Asesinos Canibales
Asesinos Canibales
Asesinos Canibales
ALBERT FISH: Declaración de Albert Fish en el caso del niño Billy Gaffney
“Me hice de varias herramientas y un látigo de fabricación casera, con el mango
corto. Corté uno de los cinturones por la mitad y rajé cada mitad en seis tiras de
unos veinte centímetros de longitud. Flagelé su cuerpo desnudo hasta que brotó
sangre de sus piernas. Le corté las orejas, la nariz, le rajé la boca de oreja a oreja,
le arranque los ojos. Le clave un cuchillo en el vientre y acerque mi boca a su
cuerpo desnudo para beberme su sangre. Entonces murió. Reuní cuatro sacos de
patatas viejos y metí en ellos un montón de piedras. Rajé al niño. Yo llevaba una
bolsa de viaje, introduje la nariz, las orejas, y algunos pedazos de su vientre en la
bolsa. Luego lo corté por la mitad; más o menos por debajo del vientre. Después le
corté las piernas, a unos cinco centímetros del trasero. Guardé ese trozo también
en la bolsa, envuelto en mucho papel. Le corté la cabeza, los pies, los brazos, las
manos y las piernas, los metí en las bolsas de patatas, até los extremos y los
lance a las aguas cenagosas que se divisan desde la carretera que conduce a
North Beach. Regresé a casa con mi carne. Tenía la parte delantera la que más
me atraía, su pene, sus testículos y un poco de carne con grasa del trasero para
hornearlos y comérmelos. Hice un guiso con sus orejas, su nariz y algunas otras
partes de su rostro y su vientre. Añadí cebollas, zanahorias, nabos, apio, sal y
pimienta. Estaba delicioso. Luego rajé los dos glúteos, corté el pene y los
testículos, los lavé, puse varias tiras de tocino en cada glúteo y los introduje en el
horno; a continuación pelé cuatro cebollas y cuando la carne llevaba un cuarto de
hora asándose, vertí media taza de agua para tener algo de salsa y añadí las
cebollas. Golpeaba sus nalgas a intervalos frecuentes con una cuchara de madera
para que la carne estuviera más tierna y jugosa.”
"Hace algunos años, mi amigo el capitán John Davis, zarpo de california hacia
Hong-Kong, que por aquel entonces padecía los problemas del hambre, las
calles se habían vuelto muy peligrosas para los niños entre 9 y 12 años
porque tenían la costumbre de matarlos y cortarlos en pedazos y vender su
carne como alimento. Antes de zarpar mi amigo, rapto a 2 niños los mató
corto en pedazos guiso su carne, y se la comió".
Fish comenzó a intensificar sus visitas a burdeles en donde podía ser azotado
y golpeado con mayor frecuencia. En enero de 1917, su esposa lo abandonó
por John Straube, un hombre hábil que abordó a la familia Fish. Seguido a
este rechazo, Fish comenzó a escuchar voces; por ejemplo, en una ocasión se
envolvió en una alfombra aduciendo que seguía las instrucciones de Juan el
apóstol.
granja cuando su madre ahuyentó a Fish. Fish se alejó, pero regresó después
al granero de la familia Kiell donde trató de dormir por la noche para ser
descubierto antes por Hans Kiell quien le dijo que se fuera.
existe ningún documento que informe acerca del nacimiento o muerte de Stephan
pero la manera en como su madre se los contaba hacia que la historia pareciera
verídica. En la escuela era muy introvertido, incapaz de aceptar su miopía (sus
primeras gafas las tuvo a los treinta años), y hasta los doce se orinó en la cama.
Siempre era humillado por los otros compañeros, cualquiera podía decirle lo que
fuese, él se limitaba a escuchar y a aguantar.
No era de extrañar que con el tiempo, su ánimo se llenase con las lágrimas
contenidas y con todas esas injurias. A medida que iba creciendo, se hacía más
tímido con las mujeres, hasta el punto de hacer fracasar su primer intento sexual,
por eyacular en pocos segundos mientras abrazaba una chica, de ahí surgieron
los primeros rumores de su impotencia.
Como todos los ciudadanos soviéticos sirvió en el ejército y luego se dedicó a los
estudios, obteniendo tres títulos: en lengua y literatura rusa, en ingeniería y en
marxismo-leninismo.
En 1971 se graduó de maestro. Sentía una creciente atracción por las menores de
doce años, y se colaba en los dormitorios para verlas en ropa interior mientras se
masturbaba con la mano dentro del bolsillo. Más tarde Chikatilo se refugió en el
estudio del comunismo, pero su fijación con el dogma político rayaba en la
demencia. A pesar de su problema, pudo encontrar una esposa, y aunque era
incapaz de mantener una erección, sí podía eyacular. Logró alcanzar en
contadísimas ocasiones la suficiente erección para dejar embarazada a su
esposa, pero no dejaba de pensar, que la naturaleza lo había castigado
castrándolo al nacer. Era un marido de carácter estable y trabajador, un padre que
nunca levantaba la voz ante los hijos, un respetado miembro del partido comunista
que leía los periódicos y se mantenía al corriente de la actualidad.
El 22 de diciembre de 1978, Chikatilo mató por primera vez cuando tenía 42 años.
Abordó en la calle a una niña de nueve años de edad y la convenció para que se
fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la ciudad. Sabía cómo
hablar a los niños, él mismo había sido maestro y tenía a sus dos hijos. Una vez
allí la desvistió con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó
sangre, hecho que le propició una erección inmediata, estableciendo el vínculo
fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el
estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo
que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación. Chikatilo había intentado satisfacer
su necesidad sexual movido por la esperanza de llegar a ser igual que los demás,
pero no lo era. Su flacidez y las burlas de las mujeres que se lo recordaban a cada
momento, era más de lo que podía soportar. También se dio cuenta de que su
placer no consistía en acariciar los genitales ajenos, sino en maltratarlos.
Era el típico marido sumiso y asexual. Hacía todo lo que su mujer le ordenaba o
casi todo. Ella solía desear los placeres del lecho con más frecuencia que él, y eso
les llevaba a frecuentes discusiones, a que ella le recordase en todo momento lo
taciturno e inerte que era. La acusación de haber molestado sexualmente a sus
estudiantes le costó el trabajo, pero consiguió uno nuevo en una fábrica en el que
tenía que estar viajando constantemente. Este constante movimiento le ayudaba a
escoger sus nuevas víctimas.
Tres años pasarían antes de que Chikatilo asesinara por segunda vez. El 3 de
septiembre de 1981 asaltó a su segunda víctima, llamada Larisa Tkachenko,
prostituta de 17 años de edad. La convenció de ir con él al bosque para tener
relaciones sexuales, pero falló en el intento por lo que ella se río de él, esto lo
enfureció, perdió el control, estranguló a la mujer y eyaculó sobre el cadáver,
mordisqueo su garganta, le cortó los senos y en su frenesí se comió los pezones.
Luego, comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de guerra alrededor
del cuerpo, dejó el cuerpo sin vida con un palo enterrado. En esos momentos supo
que volvería a matar. Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto
carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran
solamente de índole sexual. Los gritos de terror le excitaban, pero era el asesinato
en sí lo que presentaba para él el acto sexual supremo. Su tercera víctima fue
Lyuba Biryuk, fue raptada de una villa y fue acuchillada 40 veces en el bosque. Le
mutiló los ojos, y esto se volvería algo común en sus asesinatos, la firma mortal de
Chikatilo.
Mientras las violaba, se enfurecía tanto por llegar tan rápidamente al orgasmo que
les machacaba la cara a golpes. Para ocultar su impotencia, a veces, con la ayuda
de una ramita, colocaba el semen en la vagina de la víctima. En el caso de los
niños, los atacaba nada más hallarse a solas con ellos en el bosque: un golpe
para aturdirlos con las manos atadas y unos golpes de cuchillo poco profundos
para establecer su dominio sobre ellos. Posteriormente los mutilaba a mordiscos,
les cortaba los genitales o solamente extirpaba los testículos, que guardaba a
modo de trofeo. En algunas ocasiones realizaba estas amputaciones cuando la
víctima se hallaba aún con vida, aunque no consciente. En ninguno de los casos
se encontraron las partes del cuerpo seccionadas en las cercanías de la escena
del crimen, además practicaba actos de canibalismo, en sus declaraciones
confesaría que le gustaba tragarse las partes del cuerpo más blanditas. En 1981,
se convirtió en funcionario de abastecimiento de una fábrica, y el trabajo, que le
obligaba a recorrer una buena parte de la región, le proporcionaba la fachada
perfecta.
Este asesinó japonés nació con una deformidad en las manos que lo
acomplejó e hizo ser marginado, además de que tenía un miembro
anormalmente pequeño, por lo que evitaba a las mujeres. Refugiado en el
anime, los cómics y la pornografía, su único vínculo cálido era su abuelo, por
lo que al morir éste, él se convirtió en asesino necrófilo de niñas…
Tsutomu, al igual que otros niños, tenía sueños para su futuro, tal y como
muestra en estas palabras de un ensayo escrito en tercer grado: ‹‹Cuando
sea grande, quiero comprar un coche e ir conduciendo. Me detendré en un
restaurante y comeré un poco de curry, arroz o algo. Incluso podría visitar a
mis parientes››. Sin embargo, lo cierto es que muchas veces terminaba
culpando a sus manos deformes por no conseguir sus metas. Se sentía
frustrado, y su refugio eran las historietas y el manga, que leía avidamente
hasta altas horas de la noche.
Pese al status de la familia de Tsutomu, ésta tuvo poca influencia sobre él,
quizá por lo distante que se mostraba pues, por ejemplo, su padre y su
madre eran dos adictos al trabajo, y eso conllevaba una falta de contacto que
intentaban compensar con cosas materiales como el sedán Nissan Langley
que le regalaron, y que usó para sus crímenes… “Si hubiese tratado de hablar
con mis padres acerca de mis problemas, ellos me habrían ignorado”, diría
Tsutomu tras su captura, agregando que incluso llegó a “pensar en el
suicidio”.
¿Cómo pues, los vicios antinaturales que tenía Miyazaki lo llevaron a matar?
Según el profesor Ishii de la Universidad Aoyama Gakuin, “la gente crece en
ambientes similares pero nunca se convierte en asesina”
En el fondo Tsutomu se sentía desamparado, por lo que tras salir a la luz sus
crímenes él dijo: “Me sentía solo, y cada vez que veía a una niña jugando
sola, era casi como verme a mí mismo.”
Entre 1988 y 1989, Tsutomu mutiló y mató a cuatro niñas, de cuatro a siete
años; después abusó sexualmente de sus cadáveres y, con su tercera y cuarta
víctima, devoró partes de los cuerpos…
Y es que Tsutomu nunca había mostrado mucho aprecio por la vida: ya antes,
había estrangulado un perrito con alambre, lanzado al río un gato y hervido
en agua a otro… Como explicó el Dr. Oda, su inmersión en el insano mundo
de cierto tipo de vídeos, le había “quitado la conciencia de la realidad”, de
modo que “todo se convirtió en un elemento para él, incluyendo a las
personas”, por lo que a fin de cuentas, “las niñas que mató no eran más que
personajes del libro de comics de su propia vida”…
Las anteriores no eran las únicas pistas raras, ya que la Policía encontró que
las familias de las víctimas tenían algo en común: todas habían sido
molestadas por llamadas telefónicas inusuales, en que el teléfono sonaba
pero la persona al otro lado de la línea no decía nada, siendo capaz de
timbrar por unos 20 minutos hasta que se le contestase, solo para comunicar
ese incómodo silencio. Así mismo, tanto los Namba como los Konno habían
recibido tarjetas postales con alusiones a sus niñas muertas…
Así, el 6 de febrero el padre de Mary encontró una caja con restos humanos
calcinados, 10 dientes de leche, pantaloncitos de niña, sandalias y una
prenda infantil de ropa interior, además de una hoja de papel con estas
palabras: “Mary. Huesos. Cremación. Investigar. Probar”
tenía que escribir esta confesión para que la madre de Mary no siguiera
esperando en vano. Lo repito: los restos son de Mary››. La carta estaba
firmada por un tal “Yoko Imada”, nombre evidentemente ficticio que había
sido elegido porque hacía juego de palabras con “ahora te diré” en japonés.
Pero… ¿Por qué Tsutomu hacía todas esas cosas? ¿Quería llamar la atención
y vengarse? ¿Acaso había un sentido social en todo eso? Según el profesor
Akira Ishii:
Esta vez, el enfermo no se deshizo del cadáver sino que fue, alquiló una
cámara y se llevó el cuerpo a su apartamento, donde esperó dos horas, lo
puso en una mesa, lo abrió de piernas para destacar la vagina, y comenzó a
tomar fotografías y a filmar mientras se masturbaba. Posteriormente y tras
saciarse, ató las manos y pies del cadáver con nylon
Esta vez, tomó el cuerpo a casa, con parada en una tienda de video en Koenji
alquilar una cámara. La casa estaba a oscuras cuando se estacionó al lado del
bungalow de dos habitaciones. Esperó dos horas, luego llevó el pequeño
cadáver en el interior, donde se quitó la ropa y se limpió con una toalla. Él la
puso sobre la mesa baja _kotatsu_, extendió las piernas y se pega la vagina
aparte. A continuación, tomó fotografías y vídeos mientras se masturbaba.
Dos días más tarde, el olor del cadáver se hizo insoportable. Tsutomu sabía
que debía deshacerse del cadáver, así que le cortó la cabeza, las manos y los
pies, dejando el torso en un baño público del cementerio de Hanno, tostando
las manos y comiendo un poco de éstas en su patio trasero, y arrojando todo
el resto en una colina del bosque de Mitakeyama, a unos 230 metros de su
casa.
Psicóloga Duendy Kira Ramirez Sanchez Página 17
Centro Integral de Psicología
Cinco días más tarde, después que la Policía había distribuido 10.000 folletos
con la descripción y la fotografía de Ayako Nomoto, el torso mutilado de la
niña fue encontrado en el cementerio e identificado como perteneciente a
ella tras los exámenes forenses.
En el cuarto del asesino, en el que habían más de 5000 vídeos, mucho anime,
manga, pornografía y fotos de víctimas…
liberado una vez que la evaluación psicológica confirmó que no era una amenaza.
No obstante Dorancel no recibió ningún tratamiento para su enfermedad mental, y
su familia no pudo prestarle el apoyo necesario. Así el comegente huyó de su casa
para visitar a la persona que lo denunció, Antonio López, después de comérselo
se trasladó a la ciudad de San Cristóbal en el estado Táchira, donde
aparentemente llevó una vida normal como vagabundo.
En la comisaría Dorancel Vargas, de 42 años, confesó que tras vivir bajo el puente
por 11 años, se alimentó de personas que descuartizaba para después cocinarlas
en rústicas ollas. “El Hannibal Lecter de los Andes” aseguró haberse comido a 10
personas en un periodo de 2 años, sin embargo la lista de personas
desaparecidas y los restos encontrados sugieren que el número puede ascender
hasta 40 víctimas. Gracias a la evaluación psiquiátrica realizada, se descubrió que
este asesino en serie llevó a cabo sus atroces actos debido a su enfermedad
mental. Demostró tener preferencias para sus víctimas los cuales eran hombres
entre 30 y 40 años, pero jamás comía niños y mujeres.
son buenos ingredientes para hacer una sopa. El escritor Sinar Alvarado descubrió
que Dorancel era atormentado por lo que él llamaba espíritus que no lo dejan
dormir e incluso vienen a molestarlo. Cuando los oficiales le preguntaron por qué
se comió a la gente, Dorancel respondió: “No me arrepiento de nada, como dice la
iglesia, yo compartí mi pan con el prójimo y muchos me alabaron por el relleno de
mis empanadas. Por necesidad me he metido en esta vaina. No me arrepiento, al
contrario, me alegro porque me gusta la carne. Lo único que no me da apetito son
las cabezas, manos y pies de los seres humanos, pero me los comía en una
sopita cuando me daba hambre”. Pronto la prensa hizo un espectáculo sobre el
comegente, es así que Sinar Alvarado escribió un libro sobre la vida del asesino:
“Retrato de un caníbal”. En el 2004 se entrevistó con el comegente, éste le
preguntó: “¿Usted ha comido peras?, es igual, claro que como gente, cualquiera
puede hacerlo, pero hay que lavarla bien y condimentarla bastante para evitar el
contagio de enfermedades… y sólo me como las partes con músculos,
particularmente los muslos y las pantorrillas”.
curiosidad por saber qué tenían por dentro y llenó el sótano de su casa con
huesos de conejos, pollos y otros animales. Luego pasó a las ardillas, mapaches y
otras piezas más grandes, transportaba los cuerpos hasta el bosque, donde los
dejaba pudrirse, luego sumergía los restos en lejía para limpiar y blanquear los
huesos. Su madre tras una temporada en el hospital, como consecuencia de la
ingestión de grandes cantidades de tranquilizantes y otras drogas, tuvo que
guardar cama por el resto de sus días, hecho que conduciría a Jeffrey a un
aislamiento inquebrantable. A los diecisiete años, tras observar un joven que a
diario pasaba haciendo ejercicio delante de su casa, sintió un deseo desenfrenado
de poseerlo; como no se atrevía a abordarlo para entablar una conversación, optó
por coger un bate de béisbol y se dispuso a esperarlo con la idea de atacarlo
cuando pasara pero afortunadamente el joven dejó de ir a correr por esa zona,
salvándose así de ser la primera víctima del atormentado Jeffrey Dhamer. Un año
después, su padre abandonó el hogar, y al poco tiempo, el 18 de junio, el chico
toma venganza recogiendo en la carretera a un muchacho a quien llevó a su casa
y asesinó, luego metió el cuerpo en un saco de basura y lo arrojó por un barranco.
Después de esto, entró en una crisis depresiva y renunció a seguir viviendo, pero
su padre lo envió a la universidad. Allí también fue rechazado por su continuo
estado de embriaguez, y en diciembre de 1978 su padre lo obliga a alistarse en el
ejército pero sus continuas borracheras no cesan. Al licenciarse va a vivir con su
abuela, donde muestra una posible reinserción social, pues comienza a ir a la
iglesia, a leer la biblia e incluso reduce su dosis de alcohol y encuentra trabajo en
una fábrica. Pero poco duró este cambio. Al poco tiempo comenzó de nuevo a
masturbarse insistentemente e incluso robó un maniquí de una tienda, que hacía
las veces de compañero sexual. También empezó a frecuentar las saunas de
Milwaukee, lugar donde se daban cita algunos homosexuales con el fin de tener
relaciones anónimas e impersonales, pero le resultaba difícil conseguir la erección
mientras sus parejas estaban despiertas, por lo que optó por drogarlos con
somníferos antes de mantener una relación sexual. Después de esto, ninguno de
sus amantes cuando volvían en sí, querían volver a saber nada de él, por lo que
creyó más oportuno buscar un cadáver para satisfacer sus instintos sexuales. Una
noche tras asistir al funeral de un joven de dieciocho años, fue a desenterrarlo al
cementerio, pero no lo consiguió porque el suelo estaba congelado debido a las
bajas temperaturas. En septiembre de 1986 es arrestado por exhibicionismo
indecente, hecho que lo llevó a su primer análisis psicológico, siendo
diagnosticada una personalidad peligrosa.
Un año después mataba por segunda vez. En esta ocasión se trataba de un joven
negro al que ofreció una bebida dopada. Dhamer se despertó al día siguiente
encima del cuerpo ensangrentado, pero afirma no recordar nada de lo que pasó
Poco después del nacimiento de Yoo sus padres se separaron, por lo que Yoo fue
a vivir con su abuela, criándose con ella hasta que tuvo seis años, momento en el
cual Yoo se mudó a vivir con su padre en Seúl (capital de Corea del Sur). Aquello
fue en parte posible ya que el padre de Yoo había regresado hace poco en
condición de veterano de la Guerra de Vietnam (terminada en 1975), trayendo
consigo un buen capital obtenido en su servicio militar. Dicho capital pudo haber
rendido grandes frutos, pero el padre de Yoo lo invirtió malamente en
especulaciones comerciales, aunque destinó otra parte del mismo para un local de
cómics que había montado.
Aparentemente la vida de Yoo no sería tan mala, puesto que la tienda de cómics
de su padre sí tenía clientela, mas la realidad era otra: Yoo no era la única boca
Poco fue el tiempo que Yoo aguantó la vida en casa de su padre. Anteriormente
ya había escapado de casa uno de los hermanos mayores de Yoo, hecho que en
parte ayudó a motivarlo para que a los ocho años se escapara con su hermana
menor a vivir con su madre, lo cual era fácil dado que ésta también vivía en el
distrito de Mapo.
Fue en esos días de estudiante de primaria cuando Yoo tuvo una de las
experiencias tempranas que más habría de contribuir a la frustración por su
pobreza y al resentimiento social que lo marcó de por vida. Puntualizando, a pesar
de que en el distrito de Mapo existía mucha pobreza, en general los niños traían
algo relativamente aceptable como comida. Sin embargo y debido en parte a las
dificultades económicas y de tiempo que tenía su madre, un día Yoo aparece en la
escuela portando como almuerzo un pegote de arroz pegajoso mezclado con
masa de fríjoles (no fríjoles enteros, sino hechos una masa con apariencia de sopa
espesa). Así, cuando los otros niños vieron lo que Yoo trajo para comer, pensaron
inmediatamente en un pedazo de excremento y empezaron a burlarse de Yoo
desde ese día, diciendo siempre y con tono burlón a la hora de la comida escolar:
“¡Te traje mierda para el almuerzo!”. Hechos como estos fueron creando el Yoo
que años después, estando arrestado, confesó que de niño solía ver con anhelo
una casa grande (de gente adinerada) que estaba por donde él vivía, que se
sentía inseguro por ser pobre y que al crecer llegó a pensar que los ricos tenían la
culpa de su miseria y de la miseria de los pobres en general, llegando así a odiar
profundamente a la gente adinerada.
En 1984 Yoo entró a la secundaria, sintiéndose desde un inicio atraído por las
artes. Le gustaba leer poesía y, pese a ser daltónico (el daltonismo es un defecto
genéticamente hereditario que impide distinguir bien los colores), amaba la pintura
y el dibujo y no le faltaba talento (años después hallaron dibujos manga en su
apartamento, hechos por él y dotados de gran calidad). Además adoraba la
música, por lo que formó parte de un grupo de góspel en una iglesia y más tarde
creó con sus amigos la banda musical Evergreen.
Las cosas parecían así estar relativamente bien para Yoo, aunque su pobreza lo
seguía marcando y una muestra de eso eran los desmayos que le daban en
atletismo por la poca energía que tenía a causa de lo mal que se alimentaba.
En la cárcel Yoo fue visitado por su madre y, entre las cosas que hablaron, Yoo
contó su plan de formar un hogar y le pidió que por favor cuidara de quien sería su
esposa y del hijo suyo que estaba por nacer y con el cual quería pasar mucho
tiempo cuando por fin saliera de la prisión.
Tras salir de la cárcel, Yoo manejó su vida relativamente bien hasta que en 1993
cayó en la tentación del robo al ver un coche solo con las llaves puestas y en
modo encendido. Otra vez la Policía lo atrapó y otra vez Yoo fue a parar a la
cárcel, aunque con una suave condena de apenas ocho meses.
Hasta 1995 Yoo estuvo en tratamiento psiquiátrico, mas ese mismo año fue
detenido y multado por vender pornografía ilegal, y luego, otra vez más, en el año
1998 Yoo fue pillado en sus andanzas criminales. Esta vez no era simple robo: era
robo posibilitado por la falsificación de documentos que le permitían hacerse pasar
por funcionario del gobierno… La condena por eso fue de dos años.
Esta vez Yoo la estaba pasando muy mal en la cárcel, ya que además del divorcio
él había sufrido porque tenía prohibidas las visitas de su querido hijo. Estaba solo
y amargado. Sumado a eso, tras los barrotes Yoo había leído con gran atención
un libro sobre la vida y los crímenes de Jeong Du-Young, un asesino en serie que
acabó con nueve personas adineradas en la provincia de Gyeongnam durante
junio de 1999 y abril del 2000. Jeong, al igual que lo haría Yoo después, había
comenzado su epopeya de sangre tras ser liberado de la cárcel. La lectura de los
crímenes de Jeong fue un ingrediente clave en la formación del veneno ideológico-
emocional que convirtió a Yoo en un ser despiadado y brutal. En efecto, tras dicha
lectura en Yoo se había fortalecido y desarrollado la idea y el sentimiento de que
en la sociedad coreana los ricos eran los grandes culpables de la miseria de los
pobres y por tanto de la miseria en que él había nacido y crecido. Eran
explotadores, generadores de desigualdad social, acaparadores de una riqueza
injustamente distribuida en virtud de su actitud de sanguijuelas. Por todo eso, para
Yoo los ricos valían lo que un perro y como perros merecían morir.
El odio ardía dentro de Yoo cuando en septiembre del 2003 las puertas de la
cárcel se abrieron y él salió de nuevo al mundo aunque esta vez con la
determinación de matar en la mirada. Pero, para llevar a cabo sus planes de
venganza, hacía falta practicar. Él nunca había matado y carecía de la naturaleza
psicópata en virtud de la cual Alexander Pichushkin arrojó súbitamente por la
ventana a su primera víctima o Edmund Kemper inauguró su cadena de muertes
disparándole inesperadamente a su abuela con un rifle. Tenía primero que
acostumbrarse a la violencia, a la sangre y al súbito apagarse de la víctima tras el
golpe letal. Para ese fin los perros resultaban perfectos. Así, Yoo empezó su
entrenamiento apaleando perros callejeros, rompiéndoles las cabezas como luego,
martillo en mano, haría con sus futuras víctimas humanas…
Era una mañana —Yoo eligió la mañana porque en Corea del Sur la gente joven
suele irse a trabajar de mañana, quedando por lo general solo la gente mayor en
casa— del 24 de septiembre de 2003 cuandoYoo tomó el metro con destino a
Apgujeong-dong, el distrito más adinerado de Seúl.
Ya en las calles del barrio Sinsa (dentro Apgujeong-dong), Yoo buscó una iglesia
(50,6% de los surcoreanos son cristianos) y exploró los alrededores de la misma
en busca de una casa de aspecto opulento.
No sería difícil encontrar una casa de ricos poco segura, ya que en Corea del Sur
es común que las grandes casas de dos pisos cuenten con un recinto amurallado
no muy alto (igual o un poco más alto que un hombre promedio) tras del cual yace
un gran patio lleno de bonsáis, césped y otros elementos de jardinería. De ese
modo, en poco tiempo Yoo encontró una casa aparentemente propicia.
Yoo observó durante varios minutos la casa para asegurarse de que no era
peligroso entrar. Aparentemente no habían sistemas de seguridad y sólo estaban
personas de edad avanzada (y por tanto poco peligrosas). Yoo entonces trepó por
la pared del lado que daba a un callejón en el que no solía pasar gente que lo
viera. Cargaba guantes para evitar dejar huellas y tenía un martillo casero y un
cuchillo con hoja de unos quince centímetros de largo.
Tras constatar que no había nadie arriba, Yoo bajó y entró en el dormitorio de los
ancianos. Lo miraron presas del temor. No sabían si todo iba a reducirse a un
asalto, pero Yoo velozmente eliminó las dudas al apuñalar en la garganta al
indefenso Sr. Lee de 72 años. Lee había tenido el honor de ser profesor honorario
en la Sookmyung University, y ahora tenía el infausto honor de ser la primera
víctima de quien habría de convertirse en el mayor asesino serial en la historia de
Corea del Sur. La anciana (68 años) esposa de Lee lanzó un grito de horror al ver
lo sucedido, pero Yoo intentó calmarla diciéndole que todo estaba bien,
aparentando que no tenía intención de matarla y levantando el cuerpo sangrante
de su marido. Ya menos nerviosa, la esposa de Lee experimentó su último y
doloroso instante de vida cuando súbitamente el martillo de Yoo le destrozó el
cráneo con un golpe contundente.
Yoo miró la trágica escena para asegurarse de que sus víctimas estaban muertas,
cerró con llave la puerta del cuarto, tomó una toalla, limpió la sangre de sus
pantalones y salió al jardín, donde recordó que había dejado el cuchillo en la
habitación de los ancianos. Entonces volvió, tumbó la puerta de una patada, tomó
su cuchillo, esparció la ropa del armario para confundir a la Policía y salió
nerviosamente, sabiendo que en la puerta había dejado una huella que solo pudo
eliminar parcialmente. No dinero ni joyas: su recompensa era la venganza.
iglesia, trepar el muro de la casa sin ser visto, atravesar cuidadosamente el jardín
y matar a quien toque matar una vez dentro…
Yoo, que había saltado el muro tras asegurarse de que no hubiera nadie en el
primer piso, no pensó que, al abrir la puerta principal de la casa, alguien lo había
escuchado. Así, inquieta por ver quién había llegado, la abuela Kang de 85 años
salió del baño y fue a recibir a la inesperada visita. Junto a la puerta se encontró
con Yoo, quien salvajemente le propinó unos tres o cuatro golpes en el cráneo. La
pobre anciana se desplomó con la cabeza vuelta un amasijo de sangre y huesos
rotos. Entretanto, la señora Lee (la ama de casa) de 60 años había bajado pero no
tuvo tiempo de hacer nada porque Yoo le dio dos patadas en el estómago.
Viéndola doblada del dolor, Yoo le preguntó si había más gente en casa y la
señora dijo que su esposo y su hijo estaban arriba, recibiendo como premio a su
colaboración una lluvia de martillazos…
Martillo en mano, Yoo subió al segundo piso y rápidamente le salió al paso el Sr.
Yoo Go de 35 años, hijo de la Sra. Lee. Al ver al Sr. Yoo Go, el asesino lo obligó a
arrodillarse y después le hizo añicos la cabeza con nueve martillazos. Faltaba
solamente el esposo de la Sra. Lee y Yoo lo buscó pero no logró encontrarlo. El
tiempo corría y el riesgo de ser pillado aumentaba, de modo que Yoo disfrazó de
robo la escena del crimen, limpió las huellas que había dejado y salió de la casa.
Apenas una semana después, el 16 de octubre Yoo fue a dar una oscura visita al
muy adinerado barrio Samsung del distrito Gangnam. Nuevamente el proceso fue
el mismo de las veces anteriores, empezando por hallar una iglesia y terminando
por escalar el muro de una casa lujosa aparentemente segura.
En el jardín, Yoo pudo ver que alguien se aproximaba: era la Sra. Yoo de 69 años,
esposa del millonario dueño de la casa. Ella había salido a ver el correo y Yoo se
había escondido, apareciéndosele por atrás cuando volvía a entrar.
Amenazándola con su cuchillo, Yoo le preguntó si había alguien en casa y la
señora dijo que no. Aprovechando la oportunidad, el asesino arrastró a la Sra. Yoo
hasta el baño y allí le martilló la cabeza…
Tras el crimen del 18 de noviembre, Yoo dejó de asesinar por cierto tiempo en el
cual, mediante una I.D. falsa (arriba) de policía, se dedicó a extorsionar a
proxenetas y a prostitutas (la prostitución era ilegal) para cubrir con eso sus
gastos.
Tras el episodio en casa del Sr. Kim, Yoo decidió descansar de su sangrienta
campaña y se forjó un I.D. (documento de identificación) falso de policía. Con ese
I.D., Yoo recorrió las diversas zonas rojas (zonas con clubs nocturnos, discotecas
y otros tipos de antros) de Seúl buscando proxenetas y prostitutas a quienes
extorsionar, cosa que le era posible ya que en Corea del Sur la prostitución es
ilegal, aunque muy abundante…
Logró así conseguir el equivalente a unos 4.000 dólares, los cuales depositó en
una cuenta y ya con eso pudo alquilar tranquilamente un apartamento que le
costaba 450 dólares al mes. Allí, y esto se sabe porque el apartamento fue
revisado mucho después tras su captura, Yoo tenía una computadora en la que
veía frecuentemente pornografía y dvds de películas que compraba, tales como
Public Enemy, Very Bad Things y Normal Life. También, cerca de su cama Yoo
tenía una especie de mini biblioteca en la que estaban: un álbum con recortes
periodísticos sobre juguetes que tenía pensado comprarle a su hijo; anuncios de
pistolas; listas de cantantes pop con sus canciones; notas sobre coches,
computadoras y equipos musicales; un álbum de arte lleno de retratos y desnudos
femeninos que mostraban su talento para el manga; y un cuaderno de su hijo lleno
de dibujos hechos con lápices de colores. Por otra parte se veían abundantes
tarjetas de sexo a domicilio. Estaban por casi todas partes: en cajones, en el
suelo, en estantes, etc. La mayoría de la gente desechaba esas tarjetas (en las
que se veía una foto erótica de la chica y un número para llamar) pero Yoo las
coleccionaba porque era un asiduo consumidor del sexo pagado.
En aquel entonces la gente del barrio consideraba a Yoo como un buen tipo, e
igualmente los policías de la pequeña estación que estaba cerca (apenas a
cincuenta pasos de su apartamento) no sospechaban nada de él y lo veían con
buenos ojos.
En noviembre de ese mismo año (2003), llamando a los servicios de sexo Yoo
conoció a la Sra. Kim, con quien estableció una relación sentimental y terminó
haciendo una propuesta de matrimonio. Yoo no se lo esperaba pero, muy poco
antes de la propuesta, la Sra. Kim había averiguado sobre su pasado criminal y
consecuentemente rechazó la propuesta matrimonial.
El rechazo de la Sra. Kim fue el inicio de una nueva pasión en Yoo: el odio por las
“prostitutas”. Tan enojado se sentía por el rechazo que incluso pensó en matar a
su ex esposa, pero no lo hizo para evitar el sufrimiento de su hijo.
Poco después de su fracaso sentimental, en enero del 2004 Yoo fue detenido por
un pequeño robo en un sauna, pero todo lo que le hicieron fue llevarlo a la
comisaría de Sodaemun, donde los negligentes policías ni siquiera se tomaron la
molestia de revisar sus antecedentes penales, liberándolo en poco tiempo tras
darle sus respectivas amonestaciones.
Tras el rechazo de la Sra. Kim, el odio predominante en Yoo dejó de ser el odio a
los ricos y pasó a ser el odio hacia las mujeres que trabajaban en el comercio
sexual y, al igual que la Sra. Kim, eran jóvenes y atractivas. Si la chica era fea o
vieja no servía: tenía que ser joven y algo atractiva, tenía que representar a la Sra.
Kim en cierta forma y medida. Ese tipo de mujer pasaría a ser el modelo de
víctima de ahora en adelante. Los ricos ya habían sufrido bastante, ahora debían
pagar las rameras.
Eran abundantes las nuevas víctimas potenciales de Yoo, ya que Seúl era y es
una ciudad en que, según revelan las investigaciones, el colectivo de las mujeres
que venden sexo no está únicamente conformado por las profesionales
permanentes sino por quienes ocasionalmente se venden, pudiendo estar en esa
categoría estudiantes de secundaria que están ahorrando para comprar el último
modelo de celular, amas de casa que quieren pagar rápido la matrícula escolar del
hijo o la tarjeta de crédito, etc… Yoo solo tendría que llamarlas y ellas irían donde
él, buscando dinero y encontrando una muerte terrible…
Fue así que, el 6 de febrero del 2004, Yoo salió de su casa a las siete de la noche,
tomó un taxi y se dirigió hasta el barrio Imoon-dong, abundante en mujeres que
ofrecían su “mercadería” bajo el amparo de la noche. Caminando en el barrio
Imoon-dong, Yoo vio al otro lado de la calle a una mujer de formas atractivas
vestida de manera provocativa y, al ver que la mujer permanecía parada, pensó
que era una prostituta. Entonces Yoo cruzó la amplia calle de cuatro carriles hasta
llegar al restaurante cerca del cual estaba parada la mujer, en un callejón.
Vengándose de un estafador
Yoo nunca asesinaba sin deseo de venganza, y este caso no fue la excepción.
Sucedió así que Yoo solía comprar viagra para sus sesiones de sexo pagado,
pero esta vez quiso probar suerte e intentó ahorrar dinero, yendo así al mercado
Goblin de Hwanghak-dong, un lugar con unas 500 tiendas y numerosos
vendedores ambulantes. Vendían casi todo tipo de cosas en ese mercado lleno de
precios baratos, y la viagra no podía faltar: el problema es que a veces era viagra
falsa, y a Yoo le tocó la mala suerte de caer en la trampa del Sr. Ahn. Así, llegada
la noche Yoo constató con frustración y coraje que la viagra no funcionaba en el
momento necesario; por ende no solo se había arruinado la diversión sino que el
dinero se había perdido, tanto en el puesto comercial del Sr. Ahn como en el pago
por un servicio sexual que no pudo disfrutar durante todo el tiempo acordado. Yoo
estaba realmente enfadado y le iba a hacer pagar al Sr. Ahn: no ya con monedas y
billetes, sino con sangre.
Sin embargo Yoo esperó un tiempo y, recién la noche del 13 de abril, se apareció
de nuevo ante el Sr. Ahn, mostrándole su falso I.D. de policía, amenazándolo e
intentando obtener un soborno para no sancionarlo por estafa. Ahn dudó de la I.D.
de Yoo y dijo que, antes de aceptar, tenía que ir a la estación policial más cercana
para confirmar que la I.D. era real. Enfadado, Yoo lo confrontó, lo esposó y lo
metió en su propia furgoneta (la de la víctima), conduciendo hasta su casa, donde
se bajó y colocó el martillo, el cuchillo y los guantes en una bolsa. Después fue a
un estacionamiento subterráneo que estaba cerca, mató a Ahn dentro de la
furgoneta, caminó hasta su casa para lavarse las manos y cambiar el cuchillo,
regresó al estacionamiento, limpió la sangre con un trapo que trajo y a la una de la
madrugada condujo hasta Wolmi Island, un puerto turístico a 25 kilómetros de
Seúl. Una vez allí, estacionó la furgoneta en una gasolinera abandonada que
estaba cerca de la playa, le cortó las manos a Ahn con una sierra, las metió en
una bolsa plástica, arrojó la bolsa en las rocas que estaban junto al muelle de la
playa, roció la furgoneta con gasolina, se alejó, le prendió fuego y la miró arder en
medio de la madrugada.
Por un rato disfrutó de las llamas que se alzaban en la oscuridad sobre las ruinas
del estafador Ahn y de su furgoneta; pero, pasados algunos minutos, el sonido
relajante de las olas dejó de ser el único y los bomberos aparecieron, por lo que
Yoo tuvo que dejar discretamente la escena y escaparse en un taxi.
Como se ve, el método seguido por el asesino fue exactamente el mismo en todos
los casos. Ahora, un detalle importante es que, según confesó Yoo tras su
captura, él no tuvo sexo con ninguna de sus víctimas por temor a ser identificado a
través del ADN. Además, el asesino contó que, una vez que las chicas llegaban a
su apartamento, él les pedía que tomen un baño para así preparar el martillo y
golpearlas en la cabeza cuando saliesen. La única pertenencía que tomaba de las
chicas era el teléfono móvil, para de esa forma evitar usar su número en futuras
llamadas. Sumado a eso, Yoo les quitaba la piel de los dedos para impedir que las
identifiquen.
Corea del Sur ya era un país fuertemente metido en el mundo cibernético para
cuando Yoo cometió sus asesinatos. Fue por eso que los rumores sobre sus
crímenes se esparcieron como un virus en los foros de internet, a lo cual se sumó
la atención de la Prensa y la salida de un documental sobre los crímenes que
estaban teniendo lugar.
Por su parte, la Policía decía que le faltaban evidencias y testigos para encontrar
al asesino, alimentando con esto el temor de la población.
Por último, algo que contribuyó a la obsesión popular por el asesino fue el
antecedente de que el año anterior se había estrenado la película Memories of
Murder, basada en una serie de diez asesinatos reales que tuvieron lugar en
Corea del Sur durante octubre de 1986 y abril de 1991. Tal era el caso que el
asesino susodicho nunca fue encontrado y que además mató solamente mujeres.
En el film, aunque no en la realidad, el misterioso asesino elegía siempre mujeres
de rojo que mataba en noches lluviosas: así, esta fue la causa del mito popular del
La captura
El jueves 15 de julio, Yoo fue arrestado por golpear a una prostituta en un motel
del sureño barrio Yeoksam de Seúl. Los policías en ese momento no sabían que
tenían al asesino serial en sus manos, y Yoo fue más astuto que ellos y fingió una
pierna herida y ataques epilépticos para apelar a la compasión de los policías,
quienes en un momento del interrogatorio se descuidaron, cosa que fue
aprovechada por Yoo para escapar, pese a que estaba esposado.
Entretanto, esa misma noche los proxenetas locales sabían que algo estaba
pasando, por lo que aunaron fuerzas y, con la ayuda del oficial Yang Pil-ju,
planearon tenderle una trampa. Aquello fue posible gracias a que Yoo había tenido
el descuido de llamar a más de una víctima con el mismo número de celular, de
modo que los proxenetas, que solían revisar los horarios en que sus trabajadoras
entraban y salían con los clientes, pudieron notar que un número de celular
determinado figuraba como el número del cliente que contactó con ciertas chicas
justo antes de que éstas desapareciesen.
La madrugada del viernes 16 de julio, Yoo fue capturado después de que varios
proxenetas coordinarán un plan con la Policía. Entre otras cosas, el plan incluía
enviarle una prostituta vieja y fea para que pida una joven y bonita y, en su espera
por la nueva chica, de tiempo para desplegar ciertas maniobras. Ya en la estación
de Policía, Yoo fue sometido a un interrogatorio y confesó sus atroces crímenes.
Yoo debió haber permanecido quieto después de escapar de la Policía, pero tuvo
la torpeza y la impulsividad de planear un crimen la madrugada del viernes 16 de
julio. Ocurrió entonces que, intencionalmente, el proxeneta de la agencia
contactada le mandó una mujer vieja y poco atractiva, sabiendo que Yoo la
rechazaría y pediría una chica joven y de buen aspecto, tal y como en efecto
sucedió entre la una y las dos de la madrugada.
Fue justo en ese largo intervalo de tiempo (el proxeneta le dijo a Yoo que debía
esperar cierto tiempo para que llegue la chica pedida) que los proxenetas
contactaron con el oficial Yang y coordinaron todo con la Policía. Así, a eso de las
cuatro de la madrugada, policías y proxenetas se pusieron alertas cuando el
celular de la chica que serviría de cebo sonó y Yoo, desde el otro lado de la línea,
le solicitó que se metiera por un callejón y que siguiese tales y cuales desvíos,
dando con ello a notar que existía algo extraño en la ubicación programada para el
encuentro.
Para acabar, existe una historia que ilustra a la perfección el resentimiento que
carcomía a Yoo. A saber, cuentan que habían muchas cámaras periodísticas
cuando Yoo estaba indicando dónde cavar para desenterrar los cadáveres que
había puesto en aquella zona llena de arbustos, maleza y trozos de madera
mohosa y agusanada dejados por inundaciones pasadas; y entonces, frente a los
reporteros y las cámaras de televisión, Yoo hizo una pausa inesperada, miró a una
de las cámaras y sentenció lapidariamente: “Las mujeres no deben ser putas, y los
ricos deberían saber lo que han hecho”.
El 26 de julio del 2004 se inició el juicio de Yoo. No fue un juicio normal pues
estuvo lleno de irregularidades y eventos chocantes como cuando, a comienzos
del proceso y mientras el asesino subía escoltado por unas gradas de cemento, la
Sra. Jeong (51 años, madre de una víctima) gritó: “¡La investigación falsa e
incompetente de la Policía mató a mi hija. Si lo hubieran arrestado antes, mi hija
no habría muerto!”. Tras eso y con paraguas en mano, fue corriendo hacia el
asesino, pero uno de los policías escoltas le dio una patada (arriba la foto) lateral,
haciéndola rodar por las escaleras de cemento…
Su juicio no fue un juicio cualquiera pues, además de recibir una enorme atención
por parte de la Prensa y la sociedad coreana, presentó ciertos hechos llamativos y
poco regulares. Cabe así, tomando en cuenta lo anterior y lo sustancial del juicio,
destacar en orden cronológico los siguientes sucesos:
A inicios del proceso y mientras el asesino subía escoltado por unas gradas de
cemento, la Sra. Jeong (51 años, madre de una víctima) gritó: “¡La investigación
falsa e incompetente de la Policía mató a mi hija. Si lo hubieran arrestado antes,
mi hija no habría muerto!”. Tras eso y con un paraguas en mano, fue corriendo
hacia el asesino pero uno de los policías escoltas le dio una patada lateral en el
pecho, haciéndola rodar por las escaleras de cemento… Afortunadamente las
cámaras captaron lo sucedido y el evento se pasó por televisión, causando una
indignación nacional tan grande que al día siguiente la Policía ofreció disculpas
públicamente. Pero, aún después de las disculpas, un policía hizo la paranoica
afirmación de que la Sra. Jeong había sido contratada por Japan’s Fuji TV para
descubrir el rostro del asesino quitándole la máscara. Ante esta declaración, un
miembro de Japan’s Fuji TV río públicamente.
El 6 de septiembre Yoo apareció por primera vez ante el tribunal y, pese a que
había dicho que no hablaría, admitió su culpabilidad, describió la forma en que
desmembró a las víctimas y dijo que había matado a dos personas más aparte de
las que le imputaban.
El 25 de octubre, cuando Yoo entraba en la sala del tribunal una persona del
público lo insultó. Enfurecido, Yoo se abalanzó sobre su ofensor pero diez
guardias forcejearon con él y lo dominaron, dejando como únicas secuelas un
tribunal sacudido y dos sillas de madera rotas. Tras la escena de descontrol, Yoo
fue obligado a firmar una declaración escrita en la que se comprometía a no volver
a causar agitaciones en el juicio, posteriormente lo sacaron de la sala por un rato
y, cuando volvió, Yoo miró a los familiares de las víctimas y dijo: “Eran mujeres
anormales. Ellas merecían ser capturadas.”
El 29 de noviembre del 2004 se confirmó la pena capital para Yoo. Él, tras oír su
sentencia, dijo algo que Sur Corea y el mundo deberían recordar: “Mis acciones no
pueden justificarse. Si viviésemos en una sociedad donde las personas como yo
pudiesen vivir una buena vida, no habría otro Yoo Young-Chul”. Actualmente él
está en el corredor de la muerte, esperando su final junto a otros 60 convictos.
Uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX, el filósofo alemán
Friedrich Nietzsche, dijo en una de sus reflexiones: "El que lucha con monstruos,
debe tener cuidado de no convertirse a su vez en monstruo". El asesino en serie
de esta entrada podría ser un claro ejemplo del acierto de esta advertencia.
Aunque como observaremos, Stephen Griffiths era ya un monstruo que se dedicó
'El Caníbal de la Ballesta'. Esta fue la respuesta que ofreció Stephen Griffiths
cuando se le preguntó su nombre durante una audiencia en una corte. Se apropió
así del apodo con el que había bautizado la prensa sensacionalista al criminal más
buscado de Reino Unido entre Junio de 2009 y abril de 2010. Cuando los
magistrados le pidieron la dirección de su domicilio respondió: "Eh... Aquí,
supongo".
El modus operandi de Stephen Griffiths era el de matar a las mujeres con una
ballesta que había adquirido por internet. Después, las descuartizaba. El asesino
también aseguró haber comido la carne de sus víctimas, tanto cruda como cocida.
Un extremo que nunca pudo ser confirmado por la Policía.
Lo más curioso de todo es que Griffiths era licenciado en Psicología y que estaba
ampliando sus estudios con la especialidad de Criminología en la Universidad de
Bradford. Pero sería entonces cuando su oscura personalidad comenzaria a
manifestarse. Se obsesionó con los asesinos en serie. Su tesis se basó en estos
asesinos y Griffith se fue transformado en un personaje similar a los que estudió.
Los que conocían Stephen Griffiths lo han descrito como una persona con
depresiones. Decía que se estaba sacando un doctorado en Jack el Destripador. Y
también contaba que tenía una novia en Shipley. Griffiths era amante de los
animales, tenia lagartos en su casa como animales de compañía que medían
hasta 1.2 metros. Un amigo del presunto asesino llegó a asegurar que un día vio
cómo Griffiths se tragaba vivo uno de los ratones que criaba en su casa para
alimentar a los lagartos.
Stephen Griffiths, que usaba el seudónimo Ven Pariah en Internet, sea por sus
estudios o por una fijación personal, en sus cuentas en Amazon y en páginas
como Facebook, dio cuenta de un gran interés por la vida de más de 50 asesinos
en serie y libros relacionadas con crímenes. Una serie de ocho DVDs sobre
Criminales Famosos o la obra Los asesinos en serie británicos más sangrientos
están en su lista de obras solicitadas. Entre las 160 fotos que había colgadas en
su página figuraban terroristas y asesinos sexuales.
Entre las fotografías colgadas en internet hay una en la que se le ve con el torso
desnudo y mirando desafiante a la cámara. "Ven Pariah ha salido a la luz
finalmente. ¿Qué hará este seudo-humano?, se pregunta uno”, dejó escrito. Lo
que ha hecho pensar en un anuncio de su, por el momento, tercer y último crimen.
Durante el juicio Griffith afirmó que Susan Blamires "fue asesinada en la bañera" y
que ingirió partes crudas de su cuerpo. "Eso es parte de la magia", contó con
tranquilidad.
Ya en prisión 'El Caníbal de la Ballesta' intentó poner fin a su vida y los propios
guardias tuvieron que armarse de valor para intervenir e impedir lo que parecía un
intento real de suicidio.
Tras ver este caso una pregunta flota en el aire: ¿El que lucha con monstruos,
debe tener cuidado de no convertirse a su vez en monstruo?
«Soy un demonio», asegura «el caníbal de la ballesta», que mató a tres prostitutas
inglesas
Londres / Oviedo,
Agencias / L. Á. V.
Psicóloga Duendy Kira Ramirez Sanchez Página 46
Centro Integral de Psicología
Los británicos han puesto rostro al último de sus asesinos múltiples, un psicólogo
de 40 años, estudiante de Criminología y experto en asesinos múltiples, un
mitómano que quería parecerse a sus admirados criminales. «Soy un demonio»,
dejó escrito en su página web, donde aparecía bajo la identidad de Ven Pariah.
Los textos dejados en su página web hablan a las claras de lo que se cocía en su
cabeza. «La humanidad no es meramente una condición biológica. Es también un
estado de la mente. Sobre esa base, soy un seudo-humano en el mejor de los
casos. En el peor, soy un demonio», dejó escrito en la red. Entre las fotografías
colgadas en internet más recientemente, hay una en la que se le ve con el torso
desnudo y mirando desafiante a la cámara. «Ven Pariah ha salido a la luz
finalmente. ¿Qué hará este seudo-humano?, se pregunta uno», dejó escrito
también, lo que ha hecho pensar en un anuncio de su, por el momento, tercer y
último crimen.
A pesar de sus crímenes, Griffiths era, sin embargo, una persona amante de los
animales. Mantenía a dos lagartos comedores de carne, uno de ellos de un metro
y veinte centímetros de largo.
El británico que admitió haber disparado a sus víctimas prostituta en la cabeza con
una ballesta antes de desmembrar y comer ellos fue sentenciado a cadena
perpetua en prisión el martes, según varios informes de la prensa británica.
Stephen Griffiths, de 40 años, que se hacía llamar “El Caníbal Ballesta,” se declaró
culpable de asesinar a Susan Rushworth, de 43 años, Shelley Armitage 31 años, y
Suzanne Blamires, de 36 años, los informes diario británico The Guardian.
“(El supervisor) vio una imagen de alguien en el tercer piso arrastrando a una
persona en plana de 33 años,” dijo el fiscal Robert Smith.
Poco después, una mujer salió corriendo del apartamento y cayó al suelo, informa
el Guardian. Griffiths le disparó con una ballesta mientras yacía en el suelo, y la
arrastró en el piso por una pierna.
La policía cree que Griffiths también podría ser responsable de tres asesinatos sin
resolver después de haber indicado en una entrevista que él había matado a seis
mujeres en total, los informes del telégrafo.
Afirmó que había cocinado y comido partes de sus dos primeras víctimas, un
punto de ebullición en una olla y se comió el tercero primas, los informes del
telégrafo.
Griffiths dijo a la policía que había “cortado a sí mismo fuera de la sociedad” y una
“guerra civil” que estaba pasando en su cabeza, los informes del telégrafo.
Griffiths fue conocido como “el bicho raro” por los vecinos en su edificio de
apartamentos, informa el Daily Mail del Reino Unido. También fue conocido como
“Penfold, un personaje de dibujos animados de los niños muestran Danger Mouse,
porque llevaba gafas de sol redondas sea cual sea el clima.
Un vecino dijo Griffiths se hizo amigo de las prostitutas que trabajaban en la zona
de luz roja alrededor de su apartamento, los informes de Daily Mail. También hubo
KROLL, EL CANÍBAL
Joachim Kroll nació en Hindenburg, Alemania. Sólo fue tres años a la escuela y
nunca aprendió a leer ni a escribir. Su madre, que era viuda, falleció cuando él era
un adolescente. A raíz de su muerte, sus cinco hermanos y hermanas fueron
separados y, con el tiempo, perdieron el contacto con Joachim. A saber qué
razones se aunaron para que este hombre pequeño, común y corriente se
convirtiera en asesino en serie y caníbal. En 1955, a la edad de 22 años, Joachim
acechó a Irmgard Strehl, de 19 años, cuando ésta iba por una carretera rural cerca
de la ciudad de Walstedde. Irmgard fue asesinada por estrangulación y luego
violada, un destino que correrían todas las mujeres que fueron víctimas de
Joachim. Su cadáver fue encontrado a varios metros de la carretera.
Durante cuatro años, los extraños impulsos que llevaban a Joachim a matar y a
violar permanecieron latentes. Luego, en rápida sucesión, volvió a las andadas,
dos veces en un mes. Las víctimas fueron Klara Tesmer, de 24 años, y Manuela
Knoot, de 16.Fue al matar a Klara cuando a Joachim le empezó a gustar la carne
humana. Cuando se encontró su cadáver en un bosque cercano, la policía se
quedó horrorizada al ver los grandes trozos de carne que le habían arrancado de
los muslos y los hombros. Años después, Joachim reveló que había envuelto la
carne en un papel y luego se la había comido en la cena. Desgraciadamente, un
tal Heinrich Ott fue arrestado y acusado del asesinato de Klara. A la espera del
juicio, Ott sufrió una depresión aguda y se ahorcó. En 1962, Joachim volvió a
actuar. Su primera víctima fue Petra Giese, de 13 años. Dos meses después, mató
a Monika Tafel, de 12 años. Ambas, originarias de la región de Bruckhausen,
habían sido asesinadas por estrangulamiento, y después violadas. De nuevo, se
encontraron signos de canibalismo. Dos hombres inocentes fueron arrestados,
declarados culpables y encarcelados por estos asesinatos. Vinzenz Kuehn, un
conocido pederasta, pasó seis años en prisión por el asesinato de Petra Giese.
Walter Quicker, un hombre que amaba a los niños, pero que nunca había tocado a
uno solo, fue declarado sospechoso del asesinato de Monika Tafel. Como no
había ninguna prueba en su contra, fue liberado. La mujer de este hombre
totalmente inocente se divorció de él por el incidente. Sus amigos y conocidos le
hicieron el vacío. Unos meses después del asesinato, se colgó en el mismo
bosque donde se había encontrado el cadáver de Monika Tafel. Tres años
después de estos crímenes, Joachim volvió a matar. Estaba buscando una víctima
femenina en Grossenbaum cuando se topó con una pareja que había aparcado en
un callejón conocido por ser refugio de enamorados. Hermann Schmitz y su novia,
Marion Veen, se estaban besando en el asiento delantero de su automóvil.
Joachim se puso delante del vehículo y empezó a mover los brazos como loco.
Creyendo que este hombre obviamente agitado tenía algún problema, Schmitz
salió del automóvil. Joachim le asestó varias puñaladas. Marion, quien entendió lo
que estaba pasando rápidamente, se pasó al asiento del conductor y puso el
vehículo en marcha.
Gabriele nunca le habló a sus padres del incidente pero cuando, once años
después, fue nombrada en la confesión de Joachim, se dio cuenta de lo
afortunada que había sido al lograr escapar de las garras de uno de los caníbales
más conocidos de Alemania. Como en Alemania Occidental no existía la pena
capital, la máxima pena a la que pudo ser condenado Joachim Kroll fue cadena
perpetua.
RICHARD CHASE
"...si devoré a esas personas fue porque tenía hambre y me estaba
muriendo. Mi sangre está envenenada y un ácido me corroe el hígado. Era
absolutamente necesario que bebiera sangre fresca."
"A veces oigo voces por teléfono... Ignoro qué voces... Amenazas. Suena el
teléfono y alguien me dice cosas extrañas...que mi madre me envenena poco a
poco y que me voy a morir. Me siento observado… Sé que alguien me vigila...."
Desde muy joven, Chase es conocido por su conducta psicótica que alterna
períodos de apatía con otros de agresividad. Esto, según algunos psicólogos
estaría debido en gran parte a unos traumas infantiles por las constantes peleas
entre su padre alcohólico y su madre, así como el posterior divorcio de éstos. A los
21 años, se va de casa para compartir un departamento con unos amigos. Allí,
continuamente drogado, empieza a obsesionarse con la idea de que una
organización criminal trata de acabar con él, hasta tal punto que clava con tablas
la puerta de su habitación, entrando y saliendo de ella por un pequeño agujero que
había hecho en el fondo de un armario de la pared. Poco tiempo después, se
afeita la cabeza y acude asustado al médico alegando que su cráneo se está
deformando poco a poco y los huesos de éste le agujerean la piel. Al mismo
tiempo dice sentir que se muere porque alguien le ha robado la arteria pulmonar, y
nota que su sangre no puede circular. Es internado en un psiquiátrico, saliendo de
éste al poco tiempo, pese a la opinión de algunos médicos que lo consideran
peligroso, una vez sólo, deja de tomar la medicación que le habían prescrito y su
conducta comienza a empeorar, pues creyendo que su sangre se estaba
volviendo polvo y que necesitaba otra más fresca para sobrevivir, se inyecta y
bebe sangre de conejo, tragándose además crudas las vísceras de los
animales...poco después cae gravemente enfermo, y los médicos tras percatarse
de su obsesión por consumir sangre, lo internan de nuevo diagnosticándole una
fuerte esquizofrenia paranoide además de conducta peligrosa. Un año después,
de nuevo en la calle, descuartiza a numerosos perros, gatos y vacas afín de beber
su sangre y vísceras mezcladas con coca-cola a modo de cóctel, estando
convencido que a causa de la falta de sangre, su estómago se empieza a pudrir,
su corazón disminuye de tamaño y que los distintos órganos se desplazan en su
interior.
A los 28 años, comienza una serie de crímenes disparando dos veces sin motivo
alguno sobre un desconocido, que se convertiría en la primera de sus víctimas. Su
segunda víctima, una joven de 22 años, es salvajemente asesinada a pocos
metros de su casa cuando se encontraba sacando la basura. Chase dispara tres
veces sobre ella, y mientras agoniza, le abre el vientre para arrancarle los
intestinos, que esparce cuidadosamente por el suelo. Luego, le corta el hígado, el
diafragma, un pulmón y los riñones, colocándolos encima de una cama. En un
ataque de histeria apuñala varias veces el cuerpo sin vida y tras beber su sangre,
se pinta la cara con ella. Finalmente, como toque final a su "obra", defeca sobre la
boca del cadáver y abandona la casa, satisfecho. Cuatro días después comete el
más sangriento de sus crímenes entrando en una casa elegida al azar y
disparando a la cabeza de una pareja de 27 años, un niño de 6 años y un bebé de
22 meses. Luego, llevándose el cuerpo de la mujer a una habitación, sodomiza el
cadáver, le arranca un ojo y bebe su sangre. Momentos más tarde, es sorprendido
en su macabra carnicería por alguien que llama a la puerta mientras vaciaba el
cráneo del niño, y huye a toda prisa llevándose el cadáver del bebé.
ISSEI SAGAWA
Este japonés había mencionado en algunas entrevistas que era el tipo de hombre
que la mayoría de mujeres no encontraría atractivo. Sabedor de su falta de
atractivo físico y de su extrema timidez, estaba obsesionado con tener a su lado
"la mujer perfecta". El libro "Asesinos Caníbales" de Moira Martingale, describe a
Issei Sagawa como un estudiante japonés inteligente, obsesionado con las
mujeres altas de rasgos occidentales. Su fantasía se hizo realidad mientras
estudiaba Literatura Inglesa en la Universidad de Wako en Tokio, allí se relacionó
con una mujer alemana que daba clases de idiomas. "Cuando me encontré a esta
mujer en la calle, me pregunté si podría comerla". Un día de verano, se coló en su
apartamento e intentó matarla. Para su deleite, ella estaba dormida y tenia ropa
pequeña que cubría algo de su cuerpo. Busco algo para apuñalarla o golpearla y
descubrió un paraguas. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, la mujer se
despertó y lo descubrió, gritó desesperada provocando la huída del intruso por lo
que empezó a investigar y vigilar a sus potenciales víctimas para planear sus
ataques. Su fantasía se vuelve hacer realidad cuando viaja a París y encuentra a
la mujer que nunca pudo sacar de su mente. Su piel blanca, la forma carnosa de
sus nalgas y sus bonitos senos le habían enamorado. Empezó a conquistarla.
Sagawa creía que el amor que sentía por las mujeres que le gustaban lo podía
demostrar comiéndoselas.
en mente, pero tenía que ser cuidadoso y preparar mejor su plan. Renee tenía 25
años, hablaba tres idiomas y con un futuro prominente. Sagawa le pidió que le
enseñara alemán, su padre era multimillonario y podría pagarle cualquier sueldo.
Ella aceptó. Le gustó su inteligencia, su conocimiento de pintura y literatura
europea, le escribió cartas de amor, le invitó a conciertos y exposiciones de arte.
Sagawa era bajito, con rasgos femeninos y además cojeaba. Cierto día invitó a
Renee a cenar en su apartamento, le pidió que le leyera un poema de un escritor
alemán, después de que ella salió, Sagawa olió y lamió el lugar donde ella se
había sentado y juró que se la comería, esto le permitiría poseerla para siempre. A
los pocos días la volvió a invitar a cenar, grabó la lectura de su poema preferido
con la voz de Renee, el 11 de julio de 1981 se preparó para hacer realidad su
última fantasía. Al llegar a París, había comprado un rifle calibre 22 para su
protección, hizo sentar en el suelo a Renee al estilo japonés para beber el té, en la
bebida mezcló un poco de whisky, hablaron durante varias horas esperando que el
licor en el té hiciera su efecto. Sagawa declaró su amor a la bella alemana y trató
de llevarla a la cama. Lo rechazó y le explicó que solo quería ser su amiga.
Sagawa se levantó desconcertado y mientras Renee se sentaba en una silla, trajo
un libro de poemas para que lo leyera y el caníbal japonés empezó a ejecutar su
macabro plan, grabó las últimas palabras y le disparó con su rifle en el cuello, cayó
de la silla y le continuó hablando. Desvistió el cadáver y se contentó porque ahora
ya no se negaría a su amor. Con un cuchillo le cortó el pezón izquierdo y un
pedazo de nariz para comerlos. "Corté su cadera", escribió luego en su cuento
titulado, "En la Niebla" y se preguntó donde debería morder primero, seleccionó
las nalgas pero las encontró difícil de morder. Describió paso a paso su ritual, la
apariencia de grasas, músculos y su sabor. Cuando la grasa salía por los cortes
hechos con el cuchillo, la describió de consistencia y apariencia del maíz amarillo,
la olió y encontró que no tenía ningún olor. Siguió cortando para encontrar la carne
mas profunda, puso dos filetes en su boca "su sabor es de un rico pescado crudo
similar al sushi, no he comido nada más delicioso", se encontraba feliz de haber
cumplido su fantasía.
Usando un cuchillo eléctrico empezó a cortar a Renee en partes, hizo varios filetes
para mordisquearlos crudos, el resto lo guardó en su refrigerador. Preparó una
comida rápida de carne humana frita con mostaza, tomó fotografías del cadáver
mutilado y tuvo relaciones sexuales con lo que quedaba de él. "cuando yo la
abrazo", grabo en una cinta de audio, "ella suspira y le digo que la amo". Cuando
cocinaba y comía de sus restos, escuchaba la grabación que Renee había hecho
de la lectura del poema, su ropa interior la usaba como servilleta para limpiar su
boca. Al cocinar un seno le dio asco por su apariencia grasosa y encontró que los
muslos eran más deliciosos. Exhausto finalmente, tomó lo que quedaba del
cadáver, lo llevó a su cama y durmió con él.
Cuando la policía llegó a su apartamento dos días después del asesinato con una
orden de captura, abrieron el refrigerador y encontraron pedazos de un cuerpo de
una mujer, incluso los labios. Sagawa confesó lo que había hecho y añadió que
tenía una historia médica con una enfermedad mental. De hecho, sus
descripciones fueron detalladas y el juez decidió que él no era competente para
juzgarlo: estaba realmente loco. Sagawa fue condenado a un periodo indefinido de
prisión en el asilo Paul Guiraud, los tres psiquiatras que lo evaluaron dijeron que
nunca se curaría. Su multimillonario padre, Akira Sagawa, presidente de Kurita
Water Industries en Tokio, hizo un trato para que en 1984 su hijo fuera transferido
al hospital psiquiátrico Matsuzawa en Japón. El fiscal creyó que allí estaría preso
de por vida, pero solo permaneció preso 15 meses y quedó en libertad en agosto
de 1985, de nuevo, gracias a su padre.
Sin duda alguna esta historia es muy desconcertante, más conocido, por la
prensa, como el "caníbal de Rotemburgo". Este alemán publicó en internet un
anuncio en el que solicitaba a alguien que quisiera ser asesinado y comido. Bernd
Jürgen Armando Brandes, un ingeniero de Berlín –que declaraba ser bisexual, y
consideraba que la violencia y la tortura eran los ingredientes esenciales de su
vida sexual cotidiana– se presentó en casa del caníbal. Primero le cortó el pene,
que intentaron comerse entre los dos. Después descuartizó su carne y la guardó
en el congelador para comérsela en días posteriores. Fue detenido al año
siguiente de cometer el asesinato, cuando ya se había comido más de 20 kilos de
la víctima.
Armin Meiwes, con serenidad e incluso entre sonrisas, ha relatado estos días sin
pudor el ritual caníbal que ejecutó hace dos años en el sótano de su mansión
dieciochesca en la localidad alemana de Rotemburgo. «A él también le dio
placer», dice de su víctima, un ingeniero berlinés de 43 años que siempre «había
soñado con ser comido». La espeluznante acción de este ingeniero técnico -
llevaba una vida normal- se ve superada por la sobrecogedora realidad de que
existe un amplio público -de costumbres también corrientes- que espera con
ansiedad contemplar la sangrienta obra en la pantalla pequeña. El caníbal de
Rotemburgo grabó en tres cintas de vídeo, de casi cuatro horas, cómo cortó el
pene a Bernd Jürgen B., cómo ambos lo intentaron de todas las maneras posibles
ingerir y cómo finalmente troceó y comenzó a devorar al moribundo.
Armin Meiwes era un chico normal en la escuela, algo retraído y apartado de sus
compañeros. En su familia vivió las sucesivas separaciones de su madre y al final
de su pubertad vivía sólo con ella, sometido a una estricta disciplina. Estos
antecedentes no son nuevos en la historia de los criminales más famosos del
mundo. En su juventud, el caníbal presenció escenas de matanza que podrían
haber influenciado su estado psicológico. Matanzas de animales en las que él
participaba para darse después el gran banquete. A la edad de 18 años, Armin se
muda con su madre a la enorme casa que la familia poseía a las afueras de
Rotemburgo. La casa tenía cuarenta y cuatro habitaciones y los amigos de Armin
la llamaban la casa de los espíritus. Posteriormente ingresó en el ejército, donde
destacó por su disciplina. Apoyaba a los subalternos y se llevaba bien con ellos.
Llevaba a su madre a las excursiones de su brigada y pasaba la noche con ella en
una habitación separada. Tras su servicio en el ejército, trabajó como técnico de
computadoras en un centro informático de Kassel. En su trabajo también se le
consideraba diligente y eficiente. Entre sus aficiones estaban la lectura de libros
de caníbales, muertes y asesinos en serie. Además coleccionaba partes del
cuerpo de muñecas que guardaba en un cofre para ocultarlas de su madre. La
madre falleció en 1999 en la casa de Rotemburgo. Tras su muerte, Armin se
quedó solo. A partir de este punto, Meiwes comenzó a ver por internet, fotos de
crímenes, accidentes, cuerpos abiertos y otras muchas fantasías violentas
componen el archivo fotográfico de su computadora. Foros como "gourmet" o
"caníbal–café" le proporcionan la plataforma ideal para contar y compartir sus
fantasías.
RUDY EUGENE el "Hanibal" de Miami: murió a los 31 años por los disparos de
la Policía de Miami cuando estaba comiendo la cara a un indigente. Las
autoridades encontraron a Eugene desnudo y bajo los efectos del "Ivy ave", una
nueva droga sintética.
ANTHONY MORLEY: Las dotes de este chef británico fueron más allá de los
fogones del restaurante. Este hombre mató a su novio –apuñalándole varias
veces– y le cortó la garganta. Tras el suceso, cocinó su muslo con hierbas frescas
y aceite de oliva y se comió esta parte de la pierna. Fue condenado a cadena
perpetua.
JOSÉ LUIS CALVA: también conocido como "El caníbal de la Guerrero". Fue
detenido en 2007 cuando la policía lo sorprendió en su casa, debido a una
denuncia por desaparición que pusieron los familiares de su esposa a la que había
descuartizado. La policía encontró el tronco de esta mujer en su armario.