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VERSIÓN 2003
"ARTE Y TÉCNICA EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO"
Universidad Diego Portales - Facultad de Humanidades
Theodor W. Adorno:
“Música, lenguaje y su relación en la composición actual”
Fragmento sobre la música y el lenguaje (1953).1
Se suele buscar lo que los diferencia en el hecho de que la música no conoce el concepto.
Sin embargo, algunas cosas en ella son verdaderamente cercanas a los “conceptos primitivos” de
los cuales trata la teoría del conocimiento. Utiliza siglas que se repiten. Fueron acuñadas por la
tonalidad. Si no conceptos, ésta hizo madurar vocablos: primeramente los acordes que entran
siempre con idéntica función, también enlaces anudados como los grados de cadencia, y a
menudo incluso floreos melódicos que transcriben la armonía. Tales siglas generales son capaces
de entrar en la textura concreta. Ofrecen espacio para la especificación musical como el concepto
para lo singular, y al mismo tiempo son curadas de su abstracción por la fuerza del contexto, tal
como le sucede al lenguaje. Sólo que la identidad de esos conceptos musicales se hallan en su
propia existencia, y no en la de aquello a lo que se refieren.
Su invariancia ha sedimentado como una segunda naturaleza. Ella es quien dificulta tanto
a la conciencia la despedida de la tonalidad. Pero la nueva música se apoya en la apariencia de
una tal segunda naturaleza. Las fórmulas coaguladas y su función las elimina por mecánicas. Sin
embargo, no el semejanza con el lenguaje en general, sino sólo la cosificada, la que abusa del
elemento singular como si fuese una ficha, un portador descualificado de significados subjetivos no
menos petrificados. También musicalmente se corresponden subjetivismo y cosificación. Pero su
correlación no transcribe de una vez por todas las semejanzas de la música con el lenguaje. Hoy,
la relación entre lenguaje y música se ha hecho crítica.
1
“Fragment ubre Musik und Sprache”, Musikalische Schriften II, vol.16. Obras escogidas, edición de Rolf Tiedermann con la
colaboración de Gretel Adorno, Susan Buck-Moss y Klaus Scultz, págs. 252-257. Traducción del alemán por Gerard Vilar
Roca.
En comparación con el lenguaje significativo, la música sólo es lenguaje en tanto que de un
tipo completamente diferente. En él yace el aspecto teológico de la música. Lo que ella dice se
encuentra a la vez determinada y oculta en la afirmación. Su idea es la figura del nombre divino. Es
oración desmitologizada, liberada de la magia de la influencia; es el intento humano, vano como
siempre, de nombrar el nombre mismo, en vez de comunicar significados.
La música aspira a un lenguaje sin intenciones. Pero no se separa de manera radical del
lenguaje significativo como si de otro reino se tratase. Se produce una dialéctica: en la música se
imponen intenciones por doquier, y seguro que no sólo del stile rappresentativo, que condujo la
racionalización de la música para que dispusiera de su semejanza con el lenguaje. Una música sin
ningún resto de significatividad, la mera textura fenomenal de los sonidos, se parecería a un
calidoscopio acústico. Por el contrario, si fuese un absoluto significar dejaría de ser música y se
convertiría de manera falsa en lenguaje. Ella remite al lenguaje verdadero como a uno en el cual el
contenido se manifiesta por sí mismo, pero al precio de la univocidad de significado, que la
convertiría en lenguaje significativo. Y como si ella, la más elocuente de todas las lenguas, hubiera
de ser consolada de la maldición de la pluralidad de significados que es su momento místico,
afluyen a ella intenciones. Una y otra vez anuncia que significa y que seguro que significa. Sólo
que la intención al mismo tiempo está siempre velada. No en vano, Kafka le ha concedido un lugar
en algunos textos memorables como nunca antes la poesía había hecho. Él procedió con los
significados de lo hablado, del lenguaje significativo, como si fuesen los de la música, como
parábolas interrumpidas, en el mayor contraste con “lo musical”, la imitación de los efectos
musicales y la entonación musical de las lenguas extrañas de Swinburne o Rilke. Ser musical es
interiorizar las intenciones relampagueantes sin perderse en ellas, refrenándolas, Así se forma el
continuo musical.2
Esto remite a la interpretación. La exigen tanto la música como el lenguaje, pero de dos
tipos diferentes. Interpretar el lenguaje significa entenderlo, mientras que interpretar música es
hacerla. La interpretación musical es la ejecución, que retiene la semejanza con el lenguaje como
síntesis, y a la vez la anula en cada elemento singular. Por ello la idea de la interpretación
pertenece a la música misma y no le es accidental. Tocar música correctamente significa en primer
lugar hablar su lengua con corrección. Ésta exige imitar, no descifrar. Sólo en la praxis mimética,
que claramente puede ser sublimada como imaginación muda, a la manera de la lectura silenciosa,
se abre la música; nunca en una contemplación que interpreta la música con independencia de su
ejecución. Si se buscara en el lenguaje significativo un acto comparable al musical, se encontraría
más bien al copiar el texto, que en la comprensión de su significado.
2
En el fragmento de 1956: “Así se forma la música como estructura”.
Así se encuentra uno con el hecho de que la diferencia entre música y lenguaje no se
explica por ninguno de sus rasgos singulares, sino únicamente por el todo de la composición. O
mejor todavía, por su orientación, su “tendencia”, usando la palabra sencillamente en el mayor
énfasis del telos de la música. El lenguaje significativo quisiera decir el Absoluto a través de la
mediación, y se le escurre en cada intención singular, abandona cada una tras de sí por limitada.
La música lo encuentra de forma inmediata, pero en el mismo instante se oscurece, como un
exceso de luz que deslumbra los ojos, de tal modo que lo completamente visible ya no puede ser
visto.
3
Heinrich Schenker (1868-1935). Compositor austríaco, discípulo de Bruckner que destacó principalmente como teórico.
Afirmó que todas las obras maestras escritas en el período de Bach a Brahms se sostienen por un único tipo de estructura
musical básica.
4
En este punto, en el Fragmento de 1956 aparece la frase “Forma es sólo una de lo formado”.
Pero si las estructuras o formas musicales deben ser más que esquemas didácticos, entonces no
abrazan el contenido externamente, sino que son su propia determinación, como la de algo
espiritual. La música tiene pleno sentido cuanto más completamente se determina, y no
meramente porque sus momentos singulares expresen algo simbólico. Su semejanza con el
lenguaje se simple mediante su distanciamiento de él.