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Área temática: EJE IV Enseñanza y desigualdades

Investigando colaborativamente: prácticas educativas inclusivas en la escuela


secundaria para estudiantes con discapacidad y/o en situación de desventaja
educativa
Beatriz Celada - Mariela Rosetto - María Beatriz Arce

UNCo - [email protected]

Resumen

Consideramos que nuestro proyecto de investigación aporta a la discusión sobre las posibles
relaciones entre formatos de enseñanza y sus correlatos organizacionales y los problemas de
desigualdad, al trabajar a partir de las voces de estudiantes con discapacidad y/o en situación de
desventaja educativa. Entendemos el concepto de discapacidad desde un modelo social: la
situación de discapacidad de una persona se construye a partir de la interacción que se establece
entre una condición individual (en el orden de lo biológico) y las características del contexto. Por
otro lado hemos construido teóricamente la categoría “estudiante en situación de desventaja
educativa” en el proyecto anterior (C-117)1, lo que nos amplía el marco referencial de la población
y las dimensiones con las que trabajamos..

Este Equipo de Investigación viene trabajando desde el año 2010 desde una perspectiva cualitativa
de investigación y, dentro de ella, la investigación narrativa con los actores de la comunidad
educativa, sosteniendo que no se investiga “sobre” lo escolar sino “en lo escolar” y “con lo
escolar”. Desde este posicionamiento metodológico e ideológico, nos planteamos un diseño con
estrategias participativas para la indagación de prácticas escolares que promuevan un cambio
educativo y social. Asimismo, se proyecta cogestionar el diseño de dispositivos que favorezcan la
trayectoria escolar de lxs estudiantes en situación de desventaja educativa y/o estudiantes con
discapacidad en el nivel secundario y propiciar espacios de divulgación de dichas prácticas.

Experiencias alternativas en Narrativas escolares e Investigando


educación: Investigando innovación en prácticas colaborativamente: prácticas
colaborativamente para la educativas inclusivas; educativas inclusivas en la
transformación de las configuraciones de escuela secundaria para
prácticas educativas ⇒ apoyo. Investigando ⇒ estudiantes con discapacidad
inclusivas colaborativamente y/o en situación de
desventaja educativa

Código 04/086 Código 04/117 Código 04/136


Período 2010-2013 Período 2014-2017 Período 2018-2021

1
“Narrativas escolares e innovación en prácticas educativas inclusivas; configuraciones de apoyo. Investigando
colaborativamente”
En este sentido, se construyen desde la Facultad de Ciencias de la Educación (Universidad
Nacional del Comahue) diseños con una perspectiva de investigación más colaborativa que nos
posicionan en la intención de investigar “con” y no “sobre” espacios de comunidades escolares.
La investigación participativa y narrativa define los proyectos iniciados y llevados a cabo en el
nivel medio, definiendo básicamente la elección de nuestros acercamientos a instituciones en
relación a un propósito sostenido: recuperar experiencias alternativas de educación que lleven a
cabo proyectos institucionales orientados a la atención de la diversidad, en particular de estudiantes
con discapacidad. Este modo de entender y hacer la investigación, nos habilita a desplegar
estrategias de investigación colaborativa y de reflexión compartida, que nos permiten co-construir
espacios educativos más enriquecidos y favorecedores de equidad en poblaciones en contextos
vulnerables.

Tenemos la convicción de que las escuelas deben flexibilizar sus formatos y cobrar cierta
identidad, desplegando una cultura institucional que permita ahondar en experiencias alternativas
en educación que den forma y contenido a prácticas educativas inclusivas. En este sentido
transcurrimos nuestras indagaciones desde proyectos institucionales cuyo propósito sea alojar en
el campo educativo a estudiantes pertenecientes a colectivos vulnerados, entre los que prestamos
especial interés a estudiantes con discapacidad. Por ello, la segunda etapa de nuestras indagaciones
y producciones se centró en el diseño de estrategias variadas, no sólo de enseñanza, sino de todas
las variables que operan en el escenario institucional. Entre ellas se encuentran las configuraciones
de apoyo posibles en la escuela secundaria para estudiantes con discapacidad y/o en situación de
desventaja educativa (proyectos de investigación Código 04/086 2010-2013 y Código 04/117
2014-2017, y el actual Código 04/136 2018- 2021).

Este proyecto que iniciamos, aspira a dar continuidad a los trayectos anteriores en que, si bien se
han definido en todos los casos la participación de los tres colectivos: docentes, familia y
estudiantes, en éste en particular se pretende poner en el centro de la escena educativa a las voces
de los protagonistas principales: los y las estudiantes de nivel medio, desde el enfoque de la
investigación narrativa. Esos pasos previos nos llevan actualmente a centrar nuestro foco en sus
propias narrativas; se procura analizar los procesos a partir de los cuales los sujetos significan las
experiencias educativas y las resignifican mediante sus relatos.

En este sentido es que como equipo intentaremos seguir la ruta particular de lxs estudiantes en los
contextos en que se expresan, escuchando las demandas y obstáculos que se crean y re-crean en el
proceso singular de construcción del conocimiento.
Como otras investigaciones han ido señalando, la participación activa de los estudiantes resulta un
componente valioso para articular la investigación, la práctica y la experiencia con el objetivo de
construir instituciones inclusivas (Goldrick, Ainscow, Dyson y West, 2009; Susinos y Parrilla,
2009; Sandoval, Etcheita y Simón, 2016; Calderón y Celada, 2016).
Algunos autores describen al movimiento de la “voz del alumnado” como aquel que convoca a las
iniciativas que promueven el protagonismo de lxs estudiantes (Fielding, 2004, Sandoval, 2011,
Susinos, 2009, Rudduck y Flutter, 2007). Esta perspectiva exige a lxs investigadorxs enfrentar este
acercamiento a partir del diálogo y de la generación creativa de nuevas propuestas de participación.

La investigación así planteada está vinculada a la posibilidad de generar espacios materiales y


simbólicos que permitan desplegar la voz de lxs actores implicadxs en las prácticas escolares,
apostando a que es posible revisar y transformar prácticas basadas en viejos esquemas de
pensamiento o formatos tradicionales, a partir de la construcción de espacios participativos, en el
sentido de que los propios actores que conforman la comunidad escolar “tomen parte”. La
concepción que sostenemos en torno al aprendizaje no puede desvincularse de la participación
(Tilstone, Florian y Rose, 2003), siendo ésta última una condición que habilita al primero. Las
modalidades relacionales, los modos de configurar vínculos pedagógicos y los formatos de
interacción y comunicación en el aula favorecen o dificultan la participación de lxs estudiantes.

Si las prácticas generan cultura, como investigadorxs nos interrogamos: ¿qué aspectos de la cultura
institucional-escolar se conmueven?, ¿qué conflictos, contradicciones e intereses personales entran
en tensión en este proceso de construir culturas inclusivas?, ¿qué modos de circulación de la
palabra, del poder y del sentido de la autoridad pedagógica se afectan?.

Llevar adelante este proceso implica abrir la escuela y el espacio del aula a otrxs actorxs implicadxs
en lo escolar en un marco de diálogo, interrogación mutua e interpelación de prácticas pedagógicas,
dichos, palabras, estrategias y modos de evaluar y de planificar. En este trabajo intervienen
docentes, equipo de dirección y asesoría, familias y lxs propixs estudiantes; y en este sentido
reconocemos que es una tarea que impacta de forma dialéctica tanto en lxs actores educativxs
como en el equipo de investigación.

En serie con lo anterior, nos proponemos investigar los modos o vías posibles de acompañamiento
en la construcción de dispositivos pedagógicos-educativos inclusivos, teniendo en cuenta las
condiciones institucionales y su flexibilidad para minimizar o eliminar barreras para los
estudiantes en situación de desventaja educativa y/o con discapacidad, transformando y mejorando
así las prácticas habituales en el aula.

En este punto, la categoría “estudiante en situación de desventaja educativa”, construida


teóricamente en el proyecto anterior, nos amplía el marco referencial de la población y las
dimensiones con la que trabajamos, habilita nuevos lugares, prácticas renovadas, nuevas
identidades, dimensiones que tocan lo familiar, lo escolar, lo social, lo político, lo singular. En este
sentido acordamos con Larrosa y Pérez de Lara, quienes proponen que“La alteridad del otro
permanece reabsorbida en nuestra identidad y la refuerza todavía más; la hace posible, más
arrogante, más segura y más satisfecha de sí misma. A partir de este punto de vista, el loco
confirma y refuerza nuestra razón; el niño, nuestra madurez; el salvaje muestra civilización; el
marginal nuestra integración, el extranjero nuestro país y el deficiente nuestra normalidad.”
(1998).
Los modos postmodernos de nombrar y de abordar lo diferente, la dificultad, el malestar, lo que
se corre de la norma, se hacen presentes en las instituciones educativas, produciendo identidades
que responden a categorías dicotómicas como buenxs - malxs alumnxs, inteligentes - no
inteligentes, normales - anormales, lxs que están adentro - lxs que están afuera; y terminan
confirmando aquello que se afirmaba de ellos, como el tan conocido “Efecto Pigmaleón” estudiado
por Rosenthal y Jacobson (1968).
De este modo, coincidimos con Untoiglich (2014) quien al citar a Kaplan (1997) reafirma que “las
diferencias quedan así enmarcadas en relaciones de poder-saber que predicen trayectorias de
fracasos atribuidas a causas individuales y naturales”. Es por esto que sostenemos que del
cambio, no sólo en el modo de nombrar sino también en el modo de mirar y de concebir a lxs
estudiantes en desventaja educativa y/o con discapacidad, devienen las prácticas innovadoras e
inclusivas o también llamadas buenas prácticas en educación.
Articulando con los planteos vertidos, entendemos el concepto de discapacidad desde un modelo
social: la situación de discapacidad de una persona se construye a partir de la interacción que se
establece entre una condición individual (en el orden de lo biológico) y las características del
contexto. La dependencia o la imposibilidad de hacer algo es una situación variable y dependerá
significativamente de los factores del contexto real (personales o del ambiente) en el que se
desempeña un sujeto; es decir, a mayor condición de accesibilidad, menor dependencia, y por el
contrario, a mayor barrera, mayor dependencia y mayor necesidad de adaptación específica.
Consideramos los principios de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad (ONU, 2006. Ley Nacional 26.378) como marco legal que orienta las políticas
públicas y prácticas sociales a los fines de garantizar la educación, impactando así en la
transformación de las instituciones, en particular las educativas, hacia modelos más participativos
y democráticos. En este punto, los estudios realizados a partir del Índice de Inclusión (UNESCO,
2000) aportan a nuestros propósitos y nos facilitan herramientas metodológicas para interpretar las
prácticas, las culturas y las políticas institucionales. La construcción de culturas inclusivas requiere
del trabajo con otros (personas, agentes e instituciones), lo que exige el establecimiento de
relaciones y vínculos, orientados por los mismos propósitos o fines.
La inclusión tiene que posibilitar el mayor bienestar posible cada vez, poniendo en juego la idea
de que ésta no es un estado acabado y cerrado, sino un proceso, un devenir constante. Booth y
Ainscow (2002) plantean la inclusión educativa como un conjunto de procesos orientados a
aumentar la participación de los estudiantes en la cultura, los currículos y las comunidades de las
escuelas, por lo cual se estaría haciendo referencia a todo lo que conlleva la experiencia escolar.
Siguiendo a Orlando, “Implica, transformar la cultura, la organización y las prácticas para
atender la diversidad de necesidades educativas de todo el alumnado.”(2015, p.44)
Este cambio necesario comporta ineludiblemente dar un paso desde la “Integración” hacia la
“Inclusión”, desde las prácticas en las que lxs estudiante tienen que adaptarse al contexto hacia la
revisión y metamorfosis de los dispositivos de trabajo para que se alberguen las diferencias y
singularidades, permitiendo así mudar aquello que mantiene la escuela como universo cerrado,
común, normal, y dar lugar concreto a lo particular, a lo excluido, a lo que está por fuera y a lo
singular. En este sentido, Boggino y Boggino (2013) nos aportan que, para hacer lugar a la lógica
de la accesibilidad universal, es necesario repensar las nociones de frontera y de límite. Estos
autores sostienen que la lógica del límite se contrapone a la primera: la frontera refiere a una
versión dicotómica, binaria, adentro-afuera, incluido- excluido; la diferencia es signada
negativamente dejando siempre a un colectivo “excluido de”, en este caso, fuera de la escuela.
Continuando con la perspectiva inclusiva, tomamos el concepto argumentado por la Dra. Liliana
Pantano, quien expresa que las buenas prácticas deben ser entendidas como las iniciativas o
modelos de actuaciones que tienen como objeto mejorar la calidad de vida de las personas, y que
las mismas deben ser pensadas en y con la cotidianidad (Conferencia, Congreso de Buenas
Prácticas en Discapacidad, Vicente López, 2015). Citando a Nessen y Schibel, Pantano resume el
concepto de “buenas prácticas” como “actuaciones que han demostrado, por medio de la
investigación y la evaluación, su eficacia y sostenibilidad, que producen resultados sobresalientes
y que pueden ser aplicables y adaptables a otras situaciones”. (Pantano, 2010, p.75) Caracteriza
a las buenas prácticas como un hacer bien, como prácticas que conllevan el carácter de ser únicas
y hasta irrepetibles en un punto, responden a una necesidad, están fundamentadas en una visión y
en unos valores, se sustentan en un cuerpo de ideas y las ejecutan, implican una decisión política
que las respalda, satisfacen a un ciudadano, son sostenibles (con cierta durabilidad en el tiempo),
flexibles, documentables, evaluables y atienden a la alta calidad de vida de todxs.
Por otro lado, la noción de configuraciones de apoyo operativiza las prácticas inclusivas,
entendiendo a estas como “las redes, relaciones, posiciones, interacciones entre personas, grupos
o instituciones que se conforman para detectar e identificar las barreras al aprendizaje y desarrollan
estrategias educativas para la participación escolar y comunitaria”. (Documento de orientación I:
Educación Especial, una modalidad del sistema educativo argentino, 2009) Señalamos que un
recurso por sí solo no constituye un apoyo; sólo se constituye como tal cuando éste es activado por
un agente (persona, grupo) con una intencionalidad o propósito educativo. Los apoyos se
desarrollan a través de configuraciones prácticas como pueden ser la atención, asesoramiento y
orientación, capacitación, provisión de recursos, cooperación y colaboración, seguimiento e
investigación.
Desde esta línea de pensamiento, el verdadero desafío para lxs educadorxs es proporcionar
oportunidades en el currículo de educación general, minimizando o eliminando barreras para el
aprendizaje y la participación. Es desde este encuadre que tomamos el concepto de Diseño
Universal de Aprendizaje (DUA) para orientar la búsqueda de estrategias hacia prácticas
inclusivas, facilitando un diseño curricular en el que tengan cabida todxs lxs estudiantes y a partir
del cual los objetivos, métodos, materiales y evaluaciones sean formulados en base a la diversidad
y no de un estudiante estándar y único.
El DUA propone unos principios basados en igualdad de oportunidades, no discriminación y
accesibilidad universal; se traduce en principios operativos que abarcan múltiples modos y medios
de expresión, vías de motivación, modos de organización de los agrupamientos y organizadores
didácticos, teniendo en cuenta el qué, cómo y cuándo enseñar y evaluar.

El objetivo del DUA es asegurar en los estudiantes el máximo desarrollo de sus capacidades y su
inclusión y participación en condiciones de igualdad. En síntesis, orienta acerca de cómo diseñar
programaciones para una enseñanza accesible a todos (Celada, 2012 y Celada, 2016). Su
instrumentación puede eliminar una de las principales barreras al aprendizaje, que deviene de
concebir currículos inflexibles como “talla-única-para-todos”. El DUA se constituye en un
elemento o herramienta que coadyuva a garantizar el cambio hacia una educación inclusiva para
todas las personas, y en particular, para las personas con discapacidad.
En síntesis, apostamos a la colaboración, cooperación, investigación y actualización permanente,
lo que demanda pensar con otros, escuchar y tomar decisiones acerca de las ayudas que requieren
lxs estudiantes en situación de desventaja educativa y/o con discapacidad para elaborar
configuraciones de apoyo que favorezcan el menor grado de dependencia y el mayor grado de
autonomía posible.
Se proyecta aportar nuevas construcciones teóricas en relación a la educación y la inclusión de
estudiantes con discapacidad y/o en situación de desventaja educativa. Se trata así de dar respuesta
a la demanda social y a la normativa actual que establece la obligatoriedad en el nivel medio, lo
que contrasta notablemente con los índices de abandono, repitencia y deserción escolar en esta
etapa. Por otra parte, abogamos por hacer realidad la legalidad legitimada en el reconocimiento
del derecho a la educación de las personas con discapacidad, la inclusión y la no discriminación
sostenida en el art. 24 de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas con
Discapacidad.

A su vez, su implementación nos presenta la necesidad de construir aportes teóricos y prácticos en


relación a la activación del concepto ajustes razonables aplicable a todos los ámbitos sociales
sostenidos en dicha Convención, en particular el campo educativo. Entendemos que, como
universitarixs e investigadores, debemos acompañar a las instituciones en el impacto que, en el
ámbito de las políticas públicas y en las prácticas sociales, implican estos cambios sociales y
culturales, de considerar a la diferencia en tanto diversidad como valor positivo en lo humano.
(Celada, 2017)

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