Destruida La Alianza Formada en Londres Entre Inglaterra
Destruida La Alianza Formada en Londres Entre Inglaterra
Destruida La Alianza Formada en Londres Entre Inglaterra
esta última potencia tenía planes ulteriores, tales como intervenir en la política
mexicana imponiendo un gobierno extraño y aprovechando su influencia y apoyo en la
obtención de amplios beneficios, principalmente económicos, los comisionados
franceses, auxiliados por monarquistas y conservadores mexicanos, se aprestaron a
actuar. En vez de retirarse hasta Paso Ancho, como se habían comprometido por los
preliminares de La Soledad, se quedaron en Córdoba, pretextando que el gobierno
juarista que afirmaba era el de la minoría opresiva, trataba, a base de un sistema de
terror sin ejemplo, impedir el régimen que anhelaba. También señalaban que no se
retiraría, pues tenía que proteger a sus soldados enfermos que se halaban en varios
hospitales, y los cuales se habían comprometido a prestar auxilio y a otorgarles toda
suerte de protección el general Ignacio Zaragoza, que había sido nombrado jefe de las
armas mexicanas. Lorencez, aconsejando por Saligny y Almonte, y desacuerdo con las
instrucciones del emperador surgidas de falsas informaciones trataba a toda costa subir
las tropas a la meseta, tanto para preservarlas de las fiebres tropicales como para
impresionar a la población a través de un avance fácil y victorioso. Creía, además, que
ese hecho obligaría a la población moderada a decidirse a desconocer la administración
juarista y a darse una forma de gobierno diferente, eligiendo también un jefe que podría
ser el general Almonte y no Doblado, destacado liberal en quien se había pensado en
vísperas de los preliminares de La Soledad.
Primeras campañas
Confiando Lorencez en esos planes, el día 19 de abril, a las tres de la tarde, marchó
hacia el altiplano acompañado de Saligny y de Almonte. Con un contingente de 6,000
soldados bien dispuestos, Lorencez avanzó hacia Orizaba, llegando a Fortín a media
tarde. Las hostilidades empezaban al rimper los franceses los tratados. Zaragoza, que
estaba en Orizaba con 4,000 hombres y ocho cañones, se retiró hacia Las Cumbres, paso
obligado hacia el altiplano. En Orizaba, Lorencez recibió nuevos refuerzos dirigidos por
los coroneles L´Herillier y Gambier, quienes llevaron el peso de la primera fase de la
campaña, y se aprestó a iniciar el ascenso hacia las grandes ciudades, Puebla y México.
El 27 de abril por la mañana, acompañado por el ave negra de Saligny y por Almonte.
Inició su marcha sobre Puebla. La víspera escribía, lleno de soberbio optimismo, al
ministro de la Guerra párrafos reveladores del complejo de superioridad de todos los
europeos.
Zaragoza había reunido en Puebla a sus tropas, ordenado se levantaran barricadas en las
calles y planeando hacer su defensa amparándose en tres eminencias que rodean la
ciudad y en las que existían fortificaciones de cierta importancia: las de los cerros de
San Juan, Guadalupe y Loreto. Sus tropas, cercanas a los 12,000 hombres debido a los
refuerzos recibidos, estaban dirigidas por los gerentes, con 1,200 soldados y dos baterías
de campaña, defendáis las alturas y fue quien llevó el peso de la batalla y a quien se
debió el triunfo, auxiliado heroicamente por todo sus compañero, dirigidos certeramente
por el general Ignacio Zaragoza.
La derrota del ejército francés en Puebla el 5 de mayo de 1862 fue para el pueblo
mexicano, dividido, desesperado, temeroso de perder nacionalidad, libertad y territorio,
representó un triunfo de incalculable importancia, el comienzo de una nuevo día, el
resurgimiento del optimismo y de la confianza. México, con un pequeño desprovisto de
armamento moderno, casi improvisado, pero dirigido por jóvenes y hombres de
mediana edad como Zaragoza, Días, Berriozabal, Escobedo, etc.
Lorencez retrocedió hacia Orizaba lentamente, seguido de cerca por fuerzas mexicanas
que aumentaban con la llegada de las tropas que González Ortega traía. Los invasores,
por su parte, recibieron los contingentes del general Márquez, con más de 2,500 jinetes,
y también del general Douay con frescos refuerzos de Francia y él mismo, valiente y
pudoroso militar.
La situación política de América lea era favorable, México estaba convertido en un país
débil, con graves problemas producto de luchas internas y con una élite que veía con
agrado un gobierno monárquico con un príncipe extranjero que le diera un gobierno
estable; los Estados Unidos empezaban una guerra interna en la que se enfrentaban: El
norte industrial y el Sur esclavista, por lo que les era imposible aplicar la Doctrina
Monroe, en ese momento.
Las fuerzas invasoras europeas llegaron a las costas de Veracruz, con las siguientes
fuerzas: España, 6200 hombres, Francia 3,000, Inglaterra, 800. Francia pide con
urgencia 2,500 hombres más.
Pide al congreso la derogación del decreto del 17 de julio que venían a ser la causa de la
intervención.
El rompimiento de las pláticas se dio cuando los franceses se sintieron agraviados por
las disposiciones del gobierno mexicano y por hacer caso omiso de los Tratados de la
Soledad. Avanzaron hacia el interior del país. El primer enfrentamiento entre los dos
ejércitos se da en las cumbres de Acultzingo (28 de abril de 1862). El 4 de mayo el
ejército invasor dirigido por le conde Lorencez se encontró frente a la ciudad de Puebla.
Puebla fue atacada por el ejército francés formado por 6,000 hombres. Lorencez
confiaba en su superioridad militar, su organización y su "elevación de sentimientos" la
defensa mexicana se parapetó en los fuertes de Loreto y Guadalupe, las tropas
nacionales mal armadas, pero con gran determinación, se batieron con heroísmo;
Destacaron los indios de Zacapoaxtla diestros en el uso de los machetes. Tres veces
intentaron tomar los fuertes y fueron rechazados por los mexicanos, al mando del
general Ignacio Zaragoza. La batalla tuvo una duración de cuatro horas y terminó
cuando un comunicado telegráfico que dice: "Las armas nacionales se han cubierto de
gloria. Las tropas francesas se portaron con valor y sí jefe con torpeza"
Ignacio Zaragoza, jefe del ejército de Oriente fue acompañado por un grupo de
distinguidos generales liberales entre ellos destacan: Antonio Álvarez, Porfirio Díaz y
Miguel Negrete, entre otros. Esta acción bélica levantó la moral de los liberales
mexicanos y del pueblo en general, que observó que era posible derrotar a los invasores
con el ideal de no ver al país sometido a un poder extranjero. Napoleón III envía a
México una fuerza mayor, 31,000 soldados. La jefatura del ejército intervencionista se
le confía a la mariscal Elías Federico Forey y el armamento se enriquece con la llegada
de fusiles de reciente modelo y más de medio centenar de cañones.
Nombran una junta de gobierno de 35 miembros que designarían a: 215 personas para
integrar una junta de notables y un ejecutivo que regiría a la nación de manera
provisional. Una junta de Notables escogió una forma de gobierno monárquica de
tendencia moderada, hereditaria y con un emperador que tendría que ser un príncipe
católico. Sé él ofreció la corona al archiduque de Austria, Fernando Maximiliano de
Habsburgo, quien aceptó el cargo de común acuerdo con su esposa Carlota Amalia de
Bélgica. Los monárquicos mexicanos, les hicieron creer que el pueblo los esperaba con
los brazos abiertos.
Las medidas liberales que sostuvo durante su gobierno fue la tolerancia de cultos, la
desamortización de los bienes de la Iglesia, la secularización de los cementerios y,
mediante un decreto, declaró abolidas las deudas de los peones con los hacendados. Les
parte negativa de su proceder fue, sin embargo, él haber ocupado un puesto, que el
pueblo no le había otorgado, así como él haberse rodeado de una corte falsa formada
por arribistas ricos que creían estar en Europa y entre quienes resurtió órdenes en
nobleza, cargos y condecoraciones. Negoció préstamos onerosos para la nación,
despilfarró mucho dinero en los gastos de la corte. Destinó, además, un alto presupuesto
para el sostenimiento de las tropas de ocupación; los funcionarios mexicanos se
quejaban de que supeditaba sus acciones a las opiniones de sus consejeros europeos.
Puede decirse que en este momento surgió una lucha adoptada por los liberales fue la
guerra de guerrilla que provocó estragos entre las tropas imperiales
En muchas partes del país los liberales republicanos se caracterizan por esa forma de
combatir destacan: Mariano Escobedo, Ramón Corona, Nicolás de Regules, Porfirio
Díaz y Vicente Riva Palacio, entre otros.
Ante la impotencia para terminar con los republicanos, los jefes militares de los
imperios recurren a medidas crueles que incluso eran repudiadas por parte del ejército
imperial. Entre ellas sobresale un decreto que dicta fusilar en el acto a cualquier persona
a la que se le sorprendiera con un arma en las manos.
Mientras tiene lugar la guerra en México, en otras partes del mundo suceden
acontecimientos que van a influir en la situación que se vivía en el país y que incluso
favorecen la lucha republicana.
Los hechos inducen a Napoleón III evacuar las tropas que apoyaban a Maximiliano y
suspende la ayuda económica otorgada al Imperio (1866). No obstante, Carlota Amalia
y Juan Nepomuceno Almonte, ministro plenipotenciario ante Napoleón III, intentan
disuadir al emperador francés de que no retire sus tropas, pero todo fue inútil.
Segunda, confiar en los conservadores mexicanos y respaldarse con una lucha militar.