso de
las “redes sociales”63 han llevado a la apología de las redes informa-

62 Hemos realizado varios acercamientos a este tema, que pueden explicar


mejor algunos casos de la experiencia mexicana, tanto de la contención
contenida como transgresiva. Para la discusión de estos términos y sobre
la apropiación política del espacio público, véase Tamayo y López (2012)
y López, López, Tamayo y Torres (2010).
63 Creemos que el nombre de “redes sociales” no es del todo adecuado: “…
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 235

cionales. No hay que sobrevalorar el uso de las nuevas tecnologías,


pero al mismo tiempo debemos reconocer sus potencialidades como
medios de movilización. En el caso de los jóvenes de la Ibero, es claro
que la interacción comunicativa, el intercambio de ideas, el debate,
la difusión de las acciones realizadas y de las reacciones de las auto-
ridades, la propagandización y la convocatoria a reuniones y otras
acciones colectivas se realizaron a través de lo que se ha llamado la
tecnología Web 2.0 (González F., 2012; Castells, 2012). No obstante es
importante asociar este uso tecnológico con otros repertorios de la
movilización como son las manifestaciones públicas, la organización de
brigadas, los cordones a edificios simbólicos principalmente Televisa,
las asambleas: por escuela, populares, regionales e interuniversitarias,
y las Convenciones Nacionales contra la Imposición.
Es importante ubicar, como parte de los repertorios y la estruc-
tura de organización, la experiencia de las Asambleas Generales
Interuniversitarias realizadas en diversos lugares durante el primer
periodo. Principalmente destaca el carácter asambleario de la toma de
decisiones heredado de la historia de los movimientos estudiantiles.
La justificación del asambleísmo es positiva en el sentido de evitar la
toma de decisiones en lo individual y reducir la responsabilidad de
conducción del movimiento en pequeños grupos.64 Ello puede conte-

estas redes, que llamaría cibernéticas, se constituyen en parte de redes


sociales, que por definición son más amplias y articulan interacciones
sociales entre seres humanos, sea física, simbólica o virtualmente…
William Gibson –novelista y promotor del género cyberpunk y del World
Wide Web– considera las redes sociales como redes cibernéticas, formas
de transmisión de información, valores e ideas (asociadas con la demo-
cracia) en una sociedad. Así pensado, el concepto usado de red social se
estrecha y limita más bien a redes informacionales. Véase la conferencia
de Genaro Lozano “El ciberespacio: la nueva frontera de la protesta. El
caso del movimiento por el matrimonio entre parejas del mismo sexo en
México y las redes sociales”; también el texto “Primavera árabe ¿Revo-
luciones líquidas o ciudadanas?”, en Tamayo (2014b).
64 En una de las asambleas de escuela presentes en la reunión de las Islas se
señalaba: “Combatiremos la desinformación por todos los medios, hemos
hecho ya grandes campañas en redes sociales; (ahora) con brigadas en
las calles contrarrestaremos la información torcida de los medios, en
camiones, metros, mercados, plazas públicas, etcétera. Donde haremos
lo que las burocracias políticas del pri no hacen, hablar con la gente…
236 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

ner los esfuerzos de infiltración y cooptación de las autoridades con


el fin de descabezar la dirección centralizada de una protesta. Sin
embargo, esto no siempre funciona así. Al contrario, la desorganiza-
ción natural de las asambleas estudiantiles y el tortuoso proceso de
conformar las asambleas, la dificultad para definir un orden del día,
la moderación del debate, así como la larga duración de la discusión,
provocan que al final de las reuniones las decisiones se tomen por
muy pocos asistentes, debido a que la mayoría se ha ausentado de las
asambleas por cansancio y otros no toleren el tono, quizá agresivo,
del debate. Es muy probable que haya influido en las representaciones
de los jóvenes de instituciones privadas, aunque no se limitó a este
sector, como motivo de desmovilización.65
Durante la tercera fase del movimiento cambiaron las formas
de movilización. Se decidió promover las Convenciones Nacionales
contra la Imposición, que permitiera vincular a #YoSoy132 con otros
sectores que coincidían con la idea de que el candidato señalado como
ganador había sido impuesto. En la Primera Convención organizada en
San Salvador Atenco, y en aquellas después de las elecciones, el peso
mayoritario de las reuniones fue asumido por las organizaciones socia-
les. Las decisiones de las asambleas entonces fueron hegemonizadas
por los actores sociales con mayor autoridad, como el sme o el fpdt
de Atenco66. Sin embargo, en la medida en que los diferentes discursos

Contra la inmovilidad estamos respondiendo con lucha y movilizaciones


callejeras…, responderemos con democracia real, participativa y activa.
Con asambleas en cada escuela e instituto, con representantes elegidos
directa y revocablemente… la dirección de nuestro movimiento (al igual
que la del 68) es y no puede sino ser colectiva, asamblearia, colegiada;
no podrán corromper o reprimir a una dirección si la dirección somos
todos”. Documento presentado en la i Asamblea Interuniversitaria, 30
de mayo, las Islas, unam, por la Asamblea #132 Facultad de Economía.
unam. Ciudad Universitaria martes 29 de mayo 2012; copia Xerox.
65 Los casos extremos de las tensiones que se suscitan en estas reuniones
se experimentaron en el movimiento de huelga universitario de 1999,
cuando en varias asambleas del Consejo General de Huelga (cgh) la
mesa de coordinación fue cercada por alambre de púas, y muchas de las
diferencias se “resolvían” a golpes.
66 Véase balance del Comité #YoSoy132 Facultad de Economía, para la
discusión en la Asamblea Nacional del #YoSoy132 en Huaxca Morelos,
19 y 20 de enero de 2013.
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 237

no alcanzaron a alinearse ni fueron apropiados por la mayoría de los


jóvenes, el movimiento se debilitó.67 Al menos en esta tercera fase, la
desmovilización coincidió con la nueva caracterización del movimiento
eminentemente antineoliberal. El movimiento estaba cambiando de
perfil pero no pudo mantener su base social original, articularse con
una lucha más amplia, ni dar una respuesta integral a los resultados
electorales.

Los dispositivos de la represión


Los mecanismos de represión se expresan como infiltraciones, agre-
siones y estrategias de cooptación política. Son formas de penetración
de las autoridades al movimiento con el fin de desmovilizarlo al grado
de hacerle perder direccionalidad, dinamismo y efectividad. La repre-
sión tiene varios usos de la violencia que constituyen lo que Roberto
González (2012) establece como dispositivos represivos del estado.
En el caso #YoSoy132, autoridades, medios y burocracia partidaria,
establecieron una estrategia directa para contener la posibilidad de
extensión de la protesta. Al principio se descalificaron, tergiversaron
y minimizaron los hechos en una batalla por la persuasión de los
públicos. Después las autoridades utilizaron redes informacionales
para acosar y amenazar a los estudiantes que se habían expuesto
públicamente en el video “#131alumnosdelaIbero”; más adelante los
grupos y brigadas del pri agredieron a jóvenes que intentaban incre-
par a su candidato en cualquier actividad de campaña, acusándolos
de revoltosos y de pertenecer al #YoSoy132; fue aumentando así el
grado de represión. Además, el movimiento enfrentó situaciones de

67 Muchos estaban convencidos del nuevo ciclo de protesta, pero no todos


coincidían en la manera en que el movimiento debería conducirse política-
mente. El Comité Facultad de Economía dijo en su balance: “El movimiento
#YoSoy132 entraba en una dinámica de participación social diferente, la
cual era actuar de acuerdo al contexto político económico que se presagia-
ba y no solo para el movimiento #YoSoy132, sino para las masas obreras
y la sociedad en general”. Balance del Comité #YoSoy132 Facultad de
Economía para la discusión en la Asamblea Nacional del #YoSoy132 en
Huaxca Morelos, 19 y 20 de enero de 2013. Copia Xerox. Véase también su
página de Facebook #YoSoy132 Facultad de Economía unam.
238 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

infiltración que lo debilitaron. Llamó la atención aquellas dirigidas


principalmente al sector de los jóvenes de instituciones privadas,
durante la primera fase de la protesta.68 La cooptación también fue un
mecanismo sutil pero eficaz para el debilitamiento del movimiento.69
Después del 1 de julio, el movimiento se radicalizó. Las Asam-
bleas Populares, formadas por organizaciones sociales locales, se
diferenciaron de las asambleas de escuela o de facultad con base social
estudiantil. Continuaron, no obstante, los repertorios de manifestacio-
nes, asambleas y un paro parcial en universidades el día 2 de octubre,
incluso con amplia participación. Algunas corrientes simpatizantes
del anarquismo tensaron las fuerzas al interior para aplicar formas
de lucha más radicalizadas y agresivas. El movimiento, ya escindido
en varios bloques, empezó a dividirse en dos extremos claramente
definidos. Algunos consideraron incluso que la fuerte represión de la
manifestación contra la toma de posesión de epn el 1 de diciembre de
2012, con saldo de heridos y detenidos, fue una combinación de repre-

68 El caso de Arvidez estudiante del itesm quien ideó el #YoSoy132 es sin-


tomático. A los pocos días fue interceptado por un tal Cossío, espía del
Centro de Investigación y Seguridad Nacional (cisen), que se hizo pasar por
estudiante y le fue muy fácil ganarse la confianza del joven universitario;
le asoció intencionalmente con el movimiento de amlo y lo expuso ante la
sociedad. La Asamblea de su escuela decidió finalmente expulsar a Arvidez,
sin saber en ese momento que había sido manipulado por Cossío, quien
había sido enviado por la policía. Esto se supo un año después. Otros casos
fueron divulgados en testimonios en las redes informáticas, de profesores
de la Ibero que trabajaban con el cisen como informadores. Son casos
habituales de dispositivos de infiltración del Estado en los movimientos,
principalmente estudiantiles, del que puede hablarse de los movimientos
sociales modernos desde por lo menos el siglo xix.
69 El caso del dirigente del itam Antonio Attolini, quien se asumió como
vocero del movimiento, y se dejó seducir por Televisa. Aceptó conducir
algunos programas en esa televisora y cayó ante la misma táctica que fue
aplicada a varios estudiantes del itam y otras universidades. Algunos,
después de haber aceptado las proposiciones de los medios, en un acto
de autocrítica renunciaron al movimiento. “El caso de Attolini fue decep-
cionante –dice un activista en un testimonio–, porque él se mantuvo con
Televisa, obvia y naturalmente se lio con el priismo”. Para profundizar en
este aspecto consúltese: http://contralinea.info/archivo-revista/index.
php/2012/09/11/yo-soy-132-movimiento-del-siglo-xxi/
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 239

sión e infiltración de cuerpos policíacos contra el movimiento.70 Las


acciones de provocación de los grupos radicalizados del #YoSoy132,
sin preverlo, fueron funcionales a los dispositivos de represión del
gobierno.71

Consideraciones finales

Para algunos activistas, el movimiento concluyó los días 19 y 20 de


enero de 2013, cuando en la Asamblea Nacional de Huaxca, Morelos las
dos facciones más enfrentadas no pudieron resolver sus diferencias
estratégicas. Para otros, la lucha sigue. La protesta duró al menos ocho
meses, delimitada en cuatro ciclos de intensa actividad. La desmovi-
lización sin embargo ocurrió desde el día preciso de las elecciones,
el 1 de julio, y desde entonces no pudo contenerse. El objetivo del
movimiento había sido, en el marco de las elecciones, democratizar
el comportamiento político de los medios de comunicación y parar

70 El cerco de policías que blindó el Congreso de la Unión para el 1 de diciem-


bre de 2012 se formó por policías federales y de la ciudad de México.
Quedaba claro para los estudiantes la existencia de un pacto entre el
presidente entrante impuesto, y el nuevo Jefe de Gobierno de la ciudad,
quien siempre se había mostrado con bandera de izquierda, pero que ese
día, no dejó lugar a dudas a la decepción política de cientos de jóvenes.
71 En un balance de los acontecimientos del 1 de diciembre, el Comité #YoS-
oy132 de Economía dice: “… Rechazamos categóricamente la fetichización
que varios miembros del movimiento han hecho del uso de la violencia
como “la única vía” para desarrollar la lucha política contra el régimen…
Es falso el argumento que desde el 1D se ha mencionado repetidamente,
en donde supuestamente compañeros actuaron en “autodefensa” ante la
represión. Varias asambleas … hicieron convocatorias públicas incluso
por redes sociales, prepararon con plena conciencia asistir a la mani-
festación en un carácter de agresión a la policía, preparados para llegar
a la confrontación…” Véase balance del Comité #YoSoy132 Facultad de
Economía, op.cit. Véase también sobre este acontecimiento el artículo de
Raymundo Riva Palacio en Eje Central titulado “Brotes de insurreción,
estrictamente personal”, publicado el 3 de diciembre de 2012 a propó-
sito de la actuación del #YoSoy132, en http://www.ejecentral.com.mx/
brotes-de-insurreccion/, consultado el 20 de marzo de 2014.
240 ⎖ Guadalupe Olivier y Sergio Tamayo

lo que consideraba fueron medios fraudulentos del pri para ganar


las elecciones (Cervantes, 2012). Esto no fue posible. Los medios de
comunicación siguieron manejando sus intereses económicos y polí-
ticos a conveniencia, y el pri regresó a la presidencia de la República.
Cuando el movimiento modificó sus objetivos y los asoció con deman-
das sociales se impuso la tarea de combatir al neoliberalismo. Esto
tampoco fue posible, pues los efectos de las elecciones de 2012 fueron
dramáticos tanto por la percepción de fraude como por la fuerza en
que se impusieron después las reformas estructurales más profundas
en la historia del país (Tamayo, 2014). La mayor parte de los análisis
sobre el movimiento #YoSoy132 han hecho una apología de la protes-
ta juvenil y estudiantil. Tales estudios apelan a un movimiento que
resucite como ave fénix. No creemos que eso sea posible, incluso por
deseable. Otras reflexiones consideran que el #YoSoy132, debido a su
amplitud a escala nacional, todavía está presente en otros lugares en
Asambleas Populares. Aunque con características y dinámicas muy
distintas, se sugiere que el movimiento habría entrado en un nuevo
ciclo de protesta.
A diferencia de estas posturas, nosotros creemos que el movi-
miento cubrió sus ciclos de movilización y concluyó. Será necesario, en
este escenario, destacar sus fortalezas y limitaciones. Quizá algunas
de estas consecuencias no sean del tono pragmático como algunos
quisieran observarlas, como el hecho de aumentar o disminuir la
diferencia de votos para uno u otro candidato, o democratizar el
espacio de los medios permitiendo que uno o dos radios comunitarias
participen del espectro radiofónico, etcétera. Seguramente, el princi-
pal logro del movimiento está en su enseñanza y en su reverberación
simbólica. El hecho de que varios grupos y organizaciones sociales,
principalmente en el interior del país estén realizando esfuerzos por
alcanzar mejores condiciones de vida y derechos ciudadanos con la
bandera y etiqueta del #YoSoy132 debe ser especialmente emotivo
para los participantes y originarios del movimiento. Aunque debemos
añadir que algunos radicales han rechazado continuar con el mote
por considerarlo pequeñoburgués y porque su origen proviene de
universidades privadas. Está pues el referente y la memoria, aunque
no la base social del movimiento. Tampoco están ya los objetivos, ni
el programa, tal y como se constituyeron en el año 2012. Sin embargo,
está el eco reverberante, la resonancia de un movimiento autónomo e
#YoSoy132. Ciclos de protesta en el marco de las elecciones presidenciales de 2012 ⎖ 241

independiente, político aunque apartidista. Varias líneas de investi-


gación se abren en este respecto vinculadas a la teoría de la dilación
(Abeyance Theory, Cfr. Taylor, 1989; Taylor and Crossley, 2013) y sobre
las consecuencias biográficas del activismo (Giugni, 2007). Nosotros
pensamos en las resonancias históricas y biográficas (Olivier y Tama-
yo, 2017). El impacto diferencial de este movimiento sobre la política
nacional y la democratización de los medios, como podemos apreciar
con base en lo anterior, es divergente en el marco del debate y es un
asunto pendiente.
Los procesos de movilización-desmovilización se pueden recons-
tituir a través de repensar la dimensión plural y multidimensional
de la protesta. Los dispositivos de movilización-desmovilización se
dispararon en la experiencia del #YoSoy132 por medio de cuatro
mecanismos: a) por la condición política del movimiento, que planteó
la difícil transición y articulación de objetivos políticos centrados en
el proceso electoral y por la democracia, con objetivos sociales que
hicieron énfasis en la educación pública y gratuita; b) por el papel
estratégico de las alianzas y la lucha interna por la hegemonía, que
no pudo fortalecer el movimiento y al contrario fue la causa del des-
membramiento de la protesta; c) por el impacto e innovación de los
repertorios de la movilización, que caracterizan y explican las dife-
rencias entre los primeros ciclos de protesta y los que le siguieron más
tradicionales; y d) por los dispositivos de la represión que se definen
como un recurso político multidimensional de las autoridades. Estos
mecanismos estuvieron presentes desde el inicio de los aconteci-
mientos, utilizando diferentes estrategias de desmovilización. Estos
aspectos, en última instancia, estuvieron íntimamente ligados con la
historia y la sociología de las universidades, así como la experiencia
política de los grupos estudiantiles participantes. Pensar en un aná-
lisis procesual de la movilización-desmovilización puede ayudar, así,
a comprender mejor la dialéctica de los movimientos sociales.
242

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Documental “Qué es Yosoy132? La patria llama y pide justicia, no votes por
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dRy1bhsoY. Consultado el 20 de junio de 2015
252

Anexo
Tabla 1
Población con acceso a internet
2000-2010

País/ Número de usuarios


Región
2000 2005 2010

Mundial 395.088.191,22 1.022.289.697,59 2.014.028.387,89

Miembros 320.179.465,17 646.440.862,85 862.838.674,26


de la ocde
América 20.268.996,30 92.329.805,17 199.881.310,59
Latina y
El Caribe
México 5079.330,97 18325854,58 35.161.144,57

País/ % de población con acceso a internet


Región
2000 2005 2010

Mundial 6,78 15,87 30,48

Miembros 27,77 54,11 69,80


de la ocde
América 3,90 16,64 33,98
Latina y
El Caribe
México 5,08 17,21 31,00

Fuente:
Elaboración propia con datos de González F (2002: 24).
253

Tabla 2
Instituciones de educación superior participantes
en el movimiento #YoSoy132

Privadas

Institución Plantel

Universidad Iberoamericana
Instituto Tecnológico ·· Campus Ciudad de México
de Estudios Superiores ·· Campus Santa Fe
Monterrey ·· Campus Estado de México
·· Campus Nuevo León
Instituto Tecnológico
Autónomo de México
Universidad Anáhuac
Universidad La Salle
Universidad Panamericana
Universidad Intercontinental
Universidad del Valle de México
Universidad de ·· Campus Estado de México
Las Américas ·· Campus Puebla
Universidad del Claustro
de Sor Juana

Totales 16
254

Públicas

Institución Plantel

Universidad ·· Facultad de Arquitectura


Nacional ·· Facultad de Ciencias
Autónoma de ·· Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
México ·· Facultad de Contaduría y Administración
·· Facultad de Derecho
·· Facultad de Economía
·· Facultad de Filosofía y Letras
·· Facultad de Ingeniería
·· Facultad de Veterinaria y Zootecnia
·· Facultad de Medicina
·· Facultad de Psicología
·· Facultad de Química
·· Facultad de Estudios Superiores Acatlán
·· Facultad de Estudios Superiores Aragón
·· Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán
·· Facultad de Estudios Superiores Iztacala
·· Escuela Nacional de Trabajo Social
Universidad ·· Unidad Azcapotzalco
Autónoma ·· Unidad Cuajimalpa
Metropolitana ·· Unidad Iztapalapa
·· Unidad Xochimilco
Instituto ·· Escuela Superior de Comercio y
Politécnico Administración
Nacional ·· Unidad Profesional Interdisciplinaria
de Ingeniería y Ciencias Sociales y
Administrativas
Universidad ·· Unidad Ajusco
Pedagógica ·· Unidad Juárez
Nacional
Escuela Normal
Superior de México
Escuela Superior
de Educación Física
Escuela Normal
de Especialización
255

Universidad Autónoma
de la Ciudad de México
Instituto Nacional de Bellas Artes ·· Escuela Nacional
de Artesanías
Centro de Investigación
y Docencia Económicas
Benemérita Universidad de Puebla
Universidad Autónoma
de Ciudad Juárez
Universidad Autónoma de Guerrero
Universidad Autónoma de Sinaloa
Universidad Autónoma de Tamaulipas
Universidad Intercultural de Chiapas

Totales 37

Internacionales

Institución Plantel

Universidad Autónoma de Barcelona


Universidad Complutense de Madrid
Universidad Stuttgart de Alemania

Totales 3

Fuente:
Elaboración propia con datos de los documentos emitidos en las diversas
Asambleas Interuniversitarias.
256

Tabla 3
Instituciones de educación media superior
participantes en el movimiento #YoSoy132

Públicas

Institución Plantel

Universidad ·· Colegio de Ciencias y Humanidades, Azcapotzalco


Nacional ·· Colegio de Ciencias y Humanidades, Naucalpan
Autónoma de ·· Colegio de Ciencias y Humanidades, Oriente
México ·· Colegio de Ciencias y Humanidades, Sur
·· Escuela Nacional Preparatoria No. 6
·· Escuela Nacional Preparatoria No. 9
Colegio de
Bachilleres

Totales 7

Privadas

Institución

Colegio Madrid

Totales 1

Fuente:
Elaboración propia con datos de los documentos emitidos en las diversas
Asambleas Interuniversitarias
257

El movimiento #YoSoy132
y la democratización de los medios:
¿rebeldes de starbucks o indignados aztecas
de la primavera mexicana?

Hugo Sánchez Gudiño72

Entre rebeliones ciudadanas e indignados.


A manera de Introducción

“Hice todo para llevar al #132 a buen puerto,


pero no se logró… Tengo nombre propio con credibilidad
y es lo que vengo a defender. Televisa y Yo Ganamos”.
Antonio Attolini/Ex vocero del Movimiento #YoSoy13273

El año 2011 se volvió axial y alteró al mundo. Los de abajo gritaron su


indignación y se organizaron alrededor de un movimiento planetario
antisistémico como no se veía desde las revueltas mundiales de 1968. La
Primavera Árabe; el movimiento de los indignados que se inició en Espa-
ña el 15 de mayo, que se expandió rápidamente a más de cuarenta países
del orbe; además de las movilizaciones estudiantiles latinoamericanas,
particularmente en Chile y Colombia; y por supuesto, el emblemático

72 Profesor-Investigador de la fes-Aragón-unam y de la Facultad de Ciencias


Políticas y Sociales de la misma Universidad Nacional. Miembro del sni.
Entre sus libros destaca: “Génesis, Desarrollo y Consolidación de los Gru-
pos Estudiantiles de Choque en la unam/1930-1990” (unam-Porrúa-2006).
Correo: [email protected]
73 Palabras expresadas al incorporarse a trabajar a Televisa/Milenio Diario
el 23 junio de 2013.
258 ⎖ Hugo Sánchez Gudiño

movimiento Okupemos en cientos de ciudades de Estados Unidos, no


sólo hablaban de la esperanza de que el mundo se rebelaba, sino que
la inconformidad y la rabia podían transformarse en organización.
“Ocurrió cuando nadie lo esperaba… De pronto, la gente derroca-
ba dictaduras sólo con sus manos… Los medios de comunicación
se hicieron sospechosos. La confianza se desvaneció… Al principio
fueron unos cuantos, a los que se unieron cientos que se conectaron
en red con miles, apoyados por millones con su voz y su búsqueda
de esperanza, bastante caótica, que atravesaba ideologías y modas,
para conectar con las preocupaciones reales de la gente real en la
experiencia humana real que reivindicaban”, anotaba Manuel Castells
(2012: 19-20).
Los movimientos sociales se expandieron inspirados en la Indignación
tan de moda, a través del panfleto ¡Indígnate¡ de Stéphane Hessel, en un
mundo conectado en red a través de Internet y marcado por difusión
viral de imágenes e ideas. Movilizaciones como las de la Primavera
Árabe, el 15-M u Occupy Wall Street, fueron desencadenadas por las
oleadas sociales de indignación que estallaron ante el escándalo de
la injusticia del poder (Tascón y Quintana, 2012). En efecto, hemos
entrado a una nueva era, la de los Indignados sin afiliación partidis-
ta, que brotan de los rincones más inesperados del planeta y ponen
contra la pared tanto a regímenes autoritarios como a gobiernos
democráticos. Chomsky señala que uno de los mayores éxitos del
movimiento ha sido poner las desigualdades de la vida cotidiana en
el orden del día nacional. (Tascón y Quintana, 2012: 81)
Estamos frente a la irrupción de los ciudadanos de múltiples
países que protestan Indignados contra la realidad de un mundo
cada vez más injusto, más inseguro y donde la democracia real se
ha vuelto una ilusión. Estas “Rebeliones Ciudadanas”, ocurridas de
manera espontánea en lugares tan disímbolos como el mundo Árabe
(Egipto, Túnez, Argelia, Marruecos), Europa (Islandia, Grecia, Portugal,
España) o América Latina (Chile, México, Brasil), han logrado detener
o anular medidas coercitivas, cambiar leyes o derrocar regímenes
autoritarios. Desde la Primavera Árabe hasta los Indignados en España,
pasando por los disturbios en Inglaterra, el común denominador de
los gobiernos es la pérdida de control sobre los nuevos espacios para
la movilización en redes sociales. Regímenes con poder absoluto como
los depuestos en África, democracias recientes como la española o de
El movimiento #YoSoy132 y la democratización de los medios ⎖ 259

la más larga data en Occidente como la inglesa, pierden el dominio


para regular la irrupción de ciudadanos, de jóvenes y minorías en
el debate público a través de nuevos medios de comunicación como
Twitter o Facebook. El descontrol sobre estas nuevas tecnologías
muestran también que el “cuarto poder” de los medios de comuni-
cación tradicionales –televisión y radio–, no representa realmente
un desafío al status quo, aunque –en democracia– se le atribuya la
función de vigilar al poder político. Su funcionamiento como poderes
económicos favorece su lealtad, y hasta el contubernio, con el esta-
blishment y el poder político. No así las redes sociales, que devuelven
la voz al individuo con sólo tener un teléfono móvil y una conexión a
Internet. Para Innerarity y Champeau, la red lleva años despertando
múltiples sueños de democratización que no corresponden del todo
con los resultados esperados:
“Nos habían anunciado la accesibilidad de la información, la elimi-
nación de los secretos y la disolución de las estructuras de poder…
Los resultados no parecen estar a la altura de lo anunciado y ya se
formulan las primeras teorías de dicha desilusión que pretenden
desmontar el mito de la democracia digital” (2012: 37).
El viento que electrizó al mundo árabe y el estallido actual no parten
de cero. Años de trabajo a pequeña escala de las redes y movimientos
alternativos, de iniciativas y resistencias de impacto más limitado,
han mantenido la llama de la contestación en este período difícil:
“Las confortables rutinas mercantiles de nuestras democracias de
mercado y sus rituales electorales y mediáticos se han visto abrupta-
mente alteradas por la irrupción imprevista en la calle y en el espacio
público de la movilización ciudadana. Esta rebelión de los indignados
inquieta a las élites políticas, siempre incómodas cuando la población
se toma en serio la democracia y decide empezar a practicarla por su
cuenta” (Taibo y Antentas, 2012: 17).
El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos (2013) ha acuñado
el concepto de Globalización Contra-Hegemónica, donde agrupa los
proyectos, iniciativas y procesos de carácter alternativo que, creados
y ejecutados por la sociedad civil, representan fisuras en el modelo
dominante de la civilización industrial o moderna.
260 ⎖ Hugo Sánchez Gudiño

#YoSoy132: el cisne negro vs Televisa

Así, en México, se activó la protesta de los Indignados Aztecas: que


transitó de la reflexión crítica de los jóvenes de clase media universita-
ria organizados en el #YoSoy132, a las acciones ultra-radicales de sus
iguales con pasamontañas autodenominados Anarquistas; sin olvidar
el paro estudiantil de la Asamblea General Politécnica para finalmente
trazar la Rebelión de los Normalistas de Ayotzinapa, cuya bandera
de lucha en favor de los Derechos Humanos y de recuperar con vida
a sus compañeros, se convirtió en un eje de lucha civil y contrapeso
fundamentales frente al regreso del pri, encabezado por Enrique
Peña Nieto, a la Presidencia de la República. En el presente ensayo se
ofrece un breve diagnóstico crítico de algunos aspectos relevantes
del Movimiento Estudiantil denominado “#YoSoy132”, cuya bandera
principal de lucha fue su exigencia de democratización de los medios
de información en México, particularmente la Transparencia de la
Información, las Telecomunicaciones y la Banda Ancha 2.0. Movimiento
que, al igual que en la zona árabe, Jalife-Rahme denominó Cisne Negro,
parafraseando al pensador libanés Nassin Taleb, que escribió el libro
“El Cisne Negro: el Impacto de lo Altamente Improbable”, porque se
refiere a una situación no prevista y en el lugar menos indicado. Como
ocurrió en el mundo árabe, de veintidós países, detonó la revolución
en el lugar menos indicado. Fue en un lugar recóndito, en el más
apacible de esa región:
“Ese es el Cisne Negro, pero cuando aparece tiene consecuencias. Tras-
toca todo un sistema. Y aquí rompió sistemas: los 22 países árabes que
empezaron a tambalear. Pero, ¿qué sucedió? La inmolación de un joven
estudiante, desempleado, que vendía frutas y verduras. Le quitaron
su sustento y se inmoló. Y esto cautivó. Era lo que estaba esperando
el mundo árabe y se incendió. Yo creo que igual, en México, la Ibero
es el lugar menos indicado para una revuelta o una manifestación,
y menos contra un gigante: Televisa… Va en contra del candidato de
esa televisora (Enrique Peña Nieto)… Es un movimiento horizontal,
sin paternidad, aparentemente anónimo. Es el Cisne Negro” (Cerda,
2012: 16-17).
Asimismo se analiza cómo el “Modelo de Comunicación Política Tra-
dicional” anclado en Televisa, que impulsó la candidatura de Enrique
El movimiento #YoSoy132 y la democratización de los medios ⎖ 261

Peña Nieto en la Elección Presidencial del 2012, se vio trastocado por


el surgimiento del Movimiento Juvenil “#YoSoy132” y su “Política
Insurgente” –como dice Castells– de “Comunicación Política Alterna-
tiva”, poniendo énfasis en cuatro líneas de acción: La Sociedad Red,
el Nuevo Espacio Público, La Video política y la Teoría del Malestar
Mediático. El método utilizado no se circunscribe exclusivamente al
análisis acerca del Movimiento “#YoSoy132” en las redes sociales y en
el contagio viral de una movilización política hecha desde las nuevas
herramientas cibernéticas Ramírez Zaragoza, 2015). Nuestra preo-
cupación consistió también en contextualizar el tema en un marco
histórico que se basa en la Comunicación Política y la Sociología. En
especial de aquella que tiene contenidos de corte analítico y valo-
rativo sobre la movilización ciudadana y la desafección política, los
escenarios públicos, y la videocracia. De esta forma, trazamos como
Hipótesis central de trabajo la siguiente: el Movimiento Estudiantil
“#YoSoy132” sacudió al país y emergió como un posicionamiento lejos
de las imposiciones ideológicas y cerca de las preocupaciones ciuda-
danas, con una lógica lejana a los intereses de los poderes fácticos y
cerca de quienes los cuestionaban, rechazando la desinformación y
exigiendo la veracidad; cuestionando la manipulación y exigiendo el
profesionalismo; criticando las directrices del duopolio televisivo y
logrando romper el cerco que con demasiada frecuencia se imponía.
Armado únicamente con el entusiasmo y los instrumentos de
las redes sociales, cambió el debate preelectoral y lo condujo hacia
lo que realmente importaba: la disfuncionalidad de la democracia
mexicana y las peores prácticas que aún la caracterizan. A través de
la dinámica de la insurgencia civil, se inició de manera sorpresiva la
también llamada Primavera Mexicana, consistente en la discusión
abierta en el espacio público, particularmente Internet y de algunos
medios de comunicación públicos por parte de la sociedad civil, sobre
los grandes problemas de la nación y la demanda de la resolución de
los mismos. En este contexto, “#YoSoy132” presentó su propuesta para
democratizar los medios, destacando la demanda de limitar el poder
de los monopolios comunicativos, la exigencia para la transmisión en
cadena nacional de los debates para la Presidencia de la República
(Ramírez Zaragoza, 2015); evitar la manipulación informativa, la
creación de nuevas cadenas de televisión, el incremento de voces
plurales en la programación comercial, la formación de figuras jurí-
262 ⎖ Hugo Sánchez Gudiño

dicas defensoras de las audiencias y la apertura de nuevos espacios


ciudadanos en los canales electrónicos que las plataformas partidistas,
a través de sus bancadas legislativas en el Congreso, nunca fueron
capaces de plantear.
Muchas son sus aportaciones al Debate Nacional, especialmente
en lo que se refiere a la democratización de los medios y su “Modelo
de Comunicación Política Insurgente o Alternativo”, que fue copiado
e imitado el pasado 7 de Julio de 2013 cuando los Partidos Políticos
tuvieron su primera batalla electoral tras el regreso del pri a los
Pinos; y por el Gobierno Mexicano de Enrique Peña Nieto que impulsó
el Pacto por México un día después de su toma de posesión, a través
del cual se impulsaron: Reformas a la Ley De Transparencia, Ley de
Telecomunicaciones, Banda Ancha y Reforma Electoral, que contienen
las principales demandas del “#YoSoy132”. Por lo anterior, el origen
de este movimiento juvenil y su batalla contra los podres fácticos es
fascinante, pero su horizonte incierto.

Rebelión juvenil en tiempos de las redes sociales

En los primeros años del siglo xxi nuestras sociedades se inscriben en


un punto de inflexión inédito en la historia reciente: la transición entre
el universo de la televisión y el universo de Internet, el tránsito de la
Tele-Democracia a la Ciber-Democracia. En esa nueva sociedad que
se está formando, los actores políticos tradicionales van con retraso,
y los internautas ensayan nuevos comportamientos, sin hoja de ruta,
pero con imaginación y con ansias de que se escuche su voz. En 1996,
Castells escribía que una revolución tecnológica –que pivota a las
tecnologías de la información– estaba modificando la base material
de la sociedad a un ritmo acelerado. Diez años después añadía que
la burocracia intentaría usar Internet como un tablón de anuncios
para la comunicación unidireccional, y algunos individuos desafectos
usarían Internet para mofarse de los políticos y hacer llamamientos a
las expresiones insurgentes de valores políticos alternativos; así una
ciudadanía activa podría encontrar en Internet el medio para sortear
los filtros de los mass media y de los partidos y crear redes con las
El movimiento #YoSoy132 y la democratización de los medios ⎖ 263

que afirmaban su autonomía colectiva: los principales hacktivistas se


convierten en transmisores e intercambiadores (de movimientos en
red), creando prácticas concretas que suponen la recepción, interpre-
tación y transmisión de información a los diferentes nodos de la red.
Castells elaboró una tipología rápida a partir de estudios de caso:
1) La formación de nuevos Movimientos Sociales, a los que definió
como aquellos que actúan para cambiar los valores de la sociedad, no
el poder político ni la decisión política directamente, sino los valores
de la sociedad, fundando sus reflexiones en dos estudios de caso, el
Movimiento de Cambio Climático y el Movimiento Antiglobalización
(Castells, 2012: 47-48); y 2). La formación de lo que llamó Política
Insurgente, que es aquella que surge en los márgenes del sistema
político, pero trata de tener un impacto directo sobre las instituciones
y los procesos de decisión. En este sentido, podemos decir que lo que
realmente está cambiando es el espacio público donde la sociedad
delibera, construye sus percepciones y decisiones. Ese espacio, que
fue construido en torno al Estado nación democrático en un momento
en que el centro del mundo era el Estado, ha sido erosionado en su
capacidad de representación por la globalización, por la construcción
de identidades en las que la gente se reconoce y que no coinciden
necesariamente con su ciudadanía sino con su identidad religiosa o
étnica, local o territorial, de género, juvenil o personal (Wolton, 2006).
Asimismo, resultan fundamentales dos conceptos antagónicos a la
Insurgencia Juvenil: Video malestar o Malestar Mediático, que obe-
dece simplemente a los soportes comunicativos que han dominado
en los diferentes periodos de la evolución de la comunicación política,
mismos que se sincronizan con el advenimiento de lo que Giovanni
Sartori denomina Video política, para hacer referencia sólo a uno de
los múltiples aspectos del poder del marketing y del video: su inci-
dencia en los procesos políticos, y en ello una radical transformación
de cómo ser políticos y de cómo gestionar la política (Sartori, 1998;
Dahl, 1967; Robinson, 1976).
En suma, los teóricos adscritos a esta corriente del malestar
mediático sostienen que, lejos de informar y movilizar al ciudadano,
la cobertura informativa promueve el cinismo del público y la apatía
política, esto es, la desafección política contraria a la participación
ciudadana (Robinson, 1976). En esta perspectiva, el Malestar Mediáti-
co junto con los Nuevos Movimientos Sociales configuran un modelo
264 ⎖ Hugo Sánchez Gudiño

teórico en proceso de construcción, mismo que se articulará con tres


categorías más: Sociedad Red, Nuevo Espacio Público y Video política
(Sartori, 1998).

#YoSoy132: política insurgente


por un nuevo modelo de medios

La corriente juvenil “#YoSoy132” se autodefinió ante la opinión pública


en su I Manifiesto como un movimiento eminentemente estudiantil
con las siguientes características:
Somos un antiguo minero, o un joven rebelde, o una burguesa gua-
dalupana. Somos lo que ustedes no son. Nosotros venimos de las
redes, de un mundo de ceros y unos, de un mundo que no conocen y
que nunca manipularán;
Creemos que la protesta pertenece al pasado, pero también creemos
que la protesta contra el orden es el fundamento del orden nuevo.
Somos un camino, una desviación. Somos #YoSoy132.
En este contexto, el movimiento estudiantil que nació en contra de la
manipulación informativa del gobierno federal, presentó un proyec-
to para cristalizar su propuesta de Democratización de los Medios
de Comunicación, cuyos ejes fundamentales son: 1. Establecer un
Modelo de Medios formado por tres sectores: comercial, público y
social comunitario. Imprescindible la desconcentración del control de
medios de información por TV-Azteca y Televisa; inclusión de sectores
ciudadanos excluidos (comunidades indígenas, grupos comunitarios,
sociedad civil y organismos de derechos humanos); 2. Ejercicio de la
comunicación-servicio público, así como la difusión de contenidos
educativos y culturales/Derechos de las audiencias; 3. Obligación del
Estado de garantizar las condiciones para el ejercicio de la libertad de
expresión y transparencia de la información (frente a la seguridad de
los comunicadores y periodistas en constante peligro); 4. El Estado debe
favorecer presupuestal y jurídicamente proyectos autónomos locales
y comunitarios; 5. Implementar en la legislación nacional los tratados
internacionales en materia de derecho a la información y libertad de
El movimiento #YoSoy132 y la democratización de los medios ⎖ 265

expresión (retomar criterios jurisprudenciales del sistema interame-


ricano de derechos humanos); y 6. Promover Políticas Públicas hacia la
alfabetización mediática, y eliminación de brecha digital (Igartúa, 2012).

Peña Nieto, el pacto por México y Televisa


“abre sus puertas al movimiento”

El 2 de Diciembre de 2012, en lo que se considera un golpe de timón


del gobierno entrante, los dirigentes del pri, pan y prd firmaron el
Pacto por México, con el objetivo de impulsar las reformas pendientes
para transformar al país. El Presidente Enrique Peña Nieto, figuró
como testigo de lujo de este evento (Marín, 2013; Casar, 2013). En el
acto, realizado en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, el Secre-
tario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció que el
gobierno presentaría tres iniciativas inmediatas, donde destaca la
Reforma a las Telecomunicaciones (Villamil, 2013). Se hicieron 95
Compromisos de carácter tanto administrativos como legislativo
y se acordaron los plazos para llevarlos a cabo. El Pacto se dividió
en 5 Ejes Temáticos que revelaban las prioridades de la agenda. La
mayoría de los compromisos correspondió a asuntos de carácter
económico (37), seguidos por los Derechos (36), Gobernabilidad (9),
Seguridad y Justicia (8) y Transparencia (5).
En cuanto a otros compromisos del Pacto Por México que
perfilaban un fortalecimiento de la Mediocracia (Videocracia), se
encuentran los marcados con los números del 39 al 45 para lograr
“mayor competencia en Telefonía Fija, Telefonía Celular, Servicio de
Datos y Televisión Abierta y Restringida”. De los 5 Ejes de Trabajo del
Pacto, sobresalen por su atención al ámbito mediático los siguien-
tes: lograr una Sociedad de Derechos y Libertades; Comprometer
Transparencia, Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción; y
Perfeccionar las Condiciones para una Gobernabilidad Democrática.
En este sentido, el Pacto Por México fue la plataforma ideal utilizada
por el Gobierno Federal para retomar algunas de las demandas
del Movimiento Juvenil “#YoSoy132”, arrebatándole al menos tres
266 ⎖ Hugo Sánchez Gudiño

importantes banderas de lucha:


1. Proyecto de Reformas Constitucionales en materia de Telecomu-
nicaciones y Radiodifusión, que representa indiscutiblemente
avances significativos, en varios rubros que en conjunto apuntan
a fomentar una mayor competencia y pluralidad de contenidos en
el paisaje mediático, así como el impulso de nuevas tecnologías,
apostando a insertar al país en una realidad convergente, con
Internet accesible y reconociendo la necesidad de acotar mono-
polios en sectores estratégicos como el de la radio, la televisión
y las telecomunicaciones (Levario Turcott, 2013);
2. Reforma a la Constitución en materia de Transparencia, Derecho
a la Información y Rendición de Cuentas, que da autonomía
constitucional al Instituto Federal de Acceso a la Información
y Protección de Datos (ifai/ahora inai/Instituto Nacional de
Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos
Personales), dotándolo de mayores facultades; que serán
inatacables sus decisiones y ampliando el espectro de sujetos
obligados a rendir información, entre los que se encuentran los
partidos políticos, los sindicatos y el propio Poder Legislativo
(Montes, 2013); y
3. Derecho al acceso a la Banda Ancha, entre cuyas implicaciones
destaca el diseño de una política pública integral que permita
que sea un derecho exigible.
Por otra parte, en sincronía con lo anterior, Emilio Azcárraga Jean
anunciaba en octubre de 2012 importantes cambios en Televisa rela-
cionados directamente con el Movimiento #YoSoy132. La Empresa
impulsaría una mayor interacción con sus Audiencias a través de las
Redes Sociales mediante la creación de múltiples plataformas digita-
les; y Los Jóvenes tendrían espacios de análisis y opinión, destacando
el programa Sin Filtro en Foro TV coordinado por dos destacados
miembros del #YoSoy132. Genaro Lozano (moderador del debate
presidencial independiente que organizó el Movimiento) y Antonio
Attolini vocero del #YoSoy132 del itam. Azcárraga criticó la polémica
suscitada por el anuncio del programa a través de Twitter “Cuando
abrimos, porque abrimos…cuando no abrimos, porque no abrimos…
yo a favor de la apertura #SinFiltro” (cnn, 2012).
El movimiento #YoSoy132 y la democratización de los medios ⎖ 267

#YoSoy132 seis años después

Al cumplirse el quinto aniversario del Movimiento Estudiantil


#YoSoy132 (mayo-2017): no hubo marchas, ni celebraciones que
tuvieran impacto en los medios. Cabe recordar, que este se generó
como muestra de solidaridad de los estudiantes de la Universidad
Iberoamericana con el Movimiento de Atenco, manifestándose de
forma creativa e innovadora frente al manejo que la prensa dio a la
visita del Candidato priista Enrique Peña Nieto a las instalaciones
de dicha institución el 11 de mayo de 2012. Al ser calificados como
intolerantes y hasta externos a la Universidad por el líder nacional
el pri, Pedro Joaquín Coldwell, los jóvenes de la Iberoamericana
en respuesta hicieron circular un video en YouTube el 14 de mayo
que se volvió viral, donde 131 estudiantes que se acreditaban como
miembros de su comunidad expresaban “somos estudiantes de la
Ibero, No Acarreados, Porros”.
Los primeros en organizarse fueron estudiantes de Universidades
Privadas como la citada Ibero, el itesm, la Anáhuac y el itam, entre
otras, quienes invitaron a una marcha-plantón en las instalaciones
de Televisa el 18 de mayo, así como una concentración masiva en la
Estela de Luz cinco días después (el 23).Los convocantes difundieron
esta propuesta en los hashtags #Marcha#YoSoy132 y #YoSoy132,
logrando un éxito inusitado y ocupando un lugar destacado en el
treding topics de Twitter. La movilización en la Estela de Luz fue
difundida en Twitter, Facebook y YouTube bajo el slogan “¿Quieres
cambiar la historia de México?” y con el lema “Todos a la Estela de Luz”.
El impacto favorable de estas protestas aumentó el número de apoyos
hacia el Movimiento al que se sumaron estudiantes de Universidades
Públicas, destacando la unam, uam e ipn. Más adelante convocaron
a la Primera Asamblea Universitaria el 31 de mayo en la Universidad
Nacional, donde representantes o voceros de más de cincuenta uni-
versidades debatieron en mesas de trabajo sobre múltiples aspectos
de la agenda social, política, económica, educativa y cultural del país.
A cinco años de distancia se puede decir: que los rasgos generales
de la Movilización Estudiantil #YoSoy132 fueron la espontaneidad,
la improvisación organizativa, pero también la fragmentación de la
dirección, y particularmente la discontinuidad de un proyecto político
268 ⎖ Hugo Sánchez Gudiño

propio. Su declaración “Anti-Peña Nieto”, el reiterado Asambleísmo y


una Agenda extensísima cuando lograban separarse de lo electoral
provocaron el debilitamiento del Movimiento hasta llevarlo al límite
de su desaparición. Sin embargo, sus protagonistas fueron la mues-
tra de que en el país existe una masa crítica que no está dispuesta
a permitir un retroceso y que existe un Sujeto estudiantil y Juvenil
que se manifiesta en las diferentes coyunturas. El debate ideológico
y estratégico, así como la construcción de objetivos de largo plazo
son retos que sin duda contribuirán a fortalecerlo en su lucha contra
el autoritarismo.

Consideraciones finales:
¿Resurgirá otro #YoSoy132 en la elección presidencial
de 2018? o será ¿El regreso al café de la juventud perdida?

“Todo Cielo tiene su Lucifer


y Todo Paraíso su Tentación” (José Saramago)

Con el Movimiento #YoSoy132 retornó a la escena pública el Sujeto


Estudiantil articulado con la blogosfera e insurgencia de nuevo tipo
y alcance global, que delimitó espacios, territorios y demandas con-
cretas para una decidida protesta juvenil, mostrando claramente la
Emergencia de un Sujeto Juvenil que se resiste a convertirse en el
guerrero de una batalla de largo plazo. Más bien asume las estrategias
y los códigos de un agente que moviliza y gestiona, con los recursos a
la mano, un espacio de acción que involucra la identidad y las redes
sociales, como horizontes de realización política. Se pasó del estu-
diante anclado-pasivo al activo-generador y usuario de tecnologías
para convocar y protestar. Estamos frente a una reformulación de
la movilización juvenil desde el ciberespacio a la acción callejera. La
situación no es tan sencilla, entre los jóvenes que pueden asumirse
como agentes de cambio social y aquellos que están condenados a
El movimiento #YoSoy132 y la democratización de los medios ⎖ 269

una batalla cotidiana en pos de la sobrevivencia. Así planteamos las


siguientes conclusiones:
1. El Movimiento “#YoSoy132” abolló la Candidatura de Peña Nieto:
Exhibió los vínculos entre Poder Mediático y Poder Político, obli-
gando a las Televisoras a ceder, a los Candidatos a debatir y a los
Medios a Informar. Trastocó la candidatura de Peña Nieto y lo forzó
a anunciar Reformas que de otra manera jamás habría promovido
(por ejemplo la de la Transparencia y Telecomunicaciones);
2. De las Redes Sociales al Espacio Público: El Movimiento Juvenil
de Renovación Nacional surgió primero en Internet, a través
de diversas Redes Sociales y posteriormente salió al Espacio
Público, a las calles con banderas ciudadanas que antes no se
habían enarbolado como propuestas políticas de Renovación
del Sistema de Comunicación Colectivo y Reestructuración del
Proceso de Democracia Nacional;
3. Despertaron a una sociedad con sus propuestas de apertura
de los medios y de elecciones limpias. El movimiento se fue
desgastando y dividiendo con acciones como las siguientes: la
toma de casetas de autopistas, realización de marchas, así como
bloqueos a televisoras y radiodifusoras;
4. ¿El “#YoSoy132” será capaz de vencer sus demonios y renacer?
Y es que la Primavera Juvenil pasó a ser Otoño de Frustración
cuando Enrique Peña Nieto es avalado como Presidente Electo,
cuando sus Banderas de Lucha (Transparencia de la Informa-
ción y Democratización de la Banda Ancha), son incorporadas
al Pacto por México; (Garduño, 2013). Sus protestas se volvieron
quejidos. Su mesura, pereza, y su lucha para encontrarse a sí
mismos se volvió apatía;
5. ¿Cuál será el futuro del Movimiento? ¿Resurgirán algunas de sus
Expresiones en la Elección Presidencial de 2018?: Las Fracturas,
la Polarización, la Indefinición y la Consecuente Disgregación
en Células o Tribus que abanderan luchas y objetivos distintos,
además del desánimo contagiado por una Revolución que nunca
llegó o no se consumó, son factores que podrían explicar el des-
enlace. Los Jóvenes Anarcos, encapuchados y con pasamontañas
de las Universidades Públicas y de las Normales Rurales fueron
desplazando a los chavos de clase media de la Universidad
Iberoamericana, creadores del “#YoSoy132”. Su plan de acción
270 ⎖ Hugo Sánchez Gudiño

saltó de las redes sociales a las calles para enfrentarse con las
fuerzas del orden y con los cárteles del narco. El caso de los 43
Normalistas Desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero ilustra lo
anterior. (Poy Solano, 2013; Rojas, 2013; Muñoz, 2014
Al cumplirse cincuenta años del M68: Millenialls, Ninis, Blogueros,
Youtubers y los jóvenes de la Generación Z apuntan a un Movimiento
de lo efímero y lo banal. Generación Multimedia (utilizan los medios
y las tecnologías simultáneamente) cuya praxis mediática es inte-
gral (al mismo tiempo ven televisión, escuchan música, navegan
por internet, se comunican por celular y hacen activismo en favor
de una causa): forman parte de una batería más amplia de signos
y metáforas de lo etéreo, en un mundo de la modernidad líquida.
Los sólidos que han sido sometidos a la disolución y que se están
derritiendo en este momento, el momento de la modernidad fluida
son los vínculos entre Elecciones individuales y los proyectos y las
acciones colectivas, las estructuras de comunicación y coordina-
ción entre las políticas de vida individuales y las acciones políticas
colectivas (Bauman,2002:12)…la presteza para cambiar de tácticas
y estilos en un santiamén para abandonar compromisos y lealtades
sin arrepentimiento, y para ir en pos de las oportunidades según la
disponibilidad del momento, en vez de seguir las propias preferencias
consolidadas.(Bauman,2007:11).
Ante una sociedad bulímica que traga a sus jóvenes y luego los vomi-
ta (Reguillo, 2012:152).Las alternativas que se vislumbran trazan y
anticipan una Creciente Rebelión de los blogueros. Los Protagonistas
Juveniles hacen su propia autocrítica y enfilan hacia nuevas Batallas,
pero la que dieron los del #YoSoy132 por la Democratización de los
Medios es una herencia crítica que debe retomarse.
271

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275

Movimientos estudiantiles y juventud


en México: del M68 a Ayotzinapa

Miguel Ángel Ramírez Zaragoza74

Introducción

A cincuenta años de la irrupción del trascendente movimiento estu-


diantil-popular de 1968 (M68) resulta necesario hacer un balance
de los diversos movimientos estudiantiles y juveniles que han inva-
dido el escenario político de nuestro país en un contexto de amplias
transformaciones políticas, sociales, económicas y culturales en las
que el sector juvenil-estudiantil ha desempeñado un papel relevante
en la defensa de sus derechos y en las luchas por un mejor futuro y
una sociedad más justa e igualitaria. En este sentido, el capítulo se
propone hacer un análisis de la participación de los jóvenes y los estu-
diantes en diversas formas de acción colectiva que los ha convertido
en importantes actores políticos en coyunturas de gran conflictividad
en los últimos cincuenta años en México. Se analiza a los movimien-
tos estudiantiles como una forma específica de movimiento social
con autonomía e identidad propia y con demandas específicas sobre
su sector lo que, sin embargo, no los limita a adoptar demandas de
otros sectores sociales diseñando amplios espacios de solidaridad y
alianza con otras luchas y movimientos sociales lo que en ocasiones
los convierte, de alguna forma, en movimientos populares con gran
respaldo social. En otros casos los jóvenes y estudiantes se insertan
en otros movimientos sociales como sucedió con el movimiento zapa-
tista en 1994, con el movimiento de los ejidatarios de San Salvador
Atenco contra el aeropuerto en el 2001 (y en su segunda etapa en el

74 Politólogo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam.


Doctor en sociología por la uam-a. Profesor d de la fcpys-unam. Pertenece
al Sistema Nacional de Investigadores, Nivel 1. Es miembro-fundador de
la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales.
276 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

2006) o con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca en el 2006,


desplegando en cada uno de ellos gran capacidad de solidaridad y
movilización con la que –además de apoyar a los sectores sociales que
protagonizaron dichos movimientos– incidieron, de alguna manera,
en la organización estudiantil de sus respectivos centros educativos.
Asociar juventud con rebeldía, con deseos de cambio, con
descontento social, con búsqueda de alternativas al sistema de
dominación y con la lucha por sus derechos y espacios de expresión
implica adoptar una posición que vea a los jóvenes en general y a los
jóvenes estudiantes en particular como sujetos y actores políticos y
sociales con capacidad de incidir en la conflictiva dinámica política
en los ámbitos local, regional, nacional e incluso internacional cuando
deciden actuar colectivamente. Ver a los jóvenes como sujetos sociales
y políticos requiere reconocer su capacidad organizativa, así como
su conciencia política y social, pues generalmente la juventud es un
sector social poco atendido por las políticas públicas y es visto por
los grupos de poder como no deseado en la medida en que se asocia
generalmente a la delincuencia, el desorden, la violencia, el ocio y la
inadaptación social (Cfr. García, en este libro, cap. 3). La crítica que
se hace a los jóvenes de tener escaso interés por la política e incluso
poca o nula participación en el plano electoral –a través por ejemplo
de los partidos políticos– contrasta con su marcada acción política
desplegada en movimientos sociales de carácter estudiantil o popular
que, en determinadas coyunturas, nos han permitido observar una
gran efervescencia y participación política de los jóvenes y estudian-
tes dejando ver su capacidad de organización y su amplia conciencia
política, tanto de sus problemas como sector, en un primer momento,
como de las demandas y necesidades de otros sectores sociales como
trabajadores, campesinos, maestros o indígenas en un momento poste-
rior. Incluso ha habido ocasiones en donde precisamente esa juventud
ha luchado “codo a codo” con otros sectores sociales por causas más
amplias dando paso a la organización de movimientos populares.
Para lograr sus objetivos el capítulo aborda en un primer momen-
to una discusión teórica sobre el papel que juegan los movimientos
estudiantiles dentro del conjunto de los movimientos sociales, esto
con el objetivo de especificar que el movimiento estudiantil constituye
un tipo de movimiento social para posteriormente discutir sobre las
posibilidades de que –al generar alianzas con otros sectores e incluir
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 277

demandas más allá del ámbito escolar, estudiantil o educativo– los


movimientos estudiantiles se pueden convertir en movimientos más
amplios de carácter popular. Para contrastar los elementos teóricos
se propone el estudio de algunos movimientos estudiantiles-juveniles
que han tenido gran repercusión en la vida política nacional y que
nos permiten entender el papel central que han jugado en los cambios
políticos y en las luchas del pueblo mexicano en su búsqueda por
democracia y justicia social. En este sentido, se estudiarán: el movi-
miento estudiantil-popular de 1968 (M68) que constituye un ícono
en las luchas estudiantiles y populares de nuestro país en los últimos
cincuenta años y sigue siendo un parteaguas, así como un referente
obligado para las nuevas reivindicaciones estudiantiles y populares; el
caso del movimiento estudiantil del Consejo Estudiantil Universitario
en la unam que entre los años de 1986 y 1987 se opuso al cobro de
cuotas, se destaca la forma en que amplios sectores de estudiantes
se involucraron posteriormente en acciones sociales como el apoyo
a los diversos sectores urbano-populares de la Ciudad de México, así
como en acciones políticas apoyando la candidatura de Cuauhtémoc
Cárdenas a la presidencia en 1988 y la posterior fundación del Partido
de la Revolución Democrática; otro movimiento incluido en el análisis
es el encabezado por el Consejo General de Huelga también de la unam
que entre los años de 1999 y 2000 se opuso a un nuevo intento de
cobro de cuotas y a lo que los estudiantes denominaban “proceso de
privatización de la unam”, se destaca también la demanda estudian-
til de “democratizar a la unam”, así como la inclusión de demandas
populares como la defensa de toda la educación pública que imparte
el Estado (en todos sus niveles) producto de su alianza con sectores
populares como los sindicatos, los indígenas y los sectores urba-
no-populares; se analiza también el caso del movimiento #YoSoy132
que irrumpió en el escenario nacional durante el proceso electoral
de 2012 reivindicando, entre otras demandas, la “democratización
de los medios de comunicación” y la no imposición de Enrique Peña
Nieto como candidato del Partido Revolucionario Institucional (pri)
que estaba siendo apoyado fuertemente por el duopolio televisivo
mexicano conformado por las empresas Televisa y Televisión Azteca;
por último, se reflexiona sobre uno de los movimientos sociales más
recientes que ha involucrado a jóvenes y estudiantes, así como a otros
sectores sociales como las organizaciones defensoras de derechos
278 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

humanos en la búsqueda de los 43 normalistas desaparecidos en


septiembre de 2015 en el municipio de Iguala en el estado de Guerrero
quienes eran estudiantes de la Escuela Normal “Isidro Burgos” de
Ayotzinapa, este acto de desaparición forzada muestra la violencia
del Estado hacia la sociedad, particularmente hacia los jóvenes, así
como la corrupción y colusión de las élites políticas con los grupos
del crimen organizado. El movimiento por la aparición con vida de
los estudiantes normalistas ha generado una de las movilizaciones
más importantes en los últimos años a nivel local, nacional y global
desenmascarando la verdadera dimensión autoritaria del régimen
priista en un contexto en donde las reformas estructurales se pre-
sentaban como un gran logro del gobierno. El texto concluye con un
balance de conjunto que discute las aportaciones de los movimientos
analizados destacando la participación entusiasta de los jóvenes y su
conversión en sujetos políticos en determinadas coyunturas dejando
claro que su presencia ha sido importante para reivindicar la apertura
democrática, la defensa de derechos como la educación y la necesidad
de generar políticas públicas favorables a la juventud como sector
social imprescindible en el desarrollo, político, económico, social y
cultural de México.

Movimientos estudiantiles,
movimientos sociales y movimientos populares

Para hacer una interpretación de la acción e incidencia de los movi-


mientos estudiantiles y juveniles en el cambio social y político de
nuestro país en los últimos cincuenta años es necesario abrir una
discusión teórica sobre la especificidad del término movimientos
estudiantiles o movimiento estudiantil en singular y saber, de qué
manera se inserta tanto en el debate teórico como en la dinámica
política de los movimientos sociales en su sentido más general, además,
resulta importante teorizar sobre la manera en que los movimientos
estudiantiles rebasan la barrera de la dimensión estudiantil y social
para insertarse en determinadas coyunturas al lado de amplios
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 279

movimientos populares, algunos de ellos ya existentes, mientras que


otros son impulsados, desarrollados o incentivados precisamente
por la agitación y movilización estudiantil y juvenil que inyecta gran
dinamismo y esperanza en otros sectores de la sociedad, quienes
sufren también la dominación política, la explotación económica y
la enajenación ideológica propias del capitalismo vigente. La nueva
dinámica de la vida política y social –tanto de México como del mun-
do– está siendo caracterizada por los cambios en los mecanismos
para la agregación de intereses, para la creación de consensos, para
la formación de mayorías políticas, así como para la designación de
los nuevos instrumentos de la representación política que posibiliten,
por vías institucionales, la solución de los conflictos sociales, pero
donde también se insertan las formas alternativas, no instituciona-
les o no convencionales de la acción política en donde destacan los
movimientos sociales como actores políticos con capacidad de generar
poder político e incidir en la toma de decisiones colectivas. En el caso
de las vías institucionales de participación política existe un acuerdo
generalizado acerca de que tanto el Estado como sus instituciones han
sido incapaces, en la mayoría de los casos, de garantizar la solución
de los conflictos y problemas sociales, así como de implementar una
forma de gobierno democrática que no sólo tenga que ver con una
conjunto de normas y procedimientos que indiquen quién y cómo se
pueden tomar las decisiones sino, sobre todo, que tales decisiones y
sus efectos mejoren considerablemente las condiciones de vida de
la población. Por ello, tanto el Estado en particular como la propia
política y la democracia en general atraviesan hoy por una crisis de
legitimidad que abre el camino a nuevas formas de participación y
organización de la vida política y social. En este escenario los movi-
mientos sociales, como formas de acción colectiva, juegan un papel
muy importante en las nuevas sociedades contemporáneas, tienden
a incidir abiertamente en los asuntos públicos y representan nuevas
opciones de participación política. Las últimas décadas del siglo xx
y las primeras del xxi han significado la consolidación de los movi-
mientos sociales como nuevos actores colectivos que protagonizan
los principales cambios políticos de la aldea global, pero también
en el plano local y nacional, ahí están por ejemplo los movimientos
de los indignados en Europa o la llamada Primavera Árabe en los
primeros quince años del presente siglo (Tamayo, 2016). De ahí que
280 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

su estudio sigue siendo fundamental para comprender la dinámica


del cambio político y social en sociedades que –como la mexicana–
siguen teniendo grandes problemas sociales como la aguda pobreza,
la delincuencia, la violencia generalizada y la inseguridad (Ramírez
Zaragoza, et., al., 2016).
Estudiar movimientos del pasado que han tenido gran relevan-
cia como es el caso del M68 y analizarlo a la luz de nuevas formas de
organización y movilización estudiantil y juvenil –como en los casos
de los distintos movimientos estudiantiles en la unam o los casos
del movimiento #YoSoy132 o el de Ayotzinapa– resulta importante
para tener una visión de conjunto que nos permita darle a los movi-
mientos juveniles y estudiantiles una justa dimensión e importancia
en el amplio y complejo mundo de las protestas y los movimientos
sociales en México. Los movimientos estudiantiles como parte de
los movimientos sociales (y populares como veremos más adelante)
tienen que ser parte obligada de los nuevos estudios de las ciencias
sociales como la sociología y la ciencia política, pues constituyen
actores sociales que están ganando una presencia social y política
importante y, por lo tanto, deben ser estudiados para conocer su
presencia política y sus perspectivas y posibilidades de participación.
Con mayor razón cuando se plantea que existe la posibilidad de su
alianza con los actores clásicos como los obreros o los campesinos,
así como con actores emergentes como los grupos indígenas, pro-
piciando una nueva etapa o una nueva configuración de la lucha de
clases a nivel nacional e internacional. Los movimientos sociales –y
entre ellos los estudiantiles– no son resultado de “generación espon-
tánea”, por el contrario, son por lo general respuesta o reacciones
inmediatas a una problemática determinada y activan un conjunto
de estructuras organizativas previas como colectivos y asociaciones
estudiantiles que politizan un conflicto determinado que los afecta
como sector estudiantil. De ahí que los movimientos sociales surjan
de la conflictividad social que generalmente excluye, de alguna u otra
manera, a los grupos sociales como los jóvenes y los estudiantes, por
tal motivo “los movimientos sociales responden a una intervención
del Estado” (Touraine, 1993: p. 130) y basan su fuerza en redes y
estructuras organizativas previas que dotan a la acción colectiva de
recursos para su surgimiento y posterior desarrollo, dichas estruc-
turas de movilización facilitan y estructuran la acción colectiva al
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 281

tomar en cuenta el papel de la vecindad de sus integrantes o el hecho


de compartir las aulas y los espacios universitarios en el caso de los
movimientos estudiantiles (Tilly, 1995). Los movimientos sociales
son respuestas o reacciones a una acción del Estado –a través del
gobierno– con relación a la prestación de un servicio, restricción de
un derecho, violación de un interés, etc. Si bien es cierto que algunos
movimientos sociales no se originan de una organización establecida
y permanente, también es cierto que no surgen de la nada o por causas
injustificadas, por el contrario, surgen ante la presencia de un conflicto
determinado y su organización y estrategia son construidas durante
el mismo movimiento a partir de estructuras previas o a partir de
nuevas estructuras creadas para dar seguimiento a la acción colectiva
(McAdam, et., al., 1996). Los movimientos sociales son fenómenos
históricos por naturaleza y su estudio no se puede entender sin
conocer su praxis, los movimientos sociales son “acciones colectivas
que buscan modificar o mantener los sistemas sociales establecidos”
[....] “siendo antítesis de lo cotidiano e institucional, los movimientos
saltan del curso normal de los acontecimientos y sacan a la luz los
conflictos que de otra forma resultarían invisibles” (Cisneros, 2001:
p. 8). Es decir, muestran e indican las tensiones y conflictos entre
los distintos sectores, grupos o clases sociales, por ello “constituyen
procesos portadores de proyectos contestatarios o emancipadores
que involucran a una organización social determinada [...] y tienen
nexos con los procesos sociales generales” (Cisneros, 2001: p. 10). No
podemos abstraer el estudio de los movimientos sociales, ni a estos
mismos, de una realidad que es más amplia, heterogénea, compleja
y conflictiva que influye y, en ocasiones, determina sus causas, su
dinámica y sus efectos. Por ello, los actuales movimientos sociales
son expresión directa de las nuevas configuraciones de la sociedad
capitalista. Con sus cambios y continuidades los conflictos de clase
siguen siendo un referente válido para el estudio de los fenómenos
políticos, económicos y sociales, los cuales encuentran su concreción
precisamente en las relaciones sociales en las que se fundamentan.
De esta manera, los movimientos sociales constituyen:
[...] un fenómeno de acción colectiva, relativamente permanente, que
al constituir espacios propios pasa a tener un sentimiento excluyente,
que elabora su proyecto en función de sus actores específicos y, en
consecuencia, no se trata de proyectos globalizantes para toda la
282 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

sociedad; aunque estos proyectos tienden a transgredir la normativi-


dad, interpelan al orden establecido, no obstante que frecuentemente
incorporan elementos tradicionales: en algunos casos aparecen con
un planteamiento antiestatal, aunque la particularización de esta
característica haría tal vez más propio referirlo como no-estatal; la
naturaleza de sus demandas parece estar mucho más ligada a la vida
cotidiana, lo que no obsta para que en la búsqueda de resolución de
tales demandas aparezcan elementos de carácter utópico; suelen
presentarse formas organizativas bastante simples; junto con lo
cual se puede constatar la presencia de solidaridades fuertes que
cohesionan a los movimientos más allá de su éxito o derrota, lo cual
a su vez parece ir conformando una actitud distinta hacia la vida
(Muro y Canto, 1991: pp. 11-12).
Siguiendo a estos autores podemos afirmar también que “[...] las ten-
siones en que participan los actores define las formas de movilización
y sus acciones futuras, en las cuales se va estructurando su proyecto
específico y su horizonte utópico” (Muro y Canto, 1991: p. 12). Es decir,
el movimiento va adquiriendo diversas perspectivas de su lucha que
lo orillan a replantear sus demandas y sus formas de lucha. De simple
conflicto se pasa, por medio de la acción colectiva, a un movimiento,
si bien en primera instancia de matriz estudiantil (social por lo tanto)
puede, como en el caso del encabezado por el cgh, pasar a ser, con
todas sus limitantes, un movimiento popular. Otro aspecto que tene-
mos que considerar en el estudio de los movimientos sociales resulta
del hecho de considera que es común, sobre todo en la nomenclatura
marxista y funcionalista, no otorgar el estatus de movimiento social
a los movimientos estudiantiles en tanto que según los primeros sólo
tienen aspiraciones inmediatistas y sectoriales mientras que para los
segundos no dejan de ser expresiones patológicas de una juventud que
no logra encontrar cabida en una sociedad moderna. Por lo general los
estudiantes no se agrupan en una sola clase social por ello su actuar es
diverso, sin embargo al ser en su gran mayoría jóvenes sí se mueven
por creencias y utopías llegando a ser éstas verdaderos causales de
movimientos sociales. La idea de cambio, de un mejor porvenir, de
satisfacción de necesidades y la búsqueda de oportunidades hacen
que la utopía, vista como una posibilidad, se convierta en un referente
directo de acción y movilización que sólo busca los medios necesario
para manifestarse. En el caso del movimiento estudiantil debemos
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 283

dejar claro que constituye, con sus diferencias y especificidades, un


movimiento social en el extenso sentido de la palabra, está catalogado
dentro de los “nuevos movimientos sociales” dado el auge que ha teni-
do en los últimos años, aunque no debemos perder de vista que han
existido por lo menos desde inicios del siglo xx. Juan Manuel Guillem
(1986) caracteriza al movimiento estudiantil como uno de los nuevos
movimientos sociales (junto con el ecologista, feminista y de liberación
sexual) y dice que “El común denominador de los que auténticamente se
pueden considerar nuevos movimientos sociales parece ser el respeto
absoluto a la persona, la defensa de las amplias cotas de libertad para
cada individuo, que empieza con la garantía de unos derechos y que
se extiende al rechazo de todas aquellas acciones o situaciones que
pueden limitarla” (p. 66). Siguiendo a Alonso (1986) podemos decir
que “También se utiliza el término movimiento para señalar acciones
y organizaciones de determinadas capas y categorías sociales (estu-
diantil por ejemplo), y aún expresiones de determinadas corrientes
políticas” (p. 21). En el caso, por ejemplo, del movimiento estudiantil
del cgh-unam de 1999-2000 –analizado más adelante– tenemos que su
principal motor lo constituyó el hecho de que el estudiantado y demás
fuerzas que se movilizaron consideraron que su derecho a la educación
pública gratuita consagrada en las leyes mexicanas fuera violado, de
la misma manera que los derechos universitarios ya logrados como el
pase automático y la libre elección de carrera. Alain Touraine (1969), por
su parte, afirma que “El movimiento estudiantil no viene definido por
la defensa de los intereses de los estudiantes, sino por el llamamiento
que dirigen a las categorías sociales dominadas por el sistema político
y económico” (pp. 103-104). Es decir, si bien en primera instancia las
reivindicaciones que dan origen a un movimiento estudiantil pueden
parecer netamente estudiantiles lo cierto es que siempre contendrán
demandas sociales de mayor alcance. Para muchos los estudiantes no
pueden llegar a constituir una vanguardia en las luchas del pueblo a
pesar de las experiencias del M68 en México y del “mayo francés” en
el mismo año. A pesar de ello, en un momento histórico determinado,
los estudiantes pueden ser el detonante de una nueva etapa de luchas
sociales o en su caso ser importantes aliados de otros sectores (como el
obrero, campesino o urbano-popular) aún y cuando tengan una dinámica
y una estructura diferentes. Lo importante aquí, desde mi perspectiva,
es el grado de conciencia que pueda adquirir, así como la influencia que
284 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

reciba de otros movimientos o sectores. El movimiento estudiantil ha


tenido históricamente una importancia influyente aunque no determi-
nante en las luchas y conquistas del pueblo mexicano. Es conveniente
ahora definir qué podemos entender por movimiento estudiantil, de
esta manera, siguiendo a René Rivas (2001), podemos decir que: se trata
de un movimiento social “[…] lo protagonizan estudiantes, surge y se
aglutina en los centros escolares, pugna por diferentes demandas, tiene
una perspectiva propia y orgánicamente actúa como independiente
de otros sectores” (pp. 19-23). Para enfatizar la importancia del movi-
miento estudiantil como un movimiento social y su importancia actual
en las luchas de la izquierda a continuación reproducimos una cita de
Boaventura de Sousa Santos (1998) que nos afirma que:
Más que cualquier otro movimiento social, una de las peculiarida-
des del movimiento estudiantil es que, con frecuencia, ha generado
numerosos grupos embrionarios de posteriores movimientos, así
como de partidos políticos de izquierda, lo que le ha dado a su lucha
cierto carácter matriz en el planteamiento y la resolución de muchos
conflictos sociales. En términos generales se puede admitir que el estu-
diantado ha tenido una relevancia significativa en importantes luchas y
conflictos sociales. Así, el movimiento estudiantil es, en cierta medida,
un ‘laboratorio’ que experimenta la aplicación del bagaje ideológico y
cultural de la izquierda clásica en unos campos de intervención social
sustancialmente novedosos. Los movimientos estudiantiles convergen
en distintos lugares del mundo en la imperiosa necesidad de politizar
un malestar generalizado, producto de una coyuntura política insatis-
factoria, tratando de evidenciar la crudeza e injusticia del verdadero
rostro del capitalismo (pp. 20-21).
La anterior cita, aunque extensa, nos sirve para anotar no sólo la exis-
tencia de los movimientos sociales estudiantiles y su reconocimiento
sino para ver su importancia trascendental no sólo en el momento
y en el contexto en el que se desenvuelven sino, sobre todo, en su
futuro inmediato. El M68 es una clara muestra del semillero político
que puede constituir un movimiento social, el movimiento del ceu de
86-87, por su parte, lo es del hecho de cómo puede engrosar las filas
de los partidos políticos de “izquierda” y el movimiento del cgh lo es
como escuela política y de formación para futuras luchas políticas
y sociales. Esto nos permite adelantar un análisis sobre este punto
que trata de rescatar el papel jugado por el movimiento estudiantil
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 285

de 1999-2000 en la unam como una escuela política que poco a poco


fue generando las bases de nuevos movimientos sociales como los
de los ejidatarios de San Salvador Atenco contra la construcción de
un aeropuerto en sus tierras ejidales en el 2001 o el Movimiento de
la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca en el 2006 (Ramírez
Zaragoza, 2009b).
Los movimientos estudiantiles, al surgir por un amplio malestar
y descontento estudiantil con lo establecido –tanto en el ámbito de las
instituciones de educación como del Estado–, tratan de desnudar la injus-
ticia del sistema capitalista que es el origen de la falta de oportunidades
y de su precaria condición y tratan de incidir en la toma de decisiones
que les atañen para convertirse en sujetos activos de cambios en los
diferentes ámbitos de la sociedad, lo que en ocasiones los convierte en
utópicos, pero que en realidad los acerca más a visiones políticas más
amplias que los orillan a buscar alianzas y acercarse a otras luchas
de sectores populares de la sociedad que se desarrollan a la par de la
suya. La explosividad y fortaleza juvenil-estudiantil va contagiando
de optimismo a obreros, campesinos, amas de casa, colonos, padres
de familia, desempleados, profesores, chavos banda, etc., etc., que ven
en la decisión y creatividad de los jóvenes una esperanza de retomar
banderas de lucha que por la ideología neoliberal, que se pretende
imponer desde diferentes frentes, parecían asuntos del pasado. Estos
movimientos, como ya dijimos, tienen como una de sus características
el ser interclasistas, sin embargo obedecen en cierta medida a sectores
que han sido golpeados por el sistema capitalista neoliberal. En un
movimiento estudiantil están presentes los eternos de abajo, los hijos
de jornaleros, campesinos y obreros asalariados, pero también están
los hijos del burócrata, del pequeño y mediano empresario, etc., que
también han visto perjudicados sus intereses tanto por el sistema y
régimen político como por el modelo económico y, por lo tanto, ven
en un movimiento estudiantil el espacio legítimo para defender sus
intereses. Así, los jóvenes que engrosan las filas de los movimientos
estudiantiles desconfían de las instituciones de representación política,
se oponen a la cultura autoritaria y represiva del régimen político, por
lo que hacen un llamado a resistir las acciones antipopulares del poder
que sólo amplían las desigualdades. En resumen, podríamos decir que
“El movimiento estudiantil, no es una expresión del proyecto clasista
de los obreros o de la burguesía, o de otros sectores en particular, es
286 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

la expresión del conjunto de las clases sociales y demás sectores, con


una clase hegemonizando y/o dominando el conjunto del movimiento”
(Gandásegui, 1989: p. 126). Es decir, si bien el movimiento estudiantil no
es creado y dirigido por una clase o sector en particular que lo define
sí es tratado de ser ganado por uno de esos sectores o clases para la
consecución de sus fines. Indudable e invariablemente el movimiento
estudiantil ha respondido históricamente a un sector determinado de
la sociedad el cual lo ve como un medio más en la consolidación de sus
proyectos, aunque en este punto conviene advertir como lo vimos en
la definición de Rivas (2001) que una de las características de los movi-
mientos estudiantiles es actuar con cierta autonomía e independencia
de otros grupos o sectores sociales.

El movimiento estudiantil-popular de 1968 (M68)

Más allá de hacer un resumen o una cronología del movimiento estu-


diantil del 68 (M68), el cual además cuenta con una historiografía
vasta y una diversidad de interpretaciones, creo preciso resaltar las
generalidades en las que todos podemos estar de acuerdo y por las que
se convirtió en un parteaguas en la vida política, social y estudiantil
de México, así como en un referente obligado y antecedente de los
futuros movimientos estudiantiles en la unam. Todos los intérpretes y
partícipes del M68 coinciden en afirmar que éste tuvo un rasgo neta-
mente antiautoritario o democratizador (Cfr. Ramírez Gómez, 1998).
Su causa principal fue el hartazgo de una sociedad, y en particular
de una juventud, que veía cerradas sus oportunidades de trabajo y
empleo, que veía reducida su calidad de vida y a la que se le violaban
constantemente sus derechos (Cfr. Chávez, en este libro, cap. 4). El que
un hecho violento y represivo contra una riña estudiantil, por parte
del (desde entonces) inconstitucional cuerpo de granaderos, fuera el
detonante de uno de los movimientos sociales más importantes en el
México del siglo xx es una clara muestra de la falta de legitimidad de un
régimen que estaba llegando a su descomposición dando muestras de
debilidad. Es una época en donde, a pesar del discurso revolucionario
y la acción gubernamental (producto de la lucha armada de 1910-1929
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 287

y los años posteriores) que había traído ciertos beneficios al pueblo


a través de ciertas reformas sociales, el pacto de dominación estaba
llegando a su fin. La violación de la autonomía universitaria con la
entrada del ejército atizó el fuego de la rebeldía y el descontento
estudiantil que como un polvorín se extendió rápidamente a otros
sectores de la sociedad. El movimiento tuvo de principio a fin un único
enemigo, este fue el Estado con todo su aparato represivo e ideológico.
El rector y las demás autoridades universitarias se solidarizarían con
los estudiantes, lo mismo que amplios sectores de la sociedad mexicana
(Cfr. testimonios de Gómez, León y Solís en la segunda parte de este
libro). Después de las movilizaciones para exigir la indemnización de
los estudiantes agredidos, así como la libertad de los presos políticos
el 2 de agosto de 1968 se constituye el Consejo Nacional de Huelga
presentándose el siguiente pliego petitorio:
1. Destitución de los jefes de la policía.
2. Libertad a los presos políticos.
3. Extinción del cuerpo de granaderos.
4. Eliminación del delito de disolución social.
5. Indemnización a las víctimas de la represión.
6. Deslinde de responsabilidades respecto a los excesos represivos
(Cfr. Ramírez, 1998).
Este pliego de peticiones nos da una muestra clara del carácter repre-
sor del régimen y por lo tanto, una defensa de las demás garantías
individuales y sociales del pueblo mexicano que deberían partir
precisamente de un repudio a la política fascista del presidente Gus-
tavo Díaz Ordaz. Talvez sea esto precisamente la razón por la que
diversas organizaciones sociales, sindicales y populares, además de
amplios sectores no organizados de la sociedad dieron un inmediato
apoyo a los estudiantes quienes inteligentemente enfrentaban a un
régimen que apenas había dado pequeñas muestras de hasta dónde
podía llegar. Luego de diversas marchas y protestas el movimiento
tomó tintes drásticos con la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco,
la que por sus dimensiones constituye el referente más común al
hablar o recordar el movimiento (Cfr. Montellano, en este libro, cap.
3). La cercanía de los juegos olímpicos y la conjura comunista fueron
los pretextos ideales que Díaz Ordaz utilizó para ordenar la masacre
pretendiendo con ello dar fin a un conflicto que su misma ineptitud y
autoritarismo habían creado. El movimiento estudiantil recibió con
288 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

la represión de Tlatelolco un golpe contundente que lo obligó a su


disgregación por las más de 1500 personas detenidas en su mayoría
estudiantes. La estrategia del gobierno fue desgastar el movimiento,
desarrollar una campaña mediática adversa al movimiento, infiltrar
provocadores y golpeadores y finalmente la represión. El caso, aunque
con sus matices y diferencias obvias, es muy similar a la situación
vivida por el movimiento de 1999-2000. Como lo veremos más adelante
el rasgo autoritario del régimen, aunque moderado y velado, continuó
siendo el motor de las acciones gubernamentales. La cerrazón de las
autoridades para, ya no solucionar, sino tan sólo escuchar las deman-
das y entablar un diálogo fue la constante en ambos movimientos, lo
mismo que el apoyo popular que lograron obtener éstos debido a la
justeza de sus demandas que involucraban de una u otra manera al
pueblo en su conjunto (Cfr. Ramírez Gómez, 1998).
A pesar de todo, el M68 abre una nueva etapa en la lucha no
sólo estudiantil sino popular que será la constante en el México de
los años setentas y parte de los ochentas. Los dos grandes frentes
de lucha que se abrieron después del M68 el legal o institucional y
el clandestino fueron sentando las bases de las reformas políticas
y sociales que los siguientes gobiernos priistas por presiones de la
sociedad comenzaron a implementar. Por ejemplo, la Reforma Políti-
co-Electoral de 1977 que permitió el registro del Partido Comunista
fue el resultado no de una simple liberalización política del régimen
sino una respuesta a las luchas políticas y sociales, en particular las
guerrillas armadas rurales y urbanas que se iniciaron en la década de
los setentas luego de la matanza de estudiantes del 10 de junio de 1971.
En ese momento un gran sector de la sociedad consideró que estaban
cerrados los caminos para lograr un cambio vía las instituciones y
la única vía posible consistía en un levantamiento armado. Cientos
de estudiantes universitarios dejaban las aulas para incorporarse a
las diferentes organizaciones políticas clandestinas y guerrilleras
para tratar de poner en práctica lo aprendido y como un rechazo a la
reducción presupuestal a la universidad que ordenó el gobierno como
represalia a los hechos del M68. Con ello se iniciaba una nueva etapa
hostil entre el gobierno y la universidad que trataría de ser matizada
con el populismo de Echeverría y de López Portillo.
Muchos autores, entre ellos Zermeño (1994), coinciden en afirmar
que el M68 “fue un movimiento estudiantil-popular”, es decir, que tuvo
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 289

un carácter popular en la medida en que desbordó el ámbito estudiantil


y desarrolló un “contenido fuertemente político”. El movimiento fue
encabezado por los estudiantes pero en su dimensión de representar
una “manifestación de las fuerzas populares”. En ese sentido, el M68
“forma parte indudablemente de las luchas populares”, pero el autor
va más al fondo al afirmar que “[…] los estudiantes se transforman en
gestores de las demandas de otros sectores o clases y las hacen suyas.
Pero más que hacerlas suyas los estudiantes ‘se hacen a las causas’,
se identifican con estas causas y en ese mismo proceso pierden su
identidad como agregado y fuerza social estudiantil” (Zermeño, 1994:
pp. 239-240). El proyecto del programa del Consejo Nacional de Huelga
incluía demandas en pro de una alianza obrero-campesino-popular,
pero brillaban por su ausencia las demandas estudiantiles por lo
que no se veía a los estudiantes como fuerza social. Pareciera que se
diluían entre los otros sectores sociales, a pesar de ello, el M68 “repre-
sentó una acción unificada (que) actuó bajo una misma identidad”
aunque su continuidad, fuera de la coyuntura en la que se manifestó
fuera “sumamente débil” (Zermeño, 1994: pp. 241-242). El intento
de unificación de los sectores sociales fue encomiable, sin embargo,
fue poco efectivo, pues más allá de la solidaridad al M68 en diversos
momentos, lo cierto es que, después de la masacre de Tlatelolco, el
esperado levantamiento popular de las fuerzas sociales obreras y
campesinas del país nunca se dio. Esto no demerita la importancia
de un movimiento que, parafraseando a Armando Bartra (2009), a
pesar de haber sido fugaz “fermentó” en la memoria de los pueblos, a
pesar de haber sido un conjunto de “actos fallidos de escasos efectos
inmediatos” trascendió “por su fuerza provocadora” como fuente de
inspiración” para las futuras generaciones. Este autor enfatiza que, de
esta manera, […] nuestro 68 devino 68 con el transcurso del tiempo.
El parteaguas por antonomasia no nació parteaguas, no lo fue desde
pequeño. Tuvieron que pasar años para que el movimiento sentara
plaza en el imaginario colectivo de los mexicanos” (Bartra, 2009: p.
65). En este mismo sentido, resultan elocuentes las palabras de Javier
Jiménez Espriú, quien afirma que paradójicamente la intransigencia del
M68 desenmascaró la intransigencia del poder y agrega que el M68 fue
[…] un movimiento estudiantil sin banderas políticas que trastoca
para siempre la política nacional en sus formas y en su fondo; un
movimiento de estudiantes, sin planteamientos académicos, que sin
290 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

embargo transformó en la forma y en el fondo, también, sistemas,


tradiciones y proyectos educativos; un movimiento que duró muy
poco y que sin embargo perdurará permanentemente. Un movimiento
derrotado, sí, pero que en su derrota produce logros no obtenidos en
victorias fulgurantes (Jiménez, 2008: p. 8).
Los jóvenes que encabezaron el M68 y constituyeron el Consejo
Nacional de Huelga nunca se imaginaron el impacto que sus acciones
tendría en un futuro (inmediato o lejano), pero es importante señalar
que el giro popular del movimiento se dio después de la marcha del
13 de agosto, donde los estudiantes manifestaron lo siguiente:
Nosotros luchamos hoy para que en el futuro todos los mexicanos
tengan derecho a protestar y exigir sin que la policía y el ejército los
repriman; porque no haya más presos políticos en el país; porque los
responsables de los crímenes y la violencia de las semanas pasadas
sean castigados como se merecen (Manifiesto del cnh, agosto de
1968, citado en Guevara, 2004: p. 169).
Esta claridad política manifestada por los estudiantes permitió, a decir
de Guevara Niebla (2004), una “evolución política” que permitió que
el M68 volteara hacia “afuera” y dejara el “autoconsumo”, este autor
menciona que “Después del 13 (de agosto) se podía afirmar que el movi-
miento había alcanzado la madurez: a partir de esa fecha, las acciones
se encaminaron a lograr un nuevo objetivo estratégico que consistía
en movilizar fuerzas populares en apoyo del liego petitorio” (Guevara,
2004: p. 170). Pero el autor acota que más que la “clase trabajadora”,
que estaba “controlada” políticamente por el aparato gubernamental,
los aliados populares del M68 fueron los sectores de la clase media
como empleados del sector público, pequeños comerciantes o grupos
profesionales, por ejemplo (Guevara, 2004: p. 171). El M68 con su pliego
petitorio no podía incluir las demandas sociales de estos sectores, sin
embargo, con sus demandas de libertad, justicia y “deseos antiautori-
tarios” apelaban e interpelaban a toda la sociedad, constituían, pues,
una demanda popular.
No es mi intención hacer una cronología de hechos del M68,
–para ello remitimos al lector a otras fuentes como (Álvarez, 1998),
(Guevara, 2004) o (Ramírez Gómez, 1998), entre muchos otros, donde
se hace una reconstrucción histórica–, pero sí me gustaría agregar el
testimonio de uno de los icónicos líderes del M68, me refiero a Raúl
Álvarez Garín, quien recientemente muriera dejando un profundo
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 291

legado en las luchas populares de nuestro país. En su libro La estela


de Tlatelolco. Una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil
del 68 Álvarez Garín afirma que:
[…] el Movimiento estudiantil del 68 no sólo es una referencia y
antecedente ineludible de la situación actual, también es una fuente
de enseñanzas importantes, por la vigencia de sus motivaciones y
por las consecuencias de sus hechos […] La experiencia misma del
68 como una insubordinación generalizada, consciente, persistente y
plena de dignidad se constituyó en la base de los cambios. Después de
los acontecimientos de octubre del 68 ya no eran eficaces los simples
cambios de forma, las modificaciones cosméticas superficiales ya no
engañaron a nadie (Álvarez, 2002: p. 23).
El M68 evidentemente representa el inicio de un proceso de cambio
social y transformación política inacabado pero a la vez irreversible
que tiene en los movimientos sociales un actor central que presiona
a las élites políticas y se convierte en una vía importante de partici-
pación de la sociedad.

El movimiento estudiantil
del Consejo Estudiantil Universitario 1986-1987

A dieciocho años de la irrupción del M68 y cuando aún estaba fresca en


la juventud aquella enseñanza de las juventud rebelde sesentayochera
surge en la unam otro movimiento social importante en defensa de
la universidad pública. En una universidad que se masificaba y en la
cual daban ahora clases muchos de los jóvenes partícipes en el M68
se hacía presente nuevamente la juventud. La década de los ochenta
inicia en México con una severa crisis producto de la inflación y la
caída de los precios internacionales del petróleo sufrida a finales de la
década anterior. Con la nueva política económica neoliberal se inicia
un nuevo rumbo de la educación superior y de la unam, en la primera
se detiene el proceso de diversificación y crecimiento mientras que
en la segunda inicia el ataque contra su masificación y politización
extrema. Se empieza a criticar a la universidad de falta de resultados y
se comienzan a delinear reformas supuestamente académicas que van
292 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

en contra de lo hasta entonces ganado por la unam. El ataque inició


con la reducción del presupuesto. La universidad comienza a perder
presencia a nivel nacional y los principales puestos en el gobierno
empiezan a provenir de las universidades privadas. El inicio de los
llamados gobiernos tecnócratas plantea una visión definida de lo
que debe y no debe ser la unam, las reformas de los rectores Rivera
Serrano, Jorge Carpizo y José Sarukhán irán desde entonces en función
de esa visión tecnócrata y neoliberal. Ante ello el estudiantado, que
había estado semiparalizado y sólo se había abocado a solidarizarse
con el sector administrativo y docente de la universidad, resurge con
una posición que rechaza desde sus inicios las pretendidas reformas
universitarias (Cfr. Ramírez Medina, capítulo cinco en este libro).
El intento de terminar con la universidad de masas contrasta
con su excesiva burocratización por lo que se revive el debate de las
formas antidemocráticas de gobierno y la forma de tomar decisio-
nes excluyendo a la mayoría de la comunidad. La matrícula inició
su rápido descenso de 294 mil estudiantes en 1980 pasó a 275 mil al
inicio de los noventa. La universidad envuelta en la crisis económica y
política nacional es sometida a juicio no sólo por los poderes públicos
sino por el propio rector. El documento “Fortaleza y debilidad de la
Universidad Nacional Autónoma de México” presentado en abril de
1986 por el rector Jorge Carpizo tenía un diagnóstico en el cual igual
criticaba el papel de los estudiantes inscritos, aspirantes y egresados
que el de los trabajadores administrativos y académicos, que si bien
partían de un diagnóstico exhaustivo ignoraban una realidad polí-
tica, económica y social que lo determinaba. Por ejemplo, decir que
muchos egresados no tendrán un lugar en el mercado laboral no es
un problema meramente universitario sino un problema estructural
que tiene que ver con la política económica en curso, con la falta de
empleos y la incapacidad para crearlos. Lo mismo sucede cuando se
critica a un estudiante con bajo promedio o que se tarda más de 6
años para su titulación ignorándose sus carencias económicas y su
necesidad de invertir grandes cantidades de tiempo en actividades
para su sostenimiento y el de su familia y no dedicarle tantas al estudio.
Sin duda, esta problemática estuvo presente tanto en el movimiento
del Consejo Estudiantil Universitario (ceu) como en el del cgh pues
en ambos hubo una oposición a las reformas que se consumaron en
1997 pero que se venían cocinando desde 1986. La restricción del pase
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 293

automático, la fijación de un número máximo para la presentación


de exámenes extraordinarios, la fijación de un máximo de veces a
la reprobación de materias en cada ciclo académico y el incremento
de cuotas de servicios como exámenes extraordinarios y expedi-
ción de certificados fueron los principales puntos ante los cuales se
organizó el movimiento del ceu. Luego de varias asambleas en las
que se discutían las reformas planteadas por Carpizo y en las que se
reafirmaba su rechazó se creó el Consejo Estudiantil Universitario
(ceu) con la participación de las asambleas de veinticinco escuelas y
facultades. Para una síntesis y descripción general del movimiento
del ceu podemos tomar la siguiente caracterización de Hugo Sánchez
y Rene Rivas (1990):
1. De septiembre a diciembre de 1986, se caracterizó por el
surgimiento y/o consolidación de los actores protagónicos del
conflicto: ceu, asamblea Universitaria de Profesores, AUP, Unión
Académica Estudiantil, unace, stunam y Rectoría,
2. Del 6 al 28 de enero de 1987, comprendió todo el proceso de
negociación desarrollada entre la rectoría y el ceu;
3. Del 29 de enero al 18 de febrero, abarcó el tiempo que duró la
huelga estudiantil efectuada por el ceu (Rivas y Sánchez, 1990:
p. 8).
En la etapa de post-huelga y luego de la fuerza tomada por el ceu el
Consejo Universitario aprobó y convocó al Congreso Universitario
dejando sin efecto las reformas en los ámbitos de admisión y pagos,
pues cabe resaltar que muchas de las reformas fueron aprobadas
sin rechazo debido a que se consideraban benéficas -por todos los
actores del conflicto- para la comunidad, estas tenían que ver con la
impartición de cursos optativos sobre hábitos de estudio, el reforza-
miento de la orientación vocacional, la intensificación de cursos de
formación docente y la vinculación docencia investigación. Se creó
la Comisión Especial del Consejo Universitario para el congreso y se
iniciaron los trabajos para crear después, vía elecciones, la Comisión
Organizadora del Congreso Universitario (cocu). Para 1988 el rector
Carpizo ya contaba, a decir de Rivas y Sánchez (1990: pp. 9-10), con
tres derrotas políticas: “pérdida del consenso político de la Rectoría
ante la comunidad universitaria y la sociedad civil luego del diálogo
público con el ceu; aceptación de la celebración de un Congreso Gene-
ral Universitario con carácter ‘resolutivo’ teniendo que suspender el
294 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

paquete de reformas aprobadas en septiembre de 1987; y la pérdida


del control sobre la cocu al haber quedado el bloque ‘institucional’ en
franca minoría” (Cfr. Mendoza, 2001: p. 162). La excesiva politización
del estudiantado –en especial de los agrupados en el ceu– de cara
a las próximas elecciones presidenciales, la burocratización de la
cocu y la llegada a la rectoría de José Sarukhán obligaron a que el
Congreso se llevara a cabo hasta 1990. Un sector del ceu asumió una
franca postura pro cardenista y sus principales líderes se unieron
al Frente Democrático Nacional y posteriormente al Partido de la
Revolución Democrática (PRD). El ceu sufre entonces una especie
de institucionalización que traerá consecuencias importantes al
movimiento ya para entonces desgastado, pues también hay que
aclarar que se puede tomar como una estrategia el alargamiento de
la realización del Congreso propiciando el desgaste del movimiento
y la salida de la universidad de la generación que encabezó el mismo
(Cfr. Ramírez Medina, capítulo 5 en este libro).
Más allá de hacer un análisis del Congreso de 1990 es importante
rescatar cómo un movimiento estudiantil organizado logró arrebatar
un hecho tan trascendente a una burocracia que no había dado mues-
tras de flexibilizar su postura y que, por el contrario, quería utilizar la
estructura autoritaria que le daban las formas de gobierno para hacer
pasar sin cuestionamiento sus reformas. El desenlace del congreso
es muy conocido, acuerdos que no se cumplieron, debates eternos
e inacabados y utilización más política que académica del espacio.
Ninguna de las propuestas de reforma de fondo como las relativas a
la Ley Orgánica tuvo las dos terceras partes necesarias para su apro-
bación. De tal manera que la demanda histórica más arraigada por los
grupos de izquierda en la universidad de democratizar las formas de
gobierno en la unam no podía ser concretada en ese espacio. A decir
de Alfredo Velarde:
[…] todo o casi todo aquello que emanó como resolutivos del Con-
greso de 1990, que tenía una implicación transformadora y positiva
para lograr un cambio democrático en la unam, simple y llanamente
jamás se aplicó. En los hechos y para sus resolutivos democráticos,
el Congreso no fue resolutivo, pese a que las autoridades de enton-
ces se comprometieron en que lo sería. Existe la presencia de una
responsabilidad directa de la rectoría de entonces, en el hecho de
haberse negado de manera perfectamente consciente al avance de
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 295

la transformación democrática de la Universidad. Si por algo es


que resulta perfectamente explicable la profunda desconfianza de
la juventud estudiantil universitaria de hoy, hacia las autoridades,
es precisamente por la burla que hicieron de la vieja demanda a
favor del Congreso del 90 que no fue democrático ni resolutivo
(Velarde, 2000).
Dicha demanda cobrará de nuevo fuerza en el movimiento del cgh y
constituirá después de la defensa de la educación gratuita la segunda
gran bandera de lucha del movimiento. En relación al mismo Congreso
Universitario de 1990 José Enrique González Ruiz (1999) nos da el
siguiente balance:
Ningún otro acontecimiento ha despertado más expectación que
el Congreso (cuando menos a partir de la masacre del 2 de octubre
de 1968), ya que se pensó que sería el medio para que el conjunto
de los universitarios transformara de raíz su centro de estudios.
Se especulaba que el Congreso traería importantes beneficios para
la centenaria Universidad, sujeta a una presión social intensa. Sin
duda, la movilización que precedió a ese evento puede considerarse
como la expresión de uno de los momentos críticos de la historia
universitaria nacional y de la unam en particular. Porque sus alcances
pudieron haber sido enormes, de no haber mediado una incorrecta
conducción del movimiento y un intento de corporativización que
inhibió la participación multitudinaria que al principio se dio […]
la aprobación sin conflicto del pase automático, lo mismo que la no
insistencia en los exámenes departamentales, ni en las cuotas, ni en
la segregación del bachillerato, evidencian que el gobierno no quiso
meter ruido con el Congreso. Prefirió quitarle filo, hacerlo insulso y
farragoso para dejar las cosas como estaban, antes que volver a retar
a los universitarios (p. 54).
Como podemos ver el Congreso de 1990 no logró cubrir las expec-
tativas de los sectores universitarios progresistas que veían en él
la posibilidad de cambios profundos en la Universidad, la estrategia
de rectoría fue la de vetar en los hechos cualquier reforma que
atentara contra el statu quo universitario por lo que prefirieron
sólo recular en las reformas que habían planteado antes que ir
más allá. La experiencia de la movilización estudiantil dejó claro
que los estudiantes no permitirían que se afectarán sus derechos
en aras de supuestas reformas académicas, esta situación fue casi
296 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

inadvertida por el rector Barnés, quien sin hacer una evaluación


de la situación y demostrando un profundo desconocimiento de la
historia de la unam se lanzó al precipicio al revivir los errores de
sus antecesores.

El movimiento estudiantil-popular
del Consejo General Huelga 1999-2000

En la década de los noventa ya se sentían fuertemente en nuestro


país las afectaciones de la implementación del modelo neolibe-
ral, la sociedad mexicana respondía a la crisis con movimientos
sociales importantes como el alzamiento zapatista de 1994 (Cfr.
Wadgymar, 1996). Mientras tanto, en la unam la contrarreforma
del rector Francisco Barnés se iniciaba para dar cumplimiento a las
exigencias de los organismos financieros internacionales –como el
Fondo Monetario Internacional (fmi) y el Banco Mundial (bm) – en
materia de educación superior con miras a su privatización que se
conocieron como el “Plan Barnés” y que están condensadas en su
“Proyecto de desarrollo 1997-2000”. En dicho “plan” se contemplaba:
la reforma a los planes y programas de estudio; la vinculación de
la unam con el Centro Nacional de Evaluación (ceneval) que era la
institución encargada de aplicar el examen único de ingreso a nivel
bachillerato y el de ingreso a la licenciatura, así como del Examen
General de Egreso de Nivel Licenciatura (egel); las reformas que
limitaban el pase reglamentado; por si esto fuera poco también
proponía una reforma al Reglamento General de Pagos (rgp) para
aumentar las cuotas. Estas medidas dieron como resultado la
inconformidad y posterior organización de los estudiantes quienes
a principios de 1999 dieron origen al movimiento estudiantil del
Consejo General de Huelga de 1999-2000 en la unam (cgh-unam)
(Ramírez Zaragoza, 2009). El movimiento del cgh en 1999-2000
además de luchar contra las cuotas y exigir la democratización
de la unam defendió la educación pública en todos sus niveles, así
como una democratización de todo el sistema político, por tanto,
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 297

al rebasar los límites universitarios y lograr el apoyo de amplios


sectores de la sociedad se convirtió en popular logrando ser un fiel
reflejo de las desigualdades y contradicciones propias de la sociedad
mexicana de finales y principio de siglo, logrando poner en el centro
del debate nacional el problema de la educación pública y gratuita
que estaba siendo fuertemente golpeada por el gobierno federal y
por las autoridades universitarias, quienes seguían fielmente las
recomendaciones de los organismos financieros internacionales
para dar cumplimiento fiel a la doctrina neoliberal en detrimento
de los derechos del pueblo mexicano. Después de varios intentos y
peticiones de diálogo público, que la autoridad no se cansó de decir
que tenía que ser por los cauces institucionales y que los estudian-
tes decían que tenía que ser en otro espacio y que debería tener un
carácter abierto y resolutivo, después de dos marchas multitudi-
narias y decenas de asambleas generales y por escuelas, y al ver la
negativa de las autoridades a escuchar siquiera las demandas, se
declara el emplazamiento a huelga misma que estalla el 20 de abril
de 1999 con el siguiente pliego petitorio:
1. Abrogación del Reglamento General de Pagos incluyendo la
eliminación de todos los cobros ilegales.
2. Derogación de las reformas impuestas por el Consejo Universitario
el 9 de junio de 1997. Esto significa recuperar el pase automático,
eliminar los nuevos límites de permanencia de los estudiantes
de la unam y respetar la elección de carrera dando prioridad al
bachillerato de la unam.
3. Creación de un espacio de diálogo y resolución sobre los
problemas que enfrenta nuestra universidad.75
4. Retiro de cualquier sanción en contra de estudiantes, maestros
o trabajadores que participamos en este movimiento y
desmantelamiento del aparato de represión implementado por
el rector Barnés de Castro.
5. Recuperación de los días de clase invertidos en el movimiento y
extensión de las fechas de los trámites administrativos (cgh, 1999).

75 En la asamblea del cgh realizada el 8 de junio en la fes Cuautitlán se deci-


de que el punto tres del pliego petitorio sea un Congreso Universitario y
en la asamblea del 18 de junio en la enep Aragón se le da el carácter de
Democrático y Resolutivo.
298 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

6. Desvinculación total de la unam con el Centro Nacional de


Evaluación.76
El movimiento estudiantil del cgh contó con el apoyo y solidaridad
de amplios sectores populares por considerar éstos que su lucha
representaba una resistencia importante contra las políticas priva-
tizadoras impuestas por los gobiernos neoliberales desde la década
de los ochenta del siglo pasado –particularmente en el ámbito de la
educación– y que de su triunfo o derrota (junto con el movimiento
de los electricistas del Sindicato Mexicano de Electricistas contra
la privatización de la industria eléctrica, el de los maestros de la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, entre otros)
dependía el curso que tomarían las subsecuentes luchas del pueblo
mexicano. Por lo tanto, la alianza y solidaridad de las diversas luchas
resultaba de vital importancia para la consecución de sus objetivos,
teniendo uno común que consistía en oponerse al modelo económico
neoliberal y la defensa de los derechos sociales que aún garantiza
nuestra Constitución, principalmente el derecho a la educación. El
apoyo y la solidaridad que las organizaciones sociales y populares y
el pueblo en general dieron al movimiento del cgh varió de acuerdo a
las etapas de auge y decadencia del mismo y a sus aciertos y errores
sin llegar a perderse, constituyéndose una alianza estratégica que
permitió a cada una de las diferentes luchas que en ese momento se
libraban tener una mejor posición ante sus adversarios, que en última
instancia eran el Estado mexicano y el modelo capitalista neoliberal.
Ello da, en concreto, un carácter meramente popular a la lucha del cgh,
la cual fue inicialmente sólo estudiantil (Ramírez Zaragoza, 2005).
El movimiento estudiantil-popular del cgh-unam 1999-2000
partía, en términos generales, de la siguiente consideración: “si la
exigencia en México era una mayor democracia la unam no debería
ser la excepción, la universidad no podía quedar al margen de la
democratización, es decir, al haber en la unam una democracia que
garantizara la participación de todos los sectores que la componen
en la toma de decisiones, estaría siendo gobernada –formalmente–

76 El 3 de mayo la asamblea plenaria del cgh decide aumentar un sexto punto


a su pliego petitorio que tiene que ver con la defensa de la autonomía
universitaria y consistió en “la desvinculación de la unam con el Centro
Nacional de Evaluación”.
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 299

de mejor manera al hacer corresponsable a toda la comunidad de los


problemas que existen y de sus posibles soluciones, y de esta manera
podría ser un ejemplo a seguir para el país”. Es por esto que durante
el desarrollo del movimiento estudiantil popular se exigiera cons-
tantemente la realización de un Congreso Democrático y Resolutivo
de esencia Constituyente, que además de atacar la Ley Orgánica y
sus precarias formas de gobierno, fuera el medio para discutir los
demás problemas que enfrentaba –y sigue enfrentando– la unam,
con el fin de sentar las bases para crear la universidad que el cgh y
demás sectores universitarios y sociales-populares consideraban era
la más conveniente para el México del muy cercano siglo xxi. Desde
esta perspectiva, la comunidad sería la encargada de mantener a la
unam como el espejo de la nación y permitiría que hoy más que nunca
pudiera cumplir con los fines para los cuales fue creada (Ramírez
Zaragoza, 2009).
En términos generales, la definición dada por Rivas (2001),
acerca de que un movimiento estudiantil es un movimiento social
“[…] lo protagonizan estudiantes, surge y se aglutina en los centros
escolares, pugna por diferentes demandas, tiene una perspectiva
propia y orgánicamente actúa como independiente de otros secto-
res” (pp. 19-23), nos ayuda a clasificar al movimiento estudiantil
del cgh-unam como un movimiento social-popular, ya que éste es
protagonizado por estudiantes y surge en la mayoría de las Escuelas,
Facultades y Colegios de la unam, aunque pronto se adhieren a él
padres de familia, académicos y trabajadores de la unam y amplios
sectores de la sociedad, debido a que plantea no sólo el respeto a los
derechos universitarios, sino mayor presupuesto a la educación y
el respeto irrestricto al artículo 3º constitucional que garantiza la
gratuidad de la educación pública en todos sus niveles, así como la
democratización de las formas de gobierno en la unam. A decir de
Rafael De la Garza (2001) “[...] el movimiento estudiantil universitario
que sacudió a nuestra Máxima Casa de Estudios recientemente posee
rasgos que lo inscriben plenamente en la dinámica de los movimientos
sociales de fin de siglo” (p. 78). El movimiento estudiantil-popular del
cgh-unam 1999-2000 es producto o resultado de la lucha de clases
en el seno de la formación social mexicana, esto lo vemos reflejado
principalmente en los dos tipos, modelos o proyectos de universi-
dad que se encontraban –y se encuentran aún– a debate y están en
300 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

franca oposición, a saber: una universidad elitista, tecnocrática,


excluyente y al servicio del gran capital (en pocas palabras tendente
a la privatización) y que es propuesta y reivindicada por los organis-
mos financieros internacionales (b.m., f.m.i., ocde, etc.), el gobierno
federal, las autoridades de la unam, los organismos empresariales
(coparmex, concanaco, cce, etc.), el alto clero, los dueños de los
medios de comunicación, etc; y otra universidad pública, gratuita,
incluyente, democrática y popular al servicio de la sociedad y que es
propuesta y reivindicada por el cgh y los sectores progresistas de la
unam (estudiantes, trabajadores, profesores e investigadores de la
unam) y diversos sectores y organizaciones de la sociedad como la
cnte, fpfv, cut, sme, ezln, etc (Ramírez Zaragoza, 2005). Por ello, no
es exagerado afirmar de entrada que la lucha del cgh “[…] con todas
sus dificultades y tropiezos, es expresión auténtica de la redefinición y
el contenido de las clases en el nuevo contexto económico-tecnológico
[...]” (Ceceña, 2000: p. 149). Como pudimos comprobar el movimiento
estudiantil-popular del cgh no sólo retoma las cuestiones teóricas e
históricas de movimientos estudiantiles pasados como el M68 sino
que incluso las rebasa por lo que desde ahora podemos afirmar que
representa uno de los movimientos más importantes de los últimos
cuarenta años (neoliberales) en México y que, por lo tanto, hay que
analizarlo en su justa dimensión para darle el papel que se merece
en las constantes luchas del pueblo mexicano (particularmente los
estudiantes) por defender sus intereses. La presencia del M68 en los
jóvenes del cgh fue importante, formaba parte de su memoria his-
tórica, se sentían de alguna manera herederos de esa lucha. Esto fue
particularmente evidente y emotivo en la marcha del 2 de octubre de
1999 donde el movimiento del cgh-unam conmemoró, junto con sus
aliados, el 31 aniversario de la caída de los estudiantes en la masacre
de Tlatelolco marchando, nada más y nada menos, del campus de
Ciudad Universitaria (Rectoría) a la Plaza de las Tres Culturas, en
una movilización épica y de gran simbolismo político.
El movimiento estudiantil de 1999-2000 estuvo hegemonizado
por un sector de clase media con identificación popular (eran preci-
samente los nietos de la generación del M68), aunque hubo intentos
por parte de organizaciones como el Partido Obrero Socialista o la
Unión de la Juventud Revolucionaria de México de darle un carácter
proletario, sin embargo, dichas posiciones nunca tuvieron la sufi-
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 301

ciente fuerza ni al interior ni al exterior de la universidad para poder


hegemonizar al movimiento, aunque cabe aclarar que en muchos
momentos importantes tuvieron una gran influencia sus posiciones
y propuestas. El movimiento social popular conforme avanza en su
organización y sus demandas va transitando de la acción social a la
acción política, en ese sentido su marco de referencia y acción se con-
vierte en la sociedad en su conjunto aunque sólo se proponga incidir
en algún ámbito de ella. El movimiento estudiantil, por ejemplo, basa
su acción y su visión en el ámbito de la educación y los derechos de
los jóvenes, principalmente el de recibir educación pública y gratuita,
sin embargo, la dinámica de su acción le permite rebasar ese espacio
y saltar hacia reivindicaciones más integrales en las que, además de
constituirse en sujetos políticos de acción, intentan integrar a otros
sectores con sus consecuentes demandas. Los jóvenes y los estudiantes
se convierten en base social de otras organizaciones sociales, civiles
y políticas como organizaciones no gubernamentales, asociaciones
civiles, organizaciones sociales o partidos políticos renovándolas
generacionalmente e inyectándoles fuerza y energía.

El movimiento #YoSoy132

El #YoSoy132 es un movimiento que aparece en escena para cuestio-


nar el regreso del viejo corrupto, corporativo y autoritario Partido
Revolucionario Institucional (pri) a la presidencia de la República, a
través de su candidato Enrique Peña Nieto quien fue creado y cobi-
jado por los poderes massmediáticos, específicamente, la empresa
Televisa (Bravo, 2015: p. 279; Cfr. Sánchez, en este libro, cap. 8). De ahí
que una de sus principales demandas esté fincada en una exigencia:
la democratización de los medios de comunicación. El lunes 14 de
mayo de 2012, ante las descalificaciones del priismo y de algunos
medios de desinformación, 131 estudiantes que habían participado
en las manifestaciones en la visita de Peña Nieto a la Universidad Ibe-
roamericana, subían a YouTube un video donde mostraban sus rostros
y credenciales que los identificaban plenamente como estudiantes
de la universidad, poniendo por delante su gran valor y honradez
302 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

intelectual de saberse limpios de cualquier acusación (Bravo, 2015).


De igual manera “se dirigían también a los medios de comunicación
de dudosa neutralidad, señalando que usaban el derecho de réplica
para desmentirlos, decirles que eran estudiantes, que no eran aca-
rreados, ni porros y que nadie los entrenó para nada” (Bravo, 2015:
pp. 280-281). En días siguientes, Saúl Alvídrez, estudiante del Insti-
tuto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (itesm), campus
Santa Fe, estimó importante mostrar su acuerdo y solidaridad con sus
amigos de la Ibero, al mismo tiempo que aparecía en la red el video
que todos llamarían 131, también aparecía el portal de Alvídrez, al
que denominaría a partir de ese momento como #YoSoy132. De ahí
nació el símbolo #YoSoy132 (Bravo, 2015: p. 281; Cfr. Sánchez, en este
libro, cap. 8; Olivier y Tamayo, en este libro, cap. 7).
A raíz de lo anterior empezaría a integrarse un movimiento juve-
nil interuniversitario, en donde alumnos de diversas universidades
manifestaban su solidaridad con los estudiantes de la Universidad
Iberoamericana, ya denominados #131. Así, el Instituto Tecnológico
Autónomo de México (itam), el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Monterrey (itesm) y la Universidad Anáhuac también se
sumarían a las protestas, lo mismo que estudiantes de la Universidad
Nacional Autónoma de México (unam), de la Universidad Autónoma
Metropolitana (uam), del Instituto Politécnico Nacional (ipn) y Uni-
versidad Autónoma de la Ciudad de México (uacm), además de otras
universidades públicas y privadas. El movimiento apuntaba y daba en
uno de los centros de poder donde se había construido la candidatura
de Enrique Peña Nieto: la televisión, específicamente Televisa, punto
central en el cual el movimiento estudiantil dirigía sus reclamos.
Además, de demandar y exigir un proceso electoral democrático,
limpio y transparente, sin manifestarse a favor por algún candidato
(Bravo, 2015: p. 2981). El movimiento estudiantil-juvenil #YoSoy132
permitió a los movimientos sociales en México fortalecer las luchas
democráticas y a favor de los derechos humanos que se sumaban a
las movilizaciones zapatistas de los noventa y principios de siglo, así
como a importantes movimientos como el de la Asamblea Popular
de los Pueblos de Oaxaca, el movimiento de los ejidatarios de San
Salvador Atenco y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad,
entre muchos otros (Cfr. Ramírez Zaragoza, 2016). Las características
y fuerza del movimiento, además de la coyuntura en la que se generó,
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 303

nos permitían pensar en un despertar de la juventud. Su capacidad


de convertirse primero en un fuerte elemento de oposición al intento
de imposición de un presidente, así como su posterior y necesaria
permanencia enarbolando las banderas de la democracia y el antineo-
liberalismo al lado de otros grupos, sectores y movimientos sociales
desencadenó una escalada de movilizaciones con una considerable
capacidad de incidencia para oponerse, en un primer momento, las
contrarreformas estructurales y eventualmente convertirse en un
actor propositivo empujando, junto con sus aliados políticos y sociales,
la toma de decisiones colectivas que satisfagan, en parte, las amplias
necesidades de la población. El movimiento jugó, en cierta medida,
un papel de agente constructor de ciudadanía crítica y participativa
contribuyendo a la consolidación de procesos participativos y orga-
nizativos locales que permitieron el empoderamiento de la sociedad,
particularmente su sector juvenil-estudiantil, rebasando las etapas
coyunturales.
Es evidente que la coyuntura electoral facilitó la apertura de las
oportunidades políticas para el surgimiento de este movimiento. La
división de las élites gobernantes y la descarnada lucha por el poder
enfrascada y enmascarada por el proceso electoral constituyeron
elementos propicios que facilitaron la aparición de los jóvenes como
actores protagonistas de la vida pública, en un momento donde
la supuesta pluralidad y apertura tanto del gobierno como de los
partidos y candidatos permitía ver con buenos ojos la emergencia
de la vitalidad estudiantil y juvenil (Cfr. Sánchez, en este libro,
cap. 8). Prácticamente no hubo un actor político que no celebrará
la irrupción juvenil en plena contienda político-electoral. A pesar
de la coyuntura electoral un acierto del #YoSoy132 fue no haberse
declarado abiertamente a favor de ningún candidato o partido, pero
a la vez haber manteniendo relaciones de solidaridad con algunos
partidos de izquierda exigiendo respeto e independencia. A pesar
de las oportunidades políticas que permitieron su surgimiento el
#YoSoy132 se enfrentó a fuertes restricciones políticas como ata-
ques abiertos (represión directa, crítica a través de los medios de
comunicación, etc.) y cerrados (como es el caso de la guerra de baja
intensidad, la infiltración, etc.). A medida que creció el movimiento
y que sus acciones representaron mayores obstáculos y peligros
para el grupo en el poder las restricciones políticas se recrude-
304 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

cieron. Ante ello, el movimiento trató de fortalecer una amplia


solidaridad y vinculación con otros grupos, sectores y movimientos
tanto nacionales como extranjeros. Sin embargo, el #YoSoy132 se
fue diluyendo, además porque sus organizaciones del movimiento
social, representadas por las distintas asambleas y organizaciones
estudiantiles-universitarias, se fueron desvinculando y desgastan-
do paulatinamente (Cfr. Olivier y Tamayo, en este libro, capítulo 7.
Un hecho fundamental que salta a la vista en este esperanzador
movimiento fue su creatividad y su apuesta por las formas pacíficas
de movilización y protesta. Su repertorio de movilización o acción
colectiva contenida incluyó marchas, mítines, manifiestos y desple-
gados, volantes, carteles y revistas, festivales y encuentros. El uso de
las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. A pesar
de ello, en algunos momentos su repertorio de acción colectiva fue
de confrontación como fue el caso del bloqueo que se realizó a las
instalaciones de Televisa o los llamados a los boicots a productos o
a establecimientos como en el caso de las tiendas departamentales
Soriana. La insurgencia del movimiento permitió darle un giro al
proceso electoral:
La insurgencia estudiantil marcó el quiebre en el proceso electoral,
al desnudar el binomio Peña Nieto-Televisa y colocar en la agenda
pública y en el debate político, la democratización de los medios,
información transparente y veraz y que las televisoras, en concre-
to Televisa, no impusiera al próximo Presidente de la República, y
como corolario, evitar el regreso del pri, el viejo régimen corrupto
al poder federal. El movimiento estudiantil se expandía a través
de los diferentes medios tecnológicos a su alcance como fueron las
redes sociales (Internet, Facebook, Twitter). El #132 fue ganando
simpatías y apoyo de otros sectores sociales, enriquecía el debate
político, exigía elecciones limpias y transparentes, establecien-
do cuidadosamente su independencia política y organizativa, no
partidizar su movimiento y pugnar por su identidad universitaria,
genuinamente independiente (Bravo, 2015: p. 282).
Para Juan Bravo (2015) el movimiento tuvo logros muy importan-
tes a lo largo de la campaña electoral, por ejemplo: a) El segundo
debate presidencial fue transmitido por los canales principales de
las televisoras, tanto en Televisa como en Tv Azteca, el 10 de junio;
b) Un inesperado tercer debate presidencial (#DebateYoSoy132),
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 305

organizado por los estudiantes el 19 de junio (aunque sin la trans-


misión en los grandes medios de comunicación), con la presencia
de tres candidatos presidenciales: Andrés Manuel López Obrador,
Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri de la Torre, con la ausencia
de Enrique Peña Nieto. Un debate menos acartonado, mucho más
flexible y ágil, tuvo más de doscientos mil espectadores en YouTube
y otros medios, además de ser TT (trending topic) mundial; c) Visi-
bilización del tema de la concentración mediática y el monopolio
de las telecomunicaciones como una característica fundamental
del sistema político mexicano en detrimento de la democracia; d)
Impulso de una cultura política democrática promoviendo apego a
la libertad de expresión y el libre acceso a la información; e) Intento
de conformación de un movimiento social de largo plazo para hacer
contrapeso a la gestión en la Presidencia de Enrique Peña Nieto (pp.
282-283). En la coyuntura postelectoral el movimiento #YoSoy132
tuvo, a decir de Bravo (2015) una transformación, prueba de ello fue
el lanzamiento, el 1 de septiembre de 2012, de un #ContraInformeYo-
Soy132 para opinar sobre la gestión de Felipe Calderón en materia
de: 1) Democratización de los medios de comunicación, información
y difusión; 2) Cambio al modelo educativo, científico y tecnológico;
3) Cambio al modelo económico neoliberal; 4) Cambio al modelo de
seguridad nacional y justicia; 5) Transformación política y vincula-
ción con los movimientos sociales; y 6) Cambio al modelo de salud
(pp. 283-284). En el caso de los jóvenes del #YoSoy132, transitaron
en pocas semanas del rechazo a la candidatura de Peña Nieto y a
la intervención ilegítima de los medios electrónicos en el proceso
electoral de 2012, a una postura de contundente rechazo al modelo
político vigente, y a los reclamos por un cambio de rumbo en el manejo
de la economía y la democratización del sistema massmediático y
la democratización efectiva del conjunto de la vida pública (Bravo,
2015: p. 286; Cfr. Sánchez, en este libro, cap. 8). El ##YoSoy132, a
decir de Bravo (2015), mostró una “genuina” inteligencia al colocar
en el plano de la agenda política, el problema que ha representado
el sistema massmediático, es decir, el duopolio televisivo, para la
transición a la vida democrática del país. Con la presencia de esos
poderes fácticos, que se han apropiado monopólicamente de las
concesiones del espectro radioeléctrico, no se puede pensar en
democratizar la vida política del país (pp. 286-287).
306 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

Retomando a Castells (2014) en su idea de que los movimien-


tos en red son también movimientos de transformación política,
en tanto que uno de sus objetivos es “reinventar las formas de
representación y gestión políticas tras constatar la corrupción y
manipulación características de la mayoría de la clase política en
todos los países” (p. 61), el propio autor afirma que el movimiento
#YoSoy132 se “constituyó en conciencia crítica de la manipulación
electoral del Partido Revolucionario Institucional (pri) y fue reci-
bido con simpatía por muchos sectores de la ciudadanía mexicana”
(Castells, 2014: p. 61). La organización del debate alterno entre tres
de los cuatro candidatos a la presidencia por el canal de YouTube,
así como la estrategia de comunicación que implementó el 132 para
convocar a algunos medios a sus conferencias de prensa y lograr que
sus mensajes y demandas llegarán a más público, particularmente
a un público que no utilizaba redes sociales virtuales, pueden ser
considerados como grandes aciertos del movimiento. El #YoSoy132
aprovechó de alguna manera el momento tecnológico que le tocó
vivir a principio del siglo xx donde aparecen “otras herramientas
y plataformas” que potenciaron no sólo los modos y mecanismos
de acceso a la información, sino también a la producción de con-
tenidos; esto se da con la explosión de los blogs, que aunados a las
posibilidades que trajo consigo el servicio sms de la telefonía móvil,
potenciaron el contacto y las formas de organización más rápidas
y efectivas. El #YoSoy132 transitó de las redes sociales al espacio
público (Portillo, 2014: p. 176). El diagnóstico del #YoSoy132 desde
su nacimiento fue constatar que “el poder político está sometido
al poder mediático, especialmente cuando las dos principales
televisoras del país determinan y condicionan –en gran medida–
las decisiones y las percepciones de las audiencias”, e incluso son
capaces de coadyuvar a la imposición de un candidato en un puesto
de elección popular (Rivera, 2014: pp. 61-62). En el movimiento
#YoSoy132 lo que se observa es una comunicación interna inme-
diata, es decir en tiempo real, a través de la utilización de las redes
sociales que posibilitaba una posterior comunicación presencial y
física, donde el diálogo cara a cara sustituía la comunicación virtual
dando paso a que ésta se enfocara en la difusión de las demandas y
en la búsqueda de alianzas con otros sectores sociales. Este tipo de
comunicación en redes sociales virtuales permitió la subjetivación
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 307

política de los jóvenes en un espacio multidimensional e híbrido


en el que ellos mismos eran los productores y receptores de sus
mensajes potenciando su acción colectiva (Rovira, 2013: p. 114). El
movimiento #YoSoy132 rebasó el espacio de las aulas que le dio origen
para invadir también la plaza pública, centrando su estrategia en
espacios llenos de simbolismo como las instalaciones de Televisa o
la Estela de luz (que rebautizaron como monumento a la corrupción
y a la impunidad), cuestionando con ello el poder descomunal de
los medios masivos de comunicación y criticando abiertamente la
corrupción e impunidad de la clase política.
El movimiento #YoSoy132 ha sido un movimiento que –de
alguna u otra manera y por diversas razones y situaciones– contó
con una cobertura mediática que lo favoreció en mayor medida de
lo que le pudo haber afectado, esto es importante resaltarlo sobre
todo si lo comparamos con otros movimientos que han sufrido un
“cerco mediático”, una desinformación o una abierta censura en
los medios como fue el caso del M68 o una verdadera “sataniza-
ción mediática” como fue el caso del movimiento estudiantil del
cgh-unam 1999-2000 o el reciente movimiento magisterial contra
la reforma educativa entre el 2013 y el 2016. Sin embargo, esto
tendríamos que contrastarlo con el mal manejo mediático de los
propios movimientos sociales mencionados que como en el caso
del movimiento estudiantil no supo explotar, como sí lo hizo el
zapatismo, la utilización de las nuevas tecnologías, además de haber
centralizado su Comisión de Prensa y Propaganda que terminó
siendo monopolizada por un grupo radical, así como no haberla
llamado Comisión de Comunicación y Difusión en un sentido más
amplio (Ramírez Zaragoza, 2009).
El movimiento #YoSoy132 aprovechó el activismo transna-
cional propiciado por las tic’s creando bastas redes sociales para
potenciar su movilización y difundir ampliamente sus demandas. Los
comunicados, denuncias, manifiestos y expresiones de solidaridad
eran viralizados en poco tiempo logrando un impacto favorable a las
causas de estos movimientos. El #YoSoy132 tenía en sus estudiantes
y militantes a los propios propagadores de su información, debido a
que estaban familiarizados con las nuevas tecnologías. Los encuen-
tros juveniles fueron también una estrategia bien utilizada por el
#YoSoy132 que les permitió el acercamiento a jóvenes de distintas
308 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

universidades tanto públicas como privadas, así como de distintos


estratos socioeconómicos. El movimiento #YoSoy132 surgió en un
momento en que el país se desgarraba sometido a los intereses del
poder económico y del poder político que pretendían imponerse, a
través del poder de la televisión, a la voluntad de los ciudadanos en
las elecciones federales de 2012, para con ello avanzar en proyec-
tos como la privatización de la educación y del petróleo en clara
armonía con la doctrina neoliberal, por desgracia aún vigente. El
movimiento #YoSoy132 con su fuerza democratizadora y su sentido
de la solidaridad se propuso democratizar no sólo las elecciones y
los medios masivos de comunicación sino lograr la democratización
de toda la vida política y de las demás esferas de la sociedad. Con
distintos métodos este movimiento se acercó a una de las metas
establecidas por el zapatismo en torno a construir una nueva forma
de hacer política. Ideas y frases como el “despertar de los jóvenes”,
surgen “los indignados mexicanos”, o inicia la “primavera mexicana”,
entre otras, rodearon la aparición del movimiento estudiantil-juvenil
mostrando, en alguna medida, la necesidad de la sociedad mexicana
de contar con expresiones colectivas que le demostraran que aún
había esperanza ante los intereses del poder económico y del poder
político que dominaban, y dominan aún, nuestra sociedad (Ramírez
Zaragoza, 2015).
El movimiento #YoSoy132 tiene, además de la virtud de haber
sido movimiento en red, la característica de haber permitido visi-
bilizar a un sector invisivilizado por los grupos de poder político
y económico en la etapa de la globalización neoliberal en México, a
saber, los jóvenes, aunque estos por diversas razones sean parte del
sistema de educación formal lo que los haría aparentemente menos
vulnerables que los jóvenes que no tienen acceso a la educación. El
#YoSoy132 contribuyó a la politización de los jóvenes en un contexto
donde se sabía por un lado que los jóvenes podían definir el rumbo
de la contienda electoral, pero, por el otro, había gran descontento
y apatía de esa juventud hacia la participación electoral y particu-
larmente hacia los partidos políticos. Del #YoSoy132 es de destacar
su exigencia de democratización de los medios aunque sus repercu-
siones parecen ser menores debido a la relativa poca duración de
sus acciones. El #YoSoy132 no se entiende si no lo enmarcamos en el
ciclo global de protesta que se inicia en 2011 con la Primavera Árabe,
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 309

continuando con los indignados en España y el movimiento Occupy


Wall Street en Estados Unidos, entre otros. Una acción representativa
de este movimiento nos puede ilustrar su capacidad de incidir en la
esfera pública y colocar demandas en la agenda política nacional,
ésta es, la organización del tercer debate en junio de 2012 entre tres
de los cuatro candidatos presidenciales. Este hecho no sólo está
cargado de gran simbolismo y representó un triunfo, así sea parcial
sobre sus oponentes, además reveló la capacidad comunicativa del
movimiento y la legitimidad con la que contaban en ese momento
ante la sociedad mexicana (Ramírez Zaragoza, 2015). El #YoSoy132
es un movimiento heredero de la ola de protesta altermundista (Cfr.
Pleyers, 2010), así como de las revueltas juveniles desarrolladas en
muchas partes del mundo a partir del 2011 (Cfr. Tamayo, 2016). Para
algunos analistas el #YoSoy132 derrotó a sus oponente principal,
es decir, al gobierno mexicano, en el ciberespacio (espacio virtual),
un terreno bien conocido por los ciberactivistas y desconocido en
parte por los estrategas del gobierno, sin embargo, este triunfo no
fue suficiente, debido a que tenía que conjugarse con otros triunfos
que debían darse en el espacio físico real y en el espacio político
de las instituciones, por mencionar dos ejemplos. El gobierno usó
como estrategias comunicativas contra el #YoSoy132, los ataques
cibernéticos contra los ciberactivistas y la manipulación de los
medios tradicionales (Portillo, 2014).
Aunque sería tema de otro análisis, podemos mencionar que
uno de los triunfos del #YoSoy132 fue poner en el centro del debate
público nacional el problema de la concentración de los medios
masivos de comunicación (vistos como un poder fáctico en sí mis-
mo. Cfr. Sánchez, en este libro, cap. 8) y su utilización por parte del
poder político y económico para mantener el status quo nacional,
en este mismo sentido otro triunfo, así sea parcial, fue acelerar la
reforma en materia de telecomunicaciones como una de las medidas
que el recién electo presidente Enrique Peña Nieto impulsó para
recuperar cierta legitimidad que había perdido en las urnas por su
campaña mediática y las irregularidades del proceso electoral, si
bien es cierto que la reforma retoma algunas ideas y propuestas
presentadas por los estudiantes aglutinados en el #YoSoy132 lo
cierto es que consuma y legaliza en muchos sentidos el poder de
los medios masivos, en particular del duopolio televisivo (Ramírez
310 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

Zaragoza, 2015). Un hecho que llama poderosamente la atención


sobre el movimiento #YoSoy132 es que, a diferencia de otros movi-
mientos estudiantiles o juveniles como el del ceu, el del cgh-unam
o el de Ayotzinapa, no se consideraba heredero de las luchas estu-
diantiles pasadas, en ese sentido, no reivindicaba necesariamente
como suyas las demandas y las enseñanzas de movimientos como
el M68 o el más reciente del cgh-unam. Este posicionamiento se
entiende si consideramos que la juventud que se manifestó en el
#YoSoy132 no sólo tenía un fuerte cuestionamiento a la clase polí-
tica y a la falta de democracia sino que también criticaba la forma
tradicional de organización juvenil estudiantil que consideraban
no representaba fielmente los intereses de los jóvenes y estudian-
tes en una era donde la Juventud tenía que actuar libremente. Por
el contrario, no se comprende esta postura de alejamiento con las
luchas estudiantiles y juveniles pasadas si se considera que, aún
con todos sus aciertos y sus errores, el M68, el ceu y el cgh-unam,
habían sido movimientos de defensa de los derechos estudiantiles,
juveniles y del pueblo en general, habían defendido la universidad
pública, habían exigido la apertura democrática –tanto en la unam
como en el sistema político– y habían sufrido, aunque de manera
distinta, el impacto de los embates del capitalismo y la represión
del Estado. Cuestiones, todas ellas, que representaban, en alguna
medida, los ideales de la juventud y que en cierta medida recupe-
raban los estudiantes del #YoSoy132 y que los hacía, lo quisieran
o no, parte de la juventud, en el más extenso sentido de la palabra
y en el contexto histórico de los últimos cincuenta años, que lucha,
ha luchado y seguirá luchando por un mejor mundo, por un mejor
país y por una mejor universidad pública.
A pesar de sus contradicciones el #YoSoy132 generó un proceso
de concientización y acción política de los jóvenes que se involucraron
en la lucha por la democracia y contra el monopolio de los medios
de comunicación, aunque no con el impacto de otros movimientos
estudiantiles y juveniles que tuvieron un gran eco en las luchas
subsecuentes a su emergencia. Como el M68 y el cgh en 1999-2000 el
#YoSoy132 también tuvo un periodo de relativa popularización que
implicó que el movimiento se involucrara en otras luchas e incluye-
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 311

ra otras demandas más allá de sus reivindicaciones originales77, al


respecto Ackerman (2015) apunta que
Fue también excelente noticia que después de las elecciones de 2012,
el movimiento #YoSoy132 empezó a estrechar lazos con otros movi-
mientos sociales, como el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra
de Atenco, y el Sindicato Mexicano de Electricistas, entre otros. El
emergente Frente Nacional Contra la Imposición fue un importante
inicio en el proceso de construir el vehículo social que tantos desean
para articular una voz unida de protesta y propuesta a lo largo y
ancho del país (Ackerman, 2015: p. 237).
Con todo, el #YoSoy132 forma parte ya de las luchas estudiantiles y
juveniles del México contemporáneo y será un referente obligado, los
mismo que el M68, de cualquier análisis que se pretenda hacer de las
distintas formas de lucha, protesta y organización política y social de
la juventud mexicana. En un análisis sobre el M68 Consuelo Sánchez
concluye lo siguiente
La sensación de derrota de los estudiantes de #YoSoy132 ante los
resultados de la elección y después de la represión del 1 de diciem-
bre es más o menos similar a la que experimentaron los jóvenes de
1968 después de la masacre del 2 de octubre. En ambos episodios la
autoridad intentó quebrantar la voluntad juvenil de cambio. Pero en
los dos casos la autoridad perdió legitimidad. Lo que hace tan entra-
ñable al movimiento estudiantil de 1968 es precisamente su voluntad
colectiva, y lo mismo vale decir de #YoSoy132 (Sánchez, 2013: p. 414).
Esto resulta importante en la medida en que los movimientos juve-
niles han sido motores importantes del cambio social que han sido
golpeados brutalmente por el poder político sabedor de su capacidad
organizativa y de su amplia legitimidad frente a la sociedad, particu-
larmente en los sectores más desprotegidos.

77 En un manifiesto a la nación publicado el 27 de julio de 2012, al calor de


las protestas contra la imposición de Enrique Peña Nieto como ganador de
las elecciones, el #YoSoy132 estableció, además de su demanda central de
democratizar y transformar los medios de comunicación, información y
difusión, otras demandas centrales que consistían en: cambiar el modelo
educativo, científico y tecnológico; cambiar el modelo económico neoliberal;
cambiar el modelo de seguridad nacional e impartición de justicia; buscar la
transformación política estrechando alianzas con los movimientos sociales;
y luchar por la garantía del derecho a la salud de toda la población.
312 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

El movimiento por Ayotzinapa 2014-2018

El 26 de septiembre de 2014 puede ser considerada como una fecha


trágica que simboliza la violencia y el desprecio contra la juventud lo
mismo que el 2 de octubre de 1968. Ese día, en pleno siglo xxi y cuan-
do el presidente en turno Enrique Peña Nieto anunciaba al mundo las
reformas estructurales que llevarían al país al desarrollo y a la demo-
cracia –ilusión gubernamental o engaño mediático que hacía recordar
aquella visión triunfalista del ex presidente Carlos Salinas de Gortari
que anunciaba ¡con bombo y platillos! Que con la firma del Tratado de
Libre Comercio de América del Norte en 1993 (y su entrada en vigor en
1994) nuestro país accedía al “primer mundo”, afortunadamente para la
sociedad mexicana fueron en ese entonces los indígenas zapatistas los
que echaron abajo la ilusión gubernamental– se perpetuaba un ataque
contra un grupo de estudiantes normalistas en el municipio de Iguala en
el estado de Guerrero del que resultaría, además de la muerte y lesión
de estudiantes, la desaparición forzada de 43 jóvenes estudiantes de la
Escuela Normal “Isidro Burgos” de Ayotzinapa. Ese acto de barbarie y
abuso de poder, que desnudaba la verdadera cara represiva y autoritaria
de un gobierno ilegítimo, daba paso al surgimiento de un movimiento
social de matriz estudiantil-juvenil que exigía justicia en la aparición
con vida de los 43 normalistas dando al traste con la poca credibilidad
que había ganado el presidente Peña Nieto sobre todo frente a la comu-
nidad internacional gracias a las reformas estructurales que fueron
posibles debido al Pacto por México que representó, dicho sea de paso,
la traición de los partidos políticos de oposición a la voluntad popular.
Como el movimiento estudiantil-popular de 1968 o como el
movimiento zapatista el caso del movimiento por la justicia y la apa-
rición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa es un movimiento
importante en nuestro país, convirtiéndose en una bandera de lucha
que exige mayor democracia y justicia social, constituyéndose en el
movimiento que representa la movilización más importante en la
actualidad (Cfr. García, en este libro, cap. 3). El movimiento surgió
después de la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela
Normal Rural “Isidro Burgos” de Ayotzinapa –municipio de Iguala
en el estado de Guerrero– acontecida el 26 de septiembre de 2016.
De octubre a diciembre de 2014 se observa el apogeo de las movili-
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 313

zaciones por Ayotzinapa, posteriormente las movilizaciones bajaron


de intensidad cobrando un ligero repunte en el aniversario de la
desaparición forzada de los 43 normalistas en septiembre de 2015.78
Hoy en día el movimiento continúa teniendo presencia a nivel local,
nacional e incluso internacional aunque con un evidente reflujo. El
movimiento por Ayotzinapa vigente y que seguramente será un nuevo
parteaguas en la historia de nuestro país, desencadenando una nueva
ola de protesta que tendrá a los jóvenes y a los estudiantes como sus
protagonistas principales apoyados por amplio sectores de la sociedad
civil que no tienen filiación política o no forman parte de los secto-
res asociados a los movimientos sociales vigentes. En este sentido,
siguiendo el análisis de Gravante (2018: p. 15) la desaparición forzada
de los normalistas incrementó los eventos de protesta en México a
partir del “proceso social de trauma cultural colectivo” que se originó
en la sociedad propiciando un proceso de politización que llevó a la
movilización en búsqueda de los 43 estudiantes. “En Ayotzinapa, el
estado traumático es el resultado del significado simbólico y cultural
que viene atribuido al shock y al miedo generados por la desaparición
de los estudiantes” (Gravante, 2018: p. 18) y que provoca la solidaridad
de los ciudadanos al presentarse la posibilidad de que un familiar
cercano o un ser querido desparezca de igual forma.
Ayotzinapa significa un símbolo de la resistencia contra la violencia
y la barbarie expresada por el Estado, los grupos de poder y el crimen
organizado contra la sociedad en su conjunto y particularmente los jóve-
nes. Las estrategias del Estado han sido no reconocer el caso y retardar
su atención con el objetivo de lograr el “olvido” de la sociedad de los
hechos, por el contrario la estrategia del movimiento ha sido visibilizar
la lucha, comprobar que se trató de desaparición forzada y que diversos
organismos y cuerpos policiacos del Estado estuvieron involucrados en
los hechos y, por lo tanto, es una lucha contra el “olvido”. Para muchos
en el fondo del conflicto por la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa se encuentra el problema de la existencia de un Estado
fallido que tiene vacíos y que falla en sus objetivos primordiales que

78 La desaparición de los 43 normalistas generó rápidamente la organi-


zación juvenil y estudiantil pasando de la indignación como “juicio de
la multitud” al antagonismo expresado en la “política asamblearia que
permitió la “efervescencia” de la multitud (Cfr. Pineda, 2017: pp. 49-102).
314 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

es dar seguridad y bienestar a su población. Particularmente el Estado


falla con mayor fuerza en ciertas regiones del país como han sido los
casos de Guerrero, Michoacán, Tamaulipas, Chihuahua o el Estado de
México en donde se han dado casos graves de violencia, feminicidios,
desaparición forzada, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales asociadas
a la presencia del crimen organizado.
Ayotzinapa es la prueba contundente de que el Estado ha perdido
control territorial y con él el monopolio de la violencia cuestión que,
desde una perspectiva teórica, ha caracterizado el surgimiento del
Estado y su legitimidad. En Ayotzinapa además de los muertos hubo
desaparecidos, lesionados y sobrevivientes, todos ellos jóvenes con
sueños y aspiraciones en la vida, con un futuro por delante que les
fue arrebatado por la ineptitud de un Estado corrupto más preocu-
pado por garantizar la reproducción del capital y legitimar a la clase
política que por atender las demandas de la población, un Estado
coludido con las esferas más altas y despiadadas del crimen organi-
zado que desprecia a los jóvenes que los minimiza, que los margina,
que los reduce literalmente a cenizas y los quiere ver en la basura
como se puede leer con la versión oficial del ex Procurador General
de la República Jesús Murillo Karam de que los jóvenes habían sido
incinerados por un grupo del crimen organizado en un basurero de
Cocula. Desaparición forzada y crimen de Estado se intentaron evadir
con la presunta “verdad histórica” tratándolo de reducir a un tema
de homicidio culposo. Afortunadamente la verdad histórica se viene
abajo con la investigación del Grupo Interdisciplinario de Expertos
Independientes creado por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos en noviembre de 2014 (giei, 2014). El Estado mexicano
permitió la injerencia de este organismo externo gracias a la presión
social y como estrategia para ganar tiempo y seguir desacreditando
al movimiento.
A pesar de la intención de minimizar la violencia de Estado,
Ayotzinapa se logró colocar como un tema global –que incluía sus
dimensiones nacional y local– que evidenciaba un crimen de Estado
gracias, en un primer momento, a la acción colectiva de los normalistas
sobrevivientes y de los padres de familia de los desaparecidos, así
como a periodistas que dieron cobertura al caso para posteriormente
iniciar un repertorio de movilización amplio que incluyó marchas,
mítines, toma de oficinas públicas y cuarteles militares, entre otras
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 315

acciones, en donde se incluyó la participación solidaria de amplios


sectores de la sociedad civil nacional y extranjera. La participación de
los jóvenes mexicanos en el movimiento –muchos de ellos estudian-
tes normalistas de otros estados del país, de universidades públicas
y privadas, entre otros jóvenes no necesariamente estudiantes– a
favor de la aparición con vida de los 43 de Ayotzinapa se tornó en una
lucha por la vida y contra la violencia, contra la criminalización de la
juventud y por la esperanza de una vida mejor para muchos jóvenes
caracterizados despectivamente como ninis porque ni tienen derecho
a la educación ni tienen acceso a un empleo digno. En septiembre de
2018 se cumplirán 4 años de la desaparición de los 43 normalistas,
al cierre de la edición de este libro no había por parte del gobierno
ningún indicio de solución al conflicto que llevara a la verdad sobre
el paradero de los estudiantes. Los padres de los normalistas y los
estudiantes de Ayotzinapa y de otras normales rurales, así como
organismos defensores de derechos humanos continuaban con las
movilizaciones y acciones de protesta para exigir justicia, aunque cabe
señalar que las acciones han bajado en número e intensidad debido
al desgaste del propio movimiento y a la cercanía de la coyuntura
electoral que resta importancia a estas demandas sociales.
A tal grado había sido desestimada y desatendida la demanda
de la aparición con vida de los 43, a pesar de las exigencias de los
padres de los normalistas y los organismos defensores de derechos
humanos, que en febrero de 2018 los padres que aun mantenían la
movilización alertaban sobre la intención del gobierno federal de
dar “carpetazo” al caso Ayotzinapa por la cercanía de las elecciones
federales, lo que les preocupaba en demasía en la medida en que ello
querría decir que el gobierno, en franco apoyo a su candidato oficial
José Antonio Meade no quería cargar con el peso de no haber resuelto
el caso. A pesar de ello, para algunos activistas del movimiento por
Ayotzinapa la cercanía de las elecciones podría convertirse en una
coyuntura importante para colocar el tema dentro de los debates y
propuestas de los demás partidos y coaliciones evitando que se qui-
siera cerrar el caso como pretendía el gobierno federal. En realidad
creo que las campañas tocarán poco el tema y desafortunadamente
se irá diluyendo en el mar de spots publicitarios y de propuestas de
los candidatos quedando sólo la movilización de los sectores más
cercanos al movimiento.
316 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

Ayotzinapa nos remonta directamente a la masacre de 1968,


nos recuerda que sigue siendo el Estado un aparato represor, que
los habitantes somos vulnerables a los hechos de violencia que
vienen de ese Estado criminal o del crimen organizado o, peor
aún, de la colusión entre éste y aquél. Nos recuerdan el desprecio
hacia los jóvenes y su necesaria estigmatización para mantenerlos
dóciles, callados, enajenados. Afortunadamente tanto el M68 como
Ayotzinapa 2014 nos recuerdan también la rabia y la indignación
que se transforman en conciencia social y movilización, en colec-
tivos defendiendo sus derechos, en jóvenes venciendo el miedo y
buscando un mejor futuro. Estos procesos aunados a expresiones
de protesta y dignidad como las manifestadas por los indígenas
zapatistas desde 1994 con su ¡Ya basta! y su “Digna rabia” permiten
que los jóvenes y los estudiantes continúen buscando mecanismos
para canalizar su inconformidad y su organización incentivando
la acción colectiva. En este sentido, siguiendo a Gravante (2018)
podemos concluir que
La nueva narrativa que emerge desde el evento traumático de Ayotzi-
napa resulta importante para la sociedad mexicana, pues ha permitido
crear un puente entre eventos olvidados (la represión estudiantil de
1968), eventos violentos que han pasado desapercibidos (los miles
de desaparecidos que hay actualmente en todo el país) y la necesidad
de crear un futuro mejor (p. 26).
Este vínculo entre la masacre del 2 de octubre de 1968 y la des-
aparición y muerte de los estudiantes de Ayotzinapa el 26 de
septiembre del 2014 relaciona directamente también la violencia
y la barbarie del Estado en dos momentos históricos permitiendo
la acción colectiva de los jóvenes y estudiantes que decidieron
movilizarse convirtiendo, con su lucha y conciencia colectiva, la
rabia y la indignación en acción y subjetivación política colectiva,
apoyados por amplios sectores de la sociedad. Ello permitió des-
nudar la lógica de la violencia estatal a la vez que activaban meca-
nismos de solidaridad a favor de la vida, los derechos humanos y
las libertades democráticas.
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 317

Movimientos estudiantiles y democracia en México.


Un balance de conjunto.

El M68, el ceu, el cgh-unam, el #YoSoy132 y Ayotzinapa han apuntado,


de alguna manera, a un cambio político y social que trasgrede las
instituciones y los mecanismos de poder establecidos, forman parte
de un intento por tener imaginarios políticos distintos a los que se
expresan en los medios masivos de comunicación y en los espacios
de la clase política, en ese sentido, apuntan a un cambio cultural y de
valores. Ambas dimensiones, la política y la cultural prefiguran un
cambio social (Castells, 2010) que, sin embargo, se torna todavía lejano
debido a que, por un lado, los grupos de poder se recomponen, mien-
tras que, por el otro lado, los movimientos sociales no han logrado la
fuerza y la presencia necesarias para generar alternativas por la falta
de unidad y por la represión de la que han sido objeto. A pesar de ello
las ideas de ”otra política u otra forma de hacer política” y la de “otra
comunicación u otra forma de hacer comunicación”, que defendieron y
propagaron tanto el zapatismo como el #YoSoy132, por ejemplo, (Cfr.
Sánchez Gudiño, en este libro, cap. 8) han permitido ampliar el debate
a nivel nacional sobre el papel que juegan los poderes fácticos y la
necesidad de una mayor organización social que promueva un cambio
social, cambio donde la sociedad en su conjunto –particularmente los
sectores que hoy sufren la dominación– se empodere siendo un contra-
peso real a las élites políticas o, incluso, sean estos mismos sectores
populares los que detenten el poder político y lo utilicen a favor de
la mayoría. Movimientos sociales de origen estudiantil como el del
ceu y el del cgh de 1986 y 1999 respectivamente, ambos en la unam,
son movimientos que se dijeron herederos del M68 y lo manifestaron
con orgullo, más aún el movimiento del cgh se dijo abiertamente
heredero del movimiento zapatista admitiendo una gran influencia
de las ideas políticas y las demandas de los indígenas zapatistas (Cfr.
Ávila, capítulo cinco en este libro). Por su parte, movimientos como
el #YoSoy132 no sólo no se manifestaron herederos del M68 sino que
afirmaron abiertamente que lo se sentían identificados ni con el M68
ni con los posteriores movimientos como el de 1986 y el de 1999, más
aún, a decir de Modonesi (2016) el #YoSoy132 tampoco se reivindicó
como pro zapatista, mientras que el movimiento de Ayotzinapa reco-
318 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

noció la lucha zapatista por la autonomía pero no podemos decir que


es considere heredero del movimiento zapatista, para este autor:
Tanto el #YoSoy132 como el posterior movimiento Ayotzinapa no fueron
zapatistas, pues no reivindicaron una herencia ni hicieron referencias
directas al ezln o al zapatismo en general, aunque eventualmente haya
demostraciones de respeto por la resistencia y el ejercicio de la autono-
mía indígena zapatista (Modonesi, 2016: p. 170).
Debemos entender que no todo movimiento estudiantil está obligado a
reconocer o reivindicar una herencia con relación a un movimiento del
pasado por más legítimo que este haya sido, como en el caso del M68
o por más calidad moral que tenga como en el caso del movimiento
zapatista, sin embargo, en las luchas sociales es común, válido y hasta
cierto punto necesario que los movimientos tengan otros referentes
políticos, así como una influencia de otros actores colectivos que, de
alguna manera, forman parte de un conjunto de luchas que pueden
desencadenar una ola de movilización como fue el caso de los movi-
mientos mencionados. Digamos que un movimiento social anterior
se puede convertir en un referente o en una escuela política de movi-
mientos emergentes. Por otra parte, es importante mencionar que los
movimientos sociales pueden ser considerados en sí mismos como
escuelas políticas (Zibechi, 2008) tanto de sus militantes y simpati-
zantes como de la sociedad en su conjunto, como actores colectivos
crean sus propio espacios educativos con lo que contribuyen a la
construcción de ciudadanía y de una cultura política democrática, de
la misma forma, crean sus medios alternativos de comunicación que
contraponen a los medios masivos. En la sociedad actual los medios
de comunicación se están convirtiendo, a decir, de Trejo Delarbre
(1994) “[…] en los nuevos espacios, privilegiados e importantísimos,
del quehacer político y en buena medida de la educación social” P. 17).
En este sentido, la construcción de medios alternativos en la sociedad
y en los propios movimientos sociales revierte una importancia central
toda vez que ello permite contrarrestar el poder y la influencia de los
medios masivos creando una “comunicación autoproducida” que sirve
para difundir sus demandas y sobre todo para posicionar a los movi-
mientos sociales como verdaderas “políticas insurgentes” que buscan
el cambio social y luchan por romper el control de la comunicación
(Cfr. Castells, 2014), viralizando y propagando la política y la acción
colectiva (Cfr. Arditi, 2014), sobre todo de los sectores que sufren la
Movimientos estudiantiles y juventud en México: del M68 a Ayotzinapa ⎖ 319

dominación con la finalidad de ser actores que potencien y catalicen


el cambio social en un mundo dominado por el poder del dinero y
que pretende, afortunadamente sin éxito aún, cerrar las alternativas.
Los espacios de autonomía –donde convergen tanto el espacio
de los flujos como el espacio de los lugares (Cfr. Castells, 2014)–
creados por estos movimientos sociales son distintos, por un lado,
el zapatismo ha tenido mayor capacidad para utilizar efectivamente
ambos espacios, articulando además redes de solidaridad que le han
permitido invadir las tres escalas del espacio público. Por su parte,
el #YoSoy132, quizá por su corta duración e inmadurez política, si
bien logró articular en poco tiempo con relativa efectividad ambos
espacios no rebasó la escala local. En esta perspectiva, uno de los retos
de los actuales movimientos sociales de la era digital, de la llamada
revolución 2.0, es acrecentar las posibilidades de mantener relaciones
y acciones horizontales y colectivas en el espacio físico-real aunque
sean tecnológicamente mediadas en el ciberespacio. El #YoSoy132
triunfó en su estrategia comunicativa, pero no en la organizativa, es
decir, en consolidar una estructura de movilización. El zapatismo,
por su parte, también triunfó, por ejemplo, en sus redes transnacio-
nales, pero no supo mantenerlas a lo largo del tiempo (Cfr. Aranda,
2008). A pesar de todo, las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación nos siguen dando pistas sobre como pensar los movi-
mientos sociales en el siglo xxi a la par que dan a los propios movi-
mientos sociales nuevas herramientas para su acción colectiva, para
su difusión y agregación de intereses, así como para estructurar de
una manera más efectiva su organización y movilización, incluso en
diferentes planos o niveles territoriales, es decir de lo global a lo local
y viceversa, lo que les permite ser actores transnacionales y locales
a la vez aumentando su presencia y sus posibilidades de éxito. Como
actores políticos y sociales –que son expresión directa del conflicto
social– los movimientos sociales se pueden considerar como elemen-
tos estructurales de la sociedad al tener un carácter permanente, sin
embargo, aunque cambien sus tendencias, demandas y formas de
actuar siempre apuntan, de alguna manera u otra, al cambio social,
generando en ese objetivo mayores cambios políticos y culturales
que impactan positivamente en la sociedad.
Los movimientos sociales de matriz estudiantil-juvenil como
el M68, el ceu, el cgh-unam, el #YoSoy132 o el de Ayotzinapa nos
320 ⎖ Miguel Ángel Ramírez Zaragoza

permiten observar el proceso de descomposición política y la falta


de legitimidad de las instituciones supuestamente democráticas que
se ha venido manifestando desde hace varias décadas y dentro de
las que destacan los partidos políticos –incluidos por supuesto los
de izquierda– el propio Estado y algunas de sus principales institu-
ciones como el Congreso de la Unión y las instituciones encargadas
de administrar, procurar e impartir justicia. Sin embargo, a pesar
de ese proceso de ilegitimidad y falta de representatividad de los
partidos –y de los procesos electorales– parece ser que aquellos y
éste seguirán definiendo gran parte de la agenda política del país.
Ante ello, el reto de los movimientos sociales –particularmente de
los estudiantiles y juveniles– será mantener una crítica permanente
al sistema de dominación y a la partidocracia en México aportando
ideas nuevas para el debate política y para la construcción de alterna-
tivas políticas y sociales a la democracia representativa y al modelo
económico neoliberal. Los movimientos estudiantiles y juveniles
han sido la base de otras luchas populares en nuestro país, detonan
procesos sociopolíticos que llevan el germen de la democracia y la
justicia social, aportando fuerza y energía a otros sectores con su
praxis política que siempre está impregnada de una utopía posible.
321

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Testimonios
sobre
el M68
329

El M68 a cincuenta años de distancia1

Luis E. Gómez2

El presente testimonio constituye al mismo tiempo, una conmemora-


ción de los acontecimientos, hace ya cincuenta años, del movimiento
estudiantil de 1968 (M68) y una rememoración que, para expresarlo
en términos más académicos es un trabajo de memoria del autor en
el ámbito del propio movimiento, tomando en consideración también
una serie de notas personales y de algunos trabajos publicados sobre
el tema. Celebro la posibilidad de escribir sobre una experiencia vivida
que tuve en el año de 1968 y también darle una dimensión analítica
al conjunto de sucesos que se produjeron en dicho movimiento. Voy
a citar un párrafo de un artículo que escribí para tomar un poco el
contexto en el cual se desarrolló el movimiento.
En 1968, el 2 de octubre fue uno de los 123 días que llovió durante el
año en el df la precipitación total de su ciclo anual fue de aproxima-
damente de 100 milímetros vientos predominantes, soplaban desde
el norte con las subsecuentes tolvaneras y su velocidad media fue
de 1.2 metros por segundo, la presión atmosférica media estuvo en
773 mba, la temperatura mínima marco 10.1 grados, la media de 7.1
y la máxima fue de 24 grados con una humedad relativa promedio
de 56%. En 1968 se registraron 10 macro sismos, 7 de del nivel 3,2
del nivel 6, nada nuevo, y solo uno de 7.1 en la escala de Mercalli, este
último terremoto se produjo el 2 de agosto precisamente al final de
la primera etapa del movimiento estudiantil, tuvo su epicentro en
Oaxaca, se reportaron 18 muertos y solo unos daños materiales. El

1 El presente texto es el testimonio presentado como ponencia por el autor


en el foro “El movimiento estudiantil de 1968 a 47 años de distancia”
celebrado en octubre de 2015 en la Escuela Nacional de Trabajo Social de
la unam. La visión estenográfica realizada por Mijael Mendoza Matus fue
revisada, ampliada y actualizada por el propio autor para el presente libro.
2 Profesor de Carrera de la unam. Adscrito a la Facultad de Filosofía y Letras.
330 ⎖ Luis E. Gómez

propio movimiento estudiantil de 68 fue calificado en varias ocasiones


como un verdadero terremoto político y social. 3
Hago referencia a esta cita para darle a la temática un poco de ambiente.
A mí me tocó estar en el M68 en el nivel de la secundaria, pero no era
cualquier secundaria, era la pre-vocacional 2 del Instituto Politécnico
Nacional (ipn), en ella estábamos, como en toda secundaria, “chavos”
de entre mínimo once años, algunos que empezaban muy temprano y
un máximo dieciséis años, algunos que terminaban poquito tarde, yo
me involucré en el movimiento por mis inquietudes políticas y tam-
bién por curiosidad, es por ello que quedé marcado indeleblemente
por el movimiento en varios sentidos: puedo decir que el movimiento
cambio mi vida, fue una iniciación muy temprana a la política, yo tenía
catorce años y me estaba interesando en la sociedad ¿Qué es la socie-
dad, me preguntaba? fue un abrir los ojos a los problemas sociales; el
movimiento fue una especie de golpe de conciencia sobre la situación
económica política, social y cultural de nuestro país.
No es que haya descubierto la pobreza, la tenía en mi entorno y
si bien mi familia era relativamente estable, la rozaba con frecuencia
en momentos de desempleo de mi padre, pero el movimiento me dio
la oportunidad de mirarla de otra manera; la desigualdad social y la
necesidad sobre todo de que se llevaran a cabo cambios en profundi-
dad en este país. Fue el primer principio de mi militancia política, una
militancia política que me llevó más tarde a las filas del guevarismo, en
ese entonces nuestra figura icónica era el comandante Che Guevara,
tuvimos con algunos compañeros un acercamiento con grupos muy
radicales en México, gente muy cercana a la guerrilla de Lucio Cabañas
y de Genaro Vázquez, en fin, fue una sacudida personal que cambió
mi vida radicalmente. Afortunadamente no llegamos al extremo de
tomar las armas, porque como ustedes saben muy probablemente, en
razón de la guerra sucia que se vivió en México, en los años setenta
muchos jóvenes que tomaron ese camino encontraron la muerte por
la desproporción de capacidad de fuego, por la asimetría existente
entre el ejército y las fuerzas rebeldes y también por errores de
estrategia y organización. A la distancia quizá sea muy fácil decirlo,

3 Luis Gómez, “1968”, en Martínez Della Rocca, Salvador (comp.), Otras


voces y otros ecos del 68. 45 años después, GDF/ALDF, México, 2013, pp.
92-93.
El M68 a cincuenta años de distancia ⎖ 331

pero la mayoría de quienes vivieron esa experiencia lo hicieron con


convencimiento y entrega personal.
El M68 empezó en mi Prevocacional con la visita de jóvenes
estudiantes de vocacionales y de preparatorias en nuestro entorno,
venían de la Prepa 4 de la unam que está en Observatorio, cerca
de Tacubaya y también desde la Vocacional 5 de la Ciudadela y de
la Vocacional 4 del ipn, para darnos información de lo que estaba
pasando, frente a esta situación un grupo de niños, preadolescentes
y adolescentes, convocamos a una asamblea informativa, se llenó el
auditorio de la Prevocacional, curiosamente asistió el director que se
llamaba Carlos Arteaga y también vinieron un grupo muy importante
de padres de familia, estamos hablando de por ahí del 28, 29 o 30 de
julio del 68, ya habían sucedido el zafarrancho entre estudiantes y
la represión policiaca en la preparatoria privada “Isaac Ochoterena”
y la Vocacional 5 en la plaza de la Ciudadela el 23 de julio y ya había
sucedido la manifestación del 26 de julio conmemorando la Revolución
Cubana, también habían acontecido ya las atrocidades cometidas
por los granaderos cuando dos marchas se encontraron a la altura
de Bellas Artes siendo reprimidas. Esta reunión que se convocó en
el auditorio de la Prevocacional cambió muy rápidamente en sentido
positivo porque el director de la facultad Carlos Arteaga, una perso-
na inteligente, quien obviamente traía instrucciones de la Dirección
General del Politécnico, había dado facilidades para la misma, aunque
advirtiendo de los riesgos. Ahí el señor director dijo, sobre todo a los
padres de familia “cuiden a sus hijos, no permitan que se involucren
en el movimiento, puede haber heridos, puede haber reyertas”, rápida-
mente los padres de familia intervinieron para decir que ellos estaban
con sus hijos y fueron ellos precisamente los que instaron a que los
chavos nos organizáramos, que formáramos el Comité de Lucha. Se
formó un grupo de padres de familia que apoyaban al movimiento y
a raíz de esto se constituyó el comité de lucha de la Prevocacional 2
y el Comité de Padres de Familia con el Movimiento.
De inmediato tomamos contacto con los estudiantes de las pre-
pas, de las vocacionales, de las facultades y como reguero de pólvora
el movimiento despegó y creció. Se dice que es muy difícil empezar un
movimiento, también se creé que es muy difícil apagar un movimiento
cuando este ha comenzado. Yo tengo el análisis de que el movimiento
no sólo respondió a las condiciones coyunturales de la represión a los
332 ⎖ Luis E. Gómez

jóvenes estudiantes por la pelea que se da entre los estudiante de la


Voca 5 y los estudiantes de la prepa privada Isaac Ochoterena ya que
después de esa golpiza, los muchachos de la Ochoterena y la Voca 5 se
unificaron para resistir la represión, en contra de los granaderos y no
se diga cuando en la marcha del 26 de julio los granaderos también
reprimieron y obviamente se produjo una resistencia de los estudian-
tes. A partir de esos incidentes se configuró una asamblea general de
representantes por escuelas y se redactó lo que se denominó como
Pliego Petitorio en donde se incluyeron las demandas iniciales del
movimiento, pero si nosotros analizamos el pliego petitorio, quizá hoy,
para muchos, les parecía una cosa mínima de conceder por parte del
gobierno, había ahí peticiones como alto a la represión, la destitución
del jefe de la policía Luis Cueto y las únicas demandas realmente polí-
ticas eran la libertad a los presos políticos (en general y no sólo los del
propio movimiento) además de la supresión del artículo 145 y 145 bis
del código civil que tipificaban los delitos de carácter político, es decir se
trataba una ley de inspiración fascista, que curiosamente todavía existe
en Italia, donde creo que está en proceso de ser eliminada. Allá sirvió
fundamentalmente para castigar a algunos intelectuales que fueron
acusados de pertenecer a las Brigadas Rojas, algunos de los acusados
injustamente finalmente se demostró que eran inocentes, entre ellos
la figura del filósofo y querido amigo Antonio Negri.
En fin, el M68 en realidad se expresó como un síntoma; un síntoma
de crisis en una sociedad que en esos momentos sufría del autoritaris-
mo del partido único (dónde sí existían otros partidos, partidos que
se conocían como partidos satélites del gobierno que eran utilizados
para canalizar algunas disidencias y algunos descontentos) pero
vivíamos un régimen real de partido único (hegemónico), el Partido
Revolucionario Institucional (pri) que por cierto volvió al poder en
un contexto distinto, de pluralidad de partidos y de alternancias en
la elección de 2012 y que finalmente perdió la Presidencia, la Cámara
de Diputados y la de Senadores a manos de un partido nuevo con un
candidato que se presentó ahora, por tercera vez, con el nuevo par-
tido Movimiento de Regeneración Nacional (morena) en las pasadas
elecciones del 2018.
Se hablaba entonces (en la etapa del autoritarismo de cuño
priista) de un arreglo político, en donde existían, por un lado una
constitución legal y por otro lado había una constitución real, ésta
El M68 a cincuenta años de distancia ⎖ 333

última una constitución no escrita, porque ningún artículo de la


constitución decía que debería haber un régimen de un solo partido,
pero el arreglo político de las fuerzas que en ese entonces se llama-
ban a sí mismas “vivas” estaba estructurado alrededor del pri que
tenía tres sectores, el campesino, el obrero y el llamado “popular”
formando una estructura corporativa que actuaba teniendo el control
político sobre la sociedad y que sobre todo impedía la participación
política alternativa, particularmente de los jóvenes y también de la
izquierda. Vivíamos en el 68 una situación de opresión y al mismo
tiempo de ambigüedad política; si alguien quería participar en la cosa
pública tenía que pertenecer al partido oficial y si bien existía toda
una diversidad de agregaciones políticas partidarias de izquierda,
estas eran ilegales, no estaban reconocidas por el sistema e inclusive
eran motivo de represión política; recuerdo el asesinato del profesor
Rubén Jaramillo que tenía una organización campesina disidente en
el estado de Morelos, el encarcelamiento de Demetrio Vallejo, líder
sindical ferrocarrilero y también que se empezaban a generar formas
de resistencia armada como el movimiento 23 de septiembre que tie-
nen su origen en una insurrección armada que se da en Chihuahua y
que marcó el principio de los movimientos armados revolucionarios
en el México contemporáneo.
En ese entonces había una disposición dispersa organizada, no
había partidos alternativos oficialmente reconocidos, el Partido Comu-
nista era un partido proscrito pero activo y todas las organizaciones
como la Liga Comunista Espartaco, las organizaciones trotskistas,
las organizaciones guevaristas y las organizaciones maoístas tenían
que trabajar prácticamente en la clandestinidad. Entonces la crisis
que se dio en el 68 no era solamente por la represión política del
movimiento estudiantil, fue fundamentalmente una crisis política
nacional e internacional que cuestionó el autoritarismo y no solamente
autoritarismo del estado sino también el autoritarismo de la propia
sociedad. Fue un momento en el que muchos jóvenes nos rebelamos
contra las prácticas de nuestros profesores, contra nuestros padres,
nos revelamos contra la iglesia, nos revelamos contra el principio de
autoridad, contra la tradición conservadora de las familias. También
nos hicimos por afinidad en las luchas un eco del movimiento de
los beatniks en los EUA, del Black Power, es decir, del movimiento
negro organizado y por los derechos civiles, hicimos eco también
334 ⎖ Luis E. Gómez

de los principios de lucha de los movimientos feministas que fueron


importantes y crecientes, hicimos eco del movimiento Chicano con
César Chávez y sus trabajadores agrícolas organizados, hicimos eco
del mayo francés, pero también acompañamos la emergencia del
rock and roll, hicimos nuestra propia versión del hipismo, algunos
fuimos hipitecas y también muchos jóvenes se iniciaron al consumo
de sustancias, fundamentalmente de la mariguana y de anfetaminas,
se produjo entonces una gran disidencia juvenil contra el sistema,
sistema mismo que nunca lo entendió, principalmente porque veía la
lucha contracultural como una amenaza a su estabilidad.
Tuvimos en esos años un presidente (1964-1970), evidente-
mente del pri, Gustavo Díaz Ordaz, un presidente que nace a la vida
político-administrativa en un Ministerio Público; yo creo que nunca
salió de la idea de gobernar al país como ministerio público, era un
anticomunista convencido, agente de la cia, todo el resto de su vida
después del 2 de octubre afirmó que el M68 había sido un complot
comunista internacional, o al menos así quiso legitimar sus decisiones
criminales, ya nosotros hemos demostrado fehacientemente que se
trataban de causas sociales internas y que la razones y las metas que
el M68 se proponía no solo eran legítimas, sino que además eran nece-
sarias, ¿cuáles eran estas metas y a qué necesidades nos referimos?
Más allá del pliego petitorio que, como digo a la distancia, pudo ser un
pliego que hoy nos parece mínimo o hasta ingenuo, lo que nos seguirá
pareciendo increíble es que el gobierno no haya concedido nada y en
lugar de darle una respuesta y una solución mejor haya optado por
la vía de la represión, de la violencia y de la masacre que se vivió con
mayor fuerza precisamente el 2 de octubre.
Las demandas del movimiento pueden agruparse en términos
de ser caracterizadas como las demandas por las libertades democrá-
ticas; el movimiento postuló la necesidad de la libertad de expresión,
esto tenía una profundidad enorme porque teníamos una prensa
que calificábamos como una prensa vendida, dónde sí obviamente
todavía hay resabios en nuestra prensa y en nuestra televisión de
aquella prensa, pero había muy pocos espacios en los editoriales para
los puntos de vista disidentes, no se permitía la disidencia política,
había pocos, si es que existían, periodistas que por su voz o su pluma,
expresaban una posición diferente a la del gobierno; pero si ustedes
hacen un análisis de la prensa del 68, van a encontrar poca, muy poca
El M68 a cincuenta años de distancia ⎖ 335

oposición o al menos crítica al gobierno. Hay un libro estupendo de


Aurora Cano Andaluz llamado 1968: memoria periodística (iib-unam,
1993) que se encuentra en las bibliotecas, un libro de un tamaño físico
extraordinario, realizado con copias facsimilares de los principales
periódicos mexicanos en los días del movimiento estudiantil, donde
se puede verificar esto.
No vamos a poder dar cuenta de cómo había una servidumbre
de la prensa hacia el régimen, ya hubiéramos querido ver en esa
época la caricaturas que hoy se hacen sobre quien sea, incluso sobre
el presidente de la república: hoy en internet podemos ver una gran
cantidad de memes, bromas e ironías, de burlas sobre el conjunto de
tonterías, de desconocimientos, de vulgaridades, de denuncia de la
corrupción, que muestran al gobierno como irresponsable, esto en
aquél entonces era absolutamente imposible. Todo esto dio lugar a la
creación de una prensa marginal, con esquemas novedosos de comu-
nicación del movimiento, basadas fundamentalmente en el volante,
el cartel, la pega. Nos comunicábamos a través de hojas volantes.
Nuestros documento que algunos llamaban “documentos para gente
democrática” circulaban de mano en mano, con el análisis sobre la
coyuntura del M68, sobre el feminismo, sobre el movimiento del “Black
Power” en los Estados Unidos, sobre los movimientos estudiantiles
en el mundo; pues como ustedes saben, el movimiento estudiantil no
solamente fue en México, el movimiento estudiantil, tuvo una expre-
sión internacional: el primer movimiento estudiantil organizado se
dio en Francia con el movimiento de mayo del 68, pero ya había sido
precedido en Checoslovaquia donde se protestaba por la invasión
de las fuerzas militares del Pacto de Varsovia, y otros movimientos
políticos lo siguieron en México, en Alemania, en Polonia, en Japón,
en Italia. En este último país el movimiento del 68 se dio en el 69, en
fin fue un movimiento de carácter internacional que se explica, en
una gran medida, porque hubo un cambio generacional que tenía una
gran aspiración a mayores libertades y porque el concepto de juven-
tud aparece como la expresión de un nuevo actor político y social,
particularmente los movimientos estudiantiles que cuestionan los
viejos métodos de educación, de vida y, de hacer política (Véase el
capítulo 2 en este libro).
La otra libertad por la que se luchó en el M68 fue la libertad
política, ya expliqué que había un sistema de partido único y que los
336 ⎖ Luis E. Gómez

partiditos existentes, eran partidos satélites y se buscaba la posi-


bilidad que hubiera partidos de diverso cuño, había obviamente el
Partido Acción Nacional, partido de la derecha conservadora católica,
pero era un partido prácticamente minoritario, que no se tenía muy
claro si realmente aspiraba al poder, tenía sus antecedentes en los
sinarquistas que tuvieron al mismo tiempo contactos con el fascismo
y en el movimiento cristero en reacción a la Revolución Mexicana, y
en fin, aunque fuera un partido opositor, en realidad era un partido,
que más bien tenía una tradición distinta, tenía orígenes diferentes,
entre otros, además de los ya mencionados la influencia de la Encí-
clica de León XIII, una de sus mejores expresiones socialcristianas,
pero que no representaba para el gobierno una verdadera oposición.
Otra tradición católica que nunca llegó a sus filas fue la Teología de la
liberación, que más bien tuvo una influencia importante en sectores
cristianos de izquierda. También teníamos como propósito la libertad
sexual, había una gran represión en términos de la libertad de rela-
ciones, entre hombres y mujeres y de alguna manera cambió también
el movimiento estudiantil los hábitos, se liberalizó y se establecieron
nuevas prácticas del ejercicio de la sexualidad con mayor libertad.
Todos estos reclamos y aspiraciones refrescaron, de alguna manera,
la vida en la sociedad.
El M68, en suma, planteó la búsqueda de libertades en plural,
inexistentes o confiscadas o atenuadas en esa época. Por su profundi-
dad y por sus significados, fue una especie de primavera (en alusión
a la Primavera de Praga, a la primavera del mayo francés). A pesar
de que el movimiento surgió a principios del verano en México, este
movimiento fue también una verdadera primavera, podríamos decir
que el movimiento era una especie de “fiesta”, por todo lo que descu-
brimos en la calle: descubrimos la política; descubrimos la música;
descubrimos el erotismo y la sexualidad; descubrimos la vida, de
repente veíamos como los parques y las banquetas florecían y nos
tomábamos la extravagante oportunidad de que los jóvenes tuviéramos
una voz, de que se nos escuchara en la calle, en los mercados, en los
camellones, en los autobuses, de que se pudiera al menos visualizar
una opción de participación política, de que pudiésemos explayarnos
y de que se pudieran desplegar ampliamente la creatividad; el movi-
miento estudiantil, generó prácticas de comunicación alternativas,
generó festivales, generó expresiones poéticas, generó literatura y
El M68 a cincuenta años de distancia ⎖ 337

sobre todo se percató de la necesidad de un cambio político profun-


do en nuestro país. A continuación quiero dar cuenta, de manera
muy sucinta, de una cronología del movimiento en siete momentos,
partiendo del momento cero, el 23 de julio con la represión inaudita
a la incidental pelea entre estudiantes de la las vocacionales 2 y 5 del
Instituto Politécnico Nacional y alumnos de la Preparatoria privada
“Isaac Ochoterena” que consiguió inmediatamente unificar a los tres
grupos de rijosos para resistir al cuerpo de granaderos del gobierno
del Distrito Federal.
El primer momento, se caracteriza por la emergencia del movi-
miento como una respuesta a la represión policiaca; se despliega como
una capacidad inédita de actividades organizadas casi espontáneas,
con un mitin y dos manifestaciones, una originalmente planteada
para conmemorar y apoyar a la Revolución Cubana el 26 de julio, otra
para protestar contra la brutalidad de la represión policiaca que se
encuentran y se funden en una sola, con la creación de los Comités
de Lucha estudiantil, escuela por escuela y, la elaboración del pliego
petitorio circunscrito a los acontecimientos inmediatos.
El segundo momento va desde el establecimiento de la huelga, y
el nacimiento del Consejo Nacional de Huelga, como una aspiración a
darle una dimensión nacional al movimiento involucrando estudian-
tes de estados como Puebla, Michoacán, Oaxaca, Tabasco, Guerrero,
Sinaloa, Coahuila, Baja California. Hubo igualmente actos de solida-
ridad en Ciudades como Guadalajara, Tepic, Xalapa, entre otras. Esta
segunda etapa culmina con el famoso bazucazo a la Preparatoria 2
y la toma de preparatorias y vocacionales por el ejército y la policía.
El tercer momento va de la manifestación encabezada por el rector
Barros Sierra y culmina con la marcha y plantón del 27 de agosto que
resuelve muy minoritariamente y según algunos miembros del cnh,
como una provocación, probablemente inducida desde el gobierno,
quedarse ahí para esperar el informe presidencial del 1 de septiembre.
El cuarto momento va, del acto masivo de “desagravio a la bande-
ra” –puesto que el 27 de agosto se había colocado una tela rojinegra– y
el propio informe presidencial que terminó con un “Con usted…hasta
a la ignominia” de los diputados al Presidente Díaz Ordaz y que cul-
mina con la impresionante “marcha del silencio” el 13 de septiembre.
El quinto momento va de la ocupación militar de la Ciudad Uni-
versitaria de la unam el 17 de septiembre, la “batalla” de resistencia
338 ⎖ Luis E. Gómez

contra la toma del Instituto Politécnico Nacional por el ejército el 23


de septiembre, hasta el momento trágico del 2 de octubre el cual se
constituye como un golpe militar y asesinato masivo de estudiantes
que pretendía –y eventualmente logra– liquidar al movimiento.
Por último, el sexto momento que inicia con la inauguración de los
Juegos Olímpicos de la Ciudad de México, (donde se oyó una rechifla
enorme a Gustavo Díaz Ordaz, quien incrédulo, no acertaba a com-
prender tal rechazo) hasta la disolución formal del Consejo Nacional de
Huelga. Todavía el 14 de noviembre Octavio Paz justifica su renuncia
a la Embajada Mexicana en Nueva Delhi, en la India, argumentado que
el pri era ya una maquinaria administrativa que se había convertido
en un obstáculo para el desarrollo de México.
El resultado, ustedes lo conocen, es la incapacidad de un gobierno
para procesar las demandas sociales, es la incapacidad que tuvo de
pensar la vida política autónoma más allá de la idea de la existencia
de un complot internacional comunista; es la cerrazón y el autori-
tarismo y sobre todo la visión pobre y lastimosa de un gobernante
acomplejado, un gobernante que tenía serios complejos en términos
del ejercicio del poder y que sintió que el movimiento estudiantil
cuestionaba fundamentalmente su autoridad.
Desafortunadamente después de varias semanas e incluso
meses, donde se configuraron varias etapas que hemos tratado de
desglosar, el M68 termina en los hechos el 2 de octubre en la plaza
de Tlatelolco. De manera particular ese 2 de octubre, yo como uno
de los dirigentes del comité de lucha de la pre vocacional 2 a los 14
años junto con otros compañeros y compañeras salimos a la calle,
tratábamos de conseguir un autobús pero los choferes ya tenían ins-
trucciones de no parar, finalmente logramos convencer a un camión
vagón de que nos trasportara a la plaza de Tlatelolco, a la altura del
seguro social en la avenida Chapultepec nos interceptaron, cuando
nos bajaron del camión vieron ahí niños entre 12 y 16 años, entonces
el motorista que nos interceptó nos dijo “Muchachos pendejos, quien
sabe lo que están haciendo, no saben lo que están haciendo, regresen
a su casa porque la situación es muy grave y porqué sus papas los
están esperando con angustia”. La mayor parte se regresaron a sus
casas, algunos todavía tuvimos la osadía de encaminarnos hacia la
Plaza de las Tres Culturas, el gobierno había establecido tres cordones
de control, íbamos a llegar al primero, en el segundo ya no pudimos
El M68 a cincuenta años de distancia ⎖ 339

pasar, estaba el ejército y en el momento en el que nosotros llegába-


mos ya se escuchaba el tableteo de las ametralladoras, los disparos
de fuego, se percibieron las luces de bengala que lanzó un helicóptero
como señal para iniciar el ataque contra los estudiantes y bueno, yo
regresé a casa. Al día siguiente, compramos los periódicos, la versión
oficial mencionaba sólo 34 muertos…
Fuimos a la universidad, encontramos algunos compañeros,
empezamos a rastrear quienes eran los desaparecidos, que es lo que
había pasado, había una confusión tremenda, tuvimos que citarnos
en diversas partes, no se logró establecer ninguna reunión que
hiciera una evaluación del movimiento y lo que puedo decir es que
la represión no solo acabó con el movimiento sino se acabó para
entonces una perspectiva de vida, de lucha, de mantener una serie de
demandas, la presión política era muy fuerte porque se avecinada la
realización de los juegos olímpicos y realmente los juegos olímpicos
fue la comunicación del movimiento, hubo algunas reuniones. Se fir-
mó un documento que declaraba la terminación del movimiento, se
abrían las perspectivas de una lucha política amplia que implicaría
más tarde la creación de organizaciones legales de izquierda y de
una serie de demandas que, de una u otra manera, han contribuido
a las luchas democráticas. Yo estoy de acuerdo con mucha gente que
plantea que las demandas del 68 no están realizadas de manera
completa, sin embargo abrieron un camino, una perspectiva y por lo
menos contribuyeron a cambiar la relación entre la gente, la relación
entre las personas. Se han alcanzado algunas de las libertades que se
postulaban si bien parcialmente, pero, hay un programa que dejó el
M68 del cual ustedes los jóvenes son los herederos.
Cuando digo que hubo un acto que se tradujo en una acta de
terminación formal del movimiento firmado entre otros por Roberto
Escudero, fue un acto simbólico, es decir, terminó una etapa, hay que
dar cuenta de ella, hay que analizarla, hay que ver en qué falló o en
qué medida alcanzó sus objetivos, es un punto, un parteaguas nece-
sario de reflexión analítica y que pueda situar el movimiento como
tal, históricamente pero también es un parte aguas en términos de
las tareas, ese documento dice de manera muy clara, el “pueblo de
México debe abrir sus perspectivas de lucha y sus nuevos horizontes
políticos y los estudiantes que vivimos esta experiencia estaremos al
servicio de esas causa”. Con esto se cerró una etapa por un tiempo, el
340 ⎖ Luis E. Gómez

movimiento estudiantil quiso volver a salir a la calle en 1971 con un


movimiento que nace en Monterrey en la Universidad Autónoma de
Nuevo León que, por cierto, sigue siendo una universidad muy auto-
ritarita; el rector está puesto por el gobernador y en los proceso de
auscultación y designación del nuevo rector, el que queda como rector
es el Secretario General, entonces lo importante es a quien se designa
en este puesto, el cual nombra el propio gobernador lo que teórica-
mente garantiza una continuidad al estilo priista, a la fecha no se ha
podido cambiar esa práctica, ni siquiera con El Bronco4 fue distinto,
a lo mejor la coyuntura electoral es una oportunidad para plantearse
una reforma democrática para la universidad de Nuevo León. En ese
entonces hubo un movimiento en la universidad de Nuevo León que
hace un llamado a las universidades para luchar por la autonomía,
la unam responde, el Politécnico responde, inclusive la Ibero y otras
instituciones como Chapingo, se organiza entonces la marcha del 10
de junio de 1971, pero ahí fuimos muy optimistas porque pensába-
mos que habría capacidad de volver a salir a las calles, sin embargo,
el presidente Luis Echeverría Álvarez, que había sido el Secretario
de Gobernación del presidente Gustavo Díaz Ordaz y que no tenía de
fondo una perspectiva muy diferente a la de Díaz Ordaz, aunque tuvie-
ra un discurso diferente –el discurso de la “apertura democrática”,
del “tercer mundo”, un discurso “modernizador”–, pero su actuación
política fue exactamente la misma que la de Díaz Ordaz, inclusive peor
en un cierto sentido porque organizó bandas paramilitares que eran
controladas por el gobierno del entonces Departamento del Distrito
Federal (ddf), en ese entonces el regente ddf era Alfonso Martínez
Domínguez. Ese grupo paramilitar armado llamado los “Halcones”,
fue una forma fascista de contrainsurgencia, como los camisas par-
das en el nazismo, que golpeaban a los opositores hasta asesinarlos,
tuvimos en el “jueves de corpus, el 10 de junio, una respuesta de esa
naturaleza y el movimiento tuvo que replegarse frente a la represión
para no salir al espacio público, sino hasta muchos años más tarde.
De hecho después se abrió una etapa de insurgencia sindical en los

4 El Bronco es el seudónimo de Jaime Rodríguez Calderón, gobernador


electo de Nuevo León como candidato independiente en el 2015, en el
2018 pidió licencia para contender a la presidencia de la república por la
misma vía.
El M68 a cincuenta años de distancia ⎖ 341

años setenta. Muchos de los estudiantes del movimiento se van a esas


movilizaciones, por ejemplo, recuerdo a Max Ortega que se convirtió
en unos de los líderes del movimiento de la insurgencia sindical que
explica, por ejemplo, la aparición del sindicalismo universitario, de la
Tendencia Democrática del Sindicato Mexicano (sme) de Electricistas,
de la Tendencia Democrática del Sindicato Único de Trabajadores
Electricistas de la República Mexicana (sutern) y el nacimiento del
sindicalismo independiente, entre ellos el sindicalismo universitario,
estuvo muy influido por el M68, el movimiento estudiantil como tal
no va a levantar cabeza sino prácticamente hasta el año de 1986,
con el movimiento del Consejo Estudiantil Universitario (ceu)5 que
fue precedido por el terremoto del 85 el cual se reconoce en México
como el momento del despertar de la sociedad civil organizada, ante
la incapacidad del Estado para atender a las víctimas y atenuar los
daños del sismo e iniciar el proceso de reconstrucción de la Ciudad de
México. Con el terremoto surgen una gran cantidad de organizaciones
urbano-populares que, hasta la fecha, continúan existiendo de manera
organizada luchando por mejores condiciones de vida en la ciudad.
En este sentido, el despertar de la sociedad civil fue un proceso
organizativo y de lucha popular, un despertar que hasta la fecha está
tratando de ocupar espacios que abandona el Estado, la sociedad civil
se organiza y busca espacios para garantizar la salud, la vivienda, la
atención a personas vulnerables, inclusive en servicios públicos, es
decir, hay una ciudadanía organizada, que estaba y está más organizada
de lo que nosotros pensábamos. Estas son, algunas de las consecuen-
cias inmediatas de la interrupción abrupta y sangrienta del M68. El
movimiento si fue un “movimiento interrumpido” como dice Adolfo
Gilly de la revolución mexicana, que fue una revolución interrumpida;
también el M68 tuvo su interrupción, pero volvió a levantar cabeza
y pues la cabeza se llama Consejo General de Huela, #YoSoy132, se
llama padres de familia de los desaparecido de Ayotzinapa, y tendrá
otras expresiones porque de alguna manera la voz de los jóvenes no
se puede callar. En ese sentido, si muchos de ellos se están preparan-
do para las marchas que tendrán lugar el 23 de julio y el próximo 2
de octubre del 2018, a cincuenta años del M68 (e incluso de los años

5 Para un mayor conocimiento del movimiento estudiantil universitario


del ceu véase el capítulo de Valeriano Ramírez en este libro.
342 ⎖ Luis E. Gómez

posteriores), es porque son jóvenes que en el momento en el que se les


requiera van a decir ¡presente!, porque es un compromiso el ser joven
y ser revolucionario a esa edad, el ser joven y no ser revolucionario es
una antinomia, es algo contradictorio, que haya algunas excepciones
de viejos revolucionarios es posible, pero en realidad los movimientos
sociales son una particularidad de expresión de los jóvenes y en ese
sentido estarán presentes cuando sea necesario.
Yo filosóficamente soy foucaultiano, no solamente porque
he estudiado a Foucault, sino porque me identifico con algunos
aspectos de su pensamiento, yo creo que la historia está hecha de
continuidades y discontinuidades, es interesante que un movimien-
to que sucedió hace ya cincuenta años nos llame a la reflexión, que
lo conmemoremos en cierto sentido y que siga configurando una
serie de demandas –muchas de ellas vigentes y no resueltas– y que
siga siendo un horizonte de participación política. Nadie es padre
exclusivo de lo que sucede, muchas de las cosas que suceden tienen
su propia determinación, en ese sentido, efectivamente, no es que
todo haya empezado en 1968 y que el M68 sea padre de todo, no es
verdad, para entender la historia como un proceso de continuidades
y discontinuidades nos debemos referir también a las expresiones
armadas guerrilleras que fueron derrotadas mediante la línea de la
guerra sucia del Estado, a las demanda indígenas justas del zapatismo,
o bien a los movimientos médicos de los ferrocarrileros o más tarde
de los electricistas, o bien a la revolución mexicana, nos podemos ir
al movimiento de reforma juarista, son múltiples determinaciones y
múltiples raíces que dan cuenta de un presente y, además el presente
siempre tiene sus propias determinaciones y, en esa medida, tampoco
hay que glorificar de manera mecánica al M68, lo que sí me parece
importante es reconocer que fue un movimiento trascendente, es
decir, que trascendió su tiempo puesto que todavía lo conmemo-
ramos, pensamos que si no resolvió completamente sus objetivos
algunos siguen vivos y que serán otros quienes los desarrollen. Todo
movimiento forma generaciones y forma cuadros políticos, el M68
es un ejemplo de eso, todavía habemos algunos sobrevivientes, en
particular soy uno por que era muy joven en ese momento, nuestro
amigo Paco Ignacio Taibo dice que soy el junior del movimiento, en
francés dicen el cadet, el más joven del movimiento, y estamos viendo
paulatinamente como muchos de nuestros compañeros desaparecen,
El M68 a cincuenta años de distancia ⎖ 343

recientemente murió Raúl Álvarez Garín y no es el primero, es una


generación que termina, pero es una generación que quiso dejar una
herencia y que quiso dejar un legado y yo creo que eso es impor-
tante en esta historia de continuidades y discontinuidades donde
los objetivos y los propósitos, así como las banderas, las causas y
las luchas serán diferentes necesariamente porque las condiciones
históricas cambian, el M68 cumplió un objetivo parcialmente, ven-
drán otras demandas y vendrán otros objetivos y otras luchas pero
además vendrán otros actores sociales y uno de ellos, infaltable, será
la juventud, a mí me parece que sin jóvenes que quieran pensar su
tiempo y transformarlo no puede haber cambio social.
El M68 tuvo, en la lógica de la continuidad y la discontinuidad,
el ser anticipatorio y quizás prematuro, adelantó como se señala en
su manifiesto de clausura, la lucha por las libertades democráticas
que se encontraban conculcadas: libertad de expresión, libertad de
manifestación donde había que pedir permiso para expresarse en
las calles, libertad de prensa, misma que aun hoy es amenazada,
muchos periodistas han perdido la vida por su libre ejercicio, libertad
política confiscada por el partido único. Y no se diga de los hábitos
de la corrupción, quizás la más permanente de nuestros problemas
sociales. Y la violencia del Estado y la violencia de la delincuencia
organizada, donde no es solamente la penetración del narco al Esta-
do, sino además la penetración de los gobiernos al narco, donde todo
mundo quiere su parte del big bussines de las mercancías ilícitas. O el
otro negocio hoy fuera de moda de la llamada fayuca. Cincuenta años
después seguimos esperando del muriente gobierno priista signos de
autocrítica con respecto a ese período negro de la historia de México
y el reconocimiento de sus responsabilidades en los acontecimientos.
Y no solamente por los trágicos sucesos del 68. Por supuesto el propio
M68 ha hecho su autocrítica, calificar su actuación, sus carencias y
limitaciones, sus contradicciones internas, la expresión se sus des-
acuerdos y la formación de corrientes, la disidencia interna, también
necesaria a su vida democrática, la intromisión y la inducción al
interior de las posiciones gubernamentales. Todo ello se ha hecho y
se conoce, hay una gran cantidad de literatura al respecto. Pero en
las causas y las responsabilidades el diagnóstico es claro: fue el 2 de
octubre un crimen de Estado, un crimen de lesa humanidad.
Me gustaría concluir con lo siguiente, tomando en cuenta que
344 ⎖ Luis E. Gómez

todo presente tiene sus determinaciones, que las luchas y los obje-
tivos políticos de la conciencia social cambian y que el gran desafío
es no solamente tener los elementos analíticos para caracterizar el
presente, sino además ver las capacidades que se pueden generar
para trasformar la sociedad, yo pienso que el cambio social es una
tarea que no tiene fin y que exige mucha responsabilidad en todos y
cada uno de los que queremos que la sociedad pueda ser mejor, que
somos capaces de construir, un mundo diferente y con él un México
distinto. El M68 ya hizo su parte, les corresponde a las nuevas gene-
raciones hacer la suya.
345

El M68: en mi mente y en mi corazón

Alma B. León Mejía6

Cuando ocurrió el Movimiento Estudiantil de 1968 (M68) yo iba en


segundo de prepa. Estaba muy contenta de asistir a la preparatoria
fundadora, la Preparatoria 1, escuela de gran abolengo donde coin-
cidieron grandes pensadores y artistas famosos. El edificio colonial
imponía respeto; sus muros impregnados de historia, sabiduría y arte,
transpiraban la añeja humedad de otras épocas y personajes. De un
día para otro cambió la suerte y el destino de tan sagrado recinto. La
madrugada del 30 de julio la puerta principal fue destrozada de un
bazucazo por el ejército mexicano. Nunca se precisó la cantidad de
muertos y heridos entre los estudiantes que se habían refugiado, víc-
timas de la represión durante una manifestación. Entre mis recuerdos
conservo imágenes, un tanto diluidas por el tiempo: la calle de la Prepa,
Justo Sierra, estaba cerrada al tránsito vehicular y se veía cubierta por
un polvo de material de destrucción: piedras grises y de color tabique
rojo, vidrios, papeles y basura diversa. En gran parte de la calle y en
las banquetas muchos compañeros platicaban en pequeños grupos
sobre lo que estaba ocurriendo. En las paredes exteriores del edificio
ya habían colocado cartulinas y pliegos de papel donde explicaban
la situación de represión impuesta por las autoridades y la falta de
solución de algunas demandas, que más adelante serían puntos del
pliego petitorio del M68. Estos mensajes se dirigían principalmente
a la gente en general, al pueblo.
El Comité de Lucha nos convocó a una asamblea informativa sobre
el ya declarado inicio del Movimiento Estudiantil. Las principales insti-
tuciones educativas, la unam, el Politécnico, las Escuelas Normales de
Maestros, la Ibero, Chapingo y algunas otras de provincia ya estaban en
huelga; se nos informó sobre la organización por comités y se nos invitó

6 Miembro del Consejo Nacional de Huelga, estudiante de la Escuela Nacio-


nal Preparatoria Número 1 de la unam en 1968.
346 ⎖ Alma B. León Mejía

a participar en brigadas. Para muchos, entre ellos yo, la participación


surgió como una necesidad vital, era como la lava que brota de manera
irrefrenable, que arrasa con todo; era, si me lo permiten, el instinto de
libertad, la indignación y el vehemente deseo de transformar nuestro
país, de acabar con la imposición del pri-gobierno. Las exaltaciones
y suspiros provocados anteriormente por algún concierto de rock de
larga duración o alguna película del Cine Club, en el anfiteatro Simón
Bolívar, fueron sustituidos por un clamor de libertad representado en
el pliego petitorio de las demandas estudiantiles que exigían el castigo
y la desaparición del cuerpo de granaderos y la destitución de los jefes
de la Policía, entre otras demandas.

¿Por qué participé en el M68?

No lo sé. Pienso que mi iniciación en el M68 fue el resultado natural de


la combinación de algunos aspectos que coincidieron en su momento.
Sin la intención de enredarlos con mi biografía, simplemente diré que
yo fui la hija menor de una familia clasemediera, que si bien no tenía
un buen guardarropa, no me faltaban la comida, medicinas ni libros.
La primaria y parte de la secundaria las cursé en escuela de monjas y
nunca había estado en una escuela mixta, sino hasta la prepa. Estudiaba
piano con una voluminosa maestra veracruzana bastante pícara y diver-
tida, e inglés en el Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones
Culturales, en la Zona Rosa. Yo no tenía ninguna formación ideológica
o militancia política. Mis desahogos e irreverencias las canalizaba con
esa música que tanto rechazaban los mayores, “que si traen el pelo largo
es porque son maricones”, la estridencia del twist y gritos, de Enciende
mi fuego, Satisfacción y muchas otras canciones, que con la minifalda,
los pantalones acampanados y los cafés cantantes, conformaron parte
del contexto de esa época contestataria de ruptura, que se manifestó
entre los jóvenes, con mucha intensidad en diferentes países en el ámbito
social y cultural. Casi de manera simultánea descubrí otra música en
la que canciones y cantantes eran una expresión más profunda de la
inconformidad sobre las incongruencias existenciales de la sociedad.
Me refiero a Joan Baez, Bob Dylan, Peter, Paul and Mary, y obviamente el
El M68: en mi mente y en mi corazón ⎖ 347

blues proveniente de los rituales negros. Estas canciones despertaban


en mí un sentimiento de reflexión y de protesta, que junto con el rock
y algunas lecturas (Hermann Hesse), fueron mi única posibilidad para
desahogar parte de mis ímpetus de libertad y las frustraciones causadas
por la autoridad de mi madre y la moralina social. Ya para entonces
usaba mis minifaldas, fumaba, y con mi mejor amiga (hasta la fecha),
teníamos muchos amigos de sexto, recuerden que yo iba en quinto.

Mi primera salida a la calle

Después de una agitada asamblea y con el entusiasmo-indignación


hasta las nubes, una compañera y yo nos pusimos de acuerdo para ir
al Comité de Prensa y Propaganda por unos volantes para repartir
en la calle. Nos dieron volantes impresos en papel revolución y en
mimeógrafo, dirigidos al pueblo, también nos dieron un bote de
ChocoMilk forrado con papel manila, para la “cooperación para el
Movimiento Estudiantil”. Fue un encuentro maravilloso con la gente,
sentí la aprobación, el apoyo y el deseo de recibir una información
diferente a la oficial que se publicaban en los medios impresos y en
la televisión. La gente nos rodeaba y extendían sus manos y casi nos
arrebataban la propaganda. Era una sensación difícil de describir,
era el descubrimiento de una razón de existir, que transcendía mi
hasta ahora limitado entorno de la escuela y de mi media familia;
mis hermanos ya sea había casado y mis padres estaban recién
divorciados, vivía con mi madre y una hermana cuatro años mayor
que yo, que también andaba en el Movimiento, en la Escuela Superior
de Economía del Politécnico.
Empezamos a volantear en San Juan de Letrán, ahora el Eje Cen-
tral Lázaro Cárdenas. Todo iba de maravilla, hasta que mi compañera
se encontró con uno de sus tíos. A la mañana siguiente llegó con las
piernas cubiertas con mallas porque su madre le había golpeado las
piernas con el cordón de la plancha, por andar de revoltosa. No sólo
comprendí la situación de mi camarada, sentí mucha rabia e impo-
tencia. Nunca lo acordamos, pero sabíamos que era una pausa o hasta
la pérdida de una incipiente amistad, cada quien seguiría su camino.
348 ⎖ Alma B. León Mejía

El M68 y las manifestaciones

Como estábamos en huelga, dejé de ver a mis compañeros de grupo,


algunos padres de familia no les permitieron asistir a la escuela. Empe-
cé a actuar por iniciativa propia, iba por propaganda que repartía en la
calle y en los mercados. Al regresar, dejaba el bote del dinero y pasaba
al “comedor”. El laboratorio de química se había convertido en una
súper cocina. En las mesas se colocaban tres mecheros Bunsen, que
funcionaban como una parrilla para preparar una riquísima sopa de
pasta; había básicamente huevos, tortillas y frijoles. Con gran rapidez
me hice de amigos y amigas que conocí en el Comité de Prensa y Pro-
paganda (cpp) y en las asambleas. Mi espacio interpersonal, al igual
que la calle, habitado por el M68, se abrió hacia nuevas sensaciones y
experiencias. Había más proximidad con los compañeros, tanto física
como afectiva. El saludo de beso, la mayoría de las veces, era deli-
cioso; había mucha familiaridad para tomarnos del brazo o caminar
abrazados como compadres. La preparación de la manifestación del
13 de agosto fue muy intensa. Ocho, diez, catorce compañeros, eran
muchos para el espacio que ocupaba el cpp. Había que elaborar las
mantas, las cartulinas con consignas, se contaba con todo lo necesario:
mantas, pintura, pliegos grandes de papel, plumones, además de la
fuerza creadora de nuestros entusiastas compañeros que inventa-
ban consignas, dibujaban y pintaban las mantas. La manifestación
salió del Casco de Santo Tomás hacia el Zócalo. Esta fue realmente,
me atrevo a afirmar, la primera manifestación más concurrida del
México del siglo xx. Sentía una gran emoción al gritar consignas exi-
giendo democracia, libertad y justicia. Nuestras voces retumbaban
en las calles y edificios. Las banquetas se veían llenas de gente, que
nos aplaudía y aportaban algunas monedas y hasta billetes para la
causa. Éramos los dueños de la ciudad, hacíamos pintas en bardas y
camiones, realizábamos mítines relámpago y hasta bloqueábamos las
calles. La aprobación tácita o abierta de la mayoría de la gente nos
impulsaba a seguir adelante, creíamos que estábamos en la antesala
de una revolución; sentíamos y nos decían que ya era hora de propiciar
un cambio y acabar con la dictadura del pri-Gobierno.
Regina, la responsable del ccp, era una chica de llamar la aten-
ción por su aspecto físico y por la energía interior que exhalaba al
El M68: en mi mente y en mi corazón ⎖ 349

organizar las brigadas y dotarlas de suficiente propaganda y su


respectivo bote. Era originaria de Tabasco, de limitada estatura y
muy delgada, sus movimientos y su voz eran nerviosos y con mucho
énfasis; tenía un Dodge Coronet azul, de ésos que vendían por metro.
En algunas ocasiones la acompañé, junto con otros compañeros, a cu a
recoger la propaganda. Así fue como me fui integrando a un grupo de
compañeros de la Facultad de Ciencia Políticas y Sociales. Sobre esta
experiencia quiero compartir el fragmento de un texto que escribí
hace algunos años. Es representativo de un sentimiento en el que se
funden y retroalimentan el erotismo y la convicción ideológica:
Cuando te conocí, yo tenía 17 años y tú 24; era el 68, en Ciencias
Políticas. Los prepos nos encontrábamos en el exilio, ante la violen-
ta irrupción de los porros en nuestra tan sin igual Prepa Uno. En ti
percibí al revolucionario. Te recuerdo con una indumentaria militar:
vestías un pantalón y camisa color caqui, botas y un rostro sin rasu-
rar. En ese entonces no había tiempo para pensar en gustos y placeres
pequeño burgueses. Tu discurso me envolvió. Por primera vez, alguien
me cuestionaba mi quehacer que, hasta entonces, yo consideraba
revolucionario. Por primera vez, supe que había algo más que mentar
madres en contra del gobierno. La revolución es algo muy serio, que
requiere de gente comprometida dispuesta a dejar todo por los ideales.
Tus gestos, tu mirada y tu voz me infundieron mucho respeto.
Los días transcurrían en un ir y venir de la Prepa a cu, una o dos
veces por semana. Teníamos serios problemas con los porros, que no
nos dejaban trabajar y constantemente nos sentíamos amenazados.
Así que buscamos asilo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.
Nos integramos a sus actividades en asambleas y brigadas. Así conocí
a Paco Taibo (el ahora Paco Ignacio Taibo II) y a otros camaradas.
Nuestras principales actividades eran el brigadeo por la ciudad en
centros de trabajos, mercados y fábricas, con dos o tres compañeros,
y también la realización de mítines relámpagos en lugares de con-
centración de gente. Disfrutaba con mucha intensidad esos mítines
relámpago porque sentía la solidaridad y la fuerza de la colectividad.
Lo primero que se hacía era tomar prestado un camión de transporte
urbano, que se conseguía sin mayor problema porque casi siempre
contábamos con el apoyo del chofer, que al final de la jornada le dába-
mos algo de dinero del que habíamos recolectado. Circulábamos por
las principales avenidas, Insurgentes, Universidad, Revolución, gri-
350 ⎖ Alma B. León Mejía

tando consignas y en los altos de semáforo nos bajábamos a repartir


propaganda. Llegábamos a las plazas públicas, la gente se congregaba
y escuchaba con atención las intervenciones de los oradores, cuyas
voces se amplificaban con el megáfono. En ese entonces las mujeres
no podíamos entrar a las cantinas y nuestra presencia en los billares
no era bien aceptada. Ganamos esos espacios, no sólo para el volan-
teo sino también para expresar de viva voz nuestra inconformidad
e invitar a la gente a participar en el M68 con el “Únete pueblo, te
están explotando”. Con gran satisfacción sentíamos el apoyo y la
admiración de los parroquianos por nuestro empuje y atrevimiento
de traspasar límites.
Otra forma de manifestarnos era el bloqueo momentáneo en
las avenidas importantes para gritar consignas y repartir volantes a
conductores y peatones. Por ejemplo, recuerdo cuando interrumpimos
el tránsito en la avenida Melchor Ocampo, ahora el Circuito Interior,
justo enfrente del edificio de la Compañía de Luz y Fuerza. Se realizó
un mitin relámpago, los empleados desde las ventanas nos aplaudían.
En una ocasión coincidimos universitarios y politécnicos en lo que
fue estación de Ferrocarriles Nacionales de México, en Buena Vista.
Ese día en la tarde un grupo numeroso, como de cuarenta compañe-
ros, tomamos pacíficamente un camión de pasajeros. Pactamos con
el chofer el tiempo y las condiciones para que nos condujera a los
lugares donde realizaríamos mítines. Después de un largo recorrido
llegamos a la Plaza de Garibaldi, los mariachis nos recibieron muy
bien, y hasta nos querían complacer con alguna canción. Realizamos
el mitin. Decidimos ir por último a la estación de Buena Vista, ahí nos
dejaría el chofer, pues ya tenía que regresar el camión.
Entramos a la estación gritando consignas, que resonaron en
toda la amplitud de las salas donde mucha gente, entre pasajeros,
parientes y amigos, esperaba la salida o la llegada de los trenes que
atravesaban gran parte de país. Al terminar con nuestras consignas,
fuimos sorprendidos por el clamor de otras voces, que proclamaban
lo mismo que nosotros. Fue el encuentro, sin acuerdo alguno, entre
universitarios y politécnico. El único lugar donde hasta entonces solía
ocurrir era el estadio de cu, en el que cada año se enfrentaban en el
tradicional clásico de futbol americano. Ahí manifestaban su mutuo
repudio con insultos verbales y en ocasiones hasta con golpes. Por
fin, se daba un encuentro no sólo amistoso sino fraternal entre las
El M68: en mi mente y en mi corazón ⎖ 351

dos instituciones. Nuestra lucha por un interés común nos unía en lo


más profundo. Nos ofrecieron llevarnos hasta cu. Nos subimos en un
autobús del Politécnico, no recuerdo de qué escuela era, y con gran
entusiasmo hicimos el recorrido. Íbamos cantando las canciones del
M68, alusivas al Che, Marx, Fidel Castro, y en contra del gobierno
represor; también platicábamos sobre nuestras impresiones y expe-
riencias. Recuerdo que en avenida Revolución nos encontramos con
una camioneta de la policía, y con toda la libertad de sentirnos dueños
y protegidos por el apoyo de la gente, los insultamos y les gritamos
“asesinos”. Llegamos a la Facultad de Ciencias Políticas con una gran
euforia, sintiendo los vientos de la lucha y de la esperanza del cambio
social en nuestro país. Ciudad Universitaria y en particular la Facultad
de Ciencias Políticas era nuestro centro de operación. Disponíamos
por completo de las instalaciones. En las oficinas de la Dirección, por
estar alfombrada, era el dormitorio de los compañeros; la cafetería,
el comedor, ahí les preparamos una suculenta cena a nuestros com-
pañeros politécnicos. Fue una despedida muy emotiva.
La manifestación del 27 de agosto partió del Museo de Antropo-
logía al Zócalo. Éramos muchísimos, cientos de miles. Algunos calcu-
laron cerca del millón, a las siete de la noche todavía no había salido
la retaguardia. En nuestro recorrido por Reforma íbamos coreando
consignas y chiflidos con dedicatoria. Cuando pasamos por la emba-
jada gringa la rechifla y las mentadas fueron unánimes y frente a los
edificios del Universal y de Excélsior, cortando mangas (mentada de
madre con el brazo) gritamos “Prensa vendida”. Éramos tantos que no
todos alcanzaron lugar en la plancha del Zócalo, nosotros sí, porque el
contingente de Prepa Uno fue de los primeros. Antes de que empezara
el mitin hicimos resonar en pleno Zócalo, enfrente del Palacio Nacio-
nal, una de las consignas que mejor representaba nuestro repudio
a Gustavo Díaz Ordaz, que repetimos infinidad de veces: “Hocicón
sal al balcón”. Escuchamos con atención a los oradores, que desde el
techo de un camión del Poli, hacían llegar discursos combativos que
expresaban la convicción de seguir adelante en nuestra lucha hasta
alcanzar la victoria. Esa noche mucha gente decidió quedarse en el
Zócalo en plantón hasta el primero de septiembre, fue la aceptación
de la provocación del líder traidor Sócrates Campos Lemus. En la
madrugada el Zócalo fue desalojado por tanques del ejército.
352 ⎖ Alma B. León Mejía

Mi iniciación teórico-poética

Una actividad complementaria e importante de mi participación en


el M68 fue mi iniciación en el estudio de algunos textos sobre marxis-
mo-leninismo y maoísmo, que algunas organizaciones publicaban en
periódicos y boletines artesanales impresos en papel revolución y en
mimeógrafo. Era necesario estudiar y tener claridad sobre el cambio
social que proponíamos, para poder explicarle a la gente la razón de
nuestro movimiento. Además de estos textos, una lectura obligada,
al menos para mí, fue el libro de Martha Harnecker, Los conceptos
elementales del materialismo histórico. Empecé a familiarizarme con
“la lucha de clases, el triunfo ineludible del proletariado, las condi-
ciones objetivas y subjetivas para que se dé una revolución”, etcétera.
La expresión de estos conceptos los encontré de manera vivencial en
las novelas soviéticas, La madre de Máximo Gorki y Así se templó el
acero de Nikolai Ostrovki, en las que se narraban las experiencias de
personajes surgidos del pueblo, que se destacaron por su participación
en la Revolución Bolchevique. Gracias al grupo de compañeros-amigos
al que me integré, comandado por Paco Taibo, descubrí a escritores
latinoamericanos con los cuales empecé a convivir a tal grado que
cuando me fui a inscribir a la Facultad de Filosofía y Letras, cambié
la carrera de Psicología que había elegido, por la de Lengua y Litera-
tura Hispánicas, ésta ha sido una de mis mejores decisiones. Entre
los compañeros se comentaban de manera informal las lecturas de
Benedetti, García Márquez y Julio Cortázar. Una vivencia que guardo
como uno de mis mejores recuerdos es una reunión en casa de Paco. En
esa fiesta-reunión había gente de la Prepa y de otras escuelas, princi-
palmente de Ciencias Políticas, Filosofía, y de Economía. El vino tinto
no dejaba de fluir, era también mi iniciación, hasta la fecha conservo
ese gusto. Por primera vez escuché a Paco Ibáñez, un intérprete de
poesía musicalizada de diversos poetas españoles: Miguel Hernández,
Quevedo, Góngora y Gabriel Celaya, entre otros grandes. No puedo
evitar compartir unas estrofas de la poesía de Gabriel Celaya “La
poesía es un arma cargada de futuro”, que desde la primera vez me
cimbró en lo más profundo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
El M68: en mi mente y en mi corazón ⎖ 353

como el aire que exigimos trece veces por minuto,


para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
El texto completo y la versión musicalizada la pueden encontrar en
Internet. Para la manifestación silenciosa del 13 de septiembre, nos
tuvimos que esmerar mucho en la elaboración de nuestras pancartas,
pues no podíamos hablar, gritar y menos chiflar durante la marcha.
Fue realmente impresionante percibir el silencio en las pisadas de
la multitud. Lo único que se escuchaba eran las manifestaciones de
apoyo de la gente que se encontraba en las banquetas y en el camellón
del Paseo de la Reforma. Precisamente ahí estaba mi madre, se veía
emocionada, con un movimiento de cabeza aceptaba mi participación
en el Movimiento. Mi madre era un tanto contradictoria. Como buena
géminis, en ella vivían dos personalidades. Una, que era la habitual, la
que quería controlar e imponer mis relaciones sociales, siempre con el
temor de que mis amistades me llevaran por los caminos prohibidos
de la irreverencia y de la sensualidad; su otra mitad, tenía que ver
con sus deseos de superación, de ser una mujer independiente y que
constantemente despotricaba contra el Gobierno. Tanto llegó a tran-
sigir en el Movimiento, que me permitió darle asilo a un compañero
de Chapingo, por una noche.

La represión antes de las Olimpiadas

El 15 de septiembre lo celebramos en la explanada de cu y desde el


balcón de Filosofía y Letras. Fue una gran fiesta mexicana. Además del
Grito de Independencia dado por Herberto Castillo, hubo discursos,
lectura de poesía, participación de cantantes y grupos musicales. El
18 de septiembre el ejército entró a Ciudad Universitaria, detuvieron
a muchos dirigentes y activistas, y hasta gente que transitaba por
Insurgentes, que no tenía nada que ver con el M68, como fue el caso
de un hombre y una mujer vestidos de gala porque iban a una boda.
354 ⎖ Alma B. León Mejía

El Casco de Sto. Tomás, una de las sedes del Politécnico, fue tomado
por el ejército, el 23 de septiembre. El gobierno tenía que hacer lim-
pieza, pues ya se aproximaban las Olimpiadas. La situación se volvió
crítica, ya no teníamos un espacio para organizarnos y realizar las
asambleas. La brigada en la que estaba trabajando empezó a operar
desde la casa de una de las compañeras, y así pasamos a una supuesta
clandestinidad. La compañera Claudia (obviamente es un seudónimo)
vivía con su madre y sus hermanos en un modesto departamento en
un cuarto piso de uno de tantos edificios donde se venden muebles,
en “La Lagunilla”. En nuestra brigada había compañeros de diferen-
tes escuelas: Prepa 1, Facultad de derecho, Arquitectura del Poli y
Chapingo. Acordamos medidas de seguridad, que no fuimos capaces
de seguir. Usábamos seudónimos, que la mayoría olvidaba utilizarlos
y nos desenmascarábamos cada vez que hablábamos por teléfono.

Mi detención

Hasta la fecha no me he puesto a considerar si se trató de una denun-


cia. Fuimos detenidos por la Federal de Seguridad la noche del 27 de
septiembre, cuando recién llegábamos de un mitin en Tlatelolco. Ese
día estuvimos volanteando, y comentando, con los que se dejaban,
algunos artículos de la Constitución. No tuvimos tiempo ni para comer,
nos fuimos al mitin, donde se anunció la realización de la concen-
tración del 2 de octubre, ahí en Tlatelolco. Había llovido, estábamos
empapados y con hambre. Claudia nos invitó a su casa. Todavía no
cenábamos cuando llamaron a la puerta preguntando por Claudia.
Cuando abrió la puerta, la empujaron y se metió un grupo de hombres
armados, vestidos de civil. Voces fuertes, reclamos e histeria, todo en
cuestión de segundos. No había por donde escapar, “ya nos llevó el
tren”. Con insultos nos ordenaron ¡las manos sobre la nuca! Además
de la propaganda, encontraron a la hermana de Claudia, temblando
en el suelo, poseída por la histeria. Nos hicieron cargar con toda la
propaganda. Divididos en grupos, nos subieron a unas camionetas
particulares. A mí me tocó ir con Félix, compañero de la Escuela de
Arquitectura del Poli, a quien el miedo y la impotencia, lo hacía hablar
El M68: en mi mente y en mi corazón ⎖ 355

de manera ininterrumpida con una voz llorosa y temblorosa. Félix


trataba de justificar con mentiras incoherentes que estaba de visita
en casa de Claudia y no tenía nada que ver con el M68. Yo, ilusamente
quería hacer valer mis derechos como ciudadana: “¿Tienen orden de
aprehensión?” “¿Cuál es la causa de nuestra detención?” Se burlaron
y nos empezaron a torturar psicológicamente: “que ya habíamos
arruinado nuestra vida”, con insultos y amenazas como ¡ya se los
cargó la chingada!, ¡no se imaginan lo que les espera!
Después de deambular por la ciudad durante un buen rato en
patrullas de la policía por más de un hora entramos al estacionamiento
subterráneo de la Jefatura de Policía, en Tlaxcoaque. En un pasillo con
bancas nos sentaron, teníamos prohibido hablar. Ahí me di cuenta de
quiénes éramos los detenidos: tres mujeres y cinco hombres, entre
ellos estaba el hermano de Claudia, que era totalmente ajeno al M68.
Los compañeros se veían mal, ya les habían dado algunos golpes de
esos que se sienten, pero no se ven. Uno de los agentes, de mala gana,
nos preguntó el número de teléfono de casa. Uno por uno fuimos
llamados para el interrogatorio. Primero fue la identidad: nombre,
seudónimo, ocupación, etcétera. Junto al agente, había alguien que
escribía las respuestas en una ruidosa máquina de escribir. Tenía
mucho coraje, sin embargo, mi miedo era mayor. Decidí actuar como
una inocente niña fresa: “Además de la preparatoria, estudio piano e
inglés; vivo en la colonia San Angelín, al sur de la ciudad”. El guarura
que me interrogó era un comandante, mal encarado y violento, bur-
lón y grosero. Me preguntó si yo era trotskista, lo negué y dije que
desconocía lo que significaba ser trotskista; que si había estado en el
mitin, preguntó, lo negué, pero con una serie de preguntas en cadena,
se me cayó la mentira.
―¿Quiénes hablaron en el mitin?
―No sé, no conozco a los líderes por su nombre
―Pero los pudiste ver y reconocer.
―No, porque no veo bien, uso anteojos.
―¿Ah, no me ves? –y alzó la mano e hizo el símbolo de la victoria.

Revisaron mis pertenencias. En mi cartera encontraron dos fotos


de mi gato, que revisaron con cuidado, por si tenían escrita alguna
información. Fui consciente de la importancia que tenía yo para el
gobierno, del supuesto riesgo que llegué a representar para “ellos”:
356 ⎖ Alma B. León Mejía

yo una chava de apenas de 17 años, estudiante de preparatoria. No


era líder, ni guerrillera ni terrorista; simplemente era una activista
del M68 que ahora reivindico con mayor fuerza. Nos agruparon en
hombres y mujeres, y nos condujeron a lugares distintos. Dieron la
orden para que a las tres mujeres nos llevaran a los separos. Fue
impresionante en todos los sentidos, y no precisamente hablando
de lógica, sino de percepción sensorial. Desde la entrada los olores
humanos formaban una densa atmósfera. Inmediatamente fuimos
el centro de atención de los huéspedes que estaban tras las rejas.
Había mujeres, chavas y chavos menores de edad, entre prostitutas y
delincuentes. Nos miraban con desprecio y recibíamos tanto insultos
como piropos. En ese lugar estuvimos como una hora.
Nos llevaron a las oficinas del sexto o séptimo piso. Ahí nos dieron
torta y refresco. Después nos llevaron a un gran cuarto como bodega
para que nos instaláramos para pasar la noche. Ahí habían depositado
objetos que trajeron de las escuelas cuando fueron tomadas por el
ejército y la policía: varios mimeógrafos, mucha propaganda, mantas,
megáfonos... Fue una noche en vela, nos la pasamos conversando, “has-
ta de lo que nos íbamos a morir”. Como a las nueve de la mañana nos
bajaron a desayunar a la cafetería de los policías. Tomamos café con
leche con pan de dulce. Volvimos a nuestra celda-bodega. A mediodía
nos dijeron que podíamos llamar a nuestras casas para que después
de la siete vinieran a recogernos.

Epílogo

El 2 de octubre estuve secuestrada por mi madre, que me impidió salir.


Después de la masacre y la detención de los principales líderes del
Concejo Nacional de Huelga (cnh), todavía se realizaron asambleas y
las escuelas seguían en paro. A principios de diciembre se disolvió lo
que quedaba del cnh, pero su recuerdo quedó grabado en mi mente
y en mi corazón.
357

¿Por qué el 2 de octubre de 1968 no se olvida?

Octavio Solis Trovamala7

Esta fecha ya está inscrita, gravada en la memoria histórica de nues-


tro pueblo, el pueblo mexicano. Significa entre otras muchas cosas la
rebeldía, la indignación frente a un estado de cosas que se vivían en el
país, acumulándose durante décadas; en un sistema de vida económico,
social, cultural y político sintetizado en un Estado y sus gobiernos en
los distintos niveles: federal, estatal y municipal, que junto al partido
oficial, el Partido Revolucionario Institucional (pri) concentraban en
poder en forma única, fusionada. ¡No se movía una sola hoja de un
árbol¡ sin la autorización del régimen de partido de Estado. Esto que
parece una exageración era representado por el presidencialismo y
se traducía en un régimen despótico, autoritario, antidemocrático y
represivo. ¡Todo lo tenía que saber, autorizar el gran Tlatoani!, o sea
el presidente en turno. La división de poderes se mantenía como una
mascarada, el poder legislativo, el poder judicial siempre estaban al
servicio del Señor Presidente. Lo mismo con los medios impresos,
radiofónicos y, posteriormente, la televisión, controlados y subsidiados
desde la Presidencia de la República; habría que preguntarse ¿cuánto
ha cambiado en la actualidad?
Larga es la lista de experiencia de situaciones, no poco trau-
máticas, dolorosas que vivieron muchos sectores de la población
tanto en el campo como en las ciudades, en su afán de manifestar su
inconformidad ante esta situación. Siempre existió una oposición
que era perseguida, atacada y reprimida. Recordamos las batallas
que dieron los ferrocarrileros, los maestros, los mineros de Nueva
Rosita Coahuila, los petroleros, médicos, periodistas, campesinos
y estudiantes (en los años 1957-58-59). No pocas veces fueron a la
cárcel, asesinados o desaparecidos. Y a pesar de todo, el pueblo

7 Miembro del Consejo Nacional de Huelga, estudiante de la antigua Escuela


Nacional de Ciencias Políticas unam en 1968.
358 ⎖ Octavio Solis Trovamala

siguió resistiendo, luchando por un régimen democrático en el que


se respetará la voluntad popular, pues las elecciones eran una fic-
ción donde el pri acaparaba los procesos electorales e imponía a sus
candidatos en todo el aparato estatal, en las cámaras de diputados,
de senadores; los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, procuradores, jefes policiacos, las promociones dentro del
ejército y la Marina, sin olvidar los miembros del Servicio Exterior
como los embajadores, cónsules y demás.
Las policías, los juzgados, el ministerio público estaban listos
para sentenciar y encarcelar a los opositores, fueran estos de cual-
quier filiación partidaria o religiosa. En este ambiente político surge
el movimiento estudiantil-popular de 1968 (M68) como un grito de
rabia y de inconformidad. Habrá que mencionar también como antece-
dente la lucha de los estudiantes de las normales rurales de Morelos,
de Hidalgo, de Guerrero, de la Escuela de los Hermanos Escobar, en
Cd. Juárez Chihuahua, en la Benemérita Universidad Autónoma de
Puebla de Puebla, en la Universidad Nicolaita de Morelia Michoacán.
La universidad del Estado de Durango se sumó a la creación de un
Frente Popular en Defensa del Cerro del Mercado y en defensa del
mineral que se extraía para ser llevado a la Fundidora de Monterrey,
sin dejar beneficio a la población local, dueña de las minas; éste con-
flicto reapareció y creció en 1970. Sumado a lo anterior está el artero
asesinato de Rubén Jaramillo, líder campesino zapatista, y su familia
en Morelos; en 1966 en la propia unam, el movimiento estudiantil que
se gestó con el objetivo de deponer al Rector Ignacio Chávez eminente
cardiólogo. Lo que hasta la fecha no ha sido esclarecido ¿Cuáles fue-
ron los motivos que propiciaron su caída? ¿Qué grupos e intereses
entraron en juego? Desde mi punto de vista fueron los del gobierno
en turno y los de la propia Central de Inteligencia del gobierno de los
Estados Unidos (cia) para deponerlo en forma humillante.
Pero nuestro país no era, y no lo es hoy, una isla. Sobre todo en
la actualidad con el sistema neoliberal y la globalización de la eco-
nomía. Nuestro país ha mantenido dependencia del extranjero, de
otras economías, particularmente de la norteamericana que siempre
ha visto nuestras riquezas naturales con ambición, prueba de ello
fue esa guerra injusta y de rapiña que hicieron contra México en la
década de 1840, por la cual nos despojaron, por la fuerza militar, más
de la mitad de nuestro territorio nacional, lo que algunos quisieran
¿Por qué el 2 de octubre de 1968 no se olvida? ⎖ 359

que olvidáramos, sin embargo, ese estigma permanece, está vivo. Y


si bien esto es una verdad de fondo, también estamos sujetos a otras
influencias, como fue en la década de los sesenta, cuando a nivel
internacional se generó una reacción y lucha juvenil pacifista y de
resistencia en contra de la guerra de Vietnam, en esos días nuestra
simpatía como estudiantes por la Revolución Cubana era paradigma
y símbolo del espíritu revolucionario latinoamericano.
Como bien dijo Salvador Allende, presidente de Chile asesinado
en 1973, “Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta
biológica”. Uno de los saldos que dejaron esas luchas, antes del M68,
fue una gran cantidad de presos políticos, lo que se convirtió en una
demanda central que levantamos en el movimiento. Esto sucedió, en
principio, en la Facultad de Ciencias Políticas de la unam, al iniciar
una huelga de hambre solidaria con la que realizaban los presos que
estaban en el “Palacio Negro de Lecumberri”. Después de algunas
manifestaciones en contra de la guerra de EUA en Vietnam, la invasión
a Rep. Dominicana, Panamá y otros pueblos, esas movilizaciones y
protestas desembocaron el 26 de julio en un gran estallido después de
la manifestación de celebración de la Revolución Cubana. Es importante
mencionar que esa tarde, esa noche fue reprimida, lo que para mí fue
la causa principal que originó las batallas posteriores.
No lejana estaba la sucesión presidencial y la “familia revolucio-
naria” en el poder albergaba sus contradicciones, ese clima político
lleno de turbulencias era propicio para los golpes y las “patadas bajo
la mesa”. Artificialmente se provocó un enfrentamiento entre estu-
diantes de la escuela particular Issac Ochoterena y estudiantes de
la Vocacional 5 de IPN, en la Ciudadela, para hacer quedar mal entre
sí y quemar la imagen de unos y otros aspirantes a la silla presiden-
cial. A la par, cuando preparamos y organizamos desde la izquierda
universitaria la manifestación del 26 de julio poníamos en práctica
nuestras formas de organización a través de las brigadas políticas
que nos permitían ser ágiles, eficaces propagandistas de nuestras
ideas y acciones, esto constituía una forma elemental de organización
que después generalizamos en todo el movimiento en expansión. Esa
tarde marchamos por todo “Niño perdido” y “San Juan de Letrán” hoy
Eje Central Lázaro Cárdenas. Partimos de la explanada de la SCOP en
la calle de Xola, con nuestras banderas, mantas y carteles coreando
las consignas de apoyo a la revolución cubana, a sus líderes y héroes,
360 ⎖ Octavio Solis Trovamala

que también eran nuestros. Recuerdo entre otras: “Fidel, seguro, a los
yankis dales duro”, “Yankis go home”, “Cuba, que linda es Cuba, quien
la defiende la quiere más, que linda es Cuba”, “Un Fidel que vibra en
la montaña, un rubí, cinco franjas y una estrella, Cuba que linda es
Cuba”, “Presos políticos, libertad”.
Estábamos jubilosos, fraternos, combativos, a pesar de la amena-
za latente de ser reprimidos por el cuerpo de granaderos y la tenebrosa
Federal de Seguridad, lo mismo que el Servicio Secreto del Distrito
Federal (DF) y sus mazmorras en los separos del edificio de la Plaza
de Tlaxcoaque, hoy desaparecido. Sabíamos que los grupos porriles
financiados por Gobernación, el gobierno del departamento del DF, y la
inteligencia militar, estarían infiltrados para ser usados como grupos
de choque y así amedrentar, golpear y secuestrar a los militantes de
izquierda; sumado a esto los grupos de ultraderecha como el MURO
(Movimiento Universitario de Renovadora Orientación) que tenía su
origen en lo más conservador de la iglesia católica, estaban entrenados
para atacar como lo hicieron en varias ocasiones, incluso sin reparar
en denigrar a sacerdotes progresistas como lo hicieron con el obispo
Don Sergio Méndez Arceo, hombre digno, al lanzarle pintura roja en
el aeropuerto cuando regresaba de su viaje a Cuba.
Nuestro contingente esa tarde del 26 de julio, al llegar frente a
la torre Latinoamericana hizo un alto, para diferenciarnos de otro
contingente de la FNET (Federación Nacional de Estudiantes Técnicos)
que estaba en el Hemiciclo a Juárez y con el cual teníamos diferencias,
porque para nosotros representaban al igual que las FUSAS (Federa-
ción Universitaria de Sociedades de alumnos) en la UNAM; la burocracia
mediatizada que manejaba el Estado para mantener el control del
sector estudiantil e impedir su autonomía por la vía de la cooptación y
corrupción de los representantes de las sociedades de alumnos. Estas
estructuras tuvieron que ser rebasadas y derrotadas en la lucha, lo que
fue en múltiples momentos motivo de confrontaciones y agresiones
físicas. Así nacieron los comités de lucha del M68. Entre la tarde y la
noche de aquel 26 de julio, nos enteramos que unos estudiantes de las
vocacionales habían sido reprimidos en los alrededores del Zócalo, y
recuerdo claramente que en esos momentos nos pusimos al frente y
conminamos a los que estaban en el Hemiciclo a encadenar nuestros
brazos y arrancar hacia el Zócalo para darles apoyo a los reprimidos.
Así sellamos la unidad entre politécnicos y universitarios. Para mí ahí
¿Por qué el 2 de octubre de 1968 no se olvida? ⎖ 361

empezó el estallido, “la chispa que incendió la pradera”.


Esa noche fue de enfrentamientos, mítines, de combates en todo
el Centro Histórico de la Ciudad. En un momento quedamos atrapados
el compañero Javier y yo, frente al Palacio de los Azulejos, en la calle de
Madero, cuando dos grupos de granaderos, por ambos lados avanzaban
hacia nosotros; ante las rejas de la Iglesia de San Francisco pedimos que
nos dejarán entrar, se negaron y cerraron las rejas. Solo por milagro,
en un repliegue de los granaderos que venían de San Juan de Letrán
nos permitió salir de esa trampa. Siguió el combate, la gente salía a
sus ventanas, balcones y les tiraba objetos a los policías; nos daban
la razón, eran solidarios, recuerdo que haciendo un mitin relámpago
sobre el toldo de un automóvil, de pronto me vi rodeado de decenas
de adolescentes de secundaria, receptivos. Ahí comprendí que eso
ya era otra cosa, de gran intensidad, fuerza, que habíamos logrado
romper el silencio de lo que el gobierno llamaba la “paz social”, tan
manida e invocada en los discursos oficiales, acartonados y adereza-
dos de retórica demagógica. Avanzada la noche regresamos a Ciudad
Universitaria (cu) y en un salón pequeño de la Facultad de Filosofía
y Letras nos reunimos espontáneamente un grupo de compañeros
para evaluar lo que había pasado, ahí nació el embrión de lo que más
tarde sería el Consejo Nacional de Huelga (cnh) órgano y espacio de
deliberación y dirección política, al que se sumaron universidades
públicas, privadas, institutos y más tarde organizaciones populares.
En el momento de la reunión en Filosofía y Letras, se apagaron
las luces de todo el campus, era la obscuridad total, alguien comentó
que el ejército tomaría Ciudad Universitaria, algunos compañeros
que salieron de cu fueron detenidos en sus inmediaciones, fue el
caso de Darío, estudiante de Arquitectura, camarada con quien
habíamos hecho, llenos de entusiasmo, desde 1967 un periódico en
el que logramos reunir las mejores plumas de intelectuales de esos
años, como José Revueltas, Carlos Pellicer, Renato Leduc, Carlos Mon-
siváis, Vicente Rojo, Leonora Carrington, entre muchos otros. Al día
siguiente la prensa nacional, la radio y la televisión se ensañaron con
los detenidos, exhibiéndolos como lo peor de la juventud mexicana:
de vagos, delincuentes o subversivos no los bajaron. Otro compañero
y yo pudimos permanecer en la Facultad de Ciencias Políticas hasta
el amanecer; esa noche no entró el ejército, fue sólo un “borrego”.
Esperamos a que iniciaran las clases del turno matutino, pasamos a
362 ⎖ Octavio Solis Trovamala

informar a los salones sobre lo que había ocurrido el día anterior y los
convocamos a una asamblea en el jardín de la Facultad. Nuestro com-
pañero Rendón empezó diciendo “¿Es que hemos perdido la capacidad
de indignación? Tenemos que seguir luchando y organizarnos ya”.
Algo de mucha fortaleza para el M68 fue haber superado las
diferencias provocadas por el Estado para impedir la unidad del sector
estudiantil e inhibir sus demandas en común, con el apoyo popular.
Los grupos porriles, que después se fueron convirtiendo en grupos
parapoliciacos o paramilitares, actuaron al verse rebasados por la
acción y organización de las masas; actuaron primero solapadamente
y más tarde con descaro. Eran y son instrumentos de sabotaje en las
asambleas, mítines y marchas; se replegaron en principio por el ascenso
y después se envalentonaron en el reflujo posterior al 2 de octubre,
fecha del genocidio en la Plaza de las Tres Culturas, en el corazón del
de Tlatelolco. Desde el día en que ejército y la policía ocuparon varias
escuelas y destruyeron la puerta barroca de la entrada principal de la
Preparatoria 1 de San Ildefonso, la ofensa estaba hecha, al violarse la
autonomía universitaria, lograda en 1929 también con un movimiento
estudiantil que tuvo líderes con gran visión política; para consolidar
la libertad de cátedra, piedra angular para la formación académica y la
conciencia crítica. Con celeridad se dieron más marchas de protestas
como la del 1° de agosto encabezada por el Rector Ing. Javier Barros
Sierra. La del 13 de agosto que fue imponente porque se enarbolaba
el “pliego petitorio” que planteaba esencialmente varias demandas
democráticas. Por su importancia lo cito a continuación:
1. Libertad a los presos políticos; 2. Destitución de los generales Luis
Cueto Ramírez y Raúl Mendiolea, jefe y subjefe Policía capitalina, así
como del teniente coronel Armando Frías, comandante de los grana-
deros; 3. Extinción del Cuerpo de Granaderos, instrumento directo de
la represión, y no creación de cuerpos semejantes; 4. Derogación de
los arts. 145 y145 bis del Código Penal Federal (que tipifican el delito
de Disolución Social), instrumentos jurídicos de la agresión a quien
manifieste puntos de vista políticos discrepantes de los oficiales; 5.
Indemnización a las familias de los muertos y a los heridos víctimas de
la agresión desde el viernes 26 de julio; 6. Deslinde de responsabilidades
de los actos de represión y vandalismo por parte de las autoridades a
través de la policía, granaderos y ejército.
Los estudiantes más comprometidos tomamos las instalaciones y
¿Por qué el 2 de octubre de 1968 no se olvida? ⎖ 363

oficinas de nuestras escuelas, ahí estábamos transformando nuestras


vidas, echando mano del mimeógrafo, del megáfono y del ingenio
para expresarnos. Al tomar la imprenta de la unam se elevó la cali-
dad gráfica de los volantes y la gaceta del movimiento, la difusión se
amplió y también mejoró. Recuerdo que mi profesor de Teoría Social,
Francisco López Cámara me llamó y me dijo: “debe usted saber que
ya usted es otro, su vida está fracturada por el antes y el presente, y
ahora cuídela”. El 18 de septiembre, empezada la noche, estábamos
cuatro compañeros comiendo en donde hoy es la Facultad de Eco-
nomía, era la Escuela de Comercio y Administración, cuando entró
otro estudiante y nos dijo: “¡afuera está el ejército!”, salí y vi las tan-
quetas y cientos de soldados. Regresé a donde teníamos concentrada
la información del Comité Nacional de brigadas, tomé los cientos de
hojas con los nombres, pseudónimos y escuelas a quienes coordi-
nábamos para todas las acciones de propaganda: toma de fábricas
como, la Cervecería Modelo, Estación Pantaco con los ferrocarrileros,
Garibaldi, mercados, oficinas de gobierno; ahí realizábamos mítines
relámpago con un orador, dos volanteando y dos vigilando la salida;
como olvidar a compañeros entrañables como: Eligio Calderón, Jaíme
Goded, Mario y Juan Pablo Solórzano Foppa, al mismo Javier Molina,
que fuimos compañeros desde la prepa, y formamos la Brigada Marilyn
Monroe. Fueron cientos de hojas a las que prendí fuego, para evitar
que cayeran en manos de ejército. Propuse de inmediato a un grupo
de compañeros, salir por el pedregal; algunos pensaban que había
que concentrarse en la Facultad de Medicina donde sesionaba el cnh,
era noche y decidimos salir por el pedregal entre la lava petrificada,
había luna llena y eso nos ayudó a iluminar el camino. Al salir a la
Av. Insurgentes obligamos a un automovilista a que nos llevara al
“Altillo”, ahí era el punto de reunión, llegamos algunos, otros fueron
detenidos y subidos a los camiones del ejército.
Después de esta acción audaz, hicimos muchísimas actividades,
largas de contar, en la semiclandestinidad, estábamos informados,
coordinados pero casi “a salto de mata”. En una ocasión, varios
compañeros del cnh fuimos a entrevistarnos con el general Lázaro
Cárdenas del Río, nos recibió en la sala de su casa en las Lomas de
Chapultepec, escuchó de pie nuestros comentarios de lo que había
pasado en la toma de Ciudad Universitaria; Javier y yo estábamos a su
lado cuando le planteamos tomará a bien hiciera un pronunciamiento
364 ⎖ Octavio Solis Trovamala

público, demandando la salida del ejército de cu y contestó: “Voy a


dar respuesta en principio a lo que piden los jóvenes”, y señalándonos,
dijo: “no creo oportuno un pronunciamiento público, porque se des-
ataría la participación de fuerzas contrarias a los intereses del país,
sin embargo, voy a hablar con el Presidente y se lo pediré, pero debo
decirles jóvenes que toda lucha social, cuesta sangre”. Esta entrevista
fue días antes del 2 de octubre, fecha que hoy conmemoramos los
mexicanos y que como reza la consigna “2 de octubre no se olvida, es
de lucha combativa”.
A partir de este testimonio y de las enseñanzas del M68 a las
luchas del pueblo y de los estudiantes quisiera terminar mi relato
pidiéndoles que estemos alertas por todo lo que vive nuestro pueblo
hoy en día. Ya que es indignante saber de la saña, la crueldad demen-
cial con la que sigue actuando el Estado mexicano y su sistema de
dominación, oculto con el teatro de una democracia ficticia. Pareciera
que no terminan de saciar su odio ideológico y tienen que refrendar
con genocidios sus servilismo a la clase dominante, la oligarquía a la
que se deben, justificándose con un lenguaje viciado y hueco, cuando
dicen que están “para defender a las instituciones” y en realidad para
servir a la connivencia de intereses entre los poderes fácticos y la
clase política, como depositaria de la corrupción oficial, pandemia
que padece nuestro pueblo. Sea esta fecha para recordar, no sólo a
nuestros compañeros muertos de esos años, también a los jóvenes
normalistas de Ayotzinapa, sacrificados por el Estado mexicano en
un crimen más contra la juventud crítica, combativa y consecuente
con sus ideales.

Movimientos
estudiantiles
y juveniles
en México:
del M68
a Ayotzinapa
se terminó de imprimir en 2018, año del quincuajécimo aniversario
de la represión y matanza de 1968, bajo la edición y corrección de
Literatura y Alternativas en Servicios Editoriales S.C.

Las tipografías usadas para su composición fueron:


Cambria, Neuton y Ayotzinapa
para más información de la última tipografía
visitar https://ayotzinapafont.tumblr.com/
El tiraje fue de doscientos ejemplares
impresos en papel bond ahuesado de 90 gr.

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